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RESUMENES DE LECTURAS :

PRINCIPIO DE LA ETICA DE LA FELICIDAD

Las lecturas seleccionadas en este Módulo 2 nos ofrecen las temáticas


trabajadas por los filósofos y las doctrinas filosóficas que han hablado
de la ética y de la felicidad. Como participante, usted prestará su
atención a los argumentos que presentan cada uno de los autores
que presentamos.

En su artículo L. A. Fallas López La eutimia como correlato de una vida


sostenible, revisa el concepto eutimia, traducido como buen ánimo, del filósofo antiguo
Demócrito de Abdera, a sabiendas de que es un concepto fundamental de su filosofía,
pero también, con el objetivo de pensar cómo sería una vida moral sostenible en nuestros
días. Quiere mostrar los alcances de los fundamentos morales que condicionan al sujeto
moral para mantener la ecuanimidad ética en su práctica.

Demócrito pensaba que la risa viene en auxilio frente a la ira. Para él


la eutimia es un estado de alegría placentera. Pretende con su ética la
búsqueda del deleite con ciertas determinaciones racionales. Opone los
placeres (son degustaciones bajas) a los deleites (gozos superiores
como las bellas obras, o los que produce la razón, o los productos de
la virtud de la temperancia). Para la acción moral presenta unos
criterios básicos de determinación y elección: la conveniencia y la
oportunidad, así como el rechazo a los excesos violentos y el acomodo
a las circunstancias. Porque de lo que se trata es de saber cómo
alcanzar una vida buena. Que sea grata para nosotros y no esté
encadenada a nada exterior.

Aristóteles y la felicidad

En la lectura de Aristóteles en su Ética nicomaquea Libro I, caps. I-VIII, usted deberá precisar
la noción de bien que nos presenta el Estagirita, debido a que ella servirá en el futuro de la
tradición del pensamiento de Occidente como punto de referencia para aclarar esta cuestión.
Desde esa noción podemos mirar la jerarquización de los fines de las actividades humanas.

El carácter que hace al bien soberano es la autosuficiencia. Esto quiere decir que existe un acto
entre todos que se quiere realizar por él mismo y no por otro, mientras que los otros se quieren
hacer por él. En el orden de las ciencias se piensa que hay una que también tiene ese atributo y
por eso es la ciencia arquitectónica, que para Aristóteles es la ciencia política. La política es
concebida aquí como la ciencia soberana cuyo objeto de estudio es el bien humano. Quien a ella
se dedica debe procurar el bien de la ciudad o polis. Sobre el proceder que se hace en
estas investigaciones morales se debe tener en cuenta que no alcanzamos
precisión en los conceptos, como también ocurre con la fabricación de los
objetos debido a la naturaleza activa del ser humano. Pero la guía es la
búsqueda de la verdad en general del discurso ético, para lo cual se debe
contar con lo que ocurre en la mayoría de los casos y poseer una cultura
general.

La investigación sobre el tipo de bien al que tiende la ciencia política, que en


Aristóteles cobija la investigación moral, resulta ser el bien más elevado de
todos los bienes en lo correspondiente a las acciones humanas. Este bien más
excelso es la felicidad.

Revisando las opiniones más comunes sobre aquello que se dice en este
concepto, se llega a la conclusión que la felicidad se expresa en el
pensamiento que dice: vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Sin
embargo, lo que es la felicidad sigue en discusión por las opiniones que tienen
de ella tanto el vulgo como los doctos. Así, por ejemplo, algunos hacen
consistir la felicidad en algo tangible para ellos, como el placer o la riqueza o
el honor. Pero también otros autores creen que además de la impresionante
cantidad de bienes particulares, existe, además, otro bien en sí, el cual se
considera como la base o fundamento y como causa de la bondad de los
demás bienes que existen. Pero el discernimiento para ver cuál de esas
opiniones se acerca más a la verdad viene dado por el tipo de educación que
cada uno tenga en sus hábitos morales para que pueda sacar mejor provecho
de los razonamientos que se le ofrecen.

Otro argumento que ofrece Aristóteles para la consideración tanto del bien
como de la felicidad se refiere a la imagen de los tipos de vida propios de
cada uno. Así, pues, tenemos, en primer lugar, quienes aman la vida
voluptuosa, identifican el bien supremo con el placer, como hacen la multitud
y los más vulgares. Tienen “alma de esclavos”, porque eligen la vida de las
bestias. En segundo lugar, encontramos los que aman la vida política. Son
los hombres de acción y también los espíritus selectos quienes creen que la
felicidad es el honor. Por último, tenemos a quienes aman la vida
contemplativa. Otro tipo sería la vida de lucro, que por ser antinatural, no
tiene el status de las otras. En esta se considera a la riqueza como el bien
que se busca, pero por ser éste un bien útil que se busca por otro, no tiene
el carácter del bien soberano, de la misma manera que el placer y el honor.

Sobre la cuestión de su amigo el filósofo Platón de considerar el Bien al


introducir su teoría de las Ideas o Formas, es claro que Aristóteles va a
mostrar sus objeciones a esta teoría en honor a la verdad del asunto. No es
que exista un Bien en sí del que los particulares participen. Por el contrario,
para Aristóteles existen muchos bienes según su propia teoría de las diversas
significaciones de lo ente. Es decir, según la substancia y según los accidentes
y según los predicables (las categorías). Para Aristóteles, no es lo mismo
pensar el Bien desde la Idea platónica, por cuanto se tendría que distinguir
el bien absoluto del bien relativo. Y por otro lado, hay que aproximar la
investigación del problema del bien mirando la utilidad que tiene para la vida
práctica y cotidiana, que es lo que le interesa en la cultura política y moral.
El bien muestra una diversidad de acuerdo con las distintas acciones y según
las diversas técnicas y artes en las que se lo vea; por ejemplo, si se aplica en
la medicina o en la estrategia y así en las otras artes. Lo común al bien de
cada una de las artes es que éste viene siendo la causa por la que se ponen
en obra las demás cosas; es decir, el bien allí es el principio del movimiento.
Ejemplos: en la medicina es la salud, en la estrategia es la victoria y en la
arquitectura es la casa. Pero, en cada acción y elección que vayamos a
realizar se apunta hacia el fin de lo que perseguimos.

Así pues, tenemos que el fin de todo aquello que se hace es el Bien
practicable. Como los fines son múltiples y como nosotros elegimos entre
ellos algunos por causa de otros, tenemos que no todos los fines son últimos,
mientras que el bien supremo que se busca tiene que ser el más final de
todos. Este bien es la felicidad. Las razones son:

1. por ser auto-suficiente, dado que se persigue por sí mismo.

2. porque se desea de manera absoluta, o sea, que no se desea por un deseo


ulterior sino que es el más final de todos. En cambio, el placer, el honor, la
intelección y cualquier otra perfección las elegiríamos porque, al tener
alguna de ellas, lo que deseamos es la felicidad, porque creemos que por
medio de ellas seremos felices.

3. la autosuficiencia de la felicidad comporta el carácter social, no es del


hombre que viva vida solitaria sino con los otros: con su familia, con sus
amigos y con sus conciudadanos, debido a que el ser humano por
naturaleza “es algo que pertenece a la ciudad”.

4. la felicidad es el bien auto-suficiente porque torna amable la vida, ya no se


desea otra cosa sino a la felicidad porque no hay algo más deseable que
ella. La felicidad es, entonces, el fin de todo cuanto hacemos.

Pero si alguien está aún preocupado por querer saber en qué consiste la
felicidad, Aristóteles le propone esta estrategia: Observe ahora el acto del
hombre. Porque quienes producen obras o hacen cualquier actividad
manifiestan en sus productos el bien y la perfección de sus obras y acciones.
Entonces, ¿existe algún acto que le sea propio al hombre? ¿Cuál es ese acto?
Pasa revista a las formas de vida para buscar en el vivir eso propio del
hombre. En la vida vegetativa, caracterizada por la nutrición y el crecimiento
no se encuentra. Hacia arriba, en la vida sensitiva, común con los animales
tampoco. Queda la “vida activa de la parte racional del hombre” compuesta
por dos partes: a) la que obedece a la razón y b) la parte propiamente
racional.

Cuando Aristóteles se refiere a la vida racional como lo más propio del


hombre, entiende la vida como actividad. Ahora bien, como ante la pregunta
inicial del acto propio del hombre respondemos que es esa actividad del alma
según la razón, es claro que no puede ser un acto cualquiera sino uno especial
y que es, exactamente, ese añadido que agregamos cuando pensamos “la
superioridad de la perfección al acto mismo”, con lo cual se apunta a no
cualquier tipo de vida sino a “una cierta vida” como ese acto propio del
hombre. Es especial, porque es una vida consistente en la actividad y en las
obras propias del alma de acuerdo con el principio racional, por lo cual, en
este caso, “el acto de un hombre de bien es hacer todo ello bien y
bellamente”.

La razón que se da aquí es que algo es bueno cuando se ejecuta de acuerdo


con la propia perfección; de la misma forma, el bien humano es esa actividad
del alma humana según su perfección. Esta es la vida feliz del hombre que
requiere del tiempo para su plenitud en la existencia.

El método apropiado para la investigación de todas las cosas no es el mismo,


debido a que no en todas ellas se exige la misma exactitud, sino que cada
materia consiente el respectivo método adecuado. Esto es recomendable para
tenerlo en cuenta en el tipo de método que se usa en la investigación moral
y de la ciencia política. Tampoco es recomendable exigir la razón de la causa,
sino que a veces será conveniente establecer los hechos de manera correcta,
tal y como se establecen los primeros principios. En este caso, el hecho es lo
primero y el principio. Pero este principio no es el resultado de una conclusión
lógica que ha sido deducida de ciertas premisas, sino teniendo como soporte
la experiencia. Así, la definición verdadera lo es, porque armoniza con los
hechos de experiencia.

Cuando se consideran los bienes, vemos que se distribuyen en tres clases: 1)


los bienes exteriores, 2) los bienes del alma y 3) los bienes del cuerpo. De
ellos se consideran los del alma como bienes propiamente dichos y con mayor
plenitud que los otros. La felicidad entendida como las acciones y operaciones
del alma está en sintonía con esta versión. Además, se está en el
pensamiento justo cuando se afirma que el fin se refiere a ciertos actos y
operaciones, con lo cual queda el fin incluido también en los bienes del alma
y no en los exteriores. Y otra razón más para aceptar el concepto de felicidad
aristotélico concuerda con la creencia que el hombre feliz es el que vive bien
y obra bien, lo cual es acorde con la felicidad como esa especie de vida
dichosa y de conducta recta en la vida cotidiana.

Para Aristóteles la idea de la felicidad encierra los caracteres que se exigen


para constituir la felicidad, tales como: para quienes la felicidad es la virtud;
otros, creen que la felicidad es la prudencia; otros piensan que la felicidad es
una forma de la sabiduría; mientras que también hay autores que creen que
es todo eso o alguna parte con placer o sin placer; además, otros le añaden
la prosperidad como un factor acompañante de ella. Aristóteles revisa estas
nociones y ve que la suya las contiene a todas, por lo cual la felicidad, para
él, es lo mejor, lo más bello, lo más delicioso y de la que no se le pueden
separar los atributos de la justicia, la salud, el deleite y el amor realizado,
pero que también reclama los bienes exteriores, es decir, de tener recursos
para hacer bellas acciones.

T.M. Robinson y A. Lefka, Séneca y Epicuro

El artículo de T. M. Robinson y A. Lefka Los griegos y la vida buena: un


diálogo, tiene un dato curioso y es la forma escrita de diálogo mediante la
cual los autores quisieron rendir un tributo de honor a Sócrates y Platón en
las cuestiones éticas que trabajan y con las cuales pretenden ofrecer una
perspectiva novedosa de abordar el tema de la vida buena. Los autores
retoman el concepto griego antiguo de la eudaimonía, que traducen como
“vida buena”, y lo conciben como el objetivo práctico fundamental de la
existencia humana. De esta manera lo ofrecen en la actualidad como una
posición novedosa frente a las disputas éticas actuales existentes entre las
teorías teleológicas y no teleológicas de entender la vida buena.

Séneca. Sobre la felicidad. Caps. 1-16

En los capítulos seleccionados, el participante se encontrará con el


planteamiento de la doctrina estoica en acción en el pensamiento de Séneca,
uno de sus principales representantes. Pues bien, se debe tener en cuenta
que la felicidad es propuesta como un camino que se recorre a través de la
virtud para acceder lo que más se pueda en esta vida a la posesión del Bien
sumo.

El camino parte de una depuración de las opiniones inciertas con las que se
tropieza el discípulo que quiere alcanzar la felicidad. Son las opiniones y
creencias que tienen normalmente el vulgo y, a veces, las personas doctas,
cuando centran su idea de la felicidad en las satisfacciones sensibles que se
originan en el placer. Por el contrario, las máximas estoicas que nos ofrece
Séneca tienen que ver con la búsqueda de la virtud. Para un estoico ser
virtuoso tiene que ver con el desapego de los bienes sensibles y materiales
que impidan esta vida virtuosa.

El principio en el que se basa esta doctrina se expresa en vivir la vida según


la naturaleza, lo cual se revierte en el pensamiento de una sabiduría acorde
con las determinaciones naturales. Ante la idea de que el estoicismo es una
doctrina pasiva de la existencia se contrapone la actividad que tiene que
desplegar el sabio estoico para vencer los placeres corporales, su trabajo
continuo para obtener su libertad y lograr la virtud racional que es ese estado
de imperturbabilidad, de tranquilidad de la existencia.

El participante debe fijarse en esta lectura en ese camino que va recorriendo


aquél que quiera seguir el ideal de la felicidad estoica, mirar con detenimiento
cuál es el papel que juega la razón en ese proceso y en la manera mediante
la cual, a través de los razonamientos y la práctica de la virtud, se va
fortaleciendo el carácter. Y, además, debe fijarse en la manera como se le
hace la oposición a los placeres y en qué medida son aceptados por el estoico.

Epicuro. Carta a Meneceo.

Lo primero que debe tener presente el participante al enfrentarse con esta


preciosa carta de Epicuro es poder captar el sentido de la filosofía para este
autor. En efecto, es atractiva su invitación a filosofar en las etapas
importantes de la vida, como son la juventud y la vejez, porque lo importante
es filosofar.

La filosofía es entendida como una actividad que en su dinamismo pone en


acción las potencias corporales humanas para ir elevando esas sensaciones
hasta la dimensión del pensamiento racional a través del placer. Esta
actividad se despliega a través de un medio que son los argumentos, los
razonamientos y los pensamientos que se van seleccionando en un cálculo
racional de placer hasta llegar a la virtud, esto es, el estado de la ataraxia,
de la imperturbabilidad, pero que en este caso viene dado por el sosegado
deleite.

La filosofía es la actividad mediante la cual construimos bellos argumentos


que nos permitan tener una vida feliz. Para esto se necesita conocer el orden
causal de la naturaleza desde la razón, de manera que con ese conocimiento
se viva en armonía con ella, procurando escoger los bienes placenteros, con
lo cual se le hace oposición a una mentalidad que privilegie el dolor de la
existencia. Ese conocimiento también nos dará la libertad frente a los temores
y miedos ante los dioses, las desventuras y accidentes de la vida. Esta
doctrina centra su felicidad en una filosofía de la vida, libre de los miedos, los
dolores, las enfermedades y el temor ante la muerte.

Nietzsche

Nietzsche, F. Así habló Zaratustra. Tres textos

Hemos seleccionado estos tres textos de Nietzsche para presentar al


participante la sospecha que lanza este autor sobre las verdades que se han
venido presentando en torno a la felicidad, la virtud, el Bien sumo, la
corporalidad y dejar abierta su interpretación de la existencia como una
nueva postulación de valores, respecto de las valoraciones tradicionales, que
dicen un “sí” a la vida, planteamiento desde el cual es posible una nueva
forma de juzgar y de ser felices.

De las alegrías y de las pasiones

La primera indicación tiene que ver con la idea de la virtud. El participante


debe prestar atención al juego que establece Nietzsche entre la virtud propia
del pueblo, o del rebaño, que es la misma idea que tenemos por influencia de
la cultura occidental y que viene dada desde la doctrina del cristianismo.
Según esta doctrina son virtudes la humildad, la caridad, el perdón, que el
autor trastoca por las virtudes del resentimiento, del pesimismo y negación
de esta vida. Por el contrario, en Nietzsche se encuentra la idea de la virtud
como fuerza, la cual, unas veces es dominante y, otras, dominada y que en
ese juego de lucha por el dominio, se deben privilegiar aquellas fuerzas que
afirmen la existencia. La segunda indicación tiene que ver con las virtudes
afirmativas de la existencia. Estas son las fuerzas por las que Nietzsche se
inclina debido a que, con su operación, ellas permiten afianzar el sentido de
la tierra, de lo humano, de la finitud de nuestra existencia.

De los despreciadores del cuerpo

La idea de Nietzsche sobre la naturaleza humana es distinta de la tradicional


según la cual somos un compuesto de cuerpo y alma.

Motivados por esta antropología dualista se consideró que el alma era la parte
más importante y esencial en este compuesto y, según esta interpretación,
se pusieron unos “falsos” ideales que se desprendían de ese privilegio del
alma. Así, se pensó en un principio rector de todas las cosas, el cual se
identificó con la idea de un Dios hacia el cual tienden todos los esfuerzos y
luchas humanas. Lo que ocurrió en esta historia es que, por darle ese sentido
de verdad a las doctrinas y consideraciones correspondientes al alma, como
por ejemplo, las valoraciones morales del bien y del mal, se dejó de lado y
hasta se negó todo lo relacionado con el cuerpo, con nuestra finitud, con lo
que es nuestra existencia en este mundo (y para Nietzsche no hay otro)
planteándose una renuncia a todo lo corporal y con ello relacionado. Esto es
lo que él llamó el “nihilismo” o negación de la vida.

La ofrenda de miel

Esta es una nueva manera de interpretar la felicidad. No se aspira a ella sino


se vive en ella en la obra de la vida, en el vivirse a diario, pero con el sentido
de afirmación, es decir, de decir un sí a todas las circunstancias en las que
los seres humanos nos encontramos. El mundo, aquello que vivimos, lo que
nos rodea, son nuestros bienes y, por ello, no se necesita pensarlos sino
realizarlos, hacerlos obra. Esto genera una actitud alegre de vida, rebosante
de bien y que hace reír. Es ver el mundo y lo que somos en él en su constante
transformación y gozarlo. Quien rebosa de bienes, derrocha su riqueza, se da
continuamente.

¿Qué significa pensar en la felicidad?

Examinemos primero qué significa "pensar". En esta actividad, que nos


caracteriza como seres humanos, se esconden unos maravillosos
misterios, que quizás hemos intuido en nuestro diario vivir, pero que
aún no hemos hecho explícitos. La labor del pensar es hacer explícito
lo que tenemos oculto en nuestra conciencia, para orientarnos en
nuestra vida. Con esto, lo que se pretende es abrir un marco de
referencia que nos sirva como horizonte para comprender la felicidad.

Cuando pensamos no lo hacemos en el vacío. Pensar es una actividad que tiene


algo como referencia y nuestro pensar siempre es sobre algo. Esto es lo que
filósofos como Husserl designan como la intencionalidad. Esta es la tendencia que
conecta nuestro pensar con algo y a lo cual, normalmente, designamos como
el objeto del pensamiento. Así, cuando pensamos en la felicidad, nos estamos
refiriendo a algo que, si bien nos imaginamos conocer o saber, no nos es del todo
explícito

Quiero plantearles esta inquietud: ¿cómo creen ustedes que se conecta lo que nosotros
pensamos con la realidad? ¿Cuáles artificios hacemos los seres pensantes en nuestra
mente para que eso que pensamos no se quede en nosotros como una ilusión, sino que lo
llevemos a término en una experiencia concreta? Aunque no sepamos cómo ocurre esa
conexión, sin embargo en nuestro diario vivir realizamos ese tipo de experiencias en un
sin número de casos.

Pregunto ahora: ¿qué mueve nuestro pensamiento hacia la acción?

Lo cierto es que en el fondo de estas inquietudes se oculta ese misterio de nuestra


existencia por el cual creemos que hay ciertos pensamientos que merecen ser
puestos en práctica y hacerlos concretos, dependiendo del tipo de intereses que
tengamos.

Puede ser un tipo de conexión mecánica, como los átomos que se golpean por azar unos
a otros formando el movimiento de la realidad o por la acción de un tipo especial de
energía que se comunica electrónicamente, sea en una especie de fluido constante o por
saltos de una carga eléctrica contraria hacia otra. De todas formas la conexión nos es
misteriosa, y en el diario vivir esto no nos preocupa pues las ocupaciones nos resultan
mucho más apremiantes que ese tipo de inquietudes.

Pensar en la felicidad resulta interesante para nuestras vidas. Ser feliz ha sido un
sueño constante de la gran mayoría de los seres humanos de todos los tiempos y
de todas las épocas. La felicidad se nos presenta como la luz que algunos ven al
término de sus vidas, como algo que se debe poseer, algo demasiado atractivo,
pero finalmente muy esquivo. Se la mira de reojo, se la piensa escurridiza y, por
eso, para algunos, carece de sentido dedicarse a conquistarla.

Se trata de pensar en la felicidad o, quizás, el pensamiento de la felicidad nos


acerca a esos pensamientos escogidos que tenemos en nuestra mente para
realizarlos en nuestra diaria existencia en las acciones felices.
Cuando se piensa en algo realizable se sientan las bases para que lo hagamos. Lo que se
pretende con este curso es que, en la medida en que vayamos pensando en la felicidad,
este pensamiento nos inunde la existencia hasta el punto de querer realizarla.
Sencillamente una vida feliz es mejor que una que no lo es. El criterio para hacer esta
escogencia tiene que ver con el tipo de vida feliz que vamos viviendo para sentirnos mejor
cuando experimentamos la felicidad. Esto es muy importante de resaltar porque no se
trata exclusivamente de sentirnos emocional y placenteramente bien, lo cual es necesario
para la felicidad, pero no es lo único. En el vivirnos se encuentran incluidos otros
elementos como el estar con los otros, además de nuestras experiencias subjetivas.

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