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Cuando una mujer tiene vaginismo, los músculos de su vagina se contraen o tienen espasmos
involuntarios ante la penetración de un tampón o un pene. El reflejo vaginal se puede comparar a
la respuesta del ojo que se cierra cuando se le acerca algo.
Tratamiento
A lo largo de la historia se han propuesto diferentes alternativas para tratar el vaginismo, que se
han ido modificando a medida que se han adquirido mayores conocimientos sobre esta disfunción
y sus causas.
En el siglo XIX el ginecólogo James Marion Sims proponía una intervención quirúrgica que
consistía en la eliminación del himen, una incisión en el orificio vaginal y la dilatación posterior.
Poco tiempo después se puso en tela de juicio la necesidad de una intervención quirúrgica porque
la sola dilatación ofrecía buenos resultados.
A principios del siglo XX Walt-hard publicó sus estudios sobre el origen y el tratamiento del
vaginismo y reconoció que numerosos trastornos de las funciones fisiológicas femeninas estaban
determinados principalmente por problemas psicológicos.
Fue el primero en considerar el vaginismo como una reacción fóbica o miedo excesivo al dolor
durante las relaciones sexuales y por tanto fue uno de los primeros en utilizar la psicoterapia como
tratamiento de elección. A lo largo del siglo XX se utiliza el psicoanálisis como tratamiento al
considerar el vaginismo consecuencia de un síntoma histérico.
Pero fue en 1970 cuando Masters y Johnson revolucionaron el panorama de las disfunciones
sexuales y su tratamiento con la publicación de su libro “Incompatibilidad sexual humana”. Para el
caso del vaginismo proponen que puede ser tratado de forma fácil y eficaz con la terapia sexual.
Los objetivos se establecen de mutuo acuerdo entre la pareja y el terapeuta y se visualizan como
tareas a realizar, no como metas a alcanzar para evitar la aparición de ansiedad o bloqueo en las
respuestas sexuales.
El objetivo principal de este tratamiento es conseguir que la mujer tenga el control consciente
sobre los músculos de la vagina, así como mejorar la movilidad, aliviar el dolor y superar el miedo y
la ansiedad a la penetración.
También consta de una parte donde se trabaja la inserción o entrenamiento de dilatación. Para
conseguirlo, el fisioterapeuta utiliza diferentes técnicas y ejercicios como la respiración y
relajación o el uso de dilatadores vaginales.
La mayoría de los estudios indican que para conseguir una eficacia adecuada este tratamiento
debe de realizarse a la vez que la terapia psicológica.
Tratamientos farmacológicos
En cuanto al tratamiento con medicamentos del vaginismo se han propuesto tres tipos de
componentes que podrían ser eficaces.
Los anestésicos locales, su utilización se basa en que los espasmos musculares son debidos al
dolor sufrido de forma continua durante la penetración. Por tanto el uso de estos anestésicos
reduciría de forma considerable el síntoma principal del vaginismo. Pero los estudios que se han
realizado en la aplicación de este tratamiento no ofrecen datos concluyentes de su eficacia.
Los relajantes musculares, que basan su uso en el tratamiento de los espasmos vaginales
mediante la relajación de los músculos. Al igual que ocurre en el caso de los anestésicos, no
existen datos suficientes para demostrar su eficacia.
El uso de este tipo de medicación reduciría los síntomas asociados. Aunque parece que su eficacia
es mayor que los dos casos anteriores, siguen sin existir datos concluyentes que demuestren su
eficacia por sí solos.
Psicoterapia
Las técnicas que utilizan varían en función del paciente y del terapeuta pero pueden incluir
ejercicios de relajación y respiración, exposición a las relaciones sexuales y modificación de
pensamientos y creencias desadaptativas.
Se parte del supuesto de que la sexualidad es una función natural, controlada en gran parte por
respuestas reflejas, por lo que el objetivo es facilitar que esta función se muestre impidiendo los
factores que la inhiben o dificultan.
La terapia se dirige exclusivamente a modificar la disfunción sexual, no a modificar la personalidad
del paciente ni a modificar otras creencias propias de cada individuo.
La mayor parte de las disfunciones son conductas aprendidas, por lo tanto, en la mayoría de los
casos poco tienen que ver con alguna patología física.
Existe una prohibición expresa de hacer culpable o responsable de la disfunción a alguno de los
miembros de la pareja.
Se insiste en que la sexualidad es un aspecto más de la relación de pareja, pero no el único.