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GLOSAS INICIÁTICAS N° VII

LA IMPORTANCIA DEL RITO Y DEL RITUAL

Como ya se ha dicho repetidas veces, el rito es el elemento esencial para la


transmisión de la influencia espiritual y la vinculación con la cadena iniciática. Sin el rito no
podría haber iniciación de ninguna manera. El rito tiene por objeto poner al ser humano,
en relación directa o indirecta, con algo que sobrepasa su individualidad y que pertenece
a otros estados de existencia. Dicha comunicación se establece por medio de ciertas
modalidades sutiles del individuo; modalidades que la mayor parte de los seres humanos
son actualmente incapaces de transferir al centro de su consciencia.

La eficacia inherente a los ritos es completamente independiente de lo que quiera


el individuo que lo efectúa: la función sola es lo que cuenta y no el individuo. La única
condición necesaria es que quien lo efectúa haya recibido regularmente el poder de
realizarlo; poco importa que no comprenda verdaderamente su significación o que no crea
en su eficacia, ya que ello no podría impedir su validez y eficacia, siempre que todas las
reglas prescritas hayan sido convenientemente observadas, porque las influencias
espirituales actúan de acuerdo con leyes netamente definidas; leyes cuya técnica ritual es
precisamente la aplicación y puesta en obra de dichas influencias. En relación con el
poder de realizar el rito, recordemos nuestra fórmula tradicional masónica: “En virtud de
los poderes de que estoy investido...”. La técnica del manejo de las influencias
espirituales es en realidad una ciencia sagrada y tradicional, cuya aplicación únicamente
corresponde a quienes estén investidos del poder que otorga, tanto el arte real como el
arte sacerdotal.

Puesto que el ritual comunica un impulso o influencia espiritual, debemos


profundizar cómo es que el rito pone al ser humano en relación o comunicación con algo
que sobrepasa su individualidad. En efecto, el rito tiene el propósito de despertar el
Hombre Interior y alinearlo con la consciencia y los poderes del universo que lo rodea,
produciendo de ese modo un cambio de consciencia que habrá de permitirle el re-
encuentro con su ser real y verdadero: el paso definitivo hacia una nueva vida. La
verdadera y real iniciación tiene lugar cuando el ser individual es absorbido, elevado,
ungido y sellado por el espíritu: es unido al ser verdadero, y a través de éste con el Gran
Arquitecto del Universo. A partir de entonces, ya no sólo vive en el mundo natural, físico,
material, sino también en el mundo cosmológico.

El rito, en su aparente aspecto exterior, es una poderosa ayuda para inducir


efectos internos, los cuales no podrían ocurrir de otra manera. El rito como vehículo de la
influencia espiritual, constituye un misterio de participación, en el más pleno significado de
la palabra, porque el rito es el símbolo en acción, y sin los símbolos ningún misterio es
posible. Por eso, la entera estructura de los rituales depende del simbolismo. La palabra
misterio significa un asunto intencionalmente confinado dentro de un determinado marco
para preservar en secreto su esencial pureza natural. Todos los misterios tienen que ver
con los niveles internos del ser y son aplicables a diferentes estados de consciencia.
Presenciar y vivir los misterios es extender nuestras vidas a otras dimensiones de
existencia. Como algunos de nuestros Hermanos y Hermanas habrán podido darse
cuenta, hay más, mucho más en el ritual masónico de lo que aparece sobre la superficie y
apariencia exterior.

Antes hablamos de las modalidades sutiles del individuo, a través de las cuales se
establece la comunicación con superiores estados de consciencia. Estas modalidades
sutiles tienen relación con el simbolismo de la marcha del Aprendiz masón, que
combinando la lógica con la intuición espiritual, se logra un disciplinado intelecto iluminado
por lo Divino. Como señala el Tao Te Ching: “Hacer que el cuerpo y el espíritu se
armonicen y no puedan desligarse”.

Vamos a incursionar ahora en un tema o asunto que exige la cabal aplicación del
simbolismo esotérico de la marcha masónica. Recordemos ante todo que la marcha se
efectúa partiendo del punto equidistante, punto medio o central entre las Dos Columnas, y
prosigue por sobre el Pavimento Mosaico, compuesto de cuadrados blancos y negros
alternados, símbolo que viene a reiterar la dualidad expresada por las Dos Columnas.
Como estamos en el mundo de la manifestación, la dualidad se manifiesta en multitud de
aspectos. Tomemos, para los efectos del tema que nos ocupa, la dicotomía entre la
personalidad o el ser y la individualidad o “yo inferior”. La primera es una unidad integral
total; la segunda es una unidad fragmentaria, una porción del ser. El estado de unidad
relativa o de unicidad de existencia, es el grado o estado de consciencia particular
sometido a las limitaciones de la existencia en el dominio de la manifestación formal (de
las formas), es decir: lo manifestado. Existir, como lo indica la etimología de la palabra, es
estar dependiente y condicionado; es decir: no tener en sí mismo su propio principio o su
razón suficiente (tan cara a Leibniz). Existir es estar subordinado a la experiencia del
pensamiento en lugar de la consciencia de Ser. Sin embargo, esa inconsciencia o
ignorancia del Ser, del estado individual humano, es totalmente accidental, no de fondo o
connatural; a pesar de sus restricciones esenciales, es susceptible de alcanzar
extensiones indefinidas de su consciencia. La Iniciación es una vía o método que conduce
a los estados superiores del ser: es la marcha de re-torno, desde la substancia hacia la
esencia.

Parafraseando a Frithjof Schuon, en su magnífico libro “Les Stations de la


Sagesse” (Las Estaciones de la Sabiduría), haremos algunas consideraciones para
distinguir las diferencias existentes entre la razón y la intuición; entre el conocimiento
abstracto-discursivo, razonado y el conocimiento no aprendido, directo e inmediato, que
es la Gnosis.

Antes de comenzar debemos aclarar, que Frithjof Schuon entiende la palabra


intelecto e intelectual en el sentido clásico de la escolástica, es decir: “comunión inteligible
en lo interior”. Según ésto, el intelecto divino es el verbo-luz, el logos. En este caso, el
intelecto no se refiere, como lo suelen entender muchos, a las especulaciones puramente
mentales de los lógicos.
Para Frithjof Schuon: El intelecto es una facultad receptiva y no un poder
productivo: él no crea, él recibe y transmite; es un espejo que refleja la realidad de una
manera adecuada, y por lo tanto eficaz. Aunque no existe, sin duda, punto de separación
entre el intelecto y la razón, porque un razonamiento justo transmite indirectamente algo
del intelecto; en todo caso, las operaciones respectivas de la razón (lo mental) y el
intelecto son profundamente diferentes. Entre ellos hay analogía y oposición: la mente es
análoga al intelecto en tanto que es un género de inteligencia, pero es su opuesto por su
carácter limitado, indirecto y discursivo. El intelecto, si no puede exteriorizar la verdad
total, o más bien la realidad, porque ésto es imposible en sí, puede perfectamente
establecer puntos de referencia adecuados y suficientes; por ejemplo, algo así como
representar el espacio por un círculo, una cruz, un cuadrado, una espiral, un punto, etc.
No hay que confundir verdad y realidad: ésta se relaciona con el ser y significa la aseidad
(la existencia por sí mismo) de las cosas, y aquélla se relaciona con el conocer (a la
imagen reflejada en el espejo intelectivo) y significa la adecuación entre el ser y el
conocer. Es cierto que generalmente se designa a la realidad por la palabra “verdad”, pero
ésto es una síntesis dialéctica que tiene por objeto definir la verdad bajo la relación de su
virtualidad de ser, de realidad.

Hemos comparado la inteligencia pura a un espejo; hay que recordar que existe
siempre una relación de inversión entre el sujeto y el objeto; es decir, que el sujeto, quien
refleja, invierte el objeto que es reflejado. Un árbol que se refleja en el agua está invertido,
y por lo tanto es falso en relación con el árbol real, pero es siempre un árbol y jamás otra
cosa. Por lo tanto, el árbol reflejado es perfectamente verdadero, a pesar de su carácter
de ilusión; de tal manera, que es erróneo concluir que la intelección es ilusoria a causa de
su marco subjetivo. El mundo es antinómico por definición, lo que es una manera de decir
que no es Dios, aunque todo es en Dios (toda cosa es atma); toda imagen es a la vez
verdadera y falsa, basta discernir las diferentes relaciones. No hay dificultad alguna en el
hecho de que la inteligencia pura (el intelecto) excede inmensamente a la mente, y que no
hay ninguna continuidad, a pesar de la identidad de la esencia, entre el concepto como tal
y la realidad, la aseidad de lo real. Lamentarse de las deficiencias de la mente es pedirle a
ésta lo que no es; es el error clásico de los filósofos, que quieren encerrar todo en el mero
“cogito” (pensar, imaginar, reflexionar).

La intuición intelectual implica, entre otras, la comprensión del ser en sí y en


conexión con las cosas, porque el sentido del ser es inherente al intelecto; quien dice
intelecto dice “sentido del ser”. La enseñanza no es sino la causa ocasional de la toma de
consciencia de una verdad que está latente en nosotros. La enseñanza es una llamada; la
comprensión es una reminiscencia”.

Después de esta necesaria digresión volvamos al simbolismo masónico. Vamos a


referirnos al simbolismo relacionado con las Dos Columnas al Occidente del Templo, y al
Sol y la Luna, pintados en la pared oriental del mismo. Lo primero que salta a la vista del
observador sagaz es el cruzamiento que resulta de la posición recíproca de estos
símbolos del Templo. Contemplándolos, notaremos que la columna “J”, el lugar de los
Compañeros y los Maestros de la Logia, está colocada al Sur y la columna “B”, el lugar de
los Aprendices, está colocada al lado Norte del Templo. El Primer Vigilante, que es a
quien le corresponde la columna “J”, está colocado en el lado opuesto a ésta, en el
extremo Nor-Oeste. El Segundo Vigilante, que es a quien le corresponde la columna “B”,
está también colocado en el lado opuesto a ésta, en el extremo Sur-Oeste, lo cual
produce de hecho un cruzamiento, razón por la cual, los Hermanos que decoran sus
respectivas Columnas se encuentran diagonalmente frente a los dos Vigilantes. El otro
cruzamiento resulta del hecho de que siendo la columna “J” de polaridad positiva y
correspondiente al lado derecho del Templo, contemplado desde el exterior del mismo, le
corresponde el Sol, en razón de la polaridad positiva, pero éste viene a quedar en el lado
izquierdo de la pared oriental del Templo. La columna “B”, de polaridad negativa, y
correspondiente al lado izquierdo del Templo, le corresponde la Luna, que viene a quedar
en el lado derecho de la pared oriental del Templo. En la gráfica se señalan estos
cruzamientos, y se ilustra mejor los que hemos dicho antes.

Como sabemos, la Logia se corresponde en todas sus partes con el Árbol


Sefirótico de la Cábala. En la Logia de los tres primeros grados, la representación del
Árbol de la Vida está expresado en su aspecto microcósmico. En los Capítulos, a partir
del Grado 4°, la representación del Árbol está expresada en su aspecto macrocósmico.
De allí deriva la inversión o el cruzamiento que se observa en la disposición de sus
elementos componentes.

Ahora bien, como el ser humano es un cosmos en miniatura, encontramos que el


sistema nervioso del hombre está conectado al cerebro de manera cruzada: el hemisferio
derecho controla el lado izquierdo del cuerpo, y el hemisferio izquierdo controla el lado
derecho. Como un detalle interesante que demuestra como nuestros lejanísimos
antepasados no eran tan ignorantes como pretenden algunos científicos modernos,
queremos señalar que los dos hemisferios cerebrales eran llamados por los antiguos,
Caín y Abel.
Los modernos estudios sobre la fisiología cerebral demuestran, que el hemisferio
izquierdo del cerebro humano sería el responsable de todos los actos de violencia
generados por el hombre; dicho hemisferio por su naturaleza, hace que el hombre, en su
vinculación con los otros seres humanos, tienda a la supremacía, no acepte las derrotas
y siempre quiera dominar. El hemisferio derecho actúa como un freno a la agresividad del
hemisferio izquierdo; genera acciones creativas y promueve el respeto del hombre hacia
sus semejantes”1.

Por su parte, la biopsicóloga Wendy Heller, de la Universidad de Chicago, dice que


la gente creativa llamada pensadores del lado derecho, muestran patrones activos en sus
cerebros, lo que los hace más optimistas, introvertidos y contentos que los analíticos
pensadores del lado izquierdo.

La Dra. Helen Wambach (psicóloga) considera que el tiempo discurre muy


lentamente mientras los pensamientos corren por el cerebro derecho. El conocimiento del
cerebro derecho es la sabiduría del sentimiento. En el cerebro derecho, el “yo” no es ni
masculino ni femenino. Cuando la gente se halla en el estado de “sueños” (movimiento
rápido de los ojos), parece estar activando el hemisferio derecho del cerebro. Mientras el
cerebro derecho permanece activo enviando recuerdos sensoriales, algo parece ocurrir en
el sistema nervioso: los músculos están muy relajados, indicando que hay mucha
adrenalina fluyendo por el sistema, y que el cuerpo ha abandonado su estado normal de
vigilia; se reduce la reacción a los estímulos externos. Cuando los músculos del cuerpo se
encuentran relajados, el cerebro derecho parece densamente sensibilizado a las
indicaciones que envían los órganos internos del cuerpo. Parece igualmente que cuando
la adrenalina se precipita por nuestro cuerpo, aumentando la velocidad del corazón y
tensando los sistemas musculares, nos devuelve a la consciencia del cerebro izquierdo.
Cuando funcionamos con el cerebro izquierdo, estamos despiertos.

De acuerdo con los antiguos conocimientos de la anatomía oculta del hombre,


sabemos que el hemisferio derecho del cerebro domina el lado izquierdo del cuerpo y el
hemisferio izquierdo domina el lado derecho. El hemisferio cerebral izquierdo es la sede
de los procesos racionales, de la lógica y del análisis. El hemisferio derecho es la sede de
la intuición, lo simbólico, lo creativo, lo emocional y lo espiritual. La meditación activa el
hemisferio derecho del cerebro. A pesar de que tenemos la impresión de ser un individuo,
un solo ser, nuestros cerebros son dobles, y cada uno tiene su propio modo de conocer y
de percibir. Cada hemisferio tiene la manera de guardarse su conocimiento. Quizás de
ese hecho se deriva el refrán o el consejo que dice: “Que tu mano derecha no sepa lo que
hace tu mano izquierda”. El lado cerebral derecho está plenamente identificado con lo que
es bueno, justo, ético y decoroso. El lado izquierdo está fuertemente signado por los
conceptos de anarquía y los sentimientos que están fuera del control consciente, lo malo,
lo inmoral y peligroso. Se trata por lo tanto de dos maneras paralelas de conocimiento:
razón e intuición; análisis objetivo y discernimiento subjetivo. Al usar el lado derecho del
cerebro podemos comprender los símbolos, las metáforas, los sueños, y creamos nuevas
combinaciones de ideas. El lado derecho es el constructor, el arquitecto, el artista, el
imaginativo, el experto en introvisión, en visualización, percepción e intuición. Podría
decirse que es el ojo interior de la mente. Al abrir la comunicación entre los dos
hemisferios cerebrales se logra una sincronía entre ambos. Eso representa, de hecho, ir
más allá de la suma de las partes. Al reconciliar el intelecto y la emoción se llega a un

1
Prof. Michele Trimarchi, Director del Centro de Estudios de la Evolución Humana. Italia.
orden más alto de conocimiento o un nuevo estado de consciencia. Este nuevo estado es
lo que algunos denominan consciencia cósmica, es decir, un ingreso a lo cosmológico, al
universo más allá de la simple consciencia humana. Es por lo tanto una re-integración al
estado primordial, que constituye la meta de los Misterios Menores.

La vía iniciática y su método tienen el propósito de integrar ambos hemisferios.


Observemos como nuestro ritual, en forma simbólica, nos presenta el proceso de este
ordenamiento interior, al recordar como el Venerable Maestro de una Logia, en su
representación y oficio de ordenador y controlador de los Trabajos comienza la apertura
de éstos con las palabras tradicionales: “Silencio y en Logia”. Aquí el silencio es algo más
que la simple falta de ruido externo. El silencio al que se refiere el Venerable es el silencio
interior, imprescindible para poder trabajar en la meditación, ya que es solamente
silenciando a los sentidos externos como podemos activar nuestra logia interior;
especialmente, conducir con mano experta las potencias y capacidades de nuestras dos
Columnas Internas, asesorándonos de la Doble Vigilancia que las ordena y las controla
por delegación del Venerable Maestro Interior. Sólo de ese modo se logra el conocimiento
integral, justo y perfecto. El masón “en pie y al orden” entre las Dos Columnas, está
simbolizando la integración de sus correspondientes Columnas Interiores, sus dos
aspectos y modos de conocimiento, sus dos hemisferios cerebrales, etc. Su posición entre
Columnas, sugiere la conciliación del par de opuestos, del binario. Y cuando marcha
sobre el pavimento mosaico, está reiterando mediante su desplazamiento en escuadra, la
puesta en acción, la operatividad del proceso así como del método y su norma.

Hay otro importante aspecto del trabajo ritual que es la participación y


aprovechamiento de los asistentes al mismo, de la influencia espiritual que él comunica.
El Ilustre Hermano Gerard Encausse (Papus) en un pequeño libro que tituló “Lo que debe
saber un Maestro Masón”, dice lo siguiente: “No será de extrañar que un masón, aun
careciendo de muchos conocimientos y de capacidad de comprensión de nuestros
misterios, termine por alcanzar un cierto progreso y desarrollo espiritual de tanto asistir a
los trabajos de Logia”.

Pero no solamente en el dominio iniciático ésto es así, sino que también lo es en el


dominio místico o religioso: al asistir a misa, por ejemplo, los participantes reciben la
influencia espiritual a través del propio rito, razón por la cual, entre las obligaciones que
deben cumplir está la de “oír misa entera los domingos y fiestas de guardar”. Respecto a
las órdenes monacales, una de las grandes fuerzas de la religión cristiana, tanto católica
como ortodoxa, copta y nestoriana, entre otras, las reglas específicas que dieron origen a
los conventos se basan en las influencias de la vida común o en comunidad.

El masón, por su parte, acepta la obligación de asistir puntualmente a su Logia


porque él como individuo es parte de un cuerpo que requiere de la reunión colectiva para
la puesta en práctica del rito. La manifestación o intervención de una influencia espiritual
de origen no humano, en el dominio de las colectividades pertenecientes a una forma
tradicional autentica, puede ejercer su acción descendente por medio de la fuerza
colectiva en la cual toma su punto de apoyo para insertarse o incorporarse, como un
impulso elevador, orientador y transformador de las facultades humanas, con miras a lo
supra-individual y trascendente. Es obvio que el beneficio espiritual que un individuo
puede obtener de la influencia espiritual será mayor si éste, en lugar de conformarse con
el descenso de la fuerza, procura elevarse al mismo tiempo hacia ella. Esta actitud de
apertura hacia lo trascendente la habrán experimentado algunos de ustedes cuando al
asistir a un ritual masónico de Iniciación, o aun a una tenida ordinaria de una Logia
ordinaria y común, pero donde al menos se observe respetuosamente el proceso ritual,
habrán tenido la impresión un tanto sutil de haber adquirido algo más, que bien puede
catalogarse como de orden superior, aunque quizás revestido de un aspecto más cerca
de lo psíquico o mental, pero que en todo caso no es constatable ni perceptible por todos
los allí presentes. Todo ello demuestra a quien es capaz de levantar el velo de las
apariencias, que la acción efectiva de los ritos no es una creencia o una suposición, sino
un hecho que puede ser comprobado por vivencia.

Hechas las consideraciones que hasta aquí se han señalado, estamos seguros de
que ustedes podrán comprender ahora con más propiedad y convicción, la realidad e
importancia del rito y del ritual, especialmente el aspecto del proceso de relación directa o
indirecta con los niveles superiores del ser, y podrán darse cuenta de las modalidades
sutiles que entran en juego. El trabajo ritual de Logia es un trabajo colectivo donde cada
“obrero” aporta su obra a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo. La iniciación,
considerada como realización es puramente individual. Pero así como en una Logia, como
cuerpo colectivo, puede hacer mucho por un miembro, por una ciudad o por un país como
medio de transmisión de la influencia espiritual, también cada miembro puede aportar a su
Logia una parte de la fuerza que ella requiere para que la manifestación descendente de
la influencia espiritual pueda felizmente llevarse a cabo. Evidentemente, la calidad del
aporte individual dependerá del progreso espiritual de cada miembro.

No podemos concluir sin hacer algunas consideraciones finales, que no por ser
últimas son menos importantes. Al hablar del trabajo colectivo surge la idea de lo que se
puede llamar propiamente una entidad colectiva, de orden esencialmente psíquico. Y es
aquí justamente donde está el origen de la confusión de los ocultistas, que confunden la
gimnasia con la magnesia: confunden lo psíquico con lo espiritual. La famosa palabra
“egregor”, que fue empleada por primera vez en el lenguaje ocultista por Eliphas Levi, es
una inadecuada aplicación de un término de origen griego que nunca ha significado otra
cosa que vigilante o velador. Término que se encuentra repetidamente en El libro de
Henoch Capítulos XII, XIII, XIV, XV y XVI, donde se refiere a los egregoroi, es decir, a los
vigilantes del cielo o los guardianes del cielo, los hijos del cielo, “que existen desde la
eternidad, los que adoraron el cielo altísimo, el lugar santo, eterno, y que han tomado
mujeres como hacen los hijos de los hombres, engendrando con la sangre de la carne,
como hacen aquellos que mueren y perecen, los que serán castigados por haber
comunicado a los hombres un secreto funesto” (sic). Tales entidades pertenecen al
mundo intermediario o mundo astral.

Ahora bien, si es cierto que cada colectividad humana dispone de una fuerza de
orden sutil constituida por los aportes de todos sus miembros pasados y presentes, y que
es susceptible de producir efectos tanto más intensos cuanto más antigua es la
colectividad y cuanto más numerosa sea la composición de sus miembros, esa fuerza es
de orden psíquico, no de orden espiritual, como sí lo es en efecto la influencia que
transmite el ritual.

Como es bien sabido los fenómenos psíquicos, con todo y su espectacularidad, su


olor a misterio y su sabor exótico, no son otra cosa que un efecto perteneciente al dominio
individual. Lo colectivo, tanto psíquico como corporalmente no es otra cosa que una
simple extensión de lo individual y nada más; por consiguiente, no tiene absolutamente
nada de trascendente, contrariamente a las influencias espirituales, que por eso tienen tal
calificativo. Tales fuerzas psíquicas provenientes de entidades colectivas únicamente
pueden ser utilizadas para obtener ciertas ventajas de orden individual; pero eso es
posible en cualquier tipo de colectividad humana de cualquier clase que sea. Lo que sí es
posible y positivo desde el punto de vista iniciático, y también religioso, es que las
entidades colectivas de una Logia masónica, por ejemplo, pueden servir de medio o de
punto de apoyo para el descenso de la influencia espiritual que puede actuar a través de
ella. Igualmente, la fuerza psíquica colectiva o entidad colectiva, puede jugar un papel
efectivo al establecer una defensa psíquica en el mundo exterior para proteger a los
miembros de una organización contra ciertos peligros provenientes del mundo exterior.
Pero, de nuevo: esto no tiene nada que ver con la Iniciación misma, pues sólo se trata de
algo puramente secundario y contingente. La vinculación iniciática no debe ser concebida
como la vinculación a un egregor o a una entidad psíquica colectiva. Lo que constituye la
cadena es la transmisión ininterrumpida de la influencia espiritual a través de
generaciones sucesivas.2

Queridas Hermanas y Hermanos, que vuestros ojos y oídos internos estén prestos
para la percepción cordial íntima que os ponga en relación directa con vuestro Venerable
Maestro íntimo, o al menos, a través de alguno de los Dos Vigilantes que le ayudan a abrir
y cerrar los Trabajos.

¡Que todos podáis VIVIR nuestros Augustos MISTERIOS en plenitud!

¡Que así sea!

Ex Corde

ALBANASHAR

2
Guénon, René. Iniciación y Realización Espiritual, Cap. VI.

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