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a) Perspectiva de Género:
Cómo ya hemos revisado, se entenderá por género aquel constructo simbólico que
condiciona la atribución de roles, tareas y significaciones respecto a lo masculino y
femenino. El Género se expresa desde los hábitos, las rutinas, las expectativas respecto al sí
mismo/a, a los otros/as y al mundo, al lenguaje y cultura, relevándose la injerencia que
tiene este constructo en el modo de relacionarnos con el otro género.
Mabel Burín, a través de su tesis de la socialización sexista, señala que las mujeres
construyen su yo en la medida que la relación lo ampare, lo que evidentemente implicará
una posición que no favorece sino que merma la actualización de sus potencialidades.
b) Perspectiva Transgeneracional:
La violencia en la pareja, para quien la ejerce o la sufre, puede relacionarse no sólo con
patrones de interacción aprendidos o ejercicio práctico de los roles de género incorporados,
sino que con intentos de resolución de conflictos familiares pasados, transgeneracionales, o
una descarga de antiguos sentimientos de culpa o deuda.
La violencia en la pareja, vista desde esta perspectiva, implica abordar la historia familiar
de cada miembro, evalúa los significados dados a los patrones interaccionales
transgeneracionales y observar como el otro miembro de la relación representa o subroga
símbolos de la biografía familiar.
c) Perspectiva de interaccional1:
Este circuito de violencia propio de las relaciones abusivas además contempla tres bases en
su constitución: las ideas, las conductas y las estructuras.
Las ideas son todas aquellas significaciones que los participantes argumentan para entender
y justificar la violencia y los abusos. Las conductas refieren a todo acto, gesto u omisión
que pudieran comprender malos tratos pero que dentro del circuito son normalizados o
1
Proyecto
de
Atención
Nivel
Secundario
en
violencia
hacia
la
mujer.
Centro
Clínico
y
de
Investigación
Corporación
La
Morada.
minimizados. En el orden de la estructura, el circuito se organiza en jerarquías rígidas, por
ejemplo, asignación de roles que condicionan la estructura relacional.
Este circuito de violencia logra perpetuarse en base al concepto de doble ciego: los
participantes de la interacción no sólo no registran el malestar que los afecta producto del
abuso, sino que además no sabrían que no ven. Complementando esto, se daría la
delegación emocional, una suerte de transferencia se pensamientos y sentimientos entre los
participantes. Así, quien recibe los malos tratos y el abuso es quien siente vergüenza y
culpa tras los episodios violentos.
Para la autora señalada, los circuitos de violencia vienen a reconfirmar a los participantes
que serían incapaces de negociar, adviniendo como alternativas la traingularización, la
evitación o la violencia.