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R. IATOUREUE.

Teología de la revelación, Salamanca, Ediciones Sígueme, 5 1982, pp 404-418

1A RMLAOÓN COMO TESTIMONIO

la revelaoón es palabra especifica: es testimonio. Invita a una reacaón específica: la Fe. En sus-formas actrva y actuada es
t estimonio: awón o deposiaón de testigos. la Escritura desaibe la revelación como una economía de testimonio. En el Antiguo
\ T~amento elrge personas prillileg1i1das que no son la verdad ni la luz, sino que dan test1momo de la verdad. Estos hombres
' hablan en nombre de Otos y dicen •Me ha mandado el Sellor para que os di¡ese esto. Os invito a aceptat mi palabra en la fe,
porque m, palabra es su palabra». Estos hombres se imponen por la autoridad de su palabra, por su e¡emplo, por las obras de
poder y de m1sencord1a que realizan, por su paóenoa en la persecución, y aun por el martirio, supremo testimonio En el Nuevo
Te!tamento, Cristo aparece como el testigo por excelenaa. Manifiesta lo que ha visto y oído en el seno del Padre, y nos invita a
la obedrenc,a de la fe. Forma un grupo de testigos, los apóstoles. &tos dan testimonio de la vida y de la ensellanza de Cristo.
Invitan a todos los hombres a creer lo que ellos V1eron, oyeron y experimentaron del Verbo de vida. Los creyentes entran por el
bautismo a formar parte de una sociedad nueva, la Iglesia; participan del cuerpo y de la sangre de Cnsto y viven de su vida. los
apóstoles transmtten a la Iglesia un testimonio, una depos1c1ón de testigos la Iglesia recibe, conserva, prote¡e este test imonio,

:J y lo propone, lo expltca, lo interpreta, lo asimila y entiende cada vez más profundamente Como el testimon,o une las almas
entre si a través de la historia, v,nculil también el tiempo con la eternidad. La idea de testimonio proyecta su luz sobre la
encarnación y la Trinidad. En efecto, la Escntur,a describe la actividad reveladora de la Tnnidild en forma de test1momos mutuos.
El Hijo es el testigo del Padre, y como tal se da a conocer a los apóstoles. A su vez el Padre da también testimonio de que Cristo
es el Hijo, por la atracción que produce en las almas, por las obras que da al Hi¡o para que las rearice y sobre todo por la
resurreooón, testimonio deasivo del Padre en favor del Hijo. El Hijo da testimonio del Espíritu porque promete enviarlo como
educador, consolador, santificador. Y el Espíritu viene y da testimonio del Hijo porque le recuerda, le da a conocer, descubre la
plenitud de sentido de sus palabras, lo insinúa en las almas. Vemos, pues, cómo en~e comercio de las tres divinas personas
con el hombre, t iene luaar un intercambio de testimonios que no tienen otra finalidad'<lue la de proponer la revelación y ~u.!_nr
la fe. Tres son los que revelan y dan testimonio, y estos tres son uno. El testimonio es el lazo que une la eternidad y el tiempo,
el oelo y la tierra. Y como el Verbo está en el seno del Padre, así el apóstol Juan estuvo recost ado en el pecho de Cristo.

Los documentos del magisterio describen también la revelación en términos de test imonio, las más veces implícitamente,
hablando de la revelación como palabra de autoridad, como palabra de verdad increada. infalible y verídica, a la que responde,
no la adhe.s1ón científica, s,no e.l obsequio de la fe (D 1637, 1639, 1789). El ¡uramento ant,modemista es el único documento que
habla explíatamente de la reveliloón como palabra de atestiguación (D 2145). fl Dios que revela es el Dios que habla con la
autoridad del testeo cuya 1nfalib1ltdad y veracidad son absolutas.
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.. Por su parte, los teólogos definen la revelación como Locut10 De, attestans. Para expltcar la noción de testimonio, oponen la
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. ,,,} " palabra de ensellanza y la palabra de atestlauildón.) n la primera el oyente asiente a lo que dice el maestro por los argumentos
cuyo valor intrínseco ve. En la segunda, por el contrario, da su asentimiento en virtud de la autoridad del que habla; cree en la
palabra por la aencia y veracidad del que habla. En ambos casos el espíritu hum,ino se enriquece con verdades nuevas. La
diferenoa esencial estriba en el motivo que inspira el asentimiento: en el primero, es la evidenaa de la demostraoón; en el
segundo, sólo fa autoridad del que habla. lstos datos son e.xactos, pero admiten una ulterior elaboración.
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l . TESTIMONIO HUMANO

El testimonio es, en su esencia, una palabra por la que una persona invita a otra a admitir algo como verdadero, fiándose de su
invitaaón como garantía próxima de verdad, y de su autoridad como garantía remota. Esta invitaoón a creer, como garantía de
verdad, es el elemento específico del testimonio. A veces se explicita en el len&~a¡
· e lo digo... Créeme... Lo vi, lo vi con mis
prop· os• •6. lo atestiguado, el objeto del testmonio, es lo que se ha de a la f respuesta e,ugida por el testimonio, es
cun ¡ ~ por el que se admite como verdadero ~ atestiau_!do, apoyándose en el estimonio como en gar antía próxima de
verdad» . El testimonio es garantía próxima de verdad, porque el testigo, al invitar a creer, apelr.11~fianza y se compromete ' I
a deor la verdad; se compromete a no defraudar la confianza Y a ser sincero v verídico. El testimoo1'o, pues, más que hecho - r) r--• r
mental, es_ un hecho moral. Da~ test~o no es ~lo n~rra~: el,testimonio compromete al testigo. Su palabra debe sustituir la
experiencia para el que no ha vtSto. La fe en el test1monioe_idelpues, una oerta renunaa de la razón; es, sin embargo, legitima
esta renuncia, porque la fe está motivada porla rectitud mental (ciencia, persp1caoa, espintu crítico), y~~º· moral del
test110 Observemos que la fe humanase apoya en la deposición actual del testigo y en su autoridad. Esta autor~a_9in embargo, "(J ( ' J
.'
n ~ por si m isma garantía última de verdad. Falible por naturaleza, ha de ir siempre acompaliada de-mdltiOs y de signos
ob,etivos que demuestreñ"sü;ator Saber ¡uzgar al testigo y apreaar su autoridad es una operaaón comple,a, como todo
conocimiento personal, y esta expuesta, por tanto, al error y a la ~dón. Aun cuando el espíritu, mediante un examen
escrupuloso de los títulos del test110, ha visto todas las g¡irantías posibles, jamás puede apoyarse de maneril absoluta en el
testimonio humano, ya que su c1enoa y fidelidad est.tn siempre expuestas a erfor. El hombre es una 1denttdad que siempre ha
de reconquistarse. Dios, en cambio, puede dar a su palabra una garantía absoluta por razón de su identidad, eterna y absoluta,
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consigo mismo. La fe humana iamás podrá ser una fe de pura y simple autoridad. La vía del testlmOOIO es, baJo este aspecto,
inferior ª la vía de la evidenaa, pero es superior a ella por los valores que implica. La demostr ación apela a la 1nte!,genc,a; el
testrmorvo, porque exige una intensidad de confianza que se mide según los valores que en él se arriesgan. compromete la
mtehgencia Y también, en diverso grado, la voluntad y el amor. La pos1bílidad de comercio entre los hombres descansa en
defin,11va en la confianz.a pedida por el testigo, y en la prornes¡, formulada txrtamente por él. de no traicionar. Hay, pues, por
una parte, comprormso mor¡I del testigo, y par la otra, confianza, que es ya comienzo de amor, del que presta su adhesión al
testimonio. Además, cuando abandonamos el universo material para introduomos en el mundo de las person.is, de¡amos el
plano de la evidencaa para entrar en el del testimonio. En el mundo de la intersubjetMdad, que es el de lis personas, chocamos
con e~ _misteno.~ ien, las personas no soo problemas que pueden ser formulados _p~ra resolverlos después en una
~ o n. ..._...:.. i'M
~soo
....... lo pueden ser...a>noddas por revelaaón. No tenemos acceso a la 1nt1m1dad personal a no ser por el
libre test11T1on10 de la pef'SON. Ylas persa no dao testimomo de si mlSIT\as sino bajo la msp,rac16n del amor El conoomiento
alcanr.ado por el testimomo es, puer,ln erlOf ruando, dada la ñaturale2a del ob¡eto, podemos obtener una evidencia directa e
mmedQta de lo real; pero es supenor cuando se trau de realidades, como son las pe<Sonas, en las que el testJmon,o es el ún,co
modo de unirse con ellas y de partiopar en su misteno.

2. TESTIMONIO DIVINO

La revelación es prec1Samente revel¡ción del misterio personal de Dios. Dios es la interioridad por e,ccelenda, el ser personal V
soberao~o misterio sólo puede ser conoodo por testimon,o, es decir por una conftdenoa espontáneil que hemos de creer.
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El cristianismo es la rel,g,ón del testimQOtO, porque es mamfestac:ión de personas sólo el testimonio asegura la comuniac_ión
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interpersonal. Cnsto habla, ense'la, da~· como otros fundidores de religjon'flPero lo que dice, lo que ensetia y comunica,
es en definrt1va el misterio de su ~ a una relig¡ón que es imCIKIÓn al misterio personal que es él. los apóst~es dan
testimonio de su intimidad con Ctisto, Verbo de vida, Hijo, que está en comunicación reservada con el Padre y el Espirltu, en
comuniución que no admite part1opación. Todo el evangelio es como una confidenoa de amor en la que Cristo descubre
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progresivamente el misteoo de su persona, el misterio de la vida de lis perso,,as divinas y el misterJO de nuestra cond1c1ón fihal.
Los apóstoles son lof't8tigos df1Ó que Cnsto di¡o e hao, pero sobre todo de su persona: a ella se refiere todo su testimonio 3·_
El testimonio divino pertenece a una especie única, que le distingue del test.imonio humano, unto en el plano objetivo como en
el subjetivo. El test1mon10 diwlo tiefle de partclar: que no sólo afirma la verdad de lo que p<opone a creer, sino que, a la vez,
afü ma la 1nfalib1Udad absoluta de su tesnmonlo. O..ando OJOs atesti&ua algo, atestigua al míSmo tiempo su propia mfitlibilidad,
porque es el testimonio subsistente, el testimonio puro, cuya atestiguaóón se identifica con el ser puro.lEt Dios que atesti uil es
en si mismo el fundamento absoluto y últim~ de.la verdad lllíalibJe de su t estimonio-'rs su p<opla prantía. En la revelación
cristiana los signos aseguran la loentificaoón del testlgO, nos hilcen reconocer en la voz y palabra humanas de Cristo el testimonio
del Dios vivo, y en la deposioón de los ¡póstoies, el 1uténtico mensaje de Dios. Pero la re se apoyil en el testimonio 111creado,
~mento último de ve<dad. El hombre se apoya totalmente en una p¡labra que lleva en sí misma su garantía 31 El test,m~
~ se d1stm11!f ademjs del test1mon10 humlf'lo en que la invitación I creer, hech¡ por Dios, se lleva a cabo J)Or dos viu ·
eictenor -;7,;tenor Por los p~as. por ~o y los apóstoles, Dios notifiu a los hombres en términos distintos so desígn1o
salvífico y les Invita a la fe: «Arrepentíos y creed al evangelio• (Me l,lS; 16,15). Pero el testimonio diY1no no se limita a la
manifestación extertor qu~ se realiza por el lenguil¡e y los signos de poder. nene una dimensión más profunda: la acgónlnteno~
A diferencia del hombre .qu~ne il su ¡!Qnc:e la efic:aoa significativa Y psicológic:I del len81Jilje, Oiós puede obrar
interiormente en et-a~ma La Éscntur~~lama a estil ac:dón rnterior_r ~ (Mt 11,25; 16,171, rlymllladón (2 Cof4, 4-0, Mech
16;14 , un.QlZ!!_ (2 Cor l. 21· 22). atrilCCon a,, 6,4'), test1mo~ 1 0 r (Jn 5,37; 1 Jn 5,6). Dios, como testrgo divino, puede
infundir en el espíritu humano una luz por la que éste se siente invitado il confOl'mar su conocimiento con el conocimiento
divino, sometiéndose il la -..erdad primera en obsequio il su Mondad infinita, y a admitir el testimonio dimo por esta excelencia
única que hace de Dios la 1arantíi1 última y ibsoluta de su verdad. Uuminado y movido por la luz dMtlil que Invade su esplntu y
que 54! convierte en su kn propiil, el espí,-itu del creyente puede adherirse simple y totalmente al testimonio d1vin o en si mismo
y por si mismo. la fe sobrenatlnl es la única fe pura, de simple autoridad.

111. LA REVELACIÓN COMO ENCUENTRO

La palabra supone un yo y un tú. Toda palabra imprra también el deseo de ser escuchada por un tú. La palabra es una delegación
existenoal: un yo en busu de un tú. cargado con la existencia del que la pronunoa. la palabra se hace realidad en el encuentro
con un tú Encuentro que puede tener muchos grados de profundidad. En el más Inferior, tJende I establecer un contacto. 51
carece de esto, un ser está ,usente del otro. Pero su deseo espontáneo es que palabra y respuesta se hacan diálogo auténtico,
reaproodad, comunión, comp<omiso mutuo. La reaproo~ es la condioón del encuentro efect1110. Hay encuentros en los que
la reoproddld es cambio en la igualdad, pero la redelroddad del encuentro de amor puede ser más completa. Esta redproodad
.. \...
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es fr_uto de UN r"4'ell06n y de un don. Este encuentro..~qu1~e ser un d1áloeo en el ilmor. to encont~ e, el nivel ~),/ 1 /)
infin1umente super,o~ re...~de la~-{n la revelaocln, Dios se d1,.e al hombre te interpela y le comuna la buena ~
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n ~ de la salvadón.~_e fe relllu ~ , y ~ t e encu,ntto ~ 105 con a hombre. Sólo entonces \.-'( O--· : ¡\
la pallbra del Dios VIVO 1!51<'.eptilda odd1 P0f el hombre. ~...!:/5 !' pnmer y lúe paso del h o m ~ Dial. Dios DOr 1 J \:.J
su palabra invita al hombre a una co ·6 d
muni n e amistad; y el hombre, por la fe responde a la llamada de Dios La fe, primer
encuentro del hom bre con Dios equ·va'- ,_ · '
. ' ' "' a "' sonnsa de amistad en el diálogo humano. Cuando el hombre se abre al Dios que
hab la, part1c1pa en su pensamientoy"' ""do d . ,
.. ..... 1/lVoui Y 1ngido por el, Dios y et hom bre se encuentran y este encuent ro se desarrolla
en comu mon de vida. la revelación Y la fe son, pues, esencialmente lnterperson.iles. «Lo princ,pal, observa santo Tomás, Y lo
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que en e atto de fe tiene valor de fin, es la persona a cuya palabra se p resta adhes,6n>t. La fe es el encuentro con el Dios personal
en ~-u palat>.t_a. la fe supone, claro esta. adhesión del espíritu al mensa,e de Dios, porque si Dios se manifiesta com o O,o s oue
h ab1a, la fe}ia de ser necesaria · 1
· mente asent,m1ento a lo que dice, pero el encuentro con el O,os vivo y personal f tnahza a
adhesión. La fe inicia en el d ·1 . . . . · · 1 · ·
- 'ª ogo un encuentro que culminará en la vis1on. Pero es ya presencia m1stenosa de D10s, re ao o n
viva del h ombre con Dios. de una persona con otra. Así es como describen san Pablo y san Juan la fe· como actrtud global de
t_odo el hombre que responde a las 1111datrvas de Dios.como totahdad compacta en la que et conocimiento y el amor forman una
~mea cosa ~n el empu¡e espiritual de la persona. La fe que obra por la caridad (Gal 5.6), es conocimiento y comprom iSO de toda
ª persona. acepta toda lc~ad de Dios y da a Otos todo el corazón humano. Señalemos las caracterisucas del encuentro
llevado a cabo por la fe. P(im~ Dios tiene siempre la iniciativa. Su 1nfin1ta trascendencia es también 1nfinrta condescendencia.
Todo encuentro salvifico es en él ant eriondad: «...no en que nosotros hayamos amado a Oios, sino en que él nos amó" (1 Jn
4 , 10). En la revelilclÓn V en la fe todo_)s atención, todo¡es graoa: la acoón del Dios que sale de su misteno, la economiil de la
palabra, et mensa¡e de salvaci ón, la a paodad,para responder al mensa¡e de Dios v para encontrarse con Dios en la fe. En efecto. /

haaa el, verdad pnmera. como haoa su su;Et


Dio~ in_icia en nosotros la vuelta haáa él: Otoympnme en la 1ntehgenc1a una tendencia, un impulso sobrenatural que la ind ina
bien; Dios crea el fundamento ontológico por el que podemos poner el acto
teologal de la fe, permanecie~do hombres.. Per esta acción de Dios no atenta contra la libertild del hombre. So~os h~res para
aceptar o rechazar esta otra libertad que se e ante nosotros. Mas Dios nos invita a aumentar en nosotros la d1spon1b1lldad a ,.. r
la palabr a, a apropiárnosla para vivirla (Mt 13.23). La segunda característica del encuentro con la palabra es la grivedad_ de la
opción que eiuge. Porque li palabra de Dios pone en juego todo el sentido de nuestra existenoa personal ,i;1de toda la existencia
humlna. No se'trata de aportar a nuestro sist ema de Villores correcciones de detalle, sino de or~tar de otro modo t odo nuestro J)'
ser. Si Cristo es Dios. que es la verdad en persona, su palabra se convierte en punto de apoyo, en norma, en cnteno de todo.
Pensamiento y comportamiento humanos están sometidos al ¡uic10 de esta palilbra. Se t rata de optilr por Otos o por el mundo,
por la palabra de Dios o por la palabra del hombre. Se trata de ¡ugarse todo, vida y muerte, martirio sangnento o martirio humilde
y paciente de toda la vtda, se trata estrictamente de ser o no ser. u fe es) pues, una decisión que ehge a Otos; toda la vida debe
girar alrededor de esa deosíón dram,iloca que compromete al hombre hasta sus deseos más-nlmos. Un compromiso tal es un
desarraigo del yo humano y un arrai~ (Ef 3. 17). Eslil muerte a sí mrsmo no puede obten~e por la simple
contemplación del mensa,e revelado'!" es nec~ Que el ilmor nos seduzca. Por eso la palabra de DIOS tiene en Cristo un aspecto
y un corazón humano para seducir el coruón,.défhomb~ Dios nos dice es su amor (1 Jn 4, 8. 16). Esta palabra de Dios
llega a comprometer al hombre porque es un a palabra del ;imor revelado y manifestado ::on el sacrificio más grande. La
revelación como encuentro se convierte en aceptación, diálogo y reciprocidad, graoas a la seducción de amor expresada en
Cristo v llevada a plenrtud por el Espíritu que transforma el corazón rebelde del hombre en corazón filial. Última característica
del encuentro con Dios: lit profundidad de comunión que establece entre el hombre y Dios. El ue recibe la palabra de Cnsto y
permanece en ella, pasa de la cond"ttii5n de siervo a la de hip y amigo (G.il 4, 4-6; Rom 8,15; Jn 15, 15~ pa°ñ1apa del conoom ten to
y del amor con el Padre, et H1¡0 y el Espirrtu. Por la fe en Cnsto el hombre se inicia en los secretos del Padre, secretos que sólo
conocen el Hij o, que está en et seno del Padre (Jn 1,18; Mt 11. 25·27), y el Espíritu, que escudrn'la l¡s profundidades de Dios (l
Co r 1, 10). En el corazón del hombre habit a ilhora et amor con que et Padre ama al Hijo y el HIJO ama al Padre: «Yo les di a conocer
tu nombre..., para que el amor con que tú me has amado esté en ellos V yo en ellos" (Jn 17,26). El Cnsto que dijo: «Yo y el Padre
somos unil sola cosa• (Jn 10,30), d ice también: «Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en t i, para que también
ellos sean uno en nosotros ... a fin de que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en m i, p.ira Que sean consumados
en la unidad• (Jn 17, 21-23). Por su untón con Cnsto V por la unlÓn del Hijo con el Padre, los creyentes están unidos entre si y
con el Padre, como el Padre está unido al Hijo. El Espíritu de amor. Que une al Padre v al HIJO, les vrvifica con la vida de las
personas divinas. Por eso puede repetir san Juafl que •estamos en comunión con Dios• (1 Jn..J. 3. 6), que estamos •en Dios~ (1
Jn 1. S; 5,20), que •permanecemos en OIOs• (1 Jn 1,6. 24; 3, 24; 4,13 15. 16). Ningún enruentro humano, por muy perfecto que
sea, puede llegar a tal grado de intimidad, de comunión inaugurada por el enruentro de fe oper.inte por la caridad. Así, pues,
considerada como palabra. testimonio o como encuentro, la reveliKión deja oir siempre su nota fundamental: Dios es amor ( 1
Jn 4,8-10) y su palabra es palabra de amor. la fe no es, pues, la sumisión a un Dios arbitrario que se complacería en pedir ej
obsequiO del espíritu humilnO, sino mis bien el recoooomiento del plan amoroso de Dios por parte del hombre y su t,bre
inseroón en ese p lan; es abertura a la amistad divina que nos invita a parttapar en su propia vida. La revelación y la fe son obra
de amor.

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