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ERIK H. ERIKSON INFANCIA Y SOCIEDAD Prélogo a la segunda edicién en castellano por el . Dr. EMILIO. RODRIGUE “UNIVERSIDAD AMERICAS, A.C. BIBLIOTECA EDICIONES HORME' S. A. E. Distribucién exclusiva EDITORIAL PAIDOS semen aa 9785. HQ BI. - : Theulo. del “original inglés . E35 { 3 Cxntpxoop ann Socmerye |484 Editado por W. W. Norton Company Inc. N. York Traduccién de la segunda edicién ‘norteamericana corregida y aumentada por NOEM{ ROSENBLATT Re 26 1-F3 Ia, edicién: 1987 LS.B.N. 950 - 618 - 000 - 8 A © ”* Copyright de todas las ediciones en castellano por EDICIONES HORME S. A.B, Castillo 540 . Buenos Aires Queda hecho él depésito que previene Ja ley 11.723 ‘ IMPRESO EN LA ARGENTINA INDICE Paxvacto A ta SEGUNDA EDICION oo. 0ccccrccseecseeeeseeeeees Preeacto A xa Parmena Eprci6n oo... -. 000+ deren see Protoco del Dr. Erailio Rodtigué ....0¢ecccceeeeseeeeereva Parts Uno: La infancia y las modalidades de la vida social. Cariruzo 1—Pertinencia y relatividad en la historia clinica ... 1, Una crisis neurolégica en un nifio pequesio: Sam 2, Una crisis de combate en un infante de marina Caztrazo 2—La ieoris de la sexualidad infantil... 1. Dos episodios clinicos . 2. Libido y agresiin . 3. Zonas, modos y modal A. La boca y los sentidos . B. Los érganos eliminatorios y la musculatura C. La locomocién y tos genitales . D. Pregenitatidad 3 genitalidad . . Tits modos genitales y las modalidades especiales .. Parte Dos: La infancia en dos tribus indids norteamericanas. Inraopuccrén a £4 Parte Dos . Carian 3— Los cgzadores de la pr 1. Antecedentes histéricos . 2. Jim seeeaee 3. Un seminario_interzacial 4. Educacién infantil de los sioux . A. El nacimiento . B. Recibir y tomar C. Retener y soltar .. D. "Conquistar” y conquistar . 5, Lo sobrenatural .... A. La danza del sol . B. La busqueda de la visién - $ Resumen. Un estudio posterior . canta 4— Los pescadores de sain 1, EE mundo de los yurok . 2. Psiquiatria infantil entre los yard 8 . ERIK H. ERIKSON 3. Educacién infantil yurok 4, Resumen comparativo . Parrg Tres: EI desarrollo del yo. Inrnopucer6y 4 1s Paria Tree. . Carfruxo 5—~Fracaso temprano del yo: Jean Cartrazo 6 ~~ Juguetes y razones 1. Juego, trabajo y crecimiento 2. Juego y curacién . 3. Los comienzos de la la A. Juego y medio ambiente . B. EU hijo de un piloto de bombar G. Hdentidad negra... Cartrazo 7-~ Ocho edades del hombre. 1. Confianza basica versus desconfianza bisica . 2. Autonomfa versus vergienza y duda 3, Iniciativa versus culpa . Intimidad versus aislamiento ....... . Generativided versus estancamiento . . Integridad del yo versus desesperacién . Un diagcama epigenético .... pengny Panre Cuarro: La juventud y la evolucién de la identidad. Inrropuccr6n 4 La Panta Cuarro ........+ . Goetrura 8— Reflexiones sobre la identidad norteamericana Polaridades z “Mami” 3. John Henry 4. Adolescente, patrén y méquin Cariruro 9 Le leyenda de la infacie de Hiller Alemania EL padre |: La madre EI adolescente Lebensraum, soldado, judo’. Nota sobre el judafsmo castvine 10h leyenda de la juventud de‘ Maximo Gorki 1. La terra y el mir i hae pote senil y pi 4, Los explotados .. A. Santo y mendigo B. Et desconocido G. Pandilla sin padre y nifio sin piernas D. El nifo fajado . 5, Ef protestante ... Carfroro 11—Conclusida: Mds alld de la ansiedad . oy eee | | | PREFACIO A LA SEGUNDA, EDICION At RELEER el Prefacio a la Primera Edicion, atrajo mi atencién la frase “itinerario conceptual”, y la puse en bastardilla, pues buscaba una férmula que permitiera explicar el destino de este libro. Es crite originalmente para complementar la formacién psiquidtrica de los médicos, psiedlogos y asistentes sociales norteamericanos, ha seguido su propio camino y ha llegado también a los colleges y a das diversas escnelas para graduados en este pais y en el extranjero. Una segunda edicién, y la consiguiente revisién, se ha convertide asf en una cuestién de urgencia prictica . Mas de una vez me ha hecho sentir ineémeda Ja idea de que personas tanto ms jéveries como més viejas, que no pueden juzgar este libro sobre Ja base de Ia experiencia clinica, lo leen en gran niimero. Antes de iniciar Ja revisién, consideré esta cuestién con mi seminario de alumnos de primer afio (1961-62) en Harvard, y comprobé que la unidad personal que, para mejor 0 paza peor, caracteriza un itineratio puede en realidad ayudar a los estudiantes jévenes‘a alcanzar una primera visién general guiada de un cam- po que se intrusa en su autoconciencia y su vocabulario desde tantas fuentes distintas. De paso, mis estudiantes aprobaron en forma casi undnime que no debfan introducizse cambios drésticos —come si la posibilidad de modificar un itinerario escrito tiempo antes no fuera una de las prerrogativas de un hombre al cabo de los afios. Agradezco su diligencia y su solicitud, Pero este libro tambidn se ha utilizado en Je formacién de pro: fesionales dedicados al psicoanélisis, También en este caso he !le- gado a la conchusién de que los defectos del libro son inseparables de su cardcier: un registro de Ja primera fase del itinerario de un profesional que, como muchos primeros viajes, proporciona impre- stones que durante una segunda visita se resisten a la anulacién 0 Ja modificacién. Por lo tanto, he Hevado a cabo esta revisién con el Gnico fin de aclarar mis intenciones origiriales, y he agré- gado sdlo material correspondiente a ese mismo perfodo de mi trabajo. . 10 ERIK H. ERIKSON Asi, pues, en lo que a Ja revision respecta, en primer lugar he corregido aquellos pasajes que, en uma segunda lectura, me resul- taron, oscuros, Segundo, he ampliado o modificado descripciones y explicaciones que a menudo han sido mal interpretadas 0 tepe- tidamente discutidas por estidiosos de diversos campos. Los agre- gades més considerables han de encontrarse sobre todo hacia el final de la Parte Uno y en toda Ja Parte Tres. Por tiltimo, he afia- dido notas al pie que reflejan mi actitud critica con respecto a’ lo que escrib{ hace quince afios y se refieren a algunos de mis escritos posteriores que desarrollan los temas iniciados entonces. Los reconocimientos en el Prefacio de la primera edicién no incluyen el nombre del extinto David Rapaport. £1 habla lefdo el manuscrito pero sus sugerencias Cenormemente detalladas, cosa que no necesito aclarar a quienes lo conocieron), me Hlegaron cuando el libro ya habfa entrado en prensa. En los afios posterio- res trabajamos juntos; y él més que nadie Cy esto me incluye) ex- plicité Jas consecuencias tedricas de mi trabajo y su relacién con el de otros psicoanalistas y psicdlogos. Sélo con gratitud puedo teferirme a algunos de sus escritos que contienen bibliograftas exhaustivas, Los agregados més largos a la segunda edicién estén basados en los trabajos “Sex Differences in the Play Construction of Pre- Adolescents”, Journal of Orthopsychiatry, XXI, 4, 1951; y “Growth and Crises of the ‘Healthy Personality’, Symposium on the Heal- thy Personality (1950), M. J. E. Senn, Nueva York, Josiah Macy, Jz. Foundation, : : : Errx Homeurcer Enixsox Center for the Advanced Study in the ioral Sciences Stanford, California Marzo de 1963 PREFACIO A LA PRIMERA EDICION Un pre¥acio permite al autor expresar de entrada las considera- ciones que sdlo puede hacer una vez que ha concluido el libro. Contemplando retrospectivamente lo que ha escrito, puede tratar de informar al lector sobre lo que ha de encontrar en él. En primer lugar, este libro tuvo su origen en la prdctica del psicoandlisis, Sus principales cepitulos estén basados en situaciones tipo que ‘requieren interpretacién y corteccién: ansiedad en. los nifios pequefios, apatia en los indios norteamericanos, confusién en los veteranos de guerra, arrogancia en los jévenes nazis. En éstas, como en todas Jas situaciones, el método psicoanalitico des- cubre conflictos; pues se trata de un método que tuvo como pri mera. meta los trastornos mentales. A través de la obra de Freud, el conflicto neurético se ha convertido en el, aspecto mas amplia- mente estudiado. de Ja conducta humana. Con todo, este libro evita Ja conclusién facil de que nuestros conocimientos relativamente. avanzados sobre la neurosis nos permiten considerar los fenémenos de masa —cultura, teligién, revolucién— como analogias de las neurosis, a fin de volverlos susceptibles a nuestros conceptos, Nos- otros recorreremos un camino distinto. El psicoandlisis estd’ abocado en la actualidad al estudio del yo, un concepto que denota la capacidad del hombre para unificar su experiencia y su accién en forma adaptative. Esté desplazando el acento desde el estudio concentrado de las condiciones que em- botan o distorstonah el yo individual hacia el estudio de las xafces del yo en Ja organizacién social. Intentamos comprender esto no con el fin de oftecef una cura precipitada para una sociedad que ha sido objeto de un diagnéstico también epresurado, sino con’ el propésito de completar primero el plan de nuestra teorla, En. tal sentido, éste es un libro psicoanalitico sobre la relacién del yo con la sociedad, a Es también un libro sobre Ja infancia. Podemos exeminar in- contables textos de historia, sociologia y moral sin encontrar mayor teferencia al hecho de que todos los seres humanos comienzan 12 ‘ERIK H. ERIKSON siendo nifios y que todos Jos pueblos comienzan en sus nurseries. Es un rasgo humano tener una infaneia prolongada; es civilizado que Ja infancia sea cada vez més prolongada. Esa duracién de la jnfancia hace del hombre un virtuoso técnico’ y mental, pero tam- bién deja en él un permanente residuo de inmadurez emocional. Si bien las tribus y las naciones, en muchas formas intuitivas, uti lizan la educacién infantil con el objeto de alcanzar su particular de identidad humana madura, su versién Gnica de la integridad, “estén, y permanecen, acosadas por Jos temores irta- cionales que surgen de ese mismo’estado infantil que explotaron a su manera especifica, 2Qué puede saber un clinico-al sespecto? Creo que el método psicoanalitico es en esencia hiistérico. Aun cuando se interesa por los datos médicos, los: interpreta como una funcién de la expe riencia pasada. Afirmar que el psicoandlisis estudia el conflicto entre jo maduro y Jo infantil, los estratos” actuales de la mente y los arcaicos, significa que el psicoandlisis estudia la evolucién ps colégica a través del andlisis del individuo. Al mismo tiempo, arroja luz sobre el hecho de que la historia de Ja hhumanidad es ‘un metabelismo gigantesco de ciclos de vida individuales, Por Io tanto, quisiera expresar que éste es un libro. sobre pro- cesos histéricos. Con todo, el psicoanalista es una clase extrafia y quizds nueva de historiador: al comprometerse a influir sobre lo gre observa, entra a formar parte del proceso histérico que estudia. mo terapeuta, debe tener conciencia de su propia reaccién frente 2 lo observado: sus “ecuaciones” como observador se convierten en sls instrumentos de observacién. En consecuencia, ni la alianza terminolégica con las ciencias mds objetivas ni un digno por Ja moda del dia pueden ni deben impedir que el método psi- coanalitico sea, y en forma sistemética, Jo que H. $. Sullivan denominé “participante”. - En tal sentido, éste es y debe ser un libro subjetivo, un itine: tario conceptual. No he hecho intento alguno por ser represen: tativo en las.citas o sistemdtico en las referencias. En lineas gene- rales, poco hay que ganar del esfuerzo por acentuar significados todavia vagos con citas aparentemente escrupulosas de significado vagamente similar tomadas de otros contextos. . Este enfoque personal requiere una breve descripcién de mi formacién y de mi deuda intelectual general. . : Llegué a la psicologia desde el arte, lo cual puede éxplicar, aunque no justificar, el hecho de-que a veces el lector me vea pintando contextos y trasfondos en ocasiones en que él preferiria que sefialara hechos.y conceptos. He tenido que hacer una. virtud INFANCIA ¥ SOCIEDAD 13 de una necesidad constitucional, basando lo que quiero decir en una descripcién representativa antes que en argumentos teéricos. ‘Tuve mi primer contacto con nifiog en una pequefia escuela * noiteamericana de Viena, dirigida por Dorothy Burlingham y Eva Rosenfeld, bajo Ja supervisién de Peter Blos, Comencé mi carre- za clinica como analista de nifios. En tal actividad, conté con la guia de Anna Freud y August Aichhorn, Me gradué en e} Insti tuto Psicoanalitico de Viena. Henry A. Murray y sus colaboradores en la Harvard Psycho: logical Clinic me ofrecieron mi primer hogar’ intelectual en este pals. A lo largo de los afios tuve el privilegio de conversar exten- samente.con antropélogos, én particular con Gregory Bateson, Ruth Benedict, Martin Loeb 'y Margaret Mead. Scudder Mekeel y Alfred Kroeber mie introdujeron en “cl campo”. En Ja Parte Dos me referiré en particular a la enorme deuda que tengo con ellos. Serta imposible entrar en detalles sobre todo lo que débo a Mar- garet Mead. . ‘Mis criterios comparativos sobre la infancia se desartollaron a través de una investigacién para la que recibi mi primer estimulo de Lawrence K. Frank. Una donacién de la Fundacién Josiah Macy, Jr, me permitié participar en un estudio sobre las neurosis infantiles incipientes, efectuado en Yale (Departamento de Psi- quiatria, Escuela de Medicina e Instituto de Relaciones Huma- nas); una donacién de la General Education Board hizo posible que participara durante un tiempo en el prolongado estidio de Jean Walker Macfarlane sobre nifios californianos representativos institute of Child Welfare, Universidad de California, Berkeley), Mi esposa, Joan Erikson, se ha encargado de supervisar Ja re- daccién de este libro. Helen Meiklejohn, asi como Gregory Bateson, Wilma Lloyd, Gardner y Lois Murphy, Laurence Sears y Don MacKinnon me ayudaron a completar el manusctito. Estoy en deuda eon ellos. En el texto aparece una cantidad de nombres ficticios: Sam, Ann y Peter; el infante de marina, Jim el sioux y Fanny el sha- man; Jean y su madre, Mary y otros. Son los pacientes y Jos su jetos que, sin saberlo, me proporcionaron “especimenes” de con- ducta Nicida que a lo largo de los afios se destacaron en mi recuerdo y crecieron en sw alcance y significacién, Confio en que mis descripciones expresen mi agradecimiento por su participacién. en este trabajo de clarificacién. “Debo ciertos datos presentados en este libro a mi trabajo en colaboracién con los siguientes equipos e individuos: Harvard Medical School, Department of Neuropsychiatry Frank Fremont- 14 ; ERIK H. ERIKSON Smith, M. D.; Yale School of Medicine, Department of Psychiatry. Felice Begg-Emery, M. D., Marian Putnam, M. D. y Ruth Wash- burn; Menninger Foundation, Southard School-Mary Leitch, M. D.; Children’s Hospital of the East” Bay, Child Development Center-Wilma Lloyd; Mount Zion Hospital, Veterans’ Rehabilita- tion Clinica Emanuel Windhol, M. D.; Child Guidance Clinics, San Francisco Public Schools. Partes del libro estén basadas en estudios previamente. publica- dos, en particular, “Configurations in Play; Clinical Observations”, Psychoanalytic Quarterly; “Problems of Infancy and Early Child: hood”, Cyclopaedia of Medicine, etc. Second Revised Edition, Davis and Company; “Studies in the Interpretation of Play: 1. Clinical Observation’ of Play Disruption in Young Children”, Genetic Psychology Monographs; “Observations on Sioux Educa- tion”, Journal of Psychology; “Hitler's Imagery and German Youth”, Psichiatry; “Observations on the Yurok: Childhood and World Image”, University of California Publications in American Archaeology and Ethnology; “Childhood and’ Tradition in Two American Indian Tribes”, en The Psychoanalytic Study of the Child, I, International Universities Press Crevisado y reimpreso en Personality, editado por Clyde Kluckholn y Henry A. Murray, Alfred A. Knopf); “Ego Development and Historical Change”, en The Psychoanalytic Study of the Child, II, International Univer: sities Press, . Erm Homeurcer Entxson Orinda, California PROLOGO Hay gente que més vale Ia pena leerla que conocerla. Uno: las conoce y se desilusiona porque Ja calidad del trato personal es infe- tior a la del texto escrito. Con otros, los menos, no pasa lo mismo y el contacto fuera del libro permite una comprensién més plena y matizada de lo que el autor escribe. Eso me pasé con Erikson, con quien tuve la ocasién de trabajar en Austen Riggs. Por ello quisiera deseribirlo y la mejor forma que se me ocurre es tayendo una anécdota. Hace poco estaba Erikson, en visperas de Navidad, esperando a su avién en la confiteria del aeropuerto, La anécdota cuenta —y me consta que es veridica— que se le acerca una chica de poco mas de 12 aios y con una sonrisa le pregunta: “Disculpe, sefior, pero no es usted Papd Noel?” A pocas personas le puede pasar una cosa ast. Dejando de lado que Erikson, con su pelo blanco, su piel joven y la dulce expre- sién de su rostro, tiene algo de Papé Noel, creo que lo mas reve- lador de la anécdota es que muestra la sensacién contagiosa de buena voluntad, de humor y de cordialidad que el recipiente de la pregunta inspiré en una adolescenté, Etikson tiene un don muy singular de captacién y de com- prensién del otto. Y el otro puede ser un nifio, un artista, un esquizofrénico 0 una tribu de indios Pieles rojas. Uno de los ma- yores atractivos de este libro es el relato clinico que refleja la ma- durez y complejidad del vinculo que el autor establece con el objeto que estudia. Nadie como Erikson puede articular el enfoque Psicolégico con el social sin que algo se pierda con el pasaje de un campo al otro. Esto merece ser enfatizado, La mayoria de los autores cuando estudian las motivaciones en la conducta de una persona 0 de un grupo “cambian de velocidad” cuando pasan del contexto psicolégico al social Cy ademés suele chirriar Ia palanca) y se percibe claramente la brecha que se establece entre la “ter- cera” psicoldgica a la “cuarta” social Co viceversa, segiin cudl sea el fuerte del autor), En Erikson no se percibe el dis loque y, ade- mis, se produce una verdadera potencializacién de ambos campos. 16 ERIK H. SRIKSON El término “psico-social” en Erikson no es una mera’ aposicién de dos disciplinas --como exeo que todavia sucede ‘con lo psico-somé- tico— sino que es un concepto integrador, E] mayor aporte que hace Erikson, en este libro, al psicoand- lisis,.es el de continuar con el esquema de Freud y Abraham de estadios del desarrollo més allé de Ja fase genital y de la resolu- cién del complejo edfpico. El autor describe una Secuencia evo- lutiva ulterior, con sus’ mojones especificos, que. abarca. la. vida del hombre desde el nacimiento hasta la muerte,_A estos mojones ‘separan” estadi desarzollo, Erikson. los denomina crisis y la aparici stnos no sélo estén condicionados por fac- tores predominantemente s —como las fases del desarrollo de la libido de Freud y Abraham=- sino que participan, factores ico-sociales en Ja apaticién de estos tos cxfticos. ¥.estos ‘Factores psico-sociales. pasan a desempefiar un papel cada vez més fundamental en la medida en que el hombre alcanza la juventad, a édad adulta y la vejéz, ~~ Esta concepcién es sumamente fructifera en la clinica. Por lo pronto jerarquiza y dé viabilidad psicolégica a una serie de moti- vaciones que nosotros, los psicoanalistas, tendemos a relegar a un segundo plano, viendo en ellas lo que tienen de repetitive del ‘pasado y descuidando Ja vertiente de lo nuevo en el fenédmeno. Para dar un ejemplo, el problema de intimidad en la gente joven tiene que ser explicado como sesultante y versién -actualizada de as primeras relaciones de objeto. La busqueda de la pareja en la persona de 20 afios est4 condicionada y tefleja como fue aquella primera pareja del beb¢ y su madse. Pero lo nuevo estd dado, siguiendo a Erikson, por la forma en que el individuo acaba de resolver el problema de Ja identidad, dlgido en la adolescencia, y por la forma en que ya apunta en ‘sv horizonte el problema de Ja generatividad. Es inestimable el valor del aporte de Erikson al trazatnos un mapa comprehensive del desarrollo del hombre y, cosa importante, al damos todo um rico bagaje de palabras que nos sirven para pensar acerca de cémo nace, vive y muere el hombre. Sélo me queda decir que Erikson #0 es Pap& Neel, pero que lo comprende como si lo fuera. Exarto Ropricué PARTE: UNO LA INFANCIA Y LAS MODALIDADES DE LA VIDA SOCIAL CAPITULO 1 PERTINENCIA Y RELATIVIDAD EN LA HISTORIA CLINICA En, Topos los campos hay unas pocas preguntas muy simples que xesultan sumamente embarazosas porque la controversia que surge incesantemente en torno de ellas lleva sdlo a un constante fracaso y parece convertir en tontos a los mds expertos. En psicopatologia, tales interrogantes se han referido siempre a Ja Jocalizacién y'la causa de un trastorno neurético. ¢Tiene un comienzo visible? aReside en el cuerpo o en la mente, en el individuo o en su so- ciedad? , Durante siglos, este interrogante giré en tomo de la contro- versia eclesidstica sobre el origen de la locura: ¢se trataba de un demonio interior 0 de una inflamacién aguda del cerebro? Una contraposicién tan simple nos parece hoy anticuada. En los alti mos afios hemos Hegado a Ja conclusién de que una neurosis es psico-yv somatica, psico-y social, e interpersonal. - Las més de las veces, sin embargo, la discusién revela que también estas nuevas definiciones son sélo distintas maneras de combinar_conceptos separados como psiquis y soma, individuo y grupo. Ahora decimos “y” en lugar de “o”, pero conservamos Per lo menos el supuesto semdntico de que la mente es una “cosa” se- perada del cuerpo, y que una sociedad es una “cosa” exterior al individuo. La psicopatologia es la hija de la medicina que tuvo su origen ilustre en Ia busqueda de la localizacién y Ja causa de la enferme- ‘dad. Nuestras instituciones de ensefianza estin comprometidas en esa busqueda, que proporciona a. los que sufren, asf como a los que curan, la seguridad mdgica que emana de la tradicién y el prestigio cientificos. Es tranquilizador pensar en una neurosis co- mo en una enfermedad, porque se la siente como tal. De hecho, a menudo est4 acompafiada por padecimientos sométicos cizcuns- criptos; y contamos con enfoques bien definidos de la enfermedad, tanto en el nivel individual como en el epidemiolégico, Tales en- 20 ERIK H, ERIKSON foques han traido apareada una marcada’ dismimucién de muchas enfermedades y, en otros casos, de la mortalidad. Con todo, algo extrafio est4 sucediendo. Cuando tratamos de pensar en las neurosis como enfermedades, grachialmente llegamos a reconsiderar todo el problema de Ja enfermedad. En lugar de llegar a una mejor definicién de la neurosis, enconteamos que al ‘gunas enfermedades difundidas; tales como las afecciones catdiacas y estomacales, parecen adquirir nuevo significado cuando se Jas considera equivalentes a los sintomas reuréticos, 0 por lo menos, a sintomas de una perturbacién central y no de.un acontecimiento petiférico en partes afectadas aisladas. Aqui, el nuevo significado del enfoque “clinico” resulta extéa- Hamente similar a su mAs antiguo significado, “Climico” designé en alguna época la funcién de un sacerdote junto al lecho del enfermo, cuando la lucha somética parecla Hegar a su fin y el alma necesitaba una guia para su solitario encuentro con su Hace- dor. De hecho, hubo una época en Ja historia medieval en que un médico tenia Ja obligacién de llamar a un sacerdote si no podia curar a su paciente al cabo de cierto mimero de dias. En tales ca- $08, se partia del supuesto de que la enfermedad era de una indole que hoy denominarlamos somético-espititual. La palabra “clinico” se ha despojado hace mucho de su ropaje clerical, pero esta recu- perando parte de su antigua connotacién, pues sabemos que una persona neurética, no importa dénde, cémo y por qué s¢ sienta enferma, est4 mutilada en su esencia, al margen de que dicha esen- cia se considere ordenante u ordenada. Puede no verse expuesta a la soledad final de la inuerte, pero experimenta esa soledad en- tumecedora, ese aislamiento y esa desorganizacién de la experien- cia que Hamamos ansiedad neurética. Por muicho que el psicoterapeuta aspire a obtener préstigio, solidez y tranquilided a través de las analogias biolégicas y fisicas, * trata, sobre todo, con ansiedad humana. Al tespecto puede decir poco que no diga lo todo. En consecuencia, antes de hacer apli- caciones mds amplias, conviene que exprese explicitgmente cual es su posicién en su actividad clinica, Por lo tanto, este libro comienza con ui espécimen de patolo- gia, a saber, la sdbita manifestacién de un violento trastorno so- mético en un nifio, Nuestro reflector no intenta aislar y’mantener enfocado ningtin aspecto o ‘mecanismo particular de este caso; antes bien, se desplaza deliberadamente al azar en tomo de los multiples factores involucrados, a fin de determinar si es posible circunscribir el 4rea del trastorno. ENFANCIA’ ¥ SOCIEDAD 21 1. UNA CRISIS NEUROLOGICA EN. UN NINO PEQUENO: SAM Una mafiana muy temprano, en un pueblo del norte de Ca- lifomnia, Ja madre de un nifio de tres aftos se desperté debido a Jos extrafios ruidos provenientes de la habitacién de aquél. Cortié junto a su cama y fo encontré en medio de un terrible ataque. ‘Tavo la impresién de que se trataba de un ataque cardfaco ‘similar al que habia provocado la muerte de su madre cinco dias antes. Llamé al médico, quien afirmé que el ataque de Sam era de indole epiléptica. Le administré algiin sedante ¢ indicé que tras- Tadaran al nifio a un hospital en una ciudad cercana, El personal hospitalario no se mostré dispuesto a comprometerse con un diag- néstico debido a la ‘corta edad de! paciente y ‘a que estaba bajo Ja accién de drogas. Dado de alta. pocos dias después, el nifio parecia estar perfectamente bien; sus reflejos neurolégicos eran normales. . Con todo, un mes més tarde el pequefio Sam encontré un topo muerto en el patio de su casa y se mostré desusadamente agitado al respecto. Su madre intenté responder a sus astutas preguntas sobre la muerte. De mala gana, se fue a dormir des- pués de haber manifestado que, evidentemente, la madre tampoco sabia nada, Por la noche grité, tuvo vémitos y contracciones alre dedor de los ojos y de la boca. Esta vez el médico legé a tiempo para observar los sintomas que culminaron en una severa convul- sién en todo el lado derecho del cuerpo. El personal del hospital compartié esta vez el diagnéstico de epilepsia, debida posiblemente a una lesién cerebral en el hemisferio izquierdo. . . Dogs meses més tarde, se produjo un tercer ataque cuando el nifio aplasté accidentalmente una mariposa con la mano, y en el hospital se hizo una modificacién, al diagnéstico: “factor precipi- tante: estimulo psiquico”. En otras palabras, debido a una patologia cerebral es probable que el nifio tuviera un umbral més bajo para a explosién del ataque convulsive; pero era un estimalo psiquico, la idea de la muerte, lo que lo precipitaba por sobre dicho um- bral. Por otra parte, ni fa historia de su nacimiento, ni el des. arzollo de su infancia, ni el estado neurolégico entre los ataques maostraban_una patologia especifica, Gozaba de excelente .salud general. Estaba bien alimentado y sis ondas cerebrales en esa époea sdlo indicaban que Ja epilepsia “no podia exchuirse”. eCudl era el’“estimulo psiquico”? Evidentemente, tenfa que ver con la muerte: un topo muerto, una mariposa muerta, y enton- ces recordamos el comentario de la madre en el sentido de que du- 22 ERIK H. ERIKSON rante su primer ataque habia tenido el mismo aspecto que su abuela motibunda, He aqut-los hechos que rodear Ia muerte de la abuela: Algunos meses antes, la abuela paterna habla visitado por primera vez el nuevo hogar de la familia en X. Se produjo una excitacién que perturbé a la madre mds profundamente de lo que ella suponfa. La visita implicaba someterse a un examen: chabria cumplido con su deber para con su esposo y sw hijo? ‘También habia cierta ansiedad con respecto a la salud de la abuela. Se advirtié al nifio, que por aquella época disfrutaba molestando a la gente, que el corazén de la abuela no era demasiado fuerte, El prometié no molestarla y, al principio, todo anduvo bien. No obs tante, la madre rara vez dejaba solos al nifio y a la abitela, sobre todo porque aquél parecia’no soportar muy bien el control forzoso. madre pensaba que el nifio estaba cada vez ms péilido y tenso. Cierto dia, cuando la madre decidié salir y dejar al nifo al cuidado de su suegra, ‘al regresar encontré a Ja anciana en el piso, presa de un ataque cardiaco. Segén informé més tarde la abuela, Sam ° se habla trepado a una:silla y se habla cafdo. Existlan miultiples motivos para sospechar que la habia molestado y que habla hecho deliberadamente algo que ella le togé que no hiciera. La abuela estuvo enferma durante largos meses, no loged ecuperarse, y, fi- nalmente, murié unos pocos dias antés del primer ataque del nifio, + Se imponta Megara la conchusién de que lo que los médicos habfan denominado el “estimulo psiquico” tenia que ver en este caso con la muerte de Ja abuela. En realidad, la madre recordé luego algo que en su momento no le parecié pertinente, a saber, gue Sam, en el momento de acostarse la noche antes del ataque, ° habfa acomodado sus almohadas en la misma forma en que lo ha- cia la abucla para evitar la congestién, y que sé habla dormido casi sentado, igual que-su abuela. Por extrafio que parezca, la. madre insistié en que el nifio nada sabfa sobre la muerte de Ja abuela. A la mafiana del dia siguiente le dijo que la abuela se habfa ido de viaje a Seattle. Sam [ord y exclamé: “¢Por qué no se despidié de mi?” Se le respondié que no habia tenido tiempo. Luego, cuando sacaron de la casa una caja larga, grande y misteriosa, la madre le dijo que contenfa los libros de 1a abucla. Pero Sam nunca habfa visto a la abuela traer © usar tantos libros, y no’ podfa comprender por-qué tantos pa tientes, que habfan acudido presurosamente, dertamaban tantas légrimas junto a un cajén Heno de libros. Desde luego, dudé de que el nifio realmente hubiera creido Ja historia; de hecho, Ja madre habfa quedado desconcertada ante una cantidad de. comen- tarios hechos por el pequefio. Cierta vez, cuando deseaba que en- INEANCIA Y SOCIEDAD 23 contrara algo que él se negaba a buscar, Sam le dijo en tono burlén: “Se ha ido de viaje, a Seattle”. En el grupo de juegd al que ingresé més tarde como parte del plan“terapéutico, este niiio, habitualmente vigoroso, solia perderse en ensofiaciones y construir jnnumerables variaciones. de cajas rectangulares, cuya abertura cerraba cuidadosamente. Sus preguntas en esa época justificaban Ja sospecha de que experimentaba con la idea de estar encerrado ‘en una caja rectangular. Pero se negé a escuchar la tardfa expli- cacién de la madre, ofrecida casi en tono de siplica, en el sentido de que en realidad Ia abuela habia muerto. “Est4s mintiendo”, le respondia. “Esté en Seattle. Voy a volver a verla.” A partir de los pocos datos ofrecidos hasta este momento acerca del nifio, debe resultar evidente que era un muchachito obstinado, vigoroso y precozmente inteligente, que no se dejaba engafiar con facilidad, Sus ambiciosos progenitores tenfan grandes planes para su ttnico hijo: con su inteligencia podria ingresar en un college y juego estudiar medicina en el Este, 0 quizds abogacia. Alentaban en él la expresién vigorosa de su precocided y curiosidad intelec- tuales. Siempre habia sido obstinado y yaa los pocos dias de su nacimiento se habla mostrado incapaz de aceptar como respuesta un “no” o un “quizds’. En cuanto pudo extender los brazos, em- pez6 a dar golpes, tendencia que no resultaba absurda en el vecin- dario en que nacié y se crié, un barrio de poblacién mixta, donde debe haber aprendido desde muy temprano que convenia golpear primero, por si acaso. Pero ahora vivian en una ciudad pequefia y préspera, en la que eran la unica familia judia. Tuvieron que ensefiarle a no pegar a los otros chicos, a no hacer demasiadas preguntas a Jas mujeres y, por amor de Dios as{ como en beneficio de Jos negocios, a tratar bien a Jos gentiles. En su medio ambiente anterior, la imagen ideal presentada a Sam habfa sido Ja de un muchachito “duro” en la calle y un chico despierto en el hogar. Ahora el problema consistia en convertirse r4pidamente en lo que los gentiles de clase media Hamarfan “wun muchachito encantador, a pesar de ser judio”. Sam habfa realizado una tarea de notable inteligencia al adaptar su agresividad y convertirse en un inge- nioso bromista. Aqui el “estimule psiguico” cobra mayores dimensiones. En primer lugar, siempre habia sido un ‘nifio irtitable y agresivo. Los intentos de restriccién por parte de los otros siempre provoca- ban su célera; sus propios intentos por controlarse trafan apareada una intolerable tensién. Podriamos hablar aqui de su iatilerancia constitucional, entendiendo por “constitucional” tmicamente 1a im- posibilidad de atribuirla a nada previo; siempre habla sido asi. Debo agregar, sin embargo, que su cdlera nunca duraba demasiado | 24 ERIK H. ERIKSON - y¥ que no sélo era muy afectuoso, sino también notablemente ex- presivo y exuberante, rasgos que lo ayudaban a adoptar e) rol de quien hace travegaras sin mala intencién. Por la época en que se produjo la Hegada de la abuela, sin embargo, algo lo habia privado de su sentido del humor: habia golpeado duramente a un ‘compaiiero, habfa corrido un poquito de sangre, y a él lo habfan amenazado con el ostracismo. Sarl, el vigoroso extrovertido, se habla visto obligado a permanecer en su casa junto a Ja abuela, a quien no podid molestar. ¢Su agresividad formaba parte de una constitucién epiléptica? No lo sé. No habla nada.febril o agitado en su vigor. Es cierto que sus tres ataques principales estuvieron relacionados con ideas sobre Ia muerte, y que los dos tiltimos tuvieron que ver con el] alejamiento de su primero y su segundo terapeuta, respectivamente, También es verdad que sus mucho més frecuentes ataques me- nores, que consistfan en quedarse con la mirada fija, hacer ‘arca- das, y breves desmayos de los que se recuperaba diciendo, pre- ocupado, “¢Qué ocurrié?”, a menudo se produjeron inmediatamente después de actos o palabras agresivos de su parte. Podia arrojar una piedra a un desconocido, o bien decir: “Dios es un zorrino”, 0 “Todo el mundo est4 leno de zorrinos”, o (a su madre): “Eres una madrastra". Eran éstos estallidos de agresién primitiva que se veia luego obligado a expiar a través de un ataque? gO bien constituian intentos desesperados de descargar a través dé una accién violenta el presagio de un ataque inminente? Tales fueron las impresiones que reun{ leyendo Ja historia clinica del médico y los informes de Ja madre cuando me hice cargo del tratamiento del nifio, unos dos afios después del co- mienzo de su enfermedad. Y pronto habria de presenciar uno de sus accesos menores. Habfamos estado jugando al domind, y a fin de poner a prueba su umbral lo hice perder persistentemente, Jo cual no me resulté facil. Palidecié y fue perdiendo toda su viva- cidad. De pronto se puso de pie, tomé una mufieca de goma y me la arzojé con fuerza a la cara, Luego su mirada se volvis inexpresiva y adquirié fijeza, tuvo arcadas como si fuera a vomi- tar y un desmayo pasajero. Al volver en si, dijo con voz ronca ¥ apremiante: “Sigamos”, y acomodé mis piezas, que se habian caido, Los nifios tienden a expresar en las configuraciones espa- ciales lo que no pueden o no se atteven a decir. Al reacomodar Jas piezas apresuradamente, hizo una configuracién rectangular: una copia en miniatura de las grandes cajas que solfa construir previamente en la nursery school, Todas las piezas miraban hacia adentro. Ya del todo consciente, observé lo que habia hecho y sonrié débilmente. INFANCIA ¥ SOCIEDAD 25 Senti que estaba en condiciones dé escuchar lo que yo crefa “entender. Le dije: “Si quisieras ver Jos puntos de tus piezas, fendrias que estar dentro de esta pequefia caja, como una’ per- sona muerta en un. atatid”. . “St”, murmuré. “Eso debe significar que tienes miedo de tener que morir porque me golpeaste.” s . Casi sin aliento, pregunté: “gTengo que morirme?” “Claro que no. Pero cnando se Jlevaron a tu abuela en el atatid probablemente pensaste que la habfas hecho morir y, por eso tenfas que morir también. Por eso construfas esas cajas gran- des en tu escuela, asi como hoy hiciste esta pequefia. Debes haber pensado que te ibas a morir cada vez que tenfas uno de esos ataques,” “Si”, respondié, algo avergozado, porque en realidad nunca habia admitido ante mi haber visto el cadaver de su abuela, lo cual’ significaba que sabia que ella habia muerto. A esta altura se podria pensar que hemos aclarado el caso. Mientras tanto, sin embargo, también habia trabajado con la ma- dre y me habia enterado del papel, sin duda importante, que ella habia desempefiado en esta historia, Pues podemos estar seguros de que cualquiera que sea el “estimulo psiquico” presente en [a vi- da de un nifio, es idéntico al conflicto mas neurético de su madze. En realidad, la madre logré luego recordar, a pesar de una severa resistencia emocional, un incidente durante el cual Sam le habia artojado una mufieca a la cara mientras ella se encontraba muy atareada haciendo los preparativos para la Ylegada de su suegra. Lo haya hecho “deliberadamente” 0 no, tuvo muy buena punte- ria: le aflojé uno de los dientes de adelante, Un. diente es una posesién muy valiosa en mds de un sentido. La madre le devolvié el golpe, con mayor fuerza y mayor rabia que nunca. No habia exigido que se le devolviera diente por diente, pero habla des- plegado una cdlera que ni ella ni él sabian que podia experimentar. ¢O Io supo el nifio antes que ella? Este és un punto crucial, pues creo que la escasa tolerancia de este nifio para la agresién se vefa acentuada por la connotacién general de violéncia en su familia. Mas alld del conflicto individual, todo el medio ambiente _ de estos hijos de quienes huyeron de los ghettos y los pogroms esté invadido por el problema del destino especial de los’ judfos frente a la célera y la violencia, Todo habia comenzado signifi- cativamente con un Dios que era poderoso, colérico y vengativo, pero también tristemente atribulado, actitudes que habfa legado a los aucesivos patriarcas, desde Moisés hasta los abuelos de este nifio. Y todo habia concluido con Ia inerme impotencia del pueblo 26 ERIK H. ERIKSON judio, elegido pero disperso, frente al mundo circundante de gen- tiles siempre potencialmente violentos. Esta familia habla desa- fiado el destino judio al aislarse ea una ciudad gentil; pero Jeva- ban su destino en ellos como una realidad interior, en medio de todos esos gentiles que no los negaban activamente en su nueva aunque incierta seguridad. . Aqui es importante agregar que nuestro paciente se habla visto envuelto en el conflicto de ‘sus padres con sus antepasados y con los vecinos, en el momento més inoportuno para él, pues pasaba por una etapa de la maduracién caracterizada por una intolerancia a toda restriecién. Me refiero al rapido aumento de la energfa locomotora, la curiosidad mental, y el tipo sddico de mas- culinidad infantil que por lo comtin aparece alrededor de Jos tres © cuatro afios, y se manificsta dé acuerdo con las diferencias en las costumbres y el temperamento individual. No cabe duda de que nuestro paciente habla sido precoz en éste y en otros sénti- dos. En esa etapa cualquier nisio es propenso a mostrar una mayor intolerancia a Ja restriccién con respecto al libre movimiento y a las preguntas persistentes. Un vigoroso aumento de Ja iniciativa, tanto en la accién como en Ja fantasfa, vuelve al nifio que se encuentra en esta etapa particularmente vulnerable al principio det talién —y él habia legado a una distancia desagradablemente corta del castigo “diente por diente”. En esa etapa, a un nifio Te gusta fingir que es un gigante porque tiene miedo de los gigan- tes, ya que sabe muy bien que sus pies son demasiado pequesios para las botas que calza en sus fantastas. Ademés, la precocidad implica siempre un telativo aislamiento y un perturbador desequi- librio. Asf, pues, su tolerancia frente a las ansiedades de sus padres era especificamente baja en el momento en que la Tlegada de la abuela sumé conflictos ancestrales latentes a los problemas socia- les y econémicos del momento. Este_es, pues, nuestro primer “espécimen” de una crisis hu- mana, Pero, antes de seguir disecdndolo, permftaseme decir unas palabras: sobre Je procedimiento terapéutico. Se hizo un ‘intento por sincronizar la tarea pedidtrica con Ia psicoanalitica, Las dosis de sedantes fueron disminuyendo gradualmente a medida que la observacién psicoanalitica comenzaba a discernir, y el insight a fortalecer, los puntos débiles en el umbral emocional del nifio. Los estimulos espectficos para esas Areas débiles se consideiaron no sélo con el nifio sino también con sus padres, a fin de que éstos pudieran examinar su papel en el desarrollo de la pertur: bacion y legaran a alg insight antes de que su precoz hijo los superara en cuanto a la comprensién de ellos y de si mismo, Cierta tarde, poco después del episodio en ‘que me artojé una INFANCIA ¥ SOCIEDAD 27 muiieca a a cara, nuestro pequefio paciente se acereé a Ja madte, que descansaba en un divén, Le puso la mano sobre el pecho, y dijo: “Sélo un chico muy malo querria saltar sobre su mamita y pisarla; slo un chico muy malo querrla hacer eso. ¢No es ast, mamita?” La madre se #6 y dijo: “Estoy segura de que a ti te gustarla hacerlo ahora. Creo que un chico bueno puede pensar que tiene ganas de hacerlo, pero sabria que en realidad no lo desea”, 0 algo por el estilo: es dificil decir esas cosas y-los términos exactos no son demasiado importantes. Lo que importa es su espiritt, y la implicacién de que hay dos maneras distintas de desear una cosa, que pueden separarse mediante la autoobserva- -cién y comunicarse a los otros, “Si”, respondié Sam, “pero no: lo haré”. Luego agregé: “El sefior E, siempre me pregunta’ por qué arrojo cosas, £] arruina todo”. Y agregé répidamente: “Esta noche no habr4 ninguna escena, mamita”, Ast, el nifo aprendié a compartir su autoobservacién con la misma madre contra la que solfan apuntar sus rabietas, y a con- vertirla en una aliada de su insight. Era de maxima importancia establecer esa posibilidad, pues le permitia al nifio advertir a su madre y a s{ mismo toda vez que sentfa la proximidad de esa peculiar cdlera césmica 0 cuando percibfa indicaciones sométicas (a menudo muy leves) de un ataque. Ella se ponfa inmediata- mente en contacto con el pediatra, quien estaba plenamente in- formadp y se mostraba sumamente cooperativo, y aconsejaba alguna medida preventiva. En esta forma, los ataques menores se redu- jeron a acontecimientos raros y fugaces que el nifio aprendié gradualmente 2 manejar con un minimo de conmocién. No se produjeron ataques serios. Al llegar a este punto el lector tendrfa derecho a protestar en el sentido de que tales ataques en un nifio pequefio podrian haber desaparecido sin necesidad de recurrir a procedimientos tan complicados. Es posible que asi sea, No se pretende afirmar aqui que se ha logrado una cura de Ja epilepsia mediante el psicoand- isis, Reclamamos menos y, en cierto sentido, aspiramos a més. Hemos investigado el “estimulo psiquico” que en un perfode particular del ciclo de vida del paciente contribuyd a poner de manifiesto una’ potencialidad latente para Jos ataques epilépticos. Nuestra forma de investigacién permite alcanzar conocimientos en la medida en que proporciona insight al paciente, y lo cori- ge en la medida en que se convierte en una parte de su vida. Cualquiera que sea su edad, recurrimos a su capacidad para auto- examinarse, para comprender y para planear. Al hacerlo, podemos efectuar una cura o acelerar una curacién esponténea, Jo cual constituye una contribucién considerable si se tiene en cuenta ef 9765 28 ERIK H, ERIKSON dafio hecho por el: mero cardcter habitual y repetitivo de tales tormentas neuroldgicas severas. Pero si bien ne pretendemos haber logrado curar la epilepsia, nos gustaria creer en principio que con estas investigaciones tesapéuticas sobre un fragmento de la historia de un nifio, ayudamos a toda una familia a. aceptar una crisis en su seno-como una crisis en la’ historia familiar, pues una crisis psicosomética es emocional en la medida en que el individuo en- fermo responde especificamente a las crisis latentes en Jas personas significativas que lo rodean. Sin duda, esto no tiene nada que ver con hacer 0 aceptar reproches por el trastorno. En realidad, los autorreproches de la madre en el sentido-de que ella podia haber dafiado el cerebro de su hijo al darle aquella fuerte bofetada, constitufan gran parte del “estimulo psiquico” que busedbamos, ya que aumentaban y reforzaban ese temor general a la violencia que caracterizaba Ja historia de la familia, Sobre todo, el temor de la madre a haberlo dafiado era la contraparte y, por ende, un refuerzo emocional, de Jo que Finalmente entendemos qué constituia él “estimulo psiquico” patégeno realmente dominante que los médicos de Sam querian que encontraéramos, a saber, el temor del nifio @ que también su madre pudiera morir, debido al golpe que le diera en el diente y a sus acciones y deseos sédicos mds generales. No, ta culpa no constituye una ayuda, Mientras exista un sen- Jimiento de culpa, también hay intentos irracionales por compen- sar el dafio realizado, y tal reparacién impregnada de culpa a menudo trae apareado més dato. Lo que cabria esperar que Un grupo de infantes de marina, que acababan de desember- car, se encontraban sumidos en la profunda oscuridad de una playa del Pacifico, muy cerca del fuego enemigo. Habian sido alguna vez, y segufan actuando como si Jo fueran, un grupo de hombres duiros y turbulentos, seguros de poder “aguantar cualquier cosa”, Siempre habian sentido que podian confiar en. que los oficiales los relevarian después del asalto inicial y que la vulgar infanterfa se ocuparfa de mantener las posiciones conquistadas. En cierto sentido, siempre habian considerado que Ja mera defensa iba contra el espiritu esencial’ de su cuerpo. Con: todo, eso habla ocurrido en esta guerra, y por ello habian estado expuestos no slo a un maldito fuego furtivo que parecia surgir de Ia nada, sino también a- una extrafia mezcla de asco, rabia y temor que senifan en el estémago. . ¥ alli estaban otra vez. El fuego “de apoyo” de la marina no Jes habia servido de gran ayuda. Parecla que otra vex las cosas habfan salido mal.. ¢¥ si fuera cierto que los oficiales los consi- deraban carne de cafién? . Entre esos hombres estaba nuestro paciente. Lo Ultimo que se Je hubiera ocurrido en ese momento ‘es que él mismo pudiera cuerpo de sanidad. neva, se sentia en demas le parecian No-sentia~ R lo eso y mucho més, a él a quien podia oniricos que reales. pode sanidad que un_hospital ¢ volvo nitty atacé desde el aire, disparos. Exa.como. en la posibilidad JINFANCIA ¥ . SOCEEDAD. 33. Hegar alguna vez a ser un paciente. En realidad, pertenecta 2) Desarmado, segin la costumbre, parecia insen- sible a la ola lentamente creciente de rabia y panico que dominaba § log hombres; era como si no pudiera alcamzarlo, De alguna ma gu lugar como enfermero. Las. quejas de los infantiles. Siempre le habia gustado trabajar con nifios y siempre se lo habia considerado particularmente efit caz con los chicos dificiles, Pero | mismo estaba: lejos de serio. Gin. reatidad, al comienzo de la guerra habia elegido el cuerpo-de sanidad porque no podia soportar la idea de empufiar un Ko hacia nadié,. (Al seiterar ahora -este elevado-se miento,-se-hizo evidente ane todo -es0-era. demasiado. buerio-como re lO a caso de Ja Infanteria de.Marina, cla jamés.) En aquel momento ‘de mostrar que podia soportar que podia ayudar a esos muchachos a sopor- tar Ja situacién y serles util cuando su misién agresiva habla con- duido. Se mantuvo cerca del oficial médico, un hombre parecido xespetar y admirar. Nuestro enférmero nunca pudo recordar del tode qué ocurrié durante e! resto de la noche. Gélo tenia recuerdos aislados, mas ‘Afiema-que-se-ordend-a-los-hombres del cuer descargaran.. municiones..en. Jugar.de levantar ial médico,. nose sabe bien, por, qué, se resivo e insultante.y que en-algan- momento, durante ja. noche-alguien-le-puso una ametralladora-entre las‘ manos;~Aqui terminan, sus, recuerdos, "A le maana siguiente, el paciente (pues ahora Jo era) se encontré en el hospital finalmente improvisado, De-da-noehe™a la-mafiana—habfadesarrollado_una—severa~ fiebre-intestinal. Pasé ~ él dia bajo la accién de sedantes; al caer Ja noche el enemigo Todos los hombres que estaban: en condiciones de hacerlo busearon refugio o ayudaron a los enfermos a encon tarlo. £} estaba inmovilizado, y, peor atin, impostbilitado para ayudar. Ror primera vez. sintid aniedo,-como- tantos. hombres_vale- rosos.en..el momento en que. $2. encuentran. yatiendo..de.espaldas, “sin posibilided de realizar-activided: alguna. ‘Al dia siguiente lo evacuaron. Cuando..no.se él fuego- enemigo”se sentia” mas tranquilo, © por I crefa, hasta. que. sirvieron Ja primera comida a bordo.. El mido ~ ico de los utensilios le’ perford la cabeza como una salva.de mo si careciera.de.toda, defense contra, esos, rnidus,.. que eran. tan intolerables que tuvo, gue, artastrarse y. meterse de- bajo de una frazada mientras los otros comfan. * 34 ERIK H. ERIXSON Desde ese: momento su vida se convirtié en un tormento a causa de los espantosos dolores de cabeza. Cuandd_se. libraba-de- ellos.temporariamente,_ estaba-inquiet6, temeroso--de.-todo.-posible. tuido. metélico~y-furioso cuando _escuchaba_alguno,. Su fiebre Co j lo. que. podia haberla causado)).-desaparecié; pero. sus. dolores de” ! -cabeza.ysu.nerviosidad do..obligaron.a regresar.a los Estados Uni- dos, donde. fo. dieran. de. baja. eCuél era el nticleo de su neurosis? Pues se trataba sin duda de una “neurosis de guerra”, si aceptamos el diagnéstico de sus médicos. Desde el punto de vista psicolégico, la fiebre y el estado téxico habfan justificado su primer dolor de cabeza, pero sélo ése. Agui debemos preguntar algo aparentemente muy alejado de dolores de cabeza: gpor qué se trataba de un hombre tan bueno? Pues incluso ahora, aunque estaba précticamente rodeado por molestas circunstancias de postguerra, parecia incapaz de ver- balizar y dar rienda suelta a su tabia. De hécho, pensaba que la célera insultante de su oficial médico aquella noche lo habia le- nado de ansiedad al desilusionarlo. gPor qué era tan bueno y lo escandalizaba tanto Ja rabia? Le pedi que tratara de sobreponerse a su aversién por la rabia y me enumerata las cosas que lo habfan irvitado, aunque fuera levemente, durante los dias precedentes a la entrevista. Menciond la vibracién. de. los- émnibus;" las voces muy agudas, como Jas de » _ tes.niios dedicados.a alguna-tarea; el chirrido de los neumiaticos; al. recuerdo de las trincheras lenas de. hormigas y lagartos; la pé- sima comida dela Marina; Ja dltima bomba que habla explotado - muy cerea;-.las personas _desconfiadas; las personas ladronas; la gente -soberbia-y-vanidosa~“deciialquier--raza, color... religion”; el. recuerdo. de“su-madre.. Las asociaciones del paciente habfan levado desde los ruidos metdlicos y otros recuerdos de guerra a Jos robos, Ia desconfianza... y su madre. Segiin parecia, no vela a su madre desde los.catorce-afios: Por aquella época su familia estaba en un ‘momento de declinacién econémica y moral. Abandoné.cl. hogar. abruptamente-cuandola smadre,. borracha-y..furiosa, lo. apunté gon un revélver, Se apoderd del arma, Ja. destro arro}é. por la ventana.” Luégo''se fue.para siempre: Habla obtenido Ja ayuda secreta de su jefe, un hombre muy paternal. A cambio de su protecciin y guia, le habia pro- metido no beber ni maldecit ni permitirse gratificacién sexual alguna, y no tocar jamds un arma. Habja. legado.a ser.un buen estudiante y maestro. y. un hombre ‘de temperamento excepcional- mente.tranquilo; por lo menos en. la superficie,-hasta esa noche en- la-playa-del Pacifico, cuando entre la célera y el panico“cre- cientes de los hombres, su paternal -oficial. superior explots. com © S .cial.. Se sentian atacadas o en peligro frente @ rui ~-infantiles’ sin: motivo. alguno-y: provocadas: por-cualquier. co: INFANGIA ¥ SOCIEDAD ' . 35 una serie de violentos insultos y cuando, inmediatamente- después, alguien’ le’ puso-una anietralladora en, las ‘manos, Las neurosis de guerra de este tipo han sido numerosas, Sus victimas se encontraban en.un estado.constante de-pénico-poten- os fuertes o repentinos, asi como por sintomas que conmovian su cuerpo: pal pitaciones, olas.de_calor febril, dolores .de-cabeza, Gon.todo,..estar ban igualmente impotentes frente a sus emociones: rabia y ansiedad fuera demasiado. sibita o. intensa, .una-percepeién: 0.uun_sentimiento, un. pensamiento o un- recuerdo. Lo que estaba enfermo en esos hombres, por lo tanto, era su sistema de seleccién, su capacidad para no prestar atencién a miles de estimulos que percibimos en cualquier momento dado, pero que podemos ignorar en beneficio de aquello en. lo que estamos concentrados, Peor--atin;-esos~-hont bres.no_podian dormir _profundamente_ni.sofiar. bien. A travis de largas néches’ vagaban entre el Escila de ruidos mi Caribdis de los suefos angustiosos que terminaban’ por sicarlos de los momeritos de dormir profundo que tanto les costaba lograr. Durante-el dia, eran: incapaces ‘dé tecordar: ciertas ‘cosas, en. sus propios vectidarios ‘se sentia didos o de pronto descubrian, en, la. conversacién, “qué “habian: éritendidolas" cosas“ mal.” No‘.po- d{an. confiar. en los procesos’ caracteristicos del yo- mediante: los cudles. se organiza-el tiempo y el espacio y.se verifica.la verdad. Qué habia ocurrido? ¢Exan éstos Jos sintomas de nervios fisi- camente sacudidos y sométicamente dafiados? En algunos casos, es indudable que Ja situacién comenzé con un daiio de ese tipo, © por lo menos con una traumatizacién momenténea. -Las.smés.de das, in_embargo, diversos Factores se combinaron~para ‘pro- vocar una crisis real y para hacerla duradera. El caso presentado- incluta todos ‘estos Factores: una declinacién en el estado. de. 4ni- mo-del grupo y el desarrollo gradual “de un. pénico. grupal impex- ceptible debido a la falta de confianza en los oficiales; la inmo- -vilizacién..bajo-el fuego. enemigo. que-.era imposible: localizar~-y devolver;-la tentacién de “aflojar” en una.cama.de hospital-y;-por Gitimo, la evacuacién inmediata y un conflicto. perdurable entre dos voces interiores, una de las cuales decia:.“No. seas tonto, deja que. te. Heven a. casa”,-y- la: otra: “No Jes falles alos demés; ‘si ellos pueden. aguantarlo, ti. también”. que..mas, me. impresioné. en, .esos. hombres fue_la..pérdida del sentimiento. de identidad;~-Sabfan-quiénes..eran;-tenfan..una ident personal.._Pero era como: si, subjetivamente, sus, vidas ya-no tuvieran cohesién y nunca pudieran: recuperarla,. Habfa un trastomo central de lo que entonces comencé_a_denominar iden-_ é 36 ERIK H. ERIKSON . -tidad-yoica>’ A esta altura, basta decir que.ese-.sentimiento de identidad permite experimentar.al-si.mismo como: algo que- tiene continuidad.y_mismidad, .y-actuar~-énconsecuencia. En muchos casos, hubo, en. el momento decisive en la historia del detrumbe, un item aparentemente, inocente, tal como el arma.en las manos renuentes de nuestro enfermero: un simbolo del: mal, que pon{a en peligro Jos principios mediante Jos cuales. ¢l..individuo, habia intentado_salvaguardar_su_integridad. personal. y_ su status. social en ‘su-existencia no iismo, la ansiedad estallaba a veces ante este siibito pensamiento: tendria que estar ahora en casa, pintando el techo o pagando aquella cuenta, 0 teniendo una entrevista con este jefe o visitando a esa muchacha y el desesperante. sentimiento de que todo eso nunca ocurrirfa, Esto,’a su vez, parecia estar intrinsecamente entrelazado con un aspecto de la vida norteame- ricana que ser4 considerado detalladamente més adelante, a saber, el hecho de que muchos de nuestros jévenes mantienen sus planes de vida y sus identidades en un nivel tentativo, bas4ndose en el principio sugerido por el temprano curso de la historia norteame- sicana: wn“ hombre debe" tener, preservar y defender Ja. libertad del préximo. paso y el.derecho a elegir y a. aprovechar las. opor- tunidades, Sin. duda, también los norteamericanos terminan por establecerse y pueden mostrarse furiosamente sedentarios. Pero es- tablecerse con conviccién presupone también la’ seguridad de que pueden. desplazarse si ast lo desean, desplazarse geogrifica y socialmente, o ambas cosas. Lo que importa es la libre elec- cién y la conviccién de que nadie puede “acorralarlos” 0 “llevarselos por delante”.. Asf.los.simbolos_contrastantes adquieren. méxima importancia,.simbolos de. posesién, de status, de identidad, y sim- bolos -de-eleccién, de-cambio. y de desafio. Segiin la ‘situacién inmediata, estos. simbolos. pueden volverse buenos. 0. malos... En nuestro Infante. de. marina,..el. arma. se~ habfa~ convertide ‘en *el simbolo de la decadencia de su familia y representaba todas las cosas desagradables y llenas de rabia que él, habta elegido wo hacer. “Asi, también ‘aqui, tes procesos contempordneos, en lugar de servic de apoyo reciproco, parecen haber agravado mutuamente sus peligros respectivos. 1).

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