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UNIVERSIDAD DE GRANADA

FACULTAD DE ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES

Departamento de Teoría e Historia Económica.

Argentina y la economía internacional de la carne vacuna entre 1930 y más allá de


los años 90. Estado, frigoríficos exportadores y ganaderos pampeanos.

Autor: Marcelo Ernesto Basualdo

Directores de la Tesis Leonardo Caruana de las Cagigas y Gregorio Núñez Romero-Balmas


 

Editor: Universidad de Granada. Tesis Doctorales


Autor: Macelo Ernesto Basualdo
ISBN: 978-84-9163-021-0
URI: http://hdl.handle.net/10481/44459
 

 
2
3

Agradecimientos.

Se agradece al personal del Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación la


colaboración prestada durante meses para poder obtener la valiosa información de los
incontables archivos allí reunidos.
Diversa y extensa bibliografía fue facilitada por la Biblioteca del Ministerio de
Economía de la Nación gracias a la amable atención de su encargada, Stella Maris
Zoppi, y buena parte del personal de sus distintas áreas.
También debemos agradecer las prestaciones de las bibliotecas Tornquist y Prebisch,
ambas del Banco Central de la República Argentina.
Las bibliotecas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, de la Federación
Agraria Argentina, de la Sociedad Rural Argentina y del Congreso de la Nación también
prestaron una colaboración que agradecemos.
Un especial y profundo agradecimiento corresponde hacerles a los directores de esta
tesis, Gregorio Nuñez y Leonardo Caruana, los profesores del Departamento de Teoría e
Historia Económica de la Universidad de Granada que se encargaron de orientar, apoyar
y dar toda su colaboración para la realización de este estudio.
Los comentarios y discusiones con profesores argentinos o sudamericanos, sobre
algunas ponencias relativas al objeto de esta tesis, se dieron en el marco de las reuniones
académicas de la Asociación Argentina de Historia Economía y de la Asociación
Uruguaya de Historia Económica, por lo que también debo agradecerle esa colaboración
a los profesores José Pierri, Marcelo Rougier, Aníbal Jáuregui, Andrés Regalsky y
Magdalena Bertino, particularmente.
Tampoco hubiese sido posible que este proyecto prosperase sin la mediación del área de
Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, a
través de Jorge Brugnoli y de Rubén Berenblum, a quienes agradezco especialmente su
apoyo.
La cooperación de la Asociación Universitaria Iberoamericana de Postgrado, AUIP,
cierra este conjunto de destinatarios de un merecido agradecimiento que, de esta forma,
se ha tratado de expresar sinceramente.
4

ÍNDICE Página

INTRODUCCIÓN GENERAL 9
CAPÍTULO 1. El Estado y el contexto internacional, factores determinantes
en la evolución del sector, desde principios a mediados del Siglo XX. 23
1. La transición entre la modernización agroexportadora y la etapa
que le sucedió desde 1930. Sus trayectorias económicas y
políticas en síntesis. 25
2. Modelo agroexportador y la ocupación de espacios vacíos. 27
3. La dependencia argentina de una economía internacional en
serias dificultades entre 1914 y 1929. 29
4. Estados Unidos y la economía internacional en los Veinte. 31
5. La crisis de fines de los veinte y la depresión de los treinta. 33
6. El desarrollo del Estado en Argentina en respuesta al cambio
estructural del Estado en el orden internacional. 35
7. Del Patrón Oro a la crisis de 1930, en síntesis. 37
8. La transformación del Estado y la economía desde 1930. 40
9. En ausencia de globalización, las economías nacionales entre 1930
y el final de la Segunda Guerra y de las autarquías. 46
10. Las democracias sociales 49

11. Conclusión 51
Bibliografía. 54

CAPÍTULO 2. Los orígenes de la estructura frigorífica. 57


1. Introducción. 57
2. Algunos aspectos de los inicios de la industria y de su consolidación. 58
3. Las primeras “leyes de carnes” y el avance del Estado y
la política sobre el sector. 64
4. Conclusión. 69
Bibliografía. 71
Anexo estadísticas históricas. 73

CAPÍTULO 3. Estancamiento agropecuario, crecimiento económico y


políticas económicas, en los treinta. 79
1. En el escenario de los años 1930 a 1933. 82
2. El triángulo comercial con Estados Unidos y el Reino Unido. 86
3. El comercio exterior desde 1934 en adelante y la restricción fiscal. 87
4. Hacia la Segunda Guerra Mundial. 89
5. El Plan Pinedo y la industrialización argentina. 90
6. Conclusión 93
Bibliografía 94

CAPÍTULO 4. Los comienzos de la política proteccionista de las


carnes vacunas. 97
1. La Junta Nacional de Carnes 98
2. La intervención proteccionista en el mercado de carnes vacunas. 101
3. LA CAP 106
5

4. Conclusión. 112
Fuentes y bibliografía. 113
Anexo estadísticas históricas. 115

CAPÍTULO 5. El contexto económico externo y los lineamientos económicos


nacionales entre 1945 y 1955. 118
1. El contexto internacional desde 1945. 119
2. de la posguerra. La nueva relación Gran Bretaña. 125
3. La política Entre 1940 y 1946, el surgimiento del peronismo. 122
4. Los problemas salarial 128
5. La opción por la industria y la postergación del agro. 128
6. El IAPI y el sector agropecuario. 129
7. Otras intervenciones sobre el sector agropecuario. 131
8. El impacto interno de una etapa muy favorable en el sector externo. 132
9. La crisis proveniente de la balanza comercial. 134
10. El agro y la política económica del peronismo, en síntesis. 138
Bibliografía. 139

CAPÍTULO 6. Auge de producción y consumo de carne vacuna, dentro


de la economía del peronismo (1945-1955). 141
1. Algunos datos relevantes de la evolución de los mercados internacionales
en este período. Precios. 141
2. Una mirada general de la evolución desde 1935 y sus factores
determinantes de mayor significación. 142
3. En la intersección de la política económica, la acción de los
organismos regulatorios y las condiciones internacionales. 144
3.1. Política económica. 144
4. El crecimiento de la ganadería, del consumo y el retroceso agrícola. 148
5. Perfiles destacados de la evolución del mercado internacional
de carnes vacunas. 149
6. La relación peronista con Gran Bretaña, desde el acuerdo de 1946
en adelante. 151
7. La aplicación de subsidios sectoriales en el período 1946-1955. 154
8. Las instituciones reguladoras del sector de las carnes durante
el peronismo. 157
Conclusión 160
Bibliografía 163
Anexo estadísticas históricas 165

CAPÍTULO 7. Argentina en un mundo en desarrollo, entre los cincuenta


y los sesenta. 173
1. Contexto internacional. 173
1.1. La caída de Bretton Woods. 175
2. El contexto de la política económica argentina. Las limitaciones
de la primera etapa del modelo de sustitución de importaciones y
a necesidad de su replanteo. 177
2.1. Una aproximación al cambio estructural generado hasta los años 50. 177
3. El capital extranjero y un nuevo rumbo en la sustitución de importaciones 180
6

4. Los conflictos políticos internos que fueron marco de un cambio de


rumbo económico. 183
5. Prebisch, la CEPAL y la política económica de la Revolución Libertadora. 185
6. A partir de 1958, una segunda etapa del modelo de sustitución de
importaciones. 188
7. El regreso del liberalismo, crisis recurrentes y la puja de ingresos
urbano-rural. 193
Bibliografía. 198

CAPÍTULO 8. En el contexto del crecimiento internacional de los años 60,


luces y sombras sobre el sector agropecuario argentino. 201
1. Inestabilidad política y conflicto social en los 60. 202
2. La prosperidad económica de los 60. 204
3. La expansión sostenida de la economía internacional y
el comercio exterior argentino entre los 50 y los 70. 208
4. El regreso a la integración internacional. 209
5. El resurgimiento del campo y sus exportaciones. 211
6. La estructura de exportaciones en los sesenta. 216
7. Palabras finales sobre el contexto internacional y exportaciones
en los sesenta. 227
Bibliografía. 229
Anexo estadísticas históricas. 231

Capítulo 9. Breve historia de la CAP entre 1955 y fines de los años 60. 237
1. De 1954 a 1958 - La expansión inicial y sus consecuencias. 240
2. Los resultados económicos de 1955 y 1956. 244
3. La política de subsidios en progresiva extinción. 246
4. El cambio de rumbo en la acción de la CAP desde 1958. 247
5. Los cambios decisivos, de 1959 en adelante. 248
6. La crisis financiera de CAP en 1960. 253
7. La restricción financiera y su contrapartida en crisis productiva y laboral. 257
8. Las limitaciones del comercio exterior 266
9. La costosa estructura productiva de CAP y la política de
“descentralización operativa”. 271
10. El frente político 275
11. Algunas reflexiones finales. 276
Fuentes y Bibliografía. 283
Anexo estadísticas históricas. 286

Capítulo 10. La CAP, los ganaderos, políticas económicas y discriminación


agraria. 290
1. La CAP, expresión de las asociaciones ruralistas frente a las
políticas agropecuarias. 290
2. Distintas cuestiones básicas planteadas en torno de la gestión de CAP
y las políticas de gobierno. 296
3. La distorsión de precios agropecuarios como expresión de la
discriminación al agro en sentido estricto. 302
4. Estructura y evolución básica del sector agropecuario a partir de 1960. 307
7

5. Medición de las distorsiones de precios en el sector agropecuario. 311


6. Los distintos indicadores de distorsión de precios. 313
7. Resultados generales 317
8. Las políticas económicas y el sector agropecuario. 318
9. La explicación desde la política. 320
10. Justificación de las políticas comerciales externas. 322
11. La justificación de la inelasticidad-precio de la producción agropecuaria. 324
12. La discriminación al agro, política fiscal y sector externo. 325
13. Retenciones e inflación. 326
14. Discriminación al Agro, alimentos y distribución de ingresos 327
15. Retenciones, tipos de cambios múltiples y productividades
sectoriales diferenciadas. 328
16. Comentarios finales. 329
Bibliografía y Fuentes. 332

Capítulo 11. Fin de ciclo y crisis económica entre los años 70 y 80. 335
1. El escenario internacional de los 70 y los 80, a través de un breve
resumen histórico. 335
2. Políticas y políticos norteamericanos en el sendero de
recuperación del impulso globalizador. 339
3. La evolución económica en los 70 y 80, en Argentina, en síntesis. 345
Fuentes y bibliografía. 358
Anexo estadísticas históricas 360

Capítulo 12. La evolución del mercado internacional y la decadencia del


complejo exportador de la carne vacuna argentina, a partir
de los años setenta. 367
1. El cierre de mercados fundamentales para las exportaciones
tradicionales, de los años 70 en adelante. 367
2. Impacto de la PAC: La declinación final de ganadería y
frigoríficos exportadores y la agriculturización en la pampa. 372
3. La evolución del mercado internacional de carne bovina entre
los años 70 y 80, a través de sus segmentos principales, el circuito
aftósico y no aftósico. 381
4. Los distintos productos comercializados 388
5. El impacto de la economía internacional y del proteccionismo
sobre la evolución del mercado entre los 70 y los 80. 391
6. La situación de mercado sectorial frente a los cambios en la
economía internacional, desde los años 90 hasta la actualidad. 394
7. El caso de Brasil. 402
Bibliografía. 410
Anexo estadísticas históricas. 412
8

Capítulo 13. En síntesis y en conclusión. 419


1. Entre la crisis de 1930 y fines de los años 50. 421
2. Entre 1958 y los años 70. 432
3. Entre los años 70 y más allá de los 90. 435
4. El sector agropecuario, el crecimiento económico y
la distribución de ingresos. 437
5. Reflexiones finales. 445
Fuentes y Bibliografía. 449
Anexo documental. 463
9

INTRODUCCIÓN GENERAL

Este estudio responde al objetivo principal de rescatar, desde la historia de las políticas
estatales aplicadas en relación con el sector de producción de carne vacuna en
Argentina, entre 1930 y 1990, algunas explicaciones sustantivas de la paulatina y
continua tendencia regresiva que en materia de exportaciones se observó desde los años
treinta hasta años recientes, cuando se alcanzara un nivel históricamente bajo.

Además, como aquí se introduce, hay diferentes cuestiones principales de instituciones


y de política económica relacionadas con este sector de destacada relevancia en la
economía argentina. Por esta razón, estos otros varios aspectos también son analizados
en este estudio, con el objeto de definir el conjunto de factores de influencia o
determinación en la evolución histórica sectorial.

Este período iniciado en 1930 estuvo caracterizado por las diferentes etapas que, en lo
político y económico, describieron sucesivos gobiernos nacionales frente a la evolución
de la actividad en el orden interno e internacional. Las políticas nacionales aplicadas se
analizaron en su impacto estructural sobre las exportaciones argentinas de carne vacuna
así como sobre su insumo, la ganadería bovina. Pero también se aportó una visión más
general de las políticas económicas en virtud de la ya mencionada necesidad de una
interpretación más exhaustiva.

Por estas mismas razones, en el orden internacional, también se pueden encontrar


factores determinantes de la evolución de este mercado. Tanto las políticas nacionales
como sectoriales de países como el Reino Unido, Estados Unidos o miembros de la
Comunidad Económica Europea han resultado, igualmente, de evidente importancia en
la trayectoria interna y externa de este segmento básico de la alimentación.
10

El énfasis en políticas de intervención sobre los mercados agrarios cobró relevancia a


partir de la crisis mundial de 1929, se mantuvo por décadas y continúa vigente. Con
todo, Australia, Canadá y Nueva Zelandia ya habían innovado en los años veinte, en
este sentido, como respuesta a sus respectivas crisis ganaderas. En Argentina, como
expresión de la política sectorial, surgieron a principios de los treinta, la Junta Nacional
de Carnes (JNC) y la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP), y se
desarrollaron, año tras año, en el contexto de distintas políticas económicas que les
otorgaron diferentes roles y grados de importancia.

La CAP se constituyó en parte integrante de un limitado conjunto de grandes


frigoríficos, casi exclusivo responsable de la exportación argentina de este producto,
hasta principios de la década del 70 del siglo pasado. Los documentos que quedaron de
esta empresa frigorífica creada a instancias del Estado y la representación ruralista de
los ganaderos, son fuente de información de archivo de este trabajo, y su estudio ha sido
revelador tanto de la dinámica de su evolución como de una posible trayectoria paralela
de los demás frigoríficos integrantes de ese grupo exportador, más conocidos por su
caracterización de “frigoríficos extranjeros”, en razón del origen de su capital y
pertenencia a empresas multinacionales.

Una minuciosa revisión de toda la documentación de la CAP en poder del Archivo


Intermedio del Archivo General de la Nación ha permitido reconstruir su historia como
grupo empresario, interpretarla exhaustivamente en el ámbito de la sucesión de
gobiernos nacionales que la consideraron parte integrante de sus políticas agrarias e,
individualmente, en su condición de empresa relevante dentro del mercado nacional e
internacional de carne bovina1.

1
Basualdo (2015).
11

Esta industria, de origen mayoritariamente multinacional, desaparece entre fines de los


60 y principios de los 70, dado que las empresas que la integraban, radicadas en el país
desde principios del siglo XX, no fueron adaptadas al cambio estructural de este
específico mercado global, a pesar de que éste venía consolidándose paulatinamente,
luego de haberse instalado en el escenario de los últimos años de la década del 50. En
1979, la CAP también desaparecería al ser cerrada por decisión del gobierno de ese
momento2.

La eliminación de aquel específico aparato productivo fue coincidente con el hecho de


que las exportaciones cárnicas de Argentina tendieron a ubicarse en niveles
históricamente bajos, a partir de 1974. Luego, desde ese momento, la preponderancia
internacional que las exportaciones argentinas de carne bovina tuvieran a lo largo de los
no menos de 80 años previos se extinguió y pasó a ser suplida por una participación
menor, solo de alguna relevancia dentro del mercado internacional, desde 1975.

Con todo, esta rápida mención de que a una larga e importante evolución del sector
exportador, sucedió una suerte de caída final, ha estado solo dirigida a destacar que esto
se dio luego de un prolongado proceso, de orden interno e internacional, de distintos
aspectos salientes.

Al abordarse esa trayectoria es que se intenta responder los interrogantes sobre la


evolución que se diera desde los años treinta. Delineando ahora ese proceso histórico
para luego profundizarlo de aquí en adelante, es necesario recordar que la ganadería y la
industria frigorífica, asociadas en la exportación de carne vacuna, fueron un pilar
fundamental en la formación económica de la Argentina moderna. En una suerte de
etapa fundacional, la producción argentina permitió que el mercado británico de carne
bovina completase un total abastecimiento interno, dada la limitada oferta de sus
productores locales.

2
La Tierra, (1979); Pierri, (2007).
12

Un creciente aprovisionamiento al mercado británico venía realizándose a través de


exportaciones de ganado en pie desde 1875, hasta que en los últimos años del Siglo
XIX, las autoridades sanitarias británicas prohibieron el ingreso de animales vivos, de
procedencia extranjera. Esto obligó a una continuidad de las exportaciones a través de la
introducción de carnes refrigeradas, en sustitución de los animales que, con igual
destino de aprovechamiento interno, eran anteriormente ingresados al mercado del
Reino Unido.

Así, el muy importante caudal de ganado vacuno argentino enviado a Gran Bretaña
debió ser sustituido por una exportación de carne vacuna refrigerada que impulsó el
desarrollo de la industria frigorífica en Argentina. La ganadería dejaba de ser actor
protagónico en la exportación para pasar a serlo el frigorífico exportador que ahora
compraba el ganado que antes se vendía directamente a Inglaterra, se encargaba de
procesarlo internamente y comercializarlo allí. Todo esto ocurría cuando el Reino Unido
no solo era primera potencia mundial sino también el primer y mayoritario importador
en el mercado internacional de carne vacuna3.

Los saldos exportados totales de la Argentina que por entonces se alcanzaban, lo hacían
bajo el predominio absoluto de productos de la ganadería –primarios o manufacturados-
y, en particular, de la vacuna que se destacaba en primer lugar, aunque también
resultaban importantes la ovina, los cueros y las lanas4. La inversión extranjera en los
frigoríficos –surgida mayoritariamente de capitales británicos y norteamericanos-
impulsaba el desarrollo ganadero, a través del mejoramiento de la calidad de los
animales. El carácter multinacional de estas empresas facilitaba la expansión del
comercio ganadero en el exterior, al controlar parte de la cadena de comercialización en
algunos países de Europa.

3
Hanson, (1937).
4
Vazquez Presedo, (1988).
13

Luego, con el correr del siglo pasado, este sector continuó realizando un singular aporte
a la economía argentina, pero el perfil de gran exportador mundial de carnes que lo
caracterizara hasta 1930 sufrió un retroceso progresivo que terminó en una etapa de
estancamiento de la ganadería y de la industria frigorífica, revelada por la pérdida de
competitividad productiva y comercial5, a partir de 1975.

Precisamente, un año antes, en 1974, las exportaciones de carnes bovinas de Argentina


sufrieron un quiebre en toda su trayectoria histórica, ya que la CEE alcanzó el
autoabastecimiento de este producto y el Reino Unido, luego de haberse sumado a este
bloque europeo, dejó atrás definitivamente la denominada “relación especial” que con
Argentina había tenido, en materia comercial, desde el tratado bilateral de 19336.

Por cierto, de esta forma, se vislumbra que un proceso de transformación en la


producción europea, comenzado muchos años antes, dio sus primeros frutos en los años
setenta y afectó negativamente la participación de las carnes argentinas en el mercado
europeo, desde estos años al presente. Con todo, es necesario marcar aquí que esta
reestructuración europea de la producción en éste y otros varios alimentos había
comenzado hacia fines de los años cincuenta. Así, se van configurando las etapas de
evolución de la actividad del sector.

Genéricamente, estas etapas serían las de 1870 hasta 1930, 1931 hasta 1975 y 1976 al
presente. Hasta 1930, el sector se inscribe dentro del crecimiento económico argentino
sostenido en base a su capacidad exportadora, etapa conocida como la del modelo
agroexportador.

Mientras, desde 1930 hasta los años 50 el desarrollo sectorial tiene lugar en el marco de
una etapa económica interna e internacional donde se interrumpe la ampliación del
comercio exterior y la inversión extranjera que se venía dando en el período previo, el
de 1870 a 1930. Algunos autores coinciden en que esta primera fue un primer paso en la
trayectoria de globalización que se definiese a partir de los años 60 del siglo XX7.

5
Porter, (1990); Canzanelli, (1992).
6
Tratado Roca-Runciman.
7
Frieden, (2007); Taylor, (1997).
14

El retroceso en la globalización corresponde al tránsito entre los años 30 y 50, en lo


internacional, mientras en lo interno este tramo es conocido como la primera fase de la
etapa de sustitución de importaciones. Los cambios que se dieron en cada una de estas
etapas tuvieron sus efectos relevantes sobre la ganadería y los frigoríficos. Resulta ser
un buen ejemplo del impacto de cada etapa sobre el sector el sucinto relato que se
realizó sobre como comienzan las inversiones en frigoríficos y los efectos que
inicialmente generan.

En este caso, como se observó, la economía británica era el demandante central de


carnes vacunas desde fines de siglo XIX y la relación comercial establecida con
Argentina, con sus dificultades, fue de central importancia para los representantes
ruralistas de los intereses ganaderos y para los gobiernos de los años veinte.

En los años treinta, el Tratado bilateral de 1933, donde estos dos países acordaron sobre
diferentes cuestiones económicas comunes, contó con la motivación o móvil principal la
exportación de carnes argentinas. Ahí, y en este marco de acuerdo económico amplio, se
da origen a la “relación especial” con el Reino Unido, a que ya se hiciera mención.
Entonces, la gravitación política y económica que este sector va mostrando a lo largo
del tiempo puede desagregarse a través de su inclusión en las etapas características del
crecimiento económico nacional. Esto se plantea aquí, en forma general, para más
adelante avanzar sobre los distintos gobiernos y sus políticas económicas.

Desde el análisis histórico-económico, la etapa de 1870 a 1930 fue interpretada como un


“modelo agroexportador” de crecimiento y, dentro de éste, el complejo exportador de
ganadería y carnes fue uno de los factores determinantes del lanzamiento del proceso de
desarrollo y, luego, progresiva consolidación de la economía argentina moderna.
15

La central importancia que tuviera este sector resalta por el hecho de que el 80% de las
exportaciones argentinas hasta 1910 estaban constituidas por productos con origen en la
ganadería. Tanto las divisas así generadas como los ingresos fiscales sustentaban las
necesidades de un Estado comprometido en una corriente de desarrollo económico
movilizada favorablemente por la inversión extranjera pero demandante de divisas para
transferencias internacionales de capitales, utilidades e intereses, así como de gasto
público en administración, seguridad, infraestructura y servicios sociales8.

Hacia 1910, ya se había desarrollado plenamente la agricultura y, en consecuencia, las


exportaciones argentinas se habían duplicado respecto del nivel que mayormente
obtenía por sí sola, la ganadería, recién comenzado el siglo XX9. Luego de atravesarse
las dificultades de la Primera Guerra Mundial y de su posguerra, el sector agropecuario,
incluido el de las carnes vacunas, se benefició de la recuperación de la economía
internacional en los años veinte. Pero, a consecuencia de la crisis mundial del año 30 y
la debacle internacional de las materias primas que también afectó gravemente a las
agropecuarias, aquel pilar económico, el agroexportador, se debilitó gravemente y debió
ser reemplazado por el de la industria manufacturera nacional, en razón de que se hizo
imposible seguir sosteniendo el abastecimiento interno de productos industriales con
base en su importación.

La caída drástica de los ingresos de divisas por exportación imposibilitó buena parte de
la importación industrial y esto generó un mercado interno cautivo de consumo
industrial que pasó a ser provisto por producción industrial nacional sustitutiva de
importaciones. Así surgió el modelo de sustitución de importaciones en reemplazo del
agroexportador, pero dado que la estructura exportadora seguía respondiendo
básicamente al sector agropecuario, el Estado implementó una serie de medidas en su
favor que configuraron una etapa de proteccionismo agrario sin precedentes en toda su
evolución previa.

8
Vazquez Presedo, (1988); Guerchunoff y Llach (2007).
9
Dieguez, (1972); Vazquez Presedo, (1988); Rayes, (2015).
16

En los treinta, en los comienzos de una etapa que duró sesenta años, fue un gobierno
conservador10, el que optó por la intervención del Estado en el mercado. Desde 1933,
con la creación de organismos de apoyo del Estado, tales como los que se señalara, la
Junta Nacional de Carnes, la CAP o como la Junta Nacional de Granos, para el caso de
la agricultura pampeana, así como mediante la aplicación de distintas medidas de
fomento al agro, este sector fue objeto de una concreta política proteccionista por parte
del Estado. Ésta tuvo el claro destino de restablecer el nivel de capacidad exportadora
previo a la crisis de 1930. Con todo, el Estado no abandonó por décadas aquel esquema
institucional de protección al sector agrario, hasta hacerlo definitivamente a principios
de los noventa. Esto último sucedió en el marco de una política económica neoliberal
que dio por terminada la etapa de sustitución de importaciones y el intervencionismo del
Estado en distintas áreas de la economía.

Durante los casi cincuenta años posteriores a 1930, este sector a través de sus
exportaciones, de su capacidad proveedora del alto consumo interno de carnes y de
producción alternativa a la agricultura, dada la rentabilidad diferenciada entre ambas
opciones agrarias, siguió teniendo un rol preponderante en el desenvolví-miento
económico de un país reconocido como principal exportador agropecuario mundial11.
Entre 1930 y casi mediados de los años sesenta se pudo observar un estancamiento en la
producción agropecuaria argentina. Sin embargo, el avance de la producción ganadera
resultó mayor que el de la agricultura pampeana –hasta fines de los años cincuenta-,
dentro de ese panorama general de retroceso agroexportador12.

10
El del General Agustín P. Justo, político disidente de la Unión Cívica Radical, ganador de las
elecciones presidenciales fraudulentas de 1932, resultado de la alianza –llamada Concordancia- entre el
Partido Demócrata Nacional (conservador), el Partido Socialista Independiente y la fracción anti-
yrigoyenista de la UCR, a la que adhería Agustín P. Justo.
11
Ferrer, (1983).
12
Vazquez Presedo, (1988); Banco Ganadero Argentino, (1967).
17

Solo a partir de la postergación –desde fines de los años 70 al presente- en la salida


exportadora de las carnes argentinas, la rentabilidad relativa del sector, frente a la
agricultura, se observó continuamente declinante y la ganadería entró en un prolongado
estancamiento productivo, solo limitado por la notoria importancia del consumo
interno13 .

Si, de hecho, se han descrito, con el propósito de sintetizar la historia del sector, tres
grandes etapas de su evolución, cabe ponderar inicialmente el rol que le cupo al Estado
en torno de estas tres instancias históricas diferenciadas, en las cuales debió adoptar
distintas políticas, atento a la necesidad de preservar la significativa contribución de esta
actividad a la economía en general y al propio Estado, en particular. En este sentido,
cabe apuntar que el Estado debió actuar en favor de las exportaciones cárnicas, toda vez
que debía procurarse las divisas necesarias para afrontar los pagos con el exterior y esto
significaba favorecer los precios de la carne vacuna.

Pero esto también implicaba que los precios del consumo de ésta aumentasen y, así, este
aumento llevase a la caída de los salarios reales, al ser la carne un consumo básico de
los asalariados. Este conflicto de objetivos fue persistente a partir de los años treinta,
cuando la alta participación de las exportaciones en la producción –hasta los años
veinte- declinó definitivamente en razón del mayoritario porcentaje –de más del 60%,
inicialmente- alcanzado por el consumo en el destino de la oferta del producto.

Tal como se mencionara no solo el sector aportaba divisas desde la exportación, sino
que de éstas se derivaba una significativa contribución fiscal. Hasta 1930, cuando
todavía la estructura fiscal tenía como principal sustento el impuesto al comercio
exterior, las tarifas aduaneras determinaban mayormente el aporte fiscal del sector.

13
Peretti y Gomez, (1991).
18

En la segunda etapa señalada, de entre 1931 y 1975, se sumó, a favor del Estado, la
obtención de ganancias cambiarias, expresión cuasi-fiscal nacida y crónicamente
sostenida desde 193214, a partir de la determinación de un tipo de cambio diferenciado
para el sector agropecuario, en el marco del control generalizado del mercado de
divisas.

También, aparte del tipo de cambio diferenciado para el agro –inferior a los demás
bienes comerciables internacionalmente- se hizo persistente otro procedimiento similar
pero de mayor y directa incidencia fiscal, la retención impositiva a los ingresos
agropecuarios de exportación. Aunque con cortos períodos de no aplicación, desde la
década de 1950 al presente, la implementación de una retención de un porcentaje
generalmente sustancial –de un 10% como mínimo- sobre el tipo de cambio al que se
debían liquidar las divisas a los exportadores agropecuarios determinó un tipo de
cambio efectivo para estos, inferior al percibido por el resto de los exportadores y, en
contrapartida, un ingreso fiscal equivalente a esta diferencia apropiada por el Estado15.

Además, en el caso de las carnes, específicamente, la recaudación impositiva derivada


de su alto consumo interno –por efecto de los impuestos que sobre éste se aplican-
también fue y es una fuente importante de ingresos fiscales. No obstante la presión
fiscal y las limitaciones que demostrara el Estado en su manejo del sector agropecuario
no dejó de alentarlo a través de sus instituciones de intervención y de medidas de
fomento.

14
Prebisch, (1985).
15
Sturzenegger, Otrera y Mosquera, (1990).
19

Con todo, en una conclusión sujeta a la polémica, se puede decir que al cabo de tantos
años, no fue el Estado el que provocase, sin mayores dudas, a mediados de los años 60,
la reversión definitiva del período de más de 30 años de estancamiento agropecuario
que inauguró la crisis del 30. En rigor, en algunos análisis – provenientes de autores de
filiación liberal- se entiende que tales esquemas de protección no fueron tales, sino que
más allá de ellos terminó imperando lo contrario, una discriminación negativa hacia el
sector agropecuario, desde fines de los años 40 y hasta mediados de los 70, restablecida
en los 80, eliminada en los 90, pero nuevamente instaurada en los años que corren desde
el 2000 en adelante16.

Tal discriminación negativa es relativizada por otros analistas, quienes no discuten


mayormente el que ésta haya existido o no, sino que no fue determinante ni del
estancamiento de tantos años o serio impedimento para el despegue observado desde
mediados de los 60. Sitúan en el atraso de las tecnologías agropecuarias y de sus
agroindustrias de apoyo, el claro origen del largo estancamiento sectorial mientras que
por la definitiva superación de ese atraso tecnológico explican la recuperación
agropecuaria observada a partir de los 60, así como de su sostenido progreso desde ahí
en adelante17.

Finalmente, cabe definir una tercera línea relevante en el análisis18, referida a una suerte
de división internacional del trabajo, en la cual el sector agropecuario de los históricos
proveedores de estas materias primas frente a sus también históricos clientes europeo
occidentales resultan relativamente postergados entre los años 30 y principios de los 60,
para luego ser temporariamente reivindicados hasta 1974 y definitivamente postergados
en los años 80. El proteccionismo agrario europeo impulsado, desde fines de los
cincuenta, poco después de la constitución de la Comunidad Económica Europea, sería
el causante de la declinación de distintas exportaciones agropecuarias de países en vías
de desarrollo en el mercado internacional, entre ellas, la de la carne vacuna.

16
Martinez de Hoz, (1967); Sturzenegger y Salazni, (1971); Sturzenegger, (2007).
17
Barsky, (1991); Obschatko y de Janvry, (1972); Piñeiro, (1975).
18
Astori, (1984); Cardozo y Faletto, (1969); Pierri (2007).
20

Frente a esto, la diversificación de mercados agrícolas de destino así como la sustitución


de cultivos tradicionales por otros nuevos determinó la recuperación y el continuo
progreso de la agricultura argentina. Pero el complejo alimentario de la carne vacuna,
por su parte, no logró sustituir a sus clientes europeos por otros de similar importancia y
tampoco alcanzó una innovación productiva tal como para sostener estos antiguos
clientes o para encontrar otros nuevos. En consecuencia, la ganadería entró así en un
largo estancamiento productivo, desde sus comienzos en los años 80, luego de que una
sustantiva caída en exportaciones como de participación en el mercado internacional de
carne bovina desde fines de los años 70 demostrase que la recuperación de una histórica
preponderancia se tornaba remota19.

En conclusión, partiendo de este conjunto de cuestiones fundamentales reseñadas, se


aborda una posible historia abreviada de la ganadería y carnes vacunas, luego de que la
crisis de 1930 impulsase al Estado a intervenir en este sector, en el marco de una
economía nacional condicionada por un contexto internacional de relevante influencia
sobre ella. En esa historia abreviada, entonces, la preocupación es analizar la relación de
productores ganaderos, frigoríficos exportadores y Estado frente a los
condicionamientos de la economía nacional, la internacional y los mercados de carne
bovina, con la finalidad de contar con una aproximación histórica al entendimiento de la
estructura y trayectoria más reciente de este sector productivo en su inserción
internacional.

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23

CAPÍTULO 1

El Estado y el contexto internacional, factores determinantes en la evolución del sector,


desde principios a mediados del Siglo XX.

Esta investigación, tal como ya se ha planteado, apunta a concentrarse en la acción del


Estado en relación a este sector, pero el ejercicio que éste hace de la política y la
economía, en general, alcanzan usualmente al sector en un sentido más amplio que el de
las específicas políticas públicas sectoriales. Como también se ha mencionado, este
sector, junto con el agrícola fueron centrales factores explicativos de las exportaciones
argentinas hasta los años ochenta del siglo xx. A partir de allí, es bueno anotar que,
además de la mencionada caída en las exportaciones de origen ganadero, también las
exportaciones agrícolas se reestructuraron a partir de una mayor demanda externa de
soja y oleaginosas20.

Las condiciones internacionales fueron siempre un determinante de este tipo de


modificaciones en las exportaciones agrarias. Además, esto se explica por la
intervención del Estado, el proteccionismo agrario y las políticas económicas en los
países extranjeros. Esto es así, principalmente, para las etapas que comienzan en 1930 y
se aproximan a la actualidad, tanto en el orden nacional como en el internacional.

Aún bajo condiciones internacionales más liberales, durante la etapa 1870-1930, el


factor externo es importante resaltarlo aquí ya que constituye el antecedente explicativo
de la depresión de los treinta, así como de la finalización del modelo agroexportador
argentino. En general, entonces, el contexto interno y el internacional, tanto en lo
político como económico, son un marco ineludible para observar cómo responde este
mercado frente a los cambios de rumbo de las políticas económicas internas e
internacionales.

20
Devoto, (1993).
24

De aquí en más, se trata de delinear con algún detalle un conjunto de hechos del orden
internacional que afectan a la Argentina y a su modelo agroexportador, en primera
instancia, para luego avanzar sobre el contexto propio de los años treinta a los
cincuenta. Por esto, la etapa de desarrollo, previa a la que inicia en los treinta, por al
menos dos razones, es necesario revisarla brevemente para observar el rol del Estado en
ella y sus condicionantes externos.

Una, es la época en que las inversiones en nuevos frigoríficos exportadores se realizan,


alcanzan un auge y luego comienzan a sufrir las crecientes dificultades propias de la
economía internacional. Otra, más relevante, es que los ganaderos, mediante una
representación rural políticamente destacada influyen crecientemente sobre los
gobiernos de los años veinte y de esta forma se plantea una antesala para el
protagonismo que adquirirán en los treinta.

Luego, esto facilita el análisis de la transición desde el final de la etapa que concluye en
1930 y la que comienza a partir de allí. Distintos aspectos de orden internacional entre
estas dos décadas sucesivas también son explicativos respecto del derrotero nacional de
los treinta en adelante y la inserción del sector en éstas.

Esto plantea que por orden de causalidad, se describa el problema general de cambio de
modelo, del agroexportador al que le sucede, el de sustitución de importaciones, en
primera instancia. Luego, en segunda instancia, sobre el caso específico de las carnes,
hay razones económicas, políticas e ideológicas que tienen su origen en aquella etapa
fundacional de la industria frigorífica exportadora y de la ganadería asociada a éste.
Tales razones adquieren importancia, a partir de los años treinta, en la determinación de
las acciones del Estado sobre el sector, las que, con su sesgo original, además,
subsistirán por al menos 30 años. Por lo tanto, resulta importante destacar que el modelo
de exportación de carnes que se inicia a principios de Siglo se modifica a través de la
acción del Estado y de la dirigencia corporativa rural, en los treinta, en virtud de dar
respuesta a las cuestiones que ya se habían planteado varios años antes.
25

1. La transición entre la modernización agroexportadora y la etapa que le sucedió


desde 1930. Sus trayectorias económicas y políticas en síntesis.

En base a distintos análisis al respecto se puede afirmar que a partir de la Primera


Guerra Mundial, la economía argentina comenzó a declinar, conservando, básicamente,
el mismo núcleo de la estructura económica surgida en torno de 1870, la capacidad
agroexportadora21. Luego de una recuperación económica en los veinte, a partir de la
crisis internacional de 1929, la declinación agroexportadora se retomó y se profundizó a
lo largo de los años treinta y la estructura económica se vio obligada a cambiar de eje
principal. Al exitoso modelo agroexportador con que la economía iniciara su
modernización –a partir de 1870- le sucedió la estrategia de sustitución de
importaciones, desde la década de 1930.Aquel modelo inicial generó una proyección de
potencia económica que a partir de los treinta resultó frustrada, ya que la historia, de ahí
en más, demostraría ser la de un país en vías de desarrollo. Este muy esquemático
planteo inicial, desde lo económico, se instala dentro de gobiernos que
consecutivamente reaccionaron de distinto modo a un contexto internacional claramente
condicionante del desarrollo económico del país. Se puede recordar, muy
genéricamente, que la etapa originaria de la modernización económica, iniciada en
1870, correspondió a una sucesión de gobiernos limitadamente democráticos –
limitación caracterizada, en principio, por la ausencia de un voto universal-, de
convicciones conservadoras y aliados a una concentrada clase u oligarquía terrateniente.
El conjunto de años en que estos gobiernos dirigiesen el país coincide, prácticamente,
con la etapa de mayor crecimiento económico nacional desde 1870, ya que ésta se ubica
entre este año y 1915, poco después del comienzo de la Primera Guerra. Luego, a partir
de que la democracia alcanzase efectiva representación popular –mediante el sufragio
universal obligatorio-, entre 1916 y 1930, los gobiernos elegidos –surgidos de una
opositora Unión Cívica Radical al régimen anterior- no resultaron enfrentados con el
modelo económico imperante. Sin embargo, estos gobiernos se instalan dentro de la
etapa de la Primera Guerra, su posguerra y en una década de 1920 donde tiene lugar una
dificultosa recuperación económica europea, de modo que el sostenimiento del modelo
agroexportador sufre las consecuencias de ese complicado contexto internacional del
que justamente, vía inversiones extranjeras y comercio exterior, había dependido desde
sus orígenes en el S. XIX.

21
Taylor, (1992); Di Tella y Zymelman, (1967); Díaz Alejandro, (1983).
26

Mediante el voto de las mayorías que los rechazaban, los conservadores que lo habían
conducido desde 1870, quedaron al margen del manejo directo de aquel modelo, pero
no dejaron de tener la influencia derivada de representar a un principal poder
económico.

La Sociedad Rural Argentina (SRA), fundada en 1866, era una institución de clara
representatividad de los terratenientes argentinos que mayoritariamente la integraban, la
cual, ya fuera con gobiernos conservadores o radicales, no dejó de involucrarse en la
política nacional. Durante la década de 1930 se encontrarán con un especial
protagonismo político22. Justamente, la SRA logró integrarse directamente al ejercicio
del poder político, desde el golpe militar de 1930 que derrocó al presidente radical
Hipólito Yrigoyen, el fraude electoral en los comicios de 1932 posibilitase el regreso de
los conservadores a los gobiernos que se sucedieron hasta 1943. Pero, después del golpe
militar de ese año y un breve gobierno, de unas elecciones legítimas surgió un gobierno
democrático de origen cívico-militar, encabezado por el General Perón. Luego de más
de una década de gobiernos conservadores, el peronismo sustituyó al radicalismo en la
preferencia y representación de intereses populares23.

Pero la administración de la crisis de los años treinta correspondió, sin duda, a


gobiernos de raigambre conservadora en los que la alianza con la Sociedad Rural se
hizo notoria por su central participación en ellos. Los gobiernos de la década de 1930
dieron origen a la etapa de sustitución de importaciones que el peronismo consolidó en
los cuarenta y que se mantuvo hasta fines de los cincuenta con un mismo perfil. Esta
sucesión de gobiernos: los conservadores del último cuarto del S. XIX y principios del
XX, la permanencia del radicalismo entre 1916 y 1930, el regreso de los conservadores
desde allí hasta 1943 y la aparición del peronismo desde ese momento, marcan un
contexto político dentro del cual la representación agraria encabezada por los ganaderos
es siempre actor principal.

22
Tarruela, (2012), Rapoport, (2007).
23
Rosa, (1992).
27

2. Modelo agroexportador y la ocupación de espacios vacíos.

El desarrollo económico de aquel último cuarto del S. XIX revela que su primera
expresión destacada es justamente la ganadería. Esto se confirma en el hecho -ya
mencionado- de que una producción ganadera que viene aumentando desde mediados
del S. XIX, acelera su crecimiento y el de las exportaciones argentinas, a partir de la
plena irrupción del modelo agroexportador en 1870.

A través de la expansión de la ganadería bovina –que sucediera a la previa de la ovina,


de 1850-, las crecientes exportaciones argentinas terminan respondiendo
mayoritariamente –en más de un 80%, en los primeros años- a productos de origen
ganadero –vacuno y ovino-24. Ésta fue la primera demostración que el estilo de
desarrollo agroexportador consistía en la ocupación de los “espacios vacíos” del
territorio, para que la tierra inexplotada, apta para la producción rural, se la incorporase
activamente a un aumento de la producción dirigido a los mercados internacionales de
estas materias primas. Y años después de la expansión ganadera vacuna, de la misma
forma, ocupando “espacios vacíos”, sobrevino la expansión agrícola.

Una vez que todas las tierras estuvieron casi por completo ocupadas y explotadas, la
capacidad productiva dejó de expandirse y el crecimiento de la producción agropecuaria
encontró su límite. Ésta es la explicación de por qué se puede encontrar una
desaceleración del crecimiento a partir de la Primera Guerra25. En ese momento, la
frontera agropecuaria habría sido alcanzada, en función de que el territorio con suelo y
clima adecuados no podría extenderse más allá de los límites ya establecidos.

24
Ortiz, (1978), Cortés Conde, Halperin Donghi y Gorostegui de Torres, (1965).
25
Di Tella y Zymelman, (1967).
28

Pero además, este estilo de desarrollo había demostrado hasta allí que, en realidad,
numerosas expresiones de apoyo a la producción básica, habían respondido al aporte de
una inversión extranjera liderada por Gran Bretaña y expresada en ferrocarriles,
infraestructura, frigoríficos, bancos, maquinaria, tecnologías, etc. La tierra, el trabajo –
abonado por la inmigración masiva- y la organización social, por su parte, contribuía a
aportarlas una clase dirigente de la cual los gobiernos conservadores y la oligarquía
terrateniente eran expresiones sustantivas26.

Este esquema ideal responde a la concepción de ocupación de espacios vacíos por el


capital internacional, la que resultó válida tanto en Argentina, como en Canadá,
Australia o Nueva Zelandia como ejemplos más destacados. La progresiva ocupación de
los espacios vacíos genera un aumento de las fronteras de producción, del crecimiento
económico, de la inversión y el comercio exterior.

El capital y las rentas de la inversión extranjera fueron predominantemente británicas


entre 1870 y 1914, siendo que en los años veinte ganó mayor importancia la
participación de capitales estadounidenses27. Resultó fundamental en el crecimiento
económico hasta 1914 la importante acumulación de capital. La caída en la acumulación
de capital, desde 1914, fue causa, por su parte, de un menor crecimiento hasta 1930. La
tasa de acumulación anual había sido del 4,8% hasta 1913 y la participación extranjera
en el stock de capital del 48% en ese año.

La inversión extranjera prácticamente desapareció desde 1914 y la tasa de aumento del


stock de capital cayó al 2,2 %. La tasa promedio de aumento del PIB per cápita hasta
1913 del 2,5% anual se redujo al 0,9% entre 1914 y 1929. Como se puede deducir, la
inversión norteamericana no tuvo la relevancia de la británica y otros países europeos,
previa a 1914. La producción y la inversión pasaron a depender en mayor medida del
ahorro interno y dentro de sus destinos principales se reveló el de la industria y el
comercio28.

26
Sábato, (1988).
27
Rapoport, (2007).
28
Díaz Alejandro, (1983); Taylor, (1992).
29

3. La dependencia argentina de una economía internacional en serias dificultades entre


1914 y 1929.

La Primera Guerra Mundial ya había demostrado que la economía argentina contaba


con la seria dependencia de la demanda internacional de sus productos por la necesidad
ineludible de contar con suficientes ingresos por exportaciones que le permitiese
importar bienes industriales. Con las divisas generadas por éstas debía adquirir una
mayoría de productos industriales que no producía y sin los cuales ponía en riesgo la
producción de bienes básicos para cubrir necesidades elementales de la población.

La Primera Guerra determinó la insuficiencia de exportaciones, de las divisas que


generaban y con que se pagaban los bienes industriales importados, cayendo el
crecimiento económico, en consecuencia. Ni el campo ni la ciudad contaban con la
producción que necesitaban. El origen de la recesión interna era simple reflejo de la
interrupción del crecimiento de la economía internacional por efecto de la guerra. La
dependencia del devenir de la economía internacional se hizo aquí evidente y, en
consecuencia, se entrevió que el modelo exportador estaba seriamente afectado por ella
y que era necesario contar con una industria nacional que bajase ese alto grado de
dependencia29. Pero fue insuficiente lo que se hizo desde el Estado o desde el orden
privado para impulsar la industrialización30.

La apertura económica que significaba poder exportar o importar libremente, asumir


deudas con el exterior o admitir todo tipo de inversión extranjera, siguió vigente a pesar
de que la economía internacional fue mucho menos generosa de lo que había sido hasta
1914 y esto afectó el crecimiento desde allí hasta 1930.

29
Bunge, (1921).
30
Dorfman, (1983).
30

En 1914, la declinación financiera de Gran Bretaña y su impacto sobre el mercado de


capital internacional fue el causante de aquella contracción del crecimiento. El sistema
financiero internacional del patrón oro –que se describirá más adelante-, que sostenía
aquella nación fue dificultosamente mantenido durante la Guerra y abandonado por ella
en 1919, para restablecerse en 1925. La caída del flujo internacional de capitales fue
notable desde 1914 y en particular afectó a los países donde se ensayaba “la ocupación
de los espacios vacíos”, de forma que la retracción económica por caída de la inversión
extranjera también se verificó en aquellos otros países ya mencionados –Australia,
Canadá, entre otros-31.

La capacidad financiera con la que, de todas formas, contaba Estados Unidos no resultó
un sustituto inmediato en materia de préstamos e inversiones, lo que se demuestra
porque los aportes de este origen resultaron insuficientes como para lograr revertir la
disminución del crecimiento, entre 1914 y fines de los veinte32. Desde entonces, el otro
aspecto en que impactó la guerra fue en el retroceso del comercio exterior y en esto la
Argentina padeció la escasez y encarecimiento de los productos industriales europeos
que normalmente importaba.

La recuperación de las consecuencias económicas de la Primera Guerra resultó en una


etapa de arduas contingencias para Gran Bretaña, la que se extendió hasta 192533. Entre
1919 y 1921, Gran Bretaña sufrió una dura recesión desde que en 1918 un recorte en el
gasto público británico estuvo dirigido a detener la inflación que las necesidades de
guerra habían disparado. También le resultaba necesaria una recuperación del mercado
financiero, con lo cual las tasas de interés se elevaron, particularmente a partir de que la
libra esterlina dejó de ser convertible en oro desde 1919, cuando se hizo insostenible la
paridad de la libra con el oro que se trató de mantener durante los años de la Primera
Guerra.

31
Taylor, (1997), Aglietta, (1987), Eichengreen, (2012).
32
Taylor (1997).
33 Eichengreen, (2012).
31

Si bien para 1922, la economía británica había entrado en una fase de recuperación, las
políticas monetaria y fiscal se siguieron restringiendo en el afán de restaurar el patrón
oro que las condiciones de posguerra habían impedido seguir sosteniendo. Las políticas
restrictivas se mantuvieron en razón de que existía el objetivo de restablecer el tipo de
cambio libra-oro al nivel de pre-guerra. Esto significaba la necesidad de aproximarse
con la caída de la inflación a una brecha menor entre ésta y el tipo de cambio fijo que se
buscaba restaurar. En 1925 Gran Bretaña reimplantó definitivamente el patrón oro con
aquella paridad fija y logró recuperar una mayor influencia en un mercado de capitales
internacional, en el cual Estados Unidos ya era el protagonista, desde la posguerra34.

Algunas de las observaciones realizadas respecto del impacto de la Primera Guerra


sobre Argentina tuvieron su origen en la declinación de Gran Bretaña, como se ha
señalado, pero, en rigor, ésta se inscribió dentro del retroceso económico de los países
europeos y éste, a su vez, dentro de un proceso internacional que culminaría en la
depresión económica mundial de los años treinta.

4. Estados Unidos y la economía internacional en los Veinte.

A partir de la Primera Guerra Mundial adquirió especial importancia el protagonismo de


Estados Unidos, en creciente reemplazo del de Gran Bretaña. Durante la Gran Guerra,
Estados Unidos se mantuvo neutral entre 1914 y 1917, años durante los cuales los
suministros norteamericanos y el financiamiento a los aliados le permitieron duplicar
sus exportaciones y constituirse en principal acreedor mundial. Años más tarde, a
medida que Estados Unidos iba reemplazando a Gran Bretaña en su posición
hegemónica, iba encontrando más atractivas las anteriormente sospechosas bondades
del libre comercio, la cooperación entre acreedores y el patrón oro.

34 Eichengreen, (2012).
32

Sin embargo, el Congreso de Estados Unidos dio un sorprendente rechazo a estos


factores de generación de la hegemonía al rechazar la conferencia de Versalles y el
protagonismo en la Sociedad de las Naciones, porque luego de tantos años en que los
americanos se ocuparon solo de sus problemas, la necesidad de administrar sus
relaciones con los europeos y asumir el liderazgo mundial estaba fuera de su tradición y
ambiciones. No obstante, Estados Unidos fue el sostén de la recuperación europea, a
partir de su creciente apoyo financiero a distintos países.

En el caso alemán, las reparaciones de guerra exigidas por los franceses determinaron la
imposibilidad de estos pagos con la simultánea atención de su reconstrucción
económica. Con el plan Dawes, de aporte de financiamiento americano, se estabilizaron
los pagos de guerra y la propia economía alemana, en 1924. Por carácter transitivo, la
mejoría y refinanciamiento alemán repercutía favorablemente sobre Francia y el resto
de Europa.

En 1924, Europa había retomado el nivel de actividad de la preguerra y en 1925 se


estaba nuevamente en patrón oro. No obstante, el libre comercio no regresaba y el
proteccionismo era un mecanismo de recuperación de los mercados internos. Entonces,
Estados Unidos comenzó a invertir sus ganancias de la guerra por medio de préstamos
de 1000 millones dólares anuales y a esto se sumaron los principales países europeos
con un movimiento financiero que totalizó los 2000 millones. La inversión directa
americana, en tanto, se concentraba en la periferia, Europa del este y Sudamérica35. Pero
no sólo esto, en este corto período financiero de los años veinte en Estados Unidos se
constituyó un importante mercado de capitales, ya que si bien Gran Bretaña y los
propios americanos habían experimentado un progresivo ascenso de esta expresión de lo
financiero en las últimas décadas del siglo XIX fue entre el 1900 y 1930 donde estos
mercados se expandieron notablemente.

35
Frieden, (2007), págs. 173-208.
33

A diferencia de lo ocurrido desde mediados del XIX, donde solo se recolectaba


financiamiento mediante bonos para la expansión de ferrocarriles, vías y transportes
fluviales o marítimos, desde inicios del S. XX y hasta la crisis del ’29 comenzaron a
cotizar grandes empresas privadas en los mercados de acciones –como U.S. Steel, por
ejemplo-, comprometiendo una rentabilidad en dividendos a distribuir de nivel superior
a la de los títulos de renta fija. Así, en Gran Bretaña, pero fundamentalmente en Estados
Unidos una explicación del flujo internacional de capitales se agregó a la de las rentas
fijas de los títulos, la de los réditos de las acciones, tanto que la crisis de 1929 vino a
interrumpir un notable boom de precios y volumen de acciones de Wall Street, cosa
impensable 30 años antes cuando casi no cotizaban empresas en bolsa y el público que
invertía en acciones era sumamente escaso36.

5. La crisis de fines de los veinte y la depresión de los treinta.

A consecuencia de serias pérdidas en la agricultura europea se inició una recesión en


1928 que retrajo el flujo de capitales americanos hacia Europa y estos volvieron
masivamente a Estados Unidos impulsando un boom de Wall Street. Éste desalentó aún
más los préstamos e inversiones en el exterior, lo que ahondó la recesión europea, ya
que la liquidez que aportaban los americanos prácticamente desapareció, lo que originó
un aumento de las tasas de interés europeas.

Ante la burbuja especulativa americana la Reserva Federal también decidió subir los
intereses, ante el temor de que esto pudiese derivar en un brote inflacionario. La caída
de Wall Street fue abrupta y total: la baja de las acciones tanto hizo caer los precios de
las materias primas como la demanda industrial. Aquí surgió el viejo argumento de que
por vía de baja de precios y salarios la recesión se auto-corregiría, ya que la baja de
precios llevaría a un aumento real de la cantidad de moneda y esto permitiría un
aumento natural de la demanda real de bienes.

36
Baskin y Miranti, (1996). Págs.189-208.
34

Por esta razón no se bajaron las tasas de interés y se esperaba la corrección,


simplemente, sin hacer nada que revirtiese la recesión. Mientras, el sistema financiero
afectado por quiebras de empresas y bancos se debilitaba y reducía, las deudas
empeoraban continuamente como la deflación de algunos productos como los agrícolas
o mineros y si bien la norma del libre comercio, en los hechos, había quedado en el
olvido, esto no sucedía con las de restricción monetaria y fiscal. Así, la desocupación
llegó al 16% en Estados Unidos y al 34% en Alemania, en 1930.El patrón oro seguía
siendo sostenido e inclusive con el Plan Young de 1929 se acordó regularizar las
reparaciones alemanas y se creó el Bank of International Settlements, BIS – también
conocido como Banco de Basilea, dirigido a agrupar bancos centrales y coordinar sus
acciones- como mecanismo de cooperación financiera internacional.

Mientras tanto una doctrina “liquidacionista” sostenía que la depuración de empresas y


trabajadores permitiría que operase una recuperación a partir de los sobrevivientes
indudablemente más competentes que quienes sucumbían en la crisis. Pero la deflación
no parecía suficiente e inclusive algunos salarios seguían subiendo y en algunos países
los sindicatos y grandes empresas se encontraban en contra de la deflación y seguían
sosteniendo los aumentos de salarios y la ocupación. Los gobiernos socialdemócratas
como los nacionalistas se inscribieron en esta línea que apuntaba ya a revertir la
deflación.

La resistencia de precios y salarios a la baja en algunos casos e, inclusive, la


persistencia de inflación en varios otros se presentó en todas las economías, pero nunca
había ocurrido antes de 1914 y respondía a un hecho económico nuevo alertado por
Keynes: la inflexibilidad de precios y salarios. Tanto las grandes empresas como
sindicatos alcanzaron un predominio económico que determinaba fijación de precios por
las empresas y fuerte resistencia a una baja salarial, por los sindicatos. La consecuencia
de esta rigidez resultó en que en lugar de caer los precios y los salarios como ocurría en
épocas pasadas, estos se mantenían y lo que caía era la producción y el empleo.
35

Las consecuencias internacionales de estas caídas en la producción, el empleo y los


ingresos en las distintas economías nacionales llevaron a una contracción espontánea en
las importaciones como parte de la generalizada reducción de la demanda de bienes. En
forma refleja cayeron las exportaciones y, por su parte, la crisis del mercado de capitales
detuvo el flujo internacional de préstamos e inversiones extranjeras. Además, la caída
del comercio exterior se reforzó con el avance del proteccionismo, ya que rápidamente
la opción a favor del trabajo y producción nacional generó el rechazo del trabajo
extranjero contenido en las importaciones y, por tanto, sustitutivo del nacional.

Finalmente, con la desvinculación de Gran Bretaña del patrón oro, la devaluación


sobreviniente y su regionalización comercial en el área de la libra, comenzaba el
derrumbe del patrón oro. Este resultó ser el antecedente más importante para que se
diese un proceso similar en Estados Unidos. Con el regreso de los demócratas en las
elecciones de 1932 se desató un pánico financiero en contra del dólar, buscando
resguardo en el oro. Finalmente, se desvinculó al dólar del oro y respecto de éste, el
dólar se devaluó.

El Patrón Oro, con sus mecanismos restrictivos, había impulsado la quiebra del sistema
financiero, el correspondiente pánico y su sostenimiento durante algunos años fue factor
de generación o mantenimiento de la Depresión. La recuperación económica solo fue
posible a partir del abandono del patrón oro pero el crecimiento internacional solo
regresó hacia finales de los años treinta37.

6. El desarrollo del Estado en Argentina en respuesta al cambio estructural del Estado


en el orden internacional.

Los efectos de esta sucesión de hechos internacionales sobre la economía argentina ya


han sido aproximados, pero es de destacarse el nuevo rol que adquiere el Estado a partir
de la crisis de 1930 en la economía, no es un fenómeno meramente nacional sino que
tiene sus raíces en la reforma del Estado en distintos países, donde en todas las
instancias de la crisis económica el Estado toma a su cargo una directa intervención para
lograr solucionarla.

37
Frieden, (2007), p. 233-260; Bernanke, (2000); Friedman y Schwartz, (2008).
36

El contenido ideológico tiene importancia en el tipo de intervención que se define y


establece distintas matrices de actuación del Estado. Los alcances del libre comercio
pueden llegar a limitarse extremadamente en función de los diferentes enfoques
ideológicos de construcción del Estado.

En Argentina, así como la Guerra de 1914 y sus años de posguerra habían afectado
seriamente la capacidad exportadora y el crecimiento de Argentina, la crisis
internacional de 1930 determinó la imposibilidad de continuar exportando al nivel que
se lo venía haciendo hasta la segunda parte de los años veinte. Entre 1931 y 1932 se
pasa a exportar un 40% menos que en esos años, luego el retroceso se logra revertir
parcialmente, pero solo desde principios de la Segunda Guerra se retoma un crecimiento
en los niveles de exportación.

Lógicamente, este retroceso exportador de los treinta, a la vez de hacer caer


notablemente el crecimiento y la rentabilidad de la producción agropecuaria, ya que a
ésta respondían las exportaciones, en más de un 90%, disminuye también las reservas
internacionales y la capacidad de pagos exteriores. Se había llegado a la imposibilidad
de continuar importando como se lo hacía antes de 1930 y la proporción en que se
debían reducir las importaciones estaba en el mismo orden en que lo hacían las
exportaciones38.

La restricción a las importaciones resultó consecuencia de la insuficiencia de


exportaciones y la demanda de una serie de bienes importados básicos se reorientó hacia
una industria nacional capaz de sustituir esos productos extranjeros mediante una
autónoma producción interna. Así, surgió el modelo sustitutivo de importaciones que
hacía de la industria nacional un instrumento adecuado para sostener una obligada
contención de las importaciones, ahorradora de divisas y capaz de aumentar la
producción y crear puestos de trabajo. Ésta es la hipótesis básica con que se analiza la
caída del modelo agroexportador, así como también el surgimiento y sostenimiento de
la estrategia de sustitución de importaciones que, en etapas y variantes sucesivas, llega
hasta 1990.

38
Vazquez Presedo, (1988).
37

Quien resultó responsable de este obligado proteccionismo fue el Estado, el que tal
como se mencionó, también se ocupó de proteger al agro, con el fomento de la
producción y la exportación. En suma, el Estado se estaba haciendo cargo de impulsar al
agro, a la industria e, inclusive, de la ocupación al fomentar estos sectores económicos
y, en vistas, del aumento del desempleo generado por la crisis. Esto nunca había
sucedido antes de 1930. Como también se mencionó, las Fuerzas Armadas también
pudieron llegar al gobierno, mediante un golpe de Estado en 1930 y otro en 1943, y,
entre medio de estos, los gobiernos que presumieron de democráticos lo hicieron a
través del fraude electoral con la finalidad del retorno de los conservadores al poder.
Alternativas políticas éstas, absolutamente novedosas e inconstitucionales, que
irrumpieron después de muchos años de estabilidad o mayor calidad institucional. En
definitiva, estos nuevos roles del Estado en lo político y económico se pudieron dar
dentro del conflictivo panorama internacional que originó la crisis de 1930. Sin poner
en claro también ese contexto en el que se desenvolvían los países centrales se dificulta
el porqué de la transformación del Estado a partir de 1930 y el impacto que esto tuvo
sobre el sector agropecuario exportador.

Hay argumentos no solo económicos sino de orden político que en los países centrales
posibilitaron, sin duda, desandar el camino de un Estado enrolado dentro de una
democracia burguesa. La relación Estado y mercado, en general, como en el caso
relacionado con el complejo agroindustrial de la carne vacuna, hace necesario revisar el
contexto internacional en que esto se modifica sustancialmente, para poder encontrar la
incidencia de aquel sobre la reestructuración del Estado en el orden nacional. De esta
forma, el contexto económico y político internacional entre principios de S.XX hasta la
Segunda Guerra cabría plantearlo adecuadamente para poder hacer las referencias
necesarias de los cambios que en el orden nacional respondan a aquel en sus diferentes
aspectos.

7. Del Patrón Oro a la crisis de 1929.

El ambiente claramente favorable al libre comercio y el sistema de Patrón Oro que se


habían instalado en el orden internacional desde el último cuarto del S. XIX
38

sucumbieron en la crisis de 1930 y debieron esperarse más de 20 años para comenzar a


consolidar un sistema comercial y financiero internacionalmente abierto como el que
terminase con esa crisis. Durante ese intervalo de 20 años, en tanto, el proteccionismo y
el protagonismo del Estado adquieren fundamento a nivel nacional e internacional. A
diferencia de la integración internacional de hasta los años treinta, el avance del Estado
y el proteccionismo establecieron una fragmentación internacional. El regreso a un
orden económico más integrado, incorporó el caso argentino a partir de fines de los años
cincuenta, a través de una readecuación de la etapa de sustitución de importaciones,
originada en los treinta. El contexto internacional de entre 1870 y 1930 que Jeffrey
Frieden39 se permite llamar primera etapa de la globalización tuvo un eje fundamental en
el orden financiero internacional, el sistema de Patrón Oro. Este sistema que
promovieran en bancos de países del exterior, los banqueros que lo sostuvieran desde
sus orígenes en el Reino Unido, permitió que el Banco de Inglaterra rigiera los
mercados internacionales de capitales. El sistema de patrón oro internacional liderado
por Gran Bretaña, a partir de 1870, significó el mantenimiento de la fijación del precio
en oro de las monedas nacionales y esto, en más de un período relevante, implicó
sensibles sacrificios económicos y sociales para poder lograrlo. Sostener la conversión
del oro en libra esterlina, con una determinada paridad, en forma permanente, era
fundamental para el sistema de Patrón Oro, porque así la riqueza financiera en libras
adquiría un valor fijo en oro. La virtud del sistema estaba, entonces, en que a largo
plazo, el dinero y el crédito se podían convertir siempre en una cantidad cierta de oro.
Esto fundamentaba la confianza en que un capital invertido siempre podía ser
recuperado a su valor original con más intereses u otras rentas percibidas. Y esa
confianza en el futuro que inspiraba el sistema permitió expandir préstamos e
inversiones a largo plazo, dando al mercado de capitales una creciente dimensión que
impulsaba la producción y el comercio internacional40.

Pero la expansión monetaria estaba siempre ajustada al respaldo oro de las monedas
nacionales. Este respaldo implícito en una suficiente acumulación de reservas en oro
podía significar un gran esfuerzo exportador, ya sea mediante alta producción, por bajo

39
Frieden, (2007).
40
Taylor, (2011); Aglietta, (1987).
39

consumo o por bajos precios de exportación o, en forma equivalente, una deflación en


relación a mayores precios de otros países. Este tipo de ajustes deflacionarios o la
necesidad de una caída en el consumo interno para alcanzar mayores excedentes de
exportación significaban caída de salarios, de la ocupación y encarecimiento del
financiamiento.

En pos de alcanzar ese respaldo oro a una paridad fija, el sacrificio de productores y
trabajadores, en un contexto de deflación o recesión, no fue en absoluto sorprendente o
inusual tanto en el caso de Gran Bretaña, otros países europeos o en Estados Unidos, ya
que esos mecanismos de ajuste eran básicos dentro de las “reglas del Patrón Oro”.
Aunque los préstamos entre países amortiguaban la necesidad o la urgencia de exportar
más o más barato para alcanzar el respaldo oro de la moneda nacional, lo cierto es que
las exportaciones debían crecer para acumular el oro que garantizase el valor de la
moneda. Así, el bloque de países centrales de esta primera globalización, la del Patrón
Oro, sacrificó, durante determinados períodos, el bienestar de amplios sectores de la
población en pos de preservar el valor de su riqueza a largo plazo. Esto fue cierto en la
larga deflación de entre 1870 y 1886. Luego, la aproximación al círculo virtuoso de
fines de un siglo y los primeros años del siguiente, parece haber recompensado los
sacrificios realizados previamente con un amplio impacto positivo sobre la mayor parte
de la población.

Entre la Primera Guerra Mundial y hasta mediados de los años veinte, a los sacrificios
propios de la posguerra en Europa, se sumó la política de austeridad monetaria y fiscal
que necesitó Gran Bretaña para poder restaurar el Patrón Oro en 1925. Solo Estados
Unidos y algunos países periféricos fueron la excepción dentro del período que va de
1914 a 1928, pero en 1929 la crisis alcanzó a todo el mundo. Paulatinamente, desde esa
crisis se fue planteando el abandono del patrón oro en los países centrales y, por ende, el
regreso a la inestabilidad en el valor de la riqueza. No habría necesidad de ajustar a la
baja –tal como requería el modelo de patrón oro– ocupación y salarios, como hasta
pocos años después de esta crisis todavía algunos siguieron sosteniendo. También,
como consignan distintos relatos históricos, el odio a una burguesía entre indiferente y
hasta complaciente con la situación de los trabajadores y clases medias durante el
estancamiento de los años veinte o la crisis de los treinta se fue esparciendo por
40

distintos países democráticos, se expresó en nuevos gobiernos que significasen una


alternativa al bloque dominante que originó tanto la debacle económica y social41.

Los cambios políticos que desplazaron a burgueses y conservadores del gobierno


llevaron a éste a distintas expresiones partidarias dentro de las que varias resultaron
antidemocráticas. Varios países de Europa se volcaron al sostenimiento de gobiernos
nacionalistas dictatoriales –caso típico de Italia y Alemania-. En tanto, los países que
continuaron con la tradición democrática lo hicieron por medio de la instauración de
todo un programa de protección social dirigido a recuperar el apoyo de las clases bajas y
medias. Así, de la anterior democracia burguesa se tornó a la socialdemocracia, tal vez
hasta por resultar la única alternativa para lograr la supervivencia del sistema
democrático que, tal como indicaban los ejemplos de los otros países en que éste no
había llegado a sobrevivir, se encontraba en serio riesgo.

8. La transformación del Estado y la economía desde 1930.

De una u otra forma, frente a este viraje crucial en el contexto político que impactaría
sobre la estructura económica, es importante buscar respuesta a la pregunta sobre qué
sucedió con los actores de la primera globalización que feneció a finales de los años
veinte. Es evidente que quienes debieron salir de los gobiernos obviamente no por ello
se desprendieron de sus intereses económicos y tampoco de sus convicciones
ideológicas, más aun cuando durante décadas éstas les habían servido para preservar e
incrementar su riqueza. Desde lo político-ideológico o desde las posiciones de poder
económico es indudable que, luego de un absoluto predominio social, estos actores
debían pasar, al menos, a reconstruir espacios de poder que les permitiesen continuar
con el apoyo necesario –de parte del Estado y la sociedad- a sus intereses sectoriales. El
odio popular hacia los mariscales de la derrota debería haberse traducido en la exclusión
de ellos de todo espacio de poder, pero no parece ser esto un denominador común de
todos los casos.

41
Yergin y Stanslaw (2007), p. 1-27.
41

Más bien, en algunos países, fue posible esa reubicación política de aquellos que ya
habían sido protagonistas en los años veinte, en esa antesala de la crisis de 1929. En
otros, los nacionalistas, se los desplazó del poder político pero no del económico.

Entonces, la exclusión de dirigentes tradicionales tanto en lo político como económico


no fue una constante generalizada. Churchill, histórico dirigente del conservadorismo
inglés, funcionario y ministro durante los veinte, reasumió el poder como primer
ministro en 1940 y terminó siendo un líder internacional de la lucha y victoria aliada
frente a los países del Eje en la Segunda Guerra.

Hjalmar Schacht, prominente banquero, presidente del banco central Alemán en los
veinte, volvió a dirigir la economía durante parte del gobierno de Hitler, desde 1933.
Cordell Hull, un muy tradicional liberal del S.XIX, alcanzó la Secretaría de Estado con
Franklin D. Roosevelt, en 1932, fue un férreo sostenedor del libre comercio, en épocas
de creciente proteccionismo, y, luego, claro inspirador de los siguientes gobiernos que
reinstalaron el predominio absoluto de esta política sobre los intentos de revivir las
tradicionales oleadas proteccionistas americanas.

Estos casos y algunos otros que se presentaron, plantean la sospecha de que, en realidad,
el odio y el desprestigio popular de los mariscales de la enorme derrota de 1929, no
logró desplazar del gobierno a algunos de ellos y otros, se sumaron a las nuevas
tendencias porque, simplemente, entendieron que el capitalismo necesitaba un replanteo
que tanto salvase al propio capitalismo como a la democracia, ya que era probable que
si no se salvaba una cosa la otra tampoco podría subsistir. Pero, en rigor, aun así, las
instituciones favorables al comercio parecían lograr salvarse en aquellos países que
rechazaban la democracia –los nacionalistas-, ya que si bien allí crecía el predominio
del Estado esto implicaba también que los empresarios privados, que se asociaban con
él, se beneficiasen mediante un crecimiento conjunto.
42

Un caso distinto al resto fue, obviamente, el de la URSS que desde la revolución


bolchevique de 1917 había quedado absolutamente desvinculada del sistema del patrón
oro y de toda coincidencia con el capitalismo. La producción industrial había pasado a
manos del Estado y el campesinado –la mayor parte de su población total- había
colectivizado su producción mediante el sistema de granjas colectivas. El costo humano
de esta última transformación fue altísimo porque la tierra de los campesinos era
expropiada por el Estado y la resistencia de los agricultores a abandonar sus tierras en
manos de éste era penada con ejecuciones y deportaciones por las que se llegaron a
registrar miles de muertes. A pesar de éste y otros graves sacrificios, la economía
socialista soviética funcionó mediante un sistema de planificación estatal centralizado
que logró aumentar sostenidamente la producción.

El volumen que ésta alcanzaba era la oferta que abastecía una demanda proyectada para
el consumo de la población y otra para el consumo intermedio o de inversión del
aparato productivo. No hubo dudas de que el mecanismo funcionaba porque la
economía logró crecer a buen ritmo y se fue originando una diversificación industrial
que permitió obtener una adecuada industria pesada, por ejemplo, mientras que la
agricultura fue progresivamente alcanzando mayor productividad.

La importancia de esta trayectoria resultó ser también una relevante lección política para
los subsistentes países democráticos, así como para los europeos no democráticos, ya
que se constató que el capitalismo no resultaba indispensable, ni insustituible para la
existencia del sistema económico, por un lado, y, por otro, que el Estado podía resultar
efectivo en la producción y distribución de bienes, mediante la aplicación de un
principio de escaso reconocimiento previo, la planificación42. Por último, no solo la
estructura económica estaba destinada a replantearse, a partir de este período post-crisis
de 1929, sino que la década de los treinta resultó prolífica en urgentes cambios.
Algunos, serían de implementación inmediata, y otros, se constituirían en preparativos
de una nueva transformación integral desde los comienzos de una segunda posguerra, ya
que una nueva guerra con Alemania era inminente y solo cabía esperar su derrota, si la
democracia debía sobrevivir.

42
Frieden (2007), p. 261-304.
43

El gobierno norteamericano trabajaba a marcha forzada, dado que había que trabajar
para prepararse para la guerra, pero también en la necesaria reconstrucción cuando ésta
acabase. Estados Unidos se proponía intervenir directamente en ella, ganarla y, luego,
asumir el liderazgo internacional que equivocadamente no había querido asumir al final
de la primera posguerra. En este rol que le cabría desempeñar, trabajaba en términos de
un rediseño del orden internacional que otorgase largos años de paz y prosperidad a su
país y al resto del mundo.

Sobre estas bases la nueva economía que se iba a aplicar en los treinta en Estados
Unidos, con principal preocupación por la situación interna, debía ser sucedida por un
esquema internacional coherente, a partir del liderazgo internacional americano.

Así ocurrió, y es por esto que así como fue posible encontrar un derrotero uniforme
entre 1870 y 1929, también se puede delinear una sucesión de hechos correlacionados
entre 1930 y 1973, nuevo punto de término de una segunda etapa globalizadora que, en
realidad, como tal, comenzó en 1945, luego de una concreta etapa preparatoria, con
inicio en los años treinta.

Es dable otorgarle una escasa valoración a todo el proceso que se diera en esta “etapa
preparatoria” pero éste hizo que, desde una situación catastrófica, se pasase a alcanzar
los objetivos planeados, cuando, evidentemente, desde sus inicios y a lo largo de todas
las contingencias enfrentadas –la crisis de 1930 y la Segunda Guerra- hubiera una
general incertidumbre siempre presente.

La incertidumbre provenía -y no desaparecía- de hechos como que los Estados Unidos


de principios de los treinta tuviese una economía diezmada, que las democracias
europeas subsistentes también estuviesen frente a una crisis profunda y políticamente
arrinconadas frente al avance de los nacionalismos o el comunismo, conformando una
minoría en este orden internacional.
44

De allí, entonces, en este notoriamente adverso contexto, es que hay que suponer que no
solo la economía debía recuperarse, que los actores de la globalización debieran
sobreponerse a su espectacular derrota, reincorporarse al gobierno, aplicar un modelo en
alguna medida alternativo y diseñar, asimismo, una nueva alternativa globalizadora.

No había mayor alternativa frente a esta propuesta, porque estaba en juego la


supervivencia de todo un sistema construido durante décadas y estaba viéndosele el
rostro a una posible crisis terminal.

La construcción de alternativas innovadoras frente a los componentes de la


globalización que comenzara en el contexto del patrón oro se fundó, precisamente, en su
caída y en el de sus principales fundamentos.

Los principios liberales de aquella primera globalización planteaban la apertura


económica, la protección de la propiedad y la disminución del protagonismo del Estado,
pero éste, con todo, tenía a su cargo la emisión y control de la moneda, el
mantenimiento de la libertad de comercio exterior y del movimiento de capitales.

Pero no existía para el Estado como cuestión propia de sus deberes el desempleo, los
niveles de salarios y los precios, aunque resultó imprescindible para el patrón oro que
hubiese libre fluctuación de esta variables. Sin embargo, como ya hemos visto tal
variabilidad en salarios y precios daba muestras de haber desaparecido en buena medida
para los años veinte. El ajuste deflacionario con el que se pretendió seguir contando
para estos años dejó de ser factible en razón de una rigidez salarial a la que ya se hizo
referencia al describir el escenario de determinación de la crisis de 1930.
45

Como ya se refiriera sobre los orígenes de la crisis de 1930, la deflación no parecía


poder alcanzar un nivel suficiente. Algunos salarios seguían subiendo y en algunos
países los sindicatos y grandes empresas se encontraban en contra de la deflación y
seguían sosteniendo los aumentos de salarios y la ocupación. Gobiernos
socialdemócratas como fascistas se inscribieron en esta línea que apuntaba ya a revertir
la deflación, al quedar demostrado que frente a la crisis se hacían necesarias otras
alternativas.

En realidad, la inflexibilidad salarial, particularmente, había sido resultado de que en el


curso de la década del veinte las luchas obreras y los partidos laboristas de algunos
países –Gran Bretaña o Australia, entre ellos- habían logrado avanzar en términos de la
protección de las condiciones laborales y en relación con los ajustes salariales.

Las demandas de una mayor protección social también habían aumentado y dentro de
ésta estaba planteada la instrumentación de algún tipo de cobertura frente al desempleo.
Así, la resistencia salarial se perfeccionaba con la progresiva existencia de seguros de
desempleo, ya que esto añadía otra barrera de contención a la baja salarial, dado que la
presión de la desocupación como sobre oferta laboral disminuía y también la correlativa
presión a la disminución de salarios. Por otra parte, este conjunto de medidas
laboralistas exponían la necesidad de que se contemplase la condición de vida de los
trabajadores como responsabilidad social del Estado y las empresas.

Anteriormente, durante gran parte de la vigencia del Patrón Oro, no se había podido
instalar esto debido a la menor capacidad de presión de los obreros y sus partidos
políticos y a los propios requisitos de funcionamiento de ese sistema. Cuando como
quedó dicho las democracias occidentales se encontraron con una grave situación de
riesgo, el alcance de los reclamos obreros debía ser debidamente tomado en cuenta, ya
que su desatención implicaba agravar el riesgo de un consenso antidemocrático interno
en precisa consonancia con el avance internacional de los nacionalismos y la
consolidación del comunismo.
46

Con la caída del Patrón Oro en Inglaterra, en 1931, y la posterior en Estados Unidos, en
1932, también se abría la posibilidad de sostener una política laboralista en este país, ya
que no se justificaría esperar una deflación salarial si el sistema que lo requería había
desaparecido.

Las políticas fiscales austeras y los lineamientos de restricción monetaria y fiscal,


fueron dejados de lado con la presidencia demócrata de Franklin Roosevelt, porque para
cumplimentar el eje político de una posible alianza con la clase obrera, sobre la base de
la protección social, era necesario aumentar el gasto público social.

Esto conllevaba, también, aumentar el protagonismo de un Estado que ya no solo no


velaría por el comercio exterior y el flujo de capitales en atención a mantener el valor
oro de una moneda, sino que estaría a cargo de la protección social de la población y de
una recuperación de la economía que permitiese bajar los altos niveles de desocupación.

El Estado, resumiendo, pasaba a hacerse cargo de conseguir una mejora en el bienestar


social de la población frente a la crisis, pero también a intervenir en la economía para
superarla. Ésta parece haber sido la opción central que se adoptó y dentro de la cual el
capitalismo pasaba a subsistir asistido por el Estado. De no mediar la intervención del
Estado en el sistema económico no cabía esperar la recuperación del crecimiento. Para
aumentar las inversiones productivas, el Estado debía ser capaz de asistir al sector
privado para lograrlo o tomar a su cargo directamente esas inversiones.

9. En ausencia de globalización, las economías nacionales entre 1930 y el final de la


Segunda Guerra y de las autarquías.

La recuperación económica, en los treinta, no fue automática ni una mera derivación de


haber dejado atrás el patrón oro, sino que resultó del avance del Estado sobre la
economía, justificado por la necesidad de rescatar a la economía del pozo en que había
caído y también de reflotar una sociedad política asediada por la postergación de la
clase media y obrera.
47

Éste no solo fue el dilema de Estados Unidos sino de una serie de países que fueron
golpeados de igual modo y donde fue el Estado el que tomó a su cargo rescatar
economía y sociedad. Algunos, como Alemania o Italia eligieron el camino de la
autarquía nacionalista y otros, el de la socialdemocracia. Todos se orientaron hacia el
capitalismo regulado. El caso argentino se inscribió también, claramente, dentro de este
conjunto de obligaciones que asumía el Estado. En relación con las Autarquías, el caso
de Alemania fue uno de los de más temprana recuperación y de más evidente éxito.

Todo el proceso económico alemán fue dirigido por un banquero que había resuelto el
problema de la hiperinflación en 1924, a través del simple expediente de dejar de
imprimir billetes y negociar favorablemente el apoyo norteamericano del Plan Dawes,
Hjalmar Schacht. Este se constituyó como presidente del Reichsbank desde aquel año y
hasta 1930 cuando renunció para retornar a este puesto después de la victoria electoral
de Hitler, en 1933. A partir de allí, impulsó un plan económico que se mostró como
absolutamente innovador ya que éste consistió en un impresionante plan de obras
públicas. Entre 1934 y 1937, el déficit fiscal alcanzó el 5% del PIB, cuando el 50%
correspondía al Estado y el Gasto Público alcanzaba al 34% del PIB. Si bien los salarios
se mantuvieron bajos, la ocupación alcanzó al conjunto de la población y la economía
pasó de la depresión al crecimiento sostenido.

Este tipo de política económica se reiteró en otras autarquías nacionalistas, como Italia,
Hungría, Rumania, Grecia, España y Yugoslavia y allí igual que en Alemania se
persiguió a socialistas y sindicalistas, se eliminó sus huelgas y reclamos salariales. Esto
significó el apoyo entusiasta de la burguesía a este tipo de regímenes, así como una base
de colaboración de la industria en los proyectos belicistas de estos países.
48

Tal como se mencionó, el caso de la economía soviética se resolvió también en términos


autárquicos mediante una economía centralizada en la acción del Estado. El 90 % de la
población de la URSS se dedicaba a la agricultura pero el Estado, aunque en forma
drástica y violenta para con el campesinado –como se mencionara–, logró elevar su
productividad, mediante la constitución mayoritaria de granjas colectivas en 1933. Una
exigencia de altos niveles de producción a precios bajos terminaba de definir todo el
esfuerzo demandado a los agricultores con destino al sostenimiento de la alimentación
de los empleados y obreros de las distintas ramas de actividad de una economía estatal.

En un estilo similar a las restantes autarquías el 50% del Gasto estatal se dirigía a la
inversión pública y se impulsaba las industrias pesadas y el gasto militar.

El conjunto de los países subdesarrollados, ante la caída de los precios agrícolas, el


volumen de exportación y los términos de intercambio, que se habían reducido en 1932,
respectivamente, en un 75%, un 25% y un 44%, tomó también el camino de la
intervención estatal. Las devaluaciones de las monedas nacionales, en este caso, fueron
resultado de esta debacle en la capacidad exportadora que había determinado una caída
notable en la importación, por lo que casi naturalmente se inició un proceso de
industrialización sustitutiva de importaciones.

Este ambiente económico fue el escenario de la retracción del dominio de las


oligarquías exportadoras a favor de gobiernos desarrollistas o populistas que erigieron
políticas sociales y de alianza obrera. Es bien claro en el caso argentino que esto sucedió
cuando los militares desplazaron al gobierno conservador de 1932 en 1943 y en 1945
fue elegido presidente el General Perón.
49

10. Las democracias sociales

Las experiencias democráticas de cambio social tuvieron un arquetipo en el caso de


Suecia donde la social democracia se instaló en el gobierno en 1932 y logró gobernar
por más de 40 años. Desde un principio tanto en el orden económico como social
generó profundas innovaciones que significarían un cambio estructural profundo que
también otros países implementarían y sostendrían igualmente como modelo de
desarrollo por décadas. El gobierno se abocó a combatir la recesión y a obtener el pleno
empleo. La política monetaria la utilizaron para lograr estabilidad en los precios,
revirtiendo la deflación y la política fiscal para sostener la actividad económica,
mientras que devaluaron lo necesario para recuperar el equilibrio en el sector externo.
Es decir, se aplicaron todos los instrumentos modernos de política macroeconómica y
sin ninguna preocupación por hacerlo, contrariando todos los preceptos del abolido
patrón oro. En tres años, Suecia había dejado atrás la depresión.

Hay que reconocer, sin embargo, que otros países habían tomado similares trayectorias
en el terreno económico, pero fue en el orden social donde sí se planteó una clara
diferenciación. Se puede decir que aquí se iba a constituir el Estado de Bienestar
moderno, ya que se implementó una batería de programas sociales que permitieron
alcanzar una protección social de la población de un alcance desconocido por la
mayoría de los países de aquella época.

La base política de la socialdemocracia, obreros y agricultores, comprometía estos


logros y estos fueron alcanzados. Se implementó el seguro de desempleo para toda la
población trabajadora, un programa universal de maternidad e infancia, el seguro de
salud universal, el sistema de pensiones y jubilaciones, los almuerzos escolares gratuitos
y el plan de viviendas.
50

En Estados Unidos, bajo una configuración política distinta se avanzó en la reforma


social en igual sentido, partiendo de un esquema económico donde también se
devaluaba, se apoyaba la recuperación de los precios agrícolas e industriales y la
realización de grandes obras públicas. Luego de dos años de gobierno se planteó el
seguro de desempleo, el seguro social y los subsidios a la agricultura. No sólo esto, sino
que apoyó la sindicalización mediante una Ley de Relaciones Laborales que contó con
el apoyo de la central de trabajadores americanos AFL-CIO, cosa que permitió la
duplicación de los afiliados a los sindicatos. Asimismo, el gobierno federal en el afán de
infundir la presencia del Estado benefactor en todos los ámbitos de gobierno, amplió su
regulación de todas las actividades, desde la política bancaria y monetaria hasta las
instalaciones eléctricas y los seguros sociales.

La dirección señalada por Estados Unidos llevó a que Dinamarca, Noruega, Bélgica,
Suiza, Canadá, Nueva Zelandia y finalmente Francia siguieran el mismo camino. Algo
retrasadas quedaron Gran Bretaña, los Países Bajos y Australia en razón de haber tenido
ya una historia de reformas sociales previas. Pero lo importante es que frente a un grupo
de países que habían optado o por el fascismo o el comunismo, los países industriales
avanzados habían optado a su vez por la continuidad de la democracia en un estilo
socialdemócrata que, en un acto fundacional, instituía el Estado de Bienestar.

Este escenario definía la adopción de la política keynesiana, pero las democracias


fueron bastante más allá al optar por el Estado de Bienestar y erigir la democracia social
como suerte de reemplazo de la democracia burguesa. Esta nueva alternativa se
demostró no solo como solución al problema de la creación de empleo sino también al
de una mejor condición de vida para los trabajadores, lo cual indudablemente sumaba el
apoyo obrero al sostenimiento de la democracia. Así, la democracia lograba sobrevivir
mientras que el mercado también podría hacerlo43.

43
Frieden, (2007). Págs. 335-365.
51

11 .Conclusión

Es bien claro que la depresión de los años treinta originó una quiebre estructural en la
economía nacional e internacional. La recuperación de la producción y el mercado
interno pasó a ser prioritaria y el comercio internacional cayó y se fragmentó. Las
exportaciones se redujeron por la caída en la demanda de países con ingresos y
actividad en descenso. Luego, la importación fue restringida para no competir con la
actividad nacional y defender las reservas en divisas.

El proteccionismo fue una consecuencia inevitable de la disminución de la riqueza y el


crecimiento como también del impulso del Estado en defensa de la economía nacional.
Junto con este difícil panorama económico, también se presentó un complicado
problema político y social. Tal como se mencionó, el empobrecimiento que sembró la
crisis determinó o consolidó cambios políticos en favor de los sectores populares más
afectados, ya sea a través de la protección social o la reactivación económica.

Obviamente el Estado y los gobiernos constituidos quedaban nuevamente en el centro


de la escena. Como el Patrón Oro se derrumbó, la emisión monetaria no debía estar
restringida por el respaldo oro de la moneda. Esto permitió políticas monetarias y
fiscales menos austeras. El deflacionismo como sistema de recuperación del valor de la
moneda y de su capacidad de sostener una mayor demanda, en consecuencia, fue
abandonado. La demanda debía estimularse desde las políticas fiscales,
despreocupándose de todo efecto inflacionario, en clara coincidencia con el enfoque
keynesiano.

Los gobiernos nacionalistas y dictatoriales de Europa instauraron un denominado


capitalismo de Estado, ya que éste impulsaba las inversiones y el financiamiento con
que las empresas privadas lograban el avance de la producción. No había mayor énfasis
en mejorar la condición social de los trabajadores, pero el empleo y los ingresos
aumentaban, haciéndose menos relevantes los reclamos sindicales. La persecución de
los sindicatos socialistas o comunistas era el otro factor de una mayor disciplina obrera.
52

El éxito económico de las autarquías nacionalistas conformaba principalmente a los


capitalistas subordinados al Estado y crecía el nazismo con sus ambiciones de
expansión territorial. El otro suceso económico y una consolidación política la
demostraba el comunismo en la Unión Soviética. La herramienta de desarrollo de la
economía del Estado era la planificación económica. Las democracias occidentales
habían perdido influencia global y las empresas estaban estancadas dentro de una crisis
donde los mecanismos de mercado no daban respuestas automáticas para su reversión.
Nuevamente, desde un Estado que demostraba toda su importancia en la reactivación de
economías nacionalistas y de la soviética, debían partir las respuestas que el mercado no
ofrecía.

Ya se revisaron casos particulares como los de Suecia o Estados Unidos, a los que
siguieron varios otros, y en todos ellos se plantea un estilo socialdemócrata para lograr
una alianza con los trabajadores, otorgándoles una protección social en la que antes algo
se había avanzado y ahora se generalizaba en los años treinta. También los intereses de
las empresas eran contemplados a través de políticas fiscales y monetarias reactivantes
que también aumentaban el empleo.

En Argentina, la década de los treinta pone en claro que es un grupo conservador en el


gobierno el que intenta el salvataje económico, implementa inmediatamente el
proteccionismo exportador al agro y a la industria mediante el cierre parcial de
importaciones competitivas con la producción nacional. Luego, reestructura el Estado y
le da mayor poder de intervención en la economía: en el sistema financiero, en el
comercio exterior, en los precios y en el gasto público.

Como la asignatura pendiente resulta ser la alianza con el sector de los trabajadores, son
los militares, encabezados por Perón los que movilizan a este sector a través de su
propuesta de mejoramiento de las condiciones laborales y sociales de los obreros. La
industria sobre la que se pivotea la ocupación y la sindicalización pasa a ser entonces
aún más promovida. Las reformas del Estado introducidas por los conservadores en los
treinta se profundizan desde el gobierno peronista de 1946. La “oligarquía terrateniente”
que había reasumido parte del poder político en los treinta solo pasa a ser expresión de
la oposición al peronismo y no la más importante.
53

El peronismo era así una combinación de autarquía nacionalista –con un Estado


intervencionista, enfrentado a Estados Unidos, inicialmente, y con arduos acuerdos
económicos con Gran Bretaña- con la manifestación central de la socialdemocracia, el
compromiso social con los trabajadores. En esto último, se diferenció del gobierno que
lo había precedido pero cabe remarcar que en cuanto al avance del Estado sobre el
mercado se siguió el rumbo marcado por aquél.

Como ya se mencionó, en los años treinta, en varios países centrales, se comenzaron a


sentar las bases de lo que se conocería como Estado de Bienestar, lo que en términos
genéricos constituyó el otorgamiento de garantías del sostenimiento de ciertos derechos
sociales y económicos básicos para la población.

Sobre la importancia que tuviera el peronismo en la construcción de una suerte de


Estado de Bienestar, Mariano Plotkin44 plantea que el libro publicado a principios de
los setenta por Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero sobre los orígenes del
peronismo es particularmente esclarecedor, dentro de una vasta bibliografía de estudios
sobre el peronismo. Además de referirse al "Crecimiento industrial y alianza de clases
en la Argentina (1930-1940)", en la primera parte del libro, en la segunda "El
movimiento obrero en los orígenes del peronismo", los autores afirman que el
peronismo no puede ser entendido como una ruptura completa con el pasado, sino que
es una consecuencia de un proceso que tiene sus orígenes en los treinta.

“A diferencia de Germani, que había visto en el peronismo una visión distorsionada y


local del Fascismo, para Murmis y Portantiero, la explicación del fenómeno debía
buscarse en ciertas características estructurales del desarrollo de la sociedad argentina
durante la década del '30”, afirma Plotkin y destaca el énfasis puesto por los autores en
la continuidad existente entre las políticas de Perón y los objetivos de los líderes
sindicales tradicionales.

44
Plotkin, (1991).
54

En un contexto de acumulación de capital sin distribución, Perón, desde su puesto de


Secretario de Trabajo y Previsión, estaba en posición de otorgarle a los sindicatos lo que
hacía rato que estaban reclamando. Plotkin concluye: “a semejanza del análisis de Di
Tella, para Murmis y Portantiero, Perón no sólo recibió el apoyo de la clase trabajadora
(como enfatizaba Germani), sino que ven al peronismo como el resultado de una alianza
policlasista compuesta por trabajadores, sectores de las Fuerzas Armadas
(mayoritariamente del ejército) y pequeños industriales que se establecieron como
consecuencia del proceso de sustitución de importaciones iniciado en la década del '30.
Esta alianza, por lo tanto, fue el resultado de la manera en que la economía y la sociedad
se desarrollaron en la década del '30”.

De esta forma, los procesos que se dieron en los países centrales coincidieron con los de
la Argentina así como de otros países subdesarrollados. Desde esa especie de Estado de
Bienestar, forjada por el peronismo en los años cuarenta, no se regresó y su existencia
no fue cuestionada hasta los años noventa. Esto significó que los asalariados tendiesen a
resistir rebajas en sus salarios reales y se desarrollasen pujas distributivas de ingresos
entre estos y sectores como el agro, la industria o el Estado.

Debido al carácter de alimento o bien-salario, de la carne vacuna, sus productores


debieron tomar parte en la discusión sobre consumo e ingreso de los asalariados, a
través de su incidencia sectorial en las decisiones de política económica. Sobre esto se
revisarán distintos casos e interpretaciones.

Este contexto internacional con sus actos reflejos sobre las condiciones internas es,
como se ve, una suerte de constante histórica que tiene una fundamental influencia
sobre las políticas de desarrollo y por lo cual se hizo inexcusable abordarlo para luego
focalizarse sobre una actividad que al estar dirigida a la alimentación entró tanto dentro
de la preocupación productiva como social del Estado.

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57

CAPÍTULO 2

Los orígenes de la estructura frigorífica.

1. Introducción.

Luego del análisis de la evolución general, en el contexto nacional e internacional, de lo


económico y político, realizado en las páginas anteriores, conviene abordar ahora una
rápida revisión del crecimiento del mercado de carnes de exportación, de sus actores
principales y las distintas iniciativas estatales de controlar, durante las primeras décadas
de actividad –hasta 1930- de los frigoríficos fundados en torno del inicio del Siglo XX.
Estos serán los encargados fundamentales de las exportaciones de carnes hasta fines de
la década de 1960.

Ya en la década de los veinte y después de más de dos décadas de actividad de los


frigoríficos, los ganaderos llegaron a la conclusión de que los frigoríficos debían ser
controlados para evitar las prácticas monopólicas u oligopólicas que vinieran realizando
desde su fundación. La producción y rentabilidad ganadera se veían afectadas en razón
de este poder que ejercían sobre el mercado por lo que el Estado debía intervenir para
revertir esta situación que se había prolongado por bastante tiempo.

Esto que podría haber sido una específica propuesta política sectorial, en realidad, tuvo
ribetes más politizados durante los años veinte, sobre los que se sentaron algunos
antecedentes de coincidencia de parte del radicalismo con el mismo ruralismo que antes
se había demostrado más coincidente con el régimen conservador.

El mayor proteccionismo estadounidense de fines de los años veinte, fundado en


razones sanitarias, determinó que el destino predominante para las carnes y la ganadería
argentina terminase siendo el de Gran Bretaña.
58

Surgió el lema político de “comprar a quien nos compra” durante el gobierno radical de
1928, con lo cual se desalentaba el intercambio generalizado de productos con los
norteamericanos, mientras se privilegiaba el establecido con el Reino Unido.

2. Algunos aspectos de los inicios de la industria y de su consolidación.

Luego de que el saladero y las carnes saladas perdieran su mercado principal de


consumidores, los esclavos, debido a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos,
Cuba y Brasil entre 1865 y 1888, los saladeros de la Provincia de Buenos Aires pasaron
a 420 mil cabezas anuales de faena de exportación en 1890 a una cantidad nula en 1902.
Mientras tanto, la exportación de ganado en pie, fundamentalmente a Inglaterra, pasó de
72.000 cabezas en 1880 a 340.000 en 1895. Poco después, el Reino Unido suspendería
toda importación de ganado por razones sanitarias, ya que se adujeron brotes de fiebre
aftosa. Sin embargo, ya para finales de siglo XIX el invento de la cámara frigorífica de
Tellier ya había rendido frutos en materia de conservación de carnes congeladas,
durante los todavía largos viajes de navegación hasta Inglaterra. La adaptación de las
cámaras de frío como de los navíos frigoríficos habían resultado exitosas desde
principios de la década de 1880.

Los frigoríficos de Terrason, nacional, ubicado en San Nicolás, Pcia. De Buenos Aires,
y de River Plate, inglés, de la ciudad de Campana de la misma provincia, habían
comenzado los embarques a Inglaterra, en esa época. Luego con capitales ingleses y
nacionales se constituyó la compañía Sansinena y ésta instaló el Frigorífico La Negra,
en Avellaneda, ciudad también bonaerense. La distribución de las carnes de este origen
estaba a cargo en Europa, por parte de la firma Nelson, propietaria de una cadena de
carnicerías, allí. Esta misma firma instaló el frigorífico Las Palmas, en Zárate, también
en la Provincia de Buenos Aires.
59

Un muy importante negocio lograron realizar estos frigoríficos entre 1899 y 1902, a
consecuencia de la Guerra de los Boers, en Sudáfrica, donde las tropas fueron
alimentadas mediante las carnes congeladas que se exportaron a ese país. Esto atrajo
nuevos capitales al sector, cuando los ingleses fundaron el Smithfield y La Plata Cold
Storage en la ciudad de La Plata, en 1904, éste último también con aportes sudafricanos.
Con capitales argentinos se instaló también el “Cuatreros” en Bahía Blanca (1902) y el
Argentino, en Avellaneda, en 1905. Luego vendrían el Anglo de Zárate, en 1916; el Río
Grande, en Tierra del fuego, en 1917; el Puerto Deseado, en Santa Cruz, también en ese
año, y la Compañía Saladeril, en Concordia, provincia de Entre Ríos, en 1924.

En buena medida, los llamados frigoríficos nacionales también compartían intereses con
capitales ingleses, ya sea por razones de inversión o comercialización. Había en sus
directorios, representantes de la banca, del comercio exterior o de la diplomacia inglesa.
Pero, a partir de 1907, había comenzado a penetrar el trust frigorífico norteamericano,
de dudosa fama por sus litigios en la justicia americana, resultado de la aplicación de la
ley antitrust, pero también singularmente poderoso. Habiendo comenzado los Armour
en 1876 a trabajar en esta rama de la industria para luego sumarse la Swift, Wilson y
Cudahy se constituyeron en los “cuatro grandes” que dominaron todo el mercado
americano y luego desembarcaron en Gran Bretaña. Debido a que la producción
americana no dejó mayores saldos como para continuar las exportaciones al mercado
inglés, los “big four” decidieron instalarse en Argentina, Uruguay, sur de Brasil,
Australia, Nueva Zelanda y Canadá para proveer desde allí al mercado inglés. Así, el
“La Blanca” y el “La Plata” pasaron a manos de Swift, en 1907, y luego ésta también se
hizo cargo de los frigoríficos ingleses que iban a instalarse en San Julián y Río
Gallegos, Provincia de Santa Cruz, en 1912.
60

Luego, Armour instaló su planta en La Plata, en 1915, siendo considerada una de las de
mayor tamaño en el mundo, a ésta se sumó otra menor, en Santa Cruz, en 1920. Wilson
adquirió el Argentino, en 1915, e instaló otro frigorífico importante en Rosario, en
1924. De las 28 mil cabezas de ganado vacuno que se habían faenado en 1899 para ser
exportadas como carne, se pasó a un promedio anual de 1 millón trescientos mil entre
1910 y 1914. Entre este año y 1930 se habían alcanzado los 2 millones de cabezas
anuales, en promedio. Ese promedio fue recuperado durante los años de la Segunda
Guerra, pero antes y después de ella el promedio cayó a niveles solo por encima del
promedio de 1910/1914, dentro del período iniciado en 1930 y finalizado a mediados de
los años 50. Por otro lado, el ingreso de los frigoríficos americanos inició e impulsó
fuertemente la comercialización de un producto innovador de gran valor, el chilled beef,
la carne enfriada, no congelada y, por tanto, con el sabor de la carne fresca. También
ellos introdujeron el aprovechamiento integral de los animales, a la vez que
racionalizaron el uso de la fuerza de trabajo. La comercialización era la otra gran
ventaja de los americanos que lograban fácilmente abrir una extensa distribución en los
mercados de destino. Los americanos resultaron ser los principales exportadores, pero
los ingleses que ya habían iniciado sus prácticas oligopólicas de exportación -entre ellos
y los nacionales- se dirigieron rápidamente a un acuerdo que incluyese a todos los
capitales involucrados. En la primer Conferencia de Fletes de 1911, americanos e
ingleses, establecieron el reparto de los cupos de exportación que regirían en 1912. Un
80%, aproximadamente, repartido entre unos y otros y la parte restante para los
nacionales. Ésta, en realidad, fue una concesión que hicieron los norteamericanos
inicialmente, ya que tal como había sido su experiencia en Estados Unidos prevalecían
en ellos sus ambiciones monopólicas, mediante la eliminación de toda competencia.
Podían asumir las pérdidas de inundar el mercado de producto, bajar los precios,
disminuir la rentabilidad de la competencia y obligarlos a cerrar o venderles su
patrimonio en valores de liquidación.
61

En este marco, los frigoríficos de los “cuatro grandes” expandieron sus instalaciones de
producción y sus exportaciones durante esa década de 1910, aunque los ganaderos no
sufrían aun las consecuencias de la caída de precios internacionales45. Por el contrario,
la política de precios internos –de compra en estancia- fue la de no trasladar la baja que
se pudiera experimentar por el aumento de las exportaciones, sino que la demanda y los
precios se les mantuvieron a los ganaderos. Esto determinó que estos avanzasen en el
refinamiento de la calidad del ganado de exportación y aumentasen los campos de
alimentación para engorde, las zonas de invernada. Se importaron reproductores de las
mejores razas productoras de carne de Inglaterra y se extendieron las áreas de alfalfa en
las zonas de invernada.

La especialización en la producción ganadera llevó también a que la cría de ganado se


diferenciase del engorde o invernada, posterior. La etapa de cría quedaba reservada a los
campos menos favorecidos en pasturas o alfalfares y el efectivo desarrollo del animal
pasaba finalmente a las zonas de invernada, donde éste contaba con la alimentación
suficiente como para alcanzar calidad de exportación. Si bien, más tarde, se harían
presentes algunos conflictos entre criadores e invernadores por el reparto de las rentas
de la carne, en aquella primera década la preocupación de los frigoríficos ingleses fue la
que se hizo sentir sobre la diplomacia británica. El gobierno argentino debió recibir las
críticas a los norteamericanos de parte de su contraparte británica. A la principal y
tradicional relación con Gran Bretaña, se agregaba el hecho de resultar éste el destino
predominante de las carnes argentinas, por lo cual los frigoríficos ingleses deberían ser
protegidos por los argentinos46. Además, estos últimos contaban con una importante
flota de ultramar que los norteamericanos no habían logrado desarrollar. Una suerte de
equilibrio de factores de poder continuaba siendo el sustento de la resistencia de los
frigoríficos ingleses a ser eliminados por los americanos47.

45
Hanson, (1937).
46
Smith, (1983).
47
Puiggros, (1957).
62

En 1914, poco antes de la guerra, las reuniones del pool exportador pasaron a hacerse
entre Chicago y Londres y la solución final resultó en elevar el cupo norteamericano, ya
próximo al 60%, cayó al 30% el correspondiente al inglés y al 10%, el argentino. La
Primera Guerra se transformó en un fuerte impulso a la demanda de carnes para
abastecer a los ejércitos, resultando esto en un mayor mercado para todas las partes
involucradas y la puja entre las empresas disminuyó notoriamente en esta etapa. En
cuanto finalizó la guerra, los excesivos stocks de carnes en Europa desalentaron toda
continuidad de la fuerte demanda propia de aquella. Hacia fines de la década de 1920, la
demanda de carnes comenzaba a reducirse y los precios también. A partir de 1923 la
demanda comenzó a recuperarse y las exportaciones también, pero los precios del
ganado continuaron bajos hasta 1928, desde 1921.

Cuadro 1. Faena de ganado y vacuno para


exportación. (Cantidad de cabezas)

1915 1.399.921
1916 1.854.969
1917 2.161.725
1918 2.976.224
1919 2.019.916
1920 1.416.745
1921 1.269.399
1922 1.726.154
1923 2.663.000
1924 3.504.222
1925 3.127.988
1926 2.819.016
1927 2.995.761
1928 2.458.474
1929 2.300.805
1930 2.137.458
1931 1.778.901
1932 1.690.907
1933 1.718.142
1934 1.794.279
1935 1.946.169

Fuente: Junta Nacional de Carnes. Datos reproducidos por Banco Ganadero Argentino,
1967. Cuadro 14.
63

Cuadro 2. Evolución de precios del ganado vacuno.


Indice de Precios reales del kilo vivo en Liniers. Junio 1966=100
1915 119,7
1916 111,5
1917 91,8
1918 84,2
1919 112
1920 93,8
1921 69
1922 52,4
1923 46,7
1924 72,1
1925 80,9
1926 83,3
1927 84,1
1928 96,6
1929 94,6
1930 97,2
1931 100,7
1932 76,4
1933 67,6
1934 71,9
1935 84,5

Fuente: Serie de precios corrientes por kilogramo vivo de Junta Nacional de carnes,
ajustada por índice de costo de vida, Banco Ganadero Argentino, 1967,

Cuadro 3. Valor de exportaciones argentinas de carnes vacunas 1914-1939


Años Valor total de las Volumen de las Precio exportaciones,
exportaciones, pesos oro. exportaciones en pesos oro por tonelada.
toneladas.
1914 77.242.118 397.945 194
1915 82.271.309 405.841 203
1916 103.390.783 490.140 211
1917 125.926.198 539.211 234
1918 239.669.988 707.758 339
1919 221.301.989 547.052 405
1920 118.444.127 450.895 263
1921 104.152.108 424.264 245
1922 64,578.701 462.613 140
1923 105.201.559 638.279 165
1924 142.524.632 852.434 167
1925 138.424.410 773.402 179
1926 125.189.200 751.189 167
64

1927 117.602.660 798.019 147


1928 111.236.804 602.368 185
1929 111.533.567 577.553 193
1930 109.342.656 534.579 205
1931 98.749.667 518.911 190
1932 68.128.580 476.502 143
1933 63.386.532 462.644 137
1934 69.398.573 466.566 149
1935 85.739.491 469.673 183
1936 90.866.508 494.679 184
1937 106.214.411 546.804 194
1938 112.535.362 547.771 205
1939 99.501.135 576.415 173

a): Incluye exportaciones de menudencias vacunas. Fuente: Vázquez Presedo, Vicente.


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Ciencias Económicas., 1988.Anuarios Comercio Exterior.

3. Las primeras “leyes de carnes”, el avance del Estado y la política sobre el sector.

Entonces, se inició una especie de guerra parlamentaria contra el trust norteamericano.


Pesó en el conjunto de iniciativas antitrust, la historia de la lucha contra los trusts en
Estados Unidos que había contado como uno de sus principales acusados al trust de las
carnes. Pero de esta forma se quería dar respuesta también al problema de los bajos
precios ganaderos. Sin embargo, los frigoríficos y los ganaderos invernadores que los
aprovisionaban eran socios en el negocio, por lo cual no hubo un acompañamiento
decisivo a la iniciativa parlamentaria ni a la acción del Estado, en un principio48.

En 1923, finalmente, se aprobaron las leyes de “control de comercio de carnes” – Ley


11.226-, la de “venta de ganado al peso vivo” -Ley 11.228-, la “de frigoríficos y
distribución de carnes” –Ley 11.205-, y la de “precio mínimo y máximo de la venta de
carne” –Ley 11.227-. Las dos primeras leyes intentaban dar mayor transparencia al
mercado, haciendo obligatoria la registración de los intervinientes en el mismo,
exigiéndose también que los animales comerciados contabilizasen su peso.

48
Hanson, (1937).
65

Respecto de la distribución y los precios de la carne, la preocupación por ambos quedó


planteada en las dos últimas leyes. Por un lado, se creaba un frigorífico en la Capital
Federal para garantizar su abastecimiento y por otro, se apuntaba a que los precios
ganaderos no se deprimiesen tanto ni tampoco se encareciesen exageradamente,
mediante el arbitrio de precios mínimos y máximos.

La inscripción de los operadores en el mercado facilitaría realmente su control, mientras


que la determinación de cantidades y precios de la carne cotidianamente comerciadas
resultarían en otro elemento importante de supervisión. El frigorífico de la Ciudad de
Buenos Aires tuvo un desarrollo relevante a lo largo de varios años, mientras que la
regulación de precios, finalmente, tuvo cumplimiento restringido. Después de la
recuperación de los precios ganaderos entre 1923 y 1927, los frigoríficos acordaron
cupos, nuevamente, en ese último año, lo que permitió que ingleses y argentinos
conservasen una porción de mercado y lograsen subsistir. Los norteamericanos llegaron
al 70% de las exportaciones, los ingleses alcanzaron un 20% y los argentinos, un 10%.

Desde su instalación, los norteamericanos habían mantenido la esperanza de que


Estados Unidos abriese sus puertas a la exportación desde Argentina, pero esto nunca se
verificó y frente a las presiones británicas y argentinas, los cupos fijados en la
conferencia de fletes de 1927, establecieron su frontera máxima de dominación. Al
llegarse a este acuerdo, el pool exportador estaba constituido por Armour, Swift y
Wilson –norteamericanos-, Vestey, Smithfield, River Plate e English & Dutch –
ingleses-. El nacional era el frigorífico Sansinena49.

49
Puiggros, (1957).
66

No se puede negar que las iniciativas legislativas de 1923 habían tenido su real
importancia, pero ¿dónde está el ataque frontal que se pretendía dar al dominio de
mercado absoluto que se le asignaba al pool de los frigoríficos? Evidentemente, no está
en estas leyes. Podría decirse que estuviera en la política antitrust que también se
promulgó –la ley 11.210-, con grandes semejanzas con la Ley Sherman, americana, pero
que jamás se aplicó, aquí, en contra de los frigoríficos. No hay una explicación para que
no se haya avanzado más en el control y condicionamiento de la actividad del “pool
frigorífico”. En general, se entiende que los ganaderos, principales interesados y
promotores de una resolución final del conflicto no se decidieron a plantear, en ese
momento, que el Estado, finalmente, terminase haciéndose cargo de la conducción de
este mercado.

Evidentemente, al final, se privilegió continuar en la negociación con los socios


comerciales, los frigoríficos, antes que hacerse socios de una conducción política que no
otorgaba adecuadas garantías para lograr reencauzar los negocios privados50. El año
1927 resultó también importante en cuanto a que los ganaderos, representados por la
Sociedad Rural Argentina (SRA), terminasen planteando una posición clara respecto de
esta cuestión. Gran parte de la década de 1920 había demostrado que la reducción de los
precios ganaderos y la dominación americana podían consolidarse en el tiempo sin
perspectiva de reversión.

La SRA terminó solicitando la intervención del Estado ya que el comportamiento


monopólico de los frigoríficos le permitió sostener que el comercio de carnes podía ser
considerado dentro del concepto de “servicio público”. En tanto la actividad había
tendido a una concentración monopólica y esto afectaba los grandes intereses de una
producción fundamental en la economía y el consumo de la población, ésta debía ser
regulada por Estado. La ausencia de libre competencia impedía la autorregulación del
mercado y la magnitud de los intereses afectados llevaban a la conclusión que debía
tomarse esta actividad como de “servicio público” y, por tanto, exigía la intervención
del Estado.

50
Sábato, (1988); Smith, (1983).
67

Esta famosa declaración de la Sociedad Rural Argentina a favor de la intervención del


Estado en el mercado de carnes fue un antecedente de las políticas y legislación que
luego se aplicaran a partir de los años 30. También seguramente pesaba en la dirección
de este avance, el deseo de los ruralistas de repetir aquí, la positiva experiencia de las
Juntas de Carnes que se crearon en distintos países que fueran colonia británica.

Tomando como ejemplo las juntas de productores de Canadá, Australia y Nueva


Zelandia, la SRA también empezó a impulsar una “junta autónoma” que en nombre del
Estado regulase la actividad, en tanto quedase a cargo de su conducción la propia
Sociedad Rural. Por esta razón es que la “junta” sería autónoma dentro del Estado,
porque posibilitaría que esta entidad rural dominase el proyectado organismo y lo
independizase, en buena medida, de su conducción por el Estado51.

Desde 1922, en Nueva Zelandia, por ejemplo, se había constituido, en el ámbito del
Estado, esta asociación liderada por productores ganaderos con el objetivo de controlar
las exportaciones de carnes. Solo una minoría participaba de ésta, en representación de
los intereses de los frigoríficos exportadores52. Pero más allá de este proyecto, se habían
dado ya otras circunstancias que habían agregado protagonismo a la Sociedad Rural, en
este otro caso, en el ámbito de las relaciones internacionales.

Ya desde 1921, con una nueva mayoría republicana en el Congreso norteamericano,


había regresado el proteccionismo al que este partido adscribía. Con él, desde aquella
época se venían aplicando tasas prohibitivas sobre el trigo, el maíz, las carnes, la lana,
los cueros, el lino y el azúcar. Pero, en 1926, el Departamento de Agricultura agregó a
esto una serie de restricciones sanitarias. Dentro de ellas, se prohibió la importación de
carne fresca o congelada procedente de zonas afectadas por fiebre aftosa, dentro de las
que se contaba Argentina.

51
Sociedad Rural Argentina, (1927).
52
New Zealand Meat Board.
68

En 1927, justamente en el marco de la Third Pan American Commercial Conference, la


Sociedad Rural reclamó el mantenimiento de la cuota de importación americana, lo cual
fue concedido por algunos meses hasta tanto se verificasen las condiciones de vigilancia
sanitaria en el país. Las inspecciones americanas, en terreno, a que esto dio lugar, no
generaron resultados satisfactorios. A partir de allí, la exclusión de carnes frescas
argentinas del mercado yanqui resultó en una demostración final de que los frigoríficos
habían pasado a depender principalmente del mercado inglés.

La conferencia de fletes del “pool frigorífico” de este mismo año resultó ser el último
reparto del mercado que realizaron los integrantes del pool, aunque, como ya se
mencionara, de ahí en más, el predominio de los norteamericanos alcanzó un 70% de la
exportación53. Al resentimiento hacia los frigoríficos americanos se sumó, entonces,
aquel respecto del proteccionismo americano, el que creció entre los ganaderos y el
propio gobierno, donde el presidente Alvear acuñó la frase de “comprar a los que nos
compran”. Obviamente, esto significaba comprarles a los ingleses y dejar de comprarles
a los norteamericanos.

Estas frases no fueron meras declaraciones políticas, sino que se dieron en el marco de
una misión diplomática específica de Gran Bretaña dirigida a revitalizar el comercio y
las inversiones entre ésta y la Argentina. Esa misión fue encabezada por Lord
D’Abernon en 1929. Si bien, luego de esta visita y de algunos acuerdos alcanzados, se
consideró que pocos resultados concretos había dejado, pero lo cierto es que fue un
claro antecedente de la vocación británica de contar en Argentina con un socio digno de
una importancia mayor a la que por aquellos años se había caído.

53
Peterson, (1985); O’Connel, (1986).
69

Los ingleses festejaban estos aspectos conflictivos de intercambio argentino-americano,


advertidos de que Argentina había reemplazado la importación de manufacturas de
Inglaterra con productos importados americanos, durante la década del ‘20. Es de
notarse que, además, los préstamos e inversiones americanas a la Argentina habían
avanzado lo suficiente como para sustituir parcialmente el impulso económico británico
previo a la Primera Guerra por este otro. La menor cuantía del aporte americano
respecto del británico antes de la guerra igualmente para los británicos era de gran
importancia recuperarlo para ellos, si lograban reemplazar a los americanos54.

Ninguna de estas cuestiones apuntadas estuvo ausente en la legislación y políticas


intervencionistas en carnes y en otras áreas que se desataron en los ’30, a partir de la
crisis económica internacional. Se puede deducir sencillamente, además, que durante el
período presidencial de Alvear -1922-1928-, el avance político y legislativo de los
sectores agrarios y ganaderos fue evidente, así como una suerte de acción conjunta que
nutrieron los radicales de la corriente alvearista y los representantes de estos últimos,
encabezados por la SRA55.

4. Conclusión

Es importante destacar que las inversiones en los frigoríficos fueron importantes en


términos de sustentar el crecimiento de las exportaciones de carnes y esto, a su vez, fue
determinante del necesario refinamiento de los ganados con este destino. Si bien no
existieron profundos análisis estadísticos de las consecuencias, sobre precios y
volúmenes, del accionar monopólico de los frigoríficos, ese accionar está verificado en
los repartos de mercado o “conferencias de fletes” que se realizaron.

Dado que esa distribución de mercado se realizaba entre pocas empresas y éstas, a su
vez, directamente compraban a un conjunto mayor de proveedores de ganado terminado
o de invernada, la posibilidad de fijarle precios a estos es bastante clara. Es más, el
hecho de que estos últimos comprasen ganado de cría para su terminación significa
también que la fijación de precios se trasladaba a los criadores de ganado.

54
Taylor, (1997); Cisneros y Escudé, (2000).
55
Smith, (1983).
70

Las disputas que se dieron entre invernadores y criadores son significativas en cuanto a
que los precios finales de que gozaban los frigoríficos se construían sobre la base de
bajos precios para los ganaderos de cría, también56. Este eslabón más débil de la cadena
fue el que con sus reclamos y divisiones internas dentro del gremialismo ganadero fue
el determinante de que la protesta contra los frigoríficos finalmente la adoptase la
Sociedad Rural Argentina, generalmente considerada más afín con los ganaderos más
ricos, los invernadores. Con todo, esto no sirvió para volver a unir a los ganaderos, ya
que la fracción de los criadores, entre otras, constituyó la CARBAP57 por fuera de la
Sociedad Rural, igualmente, en 1932.

Por otra parte, el predominio de capitales norteamericanos en los frigoríficos no fue


determinante de un realineamiento con Inglaterra, pero la política proteccionista
americana sí lo fue y, en rigor, esos capitales de los frigoríficos quedaron al arbitrio de
la influencia de dos gobiernos –argentino y británico- que podían inclinarse tanto en
favor de la producción ganadera nacional y el consumo de la población británica, más
que de los intereses americanos en la industria frigorífica. En realidad, no hay
constancia de que los consumidores británicos pudieran quejarse del manejo arbitrario
de precios que el “pool frigorífico” también podía hacer en su mercado de
abastecimiento, Smithfield, pero por algunos pasajes de los archivos de la Corporación
Argentina de Productores de Carne, en años muy posteriores a los ’20, todavía se
destaca la regulación discrecional de la oferta de carnes –por parte del “pool”- como
forma de determinación de precios del mercado58.

56
Hanson, (1937).
57
Smith, (1983).
58
Actas Directorio CAP 1956/1969.
71

En la denuncia del “pool” por la Sociedad Rural Argentina (1927), también se agregan
estadísticas y gráficos que estarían indicando este comportamiento monopólico. Es
decir, el poder de mercado del oligopolio exportador también podía ser verificado, en
este otro caso, aun cuando las autoridades británicas quisiesen o no reaccionar frente a
él. Parece ser que la Sociedad Rural alcanzó un protagonismo público en distintos
aspectos de importancia, luego de mediados de los años ’20 y, antes, por 1923 se habían
dictado una serie de “leyes de carnes”, favorecedoras de la ganadería. A esto se sumó un
acercamiento mayor del gobierno con Gran Bretaña, gracias a la reacción del gobierno
frente al proteccionismo estadounidense, como la oportuna demostración británica de
una mayor vocación de preferencia por la compra de productos argentinos a cambio de
mayores ventas británicas. El radicalismo, así, estaba demostrando hondas coincidencias
con la ganadería, la Sociedad Rural y con su socio comercial británico en las carnes
argentinas, al menos.

Bibliografía.

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Aires, Banco Ganadero Argentino.

Cisneros, Andrés, y Carlos Escudé (dir.), (2000). Historia De Las Relaciones Exteriores
Argentinas. Buenos Aires, Galerna.

Hanson, Simon G. (1937). Argentine Meat and the British market. Chapters in the
History of the Argentine meat industry. Stanford University, California, Stanford
University Press.

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http://www.nzmeatboard.org/

O'Connell, Arturo, (1986). “La fiebre aftosa, el embargo sanitario americano contra las
importaciones de carne y el triángulo Argentina-Gran Bretaña y Estados Unidos en el
periodo entre las dos guerras mundiales”. Desarrollo Económico 26, no. 101, abril
junio, Buenos Aires.

Peterson, Harold, (1985). La Argentina y Los Estados Unidos. 1810-1960. Buenos


Aires, Hyspamerica.
72

Puiggros, Rodolfo, (1957). Libre empresa o nacionalización de la industria de la carne.


Buenos Aires, Argumentos.

Sábato, Jorge F., (1988). La Clase Dominante En La Argentina Moderna. Formación y


Características. Buenos Aires, CISEA/Grupo Editor Latinoamericano.

Smith, Peter H., (1983). Carne y Politica En La Argentina. Los Conflictos Entre Los
Trusts Anglonorteamericanos y Nuestra Soberania. Buenos Aires, Editorial PAIDOS.

Smith, Peter H. y Graciela Sylvestre, (1967). “Los radicales argentinos y la defensa de


los intereses ganaderos, 1916-1930”. Desarrollo Económico. Vol. 7, No. 25.

Sociedad Rural Argentina, (1927). El Pool De Frigorificos: Necesidad De La


Intervención Del Estado. Buenos Aires, Sociedad Rural Argentina.

Taylor, Alan, (1997). Argentina and the world capital market: saving, investment and
capital mobility in the twentieth century. http://www.nber.org/papers/w6302. December.

Vazquez Presedo, Vicente, (1988). Estadísticas Históricas Argentinas, 1873-1973.


Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Económicas.
73

Anexo Estadísticas Históricas

7. EVOLUCIÓN DE LA FAENA TOTAL DE VACUNOS - Años 1913


a 1965

N. I. base Toneladas Rendimiento


Miles de 1913-65 = de carne medio kilos
AÑOS cabezas 100 obtenidas por cabeza

1913 3.633 47,60 940.947 259

1914 3.627 47,53 940.869 259

1915 3.616 47,38 938.037 259

1916 3.944 51,68 1.023.071 259

1917 4.417 57,88 1.086.757 246

1918 5.224 68,45 1.316.487 252

1919 4.104 53,78 1.010.871 246

1920 3.397 44,51 840.919 248

1921 3.672 48,12 895.345 244

1922 5.454 71,47 1.283.448 235

1923 7.359 96,43 1.661.601 226

1924 8.323 109,06 1.921.895 231

1925 8.091 106,02 1.830.109 226

1926 7.445 97,56 1.661.244 223

1927 7.374 96,63 1.708.809 232

1928 6.851 89,7 1.532.814 224

1929 6.713 87,96 1.480.857 221

1930 6.524 85,49 1.494.616 229

1931 5.899 77,30 1.359.404 230

1932 5.858 76,76 1.375.422 235

1933 6.250 81,90 1.435.396 230

1934 6.579 86,21 1.511.676 230

1935 7.044 92,30 1.532.060 218


74

1936 7.381 96,72 1.583.279 215

1937 7.848 102,84 1.725.042 220

1938 7.774 101,87 1.690.154 217

1939 8.169 107,04 1.806.457 221

1940 7.688 100,74 1.690.113 220

1941 8.276 108,44 1.854.029 224

1942 7.701 100,91 1.724.884 224

1943 7.226 94,69 1.602.635 222

1944 7.088 92,88 1.619.386 228

1945 6.584 86,27 1.455.721 221

1946 7.917 103,74 1.682.164 212

1947 9.407 123,26 2.023.811 215

1948 9.203 120,59 1.958.136 213

1949 9.480 124,22 2.003.202 211

1950 9.898 129,70 2.043.954 207

FUENTE: Junta Nacional de Carnes. 1913, estimación en base al Anuario de la Sociedad Rural de 1928

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.

7. EVOLUCIÓN DE LA FAENA TOTAL DE VACUNOS - Años 1913 a 1965

Toneladas de Rendimiento
Miles de N. I. base carne medio kilos
AÑOS cabezas 1913-65 = 100 obtenidas por cabeza

1951 8.978 117,64 1.879.360 209

1952 8.786 115,13 1.788.170 204

1953 7.896 103,47 1.765.513 224

1954 8.133 106,57 1.814.909 223

1955 10.003 131,07 2.146.854 215


75

1956 11.664 152,84 2.475.582 212

1957 11.962 156,74 2.459.455 206

1958 12.278 160,89 2.540.898 207

1959 9.148 119,87 1.944.433 213

1960 8.837 115,80 1.883.330 213

1961 10.212 133,81 2.145.064 210

1962 11.790 154,49 2.378.826 202

1963 12.926 169,38 2.605.287 202

1964 9.368 122,75 2.019.240 216

1965 9.450 123,83 2.088.000 221

FUENTE: Junta Nacional de Carnes. 1913, estimación en base al Anuario de la Sociedad Rural
de 1928

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
76

11. CONSUMO DE CARNES POR HABITANTE - En kilogramos por habitante - Años 1913 a 1965

AÑOS Carne vacuna Carne porcina Carne ovina Aves Pescado

1914 62,7 3,4 10,2

1915 60,3 4,3 10,2

1916 53,3 4,7 12,1

1917 55,8 2,9 14,1

1918 54,7 3,1 13,1

1919 49,7 3,9 14,6

1920 46,9 4,6 17,1 2,5

1921 53,7 5,0 17,4 2,6

1922 78,9 4,6 12,7 2,5

1923 95,7 4,7 8,4 2,4

1924 93,6 4,6 5,7 2,4

1925 94,2 4,8 5,5 2,4

1926 86,1 4,8 6,9 2,6

1927 78,9 6,1 7,3 2,7

1928 76,5 6,1 7,2 3,0

1929 74,5 6,2 7,8 2,6

1930 73,3 6,3 8,7 3,7

1931 68,9 6,5 8,5 2,8

1932 68,6 6,4 9,1 2,7

1933 74,0 7,6 9,7 2,3

1934 77,3 7,7 9,1 2,6

1935 77,3 7,9 8,9 3,4

1936 75,1 8,6 9,1 3,5

1937 79,0 8,8 9,7 3,7

1938 78,8 7,1 10,3 4,0

1939 79,3 7,3 10,5 4,0

1940 77,2 8,0 8,1 3,8


77

1941 76,5 9,4 9,1 4,1

1942 68,5 11,5 9,4 3,9

1943 65,3 14,4 9,5 4,2

1944 67,3 17,0 9,3 3,8

1945 70,3 15,3 8,9 3,5

1946 79,2 9,4 9,1 3,7

1947 86,6 6,2 8,4 2,2 4,1

1948 91,1 7,4 8,1 2,0 4,4

1949 91,7 8,3 7,7 2,0 3,9

1950 93,9 7,7 7,1 2,3 3,4

11. CONSUMO DE CARNES POR HABITANTE - En kilogramos por habitante - Años 1913 a
1965

Carne Carne
AÑOS Carne ovina Aves Pescado
vacuna porcina

1951 92,0 6,9 7,0 2,5 4,4

1952 83,8 6,9 6,7 2,6 4,4

1953 83,4 7,2 6,9 2,8 4,2

1954 84,4 7,1 7,0 2,8 4,2

1955 90,6 7,5 6,2 3,0 4,2

1956 96,1 8,2 6,2 3,0 3,9

1957 94,2 8,6 5,5 2,9 4,2

1958 93,7 7,7 6,6 3,5 4,1

1959 69,5 6,9 6,3 3,5 4,3

1960 71,9 8,0 6,2 3,7 4,8

1961 82,8 8,4 5,9 4,0 4,4

1962 85,6 7,1 5,8 3,7 4,3

1963 86,2 6,4 5,0 3,7 5,7

1964 65,2 6,5 5,2 4,2 7,5

1965 68,9 8,5 5,5 6,7 8,4


78

FUENTE: Carne vacuna, porcina y ovina: Junta Nacional de Carnes.

Aves: Secretaría de Agricultura y Ganadería, Dirección de Granjas.

Pescado: Secretaría de Agricultura y Ganadería, Dirección General de Pesca.

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
79

CAPÍTULO 3

Estancamiento agropecuario, crecimiento económico y políticas económicas, en los


treinta.

La caída del mercado internacional de materias primas –de granos y carnes, entre ellas–,
a partir de la crisis del año 1930, es una explicación inmediata, por disminución de la
demanda y de los precios internacionales, del retroceso del agro argentino en los treinta.
Pero, a pesar de lo cierto que es esto, también hay que destacar que la expansión
agropecuaria, sustentada en la ocupación de espacios vacíos ya había encontrado sus
límites en la época de la Primera Guerra, como se señalara. Sin embargo, la ampliación
de la frontera agropecuaria resultaba factible aun, tal como ocurrió -desde estas épocas
tempranas- en otros países como Estados Unidos o Canadá, mediante la aplicación de
tecnologías dirigidas a aumentar la productividad por hectárea.

Sin la intención de un razonamiento contrafactual, con una mayor productividad


agropecuaria asociada al adelanto tecnológico, se podrían haber obtenido mayores
volúmenes e ingresos de exportación. Siendo esta última una aspiración del Estado –en
los años treinta- para revertir un sector externo deficitario, con todo, no optó por
promover la inversión tecnológica sino que lo hizo por el sostenimiento de precios
subsidiados de producción u otras formas de protección al agro59. Pero este tipo de
medidas aplicadas no lograron impulsar la producción. Aunque como otro factor
explicativo del estancamiento agropecuario se suma un régimen de tenencia de la tierra
desalentador de la inversión, lo cierto es que a partir de un inicial impulso a la
tractorización del campo en los años cincuenta hasta acciones de apoyo tecnológico más
decisivas en los sesenta, la salida del estancamiento agropecuario se hizo posible en esta
última década60.

59
Girbal Blacha, (2001).
60
Guerchunoff y Llach, (2007); Barsky y Gelman, (2007).
80

Si bien hay una serie de factores atribuibles a la baja inversión y tecnificación


agropecuaria61, la política económica en los cincuenta y los sesenta comenzó a avanzar
progresivamente en la reversión de estos problemas básicos de la producción
agropecuaria. Tardíamente, la inversión sectorial favorecida por el Estado, por muchos
años, reaccionó positivamente, al menos en la agricultura. La ganadería y la exportación
de carnes, bajo un tratamiento poco favorable del Estado y crecientes restricciones
internacionales, en los sesenta, siguió una trayectoria adversa62.

Hubo que esperar hasta los años cincuenta para que esto comenzase y, para que se
acortase el atraso y la brecha internacional de productividades relativas, hasta fines de
los sesenta63. Sin embargo, lo cierto también resultó ser que la postergación del impulso
a la inversión en tecnificación consolidaron el estancamiento agropecuario y,
principalmente, de la exportación agropecuaria durante casi treinta años, desde 1930.

Bajo estas condiciones, la necesidad de sustituir importaciones, cuando la producción y


la exportación agraria no lograban aumentar en forma sostenida, se convirtió en
imperiosa y, así también se hacía necesario aumentar continuamente el conjunto de
producciones nacionales que lograsen reemplazar los productos industriales importados.
De esta forma, efectivamente, deberían caer las importaciones por debajo de la
restricción de exportaciones.

Cabe destacar que la primera etapa, entre 1930 y 1960, correspondió al impulso a la
sustitución mediante industria liviana de capital nacional, mientras que a esto sucedió a
partir de los sesenta el aliento al desarrollo sustitutivo de industria pesada, mediante la
radicación de inversiones extranjeras64.

De esta forma, la explicación de la caída del modelo agroexportador y su definitivo


reemplazo por el de sustitución de importaciones, resulta tanto de la contracción del
mercado internacional con la crisis de 1930 como por la ausencia de expansión
significativa en la frontera de posibilidades de producción agropecuaria, lo que se
demuestra en el largo período señalado de estancamiento del sector.

61
Vitelli, (1999).
62
Mallon y Sourrouille, (1973).
63
Vitelli, (2011).
64
Mallon y Sourrouille, (1973).
81

Entre 1929 y 1959, tanto el PIB total como el del sector agropecuario pasaron a tener
bajas tasas de crecimiento. La tasa promedio de esos treinta años está en torno de algo
más del 2% anual en el PIB total y de algo menos, para el sector agropecuario. Los años
de hasta la Primera Guerra del modelo agroexportador, en tanto, habían exhibido tasas
de crecimiento que triplicaban a estas otras posteriores a los años treinta65.

El cambio de modelo de política económica se instauró a través de los herederos de


aquel grupo gobernante que dejara el poder en 1915 y volviera a él, luego de 1930.
Dado que el impacto de la crisis de 1930, al igual que en el orden internacional,
significó una fuerte recesión interna hasta 1933, se instaló también la necesidad de
políticas compensatorias para los sectores industriales con capacidad de sustituir
importaciones, configurándose finalmente una gestión de gobierno innovadora6667. Las
que, para muchos conservadores de los gobiernos de los treinta, todavía eran industrias
“artificiales” frente a las “industrias naturales” –las agropecuarias- terminaron
obteniendo el apoyo del Estado a través de distintas formas de promoción – altos
aranceles para la importación competitiva, créditos direccionados y subsidiados, etc.-,
en forma creciente entre los años treinta y cuarenta68.

Sin embargo, parece importante destacar que nada indica que esta suerte de cambio de
modelo, que finalmente se verificó, haya implicado abandonar la defensa del sector
agropecuario. Distintas iniciativas de política se sucedieron en pos de este interés
sectorial. Pero, igualmente, es dable admitir que sus aliados más favorables –la fracción
política conservadora de los treinta y el gobierno británico- no lograron sostener sus
posiciones de poder, al perder los conservadores su gobierno, en 1943, por un lado, y en
el caso de Gran Bretaña, por otro, al alcanzar una final declinación en lo económico y
político, al terminar la Segunda Guerra.

65
Reca, (2006).
66 Pinedo, (1971).
67 Llach, (1984).
68 Prebisch, (1986); Pinedo, (1935).
82

Las limitaciones que demostraba el sector agropecuario también hicieron que distintos
gobiernos adoptasen la política de que los ingresos excedentes que pudiera recibir el
agro, sin reinvertirlos en su expansión productiva, debían ser transferidos a los sectores
urbanos o industriales. De esta forma, se podía sostener el desarrollo de industrias
incipientes, necesitadas de una mayor protección que permitiese mayor inversión y
producción. Sobre esto, cabe posteriormente una necesaria profundización69.

1. En el escenario de los años 1930 a 1933.

Estos años fueron los de impacto de la crisis de 1930 sobre la economía argentina y
fueron determinando una progresiva revisión de las políticas económicas a lo largo de
los treinta. En varios aspectos de éstas resultó alcanzada la exportación agropecuaria a
través de precios, tipos de cambio, aspectos fiscales, financieros y varios otros. Por esto,
es necesario revisar la política económica sistemáticamente para observar como resulta
afectada la producción y exportación de carnes vacunas. Además, cuenta como
referencia válida, también, todo lo ya revisado sobre la grave evolución internacional en
la década de 1930.

1. a. La caída general de las exportaciones y sus efectos inmediatos.

La medida más evidente del impacto de los primeros años de la crisis del ’30 fue la
grave caída en el valor de las exportaciones. Distintos autores y estadísticas de
exportaciones consignan que hasta 1932 respecto de 1928, éstas se habían reducido
entre un 35% y 40%70. Las exportaciones se redujeron y la capacidad de pago de
importaciones, también. El intercambio comercial con el exterior había sido hasta allí
resultado de exportar productos primarios y, en contrapartida, importar productos
industriales.

69
Guerchunoff, (1989); Sturzenegger, (1990)
70
Guerchunoff y Llach, (2007); Barsky y Gelman, (2007).
83

Dentro de estos no solo figuraban productos de consumo, sino que también el


crecimiento industrial interno demandaba más insumos industriales y maquinarias.
Inclusive, la productividad agrícola dependía de maquinaria agrícola importada. Pero a
esta desventaja de la caída de las exportaciones hubo que sumar el problema de la
interrupción del ingreso de capitales e inversiones extranjeras.

Esta situación fue determinante de un déficit continuo en los servicios financieros


externos, ya que el pago de deudas e intereses no resultaba compensado por el ingreso
de capitales, como había sucedido hasta 1928. Por tanto, el bajo nivel de exportaciones
que se lograba alcanzar debía destinarse tanto a pagar las importaciones como los
compromisos financieros.

La convertibilidad del peso moneda nacional por pesos oro fue reestablecida en 1927
por el Presidente Alvear. Pero entre mediados de 1928 y setiembre de 1929, el final del
auge de Wall Street y el inicio de la crisis financiera internacional determinó una
ingente salida de reservas y un inmediato regreso a la inconvertibilidad.

El Estado proveía de oro a los importadores para que lograsen alcanzar las
importaciones indispensables y así intentaba evitar una excesiva depreciación
monetaria. La mayor depreciación llevaba a que el costo de pagar la deuda externa
resultase demasiado alto, con lo cual los limitados ingresos fiscales en pesos debían ser
todavía mayores para afrontar pagos de deudas en dólares o libras.

Sin embargo, la salida de oro y sus efectos de depreciación del peso, llevaban a la
retirada de depósitos del sistema bancario, generando iliquidez, por lo que en 1931 se
terminó incrementando en 360 millones de pesos la emisión monetaria, a través de la
Caja de Conversión. Y así, el tipo de cambio del dólar estadounidense, de 2,39 pesos en
1929, pasó a más de 4 pesos en 1931. Para no continuar depreciando rápidamente la
moneda, disminuir el crédito ni perder reservas, se implementó, a fines de 1931, la
Comisión de Control de Cambios que centralizó todas las operaciones en divisas.
84

Los exportadores depositaban sus acreencias en moneda extranjera en bancos


autorizados y la Comisión de Cambios distribuía estas reservas entre un listado de pagos
prioritarios al exterior, en el cual la deuda externa del sector público era la mayor
prioridad. En segundo lugar, las importaciones indispensables71.

Desde 1930, la escasez de divisas y el control de cambios implementado se habían


constituido en una barrera al ingreso de productos industriales y había determinado una
sustitución de importaciones, ya que aquellos productos que no podían entrar por falta
de divisas para comprarlos eran producidos por la industria nacional. El efímero
gobierno de un año y medio del general Uriburu –que derrocara por la fuerza de las
armas al presidente Yrigoyen, en 1930- no fue muy imaginativo en materia económica.
Dispuso “cerrar el presupuesto hasta una vuelta a la normalidad”, un control de cambios
de estricto racionamiento de divisas, desde 1931, y un aumento general de aranceles de
importación del 10%, con fines de recaudación fiscal72.

La caída del PIB fue de 13,7% entre 1929 y 1932, pero se estima que la desocupación
alcanzó un 28% del total de la PEA. Ahí se planteó un grave problema social: los
salarios bajaron y los arrendatarios se trasladaban a las ciudades después de la pérdida
en sus producciones73.

1. b. La política fiscal, la postergación de la cuestión social y el proteccionismo


internacional

El cambio de gobierno en 1932, con la presidencia a cargo de Agustín P. Justo, no


generó medidas compensatorias de la cuestión social, en razón del mantenimiento del
equilibrio fiscal. Se estableció un impuesto a los ingresos que comenzó a recaudar en
1932. Se redujeron los salarios de los empleados públicos y el gobierno trató de obtener
el equilibrio, bajando gastos y aumentando impuestos durante la administración del
Tesoro, a cargo de Alberto Hueyo, pero la tendencia al déficit subsistió, en buena
medida por la pesada carga de los servicios de deuda externa e interna.

71
Pinedo, (1935); Prebisch, (1985); FIEL, (1989); Prebisch, R., (1986).
72
Pinedo, (1935).
73
Maddison, (1995); Matsushita, (1983).
85

Lo importante es que nuevamente se apeló a la Caja de Conversión, para emitir dinero.


Un empréstito patriótico recaudó 150 millones de pesos, pero por la Caja se emitieron
17074. Si bien en varios países se había abandonado rápidamente la disciplina fiscal y
monetaria –Suecia o los de régimen nacionalista, típicamente- no fue la expansión
monetario-fiscal el rasgo característico en el caso argentino, al menos durante el período
de mayor recesión hasta 193375. En realidad, hacia donde se concentraron rápidamente
las acciones del gobierno, fue en contrarrestar el drástico descenso del comercio
exterior. La deflación de precios internacional resultó directamente de la caída en los
mercados de bienes y financieros globales, pero fue remarcada por una insistencia en los
mecanismos de protección sobre importaciones.

Estos habían alcanzado fuertes niveles de protección en 1922 en Estados Unidos,


mientras que algunas otras presiones provinieron de Inglaterra, luego de la Gran Guerra,
cuando desarrolló medidas proteccionistas a favor de las industrias nacionales que más
competencia recibían del exterior. En 1930, Estados Unidos volvió aplicar un aumento
de tarifas mediante la aprobación del proyecto Hawley-Smoot76.

En una reorganización proteccionista del comercio exterior, el intercambio se pasó a


realizar mediante acuerdos aduaneros de comercio bilateral entre países. Así, el
comercio pasaba a ser administrado por los estados, mediante acuerdos específicos entre
ellos, donde el costo aduanero de movimiento de bienes determinaba los niveles de
exportación o importación. Por su parte, el Reino Unido respondió con los Acuerdos de
Ottawa de 1932, mediante los cuales los productos coloniales contaban con la ventaja de
aranceles más bajos que el resto de los países y en esto resultaba perjudicado
Argentina77. Ésta reaccionó rápidamente para revertir esta situación y, en buena medida,
lo logró mediante el tratado internacional con Gran Bretaña, de 1933.

74
Pinedo, (1935); Prebisch, (1985).
75
Guerchunoff, y Llach, (2007).
76
Eichengreen, (2012).
77
Ídem.
86

2. El triángulo comercial con Estados Unidos y el Reino Unido.

En 1912, desde Estados Unidos, Argentina importaba un 17% del total, mientras que
desde Inglaterra llegaba el 34%, pero en 1929 Estados Unidos había pasado a un 27%
de las importaciones mientras el Reino Unido había reducido su participación al 19%.
El nuevo esquema de los treinta era una Inglaterra que era el principal destino comercial
de Argentina, donde iba una gran parte de la producción agropecuaria, en tanto que las
divisas originadas aquí se invertían en primera instancia en Estados Unidos, al
comprarse allí gran parte de los productos industriales que Argentina consumía.

En el transporte, el conflicto anglo-yanqui se revelaba por la sustitución de los


ferrocarriles ingleses y todos sus insumos de este origen por el transporte automotor
americano. Éste era el caso más importante pero había una serie diversa de
importaciones en las que ambos competían. La importancia que adquirió la Sociedad
Rural dentro de los equipos de funcionarios del gobierno de Justo en 1932 y luego en el
de los presidentes Ortiz y Castillo, que lo sucedieran a partir de 1938, alentó un mayor
acercamiento con el Reino Unido para aumentar las ventas agropecuarias y
principalmente las de carnes, a cambio de una mayor apertura a los productos
industriales ingleses. Sin embargo, a partir de 1932, la Conferencia Económica Imperial
de Ottawa discutía una reducción de las compras de carnes congeladas argentinas que
ocupaban el 90% del total importado por Inglaterra hasta un 70%, a fines de 1932.
Respecto de la carne enfriada –el chilled- se planteaba una reducción de un 10% en la
cuota argentina de importación.

Esto pudo ser revertido mediante las negociaciones que terminaron en el Tratado Roca
Runciman en 1933 porque en él resurgió el principio de comprar a quien nos compra
expuesto por la Misión de Lord D’Abernon de 1929, sobre el cual ya se hiciera mención
en el tratamiento de los años veinte78.

78
Rapaport, (2007); O’Connell, (1986).
87

El acuerdo contemplaba, a efectos de mantener los niveles previos a 1932 –y no


reducirlos– en el mercado inglés de carnes, rebajas arancelarias a favor de los productos
ingleses y, especialmente, el otorgamiento de una prioridad en el “desbloqueo” de
divisas a fin de saldar las deudas comerciales atrasadas o “fondos bloqueados” de
resultas de la escasez de divisas y el control de cambios79. A consecuencia de este Pacto
en 1935, el Reino Unido alcanzó el 25 % del total de importaciones, mientras que
Estados Unidos cayó al 14. A su vez, del 33% del cambio otorgado a Inglaterra, en
1933, se pasó al 47% en 193480.

3. El comercio exterior desde 1934 en adelante y la restricción fiscal.

La estrategia hasta 1934 había sido la de administrar la crisis proveniente del exterior,
regulando el gasto de divisas, en el sector público y la emisión monetaria. También,
tratando de sostener las exportaciones y los ingresos agropecuarios, pero sin atender la
cuestión social y sin lograr impulsar el crecimiento económico. Con todo, a partir de
1934, los precios internacionales mejoraron un poco para los productos agropecuarios y
se comenzó a registrar una expansión de la inversión extranjera dirigida a la industria.

La producción había vuelto a crecer desde 1933 y en 1935 se había superado el nivel
previo a la crisis. El déficit de balanza de pagos y la caída de reservas se revirtió desde
1935. La acumulación de reservas permitió el aumento de moneda y crédito y la
recuperación se mantuvo. La preocupación por recuperar las reservas internacionales
tuvo distintas expresiones en los instrumentos que se dieron con tal objetivo.

En el Tratado de 1933 se había estipulado un empréstito de 10 millones de libras para


pagar la deuda de los importadores con el exterior. Mientras la deuda se pagaba, los
importadores depositaban en pesos el equivalente a los bonos que se cancelaban. Los
importadores de Inglaterra y las deudas europeas tenían prioridad.

79
Cisneros y Escudé, (2000).
80
Vazquez Presedo, (1976).
88

En el caso de importadores de productos ingleses reclamaron mayor privilegio y


obtuvieron un recargo del 20% para los importadores sin permiso previo. En este
contexto cambiario, el margen de cambios significaba una diferencia favorable entre el
tipo de cambio comprador y vendedor que las autoridades percibían en el mercado
oficial. Esta diferencia de cambio fue invertida, básicamente, en el sostenimiento de
precios agrarios superiores a los de mercado como para almacenar granos y venderlos
en mejores condiciones de mercado futuras. Mediante estas medidas u otras similares,
los precios internos agrícolas lograron sostenerse81.

El otro gran tema, el fiscal, se caracteriza debido que a diferencia de algunos otros
países que habían liberado sus presupuestos para que el Estado pudiese tener un gasto
social y productivo mayor, con mayor déficit fiscal y emisión monetaria, la Argentina –
como se ha visto- no siguió estos lineamientos en los treinta. Suecia, en forma pionera,
Alemania, y Estados Unidos, al alcanzarse la inminencia de una nueva guerra fueron
mayores ejemplos de la expansión del gasto público, como se observó en la evaluación
del orden internacional. En los treinta, Argentina no pudo suscribir más rápidamente
estas políticas expansivas. Por eso el énfasis en el equilibrio fiscal y un esquema
proteccionista, donde el gasto público era limitado.

El factor más gravitante en el destino del gasto público era cubrir compromisos de
deuda interna y externa, ya que se aproximaba al 30% del total y esto aumentaba la
presión fiscal para obtener fondos con este destino. Para disminuir esta carga fiscal se
aplicó un sistema de conversión de deudas, con el que se reducía el servicio de deuda,
mediante la extensión de los plazos de repago y una tasa de interés más baja, a partir de
1935. Esto rigió para el total de deuda interna, pero se optó también por rescatar deuda
externa en similares términos.

81
Prebisch, (1985); Pinedo, (1935).
89

Así, parte de la deuda externa logró ser refinanciada a los deudores y esto alcanzó al
75% del total de esta deuda, en lugar del 20% que se había logrado refinanciar en 1914.
La progresiva disminución del peso de la deuda externa e interna llevó a menores
restricciones para el aumento del gasto público. Esta eficiente gestión de la deuda,
explica en parte que la inversión llegó a ser de un 6% del PIB entre 1935 y 1937, en
comparación con los bajos niveles entre 1930 y 1934, y además tiene su explicación en
la expansión del gasto, empleo y obra pública que se dieron desde 193582.

4. Hacia la Segunda Guerra Mundial.

Luego de la recuperación económica que cubrió el período de entre 1934 y 1937, se


vivió un año de crisis internacional en 1938 y en 1939 comenzó la guerra europea a la
que al poco tiempo de iniciada se sumaría Estados Unidos. En 1938, Estados Unidos
atravesó por una recesión que repercutió internacionalmente y los precios de las
materias primas descendieron nuevamente. El valor de las exportaciones argentinas
registró, entonces, una grave caída de casi un 60% respecto del nivel de 1928. Esto
obligó a reforzar nuevamente el control de cambios y restringir las importaciones,
aunque una inicial caída en las reservas internacionales y en el crédito interno amenazó
seriamente la actividad económica. Pero con la acumulación de reservas entre 1934 y
1937, la actuación del Banco Central de la República Argentina –creado en 1935- y el
Banco de la Nación Argentina fue posible una expansión monetaria y crediticia.
También, a fin de frenar las importaciones se volvió a devaluar el peso luego de su
revaluación previa así como a un estricto listado de importaciones indispensables83.
Desde ese año, y hasta 1942 el tipo de cambio oficial del dólar estadounidense
aumentaría a razón de entre un 3 y un 5% anual. Así, una política forzada de sustitución
de importaciones se veía nuevamente impulsada y esto daba lugar a un perfil afianzado
la industrialización.

82
Ídem.
83
Prebisch, (1985).
90

Es importante destacar que la industria había contribuido en mayor medida que el agro
al crecimiento del PIB entre 1918 y 1930, cuando la primera creció al 7,2% anual,
mientras que el agro lo hizo al 3,2% anual. En 1939, el sector industrial era un 35%
mayor que en 1930 y representaba el 22,5% de la producción total y había alcanzado la
importancia del sector agrario. La caída de las exportaciones determinó la caída de las
importaciones a través del control de cambios y la industrialización por sustitución de
importaciones. En los treinta, como porcentaje de la producción industrial, las
importaciones cayeron de un 34 a un 22%84. Al discriminarse a favor de la importación
de productos británicos y en contra de los norteamericanos, estos últimos fueron los que
se sustituyeron en mayor medida. Pero muchas empresas americanas decidieron
producir internamente en lugar de resultar excluidos del mercado mediante el control de
importaciones.

Una dificultad señalada por Díaz Alejandro85, es la de la falta de inversión fija en este
contexto, ya que luego de las inversiones de la década de 1920, el control de
importaciones impidió la renovación de estas maquinarias mediante nuevas inversiones
e importaciones. Esto parece haber causado la caída desde un 20% del PIB en los veinte
hasta un 15% en los treinta. La derivación de esta circunstancia sería la caída en los
medios de producción existentes, su obsolescencia y el atraso tecnológico. Por tanto, el
crecimiento de la capacidad productiva o del crecimiento económico se vería limitado,
en consecuencia.

5. El Plan Pinedo y la industrialización argentina.

El que no se haya podido bajar el déficit fiscal hasta eliminarlo no significó que
existiera una vocación de política fiscal anti-cíclica. A partir de 1935 la política fiscal
había sido más laxa, sobre todo en materia de inversión pública, pero solo en función de
la recuperación económica que proveyó de mayores ingresos al sector público.

84
Vazquez Presedo, (1988); CEPAL, (1960).
85
Díaz Alejandro, (1983).
91

En 1938 todavía la política financiera era conservadora, mientras que ya distintos países
europeos o los Estados Unidos fluctuaban entre el capitalismo de Estado y la política
fiscal expansiva86.

Luego de la crisis de 1938 dio comienzo la Segunda Guerra Mundial, con lo cual el
gobierno entendió que se debían anticipar acciones para enfrentar nuevas dificultades
económicas en el orden internacional. En este contexto y en respuesta a un posible
regreso a la Depresión, Federico Pinedo, Ministro de Hacienda de la Nación, planteó su
Plan de Acción Económica de 1940, donde fue claro que el ideario conservador se había
modificado: se planteaba al Congreso la intervención, nuevamente, a través de las juntas
reguladoras a favor del agro; insistir en el control de importaciones; mayores facultades
al Banco Central para ampliar el crédito y un amplio programa de construcción de
viviendas, mientras que las finanzas públicas se subordinaban a las necesidades de un
ciclo económico favorable87.

Tal como ya se había planteado en 1933, las exportaciones no tradicionales recibirían


incentivos cambiarios y en este mismo sentido se creaba la Corporación para la
Promoción del Intercambio. En razón de las fuertes restricciones a un libre comercio
exterior, Argentina había recibido demandas de países latinoamericanos para poder
exportarles productos nacionales y así cubrir las demandas insatisfechas por los países
del Norte88.

De este modo, en los treinta, el avance de la industrialización va demostrando que el


agro cede su lugar a la industria en el impulso al crecimiento económico. Esto tiene
varias consecuencias que impactan, a su vez, sobre el propio sector agropecuario. Las
importaciones cayeron del 34 al 22% del total de importaciones industriales y, en
consecuencia, el cierre del mercado determinó que varias empresas americanas se
instalasen en el país.

86
Prebisch, (1985).
87
Poder Ejecutivo Nacional, 1940; Llach, (1984).
88
Llach, (1984).
92

El incentivo típico a la inversión extranjera, generado por la necesidad de continuar en


el mercado interno cuando el proteccionismo lo cerraba al exterior, funcionó. Entre las
numerosas empresas extranjeras que vendían al país desde fuera, 100 optaron por
radicarse en el país para sortear la barrera proteccionista, cuando 61 lo habían hecho en
los años veinte. Entre ellas: Ducilo, Johnson&Johnson, Philco, Goodyear, Firestone y
Ponds89.

Los textiles, los neumáticos y el refinamiento de petróleo fueron fundamentales tanto en


la producción sustitutiva nacional como en la inversión extranjera. Conservas y aceites,
oleaginosas, también pasaron a diversificar la producción de importables, en materia de
alimentos. El hecho de que las exportaciones no tradicionales recibiesen un incentivo
cambiario se sumó al proteccionismo a las tradicionales, por medio de juntas
reguladoras y otros mecanismos. Por su parte, la crisis del sector agropecuario, que
expulsaba trabajadores a las ciudades exigía su absorción por parte de la industria
naciente. En 1943, la migración interna componía el 28% de la población del Gran
Buenos Aires que se había instalado en los últimos 5 años anteriores. El peso relativo de
los inmigrantes en los sindicatos se redujo y aumentó el de los migrantes internos, por
lo que las demandas resultaron más reivindicativas que ideologizadas. Las “conquistas
sociales”, pocos años después, fueron canalizadas por el General Perón, desde el
Gobierno de 194690. En suma, fue el control de cambios, mediante los incentivos
cambiarios correspondientes –los ya descriptos “márgenes de cambio” oficiales,
beneficios de doble mercado y permisos previos de importación-, lo que impulsó la
sustitución de importaciones y ésta, la industrialización.

No había una política industrial admitida explícitamente por el oficialismo en el


gobierno o por la oposición, pero se reconocía la importancia de una mayor
autosuficiencia industrial, dadas las restricciones de importación de productos
industriales generadas a partir del 1930. Pinedo ponía en claro, inclusive, que todo el
problema se remontaba a la crisis de 1930 y ahora tenía posibilidades de reeditarse hacia
fines de los treinta, donde la crisis de 1938 había resultado un mal presagio y ahora se
sumaba la Segunda Guerra.

89
Guerchunoff y Llach, (2007); Rougier, (2012).
90
Matshusita, (1983).
93

Ya el retroceso del Reino Unido o de Europa en la Primera Guerra se había visto


reflejados en una caída en el crecimiento económico argentino entre mediados de los
años diez y de los veinte. Pinedo, en su plan de 1940, reconocía la necesidad de
mantener la economía en funcionamiento, para lo cual la industria y la construcción
juegan un papel de importancia91. Aunque el Plan Pinedo ahora iba coincidiendo con
sus ideas, solo Alejandro Bunge, economista de relevante actuación pública entre los
años veinte y los cuarenta, había tenido una postura claramente industrialista y
favorable al déficit fiscal92. Asimismo, si bien la Carta Orgánica de creación del Banco
Central no era impedimento para que se ejecutasen políticas monetarias expansivas,
recién en 1938 –tal como se señalara- se recurrió a esa opción frente a la crisis de ese
año93.

6. Conclusión

A diferencia de las circunstancias en que se desenvolvió el contexto internacional hasta


1930, los cambios sobrevinientes a partir de allí determinaron una política económica
progresivamente más alternativa en el país, en consonancia con las que en igual sentido
se venían presentando en el orden internacional. La intervención estatal regulaba el
comercio exterior mediante el control de cambios, aranceles de importación y acuerdos
bilaterales.

91
Llach, (1984).
92
Revista de Economía Argentina 1933.
93
Prebisch, (1985).
94

Se planteó comenzar a utilizar la política monetaria para promover la actividad


económica, luego de que el Banco Central fuese creado en 1935. La política fiscal, de
facto, comenzó a dar lugar a la expansión de la inversión pública y la preocupación por
el equilibrio fiscal se relativizó desde 1935. Por su parte, el Plan Pinedo de 1940 hizo
más explícita la necesidad de mantener la actividad económica, mediante la
construcción y la industria, para lo cual debían arbitrarse medidas en su favor. Desde un
primer momento, en 1933, se hicieron presentes políticas agropecuarias que se
revelaron diferenciadas respecto de las de los años veinte por un claro intervencionismo
a favor de los productores agropecuarios. El problema de las carnes se inscribió,
específicamente, dentro de un ámbito de intervención del Estado y de proteccionismo al
sector agrario.

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Vitelli, Guillermo (1999). Los Dos Siglos De La Argentina: Historia Económica


Comparada. Buenos Aires, Prendergast Editores.
97

CAPÍTULO 4

Los comienzos de la política proteccionista de las carnes vacunas.

La política estatal en favor del sector agropecuario y, en especial, hacia el sector de la


carne vacuna fue precipitada por la política proteccionista que Gran Bretaña adoptara
luego de que abandonase el patrón oro a fines de 1931. Lo primero que este país hizo
fue aplicar un arancel generalizado del 10% a todas sus importaciones y luego en agosto
de 1932, mediante la Conferencia de Ottawa, avanzó en constituir un mercado regional,
cerrado a terceros países, ajenos al conjunto de países integrado por los “dominios” o ex
colonias británicos, Commonwealth.

Obviamente, en Buenos Aires se vio esto como una clara exclusión del mercado
británico o como el inicio de la sustitución del aprovisionamiento sudamericano por el
de proveedores del Commonwealth –Australia, Canadá y Nueva Zelandia,
principalmente-. Luego de que el gobierno argentino le reclamase al británico la
restitución a Argentina de iguales o similares condiciones de acceso que los países del
Commonwealth al mercado británico y, especialmente, en el de la carne vacuna, en
mayo de 1933 se firmó el Tratado Roca Runciman entre Argentina y el Reino Unido. Su
finalidad fue la de mejorar, en condiciones recíprocas, las exportaciones de cada país y,
además, las relativas al endeudamiento argentino con los británicos.

En él, los británicos reconocían la importancia específica de la carne enfriada de


exportación “chilled beef” dentro de la economía argentina y la necesidad de darle
continuidad a sus importaciones. Se estipulaba mantener el nivel de importaciones del
trimestre finalizado a junio de 1932. Si bien hay varios otros aspectos que hacen al
interés histórico por este Tratado, solo cabe destacar que Gran Bretaña también
favorecía el interés del sector ganadero argentino, al posibilitar que hasta un 15% de sus
importaciones de carne vacuna correspondiese a empresas ganaderas que no
persiguieran primordialmente fines de lucro.
98

El restante porcentaje de embarques iba a “ser colocado eficientemente en el mercado


por vías normales, respondiendo a las necesidades de la coordinación del comercio en el
Reino Unido, y toda autorización concedida por el Gobierno del Reino Unido bajo las
disposiciones del presente párrafo, será acordada en tal inteligencia”94. Aquí parece que
la idea de los cupos implementada por el “pool de los frigoríficos” termina apropiada
por el gobierno del Reino Unido. Posteriormente, se verá que tanto el Reino Unido
como la Junta Nacional de Carnes -creada prácticamente en el marco de este Tratado-
tendrán incidencia, también, en la definición de los cupos de los frigoríficos, en su
carácter de interlocutor válido del gobierno británico, en este sentido.

1 .La Junta Nacional de Carnes.

La Ley de Junta Nacional de Carnes se sancionó el 7 de octubre en 1933, solo poco


después de los acuerdos del Tratado Roca Runciman. La ley 11.747 que creó la Junta
estipuló la constitución de su conducción, a través de 3 representantes del Poder
Ejecutivo, 2 representantes de la Sociedad Rural Argentina, otros 2 de las sociedades
rurales del interior, 1 representante por los frigoríficos de exportación y 1 representante
por los frigoríficos regionales o de ganaderos.

Dado el predominio político y corporativo de la SRA, dentro y fuera del gobierno con
mandato desde 1932, ésta retuvo fácilmente para sí una férrea conducción de toda la
política de carnes que sobrevivió a gobiernos posteriores y hasta 1945, con 12 años al
frente de la JNC. Horacio Bruzzone, dirigente de la SRA, inició y cerró, como
presidente de la JNC, este largo período.

94
Puiggros, (1957); Cisneros y Escudé, (2000).
99

Esta junta se convirtió en organismo de aplicación de las leyes de carnes dictadas en


1923, mencionadas ya en el capítulo correspondiente a los orígenes de la industria
frigorífica, así como de la ley 11210, suerte de ley antitrust argentina, en cuanto hacía al
complejo cárnico. La determinación de crear un frigorífico nacional también se
estableció en esta ley –sobre la base del Frigorífico Municipal– y a fin de financiar éste
y otros emprendimientos, se gravó en un 1,5% las ventas de ganado para constituir un
fondo de defensa ganadera. Con este fondo se constituirían, además, instituciones,
comerciales o no, necesarias para la defensa de la ganadería y el abaratamiento del
consumo de carnes. Este Fondo de Desarrollo de la Ganadería dio origen –en 1934- a la
Corporación Argentina de Productores de Carnes (CAP). Los contribuyentes al fondo
ganadero se convertían, en virtud de sus aportes, en accionistas de la CAP. El hecho de
que la Sociedad Rural Argentina llevase a cabo su proyecto de intervención del Estado
en el sector de las carnes, con base en su denuncia del “Pool de los frigoríficos” de 1927
le permitió, en realidad, apropiarse de la conducción del sector con la fuerza de ley que
le proveyó el Estado95. Pero, de todas formas, no se puede argumentar simplemente que
la SRA hizo esto en su propio beneficio –o en el de los ganaderos-, solamente.

Con el sostenimiento de los precios internos del ganado, o con el de los volúmenes o
precios de las carnes en el exterior, al igual que se hizo con los granos –a través de la
Junta Nacional de Granos-, la política económica estaba dirigida a proteger la
producción agropecuaria y, de esta forma, revertir la caída de las exportaciones de
principios de los años treinta. En esto de sostener, en definitiva, la capacidad de pagos
exteriores y la producción agraria, el Estado y las corporaciones rurales tenían intereses
absolutamente coincidentes. La intervención del Estado, tal como se ha destacado,
resultaba ser ya, en el orden internacional, una fórmula básica, de extendido consenso, a
fin de recuperar las economías frente a la depresión de los años treinta.

95
Puiggros, (1957).
100

Como simple muestra de cómo la crisis de 1930 afectó los precios y los volúmenes de
exportación de los distintos productos agropecuarios –que componían más del 90% de
las exportaciones argentinas96, cabe reseñar en el siguiente cuadro lo ocurrido con las
carnes vacuna:

Cuadro 4 - Evolución de exportación de carnes vacunas.


Índices de Valor de Precio Medio
evolución Exportación de exportación
anual. Base Volumen de
1923=100 Exportación
Total
Total carnes Total carnes
Años carnes
vacunas vacunas
vacunas
1923 100 100 100
1924 135 134 101
1925 132 121 109
1926 119 118 101
1927 112 125 89
1928 106 94 112
1929 106 90 117
1930 104 84 124
1931 94 81 115
1932 65 75 87
1933 60 72 83
1934 66 73 90
1935 82 74 111
1936 86 78 111
1937 101 86 118
1938 107 86 125
1939 95 90 105

Fuente: Elaboración propia, con base en datos Vázquez Presedo, (1988); Vázquez
Presedo, (1976).

96
Vázquez Presedo, (1988); Vázquez Presedo, (1976).
101

Como fácilmente se puede observar en el cuadro elaborado, en 1933 había caído


severamente el valor de las exportaciones de carnes vacunas, en un 40%,
aproximadamente, en relación a 1923. Los precios de estas carnes explican esta caída,
en parte, ya que estos se reducen en un 17%, aproximadamente, mientras que las
cantidades de producto exportado caen en un 28%. Si se compara con 1928, el valor
exportado había caído casi en un 45%, los volúmenes casi en un 25% y en similar cifra,
los precios. Este proceso, donde la crisis mundial impacta sobre los precios y volúmenes
de las materias primas, afecta estas exportaciones entre 1931 y 1935, principalmente,
momento a partir del que se inicia una recuperación.

Sumada la adversa evolución que también tuvieron los granos de exportación –con una
caída en sus precios del 42% en igual período– se desarrolló una crisis del sector
externo, fundamento del generalizado control de cambios al cual ya se hizo referencia.

Al control de cambios se sumó también un generalizado proteccionismo. Éste rigió


tanto para contener las importaciones como para impulsar exportaciones. Dentro de
estas últimas, las de carnes fueron beneficiarias de las políticas que desarrollaron la
Junta Nacional de Carnes y la CAP, que se pasan a reseñar, entre los años 1933 y 1945.

2. La intervención proteccionista en el mercado de carnes vacunas.

Tal como registra el informe 1933-1945 de la Junta Nacional de Carnes, hasta el año
1936, las compras de hacienda y la exportación de carnes con destino al Reino Unido se
desenvolvían, dentro de un marco de la más libre acción comercial de las empresas
frigoríficas exportadoras. Esto, en otras palabras, significa que el “pool de las carnes”
siguió operando sin mayor regulación sobre su accionar, cuando se mencionó que en el
Tratado Roca Runciman se consigna que el Reino Unido se haría cargo de lo que
resultase necesario para la coordinación y eficiencia del mercado, sin mención alguna a
las prácticas monopólicas que lo habían caracterizado.
102

Con la concertación del Convenio Anglo-Argentino del año 1936 –continúa el informe-,
esta situación se modifica fundamentalmente. Dado que en esa instancia el gobierno
británico aplica un impuesto a las importaciones de carnes de Argentina, a fin de
subsidiar a la ganadería británica con base en estos fondos, la Junta de Carnes
implementa junto con los frigoríficos un plan de compensación del costo impositivo
que, en primera instancia, estos debían afrontar. Esto permite, con acuerdo de los
frigoríficos, la determinación de los precios del ganado que estos adquieren y el
establecimiento de una “ganancia razonable” a reconocerle a los frigoríficos.

A fines de 1936, el Ministro de Agricultura expresó, con claridad, los principios que
terminaron guiando la política del sector de allí en más: “los precios que se abonen por
el ganado, deberán ser razonables y equitativos y estarán vigilados por el Gobierno. Y si
la conducta comercial de los compradores industriales, no se ajusta a este principio y a
las leyes y reglamentos vigentes, el Gobierno retiene en su poder la posibilidad de
cancelarles sus permisos de exportación para otorgarlos a quienes cumplan con aquella
conducta comercial”97.

En el informe de la Junta –que firma su presidente Horacio Bruzzone, ex titular de la


SRA- afirma también que el control de precios determinó que los frigoríficos no
pudieran abonar precios arbitrarios a los productores ni, correlativamente, aceptar
negocios en el extranjero a precios o condiciones por debajo de ciertos límites. Así, la
Junta pasó a utilizar los cupos de exportación que acordaba con el gobierno británico
como mecanismo de disciplinamiento de los frigoríficos de exportación, particularmente
en cuanto a la determinación de los precios del ganado. Años más tarde, en un acta del
directorio de la Junta Nacional de Carnes –del 26 de enero de 1938- expresa claramente
a qué punto había llegado el predominio de la Junta sobre el sector.

97
Ministerio de Agricultura, (1937).
103

Este mismo presidente de la Junta allí expresa que el plan ganadero de ese año debía
dirigirse a los siguientes objetivos fundamentales: Ajuste de precios de compra del
ganado bovino. Distribución de cuota de exportación. Organización del comercio con el
Reino Unido98.

En realidad, estos objetivos parecen haber estado en todo momento presentes, pero a
partir de la concertación del Convenio Anglo Argentino de 1936 –Le Breton, Malbrán,
por Argentina, y Eden y Runciman, por Reino Unido- tuvieron posibilidad de
concretarse. La razón del notorio avance de la intervención del Estado que aquí se ha
evidenciado resultó que en este tratado el gobierno británico reconoció indirectamente
que el gobierno argentino podía castigar la evasión de impuesto a los réditos y las
prácticas monopólicas de los exportadores.

De esta forma, se cambió por completo, la posición británica implícita en el tratado de


1933, en este aspecto, en el que tal como se mencionó el 85% de las exportaciones iba a
“ser colocado eficientemente en el mercado por vías normales, respondiendo a las
necesidades de la coordinación del comercio en el Reino Unido…”. En el resto de las
cuestiones relativas a las carnes, se planteó una renovación del Tratado anterior, aunque
a sus efectos el ministerio argentino debió aceptar la aplicación del impuesto a las
carnes argentinas99.

Luego, a partir del comienzo de la Segunda Guerra, el Reino Unido asume a través del
Ministerio de Alimentación el control total de la compra y distribución de productos
básicos de ese país. Las compras de carnes argentinas las realiza directamente a través
de la Junta de Carnes, abandonándose toda compra directa a los frigoríficos. Estas
compras se realizaron a través de contratos globales de aprovisionamiento. En una
sucesión de contratos por períodos limitados entre octubre de 1939 y octubre de 1944 se
sucedieron 6 contratos, resultando el último con vencimiento en setiembre de 1948.

98
Junta Nacional de Carnes, (1936-1940).
99
Cisneros y Escudé. (2000).
104

El 5º Contrato –iniciado en 1942- y el 6º Contrato se realizaron con el Reino Unido,


como representante de las compras de productos de Naciones Unidas, lo cual demostró
el aporte de Argentina al abastecimiento de los aliados en la guerra.

En los primeros dos contratos prevalecieron los precios del ganado previos al estallido
de la guerra. El tercer contrato –entre setiembre de 1940 y 1941– se dio en
circunstancias desfavorables ya que Francia había capitulado –cayendo como
importador de carnes argentinas– y se había intensificado el ataque submarino al
transporte comercial.

El Reino Unido optó por carnes congeladas y de conserva, abandonó las compras de
chilled, y, en consecuencia, las exportaciones resultaron de menor valor y se verificó
una tendencia a la baja en los precios ganaderos.

En el 4º Contrato –correspondiente a 1941– la demanda volvió a aumentar al mejorar la


demanda británica y agregarse la estadounidense por carne de conserva, con lo cual se
mejoraron los precios de exportación. Pero en el contexto de la guerra, las cantidades y
los precios de los productos adquiridos por los gobiernos aliados solo respondían a sus
posibilidades y necesidades.

La Junta comenzó a solicitar al ministerio inglés un reconocimiento de mayores costos


en la industrialización y también a plantear un retraso de los precios exteriores, respecto
de los internos. Dadas circunstancias poco favorables al mayor valor de las
exportaciones, se acordó finalmente que se embarcarían los saldos exportables,
resultantes de deducir de los volúmenes de producción los requerimientos del consumo
interno, como también de los países latinoamericanos y de los neutrales europeos100.
Una conclusión válida para todo el período revisado es que tanto la vocación
proteccionista inglesa del tratado de 1936 y el control de cantidades y precios impuestos
por la guerra determinaron finalmente una tendencia declinante en el valor de las
exportaciones durante diez años.

100
JNC, (1945); Ministerio de Agricultura, (1937). Memoria Anual 1936, pp.623 a 646.
105

Es importante destacar aquí que si bien los precios de exportación mejoraron


notoriamente después de finalizada la contienda internacional, solo fue posible colocar
volúmenes de exportación sustancialmente inferiores a los característicos de los años
veinte101. No es casual, entonces, que en el acuerdo de 1944, al establecerse como todo
compromiso de importación el de “los saldos exportables” argentinos se hacía caer toda
expectativa de que Inglaterra fuese a seguir sosteniendo importaciones sustantivas
como, de algún modo, sí había comprometido en el Tratado Roca-Runciman, de 1933.

Frente a las sucesivas bajas en el valor de exportaciones de carnes que se dieron en el


curso del período descripto se implementaron distintas medidas de intervención que
cabe destacar. Como ya se comentara frente a la baja de precios del ganado de 1936,
resultante de la aplicación del impuesto sobre las importaciones británicas ya
comentada, se aplicó una política de subsidios junto con los frigoríficos, destinada a
sostener los precios de la hacienda vacuna. De ahí, en más convenios de precios
ganaderos, pasaron a ser habituales con la industria.

La “segunda crisis”, iniciada a mediados de 1938, fue resultado de las sucesivas


reducciones en la importación de carnes que Gran Bretaña venía realizando
periódicamente desde 1936. Debido a una fuerte caída de precios a fines de 1938, el
gobierno volvió a reanudar la aplicación de los subsidios que había suspendido un año
antes al haber concluido la “primera crisis” de 1936. La generalizada caída de los
precios internacionales de las materias primas de 1938, a que se hiciera referencia, había
alcanzado también a las carnes vacunas.

101
FAO, (1965); Vazquez Presedo, 1988.
106

Durante 1939, el estallido de la guerra aumentó notablemente la demanda por parte del
Reino Unido y Francia. Pero en 1940, tal como se consignó, la capitulación de Francia y
la caída de la demanda británica de chilled configuraron la “tercera crisis”. Esto
determinó una nueva recurrencia a la utilización de subsidios sectoriales hasta que se
detuvo la caída de precios en agosto de 1941. Entonces se aplicaron los Decretos 82.080
y 103.181 de 1941, referidos al Fondo de Subsidio y a su constitución en base a fondos
de la cuenta de Margen de Cambio del Banco Central, respectivamente y en los años
venideros estas normas fueron de referencia obligada de todas las posteriores que en
materia de subsidios se aplicaron.

En el Decreto 82.080 de enero de 1941 se determinó que “la Junta de Carnes


establecería periódicamente los precios uniformes para las compras de novillos de
análoga calidad que efectuaren las empresas industrializadoras”.

Por decreto 103.181/41, el Banco Central abriría una cuenta especial denominada
“Fondo de Subsidio”, en la que se depositarán las sumas necesarias para abonar el
subsidio requerido a fin de llevar el nivel de los precios de compra de los novillos al
predeterminado por la JNC. Estos subsidios serían abonados a los frigoríficos a fin de
que pudieran pagar los mayores precios internos establecidos. Explícitamente, la JNC
informa, además, sobre la necesidad de la aplicación de estos subsidios –sobre esta base
normativa-, luego, en 1942 y, finalmente en 1943, a fin de evitar otra crisis más102.

3. LA CAP

Por otro lado, la CAP desarrolló una intensa actividad comercial para canalizar las
ventas externas que por el Tratado Roca Runciman se le habían otorgado a las
organizaciones representativas de los intereses ganaderos: la CAP, con un 11%, el
frigorífico Gualeguaychú y el Nacional, con un 4%, en suma un 15% del total de
exportaciones a Gran Bretaña.

102
JNC, (1945).
107

Como consta en las Memorias y Balances disponibles de los primeros años de


funcionamiento de la CAP –entre 1935 y 1942–, también fue su preocupación central
sostener los precios del ganado vacuno en los mercados de hacienda103.

La CAP, a diferencia de la JNC, podía operar directamente en el mercado de carnes


porque era una firma comercial como las demás. Aunque su capital se constituía con
una asignación del impuesto a las transacciones ganaderas, la empresa fue registrada
como sociedad comercial. Esto aseguraba su autonomía en la conducción del negocio,
ya que los contribuyentes impositivos eran a su vez los accionistas que elegían el
Directorio de la entidad. No obstante, la autonomía financiera estaba condicionada por
el hecho de que los impuestos ganaderos recaudados fuesen finalmente destinados a la
CAP.

Otra diferencia fundamental radicaba en que ésta no buscaba obtener ganancias, sino
que aun la generación de ganancias operativas debía ser invertida en actividades de
desarrollo de la ganadería, lo cual acuñó algunas expresiones dogmáticas de sus
primeros directorios como que “CAP no debía dar ganancias pero tampoco pérdidas”.
La historia se encargaría de demostrar que esto si bien se cumplió en los años iniciales,
entre 1935 y 1942, luego la norma pasó a ser la de generar pérdidas, en forma
crónica104.

Según consta en la memoria y balance de 1937, de las casi 310 mil cabezas de vacunos
compradas por CAP entre 1935 y 1936 se pasó a 492 mil, mientras que en ovinos se
pasó de 450 mil a 582 mil cabezas. En vacunos resultó el segundo comprador más
importante, detrás del frigorífico Anglo y delante de Swift, Armour, Wilson, Sansinena
y Smithfield. En total estos frigoríficos, incluyendo, CAP, alcanzaron alrededor de 3,2
millones de cabezas compradas en 1936. Esto indudablemente fue una demostración de
la gran importancia de la CAP como factor de intervención en el mercado.

103
Memorias y balances CAP, (1935-1942).
104
Cámara de Diputados, (1975).
108

Para resultar determinante en los precios ganaderos, la CAP, incrementó las compras de
hacienda en el mayor mercado concentrador de haciendas, el mercado de Liniers.
Principalmente en materia de novillos de exportación, la incidencia de estos grandes
frigoríficos era menor, ya que la mayor parte de las compras las efectuaban en forma
directa a las estancias.

Según se relata en la memoria de 1937, los excedentes de este tipo de producto


terminaban en el mercado de Liniers, deprimiendo su precio. Es decir, los animales de
este tipo que no compraban los frigoríficos en la estancia debían liquidarse en términos
de sobreoferta, a un menor precio, en Liniers. Estos excedentes pasaron a ser absorbidos
por CAP, lo cual impidió la caída de precios e impulsó a la CAP a redirigir este
producto hacia el consumo interno. Esto explica que también se comenzase a trabajar
con los frigoríficos municipales, dirigidos al abastecimiento de las ciudades.

La función que se fijó la CAP fue actuar como “comprador de última instancia”,
captando estos excedentes e impidiendo que estos bajasen los precios del ganado 105 La
importancia de estas “compras reguladoras” fue creciente y la participación de la CAP
en Liniers alcanzó picos de un 20% del total de su volumen de mercado, cosa
verificable tanto en los años 30, en los 40 y en los 50106.

Por otro lado, dado que Horacio Bruzzone no estuvo de acuerdo con el establecimiento
de nuevos frigoríficos a cargo del Estado o de la CAP, el Frigorífico Nacional no
prosperó demasiado y la CAP quedó unos años sin procesamiento propio. Pasó a
contratar faena en los frigoríficos establecidos, a fin de realizar el aporte de producto
necesario para cubrir la cuota del 11% remanente en el tratado anglo argentino de 1933
o participar en el comercio interno107.

105
Memoria CAP, (1936).
106
Memorias CAP, (1935-1942).
107
Junta Nacional de Carnes, (1936-1940); Ministerio de Agricultura, (1938-1940).
109

En la documentación original de CAP constan contratos de elaboración de carnes en


distintos frigoríficos como Yuquerí de Concordia, Gualeguaychú, Frigorífico Nacional
–a cargo de la Municipalidad de Buenos Aires-, dentro de los nacionales y dentro de los
extranjeros, Armour, Swift y Liebig Bovril108.

Dentro de la contratación de terceros establecimientos en el rubro de carne de


exportación, se destacaban La Negra –del grupo Sansinena- y Smithfield, a los que se
agregaban los municipales, en el caso de consumo. También, algunos autores sostienen
que, en parte, las carnes procesadas por frigoríficos extranjeros se canalizaban como
exportaciones de CAP a fin de aumentar, utilizando el cupo de ésta, el cupo inicialmente
asignado a estas firmas109.

Pero estas prácticas que, más allá de salirse de norma, hubiesen disminuido la
producción real de CAP, no parecen haber alcanzado mayor importancia, debido a que
la JNC y el Reino Unido se ocuparon de controlar e impedir la ocurrencia de estos
casos110. Pero más allá de esto, lo cierto e importante fue la ambición de los ganaderos
de tener frigoríficos propios y, de esta forma, competir y apropiarse de parte del
mercado dominado por los frigoríficos extranjeros, con el objetivo claro de consolidar
las ganancias correspondientes a la producción ganadera.

Estas ganancias, según los ganaderos, habían sido reducidas por las prácticas
monopólicas de los frigoríficos extranjeros. En razón de las políticas de la Junta
Nacional de Carnes, éstas habían sido controladas y limitadas, pero la posibilidad de
que el procesamiento en frigoríficos de los ganaderos se hiciese efectiva abría la
perspectiva de un mercado externo de carnes dominado por ellos y no, por los
frigoríficos extranjeros.

108
Actas Consejo de Administración CAP, (1939-1940).
109
Puiggros, (1957).
110
Actas Consejo de Administración CAP, 1939.
110

En un contexto ideológico donde los frigoríficos extranjeros resultaban encuadrados


dentro de los sectores contrarios a los intereses nacionales, el apoyo político a esta
iniciativa nacionalista crecía desde mediados de los treinta y, luego, en el debate de este
mismo orden, surgido a partir de los alineamientos respecto de los bloques
internacionales enfrentados por la guerra111. Además, para 1940, la CAP había más que
duplicado el capital original registrado en 1936, medido en dólares, ya que se pasó de
un capital de 2 millones de dólares estadounidenses a uno de 5 millones. Las ganancias
por comercialización de distintos tipos de carnes llegaron a 500 mil dólares corrientes y
las correspondientes a ventas totales a 1,2 millones, en 1940. En ese año, las
condiciones favorables de exportación permitieron duplicar la cantidad de animales
faenados en 1936 y, a su vez, obtener estas ganancias que, capitalizadas, permitían
aumentar el capital un poco más allá del aporte que hacía la Junta de Carnes.

El mayor capital acumulado podía contribuir a dar soporte financiero, también, a la


adquisición de frigoríficos por parte de CAP, en forma directa. En este sentido comenzó
a dirigirse la CAP desde 1940 y así fue como ya entre 1942 y 1943 le fue posible
adquirir frigoríficos de tamaño mediano como el Yuquerí de Concordia o pequeños
como el ovejero de Río Grande en Tierra del Fuego y algunos otros. Hacia fines de los
cuarenta adquirió, en tanto, dos frigoríficos de mayor porte como el La Negra de
Avellaneda y el Cuatreros de Bahía Blanca, ambos pertenecientes a la Compañía
Sansinena. Como resultado de las nacionalizaciones de propiedades británicas, en los
primeros años del peronismo, también adquirió el inglés Smithfield de Zárate 112. Desde
1943 la CAP había quedado intervenida por el gobierno militar que gobernara desde ese
mismo año.

111
Peterson, (1985); Actas Consejo de Administración CAP, (1939-1940).
112
Actas C. de Administración CAP, (1946-1948); Actas Directorio IGA, (1951-52).
111

Con los frigoríficos adquiridos la CAP había comenzado a exportar en forma directa a
Gran Bretaña, ya desde 1941113, pero los resultados económicos de la empresa
resultaron muy desfavorables desde la gestión militar114, revirtiendo las ganancias
mínimas, al menos, que, como saldo habían quedado de la gestión ganadera entre 1935
y 1942115.

La intervención militar debía ser reemplazada por una nueva conducción ganadera,
elegida según los estatutos societarios, junto con el retorno a la democracia en 1946.
Los prolegómenos de la elección de autoridades fueron avanzados convenientemente
por la gestión militar, pero los ganaderos, finalmente, no llegaron a realizar el acto
eleccionario preparado por esta gestión, en un rechazo de las entidades rurales que
significaba un desacuerdo con el primer gobierno constitucional de Perón, sobre sus
posibles resultados 116 .

Las votaciones no se realizaron y en lugar de un Directorio surgido de elecciones, el ya


Presidente Perón reemplazó al interventor por una serie de Directores que, en realidad,
se inscribían dentro de las líneas o grupos internos habituales de la CAP o la fracción
del gremialismo rural que ya había actuado en los años fundacionales de la CAP117.
También se reemplazó al presidente de la Junta Nacional de Carnes que era encumbrado
representante de la Sociedad Rural Argentina, como otros integrantes del directorio, por
personas ligadas a la actividad ganadera pero ajenas a esta entidad rural. Hasta 1949,
los organismos oficiales específicos vinculados a la ganadería y sus frigoríficos no
fueron afectados por el cambio de gobierno de 1946118.

113
Memorias y Balances CAP, (1935-42).
114
Balance CAP, (1945).
115
Memorias y Balances CAP, (1935-42).
116
Actas C. Administración CAP, (1945-46).
117
Actas C. Administración CAP, (1946-1948).
118
Actas C. Administración, CAP, (1946-48).
112

4. Conclusión.

El período de 12 años comprendido entre 1933 y 1945, con base en los análisis
realizados por la JNC y la CAP, muestra que hubo una recuperación de la demanda
británica y tanto las cantidades como los precios de exportación se acercaron, al menos,
a los valores de 1923, aunque estos eran de los más bajos de los años veinte. Esto,
básicamente, se dio hasta principios de los cuarenta, pero con la guerra parecen haber
crecido las dificultades, a consecuencia de la menor demanda de los países europeos en
conflicto: los tonelajes embarcados se fueron reduciendo y esto se tradujo en que en los
últimos acuerdos comerciales con los británicos no fijaban volúmenes de embarque
comprometidos. Los precios que se acordaban, a su vez, pasaron a contar con una
creciente insatisfacción de las autoridades argentinas. Tal como se observara en el
capítulo anterior, el tipo de cambio aumentó hasta 1942 y esto fue un estímulo para los
exportadores y productores hasta ese año. Los subsidios a los frigoríficos que se
sucedieron recurrentemente también significaron un sostenimiento de los precios de la
carne vacuna. La acción de la CAP sostuvo la demanda de ganado en el mercado y fue
otro sostén del precio del ganado. Dentro de la estructura de frigoríficos exportadores, la
CAP resultó el eje de la producción nacional, ya que desde sus orígenes demostró un
volumen de participación relevante en el mercado.

En suma, como más adelante se describirá, dentro del estancamiento agropecuario, el


sector ganadero encontró un camino de recuperación, donde la política de subsidios y la
participación de la CAP en el mercado tuvieron su real importancia.
113

Fuentes y Bibliografía.

Fuentes

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de Carne, 1939-1940. CAP, libros de actas del consejo de
administración, caja 21, 1939 a 1940.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de carne, 1945-1946. Libros de actas del consejo de
administración, caja 23, 1945 a 1946.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de Carne, 1946-1948.Libros de actas del consejo de
administración, caja 24, 1946 a 1948.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. Instituto Ganadero


Argentino, División de Economía y Producción, 1951-1952. Actas 1951 y 1952, caja 4.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. Junta Nacional de


Carnes, 1936-1940. Libros de Actas del Directorio.

Bibliografía

CAP, Corporación Argentina de Productores de Carne, (1963). Memorias y Balances,


1935 a 1942; 1945; 1956; 1958; 1962. Peuser, Buenos Aires.

Cisneros, Andrés, y Carlos Escudé, dir. (2000). Historia de las relaciones exteriores
Argentinas. Buenos Aires, Galerna.

FAO (1965). Estado Mundial de la Agricultura y Alimentación, análisis segundo


decenio de posguerra. Naciones Unidas, Nueva York

Cámara de Diputados de la Nación Argentina (1975). Informe de la Comisión


Investigadora sobre carnes. Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación.

Junta Nacional de Carnes (1945). Síntesis de la labor desarrollada 1933-1945. Buenos


Aires, Junta Nacional de Carnes.

Ministerio de Agricultura (1937). Memoria Anual 1936. Buenos Aires.

Ministerio de Agricultura (1938). Memoria Anual 1937. Buenos Aires.

Ministerio de Agricultura (1939). Memoria Anual 1938. Buenos Aires.


114

Ministerio de Agricultura (1941). Memoria Anual 1940. Buenos Aires.

Peterson, Harold (1985). La Argentina y Los Estados Unidos. 1810-1960. Buenos Aires,
Hyspamerica.

Puigross, Rodolfo, (1957). Libre Empresa o Nacionalización De La Industria De La


Carne. Buenos Aires, Argumentos.

Vázquez Presedo, Vicente (1976). Estadísticas Históricas Argentinas (Comparadas),


1914-1939. Buenos Aires: Ediciones Macchi.

Vázquez Presedo, Vicente (1988). Estadísticas históricas argentinas, 1873-1973.


Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Económicas.
115

Anexo estadísticas históricas.

15. EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES ARGENTINAS

DE CARNES REFRIGERADAS Y PRINCIPAL DESTINO - Años 1895 a 1965

EXPORTACIONES en toneladas
AÑOS Porciento del Reino
Totales Reino Unido Unido sobre el total

1895 1.600

1896 3.000

1897 4.200

1898 5.900

1899 9.100

1900 24.600

1901 44.900

1902 70.000

1903 85.500

1904 97.700

1905 152.900

1906 153.800

1907 138.200

1908 180.800

1909 210.700

1910 253.700 248.700 98,0

1911 312.800 301.000 96,2

1912 342.800 328.300 95,8

1913 366.200 355.100 97,0

1914 368.900 308.200 83,5

1915 362.700 299.100 82,5

1916 427.700 358.400 83,8

1917 394.800 283.600 71,8


116

1918 495.600 277.800 56,1

1919 400.700 293.200 73,2

1920 416.300 349.800 94,0

1921 389.700 361.000 92,6

1922 405.100 378.300 83,4

1923 541.200 256.400 84,3

1924 732.700 510.600 69,7

1925 669.000 462.500 69,1

1926 657.400 521.100 79,3

1927 732.700 552.800 78,6

1928 669.000 449.900 88,6

1929 657.400 423.800 88,4

1930 703.000 395.100 89,0

1931 435.800 405.000 92,9

1932 407.001 392.600 96,5

1933 381.400 364.200 95,5

1934 381.200 357.700 93,8

1935 379.200 357.600 94,3

1936 397.100 365.900 92,1

1937 441.600 357.900 81,0

1938 445.200 354.600 79,6

1939 166.100 371.400 79,7

1940 363.400 361.600 99,5

15. EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES ARGENTINAS

DE CARNES REFRIGERADAS Y PRINCIPAL DESTINO - Años 1895 a 1965

1941 372.700 366.800 98,4

1942 375.300 372.500 99,3


117

1943 296.600 292.600 98,7

1944 296.600 287.700 95,7

1945 173.100 163.400 94,4

1946 229.500 218.400 95,2

1947 357.700 306.400 85,7

1948 267.700 192.200 71,8

1949 332.400 250.500 72,4

1950 172.000 135.200 78,6

1951 112.500 57.200 50,8

1952 96.200 54.400 56,5

1953 111.700 96.900 86,8

1954 102.400 88.300 86,2

1955 191.300 168.500 88,1

1956 359.600 247.900 68,9

1957 363.500 268.300 73,8

1958 362.800 256.300 70,6

1959 343.200 217.100 63,3

1960 285.300 199.800 70,0

1961 268.900 153.900 57,2

1962 389.100 195.200 50,2

1963 531.100 227.700 42,9

1964 420.800 143.000 34,0

1965 347.700 108.400 31,2

FUENTE: Junta Nacional de Carnes y Anuario de la Sociedad Rural Argentina, 1928.

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As,
B.G.A.
118

CAPÍTULO 5

El contexto económico externo y los lineamientos económicos nacionales entre 1945 y


1955.

Como es fácil deducir de todo lo que se ha revisado respecto de la etapa 1930-1945, el


sector agropecuario fue claramente privilegiado por la política económica aplicada en
esos años. Tanto la política cambiaria, la monetaria como la de subsidios fiscales
tuvieron capítulos específicos que beneficiaron a ese sector y, en especial, al complejo
de la carne vacuna.

La industrialización avanzó en esos años al amparo de las barreras proteccionistas que,


de hecho, se generaron a partir de un control de cambios generalizado, dirigido a
impedir que las escasas divisas se malgastasen en importaciones de productos que se
podían llegar a producir internamente. Una industrialización forzada por esta
circunstancia terminó siendo aceptada y promovida hacia finales de los años treinta.

En este contexto, las instituciones rectoras del mercado de las carnes vacunas fueron
centrales en todo lo relativo a favorecer a este sector. Como se verá en esta etapa que
continúa a la que culmina en 1945, es la política económica y una serie de decisiones de
distintos ámbitos las que, de alguna forma, continuarán beneficiando o no, al sector en
diferentes aspectos.

Un nuevo rumbo en el orden internacional, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, así


como una serie de situaciones que se dieron a partir de ese momento también fueron de
incidencia sobre la economía argentina y, en forma indirecta, sobre el sector en estudio.
119

1. El contexto internacional desde 1945.

Más allá de la segunda guerra, los planes de reconstrucción ante la evidencia de la


convulsionada etapa que continuó a la finalización de la Primera Guerra y que
desembocó en la Segunda Guerra Mundial, desde sus inicios comenzó la planificación
de la paz, tal como ya se mencionara oportunamente al tratarse los preparativos que
encabezara Estados Unidos. Las principales preocupaciones fueron la libertad de
comercio, la estabilidad monetaria internacional y la recuperación de la inversión en el
exterior.

El secretario de Estado americano, Corden Hull, había establecido que el libre comercio
significaba el alineamiento económico y éste el alineamiento político, con lo cual se
garantizaba la paz. “Para que los soldados no tengan que cruzar las fronteras
internacionales, tienen que poder hacerlo las mercaderías.” Un siglo de proteccionismo
americano estaba terminando de esta forma.

En materia de planificación monetaria la banca internacional volvió a apoyar el Patrón


Oro pero la industria y los sindicatos rechazaban la imposibilidad de contar con las
políticas activas de moneda y tipo de cambio que, por definición, resultaban inaplicables
bajo las reglas del patrón oro. Los banqueros americanos, en tanto, apoyaban un patrón
dólar, lo que obviamente los beneficiaría específicamente. La invención de Keynes y
White de 1944 fue la del Fondo Monetario Internacional, FMI, como rector de un
sistema a donde contribuirían todos los países con el aporte de reservas en oro y divisas
y se vincularían en un tipo de cambio fijo a un patrón oro-dólar.

Frente a las dificultades económicas de cada país, el FMI podría otorgarles préstamos o
recomendarles devaluar, eventualmente. Se instituía un severo control del movimiento
de capitales, ya que se entendía que los efectos coyunturalmente depresivos de los
movimientos especulativos eran un costo mucho mayor que el beneficio que podían
aportar a través de su libre movilidad, aunque ésta aumentase la liquidez internacional.
Se entendió también que la inversión productiva internacional debían dirigirlas agencias
internacionales especializadas.
120

Se había verificado que los préstamos privados para obras de infraestructura habían
descendido notablemente en razón del fuerte riesgo de colocación de préstamos
asociado a la larga maduración de la infraestructura. Estas inversiones necesitaban del
impulso mayor que podían proveerles acuerdos internacionales instrumentados por las
agencias de desarrollo. En una multitudinaria reunión de países en 1944 –en Bretton
Woods- fue aprobado el orden monetario de posguerra y, en rigor, la importancia de este
gran acuerdo internacional no debía ser observado por la final eficacia de las
instituciones creadas sino porque ésta era la base de una política internacional dirigida a
desterrar el aislacionismo y los nacionalismos autárquicos. Luego se verificó también
en los hechos que la reconstrucción de Europa Occidental quedaría a cargo de los
Estados Unidos y la Oriental, a cargo de la URSS. Tal como correspondía al principal
reclamo de libre comercio, se procuró la eliminación de la preferencia imperial del
Reino Unido.

Inmediatamente de finalizada la guerra, los Estados Unidos se abocaron a lograr que


Gran Bretaña regresase rápidamente al circuito de pagos internacionales, mediante la
convertibilidad de la libra en dólares u oro. Esto facilitaría los pagos internacionales al
Commonwealth y, por consiguiente, allí se aumentaría rápidamente el comercio
exterior. Un crédito de casi 4 mil millones de dólares, a mediados de 1947, fue
destinado para que este país respaldase la conversión de la libra esterlina, pero en pocas
semanas los dólares de reserva fueron absorbidos por una elevada demanda de esta
divisa. La libra debió volver a la inconvertibilidad.

Ésta fue una clara demostración de la escasez de moneda de reserva en Europa y el


grave error de cálculo de los americanos sobre el nivel de financiamiento necesario para
la reconstrucción europea.

En buena medida, la corrección necesaria se hizo presente cuando el Plan Marshall


comenzó a aportar mayor financiamiento a través de los 13.500 millones de dólares
estadounidenses iniciales otorgados meses después119.

119
Frieden, (2007), p. 335-365.
121

Tan solo luego de un par de años de inaugurado Bretton Woods, el frustrado intento de
convertibilidad inmediata de la libra había demostrado que la convertibilidad solo podía
ser indirecta, o sea a través de los dólares que lograban disponer los bancos centrales, ya
que por el control de cambios, tanto el dólar como el oro se constituían exclusivamente
en reservas internacionales en su poder. Éstas resultaban mayormente intangibles para el
grueso del flujo financiero mientras que el flujo comercial era atendido por la
disposición de reservas autorizada por los bancos centrales.

Hasta 1949 inclusive Estados Unidos seguía siendo superavitario en su comercio


externo y esto sumía a Europa en una suerte de crisis de escasez de divisas continua, ya
que no lograba revertir sus déficits, porque estos resultaban, en contrapartida, de los
superávits americanos.

Las ingentes necesidades de mercaderías para la reconstrucción europea de posguerra


tenían en Estados Unidos un proveedor principal, mientras que Europa no lograba
recuperar una capacidad exportadora capaz de generar suficientes divisas para
financiarlas totalmente.

Así, y a pesar de la llegada del Plan Marshall en 1948, la recesión temporaria de Estados
Unidos entre 1948 y 1949 empeoró las cosas y determinó que Gran Bretaña devaluase
nuevamente en 1949, luego de haberlo hecho en 1947, a la salida del intento fracasado
de retorno a la convertibilidad. Luego, en forma más o menos inmediata 30 países
devaluaron sus monedas, a su vez.

A pesar de esto y de la iniciación de la guerra de Corea, en 1950, todavía Estados


Unidos tenía superávit, aunque ya había disminuido, pero solo a un ritmo de 3000
millones de dólares anuales. Esto exponía a las claras que un Plan Marshall de 13.000
millones de dólares podría haber sido consumido en 4 años por el déficit global
contrapartida del superávit americano en igual período. Lo que Estados Unidos estaba
dando con una mano lo estaba sacando con la otra.
122

Esto fue determinante de un rápido y sostenido viraje europeo hacia la regionalización


comercial y financiera, cosa que además Estados Unidos apoyaba en su visión política
de un solo país más grande y fuerte que pudiese hacer frente, en plena guerra fría, al
gigante comunista.

Así se creaba un FMI de alcance regional específico, la Unión Europea de Pagos. Y


cuando de este modo también se procuraba una salida a los adversos saldos comerciales
europeos con Estados Unidos, en 1951 comenzó el superávit comercial europeo y el
déficit americano, para luego afirmarse esta situación a lo largo del tiempo, ya que el
país norteamericano cayó en una suerte de déficit crónico.

Conforme las relaciones reales de intercambio parecen haber alcanzado niveles


favorables luego de las devaluaciones europeas, el aumento del comercio exterior
movilizó las economías de estos países. E inclusive, también Japón se sumó a un
crecimiento sostenido que, así, iba adquiriendo difusión global.

Además, tanto las inversiones de destino militar como las privadas constituyeron a estos
países como receptores netos de un flujo de 2.000 millones de dólares anuales
provenientes de Estados Unidos en los primeros años de los cincuenta. La escasez de
dólares iba mudando a abundancia ya que de ser Estados Unidos tenedor de las dos
terceras partes del volumen total de dólares en la última parte de los cuarenta pasó a
retener la mitad, en los cincuenta120.

2. Entre 1940 y 1946, el surgimiento del peronismo.

El tránsito hasta el gobierno de Perón en 1946 está dado a través de distintas instancias
críticas, en lo político y económico, que se sucedieron desde fines de los años treinta,
entre los inicios y la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

120
Eichengreen, (1996). Págs. 131-192.
123

A pesar del retroceso de 1938, entre 1933 y 1939 la economía venía creciendo al 4%
anual. Desde allí, la tasa anual pasó a ser del 2,5% anual, hasta 1946, si se tiene en
cuenta la recesión de 1945121. La guerra fue otro factor de sustitución de importaciones
y, por ende, determinante de aumento de la industrialización, tanto que en algunos años
solo se importó un tercio de las importaciones de 1937. El desarrollo industrial, en
razón del predominio bélico de la industria americana y las dificultades de transporte,
determinó una etapa de crecimiento económico para toda América Latina.

Estados Unidos, para asegurarse el aprovisionamiento de insumos para su economía de


guerra y de paz, adquiría los productos latinoamericanos mediante una Comisión de
Desarrollo Interamericano y esto, incluía productos industriales de este origen. En
promedio, las exportaciones industriales argentinas llegaron a un 15% del total,
promedio entre 1941 y 1946, aunque en 1947 se volvió al 5% propio de los años 1939 y
1940122. Si bien Estados Unidos y Canadá crecieron notablemente en base a su industria
militar, Argentina y Brasil lo hicieron casi a la misma tasa, mientras que Chile o México
lo hicieron entre el 4 o 5%, respectivamente.

Pero en Argentina la agricultura se encontraba estancada y trabada la importación de


materias primas y de bienes de capital. Hasta 1940 no había habido una política
industrialista, siendo que por más que las trabas cambiarias y los aumentos de aranceles
por razones fiscales hayan generado una tendencia a la sustitución de importaciones, no
existió clara vocación en este sentido y en sus efectos industrialistas. Lo que sí se dio en
los años treinta fue una clara protección al sector rural.

121
Maddison, (1995).
122
Llach, (1984); Wilkins, (1974); Rougier (2012).
124

El Plan Pinedo ya fue una expresión industrialista y entre 1940 y 1943, la política de
redescuentos del Banco Central favoreció a la industria más que a la agricultura y al
comercio, se dictaron 15 leyes de promoción industrial de nivel provincial y municipal,
se creó la Flota Mercante del Estado y se sancionó la ley de Fabricaciones Militares. La
Unión Industrial Argentina no hacía distingos respecto del futuro de distintos sectores
industriales, mientras que la Armour Research Foundation solo llegaba a la conclusión
de que las fábricas de cemento, las de calzados, confecciones, papel y algunas químicas
podían tener futuro.

El sesgo exportador de la industria, durante la guerra, también daba esperanzas al


destino de la producción. Tal como dijera Castillo la industria era el camino a la
liberación económica y a la autonomía nacional. Es decir, el nacionalismo entendía que
a sus ideales de soberanía nacional más se adecuaba la industria mientras que las
“industrias naturales” –agrarias y agroindustriales– parecían destinadas a la dependencia
del producto industrial importado. Unas Fuerzas Armadas nacionalistas abonaban esta
idea por la necesidad de autoabastecerse de material bélico, dadas las restricciones que
en el aprovisionamiento internacional se habían verificado antes y durante el período
bélico123. Pero cuando el gobierno militar de 1943 planteó un programa de crédito
industrial, en setiembre de ese año, no hizo distingos entre industrias naturales y
artificiales, no limitándose tampoco a algunos sectores principales como planteara
Pinedo. El propio Perón advirtió la importancia de la industrialización al observar el
crecimiento continuo de los asalariados industriales, quienes resultaban ser la base de su
poderío político.

123
Llach, (1984).
125

Entre 1940 y 1945 los asalariados industriales habían pasado de 800 mil ocupados a 1
millón doscientos mil, aproximadamente. El final de la guerra podía significar una caída
de sectores industriales reemplazables por importaciones y esto significaría una caída
del empleo industrial. El Consejo Nacional de Posguerra calculaba 140 mil
desocupados, en función de la reapertura del comercio exterior que significaba el final
de la guerra124. Las intenciones de Perón iban en el sentido contrario, en el de aumentar
el número de obreros industriales y sumarlos a su movimiento político.

Los aumentos de salarios, las mejoras en las prestaciones sociales de los gremios, el
impulso a las jubilaciones de los trabajadores hizo que lo gremios y sus trabajadores se
sumasen decisivamente a favor de Perón. Las mejoras que recibieron los trabajadores y
que, muchas veces, tuvieron que costear los empresarios no resultaron en una carga
mayúscula para ellos, cuando entre 1945 y 1949 se dio un auge de las materias primas
con un aumento de precios internacionales. Ese escenario permitió ampliar el
financiamiento de la mejora de los ingresos laborales, con base en superávits
comerciales externos reiterados en esos años125 .

3. Los problemas de la posguerra. La nueva relación Gran Bretaña.

La visión librecambista de Bretton Woods no se trasladó a la práctica inmediatamente.


Estados Unidos concentraba la oferta de exportación mundial –tal como se mencionara-,
pero los países europeos seguían sosteniendo sus acuerdos bilaterales, en pos de
continuar con los beneficios que Estados Unidos no les brindaba.

Perón no solo imaginó que pudiera haber una tercera guerra entre Estados Unidos y
Rusia, sino que desconfiaba de que Estados Unidos lo apoyase en el aprovisionamiento
de alimentos para la reconstrucción de Europa. Por tales razones, apostaba a la autarquía
económica y, en realidad, a la exclusión del país del abastecimiento internacional de
alimentos, cuando, finalmente, el Plan Marshall confirmó estas expectativas126.

124
Llach y Sánchez, (1984).
125
Cafiero, (1961); Matshushita, (1983).
126
Cisneros y Escudé, (2000).
126

Otra cuestión importante a tener en cuenta fue que durante la guerra, Argentina generó
un superávit considerable con el Reino Unido, revirtiendo la situación anterior, en que
se daban saldos netos favorables a éste.

Frente a las menores exportaciones inglesas se concretaban fuertes exportaciones


agropecuarias argentinas con las que se pagaba el servicio de la deuda externa y las
transferencias de utilidades de propiedades inglesas, pero en los años de la guerra el
superávit argentino además de estos pagos generó un crédito a favor de Argentina. Los
años de la guerra acumularon los saldos de un continuo desequilibrio e Inglaterra quedó
en clara posición deudora, luego de que Argentina repatriara su deuda.

El saldo favorable a Argentina resultó en 1.500 millones de pesos y la deuda inglesa,


entonces, equivalía a 112 millones de libras. Dada su inconvertibilidad con el dólar,
éstas eran libras bloqueadas –solo utilizables en el área de la libra-127. En el Tratado
argentino-británico, Eady-Miranda de 1946, se aseguró una cuota para las carnes
argentinas, se propuso una empresa mixta para los ferrocarriles y un desbloqueo de las
nuevas exportaciones argentinas.

Una inconvertibilidad de la libra en oro en 1947, luego de un fracasado intento de


regreso a la conversión terminó con las expectativas de poder desbloquear el crédito en
libras de Argentina.

Finalmente, en el Pacto Andes, de 1948, el saldo de libras bloqueadas más un préstamo


reembolsable con exportaciones argentinas permitió la compra de los ferrocarriles.
Según Puiggros128, en este acuerdo fue determinante el que Gran Bretaña obtuviese un
importante aprovisionamiento de alimentos por parte de Argentina en canje por las
propiedades inglesas nacionalizadas. De esa forma aseguraba la alimentación de su
población.

127
Guerchunoff y Llach, (2007).
128
Puiggros, (1957).
127

Este caso y otros, del mismo tipo en Europa Occidental, se demostraron como una gran
preocupación por la insuficiencia alimentaria de los hogares europeos, cuando el
Mercado Común adoptó políticas activas de seguridad alimentaria en los años
cincuenta129.

Por otro lado, la estatización o intervención del Estado en el orden económico o social
que, como se relató, fue una tendencia internacional iniciada en los años treinta
concluyó en el denominado Estado de Bienestar, en el que una serie de servicios o
derechos sociales garantizados por el Estado suministraba niveles adecuados de
bienestar al conjunto de la población.

También, el carácter de Estado productor de bienes se instaló a partir de la necesidad de


elaborar y administrar bienes para la economía de guerra, en forma directa, por parte de
aquél. En este mismo sentido estaban también los antecedentes de un Estado productor
en la Rusia Soviética, en Alemania o Italia.

Después de la Segunda Guerra es indudable que Gran Bretaña, Francia e Italia


continuaron incursionando en bienes y servicios públicos en manos del Estado y
también en la nacionalización de grandes industrias. Este lineamiento también le daba el
máximo soporte a la idea keynesiana de que el Gasto Público resultaba necesario para
mantener el empleo y la actividad económica.

En el caso argentino se avanzó sobre los teléfonos, sobre las fabricaciones militares, el
carbón, la energía eléctrica y los ferrocarriles. En la Constitución de 1949 se declaró al
Estado dueño natural de los servicios públicos y de las fuentes de energía, a la vez que
monopolizó el comercio exterior. A su vez, el peronismo expandió el gasto público
social en educación, salud, previsión social y otras áreas sociales.130.

129
Devoto, (1993).
130
Cafiero, (1961); Rougier, (2012).
128

El Gasto Público, entonces, aumentó en función de este crecimiento del tamaño del
Estado, el que puede estimarse en un 180% superior al de 1941. Pero la renovación de
una ya antigua infraestructura de empresas originalmente privadas no pudo realizarse
al ritmo necesario y esto determinó la escasez del suministro eléctrico, por ejemplo131.

4. La política salarial

Entre 1945 y 1949, los salarios reales crecieron en un 62% y esto determinó no solo una
notable redistribución de ingresos, sino también un gran impulso a la demanda
agregada. Una cuestión particular que acompañó el crecimiento de los salarios y que
fue, inicialmente, muy favorable para el financiamiento del Estado, fue el desarrollo del
sistema previsional que solo había tenido muy lento desarrollo hasta 1946.

Allí se generalizó el aporte previsional para los trabajadores y esto, frente a una
inicialmente escasa cantidad de jubilados, determinó un superávit previsional muy
importante, por la excesiva relación entre mayoría de aportantes y los escasos
beneficiarios previsionales con que originalmente contaba el sistema132.

5. La opción por la industria y la postergación del agro.

La política de industrialización fue la opción definitiva del gobierno peronista que, de


esta forma, parecía dejar postergada la protección al agro de años recientes. El crédito
industrial fue impulsado ya desde el gobierno militar que precedió al de Perón y a esto
se sumó la nacionalización del Banco Central, haciéndose evidente que el destino
preferido del crédito era la industria.

131
Guerchunoff y Llach, (2007).
132
Cafiero (1961).
129

No existió una priorización de ramas de la industria en este proceso de fomento sectorial


y esto dio como resultado en que el desarrollo se concentrase en la industria liviana. La
industria básica, por razones de escala de capital e innovación tecnológica, necesitaría
de grandes inversiones extranjeras que el peronismo no se planteaba atraer, en razón de
la independencia económica del proyecto que sostenía.

El Estado comprometió sus finanzas en la industrialización, así como lo hizo en las


nacionalizaciones o en el gasto social133. Pero el financiamiento del Estado y la
industrialización, entonces, reconoció una fuente de recursos de gran magnitud en el
sector agrario. Encontró en él, en buena medida, el origen de recursos necesarios, a
través de una ingente transferencia de recursos entre este sector rural y el sector urbano.

6. El IAPI y el sector agropecuario.

Durante el gobierno de Perón, la influencia sobre los precios agrícolas se intensificó por
medio del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI). Entre 1946 y
1949 compró cosechas para venderlas interna y externamente, obteniendo ganancias,
resultado de los márgenes entre los altos precios internacionales y los precios internos
más bajos a que compraba los granos134.

Sin embargo, las ganancias del IAPI no eran el factor más importante de reasignación
de recursos del sector agrario a favor del sector urbano, sino que, principalmente, ésta se
basó en un nivel de precios internos agropecuarios que logró tener un menor ascenso al
que tuvieron sus precios internacionales.

133
Cafiero, (1961); Rougier, M., (2012).
134
Novick, (1986); García Vizcaino, (1974).
130

Además del alza absoluta en estos últimos, se demuestra la mejora de estos precios al
compararlos con los bienes importados, mayormente industriales. A excepción de una
caída leve en 1945, entre 1946 y 1949, los precios de exportaciones agropecuarias
mejoraron hasta en un 50%135, respecto de los importados, relación que solo había
mejorado un poco entre 1935 y 1945. Este fue el origen de la acumulación de superávits
comerciales externos en la última parte de los cuarenta, que ya se comentara.

Distinta fue, en definitiva, la evolución de los precios internos agropecuarios frente a la


de los internacionales. La discriminación hacia el campo llevó a que luego de que la
participación del sector rural en el Producto Interior Bruto fuese del 33% en 1925/29 y
del 26/28% en 1935/39, el sector pasase al 16% entre 1947 y 1949136.

De esta forma, se realizó un intento explícito de transferir ingresos desde el Sector Rural
al Sector Urbano y al Estado. Se le disminuyeron los ingresos reales al Sector Rural, ya
que éste no pudo incorporar el aumento de precios internacionales, sino únicamente los
precios efectivizados por el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) y
estos precios –menores– permitieron el mantenimiento de los salarios reales. Asimismo,
un salario nominal menor era posible en base a precios menores de los alimentos –
derivados del sector agropecuario-. Esto aumentaba la rentabilidad de la industria, al
obtener un costo laboral inferior.

El importante aumento de los precios internacionales de granos y carnes entre 1945 y


1949 fue definitivamente redirigida desde el campo hacia la industria y sus trabajadores,
mediante la intervención del Estado137. De esta forma se concretaba la transferencia de
ingresos desde el campo hacia la industria y sus trabajadores.

135
Guerchunoff, P. y L. Llach, 2007.
136
Díaz Alejandro, (1983).
137
Cafiero, (1961); Fodor, (1975); Díaz Alejandro, (1983).
131

Además, en un mundo, donde el comercio, desde poco después de la crisis de 1930, se


había caracterizado por su tendencia a ser bilateral y aún más, a partir de la Segunda
Guerra, el IAPI resultaba ser una organización representativa del gobierno como otras
que cumplían similares funciones en otros países.

7. Otras intervenciones sobre el sector agropecuario.

Por otro lado, el crecimiento industrial y su impulso sobre el aumento salarial y la


ocupación determinaban la migración de población rural hacia las ciudades. Como la
agricultura, especialmente, podía verse afectada por el despoblamiento, se debieron
aumentar los salarios a los trabajadores rurales y esto llevó a una menor rentabilidad
agrícola.

Además, la estructura de arrendamientos fue afectada por el “congelamiento” del valor


locativo de la tierra, lo que beneficiaba a los arrendatarios pero perjudicó a los
terratenientes. Al estar fijado –“congelado”- por el gobierno el precio de los
arrendamientos, su valor real caía en razón de una persistente inflación.

Muchas tierras dejaron de darse en arrendamiento y el relevante aporte a la producción


agropecuaria de los arrendatarios se contrajo a partir de la posguerra. La importación de
maquinaria agrícola se debía realizar a un tipo de cambio no preferencial y, por tanto,
esto derivó en otro mayor costo generado por la acción del Estado. Esto último debe ser
incluido dentro de los perjuicios del control generalizado de cambios que discriminó en
contra de la importación de bienes de capital, tal como aportara Díaz Alejandro138.

138
Díaz Alejandro, (1983).
132

Entre 1940 y 1949, en consecuencia, el cultivo tradicional se redujo en un 39% -maíz,


trigo, lino-, en hectáreas sembradas, pero fue parcialmente compensado por el aumento
de otras variedades nuevas –girasol, maní, cebada-, en un 75%–. Las mayores
importaciones de bienes de capital – maquinaria agrícola, incluida-, debido a la
normalización de posguerra, evitaron una caída mayor y, por esto y otros factores, la
crisis agraria no fue mayor139.

En consecuencia, la producción ganadera debió avanzar sobre los campos anteriormente


dedicados a la agricultura, cosa que revirtió la tendencia contraria de mayor ocupación
de tierras por la agricultura que se había dado hasta 1930.

8. El impacto interno de una etapa muy favorable en el sector externo.

Los Superávits comerciales se venían acumulando durante la Segunda Guerra, pero esto
no resultaba de las mayores exportaciones sino de la falta de importaciones. Las libras
“bloqueadas” inglesas, diferentes restricciones de la economía de guerra y el avance de
la industrialización nacional protegida habían sido determinantes de esta caída de
importaciones. Al cabo de la guerra, las exportaciones habían aumentado un 200% en
sus precios, mientras las importaciones lo hacían en un 30%. Con todo, los volúmenes
de exportación eran inferiores a los de 1935 y estos, a su vez, menor a los de los veinte.

Las condiciones exteriores eran un grave inconveniente, porque el Reino Unido, entre
otros países europeos había reducido ostensiblemente sus importaciones de todo origen,
resultando Australia, por ejemplo, otro principal afectado. Respecto de la posguerra, no
había mucho optimismo porque Perón especulaba con una Tercera Guerra Mundial o
con la continuidad del deterioro previo de la economía internacional, entre 1929 y
1939140.

139
Villarruel, (1988); Barsky y Gelman (2007).
140
Rougier, (2012).
133

El deterioro secular de los términos de intercambio de los países subdesarrollados,


productores de materias primas frente a los productos industriales de los desarrollados
era una doctrina instalada internacionalmente por Prebisch que se agregaba al adverso
panorama internacional posterior a la guerra141.

El aumento de las materias primas de la posguerra sería solamente una excepción a esta
regla, que no se repetiría. Sin embargo, su impacto fue notablemente positivo sobre el
valor de las exportaciones y la posibilidad de importar entre 1946 y 1949.

Cuadro 5. Exportaciones e importaciones totales, en millones de dólares


Año Exportaciones Importaciones
1945 719 289,6
1946 1.003,6 503,7
1947 1.587 1.320
1948 1.604 1.568
Fuente: Guerchunoff y Llach, (2007).

Las importaciones de bienes de consumo estaban totalmente constreñidas y el 90% eran


insumos y bienes de capital. El alto nivel de importaciones alcanzado en 1948 fue
determinante de un déficit comercial en 1949142. En este contexto, la expansión
monetaria fue principal determinante de un crecimiento económico con sesgo
redistributivo de ingresos y respaldado en el superávit externo.

La nacionalización de los depósitos del peronismo que llevó el encaje bancario al 100%
no resultó, en la práctica, una restricción al crédito. El crédito surgía de la emisión del
Banco Central con destino a su colocación en sectores prioritarios de la economía,
según la planificación económica del Gobierno. La expansión monetaria y crediticia
también fue acompañada por tasas de interés fijadas por el Banco Central, lo cual
determinó que ante una inflación que como nivel mínimo fue del 10%, los intereses
resultasen negativos, en el primer quinquenio de gobierno. Los importantes aumentos de
salario, el aumento del gasto y de la moneda, impulsaron la producción y los precios.

141
Prebisch, (1955).
142
Guerchunoff y Llach, (2007).
134

Hacia fines de los años 40 se alcanzó un régimen de alta inflación que se debió eliminar
a principios de los cincuenta, revirtiendo las políticas expansivas de los últimos años
previos. El direccionamiento del crédito hacia la producción, igualmente, se entendía
que respondía a una suerte de teoría cualitativa del dinero que permitía aumentar la
producción de bienes, antes que los precios143.

9. La crisis proveniente de la balanza comercial.

En 1949, la demanda excedente de alimentos, fruto de la devastación de los campos


europeos por la guerra, comenzaba a declinar y los términos de intercambio bajaron un
12% respecto del año anterior. A esto se sumó la práctica exclusión de Argentina del
importante aporte que se presumía se le iba a otorgar a Argentina dentro del plan de
apoyo a la reconstrucción de Europa, el Plan Marshall. Solo un 3% de la participación
latinoamericana le correspondió a Argentina, en razón de su falta de adhesión a la causa
aliada en la Segunda Guerra144. De todas formas, la causa inmediata de la crisis externa
fue la fuerte sequía que se desató en 1949/50 y que se reiterara en 1951/52.

Cuadro 6. Producción agraria total entre 1949 y 1952


1949/50
14.312.766,2 miles has. Sembradas
8.766,2 miles has. Cosecha
Producción 8.580,3 miles toneladas
1950/1950
16.110 miles de has. Sembradas
11.317 miles de has. Cosecha
Producción 12.021,7 miles toneladas
1951/52
13.536 miles has. Sembradas
6.599,6 miles de has. Cosechas
5.879,8 toneladas de producción.

Fuente: Cafiero, (1961).

143
Cafiero, (1961); BCRA, (1953).
144
Cisneros y Escudé, (2000).
135

La Argentina exportó en el año 1949 por un valor de 933 millones de dólares contra
1600 del año anterior. Esto llevó a que frente a esta escasez de divisas y la mejora de los
precios externos industriales se contrajese las importaciones. Sin suficientes divisas, los
permisos de importación fueron más restringidos, dado que bienes de consumo aún era
un 30% del total, pero también las restricciones alcanzaron a materias primas y bienes
de capital. La industria cayó en su crecimiento respecto del año anterior, en lo cual
también influyó la retracción de la expansión crediticia.

A fin de controlar la inflación que castigaba los salarios se retrajo la expansión


monetaria y crediticia pero Perón decidió que esto era insuficiente y cambió al ministro
Miguel Miranda por Gomez Morales, a principios de 1949. La inflación había llegado al
31% anual y se ajustó el tipo de cambio en un 33%. Pero la política monetaria pudo
continuar siendo expansiva debido a que se modificó la exigencia de que el 25% de la
base monetaria debía tener un respaldo en reservas internacionales. Por su parte, los
salarios recibieron un incremento algo superior a los precios y lograron mantenerse en
leve alza real.

En 1950, la crisis de Corea determinó un aumento de los precios agropecuarios,


mientras que se solicitaba un préstamo de 125 millones de dólares al Eximbank. Pero
los precios superaron a los salarios, por un lado, y, por otro, la sequía determinó a través
de una magra cosecha que se pasase de un modesto superávit comercial en 1950 a un
déficit elevado en el año siguiente145. En 1952, luego de la reelección de Perón en 1951,
se cumplían 3 años de estancamiento y una nueva sequía auguraba otra lamentable
cosecha y una nueva contracción de importaciones y de la industria.

145
Guerchunoff y Antúnez, (2002); Cafiero, (1961); Rougier, (2012).
136

El plan económico de 1952 que apuntaba a detener la inflación como a revertir la crisis
externa, se asentó en la austeridad. Se apeló a la fórmula de reducir el consumo para
calmar la inflación y liberar la presión sobre las importaciones. También cayó en un
23% el gasto público real entre 1950 y 1953. Las empresas públicas, con todo, cayeron
en déficit debido a un retraso antiinflacionario de las tarifas. El sistema previsional
seguía financiando con sus superávits el déficit presupuestario. La restricción monetaria
apareció, finalmente, con la finalidad de desalentar la demanda y estabilizar precios.

Finalmente, se apuntó al aumento de las exportaciones. Dentro de ello, la faena de


animales se asignó en un día de la semana para los frigoríficos de exportación, a la vez
que para limitar el consumo y liberar saldos exportables se prohibió el consumo de
carne los viernes. El IAPI, en lugar de pagar precios inferiores a los internacionales,
pasó a pagar precios iguales o superiores a ellos.

Se adoptaron medidas para la atracción del capital extranjero, revirtiendo toda la previa
historia de su rechazo. Así se revirtió la política peronista de los primeros años de
gobierno. El IAPI pasó de recaudar para el Estado a través de la diferencia entre precios
internos e internacionales a generar una diferencia favorable a los precios internos y a
subsidiar al sector agropecuario. Los salarios reales cayeron y el crédito se contrajo146.

La inflación de más del 35% en 1952 cayó al 3% en 1953 y 1954. El salario real cayó a
su nivel más bajo en 1952, desde 1946, y recién se recuperó en 1954147. Luego de una
reducción anual en la producción del 2% entre 1948 y 1952, el aumento de la
producción acumuló un 17% de aumento entre 1953 y 1955148. La extraordinaria
cosecha de 1952/53 fue fundamental, pero también el cambio de actitud del IAPI,
cuando como en los años treinta el sector rural pasó a contar con el favor oficial. A
consecuencia de la política del IAPI, hasta 1949, se sostiene que una caída del área
sembrada de maíz, en un 16%, del trigo en un 6% y del lino en un 15%, determinó el
retroceso del campo. Pero esto parece haber sido compensado por el girasol, el maní y
la cebada.

146
Girbal-Blacha, (2002), (2001).
147
Guerchunoff y Antunez, (2002).
148
Ferrer, Brodherson, Eshag, y Thorp, (1969)
137

La ganadería también ocupó tierras dedicadas a la agricultura. La política del IAPI


parece haber sido más favorable a esta última, pero es cierto que a 1950 la actividad
agropecuaria cayó en un 6% respecto de 1947, lo cual dista de poder considerarse como
una grave crisis del campo149.

Con todo, es de observarse que el tipo de cambio se conservó normalmente bajo,


durante todo el gobierno de Perón, pero en sus últimos 5 años se pagaron precios locales
superiores a los internacionales, se otorgaron subsidios y créditos al sector.

Además, la ganadería se veía favorecida por la firma de sucesivos Protocolos con


Inglaterra en los que se establecía las condiciones de exportación de carnes. Debido a la
devaluación de la libra de 1949, el IAPI ajustó los precios en dólares de las carnes en
proporción a la devaluación, lo cual fue resistido por Gran Bretaña. Hasta junio de 1950
se debieron suspender los embarques, a fin de definir un precio equitativo para las
carnes. Paz y Edwards, en 1951, llegaron a un acuerdo fijando precios para la carne y el
petróleo y el carbón provistos por Inglaterra.

El perfil general de la relación entre estos países se tornó conflictivo y obligó a distintos
acuerdos plasmados en distintos protocolos. Puiggros considera que la menor
importancia como exportador de insumos industriales de Gran Bretaña y su continuo
déficit bilateral eran determinantes de la dificultad en los acuerdos150. Además de los
créditos y subsidios, el sector recibió el apoyo estatal a su capacidad de
almacenamiento, al desarrollo de actividades de investigación y extensión rural, y
programas destinados al mejoramiento de la sanidad animal y vegetal. Además, la
importación de tractores aumentó al doble, en el segundo quinquenio respecto de lo que
había sido en el primero151.

149
Barsky y Gelman, (2007).
150
Puiggros, (1957).
151
Barsky y Gelman, (2007); Girbal Blacha, (2002); Girbal Blacha, (2000).
138

10. El agro y la política económica del peronismo, en síntesis.

Tal como se ha señalado, la política económica industrialista y distribucionista del


peronismo contó, en sus primeros años, como soporte de ambas, con la contribución
obligada del campo. Hasta 1949 se trató de mantener deprimidos los precios
agropecuarios, ya que esto significaba contener los precios de los alimentos y, de esta
forma, evitar la necesidad de actualizar exageradamente los salarios, en función de una
inflación que resultaría ser mayor si los precios de los alimentos reflejaban totalmente el
aumento de los precios internacionales.

La regulación de los precios percibidos por los exportadores mediante el IAPI y un tipo
de cambio mantenido relativamente bajo, sostuvo una mayor rentabilidad industrial a la
vez que salarios reales más altos que los que se habrían obtenido de no determinarse una
baja en los precios agropecuarios.

Esta situación debió ser revertida desde 1949, progresivamente, hasta 1952, dada la
crisis externa que se vivió en esos años y que, en parte, resultó de las sucesivas sequías
que hicieron bajar fuertemente la producción agrícola exportable.

La política económica del segundo gobierno del peronismo revirtió la postergación en


que había mantenido al campo hasta ese momento. Como se ha señalado, un conjunto
de medidas se aplicó en auxilio del campo, cosa de impulsarlo a que aportase mayores
exportaciones agropecuarias, de forma de lograr conjurar la crisis del sector externo en
que se había desembocado. No fue con notables aumentos en el tipo de cambio como se
alentaron las exportaciones agropecuarias sino a través de incentivos de precios a la
producción, créditos y subsidios, en los que se destacó el apoyo de los bancos del estado
y del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, IAPI.
139

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141

CAPÍTULO 6

Auge de producción y consumo de carne vacuna, dentro de la economía del peronismo


(1945-1955).152

1. Algunos datos relevantes de la evolución de los mercados internacionales en este


período. Precios.

Conforme la información estadística de FAO, en años de preguerra, el precio promedio


de la tonelada de carne vacuna exportada, era de 120,9 dólares estadounidenses. En
1948, el precio de la carne exportada había ascendido a 313 dólares, en un promedio
general de los valores exportados mundialmente. Según FAO, en 1948 el precio relativo
de la carne vacuna se había reducido respecto del ganado y solo desde 1952 mejoró
respecto del precio relativo previo a la Segunda Guerra153.

El ganado vacuno, entre 1948 y 1964, había tenido un aumento promedio de entre 5 y
10% en los precios. En los casos de los granos de trigo, maíz y soja, la diferencia a
favor del crecimiento del precio de la carne vacuna fue aún mayor. Si bien durante la
segunda guerra y en la inmediata posguerra todos los productos tuvieron un fuerte
aumento en sus precios –aproximadamente de un 200% en la generalidad de los
alimentos–, a partir de 1948, descendieron en sus precios, a excepción de las carnes y el
ganado que tendieron a aumentar progresivamente en los cincuenta.

Los granos bajaron entre un 20 y un 30% en los cincuenta respecto de 1948 y en estos
niveles inferiores se mantuvieron buena parte de los sesenta. Tal como se deduce
fácilmente de lo anterior, el precio relativo de la carne vacuna –y en menor medida, el
ganado vacuno- respecto de los granos tuvo un crecimiento continuo –favorable a la
carne- desde los años cincuenta.

152
Basualdo, (2015).
153
FAO, (1965); FAO, (1975).
142

Cuadro 1. Valores unitarios medios de las exportaciones mundiales de los


principales productos agropecuarios, Años de preguerra hasta 1955.
Dólares de Estados Unidos por tonelada.
Índices de evolución de precios, base 1948=100.
Promedio
Preguerra 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955
Carne de vaca y
ternera 121 313 362 353 459 500 439 464 451
Carne de vaca y
ternera. Índice
1948=100 39 100 116 113 147 160 140 148 144
Ganado Vacuno
(1) 36 116 115 122 133 111 118 130 125
Ganado Vacuno.
Índice 1948=100 31 100 99 105 114 95 101 112 108

Trigo 31 106 89 72 74 79 80 68 66
Trigo. Índice
1948=100 29 100 84 68 70 74 75 64 62
Maíz 19 93 64 60 78 85 70 61 62
Maíz. Índice
1948=100 20 100 69 65 83 92 75 65 66

Soja 38 134 101 95 122 114 108 113 95


Soja. Índice
1948=100 28 100 75 71 91 85 81 85 71
(1) Dólares por cabeza de ganado.

2. Una mirada general de la evolución desde 1935 y sus factores determinantes de


mayor significación.

En razón de las distintas políticas de intervención estatal –a las que ya se hiciera


referencia– que se comenzaran a aplicar en los años treinta y que se mantuviesen al
menos hasta los sesenta, los precios internos de ganado y carnes pudieron diferenciarse
de los internacionales, en tanto estas políticas resultaron eficaces.

En el caso del ganado vacuno, entre 1939 y 1945, el precio se elevó en razón de las
políticas de intervención de la Junta Nacional de Carnes154. El otro caso típico, en este
sentido, fue la etapa, inaugurada en 1946, con la aplicación de políticas de compras de
productos agropecuarios a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio

154
JNC, (1945); Banco Ganadero Argentino, (1967), pág. 49.
143

(IAPI) para su reventa al exterior155, sobre lo cual ya se hicieran distintas referencias.


Este organismo estatal monopolizaba, así, la exportación de las carnes y de los granos,
resultando factor determinante de sus precios internos al constituirse en principal
adquirente local.

En el mercado interno156, el crecimiento de los precios del ganado –con base en


información de la Junta Nacional de Carnes, en pesos corrientes– fue bastante más
acelerado que el de los granos –incluyendo, según esta fuente, precios del trigo, maíz,
girasol y lino, en pesos corrientes-, entre 1935 y 1955. Esta etapa respondió a distintos
factores relevantes que ahora se introducen y luego se profundizan. Las políticas
cambiarias, de regulación de mercado y de comercio exterior del gobierno fueron
determinantes, más allá de la incidencia de los precios internacionales, de diferentes
como importantes tendencias en la producción y la demanda de carnes vacunas.

El auge del consumo de carne vacuna fue el dato sobresaliente desde 1945 en adelante,
a la vez que la caída en las exportaciones. También las condiciones climáticas adversas
entre 1949 y 1951/52, con fuertes sequías, afectaron los mercados cuando debieron
recibir altos envíos de ganado, causando excesos de oferta y bajas de precios internos
por una obligada liquidación de animales.

Además, desde la inmediata posguerra, las importaciones británicas de carne se


contrajeron y fueron origen de una sensible reducción del mercado internacional. Otro
rasgo importante de este período fue que el mayor precio relativo que alcanzó la
ganadería frente a los granos –tanto en el orden interno como en el internacional- alentó
la disminución de la superficie de tierras destinadas al cultivo de granos y el aumento,
en su reemplazo, de las pasturas que impulsaron notoriamente las existencias
ganaderas157.

155
Novick, (1986); García Vizcaino (1974).
156
Banco Ganadero Argentino, (1967), Cuadro 10, pg. 49.
157
Vázquez Presedo, (1988).
144

3. En la intersección de la política económica, la acción de los organismos


regulatorios y las condiciones internacionales.

3.1. Política económica.

Un eje central de la política económica para el desarrollo de una tendencia general de la


evolución sectorial fue la política cambiaria, aspecto que puede ser bien descripto a
través de una serie histórica de tipos de cambios reales.

Cuadro 2. Evolución de los tipos de cambios nominales y


reales entre 1935 y 1955.
Evolución
Evolución dólar Costo de Evolución tipo
estadounidense. vida, índice de cambio real.
Índice base base Cociente (1)/2,
AÑOS 1930=100 (1) 1930=100 (2) base 1930=100
1935 129 75 171
1936 126 88 144
1937 119 88 136
1938 125 88 143
1939 141 88 161
1940 145 88 166
1941 145 88 165
1942 146 100 146
1943 144 100 144
1944 143 100 143 152(*)
1945 143 125 114
1946 145 138 105
1947 146 163 90
1948 145 175 83
1949 144 238 61
1950 183 300 61
1951 475 400 119
1952 475 563 84
1953 511 575 89
1954 511 600 85
1955 535 675 79 88(**)
Evolución Tipo de cambio real 1945-1955: - 42%
Elaboración propia en base a BCRA, INDEC, Vázquez Presedo,
V., 1988.
(*) Índice anual promedio. Tipo de cambio real, 1935-1944.
(**) Índice anual promedio. Tipo de cambio real, 1945-1955.
145

Aquí se puede observar que el dólar prácticamente se mantuvo estancado en su


cotización entre 1940 y 1949, mientras que la inflación aumentó un 170%. Esto
significó una notable caída en el valor real de los ingresos en pesos de los exportadores,
a partir de 1945. Sus ingresos reales totales, entonces, dependían de que esta pérdida
real fuese compensada por el aumento de los precios internacionales y por los
volúmenes exportados, en esta etapa. La etapa previa, de 1935 a 1945 había significado
un aumento real, vía tipo de cambio, para los exportadores, de alrededor del 50%
respecto del tipo de cambio real de 1930.

Se puede observar también que el tipo de cambio real cayó un 42% en 1955 respecto de
1944158. Esta pérdida fundamental no pudo ser compensada por el volumen exportado,
tampoco, ya que el volumen exportado cayó un 44%, en promedio, en la etapa 1945-
1955 respecto de la anterior 1935-1944. En esta etapa, de todas formas, solo se había
podido frenar la caída de volumen en un 12% respecto del nivel de 1930, ya menor a la
media de los años veinte.

Cuadro 3. Volumen exportado de carne vacuna entre 1935 y 1955


1930 100 1942 96 1949 71
1935 88 1943 77 1950 48
1936 93 1944 81 1951 41
1937 102 1945 46 1952 30
1938 102 1946 58 1953 34
1939 108 1947 85 1954 39
1940 89 1948 68 1955 54
1941 97

Evolución Tonelaje exportado 1945-1955: -44%. Índice anual promedio, 1935-1944 es


93. Índice anual promedio, 1945-1955 es 52. Elaboración propia en base a Vázquez
Presedo, V. 1988.

Finalmente, el producto de la caída en el tipo del cambio real por el volumen exportado
no resultó compensado por los precios internacionales, ya que la tendencia a su alza
continua, determinó un incremento de un 100% de los valores de 1955 respecto de los
de 1944. El resultado de multiplicar la caída del tipo de cambio real por la del tonelaje
exportado y por el aumento del precio medio de exportación resulta en una caída de los
ingresos reales de exportación del 32%. Esto, siempre en la comparación entre 1955 y
1944, de manera aproximada. En la comparación 1944 respecto de 1930, se puede

158
Cottely, (1979).
146

deducir, aproximadamente, que, en cambio, el incremento real de los ingresos de los


exportadores, en pesos, fue de un 55%. Esto, resultado también de aplicar la fórmula
Ingreso total de exportación, en pesos constantes = Precio medio de exportación *
Toneladas exportadas * Tipo de cambio real.

Por otro lado, como ya se señalara, si bien la etapa 1945/55 resultó en un sensible
retroceso exportador, también se tradujo en una fuerte alza del consumo de carnes. La
lógica de esta evolución fue consecuencia de la baja en el tipo de cambio real. Ésta
determinó que los alimentos exportables y, a su vez, consumibles localmente, dentro de
los cuales, es fundamental el caso de la carne vacuna, tuviesen un precio interno relativo
sensiblemente rezagado respecto del avance de los precios no agropecuarios o de la
inflación acelerada que estos impulsaban.

Como se ha visto, el retraso cambiario daba origen a este retraso en los precios internos
ya que el precio de exportación o internacional no tenía un aumento de tal magnitud
como para determinar un aumento de los precios agropecuarios al ritmo que lo hacían
los no agropecuarios. Así, el precio real de la carne vacuna al público se había reducido
en un 40%, entre 1944 y 1949, y el consumo por habitante había saltado de 67 kgs. por
año, en 1944, a 92 kgs., en 1949. Luego de una temporaria reducción de un 10%
respecto de este nivel, entre 1952 y 1954, el consumo se recuperó nuevamente en
1955159. Esto se grafica todavía mejor con el aumento en la producción de carnes
destinadas al consumo. Es decir, este aumento del consumo por habitante fue posible y
satisfecho por esta notable suba de la producción cárnica, a pesar de que se redujese la
destinada a exportación.

159 Banco Ganadero Argentino, (1967), Cuadro 5, pág. 47 y Cuadro 11, pág. 50.
147

Cuadro 4. Volúmenes de Exportación y Consumo de Carne Vacuna, 1930-1955

Índice
Faena en
Exportación Faena de Toneladas
total de vacunos vacunos
carne destino para
vacuan en consumo consumo.
miles de miles de Base
Años toneladas toneladas 1930=100
1930 535 960 100
1931 519 840 88
1932 477 899 94
1933 463 973 101
1934 467 1045 109 98(*)
1935 446 1086 113
1936 470 1114 116
1937 518 1207 126
1938 519 1172 122
1939 546 1261 131
1940 453 1237 129
1941 492 1362 142
1942 486 1239 129
1943 389 1213 126
1944 409 1211 126 126(**)
1945 231 1225 128
1946 295 1387 144
1947 430 1594 166
1948 346 1612 168
1949 360 1643 171
1950 243 1801 188
1951 205 1674 174
1952 152 1636 170
1953 170 1596 166
1954 200 1615 168
1955 275 1872 195 167(***)
Fuentes: Banco Ganadero Argentino; Junta Nacional de Carnes. (*) Índice promedio
anual Faena para Consumo, 1930-1934. (**) Índice promedio anual Faena para
Consumo, 1935-1944. (***) Índice promedio anual Faena para Consumo, 1945-1955.

Queda claro que, en promedio, entre 1930 y 1944 la faena de vacunos para consumo
aumentó en un 26%, pero luego, entre 1945 y 1955, en una etapa de 5 años menos que
la anterior, la faena de ganado de consumo se elevó en un 40% más, en promedio,
respecto de 1944. Como se ve también la producción, en general, incluyendo la de
148

exportación, pasó de 1,5 millones, de toneladas, en 1930, a casi 2,2 millones de


toneladas anuales, en 1955, nivel casi un 50% superior al inicial. Así, el consumo
resultó ser el destino final y dinamizador del aumento de las existencias ganaderas.

4. El crecimiento de la ganadería, del consumo y el retroceso agrícola.

Es importante destacar, entonces, que se originó una situación particular, ya que la


relativa baratura de la carne reforzó la destacada mejora de los salarios reales que se
diera entre 1944 y 1950, oportunamente referida, por un lado. Por otro lado, el
incremento en el consumo popular, en que esto derivó, significó el aumento de la
demanda de carne vacuna y, así, hacia este destino se volcó un aumento sostenido en la
producción ganadera.

El crecimiento de las existencias ganaderas fue tan importante que permitió satisfacer
ese aumento del consumo pero no fue impulsado por un aumento del precio real del
ganado. Esta peculiaridad de un precio real de un producto que no aumenta y, sin
embargo, su oferta sí lo hace, en realidad, se debió a que, dentro de la producción
agropecuaria, el mayor precio relativo que se obtenía era el del ganado, ya que los
precios de los granos retrocedieron frente a él. Los campos de cultivo se contrajeron y
aumentaron las superficies de pasturas dedicadas al ganado. Desde 1930 hasta 1937, las
existencias solo habían aumentado en un millón de cabezas pero desde allí hasta 1947 se
pasa de 33 millones a 41 millones de cabezas160, pero según Luis Cuccia161 se llegó a
más de 45 millones de animales en 1955. Por lo tanto, el incremento entre 1937 y 1955
fue de aproximadamente un 40% en las existencias ganaderas.

Los precios internacionales del trigo y el maíz, principales exportaciones de granos de


Argentina, cayeron en un 40%, aproximadamente, entre 1948 y 1955 (FAO, 1965,
cuadro 10, pg. 49), el crecimiento de los precios del ganado –con base en información
de Junta Nacional de Carnes, en pesos corrientes– fue bastante más acelerado que el de
los granos –incluyendo, según esta fuente, precios del trigo, maíz, girasol y lino, en
pesos corrientes–.

160
Vazquez Presedo, (1988), pág. 75.
161
Cuccia, (1983), pág. 106
149

Entre 1937 y 1955, los precios del kilo vivo del ganado aumentaron 9 veces su valor
inicial y en el caso de los granos quintuplicaron su valor original, sobre la base de la
siguiente evolución:

El precio relativo del ganado aventajó notoriamente al de los granos entre 1939 y 1945,
con un promedio de un 60% superior aproximado al de los granos, en este período.
Entre 1946 y 1950, los precios relativos de los granos resultaron ser superiores a los del
ganado vacuno, en un 20%, aproximadamente. Luego, desde 1950, los granos –en
forma similar a lo descrito en el orden internacional– tuvieron un retroceso en su precio
relativo de un 35% respecto del precio del ganado vacuno. Sin embargo, es necesario
recordar que en el segundo gobierno de Perón, tanto en materia de carnes como de
granos, el IAPI fijó precios internos más beneficiosos para la producción y la
exportación que los más desalentadores que había establecido durante el primer
gobierno.

Los sensibles resultados adversos en las exportaciones de entre fines de los cuarenta y
principios de los cincuenta, resultado, en parte, de la gran sequía de esos años, originó
distintas medidas de impulso al sector agropecuario. Se intentó bajar el consumo interno
de carne vacuna para posibilitar una mayor exportación y además de mayores precios
pagados por el IAPI, se expandió el crédito hacia el sector agropecuario. Con todo, la
demanda británica de carnes se redujo durante los gobiernos de Perón por lo cual el
mayor consumo interno fue una adecuada alternativa de reemplazo de esa demanda, que
se mostró retraída hasta 1954. Igualmente, como luego se podrá observar, una esmerada
política de subsidios gubernamentales logró compensar las pérdidas de los frigoríficos
exportadores debidas a la caída de las exportaciones.

5. Perfiles destacados de la evolución del mercado internacional de carnes vacunas.

Si bien no hay estadísticas precisas sobre el comercio internacional en la primera mitad


del siglo XX, aquí se revelan algunas cifras indicativas de su posible trayectoria en este
período.
150

En 1918, el mercado mundial alcanzaba un 1,1 millón de toneladas de carnes frescas y


congeladas, donde Argentina lo lidera con 500 mil toneladas162. Ese es el año final de
una guerra donde los ejércitos europeos han incrementado continuamente, desde 1914,
la demanda de carnes vacunas. Aun en este contexto, el mayor demandante mundial de
carnes vacunas frescas y congeladas sigue siendo Gran Bretaña, condición que revestirá
hasta mediados de los cincuenta.

Luego de la recesión del mercado de carnes de la inmediata posguerra –correspondiente


a la recesión de la propia economía británica–163 a partir de 1922 y durante los años
veinte hay una recuperación de este mercado. Entre 1923 y 1930, según Vázquez
Presedo164, se observó un promedio aproximado de 650 mil toneladas anuales de
exportaciones argentinas lo que podría ser indicativo de un mercado mundial de 1,3
millones de toneladas.

En los años treinta, caen los volúmenes comerciados internacionalmente a consecuencia


de estos años de depresión económica, pero desde mediados de esta década comienza
una recuperación que se extiende durante la segunda guerra mundial y la inmediata
posguerra.

El promedio de importaciones británicas de carne vacuna de los años treinta indica que
hubo una disminución de un 25% en los treinta, en comparación con los veinte, como lo
atestiguan las exportaciones argentinas que, en promedio pasaron a ser de 450 mil
toneladas anuales, reduciéndose también en un 25% respecto de la media de los años 20.
Teniendo en cuenta que al igual que en los años veinte, Argentina abastecía casi la
mitad de la demanda internacional de carne bovina, se puede estimar que ésta alcanzaba
las 900 mil toneladas, como máximo.

Finalmente, se puede deducir una baja del volumen internacional de un 40% del
mercado, cuando hacia fines de los cuarenta nos acercamos a un mercado mundial de
500 mil toneladas. Esto se da claramente hasta 1955. Explica esto la inferior
exportación argentina de 1949/55.

162
Hanson, (1937), pág. 201.
163
Eichengreen, (2012).
164
Vazquez Presedo, (1988).
151

Las notables dificultades de la economía británica, hacia fines de los años cuarenta y
hasta mediados de los cincuenta, determinaron que el mercado cayese hasta solo 500
mil toneladas, en total, mientras que Argentina reduce sus exportaciones a alrededor de
200 mil toneladas promedio165.

Entre 1948 y 1955 se registran los niveles más bajos de exportación de carne vacuna,
desde 1910. O sea, la contracción resulta evidente y el mercado internacional no se
recupera hasta 1955. Esta es la lógica que explica, en buena medida, la caída de las
exportaciones argentinas entre 1949 y 1955. Luego, respecto de 1948, el consumo
mundial de fines de los cincuenta es un 30% superior, con lo cual a la par del aumento
del consumo de distintos países europeos, recién allí se alcanzan unas 800 mil toneladas
en el mercado mundial de carnes166.

En su relevamiento de las estadísticas británicas, Mitchell, B.R., 2011a, página 713167,


consta un dato fundamental para explicar la baja en este mercado, que es la notoria
disminución del consumo británico de carnes, en general, a partir de 1939, que solo
comienza a revertirse en 1954.

Esta caída en Gran Bretaña se da en torno de un 30 y 40% hasta 1954, desde 1939. El
hecho de que la contracción internacional no se verificase antes de 1948 es resultado de
que, tanto durante todo el período de la Segunda Guerra como el de la inmediata
posguerra, el conjunto del consumo de alimentos de ejércitos y poblaciones ubicados en
territorios aliados de Europa –el estadounidense, entre ellos– fuese abastecido por la
administración internacional de abastecimiento de alimentos establecida durante la
guerra y a cuyo cargo, justamente, estuvo Gran Bretaña hasta 1945168.

6. La relación peronista con Gran Bretaña, desde el acuerdo de 1946 en adelante.

En 1946, año de la asunción de Perón, debido al cambio de gobierno, cesa la


representación de la Sociedad Rural al frente de la Junta de Carnes. Sin embargo, Perón
–por Decreto– repone al frente de la CAP, a representantes sectoriales de la ganadería –

165
CONADE, (1968); Puiggros, (1957).
166
CONADE, (1968); Puiggros, (1957).
167
Mitchell, (2011ª).
168
JNC, (1945); Puiggros, (1957).
152

Indalecio Gómez, Eduardo Brouchou, entre otros– que habían sido desplazados por la
intervención del gobierno militar –a mediados de 1943–.

La relación económica con Gran Bretaña iniciada en 1933, especialmente orientada, en


materia agropecuaria, por la Sociedad Rural Argentina y sus funcionarios en el
gobierno, se instaló en el marco de un nuevo acuerdo de intercambio, en 1946, el
Tratado de Eady-Miranda, sobre el que ya se anticipara.

Gran Bretaña, al final de la guerra, se había convertido en un importante deudor


externo, debido a todas las importaciones que no había logrado pagar durante su
transcurso. Eran 1.200 millones de libras esterlinas o, su equivalente en dólares
estadounidenses, 4.800 millones, cifra por demás elevada, si se la compara, por
ejemplo, con los 13.000 millones de dólares que significó el Plan Marshall para toda
Europa Occidental, hacia fines de los cuarenta169. De esto se puede deducir fácilmente
que la totalidad de la deuda británica resultaba impagable a corto plazo y se planteaba
su repago en un período de 20 años.

En el marco de las negociaciones para resolver esta situación, donde Argentina era solo
uno de varios acreedores, se celebró el Tratado Eady-Miranda, en setiembre de 1946,
por el que se fijó que el conjunto de las inversiones ferroviarias británicas en el país
podía ser transferido al patrimonio del Estado argentino como forma de saldar la deuda
británica.

En cuanto a las carnes, se aprobó un aumento del 45% en el precio de la carne respecto
del nivel establecido en 1939, comprometiéndose Inglaterra a absorber la totalidad de
los saldos exportables –que en 1946 habían caído a un 17% del total producido-, en caso
de que no hubiese compras de terceros países. El aumento en el precio ofrecido era sólo
una mejora que permitiría reducir los subsidios necesarios para pagar a frigoríficos y
ganaderos los precios sostén establecidos por el Gobierno170.

Los saldos de importaciones inglesas impagos, igualmente, se siguieron sucediendo en


estos primeros años del tratado, de forma que en 1948 finalmente por el Pacto Andes –
entre Bramuglia- Eady- sobre la base del déficit británico de 1948/49 con Argentina –de

169
Eichengreen, (1996).
170
Puiggros, (1957).
153

alrededor de 100 millones de libras- se nacionalizaron los ferrocarriles –por un total de


150 millones de libras, por lo que el pago se completó con libras bloqueadas171.

En realidad, Inglaterra, al cobrar la venta de sus ferrocarriles con la deuda que iba a
contraer entre 1948 y 1949, con sus ingentes importaciones de alimentos argentinos,
estaba pagando la alimentación de los ingleses de esos años con sus ferrocarriles. La
capacidad de pago derivada de las exportaciones inglesas se había reducido
notoriamente ya que su valor solo era equivalente a un 25% de las exportaciones
argentinas a los británicos, en 1948.

Como han dicho algunos analistas, de esta forma, Inglaterra se garantizó la continuidad
del aprovisionamiento de muy necesarios alimentos y, a la vez, se nacionalizaron
servicios públicos, cuya complejidad los empresarios ingleses ya no estaban en
condiciones de seguir sosteniendo172.

Al pacto de 1948, sucedieron los acuerdos de 1949, de 1951, 1952 y 1955. La


resistencia argentina en vender a los precios bajos que pagaba Gran Bretaña llegó a
determinar la suspensión de los embarques con ese destino en 1950, tal como ya se
anticipara. Sucedió que antes de la devaluación de la libra a fines de 1949, en un 30%,
se había comprometido un precio de 90 libras la tonelada, pero ante la devaluación, el
gobierno argentino reclamó un precio de 98 libras para compensarla, cosa que se negó a
aceptar la Corona británica, inicialmente, y determinó la interrupción de las
exportaciones argentinas.

No solo los precios tendían a ser más bajos, sino que, en contrapartida, Inglaterra
comprometía la importación argentina de sus bienes industriales o materias primas, cosa
que tampoco era conveniente en razón de las mejores condiciones de sus competidores
en la colocación de estos productos, como Estados Unidos u otros países europeos.

Así, todas las negociaciones gobierno a gobierno atravesaron por reiteradas dificultades
en acordar todos los rubros habitualmente comerciados, hasta alcanzar los compromisos
de mínima conveniencia en precios y cantidades, para ambas partes. Solo en el convenio
de 1955, en razón de un cambio de política en Inglaterra, al retornar los conservadores

171
Irazusta, (1956).
172
Puiggros, (1957); Cisneros y Escudé, (2000).
154

al gobierno, se liberalizó el comercio de carnes, con lo cual si bien hubo un compromiso


de importación de carnes, los precios estarían sujetos al libre juego de oferta y demanda
en el mercado de Smithfield.

Durante todos estos años de dificultosas relaciones comerciales, la participación del


destino Gran Bretaña en el total de las exportaciones argentinas se había reducido a un
14%, en 1952, mientras que respecto del total de importaciones, las británicas
alcanzaron solo un 6% en ese año173.

7. La aplicación de subsidios sectoriales en el período 1946-1955.

La continuidad de la política de subsidios de la década anterior se demuestra a través de


la sanción de distintas normas que lo reflejan. El decreto 12.851 de 1949 es bien claro
en cuanto continúa la política previa.

En su artículo 1º, por éste se autoriza al Ministerio de Economía al pago de los déficits
financieros de las empresas industrializadoras de carnes –las exportadoras o grandes
industrias seleccionadas ya en 1935 por la Junta Nacional de Carnes con igual finalidad-
durante el período de enero al 30 de abril de 1949, taxativamente, pero también lo
habilita al pago de los déficits que se fueran produciendo en los meses posteriores y
hasta tanto se sustituyera este sistema de compensación por un régimen definitivo.

Pero, de todas formas, allí se reglamenta con algún detalle los estados y criterios
contables de las empresas que se toman en cuenta para realizar estos pagos
compensatorios de los déficits de los frigoríficos exportadores. Estos tendrían el carácter
de anticipo, sujeto al ajuste que el Ministerio de Economía practique. Este ajuste, de los
anticipos ya realizados, tomaban en cuenta los resultados de explotación y los precios
alcanzados en la comercialización de los productos y la ganancia razonable que pudiera
corresponder, tal como se expresa en el artículo 2º de este decreto.

Así, el gobierno peronista reitera e insiste con el criterio de la “ganancia razonable” de


los frigoríficos exportadores al que habían dado origen los dirigentes de la Sociedad

173
Puiggros, (1957).
155

Rural Argentina, al tiempo de haberse hecho cargo del Ministerio de Agricultura y de la


Junta Nacional de Carnes, durante el gobierno de Agustín P. Justo iniciado en 1932174.

En un artículo tercero se detalla un poco más el método de cálculo, llegándose a


establecer que la base de liquidación de cuentas correspondiente a este plan será la
diferencia financiera entre créditos y gastos, incluyendo administrativos y financieros.
Los cálculos que se efectúan solo computan los precios de las haciendas que establece el
Ministerio de Economía.

De esta forma, en contrapartida de los subsidios que se otorgan, se revisan los estados
contables de estas empresas, se les asigna una “ganancia razonable” y se controla la
aplicación de los precios del ganado fijados por el gobierno.

Es decir, de manera sistemática, se controla funcionamiento, precios del ganado


adquirido y ganancias empresarias, como reverso de la entrega de subsidios destinados a
compensar pérdidas o déficits.

Así, se mantienen, al menos, los objetivos de control estatal sobre la actividad de los
frigoríficos exportadores a cambio de subsidios, dentro de un espíritu y práctica
intervencionista inaugurada en los treinta.

Los años transcurren y se suman abundantes ejemplos de subsidios diversos a favor del
sector. El decreto 13654 del 13 de julio de 51 compensa a las empresas
industrializadores de carnes por los quebrantos con origen en el cierre temporario de
exportaciones al Reino Unido.

Por el Decreto 9628 del 53, se incluye a la CAP en el régimen de compensaciones de


quebrantos establecido por decreto 14589 de fecha 26 de julio de 1951, modificatorio
del régimen de compensaciones de 1949. De esta forma la CAP se suma a la política de
subsidios que tenía como principales destinatarios a los frigoríficos extranjeros de
exportación.

Por decreto 11832 de 16 julio de 1954 se estableció también que dada la aplicación del
Convenio Federal Gremial del Personal de la industria de la carne, derivados y afines,
de la Asociación Gremial del Personal del Frigorífico Juan Perón y Mercado Nacional

174
J.N.C., (1945).
156

de Haciendas Eva Perón, con retroactividad a marzo de 1954, se otorgaban 210 millones
de pesos de anticipo a las empresas industrializadoras que lo requiriesen.

Luego, por Decreto 6964 de 1955, 11 de mayo, se fija un aumento de 90 millones de


pesos por encima del nivel ya establecido por el citado Decreto 11832/54.

Otro caso es el del subsidio que se sumara a los anteriores, en virtud del decreto
22.282/54, del 29 diciembre de 1954.

Por aplicación de éste, a través del Ministerio de Comercio y por intermedio del IAPI,
los frigoríficos de exportación pasan a disponer hasta la suma de 300 millones de pesos
para solventar los quebrantos que se hubieran producido por pérdidas netas de
explotación desde el 1º. De enero hasta el 31 de diciembre de 1954.

Hasta en el último año de gobierno de Perón, por el decreto 7913 del 27 de mayo de
1955, se autoriza a la secretaría de Comercio a “compensar” a los frigoríficos Anglo,
Armour de La Plata, Bovril, Grondona, Frigoríco Gualeguaychú, La Blanca, Liebig’s,
Swift La Plata, Weitz y Wilson “en las diferencias que pudieran existir entre los precios
pagados por las haciendas y los que pueden pagar las empresas, de acuerdo con el
destino comercial y los precios de realización de las carnes y subproductos”.

De esta manera, no solo queda claro que el Estado iba en subsidio de los exportadores
para que estos pudiesen exportar con un costo de materia prima que realmente pudiesen
pagar, sino que, dentro del mismo decreto, se estipula que “…En concepto de ganancia
razonable se reconocerá a las empresas, adicionalmente a las sumas a liquidar, conforme
a las disposiciones del presente decreto, un porcentaje sobre el conjunto de los capitales
invertidos, a distribuir entre las diversas empresas en función de sus volúmenes de
faena…”.

En conclusión, resulta incontrastable la voluntad de este gobierno peronista de sostener


la actividad de las empresas exportadoras, a través de los subsidios que les otorgase de
manera reiterada y recurrente.

Esta sostenida actitud proteccionista tiene lógica dentro del marco general del
estancamiento de las exportaciones de carnes bovinas que se pudo observar y destacar
como retroceso histórico. Obviamente, la acumulación de compensaciones al sector que
157

surge, sin ninguna duda, de la vasta administración de subsidios que lo benefició, tuvo
como objetivo preservar la subsistencia de los frigoríficos exportadores, a pesar de la
ociosidad en que cayeron, en razón de la depresión del mercado exterior.

8. Las instituciones reguladoras del sector de las carnes durante el peronismo.

Como ya se señalara desde el comienzo del gobierno Perón y hasta 1949, los
organismos oficiales específicos vinculados a la ganadería y sus frigoríficos no fueron
afectados por el cambio de gobierno de 1946175. Tal como se anticipara, también, el
IAPI –Instituto Argentino de Promoción del Intercambio- desplazó a la Junta de Carnes
de la intervención que tenía en el comercio exterior176.

En 1949 la Junta Nacional de Carnes fue disuelta y en su reemplazo se crearon dos


organismos nuevos: el Instituto Ganadero Argentino (IGA) y la Dirección Nacional del
Servicio de Contralor de Carnes, ambos organismos dependientes del Ministerio de
Economía, en lugar de la referencia habitual del Ministerio de Agricultura. Desde ese
año el gobierno intenta modificar la estructura de regulación del sector, restringiendo la
participación predominante que en ella tuvieran los ganaderos en los años treinta. El
distanciamiento político evidente con la Sociedad Rural llevó rápidamente a su desalojo
del manejo de la Junta de Carnes –en 1946-, pero había quedado subsistente la
conducción de la CAP, cosa que también terminó por esta época.

Por lo que se deduce de la ingente aplicación de subsidios reflejada en los decretos antes
mencionados, la protección de la actividad frigorífica o ganadera no disminuyó, pero la
contraparte de productores ganaderos, ocupando puestos de conducción en Junta de
Carnes o en la CAP, dejó de ser relevante y representativa de sus intereses, como antes
lo había sido. Esto se puede observar en la siguiente descripción de la reformulación de
los organismos estatales. Por ley 13991 del 11 de octubre de 1950 se creó el Instituto
Ganadero Argentino –como ya se mencionara-, en reemplazo de la Junta Nacional de
Carnes, con similares funciones a las que ésta desempeñaba, con excepción del

175 CAP, (1946/48); JNC, (1946/48).


176
Puiggros, (1957); CAP (1946/48).
158

contralor del comercio de ganados y carnes, a cargo de la nombrada repartición del


Ministerio de Economía.

La titularidad del organismo respondía al Ministro de Economía. En el artículo 1º de


esta Ley, se establece que este instituto “es una entidad autárquica del Estado dentro del
ramo del Ministerio de Economía de la Nación”. Un consejo de dirección está a cargo
de la conducción del instituto, compuesto por representantes del Ministerio de
Economía y del de Agricultura, dos directores ganaderos y dos funcionarios a cargo de
una división de comercialización e industrialización. Los fondos aplicados a su
desenvolvimiento resultan, igualmente, de la recaudación sobre la venta de ganado,
aunque el porcentaje se eleva de hasta un 1,5% a un 3%. Sobre este total, un 30% se
asigna al gasto de funcionamiento de esta institución. El resto se asigna a la política de
crear entidades públicas o privadas de comercialización o industrialización, en defensa
de la ganadería.

Con base en este mayor financiamiento del Fondo de Defensa de la Ganadería le fue
posible al IGA adquirir la importante Compañía Sansinena, de origen nacional, que
contaba con dos grandes frigoríficos, La Negra de Avellaneda y Cuatreros de Bahía
Blanca, ambos de la Provincia de Buenos. Estos se agregaban a otro gran frigorífico, el
Smithfield de Zárate, adquirido en 1949 como parte de las nacionalizaciones de
propiedades británicas acordadas en el Pacto Andes de 1948.

Desde principios de los años cincuenta, entonces, la CAP ha absorbido una parte
sustantiva de la estructura frigorífica exportadora tradicional y, en consecuencia, su
capacidad productiva se eleva notablemente, en razón de estos frigoríficos de gran porte
que adquiere.

Sin embargo, dado un históricamente contractivo mercado internacional, la producción


de exportación de CAP no puede crecer, aunque su capacidad productiva lo haya hecho
notoriamente.

Respecto de la CAP, por el art. 42 de la Ley de creación del IGA, se establece que “el
poder ejecutivo resolverá sobre el régimen jurídico de la Corporación Argentina de
Productores de Carnes conforme a la disposiciones de la presente ley”. Y por el art. 45
159

se establece: “Transfiéranse al Instituto todos los bienes, derechos y obligaciones de la


Corporación Argentina de Productores de Carnes.”

Si bien esto podría haber significado la disolución de la CAP, lo cierto es que no se


llevó a cabo, aunque significó la continuidad de una intervención de hecho, ya que si
bien la intervención iniciada en 1943 resultó finalizada mediante el decreto 2896/46, las
comisiones administradoras de CAP fueron designadas por el Poder Ejecutivo, a partir
de allí.

Hasta 1949 estas comisiones administradoras que habían sido elegidas por el PEN y no
por los socios, coincidieron, no obstante, con dirigentes ruralistas que habían estado en
su conducción hasta 1943, pero a partir de allí estos también quedaron fuera de los
integrantes habituales de la misma.

Con la ley 14155/52 se dispone la creación del Instituto Nacional de Carnes y con ésta
se disuelve el IGA. En este caso, se trata de un ente autárquico dependiente del
Ministerio de Agricultura.

En el artículo 3º. Se describen las distintas funciones básicamente coincidentes con las
de las leyes anteriores, aunque en su inciso d) se plantea claramente una norma
regulatoria que rescata –ciertamente- algunas ideas que han sustentado –desde la
creación de la JNC– las políticas aplicadas, pero se traducen, en este caso, en letra de la
ley.

Textualmente dice: “Establecer el valor comercial de las carnes según su


aprovechamiento económico e investigar, regular y controlar los resultados de
explotación obtenidos por las empresas industrializadoras de carnes, sus filiales y las
vinculadas económica o financieramente, de manera que asegure al productor el
máximo valor de realización comercial de los productos y subproductos y permita a las
empresas un margen de ganancia razonable, en la forma que determine el Ministerio de
Agricultura y Ganadería de la Nación”.

Así, la economía de empresas frigoríficas y los precios del ganado quedaban sujetos a la
intervención del Estado, sin exclusiones. Esta situación ya se ha visto ratificada en
distintos decretos administradores de subsidios que se han analizado.
160

También se sostiene la política de creación de instituciones públicas o privados


comerciales o industriales, en defensa de la ganadería (art. 16º.), siguiendo los
lineamientos que dieron origen a la CAP. Los fondos destinados a esta política –
provenientes del impuesto a transacciones ganaderas– tienen un antiguo destinatario en
la CAP, así como otros beneficiarios institucionales dentro de todos los cuales solo se
señala explícitamente al Frigorífico Nacional y al Mercado de Hacienda de Liniers (Art.
43).

Para la administración de este conjunto de empresas públicas o privadas, “el Ministro de


Agricultura designará una comisión administradora con facultades de interventora de los
mismos”. Por consiguiente, la administración de la CAP y de estos otros
establecimientos quedó intervenida, por aplicación de esta norma.

Esta comisión debería componerse de cinco miembros, de los cuales dos, por lo menos,
serían productores ganaderos. (Art. 44). También la conducción del Instituto, aparte de
un directorio de 7 miembros, todos funcionarios del gobierno, presidido por el Ministro
de Agricultura, cuenta con un consejo consultivo de seis productores ganaderos
designado por el Poder Ejecutivo. La forma en que se constituyeron los organismos de
regulación del sector significó una final desvinculación con las entidades rurales, a
través de una solo muy escasa participación de éstas contemplada en aquellos.

9. Conclusión

En síntesis, es posible concluir que los años del peronismo se dividen en dos etapas en
su relación con el agro. Es innegable que el tipo de cambio real de exportación alcanzó
sus niveles más bajos hacia fines de los cuarenta. Sin duda, esto desalentaba la
exportación pero a su vez otorgaba una indudable baratura a los alimentos que se
consumían internamente. El bajo precio relativo de la carne vacuna determinó un
notable aumento en su consumo y esto mejoró aún más los salarios reales de los
trabajadores.

De esta forma el agro transfería parte de sus ingresos hacia el sector urbano y contribuía
a la redistribución de ingresos a favor de industria, servicios y sus trabajadores. En
precios relativos, con todo, el sector de la carne vacuna logró sostener su ventaja
161

respecto de los precios de los granos, con lo cual la inversión en estos cayó y aumentó
la destinada a la ganadería.

El notorio aumento de las existencias ganaderas y de la producción dirigida al consumo,


parece haber sido la necesaria contrapartida frente a la crisis agrícola que tuvo lugar
entre grandes sequías y bajos precios. Pero la ganadería y los frigoríficos dirigidos a la
exportación encontraron la restricción de la caída de la demanda británica. Frente a esta
otra adversidad, el gobierno intensificó la política de subsidios que ya habían
inaugurado los conservadores en los años treinta y los exportadores extranjeros y
nacionales lograron sobrevivir a la contracción sostenida en las compras británicas de
carne vacuna.

Luego de que el auge de precios de materias primas se diese por terminado a fines de
los cuarenta, así como el aumento de exportaciones y reservas internacionales, el agro,
en general, comenzó a percibir los beneficios de políticas decididas a recuperar mayores
exportaciones. Después de los primeros cuatro años de postergación del agro, tal como
se comentó, de distintas formas, se le comenzó a dar impulso a fin de conjurar la crisis
externa de principios de los años cincuenta177.

Dentro de este panorama, la ganadería parece haber resultado más favorecida que la
agricultura. Los dichos de Perón, en favor de una ganadería con mayores oportunidades
bajo su hipótesis de una tercera guerra mundial, no se tradujeron realmente en una
política determinante de una mayor producción de carne bovina frente a la de granos178.
Lo cierto es que los precios internacionales, los internos y el alza de los salarios reales
la favorecieron y un relevante desarrollo ganadero se concretó en este período, en
contrapartida al estancamiento agrícola que también lo caracterizó. Pero parece ser claro
también que el conjunto de factores que lo favoreció fue de tal magnitud que permitió
sobrellevar una caída en las exportaciones que, de otro modo, podría haber impedido
que ese desarrollo se alcanzase.

Por otro lado, también deben enfocarse las políticas y prioridades que el Estado
estableció en función de estas decisiones de inversión que respondieran a señales de
mercado, ya que aquel, aun con distintos grados de intervención sobre este último, no

177
Girbal Blacha, (2000), (2001), (2002).
178
Rougier, (2012).
162

definió instancias de administración estatal determinantes del control o dominio


mayoritario de la actividad del sector.

Los frigoríficos extranjeros no fueron nacionalizados, a excepción del británico


Smithfield y solo a consecuencia de los acuerdos de cancelación de deuda británica con
activos de propiedad del Reino Unido.

En tanto, la normativa regulatoria de los frigoríficos, instaurada en los años treinta,


desde el gobierno de Agustín P. Justo y a instancias de la Sociedad Rural Argentina,
siguió vigente a través de una legislación ampliada que acrecentó los subsidios que
beneficiaban al sector en una prolongada instancia crítica para sus exportaciones. La
estatización del sector que se le atribuyó a los gobiernos de Juan D. Perón de entre 1946
y 1955 se circunscribió a convertir los organismos –JNC y CAP- creados por la “Ley de
Carnes” de 1933 en típicas dependencias del Estado –a partir de 1950/52-, mediante la
exclusión de representantes de la ganadería de su control y conducción, facultades que
esa Ley, en su origen, les había conferido. Así, quedaron los funcionarios del gobierno
peronista, casi exclusivamente a su cargo, sin que la legislación de fondo –reemplazada
por otra propia del gobierno-, en lo demás, cambiase sustancialmente179. La legislación,
los decretos ejecutivos, los lineamientos generales que se venían aplicando desde los
treinta, en su espíritu y práctica continuaron vigentes pero claro está, la dirigencia rural
dejó de estar a cargo de las instituciones estatales autónomas que habían creado y
administrado hasta que el peronismo se hiciera cargo de ellas, especialmente a partir de
1949.

179
De las Carreras, (1986); Pierri,(2000); Puiggros, (1957).
163

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165

Anexo Estadísticas Históricas.

10. EVOLUCIÓN DE LA RELACIÓN DE PRECIOS ENTRE VACUNOS Y GRANOS.


AÑOS 1913-1965

Relación INDICE
PRECIOS Relación
GANADO Precios
con Vacunos/Pre
PRECIOS cios Granos
AÑOS GRANOS 1913/65=100
1913 3,73 108,8
1914 4,63 135
1915 4,47 130,4
1916 2,96 86,3
1917 1,96 57,2
1918 2,91 84,9
1919 3,42 99,7
1920 2,44 71,2
1921 2,03 59,2
1922 1,46 42,6
1923 1,19 34,7
1924 1,83 53,4
1925 1,87 54,5
1926 2,42 70,6
1927 2,55 74,4
1928 2,6 75,8
1929 2,69 78,5
1930 3,83 111,7

FUENTE: Precio ganado: Junta Nacional de Carnes

Precio granos: elaborado en base a registros de Bolsa Cereales.


Promedio ponderado de trigo, maíz, lino y girasol.

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
166

10. EVOLUCIÓN DE LA RELACIÓN DE PRECIOS ENTRE VACUNOS Y GRANOS.


AÑOS 1913-1965

Relación INDICE
PRECIOS Relación
GANADO Precios
con Vacunos/Pre
PRECIOS cios Granos
AÑOS GRANOS 1913/65=100
1931 5 145,8
1932 3,09 90,1
1933 3,19 93
1934 2,58 75,2
1935 3,32 96,8
1936 3,15 91,9
1937 2,18 63,6
1938 2,32 67,7
1939 3,2 93,3
1940 4,48 130,6
1941 6,31 184
1942 7,11 207,4
1943 4,87 142
1944 5,28 154
1945 3,26 95,1
1946 1,94 56,6
1947 2,95 86
1948 2,78 81,1
1949 2,83 82,5
1950 2,85 83,1
1951 3,55 103,5
1952 4,21 122,8
1953 3,95 115,2
1954 4,13 120,4
1955 4 116,7
1956 3,01 87,8
1957 2,65 77,3
1958 3,55 103,5
1959 5,49 100,1
1960 4,43 129,2
1961 3,24 94,5
1962 2,89 84,3
1963 3,07 89,5
1964 5,35 156
1965 6,53 190,4

FUENTE: Precio ganado: Junta Nacional de Carnes


Precio granos: elaborado en base a registros de Bolsa Cereales.
Promedio ponderado de trigo, maíz, lino y girasol.
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
167

4. EVOLUCIÓN DE LOS PRECIOS DEL GANADO VACUNO -


Precios corrientes y precios reales del kilo vivo en Liniers - Años 1913 a 1965

PRECIOS REALES
INDICE DEL
PRECIOS COSTO DE
CORRIENTES VIDA N. I. En pesos N. I. base
pesos por kg base junio de junio de 1913-65 =
Año vivo 1966 = 100 1966 100
1913 0,23 0,6 39,66 106,1
1914 0,26 0,6 44,83 119,9
1915 0,28 0,6 45,16 119,7
1916 0,28 0,8 41,79 111,5
1917 0,27 0,8 34,62 91,8
1918 0,31 1,0 31,31 84,2
1919 0,39 0,9 41,93 112,0
1920 0,38 1,1 34,86 93,8
1921 0,25 1,0 25,77 69,0
1922 0,16 0,9 19,75 52,4
1923 0,14 1,1 17,50 43,7
1924 0,22 1,0 27,17 72,1
1925 0,24 0,8 30,38 80,9
1926 0,24 0,8 31,17 83,3
1927 0,24 0,8 31,58 84,1
1928 0,27 0,8 36,00 96,6
1929 0,27 0,8 35,53 94,6
1930 0,28 0,8 36,36 97,2

FUENTE: Precios corrientes por kilo vivo: Junta Nacional de Carnes.

Precios reales: serie anterior ajustada por índice del costo de vida INDEC, llevado a junio de
1965 = 100

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
168

4. EVOLUCIÓN DE LOS PRECIOS DEL GANADO VACUNO -


Precios corrientes y precios reales del kilo vivo en Liniers - Años 1913 a 1965

PRECIOS REALES
INDICE DEL
PRECIOS COSTO DE
CORRIENTE VIDA N. I. En pesos de N. I. base
S pesos por base junio junio de 1913-65 =
Año kg vivo 1966 = 100 1966 100
1931 0,25 0,7 37,88 100,7
1932 0,17 0,6 28,81 76,4
1933 0,16 0,7 23,88 67,6
1934 0,16 0,6 27,11 71,9
1935 0,20 0,6 31,74 84,5
1936 0,22 0,7 32,35 85,6
1937 0,22 0,7 31,42 82,9
1938 0,21 0,7 30,00 80,0
1939 0,23 0,7 32,39 86,7
1940 0,25 0,7 34,72 92,3
1941 0,28 0,7 37,84 100,1
1942 0,35 0,8 44,87 119,1
1943 0,35 0,8 44,30 116,8
1944 0,38 0,8 48,10 128,1
1945 0,38 1,0 40,00 106,5
1946 0,38 1,1 34,23 90,6
1947 0,47 1,3 38,09 100,7
1948 0,53 1,4 37,06 98,3
1949 0,62 1,9 32,98 87,6
1950 0,72 2,4 30,51 81,1
1951 1,15 3,2 35,71 94,8
1952 1,62 4,5 36,24 96,4
1953 1,94 4,6 41,81 110,9
1954 2,00 4,8 41,41 110,2
1955 2,00 5,4 36,97 98,2
1956 2,28 6,1 37,13 98,6
1957 2,52 7,7 32,90 87,4
1958 4,04 10,1 40,12 106,5
1959 14,06 21,5 65,30 173,5
1960 15,15 27,4 55,27 145,8
1961 13,78 31,1 44,31 117,7
1962 16,08 39,8 40,36 107,0
1963 23,25 49,4 47,04 124,7
1964 40,41 60,4 67,10 177,9
1965 50,52 77,6 65,09 177,0

FUENTE: Precios corrientes por kilo vivo: Junta Nacional de Carnes.


Precios reales: serie anterior ajustada por índice del costo de vida INDEC, llevado a junio de 1965 = 100
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
169

Cuadro 28 - ARGENTINA - PRODUCCIÓN Y CONSUMO ANUAL DE CARNE


VACUNA

% CONSUMO/Has
PRODUCCIÓN (1) CONSUMO (2) Ton
AÑOS
Ton Peso Playa Peso Playa
2/1 (kg)

1935/38 1.632.633 1.037.879 63 77,5

1948/50 2.001.764 1.545.749 77 92,7

1953 1.765.513 1.535.226 86 84,3

1954 1.814.909 1.583.493 87 85,4

1955 2.146.854 1.731.897 80 91,6

1956 2.475.582 1.873.313 75 97,3

1957 2.459.455 1.873.529 76 95,5

1958 2.540.898 1.893.824 74 94,8

1959 1.944.433 1.427.485 73 70,2

1960 1.892.830 1.507.858 79 73,0

1961 2.145.064 1.748.961 81 83,3

1962 2.378.826 1.833.576 77 85,9

1963 2.605.287 1.873.710 71 86,4

1964 2.019.240 1.430.733 71 65,2

1965 1.995.096 1.492.915 74 66,8

1966 2.387.000 1.801.000 75 79,4

FUENTE: Reseña Junta Nacional de Carnes.


170

CONADE, Consejo Nacional de Desarrollo, (1968). Diagnóstico del


Comercio Exterior Argentino. Biblioteca del Ministerio de Economía,
Buenos Aires.

Principales países exportadores de carne vacuna (miles de toneladas).

PAÍSES EXPORTADORES 1948-52 1953 1954 1955 1956 1957 1958

TOTAL MUNDIAL 510,0 500,0 545,0 648,0 837,0 948,0 955,0

EUROPA OCCIDENTAL 60,0 94,7 166,0 153,0 125,0 175,0 166,0

FRANCIA 6,2 8,2 47,0 53,1 15,2 18,8 4,5

DINAMARCA 18,5 42,5 55,8 41,7 46,1 82,8, 71,7

IRLANDA 10,5 26,3 43,9 17,1 16,3 27,1 26,6

YUGOESLAVIA 2,5 0,7 4,6 9,3 12,8 10,3 10,0

LATINOAMÉRICA 266,0 167,0 157,0 206,0 404,0 421,0 456,0

ARGENTINA 195,0 112,8 105,2 192,1 363,1 354,7 369,5

URUGUAY 53,5 42,7 45,1 3,5 26,5 32,2 19,1

OCEANÍA 127,0 203,0 175,0 245,0 245,0 278,0 284,0

AUSTRALIA 69,5 158,3 141,1 149,4 125,4 160,7 166,3

NUEVA ZELANDIA 58,0 158,3 60,4 95,8 119,5 117,1 117,6

FUENTE: FAO, Comercio

Principales países exportadores en total mundial (%).

PAÍSES EXPORTADORES 1948-52 1953 1954 1955 1956 1957 1958

TOTAL MUNDIAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

EUROPA OCCIDENTAL 11,8 18,9 20,5 23,6 14,9 18,5 17,4


171

Francia 1,2 1,6 8,6 2,2 1,8 2,0 0,5

Dinamarca 3,6 8,5 10,2 6,4 5,5 8,7 7,5

Irlanda 2,1 5,3 8,1 2,6 1,3 2,9 2,8

Yugoeslavia 0,5 0,1 0,8 1,4 1,5 1,1 1,0

LATINOAMÉRICA 52,5 33,4 28,8 31,8 48,3 44,4 47,7

Argentina 38,2 22,6 19,3 29,7 43,4 37,4 38,7

Uruguay 10,5 8,5 8,3 0,5 3,2 3,4 2,0

OCEANÍA 24,9 40,6 35,0 37,8 29,3 29,3 29,7

Australia 13,6 31,7 20,9 23,1 15,0 17,0 10,4

Nueva Zelandia 11,4 9,0 11,1 14,8 14,3 12,4 12,3

FUENTE: FAO, Comercio

CONADE, Consejo Nacional de Desarrollo, (1968). Diagnóstico del Comercio Exterior


Argentino. Biblioteca del Ministerio de Economía, Buenos Aires.

Cuadro 29 - EXPORTACIÓN ARGENTINA DE CARNE VACUNA REFRIGERADA (en toneladas)

AÑOS VOLUMEN

1934/38 469.820

1953 112.775

1954 105.164

1955 192.071

1956 363.126

1957 355.125

1958 369.142
172

1959 345.639

1960 279.905

1961 270.100

1962 388.645

1963 531.910

1964 423.972

1965 349.081

1966 396.002

FUENTE: DNE y C. Anuarios Comercio Exterior

CONADE, Consejo Nacional de Desarrollo, (1968). Diagnóstico del Comercio Exterior


Argentino. Biblioteca del Ministerio de Economía, Buenos Aires.
173

CAPÍTULO 7

Argentina en un mundo en desarrollo, entre los cincuenta y los sesenta.

1. Contexto internacional.

Los fundamentos de un nuevo rumbo de la economía internacional se habían establecido


en los años 40 a través del restablecimiento de un sistema de Patrón Oro regido por
Estados Unidos, también llamado Patrón Dólar. Se había restaurado el libre flujo
internacional de bienes y de inversiones en el exterior, pero se había suprimido el flujo
de capitales privados, reservándose éste solo al control de los estados nacionales.

Durante los varios años en que Europa no pudo recuperar su potencialidad económica y
capacidad exportadora, dependía de la ayuda financiera norteamericana. La
insuficiencia de reservas en dólares de los europeos derivaba de su continua demanda de
bienes extranjeros para sostener la recuperación de su capacidad productiva

Pero la escasez de dólares iba mudando a abundancia, en los cincuenta, ya que de ser
Estados Unidos tenedor de las dos terceras partes del volumen total de dólares en la
última parte de los cuarenta pasó a retener la mitad.

Todos los países pasaron a constituir ingentes y crecientes reservas internacionales en


dólares y esto posibilitó el sostenido avance del comercio y la inversión internacional
que hasta mediados de los años cincuenta había tardado en llegar.

El mantenimiento de la liquidez internacional durante dos décadas, a partir de los


cincuenta, se originó en un déficit crónico del balance de pagos de Estados Unidos y en
la emisión de moneda que le permitió solventarlo continuamente.

Dado que este emisionismo no contaba con el respaldo oro necesario para estabilizar la
paridad dólar-oro establecida en Bretton Woods, en 1944, la prolongada situación
configurada se convirtió en el llamado problema De Gaulle.

De Gaulle empezó a plantear una cuestión que se tornaba a todas luces evidente: se
había roto rápidamente el necesario respaldo oro de las monedas al generalizarse el uso
del dólar como reserva internacional y, en particular, el tipo de cambio dólar/oro –de 35
dólares la onza de oro- tendía a ser insostenible en el mediano plazo en tanto los Estados
Unidos con un déficit de balance de pagos continuo, inundaban el mundo de dólares, sin
necesidad de hacer uso de sus reservas de oro, ya que su moneda había adquirido el
rango de moneda de reserva internacional.

Esto claramente, además, se constituía en el “exorbitante privilegio” –al decir de De


Gaulle- de poder gastar todo el tiempo más allá de las posibilidades, cuando se tenía el
recurso de poder emitir ilimitadamente sin mediar intento alguno de rechazar esta
174

moneda ya que era universalmente aceptada como de reserva, en tanto virtualmente


conservaba su valor en oro.

El continuo déficit americano confirmaba los dichos de De Gaulle tanto a lo largo de los
cincuenta como de los sesenta, y, en consecuencia, paulatinamente la paridad del oro
debió pasar a ser defendida tanto por Estados Unidos como por sus socios comerciales,
porque también era cierto que el déficit de este país resultaba ser el superávit europeo y
del resto del mundo.

Toda disminución del déficit llegaría a tener un impacto recesivo y una reversión de los
superávits del resto del mundo, resultando obviamente mayor en Europa y Japón donde
residía el grueso de la relación económica con Estados Unidos y el 70% del comercio
mundial.

Ésta era la base del “dilema de Triffin” que, además, sustentaba la continuidad de este
status quo, en tanto planteaba que la alternativa de reversión del déficit americano para
finalmente recuperar una relación estable del dólar con el oro podía resultar
verdaderamente deflacionista.

Los restantes países, ante esta posible situación, deberían también ajustar sus tipos de
cambio y volúmenes monetarios para respetar el valor bajo y estable del oro –que, es
cierto, dadas las presiones alcistas llegaba ocasionalmente a 40 dólares la onza en
mercado libre-, con lo cual se iniciaría una espiral deflacionaria internacional, escenario
que memoraba los oscuros años treinta.

En una versión más optimista, Kindleberger y Emile Deprés afirmaban que con el
déficit americano, Estados Unidos se había convertido simplemente en el banquero del
mundo, endeudándose a corto y prestando a largo plazo. Sin embargo, este esquema
básico tenía el inconveniente de resaltar que los activos estadounidenses podían
efectivamente tener vencimientos –y correspondientes reembolsos- demasiado lejanos y
las deudas podían tener que pagarse en un corto plazo, con lo cual la eventual iliquidez
del banquero podía llevarle a incumplir con los vencimientos de sus pasivos.

Esto podría originar una suerte de “corrida de depósitos” que no solo causaría el default
del “banquero” sino también una abrupta caída de la liquidez internacional por el
rechazo final de la moneda de reserva y el atesoramiento en activos de refugio como el
propio oro u otros alternativos, ajenos al sistema financiero, y por ende vaciadores de su
liquidez.

Lo cierto es que los necesarios ajustes de los sectores externos de los distintos países
estaban reservados, con intermediación del FMI, solo a los deficitarios ajenos al circuito
privilegiado de los países centrales, donde un crónico deficitario –Estados Unidos- fue
tolerado por muchos años y los crónicos superavitarios de Europa y Japón tampoco
recibieron críticas mayores respecto de la utilización de su voluminoso ahorro externo.
175

Los ajustes recíprocos entre países de los desequilibrios externos de signo opuesto –
déficit y superávit- por los que abogaron, con distintos medios y finalidades, Hume y
Keynes habían desaparecido del entendimiento y la práctica de manejo del balance de
pagos y de los flujos monetarios internacionales.

No obstante, el patrón dólar –si concordamos con De Gaulle y varios economistas


franceses en que un patrón oro puro excluye una única moneda que lo represente-
sobrevivió durante muchos años sin aplicación alguna de aquellas “reglas del juego”
que inspiraban al Patrón Oro establecido en la segunda mitad del S. XIX. Éste había
sido el caso, totalmente diferenciado al regido por Estados Unidos, en que la cantidad de
moneda debía finalmente ajustarse a la reserva de oro que sustentaba su paridad, o en el
que había una corrección, vía precios relativos internacionales, de los desequilibrios
externos.

Entonces, lo único que cabe pensar es que existió un tipo de cambio fijo entre el dólar y
el oro y que éste debió sostenerse –toda vez que resultó necesario- con una salida o
posición vendedora neta de este metal no solo por parte de su garante institucional,
Estados Unidos, sino también por parte de sus socios europeos que, al fin de cuentas,
habían declarado también la convertibilidad de sus monedas.

Aunque, evidentemente, no solo lo hacían por política cambiaria, sino porque resultaban
beneficiarios de una circulación monetaria que permitía sostener la expansión del
comercio y la inversión. Sin mayores dudas, la economía de los países centrales logró
que los años 50 y los 60 significasen una expansión difundida a un extendido conjunto
de países, aunque –como se refirió- el 70% del comercio se concentrase sobre los
propios países desarrollados.

Esta situación de tensión permanente respecto del valor oro del dólar también conllevó,
entonces, una actuación conjunta de los países respecto del sostenimiento de esta
paridad fija, porque claramente la condición de moneda de reserva del dólar restringía
las distintas alternativas factibles al sistema vigente, tales como la libre flotación del
dólar, el retorno a un verdadero patrón oro o alguna otra.

Todas tendrían un impacto mundial y cualquiera de ellas implicaba cambios sustantivos


en el sistema monetario internacional, ya que difícilmente los acuerdos de Bretton
Woods podrían sobrevivir en caso de acometerse alternativas sustancialmente diferentes
a las de este sistema.

1.1. La caída de Bretton Woods.

Mientras se logró impedir la reactivación de las finanzas internacionales, las políticas


monetarias nacionales tenían una amplia capacidad de gestión centralizada. Pero entre
176

1960 y principios de los 70 se liberalizaron los flujos internacionales de capitales y


crecieron notablemente180.

Las políticas monetarias nacionales se vieron amenazadas por estos movimientos de


capitales inducidos por el arbitraje entre los distintos niveles de tasas de interés de los
diferentes países y esto obligó a que las políticas monetarias empezasen a ajustarse, en
respuesta al volumen de ingreso o salida de capitales que presionaba sobre los niveles
de masa monetaria, intereses, tipo de cambio y nivel de reservas.

Esta intervención de los capitales en la definición de las variables monetarias y


cambiarias terminó presionando también sobre el valor del dólar, en razón de que la
liquidez internacional creciente se traducía en mayor demanda sobre las reservas de oro.

En el transcurso de los años 60, tanto Estados Unidos como algunos países europeos,
perdieron reservas tratando de sostener la cotización del dólar en oro, con lo cual, esto
significaba, al igual que bajo “las reglas de juego” del patrón oro, que, en última
instancia, la cantidad de moneda debía ajustarse hasta hacerse compatible con la paridad
en oro de la moneda patrón, si se pretendía conservar tanto esta paridad como un nivel
adecuado de reservas de oro.

En Estados Unidos hacer esto iba a resultar particularmente difícil, ya que implicaba
postergar la prosperidad interna en pos de la estabilidad internacional y, en cierto modo,
lo mismo tenían que hacer los socios europeos, con lo cual el reclamo de austeridad del
patrón oro resultaba impracticable y Estados Unidos optó finalmente por la
inconvertibilidad, al decidirse Nixon por “cerrar definitivamente la ventanilla del oro”,
en 1971, declarando de esta forma la flotación del dólar181.

Al igual que sucediera en los años treinta, luego de la definitiva caída del patrón oro y
del tipo de cambio fijo que conllevaba, las políticas monetarias y fiscales de los países
centrales se tornaron expansivas, al no existir ya la necesidad de respaldar moneda con
reservas de oro.

Esto determinó el avance en la producción a principios de los setenta, pero en 1973 la


expansión monetaria impactó sobre la demanda de petróleo y sus precios subieron. El
proceso inflacionario no se dejó esperar y se extendió a una serie de materias primas,
configurándose una década de los setenta de persistente inflación.

El aumento del petróleo encareció el costo de la producción y ésta terminó retrayéndose


ante la imposibilidad de que con altos precios finales pudiese sostenerse la demanda
global. También, se inició una época donde el estancamiento económico acompañó a la
inflación.

180
Estevadeordal, Frantz, and Taylor, (2003).
181
Eichengreen, (1996), p. 131-192.
177

El año 1973 muestra condiciones indicativas del final del ciclo iniciado en Bretton
Woods que, sin dudas, reportó crecimiento económico sostenido, estabilidad y mayor
bienestar al conjunto de la economía internacional, donde tanto fueron beneficiarios
países desarrollados como subdesarrollados.

2. El contexto de la política económica argentina. Las limitaciones de la primera etapa


del modelo de sustitución de importaciones y la necesidad de su replanteo.

2.1. Una aproximación al cambio estructural generado hasta los años 50.

Tanto el propio gobierno peronista, desde 1950, como los que inmediatamente le
sucedieron entre 1956 y 1963 tuvieron en claro que la industria que se había promovido
continuaba siendo dependiente de la importación de un conjunto de insumos básicos.

En el período de déficit de balance de pagos, debido a las escasas exportaciones


agrarias, de entre 1950 y 1952, la imposibilidad de seguir importando fluidamente estos
insumos básicos hacía caer la producción industrial.

Mientras que entre 1943 y 1949 la producción industrial había subido en casi un 70%,
entre 1950 y 1955 lo hizo en un 35%182. Para el peronismo la prioridad la constituyó la
producción de petróleo y de acero, primer antecedente de importancia en las más
relevantes acciones al respecto que emprendió el gobierno de Frondizi de 1958.

Pero este tipo de inversiones requerían de una alta escala de capital con que el Estado no
contaba. La única alternativa, que, a su vez, permitía el aporte de divisas a las ya
limitadas reservas de la parte final del peronismo, era la inversión extranjera.

Los primeros intentos se comenzaron a dar a través de la Ley de inversiones extranjeras


de 1953, las negociaciones con el Eximbank para financiar proyectos industriales y con
una importante compañía petrolera estadounidense, la Standard Oil de California.

El crédito del Eximbank permitió construir un alto horno siderúrgico de la empresa


estatal Somisa, que estaba esperando un financiamiento desde 1947 y así pudo
finalizarse en 1955.

Estas iniciativas estaban contempladas en el Segundo Plan Quinquenal (1952/57),


donde se planteó elevar el gasto en transporte, energía y siderurgia. El gasto en energía
aumentaba en un 30% respecto de años anteriores, el gasto en defensa caía en más de un
50% y el gasto social en un 30%183.

182
Guerchunoff y Llach, (2007); Rougier, (2012).
183
Guerchunoff y Llach, (2007); Peterson, (1985).
178

La producción petrolera de la empresa estatal YPF aumentó en un 50%, pero esto


resultó insuficiente ya que las importaciones de combustibles siguieron siendo
importantes.

Además de la dependencia de la industria de la importación de insumos básicos, la


caracterización de esta industria en expansión encontraba otras limitaciones que
cuestionaban la eficacia del modelo de sustitución de importaciones vigente.

Y ese modelo era imprescindible ante la caída de la capacidad exportadora


agropecuaria, pero no solo fallaba cuando no permitía una reducción mayor de las
importaciones, en razón de la dependencia extranjera de insumos básicos, sino porque
había generado una industria de baja productividad.

Éste era un sector al que se habían destinado parte de los ingresos que pertenecían al
agro y al que se había otorgado una parte sustancial del total de los préstamos bancarios.
No hubo, tal como lo evidencia la generosa política de créditos industriales, ninguna
priorización de un sector o empresa industrial sobre otras. Desde el análisis económico
ésta es una buena demostración de que regía un desarrollo industrial diversificado, por
el que se supone que la industrialización es siempre impulsada por el crecimiento de
todo emprendimiento industrial y de todos las ramas del sector.

Este principio es coherente con las prácticas de financiamiento que se pudieron


observar. Los bancos, orientados a alcanzar un alto volumen de crédito industrial,
realizaron una la limitada supervisión sobre el buen destino de los préstamos, desde el
punto de vista de su impacto económico y financiero.

En virtud de este enfoque, un resultado esperable de esta política fue que proliferasen
numerosas empresas compitiendo por mercados de tamaño limitado para tantas
empresas. Entonces, una caracterización básica de estas empresas era acotado acceso a
un mercado y, en consecuencia, posible capacidad ociosa o serio impedimento en
alcanzar economías de escala.

La contrapartida de una estructura con estos rasgos dominantes era la de una industria
de baja productividad, mayores costos y precios. Ésta es la razón por la cual, más de un
análisis económico sostiene, que una economía como ésta, compuesta por agro e
industria, funciona en forma desequilibrada con un nivel más alto de productividad para
el agro y uno más bajo para la industria184.

Este enfoque ha tenido una serie de derivaciones analíticas y de política económica


sobre las que se volverá oportunamente.

Con todo, lo cierto es que esta industria no podía desplazar a una industria competitiva
extranjera, a no ser que para ésta se aplicasen barreras de ingreso de sus productos, tales

184
Diamand, (1973); Rougier, (2012).
179

como los controles cambiarios o tipos de cambio altos, aranceles y demás instrumentos
que, en realidad, fueron aplicados, en todo momento, en razón de la escasez de reservas
internacionales.

Sin embargo, es claro que de estas restricciones al libre comercio dependía la


supervivencia de la industria nacional, ya que el proteccionismo que implicaban era la
forma de impedir una competencia de producción externa que podía apropiarse del
mercado cautivo de la producción local.

La apertura de la economía de los años veinte dio paso, a través de la continua


disminución y sustitución de importaciones, a su cierre progresivo y continuo, desde los
años treinta en adelante. Desde un nivel de importaciones del 25% del Producto Interno
Bruto, a fines de los años veinte, se pasó a un 7%, a mediados de los cincuenta.

Dentro del total del consumo, solo un 1,2% llegó a corresponder a bienes de consumo
importados. Las importaciones de insumos pasaron de un 21%, a fines de los veinte, a
un 14% de la demanda de bienes manufacturados, para mediados de los cincuenta. Del
total de la inversión en maquinarias y equipos, desde un 35% con origen importado se
pasó a un 20% en la primera mitad de los cincuenta185.

El costo de la mano de obra aumentó para la industria, en razón de los beneficios


sociales que les otorgaron a los trabajadores, a partir de las reformas laborales
introducidas por el gobierno de Perón.

El Estado de Bienestar que se fue instalando en esa etapa de gobierno requirió de un


mayor aporte económico del Estado pero también de las empresas privadas de la
industria o de otros sectores. El estímulo del gobierno a la sindicalización, impulsaba
mayores demandas salariales así como el sostenimiento de una redistribución de
ingresos favorable a los trabajadores.

Estos mayores costos de las empresas encontraban más posibilidad de ser soportados
por ellas a través de mayores restricciones al ingreso de productos importados. Si los
precios de estos se encarecían –en razón de mayores barreras a la importación-,
productos similares de fabricación nacional podían aumentar precios sin mayor riesgo
de competencia externa y aumentar salarios, en consecuencia.

Para que el incremento de salarios reales pudiese alcanzarse, de todas formas, era
necesario que los precios de los alimentos –de origen agropecuario- se mantuviesen
relativamente atrasados respecto de salarios y precios industriales, ya que el gasto
principal de los asalariados es en alimentos. Cuanto menor el precio de los alimentos o
productos agrarios, mayor resultaba el salario real industrial o urbano.

185
Maddison, (1995); Mallon y Sourrouille, (1973).
180

De este modo se produjo la transferencia de ingresos del campo al sector urbano en el


primer gobierno de Perón, así como, en parte, también, se sostuvo la redistribución de
ingresos hacia los trabajadores que lo caracterizara. Pero, como ya se hizo alguna
mención, así se inició una pugna por la distribución de los ingresos entre el sector
industrial, agropecuario y los trabajadores.

El crecimiento de los sectores productivos se encontró así sujeto a este


condicionamiento de la puja de los trabajadores por sus ingresos. Este rasgo estructural
de esta economía la ubica como alineada junto con aquellas donde la sindicalización y
la limitada disponibilidad de mano de obra también son características, y diferenciada
de aquellas otras en que estos condicionantes no existen y son calificables como
economías de mano de obra barata.

Por más que desde algunos enfoques económicos se entienda como adversa al
crecimiento o la industrialización, una mayor presión distributiva de los trabajadores
sobre los ingresos de este país, el hecho concreto es que ésta no ha dejado de estar
presente desde el primer gobierno peronista en adelante.

Australia, durante el largo tránsito que en el Siglo XX tuviera como país en desarrollo,
mostró la coincidencia con Argentina de una creciente participación de los trabajadores
en la distribución de ingresos, a través de la sindicalización y la consolidación del
partido laborista.

En Australia, a diferencia de Argentina, el firme avance del laborismo se instala desde


principios del S. XX y no llegará a ser un impedimento para que Australia alcance la
condición de país desarrollado, desde los años setenta186.

3. El capital extranjero y un nuevo rumbo en la sustitución de importaciones.

La radicación de capitales extranjeros en una industria destinada a abastecer el mercado


interno fue la respuesta que dieron las empresas multinacionales frente a los obstáculos
proteccionistas que les impidieron seguir exportando al país.

Las exportaciones que hacían desde fuera del país fueron sustituidas por la inversión y
producción desde dentro de él, de forma de no perder el mercado interno que ya habían
obtenido.

En referencia a este proceso ya se hizo la mención que había comenzado a mediados de


los años treinta y permaneció durante los años posteriores. Pero estos aportes de capital

186
Gerchunoff y Fajgelbaum, (2006); Fogarty y Duncan, (1984); Gallo, Fogarty y Diéguez, (1979).
181

se dirigieron a consolidar mercados ya desarrollados, dentro de los cuales no se


registraba la industria pesada o la energética.

Dado que estos fondos extranjeros como los internos, no alcanzaban la escala necesaria
para desarrollar prioridades como acero o petróleo, tanto una nueva Ley de Inversiones
Extranjeras como el restablecimiento de buenas relaciones con Estados Unidos, por
parte de Perón, serían los medios para obtener mayores volúmenes de inversión
extranjera187.

En la redacción de la Ley de Inversiones Extranjeras de 1953 es importante destacar que


se apuntaba a que los emprendimientos promovidos generasen una economía de divisas
lo cual significaba una insistencia en la disminución de importaciones.

Las producciones extranjeras amparadas por esta ley debían estar dirigidas a reemplazar
importaciones, disminuyendo aún más los niveles alcanzados por éstas, hasta ese
momento. Las importaciones de insumos básicos –petróleo o acero, entre ellos- o de
maquinarias se reducirían al producirse internamente, en mayor medida, mediante la
radicación de industrias extranjeras en el país.

No solo la industria extranjera debía sustituir a priori un conjunto de bienes finales


importados, sino que también debía reducir el componente de importación de insumos
en su producción local.

Sobre esta base se comenzó el desarrollo del sector de tractores a través de la instalación
de fábricas como Deutz, Fahr o Fiat, las que se comprometieron a más que duplicar el
stock de tractores existentes, que estaba en el orden de los diez mil en el país. También
comenzaría la producción de automotores a través de la instalación de Kaiser. En estos
casos estaba previsto bajar a un porcentaje mínimo el componente importado de
producción en pocos años.

En materia petrolera, una principal multinacional americana, Standard Oil, avanzó en


sus negociaciones con el Presidente Perón hasta acordar un contrato de explotación por
cuarenta años en un vasto territorio de la Provincia de Santa Cruz. La pretensión de
darle apoyo parlamentario a la iniciativa, entendible en razón de lo ambiciosa que
resultaba, no logró más que una férrea oposición de peronistas y radicales en el
Congreso.

La constitución de 1949, que había consagrado la propiedad del Estado sobre los
recursos minerales, ponía en tela de juicio la apropiación de petróleo impulsada por esta
contratista conocida por su razón social en Argentina, California Argentina de Petróleo.
Los radicales, encabezados por Frondizi, quien luego fuera presidente en 1958,
adoptaron una postura nacionalista contraria a toda inversión extranjera en el sector.

187
Peterson, (1985).
182

Entre la reticencia de los propios y la oposición de los ajenos resultó imposible la


aprobación parlamentaria del contrato con la California. Con todo, Frondizi pregonaba
la necesidad del autoabastecimiento petrolero y la capacidad de la empresa petrolera
estatal, YPF, para poder alcanzarlo188.

Aunque estos intentos surgidos del segundo gobierno de Perón no fueron totalmente
afortunados, lo cierto es que demostraron que era necesario darle un perfil alternativo al
modelo de sustitución de importaciones.

A partir de 1953 se había recuperado el crecimiento económico, al amparo de una muy


buena cosecha de granos y un notable aumento de su exportación a lo que se sumó la
mejora en las exportaciones de carne de 1955. Pero la recuperación económica llevó
nuevamente al aumento de las importaciones y a una amenaza de déficit en el balance
de pagos.

Dada la limitante de una exportación de insuficiente generación de divisas para


financiar crecientes importaciones, la idea de una industria autosuficiente, con baja
dependencia de insumos importados, podía constituirse en la salida que contemplase el
crecimiento y el equilibrio externo sostenidos.

Después de muchos años de caída en los volúmenes y precios de la exportación


agropecuaria no era posible pensar que una solución desde las exportaciones era
alcanzable en un corto o mediano plazo, a pesar de la política agraria más favorable que
se había inaugurado en los 50.

Con iguales dificultades derivadas de ser agroexportadores también se enfrentaban


países como los de Oceanía y varios latinoamericanos. Todos ensayaban también
políticas sustitutivas de importaciones ante la falta de mejores alternativas.

Para lograr una suerte de autosuficiencia industrial, se debía contar con la participación
de la inversión extranjera o, específicamente, de empresas multinacionales dirigidas a
producir internamente una muy alta proporción de todos los bienes que anteriormente se
importaban.

Este lineamiento coincidía, justamente, a partir de los años 50, con una expansión de las
empresas multinacionales que se sostendría a lo largo del tiempo hasta constituirse en
una expresión destacada de la economía global actual.

Luego de que estas empresas integrasen el Comité de Guerra de apoyo al gobierno de


Estados Unidos durante la Segunda Guerra, operando no solo en la fabricación y
abastecimiento de armamento y equipos de defensa, sino también en todas las

188
Cafiero, (1961); Guerchunoff (1989); Guerchunoff, y Antúnez, (2002); Rougier, (2012).
183

necesidades del mercado interno, una vez finalizada la guerra retomaron sus inversiones
en los mercados exteriores.

Aunque en el abastecimiento desde el exterior y dirigido a Estados Unidos, la


colaboración de las multinacionales había sido de utilidad, todas las restricciones
planteadas por la guerra para el desarrollo de cualquier mercado externo fueron un
obstáculo para la expansión de las multinacionales.

Tampoco la depresión de los años treinta había sido en absoluto beneficiosa para la
inversión en el exterior, aunque las barreras a la importación de distintos países
terminaron siendo un incentivo para que las multinacionales eligiesen invertir y
producir en el exterior antes que insistir con exportaciones rechazadas o restringidas por
el proteccionismo.

Este había sido el caso argentino de la recuperación de la inversión extranjera desde


1935 y, luego, a partir de la ley respectiva de 1953.

Tanto Europa como América Latina, progresivamente, pasaron a recibir el capital y las
producciones de estas empresas que intentaban conquistar estos mercados con su
poderío industrial y tecnológico.

Aunque, como se mencionó en el panorama internacional, las exportaciones americanas


eran predominantes en la inmediata posguerra, la inversión en el exterior por parte de
las multinacionales comenzó a ser creciente y determinante de una dinámica inversora y
productiva en el exterior diferenciada de la exportadora189.

4. Los conflictos políticos internos que fueron marco de un cambio de rumbo


económico.

En 1955, luego de una serie de conflictos con la Iglesia Católica y una fracción del
Ejército y de la Marina, el gobierno de Perón es derrocado por las Fuerzas Armadas.
Éstas tendrán a cargo el gobierno durante dos años, mayormente ocupados por el
General Aramburu, ya que el militar que destituyera a Perón, el General Lonardi, solo
estuvo pocos meses en la presidencia hasta ser reemplazado por aquél.

No solo Perón debió salir del país y refugiarse en el exterior, sino que los representantes
del peronismo en el partido político, en los sindicatos o en el Ejército fueron
perseguidos sin contemplaciones, algunos fueron apresados y otros fusilados por actos
de rebelión contra el gobierno.

189
Bergsten, Horst y Moran, (1978); Whitten, (1990); Wilkins, (1974).
184

El peronismo y Perón fueron prohibidos hasta el punto de impedirse la mención de su


nombre en todo medio de expresión pública. El Partido del peronismo, Justicialista, fue
suprimido y no podría participar de ningún acto electoral.

En la asamblea constituyente de 1957, convocada por el gobierno de Aramburu, para


restituir la Constitución de 1853 que había sido reformada, en 1949, por el Gobierno de
Perón, el voto peronista se mostró nuevamente decisivo.

Perón, en constante vinculación con sus partidarios, desde fuera del país, les había
ordenado votar en blanco y esto fue determinante del resultado que seguía demostrando
el poder del peronismo: el voto en blanco fue el mayoritario en esta elección. Detrás de
este voto, se ubicaron los votos radicales.

El radicalismo se había dividido entre una fracción encabezada por Ricardo Balbín –
radicalismo del pueblo- y otra por Arturo Frondizi –radicalismo intransigente-. El
conjunto de los radicales, no obstante, aprobaron la más importante reforma de la
Constitución de 1853, ya que la de 1949 se derogaba por completo. Ésta se expresó en
la inclusión de un artículo 14 bis que consagraba todos los derechos sociales de los
trabajadores que habían adquirido antes y durante el gobierno peronista.

De esta forma, los importantes avances obtenidos en los derechos laborales y sociales
alcanzaban carácter constitucional y así se completaba la pirámide legislativa que los
sostenía. La exclusión política del peronismo seguía vigente pero los trabajadores
habían logrado revalidar sus derechos mediante el apoyo explícito del radicalismo190.

Fundamentos ideológicos afines a los derechos laborales, pueden haber inspirado a los
radicales a darlo191, pero el sector inspirado por Frondizi demostró luego que no solo
podía hacer esto sino también lograr el consenso de Perón para acceder al gobierno con
el voto de sus seguidores. De esta forma se desprendía del antiperonismo que nutría al
gobierno de facto de 1955, el que tenía su origen en partidarios de distintas ideologías.

Con el pacto Perón-Frondizi de 1957192, que le permitió a Frondizi ganar las elecciones
y asumir la presidencia en 1958, los partidos y militares que habían sostenido su
oposición a Perón durante el gobierno de la Revolución Libertadora (1955-1957) fueron
derrotados en esas elecciones. Pero las presiones militares que se ejercieron luego sobre
el gobierno de Frondizi demostraron que esa derrota podía ser revertida mediante otro
golpe de estado que restituyese a los militares en el gobierno. La existencia del
gobierno democrático estaba condicionada a la aprobación de sus actos por parte de los
militares.

190
Frondizi y Belenki, (1984).
191
Luna, (1954).
192
Romero, (2011).
185

Los actos de gobierno de la Revolución Libertadora, revelaron un importante cambio de


rumbo en las relaciones exteriores y en la economía, a pesar del corto plazo a cargo del
poder ejecutivo.

5. Prebisch, la CEPAL y la política económica de la Revolución Libertadora.

El presidente de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL-ONU), el


argentino Raúl Prebisch, fue, sin mayor margen de dudas, quien delineó la orientación
general de la política económica de la Revolución Libertadora, logrando que se
introdujeran una serie de cambios sustantivos en las relaciones económicas
internacionales.

El diagnóstico de Prebisch –Informe Prebisch a la presidencia del General Lonardi de


1955- sobre la necesidad de inversión en sectores básicos como el petróleo, la energía,
el transporte, la agricultura, equipos y maquinarias, ya había sido anticipado en los
últimos años del peronismo, pero él insistió en lograr un apoyo financiero internacional
suficientemente importante como para impulsar todas estas áreas.

Solo en el desarrollo petrolero recurría a realizar inversiones desde la petrolera estatal,


YPF, con una menor participación de empresas extranjeras, con lo cual se seguía en una
línea opuesta a una fuerte inversión extranjera en la producción del petróleo. Se
abandonó la iniciativa del contrato con la California, subsidiaria de la Standard Oil, a
pesar del desacuerdo de los norteamericanos.

Para el resto de las inversiones se admitía la apertura internacional y para obtener


financiamiento del exterior logró que el gobierno se afiliase al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Mundial.

Esto significaba sumarse al orden económico inaugurado en Bretton Woods, en 1944, y


subordinarse a las políticas financieras internacionales, dictadas por estos organismos.
Hasta el término del gobierno peronista esta trascendente decisión no se había adoptado.

Inmediatamente se realizaron negociaciones con el Departamento de Estado para que


intercediese ante el Eximbank y el Departamento del Tesoro para obtener, al menos, un
préstamo de 200 millones de dólares estadounidenses. Solo se obtuvieron 100 millones
de dólares y esto contrastó con la ayuda que recibió Brasil, de 1.000 millones de
dólares.

A pesar de que el gobierno de Aramburu adhirió al pacto anticomunista de Caracas,


donde se repudiaba el alineamiento de Cuba con la Unión Soviética, lo único que se
obtuvo a cambio fue una oferta de armas de la Segunda Guerra a pagar a crédito, como
respuesta a los pedidos a Estados Unidos de un mayor armamento para la defensa.
186

Por su parte, el gobierno americano, dentro de las demandas que también le hacía a la
Argentina, planteaba el regreso a la libertad de precios, durante años muy limitada por
los controles o fijaciones de precios del peronismo.

Reclamos más específicos, de igual importancia, fueron los casos relativos a empresas
de capitales americanos en el país como los frigoríficos exportadores o la Compañía
Argentina de Electricidad, CADE193.

La importancia adquirida por las grandes empresas americanas de la carne dentro de las
relaciones entre Argentina y Estados Unidos se evidencia a partir del mayor diálogo
inaugurado por el gobierno de la Revolución Libertadora con ese país. Tal como se verá
en la revisión específica del sector, estas empresas tendrán siempre una sensible
capacidad de presión sobre los gobiernos de los dos países.

En este caso, los frigoríficos norteamericanos reclamaban el pago de los subsidios al


sector, adeudados por el gobierno peronista, para compensar las pérdidas que habían
sufrido y según el régimen de compensaciones establecido por el Estado.

En materia de política económica, Prebisch –mediante el Plan Prebisch de 1956-


proponía devaluar el peso y contraer el déficit fiscal y la emisión monetaria. Planteaba
como metas un crecimiento y una inflación del 10%, mientras que los salarios debían
aumentar en función del incremento en la productividad.

Durante los gobiernos de Perón el crecimiento del Producto Interno Bruto había
alcanzado el 12%, pero desde 1952 hasta 1955 la inflación acumulaba un 7%194.

La devaluación que se aplicó llevó el dólar estadounidense desde 6,25 pesos a 18 pesos,
pero también se desdobló el mercado cambiario, al abrirse un mercado libre para
importaciones no autorizadas a negociarse por el dólar oficial. El dólar libre comenzó a
cotizar a 30 pesos y algunas exportaciones eran habilitadas para liquidar, parcialmente,
divisas a este valor, con la finalidad de promoverlas.

La inflación duplicó la meta planteada por Prebisch y en esto fue determinante también
que se continuó permitiendo el reajuste de los salarios en función de la inflación. Hacia
fines de 1957 se implementó, finalmente, un “congelamiento” de salarios para que los
reajustes salariales no siguieran alimentando la inflación.

En este marco, el sector externo no mejoró sensiblemente a pesar de la devaluación.


Entre 1955 y 1958, las exportaciones estuvieron algo por encima de los 900 millones de
dólares anuales mientras que las importaciones las superaban por al menos 200 millones
de dólares.

193
Cisneros y Escudé, (2000); Conil Paz y Ferrari, (1964).
194
CEPAL, (1960); Guerchunoff y Llach, (2007).
187

Estos déficits debieron ser financiados, recurriendo a préstamos del exterior y a caída de
las reservas internacionales. La apertura financiera internacional inaugurada por este
gobierno permitió obtener préstamos del Fondo Monetario Internacional, Banco
Mundial y Eximbank. También se iniciaron negociaciones con el Club de París.

En el Club de París se congregaba una mayoría de países de Europa Occidental que


lograron que sus monedas fueran aceptadas como medio de pago entre todos los países
que lo integraban.

De esta forma terminaba entre ellos la práctica impuesta por el comercio bilateral, en el
que la moneda de los países en que éste se realizaba no podía utilizarse para el pago a
terceros países. Ahora, los pagos multilaterales daban origen a que el comercio volviese
a ser abierto y multilateral195.

La importancia de los cambios en el orden internacional, operados a partir de Bretton


Woods, se hacían muy visibles en los años cincuenta, ya que en ellos el comercio
internacional había crecido en un 75% respecto de la década anterior y esto impulsaba
también el crecimiento económico de los países en desarrollo.

Durante esa década, sin embargo, Argentina había quedado fuera de la expansión del
comercio internacional, ya que su comercio exterior continuaba estancado. La barrera
de 1.000 millones de dólares anuales de exportaciones que estaba presente desde 1949
continuaba sin ser superada y esto impedía sumarse al auge del comercio
internacional196.

La preocupación por aumentar las exportaciones seguía buscando una mayor


producción agropecuaria que las impulsase. La devaluación del peso fue un principal
factor de aliento para esta producción. En 1957 los productores agrícolas reaccionaron
elevando sustancialmente el área de cultivo.

La ganadería, por su parte, estaba entrando en una fase de contracción o liquidación de


sus planteles en el campo. Esto significaba un aumento del ingreso de animales al
mercado de carnes vacunas, aumentaba la producción y el volumen de exportación.

Otro factor de estímulo al sector fue la liberación del precio de los arrendamientos
rurales, al revertirse la fijación o “congelamiento” de los precios de arriendo que el
peronismo había impuesto. En 1957, además, se creó el Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA) para apoyar el crecimiento del campo desde el aporte
tecnológico a sus productores.

195
Mallon y Sourrouille, (1973); Guerchunoff y Antunez, (2002).
196
De Paiva Abreu, (1990); Maddison, (1995).
188

6. A partir de 1958, una segunda etapa del modelo de sustitución de importaciones.

En la segunda mitad de los años cincuenta, Estados Unidos reaccionó de diferentes


maneras frente a la asociación de Cuba con la Unión Soviética. Una de ellas benefició a
los países latinoamericanos, ya que el gobierno norteamericano entendió que dándoles
su apoyo económico, podrían avanzar hacia el desarrollo, diferenciándose y alejándose
de la posibilidad de que algún otro país de la región tomase el mismo camino que había
elegido Cuba.

El primer gran ejemplo de la cooperación americana fue el de Brasil, desde 1956. El


gobierno de Kubitschek, con el apoyo económico de Estados Unidos, se había planteado
la meta de crecimiento económico del 5% anual que pudo obtener fácilmente. Las áreas
prioritarias de desarrollo también eran la energía, maquinarias, transporte e industria
pesada.

Con el aumento de la inversión pública, la expansión monetaria, préstamos e


inversiones extranjeras, el crecimiento económico prosperó en la parte final de los 50 y
principios de los 60, aunque la inflación anual se sostenía en torno del 20% anual.

La iniciativa americana de la Alianza para el Progreso, con objetivos tan claros para
América Latina como su propia denominación, puso en evidencia que en el caso de
Argentina se podía repetir lo ocurrido con Brasil197.

La Revolución Libertadora, con el asesoramiento de Prebisch, había hecho todo lo


necesario para tener el mayor acercamiento con Estados Unidos pero los logros habían
sido escasos en materia económica, tal como se mencionó.

La reanudación del proceso democrático a través del gobierno de Arturo Frondizi de


1958 y su rápido abandono de los principios nacionalistas que lo caracterizaran en la
cuestión petrolera, permitieron obtener las inversiones extranjeras que se habían venido
procurando desde un lustro atrás.

El gobierno de Frondizi se extendió hasta 1962, cuando fue derrocado por los militares
y sustituido por su vicepresidente José María Guido hasta que se eligiera otro gobierno
constitucional en 1963.

Los acuerdos de Frondizi con Perón le permitieron contar con el apoyo de un peronismo
proscripto y ganar las elecciones que lo llevaron al gobierno.

Luego de votar por Frondizi para presidente, el peronismo recuperó la Confederación


General del Trabajo que los militares habían intervenido, obtuvo la aministía para sus
perseguidos políticos y un fuerte aumento general de salarios al iniciar el gobierno.

197
Nosiglia, (1983); De Paiva Abreu, (1990).
189

Frente a esta reversión de las políticas antiperonistas del anterior gobierno, sin lograrse
una cohesión total de los militares en enfrentar a Frondizi, algunas agrupaciones de las
Fuerzas Armadas se rebelaban recurrentemente en contra de su gobierno.

A estas situaciones se las llamó “planteos militares” y significaban una


desestabilización reiterada del gobierno, hasta que por un levantamiento de mayor
importancia se obtuvo la destitución de Frondizi en 1962.

Este caso, que significó el final de la gestión de Frondizi, se debió a que se restituyó la
legalidad del Partido Justicialista, éste participó de las elecciones y el resultado final, a
nivel nacional, fue casi un empate entre el partido gobernante y el justicialismo.

Pero lo que no pudieron tolerar los militares y determinó su remoción es que el


peronismo ganase la elección de gobernador de la provincia más importante del país, la
de Buenos Aires198.

En este complejo marco político, igualmente, fue posible el avance de la industria


pesada y del autoabastecimiento petrolero, mediante la radicación de numerosas
empresas multinacionales en el país.

Como cabe reiterar aquí inversiones productivas en la industria se realizaban al amparo


de altas barreras arancelarias, destinadas a la sustitución de importaciones. Así, la
industria diversificada de años antes dio paso a una mayor concentración industrial y a
una priorización de la industria pesada, de forma que una segunda fase de sustitución de
importaciones progresaba desde los límites anteriores.

Antes, la industria liviana, de consumo, con su desarrollo, había sustituido


importaciones de este mismo perfil, pero ahora la radicación de una industria pesada
estaría destinada a sustituir los insumos básicos y las maquinarias que hasta ese
momento venían engrosando las importaciones.

La insuficiencia de capital extranjero, ya sea a través de préstamos o inversiones del


exterior, había sido una fuerte limitación al crecimiento económico de los últimos años.
La generación de las divisas necesarias para contar con las maquinarias e insumos
importados que permitiesen la expansión de la capacidad productiva era medianamente
imposible cuando las estancadas exportaciones solo permitían importar hasta el límite
que éstas establecían.

Desde 1958, sin el aporte de fondos del exterior no hubiese sido posible el desarrollo
del acero, la metalmecánica, de material de transporte, de la química, de red vial, de la
agricultura y de la energía.

198
Rouquié, (1982).
190

Estas áreas principales, precisamente, son las que indicaba la CEPAL en su informe
sobre la Argentina de 1960 que era necesario desarrollar para retomar una senda de
crecimiento económico sostenido.

El subdesarrollo en esas áreas era el “cuello de botella” de producción de los insumos


básicos de toda la capacidad productiva. No había forma de aumentar el crecimiento
sino se alcanzaba una capacidad instalada suficiente para generar todos los insumos que
ese crecimiento requería.

Para posibilitar las importaciones de maquinaria y tecnología que iba a requerir el


desarrollo de estas ramas básicas de la industria, el gobierno de Frondizi iba a contar
con fondos del exterior con este destino.

Coincidentemente, un desarrollo petrolero que permitiese el autoabastecimiento daría


como resultado una rápida disminución de las importaciones, donde las petroleras
pesaban en un 20%199. Así, además del ingreso de capitales extranjeros se podría contar
con la economía de divisas de una caída en las importaciones y, en conjunto, disponer
de mayores reservas disponibles para importar los bienes de capital con los que se
instalarían las nuevas industrias200.

El sector agropecuario, donde las estadísticas de CEPAL habían registrado un bajo nivel
de inversión, desde los años treinta, no estaba en condiciones de aportar más de lo que
ya había aportado, según este gobierno201. Por lo tanto, si bien no se eliminó la política
de ingresos favorable a las exportaciones agropecuarias se la limitó severamente. Esto
significaba, por ejemplo, terminar con la política de subsidios al sector frigorífico y
ganadero.

También, desde el gobierno se entendía que un mayor avance en la industrialización y


las tecnologías generaría una oferta de insumos y maquinarias con la que el sector
agropecuario no había podido contar hasta aquel momento. Con esa mayor oferta de
capital destinado a una mayor productividad y rentabilidad del campo, se suponía que
éste aumentaría los niveles de inversión, acoplándose al desarrollo industrial que, de
esta forma, lo movilizaría también a su propio desarrollo202.

Con esta fundamentación, el proteccionismo agropecuario inaugurado en los años


treinta parecía ir tocando a su fin con el gobierno de Frondizi. Más adelante, en un
tratamiento en particular, se profundizará y discutirá este cambio de rumbo en la política
agropecuaria y en la ganadera, especialmente.

199
Solberg, (1979).
200
CEPAL, (1960).
201
Frigerio, (1962); Frigerio, (1965); Frondizi, (1965).
202
Nosiglia, (1983); Frigerio, (1962); Frigerio, (1965); Frondizi, (1965).
191

El escenario de política económica también fue un factor de gran incidencia sobre el


sector agropecuario, ya que la política cambiaria era un eje central de aquella, con
impacto sobre las exportaciones, la inflación y los salarios reales.

Pero esta política de gobierno –con mayor impacto sobre los actores económicos
locales- se superponía con otra casi novedosa, luego de muchos años de postergación, la
de un insistente estímulo a la inversión extranjera.

Desde 1958 el gobierno celebró los contratos petroleros con empresas extranjeras con el
objetivo de alcanzar el autoabastecimiento y así bajar las importaciones en alrededor de
un 20%. A pesar de la oposición de distintos grupos nacionalistas, las empresas,
rápidamente, iniciaron la explotación y aumentó a igual ritmo la producción,
incrementándose también la gasífera.

Los contratos no se sometieron a aprobación del parlamento y el ingreso de estos


capitales alentó también las inversiones extranjeras en otras áreas de interés 203. En
materia energética también se destacaron la usina eléctrica de Dock Sud y la
hidroeléctrica del Chocón.

La puesta en funcionamiento de la planta de acero de San Nicolás posibilitó menor


necesidad de importaciones del metal, justamente cuando se expandían las inversiones
en la industria automotriz.

Con todo, el componente importado en la producción de automóviles aumentó las


importaciones y buena parte de las divisas originadas en el ingreso de capitales
extranjeros se debía destinar a financiar ese incremento de partes importadas de los
vehículos producidos204.

Resultó tan importante la introducción de empresas automotrices que éstas movilizaban


gran parte del aumento de la producción industrial, aunque también las importaciones.
Además, al haberse radicado 19 marcas de automóviles, por ausencia de economías de
escala, la eficiencia del sector era baja.

No obstante, el cambio estructural estaba operando, ya que con financiamiento del


ingreso de bienes de capital importados, el uso intensivo de mano de obra comenzaba a
ser ineficiente y ésta se sustituía por maquinarias, elevándose la desocupación. Ésta fue
particularmente alta en la industria y la desocupación alcanzó un 7% de la población
económicamente activa.

Sustituyendo importaciones de insumos básicos, también avanzaba la explotación de


mineral de hierro y la petroquímica. Pero otra presión de salida de divisas provenía de la

203
Solberg, (1979).
204
Ferrer y Brodersohn (1969); Sourrouille, (1980); Jenkins, (1987).
192

necesidad de realizar transferencias al exterior por parte de las empresas


multinacionales205.

Además de este impulso a la inversión extranjera, una política económica, que


contemplaba distintas medidas de reordenamiento de la economía, gozaba del apoyo del
Fondo Monetario Internacional y facilitaba el otorgamiento de los préstamos o avales
crediticios que el gobierno le solicitaba.

En suma, los préstamos y las inversiones extranjeras fueron los fundamentos de un


caudal de divisas que complementaba los rígidos ingresos de la exportación
agropecuaria y lograba financiar un nivel de importaciones y de crecimiento económico
mayor que el que las limitaciones de este sector anteriormente imponían.

No obstante, la condición de un movimiento de capitales positivo y relevante –el


equivalente a un 30% de las exportaciones, por ejemplo, en 1960-, era la aplicación de
las políticas recomendadas por el FMI.

En 1958, el gobierno otorgó a los asalariados un aumento del 60% en sus


remuneraciones, haciendo efectivo el compromiso asumido con el peronismo para
lograr su apoyo en las elecciones, como primera medida.

Pero también implementó un mercado de cambios libre y unificado que hizo posible la
flotación del dólar hasta un nivel tan alto que lo hiciese consistente con los elevados
registros de emisión monetaria e inflación alcanzados.

El valor del dólar promedio anual pasó de 18$ en 1958 a 76$ en 1959, lo que significó
un excepcional aumento en los precios de granos y carnes y, en consecuencia, en los de
los alimentos básicos.

Para limitar el aumento de estos precios se aplicaron retenciones a los ingresos de los
exportadores, lo que significaba reducir el tipo de cambio que efectivamente percibían,
estando estas retenciones en el orden del 10 al 20% del valor exportado. Y los salarios
reales cayeron en un 40% aproximadamente en 1959, bajó notablemente el consumo y
se ingresó en un ciclo recesivo, con una caída anual del 7% del Producto Bruto Interno.

Mediante mayores recortes al gasto público, menor déficit fiscal y una progresiva
contracción monetaria, hacia fines de 1959, cayó la inflación y el dólar se estabilizó.
Durante 1960 y 1961, con baja inflación y dólar estable, el PBI creció al 8% anual, al
compás de un aumento notable de la inversión sostenido por los capitales extranjeros,
principalmente206.

205
Chudnovsky, (1970); Sourrouille, (1980); Jenkins, (1987).
206
CEPAL, (1985).
193

7. El regreso del liberalismo, crisis recurrentes y la puja de ingresos urbano-rural.

A pesar del limitado papel asignado al sector agropecuario, este gobierno también
dependía de su capacidad exportadora y proveedora de divisas para afrontar los
requerimientos de un acelerado proceso de inversión y crecimiento.

La inversión en el área rural aumentó en un 37% al cabo de 1961 en relación a 1957,


con lo cual no estuvo muy por debajo del incremento en la inversión industrial –de un
47% en 1961, sobre los niveles de 1957-.

Pero la tecnificación quedó anclada a la producción local de maquinarias, ya que el


acceso a la maquinaria extranjera estaba muy limitado por altas barreras aduaneras que
hacían prohibitivas las importaciones. Del total de la inversión en maquinaria y equipos,
tan solo un 5,7% se importaba en 1959/61, contra 52,6% entre 1950 y 1952.

La política del sector estuvo dominada por el manejo cambiario y las retenciones a las
exportaciones. No hay dudas de que la devaluación, a pesar del aumento de las
retenciones aplicadas en el plan de estabilización de 1959, favoreció a los productos
rurales, inicialmente.

El aumento del tipo de cambio había superado notablemente el nivel de inflación, pero
con un tipo de cambio más estable y una simultánea recuperación de la inflación, el tipo
de cambio real caía nuevamente en 1961.

La transmisión a precios y salarios de la devaluación resultaba determinante de tan solo


una mejora transitoria en la rentabilidad de los exportadores. La tendencia ascendente
del precio relativo de la producción agropecuaria ya se quebró en 1960. Ese año y el
siguiente, los precios se movieron un 6,3% en contra del campo, anulando casi todo el
beneficio inicial. Aunque en realidad, la carne aumentó mucho más que los cereales y
forrajeras, en parte por el levantamiento de controles sobre las carnes.

La producción agrícola solo aumentó un poco, desde 1960, mientras que la pecuaria
disminuyó, dado que el ciclo ganadero entró en una fase de retención ganadera,
contrayéndose la oferta de ganado y determinando una menor producción de carnes207.

Este sector como el resto de la economía estuvo condicionado a la política económica


recomendada por el Fondo Monetario Internacional que resultara en un aval de este
organismo al ingreso de capitales extranjeros como al otorgamiento de su propia línea
de préstamos.

Dentro de estas recomendaciones se destacaban el libre juego de la oferta y demanda de


dólares estadounidenses como expresión del mercado de cambios y la contracción del

207
Mallon, y Sourrouille, (1973); Barsky, y Gelman, (2007); Guerchunoff y Llach, (2007).
194

déficit fiscal, con la finalidad de reducir su financiamiento a través de la emisión


monetaria.

En consecuencia, el Estado empresario y el intervencionista que se habían generado


entre las décadas de 1930 y 1940 trataron de ser disminuidos en su estructura,
determinante de un mayor gasto público y de distorsiones en los precios de mercado.
Como se señalara, también la mayor libertad de precios era una recomendación y
condicionamiento del FMI.

También es importante destacar que para limitar la emisión monetaria se apeló a que
una parte del gasto público fuese financiada mediante el endeudamiento en el exterior
de las empresas u organismos del Estado.

Como más adelante se podrá observar, la Corporación Argentina de Productores de


Carne (CAP), dependiente del financiamiento del Estado, una vez que éste le recortó los
fondos que le suministraba debió recurrir a créditos extranjeros para continuar en
funcionamiento.

Los precios sostén de los productos agropecuarios como gran parte de los subsidios
sectoriales también fueron disminuidos o suprimidos dentro de la política de
contracción del gasto público y de liberalización de la economía.

La concepción básica de la política de Estado y de su política económica pasaron a estar


regidas por la ideología liberal y, por lo tanto, no es extraño que los ministros de
economía que se destacaran en el período 1958-1962 fueran de clara extracción liberal.

Entre ellos estuvieron Roberto T. Alemann, Álvaro Alsogaray y Martínez de Hoz


(durante la presidencia provisoria del sucesor de Frondizi), con destacada actuación, en
distintos períodos.

Álvaro Alsogaray sucedió al equipo económico propio de Frondizi, encabezado por el


desarrollista Rogelio Frigerio, e implementó el plan de estabilización que durante casi
dos años, entre 1959 y 1961, permitió reducir y estabilizar la inflación, así como generar
una notable recuperación económica.

El despido de empleados públicos, el retraso en el pago de sus sueldos y el pago con


bonos de parte de los mismos, puso en evidencia que el tamaño del gasto del gobierno
era excesivo y debía ser reducido drásticamente.

Otro gran ejemplo fue la racionalización del transporte en manos del Estado. En los
ferrocarriles se despidieron más de cincuenta mil empleados, se desafectaron servicios
ferroviarios y vendieron propiedades de poca utilidad. Y el transporte público
automotor urbano, por su parte, fue totalmente privatizado.
195

En el sector privado, la mayor desocupación y la caída de los salarios reales habían


determinado continuas huelgas y movilizaciones sindicales, pero con la recuperación
económica y la baja inflación de 1960 y 1961 –del orden del 7% anual- los salarios
reales se recuperaron.

El mayor crecimiento económico fue generando un mayor impulso en las


importaciones, mientras que el auge de inversiones extranjeras de 1960 se había frenado
para 1961, con lo cual, nuevamente, el sector externo adquiría una tendencia deficitaria.

Luego del derrocamiento de Frondizi el hecho destacado fue otra drástica devaluación,
del 50% del peso, lo que reavivó la inflación, generó una caída del consumo, recesión y
una caída de las importaciones que tendía a reequilibrar el sector externo208.

El tipo de cambio, como se habrá podido observar, registró sucesivas alzas de magnitud,
debido a las devaluaciones del peso de 1952, 1956, 1958 o 1962. Ésta resultaba ser la
salida obligada frente a un déficit del comercio exterior que comprometía seriamente el
nivel de reservas internacionales y podía dejar al país en cesación de pagos con el
exterior.

Estos casos, habían tenido como antecedente las medidas aplicadas frente a la
insuficiencia de divisas de las décadas de 1930 y 1940, cuando más allá de la
devaluación de inicios de los treinta, se reforzaba el control de cambios, se restringían
los volúmenes y tipos de bienes importados y se subían las barreras arancelarias.

Tal como se describió oportunamente, en los años treinta, especialmente, este tipo de
medidas fueron determinantes del surgimiento de la primera etapa de sustitución de
importaciones.

Pero, en los cincuenta, luego de la contracción y sustitución de importaciones de las dos


décadas previas, que llevó a que las importaciones fueran una cuarta parte de lo que
habían sido en los años veinte, éstas habían llegado a un nivel que necesitó de la
segunda etapa de sustitución para poder seguir reduciéndose.

La transformación estructural que esa segunda etapa significaba demandaba un tiempo y


esfuerzo, durante el cual los déficits comerciales seguían presentándose. Sin otra posible
alternativa, ante el exceso de demanda de divisas propio de estas situaciones, se
respondía con una devaluación del peso que intentaba bajar esa demanda a causa del
alto precio alcanzado por la divisa.

Pero las devaluaciones que se sucedieron desde 1952 tuvieron efecto directo en la caída
de los salarios reales, ya que sobre los alimentos impactaba la devaluación, subiendo
considerablemente sus precios, cayendo el consumo y desencadenando la recesión.

208
Guerchunoff y Llach, (2007); Ferrer y Brodersohn, (1969).
196

El alza en el precio de los alimentos respondía a los productos agropecuarios que le dan
origen. Al estar destinados a la exportación además del consumo, estos suben su precio
en pesos al cotizarse sus precios internacionales a un tipo de cambio más alto.

Así, la contracción de la actividad económica, derivada de la reducción de los salarios


reales, disminuía las necesidades de importación, la demanda de divisas caía y la
cesación de pagos podía ser superada.

De esta forma quedaba descrito un ciclo recurrente entre cada instancia de devaluación
y la siguiente. Un período de crecimiento económico significaba aumentar las
importaciones del conjunto de bienes no sustituidos hasta llegar a un nivel superior a las
exportaciones, generando déficit comercial externo y caída de las reservas
internacionales para financiarlo.

La disminución de reservas conduce a una factible situación de cesación de pagos, se


hace necesario devaluar y, recesión mediante, se vuelven a acumular reservas. En
términos de la marcha y contramarcha en el crecimiento económico que significaba este
ciclo fue denominado de “stop and go”. El crecimiento debía frenarse (stop) ante la
aparición de la restricción externa y superada ésta, luego de una devaluación, estaba en
condiciones de reanudarse (go) y sostenerse mientras los niveles de reservas lo hicieran
posible209.

Esta explicación de un modelo de análisis de la política económica es ilustrativo en


distintos sentidos. Es importante destacar el efecto redistributivo de ingresos del tipo de
cambio real, ya que en una devaluación real se verifica que los ingresos del sector
urbano o industrial se reducen y aumentan los correspondientes al campo o sector rural.

En el caso contrario en que el tipo de cambio se revalúa la redistribución de ingresos es


favorable al sector urbano y contrario al rural. Un caso típico en este sentido fue el
correspondiente al primer gobierno de Perón, que ya se revisara.

En un contexto de una inflación promedio anual de entre el 10% y 20%, en los años
cincuenta, devaluaciones del 50%, 100% o más significaron fuertes caídas en los
salarios reales, como consecuencia de un notable impacto inflacionario sobre los precios
agropecuarios o de los alimentos. En tanto fue posible después de estas devaluaciones,
estabilizar tipo de cambio e inflación, los salarios reales y el crecimiento se
recuperaban.

La recuperación podía significar mayores importaciones, inflación y caída del tipo de


cambio real con lo cual la tendencia al déficit comercial y a otra devaluación se volvía a
recrear.

209
Diamand, (1972); Díaz Alejandro, (1969); Díaz Alejandro, (1963); Basualdo, (1992).
197

Esto plantea que los ingresos reales de los exportadores agropecuarios fluctúan en forma
recurrente así como lo hace el tipo de cambio real y de la misma forma pero en sentido
inverso sucede con los ingresos reales de los asalariados.

La otra cuestión relevante es que el crecimiento económico debe ponderarse como


promedio entre situaciones de auge y otras de recesión. De esto no está exento ninguna
economía, pero es singular el hecho de que las crisis externas se hayan dado en cuatro
ocasiones en el término de una década.

Esto planteó para el sector agropecuario que en torno de estas crisis que significaron
devaluaciones, sus ingresos hayan mejorado sustancialmente en esas ocasiones para
deteriorarse luego hasta que llegase la siguiente devaluación. Algo similar, en sentido
inverso, les ocurrió a los asalariados.

Esto definía una situación de puja distributiva subyacente que evidentemente podía ser
mayor frente a una mayor restricción externa. La historia de esta puja distributiva que se
iniciara durante el primer gobierno peronista, con saldo a favor de los asalariados, puede
reconocer en los cincuenta y sesenta más de una reiteración, con mayores saldos a favor
de los ruralistas.

La superación de estas situaciones conflictivas dependía de la atenuación de la


restricción externa y ésta de la productividad del sector agropecuario y de las
condiciones del mercado internacional de granos y carnes.

El estancamiento agropecuario significaba la presencia de una mayor restricción externa


para el crecimiento económico, pero la salida de ese estancamiento era importante que
se diese en cualquiera de sus dos ramas, la agrícola o la ganadera.

En el caso de la agricultura, un significativo crecimiento de las exportaciones no


afectaba decisivamente las condiciones del consumo interno ya que éste siempre fue una
porción menor del total de la producción.

Normalmente, el consumo interno no se resintió por caídas en la producción agrícola,


tampoco, a no ser que éstas fuesen excepcionales, como lo fue la sequía de entre 1949 y
1951. Muy distinto fue el caso de la producción de carne vacuna, en que un muy
importante consumo interno competía continuamente con el destino de exportación de
la producción.

En esta estructura agropecuaria, lo importante era que la producción agrícola creciese


con el principal destino de exportación y disminuyese la brecha externa. En el caso
ganadero, el mercado más relevante era ya el del consumo interno, pero mientras que la
agricultura no se expandiese, sus exportaciones eran un necesario complemento de las
agrícolas y el aumento de la producción ganadera podía ser igualmente bienvenido tanto
en el sentido de abastecer el importante consumo interno como las exportaciones.
198

Si la exportación agrícola no prosperaba y la producción ganadera tampoco, el escenario


de la puja distributiva con los asalariados se centraba en su acceso al consumo de carne
y ceder a las aspiraciones de estos podía significar un sacrificio en el nivel de
exportaciones de carne vacuna. De prosperar las exportaciones agrícolas, la necesidad
de mantener mayores exportaciones de carne era menor210.

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201

CAPÍTULO 8

En el contexto del crecimiento internacional de los años 60, luces y sombras sobre el
sector agropecuario argentino.

Desde los primeros años de la década de 1950 la economía internacional comenzó a


despegar pero desde 1963 alcanzó un ritmo sostenido de crecimiento hasta la crisis del
petróleo de 1973. En esa década se alcanzó un crecimiento del Producto Interior Bruto
mundial del orden del 5% anual.

Los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo


Económicos (OCDE), fundada en 1960, y lugar de pertenencia de las naciones de mayor
potencialidad económica de América del Norte, Oceanía, Europa Occidental y Japón, se
constituyeron en el centro geográfico de esa expansión económica.

También la concentraron sobre sí mismos, ya que casi el 60% de la producción mundial


se originaba en ese grupo de países y el 75% del comercio mundial se registraba dentro
de este mismo conjunto.

Esto último permitió también que el mercado internacional de todo tipo de bienes se
quintuplicase, a principios de los años setenta, el nivel de 1950, y, así, éste alcanzaba un
nivel equivalente al 30% del PIB mundial, récord histórico del Siglo XX211.

La periferia de este proceso de expansión, los países en vías de desarrollo, pudieron


acceder e integrarse a él, mediante dos entradas principales, el comercio exterior y la
inversión directa proveniente de los países centrales, canalizada a través de las empresas
multinacionales212.

En este contexto, donde la investigación científica-tecnológica de base era impulsada,


principalmente, por Estados Unidos y la investigación aplicada que derivaba de ella se
generaba tanto dentro de ese país como en Europa Occidental y Japón, los países en
desarrollo también lograban participar del cambio tecnológico.

Nuevamente, en ese caso, un importante canal de progreso tecnológico resultaban ser


las multinacionales. La modernización del agro argentino, entonces, comienza, en los
años 60, una trayectoria sostenida de desarrollo de nuevas biotecnologías que generarán
crecientes ventajas productivas sectoriales año tras año.

El desarrollo del Mercado Común Europeo, a través de un continuo esfuerzo de


coordinación institucional entre sus países integrantes, tuvo, en sus aspectos
económicos, una fundamental incidencia en esta singular etapa de expansión de los años
sesenta.

211
Maddison (1995); Spero y Hart (2010); Estevadeordal, Frantz y Taylor (2003).
212
Bergsten, Horst y Moran (1978); Dunning (1971).
202

Sin embargo, delineó y sostuvo tenazmente una política proteccionista agraria, en


defensa y apoyo de su agricultura y ganadería local, pero en desmedro de los principales
proveedores internacionales de productos agropecuarios.

Mientras que el comercio internacional, en su conjunto, prosperó mediante una política


sostenida en pos de la libertad de intercambio, con menores barreras a la importación, la
Comunidad Económica Europea (CEE) recorrió el camino inverso en el caso de los
productos agrarios213.

1. Inestabilidad política y conflicto social en los 60.

Nuevamente, las elecciones de 1963 se realizaron con un peronismo proscripto y el


gobierno que asumió a fines de 1963 –con la presidencia a cargo de Arturo Illia- resultó
de una primera minoría, cercana al 25% de los votos, originaria del radicalismo,
secundada por los votos en blanco del peronismo.

A diferencia de la presión militar continua que debió enfrentar el gobierno de Frondizi,


Illia no fue asediado por los militares durante su mandato, pero luego de más de dos
años de ejercicio del gobierno, los militares decidieron reinstalar un general en la
presidencia, Juan C. Onganía, inaugurando un régimen de facto que se extendió hasta
1973, el de la Revolución Argentina.

En materia económica es importante destacar los logros que se obtuvieron tanto durante
el gobierno radical como en el de los militares que le sucedieron, ya que en esa década
1963-1973, el PBI de Argentina creció a una tasa del 6% anual y las favorables
condiciones del comercio exterior permitieron que eso se concretase.

213 Maddison (1995); Eichengreen (1996); Eichengrreen (2008).


203

Sin embargo, la estabilidad política no acompañó la bonanza económica que se inició


bajo el gobierno de Illia y no dejó de estar presente hasta principios de los años setenta.

Una fracción del sindicalismo, liderada por Augusto Vandor, trató de desplazar de la
conducción del peronismo al propio Perón, enfrentándolo en las elecciones de 1965,
donde el gobierno había levantado la proscripción electoral del peronismo.

Esta división interna del peronismo alentaba la posibilidad de una inserción de este
partido en la democracia, con la exclusión de Perón. Para los militares, esto hubiese
significado un avance en la eliminación de Perón de la política argentina. Pero los
seguidores de Perón nuevamente comenzaron a ganar en esas elecciones.

Paralelamente, tanto el sindicalismo de Vandor como parte de la prensa comenzaron a


criticar ácidamente al gobierno de Illia, sobre la base de una presunta falta de
dinamismo, decisión y protagonismo como para llevar adelante el desafío de
aproximarse definitivamente al rango de país desarrollado.

Este descrédito público fue suficiente base para que los militares volviesen al poder en
1966. Pero Onganía, tras casi tres años de iniciar su gobierno, debió encontrarse frente a
algo más que el deterioro de su imagen pública, ya que parte de los sindicatos
cordobeses, a través de huelgas y movilizaciones generaron una rebelión popular en
contra del régimen militar, conocida, luego, como Cordobazo. La violencia ente
soldados, policías y manifestantes asoló la ciudad de Córdoba durante una larga jornada
de mayo de 1969.

Éste fue el antecedente de una incursión sistemática en hechos de violencia en contra


del gobierno, con origen en el sindicalismo, por un lado, y por organizaciones armadas
de izquierda –peronista y no peronista-, por otro.
204

Éstas últimas crecieron como guerrilla urbana destinada a combatir el poder militar y
desalojarlo del gobierno. Éste fue un factor de presión continuo que obligó al abandono
del gobierno por Onganía y a ser reemplazado, a un año del Cordobazo, por otro jefe
militar, Roberto Levingston, hasta que el comandante en jefe del Ejército, Alejandro
Lanusse, se hizo cargo de la presidencia en 1971.

Éste último dio mayores libertades a los partidos políticos y finalmente accedió a
realizar elecciones libres en 1973, con participación del peronismo y del propio Perón,
luego de regresar éste al país a fines de 1972.

La guerrilla, luego de haberse constituido en un problema del gobierno militar, pasó a


serlo también del gobierno peronista que le sucedió214. La relevancia del avance de las
organizaciones de izquierda y sus facciones armadas, fue un factor de inestabilidad
política que no cesó con el ingreso del peronismo al gobierno en 1973. Es por eso que
entre 1969 y 1974 se deben contar siete presidentes, asumiendo funciones por períodos
más o menos breves. Por consiguiente, las políticas económicas tuvieron este claro
obstáculo para desarrollarse con una perspectiva mayor al corto plazo, en el período
1969-1974.

2. La prosperidad económica de los 60.

La drástica devaluación de 1962 había puesto de manifiesto que así se había tratado de
conjurar la crisis externa de ese año, y esto, como en otras crisis anteriores, había
determinado recesión, alta desocupación y caída de los salarios reales.

Luego de este freno al crecimiento determinado por la restricción externa –el “stop” de
los ciclos “stop and go” oportunamente descriptos- fue posible reequilibrar el balance de
pagos y plantearse la recuperación económica.

214
O’Donnell (1977); Rouquié (1982).
205

El gobierno de Illia se comprometió en una reactivación de la economía pero también en


una mejora de los salarios reales y la ocupación. Con una política monetaria y fiscal
expansivas fue posible aumentar la demanda de bienes y el PBI creció al 10% anual
tanto en 1964 como en 1965, pero esto fue acompañado por una acumulación de
superávits comerciales en el sector externo que llegó a 1.400 millones de dólares entre
1963 y 1966215. Sin estos resultados favorables en el sector externo no hubiese sido
posible sostener el elevado ritmo del crecimiento económico.

El tradicional máximo de exportaciones de mil millones dólares anuales había sido


superado. Ese tope máximo que se había venido sosteniendo desde casi una década
atrás, y que había impedido sostener un mayor crecimiento demandante de mayores
importaciones, había quedado en el pasado.

El fundamento de la mejora en las exportaciones fue el crecimiento en el volumen de


producción de cereales que llegó a ser un 60% mayor, en 1965, al nivel de 1963. El
crecimiento del sector agropecuario se mantuvo en la década 1963/1973 y esto permitió
que los superávits comerciales se reiterasen continuamente. El sector acumuló una tasa
de crecimiento en su PBI de casi un 30% en ese período, lo cual contrasta con el
estancamiento de la década previa, 1952/1962.

La política cambiaria del gobierno de Illia incluyó un control de cambios acotado y un


tipo de cambio flexible. El ajuste cambiario fue uno escalonado, más conocido como
“crawling-peg”, lo que permitía mantener el valor real de la divisa en forma previsible.
En lugar de asistirse a períodos de estabilidad prolongados que desembocaban en
shocks devaluatorios que actualizaban el tipo de cambio, el “crawling-peg” aseguraba a
los exportadores un tipo de cambio real estable en el mediano plazo.

Durante la etapa de la Revolución Argentina se abandonó este estilo de ajuste cambiario


y se adoptó un tipo de cambio fijo y alto, a fin de bajar las expectativas inflacionarias,
desde 1967. Sin embargo, esto no pudo sostenerse más allá de 1970 y se volvió al tipo
de cambio flexible, bajo mayor presión inflacionaria.

215
Guadagni (1989).
206

A lo largo de estos años se reiteró la aplicación de retenciones a los ingresos de los


exportadores, pero desde 1968 se comenzaron a reducir a fin de compensar los mayores
costos de producción con el mayor ingreso neto resultante de retenciones en
disminución.

Entre los quinquenios 1960/64 y 1970/74 la producción de los 5 principales cultivos


pampeanos pasó de 12,5 a 20,7 millones toneladas anuales, aumento equivalente al
5,1% anual. La clave del crecimiento fue la mecanización rural, donde la cantidad de
tractores se duplicó al cabo de estos diez años. Pero también se fue difundiendo el uso
de semillas mejoradas; el sorgo, el maíz y el girasol se basó en variedades híbridas216.

A principios de los años 70 cuando volvió a hacerse presente un aumento sostenido en


los precios internacionales de los alimentos, su traslado a precios internos se atenuó con
impuestos móviles a la exportación. Las oscilaciones en el precio de la carne fueron, en
tanto, una excepción en su impacto sobre los precios internos. Un aumento continuo de
los precios de la carne fue determinante de la caída de los salarios reales, ya que llegó a
subir hasta un 100% en un año217.

Con todo, el buen desempeño de las exportaciones agropecuarias dio lugar a un apoyo
del gobierno a la producción agraria, dado que, a diferencia de lo ocurrido en su época
de estancamiento, las medidas favorables al campo generaban una respuesta positiva en
términos de mayor productividad y exportación218.

Tomando un índice 100 para el período 1951/62, el volumen de ventas al exterior –con
predominio de las agropecuarias- pasó a 169 en 1963/73, mientras que las
importaciones llegaron a 129219.

216
Cirio (1988).
217
Maynard (1989).
218 Reca (1974); Reca (1980); Reca (2006).
219 Guerchunoff y Llach (2007).
207

En 1973, los términos de intercambio alcanzan un récord máximo, desde 1951, gracias
al aumento de la demanda de alimentos a que llevaba la expansión monetaria
internacional, luego de que el dólar comenzase a flotar libremente en 1971, al
desvincularlo el gobierno estadounidense de una paridad fija con el oro220.

Otro aspecto importante fue el comienzo de las exportaciones a países socialistas, justo
cuando las políticas de la Comunidad Europea ya se encontraban en plena aplicación de
su política agrícola y ganadera común o, en otros términos, su política de
proteccionismo en la importación de alimentos221.

Las exportaciones no tradicionales o industriales pasaron a significar de un 10 a un 20%


del total de exportaciones. Argentina se planteaba imitar a Brasil y Méjico en el impulso
que habían empezado a dar a la exportación industrial, en una tentativa de alcanzar
competitividad internacional en algunos sectores industriales.

Mientras que las exportaciones tradicionales seguían gravadas por retenciones, las no
tradicionales recibían reembolsos de impuestos internos y se beneficiaban con un
sistema de draw back, por el que los aranceles de los insumos importados utilizados por
el industrial les eran devueltos al momento de exportar.

La protección o el subsidio a la exportación agropecuaria que se había ensayado entre


los años 30 y los 50, ahora se reiteraba pero con destino a ciertos sectores industriales,
siendo el automotriz –de importante gravitación en la industria- uno de ellos.

El alto porcentaje de fabricación nacional alcanzado en sus componentes podía


significar, para las automotrices trasnacionales, el abastecimiento de bienes intermedios
o finales en terceros países con insuficiente producción local222.

220
Eichengreen (1996); Eichengreen (2008).
221
Seoane (1998).
222
Jenkins (1987).
208

Los estímulos fiscales de exportación industrial fueron crecientes desde fines de los ’60
en adelante y sostuvieron su crecimiento. Sin embargo, los cálculos de apertura al
exterior de la industria en 1963/73 solo anotan que un 3% se dirigió a los mercados
externos.

Con todo, el saldo de crecimiento industrial en esa década fue de un 7% anual,


elevándose notablemente respecto de 1958/64 –del 3,8%-. Aumentó la ocupación, desde
1964 y también los salarios reales en un rango de entre el 40 y el 50%223.

El crédito y la confianza inversora mejoraron y así se reiteraron los efectos que


siguieron a la estabilización de 1959. El aumento del PIB fue más inmediato porque
pasó del 3,6% en 1967, al 5,3% en 1968 y al 9,6% en 1969.

El déficit fiscal pasó de 4,2% a 1,8% del PIB pero la inversión pública aumentó en un
55% entre 1966 y 1970, lo que se plasmó en grandes obras energéticas y viales. La
anulación de los contratos petroleros de Frondizi realizada por Illia fue revertida por
medio de una ley de hidrocarburos. Por ésta y otras medidas, el ingreso de capitales
extranjeros, comprando empresas argentinas fue una constante de este período,
consolidándose una elevada participación extranjera y multinacional en la producción
interna224.

3. La expansión sostenida de la economía internacional y el comercio exterior


argentino entre los 50 y los 70.

Este positivo contexto económico interno, como se ha dicho, tiene un soporte en una
economía internacional cuya expansión se inicia en los años cincuenta para potenciarse
en los sesenta. Ésta, impulsada por un núcleo central de países, se tradujo en un notable
crecimiento del mercado internacional y en una mayor absorción de exportaciones
argentinas por parte de éste, aunque esto no significó que éstas alcanzaran una mayor
participación en el mercado mundial, tal como se explicará más adelante.

223
Maynard (1989).
224
Guerchunoff y Llach (2007).
209

A su vez, el proteccionismo agrario de la CEE fue un obstáculo creciente pero no se


hizo notorio durante los años sesenta por lo cual fue posible que hasta principios de los
años setenta las exportaciones agrarias con ese destino continuasen siendo el respaldo
necesario para el crecimiento económico que se ha narrado genéricamente.

En una profundización de la evolución del comercio exterior argentino es posible


observar cómo el sector agrario sostiene su salida del estancamiento que lo caracterizara
hasta los años 50 a partir del fuerte aumento de volumen del mercado internacional.

4. El regreso a la integración internacional.

En el balance de pagos de la Argentina es posible observar cómo ésta logra sumarse a


esa notoria mejora de la economía internacional de los años sesenta. En contraste con la
estructura de las cuentas externas que se podía observar en la mayor parte de los años
cincuenta es posible observar un cambio muy significativo a partir de 1958, el que
estaría indicando que desde ese momento el país se incorpora a condiciones de
integración económica internacional y accede a los beneficios de un contexto mundial
en crecimiento225.

En los años previos de la década de los cincuenta cabe reiterar que las exportaciones
agropecuarias se encontraban todavía estancadas, no fue posible acceder fluidamente al
financiamiento internacional y el escaso desarrollo de inversiones en petróleo e
industrias básicas determinó una tendencia elevada en estas importaciones de
imprescindibles insumos básicos.

La importación de los restantes tipos de bienes, bienes de consumo y de capital, se


restringió para hacer posible el mantenimiento de aquellas importaciones inevitables. Se
podría decir que hasta 1958, la economía se encontraba cerrada por el lado comercial y
por el financiero. Si bien la economía internacional iba dando muestras de mayor
crecimiento e incremento del comercio internacional, no se habían dado las condiciones
para una mayor integración del país a ese proceso internacional.

225
CONADE (1968).
210

El comercio exterior no había logrado beneficiarse de la recuperación económica de la


primera mitad de los cincuenta y no se había alcanzado una mayor integración
financiera internacional, en razón de que el crédito externo estaba mayormente
condicionado al acuerdo con gobiernos u organismos internacionales, tal como, en
general, surgía del modelo de sistema financiero implementado a partir de los acuerdos
de Bretton Woods226. También, haciendo referencia a lo ya expresado, con anterioridad,
desde 1956, el gobierno comienza a realizar indudables esfuerzos para lograr una
efectiva integración internacional227.

El comercio o el financiamiento bilateral, propios de las décadas del treinta o cuarenta,


habían quedado atrás en los cincuenta. Los requerimientos de los organismos
financieros internacionales –Fondo Monetario Internacional o Banco Mundial- se
dirigían a que los países alcanzasen mayores condiciones de libre mercado en la
economía interna como en el desarrollo del comercio e inversión multinacional.

Desde 1958 se evidencian a través de los cambios que se registran en la estructura del
balance de pagos que el proceso de integración internacional se ha iniciado. La política
de expansión petrolera y de industrias de base del gobierno de Frondizi se sustentó en
un endeudamiento creciente, equilibrado mediante la inversión extranjera y crédito
compensatorio.

En general, puede decirse de esta etapa que el balance de pagos muestra una
disminución pronunciada en las importaciones petroleras, además de un proceso de
sustitución de importaciones acentuado que, sin embargo, no alcanza a equilibrar la
balanza comercial. Al mismo tiempo aumenta el flujo de capitales extranjeros -tanto en
la forma de inversiones directas como de préstamos a corto plazo- que no llegan a
compensar las obligaciones contraídas con el exterior.

226
Eichengreen (1996).
227
Cisneros y Escudé (2000).
211

Esta situación no se había dado desde hacía muchos años atrás en el país y también
revelaba condiciones diferentes en el orden internacional. Como ya se mencionó
previamente, las empresas multinacionales se habían constituido en eje de difusión
internacional del crecimiento al realizar inversiones en distintos países, tanto
desarrollados como en desarrollo, como fue el caso de éste.

Las inversiones realizadas permitieron aumentar sustancialmente la producción


petrolera, por ejemplo, y esto significó que el grado de sustitución de importaciones -
como ésta- se elevase aún más. Los ajustes demandados por los organismos
internacionales en cuanto a política y estructura económica, facilitaron un mayor caudal
de préstamos externos. De alguna forma, la supervisión internacional daba mayores
garantías de cobrabilidad a los acreedores extranjeros. Sin embargo, no es posible
encontrar todavía, dentro de esta estructura del sector externo, una mayor salida
exportadora que también lograse participar de la demanda internacional creciente de
bienes que se venía observando.

Con esta ostensible limitación de todavía insuficientes exportaciones, el gobierno de


Frondizi terminó con una alta deuda externa y caída en las reservas internacionales.
Pero, igualmente, la integración económica internacional había sido alcanzada, ya que,
tal vez, desde los años veinte no se había logrado renovar un importante flujo de
capitales extranjeros hacia el país con la contrapartida de un desarrollo de sectores
económicos estratégicos228. La aprobación de la asignatura pendiente, la del despegue
de las exportaciones no se hizo esperar demasiado.

5. El resurgimiento del campo y sus exportaciones.

Entre 1948 y 1962 las exportaciones habían fluctuado habitualmente entre 900 y 1.100
millones de dólares anuales, pero a partir de 1962/63 se puede observar que las
exportaciones alcanzaron un “piso” de 1.500 millones de dólares, sobre el que se
elevarán tendencialmente en la segunda parte de los años sesenta y principios de los
setenta.

228
Taylor (1992); Taylor (1997).
212

Este despegue de las exportaciones asociado a la salida del estancamiento agropecuario


sirvió para cumplir con los compromisos de la deuda externa, en función de los
superávits comerciales que posibilitó.

No obstante, si bien es claro que el crecimiento internacional fue un factor que


favoreció el impulso que tuvo el sector agropecuario y sus exportaciones, esto no
significó una recuperación del espacio perdido en el mercado internacional durante las
casi dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial229.

Antes de esta guerra, Argentina contaba con más del 50% del mercado mundial de
carnes vacunas, con el 25% en el de trigo y con un 65% en el de maíz. A mediados de
los años sesenta, la participación internacional en carnes no llegaba al 30%, mientras
que en trigo y maíz sólo se alcanzaba el 10 y 20%, respectivamente230.

En un contexto de notable aumento del comercio y crecimiento económico


internacionales es entendible la caída de la participación internacional de las
exportaciones argentinas pero, la medida en que ésta se dio, plantea que la recuperación
de la productividad agroexportadora de este país fue a menor ritmo que la expansión del
mercado internacional. Desde allí, entonces, sería posible explicar la baja participación
internacional observable en los años 60.

Los factores internos determinantes de la situación a la que se había llegado a principios


de los años sesenta fue resultado del efecto conjunto del estancamiento agropecuario –
restricción de oferta- y el aumento del consumo, lo cual generó una disminución de
saldos excedentes para exportación. Pero también el factor externo se hizo presente
como causal de esa pérdida de participación en el mercado internacional.

229
CONADE (1968).
230
CONADE (1968).
213

Ese factor residió en las políticas de autoabastecimiento de la demanda interna a través


del desarrollo de la producción agraria local en aquellos países que habían sido
relevantes importadores agrarios. Estos países, pertenecientes, en general, a la órbita de
los desarrollados, sustituyeron importaciones agrarias por producción nacional. Con
todo, en ellos también se expandió el consumo interno de distintos bienes de origen
agrario y esto significó que parte de sus importaciones agrarias siguiesen creciendo.
Pero este proceso de reestructuración agraria fue acompañado por fluctuaciones e
inestabilidad en las importaciones y en los precios internacionales agropecuarios.

Teniendo en cuenta que la reestructuración de los mercados exteriores se fue dando,


paulatinamente, a lo largo de al menos dos décadas, la preocupación del Estado, desde
los años cincuenta, fue la de revertir el retroceso agropecuario y al hacerlo, lograr un
imprescindible despegue en el nivel de exportaciones.

Hasta 1955, como ya se hiciera referencia, en el segundo gobierno del peronismo, los
ingresos de los exportadores fueron subsidiados por el Estado, tanto en el caso de la
ganadería como en el de la agricultura. Pero a partir de 1956, se comenzó a dejar atrás la
política de subsidios, implementada en distintas formas, para pasar a la aplicación de
aumentos en el tipo de cambio, con la finalidad de mejorar los ingresos en pesos de la
exportación.

De este modo, se revirtió la tendencia de la década peronista, en la cual los precios


agropecuarios estuvieron asociados a un tipo de cambio de limitado aumento y a una
demanda y precios internacionales declinantes231.

La política cambiaria cambió radicalmente desde fines de 1955, ya que un tipo de


cambio oficial cercano a 6 pesos por un dólar estadounidense pasó a estar en 18 pesos,
mientras que se implementó un mercado libre para operaciones comerciales y
financieras no alcanzadas por el mercado regulado por el Estado, donde el dólar
estadounidense alcanzó, inicialmente, los 37 pesos en su valor al cambio.

231
Basualdo (2015).
214

En 1958, a su vez, se liberó totalmente el mercado de cambios al constituirse un


mercado único de cambios y el tipo de cambio alcanzó los 83 pesos por dólar. Así,
progresivamente, se fue estableciendo una estructura de precios relativos en que los
sectores con producción de bienes comerciables internacionalmente alcanzaban los
mayores precios, vía tipo de cambio, mientras que la de los no comerciables, los
menores. Y, una traslación de ingresos favorable a la producción rural se hacía evidente.

Con todo, para moderar el impacto sobre los precios internos de los alimentos se
aplicaban retenciones de ingresos –de entre un 10 y 20%- a los exportadores
agropecuarios. A la ganadería, además, se le imponían mayores controles, derechos de
exportación e impuestos para limitar el alza del precio interno de la carne vacuna, en
razón de su mayor incidencia en el consumo y en la determinación de los salarios
reales232.

El menor precio relativo obtenido por el ganado en relación con los granos definió,
entonces, una tendencia clara en el reemplazo de la cría de animales por agricultura en
los campos. Sin embargo, a pesar de varios años de esfuerzo en la dirección de
promover la exportación agropecuaria, en 1961 no se había logrado superar la barrera de
1.000 millones de dólares anuales de exportación. Pero luego de otra drástica
devaluación en 1962, en 1963, las exportaciones tanto agrícolas como de origen
ganadero comienzan a resurgir, en combinación con una fuerte sequía en gran parte de
Europa.

Hasta allí, las mejoras tecnológicas que se habían difundido en agricultura y ganadería,
desde los años cincuenta, no se habían traducido en un mayor impulso a la exportación.
Sin embargo, la persistencia en mantener un tipo de cambio favorable al agro desde
mediados de los cincuenta parece haber sido un continuo estímulo a la producción y
exportación que finalmente estaba dando resultado.

232
CONADE (1968).
215

Por otro lado, el mercado externo todavía aletargado de los cincuenta fue mejorando
desde fines de esos años y en todos los posteriores hasta principios de los setenta. El
retroceso importador del Reino Unido había sido una limitante para el desarrollo
exportador desde la Segunda Guerra. La demanda británica pasa a representar, en los
sesenta, tan solo un 10% del total de exportaciones argentinas, en contraposición con el
35% que exhibía antes del inicio de la guerra.

Los subsidios a los productores agropecuarios británicos fueron el fundamento de esta


contracción en sus importaciones. El más alto costo de producción local que se traducía
en un precio interno superior al internacional y originaba la importación, fue disminuido
en razón de la aplicación de subsidios al productor.

Esto hizo competitivos los precios internos con los extranjeros y permitió la satisfacción
de una mayor demanda local con producción interna, disminuyendo las importaciones.
La baja de precios internacionales que hacía posible competir con los productores del
Reino Unido igualmente llevaba a mayores subsidios compensatorios, de forma que la
sustitución de importaciones se consolidaba.

El caso de España fue diferente a éste, aunque de un volumen bien inferior al del Reino
Unido, ya que se realizaban convenios especiales o licitaciones con proveedores
extranjeros, donde se atendía la necesidad de un precio adecuado para el consumo
interno de ese país.

En los sesenta, entonces, el mercado que suplió las carencias de otros países fue el de la
Comunidad Económica Europea, ya que llegó a representar un 40% de las
exportaciones argentinas, resultando el más importante de todos sus destinos233.

No obstante, desde el momento en que este bloque económico se constituyó con el


Tratado de Roma de 1957, distintas políticas implementadas se dirigieron a que la
demanda interna fuera satisfecha por el aporte de sus países integrantes. El caso de los
alimentos fue uno de ellos.

233
CONADE (1968).
216

Pero la notable expansión económica de los países europeos resultó, igualmente, muy
favorable para las exportaciones argentinas. Además, dado que las importaciones
argentinas de productos de la CEE fueron menor a aquellas esto originó un superávit
comercial sostenido con este mercado.

Esta ganancia del intercambio, por otra parte, fue absorbida por el déficit comercial con
Estados Unidos. Esto se derivó de la caída en las exportaciones a este país, ya que hasta
la Segunda Guerra un 25% de éstas se dirigía a este país, solo un 6% del total se dirigía
hacia él, en los sesenta. Pero China, Japón y Rusia surgieron como nuevos
importadores, al igual que países de Europa del Este. Este fue el comienzo de unas
relaciones comerciales que describieron un crecimiento en importancia entre mediados
de los sesenta y de los setenta, tanto en granos como en carnes.

Brasil, Chile y Perú aportaban como era tradicional un 15% al total de las exportaciones
argentinas pero el impulso económico de Brasil en los sesenta amplió su demanda,
sosteniendo el crecimiento exportador a ese destino.

La estructura de la geografía de destino de las exportaciones comenzó a diversificarse


en los sesenta y esta tendencia se mantuvo a principios de los setenta, pero el cambio no
fue suficientemente profundo, ya que el direccionamiento hacia los mercados
tradicionales siguió siendo central.

6. La estructura de exportaciones en los sesenta.

Es importante poner de relieve cual era la estructura de las exportaciones argentinas en


los años sesenta, sabiendo que el 95% de éstas estaba compuesto por productos de
origen agropecuario. Así, este conjunto de exportaciones pertenecía a la ganadería y a la
agricultura, con participaciones que se alternaron entre un 40, 50 o 60% del total para
cada una de estas actividades, respectivamente, durante varios años de los cincuenta y
los sesenta.
217

Esta alternancia en la preponderancia de uno u otro sector era coherente con los
aumentos o disminuciones de precios y demanda internacionales de cada uno de ellos,
con lo que también los productores ponían más o menos énfasis en un tipo de
producción que en la otra. Tal como ya se hizo referencia en más de un caso, tanto estas
variables internacionales como el tipo de cambio, aplicable para agricultura o ganadería,
podían acomodar oportunos pasajes entre una y otra actividad dentro del conjunto
agrario.

Sin embargo, la impresión general es que, en el curso de los sesenta, la tendencia


internacional resultó favorable a los dos sectores, pero la política cambiaria del
Gobierno resultó más favorable a la agricultura que a la ganadería. Las exportaciones de
origen ganadero estaban compuestas por las carnes, los cueros y las lanas.

La carne vacuna, el producto más importante dentro de la exportación ganadera, se


comercializaba como carne enfriada, congelada, como manufactura y enlatada. Las
carnes enfriadas –o “chilled”- tenían como principal destino el Reino Unido y su
volumen había tendido al estancamiento en los años sesenta. Con una tendencia más
favorable se mostraban las carnes congeladas, destinadas a la CEE y a España, mientras
que también tenía un sesgo positivo la exportación de manufacturas y enlatados,
principalmente dirigidos a Estados Unidos y el Reino Unido.

El promedio habitual de contribución de las carnes al total de exportaciones, en los


sesenta, se ubicaba en torno del 25%. Las políticas de autoabastecimiento en carnes de
los países de Europa Occidental fueron obstáculo para el desarrollo de estas
exportaciones, aunque la notable expansión económica de estos países sostuvo
igualmente sus compras a la Argentina, en los sesenta.

Pero es de destacar que esas políticas significaron subsidios, aranceles y restricciones


sanitarias a favor de los productores europeos y en desmedro de los extranjeros. Esto
significaba la necesidad de una adaptación de la estructura exportadora a estos
condicionamientos, cuestión sobre la cual no se avanzó decisivamente en Argentina y
cabe profundizar más adelante.
218

La segunda producción en importancia la de lanas, aportaba casi un 10% al total de


exportaciones. Los clientes principales eran la CEE, Estados Unidos, Reino Unido y
Japón. La Argentina seguía siendo el tercer productor mundial detrás de Australia y
Nueva Zelanda pero había perdido participación frente al avance de estos, en base a sus
mejoras tecnológicas.

El tercer producto de origen ganadero, en orden de importancia, eran los cueros que
mayoritariamente se exportaban crudos –vacunos, salados y secos, y lanares, sucios-, en
tanto que el cuero curtido tenía poca relevancia en el total.

Esta producción originada en los frigoríficos exportadores, principalmente, resultaba del


aprovechamiento integral del animal faenado. Sus principales destinos de exportación
eran los países del Este europeo y la CEE. El mercado británico dejó de tener alguna
relevancia desde 1962.

Se pueden mencionar otros componentes menores de exportación del sector ganadero -


como los animales en pie, los quesos, la manteca y otros- pero es indudable que la
exportación de carnes vacunas expresaba una tendencia dominante y central de este
sector exportador.

El otro componente determinante de las exportaciones argentinas, en esos años, era el


de una agricultura compuesta, fundamentalmente, por el trigo, el maíz, las frutas frescas
y el aceite de lino, en un orden de mayor a menor importancia.

El trigo era un producto de similar importancia al de la carne vacuna en esos años, con
una participación del orden del 20% en el total de exportaciones. Brasil, con grandes
altibajos, era el principal cliente del trigo argentino, mientras que tanto la CEE como la
European Free Trade Association (EFTA) –países europeos occidentales que no
integraban la CEE, liderados por el Reino Unido- habían reducido progresivamente sus
volúmenes de compras desde la posguerra234.

234
Eichengreen (2008).
219

Pero, en alguna medida, el surgimiento de China y la URSS como nuevos compradores


comenzó a compensar este retroceso de aquellos países. En maíz, también, el aporte
relativo al comercio internacional ha caído respecto de los niveles de hasta la Segunda
Guerra. Italia, España y el Reino Unido eran los principales destinatarios de estas
exportaciones. En manzanas y peras, también los importadores son países europeos
occidentales, y su valor de exportación total era bastante menor al de los granos.

El aceite de lino, producido en un 80% de su volumen mundial en Argentina, tampoco


era un gran aportante al total de exportaciones agrícolas pero era de una venta estable al
distribuidor mundial de estos productos, el puerto de Rotterdam en Holanda,
fundamentalmente. Por otra parte, cabe destacar que los bienes industriales alcanzaban
un 6% del total de las exportaciones totales, sumando, entonces, su aporte a que éstas
pudiesen incrementar un poco más la central contribución de los productos
agropecuarios. En conclusión, el destino del grueso de la exportación argentina, estaba
en manos de las carnes vacunas, el trigo y el maíz235.

Si estos productos no lograban tener una demanda externa y una producción interna
relevantes, difícilmente las exportaciones podían alcanzar la magnitud necesaria como
para hacer frente a imprescindibles importaciones y pagos al exterior. La dependencia
de los compradores europeos occidentales también era central y de difícil sustitución
por otros destinatarios, en principio.

Sin embargo, a pesar del escaso margen de maniobra que demuestran estas condiciones
básicas de exportación fue posible una evolución favorable, en función de la salida del
estancamiento y del progreso de la agricultura. Los volúmenes de cosecha y su
exportación fueron crecientes desde 1962 y los mercados de destino, con un algún grado
de diversificación, absorbieron la mayor producción y permitieron el sostenimiento del
conjunto de las exportaciones.

235
CONADE (1968).
220

En el caso de la carne vacuna, los saldos de exportación también se acrecentaron, pero


el alto consumo interno fue una limitante que se hizo sentir en las alzas de precios
internos del producto y estableció límites para la exportación, situación distinta a la que
se presentaba en los granos, en razón de la menor absorción de su producción por parte
del consumo interno.

En esta aproximación general que se ha realizado sobre las exportaciones argentinas


más importantes y su inserción en los mercados internacionales, surge, con alguna
claridad, que el sector agropecuario y sus exportaciones fueron beneficiarios del ciclo
de expansión económica internacional de los años sesenta.

Pero, en este contexto, también avanzó el proteccionismo agrario en los países


europeos, aunque esto no llegó a afectar seriamente las exportaciones ya que su ciclo
expansivo contrarrestó el avance proteccionista.

No obstante, la pérdida de la principal penetración que tuvieran las exportaciones


argentinas, hasta la Segunda Guerra, en los mercados internacionales es lo que explica
una suerte de fragilidad en esta estructura agroexportadora que debía sostener la
capacidad de realizar los pagos internacionales de una economía. En los sesenta había
quedado consolidada la caída en la participación internacional de la exportación de
carnes vacunas, cuando desde una captación de un 50% de la demanda internacional
pasó a aproximarse a un 25% de ella.

En los años cincuenta, Australia y Nueva Zelandia habían logrado un crecimiento


progresivo de sus exportaciones en base al abastecimiento del mercado estadounidense,
el que también venía creciendo en su demanda externa de este producto.

La Argentina solo podía introducir carnes enlatadas a ese mercado, ya que desde fines
de los años 20, Estados Unidos había prohibido el ingreso de carne vacuna de países de
ganadería con aftosa, por lo cual Argentina quedó excluida de toda posibilidad de
exportarle carne fresca o congelada a ese país. La demanda estadounidense, entonces,
fue satisfecha por estos dos productores del circuito no aftósico.
221

El otro factor que contribuyó a la menor gravitación de las carnes argentinas en el


exterior fue el aumento del comercio intraeuropeo de carne vacuna. La integración
comercial entre los países europeos favoreció el intercambio entre ellos y esto
significaba una preferencia comercial por los proveedores continentales en el
abastecimiento del producto.

Con este panorama, a mediados de los años 60, el mercado mundial de carne vacuna
alcanzaba a 1 millón y medio de toneladas anuales, definiendo una expansión
significativa frente al deprimido mercado de la posguerra y hasta mediados de los años
50, cuando éste no superaba las 500 mil toneladas anuales.

Casi las dos terceras partes de este total –1 millón de toneladas, aproximadamente– se
repartía casi por mitades entre los proveedores sudamericanos –Argentina y Uruguay,
principalmente– y los países de Oceanía.

Una parte sustancial de la porción restante correspondía a los países europeos que
habían aumentado el aprovisionamiento de aquellos demandantes netos dentro del
mismo continente. El intercambio intraeuropeo alcanzaba las 400 mil toneladas, en ese
momento.

La caída en la participación internacional de Argentina tiene explicación en este


contexto, pero también puede tenerla en términos de una mayor absorción de su
producción por parte del consumo interno.

Antes de la Segunda Guerra, el consumo era el 50% del destino de la producción


ganadera y, por tanto, la exportación, el restante 50%. Pero desde los años 40 en
adelante el consumo pasó a absorber un 75% del destino de la producción cárnica y el
restante 25% dirigido a la exportación comenzó a parecer insuficiente para un
crecimiento sostenido de la oferta de Argentina al exterior.
222

Se debe observar que desde un promedio de producción anual de 1,6 millones de


toneladas en los años 30 se pasó a uno de 2,5 millones de toneladas en los años 60, pero
en estos el consumo anual promedio se elevó a 1,8 millones de toneladas.

Mientras que las existencias de ganado habían aumentado aproximadamente en un 40%


entre los años 30 y mediados de los 50, el aumento de existencias fue más lento a partir
de allí, también el de la producción, mientras que el incremento de la población y su
consumo fue mayor.

En el país de mayor consumo per cápita de carne bovina, a nivel mundial, con mínimos
de 60 kilogramos per cápita y máximos de 90, el crecimiento de la producción ganadera
tendría que haber sido mucho mayor como para sostener excedentes de exportación
crecientes.

Luego de que la producción era absorbida por un consumo, casi de excepción, aun en
comparación con una mayoría de países desarrollados que no superaban la mitad del
consumo per cápita argentino, es lógico pensar en que importantes o crecientes
volúmenes de producción para exportar no eran fácilmente alcanzables.

Pero, de cualquier forma, una todavía mayor producción dirigida a incrementar la


exportación podía llegar a encontrar serias limitaciones en el mercado internacional. La
restricción de un alto consumo interno se hizo evidente porque las exportaciones
debieron aumentar en las fases de liquidación ganadera y a contraerse en las de
retención ganadera.

Es decir, en las primeras, los productores toman la decisión de reducir sus existencias de
ganado y para esto venden una mayor cantidad de animales. Esta sobreoferta ganadera
hace caer los precios de esta materia prima para la producción de carne. Ésta aumenta
por la mayor disponibilidad de animales para su faena.
223

En esa instancia, los frigoríficos exportadores aumentaban su demanda de animales


porque la materia prima tenía un precio menor, el costo de producción resultaba menor
y, frente a los precios internacionales, la exportación resultaba rentable.

En el caso contrario, en la fase de retención de animales en el campo, reflejo de la


decisión del productor de aumentar su cantidad de animales en producción, se generaba,
en base a la reducción de oferta de ganado en el mercado, un exceso de demanda que
elevaba los precios de los animales. Esto significaba, a su vez, menor producción de
carne.

En este caso, los frigoríficos exportadores, frente a un aumento en el costo de la materia


prima y menor rentabilidad en la exportación, optaban por bajar sus niveles de
exportación. Si bien sería necesario extenderse y profundizar al respecto, solo cabe aquí
destacar que la preponderancia del consumo y la rigidez de su demanda pasó a potenciar
la suba en el precio de la carne cuando, en las fases de retención, la oferta ganadera
resultaba insuficiente.

En esas situaciones, la industria de exportación debía sufrir una caída en la rentabilidad


de sus exportaciones o limitarla, contrayendo el volumen de exportación. Esto último es
lo que se comenzó a verificar entre los cincuenta y los sesenta, por lo cual solo una
notable alza en los precios internacionales –que compensase el mayor costo de la
materia prima- podía impedir que en las fases de retención ganadera las exportaciones
de carne bovina cayesen.

En conclusión, en las fases de liquidación ganadera, aumentaban las exportaciones y en


las de retención bajaban, de no mediar alzas en los precios internacionales que
definiesen una mayor rentabilidad con independencia del costo de materia prima
local236. El otro factor limitante, el internacional ya fue introducido al plantear que
Argentina se encontraba fuera del mercado de Estados Unidos y debía concentrarse en
el mercado europeo occidental.

236
CONADE (1968); Cuccia (1983) ; Peretti y Gomez (1991).
224

Un 90% de las exportaciones cárnicas se dirigían a este mercado y debido al retroceso


en la demanda británica ya mencionado, un 40% de estas exportaciones tenían como
destino a la CEE. El Reino Unido había quedado en un segundo lugar, con un 30% de
las exportaciones argentinas, contrastando esto con el 90% del destino total que
alcanzaba este país antes de la Segunda Guerra.

Desde los cincuenta, la producción local de carnes había avanzado notablemente hasta
sustituir en gran medida las importaciones de Argentina. La Argentina, en tanto, era el
principal proveedor externo del bloque de la CEE ya que un 30% de sus importaciones
tenían origen en este país.

El consumo anual promedio de este bloque era de 4,5 millones de toneladas, pero la
contribución de las exportaciones argentinas era solo de un 4% a ese total. La
producción de la CEE estaba próxima a abastecer el 90% de sus necesidades de
consumo y el resto lo importaba.

Tanto en éste como en el caso del Reino Unido el crecimiento de la producción


ganadera era muy relevante, estaba dirigida a generar una seguridad alimentaria para la
población en forma autónoma y con esta finalidad se había sostenido una política de
protección al agro –tanto en carne como en granos– que posibilitó su continuo
crecimiento.

El Reino Unido aplicó un sistema de subsidios consistente en el pago de la diferencia


entre los precios más bajos del mercado ganadero internacional y los precios
garantizados al productor nacional, más altos, en razón de sus mayores costos de
producción.
225

Sobre esta base fue posible que el Reino Unido pasase de producir casi 600 mil
toneladas anuales a fines de los años 30 a hacerlo por casi 1 millón de toneladas a
mediados de los años 60. Este sustancial crecimiento productivo permitió reducir a la
mitad sus necesidades de importación, ya que de las casi 600 mil toneladas que
importaba a fines de los años 30 pasó a importar casi 300 mil a mediados de los 60. De
expresar un 80% de las necesidades de importación mundiales, antes de la Segunda
Guerra, en los sesenta solo un 25% de las importaciones mundiales respondían al Reino
Unido.

Con el fin de una regulación más ordenada y menos costosa del mercado de carnes, el
Estado británico estableció pautas de orientación de la participación de los proveedores
extranjeros en el abastecimiento local. Lo hizo sobre la base de una consulta permanente
a sus proveedores sudamericanos, de Oceanía, de Irlanda y Yugoslavia. Estos
proyectaban la demanda derivada de las necesidades reales de consumo, la oferta
interna y el aporte necesario de aprovisionamiento externo.

Así, se fueron estableciendo ciertos cupos de participación en los volúmenes pautados


de importación y se tornó más previsible el precio y las cantidades que cada país
proveedor debía embarcar hacia Londres. De esta forma, las necesidades de
financiamiento del Gobierno por los subsidios rurales quedaban establecidas y no
quedaban sujetas a variaciones imprevisibles en los precios o volúmenes de
importación.

En un sentido similar, en el caso de la CEE, las pautas de importación respondían a su


política de protección al agro y, evidentemente, también las perspectivas exportadoras
quedaban sujetas a una complementación con la producción interna. El Tratado de
Roma ya había establecido el objetivo de que el consumo de alimentos de la población
debía ser asegurado a precios razonables y que la población rural debía alcanzar un
nivel de vida equitativo con la población urbana.
226

Luego, en 1964, a partir del reglamento de la carne vacuna se adoptó una política
aduanera restrictiva, que resultó antecedente de la aprobación de los instrumentos de la
Política Agraria Común (PAC) en la Ronda Kennedy del año 1967 del GATT (General
Agreement of Trade Tariffs).

En este mercado se establecieron precios de orientación para la producción de carnes.


La vigencia de los precios orientativos resulta verificable en base a una muestra
representativa de los países miembros, mientras que los de importación resultan de los
cotizantes en Reino Unido, Irlanda y Dinamarca.

En tanto los precios de mercado o importación fueran superiores en un 105% a los


precios de orientación no se gravaba la importación de carne por la CEE. En caso de
que la diferencia fuese menor, se aplicaba un recargo variable con el que se trataba de
que los precios externos fueran iguales o superiores a los de orientación. El recargo
partía de un nivel de un 50% y podía llegar a un 100%.

En conclusión, este mecanismo resultó ser una verdadera traba para la exportación de
carnes a la CEE ya que el encarecimiento del valor del producto importado resultó
inevitable, en todo momento. Pero una política transitoria de apertura de importaciones
morigeró estas dificultades, ya que en caso de faltante de producto de origen interno se
abrían las importaciones con exenciones temporarias a la aplicación de estos recargos o
prelievos variables237.

En tanto que la CEE no alcanzara el autoabastecimiento, había un margen considerable


para seguir exportando. El otro gran importador mundial, Estados Unidos, concentraba
su demanda en los países del circuito no aftósico, como se mencionó, pero la carne
enlatada o envasada, al estar termoprocesada, no revestía riesgo de aftosa, lo cual
significó que históricamente Argentina fuese tradicional proveedor de este país en este
producto.

237
CONADE (1968); Canzanelli (1988); Canzanelli (1993); Devoto (1993).
227

La expansión económica y el aumento del consumo de este país impulsaron el


crecimiento de sus importaciones, a lo que también se sumó la demanda del Reino
Unido. Además de no existir restricciones sanitarias tampoco hay restricciones
cuantitativas en la importación de este tipo de manufactura. Las carnes que se utilizan
en su producción son de inferior calidad, pero los competidores son varios, a saber:
Dinamarca, primer productor mundial, Francia, Holanda, Polonia, Yugoslavia,
Paraguay y Australia.

Por su parte, además de los dos importadores mencionados, también lo son Alemania,
Italia y Canadá. El mercado internacional de este sector, a mediados de los sesenta,
había alcanzado las 500 mil toneladas anuales, aproximadamente, y, dentro de este total,
Argentina participaba en un 15%.

7. Palabras finales sobre el contexto internacional y exportaciones en los sesenta.

Solo se trata de ratificar que a pesar de las restricciones proteccionistas en progreso en


Europa, tanto las exportaciones de carnes vacunas como agrícolas se lograron sostener
debido a las condiciones de sostenida expansión económica internacional que se
mantuvieron hasta la crisis del petróleo de 1973.

También cabe anticipar que un impacto mayor de estas políticas proteccionistas se habrá
de evidenciar para los años posteriores a 1973, cuestión a tratar más adelante. Lo que
también se puede observar aquí es que la puja entre consumo y exportación de carne
bovina es también una clara expresión de una puja distributiva, ya que como se planteó
es central la incidencia del precio de la carne sobre el nivel de los salarios reales.

Evidentemente, si estas exportaciones se hubiesen restringido, los salarios reales


hubiesen tenido mayor estabilidad al no ser afectados por la presión de esta demanda
externa. Aun cuando no se podía prescindir de estos ingresos de exportación y de la
acumulación de divisas que significaban, el Estado oscilaba entre esta necesidad de
divisas y la de que los salarios reales no se deteriorasen por un aumento del precio de la
carne.
228

Es por esta razón que podría preguntarse si resultaba plausible la idea de que el Estado
lo que más necesitaba era aumentar la exportación de granos, alcanzar un mayor
impulso a las exportaciones a través de estos y limitar las exportaciones de carne, de
forma de disminuir la presión sobre sus precios y, en consecuencia, sobre los salarios
reales.

Esto fue lo que ocurrió, de hecho, entre 1964 y 1967238 cuando la producción y la
exportación de granos lograron alcanzar niveles récord y esto pudo ser interpretado
como la salida del estancamiento agrícola en que había caído desde los años 30.

El Estado, en virtud de la política cambiaria y su consecuente reasignación de precios


relativos favorables al sector, contribuyó a que esto sucediese pero también fueron
determinantes la mayor inversión, el cambio tecnológico y el aumento de la demanda
internacional.

Por otra parte las existencias ganaderas –con un crecimiento de un 20% entre principios
y fines de los sesenta– y la producción de carne se fueron recuperando en esa década, lo
cual posibilitaba sostener la exportación sin afectar demasiado el consumo.

No obstante, el volumen de exportación no salió de la situación estacionaria con la que


había comenzado la década de 1960239. Los frigoríficos exportadores parecen no haber
podido crecer en rentabilidad dentro del contexto interno e internacional descrito. Sobre
esto es necesario profundizar de aquí en adelante.

239
Peretti y Gomez, (1991); Pierri, (2007).
229

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231

Anexo. Estadísticas Históricas.

Exportaciones argentinas, en millones de dólares estadounidenses corrientes, 1953-1966. CONADE, (1968). Diagnóstico del sector de Comercio Exterior.

GRUPOS 1953 1.954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961
TOTAL GENERAL 1.125,1 1.026,6 926,8 943,8 974,8 993,9 1.009,9 1.079,2 964,1
I) GANADERÍA 485,4 407,3 449,2 503,7 500,1 508,7 520,4 519,7 516,0
a) Animales vivos 12,5 9,3 9,5 12,0 10,9 8,6 11,3 21,1 23,9
b) Carnes 154,7 155,6 207,0 243,5 259,2 297,7 259,3 219,3 217,4
c) Cueros 174,0 162,3 55,1 65,9 60,0 59,0 69,7 70,2 79,0
d) Lanas 187,0 121,2 124,0 123,8 117,4 99,1 120,5 145,2 142,4
e) Prod. de lechería, huevos y miel 28,6 29,6 34,7 35,1 29,9 25,3 42,9 47,5 32,3
f) Subprod. Ganadería 28,0 29,3 18,8 23,4 22,7 19,0 16,6 16,4 21,0
II) AGRICULTURA 574,8 572,7 423,6 384,7 405,6 441,0 444,9 508,7 387,9
a) Cereales y lino 383,4 420,1 320,7 280,8 266,0 264,8 292,7 324,2 194,8
b) Harina y subprod. del trigo 21,3 22,2 19,8 11,1 8,5 16,7 22,2 18,4 22,5
c) Oleaginosas (excluído lino) y aceites 94,7 83,7 45,5 60,9 95,3 126,3 97,8 125,3 128,1
d) Frutas frescas 24,3 18,0 22,5 16,7 20,1 17,8 17,4 24,9 20,4
e) Otros productos de la agricultura 51,2 28,7 15,0 15,1 15,5 15,4 14,9 16,0 22,1
III) FORESTALES 39,8 30,3 27,4 26,4 25,0 19,0 18,3 15,2 13,3
IV) MINERÍA 4,2 0,7 3,3 8,3 7,3 3,8 3,7 4,8 6,2
V) CAZA Y PESCA 0,5 0,6 0,8 1,4 2,9 2,3 3,5 3,7 4,6
VI) DIVERSOS ARTÍCULOS 20,4 15,0 24,5 19,2 34,0 19,1 18,1 27,0 36,2

FUENTE: Anuarios de Comercio Exterior - D.N.E.C.


232

Exportaciones argentinas, en millones de dólares estadounidenses corrientes, 1953-1966. CONADE, (1968).


Diagnóstico del sector de Comercio Exterior.
GRUPOS 1962 1963 1964 1965 1966
TOTAL GENERAL 1,216,0 1.365,1 1.410,4 1.493,4 1.593,2
I) GANADERÍA 541,4 665,2 590,0 563,4 687,7
a) Animales vivos 27,8 32,9 24,5 23,9 26,0
b) Carnes 228,5 334,1 328,7 328,8 397,1
c) Cueros 91,6 78,0 57,7 50,3 82,9
d) Lanas 144,8 160,6 128,6 112,0 128,0
e) Prod. de lechería, huevos y miel 28,5 31,5 30,8 29,4 21,8
f) Subprod. Ganadería 20,2 28,0 19,7 19,0 31,9
II) AGRICULTURA 607,4 526,3 695,4 820,9 772,2
a) Cereales y lino 345,1 281,4 499,6 576,0 541,9
b) Harina y subprod. del trigo 25,2 26,0 26,9 25,9 26,7
c) Oleaginosas (excluído lino) y aceites 167,0 139,3 120,5 159,9 142,3
d) Frutas frescas 27,9 41,2 27,9 37,1 43,4
e) Otros productos de la agricultura 42,2 38,4 20,6 22,0 17,9
III) FORESTALES 12,2 13,1 15,9 16,2 16,2
IV) MINERÍA 21,6 22,6 13,2 13,2 19,0
V) CAZA Y PESCA 4,6 8,5 3,7 3,9 7,1
VI) DIVERSOS ARTÍCULOS 28,8 129,4 92,2 75,8 91,1

FUENTE: Anuarios de Comercio Exterior - D.N.E.C.

Cuadro 10. CAPACIDAD PARA IMPORTAR (En millones de dólares corrientes)

1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961
Exportaciones(1) 1.169,4 687,8 1.125,1 1.026,6 928,6 943,8 974,8 993,9 1.006,6 1.079,2 964,1
Invisibles (neto) (2) -26,2 26,9 -5,9 9,9 2,5 52,7 32,9 20,6 -5,0 -34,2 -88,5
Capitales autónomos (3) -4,9 272,4 23,0 -59,4 32,1 214,1 62,9 43,5 112,4 357,2 425,3
Capacidad para importar (4) = (1) + (2) + (3) 1.138,3 987,1 1.142,2 977,1 963,2 1.210,6 1.070,6 1.016,8 1.108,0 1.402,2 1.300,9
Importaciones (5) 1.480,2 1.179,3 795,1 979,0 1.172,6 1.127,6 1.310,4 1.232,6 983,6 1.249,3 1.460,3
Saldo (6) = (4) + (5) -360,6 -188,5 353,5 -0,2 -201,3 70,3 -240,9 -231,7 123,3 150,4 -161,6
Errores y omisiones (7) -18,7 3,7 6,4 1,7 8,1 -12,7 -1,1 -15,9 -1,1 -2,5 -2,2

FUENTE: Anuarios de Comercio Exterior - D.N.E.C.

Cuadro 10. CAPACIDAD PARA IMPORTAR (En millones de dólares corrientes)

1962 1963 1964 1965 1966


Exportaciones(1) 1.216,0 1.365,5 1.410,5 1.480,0 1.593,2
Invisibles (neto) (2) -132,3 -151,0 -299,5 -110,7 -216,4
Capitales autónomos (3) -46,3 -81,4 -17,8 -143,0 -195,6
Capacidad para importar (4) = (1) + (2) + (3) 1.037,4 1.133,1 1.096,2 1.234,3 1.181,2
Importaciones (5) 1.356,5 980,7 1.077,4 1,195,0 1.124,3
Saldo (6) = (4) + (5) -327,7 158,9 17,7 40,3 49,8
Errores y omisiones (7) -6,6 6,5 1,9 1,0 -7,1

FUENTE: Anuarios de Comercio Exterior - D.N.E.C.


233

IMPORTACIONES DE BIENES DE CAPITAL (Composición Porcentual)

años 1953 1954 1955 1956 1957 1958


TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
a) Para la actividad agropecuaria 21,7 10,7 17,2 14,5 6,6 9,8
b) Para la actividad industrial 35,1 50,6 39,8 38,5 32,6 53,4
c) Comercio y Profesiones 1,1, 3,9 4,0 1,8 2,3 2,6
d) Útiles en general 0,7 1,2 2,8 0,7 0,4 0,5
e) Transporte y Comunicaciones 41,4 33,6 36,2 44,5 58,1 33,7

FUENTE: Secretaría del CONADE, en bse a datos de la D.N.E.C.

IMPORTACIONES DE BIENES DE CAPITAL (Composición Porcentual)

años 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965


TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
a) Para la actividad agropecuaria 1,2 2,8 3,8 1,6 1,1 4,7 6,3
b) Para la actividad industrial 70,2 68,8 67,1 65,3 65,7 67,0 56,3
c) Comercio y Profesiones 3,2 6,6 8,0 6,8 6,3 11,2 15,6
d) Útiles en general 0,7 1,6 1,6 1,1 0,7 1,4 2,2
e) Transporte y Comunicaciones 24,7 20,8 19,5 25,2 26,2 15,7 19,6

FUENTE: Secretaría del CONADE, en bse a datos de la D.N.E.C.


234

Producción de carne vacuna de países europeos, de Argentina y total mundial (miles de toneladas)

TOTAL PART. ARGENT.

Año M.C.E. ITALIA FRANCIA BÉLGICA HOLANDA ALEMANIA REINO UNIDO ESPAÑA SUIZA ARGENTINA MUNDIAL S/EL TOTAL %

1953 685 350 --- 157 172 --- 611 125 96 1.766 21.860 8,1

1954 762 396 --- 172 187 --- 735 141 97 1.815 22.930 7,9

1955 793 391 --- 182 212 --- 678 139 84 2.147 23.750 9,0

1956 777 413 --- 171 185 --- 786 124 90 2.476 24.940 9,9

1957 2.905 406 1.302 169 197 822 887 135 97 2.459 27.400 9,0

1958 2.956 433 1.265 198 202 850 856 135 95 2.541 27.600 9,2

1959 3.104 480 1.350 203 210 850 736 151 92 1.944 27.400 7,1

1960 3.275 449 1.485 202 231 896 793 148 98 1.893 27.900 6,8

1961 3.626 603 1.626 200 228 955 884 178 105 2.145 29.100 7,4

1962 3.663 647 1.676 213 264 1.051 915 163 118 2.379 30.500 7,8

1963 3.862 492 1.662 274 319 1.101 966 172 101 2.019 31.900 8,2

1964 3.572 467 1.587 211 236 1.058 937 225 102 1.995 32.100 6,3

1965 3.525 437 1.615 208 256 997

FUENTE: FAO, Producción.

Principales países exportadores de carne vacuna (miles de toneladas).

PAÍSES EXPORTADORES 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964

TOTAL MUNDIAL 837,0 948,0 955,0 975,0 971,1 973,0 1340,0 1560,0 1361,6

EUROPA OCCIDENTAL 125,0 175,0 166,0 188,8 266,4 296,1 421,1 439,0 361,7

FRANCIA 15,2 18,8 4,5 30,0 62,5 103,3 154,9 98,9 70,2

DINAMARCA 46,1 82,8, 71,7 59,6 70,9 49,7 76,7 94,5 70,0

IRLANDA 16,3 27,1 26,6 35,3 47,9 74,7 59,8 61,7 52,7

YUGOESLAVIA 12,8 10,3 10,0 7,6 16,1 29,7 63,6 68,9 63,3

LATINOAMÉRICA 404,0 421,0 456,0 418,2 367,3 360,9 496,3 649,4 601,1

ARGENTINA 363,1 354,7 369,5 343,7 280,0 270,7 388,7 531,5 420,9

URUGUAY 26,5 32,2 19,1 22,1 52,2 42,9 54,5 64,5 122,1

OCEANÍA 245,0 278,0 284,0 321,0 291,5 233,2 322,1 393,5 427,7

AUSTRALIA 125,4 160,7 166,3 231,5 191,2 136,2 204,4 265,0 299,3

NUEVA ZELANDIA 119,5 117,1 117,6 90,3 100,3 97,0 114,7 128,5 128,4

FUENTE: FAO, Comercio


235

Principales países exportadores en total mundial (%).

PAÍSES EXPORTADORES1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964
TOTAL MUNDIAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
EUROPA OCCIDENTAL 14,9 18,5 17,4 19,4 27,4 30,4 31,4 28,1 24,4
Francia 1,8 2,0 0,5 3,1 6,4 10,6 11,6 6,3 4,7
Dinamarca 5,5 8,7 7,5 6,1 7,3 5,1 5,7 6,1 4,7
Irlanda 1,3 2,9 2,8 3,6 4,9 7,7 4,5 4,0 3,6
Yugoeslavia 1,5 1,1 1,0 0,8 1,7 3,1 4,7 4,4 4,3
LATINOAMÉRICA 48,3 44,4 47,7 42,9 37,8 37,1 36,8 41,6 40,5
Argentina 43,4 37,4 38,7 35,3 28,8 28,7 29,0 34,1 28,4
Uruguay 3,2 3,4 2,0 2,3 5,4 4,4 4,7 4,1 8,2
OCEANÍA 29,3 29,3 29,7 33,1 30,0 24,0 24,0 25,2 28,9
Australia 15,0 17,0 10,4 23,8 19,7 14,0 15,3 17,0 20,0
Nueva Zelandia 14,3 12,4 12,3 9,3 10,3 10,0 8,8 8,2 8,7

FUENTE: FAO, Comercio

Exportaciones argentinas de carne vacuna por país de destino.

años REINO
% ALEMANIA % ITALIA % HOLANDA % BÉLGICA % FRANCIA % ESPAÑA %
UNIDO

1950 417.610 88,89 24.415 5,20 9.904 2,11 1.395 0,30 3.733 0,79 7.482 1,59 2.797 0,60

1951 55.107 49,31 13.410 12,00 11.986 10,72 1.334 1,19 4.257 3,81 168 0,15 96 0,08

1952 50.525 52,19 11.292 11,66 11.950 12,34 650 0,67 284 0,29 2.035 2,10 68 0,07

1953 94.389 83,71 3.316 2,94 3.918 3,47 51 0,04 --- --- 104 0,09 113 0,10

1954 89.097 84,72 2.158 2,05 --- --- 2.079 1,98 --- --- --- --- --- ---

1955 168.179 87,85 3.065 1,60 351 0,18 80 0,04 65 0,03 --- --- --- ---

1956 248.764 68,51 63.326 17,44 22.215 6,12 5.160 1,42 1.116 0,30 1.672 0,46 --- ---

1957 276.753 77,94 27.776 7,83 19.727 5,55 4.304 1,21 3.540 1,00 3.887 1,09 437 0,12

1958 260.342 70,52 29.478 7,99 27.926 7,57 6.956 1,88 5.205 1,41 4.086 1,11 8.620 2,34

1959 205.747 59,52 43.468 12,58 30.376 8,79 11.818 3,42 2.807 0,81 775 0,22 5.998 1,73

1960 193.895 69,27 9.346 3,34 32.992 11,79 7.372 2,63 3.963 1,42 609 0,22 1.314 0,47

1961 154.338 57,14 17.485 6,47 35.156 13,02 13.027 4,82 10.917 4,04 134 0,05 48 0,02

1962 196.253 50,49 26.393 6,79 57.276 14,73 16.655 4,29 12.879 3,31 155 0,04 25.367 6,53

1963 228.492 42,96 28.098 5,28 85.838 16,14 18.037 3,39 18.266 3,43 5.866 1,10 46.461 8,73

1964 141.835 33,45 49.823 11,75 105.444 24,87 20.806 4,91 15.672 3,70 17.743 4,18 1.449 0,34

1965 106.159 30,41 39.124 11,21 61.956 17,74 19.101 5,47 6.810 1,95 10.802 3,09 48.397 13,57

1966 121.098 30,58 25.062 6,33 56.952 14,38 31.975 8,07 9.937 2,51 8.091 2,04 53.455 13,50

FUNENTE: Dirección Nacional de Estadística y Censos. Anuario de Comercio Exterior.


236

Exportaciones argentinas de carne vacuna por país de destino.

años OTROS
GRECIA % ISRAEL % CHILE % PERÚ % %
DESTINOS
1950 10 --- 13 --- 9 --- 1 --- 2.451 0,52
1951 2.240 2,00 6.589 5,89 --- --- 7.786 6,96 8.824 7,89
1952 --- --- 7.380 7,62 126 0,13 8.231 8,50 4.294 4,43
1953 --- --- 5.931 5,24 93 0,08 4.699 4,17 178 0,16
1954 --- 1.200 1,14 4.135 3,93 3.279 3,12 3.216 3,06
1955 600 0,31 1.210 0,63 5.856 3,05 4.101 2,14 8.014 4,17
1956 900 0,25 2.012 0,57 2.679 0,75 2.973 0,84 12.309 3,47
1957 7.709 2,17 --- --- --- --- 219 0,06 10.773 3,03
1958 6.289 1,70 3.365 0,91 659 0,18 4.065 1,10 12.151 3,29
1959 8.389 2,43 886 0,26 2.059 0,60 4.080 1,18 29.236 8,46
1960 8.179 2,92 2.497 0,89 6.022 2,15 290 0,10 13.426 4,90
1961 10.389 3,85 2.699 1,00 8.652 3,20 2.451 0,91 14.804 5,48
1962 16.743 4,31 2.955 0,76 8.922 2,30 3.454 0,89 21.593 5,56
1963 27.757 5,22 5.398 1,02 15.402 2,90 4.702 0,88 47.593 8,95
1964 5.081 1,20 9.662 2,28 8.686 2,05 4.872 1,16 42.899 10,12
1965 2.916 0,83 15.078 4,32 10.740 3,07 3.268 0,94 25.830 7,40
1966 8.059 2,04 23.369 5,90 13.060 3,30 5.711 1,44 39.233 9,91

FUNENTE: Dirección Nacional de Estadística y Censos. Anuario de Comercio Exterior.


237

CAPÍTULO 9

Breve historia de la CAP entre 1955 y fines de los años 60.

Anteriormente, ya se planteó que, en sus orígenes, la CAP fue parte de la política


proteccionista del sector agropecuario que se aplicase entre los años treinta y mediados
de los cuarenta. Como también se refirió, desde ese momento se comenzó a aplicar otra
política agropecuaria que tuvo como eje la monopolización de la exportación
agropecuaria a través de una institución del Estado, el IAPI, Instituto Argentino de
Promoción del Intercambio.

Sin embargo, entre 1945 y 1949, tanto la Junta Nacional de Carnes (JNC) como la CAP
continuaron vigentes, pero el dominio que los ganaderos habían tenido de ambas
instituciones –como resultado de la suerte de alianza política entre la Sociedad Rural
Argentina y los gobiernos conservadores de los años 30- comenzó a diluirse. Desde
1949 y hasta la finalización del gobierno peronista, en 1955, la JNC fue reemplazada
por otros organismos rectores de la política ganadera, mientras que la CAP dejó de estar
en manos de los ganaderos y pasó a ser administrada dentro del ámbito de las
reparticiones estatales reemplazantes de la JNC.

En rigor, la dirección de la CAP resultó de la elección de sus accionistas ganaderos y


estuvo a su cargo entre 1935 y 1942, luego de su creación en 1934, como sociedad
comercial. El marco legal que sustentó su creación fue la llamada Ley de Carnes de
1933 –Ley 11.747-, por la que la Sociedad Rural Argentina (SRA) quedó
mayoritariamente a cargo de la Junta Nacional de Carnes (JNC) hasta 1945 y la CAP, a
cargo de ésta misma y otras entidades rurales pero hasta 1943. A mediados de ese año,
los militares, que tomaron el gobierno mediante un golpe de Estado, dispusieron la
intervención de la CAP, desplazando a los ganaderos que estaban a cargo de su
conducción.

En 1945 también cesó la SRA en la conducción de la JNC y ésta y la CAP dejaron de


pertenecer a las entidades rurales desde 1949, a partir de que la JNC fue reemplazada
por otra institución rectora del sector, sin mayor participación de ganaderos en su
conducción, y algo similar ocurrió con la CAP.
238

La CAP no fue disuelta por el gobierno peronista pero pasó a ser directamente
administrada por el Estado por lo que los ganaderos perdieron su conducción, mientras
que su patrimonio y el personal pasaron a responder a la gestión del gobierno. En
definitiva, la CAP, como empresa de los ganaderos, se había sostenido durante los siete
años posteriores a su creación, hasta 1942 y luego, con una participación de ganaderos
subordinada al Estado, hasta 1949, momento desde el que pasó a ser dirigida por éste,
exclusivamente. Pero, a partir de fines de 1955 y hasta que resulta nuevamente
intervenida en agosto de 1973, pasa a funcionar mediante un Directorio y Consejo de
Administración que resultan realmente representativos de los accionistas de esta
sociedad comercial, los ganaderos.

Concretamente, entonces, después de aquella etapa fundadora de entre 1935 y 1942,


desde 1955 los ganaderos reasumieron la responsabilidad última del destino de la
empresa. En ese momento, como ya se señaló, la CAP había sumado frigoríficos de alta
capacidad productiva –como los de la Compañía Sansinena o el Smithfield- y otros
medianos con los cuales faenaba y exportaba en una cantidad relevante dentro del total
de la industria frigorífica exportadora.

Los ganaderos, en la conducción de la CAP, así, volvían a hacerse responsables de la


adquisición de ganado a precios favorables para su sector, de competir con los
frigoríficos extranjeros y a mantener una buena relación con los gobiernos de turno que
le proveían una porción de los fondos recaudados en base al impuesto a las
transacciones ganaderas. Como se dijo, la CAP terminó siendo intervenida en 1973 y la
Comisión Investigadora de las Carnes de la Cámara de Diputados concluyó en que su
ineficiencia y algunos manejos fraudulentos llevaron al Gobierno a intervenirla,
justificadamente.

Esto pondría de manifiesto que la conducción ganadera, en esos años que fueron entre
1956 y 1973, no logró los resultados positivos que, por su parte, pudo exhibir
claramente entre 1935 y 1942. Sin embargo, como se verá, se presentaron circunstancias
especialmente adversas en lo interno e internacional que determinaron que el mínimo de
eficiencia demostrada en aquella etapa fundadora no se repitiese en esa otra más
prolongada, comenzada a mediados de los años 50.
239

Es más, las que llamamos condiciones adversas no alcanzaron exclusivamente a CAP,


sino que al ser consecuencia de la política económica interna e internacional también
estuvieron presentes frente a los restantes frigoríficos exportadores. La confirmación de
los obstáculos que enfrentó el conjunto de la industria exportadora está dado por el
hecho de que no solo la CAP debió ser intervenida en 1973, sino que también las
principales empresas frigoríficas extranjeras ya habían sido cerradas poco tiempo antes.

A pesar de que no se ha podido abrir a la investigación la evolución de estos frigoríficos


entre los años cincuenta y sesenta, es significativo, igualmente, que varios hechos
relevantes de los que da cuenta la historia de la CAP sean coincidentes con la
información que tomó estado público sobre algunas situaciones similares por las que
atravesaron los frigoríficos extranjeros. Por distintas razones, se puede pensar, entonces,
que algunos de los problemas de eficiencia que se le adjudican a la CAP también los
compartiesen estas otras empresas al punto de que el momento de cierre de éstas fue
aproximadamente coincidente con la mayor declinación de la CAP.

Con esto se plantea, entonces, que es discutible la equivalencia entre la deficiente


administración de la CAP y la ineficiencia económica en que había caído. Esta última
pudo resultar de condiciones de mercado frente a las que un conjunto de empresas pudo
no estar en capacidad de dar respuesta, en razón de limitaciones de capital o tecnología,
por el lado de los recursos, o en virtud de condiciones de competencia, por otro, por
ejemplo.

Caracterizaciones estructurales, como estas últimas, de los problemas del sector


frigorífico y de la ganadería son las que se toman en mayor consideración dentro de la
interpretación de los archivos relevados de la CAP. Esto apunta a ponderar que la
problemática de ésta puede responder tanto a su propia historia individual como a los
condicionamientos generales que afectaron al sector frigorífico exportador en su
conjunto.
240

1. De 1954 a 1958 - La expansión inicial y sus consecuencias.

El período 1954 a 1958 puede considerarse un período de resurrección de CAP y de


gran parte de la industria frigorífica exportadora, luego de 5 años –desde 1949- en que
la demanda internacional de carne vacuna se contrajo, una fuerte sequía afectó la
producción rural –entre 1950 y 1952- y sólo hubo una recuperación parcial en base a
una mejora del tipo de cambio y de otras medidas favorables al sector.

Una fase de descenso cíclico en las existencias ganaderas, desde 1954, originó una etapa
de mayor oferta de animales enviados al mercado, lo cual hizo descender los precios,
posibilitó una materia prima más barata para la exportación y aumentó su
rentabilidad240. En 1955, Gran Bretaña aumentó su demanda e importó alrededor de
260.000 toneladas de carne en total y en esto la CAP participa en más de un 22% de este
total.

En 1956, este mismo país supera las 300.000 toneladas de importación, participando
CAP en un porcentaje similar al del año anterior, pero a esto suma un crecimiento
notable de sus exportaciones a Alemania, Italia, Suiza y Francia. Se llegan a exportar
107 mil toneladas, en contraposición con las 75.000 iniciales de 1955241. Mientras que
la CAP sostenía su participación del 22% es importante destacar que en algo más de un
70%, las exportaciones de vacunos y de ovinos correspondía a los frigoríficos
extranjeros, a saber: Armour, La Blanca, Anglo, Swift La Plata, Swift Rosario y
Wilson. El porcentaje residual se distribuía entre pequeños frigoríficos nacionales como
el Gualeguaychú, Vivoratá y algunos otros.

240
Banco Ganadero Argentino, (1967).
241
CAP, Acta 14, Directorio, 15 Dic. 1956.
241

La tendencia a una recuperación del mercado internacional ya ha sido señalada en el


capítulo anterior y, según información de la CAP, se va verificando de esta forma. El
Reino Unido retoma una mayor importación, pero aparecen otros importadores de
Europa Occidental. Esto significa que entre 1954 y 1958, el mercado internacional de
carne vacuna pase de la baja importación total de 500 mil toneladas a un nivel bastante
superior a éste, de más de 800 mil toneladas242.

En este contexto internacional más favorable, la devolución de la CAP a los ganaderos


se instala dentro de una alianza política gobernante que contiene diferentes partidos
políticos opositores al régimen peronista derrocado. Las principales representaciones
ruralistas, luego de haberse sumado activamente a los gobiernos conservadores de los
años 30, pasaron a ser opositores al gobierno peronista que los sucedió.

Con el derrocamiento de Perón, la alternativa de recrear la política e instituciones


agrarias de los años 30 fue una opción que significó la recuperación de un espacio
político afín con el gobierno de la Revolución Libertadora de 1955, traducida en la
restitución de instituciones favorables al crecimiento del sector agropecuario.

Éste había sido postergado en los primeros años del peronismo y luego alentado por él,
pero siempre bajo una conflictiva relación política243. El hecho político generado por el
gobierno se expresaba en la devolución a los ruralistas de aquellas instituciones –Junta
Nacional de Carnes y la CAP- de las que habían sido despojadas por el peronismo244.

La devolución efectiva de la CAP a los productores ganaderos se realiza el 28 de


diciembre de 1955, mediante el decreto 7223/55, por el cual también se fija un capital
autorizado de 950 millones de pesos, equivalentes a 52,8 millones de dólares corrientes.
Sin embargo, el capital efectivamente integrado alcanza los 40 millones de dólares -721
millones de pesos-245. En relación con el patrimonio con que la CAP contaba en 1955,
en 1956 iniciaba operaciones con un capital 25% superior a éste, en términos reales.
Esto traducía, en términos económicos, el mutuo apoyo entre ruralistas y gobierno.

242
CONADE, (1968).
243
Girbal-Blacha, (2000).
244
O’Donnell, (1977).
245
CAP.Acta del Directorio No. 1, del 2 de enero de 1956 y Acta 44 del Consejo de Administración, del 13
de noviembre de 1956.
242

A principios de abril de 1957, el Directorio246, también obtuvo un incremento de 45


millones de pesos en su crédito con el Banco de la Nación Argentina. De esa forma, a
través de un banco del Estado, se solucionaba el estado financiero crítico al que se había
llegado, luego de reducirse a solo 3,4 millones de pesos las disponibilidades, después de
haberse iniciado actividades a principios de 1956, con 45 millones de pesos
disponibles247. Esa situación puntual, resuelta con esa facilidad crediticia, demostrativa
del apoyo sostenido del gobierno, puede entenderse como la contrapartida de un
esfuerzo de rápido crecimiento, en el primer año de gestión ganadera, más que por otras
razones.

Frente a un crecimiento de la oferta ganadera, característico de un proceso de


liquidación ganadera, fue posible comprar, a menor costo, mayor cantidad de ganado,
aumentar las exportaciones y, en general, las ventas.

Hubo un aumento notorio de la inversión en activo circulante debido a las mayores


compras de la materia prima frigorífica, el ganado para faenar. Más que en un aumento
indiscriminado de los gastos, el incremento en este tipo de inversión parece explicar la
creciente escasez de fondos disponibles, cosa entendible en función de aprovechar la
circunstancia de una abundante y barata oferta ganadera248.

Así, esa mayor absorción de la materia prima ganadera se tradujo en el crecimiento de


las exportaciones en un 30% en 1956 –como ya se refirió- y las ventas, en general, un
13,7%, en dólares corrientes249. La elevación del porcentaje de matanza de las
existencias ganaderas y, especialmente, de vacas en condiciones de reproducción,
confirmaban el ciclo de liquidación del stock ganadero y significaban un exceso de
oferta de ganado que, a menores precios, determinaba la oportunidad y conveniencia de
aumentar las compras de animales y la producción.

246
CAP, Acta Directorio N° 21, abril de 1957.
247
CAP. Acta 1 de enero de 1956, C.A.
248
CAP, Balance 1957.
249
CAP, acta 21 del directorio de abril de 1957
243

Esta relevante expansión requiere de mayor financiamiento que el de una situación


estacionaria. A fines de 1956, luego de una faena de 1 millón de cabezas en 1955, se
pasó a una de 1 millón trescientos veinticinco mil bovinos en 1956, lo cual también
confirma la expansión y una mayor necesidad financiera250.

A su vez, de acuerdo con la tesitura de compensación de la sobreoferta con una mayor


demanda que exhibió el gobierno, se debieron incrementar las compras de ganado en
estancia en la zona del Noreste Argentino, aumentar la producción de conservas y
almacenarla. El Decreto 8111/56 dispuso la acumulación de stocks de conservas por el
tiempo necesario y correspondiente a la disminución de la liquidación ganadera.

Si bien se contemplaban anticipos financieros del Gobierno para sobrellevar este


esfuerzo de sobreinversión en inventarios, lo cierto es que la lenta reducción por venta
de los mismos, endeudó a CAP en 40 millones de pesos, por este motivo. Esta serie de
circunstancias demuestran que existía una adecuada coordinación entre el gobierno y la
CAP en una dirección de apoyo y promoción de la ganadería.

Por otro lado, es necesario recordar que aquí se evidencia lo ya informado en el capítulo
anterior, en relación a que los frigoríficos comenzaron a aprovechar las fases de
sobreoferta ganadera y descenso en los precios de los animales para obtener mayor
rentabilidad y volumen en la exportación251.

Dentro de esta insistencia en la protección al sector ganadero y exportador, utilizando


un instrumento como la CAP, a la vez que un tipo de cambio más alto y favorable a la
exportación agraria –a lo que ya se hizo referencia en los capítulos 7 y 8- , es importante
observar cuales son los resultados iniciales de explotación de estos frigoríficos de los
ganaderos.

250
CAP, Acta 14 del Directorio del 15/12/56.
251
CONADE, (1968).
244

2. Los resultados económicos de 1955 y 1956.

A mediados de 1957 se conocieron los balances generales correspondientes a los


ejercicios 1955 y 1956 y sus resultados económicos. La pérdida del ejercicio 1955 fue
de 6,5 millones de pesos, 443 mil dólares corrientes, equivalente al 1,35% de un Capital
de 481 de millones de pesos o de 32,8 millones de dólares estadounidenses252.

A diciembre de 1956, las pérdidas del ejercicio siguiente sumaron 22,85 millones de
pesos. Esto aumentó las pérdidas a 1 millón 269 mil dólares, equivalentes al 3,13% de
un Capital de 731 millones de pesos o de 40,6 millones de dólares corrientes 253. El
impacto de la expansión económica de la empresa parece haberse traducido en un
endeudamiento sustentable y en pérdidas de limitada relevancia en cuanto a afectar una
notable capitalización. En tan solo un año, el capital había aumentado en un 24% en
dólares, medición que mejor refleja la evolución en términos reales.

Como se mencionó oportunamente, en los años treinta se entendía que la CAP no debía
obtener ganancias o las que obtuviera debía invertirlas en actividades en beneficio de la
ganadería. De esto se podía deducir que había un principio general de devolución de las
ganancias –reales o previstas- de CAP al ganadero, mediante mayores precios u otros
beneficios que se le otorgaban, con lo cual las posibles ganancias se anulaban.

Desde el punto de vista de gestión empresarial, esta idea implica la ausencia de


acumulación de capital y genera el estancamiento, falta de crecimiento o decadencia de
una empresa. En cualquier actividad económica es preciso generar reservas de capital,
en base a la generación y acumulación de ganancias para que sea posible invertir esas
reservas en la expansión de la empresa o, al menos, en la renovación continua de sus
activos fijos, así como para compensar eventuales mayores gastos o pérdidas.

Es más, habiéndose acumulado mayores reservas, en momentos de crisis, éstas permiten


la supervivencia de la actividad empresarial al poder hacerse frente a la naturaleza
cíclica de la economía en sus fases más adversas.

252
CAP, balance de 1955.
253
CAP, balance de 1956.
245

En base a la vocación de una redistribución permanente de posibles beneficios a favor


de los ganaderos surgía la falta de vocación de generar acumulación de ganancias con
la explotación de los frigoríficos de CAP, lo cual no solo ponía en serio riesgo su
crecimiento como empresa sino que también la hacía dependiente de los necesarios
aportes del Estado para hacer posible el crecimiento de capital que, de todas formas,
necesitaba.

Si bien ese aporte de capital surgía, en última instancia, de los impuestos a las
transacciones ganaderas, el encargado de su recaudación era el Estado y el que disponía
su transferencia hacia la CAP también era éste, lo cual explica la dependencia directa
del financiamiento del Estado, aunque en forma indirecta significase el aporte de los
contribuyentes ganaderos.

Si bien, en los años treinta se rechazaba la idea de generar pérdidas, lo cierto es que
desde 1943 esto fue habitual y éstas fueron vistas como un subsidio implícito a la
actividad frigorífica de CAP o a los ganaderos a que ésta le compraba sus haciendas. En
parte, los impuestos a las transacciones ganaderas eran transferidos a CAP y ésta, de
manera directa o indirecta, los invertía en la actividad ganadera.

Las pérdidas de menor magnitud de CAP podían no llegar a significar una


descapitalización ya que el capital era recompuesto mediante la percepción de esos
impuestos que eran parcialmente transferidos a CAP para aumentos de capital.

El subsidio al conjunto del sector, ganadero y frigorífico exportador, había sido una
constante de las políticas estatales aplicadas entre los años treinta y cincuenta, como ya
se destacó en páginas anteriores. También es de remarcar que los subsidios, durante el
gobierno peronista, compensaron un tipo de cambio insuficientemente remunerativo
para el sector agrario.

Pero con un tipo de cambio más elevado se entendió, a partir de 1956, que el ingreso
proveniente de los subsidios podía ser reemplazado por los mayores ingresos que
surgían de ese mayor tipo de cambio254.

254
Conade, (1968).
246

3. La política de subsidios en progresiva extinción

Esto tiene particular importancia en cuanto a explicar los resultados económicos, no


solo de CAP sino de los restantes frigoríficos de la industria exportadora, ya que este
régimen alcanzaba a todos los que la integran. Una política de subsidios iniciada por los
gobiernos de los años 30 tuvo la finalidad de sostener el precio del ganado y compensar
a los frigoríficos por la pérdida que esto pudiera originarles en la exportación.

Hay una clara tendencia a la eliminación progresiva de estos subsidios en los años de
esta etapa inicial de recuperación de CAP. Los sucesivos recortes al proteccionismo que
el Estado ejercía sobre este sector es un dato de estos años que es necesario conocer
para terminar de explicar qué terminó de suceder en esta etapa.

El Gobierno por el Decreto 1733 de 1957 establece la eliminación del régimen de


compensación de quebrantos a las empresas frigoríficas, establecido por el Decreto
7913 del 27 mayo de 1955, pero establece la excepción y la subsistencia de este régimen
para los novillos que se faenen con cualquier destino, sólo por 60 días. Para mediados
de 1957255, el Gobierno intenta liberarse finalmente del régimen de subsidios que
compensaba quebrantos de los frigoríficos exportadores, mediante un nuevo decreto, el
5429/57.

En base a la opinión del directorio de CAP, por el Decreto 5429/57 se derogó todas las
disposiciones que estipulaban el pago de subsidios por parte del Estado, pero continuó
exceptuándose de esto a los novillos, únicamente, ya que las restantes carnes vacunas,
así como el ovino y el porcino habían dejado de subsidiarse. La producción de novillos,
principalmente dirigida a la exportación, justificaba la excepción a la anulación de
subsidios ganaderos.

Finalmente, en 1958, poco tiempo después de que el Dr. Arturo Frondizi reemplazase
en la presidencia de la nación al presidente de facto, de entre 1955 y 1957, General
Pedro Aramburu, se dictó el Decreto 2006/58, limitando los subsidios otorgados al
sector de los frigoríficos.

255
CAP, Acta directorio 23 del 11 de junio de 1957.
247

Según lo dispuesto por éste, y por Resolución 737/58 de la Junta Nacional de Carnes, se
estableció que las diferencias entre precios mínimos de los ganados y los precios de
mercado debían ser absorbidas por los frigoríficos256. Aun se sostiene un régimen de
compensación para el novillo –mediante el Decreto 5755/58- pero queda excluido del
mismo el que tenga un destino inferior como la conserva257. También, por la Ley 14802
del 14/1/59 se aplica un arancel del 3% sobre las exportaciones de ganado en pie, carnes
vacunas y subproductos.

Los recursos resultantes constituyen el Fondo de Defensa del Novillo, por lo cual el
único subsidio que no se elimina es el correspondiente al novillo –no destinado a
conserva- y resulta financiado por los propios frigoríficos a través de este arancel sobre
el 3% de las exportaciones258.

En conclusión, únicamente el sostenimiento del precio del novillo entre 1955 y 1957
justifica la subsistencia de una política de subsidios, destinada a contener la liquidación
de ganado y la caída de sus precios.

4. El cambio de rumbo en la acción de la CAP desde 1958

En mayo de 1958, luego de la elección de autoridades efectuada por los accionistas de


CAP, asume la presidencia el Señor Miguel Busquet Serra, acompañado en el Consejo
de Administración por los señores Carlos Grondona, Jorge Campion, Juan Martín y
Jorge Silva. El también recientemente asumido como Presidente de la Nación, Dr.
Arturo Frondizi, otorga un aumento general de salarios del 60%, lo cual significaba un
aumento en los costos de 200 millones de pesos, cifra de grave incidencia, si se tiene en
cuenta que el capital de CAP ascendía a 950 millones de pesos259.

256
CAP, Actas 39 y 40 del Directorio de agosto de 1958.
257
CAP, Acta 146, Consejo de Administración (C.A.), 22/1/59.
19
CAP, Acta 144, C.A., del 9 de enero de 1959.
259
CAP, Acta 111 y 112 de mayo de 1958, C.A.
248

Con todo, ya se encuentra aprobado el aumento de capital a 1.500 millones de pesos, lo


que posibilita nuevas trasferencias para comenzar la realización de este nuevo capital
autorizado. A partir del 1° de agosto de 1958, las exportaciones de carne pasan a
liquidarse en un 65% por el tipo de cambio oficial – de 18 pesos, constante desde 1956–
y un 35% por el libre, de 50 pesos –promedio anual de 1958–260. Las conservas
enlatadas se cotizan en un 50% por el oficial y otro tanto, por el libre.

Así, a la par que aumenta el valor en pesos de las exportaciones, también se recupera el
valor del kilo vivo de carne vendida en Liniers. En consecuencia, por primera vez,
desde 1955, se reducen las compras en este mercado y la faena de animales,
aumentándose la compra de ganado en estancias. Se reduce de 110 mil a 90 mil la faena
de vacunos mensual y a 35 mil la de ovinos.

Para resolver el problema financiero debido al aumento salarial, CAP Londres toma un
préstamo de 140.000 libras esterlinas y se recibe un aporte de 150 millones de pesos de
la JNC, como tramo de integración de capital. También se posterga el cumplimiento de
algunos contratos de exportación –destinados siempre a Reino Unido, Alemania, Italia,
y USA, principalmente, y en el orden de 110.000 toneladas anuales-.

Finalmente se otorgan vacaciones adelantadas al personal –a partir de setiembre– a fin


reducir el personal conforme se reduce la producción261. Con el objeto de eliminar
gastos o bienes “improductivos” se cierra la fábrica de chacinados de CAP, IMASA,
cuyo funcionamiento originaba graves pérdidas y se racionaliza el sector de carnicerías,
para atender el consumo, las que sumaban alrededor de 150 a ese momento262.

5. Los cambios decisivos, de 1959 en adelante

Al comenzar 1959, se libera el mercado de cambios –el dólar pasa a cotizarse en 75


pesos la unidad, lo que implica una devaluación del peso del 316%- y una esperable alza
de la inflación se confirma.

260
Vasquez Presedo, (1988).
261
CAP, Actas 39, 40 y 45 del Directorio de julio, agosto y setiembre de 1958.
262
CAP, Acta 134 C.A. y 47 Directorio, octubre de 1958.
249

El precio real –en dólares o a pesos constantes– del ganado aumenta en un 70% y el
precio real al público, solo aumenta algo menos, contrayéndose el consumo de carne,
mientras se origina una fase de retención ganadera que deriva también en fuerte
contracción de la faena de ganado263.

Como ya se comentara, este es el momento en que también se aplica un arancel general


del 3% sobre las exportaciones de carne (Ley 14.802), también se elimina el subsidio al
novillo con destino a conserva y se aplican retenciones entre el 10 y 20% a los ingresos
por exportación agropecuaria. Es decir, los ingentes ingresos por exportación que se
derivaban de la gran devaluación aplicada eran recortados mediante la aplicación de
estos impuestos a la exportación.

Sin embargo, en este caso, buena parte del aumento del tipo de cambio significó el
incremento del precio del ganado con lo cual el mayor costo de la materia prima del
frigorífico limitaba la apropiación por éste del mayor ingreso de exportación resultante
de la devaluación.

Además, el aumento del precio al público de la carne llevó a una drástica caída del
consumo interno con lo que las ventas de destino interno de los frigoríficos
exportadores también cayeron.

Por la Ley 14.801, del 14/1/59, en su artículo 4º inciso b, también se estipuló que los
aumentos de capital de CAP se asignasen exclusivamente a aumentar sus activos fijos.
En éste también se expresa: “prohíbase la aplicación de fondos para sufragar déficit
financieros, subsidios y todo otro débito imputable al desenvolvimiento comercial de las
entidades”264.

263
Banco Ganadero Argentino, (1967).

264
CAP, Acta 146, 22/1/59, C.A.; Acta 213, 7/7/1960 C. A.; Acta 52 Directorio, 20/1/1959.
250

Como se podía deducir de estas disposiciones, la CAP podría obtener aumentos en su


capital en función de sus inversiones en activos fijos, mientras que le resultaría
imposible aumentar capital con destino a activo circulante o capital de trabajo. No
podría aumentar, en base a los fondos que se le girasen por el impuesto ganadero
recaudado, sus disponibilidades en efectivo o en cuentas bancarias o sus compras de
ganado, por ejemplo. Solo quedaba permitida la aplicación de estos fondos a inmuebles,
maquinarias, etc.

No más de un mes antes, el 17 de diciembre de 1958, la Presidencia de CAP, por carta


dirigida al Presidente Frondizi, había expresado: “El directorio que me honro en
presidir, reunido en sesión extraordinaria en el día de la fecha ha resuelto hacer llegar a
V.E. una sugestión que a su juicio ofrece las mayores perspectivas de bien común. La
CAP, entidad representativa por excelencia de todos los productores de la ganadería de
nuestro país….ofrece al Poder Ejecutivo Nacional hacerse cargo de la explotación y
administración del frigorífico Nacional Lisandro de la Torre, en las condiciones que
oportunamente sean pactadas265”.

En resumidas cuentas, las condiciones de mercado cambiaron drásticamente, se


liberaron tipos de cambio y precios, se prohibieron los subsidios y se pasó a imponer
gravámenes a los exportadores, el financiamiento de CAP quedó limitado al capital fijo
y sus compromisos crecieron notablemente al pasar a hacerse cargo del mayor
frigorífico y matadero municipal del país, el de la ciudad de Buenos Aires –llamado
Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre.

Además, la CAP quedaba en una situación similar a la de las restantes empresas del
sector, ya que solo iba a poder contar con un apoyo financiero fiscal dirigido a
inversiones en activo fijo. Con todo, ahora había incorporado –a pedido del Gobierno de
Frondizi- un frigorífico del Estado de gran dimensión, dedicado al mercado interno, lo
cual iba a aumentar sus necesidades de capital de trabajo y, por tanto, a agravar la
restricción de ya no contar más con aportes a su activo circulante.

265
CAP, Acta 51, enero 1959, Directorio.
251

Las consecuencias de este conjunto de medidas son inmediatas y se adoptan una serie de
decisiones para contener sus efectos adversos. El frigorífico especializado en conservas
– ahora excluidas del régimen de subsidios-, el Yuquerí de Concordia, debía reducir la
dimensión de su producción de conservas y esto demandaba el despido de 690
trabajadores. De un personal total de 2.416 se debía pasar a 1.726 empleados.

Otro frigorífico de importante producción de conservas era el Smithfield de Zárate y


debía suprimir temporariamente la producción de conservas y esto debía significar
también el despido de 678 personas. De 3.653 personas, la planta de personal pasaría a
2.975266. En “La Negra”, de Avellaneda, se plantea la reducción de 400 integrantes del
personal. Hacia mediados de 1959 las compras mensuales de ganado alcanzan un
máximo de 30.000 cabezas, al menos un tercio de los niveles de hasta 1958.

La faena ha caído a un 40% de los últimos años anteriores, a alrededor de 43.000


vacunos mensuales y 20.000 ovinos267. Con esta contracción de la producción –luego de
los años de expansión previa-, se han reducido el trabajo y los costos laborales, mientras
que las ventas extraordinarias de los stocks de conservas –acumulados por dos años, al
menos- generaron notables ingresos.

El saldo fue una ganancia de 250 millones de pesos a mediados de 1959, equivalente a
más de 3 millones de dólares. Con todo, la situación financiera resulta crítica, dado que
los aportes de capital no se han efectivizado, por parte de la Junta Nacional de
Carnes268. El mercado de carnes, en general, al final de 1959, tuvo una disminución de
faena del 24% y una caída en producción y ventas del 16%.

La CAP redujo faena en un 35%, pero sus ventas no resultaron comparables al resto, por
la liquidación extraordinaria de los stocks de enlatados. La drástica disminución de la
demanda se debió al elevado precio de la carne que se alcanzó a consecuencia de la
devaluación del peso, su impacto alcista sobre los precios del ganado, con el inicio de
una fase de retención de planteles y una caída consecuente de la oferta en los
mercados269.

266 CAP, Acta 148, feb. 1959, C.A.


267
CAP, Acta 55 Directorio, 14/4/59.
268
CAP, Acta 60 Directorio, 11/8/59.
269
CAP, Acta 190, CA, 30/12/59.
252

En 1960, la faena sigue retraída debido a la escasez y alto precio del ganado. Cuando los
precios de Londres han caído a 405-420 dólares la tonelada, el “pool” de los
exportadores de Argentina se pone de acuerdo para disminuir la oferta allí, a fin de
llevar al alza los precios de este mercado, cosa que finalmente ocurre.

De esta forma, los mayores precios externos cubren los mayores precios internos del
ganado y la exportación adquiere un margen de ganancia o excedente por encima del
precio del vacuno. Sin embargo, estos limitados resultados positivos se diluyen con la
aplicación de gravámenes a la exportación. Los frigoríficos extranjeros reclaman
públicamente la derogación de los siguientes impuestos: Eliminación del 8% del
Impuesto a las ventas; del 3% del Impuesto para la defensa del novillo; del 10% de las
retenciones a las exportaciones.

En suma, aproximadamente con un 21% sobre los ingresos por ventas de los frigoríficos
se grava la actividad del sector. Teniendo en cuenta que el precio del ganado se
encuentra elevado y los ingresos se rebajan de esta forma, vía impositiva, resulta claro
que dada esta relación entre mayores costos y menores ingresos, las ganancias se
reducen.

Estaba cayendo la rentabilidad de la exportación con lo que estos frigoríficos y el


ganado de este destino encontraron en esta política un freno a sus posibilidades de
crecimiento. Con precios elevados del ganado y estos impuestos, la exportación se debía
realizar a pérdida, afirmaba la CAP, en coincidencia con los frigoríficos extranjeros270.

Como resultado de estas restricciones y del proceso inflacionario imperante, en el


segundo Semestre de 1959 las pérdidas habían aumentado a 185 millones de pesos,
revirtiendo las ganancias del primer semestre271. La estimación del nivel de faena
vacuna necesario para sostener la demanda se reduce en los frigoríficos principales (La
Negra, Smithfield, Yuquerí y Cuatreros) y la faena mensual no supera las 70.000
cabezas, resultando un 30% inferior a los niveles que se daban hasta 1958.

270
CAP, Acta de directorio 70 del 9 de febrero de 1960.
271
CAP, Acta 197 C.A., 3 marzo 1960.
253

Las compras en Liniers no superan ya, normalmente, las 30.000 cabezas mensuales, un
tercio de las de 1958. En principio, la retracción de la producción de CAP continúa en
1960. Parte de la explicación se puede encontrar en que a abril de 1960 solo se cuenta
con una disponibilidad de 190 millones de pesos –equivalente a 2,5 millones de dólares-
, mientras que el balance de 1959 registró finalmente una pérdida de 120 millones de
pesos -1,6 millones de dólares-.

El capital autorizado –a fines de 1959- llegaba a 1.500 millones de pesos, equivalentes a


19,8 millones de dólares, con lo cual la pérdida de 1959 resulta en un 8%. Éste se
encuentra casi totalmente integrado a principios de 1960 y el 16 de febrero se aprueba el
aumento a 5.000 millones de pesos por decreto presidencial, con base en los planes de
obras civiles y equipamientos aprobados. También se aprueba la integración de 2.000
millones a fin de cumplir con estas inversiones272.

6. La crisis financiera de CAP en 1960

Para junio de 1960, la Junta de Carnes completa una entrega de fondos, de entre junio
de 1959 y junio de 1960, que suma 1.020 millones, de los cuales 600 se colocaron a
plazo fijo. Esto permitió contar con un crédito bancario equivalente y basado en esta
garantía colateral. Teniendo en cuenta que este crédito equivale a casi 8 millones de
dólares y el capital integrado llega a 32,8 millones –con el aumento de capital
integrado-, el endeudamiento bancario alcanza a un 25% del capital, lo que significa un
excepcional aumento de la deuda bancaria, ya que ésta, hasta 1958 no superaba el 8%
del capital273.

Si no cuenta con un depósito como garantía colateral, CAP no obtiene préstamos de los
bancos, con lo cual una parte de los fondos percibidos se aplica al pago de las obras y
otra a constituir depósitos que garantizan los préstamos que significan mayor capital
circulante. Esta porción del dinero percibido, CAP no la puede utilizar directamente
porque está destinada a pagar obras o equipos, por lo cual la preserva a través de
depósitos bancarios, mientras el pago de las obras no exija su utilización inmediata.

272
CAP, Actas directorio 71 y 73 de marzo y abril de 1960.
273
CAP, Balance 1958.
254

Este circuito de financiamiento resulta de la restricción planteada por la Ley 14.801 de


enero de 1959 en el sentido de que los aportes al capital de la CAP significan aumentos
de su capital fijo y no, de su capital circulante274.

La escasez de fondos propios se hace evidente a través de esta descripción de los


manejos financieros que la CAP se vio obligada a realizar así como del aumento de su
endeudamiento. Aparte de la baja rentabilidad del sector en su conjunto –ya descripta-,
la CAP sumaba una mayor necesidad de financiamiento para sustituir la falta de aporte
del impuesto ganadero a su capital de trabajo o activo circulante.

Así, en julio de 1960, el Consejo de Administración eleva el primer reclamo de


derogación de la Ley mencionada –en su artículo 4°, inciso B-, tanto en la restricción
sobre el capital circulante como en la aplicación de fondos que signifiquen subsidios o
sufragar déficits financieros275.

También en este mes, julio de 1960, la disponibilidad financiera ha aumentado a 700


millones de pesos o 9 millones de dólares, pero las pérdidas, a esta altura del año,
alcanzan los 230 millones de pesos o 3 millones de dólares, aproximadamente, y la
proyección de pérdidas anuales tiende al 10% del capital, nuevamente. Es más, aun
cuando se han reducido los impuestos, ya que se eliminó el 3% sobre la exportación
correspondiente al Fondo de Defensa del Novillo y se redujo del 8 al 4% el de
Actividades Lucrativas, esto no parece ser suficiente para revertir la situación, cuando
subsiste igualmente el 10% de retención a la exportación de carnes.

Los meses de “zafra” –el estacional primer semestre de mayor producción de los
frigoríficos patagónicos, a lo que como modalidad también se ha sumado el frigorífico
Yuquerí de Entre Ríos- determinan una mayor absorción de capital circulante, 580
millones de pesos o 7,6 millones de dólares, en este caso.

274
CAP, Acta Directorio 75, 10 de junio 1960.
275
CAP, Acta 213, C.A., julio 1960.
255

Esta cifra ocupa gran parte del capital transferido por la Junta de Carnes y se estima en
tan solo 170 millones de pesos el efectivo disponible, o el equivalente a 2,2 millones de
dólares. Esta situación ha llevado al aumento del endeudamiento, que se grafica con la
deuda de CAP Londres, por un millón de libras esterlinas que determinan un costo
financiero anual de 60 millones de pesos u 800 mil dólares. De esta forma, el
endeudamiento interno y externo supera el 30% del capital.

A la pérdida financiera se suman las operativas del Smithfield de Zárate –por 50


millones de pesos- y el Yuquerí –por 59 millones de pesos-. Los frigoríficos La Negra,
de Avellaneda, y Cuatreros, de Bahía Blanca, suman 75 millones de pesos, por su parte.
En total, las pérdidas operativas estarían llegando a 195 millones de pesos o 2,4
millones de dólares.

Esta sucesión de necesidades de financiamiento, de pérdidas financieras y operativas,


que van describiendo los archivos de la CAP, y que resulta algo intrincada y difícil de
interpretar, permite deducir, de todas formas, que la baja rentabilidad y el
endeudamiento en aumento caracterizan la evolución.

En esta negativa evolución parecen coincidir los frigoríficos extranjeros, ya que en sus
reclamos de reducción de impuestos a la exportación demuestran padecer una caída en
la rentabilidad que es elocuente en el caso de CAP. El endeudamiento de CAP, en tanto,
surge claramente de la restricción de financiamiento que le ha impuesto el gobierno.

Si bien el sistema de crecimiento del capital de la CAP puede ser visto como de
permanente subsidio del Estado, en realidad también hay que observar que ese subsidio
surge de la aplicación de fondos recaudados por el impuesto a las transacciones
ganaderas. Ese subsidio a la CAP actuaría como un beneficio compensatorio del
impuesto que se le ha cobrado al ganadero, en razón de que la CAP, con sus compras de
hacienda, por ejemplo, puede favorecer a los ganaderos con mayor demanda y precios.

Si se recorta esta aplicación del impuesto ganadero, como en este caso de restricción de
los aportes a su capital de trabajo, esto significa menores compras de hacienda por CAP
o a menores precios. Entonces, la necesidad de sostener la estructura exportadora de
CAP, con una menor producción derivada de realizar menores compras de ganado,
significa mayores pérdidas y mayor endeudamiento.
256

El esquema histórico de evolución de la CAP se explicaba por la defensa de un


ganadero que había padecido el monopolio de la compra de su ganado por parte de una
industria frigorífica extranjera cartelizada.

Ya se ha visto que, en general, desde mediados de los 30, se aplican precios mínimos a
la compra de ganado y la CAP, con sus compras, sostiene estos precios en los mercados
en que actúa. También, para sostener estos precios se pagaban subsidios a los
frigoríficos por las pérdidas que les podían originar.

La CAP no puede ser una empresa privada lucrativa porque como se ha dicho no tiene
fines de lucro, según entienden y sostienen sus propios accionistas. Y esto es posible en
cuanto parte de los impuestos ganaderos se vuelquen a un subsidio en favor de la
producción ganadera y de las exportaciones de la CAP.

La eliminación de toda política de subsidios, a partir de 1959, incluyó a la CAP


específicamente, al restarle gran parte de su financiamiento o capitalización y la
posibilidad de sufragar pérdidas. Como se ha dicho, se esperaba que los mayores
ingresos de exportación, vía un tipo de cambio alto, sustituyesen la necesidad de
mantener los subsidios. Sin embargo, esos mayores ingresos de exportación eran
recortados por nuevos impuestos a la actividad frigorífica y el esperado aumento en la
rentabilidad, que hubiese hecho innecesarios los subsidios, no se alcanzó.

En el fondo, el nuevo esquema de política sectorial aplicado revela que la baja


rentabilidad y la falta de subsidios determina un ajuste estructural de la industria –
descripto genéricamente a continuación- para no caer en mayores pérdidas.

El caso de la CAP es un caso de mayor dependencia del financiamiento fiscal y del


subsidio ya que su finalidad es la de beneficiar al productor ganadero, a la vez que
sostener la actividad de sus frigoríficos.

Al eliminarse subsidios, restringirse financiamiento y rentabilidad exportadora, el


compromiso de CAP con ganaderos y frigoríficos heredados del Estado no podía
traducirse sino en mayores pérdidas y endeudamiento.

Los restantes frigoríficos que eran, sencillamente, privados, podían abocarse más
fácilmente a recomponer su rentabilidad, al estar liberados de compromisos con el
257

Estado o los ganaderos. Pero la composición funcional entre lo público y lo privado


propia de la CAP la obligaba, sin mayores alternativas, a un endeudamiento dirigido a
compensar desfinanciamiento fiscal y pérdidas, en función de un más rígido gasto
originado en una estructura dimensionada por influencia del Estado y el compromiso
con su sector de pertenencia, el ganadero.

En un último análisis era lógico que un tipo de cambio más alto generase mayores
precios del ganado y esto significaba un mayor costo inevitable para los frigoríficos
pero recuperable a través del mayor tipo de cambio en la exportación. Pero si a este
mayor costo había que sumarle el de mayores impuestos, una rentabilidad inferior iba a
afectar la actividad del sector.

En el caso de CAP, a esto se sumaba que un inevitable mayor endeudamiento


significaba además presionar más hacia abajo la rentabilidad por el incremento del costo
financiero. Las dificultades en obtener suficiente financiamiento, que también se
observarán, pudieron determinar, además, que un insuficiente capital de trabajo se
tradujese en una insuficiente producción y exportación.

7. La restricción financiera y su contrapartida en crisis productiva y laboral.

Un problema adicional que se le planteara a CAP, especialmente, fue el práctico cierre


de las compras de carne congelada por parte de Alemania, en 1960. Hubo un reclamo
casi intimidatorio –al amenazar con un bloqueo al ingreso de productos alemanes, en
represalia, por no comprarle carne a Argentina- del Presidente Frondizi en su visita a
Alemania, a fin de restablecer las compras de carnes, pero esto no se pudo lograr hasta
cuatro años más tarde.

Dado que el Yuquerí venía produciendo este tipo de carne todo el año, se plantea la
paralización de esta producción y la suspensión total o parcial de tareas durante el
segundo semestre. En el primero, únicamente, se abre un período de “zafra” para la
producción de conservas y otros productos.
258

Se sostiene, por otra parte, que el frigorífico “Smithfield debe ser cerrado porque su
funcionamiento es una continua generación de pérdidas insoportables”. “La industria
frigorífica central ya ha despedido 7 mil obreros y frente al cierre del establecimiento La
Blanca, la Junta de Carnes ha sido clara: el que no pueda funcionar, que cierre”276.

Respecto del Frigorífico L. de la Torre, se sostiene que el personal tenía un régimen de


empleado público. Ya sea que hubiese o no faena, los sueldos se pagaban por 8 horas de
trabajo.

Las medidas de racionalización que finalmente se acuerda implementar llevan a una


paralización parcial y abandono de líneas de producción en los frigoríficos Yuquerí y
Smithfield, con las consecuentes reducciones de personal. En igual sentido, la reducción
de personal y la venta de edificios alcanzan a la sede de Rosario y a la Administración
Central. El Frigorífico de la Torre también debía sufrir recortes en la cantidad de
personal.

Las reducciones en el personal no se hicieron esperar y el conflicto laboral, tampoco. En


definitiva, más de 3.000 había sido el número de cesantías que en total se produjo entre
abril y agosto de 1960277.

En conclusión, la crisis está totalmente demostrada en sus distintas dimensiones y frente


al reclamo de derogación de la legislación restrictiva del capital circulante por parte de
la CAP y la Junta Nacional de Carnes, así como en razón de los despidos de personal, el
gobierno nacional reacciona otorgando, por Ley, una partida presupuestaria de 500
millones de pesos -3,2 millones de dólares, aproximadamente- para aliviar las carencias
financieras y las graves circunstancias a que dieron origen.

276
CAP, Acta Directorio 77, 12 al 28 de julio 1960.
277
CAP, Actas 73, abril, 78 y 79, agosto, Directorio, 1960.
259

Este instrumento legal, por el que se compensaba la restricción financiera determinada


por la Ley 14.801, fue conocido como proyecto Malacortto, apellido del Secretario de
Agricultura de la Nación que ocupaba el cargo en ese momento. Durante muchos años,
desde su misma creación, esta misma persona había firmado, como contador público,
los balances del CAP. Malacortto y había sido colega y amigo del Ministro de
Economía de los años treinta, Federico Pinedo. En definitiva, quedó expresada la idea,
de parte de algunos directores, en distintos grados, entre la insinuación y la franqueza,
de que la legislación de restricción financiera implementada había respondido al
impulso de los frigoríficos extranjeros competidores de CAP.

La rectificación implementada por el proyecto Malacortto no modificaba el fondo de la


cuestión, ya que la libre asignación del capital a fijo o circulante no había sido
restablecida, en razón de que la ley que lo impedía continuaba vigente 278. Pero por otro
lado, la evolución general del mercado de carnes del primer trimestre de 1961 da
señales de que la retracción de entre 1959 y 1960 se está revirtiendo en aquel año.

A abril de 1961 se estima que tanto las compras de animales como la faena van
creciendo a un ritmo del 25% interanual. En 1962, se reitera este aumento de la faena
general del mercado. Sin embargo, tanto en 1961 como –luego– en 1962, CAP,
evidencia que ha sufrido una caída de la producción de la que no se puede recuperar. La
faena de vacunos está ya, en estos dos años, en un promedio anual de 700.000 cabezas,
cuando entre 1955-1958 el promedio superaba el millón de cabezas de faena anual. Peor
es el promedio que se exhibe en materia de ovinos, para estos dos años, de 450.000
cabezas, donde la pérdida respecto de esos primeros años es más del -50%, mientras que
la de vacunos había sido del -30%, en forma aproximada.

La participación en las compras en el Mercado de Liniers que había llegado a ser del
18% del total, en 1957, bajó al 7% en 1961 y al 8,8% en 1962279. Hacia fines de 1961 se
vuelven a agudizar los problemas financieros, en razón de que comienza la zafra ovina y
de conservas, que significa comprar mucho ganado para empezar a producir más tarde y
comenzar a vender, recién, hacia finales del primer semestre.

278
CAP, Acta 92, Directorio, 10/1/1961.
279
CAP, Acta 97 Directorio, 12/4/61, Acta 124 Directorio 19 jul. 1962 y Acta 132 Directorio 15/1/1963).
260

Las pérdidas de 1961 ascienden a más de 200 millones de pesos y hacia abril de 1962,
la Junta de Carnes advierte que “transfiere el saldo total disponible en el Fondo de
Defensa Ganadera”, por un total de 261 millones de pesos. Esto significa que estos son
los últimos recursos con que contará CAP en los meses inmediatos, un total de 4
millones de dólares280. Sin embargo, mediante los depósitos bancarios temporarios que
se realizan para obtener correspondientes créditos con esta garantía, hasta tanto fuera
necesario pagar nuevas obras, la liquidez mejora.

A su vez, la integración del capital asciende a 3.400 millones de pesos, por lo que restan
1.600 millones –equivalente a 14 millones de dólares– para alcanzar la totalidad del
capital autorizado –de 5.000–.

En mayo y en junio, los frigoríficos exportadores La Negra, Yuquerí y L. de la Torre


registran ganancias, las que en total suman 70, para mayo, y 85 millones de pesos, para
junio. Las deudas alcanzan los 1.600 millones de pesos -14 millones de dólares y un
47% del capital integrado- y las disponibilidades a 519 millones de pesos o 4,5 millones
de dólares. Por lo tanto, hay un cierto reequilibrio de rentabilidad y liquidez en el marco
de los menores niveles de producción mencionados. Entretanto, se acuerda con los
gremios un aumento salarial del 80%, con lo que se dan por finalizados los conflictos
laborales281.

En octubre de 1962, el gobierno aplica un impuesto del 5% a la producción de cereales,


carnes y lanas. En una suerte de respuesta a esta medida del gobierno, la CAP lanza un
plan –el Plan Octubre– por el que se aumentan entre 1,50 y 2$ el kilo vivo de carne
vacuna. Rebaja entre 4 y 10$ el precio del kilo de carne a la venta al público y baja el
costo de la faena de terceros usuarios del Frigorífico L. de la Torre.

280
CAP, Acta 307 C.A., 25/4/62
281 CAP, Acta 316 C.A. de junio de 1962 y Acta 123 Directorio, 17/7/62.
261

El mantenimiento de estas medidas se condiciona a que el gobierno no grave con


retenciones a las exportaciones, ajuste el tipo de cambio conforme el aumento de los
precios, se sostenga la estabilidad y productividad laboral, luego de los acuerdos
salariales alcanzados y mantenga el precio del novillo entre 20 y 26$, según categorías.
Este plan que beneficia a productores como a consumidores está dado en un marco
especial de las relaciones de CAP con el gobierno. Sucede que había asumido,
recientemente, como Secretario de Agricultura, Gabriel Perren, quien hasta poco antes
de su asunción, desempeñaba el cargo de director de la CAP.

Su complacencia con este “plan de octubre” se refleja en que éste termina felicitando a
la CAP por la propuesta, pero también señala que el “Plan” se lanzó, a pesar de las
restricciones impuestas por la Ley 14.801 al libre manejo de sus fondos por parte de
CAP, con lo que auguraba que su gestión contemplaría la derogación de esta ley y las
restricciones financieras impuestas a la CAP.

Comentaba en su carta a los directores de la CAP que “Esto fue para beneficiar a la
empresa privada y aumentar la competencia, pero esto no sucedió.” Finalmente, en
agosto de 1963 –luego de más de 4 años y medio de vigencia–, se modifica la Ley
14.801, en su inciso b, estableciéndose un nuevo régimen para la utilización de los
fondos con destino a la capitalización de CAP. En el decreto correspondiente –6397 del
31/7/63– se expresa que estos podrán ser destinados a capital circulante, aunque esto
quedará determinado por la Junta Nacional de Carnes, conforme una serie de elementos
de juicio que se detallan.

De esta forma, no se le restituía la total libertad en el manejo de su capital, pero al


menos se le reconocía el derecho a contar con los incrementos necesarios en el capital
circulante, previo acuerdo de la Junta de Carnes. En tanto, la anterior reglamentación
impedía toda posibilidad de acceder a una mayor capitalización con este destino.

A fines de setiembre de 1962, los accionistas de la CAP, sin contar sus necesidades de
capital circulante –excluidas aun por la vigencia de la ley 14.801–, habían solicitado un
capital autorizado de 8.000 millones de pesos–282.

282
CAP, Acta 326, 27 set. 1962, C. Administración.
262

Recién en abril de 1965 se aprueba el aumento de capital –2 años y medio más tarde–,
por lo cual hasta esa fecha se tuvieron que ajustar a los 1.600 millones de pesos que se
habían entregado a fines de 1962, equivalentes a 14 millones de dólares de 1962.
Recién en 1965, se pasaría a un capital equivalente a 47 millones de dólares, luego de
haberse mantenido éste en 36 millones de dólares entre 1963 y 1965283.

Esto da una idea de que las necesidades de capital, ya sea circulante o fijo, eran
normalmente cubiertas en forma tardía o a destiempo de requerimientos urgentes. Esto,
en la práctica, se traduce en un continuamente alto endeudamiento y correlativo alto
costo financiero.

No obstante, cabe también destacar que entre los años 1955 y 1959 se generaron
ganancias por cortos períodos, las que en lugar de ser retenidas como reserva de capital
se distribuyeron rápidamente a través de su inversión en compras de ganado. Esto
impidió, luego, poder hacer frente a la escasez de fondos originada por la aplicación de
la Ley 14.801, inciso b, hecho admitido expresamente por el director Campion durante
las sesiones del Directorio de entre el 12 y 28 de julio de 1960284.

Entre 1959 y mediados de1963 la restricción financiera fue evidente y clara,


determinando una crisis financiera, inocultable por un verificable efecto de retracción
productiva y laboral. Esto se demuestra, también, cuando entre fines de 1963 y 1964
CAP sale del estancamiento productivo y alcanza una producción de vacunos cercana a
1 millón de cabezas y a 600 mil ovinos, en 1963.

283
CAP, Acta 180 Directorio, 27/4/65.
284
CAP, Acta 77 Directorio.
263

Paralelamente, se había tardado más de un año en aprobar 720 millones de pesos con
destino a capital circulante, que, sin duda, debían servir para la recuperación productiva.
Pero luego de haber tenido una pérdida de 320 millones de pesos en 1963 –2,3 millones
de dólares–, equivalente a un 7,5% del capital integrado, en 1964 se proyectaba una
pérdida anual de 1400 millones de pesos –10 millones de dólares– y equivalente al 28%
del capital integrado285. Desde mediados de 1964 se había advertido sobre un retorno a
un ciclo de retención ganadera, disminución de las faenas y aumento del precio de la
carne.

El nuevo Consejo de Administración asumido en mayo de 1964 –presidido por Nicolás


Losano, a quien acompañan el vicepresidente, Humberto Volando, O. Althube, Pedro
Goin y H.K.Haugaard– declara públicamente en setiembre de 1964 el estado de crisis de
la CAP286.

“Comunicado de CAP sobre quebranto y crisis financiera: Por iniciativas que no


partieron de CAP, en 1959 se hizo cargo de construir Puerto Vilelas y en 1961 del
Frigorífico de Villa Mercedes. En 1960 del frigorífico Lisandro de la Torre y la
adquisición del Matadero Municipal de Rosario en 1962, para convertirlo en una
moderna planta frigorífica. La última remesa del Fondo de Defensa Ganadera fue
transferida a CAP el 25 de julio de 1963”.

“Quebranto económico por:

a) Distorsión entre el precio de las haciendas en el mercado interno y el de las carnes en


el mercado internacional en los últimos 10 meses.”

b) El déficit que ocasiona el frigorífico Smithfield por ser una planta antieconómica.”

c) El déficit que provoca el frigorífico Lisandro de la Torre por la competencia de la


industria que actúa al margen de la ley.”

“La pérdida a Julio de 1963 es de 1200 millones de pesos.”

285
CAP, Actas 338 C.A., 7/2/64 y Actas 164 y 165 del 16 y 27 junio de 1964, del Directorio.
286
CAP, Acta 170 Directorio del 15 de setiembre de 1964.
264

“Las transferencias de fondos provenientes de la recaudación del impuesto ganadero,


dirigidas a aumentar el capital circulante de CAP, estuvieron prohibidas, por ley, desde
enero de 1959 y hasta el 30 de julio de 1963.”

“En esa fecha, por Decreto Ley se reforma la ley 14.801, autorizándose, en ciertos y
determinados casos, el aumento del capital circulante pero esto recién se hace efectivo
en abril de 1964, cuando la empresa había adquirido un extraordinario endeudamiento
que la obligó a pagar grandes sumas de dinero, en concepto de intereses, todo lo cual
trabó su desarrollo económico.”

“La función de CAP: I) empresa destacada en la comercialización e industrialización de


ganados y carnes, II) reguladora en los mercados de haciendas, III) destinada a asistir al
consumo interno IV) y a defender nuestros precios en el mercado internacional y
promover nuevos mercados”.

“Las últimas reformas de la Ley de Carnes establecen que la Junta Nacional de Carnes
no puede transferir a CAP fondos para enjugar déficits.”

“El déficit ganadero, según la Junta Nacional de Carnes, en 1963 fue similar al de 1958,
época calificada de liquidación ganadera. El reciente aumento del precio internacional
ha determinado la retención de vientres y con ello la recuperación. La insuficiencia de
oferta de ganado es determinante de ausencia o escasez de materia prima para los
frigoríficos287.”

Este listado de cuestiones críticas con el que se manifiesta públicamente el origen de la


crisis de CAP resume todos los cruciales problemas por los que ha venido atravesando y
que ya han sido reseñados a través de los análisis y discusiones que se pudieron recoger
de la serie de reuniones de Directorio que se fueran dando a partir de mediados de 1959.

Desde esa época hasta el momento de esta declaración de 1964 un déficit creciente en el
financiamiento de la actividad de CAP se hizo presente y la imposibilidad de revertirlo
hizo que el endeudamiento de CAP se acrecentase y el costo financiero de éste se
transformase en un factor de generación de pérdidas anuales cada vez mayores.
265

Aparte de las pérdidas financieras se destacan las importantes pérdidas operativas que
determinan los frigoríficos Smithfield y Lisandro de la Torre, así como las derivadas de
la construcción u operación de los frigoríficos de Puerto Vilellas, Villa Mercedes y
Rosario.

Al hacerse referencia a esta serie de frigoríficos y al déficit que determinan también se


apunta a señalar que fue el Estado el que se los impuso a CAP por lo que, en buena
medida, el Estado resulta responsable de la situación crítica de CAP.

En suma, esta decisión política de obligar a CAP a sostener proyectos propios del
Estado, conduce a ésta a un déficit que el Estado, a su vez, se niega a enjugar con los
fondos del impuesto ganadero que se destinan a CAP.

La inversión de fondos en activos fijos, construcciones o equipamientos, fue siempre


autorizada por el Estado, pero la destinada al capital de trabajo o circulante se prohibió
por completo hasta abril de 1964. El déficit operativo de estas plantas productoras no
pudo ser enjugado con estos fondos desde 1959 y hasta ese momento. Esto, con la
excepción del frigorífico de Villa Mercedes que solo logró construirse lentamente, sin
poder ponerse en funcionamiento cuando terminaron las obras en 1967.

Ante esta situación a CAP le quedaron dos alternativas para financiar el déficit,
generado de esta forma: compensarlo con la generación de fondos operativos de sus
mejores plantas productoras o endeudarse continuamente ante el siempre insuficiente
aporte del Estado.

Esto último fue lo que ocurrió ya que tal como también se proclama en este comunicado
las funciones de CAP no se centraron en el financiamiento de establecimientos de
origen estatal, sino en el de la ganadería y la comercialización interna e internacional de
carne vacuna.

Aparte de los factores causantes de la situación de CAP, deducidos de este comunicado,


pueden mencionarse otros de importancia dentro de los problemas estructurales de largo
plazo de la empresa, los cuales venían siendo agravados por el continuo déficit de
financiamiento que la impactara desde 1959.
266

8. Las limitaciones del comercio exterior

Ya se ha hecho referencia a las serias dificultades observables en algunos mercados,


como el de Alemania. Pero aparte de esto hay que destacar que toda Europa continental
adopta políticas proteccionistas en el sector agropecuario a través de la Política Agrícola
Común.

Esto tiene influencia sobre el propio mercado de Londres, porque dada la firme
intención de Gran Bretaña de ingresar el Mercado Común Europeo resulta también
firme la expectativa de que en pos de esto último, ésta abandonará –en la medida
necesaria– sus acuerdos comerciales con los países del Commonwealth y con la
Argentina, en materia de aprovisionamiento de carnes.

La mayor producción bovina en Reino Unido, así como la de otros países de Europa, a
su vez, desalienta un comercio creciente con estos antiguos socios comerciales en este
sector288. Un ejemplo de esto es que en 1963, mediante el correspondiente acuerdo entre
gobiernos, argentino y británico, las exportaciones alcanzaron las 180 mil toneladas de
chilled y 23 mil de congelados. Este caso que no resulta de excepción en los años 60,
ubica las exportaciones con este destino, en la proximidad de las 200.000 toneladas,
bien por debajo de las 300.000 de fines de los años 50289.

Pero, igualmente, mientras que 1960 y 1961 son años de menor exportación total,
debido a un ciclo corto de retención ganadera (1959-1961) con escasez y alto precio del
ganado, luego, entre 1962 y 1967, hay una etapa de aumento de las exportaciones, de la
cual evidentemente CAP no logra participar.

El aumento de los precios internacionales de ese período permite que los frigoríficos
extranjeros sobrelleven el ciclo de retención ganadera iniciado en 1964 y el alza del
precio interno del ganado, pero esto no ocurre con CAP290.

288
Fram, (2006); Eichengreen, (2012).
289
CAP, Acta 355, 8 de mayo 1963, C.A.
290
Banco Ganadero Argentina, (1967).
267

Posiblemente, la falta de capital circulante, un notable aumento del endeudamiento y


una estructura de altos costos de funcionamiento la llevan a resultar muy sensible al
aumento del costo de su materia prima, la del precio del ganado, y a las disminuciones
en la oferta ganadera que la determinan.

Estos factores parecen ser un disparador de las pérdidas de CAP, ya que luego de
contener, relativamente, su crecimiento entre 1962 y 1963, la mayor producción y
exportaciones de 1964 pasarían a potenciarlas.

Se puede deducir de la información de 1964 que el mercado de carnes congeladas –


Alemania e Italia– se ha reactivado en cantidad y precio y CAP lo abastece, pero al
hacerlo eleva notoriamente sus pérdidas. Es bien claro que cuando el kilo vivo se
encuentra en 47$ en Liniers, CAP declara poder pagar $ 41, si no quiere producir a
pérdida. Sin embargo, para cumplir con los compromisos de exportación debe comprar
ganado a su precio de mercado -$ 47, en este caso– e incurrir en las pérdidas
correspondientes291.

En 1965, con una pérdida total prevista de 1.200 millones de pesos, inferior pero
cercana a la de 1964 –de 1.400 millones–, se declara específicamente que “uno de sus
componentes principales es la pérdida por exportación de vacunos por un total de 270
millones de pesos”292. Esta recurrente situación no sólo se reafirma en la práctica, sino
también en las palabras y en las decisiones de la conducción de CAP:

“Primero, el país necesita imperiosamente divisas. Segundo, no podemos abandonar los


mercados conquistados a costo de sacrificios. Tercero, la industria frigorífica de
exportación es la fuente de trabajo de miles de familias y la supresión de los embarques
intensificaría la desocupación y la miseria. Por lo tanto, el consumo de carne tendrá que
restringirse en la medida necesaria para poder exportar. Las características de la
industria frigorífica y sus compromisos laborales y comerciales no permiten suspender
la actividad. Se gane o se pierda, se debe seguir trabajando293.”

291
CAP, Acta 163, 19 mayo 1964.
292
CAP, Acta 183 Directorio 24 jun 1965.
293
CAP, Acta 465, C.A., 25/8/65.
268

A pesar de estas invocaciones, importa mucho destacar aquí que la rentabilidad negativa
de las operaciones de exportación explica aproximadamente un 22% de las pérdidas
registradas en 1965, por un total de 1.200 millones de pesos.

Esto implica que más de 900 millones de pesos de pérdida no resultaban de que se
exportase o se dejase de hacerlo. Evidentemente, un costo de funcionamiento, originado
en escasa productividad o rentabilidad de plantas o dependencias que no exportaban,
sumado a una elevada carga financiera, hacían una notable contribución al total de
pérdidas, mucho mayor que el alto precio del ganado sobre el que se hiciera caer el
peso de la explicación de una explotación muy perdidosa.

Por último, apelando al análisis de márgenes reales del comercio exterior de carne
vacuna, volcado en una publicación del Banco Ganadero Argentino294, se puede
observar que es cierto que el segundo semestre de 1965 es uno de los peores momentos
de rentabilidad exportadora de la serie histórica que se inicia en 1956 y esto justifica
que la CAP remarque está muy desfavorable situación, pero no justifica las graves
pérdidas totales de 1965 así como las del año anterior. Es más, en 1964, esta misma
serie de márgenes reales de ingreso por exportación registra valores positivos muy
superiores a los de 1965 y, sin embargo, las pérdidas totales de 1964 habían ascendido a
1.400 millones de pesos.

Además de estas declaraciones, los notables resultados negativos obtenidos llevan a que
durante 1965, 1966, 1967 y 1968 se consigne que “Alemania, Italia y Francia” se
encuentran paralizados o seriamente disminuidas sus demandas debido a las políticas de
la PAC.

294
Banco Ganadero Argentino, (1967).
269

En realidad, los únicos mercados que se “mueven” para la CAP, durante ese período son
los de Gran Bretaña y España, dos mercados con los cuales se han acordado
exportaciones por volúmenes predeterminados y exigibles y, en el caso de España, con
precios fijos, elevados y remunerativos.

Los otros mercados –con excepción de la generalizada caída de 1968- sí están abiertos
para los restantes frigoríficos exportadores, aunque sufren, luego, en promedio, una
declinación sensible desde 1974295. Respecto de las acciones tendientes a diversificar
mercados y, por ende, obtener menor dependencia de mercados europeos, se pueden
observar las inversiones realizadas en Chile y Perú, en el sentido de exportarle a estos,
mientras que el avance en Uruguay fue el de asociarse a los frigoríficos exportadores de
allí, a efectos de incrementar exportaciones desde Uruguay.

En Europa, por su parte, se establecen sociedades comerciales en Italia –con Bidone– y


en España, con Transáfrica. En Estados Unidos continúa actuando CAP Sales de Nueva
York con limitada penetración comercial en el mercado de conservas296.

Importantes créditos internacionales, sin embargo, tienen su origen en plazas como


Londres, Nueva York y Perú, con garantías de Nueva York, ésta última297. Es más, la
tradicional sede en Londres, tal como se ha mencionado, toma préstamos en esa plaza.
En la City, en determinados momentos se registran montos de deuda -3,3 millones de
dólares, sobre bancos de plaza y 500 mil libras con la casa Brandt- que indican una
continua renovación de los préstamos sobre exportaciones298. CAP Sales N.Y. se
endeudó con Schroder Banking Corporation por 1,5 millones de dólares y otorgó
garantía para el endeudamiento de CAP Perú por 1,2 millones de dólares299.

295
Actas 208 Directorio, 28/2/67, Acta C.A., 17 Feb. 1966, Acta 183 Directorio, 24 Jun. 1965; Vazquez
Presedo, (1988).
296
CAP, Acta 28 Directorio, 8 oct. 1957.
297
CAP, Acta 41 del 9/10/56, C.A. y Acta 467, C.A., 10 de noviembre de 1965.
298
CAP, Acta 114, Directorio, 9/1/62.
299
CAP, Acta 12 del 21 marzo 1968, C.A.
270

Toda esta red internacional desarrollada, en realidad, a partir de 1956, no demuestra


poder resolver los problemas de comercialización internacional y genera costos
importantes en el caso de Nueva York y de Perú, a lo que cabe sumar Italia y España, en
menor grado. Con anterioridad al desenvolvimiento de esta red, solo existían Londres y
Nueva York.

Graves incidentes de las carnes con aftosa en Londres donde apareció centralmente
involucrada la Argentina se suscitaron a fines de 1967 y el descrédito para el comercio
de carnes argentinas fue mayúsculo. El gobierno inglés decidió suspender durante tres
meses las importaciones de carnes, de forma que en marzo de 1968 se reiniciaba el
comercio exterior de carne. Así, este año resultó ser el de menor volumen de toda la
década de 1960, destacándose la caída a tan solo 55 mil toneladas de carnes enfriadas y
congeladas al Reino Unido, un nivel excepcionalmente bajo en la historia de estas
exportaciones a ese país300.

La tolerancia de los ingleses respecto del hecho de comprar carnes provenientes de un


país donde la enfermedad de la aftosa no se había erradicado de sus planteles ganaderos,
como la Argentina, se remontaba a 1928, cuando por la misma cuestión Estados Unidos
decidió prohibir, a su vez, la importación de carnes provenientes de Argentina.

En un claro gesto de diferenciación en su política comercial hacia Argentina respecto de


la del país norteamericano, sostuvo indefectiblemente durante 60 años la importación de
carnes argentinas y solo la debió suspender durante tres meses a fin de controlar el brote
aftósico de 1967301. Para la CAP, éste fue un duro golpe para toda su estructura
comercial internacional. El daño a la imagen pública afectó muy seriamente la
comercialización que realizaba CAP Londres, de modo que debieron cerrarse la mayoría
de los comercios de venta al público302. Además, se decidió cerrar las representaciones
de Italia y de España, así como se planteó la necesidad de auto sustentarse
financieramente a las representaciones que quedaron abiertas.

300
Vázquez Presedo, (1988).
301
Cisneros y Escudé, (2000); O´Connell, (1986).
302
CAP, Acta 49 C.A. de noviembre de 1967
271

De haberse exportado hasta 2000 toneladas semanales a Londres, hacia mediados de


1968 se exportaban entre 300 y 500 toneladas semanales303.

9. La costosa estructura productiva de CAP y la política de “descentralización


operativa”.

Durante algunos años en que los frigoríficos de CAP observan, en distintos casos
principales, pérdidas operativas considerables y persistentes, se va llegando a la
conclusión que los frigoríficos deben descentralizarse. Esto significaba que debían
hacerse autosuficientes o, en otros términos, gastar en base a los recursos que generasen,
en lugar de incurrir en pérdidas por acciones decididas en forma centralizada que,
normalmente, no tomaban debidamente en cuenta los recursos que eran capaces de
generar los distintos frigoríficos.

La descentralización operativa sería posible, no obstante, en tanto que los frigoríficos


pudiesen culminar su ciclo de renovación de infraestructura y equipamiento. Una vez
concluidas estas obras, podrían dedicarse a producir, vender y reinvertir los recursos
generados, manteniendo la producción en continuo funcionamiento.

La descripción que se hace de las obras necesarias de los distintos frigoríficos, en 1967,
son justificadas por una caracterización de cada uno de ellos, cosa que revela en qué
medida esa capacidad productiva es utilizada efectivamente y cuál es el destino de
comercialización de su producción.

De esta extensa revisión que se realiza surge que el Frigorífico L. de la Torre exhibe una
alta capacidad ociosa que aun demanda una reducción de personal, luego de que de más
de 5.000 personas se pasase a 2.500 como personal actual y ahora se proyectase llevar
esta planta a 1.700 personas. Sucede que la faena se ha reducido a solo 2.000 cabezas
diarias, mientras que cuando CAP lo adquirió ya existía notable exceso de personal con
4.000 cabezas diarias.

303
CAP, Acta Directorio 19, del 23/5/68.
272

Los mataderos evasores de sus obligaciones fiscales que se multiplicaran en esos años y
no fueran adecuadamente combatidos por el fisco, con sus menores precios, desplazaron
la demanda en su favor y en contra de este Frigorífico, generándose en él, menor
producción, aumento de la ociosidad, alto costo y baja rentabilidad.

En más graves dificultades se encontraba el Yuquerí de Concordia, que solo producía


conservas en una escala considerable, cuando había desaparecido toda demanda de
carnes congeladas de Alemania e Italia, desde 1965. Se sigue sosteniendo la producción
de conservas desde aquí, pero la capacidad ociosa es notoria, el personal permanente no
supera las 400 personas –cuando años atrás superaba las 2.000 personas- y éste solo
alcanza las 1.200 en la temporada de “zafra”, la que no supera unos 6 meses al año. Esta
planta se sostenía solo en función de la nutrida ganadería de la zona, pero su futuro era
incierto, debido a su muy alta ociosidad y muy baja productividad.

Un caso diferente es el de Rosario, que con una buena plaza comercial no cuenta con
capacidad instalada suficiente y demandaría importante inversión para alcanzar
condiciones de mayor producción. Mientras tanto, funciona en el esquema de matadero
municipal con el que fuera adquirido originalmente.

El caso inverso, de insuficiencia en desarrollo comercial, es el de Cuatreros de Bahía


Blanca ya que cuenta con una importante capacidad productiva -1200 cabezas diarias–
y no alcanza su mayor aprovechamiento, debido a falta de exportación y de consumo en
el área patagónica a que puede servir, tanto en carne vacuna como ovina.

El frigorífico de Río Grande, Tierra del Fuego, especializado en ovinos, de pequeña


dimensión, atendía convenientemente la ganadería de la zona, observa baja capacidad
ociosa y adecuada rentabilidad o dicho de otro modo, era un frigorífico suficientemente
productivo. En tanto, el más pequeño de Puerto Deseado, también patagónico, no
alcanza a tener regularidad en la producción por falta de oferta ganadera, pero su
personal e instalaciones son equilibrados en esta situación y no genera pérdidas de
consideración.
273

Otro frigorífico, pero nuevo, el de Puerto Vilellas, Chaco, con una producción baja -600
cabezas diarias– no observa mayores inconvenientes de producción y comercialización.
Y el frigorífico de Villa Mercedes, San Luis, de reciente construcción e inauguración se
encontraba fuera de funcionamiento, paralizado, por la falta de desarrollo comercial
local304. Finalmente, el frigorífico exportador era el llamado La Negra, de Avellaneda,
Provincia de Buenos Aires. Su capacidad productiva es la mayor, de 2.500 cabezas
diarias. Trabajaba conservas, carnes enfriadas y congeladas, vacunas y ovinas. No había
registrado mayormente capacidad ociosa. Éste y el de la Torre serían los frigoríficos con
que la administración central de CAP se quedarían a cargo, luego de implementada la
“descentralización operativa”. Tal vez, el mejor y el peor frigorífico serían los únicos
que quedarían en manos de la conducción de CAP.

La Negra debió readecuarse estructuralmente en forma inmediata, en el marco del brote


aftósico en el Reino Unido y en razón de las exigencias sanitarias que, en consecuencia,
este país planteara para poder restablecer la normalidad en las exportaciones. En 1968,
se llevaron a cabo considerables reformas en infraestructura y equipamiento que se
atuvieron a todas las críticas observaciones de una inspección británica que se hizo
presente para revisar la planta305. En conclusión, respecto de este panorama de la
situación fabril de CAP, se pudo establecer que los frigoríficos Yuquerí y Puerto
Deseado se encontraban prácticamente paralizados, derivando la situación del primero
en pérdida considerable, al igual que el Lisandro de la Torre con fuerte ociosidad
productiva y personal aun excesivo.

304
CAP, Acta Directorio 221, del 31/11/1967.
305
CAP, Acta 165 Directorio 27/6/64; Acta 42 de octubre de 1967 C.A.; Acta 36 C.A. del 7 de setiembre
de 1967 y Acta 40 de octubre de 1967.
274

La perfomance del de Rosario es de considerables pérdidas en 1967 por baja actividad,


también. El de Villa Mercedes estaba inactivo desde su inauguración en 1967. Se
considera que, por la baja exportación prevista para 1968, solo con la producción de La
Negra sería suficiente cubrirla, por lo que en Cuatreros y Río Grande tampoco una
relevante capacidad ociosa podría ser revertida306. Este panorama que muestra una
estructura productiva poco articulada con la exportación y de alta capacidad ociosa, se
ve agravado por la suspensión de importaciones de carne de Gran Bretaña. Sus
consecuencias afectan a la totalidad de las exportaciones durante 1968 a éste y demás
países europeos, donde ha cundido el recelo por la condición sanitaria de las carnes
argentinas.

Por esta época no solo en CAP puede advertirse una menor importancia productiva y
exportadora, sino que se puede observar que toda la estructura exportadora fundadora se
ha replegado respecto de su histórica importancia. Hasta 1957, del total de la faena,
entre un 35 y un 40% se realizaba en estos históricos frigoríficos exportadores –
incluyendo la CAP, pero a partir de 1960 esta proporción se fue reduciendo hasta estar
por debajo del 20% hacia el final de esta década. Inclusive, el frigorífico L. de la Torre,
destinado al mercado interno, mayormente, pasó de un 10% a fines de los años 50 a
menos de un 5%, hacia fines de los años 60.

Los grandes frigoríficos extranjeros que, junto con la CAP, sostenían el grueso de las
exportaciones hasta mediados de los años sesenta, pasaron a ser progresivamente
reemplazados por frigoríficos nacionales medianos. Estos provenían de una
especialización en el consumo interno, pero contaban también con capacidad productiva
suficiente como para participar de las ventas de exportación. Con el cierre sucesivo de
los frigoríficos extranjeros desde fines de los años 60, las exportaciones de carne vacuna
pasaron a estar principalmente a cargo de este otro tipo de frigoríficos307.

306
CAP, Acta 37 C.A. 13.9.67 y Acta 44 del 20 de octubre de 1967.
307
Banco Ganadero Argentino, (1967); Canzanelli, (1988).
275

10. El frente político

Con todo, ésta muy grave restricción comercial que, por otra parte, se instaló en el único
mercado importante que le quedaba a la CAP, el inglés, también se dio dentro de un
escenario político interno francamente adverso. En 1967, en el marco del gobierno
militar del General Juan Carlos Onganía, CAP, por segundo año consecutivo, no
exporta más que a Gran Bretaña y España y sigue registrando notorias pérdidas y, por
otro lado, recibe la pública presión de la agrupación de frigoríficos extranjeros
exportadores para que se deroguen definitivamente sus aumentos de capital. Además, ya
en setiembre de 1966 un anticipo de esta tesitura había sido expresado por el propio
Secretario de Agricultura de este gobierno, al afirmar la posibilidad de que se le quitase
el Fondo de Desarrollo Ganadero a la CAP308.

Este Fondo era el resultado de los impuestos a las transacciones ganaderas que
financiaba el capital circulante y fijo de la CAP. En este marco, el directorio de CAP dio
un fuerte impulso final –que permitió su concreción en 1968– al modelo de
descentralización operativa de las plantas frigoríficas309. Cinco años más tarde la CAP
es intervenida por el gobierno y la Cámara de Diputados consigna que con este modelo
y la última gestión directiva de la CAP –iniciada en 1969– ésta entra en una declinación
irreversible de ineficiencia y corrupción que demanda su urgente intervención310. Esta
intervención fue largamente justificada por un extenso informe de una comisión
investigadora de diputados, creada específicamente para estudiar el caso de CAP.
Dentro del informe se destaca la comisión de actos de defraudación por parte de altos
funcionarios de CAP.

308
CAP, Acta 32 C.A., 23/9/1966 y Acta 213 Directorio 27/4/1967.
309
CAP, Acta 31 CA del 29/8/68.
310
Cámara de Diputados, (1975).
276

En él se transcriben los interrogatorios al Gerente General, el ex almirante Carlos


Kolungia, designado por el gobierno de Onganía, de los que se puede deducir que éste
fue el mayor responsable de los diferentes actos de corrupción que se dieran en forma
reiterada desde 1969 hasta el momento de la intervención, en 1973. La toma de
préstamos en el exterior resultó ser uno de los objetos principales de los ilícitos
cometidos.

El nombrado, a su vez, señala en ellos, que principales responsables de la corrupción en


la CAP fueron los gerentes regionales que quedaron con absoluto dominio de los
frigoríficos regionales, a partir de que se los pusiese a cargo de estos a través del plan de
descentralización operativa.

10. Algunas reflexiones finales.

Una importante aproximación es la que tiene que ver con la relación entre el Estado y el
mercado que, en todo momento, esta historia revela. La historia de las juntas de carnes y
de una organización de ganaderos destinada a participar centralmente del negocio de la
exportación de carnes significa que al Estado le resultó de importancia que los
ganaderos preservasen mejor sus ingresos, vendiendo ellos mismos parte de sus
productos, en lugar de confiarlos totalmente a la comercialización por empresas con
intereses propios y ajenas a los de ellos. No obstante, el hecho de que la empresa
resultase minoritaria en el mercado, planteó que los precios de los ganaderos
continuasen, en buena medida, dependiendo de la demanda del conjunto del mercado y
no de los precios que pudiesen acordar con la CAP. En tanto los precios del ganado
fuesen altos por iniciativa del Estado o como fruto del mercado, surgía la posibilidad de
que los frigoríficos exportadores resultasen perjudicados en sus ganancias.

Por esta razón, a los precios mínimos del ganado acompañó una política de subsidios
compensatoria de las pérdidas de los frigoríficos. Mediante distintas formas, desde
mediados de los años 30 y hasta fines de los 50, resultaba factible que los ganaderos
obtuviesen mayores precios que en un mercado libre y los frigoríficos compensasen,
con subsidios del Estado, la menor ganancia a que el mayor precio del ganado los
obligaba.
277

La liberalización del mercado de carnes, a fines de los 50, elimina estos subsidios y los
precios del ganado en el mercado, en cuanto resultan altos, afectan la rentabilidad de la
exportación. Por la misma época, cuando el abandono de los subsidios se hace concreto,
la CAP denuncia que por iniciativa del Estado debe operar frigoríficos antieconómicos
que éste ha adquirido o le ha obligado a adquirir.

Queda claro que esa lista incluye dos antiguos frigoríficos grandes –Smithfield y L. de
la Torre– y otros como el de Puerto Vilellas, Rosario o Villa Mercedes, que se han
incorporado, en general, desde fines de los 50.

Frente a esta pesada carga de frigoríficos con estructuras generadoras de continuas


pérdidas o nula rentabilidad, el Estado suma a las dificultades de CAP la imposibilidad
de acrecentar el capital circulante entre 1959 y 1963. Esto obliga a una contracción de la
producción y del personal, en forma inmediata, y tal situación no se subsana
ostensiblemente hasta mediados de 1963.

Ésta parece ser una crisis de la cual CAP no se recuperará, mientras que el Estado,
claramente, ha abandonado a su suerte a los ganaderos, a los frigoríficos extranjeros y,
en mayor grado, a la CAP. Luego de incrementarle notablemente la estructura
productiva le ha quitado, también, notablemente, los fondos suficientes como para
financiar esa mayor estructura.

Aunque a partir de mediados de 1963, el aporte de capital circulante por la JNC le es


restituido, queda, como saldo de su carencia durante casi cuatro años, el endeudamiento
interno y externo de la CAP que le ha permitido limitar el ahogo financiero, pero le ha
generado ingentes pérdidas anuales –con un récord equivalente al 28% del capital–.

Pero lo importante aquí es advertir que la suspensión del aporte fiscal al financiamiento
de CAP la lleva a un esquema de endeudamiento forzado. Esta situación pasó a ser
típica no solo en el caso de la CAP sino en el de una gran parte de las empresas del
Estado.

Cuando para reducir la emisión monetaria, el Estado dejaba de financiar con emisión el
déficit fiscal de las empresas estatales, a éstas les quedaba la alternativa de continuarse
financiando en el mercado bancario interno e internacional.
278

Esta es una situación similar a la que afecta a la CAP cuando se le cortan los aportes a
su capital circulante. Para evitar el estrangulamiento financiero, de esta forma, el Estado
la lleva a incurrir en un endeudamiento forzado.

El Estado se beneficia porque deja de financiar el déficit de esta empresa, pero como es
evidente agrava el costo financiero de su funcionamiento. La deuda y los intereses así
generados son fruto de una política de Estado que obliga a endeudarse a las empresas
que antes él financiaba. Pero con el tiempo éste termina haciéndose cargo de esa deuda,
finalmente, porque a ellas les resulta imposible continuar afrontando sus compromisos
financieros.

En buena medida esto fue reconocido al restituirse el aporte al capital circulante pero,
dada la magnitud adquirida por la deuda, esa restitución de capital ya no fue suficiente
como para cancelarla o reducirla considerablemente. Las amortizaciones e intereses de
la deuda siguieron siendo una pesada carga para el funcionamiento de la empresa,
contribuyendo a sus pérdidas y a problemas financieros insolubles. Nada de esto había
pesado sobre su crecimiento entre 1935 y 1958, pero la CAP no pudo retomar aquella
más sana condición financiera de su pasado ni aun desde 1963, cuando recuperara un
mayor financiamiento.

Desde un punto de vista operativo, por consiguiente, su actividad productiva y


exportadora también se veía desfinanciada y una necesaria reestructuración de su
actividad no podía llevarse a cabo, más que limitadamente.

Los planes de reestructuración de plantas productoras para hacerlas más eficientes, no


podían llevarse a cabo, bajo esta restricción financiera, y la excepción fue la obligada
por la demanda británica, en el caso del Frigorífico La Negra, luego del brote aftósico
de fines de 1967. Este “nudo gordiano” de la insuficiencia en el financiamiento y una
elevada deuda concomitante se definieron como un grave obstáculo por las limitaciones
en el nivel y estructura de producción que esto conllevaba.
279

No es otra cosa la que denuncian públicamente los dirigentes de la CAP. La


responsabilidad del Estado en todo esto no es asumida por los gobiernos que se
sucedieron desde 1963 en adelante. En esta evolución, la capacidad exportadora de CAP
se ve claramente restringida, al ajustarse sus exportaciones a los acuerdos con los
gobiernos de Gran Bretaña y España. Cuando la crisis de la aftosa en Gran Bretaña de
1967, la caída en sus exportaciones es drástica y no queda otra alternativa que convertir
a la mayoría de los frigoríficos en regionales, descentralizados operativamente y, por
ende, autónomos e independientes de la administración central, la que queda casi
exclusivamente a cargo de las exportaciones, a través del frigorífico La Negra.

El apoyo político solo existe hasta 1966, ya que la recapitalización de la CAP se hace
posible entre 1963 y 1966, mientras que a partir de allí la lectura de sus archivos induce
a pensar que la falta de apoyo político se traduce también en una escasez de apoyo
económico.

El reclamo de los frigoríficos extranjeros termina siendo el explícito de recortarle el


apoyo financiero fiscal a la CAP, con lo que se repite el intento que más discretamente
promovieran y que resultó en la medida gubernamental de reducción del financiamiento
de 1959. Finalmente, en toda esta evolución el Estado se muestra responsable de un
funcionamiento deficiente del mercado de carnes vacunas.

En primer lugar, las graves consecuencias de seguir a lo largo de décadas con una
ganadería afectada por la fiebre aftósica tiene una clara demostración en el brote
aftósico que se da en el Reino Unido, en 1967. Esto impacta muy negativamente sobre
las exportaciones de carnes vacunas argentinas y demuestra que las autoridades
sanitarias debían hacerse cargo de todos los esfuerzos necesarios para que la aftosa
fuese erradicada de la ganadería argentina. El hecho de que esto se lograse en unos
pocos años, pero que recién sucediese en la década de 1990, demuestra que el Estado no
se preocupó seriamente de este problema sanitario que excluía una producción afectada
por aftosa como la argentina, de mercados de importancia como el estadounidense o el
japonés, por ejemplo. A través de ellos, mientras tanto, países productores no aftósicos
como Australia lograban consolidar su ganadería mediante una creciente exportación de
carnes a estos países demandantes, no aftósicos.
280

La otra gran equivocación del Estado fue la de no combatir la evasión fiscal en el


mercado de carnes, lo que permitió el crecimiento de numerosos mataderos o
frigoríficos que sistemáticamente no pagaban impuestos, a costa de la declinación de los
frigoríficos fiscalmente registrados, como fue el caso del Lisandro de la Torre. Esto se
generaba por una competencia desleal entre las empresas que pagaban sus impuestos y
estas otras que, al no hacerlo, podían establecer precios menores en base a la ventaja de
no tener que costear impuestos.

Estas dos importantes falencias en la política de carnes del Estado afectaron, sin duda,
las posibilidades de crecimiento del sector frigorífico exportador, de las exportaciones
de carne vacuna y de la ganadería. Sumado a esto, el cierre progresivo del mercado de la
CEE, en función de la aplicación de la Política Agraria Común, no es de extrañar que,
en conjunto, tanto la CAP como los frigoríficos extranjeros sufriesen esta serie de
desincentivos, viesen afectada su rentabilidad y productividad hasta llegar a condiciones
próximas a un punto de cierre de su actividad, demostrativo de notables carencias de
eficiencia en el funcionamiento del mercado.

Una última interpretación que, sobre esta base, se podría arriesgar es que los reclamos
de los frigoríficos extranjeros en el sentido de suspender el apoyo financiero fiscal a la
CAP solo tenía la finalidad de capturar su mercado y mejorar las posibilidades de
supervivencia de aquellos, cosa que se demostró poco probable luego de la experiencia
del recorte financiero de entre 1959 y 1963.

Ésta no pareció haber sido una clave certera para la deseada recuperación de las
empresas extranjeras, ya que pocos años después igualmente cerraron, a pesar de
haberse debilitado seriamente la capacidad competitiva de la CAP en esa etapa en que
se la desfinanció.
281

La ineludible insistencia de los frigoríficos exportadores en un mercado aftósico de


destino declinante –el de la CEE y Reino Unido - y su imposibilidad de competir
lealmente en el de consumo interno parecen haber sido condicionantes mayores donde
la incompetencia del Estado tuvo evidente responsabilidad, hecho demostrado porque
solo muchos años después el Estado logró superar esas relevantes deficiencias que
afectaban este mercado.

En última instancia, también cabe preguntarse sobre la radicación de algunos


frigoríficos multinacionales en Brasil, luego de que casi inmediatamente salieran de la
Argentina. Esa parece ser, además, una señal importante dado que estas inversiones en
frigoríficos preceden un notable desarrollo ganadero en Brasil desde los años setenta.
Resulta importante ocuparse del caso brasileño, entonces, en comparación con el de
Argentina, ya que ésta declina en forma sostenida desde fines de los años 60 en un
sector donde se va a destacar cada vez más Brasil a partir de esa misma época311.

En conclusión, a principios de los años 70, el ciclo histórico de la industria frigorífica


exportadora central estaba tocando a su fin y, dentro de él, la CAP se instalaba con su
absoluta decadencia. Desde fines de los años 60 una serie de frigoríficos nacionales
medianos sustituían con sus exportaciones la actividad que había liderado esa industria
central.

En 1974, a raíz de un práctico cierre de las importaciones cárnicas de la CEE, las


exportaciones argentinas tendieron a paralizarse hasta 1976 para estancarse en un
relativamente bajo nivel a partir de allí. Tanto la crisis del sector exportador de fines de
los 60 como la que se reinstaló a mediados de los 70 no determinaron reacciones
decisivas de parte del Estado o de un sector rural que participaba del manejo de las
instituciones del sector, la Junta Nacional de Carnes y de la CAP.

El sector frigorífico exportador subsistente no contó con el apoyo de ninguno de estos


dos actores principales. No se planteó la reestructuración sectorial con la finalidad de
recuperar todo el espacio perdido en el mercado internacional de carnes ni tampoco se
fue en ayuda de las nuevas empresas frigoríficas que sostenían todavía el esfuerzo
exportador.

311
Buxedas, (1983); Canzanelli, (1988); Schlesinger (2009).
282

Solo en 1978 se implementó un sistema de reembolsos fiscales a las exportaciones, o


draw backs, que intentó mejorar los ingresos de la exportación cárnica, en
compensación de las políticas proteccionistas de la CEE y Estados Unidos que
dominaban el mercado internacional y desplazaban de él a los exportadores
sudamericanos. Pero esto resultó solo en un paliativo de escaso impacto, mientras que la
desvinculación del gobierno militar de entonces respecto de los intereses del sector
ganadero se demostró cuando decidió el cierre definitivo de la CAP en 1979312.

En suma, imposibilitada de sostenerse en un mayor nivel, por falta de demanda


internacional, la exportación y sus empresas frigoríficas, tradicionales o nuevas, dejaron
ser una prioridad para los habituales actores principales del sector, Estado, ganaderos
pampeanos y hasta para el propio sector frigorífico que encontraba en el consumo una
opción más válida que en una exportación que eventualmente se presentaba como una
alternativa favorable.

La recuperación de un mayor espacio en el mercado internacional y de un sector


frigorífico exportador que lo sostuviese hubiese significado una actitud proactiva de
estos sectores que nunca se dio. Para el Estado no fue importante la reconstrucción de
esta industria exportadora ya que otros sectores de origen agrícola pudieron sustituir su
aporte a las exportaciones que este sector perdió como fue el caso de la industria
aceitera, que rápidamente pudo obtener un importante desarrollo exportador.

Mientras, para el sector rural, con una demanda más restringida por la caída de la
exportación, la opción también fue un desarrollo alternativo, el de la agricultura.

Por su parte, las nuevas empresas frigoríficas exportadoras así como las grandes que se
fueron o la propia CAP debían enfrentarse a una inmensa inversión de capital en
reestructuración productiva y de comercialización internacional si querían reconquistar
un espacio de privilegio en el mercado internacional.

Ese nivel de inversión no contaba con ningún apoyo del Estado, no era del interés
inversor de multinacionales del sector que, en principio, optaron por instalarse en Brasil,

312
Pierri, (2007). Humberto Volando, presidente de Federación Agraria Argentina, relata en este libro
que fueron los militares del gobierno los que decidieron el cierre de la CAP, cosa de la que estuvo al
margen José A. Martínez de Hoz, Ministro de Economía y afiliado a la Sociedad Rural Argentina.
283

y no era sustentable para las representaciones ruralistas que sostenían su interés por la
CAP o por la Junta Nacional de Carnes.

El mayor ejemplo de una política de esta envergadura, encarada bajo un sistema de


central participación del sector privado con fuerte apoyo del Estado, fue el caso de
Brasil313.

Puede entenderse que Argentina adoptó un régimen de alguna similitud con éste entre
1930 y 1960 pero no queda otra explicación que la de decir que lo abandonó
definitivamente hacia fines de los años 60 y no lo retomó, seriamente, en ningún
momento posterior, aunque cabe destacar que el Estado reapareció en los años 90 con la
erradicación de la aftosa y el control de una evasión fiscal que hasta allí y desde largos
años atrás había permitido el funcionamiento de un extendido “mercado negro” de
procesamiento y comercialización de carne vacuna.

Fuentes y Bibliografía.

Fuentes.

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Argentina de Productores de Carne, 1939-1940. CAP, libros de actas del consejo de
administración, caja 21, 1939 a 1940.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de Carne, 1955-1969. CAP, Libros de Actas del Consejo de
Administración, Cajas 25, 26,27,28,29,30,31,32, Años 1955-1969.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de Carne., 1943-1944.Libros de actas del consejo de
administración, caja 22, 1943 a 1944.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de carne, 1945-1946. Libros de actas del consejo de
administración, caja 23, 1945 a 1946.

313
Schlessinger, (2009).
284

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de Carne, 1946-1948.Libros de actas del consejo de
administración, caja 24, 1946 a 1948.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. CAP, Corporación


Argentina de Productores de Carne, 1955-1969. Libros de Actas del Directorio, Cajas
14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21 – Años 1955 a 1969.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. Instituto Ganadero


Argentino, División de Economía y Producción, 1951-1952. Actas 1951 y 1952, caja 4.

Archivo General de la Nación Argentina. Archivo Intermedio. Instituto Nacional de


Carnes, Libros de actas de directorio, caja 6, 1953-55.

Bibliografía.

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Aires, Banco Ganadero Argentino.

Buxedas, Martín (1983). La industria frigorífica en el Río de la Plata (1958-1977).


Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

Cámara de Diputados de la Nación Argentina (1975). Informe de la Comisión


Investigadora sobre carnes. Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación.

Canzanelli, Liliana (1988). Diagnóstico sobre comercio exterior de carne vacuna en la


Argentina. Buenos Aires, IICA, OEA.

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Balances, 1935 a 1942; 1945; 1956; 1958; 1962. Buenos Aires, Peuser.

Cisneros, Andrés and Carlos Escudé (dir.) (2000). Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas. Buenos Aires, Galerna.

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Argentino. Buenos Aires, Biblioteca del Ministerio de Economía.

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Eichengreen, Barry (2012). The British economy between the wars. Berkeley,
University of California.

Girbal Blacha, Noemí (2000). El cambio de rumbo de la economía argentina peronista.


Revista Ciclos N° 20, 2000.
285

Junta Nacional de Carnes (1945). Síntesis de la labor desarrollada 1933-1945. Buenos


Aires, Junta Nacional de Carnes.

Pierri, José Alberto (2007). Sector externo, política agraria y entidades del agro
pampeano, 1960/1986. Buenos Aires, Ediciones Cooperativas.

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importaciones de carne y el triángulo Argentina-Gran Bretaña y Estados Unidos en el
periodo entre las dos guerras mundiales”. Desarrollo Económico 26, no. 101, abril
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O'Donnell, Guillermo (1977). “Estado y alianzas en la Argentina, 1956-1976”.


Desarrollo Económico 16, no. 64.

Schlesinger, Sergio (2009). O gado bovino no Brasil. Texto_Gado_Boll_2009-4


historia.pdf.

Sociedad Rural Argentina (1927). El pool de frigoríficos: necesidad de la intervención


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Vazquez Presedo, Vicente (1988). Estadísticas históricas argentinas, 1873-1973.


Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Económicas.
286

Anexo. Estadísticas Históricas.

27. EVOLUCIÓN DE LOS MÁRGENES REALES EN EL COMERCIO EXTERNO DE LA CARNE VACUNA -

Ingreso que cada sector percibe por la carne contenida en un novillo típico de exportación - Años 1956 a 1965

Total de los Impuestos y


AÑOS Frigoríficos Ganaderos
sectores retenciones
1956 24.533 4.300 6.678 13.505
I 26.923 7.000 7.215 12.708
II 25.786 5.402 7.470 12.914
III 24.814 2.730 6.964 15.120
IV 20.612 2.267 5.065 13.279
1957 21.385 2.673 6.946 11.706
I 21.803 2.725 6.202 12.876
II 23.363 2.920 8.046 12.396
III 20.401 2.550 6.632 11.219
IV 19.972 2.497 6.904 10.571
1958 23.338 2.917 6.449 13.971
I 18.069 2.259 4.706 11.104
II 17.976 2.247 4.488 11.241
III 24.801 3.100 7.252 14.449
IV 32.507 4.064 9.350 19.093
1959 44.458 10.819 10.154 23.485
I 54.324 12.223 16.828 25.273
II 46.063 11.305 13.098 21.660
III 41.917 10.689 6.690 24.538
IV 35.522 9.058 3.999 22.465
1960 36.822 7.975 7.588 21.259
I 38.937 9.929 5.374 23.634
II 38.324 9.015 8.755 20.554
III 37.274 6.896 10.299 20.079
IV 32.753 6.059 5.926 20.768
1961 27.384 3.981 4.610 18.793
I 30.944 5.725 5.501 20.018
II 27.285 5.048 4.512 17.725
III 25.393 2.948 4.455 17.990
IV 25.913 2.203 4.271 19.439
1962 29.781 1.433 11.055 17.293
I 27.094 1.591 8.195 17.308
II 28.287 1.273 11.021 15.993
III 33.484 1.507 13.854 18.123
IV 30.258 1.361 11.150 17.747
1963 28.035 1.261 7.782 18.992
I 24.180 1.088 3.763 19.329
II 26.602 1.197 6.114 19.291
III 32.774 1.475 13.768 17.513
IV 28.587 1.286 7.483 19.818
1964 33.554 1.510 4.527 27.517
I 30.201 1.359 4.039 24.803
II 34.990 1.574 3.393 30.033
III 35.342 1.591 6.135 27.616
IV 33.684 1.516 4.553 27.615
1965 34.299 3.889 3.245 27.165
I 35.606 1.603 5.333 28.670
II 36.128 5.058 4.044 27.026
III 37.152 5.201 2.463 29.488
IV 28.311 3.696 1.141 23.474

FUENTE: Elaborado en base a datos de la Junta Nacional de Carnes e informaciones propias.


(Véase La Producción Rural Argentina, 1er. semestre 1965, Banco Ganadero Argentino).

El ingreso percibido por cada sector está expresado en pesos de poder adquisitivo de junio de 1966,
y se refiere a la carne contenida en un novillo tipo chilled de acuerdo a su realización
en el mercado de Smithfield, llevadas a FOB Buenos Aires y aplicadas a la carne
obtenida de un novillo promedio de exportación.
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
287

28. MÁRGENES EN LA COMERCIALIZACIÓN EXTERNA DE LA CARNE VACUNA - Años 1956 a 1965 -


Porciento que recibe cada sector de la cotización del chilled agrentino FOB Buenos Aires
Años y Ganaderos en Impuestos y
Frigoríficos
Trimestres Liniers retenciones
1956
I 48,0 26,0 26,0
II 50,9 28,1 21,0
III 61,4 27,6 11,0
IV 64,8 24,2 11,0
1957
I 59,3 28,2 12,5
II 53,3 34,2 12,5
III 55,4 32,1 12,5
IV 53,0 34,5 12,5
1958
I 61,9 25,6 12,5
II 63,0 24,5 12,5
III 62,6 24,9 12,5
IV 61,4 26,1 12,5
1959
I 46,5 31,0 22,5
II 47,1 28,4 24,5
III 58,6 15,9 25,5
IV 63,3 11,2 25,5
1960
I 60,8 13,7 25,5
II 54,1 22,7 23,2
III 54,0 28,5 18,5
IV 63,5 18,0 18,5
1961
I 65,1 16,4 18,5
II 65,3 16,2 18,5
III 70,9 17,3 11,8
IV 75,1 16,4 8,5
1962
I 63,8 30,3 5,9
II 58,0 37,5 4,5
III 54,3 41,2 4,5
IV 59,3 36,2 4,5
1963
I 80,3 15,2 4,5
II 72,8 22,7 4,5
III 53,6 41,9 4,5
IV 70,2 25,3 4,5
1964
I 82,3 13,2 4,5
II 85,8 9,7 4,5
III 78,3 17,2 4,5
IV 81,9 13,6 4,5
1965
I 80,7 14,8 4,5
II 74,9 11,1 14,0
III 79,36 6,7 14,0
IV 82,8 4,2 13,0

FUENTE: Elaborado en base a datos de la Junta Nacional de Carnes, circulares del Banco Central e informaciones propias.
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
288

26. PROPORCIÓN DE LA FAENA REGISTRADA DE VACUNOS EN FRIGORÍFICOS CENTRALES


Y OTROS ESTABLECIMIENTOS - Porcientos sobre la faena total registrada - Años 1935 a 1965

Frifgoríficos Grandes fábricas Frigorífico L.


AÑOS Resto
centrales refionales de la Torre
1935 41,4 2,5 16,8 39,3
1936 45,4 1,6 15,0 38,0
1937 46,5 2,1 14,3 37,1
1938 43,9 1,5 16,0 38,6
1939 43,5 3,1 15,7 37,7
1940 41,0 3,3 17,2 38,5
1941 45,3 3,9 15,9 34,9
1942 43,6 4,1 16,6 35,7
1943 41,0 3,7 20,4 34,9
1944 40,3 3,6 19,8 36,3
1945 28,4 4,2 22,3 45,1
1946 29,8 3,4 20,9 45,9
1947 36,1 3,8 18,9 41,2
1948 30,5 2,4 20,3 46,8
1949 28,4 2,1 19,7 49,8
1950 28,3 2,5 18,0 51,2
1951 25,7 2,1 15,6 56,6
1952 36,7 2,7 11,2 49,4
1953 35,8 3,3 11,2 49,7
1954 39,0 2,7 10,0 48,3
1955 42,5 3,4 10,5 43,6
1956 42,6 3,5 10,5 43,4
1957 34,4 3,9 9,5 52,2
1958 29,1 3,5 9,3 58,1
1959 29,7 3,4 7,1 59,8
1960 23,3 2,4 11,3 63,0
1961 21,4 3,0 8,7 65,9
1962 19,7 2,7 7,2 70,4
1963 24,8 3,3 5,9 66,0
1964 20,5 3,1 5,3 71,1
1965 18,9 2,3 4,8 74,0

FUENTE: Junta Nacional de Carnes. Bajo el rubro de frigoríficos centrales se comprenden sigs. Estalecimientos
Anglo, Armour, La Blanca, Swift La Plata, Swift Rosario
Frigoríficos Argentinos (ex Wilson), La Negra, Cuatreros, Smithfield, Gualeguaychú, Vivoratá y CAP.

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
289

25. EVOLUCIÓN DE LA COMERCIALIZACIÓN DE HACIENDA VACUNA CON DESTINO FAENA Y EXPORTACIÓN EN PIE -
Porcientos del importe de las transacciones - Años 1934 a 1965
Operaciones Venta en Venta en Operaciones
AÑOS
en estancias mercados remates feria no registradas
1934 45,1 27,3 17,0 10,6
1935 39,7 30,7 15,0 14,6
1936 38,9 31,0 17,1 13,0
1937 38,3 32,6 16,9 12,2
1938 37,6 32,0 17,7 12,7
1939 38,1 31,4 16,4 14,1
1940 36,5 31,0 17,1 15,4
1941 37,0 31,3 15,8 15,9
1942 31,0 36,5 16,2 16,3
1943 27,1 39,1 18,7 15,1
1944 27,9 35,4 18,0 18,7
1945 21,6 36,8 19,5 22,1
1946 25,0 36,8 20,8 18,4
1947 22,6 41,0 20,8 15,6
1948 16,5 42,0 23,1 18,4
1949 16,9 42,4 21,9 18,8
1950 17,2 41,4 24,1 17,3
1951 11,2 36,7 28,9 23,2
1952 14,8 36,3 25,4 23,5
1953 20,2 31,5 24,3 24,1
1954 32,1 24,0 27,1 16,8
1955 45,5 17,7 21,6 15,2
1956 52,1 17,6 17,4 12,9
1957 36,6 28,8 23,4 11,2
1958 16,9 40,7 28,8 13,6
1959 19,4 36,4 31,3 12,9
1960 14,5 39,5 32,6 13,4
1961 13,1 39,4 33,3 14,2
1962 11,3 40,5 29,9 18,3
1963 12,0 38,9 24,4 24,7
1964 11,4 33,5 32,8 22,3
1965 9,7 38,2 28,6 23,5

FUENTE: Junta Nacional de Carnes.

Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
290

Capítulo 10

LA CAP, LOS GANADEROS, POLÍTICAS ECONÓMICAS Y DISCRIMINACIÓN


AGRARIA.

1. La CAP, expresión de las asociaciones ruralistas frente a las políticas


agropecuarias.

A riesgo de caer en la repetición de algunos temas ya tratados parece necesario insistir


en mencionarlos para delinear un esquema de análisis sobre un perfil de las políticas
agropecuarias aplicadas, el de la discriminación al agro. Ha habido discriminación
positiva o favorable al agro, a través de ciertas políticas, las de los años treinta, por
ejemplo, y también ha habido discriminación negativa o desfavorable al sector por
medio de otras distintas, como la que se diera entre 1945 y 1950, entre otras. Todas ellas
tuvieron su impacto sobre el agro y las consecuencias se hicieron sentir sobre su
desarrollo, sobre las exportaciones y el consumo. De esto último también se derivan
distintas y relevantes repercusiones sobre diferentes aspectos del resto de la economía.

Dentro de ese conjunto, el caso de la carne vacuna fue abordado, en parte, a partir de lo
que nos relataran los directivos de la CAP en los registros de su evolución desde su
creación hasta fines de los años sesenta. En estos relatos registrados en los archivos de
la CAP surgen sucesivas interpretaciones de las políticas agropecuarias de cada
momento.

Dentro de ellas, pueden encontrarse distintos planteos de discriminación al agro, a la


producción ganadera o agrícola, a los frigoríficos exportadores y a la propia CAP.
Tampoco queda excluida de la expresión de los directivos de la CAP la política de
discriminación agraria implementada por la CEE, otros países europeos o Estados
Unidos.

Por eso, antes de avanzar en un esquema analítico de la discriminación al agro, cabe


hacer una caracterización de algunos de aquellos directivos de la CAP que, entendemos,
hicieron su aporte al discernimiento de esta cuestión como algunas otras de relevancia
que se han considerado.
291

No es fácil diferenciar cuales aspectos afectan directamente a esta empresa, cuales


responden al sector industrial, la ganadería o se comparten con el sector agrícola, pero
resulta de utilidad aprovechar la experiencia vivida en esta empresa, según lo relatan sus
dirigentes para alcanzar una visión de cuál es el ánimo de los distintos gobiernos hacia
esta empresa y sector como expresión particular y reveladora de política agropecuaria.

De las distintas deliberaciones surge que el posicionamiento político de los directivos de


la CAP es de importancia, porque su elección –según la Ley de Carnes de 1933- tenía
que responder al voto de los afiliados a esta Corporación, que eran todos los que
pagaban el impuesto a las transacciones ganaderas que recaudaba la Junta Nacional de
Carnes, lo que significaba el voto del universo de productores del sector.

Sin embargo, los reglamentos electorales no garantizaron totalmente ese nivel de


participación de los productores, pero las asociaciones ruralistas que los agrupaban, se
preocuparon por ser parte de la conducción de la CAP y lograr que los productores que
ellas representaban accediesen a ésta por su intermedio314.

Hay algunas figuras destacadas de representativos movimientos de ruralistas que dieron


a conocer, sistemáticamente, sus posiciones respecto de las medidas de gobierno en
relación a la CAP, así como las relacionadas con el sector frigorífico y el rural. Hay, en
la postura política de estos dirigentes, una visión reservada a la política económica y la
agropecuaria que aporta importantes indicios sobre las consecuencias de la acción del
Estado sobre el sector.

Estas críticas sobre política agropecuaria y económica de los dirigentes de la CAP ya


han podido ser confrontadas con distintos trabajos analíticos, en páginas precedentes, lo
cual ha reforzado los fundamentos de sus posiciones. Este análisis especializado que se
ha ido conjugando con las visiones provenientes de la CAP permitió darle mayor
sustento a lo planteado por sus directivos, con lo cual la retórica política o ideológica en
que pudieran incurrir no ha sido impedimento para conocer o esclarecer distintas
cuestiones fundamentales que se plantearan a lo largo de la existencia de la CAP.
Varios de los que fueran directivos de la CAP fueron dirigentes de mayor o menor
relevancia de importantes asociaciones rurales de todo el país. Esta característica le da

314
Smith, (1983).
292

mayor autoridad a los dichos y posiciones de cada uno de ellos dentro de la CAP, ya
que su visión no era personal sino que respondía a la agrupación ruralista a la que
pertenecían y ésta no se limitaba, tampoco, exclusivamente, a representar los intereses
de la ganadería.

Las asociaciones rurales, según la composición típica de los productores que agrupaban,
podían poner mayor énfasis en el segmento de la producción agraria que les resultase
más afín o propio, pero esto no significaba concentrarse exclusivamente en éste, ya que
un enfoque general de los problemas del agro hacía posible la competencia, la
cooperación o el conflicto necesarios para apoyar o enfrentar a las políticas
agropecuarias o económicas de cada momento315.

Si bien, en sus orígenes y, luego, durante muchos años, la Sociedad Rural Argentina
estuvo dominada por representantes e intereses de la ganadería, a partir de la
importancia adquirida por la agricultura en el sector rural, así como por el práctico
cierre del mercado británico de carne bovina en los años setenta. Esta entidad se
comprometió más firmemente con los productores agrícolas, a partir de los años
ochenta, cuando se concretó un ciclo de expansión agrícola destinado a satisfacer una
ingente importación de granos por parte de la Unión Soviética, a raíz del embargo
cerealero que le impusiera Estados Unidos por su intervención militar en Afganistán316.

Horacio Pereda fue el primer presidente de la CAP y fue el que planteó en un libro las
diferencias políticas y de intereses entre los criadores y los invernadores de ganado317,
aunque su intención fuera la de convocar a la unidad entre los ganaderos318. Estas
diferencias habían sido de tal importancia que los criadores de ganado se habían
agrupado en una entidad ruralista, en clara disidencia con la Sociedad Rural Argentina,
la CARBAP, Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, en

315
Smith, (1983); Pierri, (2007); Puiggros, (1957).
316
Pierri, (2007).
317
Pereda, (1936).
318
Los criadores son los ganaderos especializados en la reproducción y crianza de la hacienda bovina, en
tanto que su engorde o terminación corresponde a la etapa final en que el animal alcanza el peso con él
que podrá ser aprovechado al máximo por su equivalente de rendimiento –peso– en carne. A esta fase
final se la conoce por invernada, se especializa en el engorde de novillos y tuvo como principal destino a
la exportación. Los invernadores tenían como clientes directos a los frigoríficos de exportación. Por lo
tanto, los criadores eran el último eslabón de la cadena de valor que se iniciaba con los frigoríficos y sus
compromisos de exportación.
293

1932. Esta entidad luego formó con otras asociaciones de otras provincias la CRA,
Confederaciones Rurales Argentina, en 1943319.

A CARBAP perteneció una parte de la primera dirigencia de la CAP, donde se destacó


Nemesio de Olariaga320, quien mayores enfrentamientos demostró tener con los
invernadores y con los frigoríficos extranjeros. Nemesio de Olariaga dio su apoyo al
ascenso de Perón y al grupo de ruralistas que quedó a cargo de CAP en los primeros
años de su gobierno –hasta 1949–, aunque estos no fueron votados por los ganaderos,
sino simplemente designados por Perón.

En los primeros años de existencia de la CAP, aparte de estos dos primeros


memorables, aparece Eduardo Brouchou, un ganadero de la provincia de Corrientes, por
lo que, por definición geográfica, podría haber sido ajeno a los intereses de los
estancieros de la Provincia de Buenos Aires o de la Sociedad Rural Argentina. Sin
embargo, parece haber demostrado su buena relación con los personajes de este origen
que se habían hecho cargo de la conducción de una extendida área de gobierno, la
agropecuaria.

En efecto, hay que destacar que ésta incluyó una serie de nuevas instituciones, además
del Ministerio a cargo de los asuntos agrarios: la Junta Nacional de Carnes, la CAP y la
Junta Nacional de Granos. En todos ellos, representantes ruralistas del agro pampeano,
más o menos afines con la Sociedad Rural Argentina, quedaron a cargo de su gestión
entre 1933 y 1945.

Indalecio Gómez también se desataca en la conducción de CAP, durante sus primeros


años de existencia. Es un estanciero y consignatario de hacienda de la provincia de
Buenos Aires y miembro activo de la Sociedad Rural Argentina, donde fue director y
vicepresidente. Se desempeñó brevemente, en 1962/63, como director del Banco Nación
Argentina y en 1971/72 como embajador en París321.

Apellidos propios de la aristocracia ganadera bonaerense eran además Videla Dorna,


Kenny, Bunge, Guerrero, Frers y varios otros322. Algunos de ellos –en consonancia con

319
Smith, (1983); Puiggros, (1957).
320
Irusta Obergozo, (2008).
321
La Nación, 16/6/2012.
322
Sartelli y Colombo, (1997); CAP, Libros de Asamblea, (1935-1940).
294

su afinidad o pertenencia a CARBAP- no ocultaban su oposición a los invernadores,


pertenecientes a la Sociedad Rural, o a los frigoríficos extranjeros, con los que ésta
debía respetar las relaciones comerciales de sus asociados con ellos, aunque rechazando
las condiciones monopólicas que imponían323.

A Brouchou lo acompañaban en el Consejo Directivo, Campion y Grondona, el primero


de estos, vinculado a la producción de porcinos y el segundo a la producción de carne
vacuna para consumo, al aparecer como operador privado en el matadero municipal de
la ciudad de Buenos Aires324.

A la intervención militar de 1943 –del primer gobierno militar en el que participa Perón
en altos cargos ejecutivos- acompaña un señor Puchulu que reaparecerá en la CAP
restituida a los ganaderos por el golpe militar que derroca a Perón en 1955. Esta persona
demuestra su idoneidad al estar presente en dos oportunidades en la gestión de CAP y,
además, oponerse con una serie de argumentos técnicos a la instalación de un frigorífico
en la provincia del Chaco, a instancias del gobierno de la Revolución Libertadora.

La gestión de la CAP, iniciada en 1956, fue presidida por Benito Legerén, un alto
representante de Confederaciones Rurales Argentinas que como se mencionó se
constituyó para oponerse a la Sociedad Rural Argentina, a partir de CARBAP. Sobre su
sucesor Miguel Busquet Serra –reemplazante de Legerén en 1958- no se han encontrado
referencias concretas respecto de su filiación ruralista, aunque era estanciero de la
localidad de Bolívar, Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, consta que fue un
militante de la Unión Cívica Radical, diputado de este partido durante el gobierno de
Arturo Frondizi, presidente de la CAP bajo ese mismo período y, luego, interventor de
ella, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en 1983325.

A él lo acompaña alguien de apellido Campion que puede llegar a ser la misma persona
o un pariente de aquella que se desempeñara desde los años treinta, en la CAP, sobre
quien se sabe, por haberlo declarado en las sesiones de la CAP, que también fue

323
CAP, Actas del Directorio, (1935-1942); Junta Nacional de Carnes, (1945); Smith, (1983); Hora,
(2005); Hora, (2009).
324
CAP, Actas del Consejo de Administración, 1939-1940; CAP, Memorias y Balances, (1935-1942).
325
Diario La Mañana.com.ar, (2013).
295

productor de porcinos. Los fiambres y chacinados de marca Campion pueden haber


pertenecido a la familia de estos directores de la CAP.

En este directorio de la CAP aparece un señor Mathet, quien se declara representante de


CRA, para realizar un fogoso discurso en defensa de la ganadería y poniendo bien en
claro que con todas las restricciones que le ha impuesto el gobierno de Frondizi, la CAP
no estaría ya en condiciones de seguir brindando su generoso apoyo a la ganadería,
comprando la mayor cantidad de ganado al mayor precio posible. Financieramente, la
CAP había quedado imposibilitada, efectivamente, de poder seguir haciéndolo.

En 1962, aparecen algunos representantes de la Federación Agraria Argentina (FAA),


sector poco representativo en la ganadería de exportación. Sus representados, en todo
caso, son pequeños y medianos productores –propietarios de campos o chacras más o
menos extensos– que combinan agricultura y ganadería de cría.

Se destacan en esa etapa Humberto Volando, vicepresidente, y Nicolás Losano, síndico.


Luego, a partir de 1966 Losano pasará a ser presidente. Volando, por su parte,
continuará como Losano hasta 1969, haciéndose cargo, luego, desde 1971, de la
conducción de la Federación Agraria Argentina, (FAA), por largos años, hasta 1996.

Volando ubicó, desde los años sesenta, a la FAA en una posición política de centro o
centro izquierda, alejada sino enfrentada con la Sociedad Rural Argentina326.
Seguramente, tal particular ubicación dentro de una dirigencia agraria nacida en un
ambiente de políticos conservadores les valió a aquellos dirigentes una serie de
amenazas por parte del gobierno militar de Onganía, iniciado en 1966. Se amenazó a la
CAP con retirarle totalmente sus fondos de financiamiento establecidos por ley y a este
reclamo se unió el conjunto de empresas frigoríficas extranjeras.

A partir de 1969 llegó a la CAP, en coincidencia con ese particular enfoque del
gobierno militar, para hacerse cargo de su Gerencia General un Almirante retirado,
Carlos Kolungia, quien según las investigaciones de la Comisión Investigadora de

326
Pierri, (2007).
296

Carnes de la Cámara de Diputados de 1973, fue un principal responsable de las acciones


fraudulentas que según esta Comisión se verificaron en la CAP entre 1969 y 1973327.

De esta forma se ha señalado a quienes, en las distintas actas que registran la actividad
de los directivos de la CAP, desde sus orígenes, fueran voces destacadas del
posicionamiento de esta institución frente a distintos gobiernos, políticas económicas y
agrarias o frigoríficos exportadores competidores.

Si bien hubo varios otros directivos que hicieron distintas contribuciones es fácil
percibir que en la conducción de la CAP se alternaron representantes destacados de la
Sociedad Rural Argentina, de la CARBAP, de CRA y de la Federación Agraria
Argentina. Queda claro, entonces, que tanto la gestión como la expresión de estas
destacadas asociaciones rurales argentinas consideraron a la CAP como un patrimonio
económico y político del sector agrario. El énfasis en el sector ganadero era obvio
porque la gestión de la entidad tenía ese origen y destino, pero las asociaciones rurales
que la gobernaban se encuadraban en el espectro más amplio de lo agropecuario, no
solo pampeano, sino también regional.

Teniendo en cuenta todo lo que ya se revisara sobre la evolución de la CAP y las


políticas de gobierno que afectaban a ésta y al agro, es importante intentar resumir
algunas posiciones concretas muy destacadas de la CAP que permiten aproximarse a
una concepción amplia de discriminación al agro, denominación que aquí se aplicará en
los distintos sentidos en que el Estado revirtió la protección al agro que había instituido
en los años 30. En la terminología económica, la discriminación aplicada por el Estado
se encontrará, en tanto, solo referida a los arbitrios con los cuales fijó precios relativos
menores a los que surgirían mediante el libre mercado o sin su intervención.

2. Distintas cuestiones básicas planteadas en torno de la gestión de CAP y las políticas


de Gobierno.

Si se toman en cuenta los puntos críticos en los que, en este mismo sentido de
discriminación, se pudo concluir en el capítulo anterior, teniendo como base sustancial
los archivos de la CAP, se podrá observar la coincidencia con un estudio especializado
sobre el caso de la carne vacuna, realizado más de veinte años más tarde.

327
Cámara de Diputados de la Nación argentina, (1975).
297

Evidentemente, lo que ocurrió a partir de los años setenta –punto de partida de este
estudio– no modificó básicamente la situación que llevó al diagnóstico final que se
elaboró sobre las expresiones vertidas en el seno de la CAP desde mediados de los años
cincuenta y fines de los sesenta.

En un párrafo del trabajo de Canzanelli, L. (1993, p. 90)328 se destaca un listado de


cuestiones críticas que afectaron al sector de los frigoríficos, durante las décadas de
1970 y 1980:

- “Insuficiencia de la iniciativa de erradicación de la aftosa.

- Insuficiente cumplimiento de legislación impositiva y sanitaria que facilite la


eliminación del “circuito del frigorífico” ilegal.

- Altos costos laborales y energéticos.

- Alta presión impositiva provincial y municipal.

- Altos costos portuarios y de fletes.

- Escasez de recursos financieros.

- Baja productividad del sector ganadero, debido a su recurrente afectación a las


políticas económicas, aplicándose retenciones u otras formas de regulación de
sus precios.

- Ausencia de incentivos y desgravaciones para lograr una mayor tecnificación.

- Insuficiente diferenciación de producto argentino en mercados internacionales.”

De esta forma tan esquemática se señalaron una serie de problemas cruciales que
coincidentemente significó la caída definitiva de la tradicional estructura frigorífica
exportadora a fines de los años sesenta, la que fuera reemplazada por otra nueva desde
los setenta pero que siguió enfrentando este mismo listado de dificultades.

Es muy importante tener esto bien en cuenta ya que la evolución de los frigoríficos de
los setenta en adelante está signada por el conjunto de problemas señalados, lo cual

328
Canzanelli, (1993); Canzanelli, (1988).
298

demuestra que la discriminación negativa hacia la ganadería y los frigoríficos que


comenzase hacia fines de los cincuenta se proyectó, igualmente, hasta los noventa.
Recién en esa década la política estatal hacia el sector agrario comenzó a revertir la
discriminación de esos años previos, destacándose en el caso de la ganadería y las
carnes la erradicación de la aftosa y del mercado ilegal de carnes.

Las críticas realizadas desde la CAP, que son validadas también por el análisis de
Canzanelli, son obviamente las mismas en estos dos últimos casos, el de la aftosa y el
de un notorio circuito productivo en manos de evasores fiscales. Pero también se
plantearon problemas parecidos a los que en este listado se presentan.

La política de retenciones a los ingresos de exportación, así como la alta carga


impositiva sobre la actividad de los frigoríficos son parte de una denuncia pública que
encabezaron los frigoríficos extranjeros y que la CAP apoyó, tal como se especificó en
el capítulo anterior. La disminución de la rentabilidad en los frigoríficos, a consecuencia
de esto, disminuyó, a su vez, la demanda de ganado, moderó sus precios, pero también
puso límites al aumento de la producción ganadera.

La menor rentabilidad relativa de ganado y carnes frente a granos determinó una opción
más favorable a estos últimos y una tendencia a un lento crecimiento ganadero. Las
fases de retención y liquidación del ciclo ganadero fueron muy variables a corto plazo
entre los años cincuenta y sesenta, impidiendo también el aumento sostenido de la
productividad ganadera. Estas lecturas de la realidad del sector de los directivos de CAP
fueron coincidentes con la de analistas especializados329.

Las políticas específicas de discriminación negativa fueron más allá de la intervención


sobre los precios agropecuarios pero lo importante es destacar que el caso de CAP y de
la ganadería, así como el de la agricultura se insertan dentro de una política básica de
distorsión de los precios agropecuarios que perciben los productores o pagan los
consumidores, a partir de la década que inicia en 1960.

Restricciones cuantitativas, elevación de aranceles de importación de maquinarias e


insumos importados, o recurrentes devaluaciones fueron determinantes de aumentos en
el costo de importación, salariales y de financiamiento externo de la CAP.

329
CONADE, (1968); Reca, (2006).
299

Distintos registros documentales de CAP reflejan estos problemas que afectan a CAP,
directamente, pero también al conjunto de la economía, dada la presencia frecuente de
desequilibrios externos entre los años 50 y fines de los años 80, principalmente.

El producto era sustento fundamental de la alimentación en los hogares, en forma


secular, por lo que su precio era clave en la determinación de los salarios reales. Una
política de retenciones, consistente en la apropiación estatal de un porcentaje de los
ingresos por exportación agropecuaria, no solo resultó el expediente para obtener
mayores ingresos fiscales sino también para aminorar los efectos de una devaluación del
peso sobre los precios de alimentos y, especialmente, sobre el de la carne.

Dado un nivel de retención, el tipo de cambio efectivamente percibido por un productor


era resultante del tipo de cambio establecido menos el porcentaje de retenciones. El tipo
de cambio efectivo –luego de la retención– multiplicado por un nivel de precio
internacional era el determinante, por tanto, del nivel de precios de los alimentos.

De esta forma, aplicando estas retenciones o deducciones sobre el tipo de cambio, se


planteaba un más limitado traslado a los precios internos agrarios que el que podría
significar el impacto íntegro de una devaluación, equivalente al aumento total del tipo
de cambio al no aplicarse deducciones fiscales o retenciones a la exportación.

Así se intentaba acotar el alza de los precios agrarios internos y de sus alimentos
derivados, evitándose una caída mayor de los salarios reales que la que correspondería
al mayor efecto inflacionario sobre los alimentos de una devaluación sin aplicación de
retenciones.

La caída en el consumo de carne vacuna, alimento principal dentro de la canasta


asalariada, así como la de los salarios reales podía ser mayor sino se aplicaban
retenciones a las exportaciones cárnicas.

Según los archivos de CAP, esta política de retenciones sobre estas exportaciones se
instaló a partir de 1959, a fin de reducir el impacto de la devaluación sobre el precio de
la carne bovina y limitar el aumento de los precios de los alimentos, ya que sobre estos
incidía centralmente el de esta carne.
300

Una muy baja sustitución por consumos alternativos, carne porcina o aviar, por ejemplo,
convertía al de la carne vacuna en componente central e ineludible del consumo
asalariado de alimentos. Frente a la instancia de una devaluación del peso, unas mayores
retenciones sobre el tipo de cambio de estas exportaciones que las que se aplicaban a las
agrícolas u otras medidas como la prohibición de vender carne uno o dos días por
semana -“veda de carne” para bajar la cantidad demandada compulsivamente-,
buscaban evitar el efecto inflacionario del alza del precio de venta al público.

Ocurre además que una devaluación solía ser un disparador de ciclos de retención
ganadera, lo cual llevaba a una contracción de la oferta de animales y de la producción
de carne bovina, mientras que la rígida demanda del producto, de no reducirse
significativamente, contribuía a una aceleración inflacionaria y caída de salarios reales
por lo que la política económica tomaba el tipo de recaudos señalados para impedir
estas derivaciones conflictivas del caso de la carne vacuna.

En resumen, el consumo de esta carne y su incidencia sobre los precios y demás


problemas señalados tendieron a generar un conflicto de objetivos para la política
económica ya que sostener medidas de impulso a la exportación cárnica –como la
cambiaria– tenía como contrapartida esa serie de efectos negativos derivados de la
demanda de consumo.

Lo que es destacable, entonces, es que la estrategia de sustituir con un tipo de cambio


retributivo los ingresos por subsidios de la política propia de entre los años 30 y 50 no
fue posible llevarla a cabo eficazmente en este caso, a diferencia de los mejores
resultados esperables para la agricultura, donde el conflicto entre exportación y
consumo no existía.

En conclusión, tal como la industria frigorífica denunciaba, los impuestos a las


exportaciones, encabezados por las retenciones al tipo de cambio, hacían declinar la
rentabilidad de los frigoríficos exportadores, impidiendo el crecimiento sostenido de sus
exportaciones.

Los altos costos laborales ya pesaban sobre la industria frigorífica tradicional y eso
quedó demostrado en el caso de la CAP. Tal como se narró, la disminución de personal
para reducir su costo resultó continuamente necesaria. El desfinanciamiento de la CAP
301

ya fue suficientemente descripto, pero con el restablecimiento del financiamiento de


CAP se debió hacer frente al elevado endeudamiento resultante de esa prolongada etapa
de ahogo financiero.

De hecho, esto impidió la reestructuración o modernización de su aparato productivo y


la generación de nuevas líneas de producción que atendiesen el desarrollo de nuevos
productos demandados. Solo un escaso progreso tuvo una iniciativa de carnes
termoprocesadas de exportación encarada por CAP.

En suma, la CAP en manos de los ganaderos, intervenida o a cargo del Estado, así como
los frigoríficos extranjeros o los nacionales que los reemplazaron, parecen haber
enfrentado una serie de dificultades de orden público o estatal –aftosa, mercado ilegal
de carnes, altos impuestos, retenciones a las exportaciones, altos costos energéticos y de
fletes– que se inscriben en una concepción amplia de discriminación negativa de
política estatal.

En otros aspectos fundamentales, clasificables como de orden privado, el Estado


también habría agravado esa discriminación, ya no por acción sino por omisión. No
resolvió, en definitiva, el problema de endeudamiento de CAP –del cual fue
responsable– y no mejoró las condiciones de financiamiento de ésta o frigorífico
privado alguno como para alcanzar un mejoramiento de la estructura exportadora de
carne bovina.

En el orden internacional, la discriminación al agro nacional se hizo presente mediante


las políticas de cierre progresivo del mercado de carnes –así como de granos– de Europa
Occidental, a partir de los años sesenta. Las barreras a la importación –expresadas en los
prelievos, o recargos móviles a los precios de los productos agrarios importados, de la
Política Agraria Común– y la opción por una producción local que determinase el
autoabastecimiento alimentario fueron claras políticas de la CEE y originaron las
dificultades de exportación que revela la CAP en la inestabilidad y cierre creciente de
exportaciones a países como Alemania o Italia.

El Reino Unido, histórico mayor importador de las carnes argentinas, comenzó a


abandonar este rol cuando, desde los años cincuenta, prosperó en la protección a su
producción local a través de subsidios específicos que lograron desarrollarla y disminuir
302

las necesidades de importación de carne del exterior. Este mercado dejó de tener el
dinamismo e importancia que tuviera hasta la Segunda Guerra Mundial, aunque siguió
siendo principal sostén de la actividad exportadora de CAP hasta principios de los años
setenta330.

3. La distorsión de precios agropecuarios como expresión de la discriminación al agro


en sentido estricto.

Lo que ocurrió con las retenciones sobre el tipo de cambio de exportación ha sido objeto
de reiterados estudios sobre los desincentivos que éstas significan y lo importante aquí
es que han afectado al conjunto de los productos agropecuarios exportados,
distorsionando precios a lo largo de muchos años y desalentando, en consecuencia, la
producción y las exportaciones331.

Entre fines de los años 70 y los años 80, muy adversas condiciones en el mercado
internacional de carne bovina, hacen que éste resulte menos dinámico que la producción
y la exportación de granos, generándose una sustitución de ganado a favor de granos,
conforme bajan gravemente las exportaciones de carne. Esto permite sostener que las
retenciones sobre el sector resultaron en un agravante de las condiciones de exportación.

En resumen, de los distintos problemas centrales de los frigoríficos y ganadería que se


plantean desde los registros de épocas más distantes de la CAP hasta días más recientes,
cabe destacar el de la política de retenciones. Tal como se describió en el relato de las
deliberaciones y resoluciones de los directivos de CAP, entre las distorsiones que, de
distinto modo, originó el Estado al funcionamiento de la CAP, de otras empresas
frigoríficas y de la cría de ganado, ésta de las retenciones está claramente incluida.

Es más, se podría decir que una vez que se eliminó la política de subsidios a fines de los
años 50, no solo las empresas del sector quedaron libradas a sus propias fuerzas, sino
que desde allí también se instrumentaron una serie de medidas que les restaron fuerzas,
a través de distintos gravámenes, restricciones, etc., dentro de las cuales una de real
importancia es la de las retenciones al tipo de cambio.

330
CONADE, (1968).
331
Sturzenegger, 2007.
303

Una revisión de distintos estudios sobre la política de retenciones a ingresos de


exportación obliga a tomar en consideración un conjunto de productos agropecuarios de
exportación, normalmente sujetos a retenciones332 .

Pero una cuestión de interés en los estudios posteriores a los años 80 es que se puede
comparar el período 1960 a 1990, en el que hubo una aplicación usual de retenciones,
frente a otro de total eliminación de retenciones, el de los años 90, en el que hay,
además, una liberalización general de la economía.

De esta forma queda en evidencia, respecto de las políticas estatales de entre los 60 y
los 90, es que todas ellas, en mayor o menor medida, desarrollaron mecanismos de
protección para la industria y de desprotección para el sector agropecuario.

Esto último es, inclusive, como ya se ha planteado, un cambio de rumbo bien claro
respecto de las menguadas políticas de protección que todavía subsistían a fines de los
años 50, para el sector agropecuario. De haber sido asistido, generalmente, con políticas
de discriminación positiva entre 1930 y 1959, desde 1960 se da un largo período de
sostenida discriminación negativa.

En virtud de este principio general, no cabe descartar la posibilidad de que el sector de


las carnes, de frigoríficos y ganadería no solo haya padecido una retracción de los
mercados internacionales de carnes, sino también los efectos de algo que genéricamente
podría llamarse “desprotección”, pero que más precisamente se ha denominado sesgo
anti-exportador introducido desde el Estado para este sector.

Tal como se refirió para el caso de la CAP, las políticas específicas de discriminación
negativa fueron más allá de la intervención sobre los precios agropecuarios, pero sin
entrar a discutir esto, ahora, lo importante es destacar que el caso de CAP y de la
ganadería, así como el de la agricultura se insertan dentro de una política básica de
distorsión de los precios agropecuarios que perciben los productores.

Para analizar este proceso cabe hacer referencia a los distintos estudios citados,
realizados por Adolfo Sturzenegger en coautoría con otros economistas entre 1990 y
2007. Estos trabajos se dedicaron a la medición de distorsiones introducidas por el

332
Sturzenegger et. Al, (1990); Sturzenegger, (1991); Valdés y Schaeffer, (1995) y Sturzenegger y Salazni,
(2007).
304

Estado en los precios agropecuarios, con la finalidad de encontrar una explicación


coherente al persistente comportamiento de la política económica en relación al campo.

Esta explicación contiene su grado de complejidad, dado que aparecen distintos


determinantes de este comportamiento, pero es importante el análisis a fin de avanzar en
una definición del accionar del Estado sobre este sector privado productivo, fundada en
una serie de justificaciones que serán objeto de discusión en particular.

A priori, se puede destacar que la desprotección rural fue justificada en razón de


objetivos de protección al sector industrial y urbano, de lo cual fueron beneficiarios,
obviamente, el conjunto de empresas y trabajadores industriales y urbanos. Los grupos
representativos del agro debieron expresar su desacuerdo, en consecuencia, y ejercer sus
presiones en contrario de estas políticas.

Esta aproximación inicial es planteada para destacar que las justificaciones de las
políticas de discriminación no residen simplemente en que un ganadero o la CAP, por
ejemplo, pudieran contar con mayores o menores ingresos por exportación, aunque esto,
también, tenga su real importancia.

Hay una serie de efectos de discriminación que significan un esfuerzo de medición de


varias variables involucradas en políticas proteccionistas que tanto se dirigen al agro o a
la industria y tienen efectos cruzados entre estos. En rigor, si bien se trata de medir la
distorsión de precios debida a algunos impuestos o subsidios sobre bienes comerciables
externamente, esto lleva implícito discutir la política de protección del Estado en
relación al campo y a la industria y sus distintas consecuencias.

El caso argentino se diferencia de muchos otros países, en cuanto a la protección


recibida por el sector agropecuario, dado que, en general, donde ésta se practica, se
protegen los ingresos de los productores, con el fin de impulsar la producción y el
bienestar.

La Comunidad Europea, mediante su política de discriminación positiva ha permitido, a


la vez, mantener el nivel de bienestar de los productores y generar el autoabastecimiento
de varias ramas de alimentos. La aplicación de aranceles y otras barreras a las
importaciones de terceros países, así como el otorgamiento de subsidios a los
305

productores fueron habituales políticas de la región, lo cual permitió el abastecimiento


de un mercado interno de gran dimensión y progresiva expansión, con más de 170
millones de habitantes en 1960 y casi 500 millones en los primeros años del siglo XXI.
Ya en 1960 su población era similar a la de Estados Unidos y un 20% menor a la de la
Unión Soviética.

A lo largo de los años, mediante sucesivas incorporaciones de nuevos países a esta


Unión Europea, su población total no dejó de crecer y tanto la producción como el
comercio agrario interno tampoco dejaron de hacerlo, siempre dentro del marco de la
Política Agraria Común, la que insumió, en un promedio histórico, alrededor del 40%
del presupuesto de gasto de la CEE.

En materia de distribución de ingresos, comercio exterior y productividad del campo, la


aplicación de esta política de protección ha dado resultados favorables. Claro está que el
reverso de esta discriminación positiva hacia el interior de la CEE pudo entenderse
como una discriminación negativa para los países proveedores de esta región,
Argentina, entre ellos.

Este factor externo no entra en la consideración del estudio que se revisa aquí. Se puede
advertir que la aplicación de impuestos a la importación por la CEE tuvo efectos
distorsivos sobre los precios y volúmenes de exportación de este país a ese mercado que
quedan fuera del alcance de este estudio333.

No debe olvidarse que la aplicación de las políticas de esa región así como otras
similares de países como Reino Unido o Estados Unidos tuvieron un central impacto
sobre la evolución productiva y exportadora de Argentina, entre 1960 y 1990.

Cabe, entonces, preguntarse si la política de retenciones del Estado resultó ser más un
agravante de los efectos de la consolidación del proteccionismo agrario en el mercado
internacional que un exclusivo determinante de una perjudicial distorsión en los precios
relativos de los productos rurales. Sin embargo, en el escenario de los principales
participantes del mercado internacional agrario se destacan más los casos de aquellos
países que aplican políticas proteccionistas –o de discriminación positiva al agro-, como

333
Liboreiro, (1970).
306

los de la CEE, Estados Unidos o Brasil, por ejemplo, que el de aquellos donde se
verifica una discriminación negativa al agro como es el caso de Argentina.

En este país, los argumentos a favor de la producción y exportación agraria solo


contemplaron que ésta debía ser subsidiada en el curso de la década de 1930 y hasta el
final de la Segunda Guerra. El muy adverso escenario internacional de la depresión de
los treinta y el desarrollo de la guerra afectaron al campo y justificaron la política de
subsidios que se aplicó. La protección del Estado y la redistribución de ingresos que
implicaba tenían como destinatarios a la producción agraria.

A partir de allí se entendió que la redistribución de ingresos debía ser favorable hacia
las empresas y trabajadores del sector urbano o industrial, porque los precios
internacionales agrarios tendían a mejorar notablemente en la inmediata posguerra y los
ingresos rurales también. El gobierno de Perón de 1946 intervino sobre el mercado
agrario interno, reduciendo los precios al productor y apropiándose del excedente
originado entre los altos precios internacionales vigentes y los internos determinados
por la regulación del organismo estatal de comercio estatal.

Como también se mantenía relativamente bajo el tipo de cambio efectivo de


exportación, los ingresos de productores y exportadores agrarios se reducían.
Simétricamente, los salarios reales aumentaban porque los precios relativos de los
alimentos –de origen agropecuario bajaban– y esto posibilitaba un mayor mercado
interno para la producción industrial y urbana.

Ésta fue la matriz de distribución de ingresos del primer gobierno peronista de 1946,
donde la mejora en los ingresos asalariados y la demanda urbana-industrial era resultado
de una apropiación de ingresos rurales que se transfería y se sumaba a los ingresos
urbano-industriales.

Como ya se relató oportunamente la política de retenciones no fue la herramienta


específica, en este caso, de apropiación y transferencia de ingresos rurales. Sin embargo,
está claro que la política de retenciones al tipo de cambio exportador que imperó a partir
de finales de los años 50, y se mantuvo hasta los 90, cumplió exactamente ese mismo
cometido.
307

La argumentación por la que resulta aceptable esta redistribución de ingresos se asienta


en que dado que la productividad agraria sería muy superior a la urbana, parte de los
ingresos agrarios tendrían que ser transferidos al sector urbano para poder sustentar una
mayor actividad y bienestar económicos en las urbes. Esto no significa necesariamente
una situación ruinosa para el agro, aunque sí una reducción de los ingresos
agropecuarios. Ésta es una de las posturas de protección a la industria y desprotección al
agro que, en forma básica, se han esgrimido para sostener la política de retención de una
parte de los ingresos de exportación agraria.

Pero también sobre la capacidad de exportación agraria influyó tanto la demora del
sector en despegar de su estancamiento de décadas como la inestabilidad de precios y
demanda internacional planteada por las medidas proteccionistas de los países centrales.
Por estas razones, la escasa confianza del Estado en que este sector, a través de sus
exportaciones, librase al balance comercial de la posibilidad de déficits recurrentes,
puede haber determinado su insistencia en una política sustitutiva y de contracción de
importaciones, antes que comprometerse en un impulso a la producción y exportación
agraria.

4. Estructura y evolución básica del sector agropecuario a partir de 1960.

Según las mediciones y estimaciones realizadas en los estudios mencionados, la mayor


parte de los ingresos del agro resultaron afectados por importantes gravámenes. Las
producciones que se tomaron en consideración fueron las del trigo, maíz, soja, carne,
leche y girasol. En precios corrientes representan el 73.4 por ciento del valor total de la
producción agrícola, conforme la metodología de medición adoptada334. La producción
agropecuaria aportó un 20% del Producto Interior Bruto y un 80% de las exportaciones,
incluyendo manufacturas de origen agropecuario, entre los 60 y los 70. Luego de
finalizado el siglo XX, el aporte sectorial al Producto Interior Bruto tendió a estar
próximo a un 10% y su contribución a las exportaciones llegó a un 60% del total.

334
Anderson et al. (2006).
308

La producción agropecuaria se considera dividida en la que corresponde al área


pampeana, por un lado y la regional, por otro. La primera responde a la producción
tradicional, de granos y cría de ganado y ocupa gran parte de la zona central del país.

Las regiones interiores del país se destacan, en tanto, en la producción de frutas,


cultivos industriales y ganadería ovina. Otros aspectos relativos a esta clasificación es
que los tamaños de los campos son mayores en la zona pampeana y las actividades son
extensivas, tanto en cuanto a la utilización de capital como mano de obra. Lo contrario,
a excepción de la Patagonia, ocurre en las economías regionales, donde la explotación
es intensiva en menores extensiones de tierra y proliferan granjas para el autoconsumo
que derivan en situaciones de pobreza rural. En general, el uso de tecnología y capital
es menor en estas regiones, respecto de la pampeana.

En la actualidad, las seis producciones primarias principales son, en orden de


importancia: soja, ganadería, leche, maíz, trigo y girasol. A lo largo del estudio, que
comienza en 1960, algunos productos solo son tomados en cuenta, a partir de que
adquieren alguna relevancia de importancia en el conjunto del sector agropecuario.

La cría de ganado, entre 1960 y 2004, aumentó su producción en un 50%, resultando


que gran parte de ese porcentaje se encuentra alcanzado a fines de los años 70. A
posteriori se registra un descenso a lo largo de los años 80 y parte de los 90. La opción
de mayor rentabilidad a favor de los granos hizo que una parte de las pasturas fuesen
abandonadas en favor de estos y, asimismo, la inversión en tecnologías propias del
sector tampoco prosperó.

La producción de granos se duplicó entre 1960 y 1990, debido fundamentalmente al


avance tecnológico y no a un incremento sustancial en los precios reales del sector. El
aumento del parque de maquinarias nuevas y semillas híbridas de maíz, girasol parecen
haber sido el fundamento de tal crecimiento que, por cierto, resultó bastante menor al
posterior, ocurrido básicamente en los 90.

Un nuevo aumento del 100% aunque en 15 años, en lugar de 30, ocurrió entre los años
90 y los primeros años del 2000. En esto tuvo que ver el proceso de sojización –
creciente cultivo de soja, a expensas de otras actividades–, la expansión de la frontera
agropecuaria, con incorporación de nuevas tierras a la producción, ubicadas en parte de
309

las tierras de agricultura regional, sustitución de campos de pastura por campos


agrícolas y en razón de una sostenida incorporación de nuevas tecnologías a la
producción –fertilizantes, soja transgénica, maíz BT, nuevas maquinarias–.

Lo que hay que destacar en la contrastación de estos años 90 con el período 60 al 90 es


que se eliminaron los impuestos a las exportaciones –mientras fueron típicas las
retenciones en la época previa–, también se eliminaron las restricciones cuantitativas y
se redujeron ostensiblemente aranceles a los insumos importados del campo. Esto
determinó que se aumentara 5 veces la utilización de fertilizantes y tres veces la de
herbicidas y pesticidas.

De todas formas, en razón del importante aumento de la producción de granos, también


se desarrollaron los proveedores locales e internacionales de insumos asentados en el
país –proveedores de semillas genéticamente modificadas de soja y maíz, semillas
híbridas de maíz y girasol, otras semillas, otros insumos agroquímicos tecnológicamente
avanzados, además de maquinarias y equipos–.

La conjunción de una demanda internacional activa y la liberalización del comercio


exterior facilitaron este crecimiento agropecuario notable, cosa que contrasta muy
claramente con los obstáculos que se debieron enfrentar en el curso de los 60 al 90.

Por el lado de la demanda internacional se debe destacar que hubo una evidente caída
durante los años de considerable retroceso económico de los años 80 en la mayoría de
los países centrales. Pero ya desde mediados de los años setenta el proteccionismo
agrario europeo había provocado una importante caída de las exportaciones agrarias
argentinas y, fundamentalmente, a las de carne bovina335.

Pero la demanda internacional había resultado favorable durante gran parte de los 60 y
hasta 1973, de manera que un retraso relativo de la producción de granos y carnes puede
llegar a atribuirse a la discriminación negativa del Estado sobre este sector, a través de
la regulación e imposición de exportaciones agrarias y restricciones y arancelamiento de
sus insumos importados.

335
Devoto, (1993).
310

Es decir que salvando esa etapa recesiva internacional de los 80, si la liberalización del
sector agropecuario se hubiese dado en los 60 o en los 70 posiblemente se hubiesen
obtenido resultados bastante más favorables de los que se obtuvieron realmente.

Inclusive, en el sector de las carnes, el progresivo cierre de los mercados exteriores de


importancia para Argentina se produjo a partir de mediados de los años 70, por lo cual
en condiciones más favorables a la exportación como las de los 90, también la ganadería
y la industria frigorífica hubiesen crecido más de lo que lo hicieron entre los 60 y 1974.

Como se destacara, luego de un crecimiento limitado –de un 40% entre 1960 y 1978-, la
producción de carne cayó en un estancamiento durante los 80 y 90, ya que la primera
década resulta comercialmente muy adversa y cuando los granos -particularmente, la
soja- irrumpieron con mayor rentabilidad en el campo, muchos ganaderos optaron
finalmente por reemplazar pasturas por estos cultivos.

Estas observaciones contra factuales no son más que eso y, por tanto, no tienen otra
importancia que mostrar que un comportamiento, que no fue favorable ni neutral del
Estado respecto de las exportaciones de carnes y granos, entre los 60 y el 90, impidió un
mayor crecimiento económico sectorial y de estas exportaciones.

En el sector de las carnes vacunas, de todas formas, el caso de las retenciones es uno de
varios factores adversos donde el Estado tiene responsabilidad y, entonces, resulta
difícil animarse a sostener que la historia hubiese sido sustancialmente distinta, bajo el
supuesto de que no se hubiesen aplicado retenciones. Hay algunos datos adicionales
respecto del contraste que se pretende instalar entre la política de los años noventa y la
etapa 1960 y 1990.

Con los beneficios que significó esa política agropecuaria aperturista en el comercio
exterior de los 90, el sector agrario no se sintió mayormente afectado por la apreciación
real del peso en relación al dólar que se verificó en esos años, a pesar de que significó
menores ingresos reales de exportación.

Esto no ocurrió con buena parte de la industria nacional -seriamente afectada por esta
razón- pero esto lleva a una discusión de otro orden, en relación con el crecimiento
económico, que se lleva a cabo más adelante.
311

En conclusión, esta referencia a los 90 sería de por sí demostrativa que la política


comercial externa de cierre de la economía anterior no era beneficiosa para el sector
agropecuario y tampoco para sus exportaciones.

El problema está en que para muchos la política de los 60 al 90 fue beneficiosa para la
industria y la de la década de los 90 fue nefasta para ésta, con lo que existiría un
conflicto básico entre las políticas de comercio exterior y las de crecimiento e
industrialización.

Si se intenta ir avanzando en el terreno de la política económica, es necesario


previamente acudir al aporte de los estudios tomados como referencia de este análisis, a
través de las mediciones detalladas de la distorsión de precios agropecuarios, originada
en la política de retenciones.

5. Mediación de las distorsiones de precios en el sector agropecuario.

Las mediciones fueron efectuadas respecto de las producciones dominantes: soja, cría
de ganado, leche fluida, maíz, trigo y girasol.

Excepto el ganado y la leche, los demás productos son directamente comerciables


externamente, pero, igualmente, aquellos dos primeros, mediante su procesamiento en
frigoríficos o usinas lácteas, resultan totalmente exportables.

Todos estos productos, por tanto, no determinan sus precios en el mercado local, sino
que sus precios son consecuencia de la oferta y demanda de estos en el mercado
internacional. Estos precios internacionales multiplicados por el tipo de cambio
determinan el valor en pesos de los productos agropecuarios al nivel del mercado local.

Sin embargo, para años anteriores, algunos de ellos –como la soja, típicamente– tenían
menor importancia en la producción y en las exportaciones, situación que es
debidamente considerada en las mediciones correspondientes, de forma de no incurrir
en una medición inexacta en los años en que algunos de estos productos eran poco
representativos de producción y exportación.
312

También, antes de 1989, la exportación de productos lácteos era muy baja, de forma que
en tal caso la determinación de precios se considera doméstica y el producto no
exportable o no transable externamente.

Hay otras excepciones dentro del largo período 1960-2005. También la soja y el girasol
no pudieron registrarse como exportables antes de 1976, en un caso por baja producción
–en el caso de la soja– y en el restante porque dificultades de información sobre el
girasol impidieron la medición.

Las distorsiones únicamente consideradas son las originadas por la política económica,
y de forma más específica aquellas que separan los precios observados en los productos
finales como de los insumos agropecuarios en el mercado local respecto de los precios
libres prevalecientes para los productos de exportación, o sea el valor en pesos de los
precios internacionales observables fronteras afuera.

Más específicamente, estos precios de oportunidad –los internacionales– que, dadas las
distorsiones producidas por el Estado, difieren de los observados, resultan básicamente
de los precios FOB de exportación en moneda extranjera de los productos exportados,
convertidos en moneda nacional mediante el tipo de cambio vigente, mientras que los
importados excluyen todo tipo de arancel o barrera no arancelaria y sus precios
internacionales también se cotizan al tipo de cambio vigente.

Las distorsiones, en concreto son aquellas asociadas a políticas comerciales, por


ejemplo tarifas sobre importaciones, impuestos o subsidios sobre las exportaciones,
barreras no arancelarias al comercio, organismos públicos de comercialización para los
productos transables, y otras políticas de precios asociadas al comercio exterior.

Un tipo de cambio real rezagado o adelantado respecto de la inflación no entra dentro de


las consideraciones de distorsión de precios. Con todo, la existencia de tipos de cambio
múltiples fue tomada en consideración.

Las distorsiones en el Sector Servicios como en la producción de bienes públicos


tampoco fueron consideradas. Pero por otro lado, las políticas comerciales externas
dirigidas a sectores no agropecuarios de la economía fueron también medidas.
313

6. Los distintos indicadores de distorsión de precios.

Tasa nominal de asistencia de los productos agrarios seleccionados, a nivel productor.


(NRAf). Este indicador mide la diferencia entre el precio observado y el precio libre de
distorsiones. El observado surge de los registros de precios de la Bolsa de Cereales
menos los costos de comercialización entre el campo –“la tranquera” – y el punto de
destino comercial.

El precio de oportunidad, libre de distorsiones, en tanto, es igual al precio FOB en


dólares en Argentina menos los costos de exportación y los costos portuarios también
medidos en dólares. Estos valores en dólares, multiplicados por el tipo de cambio
nominal y restando los costos de transacción señalados, permiten obtener el precio de
oportunidad en pesos, comparable al precio observado internamente, a nivel de
productor.

Tasa directa de asistencia de productos seleccionados, también a nivel del productor,


(DRAf).

Restándole a la Tasa nominal de Asistencia (NRAf) el valor de los insumos


comerciables externamente, en función de su peso específico en la producción agrícola,
se llega a una medida más precisa de la distorsión efectiva. En este caso, ésta resulta
tanto de los gravámenes que puedan pesar sobre los productos finales como sobre sus
insumos. Dentro de los insumos se incluyeron maquinarias, combustibles, fertilizantes,
agroquímicos y semillas.

Tasa directa de asistencia al agro, (DRAA).

Este es un indicador de asistencia a todos los productos agrarios que se conforman con,
aproximadamente, un 27% del total de la agricultura –la regional-, según este estudio, y
que pueden ser adicionados a los que explican el 73%, o sea los productos
seleccionados en primera instancia.

Su cálculo se basó en una estimación que incluyó productos como arroz sin procesar,
distintos granos forrajeros, caña de azúcar, algodón y animales vivos excluyendo
ganado vacuno. Estos productos se dividieron en dos grupos. Uno, de exportables
directos como sorgo o cebada. El otro, de exportables indirectos o sea de productos
314

procesados vinculados al producto original. En el primer caso, se utilizaron tasas de


asistencia similares, como la del maíz al sorgo, mientras que en el segundo se utilizaron
otras tasas de asistencia asimilables como las de la leche o la carne.

Tasa directa de asistencia al resto de la economía, (DRAN).

Hay una distorsión indirecta del resto de la economía sobre el agro y ésta surge de 5
sectores:

1. productos agroindustriales ligeramente procesados, como pellets de soja; 2. Productos


agroindustriales procesados como fideos; 3. Productos primarios no agrícolas; 4.
Productos industriales no alimenticios; y 5. Servicios.

Los cuatro primeros sectores anteriores responden a productos exportables e


importables. De tal forma, estos productos en cuanto fueron afectados por políticas de
subsidios o tarifas, implícitos o explícitos, determinaron tasas de asistencia a estos
sectores y, por tanto, distorsiones de precios. A los servicios se les adjudicó una tasa
nula de asistencia.

Tasa total de asistencia al agro, (TRAA).

Si se deduce –se resta– de la tasa directa de asistencia al agro (DRAA) la tasa indirecta
de asistencia a la agro –DRAN, la del resto de la economía– se llega a esta tasa total de
asistencia del agro, ya que agrega los efectos directos de la agro con los indirectos del
resto de la economía.

Tasa relativa de asistencia al agro dentro de los transables, (RRAA).

Este indicador resulta de la razón entre la tasa directa de asistencia al agro (DRA) y la
tasa directa de asistencia del resto de la economía (DRAN) menos 1, considerando que
ambos sectores comercian internacionalmente sus productos. Un resultado negativo
indica que dentro de estos productos transables hay una discriminación en contra de la
agricultura.
315

Resultados

De resultas de las mediciones efectuadas de estas tasas se elabora un gráfico de


medición que se reproduce aquí.

En esta figura, es bien claro que la tasa de asistencia directa del sector no agrario
(DRAN) se encuentra totalmente diferenciado de las demás tasas que reflejan tasas de
asistencia al sector agrario.

Las tasas vinculadas directamente con los precios al productor, NRAf y DRAf, guardan,
entre sí, un similar comportamiento. La primera referida a la distorsión en los precios de
productos finales, mientras la segunda se refiere a la diferencia entre estos y los de los
insumos. Las otras tasas referidas al sector agrario, igualmente, reflejan una asistencia
negativa, en función de la tasa directa de asistencia del sector agrario (DRAA) y de la
tasa total de asistencia al sector agrario, TRAA.

En los años 90, en que la economía se liberalizó por completo, conforme las premisas
del Consenso de Washington de 1988336 y las severas condiciones de transformación
estructural bajo las que se hizo posible su aplicación, tanto los productos agrarios
como los productos no agrarios comerciables exteriormente disminuyeron
336
Williamson (1993).
316

sensiblemente sus tasas de asistencia. En el caso agrario, las negativas y en el no


agrario, las positivas.

Sin embargo, en el caso no agrario (DRAN) habría una tendencia de disminución en las
tasas de asistencia, a lo largo del tiempo, desde los niveles más altos, de principios de
los 60. Escalonadamente, en cada quinquenio sucesivo se destacan estas disminuciones
sucesivas.

En tanto, en general, en las tasas de asistencia al agro no hay una disminución respecto
de las altas tasas negativas de asistencia, entre 1960 y 1985. La única tasa que tiene una
tendencia a la reducción en sus niveles de negatividad, a lo largo del tiempo es la tasa
total de asistencia al agro, TRAA. Esto es en razón de que este indicador incorpora a la
tasa de asistencia agraria la asistencia indirecta de sectores no agrarios. Es decir, este
indicador se verá afectado por el indicador que refleja al sector no agrario o resto de la
economía (DRAN) y por esto tiene un comportamiento diferenciado respecto de las
restantes tasas agrarias.

Particularmente este indicador (TRAA) tendría valores muy negativos entre 1960 y
1975, justamente cuando el sector no agrario registra los mayores niveles de asistencia o
discriminación positiva.
317

En la figura 3 se descartan los productos no transables sobre las tasas de asistencia del
agro (DRAA) y del sector no agrario (DRAN), lo que demuestra que no hay grandes
diferencias en relación con las anteriores mediciones, donde los no transables no tenían
mayor incidencia. Con la razón entre estos dos indicadores (RRAA) se descubre que la
discriminación al agro es clara dentro del conjunto de productos comerciables
internacionales.

Cuando se midió la tasa total de asistencia al agro (TRAA), se medía la discriminación


negativa del agro respecto del resto de la economía y en ese caso, ésta resultaba mayor.
Esto es debido a que allí se registraba no solo el componente manufacturero transable,
sino el sector manufacturero no alimenticio, en su conjunto.

7. Resultados generales

En resumen, este estudio llega a conclusiones claras respecto de la discriminación


contraria al campo. El indicador más confiable, según Sturzenegger337, resulta ser el de
la tasa de asistencia nominal al agro, a nivel productor (NRAf). Los demás indicadores

337
Sturzenegger, (2007).
318

cuentan con una serie de supuestos que los hacen menos confiables y, según se ha visto,
en general coinciden en la trayectoria y nivel con este indicador.

El único que se diferencia es el de tasa de asistencia indirecta del agro en relación al


resto de la economía (TRAA), pero esto justamente responde al peso de productos
transables y no transables manufactureros, con lo cual este indicador resulta bien
diferenciado respecto de los que se centran en el sector agropecuario, más
específicamente.

Concentrándose en ese indicador (NRAf) se sigue que la evolución de éste a lo largo del
tiempo demuestra que entre 1960 y 1963 se alcanzaron los niveles más altos de
discriminación, estos se redujeron un poco entre 1963 y 1966, aumentaron nuevamente,
entre 1967 y 1973, cuando de allí a 1976 alcanzaron altos niveles. Luego entre 1976 y
1983 cayeron relativamente, para desenvolverse en forma volátil en los 80 y tal como se
ha observado, con una caída significativa en los 90.

8.- Las políticas económicas y el sector agropecuario.

Como se ha visto, las políticas económicas no dejaron de aplicar retenciones entre 1960
y 1990 con lo cual más allá de la estrategia general ya descripta, que podría haber
justificado su aplicación, existieron razones concretas o causas inmediatas que
fundamentaron la necesidad de aplicarlas.

Sobre estas causas o razones de aplicar estos impuestos sobre los precios agropecuarios
que significan “retenciones” sobre el precio internacional de mercado de estos
productos, cabe coincidir con las que se plantean en este estudio, a saber:

- Fiscales, ya que las retenciones son impuestos a las exportaciones.

- Estabilización de precios, ya que se reducen los precios de los alimentos.

- De distribución de ingresos, ya que se gravan ingresos rurales y lo recaudado se


transfiere al Estado y a los consumidores al reducir los precios de los alimentos.
319

- Apoyo a la industria y otros sectores, en virtud de que los efectos fiscales y


sobre los precios pueden ir en beneficio de una disminución del costo fiscal y
laboral de estos sectores.

Tomando en cuenta los otros elementos asociados al nivel de las “retenciones”, el tipo
de cambio y los precios internacionales, también se debe reconocer la hipótesis que se
formula en torno del ingreso del productor.

Dado que la renta por hectárea -o margen bruto por hectárea- deriva de estas variables,
indudablemente, sobre esta base se plantea la “hipótesis del rol compensador” de las
“retenciones” que gravan esta renta.

En otros términos más descriptivos, la renta por hectárea es la base de imposición y la


retención, la tasa impositiva que se aplica sobre esta base. Con la retención se compensa
o modera la renta por hectárea. Es decir, por parte de los hacedores de política
económica podría haber conciencia de que las retenciones pueden afectar la renta
agraria con las distintas finalidades o causas mencionadas, en principio, sin que esto
signifique necesariamente una situación ruinosa para el campo.

Ésta es la base de un razonamiento de rol compensador –o moderador de la renta


agraria– que permite, mediante retenciones, apropiarse de parte de la renta agraria,
dadas las condiciones en que evolucionan sus determinantes, tipo de cambio y precios
internacionales.

Esta determinación de un nivel de renta agraria que la conducción económica –en su rol
“compensador o moderador de ésta– pueda considerar suficiente para el productor,
después de la aplicación de retenciones es, evidentemente, un ejercicio complicado y
discutible.

Las variables que más específicamente se consideran son los precios relativos
internacionales de los productos seleccionados, relativos en el sentido de que puedan
subir más allá de lo que lo hacen el resto de los productos comerciables y los no
comerciables externamente. En caso de que evolucionasen al mismo nivel, no habría
razón para justificar un aumento de las retenciones, ya que no habiendo suba de la renta
por hectárea, tal aumento no tendría justificación. El otro factor evidente es el tipo de
320

cambio real multilateral. Si éste es alto significa que los ingresos reales de los
productores agrarios son mayores, principalmente, respecto de las producciones no
comerciables externamente –gastos de transporte, salarios, comercialización, etc. –, con
lo cual retenciones mayores estarían justificadas por un criterio compensador.

Cabe tomar en cuenta la productividad total de los factores, ya que se evidencia que la
menor productividad demostrada por la ganadería, por ejemplo, hace que este sector
observe una menor masa de ganancia y, por tanto, resulte menor la base impositiva y lo
recaudado por las retenciones. Esto se evidencia, por ejemplo, en el desaliento adicional
que significaron retenciones a una exportación muy mermada desde fines de los años
70, particularmente. Caso contrario es el de los granos, con mucha mayor productividad
relativa a este caso.

Por último, cabe tomar en cuenta la incidencia de la protección al sector industrial. El


nivel de ésta, cuanto mayor, genera mayores costos a la producción rural, ya sea en
forma directa por la adquisición de los insumos de este origen que ésta utilice o, en
forma indirecta, por la elevación de costos –salarios y precios industriales y urbanos–
que erosionan la renta real de este sector, en cuanto es deflacionada por un índice de
precios industrial o urbano más elevado.

9. La explicación desde la política.

Aparte de los reveladores aportes de estos estudios para el entendimiento del problema
de la discriminación en contra del agro, resulta importante hacer referencia a lo que se
denomina “mercado político” en este trabajo.

El planteo a que se hace referencia es que la política de retenciones resulta de una


situación de equilibrio de un “mercado político”. Un sector representativo de este
“mercado político” está integrado por dos partes que están a favor de las retenciones, o
“pro retenciones”: los hacedores de política económica, por un lado, y su sector de
apoyo, generalmente implícito, de empresas correspondientes al resto de bienes
comerciables externamente de la economía. La razón fundamental de este apoyo se
deriva en que mediante las retenciones se puede disminuir el precio de los alimentos, ya
321

que sus precios internacionales en dólares son reducidos mediante ese instrumento. Al
bajar estos, los salarios –destinados en gran medida a alimentos– pueden ser menores y
serán menores en dólares ya que el precio interno del exportable agropecuario es menor
también en esta divisa. Es decir, un menor costo laboral provee de mayor rentabilidad al
resto de la economía, no agrícola, y para esto se necesitan las retenciones.

El interés por las retenciones de parte de los hacedores de política económica tiene que
ver, en tanto, con las causales listadas líneas más arriba, las que son suficiente
argumento para una posición “pro-retenciones” en la generalidad de los casos.

Respecto de las industrias asociadas al agro, cabría suponer, en una versión diferente a
la expuesta en este estudio, que hay proveedores y clientes industriales del campo. Los
primeros, pueden padecer o no, las consecuencias de una disminución de la renta rural,
según el grado de dependencia de este mercado y, en una mirada más amplia, de este
mercado argentino dentro del internacional que puedan atender.

No se puede afirmar que si se trata de proveedores internacionales la disminución de la


renta agraria afecte sus precios, y su volumen de mercado, en tanto, dependerá de la
productividad agraria. En cuanto a los proveedores locales, la situación es distinta y
probablemente resulten afectados por la caída de los ingresos rurales por hectárea.

Respecto de las agroindustrias exportadoras, todo depende de su poder de mercado


frente a los productores y no hay garantías de que en cualquier caso tal poder sea el
suficiente como para trasladar totalmente el costo de la retención al productor
agropecuario y mantener su propio margen de ganancia, mientras el del productor cae
en función de las retenciones.

El menor crecimiento de la productividad ganadera, en parte debida a la mayor


imposición a la producción y exportación agropecuaria, determinó una tendencia a un
menor crecimiento de la oferta ganadera y a mayores precios del ganado, con lo que se
comprimían los márgenes de beneficios de los frigoríficos, según relata la experiencia
de la CAP, por ejemplo.
322

Se debe recordar que la abundancia de oferta ya sea en las regiones ganaderas o en los
mercados de concentración era un factor determinante de la oportunidad de una
exportación rentable.

Este sería un ejemplo de que los impuestos a la exportación puedan afectar seriamente a
la industria agroexportadora338. También hay un ejemplo reciente de esto en la práctica
desaparición de los “pools de siembra” –locadores de grandes extensiones de distintos
propietarios rurales que explotaban por su cuenta y riesgo, con destino a exportación–
que tuvieran un auge notable entre 2006 y 2010. En este caso, las retenciones se
combinaron con una caída del tipo de cambio real y en los precios de la soja que,
evidentemente, hicieron imposible la continuidad del negocio del pool de siembra,
notoriamente dirigido a concentrar grandes volúmenes de producción y exportación.

En conclusión, en mayor o menor medida, se puede suponer que los sectores


industriales asociados al agro no resultarían favorables a las retenciones. Pero la
expresión política “anti-retenciones” más militante, obviamente, responde a los
productores agrarios. La llegada a un punto crítico o situación “insostenible” para el
productor se da cuando realmente éste verifica que la actividad ha caído a un nivel de
mínima rentabilidad, ya sea por las retenciones o por otras razones que las retenciones
realmente agravan.

10. Justificación de las políticas comerciales externas.

La agenda de discusión sobre este segmento fundamental de las políticas económicas a


que nos han llevado las deliberaciones técnico-políticas de los dirigentes rurales de la
CAP y los estudios, de algún modo, anti-retenciones tomados como referencia para este
análisis, nos debe llevar a valorar las posturas diferentes o contrarias, cosa que
Sturzenegger también plantea339.

338
CAP, actas del Directorio y Consejo de Administración, (1955-1969).
339
Sturzenegger, (2007).
323

Más allá de la serie de mediciones respecto de la existencia definitiva de distorsiones en


los precios, cabe preguntarse si las políticas económicas aplicadas con base en las
retenciones –que incluyeron su combinación con precios exteriores, políticas de tipos de
cambio, aranceles de importación y subsidios de exportación de bienes industriales, etc.
– otorgaron algunos de los efectos positivos que se esperaban, al menos, en términos de
bienestar y crecimiento económico del conjunto de la población.

Ha habido algunos estudios econométricos sobre los beneficios de la libertad de


comercio internacional sobre el crecimiento, pero sin desmerecerlos está claro que, tal
como se ha visto, la política económica emerge del debate entre diferentes intereses e
ideologías y determina decisiones políticas, en consecuencia.

Por consiguiente, tal como desde un principio se ha planteado y ha encontrado


coincidencia en los analistas referenciados, el avance hacia los mejores instrumentos de
política económica depende de sus mejores argumentos y de los factores de poder de
mayor incidencia dentro del Estado.

Por esta razón cabe profundizar sobre estos aspectos y llegar a alguna conclusión sobre
las políticas comerciales externas realmente factibles dados estos condicionantes. En
síntesis, para graficar sintéticamente este punto de vista, vimos como los autores
referenciados cuestionaron la política de retenciones en Argentina, pero no cuestionaron
en mayor medida las políticas proteccionistas de la CEE o de los países en desarrollo,
con políticas proteccionistas dirigidas a compensar la pobreza rural.

Coincidiendo con estos analistas, se puede estimar que la protección para un sector
productivo puede no significar eficiencia económica pero sí la atención de problemas
sociales, una distribución progresiva de ingresos y un aporte al crecimiento económico.

Esto da la pauta de que justamente la cuestión del proteccionismo es de una resolución


controversial para la política económica, porque si se admiten estos efectos positivos en
el proteccionismo agrario, por qué rechazar la posibilidad de similares consecuencias en
el caso del proteccionismo industrial.
324

11. La justificación de la inelasticidad-precio de la producción agropecuaria.

Como ya se adelantara, si bien los gobiernos de entre 1960 y 1990 procuraron promover
las exportaciones –y desalentar las importaciones– con un tipo de cambio generalmente
elevado, pero éste fue recortado mediante las retenciones al agro.

El impuesto a las exportaciones agrarias hace que el productor reduzca sus precios por
debajo de los internacionales y el consumidor se beneficie con precios inferiores a estos.

Así, la producción resultará inferior a la máxima posible y el consumo presionará por un


nivel mayor al que resultaría si estuviesen en vigencia los precios internacionales.

Pensando en el caso de las carnes, esta obvia explicación del comportamiento de


producción y consumo, es base de la noción de que la menor producción posible de
carne y la mayor tendencia al consumo generan un costo de asignación de recursos, en
término de menores exportaciones, por ejemplo.

Sin embargo, tanto en este caso como en el de granos, se argumentaba que la


producción no resultaba elástica a los precios, por lo que aplicar retenciones no
significaba más que dejar la producción agropecuaria en un nivel constante, de no
mediar otros factores que la impulsasen.

Aunque esta inelasticidad de la producción puede haberse verificado en una etapa de


corto plazo de la política económica, lo cierto es que aun cuando tal inelasticidad no
fuese real más allá del corto plazo, se podía justificar la aplicación de retenciones en
función de que la renta afectada no sería la derivada de la explotación, sino de la renta
propia de la tenencia de la tierra.

Sin embargo, está claro que esto funcionaba como penalidad para el productor más
productivo, lo cual no lleva implícito que fuese el mayor tenedor de tierras y por tanto el
más obligado a pagar por su renta de la tierra. Por el contrario, el menos productivo, al
producir y contribuir menos a las exportaciones, por más tierras que tuviese, pagaba
menos en términos de la renta de su tierra.
325

El supuesto de inelasticidad se derivaba también de un modelo de producción con un


insumo fijo, por lo cual se entendía que la producción funcionaba con rendimientos
decrecientes y la variación de precios no podía revertir esto, ya que la frontera territorial
agropecuaria alcanzada era la máxima e inamovible, así como el máximo de producción
alcanzado.

Esto, obviamente, ponía en juego únicamente la dotación de tierra y no advertía las


posibilidades de ampliar la frontera productiva agropecuaria mediante la incorporación
de tecnología, en lugar de las extensiones de tierra ocupadas.

Las mejoras tecnológicas descriptas como de incorporación progresiva, a partir de los


años 60, demostraron que la frontera territorial podía subsistir pero que las tecnologías
podían extender la frontera productiva. Además, a partir de 1963/64 se empezó a
demostrar que la supuesta inelasticidad de la oferta agraria iba desapareciendo,
conforme la producción y la exportación agrícola iban aumentando340, iniciando un
crecimiento productivo sostenido.

12. La discriminación al agro, política fiscal y sector externo.

En primer lugar, queda claro que según sea la tasa de retención sobre las exportaciones
agropecuarias y la magnitud de estas últimas, la recaudación será de mayor o menor
importancia sobre el total de los ingresos fiscales del país.

Obviamente, cuanto mayor resulte el tipo de cambio real, los precios internacionales o
el volumen físico exportado, la base de imposición, las exportaciones agropecuarias,
podrá ser mayor. En conclusión, dado el cumplimiento de algunos de estos supuestos en
las variables determinantes de la exportación agraria, las retenciones resultaron un
ingreso fiscal de importancia, desde los 60 en adelante, cuando en forma tendencial las
exportaciones crecieron progresivamente.

Pero lo que fue de importancia, en ese período, fue también el intento de compensar los
desequilibrios fiscales con fondos de este origen. Casos relevantes que hubiesen
desalentado a las retenciones podrían haber sido los años de la Depresión de 1930 o los

340
Guerchunoff y Llach, (2007); Barsky, (1991).
326

años de la sequía de los años 1950-52. La aplicación de mayores impuestos a las


exportaciones, en estos casos, hubiese sido de adverso impacto sobre el nivel de
exportaciones y, a la vez, de escaso aporte para la satisfacción de las necesidades
fiscales.

Con esta prevención respecto de en qué medida pueden resultar afectadas las
exportaciones, lo cierto es que la situación fiscal también es determinante de la
necesidad de contar con mayores retenciones o no. Esto parece indicar que, bajo ciertas
condiciones fiscales o del sector externo, las retenciones no resultan necesarias a los
efectos fiscales y pueden resultar perjudiciales para el equilibrio del sector externo.

Esto puede explicar por qué la aplicación de retenciones observa fluctuaciones dentro
del período 1960-1990.

13. Retenciones e inflación.

Parece haber cierta confusión entre el aumento de los precios relativos de los productos
agrarios, por efecto de un aumento en los precios internacionales, el mayor aumento de
los precios de alimentos que esto origina y la generación de inflación.

En caso de no aplicarse retenciones, si este precio relativo aumenta, solo aumenta la


inflación si este aumento se traslada a los demás precios de la economía.

A su vez, el aumento de salarios por aumento de precios de alimentos se puede trasladar


a los restantes precios si este aumento de salarios no es absorbido por la productividad o
el margen de ganancia de los restantes sectores que pagarán los mayores salarios.

Entonces, aplicar retenciones significaría eliminar la posibilidad de un aumento en sus


precios relativos y la de un crecimiento productivo del sector, a fin de no afectar la
producción, los precios o las ganancias de otros sectores.

Esto puede ser manejable a corto plazo, pero la puja distributiva que se plantea entre
industria –o sectores no agrarios de la economía– y agro está condicionada por la
sustentabilidad que tiene el sector externo, el fiscal –tal como se expresara
previamente– y la contención inflacionaria bajo el mecanismo de discriminación del
327

Estado hacia el sector agropecuario, ya sea mediante retenciones u otros mecanismos


que en sentido similar puede aplicar el Estado. O tal como se ha expresado, en otros
términos, en razón de la presión política del sector agrario cuando éste ha alcanzado a
niveles insostenibles de renta agraria.

14. Discriminación al Agro, alimentos y distribución de ingresos

En tanto el efecto inflacionario de un aumento en el precio relativo de los productos


agrarios puede considerarse resultante de una puja de ingresos entre sectores
productivos, está claro que esto deriva del aumento del precio de alimentos y la caída de
los salarios reales. Es decir, el aumento en los ingresos reales del sector rural tiene como
contrapartida una disminución en los salarios reales y éste es el problema concreto de
distribución de ingresos.

Esta redistribución regresiva puede ser compensada por el Estado, mediante aumento de
gasto social compensatorio, aumento de la presión tributaria para financiarlo o mediante
aquella opción de absorción de un mayor costo salarial real por los sectores de
economía no agraria.

Es interesante aquí señalar, por otra parte, que si la discriminación al agro se sostiene, se
plantea un sesgo anti-exportador del Estado y la tendencia a un balance comercial
desfavorable, lo cual puede determinar restricciones a las importaciones de insumos y
otros pagos externos inherentes al proceso de inversión.

Esto significa que tanto se pone en riesgo el equilibrio externo como el crecimiento
económico. Esto indica una relación inversa entre crecimiento económico y distribución
de ingresos, ya que la distribución se mantendría al costo de menor crecimiento.

Esta relación puede ser entendida dentro del escenario de evolución de la economía
argentina entre 1945 y 1970, particularmente, aunque bajo un formato especial,
conocido como ciclos de stop and go. En el afán de una mejora en la distribución, un
lento crecimiento económico resultó, tendencialmente en promedio, de estas etapas
sucesivas de avances y retrocesos en el crecimiento, que ya se explicaran anteriormente.
328

15. Retenciones, tipos de cambios múltiples y productividades sectoriales diferenciadas.

Una posición que profundiza en materia del crecimiento económico, justamente, es la de


Marcelo Diamand341, relativa a su interpretación de la economía nacional, conocida
como estructura productiva desequilibrada. Esta estructura es desequilibrada en razón
de la diferencia de productividades entre la industria y el agro, donde éste,
sistemáticamente, exhibe una productividad superior al de la industria.

Esto justifica la idea de que el tipo de cambio deba estar normalmente asociado a la
menor productividad de la industria, con lo cual debiera ser normalmente más alto, a fin
de que las importaciones industriales –con una mayor productividad que la industria
nacional– resulten más costosas en moneda local que lo que establecería un tipo de
cambio más bajo en combinación con precios externos más bajos. Este mayor tipo de
cambio industrial no estaría justificado para el sector agrario por lo que, mediante
retenciones u otras medidas, el tipo de cambio efectivo debería ser más bajo en este
caso.

En definitiva, lo que se está planteando aquí es que la industria cuente con un


proteccionismo sistemático, a través del tipo de cambio. Pero simultáneamente cabe
destacar que esto significa también que la determinación de un tipo de cambio en base a
la productividad agraria significaría una desprotección a la industria.

El nivel del tipo de cambio, entre 1960 y 1990, en una mirada general, no observó casos
relevantes de tipo de cambio bajo o rezagado respecto de los precios internos, por lo
cual la prevención de Diamand, respecto de ese tipo de cambio anti o desindustrialista o
esta forma de desprotección de la industria no pudo observarse en la práctica.

Sin embargo, fueron los años 90 los que sí le dieron la razón a Diamand. De alguna
forma, esto puede entenderse también a través de que un tipo de cambio alto posterior a
la crisis de 2001 determinó una protección de hecho a la industria que permitió sustituir
importaciones que, con el tipo de cambio bajo de los 90, habían reemplazado a parte de
la producción industrial local.

341
Diamand, (1973).
329

De todas formas, en los 90, el tipo de cambio bajo no fue determinado por
productividad agraria sino por obra de la política cambiaria y monetaria implementada.
En realidad, el agro resultó beneficiado por la ausencia de retenciones de exportación y
bajos aranceles de importación de insumos pero tampoco el tipo de cambio bajo lo
benefició, ya que los ingresos de exportación le resultaban menores, igualmente.

16. Comentarios finales

Dada toda la experiencia histórica recogida hasta años recientes respecto de niveles de
tipo de cambio y proteccionismo diferenciado entre discriminación positiva a favor de la
industria y negativa en contra del agro, cabe concluir que si bien el Estado ha
respondido en forma favorable al campo, oportunamente, lo ha hecho en forma menos
frecuente y con menor convicción que con respecto a la industria, a través de la
generalidad de gobiernos que se sucedieron en la larga etapa histórica que se ha
recorrido.

Agregando elementos a la lectura política realizada en base a los autores referenciados


para el caso de las retenciones, la inclinación del Estado a favorecer a la industria se
remonta a los años 40 y resulta creciente a partir de allí. Los beneficios que los
gobiernos observaran al proteger a la industria eran el crecimiento por sustitución de
importaciones industriales, mayor ocupación, mayores salarios e inversión extranjera
industrial, que con sus producciones radicadas localmente adicionaban efectos, en este
sentido342.

Con todo, hay que destacar que este posicionamiento del Estado en favor de la industria,
y la sustitución de importaciones tuvo claros límites en la evolución de las
exportaciones y del sector agropecuario. Es decir, más allá de aquella digresión sobre un
“mercado político” donde juegan las presiones políticas del agro y la industria, a fin de
determinar cuál es el nivel conveniente de precios internos del agro para uno u otro
sector, también es de importancia determinar cuál es el nivel de precios agrarios
consistente con el equilibrio externo. En última instancia, proteger a la industria bajo

342
Bergsten, et al., (1978).
330

condiciones de discriminación al agro, solo era factible mientras el equilibrio externo


fuese sostenido por un nivel de exportaciones agrarias que lo hiciese posible.

Los ciclos de “stop and go” son una demostración incontrastable de que la expansión
industrial, de ocupación y de salarios tenían un límite crítico en las importaciones que
impulsaban, consistente en el nivel máximo equivalente de exportaciones agropecuarias,
con las cuales –básicamente- se pagaban tales importaciones. No obstante, en cuanto se
analizó la evolución de la discriminación a lo largo del tiempo, resultó clara la
disminución tendencial de la protección industrial así como la de la discriminación al
campo y dado un aumento de la productividad agraria y las exportaciones, dejaron de
reiterarse los ciclos stop and go, hacia fines de los años 60 .

Igualmente, de este esquema básico del stop and go, se puede deducir que el salario real
operó entre un mínimo y un máximo. El primero resulta del nivel necesario para generar
una retracción de la actividad y las importaciones, mientras que el último resulta del
nivel que se transforma en desencadenante de importaciones excedentes respecto del
nivel máximo sostenible por las exportaciones agrarias.

En conclusión, el salario real tenía un máximo y un mínimo sostenibles, a la vez que,


inversamente, la renta agraria real por hectárea también. De esta forma, dentro del
“mercado político” al que se hizo referencia hay que tomar debidamente en cuenta la
presión política proveniente de los sindicatos343.

Pero lo que resulta importante destacar es que a los fines de sostener la producción y la
producción agropecuaria, las exportaciones y el crecimiento, no se debían alcanzar
niveles de renta agraria real que desalentasen al sector. Al habérselo hecho se vulneró la
posibilidad de un crecimiento económico mayor, al no poder sostenerse –discriminación
agraria mediante– la producción y exportación agraria que sostuviese las necesidades de
la expansión industrial.

Esta lectura, con todo, es de mayor aplicación en los años que van desde los 40 hasta
mediados de los 60. Luego de una baja de la discriminación entre 1964 y 1967, ésta
aumentó entre 1967 y 1969, volviendo a aumentar entre 1973 y 1976, pero la década de
oro internacional de los 60 y el alza de los precios internacionales de las materias

343
Sturzenegger, (2007).
331

primas de principios de los 70 favorecieron notablemente a la exportación agraria y


mejoraron la renta agraria, igualmente344. En consecuencia, confirmando la menor
restricción externa que significaba un mayor nivel de exportaciones, el crecimiento
económico fue mayor entre mediados de los 60 y mediados de los 70, a razón de un 6%
anual promedio de aumento del PIB contra el 4% promedio de entre 1954 y 1964.

Este aumento de la producción y los ingresos totales permitieron hacer consistentes un


aumento de la renta agraria real con el de los salarios reales, en un marco menos
restrictivo que el del stop and go típico de años previos. Sin embargo, resultó evidente
que el conflicto de política económica entre niveles de salarios reales y rentas reales
agrarias seguiría presente, con incidencia directa sobre la puja entre protección urbano-
industrial y desprotección agraria.

En última instancia, cabe reiterar señalamientos importantes que se han hecho a lo largo
de las páginas de este capítulo. La puja distributiva que tiene entre sus expresiones más
marcadas a la política de retenciones y que, obviamente, también la tiene en la política
cambiaria, surge de las limitaciones del sector externo y, especialmente, de las
condiciones de evolución del comercio exterior.

Los mercados exteriores de productos agropecuarios son fundamento de esa restricción


externa que cuanto mayor es –porque esos mercados internacionales no son favorables–
genera una presión hacia tipos de cambio efectivos más altos y beneficiosos para el
campo.

La redistribución de ingresos termina siendo favorable a este sector, pero la industria y


el crecimiento económico se contraen en tanto esto significa bajos salarios reales, en
forma inversa a la mejora en la renta agraria. En el caso contrario, con tendencias
alcistas en los precios y demandas externas por estos productos, el tipo de cambio
efectivo agrario puede reducirse y mejorar los salarios reales y el crecimiento urbano-
industrial.

Pero en este último caso, un bajo tipo de cambio efectivo agrario puede ser compensado
por mayores precios y demanda internacional, de forma que los ingresos del sector

344 Frieden, (2007); Llach y Guerchunoff, (2007).


332

pueden no reducirse, lo cual permite mayores salarios reales y crecimiento urbano-


industrial. Este fue el caso de esa década dorada internacional iniciada en 1963.

Es evidente que el caso opuesto es el largo período que va entre 1975 y fines de los años
ochenta, en el que la economía internacional se desenvuelve entre la inflación y el
estancamiento, determinando una insalvable puja distributiva interna entre agro e
industria.

El primero compensaba la caída de la demanda internacional con una tendencia a un


creciente tipo de cambio efectivo y el sector urbano industrial pugnaba por sostener el
mercado interno con la contención de la caída en salarios reales y ocupación, a través de
transitorias políticas antiinflacionarias que implicaban la fijación del tipo de cambio.

Bibliografía y Fuentes.

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335

CAPÍTULO 11

Fin de ciclo y crisis económica entre los años 70 y 80.

En distintos pasajes de los dos últimos capítulos se ha hecho referencia tanto al final de
la industria frigorífica exportadora tradicional como a las crecientes dificultades de
exportación que se plantean desde el mercado internacional, a partir de los años setenta.

Esa década muestra algunos puntos de inflexión insoslayables de la economía


internacional, como es la quiebra definitiva de la convertibilidad del dólar en oro, en
1971, y la crisis del petróleo de 1973. Con estos dos hechos se plantea el fin de ciclo de
la “época dorada” que prosperó sobre la base de la reestructuración internacional que se
diera al término de la Segunda Guerra Mundial.

Las consecuencias negativas del nuevo ciclo económico internacional, que se extendiera
a partir de mediados de los años 70 y por más de quince años, afectaron el nivel y
estructura de las exportaciones de Argentina y a su economía, en general.

En ese marco se instala la decadencia de la ganadería y de las carnes bovinas argentinas


en el orden internacional, en una perspectiva histórica, por lo que antes de abordar ese
proceso específicamente es necesario hacer algunas sintéticas referencias al orden
nacional e internacional.

1. El escenario internacional de los 70 y los 80, a través de un breve resumen histórico.

Los 70 no solo resultaron ser la culminación de la prolongada y complicada relación


entre el dólar y el oro, sino también de una serie de factores que vinieron a impedir la
continuidad del exitoso funcionamiento de los activos motores de la inversión y el
comercio internacional de los años 50 y 60.

En realidad, si bien se puede atribuir, básicamente, a la inconsistencia de sostener un


tipo de cambio fijo –el correspondiente a la relación dólar/oro de 1945– con políticas
monetarias y fiscales demasiado expansivas, el debilitamiento progresivo y quiebre final
del sistema en 1971 tanto se corresponde con estos factores como con otros de origen
institucional.
336

Los propios fundamentos del éxito del sistema Bretton Woods parecen haber sido
también la causa de su declinación definitiva. Al decir de Jeffrey A. Frieden, este orden
“combinaba el internacionalismo con la autonomía nacional, el mercado con la
protección social, la prosperidad con la estabilidad social y la democracia
política…Combinaba los favores al empresariado con una participación sustancial del
Estado en la economía, una amplia red de seguridad social y movimientos sindicales
políticamente poderosos. El resultado fue una densa combinación entre mercados
activos y gobiernos intervencionistas, grandes empresas y movimiento sindical,
conservadores y socialistas, que permitió las tasas más altas de crecimiento y la
estabilidad económica más duradera de la historia moderna”345.

Pero desde fines de los años 60, la economía se fue aproximando a una etapa de crisis
sucesivas con epicentro en Europa Occidental y Estados Unidos y repercusiones y
réplicas en el resto del mundo. Durante los 70, en los países avanzados, el crecimiento
disminuyó a la mitad de la tasa promedio del período 1945-1970, la desocupación se
duplicó o triplicó respecto de la de este período y la inflación –después de la crisis del
petróleo de 1973– alcanzó un nivel cuatro veces superior a la media de igual período.

Los años 80 revelaron los esfuerzos por un regreso a la estabilidad, pero ésta no fue
totalmente alcanzada y las políticas estabilizadoras resultaron costosas en términos de
crecimiento económico, con lo cual la muy desfavorable situación iniciada en los 70 no
pudo ser revertida aun a fines de los años 80.

Así, acuciados los sectores políticos y económicos por una continua crisis, reveladora
del final de los consensos de 25 años antes, pasaron a debatirse entre sostener el
compromiso con la economía global o retornar a un manejo autárquico de sus
economías nacionales, como había ocurrido en el final de la primera globalización en
los años 30.

Una expresión de graves consecuencias sobre el crecimiento y la estabilidad económica


fue la confrontación entre empresarios y trabajadores que se dio en este contexto, ya que
ante la contracción del producto la participación en él de estos últimos resultó
amenazada, esto determinó un agravamiento de las tensiones laborales que ya se habían

345
Frieden, (2007), p. 396.
337

comenzado a observar hacia fines de los 60 y, finalmente, el desarrollo de una pugna


distributiva que, frente a la estrechez de recursos, drásticamente, dio por terminada la
cooperación sindical de los años 50 y 60.

Lo curioso es, con todo, que este retroceso de grandes proporciones sucedió al limitado
lapso de bonanza económica registrado entre 1971 y 1973. El colapso de Bretton
Woods levantó las restricciones sobre los tipos de cambio y los gobiernos se vieron
libres para estimular sus economías.

La economía mundial dio un salto entre 1970 y 1973, al crecer la producción industrial
de las principales economías entre un 15 y un 25%. La oferta monetaria aumentó un
40% en Estados Unidos, en igual período, y un 70% en Gran Bretaña entre 1972 y
1973346.

El boom de las economías industriales incrementó la demanda de productos agrícolas y


materias primas que exportaban los países subdesarrollados y sus precios se dispararon.
En última instancia, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) hizo
sentir su poder monopólico sobre la producción de petróleo y cuadruplicó su precio, con
lo cual un notable proceso inflacionario internacional se logró instalar sin que se
evidenciase una inmediata respuesta antiinflacionaria por parte de la mayoría de países
afectados347348.

La crisis petrolera de 1973 originó la recesión mundial de entre 1974 y 1975 al


reducirse la rentabilidad de las empresas –por el aumento de costos de materias primas–
, por ende, su oferta productiva y, simultáneamente, al contraerse la demanda real de
bienes al caer la capacidad adquisitiva de los ingresos.

Frente a una notable y extendida recesión, luego de al menos 20 años de sostenido


crecimiento económico mundial, los gobiernos occidentales no solo no contrarrestaron
el impacto inflacionario con medidas fiscales o monetarias, sino que utilizaron el gasto
estatal para aumentar la protección social, debido a la necesidad de compensar la caída
de la ocupación y los salarios reales.

346
Eichengreen, (1996).
347
Frieden, (2007), pp. 479-488.
348
Eichengreen, (1996).
338

A su vez, esto fue posible por la captación de las ganancias petroleras por parte del
sistema financiero occidental, lo que permitió expandir su capacidad prestable y
determinó que en los países centrales se facilitase la existencia o subsistencia del déficit
fiscal. Además, en los países periféricos, con este mismo origen, se logró la obtención
de mayores préstamos internacionales con los que se financió tanto el déficit fiscal
como los déficits de comercio exterior.

Dado que, mayormente, los tipos de cambio fijos habían desaparecido luego de 1971,
las devaluaciones o depreciaciones cambiarias eran continuas y la limitación en la
expansión monetaria que exigía la paridad fija no se verificaba ahora en los tipos de
cambios flotantes, libres o intervenidos.

El esquema financiero internacional generó un extraño triángulo basado en los flujos


internacionales de los petrodólares que habían resultado de la imposibilidad de los
países petroleros de canalizar sus ganancias por fuera del sistema financiero
internacional. Ellos depositaron 150 mil millones de dólares en los bancos
internacionales de los países centrales y estos se los prestaron principalmente a los
países subdesarrollados importadores de petróleo, con lo cual estos terminaron
endeudándose en 200 mil millones de dólares.

Así, luego de 20 años de políticas de control sobre el movimiento de capitales


extranjeros, tanto en los países centrales como en los periféricos el endeudamiento
externo pasó a ser nuevamente la herramienta necesaria para impedir que los déficits del
comercio exterior se tradujesen rápidamente en mayúsculos ajustes contractivos de la
demanda de bienes y, por tanto, del crecimiento económico.

Inclusive, así como en la Primera Posguerra, el financiamiento internacional se


destinaba a diversas inversiones de infraestructura o industria pesada en los países
subdesarrollados más avanzados, a fin de colocar los excedentes financieros que no
lograban absorber las economías centrales con una menor demanda de fondos derivada
de su menor crecimiento, en tanto continuaban ingresando petrodólares a las casas
matrices de sus redes financieras internacionales.

Mientras la liquidez y el flujo internacional de capitales alcanzaba un volumen


extraordinario, en comparación con las escasas magnitudes alcanzadas en los 50 y 60, a
339

fines de los años 70, la inflación en Estados Unidos había alcanzado el 15% anual, la
desocupación iba camino de duplicarse –pasando del 4 al 7,6%- mientras que en Francia
e Inglaterra también lo hacía y en Alemania se triplicaba, al igual que en Bélgica,
Holanda y Dinamarca –con una tasa de desempleo media del 10% para todos ellos,
durante los años ochenta–.

La desocupación creciente y la caída de los salarios reales encontraron acciones


compensatorias por parte de los gobiernos, a través del aumento del empleo público y la
mejora salarial en el sector privado, lo cual resultaba financiado por emisión monetaria
y aumento del crédito bancario. Así, estas políticas monetarias y fiscales expansivas
aumentaban los tipos de cambio flotantes y aceleraban la inflación.

Estas políticas de fondo, enmarcadas en las crisis petroleras de 1973 y 1979,


sucesivamente hicieron sucumbir los acuerdos de bandas limitadas de flotación
cambiaria suscriptos por Estados Unidos y Europa en la cumbre internacional del
Smithsonian Institute de 1971 y, luego, los correspondientes a la política cambiaria
intraeuropea conocida bajo el nombre de “serpiente monetaria europea”.

En este caso, aunque no se logró avanzar sustancialmente en una mayor estabilidad de


los tipos de cambio, Alemania pasó a asumir un claro protagonismo monetario, al
adquirir el marco características de moneda de reserva europea y constituirse,
progresivamente, en eje de la estabilidad económica de la región349.

2. Políticas y políticos norteamericanos en el sendero de recuperación del impulso


globalizador.

A la globalización iniciada en Bretton Woods, al cabo de la Segunda Guerra, parece no


haberle tomado menos de 20 años recuperarse del quiebre económico que siguió al
abandono de la convertibilidad del dólar en oro de 1971.

Europa, entre los años 70 y 80, avanzó a través de logros de excepción como la
integración de los países de Europa Oriental que, con la caída del régimen comunista de
Moscú, dejaron de estar bajo su órbita de dominio y fue superando las limitaciones que

349
Eichengreen, (1996).
340

en el orden económico y financiero también le había reportado el final de Bretton


Woods.

Alcanzó un acuerdo de unificación monetaria con el Tratado de Maastricht en 1991, que


le permitió finalmente constituirse también como bloque monetario a través de su
moneda única, el Euro, en 1999.

Así se demostraba que en ese lado del Atlántico Norte la globalización seguía un curso
promisorio aun cuando su sostenimiento estuviese signado por un extraordinario
esfuerzo que pasaba por la reunificación de Alemania, la incorporación de toda Europa
Oriental a la economía de mercado y, al mismo tiempo, la recuperación de los ejes de
coordinación internacional de políticas económicas, dentro del bloque europeo y hacia
fuera de él, que se habían perdido con la caída de Bretton Woods350. Pero, en rigor,
donde la antigua y renovada apuesta a la integración política y económica mundial tenía
dificultades de mejorar sus chances de ganar era en el espacio propio de los líderes
fundacionales de la globalización originada en 1945, los Estados Unidos.

Así como en la teorización económica se entiende que la flotación cambiaria posibilita


una política monetaria activa, independiente del influjo de los tipos de interés y del
movimiento de capitales internacionales, parece que la flotación cambiaria de 1971 dejó
no solo al dólar sino al gobierno americano libre de las exigencias de coordinación
institucional necesarias para lograr un reordenamiento interno e internacional.

En cuanto a la coordinación internacional poco se puede apreciar como aporte decisivo


por parte de este país pero, al menos, entre 1991 y 2000 se puede observar que Estados
Unidos corona un proceso de largo ordenamiento interno cuyos efectos fueron de alto
impacto para el resto del mundo, por lo cual se puede entender que si bien no existió
voluntad manifiesta de renovar, bajo indispensables modificaciones, los acuerdos de
coordinación internacional del pasado –aquellos que se dieron en el ámbito de las
distintas instituciones creadas a partir del acuerdo de Bretton Woods–, las políticas
económicas internas ejecutadas tanto contemplaron los objetivos nacionales como los
internacionales.

350
Eichengreen, (2008).
341

El reordenamiento económico había comenzado a producirse desde fines de los años 70


y durante los primeros años de los 80 en la etapa correspondiente al presidente Ronald
Reagan. Durante el gobierno de este último, la Reserva Federal, por intermedio de su
presidente, Paul Volcker, designado durante la presidencia de Jimmy Carter, en 1979,
aplica una restricción monetaria que resulta diferenciada de la política monetaria
restrictiva usual, ya que en lugar de contraerse la capacidad prestable de los bancos y
elevarse las tasas de interés, aquí se contrajo definitivamente la emisión monetaria.

Esto tuvo una importancia singular porque desde Bretton Woods que Estados Unidos no
había reducido la cantidad de su moneda circulante en el mundo. Así, los inicios de los
años 80 presentaron una contracción efectiva del dinero, la caída de la inflación, una
disminución importante de la actividad económica y la apreciación del dólar americano
en relación con las monedas europeas. En realidad, como causa última de estos hechos
se puede identificar al proceso de recesión que se desarrolló y que fuera considerado
como el mayor retroceso económico después de la depresión de los años 30.

Desde que la reducción de la emisión monetaria comenzara en 1979 se sucedieron 3


años en los que la recesión se prolongó pero la caída de la inflación finalmente se
produjo en 1982, cuando la inflación anualizada cayó al 4% anual.

Aunque esto significó todo un logro antiinflacionario, después de una década en que la
inflación había avanzado continuamente, éste se podría haber constituido en tan solo un
momento o circunstancial desvío de la larga trayectoria emisionista de Estados Unidos.

En efecto, tan solo es necesario tomar en cuenta que por más de veinte años se había
llegado a considerar que este país actuaba como el banco central mundial que abastecía
de billetes a todo el mundo, permitiendo esto financiar el comercio y la inversión
internacionales. En tanto, para Estados Unidos, resultaba ser, el expediente de la
impresión de dólares, la forma de hacer frente a un crónico déficit en el balance de
pagos que facilitaba, recíprocamente, el resultado inverso en Europa, donde se hacía
crónico el superávit externo.

Sin embargo, si bien es cierto que la insistencia en la reducción del volumen monetario
para detener la inflación comenzó a desaparecer después de los primeros indicios de que
ésta iría disminuyendo, subsistió una central preocupación por mantenerla controlada
342

dentro de un rango de tasas marcadamente inferior al que se alcanzara durante los 70,
cuando, luego de 1973, la media inflacionaria anual era del 10% y, a partir de 1979,
podría haberse elevado aún más –dado que en 1979 había llegado al 15% anual-, de no
mediar la reacción antiinflacionaria finalmente implementada.

La trayectoria inflacionaria de entre 1970 y 2003 muestra que, desde una inflación anual
no mayor al 5% en el inicio de los años 70, se pasó entre 1973 y 1980 a una escalada en
las tasas de inflación que, luego de alcanzar su pico máximo en este último año, se logró
revertir desde allí hasta descender nuevamente a aquellos menores niveles previos a
1973. Así, una inflación de no más de un 5% anual se logró mantener por más de los
quince años posteriores a mediados de los ochenta.

Esta trayectoria estabilizadora resulta coincidente con la estabilización del índice de


Primary Commodity Prices del FMI, que, con base 100 en 1980, muestra que los
precios reales de las commodities desde un índice 40 en 1974 pasan a 80 en 1976, 100
en 1980, 80 nuevamente en 1983, para luego fluctuar en torno de 40 desde 1985 hasta
2003, cuando a partir de allí, nuevamente, retoman un camino ascendente351.

Con todo, la etapa “monetarista” del gobierno de Reagan duró hasta 1985, actuando en
ella, además de Volcker, Donald Regan y Beryl Sprinkel, Secretario y Subsecretario del
Departamento del Tesoro, respectivamente, ambos comprometidos con la proposición
monetarista de que una tasa estable de crecimiento del dinero generaba una inflación
estable y un tipo de cambio estable. También se encontraba involucrada, aparte de la
ortodoxia monetarista, la escuela del “lado de la oferta”, encabezada por el Jefe de la
Oficina de Presupuesto, David Stockman.

Éste, por su parte, insistía particularmente en una reducción importante de los impuestos
que aumentase la rentabilidad de las empresas y, en consecuencia, la producción,
mientras que sostenía, a su vez, una contracción de un gasto público elevado que
obstaculizaba también el desarrollo del sector productivo, al impedir la eficiencia
global, por su carácter distorsivo de las condiciones de libre mercado.

Lo cierto es que solo bajaron los impuestos, el gasto público se elevó notablemente en
orden a satisfacer ambiciosos planes de defensa y se prolongó un “efecto-expulsión” en

351
Eichengrren, (1996); Eichengreen, (2008).
343

la competencia entre sector público y sector privado por la menor oferta de dinero
disponible, que se tradujo en la continuidad de altas tasas de interés –aunque menores a
las correspondientes al momento inicial del “shock” monetarista–, ingreso de capitales
extranjeros atraídos por éstas, apreciación del dólar y limitado impulso a la producción.

Al comienzo del segundo período de Reagan, en 1985, la oficina del Tesoro quedó a
cargo de un funcionario pragmático, James Baker, no hubo cambios en la política fiscal
expansiva, pero así como el gasto público y el déficit fiscal se ubicaban en máximos
históricos, igualmente se recurrió a un acendrado proteccionismo solo comparable al de
50 años antes para favorecer el comercio exterior y a sus influyentes grupos de presión
sectorial.

Pero, a diferencia de la gestión previa, ésta se ocupó de intentar conciliar la evolución


de los tipos de cambio y del flujo financiero internacional entre Europa y Estados
Unidos, así como de dar comienzo a una reestructuración de la deuda externa
latinoamericana que a partir de la crisis de deuda mejicana de 1982 dio muestras de ser
también un factor de desestabilización de distintos países de esta región352.

A la aplicación de los planes de reestructuración de deuda latinoamericana de Baker,


sucedieron poco tiempo después los créditos e inversiones internacionales que
facilitaron la recuperación económica de la región, en tanto se aplicara la reforma de la
estructura económica recomendada por el Consenso de Washington de 1988.

La aplicación de la receta de privatizar parte sustancial del gasto social y de la gran


mayoría de empresas del Estado, desregular y liberalizar la economía, y alcanzar, en
definitiva, una máxima integración internacional, mediante la apertura al comercio y
finanzas internacionales, fue la contrapartida de un regreso a la expansión del flujo de
capitales internacionales hacia la región, lo que permitió la recuperación de su
crecimiento económico durante los años 90353.

A pesar de que el cuadro norteamericano de variables económicas no fuera alentador,


con déficit fiscal, de balance de pagos y endeudamiento externo hasta principios de los
años 90, igualmente se sostuvo la estabilidad de precios.

352
Eichengreen, (1996).
353
Williamson, (1990).
344

La explicación radica en que a diferencia de los años 70 en que tanto a uno y otro lado
del Atlántico Norte las políticas monetarias pasivas habían resultado sostén simple de
un proceso inflacionario creciente, los años 80 se iniciaron con restricción monetaria y,
luego, el déficit presupuestario en lugar de ser financiado vía emisión monetaria lo fue a
través de un ingreso de capitales internacionales.

Estos, posibilitaban una mayor liquidez interna pero al apreciar el valor de la divisa
americana, deprimían los precios de los bienes comercializables internacionalmente –
bajando la inflación– y desalentaban la actividad económica al ingresar solo a cambio
de las altas tasas de interés que sostenía la persistente demanda financiera del sector
público.

Tanto la alta inflación como una profunda recesión habían quedado atrás, pero ahora, un
escenario de inflación y estancamiento económico –bautizado como “estanflación”- se
proyectaba como una nueva perspectiva desalentadora para la continuidad de esta
segunda etapa de globalización.

Si bien no terminó en una caída definitiva con el final del dólar como moneda patrón en
1971, evidentemente había perdido el rumbo cuando durante los años 80 la producción,
la inversión y el comercio mundial –pilares fundamentales del proceso globalizador–
habían retrocedido notablemente y así se configuraron las condiciones por las que ésta
se dio en llamar la “década perdida” de los 80.

En 1989, Reagan le había dejado a Bush –padre- un déficit anual de 152 mil millones de
dólares que este último llevó a 290 mil millones en 1992 –equivalente a 5% del PIB-,
mientras que Clinton se encargó de reducirlo a tan solo 22 mil millones en 1997 –
equivalente a 1% del PIB.

Además, en el 1989 la deuda pública alcanzaba los 2,9 billones de dólares, habiendo
partido de 0,995 billones en 1984.

En 1997, aun bajo la presidencia de Clinton, la deuda había llegado a 5,7 billones,
aunque en el 1998 ya se pasaba a un superávit fiscal mínimo y en el 2000 se llegó a un
resultado igualmente positivo de 236 mil millones de dólares. A pesar de esto, el
345

endeudamiento público reflejaba la continuidad de una expansión del gasto estatal


financiada por el crédito internacional.

La recuperación de la economía internacional había llegado en los años 90 y la


expansión se sostenía a través de un acelerado flujo de capitales internacionales de
dimensiones excepcionalmente superiores a la etapa de Bretton Woods que culminara a
principios de los años 70354.

3. La evolución económica en los 70 y 80, en Argentina, en síntesis.

Los primeros años de la década de 1970 se inscribieron en los últimos años de bonanza
económica en lo internacional y en el auge de las materias primas que también
beneficiara a las exportaciones agrarias argentinas, dentro del contexto de aumento de
estos precios internacionales que facilitaran las políticas expansivas de los países
centrales a partir de que abandonaran la limitación monetaria que les imponía la
convertibilidad oro-dólar.

Liberados ahora de restricciones monetarias, bajo la inconvertibilidad de sus monedas,


la emisión monetaria creció entre 1971 y 1973, pero el alza del precio del petróleo de
este último año los llevó a contraer su producción y su demanda agregada por el
encarecimiento de este insumo estratégico. No obstante, la liquidez internacional no se
contrajo drásticamente debido al fenómeno conocido como el “reciclaje de los
petrodólares”, consistente en que las ganancias de los países petroleros se depositaron
en los bancos occidentales y esto posibilitó la continuidad de un mayor crédito
internacional.

La recesión internacional comenzó a hacer sentir sus efectos sobre la demanda y el


comercio exterior pero la inflación se sostuvo en base a la persistencia de la liquidez.
Desde 1974 el comercio exterior argentino entraría dentro de este marco de dificultades
porque en función de las tendencias recesivas, la Comunidad Económica Europea
comenzó a prescindir de algunas importaciones en orden a sostener lo imprescindible, la
necesidad de seguir importando petróleo a mayor costo. Por ejemplo, la importación de

354
Yergin & Stanislaw, (2008).
346

carne vacuna fue drásticamente restringida, al límite de una prohibición, entre ese año y
el siguiente, con el fin de que la producción europea pudiese satisfacer su propio
consumo, impactando esto plenamente sobre la exportación argentina.

El otro factor que incidió sobre la política económica nacional fue precisamente un
contexto político de inestabilidad. Tal como se señalara anteriormente, la guerrilla
urbana había crecido desde 1969 y, en cierta medida, había favorecido las condiciones
para la salida de los militares del poder y el regreso de Perón al país. Esto permitió el
regreso del peronismo al gobierno en 1973, pero en 1974 Perón falleció siendo
presidente y debió ser reemplazado por María Estela Martínez de Perón, la
vicepresidenta.

La esperanza de que Perón llevase mayor estabilidad a la política a través de la


pacificación interna que podía suponer que la propia guerrilla peronista o “montonera”
depusiese las armas quedó completamente frustrada a partir del ejercicio de gobierno
por su reemplazante constitucional y, por el contrario, se agravaron las condiciones de
inestabilidad política.

La política económica que se iniciara auspiciosamente con un plan de estabilización y


crecimiento –el Plan de Reconstrucción y Liberación Nacional de 1973– cayó junto con
el Ministro de Economía, José Ber Gelbard, a fines de 1974. En una muestra de
inestabilidad, hubo una seguidilla de ministros de economía hasta marzo de 1976,
cuando los militares, frente al “vacío de poder” engendrado por una presidente
debilitada por una falta de liderazgo hasta sobre los propios peronistas y la crisis
económica de 1975, derrocaron este gobierno y se instalaron en él hasta 1983.

Gelbard, entre principios de 1973 y hasta tres meses después de la muerte de Perón,
sostuvo el denominado Pacto Social, eje de la política económica y del plan de
crecimiento. Éste consistía en un acuerdo entre empresarios y trabajadores en el que
como dato fundamental surgía la voluntad de acuerdo de no aumentar precios ni salarios
por ninguna de las partes.

Durante 1973 la inflación llegó a ser casi nula en el segundo semestre, pero el aumento
del precio del petróleo se trasladó a los productos industriales importados y la industria
reclamó por el alza del costo de producción debido a los mayores precios
347

internacionales. El gobierno subsidió la importación de insumos y contuvo un aumento


de costos y precios de producción, pero este mismo problema afectaba a los servicios
públicos y, entonces, fue necesario aumentar las tarifas. En resumen, fue necesario
ajustar precios y salarios y para esto se reunieron las empresas y trabajadores
nuevamente para acordar la elevación de algunos precios y un aumento salarial
compensatorio del retorno de la inflación a principios de 1974.

En 1973 y 1974 se terminó creciendo al 6,5% anual y la desocupación pasó de un 6% a


un 2,5% a fines de 1974, pero luego de varios ajustes de precios y salarios la inflación
anual de este año acumuló un nivel del 100%, bastante por encima del que se verificara
a principios de 1973, del 60% anual.

La caída de exportaciones de carne vacuna fue un principal impacto sobre la situación


del sector externo y esto determinó un ajuste progresivo del tipo de cambio para que
éste no quedase retrasado respecto de la inflación y las exportaciones agrícolas
creciesen.

Para 1975 la situación del sector externo seguía complicada ante el estancamiento de las
exportaciones agrarias. Uno de los ministros que se hicieron cargo del área de
Economía, Celestino Rodrigo, decidió devaluar en un 100% el peso, aumentar las tarifas
de los servicios públicos, liberar los precios y otorgar un aumento salarial de un 38%.

El sindicalismo protestó mediante huelgas y movilizaciones la drástica política de ajuste


económico, logrando que el gobierno despidiese este ministro y lo sustituyese por otro
que respondía a su fracción política, con lo cual obtuvo un mayor aumento salarial,
compensatorio del aumento de la inflación desatado por la devaluación.

Así, la economía se ubicaba en un escalón inflacionario aún más alto y, a principios de


1976, se había configurado un estado de hiperinflación ya que la tasa inflacionaria se
encontraba en torno del 50% mensual.

Este proceso respondía, en última instancia, a la crisis del sector externo determinada
por la caída en la demanda internacional de productos agrarios con eje principal en la
restricción de importaciones de la CEE, a partir de la crisis petrolera de 1973. En 1975
348

se acudió a la ayuda financiera del FMI para lograr superarla pero esto se mostró
insuficiente como para alcanzar la salida de la crisis.

El debilitamiento del gobierno, en razón de esta grave situación económica, de la


dilución de su consenso político a partir de la muerte de Perón y la delegación del
mando de la lucha antisubversiva a manos de las Fuerzas Armadas desde 1975, fueron
suficientes argumentos para que el golpe de estado de marzo de 1976 instaurase el
Proceso de Reorganización Nacional que se prolongó hasta 1983.

En este finalmente breve gobierno peronista se destacó, en materia económica, la misión


internacional del Ministro Gelbard que permitió alcanzar acuerdos comerciales con la
URSS, países de Europa Oriental y Cuba para redirigir parte de las exportaciones
argentinas hacia ellos. La participación de estos países en éstas llegó a más del 10% en
1976 y con clara tendencia al crecimiento355.

Otras iniciativas económicas como la nacionalización del sistema financiero, del


comercio exterior o el impuesto a la renta potencial de la tierra tuvieron una aplicación
limitada y no lograron sobrevivir al impulso de libre mercado que se impuso desde el
comienzo del gobierno militar que reemplazó al peronista356.

Dada la inestabilidad política del gobierno peronista, la imposibilidad de progresar en


mayores acuerdos con el FMI había sido el factor de profundización de la crisis externa
peronista. La fuga de capitales que esto determinó, potenció una crisis externa que para
el gobierno militar no fue tan difícil conjurar en razón de un renacimiento de la
confianza en los organismos financieros internacionales y los mayores acuerdos de
préstamos que se pudieron alcanzar. La contracción monetaria y fiscal, la caída de los
salarios reales y el aporte internacional de 1000 millones de dólares fueron los causantes
de una recesión de cuatro meses y de una caída de la inflación. Luego, la contracción
fiscal cedió y se trató de mantener un nivel de ocupación, favorecido por bajos salarios
reales, mientras que la contracción monetaria era el argumento antiinflacionario
excluyente357.

355
Di Tella (1989).
356
Llach y Guerchunoff, (2007).
357
Basualdo, (1992).
349

Mientras que en 1976 la tasa de inflación anual había sido del 400% anual, desde 1977
se comenzó a ubicar en el orden del 150% anual. Una inflación mensual del orden del
10% comenzó a considerarse una “inflación normal” desde mediados de los años 70 y
este concepto se reiteró, luego, en el curso de los años 80.

Con una progresiva liberación del mercado cambiario, el alto costo financiero interno
comenzó a ser sorteado por el endeudamiento externo privado como público, ya que en
el exterior persistía aun la liquidez internacional y bajas tasas de interés, entre 1976 y
1978.

En 1977 se implantó una reforma financiera cuyo objetivo fue consolidar el ahorro
interno mediante un nivel de intereses lucrativo para el ahorrista e impulsor de una
inversión productiva de mayor rentabilidad. La eficiencia económica avanzaría y la
economía podría alcanzar una mayor competitividad internacional. El impacto inicial de
esta reforma, con sus altas tasas de interés fue recesivo pero el endeudamiento externo
tendió a compensar estas altas tasas internas.

Una mejora en la capacidad de exportación, la caída de importaciones por una situación


recesiva prolongada y el ingreso de capitales del exterior posibilitaron un saldo positivo
en el balance de pagos y la acumulación de reservas.

En 1979 se había llegado a duplicar el nivel de exportaciones de 1974, llegándose a casi


8 mil millones de dólares de exportación pero las importaciones también habían
aumentado, llegando a casi 7 mil millones. A ese año, las reservas internacionales
sumaban 4.500 millones de dólares. Sin embargo, en 1980, con niveles de exportación
muy similares a los del año anterior, las importaciones llegaron a más de 10 mil
millones de dólares. En 1979 había habido un ingreso de capitales neto de casi 5.000
millones de dólares que se redujo a la mitad en 1980.

En razón de un fuerte déficit en el balance de servicios reales y financieros, las reservas


acumuladas cayeron, en 1980, a 2.700 millones dólares y la deuda externa se había
triplicado respecto de su nivel de 1976358. Esta crisis externa que se generó entre 1979 y
1980 y que determinó la salida del Ministro de Economía que asumiera junto con el
gobierno militar, en marzo de 1976, José Alfredo Martínez de Hoz, fue resultado directo

358 BCRA, (1981).


350

y bastante inmediato de la política que aplicara con el fin de reducir drásticamente la


inflación, a la vez que recuperar el crecimiento económico.

Por este tipo de política también optaron los otros países del Cono Sur –Chile y
Uruguay- con resultados igualmente adversos359. La política implementada se basó en el
enfoque monetario de balance de pagos, modelo dirigido a la obtención de una
convergencia entre los precios internacionales y los internos correspondientes a los
bienes producidos o comerciados internacionalmente.

La clave para reducir los precios internos respecto de los internacionales era mantener
una pauta cambiaria descendente, lo que significaba contar con un tipo de cambio
preestablecido para cada uno de los meses de 1979, por lo que esto se conoció como
“tablita cambiaria”. Para sostener estos tipos de cambio prefijados, el Banco Central
debía restringir la expansión monetaria a la evolución cambiaria prevista.

Para que la convergencia con los precios internacionales se produjese también se


redujeron los niveles de protección a las importaciones. En lo financiero, las tasas de
interés nacionales resultaban de sumar a la tasa de cambio prevista el interés
internacional y una tasa de riesgo que incluía la expectativa de devaluación.

Una baja expectativa cambiaria inicial hizo caer las tasas de interés inmediatamente,
pero tanto una limitada caída de precios internos como la subsistencia del déficit fiscal
fueron determinando una expectativa de devaluación superior a la prevista. Con un tipo
de cambio real cada vez más bajo, las importaciones crecieron velozmente y
comenzaron a caer las reservas internacionales. A esto también iba a contribuir la
reversión del flujo de ingreso neto positivo de capitales a un flujo negativo, en cuanto el
plan de estabilización no diese muestras de lograr sus objetivos. Y no pudo darlas, dado
que la disminución de la inflación no fue tan relevante como se esperaba.

La inflación anual de 1980 fue de un 90%, frente a un aumento del tipo de cambio del
20%. En marzo de 1981, la crisis financiera interna y externa se explicaba por la salida
de capitales y un déficit comercial provocado por el retraso del tipo de cambio frente a
la inflación. La deuda externa pública se había triplicado, respecto de 1976, para
financiar el déficit fiscal sin incurrir en emisión monetaria.

359
Díaz Alejandro, (1981).
351

El notable aumento de las importaciones, por su parte, había provocado la caída de la


producción interna y había contribuido a la crisis del sistema financiero con la quiebra
de los bancos más vinculados con grupos empresarios nacionales360.

La política económica inaugurada en 1981 terminó aplicando una devaluación del 400%
en ese año y los salarios reales cayeron en un 25% respecto de 1976, al situarse la
inflación en un 130%. Entre 1981 y 1982, el PIB cayó a razón de un 6% anual. En 1982,
una suerte de segunda reforma financiera se implementó para hacer caer el valor real de
la deuda privada –“licuación” del pasivo real de las empresas-, convirtiendo también su
deuda externa en deuda del Estado. Mediante otras medidas financieras se intentó
recomponer el capital circulante o de trabajo de las mayores empresas afectadas por la
crisis.

El flujo internacional de capitales se había tornado negativo para los países en


desarrollo, en función de las políticas de contracción monetaria aplicadas por Estados
Unidos, de forma que el movimiento de capitales de Argentina tenía una tendencia a la
salida neta de capital y el financiamiento externo se limitaba, principalmente, al que
pudiera obtener el Estado.

En este contexto, en 1983, el gobierno fue recuperado para la democracia, con el hecho
económico destacado que en ese año el monto de deuda externa pública era más de siete
veces superior al de 1976, cuando no alcanzaba los 7.000 millones de dólares.

Con el regreso a un ambiente de libertad política, la presión sindical dirigida a una


recomposición de salarios reales reducidos durante todo el gobierno militar se hizo
presente y persistente. El problema de la deuda externa llevó a la negociación del apoyo
financiero del Fondo Monetario Internacional y a tener que soportar sus términos de
condicionalidad para el otorgamiento de préstamos. Estos términos se expresaron en un
ajuste fiscal, monetario y cambiario dirigido a mejorar la situación de balance de pagos
y controlar el proceso inflacionario.

Un acuerdo de apoyo financiero internacional del FMI fue alcanzado, sobre la base de
un programa económico bajo estos principios y la continua supervisión de su ejecución.
La indexación inflacionaria de salarios, de servicios públicos y tipo de cambio no logró

360
Basualdo, (1981); Basualdo, (1992); Canitrot, (1983).
352

contener el proceso inflacionario que se dirigió a un nivel en torno del 300% anual en
1984. Se avanzaba en la contracción del déficit fiscal pero la alta inflación y las
expectativas cambiarias alentaron una dolarización de la economía y altas tasas de
interés en pesos para resguardar el valor del dinero de su continua erosión inflacionaria.

El crecimiento del PIB de 1984 fue de tan solo el 2% anual, siendo que el único sector
que entre 1980 y 1984 pudo crecer a una tasa anual de alrededor del 3% fue el agrario,
lo que no significó mayor impacto sobre el resto de la economía, ya que entre 1980 y
1984 el crecimiento acumulado había sido negativo en alrededor de un 7%, incluyendo
la leve recuperación –de 2,5% anual promedio- de 1983 y 1984.

Las exportaciones agrarias, no obstante, solo lograron un sustancial aumento en 1983,


pero desde 1979 estaban solo próximas a los 8.000 millones de dólares anuales,
verificándose también una declinación importante de las exportaciones de origen
ganadero361.

A principios de 1985 la expectativa inflacionaria aumentó y a partir de mediados de ese


año se debió aplicar un nuevo programa económico que también contó con el acuerdo
del FMI. El denominado Plan Austral, con alguna semejanza con el Pacto Social de
1973, ya que básicamente consistió también en un “congelamiento” o fijación de
precios y salarios en un determinado nivel a partir del cual debían resultar inalterables.

Antes de que en junio de 1985 se impusiese el compromiso de paralizar la suba de estos


precios, en el trimestre previo, el tipo de cambio, las tarifas públicas, ciertos precios
industriales y el precio de la carne se habían elevado considerablemente y esto había
llevado la inflación mensual a niveles próximos al hiperinflacionario típico del 50%
mensual.

El enorme riesgo de instalar un escenario hiperinflacionario con todas sus graves


consecuencias, convenció a empresarios y trabajadores de la necesidad de no seguir
reajustando precios y salarios, a la vez que resultaría posible descartar una devaluación
a corto plazo.

361
CEPAL, (1985).
353

Como inmediatamente esto surtió efecto ya que la inflación bajó rápidamente, le fue
posible al gobierno avanzar en la contracción monetaria y fiscal que había acordado con
el FMI. La caída en la inflación tuvo efectos beneficiosos sobre el aumento de la
recaudación fiscal y la disminución del gasto público. Antes de este cambio de régimen
inflacionario, el gasto público tendía a registrar inmediatamente los aumentos de precios
en función de que las compras de bienes y servicios se realizaban a los precios que
continuamente se establecían conforme el sostenimiento de las expectativas
inflacionarias.

Pero, por otro lado, la demora en el pago de los impuestos disminuía el valor real del
impuesto que se pagaba, ante la imposibilidad de una continua actualización de los
impuestos. La baja de precios, entonces, revirtió estos efectos, desacelerando el
aumento inflacionario del gasto público y aumentando el volumen real de la
recaudación fiscal. A esto se sumó el avance en las medidas fiscales restrictivas
acordadas con el FMI lo cual determinó la reducción en el déficit fiscal362.

La inflación mensual se redujo al 3% mensual y esto sólo se debió al aumento de


precios de los alimentos, entre ellos la carne vacuna. La caída en los salarios reales que
se acumuló en 1985 fue el principal factor determinante de la recesión de ese año, pero
a fines de año se inició la recuperación económica como consecuencia de la reversión
del proceso de “huída del dinero” que había prosperado en el marco de la alta inflación
de 1984 y la primera parte de 1985. Con la baja inflación de su segunda parte, la
demanda de dinero aumentaba, la liquidez también y las tasas de interés se reducían,
todo esto con sus efectos positivos sobre el financiamiento de la demanda y la
producción.

El marco recesivo de 1985 desalentó notablemente las importaciones y esto determinó


un superávit comercial récord aunque el valor de las exportaciones agrarias no pudiese
crecer dentro de un mercado internacional poco favorable. Pero entre 1986 y 1987, a la
caída de los precios internacionales agrarios se sumó la caída en el volumen exportado

362
Olivera, (1967).
354

lo que llevó a que el déficit comercial externo alcanzase los mayores niveles dentro de
la década de los años 80363.

A principios de 1986 la inflación estaba en el orden del 5% mensual, dando muestras de


haberse obtenido una fuerte caída en ésta. En materia financiera y cambiaria también se
observaba una notable estabilidad a través de una devaluación mensual acotada y una
baja en las tasas de interés. El apoyo de los organismos financieros internacionales
demostrado por la continuidad en el financiamiento y refinanciamiento de la deuda
externa dio señales positivas a los inversores internacionales y se elevó la entrada de
capitales.

Esto posibilitó una expansión monetaria considerable que sirvió también para financiar
el déficit fiscal aunque éste se había contraído a solo el 3,6% del PIB. Dentro de los
recesivos años 80, se obtuvo una alta tasa de crecimiento del 5,7% anual en 1986, pero
el mejoramiento de la demanda se comenzó a reflejar en el aumento de precios y
salarios, nuevamente, lo que determinó una inflexión en la política monetaria permisiva
de gran parte de 1986.

Entre fines de este año y principios del siguiente, la caída de reservas internacionales y
la insuficiencia de apoyo financiero externo demandaron un tipo de cambio mayor lo
que contribuyó al aumento del tipo de cambio y esto al de los precios.

Luego de los reajustes trimestrales en estas variables claves de precios, la política


intentaba fijar o “congelar” al nivel de precios alcanzados luego de los ajustes aplicados,
pero el ajuste de un déficit fiscal que casi duplicaba el de 1985 como el mayor control
monetario desalentaron la demanda y el crecimiento se fue acercando a un 2% anual en
1987, mientras que la inflación se lograba ubicar en un 10% mensual.

Las dificultades en el sector externo reflejaban la limitada demanda internacional de


productos agrarios y la insuficiencia de los ingresos por exportaciones como para hacer
frente a los compromisos de la deuda externa. Esto obligaba una continua negociación
para lograr sucesivos préstamos coyunturales por parte del FMI que asegurasen
condiciones de estabilidad a los préstamos privados que ingresaban.

363
CEPAL, (1987).
355

Por esta razón, la lucha cotidiana para lograr que el nivel de reservas internacionales
fuese el mínimamente indispensable, entrañaba una negociación casi permanente con el
FMI para que éste acordase las políticas monetario-fiscales o cambiarias y, en función
de esto, facilitase el reingreso de capitales y divisas para sostener las reservas
internacionales364.

Con la aceleración de la inflación, en 1988 se intentó hacer previsible el aumento del


tipo de cambio para que así los precios redujeran su escalada, ajustándose a un tipo de
cambio declinante. En alguna medida esto tenía una similitud con la “tablita cambiaria”
del Ministerio de Martínez de Hoz. La diferencia en los resultados estuvo dada en que el
sostenimiento del tipo de cambio que iba desacelerando la inflación se hacía cada vez
más difícil por la imposibilidad de aplicar una suficiente restricción monetaria y fiscal,
mientras que el apoyo financiero externo no se incrementaba de manera parecida a lo
que había sucedido entre 1985 y 1987. El déficit fiscal venía financiándose
internamente y se sospechaba que a los vencimientos de una multitud de títulos públicos
no se podría cumplir con los pagos pactados.

Esta situación fue determinante de un aumento de las expectativas de devaluación ante


el posible default de la deuda pública, mientras que sólo un limitado nivel de reservas
internacionales hacía posible seguir sosteniendo una creciente demanda de divisas del
público. Finalmente, el gobierno dejó de intervenir en el mercado de cambios y una
notable depreciación del tipo de cambio fue resultado de que la demanda de dólares sólo
lograse ser satisfecha por una restringida oferta privada ya que el Banco Central había
dejado de abastecer el mercado con su oferta de divisas estabilizadora. Desde abril de
1989, la fuga de capitales era de tal magnitud que el dólar ascendía en su cotización a un
110% mensual y los precios lo hacían en un 70%, clara demostración de un proceso de
hiperinflación y una “huída del dinero” generalizada.

Una vez realizadas las elecciones presidenciales en mayo de 1989, donde el radicalismo
gobernante perdió frente al peronismo, el presidente Raúl Alfonsín debió renunciar y
fue sucedido por Carlos Menem. A poco de asumir este último se realizó un acuerdo de
precios con los empresarios con la intención de bajar la inflación, cosa que también se

364
Basualdo, (1992).
356

hizo factible en razón de la fuerte caída de la demanda provocada por una disminución
de los salarios reales en un 60%.

El elevado tipo de cambio a que se había arribado fue también posible contenerlo en su
aumento, mientras se refinanciaba la deuda pública y se intentaba reducir el déficit
fiscal. Pero estos intentos volvieron a fracasar en razón de que las necesidades fiscales
no lograban reducirse y la emisión monetaria debía continuar satisfaciéndola.

Finalmente, los depósitos bancarios y los títulos públicos fueron convertidos


compulsivamente en bonos en dólares de mediano plazo emitidos por el gobierno. La
liquidez del sistema financiero cayó drásticamente ya que los depósitos de corto plazo
se inmovilizaron de esta forma y los títulos públicos no se pagaban a su vencimiento
sino que se canjeaban por los nuevos títulos en dólares –Bonos Externos–365.

Esto determinó el desfinanciamiento de la producción, una fuerte recesión concurrente y


una progresiva caída de los precios. En el transcurso de 1989 se centralizó el gasto
público mediante un método de “caja única”, mediante el cual el Ministro de Economía,
exclusivamente, tenía a su cargo el nivel de gasto de las distintas áreas del Estado.

Un notable ajuste fiscal y monetario se había hecho presente, de esta forma, en 1989, lo
que determinó que la especulación cambiaria y la fuga de capitales cesasen. En 1990,
aceleradamente, se iniciaron los primeros procesos de privatización de empresas
públicas –las de telefonía, aeronavegación y petroleras. Esto permitió hacer frente a
algunos pagos considerables de la deuda externa y llegar a una acumulación de reservas
internacionales de 4.400 millones de dólares entre 1989 y 1990, nivel que se
aproximaba a la masa monetaria en pesos que a valor dólar estaba en el orden de los
5.000 millones de dólares. Así se verificaba que la posibilidad de un ataque especulativo
de las tenencias monetarias en pesos sobre la cantidad de reservas internacionales era ya
bien limitado366.

En conclusión, de esta forma, luego de unos años 70 en que se había pasado de una
inicial pugna distributiva que exacerbaba la inflación para luego ser reprimida o
disciplinada por modelos monetaristas, en la etapa militar, y finalmente vuelta a

365
CEPAL, (1989).
366
Basualdo, (1992).
357

reinstalarse en los 80 en el medio de una creciente restricción externa, a fines de estos y


principios de los 90 se dio paso no sólo a un decidido ajuste monetario-fiscal sino
también a un ajuste de la estructura económica.

Siguiendo los postulados del Consenso de Washington367 la estructura estatal fue


privatizada y esto generó un apoyo financiero internacional creciente. A la vez, se
desreguló por completo la economía al liberarse el comercio exterior y abrirse el
mercado financiero al flujo internacional de capitales. La liberación del comercio
exterior significó el abandono de las barreras arancelarias típicas de la larga etapa de
sustitución de importaciones que se había instalado en los años 30 y 40 y que
escasamente se había flexibilizado desde los años 70.

Desde la virulencia y descontrol inflacionario de entre los setenta y los ochenta, la


libertad financiera de los 90 combinada con un régimen de convertibilidad del peso en
dólar a mediano plazo posibilitó una inflación baja, cercana al 1% anual a fines de la
década. Este ambiente de estabilidad, con todo, no impidió que la escasa inflación
superase al nulo crecimiento del tipo de cambio y que el tipo de cambio real cayese
lentamente, mientras que las reservas acumuladas en base al ingreso de capitales
significasen un crecimiento notable de la deuda externa.

La relación entre reservas internacionales y cantidad de dinero en pesos era esencial


para sostener la conversión del peso argentino en dólar estadounidense y esto para hacer
posible la estabilidad y financiamiento de la economía.

El crecimiento económico fue sostenido entre 1992 y 1998 pero las importaciones
industriales fueron también crecientes y sustituyeron a parte sustantiva de la producción
fabril nacional, generando una significativa desocupación, del 18% de la población
económicamente activa en 1998.

La exportación agraria progresó en virtud de la recuperación del mercado internacional


de los 90 y la expansión de las exportaciones de soja, pero en tanto los precios
internacionales no mejoraron sustancialmente y el tipo de cambio se mantuvo inmóvil
por casi diez años, los ingresos de los productores agrarios no mejoraron
significativamente aunque la expansión agrícola siguió en notable ascenso, al incorporar

367
Williamson, (1990).
358

insumos y tecnologías de última generación ingresados a través de importaciones


liberadas de la pesada carga de aranceles de la etapa sustitutiva de importaciones.

Las exportaciones totales se triplicaron respecto de los niveles de fines de los años 80
pero las importaciones también lo hicieron y las superaron en más de 1.500 millones de
dólares anuales promedio entre 1997 y 1999. Este déficit de comercio exterior se sumó
a los más de 10.000 millones de dólares netos pagados por servicios reales y
financieros, dentro de los cuales los servicios de la deuda externa eran centrales.

Solo la renovación de deuda y nuevo endeudamiento externos compensaban el déficit de


cuenta corriente que creció continuamente desde 1992 hasta el 2001 cuando se cayó
finalmente en cesación de pagos por la imposibilidad de seguir refinanciando la deuda
externa368.

La profunda crisis económica que esto generó resultó aliviada, y luego revertida, a partir
de 2003 cuando, luego de una favorable renegociación de la deuda externa, los precios
internacionales de las materias primas iniciaron un firme camino ascendente,
permitiendo que la valorización de las exportaciones agrícolas, y de soja, en particular,
volviesen a impulsar el aumento de las reservas internacionales por más de siete años.

Fuentes y bibliografía.

Fuentes.

Banco Central de la República Argentina, (BCRA). Argentina. Balance de Pagos,


1970/1990.

Banco Central de la República Argentina, (BCRA). Argentina. Deuda Externa,


1970/1990.

Banco Central de la República Argentina, (BCRA). Argentina. Producto Bruto Interno,


1970/1990.

Bibliografía

368 Basualdo, (2014).


359

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del S. XX. Barcelona, Crítica, 2007.

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Yergin, D., & Stanislaw, J. (2008). The Commanding Heights: The Battle between
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360

Anexo estadísticas históricas.

BALANCE DE PAGOS En millones de dólares

Concepto 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979(b) 1980(b)

I TRANSACCIONES CORRIENTES 158.9 -388 7 -222.9 720 2 127.2 -1284.6 650.1 1289.9 1833.6 -550.1 -4855.1

1 Mercancías 79.1 -127.7 36.4 1036.4 295.8 -985.2 883.5 1490.3 2565.8 1098.4 -2425 0

a) Exportaciones (FOB) 1773.2 1740.4 1941.1 3266.0 3930.7 2961.3 3916.1 5651.8 6339.5 7809.9 7975.0

b) Importaciones(CIF) -1694.1 -18668.1 -1905 7- -2229.5 - -3634.9 -3946.5 -3032.5 -4161.5 -3833 7 -6711.5 -10400

2 Servicios -234.8 -257.6 -255.3 -326. 5 -168.9 -304.0 -252.0 -231.7 -780.6 -1683.5 -2470.6

a;) cérvidos reales -12.3 -1.7 78 3 67.9 164.4 125.6 240,5 346.8 -99.8 -763.5 -936.5

b) Servicios financieros -222.5 -255.9 -333. 6 -394.4 -333.3 -429.6 -492.5 -578.5 -680.8 -920.0 -1534.1

3.Transferencias unilaterales -3.2 -3.4 -4.0 -10.7 0.3 4.6 18.5 31.3 48.4 35.0 40.5

II TRANSACCIONES DE CAPITALES 333.8 -13.7 377.3 204.8 -199.7 494.5 551.3 1034.0 132.5 4790.5 2198.4

1. De las empresas 328.8 -331.5 44.7 155.3 -111.8 116.8 -281.9 1135.6 713.8 4222.5 1921.6

a) Largo plazo 143.6 66.1 118.4 4.4 -50.2 -41.4 -51.5 676.7 2269.6 2620.6 3741.2

b) Corto plazo 185.2 -397.6 -73.7 150.9 -61.6 158.2 -230.4 458.9 -1155.8 1601.9 -1819.6

2. Del gobierno 82.8 128.4 -86.5 98.0 105.5 96.1 -183.4 -8.2 525.0 528.6 929.7

a) Gobierno locales 5.3 3.1 -3.1 -7.8 -2.1 -2.5 -3.6 -9.4 -1.3 4.3 249.0

b¡ Gobierno nacional 77.5 125.3 -83.4 -90.2 107.6 98.6 179.8 1.2 526.3 524.3 680.7

3. Del sistema bancario 2.1 13.6 -32.7 -42.3 -47.4 -21.8 -51.5 159.1 95.1 -24.6 -371.3

4. Capitales compensatorios 133.7 -131.0 -381.6 -208.4 187.8 -296.9 -1064.1 261.8 1367.4 140.4 142.2
(a)

5. Asignación de D.E.G. (a) -58.8 -47.1 -59.7 -18.4 -1.3 6.4 - - - -72.8 -73.5

6. Ajuste por cambio de - 2.3 -10.5 37.0 -40.5 -12.9 16.4 -9.3 -166.0 -131.9 212.9
paridad (a)
361

III ERRORES Y OMISIONES 5.1 17.8 12.7 -4.5 21.2 -1.0 -9.0 -97.4 32.3 201.9 -139.4

IV VARIACIÓN DE LAS 185.0 -384.6 167.1 921.0 -51.3 -791.1 1192.4 2226.5 1998.4 4442.4 -2796.1
RESERVAS MONETARIAS
INTERNACIONALES

FUENTE: Banco Central de la República Argentina.

(a) Ingresos menos; egresos más.

(b) Datos provisorios.

DEUDA EXTERNA EN CONCEPTO DE CAPITAL En millones de dólares

Concepto 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980

Pública 2143.4 2526.8 3045.9 3316.4 3878.5 4941.0 6647.5 8126.7 9452.8 9960.3 14459

Privada 1732.4 1997.9 2046.0 167.0 1635.8 3143.8 3090.5 3634.5 4210.2 9074.4 12703

TOTAL 3875.8 4524.7 5091.9 4986.4 5514.3 8084.8 9738.0 11761.2 13663 19034.7 271352

FUENTE: BCRA.

ARGENTINA. PRODUCTO INTERNO BRUTO POR CLASE DE ACTIVIDAD ECONÓMICA, AL COSTO DE


LOS FACTORES

Miles de pesos argentinos a precios de 1970 Composición porcentual Tasas de crecimiento (b)

1980 1981 1982 1983(a) 1970 1980 1983(a) 1981 1982 1983(a)

Producto Interno Bruto 9847 9233 8743 8988 100.0 100.0 100.0 -6.2 -5.3 2.8

Bienes 4608 4756 4027 4208 48.8 46.8 46.8 -9.8 -3.1 4.5
362

Agricultura 1246 1276 1358 1368 13.2 12.7 15.2 2.4 6.4 0.8

Minería 146 247 246 252 2.3 2.5 2.8 0.6 -0.7 2.2

Industria manufacturera 2464 2071 1972 2168 26.9 25.0 24.1 -16.0 -4.7 9.9

Construcción 652 562 451 420 6.4 6.6 4.7 -13.8 -19.8 -6.8

Servicios básicos 1408 1365 1345 1401 13.8 14.3 15.6 -3.1 -1.5 4.2

Electricidad, gas y agua 351 347 358 387 2.3 3.6 4.3 -1.1 3.1 8.0

Transporte, almacenamiento y 1057 1018 987 1014 11.5 10.7 11.3 -3.7 -3.0 20.8
comunicaciones

Otros servicios 3831 3712 3371 3379 37.4 38.9 37.6 -3.1 -9.2 0.2

Comercio, restaurantes y 1474 1374 1122 1162 15.2 15.0 12.9 -6.8 -18 3.6
hoteles

Finanzas, seguros y servicios 895 874 746 687 7.6 9.1 7.6 -5.3 -11.9 -8.0
prestados a las empresas

Servicios comunales, sociales y 1462 1491 1503 1530 14.6 14.8 17.0 2.0 0.8 1.9
personales

FUENTE : Banco Central de la República Argentina.

(a) Cifras preliminares.

(b) Las tasas de crecimiento fueron calculadas sobre los datos redondeados.

ARGENTINA. EVOLUCIÓN DE LOS PRECIOS INTERNOS (Tasas de crecimiento)

1980 1981 1982 1983(a)

A. Variaciones diciembre a diciembre

1. Precios al consumidor 87.6 131.3 209.7 433.7

Alimentos y bebidas 81.7 135.8 213.4 415.2


363

Indumentaria 54.8 104.3 289.4 486.7

Vivienda, combustible y electricidad 109.0 111.8 181.2 512.1

2. Precios al por mayor 57.5 180.2 311.3 411.3

Productos Importados 59.6 237.5 497.3 342.2

Productos nacionales 57.4 177.5 300.7 416.4

Agropecuarios 36.1 212.8 314.0 389.5

Manufacturados 65.4 166.6 295.9 426.6

B. Variación media anual

1. Precios al consumidor 100.8 104.5 164.8 343.8

Alimentos y bebidas 95.1 99.2 178.4 339.0

Indumentaria 69.1 81.4 188.3 411.3

Vivienda, combustible y electricidad 104.8 111.1 133.8 366.2

2. Precios al por mayor 75.4 109.6 256.2 360.8

Productos importados 74.5 157.7 377.1 335.7

Productos nacionales 75.5 107.4 249.2 362.8

Agropecuarios 63.0 93.9 293.2 373.1

Manufacturados 80.4 112.2 234.8 358.8

FUENTE:

Instituto Nacional de Estadística y Censos,

(a) Cifras preliminares.


364

ARGENTINA. BALANCE DE PAGOS Millones de dólares

1985 1986 1987 1988 1989 1990


CUENTA CORRIENTE -953 -2359 -4238 -1572 -1294 1689
Saldo mercancías 4532 2128 540 3810 5374 8200
Exportaciones FOB 8396 6852 6360 9134 9573 12260
Importaciones CIF 3314 4724 5320 5324 4103 4060
Saldo servicios reales -231 573 -285 -255 -254 -379
Saldo servicios financieros -5304 -4416 -4485 -5127 -6422 -6203
Utilidades y dividendos -425 -482 -558 -660 -664 -716
Intereses netos -4879 -3934 -3927 -4467 -5758 -5487
Intereses pagados -5732 -4291 -4145 -4678 -6023 -5767
Intereses ganados 253 357 218 211 265 280
Transferencias 0 2 -8 0 8 71

CUENTA CAPITAL 3047 1959 3184 3471 -356 845


Inversión directa 919 574 -19 1147 1028 2036
Crédito comercial 136 540 492 -693 -2228 483
Fondo monetario internacional 1007 145 614 18 -485 -185
Otros org. internacionales 182 394 733 386 414 489
Bonos (c) -52 38 102 -300 3317 -113
Atrasos -2445 -1174 39 2344 2927 1912
Otros préstamos financieros 3572 2598 2207 569 -5329 -3777

ERRORES Y OMISIONES 67 68 222 88 -45 219

BALANCE GLOBAL (b) 2027 832 -1276 1811 -1695 2753

FINANCIAMIENTO DEL DÉFICIT -2027 832 1276 -1811 1695 2753

Ajustes de valuación 10 269 170 27 -5 -97


Variación de reserva (a) -2017 563 1106 -1784 1700 -2656
(-significa aumento)

FUENTE: Banco Central de la República Argentina.


(a) Incluye oro, FMI, divisas, colocaciones en divisas y DEG.
(b) Suma de la cuenta corriente, la cuenta capital y los errores y omisiones.
(c) Incluye la amortización y la colocación de BONEX, y el financiamiento con pagar del BCRA.
365

ARGENTINA. INDICADORES DEL COMERCIO EXTERIOR

1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989(a)


Tasas anuales de crecimiento
Exportaciones de bienes
Valor 2.8 3.5 3.6 -18.4 -7.2 43.6 3.9
Volumen 14.0 -2.1 16.1 -7.7 -3.4 22.8 -1.6
Valor unitario -9.9 5.7 -10.8 -11.6 -3.9 17.0 5.6
Importaciones de bienes
Valor -15.6 1.8 -16.8 23.9 23.2 -8.5 -21.1
Volumen -9.3 4.2 -19.7 19.0 10.2 -16.2 -24.2
Valor unitario -6.9 -2.4 3.6 4.1 11.7 9.1 4.0

Índices (1980=100)

Poder de compra de las 110.1 116.7 116.6 91.4 75.9 99.9 99.6
exportaciones de bienes

Qúamtum de las exportaciones 126.9 124.2 144.2 133.1 128.6 157.8 155.3
de bienes -

Relación de precios del 86.6 93.7 80.7 68.5 58.9 63.1 64.1
intercambio de bienes

FUENTE: Oficina de la CEPAL en Buenos Aires, sobre la base de datos oficiales.

(a) Cifras preliminares.

ARGENTINA. DEUDA EXTERNA REGISTRADA EN CONCEPTO CAPITAL A FINES DE AÑO (a) (millones de
dólares)

1983 1984 1985 1986(b)


Total 45087 46903 48312 50000
Pública 31706 36139 39868 ***
Privada 13381 10764 8444 ***
Deuda externa/exportación de bienes 5.8 5.8 5.8 7.1

FUENTE: Banco Central de la República Argentina.

(a) Incluye deuda externa registrada más atrasos por todo concepto.
(b) Cifras estimadas.
366

ARGENTINA. INDICADORES DE LA PRODUCCIÓN MANUFACTURERA

Tasas anuales de crecimiento


1987 1988 1989 1990(a) 1987 1988 1989 1990(a)
1. Producto bruto interno de la industria
manufacturera a costo de factores
(australes a precios de 1970) 2371.5 2771.5 1972.0 1877.3 06 -6.8 -8.9 -4,8
Alimentos 553.3 501.5 503.1 497.1 3.9 9.4 0.3 1.2
Textiles 196.3 191.6 191.4 179.3 7.7 2.4 0.1 -6,3
Madera 28.7 24.1 23.8 17.5 5.6 -16,0 -1.4 -26.5
Papel 110.6 106.0 101.5 98.2 4.6 4.2 4.2 3.3
Químicos 338.8 389.3 368.5 377.0 2.4 0,1 5.3 2.3
Minerales no metálicos 170.0 99.3 82.9 76.5 9.2 7.2 16.5 -7.7
Industrias metálicas básicas 167.5 172.4 183.7 164.4 12.7 2.9 6.6 10.5
Maquinaria y equipo 562.0 4076.6 380.5 337.3 2.5 -13.4 •21.8 -11.4
Otras industrias 157.4 146.7 136.6 130.0 0.7 6.8 -6.9 -4.8
2. Producción de algunas manufacturas
importantes
Hierro primario (miles de tons.) (b) 2785 2727 3336 2968 8.9 2.1 22.3 11.0
Acero crudo (miles de tons.) 602 3621 3875 3624 11.1 0.5 7.0 -6.5
Laminados terminados en caliente (miles
de tons.) (c) 2900 2991 3063 2879 13.9 3.1 2.4 -6.0
Laminados planos en frío (miles de tons.)
(d) 1002 978 883 686 9.0 2.4
Automotores (miles de unidades) 193 164 128 100 13.4 -15.2 22.1 -21.8
Tractores (unidades) (c) 3833 5143 4869 4545 -52.4 34.2 -5.3 -6.7

FUENTE: Banco Central de la República Argentina; Centro de Industriales Siderúrgicos; Asociación de Fábricas de Automotores y Asociación de
Fábricas Argentinas de Tractores.
(a) Cifras preliminares.
(b) Incluye arrabio y hierro esponja.
(c) Incluye la producción destinada a la relaminación en frío.
(d) Cifras no sumables a la producción de laminados en caliente.
(e) Corresponde a despachos al mercado nacional y exportaciones
367

Capítulo 12

La evolución del mercado internacional y la decadencia del complejo exportador de la


carne vacuna argentina, a partir de los años setenta.

1. El cierre de mercados fundamentales para las exportaciones tradicionales, de los


años 70 en adelante.

Los estudios sobre discriminación agraria, revisados en el capítulo 10, sostuvieron que
en el conjunto de productos tradicionales de exportación, trigo, maíz, carne vacuna y
desde los mediados de los años 70, leche y soja, la eliminación de retenciones hubiese
significado un mayor aumento de las exportaciones que el que se diera entre 1960 y
1990, período en el que las retenciones a las exportaciones agrarias fueron aplicadas
continuamente.

Aparte de la discriminación negativa al agro que esto significó y su efecto desalentador


sobre sus exportaciones, la muy favorable reacción exportadora de los años 90, ante la
eliminación de las retenciones en esa década, se planteó como una muestra cabal de que
un nivel superior de exportación se podría haber obtenido si se hubiese optado por
eliminarlas mucho antes, en lugar de lo que se hizo que fue aplicarlas regularmente.

Esta tesitura es una proposición razonable pero tiene una fuerte limitación que no se
presenta en relación con las retenciones y su impacto sobre la oferta agraria exportable,
sino que surge de la demanda que es crucial en la determinación de esta oferta, la
demanda externa de productos agrarios.

Si se trata de discutir sobre la generación o no de un mayor nivel de exportaciones es


imprescindible definir si la demanda internacional, que hace posible las exportaciones,
terminó siendo creciente entre 1960 y 1990. En el supuesto contrario, de demanda
decreciente, las exportaciones también tienden a serlo, ya que el volumen de oferta –
producción exportada– se debe ajustar a la evolución de la demanda.

En este último caso, una eliminación de retenciones hubiese hecho más rentables las
exportaciones pero no hubiese evitado que cayesen, dada la caída de la demanda externa
que las determina.
368

Lo cierto es que la demanda de estos productos se contrajo, a partir de las políticas


proteccionistas de la CEE y Reino Unido y de su combinación con el estancamiento
económico internacional que se fue instalando desde la crisis del petróleo de 1973 y
luego se profundizó durante la década de los 80.

Es más, las retenciones a la exportación agropecuaria tendieron a desaparecer durante


los últimos años de los 70 y solo reaparecieron a partir de 1982 369, mientras que la caída
de las exportaciones se verificó en trigo, maíz y carne, a pesar de la reducción de
retenciones a partir de 1978 y, luego, en años sucesivos. Se puede afirmar, entonces,
que esto último no fue resultado de que existiesen o no retenciones. El caso más claro
es, justamente, el de la exportación argentina de carnes vacunas, que llegó a obtener no
solo una eliminación de retenciones sino también reembolsos de impuestos por
exportaciones, en el marco de los beneficios que el Ministro Martínez de Hoz otorgó al
sector agroexportador hacia fines de los años 70, cuando tanto las carnes como el trigo y
maíz argentinos debieron padecer las graves consecuencias de la Política Agrícola
Común de la CEE.

El impacto fue tan notable en carnes, trigo y maíz que se puede decir que la estructura
exportadora tradicional de los años 50 y 60 resultó desarticulada a partir de los 70 y que
esto se profundizó en los 80 –siempre a consecuencia del proteccionismo del bloque
europeo, principalmente-. Pero esta misma política de la CEE, en tanto, dejó abierta la
puerta para el ingreso de un producto no tradicional hasta los 70, la soja370.

Con más detalle, las carnes vacunas tuvieron dos años de exportaciones muy bajas en
los 70, en 1974 y 1975, cuando la CEE contrajo, drásticamente, las importaciones de
carnes, dado que su producción bovina llegó a ser excedentaria respecto de la demanda
de carne vacuna, luego de años de aplicación de subsidios a la producción, a partir del
inicio de la PAC, en 1968371.

Mientras que la CEE (de los 6), Estados Unidos y Reino Unido explicaban 500 mil
toneladas sobre las 715 mil toneladas exportadas por Argentina en 1970, o un 70% del
total, en 1974 y 1975 sobre exportaciones totales que se redujeron a 250 mil toneladas,

369
Llach y Guerchunoff (2007).
370
Devoto (1993).
371
Canzanelli (1988).
369

en promedio anual, el 50% correspondió a la CEE, mientras que el Reino Unido redujo
en un 50% sus importaciones de los años 1970 a 1973372. Luego de una recuperación de
las importaciones entre 1976 y 1979, a partir de 1980 se redujeron continuamente las
importaciones de la CEE y del Reino Unido hasta determinar un promedio de
exportaciones de este producto que no superaban un promedio anual de 250.000
toneladas entre 1984 y 1989.

La caída de la demanda de carne de la CEE resultó muy difícil de redestinar a otros


compradores porque la demanda de carnes refrigeradas o congeladas surge de países
con altos ingresos y elevado consumo –como los del área de la OCDE–. Estando
prohibida la venta de carnes con aftosa –desde Argentina, Uruguay y Brasil- a Estados
Unidos o Japón, el único mercado importante era la CEE, por lo que al sustituir ésta
importaciones por producción interna, a través de la PAC, no quedaba otra alternativa
que reducir fuertemente las exportaciones, tal como sucedió.

Con el ingreso del Reino Unido a la CEE, éste se suma a la fuerte restricción
comunitaria de la importación de carnes y la histórica relación comercial, en torno de
las carnes, entre Gran Bretaña y Argentina tocaba a su fin, en 1974. Las exportaciones
argentinas de trigo, por su parte, luego de un promedio anual de 2 millones y medio de
toneladas entre 1955 y 1964, ascendieron a un promedio de 3,7 millones anuales entre
1965 y 1969, con un 75% de participación de la CEE en el destino de estas
exportaciones.

Pero a partir de los 70 la exportación de trigo se redujo a 1,5 millones de toneladas entre
1970 y 1974, cuando todavía la participación de la CEE era del 60%. En la última parte
de los 70 las exportaciones de trigo volvieron a recuperar hasta 3,2 millones de
toneladas, pero la CEE participaba con el 39% del total de exportaciones, nivel que se
redujo a 15 o 20% en los 80.

El promedio anual de exportaciones de los 80 ascendió a 5,5 millones de toneladas, en


base a un 80% dirigido a destinos diferentes al de la CEE, dentro de los cuales se

372
Devoto (1993), pág. 81.
370

destacó la Unión Soviética, afectada por el boicot cerealero que le aplicó Estados
Unidos, a principios de los 80373.

Las exportaciones de maíz pasaron de 1,3 millones de toneladas entre el 1955 y 1959, a
2,6 millones entre 1960 y 1964, para luego ubicarse en 3,6 millones de toneladas entre
1965 y 1969 y en 4,8 millones entre 1970 y 1974, todas cifras promedio anual. La
participación de la CEE en las exportaciones argentinas hasta 1969 fue de un 75%. En
los años 70 se redujo a un 50% y en los 80 cayó a alrededor de un 18% promedio,
exportándose maíz, en un 80%, entonces, a otros destinos diferentes que el de la
CEE374.

En conclusión, el impacto del cierre progresivo de importaciones de la CEE sobre la


estructura básica de la exportación agropecuaria fue fundamental durante los años 70 y
80. La producción triguera europea principalmente asentada en Francia, por esta época,
comenzó abastecer a Italia, desplazando progresivamente a Argentina de este mercado.
En los 80, con el aumento de la producción del Reino Unido, Alemania y Dinamarca,
las exportaciones argentinas se redujeron a una mínima expresión ya que la
autosuficiencia europea en este grano fue alcanzada a principios de los 80.

En el maíz, grano principalmente forrajero, la autosuficiencia no era un objetivo, ya


que otros granos proveen a la alimentación ganadera y la hacen innecesaria –soja,
girasol, maní, etc.-, por lo que también se hacen innecesarias las importaciones, lo que
determinó la progresiva desaparición de la exportación argentina a este mercado, entre
fines de los 70 y principios de los 80.

Trigo y maíz pudieron ir superando este cierre importador de la CEE, pero al


crecimiento exportador de los años 60 se contrapone la caída neta de los 70 y la
evolución de los 80 solo puede ser vista como una limitada recuperación del
crecimiento alcanzado entre los 60 y principios de los 70, a expensas de otros mercados
fuera de la CEE.

El caso de la carne vacuna es todavía más desfavorable que el de estos otros, porque el
reemplazo de un mercado de carnes por otro no se da, simplemente, en términos de

373
Devoto (1993), pág. 77.
374
Devoto (1993), pág. 79.
371

encontrarle un destino diferente a un producto homogéneo como puede ser el caso de


los granos. La primera diferenciación se plantea entre las carnes provenientes de
mercados aftósicos o no aftósicos, pero a esto se suma que el procesamiento de la carne
da origen a diferentes productos cárnicos, de diferentes calidades y precios, como la
elaboración y venta de cortes específicos, enfriados o congelados y de distintas
manufacturas de la carne como de otros numerosos productos, donde cada uno de ellos
destaca en importancia en la comercialización internacional. El desarrollo y
mantenimiento de un mercado es también el del tipo de producto que se le vende, por lo
cual desarrollar un mercado distinto puede significar desarrollar una producción
diferente, lo cual implica un esfuerzo de transformación fabril y comercial que va más
allá de darle un destino alternativo a una misma o similar producción375.

En este caso de las carnes vacunas se puede afirmar que las barreras y medidas
proteccionistas de la CEE y del Reino Unido, luego de su ingreso a la CEE, resultaron
medianamente infranqueables y determinaron una caída definitiva en el potencial
exportador del sector, a partir de los años 70, ya que estos mercados no fueron
sustituidos por otros y esto hizo imposible su recuperación en los 80, tal como en alguna
medida se logró en el caso del trigo y del maíz.

La pérdida de estos mercados europeos se debió a que la protección del agro europeo
impulsó definitivamente la producción local y ésta sustituyó las importaciones de estos
productos en los años 70, pero luego se generaron excedentes de producción sobre el
consumo interno, en los años 80, que terminaron exportándose y compitiendo, inclusive,
por la conquista de otros mercados, con los más tradicionales países proveedores de
materias primas agrarias, la Argentina, entre ellos.

Esta síntesis básica indica que la aplicación de la Política Agraria Común logró producir
en el mercado internacional agrario una reestructuración que significó también un
cambio estructural en la producción y comercialización del agro de aquellos países que
como Argentina habían sido principales exportadores.

375
Canzanelli (1988); Canzanelli (1993).
372

2. Impacto de la PAC: La declinación final de ganadería y frigoríficos exportadores y


la agriculturización en la pampa.

Así como la decadencia y progresiva extinción de la CAP y de los frigoríficos


extranjeros ha podido ser caracterizada, básicamente, para los años 70, dentro del
ambiente internacional de proteccionismo agrario europeo resulta importante también
aproximar el desplazamiento de la ganadería hacia la agricultura en este mismo
contexto.

La evolución de la PAC tuvo claras consecuencias sobre la producción y el comercio


internacional y, en particular, en el caso argentino, o dicho en términos más gráficos, en
el cambio de roles que en la división internacional del trabajo le tocó a Argentina, en
función de los dictados de la CEE.

La agriculturización o desplazamiento de la ganadería por la producción agrícola parece


haber tenido su origen en el marco de la PAC376. Con todo, cabe advertir que la
influencia internacional decisiva de estas políticas es solo consecuencia de la
satisfacción de objetivos de bienestar de la población de países de la CEE y excluyó la
intención de cambiar el rumbo del comercio internacional agropecuario. Sin embargo,
era claro que este impacto se iba a producir y, oportunamente, desde la CEE se dictaron
políticas compensatorias de sus aspectos más negativos sobre el comercio internacional.

Aunque visto desde los terceros países que comerciaban en los años 50 o los 60 con la
Europa Occidental, la satisfacción de las necesidades alimentarias de sus pobladores era
factible a través de sus exportaciones agropecuarias con este destino, la experiencia de
la Segunda Guerra y de la inmediata posguerra hicieron conciencia de un posible
retorno a faltantes de alimentos indispensables y a la imposibilidad de garantizar la
alimentación de la población en forma permanente.

En los primeros años de posguerra la escasez de dinamismo de las exportaciones


europeas y las ingentes necesidades de alimentos de ultramar determinaron un
desequilibrio externo que amenazó con no contar con suficientes dólares –la única
moneda convertible en oro, en ese momento– como para importar todos los alimentos

376
Devoto (1993).
373

necesarios377. La escasez de alimentos, derivada de una menor capacidad de pagos


externos, fue una amenaza presente en los primeros años de posguerra.

Desde 1952, con la generalización de balances de pagos superavitarios en la CEE esta


situación fue superada, pero los antecedentes de posible insuficiencia de alimentos
pesaron en los orígenes de la PAC. En 1968 –aun en la Europa de los 6- comenzó a
regir la PAC, priorizando, justamente, la autosuficiencia y la seguridad alimentaria.

Pero estas preocupaciones ya hicieron aparecer la iniciativa de un Mercado Agrícola


Común en la Conferencia de Stressa en 1958, desde cuando se empezaron a perfilar las
reglas que permitirían darle ciertas condiciones de comportamiento deseable al mercado
agropecuario. Se observó que los precios del sector resultaban de baja previsibilidad por
las fluctuaciones cíclicas de una oferta agropecuaria afectada por las condiciones
internas e internacionales de la producción y por el factor climático. Una demanda
inelástica de alimentos debía absorber estos cambios imprevistos de precios y así
quedaba amenazado el aprovisionamiento básico garantizado de pan, carne y leche. Era
necesario intervenir en la regulación de precios y cantidades de estos mercados para
asegurar esta canasta básica. Por otro lado, una parte importante de la población de la
CEE, a fines de los 50, se dedicaba a la agricultura y era necesario sostener sus ingresos
para que ésta se desarrollase y lograse abastecer, en mayor medida, a la demanda
interna.

En Stressa se había inaugurado la necesidad de regulación del mercado del trigo,


fundamentalmente. Pero para avanzar en la intervención de este mercado y de los
cereales, en general, se realizaron negociaciones internacionales dentro del ámbito del
GATT (Acuerdo General sobre el Comercio y las Tarifas Aduaneras) y de la propia
CEE. Entre los años 1960 y 1967 se desarrollaron estas negociaciones donde la
protección para los productos agropecuarios pasó a tener un lugar principal que antes no
tenía. En la Ronda Dillon –entre 1961 y 1962– y la Kennedy –entre 1964 y 1967–
tuvieron lugar las discusiones y en 1967 se logró la aceptación del novedoso mecanismo

377
Eichengreen (1993); Puiggros (1957).
374

aduanero de los prelievos variables. Con este mecanismo se protegerá el 70% de la


producción comunitaria de los 60378.

Luego del pago de derechos de aduana y el flete, se estableció que los productos
agropecuarios importados deberían pagar un prelievo variable que igualara el precio
total de importación con el precio interno de los productos europeos, garantizado por la
CEE. Por lo tanto, el costo de importación de productos agropecuarios extranjeros,
previamente más bajo, se había encarecido notablemente con los prelievos y esto
redirigía la demanda de alimentos hacia las producciones nacionales. Obviamente, el
crecimiento de éstas últimas era continuamente impulsado al tener que suplir la falta o
insuficiencia de aporte de los alimentos de origen extranjero por su alto costo de
importación. En cuanto se hizo referencia al reglamento de la carne vacuna de 1964, allí
se pudo observar, con precisión, el caso de aplicación de prelievos en este producto.

El creciente nivel de producción, en consecuencia, posibilitaba también la exportación,


luego de cubrirse la demanda interna, con lo cual se implementaron también las
“restituciones” para lograr exportar. El precio indicativo más alto de la CEE se ajustaba
a los menores precios internacionales, mediante una “restitución” o un subsidio
equivalente a la diferencia de precios que le permitía resultar competitivo y exportar.

El aporte de capitales estadounidenses a Europa Occidental mediante el Plan Marshall,


desde 1948 había tenido como contrapartida la importación europea de ingente
producción agropecuaria de Estados Unidos y esto se sostuvo en gran parte de los 50.
Como el Plan Marshall excluyó inicialmente a la Argentina como otro proveedor
principal al cual se destinasen estos fondos, en realidad el mayor afectado por esta
mayor autonomía agraria de la CEE fueron los Estados Unidos, desde los 60.

En tanto, Argentina luego de que aquel Plan perdiese relevancia por la autogeneración
de fondos por parte de los europeos, en los 50, logró aumentar sus exportaciones de
sorgo y maíz –destinados a alimentación animal– a la CEE y continuó aprovechando la
antigua “relación especial” con Gran Bretaña hasta su ingreso en la CEE en 1974, a la
vez que España resultó ser otro país importante para las tradicionales exportaciones
argentinas.

378
Delorme (1987).
375

1974 es precisamente un año que muestra una caída estructural en la tradicional


exportación de cereales –trigo, fundamentalmente– y carnes argentinas a los europeos
de la CEE, lo cual además significa una ruptura histórica del comercio con el Reino
Unido379.

En contrapartida a la aplicación de los prelievos relacionados con los alimentos básicos,


Estados Unidos había reclamado su no aplicación en los “oleo-proteinosos”. El modelo
americano que había implementado para su producción ganadera, consistente en un
aporte energético de maíz y sorgo y de otro proteico, el de soja, se trasladaba a la CEE.
De esta forma, la CEE destinaba sus excedentes de cereales e importaba los oleo-
proteinosos para abastecer la alimentación animal.

Esto beneficiaba a los Estados Unidos, inmediatamente, pero el crecimiento de la


ganadería europea hacía caer las exportaciones de los países con excedentes de
producción de carnes, los sudamericanos y los de Oceanía.

Además, a la producción de soja y su exportación a la CEE, los sudamericanos llegarían


más tarde de lo que lo hizo Estados Unidos, desde el momento inaugural de la PAC, en
1968. Solo a fines de los 70, Argentina lograría sumarse a Estados Unidos y Brasil –
desde fines de los 60– como centrales exportadores mundiales de soja.

No solo las penurias exportadoras de terceros países se resumieron en las carnes y en el


trigo. La CEE pasó a ser un agresivo exportador mundial de trigo y maíz, a partir de que
en 1976 la CEE liberó, prácticamente, los productos de sustitución de cereales –
mandioca, batatas, residuos agroindustriales, etc. – con lo cual reemplazó a aquellos
productos en la alimentación animal con estos otros. Esto incrementó los excedentes
productivos de trigo y maíz, comenzando el desplazamiento de los exportadores
tradicionales de estos –Estados Unidos, Argentina, Canadá y otros– en los mercados
mundiales.

Pero tal como fue dicho, el predominio creciente en cereales de la CEE en el mercado
internacional fue paralelo al progreso del sistema americano de producción de carnes,
en base a la alimentación de animales con soja y otros oleo-proteinosos.

379
Devoto (1993).
376

La producción norteamericana de harinas y aceite de soja, así como otros oleaginosos


crecieron en la Segunda Guerra al impulso de las demandas de carnes de los soldados de
ultramar, como de otros productos derivados –margarinas y aceites–, a partir de la
inmediata posguerra, cuando la soja como insumo ganadero cayó en importancia
después de la guerra.

La producción de carnes, en tanto, siguió impulsando la estabulación de ganado con


alimentación de cereales forrajeros y soja, y esto fue determinando la superación del
sistema mixto. Es decir, desde la opción entre la producción de cereales o carne, según
el precios relativo más rentable de una u otra, se pasó a explotaciones especializadas en
uno u otro producto, ya que las empresas cerealeras entraron a abastecer, a gran escala,
la producción ganadera estabulada y hasta involucrarse en la propia industria de carnes.
El aumento de la población y capacidad adquisitiva de los norteamericanos consolidó
una trayectoria de excepcional crecimiento de la industria de las carnes –bajo este
modelo– desde el final de la guerra hasta mediados de los años 70380.

Como insumo de alimentación de animales y otros usos de consumo humano, la soja


contó con el apoyo de subvenciones agrícolas dentro del sistema americano, pero con la
característica fundamental de que las superficies dedicadas a la soja eran ilimitadas, a
diferencia de las habituales limitaciones de superficie en los restantes cultivos.

Sobre la base de la implantación del modelo industrial de carnes de Estados Unidos en


la CEE, la exportación de granos de soja y otros farináceos proteicos, a fines de los 60,
alcanzó un dominio total de este mercado y consolidó a la cadena productiva y
comercial norteamericana vinculada a la soja. El 96% de las importaciones de soja de la
CEE provenían de Estados Unidos, en 1970.

Pero en 1973, a causa de una sequía, Estados Unidos contrajo sensiblemente sus
exportaciones de soja a la CEE, la escasez de alimentos para animales redujo la
producción de carnes y la seguridad alimentaria quedaba amenazada. Además, largos
años de soja barata tocaban a su fin. Respondiendo al desafío de esta nueva situación, la
CEE impulsó la producción de colza, girasol, arvejas y habas, pero, a su vez, diversificó

380
Charvet y Dorel (1987).
377

sus importaciones, de lo cual resultó beneficiario Brasil, primero, y años más tarde,
Argentina.

Con la implementación de subsidios comunitarios –deficiency payments- a aquella


producción de óleo-proteinosos, el déficit de autoabastecimiento de oleaginosos pasó a
ser prácticamente nulo, mientras que en proteínas se pasó de un 90% a un 70% de
abastecimiento por terceros países, a mediados de los 80. El consumo de proteinosos –la
soja, entre ellos- quedó igualmente dependiente de las importaciones.

En Sudamérica, es Brasil el país que primero se posiciona en el desarrollo del cultivo de


soja, mediante un fuerte apoyo del Estado en materia de crédito e investigación
agrícolas, a la vez que un impulso a empresas nacionales y transnacionales para la
conformación de un complejo agroindustrial, a fines de los años 60. Así, luego de la
crisis petrolera de 1973, se alienta la exportación de “tortas proteicas”, en lugar de
granos, principalmente a la CEE, a fin de instalar un grado de industrialización sectorial.

En Brasil, el trigo reconoce una larga crisis entre fines de los 50 y buena parte de los 60
–centrada en el estado de Río Grande do Sul– y a esto se une que la producción y
exportación de café que había tenido su auge en los 50, en los 60 entra también en una
fase de declinación –en el Estado de Paraná–. Estas caídas en los resultados del trigo y
del café fueron compensadas progresivamente con el desarrollo de la soja. En Paraná
para 1967 había más de 600.000 hectáreas dedicadas a la soja y la producción alcanzaba
las 120 mil toneladas, mientras que en 1972 se llegaba a 1,5 millones de toneladas
anuales.

Las empresas transnacionales parecen haber tenido mucho que ver con este desarrollo
temprano en Brasil, pero en Argentina solo se puede ubicar al año 1977 como el año de
despegue de la soja, a pesar de que la multinacionales actuantes en Brasil eran las
mismas que estaban en la Argentina381.

Es decir, Argentina recibió con cierta pasividad, durante los primeros años de la PAC,
los efectos discriminatorios de ésta en contra de sus exportaciones tradicionales. Estos
solo fueron compensados muy parcialmente por los acuerdos comerciales del gobierno

381
Muller (1979).
378

de Perón de 1973 con los países socialistas de la URSS, de Europa del Este y Cuba, a lo
que se sumaron algunos países de Oriente Medio.

Solo entre fines de 1976 y de 1978 se demostró que el costo del creciente
proteccionismo europeo podía ser compensado mediante la caída de las retenciones a las
exportaciones, ya que luego de un recorte progresivo, al final de ese período habían
quedado eliminadas. En ese marco, además, la producción de soja creció notablemente
y junto con otros principales cultivos –trigo, maíz y girasol–, la producción pasó de las
20 millones de toneladas de mediados de los años 70 a 35 millones de toneladas, a
principios de los 80.

Los precios de estos cultivos principales no tuvieron, en esa segunda parte de los 70,
además, una evolución tan positiva que explicase demasiado este notorio repunte de la
producción. Las exportaciones también crecieron pero –como se ha visto– en trigo y
maíz se trató más de una recuperación respecto del retroceso de la primera mitad de los
70 que un notable aumento sobre niveles previos a esta caída.

En 1980, el embargo cerealero impuesto por Estados Unidos a la URSS, a raíz de la


invasión militar de ésta en Afganistán, determinó un impulso sostenido al crecimiento
agrícola previo, ya que las exportaciones argentinas se dirigieron hacia la URSS.
Argentina no se sumó al embargo a la URSS y esto permitió que el 50% de las
exportaciones de granos tuviesen este destino. Si bien ese embargo cesó y las
exportaciones con ese destino se redujeron, la URSS se mantuvo como un importante
cliente para la producción agraria del país382. Por último, es importante destacar desde
mediados de los 70 se implementa una política de apertura comercial externa que
apunta, en una primera etapa, a impulsar las exportaciones y es por esta razón que se
rebajan las retenciones y, en una segunda, a disminuir los aranceles de importación. Esta
liberalización del comercio exterior tiene el perfil de darle mayor competitividad
internacional tanto a las exportaciones como a las industrias que habían crecido al
amparo de la protección sustitutiva de importaciones en épocas previas.

382
Guerchunoff y Llach (2007); Barsky, et. Al. (1988).
379

En este sentido solo se habían impulsado las exportaciones no tradicionales, en años


anteriores, mediante créditos productivos y beneficios fiscales. En esta instancia se
impulsan las tradicionales –por baja de retenciones– y éstas resultan beneficiarias,
también, de las rebajas arancelarias de productos importados que utilizan como insumos
en su producción.

En conclusión, la rentabilidad del sector agrario aumentaba, como resultado de estas


medidas, y a esto se podían sumar las necesidades de importación de soja y otros óleo-
proteinosos por la CEE y, finalmente, las importaciones cerealeras de la URSS, en una
consolidación de las iniciativas peronistas de comercio con países socialistas de
principios de los 70.

Queda claro, en este panorama, que tanto por la baja de la discriminación agraria en lo
interno y por la priorización de la producción ganadera y de la demanda externa de sus
insumos de alimentación, la demanda de carnes por la CEE caía indefectiblemente y
aumentaba la demanda de sus productos intermedios, los óleo-proteinosos.

Estos cultivos respondían, en su expansión, a estas indicaciones claras de la demanda


internacional por lo que se reemplazaba el destino de las tierras de la ganadería –de cría,
de invernada y de lechería– por el de estos productos dirigidos, también, justamente, a
sustentar la ganadería europea en sustitución de las carnes importadas, entre ellas, las
argentinas.

El maíz, inclusive, cayó en su extensión de cultivo a expensas del trigo como primera
cosecha y luego, la soja, como segunda. Por otro lado, el complejo exportador aceitero
que se había empezado a impulsar en 1974, con retenciones más bajas que la de granos
aceiteros –sin triturar–, dio sus frutos en la segunda mitad de los 70 ya que aceites y
harinas de soja y girasol habían alcanzado una evidente expansión, a la par que
alentaban el cultivo de soja. En la estadística de exportaciones de manufacturas se puede
observar que mientras en 1973, los frigoríficos explicaban el 39% de estas
exportaciones, en 1979, el 21% y en 1986, el 11%. En tanto, las aceiteras pasaban, en
estos mismos años, del 11%, al 15% y, finalmente, al 32%383.

383
Azpiazu y Kosacoff (1988).
380

CUADRO 3.1.4. PARTICIPACIÓN DE LAS EXPORTACIONES DE CARNES VACUNAS


EN EL TOTAL DE LAS EXPORTACIONES ARGENTINAS
Total Exportaciones Export. Carnes Participación
AÑOS
Argentinas Vacunas Relativa
(en miles de U$S) (en miles de U$S) (en %)
1970 1.773 356.429 20,1
1971 1.740 350.888 20,2
1972 1.941 586.914 30,2
1973 3.266 658.604 20,2
1974 3.931 330.998 8,4
1975 2.961 200.974 6,8
1976 3.916 371.711 9,5
1977 5.652 466.763 8,3
1978 6.400 612.668 9,6
1979 7.810 978.716 12,6
1980 8.021 773.214 9,6
1981 9.143 738.475 8,1
1982 7.624 624.776 8,2
1983 3.835 482.268 6,2
1984 8.107 301.968 3,7
1985 8.396 291.186 3,5

FUENTE: Elaboración propia en base a datos INDEC y JNC.

Canzanelli, Liliana (1988):

Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

EVOLUCIÓN EXPORTACIONES ARGENTINAS DE CARNES VACUNAS


(Base 1970 = 100)

1970 100
1971 68
1972 98
1973 77
1974 40
1975 37
1976 74
1977 82
1978 103
1979 97
1980 66
1981 68
1982 73
1983 58
1984 35
1985 36

Canzanelli, Liliana (1988):


Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.
381

3. La evolución del mercado internacional de carne bovina entre los años 70 y 80, a
través de sus segmentos principales, el circuito aftósico y no aftósico.

Habiéndose ya analizado los factores determinantes de la decadencia de la exportación


argentina de carne bovina, parece importante describir distintos aspectos de evolución
del mercado internacional. Dentro de ellos, la condición de productor de ganado con
aftosa explica la dependencia del mercado europeo y una dificultad básica para lograr
sustituirlo por otros destinos de importancia.

En el circuito aftósico el principal importador es la CEE, mientras en un orden de menor


importancia aparecen los países de Europa Oriental, de la URSS y de Cercano Oriente.
Éste era el mercado principal para países exportadores como Argentina, Brasil, Uruguay
e Irlanda.

En el circuito no aftósico se destacan Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea y resto del
Sudeste Asiático, como importadores de carne, siendo sus principales proveedores
Australia, Nueva Zelandia y, en menor medida, algunos países de América Central.

Este circuito estuvo normalmente circunscripto a este conjunto de actores principales


por lo que la mayoría de los países que comercian carnes vacunas, en mayor o menor
medida, lo hacen a través del mercado de carnes con aftosa, donde la ausencia del
requisito del control sanitario permite acceder, además, a una carne más barata que la
comercializada en el circuito sin aftosa.

Los exportadores de la propia zona de la CEE aportaban un 40% del volumen total que
se comercializaba en esa región, hasta principios de los años 70. Argentina exportaba
sustancialmente, entonces, para cubrir, junto con los restantes exportadores
sudamericanos, el faltante de producción necesario para satisfacer el consumo total de
este mercado. Dadas las restricciones aduaneras de la CEE, los precios netos de
exportación resultaban un 40% inferiores a los que Australia obtenía en el mercado no
aftósico.

Hasta los años 70 la CEE era uno de los principales importadores netos en el comercio
mundial de carne vacuna, pero desde fines de los 70 se transforma en un exportador
382

neto, con lo cual esto termina afectando a los países tradicionalmente exportadores –de
Sudamérica y Oceanía–.

El aumento de las exportaciones mundiales pasó de 3 millones a 4 millones de toneladas


desde 1971 hasta 1980. La CEE pasó de vender 120.000 a 460.000 toneladas. La oferta
de carne bovina mundial llegó a 46,5 millones de toneladas (res con hueso) en 1985
pero el volumen de comercialización llegaba a 5 millones de toneladas, o sea un 10%,
aproximadamente, del total de producción. Sin embargo, mientras que la producción,
desde 1971 a 1985, creció al 1,6% anual, el volumen de comercio creció al 3% anual.

Durante los años 70, la CEE registró altos niveles de importación entre 1971 y 1973,
entre 700 mil, en 1971, y 1 millón de toneladas entre 1972 y 1973, pero el crecimiento
de su producción determinó la reducción fuerte de sus importaciones desde 1974. En
todos los años que van desde allí hasta 1985 el promedio de importación cayó a 400.000
toneladas promedio384.

En tanto las exportaciones de la CEE durante los años 70 exhiben un total promedio que
no excede las 180 mil toneladas promedio, en los 80 éstas superan las 600 mil toneladas
anuales.

CUADRO 1.3.2. EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES TOTALES DE CARNE BOVINA DE LOS PRINCIPALES EXPORTADORES
DE LOS CIRCUITOS AFTÓSICO Y NO AFTÓSICO (miles de toneladas en términos de res con hueso)
Circuito Aftósico
AÑOS Argentina Brasil Uruguay C.E.E. Europa Oriental TOTALES
1977 583 226 122 152 340 1.423
1978 750 161 108 168 379 1.556
1979 698 140 75 338 397 1.647
1980 469 205 112 642 404 1.832
1981 486 293 165 662 381 1.987
1982 522 361 162 481 392 1.918
1983 415 463 222 603 400 2.103
1984 250 478 131 790 400 2.049
1985 250 484 120 805 420 2.089

Circuito no Aftósico
AÑOS Australia Nueva Zelandia EE.UU. Canadá América Central TOTALES
1977 1.140 403 47 110 130 1.830
1978 1.200 357 60 95 156 1.868
1979 1.100 343 78 88 158 1.767
1980 855 344 80 105 113 1.527
1981 710 347 100 112 121 1.390
1982 940 366 115 140 91 1.652
1983 770 372 125 138 81 1.486
1984 617 284 151 105 65 1.222
1985 707 362 151 117 65 1.402

FUENTE: Junta Nacional de Carnes de la República Argentina

Canzanelli, Liliana (1988): Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne


Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

384
Canzanelli (1988), págs. 33 y 34.
383

Por su parte, las exportaciones de Argentina, en promedio, se mantuvieron en 400 mil


toneladas anuales entre 1971 y 1983, pero a partir de 1984 cayeron al nivel de 250 mil
toneladas de exportación, solo algo por encima de los niveles de 1974 y 1975, cuando la
CEE había decidido restringir sus importaciones debido a sus excedentes de producción
y almacenamiento.

CUADRO 1.3.4. PRECIO INTERNACIONAL DE CARNE BOVINA

Carne de Vaca
Australiana Sin hueso
sin hueso Argentina Argentina Diferencia en
CIF USA FOB BS.AS. CIF USA u$s
(u$s/tn) Corrientes
Años (1) (2) (3) (4) =(1) - (3)
1975 1.202 1.033 1.269 (67)
1976 1.477 836 1.072 405
1977 1.383 951 1.187 196
1978 2.015 899 1.129 886
1979 2.782 1.749 1.979 803
1980 2.635 2.053 2.295 340
1981 2.340 1.843 2.068 272
1982 2.310 1.385 1.640 670
1983 2.300 1.300 1.555 745
1984 (*) 2.160 1.272 1.521 639
1985 (*) 2.166 1.210 1.493 673

(*) Provisorio.
FUENTE: FAO, Anuario de Producción. Junta Nacional de Carnes y A.M.L.C.
Canzanelli, Liliana (1988): Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne
Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

Según datos de la FAO, justamente, la producción nacional como porcentaje del


consumo aparente –“coeficiente de autosuficiencia para la carne vacuna” – de la CEE se
aproximó al 100% en 1974 y 1975 para descender un poco hasta 1980, momento desde
el que se sitúa en torno del 100% o más385.

385
FAO, (1984).
384

CUADRO 1.2.7 COEFICIENTE DE AUTOSUFICIENCIA PARA LA CARNE VACUNA (*)

Años
Países 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977
Brasil 110 112 109 103 103 107 107
Canadá 97 98 95 93 94 99 104
C.E.E. 89 83 84 98 101 97 95
China 107 107 109 107 95 105 108
Egipto 97 95 95 96 91 80 85
Estados Unidos 92 91 91 93 93 93 92
Hungría 177 189 182 180 314 168 189
India 100 100 100 100 100 100 101
Japón 83 79 58 81 84 69 73
Perú 85 87 84 93 95 94 94
Polonia 120 128 131 150 132 107 100
Rumania 138 145 153 154 142 146 154
Sudáfrica 88 89 90 87 89 89 94
Suiza 106 101 97 96 91 90 95
Túnez 93 95 94 91 87 87 89
U.R.S.S. 98 99 99 94 92 95 93

Total Mundial 100 100 100 101 100 101 100


.
(*) Producción Nacional como porcentaje del consumo aparente.
FUENTE: "La Economía Mundial de la Carne en Cifras, FAO," 1984.
Canzanelli, Liliana (1988):
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

CUADRO 1.2.7 COEFICIENTE DE AUTOSUFICIENCIA PARA LA CARNE VACUNA (*)

Países 1978 1979 1980 1981 1982


Brasil 100 99 105 112 117
Canadá 101 103 104 102 107
C.E.E. 93 98 102 103 100
China 106 107 110 108 106
Egipto 81 86 75 61 66
Estados Unidos 91 90 91 93 92
Hungría 193 193 186 176 192
India 101 103 125 127 129
Japón 72 66 69 71 72
Perú 98 100 96 84 79
Polonia 114 121 106 91 119
Rumania 143 151 117 147 124
Sudáfrica 98 105 95 88 88
Suiza 96 101 101 105 119
Túnez 88 79 81 63 67
U.R.S.S. 99 96 94 94 94

Total Mundial 101 101 100 101 100

(*) Producción Nacional como porcentaje del consumo aparente.


FUENTE: "La Economía Mundial de la Carne en Cifras, FAO," 1984.
Canzanelli, Liliana (1988):
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.
385

De esta forma, las importaciones netas europeas de principios de los años 70 pasaron a
constituirse en exportaciones netas en los 80. Un cambio estructural en el mercado de
carnes forjado en los 70 pareció consolidarse a principios de los 80. La larga historia de
fuertes exportaciones argentinas a Gran Bretaña y otros países de Europa Occidental
alcanzó una fuerte declinación a principios de los años 80.

Ese cambio estructural se revela porque los países de la OCDE generan el 45% de la
producción mundial de carne vacuna, el 75% de las exportaciones y absorben el 66% de
las importaciones mundiales. Esto significa que Estados Unidos y la CEE son
determinantes de buena parte de las importaciones totales, mientras que el resto de éstas
se originan en la URSS, Asia y África.

Parte de los países importadores de la CEE son abastecidos por los propios exportadores
dentro de la CEE u otros europeos –Irlanda y los del Este de Europa–, entre ellos. Los
otros exportadores importantes en la satisfacción de las necesidades de importación de
la OCDE, son los de Nueva Zelanda y Australia. Finalmente, se ubican los países de
América del Sur, Brasil, Uruguay y Argentina. Pero es importante destacar que mientras
las exportaciones crecieron fuertemente por parte de la CEE en el período 1970/85,
cayeron en los casos de Argentina y Uruguay.

Por su parte, estos y otros países desarrollados observaron una tasa decreciente en las
importaciones, ya sea porque sus producciones sustitutivas del producto importado
aumentaran o porque esto respondía a una disminución del consumo de carne vacuna y
un aumento del consumo de aves y cerdos.

El crecimiento fuerte en las importaciones resulta en parte de Europa Oriental y Rusia,


así como de países asiáticos. Pero, a nivel mundial, Australia, Brasil, N. Zelandia,
Argentina y Uruguay, a pesar de las fluctuaciones sufridas desde los años 70, todavía
sumaban el 44% de las exportaciones mundiales en 1985, luego del 47% de 1971.

En la composición del total exportado por estos países, mientras que en 1971 Brasil
participaba con un 6%, en 1985, lo hizo con un 17%, mientras que Argentina recorrió el
camino inverso, pasando de un 15% en 1971 a un 6% en 1985. Los restantes países
conservaron su participación de 1971 en el total de 1985.
386

El aumento notable de las exportaciones de Brasil y la caída de Argentina tienen


explicación en que las ventas externas de países como Brasil, al igual que los que
integran la CEE, respondían a políticas de subsidio a la producción y exportación,
mientras que desde fines de los años 50 políticas similares dejaron de darse en
Argentina.

Si aparte de estos países sudamericanos se toma en consideración a los desarrollados,


surge que la CEE y Estados Unidos, al igual que Brasil, han acelerado su crecimiento
exportador. La CEE pasó de una participación del 4% en el comercio mundial al 18% en
1985 y esto debido al aumento de sus exportaciones desde fines de los 70. La Argentina
tuvo un crecimiento negativo y se vio afectado muy seriamente en el cambio estructural
del comercio mundial386.

CUADRO 1.3.4 TASA DE CRECIMIENTO PROMEDIO ANUAL PARA LAS EXPORTACIONES


DE CARNE VACUNA POR PAÍSES SELECCIONADOS (PERÍODO 1971/1985)

Mundo % 2,5
Australia 2,70
Brasil 7,91
Nueva Zelandia 2,60
Argentina (3,92)
Uruguay 2,80
Estados Unidos 7,96
C.E.E. 14,29

CUADRO 1.3.8 TASA DE CRECIMIENTO PROMEDIO ANUAL PARA LAS IMPORTACIONES


DE CARNE VACUNA POR PAÍSES SELECCIONADOS (PERÍODO 1971/1985)

Mundo % 2,24
Estados Unidos (1,01)
C.E.E. (2,56)
U.R.S.S. 8,88
Japón 9,43
Canadá 0,86
Brasil 0,68

Canzanelli, Liliana (1988): Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne


Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

386
Canzanelli (1988), Cuadro 1.27 y 1.29.
387

Además, en estos últimos años aparecieron otros exportadores netos de carnes como
Hungría, Rumania, Guatemala, Honduras, Turquía y Yugoslavia.

Estados Unidos, por su parte, siendo el principal importador neto mundial de carnes
vacunas, absorbió alrededor del 25% de las importaciones totales, desde los años 70
hasta 1985.

El segundo más importante, la Unión Soviética, alcanzaba un 11% del total, a 1985, lo
que implica que, desde 1971, sus importaciones tuvieron una tasa de crecimiento del 9%
anual. Japón y Canadá también eran compradores de carnes y el incremento de Japón
había sido a razón del 9% anual.

La CEE siguió importando, a pesar de ser el primer exportador neto en el mundo, y esto
significaba que el 11% del total de importaciones le correspondía, y lo hacía mediante
convenios internacionales suscriptos con terceros países. Pero desde 1978, sus
importaciones decaen a una tasa promedio del 3%, mientras que sus exportaciones
crecieron al 25% por año. El Reino Unido, junto con Italia y Francia eran los principales
compradores dentro de la CEE.

El crecimiento económico de una serie de países, desde mediados de los años 70 ha


generado una expansión de las compras de algunos países de bajo consumo, como los
del Próximo Oriente, Libia, Venezuela, Corea, H. Kong y Singapur, a la vez que China,
también lo ha hecho, significativamente. En síntesis, dada la política proteccionista de la
CEE, otros países han debido ajustarse en su participación en el mercado.

El principal exportador, dentro de los tradicionales, resultó ser Australia el cual, dada la
reducción de las importaciones europeas, ha incursionado en distintos mercados
diferentes a los del OCDE, inclusive, como los de América Latina. En general,
crecieron las exportaciones de áreas desarrolladas y decrecieron las de los países en
desarrollo en este período. Las importaciones en descenso, de las primeras, pasaron a
afectar a las áreas subdesarrolladas.
388

Los importadores no tradicionales que adquirieron relevancia entre los años 70 y los 80
fueron los asiáticos, Oriente medio y la Unión Soviética, mientras que los nuevos
exportadores fueron Brasil, Hungría y Yugoslavia387.

4. Los distintos productos comercializados

Las carnes enfriadas y congeladas representaron el 70% del comercio internacional, las
carnes cocidas y enlatadas, el 10% y los animales en pie, otro 10%. Las carnes enfriadas
y congeladas se destinaron en un 45% al consumo directo y el 55% a la elaboración de
manufacturas. Las carnes congeladas están más directamente vinculadas a su
procesamiento como manufacturas en el mercado de destino, mientras que las enfriadas
al consumo directo por el público388.

El mercado de carnes elaboradas, enlatadas, cocidas y congeladas no cuenta con


restricciones sanitarias, por lo que mientras que las carnes crudas crecieron al 4% anual,
en su comercio, estas otras lo hicieron al 3% anual promedio. Estos otros productos se
utilizan para sopas, guisos y otras comidas preparadas. Argentina era el principal
exportador y Estados Unidos el comprador más importante. En enlatados, Brasil
exportaba un 10% del total, pero desde 1985 las ventas argentinas son duplicadas por
este país. El destino principal siguió siendo Estados Unidos y Reino Unido.

387
Canzanelli (1988), pág. 22.
388
UNCTAD, (1971).
389

CUADRO 1.3.10 EXPORTACIONES MUNDIALES DE PRODUCTOS CON BASE CÁRNICA (en toneladas)

Carne Seca Carne Enlatada Extracto y Otros Preparados


AÑOS Salada o y Preparados de Jugos de Salchichas y Conservas de
Ahumada Carne Carne Carne
1971 445.941 733.020 8.103 78.211 819.334
1972 427.303 763.442 8.508 83.111 855.061
1973 388.241 814.734 7.435 86.127 908.296
1974 363.178 799.756 7.635 90.567 897.958
1975 149.634 772.236 4.728 90.672 867.636
1976 341.405 889.405 7.651 88.511 985.567
1977 348.551 923.898 8.673 92.718 1.025.289
1978 370.752 857.784 8.644 97.050 963.478
1979 373.057 946.172 7.523 114.863 1.068.558
1980 367.240 905.243 8.034 112.413 1.035.690
1981 378.682 933.220 10.323 130.349 1.073.892
1982 386.988 959.431 13.925 131.166 1.104.522
1983 368.124 1.021.799 14.710 129.734 1.166.263
1984 364.091 1.104.763 14.291 137.685 1.256.739

FUENTE: F.A.O. Anuarios de Comercio.


Canzanelli, Liliana (1988):
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

CUADRO 3.2.8. VOLUMEN DE EXPORTACIONES ARGENTINAS DE CARNES VACUNAS POR PRODUCTO (en toneladas, peso, res con hueso)

Carnes Preparadas
Enfriada Congelada Manufactura Congelada
AÑOS Cocida y/o Salada y/o Otros (*) TOTAL
Enlatada
Cuartos Cortes Cuartos Cortes con hueso sin hueso Congelada Curada
1970 39.120 47.742 99.096 132.852 27.103 105.166 73.117 247 174.640 16.826 715.909
1971 45.597 35.317 43.489 111.819 16.162 56.571 56.362 0 98.595 13.642 477.554
1972 57.641 88.425 54.323 209.319 25.896 83.466 53.832 0 119.517 10.900 703.319
1973 20.666 94.237 31.770 183.267 11.581 72.387 45.982 0 75.980 17.298 553.168
1974 1.546 38.227 5.937 66.436 0 44.103 28.870 376 86.645 15.629 287.769
1975 290 3.951 3.866 58.927 1.144 48.160 35.397 524 99.372 10.216 261.848
1976 3.301 10.455 50.977 139.573 10.664 93.100 65.267 15 136.507 16.756 526.615
1977 4.492 18.729 47.485 190.929 13.724 113.680 62.275 217 121.910 16.633 590.074
1978 2.812 35.904 28.237 295.929 18.721 92.499 88.557 439 179.117 16.228 757.660
1979 4.074 17.946 90.909 235.768 19.747 90.099 83.387 34 142.275 17.958 702.197
1980 2.142 19.089 12.833 177.961 2.259 84.321 58.745 0 101.992 9.432 468.774
1981 2.048 21.903 70.942 112.711 557 90.288 48.890 0 100.940 5.437 453.736
1982 3.850 24.633 82.125 119.134 538 97.243 52.317 6 101.307 10.353 491.506
1983 233 30.765 32.398 96.412 187 33.021 55.035 24 86.687 10.846 345.608
1984 4 26.910 7.095 45.586 270 32.739 54.565 0 62.105 8.690 237.964
1985 0 27.043 3.175 66.432 891 35.805 59.675 0 74.117 17.445 284.583

(*) Incluye otros enlatados y especialidades.


FUENTE: Junta Nacional de Carnes.
Canzanelli, Liliana (1988):
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.
390

CUADRO 3.2.10 PRINCIPALES DESTINOS DE EXPORTACIONES ARGENTINAS CARNES VACUNAS (en % volumen res con hueso)

Destino 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978
C.E.E. (excluye Grecia) 52 56 66 66 47 38 41 38 35
España 4 0 0 2 0 0 3 4 5
Grecoa 6 3 3 4 3 4 7 8 8
Suiza 2 3 2 3 2 1 1 1 2
Austria 0 0 0 0 0 0 3 1 1
Europa Orien. (sin URSS) 2 2 1 0 0 0 0 1 0
EE.UU. 20 22 15 16 29 27 19 15 17
Israel 6 4 3 4 2 6 5 3 4
Egipto 0 0 0 0 0 0 3 1 1
Argelia 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Resto de África 0 0 0 0 0 1 4 9 8
Arabia Saudita 0 0 0 0 0 0 0 1 1
Brasil 0 0 0 1 1 0 1 1 8
Chile 2 8 7 3 0 0 0 2 2
Perú 1 1 1 0 0 0 1 1 0
Islas Canarias 1 2 1 1 2 3 2 3 2
Canadá 2 0 1 0 1 2 1 1 1
Iran 0 0 0 0 0 0 0 0 0
U.R.S.S. 0 0 0 0 10 16 3 8 0
Otros 5 9 0 0 1 2 6 2 5

Totales 715 477 703 551 289 262 527 583 740

FUENTE: Elaboración propia en base a datos JNC.


Canzanelli, Liliana (1988):
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

CUADRO 3.2.10 PRINCIPALES DESTINOS DE EXPORTACIONES ARGENTINAS CARNES VACUNAS (en % volumen res con hueso)

Destino 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985


C.E.E. (excluye Grecia) 32 30 34 22 21 23 28
España 2 0 0 0 0 0 0
Grecoa 6 4 0 1 0 0 0
Suiza 1 1 0 1 2 2 1
Austria 0 0 0 0 0 0 0
Europa Orien. (sin URSS) 0 0 0 0 1 0 0
EE.UU. 16 19 13 16 22 35 40
Israel 6 4 5 4 7 5 7
Egipto 5 2 9 14 8 1 0
Argelia 0 0 1 3 1 0 1
Resto de África 3 1 1 2 1 1 3
Arabia Saudita 1 1 1 0 2 2 2
Brasil 10 1 0 0 0 0 0
Chile 1 2 2 2 0 1 3
Perú 0 0 1 2 1 2 1
Islas Canarias 2 1 1 1 1 1 2
Canadá 1 1 0 0 0 0 1
Iran 0 1 1 2 0 0 0
U.R.S.S. 7 28 23 20 22 20 0
Otros 7 4 8 10 11 7 9

Totales 697 469 486 522 415 250 260

FUENTE: Elaboración propia en base a datos JNC.


Canzanelli, Liliana (1988):
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.
391

5. El impacto de la economía internacional y del proteccionismo sobre la evolución del


mercado entre los 70 y los 80.

Entre 1970 y 1985 se ha definido la nueva estructura del comercio a través del período
1970/73, primera crisis del petróleo; luego, desde 1973 hasta 1979 –segunda crisis de
petróleo- y, la final, entre 1980 y 1985.

Desde 1945 hasta 1973, el comercio de carnes creció hasta alcanzar las 4 millones de
toneladas. Este crecimiento del comercio fue liderado por la CEE, Estados Unidos y
Japón, los que absorbían el 80% de la demanda mundial. El crecimiento económico de
los años 60 y la abundante liquidez internacional –fruto de la expansión monetaria
estadounidense-, a la vez que la baja oferta de los países productores, determinó la
triplicación de precios entre principios de los 60 e inicios de los 70, a la vez que se
incrementó el comercio.

Los inicios de los años 70 con un continuo aumento de los precios, llevó a la CEE a
liberar las importaciones de carne, suprimiendo los prelievos y reduciendo los derechos
aduaneros en un 50% y alcanzó el pico histórico de 1 millón de toneladas importadas de
1973. Pero la Argentina no logró capitalizar ese notable aumento, sino que lo hizo
Australia, principalmente, constituyéndose en primer exportador mundial.

La crisis del petróleo de 1973, con la cuadruplicación del precio del petróleo determinó
una serie de ajustes de balance de pagos en los países de CEE para hacer posible la
transferencia de ingresos de estos hacia los países petroleros que el aumento del precio
del petróleo generó. El comercio internacional se restringió y, dentro de él, el de carnes
vacunas.

El total del comercio de estas carnes pasa, en ese momento, de 4 millones a 3 millones
de toneladas, por la caída de los compradores principales, Estados Unidos, Canadá,
Japón y CEE. La razón fundamental de la caída de importaciones se encuentra en el
ámbito de la CEE, ya que la PAC, aplicada desde 1968, había generado un ciclo de
retención ganadera con un aumento de las existencias que finalmente desembocó en una
reversión de ese ciclo. Esto significó pasar de la retracción al aumento de la oferta de
ganado y posibilitó el aumento de la producción de carne vacuna a partir de 1974.
Luego de la escasez, se pasó a la oferta excedente, con lo cual mientras que en el
392

período previo de escasez –1971/73– se habían liberado las importaciones, desde 1974
se practica su prohibición.

Esto genera una caída de precios internacionales y una fase de liquidación ganadera –
con alta producción de carnes–, en sentido inverso a lo que había ocurrido con la
mayoría de las materias primas y, en especial, con el petróleo. En primer lugar, los
países del circuito aftósico se quedan sin su principal mercado y aceleran la fase de
liquidación, pero con el enriquecimiento de los países petroleros, va aumentando la
demanda proveniente de la URSS, Medio Oriente y África del Norte.

En ese momento, las economías en desarrollo pasan a comprar un 40% de la oferta total
de carnes. En 1977, se recupera la demanda de carne vacuna y sus precios. La segunda
crisis del petróleo de 1979 afectó los sistemas intensivos agropecuarios que utilizan
derivados del petróleo y nuevamente se ingresa en una fase de liquidación ganadera,
dentro de la cual resultó una excepción el caso de la CEE.

Luego, en Estados Unidos se produjo una importante reducción de faena o producción


que generó un aumento de los precios internacionales. Sin embargo, el sostenimiento
del aumento de los precios del petróleo y un aumento de la inflación internacional, a
fines de los 70, determinó una reacción, en la política económica de Estados Unidos,
destinada a hacer caer la inflación mediante la contracción de la emisión monetaria.
Una importante suba de las tasas de interés en este país lo condujo a una situación de
recesión que se propagó internacionalmente. En ese contexto internacional recesivo, en
los primeros años de los 80, se generó una caída del comercio y los precios de las carnes
vacunas.

La primera parte de los años 80, entonces, fue particularmente negativa en términos
económicos, debido a la caída en la actividad productiva, el aumento de las tasas de
interés internacionales, la disminución de la inflación y el crecimiento de las deudas
externas.

En ese marco, las importaciones de esta mercancía se retraen en este período, dado que
a la contracción del consumo se suma el efecto de las políticas proteccionistas en los
países desarrollados, CEE, Japón, Canadá y Estados Unidos.
393

No solo esto determina el menor comercio mundial, sino también el pasaje de


importadores a exportadores netos de buena parte de estos países. Los programas de
sostén de la CEE y Estados Unidos determinaron excedentes de producción y baja de
los precios internacionales. Los subsidios a las exportaciones permitieron colocar estos
excedentes en el exterior, de forma que a los subsidios de producción se sumaron los de
exportación.

En 1984, la CEE se convirtió en el mayor exportador neto mundial. Solo en la segunda


parte de los 80, la menor inflación internacional, la caída de los precios petroleros y la
baja de las tasas de interés determinan cierta reactivación de la demanda, aunque la CEE
siguió liquidando sus excedentes productivos, mediante exportaciones.

Frente a los excedentes de producción láctea, Estados Unidos, por su parte, compraba
rebaños lecheros para su aprovechamiento como carne. La faena aumentaba allí y se
aumentaban las exportaciones –en un 50%–, también bajo un régimen de subsidios389.

389
Pierri, (2007).
394

Cuadro 25: EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES TOTALES DE CARNE BOVINA DE LOS PRINCIPALES EXPORTADORES
DE LOS CIRCUITOS AFTÓSICO Y NO AFTÓSICO (miles de toneladas en términos de res con hueso)
CIRCUITO AFTÓSICO
EUROPA
ARGENTINA BRASIL URUGUAY C.E.E. TOTALES
ORIENTAL
1980 469 183 117 642 404 1.815
1981 476 295 173 662 381 1.987
1982 522 376 175 481 392 1.946
1983 414 400 247 603 400 2.064
1984 250 480 144 791 400 2.065
1985 260 530 134 805 420 2.149
1986 249 364 186 1.117 272 2.188
1987 287 296 93 866 221 1.763
1988 319 529 131 754 201 1.934
1989 360 323 177 994 330 2.184
1990 419 233 192 782 290 1.916
1991 399 330 126 1.160 280 2.295
CIRCUITO NO AFTÓSICO

NUEVA AMÉRICA
AUSTRALIA EE.UU. CANADÁ TOTALES
ZELANDIA CENTRAL
1980 845 303 113 151 113 1.525
1981 711 326 136 163 121 1.457
1982 942 331 115 201 91 1.680
1983 767 372 125 83 81 1.428
1984 616 287 151 105 65 1.224
1985 692 363 151 113 65 1.384
1986 829 358 239 103 69 1.598
1987 911 433 273 90 65 1.772
1988 890 435 313 86 70 1.798
1989 872 436 464 108 70 1.953
1990 1.064 359 456 110 70 2.059
1991 1.000 410 522 104 70 2.106

FUENTE: Elaboración propia en base a datos de GATT y FAO.


Canzanelli, Liliana (1993): Estudio De Competitividad Agropecuaria y Agroindustrial,
Carne Vacuna y Sus Preparados. Documento De Trabajo No. CAA/04.Buenos Aires, IICA.

6. La situación de mercado sectorial frente a los cambios en la economía internacional,


desde los años 90 hasta la actualidad.

La sucinta revisión de este mercado específico que se plantea para los años más
recientes se instala en un escenario internacional beneficiado por el rápido crecimiento
económico de un extendido conjunto de países que pasaron de la condición de países en
vías de desarrollo a la de países emergentes.

Esta reclasificación económica de estos países respondió a un cambio estructural


significativo del orden económico internacional. Estos países emergentes entre los años
80 y 90 adquirieron un acelerado ritmo de crecimiento económico que les permitió
395

contraer la brecha de desarrollo que los separaba de los países desarrollados e irse
aproximando a una situación de convergencia con ellos.

El avance de estos países emergentes fue encabezado por los nuevos países
industrializados, dentro de los que se destacaron, inicialmente, Corea del Sur, Taiwan,
Hong Kong y Singapur.

Un notable salto en la productividad industrial de estos países y en su competitividad


exportadora tuvo fundamento básico en el desarrollo de manufacturas con un bajo costo
de producción derivado de una mano de obra barata pero calificada.

Una alta calidad de producción permitió que ésta incorporase los últimos adelantos
tecnológicos y que los mercados del primer mundo adquiriesen masivamente estos
artículos de bajo costo y probada calidad.

El éxito económico de estos países se hizo notorio desde los años 80 y de él ya


participaban una larga lista de países donde se instaló un mismo estilo de inversión y
crecimiento. China, India, Malasia, Indonesia, Filipinas, Pakistán y Tailandia se
inscribieron dentro de este mismo conjunto y el impacto de la potenciación del
crecimiento industrial asiático fue plenamente transformador hacia el interior de sus
economías como para el resto del mundo.

China e India, con más de 2.500 millones de habitantes, se constituyeron en potencias


económicas mundiales e incorporaron cientos de millones de personas al mercado
cuando éstas abandonaron condiciones de pobreza y alcanzaron ingresos capaces de
movilizar la demanda de productos industriales, alimentos y materias primas
industriales.

Esto significó la expansión del comercio internacional y el desarrollo de otros países


capaces de acompañar con su aporte este nuevo espacio de crecimiento industrial. Allí
se alistaron las inversiones, próximas a la industria, la minería o el agro, en Rusia,
Brasil, Argentina, México, Chile, Sudáfrica, Perú, Colombia, Hungría, Rumania,
Turquía y República Checa, sumando este otro segmento de países al desarrollo de los
países emergentes.
396

La demanda internacional de grandes y pequeños países de Asia creció sensiblemente


según lo hacía su generación de riqueza con lo cual estos últimos países debieron
incrementar su producción para abastecer la mayor necesidad de materias primas que
originó la fuerte expansión económica centrada en el Lejano Oriente.

La inversión en biotecnología y en tecnologías extractivas y procesadoras de minerales,


petróleo y gas impulsó el aumento de la producción del segundo grupo de países
señalado, el cual ya incluía, además, varios semi-industrializados. Esto, tanto significó
lograr abastecer a los clientes asiáticos como impulsar hacia un mayor desarrollo a estas
economías, convirtiéndolas también en países emergentes.

Los países desarrollados registran niveles de ingresos per cápita de entre 30.000 y
50.000 dólares estadounidenses anuales que la mayoría de estos países emergentes no
logran alcanzar pero respecto de los niveles que tenían en los años 80 es evidente el
excepcional aumento que han logrado. China, por ejemplo, cuenta con un ingreso per
cápita próximo a los 10.000 dólares anuales cuando en los años 80 estaba en 200
dólares anuales, pero Corea con 2.000 dólares anuales en 1980 llegó a más de 30.000 en
2012, alcanzando niveles de convergencia con los países desarrollados.

Distintos países asiáticos observan similares procesos de rápido aumento de los ingresos
de la población en los últimos treinta años y esto ha determinado una caída sustancial en
la porción de sus habitantes en situación de pobreza. China e India han reducido a solo
un 30% de su población, aproximadamente, el nivel de pobreza, cuando en 1978 en
China, ésta alcanzaba al 98% de la población mientras que en la India, por la misma
época, ésta alcanzaba al 55% de la población.

Aún bastante más que en la India, China ha logrado que millones y millones de pobres
dejaran de serlo y así se reveló un enorme mercado interno y externo que movilizó la
economía mundial cuando este gigante, desde los años 90 comenzó a crecer a altas tasas
de Producto Interior Bruto, reiterando en varios de los últimos años el récord del 10%
anual.

Sin embargo, el que buena parte de los emergentes no hayan alcanzado una
convergencia en los niveles de ingreso per cápita de los países desarrollados parece ser
un indicador crucial de su aún insuficiente desarrollo. Para llegar a la convergencia,
397

entonces, necesitan de tasas mayores de crecimiento a las de los desarrollados, en forma


sostenida a lo largo del tiempo, que les permitan cerrar la brecha de ingreso per cápita
que los separa de ellos.

Las inevitables fluctuaciones del ciclo económico interno o internacional han venido
conspirando para que el sostenimiento indefinido de un mayor crecimiento resulte
posible en distintos países emergentes y esto plantea que el horizonte de la convergencia
con los países desarrollados difiera en la probabilidad de ser logrado según el país
emergente de que se trate.

Pero aunque el escenario de los países emergentes no parezca hoy tan promisorio, desde
los años 90 y hasta poco tiempo atrás, el fuerte dinamismo, impreso por estos países al
comercio internacional, cambió, en buena medida, el perfil estructural que éste venía
mostrando hasta esa época390.

Cabe destacar ahora, entonces, algunos cambios que se van forjando en el mercado
internacional de la carne bovina, entre los años 90 y principios de los 2000, para
plantear que el ajuste estructural entre los 70 y los 80, que determinara una
concentración y dominio del mercado por parte de los países desarrollados, tendió a
relativizarse en estos años más recientes.

Cuadro 2.1 Principales productores Mundiales de Carne Vacuna (2005)

Pais Miles tons. e.c. % sobre total


EEUU 11.310 18,78%
UE-25 7.990 13,26%
Brasil 7.774 12,91%
China 6.800 11,29%
Ex URSS 4.003 6,65%
Argentina 3.024 5,02%
Australia 2.162 3,59%
México 1.543 2,56%
Canadá 1.530 2,54%
India 1.493 2,48%
Nueva Zelanda 685 1,14%
Subtotal 48.314 80,20%

FUENTE: FAO
Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.

390
Caruana de las Cagigas, (2015).
398

Teniendo en cuenta que en los 90 se inicia una recuperación de la economía


internacional y ésta logra sostenerse en la década del 2000, se puede explicar que las
importaciones de carne vacuna creciesen en países cuya relevancia era menor en el
mercado, entre los 70 y el 90. Estos fueron los casos de México, Chile, Corea, Filipinas,
Malasia, Taiwan, China y Egipto.

Cuadro 2.2 Principales países consumidores de carne vacuna - Miles de toneladas e.c.

2005 1985 % Aumento


EEUU 12.666 11.819 7.2%
UE-25 8.145 9.391 -13.3%
China 7.051 452 1430.0%
Brasil 6.774 3.209 111.1%
Ex URSS 2.672 7.660 -65.1%
Argentina 2.446 2.490 1.8%
México 2.419 1.346 79.7%
India 1.610 750 114.7%
Japón 1.195 780 53.2%
Canadá 1.052 1.025 2.6%
Australia 749 639 17.2%
Egipto 581 478 21.5%
Corea 438 168 160.7%
Filipinas 390 83 369.9%

FUENTE: USDA
Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.

Rusia y Japón, por su parte, continuaron consolidando su relevancia como importadores


además del tradicional de Estados Unidos. Tanto Rusia como Japón acompañan a este
país como principales importadores mundiales ya que alcanzan un promedio de 700 mil
toneladas anuales, lo que en el primer caso significa la duplicación de sus niveles de los
años 80.

Estados Unidos, desde fines de los 90, aumenta sus importaciones desde el promedio de
1 millón de toneladas anuales que tuviera en esa década hasta un promedio anual de 1,5
millón de toneladas en los años 2000. Este gran volumen alcanzado posibilitó que tanto
importara de su región comercial –NAFTA, North American Free Trade Association–
como de países ajenos a ésta.

Hasta principios de los años 80, Estados Unidos se caracterizaba por ser el mayor
importador mundial pero a partir de allí, la apertura de los mercados de Japón y de
Corea también le permitió elevar sus exportaciones hasta un promedio anual de 700 mil
399

toneladas. Dentro de ese total se incluyeron los destinos de sus socios en el NAFTA,
Canadá y México. Debido a la aparición de casos internos de la zoonosis BSE en 2003,
los mercados asiáticos se cerraron y cayeron drásticamente las exportaciones de Estados
Unidos. Esto permitió que Australia y Nueva Zelandia lo sustituyeran en este mercado.

Pero es importante destacar que más allá de la evolución de estos mercados que
pertenecen al circuito no aftósico, tanto la expansión de Rusia como cierta recuperación
del mercado de la Unión Europea fueron posibles a partir de los 90, en materia de
importaciones.

La recuperación de las importaciones de la CEE resulta de una importante modificación


en la Política Agraria Común, ya que hasta los 90, los subsidios aplicados definieron
precios internos del ganado que impulsaron el aumento de la producción pero desde allí
se optó por subsidiar los ingresos de los productores en lugar de sostener sus precios.
Esto determinó un menor estímulo a la producción y esto, a su vez, una progresiva caída
en el nivel de exportaciones. Luego de haber sido el mayor exportador mundial hasta
mediados de los 90 –con 1,3 millones de toneladas–, a partir de ahí fue superada por
Australia y Estados Unidos. .

En los 90, también se sumó a su cambio de política de subsidios, la propagación en


Europa de la BSE –la epidemia de las “vacas locas” –, todo lo cual hizo que se
redujesen en el 2000 sus exportaciones a un 25% de su nivel de principios de los 90.
Las importaciones superaron también las 500 mil toneladas en promedio y esta región
pasó de tener una alta exportación neta de carnes a contar con una importación neta
superior a un cuarto de millón de toneladas anuales.

Desde el año 2000, la recuperación de las importaciones es inmediatamente


aprovechada por Brasil y también por Uruguay, al desarrollar éste mayores
exportaciones a Estados Unidos. El crecimiento exportador de Brasil es excepcional y al
cabo del primer quinquenio de los años 2000 alcanza las 1,9 millones de toneladas de
exportación y el primer lugar dentro de los exportadores. Las dos terceras partes de sus
exportaciones son carnes congeladas y un tercio, carnes preparadas. En el destino de las
congeladas se destacan Rusia, Unión Europea y Egipto. El 26% de las exportaciones
mundiales tienen su origen en Brasil, en 2005.
400

El otro gran país exportador es Australia con un 20% de la exportación mundial pero lo
importante es destacar que tanto Estados Unidos como la Unión Europea han
retrocedido a niveles de tan solo un 4% del total de exportaciones, respectivamente,
resultando el primero un fuerte importador neto, mientras que el segundo dejó de ser el
primer exportador neto que fuera antes de los 90. Un conjunto de países como
Argentina, Uruguay, Nueva Zelandia, Canadá, contribuyen en alrededor de un 8%, en
promedio, a un volumen mundial de exportaciones que se aproxima a 7 millones de
toneladas anuales391.

Cuadro 2.3 Principales países exportadores de carne vacuna - Miles de toneladas e.c.

1991-95 1996-00 2001-05 2003 2005 % en total 2005


Brasil 339 339 1.260 1.175 1.867 26.2%
Australia 1.138 1.217 1.367 1.264 1.413 20.1%
Argentina 375 395 457 386 759 10.8%
India 163 247 469 439 620 8.8%
Nueva Zelanda 453 485 547 558 589 8.4%
Canadá 193 429 536 384 553 7.9%
Uruguay 125 207 320 325 460 6.5%
EEUU 655 1.004 761 1.142 313 4.4%
EU-25 1.347 923 397 388 250 3.5%
Subtotal 4.786 5.251 6.114 6.061 6.824 96.9%
% sobre total 86.2% 94.8% 96.0% 95.6% 96.9%
Total mundial 5.551 5.540 6.366 6.340 7.043 100.0%

FUENTE: En base a USDA


Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.

391
USDA (2005); Vazquez Platero, (2006).
401

Cuadro 2.4 Principales países importadores de carne vacuna - Miles de toneladas e.c.

1991-95 1996-00 2001-05 2005 % en total 2005


EEUU 1.063 1.176 1.512 1.632 23.2%
Japón 720 981 782 700 9.9%
Fed Rusa 618 778 699 680 9.7%
UE-25 502 413 498 625 8.9%
México 122 279 379 325 4.6%
Corea 177 228 316 243 3.5%
Chile 42 96 150 184 2.6%
Malasia 72 98 142 170 2.4%
Filipinas 35 82 138 160 2.3%
Canadá 245 244 225 133 1.9%
Egipto 140 183 125 120 1.7%
HK+China 67 67 87 94 1.3%
Taiwan 61 82 87 92 1.3%
Subtotal 3.864 4.707 5.142 5.158 73.2%

FUENTE: En base a USDA, FAO y ODEPA


Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.

De esta recomposición del mercado internacional el mayor beneficiario fue Brasil,


aunque estos últimos países también mejoraron, aunque en menor medida, respecto de
su situación a principios de los años 90. El gran logro exportador de Brasil resulta de un
proceso de expansión de su ganadería y de sus frigoríficos exportadores que tiene origen
en los años 70 y que parece importante destacar porque este desarrollo se tradujo en la
conquista de un gran espacio en el mercado internacional, como no sucedía desde que
Argentina o Australia lo hicieran a partir de las primeras décadas del siglo XX.
402

Cuadro 3.5 Proyecciones del USDA de comercio mundial de carne vacuna:


Principales importadores y exportadores (miles de toneladas e.c.)
2005 2007 2009 2011 2013 2015
Importadores
EEUU 1.699 1.665 1.575 1.474 1.429 1.406
Japón 721 764 787 829 868 908
F. Rusa 680 673 689 654 716 764
México 320 367 364 459 561 674
UE-25 615 649 649 650 650 649
Corea 235 267 334 389 434 481
Filipinas 160 169 198 228 257 285
Egipto 120 161 194 210 224 242
Taiwan 88 95 98 101 105 109
Subtotal 4.638 4.810 4.888 4.994 5.244 5.518

Exportadores
Brasil 1.800 1.964 2.083 2.103 2.137 2.160
Australia 1.470 1.532 1.489 1.499 1.503 1.506
EEUU 285 363 439 581 768 1.016
India y Asia 695 694 728 741 751 766
Nueva Zelanda 575 586 571 563 563 561
Canadá 615 546 525 524 526 534
Argentina 680 609 524 478 468 458
UE 250 244 279 301 313 349
Subtotal 6.370 6.538 6.638 6.790 7.029 7.350

FUENTE: USDA Agricultural Baseline Projections to 215, Febrero de 2006


Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.

7. El caso de Brasil.

Al igual que en Argentina, durante los primeros años del Siglo XX se instalaron en
Brasil los mismos frigoríficos extranjeros –Swift, Armour, Wilson, Continental y
Anglo– que dominarían los mercados de estos países y otros de Sudamérica, al igual
que los de Oceanía, con el objetivo lograr el abastecimiento de carnes vacunas del
mercado europeo. Luego de más de seis décadas, en 1969, a través de la norteamericana
King Ranch, asociada a Swift de igual procedencia y la compañía financiera francesa
Deltec, el negocio del frigorífico extranjero se amplió con las inversiones en ganadería.
Las tierras que estas empresas ocuparon con ganadería llegaron a 20.000 hectáreas en
los estados de San Pablo y de Minas Gerais y a 120.000 hectáreas en Belem do Pará.

Entre 1940 y 1967 la población ganadera había pasado de 44,7 millones de cabezas a 90
403

millones392. La expansión se distribuyó en zonas vacías como en otras que


históricamente eran ganaderas como las de San Pablo, Goiás y Mato Grosso. El
crecimiento se justificaba por el aumento de población y de consumo pero también por
la perspectiva de mayores exportaciones. También se sustituían antiguas explotaciones
agrícolas en las que los suelos habían sido erosionados y decaído en su productividad
agrícola. Esto ocurría en las antiguas explotaciones de Río de Janeiro, San Pablo y
Minas Gerais.

A partir de 1970 Mato Grosso se constituyó en una de las mayores regiones ganaderas
del país. En 1974, la compañía Swift-Armour –adquirida por King Ranch y Deltec–
construyó sus fábricas de carne enlatada en Goiás y en Pará. La compañía Bordon
reequipó su fábrica de enlatados en Anápolis, la Anglo instaló una nueva fábrica de
enlatados en Goiania y Comabra –ex Wilson– también construyó un frigorífico en Mato
Grosso. A principios de los años 70 también se comenzó a subsidiar la explotación
ganadera mediante financiamiento preferencial de la banca de fomento estatal, mientras
que la ganadería ocupaba cada vez mayores extensiones de tierra. Mientras que en el
área sudeste de Brasil la superficie máxima de una hacienda ganadera podía llegar a
6.000 Hectáreas, en otras regiones se extendía por decenas de miles de hectáreas.

En los años 70, el crecimiento de la ganadería fue a razón de un 5% anual, en los 80, de
un 2,5% y en 1995 el número de cabezas había llegado a 170 millones. Brasil se
posicionaba como el mayor productor mundial de carne bovina. El crecimiento más
acelerado –duplicando el promedio nacional–, desde los años 70, había correspondido a
la zona Centro-Oeste, donde se concentró casi el 35% de la ganadería nacional. Las
regiones Sur y Sudeste, sumadas, llegaban a casi un 40% del total y las zonas Norte y
Nordeste al 25% restante393.

Desde fines de los años 60, el gobierno militar había percibido que los pequeños
productores agrícolas del Norte y Sudeste de Brasil que habían sido expulsados por la
agricultura moderna podían ser relocalizados en la zona de Amazonia donde se preveía
un importante desarrollo agropecuario apoyado por el Estado394.

392
Schlesinger (2010).
393
IBGE (1998).
394
Schlesinger (2010).
404

La creación de la Superintendencia de Desenvolvimento de Amazonia estuvo dirigida a


fomentar ese desarrollo y sus destinatarios no solo pasaron a ser aquellos campesinos
del Nordeste o Sudeste sino también grupos económicos nacionales o multinacionales.
Las líneas estatales de crédito llegaban a financiar un 70% del capital de las empresas y
a esto se sumaban las exenciones impositivas y otras ventajas.

Detrás del objetivo de constituir a Brasil en gran exportador mundial de carne bovina,
las inversiones se desarrollaron y Mato Grosso pasó de tener tan solo 77 mil cabezas de
ganado en 1970 a alcanzar las 9,4 millones de cabezas en 2003. De las 54 millones de
cabezas que hacia mediados de los años 90 se encontraron en el Centro Oeste y Norte de
Brasil, 40 millones correspondían al área beneficiaria del desarrollo amazónico: Mato
Grosso, Rondonia, Pará y Tocantins395.

Esta área resultó ser receptora también de capitales ganaderos de otras zonas del país,
donde la rentabilidad de los cultivos desplazaba a la ganadería y ésta se relocalizaba en
la amazonia. El bajo precio de la tierra, la buena condición del suelo para el crecimiento
de pasturas y los incentivos fiscales hicieron que en esta región creciese continuamente
la ganadería. El logro exportador de Brasil se fue concretando en la segunda parte de los
años 80, ya que se llegó a exportar más de 500 mil toneladas anuales, duplicando el bajo
nivel en el que había caído Argentina, pero a principios de los 90 observó un retroceso
hacia algo más de 300 mil toneladas, lo que implicó igualar la relativamente baja
participación de Argentina en el mercado, de entre el 6 y 7% de las exportaciones
mundiales.

Los grandes exportadores continuaban siendo Australia, Estados Unidos y la Unión


Europea, pero en la segunda parte de los años 90, Brasil casi triplicó su volumen de
exportación y durante los años 2000 continuó incrementándolo hasta aproximarse a las
2 millones de toneladas, sextuplicando los niveles alcanzados a principios de los 90396.
Allí, Brasil alcanzó la condición de primer exportador mundial de carne vacuna,
mientras que sus existencias ganaderas habían continuado creciendo y superando la
cantidad de habitantes de ese país, una característica típica de Argentina o Uruguay,
dentro de la región.

395
IBGE (1970/2006).
396
USDA (2005); Vazquez Platero, (2006).
405

A partir de los años 90, una progresiva dilución del rol de principal exportador neto de
la CEE en el mercado internacional abrió la posibilidad de ocupar el espacio de mercado
que ésta iba abandonando y esto parece haber beneficiado a Brasil, e inclusive a
Argentina, en los años 2000. Pero es importante señalar que la construcción de una red
multinacional de comercialización por parte de Brasil fue lo que le posibilitó dar un
notable salto cuantitativo y liderar las exportaciones mundiales.

La expansión de una empresa frigorífica del Brasil, JBS-Friboi, explica, en buena


medida, el soporte multinacional que permitió el notable crecimiento exportador de este
país. Es importante tomar conocimiento de este desarrollo ya que si bien no se pudo
acceder a una mayor información del accionar de multinacionales como Swift o
Armour, por ejemplo, en este mercado internacional, el caso de esta multinacional
brasileña ilustra sobre todos los medios que, en el orden internacional, arbitran este tipo
de multinacionales como para lograr posicionar las exportaciones de uno o más países
dentro del mercado global.

Entre 1970 y fines de los años 90, JBS realizó fuertes inversiones en plantas frigoríficas
de distintas regiones de Brasil, lo que le permitió elevar su producción de 500 cabezas
de faena por día a 5.800 cabezas/día. En 1997 comenzó sus primeras exportaciones y en
los años 2000 su mayor salida exportadora determinó que contase con 19 plantas
frigoríficas en Brasil y 5 en Argentina. Su capacidad de producción, así, llega a las
19.900 cabezas/día.

En Argentina adquirió, en 2005, la mayor empresa productora y exportadora del sector,


Swift-Armour, y un año más tarde adquirió dos plantas de la Compañía Elaboradora de
Productos Alimenticios (CEPA), tercera firma exportadora de ese país 397. En 2007 JBS
adquiere la norteamericana SB holdings, empresa del grupo Smithfield Beef que
controla las distribuidoras de carnes en los Estados Unidos, así como sus subsidiarias
Tupman Thurlow, Astro Sales International International y Austral Foods. Esta última
es una de las mayores distribuidoras de productos industrializados de carne vacuna de
este país y posee las marcas Hereford, Mancopride y Rip n’ Ready.

397
Quintao (31/08/2005).
406

De esta forma JBS adquiere acceso directo al mercado norteamericano de carne


industrializada. Pero al adquirir también, ese año, la Swift Foods & Co., lo que incluye
sus plantas en Estados Unidos y Australia alcanza una producción de 47.700
cabezas/día. Con la adquisición del 50% de Inalca, JBS obtiene 10 plantas en Italia y
centros de distribución en África, especialmente en Angola, Kenia, Congo y Nigeria, a
donde se dirige la exportación de carne cocida enlatada. Luego de completar la
adquisición del Smithfield Beef Group y comprar Tasman de Australia, la empresa
posee 20 plantas y 10 mataderos en los Estados Unidos y 10 plantas y 5 mataderos en
Australia. De esta forma, en Estados Unidos, la empresa solo cuenta como competencia
a las mayores empresas del sector, Tyson y Cargill, ya que su producción diaria
equivale al 32% de la capacidad de faena de Estados Unidos. Tyson estima producir
para abastecer un 25% del mercado estadounidense, en su condición de mayor
productor local398.

Si bien la información provista por la JBS destaca que los cinco frigoríficos más
grandes de Brasil: JBS, Bertin, Marfrig, Minerva e Independencia –en ese orden de
importancia– aportan el 50% de las exportaciones de Brasil, la asociación de pequeños y
medianos productores de ese país, Asociación Brasilera de Frigoríficos,
(ABRAFRIGO), destaca un mayor grado de concentración, al afirmar que el 90% de las
exportaciones está en manos de esos frigoríficos y que estos, a su vez, realizan el 30%
de la faena de ganado nacional.

En Estados Unidos, al amparo de las leyes anti-trust, se han hecho presentaciones a la


Justicia para investigar la operación de JBS en ese país, ante la posibilidad de que las
adquisiciones de empresas frigoríficas que realizara la constituyan en la mayor empresa
del sector y con un alto grado de concentración que atentaría contra la libre
competencia.

En Australia también se presentaron reclamos sobre la presencia de JBS en ese país, ya


que los productores y frigoríficos nacionales entienden que los principales destinos de la
exportación australiana, Estados Unidos y Asia, podrían ser conquistados por la
multinacional brasileña al triangular sus exportaciones a través de sus plantas en

398
Burgdorfer (5/03/2008).
407

Australia399. Sin embargo, gracias a esta información se puede recordar que los cuatro
grandes americanos –Swift, Armour, Wilson y Cudaly– sufrieron similares denuncias
desde principios del S. XX y hasta que cerraran o sus paquetes accionarios pasasen a
manos de otras compañías, pero no se le pudo atribuir a estas denuncias el fundamento
del cese de sus negocios.

La experiencia de esta multinacional aporta, por su parte, algunas diferencias


interesantes respecto de lo que indica la historia de estas multinacionales del S. XX.
Éstas se concentraron en las exportaciones al Reino Unido y a Europa, pero JBS destaca
que su estrategia exportadora es de la más absoluta diversificación geográfica. Los
productos son exportados a más de 500 clientes de 110 países, con la finalidad de no
arriesgar la rentabilidad de la exportación mediante la concentración en determinados
destinos. Pero también las ventas se realizan a través de grandes distribuidores
internacionales y de las propias subsidiarias de Chile, Egipto, Estados Unidos,
Inglaterra y Rusia, donde éstas actúan como distribuidoras de los productos propios.

Tampoco es de menor importancia destacar que las inversiones en mercados internos de


Europa, Estados Unidos o Australia agrega la ventaja de poder explotar esos mercados
desde la producción interna cuando las barreras comerciales u otras políticas
discriminatorias a la producción extranjera impiden el crecimiento de las exportaciones.
La empresa allí radicada puede compensar las menores exportaciones de su empresa con
la expansión de sus ventas de mercado interno en el país que ha limitado importaciones.

La barrera sanitaria de importación planteada por la aftosa del ganado brasileño, lo cual
significa la imposibilidad o grave dificultad para acceder a los mercados de Estados
Unidos, Japón, Corea o algunos europeos ha sido sorteada por JBS al contar con plantas
productoras en esos países. Es decir, esta empresa puede exportar a los mercados del
circuito aftósico y a la vez vender desde sus plantas en el mercado no aftósico a los
consumidores de este mercado. La empresa, así, en el conjunto de sus ventas, tanto
vende en uno u otro mercado, dándole destino a su producción en cada uno de ellos.

El mercado no aftósico está cerrado para Brasil pero no para JBS400. En suma, a través
de esta sucinta historia de los esfuerzos de inversión realizados por esta empresa a la

399
Vasconcellos (28/03/08).
400
Schlesinger (2010).
408

que, en menor medida, parecen haberla acompañado otras dos exportadoras brasileñas,
Minerva y Marfrig, se encuentra una explicación del gran impulso exportador que
demostró este país. Gran parte de la información aquí suministrada surge de la web o de
otras publicaciones de esta empresa ya que con esta publicidad sostiene, en parte, la
difusión necesaria para que los inversores adquieran acciones de JBS.

Esta empresa, como forma de financiamiento, abrió parte de su capital accionario en el


mercado de valores de San Pablo y mediante la emisión de acciones pudo expandir el
capital que necesitó para varias de las inversiones ya relatadas. En 2007, JBS junto con
Minerva y Marfrig pudieron obtener 1.500 millones de dólares en ese mercado para
llevar a cabo mayores inversiones en el sector. Sin duda, esta cifra como las
correspondientes a las adquisiciones que JBS realizara en Estados Unidos, Australia y
Argentina da una idea de la gran escala de capital necesaria para posicionar a un país
como importante operador dentro del mercado internacional de la carne vacuna. Las
cifras de inversión en estos países, por ejemplo, se aproximan a unos 2.500 millones de
dólares iniciales.

No es posible pensar que el orden de magnitud de las inversiones de las grandes


multinacionales norteamericanas –las llamadas “cuatro grandes”– haya sido
significativamente menor a principios del Siglo XX, cuando establecieron sus
frigoríficos en Argentina, Australia, Nueva Zelandia, Brasil y Uruguay. Tampoco el
resultado fue diferente ya que este proceso de inversión fue el determinante de que
Argentina o Australia se constituyesen en grandes países exportadores en coincidencia
con el crecimiento de esas grandes empresas. Pero el desarrollo de la multinacional
brasileña significó un fuerte financiamiento y participación en el capital por parte del
BNDES, Banco Nacional de Desenvolvimento Economico y Social. El 50% del capital
de la empresa quedó en manos de la familia propietaria, el 20% en poder del BNDES y
el resto quedó abierto a la adquisición de acciones en el mercado de valores, donde
también se destacaron fondos de pensiones del Estado401.

En conclusión, ya sea por el financiamiento estatal con el que contó ésta y otras grandes
empresas frigoríficas a través del BNDES o de la participación que adquirió el Estado
en JBS o en Minerva, el crecimiento interno y externo de estas grandes empresas

401
Amaral Rocha (27/3/2008).
409

frigoríficas fue claramente apoyado por el Estado402. La gran escala de capital que fue
necesaria para instalar el liderazgo de Brasil en el mercado internacional de carne
vacuna fue posible alcanzarla, entonces, con el aval y el respaldo del Estado, aunque
hay que destacar que la gestión y el capital de estas grandes empresas nunca dejaron de
estar en manos privadas.

Además, no es de menor importancia el hecho de que estas empresas abriesen su capital


accionario a la participación pública en el mercado de valores. Esto indica que la
empresa resultaba rentable y que su buena gestión eran factores de atracción para los
inversores privados y públicos. También esto significa un compromiso de rentabilidad
para lograr mantener la confianza de los accionistas a través de un buen valor de
mercado de la empresa cotizante en bolsa.

Estos aspectos clave marcan diferencias con las históricas multinacionales de la carne,
las apodadas “cuatro grandes”. La dinámica inversora de éstas se estancó a partir de la
crisis de los años 30 en los países en que se habían radicado. Entre 1930 y los años 50,
ante un mercado internacional en contracción, recibieron subsidios del Estado para
compensar sus pérdidas en el país que lideraba la exportación mundial, Argentina.

En los años 70 abandonaron sus inversiones en este país y renovaron parcialmente sus
inversiones en Brasil pero no fueron determinantes de su desarrollo exportador. Este
impulso originalmente estuvo a cargo del apoyo del Estado a la ganadería y, finalmente,
a cargo de frigoríficos de origen nacional, los que también contaron con el respaldo del
Estado en el desarrollo del mercado interno y del internacional. El grado del apoyo
estatal a una inversión creciente y continua en el complejo ganadero-frigorífico se
revela con una dimensión de considerable escala tanto si se la mide por su contribución
lo largo de décadas como si se la evalúa por los más recientes aportes a los frigoríficos
que lideran la exportación mundial.

402
Schlesinger, en base a datos de composición accionaria, www.jbs.com.br, 16/03/08. Laufer
(20/07/07).
410

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412

Anexo estadísticas históricas.


CUADRO 1.1.13 NÚMERO DE VACUNOS (miles de cabezas)

Años

País 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980
Argentina 49.786 52.300 54.771 55.355 56.707 58.174 61.054 57.791 56.864 55.760

Australia 24.373 27.373 29.101 30.839 32.793 33.434 31.533 29.330 27.112 26.203

Austria 2.468 2.499 2.514 2.624 2.581 2.500 2.502 2.549 2.594 2.548

Brasil 78.691 83.140 85.659 90.640 92.762 92.320 91.343 89.393 90.474 91.495

Bulgaria 1.353 1.453 1.512 1.521 1.621 1.725 1.787 1.797 1.818 1.839
Canadá 11.992 12.275 12.615 13.481 14.278 14.048 13.362 12.526 11.996 12.126

C.E.E. (10) 73.609 74.483 77.886 81.327 80.770 80.025 79.897 79.702 80.302 80.432
Chile 2.860 3.188 3.165 3.457 3.606 3.389 3.427 3.487 3.575 3.664

China 73.868 74.245 74.144 74.910 74.796 73.796 71.526 70.140 70.410 70.931

Colombia 21.000 21.500 22.000 22.500 23.222 23.825 24.447 24.488 24.132 23.945

Corea 2.047 2.045 2.154 2.351 2.683 2.491 2.428 2.518 2.712 2.712
Ecuador 2.346 2.358 2.381 2.412 2.465 2.551 2.712 2.777 2.846 2.916

Estados Unidos 114.578 117.862 121.559 127.788 132.028 127.980 122.810 116.376 110.864 111.192
Hungría 1.917 1.882 1.893 1.930 2.017 1.904 1.887 1.949 1.966 1.925

Japón 3.644 3.596 3.597 3.650 3.644 3.723 3.875 4.009 4.150 4.248
Madagascar 8.044 7.942 8.104 8.117 8.700 8.811 8.886 9.128 10.150 10.201

Mali 5.510 4.773 4.500 3.700 3.886 4.080 4.076 4.263 4.765 4.960

Méjico 25.499 26.265 27.042 27.585 27.863 30.461 31.410 32.439 33.545 34.590
Nicaragua 2.102 2.200 2.295 2.462 2.558 2.660 2.768 2.782 2.525 2.270

Nigeria 11.293 11.103 10.920 10.918 11.000 11.300 11.500 11.800 12.000 12.300

Nueva Zelandia 8.819 8.631 8.924 9.311 9.292 9.017 8.738 8.418 8.022 8.131

Paquistán 24.174 24.424 24.678 24.936 25.199 25.466 25.739 26.015 26.297 26.585
Perú 4.127 4.310 4.145 1.103 4.166 4.189 4.106 4.150 4.006 3.837

Polonia 11.076 11.453 12.195 13.023 13.254 12.879 13.019 13.115 13.036 12.649
Rumania 5.216 5.528 5.767 5.897 5.983 6.126 6.351 6.306 6.511 6.513

Sudáfrica 11.234 11.500 11.900 12.300 12.700 12.774 13.060 13.135 14.167 14

Uruguay 8.727 9.273 9.860 10.961 11.531 10.385 10.111 10.001 10.299 11.173
U.R.S.S. 99.675 102.876 104.435 106.699 109.549 111.452 110.739 113.073 114.446 115.450

Yugoslavia 5.202 5.214 5.425 5.743 5.938 5.821 5.706 5.625 5.578 5.500

Otros 518.940 558.157 535.305 547.547 532.652 537.912 656.684 556.624 562.690 567.341

Total Mundial 1.214.170 1.273.848 1.260.413 1.308.087 1.310.244 1.315.218 1.316.483 1.315.706 1.319.852 1.327.011

FUENTE: F.A.O. "La Economía Mundial de la Carne en cifras", 1984 y "Anuarios de Producción".
413

Cuadro 12. EXISTENCIAS DE VACUNOS (en miles de cabezas)

PAÍS 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991

Argentina 55.760 54.235 52.650 53.790 54.594 54.569 53.900 52.316 50.517 50.057 50.500 51.000

Australia 26.203 25.168 24.553 22.478 22.161 22.784 23.436 23.667 23.521 22.400 23.163 23.343

Austria 2.548 2.517 2.530 2.546 2.633 2.669 2.651 2.637 2.590 2.541 2.562 2.513

Brasil 91.495 93.542 93.570 124.186 132.801 134.500 132.222 131.503 134.133 136.814 139.550 142.000

Bulgaria 1.839 1.843 1.851 1.783 1.778 1.751 1.706 1.678 1.649 1.613 1.575 1.457

Canadá 12.126 12.166 12.088 12.638 12.284 11.733 11.788 10.802 10.863 11.016 11.146 11.198

Chile 3.664 3.750 3.800 3.865 3.650 3.400 3.217 3.257 3.468 3.336 3.250 s/d

China 70.931 71.169 73.978 56.194 58.069 51.375 66.991 71.347 73.963 74.101 76.965 s/d

Colombia 23.945 24.251 24.499 24.000 22.441 21.935 23.593 23.971 23.267 23.267 23.267 23.267

Corea 2.712 1.634 1.506 1.754 2.215 2.652 2.944 2.807 2.386 2.039 2.051 s/d

C.E.E. (12) 80.432 79.615 79.464 78.791 79.728 78.766 83.675 82.750 80.350 79.488 80.205 84.575

Ecuador 2.916 3.135 3.200 3.270 3.324 3.378 2.765 3.884 4.007 4.176 4.361 s/d

EE.UU. 111.192 114.321 115.604 115.001 113.700 109.749 105.468 102.118 99.622 98.065 98.162 99.436

Hungría 1.925 1.918 1.945 1.922 1.902 1.901 1.766 1.644 1.390 1.594 1.571 1.533

Japón 4.248 4.382 4.485 4.590 4.682 4.698 4.742 4.694 4.667 4.682 4.760 4.863

Madagascar 10.201 10.241 10.281 10.322 10.363 10.400 10.485 10.565 10.280 10.243 10.254 s/d

Mali 4.960 5.134 5.300 6.500 6.000 5.800 4.676 4.589 4.738 4.880 5.000 s/d

México 34.590 35.689 36.834 37.522 37.845 37.450 31.123 31.156 31.200 30.900 28.200 s/d

Nicaragua 2.270 2.324 2.370 2.116 2.000 1.890 2.100 1.710 1.700 1.650 1.680 s/d

Nigeria 12.300 12.500 12.600 12.300 12.000 12.000 12.169 12.200 12.000 12.000 12.000 s/d

Nueva Zelanda 8.131 8.035 7.930 7.630 7.776 7.904 8.279 7.999 8.057 7.828 8.065 8.250

Pakistán 26.585 27.691 28.161 16.157 16.352 16.549 16.749 16.981 15.156 17.363 17.573 s/d

Perú 3.837 3.895 3.371 4.000 3.950 3.900 3.980 3.960 4.009 4.003 4.053 s/d

Polonia 12.649 11.797 11.912 11.269 11.197 11.055 10.919 10.523 10.322 10.733 10.049 9.800

Rumania 6.513 6.485 6.304 6.028 6.532 6.809 6.867 7.225 7.182 6.416 6.291 5.381

Sudáfrica 13.575 13.200 13.359 13.086 12.895 12.733 11.750 7.909 8.198 8.611 8.711 8.806

URSS 115.450 115.397 116.249 117.186 119.558 121.055 120.888 122.103 118.300 119.600 118.400 s/d

Uruguay 11.173 11.421 11.237 9.704 9.491 9.948 9.300 9.945 10.331 9.447 8.723 8.608

Yugoslavia 5.500 5.534 5.526 5.351 5.341 5.199 5.034 4.881 4.759 4.705 4.527 4.400

TOTAL MUNDIAL 1.327.011 1.336.786 1.348.814 1.261.060 1.276.254 1.268.934 1.271.145 1.270.818 1.266.491 1.268.086 1.279.256 s/d

FUENTE: Anuarios de Producción, FAO y Los Mercados Internacionales de la Carne, GATT.

Canzanelli, Liliana (1993): Estudio De Competitividad Agropecuaria y Agroindustrial,

Carne Vacuna y Sus Preparados. Documento De Trabajo No. CAA/04.Buenos Aires, IICA.
414

CUADRO 1.1.3 - EXISTENCIAS MUNDIALES DE VACUNOS (1) (en miles de cabezas)

TOTAL AMÉRICA AMÉRICA


AÑO ÁFRICA ASIA EUROPA OCEANÍA URSS
MUNDIAL DEL NORTE DEL SUR
1975 1331756 157108 193871 214028 478858 135308 43035 109549
1976 1338322 160990 190328 215714 481859 134176 43801 111452
1977 1340596 166421 185864 216410 485205 134341 41615 110739
1978 1344266 169114 179273 216967 491948 134856 39036 113073
1979 1302909 169689 174716 212110 470154 135141 36178 114446
1980 1319375 171937 176469 212839 475905 134512 35140 115450
1981 1336786 172707 183594 215148 482771 133390 33779 115397
1982 1383520 177568 187939 144369 490547 133719 33037 116249
1983 1385533 178799 184305 246384 494267 133590 30681 117506
1984 1391767 179336 183353 248696 497407 134296 29750 119930
1985 1263873 176249 182273 252075 368770 132179 31273 121055

FUENTE: F.A.O., Anuarios de Ptoducción

Canzanelli, Liliana (1988): Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne


Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

Cuadro 6. EXISTENCIAS MUNDIALES DE VACUNOS (en miles de cabezas)

AMÉRICA AMÉRICA
TOTAL MUNDIAL ÁFRICA ASIA EUROPA OCEANÍA URSS
DEL NORTE DEL SUR
1980 1.327.011 171.937 176.469 212.839 475.905 134.512 35.140 115.450
1981 1.336.786 172.707 183.594 215.148 482.771 133.390 33.779 115.397
1982 1.348.814 177.568 187.939 244.369 490.548 133.719 33.037 116.249
1983 1.261.060 178.799 184.305 246.384 494.267 133.590 30.681 117.506
1984 1.276.254 178.336 183.353 248.696 497.407 134.296 29.750 119.930
1985 1.268.934 176.249 182.273 252.075 368.770 132.179 31.273 121.055
1986 1.271.145 179.553 169.975 254.382 383.345 130.716 32.286 120.888
1987 1.270.818 178.220 166.272 257.759 387.444 128.530 30.492 122.103
1988 1.266.491 179.263 163.629 262.795 386.528 125.488 30.489 118.300
1989 1.268.086 184.110 159.434 260.103 388.794 125.211 30.838 119.600
1990 1.279.256 187.771 160.087 263.864 393.869 124.002 31.264 118.400

FUENTE: "Anuarios de Producción", FAO.


Canzanelli, Liliana (1993): Estudio De Competitividad Agropecuaria y Agroindustrial,
Carne Vacuna y Sus Preparados. Documento De Trabajo No. CAA/04.Buenos Aires, IICA.
415

CUADRO 1.1.7 - PRODUCCIÓN MUNDIAL DE CARNE VACUNA Y DE BÚFALO (en miles detoneladas)

TOTAL AMÉRICA AMÉRICA


AÑO ÁFRICA ASIA EUROPA OCEANÍA URSS
MUNDIAL DEL NORTE DEL SUR
1971 37989 2073 11011 6312 2688 8899 1441 5553
1972 40245 2422 12391 5720 4075 8396 1591 5738
1973 40603 2456 11784 2802 4054 8734 1901 5888
1975 43128 2385 12658 5953 4125 9889 1718 6414
1975 45506 2408 13406 6242 5619 10390 2007 6473
1976 47514 2528 14370 6809 4526 10249 2480 6552
1977 48165 2754 14143 7044 4777 9992 2567 6888
1978 48398 2910 13508 7192 4942 9995 2769 7086
1979 47073 3022 12073 6950 4940 10529 2532 7029
1980 46396 2971 12174 6727 4998 10799 2052 6673
1981 44727 3007 12616 7005 3174 10321 1978 6627
1982 44920 3109 12705 6868 3348 10145 2127 6618
1983 45676 3119 12998 6679 3446 10343 2091 7000
1984 46421 3172 13053 6740 3561 10844 1750 7300
1985 47089 3279 13253 6734 3653 11002 1768 7400

FUENTE: F.A.O., Anuarios de Ptoducción

Canzanelli, Liliana (1988): Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne


Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.

Cuadro 9. PRODUCCIÓN MUNDIAL DE CARNE VACUNA (en miles de toneladas)

AMÉRICA AMÉRICA
TOTAL MUNDIAL ÁFRICA ASIA EUROPA OCEANÍA URSS
DEL NORTE DEL SUR
1980 44.471 2.971 12.174 6.727 4.998 10.799 2.052 6.673
1981 44.808 3.007 12.616 7.005 3.174 10.321 1.978 6.627
1982 44.860 3.109 12.705 6.868 3.349 10.145 2.127 6.618
1983 44.938 3.119 12.998 6.679 3.446 10.343 2.091 7.000
1984 45.863 3.172 13.053 6.740 3.561 10.844 1.750 7.300
1985 46.018 3.279 13.253 6.734 3.653 11.002 1.768 7.400
1986 48.018 3.273 14.157 6.575 4.182 11.307 1.867 7.840
1987 48.506 3.324 13.505 6.711 4.623 11.343 2.067 8.293
1988 49.876 3.570 14.196 7.195 4.802 10.767 2.166 8.816
1989 50.542 3.639 14.360 9.544 5.087 10.656 2.063 8.800
1990 52.800 3.816 13.905 7.764 5.341 11.091 2.171 8.700

FUENTE: Anuarios de Producción, FAO


416

Cuadro 15. CONSUMO POR HABITANTE DE CARNE BOVINA (kg/habitante)

U.S.A. C.E.E. JAPÓN AUSTR. CANADÁ BRASIL N. ZELANDA ARGENTINA POLONIA URUGUAY SUDÁFRICA

1980 47,9 25,9 5,2 50,6 41,0 16,3 58,1 86,0 18,7 78,0 19,5

1981 40,4 24,8 5,6 50,0 42,3 15,2 58,0 85,0 18,9 84,1 18,0

1982 48,4 24,2 5,6 54,7 42,0 16,0 59,7 70,0 21,4 80,8 17,4

1983 49,1 24,1 5,7 41,0 42,1 14,0 42,1 67,0 20,7 72,0 18,8

1984 49,1 24,7 6,1 42,8 40,1 13,0 39,4 77,0 19,3 59,0 18,4

1985 47,0 24,9 6,1 40,7 40,6 12,0 35,5 82,0 19,2 67,0 18,0

1986 50,0 23,5 6,5 41,8 41,1 14,4 36,0 85,0 16,9 60,0 19,7

1987 48,0 23,3 7,2 40,2 39,8 14,0 39,7 77,0 16,7 58,0 17,7

1988 47,5 22,9 7,8 40,0 39,8 13,4 39,9 73,0 17,4 65,0 16,1

1989 45,3 22,7 8,3 42,1 39,2 17,9 34,1 66,0 16,3 67,0 17,0

1990 44,5 21,5 8,8 38,1 37,8 18,7 32,5 71,0 s/d 59,0 17,8

1991 (1) 44,0 22,0 6,0 37,4 35,8 s/d 36,0 73,0 s/d 59,0 18,2

1992 (1) s/d 22,2 s/d 39,0 35,4 s/d 36,0 73,0 s/d 59,0 18,1

FUENTES: "La Economía Mundial de la Carne en Cigras, 1984" FAO.

"Los Mercados Internacionales de la Carne", GATT.

S.A. G. y P.

Cuadro 19: EXPORTACIONES MUNDIALES DE CARNES VACUNAS POR PAÍSES SELECCIONADOS (en miles
de toneladas) (1)

PAÍS 1980 1981 1982 1983 1984 1985

Argentina 469,0 476,0 522,0 414,0 250,0 260,0

Australia 845,5 711,0 942,0 767,0 616,0 692,0

Brasil 183,2 295,0 375,5 400,0 480,0 530,0

Canadá 150,5 163,0 200,6 83,0 105,0 113,0

Colombia 54,1 66,2 62,8 14,0 5,0 4,0

C.E.E. (12) 642,0 662,0 481,0 603,0 791,0 805,0

EE.UU. 112,5 136,1 115,0 125,0 151,0 151,0

Nueva Zelanda 302,8 325,9 330,9 372,0 287,0 363,0

Suecia 13,9 12,8 33,5 24,0 23,0 33,0

Uruguay 117,0 173,0 175,0 247,0 144,0 134,0

Yugoslavia 75,3 53,2 68,1 42,0 48,0 51,0

TOTAL MUNDIAL 4.070,7 4.292,4 4.222,0 4.567,0 4.351,0 4.370,0


417

Cuadro 19: EXPORTACIONES MUNDIALES DE CARNES VACUNAS POR PAÍSES SELECCIONADOS (en miles de toneladas) (1)

PAÍS 1986 1987 1988 1989 1990 1991


Argentina 249,2 286,9 319,4 358,8 418,9 399,3
Australia 829,0 890,0 872,0 1.064,0 1.000,0 s/d
Brasil 354,0 296,0 529,0 323,0 230,0 330,0
Canadá 103,4 90,2 86,0 108,0 110,0 104,0
Colombia 11,2 11,6 15,5 s/d 15,0 15,0
C.E.E. (12) 1.117,0 866,0 754,0 994,0 782,0 1.160,0
EE.UU. 239,0 273,0 313,0 464,0 456,0 522,0
Nueva Zelanda 358,0 433,3 435,0 436,3 359,0 410,0
Suecia 23,9 7,2 6,2 8,6 12,8 12,0
Uruguay 186,0 93,0 131,0 177,0 192,0 126,0
Yugoslavia 29,0 27,5 27,6 28,5 27,0 s/d

TOTAL MUNDIAL 4.041,0 3.950,0 3.950,0 4.452,0 4.375,0 s/d

Cuadro 20: IMPORTACIONES MUNDIALES DE CARNES VACUNAS POR PAÍSES


SELECCIONADOS (en miles de toneladas) (1)

PAÍS 1980 1981 1982 1983 1984 1985

Brasil 75,8 66,7 25,9 20,0 20,0 48,4

Canadá 87,5 105,1 88,0 91,0 115,0 110,0

China 11,3 17,7 24,0 28,0 29,0 32,0

C.E.E. (12) 355,0 364,0 440,0 448,0 414,0 489,0

EE.UU. 1.167,3 1.027,3 888,0 885,0 838,0 948,0

Egipto 78,2 143,0 125,9 139,0 236,0 240,0

Hungría 10,6 20,3 17,4 12,0 7,0 5,0

Japón 189,9 189,8 187,8 19,0 208,0 216,0

Perú 4,0 17,2 24,3 10,0 9,0 10,0

Polonia 35,0 89,4 16,3 7,0 15,0 2,0

Sudáfrica 55,1 82,5 76,7 22,0 22,0 18,0

Suiza 12,5 5,7 7,9 17,0 15,0 14,0


418

Túnez 5,7 16,7 11,9 18,0 29,9 25,0

URSS 457,7 493,9 469,2 529,0 541,0 510,0

TOTAL MUNDIAL 3.789,6 3.960,2 4.260,1 4.294,0 4.163,0 4.180,0

Cuadro 20: IMPORTACIONES MUNDIALES DE CARNES VACUNAS POR PAÍSES


SELECCIONADOS (en miles de toneladas) (1)

PAÍS 1986 1987 1988 1989 1990 1991

Brasil 474,0 136,0 16,0 166,4 195,0 230,0

Canadá 111,5 135,0 154,3 158,3 188,8 196,4

China s/d s/d s/d 39,0 38,8 38,4

C.E.E. (12) 402,0 411,0 421,0 405,0 399,0 435,0

EE.UU. 964,0 1.040,0 1.091,0 988,0 1.069,0 1.050,0

Egipto s/d s/d s/d 138,7 117,8 90,0

Hungría 16,7 12,0 14,4 11,9 3,9 5,0

Japón 274,0 329,0 386,0 498,0 537,0 510,0

Perú s/d s/d s/d s/d s/d s/d

Polonia 1,4 0,2 46,1 113,0 90,0 90,0

Sudáfrica 23,9 43,2 62,9 57,9 23,1 22,1

Suiza 10,8 10,3 10,6 8,3 8,5 8,0

Túnez 10,3 11,1 11,5 11,9 14,9 15,0

URSS 320,0 270,0 210,0 117,2 250,0 260,0

TOTAL MUNDIAL 4.084,0 3.822,0 3.870,0 4.219,0 4.243,0 s/d


419

CAPÍTULO 13.

En síntesis y en conclusión.

A través de las siguientes líneas se trata de transmitir una síntesis de la evolución


histórica de un sector productivo que durante gran parte del Siglo XX no solo fue de
principal importancia dentro de la economía argentina, cosa que sigue siendo, sino que
fue determinante central de su núcleo exportador más importante, el agroexportador.

Si bien la exportación de carnes vacunas tiene origen en los últimos años del Siglo XIX,
a partir de los años treinta empieza a transitar un camino de crecientes dificultades.
Éstas tienen dos fuentes destacadas en los cambios que en la economía internacional y
en la nacional influyen decisivamente sobre el destino de la producción y exportación
de carnes vacunas en este país.

Hasta aquí, para describir esta evolución se hizo énfasis en los distintos factores
determinantes del crecimiento de esta producción con dos destinos de similar y
fundamental importancia, el consumo interno y la exportación. Al hacer esta
consideración no se cae en ningún tipo de exageración, ya que el consumo de carne
vacuna por habitante en Argentina ha sido y sigue siendo el más alto del mundo.

Fue también uno de los líderes mundiales en exportaciones de carne vacuna hasta los
años setenta del siglo pasado. La demanda interna creció y se consolidó en función del
aumento de población y del crecimiento de los ingresos de sus capas bajas y medias, las
que explican el grueso del consumo de este alimento.

Por otra parte, la declinación progresiva en su capacidad exportadora se debió,


básicamente, a dos presiones contrarias a sus posibilidades de aumento sostenido, el
creciente proteccionismo internacional respecto de las materias primas agrarias –muy
marcado entre 1960 y 1990- y la creciente participación del consumo interno sobre el
destino de la producción nacional.

Esto, por el lado de la demanda, significó una tendencia decreciente en la demanda


internacional que, sumada a la creciente de la absorción interna, determinó una
contracción tendencial de las exportaciones. Sin embargo, cabe preguntarse si no
hubiese sido posible, igualmente, aumentar la producción en la medida necesaria tanto
420

como para abastecer suficientemente la demanda interna como para lograr competir
internacionalmente y sostener las exportaciones.

El alto consumo interno de carne vacuna de Uruguay no fue un impedimento tanto para
abastecerlo como para elevar notablemente sus exportaciones, en los últimos años. Al
fin de cuentas, a pesar de que el proteccionismo europeo o inclusive estadounidense
pesó sobre una disminución general de la demanda de este producto, países como
Australia, Brasil o Uruguay lograron revertir en su favor las condiciones adversas en
que se desenvolvió el mercado internacional.

Como se pudo observar estos dos países, Brasil y Uruguay, adquirieron una poco
previsible exitosa trayectoria si se la analiza en comparación con su historia de
producción y exportación en el sector. Justamente, también resultaba poco previsible,
dentro de su larga historia, que Argentina quedase estancada en su participación
internacional de los años ochenta y que, sólo últimamente, manifestase una relativa
recuperación pero solo respecto del piso histórico que alcanzó en esos años.

Una respuesta rápida a este planteo es que en Argentina ganó la opción de la agricultura
frente a la ganadería, sobre todo a partir de que el cultivo de la soja se instaló como
producción y exportación rentable desde los años ochenta para progresar en forma
extraordinaria desde los años noventa en adelante.

En esas dos décadas sucesivas tanto este cultivo como los más tradicionales cereales y
oleaginosas fueron alcanzados por la revolución “verde” o de las biotecnologías y
revelaron que el nuevo eje central de la exportación agraria sería encabezado por la soja
y acompañado por estos otros. Sin embargo, algo parecido en materia de transformación
agrícola se instaló también en Brasil, visiblemente, lo que no impidió que alcanzase la
condición de primer exportador mundial de carne vacuna desde mediados de los años
noventa, con lo cual esa respuesta rápida de sustitución a favor de la agricultura y en
contra de la ganadería encuentra un caso notorio de referencia que la contradice y podría
invalidarla.

En el caso brasileño, quedó bien claro que una política favorable a la ganadería y a su
destino exportador, por largos años, y con evidente apoyo económico del Estado fue una
421

base de sustentación de este destacado posicionamiento de Brasil en este mercado


internacional.

Tratándose de un país en desarrollo y emergente es destacable la promoción del Estado


en el sector, desde los años 70, ya que en los países de Oceanía o en los otros
sudamericanos, Argentina o Uruguay, la intervención del Estado fue más propia de los
años 20 hasta los 60. Sin embargo, dentro de los principales actores del mercado
internacional, la intervención del Estado resultó fundamental e ininterrumpida tanto en
Estados Unidos como en la CEE desde los años 50.

Dado este contexto internacional que evidencia la presencia del Estado en un gran
segmento de este mercado, cabe también preguntarse por qué en el caso argentino, en un
sector que reveló serias dificultades de desarrollo desde los años 70, el Estado abandona
la escena, precisamente a partir de allí. Es significativo también que el Estado en Brasil,
en ese momento, comienza a impulsarlo hasta alcanzar una notable ventaja competitiva
internacional que torna más difícil la reversión de las limitaciones exportadoras en que
cayera Argentina desde los años 70.

Entonces, lo que ocurrió en la relación Estado y mercado –interno e internacional- en


Argentina parece un importante factor explicativo al abordar una conclusión general.

1 – Entre la crisis de 1930 y fines de los años 50.

De distintas maneras, el apoyo del Estado hacia el sector agropecuario también se hizo
presente en el caso argentino, a lo largo de esa historia que empieza en los años 30. Ese
apoyo, aunque no formase parte de iguales convicciones de los distintos gobiernos,
invariablemente se tornó necesario otorgarlo desde el Estado, al menos hasta los años
70.

La necesidad de dar apoyo al sector surgía de un problema básico a resolver dentro de la


economía argentina, la necesidad ineludible de exportar más.

Las razones de esa necesidad ya fueron suficientemente explicadas pero lo importante


es destacar que desde los años 30 la urgencia en generar divisas fue equivalente a
422

aumentar exportaciones o, en su defecto, progresar en un costoso ahorro de divisas,


consistente en recortar sensiblemente las importaciones. Sin embargo, este esquema
básico tuvo diferentes expresiones que aliviaron o agravaron la necesidad de mayores
exportaciones agrarias, al reducir importaciones, al endeudarse o incentivar la inversión
extranjera, a la vez que de intervenir o liberar determinados mercados.

Hubo distintas etapas en que la situación económica internacional llevó a un mayor


énfasis en la aplicación de diferentes políticas económicas alternativas, dentro de las
cuales la producción agraria dirigida a la exportación fue un instrumento insustituible
para los objetivos y la acción del Estado. No obstante esto no necesariamente significó
una intervención directa sobre este mercado en forma permanente, pero en distinto
grado y forma el Estado medió habitualmente entre las condiciones que desde el
exterior se le imponían al sector así como con respecto a las que internamente también
se planteaban.

En el caso objeto de esta investigación, parece importante hacer el intento de establecer


etapas históricas de intersección entre esa suerte de factores determinantes de la
evolución del sector: demanda internacional, demanda interna, Estado y producción
agropecuaria.

Como antecedente de este estudio, pero como referencia obligada para luego poder
desarrollarlo, se planteó una primera etapa histórica que se puede definir como el origen
y el primer desarrollo de la exportación de carne vacuna, tal como, básicamente, la
conocemos hoy. Esta etapa, iniciada a fines del S. XIX se extiende hasta 1930 y se
encuadra específicamente dentro del modelo agroexportador de esos años. El desarrollo
de este modelo respondió a la inversión extranjera dirigida a dotar de un equipamiento
básico –ferrocarriles, puertos, agencias comerciales y financieras internacionales,
maquinarias, tecnología, etc. – para la ocupación productiva de un extenso territorio –
“espacio vacío” – cuyo destino podía ser la exportación agraria o fuente de
abastecimiento de alimentos de los países de Europa, principalmente.

En este marco encajó perfectamente la inversión extranjera en los frigoríficos


exportadores de carne vacuna, destinada al abastecimiento de la demanda del Reino
Unido. El Estado no intervino ni reguló mayormente este mercado, a lo largo de más de
423

dos décadas en las que la ganadería creció, en cantidad y calidad, al impulso de la


demanda internacional.

Solo a partir de la caída de la demanda de principios de la década de los años veinte,


consecuencia de la crisis económica de posguerra del Reino Unido, una representación
política, afín a los ganaderos afectados por ésta, dictó normas regulatorias del mercado.

Si bien en el debate parlamentario se había acusado a los frigoríficos extranjeros de


provocar una drástica caída de precios del ganado mediante distintas prácticas
monopólicas, las normas creadas –en 1923– generaban mayor transparencia y vigilancia
en las transacciones del mercado, pero no significaron la intervención del Estado en él.

En Nueva Zelandia y en Australia, por la misma época y a consecuencia de la crisis


británica, en tanto, se crearon las primeras juntas de carnes en las que el Estado junto
con los ganaderos empezó a intervenir en el mercado a fin de limitar el accionar
monopólico de los frigoríficos multinacionales radicados allí que eran los mismos que
actuaban en Argentina.

El antecedente de estos países sirvió para que desde la Sociedad Rural Argentina se
denunciase públicamente la existencia del “pool de los frigoríficos” y se pidiese la
intervención del Estado para que, mediante una junta de carnes reguladora del sector, se
defendiesen los intereses de los ganaderos. Luego de diez años de las primeras “leyes de
carnes”, se creó la Junta Nacional de Carnes con amplios poderes de regulación del
mercado de carnes.

Pero esto sucedió cuando, en realidad, la crisis económica de 1930 había dado origen a
una nueva etapa tanto en el orden internacional como nacional por lo que aquella fue
una de las varias expresiones por las que el Estado adquirió un protagonismo singular
en la economía.

Entre 1870 y 1930, aproximadamente, el libre flujo internacional de comercio y


capitales se había establecido y había dado lugar a lo que algunos analistas llamaron la
primera etapa de la globalización.

En los años veinte, a causa del daño producido por la Primera Guerra Mundial, comenzó
un renacimiento del proteccionismo en el Reino Unido y en Estados Unidos con lo cual
424

resurgió la intervención del Estado a favor de la protección de sectores de la actividad


productiva interna.

El sistema financiero internacional del Patrón Oro –liderado por la libra esterlina– que
garantizaba el valor de las monedas en todas las transacciones y alentaba la fluidez de
las internacionales había sido abandonado por el Reino Unido al final de la guerra y
solo lograba restablecerse en 1925. La globalización de las transacciones que este
sistema había permitido se encontró amenazada a partir de que la Gran Guerra e impidió
que siguiera funcionando normalmente.

La esencia de este sistema le reservaba al Estado un rol fundamental: el mantenimiento


de un precio en oro de la cantidad de dinero en circulación. Este volumen debía ser
restringido cuando las reservas en oro disminuían o aumentado en el caso inverso, lo
cual debía suceder con total independencia de los efectos sobre el nivel de actividad o
los precios que esto provocase.

Esto se traducía en una clara limitación para la existencia de una política monetaria
activa y en un también un claro obstáculo para que el Estado pudiese realizar políticas
anticíclicas o compensatorias de las fluctuaciones económicas. Se podría decir, en
términos ideológicos, que el Estado debía inclinarse por el liberalismo si se debía
ajustar a las reglas del Patrón Oro.

Es por estas razones que, a lo largo de varias décadas, desde 1870, es el libre mercado el
marco económico dominante y las crisis y las deflaciones se resuelven a través de él, sin
intervención del Estado. La ocupación y los salarios se deben ajustar dentro de graves
situaciones económicas solo al compás de la recuperación que puedan generar las
fuerzas del mercado.

Sin embargo, la Primera Guerra y su posguerra debilitan y generan un impasse en este


sistema liberal y monetarista. Cuando se reconstruye, el sindicalismo ha posicionado a
los trabajadores en defensa de sus salarios y fuentes de trabajo pero con la crisis de los
años 30, el avance de la legislación de amparo laboral es notoriamente insuficiente
frente a la quiebra generalizada de empresas y las fuerzas automáticas del mercado no
pueden actuar a través de precios y salarios para resolver la crisis.
425

El Patrón Oro es definitivamente abandonado por el Reino Unido, en 1931, y luego por
Estados Unidos, en 1933, así como por otros países centrales, sucesivamente. El Estado
se encuentra con las manos libres para manejar la moneda, el gasto público, intervenir
en los mercados en que resulte necesario hacerlo y avanzar en el proteccionismo de los
sectores productivos nacionales frente a la competencia de la producción extranjera. De
esta forma, se cierra la etapa globalizadora y comienza la de las autarquías nacionales,
algunas nacionalistas y otras socialdemócratas. En ésta, el Estado sustituye al libre
mercado en la responsabilidad en que éste ha fallado finalmente, luego de largos años
en que pudo aportar prosperidad y bienestar, superando crisis y retrocesos.

El bloque comercial que constituye el Reino Unido con sus ex colonias del
Commonwealth excluye a la Argentina y en esa instancia ésta reclama iguales o
similares preferencias comerciales que estos países mediante una negociación directa.
Honrando la antigua relación especial entre estos dos países, el Reino Unido acuerda un
convenio bilateral en el que se da prioridad al comercio de carne vacuna.

Las nuevas políticas del Estado del Reino Unido y sus ex colonias inspiran la creación
de instituciones reguladoras de la economía. Las Juntas Nacionales de Carnes y de
Granos favorecen la producción y la exportación agraria en el ámbito de la caída
drástica del mercado agrario internacional.

El Banco Central de la República Argentina se hace cargo de la política monetaria


dentro del generalizado abandono del Patrón Oro. El control de cambios y del flujo de
capitales queda también a cargo del Banco Central, luego de unos primeros años en que
el Ministerio de Hacienda estuviese a su cargo, elevando también las barreras aduaneras
para desalentar importaciones de productos industriales factibles de ser producidos
internamente.

Luego de todos estos cambios introducidos en los años treinta, el peronismo, desde
mediados de los cuarenta, agrega el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio
para definir los precios y cantidades a que se negocian las exportaciones agrarias con el
exterior.

El tipo de cambio y el control de cambios, los precios internos de los productos


agrarios, los precios acordados en el comercio bilateral con países extranjeros, las tasas
426

de interés y el control del ingreso de productos importados mediante aranceles o cuotas


quedan en manos del Estado.

De esta forma la economía argentina se instala dentro de un orden económico


internacional que avanza en el mismo sentido, donde el libre flujo internacional de
bienes y capitales se ha detenido, contrayéndose el comercio y la inversión que
caracterizaban la expansión globalizadora anterior a los años treinta. El liberalismo ha
sido sustituido por el estatismo.

En Argentina, este esquema básico de actuación del Estado está comprendido entre los
años 30 y mediados de los años 50. Ésta puede ser llamada primera etapa de sustitución
de importaciones, mientras que una segunda etapa estaría naciendo hacia fines de los
años 50 para perdurar hasta los años 80.

En esta época de esa primera etapa que se merecía reiterar sintéticamente, cabe concluir
sobre cómo influyó el Estado sobre la ganadería y el mercado de carnes vacunas. Los
acuerdos comerciales y financieros con el Reino Unido que comenzaron en 1933 y se
reiteraron frecuentemente hasta 1954, incluyeron siempre a las carnes vacunas como
cuestión principal de negociación. Los volúmenes y precios de importación del Reino
Unido hasta el comienzo de la Segunda Guerra habían revertido la caída de un 25 y
15%, respectivamente, que habían verificado desde 1929/30. Sin embargo, con casi una
triplicación de los precios internacionales que sobrevino desde fines de la Segunda
Guerra, las toneladas importadas por el R. U. cayeron desde 1945 hasta 1955 hasta
prácticamente la mitad del nivel que tenían durante la guerra.

Al otro gran exportador de carnes vacunas, Australia, no le iba mejor que la Argentina,
ya que el Reino Unido significaba el 80% del mercado internacional de carne bovina
hasta mediados de los años 50.

Con todo, en estos años la ganadería resultó beneficiada ya que entre 1937 y 1955, las
existencias ganaderas pasaron de 33 millones a 45 millones de cabezas, acumulando un
crecimiento de casi un 40% en ese período. El crecimiento de la ganadería se dirigió
principalmente al consumo en lugar de las exportaciones, ya que estas cayeron desde
1945 hasta 1955. Pero tanto por la caída del volumen exportado en este período como
427

por los mayores precios que desde los gobiernos de los años 30 se les otorgaron a los
ganaderos, los que sufrieron las consecuencias fueron los frigoríficos exportadores.

La caída en la rentabilidad de estos no debiera haber sido mayor entre 1933 y 1944 ya
que los ingresos de exportación se recuperaron en esa etapa pero es indudable que
cuando la exportación cayó desde 1945 la baja en la rentabilidad se hizo más concreta.
Seguramente fueron años de alta capacidad ociosa en estos frigoríficos con los costos
que esto significa. Pero además hasta 1951 y a pesar de una alta inflación entre 1945 y
ese año, el tipo de cambio se encontró estancado. Es decir, a pesar de los mayores
precios internacionales, el bajo tipo de cambio y la caída en el tonelaje exportado
hicieron caer los ingresos de exportación de los frigoríficos.

Tal como había sucedido en los años 30, para poder comprar ganado a mayores precios,
también las pérdidas operativas de los frigoríficos se compensaban a través del
otorgamiento de subsidios para que pudiesen alcanzar aquella “ganancia razonable”
instituida para ellos en los 30.

Aun cuando el tipo de cambio se actualizó a partir de 1952 en forma más ajustada al
nivel de inflación, la política de subsidios siguió completamente vigente, pero la década
1945-1955 igualmente revela que luego de la suba de precios internacionales inicial, el
tipo de cambio se estancó por seis años y solo se aproximó a los niveles de inflación en
los restantes. Sin embargo, la suba de precios internos de la carne vacuna que estos
factores determinaron fue muy superior a la suba de los precios de los granos ya que
estos se vieron afectados por una caída del 35% en los precios internacionales, a partir
de 1950. En estos términos, al cabo de esta década, la opción ganadera había resultado
más rentable que la de los granos.

Si se toman los años que van desde 1937 hasta 1955 se puede observar que los precios
internos del ganado aumentaron 9 veces respecto de 1936 mientras que los de los granos
lo hicieron en 5 veces.

La brecha de precios internacionales entre carne vacuna y granos explica esta evolución
de precios internos, afectados por la inflación o los controles oficiales de precios: la
carne bovina en este período aumentó en 6 veces su valor, mientras que a 1955 el trigo
solo lo duplicó y el maíz lo triplicó. Estos mayores precios relativos del ganado explican
428

el crecimiento notable de las existencias ganaderas, el aumento de las superficies de


pastura y la contracción de las de cultivo.

La mayor producción ganadera se tradujo en mayor abastecimiento del consumo interno


mientras que los volúmenes de exportación de carnes caían hasta 1955, con lo cual la
asignación de una mayor inversión en ganadería que en agricultura resultó rentable para
el campo, a pesar de la menor exportación del sector.

A partir de 1956 y hasta 1959 el ritmo de devaluación del peso se aceleró, el consumo
de una carne vacuna, encarecida por el mayor tipo de cambio, cayó, pero las
exportaciones pudieron aumentar no solo por la mejora de la demanda británica sino
también por la aparición de un importador de creciente importancia, la CEE.

Hasta aquí, el marco institucional de las políticas sectoriales de entre 1930 y 1959 no
tuvo mayores cambios pero desde 1945 el componente consumo del mercado de carnes
había aumentado sustancialmente en comparación con los años anteriores a la Segunda
Guerra y en esto tuvo mucho que ver la mejora en los ingresos de los trabajadores que
originó el peronismo desde su gobierno.

Con un notable retraso en el tiempo respecto de las mejoras en las condiciones de


trabajo que se dieron en los países desarrollados, dentro de los cuales uno de los últimos
fue el caso de Estados Unidos en los años 30, Argentina se incorporó a esta pauta de las
socialdemocracias con el peronismo, desde 1946.

El aumento de los ingresos de los trabajadores así como el aumento de la rentabilidad de


empresas industriales o urbanas se financió con la contención de precios agrarios. El
costo de los salarios urbanos creció atenuado por los bajos precios de los alimentos a los
que principalmente se destinaban estos salarios. Esto permitió que se alcanzase un alto
consumo de carne vacuna, nivel que fue sostenible además gracias a la baja en las
exportaciones, debida a la caída en la demanda del Reino Unido.

Pero los derechos laborales, la defensa de la ocupación y de los salarios no se revirtieron


con la salida del peronismo del poder en 1955 sino que continuaron vigentes a través de
la supervivencia de los numerosos y fortalecidos sindicatos que el peronismo
gobernante había contribuido a crear o consolidar. De forma tal que la demanda de
429

mayores ingresos por parte de los trabajadores se instaló en forma permanente y, dentro
del valor real de esos ingresos, un factor determinante era el precio de la carne vacuna,
alimento que se había constituido en una fracción destacada de la canasta básica de
consumo de los sectores medios y bajos de la población. Así, dentro de la discusión de
la determinación de los salarios reales que explícita o tácitamente los gobiernos
establecían con los sindicatos, el precio y el consumo de carne vacuna eran cuestiones a
tomar en cuenta. Desde el enfoque de la generación de divisas por medio de las
exportaciones cárnicas también estas variables debían ser tomadas en cuenta.

El propio peronismo en el gobierno debió realizar un control cuantitativo del consumo


de carne –mediante días de prohibición de su venta al público– para liberar mayores
saldos de exportación del producto. En suma, los años que fueron entre 1930 y 1958
describen una etapa del mercado de carnes en la que una declinación progresiva de la
capacidad exportadora se va estableciendo, mientras que un crecimiento del consumo se
consolida.

Mientras que entre 1945 y 1955 esta declinación coincide con la caída de la demanda
extranjera, los restantes años muestran una recuperación exportadora respecto de 1930,
dentro de los años que anteceden a este período, mientras que los que le suceden
muestran el efecto del resurgimiento de la demanda internacional desde 1955.

Debido a la tendencia decreciente que muestran los precios relativos de los granos, el
aumento del consumo de carne bovina y el sostenimiento de los precios ganaderos, una
mayor renta relativa de la cría de ganado se tradujo en una reasignación de recursos a
favor de la ganadería y en detrimento de la agricultura.

Los subsidios al sector frigorífico exportador se presentaron como necesarios durante


los años 30 como para poder sostener el incremento de precio de la materia prima de
estos, el ganado, mientras que resultaron aún más necesarios cuando cayó el volumen de
las exportaciones a partir de 1945 y, simultáneamente, se mantuvo bajo el tipo de
cambio. Aun cuando hubo un aumento creciente del tipo de cambio entre 1951 y 1958,
la política de subsidios a los frigoríficos se mantuvo, aunque algo atenuado, entre 1956
y 1958.
430

En la etapa 1930-1958, la Junta Nacional de Carnes –o sus instituciones sucedáneas,


desde 1949- y la Corporación Argentina de Productores de Carne fueron una expresión
permanente de apoyo a la ganadería. El peronismo apartó de estos organismos a los
representantes de las entidades ruralistas que las crearon pero esto no fue obstáculo para
que el mejor negocio del campo de esa época, la ganadería, prosperase y la estructura
frigorífica exportadora sobreviviese en base a los subsidios del gobierno, cuando la
demanda internacional se había contraído.

La CAP obtuvo buenos resultados económicos en su incursión inicial, entre 1935 y


1942. Pero la condición bajo la cual se creó y por la que en el convenio con el Reino
Unido se le asignó un importante porcentaje de las exportaciones resultó ser una suerte
de pecado original. En el Tratado Roca-Runciman de 1933 se afirmaba que el 15% de
las exportaciones podía asignarse a organizaciones sin fines de lucro de propiedad de
los productores ganaderos. De allí que la CAP a pesar de haberse constituido como
sociedad comercial llevaba una política de no perseguir ganancias con sus actividades.
Esto significaba, en la práctica, que las ganancias que se generasen fueran trasladadas a
un mayor precio o volumen del ganado que se compraba. Pero, como además los
ingresos de la CAP surgían tanto de sus operaciones como de la transferencia de los
impuestos ganaderos que recaudaba la Junta Nacional de Carnes, obviamente pagados
por los propios ganaderos, se entendía que las ganancias que se obtuvieran debían
reinvertirse en la ganadería.

La forma directa de esta reinversión era la compra de ganado o, en su defecto, la compra


o reequipamiento de los frigoríficos que se adquirían. Ambas prácticas determinaban la
imposibilidad de acumulación de ganancias y acrecentamiento del capital con este
origen.

Entonces, la forma de crecimiento del capital resultaba del aporte de fondos recaudados
por el impuesto a las transacciones ganaderas y no en base a la generación de ganancias.

Cuando las pérdidas se hicieron presentes en la CAP, a partir de 1943, la caída de


capital que éstas significaban era compensada mediante nuevos aportes derivados del
impuesto ganadero que permitían su reconstitución. Luego, a esto se sumó la
incorporación de la CAP al régimen de subsidios a la industria frigorífica exportadora
durante el gobierno peronista.
431

Finalmente, la CAP que pasó a ser intervenida por el gobierno de 1943 y de la cual solo
siguieron participando algunos ganaderos hasta 1949, se desprendía progresivamente
del carácter de sociedad comercial con la que fue creada.

Dado que una parte sustancial de sus ingresos eran fiscales y sus gastos eran, aparte de
los propios de su actividad productiva, subsidios a la ganadería o inversiones en plantas
frigoríficas, resultaba más fácil asimilarla a una empresa del Estado que a una sociedad
comercial de los ganaderos. Se podría decir, para ajustarse más a su realidad legal, que,
desde 1949, pasó a ser una sociedad comercial administrada y financiada por las
instituciones oficiales peronistas que sustituyeron a la Junta Nacional de Carnes en sus
funciones.

Desde que la CAP fue recuperada por los ganaderos a fines de 1955 y hasta 1958, sus
pérdidas no alcanzaban más que una porción menor sobre su nivel de capital y eran
justificadas por la actividad de fomento de la ganadería que esta empresa desarrollaba.
En su conjunto, esta etapa, comprendida entre 1930 y 1958, se instala sobre un
escenario interno que refleja una caracterización internacional donde el Estado se
muestra como factor de recuperación productiva a través de una intervención decisiva
en el mercado.

Esto se demuestra claramente en el mercado de la carne bovina. Tanto por la acción del
Estado como por una asignación racional de los recursos privados que en él se vuelcan
los resultados no se pueden considerar negativos, particularmente en el caso de la
ganadería. Es más, cuando el mercado internacional de la carne se reactiva también
reaccionan favorablemente los frigoríficos extranjeros y la CAP, aumentando las
exportaciones y recuperando buena parte del espacio de mercado que Argentina
detentaba hasta principios de los años 50.

Pero durante la posguerra, si bien Argentina se encontraba sumándose a la construcción


del Estado de Bienestar que los países centrales con una tendencia socialdemócrata
habían estado promoviendo a partir de la crisis del 30, por un lado, por otro todavía
persistía en un perfil resistente a la integración comercial y financiera que promovían
los acuerdos de Bretton Woods de 1944. En ese cónclave global de países, liderado por
Estados Unidos se restauraba un Patrón Oro donde la divisa clave era esta vez el dólar
de ese país, ocupando el lugar que anteriormente le había correspondido a la libra
432

esterlina. Además, la propuesta de una mayor libertad en el comercio exterior, en que se


había empeñado el Secretario de Estado Cordell Hull, desde los años 30, ahora
alcanzaba condiciones de traducirse en una realidad concreta.

Se avanzaba, mediante acuerdos y legislación internacional, en la reversión del dominio


del proteccionismo internacional y, simultáneamente, se avanzaba en un proceso de
inversión en el exterior que tenía como eje la cooperación con Europa para su
reconstrucción luego de la guerra.

Durante los años del gobierno de Perón se rechazó la incorporación a las instituciones
financieras creadas por Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. Pero ante las limitaciones del Estado en abordar la inversión en petróleo que la
industrialización demandaba, el gobierno comenzó a abrir sus puertas a la inversión
extranjera.

La inversión extranjera progresaba a nivel global a través de las empresas


multinacionales americanas y la necesidad de contar con ésta y con préstamos
internacionales llevó al gobierno que sucedió al peronista a adherir a los organismos
financieros internacionales. Hasta 1958 no se prosperó mayormente en el apoyo
financiero internacional o la inversión externa pero desde ese año la situación cambió
radicalmente.

2 – Entre 1958 y los años 70.

El plan de gobierno con el que se volvió a la democracia, en 1958, luego del


derrocamiento del peronista, se centró nuevamente en la inversión extranjera en petróleo
como había hecho éste. Pero a esto sumó una apertura decidida a toda inversión
extranjera a la vez que, para lograr apoyo financiero internacional, aplicó políticas
económicas de corte liberal y de ajuste monetario y fiscal en consonancia con las
recomendaciones del Fondo Monetario Internacional.
433

Se entendió a éste como el momento de inicio de una segunda etapa del proceso de
sustitución de importaciones comenzada en 1930, ya que la liberación del mercado no
alcanzó a las importaciones, las que continuaron sujetas a las barreras proteccionistas
inauguradas en aquella década.

Para el mercado de la principal carne de exportación también aquí comenzó una


segunda etapa signada por el libre comercio y el retroceso en la intervención del Estado.
Esto significó inmediatamente una supresión de los subsidios a la industria frigorífica
exportadora y un recorte sustancial del aporte fiscal que percibía la CAP para su
constitución de capital. Además, en una suerte de compensación de la fuerte
devaluación del peso que se aplicó en 1959 se aplicaron retenciones a los ingresos por
exportación, lo cual sumado a otros gravámenes internos, determinó que la industria
frigorífica de estar subsidiada en su actividad exportadora pasase a estar gravada
impositivamente.

Si bien se entendía que un tipo de cambio alto sustituía y hacía innecesario el subsidio a
la exportación, la respuesta de esta industria fue la de la racionalización laboral con una
importante masa de despidos, a la vez que una readecuación del equipamiento fabril.

En la CAP esto significó un plan de reducción de personal de importante magnitud ya


que implicó, en principio, casi un tercio de los despidos de la industria, que se
produjeron entre 1959 y 1961, a la vez que la desafectación progresiva de la actividad
de aquellas plantas de menor rentabilidad operativa. El caso de la CAP resultó más
grave que el de las restantes empresas ya que con los aportes derivados del impuesto
ganadero, se financiaba, subsidiaba a la ganadería y se venía adquiriendo o
construyendo frigoríficos con finalidad de promoción de áreas de ganadería regional, así
como para hacerse cargo de frigoríficos o mataderos municipales como los de Rosario o
Buenos Aires.

Parecía contener un núcleo operativo exportador de eficiencia comparable a la privada y


una periferia de plantas regionales o municipales a su cargo que más se inscribían
dentro de la menor productividad del empleo público. Esta hipótesis parece plausible
cuando a partir de 1962 se plantea el cierre de algunas plantas de baja rentabilidad y la
privatización de servicios accesorios de los que podía dejar de hacerse cargo la CAP, en
forma directa. Es decir, la CAP, aparte de generar fondos en base a la producción que
434

exportaba percibía fondos para transferirlos a destinos de interés del sector como la
ganadería pero también hacia otros que eran de interés del Estado conservar, más allá
del aporte a la productividad de la empresa o del sector que pudiesen significar.

Ese conjunto de necesidades de fondos no pudo ser cubierto con aportes fiscales, a
partir de que estos fueron restringidos desde 1959, pero sin embargo la CAP tuvo que
hacerse cargo de esto, igualmente. Lo hizo a través de un endeudamiento forzado por la
necesidad de cumplir con sus compromisos de exportación a la vez que todos los
restantes, los que le significaban más un gasto improductivo que una inversión de
fondos de alguna rentabilidad.

La toma de préstamos en el país y en el exterior terminó en una elevada carga financiera


que se sumó a la subsistencia de las referidas transferencias que le impusiera el Estado.
En consecuencia, se originaron graves pérdidas que se empezaron a verificar desde
1963/64, luego de casi cuatro años durante los cuales los aportes fiscales se
restringieron solo a financiar exclusivamente obras y equipamiento.

Desde 1968 el Directorio de la CAP aplica un plan de descentralización operativa que


implica que las exportaciones de la empresa quedarán a cargo de ese Directorio y de una
sola planta frigorífica, La Negra.

A excepción del L. de la Torre que también responde al Directorio, el resto de las


plantas regionales quedan a cargo de sus respectivas gerencias generales, asesoradas por
consejos agrarios regionales. Este intento de racionalización administrativa de CAP está
enmarcado en un proceso de declinación de la tradicional industria exportadora que se
manifiesta en una menor presencia en el mercado interno de carne vacuna.

Hasta 1957, del total de la faena bovina, entre un 35 y un 40% se realizaba en estos
históricos frigoríficos exportadores –incluyendo la CAP–, pero a partir de 1960 esta
proporción se fue reduciendo hasta estar por debajo del 20% hacia el final de esta
década. Inclusive, el frigorífico L. de la Torre, destinado al mercado interno,
mayormente, pasó de un 10% a fines de los años 50 a menos de un 5%, hacia fines de
los años 60.
435

Los grandes frigoríficos extranjeros que, junto con la CAP, sostenían el grueso de las
exportaciones hasta mediados de los años sesenta, pasaron a ser progresivamente
reemplazados por frigoríficos nacionales medianos. Estos provenían de una
especialización en el consumo interno, pero contaban también con capacidad productiva
suficiente como para participar de las ventas de exportación.

Con el cierre sucesivo de los frigoríficos extranjeros desde fines de los años 60, las
exportaciones de carne vacuna pasaron a estar principalmente a cargo de este otro tipo
de frigoríficos. La CAP dejó de estar conducida por los ganaderos en 1973, al ser
intervenida por el gobierno, y fue cerrada en 1979.

3 – Entre los años 70 y más allá de los 90.

La extensa trayectoria de apoyo del Estado a la ganadería y a los frigoríficos


exportadores que se inaugurara en los años 30 y que prosiguiera hasta los años 60
pareció dejar de existir a partir de allí. Ni la ganadería ni la exportación de carne vacuna
recibieron mayor apoyo desde los años 70, a excepción de una transitoria ayuda que
recibieron sus exportaciones a fines de esos años.

Los frigoríficos que sustituyeron a los tradicionales en la exportación debieron afrontar,


solo con sus propios medios, la adversidad del mercado internacional durante los años
70 y 80, lo cual explica la notable caída de la exportación durante gran parte de esos
años e, inclusive, el estancamiento en un bajo nivel durante los 90.

El casi cierre del mercado europeo a la importación de carne vacuna de entre 1974 y
1975 fue el antecedente de una disminución significativa del espacio de mercado de los
productores sudamericanos durante los años 80 y hasta principios de los 90. El subsidio
a las exportaciones cárnicas que practicaron la CEE y Estados Unidos determinó la
minimización de la participación de Argentina y Uruguay pero, en realidad, Brasil pudo
ponerse a igual nivel o algo por encima que la Argentina, entre fines de los 80 y
principios de los 90.
436

A principios de los 70, Swift Deltec salió del mercado argentino para instalarse en
Brasil. Lo hizo en el marco de un plan de desarrollo de la Amazonia y otras regiones
que tenía a la promoción de la ganadería dentro de sus principales fundamentos. El
subsidio y financiamiento estatal al desarrollo ganadero se extendió por largos años y en
los años 90 había logrado duplicar las ya importantes existencias ganaderas con que
contaba Brasil en los 70, subsistiendo una tendencia creciente en los últimos años.

En este contexto crecieron los frigoríficos exportadores brasileños, de origen nacional.


El JBS-Friboi demostró su vocación de empresa multinacional al adquirir plantas
frigoríficas y redes de distribución comercial en Argentina, Australia, Estados Unidos e
Italia.

Sobre esta base y la de algunos principales frigoríficos más, los exportadores brasileños
triplicaron la participación de su país en el mercado internacional de carnes, hacia fines
de los años 90. Brasil quedó como primer exportador mundial de carnes, desde
principios de los años 2000.

La construcción de la mencionada multinacional brasileña refleja el grado de esfuerzo


de capital, tecnología y de comercialización que es necesario aportar para poder
alcanzar el marcado protagonismo de un país en el mercado internacional de carnes.
Hay que recordar que estos mismos volúmenes de alta inversión multinacional fueron
propios de las grandes empresas americanas e inglesas que se instalaron en Argentina,
Oceanía, Uruguay y Brasil como para llevar a estos países a constituirse en principales
determinantes de la producción exportadora mundial, desde principios del siglo XX y
hasta los años 70.

En el caso argentino, los empresarios del sector, ya sin apoyo del Estado, en los 70, no
estuvieron en capacidad o interés de apostar a grandes inversiones en favor de la
ganadería o de frigoríficos de exportación, desde que la demanda externa cayó a partir
de mediados de esos años 70. Sin embargo, Brasil avanzaba en el plan de desarrollo
ganadero desde esos mismos años y la salida de Swift Deltec de Argentina para
consolidarse en Brasil, fue una muestra de las expectativas favorables que
tempranamente generó la política sectorial brasileña. Con el transcurso del tiempo, esas
expectativas fueron plenamente confirmadas.
437

Con un crecimiento acelerado de sus existencias ganaderas en los años 70 que luego se
sostuvo con un aumento anual persistente, su stock de ganado llegó a casi 160 millones
de cabezas en 1995 y, de esta forma, se ubicó solo detrás de la India –cuya ganadería no
es comercial, por razones religiosas- como la mayor producción ganadera mundial,
lugar en que se mantuvo durante los años 2000.

Esta creciente oferta ganadera, frente a un consumo interno de importancia pero inferior
al 75% de la producción, alentó la colocación exportadora de los excedentes no
absorbidos internamente. Así, le fue posible a Brasil, a partir de mediados de los 90,
ocupar un espacio dentro del mercado internacional de entre un 20% del total en esos
años y más de un 25% en los años dos mil.

Justamente, la conjunción de políticas de limitación de subsidios agrarios y los


problemas sanitarios que se presentaron en la ganadería de Europa y Estados Unidos,
abrieron la oportunidad de conquistar parte del mercado que estos abandonaban, luego
de dominarlo entre los 70 y los 80. La reestructuración del mercado que se presentó
desde mediados de los 90 y prosperó en los 2000, parece haber tenido como mayor
beneficiario a Brasil.

4 – El sector agropecuario, el crecimiento económico y la distribución de ingresos.

Si bien Estado y mercado internacional fueron puestos en el centro de la escena del


desarrollo de este sector, por etapas, entre 1930 y fines del siglo XX, todavía falta
profundizar y concluir sobre aquellos otros factores de orden interno que resultaron
también determinantes sobre el retroceso ganadero y de las exportaciones cárnicas.

La contracción del comercio exterior argentino, sobre la cual se instalaron déficits o


mínimos superávits comerciales, en forma reiterada, comenzó con la caída del mercado
internacional de materias primas que provocó la depresión de los años 30 y se prolongó,
con altibajos, hasta su singular recuperación de los años 60. Entre esas décadas se
encuentra el estancamiento de la producción agropecuaria local, el que más allá de la
incidencia de otros factores actuantes, tiene una explicación en ese crecimiento limitado
de la demanda internacional de productos agrarios.
438

Ese estancamiento en la producción o en las exportaciones agrarias fue determinante de


una insuficiente generación de reservas internacionales y de capacidad de importación
de materias industriales básicas. Sin un suficiente y continuo aprovisionamiento de estas
últimas, la industria y la economía, en general, no podían alcanzar un crecimiento
sostenido.

Las discontinuidades en un suficiente aporte de la exportación agropecuaria se


traducían, entonces, en discontinuidades de importación industrial básica y en retrocesos
en el crecimiento económico. Ahora bien, las insuficiencias en el aporte exportador
agropecuario eran consecuencia del estancamiento productivo del sector y resultaban en
una limitación a un crecimiento económico fundado en el sector urbano-industrial. Pero,
en la determinación de esa limitación o restricción externa al crecimiento económico, la
responsabilidad excluyente del sector agroexportador debió ser objeto de un profundo
debate.

Escasa discrepancia hay respecto de que el peronismo de 1946 aprovechó el transitorio


pero notable aumento en los precios internacionales agrarios de los años 40 para
apropiarse del incremento correlativo que le hubiese correspondido al ingreso de los
exportadores agropecuarios.

Manteniendo constante el tipo de cambio hasta 1951, estos últimos percibieron el


aumento de precio internacional pero en una cantidad de pesos por dólar invariable,
mientras que una inflación local creciente les deterioraba el valor real de ese ingreso
nominal constante. Ese aumento de la inflación tenía un origen, entre otros, en el total
impacto sobre la distribución de ingresos, del aumento de los salarios de los
trabajadores.

Dado que, en razón de un tipo de cambio fijo, el precio de los alimentos, derivado del de
los productos agrarios, se mantenía con un limitado aumento, los salarios reales
aumentaban, en base a su comparación con una canasta de consumo dominada por los
alimentos. Esto permitía, además, que, por un lado, las demandas de aumentos salariales
no fuesen excesivas ya que los salarios reales tendían a ser altos en términos del precio
de los alimentos. Por otro, la baratura de los alimentos permitía excedentes de ingreso a
los asalariados con los que aumentaban su consumo de bienes de origen industrial.
439

Esta detallada descripción de este proceso ha tenido la finalidad de destacar que una
transferencia de ingresos del agro hacia el sector urbano se hacía posible, sencillamente,
mediante la determinación del nivel de tipo de cambio real necesario para generarla y
esto, a su vez, era factor de crecimiento económico.

En términos concretos, se daba una política de crecimiento y distribución de ingresos en


base a salarios reales altos, en función de alimentos baratos. Pero claro está que esto
significaba un tipo de cambio real bajo, ingresos reales bajos para los exportadores
agrarios y un desincentivo a una mayor producción y exportación agraria. Es decir, de
esta forma, las menores exportaciones aumentaron la restricción externa, generaron una
crisis externa e hicieron inevitable la devaluación del peso en 1951.

Desde ahí, la transferencia de ingresos entre el sector rural y urbano pasó a tener origen,
tendencialmente, en este último y destino en el primero, con lo cual los salarios reales y
el crecimiento tendieron a reducirse, mientras que los ingresos de la exportación agraria
a aumentar. Pero una última precisión de este proceso debe ser destacada, ya que la
mayor “renta real por hectárea” – tal como puede medirse el ingreso real rural– así
generada no necesariamente significaba un aumento de la producción y la exportación
agraria.

En realidad, en los años de gobierno entre 1949 y 1963 se hizo conciencia que el nivel
máximo o barrera de la exportación agraria eran unos 1.000 millones de dólares anuales
promedio. Así, la restricción externa se había consolidado en esos casi quince años y en
ellos una sucesión de altibajos en el tipo de cambio real motivó que se desarrollase un
proceso recurrente en el que unas transferencias a favor del sector urbano, desde el
rural, fuesen revertidas por otras de sentido inverso, desde el urbano hacia el rural.

Las favorables al ámbito urbano coincidían con un período en que el tipo de cambio real
lograba bajar, el salario real, aumentar y la renta real por hectárea, reducirse. La
evolución de estas variables en sentido contrario describía los períodos de transferencia
favorables al campo en base a la recíproca contracción de los ingresos reales urbanos-
industriales.

La expansión del consumo y la inversión urbano-industrial, en el primer caso, sostenían


el crecimiento económico, mientras que en el otro caso, donde el aumento de la renta
440

real agraria y la caída del salario real coincidían, se configuraba una etapa de
estancamiento económico. Como oportunamente se mencionó esto se dio en llamar el
ciclo de “stop and go”.

Teniendo como marco este enfoque, resulta importante destacar el rol del caso de la
carne vacuna, dentro de él. El componente más relevante de este mercado era ya el del
consumo interno, pero mientras que la agricultura no se expandiese, sus exportaciones
eran un necesario complemento de las agrícolas y solo el aumento de la producción
ganadera podía llegar a cubrir satisfactoriamente esos dos destinos, consumo y
exportación. Pero el crecimiento de la ganadería demostró ser insuficiente, cuando los
frigoríficos exportadores solo podían avanzar en una exportación rentable cuando se
presentaban las fases de mayor oferta y menor precio, dentro del ciclo ganadero, las de
liquidación de ganado.

En esta visible evolución del mercado coincidieron los análisis de CONADE y los
provenientes de la CAP, dentro del contexto de los años 50 y 60. Si la exportación
agrícola no prosperaba y la producción ganadera tampoco, el escenario de la puja
distributiva con los asalariados tenía un aspecto central en el acceso al consumo de
carne y ceder a las aspiraciones de estos podía significar un sacrificio en el nivel de
exportaciones de carne vacuna. Era una situación en que el Estado se encontraba entre
“la espada y la pared”: entre la protesta asalariada, por la caída del salario real y del
consumo de los hogares, y la reacción rural frente a la caída de la renta real agraria. Esta
última no necesitaba de reclamos o protestas, sino de un alza ingobernable de los
precios ganaderos que por sí sola lograba revertir el ascenso de los salarios reales.

Atender el reclamo del sector representativo del interés popular, en particular, y del
urbano-industrial, en sentido más amplio, solo era posible en condiciones de equilibrio
externo.

Si se daban esas condiciones, dar lugar a ese reclamo podía implicar menores precios
relativos de la carne vacuna y una tendencia a la reducción de la renta real ganadera.
Esta tendencia se revertía al cabo de pocos años, al cambiar de fase el ciclo ganadero –
dentro del total de cuatro años que normalmente abarca– y determinar que los precios
del ganado volviesen a subir.
441

Y esto no solo podía llevar a una reducción de los salarios reales, sino también a una
contracción de las exportaciones de carne bovina, con lo que la amenaza de un
desequilibrio externo ponía más presión sobre la necesidad de un tipo de cambio real
mayor en lugar del sostenimiento del mayor salario real que se había pretendido.

Es por eso que la gráfica expresión de un Estado “entre la espada y pared” parece ser de
muy acertada aplicación en este caso porque la pugna distributiva entre los sectores
urbano y rural, planteada a partir de los salarios reales y el consumo asalariado, ponía en
el centro del escenario político a un actor públicamente beligerante en la defensa de los
salarios reales, el sindicalismo argentino.

La sucesión de shocks devaluatorios del peso que se inauguró con la devaluación de


1950/51 y pasó por las de 1956, de 1959 y 1962 determinó invariablemente airadas
protestas sindicales. Las caídas de los salarios reales y del consumo, en este período,
fueron mitigadas o agravadas por las distintas fases del ciclo ganadero que en él se
presentaron, a través de la evolución en los precios de la carne bovina a que éstas dieron
origen.

La demanda de consumo de carne absorbía gran parte de la totalidad de la oferta de


carne vacuna y es por eso que las exportaciones fueron adquiriendo la tendencia a
resultar equivalentes al residuo entre la producción total y el consumo interno. Pero
mientras fue necesaria una ingente exportación de carne vacuna para compensar una
insuficiente exportación agrícola, el aumento del tipo de cambio o el traslado directo del
impacto de mayor precio o demanda internacional de carne vacuna al mercado interno
fueron los mecanismos para bajar el consumo y sustituirlo por mayores exportaciones

Los precios de los granos y oleaginosas afectaban en menor medida el costo de los
alimentos y, por ende, los salarios reales. En el caso de los granos, en general, el
consumo es una porción menor del destino de la producción, el que se concentra en la
exportación. De forma tal que el consumo de alimentos basados en los granos no es
determinante de escasez o mayores precios. El precio de los granos está sujeto,
entonces, a sus precios internacionales y al tipo de cambio por el que estos se traducen
en los ingresos en pesos de sus exportadores.
442

Este conjunto de aspectos tuvo importancia en la configuración de los precios relativos


entre la agricultura y la ganadería a partir de mediados de los años 50, cuando se
entendió que el tipo de cambio debía constituirse en factor excluyente del impulso a la
exportación agraria.

Cuando parecía constituirse –por esos años- en una regla de hierro la determinación
inversa entre salario real y renta real agraria así como la definición de un recurrente
conflicto distributivo y de crecimiento, se planteó una posibilidad cierta de resolución
del problema a través de dar un impulso definitivo a la salida del estancamiento
agropecuario exportador. La necesidad de una apuesta decisiva del Estado en favor del
desarrollo agropecuario como alternativa superadora de la restricción externa y sus
consecuencias conflictivas sobre el crecimiento y la distribución fue expuesta
claramente por Raúl Prebisch en su carácter de titular de la CEPAL y asesor del
gobierno de la Revolución Libertadora, en 1956.

Luego, en 1959, un extenso estudio de CEPAL sobre el desarrollo argentino planteó un


diagnóstico y un plan de acción donde el problema del estancamiento agrario y la forma
de resolverlo siguieron siendo centrales. Pero para salir de ese estancamiento se
recomendó una mejora persistente del tipo de cambio real, de forma de mejorar los
precios relativos del agro y darle impulso a su producción y exportación. Es decir, para
quebrar la restricción externa al crecimiento y el conflicto distributivo, se debía insistir
en la aplicación del factor que había limitado el crecimiento y exacerbado la puja
distributiva hasta que la producción agraria alcanzase un salto productivo que la sacase
de su estancamiento.

Esto fue lo que se llevó a cabo a través de la sucesión de devaluaciones señalada, pero el
crecimiento pudo sostenerse ya no en base al consumo, sino como consecuencia de un
aumento de la inversión, explicable, particularmente, a partir del auge de inversión
extranjera entre 1958 y 1961.

Por cierto que la convicción de los diferentes gobiernos respecto de este rumbo de la
política cambiaria variaba según el caso, pero las recurrentes amenazas de crisis externa
forzaron las devaluaciones con independencia de las posturas políticas en relación al
sector rural o de un tipo de cambio que lo favoreciese.
443

La política de subsidios al agro fue abandonada y, en su lugar, se tendió a establecer un


tipo de cambio alto que generase mayores ingresos que obrasen en reemplazo de los
subsidios. Sin embargo, el tipo de cambio efectivamente liquidado al exportador –o tipo
de cambio efectivo– difirió del tipo cambio oficial, ya que se comenzaron a aplicar
retenciones fiscales sobre éste.

El tipo de cambio efectivo para el agro era inferior al tipo de cambio oficial en el
porcentaje de la retención. Inclusive, el tipo de cambio efectivo de la carne vacuna
tendió a ser inferior al agrícola por la aplicación de una retención mayor sobre la carne
exportada. Esto último fue una demostración de lo ya dicho respecto de que un aumento
en el tipo de cambio efectivo de la carne significaba una caída mayor en los salarios
reales. En tanto, con mayores retenciones al tipo de cambio de la carne bovina
exportada se lograba un menor tipo de cambio efectivo y una menor caída en el salario
real.

En conclusión, la renta real por hectárea de los productores ganaderos tendía a quedar
rezagada respecto de la renta real agrícola. Solo la activa demanda internacional de
productos agrarios de los años 60 impidió que hubiese un mayor reemplazo de la
ganadería por la agricultura en esos años, ya que la aplicación de estas retenciones
diferenciadas u otras medidas discriminatorias del complejo de la carne bovina se
reiteró continuamente.

Desde 1963, en consonancia con una floreciente economía internacional que aumentó
demanda y precios agrarios internacionales, la productividad agraria se elevó en forma
sostenida a lo largo de una década, removiendo el obstáculo de la restricción externa.

Este factor internacional, entonces, permitió abandonar la necesidad de ese continuo


ajuste alcista del tipo de cambio que se debió instalar desde principios de los años 50.
Esto posibilitó mayor crecimiento y menor conflicto distributivo, ya que la renta agraria
real contaba con un impulso sustitutivo de un alto tipo de cambio, el de mayores precios
internacionales y su propia mayor productividad.

En la década 1963-1973, los ajustes cambiarios de importancia son los de 1968 y de


1972, mientras que los restantes fueron modificaciones que, pasivamente, siguieron la
trayectoria de la inflación. El final retroceso del mercado agrario global, desde 1974 en
444

adelante, terminó originando una pausa en la aplicación de retenciones desde 1978, pero
el tipo de cambio real cayó desde 1979 hasta 1981 y esto determinó la caída en la renta
real por hectárea y una suba de los salarios reales.

La crisis externa de ese último año se expresó mediante una sucesión de devaluaciones
con lo que la renta real por hectárea volvió a subir mientras los salarios reales caían. Los
años 80 fueron de continuo acrecentamiento de dificultades en el sector externo, con lo
cual el tipo de cambio real tendió a elevarse junto con la renta real agraria, mientras
caían los salarios reales.

Pero en ese escenario, las condiciones internacionales para la exportación de carne


bovina eran notablemente adversas y, entonces, se consolidó la tendencia hacia una
sustitución de campos ganaderos a favor de campos agrícolas, que se venía presentando
desde fines de los 70.

La soja y las oleaginosas empezaron a avanzar dentro del conjunto de las exportaciones
y a sostener la expansión agrícola iniciada hacia mediados de los años 60,
recuperándose, también, el terreno que habían perdido en la segunda parte de los 70
cultivos tradicionales como trigo o maíz.

Entonces, la exportación de carne vacuna dejó, definitivamente, de tener crucial


importancia en su aporte al total de las exportaciones agrarias. El destino exportación de
la producción de carne tendió a situarse en la condición de residuo o excedente
exportable luego de una absorción mayoritaria por parte del consumo.

De esta forma, un tipo de cambio efectivo alto para la carne bovina, que generase mayor
exportación, dejó de ser necesario a partir de mediados de los años 70, tanto porque la
demanda externa de ésta se había contraído sensiblemente como porque las
exportaciones de origen agrícola eran determinantes, por sí solas, de mayores niveles de
exportación total.

En definitiva, desde el punto de vista del Estado y su preocupación por la incidencia del
precio de la carne sobre los salarios reales, esta caída en las exportaciones cárnicas, en
términos absolutos y relativos, significó desactivar, en buena medida, un factor, central
445

y tradicional, en la pugna distributiva entre el sector urbano y rural, entre los años 40 y
70.

En los años 80 y 90, desde este enfoque, el eje de la discusión de ingresos entre estos
espacios económicos diferenciados quedó encabezada por la agricultura -en lugar de la
ganadería-, en razón de la consolidación de su excepcional expansión en los años 90 y
posteriores, la que, a su vez, significó ya un avance de aquella sobre buena parte de los
campos y la producción ganaderos.

5 – Reflexiones finales.

De todo este proceso descripto se destaca que el conflicto de precios y distribución de


ingresos que centralmente planteaba ese alimento popular crítico, la carne vacuna, podía
desaparecer o atenuarse sensiblemente si una necesidad imperiosa de una mayor
exportación cárnica proveedora de divisas dejaba de existir, cosa que finalmente
ocurrió.

Esto ocurrió cuando la exportación agrícola alcanzó altos niveles y logró abastecer en
buena medida las necesidades de pago de importaciones o de servicios financieros. La
ventaja de la mayor exportación agrícola incluyó la de poder exportar a otros mercados
distintos del tradicional europeo, cosa que en el caso de estas carnes resultó poco
factible.

En ese nuevo escenario agrícola exportador que se instaló y progresó desde los años 70,
el Estado se desinteresó del apoyo a una ganadería con destino de exportación y,
obviamente, del apoyo a los frigoríficos exportadores.

En los años 80 esa tendencia se consolidó mientras que desde mediados de los 70 y
hasta los 90 el sector de la carne se concentró, básicamente, en el consumo y un bajo
volumen de exportación resultaba similar al de un Brasil recientemente ingresado a los
mayores exportadores, mientras que Australia triplicaba ya los niveles individuales de
estos exportadores sudamericanos.

Sin embargo, Brasil crecía en base al impulso estatal, mientras que Argentina caía luego
de años de absoluta carencia de apoyo estatal significativo, aun en la instancia más
crítica de su notorio retroceso en el mercado internacional. Retroceso por otra parte
446

engendrado en las políticas de Estado de la CEE o los Estados Unidos de sostenimiento


de la producción y exportación de origen local y bloqueo proteccionista del ingreso de
la de origen extranjero. Frente a esta ventaja competitiva internacional generada por el
Estado en esta serie de países resulta totalmente entendible que ganaderos y frigoríficos
privados argentinos, librados a su propia suerte, no pudiesen impedir la notable pérdida
de la mayor porción de mercado externo y que, inclusive, la producción ganadera
cayese frente al mayor incentivo exportador de la agricultura local.

La reasignación de recursos hacia el sector ganadero, en Brasil, aun frente a las adversas
condiciones de los 70 y los 80, en tanto, planteaba una actitud diferenciada del Estado
de ese país respecto del argentino.

Sobre ese eje de política brasileña se alineó el crecimiento de inversiones ganaderas y


frigoríficas de alcance nacional y multinacional. Luego de veinte años de sostenerse esta
política presente en Brasil y ausente en Argentina, se puede llegar a entender que, más
allá de cualquier otro espacio comercial, aquel país recuperó para sí la porción de
mercado que abandonó obligadamente Argentina, en razón de la serie de factores que
hostilizaron la inversión en su sector cárnico vacuno.

Resumiendo, un proteccionismo internacional activo y la ventaja de la exportación


agrícola frente a la cárnica vacuna, dentro de estos factores, se revelan como causa
inmediata aparente de este caso argentino de retroceso de un relevante sector
económico.

Pero esta explicación resulta incompleta si no se explicita el componente de


intervención del Estado, que subyace bajo la concepción genérica de proteccionismo
agrario, que resultó ser fundamental en el destino de esta producción tanto en Argentina
como en los distintos países competidores e importadores a que se hizo referencia.

Ya sea, a plena conciencia o no, largos años de políticas del Estado argentino hacia el
sector, revelan que éste solo privilegió la exportación del sector mientras éste pudo
contribuir seriamente a evitar una insuficiente generación de divisas de exportación.

Cuando, entre mediados de los años 70 y los 80, la contribución sectorial, en este
sentido, mermó notablemente frente a un creciente desarrollo agrícola exportador, el
447

Estado da la impresión de haber asumido como suficiente esta fuente de divisas e


inabordable el apoyo a la transformación y recuperación del complejo cárnico bovino.

En rigor, esto significó, en los hechos, aceptar como definitivo el retroceso internacional
y priorizar el consumo como destino de la ganadería, lo cual implicaba, además,
desactivar mayormente la recurrente conflictiva incidencia negativa de los mayores
precios de la carne, impulsados por su exportación, sobre los salarios reales.

El Estado reapareció en los años 90 para, final y tardíamente, erradicar la aftosa y


mejorar notoriamente el control sanitario y fiscal de la producción y comercio de carnes
vacunas. Esto otorgó la perspectiva de poder ingresar en el circuito internacional de
comercio de países no aftósicos.

Una vez más, entonces, se demuestra que la determinación de las condiciones de


competencia en el mercado internacional de carne bovina depende de las políticas
proteccionistas, que son resorte de los Estados, de sus políticas sanitarias que son
resultado de su función de vigilancia y, en general, del apoyo que brindan a la actividad
ganadera como frigorífica.

Teniendo en cuenta esto último como una muestra relevante del rol del Estado en
relación al mercado, es posible destacar que la evolución de la producción, la tecnología
y el comercio, en este caso, ha estado signada por las políticas proteccionistas del
Estado. Éstas describen e incluyen políticas de Estado singulares de los principales
países intervinientes en el mercado internacional pero tienen su origen en las
necesidades y prioridades que el sector agrario, a través de sus consumidores y
productores, plantea para la economía y bienestar de cada país.

Es por eso que, en el caso argentino, las políticas de Estado en relación a ganaderos y
frigoríficos revela diferentes instancias y formas de protección sectorial, con distintos
resultados frente a los avances proteccionistas de otros países.

En general, se debe admitir, entonces, que las ventajas competitivas internacionales que
otorgaron otros países a sus empresas del sector –nacionales, extranjeras o
multinacionales– fueron, en definitiva, mayores –para expresarlo en alguna dimensión
comparativa– a las que la Argentina logró otorgarle a las propias.
448

La llamada agriculturización o expansión de la agricultura, en base a la sustitución por


ésta de la ganadería, atribuible a la mayor rentabilidad agrícola, tiene, entonces,
adicionalmente, un componente explicativo en la falta de protección estatal en relación
al complejo cárnico vacuno.

La importancia de esta carencia de apoyo estatal en este proceso se debe entender a


partir de la notable pérdida relativa de competitividad internacional que significó esta
pasividad estatal frente al gran avance del proteccionismo internacional, entre los años
70 y los últimos años del Siglo XX.

A través de distintas prácticas proteccionistas, el Estado, en principales países actuantes


en este mercado, promovió exportaciones o desalentó importaciones, sin mayores
limitaciones. La desigualdad en las condiciones de competencia internacional, así
generada, no determinó que, a su vez, el Estado, en el caso argentino, respondiese con
medidas proteccionistas o de apoyo al sector que le permitiesen estar en mejores
condiciones de competir con aquellas producciones de otros países, protegidas o
promovidas por sus respectivos estados.

Las razones del Estado, en relación con este mercado, para no haber avanzado más en
este sentido se han planteado en la medida en que los distintos antecedentes analizados
han permitido hacerlo pero los interrogantes aún pendientes tal vez puedan
corresponder a una tarea mayor y de más largo aliento a la que aquí se ha llevado a
cabo.

Una síntesis histórica, enmarcada en el Siglo XX, de las políticas sectoriales del Estado
y de las empresas locales o multinacionales de una muestra mayor de principales países
participantes en este mercado agrario, tal vez podría ir despejando estas incógnitas
planteadas a partir del caso argentino o de otras, de distinto origen, que quedan por
responder.
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ANEXO DOCUMENTAL

En este anexo al estudio realizado se vuelca la información más relevante que surge de
las actas de los Libros del Directorio y del Consejo de Administración de la CAP,
Corporación Argentina de Productores de Carne, entre 1955 y 1969.

Esta documentación se encuentra en el Archivo Intermedio del Archivo General de la


Nación y fue extractada con la finalidad de contribuir significativamente a un análisis de
evolución de la CAP, entre el momento de su creación, en 1934, y su cierre, en 1979, en
el contexto del estudio efectuado.

Los elementos más importantes de ese análisis ya fueron tratados y llevaron a las
conclusiones correspondientes sobre este caso pero parece importante destacar una parte
sustancial del conjunto de información que les dio origen. No solo se trata, así, de dar
mayor respaldo a la interpretación sintética de los hechos que se realizara, sino también
de abrir la posibilidad de una discusión, sobre bases ciertas, mediante la aplicación de
distintas ópticas a la que aquí se ha planteado.

Los documentos, fielmente resumidos que se exhiben a continuación, son una parte de
la historia de la CAP, pero reflejan el período más largo en que esta sociedad comercial,
fundada por los ganaderos, se encontró bajo directa responsabilidad de ellos, sus
accionistas. Esta definición de su constitución fue objeto de debate jurídico, en razón
del origen privado o estatal del capital o los fondos con los que giraba, pero más allá de
esto hay que destacar que durante este período el manejo de la empresa perteneció a
representantes de la ganadería. Y su actuación está claramente documentada a través de
las actas de los libros legales que, en su contenido básico, se reproducen a continuación.

Sobre el otro período en que también la CAP estuviera administrada directamente por
representantes de la ganadería, desde 1935 a 1942, la documentación de los libros
legales en archivo es muy incompleta, aunque los balances y memorias de CAP de esa
etapa se encuentran disponibles.

Fuente:

Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación.

Libros del Consejo de Administración y del Directorio de la Corporación Argentina de


Productores de Carne. 1955 a 1969.

Caja 27 y sucesivas, Consejo de Administración.

Caja 14 y sucesivas, Directorio.

Acta del directorio no. 1 del 2 de enero de 1956.


464

Por el decreto 7223/55 del 28 de diciembre de 1955, se establece lo siguiente:


“devuélvase a sus legítimos dueños la Corporación Argentina de Productores de Carne,
la que continuará rigiéndose por sus estatutos aprobados por Decretos del 30 de octubre
de 1934, del 31 de diciembre de 1940, 6 de setiembre de 1942, 22 de mayo de 1953 y
24 de mayo de 1954, en cuanto no resulten modificados por la Ley 14.155.” En sus
artículos 2do. y 3ro. Se establece como capital autorizado, el de 950 millones de pesos y
el integrado, en 481, 027369 millones de pesos. Por su artículo 4to., “desígnase para
integrar el directorio de la Corporación Argentina de Productores de Carnes, a que se
refieren los estatutos vigentes a los señores José F. Ramos Mejía, Fermín Cajen, José
M. Fontecchia Morales, Ramón Lezica Alvear, J.C. Berhongaray, Julio Soulages, Pedro
Alberto Lacau, Juan F. Legerén, Mario Videla, Ademar Azhamendi, Carlos Enriquez,
Saturnino Llorente, Alejandro Moreno Bunge, Juan Puchulu, Santiago Zemborain, y
Alberto Vionet, como síndicos titular y suplente, respectivamente.”

Mediante el artículo 7mo., el directorio a que se refiere el artículo 4to. Procederá a


convocar en un plazo no mayor de dos años a la elección de delegados de accionistas, a
cuyos efectos procederá a la actualización de los padrones de accionistas. El Instituto
Nacional de Carnes suministrará con la debida anticipación los elementos necesarios
para dar cumplimiento con lo establecido precedentemente.

Por el artículo 8vo. se establece que los bienes muebles adquiridos por la Comisión
Administradora de Empresas Frigoríficas y afines, así como los bienes e instrumental
adquirido por la División Industrial y Comercial del ex Instituto Ganadero Argentino,
de los cuales la primera es depositaria serán entregados en calidad de depositario a la
Corporación Argentina de Productores de Carnes.

El presente decreto es refrendado por los señores ministros secretarios de Estado del
departamento de comercio, agricultura y ganadería, industria y trabajo y previsión.
Firmado: Aramburu, Llamazares, Mercier, Alzogaray, Migone.

Acta no. 1 del 2 de enero de 1956. (Consejo de Administración)

Integrantes del Consejo: Juan F. Legeren; Moreno Bunge, A.; Fontecchia Morales, J.M.;
Lezica Alvear, Ramón; Ramos Mejía, Juan.

Por decreto Ley 7223/55, el Capital autorizado de Cap se fija en 950 millones de pesos.

Se Solicita capitalización por 100 millones de pesos m.n. al Instituto Nacional de


Carnes, INAC, monto que iguala el saldo acumulado de aportes determinado por la Ley
14.155.

Se solicita al INAC la actualización de los Padrones de accionistas –contribuyentes del


impuesto ganadero-.

Dado el régimen de compensación entre precios pagados a productores y precios de


realización de frigoríficos, decreto 7913/55.
465

Hasta fines de 1955, por artículo 8º. De la ley 14379, a cargo de CAP se encontraba la
Comisión Administradora de Empresas Frigoríficos y afines.

El estado financiero de CAP en una de las primeras semanas de su funcionamiento en


manos de productores, luego de años en manos del Estado, registra disponibilidades por
45 millones de pesos y tiene cuentas a pagar por 7 millones de pesos.

Por separado, constan las disponibilidades y cuentas a pagar de las empresas que le
pertenecen a CAP. En Sansinena, son 32 millones de pesos las Disponibilidades,
mientras que las Cuentas a Pagar son 31,648 millones de pesos. En Smithfield, 7
millones son disponibilidades y 30,5 millones, cuentas a pagar.

Las existencias en Cámaras Frigoríficas son de

1922 tons. En Yuquerí.

778 tons. En Frigorífico Nacional Lisandro de Latorre.

2102 tons. En La Negra –Sansinena de Avellaneda-.

1174 tons. En Smithfield – Zárate-.

Actas 3 y 4 del Directorio, del 3 febrero y 18 de marzo de 1956.

Por decreto 7913 del 27 de mayo de 1955 se había establecido un régimen especial de
compensación de quebrantos a las empresas frigoríficas. Por Decreto 330/55 del 5 de
octubre de 1955 se dispuso hacer extensiva a las empresas frigoríficas de la Comisión
de Empresas Frigoríficas y afines para el conjunto de sus empresas el régimen instituido
con anterioridad por Decreto 7913. Así, por Decreto 330/55 se otorgaron los siguientes
subsidios: CAP, 41,9 millones de pesos; Sansinena, 36,11 millones de pesos;
Smithfield, 36,11 millones de pesos; Frigorífico Nacional, 14,3 millones de pesos. Esto,
en total, significaba para la CAP, el reconocimiento de una deuda a su favor por 153
millones de pesos aproximadamente.

Las exportaciones al Reino Unido acordadas con los frigoríficos exportadores, en su


conjunto, para el primer trimestre de 1956 significaban, en toneladas:

Enero Febrero Marzo

Vacuna enfriada –chilled- 15.000 17.500 20.000

Vacuno Congelado 5.000 5.000

Corderos 7.000 5.000

Menudencias 2.000 2.300

Totales 29.000 29.825


466

CAP, en febrero, exportó 7 mil toneladas –en total- a Reino Unido y 5.500 tons. –carnes
congeladas- a otros destinos de Europa, Israel y Perú.

También en febrero la faena en miles de cabezas de ganado en distintos frigoríficos de


CAP:

Febrero Vacunos Ovinos Porcinos

La Negra 34,8 35,6 2,5

Cuatreros 9,5 12,8 1,3

Smithfield 35,9 29,1

Total fábricas mayores 80 78

Yuquerí 11,7 19 Zafra

Río Grande 42 Zafra

Rosario 2,7

Puerto Deseado 11,6 Zafra

Frigorífico Nacional 9,5

Totales 94,4 160

Nota Redactor (NR): La producción de 1956 estaría en torno de 1 millón de toneladas


para vacunos y algo similar para ovinos.

Acta 10 del 15 de marzo de 1956.

Se da constancia de los establecimientos con que en ese momento trabaja CAP:

CAP: Yuquerí (Concordia, Entre Ríos), Puerto Deseado (Santa Cruz), Río Grande
(Tierra del Fuego) y Rosario (Santa Fe).

Sansinena: Avellaneda (Pcia. Buenos Aires); Cuatreros (Bahía Blanca, Buenos Aires);
Venado Tuerto (Buenos Aires) y San Rafael (Mendoza).

Smithfield, Zárate, Pcia. De Buenos Aires.

Como sucursales internacionales se consigna CAP Londres, Reino Unido, donde existen
depósitos y cámaras frigoríficas.

Por Resolución 1679/56 del INAC, se otorgan 50 Millones de $ por aumento de capital,
conforme el Decreto Ley 7223 del 28 Dic. 1955 que estableció capitalización de CAP.

Acta 13 del 10 de abril de 1956


467

Se hace constar que en entregas trimestrales de 25 Millones de $ se alcanzarán los 100


millones de $ de capitalización planteados para 1956, según Decreto Ley 7223, por el
cual CAP recuperó su condición de ente privado.

Acta 6 del Directorio del 12 de abril de 1956

Las ventas de conservas en marzo son 55.000 cajones de distintos tipos. Las existencias
son altas, 550 mil cajones, básicamente distribuidas entre Yuquerí, Smithfield y La
Negra.

La faena de vacunos es de 120.000 cabezas; 58.000 ovinos y 12.000 porcinos. “Nunca


antes la empresa había alcanzado volúmenes de faena tan importantes”. Se discute
también la posibilidad de que esto implique un ciclo de “Liquidación ganadera”.

Acta Directorio 7 del 10 de mayo de 1956

Se da a conocer el Decreto 7813/56 del 27 de abril que establece el régimen de


aplicación para CAP y sus empresas vinculadas, a partir de enero de 1955.

La compensación de quebrantos –conforme Decr.7913/55- surge de la comparación


entre los valores comerciales y los valores de compra. Estos dos términos establecen la
medida del quebranto que surgiría a partir de que los valores de compra de haciendas
resulten superiores a los valores comerciales. Sobre los valores comerciales también se
establece el “margen de ganancia razonable”. En tanto la suma de valor comercial y
ganancia razonable resulte inferior a los valores de compra, esto determinará el
quebranto a compensar.

La intervención federal de la Provincia del Chaco, a fin de resolver el problema


ganadero de la zona de influencia ha resuelto ceder sin cargo las instalaciones y
maquinarias que conforman el frigorífico Puerto Vilelas.

Por el decreto 8111/56 del 3 de mayo de 1956 se autorizó el Instituto Nacional de


Carnes a anticipar a las empresas frigoríficas el valor de la producción de carnes
conservadas, curadas, saladas o manufacturas provenientes de la faena de ganado
vacuno que a partir de la fecha del decreto, elaboran en cantidad superior al promedio
de las producciones mensuales del primer trimestre del corriente año. Este régimen se
mantiene en tanto que a juicio del Instituto Nacional de Carnes existan razones
económicas que lo justifiquen y hasta que las empresas comprendidas vuelvan a tener
en su conjunto un stock equivalente al promedio de las existencias mensuales del año
1955.

Acta 16 de mayo de 1956

Conforme la resolución 330/55 que reglamenta el régimen de compensación de


quebrantos de empresas frigoríficas se plantea que a partir de octubre de 1955, se
percibirán, en total los siguientes montos:
468

Frigorífico Nacional L. Latorre: 14,3 Millones de pesos.

CAP: 41,868 Millones de pesos.

Sansinena: 60,7 millones de pesos.

Smithfield: 38,1 millones de pesos.

Esto suma en total 152,997 millones de pesos.

Acta 18 del 15 de mayo de 1956

El Frigorífico Puerto Vilelas, Chaco, es recibido en donación por CAP.

Acta 21 de junio de 1956

Las faenas que se realizaron en los distintos establecimientos durante el mes de mayo,
son las siguientes:

Yuquerí: 20 mil cabezas de vacunos.

Rosario: 2,8 mil cabezas de vacunos.

Smithfield: 46,4 mil vacunos. 21,2 mil lanares.

Sansinena, La Negra, Avellaneda: 47 mil vacunos, 14,7 lanares, 13,1 porcinos.

Sansinena, Cuatreros: 10,1 mil vacunos; 9,4 mil lanares, 1,4 mil porcinos.

Acta 8 de Directorio del 14 de junio de 1956

La faena de CAP para la primera parte de 1956 -5 meses- llega a 562.716 cabezas; en
1955, fue de 490.302 y en 1954, 385.904 cabezas. La proyección anual pasó de 800 mil
cabezas en 1954 a 1,2 millones de cabezas en 1956.

Las exportaciones al Continente Europeo suben a 10 mil toneladas en este mes en razón
de la mayor demanda de Alemania, Italia, Suiza. El Reino unido tiene un promedio de 5
mil toneladas mensuales.

Las existencias de conservas ya superan los 600 mil cajones de enlatados.

Acta 31 del 31 de julio de 1956.

Se hace constar en virtud de un reclamo de rescate de acciones del frigorífico


Smithfield, lo siguiente: CAP abonó el 70% del valor del frigorífico británico en 1948.

Las pérdidas acumuladas de éste en esa fecha eran de 459 mil libras esterlinas. En 1956,
ellas ascienden a 1 millón 740 mil libras y la deuda en libras es de 600 mil. El
patrimonio de esta empresa se podría considerar, en consecuencia, nulo y, por tanto,
también el de sus acciones.
469

Acta 10 Directorio del 9 de agosto de 1956.

Las obras de remodelación de los frigoríficos de CAP se agrupan en tres grupos:

Yuquerí, IMASA, Guanahani suman 88,2 millones de pesos.

Smithfield de Zárate suma 110 millones de pesos.

Los establecimientos de Sansinena –Cuatreros, La Negra, San Rafael- suman 116,3


millones de pesos.

La suma total de 314 millones de pesos equivale a 16 millones de dólares


aproximadamente.

Guanahani es un lavadero de lanas paralizado. Falta adquirir una máquina


carbonizadora para ponerlo a funcionar o vender el conjunto de maquinarias.

Acta 34 del 21 de agosto de 1956

Se hace constar que las ventas de exportación predominantes en CAP son: conservas –
corned beef-, “tripería”, cueros vacunos y grasas.

Por Resolución 110 de la Junta Nacional de Carnes se insiste, por su parte, en la


elaboración de conservas para exportación.

Acta 35 del 28 de agosto de 1956

Las ventas semanales informadas hacen constar que se han exportado 2.935 toneladas
con destino a Alemania, Holanda y Bélgica.

Las ventas de conservas serían equivalentes a 1000 toneladas y restantes subproductos


sumarían un tonelaje similar –tripas, grasas, cueros y lanas-.

Acta 36 del 4 de setiembre de 1956

Se hace constar que las empresas de CAP adquirieron 44.991 cabezas de vacunos en
Liniers, un 24% del total negociado (187.456 cabezas), durante el mes de agosto?.

También se informa sobre una negociación de construcción y participación en el


Frigorífico Nacional en Perú.

Acta 37 del 12 de setiembre de 1956

La faena semanal de 27.000 cabezas de vacuno en La Negra y Smithfield, más 5.000


cabezas en Yuquerí confirma la elevada compra de vacunos y la correspondiente
producción.

Las ventas totalizan 600 toneladas entre todas las especies. Esto muestra una mayor
irregularidad en la salida del producto.
470

Nota del Redactor, (N.R.): El total mensual de faena, sobre estas bases estaría
alcanzando las 100 mil cabezas de vacunos y los 65 mil de lanares. Las compras en
Liniers promedian 10 mil cabezas semanales, por lo cual las restantes compras
semanales son directas a estancias.

Acta 41 del 9 de octubre de 1956

Se informa sobre que la participación de CAP en el Frigorífico Nacional del Callao en


Perú podría llegar a un 25%.

También se informa que 120 mil toneladas anuales es la importación de carnes por
Alemania, de lo cual un 60% corresponde a carnes enfriadas o chilled, por lo cual
Argentina podría ser un importante proveedor de este producto.

Acta 42 del 24 de octubre de 1956

Mendez Delfino, representante argentino en el comercio con Europa, respondiendo a


oportunas consultas, sostiene que según le ha informado la Cancillería británica han
dejado de estar vigentes todo tipo de cupos de importación de carnes argentinas, tal
como se habían establecido en acuerdos comerciales anteriores. Por tanto, las
importaciones responderán al libre juego de oferta y demanda.

El incendio del frigorífico de Sansinena Cuatreros de Bahía Blanca determina la


necesidad de su completa reconstrucción. Se incendiaron la casi totalidad de las cámaras
de frío y se perdieron 1500 toneladas de carne. Continúa la faena de consumo -300
cabezas diarias- pero la limitada capacidad de almacenamiento en frío impide las
restantes actividades.

Si las obras van más allá de la reparación de lo destruido e implicasen una ampliación,
finalmente, esto se justificaría por la importancia de la zona de actuación. En ella hay
7,2 millones de vacunos, 10,3 millones de ovinos y 300 mil porcinos. Del total de las
existencias de animales de Buenos Aires y la Pampa, estas cantidades significan un
37,4%, un 65% y un 22%, respectivamente.

Se podría hacer una planta de 1200 cabezas diarias, 350 para consumo, -100 para Bahía
Blanca, 100 para Río Negro, 100 para Comodoro Rivadavia, 50 para Base Naval- 300
cabezas para carne enfriada de exportación y 300 para conserva. En ovino, se podría
llegar a 5000 cabezas diarias con destino exportación.

Acta 44 del 13 de noviembre de 1956

La integración del capital alcanza 721 millones de pesos, equivalente a 40 millones de


dólares. Desde principios de 1956, la Junta Nacional de Carnes transfirió 100 millones
de pesos mediante entregas parciales.

Acta 45 del 20 de noviembre.


471

Se reitera una venta considerable de carne vacuna congelada, de 2.000 toneladas, con lo
cual este mes las ventas de este producto se aproximarían a 3.000 toneladas,
nuevamente.

Acta 48 del 11 de diciembre

Se informa de una caída sustancial en las compras en Liniers, a tan solo 3.000 cabezas
semanales.

Asimismo, se evidencia una relativamente reducida posición financiera de 34 millones


de pesos, cosa que se contrapone con los 80 millones de pesos con que se contaba a
principios de año.

La faena prevista en Puerto Deseado resulta insuficiente -30.000 lanares- y determina


que no se abra la zafra ovina de este año.

Al realizarse los seguros de maquinarias, equipos y bienes de uso de los distintos


establecimientos se debe revaluar estos activos ya que la valuación de los inventarios
llega a 30 millones de pesos según los libros contables. Las amortizaciones contables de
30 años de antigüedad de la mayoría de estos han reducido su valor real y la revaluación
obedece a que las pólizas de seguro deben reflejar su valor comercial, a pesar de su
evidente antigüedad.

Acta 14 del directorio del 15 de diciembre de 1956

De enero a noviembre de 1955 se faenaron 1.027.433 cabezas vacunas y en iguales


meses de 1956 se llegaron a faenar 1.324.839 animales.

El aumento del precio del ovino y de las lanas determinó una retracción en la demanda y
en la faena que pasó de 1,174 millón de cabezas en 1955 a 1,035 millón en 1956.

Las compras de vacunos por CAP, que habían llegado a 224.526 cabezas en 1955
llegaron a 312.679 cabezas en 1956. De esta forma se pasó de un 14,5% del total del
mercado a un 18,4% del total en 1956.

En el Consumo Interno, las ventas aumentaron un 34,7% en 1956 no obstante los


precios congelados.

En exportaciones, en toneladas: 1955 1956

Reino Unido 61.056 76.587

USA 3.433 3.718

Alemania 76 15.168

Italia 525 4.621

Suiza 120 1.067


472

Francia 60 853

En 1955, las exportaciones sumaron 75.129 toneladas, y en 1956 pasaron a 107.084


toneladas.

Acta 16 del directorio, de 13 de diciembre de 1956

El Decreto 8111 que otorgó anticipos para acumular stocks de conservas dejó a CAP
endeudada en 40 millones de pesos, mientras que Swift, en similar situación, logró
pagar las deudas rápidamente que el exceso de stocks le generó. Swift coloca corned
beef en todo el mundo, además de proveer al ejército americano. CAP solo vende latas
en el mercado americano, mientras que los “packers” ofrecen toda una gama de
productos al consumidor, lo cual implica una ventaja adicional para empresas como
Swift. En el país, por su parte, se venden ya 200 millones de pesos en 1956 de latas de
CAP, resultando la mayor vendedora del país.

Por otro lado, la información proveniente de Alemania reporta que la carne congelada
importada llega a 120 mil toneladas, de lo cual un 60% proviene de Argentina. El resto
de la carne de importación con destino al consumo interno se obtiene mediante la
introducción de 250 mil cabezas en pie, remitidas desde Dinamarca, Yugoslavia y
Polonia.

La comisión de nuevas plantas industrializadoras, entre sus distintos temas, plantea la


posible paralización del frigorífico de Puerto Deseado –por escasez de hacienda- y el
cierre del lavadero Guanahani, entre otros.

A fin de sostener stocks y precios de los ganados del Norte del país – “acción
ganadera”-, la CAP contrata al frigorífico Santa Elena de Bovril, durante dos meses,
febrero y marzo, por 30 mil cabezas para conserva. La faena mínima es de 3.750
cabezas por semana.

El Convenio Comercial argentino-chileno tiene dentro de sus problemas fundamentales


el contrabando de ganado en pie de alrededor de 100 mil cabezas anuales.

Tanto con Perú como con Chile es necesario aumentar la exportación de carnes
congeladas y, secundariamente, ganado en pie, ya que es importante acrecentar la
exportación de productos con valor agregado.

En Perú el gobierno resultaría importador, intentando sustituir importaciones de ganado


en pie de muy baja calidad, originario de Nicaragua y Costa Rica. En el Frigorífico
Nacional de este país, CAP se asocia con un aporte de 25% del capital a fin de contar
con las cámaras frigoríficas adecuadas para los productos que se exporten.
473

No obstante, se sostiene que el desarrollo de plantas industrializadoras en el exterior


debiera estar a cargo de los capitales de cada uno de los países, reservándose CAP el
asesoramiento técnico en materia de producción, comercialización y distribución.

CAP también interviene en la exportación de hacienda en pie a Bolivia, Uruguay,


Paraguay en virtud de estar en mejor condición de garantizar y certificar la calidad y
sanidad de las haciendas.

Se deben comprar compresores para las cámaras de frío de Yuquerí, Cuatreros, Zarate y
La Negra. Estos bienes importados precisan del acuerdo del Banco Central para permitir
una importación de 200 mil dólares, aproximadamente, aunque deben reemplazar
perentoriamente equipos antiguos y deteriorados.

Además, se compra un edificio en Rosario, Santa Fe, por 650.000 pesos; un campo de
600 hectáreas, lindero al Frigorífico de Río Grande, y una lancha de 3 millones de
pesos.

1957

Acta 51 del 2 de enero de 1957

Ante la intención, hecha pública por la Sociedad Rural Argentina, de que la CAP se
haga cargo del Frigorífico de la Ciudad de Buenos Aires, el Consejo rechaza la
iniciativa al declarar “no estar al servicio de las grandes estancias”.

La mayor actividad compradora de la CAP fue correlativa al aumento de la oferta en los


mercados concentradores de Liniers y Avellaneda, durante los meses de noviembre de
años respectivos, por lo cual aumentó sus compras en un 40%, en Liniers.

El volumen total en estos mercados en cabezas de ganado fue el siguiente:

Nov. 1955 Nov.1956 Var. %

Vacunos 224.526 312.679 40

Ovinos 546.587 587.546 8

Porcinos 42.182 127.380 200

Las compras de CAP, próximas a 40 mil cabezas, alcanzaron el 14% del total de
Liniers.

Las compras directas en estancia, por parte de CAP, se realizaron con 2500 remitentes
en 1955 y pasaron a 3850 en 1956.
474

Acta 57 del 20 de febrero de 1957

Se consigna una exportación considerable de 3.000 toneladas de vacuno congelado, con


origen en Sansinena La Negra, Smithfield de Zarate y Yuquerí de Concordia.

La integración de Capital alcanza los 761 millones de pesos, al sumarse 40 millones


percibidos entre fines de 1956 y principios de 1957.

Por el Decreto 1733 de 1957 se establece la eliminación del régimen de compensación


de quebrantos a las empresas frigoríficas, establecido por Decreto 7913 del 27 mayo de
1955.

Este decreto consigna textualmente: “Considerando que debe dejarse en libertad al


juego de la oferta y la demanda los precios internos de las carnes bovinas en todas sus
etapas de comercialización, facilitando asimismo la concurrencia en el consumo de las
empresas frigoríficas conjuntamente con los mataderos y matarifes locales; que… es
necesario eliminar el actual régimen de compensación y quebrantos a las empresas
frigoríficas establecido por el Decreto 7913 de fecha 27 de mayo de 1955”.

“Es conveniente para las carnes que se destinan a la exportación, mantener


transitoriamente por un lapso de 60 días, el subsidio a las empresas, exclusivamente
dirigido a las carnes de novillos que se faenen con cualquier destino.”

“El régimen de compensación de quebrantos establecido por los Decretos 7913 del 27
de mayo de 1955; 331 de fecha 5 de octubre de 1955; 2617 de fecha 16 febrero de 1956
y 7813 de 27 de abril de 1956, se aplicará en las empresas incluidas en los referidos
decretos exclusivamente para los novillos cualquiera sea el destino final de sus carnes”.

Acta 20 del Directorio del 12 de marzo 1957.

Por Decreto 1733/57 en su artículo 1º.”… por el presente decreto quedan derogados los
precios máximos para venta de carnes bovinas en todas sus etapas de comercialización
mayorista y minorista en la Capital Federal y partidos del Gran Buenos Aires.”

Art. 2º. “… el régimen de compensación se aplicará exclusivamente para los novillos


cualquiera sea el destino final de sus carnes”.

Se solicita el aumento de capital a 1.500 millones de pesos.

El problema del exceso de stocks de conservas se soluciona, en principio, con la venta


de 40.000 cajones con marca propia y de 136.000 con etiquetas privadas. También se
venden 150 mil cajones se venden a Swift para que se vendan en Estados Unidos.

Acta 60 del 21 de marzo de 1957

La gerencia administrativa informa que “Otros Créditos” se incrementó en 121 millones


en razón de este concepto está recargado por los montos que adeuda la Junta Nacional
de Carnes en total, respecto del cual la JNC ha adelantado entre 1955 y 1956 un importe
475

de 240 millones de pesos, lo cual permitió aproximadamente un incremento en el capital


integrado de un 50% desde 1955 –partiendo de un capital inicial aproximado de 500
millones de pesos-.

Acta 61 de 4 de abril de 1957

El estado financiero resulta crítico y es determinante de la caída en las compras de


hacienda, al haber llegado a solo 3,4 millones de pesos la disponibilidad de fondos,
aunque se informa que está previsto el ingreso de una transferencia de 15 millones de
pesos para integración de capital.

Acta 21 directorio del 9 de abril de 1957

La escasez de disponibilidad financiera debido a las inversiones en conservas y a la


contratación del Frigorífico Santa Elena lleva a la renovación de un crédito de 20
millones de pesos con el Banco Pcia. De Buenos Aires y un aumento a 45 millones de
pesos del financiamiento del Banco Nación Argentina.

Un agravante de la situación es la deuda con pago atrasado por parte de la JNC, debida a
exportaciones de ganado en pie por 50 millones de pesos, más de 2,5 millones de
dólares.

Ventas anuales de CAP, en millones de pesos

1954 1955 1956

CAP 336,5 303 399,7

Sansinena 662 698 992

Smithfield 345 392 554

Totales 1343,5 1399 1946

En millones u$s 97 95 108

NR: Dado que el total de cabezas a faenarse por Santa Elena es de 30 mil y el costo de
faena y elaboración para conserva es de 653$, esta inversión total alcanza los 19,6
millones de pesos, algo más de 1 millón de dólares.

Acta 64 del 25 de abril de 1957

Dado que la CAP en 1937, por medio del Decreto 105718, fue asimilada como sociedad
anónima por la Inspección General de Personas Jurídicas y retorna actualmente a este
régimen resulta necesario deslindar su responsabilidad impositiva respecto de los
períodos en que estuvo intervenida.
476

Sus estatutos fueron aprobados por el Decreto 50.844 del 20 de octubre de 1934 y por
Decreto 22 de febrero de 1935 se fijó un Capital por 30 Millones de pesos.

El 27 de setiembre de 1940 se aumentó el Capital a 60 Millones de pesos por


Resolución de la Asamblea.

Por decreto 4153 del 17 de febrero de 1944 –estando intervenida- el capital aumentó a
72 millones de pesos.

Por decreto 12742, el 11 de junio de 1945, el capital pasó a 100 millones de pesos.

Por decreto 27078 del 10 de setiembre de 1948, el capital llegó a 250 millones de pesos.

Por decreto 9019 del 22 de mayo de 1953, el capital llegó a 300 millones de pesos.

Por decreto 8659 del 24 de mayo de 1954 el capital llegó a 400 millones de pesos.

Por decreto 7223 del 28 de diciembre de 1955, se concretó la devolución de la CAP,


retornándose a la vigencia de los estatutos aprobados en 1934 y se estableció también
un capital autorizado de 950 millones de pesos e integrado en 481 millones de pesos.

Los “quebrantos compensados” por el Estado se comenzaron a cobrar en Febrero de


1957 por un total de aproximadamente 46 millones de pesos entre CAP y sus vinculadas
Sansinena y Smithfield.

Acta 68 de mayo de 1957

El Estado financiero neto registra 40 millones de pesos, recuperándose de valores


inferiores y críticos. Las compras en Liniers y Avellaneda, en la semana, también ha
recuperado valores normales de 10 mil vacunos, lanares 7 mil y porcinos 3 mil.

Acta 22 del directorio del 14 mayo de 1957

Las estadísticas de exportaciones de carnes de CAP revelan evolución para los meses
iniciales de 1957 y datos de otros mercados, diferentes al tradicional de carnes vacunas
y ovinas al Reino Unido.

En Toneladas

Alemania, 3.000;

Italia, 2.266;

Italia, cerdos, 250;

Perú, 1.981;

R.U., cerdos, 2.472;


477

Todo lo cual suma 10.000 toneladas, aproximadamente, en el primer cuatrimestre. Esto


se suma a las 36.000 toneladas de carne vacuna y ovina exportada a Reino Unido, en
este período.

Respecto de las existencias de conservas, todavía suman una cantidad excesiva de 800
mil cajones.

Las compras en Liniers en este primer cuatrimestre se realizan a razón de 33 mil


vacunos por mes, mientras que en Avellaneda se compran 40.000 ovinos, promedio, por
mes. La CAP pasa a adquirir el 18% del total del volumen de operaciones del mercado
de Liniers.

Acta directorio 23 del 11 de junio de 1957

La opinión del directorio de CAP respecto del Decreto 5429/57 es que se derogaron
todas las disposiciones que estipulaban el pago de subsidios por parte del Estado. Luego
de que en este sentido, se liberó el ovino, el porcino y otras carnes vacunas, el novillo
quedó subsidiado. Lo que se eliminó fue el régimen de quebrantos, instituyendo en su
reemplazo un sistema semejante al que rigió entre 1941 y 1946, cuando se estableció el
precio garantido al productor en base a clasificación y tipificación oficial y también un
Fondo de Compensación que era el factor de respaldo financiero de dichos precios.

La sugerencia de reglamentación del decreto por la Junta Nacional de Carnes es que se


arbitre la percepción por parte de las empresas frigoríficas, en base a la información que
individualmente cada una aporte, de las diferencias que en dicho período se hubiesen
producido sobre el precio base y el real obtenido según liquidaciones recibidas de
Londres. El fondo creado por el artículo 4to. es el que financiará el pago de estos
recursos.

El artículo 4to. dice: “a los efectos de absorber las diferencias que pudieran producirse
entre los valores mínimos fijados para los novillos y los que hubiese correspondido
abonar en base a la comercialización efectiva se constituirá un fondo con los siguientes
recursos: a) el Saldo disponible del fondo de compensación establecido por el Decreto
103.181 de fecha 16 de octubre de 1941. b) la suma de 200 millones de pesos que
aportará el Estado nacional mediante el decreto que corresponda… “

Acta 69 del 29 de mayo de 1957

Por Decreto 5429 de 1957, la Junta Nacional de Carnes establece valores de


comercialización para los novillos cuyas diferencias con los precios de realización de
los mismos serán absorbidas por el Fondo de Compensación establecido por el Decreto
103181 de 16 de octubre de 1941. Los beneficiarios de este régimen son los mismos del
Decreto 7913/55, relativo a las compensaciones de quebrantos y se dispone la
derogación del Decreto 103181.
478

NR: No se aclara en el texto del decreto cómo funcionan los valores de


comercialización, pero por otras informaciones relativas al mismo tema, se deduce que
lo valores de comercialización responden la necesidad de cubrir los costos de
producción más una ganancia. Si tales valores previstos no se cumplen efectivamente en
la comercialización, el Estado los garantiza, igualmente, otorgando subsidios hasta que
los costos previstos resulten cubiertos.

Acta 72 de junio de 1957

Balances de 1955 y 1956

Al 31 Diciembre 1955, las pérdidas acumuladas suman 175, 5 millones de pesos


moneda nacional, menos sumas recuperadas del gobierno nacional, sujetas a reajuste,
por 98.104.118, con lo cual el saldo neto acumulado es de 77.401.290 que sumadas a
los 6,5 millones de pesos de pérdida del ejercicio presente, totaliza una pérdida
acumulada de 83,9 millones de pesos. En dólares, la pérdida del ejercicio fue de 443 mil
u$s corrientes, equivalente al 1,35% de un Capital de 32,835 millones de u$s.

El Activo registra:

Disponibilidades por 25,7 millones

Créditos por 243, 974 millones,

Bienes de Cambio por 113 millones.

Materiales 39,843 Millones

Productos 73,212 Millones

Inversiones en Valores mobiliarios por 76,147 millones.

Bienes de Uso por 35,99 millones

Subtotal del Activo = 494, 847 millones

Total del Activo (Incl. Bienes inmateriales y cargos diferidos) por 506,893 millones de
pesos.

Pasivo

Deudas por 47,846 Millones de pesos

Deudas Comerciales 32,766 Millones

Bancarias 13,717 Millones

Otras por 1,362 millones

Provisiones por 7,688 Millones


479

Previsiones por 44,564 Millones

Subtotal Pasivo 99,564 millones.

Capital, Reservas y Resultados por 407.328.997 Millones

Capital 481.027.369

Reservas 10.197.503

Pérdidas 83.895.876

A diciembre de 1956 las pérdidas del ejercicio sumaron 22.849.082 de pesos,


equivalentes a 1,269 millones de u$s, equivalente al 3,13% del Capital.

Disponibilidades por 50.930.988

Créditos por 507.920.130 millones

Por Ventas 136.663.877

Otros créditos 371.256.253

Bienes de Cambio por 141.158.787

Materiales 47,294

Productos 93,864

Inversiones por 72.435.906

Bienes de Uso por 38, 181 Millones

Subtotal de Activo 810.626.885

Total Activo por 820.873.051 Millones de pesos

Pasivo

Deudas por 97.386.437

Comerciales 70.653.568

Bancarias 27,779.211

Provisiones por 19.300.511

Previsiones por 66.586.830

Subtotal Pasivo 183.273.779


480

Capital Reservas y Resultados = 637.599.271

Capital 731.027.369

Reservas 13.316.860

Pérdidas por 106.744.958

Pérdidas ejercicios anteriores 77.401.290

Pérdida ejercicio 1955 6.494.585

Pérdida Ejercicio 1956 22.849.082

Resultados acumulados ejercicios 1955/56

Positivo, ganancias; (-) pérdidas.

Yuquerí 8 Millones de pesos.

IMASA (13) Millones

Rosario (4,750) Millones de pesos

Gualeguaychú (2,265 + 0,454) Millones

Smithfield 339,5 + 251,508 Mil

Sansinena 228 mil

Frigor. Nacional (246 mil)

Carnicerías (4,3 Mill. $)

Río Grande (1,315) + 3,095 Mill.

Pto. Deseado (1,054) + (0,839) Mill.

Transportes Terrestres (0,991 682) Mill.

Transportes Fluviales (0,3549) + (1.007.776) mill.

Productos no frigorífico (0,996 + 0,563753) mill.

CAP Nueva York (3,193) + (1,827) mill.

CAP Londres (77,147) + 53,72 miles


481

Acta 24 directorio del 2 de julio 1957

En materia comercial se informa que Alemania reabrió las importaciones a todos los
países proveedores –Argentina, Uruguay y Brasil-.

Por otro lado, las existencias de cajones de reservas se reducen a 650 mil.

Respecto de uno de los frigoríficos con importantes existencias, Yuquerí, se registran


pérdidas importantes en 1956, por 3,350 millones de pesos, luego de haber obtenido
ganancias por 11,361 millones en 1955.

Dado que en 1956 las ventas se dirigieron a reducir estos stocks y la rentabilidad es
menor en el enlatado, esto determinó entrar en las significativas pérdidas operadas. Las
ventas de este rubro pasaron de un 5,36% del total a un 18,16%. La venta de carne para
consumo en la ciudad de Concordia, con precios máximos, tampoco fue un factor de
ganancia.

CAP Nueva York registró pérdidas por 107 mil dólares o 1,5 millones de pesos en 1956.
Las carnicerías también alcanzaron fuertes pérdidas que llegaron a 3,7 millones de
pesos en este año.

Finalmente, Smithfield de Zárate acumuló pérdidas por exportación entre carnes


enfriadas, congeladas y conserva que sumaron 8 millones de pesos. Esta fábrica de
Zárate tiene mayores gastos de flete, acarreo, transporte fluvial que los aplicados por
JNC en los valores de comercialización. Por esta razón, estas pérdidas no son
reconocidas por la JNC y la diferencia estimada es de 2,9 millones de pesos de pérdida
reconocida.

En base a esta serie de factores la pérdida del establecimiento llegó a los 18 millones de
pesos en 1956.

Justamente, a fin de mejorar la eficiencia y rentabilidad de Smithfield se plantea una


serie de obras civiles y de renovación de instalaciones mecánicas y de frío que suman
cerca de 20 millones de pesos, o algo más de 1 millón de dólares.

Las ganancias del Frigorífico de Río Grande y de las operaciones de ganado en pie –de
4,5 millones de pesos, en total- compensaron en algo las pérdidas anteriores.

Acta 27 Directorio del 23 de setiembre de 1957

En una carta al presidente provisional, Gral. Aramburu, principales entidades rurales


Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Sociedad Rural Argentina, asociaciones
de criadores de Hereford, Aberdeen Angus y Shortorn, plantearon lo siguiente:

1º. Que se modifiquen los aforos para exportación del ganado en pie como también el
cambio oficial para nuestras carnes, a fin de que sea posible contrarrestar las probables
482

bajas de precios en los mercados exteriores, medidas que han de coadyuvar de manera
eficaz en la obtención de nuevos mercados.

2º. Que el gobierno de la nación propicie ante los gobiernos provinciales la eliminación
de los precios topes de la carne, en el convencimiento de que con esta medida se ha de
intensificar la producción, provocando una mayor oferta y competencia, el
abaratamiento de las carnes para el pueblo consumidor.

La opinión del directorio es que ante los mayores precios de la agricultura –dado que
cuentan con un tipo de cambio superior al ganadero-, se observa un proceso de
disminución del stock ganadero, ya que en la faena las vacas del 19% han pasado al 22
% y en vaquillonas se ha pasado del 12% al 15%, lo cual lleva a pérdidas en los medios
de procreación del ganado y caída de sus existencias.

Según la Junta Nacional de Carnes, la experiencia demuestra que el incentivo solo se


mantiene con precios remunerativos que guarden paridad retributiva con las distintas
explotaciones agropecuarias. En la actualidad, hay distintos factores que impiden que se
llegue a la producción con valores económicos acordes con la capacidad adquisitiva
interna y externa.

En el mercado interno esto se da a través de la existencia de precios topes en la venta de


carnes. En los mercados externos se ha producido una disminución de los precios
internacionales, un aumento de la producción interna y el aumento del proteccionismo.

En ésta como en anteriores similares bajas de precios, se enfrentó la situación


compensando hasta donde fuera necesario y conveniente la baja del precio con
adecuadas conversiones de las divisas a moneda argentina, de forma de posibilitar el
pago a la producción, absorbiendo la elevación de los costos industriales y comerciales.
Será necesario que gran parte de la conversión se efectúe al tipo de cambio oficial y el
resto por el mercado libre.

En total coincidencia con estas propuestas, el Directorio se aboca a la necesidad de fijar


un porcentaje de venta de divisas en el mercado libre.

Acta 85 del 4 de octubre de 1957

En la determinación de los “valores de comercialización” por la Junta Nacional de


Carnes, a fin de aplicar valores de referencia en el régimen de compensación de
quebrantos del Decreto 5429, la CAP reclama establecer valores promedio de mercado
y no los propios que podían resultar normalmente superiores a estos.

Las razones que sostienen este mayor costo de producción de CAP son las siguientes:

Llegar al productor de menor escala.

Mayores costos por el mayor número de compradores y más gastos de corrales, cámaras
de frío, etcétera.
483

Debe comprar en Rosario, Buenos Aires y Avellaneda –mercados concentradores de


animales- y faenar en Zárate, a no menos de 100 kilómetros de cada uno de estos
mercados, con los consabidos costos de flete.

Debe realizar faenas por encima de sus necesidades y sin mercado inmediato de
colocación, originando la saturación de cámaras, mayor necesidad de frío y mano de
obra, etcétera.

NR: La CAP no solicita los mayores valores a que podrían dar lugar sus mayores costos
empresariales. La razón es que si estos terminan siendo referencia para el resto de los
frigoríficos –con menores costos- estos se verán beneficiados al percibir subsidios por
costos más altos a los que estos realmente tienen. Inclusive, en una aclaración posterior,
se solicita que los “valores promedio de mercado” respondan únicamente a los de los
restantes Frigoríficos y excluyan a los propios de la CAP.

Acta 28 Directorio del 8 de octubre de 1957

Conforme los datos de comercialización a setiembre de este año, se proyecta una


exportación de 250.000 toneladas por parte de CAP, en base a distintos tipos de carnes.
Vacunas y ovinas exportadas al Reino Unido sumarían 80.000 toneladas, porcinos
exportados a Alemania, Italia y R.U., 70.000 toneladas y 100 mil toneladas de vacuna
congelada a Alemania, Italia, Perú, etc.

Por otro lado, las conservas se vendieron por 200.000 cajones, pero las compras
norteamericanas se restringen por el “cierre sanitario” del enlatado con el cual no
producen Yuquerí ni Santa Elena de Bovril y por tanto hacen las latas comunes de
menor rentabilidad. Los restantes establecimientos sí producen latas con cierre sanitario.

Las compras de vacunos en Liniers llegaron a 328 mil en 1957, versus 241 mil en 1956,
lo cual indica que el volumen total de mercado ha seguido creciendo. Las compras de
porcinos por parte de CAP se han duplicado, pasando de 89 mil a 160 mil cabezas.

Ante la resolución de la JNC de incluir los elevados costos de CAP dentro del promedio
de la industria, a fin de la aplicación del Decreto 5429/57 del Fondo de Compensación,
se sostiene el hecho de que al “estar nuestra entidad, integrando el promedio de la
industria… se volcaría mejorar los resultados comerciales de las empresas ajenas a su
grupo. Ello, en razón de que al elevar sus costos los mismos se reflejarían en la
determinación del promedio de esas otras empresas que no teniendo los mismos fines
que la CAP se hallará así, realmente, por debajo de dichos costos. Estaríamos
provocando además un quebranto al fondo ganadero en beneficio de otras empresas, ya
que contribuiríamos a que ellas tuvieran un costo promedio más elevado al real y un
mayor beneficio comercial. Es decir que ganadería pagaría dos veces el gasto para su
propia defensa. Nos permitimos solicitar se revea la resolución dictada y se nos excluya
del cómputo general de los valores comerciales.” (En respuesta a resoluciones 1219 y
1484 de la JNC).
484

Acta 88 noviembre de 1957

Firma con el frigorífico municipal – luego llamado nacional, Lisandro de Latorre– de la


ciudad de Buenos Aires un convenio de procesamiento de carne por el que CAP debía
entregar hacienda suficiente para producir hasta 2.000 toneladas de carnes, con un
mínimo equivalente de 1.200 y un máximo de 1500 reses tipo exportación.

Acta 89 de 10 de noviembre de 1957

Por nota a Junta Nacional de Carnes para reclamar lo establecido por el Decreto
9096/57, referido a las ganancias razonables durante 99 meses entre el 1º. De octubre de
1946 y el 31 de diciembre de 1954.

Acta 94 de diciembre de 1957

Integración de Capital por Decreto 8509/56 por 130 millones de pesos durante todo el
año 1957.

Año 1958

Actas 95 a 102 de enero a marzo de 1958

Las ventas informadas van registrando una composición estable de un 40% en


conservas, cueros vacunos y grasas 30% y congelados un 20%. En esta época de verano
de 1958, se reducen las compras en Liniers y Avellaneda, en un 50% por debajo de las
cantidades típicas, lo que llevaba a comprar solo 5.000 vacunos por semana.

La Junta Nacional de Carnes había dispuesto prohibir que los novillos – en más de un
30% del total de su faena- pasasen a ser destinados a conserva, cosa que finalmente
sucedió en el frigorífico Yuquerí, en razón de saturación de cámaras de frío y otros
inconvenientes.

Acta 106 del 2 de abril de 1958

Se cierra un contrato con el Frigorífico Nacional de Perú de exportación de 3.600


toneladas de carnes congeladas o enfriadas.

Acta 111 del 7 de mayo de 1958

Dada la Asamblea Ordinaria Anual de Delegados de accionistas del 28 de abril de 1958


se constituye un nuevo Consejo de Administración constituido por Miguel Busquet
Serra como Presidente y como directores consejeros por Carlos E. Grondona, Jorge P.
Campion, Juan B Martín, y Jorge Silva.

Acta 112 del 15 de mayo de 1958

Luego de un aumento generalizado de salarios del 60%, dispuesto por el gobierno


democrático recientemente asumido –del Presidente Frondizi-, se solicita la fijación de
485

Valores comerciales más elevados porque este aumento de salarios significaba un


aumento de 200 millones de pesos en los costos.

Se piden también 100 millones de anticipo en razón de una crítica situación financiera
originada en una falta de cancelación total de las sumas adeudadas en función de los
Decretos 7913/55, 1733/57, 5429/57, 9096/57 que aun significan “sumas de dinero de
extraordinaria importancia”.

Se informa que el directorio de la Junta Nacional de Carnes ha aprobado el aumento del


capital autorizado a 1.500 millones de pesos de capital autorizado.

Acta 34 del Directorio del 25 de abril de 1958.

Puchulu, director a cargo de la Comisión de Nuevas Plantas, luego de haber visitado la


planta de Puerto Vilelas –ofrecida por el gobierno del Chaco para que se incorpore a la
producción de CAP-, llega a la conclusión de que el terreno podía calificarse como de
estero y que la profundidad del río es realmente baja ahí. En cambio, en la orilla vecina
del Paraná, en Corrientes, el suelo rocoso es más apropiado para la construcción de
cualquier tipo de edificio y la profundidad del río es mayor que en Puerto Vilelas.

El proyecto final es de construcción de una Planta Central en Corrientes, con faena de


100 mil cabezas anuales, líneas de conserva de 400 cabezas diarias, cámaras frías en
Formosa con capacidad de 60.000 cabezas anuales. En la confrontación entre los
proyectos de Puerto Vilelas y Corrientes, se rechaza el primero por ofrecer distintas
desventajas en relación con este último.

Acta 121 del 3 de julio de 1958

Se continúa reflejando en los casos de Concordia y Bahía Blanca, donde se encuentran


dos importantes fábricas de CAP que abastecen a las poblaciones locales, los acuerdos
de precios con las Intendencias locales. Los precios acordados son tanto los de consumo
como los correspondientes a las compras de hacienda en estancia.

Por otra parte, se hace presente el problema de los quebrantos en las carnicerías de CAP
en estos y otros lugares, por lo cual se está haciendo un proceso de racionalización de
las mismas.

Acta 39 y 40 del directorio de julio de 1958

Desde el 1ro. Agosto de 1958, las exportaciones de carne se liquidan al 65% por el tipo
de cambio oficial y en un 35% por el cambio libre. Las conservas se liquidan en un 50 y
50 por ambos mercados.

Por Resolución 737/58 de la JNC, a partir de 1958 las diferencias entre precios mínimos
de los ganados y los precios de mercado deben ser absorbidas por los frigoríficos. De
esta forma se reglamenta el Decreto 2006 de 1958 que limita los subsidios otorgados
anteriormente al sector.
486

Justamente en virtud del Decreto 5755/58 que arbitraba estos subsidios para sostener
precios de las haciendas se cobraron 51,33 Millones de pesos.

En referencia a CAP Perú se hace evidente que en materia administrativa contable se


han cometido gruesos errores que, mediante auditoría, que demuestran que allí no hay
utilidades –tal como sostenía el Dr. Bunge a cargo de esta sucursal- sino pérdidas por
2,123 millones de soles peruanos.

A junio de este año, las ventas al exterior se han reducido respecto de la campaña
exterior del año anterior:

Alemania, 10.642 toneladas de vacuno congelado.

Italia, 2.294 ton. vacunos; 787 ton. Porcinos.

Inglaterra, 2.212 ton. De porcinos

Perú, 665 toneladas vacuno.

Reino Unido 43 mil toneladas de vacuno, 3 mil ton. De ovino y 2500 toneladas de
menudencias.

Embarques de conservas:

Yuquerí, 72 mil cajones.

Zárate, 24 mil cajones.

La Negra, 13 mil cajones.

Igualmente, las existencias de conservas son muy elevadas, superando los 600.000
cajones.

En el mes de junio, la faena ha disminuido a 90 mil vacunos y a 35 mil ovinos.

Acta 126 del 22 de agosto de 1958

Se autorizó la integración de Capital por 150 Millones de pesos.

Acta 45 Directorio del 9 de setiembre de 1958

Debido al bajo ingreso de animales y alto precio en el Mercado de Liniers, se aumentan


las compras directas en estancia, que han sumado 21 mil cabezas de vacunos en agosto
previo.

Las sumas contabilizadas a favor de CAP Londres acumulan 780.188 libras esterlinas,
distribuidas entre las empresas controladas –Smithfield y Sansinena- y CAP Londres.
Sobre esta base se solicitó retirar, al Banco con que se opera en Inglaterra, un total de
300 mil libras, pero este autorizó 140 mil libras.
487

Esta y otras necesidades financieras determinaron que se postergase el cumplimiento de


contratos de exportación y se comenzase a otorgar vacaciones al personal, a partir del
1º. De setiembre, con miras a que la mayor cantidad de trabajadores haga uso de
licencia en época de menor afluencia de ganado. También se suspende personal
transitorio y se trabaja en el mínimo de horas garantizadas de faena.

En agosto, se continúa la política de mayores compras directas en estancias y ésta


alcanza las 24 mil cabezas, mientras que son 45 mil las que se adquieren en Liniers.

Acta 130 del 17 de setiembre de 1958

Imasa, la fábrica de chacinados de CAP, con ingentes pérdidas, finalmente se cierra y


los materiales y maquinarias aprovechables se trasladan al sector “chanchería” de
Sansinena.

NR: Progresivamente se constituirá un listado de “bienes improductivos” que se


procede a liquidar, a fin de que dejen de generar pérdidas, dentro del cual se incluye este
caso.

Acta 131 del 26 de setiembre de 1958

Se unifica la “Administración de Carnicerías” con una economía de 73.700 pesos


mensuales. Esto significa un ahorro anual de casi 900 mil pesos anuales, lo cual alivia
las pérdidas del sector que acumularon 4,3 millones de pesos entre 1955 y 1956.

Sistemáticamente, por algunos meses se informará, al igual que en el acta presente,


sobre los resultados negativos que el precio de venta al público genera por cada kilo de
carne, habitualmente, aun cuando en escasos casos se observaron ganancias. Los casos
de los frigoríficos del interior son los más perdidosos, mientras que los ubicados en
Buenos Aires y alrededores tienen pérdidas menos sistemáticas, alternándose con
algunos casos de ganancias.

CAP Rosario, en el ámbito de las economías, desaloja un importante inmueble alquilado


en esa ciudad.

Acta 134 del 14 de octubre de 1958

Constan allí, nuevamente, los acuerdos de precios con los Intendentes de distintas
ciudades, Concordia y Comodoro Rivadavia, en este caso, sobre precios al público y
precios de hacienda.

Se prevé, entre octubre y febrero del siguiente año, que solo se venderán 1.500
toneladas de carnes congeladas.

NR: Este tipo de carnes se dirigen generalmente a la exportación y su escaso volumen


es indicativo de menores exportaciones.

Acta 47 Directorio del 8 de octubre de 1958


488

Con la Junta Nacional de Carnes se discute en torno de los sobreprecios que se pagan
actualmente por las haciendas respecto de los valores de tipificación y clasificación
oficial.

A fin de que se aumente la oferta de ganado en Liniers y tiendan a normalizarse los


pecios, se plantea aumentar los valores o precios fijados oficialmente.

Simultáneamente se plantea una suba de los valores comerciales reconocidos a las


empresas, de forma que las pérdidas por diferencia de precios resulten inferiores y sea
factible que el Fondo de Compensación pueda soportar quebrantos menores a los
actuales.

Acta 138 de noviembre de 1958

Se hace constar que las pérdidas de IMASA habían llegado a los 9 millones de pesos, lo
que justifica el cierre de este establecimiento.

Acta 51 Directorio, del 17 de diciembre de 1958

Por carta dirigida al Presidente Frondizi: “El directorio que me honro en presidir,
reunido en sesión extraordinaria en el día de la fecha ha resuelto hacer llegar a V.E. una
sugestión que a su juicio ofrece las mayores perspectivas de bien común. La CAP,
entidad representativa por excelencia de todos los productores de la ganadería de
nuestro país….ofrece al Poder Ejecutivo Nacional hacerse cargo de la explotación y
administración del frigorífico Nacional Lisandro de la Torre, en las condiciones que
oportunamente sean pactadas.”

En otra carta, dirigida al presidente de la JNC, el presidente de CAP plantea que la


legislación en vigencia es claramente contradictoria y esto impide el cierre del balance
de este año.

La comisión de estudios de nuevas plantas resuelve recomendar la instalación de un


frigorífico en Corrientes con una capacidad de faenamiento de 100 mil cabezas anuales,
con una línea de conserva para 400 cabezas diarias. También como establecimiento
accesorio a éste se plantea se instale en Formosa un frigorífico con cámara fría con una
capacidad de almacenamiento de una faena diaria de 600 vacunos.

También se presenta un informe en minoría del director señor Vita, representativo de la


zona ganadera, con apoyo de un representante de la Gobernación del Chaco y de otro
director, Bertolaccini, que sostiene la alternativa contraria, la de Puerto Vilellas.

1959

Acta 144 del 9 de enero de 1959


489

Se prevén exportar 24 mil toneladas de carne enfriada –chilled- a Gran Bretaña durante
el 2do. y 3er. Período de comercialización –febrero a abril de 1959-, lo cual permitiría
acceder a los elevados precios de ese mercado -480 dólares, la tonelada.

Acta 52 Directorio del 20 de enero de 1959

Se instrumenta un nuevo régimen para exportación e importación.

El régimen de cambios actual se revoca, resultando anulada la paridad oficial de 18


pesos, y se sustituye este régimen por un único y libre mercado de cambios.

Por el Decreto Ley 14802 del 14 de enero de 1959 se dispone también un gravamen del
3% sobre las exportaciones de ganado en pie, carnes vacunas y subproductos.

Dadas estas circunstancias, se adoptan medidas restrictivas sobre el funcionamiento del


frigorífico Yuquerí. Se anula la producción de conservas y se restringe la de congelados.

La faena de 700 a 800 cabezas diarias se reduce a 200 o 300 cabezas y se suspende al
50% del personal.

Se plantea, en general, que los establecimientos que agravan la situación de la empresa


son los establecimientos Yuquerí, Smithfield de Zarate e IMASA.

Esto se plantea en el marco de la Ley 14801 del 14 de enero de 1959 que anula la
posibilidad de que CAP cuente con aumentos de capital en su Capital Circulante,
restringiéndolos exclusivamente a la necesidad de incrementar el Capital Fijo.

Acta 146 del 22 de enero de 1959

Para el sector agropecuario, el gobierno ha establecido retenciones a los ingresos por


exportaciones de entre el 10 y 20%, lo cual incidiría sobre los ingresos de la CAP.
Asimismo, por la derogación del Decreto 5755/58 se suprimen los “valores
comerciales” y el régimen de compensación para los novillos N/T que tengan un destino
inferior como conserva. Esto último afecta directamente al Frigorífico Yuquerí.

Acta 148 de febrero de 1959

A fin de equilibrar –sin pérdida ni ganancias- la situación de Yuquerí, se tendrían que


despedir 670 obreros y 20 empleados. De un total de 2.416 ocupados se pasaría a 1.726.

La producción está compuesta por 1000 toneladas de carne congelada exportadas por
mes, 11 mil cajones de 12 latas de Corned Beef y 13.380 cajones de 24 latas, también
por mes.

Las carnes congeladas cotizan 410 dólares la tonelada y los cajones de corned beef
cotizaban 13 dólares en el primer caso y 23,50, en el segundo caso.

NR: los ingresos posibles con base en estos datos rondan los 700 mil dólares por mes.
490

El otro caso revisado es el del Frigorífico Smithfield. La mayor pérdida, en este caso,
corresponde a la producción de conservas, que se propone suprimir transitoriamente.

Ventas y faena mensual:

Chilled 10.000 cabezas, 500 us$/ ton

Congelado Reino Unido 500 cabezas, 440 dls/ton

Congelado alemán 3.150 cabezas, 440 dls./ton

Congelado Perú 350 cabezas, 420 dls/ton

Conserva vaca, 500 cabezas, 13 dls./ton

Consumo, 8.000 cabezas.

Producción

Chilled, 2655 ton/mes

Congelado, 956 ton/mes

Conservas, 15.000 cajones

Picadillo, 350.000 latas /mes.

En este frigorífico hay 3.653 personas ocupadas que debieran reducirse a 2.975 con una
disminución de 678 personas.

Acta 152 de marzo de 1959

Insistencia en el aumento de capital de 950 a 1.500 Millones de pesos. La inversión


física que debe ser realizada con este aumento de capital corresponde a:

Obras y equipamiento por 92,8 millones de pesos, contratadas en 1958.

Obras y equipamiento por 349,5 millones de pesos para 1959.

NR: Por Ley 14.801/59, artículo 4to, se ha restringido la utilización de fondos por parte
de la CAP, ya que allí se establece que los aumentos de capital sólo podrán destinarse a
inversiones físicas y no podrán implicar la administración de subsidios. Con esto se
limita la asignación de aumentos de capital solo a capital fijo, mientras que el capital
circulante debe resultar de la generación de fondos de la propia empresa.

Acta 156 del 10 de abril de 1959


491

Resultado del Balance de la CAP es de Pérdida para el año 1958, por 11,878 millones
de pesos de pérdida, de lo cual se desafectan 2,238 millones de pesos por seguros de
cambio aceptados por el Banco Central. La pérdida neta es de 9,6 millones de pesos.

Por otro lado, el despido de operarios está planteado para el Sansinena-La Negra en 404
personas.

Acta 55 Directorio del 14 de abril de 1959.

Las compras de ganado en Liniers suman 24.000 cabezas en marzo, verificándose que
en los últimos 6 meses se ha bajado a una máxima compra mensual de 30 mil cabezas,
en este mercado.

La faena se ha disminuido sensiblemente a 43 mil vacunos mensuales. Fuera de la faena


de ovinos en los frigoríficos de Río Grande y Puerto Deseado –donde la zafra anual
suma 140 mil cabezas-, se han faenado 20.000 ovinos en los restantes establecimientos.

Las exportaciones mensuales a mercados del continente europeo siguen algo


disminuidas, sumando 8.000 toneladas de vacunos entre Alemania e Italia,
principalmente, ya que suman 5.500 toneladas la primera y 2.300 la segunda. Grecia
continúa con 600 toneladas mensuales.

Perú contrajo sus importaciones en el último mes y se prevé una disminución de un 10%
en el tonelaje total al Reino Unido.

Las existencias de conservas cayeron drásticamente al ser vendidas a frigoríficos


norteamericanos para reventa en Estados Unidos. Las existencias solo suman 150.000
cajones.

Acta 158 del 5 de mayo de 1959

Dado que los aportes de la JNC no se han verificado oportunamente, la situación


financiera de la CAP resulta crítica. Por Decreto 5768, el Poder ejecutivo concede la
ampliación de capital a 1.500 millones de pesos.

En la Asamblea de Accionistas recientemente realizada quedó reflejada la intención de


responder favorablemente a la venta que el Estado realiza del Frigorífico Lisandro de
atorre –Frigorífico Nacional de la ciudad de Buenos Aires- con base en la disponibilidad
del Fondo de Desarrollo Ganadero.

NR: Hasta aquí no hay constancia sobre la razón que determinó la actitud favorable a la
compra de este frigorífico que presentaba muchas dificultades por su voluminoso
personal sindicalizado y la antigüedad de su equipamiento.

Acta 162 de junio de 1959


492

Integración de Capital por 210, 987 millones de pesos.

Se informa que la fijación de precios de los novillos se realizará semanalmente y al


arbitrio de la CAP.

NR: Dada la progresiva finalización de los precios de subsidio generalizados, que sólo
ha quedado para los novillos de exportación, así como la supresión de los “valores de
comercialización” -por la derogación de los decretos respectivos-, los precios que se
aplican ahora son independientes de los acuerdos de precios que anteriormente se
realizaban con Junta Nacional de Carnes.

Acta 169 de agosto de 1959

La CAP solicita al Eximbank 10 millones de dólares. Para equipamiento total de sus


diferentes plantas: Yuquerí, Río Grande, Puerto Deseado, La Negra, Cuatreros y
Smithfield.

Acta 60 Directorio del 11 de agosto de 1959

Se contabiliza una ganancia aproximada, a mediados de 1959, de aproximadamente 250


millones de pesos. Esto ha sido consecuencia de la venta de stocks que produjeron una
ganancia por ventas de 172 millones de pesos.

La situación actual, igualmente, no es favorable ya que el precio del kilo vivo de la


carne ha subido mucho y disminuido la rentabilidad de las exportaciones, a pesar de que
el dólar cotiza a 83$ en el mercado único de cambios.

Acta 174 del 17 de setiembre de 1959

Se realiza un convenio de adquisición del frigorífico de Puerto Vilelas, Provincia del


Chaco, Municipalidad de Resistencia. El costo de ésta es de 12 millones de pesos.

Acta 176 de octubre de 1959

Para absorber los excesos de hacienda en Liniers y mantener los precios, se determina
abrir una línea de producción de conservas en La Negra y Smithfield, lo que implica la
asignación de 50 o 60 trabajadores a tal fin.

Acta 182 del 13 de noviembre de 1959

Por Decreto 13.985 de 1959 se realizó la liquidación definitiva de la compensación de


quebrantos correspondiente al período entre 1946 y 1954, lo que ya había determinado
un giro anticipado en octubre de 1958 por 100 millones de pesos.

Acta 184 del 27 de noviembre de 1959


493

En orden a desarrollar la infraestructura y equipamiento de los distintos frigoríficos se


plantea la necesidad de elevar el capital autorizado a 5.000 millones de pesos.

Por Decreto presidencial los frigoríficos de Puerto Vilellas y de Villa Mercedes se


construirán por un total de 80 millones de pesos, a razón de 40 millones, cada uno.

Acta 187 del 17 de diciembre de 1959

Se ofrecen 339,7 millones de pesos por el Frigorífico Nacional, con un 10% en efectivo
y el resto financiado a 11 años, afectándose el Fondo de Defensa Ganadera.

Este es el resumen de un convenio que se califica de “desastroso”.

Al 30 de noviembre de 1959, momento de adjudicación del establecimiento a CAP, el


inventario y las instalaciones debieran encontrarse preservadas y el personal
correspondiente a esa fecha sería el único reconocido como perteneciente a CAP.

La salida a la venta del Lisandro de Latorre se inició con el Decreto 8439 del 14 de julio
de 1959 y conforme la ley 14.801.

N.R: el aumento de capital de 3.500 millones de pesos, solicitado, está justificado por
las obras de Puerto Vilelas, L. de Latorre y modernización de todas las fábricas.

Acta 190 del 30 de diciembre de 1959

El Informe Enero Noviembre 1959 sobre la evolución del mercado, en general, sostiene
que

En estos meses en relación con iguales meses de 1958, la disminución de la faena ha


sido de 24%, mientras que en la CAP lo hizo en un -35,5%. Producción y ventas
declinaron en un -16%, donde en un -11% lo hicieron congelados y enfriados, mientras
que en consumo y conservas la caída fue mayor.

Por otro lado, la prohibición de meses atrás de ingresar ovinos de Patagonia a los
Estados Unidos, por razones sanitarias, parece resultar irreversible.

1960

Acta de Directorio 69 del 12 de enero de 1960

El precio medio de la tonelada carne en el mercado de Smithfield, Inglaterra, es de 405


a 420 dls. La tonelada.

Frente a un costo de producción, en frigorífico, del novillo de $ 17,50 el kg., el precio


de comercialización es de 16, generándose un quebranto en la comercialización.

Una suba de precios en Londres que logre compensar el mayor costo de producción
resulta de un acuerdo de menores envíos a este mercado que, normalmente, significa
aumentar los precios allí. Esta medida la llevan a cabo CAP y restantes empresas.
494

Aparte de Puerto Vilelas, en la Provincia del Chaco, en 12 millones de pesos, se compra


una fábrica de pescado, Pescamar, en Mar del Plata, Pcia. Bs. As., por 3,4 millones de
pesos.

La integración de capital acordada por la Junta Nac. De Carnes es de 450 millones de


pesos, de los cuales se han entregado 210 millones y restan 240 millones de pesos.

Con Chile se acuerda la venta de entre 5000 a 10000 toneladas de carne vacuna, a razón
de 430 dls. La tonelada. INACO es la contraparte chilena, Instituto Nacional de
Comercio de Chile.

Acta 192 del 22 de enero de 1960

El Lisandro de la Torre se vende a la CAP en 378,720 millones de pesos – en un 10%


más que la propuesta original- por Decreto 458 del 15 de enero de 1960. Este frigorífico
contaba al 30 de noviembre de 1959 con 5.200 obreros y empleados.

Acta 193 del 4 de febrero de 1960

Se establece que en el 4to. Período de 1960 –entre 15 de abril y 2 de junio- se exportará


carne enfriada, chilled, 23 mil toneladas, congelados, 2.000 toneladas, lanares, 1800
toneladas y menudencias, 2.000 toneladas con destino al mercado de carnes de Londres.

La planta de Yuquerí que se encuentra cerrada desde fines de 1959 genera 8 millones de
pesos de pérdida al mes, pero su reapertura con 10 mil cabezas faenadas al mes
generaría 10 millones de pesos al mes de pérdida.

El detalle de la operación por Lisandro de la Torre es el siguiente:

Valor de los Edificios 479 Millones de pesos

Pasivos laborales -78,4 millones

Valores Títulos 4 Millones

Costo Servicios por

3 años, bonificados -8 Millones

Reservas Riesgos Prev. -17,88 mill.

Suma 378,720 Millones

Inversiones previstas por CAP por 800 Millones entre 1960 y 1963.

Pagos de 270 millones a la posesión y 209 millones al año siguiente, con un total de 479
millones de pesos.
495

Entre 800 millones previstos y 479 millones de pagos, resulta en 321 millones de
inversiones netas.

Hasta la fecha, respecto del capital anterior de 950 millones sumado a aportes por 343,2
millones de pesos se llega a casi 1.300 millones integrados, con lo cual restan 203,8
millones de pesos para integrarse al capital total de 1.500 millones.

El plan actual de Inversiones entre 1960 y 1963 totaliza 1.786 millones de pesos,
desagregado de esta forma:

Fábricas CAP, 781 millones pesos;

Lisandro de la Torre, 800 millones de pesos;

CAP Vilelas, 105 millones de pesos;

Otros, 100 millones de pesos.

Conforme estas previsiones, se solicita transferir 1936 millones de pesos.

Acta de directorio 70 del 9 de febrero de 1960

Las necesidades financieras se desagregan:

600 millones de pesos para disponer mayor capital circulante.

700 millones por aumentos de costos –salariales entre ellos, principalmente-.

800 millones para cubrir la compra del Frigorífico de La Torre -480 por su compra más
320 por mejoras-.

Esto suma 2.300 millones de pesos. En consecuencia, la Asamblea Extraordinaria de


accionistas del 11 de enero de 1960 solicitó un aumento del capital a 5000 millones de
pesos. Esto cuenta con la aprobación y el apoyo del Presidente de la Junta Nacional de
Carnes, Alfredo Peralta Ramos.

El pago del Lisandro de la Torre estaba planteado realizarse en un total de 11 cuotas


anuales, pero luego de un 10% de contado, las restantes cuotas se abonan con un 7% de
interés anual, luego de que inicialmente se ofreciese no aplicar intereses. Por tanto,
ahora se propone completar el pago total en marzo de 1961.

Los frigoríficos extranjeros solicitan a la Junta Nacional de Carnes, lo siguiente:

Eliminación del 8% del Impuesto a las ventas;

Del 3% del Impuesto para la defensa del novillo;

Del 10% de las retenciones a las exportaciones.


496

Con precios elevados del ganado y estos impuestos, la exportación se debía realizar a
pérdida. La medida de reducción de exportaciones a Londres, determinó el aumento de
precios allí, aumentando la rentabilidad, pero un traslado parcial de estos mayores
precios al mercado interno, determinó la caída del consumo interno.

Acta 197 de 3 de marzo de 1960

Entre 1959 y 1960 se ha observado disminución de las exportaciones, una menor


producción y un aumento de demanda de los consumidores, dado el incremento salarial
de inicios de 1959.

Al finalizar 1958, los cambios ocurridos en la estructura económica fueron


determinantes de un primer semestre de utilidades en 1959, pero en el segundo semestre
el aumento de la inflación llevó a CAP a tener pérdidas totales de 185 millones de
pesos.

Acta de Directorio 71 del 8 de marzo de 1960.

Las compras en Liniers alcanzan los 30 mil vacunos, lo cual significa una caída sobre la
media de 40.000 mensuales que se registraban normalmente, entre 1957 y 1958. En
ovinos, las compras son de 20.000.

NR: este es un primer indicador de una tendencia bajista en las compras de vacunos por
la CAP. Dado que 1960 resultó un buen año para la compra de ovinos es posible que
esta tendencia no se repitiese en este otro caso.

Por el Decreto 1786 del 16 de febrero de 1960 se aprueba el aumento de capital a 5000
millones de pesos. Se integran 2000 millones de pesos para el plan de inversiones.

Respecto de la situación económica financiera, los precios de Londres alcanzan los 500
dls. La tonelada y mejora la rentabilidad de las exportaciones.

A excepción de Italia –con poca cantidad, igualmente-, los restantes mercados se


muestran paralizados.

En razón de esta disminución de la demanda internacional, se plantea una reducción de


las faenas en los principales frigoríficos de CAP.

La faena de chilled debiera insumir 7500 cabezas, mensualmente, en La Negra y 7500


en Smithfield. Así, se bajaría la faena desde 12700 y 10900 cabezas, respectivamente,
que se realizaba hasta ese momento.

Esto significa 6750 toneladas de animales vivos de los cuales 4000 toneladas quedarían
para exportación.

Faena de congelados Reino Unido se llevaría a 1000 cabezas mensuales, a razón de 500
por cada frigorífico. Esto significa 450 toneladas de animales vivos, de las cuales 250
serían dedicadas a exportación.
497

El congelado alemán con 4000 cabezas entre los dos establecimientos, determina 1760
toneladas de animales vivos y 525 para exportación.

En conservas, estos frigoríficos llevarían la faena a 6000 cabezas y en tipo consumo a


15000 cabezas.

La faena de estos frigoríficos se reduciría a 41.000 cabezas en lugar de las 52.000 que
anteriormente se realizaban.

Por su parte, el Yuquerí debería faenar 10.000 cabezas mensuales. El Cuatreros 4800
vacunos, en total.

Acta de Directorio 73 del 12 de abril de 1960

Los resultados económicos adversos del establecimiento Smithfield determinan la


necesidad de reducir personal, adecuándolo a los menores volúmenes de faena,
prescindiendo de 820 personas, 425 obreros y empleados, por un lado, y 395 del
personal temporario.

Se cuenta, actualmente, con tan solo 190 millones de pesos, equivalente a la diferencia
entre los fondos entregados por la Junta Nacional de Carnes, desde la sanción de la ley
14801, en enero de 1959, y los fondos realmente invertidos por CAP en los destinos
previstos. Esta escasez de financiamiento ha sido, en parte, determinante de la pérdida
del ejercicio de 120 millones de pesos.

En el Frigorífico Lisandro de la Torre, 1300 personas, 450 mensualizados y 850


jornaleros, optaron por la indemnización del retiro voluntario implementado.

En el primer mes de funcionamiento, bajo control de la CAP, la faena alcanzó los


85.000 vacunos, a razón de 3.500 cabezas diarias. Gran parte de esa faena, como
habitualmente ocurría, fue realizada con destino a terceros, ya que la CAP tiene su faena
centralizada en sus propios establecimientos.

Acta 208 del 27 de mayo de 1960

Se depositaron 270 millones de pesos a plazo fijo, en un total de transferencia por Junta
de Carnes desde principios de año hasta esta fecha.

Acta del directorio 75 del 10 de junio de 1960

Con base en las obras en ejecución, 366 millones de pesos fueron transferidos por la
Junta Nacional de Carnes. Desde junio 1959 se entregaron 1.020 millones, de lo que
debieron aplicarse 390 millones de pesos para pagar obras realizadas y los restantes 600
millones de pesos se colocaron en depósitos a plazo fijo. Con la garantía de este
depósito se obtuvieron préstamos equivalentes para generar capital circulante.

Acta 211 del 23 de junio de 1960


498

En el séptimo período, correspondiente a setiembre y octubre, las exportaciones a


Inglaterra totalizan 20.000 toneladas entre chilled y congelados, ovinos por 2.500 y
menudencias por 1.200 toneladas.

Acta 213 del 7 de julio de 1960

Se solicita a la Junta Nacional de Carnes de hacer uso de la modalidad “a fijar precio”


en la compra directa en estancias.

La ley 14.801, en su artículo 4to., inciso b, expresa: “prohíbese la aplicación de fondos


para sufragar déficit financieros, subsidios y todo otro débito imputable al
desenvolvimiento comercial de las entidades”.

Este caso se produciría al fijar valores de compra superiores a los que se pueden realizar
en mercado abierto. Dado que Liniers fija los precios en mercado abierto y ésta es la
referencia para los precios de exportación y estancias, tal situación no se verificaría en
estos casos.

No obstante, tanto en este sentido como en el de restringir la libre asignación del capital
de CAP, cuando se lo destina exclusivamente a capital fijo, también se solicita la
derogación de esta norma.

Acta de directorio 77 del 12 de julio de 1960

La Junta Nacional de Carnes solicita a la CAP se haga cargo de la construcción del


frigorífico de Villa Mercedes, provincia de San Luis.

Respecto de la situación financiera, se informa de la eliminación del impuesto a la


defensa del novillo, por 3%, pero del impuesto a las ventas por un 8%, queda una tasa
final del 4%. La disponibilidad financiera alcanza a los 700 millones de pesos, pero las
pérdidas, a este momento, suman 230 millones de pesos.

Por su parte, las faenas y las compras de ganado muestran una recuperación.

La faena total del mes de junio fue de 70.000 vacunos y las compras de 40.000

La Negra faena más de 25000 cabezas, mientras Smithfield y Yuquerí lo hacen por 18
mil cabezas. Por L. de la Torre ya se faenan 5000 cabezas.

Las compras de ovinos se mantienen –por un total de 22 mil cabezas-, mientras la faena
alcanza las 28.000 cabezas, ya que a los 16 mil de La Negra y 4 mil de Cuatreros, se
suman 8 mil de L. de la Torre.

La gerencia financiera –Del Río- informa que debido a la “zafra” de los frigoríficos del
sur se ha debido invertir 580 millones de pesos en existencias, hasta tanto esta
producción se comercialice. De los 900 millones de pesos recibidos este año, entonces,
este monto se debió deducir para aplicarlo a estas mayores existencias. El resto ha sido
499

colocado en depósitos bancarios, a fin de obtener 400 millones en préstamos bancarios


garantizados por estos depósitos.

Si se cuenta que con estos fondos se deben financiar las pérdidas por 230 millones de
pesos, los fondos disponibles finales son notablemente reducidos.

Respecto de la difícil situación, el director Jorge Campion, expresa que ni con la visita
del presidente Frondizi a Alemania ha sido posible reabrir la importación de carnes
congeladas por parte de este país. Tampoco parece que las retenciones del 10% vayan a
ser suprimidas.

El frigorífico Smithfield debe ser cerrado porque su funcionamiento es una continua


generación de pérdidas insoportables.

Otro director, Firpo, manifiesta que son los frigoríficos extranjeros los que impulsaron
esta reforma que deja a CAP, sin liquidez y obliga a que cierre parcialmente el
funcionamiento de sus frigoríficos, como el Yuquerí que desborda de stocks
acumulados y debe dejar de producir hasta que liquide estos stocks.

El Gerente Comercial aduce que el cierre total de Smithfield llevaría a la


discontinuación de la producción de Corned Beef de 7 onzas y de 4 libras que ningún
otro elabora.

Campion agrega que las políticas del mercado común europeo hacen que, en la práctica,
el único mercado subsistente sea el inglés. El cierre de un frigorífico no va a generar un
problema social de tal dimensión que conmueva al gobierno, tampoco. La industria
frigorífica central ya ha despedido 7 mil obreros y frente al problema reciente del
establecimiento La Blanca, la Junta de Carnes ha sido clara: “el que no pueda funcionar,
que cierre”.

El chilled no puede ser totalmente producido por el frigorífico La Negra, según la


Gerencia de Industrialización – señor Beade. Actualmente 300 cabezas se faenan en
éste y 300, en el Smithfield, pero si la demanda aumenta hasta 800 cabezas diarias, por
compromisos de embarque, el aporte de este último se torna imprescindible. Sin este
aporte, el máximo de cabezas por período de exportación estaría en las 23 mil cabezas.

Igualmente, dado que la conserva es lo crítico en este frigorífico, podría suprimirse la


playa de faena, la matanza se realizaría en el L. de la Torre y aquí llegarían las reses
para hacer conserva.

Campion agrega que a mediados del año pasado –junio de 1959- CAP había generado
800 millones de pesos de ganancia y esto se destinó a elevar los precios ganaderos, pero
esto fue un error porque si hubiésemos sido previsores, no hubiésemos llegado a esta
situación.
500

Pasando al caso del Yuquerí, según el Gerente Financiero, Del Río, la producción de
carnes congeladas se puede abandonar allí y encargársela al L. de la Torre. Este
frigorífico puede paralizarse temporalmente y reiniciar su faena con la mayor afluencia
de ganado, a fin de hacer corned beef de 6 libras. Estados Unidos adquiere normalmente
esta producción y es un destino que justifica la producción del Yuquerí.

A diferencia del Smithfield, donde hay escasez de hacienda en la zona, este otro tiene
relativa abundancia pero la carne congelada que produce no tiene suficiente demanda.
Habría que paralizarlo hasta diciembre. La “zafra” comienza en enero y se reactiva
totalmente.

Según la gerencia industrial, hay 200 supervisores, 150 empleados y 217 obreros. En la
“zafra” participan 1.300 personas que hacen su trabajo y se van cuando lo terminan. En
una paralización por los meses que no son de zafra se puede pagar un sueldo restringido
y una suspensión total o parcial en las tareas.

Respecto del Frigorífico L. de la Torre, se sostiene que el personal tenía un régimen de


empleado público, ya que hubiese o no faena, los sueldos se pagaban por 8 horas de
trabajo.

En la industria, hay una garantía horaria de trabajo que lleva el sueldo a un mínimo
cuando la faena se reduce, pero esto comenzará cuando el personal firme el convenio de
trabajadores de la industria frigorífica. Mientras tanto, seguirá el anterior régimen
salarial que puede originar pérdidas de producción.

Respecto del Frigorífico Cuatreros de Bahía Blanca, la gerencia comercial sostiene que
tiene la posibilidad de abastecer a buena parte de la Patagonia. Aunque tiene problemas
de abastecimiento en su propia zona, ya que hay matarifes que compiten por los ovinos,
tanto Comodoro Rivadavia con población creciente aparte de Bahía Blanca y otras
ciudades patagónica pueden ser destino de su producción. También puede producir
vacunos sin mayores inconvenientes para abastecer estos mercados.

Las pérdidas que acumulan los frigoríficos hasta mediados de año son de 75 millones de
pesos entre La Negra y Cuatreros, pero La Negra compensa sus pérdidas con las
ganancias de CAP Londres, su principal destino de producción, resultado no
contabilizado totalmente.

Ésta última llegaría a contar con un beneficio neto de 4,5 millones de pesos, se estima.

El Yuquerí de Concordia tiene 59 millones de pesos de pérdida y el Smithfield, 50


millones. CAP Perú funciona con pérdidas debido a que las 600 toneladas en cámara se
venden muy lentamente.

La pérdida total sería de 195 millones de pesos.


501

En resumen, Smithfield seguiría trabajando conservas, cueros y carnes kosher. El


Yuquerí quedaría paralizado hasta fin de año, reduciendo pérdidas. Cuatreros generaría
una pérdida similar tanto si se paraliza como si continúa trabajando. Aumentaría su
producción de vacunos y de chacinados, debido al bajo precio del porcino. Respecto de
las instalaciones de Rosario que se han debido incorporar recientemente, se plantea una
total reducción de personal, sobredimensionado por prebendas políticas, y la venta de
dos edificios. En la administración central, se abre un registro de retiro voluntario de
empleados.

Respecto de la situación financiera, se establece el endeudamiento externo de las


compañías radicadas en Londres y pertenecientes a CAP por un total de 1 millón de
libras esterlinas -250 mil de Sansinena, 250 mil de Smithfield y 500 mil de CAP-. El
costo financiero mensual es de 5 millones de pesos o, anualmente, 60 millones de pesos.

NR: esta sesión del directorio se realizó a través de distintas reuniones y se cerró en la
última, del 28 de julio de 1960. Intervinieron también Gabriel Perren, Alvarez Fourcade
y Carlos Guerrero.

Acta 78 Directorio del 4 de agosto de 1960

Con Alemania hay graves dificultades y Frondizi amenazó discontinuar importaciones


de equipos alemanes si Alemania continuaba privilegiando en sus compras a Australia y
Nueva Zelandia, abandonando las compras de carne a Argentina.

Se cursaron 1.100 telegramas de despido a Smithfield.

Yuquerí abrió el registro de retiro voluntario y se plantea pagar el 70% del sueldo a
personal suspendido.

Buena parte del personal de Rosario -14 personas- fue despedido.

Acta 215 del 2 de agosto de 1960

La CAP realiza un acuerdo con “Vinos Sergi” por el cual ésta pasa a representar, vender
y distribuir este producto.

Acta 219 de agosto de 1960

Tratativas de exportaciones a Uruguay por cuartos delanteros a 340 dls./ton o carne


compensada con un porcentaje de vacas a 420 dls/ton.

Acta 79 del Directorio del 25 de agosto de 1960

El Ministerio de Trabajo intima la reincorporación de los despedidos, aunque de las


2000 personas despedidas solo 300 han rechazado la indemnización. El establecimiento
fue tomado por el personal, pero con el correr de los días éste volvió a la normalidad.
502

La construcción del frigorífico de Villa Mercedes es aceptada por la CAP, a cambio de


que se deje sin efecto la medida de restricción al capital circulante de la Ley 14801. La
Junta Nacional de Carnes solicitó, entonces, a la Secretaría de Agricultura la
modificación de esta ley en este sentido.

Acta 224 del 29 de setiembre de 1960

Los precios de ovejas en distintas categorías van de 22 pesos a 30 pesos por kilogramo
limpio.

Los Regímenes de quebrantos del Decreto 7913/55 y anteriores 5429/57 y 5755/58


generaron una liquidación de las deudas derivadas de estos que se establecieron
finalmente por Decretos 11533/34/35 y que tienen aplicación sobre los resultados de la
industria frigorífica entre el 1ro. De enero de 1955 y el 31 de diciembre de 1958.

Las representaciones de CAP en Europa se amplían para cubrir dos mercados


importantes adicionales al histórico de Londres, el de Alemania y el de Italia.

Acta 229 del 21 de octubre de 1960

El convenio con la Municipalidad de Resistencia consta de las siguientes disposiciones:

Se fijará como único matadero a Puerto Vilelas.

Se prohibirá la introducción de carne de cualquier otra procedencia.

El precio será el fijado por CAP, al que se le agregará 1,50$/ kg., que será destinado a la
Municipalidad.

NR: así como se acostumbra en otros establecimientos –Lisandro de la Torre y Yuquerí-


aquí hay un sistema usuarios, consistente en que terceros puedan faenar sus cabezas de
ganado mediante el pago de un canon por uso de las instalaciones.

Acta 231 del 3 de noviembre de 1960

Los volúmenes de exportación para el 2do. período comercial en Londres -14 de enero
al 13 marzo de 1961- consiste en 28 mil toneladas de carne vacuna enfriada y 1000
toneladas de congeladas, 3500 toneladas de cordero y 1500 de menudencias.

Acta de directorio del 8 de noviembre de 1960.

Estadísticas de compras y producción:

Compras

Sansinena (La Negra y Cuatreros)

194.00 cabezas de vacunos; 28.923 ovinos; 9.074 porcinos


503

Smithfield 3.946 cabezas vacunos; L. de la Torre, 8.767 vacunos; 2.454 ovinos.

Faena

Smithfield, 7.404 vacunos; La Negra, 26.984 vacunos; Ovinos, 26.850; Porcinos, 9.296.

Exportaciones a Inglaterra, 1ero. a 8vo. Período 1960

Vacunos, enfriados Total: 184.350. CAP: 45.389 toneladas.

Vacunos, Congelados Total 13.710 CAP: 3.600 toneladas.

Ovino, Congelado Total 22.150 CAP: 6.700 toneladas.

Menudencias Total 15.419 CAP: 3.600 toneladas.

NR: La mayor actividad en ovinos se debe a que la cuota de CAP de exportación a


Inglaterra alcanza a 2.100 toneladas en este período. A 60 cabezas la tonelada se
necesitan 120000 ovinos faenadas en el primer período.

La pérdida a setiembre de 1960 es de 200 millones de pesos, pero la situación financiera


se ha recompuesto, debido a que por ley –llamado proyecto Malacorto, por estar
inspirado por el secretario de Agricultura y tradicional auditor de los balances de la
CAP- se le otorgaron 500 millones de pesos a CAP para cubrir sus necesidades de
capital circulante.

Acta 233 del 11 de noviembre de 1960

Restricciones de carnes argentinas a Bélgica por fiebre aftosa afectan las exportaciones.

Acta 237 del 10 de diciembre de 1960

En los preparativos de una misión comercial a Estados Unidos con participación de los
frigoríficos exportadores, se plantean una serie de problemas en el comercio de carnes
con este país. Uno de ellos es la introducción de ovinos de la Patagonia, prohibida por
los organismos de sanidad animal de ese país. Otro es la tentativa de instalación de un
frigorífico regional de capital americano, en lo cual se encuentra interesado
International Packers Limited, cuyo presidente Thomas Taylor resulta ser interlocutor
ya contactado por dirigentes del sector ganadero.

Esta persona estaría haciendo lobby a favor de Argentina tanto en el problema de los
ovinos como también en la introducción de carnes “curadas”. Eso se facilitaría por la
creación de un puerto libre en Nueva Orleans. En este contexto, el Secretario de
Agricultura y Ganadería es el titular del estudio contable de la CAP, desde su creación,
Ernesto Malacortto. El rechazo a la radicación del frigorífico americano divide a los
directores de CAP, generando un fuerte enfrentamiento entre los consejeros Martín y
504

Campion. Tiempo después de esta situación ambos dejarán de integrar el Consejo de


Administración.

Acta 91 del Directorio del 22 de diciembre de 1960

La opinión de CAP frente a la Cámara de Senadores y el Proyecto “Malacorto” fue


sostener “que su intención era modificar la ley l4801, pero que respecto a este proyecto
no podían impedir su sanción”.

1961

Acta 92 del Directorio del 10 de enero de 1961

En opinión del director Campion, entre 1958 y 1959 las cosas cambiaron terriblemente
por la notable devaluación y la espiral inflacionaria. En 1958 CAP adquirió 1,1 millones
de cabezas vacunas y una inversión de 1700 millones de pesos. El proceso inflacionario
le obligó en el año 1959 a adquirir 740 mil cabezas vacunas, prácticamente un 40% de
reducción pero hubo que abonar 4200 millones de pesos, o sea dos veces y media más
que en el año 1958. Esta diferencia extraordinaria en el capital circulante es lo que ha
llevado a la grave situación financiera que está sufriendo CAP.

“Es sintomático que la aprobación de la ley 14801 que nos privó de tener suficiente
capital circulante se produjo cuando el presidente Frondizi se encontraba con el
presidente de International Packers, Thomas Taylor, con el cual se hicieron distintas
tratativas relativas al sector de las carnes.”

Luego apareció el proyecto Malacortto, dirigido a aliviar las carencias financieras que
originó la ley 14801, mediante una transferencia de 500 millones de pesos.
Recientemente, cuando del Presidente de CAP, Busquet Serra, se reunió con el
presidente Frondizi para entregarle un documento referido a la situación de la CAP y a
la necesidad de modificar la ley 14801, él lo acusó de que el directorio de la CAP
presionaba a los senadores en contra de la aprobación del proyecto Malacortto. Así,
expresó que se iba a “necesitar una comisión investigadora de la CAP” para saber cuál
es el monto de capital circulante que realmente se necesita. Correctamente, nuestro
presidente respondió que el Directorio de la CAP, formalmente, - ya que esto no obsta
que algunos directores, a título personal, se hayan encontrado con senadores- no tomó
ninguna posición frente a este proyecto y el Senado.

Simplemente, quedó expresado que la CAP no podía impedir la sanción de este


proyecto.

Creo que, lamentablemente, el Presidente Frondizi está convencido de que la Junta de


Carnes y la CAP hacen un uso descontrolado de los fondos con que cuentan y es por eso
505

que la ley 14801 ha venido a limitar el uso de estos fondos y solo ha aliviado su
desfinanciamiento con este proyecto Malacortto.

El director Mathet, dirigente de CARBAP –confederación rural de la provincia de


Buenos Aires y La Pampa-, expresa, por su parte, que mientras, en el pasado, las
compras de ganado estaban limitadas por la capacidad de las cámaras de frío, cuando
inundaciones, sequías u otras adversidades, así lo demandaban, hoy, la limitada
capacidad de unas finanzas restringidas es todo lo que se le puede ofrecer al ganadero.

En otro orden de cosas, se divulgan los adelantos tecnológicos de la industria en Estados


Unidos y Europa. El sistema Can Pack pemite operar totalmente con una noria en una
velocidad de 2 animales, por hombre hora. En CAP la velocidad es de un 1 animal por
hombre hora. La escala total de este sistema es de 140 reses por hora. Esto significa una
disminución de costos y humanización de trabajo.

“Hide puller”: una sola persona realiza la operación de “matadero” a una velocidad de
hasta 140 animales hora. Este método economiza alrededor de 6 a 8 personas.

En líneas de conserva, las nuevas tecnologías permitirían duplicar la productividad de


125 a 250 latas de Corned Beef por minuto, en nuestro caso. Otro caso es el descarne
mecánico de cueros vacunos. Es importante también resaltar el avance notable de
fábricas de alimentos balanceados, donde sangre y otros derivados de carnes se mezclan
con granos molidos, minerales y sales.

Acta 245 del 2 de febrero de 1961

Las exportaciones de chilled –carne enfriada- al Reino Unido en el 4to. Período –de
mediados de abril al 2 de junio de 1961- asciende a 22.000 toneladas, con 500 toneladas
de congeladas y 1.500 de ovinos.

NR: la equivalencia entre una tonelada de carne y cabezas de ganado vacuno es de


aproximadamente 3 ó 4 cabezas por tonelada. La exportación anual, que se estima se
alcanza, parte de un mínimo de 50.000 toneladas, con lo cual no menos de 200.000
cabezas deben ser faenadas con esta finalidad, lo cual significa una parte considerable
de la faena anual ya que ésta ronda, como mínimo, 900.000 cabezas, según los informes
de 1955 y 1956, aunque todo indica que las restricciones en el capital circulante desde
1959 han reducido las compras y el procesamiento de animales.

Acta 251 de 2 de marzo de 1961

Los créditos en cuenta corriente de los que se da cuenta suman aproximadamente 70


millones de pesos, distribuidos entre los principales bancos de plaza. La tasa de interés
es de aproximadamente el 10% anual.
506

NR: Si bien no se informa del estado financiero corriente, las restricciones en el capital
circulante hacen que se informe de la solución costosa a que se debe apelar para
superarlas.

Acta 253 del 10 de marzo de 1961

Se realiza la adquisición de una IBM 1410 cuyo valor es de 612.465 dolares ó 50,7
millones de pesos.

NR: el monto de la operación es importante si se compara con las compras de Puerto


Vilelas - por 12 millones de pesos- o Pescamar –cámaras frigoríficas de pescado en
puerto Mar del Plata- por 3,5 millones de pesos.

Acta 255 del 17 de marzo de 1961

Se entregó 250 millones de pesos desde la Junta de Carnes para aumento de capital.

Acta 257 de 30 de marzo de 1961

Se informa de pérdidas en porcinos por 3 millones de pesos en Febrero debido al alto


precio del porcino en Liniers, por lo que al aprovisionamiento se redirige a compras
directas.

Acta 258 del 4 de abril de 1961

Se entregan 150 millones de pesos para aumento de capital.

La liberación –por disposición del gobierno- de los precios de los alquileres determina
una aceleración del cierre de carnicerías.

Acta 97 del Directorio 12 de abril 1961

A pesar de las dificultades observadas en 1960, en 1961 se va observando una


recuperación de la faena de vacunos, ya que en el primer trimestre de 1961, ésta crece
en un 25%, alcanzando las 192 mil cabezas de vacunos, en el primer trimestre de 1961.

El total de producción de los frigoríficos extranjeros, también en 1961, se recupera


notablemente. Cuando la producción de estos, en vacunos, alcanzaba las 267.794
cabezas en el primer trimestre de 1960, en 1961, ésta llega a 370.200 vacunos. En
ovinos, se llega 397.867 cabezas frente a 317.745 en el primer trimestre de 1960.

Los totales de los grandes establecimientos –sumando CAP y frigoríficos extranjeros-


llega a 602.843 cabezas de vacunos en el primer trimestre de 1961, contra 519.630
cabezas en 1960.

En el caso de los ovinos, la producción se pasó de 370.198 en el primer trimestre de


1960 a 461.238 cabezas en igual período de 1961.
507

El total de compras de vacunos en Liniers partió de 735.665 vacunos en el primer


trimestre de 1960 para 903.765 cabezas en igual período de 1961. Esto revela un
crecimiento general de un 25% en las compras en este mercado.

NR: La retracción en la operatoria de principios de 1960 puede haber sido resultado de


los graves cambios ocurridos en 1959, ya que se devaluó el peso desde 18$ en 1958
hasta 75$ por dólar en 1959. Además, se aumentaron los salarios en un 60%.

Acta 102 del Directorio del 2 de junio de 1961

Se hace una previsión de la pérdida a que se llegaría en este año en alrededor de 400
millones de pesos. En 1960, la industria grande había perdido 600 millones de pesos. Se
calcula que por retenciones se pagaron 155 millones de pesos y por impuesto a las
ventas 55 millones de pesos, con lo que esto explica 210 millones de pesos del total de
esa pérdida.

En CAP, la mitad de la pérdida total actual -60 millones de pesos- la está generando
Smithfield, por 32 millones de pesos.

Acta 104 del Directorio del 11 de julio de 1961.

Las pérdidas de junio de 1961 son las siguientes:

Smithfield -10,658 millones de pesos

La Negra -13,995 “ “

Cuatreros +0,934 “ “

Yuquerí +1,200 “ “

L. de la Torre +0,815 “ “

Carnicerías -0,320 “ “

Transportes -0,760 “ “

Las pérdidas totalizan – 21,784 millones de pesos en el mes de junio, incluyendo otros
sectores con menores ganancias y pérdidas. Las mayores pérdidas se deben a los
resultados negativos derivados de la caída a 350 dólares la tonelada de chilled.

Smithfield de Zárate está todavía en 1500 empleados y se plantea inmediatamente una


reducción de 500 personas más.

Acta 274 del 24 junio de 1961


508

Luego de una exhaustiva auditoría realizada por la Junta Nacional de Carnes en la CAP
de Londres, donde se le explica a los auditores que las compañías europeas controladas
por CAP, Sansinena y Smithfield son las que operan comercial y financieramente en el
mercado inglés y francés –la primera es francesa- por su mayor tradición local, en este
sentido. Una fusión de ambas con CAP Londres es el objetivo a que se tiende sobre esta
base tripartita, pero para llegar a esto hay distintas cuestiones legales que lentamente se
van resolviendo.

La Junta de Carnes también preguntó sobre la disminución de los embarques a este


mercado y la respuesta se encuentra en una baja de precios y en las sequías de los
últimos tiempos que afectaron disponibilidad y precios de la materia prima local. Se
agrega que los gravámenes a exportaciones de productos y subproductos afectan
también la rentabilidad de éstas.

NR: el endeudamiento de las sucursales internacionales es una cuestión habitual ya que


los informes cuentan de una deuda de Smithfield de 600 mil libras y otro tanto se
revelará respecto de CAP Perú, de reciente creación.

Acta 276 del 20 de julio de 1961

En el diario La Nación aparecen expresiones del Directorio de CAP, pidiendo la baja de


las retenciones de los últimos dos años que afectan la rentabilidad de toda la industria
frigorífica.

La Incidencia de las retenciones, impuestos del INTA y a las actividades lucrativas son
de: 70,71 dólares sobre las carnes enfriadas; de 65,96 dólares y de 131,23 dólares sobre
la tonelada de corned beef.

La reducción de los volúmenes de exportación en el 6to. Período -15 de julio al 1º. De


setiembre- lleva a embarcar solo 9750 toneladas de carnes refrigeradas.

Acta 278 del 1º. De agosto de 1961

Dada la escasez de hacienda se reduce el total del 7mo. Período desde 18.000 toneladas
a 12.000 toneladas.

Acta 279 del 10 de agosto de 1961

El abaratamiento del consumo de carne se realizará con una participación directa en el


aprovisionamiento a las carnicerías de las “ferias municipales” de la ciudad de Buenos
Aires, donde los locales y personal no pertenecen a CAP.

Acta 282 del 31 de agosto de 1961

El Yuquerí de Concordia revela un notable exceso en los stocks que plantea la


alternativa de reducir su actividad y reemplazarla, en buena medida, por la producción y
comercialización desde CAP Rosario.
509

Los stocks en exceso resultan en:

49.000 cueros

3.660 toneladas de conservas

450 toneladas de grasas

920 toneladas de fertilizantes

En setiembre y octubre se hará posible la salida de stocks, llevando la faena a tan solo
900 cabezas mensuales, contra el mínimo de 10.000 del pasado. También entre octubre
y diciembre se suspenden 390 personas y se despiden 60 personas.

El matadero municipal de Rosario requiere una modernización para reducir sus elevados
costos actuales -197 pesos por res-. Las condiciones de su adquisición están descriptas
por 4,5 hectáreas de terreno, 20 años de exención de impuestos y se encuentra
totalmente libre de personal. En Rosario, el consumo es de 20 mil cabezas por mes o
1.000 diarias que se distribuyen actualmente:

Mataderos municipales, por 600.

Swift: 220

Otros: 80

CAP: 100.

Obras necesarias: Cámaras frías; 2 calderas; corrales para mayores faenas; edificios para
depósito. Estas obras insumirían 192 millones de pesos.

Acta 107 del 12 de setiembre de 1961.

Se informa sobre la situación del comercio exterior en Europa. Francia posee un


excedente de 200 mil toneladas de carne que está vendiendo a Inglaterra. También
vende hacienda en pie a Alemania y Checoeslovaquia.

La suma de 7 primeros meses de los resultados de CAP registra 140 millones de pesos
de pérdida.

Acta 108 del 10 de octubre de 1961

La Productiva, sociedad uruguaya vende y distribuye producción del Frigorífico del


Cerro (Ex frigorífico Artigas de Armour, norteamericano) tiene un cupo propio de
exportación a Inglaterra.

CAP Londres suma a su operatoria la venta en consignación de carnes de este origen.


510

También, el frigorífico Wilson, con un cupo de exportación de 6,1% al Reino Unido,


del cual en parte se hace cargo CAP.

Acta 285 del 28 de setiembre de 1961

Con Uruguay se establecen acuerdos con el frigorífico La Productiva para exportar


50.000 corderos a Londres, a través de la CAP, en reemplazo de Armour.

Se informa también que el séptimo y octavo período significarán 15 mil y 10,5 mil
toneladas respectivamente, debido a la escasez de haciendas. También se exporta 5.000
toneladas a Alemania, 2.000 a Portugal y 1.000 a Checoslovaquia.

NR: los frigoríficos exportadores uruguayos son el Anglo, Nacional, Cerro y la


Productiva.

Acta 288 del 13 de octubre de 1961

El Ministerio de Economía que ya había concedido a CAP un permiso de importación


de maquinarias por 5,5 millones de dólares, ahora amplía esta cuota a 12 millones de
dólares, en condiciones de exención arancelaria.

Acta 289 del 24 de octubre de 1961

De acuerdo al régimen establecido por el Decreto 9096/56 los quebrantos reconocidos


por el Estado en todo el período previo -1946/1954- significó:

CAP, 64,923 millones de pesos; Sansinena, 29,458 millones de pesos; Smithfield, 51


millones de pesos. Dado que sobre una suma total de 145 millones se habían adelantado
100 millones, restan percibir 45 millones de pesos, aproximadamente.

Acta 110 del directorio, 14 de noviembre de 1961.

Las pérdidas de octubre suman 37 millones de pesos, donde se destaca la pérdida de 23


millones de pesos de La Negra.

El problema financiero que a partir de este momento se plantea es la brecha entre la


zafra de fines de año y principios del siguiente y la producción y venta a posteriori, que
ocurre entre marzo y mediados del año siguiente.

Debido al incendio de la planta de Cuatreros, la reconstrucción demanda un plan de


obras que, se entiende, puede reducir su costo si se reduce la dimensión que tenía
originalmente la planta. La historia más reciente de faenas en Cuatreros muestra que en
agosto de 1956 la faena de vacunos alcanzó un pico de 475 cabezas diarias, por lo cual
la capacidad máxima se debiera situar en 900 cabezas diarias. En ovinos, el máximo se
alcanzó en noviembre de 1960 con un pico de 2.115 cabezas. Con una reserva de
capacidad, también, el máximo sería de 3500 cabezas diarias.
511

Este planteo alternativo genera una economía de 149 millones de pesos, llegando el total
a 376 millones de pesos, en lugar de 480 millones planteados originalmente.

Otro establecimiento con una disminución sensible es el de Puerto Vilelas, donde de un


presupuesto de 215 millones de pesos se pasa a 108 millones. Esto permite una faena de
500 vacunos diarios y una cámara de 600 toneladas.

1962

Acta 296 del 3 de enero de 1962

Los impuestos a las actividades lucrativas afectan las exportaciones y desde 1953 es
pagado bajo protesto. Sobre la base de un fallo judicial favorable al reclamo de un
exportador en el mismo sentido, se inicia reclamo judicial.

Acta de directorio 114 del 9 de enero de 1962

CAP se hizo cargo del 2 y medio por ciento que dejó vacante el frigorífico Wilson, en la
cuota de importación británica, al resultar paralizadas sus actividades.

Por su parte, dado que el IPL –International Packers Limited- de Chicago compró Swift
de Río de la Plata, Swift Londres compra carne a frigoríficos Monte Grande, San Pedro
y Vivoratá.

Swift Londres no tiene vínculo actual con la fábrica vendida a IPL y debe proveer las 78
sucursales con que cuenta en Inglaterra.

IPL reduciría sus exportaciones al Reino Unido, pero en las negociaciones con
Alemania se le otorgaría un 40% del total de la cuota, cuando históricamente le
correspondía un 33% a la CAP y ahora se le suman las cuotas que correspondían a sus
asociadas Sansinena y Smithfield, con lo cual llegaría su participación al 46%.

En Chile, Debido a un impuesto a las importaciones del 30% sobre carnes enfriadas o
chilled, a 430 u$s la tonelada será imposible continuar con las exportaciones.

Excepto Frigorífico Río Grande y Capmar, el resto de los sectores principales de CAP
generó pérdidas en noviembre de 1961 por 34 millones de pesos, mientras que en
diciembre se redujo a 13 millones.

Las pérdidas por exportaciones se redujeron hacia final de año, resultando las del chilled
Reino Unido de 1,3 millones de pesos. Los congelados fueron de 600 mil pesos y el
ovino se mantuvo igual, en 3,8 millones de pesos de pérdida.

Las deudas en dólares suman 3,3 millones sobre la plaza bancaria de Londres y en libras
esterlinas, por 500 mil, contra la casa Brandt.
512

Las compras en Liniers de 1961 por parte de CAP alcanzaron un valor menor al de 1960
y la participación en el total del mercado pasó de un 12% al 9%.

La reducción en las compras de Ovinos en Avellaneda fue mayor al pasarse de casi 170
mil cabezas a 144 mil cabezas, con solo un 5% de este total del mercado.

Las faenas de animales se incrementaron en un 10% en La Negra, prácticamente se


duplicó en Cuatreros, aumentó en un 50% en Yuquerí y en un 20% en L. de la Torre.
Smithfield cayó en un 30%, por su parte.

Acta 297 del 17 de enero de 1962

CAP compra a productores de ovinos chilenos sus exportaciones pactadas al Reino


Unido, a efectos de que estos aprovechen las ventajas comerciales y experiencia de la
CAP de Londres en este mercado.

Yuquerí inaugura un período de “zafra ganadera” en esta fecha de enero y eleva la faena
diaria a 500 cabezas. El destino es conservas y cortes tipo exportación a Perú.

El plan de obras que se plantea para este año incluye:

Guanahani –hilandería y tejeduría- por 277 millones de pesos.

San Rafael –productora de frutas secas regionales- por 87 millones de pesos.

Lisandro de la Torre, por 487 millones de pesos.

Pero también incluye reducción en las obras de los frigoríficos de Puerto Deseado, Río
Grande y CAPMAR que ya, originalmente, eran de montos inferiores.

Por la compra y modernización de CAP Rosario, la Junta Nacional de Carnes aprueba y


solicita del Poder Ejecutivo Nacional de 157,5 millones de pesos.

En base a un aporte de 156 millones de pesos solicitado a la Junta Nacional de Carnes,


se iniciaría la construcción del frigorífico de Villa Mercedes en la provincia de San
Luis.

Acta 116 del directorio, 13 de febrero de 1962

Smithfield generó 80 millones de pérdidas en 1961 y el total de ese año sumó más de
200 millones de pesos, con lo que se plantea el cierre definitivo de esta planta.

Humberto Volando, director y vicepresidente de CAP, reclama del gobierno una


devaluación y un fomento de la ganadería dentro de un gran plan de reactivación
agropecuaria.
513

Por otro lado, frente a la serie de dificultades que observa CAP, particularmente en los
últimos dos años, el director Humberto Volando, plantea un plan de transformación de
CAP.

Sostiene que si se produce una devaluación favorable a mayores exportaciones y la CAP


logra la recuperación del capital circulante que le fuera suprimido en enero de 1959, es
posible llevar a cabo un fomento del desarrollo de la ganadería dentro de un gran plan
de reactivación agropecuaria.

Dentro de la CAP se debe encarar un plan de austeridad que debe incluir el cierre del
frigorífico Smithfield y la racionalización de “chanchería”, puestos de venta de carne al
público y transporte fluvial.

Como medio para alcanzar resultados en este sentido, parece necesario entregar por
contrato a terceros, todos aquellos servicios donde esto sea factible: transporte, envases,
construcción de obras, faenamiento de haciendas, etc.

Acta 119 Directorio del 27 de abril de 1962

La JNC transfirió 261 millones de pesos en contrapartida de las obras civiles de la CAP.

Los tipos de cambio diferenciales entre carnes enfriadas –por retenciones a las
exportaciones- vacunas – a 82,5 pesos por dólar- y ovinos congelados y conservas a un
tipo de cambio superior –a 95 pesos por dólar- determinan pérdidas en el primer caso y
ganancias en este último.

Acta 304 del 22 de marzo de 1962

CAP Perú registra una ganancia de 209.986 de soles peruanos, aunque lleva acumuladas
pérdidas por 4,2 millones de soles desde su creación.

A Chile se exportan 300 toneladas mensuales, vía el Frigorífico Andino de la lindera


provincia de Mendoza.

Dado que los problemas financieros han venido multiplicándose, se insiste ante la Junta
de Carnes en la liquidación de 310 millones de pesos.

Acta 307 del 25 de abril de 1962

La Junta Nacional de Carnes liquida 261 millones de pesos a favor de CAP, advirtiendo
que se transfiere el saldo total disponible por el Fondo de Defensa de la Ganadería.

Esto determina un depósito a plazo fijo de 100 millones de pesos por 180 días, lo cual
facilita el otorgamiento de créditos en cuenta corriente que suman 180 millones de
pesos de parte de los Bancos Galicia e Internacional, con un costo financiero similar al
obtenido por el plazo fijo.
514

El presidente expresa su desazón por las licitaciones internacionales realizadas en Italia


y Grecia, donde Swift, Anglo y Armour de Argentina han ganado a CAP por un escaso
margen de menores precios en Cuartos traseros congelados, destinados al consumo de
las fuerzas armadas de esos países.

Informa también de las ventas realizadas por los locales de Zona Norte –Newcastle- y
Zona Sud –Portsmouth- de Londres. Entre los dos locales se venden 70 toneladas de
carne semanales, cantidad que aun siendo relativamente menor –aunque comparable a
las exportaciones a Chile y Perú, de menores precios- permite acceder a los buenos
precios de Londres.

Acta 316 del 26 de junio de 1962

Por Decreto 4660/62 se adjudican 157,6 millones de pesos a CAP para la construcción
del frigorífico de Rosario.

La integración de capital asciende a 3400 millones de pesos, por lo que restan 1600
millones para alcanzar el capital autorizado.

El convenio laboral que hace cesar los conflictos deriva en un aumento salarial del 80%.

Acta 317 del 6 de julio de 1962

Por el Decreto 6169/62 se establece que las operaciones externas que se negocien a un
tipo de cambio superior a 110$ por dólar deberán girar las diferencias a la Tesorería
General. Esto, en la práctica, significa una reimplantación de las retenciones de las
exportaciones, según el presidente de la CAP.

Acta 123 Directorio del 17 de julio de 1962

Se toma la decisión de cerrar el establecimiento de Smithfield.. Se sostiene que con La


Negra, considerada Planta Piloto, más el Frigorífico Lisandro de la Torre, resulta
suficiente como para atender el grueso de la demanda de consumo y exportaciones.
Smithfield aportaba el 35% de la producción de conservas, pero esto se podría reasignar
a Cuatreros de Bahía Blanca y frigoríficos del Norte – Yuquerí y Puerto Vilellas-.

En junio de 1962, en general, los resultados son positivos y las ganancias totales llegan
a 85,2 millones de pesos. Esto está impulsado por las ganancias de La Negra -48,9
millones de pesos-, Yuquerí -17,8 millones de pesos- y Lisandro de la Torre -12,965
millones de pesos-. Ya en mayo, las ganancias informadas eran de 70,7 millones de
pesos.

Por otra parte, las deudas bancarias sumaban 1.606,1 millones de pesos. Las
Disponibilidades, en tanto, suman, 519 millones de pesos.

Acta 124 Directorio del 19 de julio de 1962

Compras en Liniers en el primer semestre:


515

Total General 1962: 2.223.642 cabezas

Total general 1961: 1.883.944

Compras CAP 1962: 171.425 cabezas (7,7%) Compras CAP 1961: 193.396
(10,3%)

Compras Ovinos Avellaneda primer semestre:

Total General 1962: 2.047.305 cab.

Total general 1961: 1.830.341

Compras CAP 1962: 177.467 (8,6%) Compras CAP 1961:


122.696 (6,7%)

FAENA CAP 1962: 382.700 vacunos

FAENA CAP 1961: 399.600 vacunos.

FAENA CAP OVINOS 1962: 420.298 cabezas

FAENA CAP OVINOS 1961: 417.880 cabezas.

Ene-jun Ene-Jun
'62 '61

Vacunos Ovinos Vacunos Ovinos

CAP 382.717 264.500 399.625 233.363

Armour 144.200 345.765 127.100 436.300

La Blanca 110.400 261.900 95.700 83.400

Anglo 223.000 310.370 225.654 162.200

Swift La Plata 139.100 133.300

Swift Rosario 204.158 175.619

Wilson 48.900 34.350

Total
Frig.Extr. 820.877 917.956 806.300 716.230

Gualeguaychu 70.300 50.200

Vivoratá 23.200 25.560 3.989


516

Total general 1.297.100 1.182.475 1.281.666 953.582

En Julio, nuevamente, La Negra generó una ganancia de 36,3 millones de pesos, a lo


que se sumó la ganancia de Lisandro de la Torre, con 13,16 millones de pesos y otras
ganancias menores de los restantes frigoríficos. La ganancia de julio totalizó 51
millones de pesos.

Acta 321 del 16 de agosto de 1962

A los efectos de la Asamblea General Extraordinaria, la comisión Especial de


Delegados Accionistas produce el siguiente informe, sobre la liquidación de bienes
improductivos:

Venta terreno San Lorenzo, venta de unidades de transporte de sucursal Independencia


y venta del terreno de ésta. El valor de este terreno está en el orden de los 30 millones
de pesos. También serán vendidos transportes fluviales que dada la disminución de
saldos exportables exceden necesidades presentes y futuras Se vende el barco CAP
Yuquerí de 4 millones de pesos de valor y el CAP Zárate y el CAP de Tomaso de 10
millones de pesos, cada uno.

La venta de IMASA –fábrica de chacinados- significaría 60 millones de pesos por el


conjunto del establecimiento y 15 millones de pesos por el terreno. El establecimiento
cerrado tiene un costo de 1 millón setecientos mil pesos.

La especialización de Yuquerí, Puerto Deseado, Río Grande como establecimientos


zafreros determinan que las paralizaciones generen economías de 1,7 millones de pesos
anuales.

Acta 324 de setiembre de 1962

El sector de frigoríficos exportadores firma un acuerdo con el sindicato de la carnes, en


el que el aumento salarial está entre 27 y 35%. La patronal está constituida por CAP,
Swift La Plata, Frigorífico Anglo, Frigorífico Armour de La Plata, La Blanca Comercial
e Industrial, Liebig´s, Establecimientos Arg. Bovril.

NR: La enumeración de los integrantes del sector patronal es demostrativa de la


reducción y concentración de los frigoríficos respecto de un pasado de mayor diversidad
y número de establecimientos.

Acta 326 del 27 de setiembre de 1962

En la Asamblea Extraordinaria de Accionistas del 31 de agosto de 1962 se solicitó a la


Junta Nacional de Carnes un capital autorizado de 8 mil millones de pesos, con la
presencia de tres cuartas partes del total de delegados de accionistas y el voto favorable
517

de la mitad de los mismos. “Los fundamentos que justifican el aumento del capital
autorizado son la ejecución de obras y ampliación y modernización de plantas
industriales y el ajuste de los montos originales, por razones inflacionarias”.

Acta 327 del 10 de octubre de 1962

Según Resolución J 525 de la Junta Nacional de Carnes, se requiere lo siguiente:

Inversiones de capital en forma detallada con previsiones de sus etapas de evolución.

Las entregas de fondos serán parcializadas y solo en tanto el 90% de una etapa de obra
haya finalizado, se podrá acceder a fondos de una nueva etapa.

Acta 329 del 19 de octubre de 1962

El gobierno crea un impuesto de 5% a la producción de cereales, ganados y lanas.

La CAP responde con un plan consistente en lo siguiente:

Aumentos de 1,50 a 2 $ por kilo vivo de carne.

Rebajar los precios de la carne en venta al público en carnicerías de entre 4 y 10$ el


kilogramo. Bajar los precios a los carniceros en 2$ el kilogramo. Bajar el costo de faena
de usuarios en frigorífico Lisandro de la Torre.

Todo esto se llevará a cabo sobre la base de que:

El gobierno no grave con retenciones o cualquier otro tipo de medida cambiaria las
exportaciones.

Se produzca un ajuste del tipo de cambio conforme el aumento de precios internos.

Se sostenga la estabilización laboral y un aumento de productividad laboral luego de los


acuerdos salariales concretados.

Los precios de los novillos oscilen en un precio de entre 20 y 26$ según categorías.

Acta 330 del 26 de octubre de 1962

Se informa de una reunión con otras empresas frigoríficas para acordar las
exportaciones del 1er. y 2do. período. Se fija un piso de 25.000 toneladas con opción a
30.000, en el primero, y de 21.000 con opción a 28 mil, en el segundo.

Poco antes de iniciarse la zafra patagónica de 1963 se establecen los precios y


cantidades a faenarse, calculándose una pérdida de $1, 967 Millones de pesos que, no
obstante, se aprueba a favor de la promoción regional que esto significa.

Con todo, ante la mínima oferta de ovinos para faenar en Puerto Deseado no se abre la
zafra allí.
518

NR: por primera vez se explicitan los acuerdos de CAP con los otros frigoríficos
exportadores, cosa que seguramente facilitó sus exportaciones desde años atrás, luego
de que reiniciase sus actividades, nuevamente en manos de los productores ganaderos.

Acta 331 del 3 de noviembre de 1962

El Secretario de Agricultura, Gabriel Perren, felicita a la CAP por el “plan de octubre”,


ya que atiende los intereses del productor como del consumidor. El elogio lo realiza,
destacando que esto se planteó aun soportando las restricciones impuestas por la Ley
14801 de 1959 al libre manejo de los fondos por parte de la CAP. “Esto fue para
beneficiar a la empresa privada y aumentar la competencia, pero esto no sucedió.”

1963

Acta 132 Directorio del 15 de enero de 1963

Compras en Liniers, 1962 respecto de 1961

Compras del Mercado de Liniers

Vacunos, total general, 1962 4.354.032 cabezas


Grupo CAP, 1962: 386.485 (8,8%)

Total general, 1961 3.668.375 cabezas Grupo CAP,


1961 326.943 (6,9%)

FAENA TOTAL CAP, Vacunos, 1962: 724.066 Cabezas. FAENA CAP, 1961:
654.169 vacunos.

FAENA OVINOS, 1962: 486.900 cabezas

FAENA CAP OVINOS, 1961: 397mil cabezas

FAENA
TOTAL 1962 1961

VACUNOS OVINOS VACUNOS OVINOS

CAP 724.066 486.900 654.100 397.000

Armour 212.200 548.800 207.100 738.800

La Blanca 213.700 468.140 180.400 253.300

Anglo 367.500 497.246 369.400 381.783


519

Swift La Plata 217.115 238.441

Swift Rosario 329.550 68.560 327.036

Wilson 61.900 48.926 34.355

Total
Frig.Extr. 1.401.965 1.582.746 1.371.303 1.408.238

Gualeguaychú 147.300 115.635

Vivoratá 53.000 41.600

Total general 2.326.561 2001059 1.371.300 1408240

Entre 1958 y 1962 se exportaron, en total, 928.745 toneladas de carnes vacunas


enfriadas, chilled, a razón de un promedio anual aproximado de 230.000 toneladas.

En 1963 se prevé una exportación total de 170.00 toneladas y en 1964, de 200 mil
toneladas.

Acta 341 del 17 de enero de 1963

Se reclaman 110 millones de pesos para Rosario y 200 millones de pesos para CAP
Villa Mercedes, que ya se habían solicitado inicialmente en julio de 1962.

Acta 343 de febrero de 1963

La Junta Nacional de Carnes transfiere 60 millones de pesos “conforme los peritajes”


realizados en Rosario y Villa Mercedes. En respuesta, se amplía información para
revisar los costos auditados.

Se hace constar que los contratos y avances de estas obras suman para 1963, 295,8
millones de pesos para Villa Mercedes y 120,5 para Rosario.

La distribución de Vinos Sergi no tiene un buen avance, de forma que se realiza


publicidad con gastos de 3,5 Millones de pesos.

Acta 351 del 28 de marzo de 1963

La Junta Nacional de Carnes saldó el costo de obra de las actuales plantas por 231
millones de pesos y de Puerto Vilellas por 67,75 millones de pesos. Los 97,5 millones
de pesos de la obra de Rosario no se saldaron.

Acta 355 del 8 de mayo de 1963

Un memorándum del gobierno argentino al británico consigna que en 1963 se habían


acordado 180 mil toneladas de chilled y 23,5 miles de congelado. CAP entiende que ya
520

en el 4to. Período se han exportado ¾ partes del total anual, cuando han salido 127.000
toneladas, restando 53 mil toneladas.

El proteccionismo a la ganadería local y las compras a terceros países impiden el


aumento de exportaciones a este mercado.

NR: Es evidente que luego de un inicial abandono de las cuotas de exportación


argentina a Gran Bretaña se volvieron a acordar, aunque el cupo señalado no responde a
CAP, exclusivamente.

Acta de directorio 141 del 21 de mayo de 1963.

Entre enero y abril de 1963, la producción origina pérdidas de 200 millones de pesos.

Hay un aumento de stocks por la producción de las fábricas zafreras que operan,
invirtiendo en la compra de ganado y en la generación de stocks de carnes procesadas.
Estas compras e inversiones disminuyen la liquidez de la empresa.

Están establecidos los cupos de exportación, que rondan el 22,5% para CAP

Acta de directorio 142 – 18 de junio de 1963

Por decreto del Poder Ejecutivo se estableció cupo total de exportaciones estimado anual
180.000 toneladas, período 1963/64.

GRUPO I %

CAP SANSINENA SMITHFIELD 22,996

GUALEGUAYCHÚ 6,2439

WILSON 5,7111

ARMOUR LA PLATA/LABLANCA 19,434

SWIFT LA PLATA 21,919

ANGLO 19,66

GRUPO II

VIVORATÁ 2,12%

FRIGOR. MONTANA 1,009

FRIGOR. MTE. GRANDE 0,908


521

Acta de directorio 145 – 17 de julio de 1963

Faenas vacunos CAP

1962 La Negra Smithfield Yuquerí Cuatreros L. Torre TOTAL

Enero Junio 162383 44959 78700 50700 25250 361992

Prom. Mes 27064 7493 13117 8450 4208 60332

1963

Enero Junio 175090 96504 95300 50900 50326 468120

Prom. Mes 29182 16084 15883 8483 8388 78020

FAENA TOTAL DEL MERCADO DE FRIGORÍFICOS


CENTRALES

1963 1962

VACUN PORCIN
ENE JUN VACUNOS OVINOS PORCINO OS OVINOS O

CAP 519546 211900 12000 382700 264450 17300

ARMOUR 176950 344900 144200 345675

LA BLANCA 135150 283600 110300 261900

ANGLO 265600 89905 223000 310400

SWIFT LA
PLA 169900 139110

SWIFT ROSAR 234100 36000 204000 45000

TOTAL
EXTRANJ. 980800 718400 36000 820600 918000 62300

WILSON 87000

81528
GUALEGUAY
522

CHÚ

VIVORATÁ 27432

TOTAL
ARGENT. 195960

TOTAL
GENERAL 1696568 931862 48000 1297100 62500

EXPORTACIONES CAP AL REINO UNIDO - AL 14 DE JULIO DE 1963-


TONELADAS VACUNOS

CUPO SANSINE SMITHFIE % S


TOTAL NA LD CAP CUPO

ENFRIADO 126177 8829 8142 13800 30,8

CONGELADO 4680 331 303 1,154

OVINOS
CONG. 11050 948 809 3,327

MENUDENCI
AS 9660 683 631 2,342

Acta Directorio 149 del 4 de setiembre de 1963

Se advierte un exceso de oferta de novillos en Liniers, por un total de 40 mil cabezas, lo


cual es equivalente a 10 mil toneladas exportables. Esto posibilita la exportación de
4.000 toneladas de carnes congeladas al Reino Unido, 3.000 toneladas al continente y
3.000 toneladas de conservas.

Como esto redundará en fondos frescos para CAP, se sostiene que CAP Londres realice
adelantos financieros a CAP central para evitar el aumento de las necesidades de capital
circulante y la discusión de las autorizaciones necesarias para que estas necesidades
resulten finalmente cubiertas.

Acta 367 del 1ero. Agosto de 1963

Por Resolución 277 del 18 de julio de la Junta Nacional de Carnes transfiere 371,250
millones. Este saldo responde a la suma total de planes de obra y sumas anteriormente
transferidas por la Junta, todo de acuerdo al régimen establecido por el artículo 4to., Ley
14801.
523

Un estudio sobre las carnicerías de la CAP La Negra sostiene que sobre 135 carnicerías
se deben cerrar 50. Esto significa economías de 600 mil pesos mensuales.

Acta 368 del 2 de agosto de 1963

Por Decreto Ley 6397 del 31 de julio. “Visto que la modificación introducida al
régimen legal de carnes establecido del Decreto Ley 8509/56, en virtud del artículo 4to.
De la ley 14801 del 16 de enero de 1959, ha perpetuado una evidente contradicción a la
realidad económica; que ello resulta de la imposibilidad de constituir o incrementar el
capital circulante de las entidades creadas o a crearse a que se refiere el inciso k del
artículo 5to. Del Decreto Ley 8509/56 con fondos de la contribución establecida en el
inciso a) del artículo 6to. Del mismo Decreto Ley, ya que la modificación señalada se
limita exclusivamente a su inversión en bienes de activo fijo.

Art.1ero. Sustituyese el inciso b del artículo 4to. De la Ley 14.801 por el siguiente
inciso b: el 60% de la contribución del inciso a) del artículo 6to. En las entidades o a
crearse a que se refiere el inciso k del artículo quinto para ser utilizado por ellas como
capital circulante y/o en la adquisición de inmuebles, equipos, maquinarias herramientas
y todo otro rubro del activo fijo en la medida que lo requiere el cumplimiento del objeto
y fines contemplados en su creación. Las entidades interesadas deberán someter los
correspondientes planes de inversión de dichos recursos provenientes de este origen.
Pueden ser destinados por las entidades a que se refiere el inciso k del artículo 5to. A
capital circulante será determinado por la Junta Nacional de Carnes, teniendo en cuenta
los siguientes elementos de Juicio:

1ero. La magnitud de la inversión en activo fijo

2do. Los valores de materias primas y demás gastos de producción, comercialización y


distribución.

3ero. La velocidad de circulación de los bienes de cambio, de cobranza, de los créditos


acordados y de pago a los acreedores.

4to. En general, la dimensión económica de las entidades y el volumen de sus negocios.

La disposición de los fondos con el destino que se apruebe en cada caso será resultado
de la Junta Nacional de Carnes con el voto favorable de dos tercios de sus miembros y
la aprobación del Poder Ejecutivo. En tanto no se le diera destino a dichos fondos, la
JNC podrá invertirlos en títulos de la deuda pública o en depósitos bancarios a plazo
fijo. Queda absolutamente prohibido destinarlos al otorgamiento de subsidio o para
compensar enjugar o consolidar perdidas resultantes del desenvolvimiento comercial de
dichas empresas.

Acta 369 del 2 de setiembre de 1963


524

El exceso de ingresos de hacienda en Liniers, determinante de la caída de precios hace


necesario que la CAP intervenga con compras de 40 mil novillos equivalentes a 10 mil
toneladas.

Acta 377 del 7 de noviembre de 1963

Se otorgan 3 millones de dólares para inversión en cámaras frigoríficas para vender a


Chile, y en la Argentina, a Mendoza y San Juan. Esta inversión se anexará a las
inversiones en Villa Mercedes, San Luis.

Acta 382 del 7 de diciembre de 1963

Viaja un representante de CAP – adscripto Mónaco- a Estados Unidos y a Italia. En este


caso se perfeccionará la creación de una representación oficial, ya que es el segundo
destino más importante, luego de Reino Unido. Allí CAP se asociaría con los agentes
actuales y la firma Bidone de larga trayectoria en Italia, mediante una sociedad mixta
con 55% de participación de CAP y el resto a cargo de esta empresa italiana. En Estados
Unidos, el representante designado Heriberto McLoughlin, era el encargado de solicitar
disminución derechos importaciones de corned beef.

1964

Acta 155 Directorio del 21 de enero de 1964.

La discusión referida a la autorización de capital circulante, se revela en esta Acta,


cuando la Auditoría de la Junta Nacional de Carnes considera innecesario el aporte de
mayor capital circulante, conforme el balance del 31 de diciembre de 1962.

La CAP aportó un balance, a mediados de 1963, afirmando el estudio contable de CAP


que el capital circulante necesario es de 1.100 millones de pesos de capital circulante.

En razón de esta tesitura, el saldo a favor hasta llegar a la integración del capital
autorizado, de 720 millones de pesos resultaría insuficiente para cubrir el total de capital
circulante necesario.

En razón de esto, es necesario pasar de 5.000 a 8.000 millones de pesos de capital


autorizado.

Aquí se aclara que los préstamos que se le otorgan a CAP no son automáticamente
renovables sino que dependen de los depósitos en plazo fijo que ésta realice. Una vez
que se verifica el depósito, el banco amplía su crédito, pero de lo contrario presionará
por una cancelación parcial del préstamo anterior.
525

Si el crédito interno es insuficiente, se recurre al crédito en el extranjero, el que


generalmente está garantizado por los ingresos por exportaciones que habrá de percibir
CAP Londres. Estas exportaciones garantizan los créditos, los cuales caen si las
exportaciones se reducen o se suspenden.

En otro orden, la escasez de hacienda que ingresa a Liniers es determinante de


postergaciones de exportaciones, del 20% -800 toneladas- en el caso del Reino Unido.
En las exportaciones al continente, realizadas en base a acuerdos entre gobiernos, se
suspenden los embarques a Alemania, Francia y Polonia.

Conforme decreto del PEN 845/63 y resolución 53 de la JNC, se dispone lo siguiente.

Atento lo dispuesto en el artículo 5to. del Decreto 8509/56, ratificado por la ley 14.467,
la Junta Nacional de Carnes resuelve:

Artículo 1º. En general, los siguientes porcentajes de elaboración de carne vacuna para
ser exportada al Reino Unido:

Cap, 22,719%; Frig. Wilson, 5,41%; Anglo, 18,522%; Armour, La Plata, 16,968 %;
Gualeguaychú, 8,7715 %; Swift, La Plata, 20,824%; Vivoratá, 2,7 %; Monte Grande,
1,8 %; Montana, 1,38 %; Pedró, 0,3 %; Vizental y Cía, 0,3 %; SUBPGA, 0,3 %.

Franchini, Presidente Junta Nacional de Carnes.

Los resultados de diciembre son desfavorables debido al aumento de 1,5 pesos el kilo
vivo. La pérdida es de 45 millones de pesos. Un tipo de cambio más bajo, al bajar de
137$/u$s a 132$/u$s, es determinante de 20 millones de pérdida. El resto de costos
financieros y administrativos son determinantes de alcanzar una pérdida total de 115
millones de pesos.

A fin de disminuir pérdidas de las 135 carnicerías existentes se cierran 48 por


antieconómicas y no se continúa con la campaña publicitaria porque la situación
financiera de CAP, lo impide.

Compras del Mercado de Liniers

Vacunos, total general, 1963 Grupo CAP, 1963

4.444.970 cabezas 526.892 (11,7 %)

Vacunos, total general, 1962 Grupo CAP, 1962

4.354.032 cabezas 386.485 (8,8%)

FAENA TOTAL CAP, Vacunos, 1963: 993. 480 FAENA TOTAL CAP, Vacunos,
1962: 724.066 Cabezas.
526

FAENA OVINOS, 1963: 585.142 CABEZAS FAENA OVINOS,


1962: 486.900 cabezas

FAENA
TOTAL 1963 1962

VACUNOS OVINOS VACUNOS OVINOS

CAP 993.480 585.142 724.066 486.900

Armour 342.035 678,180 212.200 548.800

La Blanca 172.517 351.527 213.700 468.140

Anglo 501.445 206.954 367.500 497.246

Swift La Plata 333.881 217.115

Swift Rosario 392.868 329.550 68.560

Wilson 194.705 61.900

Total
Frig.Extr. 1.401.965 1.582.746

Gualeguaychú 161.640 147.300

Vivoratá 52.868 53.000

Total general 3153439 1647549 2.326.561 2001059

Exportaciones Reino Unido, 1963

Exportaciones de vacunos carnes enfriadas: Total 185.610 tons.; CAP.: 45.000 ton.

Exportaciones vacuno congelado: Total, 12.048 tons.; CAP, 3040 tons.

Ovinos congelados: Total, 16.050 tons.; CAP, 5296 tons.

Mendudencias: Total, 17.800 tons.; CAP, 3.950 tons.

Acta 388 del 7 de febrero de 1964

Luego de más de un año, la Junta Nacional de Carnes aprobó una transferencia de 720
millones de pesos con destino a capital circulante.
527

La sociedad representante de CAP en Italia queda constituida conforme lo previamente


conversado, con una participación accionaria de esta última del 55%. Pedro Newborn
estará a cargo de la dirección gerencial.

Por disposición del gobierno nacional, un 15% de las faenas deberá ser entregado a un
Banco de Carnes creado por éste, a fin de atender necesidades del consumo interno. A
efectos del control de este aprovisionamiento se encuentra en vigencia la Ley de
Abastecimiento, de reciente sanción.

La Compagnie Francaise Sansinena –radicada en París- y controlada por CAP alcanza


los 700.000 francos de capital constituido.

Acta 395 del 14 de mayo de 1964

En la Asamblea Ordinaria del 28 de abril ha sido reemplazado el Presidente Busquet


Serra por Nicolás Losano. Como directores asumen Humberto Volando, Pedro Goin,
H.K. Haugaard.

NR: Humberto Volando era ya un principal dirigente de la Federación Agraria


Argentina, de la cual fue presidente durante muchos años, con una destacada presencia
política, ya que encarnó el sector progresista del campo, diferenciado de la conservadora
S.R.A.

Se cierra la “chanchería” de Cuatreros, con lo que el procesamiento de porcinos queda,


casi exclusivamente, a cargo de La Negra. Esto significa una economía de 750 mil pesos
mensuales.

Luego de que la pérdida de CAP de 1963 alcanzase los 320 millones de pesos, en este
primer cuatrimestre ya se alcanzan los 500 millones de pesos de pérdida. En millones de
dólares, las pérdidas respectivas fueron de 2,3 millones de Dolares en 1963 y hasta este
momento se suman 3,6 millones En 1964.

Acta 163 Directorio del 19 de mayo de 1964

A abril de 1964 se registran como vendidos a Alemania y otros países, 8.500 toneladas,
y 20.000 al Reino Unido.

Con todo, el director H. Volando, sostiene que “se mantiene retrasado el tipo de cambio
-140 pesos por dólar, similar valor al de 1963- y las faenas caen en un 25% en CAP y en
un 50% en los frigoríficos Anglo, Armour y Swift.

CAP compró en Liniers, en abril, 37.220 cabezas, frente a un total operado de 335 mil
cabezas, por lo que participó en un 11% del mercado. En ovinos, solo alcanzó al 4,4%
del total del mercado.
528

La faena de la CAP, en abril, alcanzó las 64.381 cabezas –equivalente a 16 mil por
semana-, lo que ciertamente significa una reducción.

Frente al plan del gobierno de abaratamiento del consumo de carnes, se responde con un
plan de CAP:

1 – Cooperar con el gobierno en la fijación de precios máximos para cortes menos


valiosos, a fin de beneficiar a los sectores de menores recursos.

2 – Provocar una cierta disminución en el consumo, ante la necesidad de mantener los


mercados y saldos exportables.

3 – Intentar la contención en el alza de los precios en Liniers.

4- Promover un cambio en la estructura y modalidades de comercialización interna de


carnes.

5- Evitar, en lo posible, la aplicación de medidas perjudiciales a la ganadería.

En otro orden, se informa que los altos precios internacionales han determinado la
aparición de Australia y Nueva Zelandia, a 70 dólares/tonelada por debajo de la
Argentina y Estados Unidos ha aplicado un subsidio de 100 dólares la tonelada para
venderle 30 mil toneladas a Bélgica.

En Alemania se colocan 600 toneladas por mes y en Italia, se colocan carnes enfriadas a
razón de 1.000 toneladas por mes.

Las carnes congeladas aumentaron su precio, notablemente, al pasar de 300 dólares en


1963 a 630 dólares la tonelada, pero el corned beef solo aumentó 50 centavos de dólar,
el cajón.

En Liniers, el kilo vivo está a un precio de 47 pesos, pero solo es factible pagar a 41
pesos, si se pretende rentabilidad.

La pérdida del primer cuatrimestre se estima en 500 millones de pesos.

El presidente continúa siendo Nicolás Losano. Vicepresidente, Humberto Volando. Los


tres vocales del Consejo de Administración son Althube, Pedro Goin y H.K. Haugaard.

Acta 164 Directorio del 16 de junio de 1964

Respecto del Plan de abaratamiento de carnes que aplica el gobierno, en definitiva, se


demuestra su fracaso. El plan de CAP era de racionalización del consumo “con
disminución del consumo interno y caída de la demanda en los mercados de hacienda y,
por lo tanto, baja del precio del ganado”.
529

Para la reducción del consumo lo más eficaz es la limitación de faena con ese destino en
los establecimientos autorizados, según Decreto 3289 del 8 de mayo de 1964, bajando la
faena de consumo interno en un 50%. La inquietud e incertidumbre que despertaron los
5 decretos aplicados determinó retención de ganado en los campos y escasa afluencia a
los mercados, determinando un alza de precios. Si CAP aceptó pagar solo 41,50 pesos el
kilo vivo, el resto está pagando 48 pesos y los frigoríficos están casi paralizados.

Hay suspensiones de treinta días para afrontar esta situación y despidos. En CAP, hubo
2.111 suspensiones en junio, distribuidas entre La Negra, Lisandro de la Torre y
Smithfield.

Acta 165 Directorio del 27 de junio de 1964

La autorización de un capital de 8.000 millones pesos solicitada el 30 de agosto de


1962, se hace necesaria porque con los 720 millones de pesos transferidos, en su
momento, se llegó a los 5.000 millones de pesos de capital integrado. Hoy, el capital
circulante real llega a 1.260 millones de pesos y no se encuentra cubierto, sino es a
través del endeudamiento.

Cerrar Smithfield significa eliminar 200 millones de pesos de pérdida, actualmente. El


Yuquerí, por su parte, ya cuenta con modernos adelantos que permiten exportar.

Smith field cuenta con 860 hectáreas, de las cuales se puede reservar una parte para
realizar explotación avícola y de granja. Con las cámaras existentes se puede hacer
acopio de la producción de granjas de Entre Ríos, absorbiéndose así los 1.200
desocupados que dejaría el frigorífico al cerrar.

En la Negra se dispone el despido de 277 personas y en Lisandro de la Torre, 504, lo


que sumado a los casos menores de otros establecimientos da un total de 1090 cesantías,
adicionales.

En Administración central se podrían reducir 200 personas.

Las economías que se podrían lograr en otro orden, serían por paralización de obras o
disminución de su ritmo y demora en los pagos, lo cual podría significar una
disminución de 350 millones de pesos en los gastos.

Las compras en Liniers solo llegaron a 10 mil cabezas en junio, solo un 5% de un total
de mercado de 209.200. Las faenas de CAP en este mes totalizaron 40.887 cabezas, un
nivel muy bajo.

A junio de este año, la pérdida de CAP sumó 1.000 millones de pesos, 50% atribuible a
Smithfield y al Lisandro de la Torre. En el primer caso, el problema se soluciona con el
cierre, pero en el segundo, esto resulta imposible.

Este último contaba en marzo de 1960 con 5.022 trabajadores y en la actualidad suma
2516.
530

Acta 403 del 25 de junio de 1964

En la asamblea general extraordinaria del 30 de agosto de 1962 se dispuso “en el


momento conveniente” el cierre del frigorífico Smithfield. Ese momento parece haber
llegado por las cuantiosas pérdidas actuales y las de ejercicios anteriores.

Desde el 31 de agosto de 1962 que se pidió el aumento de capital, por primera vez, éste
no se verificó durante dos años. La última entrega de capital con fines de capital fijo se
remonta al 25 de julio de 1963. Ésta fue de 371, 250 millones de pesos. Con
anterioridad a esa fecha se habían totalizado 2.829 millones de pesos con igual finalidad
pero quedan pendientes contratos de obras por 2.500 millones de pesos.

Se deben terminar las construcciones de Villa Mercedes, Puerto Vilelas, el Frigorífico


de Rosario y el Cuatreros de Bahía Blanca.

La integración del capital autorizado se cumplió con los últimos 720 millones de pesos,
pero hay un déficit de 500 millones de pesos de capital circulante.

El Smithfield tenía costos más altos de aproximadamente el doble de los que tenían
frigoríficos como el Swift Rosario y La Plata o el Anglo, cuando de la Torre determinó
los costos de los frigoríficos extranjeros en la década del ’30. Mientras que estos
últimos estaban en torno de 12 pesos de costo por cabeza, Smithfield tenía 29,80 pesos
por cabeza. El Smithfield pasó a manos de la CAP, dentro del proceso de
nacionalizaciones de propiedades británicas en 1948.

El Smithfield fue principal causante de que la CAP debiera excluirse de base de cálculo
de los “valores de comercialización” para los novillos subsidiados de 1957. Los
mayores costos de CAP resultante de las costosas faenas del Smithfield, llevaron a que
se plantease que los valores promedio de mercado fuesen la referencia válida, con
exclusión de los costos de CAP. Si se hubiese optado por los propios costos,
normalmente hubiese sido necesario un subsidio para la CAP y las restantes industrias
recibirían subsidios notablemente elevados, al inflarse los valores promedio de mercado
al contabilizar los costos propios de CAP.

Actualmente, Smithfield produce 300 reses diarias con un personal de 1.500 personas.
La zona de Zárate, debido a la industrialización en zonas próximas a Buenos Aires, ha
quedado lejos de la producción ganadera y de allí han desaparecido los frigoríficos
River Plate, Las Palmas y Anglo Campana. En esta zona, en tanto, se ha desarrollado la
agricultura intensiva. El frigorífico cuenta con 800 hectáreas de terreno propio, por lo
que CAP ofrece 250 hectáreas a quienes quedarían desempleados. Se podrían instalar
allí granjas de finalidad principal en la avicultura.

Acta 169 Directorio del 18 de agosto de 1964.


531

Solo se compraron 15 mil cabezas en Liniers, un 6,6% de un total de 227.000 cabezas.


No obstante, la faena aumentó a 53.000 cabezas en julio.

Esto debido a que aumentó el tipo de cambio, aumentó la afluencia de ganado en Liniers
y bajaron los precios, con lo cual disminuyeron las pérdidas de producción frigorífica.

Acta 412 de agosto de 1964.

Los precios de los novillos se ubican entre 38 y 43 pesos el kilo vivo, luego de haber
alcanzado los 65 pesos en marzo previo. Luego de haber alcanzado los casi 50 centavos
de dólar el kilo vivo, se bajó el precio a menos de 30 centravos.

Se solicita a la JNC una mayor cuota de exportación, ya que el frigorífico Yuquerí ha


sido rehabilitado para la exportación de carnes enfriadas, entre otras cosas, a través de la
instalación de una línea CAN PACK.

Acta 170 Directorio del 15 de setiembre de 1964

Comunicado de CAP sobre quebranto y crisis financiera:

Por iniciativas que no partieron de CAP, en 1959 se hizo cargo de construir Puerto
Vilelas y en 1961 del Frigorífico de Villa Mercedes. En 1960 del frigorífico Lisandro de
la Torre y la adquisición del Matadero Municipal de Rosario en 1962, para convertirlo
en una moderna planta frigorífica.

La última remesa del Fondo de Defensa Ganadera fue transferida a CAP el 25 de julio
de 1963.

Quebranto económico:

A) Distorsión entre el precio de las haciendas en el mercado interno y el de las carnes en


el mercado internacional en los últimos 10 meses.

b) El déficit que ocasiona el frigorífico Smith field por ser una planta antieconómica.

c) El déficit que provoca el frigorífico Lisandro de la Torre por la competencia de la


industria que actúa al margen de la ley.

La pérdida a Julio es de 1200 millones de pesos. La transferencia de fondos para


aumentar el capital circulante estuvo prohibida por ley desde enero de 1959 hasta el 30
de julio de 1963.

En esa fecha, por Decreto Ley se reforma la ley 14.801, autorizándose, en ciertos y
determinados casos, el aumento del capital circulante pero esto recién se hace efectivo
en abril de 1964, cuando la empresa había adquirido un extraordinario endeudamiento
532

que la obligó a pagar grandes sumas de dinero, en concepto de intereses, todo lo cual
trabó su desarrollo económico.

La función de CAP: I) empresa destacada en la comercialización e industrialización de


ganados y carnes II) reguladora en los mercados de haciendas III) asistir al consumo
interno IV) defender nuestros precios en el mercado internacional y promover nuevos
mercados.

Las últimas reformas de la Ley de Carnes establecen que la Junta Nacional de Carnes no
puede transferir a CAP fondos para conjugar déficits. El déficit ganadero, según la Junta
Nacional de Carnes, en 1963 fue similar al de 1958, época calificada de liquidación
ganadera. El aumento del precio internacional ha determinado la retención de vientres y
con ello la recuperación. La insuficiencia de oferta de ganado es determinante de
ausencia o escasez de materia prima para los frigoríficos.

Acta 419 de noviembre de 1964

El Plan de Obras se detalla y resulta en 2.020 millones de pesos y se insiste en los 8.000
millones de pesos de capital autorizado. El déficit de capital circulante es de 1260
millones de pesos. Dado los 8.000 millones de pesos solicitados, 5.000 resultaron
entregados, 2000 se solicitan por obras y 1000 por circulante.

Acta 172 del 24 de noviembre de 1964

Las compras en Liniers fueron de 10.000 cabezas en setiembre. Las faenas del mes
alcanzaron a 44 mil cabezas, en total, de lo cual 24 mil correspondieron a La Negra.

Bajaron los precios internacionales a 460 dólares la tonelada de chilled. Esto se enfrenta
con la suba de precios en Liniers

La reapertura del frigorífico Smithfield se condiciona a lograr un mínimo de faena, para


lo cual se necesita un mínimo de obreros.

Con 150 reses diarias, se trabaja con 115 obreros. Con 300 reses diarias, 160 obreros.
Con 1000 reses, 400 obreros.

Italia comprará en diciembre 2.500 toneladas a 920 dólares la tonelada, muy por encima
de los 640 dólares promedio de mercado y de los precios del Reino Unido de alrededor
de 500 dólares.

Francia compra 8.800 toneladas en el último trimestre de 1964 y planea 6.000 toneladas
para el primero de 1965.

Acta 421 del 25 de noviembre de 1964


533

Puerto Deseado, frigorífico paralizado hace varios años, ha pasado a ser básicamente un
matadero local con destino al consumo interno.

1965

Acta 432 de 21 de enero de 1965

En Río Grande se inicia la zafra con 150.000 cabezas ovinos, con precios de pesos 75
para el kilo limpio de primera calidad y de 50$ para la inferior.

La zafra del Yuquerí se inicia en febrero con precios de novillos de entre 37 y 47 pesos
el kilo vivo.

Acta 437 26 de febrero de 1965

Como consecuencia de la nueva reglamentación del Mercado Común Europeo que


libera parcialmente las importaciones de carnes, se realiza un convenio con Francia,
entre la Junta Nacional de Carnes y un conjunto de firmas importadoras francesas. El
convenio se firma con un conjunto de establecimientos exportadores argentinos, donde
además de los tradicionales –CAP, entre ellos- se suman Wilson, Vivoratá, Montana,
Monte Grande, Pedró, SUBPGA, Vizental, Frigorífico Rioplatense, Huaca Ruca, La
Foresta. El cupo inicial de exportación es de 6 mil toneladas.

Por otro lado, se cancela el arrendamiento del establecimiento avícola de Venado Tuerto
por su baja rentabilidad.

Acta 178 Directorio del 22 de marzo de 1965

Las compras aumentan a 18.000 cabezas en Liniers y la faena llega a 45.000 cabezas, en
febrero.

Italia no concreta mayores compras debido al ingreso de Yugoslavia y Hungría, en este


mercado.

Acta 180 Directorio del 27 de abril de 1965

Las compras siguen en torno de 20.000 cabezas mensuales, aunque los ingresos en
Liniers llegan a 292 mil cabezas mensuales. Igualmente, la faena sube a 55.000 cabezas
y la de ovinos a 120.000 cabezas por haberse producido la zafra en los frigoríficos de
Patagonia. Las compras de ovinos en Avellaneda son de solo 13.000 cabezas.

Queda aprobado el aumento de Capital de 5.000 a 8000 millones de pesos, “resuelto por
la Asamblea General de Accionistas de agosto de 1962”.

2.112 millones de pesos se distribuyen:


534

- Capital circulante, 1.099, 4 millones. – Fondos por obras ya realizadas, 770,6


millones. – Obras a realizar, marzo a junio de 1965, 342,337 millones de pesos. -
Planes de obras trimestrales, a partir de julio de 1965, por 787,54 millones de pesos.

Igualmente, para 1965, se estima una pérdida de 832 millones de pesos si se mantienen
las condiciones generales de precios y costos.

En el caso de Smithfield de Zárate, se convoca la faena para terceros, a fin de llegar a


las 500 cabezas diarias –que no supera actualmente, las 150 cabezas- por un período no
inferior a 6 meses. El personal subsistente es de 372 personas, en razón de un
compromiso con el Gobierno.

En Estados Unidos se reducen depósitos y personal, ya que las ventas de conservas son
escasas. En el Reino Unido de las 30 sucursales se cierran 7. Habría una economía de
65.000 libras anuales.

El régimen cambiario mejora mediante una devaluación que lleva el tipo de cambio a
171 pesos por dólar, pero las retenciones alcanzan al 9,5% de los ingresos por
exportación.

Acta 182 Directorio del 18 de mayo de 1965

España compra entre mayo y junio 5.000 toneladas de carnes congeladas y 3.000
cuartos traseros enfriados. Alemania se encuentra paralizado e Italia con un bajo
volumen, ya que importa 2.500 toneladas a distribuir entre distintos frigoríficos.

El Reino Unido importa a razón de 2.000 toneladas por semana.

Yuquerí se encuentra con un 50% de capacidad ociosa y faena 5 meses al año.

Situación económica general determina 88 millones mensuales de pérdida.

Acta 443 del 21 de abril de 1965

Se dispone una devaluación de 150 pesos a 171 pesos, pero se establece una retención a
las exportaciones de un 9,5%.

Acta 444 del 7 de mayo de 1965

Se solicita un crédito extraordinario de 1.250 millones de pesos al Banco Nación. Un


mes más tarde –acta 447-, la JNC transfiere 2.212 millones de pesos con los que se
cancela el crédito.

Actas 446 y 447 del 3 de junio de 1965.


535

Se informa aprobación del Aumento de Capital –a 8000 millones de pesos-, por Decreto
3888/65. Llegan, por transferencia de JNC, 2.212 millones de pesos, con los cuales es
posible cancelar crédito extraordinario del Banco Nación Argentina.

De esto se destinan 1.100 millones de pesos a Capital circulante y el resto a Obras en


curso.

Al tipo de cambio vigente, el capital aprobado es de aproximadamente 56 millones de


dólares.

Acta 183 Directorio del 24 de junio de 1965

En Reino Unido los precios de la carne vuelven a subir hasta 620/640 dólares la
tonelada de carnes enfriadas. En España, el acuerdo de importación alcanza mayor
volumen ya que se plantea 8.000 toneladas de carnes congeladas, 3.000 de enfriadas,
1000 toneladas de cuartos delanteros congelados y 2.400 de compensados congelados.
El precio aquí alcanza los 800 dólares para carnes enfriadas.

En el Smithfield de Zárate se plantea la compra de la planta por parte del personal.

El ciclo de retención ganadera no cede, ya que el kilo vivo en Liniers alcanza los 57
pesos la tonelada y el valor representativo de exportación es de 49,50 pesos. El novillo
llegó a 75,80 pesos el kilo vivo y a pesar de la suba del precio internacional, se deben
reducir de 2.000 a 1.400 toneladas las exportaciones semanales al Reino Unido. En
Italia, se debe reducir de 2.000 a 1700 toneladas las exportaciones mensuales. El otro
mercado, Francia, se reduce de 600 a 400 ton mensuales.

Las compras totales en Liniers suman 216 mil cabezas en el último mes y CAP, con un
4% del total, solo compra 9.360 cabezas de vacunos. La faena baja a 35.200 cabezas en
CAP.

A España se estuvo a punto de no embarcar, pero CAP envió finalmente 1.500


toneladas de congelados y 500 toneladas de enfriados. En este caso hay un convenio con
el gobierno español que exige estricto cumplimiento.

Según Volando, el vicepresidente, este proceso de retención viene desde fines de 1963 y
ha generado una grave crisis con la industria frigorífica quebrada, con desocupación y
con los ganaderos con la angustia de un futuro incierto.

La veda de consumo de carne rige para dos o tres días por semana. Se pide la
eliminación de las retenciones y el aumento del tipo de cambio.

Se debe ordenar el consumo, luego de que se logre reducir el consumo será posible
aumentar la exportación y cumplir los compromisos internacionales. (Volando resume
la carta de la Federación Agraria Argentina al presidente de la Nación, Dr. Arturo Illia).
536

Las pérdidas estarían en alrededor de 1.200 millones de pesos en 1965, solo algo
inferiores a las de 1964.

Algunos componentes principales son la exportación de vacunos, por 270 millones de


pesos; la prestación del servicio a usuarios por el frigorífico Lisandro de la Torre, por
144 millones de pesos; intereses financieros por 120 millones de pesos y las pérdidas
del Smithfield, por 45 millones de pesos.

Debido a que ha disminuido el volumen de matanza en el Lisandro de la Torre, en razón


de la actuación ilegal de varios mataderos –que no pagan impuestos o no están
debidamente habilitados- , se plantea una asociación con la Municipalidad de Buenos
Aires y los sindicatos para poder sostener la estructura de este frigorífico.

El Presidente de CAP plantea la descentralización operativa de las distintas plantas


frigoríficas. Cada frigorífico se transforma en responsable de sus resultados y de su
gestión. Hay estudios especializados realizados al respecto que se expusieron
largamente al directorio.

Acta 456 del 25 de agosto de 1965

“La Comisión Especial de Problemas de las Carnes afirma que “la crisis de la carne”
solamente se soluciona cuando el stock ganadero se haya recuperado ampliamente.
Mientras tanto es necesario adoptar medidas de emergencia que permitan satisfacer el
consumo y la exportación durante un tiempo prudencial, posibilitando el trabajo
ordenado de las fábricas, una ocupación razonable de la mano de obra y no pueden dejar
de atenderse los mercados exteriores.”

“Primero, el país necesita imperiosamente divisas. Segundo, no podemos abandonar los


mercados conquistados a costo de sacrificios. Tercero, la industria frigorífica de
exportación es la fuente de trabajo de miles de familias y la supresión de los embarques
intensificaría la desocupación y la miseria. Por lo tanto, el consumo de carne tendrá que
restringirse en la medida necesaria para poder exportar. Las características de la
industria frigorífica y sus compromisos laborales y comerciales no permiten suspender
la actividad.

Se gane o se pierda, se debe seguir trabajando.

La tan esperada modificación del tipo de cambio no ha variado la situación porque las
retenciones que se impusieron anularon los beneficios. En conclusión, el gobierno
nacional, al menos, debe eliminar las retenciones y dar tratamiento especial de producto
no tradicional a la exportación de productos elaborados, las conservas, en general.”
537

Respecto del cierre del frigorífico Smithfield, se informa que dado que se iba a crear
empresa mixta, pero esto no ha sucedido, se han dado instrucciones de cancelar los
contratos de trabajo del personal.

Acta 463 del 15 de octubre de 1965.

Se informa que por las obras previstas para setiembre-diciembre se han solicitado 395
millones de pesos –equivalente a 2,8 millones de dólares-.

Además, se crean Consejos Consultivos Zonales, constituidos por ganaderos de cada


zona donde actúa CAP, a efectos de llevar a cabo un proceso de cooperación técnica a
nivel local.

Acta Directorio 187 del 26 de octubre de 1965

Por asamblea extraordinaria del 1º. De octubre de 1965 se solicitó un aumento de


capital a 15.000 millones de pesos.

Las pérdidas a setiembre suman 882 millones de pesos, dentro de los cuales se destacan
las pérdidas de exportación, por 337 millones; gastos financieros y fiscales, por 232
millones; Lisandro de La Torre, 189 millones de pesos; paralización Smithfield, 86
millones de pesos.

Vuelve a caer el precio de las carnes del Reino Unido, a 520 dólares la tonelada.

El ingreso de animales a Liniers continúa en el orden de las 250.000 cabezas y CAP


sigue con compras de 20.000 cabezas mensuales. La faena es de 40.000 animales. En
ovinos, 53.400.

Se inicia la descentralización en Cuatreros, Rosario y Puerto Vilelas.

La Contraloría General que auditará este proceso está a cargo del Sr. Otaduy.

Se constituyen consejos consultivos zonales en las distintas regiones del país, a fin de
que representantes locales de la ganadería participen de las acciones que a este nivel
realiza CAP.

Acta 467 del 10 de noviembre de 1965

CAP Perú obtuvo un préstamos de 1 millón de dólares, equivalente a 171 millones de


pesos.

Se crea un área de Contraloría General que abarca contralor económico, auditoría


general y un grupo de asesoramiento.

Acta 471 del 10 de diciembre de 1965


538

Se vende Smithfield a la Cooperativa de Trabajo, Consumo y Vivienda, Producción de


Carne y Afines. El precio es de 650 millones de pesos, con 100 millones iniciales que
los paga el Estado y el saldo restante en 16 cuotas, a cargo de la cooperativa.

Maquinarias e instalaciones son garantía del crédito y serán liquidadas en caso de que
no se efectúen los pagos.

Por otra parte, se inicia la zafra de ovinos en Río Grande, con una perspectiva de 120
mil cabezas.

La JNC transfiere 600 millones de pesos que se depositan en plazo fijo bancario.

1966

Acta del 17 de febrero de 1966

Convenio con España por un mínimo de 12 mil toneladas anuales. Cuartos traseros
enfriados a un precio de 775 dls./ton y de 555 dls./ton, en congelados.

En el Reino Unido el precio de carnes enfriadas vuelve a subir a 620 u$s y en el


segundo período de exportación, los envíos semanales ascienden a 2.300 toneladas.

Aparte de España, otro destino importante para CAP es Israel que importa entre 600 y
1000 toneladas mensuales.

Acta del 6 de marzo de 1966.

Situación financiera crítica, cuyas principales causas son:

Insuficiencia de capital circulante, dada la fuerte inmovilización que genera la plena


actividad de las plantas zafreras (Yuquerí, Río grande).

Retracción de mercados importadores que genera aumentos de stocks y quebrantos de


explotación económica.

Acta 9 de abril de 1966.

Se aprueba el aumento de capital autorizado hasta 15.000 millones de pesos, equivalente


a 75 millones dólares. El plan de obras insume 2.250 millones de pesos y el capital
circulante deficitario llega a 2.808 millones de pesos. En dolares., esto equivale a 14
millones de esta moneda.

Comienza la aplicación de un plan de descentralización por el que Puerto Vilelas


actuará en forma independiente del resto de CAP, bajo una serie de normas y de un
comité de supervisión. Se le asignará un capital y recursos financieros para su giro
comercial, debiendo rendir balances periódicamente. El otro caso que se plantea
también para una rápida implementación es el caso del frigorífico Cuatreros.

Acta Directorio 196 del 27 de mayo de 1966.


539

Alemania, Francia, Italia encuentran afectadas sus importaciones por “prelievos” de la


PAC y disminuyen sensiblemente sus importaciones. La huelga de portuarios en
Londres hace imposible la descarga de los barcos, por lo que los embarques se
suspenden.

Se necesita un capital circulante de 2.800 millones de pesos de forma inmediata.

La descentralización en Cuatreros, Bahía Blanca, avanza rápidamente ya que la


administración actual resulta muy confiable, mientras que en Rosario y Puerto Vilellas,
la Contraloría General realiza planes específicos a tal efecto.

Acta 22 del 15 de julio de 1966.

Baja la cantidad de empleados y depósitos en Estados Unidos, ya que las ventas están
en el orden de 2,5 millones de dólares anuales. Se calcula una disminución de 100 mil
dólares anuales en los gastos.

Se constituye una filial en España con 100 mil U$s de capital.

Acta 32 del 23 de setiembre de 1966

A causa de los problemas financieros se establece un “ritmo lento” en las obras.

En Cuatreros, el cumplimiento de las obras faltantes se realizará en un 65% en 1966 y


en el restante 35% en 1967.

En el nuevo frigorífico de Villa Mercedes también se plantea similar plan para su final
habilitación, llevando las obras a un 65% de los previsto en 1966 y el restante 35% en
1967.

El incremento en el capital autorizado de 5.138,5 millones de pesos se distribuye en


1.697 millones para obras y 3.441 para capital circulante.

La necesidad de disminución del gasto se debe traducir en disminución de stocks y baja


de los precios de compra. Se plantea extender los plazos para el pago de las compras de
hacienda, cosa de aliviar la presión financiera.

Se informa que el secretario de Agricultura expresó la posibilidad de que se le quite el


Fondo Ganadero a la CAP.

NR: la disminución notable de las compras de carnes por parte de Europa y los
problemas que se van sucediendo con Inglaterra hacen caer notablemente las
perspectivas futuras de la exportación y de sus principales actores, entre ellos, la CAP.

Acta 42 del 1º. De diciembre de 1966


540

Se solicita al Banco Nación Argentina un crédito extraordinario de 800 millones de


pesos a cuenta del aumento de capital a 15.000 millones de pesos. Equivalencia en u$s,
3,5 millones de dólares.

1967

Acta 3 del 24 de Enero de 1967

El aumento de Capital por Decreto 187/67 del Poder Ejecutivo Nacional, lleva el capital
autorizado a 15.000 millones de pesos y esto libera el Plan de Obras de la necesidad de
paralizar obras por limitaciones financieras.

A cuenta del capital autorizado se recibieron 1886 millones de pesos y con parte de esto
se cancelan 2 millones de dólares de deuda con Suiza –firma SOCSA- equivalentes a
500 millones de pesos.

Las exportaciones a Reino Unido se desarrollan a razón de más de 2.000 toneladas por
semana de carne enfriada y 1500 de toneladas de vacuno congelado. En ovino
congelado se llega a 2.200 toneladas y 1300 toneladas de menudencias.

Acta 208 del Directorio del 24 de febrero de 1967.

La JNC, a cuenta de reciente aumento del Capital, entregó a CAP 2.836 millones de
pesos, que se destinaron a:

Pago deuda SOCSA Suiza, por 496 millones de pesos o 2 millones de dólares.

Pago de cobranza de embarques anticipada por CAP Londres, por 395 millones de
pesos.

Pago de retroactividad Personal L. de la Torre, por 100 millones de pesos.

Pago de 302 millones de pesos a consignatarios por compras de hacienda.

Las Ventas de 1966 se compusieron de:

Consumo Interno, 3.600 millones de pesos.

Exportaciones, 50 millones de dólares, aproximadamente 10.000 millones de pesos.

España, Inglaterra y Grecia explican las exportaciones, habiendo desaparecido como


destinos habituales Italia, Alemania y Francia. La explicación es la aplicación de
“prelievos” –aranceles de importación, móviles- a las importaciones, ya que los precios
de importación agraria se elevan hasta un 100% del precio de mercado. Solo se puede
exportar cuando se definen períodos de liberación de importaciones, sin aplicación de
prelievos.
541

Acta 7 del 23 de febrero de 1967.

Diciembre de 1966 fue adverso por 241 millones de pesos de pérdida.

El resultado final de CAP en 1966 sería de pesos 1.400 millones de pérdida.

Acta 208 del Directorio del 28 de febrero de 1967.

Las Ventas registradas en Año 1966, por región.

San Juan, 1.122 toneladas.

Salta y Jujuy, 2.170 toneladas.

Comodoro Rivadavia, 2.461 toneladas. Ovinos, 912 toneladas.

Abasto CAP Lisandro de la Torre, 4.278 toneladas.

La Negra, 11.159 toneladas y 274 toneladas de ovinos.

Córdoba, 27.146 toneladas.

Las Compras en Liniers sumaron 279.000 cabezas en el año, aproximadamente 25.000


cabezas por mes.

Exportaciones.

Los envíos al Reino Unido fueron de 2.100 toneladas por semana, a un precio medio de
480 dólares por tonelada.

A España se exportaron por mes, por un mínimo 2.500 toneladas de carnes congeladas a
520 dólares por tonelada y 1500 toneladas de carnes enfriadas a 677 dólares.

Alemania, Italia, Francia y otros países europeos se encuentran “paralizados” en el


comercio de carnes argentinas.

Acta 13 de abril de 1967

En enero la pérdida es de 93 millones de pesos. En febrero, se reduce a 83 millones de


pesos y en marzo a 47 millones de pesos. El primer trimestre de 1967 suma 223
millones de pesos de pérdida.

Acta 213 del directorio del 27 de abril de 1967

El Instituto Argentino de la Industria Exportadora de Carnes – que agrupa a los


frigoríficos extranjeros- presiona públicamente por la derogación de los aumentos de
capital de la CAP.

La respuesta del directorio de CAP sostiene que “al Estado no le cuesta 1 peso la CAP,
porque el capital de la CAP lo aportan los propios ganaderos”.
542

A Perú se exportan desde este año 500 toneladas mensuales.

España, entre marzo y julio de este año, importa 4.600 toneladas de carnes enfriadas y
10.000 toneladas de carnes congeladas.

Acta 30 del 25 de julio de 1967

El liquidador del ex Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre exige el pago del “precio
definitivo” de la operación original de años atrás -1959/60-, sobre la base de lo ofertado
por CAP oportunamente, por 485 millones de pesos. Esto lo cobrará la Secretaría de
Agricultura con base en los fondos que administra la Junta Nacional de Carnes.

CAP Perú acumula importantes quebrantos económicos que se han sucedido por 1957
hasta 1960 y nuevamente entre 1964 y 1965 y a fin de cumplir con las disposiciones
establecidas en la Ley de Sociedades Mercantiles del Perú. Se resuelve resarcir 7
millones de soles por pérdidas, a favor de CAP Perú.

Un mil toneladas de carnes congeladas se pasan a conservas, luego de no poderse


vender.

Acta 35 del 24 de agosto de 1967

Los excedentes de personal del Lisandro de la Torre son 660 operarios y 160
empleados. Aun con esta reducción se puede atender una faena hasta un 40% superior a
la faena actual, por lo que se procede al despido de este personal.

Acta 36 del 7 de setiembre de 1967

Dado que los problemas de comercialización se han incrementado, se plantea clasificar


las necesidades de obras de los frigoríficos, a fin de establecer prioridades:

A) Las obras imprescindibles, de forma inmediata.

B) De utilidad cierta, por modernización u otras razones.

C) De utilidad probable, según sea la futura política comercial.

Acta 37 del 13 de setiembre de 1967

Dados los volúmenes de exportación previstos para 1968, con la producción de La


Negra y Rosario sería absolutamente suficiente. Yuquerí quedaría ocioso en términos de
exportación.

El frigorífico de Villa Mercedes se podría terminar con la inversión de 86,5 millones, en


el término de un año. Se decide hacerlo y dejarlo habilitado en un año.

Acta del Directorio 220 del 26 de octubre de 1967.


543

Una auditoría sanitaria de Gran Bretaña de los establecimientos de CAP, señaló graves
deficiencias sanitarias en La Negra.

Con base en esta situación y otras similares se realiza un viaje del Presidente de la Junta
Nacional de Carnes, Peralta Ramos, Demaría, Director CAP y Kolungia, Gerente
General de CAP a Londres para averiguar sobre las perspectivas futuras del mercado
inglés.

Acta del Directorio 221 del 31 de noviembre de 1967.

Villa Mercedes, frigorífico inaugurado como “planta promocional” se encuentra


obstaculizado en su “arranque” de funcionamiento por los mercados de ganado de
Mendoza, San Juan y San Luis que son verdaderas aduanas internas, porque cuentan
con excesivos impuestos. De allí que resulte antieconómico poner en marcha esta
planta.

Se pone en marcha la descentralización de los frigoríficos de CAP, mediante la cual


habría un “manejo local” y la conducción general pertenecerá a la Dirección de CAP. A
fin de avanzar en la descentralización se realizan visitas explicativas a las plantas de
Vilelas, Yuquerí y Cuatreros.

La epidemia de aftosa que se declaró en el Reino Unido plantea la suspensión de las


importaciones de carnes argentinas. Según el director Volando, la epidemia de aftosa
atravesó por endilgar la culpa a la Argentina por parte de la prensa británica y mediante
organizaciones de productores británicos para presionar por el cierre de importaciones
argentinas.

Acta directorio 222 del 1º. De diciembre de 1967

La devaluación de la libra esterlina ocurrió el 20 de noviembre de 1967 y pasó de 2,80 a


2,40 dólares el valor de la libra esterlina, lo cual desalienta las importaciones ya que
para el importador inglés el costo de importación en libras esterlinas aumenta
correlativamente al aumento del valor del dólar en libras a partir de la devaluación.

La epidemia de aftosa, asimismo, hace de Smithfield un mercado muy restringido para


las carnes argentinas, ya que su precio de 470 dólares la tonelada pasa a 407 dolares.

Sin embargo, luego de varios días de pocos arribos de carnes, debido a la aftosa, la
escasez lleva a los precios a 500 dls/ton. Varios países a su vez, Irlanda, Nueva Zelandia
y Uruguay devalúan sus monedas, pudiendo negociar sus carnes a precios en dólares
más bajos.

Acta 38 del 21 de diciembre de 1967


544

A fin de llevar a cabo exportaciones de carne cocida congelada al Reino Unido, s e


invierten 85 millones de pesos en maquinarias e implementos a tal efecto.

Acta 40 de octubre de 1967

Prioridades (Mill.$) A B C
Total

Lisandro de la Torre 51 123,8 85,7


261,9

Este frigorífico está básicamente trabajado como matadero con industrialización de:

1) grasas a granel, sangre y fertilizantes. 2) Venta de tripas y cueros supeditada a


condiciones de mercado. 3) Menudencias. Dos tercios para consumo y un tercio para
exportación. 4) No faena carne para exportación. La pregunta es en qué se utilizarán las
cámaras destinadas a la exportación. La faena es de 2.000 cabezas/ día.

Prioridades (Mill.$) A B C
Total

Puerto Vilellas 5.- 9,4


81,34 95,9

Planta faenadora para consumo de 50/60 cabezas diarias de vacuno. Cerdos: faena 200 a
300 cabezas diaria. Venta local de subproductos. Régimen de zafra: 200 vacunos al día
para exportación.

Acta 42 de octubre de 1967

Se plantea lo señalado por la Embajada británica en torno de todos los requisitos


sanitarios que ahora exige Inglaterra como el Mercado Común Europeo.

Dadas estas exigencias se solicita a la Gerencia de Ingeniería una evaluación de


necesidades de adecuación de plantas conforme estas exigencias sanitarias.

Acta 44 del 20 de octubre de 1967

Prioridades (Mill.$) A B C
Total

Cuatreros 70,91 83,9


25,38 180,38

Faena de vacunos de 600 cabezas por turno. Faena de ovinos de 3000 cabezas por turno.

Producción ovinos/vacunos con destino de Consumo, Exportación y conservas.

Industrialización integral. Peladero sujeto a condiciones de mercado.


545

Habilitación para todo destino de congelado. No hay faena regular de porcinos.

Prioridades (Mill.$) A B C
Total

Rosario 257,647 64,67


0,08 322,5

Faena para Consumo: 300 cabezas/día. Faena exportaciones: 350 cabezas/día. Faena
de terceros (usuarios): 400 cabezas.

Elaboración de grasa comestible e incomestible a granel, venta tripas en verde venta de


cueros verde y cueros salados.

Prioridades (Mill.$) A B C

Río Grande 5,35 2,6


4,425 Total: 12,375

Puerto Deseado 4,325 2,56


8,695 Total: 15,4 Mill. $

Yuquerí 13,641 15,5 12,76

Total: 32,6 Mill. $

Yuquerí es un caso desesperante en términos de comercialización, por lo que hay que


buscar alternativas para su futuro.

Acta 49 y 50 de noviembre de 1967

Los puestos de venta de carnes en Londres se cierran. Aldershot, Wynonth, Derby,


Sunderland Queda abierto solo el puesto 104/117 del mercado de Smithfield.

Carlos Kolungia queda a cargo de la Gerencia General y su tarea inicial es la atención


de la situación económica financiera, determinando primariamente que se extiendan los
plazos de pagos de deudas en proveedores y otros.

Acta 52 del 14 de diciembre de 1967

En el Reino Unido una epidemia de aftosa impide el ingreso de embarques del exterior
y hace que tampoco se venda carne argentina en Londres. Los embarques quedan
suspendidos. La sucursal de Londres solo puede vender carne inglesa, internamente.

1968
546

Acta 223 del Directorio de enero de 1968

Las exportaciones a Inglaterra se encuentran suspendidas: la suspensión es total por tres


meses, sino hay nuevos brotes epidémicos. El vencimiento de la medida es el 4 de
marzo de 1968.

El embajador británico en Argentina viaja a Londres y allí hay una reunión de


importadores con la Secretaría de Agricultura británica.

Acta 1 del 4 de enero de 1968.

A la filial de Londres se le solicita información exhaustiva sobre “exigencias


sanitarias”. No solo de Londres, sino también las que aplican otros países europeos
como Italia y Alemania.

Acta 3 de febrero de 1968

El Sr. Mónaco, Gerente de Operaciones en el Exterior, plantea un panorama sobre la


evolución de los mercados internacionales.

La Junta Pecuaria de Portugal rechazó 10 toneladas de carne por cuestiones sanitarias.


Habían ingresado, en primera instancia, a España y luego no pudieron ingresar a
Portugal.

Plantea que se realizan negociaciones con Italia, Francia, Portugal, España, Bélgica,
Holanda, Alemania, Chile, Perú e Israel, a fin de reactivar las exportaciones.

El procesamiento de carne cocida congelada costó 30 millones de pesos más de lo


originalmente planteado, 115 millones de pesos. Los envíos serían a Estados Unidos y a
Italia, desde el frigorífico La Negra.

Durante 1967, Rosario perdió 251 millones de pesos, cuando a fines de 1966 su estado
era equilibrado. La “recuperación” de la planta se realizará exclusivamente en términos
de arreglos imprescindibles (A).

En CAP España se disuelve la sociedad con Transafrica. En Italia se termina la sociedad


con Bidone. En general, a las sucursales del exterior se les plantea la necesidad de
autosustentarse. Dadas las pérdidas acumuladas de CAP Perú y las deudas que reviste,
la disolución de esta sociedad resulta dificultosa. CAP Sales de Estados Unidos había
tomado préstamos en conjunto con ésta y la utilización de estos fondos por CAP Perú,
la dejó endeudada con la sucursal americana.

Acta 224 del Directorio del 22 de febrero 1968

Se plantea que los ovinos de la Patagonia debieran excluirse de cualquier medida


antiaftosa, ya que esta zona es libre de aftosa.
547

En Italia se abre el ingreso de “carnes libres de prelievo”, mediante un cupo restringido


de importación. En iguales condiciones, en Francia, Bélgica y Holanda, las carnes
congeladas adquieren precios de 700 dólares la tonelada, lo que se considera un precio
razonable frente a un precio de $ 75 el kilogramo vivo, lo cual equivale a 3,1 dólares.

La carne vacuna cocida, procesada y congelada cotiza a 905 u$s/ton en Alemania y


1200 en Estados Unidos.

Acta 12 del 21 de marzo de 1968

CAP Sales recibe 1,5 millones de dólares de J. Henry Schroder Banking Corp., lo que
permite a CAP Perú pedirle a esa filial una “garantía” de 1,2 millones para obtener una
renovación de un préstamo previo de 1 millón de dólares.

Acta Directorio 226 del 22 de marzo de 1968.

La suspensión de importaciones por Inglaterra se ha revertido. Sin embargo, la falta de


adecuados niveles de condiciones sanitarias en Argentina impide la reanudación de los
envíos, inmediatamente.

Las condiciones de competencia de Brasil y Uruguay son más ventajosas ya que las
retenciones en Argentina alcanzan al 18%, mientras que en estos otros son del 6%.

Por el cambio en las condiciones del comercio con Italia se disuelve la sociedad que
CAP había constituido allí.

El Reino Unido no levanta la suspensión a las importaciones de ovinos, pero al


levantarse la de vacunos ingresan al cupo de exportaciones los frigoríficos Duraznillo,
Liebigs y Bovril.

Acta 13 del 27 de marzo de 1968

Se plantea la adquisición del 50% del Frigorífico Nacional de Montevideo con destino a
las exportaciones a Londres.

También hay un replanteo de las obras de Cuatreros por 6 meses adicionales, en razón
de una readecuación a las nuevas exigencias sanitarias internacionales.

Se plantea la exportación directa a importadores británicos, sin pasar por el mercado


concentrador de Smithfield, a efectos de sortear las restricciones sanitarias aplicadas en
éste.

Acta 19 del 23 de mayo de 1968

También se plantea la importación de manteca alemana –“Atlas” de Munich-, a cambio


de la exportación simultánea de carnes congeladas de novillo, corned beef y
menudencias.
548

Comienzan los embarques al Reino Unido pero no hay acuerdo sobre la distribución de
las cuotas de embarque entre los frigoríficos exportadores. CAP, en un 50%, exporta a
través del Frigorífico Nacional de Uruguay, mientras que su exportación desde
Argentina se encuentra trabada por la falta de bodegas en los barcos, disputadas por los
frigoríficos extranjeros.

Los embarques iniciales se reducen a solo 300 o 500 toneladas por semana.

Actas 22 y 23 del 13 y 19 de junio de 1968

Se realizan inversiones de cry o back y supercongelados en CAP La Negra.

La readecuación sanitaria de La Negra por exigencias del Reino Unido significa 68


millones de pesos y 6 meses de trabajos.

El registro de desempleo voluntario en Lisandro de la Torre alcanza a 240 personas.

Acta 31 del 29 de agosto de 1968

Se avanza decisivamente en la descentralización de las plantas frigoríficas, de la que


únicamente se exceptúa a los frigoríficos La Negra y Lisandro de la Torre.

1969

Acta 2 del 23 de enero de 1969

A fin de aumentar los volúmenes de faena en Yuquerí y en Cuatreros se hace necesaria


la incorporación de equipos de carne cocida. Además, la adecuación sanitaria de La
Negra estará finalizada en mayo y demandará 80 millones de pesos.

Acta 32 del 22 de setiembre de 1969

Esta es la fecha de la inauguración oficial del frigorífico Villa Mercedes, San Luis. No
obstante, este frigorífico no se pondrá a trabajar porque los niveles de comercialización
de la producción serían muy bajos y resultaría deficitario su funcionamiento. Este
frigorífico fue construido por razones de “promoción de la zona ganadera” y la decisión
correspondió a 7 años antes.

Acta 44 del 10 de diciembre de 1969

El proceso de descentralización cambiaría las funciones de las distintas áreas directivas


de CAP. La idea es que CAP central arrienda los frigoríficos a quienes quedan a cargo
de su funcionamiento y resultados. El directorio y las gerencias de la central realizan
funciones de asistencia y asesoramiento a los frigoríficos descentralizados y facturan
estos servicios que incluyen, además, las instancias de comercialización exterior e
interior que quedan a cargo de la CAP central.
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Cuentas de mayo de 1936 de la CAP


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