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UNIVERSIDAD DE GRANADA
2
3
Agradecimientos.
ÍNDICE Página
INTRODUCCIÓN GENERAL 9
CAPÍTULO 1. El Estado y el contexto internacional, factores determinantes
en la evolución del sector, desde principios a mediados del Siglo XX. 23
1. La transición entre la modernización agroexportadora y la etapa
que le sucedió desde 1930. Sus trayectorias económicas y
políticas en síntesis. 25
2. Modelo agroexportador y la ocupación de espacios vacíos. 27
3. La dependencia argentina de una economía internacional en
serias dificultades entre 1914 y 1929. 29
4. Estados Unidos y la economía internacional en los Veinte. 31
5. La crisis de fines de los veinte y la depresión de los treinta. 33
6. El desarrollo del Estado en Argentina en respuesta al cambio
estructural del Estado en el orden internacional. 35
7. Del Patrón Oro a la crisis de 1930, en síntesis. 37
8. La transformación del Estado y la economía desde 1930. 40
9. En ausencia de globalización, las economías nacionales entre 1930
y el final de la Segunda Guerra y de las autarquías. 46
10. Las democracias sociales 49
11. Conclusión 51
Bibliografía. 54
4. Conclusión. 112
Fuentes y bibliografía. 113
Anexo estadísticas históricas. 115
Capítulo 9. Breve historia de la CAP entre 1955 y fines de los años 60. 237
1. De 1954 a 1958 - La expansión inicial y sus consecuencias. 240
2. Los resultados económicos de 1955 y 1956. 244
3. La política de subsidios en progresiva extinción. 246
4. El cambio de rumbo en la acción de la CAP desde 1958. 247
5. Los cambios decisivos, de 1959 en adelante. 248
6. La crisis financiera de CAP en 1960. 253
7. La restricción financiera y su contrapartida en crisis productiva y laboral. 257
8. Las limitaciones del comercio exterior 266
9. La costosa estructura productiva de CAP y la política de
“descentralización operativa”. 271
10. El frente político 275
11. Algunas reflexiones finales. 276
Fuentes y Bibliografía. 283
Anexo estadísticas históricas. 286
Capítulo 11. Fin de ciclo y crisis económica entre los años 70 y 80. 335
1. El escenario internacional de los 70 y los 80, a través de un breve
resumen histórico. 335
2. Políticas y políticos norteamericanos en el sendero de
recuperación del impulso globalizador. 339
3. La evolución económica en los 70 y 80, en Argentina, en síntesis. 345
Fuentes y bibliografía. 358
Anexo estadísticas históricas 360
INTRODUCCIÓN GENERAL
Este estudio responde al objetivo principal de rescatar, desde la historia de las políticas
estatales aplicadas en relación con el sector de producción de carne vacuna en
Argentina, entre 1930 y 1990, algunas explicaciones sustantivas de la paulatina y
continua tendencia regresiva que en materia de exportaciones se observó desde los años
treinta hasta años recientes, cuando se alcanzara un nivel históricamente bajo.
Este período iniciado en 1930 estuvo caracterizado por las diferentes etapas que, en lo
político y económico, describieron sucesivos gobiernos nacionales frente a la evolución
de la actividad en el orden interno e internacional. Las políticas nacionales aplicadas se
analizaron en su impacto estructural sobre las exportaciones argentinas de carne vacuna
así como sobre su insumo, la ganadería bovina. Pero también se aportó una visión más
general de las políticas económicas en virtud de la ya mencionada necesidad de una
interpretación más exhaustiva.
1
Basualdo (2015).
11
Con todo, esta rápida mención de que a una larga e importante evolución del sector
exportador, sucedió una suerte de caída final, ha estado solo dirigida a destacar que esto
se dio luego de un prolongado proceso, de orden interno e internacional, de distintos
aspectos salientes.
2
La Tierra, (1979); Pierri, (2007).
12
Así, el muy importante caudal de ganado vacuno argentino enviado a Gran Bretaña
debió ser sustituido por una exportación de carne vacuna refrigerada que impulsó el
desarrollo de la industria frigorífica en Argentina. La ganadería dejaba de ser actor
protagónico en la exportación para pasar a serlo el frigorífico exportador que ahora
compraba el ganado que antes se vendía directamente a Inglaterra, se encargaba de
procesarlo internamente y comercializarlo allí. Todo esto ocurría cuando el Reino Unido
no solo era primera potencia mundial sino también el primer y mayoritario importador
en el mercado internacional de carne vacuna3.
Los saldos exportados totales de la Argentina que por entonces se alcanzaban, lo hacían
bajo el predominio absoluto de productos de la ganadería –primarios o manufacturados-
y, en particular, de la vacuna que se destacaba en primer lugar, aunque también
resultaban importantes la ovina, los cueros y las lanas4. La inversión extranjera en los
frigoríficos –surgida mayoritariamente de capitales británicos y norteamericanos-
impulsaba el desarrollo ganadero, a través del mejoramiento de la calidad de los
animales. El carácter multinacional de estas empresas facilitaba la expansión del
comercio ganadero en el exterior, al controlar parte de la cadena de comercialización en
algunos países de Europa.
3
Hanson, (1937).
4
Vazquez Presedo, (1988).
13
Luego, con el correr del siglo pasado, este sector continuó realizando un singular aporte
a la economía argentina, pero el perfil de gran exportador mundial de carnes que lo
caracterizara hasta 1930 sufrió un retroceso progresivo que terminó en una etapa de
estancamiento de la ganadería y de la industria frigorífica, revelada por la pérdida de
competitividad productiva y comercial5, a partir de 1975.
Genéricamente, estas etapas serían las de 1870 hasta 1930, 1931 hasta 1975 y 1976 al
presente. Hasta 1930, el sector se inscribe dentro del crecimiento económico argentino
sostenido en base a su capacidad exportadora, etapa conocida como la del modelo
agroexportador.
Mientras, desde 1930 hasta los años 50 el desarrollo sectorial tiene lugar en el marco de
una etapa económica interna e internacional donde se interrumpe la ampliación del
comercio exterior y la inversión extranjera que se venía dando en el período previo, el
de 1870 a 1930. Algunos autores coinciden en que esta primera fue un primer paso en la
trayectoria de globalización que se definiese a partir de los años 60 del siglo XX7.
5
Porter, (1990); Canzanelli, (1992).
6
Tratado Roca-Runciman.
7
Frieden, (2007); Taylor, (1997).
14
En los años treinta, el Tratado bilateral de 1933, donde estos dos países acordaron sobre
diferentes cuestiones económicas comunes, contó con la motivación o móvil principal la
exportación de carnes argentinas. Ahí, y en este marco de acuerdo económico amplio, se
da origen a la “relación especial” con el Reino Unido, a que ya se hiciera mención.
Entonces, la gravitación política y económica que este sector va mostrando a lo largo
del tiempo puede desagregarse a través de su inclusión en las etapas características del
crecimiento económico nacional. Esto se plantea aquí, en forma general, para más
adelante avanzar sobre los distintos gobiernos y sus políticas económicas.
La central importancia que tuviera este sector resalta por el hecho de que el 80% de las
exportaciones argentinas hasta 1910 estaban constituidas por productos con origen en la
ganadería. Tanto las divisas así generadas como los ingresos fiscales sustentaban las
necesidades de un Estado comprometido en una corriente de desarrollo económico
movilizada favorablemente por la inversión extranjera pero demandante de divisas para
transferencias internacionales de capitales, utilidades e intereses, así como de gasto
público en administración, seguridad, infraestructura y servicios sociales8.
La caída drástica de los ingresos de divisas por exportación imposibilitó buena parte de
la importación industrial y esto generó un mercado interno cautivo de consumo
industrial que pasó a ser provisto por producción industrial nacional sustitutiva de
importaciones. Así surgió el modelo de sustitución de importaciones en reemplazo del
agroexportador, pero dado que la estructura exportadora seguía respondiendo
básicamente al sector agropecuario, el Estado implementó una serie de medidas en su
favor que configuraron una etapa de proteccionismo agrario sin precedentes en toda su
evolución previa.
8
Vazquez Presedo, (1988); Guerchunoff y Llach (2007).
9
Dieguez, (1972); Vazquez Presedo, (1988); Rayes, (2015).
16
En los treinta, en los comienzos de una etapa que duró sesenta años, fue un gobierno
conservador10, el que optó por la intervención del Estado en el mercado. Desde 1933,
con la creación de organismos de apoyo del Estado, tales como los que se señalara, la
Junta Nacional de Carnes, la CAP o como la Junta Nacional de Granos, para el caso de
la agricultura pampeana, así como mediante la aplicación de distintas medidas de
fomento al agro, este sector fue objeto de una concreta política proteccionista por parte
del Estado. Ésta tuvo el claro destino de restablecer el nivel de capacidad exportadora
previo a la crisis de 1930. Con todo, el Estado no abandonó por décadas aquel esquema
institucional de protección al sector agrario, hasta hacerlo definitivamente a principios
de los noventa. Esto último sucedió en el marco de una política económica neoliberal
que dio por terminada la etapa de sustitución de importaciones y el intervencionismo del
Estado en distintas áreas de la economía.
Durante los casi cincuenta años posteriores a 1930, este sector a través de sus
exportaciones, de su capacidad proveedora del alto consumo interno de carnes y de
producción alternativa a la agricultura, dada la rentabilidad diferenciada entre ambas
opciones agrarias, siguió teniendo un rol preponderante en el desenvolví-miento
económico de un país reconocido como principal exportador agropecuario mundial11.
Entre 1930 y casi mediados de los años sesenta se pudo observar un estancamiento en la
producción agropecuaria argentina. Sin embargo, el avance de la producción ganadera
resultó mayor que el de la agricultura pampeana –hasta fines de los años cincuenta-,
dentro de ese panorama general de retroceso agroexportador12.
10
El del General Agustín P. Justo, político disidente de la Unión Cívica Radical, ganador de las
elecciones presidenciales fraudulentas de 1932, resultado de la alianza –llamada Concordancia- entre el
Partido Demócrata Nacional (conservador), el Partido Socialista Independiente y la fracción anti-
yrigoyenista de la UCR, a la que adhería Agustín P. Justo.
11
Ferrer, (1983).
12
Vazquez Presedo, (1988); Banco Ganadero Argentino, (1967).
17
Si, de hecho, se han descrito, con el propósito de sintetizar la historia del sector, tres
grandes etapas de su evolución, cabe ponderar inicialmente el rol que le cupo al Estado
en torno de estas tres instancias históricas diferenciadas, en las cuales debió adoptar
distintas políticas, atento a la necesidad de preservar la significativa contribución de esta
actividad a la economía en general y al propio Estado, en particular. En este sentido,
cabe apuntar que el Estado debió actuar en favor de las exportaciones cárnicas, toda vez
que debía procurarse las divisas necesarias para afrontar los pagos con el exterior y esto
significaba favorecer los precios de la carne vacuna.
Pero esto también implicaba que los precios del consumo de ésta aumentasen y, así, este
aumento llevase a la caída de los salarios reales, al ser la carne un consumo básico de
los asalariados. Este conflicto de objetivos fue persistente a partir de los años treinta,
cuando la alta participación de las exportaciones en la producción –hasta los años
veinte- declinó definitivamente en razón del mayoritario porcentaje –de más del 60%,
inicialmente- alcanzado por el consumo en el destino de la oferta del producto.
Tal como se mencionara no solo el sector aportaba divisas desde la exportación, sino
que de éstas se derivaba una significativa contribución fiscal. Hasta 1930, cuando
todavía la estructura fiscal tenía como principal sustento el impuesto al comercio
exterior, las tarifas aduaneras determinaban mayormente el aporte fiscal del sector.
13
Peretti y Gomez, (1991).
18
En la segunda etapa señalada, de entre 1931 y 1975, se sumó, a favor del Estado, la
obtención de ganancias cambiarias, expresión cuasi-fiscal nacida y crónicamente
sostenida desde 193214, a partir de la determinación de un tipo de cambio diferenciado
para el sector agropecuario, en el marco del control generalizado del mercado de
divisas.
También, aparte del tipo de cambio diferenciado para el agro –inferior a los demás
bienes comerciables internacionalmente- se hizo persistente otro procedimiento similar
pero de mayor y directa incidencia fiscal, la retención impositiva a los ingresos
agropecuarios de exportación. Aunque con cortos períodos de no aplicación, desde la
década de 1950 al presente, la implementación de una retención de un porcentaje
generalmente sustancial –de un 10% como mínimo- sobre el tipo de cambio al que se
debían liquidar las divisas a los exportadores agropecuarios determinó un tipo de
cambio efectivo para estos, inferior al percibido por el resto de los exportadores y, en
contrapartida, un ingreso fiscal equivalente a esta diferencia apropiada por el Estado15.
14
Prebisch, (1985).
15
Sturzenegger, Otrera y Mosquera, (1990).
19
Con todo, en una conclusión sujeta a la polémica, se puede decir que al cabo de tantos
años, no fue el Estado el que provocase, sin mayores dudas, a mediados de los años 60,
la reversión definitiva del período de más de 30 años de estancamiento agropecuario
que inauguró la crisis del 30. En rigor, en algunos análisis – provenientes de autores de
filiación liberal- se entiende que tales esquemas de protección no fueron tales, sino que
más allá de ellos terminó imperando lo contrario, una discriminación negativa hacia el
sector agropecuario, desde fines de los años 40 y hasta mediados de los 70, restablecida
en los 80, eliminada en los 90, pero nuevamente instaurada en los años que corren desde
el 2000 en adelante16.
Finalmente, cabe definir una tercera línea relevante en el análisis18, referida a una suerte
de división internacional del trabajo, en la cual el sector agropecuario de los históricos
proveedores de estas materias primas frente a sus también históricos clientes europeo
occidentales resultan relativamente postergados entre los años 30 y principios de los 60,
para luego ser temporariamente reivindicados hasta 1974 y definitivamente postergados
en los años 80. El proteccionismo agrario europeo impulsado, desde fines de los
cincuenta, poco después de la constitución de la Comunidad Económica Europea, sería
el causante de la declinación de distintas exportaciones agropecuarias de países en vías
de desarrollo en el mercado internacional, entre ellas, la de la carne vacuna.
16
Martinez de Hoz, (1967); Sturzenegger y Salazni, (1971); Sturzenegger, (2007).
17
Barsky, (1991); Obschatko y de Janvry, (1972); Piñeiro, (1975).
18
Astori, (1984); Cardozo y Faletto, (1969); Pierri (2007).
20
Bibliografía.
19
Reca (2006); Azcuy Ameghino, (1998).
21
Basualdo, Marcelo Ernesto (2015). “La gestión de la carne vacuna en Argentina y las
políticas estatales aplicadas entre 1930 y1990”. TST, marzo 2015, No. 28, pp. 96-121.
Hanson, Simon G. (1937). Argentine Meat and the British market. Chapters in the
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University Press.
Pierri, José Alberto, (2007). Sector Externo, política agraria y entidades del agro
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Porter, Michael (1998). The competitive advantage of nations. Free Press. New York.
Prebisch, Raúl (1985). “La Experiencia Del Banco Central Argentino, En Sus Primeros
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Sturzenegger, A., W. Otrera y B. Mosquera colabs. (1990). Trade, Exchange Rate and
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Taylor, Alan. (1997). Argentina and the world capital market: saving, investment and
capital mobility in the twentieth century. December 1997.
[www.nber.org/papers/w6302].
CAPÍTULO 1
20
Devoto, (1993).
24
De aquí en más, se trata de delinear con algún detalle un conjunto de hechos del orden
internacional que afectan a la Argentina y a su modelo agroexportador, en primera
instancia, para luego avanzar sobre el contexto propio de los años treinta a los
cincuenta. Por esto, la etapa de desarrollo, previa a la que inicia en los treinta, por al
menos dos razones, es necesario revisarla brevemente para observar el rol del Estado en
ella y sus condicionantes externos.
Luego, esto facilita el análisis de la transición desde el final de la etapa que concluye en
1930 y la que comienza a partir de allí. Distintos aspectos de orden internacional entre
estas dos décadas sucesivas también son explicativos respecto del derrotero nacional de
los treinta en adelante y la inserción del sector en éstas.
Esto plantea que por orden de causalidad, se describa el problema general de cambio de
modelo, del agroexportador al que le sucede, el de sustitución de importaciones, en
primera instancia. Luego, en segunda instancia, sobre el caso específico de las carnes,
hay razones económicas, políticas e ideológicas que tienen su origen en aquella etapa
fundacional de la industria frigorífica exportadora y de la ganadería asociada a éste.
Tales razones adquieren importancia, a partir de los años treinta, en la determinación de
las acciones del Estado sobre el sector, las que, con su sesgo original, además,
subsistirán por al menos 30 años. Por lo tanto, resulta importante destacar que el modelo
de exportación de carnes que se inicia a principios de Siglo se modifica a través de la
acción del Estado y de la dirigencia corporativa rural, en los treinta, en virtud de dar
respuesta a las cuestiones que ya se habían planteado varios años antes.
25
21
Taylor, (1992); Di Tella y Zymelman, (1967); Díaz Alejandro, (1983).
26
Mediante el voto de las mayorías que los rechazaban, los conservadores que lo habían
conducido desde 1870, quedaron al margen del manejo directo de aquel modelo, pero
no dejaron de tener la influencia derivada de representar a un principal poder
económico.
La Sociedad Rural Argentina (SRA), fundada en 1866, era una institución de clara
representatividad de los terratenientes argentinos que mayoritariamente la integraban, la
cual, ya fuera con gobiernos conservadores o radicales, no dejó de involucrarse en la
política nacional. Durante la década de 1930 se encontrarán con un especial
protagonismo político22. Justamente, la SRA logró integrarse directamente al ejercicio
del poder político, desde el golpe militar de 1930 que derrocó al presidente radical
Hipólito Yrigoyen, el fraude electoral en los comicios de 1932 posibilitase el regreso de
los conservadores a los gobiernos que se sucedieron hasta 1943. Pero, después del golpe
militar de ese año y un breve gobierno, de unas elecciones legítimas surgió un gobierno
democrático de origen cívico-militar, encabezado por el General Perón. Luego de más
de una década de gobiernos conservadores, el peronismo sustituyó al radicalismo en la
preferencia y representación de intereses populares23.
22
Tarruela, (2012), Rapoport, (2007).
23
Rosa, (1992).
27
El desarrollo económico de aquel último cuarto del S. XIX revela que su primera
expresión destacada es justamente la ganadería. Esto se confirma en el hecho -ya
mencionado- de que una producción ganadera que viene aumentando desde mediados
del S. XIX, acelera su crecimiento y el de las exportaciones argentinas, a partir de la
plena irrupción del modelo agroexportador en 1870.
Una vez que todas las tierras estuvieron casi por completo ocupadas y explotadas, la
capacidad productiva dejó de expandirse y el crecimiento de la producción agropecuaria
encontró su límite. Ésta es la explicación de por qué se puede encontrar una
desaceleración del crecimiento a partir de la Primera Guerra25. En ese momento, la
frontera agropecuaria habría sido alcanzada, en función de que el territorio con suelo y
clima adecuados no podría extenderse más allá de los límites ya establecidos.
24
Ortiz, (1978), Cortés Conde, Halperin Donghi y Gorostegui de Torres, (1965).
25
Di Tella y Zymelman, (1967).
28
Pero además, este estilo de desarrollo había demostrado hasta allí que, en realidad,
numerosas expresiones de apoyo a la producción básica, habían respondido al aporte de
una inversión extranjera liderada por Gran Bretaña y expresada en ferrocarriles,
infraestructura, frigoríficos, bancos, maquinaria, tecnologías, etc. La tierra, el trabajo –
abonado por la inmigración masiva- y la organización social, por su parte, contribuía a
aportarlas una clase dirigente de la cual los gobiernos conservadores y la oligarquía
terrateniente eran expresiones sustantivas26.
26
Sábato, (1988).
27
Rapoport, (2007).
28
Díaz Alejandro, (1983); Taylor, (1992).
29
29
Bunge, (1921).
30
Dorfman, (1983).
30
La capacidad financiera con la que, de todas formas, contaba Estados Unidos no resultó
un sustituto inmediato en materia de préstamos e inversiones, lo que se demuestra
porque los aportes de este origen resultaron insuficientes como para lograr revertir la
disminución del crecimiento, entre 1914 y fines de los veinte32. Desde entonces, el otro
aspecto en que impactó la guerra fue en el retroceso del comercio exterior y en esto la
Argentina padeció la escasez y encarecimiento de los productos industriales europeos
que normalmente importaba.
31
Taylor, (1997), Aglietta, (1987), Eichengreen, (2012).
32
Taylor (1997).
33 Eichengreen, (2012).
31
Si bien para 1922, la economía británica había entrado en una fase de recuperación, las
políticas monetaria y fiscal se siguieron restringiendo en el afán de restaurar el patrón
oro que las condiciones de posguerra habían impedido seguir sosteniendo. Las políticas
restrictivas se mantuvieron en razón de que existía el objetivo de restablecer el tipo de
cambio libra-oro al nivel de pre-guerra. Esto significaba la necesidad de aproximarse
con la caída de la inflación a una brecha menor entre ésta y el tipo de cambio fijo que se
buscaba restaurar. En 1925 Gran Bretaña reimplantó definitivamente el patrón oro con
aquella paridad fija y logró recuperar una mayor influencia en un mercado de capitales
internacional, en el cual Estados Unidos ya era el protagonista, desde la posguerra34.
34 Eichengreen, (2012).
32
En el caso alemán, las reparaciones de guerra exigidas por los franceses determinaron la
imposibilidad de estos pagos con la simultánea atención de su reconstrucción
económica. Con el plan Dawes, de aporte de financiamiento americano, se estabilizaron
los pagos de guerra y la propia economía alemana, en 1924. Por carácter transitivo, la
mejoría y refinanciamiento alemán repercutía favorablemente sobre Francia y el resto
de Europa.
35
Frieden, (2007), págs. 173-208.
33
Ante la burbuja especulativa americana la Reserva Federal también decidió subir los
intereses, ante el temor de que esto pudiese derivar en un brote inflacionario. La caída
de Wall Street fue abrupta y total: la baja de las acciones tanto hizo caer los precios de
las materias primas como la demanda industrial. Aquí surgió el viejo argumento de que
por vía de baja de precios y salarios la recesión se auto-corregiría, ya que la baja de
precios llevaría a un aumento real de la cantidad de moneda y esto permitiría un
aumento natural de la demanda real de bienes.
36
Baskin y Miranti, (1996). Págs.189-208.
34
El Patrón Oro, con sus mecanismos restrictivos, había impulsado la quiebra del sistema
financiero, el correspondiente pánico y su sostenimiento durante algunos años fue factor
de generación o mantenimiento de la Depresión. La recuperación económica solo fue
posible a partir del abandono del patrón oro pero el crecimiento internacional solo
regresó hacia finales de los años treinta37.
37
Frieden, (2007), p. 233-260; Bernanke, (2000); Friedman y Schwartz, (2008).
36
En Argentina, así como la Guerra de 1914 y sus años de posguerra habían afectado
seriamente la capacidad exportadora y el crecimiento de Argentina, la crisis
internacional de 1930 determinó la imposibilidad de continuar exportando al nivel que
se lo venía haciendo hasta la segunda parte de los años veinte. Entre 1931 y 1932 se
pasa a exportar un 40% menos que en esos años, luego el retroceso se logra revertir
parcialmente, pero solo desde principios de la Segunda Guerra se retoma un crecimiento
en los niveles de exportación.
38
Vazquez Presedo, (1988).
37
Quien resultó responsable de este obligado proteccionismo fue el Estado, el que tal
como se mencionó, también se ocupó de proteger al agro, con el fomento de la
producción y la exportación. En suma, el Estado se estaba haciendo cargo de impulsar al
agro, a la industria e, inclusive, de la ocupación al fomentar estos sectores económicos
y, en vistas, del aumento del desempleo generado por la crisis. Esto nunca había
sucedido antes de 1930. Como también se mencionó, las Fuerzas Armadas también
pudieron llegar al gobierno, mediante un golpe de Estado en 1930 y otro en 1943, y,
entre medio de estos, los gobiernos que presumieron de democráticos lo hicieron a
través del fraude electoral con la finalidad del retorno de los conservadores al poder.
Alternativas políticas éstas, absolutamente novedosas e inconstitucionales, que
irrumpieron después de muchos años de estabilidad o mayor calidad institucional. En
definitiva, estos nuevos roles del Estado en lo político y económico se pudieron dar
dentro del conflictivo panorama internacional que originó la crisis de 1930. Sin poner
en claro también ese contexto en el que se desenvolvían los países centrales se dificulta
el porqué de la transformación del Estado a partir de 1930 y el impacto que esto tuvo
sobre el sector agropecuario exportador.
Hay argumentos no solo económicos sino de orden político que en los países centrales
posibilitaron, sin duda, desandar el camino de un Estado enrolado dentro de una
democracia burguesa. La relación Estado y mercado, en general, como en el caso
relacionado con el complejo agroindustrial de la carne vacuna, hace necesario revisar el
contexto internacional en que esto se modifica sustancialmente, para poder encontrar la
incidencia de aquel sobre la reestructuración del Estado en el orden nacional. De esta
forma, el contexto económico y político internacional entre principios de S.XX hasta la
Segunda Guerra cabría plantearlo adecuadamente para poder hacer las referencias
necesarias de los cambios que en el orden nacional respondan a aquel en sus diferentes
aspectos.
Pero la expansión monetaria estaba siempre ajustada al respaldo oro de las monedas
nacionales. Este respaldo implícito en una suficiente acumulación de reservas en oro
podía significar un gran esfuerzo exportador, ya sea mediante alta producción, por bajo
39
Frieden, (2007).
40
Taylor, (2011); Aglietta, (1987).
39
En pos de alcanzar ese respaldo oro a una paridad fija, el sacrificio de productores y
trabajadores, en un contexto de deflación o recesión, no fue en absoluto sorprendente o
inusual tanto en el caso de Gran Bretaña, otros países europeos o en Estados Unidos, ya
que esos mecanismos de ajuste eran básicos dentro de las “reglas del Patrón Oro”.
Aunque los préstamos entre países amortiguaban la necesidad o la urgencia de exportar
más o más barato para alcanzar el respaldo oro de la moneda nacional, lo cierto es que
las exportaciones debían crecer para acumular el oro que garantizase el valor de la
moneda. Así, el bloque de países centrales de esta primera globalización, la del Patrón
Oro, sacrificó, durante determinados períodos, el bienestar de amplios sectores de la
población en pos de preservar el valor de su riqueza a largo plazo. Esto fue cierto en la
larga deflación de entre 1870 y 1886. Luego, la aproximación al círculo virtuoso de
fines de un siglo y los primeros años del siguiente, parece haber recompensado los
sacrificios realizados previamente con un amplio impacto positivo sobre la mayor parte
de la población.
Entre la Primera Guerra Mundial y hasta mediados de los años veinte, a los sacrificios
propios de la posguerra en Europa, se sumó la política de austeridad monetaria y fiscal
que necesitó Gran Bretaña para poder restaurar el Patrón Oro en 1925. Solo Estados
Unidos y algunos países periféricos fueron la excepción dentro del período que va de
1914 a 1928, pero en 1929 la crisis alcanzó a todo el mundo. Paulatinamente, desde esa
crisis se fue planteando el abandono del patrón oro en los países centrales y, por ende, el
regreso a la inestabilidad en el valor de la riqueza. No habría necesidad de ajustar a la
baja –tal como requería el modelo de patrón oro– ocupación y salarios, como hasta
pocos años después de esta crisis todavía algunos siguieron sosteniendo. También,
como consignan distintos relatos históricos, el odio a una burguesía entre indiferente y
hasta complaciente con la situación de los trabajadores y clases medias durante el
estancamiento de los años veinte o la crisis de los treinta se fue esparciendo por
40
De una u otra forma, frente a este viraje crucial en el contexto político que impactaría
sobre la estructura económica, es importante buscar respuesta a la pregunta sobre qué
sucedió con los actores de la primera globalización que feneció a finales de los años
veinte. Es evidente que quienes debieron salir de los gobiernos obviamente no por ello
se desprendieron de sus intereses económicos y tampoco de sus convicciones
ideológicas, más aun cuando durante décadas éstas les habían servido para preservar e
incrementar su riqueza. Desde lo político-ideológico o desde las posiciones de poder
económico es indudable que, luego de un absoluto predominio social, estos actores
debían pasar, al menos, a reconstruir espacios de poder que les permitiesen continuar
con el apoyo necesario –de parte del Estado y la sociedad- a sus intereses sectoriales. El
odio popular hacia los mariscales de la derrota debería haberse traducido en la exclusión
de ellos de todo espacio de poder, pero no parece ser esto un denominador común de
todos los casos.
41
Yergin y Stanslaw (2007), p. 1-27.
41
Más bien, en algunos países, fue posible esa reubicación política de aquellos que ya
habían sido protagonistas en los años veinte, en esa antesala de la crisis de 1929. En
otros, los nacionalistas, se los desplazó del poder político pero no del económico.
Hjalmar Schacht, prominente banquero, presidente del banco central Alemán en los
veinte, volvió a dirigir la economía durante parte del gobierno de Hitler, desde 1933.
Cordell Hull, un muy tradicional liberal del S.XIX, alcanzó la Secretaría de Estado con
Franklin D. Roosevelt, en 1932, fue un férreo sostenedor del libre comercio, en épocas
de creciente proteccionismo, y, luego, claro inspirador de los siguientes gobiernos que
reinstalaron el predominio absoluto de esta política sobre los intentos de revivir las
tradicionales oleadas proteccionistas americanas.
Estos casos y algunos otros que se presentaron, plantean la sospecha de que, en realidad,
el odio y el desprestigio popular de los mariscales de la enorme derrota de 1929, no
logró desplazar del gobierno a algunos de ellos y otros, se sumaron a las nuevas
tendencias porque, simplemente, entendieron que el capitalismo necesitaba un replanteo
que tanto salvase al propio capitalismo como a la democracia, ya que era probable que
si no se salvaba una cosa la otra tampoco podría subsistir. Pero, en rigor, aun así, las
instituciones favorables al comercio parecían lograr salvarse en aquellos países que
rechazaban la democracia –los nacionalistas-, ya que si bien allí crecía el predominio
del Estado esto implicaba también que los empresarios privados, que se asociaban con
él, se beneficiasen mediante un crecimiento conjunto.
42
El volumen que ésta alcanzaba era la oferta que abastecía una demanda proyectada para
el consumo de la población y otra para el consumo intermedio o de inversión del
aparato productivo. No hubo dudas de que el mecanismo funcionaba porque la
economía logró crecer a buen ritmo y se fue originando una diversificación industrial
que permitió obtener una adecuada industria pesada, por ejemplo, mientras que la
agricultura fue progresivamente alcanzando mayor productividad.
La importancia de esta trayectoria resultó ser también una relevante lección política para
los subsistentes países democráticos, así como para los europeos no democráticos, ya
que se constató que el capitalismo no resultaba indispensable, ni insustituible para la
existencia del sistema económico, por un lado, y, por otro, que el Estado podía resultar
efectivo en la producción y distribución de bienes, mediante la aplicación de un
principio de escaso reconocimiento previo, la planificación42. Por último, no solo la
estructura económica estaba destinada a replantearse, a partir de este período post-crisis
de 1929, sino que la década de los treinta resultó prolífica en urgentes cambios.
Algunos, serían de implementación inmediata, y otros, se constituirían en preparativos
de una nueva transformación integral desde los comienzos de una segunda posguerra, ya
que una nueva guerra con Alemania era inminente y solo cabía esperar su derrota, si la
democracia debía sobrevivir.
42
Frieden (2007), p. 261-304.
43
El gobierno norteamericano trabajaba a marcha forzada, dado que había que trabajar
para prepararse para la guerra, pero también en la necesaria reconstrucción cuando ésta
acabase. Estados Unidos se proponía intervenir directamente en ella, ganarla y, luego,
asumir el liderazgo internacional que equivocadamente no había querido asumir al final
de la primera posguerra. En este rol que le cabría desempeñar, trabajaba en términos de
un rediseño del orden internacional que otorgase largos años de paz y prosperidad a su
país y al resto del mundo.
Sobre estas bases la nueva economía que se iba a aplicar en los treinta en Estados
Unidos, con principal preocupación por la situación interna, debía ser sucedida por un
esquema internacional coherente, a partir del liderazgo internacional americano.
Así ocurrió, y es por esto que así como fue posible encontrar un derrotero uniforme
entre 1870 y 1929, también se puede delinear una sucesión de hechos correlacionados
entre 1930 y 1973, nuevo punto de término de una segunda etapa globalizadora que, en
realidad, como tal, comenzó en 1945, luego de una concreta etapa preparatoria, con
inicio en los años treinta.
Es dable otorgarle una escasa valoración a todo el proceso que se diera en esta “etapa
preparatoria” pero éste hizo que, desde una situación catastrófica, se pasase a alcanzar
los objetivos planeados, cuando, evidentemente, desde sus inicios y a lo largo de todas
las contingencias enfrentadas –la crisis de 1930 y la Segunda Guerra- hubiera una
general incertidumbre siempre presente.
De allí, entonces, en este notoriamente adverso contexto, es que hay que suponer que no
solo la economía debía recuperarse, que los actores de la globalización debieran
sobreponerse a su espectacular derrota, reincorporarse al gobierno, aplicar un modelo en
alguna medida alternativo y diseñar, asimismo, una nueva alternativa globalizadora.
Pero no existía para el Estado como cuestión propia de sus deberes el desempleo, los
niveles de salarios y los precios, aunque resultó imprescindible para el patrón oro que
hubiese libre fluctuación de esta variables. Sin embargo, como ya hemos visto tal
variabilidad en salarios y precios daba muestras de haber desaparecido en buena medida
para los años veinte. El ajuste deflacionario con el que se pretendió seguir contando
para estos años dejó de ser factible en razón de una rigidez salarial a la que ya se hizo
referencia al describir el escenario de determinación de la crisis de 1930.
45
Las demandas de una mayor protección social también habían aumentado y dentro de
ésta estaba planteada la instrumentación de algún tipo de cobertura frente al desempleo.
Así, la resistencia salarial se perfeccionaba con la progresiva existencia de seguros de
desempleo, ya que esto añadía otra barrera de contención a la baja salarial, dado que la
presión de la desocupación como sobre oferta laboral disminuía y también la correlativa
presión a la disminución de salarios. Por otra parte, este conjunto de medidas
laboralistas exponían la necesidad de que se contemplase la condición de vida de los
trabajadores como responsabilidad social del Estado y las empresas.
Anteriormente, durante gran parte de la vigencia del Patrón Oro, no se había podido
instalar esto debido a la menor capacidad de presión de los obreros y sus partidos
políticos y a los propios requisitos de funcionamiento de ese sistema. Cuando como
quedó dicho las democracias occidentales se encontraron con una grave situación de
riesgo, el alcance de los reclamos obreros debía ser debidamente tomado en cuenta, ya
que su desatención implicaba agravar el riesgo de un consenso antidemocrático interno
en precisa consonancia con el avance internacional de los nacionalismos y la
consolidación del comunismo.
46
Con la caída del Patrón Oro en Inglaterra, en 1931, y la posterior en Estados Unidos, en
1932, también se abría la posibilidad de sostener una política laboralista en este país, ya
que no se justificaría esperar una deflación salarial si el sistema que lo requería había
desaparecido.
Éste no solo fue el dilema de Estados Unidos sino de una serie de países que fueron
golpeados de igual modo y donde fue el Estado el que tomó a su cargo rescatar
economía y sociedad. Algunos, como Alemania o Italia eligieron el camino de la
autarquía nacionalista y otros, el de la socialdemocracia. Todos se orientaron hacia el
capitalismo regulado. El caso argentino se inscribió también, claramente, dentro de este
conjunto de obligaciones que asumía el Estado. En relación con las Autarquías, el caso
de Alemania fue uno de los de más temprana recuperación y de más evidente éxito.
Todo el proceso económico alemán fue dirigido por un banquero que había resuelto el
problema de la hiperinflación en 1924, a través del simple expediente de dejar de
imprimir billetes y negociar favorablemente el apoyo norteamericano del Plan Dawes,
Hjalmar Schacht. Este se constituyó como presidente del Reichsbank desde aquel año y
hasta 1930 cuando renunció para retornar a este puesto después de la victoria electoral
de Hitler, en 1933. A partir de allí, impulsó un plan económico que se mostró como
absolutamente innovador ya que éste consistió en un impresionante plan de obras
públicas. Entre 1934 y 1937, el déficit fiscal alcanzó el 5% del PIB, cuando el 50%
correspondía al Estado y el Gasto Público alcanzaba al 34% del PIB. Si bien los salarios
se mantuvieron bajos, la ocupación alcanzó al conjunto de la población y la economía
pasó de la depresión al crecimiento sostenido.
Este tipo de política económica se reiteró en otras autarquías nacionalistas, como Italia,
Hungría, Rumania, Grecia, España y Yugoslavia y allí igual que en Alemania se
persiguió a socialistas y sindicalistas, se eliminó sus huelgas y reclamos salariales. Esto
significó el apoyo entusiasta de la burguesía a este tipo de regímenes, así como una base
de colaboración de la industria en los proyectos belicistas de estos países.
48
En un estilo similar a las restantes autarquías el 50% del Gasto estatal se dirigía a la
inversión pública y se impulsaba las industrias pesadas y el gasto militar.
Hay que reconocer, sin embargo, que otros países habían tomado similares trayectorias
en el terreno económico, pero fue en el orden social donde sí se planteó una clara
diferenciación. Se puede decir que aquí se iba a constituir el Estado de Bienestar
moderno, ya que se implementó una batería de programas sociales que permitieron
alcanzar una protección social de la población de un alcance desconocido por la
mayoría de los países de aquella época.
La dirección señalada por Estados Unidos llevó a que Dinamarca, Noruega, Bélgica,
Suiza, Canadá, Nueva Zelandia y finalmente Francia siguieran el mismo camino. Algo
retrasadas quedaron Gran Bretaña, los Países Bajos y Australia en razón de haber tenido
ya una historia de reformas sociales previas. Pero lo importante es que frente a un grupo
de países que habían optado o por el fascismo o el comunismo, los países industriales
avanzados habían optado a su vez por la continuidad de la democracia en un estilo
socialdemócrata que, en un acto fundacional, instituía el Estado de Bienestar.
43
Frieden, (2007). Págs. 335-365.
51
11 .Conclusión
Es bien claro que la depresión de los años treinta originó una quiebre estructural en la
economía nacional e internacional. La recuperación de la producción y el mercado
interno pasó a ser prioritaria y el comercio internacional cayó y se fragmentó. Las
exportaciones se redujeron por la caída en la demanda de países con ingresos y
actividad en descenso. Luego, la importación fue restringida para no competir con la
actividad nacional y defender las reservas en divisas.
Ya se revisaron casos particulares como los de Suecia o Estados Unidos, a los que
siguieron varios otros, y en todos ellos se plantea un estilo socialdemócrata para lograr
una alianza con los trabajadores, otorgándoles una protección social en la que antes algo
se había avanzado y ahora se generalizaba en los años treinta. También los intereses de
las empresas eran contemplados a través de políticas fiscales y monetarias reactivantes
que también aumentaban el empleo.
Como la asignatura pendiente resulta ser la alianza con el sector de los trabajadores, son
los militares, encabezados por Perón los que movilizan a este sector a través de su
propuesta de mejoramiento de las condiciones laborales y sociales de los obreros. La
industria sobre la que se pivotea la ocupación y la sindicalización pasa a ser entonces
aún más promovida. Las reformas del Estado introducidas por los conservadores en los
treinta se profundizan desde el gobierno peronista de 1946. La “oligarquía terrateniente”
que había reasumido parte del poder político en los treinta solo pasa a ser expresión de
la oposición al peronismo y no la más importante.
53
44
Plotkin, (1991).
54
De esta forma, los procesos que se dieron en los países centrales coincidieron con los de
la Argentina así como de otros países subdesarrollados. Desde esa especie de Estado de
Bienestar, forjada por el peronismo en los años cuarenta, no se regresó y su existencia
no fue cuestionada hasta los años noventa. Esto significó que los asalariados tendiesen a
resistir rebajas en sus salarios reales y se desarrollasen pujas distributivas de ingresos
entre estos y sectores como el agro, la industria o el Estado.
Este contexto internacional con sus actos reflejos sobre las condiciones internas es,
como se ve, una suerte de constante histórica que tiene una fundamental influencia
sobre las políticas de desarrollo y por lo cual se hizo inexcusable abordarlo para luego
focalizarse sobre una actividad que al estar dirigida a la alimentación entró tanto dentro
de la preocupación productiva como social del Estado.
Bibliografía
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55
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Yergin, D. y Stanslaw, J, (2007). The commanding heights. The battle for the world
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57
CAPÍTULO 2
1. Introducción.
Esto que podría haber sido una específica propuesta política sectorial, en realidad, tuvo
ribetes más politizados durante los años veinte, sobre los que se sentaron algunos
antecedentes de coincidencia de parte del radicalismo con el mismo ruralismo que antes
se había demostrado más coincidente con el régimen conservador.
Surgió el lema político de “comprar a quien nos compra” durante el gobierno radical de
1928, con lo cual se desalentaba el intercambio generalizado de productos con los
norteamericanos, mientras se privilegiaba el establecido con el Reino Unido.
Los frigoríficos de Terrason, nacional, ubicado en San Nicolás, Pcia. De Buenos Aires,
y de River Plate, inglés, de la ciudad de Campana de la misma provincia, habían
comenzado los embarques a Inglaterra, en esa época. Luego con capitales ingleses y
nacionales se constituyó la compañía Sansinena y ésta instaló el Frigorífico La Negra,
en Avellaneda, ciudad también bonaerense. La distribución de las carnes de este origen
estaba a cargo en Europa, por parte de la firma Nelson, propietaria de una cadena de
carnicerías, allí. Esta misma firma instaló el frigorífico Las Palmas, en Zárate, también
en la Provincia de Buenos Aires.
59
Un muy importante negocio lograron realizar estos frigoríficos entre 1899 y 1902, a
consecuencia de la Guerra de los Boers, en Sudáfrica, donde las tropas fueron
alimentadas mediante las carnes congeladas que se exportaron a ese país. Esto atrajo
nuevos capitales al sector, cuando los ingleses fundaron el Smithfield y La Plata Cold
Storage en la ciudad de La Plata, en 1904, éste último también con aportes sudafricanos.
Con capitales argentinos se instaló también el “Cuatreros” en Bahía Blanca (1902) y el
Argentino, en Avellaneda, en 1905. Luego vendrían el Anglo de Zárate, en 1916; el Río
Grande, en Tierra del fuego, en 1917; el Puerto Deseado, en Santa Cruz, también en ese
año, y la Compañía Saladeril, en Concordia, provincia de Entre Ríos, en 1924.
En buena medida, los llamados frigoríficos nacionales también compartían intereses con
capitales ingleses, ya sea por razones de inversión o comercialización. Había en sus
directorios, representantes de la banca, del comercio exterior o de la diplomacia inglesa.
Pero, a partir de 1907, había comenzado a penetrar el trust frigorífico norteamericano,
de dudosa fama por sus litigios en la justicia americana, resultado de la aplicación de la
ley antitrust, pero también singularmente poderoso. Habiendo comenzado los Armour
en 1876 a trabajar en esta rama de la industria para luego sumarse la Swift, Wilson y
Cudahy se constituyeron en los “cuatro grandes” que dominaron todo el mercado
americano y luego desembarcaron en Gran Bretaña. Debido a que la producción
americana no dejó mayores saldos como para continuar las exportaciones al mercado
inglés, los “big four” decidieron instalarse en Argentina, Uruguay, sur de Brasil,
Australia, Nueva Zelanda y Canadá para proveer desde allí al mercado inglés. Así, el
“La Blanca” y el “La Plata” pasaron a manos de Swift, en 1907, y luego ésta también se
hizo cargo de los frigoríficos ingleses que iban a instalarse en San Julián y Río
Gallegos, Provincia de Santa Cruz, en 1912.
60
Luego, Armour instaló su planta en La Plata, en 1915, siendo considerada una de las de
mayor tamaño en el mundo, a ésta se sumó otra menor, en Santa Cruz, en 1920. Wilson
adquirió el Argentino, en 1915, e instaló otro frigorífico importante en Rosario, en
1924. De las 28 mil cabezas de ganado vacuno que se habían faenado en 1899 para ser
exportadas como carne, se pasó a un promedio anual de 1 millón trescientos mil entre
1910 y 1914. Entre este año y 1930 se habían alcanzado los 2 millones de cabezas
anuales, en promedio. Ese promedio fue recuperado durante los años de la Segunda
Guerra, pero antes y después de ella el promedio cayó a niveles solo por encima del
promedio de 1910/1914, dentro del período iniciado en 1930 y finalizado a mediados de
los años 50. Por otro lado, el ingreso de los frigoríficos americanos inició e impulsó
fuertemente la comercialización de un producto innovador de gran valor, el chilled beef,
la carne enfriada, no congelada y, por tanto, con el sabor de la carne fresca. También
ellos introdujeron el aprovechamiento integral de los animales, a la vez que
racionalizaron el uso de la fuerza de trabajo. La comercialización era la otra gran
ventaja de los americanos que lograban fácilmente abrir una extensa distribución en los
mercados de destino. Los americanos resultaron ser los principales exportadores, pero
los ingleses que ya habían iniciado sus prácticas oligopólicas de exportación -entre ellos
y los nacionales- se dirigieron rápidamente a un acuerdo que incluyese a todos los
capitales involucrados. En la primer Conferencia de Fletes de 1911, americanos e
ingleses, establecieron el reparto de los cupos de exportación que regirían en 1912. Un
80%, aproximadamente, repartido entre unos y otros y la parte restante para los
nacionales. Ésta, en realidad, fue una concesión que hicieron los norteamericanos
inicialmente, ya que tal como había sido su experiencia en Estados Unidos prevalecían
en ellos sus ambiciones monopólicas, mediante la eliminación de toda competencia.
Podían asumir las pérdidas de inundar el mercado de producto, bajar los precios,
disminuir la rentabilidad de la competencia y obligarlos a cerrar o venderles su
patrimonio en valores de liquidación.
61
En este marco, los frigoríficos de los “cuatro grandes” expandieron sus instalaciones de
producción y sus exportaciones durante esa década de 1910, aunque los ganaderos no
sufrían aun las consecuencias de la caída de precios internacionales45. Por el contrario,
la política de precios internos –de compra en estancia- fue la de no trasladar la baja que
se pudiera experimentar por el aumento de las exportaciones, sino que la demanda y los
precios se les mantuvieron a los ganaderos. Esto determinó que estos avanzasen en el
refinamiento de la calidad del ganado de exportación y aumentasen los campos de
alimentación para engorde, las zonas de invernada. Se importaron reproductores de las
mejores razas productoras de carne de Inglaterra y se extendieron las áreas de alfalfa en
las zonas de invernada.
45
Hanson, (1937).
46
Smith, (1983).
47
Puiggros, (1957).
62
En 1914, poco antes de la guerra, las reuniones del pool exportador pasaron a hacerse
entre Chicago y Londres y la solución final resultó en elevar el cupo norteamericano, ya
próximo al 60%, cayó al 30% el correspondiente al inglés y al 10%, el argentino. La
Primera Guerra se transformó en un fuerte impulso a la demanda de carnes para
abastecer a los ejércitos, resultando esto en un mayor mercado para todas las partes
involucradas y la puja entre las empresas disminuyó notoriamente en esta etapa. En
cuanto finalizó la guerra, los excesivos stocks de carnes en Europa desalentaron toda
continuidad de la fuerte demanda propia de aquella. Hacia fines de la década de 1920, la
demanda de carnes comenzaba a reducirse y los precios también. A partir de 1923 la
demanda comenzó a recuperarse y las exportaciones también, pero los precios del
ganado continuaron bajos hasta 1928, desde 1921.
1915 1.399.921
1916 1.854.969
1917 2.161.725
1918 2.976.224
1919 2.019.916
1920 1.416.745
1921 1.269.399
1922 1.726.154
1923 2.663.000
1924 3.504.222
1925 3.127.988
1926 2.819.016
1927 2.995.761
1928 2.458.474
1929 2.300.805
1930 2.137.458
1931 1.778.901
1932 1.690.907
1933 1.718.142
1934 1.794.279
1935 1.946.169
Fuente: Junta Nacional de Carnes. Datos reproducidos por Banco Ganadero Argentino,
1967. Cuadro 14.
63
Fuente: Serie de precios corrientes por kilogramo vivo de Junta Nacional de carnes,
ajustada por índice de costo de vida, Banco Ganadero Argentino, 1967,
3. Las primeras “leyes de carnes”, el avance del Estado y la política sobre el sector.
48
Hanson, (1937).
65
49
Puiggros, (1957).
66
No se puede negar que las iniciativas legislativas de 1923 habían tenido su real
importancia, pero ¿dónde está el ataque frontal que se pretendía dar al dominio de
mercado absoluto que se le asignaba al pool de los frigoríficos? Evidentemente, no está
en estas leyes. Podría decirse que estuviera en la política antitrust que también se
promulgó –la ley 11.210-, con grandes semejanzas con la Ley Sherman, americana, pero
que jamás se aplicó, aquí, en contra de los frigoríficos. No hay una explicación para que
no se haya avanzado más en el control y condicionamiento de la actividad del “pool
frigorífico”. En general, se entiende que los ganaderos, principales interesados y
promotores de una resolución final del conflicto no se decidieron a plantear, en ese
momento, que el Estado, finalmente, terminase haciéndose cargo de la conducción de
este mercado.
50
Sábato, (1988); Smith, (1983).
67
Desde 1922, en Nueva Zelandia, por ejemplo, se había constituido, en el ámbito del
Estado, esta asociación liderada por productores ganaderos con el objetivo de controlar
las exportaciones de carnes. Solo una minoría participaba de ésta, en representación de
los intereses de los frigoríficos exportadores52. Pero más allá de este proyecto, se habían
dado ya otras circunstancias que habían agregado protagonismo a la Sociedad Rural, en
este otro caso, en el ámbito de las relaciones internacionales.
51
Sociedad Rural Argentina, (1927).
52
New Zealand Meat Board.
68
La conferencia de fletes del “pool frigorífico” de este mismo año resultó ser el último
reparto del mercado que realizaron los integrantes del pool, aunque, como ya se
mencionara, de ahí en más, el predominio de los norteamericanos alcanzó un 70% de la
exportación53. Al resentimiento hacia los frigoríficos americanos se sumó, entonces,
aquel respecto del proteccionismo americano, el que creció entre los ganaderos y el
propio gobierno, donde el presidente Alvear acuñó la frase de “comprar a los que nos
compran”. Obviamente, esto significaba comprarles a los ingleses y dejar de comprarles
a los norteamericanos.
Estas frases no fueron meras declaraciones políticas, sino que se dieron en el marco de
una misión diplomática específica de Gran Bretaña dirigida a revitalizar el comercio y
las inversiones entre ésta y la Argentina. Esa misión fue encabezada por Lord
D’Abernon en 1929. Si bien, luego de esta visita y de algunos acuerdos alcanzados, se
consideró que pocos resultados concretos había dejado, pero lo cierto es que fue un
claro antecedente de la vocación británica de contar en Argentina con un socio digno de
una importancia mayor a la que por aquellos años se había caído.
53
Peterson, (1985); O’Connel, (1986).
69
4. Conclusión
Dado que esa distribución de mercado se realizaba entre pocas empresas y éstas, a su
vez, directamente compraban a un conjunto mayor de proveedores de ganado terminado
o de invernada, la posibilidad de fijarle precios a estos es bastante clara. Es más, el
hecho de que estos últimos comprasen ganado de cría para su terminación significa
también que la fijación de precios se trasladaba a los criadores de ganado.
54
Taylor, (1997); Cisneros y Escudé, (2000).
55
Smith, (1983).
70
Las disputas que se dieron entre invernadores y criadores son significativas en cuanto a
que los precios finales de que gozaban los frigoríficos se construían sobre la base de
bajos precios para los ganaderos de cría, también56. Este eslabón más débil de la cadena
fue el que con sus reclamos y divisiones internas dentro del gremialismo ganadero fue
el determinante de que la protesta contra los frigoríficos finalmente la adoptase la
Sociedad Rural Argentina, generalmente considerada más afín con los ganaderos más
ricos, los invernadores. Con todo, esto no sirvió para volver a unir a los ganaderos, ya
que la fracción de los criadores, entre otras, constituyó la CARBAP57 por fuera de la
Sociedad Rural, igualmente, en 1932.
56
Hanson, (1937).
57
Smith, (1983).
58
Actas Directorio CAP 1956/1969.
71
En la denuncia del “pool” por la Sociedad Rural Argentina (1927), también se agregan
estadísticas y gráficos que estarían indicando este comportamiento monopólico. Es
decir, el poder de mercado del oligopolio exportador también podía ser verificado, en
este otro caso, aun cuando las autoridades británicas quisiesen o no reaccionar frente a
él. Parece ser que la Sociedad Rural alcanzó un protagonismo público en distintos
aspectos de importancia, luego de mediados de los años ’20 y, antes, por 1923 se habían
dictado una serie de “leyes de carnes”, favorecedoras de la ganadería. A esto se sumó un
acercamiento mayor del gobierno con Gran Bretaña, gracias a la reacción del gobierno
frente al proteccionismo estadounidense, como la oportuna demostración británica de
una mayor vocación de preferencia por la compra de productos argentinos a cambio de
mayores ventas británicas. El radicalismo, así, estaba demostrando hondas coincidencias
con la ganadería, la Sociedad Rural y con su socio comercial británico en las carnes
argentinas, al menos.
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Toneladas de Rendimiento
Miles de N. I. base carne medio kilos
AÑOS cabezas 1913-65 = 100 obtenidas por cabeza
FUENTE: Junta Nacional de Carnes. 1913, estimación en base al Anuario de la Sociedad Rural
de 1928
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
76
11. CONSUMO DE CARNES POR HABITANTE - En kilogramos por habitante - Años 1913 a 1965
11. CONSUMO DE CARNES POR HABITANTE - En kilogramos por habitante - Años 1913 a
1965
Carne Carne
AÑOS Carne ovina Aves Pescado
vacuna porcina
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
79
CAPÍTULO 3
La caída del mercado internacional de materias primas –de granos y carnes, entre ellas–,
a partir de la crisis del año 1930, es una explicación inmediata, por disminución de la
demanda y de los precios internacionales, del retroceso del agro argentino en los treinta.
Pero, a pesar de lo cierto que es esto, también hay que destacar que la expansión
agropecuaria, sustentada en la ocupación de espacios vacíos ya había encontrado sus
límites en la época de la Primera Guerra, como se señalara. Sin embargo, la ampliación
de la frontera agropecuaria resultaba factible aun, tal como ocurrió -desde estas épocas
tempranas- en otros países como Estados Unidos o Canadá, mediante la aplicación de
tecnologías dirigidas a aumentar la productividad por hectárea.
59
Girbal Blacha, (2001).
60
Guerchunoff y Llach, (2007); Barsky y Gelman, (2007).
80
Hubo que esperar hasta los años cincuenta para que esto comenzase y, para que se
acortase el atraso y la brecha internacional de productividades relativas, hasta fines de
los sesenta63. Sin embargo, lo cierto también resultó ser que la postergación del impulso
a la inversión en tecnificación consolidaron el estancamiento agropecuario y,
principalmente, de la exportación agropecuaria durante casi treinta años, desde 1930.
Cabe destacar que la primera etapa, entre 1930 y 1960, correspondió al impulso a la
sustitución mediante industria liviana de capital nacional, mientras que a esto sucedió a
partir de los sesenta el aliento al desarrollo sustitutivo de industria pesada, mediante la
radicación de inversiones extranjeras64.
61
Vitelli, (1999).
62
Mallon y Sourrouille, (1973).
63
Vitelli, (2011).
64
Mallon y Sourrouille, (1973).
81
Entre 1929 y 1959, tanto el PIB total como el del sector agropecuario pasaron a tener
bajas tasas de crecimiento. La tasa promedio de esos treinta años está en torno de algo
más del 2% anual en el PIB total y de algo menos, para el sector agropecuario. Los años
de hasta la Primera Guerra del modelo agroexportador, en tanto, habían exhibido tasas
de crecimiento que triplicaban a estas otras posteriores a los años treinta65.
Sin embargo, parece importante destacar que nada indica que esta suerte de cambio de
modelo, que finalmente se verificó, haya implicado abandonar la defensa del sector
agropecuario. Distintas iniciativas de política se sucedieron en pos de este interés
sectorial. Pero, igualmente, es dable admitir que sus aliados más favorables –la fracción
política conservadora de los treinta y el gobierno británico- no lograron sostener sus
posiciones de poder, al perder los conservadores su gobierno, en 1943, por un lado, y en
el caso de Gran Bretaña, por otro, al alcanzar una final declinación en lo económico y
político, al terminar la Segunda Guerra.
65
Reca, (2006).
66 Pinedo, (1971).
67 Llach, (1984).
68 Prebisch, (1986); Pinedo, (1935).
82
Las limitaciones que demostraba el sector agropecuario también hicieron que distintos
gobiernos adoptasen la política de que los ingresos excedentes que pudiera recibir el
agro, sin reinvertirlos en su expansión productiva, debían ser transferidos a los sectores
urbanos o industriales. De esta forma, se podía sostener el desarrollo de industrias
incipientes, necesitadas de una mayor protección que permitiese mayor inversión y
producción. Sobre esto, cabe posteriormente una necesaria profundización69.
Estos años fueron los de impacto de la crisis de 1930 sobre la economía argentina y
fueron determinando una progresiva revisión de las políticas económicas a lo largo de
los treinta. En varios aspectos de éstas resultó alcanzada la exportación agropecuaria a
través de precios, tipos de cambio, aspectos fiscales, financieros y varios otros. Por esto,
es necesario revisar la política económica sistemáticamente para observar como resulta
afectada la producción y exportación de carnes vacunas. Además, cuenta como
referencia válida, también, todo lo ya revisado sobre la grave evolución internacional en
la década de 1930.
La medida más evidente del impacto de los primeros años de la crisis del ’30 fue la
grave caída en el valor de las exportaciones. Distintos autores y estadísticas de
exportaciones consignan que hasta 1932 respecto de 1928, éstas se habían reducido
entre un 35% y 40%70. Las exportaciones se redujeron y la capacidad de pago de
importaciones, también. El intercambio comercial con el exterior había sido hasta allí
resultado de exportar productos primarios y, en contrapartida, importar productos
industriales.
69
Guerchunoff, (1989); Sturzenegger, (1990)
70
Guerchunoff y Llach, (2007); Barsky y Gelman, (2007).
83
La convertibilidad del peso moneda nacional por pesos oro fue reestablecida en 1927
por el Presidente Alvear. Pero entre mediados de 1928 y setiembre de 1929, el final del
auge de Wall Street y el inicio de la crisis financiera internacional determinó una
ingente salida de reservas y un inmediato regreso a la inconvertibilidad.
El Estado proveía de oro a los importadores para que lograsen alcanzar las
importaciones indispensables y así intentaba evitar una excesiva depreciación
monetaria. La mayor depreciación llevaba a que el costo de pagar la deuda externa
resultase demasiado alto, con lo cual los limitados ingresos fiscales en pesos debían ser
todavía mayores para afrontar pagos de deudas en dólares o libras.
Sin embargo, la salida de oro y sus efectos de depreciación del peso, llevaban a la
retirada de depósitos del sistema bancario, generando iliquidez, por lo que en 1931 se
terminó incrementando en 360 millones de pesos la emisión monetaria, a través de la
Caja de Conversión. Y así, el tipo de cambio del dólar estadounidense, de 2,39 pesos en
1929, pasó a más de 4 pesos en 1931. Para no continuar depreciando rápidamente la
moneda, disminuir el crédito ni perder reservas, se implementó, a fines de 1931, la
Comisión de Control de Cambios que centralizó todas las operaciones en divisas.
84
La caída del PIB fue de 13,7% entre 1929 y 1932, pero se estima que la desocupación
alcanzó un 28% del total de la PEA. Ahí se planteó un grave problema social: los
salarios bajaron y los arrendatarios se trasladaban a las ciudades después de la pérdida
en sus producciones73.
71
Pinedo, (1935); Prebisch, (1985); FIEL, (1989); Prebisch, R., (1986).
72
Pinedo, (1935).
73
Maddison, (1995); Matsushita, (1983).
85
74
Pinedo, (1935); Prebisch, (1985).
75
Guerchunoff, y Llach, (2007).
76
Eichengreen, (2012).
77
Ídem.
86
En 1912, desde Estados Unidos, Argentina importaba un 17% del total, mientras que
desde Inglaterra llegaba el 34%, pero en 1929 Estados Unidos había pasado a un 27%
de las importaciones mientras el Reino Unido había reducido su participación al 19%.
El nuevo esquema de los treinta era una Inglaterra que era el principal destino comercial
de Argentina, donde iba una gran parte de la producción agropecuaria, en tanto que las
divisas originadas aquí se invertían en primera instancia en Estados Unidos, al
comprarse allí gran parte de los productos industriales que Argentina consumía.
Esto pudo ser revertido mediante las negociaciones que terminaron en el Tratado Roca
Runciman en 1933 porque en él resurgió el principio de comprar a quien nos compra
expuesto por la Misión de Lord D’Abernon de 1929, sobre el cual ya se hiciera mención
en el tratamiento de los años veinte78.
78
Rapaport, (2007); O’Connell, (1986).
87
La estrategia hasta 1934 había sido la de administrar la crisis proveniente del exterior,
regulando el gasto de divisas, en el sector público y la emisión monetaria. También,
tratando de sostener las exportaciones y los ingresos agropecuarios, pero sin atender la
cuestión social y sin lograr impulsar el crecimiento económico. Con todo, a partir de
1934, los precios internacionales mejoraron un poco para los productos agropecuarios y
se comenzó a registrar una expansión de la inversión extranjera dirigida a la industria.
La producción había vuelto a crecer desde 1933 y en 1935 se había superado el nivel
previo a la crisis. El déficit de balanza de pagos y la caída de reservas se revirtió desde
1935. La acumulación de reservas permitió el aumento de moneda y crédito y la
recuperación se mantuvo. La preocupación por recuperar las reservas internacionales
tuvo distintas expresiones en los instrumentos que se dieron con tal objetivo.
79
Cisneros y Escudé, (2000).
80
Vazquez Presedo, (1976).
88
El otro gran tema, el fiscal, se caracteriza debido que a diferencia de algunos otros
países que habían liberado sus presupuestos para que el Estado pudiese tener un gasto
social y productivo mayor, con mayor déficit fiscal y emisión monetaria, la Argentina –
como se ha visto- no siguió estos lineamientos en los treinta. Suecia, en forma pionera,
Alemania, y Estados Unidos, al alcanzarse la inminencia de una nueva guerra fueron
mayores ejemplos de la expansión del gasto público, como se observó en la evaluación
del orden internacional. En los treinta, Argentina no pudo suscribir más rápidamente
estas políticas expansivas. Por eso el énfasis en el equilibrio fiscal y un esquema
proteccionista, donde el gasto público era limitado.
El factor más gravitante en el destino del gasto público era cubrir compromisos de
deuda interna y externa, ya que se aproximaba al 30% del total y esto aumentaba la
presión fiscal para obtener fondos con este destino. Para disminuir esta carga fiscal se
aplicó un sistema de conversión de deudas, con el que se reducía el servicio de deuda,
mediante la extensión de los plazos de repago y una tasa de interés más baja, a partir de
1935. Esto rigió para el total de deuda interna, pero se optó también por rescatar deuda
externa en similares términos.
81
Prebisch, (1985); Pinedo, (1935).
89
Así, parte de la deuda externa logró ser refinanciada a los deudores y esto alcanzó al
75% del total de esta deuda, en lugar del 20% que se había logrado refinanciar en 1914.
La progresiva disminución del peso de la deuda externa e interna llevó a menores
restricciones para el aumento del gasto público. Esta eficiente gestión de la deuda,
explica en parte que la inversión llegó a ser de un 6% del PIB entre 1935 y 1937, en
comparación con los bajos niveles entre 1930 y 1934, y además tiene su explicación en
la expansión del gasto, empleo y obra pública que se dieron desde 193582.
82
Ídem.
83
Prebisch, (1985).
90
Es importante destacar que la industria había contribuido en mayor medida que el agro
al crecimiento del PIB entre 1918 y 1930, cuando la primera creció al 7,2% anual,
mientras que el agro lo hizo al 3,2% anual. En 1939, el sector industrial era un 35%
mayor que en 1930 y representaba el 22,5% de la producción total y había alcanzado la
importancia del sector agrario. La caída de las exportaciones determinó la caída de las
importaciones a través del control de cambios y la industrialización por sustitución de
importaciones. En los treinta, como porcentaje de la producción industrial, las
importaciones cayeron de un 34 a un 22%84. Al discriminarse a favor de la importación
de productos británicos y en contra de los norteamericanos, estos últimos fueron los que
se sustituyeron en mayor medida. Pero muchas empresas americanas decidieron
producir internamente en lugar de resultar excluidos del mercado mediante el control de
importaciones.
Una dificultad señalada por Díaz Alejandro85, es la de la falta de inversión fija en este
contexto, ya que luego de las inversiones de la década de 1920, el control de
importaciones impidió la renovación de estas maquinarias mediante nuevas inversiones
e importaciones. Esto parece haber causado la caída desde un 20% del PIB en los veinte
hasta un 15% en los treinta. La derivación de esta circunstancia sería la caída en los
medios de producción existentes, su obsolescencia y el atraso tecnológico. Por tanto, el
crecimiento de la capacidad productiva o del crecimiento económico se vería limitado,
en consecuencia.
El que no se haya podido bajar el déficit fiscal hasta eliminarlo no significó que
existiera una vocación de política fiscal anti-cíclica. A partir de 1935 la política fiscal
había sido más laxa, sobre todo en materia de inversión pública, pero solo en función de
la recuperación económica que proveyó de mayores ingresos al sector público.
84
Vazquez Presedo, (1988); CEPAL, (1960).
85
Díaz Alejandro, (1983).
91
En 1938 todavía la política financiera era conservadora, mientras que ya distintos países
europeos o los Estados Unidos fluctuaban entre el capitalismo de Estado y la política
fiscal expansiva86.
Luego de la crisis de 1938 dio comienzo la Segunda Guerra Mundial, con lo cual el
gobierno entendió que se debían anticipar acciones para enfrentar nuevas dificultades
económicas en el orden internacional. En este contexto y en respuesta a un posible
regreso a la Depresión, Federico Pinedo, Ministro de Hacienda de la Nación, planteó su
Plan de Acción Económica de 1940, donde fue claro que el ideario conservador se había
modificado: se planteaba al Congreso la intervención, nuevamente, a través de las juntas
reguladoras a favor del agro; insistir en el control de importaciones; mayores facultades
al Banco Central para ampliar el crédito y un amplio programa de construcción de
viviendas, mientras que las finanzas públicas se subordinaban a las necesidades de un
ciclo económico favorable87.
86
Prebisch, (1985).
87
Poder Ejecutivo Nacional, 1940; Llach, (1984).
88
Llach, (1984).
92
89
Guerchunoff y Llach, (2007); Rougier, (2012).
90
Matshusita, (1983).
93
6. Conclusión
91
Llach, (1984).
92
Revista de Economía Argentina 1933.
93
Prebisch, (1985).
94
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Sturzenegger, A.; W. Otrera y B. Mosquera colabs. (1990). Trade, Exchange Rate and
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CAPÍTULO 4
Obviamente, en Buenos Aires se vio esto como una clara exclusión del mercado
británico o como el inicio de la sustitución del aprovisionamiento sudamericano por el
de proveedores del Commonwealth –Australia, Canadá y Nueva Zelandia,
principalmente-. Luego de que el gobierno argentino le reclamase al británico la
restitución a Argentina de iguales o similares condiciones de acceso que los países del
Commonwealth al mercado británico y, especialmente, en el de la carne vacuna, en
mayo de 1933 se firmó el Tratado Roca Runciman entre Argentina y el Reino Unido. Su
finalidad fue la de mejorar, en condiciones recíprocas, las exportaciones de cada país y,
además, las relativas al endeudamiento argentino con los británicos.
Dado el predominio político y corporativo de la SRA, dentro y fuera del gobierno con
mandato desde 1932, ésta retuvo fácilmente para sí una férrea conducción de toda la
política de carnes que sobrevivió a gobiernos posteriores y hasta 1945, con 12 años al
frente de la JNC. Horacio Bruzzone, dirigente de la SRA, inició y cerró, como
presidente de la JNC, este largo período.
94
Puiggros, (1957); Cisneros y Escudé, (2000).
99
Con el sostenimiento de los precios internos del ganado, o con el de los volúmenes o
precios de las carnes en el exterior, al igual que se hizo con los granos –a través de la
Junta Nacional de Granos-, la política económica estaba dirigida a proteger la
producción agropecuaria y, de esta forma, revertir la caída de las exportaciones de
principios de los años treinta. En esto de sostener, en definitiva, la capacidad de pagos
exteriores y la producción agraria, el Estado y las corporaciones rurales tenían intereses
absolutamente coincidentes. La intervención del Estado, tal como se ha destacado,
resultaba ser ya, en el orden internacional, una fórmula básica, de extendido consenso, a
fin de recuperar las economías frente a la depresión de los años treinta.
95
Puiggros, (1957).
100
Como simple muestra de cómo la crisis de 1930 afectó los precios y los volúmenes de
exportación de los distintos productos agropecuarios –que componían más del 90% de
las exportaciones argentinas96, cabe reseñar en el siguiente cuadro lo ocurrido con las
carnes vacuna:
Fuente: Elaboración propia, con base en datos Vázquez Presedo, (1988); Vázquez
Presedo, (1976).
96
Vázquez Presedo, (1988); Vázquez Presedo, (1976).
101
Sumada la adversa evolución que también tuvieron los granos de exportación –con una
caída en sus precios del 42% en igual período– se desarrolló una crisis del sector
externo, fundamento del generalizado control de cambios al cual ya se hizo referencia.
Tal como registra el informe 1933-1945 de la Junta Nacional de Carnes, hasta el año
1936, las compras de hacienda y la exportación de carnes con destino al Reino Unido se
desenvolvían, dentro de un marco de la más libre acción comercial de las empresas
frigoríficas exportadoras. Esto, en otras palabras, significa que el “pool de las carnes”
siguió operando sin mayor regulación sobre su accionar, cuando se mencionó que en el
Tratado Roca Runciman se consigna que el Reino Unido se haría cargo de lo que
resultase necesario para la coordinación y eficiencia del mercado, sin mención alguna a
las prácticas monopólicas que lo habían caracterizado.
102
Con la concertación del Convenio Anglo-Argentino del año 1936 –continúa el informe-,
esta situación se modifica fundamentalmente. Dado que en esa instancia el gobierno
británico aplica un impuesto a las importaciones de carnes de Argentina, a fin de
subsidiar a la ganadería británica con base en estos fondos, la Junta de Carnes
implementa junto con los frigoríficos un plan de compensación del costo impositivo
que, en primera instancia, estos debían afrontar. Esto permite, con acuerdo de los
frigoríficos, la determinación de los precios del ganado que estos adquieren y el
establecimiento de una “ganancia razonable” a reconocerle a los frigoríficos.
A fines de 1936, el Ministro de Agricultura expresó, con claridad, los principios que
terminaron guiando la política del sector de allí en más: “los precios que se abonen por
el ganado, deberán ser razonables y equitativos y estarán vigilados por el Gobierno. Y si
la conducta comercial de los compradores industriales, no se ajusta a este principio y a
las leyes y reglamentos vigentes, el Gobierno retiene en su poder la posibilidad de
cancelarles sus permisos de exportación para otorgarlos a quienes cumplan con aquella
conducta comercial”97.
97
Ministerio de Agricultura, (1937).
103
Este mismo presidente de la Junta allí expresa que el plan ganadero de ese año debía
dirigirse a los siguientes objetivos fundamentales: Ajuste de precios de compra del
ganado bovino. Distribución de cuota de exportación. Organización del comercio con el
Reino Unido98.
En realidad, estos objetivos parecen haber estado en todo momento presentes, pero a
partir de la concertación del Convenio Anglo Argentino de 1936 –Le Breton, Malbrán,
por Argentina, y Eden y Runciman, por Reino Unido- tuvieron posibilidad de
concretarse. La razón del notorio avance de la intervención del Estado que aquí se ha
evidenciado resultó que en este tratado el gobierno británico reconoció indirectamente
que el gobierno argentino podía castigar la evasión de impuesto a los réditos y las
prácticas monopólicas de los exportadores.
Luego, a partir del comienzo de la Segunda Guerra, el Reino Unido asume a través del
Ministerio de Alimentación el control total de la compra y distribución de productos
básicos de ese país. Las compras de carnes argentinas las realiza directamente a través
de la Junta de Carnes, abandonándose toda compra directa a los frigoríficos. Estas
compras se realizaron a través de contratos globales de aprovisionamiento. En una
sucesión de contratos por períodos limitados entre octubre de 1939 y octubre de 1944 se
sucedieron 6 contratos, resultando el último con vencimiento en setiembre de 1948.
98
Junta Nacional de Carnes, (1936-1940).
99
Cisneros y Escudé. (2000).
104
En los primeros dos contratos prevalecieron los precios del ganado previos al estallido
de la guerra. El tercer contrato –entre setiembre de 1940 y 1941– se dio en
circunstancias desfavorables ya que Francia había capitulado –cayendo como
importador de carnes argentinas– y se había intensificado el ataque submarino al
transporte comercial.
El Reino Unido optó por carnes congeladas y de conserva, abandonó las compras de
chilled, y, en consecuencia, las exportaciones resultaron de menor valor y se verificó
una tendencia a la baja en los precios ganaderos.
100
JNC, (1945); Ministerio de Agricultura, (1937). Memoria Anual 1936, pp.623 a 646.
105
101
FAO, (1965); Vazquez Presedo, 1988.
106
Durante 1939, el estallido de la guerra aumentó notablemente la demanda por parte del
Reino Unido y Francia. Pero en 1940, tal como se consignó, la capitulación de Francia y
la caída de la demanda británica de chilled configuraron la “tercera crisis”. Esto
determinó una nueva recurrencia a la utilización de subsidios sectoriales hasta que se
detuvo la caída de precios en agosto de 1941. Entonces se aplicaron los Decretos 82.080
y 103.181 de 1941, referidos al Fondo de Subsidio y a su constitución en base a fondos
de la cuenta de Margen de Cambio del Banco Central, respectivamente y en los años
venideros estas normas fueron de referencia obligada de todas las posteriores que en
materia de subsidios se aplicaron.
Por decreto 103.181/41, el Banco Central abriría una cuenta especial denominada
“Fondo de Subsidio”, en la que se depositarán las sumas necesarias para abonar el
subsidio requerido a fin de llevar el nivel de los precios de compra de los novillos al
predeterminado por la JNC. Estos subsidios serían abonados a los frigoríficos a fin de
que pudieran pagar los mayores precios internos establecidos. Explícitamente, la JNC
informa, además, sobre la necesidad de la aplicación de estos subsidios –sobre esta base
normativa-, luego, en 1942 y, finalmente en 1943, a fin de evitar otra crisis más102.
3. LA CAP
Por otro lado, la CAP desarrolló una intensa actividad comercial para canalizar las
ventas externas que por el Tratado Roca Runciman se le habían otorgado a las
organizaciones representativas de los intereses ganaderos: la CAP, con un 11%, el
frigorífico Gualeguaychú y el Nacional, con un 4%, en suma un 15% del total de
exportaciones a Gran Bretaña.
102
JNC, (1945).
107
Otra diferencia fundamental radicaba en que ésta no buscaba obtener ganancias, sino
que aun la generación de ganancias operativas debía ser invertida en actividades de
desarrollo de la ganadería, lo cual acuñó algunas expresiones dogmáticas de sus
primeros directorios como que “CAP no debía dar ganancias pero tampoco pérdidas”.
La historia se encargaría de demostrar que esto si bien se cumplió en los años iniciales,
entre 1935 y 1942, luego la norma pasó a ser la de generar pérdidas, en forma
crónica104.
Según consta en la memoria y balance de 1937, de las casi 310 mil cabezas de vacunos
compradas por CAP entre 1935 y 1936 se pasó a 492 mil, mientras que en ovinos se
pasó de 450 mil a 582 mil cabezas. En vacunos resultó el segundo comprador más
importante, detrás del frigorífico Anglo y delante de Swift, Armour, Wilson, Sansinena
y Smithfield. En total estos frigoríficos, incluyendo, CAP, alcanzaron alrededor de 3,2
millones de cabezas compradas en 1936. Esto indudablemente fue una demostración de
la gran importancia de la CAP como factor de intervención en el mercado.
103
Memorias y balances CAP, (1935-1942).
104
Cámara de Diputados, (1975).
108
Para resultar determinante en los precios ganaderos, la CAP, incrementó las compras de
hacienda en el mayor mercado concentrador de haciendas, el mercado de Liniers.
Principalmente en materia de novillos de exportación, la incidencia de estos grandes
frigoríficos era menor, ya que la mayor parte de las compras las efectuaban en forma
directa a las estancias.
La función que se fijó la CAP fue actuar como “comprador de última instancia”,
captando estos excedentes e impidiendo que estos bajasen los precios del ganado 105 La
importancia de estas “compras reguladoras” fue creciente y la participación de la CAP
en Liniers alcanzó picos de un 20% del total de su volumen de mercado, cosa
verificable tanto en los años 30, en los 40 y en los 50106.
Por otro lado, dado que Horacio Bruzzone no estuvo de acuerdo con el establecimiento
de nuevos frigoríficos a cargo del Estado o de la CAP, el Frigorífico Nacional no
prosperó demasiado y la CAP quedó unos años sin procesamiento propio. Pasó a
contratar faena en los frigoríficos establecidos, a fin de realizar el aporte de producto
necesario para cubrir la cuota del 11% remanente en el tratado anglo argentino de 1933
o participar en el comercio interno107.
105
Memoria CAP, (1936).
106
Memorias CAP, (1935-1942).
107
Junta Nacional de Carnes, (1936-1940); Ministerio de Agricultura, (1938-1940).
109
Pero estas prácticas que, más allá de salirse de norma, hubiesen disminuido la
producción real de CAP, no parecen haber alcanzado mayor importancia, debido a que
la JNC y el Reino Unido se ocuparon de controlar e impedir la ocurrencia de estos
casos110. Pero más allá de esto, lo cierto e importante fue la ambición de los ganaderos
de tener frigoríficos propios y, de esta forma, competir y apropiarse de parte del
mercado dominado por los frigoríficos extranjeros, con el objetivo claro de consolidar
las ganancias correspondientes a la producción ganadera.
Estas ganancias, según los ganaderos, habían sido reducidas por las prácticas
monopólicas de los frigoríficos extranjeros. En razón de las políticas de la Junta
Nacional de Carnes, éstas habían sido controladas y limitadas, pero la posibilidad de
que el procesamiento en frigoríficos de los ganaderos se hiciese efectiva abría la
perspectiva de un mercado externo de carnes dominado por ellos y no, por los
frigoríficos extranjeros.
108
Actas Consejo de Administración CAP, (1939-1940).
109
Puiggros, (1957).
110
Actas Consejo de Administración CAP, 1939.
110
111
Peterson, (1985); Actas Consejo de Administración CAP, (1939-1940).
112
Actas C. de Administración CAP, (1946-1948); Actas Directorio IGA, (1951-52).
111
Con los frigoríficos adquiridos la CAP había comenzado a exportar en forma directa a
Gran Bretaña, ya desde 1941113, pero los resultados económicos de la empresa
resultaron muy desfavorables desde la gestión militar114, revirtiendo las ganancias
mínimas, al menos, que, como saldo habían quedado de la gestión ganadera entre 1935
y 1942115.
La intervención militar debía ser reemplazada por una nueva conducción ganadera,
elegida según los estatutos societarios, junto con el retorno a la democracia en 1946.
Los prolegómenos de la elección de autoridades fueron avanzados convenientemente
por la gestión militar, pero los ganaderos, finalmente, no llegaron a realizar el acto
eleccionario preparado por esta gestión, en un rechazo de las entidades rurales que
significaba un desacuerdo con el primer gobierno constitucional de Perón, sobre sus
posibles resultados 116 .
113
Memorias y Balances CAP, (1935-42).
114
Balance CAP, (1945).
115
Memorias y Balances CAP, (1935-42).
116
Actas C. Administración CAP, (1945-46).
117
Actas C. Administración CAP, (1946-1948).
118
Actas C. Administración, CAP, (1946-48).
112
4. Conclusión.
El período de 12 años comprendido entre 1933 y 1945, con base en los análisis
realizados por la JNC y la CAP, muestra que hubo una recuperación de la demanda
británica y tanto las cantidades como los precios de exportación se acercaron, al menos,
a los valores de 1923, aunque estos eran de los más bajos de los años veinte. Esto,
básicamente, se dio hasta principios de los cuarenta, pero con la guerra parecen haber
crecido las dificultades, a consecuencia de la menor demanda de los países europeos en
conflicto: los tonelajes embarcados se fueron reduciendo y esto se tradujo en que en los
últimos acuerdos comerciales con los británicos no fijaban volúmenes de embarque
comprometidos. Los precios que se acordaban, a su vez, pasaron a contar con una
creciente insatisfacción de las autoridades argentinas. Tal como se observara en el
capítulo anterior, el tipo de cambio aumentó hasta 1942 y esto fue un estímulo para los
exportadores y productores hasta ese año. Los subsidios a los frigoríficos que se
sucedieron recurrentemente también significaron un sostenimiento de los precios de la
carne vacuna. La acción de la CAP sostuvo la demanda de ganado en el mercado y fue
otro sostén del precio del ganado. Dentro de la estructura de frigoríficos exportadores, la
CAP resultó el eje de la producción nacional, ya que desde sus orígenes demostró un
volumen de participación relevante en el mercado.
Fuentes y Bibliografía.
Fuentes
Bibliografía
Cisneros, Andrés, y Carlos Escudé, dir. (2000). Historia de las relaciones exteriores
Argentinas. Buenos Aires, Galerna.
Peterson, Harold (1985). La Argentina y Los Estados Unidos. 1810-1960. Buenos Aires,
Hyspamerica.
EXPORTACIONES en toneladas
AÑOS Porciento del Reino
Totales Reino Unido Unido sobre el total
1895 1.600
1896 3.000
1897 4.200
1898 5.900
1899 9.100
1900 24.600
1901 44.900
1902 70.000
1903 85.500
1904 97.700
1905 152.900
1906 153.800
1907 138.200
1908 180.800
1909 210.700
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As,
B.G.A.
118
CAPÍTULO 5
En este contexto, las instituciones rectoras del mercado de las carnes vacunas fueron
centrales en todo lo relativo a favorecer a este sector. Como se verá en esta etapa que
continúa a la que culmina en 1945, es la política económica y una serie de decisiones de
distintos ámbitos las que, de alguna forma, continuarán beneficiando o no, al sector en
diferentes aspectos.
El secretario de Estado americano, Corden Hull, había establecido que el libre comercio
significaba el alineamiento económico y éste el alineamiento político, con lo cual se
garantizaba la paz. “Para que los soldados no tengan que cruzar las fronteras
internacionales, tienen que poder hacerlo las mercaderías.” Un siglo de proteccionismo
americano estaba terminando de esta forma.
Frente a las dificultades económicas de cada país, el FMI podría otorgarles préstamos o
recomendarles devaluar, eventualmente. Se instituía un severo control del movimiento
de capitales, ya que se entendía que los efectos coyunturalmente depresivos de los
movimientos especulativos eran un costo mucho mayor que el beneficio que podían
aportar a través de su libre movilidad, aunque ésta aumentase la liquidez internacional.
Se entendió también que la inversión productiva internacional debían dirigirlas agencias
internacionales especializadas.
120
Se había verificado que los préstamos privados para obras de infraestructura habían
descendido notablemente en razón del fuerte riesgo de colocación de préstamos
asociado a la larga maduración de la infraestructura. Estas inversiones necesitaban del
impulso mayor que podían proveerles acuerdos internacionales instrumentados por las
agencias de desarrollo. En una multitudinaria reunión de países en 1944 –en Bretton
Woods- fue aprobado el orden monetario de posguerra y, en rigor, la importancia de este
gran acuerdo internacional no debía ser observado por la final eficacia de las
instituciones creadas sino porque ésta era la base de una política internacional dirigida a
desterrar el aislacionismo y los nacionalismos autárquicos. Luego se verificó también
en los hechos que la reconstrucción de Europa Occidental quedaría a cargo de los
Estados Unidos y la Oriental, a cargo de la URSS. Tal como correspondía al principal
reclamo de libre comercio, se procuró la eliminación de la preferencia imperial del
Reino Unido.
119
Frieden, (2007), p. 335-365.
121
Tan solo luego de un par de años de inaugurado Bretton Woods, el frustrado intento de
convertibilidad inmediata de la libra había demostrado que la convertibilidad solo podía
ser indirecta, o sea a través de los dólares que lograban disponer los bancos centrales, ya
que por el control de cambios, tanto el dólar como el oro se constituían exclusivamente
en reservas internacionales en su poder. Éstas resultaban mayormente intangibles para el
grueso del flujo financiero mientras que el flujo comercial era atendido por la
disposición de reservas autorizada por los bancos centrales.
Así, y a pesar de la llegada del Plan Marshall en 1948, la recesión temporaria de Estados
Unidos entre 1948 y 1949 empeoró las cosas y determinó que Gran Bretaña devaluase
nuevamente en 1949, luego de haberlo hecho en 1947, a la salida del intento fracasado
de retorno a la convertibilidad. Luego, en forma más o menos inmediata 30 países
devaluaron sus monedas, a su vez.
Además, tanto las inversiones de destino militar como las privadas constituyeron a estos
países como receptores netos de un flujo de 2.000 millones de dólares anuales
provenientes de Estados Unidos en los primeros años de los cincuenta. La escasez de
dólares iba mudando a abundancia ya que de ser Estados Unidos tenedor de las dos
terceras partes del volumen total de dólares en la última parte de los cuarenta pasó a
retener la mitad, en los cincuenta120.
El tránsito hasta el gobierno de Perón en 1946 está dado a través de distintas instancias
críticas, en lo político y económico, que se sucedieron desde fines de los años treinta,
entre los inicios y la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
120
Eichengreen, (1996). Págs. 131-192.
123
A pesar del retroceso de 1938, entre 1933 y 1939 la economía venía creciendo al 4%
anual. Desde allí, la tasa anual pasó a ser del 2,5% anual, hasta 1946, si se tiene en
cuenta la recesión de 1945121. La guerra fue otro factor de sustitución de importaciones
y, por ende, determinante de aumento de la industrialización, tanto que en algunos años
solo se importó un tercio de las importaciones de 1937. El desarrollo industrial, en
razón del predominio bélico de la industria americana y las dificultades de transporte,
determinó una etapa de crecimiento económico para toda América Latina.
121
Maddison, (1995).
122
Llach, (1984); Wilkins, (1974); Rougier (2012).
124
El Plan Pinedo ya fue una expresión industrialista y entre 1940 y 1943, la política de
redescuentos del Banco Central favoreció a la industria más que a la agricultura y al
comercio, se dictaron 15 leyes de promoción industrial de nivel provincial y municipal,
se creó la Flota Mercante del Estado y se sancionó la ley de Fabricaciones Militares. La
Unión Industrial Argentina no hacía distingos respecto del futuro de distintos sectores
industriales, mientras que la Armour Research Foundation solo llegaba a la conclusión
de que las fábricas de cemento, las de calzados, confecciones, papel y algunas químicas
podían tener futuro.
123
Llach, (1984).
125
Entre 1940 y 1945 los asalariados industriales habían pasado de 800 mil ocupados a 1
millón doscientos mil, aproximadamente. El final de la guerra podía significar una caída
de sectores industriales reemplazables por importaciones y esto significaría una caída
del empleo industrial. El Consejo Nacional de Posguerra calculaba 140 mil
desocupados, en función de la reapertura del comercio exterior que significaba el final
de la guerra124. Las intenciones de Perón iban en el sentido contrario, en el de aumentar
el número de obreros industriales y sumarlos a su movimiento político.
Los aumentos de salarios, las mejoras en las prestaciones sociales de los gremios, el
impulso a las jubilaciones de los trabajadores hizo que lo gremios y sus trabajadores se
sumasen decisivamente a favor de Perón. Las mejoras que recibieron los trabajadores y
que, muchas veces, tuvieron que costear los empresarios no resultaron en una carga
mayúscula para ellos, cuando entre 1945 y 1949 se dio un auge de las materias primas
con un aumento de precios internacionales. Ese escenario permitió ampliar el
financiamiento de la mejora de los ingresos laborales, con base en superávits
comerciales externos reiterados en esos años125 .
Perón no solo imaginó que pudiera haber una tercera guerra entre Estados Unidos y
Rusia, sino que desconfiaba de que Estados Unidos lo apoyase en el aprovisionamiento
de alimentos para la reconstrucción de Europa. Por tales razones, apostaba a la autarquía
económica y, en realidad, a la exclusión del país del abastecimiento internacional de
alimentos, cuando, finalmente, el Plan Marshall confirmó estas expectativas126.
124
Llach y Sánchez, (1984).
125
Cafiero, (1961); Matshushita, (1983).
126
Cisneros y Escudé, (2000).
126
Otra cuestión importante a tener en cuenta fue que durante la guerra, Argentina generó
un superávit considerable con el Reino Unido, revirtiendo la situación anterior, en que
se daban saldos netos favorables a éste.
127
Guerchunoff y Llach, (2007).
128
Puiggros, (1957).
127
Este caso y otros, del mismo tipo en Europa Occidental, se demostraron como una gran
preocupación por la insuficiencia alimentaria de los hogares europeos, cuando el
Mercado Común adoptó políticas activas de seguridad alimentaria en los años
cincuenta129.
Por otro lado, la estatización o intervención del Estado en el orden económico o social
que, como se relató, fue una tendencia internacional iniciada en los años treinta
concluyó en el denominado Estado de Bienestar, en el que una serie de servicios o
derechos sociales garantizados por el Estado suministraba niveles adecuados de
bienestar al conjunto de la población.
En el caso argentino se avanzó sobre los teléfonos, sobre las fabricaciones militares, el
carbón, la energía eléctrica y los ferrocarriles. En la Constitución de 1949 se declaró al
Estado dueño natural de los servicios públicos y de las fuentes de energía, a la vez que
monopolizó el comercio exterior. A su vez, el peronismo expandió el gasto público
social en educación, salud, previsión social y otras áreas sociales.130.
129
Devoto, (1993).
130
Cafiero, (1961); Rougier, (2012).
128
El Gasto Público, entonces, aumentó en función de este crecimiento del tamaño del
Estado, el que puede estimarse en un 180% superior al de 1941. Pero la renovación de
una ya antigua infraestructura de empresas originalmente privadas no pudo realizarse
al ritmo necesario y esto determinó la escasez del suministro eléctrico, por ejemplo131.
4. La política salarial
Entre 1945 y 1949, los salarios reales crecieron en un 62% y esto determinó no solo una
notable redistribución de ingresos, sino también un gran impulso a la demanda
agregada. Una cuestión particular que acompañó el crecimiento de los salarios y que
fue, inicialmente, muy favorable para el financiamiento del Estado, fue el desarrollo del
sistema previsional que solo había tenido muy lento desarrollo hasta 1946.
Allí se generalizó el aporte previsional para los trabajadores y esto, frente a una
inicialmente escasa cantidad de jubilados, determinó un superávit previsional muy
importante, por la excesiva relación entre mayoría de aportantes y los escasos
beneficiarios previsionales con que originalmente contaba el sistema132.
131
Guerchunoff y Llach, (2007).
132
Cafiero (1961).
129
Durante el gobierno de Perón, la influencia sobre los precios agrícolas se intensificó por
medio del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI). Entre 1946 y
1949 compró cosechas para venderlas interna y externamente, obteniendo ganancias,
resultado de los márgenes entre los altos precios internacionales y los precios internos
más bajos a que compraba los granos134.
Sin embargo, las ganancias del IAPI no eran el factor más importante de reasignación
de recursos del sector agrario a favor del sector urbano, sino que, principalmente, ésta se
basó en un nivel de precios internos agropecuarios que logró tener un menor ascenso al
que tuvieron sus precios internacionales.
133
Cafiero, (1961); Rougier, M., (2012).
134
Novick, (1986); García Vizcaino, (1974).
130
Además del alza absoluta en estos últimos, se demuestra la mejora de estos precios al
compararlos con los bienes importados, mayormente industriales. A excepción de una
caída leve en 1945, entre 1946 y 1949, los precios de exportaciones agropecuarias
mejoraron hasta en un 50%135, respecto de los importados, relación que solo había
mejorado un poco entre 1935 y 1945. Este fue el origen de la acumulación de superávits
comerciales externos en la última parte de los cuarenta, que ya se comentara.
De esta forma, se realizó un intento explícito de transferir ingresos desde el Sector Rural
al Sector Urbano y al Estado. Se le disminuyeron los ingresos reales al Sector Rural, ya
que éste no pudo incorporar el aumento de precios internacionales, sino únicamente los
precios efectivizados por el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) y
estos precios –menores– permitieron el mantenimiento de los salarios reales. Asimismo,
un salario nominal menor era posible en base a precios menores de los alimentos –
derivados del sector agropecuario-. Esto aumentaba la rentabilidad de la industria, al
obtener un costo laboral inferior.
135
Guerchunoff, P. y L. Llach, 2007.
136
Díaz Alejandro, (1983).
137
Cafiero, (1961); Fodor, (1975); Díaz Alejandro, (1983).
131
138
Díaz Alejandro, (1983).
132
Los Superávits comerciales se venían acumulando durante la Segunda Guerra, pero esto
no resultaba de las mayores exportaciones sino de la falta de importaciones. Las libras
“bloqueadas” inglesas, diferentes restricciones de la economía de guerra y el avance de
la industrialización nacional protegida habían sido determinantes de esta caída de
importaciones. Al cabo de la guerra, las exportaciones habían aumentado un 200% en
sus precios, mientras las importaciones lo hacían en un 30%. Con todo, los volúmenes
de exportación eran inferiores a los de 1935 y estos, a su vez, menor a los de los veinte.
Las condiciones exteriores eran un grave inconveniente, porque el Reino Unido, entre
otros países europeos había reducido ostensiblemente sus importaciones de todo origen,
resultando Australia, por ejemplo, otro principal afectado. Respecto de la posguerra, no
había mucho optimismo porque Perón especulaba con una Tercera Guerra Mundial o
con la continuidad del deterioro previo de la economía internacional, entre 1929 y
1939140.
139
Villarruel, (1988); Barsky y Gelman (2007).
140
Rougier, (2012).
133
El aumento de las materias primas de la posguerra sería solamente una excepción a esta
regla, que no se repetiría. Sin embargo, su impacto fue notablemente positivo sobre el
valor de las exportaciones y la posibilidad de importar entre 1946 y 1949.
La nacionalización de los depósitos del peronismo que llevó el encaje bancario al 100%
no resultó, en la práctica, una restricción al crédito. El crédito surgía de la emisión del
Banco Central con destino a su colocación en sectores prioritarios de la economía,
según la planificación económica del Gobierno. La expansión monetaria y crediticia
también fue acompañada por tasas de interés fijadas por el Banco Central, lo cual
determinó que ante una inflación que como nivel mínimo fue del 10%, los intereses
resultasen negativos, en el primer quinquenio de gobierno. Los importantes aumentos de
salario, el aumento del gasto y de la moneda, impulsaron la producción y los precios.
141
Prebisch, (1955).
142
Guerchunoff y Llach, (2007).
134
Hacia fines de los años 40 se alcanzó un régimen de alta inflación que se debió eliminar
a principios de los cincuenta, revirtiendo las políticas expansivas de los últimos años
previos. El direccionamiento del crédito hacia la producción, igualmente, se entendía
que respondía a una suerte de teoría cualitativa del dinero que permitía aumentar la
producción de bienes, antes que los precios143.
143
Cafiero, (1961); BCRA, (1953).
144
Cisneros y Escudé, (2000).
135
La Argentina exportó en el año 1949 por un valor de 933 millones de dólares contra
1600 del año anterior. Esto llevó a que frente a esta escasez de divisas y la mejora de los
precios externos industriales se contrajese las importaciones. Sin suficientes divisas, los
permisos de importación fueron más restringidos, dado que bienes de consumo aún era
un 30% del total, pero también las restricciones alcanzaron a materias primas y bienes
de capital. La industria cayó en su crecimiento respecto del año anterior, en lo cual
también influyó la retracción de la expansión crediticia.
145
Guerchunoff y Antúnez, (2002); Cafiero, (1961); Rougier, (2012).
136
El plan económico de 1952 que apuntaba a detener la inflación como a revertir la crisis
externa, se asentó en la austeridad. Se apeló a la fórmula de reducir el consumo para
calmar la inflación y liberar la presión sobre las importaciones. También cayó en un
23% el gasto público real entre 1950 y 1953. Las empresas públicas, con todo, cayeron
en déficit debido a un retraso antiinflacionario de las tarifas. El sistema previsional
seguía financiando con sus superávits el déficit presupuestario. La restricción monetaria
apareció, finalmente, con la finalidad de desalentar la demanda y estabilizar precios.
Se adoptaron medidas para la atracción del capital extranjero, revirtiendo toda la previa
historia de su rechazo. Así se revirtió la política peronista de los primeros años de
gobierno. El IAPI pasó de recaudar para el Estado a través de la diferencia entre precios
internos e internacionales a generar una diferencia favorable a los precios internos y a
subsidiar al sector agropecuario. Los salarios reales cayeron y el crédito se contrajo146.
La inflación de más del 35% en 1952 cayó al 3% en 1953 y 1954. El salario real cayó a
su nivel más bajo en 1952, desde 1946, y recién se recuperó en 1954147. Luego de una
reducción anual en la producción del 2% entre 1948 y 1952, el aumento de la
producción acumuló un 17% de aumento entre 1953 y 1955148. La extraordinaria
cosecha de 1952/53 fue fundamental, pero también el cambio de actitud del IAPI,
cuando como en los años treinta el sector rural pasó a contar con el favor oficial. A
consecuencia de la política del IAPI, hasta 1949, se sostiene que una caída del área
sembrada de maíz, en un 16%, del trigo en un 6% y del lino en un 15%, determinó el
retroceso del campo. Pero esto parece haber sido compensado por el girasol, el maní y
la cebada.
146
Girbal-Blacha, (2002), (2001).
147
Guerchunoff y Antunez, (2002).
148
Ferrer, Brodherson, Eshag, y Thorp, (1969)
137
El perfil general de la relación entre estos países se tornó conflictivo y obligó a distintos
acuerdos plasmados en distintos protocolos. Puiggros considera que la menor
importancia como exportador de insumos industriales de Gran Bretaña y su continuo
déficit bilateral eran determinantes de la dificultad en los acuerdos150. Además de los
créditos y subsidios, el sector recibió el apoyo estatal a su capacidad de
almacenamiento, al desarrollo de actividades de investigación y extensión rural, y
programas destinados al mejoramiento de la sanidad animal y vegetal. Además, la
importación de tractores aumentó al doble, en el segundo quinquenio respecto de lo que
había sido en el primero151.
149
Barsky y Gelman, (2007).
150
Puiggros, (1957).
151
Barsky y Gelman, (2007); Girbal Blacha, (2002); Girbal Blacha, (2000).
138
La regulación de los precios percibidos por los exportadores mediante el IAPI y un tipo
de cambio mantenido relativamente bajo, sostuvo una mayor rentabilidad industrial a la
vez que salarios reales más altos que los que se habrían obtenido de no determinarse una
baja en los precios agropecuarios.
Esta situación debió ser revertida desde 1949, progresivamente, hasta 1952, dada la
crisis externa que se vivió en esos años y que, en parte, resultó de las sucesivas sequías
que hicieron bajar fuertemente la producción agrícola exportable.
Bibliografía.
Barsky, Osvaldo y Gelman, Jorge (2007). Historia del agro argentino: desde la
conquista hasta fines del siglo XX. Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
Cafiero, Antonio F. (1961). Cinco años después. Buenos Aires, Edición del autor.
Eichengreen, Barry (1996). La globalización del capital. Historia del sistema monetario
internacional. Barcelona, Antoni Bosch Editor.
Fodor, Jorge (1975). “Peron´s policies for exports”, Rock, David (ed.), Argentina in the
Twentieth Century, London, Duckworth.
Llach, Juan José. (1984). “El Plan Pinedo De 1940, Su Significado Historico y Los
Origenes De La Economia Politica Del Peronismo”. Desarrollo Económico. Revista De
Ciencias Sociales. vol.23, no. 92
Llach, J. J., & Sánchez, C. E. (1984). “Los determinantes del salario en la Argentina.
Un diagnóstico de largo plazo y propuestas de políticas”. Estudios, 7 (29).
140
Novick, Susana (1986). IAPI, Auge y Decadencia. Buenos Aires.: Centro Editor de
América Latina.
Villarruel, Carlos (1986), “El estado, las clases sociales y la política de ingresos en los
gobiernos peronistas, 1945-1955”. Rapaport, M. (comp.), Economía e historia.
Contribuciones a la historia económica argentina. Macchi, Buenos Aires, 2000.
CAPÍTULO 6
El ganado vacuno, entre 1948 y 1964, había tenido un aumento promedio de entre 5 y
10% en los precios. En los casos de los granos de trigo, maíz y soja, la diferencia a
favor del crecimiento del precio de la carne vacuna fue aún mayor. Si bien durante la
segunda guerra y en la inmediata posguerra todos los productos tuvieron un fuerte
aumento en sus precios –aproximadamente de un 200% en la generalidad de los
alimentos–, a partir de 1948, descendieron en sus precios, a excepción de las carnes y el
ganado que tendieron a aumentar progresivamente en los cincuenta.
Los granos bajaron entre un 20 y un 30% en los cincuenta respecto de 1948 y en estos
niveles inferiores se mantuvieron buena parte de los sesenta. Tal como se deduce
fácilmente de lo anterior, el precio relativo de la carne vacuna –y en menor medida, el
ganado vacuno- respecto de los granos tuvo un crecimiento continuo –favorable a la
carne- desde los años cincuenta.
152
Basualdo, (2015).
153
FAO, (1965); FAO, (1975).
142
Trigo 31 106 89 72 74 79 80 68 66
Trigo. Índice
1948=100 29 100 84 68 70 74 75 64 62
Maíz 19 93 64 60 78 85 70 61 62
Maíz. Índice
1948=100 20 100 69 65 83 92 75 65 66
En el caso del ganado vacuno, entre 1939 y 1945, el precio se elevó en razón de las
políticas de intervención de la Junta Nacional de Carnes154. El otro caso típico, en este
sentido, fue la etapa, inaugurada en 1946, con la aplicación de políticas de compras de
productos agropecuarios a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio
154
JNC, (1945); Banco Ganadero Argentino, (1967), pág. 49.
143
El auge del consumo de carne vacuna fue el dato sobresaliente desde 1945 en adelante,
a la vez que la caída en las exportaciones. También las condiciones climáticas adversas
entre 1949 y 1951/52, con fuertes sequías, afectaron los mercados cuando debieron
recibir altos envíos de ganado, causando excesos de oferta y bajas de precios internos
por una obligada liquidación de animales.
155
Novick, (1986); García Vizcaino (1974).
156
Banco Ganadero Argentino, (1967), Cuadro 10, pg. 49.
157
Vázquez Presedo, (1988).
144
Se puede observar también que el tipo de cambio real cayó un 42% en 1955 respecto de
1944158. Esta pérdida fundamental no pudo ser compensada por el volumen exportado,
tampoco, ya que el volumen exportado cayó un 44%, en promedio, en la etapa 1945-
1955 respecto de la anterior 1935-1944. En esta etapa, de todas formas, solo se había
podido frenar la caída de volumen en un 12% respecto del nivel de 1930, ya menor a la
media de los años veinte.
Finalmente, el producto de la caída en el tipo del cambio real por el volumen exportado
no resultó compensado por los precios internacionales, ya que la tendencia a su alza
continua, determinó un incremento de un 100% de los valores de 1955 respecto de los
de 1944. El resultado de multiplicar la caída del tipo de cambio real por la del tonelaje
exportado y por el aumento del precio medio de exportación resulta en una caída de los
ingresos reales de exportación del 32%. Esto, siempre en la comparación entre 1955 y
1944, de manera aproximada. En la comparación 1944 respecto de 1930, se puede
158
Cottely, (1979).
146
Por otro lado, como ya se señalara, si bien la etapa 1945/55 resultó en un sensible
retroceso exportador, también se tradujo en una fuerte alza del consumo de carnes. La
lógica de esta evolución fue consecuencia de la baja en el tipo de cambio real. Ésta
determinó que los alimentos exportables y, a su vez, consumibles localmente, dentro de
los cuales, es fundamental el caso de la carne vacuna, tuviesen un precio interno relativo
sensiblemente rezagado respecto del avance de los precios no agropecuarios o de la
inflación acelerada que estos impulsaban.
Como se ha visto, el retraso cambiario daba origen a este retraso en los precios internos
ya que el precio de exportación o internacional no tenía un aumento de tal magnitud
como para determinar un aumento de los precios agropecuarios al ritmo que lo hacían
los no agropecuarios. Así, el precio real de la carne vacuna al público se había reducido
en un 40%, entre 1944 y 1949, y el consumo por habitante había saltado de 67 kgs. por
año, en 1944, a 92 kgs., en 1949. Luego de una temporaria reducción de un 10%
respecto de este nivel, entre 1952 y 1954, el consumo se recuperó nuevamente en
1955159. Esto se grafica todavía mejor con el aumento en la producción de carnes
destinadas al consumo. Es decir, este aumento del consumo por habitante fue posible y
satisfecho por esta notable suba de la producción cárnica, a pesar de que se redujese la
destinada a exportación.
159 Banco Ganadero Argentino, (1967), Cuadro 5, pág. 47 y Cuadro 11, pág. 50.
147
Índice
Faena en
Exportación Faena de Toneladas
total de vacunos vacunos
carne destino para
vacuan en consumo consumo.
miles de miles de Base
Años toneladas toneladas 1930=100
1930 535 960 100
1931 519 840 88
1932 477 899 94
1933 463 973 101
1934 467 1045 109 98(*)
1935 446 1086 113
1936 470 1114 116
1937 518 1207 126
1938 519 1172 122
1939 546 1261 131
1940 453 1237 129
1941 492 1362 142
1942 486 1239 129
1943 389 1213 126
1944 409 1211 126 126(**)
1945 231 1225 128
1946 295 1387 144
1947 430 1594 166
1948 346 1612 168
1949 360 1643 171
1950 243 1801 188
1951 205 1674 174
1952 152 1636 170
1953 170 1596 166
1954 200 1615 168
1955 275 1872 195 167(***)
Fuentes: Banco Ganadero Argentino; Junta Nacional de Carnes. (*) Índice promedio
anual Faena para Consumo, 1930-1934. (**) Índice promedio anual Faena para
Consumo, 1935-1944. (***) Índice promedio anual Faena para Consumo, 1945-1955.
Queda claro que, en promedio, entre 1930 y 1944 la faena de vacunos para consumo
aumentó en un 26%, pero luego, entre 1945 y 1955, en una etapa de 5 años menos que
la anterior, la faena de ganado de consumo se elevó en un 40% más, en promedio,
respecto de 1944. Como se ve también la producción, en general, incluyendo la de
148
El crecimiento de las existencias ganaderas fue tan importante que permitió satisfacer
ese aumento del consumo pero no fue impulsado por un aumento del precio real del
ganado. Esta peculiaridad de un precio real de un producto que no aumenta y, sin
embargo, su oferta sí lo hace, en realidad, se debió a que, dentro de la producción
agropecuaria, el mayor precio relativo que se obtenía era el del ganado, ya que los
precios de los granos retrocedieron frente a él. Los campos de cultivo se contrajeron y
aumentaron las superficies de pasturas dedicadas al ganado. Desde 1930 hasta 1937, las
existencias solo habían aumentado en un millón de cabezas pero desde allí hasta 1947 se
pasa de 33 millones a 41 millones de cabezas160, pero según Luis Cuccia161 se llegó a
más de 45 millones de animales en 1955. Por lo tanto, el incremento entre 1937 y 1955
fue de aproximadamente un 40% en las existencias ganaderas.
160
Vazquez Presedo, (1988), pág. 75.
161
Cuccia, (1983), pág. 106
149
Entre 1937 y 1955, los precios del kilo vivo del ganado aumentaron 9 veces su valor
inicial y en el caso de los granos quintuplicaron su valor original, sobre la base de la
siguiente evolución:
El precio relativo del ganado aventajó notoriamente al de los granos entre 1939 y 1945,
con un promedio de un 60% superior aproximado al de los granos, en este período.
Entre 1946 y 1950, los precios relativos de los granos resultaron ser superiores a los del
ganado vacuno, en un 20%, aproximadamente. Luego, desde 1950, los granos –en
forma similar a lo descrito en el orden internacional– tuvieron un retroceso en su precio
relativo de un 35% respecto del precio del ganado vacuno. Sin embargo, es necesario
recordar que en el segundo gobierno de Perón, tanto en materia de carnes como de
granos, el IAPI fijó precios internos más beneficiosos para la producción y la
exportación que los más desalentadores que había establecido durante el primer
gobierno.
Los sensibles resultados adversos en las exportaciones de entre fines de los cuarenta y
principios de los cincuenta, resultado, en parte, de la gran sequía de esos años, originó
distintas medidas de impulso al sector agropecuario. Se intentó bajar el consumo interno
de carne vacuna para posibilitar una mayor exportación y además de mayores precios
pagados por el IAPI, se expandió el crédito hacia el sector agropecuario. Con todo, la
demanda británica de carnes se redujo durante los gobiernos de Perón por lo cual el
mayor consumo interno fue una adecuada alternativa de reemplazo de esa demanda, que
se mostró retraída hasta 1954. Igualmente, como luego se podrá observar, una esmerada
política de subsidios gubernamentales logró compensar las pérdidas de los frigoríficos
exportadores debidas a la caída de las exportaciones.
El promedio de importaciones británicas de carne vacuna de los años treinta indica que
hubo una disminución de un 25% en los treinta, en comparación con los veinte, como lo
atestiguan las exportaciones argentinas que, en promedio pasaron a ser de 450 mil
toneladas anuales, reduciéndose también en un 25% respecto de la media de los años 20.
Teniendo en cuenta que al igual que en los años veinte, Argentina abastecía casi la
mitad de la demanda internacional de carne bovina, se puede estimar que ésta alcanzaba
las 900 mil toneladas, como máximo.
Finalmente, se puede deducir una baja del volumen internacional de un 40% del
mercado, cuando hacia fines de los cuarenta nos acercamos a un mercado mundial de
500 mil toneladas. Esto se da claramente hasta 1955. Explica esto la inferior
exportación argentina de 1949/55.
162
Hanson, (1937), pág. 201.
163
Eichengreen, (2012).
164
Vazquez Presedo, (1988).
151
Las notables dificultades de la economía británica, hacia fines de los años cuarenta y
hasta mediados de los cincuenta, determinaron que el mercado cayese hasta solo 500
mil toneladas, en total, mientras que Argentina reduce sus exportaciones a alrededor de
200 mil toneladas promedio165.
Entre 1948 y 1955 se registran los niveles más bajos de exportación de carne vacuna,
desde 1910. O sea, la contracción resulta evidente y el mercado internacional no se
recupera hasta 1955. Esta es la lógica que explica, en buena medida, la caída de las
exportaciones argentinas entre 1949 y 1955. Luego, respecto de 1948, el consumo
mundial de fines de los cincuenta es un 30% superior, con lo cual a la par del aumento
del consumo de distintos países europeos, recién allí se alcanzan unas 800 mil toneladas
en el mercado mundial de carnes166.
Esta caída en Gran Bretaña se da en torno de un 30 y 40% hasta 1954, desde 1939. El
hecho de que la contracción internacional no se verificase antes de 1948 es resultado de
que, tanto durante todo el período de la Segunda Guerra como el de la inmediata
posguerra, el conjunto del consumo de alimentos de ejércitos y poblaciones ubicados en
territorios aliados de Europa –el estadounidense, entre ellos– fuese abastecido por la
administración internacional de abastecimiento de alimentos establecida durante la
guerra y a cuyo cargo, justamente, estuvo Gran Bretaña hasta 1945168.
165
CONADE, (1968); Puiggros, (1957).
166
CONADE, (1968); Puiggros, (1957).
167
Mitchell, (2011ª).
168
JNC, (1945); Puiggros, (1957).
152
Indalecio Gómez, Eduardo Brouchou, entre otros– que habían sido desplazados por la
intervención del gobierno militar –a mediados de 1943–.
En el marco de las negociaciones para resolver esta situación, donde Argentina era solo
uno de varios acreedores, se celebró el Tratado Eady-Miranda, en setiembre de 1946,
por el que se fijó que el conjunto de las inversiones ferroviarias británicas en el país
podía ser transferido al patrimonio del Estado argentino como forma de saldar la deuda
británica.
En cuanto a las carnes, se aprobó un aumento del 45% en el precio de la carne respecto
del nivel establecido en 1939, comprometiéndose Inglaterra a absorber la totalidad de
los saldos exportables –que en 1946 habían caído a un 17% del total producido-, en caso
de que no hubiese compras de terceros países. El aumento en el precio ofrecido era sólo
una mejora que permitiría reducir los subsidios necesarios para pagar a frigoríficos y
ganaderos los precios sostén establecidos por el Gobierno170.
169
Eichengreen, (1996).
170
Puiggros, (1957).
153
En realidad, Inglaterra, al cobrar la venta de sus ferrocarriles con la deuda que iba a
contraer entre 1948 y 1949, con sus ingentes importaciones de alimentos argentinos,
estaba pagando la alimentación de los ingleses de esos años con sus ferrocarriles. La
capacidad de pago derivada de las exportaciones inglesas se había reducido
notoriamente ya que su valor solo era equivalente a un 25% de las exportaciones
argentinas a los británicos, en 1948.
Como han dicho algunos analistas, de esta forma, Inglaterra se garantizó la continuidad
del aprovisionamiento de muy necesarios alimentos y, a la vez, se nacionalizaron
servicios públicos, cuya complejidad los empresarios ingleses ya no estaban en
condiciones de seguir sosteniendo172.
No solo los precios tendían a ser más bajos, sino que, en contrapartida, Inglaterra
comprometía la importación argentina de sus bienes industriales o materias primas, cosa
que tampoco era conveniente en razón de las mejores condiciones de sus competidores
en la colocación de estos productos, como Estados Unidos u otros países europeos.
Así, todas las negociaciones gobierno a gobierno atravesaron por reiteradas dificultades
en acordar todos los rubros habitualmente comerciados, hasta alcanzar los compromisos
de mínima conveniencia en precios y cantidades, para ambas partes. Solo en el convenio
de 1955, en razón de un cambio de política en Inglaterra, al retornar los conservadores
171
Irazusta, (1956).
172
Puiggros, (1957); Cisneros y Escudé, (2000).
154
En su artículo 1º, por éste se autoriza al Ministerio de Economía al pago de los déficits
financieros de las empresas industrializadoras de carnes –las exportadoras o grandes
industrias seleccionadas ya en 1935 por la Junta Nacional de Carnes con igual finalidad-
durante el período de enero al 30 de abril de 1949, taxativamente, pero también lo
habilita al pago de los déficits que se fueran produciendo en los meses posteriores y
hasta tanto se sustituyera este sistema de compensación por un régimen definitivo.
Pero, de todas formas, allí se reglamenta con algún detalle los estados y criterios
contables de las empresas que se toman en cuenta para realizar estos pagos
compensatorios de los déficits de los frigoríficos exportadores. Estos tendrían el carácter
de anticipo, sujeto al ajuste que el Ministerio de Economía practique. Este ajuste, de los
anticipos ya realizados, tomaban en cuenta los resultados de explotación y los precios
alcanzados en la comercialización de los productos y la ganancia razonable que pudiera
corresponder, tal como se expresa en el artículo 2º de este decreto.
173
Puiggros, (1957).
155
De esta forma, en contrapartida de los subsidios que se otorgan, se revisan los estados
contables de estas empresas, se les asigna una “ganancia razonable” y se controla la
aplicación de los precios del ganado fijados por el gobierno.
Así, se mantienen, al menos, los objetivos de control estatal sobre la actividad de los
frigoríficos exportadores a cambio de subsidios, dentro de un espíritu y práctica
intervencionista inaugurada en los treinta.
Los años transcurren y se suman abundantes ejemplos de subsidios diversos a favor del
sector. El decreto 13654 del 13 de julio de 51 compensa a las empresas
industrializadores de carnes por los quebrantos con origen en el cierre temporario de
exportaciones al Reino Unido.
Por decreto 11832 de 16 julio de 1954 se estableció también que dada la aplicación del
Convenio Federal Gremial del Personal de la industria de la carne, derivados y afines,
de la Asociación Gremial del Personal del Frigorífico Juan Perón y Mercado Nacional
174
J.N.C., (1945).
156
de Haciendas Eva Perón, con retroactividad a marzo de 1954, se otorgaban 210 millones
de pesos de anticipo a las empresas industrializadoras que lo requiriesen.
Otro caso es el del subsidio que se sumara a los anteriores, en virtud del decreto
22.282/54, del 29 diciembre de 1954.
Por aplicación de éste, a través del Ministerio de Comercio y por intermedio del IAPI,
los frigoríficos de exportación pasan a disponer hasta la suma de 300 millones de pesos
para solventar los quebrantos que se hubieran producido por pérdidas netas de
explotación desde el 1º. De enero hasta el 31 de diciembre de 1954.
Hasta en el último año de gobierno de Perón, por el decreto 7913 del 27 de mayo de
1955, se autoriza a la secretaría de Comercio a “compensar” a los frigoríficos Anglo,
Armour de La Plata, Bovril, Grondona, Frigoríco Gualeguaychú, La Blanca, Liebig’s,
Swift La Plata, Weitz y Wilson “en las diferencias que pudieran existir entre los precios
pagados por las haciendas y los que pueden pagar las empresas, de acuerdo con el
destino comercial y los precios de realización de las carnes y subproductos”.
De esta manera, no solo queda claro que el Estado iba en subsidio de los exportadores
para que estos pudiesen exportar con un costo de materia prima que realmente pudiesen
pagar, sino que, dentro del mismo decreto, se estipula que “…En concepto de ganancia
razonable se reconocerá a las empresas, adicionalmente a las sumas a liquidar, conforme
a las disposiciones del presente decreto, un porcentaje sobre el conjunto de los capitales
invertidos, a distribuir entre las diversas empresas en función de sus volúmenes de
faena…”.
Esta sostenida actitud proteccionista tiene lógica dentro del marco general del
estancamiento de las exportaciones de carnes bovinas que se pudo observar y destacar
como retroceso histórico. Obviamente, la acumulación de compensaciones al sector que
157
surge, sin ninguna duda, de la vasta administración de subsidios que lo benefició, tuvo
como objetivo preservar la subsistencia de los frigoríficos exportadores, a pesar de la
ociosidad en que cayeron, en razón de la depresión del mercado exterior.
Como ya se señalara desde el comienzo del gobierno Perón y hasta 1949, los
organismos oficiales específicos vinculados a la ganadería y sus frigoríficos no fueron
afectados por el cambio de gobierno de 1946175. Tal como se anticipara, también, el
IAPI –Instituto Argentino de Promoción del Intercambio- desplazó a la Junta de Carnes
de la intervención que tenía en el comercio exterior176.
Por lo que se deduce de la ingente aplicación de subsidios reflejada en los decretos antes
mencionados, la protección de la actividad frigorífica o ganadera no disminuyó, pero la
contraparte de productores ganaderos, ocupando puestos de conducción en Junta de
Carnes o en la CAP, dejó de ser relevante y representativa de sus intereses, como antes
lo había sido. Esto se puede observar en la siguiente descripción de la reformulación de
los organismos estatales. Por ley 13991 del 11 de octubre de 1950 se creó el Instituto
Ganadero Argentino –como ya se mencionara-, en reemplazo de la Junta Nacional de
Carnes, con similares funciones a las que ésta desempeñaba, con excepción del
Con base en este mayor financiamiento del Fondo de Defensa de la Ganadería le fue
posible al IGA adquirir la importante Compañía Sansinena, de origen nacional, que
contaba con dos grandes frigoríficos, La Negra de Avellaneda y Cuatreros de Bahía
Blanca, ambos de la Provincia de Buenos. Estos se agregaban a otro gran frigorífico, el
Smithfield de Zárate, adquirido en 1949 como parte de las nacionalizaciones de
propiedades británicas acordadas en el Pacto Andes de 1948.
Desde principios de los años cincuenta, entonces, la CAP ha absorbido una parte
sustantiva de la estructura frigorífica exportadora tradicional y, en consecuencia, su
capacidad productiva se eleva notablemente, en razón de estos frigoríficos de gran porte
que adquiere.
Respecto de la CAP, por el art. 42 de la Ley de creación del IGA, se establece que “el
poder ejecutivo resolverá sobre el régimen jurídico de la Corporación Argentina de
Productores de Carnes conforme a la disposiciones de la presente ley”. Y por el art. 45
159
Hasta 1949 estas comisiones administradoras que habían sido elegidas por el PEN y no
por los socios, coincidieron, no obstante, con dirigentes ruralistas que habían estado en
su conducción hasta 1943, pero a partir de allí estos también quedaron fuera de los
integrantes habituales de la misma.
Con la ley 14155/52 se dispone la creación del Instituto Nacional de Carnes y con ésta
se disuelve el IGA. En este caso, se trata de un ente autárquico dependiente del
Ministerio de Agricultura.
En el artículo 3º. Se describen las distintas funciones básicamente coincidentes con las
de las leyes anteriores, aunque en su inciso d) se plantea claramente una norma
regulatoria que rescata –ciertamente- algunas ideas que han sustentado –desde la
creación de la JNC– las políticas aplicadas, pero se traducen, en este caso, en letra de la
ley.
Así, la economía de empresas frigoríficas y los precios del ganado quedaban sujetos a la
intervención del Estado, sin exclusiones. Esta situación ya se ha visto ratificada en
distintos decretos administradores de subsidios que se han analizado.
160
Esta comisión debería componerse de cinco miembros, de los cuales dos, por lo menos,
serían productores ganaderos. (Art. 44). También la conducción del Instituto, aparte de
un directorio de 7 miembros, todos funcionarios del gobierno, presidido por el Ministro
de Agricultura, cuenta con un consejo consultivo de seis productores ganaderos
designado por el Poder Ejecutivo. La forma en que se constituyeron los organismos de
regulación del sector significó una final desvinculación con las entidades rurales, a
través de una solo muy escasa participación de éstas contemplada en aquellos.
9. Conclusión
En síntesis, es posible concluir que los años del peronismo se dividen en dos etapas en
su relación con el agro. Es innegable que el tipo de cambio real de exportación alcanzó
sus niveles más bajos hacia fines de los cuarenta. Sin duda, esto desalentaba la
exportación pero a su vez otorgaba una indudable baratura a los alimentos que se
consumían internamente. El bajo precio relativo de la carne vacuna determinó un
notable aumento en su consumo y esto mejoró aún más los salarios reales de los
trabajadores.
De esta forma el agro transfería parte de sus ingresos hacia el sector urbano y contribuía
a la redistribución de ingresos a favor de industria, servicios y sus trabajadores. En
precios relativos, con todo, el sector de la carne vacuna logró sostener su ventaja
161
respecto de los precios de los granos, con lo cual la inversión en estos cayó y aumentó
la destinada a la ganadería.
Luego de que el auge de precios de materias primas se diese por terminado a fines de
los cuarenta, así como el aumento de exportaciones y reservas internacionales, el agro,
en general, comenzó a percibir los beneficios de políticas decididas a recuperar mayores
exportaciones. Después de los primeros cuatro años de postergación del agro, tal como
se comentó, de distintas formas, se le comenzó a dar impulso a fin de conjurar la crisis
externa de principios de los años cincuenta177.
Dentro de este panorama, la ganadería parece haber resultado más favorecida que la
agricultura. Los dichos de Perón, en favor de una ganadería con mayores oportunidades
bajo su hipótesis de una tercera guerra mundial, no se tradujeron realmente en una
política determinante de una mayor producción de carne bovina frente a la de granos178.
Lo cierto es que los precios internacionales, los internos y el alza de los salarios reales
la favorecieron y un relevante desarrollo ganadero se concretó en este período, en
contrapartida al estancamiento agrícola que también lo caracterizó. Pero parece ser claro
también que el conjunto de factores que lo favoreció fue de tal magnitud que permitió
sobrellevar una caída en las exportaciones que, de otro modo, podría haber impedido
que ese desarrollo se alcanzase.
Por otro lado, también deben enfocarse las políticas y prioridades que el Estado
estableció en función de estas decisiones de inversión que respondieran a señales de
mercado, ya que aquel, aun con distintos grados de intervención sobre este último, no
177
Girbal Blacha, (2000), (2001), (2002).
178
Rougier, (2012).
162
179
De las Carreras, (1986); Pierri,(2000); Puiggros, (1957).
163
Bibliografía.
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Basualdo, Marcelo Ernesto, (2015). “La gestión de la carne vacuna en Argentina y las
políticas estatales aplicadas entre 1930 y1990”. TST, Marzo 2015, No. 28, pp. 96-121.
Cisneros, Andrés y Carlos Escudé (dir.), (2000). Historia de las Relaciones Exteriores
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Eichengreen, Barry (2012). The British economy between the wars. Berkeley.
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Hanson, Simon G., (1937). Argentine Meat and the british market. Chapters in the
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América Latina.
Pierri, José A. (2000). Leyes y política de carnes 1960/1980. Cuadernos PIEA nº 13.
Buenos Aires.
Relación INDICE
PRECIOS Relación
GANADO Precios
con Vacunos/Pre
PRECIOS cios Granos
AÑOS GRANOS 1913/65=100
1913 3,73 108,8
1914 4,63 135
1915 4,47 130,4
1916 2,96 86,3
1917 1,96 57,2
1918 2,91 84,9
1919 3,42 99,7
1920 2,44 71,2
1921 2,03 59,2
1922 1,46 42,6
1923 1,19 34,7
1924 1,83 53,4
1925 1,87 54,5
1926 2,42 70,6
1927 2,55 74,4
1928 2,6 75,8
1929 2,69 78,5
1930 3,83 111,7
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
166
Relación INDICE
PRECIOS Relación
GANADO Precios
con Vacunos/Pre
PRECIOS cios Granos
AÑOS GRANOS 1913/65=100
1931 5 145,8
1932 3,09 90,1
1933 3,19 93
1934 2,58 75,2
1935 3,32 96,8
1936 3,15 91,9
1937 2,18 63,6
1938 2,32 67,7
1939 3,2 93,3
1940 4,48 130,6
1941 6,31 184
1942 7,11 207,4
1943 4,87 142
1944 5,28 154
1945 3,26 95,1
1946 1,94 56,6
1947 2,95 86
1948 2,78 81,1
1949 2,83 82,5
1950 2,85 83,1
1951 3,55 103,5
1952 4,21 122,8
1953 3,95 115,2
1954 4,13 120,4
1955 4 116,7
1956 3,01 87,8
1957 2,65 77,3
1958 3,55 103,5
1959 5,49 100,1
1960 4,43 129,2
1961 3,24 94,5
1962 2,89 84,3
1963 3,07 89,5
1964 5,35 156
1965 6,53 190,4
PRECIOS REALES
INDICE DEL
PRECIOS COSTO DE
CORRIENTES VIDA N. I. En pesos N. I. base
pesos por kg base junio de junio de 1913-65 =
Año vivo 1966 = 100 1966 100
1913 0,23 0,6 39,66 106,1
1914 0,26 0,6 44,83 119,9
1915 0,28 0,6 45,16 119,7
1916 0,28 0,8 41,79 111,5
1917 0,27 0,8 34,62 91,8
1918 0,31 1,0 31,31 84,2
1919 0,39 0,9 41,93 112,0
1920 0,38 1,1 34,86 93,8
1921 0,25 1,0 25,77 69,0
1922 0,16 0,9 19,75 52,4
1923 0,14 1,1 17,50 43,7
1924 0,22 1,0 27,17 72,1
1925 0,24 0,8 30,38 80,9
1926 0,24 0,8 31,17 83,3
1927 0,24 0,8 31,58 84,1
1928 0,27 0,8 36,00 96,6
1929 0,27 0,8 35,53 94,6
1930 0,28 0,8 36,36 97,2
Precios reales: serie anterior ajustada por índice del costo de vida INDEC, llevado a junio de
1965 = 100
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
168
PRECIOS REALES
INDICE DEL
PRECIOS COSTO DE
CORRIENTE VIDA N. I. En pesos de N. I. base
S pesos por base junio junio de 1913-65 =
Año kg vivo 1966 = 100 1966 100
1931 0,25 0,7 37,88 100,7
1932 0,17 0,6 28,81 76,4
1933 0,16 0,7 23,88 67,6
1934 0,16 0,6 27,11 71,9
1935 0,20 0,6 31,74 84,5
1936 0,22 0,7 32,35 85,6
1937 0,22 0,7 31,42 82,9
1938 0,21 0,7 30,00 80,0
1939 0,23 0,7 32,39 86,7
1940 0,25 0,7 34,72 92,3
1941 0,28 0,7 37,84 100,1
1942 0,35 0,8 44,87 119,1
1943 0,35 0,8 44,30 116,8
1944 0,38 0,8 48,10 128,1
1945 0,38 1,0 40,00 106,5
1946 0,38 1,1 34,23 90,6
1947 0,47 1,3 38,09 100,7
1948 0,53 1,4 37,06 98,3
1949 0,62 1,9 32,98 87,6
1950 0,72 2,4 30,51 81,1
1951 1,15 3,2 35,71 94,8
1952 1,62 4,5 36,24 96,4
1953 1,94 4,6 41,81 110,9
1954 2,00 4,8 41,41 110,2
1955 2,00 5,4 36,97 98,2
1956 2,28 6,1 37,13 98,6
1957 2,52 7,7 32,90 87,4
1958 4,04 10,1 40,12 106,5
1959 14,06 21,5 65,30 173,5
1960 15,15 27,4 55,27 145,8
1961 13,78 31,1 44,31 117,7
1962 16,08 39,8 40,36 107,0
1963 23,25 49,4 47,04 124,7
1964 40,41 60,4 67,10 177,9
1965 50,52 77,6 65,09 177,0
% CONSUMO/Has
PRODUCCIÓN (1) CONSUMO (2) Ton
AÑOS
Ton Peso Playa Peso Playa
2/1 (kg)
AÑOS VOLUMEN
1934/38 469.820
1953 112.775
1954 105.164
1955 192.071
1956 363.126
1957 355.125
1958 369.142
172
1959 345.639
1960 279.905
1961 270.100
1962 388.645
1963 531.910
1964 423.972
1965 349.081
1966 396.002
CAPÍTULO 7
1. Contexto internacional.
Durante los varios años en que Europa no pudo recuperar su potencialidad económica y
capacidad exportadora, dependía de la ayuda financiera norteamericana. La
insuficiencia de reservas en dólares de los europeos derivaba de su continua demanda de
bienes extranjeros para sostener la recuperación de su capacidad productiva
Pero la escasez de dólares iba mudando a abundancia, en los cincuenta, ya que de ser
Estados Unidos tenedor de las dos terceras partes del volumen total de dólares en la
última parte de los cuarenta pasó a retener la mitad.
Dado que este emisionismo no contaba con el respaldo oro necesario para estabilizar la
paridad dólar-oro establecida en Bretton Woods, en 1944, la prolongada situación
configurada se convirtió en el llamado problema De Gaulle.
De Gaulle empezó a plantear una cuestión que se tornaba a todas luces evidente: se
había roto rápidamente el necesario respaldo oro de las monedas al generalizarse el uso
del dólar como reserva internacional y, en particular, el tipo de cambio dólar/oro –de 35
dólares la onza de oro- tendía a ser insostenible en el mediano plazo en tanto los Estados
Unidos con un déficit de balance de pagos continuo, inundaban el mundo de dólares, sin
necesidad de hacer uso de sus reservas de oro, ya que su moneda había adquirido el
rango de moneda de reserva internacional.
El continuo déficit americano confirmaba los dichos de De Gaulle tanto a lo largo de los
cincuenta como de los sesenta, y, en consecuencia, paulatinamente la paridad del oro
debió pasar a ser defendida tanto por Estados Unidos como por sus socios comerciales,
porque también era cierto que el déficit de este país resultaba ser el superávit europeo y
del resto del mundo.
Toda disminución del déficit llegaría a tener un impacto recesivo y una reversión de los
superávits del resto del mundo, resultando obviamente mayor en Europa y Japón donde
residía el grueso de la relación económica con Estados Unidos y el 70% del comercio
mundial.
Ésta era la base del “dilema de Triffin” que, además, sustentaba la continuidad de este
status quo, en tanto planteaba que la alternativa de reversión del déficit americano para
finalmente recuperar una relación estable del dólar con el oro podía resultar
verdaderamente deflacionista.
Los restantes países, ante esta posible situación, deberían también ajustar sus tipos de
cambio y volúmenes monetarios para respetar el valor bajo y estable del oro –que, es
cierto, dadas las presiones alcistas llegaba ocasionalmente a 40 dólares la onza en
mercado libre-, con lo cual se iniciaría una espiral deflacionaria internacional, escenario
que memoraba los oscuros años treinta.
En una versión más optimista, Kindleberger y Emile Deprés afirmaban que con el
déficit americano, Estados Unidos se había convertido simplemente en el banquero del
mundo, endeudándose a corto y prestando a largo plazo. Sin embargo, este esquema
básico tenía el inconveniente de resaltar que los activos estadounidenses podían
efectivamente tener vencimientos –y correspondientes reembolsos- demasiado lejanos y
las deudas podían tener que pagarse en un corto plazo, con lo cual la eventual iliquidez
del banquero podía llevarle a incumplir con los vencimientos de sus pasivos.
Esto podría originar una suerte de “corrida de depósitos” que no solo causaría el default
del “banquero” sino también una abrupta caída de la liquidez internacional por el
rechazo final de la moneda de reserva y el atesoramiento en activos de refugio como el
propio oro u otros alternativos, ajenos al sistema financiero, y por ende vaciadores de su
liquidez.
Lo cierto es que los necesarios ajustes de los sectores externos de los distintos países
estaban reservados, con intermediación del FMI, solo a los deficitarios ajenos al circuito
privilegiado de los países centrales, donde un crónico deficitario –Estados Unidos- fue
tolerado por muchos años y los crónicos superavitarios de Europa y Japón tampoco
recibieron críticas mayores respecto de la utilización de su voluminoso ahorro externo.
175
Los ajustes recíprocos entre países de los desequilibrios externos de signo opuesto –
déficit y superávit- por los que abogaron, con distintos medios y finalidades, Hume y
Keynes habían desaparecido del entendimiento y la práctica de manejo del balance de
pagos y de los flujos monetarios internacionales.
Entonces, lo único que cabe pensar es que existió un tipo de cambio fijo entre el dólar y
el oro y que éste debió sostenerse –toda vez que resultó necesario- con una salida o
posición vendedora neta de este metal no solo por parte de su garante institucional,
Estados Unidos, sino también por parte de sus socios europeos que, al fin de cuentas,
habían declarado también la convertibilidad de sus monedas.
Aunque, evidentemente, no solo lo hacían por política cambiaria, sino porque resultaban
beneficiarios de una circulación monetaria que permitía sostener la expansión del
comercio y la inversión. Sin mayores dudas, la economía de los países centrales logró
que los años 50 y los 60 significasen una expansión difundida a un extendido conjunto
de países, aunque –como se refirió- el 70% del comercio se concentrase sobre los
propios países desarrollados.
Esta situación de tensión permanente respecto del valor oro del dólar también conllevó,
entonces, una actuación conjunta de los países respecto del sostenimiento de esta
paridad fija, porque claramente la condición de moneda de reserva del dólar restringía
las distintas alternativas factibles al sistema vigente, tales como la libre flotación del
dólar, el retorno a un verdadero patrón oro o alguna otra.
En el transcurso de los años 60, tanto Estados Unidos como algunos países europeos,
perdieron reservas tratando de sostener la cotización del dólar en oro, con lo cual, esto
significaba, al igual que bajo “las reglas de juego” del patrón oro, que, en última
instancia, la cantidad de moneda debía ajustarse hasta hacerse compatible con la paridad
en oro de la moneda patrón, si se pretendía conservar tanto esta paridad como un nivel
adecuado de reservas de oro.
En Estados Unidos hacer esto iba a resultar particularmente difícil, ya que implicaba
postergar la prosperidad interna en pos de la estabilidad internacional y, en cierto modo,
lo mismo tenían que hacer los socios europeos, con lo cual el reclamo de austeridad del
patrón oro resultaba impracticable y Estados Unidos optó finalmente por la
inconvertibilidad, al decidirse Nixon por “cerrar definitivamente la ventanilla del oro”,
en 1971, declarando de esta forma la flotación del dólar181.
Al igual que sucediera en los años treinta, luego de la definitiva caída del patrón oro y
del tipo de cambio fijo que conllevaba, las políticas monetarias y fiscales de los países
centrales se tornaron expansivas, al no existir ya la necesidad de respaldar moneda con
reservas de oro.
180
Estevadeordal, Frantz, and Taylor, (2003).
181
Eichengreen, (1996), p. 131-192.
177
El año 1973 muestra condiciones indicativas del final del ciclo iniciado en Bretton
Woods que, sin dudas, reportó crecimiento económico sostenido, estabilidad y mayor
bienestar al conjunto de la economía internacional, donde tanto fueron beneficiarios
países desarrollados como subdesarrollados.
2.1. Una aproximación al cambio estructural generado hasta los años 50.
Tanto el propio gobierno peronista, desde 1950, como los que inmediatamente le
sucedieron entre 1956 y 1963 tuvieron en claro que la industria que se había promovido
continuaba siendo dependiente de la importación de un conjunto de insumos básicos.
Mientras que entre 1943 y 1949 la producción industrial había subido en casi un 70%,
entre 1950 y 1955 lo hizo en un 35%182. Para el peronismo la prioridad la constituyó la
producción de petróleo y de acero, primer antecedente de importancia en las más
relevantes acciones al respecto que emprendió el gobierno de Frondizi de 1958.
Pero este tipo de inversiones requerían de una alta escala de capital con que el Estado no
contaba. La única alternativa, que, a su vez, permitía el aporte de divisas a las ya
limitadas reservas de la parte final del peronismo, era la inversión extranjera.
182
Guerchunoff y Llach, (2007); Rougier, (2012).
183
Guerchunoff y Llach, (2007); Peterson, (1985).
178
Éste era un sector al que se habían destinado parte de los ingresos que pertenecían al
agro y al que se había otorgado una parte sustancial del total de los préstamos bancarios.
No hubo, tal como lo evidencia la generosa política de créditos industriales, ninguna
priorización de un sector o empresa industrial sobre otras. Desde el análisis económico
ésta es una buena demostración de que regía un desarrollo industrial diversificado, por
el que se supone que la industrialización es siempre impulsada por el crecimiento de
todo emprendimiento industrial y de todos las ramas del sector.
En virtud de este enfoque, un resultado esperable de esta política fue que proliferasen
numerosas empresas compitiendo por mercados de tamaño limitado para tantas
empresas. Entonces, una caracterización básica de estas empresas era acotado acceso a
un mercado y, en consecuencia, posible capacidad ociosa o serio impedimento en
alcanzar economías de escala.
La contrapartida de una estructura con estos rasgos dominantes era la de una industria
de baja productividad, mayores costos y precios. Ésta es la razón por la cual, más de un
análisis económico sostiene, que una economía como ésta, compuesta por agro e
industria, funciona en forma desequilibrada con un nivel más alto de productividad para
el agro y uno más bajo para la industria184.
Con todo, lo cierto es que esta industria no podía desplazar a una industria competitiva
extranjera, a no ser que para ésta se aplicasen barreras de ingreso de sus productos, tales
184
Diamand, (1973); Rougier, (2012).
179
como los controles cambiarios o tipos de cambio altos, aranceles y demás instrumentos
que, en realidad, fueron aplicados, en todo momento, en razón de la escasez de reservas
internacionales.
Dentro del total del consumo, solo un 1,2% llegó a corresponder a bienes de consumo
importados. Las importaciones de insumos pasaron de un 21%, a fines de los veinte, a
un 14% de la demanda de bienes manufacturados, para mediados de los cincuenta. Del
total de la inversión en maquinarias y equipos, desde un 35% con origen importado se
pasó a un 20% en la primera mitad de los cincuenta185.
Estos mayores costos de las empresas encontraban más posibilidad de ser soportados
por ellas a través de mayores restricciones al ingreso de productos importados. Si los
precios de estos se encarecían –en razón de mayores barreras a la importación-,
productos similares de fabricación nacional podían aumentar precios sin mayor riesgo
de competencia externa y aumentar salarios, en consecuencia.
Para que el incremento de salarios reales pudiese alcanzarse, de todas formas, era
necesario que los precios de los alimentos –de origen agropecuario- se mantuviesen
relativamente atrasados respecto de salarios y precios industriales, ya que el gasto
principal de los asalariados es en alimentos. Cuanto menor el precio de los alimentos o
productos agrarios, mayor resultaba el salario real industrial o urbano.
185
Maddison, (1995); Mallon y Sourrouille, (1973).
180
Por más que desde algunos enfoques económicos se entienda como adversa al
crecimiento o la industrialización, una mayor presión distributiva de los trabajadores
sobre los ingresos de este país, el hecho concreto es que ésta no ha dejado de estar
presente desde el primer gobierno peronista en adelante.
Australia, durante el largo tránsito que en el Siglo XX tuviera como país en desarrollo,
mostró la coincidencia con Argentina de una creciente participación de los trabajadores
en la distribución de ingresos, a través de la sindicalización y la consolidación del
partido laborista.
Las exportaciones que hacían desde fuera del país fueron sustituidas por la inversión y
producción desde dentro de él, de forma de no perder el mercado interno que ya habían
obtenido.
186
Gerchunoff y Fajgelbaum, (2006); Fogarty y Duncan, (1984); Gallo, Fogarty y Diéguez, (1979).
181
Dado que estos fondos extranjeros como los internos, no alcanzaban la escala necesaria
para desarrollar prioridades como acero o petróleo, tanto una nueva Ley de Inversiones
Extranjeras como el restablecimiento de buenas relaciones con Estados Unidos, por
parte de Perón, serían los medios para obtener mayores volúmenes de inversión
extranjera187.
Las producciones extranjeras amparadas por esta ley debían estar dirigidas a reemplazar
importaciones, disminuyendo aún más los niveles alcanzados por éstas, hasta ese
momento. Las importaciones de insumos básicos –petróleo o acero, entre ellos- o de
maquinarias se reducirían al producirse internamente, en mayor medida, mediante la
radicación de industrias extranjeras en el país.
Sobre esta base se comenzó el desarrollo del sector de tractores a través de la instalación
de fábricas como Deutz, Fahr o Fiat, las que se comprometieron a más que duplicar el
stock de tractores existentes, que estaba en el orden de los diez mil en el país. También
comenzaría la producción de automotores a través de la instalación de Kaiser. En estos
casos estaba previsto bajar a un porcentaje mínimo el componente importado de
producción en pocos años.
La constitución de 1949, que había consagrado la propiedad del Estado sobre los
recursos minerales, ponía en tela de juicio la apropiación de petróleo impulsada por esta
contratista conocida por su razón social en Argentina, California Argentina de Petróleo.
Los radicales, encabezados por Frondizi, quien luego fuera presidente en 1958,
adoptaron una postura nacionalista contraria a toda inversión extranjera en el sector.
187
Peterson, (1985).
182
Aunque estos intentos surgidos del segundo gobierno de Perón no fueron totalmente
afortunados, lo cierto es que demostraron que era necesario darle un perfil alternativo al
modelo de sustitución de importaciones.
Para lograr una suerte de autosuficiencia industrial, se debía contar con la participación
de la inversión extranjera o, específicamente, de empresas multinacionales dirigidas a
producir internamente una muy alta proporción de todos los bienes que anteriormente se
importaban.
Este lineamiento coincidía, justamente, a partir de los años 50, con una expansión de las
empresas multinacionales que se sostendría a lo largo del tiempo hasta constituirse en
una expresión destacada de la economía global actual.
188
Cafiero, (1961); Guerchunoff (1989); Guerchunoff, y Antúnez, (2002); Rougier, (2012).
183
necesidades del mercado interno, una vez finalizada la guerra retomaron sus inversiones
en los mercados exteriores.
Tampoco la depresión de los años treinta había sido en absoluto beneficiosa para la
inversión en el exterior, aunque las barreras a la importación de distintos países
terminaron siendo un incentivo para que las multinacionales eligiesen invertir y
producir en el exterior antes que insistir con exportaciones rechazadas o restringidas por
el proteccionismo.
Tanto Europa como América Latina, progresivamente, pasaron a recibir el capital y las
producciones de estas empresas que intentaban conquistar estos mercados con su
poderío industrial y tecnológico.
En 1955, luego de una serie de conflictos con la Iglesia Católica y una fracción del
Ejército y de la Marina, el gobierno de Perón es derrocado por las Fuerzas Armadas.
Éstas tendrán a cargo el gobierno durante dos años, mayormente ocupados por el
General Aramburu, ya que el militar que destituyera a Perón, el General Lonardi, solo
estuvo pocos meses en la presidencia hasta ser reemplazado por aquél.
No solo Perón debió salir del país y refugiarse en el exterior, sino que los representantes
del peronismo en el partido político, en los sindicatos o en el Ejército fueron
perseguidos sin contemplaciones, algunos fueron apresados y otros fusilados por actos
de rebelión contra el gobierno.
189
Bergsten, Horst y Moran, (1978); Whitten, (1990); Wilkins, (1974).
184
Perón, en constante vinculación con sus partidarios, desde fuera del país, les había
ordenado votar en blanco y esto fue determinante del resultado que seguía demostrando
el poder del peronismo: el voto en blanco fue el mayoritario en esta elección. Detrás de
este voto, se ubicaron los votos radicales.
El radicalismo se había dividido entre una fracción encabezada por Ricardo Balbín –
radicalismo del pueblo- y otra por Arturo Frondizi –radicalismo intransigente-. El
conjunto de los radicales, no obstante, aprobaron la más importante reforma de la
Constitución de 1853, ya que la de 1949 se derogaba por completo. Ésta se expresó en
la inclusión de un artículo 14 bis que consagraba todos los derechos sociales de los
trabajadores que habían adquirido antes y durante el gobierno peronista.
De esta forma, los importantes avances obtenidos en los derechos laborales y sociales
alcanzaban carácter constitucional y así se completaba la pirámide legislativa que los
sostenía. La exclusión política del peronismo seguía vigente pero los trabajadores
habían logrado revalidar sus derechos mediante el apoyo explícito del radicalismo190.
Fundamentos ideológicos afines a los derechos laborales, pueden haber inspirado a los
radicales a darlo191, pero el sector inspirado por Frondizi demostró luego que no solo
podía hacer esto sino también lograr el consenso de Perón para acceder al gobierno con
el voto de sus seguidores. De esta forma se desprendía del antiperonismo que nutría al
gobierno de facto de 1955, el que tenía su origen en partidarios de distintas ideologías.
Con el pacto Perón-Frondizi de 1957192, que le permitió a Frondizi ganar las elecciones
y asumir la presidencia en 1958, los partidos y militares que habían sostenido su
oposición a Perón durante el gobierno de la Revolución Libertadora (1955-1957) fueron
derrotados en esas elecciones. Pero las presiones militares que se ejercieron luego sobre
el gobierno de Frondizi demostraron que esa derrota podía ser revertida mediante otro
golpe de estado que restituyese a los militares en el gobierno. La existencia del
gobierno democrático estaba condicionada a la aprobación de sus actos por parte de los
militares.
190
Frondizi y Belenki, (1984).
191
Luna, (1954).
192
Romero, (2011).
185
Por su parte, el gobierno americano, dentro de las demandas que también le hacía a la
Argentina, planteaba el regreso a la libertad de precios, durante años muy limitada por
los controles o fijaciones de precios del peronismo.
Reclamos más específicos, de igual importancia, fueron los casos relativos a empresas
de capitales americanos en el país como los frigoríficos exportadores o la Compañía
Argentina de Electricidad, CADE193.
La importancia adquirida por las grandes empresas americanas de la carne dentro de las
relaciones entre Argentina y Estados Unidos se evidencia a partir del mayor diálogo
inaugurado por el gobierno de la Revolución Libertadora con ese país. Tal como se verá
en la revisión específica del sector, estas empresas tendrán siempre una sensible
capacidad de presión sobre los gobiernos de los dos países.
Durante los gobiernos de Perón el crecimiento del Producto Interno Bruto había
alcanzado el 12%, pero desde 1952 hasta 1955 la inflación acumulaba un 7%194.
La devaluación que se aplicó llevó el dólar estadounidense desde 6,25 pesos a 18 pesos,
pero también se desdobló el mercado cambiario, al abrirse un mercado libre para
importaciones no autorizadas a negociarse por el dólar oficial. El dólar libre comenzó a
cotizar a 30 pesos y algunas exportaciones eran habilitadas para liquidar, parcialmente,
divisas a este valor, con la finalidad de promoverlas.
La inflación duplicó la meta planteada por Prebisch y en esto fue determinante también
que se continuó permitiendo el reajuste de los salarios en función de la inflación. Hacia
fines de 1957 se implementó, finalmente, un “congelamiento” de salarios para que los
reajustes salariales no siguieran alimentando la inflación.
193
Cisneros y Escudé, (2000); Conil Paz y Ferrari, (1964).
194
CEPAL, (1960); Guerchunoff y Llach, (2007).
187
Estos déficits debieron ser financiados, recurriendo a préstamos del exterior y a caída de
las reservas internacionales. La apertura financiera internacional inaugurada por este
gobierno permitió obtener préstamos del Fondo Monetario Internacional, Banco
Mundial y Eximbank. También se iniciaron negociaciones con el Club de París.
De esta forma terminaba entre ellos la práctica impuesta por el comercio bilateral, en el
que la moneda de los países en que éste se realizaba no podía utilizarse para el pago a
terceros países. Ahora, los pagos multilaterales daban origen a que el comercio volviese
a ser abierto y multilateral195.
Durante esa década, sin embargo, Argentina había quedado fuera de la expansión del
comercio internacional, ya que su comercio exterior continuaba estancado. La barrera
de 1.000 millones de dólares anuales de exportaciones que estaba presente desde 1949
continuaba sin ser superada y esto impedía sumarse al auge del comercio
internacional196.
Otro factor de estímulo al sector fue la liberación del precio de los arrendamientos
rurales, al revertirse la fijación o “congelamiento” de los precios de arriendo que el
peronismo había impuesto. En 1957, además, se creó el Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA) para apoyar el crecimiento del campo desde el aporte
tecnológico a sus productores.
195
Mallon y Sourrouille, (1973); Guerchunoff y Antunez, (2002).
196
De Paiva Abreu, (1990); Maddison, (1995).
188
La iniciativa americana de la Alianza para el Progreso, con objetivos tan claros para
América Latina como su propia denominación, puso en evidencia que en el caso de
Argentina se podía repetir lo ocurrido con Brasil197.
El gobierno de Frondizi se extendió hasta 1962, cuando fue derrocado por los militares
y sustituido por su vicepresidente José María Guido hasta que se eligiera otro gobierno
constitucional en 1963.
Los acuerdos de Frondizi con Perón le permitieron contar con el apoyo de un peronismo
proscripto y ganar las elecciones que lo llevaron al gobierno.
197
Nosiglia, (1983); De Paiva Abreu, (1990).
189
Frente a esta reversión de las políticas antiperonistas del anterior gobierno, sin lograrse
una cohesión total de los militares en enfrentar a Frondizi, algunas agrupaciones de las
Fuerzas Armadas se rebelaban recurrentemente en contra de su gobierno.
Este caso, que significó el final de la gestión de Frondizi, se debió a que se restituyó la
legalidad del Partido Justicialista, éste participó de las elecciones y el resultado final, a
nivel nacional, fue casi un empate entre el partido gobernante y el justicialismo.
Desde 1958, sin el aporte de fondos del exterior no hubiese sido posible el desarrollo
del acero, la metalmecánica, de material de transporte, de la química, de red vial, de la
agricultura y de la energía.
198
Rouquié, (1982).
190
Estas áreas principales, precisamente, son las que indicaba la CEPAL en su informe
sobre la Argentina de 1960 que era necesario desarrollar para retomar una senda de
crecimiento económico sostenido.
El sector agropecuario, donde las estadísticas de CEPAL habían registrado un bajo nivel
de inversión, desde los años treinta, no estaba en condiciones de aportar más de lo que
ya había aportado, según este gobierno201. Por lo tanto, si bien no se eliminó la política
de ingresos favorable a las exportaciones agropecuarias se la limitó severamente. Esto
significaba, por ejemplo, terminar con la política de subsidios al sector frigorífico y
ganadero.
199
Solberg, (1979).
200
CEPAL, (1960).
201
Frigerio, (1962); Frigerio, (1965); Frondizi, (1965).
202
Nosiglia, (1983); Frigerio, (1962); Frigerio, (1965); Frondizi, (1965).
191
Pero esta política de gobierno –con mayor impacto sobre los actores económicos
locales- se superponía con otra casi novedosa, luego de muchos años de postergación, la
de un insistente estímulo a la inversión extranjera.
Desde 1958 el gobierno celebró los contratos petroleros con empresas extranjeras con el
objetivo de alcanzar el autoabastecimiento y así bajar las importaciones en alrededor de
un 20%. A pesar de la oposición de distintos grupos nacionalistas, las empresas,
rápidamente, iniciaron la explotación y aumentó a igual ritmo la producción,
incrementándose también la gasífera.
203
Solberg, (1979).
204
Ferrer y Brodersohn (1969); Sourrouille, (1980); Jenkins, (1987).
192
Pero también implementó un mercado de cambios libre y unificado que hizo posible la
flotación del dólar hasta un nivel tan alto que lo hiciese consistente con los elevados
registros de emisión monetaria e inflación alcanzados.
El valor del dólar promedio anual pasó de 18$ en 1958 a 76$ en 1959, lo que significó
un excepcional aumento en los precios de granos y carnes y, en consecuencia, en los de
los alimentos básicos.
Para limitar el aumento de estos precios se aplicaron retenciones a los ingresos de los
exportadores, lo que significaba reducir el tipo de cambio que efectivamente percibían,
estando estas retenciones en el orden del 10 al 20% del valor exportado. Y los salarios
reales cayeron en un 40% aproximadamente en 1959, bajó notablemente el consumo y
se ingresó en un ciclo recesivo, con una caída anual del 7% del Producto Bruto Interno.
Mediante mayores recortes al gasto público, menor déficit fiscal y una progresiva
contracción monetaria, hacia fines de 1959, cayó la inflación y el dólar se estabilizó.
Durante 1960 y 1961, con baja inflación y dólar estable, el PBI creció al 8% anual, al
compás de un aumento notable de la inversión sostenido por los capitales extranjeros,
principalmente206.
205
Chudnovsky, (1970); Sourrouille, (1980); Jenkins, (1987).
206
CEPAL, (1985).
193
A pesar del limitado papel asignado al sector agropecuario, este gobierno también
dependía de su capacidad exportadora y proveedora de divisas para afrontar los
requerimientos de un acelerado proceso de inversión y crecimiento.
La política del sector estuvo dominada por el manejo cambiario y las retenciones a las
exportaciones. No hay dudas de que la devaluación, a pesar del aumento de las
retenciones aplicadas en el plan de estabilización de 1959, favoreció a los productos
rurales, inicialmente.
El aumento del tipo de cambio había superado notablemente el nivel de inflación, pero
con un tipo de cambio más estable y una simultánea recuperación de la inflación, el tipo
de cambio real caía nuevamente en 1961.
La producción agrícola solo aumentó un poco, desde 1960, mientras que la pecuaria
disminuyó, dado que el ciclo ganadero entró en una fase de retención ganadera,
contrayéndose la oferta de ganado y determinando una menor producción de carnes207.
207
Mallon, y Sourrouille, (1973); Barsky, y Gelman, (2007); Guerchunoff y Llach, (2007).
194
También es importante destacar que para limitar la emisión monetaria se apeló a que
una parte del gasto público fuese financiada mediante el endeudamiento en el exterior
de las empresas u organismos del Estado.
Los precios sostén de los productos agropecuarios como gran parte de los subsidios
sectoriales también fueron disminuidos o suprimidos dentro de la política de
contracción del gasto público y de liberalización de la economía.
Otro gran ejemplo fue la racionalización del transporte en manos del Estado. En los
ferrocarriles se despidieron más de cincuenta mil empleados, se desafectaron servicios
ferroviarios y vendieron propiedades de poca utilidad. Y el transporte público
automotor urbano, por su parte, fue totalmente privatizado.
195
Luego del derrocamiento de Frondizi el hecho destacado fue otra drástica devaluación,
del 50% del peso, lo que reavivó la inflación, generó una caída del consumo, recesión y
una caída de las importaciones que tendía a reequilibrar el sector externo208.
El tipo de cambio, como se habrá podido observar, registró sucesivas alzas de magnitud,
debido a las devaluaciones del peso de 1952, 1956, 1958 o 1962. Ésta resultaba ser la
salida obligada frente a un déficit del comercio exterior que comprometía seriamente el
nivel de reservas internacionales y podía dejar al país en cesación de pagos con el
exterior.
Estos casos, habían tenido como antecedente las medidas aplicadas frente a la
insuficiencia de divisas de las décadas de 1930 y 1940, cuando más allá de la
devaluación de inicios de los treinta, se reforzaba el control de cambios, se restringían
los volúmenes y tipos de bienes importados y se subían las barreras arancelarias.
Tal como se describió oportunamente, en los años treinta, especialmente, este tipo de
medidas fueron determinantes del surgimiento de la primera etapa de sustitución de
importaciones.
Pero las devaluaciones que se sucedieron desde 1952 tuvieron efecto directo en la caída
de los salarios reales, ya que sobre los alimentos impactaba la devaluación, subiendo
considerablemente sus precios, cayendo el consumo y desencadenando la recesión.
208
Guerchunoff y Llach, (2007); Ferrer y Brodersohn, (1969).
196
El alza en el precio de los alimentos respondía a los productos agropecuarios que le dan
origen. Al estar destinados a la exportación además del consumo, estos suben su precio
en pesos al cotizarse sus precios internacionales a un tipo de cambio más alto.
De esta forma quedaba descrito un ciclo recurrente entre cada instancia de devaluación
y la siguiente. Un período de crecimiento económico significaba aumentar las
importaciones del conjunto de bienes no sustituidos hasta llegar a un nivel superior a las
exportaciones, generando déficit comercial externo y caída de las reservas
internacionales para financiarlo.
En un contexto de una inflación promedio anual de entre el 10% y 20%, en los años
cincuenta, devaluaciones del 50%, 100% o más significaron fuertes caídas en los
salarios reales, como consecuencia de un notable impacto inflacionario sobre los precios
agropecuarios o de los alimentos. En tanto fue posible después de estas devaluaciones,
estabilizar tipo de cambio e inflación, los salarios reales y el crecimiento se
recuperaban.
209
Diamand, (1972); Díaz Alejandro, (1969); Díaz Alejandro, (1963); Basualdo, (1992).
197
Esto plantea que los ingresos reales de los exportadores agropecuarios fluctúan en forma
recurrente así como lo hace el tipo de cambio real y de la misma forma pero en sentido
inverso sucede con los ingresos reales de los asalariados.
Esto planteó para el sector agropecuario que en torno de estas crisis que significaron
devaluaciones, sus ingresos hayan mejorado sustancialmente en esas ocasiones para
deteriorarse luego hasta que llegase la siguiente devaluación. Algo similar, en sentido
inverso, les ocurrió a los asalariados.
Esto definía una situación de puja distributiva subyacente que evidentemente podía ser
mayor frente a una mayor restricción externa. La historia de esta puja distributiva que se
iniciara durante el primer gobierno peronista, con saldo a favor de los asalariados, puede
reconocer en los cincuenta y sesenta más de una reiteración, con mayores saldos a favor
de los ruralistas.
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CAPÍTULO 8
En el contexto del crecimiento internacional de los años 60, luces y sombras sobre el
sector agropecuario argentino.
Esto último permitió también que el mercado internacional de todo tipo de bienes se
quintuplicase, a principios de los años setenta, el nivel de 1950, y, así, éste alcanzaba un
nivel equivalente al 30% del PIB mundial, récord histórico del Siglo XX211.
211
Maddison (1995); Spero y Hart (2010); Estevadeordal, Frantz y Taylor (2003).
212
Bergsten, Horst y Moran (1978); Dunning (1971).
202
En materia económica es importante destacar los logros que se obtuvieron tanto durante
el gobierno radical como en el de los militares que le sucedieron, ya que en esa década
1963-1973, el PBI de Argentina creció a una tasa del 6% anual y las favorables
condiciones del comercio exterior permitieron que eso se concretase.
Una fracción del sindicalismo, liderada por Augusto Vandor, trató de desplazar de la
conducción del peronismo al propio Perón, enfrentándolo en las elecciones de 1965,
donde el gobierno había levantado la proscripción electoral del peronismo.
Esta división interna del peronismo alentaba la posibilidad de una inserción de este
partido en la democracia, con la exclusión de Perón. Para los militares, esto hubiese
significado un avance en la eliminación de Perón de la política argentina. Pero los
seguidores de Perón nuevamente comenzaron a ganar en esas elecciones.
Este descrédito público fue suficiente base para que los militares volviesen al poder en
1966. Pero Onganía, tras casi tres años de iniciar su gobierno, debió encontrarse frente a
algo más que el deterioro de su imagen pública, ya que parte de los sindicatos
cordobeses, a través de huelgas y movilizaciones generaron una rebelión popular en
contra del régimen militar, conocida, luego, como Cordobazo. La violencia ente
soldados, policías y manifestantes asoló la ciudad de Córdoba durante una larga jornada
de mayo de 1969.
Éstas últimas crecieron como guerrilla urbana destinada a combatir el poder militar y
desalojarlo del gobierno. Éste fue un factor de presión continuo que obligó al abandono
del gobierno por Onganía y a ser reemplazado, a un año del Cordobazo, por otro jefe
militar, Roberto Levingston, hasta que el comandante en jefe del Ejército, Alejandro
Lanusse, se hizo cargo de la presidencia en 1971.
Éste último dio mayores libertades a los partidos políticos y finalmente accedió a
realizar elecciones libres en 1973, con participación del peronismo y del propio Perón,
luego de regresar éste al país a fines de 1972.
La drástica devaluación de 1962 había puesto de manifiesto que así se había tratado de
conjurar la crisis externa de ese año, y esto, como en otras crisis anteriores, había
determinado recesión, alta desocupación y caída de los salarios reales.
Luego de este freno al crecimiento determinado por la restricción externa –el “stop” de
los ciclos “stop and go” oportunamente descriptos- fue posible reequilibrar el balance de
pagos y plantearse la recuperación económica.
214
O’Donnell (1977); Rouquié (1982).
205
215
Guadagni (1989).
206
Con todo, el buen desempeño de las exportaciones agropecuarias dio lugar a un apoyo
del gobierno a la producción agraria, dado que, a diferencia de lo ocurrido en su época
de estancamiento, las medidas favorables al campo generaban una respuesta positiva en
términos de mayor productividad y exportación218.
Tomando un índice 100 para el período 1951/62, el volumen de ventas al exterior –con
predominio de las agropecuarias- pasó a 169 en 1963/73, mientras que las
importaciones llegaron a 129219.
216
Cirio (1988).
217
Maynard (1989).
218 Reca (1974); Reca (1980); Reca (2006).
219 Guerchunoff y Llach (2007).
207
En 1973, los términos de intercambio alcanzan un récord máximo, desde 1951, gracias
al aumento de la demanda de alimentos a que llevaba la expansión monetaria
internacional, luego de que el dólar comenzase a flotar libremente en 1971, al
desvincularlo el gobierno estadounidense de una paridad fija con el oro220.
Otro aspecto importante fue el comienzo de las exportaciones a países socialistas, justo
cuando las políticas de la Comunidad Europea ya se encontraban en plena aplicación de
su política agrícola y ganadera común o, en otros términos, su política de
proteccionismo en la importación de alimentos221.
Mientras que las exportaciones tradicionales seguían gravadas por retenciones, las no
tradicionales recibían reembolsos de impuestos internos y se beneficiaban con un
sistema de draw back, por el que los aranceles de los insumos importados utilizados por
el industrial les eran devueltos al momento de exportar.
220
Eichengreen (1996); Eichengreen (2008).
221
Seoane (1998).
222
Jenkins (1987).
208
Los estímulos fiscales de exportación industrial fueron crecientes desde fines de los ’60
en adelante y sostuvieron su crecimiento. Sin embargo, los cálculos de apertura al
exterior de la industria en 1963/73 solo anotan que un 3% se dirigió a los mercados
externos.
El déficit fiscal pasó de 4,2% a 1,8% del PIB pero la inversión pública aumentó en un
55% entre 1966 y 1970, lo que se plasmó en grandes obras energéticas y viales. La
anulación de los contratos petroleros de Frondizi realizada por Illia fue revertida por
medio de una ley de hidrocarburos. Por ésta y otras medidas, el ingreso de capitales
extranjeros, comprando empresas argentinas fue una constante de este período,
consolidándose una elevada participación extranjera y multinacional en la producción
interna224.
Este positivo contexto económico interno, como se ha dicho, tiene un soporte en una
economía internacional cuya expansión se inicia en los años cincuenta para potenciarse
en los sesenta. Ésta, impulsada por un núcleo central de países, se tradujo en un notable
crecimiento del mercado internacional y en una mayor absorción de exportaciones
argentinas por parte de éste, aunque esto no significó que éstas alcanzaran una mayor
participación en el mercado mundial, tal como se explicará más adelante.
223
Maynard (1989).
224
Guerchunoff y Llach (2007).
209
En los años previos de la década de los cincuenta cabe reiterar que las exportaciones
agropecuarias se encontraban todavía estancadas, no fue posible acceder fluidamente al
financiamiento internacional y el escaso desarrollo de inversiones en petróleo e
industrias básicas determinó una tendencia elevada en estas importaciones de
imprescindibles insumos básicos.
225
CONADE (1968).
210
Desde 1958 se evidencian a través de los cambios que se registran en la estructura del
balance de pagos que el proceso de integración internacional se ha iniciado. La política
de expansión petrolera y de industrias de base del gobierno de Frondizi se sustentó en
un endeudamiento creciente, equilibrado mediante la inversión extranjera y crédito
compensatorio.
En general, puede decirse de esta etapa que el balance de pagos muestra una
disminución pronunciada en las importaciones petroleras, además de un proceso de
sustitución de importaciones acentuado que, sin embargo, no alcanza a equilibrar la
balanza comercial. Al mismo tiempo aumenta el flujo de capitales extranjeros -tanto en
la forma de inversiones directas como de préstamos a corto plazo- que no llegan a
compensar las obligaciones contraídas con el exterior.
226
Eichengreen (1996).
227
Cisneros y Escudé (2000).
211
Esta situación no se había dado desde hacía muchos años atrás en el país y también
revelaba condiciones diferentes en el orden internacional. Como ya se mencionó
previamente, las empresas multinacionales se habían constituido en eje de difusión
internacional del crecimiento al realizar inversiones en distintos países, tanto
desarrollados como en desarrollo, como fue el caso de éste.
Entre 1948 y 1962 las exportaciones habían fluctuado habitualmente entre 900 y 1.100
millones de dólares anuales, pero a partir de 1962/63 se puede observar que las
exportaciones alcanzaron un “piso” de 1.500 millones de dólares, sobre el que se
elevarán tendencialmente en la segunda parte de los años sesenta y principios de los
setenta.
228
Taylor (1992); Taylor (1997).
212
Antes de esta guerra, Argentina contaba con más del 50% del mercado mundial de
carnes vacunas, con el 25% en el de trigo y con un 65% en el de maíz. A mediados de
los años sesenta, la participación internacional en carnes no llegaba al 30%, mientras
que en trigo y maíz sólo se alcanzaba el 10 y 20%, respectivamente230.
229
CONADE (1968).
230
CONADE (1968).
213
Hasta 1955, como ya se hiciera referencia, en el segundo gobierno del peronismo, los
ingresos de los exportadores fueron subsidiados por el Estado, tanto en el caso de la
ganadería como en el de la agricultura. Pero a partir de 1956, se comenzó a dejar atrás la
política de subsidios, implementada en distintas formas, para pasar a la aplicación de
aumentos en el tipo de cambio, con la finalidad de mejorar los ingresos en pesos de la
exportación.
231
Basualdo (2015).
214
Con todo, para moderar el impacto sobre los precios internos de los alimentos se
aplicaban retenciones de ingresos –de entre un 10 y 20%- a los exportadores
agropecuarios. A la ganadería, además, se le imponían mayores controles, derechos de
exportación e impuestos para limitar el alza del precio interno de la carne vacuna, en
razón de su mayor incidencia en el consumo y en la determinación de los salarios
reales232.
El menor precio relativo obtenido por el ganado en relación con los granos definió,
entonces, una tendencia clara en el reemplazo de la cría de animales por agricultura en
los campos. Sin embargo, a pesar de varios años de esfuerzo en la dirección de
promover la exportación agropecuaria, en 1961 no se había logrado superar la barrera de
1.000 millones de dólares anuales de exportación. Pero luego de otra drástica
devaluación en 1962, en 1963, las exportaciones tanto agrícolas como de origen
ganadero comienzan a resurgir, en combinación con una fuerte sequía en gran parte de
Europa.
Hasta allí, las mejoras tecnológicas que se habían difundido en agricultura y ganadería,
desde los años cincuenta, no se habían traducido en un mayor impulso a la exportación.
Sin embargo, la persistencia en mantener un tipo de cambio favorable al agro desde
mediados de los cincuenta parece haber sido un continuo estímulo a la producción y
exportación que finalmente estaba dando resultado.
232
CONADE (1968).
215
Por otro lado, el mercado externo todavía aletargado de los cincuenta fue mejorando
desde fines de esos años y en todos los posteriores hasta principios de los setenta. El
retroceso importador del Reino Unido había sido una limitante para el desarrollo
exportador desde la Segunda Guerra. La demanda británica pasa a representar, en los
sesenta, tan solo un 10% del total de exportaciones argentinas, en contraposición con el
35% que exhibía antes del inicio de la guerra.
Esto hizo competitivos los precios internos con los extranjeros y permitió la satisfacción
de una mayor demanda local con producción interna, disminuyendo las importaciones.
La baja de precios internacionales que hacía posible competir con los productores del
Reino Unido igualmente llevaba a mayores subsidios compensatorios, de forma que la
sustitución de importaciones se consolidaba.
El caso de España fue diferente a éste, aunque de un volumen bien inferior al del Reino
Unido, ya que se realizaban convenios especiales o licitaciones con proveedores
extranjeros, donde se atendía la necesidad de un precio adecuado para el consumo
interno de ese país.
En los sesenta, entonces, el mercado que suplió las carencias de otros países fue el de la
Comunidad Económica Europea, ya que llegó a representar un 40% de las
exportaciones argentinas, resultando el más importante de todos sus destinos233.
233
CONADE (1968).
216
Pero la notable expansión económica de los países europeos resultó, igualmente, muy
favorable para las exportaciones argentinas. Además, dado que las importaciones
argentinas de productos de la CEE fueron menor a aquellas esto originó un superávit
comercial sostenido con este mercado.
Esta ganancia del intercambio, por otra parte, fue absorbida por el déficit comercial con
Estados Unidos. Esto se derivó de la caída en las exportaciones a este país, ya que hasta
la Segunda Guerra un 25% de éstas se dirigía a este país, solo un 6% del total se dirigía
hacia él, en los sesenta. Pero China, Japón y Rusia surgieron como nuevos
importadores, al igual que países de Europa del Este. Este fue el comienzo de unas
relaciones comerciales que describieron un crecimiento en importancia entre mediados
de los sesenta y de los setenta, tanto en granos como en carnes.
Brasil, Chile y Perú aportaban como era tradicional un 15% al total de las exportaciones
argentinas pero el impulso económico de Brasil en los sesenta amplió su demanda,
sosteniendo el crecimiento exportador a ese destino.
Esta alternancia en la preponderancia de uno u otro sector era coherente con los
aumentos o disminuciones de precios y demanda internacionales de cada uno de ellos,
con lo que también los productores ponían más o menos énfasis en un tipo de
producción que en la otra. Tal como ya se hizo referencia en más de un caso, tanto estas
variables internacionales como el tipo de cambio, aplicable para agricultura o ganadería,
podían acomodar oportunos pasajes entre una y otra actividad dentro del conjunto
agrario.
El tercer producto de origen ganadero, en orden de importancia, eran los cueros que
mayoritariamente se exportaban crudos –vacunos, salados y secos, y lanares, sucios-, en
tanto que el cuero curtido tenía poca relevancia en el total.
El trigo era un producto de similar importancia al de la carne vacuna en esos años, con
una participación del orden del 20% en el total de exportaciones. Brasil, con grandes
altibajos, era el principal cliente del trigo argentino, mientras que tanto la CEE como la
European Free Trade Association (EFTA) –países europeos occidentales que no
integraban la CEE, liderados por el Reino Unido- habían reducido progresivamente sus
volúmenes de compras desde la posguerra234.
234
Eichengreen (2008).
219
Si estos productos no lograban tener una demanda externa y una producción interna
relevantes, difícilmente las exportaciones podían alcanzar la magnitud necesaria como
para hacer frente a imprescindibles importaciones y pagos al exterior. La dependencia
de los compradores europeos occidentales también era central y de difícil sustitución
por otros destinatarios, en principio.
Sin embargo, a pesar del escaso margen de maniobra que demuestran estas condiciones
básicas de exportación fue posible una evolución favorable, en función de la salida del
estancamiento y del progreso de la agricultura. Los volúmenes de cosecha y su
exportación fueron crecientes desde 1962 y los mercados de destino, con un algún grado
de diversificación, absorbieron la mayor producción y permitieron el sostenimiento del
conjunto de las exportaciones.
235
CONADE (1968).
220
La Argentina solo podía introducir carnes enlatadas a ese mercado, ya que desde fines
de los años 20, Estados Unidos había prohibido el ingreso de carne vacuna de países de
ganadería con aftosa, por lo cual Argentina quedó excluida de toda posibilidad de
exportarle carne fresca o congelada a ese país. La demanda estadounidense, entonces,
fue satisfecha por estos dos productores del circuito no aftósico.
221
Con este panorama, a mediados de los años 60, el mercado mundial de carne vacuna
alcanzaba a 1 millón y medio de toneladas anuales, definiendo una expansión
significativa frente al deprimido mercado de la posguerra y hasta mediados de los años
50, cuando éste no superaba las 500 mil toneladas anuales.
Casi las dos terceras partes de este total –1 millón de toneladas, aproximadamente– se
repartía casi por mitades entre los proveedores sudamericanos –Argentina y Uruguay,
principalmente– y los países de Oceanía.
Una parte sustancial de la porción restante correspondía a los países europeos que
habían aumentado el aprovisionamiento de aquellos demandantes netos dentro del
mismo continente. El intercambio intraeuropeo alcanzaba las 400 mil toneladas, en ese
momento.
En el país de mayor consumo per cápita de carne bovina, a nivel mundial, con mínimos
de 60 kilogramos per cápita y máximos de 90, el crecimiento de la producción ganadera
tendría que haber sido mucho mayor como para sostener excedentes de exportación
crecientes.
Luego de que la producción era absorbida por un consumo, casi de excepción, aun en
comparación con una mayoría de países desarrollados que no superaban la mitad del
consumo per cápita argentino, es lógico pensar en que importantes o crecientes
volúmenes de producción para exportar no eran fácilmente alcanzables.
Es decir, en las primeras, los productores toman la decisión de reducir sus existencias de
ganado y para esto venden una mayor cantidad de animales. Esta sobreoferta ganadera
hace caer los precios de esta materia prima para la producción de carne. Ésta aumenta
por la mayor disponibilidad de animales para su faena.
223
236
CONADE (1968); Cuccia (1983) ; Peretti y Gomez (1991).
224
Desde los cincuenta, la producción local de carnes había avanzado notablemente hasta
sustituir en gran medida las importaciones de Argentina. La Argentina, en tanto, era el
principal proveedor externo del bloque de la CEE ya que un 30% de sus importaciones
tenían origen en este país.
El consumo anual promedio de este bloque era de 4,5 millones de toneladas, pero la
contribución de las exportaciones argentinas era solo de un 4% a ese total. La
producción de la CEE estaba próxima a abastecer el 90% de sus necesidades de
consumo y el resto lo importaba.
Sobre esta base fue posible que el Reino Unido pasase de producir casi 600 mil
toneladas anuales a fines de los años 30 a hacerlo por casi 1 millón de toneladas a
mediados de los años 60. Este sustancial crecimiento productivo permitió reducir a la
mitad sus necesidades de importación, ya que de las casi 600 mil toneladas que
importaba a fines de los años 30 pasó a importar casi 300 mil a mediados de los 60. De
expresar un 80% de las necesidades de importación mundiales, antes de la Segunda
Guerra, en los sesenta solo un 25% de las importaciones mundiales respondían al Reino
Unido.
Con el fin de una regulación más ordenada y menos costosa del mercado de carnes, el
Estado británico estableció pautas de orientación de la participación de los proveedores
extranjeros en el abastecimiento local. Lo hizo sobre la base de una consulta permanente
a sus proveedores sudamericanos, de Oceanía, de Irlanda y Yugoslavia. Estos
proyectaban la demanda derivada de las necesidades reales de consumo, la oferta
interna y el aporte necesario de aprovisionamiento externo.
Luego, en 1964, a partir del reglamento de la carne vacuna se adoptó una política
aduanera restrictiva, que resultó antecedente de la aprobación de los instrumentos de la
Política Agraria Común (PAC) en la Ronda Kennedy del año 1967 del GATT (General
Agreement of Trade Tariffs).
En conclusión, este mecanismo resultó ser una verdadera traba para la exportación de
carnes a la CEE ya que el encarecimiento del valor del producto importado resultó
inevitable, en todo momento. Pero una política transitoria de apertura de importaciones
morigeró estas dificultades, ya que en caso de faltante de producto de origen interno se
abrían las importaciones con exenciones temporarias a la aplicación de estos recargos o
prelievos variables237.
237
CONADE (1968); Canzanelli (1988); Canzanelli (1993); Devoto (1993).
227
Por su parte, además de los dos importadores mencionados, también lo son Alemania,
Italia y Canadá. El mercado internacional de este sector, a mediados de los sesenta,
había alcanzado las 500 mil toneladas anuales, aproximadamente, y, dentro de este total,
Argentina participaba en un 15%.
También cabe anticipar que un impacto mayor de estas políticas proteccionistas se habrá
de evidenciar para los años posteriores a 1973, cuestión a tratar más adelante. Lo que
también se puede observar aquí es que la puja entre consumo y exportación de carne
bovina es también una clara expresión de una puja distributiva, ya que como se planteó
es central la incidencia del precio de la carne sobre el nivel de los salarios reales.
Es por esta razón que podría preguntarse si resultaba plausible la idea de que el Estado
lo que más necesitaba era aumentar la exportación de granos, alcanzar un mayor
impulso a las exportaciones a través de estos y limitar las exportaciones de carne, de
forma de disminuir la presión sobre sus precios y, en consecuencia, sobre los salarios
reales.
Esto fue lo que ocurrió, de hecho, entre 1964 y 1967238 cuando la producción y la
exportación de granos lograron alcanzar niveles récord y esto pudo ser interpretado
como la salida del estancamiento agrícola en que había caído desde los años 30.
Por otra parte las existencias ganaderas –con un crecimiento de un 20% entre principios
y fines de los sesenta– y la producción de carne se fueron recuperando en esa década, lo
cual posibilitaba sostener la exportación sin afectar demasiado el consumo.
239
Peretti y Gomez, (1991); Pierri, (2007).
229
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GRUPOS 1953 1.954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961
TOTAL GENERAL 1.125,1 1.026,6 926,8 943,8 974,8 993,9 1.009,9 1.079,2 964,1
I) GANADERÍA 485,4 407,3 449,2 503,7 500,1 508,7 520,4 519,7 516,0
a) Animales vivos 12,5 9,3 9,5 12,0 10,9 8,6 11,3 21,1 23,9
b) Carnes 154,7 155,6 207,0 243,5 259,2 297,7 259,3 219,3 217,4
c) Cueros 174,0 162,3 55,1 65,9 60,0 59,0 69,7 70,2 79,0
d) Lanas 187,0 121,2 124,0 123,8 117,4 99,1 120,5 145,2 142,4
e) Prod. de lechería, huevos y miel 28,6 29,6 34,7 35,1 29,9 25,3 42,9 47,5 32,3
f) Subprod. Ganadería 28,0 29,3 18,8 23,4 22,7 19,0 16,6 16,4 21,0
II) AGRICULTURA 574,8 572,7 423,6 384,7 405,6 441,0 444,9 508,7 387,9
a) Cereales y lino 383,4 420,1 320,7 280,8 266,0 264,8 292,7 324,2 194,8
b) Harina y subprod. del trigo 21,3 22,2 19,8 11,1 8,5 16,7 22,2 18,4 22,5
c) Oleaginosas (excluído lino) y aceites 94,7 83,7 45,5 60,9 95,3 126,3 97,8 125,3 128,1
d) Frutas frescas 24,3 18,0 22,5 16,7 20,1 17,8 17,4 24,9 20,4
e) Otros productos de la agricultura 51,2 28,7 15,0 15,1 15,5 15,4 14,9 16,0 22,1
III) FORESTALES 39,8 30,3 27,4 26,4 25,0 19,0 18,3 15,2 13,3
IV) MINERÍA 4,2 0,7 3,3 8,3 7,3 3,8 3,7 4,8 6,2
V) CAZA Y PESCA 0,5 0,6 0,8 1,4 2,9 2,3 3,5 3,7 4,6
VI) DIVERSOS ARTÍCULOS 20,4 15,0 24,5 19,2 34,0 19,1 18,1 27,0 36,2
1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961
Exportaciones(1) 1.169,4 687,8 1.125,1 1.026,6 928,6 943,8 974,8 993,9 1.006,6 1.079,2 964,1
Invisibles (neto) (2) -26,2 26,9 -5,9 9,9 2,5 52,7 32,9 20,6 -5,0 -34,2 -88,5
Capitales autónomos (3) -4,9 272,4 23,0 -59,4 32,1 214,1 62,9 43,5 112,4 357,2 425,3
Capacidad para importar (4) = (1) + (2) + (3) 1.138,3 987,1 1.142,2 977,1 963,2 1.210,6 1.070,6 1.016,8 1.108,0 1.402,2 1.300,9
Importaciones (5) 1.480,2 1.179,3 795,1 979,0 1.172,6 1.127,6 1.310,4 1.232,6 983,6 1.249,3 1.460,3
Saldo (6) = (4) + (5) -360,6 -188,5 353,5 -0,2 -201,3 70,3 -240,9 -231,7 123,3 150,4 -161,6
Errores y omisiones (7) -18,7 3,7 6,4 1,7 8,1 -12,7 -1,1 -15,9 -1,1 -2,5 -2,2
Producción de carne vacuna de países europeos, de Argentina y total mundial (miles de toneladas)
Año M.C.E. ITALIA FRANCIA BÉLGICA HOLANDA ALEMANIA REINO UNIDO ESPAÑA SUIZA ARGENTINA MUNDIAL S/EL TOTAL %
1953 685 350 --- 157 172 --- 611 125 96 1.766 21.860 8,1
1954 762 396 --- 172 187 --- 735 141 97 1.815 22.930 7,9
1955 793 391 --- 182 212 --- 678 139 84 2.147 23.750 9,0
1956 777 413 --- 171 185 --- 786 124 90 2.476 24.940 9,9
1957 2.905 406 1.302 169 197 822 887 135 97 2.459 27.400 9,0
1958 2.956 433 1.265 198 202 850 856 135 95 2.541 27.600 9,2
1959 3.104 480 1.350 203 210 850 736 151 92 1.944 27.400 7,1
1960 3.275 449 1.485 202 231 896 793 148 98 1.893 27.900 6,8
1961 3.626 603 1.626 200 228 955 884 178 105 2.145 29.100 7,4
1962 3.663 647 1.676 213 264 1.051 915 163 118 2.379 30.500 7,8
1963 3.862 492 1.662 274 319 1.101 966 172 101 2.019 31.900 8,2
1964 3.572 467 1.587 211 236 1.058 937 225 102 1.995 32.100 6,3
PAÍSES EXPORTADORES 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964
TOTAL MUNDIAL 837,0 948,0 955,0 975,0 971,1 973,0 1340,0 1560,0 1361,6
EUROPA OCCIDENTAL 125,0 175,0 166,0 188,8 266,4 296,1 421,1 439,0 361,7
FRANCIA 15,2 18,8 4,5 30,0 62,5 103,3 154,9 98,9 70,2
DINAMARCA 46,1 82,8, 71,7 59,6 70,9 49,7 76,7 94,5 70,0
IRLANDA 16,3 27,1 26,6 35,3 47,9 74,7 59,8 61,7 52,7
YUGOESLAVIA 12,8 10,3 10,0 7,6 16,1 29,7 63,6 68,9 63,3
LATINOAMÉRICA 404,0 421,0 456,0 418,2 367,3 360,9 496,3 649,4 601,1
ARGENTINA 363,1 354,7 369,5 343,7 280,0 270,7 388,7 531,5 420,9
URUGUAY 26,5 32,2 19,1 22,1 52,2 42,9 54,5 64,5 122,1
OCEANÍA 245,0 278,0 284,0 321,0 291,5 233,2 322,1 393,5 427,7
AUSTRALIA 125,4 160,7 166,3 231,5 191,2 136,2 204,4 265,0 299,3
NUEVA ZELANDIA 119,5 117,1 117,6 90,3 100,3 97,0 114,7 128,5 128,4
PAÍSES EXPORTADORES1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964
TOTAL MUNDIAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
EUROPA OCCIDENTAL 14,9 18,5 17,4 19,4 27,4 30,4 31,4 28,1 24,4
Francia 1,8 2,0 0,5 3,1 6,4 10,6 11,6 6,3 4,7
Dinamarca 5,5 8,7 7,5 6,1 7,3 5,1 5,7 6,1 4,7
Irlanda 1,3 2,9 2,8 3,6 4,9 7,7 4,5 4,0 3,6
Yugoeslavia 1,5 1,1 1,0 0,8 1,7 3,1 4,7 4,4 4,3
LATINOAMÉRICA 48,3 44,4 47,7 42,9 37,8 37,1 36,8 41,6 40,5
Argentina 43,4 37,4 38,7 35,3 28,8 28,7 29,0 34,1 28,4
Uruguay 3,2 3,4 2,0 2,3 5,4 4,4 4,7 4,1 8,2
OCEANÍA 29,3 29,3 29,7 33,1 30,0 24,0 24,0 25,2 28,9
Australia 15,0 17,0 10,4 23,8 19,7 14,0 15,3 17,0 20,0
Nueva Zelandia 14,3 12,4 12,3 9,3 10,3 10,0 8,8 8,2 8,7
años REINO
% ALEMANIA % ITALIA % HOLANDA % BÉLGICA % FRANCIA % ESPAÑA %
UNIDO
1950 417.610 88,89 24.415 5,20 9.904 2,11 1.395 0,30 3.733 0,79 7.482 1,59 2.797 0,60
1951 55.107 49,31 13.410 12,00 11.986 10,72 1.334 1,19 4.257 3,81 168 0,15 96 0,08
1952 50.525 52,19 11.292 11,66 11.950 12,34 650 0,67 284 0,29 2.035 2,10 68 0,07
1953 94.389 83,71 3.316 2,94 3.918 3,47 51 0,04 --- --- 104 0,09 113 0,10
1954 89.097 84,72 2.158 2,05 --- --- 2.079 1,98 --- --- --- --- --- ---
1955 168.179 87,85 3.065 1,60 351 0,18 80 0,04 65 0,03 --- --- --- ---
1956 248.764 68,51 63.326 17,44 22.215 6,12 5.160 1,42 1.116 0,30 1.672 0,46 --- ---
1957 276.753 77,94 27.776 7,83 19.727 5,55 4.304 1,21 3.540 1,00 3.887 1,09 437 0,12
1958 260.342 70,52 29.478 7,99 27.926 7,57 6.956 1,88 5.205 1,41 4.086 1,11 8.620 2,34
1959 205.747 59,52 43.468 12,58 30.376 8,79 11.818 3,42 2.807 0,81 775 0,22 5.998 1,73
1960 193.895 69,27 9.346 3,34 32.992 11,79 7.372 2,63 3.963 1,42 609 0,22 1.314 0,47
1961 154.338 57,14 17.485 6,47 35.156 13,02 13.027 4,82 10.917 4,04 134 0,05 48 0,02
1962 196.253 50,49 26.393 6,79 57.276 14,73 16.655 4,29 12.879 3,31 155 0,04 25.367 6,53
1963 228.492 42,96 28.098 5,28 85.838 16,14 18.037 3,39 18.266 3,43 5.866 1,10 46.461 8,73
1964 141.835 33,45 49.823 11,75 105.444 24,87 20.806 4,91 15.672 3,70 17.743 4,18 1.449 0,34
1965 106.159 30,41 39.124 11,21 61.956 17,74 19.101 5,47 6.810 1,95 10.802 3,09 48.397 13,57
1966 121.098 30,58 25.062 6,33 56.952 14,38 31.975 8,07 9.937 2,51 8.091 2,04 53.455 13,50
años OTROS
GRECIA % ISRAEL % CHILE % PERÚ % %
DESTINOS
1950 10 --- 13 --- 9 --- 1 --- 2.451 0,52
1951 2.240 2,00 6.589 5,89 --- --- 7.786 6,96 8.824 7,89
1952 --- --- 7.380 7,62 126 0,13 8.231 8,50 4.294 4,43
1953 --- --- 5.931 5,24 93 0,08 4.699 4,17 178 0,16
1954 --- 1.200 1,14 4.135 3,93 3.279 3,12 3.216 3,06
1955 600 0,31 1.210 0,63 5.856 3,05 4.101 2,14 8.014 4,17
1956 900 0,25 2.012 0,57 2.679 0,75 2.973 0,84 12.309 3,47
1957 7.709 2,17 --- --- --- --- 219 0,06 10.773 3,03
1958 6.289 1,70 3.365 0,91 659 0,18 4.065 1,10 12.151 3,29
1959 8.389 2,43 886 0,26 2.059 0,60 4.080 1,18 29.236 8,46
1960 8.179 2,92 2.497 0,89 6.022 2,15 290 0,10 13.426 4,90
1961 10.389 3,85 2.699 1,00 8.652 3,20 2.451 0,91 14.804 5,48
1962 16.743 4,31 2.955 0,76 8.922 2,30 3.454 0,89 21.593 5,56
1963 27.757 5,22 5.398 1,02 15.402 2,90 4.702 0,88 47.593 8,95
1964 5.081 1,20 9.662 2,28 8.686 2,05 4.872 1,16 42.899 10,12
1965 2.916 0,83 15.078 4,32 10.740 3,07 3.268 0,94 25.830 7,40
1966 8.059 2,04 23.369 5,90 13.060 3,30 5.711 1,44 39.233 9,91
CAPÍTULO 9
Sin embargo, entre 1945 y 1949, tanto la Junta Nacional de Carnes (JNC) como la CAP
continuaron vigentes, pero el dominio que los ganaderos habían tenido de ambas
instituciones –como resultado de la suerte de alianza política entre la Sociedad Rural
Argentina y los gobiernos conservadores de los años 30- comenzó a diluirse. Desde
1949 y hasta la finalización del gobierno peronista, en 1955, la JNC fue reemplazada
por otros organismos rectores de la política ganadera, mientras que la CAP dejó de estar
en manos de los ganaderos y pasó a ser administrada dentro del ámbito de las
reparticiones estatales reemplazantes de la JNC.
La CAP no fue disuelta por el gobierno peronista pero pasó a ser directamente
administrada por el Estado por lo que los ganaderos perdieron su conducción, mientras
que su patrimonio y el personal pasaron a responder a la gestión del gobierno. En
definitiva, la CAP, como empresa de los ganaderos, se había sostenido durante los siete
años posteriores a su creación, hasta 1942 y luego, con una participación de ganaderos
subordinada al Estado, hasta 1949, momento desde el que pasó a ser dirigida por éste,
exclusivamente. Pero, a partir de fines de 1955 y hasta que resulta nuevamente
intervenida en agosto de 1973, pasa a funcionar mediante un Directorio y Consejo de
Administración que resultan realmente representativos de los accionistas de esta
sociedad comercial, los ganaderos.
Esto pondría de manifiesto que la conducción ganadera, en esos años que fueron entre
1956 y 1973, no logró los resultados positivos que, por su parte, pudo exhibir
claramente entre 1935 y 1942. Sin embargo, como se verá, se presentaron circunstancias
especialmente adversas en lo interno e internacional que determinaron que el mínimo de
eficiencia demostrada en aquella etapa fundadora no se repitiese en esa otra más
prolongada, comenzada a mediados de los años 50.
239
Una fase de descenso cíclico en las existencias ganaderas, desde 1954, originó una etapa
de mayor oferta de animales enviados al mercado, lo cual hizo descender los precios,
posibilitó una materia prima más barata para la exportación y aumentó su
rentabilidad240. En 1955, Gran Bretaña aumentó su demanda e importó alrededor de
260.000 toneladas de carne en total y en esto la CAP participa en más de un 22% de este
total.
En 1956, este mismo país supera las 300.000 toneladas de importación, participando
CAP en un porcentaje similar al del año anterior, pero a esto suma un crecimiento
notable de sus exportaciones a Alemania, Italia, Suiza y Francia. Se llegan a exportar
107 mil toneladas, en contraposición con las 75.000 iniciales de 1955241. Mientras que
la CAP sostenía su participación del 22% es importante destacar que en algo más de un
70%, las exportaciones de vacunos y de ovinos correspondía a los frigoríficos
extranjeros, a saber: Armour, La Blanca, Anglo, Swift La Plata, Swift Rosario y
Wilson. El porcentaje residual se distribuía entre pequeños frigoríficos nacionales como
el Gualeguaychú, Vivoratá y algunos otros.
240
Banco Ganadero Argentino, (1967).
241
CAP, Acta 14, Directorio, 15 Dic. 1956.
241
Éste había sido postergado en los primeros años del peronismo y luego alentado por él,
pero siempre bajo una conflictiva relación política243. El hecho político generado por el
gobierno se expresaba en la devolución a los ruralistas de aquellas instituciones –Junta
Nacional de Carnes y la CAP- de las que habían sido despojadas por el peronismo244.
242
CONADE, (1968).
243
Girbal-Blacha, (2000).
244
O’Donnell, (1977).
245
CAP.Acta del Directorio No. 1, del 2 de enero de 1956 y Acta 44 del Consejo de Administración, del 13
de noviembre de 1956.
242
246
CAP, Acta Directorio N° 21, abril de 1957.
247
CAP. Acta 1 de enero de 1956, C.A.
248
CAP, Balance 1957.
249
CAP, acta 21 del directorio de abril de 1957
243
Por otro lado, es necesario recordar que aquí se evidencia lo ya informado en el capítulo
anterior, en relación a que los frigoríficos comenzaron a aprovechar las fases de
sobreoferta ganadera y descenso en los precios de los animales para obtener mayor
rentabilidad y volumen en la exportación251.
250
CAP, Acta 14 del Directorio del 15/12/56.
251
CONADE, (1968).
244
A diciembre de 1956, las pérdidas del ejercicio siguiente sumaron 22,85 millones de
pesos. Esto aumentó las pérdidas a 1 millón 269 mil dólares, equivalentes al 3,13% de
un Capital de 731 millones de pesos o de 40,6 millones de dólares corrientes 253. El
impacto de la expansión económica de la empresa parece haberse traducido en un
endeudamiento sustentable y en pérdidas de limitada relevancia en cuanto a afectar una
notable capitalización. En tan solo un año, el capital había aumentado en un 24% en
dólares, medición que mejor refleja la evolución en términos reales.
Como se mencionó oportunamente, en los años treinta se entendía que la CAP no debía
obtener ganancias o las que obtuviera debía invertirlas en actividades en beneficio de la
ganadería. De esto se podía deducir que había un principio general de devolución de las
ganancias –reales o previstas- de CAP al ganadero, mediante mayores precios u otros
beneficios que se le otorgaban, con lo cual las posibles ganancias se anulaban.
252
CAP, balance de 1955.
253
CAP, balance de 1956.
245
Si bien ese aporte de capital surgía, en última instancia, de los impuestos a las
transacciones ganaderas, el encargado de su recaudación era el Estado y el que disponía
su transferencia hacia la CAP también era éste, lo cual explica la dependencia directa
del financiamiento del Estado, aunque en forma indirecta significase el aporte de los
contribuyentes ganaderos.
Si bien, en los años treinta se rechazaba la idea de generar pérdidas, lo cierto es que
desde 1943 esto fue habitual y éstas fueron vistas como un subsidio implícito a la
actividad frigorífica de CAP o a los ganaderos a que ésta le compraba sus haciendas. En
parte, los impuestos a las transacciones ganaderas eran transferidos a CAP y ésta, de
manera directa o indirecta, los invertía en la actividad ganadera.
El subsidio al conjunto del sector, ganadero y frigorífico exportador, había sido una
constante de las políticas estatales aplicadas entre los años treinta y cincuenta, como ya
se destacó en páginas anteriores. También es de remarcar que los subsidios, durante el
gobierno peronista, compensaron un tipo de cambio insuficientemente remunerativo
para el sector agrario.
Pero con un tipo de cambio más elevado se entendió, a partir de 1956, que el ingreso
proveniente de los subsidios podía ser reemplazado por los mayores ingresos que
surgían de ese mayor tipo de cambio254.
254
Conade, (1968).
246
Hay una clara tendencia a la eliminación progresiva de estos subsidios en los años de
esta etapa inicial de recuperación de CAP. Los sucesivos recortes al proteccionismo que
el Estado ejercía sobre este sector es un dato de estos años que es necesario conocer
para terminar de explicar qué terminó de suceder en esta etapa.
En base a la opinión del directorio de CAP, por el Decreto 5429/57 se derogó todas las
disposiciones que estipulaban el pago de subsidios por parte del Estado, pero continuó
exceptuándose de esto a los novillos, únicamente, ya que las restantes carnes vacunas,
así como el ovino y el porcino habían dejado de subsidiarse. La producción de novillos,
principalmente dirigida a la exportación, justificaba la excepción a la anulación de
subsidios ganaderos.
Finalmente, en 1958, poco tiempo después de que el Dr. Arturo Frondizi reemplazase
en la presidencia de la nación al presidente de facto, de entre 1955 y 1957, General
Pedro Aramburu, se dictó el Decreto 2006/58, limitando los subsidios otorgados al
sector de los frigoríficos.
255
CAP, Acta directorio 23 del 11 de junio de 1957.
247
Según lo dispuesto por éste, y por Resolución 737/58 de la Junta Nacional de Carnes, se
estableció que las diferencias entre precios mínimos de los ganados y los precios de
mercado debían ser absorbidas por los frigoríficos256. Aun se sostiene un régimen de
compensación para el novillo –mediante el Decreto 5755/58- pero queda excluido del
mismo el que tenga un destino inferior como la conserva257. También, por la Ley 14802
del 14/1/59 se aplica un arancel del 3% sobre las exportaciones de ganado en pie, carnes
vacunas y subproductos.
Los recursos resultantes constituyen el Fondo de Defensa del Novillo, por lo cual el
único subsidio que no se elimina es el correspondiente al novillo –no destinado a
conserva- y resulta financiado por los propios frigoríficos a través de este arancel sobre
el 3% de las exportaciones258.
En conclusión, únicamente el sostenimiento del precio del novillo entre 1955 y 1957
justifica la subsistencia de una política de subsidios, destinada a contener la liquidación
de ganado y la caída de sus precios.
256
CAP, Actas 39 y 40 del Directorio de agosto de 1958.
257
CAP, Acta 146, Consejo de Administración (C.A.), 22/1/59.
19
CAP, Acta 144, C.A., del 9 de enero de 1959.
259
CAP, Acta 111 y 112 de mayo de 1958, C.A.
248
Así, a la par que aumenta el valor en pesos de las exportaciones, también se recupera el
valor del kilo vivo de carne vendida en Liniers. En consecuencia, por primera vez,
desde 1955, se reducen las compras en este mercado y la faena de animales,
aumentándose la compra de ganado en estancias. Se reduce de 110 mil a 90 mil la faena
de vacunos mensual y a 35 mil la de ovinos.
Para resolver el problema financiero debido al aumento salarial, CAP Londres toma un
préstamo de 140.000 libras esterlinas y se recibe un aporte de 150 millones de pesos de
la JNC, como tramo de integración de capital. También se posterga el cumplimiento de
algunos contratos de exportación –destinados siempre a Reino Unido, Alemania, Italia,
y USA, principalmente, y en el orden de 110.000 toneladas anuales-.
260
Vasquez Presedo, (1988).
261
CAP, Actas 39, 40 y 45 del Directorio de julio, agosto y setiembre de 1958.
262
CAP, Acta 134 C.A. y 47 Directorio, octubre de 1958.
249
El precio real –en dólares o a pesos constantes– del ganado aumenta en un 70% y el
precio real al público, solo aumenta algo menos, contrayéndose el consumo de carne,
mientras se origina una fase de retención ganadera que deriva también en fuerte
contracción de la faena de ganado263.
Sin embargo, en este caso, buena parte del aumento del tipo de cambio significó el
incremento del precio del ganado con lo cual el mayor costo de la materia prima del
frigorífico limitaba la apropiación por éste del mayor ingreso de exportación resultante
de la devaluación.
Además, el aumento del precio al público de la carne llevó a una drástica caída del
consumo interno con lo que las ventas de destino interno de los frigoríficos
exportadores también cayeron.
Por la Ley 14.801, del 14/1/59, en su artículo 4º inciso b, también se estipuló que los
aumentos de capital de CAP se asignasen exclusivamente a aumentar sus activos fijos.
En éste también se expresa: “prohíbase la aplicación de fondos para sufragar déficit
financieros, subsidios y todo otro débito imputable al desenvolvimiento comercial de las
entidades”264.
263
Banco Ganadero Argentino, (1967).
264
CAP, Acta 146, 22/1/59, C.A.; Acta 213, 7/7/1960 C. A.; Acta 52 Directorio, 20/1/1959.
250
Además, la CAP quedaba en una situación similar a la de las restantes empresas del
sector, ya que solo iba a poder contar con un apoyo financiero fiscal dirigido a
inversiones en activo fijo. Con todo, ahora había incorporado –a pedido del Gobierno de
Frondizi- un frigorífico del Estado de gran dimensión, dedicado al mercado interno, lo
cual iba a aumentar sus necesidades de capital de trabajo y, por tanto, a agravar la
restricción de ya no contar más con aportes a su activo circulante.
265
CAP, Acta 51, enero 1959, Directorio.
251
Las consecuencias de este conjunto de medidas son inmediatas y se adoptan una serie de
decisiones para contener sus efectos adversos. El frigorífico especializado en conservas
– ahora excluidas del régimen de subsidios-, el Yuquerí de Concordia, debía reducir la
dimensión de su producción de conservas y esto demandaba el despido de 690
trabajadores. De un personal total de 2.416 se debía pasar a 1.726 empleados.
El saldo fue una ganancia de 250 millones de pesos a mediados de 1959, equivalente a
más de 3 millones de dólares. Con todo, la situación financiera resulta crítica, dado que
los aportes de capital no se han efectivizado, por parte de la Junta Nacional de
Carnes268. El mercado de carnes, en general, al final de 1959, tuvo una disminución de
faena del 24% y una caída en producción y ventas del 16%.
La CAP redujo faena en un 35%, pero sus ventas no resultaron comparables al resto, por
la liquidación extraordinaria de los stocks de enlatados. La drástica disminución de la
demanda se debió al elevado precio de la carne que se alcanzó a consecuencia de la
devaluación del peso, su impacto alcista sobre los precios del ganado, con el inicio de
una fase de retención de planteles y una caída consecuente de la oferta en los
mercados269.
En 1960, la faena sigue retraída debido a la escasez y alto precio del ganado. Cuando los
precios de Londres han caído a 405-420 dólares la tonelada, el “pool” de los
exportadores de Argentina se pone de acuerdo para disminuir la oferta allí, a fin de
llevar al alza los precios de este mercado, cosa que finalmente ocurre.
De esta forma, los mayores precios externos cubren los mayores precios internos del
ganado y la exportación adquiere un margen de ganancia o excedente por encima del
precio del vacuno. Sin embargo, estos limitados resultados positivos se diluyen con la
aplicación de gravámenes a la exportación. Los frigoríficos extranjeros reclaman
públicamente la derogación de los siguientes impuestos: Eliminación del 8% del
Impuesto a las ventas; del 3% del Impuesto para la defensa del novillo; del 10% de las
retenciones a las exportaciones.
En suma, aproximadamente con un 21% sobre los ingresos por ventas de los frigoríficos
se grava la actividad del sector. Teniendo en cuenta que el precio del ganado se
encuentra elevado y los ingresos se rebajan de esta forma, vía impositiva, resulta claro
que dada esta relación entre mayores costos y menores ingresos, las ganancias se
reducen.
270
CAP, Acta de directorio 70 del 9 de febrero de 1960.
271
CAP, Acta 197 C.A., 3 marzo 1960.
253
Las compras en Liniers no superan ya, normalmente, las 30.000 cabezas mensuales, un
tercio de las de 1958. En principio, la retracción de la producción de CAP continúa en
1960. Parte de la explicación se puede encontrar en que a abril de 1960 solo se cuenta
con una disponibilidad de 190 millones de pesos –equivalente a 2,5 millones de dólares-
, mientras que el balance de 1959 registró finalmente una pérdida de 120 millones de
pesos -1,6 millones de dólares-.
Para junio de 1960, la Junta de Carnes completa una entrega de fondos, de entre junio
de 1959 y junio de 1960, que suma 1.020 millones, de los cuales 600 se colocaron a
plazo fijo. Esto permitió contar con un crédito bancario equivalente y basado en esta
garantía colateral. Teniendo en cuenta que este crédito equivale a casi 8 millones de
dólares y el capital integrado llega a 32,8 millones –con el aumento de capital
integrado-, el endeudamiento bancario alcanza a un 25% del capital, lo que significa un
excepcional aumento de la deuda bancaria, ya que ésta, hasta 1958 no superaba el 8%
del capital273.
Si no cuenta con un depósito como garantía colateral, CAP no obtiene préstamos de los
bancos, con lo cual una parte de los fondos percibidos se aplica al pago de las obras y
otra a constituir depósitos que garantizan los préstamos que significan mayor capital
circulante. Esta porción del dinero percibido, CAP no la puede utilizar directamente
porque está destinada a pagar obras o equipos, por lo cual la preserva a través de
depósitos bancarios, mientras el pago de las obras no exija su utilización inmediata.
272
CAP, Actas directorio 71 y 73 de marzo y abril de 1960.
273
CAP, Balance 1958.
254
Los meses de “zafra” –el estacional primer semestre de mayor producción de los
frigoríficos patagónicos, a lo que como modalidad también se ha sumado el frigorífico
Yuquerí de Entre Ríos- determinan una mayor absorción de capital circulante, 580
millones de pesos o 7,6 millones de dólares, en este caso.
274
CAP, Acta Directorio 75, 10 de junio 1960.
275
CAP, Acta 213, C.A., julio 1960.
255
Esta cifra ocupa gran parte del capital transferido por la Junta de Carnes y se estima en
tan solo 170 millones de pesos el efectivo disponible, o el equivalente a 2,2 millones de
dólares. Esta situación ha llevado al aumento del endeudamiento, que se grafica con la
deuda de CAP Londres, por un millón de libras esterlinas que determinan un costo
financiero anual de 60 millones de pesos u 800 mil dólares. De esta forma, el
endeudamiento interno y externo supera el 30% del capital.
En esta negativa evolución parecen coincidir los frigoríficos extranjeros, ya que en sus
reclamos de reducción de impuestos a la exportación demuestran padecer una caída en
la rentabilidad que es elocuente en el caso de CAP. El endeudamiento de CAP, en tanto,
surge claramente de la restricción de financiamiento que le ha impuesto el gobierno.
Si bien el sistema de crecimiento del capital de la CAP puede ser visto como de
permanente subsidio del Estado, en realidad también hay que observar que ese subsidio
surge de la aplicación de fondos recaudados por el impuesto a las transacciones
ganaderas. Ese subsidio a la CAP actuaría como un beneficio compensatorio del
impuesto que se le ha cobrado al ganadero, en razón de que la CAP, con sus compras de
hacienda, por ejemplo, puede favorecer a los ganaderos con mayor demanda y precios.
Si se recorta esta aplicación del impuesto ganadero, como en este caso de restricción de
los aportes a su capital de trabajo, esto significa menores compras de hacienda por CAP
o a menores precios. Entonces, la necesidad de sostener la estructura exportadora de
CAP, con una menor producción derivada de realizar menores compras de ganado,
significa mayores pérdidas y mayor endeudamiento.
256
Ya se ha visto que, en general, desde mediados de los 30, se aplican precios mínimos a
la compra de ganado y la CAP, con sus compras, sostiene estos precios en los mercados
en que actúa. También, para sostener estos precios se pagaban subsidios a los
frigoríficos por las pérdidas que les podían originar.
La CAP no puede ser una empresa privada lucrativa porque como se ha dicho no tiene
fines de lucro, según entienden y sostienen sus propios accionistas. Y esto es posible en
cuanto parte de los impuestos ganaderos se vuelquen a un subsidio en favor de la
producción ganadera y de las exportaciones de la CAP.
Los restantes frigoríficos que eran, sencillamente, privados, podían abocarse más
fácilmente a recomponer su rentabilidad, al estar liberados de compromisos con el
257
En un último análisis era lógico que un tipo de cambio más alto generase mayores
precios del ganado y esto significaba un mayor costo inevitable para los frigoríficos
pero recuperable a través del mayor tipo de cambio en la exportación. Pero si a este
mayor costo había que sumarle el de mayores impuestos, una rentabilidad inferior iba a
afectar la actividad del sector.
Dado que el Yuquerí venía produciendo este tipo de carne todo el año, se plantea la
paralización de esta producción y la suspensión total o parcial de tareas durante el
segundo semestre. En el primero, únicamente, se abre un período de “zafra” para la
producción de conservas y otros productos.
258
Se sostiene, por otra parte, que el frigorífico “Smithfield debe ser cerrado porque su
funcionamiento es una continua generación de pérdidas insoportables”. “La industria
frigorífica central ya ha despedido 7 mil obreros y frente al cierre del establecimiento La
Blanca, la Junta de Carnes ha sido clara: el que no pueda funcionar, que cierre”276.
276
CAP, Acta Directorio 77, 12 al 28 de julio 1960.
277
CAP, Actas 73, abril, 78 y 79, agosto, Directorio, 1960.
259
A abril de 1961 se estima que tanto las compras de animales como la faena van
creciendo a un ritmo del 25% interanual. En 1962, se reitera este aumento de la faena
general del mercado. Sin embargo, tanto en 1961 como –luego– en 1962, CAP,
evidencia que ha sufrido una caída de la producción de la que no se puede recuperar. La
faena de vacunos está ya, en estos dos años, en un promedio anual de 700.000 cabezas,
cuando entre 1955-1958 el promedio superaba el millón de cabezas de faena anual. Peor
es el promedio que se exhibe en materia de ovinos, para estos dos años, de 450.000
cabezas, donde la pérdida respecto de esos primeros años es más del -50%, mientras que
la de vacunos había sido del -30%, en forma aproximada.
La participación en las compras en el Mercado de Liniers que había llegado a ser del
18% del total, en 1957, bajó al 7% en 1961 y al 8,8% en 1962279. Hacia fines de 1961 se
vuelven a agudizar los problemas financieros, en razón de que comienza la zafra ovina y
de conservas, que significa comprar mucho ganado para empezar a producir más tarde y
comenzar a vender, recién, hacia finales del primer semestre.
278
CAP, Acta 92, Directorio, 10/1/1961.
279
CAP, Acta 97 Directorio, 12/4/61, Acta 124 Directorio 19 jul. 1962 y Acta 132 Directorio 15/1/1963).
260
Las pérdidas de 1961 ascienden a más de 200 millones de pesos y hacia abril de 1962,
la Junta de Carnes advierte que “transfiere el saldo total disponible en el Fondo de
Defensa Ganadera”, por un total de 261 millones de pesos. Esto significa que estos son
los últimos recursos con que contará CAP en los meses inmediatos, un total de 4
millones de dólares280. Sin embargo, mediante los depósitos bancarios temporarios que
se realizan para obtener correspondientes créditos con esta garantía, hasta tanto fuera
necesario pagar nuevas obras, la liquidez mejora.
A su vez, la integración del capital asciende a 3.400 millones de pesos, por lo que restan
1.600 millones –equivalente a 14 millones de dólares– para alcanzar la totalidad del
capital autorizado –de 5.000–.
280
CAP, Acta 307 C.A., 25/4/62
281 CAP, Acta 316 C.A. de junio de 1962 y Acta 123 Directorio, 17/7/62.
261
Su complacencia con este “plan de octubre” se refleja en que éste termina felicitando a
la CAP por la propuesta, pero también señala que el “Plan” se lanzó, a pesar de las
restricciones impuestas por la Ley 14.801 al libre manejo de sus fondos por parte de
CAP, con lo que auguraba que su gestión contemplaría la derogación de esta ley y las
restricciones financieras impuestas a la CAP.
Comentaba en su carta a los directores de la CAP que “Esto fue para beneficiar a la
empresa privada y aumentar la competencia, pero esto no sucedió.” Finalmente, en
agosto de 1963 –luego de más de 4 años y medio de vigencia–, se modifica la Ley
14.801, en su inciso b, estableciéndose un nuevo régimen para la utilización de los
fondos con destino a la capitalización de CAP. En el decreto correspondiente –6397 del
31/7/63– se expresa que estos podrán ser destinados a capital circulante, aunque esto
quedará determinado por la Junta Nacional de Carnes, conforme una serie de elementos
de juicio que se detallan.
A fines de setiembre de 1962, los accionistas de la CAP, sin contar sus necesidades de
capital circulante –excluidas aun por la vigencia de la ley 14.801–, habían solicitado un
capital autorizado de 8.000 millones de pesos–282.
282
CAP, Acta 326, 27 set. 1962, C. Administración.
262
Recién en abril de 1965 se aprueba el aumento de capital –2 años y medio más tarde–,
por lo cual hasta esa fecha se tuvieron que ajustar a los 1.600 millones de pesos que se
habían entregado a fines de 1962, equivalentes a 14 millones de dólares de 1962.
Recién en 1965, se pasaría a un capital equivalente a 47 millones de dólares, luego de
haberse mantenido éste en 36 millones de dólares entre 1963 y 1965283.
Esto da una idea de que las necesidades de capital, ya sea circulante o fijo, eran
normalmente cubiertas en forma tardía o a destiempo de requerimientos urgentes. Esto,
en la práctica, se traduce en un continuamente alto endeudamiento y correlativo alto
costo financiero.
No obstante, cabe también destacar que entre los años 1955 y 1959 se generaron
ganancias por cortos períodos, las que en lugar de ser retenidas como reserva de capital
se distribuyeron rápidamente a través de su inversión en compras de ganado. Esto
impidió, luego, poder hacer frente a la escasez de fondos originada por la aplicación de
la Ley 14.801, inciso b, hecho admitido expresamente por el director Campion durante
las sesiones del Directorio de entre el 12 y 28 de julio de 1960284.
283
CAP, Acta 180 Directorio, 27/4/65.
284
CAP, Acta 77 Directorio.
263
Paralelamente, se había tardado más de un año en aprobar 720 millones de pesos con
destino a capital circulante, que, sin duda, debían servir para la recuperación productiva.
Pero luego de haber tenido una pérdida de 320 millones de pesos en 1963 –2,3 millones
de dólares–, equivalente a un 7,5% del capital integrado, en 1964 se proyectaba una
pérdida anual de 1400 millones de pesos –10 millones de dólares– y equivalente al 28%
del capital integrado285. Desde mediados de 1964 se había advertido sobre un retorno a
un ciclo de retención ganadera, disminución de las faenas y aumento del precio de la
carne.
b) El déficit que ocasiona el frigorífico Smithfield por ser una planta antieconómica.”
285
CAP, Actas 338 C.A., 7/2/64 y Actas 164 y 165 del 16 y 27 junio de 1964, del Directorio.
286
CAP, Acta 170 Directorio del 15 de setiembre de 1964.
264
“En esa fecha, por Decreto Ley se reforma la ley 14.801, autorizándose, en ciertos y
determinados casos, el aumento del capital circulante pero esto recién se hace efectivo
en abril de 1964, cuando la empresa había adquirido un extraordinario endeudamiento
que la obligó a pagar grandes sumas de dinero, en concepto de intereses, todo lo cual
trabó su desarrollo económico.”
“Las últimas reformas de la Ley de Carnes establecen que la Junta Nacional de Carnes
no puede transferir a CAP fondos para enjugar déficits.”
“El déficit ganadero, según la Junta Nacional de Carnes, en 1963 fue similar al de 1958,
época calificada de liquidación ganadera. El reciente aumento del precio internacional
ha determinado la retención de vientres y con ello la recuperación. La insuficiencia de
oferta de ganado es determinante de ausencia o escasez de materia prima para los
frigoríficos287.”
Desde esa época hasta el momento de esta declaración de 1964 un déficit creciente en el
financiamiento de la actividad de CAP se hizo presente y la imposibilidad de revertirlo
hizo que el endeudamiento de CAP se acrecentase y el costo financiero de éste se
transformase en un factor de generación de pérdidas anuales cada vez mayores.
265
Aparte de las pérdidas financieras se destacan las importantes pérdidas operativas que
determinan los frigoríficos Smithfield y Lisandro de la Torre, así como las derivadas de
la construcción u operación de los frigoríficos de Puerto Vilellas, Villa Mercedes y
Rosario.
En suma, esta decisión política de obligar a CAP a sostener proyectos propios del
Estado, conduce a ésta a un déficit que el Estado, a su vez, se niega a enjugar con los
fondos del impuesto ganadero que se destinan a CAP.
Ante esta situación a CAP le quedaron dos alternativas para financiar el déficit,
generado de esta forma: compensarlo con la generación de fondos operativos de sus
mejores plantas productoras o endeudarse continuamente ante el siempre insuficiente
aporte del Estado.
Esto último fue lo que ocurrió ya que tal como también se proclama en este comunicado
las funciones de CAP no se centraron en el financiamiento de establecimientos de
origen estatal, sino en el de la ganadería y la comercialización interna e internacional de
carne vacuna.
Esto tiene influencia sobre el propio mercado de Londres, porque dada la firme
intención de Gran Bretaña de ingresar el Mercado Común Europeo resulta también
firme la expectativa de que en pos de esto último, ésta abandonará –en la medida
necesaria– sus acuerdos comerciales con los países del Commonwealth y con la
Argentina, en materia de aprovisionamiento de carnes.
La mayor producción bovina en Reino Unido, así como la de otros países de Europa, a
su vez, desalienta un comercio creciente con estos antiguos socios comerciales en este
sector288. Un ejemplo de esto es que en 1963, mediante el correspondiente acuerdo entre
gobiernos, argentino y británico, las exportaciones alcanzaron las 180 mil toneladas de
chilled y 23 mil de congelados. Este caso que no resulta de excepción en los años 60,
ubica las exportaciones con este destino, en la proximidad de las 200.000 toneladas,
bien por debajo de las 300.000 de fines de los años 50289.
Pero, igualmente, mientras que 1960 y 1961 son años de menor exportación total,
debido a un ciclo corto de retención ganadera (1959-1961) con escasez y alto precio del
ganado, luego, entre 1962 y 1967, hay una etapa de aumento de las exportaciones, de la
cual evidentemente CAP no logra participar.
El aumento de los precios internacionales de ese período permite que los frigoríficos
extranjeros sobrelleven el ciclo de retención ganadera iniciado en 1964 y el alza del
precio interno del ganado, pero esto no ocurre con CAP290.
288
Fram, (2006); Eichengreen, (2012).
289
CAP, Acta 355, 8 de mayo 1963, C.A.
290
Banco Ganadero Argentina, (1967).
267
Estos factores parecen ser un disparador de las pérdidas de CAP, ya que luego de
contener, relativamente, su crecimiento entre 1962 y 1963, la mayor producción y
exportaciones de 1964 pasarían a potenciarlas.
En 1965, con una pérdida total prevista de 1.200 millones de pesos, inferior pero
cercana a la de 1964 –de 1.400 millones–, se declara específicamente que “uno de sus
componentes principales es la pérdida por exportación de vacunos por un total de 270
millones de pesos”292. Esta recurrente situación no sólo se reafirma en la práctica, sino
también en las palabras y en las decisiones de la conducción de CAP:
291
CAP, Acta 163, 19 mayo 1964.
292
CAP, Acta 183 Directorio 24 jun 1965.
293
CAP, Acta 465, C.A., 25/8/65.
268
A pesar de estas invocaciones, importa mucho destacar aquí que la rentabilidad negativa
de las operaciones de exportación explica aproximadamente un 22% de las pérdidas
registradas en 1965, por un total de 1.200 millones de pesos.
Esto implica que más de 900 millones de pesos de pérdida no resultaban de que se
exportase o se dejase de hacerlo. Evidentemente, un costo de funcionamiento, originado
en escasa productividad o rentabilidad de plantas o dependencias que no exportaban,
sumado a una elevada carga financiera, hacían una notable contribución al total de
pérdidas, mucho mayor que el alto precio del ganado sobre el que se hiciera caer el
peso de la explicación de una explotación muy perdidosa.
Por último, apelando al análisis de márgenes reales del comercio exterior de carne
vacuna, volcado en una publicación del Banco Ganadero Argentino294, se puede
observar que es cierto que el segundo semestre de 1965 es uno de los peores momentos
de rentabilidad exportadora de la serie histórica que se inicia en 1956 y esto justifica
que la CAP remarque está muy desfavorable situación, pero no justifica las graves
pérdidas totales de 1965 así como las del año anterior. Es más, en 1964, esta misma
serie de márgenes reales de ingreso por exportación registra valores positivos muy
superiores a los de 1965 y, sin embargo, las pérdidas totales de 1964 habían ascendido a
1.400 millones de pesos.
Además de estas declaraciones, los notables resultados negativos obtenidos llevan a que
durante 1965, 1966, 1967 y 1968 se consigne que “Alemania, Italia y Francia” se
encuentran paralizados o seriamente disminuidas sus demandas debido a las políticas de
la PAC.
294
Banco Ganadero Argentino, (1967).
269
En realidad, los únicos mercados que se “mueven” para la CAP, durante ese período son
los de Gran Bretaña y España, dos mercados con los cuales se han acordado
exportaciones por volúmenes predeterminados y exigibles y, en el caso de España, con
precios fijos, elevados y remunerativos.
Los otros mercados –con excepción de la generalizada caída de 1968- sí están abiertos
para los restantes frigoríficos exportadores, aunque sufren, luego, en promedio, una
declinación sensible desde 1974295. Respecto de las acciones tendientes a diversificar
mercados y, por ende, obtener menor dependencia de mercados europeos, se pueden
observar las inversiones realizadas en Chile y Perú, en el sentido de exportarle a estos,
mientras que el avance en Uruguay fue el de asociarse a los frigoríficos exportadores de
allí, a efectos de incrementar exportaciones desde Uruguay.
295
Actas 208 Directorio, 28/2/67, Acta C.A., 17 Feb. 1966, Acta 183 Directorio, 24 Jun. 1965; Vazquez
Presedo, (1988).
296
CAP, Acta 28 Directorio, 8 oct. 1957.
297
CAP, Acta 41 del 9/10/56, C.A. y Acta 467, C.A., 10 de noviembre de 1965.
298
CAP, Acta 114, Directorio, 9/1/62.
299
CAP, Acta 12 del 21 marzo 1968, C.A.
270
Graves incidentes de las carnes con aftosa en Londres donde apareció centralmente
involucrada la Argentina se suscitaron a fines de 1967 y el descrédito para el comercio
de carnes argentinas fue mayúsculo. El gobierno inglés decidió suspender durante tres
meses las importaciones de carnes, de forma que en marzo de 1968 se reiniciaba el
comercio exterior de carne. Así, este año resultó ser el de menor volumen de toda la
década de 1960, destacándose la caída a tan solo 55 mil toneladas de carnes enfriadas y
congeladas al Reino Unido, un nivel excepcionalmente bajo en la historia de estas
exportaciones a ese país300.
300
Vázquez Presedo, (1988).
301
Cisneros y Escudé, (2000); O´Connell, (1986).
302
CAP, Acta 49 C.A. de noviembre de 1967
271
Durante algunos años en que los frigoríficos de CAP observan, en distintos casos
principales, pérdidas operativas considerables y persistentes, se va llegando a la
conclusión que los frigoríficos deben descentralizarse. Esto significaba que debían
hacerse autosuficientes o, en otros términos, gastar en base a los recursos que generasen,
en lugar de incurrir en pérdidas por acciones decididas en forma centralizada que,
normalmente, no tomaban debidamente en cuenta los recursos que eran capaces de
generar los distintos frigoríficos.
La descripción que se hace de las obras necesarias de los distintos frigoríficos, en 1967,
son justificadas por una caracterización de cada uno de ellos, cosa que revela en qué
medida esa capacidad productiva es utilizada efectivamente y cuál es el destino de
comercialización de su producción.
De esta extensa revisión que se realiza surge que el Frigorífico L. de la Torre exhibe una
alta capacidad ociosa que aun demanda una reducción de personal, luego de que de más
de 5.000 personas se pasase a 2.500 como personal actual y ahora se proyectase llevar
esta planta a 1.700 personas. Sucede que la faena se ha reducido a solo 2.000 cabezas
diarias, mientras que cuando CAP lo adquirió ya existía notable exceso de personal con
4.000 cabezas diarias.
303
CAP, Acta Directorio 19, del 23/5/68.
272
Los mataderos evasores de sus obligaciones fiscales que se multiplicaran en esos años y
no fueran adecuadamente combatidos por el fisco, con sus menores precios, desplazaron
la demanda en su favor y en contra de este Frigorífico, generándose en él, menor
producción, aumento de la ociosidad, alto costo y baja rentabilidad.
Un caso diferente es el de Rosario, que con una buena plaza comercial no cuenta con
capacidad instalada suficiente y demandaría importante inversión para alcanzar
condiciones de mayor producción. Mientras tanto, funciona en el esquema de matadero
municipal con el que fuera adquirido originalmente.
Otro frigorífico, pero nuevo, el de Puerto Vilellas, Chaco, con una producción baja -600
cabezas diarias– no observa mayores inconvenientes de producción y comercialización.
Y el frigorífico de Villa Mercedes, San Luis, de reciente construcción e inauguración se
encontraba fuera de funcionamiento, paralizado, por la falta de desarrollo comercial
local304. Finalmente, el frigorífico exportador era el llamado La Negra, de Avellaneda,
Provincia de Buenos Aires. Su capacidad productiva es la mayor, de 2.500 cabezas
diarias. Trabajaba conservas, carnes enfriadas y congeladas, vacunas y ovinas. No había
registrado mayormente capacidad ociosa. Éste y el de la Torre serían los frigoríficos con
que la administración central de CAP se quedarían a cargo, luego de implementada la
“descentralización operativa”. Tal vez, el mejor y el peor frigorífico serían los únicos
que quedarían en manos de la conducción de CAP.
304
CAP, Acta Directorio 221, del 31/11/1967.
305
CAP, Acta 165 Directorio 27/6/64; Acta 42 de octubre de 1967 C.A.; Acta 36 C.A. del 7 de setiembre
de 1967 y Acta 40 de octubre de 1967.
274
Por esta época no solo en CAP puede advertirse una menor importancia productiva y
exportadora, sino que se puede observar que toda la estructura exportadora fundadora se
ha replegado respecto de su histórica importancia. Hasta 1957, del total de la faena,
entre un 35 y un 40% se realizaba en estos históricos frigoríficos exportadores –
incluyendo la CAP, pero a partir de 1960 esta proporción se fue reduciendo hasta estar
por debajo del 20% hacia el final de esta década. Inclusive, el frigorífico L. de la Torre,
destinado al mercado interno, mayormente, pasó de un 10% a fines de los años 50 a
menos de un 5%, hacia fines de los años 60.
Los grandes frigoríficos extranjeros que, junto con la CAP, sostenían el grueso de las
exportaciones hasta mediados de los años sesenta, pasaron a ser progresivamente
reemplazados por frigoríficos nacionales medianos. Estos provenían de una
especialización en el consumo interno, pero contaban también con capacidad productiva
suficiente como para participar de las ventas de exportación. Con el cierre sucesivo de
los frigoríficos extranjeros desde fines de los años 60, las exportaciones de carne vacuna
pasaron a estar principalmente a cargo de este otro tipo de frigoríficos307.
306
CAP, Acta 37 C.A. 13.9.67 y Acta 44 del 20 de octubre de 1967.
307
Banco Ganadero Argentino, (1967); Canzanelli, (1988).
275
Con todo, ésta muy grave restricción comercial que, por otra parte, se instaló en el único
mercado importante que le quedaba a la CAP, el inglés, también se dio dentro de un
escenario político interno francamente adverso. En 1967, en el marco del gobierno
militar del General Juan Carlos Onganía, CAP, por segundo año consecutivo, no
exporta más que a Gran Bretaña y España y sigue registrando notorias pérdidas y, por
otro lado, recibe la pública presión de la agrupación de frigoríficos extranjeros
exportadores para que se deroguen definitivamente sus aumentos de capital. Además, ya
en setiembre de 1966 un anticipo de esta tesitura había sido expresado por el propio
Secretario de Agricultura de este gobierno, al afirmar la posibilidad de que se le quitase
el Fondo de Desarrollo Ganadero a la CAP308.
Este Fondo era el resultado de los impuestos a las transacciones ganaderas que
financiaba el capital circulante y fijo de la CAP. En este marco, el directorio de CAP dio
un fuerte impulso final –que permitió su concreción en 1968– al modelo de
descentralización operativa de las plantas frigoríficas309. Cinco años más tarde la CAP
es intervenida por el gobierno y la Cámara de Diputados consigna que con este modelo
y la última gestión directiva de la CAP –iniciada en 1969– ésta entra en una declinación
irreversible de ineficiencia y corrupción que demanda su urgente intervención310. Esta
intervención fue largamente justificada por un extenso informe de una comisión
investigadora de diputados, creada específicamente para estudiar el caso de CAP.
Dentro del informe se destaca la comisión de actos de defraudación por parte de altos
funcionarios de CAP.
308
CAP, Acta 32 C.A., 23/9/1966 y Acta 213 Directorio 27/4/1967.
309
CAP, Acta 31 CA del 29/8/68.
310
Cámara de Diputados, (1975).
276
Una importante aproximación es la que tiene que ver con la relación entre el Estado y el
mercado que, en todo momento, esta historia revela. La historia de las juntas de carnes y
de una organización de ganaderos destinada a participar centralmente del negocio de la
exportación de carnes significa que al Estado le resultó de importancia que los
ganaderos preservasen mejor sus ingresos, vendiendo ellos mismos parte de sus
productos, en lugar de confiarlos totalmente a la comercialización por empresas con
intereses propios y ajenas a los de ellos. No obstante, el hecho de que la empresa
resultase minoritaria en el mercado, planteó que los precios de los ganaderos
continuasen, en buena medida, dependiendo de la demanda del conjunto del mercado y
no de los precios que pudiesen acordar con la CAP. En tanto los precios del ganado
fuesen altos por iniciativa del Estado o como fruto del mercado, surgía la posibilidad de
que los frigoríficos exportadores resultasen perjudicados en sus ganancias.
Por esta razón, a los precios mínimos del ganado acompañó una política de subsidios
compensatoria de las pérdidas de los frigoríficos. Mediante distintas formas, desde
mediados de los años 30 y hasta fines de los 50, resultaba factible que los ganaderos
obtuviesen mayores precios que en un mercado libre y los frigoríficos compensasen,
con subsidios del Estado, la menor ganancia a que el mayor precio del ganado los
obligaba.
277
La liberalización del mercado de carnes, a fines de los 50, elimina estos subsidios y los
precios del ganado en el mercado, en cuanto resultan altos, afectan la rentabilidad de la
exportación. Por la misma época, cuando el abandono de los subsidios se hace concreto,
la CAP denuncia que por iniciativa del Estado debe operar frigoríficos antieconómicos
que éste ha adquirido o le ha obligado a adquirir.
Queda claro que esa lista incluye dos antiguos frigoríficos grandes –Smithfield y L. de
la Torre– y otros como el de Puerto Vilellas, Rosario o Villa Mercedes, que se han
incorporado, en general, desde fines de los 50.
Ésta parece ser una crisis de la cual CAP no se recuperará, mientras que el Estado,
claramente, ha abandonado a su suerte a los ganaderos, a los frigoríficos extranjeros y,
en mayor grado, a la CAP. Luego de incrementarle notablemente la estructura
productiva le ha quitado, también, notablemente, los fondos suficientes como para
financiar esa mayor estructura.
Pero lo importante aquí es advertir que la suspensión del aporte fiscal al financiamiento
de CAP la lleva a un esquema de endeudamiento forzado. Esta situación pasó a ser
típica no solo en el caso de la CAP sino en el de una gran parte de las empresas del
Estado.
Cuando para reducir la emisión monetaria, el Estado dejaba de financiar con emisión el
déficit fiscal de las empresas estatales, a éstas les quedaba la alternativa de continuarse
financiando en el mercado bancario interno e internacional.
278
Esta es una situación similar a la que afecta a la CAP cuando se le cortan los aportes a
su capital circulante. Para evitar el estrangulamiento financiero, de esta forma, el Estado
la lleva a incurrir en un endeudamiento forzado.
El Estado se beneficia porque deja de financiar el déficit de esta empresa, pero como es
evidente agrava el costo financiero de su funcionamiento. La deuda y los intereses así
generados son fruto de una política de Estado que obliga a endeudarse a las empresas
que antes él financiaba. Pero con el tiempo éste termina haciéndose cargo de esa deuda,
finalmente, porque a ellas les resulta imposible continuar afrontando sus compromisos
financieros.
En buena medida esto fue reconocido al restituirse el aporte al capital circulante pero,
dada la magnitud adquirida por la deuda, esa restitución de capital ya no fue suficiente
como para cancelarla o reducirla considerablemente. Las amortizaciones e intereses de
la deuda siguieron siendo una pesada carga para el funcionamiento de la empresa,
contribuyendo a sus pérdidas y a problemas financieros insolubles. Nada de esto había
pesado sobre su crecimiento entre 1935 y 1958, pero la CAP no pudo retomar aquella
más sana condición financiera de su pasado ni aun desde 1963, cuando recuperara un
mayor financiamiento.
El apoyo político solo existe hasta 1966, ya que la recapitalización de la CAP se hace
posible entre 1963 y 1966, mientras que a partir de allí la lectura de sus archivos induce
a pensar que la falta de apoyo político se traduce también en una escasez de apoyo
económico.
En primer lugar, las graves consecuencias de seguir a lo largo de décadas con una
ganadería afectada por la fiebre aftósica tiene una clara demostración en el brote
aftósico que se da en el Reino Unido, en 1967. Esto impacta muy negativamente sobre
las exportaciones de carnes vacunas argentinas y demuestra que las autoridades
sanitarias debían hacerse cargo de todos los esfuerzos necesarios para que la aftosa
fuese erradicada de la ganadería argentina. El hecho de que esto se lograse en unos
pocos años, pero que recién sucediese en la década de 1990, demuestra que el Estado no
se preocupó seriamente de este problema sanitario que excluía una producción afectada
por aftosa como la argentina, de mercados de importancia como el estadounidense o el
japonés, por ejemplo. A través de ellos, mientras tanto, países productores no aftósicos
como Australia lograban consolidar su ganadería mediante una creciente exportación de
carnes a estos países demandantes, no aftósicos.
280
Estas dos importantes falencias en la política de carnes del Estado afectaron, sin duda,
las posibilidades de crecimiento del sector frigorífico exportador, de las exportaciones
de carne vacuna y de la ganadería. Sumado a esto, el cierre progresivo del mercado de la
CEE, en función de la aplicación de la Política Agraria Común, no es de extrañar que,
en conjunto, tanto la CAP como los frigoríficos extranjeros sufriesen esta serie de
desincentivos, viesen afectada su rentabilidad y productividad hasta llegar a condiciones
próximas a un punto de cierre de su actividad, demostrativo de notables carencias de
eficiencia en el funcionamiento del mercado.
Una última interpretación que, sobre esta base, se podría arriesgar es que los reclamos
de los frigoríficos extranjeros en el sentido de suspender el apoyo financiero fiscal a la
CAP solo tenía la finalidad de capturar su mercado y mejorar las posibilidades de
supervivencia de aquellos, cosa que se demostró poco probable luego de la experiencia
del recorte financiero de entre 1959 y 1963.
Ésta no pareció haber sido una clave certera para la deseada recuperación de las
empresas extranjeras, ya que pocos años después igualmente cerraron, a pesar de
haberse debilitado seriamente la capacidad competitiva de la CAP en esa etapa en que
se la desfinanció.
281
311
Buxedas, (1983); Canzanelli, (1988); Schlesinger (2009).
282
Mientras, para el sector rural, con una demanda más restringida por la caída de la
exportación, la opción también fue un desarrollo alternativo, el de la agricultura.
Por su parte, las nuevas empresas frigoríficas exportadoras así como las grandes que se
fueron o la propia CAP debían enfrentarse a una inmensa inversión de capital en
reestructuración productiva y de comercialización internacional si querían reconquistar
un espacio de privilegio en el mercado internacional.
Ese nivel de inversión no contaba con ningún apoyo del Estado, no era del interés
inversor de multinacionales del sector que, en principio, optaron por instalarse en Brasil,
312
Pierri, (2007). Humberto Volando, presidente de Federación Agraria Argentina, relata en este libro
que fueron los militares del gobierno los que decidieron el cierre de la CAP, cosa de la que estuvo al
margen José A. Martínez de Hoz, Ministro de Economía y afiliado a la Sociedad Rural Argentina.
283
y no era sustentable para las representaciones ruralistas que sostenían su interés por la
CAP o por la Junta Nacional de Carnes.
Puede entenderse que Argentina adoptó un régimen de alguna similitud con éste entre
1930 y 1960 pero no queda otra explicación que la de decir que lo abandonó
definitivamente hacia fines de los años 60 y no lo retomó, seriamente, en ningún
momento posterior, aunque cabe destacar que el Estado reapareció en los años 90 con la
erradicación de la aftosa y el control de una evasión fiscal que hasta allí y desde largos
años atrás había permitido el funcionamiento de un extendido “mercado negro” de
procesamiento y comercialización de carne vacuna.
Fuentes y Bibliografía.
Fuentes.
313
Schlessinger, (2009).
284
Bibliografía.
Banco Ganadero Argentino (1967). Mercados y precios del ganado vacuno. Buenos
Aires, Banco Ganadero Argentino.
Cisneros, Andrés and Carlos Escudé (dir.) (2000). Historia de las Relaciones Exteriores
Argentinas. Buenos Aires, Galerna.
Fram, Nicholas. (2006). Decolonization, the Commonwealth, and british trade, 1945-
2004. Stanford, Stanford University.
Eichengreen, Barry (2012). The British economy between the wars. Berkeley,
University of California.
Pierri, José Alberto (2007). Sector externo, política agraria y entidades del agro
pampeano, 1960/1986. Buenos Aires, Ediciones Cooperativas.
O'Connell, Arturo (1986). “La fiebre aftosa, el embargo sanitario americano contra las
importaciones de carne y el triángulo Argentina-Gran Bretaña y Estados Unidos en el
periodo entre las dos guerras mundiales”. Desarrollo Económico 26, no. 101, abril
junio.
Ingreso que cada sector percibe por la carne contenida en un novillo típico de exportación - Años 1956 a 1965
El ingreso percibido por cada sector está expresado en pesos de poder adquisitivo de junio de 1966,
y se refiere a la carne contenida en un novillo tipo chilled de acuerdo a su realización
en el mercado de Smithfield, llevadas a FOB Buenos Aires y aplicadas a la carne
obtenida de un novillo promedio de exportación.
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
287
FUENTE: Elaborado en base a datos de la Junta Nacional de Carnes, circulares del Banco Central e informaciones propias.
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
288
FUENTE: Junta Nacional de Carnes. Bajo el rubro de frigoríficos centrales se comprenden sigs. Estalecimientos
Anglo, Armour, La Blanca, Swift La Plata, Swift Rosario
Frigoríficos Argentinos (ex Wilson), La Negra, Cuatreros, Smithfield, Gualeguaychú, Vivoratá y CAP.
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
289
25. EVOLUCIÓN DE LA COMERCIALIZACIÓN DE HACIENDA VACUNA CON DESTINO FAENA Y EXPORTACIÓN EN PIE -
Porcientos del importe de las transacciones - Años 1934 a 1965
Operaciones Venta en Venta en Operaciones
AÑOS
en estancias mercados remates feria no registradas
1934 45,1 27,3 17,0 10,6
1935 39,7 30,7 15,0 14,6
1936 38,9 31,0 17,1 13,0
1937 38,3 32,6 16,9 12,2
1938 37,6 32,0 17,7 12,7
1939 38,1 31,4 16,4 14,1
1940 36,5 31,0 17,1 15,4
1941 37,0 31,3 15,8 15,9
1942 31,0 36,5 16,2 16,3
1943 27,1 39,1 18,7 15,1
1944 27,9 35,4 18,0 18,7
1945 21,6 36,8 19,5 22,1
1946 25,0 36,8 20,8 18,4
1947 22,6 41,0 20,8 15,6
1948 16,5 42,0 23,1 18,4
1949 16,9 42,4 21,9 18,8
1950 17,2 41,4 24,1 17,3
1951 11,2 36,7 28,9 23,2
1952 14,8 36,3 25,4 23,5
1953 20,2 31,5 24,3 24,1
1954 32,1 24,0 27,1 16,8
1955 45,5 17,7 21,6 15,2
1956 52,1 17,6 17,4 12,9
1957 36,6 28,8 23,4 11,2
1958 16,9 40,7 28,8 13,6
1959 19,4 36,4 31,3 12,9
1960 14,5 39,5 32,6 13,4
1961 13,1 39,4 33,3 14,2
1962 11,3 40,5 29,9 18,3
1963 12,0 38,9 24,4 24,7
1964 11,4 33,5 32,8 22,3
1965 9,7 38,2 28,6 23,5
Banco Ganadero Argentino, (1967). Mercados y precios del Ganado Vacuno. Bs.As, B.G.A.
290
Capítulo 10
Dentro de ese conjunto, el caso de la carne vacuna fue abordado, en parte, a partir de lo
que nos relataran los directivos de la CAP en los registros de su evolución desde su
creación hasta fines de los años sesenta. En estos relatos registrados en los archivos de
la CAP surgen sucesivas interpretaciones de las políticas agropecuarias de cada
momento.
314
Smith, (1983).
292
mayor autoridad a los dichos y posiciones de cada uno de ellos dentro de la CAP, ya
que su visión no era personal sino que respondía a la agrupación ruralista a la que
pertenecían y ésta no se limitaba, tampoco, exclusivamente, a representar los intereses
de la ganadería.
Las asociaciones rurales, según la composición típica de los productores que agrupaban,
podían poner mayor énfasis en el segmento de la producción agraria que les resultase
más afín o propio, pero esto no significaba concentrarse exclusivamente en éste, ya que
un enfoque general de los problemas del agro hacía posible la competencia, la
cooperación o el conflicto necesarios para apoyar o enfrentar a las políticas
agropecuarias o económicas de cada momento315.
Si bien, en sus orígenes y, luego, durante muchos años, la Sociedad Rural Argentina
estuvo dominada por representantes e intereses de la ganadería, a partir de la
importancia adquirida por la agricultura en el sector rural, así como por el práctico
cierre del mercado británico de carne bovina en los años setenta. Esta entidad se
comprometió más firmemente con los productores agrícolas, a partir de los años
ochenta, cuando se concretó un ciclo de expansión agrícola destinado a satisfacer una
ingente importación de granos por parte de la Unión Soviética, a raíz del embargo
cerealero que le impusiera Estados Unidos por su intervención militar en Afganistán316.
Horacio Pereda fue el primer presidente de la CAP y fue el que planteó en un libro las
diferencias políticas y de intereses entre los criadores y los invernadores de ganado317,
aunque su intención fuera la de convocar a la unidad entre los ganaderos318. Estas
diferencias habían sido de tal importancia que los criadores de ganado se habían
agrupado en una entidad ruralista, en clara disidencia con la Sociedad Rural Argentina,
la CARBAP, Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, en
315
Smith, (1983); Pierri, (2007); Puiggros, (1957).
316
Pierri, (2007).
317
Pereda, (1936).
318
Los criadores son los ganaderos especializados en la reproducción y crianza de la hacienda bovina, en
tanto que su engorde o terminación corresponde a la etapa final en que el animal alcanza el peso con él
que podrá ser aprovechado al máximo por su equivalente de rendimiento –peso– en carne. A esta fase
final se la conoce por invernada, se especializa en el engorde de novillos y tuvo como principal destino a
la exportación. Los invernadores tenían como clientes directos a los frigoríficos de exportación. Por lo
tanto, los criadores eran el último eslabón de la cadena de valor que se iniciaba con los frigoríficos y sus
compromisos de exportación.
293
1932. Esta entidad luego formó con otras asociaciones de otras provincias la CRA,
Confederaciones Rurales Argentina, en 1943319.
En efecto, hay que destacar que ésta incluyó una serie de nuevas instituciones, además
del Ministerio a cargo de los asuntos agrarios: la Junta Nacional de Carnes, la CAP y la
Junta Nacional de Granos. En todos ellos, representantes ruralistas del agro pampeano,
más o menos afines con la Sociedad Rural Argentina, quedaron a cargo de su gestión
entre 1933 y 1945.
319
Smith, (1983); Puiggros, (1957).
320
Irusta Obergozo, (2008).
321
La Nación, 16/6/2012.
322
Sartelli y Colombo, (1997); CAP, Libros de Asamblea, (1935-1940).
294
A la intervención militar de 1943 –del primer gobierno militar en el que participa Perón
en altos cargos ejecutivos- acompaña un señor Puchulu que reaparecerá en la CAP
restituida a los ganaderos por el golpe militar que derroca a Perón en 1955. Esta persona
demuestra su idoneidad al estar presente en dos oportunidades en la gestión de CAP y,
además, oponerse con una serie de argumentos técnicos a la instalación de un frigorífico
en la provincia del Chaco, a instancias del gobierno de la Revolución Libertadora.
La gestión de la CAP, iniciada en 1956, fue presidida por Benito Legerén, un alto
representante de Confederaciones Rurales Argentinas que como se mencionó se
constituyó para oponerse a la Sociedad Rural Argentina, a partir de CARBAP. Sobre su
sucesor Miguel Busquet Serra –reemplazante de Legerén en 1958- no se han encontrado
referencias concretas respecto de su filiación ruralista, aunque era estanciero de la
localidad de Bolívar, Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, consta que fue un
militante de la Unión Cívica Radical, diputado de este partido durante el gobierno de
Arturo Frondizi, presidente de la CAP bajo ese mismo período y, luego, interventor de
ella, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en 1983325.
A él lo acompaña alguien de apellido Campion que puede llegar a ser la misma persona
o un pariente de aquella que se desempeñara desde los años treinta, en la CAP, sobre
quien se sabe, por haberlo declarado en las sesiones de la CAP, que también fue
323
CAP, Actas del Directorio, (1935-1942); Junta Nacional de Carnes, (1945); Smith, (1983); Hora,
(2005); Hora, (2009).
324
CAP, Actas del Consejo de Administración, 1939-1940; CAP, Memorias y Balances, (1935-1942).
325
Diario La Mañana.com.ar, (2013).
295
Volando ubicó, desde los años sesenta, a la FAA en una posición política de centro o
centro izquierda, alejada sino enfrentada con la Sociedad Rural Argentina326.
Seguramente, tal particular ubicación dentro de una dirigencia agraria nacida en un
ambiente de políticos conservadores les valió a aquellos dirigentes una serie de
amenazas por parte del gobierno militar de Onganía, iniciado en 1966. Se amenazó a la
CAP con retirarle totalmente sus fondos de financiamiento establecidos por ley y a este
reclamo se unió el conjunto de empresas frigoríficas extranjeras.
A partir de 1969 llegó a la CAP, en coincidencia con ese particular enfoque del
gobierno militar, para hacerse cargo de su Gerencia General un Almirante retirado,
Carlos Kolungia, quien según las investigaciones de la Comisión Investigadora de
326
Pierri, (2007).
296
De esta forma se ha señalado a quienes, en las distintas actas que registran la actividad
de los directivos de la CAP, desde sus orígenes, fueran voces destacadas del
posicionamiento de esta institución frente a distintos gobiernos, políticas económicas y
agrarias o frigoríficos exportadores competidores.
Si bien hubo varios otros directivos que hicieron distintas contribuciones es fácil
percibir que en la conducción de la CAP se alternaron representantes destacados de la
Sociedad Rural Argentina, de la CARBAP, de CRA y de la Federación Agraria
Argentina. Queda claro, entonces, que tanto la gestión como la expresión de estas
destacadas asociaciones rurales argentinas consideraron a la CAP como un patrimonio
económico y político del sector agrario. El énfasis en el sector ganadero era obvio
porque la gestión de la entidad tenía ese origen y destino, pero las asociaciones rurales
que la gobernaban se encuadraban en el espectro más amplio de lo agropecuario, no
solo pampeano, sino también regional.
Si se toman en cuenta los puntos críticos en los que, en este mismo sentido de
discriminación, se pudo concluir en el capítulo anterior, teniendo como base sustancial
los archivos de la CAP, se podrá observar la coincidencia con un estudio especializado
sobre el caso de la carne vacuna, realizado más de veinte años más tarde.
327
Cámara de Diputados de la Nación argentina, (1975).
297
Evidentemente, lo que ocurrió a partir de los años setenta –punto de partida de este
estudio– no modificó básicamente la situación que llevó al diagnóstico final que se
elaboró sobre las expresiones vertidas en el seno de la CAP desde mediados de los años
cincuenta y fines de los sesenta.
De esta forma tan esquemática se señalaron una serie de problemas cruciales que
coincidentemente significó la caída definitiva de la tradicional estructura frigorífica
exportadora a fines de los años sesenta, la que fuera reemplazada por otra nueva desde
los setenta pero que siguió enfrentando este mismo listado de dificultades.
Es muy importante tener esto bien en cuenta ya que la evolución de los frigoríficos de
los setenta en adelante está signada por el conjunto de problemas señalados, lo cual
328
Canzanelli, (1993); Canzanelli, (1988).
298
Las críticas realizadas desde la CAP, que son validadas también por el análisis de
Canzanelli, son obviamente las mismas en estos dos últimos casos, el de la aftosa y el
de un notorio circuito productivo en manos de evasores fiscales. Pero también se
plantearon problemas parecidos a los que en este listado se presentan.
La menor rentabilidad relativa de ganado y carnes frente a granos determinó una opción
más favorable a estos últimos y una tendencia a un lento crecimiento ganadero. Las
fases de retención y liquidación del ciclo ganadero fueron muy variables a corto plazo
entre los años cincuenta y sesenta, impidiendo también el aumento sostenido de la
productividad ganadera. Estas lecturas de la realidad del sector de los directivos de CAP
fueron coincidentes con la de analistas especializados329.
329
CONADE, (1968); Reca, (2006).
299
Distintos registros documentales de CAP reflejan estos problemas que afectan a CAP,
directamente, pero también al conjunto de la economía, dada la presencia frecuente de
desequilibrios externos entre los años 50 y fines de los años 80, principalmente.
Así se intentaba acotar el alza de los precios agrarios internos y de sus alimentos
derivados, evitándose una caída mayor de los salarios reales que la que correspondería
al mayor efecto inflacionario sobre los alimentos de una devaluación sin aplicación de
retenciones.
Según los archivos de CAP, esta política de retenciones sobre estas exportaciones se
instaló a partir de 1959, a fin de reducir el impacto de la devaluación sobre el precio de
la carne bovina y limitar el aumento de los precios de los alimentos, ya que sobre estos
incidía centralmente el de esta carne.
300
Una muy baja sustitución por consumos alternativos, carne porcina o aviar, por ejemplo,
convertía al de la carne vacuna en componente central e ineludible del consumo
asalariado de alimentos. Frente a la instancia de una devaluación del peso, unas mayores
retenciones sobre el tipo de cambio de estas exportaciones que las que se aplicaban a las
agrícolas u otras medidas como la prohibición de vender carne uno o dos días por
semana -“veda de carne” para bajar la cantidad demandada compulsivamente-,
buscaban evitar el efecto inflacionario del alza del precio de venta al público.
Ocurre además que una devaluación solía ser un disparador de ciclos de retención
ganadera, lo cual llevaba a una contracción de la oferta de animales y de la producción
de carne bovina, mientras que la rígida demanda del producto, de no reducirse
significativamente, contribuía a una aceleración inflacionaria y caída de salarios reales
por lo que la política económica tomaba el tipo de recaudos señalados para impedir
estas derivaciones conflictivas del caso de la carne vacuna.
Los altos costos laborales ya pesaban sobre la industria frigorífica tradicional y eso
quedó demostrado en el caso de la CAP. Tal como se narró, la disminución de personal
para reducir su costo resultó continuamente necesaria. El desfinanciamiento de la CAP
301
En suma, la CAP en manos de los ganaderos, intervenida o a cargo del Estado, así como
los frigoríficos extranjeros o los nacionales que los reemplazaron, parecen haber
enfrentado una serie de dificultades de orden público o estatal –aftosa, mercado ilegal
de carnes, altos impuestos, retenciones a las exportaciones, altos costos energéticos y de
fletes– que se inscriben en una concepción amplia de discriminación negativa de
política estatal.
las necesidades de importación de carne del exterior. Este mercado dejó de tener el
dinamismo e importancia que tuviera hasta la Segunda Guerra Mundial, aunque siguió
siendo principal sostén de la actividad exportadora de CAP hasta principios de los años
setenta330.
Lo que ocurrió con las retenciones sobre el tipo de cambio de exportación ha sido objeto
de reiterados estudios sobre los desincentivos que éstas significan y lo importante aquí
es que han afectado al conjunto de los productos agropecuarios exportados,
distorsionando precios a lo largo de muchos años y desalentando, en consecuencia, la
producción y las exportaciones331.
Entre fines de los años 70 y los años 80, muy adversas condiciones en el mercado
internacional de carne bovina, hacen que éste resulte menos dinámico que la producción
y la exportación de granos, generándose una sustitución de ganado a favor de granos,
conforme bajan gravemente las exportaciones de carne. Esto permite sostener que las
retenciones sobre el sector resultaron en un agravante de las condiciones de exportación.
Es más, se podría decir que una vez que se eliminó la política de subsidios a fines de los
años 50, no solo las empresas del sector quedaron libradas a sus propias fuerzas, sino
que desde allí también se instrumentaron una serie de medidas que les restaron fuerzas,
a través de distintos gravámenes, restricciones, etc., dentro de las cuales una de real
importancia es la de las retenciones al tipo de cambio.
330
CONADE, (1968).
331
Sturzenegger, 2007.
303
Pero una cuestión de interés en los estudios posteriores a los años 80 es que se puede
comparar el período 1960 a 1990, en el que hubo una aplicación usual de retenciones,
frente a otro de total eliminación de retenciones, el de los años 90, en el que hay,
además, una liberalización general de la economía.
De esta forma queda en evidencia, respecto de las políticas estatales de entre los 60 y
los 90, es que todas ellas, en mayor o menor medida, desarrollaron mecanismos de
protección para la industria y de desprotección para el sector agropecuario.
Esto último es, inclusive, como ya se ha planteado, un cambio de rumbo bien claro
respecto de las menguadas políticas de protección que todavía subsistían a fines de los
años 50, para el sector agropecuario. De haber sido asistido, generalmente, con políticas
de discriminación positiva entre 1930 y 1959, desde 1960 se da un largo período de
sostenida discriminación negativa.
Tal como se refirió para el caso de la CAP, las políticas específicas de discriminación
negativa fueron más allá de la intervención sobre los precios agropecuarios, pero sin
entrar a discutir esto, ahora, lo importante es destacar que el caso de CAP y de la
ganadería, así como el de la agricultura se insertan dentro de una política básica de
distorsión de los precios agropecuarios que perciben los productores.
Para analizar este proceso cabe hacer referencia a los distintos estudios citados,
realizados por Adolfo Sturzenegger en coautoría con otros economistas entre 1990 y
2007. Estos trabajos se dedicaron a la medición de distorsiones introducidas por el
332
Sturzenegger et. Al, (1990); Sturzenegger, (1991); Valdés y Schaeffer, (1995) y Sturzenegger y Salazni,
(2007).
304
Esta aproximación inicial es planteada para destacar que las justificaciones de las
políticas de discriminación no residen simplemente en que un ganadero o la CAP, por
ejemplo, pudieran contar con mayores o menores ingresos por exportación, aunque esto,
también, tenga su real importancia.
Este factor externo no entra en la consideración del estudio que se revisa aquí. Se puede
advertir que la aplicación de impuestos a la importación por la CEE tuvo efectos
distorsivos sobre los precios y volúmenes de exportación de este país a ese mercado que
quedan fuera del alcance de este estudio333.
No debe olvidarse que la aplicación de las políticas de esa región así como otras
similares de países como Reino Unido o Estados Unidos tuvieron un central impacto
sobre la evolución productiva y exportadora de Argentina, entre 1960 y 1990.
Cabe, entonces, preguntarse si la política de retenciones del Estado resultó ser más un
agravante de los efectos de la consolidación del proteccionismo agrario en el mercado
internacional que un exclusivo determinante de una perjudicial distorsión en los precios
relativos de los productos rurales. Sin embargo, en el escenario de los principales
participantes del mercado internacional agrario se destacan más los casos de aquellos
países que aplican políticas proteccionistas –o de discriminación positiva al agro-, como
333
Liboreiro, (1970).
306
los de la CEE, Estados Unidos o Brasil, por ejemplo, que el de aquellos donde se
verifica una discriminación negativa al agro como es el caso de Argentina.
A partir de allí se entendió que la redistribución de ingresos debía ser favorable hacia
las empresas y trabajadores del sector urbano o industrial, porque los precios
internacionales agrarios tendían a mejorar notablemente en la inmediata posguerra y los
ingresos rurales también. El gobierno de Perón de 1946 intervino sobre el mercado
agrario interno, reduciendo los precios al productor y apropiándose del excedente
originado entre los altos precios internacionales vigentes y los internos determinados
por la regulación del organismo estatal de comercio estatal.
Ésta fue la matriz de distribución de ingresos del primer gobierno peronista de 1946,
donde la mejora en los ingresos asalariados y la demanda urbana-industrial era resultado
de una apropiación de ingresos rurales que se transfería y se sumaba a los ingresos
urbano-industriales.
Pero también sobre la capacidad de exportación agraria influyó tanto la demora del
sector en despegar de su estancamiento de décadas como la inestabilidad de precios y
demanda internacional planteada por las medidas proteccionistas de los países centrales.
Por estas razones, la escasa confianza del Estado en que este sector, a través de sus
exportaciones, librase al balance comercial de la posibilidad de déficits recurrentes,
puede haber determinado su insistencia en una política sustitutiva y de contracción de
importaciones, antes que comprometerse en un impulso a la producción y exportación
agraria.
334
Anderson et al. (2006).
308
Un nuevo aumento del 100% aunque en 15 años, en lugar de 30, ocurrió entre los años
90 y los primeros años del 2000. En esto tuvo que ver el proceso de sojización –
creciente cultivo de soja, a expensas de otras actividades–, la expansión de la frontera
agropecuaria, con incorporación de nuevas tierras a la producción, ubicadas en parte de
309
Por el lado de la demanda internacional se debe destacar que hubo una evidente caída
durante los años de considerable retroceso económico de los años 80 en la mayoría de
los países centrales. Pero ya desde mediados de los años setenta el proteccionismo
agrario europeo había provocado una importante caída de las exportaciones agrarias
argentinas y, fundamentalmente, a las de carne bovina335.
Pero la demanda internacional había resultado favorable durante gran parte de los 60 y
hasta 1973, de manera que un retraso relativo de la producción de granos y carnes puede
llegar a atribuirse a la discriminación negativa del Estado sobre este sector, a través de
la regulación e imposición de exportaciones agrarias y restricciones y arancelamiento de
sus insumos importados.
335
Devoto, (1993).
310
Es decir que salvando esa etapa recesiva internacional de los 80, si la liberalización del
sector agropecuario se hubiese dado en los 60 o en los 70 posiblemente se hubiesen
obtenido resultados bastante más favorables de los que se obtuvieron realmente.
Como se destacara, luego de un crecimiento limitado –de un 40% entre 1960 y 1978-, la
producción de carne cayó en un estancamiento durante los 80 y 90, ya que la primera
década resulta comercialmente muy adversa y cuando los granos -particularmente, la
soja- irrumpieron con mayor rentabilidad en el campo, muchos ganaderos optaron
finalmente por reemplazar pasturas por estos cultivos.
Estas observaciones contra factuales no son más que eso y, por tanto, no tienen otra
importancia que mostrar que un comportamiento, que no fue favorable ni neutral del
Estado respecto de las exportaciones de carnes y granos, entre los 60 y el 90, impidió un
mayor crecimiento económico sectorial y de estas exportaciones.
En el sector de las carnes vacunas, de todas formas, el caso de las retenciones es uno de
varios factores adversos donde el Estado tiene responsabilidad y, entonces, resulta
difícil animarse a sostener que la historia hubiese sido sustancialmente distinta, bajo el
supuesto de que no se hubiesen aplicado retenciones. Hay algunos datos adicionales
respecto del contraste que se pretende instalar entre la política de los años noventa y la
etapa 1960 y 1990.
Con los beneficios que significó esa política agropecuaria aperturista en el comercio
exterior de los 90, el sector agrario no se sintió mayormente afectado por la apreciación
real del peso en relación al dólar que se verificó en esos años, a pesar de que significó
menores ingresos reales de exportación.
Esto no ocurrió con buena parte de la industria nacional -seriamente afectada por esta
razón- pero esto lleva a una discusión de otro orden, en relación con el crecimiento
económico, que se lleva a cabo más adelante.
311
El problema está en que para muchos la política de los 60 al 90 fue beneficiosa para la
industria y la de la década de los 90 fue nefasta para ésta, con lo que existiría un
conflicto básico entre las políticas de comercio exterior y las de crecimiento e
industrialización.
Las mediciones fueron efectuadas respecto de las producciones dominantes: soja, cría
de ganado, leche fluida, maíz, trigo y girasol.
Todos estos productos, por tanto, no determinan sus precios en el mercado local, sino
que sus precios son consecuencia de la oferta y demanda de estos en el mercado
internacional. Estos precios internacionales multiplicados por el tipo de cambio
determinan el valor en pesos de los productos agropecuarios al nivel del mercado local.
Sin embargo, para años anteriores, algunos de ellos –como la soja, típicamente– tenían
menor importancia en la producción y en las exportaciones, situación que es
debidamente considerada en las mediciones correspondientes, de forma de no incurrir
en una medición inexacta en los años en que algunos de estos productos eran poco
representativos de producción y exportación.
312
También, antes de 1989, la exportación de productos lácteos era muy baja, de forma que
en tal caso la determinación de precios se considera doméstica y el producto no
exportable o no transable externamente.
Hay otras excepciones dentro del largo período 1960-2005. También la soja y el girasol
no pudieron registrarse como exportables antes de 1976, en un caso por baja producción
–en el caso de la soja– y en el restante porque dificultades de información sobre el
girasol impidieron la medición.
Las distorsiones únicamente consideradas son las originadas por la política económica,
y de forma más específica aquellas que separan los precios observados en los productos
finales como de los insumos agropecuarios en el mercado local respecto de los precios
libres prevalecientes para los productos de exportación, o sea el valor en pesos de los
precios internacionales observables fronteras afuera.
Más específicamente, estos precios de oportunidad –los internacionales– que, dadas las
distorsiones producidas por el Estado, difieren de los observados, resultan básicamente
de los precios FOB de exportación en moneda extranjera de los productos exportados,
convertidos en moneda nacional mediante el tipo de cambio vigente, mientras que los
importados excluyen todo tipo de arancel o barrera no arancelaria y sus precios
internacionales también se cotizan al tipo de cambio vigente.
Este es un indicador de asistencia a todos los productos agrarios que se conforman con,
aproximadamente, un 27% del total de la agricultura –la regional-, según este estudio, y
que pueden ser adicionados a los que explican el 73%, o sea los productos
seleccionados en primera instancia.
Su cálculo se basó en una estimación que incluyó productos como arroz sin procesar,
distintos granos forrajeros, caña de azúcar, algodón y animales vivos excluyendo
ganado vacuno. Estos productos se dividieron en dos grupos. Uno, de exportables
directos como sorgo o cebada. El otro, de exportables indirectos o sea de productos
314
Hay una distorsión indirecta del resto de la economía sobre el agro y ésta surge de 5
sectores:
Si se deduce –se resta– de la tasa directa de asistencia al agro (DRAA) la tasa indirecta
de asistencia a la agro –DRAN, la del resto de la economía– se llega a esta tasa total de
asistencia del agro, ya que agrega los efectos directos de la agro con los indirectos del
resto de la economía.
Este indicador resulta de la razón entre la tasa directa de asistencia al agro (DRA) y la
tasa directa de asistencia del resto de la economía (DRAN) menos 1, considerando que
ambos sectores comercian internacionalmente sus productos. Un resultado negativo
indica que dentro de estos productos transables hay una discriminación en contra de la
agricultura.
315
Resultados
En esta figura, es bien claro que la tasa de asistencia directa del sector no agrario
(DRAN) se encuentra totalmente diferenciado de las demás tasas que reflejan tasas de
asistencia al sector agrario.
Las tasas vinculadas directamente con los precios al productor, NRAf y DRAf, guardan,
entre sí, un similar comportamiento. La primera referida a la distorsión en los precios de
productos finales, mientras la segunda se refiere a la diferencia entre estos y los de los
insumos. Las otras tasas referidas al sector agrario, igualmente, reflejan una asistencia
negativa, en función de la tasa directa de asistencia del sector agrario (DRAA) y de la
tasa total de asistencia al sector agrario, TRAA.
En los años 90, en que la economía se liberalizó por completo, conforme las premisas
del Consenso de Washington de 1988336 y las severas condiciones de transformación
estructural bajo las que se hizo posible su aplicación, tanto los productos agrarios
como los productos no agrarios comerciables exteriormente disminuyeron
336
Williamson (1993).
316
Sin embargo, en el caso no agrario (DRAN) habría una tendencia de disminución en las
tasas de asistencia, a lo largo del tiempo, desde los niveles más altos, de principios de
los 60. Escalonadamente, en cada quinquenio sucesivo se destacan estas disminuciones
sucesivas.
En tanto, en general, en las tasas de asistencia al agro no hay una disminución respecto
de las altas tasas negativas de asistencia, entre 1960 y 1985. La única tasa que tiene una
tendencia a la reducción en sus niveles de negatividad, a lo largo del tiempo es la tasa
total de asistencia al agro, TRAA. Esto es en razón de que este indicador incorpora a la
tasa de asistencia agraria la asistencia indirecta de sectores no agrarios. Es decir, este
indicador se verá afectado por el indicador que refleja al sector no agrario o resto de la
economía (DRAN) y por esto tiene un comportamiento diferenciado respecto de las
restantes tasas agrarias.
Particularmente este indicador (TRAA) tendría valores muy negativos entre 1960 y
1975, justamente cuando el sector no agrario registra los mayores niveles de asistencia o
discriminación positiva.
317
En la figura 3 se descartan los productos no transables sobre las tasas de asistencia del
agro (DRAA) y del sector no agrario (DRAN), lo que demuestra que no hay grandes
diferencias en relación con las anteriores mediciones, donde los no transables no tenían
mayor incidencia. Con la razón entre estos dos indicadores (RRAA) se descubre que la
discriminación al agro es clara dentro del conjunto de productos comerciables
internacionales.
7. Resultados generales
337
Sturzenegger, (2007).
318
cuentan con una serie de supuestos que los hacen menos confiables y, según se ha visto,
en general coinciden en la trayectoria y nivel con este indicador.
Concentrándose en ese indicador (NRAf) se sigue que la evolución de éste a lo largo del
tiempo demuestra que entre 1960 y 1963 se alcanzaron los niveles más altos de
discriminación, estos se redujeron un poco entre 1963 y 1966, aumentaron nuevamente,
entre 1967 y 1973, cuando de allí a 1976 alcanzaron altos niveles. Luego entre 1976 y
1983 cayeron relativamente, para desenvolverse en forma volátil en los 80 y tal como se
ha observado, con una caída significativa en los 90.
Como se ha visto, las políticas económicas no dejaron de aplicar retenciones entre 1960
y 1990 con lo cual más allá de la estrategia general ya descripta, que podría haber
justificado su aplicación, existieron razones concretas o causas inmediatas que
fundamentaron la necesidad de aplicarlas.
Sobre estas causas o razones de aplicar estos impuestos sobre los precios agropecuarios
que significan “retenciones” sobre el precio internacional de mercado de estos
productos, cabe coincidir con las que se plantean en este estudio, a saber:
Tomando en cuenta los otros elementos asociados al nivel de las “retenciones”, el tipo
de cambio y los precios internacionales, también se debe reconocer la hipótesis que se
formula en torno del ingreso del productor.
Dado que la renta por hectárea -o margen bruto por hectárea- deriva de estas variables,
indudablemente, sobre esta base se plantea la “hipótesis del rol compensador” de las
“retenciones” que gravan esta renta.
Esta determinación de un nivel de renta agraria que la conducción económica –en su rol
“compensador o moderador de ésta– pueda considerar suficiente para el productor,
después de la aplicación de retenciones es, evidentemente, un ejercicio complicado y
discutible.
Las variables que más específicamente se consideran son los precios relativos
internacionales de los productos seleccionados, relativos en el sentido de que puedan
subir más allá de lo que lo hacen el resto de los productos comerciables y los no
comerciables externamente. En caso de que evolucionasen al mismo nivel, no habría
razón para justificar un aumento de las retenciones, ya que no habiendo suba de la renta
por hectárea, tal aumento no tendría justificación. El otro factor evidente es el tipo de
320
cambio real multilateral. Si éste es alto significa que los ingresos reales de los
productores agrarios son mayores, principalmente, respecto de las producciones no
comerciables externamente –gastos de transporte, salarios, comercialización, etc. –, con
lo cual retenciones mayores estarían justificadas por un criterio compensador.
Cabe tomar en cuenta la productividad total de los factores, ya que se evidencia que la
menor productividad demostrada por la ganadería, por ejemplo, hace que este sector
observe una menor masa de ganancia y, por tanto, resulte menor la base impositiva y lo
recaudado por las retenciones. Esto se evidencia, por ejemplo, en el desaliento adicional
que significaron retenciones a una exportación muy mermada desde fines de los años
70, particularmente. Caso contrario es el de los granos, con mucha mayor productividad
relativa a este caso.
Aparte de los reveladores aportes de estos estudios para el entendimiento del problema
de la discriminación en contra del agro, resulta importante hacer referencia a lo que se
denomina “mercado político” en este trabajo.
que sus precios internacionales en dólares son reducidos mediante ese instrumento. Al
bajar estos, los salarios –destinados en gran medida a alimentos– pueden ser menores y
serán menores en dólares ya que el precio interno del exportable agropecuario es menor
también en esta divisa. Es decir, un menor costo laboral provee de mayor rentabilidad al
resto de la economía, no agrícola, y para esto se necesitan las retenciones.
El interés por las retenciones de parte de los hacedores de política económica tiene que
ver, en tanto, con las causales listadas líneas más arriba, las que son suficiente
argumento para una posición “pro-retenciones” en la generalidad de los casos.
Respecto de las industrias asociadas al agro, cabría suponer, en una versión diferente a
la expuesta en este estudio, que hay proveedores y clientes industriales del campo. Los
primeros, pueden padecer o no, las consecuencias de una disminución de la renta rural,
según el grado de dependencia de este mercado y, en una mirada más amplia, de este
mercado argentino dentro del internacional que puedan atender.
Se debe recordar que la abundancia de oferta ya sea en las regiones ganaderas o en los
mercados de concentración era un factor determinante de la oportunidad de una
exportación rentable.
Este sería un ejemplo de que los impuestos a la exportación puedan afectar seriamente a
la industria agroexportadora338. También hay un ejemplo reciente de esto en la práctica
desaparición de los “pools de siembra” –locadores de grandes extensiones de distintos
propietarios rurales que explotaban por su cuenta y riesgo, con destino a exportación–
que tuvieran un auge notable entre 2006 y 2010. En este caso, las retenciones se
combinaron con una caída del tipo de cambio real y en los precios de la soja que,
evidentemente, hicieron imposible la continuidad del negocio del pool de siembra,
notoriamente dirigido a concentrar grandes volúmenes de producción y exportación.
338
CAP, actas del Directorio y Consejo de Administración, (1955-1969).
339
Sturzenegger, (2007).
323
Por esta razón cabe profundizar sobre estos aspectos y llegar a alguna conclusión sobre
las políticas comerciales externas realmente factibles dados estos condicionantes. En
síntesis, para graficar sintéticamente este punto de vista, vimos como los autores
referenciados cuestionaron la política de retenciones en Argentina, pero no cuestionaron
en mayor medida las políticas proteccionistas de la CEE o de los países en desarrollo,
con políticas proteccionistas dirigidas a compensar la pobreza rural.
Coincidiendo con estos analistas, se puede estimar que la protección para un sector
productivo puede no significar eficiencia económica pero sí la atención de problemas
sociales, una distribución progresiva de ingresos y un aporte al crecimiento económico.
Como ya se adelantara, si bien los gobiernos de entre 1960 y 1990 procuraron promover
las exportaciones –y desalentar las importaciones– con un tipo de cambio generalmente
elevado, pero éste fue recortado mediante las retenciones al agro.
El impuesto a las exportaciones agrarias hace que el productor reduzca sus precios por
debajo de los internacionales y el consumidor se beneficie con precios inferiores a estos.
Sin embargo, está claro que esto funcionaba como penalidad para el productor más
productivo, lo cual no lleva implícito que fuese el mayor tenedor de tierras y por tanto el
más obligado a pagar por su renta de la tierra. Por el contrario, el menos productivo, al
producir y contribuir menos a las exportaciones, por más tierras que tuviese, pagaba
menos en términos de la renta de su tierra.
325
En primer lugar, queda claro que según sea la tasa de retención sobre las exportaciones
agropecuarias y la magnitud de estas últimas, la recaudación será de mayor o menor
importancia sobre el total de los ingresos fiscales del país.
Obviamente, cuanto mayor resulte el tipo de cambio real, los precios internacionales o
el volumen físico exportado, la base de imposición, las exportaciones agropecuarias,
podrá ser mayor. En conclusión, dado el cumplimiento de algunos de estos supuestos en
las variables determinantes de la exportación agraria, las retenciones resultaron un
ingreso fiscal de importancia, desde los 60 en adelante, cuando en forma tendencial las
exportaciones crecieron progresivamente.
Pero lo que fue de importancia, en ese período, fue también el intento de compensar los
desequilibrios fiscales con fondos de este origen. Casos relevantes que hubiesen
desalentado a las retenciones podrían haber sido los años de la Depresión de 1930 o los
340
Guerchunoff y Llach, (2007); Barsky, (1991).
326
Con esta prevención respecto de en qué medida pueden resultar afectadas las
exportaciones, lo cierto es que la situación fiscal también es determinante de la
necesidad de contar con mayores retenciones o no. Esto parece indicar que, bajo ciertas
condiciones fiscales o del sector externo, las retenciones no resultan necesarias a los
efectos fiscales y pueden resultar perjudiciales para el equilibrio del sector externo.
Esto puede explicar por qué la aplicación de retenciones observa fluctuaciones dentro
del período 1960-1990.
Parece haber cierta confusión entre el aumento de los precios relativos de los productos
agrarios, por efecto de un aumento en los precios internacionales, el mayor aumento de
los precios de alimentos que esto origina y la generación de inflación.
Esto puede ser manejable a corto plazo, pero la puja distributiva que se plantea entre
industria –o sectores no agrarios de la economía– y agro está condicionada por la
sustentabilidad que tiene el sector externo, el fiscal –tal como se expresara
previamente– y la contención inflacionaria bajo el mecanismo de discriminación del
327
Esta redistribución regresiva puede ser compensada por el Estado, mediante aumento de
gasto social compensatorio, aumento de la presión tributaria para financiarlo o mediante
aquella opción de absorción de un mayor costo salarial real por los sectores de
economía no agraria.
Es interesante aquí señalar, por otra parte, que si la discriminación al agro se sostiene, se
plantea un sesgo anti-exportador del Estado y la tendencia a un balance comercial
desfavorable, lo cual puede determinar restricciones a las importaciones de insumos y
otros pagos externos inherentes al proceso de inversión.
Esto significa que tanto se pone en riesgo el equilibrio externo como el crecimiento
económico. Esto indica una relación inversa entre crecimiento económico y distribución
de ingresos, ya que la distribución se mantendría al costo de menor crecimiento.
Esta relación puede ser entendida dentro del escenario de evolución de la economía
argentina entre 1945 y 1970, particularmente, aunque bajo un formato especial,
conocido como ciclos de stop and go. En el afán de una mejora en la distribución, un
lento crecimiento económico resultó, tendencialmente en promedio, de estas etapas
sucesivas de avances y retrocesos en el crecimiento, que ya se explicaran anteriormente.
328
Esto justifica la idea de que el tipo de cambio deba estar normalmente asociado a la
menor productividad de la industria, con lo cual debiera ser normalmente más alto, a fin
de que las importaciones industriales –con una mayor productividad que la industria
nacional– resulten más costosas en moneda local que lo que establecería un tipo de
cambio más bajo en combinación con precios externos más bajos. Este mayor tipo de
cambio industrial no estaría justificado para el sector agrario por lo que, mediante
retenciones u otras medidas, el tipo de cambio efectivo debería ser más bajo en este
caso.
El nivel del tipo de cambio, entre 1960 y 1990, en una mirada general, no observó casos
relevantes de tipo de cambio bajo o rezagado respecto de los precios internos, por lo
cual la prevención de Diamand, respecto de ese tipo de cambio anti o desindustrialista o
esta forma de desprotección de la industria no pudo observarse en la práctica.
Sin embargo, fueron los años 90 los que sí le dieron la razón a Diamand. De alguna
forma, esto puede entenderse también a través de que un tipo de cambio alto posterior a
la crisis de 2001 determinó una protección de hecho a la industria que permitió sustituir
importaciones que, con el tipo de cambio bajo de los 90, habían reemplazado a parte de
la producción industrial local.
341
Diamand, (1973).
329
De todas formas, en los 90, el tipo de cambio bajo no fue determinado por
productividad agraria sino por obra de la política cambiaria y monetaria implementada.
En realidad, el agro resultó beneficiado por la ausencia de retenciones de exportación y
bajos aranceles de importación de insumos pero tampoco el tipo de cambio bajo lo
benefició, ya que los ingresos de exportación le resultaban menores, igualmente.
Dada toda la experiencia histórica recogida hasta años recientes respecto de niveles de
tipo de cambio y proteccionismo diferenciado entre discriminación positiva a favor de la
industria y negativa en contra del agro, cabe concluir que si bien el Estado ha
respondido en forma favorable al campo, oportunamente, lo ha hecho en forma menos
frecuente y con menor convicción que con respecto a la industria, a través de la
generalidad de gobiernos que se sucedieron en la larga etapa histórica que se ha
recorrido.
Con todo, hay que destacar que este posicionamiento del Estado en favor de la industria,
y la sustitución de importaciones tuvo claros límites en la evolución de las
exportaciones y del sector agropecuario. Es decir, más allá de aquella digresión sobre un
“mercado político” donde juegan las presiones políticas del agro y la industria, a fin de
determinar cuál es el nivel conveniente de precios internos del agro para uno u otro
sector, también es de importancia determinar cuál es el nivel de precios agrarios
consistente con el equilibrio externo. En última instancia, proteger a la industria bajo
342
Bergsten, et al., (1978).
330
Los ciclos de “stop and go” son una demostración incontrastable de que la expansión
industrial, de ocupación y de salarios tenían un límite crítico en las importaciones que
impulsaban, consistente en el nivel máximo equivalente de exportaciones agropecuarias,
con las cuales –básicamente- se pagaban tales importaciones. No obstante, en cuanto se
analizó la evolución de la discriminación a lo largo del tiempo, resultó clara la
disminución tendencial de la protección industrial así como la de la discriminación al
campo y dado un aumento de la productividad agraria y las exportaciones, dejaron de
reiterarse los ciclos stop and go, hacia fines de los años 60 .
Igualmente, de este esquema básico del stop and go, se puede deducir que el salario real
operó entre un mínimo y un máximo. El primero resulta del nivel necesario para generar
una retracción de la actividad y las importaciones, mientras que el último resulta del
nivel que se transforma en desencadenante de importaciones excedentes respecto del
nivel máximo sostenible por las exportaciones agrarias.
Pero lo que resulta importante destacar es que a los fines de sostener la producción y la
producción agropecuaria, las exportaciones y el crecimiento, no se debían alcanzar
niveles de renta agraria real que desalentasen al sector. Al habérselo hecho se vulneró la
posibilidad de un crecimiento económico mayor, al no poder sostenerse –discriminación
agraria mediante– la producción y exportación agraria que sostuviese las necesidades de
la expansión industrial.
Esta lectura, con todo, es de mayor aplicación en los años que van desde los 40 hasta
mediados de los 60. Luego de una baja de la discriminación entre 1964 y 1967, ésta
aumentó entre 1967 y 1969, volviendo a aumentar entre 1973 y 1976, pero la década de
oro internacional de los 60 y el alza de los precios internacionales de las materias
343
Sturzenegger, (2007).
331
En última instancia, cabe reiterar señalamientos importantes que se han hecho a lo largo
de las páginas de este capítulo. La puja distributiva que tiene entre sus expresiones más
marcadas a la política de retenciones y que, obviamente, también la tiene en la política
cambiaria, surge de las limitaciones del sector externo y, especialmente, de las
condiciones de evolución del comercio exterior.
Pero en este último caso, un bajo tipo de cambio efectivo agrario puede ser compensado
por mayores precios y demanda internacional, de forma que los ingresos del sector
Es evidente que el caso opuesto es el largo período que va entre 1975 y fines de los años
ochenta, en el que la economía internacional se desenvuelve entre la inflación y el
estancamiento, determinando una insalvable puja distributiva interna entre agro e
industria.
Bibliografía y Fuentes.
Fuentes
Referencias bibliográficas.
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1930)", Revista de Historia, n° 7, 1997, Universidad Nacional del Comahue.
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Trusts Anglonorteamericanos y Nuestra Soberanía. Buenos Aires, Editorial PAIDOS.
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Argentina." World Bank Technical Paper, no. 294, 1995.
CAPÍTULO 11
En distintos pasajes de los dos últimos capítulos se ha hecho referencia tanto al final de
la industria frigorífica exportadora tradicional como a las crecientes dificultades de
exportación que se plantean desde el mercado internacional, a partir de los años setenta.
Las consecuencias negativas del nuevo ciclo económico internacional, que se extendiera
a partir de mediados de los años 70 y por más de quince años, afectaron el nivel y
estructura de las exportaciones de Argentina y a su economía, en general.
Los propios fundamentos del éxito del sistema Bretton Woods parecen haber sido
también la causa de su declinación definitiva. Al decir de Jeffrey A. Frieden, este orden
“combinaba el internacionalismo con la autonomía nacional, el mercado con la
protección social, la prosperidad con la estabilidad social y la democracia
política…Combinaba los favores al empresariado con una participación sustancial del
Estado en la economía, una amplia red de seguridad social y movimientos sindicales
políticamente poderosos. El resultado fue una densa combinación entre mercados
activos y gobiernos intervencionistas, grandes empresas y movimiento sindical,
conservadores y socialistas, que permitió las tasas más altas de crecimiento y la
estabilidad económica más duradera de la historia moderna”345.
Pero desde fines de los años 60, la economía se fue aproximando a una etapa de crisis
sucesivas con epicentro en Europa Occidental y Estados Unidos y repercusiones y
réplicas en el resto del mundo. Durante los 70, en los países avanzados, el crecimiento
disminuyó a la mitad de la tasa promedio del período 1945-1970, la desocupación se
duplicó o triplicó respecto de la de este período y la inflación –después de la crisis del
petróleo de 1973– alcanzó un nivel cuatro veces superior a la media de igual período.
Los años 80 revelaron los esfuerzos por un regreso a la estabilidad, pero ésta no fue
totalmente alcanzada y las políticas estabilizadoras resultaron costosas en términos de
crecimiento económico, con lo cual la muy desfavorable situación iniciada en los 70 no
pudo ser revertida aun a fines de los años 80.
Así, acuciados los sectores políticos y económicos por una continua crisis, reveladora
del final de los consensos de 25 años antes, pasaron a debatirse entre sostener el
compromiso con la economía global o retornar a un manejo autárquico de sus
economías nacionales, como había ocurrido en el final de la primera globalización en
los años 30.
345
Frieden, (2007), p. 396.
337
Lo curioso es, con todo, que este retroceso de grandes proporciones sucedió al limitado
lapso de bonanza económica registrado entre 1971 y 1973. El colapso de Bretton
Woods levantó las restricciones sobre los tipos de cambio y los gobiernos se vieron
libres para estimular sus economías.
La economía mundial dio un salto entre 1970 y 1973, al crecer la producción industrial
de las principales economías entre un 15 y un 25%. La oferta monetaria aumentó un
40% en Estados Unidos, en igual período, y un 70% en Gran Bretaña entre 1972 y
1973346.
346
Eichengreen, (1996).
347
Frieden, (2007), pp. 479-488.
348
Eichengreen, (1996).
338
A su vez, esto fue posible por la captación de las ganancias petroleras por parte del
sistema financiero occidental, lo que permitió expandir su capacidad prestable y
determinó que en los países centrales se facilitase la existencia o subsistencia del déficit
fiscal. Además, en los países periféricos, con este mismo origen, se logró la obtención
de mayores préstamos internacionales con los que se financió tanto el déficit fiscal
como los déficits de comercio exterior.
Dado que, mayormente, los tipos de cambio fijos habían desaparecido luego de 1971,
las devaluaciones o depreciaciones cambiarias eran continuas y la limitación en la
expansión monetaria que exigía la paridad fija no se verificaba ahora en los tipos de
cambios flotantes, libres o intervenidos.
fines de los años 70, la inflación en Estados Unidos había alcanzado el 15% anual, la
desocupación iba camino de duplicarse –pasando del 4 al 7,6%- mientras que en Francia
e Inglaterra también lo hacía y en Alemania se triplicaba, al igual que en Bélgica,
Holanda y Dinamarca –con una tasa de desempleo media del 10% para todos ellos,
durante los años ochenta–.
Europa, entre los años 70 y 80, avanzó a través de logros de excepción como la
integración de los países de Europa Oriental que, con la caída del régimen comunista de
Moscú, dejaron de estar bajo su órbita de dominio y fue superando las limitaciones que
349
Eichengreen, (1996).
340
Así se demostraba que en ese lado del Atlántico Norte la globalización seguía un curso
promisorio aun cuando su sostenimiento estuviese signado por un extraordinario
esfuerzo que pasaba por la reunificación de Alemania, la incorporación de toda Europa
Oriental a la economía de mercado y, al mismo tiempo, la recuperación de los ejes de
coordinación internacional de políticas económicas, dentro del bloque europeo y hacia
fuera de él, que se habían perdido con la caída de Bretton Woods350. Pero, en rigor,
donde la antigua y renovada apuesta a la integración política y económica mundial tenía
dificultades de mejorar sus chances de ganar era en el espacio propio de los líderes
fundacionales de la globalización originada en 1945, los Estados Unidos.
350
Eichengreen, (2008).
341
Esto tuvo una importancia singular porque desde Bretton Woods que Estados Unidos no
había reducido la cantidad de su moneda circulante en el mundo. Así, los inicios de los
años 80 presentaron una contracción efectiva del dinero, la caída de la inflación, una
disminución importante de la actividad económica y la apreciación del dólar americano
en relación con las monedas europeas. En realidad, como causa última de estos hechos
se puede identificar al proceso de recesión que se desarrolló y que fuera considerado
como el mayor retroceso económico después de la depresión de los años 30.
Aunque esto significó todo un logro antiinflacionario, después de una década en que la
inflación había avanzado continuamente, éste se podría haber constituido en tan solo un
momento o circunstancial desvío de la larga trayectoria emisionista de Estados Unidos.
En efecto, tan solo es necesario tomar en cuenta que por más de veinte años se había
llegado a considerar que este país actuaba como el banco central mundial que abastecía
de billetes a todo el mundo, permitiendo esto financiar el comercio y la inversión
internacionales. En tanto, para Estados Unidos, resultaba ser, el expediente de la
impresión de dólares, la forma de hacer frente a un crónico déficit en el balance de
pagos que facilitaba, recíprocamente, el resultado inverso en Europa, donde se hacía
crónico el superávit externo.
Sin embargo, si bien es cierto que la insistencia en la reducción del volumen monetario
para detener la inflación comenzó a desaparecer después de los primeros indicios de que
ésta iría disminuyendo, subsistió una central preocupación por mantenerla controlada
342
dentro de un rango de tasas marcadamente inferior al que se alcanzara durante los 70,
cuando, luego de 1973, la media inflacionaria anual era del 10% y, a partir de 1979,
podría haberse elevado aún más –dado que en 1979 había llegado al 15% anual-, de no
mediar la reacción antiinflacionaria finalmente implementada.
La trayectoria inflacionaria de entre 1970 y 2003 muestra que, desde una inflación anual
no mayor al 5% en el inicio de los años 70, se pasó entre 1973 y 1980 a una escalada en
las tasas de inflación que, luego de alcanzar su pico máximo en este último año, se logró
revertir desde allí hasta descender nuevamente a aquellos menores niveles previos a
1973. Así, una inflación de no más de un 5% anual se logró mantener por más de los
quince años posteriores a mediados de los ochenta.
Con todo, la etapa “monetarista” del gobierno de Reagan duró hasta 1985, actuando en
ella, además de Volcker, Donald Regan y Beryl Sprinkel, Secretario y Subsecretario del
Departamento del Tesoro, respectivamente, ambos comprometidos con la proposición
monetarista de que una tasa estable de crecimiento del dinero generaba una inflación
estable y un tipo de cambio estable. También se encontraba involucrada, aparte de la
ortodoxia monetarista, la escuela del “lado de la oferta”, encabezada por el Jefe de la
Oficina de Presupuesto, David Stockman.
Éste, por su parte, insistía particularmente en una reducción importante de los impuestos
que aumentase la rentabilidad de las empresas y, en consecuencia, la producción,
mientras que sostenía, a su vez, una contracción de un gasto público elevado que
obstaculizaba también el desarrollo del sector productivo, al impedir la eficiencia
global, por su carácter distorsivo de las condiciones de libre mercado.
Lo cierto es que solo bajaron los impuestos, el gasto público se elevó notablemente en
orden a satisfacer ambiciosos planes de defensa y se prolongó un “efecto-expulsión” en
351
Eichengrren, (1996); Eichengreen, (2008).
343
la competencia entre sector público y sector privado por la menor oferta de dinero
disponible, que se tradujo en la continuidad de altas tasas de interés –aunque menores a
las correspondientes al momento inicial del “shock” monetarista–, ingreso de capitales
extranjeros atraídos por éstas, apreciación del dólar y limitado impulso a la producción.
Al comienzo del segundo período de Reagan, en 1985, la oficina del Tesoro quedó a
cargo de un funcionario pragmático, James Baker, no hubo cambios en la política fiscal
expansiva, pero así como el gasto público y el déficit fiscal se ubicaban en máximos
históricos, igualmente se recurrió a un acendrado proteccionismo solo comparable al de
50 años antes para favorecer el comercio exterior y a sus influyentes grupos de presión
sectorial.
352
Eichengreen, (1996).
353
Williamson, (1990).
344
La explicación radica en que a diferencia de los años 70 en que tanto a uno y otro lado
del Atlántico Norte las políticas monetarias pasivas habían resultado sostén simple de
un proceso inflacionario creciente, los años 80 se iniciaron con restricción monetaria y,
luego, el déficit presupuestario en lugar de ser financiado vía emisión monetaria lo fue a
través de un ingreso de capitales internacionales.
Estos, posibilitaban una mayor liquidez interna pero al apreciar el valor de la divisa
americana, deprimían los precios de los bienes comercializables internacionalmente –
bajando la inflación– y desalentaban la actividad económica al ingresar solo a cambio
de las altas tasas de interés que sostenía la persistente demanda financiera del sector
público.
Tanto la alta inflación como una profunda recesión habían quedado atrás, pero ahora, un
escenario de inflación y estancamiento económico –bautizado como “estanflación”- se
proyectaba como una nueva perspectiva desalentadora para la continuidad de esta
segunda etapa de globalización.
Si bien no terminó en una caída definitiva con el final del dólar como moneda patrón en
1971, evidentemente había perdido el rumbo cuando durante los años 80 la producción,
la inversión y el comercio mundial –pilares fundamentales del proceso globalizador–
habían retrocedido notablemente y así se configuraron las condiciones por las que ésta
se dio en llamar la “década perdida” de los 80.
En 1989, Reagan le había dejado a Bush –padre- un déficit anual de 152 mil millones de
dólares que este último llevó a 290 mil millones en 1992 –equivalente a 5% del PIB-,
mientras que Clinton se encargó de reducirlo a tan solo 22 mil millones en 1997 –
equivalente a 1% del PIB.
Además, en el 1989 la deuda pública alcanzaba los 2,9 billones de dólares, habiendo
partido de 0,995 billones en 1984.
En 1997, aun bajo la presidencia de Clinton, la deuda había llegado a 5,7 billones,
aunque en el 1998 ya se pasaba a un superávit fiscal mínimo y en el 2000 se llegó a un
resultado igualmente positivo de 236 mil millones de dólares. A pesar de esto, el
345
Los primeros años de la década de 1970 se inscribieron en los últimos años de bonanza
económica en lo internacional y en el auge de las materias primas que también
beneficiara a las exportaciones agrarias argentinas, dentro del contexto de aumento de
estos precios internacionales que facilitaran las políticas expansivas de los países
centrales a partir de que abandonaran la limitación monetaria que les imponía la
convertibilidad oro-dólar.
354
Yergin & Stanislaw, (2008).
346
carne vacuna fue drásticamente restringida, al límite de una prohibición, entre ese año y
el siguiente, con el fin de que la producción europea pudiese satisfacer su propio
consumo, impactando esto plenamente sobre la exportación argentina.
El otro factor que incidió sobre la política económica nacional fue precisamente un
contexto político de inestabilidad. Tal como se señalara anteriormente, la guerrilla
urbana había crecido desde 1969 y, en cierta medida, había favorecido las condiciones
para la salida de los militares del poder y el regreso de Perón al país. Esto permitió el
regreso del peronismo al gobierno en 1973, pero en 1974 Perón falleció siendo
presidente y debió ser reemplazado por María Estela Martínez de Perón, la
vicepresidenta.
Gelbard, entre principios de 1973 y hasta tres meses después de la muerte de Perón,
sostuvo el denominado Pacto Social, eje de la política económica y del plan de
crecimiento. Éste consistía en un acuerdo entre empresarios y trabajadores en el que
como dato fundamental surgía la voluntad de acuerdo de no aumentar precios ni salarios
por ninguna de las partes.
Durante 1973 la inflación llegó a ser casi nula en el segundo semestre, pero el aumento
del precio del petróleo se trasladó a los productos industriales importados y la industria
reclamó por el alza del costo de producción debido a los mayores precios
347
Para 1975 la situación del sector externo seguía complicada ante el estancamiento de las
exportaciones agrarias. Uno de los ministros que se hicieron cargo del área de
Economía, Celestino Rodrigo, decidió devaluar en un 100% el peso, aumentar las tarifas
de los servicios públicos, liberar los precios y otorgar un aumento salarial de un 38%.
Este proceso respondía, en última instancia, a la crisis del sector externo determinada
por la caída en la demanda internacional de productos agrarios con eje principal en la
restricción de importaciones de la CEE, a partir de la crisis petrolera de 1973. En 1975
348
se acudió a la ayuda financiera del FMI para lograr superarla pero esto se mostró
insuficiente como para alcanzar la salida de la crisis.
355
Di Tella (1989).
356
Llach y Guerchunoff, (2007).
357
Basualdo, (1992).
349
Mientras que en 1976 la tasa de inflación anual había sido del 400% anual, desde 1977
se comenzó a ubicar en el orden del 150% anual. Una inflación mensual del orden del
10% comenzó a considerarse una “inflación normal” desde mediados de los años 70 y
este concepto se reiteró, luego, en el curso de los años 80.
Con una progresiva liberación del mercado cambiario, el alto costo financiero interno
comenzó a ser sorteado por el endeudamiento externo privado como público, ya que en
el exterior persistía aun la liquidez internacional y bajas tasas de interés, entre 1976 y
1978.
En 1977 se implantó una reforma financiera cuyo objetivo fue consolidar el ahorro
interno mediante un nivel de intereses lucrativo para el ahorrista e impulsor de una
inversión productiva de mayor rentabilidad. La eficiencia económica avanzaría y la
economía podría alcanzar una mayor competitividad internacional. El impacto inicial de
esta reforma, con sus altas tasas de interés fue recesivo pero el endeudamiento externo
tendió a compensar estas altas tasas internas.
Por este tipo de política también optaron los otros países del Cono Sur –Chile y
Uruguay- con resultados igualmente adversos359. La política implementada se basó en el
enfoque monetario de balance de pagos, modelo dirigido a la obtención de una
convergencia entre los precios internacionales y los internos correspondientes a los
bienes producidos o comerciados internacionalmente.
La clave para reducir los precios internos respecto de los internacionales era mantener
una pauta cambiaria descendente, lo que significaba contar con un tipo de cambio
preestablecido para cada uno de los meses de 1979, por lo que esto se conoció como
“tablita cambiaria”. Para sostener estos tipos de cambio prefijados, el Banco Central
debía restringir la expansión monetaria a la evolución cambiaria prevista.
Una baja expectativa cambiaria inicial hizo caer las tasas de interés inmediatamente,
pero tanto una limitada caída de precios internos como la subsistencia del déficit fiscal
fueron determinando una expectativa de devaluación superior a la prevista. Con un tipo
de cambio real cada vez más bajo, las importaciones crecieron velozmente y
comenzaron a caer las reservas internacionales. A esto también iba a contribuir la
reversión del flujo de ingreso neto positivo de capitales a un flujo negativo, en cuanto el
plan de estabilización no diese muestras de lograr sus objetivos. Y no pudo darlas, dado
que la disminución de la inflación no fue tan relevante como se esperaba.
La inflación anual de 1980 fue de un 90%, frente a un aumento del tipo de cambio del
20%. En marzo de 1981, la crisis financiera interna y externa se explicaba por la salida
de capitales y un déficit comercial provocado por el retraso del tipo de cambio frente a
la inflación. La deuda externa pública se había triplicado, respecto de 1976, para
financiar el déficit fiscal sin incurrir en emisión monetaria.
359
Díaz Alejandro, (1981).
351
La política económica inaugurada en 1981 terminó aplicando una devaluación del 400%
en ese año y los salarios reales cayeron en un 25% respecto de 1976, al situarse la
inflación en un 130%. Entre 1981 y 1982, el PIB cayó a razón de un 6% anual. En 1982,
una suerte de segunda reforma financiera se implementó para hacer caer el valor real de
la deuda privada –“licuación” del pasivo real de las empresas-, convirtiendo también su
deuda externa en deuda del Estado. Mediante otras medidas financieras se intentó
recomponer el capital circulante o de trabajo de las mayores empresas afectadas por la
crisis.
En este contexto, en 1983, el gobierno fue recuperado para la democracia, con el hecho
económico destacado que en ese año el monto de deuda externa pública era más de siete
veces superior al de 1976, cuando no alcanzaba los 7.000 millones de dólares.
Un acuerdo de apoyo financiero internacional del FMI fue alcanzado, sobre la base de
un programa económico bajo estos principios y la continua supervisión de su ejecución.
La indexación inflacionaria de salarios, de servicios públicos y tipo de cambio no logró
360
Basualdo, (1981); Basualdo, (1992); Canitrot, (1983).
352
contener el proceso inflacionario que se dirigió a un nivel en torno del 300% anual en
1984. Se avanzaba en la contracción del déficit fiscal pero la alta inflación y las
expectativas cambiarias alentaron una dolarización de la economía y altas tasas de
interés en pesos para resguardar el valor del dinero de su continua erosión inflacionaria.
El crecimiento del PIB de 1984 fue de tan solo el 2% anual, siendo que el único sector
que entre 1980 y 1984 pudo crecer a una tasa anual de alrededor del 3% fue el agrario,
lo que no significó mayor impacto sobre el resto de la economía, ya que entre 1980 y
1984 el crecimiento acumulado había sido negativo en alrededor de un 7%, incluyendo
la leve recuperación –de 2,5% anual promedio- de 1983 y 1984.
361
CEPAL, (1985).
353
Como inmediatamente esto surtió efecto ya que la inflación bajó rápidamente, le fue
posible al gobierno avanzar en la contracción monetaria y fiscal que había acordado con
el FMI. La caída en la inflación tuvo efectos beneficiosos sobre el aumento de la
recaudación fiscal y la disminución del gasto público. Antes de este cambio de régimen
inflacionario, el gasto público tendía a registrar inmediatamente los aumentos de precios
en función de que las compras de bienes y servicios se realizaban a los precios que
continuamente se establecían conforme el sostenimiento de las expectativas
inflacionarias.
Pero, por otro lado, la demora en el pago de los impuestos disminuía el valor real del
impuesto que se pagaba, ante la imposibilidad de una continua actualización de los
impuestos. La baja de precios, entonces, revirtió estos efectos, desacelerando el
aumento inflacionario del gasto público y aumentando el volumen real de la
recaudación fiscal. A esto se sumó el avance en las medidas fiscales restrictivas
acordadas con el FMI lo cual determinó la reducción en el déficit fiscal362.
362
Olivera, (1967).
354
lo que llevó a que el déficit comercial externo alcanzase los mayores niveles dentro de
la década de los años 80363.
Esto posibilitó una expansión monetaria considerable que sirvió también para financiar
el déficit fiscal aunque éste se había contraído a solo el 3,6% del PIB. Dentro de los
recesivos años 80, se obtuvo una alta tasa de crecimiento del 5,7% anual en 1986, pero
el mejoramiento de la demanda se comenzó a reflejar en el aumento de precios y
salarios, nuevamente, lo que determinó una inflexión en la política monetaria permisiva
de gran parte de 1986.
Entre fines de este año y principios del siguiente, la caída de reservas internacionales y
la insuficiencia de apoyo financiero externo demandaron un tipo de cambio mayor lo
que contribuyó al aumento del tipo de cambio y esto al de los precios.
363
CEPAL, (1987).
355
Por esta razón, la lucha cotidiana para lograr que el nivel de reservas internacionales
fuese el mínimamente indispensable, entrañaba una negociación casi permanente con el
FMI para que éste acordase las políticas monetario-fiscales o cambiarias y, en función
de esto, facilitase el reingreso de capitales y divisas para sostener las reservas
internacionales364.
Una vez realizadas las elecciones presidenciales en mayo de 1989, donde el radicalismo
gobernante perdió frente al peronismo, el presidente Raúl Alfonsín debió renunciar y
fue sucedido por Carlos Menem. A poco de asumir este último se realizó un acuerdo de
precios con los empresarios con la intención de bajar la inflación, cosa que también se
364
Basualdo, (1992).
356
hizo factible en razón de la fuerte caída de la demanda provocada por una disminución
de los salarios reales en un 60%.
El elevado tipo de cambio a que se había arribado fue también posible contenerlo en su
aumento, mientras se refinanciaba la deuda pública y se intentaba reducir el déficit
fiscal. Pero estos intentos volvieron a fracasar en razón de que las necesidades fiscales
no lograban reducirse y la emisión monetaria debía continuar satisfaciéndola.
Un notable ajuste fiscal y monetario se había hecho presente, de esta forma, en 1989, lo
que determinó que la especulación cambiaria y la fuga de capitales cesasen. En 1990,
aceleradamente, se iniciaron los primeros procesos de privatización de empresas
públicas –las de telefonía, aeronavegación y petroleras. Esto permitió hacer frente a
algunos pagos considerables de la deuda externa y llegar a una acumulación de reservas
internacionales de 4.400 millones de dólares entre 1989 y 1990, nivel que se
aproximaba a la masa monetaria en pesos que a valor dólar estaba en el orden de los
5.000 millones de dólares. Así se verificaba que la posibilidad de un ataque especulativo
de las tenencias monetarias en pesos sobre la cantidad de reservas internacionales era ya
bien limitado366.
En conclusión, de esta forma, luego de unos años 70 en que se había pasado de una
inicial pugna distributiva que exacerbaba la inflación para luego ser reprimida o
disciplinada por modelos monetaristas, en la etapa militar, y finalmente vuelta a
365
CEPAL, (1989).
366
Basualdo, (1992).
357
El crecimiento económico fue sostenido entre 1992 y 1998 pero las importaciones
industriales fueron también crecientes y sustituyeron a parte sustantiva de la producción
fabril nacional, generando una significativa desocupación, del 18% de la población
económicamente activa en 1998.
367
Williamson, (1990).
358
Las exportaciones totales se triplicaron respecto de los niveles de fines de los años 80
pero las importaciones también lo hicieron y las superaron en más de 1.500 millones de
dólares anuales promedio entre 1997 y 1999. Este déficit de comercio exterior se sumó
a los más de 10.000 millones de dólares netos pagados por servicios reales y
financieros, dentro de los cuales los servicios de la deuda externa eran centrales.
La profunda crisis económica que esto generó resultó aliviada, y luego revertida, a partir
de 2003 cuando, luego de una favorable renegociación de la deuda externa, los precios
internacionales de las materias primas iniciaron un firme camino ascendente,
permitiendo que la valorización de las exportaciones agrícolas, y de soja, en particular,
volviesen a impulsar el aumento de las reservas internacionales por más de siete años.
Fuentes y bibliografía.
Fuentes.
Bibliografía
Díaz Alejandro, Carlos F., (1981). Southern Cone Stabilization Plans, en W. Cline y S.
Weintraub (eds.): Economic stabilization in developing countries. Washington, The
Brooking Institution.
Olivera, J. H. G, (1967). “Money prices and fiscal lags: a note on the dynamics of
Inflation”. BNL Quaterly Review, vol. 20, n° 28.
Yergin, D., & Stanislaw, J. (2008). The Commanding Heights: The Battle between
Government and the Marketplace. New York, Simon and Schuster.
360
Concepto 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979(b) 1980(b)
I TRANSACCIONES CORRIENTES 158.9 -388 7 -222.9 720 2 127.2 -1284.6 650.1 1289.9 1833.6 -550.1 -4855.1
1 Mercancías 79.1 -127.7 36.4 1036.4 295.8 -985.2 883.5 1490.3 2565.8 1098.4 -2425 0
a) Exportaciones (FOB) 1773.2 1740.4 1941.1 3266.0 3930.7 2961.3 3916.1 5651.8 6339.5 7809.9 7975.0
b) Importaciones(CIF) -1694.1 -18668.1 -1905 7- -2229.5 - -3634.9 -3946.5 -3032.5 -4161.5 -3833 7 -6711.5 -10400
2 Servicios -234.8 -257.6 -255.3 -326. 5 -168.9 -304.0 -252.0 -231.7 -780.6 -1683.5 -2470.6
a;) cérvidos reales -12.3 -1.7 78 3 67.9 164.4 125.6 240,5 346.8 -99.8 -763.5 -936.5
b) Servicios financieros -222.5 -255.9 -333. 6 -394.4 -333.3 -429.6 -492.5 -578.5 -680.8 -920.0 -1534.1
3.Transferencias unilaterales -3.2 -3.4 -4.0 -10.7 0.3 4.6 18.5 31.3 48.4 35.0 40.5
II TRANSACCIONES DE CAPITALES 333.8 -13.7 377.3 204.8 -199.7 494.5 551.3 1034.0 132.5 4790.5 2198.4
1. De las empresas 328.8 -331.5 44.7 155.3 -111.8 116.8 -281.9 1135.6 713.8 4222.5 1921.6
a) Largo plazo 143.6 66.1 118.4 4.4 -50.2 -41.4 -51.5 676.7 2269.6 2620.6 3741.2
b) Corto plazo 185.2 -397.6 -73.7 150.9 -61.6 158.2 -230.4 458.9 -1155.8 1601.9 -1819.6
2. Del gobierno 82.8 128.4 -86.5 98.0 105.5 96.1 -183.4 -8.2 525.0 528.6 929.7
a) Gobierno locales 5.3 3.1 -3.1 -7.8 -2.1 -2.5 -3.6 -9.4 -1.3 4.3 249.0
b¡ Gobierno nacional 77.5 125.3 -83.4 -90.2 107.6 98.6 179.8 1.2 526.3 524.3 680.7
3. Del sistema bancario 2.1 13.6 -32.7 -42.3 -47.4 -21.8 -51.5 159.1 95.1 -24.6 -371.3
4. Capitales compensatorios 133.7 -131.0 -381.6 -208.4 187.8 -296.9 -1064.1 261.8 1367.4 140.4 142.2
(a)
5. Asignación de D.E.G. (a) -58.8 -47.1 -59.7 -18.4 -1.3 6.4 - - - -72.8 -73.5
6. Ajuste por cambio de - 2.3 -10.5 37.0 -40.5 -12.9 16.4 -9.3 -166.0 -131.9 212.9
paridad (a)
361
III ERRORES Y OMISIONES 5.1 17.8 12.7 -4.5 21.2 -1.0 -9.0 -97.4 32.3 201.9 -139.4
IV VARIACIÓN DE LAS 185.0 -384.6 167.1 921.0 -51.3 -791.1 1192.4 2226.5 1998.4 4442.4 -2796.1
RESERVAS MONETARIAS
INTERNACIONALES
Concepto 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980
Pública 2143.4 2526.8 3045.9 3316.4 3878.5 4941.0 6647.5 8126.7 9452.8 9960.3 14459
Privada 1732.4 1997.9 2046.0 167.0 1635.8 3143.8 3090.5 3634.5 4210.2 9074.4 12703
TOTAL 3875.8 4524.7 5091.9 4986.4 5514.3 8084.8 9738.0 11761.2 13663 19034.7 271352
FUENTE: BCRA.
Miles de pesos argentinos a precios de 1970 Composición porcentual Tasas de crecimiento (b)
1980 1981 1982 1983(a) 1970 1980 1983(a) 1981 1982 1983(a)
Producto Interno Bruto 9847 9233 8743 8988 100.0 100.0 100.0 -6.2 -5.3 2.8
Bienes 4608 4756 4027 4208 48.8 46.8 46.8 -9.8 -3.1 4.5
362
Agricultura 1246 1276 1358 1368 13.2 12.7 15.2 2.4 6.4 0.8
Minería 146 247 246 252 2.3 2.5 2.8 0.6 -0.7 2.2
Industria manufacturera 2464 2071 1972 2168 26.9 25.0 24.1 -16.0 -4.7 9.9
Construcción 652 562 451 420 6.4 6.6 4.7 -13.8 -19.8 -6.8
Servicios básicos 1408 1365 1345 1401 13.8 14.3 15.6 -3.1 -1.5 4.2
Electricidad, gas y agua 351 347 358 387 2.3 3.6 4.3 -1.1 3.1 8.0
Transporte, almacenamiento y 1057 1018 987 1014 11.5 10.7 11.3 -3.7 -3.0 20.8
comunicaciones
Otros servicios 3831 3712 3371 3379 37.4 38.9 37.6 -3.1 -9.2 0.2
Comercio, restaurantes y 1474 1374 1122 1162 15.2 15.0 12.9 -6.8 -18 3.6
hoteles
Finanzas, seguros y servicios 895 874 746 687 7.6 9.1 7.6 -5.3 -11.9 -8.0
prestados a las empresas
Servicios comunales, sociales y 1462 1491 1503 1530 14.6 14.8 17.0 2.0 0.8 1.9
personales
(b) Las tasas de crecimiento fueron calculadas sobre los datos redondeados.
FUENTE:
Índices (1980=100)
Poder de compra de las 110.1 116.7 116.6 91.4 75.9 99.9 99.6
exportaciones de bienes
Qúamtum de las exportaciones 126.9 124.2 144.2 133.1 128.6 157.8 155.3
de bienes -
Relación de precios del 86.6 93.7 80.7 68.5 58.9 63.1 64.1
intercambio de bienes
ARGENTINA. DEUDA EXTERNA REGISTRADA EN CONCEPTO CAPITAL A FINES DE AÑO (a) (millones de
dólares)
(a) Incluye deuda externa registrada más atrasos por todo concepto.
(b) Cifras estimadas.
366
FUENTE: Banco Central de la República Argentina; Centro de Industriales Siderúrgicos; Asociación de Fábricas de Automotores y Asociación de
Fábricas Argentinas de Tractores.
(a) Cifras preliminares.
(b) Incluye arrabio y hierro esponja.
(c) Incluye la producción destinada a la relaminación en frío.
(d) Cifras no sumables a la producción de laminados en caliente.
(e) Corresponde a despachos al mercado nacional y exportaciones
367
Capítulo 12
Los estudios sobre discriminación agraria, revisados en el capítulo 10, sostuvieron que
en el conjunto de productos tradicionales de exportación, trigo, maíz, carne vacuna y
desde los mediados de los años 70, leche y soja, la eliminación de retenciones hubiese
significado un mayor aumento de las exportaciones que el que se diera entre 1960 y
1990, período en el que las retenciones a las exportaciones agrarias fueron aplicadas
continuamente.
Esta tesitura es una proposición razonable pero tiene una fuerte limitación que no se
presenta en relación con las retenciones y su impacto sobre la oferta agraria exportable,
sino que surge de la demanda que es crucial en la determinación de esta oferta, la
demanda externa de productos agrarios.
En este último caso, una eliminación de retenciones hubiese hecho más rentables las
exportaciones pero no hubiese evitado que cayesen, dada la caída de la demanda externa
que las determina.
368
El impacto fue tan notable en carnes, trigo y maíz que se puede decir que la estructura
exportadora tradicional de los años 50 y 60 resultó desarticulada a partir de los 70 y que
esto se profundizó en los 80 –siempre a consecuencia del proteccionismo del bloque
europeo, principalmente-. Pero esta misma política de la CEE, en tanto, dejó abierta la
puerta para el ingreso de un producto no tradicional hasta los 70, la soja370.
Con más detalle, las carnes vacunas tuvieron dos años de exportaciones muy bajas en
los 70, en 1974 y 1975, cuando la CEE contrajo, drásticamente, las importaciones de
carnes, dado que su producción bovina llegó a ser excedentaria respecto de la demanda
de carne vacuna, luego de años de aplicación de subsidios a la producción, a partir del
inicio de la PAC, en 1968371.
Mientras que la CEE (de los 6), Estados Unidos y Reino Unido explicaban 500 mil
toneladas sobre las 715 mil toneladas exportadas por Argentina en 1970, o un 70% del
total, en 1974 y 1975 sobre exportaciones totales que se redujeron a 250 mil toneladas,
369
Llach y Guerchunoff (2007).
370
Devoto (1993).
371
Canzanelli (1988).
369
en promedio anual, el 50% correspondió a la CEE, mientras que el Reino Unido redujo
en un 50% sus importaciones de los años 1970 a 1973372. Luego de una recuperación de
las importaciones entre 1976 y 1979, a partir de 1980 se redujeron continuamente las
importaciones de la CEE y del Reino Unido hasta determinar un promedio de
exportaciones de este producto que no superaban un promedio anual de 250.000
toneladas entre 1984 y 1989.
Con el ingreso del Reino Unido a la CEE, éste se suma a la fuerte restricción
comunitaria de la importación de carnes y la histórica relación comercial, en torno de
las carnes, entre Gran Bretaña y Argentina tocaba a su fin, en 1974. Las exportaciones
argentinas de trigo, por su parte, luego de un promedio anual de 2 millones y medio de
toneladas entre 1955 y 1964, ascendieron a un promedio de 3,7 millones anuales entre
1965 y 1969, con un 75% de participación de la CEE en el destino de estas
exportaciones.
Pero a partir de los 70 la exportación de trigo se redujo a 1,5 millones de toneladas entre
1970 y 1974, cuando todavía la participación de la CEE era del 60%. En la última parte
de los 70 las exportaciones de trigo volvieron a recuperar hasta 3,2 millones de
toneladas, pero la CEE participaba con el 39% del total de exportaciones, nivel que se
redujo a 15 o 20% en los 80.
372
Devoto (1993), pág. 81.
370
destacó la Unión Soviética, afectada por el boicot cerealero que le aplicó Estados
Unidos, a principios de los 80373.
Las exportaciones de maíz pasaron de 1,3 millones de toneladas entre el 1955 y 1959, a
2,6 millones entre 1960 y 1964, para luego ubicarse en 3,6 millones de toneladas entre
1965 y 1969 y en 4,8 millones entre 1970 y 1974, todas cifras promedio anual. La
participación de la CEE en las exportaciones argentinas hasta 1969 fue de un 75%. En
los años 70 se redujo a un 50% y en los 80 cayó a alrededor de un 18% promedio,
exportándose maíz, en un 80%, entonces, a otros destinos diferentes que el de la
CEE374.
El caso de la carne vacuna es todavía más desfavorable que el de estos otros, porque el
reemplazo de un mercado de carnes por otro no se da, simplemente, en términos de
373
Devoto (1993), pág. 77.
374
Devoto (1993), pág. 79.
371
En este caso de las carnes vacunas se puede afirmar que las barreras y medidas
proteccionistas de la CEE y del Reino Unido, luego de su ingreso a la CEE, resultaron
medianamente infranqueables y determinaron una caída definitiva en el potencial
exportador del sector, a partir de los años 70, ya que estos mercados no fueron
sustituidos por otros y esto hizo imposible su recuperación en los 80, tal como en alguna
medida se logró en el caso del trigo y del maíz.
La pérdida de estos mercados europeos se debió a que la protección del agro europeo
impulsó definitivamente la producción local y ésta sustituyó las importaciones de estos
productos en los años 70, pero luego se generaron excedentes de producción sobre el
consumo interno, en los años 80, que terminaron exportándose y compitiendo, inclusive,
por la conquista de otros mercados, con los más tradicionales países proveedores de
materias primas agrarias, la Argentina, entre ellos.
Esta síntesis básica indica que la aplicación de la Política Agraria Común logró producir
en el mercado internacional agrario una reestructuración que significó también un
cambio estructural en la producción y comercialización del agro de aquellos países que
como Argentina habían sido principales exportadores.
375
Canzanelli (1988); Canzanelli (1993).
372
Aunque visto desde los terceros países que comerciaban en los años 50 o los 60 con la
Europa Occidental, la satisfacción de las necesidades alimentarias de sus pobladores era
factible a través de sus exportaciones agropecuarias con este destino, la experiencia de
la Segunda Guerra y de la inmediata posguerra hicieron conciencia de un posible
retorno a faltantes de alimentos indispensables y a la imposibilidad de garantizar la
alimentación de la población en forma permanente.
376
Devoto (1993).
373
377
Eichengreen (1993); Puiggros (1957).
374
Luego del pago de derechos de aduana y el flete, se estableció que los productos
agropecuarios importados deberían pagar un prelievo variable que igualara el precio
total de importación con el precio interno de los productos europeos, garantizado por la
CEE. Por lo tanto, el costo de importación de productos agropecuarios extranjeros,
previamente más bajo, se había encarecido notablemente con los prelievos y esto
redirigía la demanda de alimentos hacia las producciones nacionales. Obviamente, el
crecimiento de éstas últimas era continuamente impulsado al tener que suplir la falta o
insuficiencia de aporte de los alimentos de origen extranjero por su alto costo de
importación. En cuanto se hizo referencia al reglamento de la carne vacuna de 1964, allí
se pudo observar, con precisión, el caso de aplicación de prelievos en este producto.
En tanto, Argentina luego de que aquel Plan perdiese relevancia por la autogeneración
de fondos por parte de los europeos, en los 50, logró aumentar sus exportaciones de
sorgo y maíz –destinados a alimentación animal– a la CEE y continuó aprovechando la
antigua “relación especial” con Gran Bretaña hasta su ingreso en la CEE en 1974, a la
vez que España resultó ser otro país importante para las tradicionales exportaciones
argentinas.
378
Delorme (1987).
375
Pero tal como fue dicho, el predominio creciente en cereales de la CEE en el mercado
internacional fue paralelo al progreso del sistema americano de producción de carnes,
en base a la alimentación de animales con soja y otros oleo-proteinosos.
379
Devoto (1993).
376
Pero en 1973, a causa de una sequía, Estados Unidos contrajo sensiblemente sus
exportaciones de soja a la CEE, la escasez de alimentos para animales redujo la
producción de carnes y la seguridad alimentaria quedaba amenazada. Además, largos
años de soja barata tocaban a su fin. Respondiendo al desafío de esta nueva situación, la
CEE impulsó la producción de colza, girasol, arvejas y habas, pero, a su vez, diversificó
380
Charvet y Dorel (1987).
377
sus importaciones, de lo cual resultó beneficiario Brasil, primero, y años más tarde,
Argentina.
En Brasil, el trigo reconoce una larga crisis entre fines de los 50 y buena parte de los 60
–centrada en el estado de Río Grande do Sul– y a esto se une que la producción y
exportación de café que había tenido su auge en los 50, en los 60 entra también en una
fase de declinación –en el Estado de Paraná–. Estas caídas en los resultados del trigo y
del café fueron compensadas progresivamente con el desarrollo de la soja. En Paraná
para 1967 había más de 600.000 hectáreas dedicadas a la soja y la producción alcanzaba
las 120 mil toneladas, mientras que en 1972 se llegaba a 1,5 millones de toneladas
anuales.
Las empresas transnacionales parecen haber tenido mucho que ver con este desarrollo
temprano en Brasil, pero en Argentina solo se puede ubicar al año 1977 como el año de
despegue de la soja, a pesar de que la multinacionales actuantes en Brasil eran las
mismas que estaban en la Argentina381.
Es decir, Argentina recibió con cierta pasividad, durante los primeros años de la PAC,
los efectos discriminatorios de ésta en contra de sus exportaciones tradicionales. Estos
solo fueron compensados muy parcialmente por los acuerdos comerciales del gobierno
381
Muller (1979).
378
de Perón de 1973 con los países socialistas de la URSS, de Europa del Este y Cuba, a lo
que se sumaron algunos países de Oriente Medio.
Solo entre fines de 1976 y de 1978 se demostró que el costo del creciente
proteccionismo europeo podía ser compensado mediante la caída de las retenciones a las
exportaciones, ya que luego de un recorte progresivo, al final de ese período habían
quedado eliminadas. En ese marco, además, la producción de soja creció notablemente
y junto con otros principales cultivos –trigo, maíz y girasol–, la producción pasó de las
20 millones de toneladas de mediados de los años 70 a 35 millones de toneladas, a
principios de los 80.
Los precios de estos cultivos principales no tuvieron, en esa segunda parte de los 70,
además, una evolución tan positiva que explicase demasiado este notorio repunte de la
producción. Las exportaciones también crecieron pero –como se ha visto– en trigo y
maíz se trató más de una recuperación respecto del retroceso de la primera mitad de los
70 que un notable aumento sobre niveles previos a esta caída.
382
Guerchunoff y Llach (2007); Barsky, et. Al. (1988).
379
Queda claro, en este panorama, que tanto por la baja de la discriminación agraria en lo
interno y por la priorización de la producción ganadera y de la demanda externa de sus
insumos de alimentación, la demanda de carnes por la CEE caía indefectiblemente y
aumentaba la demanda de sus productos intermedios, los óleo-proteinosos.
El maíz, inclusive, cayó en su extensión de cultivo a expensas del trigo como primera
cosecha y luego, la soja, como segunda. Por otro lado, el complejo exportador aceitero
que se había empezado a impulsar en 1974, con retenciones más bajas que la de granos
aceiteros –sin triturar–, dio sus frutos en la segunda mitad de los 70 ya que aceites y
harinas de soja y girasol habían alcanzado una evidente expansión, a la par que
alentaban el cultivo de soja. En la estadística de exportaciones de manufacturas se puede
observar que mientras en 1973, los frigoríficos explicaban el 39% de estas
exportaciones, en 1979, el 21% y en 1986, el 11%. En tanto, las aceiteras pasaban, en
estos mismos años, del 11%, al 15% y, finalmente, al 32%383.
383
Azpiazu y Kosacoff (1988).
380
Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.
1970 100
1971 68
1972 98
1973 77
1974 40
1975 37
1976 74
1977 82
1978 103
1979 97
1980 66
1981 68
1982 73
1983 58
1984 35
1985 36
3. La evolución del mercado internacional de carne bovina entre los años 70 y 80, a
través de sus segmentos principales, el circuito aftósico y no aftósico.
En el circuito no aftósico se destacan Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea y resto del
Sudeste Asiático, como importadores de carne, siendo sus principales proveedores
Australia, Nueva Zelandia y, en menor medida, algunos países de América Central.
Los exportadores de la propia zona de la CEE aportaban un 40% del volumen total que
se comercializaba en esa región, hasta principios de los años 70. Argentina exportaba
sustancialmente, entonces, para cubrir, junto con los restantes exportadores
sudamericanos, el faltante de producción necesario para satisfacer el consumo total de
este mercado. Dadas las restricciones aduaneras de la CEE, los precios netos de
exportación resultaban un 40% inferiores a los que Australia obtenía en el mercado no
aftósico.
Hasta los años 70 la CEE era uno de los principales importadores netos en el comercio
mundial de carne vacuna, pero desde fines de los 70 se transforma en un exportador
382
neto, con lo cual esto termina afectando a los países tradicionalmente exportadores –de
Sudamérica y Oceanía–.
Durante los años 70, la CEE registró altos niveles de importación entre 1971 y 1973,
entre 700 mil, en 1971, y 1 millón de toneladas entre 1972 y 1973, pero el crecimiento
de su producción determinó la reducción fuerte de sus importaciones desde 1974. En
todos los años que van desde allí hasta 1985 el promedio de importación cayó a 400.000
toneladas promedio384.
En tanto las exportaciones de la CEE durante los años 70 exhiben un total promedio que
no excede las 180 mil toneladas promedio, en los 80 éstas superan las 600 mil toneladas
anuales.
CUADRO 1.3.2. EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES TOTALES DE CARNE BOVINA DE LOS PRINCIPALES EXPORTADORES
DE LOS CIRCUITOS AFTÓSICO Y NO AFTÓSICO (miles de toneladas en términos de res con hueso)
Circuito Aftósico
AÑOS Argentina Brasil Uruguay C.E.E. Europa Oriental TOTALES
1977 583 226 122 152 340 1.423
1978 750 161 108 168 379 1.556
1979 698 140 75 338 397 1.647
1980 469 205 112 642 404 1.832
1981 486 293 165 662 381 1.987
1982 522 361 162 481 392 1.918
1983 415 463 222 603 400 2.103
1984 250 478 131 790 400 2.049
1985 250 484 120 805 420 2.089
Circuito no Aftósico
AÑOS Australia Nueva Zelandia EE.UU. Canadá América Central TOTALES
1977 1.140 403 47 110 130 1.830
1978 1.200 357 60 95 156 1.868
1979 1.100 343 78 88 158 1.767
1980 855 344 80 105 113 1.527
1981 710 347 100 112 121 1.390
1982 940 366 115 140 91 1.652
1983 770 372 125 138 81 1.486
1984 617 284 151 105 65 1.222
1985 707 362 151 117 65 1.402
384
Canzanelli (1988), págs. 33 y 34.
383
Carne de Vaca
Australiana Sin hueso
sin hueso Argentina Argentina Diferencia en
CIF USA FOB BS.AS. CIF USA u$s
(u$s/tn) Corrientes
Años (1) (2) (3) (4) =(1) - (3)
1975 1.202 1.033 1.269 (67)
1976 1.477 836 1.072 405
1977 1.383 951 1.187 196
1978 2.015 899 1.129 886
1979 2.782 1.749 1.979 803
1980 2.635 2.053 2.295 340
1981 2.340 1.843 2.068 272
1982 2.310 1.385 1.640 670
1983 2.300 1.300 1.555 745
1984 (*) 2.160 1.272 1.521 639
1985 (*) 2.166 1.210 1.493 673
(*) Provisorio.
FUENTE: FAO, Anuario de Producción. Junta Nacional de Carnes y A.M.L.C.
Canzanelli, Liliana (1988): Diagnóstico Sobre El Comercio Exterior De Carne
Vacuna En La República Argentina. Buenos Aires, IICA.
385
FAO, (1984).
384
Años
Países 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977
Brasil 110 112 109 103 103 107 107
Canadá 97 98 95 93 94 99 104
C.E.E. 89 83 84 98 101 97 95
China 107 107 109 107 95 105 108
Egipto 97 95 95 96 91 80 85
Estados Unidos 92 91 91 93 93 93 92
Hungría 177 189 182 180 314 168 189
India 100 100 100 100 100 100 101
Japón 83 79 58 81 84 69 73
Perú 85 87 84 93 95 94 94
Polonia 120 128 131 150 132 107 100
Rumania 138 145 153 154 142 146 154
Sudáfrica 88 89 90 87 89 89 94
Suiza 106 101 97 96 91 90 95
Túnez 93 95 94 91 87 87 89
U.R.S.S. 98 99 99 94 92 95 93
De esta forma, las importaciones netas europeas de principios de los años 70 pasaron a
constituirse en exportaciones netas en los 80. Un cambio estructural en el mercado de
carnes forjado en los 70 pareció consolidarse a principios de los 80. La larga historia de
fuertes exportaciones argentinas a Gran Bretaña y otros países de Europa Occidental
alcanzó una fuerte declinación a principios de los años 80.
Ese cambio estructural se revela porque los países de la OCDE generan el 45% de la
producción mundial de carne vacuna, el 75% de las exportaciones y absorben el 66% de
las importaciones mundiales. Esto significa que Estados Unidos y la CEE son
determinantes de buena parte de las importaciones totales, mientras que el resto de éstas
se originan en la URSS, Asia y África.
Parte de los países importadores de la CEE son abastecidos por los propios exportadores
dentro de la CEE u otros europeos –Irlanda y los del Este de Europa–, entre ellos. Los
otros exportadores importantes en la satisfacción de las necesidades de importación de
la OCDE, son los de Nueva Zelanda y Australia. Finalmente, se ubican los países de
América del Sur, Brasil, Uruguay y Argentina. Pero es importante destacar que mientras
las exportaciones crecieron fuertemente por parte de la CEE en el período 1970/85,
cayeron en los casos de Argentina y Uruguay.
Por su parte, estos y otros países desarrollados observaron una tasa decreciente en las
importaciones, ya sea porque sus producciones sustitutivas del producto importado
aumentaran o porque esto respondía a una disminución del consumo de carne vacuna y
un aumento del consumo de aves y cerdos.
En la composición del total exportado por estos países, mientras que en 1971 Brasil
participaba con un 6%, en 1985, lo hizo con un 17%, mientras que Argentina recorrió el
camino inverso, pasando de un 15% en 1971 a un 6% en 1985. Los restantes países
conservaron su participación de 1971 en el total de 1985.
386
Mundo % 2,5
Australia 2,70
Brasil 7,91
Nueva Zelandia 2,60
Argentina (3,92)
Uruguay 2,80
Estados Unidos 7,96
C.E.E. 14,29
Mundo % 2,24
Estados Unidos (1,01)
C.E.E. (2,56)
U.R.S.S. 8,88
Japón 9,43
Canadá 0,86
Brasil 0,68
386
Canzanelli (1988), Cuadro 1.27 y 1.29.
387
Además, en estos últimos años aparecieron otros exportadores netos de carnes como
Hungría, Rumania, Guatemala, Honduras, Turquía y Yugoslavia.
Estados Unidos, por su parte, siendo el principal importador neto mundial de carnes
vacunas, absorbió alrededor del 25% de las importaciones totales, desde los años 70
hasta 1985.
El segundo más importante, la Unión Soviética, alcanzaba un 11% del total, a 1985, lo
que implica que, desde 1971, sus importaciones tuvieron una tasa de crecimiento del 9%
anual. Japón y Canadá también eran compradores de carnes y el incremento de Japón
había sido a razón del 9% anual.
La CEE siguió importando, a pesar de ser el primer exportador neto en el mundo, y esto
significaba que el 11% del total de importaciones le correspondía, y lo hacía mediante
convenios internacionales suscriptos con terceros países. Pero desde 1978, sus
importaciones decaen a una tasa promedio del 3%, mientras que sus exportaciones
crecieron al 25% por año. El Reino Unido, junto con Italia y Francia eran los principales
compradores dentro de la CEE.
El principal exportador, dentro de los tradicionales, resultó ser Australia el cual, dada la
reducción de las importaciones europeas, ha incursionado en distintos mercados
diferentes a los del OCDE, inclusive, como los de América Latina. En general,
crecieron las exportaciones de áreas desarrolladas y decrecieron las de los países en
desarrollo en este período. Las importaciones en descenso, de las primeras, pasaron a
afectar a las áreas subdesarrolladas.
388
Los importadores no tradicionales que adquirieron relevancia entre los años 70 y los 80
fueron los asiáticos, Oriente medio y la Unión Soviética, mientras que los nuevos
exportadores fueron Brasil, Hungría y Yugoslavia387.
Las carnes enfriadas y congeladas representaron el 70% del comercio internacional, las
carnes cocidas y enlatadas, el 10% y los animales en pie, otro 10%. Las carnes enfriadas
y congeladas se destinaron en un 45% al consumo directo y el 55% a la elaboración de
manufacturas. Las carnes congeladas están más directamente vinculadas a su
procesamiento como manufacturas en el mercado de destino, mientras que las enfriadas
al consumo directo por el público388.
387
Canzanelli (1988), pág. 22.
388
UNCTAD, (1971).
389
CUADRO 1.3.10 EXPORTACIONES MUNDIALES DE PRODUCTOS CON BASE CÁRNICA (en toneladas)
CUADRO 3.2.8. VOLUMEN DE EXPORTACIONES ARGENTINAS DE CARNES VACUNAS POR PRODUCTO (en toneladas, peso, res con hueso)
Carnes Preparadas
Enfriada Congelada Manufactura Congelada
AÑOS Cocida y/o Salada y/o Otros (*) TOTAL
Enlatada
Cuartos Cortes Cuartos Cortes con hueso sin hueso Congelada Curada
1970 39.120 47.742 99.096 132.852 27.103 105.166 73.117 247 174.640 16.826 715.909
1971 45.597 35.317 43.489 111.819 16.162 56.571 56.362 0 98.595 13.642 477.554
1972 57.641 88.425 54.323 209.319 25.896 83.466 53.832 0 119.517 10.900 703.319
1973 20.666 94.237 31.770 183.267 11.581 72.387 45.982 0 75.980 17.298 553.168
1974 1.546 38.227 5.937 66.436 0 44.103 28.870 376 86.645 15.629 287.769
1975 290 3.951 3.866 58.927 1.144 48.160 35.397 524 99.372 10.216 261.848
1976 3.301 10.455 50.977 139.573 10.664 93.100 65.267 15 136.507 16.756 526.615
1977 4.492 18.729 47.485 190.929 13.724 113.680 62.275 217 121.910 16.633 590.074
1978 2.812 35.904 28.237 295.929 18.721 92.499 88.557 439 179.117 16.228 757.660
1979 4.074 17.946 90.909 235.768 19.747 90.099 83.387 34 142.275 17.958 702.197
1980 2.142 19.089 12.833 177.961 2.259 84.321 58.745 0 101.992 9.432 468.774
1981 2.048 21.903 70.942 112.711 557 90.288 48.890 0 100.940 5.437 453.736
1982 3.850 24.633 82.125 119.134 538 97.243 52.317 6 101.307 10.353 491.506
1983 233 30.765 32.398 96.412 187 33.021 55.035 24 86.687 10.846 345.608
1984 4 26.910 7.095 45.586 270 32.739 54.565 0 62.105 8.690 237.964
1985 0 27.043 3.175 66.432 891 35.805 59.675 0 74.117 17.445 284.583
CUADRO 3.2.10 PRINCIPALES DESTINOS DE EXPORTACIONES ARGENTINAS CARNES VACUNAS (en % volumen res con hueso)
Destino 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978
C.E.E. (excluye Grecia) 52 56 66 66 47 38 41 38 35
España 4 0 0 2 0 0 3 4 5
Grecoa 6 3 3 4 3 4 7 8 8
Suiza 2 3 2 3 2 1 1 1 2
Austria 0 0 0 0 0 0 3 1 1
Europa Orien. (sin URSS) 2 2 1 0 0 0 0 1 0
EE.UU. 20 22 15 16 29 27 19 15 17
Israel 6 4 3 4 2 6 5 3 4
Egipto 0 0 0 0 0 0 3 1 1
Argelia 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Resto de África 0 0 0 0 0 1 4 9 8
Arabia Saudita 0 0 0 0 0 0 0 1 1
Brasil 0 0 0 1 1 0 1 1 8
Chile 2 8 7 3 0 0 0 2 2
Perú 1 1 1 0 0 0 1 1 0
Islas Canarias 1 2 1 1 2 3 2 3 2
Canadá 2 0 1 0 1 2 1 1 1
Iran 0 0 0 0 0 0 0 0 0
U.R.S.S. 0 0 0 0 10 16 3 8 0
Otros 5 9 0 0 1 2 6 2 5
Totales 715 477 703 551 289 262 527 583 740
CUADRO 3.2.10 PRINCIPALES DESTINOS DE EXPORTACIONES ARGENTINAS CARNES VACUNAS (en % volumen res con hueso)
Entre 1970 y 1985 se ha definido la nueva estructura del comercio a través del período
1970/73, primera crisis del petróleo; luego, desde 1973 hasta 1979 –segunda crisis de
petróleo- y, la final, entre 1980 y 1985.
Desde 1945 hasta 1973, el comercio de carnes creció hasta alcanzar las 4 millones de
toneladas. Este crecimiento del comercio fue liderado por la CEE, Estados Unidos y
Japón, los que absorbían el 80% de la demanda mundial. El crecimiento económico de
los años 60 y la abundante liquidez internacional –fruto de la expansión monetaria
estadounidense-, a la vez que la baja oferta de los países productores, determinó la
triplicación de precios entre principios de los 60 e inicios de los 70, a la vez que se
incrementó el comercio.
Los inicios de los años 70 con un continuo aumento de los precios, llevó a la CEE a
liberar las importaciones de carne, suprimiendo los prelievos y reduciendo los derechos
aduaneros en un 50% y alcanzó el pico histórico de 1 millón de toneladas importadas de
1973. Pero la Argentina no logró capitalizar ese notable aumento, sino que lo hizo
Australia, principalmente, constituyéndose en primer exportador mundial.
La crisis del petróleo de 1973, con la cuadruplicación del precio del petróleo determinó
una serie de ajustes de balance de pagos en los países de CEE para hacer posible la
transferencia de ingresos de estos hacia los países petroleros que el aumento del precio
del petróleo generó. El comercio internacional se restringió y, dentro de él, el de carnes
vacunas.
El total del comercio de estas carnes pasa, en ese momento, de 4 millones a 3 millones
de toneladas, por la caída de los compradores principales, Estados Unidos, Canadá,
Japón y CEE. La razón fundamental de la caída de importaciones se encuentra en el
ámbito de la CEE, ya que la PAC, aplicada desde 1968, había generado un ciclo de
retención ganadera con un aumento de las existencias que finalmente desembocó en una
reversión de ese ciclo. Esto significó pasar de la retracción al aumento de la oferta de
ganado y posibilitó el aumento de la producción de carne vacuna a partir de 1974.
Luego de la escasez, se pasó a la oferta excedente, con lo cual mientras que en el
392
período previo de escasez –1971/73– se habían liberado las importaciones, desde 1974
se practica su prohibición.
Esto genera una caída de precios internacionales y una fase de liquidación ganadera –
con alta producción de carnes–, en sentido inverso a lo que había ocurrido con la
mayoría de las materias primas y, en especial, con el petróleo. En primer lugar, los
países del circuito aftósico se quedan sin su principal mercado y aceleran la fase de
liquidación, pero con el enriquecimiento de los países petroleros, va aumentando la
demanda proveniente de la URSS, Medio Oriente y África del Norte.
En ese momento, las economías en desarrollo pasan a comprar un 40% de la oferta total
de carnes. En 1977, se recupera la demanda de carne vacuna y sus precios. La segunda
crisis del petróleo de 1979 afectó los sistemas intensivos agropecuarios que utilizan
derivados del petróleo y nuevamente se ingresa en una fase de liquidación ganadera,
dentro de la cual resultó una excepción el caso de la CEE.
La primera parte de los años 80, entonces, fue particularmente negativa en términos
económicos, debido a la caída en la actividad productiva, el aumento de las tasas de
interés internacionales, la disminución de la inflación y el crecimiento de las deudas
externas.
En ese marco, las importaciones de esta mercancía se retraen en este período, dado que
a la contracción del consumo se suma el efecto de las políticas proteccionistas en los
países desarrollados, CEE, Japón, Canadá y Estados Unidos.
393
Frente a los excedentes de producción láctea, Estados Unidos, por su parte, compraba
rebaños lecheros para su aprovechamiento como carne. La faena aumentaba allí y se
aumentaban las exportaciones –en un 50%–, también bajo un régimen de subsidios389.
389
Pierri, (2007).
394
Cuadro 25: EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES TOTALES DE CARNE BOVINA DE LOS PRINCIPALES EXPORTADORES
DE LOS CIRCUITOS AFTÓSICO Y NO AFTÓSICO (miles de toneladas en términos de res con hueso)
CIRCUITO AFTÓSICO
EUROPA
ARGENTINA BRASIL URUGUAY C.E.E. TOTALES
ORIENTAL
1980 469 183 117 642 404 1.815
1981 476 295 173 662 381 1.987
1982 522 376 175 481 392 1.946
1983 414 400 247 603 400 2.064
1984 250 480 144 791 400 2.065
1985 260 530 134 805 420 2.149
1986 249 364 186 1.117 272 2.188
1987 287 296 93 866 221 1.763
1988 319 529 131 754 201 1.934
1989 360 323 177 994 330 2.184
1990 419 233 192 782 290 1.916
1991 399 330 126 1.160 280 2.295
CIRCUITO NO AFTÓSICO
NUEVA AMÉRICA
AUSTRALIA EE.UU. CANADÁ TOTALES
ZELANDIA CENTRAL
1980 845 303 113 151 113 1.525
1981 711 326 136 163 121 1.457
1982 942 331 115 201 91 1.680
1983 767 372 125 83 81 1.428
1984 616 287 151 105 65 1.224
1985 692 363 151 113 65 1.384
1986 829 358 239 103 69 1.598
1987 911 433 273 90 65 1.772
1988 890 435 313 86 70 1.798
1989 872 436 464 108 70 1.953
1990 1.064 359 456 110 70 2.059
1991 1.000 410 522 104 70 2.106
La sucinta revisión de este mercado específico que se plantea para los años más
recientes se instala en un escenario internacional beneficiado por el rápido crecimiento
económico de un extendido conjunto de países que pasaron de la condición de países en
vías de desarrollo a la de países emergentes.
contraer la brecha de desarrollo que los separaba de los países desarrollados e irse
aproximando a una situación de convergencia con ellos.
El avance de estos países emergentes fue encabezado por los nuevos países
industrializados, dentro de los que se destacaron, inicialmente, Corea del Sur, Taiwan,
Hong Kong y Singapur.
Una alta calidad de producción permitió que ésta incorporase los últimos adelantos
tecnológicos y que los mercados del primer mundo adquiriesen masivamente estos
artículos de bajo costo y probada calidad.
Los países desarrollados registran niveles de ingresos per cápita de entre 30.000 y
50.000 dólares estadounidenses anuales que la mayoría de estos países emergentes no
logran alcanzar pero respecto de los niveles que tenían en los años 80 es evidente el
excepcional aumento que han logrado. China, por ejemplo, cuenta con un ingreso per
cápita próximo a los 10.000 dólares anuales cuando en los años 80 estaba en 200
dólares anuales, pero Corea con 2.000 dólares anuales en 1980 llegó a más de 30.000 en
2012, alcanzando niveles de convergencia con los países desarrollados.
Distintos países asiáticos observan similares procesos de rápido aumento de los ingresos
de la población en los últimos treinta años y esto ha determinado una caída sustancial en
la porción de sus habitantes en situación de pobreza. China e India han reducido a solo
un 30% de su población, aproximadamente, el nivel de pobreza, cuando en 1978 en
China, ésta alcanzaba al 98% de la población mientras que en la India, por la misma
época, ésta alcanzaba al 55% de la población.
Aún bastante más que en la India, China ha logrado que millones y millones de pobres
dejaran de serlo y así se reveló un enorme mercado interno y externo que movilizó la
economía mundial cuando este gigante, desde los años 90 comenzó a crecer a altas tasas
de Producto Interior Bruto, reiterando en varios de los últimos años el récord del 10%
anual.
Sin embargo, el que buena parte de los emergentes no hayan alcanzado una
convergencia en los niveles de ingreso per cápita de los países desarrollados parece ser
un indicador crucial de su aún insuficiente desarrollo. Para llegar a la convergencia,
397
Las inevitables fluctuaciones del ciclo económico interno o internacional han venido
conspirando para que el sostenimiento indefinido de un mayor crecimiento resulte
posible en distintos países emergentes y esto plantea que el horizonte de la convergencia
con los países desarrollados difiera en la probabilidad de ser logrado según el país
emergente de que se trate.
Pero aunque el escenario de los países emergentes no parezca hoy tan promisorio, desde
los años 90 y hasta poco tiempo atrás, el fuerte dinamismo, impreso por estos países al
comercio internacional, cambió, en buena medida, el perfil estructural que éste venía
mostrando hasta esa época390.
Cabe destacar ahora, entonces, algunos cambios que se van forjando en el mercado
internacional de la carne bovina, entre los años 90 y principios de los 2000, para
plantear que el ajuste estructural entre los 70 y los 80, que determinara una
concentración y dominio del mercado por parte de los países desarrollados, tendió a
relativizarse en estos años más recientes.
FUENTE: FAO
Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.
390
Caruana de las Cagigas, (2015).
398
Cuadro 2.2 Principales países consumidores de carne vacuna - Miles de toneladas e.c.
FUENTE: USDA
Vazquez Platero, Roberto (2006): El mercado mundial de carne vacuna y las oportunidades de Argentina.
Buenos Aires, Fundación Producir Conservando.
Estados Unidos, desde fines de los 90, aumenta sus importaciones desde el promedio de
1 millón de toneladas anuales que tuviera en esa década hasta un promedio anual de 1,5
millón de toneladas en los años 2000. Este gran volumen alcanzado posibilitó que tanto
importara de su región comercial –NAFTA, North American Free Trade Association–
como de países ajenos a ésta.
Hasta principios de los años 80, Estados Unidos se caracterizaba por ser el mayor
importador mundial pero a partir de allí, la apertura de los mercados de Japón y de
Corea también le permitió elevar sus exportaciones hasta un promedio anual de 700 mil
399
toneladas. Dentro de ese total se incluyeron los destinos de sus socios en el NAFTA,
Canadá y México. Debido a la aparición de casos internos de la zoonosis BSE en 2003,
los mercados asiáticos se cerraron y cayeron drásticamente las exportaciones de Estados
Unidos. Esto permitió que Australia y Nueva Zelandia lo sustituyeran en este mercado.
Pero es importante destacar que más allá de la evolución de estos mercados que
pertenecen al circuito no aftósico, tanto la expansión de Rusia como cierta recuperación
del mercado de la Unión Europea fueron posibles a partir de los 90, en materia de
importaciones.
El otro gran país exportador es Australia con un 20% de la exportación mundial pero lo
importante es destacar que tanto Estados Unidos como la Unión Europea han
retrocedido a niveles de tan solo un 4% del total de exportaciones, respectivamente,
resultando el primero un fuerte importador neto, mientras que el segundo dejó de ser el
primer exportador neto que fuera antes de los 90. Un conjunto de países como
Argentina, Uruguay, Nueva Zelandia, Canadá, contribuyen en alrededor de un 8%, en
promedio, a un volumen mundial de exportaciones que se aproxima a 7 millones de
toneladas anuales391.
Cuadro 2.3 Principales países exportadores de carne vacuna - Miles de toneladas e.c.
391
USDA (2005); Vazquez Platero, (2006).
401
Cuadro 2.4 Principales países importadores de carne vacuna - Miles de toneladas e.c.
Exportadores
Brasil 1.800 1.964 2.083 2.103 2.137 2.160
Australia 1.470 1.532 1.489 1.499 1.503 1.506
EEUU 285 363 439 581 768 1.016
India y Asia 695 694 728 741 751 766
Nueva Zelanda 575 586 571 563 563 561
Canadá 615 546 525 524 526 534
Argentina 680 609 524 478 468 458
UE 250 244 279 301 313 349
Subtotal 6.370 6.538 6.638 6.790 7.029 7.350
7. El caso de Brasil.
Al igual que en Argentina, durante los primeros años del Siglo XX se instalaron en
Brasil los mismos frigoríficos extranjeros –Swift, Armour, Wilson, Continental y
Anglo– que dominarían los mercados de estos países y otros de Sudamérica, al igual
que los de Oceanía, con el objetivo lograr el abastecimiento de carnes vacunas del
mercado europeo. Luego de más de seis décadas, en 1969, a través de la norteamericana
King Ranch, asociada a Swift de igual procedencia y la compañía financiera francesa
Deltec, el negocio del frigorífico extranjero se amplió con las inversiones en ganadería.
Las tierras que estas empresas ocuparon con ganadería llegaron a 20.000 hectáreas en
los estados de San Pablo y de Minas Gerais y a 120.000 hectáreas en Belem do Pará.
Entre 1940 y 1967 la población ganadera había pasado de 44,7 millones de cabezas a 90
403
A partir de 1970 Mato Grosso se constituyó en una de las mayores regiones ganaderas
del país. En 1974, la compañía Swift-Armour –adquirida por King Ranch y Deltec–
construyó sus fábricas de carne enlatada en Goiás y en Pará. La compañía Bordon
reequipó su fábrica de enlatados en Anápolis, la Anglo instaló una nueva fábrica de
enlatados en Goiania y Comabra –ex Wilson– también construyó un frigorífico en Mato
Grosso. A principios de los años 70 también se comenzó a subsidiar la explotación
ganadera mediante financiamiento preferencial de la banca de fomento estatal, mientras
que la ganadería ocupaba cada vez mayores extensiones de tierra. Mientras que en el
área sudeste de Brasil la superficie máxima de una hacienda ganadera podía llegar a
6.000 Hectáreas, en otras regiones se extendía por decenas de miles de hectáreas.
En los años 70, el crecimiento de la ganadería fue a razón de un 5% anual, en los 80, de
un 2,5% y en 1995 el número de cabezas había llegado a 170 millones. Brasil se
posicionaba como el mayor productor mundial de carne bovina. El crecimiento más
acelerado –duplicando el promedio nacional–, desde los años 70, había correspondido a
la zona Centro-Oeste, donde se concentró casi el 35% de la ganadería nacional. Las
regiones Sur y Sudeste, sumadas, llegaban a casi un 40% del total y las zonas Norte y
Nordeste al 25% restante393.
Desde fines de los años 60, el gobierno militar había percibido que los pequeños
productores agrícolas del Norte y Sudeste de Brasil que habían sido expulsados por la
agricultura moderna podían ser relocalizados en la zona de Amazonia donde se preveía
un importante desarrollo agropecuario apoyado por el Estado394.
392
Schlesinger (2010).
393
IBGE (1998).
394
Schlesinger (2010).
404
Detrás del objetivo de constituir a Brasil en gran exportador mundial de carne bovina,
las inversiones se desarrollaron y Mato Grosso pasó de tener tan solo 77 mil cabezas de
ganado en 1970 a alcanzar las 9,4 millones de cabezas en 2003. De las 54 millones de
cabezas que hacia mediados de los años 90 se encontraron en el Centro Oeste y Norte de
Brasil, 40 millones correspondían al área beneficiaria del desarrollo amazónico: Mato
Grosso, Rondonia, Pará y Tocantins395.
Esta área resultó ser receptora también de capitales ganaderos de otras zonas del país,
donde la rentabilidad de los cultivos desplazaba a la ganadería y ésta se relocalizaba en
la amazonia. El bajo precio de la tierra, la buena condición del suelo para el crecimiento
de pasturas y los incentivos fiscales hicieron que en esta región creciese continuamente
la ganadería. El logro exportador de Brasil se fue concretando en la segunda parte de los
años 80, ya que se llegó a exportar más de 500 mil toneladas anuales, duplicando el bajo
nivel en el que había caído Argentina, pero a principios de los 90 observó un retroceso
hacia algo más de 300 mil toneladas, lo que implicó igualar la relativamente baja
participación de Argentina en el mercado, de entre el 6 y 7% de las exportaciones
mundiales.
395
IBGE (1970/2006).
396
USDA (2005); Vazquez Platero, (2006).
405
A partir de los años 90, una progresiva dilución del rol de principal exportador neto de
la CEE en el mercado internacional abrió la posibilidad de ocupar el espacio de mercado
que ésta iba abandonando y esto parece haber beneficiado a Brasil, e inclusive a
Argentina, en los años 2000. Pero es importante señalar que la construcción de una red
multinacional de comercialización por parte de Brasil fue lo que le posibilitó dar un
notable salto cuantitativo y liderar las exportaciones mundiales.
Entre 1970 y fines de los años 90, JBS realizó fuertes inversiones en plantas frigoríficas
de distintas regiones de Brasil, lo que le permitió elevar su producción de 500 cabezas
de faena por día a 5.800 cabezas/día. En 1997 comenzó sus primeras exportaciones y en
los años 2000 su mayor salida exportadora determinó que contase con 19 plantas
frigoríficas en Brasil y 5 en Argentina. Su capacidad de producción, así, llega a las
19.900 cabezas/día.
397
Quintao (31/08/2005).
406
Si bien la información provista por la JBS destaca que los cinco frigoríficos más
grandes de Brasil: JBS, Bertin, Marfrig, Minerva e Independencia –en ese orden de
importancia– aportan el 50% de las exportaciones de Brasil, la asociación de pequeños y
medianos productores de ese país, Asociación Brasilera de Frigoríficos,
(ABRAFRIGO), destaca un mayor grado de concentración, al afirmar que el 90% de las
exportaciones está en manos de esos frigoríficos y que estos, a su vez, realizan el 30%
de la faena de ganado nacional.
398
Burgdorfer (5/03/2008).
407
Australia399. Sin embargo, gracias a esta información se puede recordar que los cuatro
grandes americanos –Swift, Armour, Wilson y Cudaly– sufrieron similares denuncias
desde principios del S. XX y hasta que cerraran o sus paquetes accionarios pasasen a
manos de otras compañías, pero no se le pudo atribuir a estas denuncias el fundamento
del cese de sus negocios.
La barrera sanitaria de importación planteada por la aftosa del ganado brasileño, lo cual
significa la imposibilidad o grave dificultad para acceder a los mercados de Estados
Unidos, Japón, Corea o algunos europeos ha sido sorteada por JBS al contar con plantas
productoras en esos países. Es decir, esta empresa puede exportar a los mercados del
circuito aftósico y a la vez vender desde sus plantas en el mercado no aftósico a los
consumidores de este mercado. La empresa, así, en el conjunto de sus ventas, tanto
vende en uno u otro mercado, dándole destino a su producción en cada uno de ellos.
El mercado no aftósico está cerrado para Brasil pero no para JBS400. En suma, a través
de esta sucinta historia de los esfuerzos de inversión realizados por esta empresa a la
399
Vasconcellos (28/03/08).
400
Schlesinger (2010).
408
que, en menor medida, parecen haberla acompañado otras dos exportadoras brasileñas,
Minerva y Marfrig, se encuentra una explicación del gran impulso exportador que
demostró este país. Gran parte de la información aquí suministrada surge de la web o de
otras publicaciones de esta empresa ya que con esta publicidad sostiene, en parte, la
difusión necesaria para que los inversores adquieran acciones de JBS.
En conclusión, ya sea por el financiamiento estatal con el que contó ésta y otras grandes
empresas frigoríficas a través del BNDES o de la participación que adquirió el Estado
en JBS o en Minerva, el crecimiento interno y externo de estas grandes empresas
401
Amaral Rocha (27/3/2008).
409
frigoríficas fue claramente apoyado por el Estado402. La gran escala de capital que fue
necesaria para instalar el liderazgo de Brasil en el mercado internacional de carne
vacuna fue posible alcanzarla, entonces, con el aval y el respaldo del Estado, aunque
hay que destacar que la gestión y el capital de estas grandes empresas nunca dejaron de
estar en manos privadas.
Estos aspectos clave marcan diferencias con las históricas multinacionales de la carne,
las apodadas “cuatro grandes”. La dinámica inversora de éstas se estancó a partir de la
crisis de los años 30 en los países en que se habían radicado. Entre 1930 y los años 50,
ante un mercado internacional en contracción, recibieron subsidios del Estado para
compensar sus pérdidas en el país que lideraba la exportación mundial, Argentina.
En los años 70 abandonaron sus inversiones en este país y renovaron parcialmente sus
inversiones en Brasil pero no fueron determinantes de su desarrollo exportador. Este
impulso originalmente estuvo a cargo del apoyo del Estado a la ganadería y, finalmente,
a cargo de frigoríficos de origen nacional, los que también contaron con el respaldo del
Estado en el desarrollo del mercado interno y del internacional. El grado del apoyo
estatal a una inversión creciente y continua en el complejo ganadero-frigorífico se
revela con una dimensión de considerable escala tanto si se la mide por su contribución
lo largo de décadas como si se la evalúa por los más recientes aportes a los frigoríficos
que lideran la exportación mundial.
402
Schlesinger, en base a datos de composición accionaria, www.jbs.com.br, 16/03/08. Laufer
(20/07/07).
410
Bibliografía.
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Años
País 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980
Argentina 49.786 52.300 54.771 55.355 56.707 58.174 61.054 57.791 56.864 55.760
Australia 24.373 27.373 29.101 30.839 32.793 33.434 31.533 29.330 27.112 26.203
Austria 2.468 2.499 2.514 2.624 2.581 2.500 2.502 2.549 2.594 2.548
Brasil 78.691 83.140 85.659 90.640 92.762 92.320 91.343 89.393 90.474 91.495
Bulgaria 1.353 1.453 1.512 1.521 1.621 1.725 1.787 1.797 1.818 1.839
Canadá 11.992 12.275 12.615 13.481 14.278 14.048 13.362 12.526 11.996 12.126
C.E.E. (10) 73.609 74.483 77.886 81.327 80.770 80.025 79.897 79.702 80.302 80.432
Chile 2.860 3.188 3.165 3.457 3.606 3.389 3.427 3.487 3.575 3.664
China 73.868 74.245 74.144 74.910 74.796 73.796 71.526 70.140 70.410 70.931
Colombia 21.000 21.500 22.000 22.500 23.222 23.825 24.447 24.488 24.132 23.945
Corea 2.047 2.045 2.154 2.351 2.683 2.491 2.428 2.518 2.712 2.712
Ecuador 2.346 2.358 2.381 2.412 2.465 2.551 2.712 2.777 2.846 2.916
Estados Unidos 114.578 117.862 121.559 127.788 132.028 127.980 122.810 116.376 110.864 111.192
Hungría 1.917 1.882 1.893 1.930 2.017 1.904 1.887 1.949 1.966 1.925
Japón 3.644 3.596 3.597 3.650 3.644 3.723 3.875 4.009 4.150 4.248
Madagascar 8.044 7.942 8.104 8.117 8.700 8.811 8.886 9.128 10.150 10.201
Mali 5.510 4.773 4.500 3.700 3.886 4.080 4.076 4.263 4.765 4.960
Méjico 25.499 26.265 27.042 27.585 27.863 30.461 31.410 32.439 33.545 34.590
Nicaragua 2.102 2.200 2.295 2.462 2.558 2.660 2.768 2.782 2.525 2.270
Nigeria 11.293 11.103 10.920 10.918 11.000 11.300 11.500 11.800 12.000 12.300
Nueva Zelandia 8.819 8.631 8.924 9.311 9.292 9.017 8.738 8.418 8.022 8.131
Paquistán 24.174 24.424 24.678 24.936 25.199 25.466 25.739 26.015 26.297 26.585
Perú 4.127 4.310 4.145 1.103 4.166 4.189 4.106 4.150 4.006 3.837
Polonia 11.076 11.453 12.195 13.023 13.254 12.879 13.019 13.115 13.036 12.649
Rumania 5.216 5.528 5.767 5.897 5.983 6.126 6.351 6.306 6.511 6.513
Sudáfrica 11.234 11.500 11.900 12.300 12.700 12.774 13.060 13.135 14.167 14
Uruguay 8.727 9.273 9.860 10.961 11.531 10.385 10.111 10.001 10.299 11.173
U.R.S.S. 99.675 102.876 104.435 106.699 109.549 111.452 110.739 113.073 114.446 115.450
Yugoslavia 5.202 5.214 5.425 5.743 5.938 5.821 5.706 5.625 5.578 5.500
Otros 518.940 558.157 535.305 547.547 532.652 537.912 656.684 556.624 562.690 567.341
Total Mundial 1.214.170 1.273.848 1.260.413 1.308.087 1.310.244 1.315.218 1.316.483 1.315.706 1.319.852 1.327.011
FUENTE: F.A.O. "La Economía Mundial de la Carne en cifras", 1984 y "Anuarios de Producción".
413
PAÍS 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991
Argentina 55.760 54.235 52.650 53.790 54.594 54.569 53.900 52.316 50.517 50.057 50.500 51.000
Australia 26.203 25.168 24.553 22.478 22.161 22.784 23.436 23.667 23.521 22.400 23.163 23.343
Austria 2.548 2.517 2.530 2.546 2.633 2.669 2.651 2.637 2.590 2.541 2.562 2.513
Brasil 91.495 93.542 93.570 124.186 132.801 134.500 132.222 131.503 134.133 136.814 139.550 142.000
Bulgaria 1.839 1.843 1.851 1.783 1.778 1.751 1.706 1.678 1.649 1.613 1.575 1.457
Canadá 12.126 12.166 12.088 12.638 12.284 11.733 11.788 10.802 10.863 11.016 11.146 11.198
Chile 3.664 3.750 3.800 3.865 3.650 3.400 3.217 3.257 3.468 3.336 3.250 s/d
China 70.931 71.169 73.978 56.194 58.069 51.375 66.991 71.347 73.963 74.101 76.965 s/d
Colombia 23.945 24.251 24.499 24.000 22.441 21.935 23.593 23.971 23.267 23.267 23.267 23.267
Corea 2.712 1.634 1.506 1.754 2.215 2.652 2.944 2.807 2.386 2.039 2.051 s/d
C.E.E. (12) 80.432 79.615 79.464 78.791 79.728 78.766 83.675 82.750 80.350 79.488 80.205 84.575
Ecuador 2.916 3.135 3.200 3.270 3.324 3.378 2.765 3.884 4.007 4.176 4.361 s/d
EE.UU. 111.192 114.321 115.604 115.001 113.700 109.749 105.468 102.118 99.622 98.065 98.162 99.436
Hungría 1.925 1.918 1.945 1.922 1.902 1.901 1.766 1.644 1.390 1.594 1.571 1.533
Japón 4.248 4.382 4.485 4.590 4.682 4.698 4.742 4.694 4.667 4.682 4.760 4.863
Madagascar 10.201 10.241 10.281 10.322 10.363 10.400 10.485 10.565 10.280 10.243 10.254 s/d
Mali 4.960 5.134 5.300 6.500 6.000 5.800 4.676 4.589 4.738 4.880 5.000 s/d
México 34.590 35.689 36.834 37.522 37.845 37.450 31.123 31.156 31.200 30.900 28.200 s/d
Nicaragua 2.270 2.324 2.370 2.116 2.000 1.890 2.100 1.710 1.700 1.650 1.680 s/d
Nigeria 12.300 12.500 12.600 12.300 12.000 12.000 12.169 12.200 12.000 12.000 12.000 s/d
Nueva Zelanda 8.131 8.035 7.930 7.630 7.776 7.904 8.279 7.999 8.057 7.828 8.065 8.250
Pakistán 26.585 27.691 28.161 16.157 16.352 16.549 16.749 16.981 15.156 17.363 17.573 s/d
Perú 3.837 3.895 3.371 4.000 3.950 3.900 3.980 3.960 4.009 4.003 4.053 s/d
Polonia 12.649 11.797 11.912 11.269 11.197 11.055 10.919 10.523 10.322 10.733 10.049 9.800
Rumania 6.513 6.485 6.304 6.028 6.532 6.809 6.867 7.225 7.182 6.416 6.291 5.381
Sudáfrica 13.575 13.200 13.359 13.086 12.895 12.733 11.750 7.909 8.198 8.611 8.711 8.806
URSS 115.450 115.397 116.249 117.186 119.558 121.055 120.888 122.103 118.300 119.600 118.400 s/d
Uruguay 11.173 11.421 11.237 9.704 9.491 9.948 9.300 9.945 10.331 9.447 8.723 8.608
Yugoslavia 5.500 5.534 5.526 5.351 5.341 5.199 5.034 4.881 4.759 4.705 4.527 4.400
TOTAL MUNDIAL 1.327.011 1.336.786 1.348.814 1.261.060 1.276.254 1.268.934 1.271.145 1.270.818 1.266.491 1.268.086 1.279.256 s/d
Carne Vacuna y Sus Preparados. Documento De Trabajo No. CAA/04.Buenos Aires, IICA.
414
AMÉRICA AMÉRICA
TOTAL MUNDIAL ÁFRICA ASIA EUROPA OCEANÍA URSS
DEL NORTE DEL SUR
1980 1.327.011 171.937 176.469 212.839 475.905 134.512 35.140 115.450
1981 1.336.786 172.707 183.594 215.148 482.771 133.390 33.779 115.397
1982 1.348.814 177.568 187.939 244.369 490.548 133.719 33.037 116.249
1983 1.261.060 178.799 184.305 246.384 494.267 133.590 30.681 117.506
1984 1.276.254 178.336 183.353 248.696 497.407 134.296 29.750 119.930
1985 1.268.934 176.249 182.273 252.075 368.770 132.179 31.273 121.055
1986 1.271.145 179.553 169.975 254.382 383.345 130.716 32.286 120.888
1987 1.270.818 178.220 166.272 257.759 387.444 128.530 30.492 122.103
1988 1.266.491 179.263 163.629 262.795 386.528 125.488 30.489 118.300
1989 1.268.086 184.110 159.434 260.103 388.794 125.211 30.838 119.600
1990 1.279.256 187.771 160.087 263.864 393.869 124.002 31.264 118.400
CUADRO 1.1.7 - PRODUCCIÓN MUNDIAL DE CARNE VACUNA Y DE BÚFALO (en miles detoneladas)
AMÉRICA AMÉRICA
TOTAL MUNDIAL ÁFRICA ASIA EUROPA OCEANÍA URSS
DEL NORTE DEL SUR
1980 44.471 2.971 12.174 6.727 4.998 10.799 2.052 6.673
1981 44.808 3.007 12.616 7.005 3.174 10.321 1.978 6.627
1982 44.860 3.109 12.705 6.868 3.349 10.145 2.127 6.618
1983 44.938 3.119 12.998 6.679 3.446 10.343 2.091 7.000
1984 45.863 3.172 13.053 6.740 3.561 10.844 1.750 7.300
1985 46.018 3.279 13.253 6.734 3.653 11.002 1.768 7.400
1986 48.018 3.273 14.157 6.575 4.182 11.307 1.867 7.840
1987 48.506 3.324 13.505 6.711 4.623 11.343 2.067 8.293
1988 49.876 3.570 14.196 7.195 4.802 10.767 2.166 8.816
1989 50.542 3.639 14.360 9.544 5.087 10.656 2.063 8.800
1990 52.800 3.816 13.905 7.764 5.341 11.091 2.171 8.700
U.S.A. C.E.E. JAPÓN AUSTR. CANADÁ BRASIL N. ZELANDA ARGENTINA POLONIA URUGUAY SUDÁFRICA
1980 47,9 25,9 5,2 50,6 41,0 16,3 58,1 86,0 18,7 78,0 19,5
1981 40,4 24,8 5,6 50,0 42,3 15,2 58,0 85,0 18,9 84,1 18,0
1982 48,4 24,2 5,6 54,7 42,0 16,0 59,7 70,0 21,4 80,8 17,4
1983 49,1 24,1 5,7 41,0 42,1 14,0 42,1 67,0 20,7 72,0 18,8
1984 49,1 24,7 6,1 42,8 40,1 13,0 39,4 77,0 19,3 59,0 18,4
1985 47,0 24,9 6,1 40,7 40,6 12,0 35,5 82,0 19,2 67,0 18,0
1986 50,0 23,5 6,5 41,8 41,1 14,4 36,0 85,0 16,9 60,0 19,7
1987 48,0 23,3 7,2 40,2 39,8 14,0 39,7 77,0 16,7 58,0 17,7
1988 47,5 22,9 7,8 40,0 39,8 13,4 39,9 73,0 17,4 65,0 16,1
1989 45,3 22,7 8,3 42,1 39,2 17,9 34,1 66,0 16,3 67,0 17,0
1990 44,5 21,5 8,8 38,1 37,8 18,7 32,5 71,0 s/d 59,0 17,8
1991 (1) 44,0 22,0 6,0 37,4 35,8 s/d 36,0 73,0 s/d 59,0 18,2
1992 (1) s/d 22,2 s/d 39,0 35,4 s/d 36,0 73,0 s/d 59,0 18,1
S.A. G. y P.
Cuadro 19: EXPORTACIONES MUNDIALES DE CARNES VACUNAS POR PAÍSES SELECCIONADOS (en miles
de toneladas) (1)
Cuadro 19: EXPORTACIONES MUNDIALES DE CARNES VACUNAS POR PAÍSES SELECCIONADOS (en miles de toneladas) (1)
CAPÍTULO 13.
En síntesis y en conclusión.
Si bien la exportación de carnes vacunas tiene origen en los últimos años del Siglo XIX,
a partir de los años treinta empieza a transitar un camino de crecientes dificultades.
Éstas tienen dos fuentes destacadas en los cambios que en la economía internacional y
en la nacional influyen decisivamente sobre el destino de la producción y exportación
de carnes vacunas en este país.
Hasta aquí, para describir esta evolución se hizo énfasis en los distintos factores
determinantes del crecimiento de esta producción con dos destinos de similar y
fundamental importancia, el consumo interno y la exportación. Al hacer esta
consideración no se cae en ningún tipo de exageración, ya que el consumo de carne
vacuna por habitante en Argentina ha sido y sigue siendo el más alto del mundo.
Fue también uno de los líderes mundiales en exportaciones de carne vacuna hasta los
años setenta del siglo pasado. La demanda interna creció y se consolidó en función del
aumento de población y del crecimiento de los ingresos de sus capas bajas y medias, las
que explican el grueso del consumo de este alimento.
como para abastecer suficientemente la demanda interna como para lograr competir
internacionalmente y sostener las exportaciones.
El alto consumo interno de carne vacuna de Uruguay no fue un impedimento tanto para
abastecerlo como para elevar notablemente sus exportaciones, en los últimos años. Al
fin de cuentas, a pesar de que el proteccionismo europeo o inclusive estadounidense
pesó sobre una disminución general de la demanda de este producto, países como
Australia, Brasil o Uruguay lograron revertir en su favor las condiciones adversas en
que se desenvolvió el mercado internacional.
Como se pudo observar estos dos países, Brasil y Uruguay, adquirieron una poco
previsible exitosa trayectoria si se la analiza en comparación con su historia de
producción y exportación en el sector. Justamente, también resultaba poco previsible,
dentro de su larga historia, que Argentina quedase estancada en su participación
internacional de los años ochenta y que, sólo últimamente, manifestase una relativa
recuperación pero solo respecto del piso histórico que alcanzó en esos años.
Una respuesta rápida a este planteo es que en Argentina ganó la opción de la agricultura
frente a la ganadería, sobre todo a partir de que el cultivo de la soja se instaló como
producción y exportación rentable desde los años ochenta para progresar en forma
extraordinaria desde los años noventa en adelante.
En esas dos décadas sucesivas tanto este cultivo como los más tradicionales cereales y
oleaginosas fueron alcanzados por la revolución “verde” o de las biotecnologías y
revelaron que el nuevo eje central de la exportación agraria sería encabezado por la soja
y acompañado por estos otros. Sin embargo, algo parecido en materia de transformación
agrícola se instaló también en Brasil, visiblemente, lo que no impidió que alcanzase la
condición de primer exportador mundial de carne vacuna desde mediados de los años
noventa, con lo cual esa respuesta rápida de sustitución a favor de la agricultura y en
contra de la ganadería encuentra un caso notorio de referencia que la contradice y podría
invalidarla.
En el caso brasileño, quedó bien claro que una política favorable a la ganadería y a su
destino exportador, por largos años, y con evidente apoyo económico del Estado fue una
421
Dado este contexto internacional que evidencia la presencia del Estado en un gran
segmento de este mercado, cabe también preguntarse por qué en el caso argentino, en un
sector que reveló serias dificultades de desarrollo desde los años 70, el Estado abandona
la escena, precisamente a partir de allí. Es significativo también que el Estado en Brasil,
en ese momento, comienza a impulsarlo hasta alcanzar una notable ventaja competitiva
internacional que torna más difícil la reversión de las limitaciones exportadoras en que
cayera Argentina desde los años 70.
De distintas maneras, el apoyo del Estado hacia el sector agropecuario también se hizo
presente en el caso argentino, a lo largo de esa historia que empieza en los años 30. Ese
apoyo, aunque no formase parte de iguales convicciones de los distintos gobiernos,
invariablemente se tornó necesario otorgarlo desde el Estado, al menos hasta los años
70.
Como antecedente de este estudio, pero como referencia obligada para luego poder
desarrollarlo, se planteó una primera etapa histórica que se puede definir como el origen
y el primer desarrollo de la exportación de carne vacuna, tal como, básicamente, la
conocemos hoy. Esta etapa, iniciada a fines del S. XIX se extiende hasta 1930 y se
encuadra específicamente dentro del modelo agroexportador de esos años. El desarrollo
de este modelo respondió a la inversión extranjera dirigida a dotar de un equipamiento
básico –ferrocarriles, puertos, agencias comerciales y financieras internacionales,
maquinarias, tecnología, etc. – para la ocupación productiva de un extenso territorio –
“espacio vacío” – cuyo destino podía ser la exportación agraria o fuente de
abastecimiento de alimentos de los países de Europa, principalmente.
El antecedente de estos países sirvió para que desde la Sociedad Rural Argentina se
denunciase públicamente la existencia del “pool de los frigoríficos” y se pidiese la
intervención del Estado para que, mediante una junta de carnes reguladora del sector, se
defendiesen los intereses de los ganaderos. Luego de diez años de las primeras “leyes de
carnes”, se creó la Junta Nacional de Carnes con amplios poderes de regulación del
mercado de carnes.
Pero esto sucedió cuando, en realidad, la crisis económica de 1930 había dado origen a
una nueva etapa tanto en el orden internacional como nacional por lo que aquella fue
una de las varias expresiones por las que el Estado adquirió un protagonismo singular
en la economía.
En los años veinte, a causa del daño producido por la Primera Guerra Mundial, comenzó
un renacimiento del proteccionismo en el Reino Unido y en Estados Unidos con lo cual
424
El sistema financiero internacional del Patrón Oro –liderado por la libra esterlina– que
garantizaba el valor de las monedas en todas las transacciones y alentaba la fluidez de
las internacionales había sido abandonado por el Reino Unido al final de la guerra y
solo lograba restablecerse en 1925. La globalización de las transacciones que este
sistema había permitido se encontró amenazada a partir de que la Gran Guerra e impidió
que siguiera funcionando normalmente.
Esto se traducía en una clara limitación para la existencia de una política monetaria
activa y en un también un claro obstáculo para que el Estado pudiese realizar políticas
anticíclicas o compensatorias de las fluctuaciones económicas. Se podría decir, en
términos ideológicos, que el Estado debía inclinarse por el liberalismo si se debía
ajustar a las reglas del Patrón Oro.
Es por estas razones que, a lo largo de varias décadas, desde 1870, es el libre mercado el
marco económico dominante y las crisis y las deflaciones se resuelven a través de él, sin
intervención del Estado. La ocupación y los salarios se deben ajustar dentro de graves
situaciones económicas solo al compás de la recuperación que puedan generar las
fuerzas del mercado.
El Patrón Oro es definitivamente abandonado por el Reino Unido, en 1931, y luego por
Estados Unidos, en 1933, así como por otros países centrales, sucesivamente. El Estado
se encuentra con las manos libres para manejar la moneda, el gasto público, intervenir
en los mercados en que resulte necesario hacerlo y avanzar en el proteccionismo de los
sectores productivos nacionales frente a la competencia de la producción extranjera. De
esta forma, se cierra la etapa globalizadora y comienza la de las autarquías nacionales,
algunas nacionalistas y otras socialdemócratas. En ésta, el Estado sustituye al libre
mercado en la responsabilidad en que éste ha fallado finalmente, luego de largos años
en que pudo aportar prosperidad y bienestar, superando crisis y retrocesos.
El bloque comercial que constituye el Reino Unido con sus ex colonias del
Commonwealth excluye a la Argentina y en esa instancia ésta reclama iguales o
similares preferencias comerciales que estos países mediante una negociación directa.
Honrando la antigua relación especial entre estos dos países, el Reino Unido acuerda un
convenio bilateral en el que se da prioridad al comercio de carne vacuna.
Las nuevas políticas del Estado del Reino Unido y sus ex colonias inspiran la creación
de instituciones reguladoras de la economía. Las Juntas Nacionales de Carnes y de
Granos favorecen la producción y la exportación agraria en el ámbito de la caída
drástica del mercado agrario internacional.
Luego de todos estos cambios introducidos en los años treinta, el peronismo, desde
mediados de los cuarenta, agrega el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio
para definir los precios y cantidades a que se negocian las exportaciones agrarias con el
exterior.
En Argentina, este esquema básico de actuación del Estado está comprendido entre los
años 30 y mediados de los años 50. Ésta puede ser llamada primera etapa de sustitución
de importaciones, mientras que una segunda etapa estaría naciendo hacia fines de los
años 50 para perdurar hasta los años 80.
En esta época de esa primera etapa que se merecía reiterar sintéticamente, cabe concluir
sobre cómo influyó el Estado sobre la ganadería y el mercado de carnes vacunas. Los
acuerdos comerciales y financieros con el Reino Unido que comenzaron en 1933 y se
reiteraron frecuentemente hasta 1954, incluyeron siempre a las carnes vacunas como
cuestión principal de negociación. Los volúmenes y precios de importación del Reino
Unido hasta el comienzo de la Segunda Guerra habían revertido la caída de un 25 y
15%, respectivamente, que habían verificado desde 1929/30. Sin embargo, con casi una
triplicación de los precios internacionales que sobrevino desde fines de la Segunda
Guerra, las toneladas importadas por el R. U. cayeron desde 1945 hasta 1955 hasta
prácticamente la mitad del nivel que tenían durante la guerra.
Al otro gran exportador de carnes vacunas, Australia, no le iba mejor que la Argentina,
ya que el Reino Unido significaba el 80% del mercado internacional de carne bovina
hasta mediados de los años 50.
Con todo, en estos años la ganadería resultó beneficiada ya que entre 1937 y 1955, las
existencias ganaderas pasaron de 33 millones a 45 millones de cabezas, acumulando un
crecimiento de casi un 40% en ese período. El crecimiento de la ganadería se dirigió
principalmente al consumo en lugar de las exportaciones, ya que estas cayeron desde
1945 hasta 1955. Pero tanto por la caída del volumen exportado en este período como
427
por los mayores precios que desde los gobiernos de los años 30 se les otorgaron a los
ganaderos, los que sufrieron las consecuencias fueron los frigoríficos exportadores.
La caída en la rentabilidad de estos no debiera haber sido mayor entre 1933 y 1944 ya
que los ingresos de exportación se recuperaron en esa etapa pero es indudable que
cuando la exportación cayó desde 1945 la baja en la rentabilidad se hizo más concreta.
Seguramente fueron años de alta capacidad ociosa en estos frigoríficos con los costos
que esto significa. Pero además hasta 1951 y a pesar de una alta inflación entre 1945 y
ese año, el tipo de cambio se encontró estancado. Es decir, a pesar de los mayores
precios internacionales, el bajo tipo de cambio y la caída en el tonelaje exportado
hicieron caer los ingresos de exportación de los frigoríficos.
Tal como había sucedido en los años 30, para poder comprar ganado a mayores precios,
también las pérdidas operativas de los frigoríficos se compensaban a través del
otorgamiento de subsidios para que pudiesen alcanzar aquella “ganancia razonable”
instituida para ellos en los 30.
Aun cuando el tipo de cambio se actualizó a partir de 1952 en forma más ajustada al
nivel de inflación, la política de subsidios siguió completamente vigente, pero la década
1945-1955 igualmente revela que luego de la suba de precios internacionales inicial, el
tipo de cambio se estancó por seis años y solo se aproximó a los niveles de inflación en
los restantes. Sin embargo, la suba de precios internos de la carne vacuna que estos
factores determinaron fue muy superior a la suba de los precios de los granos ya que
estos se vieron afectados por una caída del 35% en los precios internacionales, a partir
de 1950. En estos términos, al cabo de esta década, la opción ganadera había resultado
más rentable que la de los granos.
Si se toman los años que van desde 1937 hasta 1955 se puede observar que los precios
internos del ganado aumentaron 9 veces respecto de 1936 mientras que los de los granos
lo hicieron en 5 veces.
La brecha de precios internacionales entre carne vacuna y granos explica esta evolución
de precios internos, afectados por la inflación o los controles oficiales de precios: la
carne bovina en este período aumentó en 6 veces su valor, mientras que a 1955 el trigo
solo lo duplicó y el maíz lo triplicó. Estos mayores precios relativos del ganado explican
428
A partir de 1956 y hasta 1959 el ritmo de devaluación del peso se aceleró, el consumo
de una carne vacuna, encarecida por el mayor tipo de cambio, cayó, pero las
exportaciones pudieron aumentar no solo por la mejora de la demanda británica sino
también por la aparición de un importador de creciente importancia, la CEE.
Hasta aquí, el marco institucional de las políticas sectoriales de entre 1930 y 1959 no
tuvo mayores cambios pero desde 1945 el componente consumo del mercado de carnes
había aumentado sustancialmente en comparación con los años anteriores a la Segunda
Guerra y en esto tuvo mucho que ver la mejora en los ingresos de los trabajadores que
originó el peronismo desde su gobierno.
mayores ingresos por parte de los trabajadores se instaló en forma permanente y, dentro
del valor real de esos ingresos, un factor determinante era el precio de la carne vacuna,
alimento que se había constituido en una fracción destacada de la canasta básica de
consumo de los sectores medios y bajos de la población. Así, dentro de la discusión de
la determinación de los salarios reales que explícita o tácitamente los gobiernos
establecían con los sindicatos, el precio y el consumo de carne vacuna eran cuestiones a
tomar en cuenta. Desde el enfoque de la generación de divisas por medio de las
exportaciones cárnicas también estas variables debían ser tomadas en cuenta.
Mientras que entre 1945 y 1955 esta declinación coincide con la caída de la demanda
extranjera, los restantes años muestran una recuperación exportadora respecto de 1930,
dentro de los años que anteceden a este período, mientras que los que le suceden
muestran el efecto del resurgimiento de la demanda internacional desde 1955.
Debido a la tendencia decreciente que muestran los precios relativos de los granos, el
aumento del consumo de carne bovina y el sostenimiento de los precios ganaderos, una
mayor renta relativa de la cría de ganado se tradujo en una reasignación de recursos a
favor de la ganadería y en detrimento de la agricultura.
Entonces, la forma de crecimiento del capital resultaba del aporte de fondos recaudados
por el impuesto a las transacciones ganaderas y no en base a la generación de ganancias.
Finalmente, la CAP que pasó a ser intervenida por el gobierno de 1943 y de la cual solo
siguieron participando algunos ganaderos hasta 1949, se desprendía progresivamente
del carácter de sociedad comercial con la que fue creada.
Dado que una parte sustancial de sus ingresos eran fiscales y sus gastos eran, aparte de
los propios de su actividad productiva, subsidios a la ganadería o inversiones en plantas
frigoríficas, resultaba más fácil asimilarla a una empresa del Estado que a una sociedad
comercial de los ganaderos. Se podría decir, para ajustarse más a su realidad legal, que,
desde 1949, pasó a ser una sociedad comercial administrada y financiada por las
instituciones oficiales peronistas que sustituyeron a la Junta Nacional de Carnes en sus
funciones.
Desde que la CAP fue recuperada por los ganaderos a fines de 1955 y hasta 1958, sus
pérdidas no alcanzaban más que una porción menor sobre su nivel de capital y eran
justificadas por la actividad de fomento de la ganadería que esta empresa desarrollaba.
En su conjunto, esta etapa, comprendida entre 1930 y 1958, se instala sobre un
escenario interno que refleja una caracterización internacional donde el Estado se
muestra como factor de recuperación productiva a través de una intervención decisiva
en el mercado.
Esto se demuestra claramente en el mercado de la carne bovina. Tanto por la acción del
Estado como por una asignación racional de los recursos privados que en él se vuelcan
los resultados no se pueden considerar negativos, particularmente en el caso de la
ganadería. Es más, cuando el mercado internacional de la carne se reactiva también
reaccionan favorablemente los frigoríficos extranjeros y la CAP, aumentando las
exportaciones y recuperando buena parte del espacio de mercado que Argentina
detentaba hasta principios de los años 50.
Durante los años del gobierno de Perón se rechazó la incorporación a las instituciones
financieras creadas por Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. Pero ante las limitaciones del Estado en abordar la inversión en petróleo que la
industrialización demandaba, el gobierno comenzó a abrir sus puertas a la inversión
extranjera.
Se entendió a éste como el momento de inicio de una segunda etapa del proceso de
sustitución de importaciones comenzada en 1930, ya que la liberación del mercado no
alcanzó a las importaciones, las que continuaron sujetas a las barreras proteccionistas
inauguradas en aquella década.
Si bien se entendía que un tipo de cambio alto sustituía y hacía innecesario el subsidio a
la exportación, la respuesta de esta industria fue la de la racionalización laboral con una
importante masa de despidos, a la vez que una readecuación del equipamiento fabril.
exportaba percibía fondos para transferirlos a destinos de interés del sector como la
ganadería pero también hacia otros que eran de interés del Estado conservar, más allá
del aporte a la productividad de la empresa o del sector que pudiesen significar.
Ese conjunto de necesidades de fondos no pudo ser cubierto con aportes fiscales, a
partir de que estos fueron restringidos desde 1959, pero sin embargo la CAP tuvo que
hacerse cargo de esto, igualmente. Lo hizo a través de un endeudamiento forzado por la
necesidad de cumplir con sus compromisos de exportación a la vez que todos los
restantes, los que le significaban más un gasto improductivo que una inversión de
fondos de alguna rentabilidad.
Hasta 1957, del total de la faena bovina, entre un 35 y un 40% se realizaba en estos
históricos frigoríficos exportadores –incluyendo la CAP–, pero a partir de 1960 esta
proporción se fue reduciendo hasta estar por debajo del 20% hacia el final de esta
década. Inclusive, el frigorífico L. de la Torre, destinado al mercado interno,
mayormente, pasó de un 10% a fines de los años 50 a menos de un 5%, hacia fines de
los años 60.
435
Los grandes frigoríficos extranjeros que, junto con la CAP, sostenían el grueso de las
exportaciones hasta mediados de los años sesenta, pasaron a ser progresivamente
reemplazados por frigoríficos nacionales medianos. Estos provenían de una
especialización en el consumo interno, pero contaban también con capacidad productiva
suficiente como para participar de las ventas de exportación.
Con el cierre sucesivo de los frigoríficos extranjeros desde fines de los años 60, las
exportaciones de carne vacuna pasaron a estar principalmente a cargo de este otro tipo
de frigoríficos. La CAP dejó de estar conducida por los ganaderos en 1973, al ser
intervenida por el gobierno, y fue cerrada en 1979.
El casi cierre del mercado europeo a la importación de carne vacuna de entre 1974 y
1975 fue el antecedente de una disminución significativa del espacio de mercado de los
productores sudamericanos durante los años 80 y hasta principios de los 90. El subsidio
a las exportaciones cárnicas que practicaron la CEE y Estados Unidos determinó la
minimización de la participación de Argentina y Uruguay pero, en realidad, Brasil pudo
ponerse a igual nivel o algo por encima que la Argentina, entre fines de los 80 y
principios de los 90.
436
A principios de los 70, Swift Deltec salió del mercado argentino para instalarse en
Brasil. Lo hizo en el marco de un plan de desarrollo de la Amazonia y otras regiones
que tenía a la promoción de la ganadería dentro de sus principales fundamentos. El
subsidio y financiamiento estatal al desarrollo ganadero se extendió por largos años y en
los años 90 había logrado duplicar las ya importantes existencias ganaderas con que
contaba Brasil en los 70, subsistiendo una tendencia creciente en los últimos años.
Sobre esta base y la de algunos principales frigoríficos más, los exportadores brasileños
triplicaron la participación de su país en el mercado internacional de carnes, hacia fines
de los años 90. Brasil quedó como primer exportador mundial de carnes, desde
principios de los años 2000.
En el caso argentino, los empresarios del sector, ya sin apoyo del Estado, en los 70, no
estuvieron en capacidad o interés de apostar a grandes inversiones en favor de la
ganadería o de frigoríficos de exportación, desde que la demanda externa cayó a partir
de mediados de esos años 70. Sin embargo, Brasil avanzaba en el plan de desarrollo
ganadero desde esos mismos años y la salida de Swift Deltec de Argentina para
consolidarse en Brasil, fue una muestra de las expectativas favorables que
tempranamente generó la política sectorial brasileña. Con el transcurso del tiempo, esas
expectativas fueron plenamente confirmadas.
437
Con un crecimiento acelerado de sus existencias ganaderas en los años 70 que luego se
sostuvo con un aumento anual persistente, su stock de ganado llegó a casi 160 millones
de cabezas en 1995 y, de esta forma, se ubicó solo detrás de la India –cuya ganadería no
es comercial, por razones religiosas- como la mayor producción ganadera mundial,
lugar en que se mantuvo durante los años 2000.
Esta creciente oferta ganadera, frente a un consumo interno de importancia pero inferior
al 75% de la producción, alentó la colocación exportadora de los excedentes no
absorbidos internamente. Así, le fue posible a Brasil, a partir de mediados de los 90,
ocupar un espacio dentro del mercado internacional de entre un 20% del total en esos
años y más de un 25% en los años dos mil.
Dado que, en razón de un tipo de cambio fijo, el precio de los alimentos, derivado del de
los productos agrarios, se mantenía con un limitado aumento, los salarios reales
aumentaban, en base a su comparación con una canasta de consumo dominada por los
alimentos. Esto permitía, además, que, por un lado, las demandas de aumentos salariales
no fuesen excesivas ya que los salarios reales tendían a ser altos en términos del precio
de los alimentos. Por otro, la baratura de los alimentos permitía excedentes de ingreso a
los asalariados con los que aumentaban su consumo de bienes de origen industrial.
439
Esta detallada descripción de este proceso ha tenido la finalidad de destacar que una
transferencia de ingresos del agro hacia el sector urbano se hacía posible, sencillamente,
mediante la determinación del nivel de tipo de cambio real necesario para generarla y
esto, a su vez, era factor de crecimiento económico.
Desde ahí, la transferencia de ingresos entre el sector rural y urbano pasó a tener origen,
tendencialmente, en este último y destino en el primero, con lo cual los salarios reales y
el crecimiento tendieron a reducirse, mientras que los ingresos de la exportación agraria
a aumentar. Pero una última precisión de este proceso debe ser destacada, ya que la
mayor “renta real por hectárea” – tal como puede medirse el ingreso real rural– así
generada no necesariamente significaba un aumento de la producción y la exportación
agraria.
En realidad, en los años de gobierno entre 1949 y 1963 se hizo conciencia que el nivel
máximo o barrera de la exportación agraria eran unos 1.000 millones de dólares anuales
promedio. Así, la restricción externa se había consolidado en esos casi quince años y en
ellos una sucesión de altibajos en el tipo de cambio real motivó que se desarrollase un
proceso recurrente en el que unas transferencias a favor del sector urbano, desde el
rural, fuesen revertidas por otras de sentido inverso, desde el urbano hacia el rural.
Las favorables al ámbito urbano coincidían con un período en que el tipo de cambio real
lograba bajar, el salario real, aumentar y la renta real por hectárea, reducirse. La
evolución de estas variables en sentido contrario describía los períodos de transferencia
favorables al campo en base a la recíproca contracción de los ingresos reales urbanos-
industriales.
real agraria y la caída del salario real coincidían, se configuraba una etapa de
estancamiento económico. Como oportunamente se mencionó esto se dio en llamar el
ciclo de “stop and go”.
Teniendo como marco este enfoque, resulta importante destacar el rol del caso de la
carne vacuna, dentro de él. El componente más relevante de este mercado era ya el del
consumo interno, pero mientras que la agricultura no se expandiese, sus exportaciones
eran un necesario complemento de las agrícolas y solo el aumento de la producción
ganadera podía llegar a cubrir satisfactoriamente esos dos destinos, consumo y
exportación. Pero el crecimiento de la ganadería demostró ser insuficiente, cuando los
frigoríficos exportadores solo podían avanzar en una exportación rentable cuando se
presentaban las fases de mayor oferta y menor precio, dentro del ciclo ganadero, las de
liquidación de ganado.
En esta visible evolución del mercado coincidieron los análisis de CONADE y los
provenientes de la CAP, dentro del contexto de los años 50 y 60. Si la exportación
agrícola no prosperaba y la producción ganadera tampoco, el escenario de la puja
distributiva con los asalariados tenía un aspecto central en el acceso al consumo de
carne y ceder a las aspiraciones de estos podía significar un sacrificio en el nivel de
exportaciones de carne vacuna. Era una situación en que el Estado se encontraba entre
“la espada y la pared”: entre la protesta asalariada, por la caída del salario real y del
consumo de los hogares, y la reacción rural frente a la caída de la renta real agraria. Esta
última no necesitaba de reclamos o protestas, sino de un alza ingobernable de los
precios ganaderos que por sí sola lograba revertir el ascenso de los salarios reales.
Atender el reclamo del sector representativo del interés popular, en particular, y del
urbano-industrial, en sentido más amplio, solo era posible en condiciones de equilibrio
externo.
Si se daban esas condiciones, dar lugar a ese reclamo podía implicar menores precios
relativos de la carne vacuna y una tendencia a la reducción de la renta real ganadera.
Esta tendencia se revertía al cabo de pocos años, al cambiar de fase el ciclo ganadero –
dentro del total de cuatro años que normalmente abarca– y determinar que los precios
del ganado volviesen a subir.
441
Y esto no solo podía llevar a una reducción de los salarios reales, sino también a una
contracción de las exportaciones de carne bovina, con lo que la amenaza de un
desequilibrio externo ponía más presión sobre la necesidad de un tipo de cambio real
mayor en lugar del sostenimiento del mayor salario real que se había pretendido.
Es por eso que la gráfica expresión de un Estado “entre la espada y pared” parece ser de
muy acertada aplicación en este caso porque la pugna distributiva entre los sectores
urbano y rural, planteada a partir de los salarios reales y el consumo asalariado, ponía en
el centro del escenario político a un actor públicamente beligerante en la defensa de los
salarios reales, el sindicalismo argentino.
Los precios de los granos y oleaginosas afectaban en menor medida el costo de los
alimentos y, por ende, los salarios reales. En el caso de los granos, en general, el
consumo es una porción menor del destino de la producción, el que se concentra en la
exportación. De forma tal que el consumo de alimentos basados en los granos no es
determinante de escasez o mayores precios. El precio de los granos está sujeto,
entonces, a sus precios internacionales y al tipo de cambio por el que estos se traducen
en los ingresos en pesos de sus exportadores.
442
Cuando parecía constituirse –por esos años- en una regla de hierro la determinación
inversa entre salario real y renta real agraria así como la definición de un recurrente
conflicto distributivo y de crecimiento, se planteó una posibilidad cierta de resolución
del problema a través de dar un impulso definitivo a la salida del estancamiento
agropecuario exportador. La necesidad de una apuesta decisiva del Estado en favor del
desarrollo agropecuario como alternativa superadora de la restricción externa y sus
consecuencias conflictivas sobre el crecimiento y la distribución fue expuesta
claramente por Raúl Prebisch en su carácter de titular de la CEPAL y asesor del
gobierno de la Revolución Libertadora, en 1956.
Esto fue lo que se llevó a cabo a través de la sucesión de devaluaciones señalada, pero el
crecimiento pudo sostenerse ya no en base al consumo, sino como consecuencia de un
aumento de la inversión, explicable, particularmente, a partir del auge de inversión
extranjera entre 1958 y 1961.
Por cierto que la convicción de los diferentes gobiernos respecto de este rumbo de la
política cambiaria variaba según el caso, pero las recurrentes amenazas de crisis externa
forzaron las devaluaciones con independencia de las posturas políticas en relación al
sector rural o de un tipo de cambio que lo favoreciese.
443
El tipo de cambio efectivo para el agro era inferior al tipo de cambio oficial en el
porcentaje de la retención. Inclusive, el tipo de cambio efectivo de la carne vacuna
tendió a ser inferior al agrícola por la aplicación de una retención mayor sobre la carne
exportada. Esto último fue una demostración de lo ya dicho respecto de que un aumento
en el tipo de cambio efectivo de la carne significaba una caída mayor en los salarios
reales. En tanto, con mayores retenciones al tipo de cambio de la carne bovina
exportada se lograba un menor tipo de cambio efectivo y una menor caída en el salario
real.
En conclusión, la renta real por hectárea de los productores ganaderos tendía a quedar
rezagada respecto de la renta real agrícola. Solo la activa demanda internacional de
productos agrarios de los años 60 impidió que hubiese un mayor reemplazo de la
ganadería por la agricultura en esos años, ya que la aplicación de estas retenciones
diferenciadas u otras medidas discriminatorias del complejo de la carne bovina se
reiteró continuamente.
Desde 1963, en consonancia con una floreciente economía internacional que aumentó
demanda y precios agrarios internacionales, la productividad agraria se elevó en forma
sostenida a lo largo de una década, removiendo el obstáculo de la restricción externa.
adelante, terminó originando una pausa en la aplicación de retenciones desde 1978, pero
el tipo de cambio real cayó desde 1979 hasta 1981 y esto determinó la caída en la renta
real por hectárea y una suba de los salarios reales.
La crisis externa de ese último año se expresó mediante una sucesión de devaluaciones
con lo que la renta real por hectárea volvió a subir mientras los salarios reales caían. Los
años 80 fueron de continuo acrecentamiento de dificultades en el sector externo, con lo
cual el tipo de cambio real tendió a elevarse junto con la renta real agraria, mientras
caían los salarios reales.
La soja y las oleaginosas empezaron a avanzar dentro del conjunto de las exportaciones
y a sostener la expansión agrícola iniciada hacia mediados de los años 60,
recuperándose, también, el terreno que habían perdido en la segunda parte de los 70
cultivos tradicionales como trigo o maíz.
De esta forma, un tipo de cambio efectivo alto para la carne bovina, que generase mayor
exportación, dejó de ser necesario a partir de mediados de los años 70, tanto porque la
demanda externa de ésta se había contraído sensiblemente como porque las
exportaciones de origen agrícola eran determinantes, por sí solas, de mayores niveles de
exportación total.
En definitiva, desde el punto de vista del Estado y su preocupación por la incidencia del
precio de la carne sobre los salarios reales, esta caída en las exportaciones cárnicas, en
términos absolutos y relativos, significó desactivar, en buena medida, un factor, central
445
y tradicional, en la pugna distributiva entre el sector urbano y rural, entre los años 40 y
70.
En los años 80 y 90, desde este enfoque, el eje de la discusión de ingresos entre estos
espacios económicos diferenciados quedó encabezada por la agricultura -en lugar de la
ganadería-, en razón de la consolidación de su excepcional expansión en los años 90 y
posteriores, la que, a su vez, significó ya un avance de aquella sobre buena parte de los
campos y la producción ganaderos.
5 – Reflexiones finales.
Esto ocurrió cuando la exportación agrícola alcanzó altos niveles y logró abastecer en
buena medida las necesidades de pago de importaciones o de servicios financieros. La
ventaja de la mayor exportación agrícola incluyó la de poder exportar a otros mercados
distintos del tradicional europeo, cosa que en el caso de estas carnes resultó poco
factible.
En ese nuevo escenario agrícola exportador que se instaló y progresó desde los años 70,
el Estado se desinteresó del apoyo a una ganadería con destino de exportación y,
obviamente, del apoyo a los frigoríficos exportadores.
En los años 80 esa tendencia se consolidó mientras que desde mediados de los 70 y
hasta los 90 el sector de la carne se concentró, básicamente, en el consumo y un bajo
volumen de exportación resultaba similar al de un Brasil recientemente ingresado a los
mayores exportadores, mientras que Australia triplicaba ya los niveles individuales de
estos exportadores sudamericanos.
Sin embargo, Brasil crecía en base al impulso estatal, mientras que Argentina caía luego
de años de absoluta carencia de apoyo estatal significativo, aun en la instancia más
crítica de su notorio retroceso en el mercado internacional. Retroceso por otra parte
446
La reasignación de recursos hacia el sector ganadero, en Brasil, aun frente a las adversas
condiciones de los 70 y los 80, en tanto, planteaba una actitud diferenciada del Estado
de ese país respecto del argentino.
Ya sea, a plena conciencia o no, largos años de políticas del Estado argentino hacia el
sector, revelan que éste solo privilegió la exportación del sector mientras éste pudo
contribuir seriamente a evitar una insuficiente generación de divisas de exportación.
Cuando, entre mediados de los años 70 y los 80, la contribución sectorial, en este
sentido, mermó notablemente frente a un creciente desarrollo agrícola exportador, el
447
En rigor, esto significó, en los hechos, aceptar como definitivo el retroceso internacional
y priorizar el consumo como destino de la ganadería, lo cual implicaba, además,
desactivar mayormente la recurrente conflictiva incidencia negativa de los mayores
precios de la carne, impulsados por su exportación, sobre los salarios reales.
Teniendo en cuenta esto último como una muestra relevante del rol del Estado en
relación al mercado, es posible destacar que la evolución de la producción, la tecnología
y el comercio, en este caso, ha estado signada por las políticas proteccionistas del
Estado. Éstas describen e incluyen políticas de Estado singulares de los principales
países intervinientes en el mercado internacional pero tienen su origen en las
necesidades y prioridades que el sector agrario, a través de sus consumidores y
productores, plantea para la economía y bienestar de cada país.
Es por eso que, en el caso argentino, las políticas de Estado en relación a ganaderos y
frigoríficos revela diferentes instancias y formas de protección sectorial, con distintos
resultados frente a los avances proteccionistas de otros países.
En general, se debe admitir, entonces, que las ventajas competitivas internacionales que
otorgaron otros países a sus empresas del sector –nacionales, extranjeras o
multinacionales– fueron, en definitiva, mayores –para expresarlo en alguna dimensión
comparativa– a las que la Argentina logró otorgarle a las propias.
448
Las razones del Estado, en relación con este mercado, para no haber avanzado más en
este sentido se han planteado en la medida en que los distintos antecedentes analizados
han permitido hacerlo pero los interrogantes aún pendientes tal vez puedan
corresponder a una tarea mayor y de más largo aliento a la que aquí se ha llevado a
cabo.
Una síntesis histórica, enmarcada en el Siglo XX, de las políticas sectoriales del Estado
y de las empresas locales o multinacionales de una muestra mayor de principales países
participantes en este mercado agrario, tal vez podría ir despejando estas incógnitas
planteadas a partir del caso argentino o de otras, de distinto origen, que quedan por
responder.
449
FUENTES
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463
ANEXO DOCUMENTAL
En este anexo al estudio realizado se vuelca la información más relevante que surge de
las actas de los Libros del Directorio y del Consejo de Administración de la CAP,
Corporación Argentina de Productores de Carne, entre 1955 y 1969.
Los elementos más importantes de ese análisis ya fueron tratados y llevaron a las
conclusiones correspondientes sobre este caso pero parece importante destacar una parte
sustancial del conjunto de información que les dio origen. No solo se trata, así, de dar
mayor respaldo a la interpretación sintética de los hechos que se realizara, sino también
de abrir la posibilidad de una discusión, sobre bases ciertas, mediante la aplicación de
distintas ópticas a la que aquí se ha planteado.
Los documentos, fielmente resumidos que se exhiben a continuación, son una parte de
la historia de la CAP, pero reflejan el período más largo en que esta sociedad comercial,
fundada por los ganaderos, se encontró bajo directa responsabilidad de ellos, sus
accionistas. Esta definición de su constitución fue objeto de debate jurídico, en razón
del origen privado o estatal del capital o los fondos con los que giraba, pero más allá de
esto hay que destacar que durante este período el manejo de la empresa perteneció a
representantes de la ganadería. Y su actuación está claramente documentada a través de
las actas de los libros legales que, en su contenido básico, se reproducen a continuación.
Sobre el otro período en que también la CAP estuviera administrada directamente por
representantes de la ganadería, desde 1935 a 1942, la documentación de los libros
legales en archivo es muy incompleta, aunque los balances y memorias de CAP de esa
etapa se encuentran disponibles.
Fuente:
Por el artículo 8vo. se establece que los bienes muebles adquiridos por la Comisión
Administradora de Empresas Frigoríficas y afines, así como los bienes e instrumental
adquirido por la División Industrial y Comercial del ex Instituto Ganadero Argentino,
de los cuales la primera es depositaria serán entregados en calidad de depositario a la
Corporación Argentina de Productores de Carnes.
El presente decreto es refrendado por los señores ministros secretarios de Estado del
departamento de comercio, agricultura y ganadería, industria y trabajo y previsión.
Firmado: Aramburu, Llamazares, Mercier, Alzogaray, Migone.
Integrantes del Consejo: Juan F. Legeren; Moreno Bunge, A.; Fontecchia Morales, J.M.;
Lezica Alvear, Ramón; Ramos Mejía, Juan.
Por decreto Ley 7223/55, el Capital autorizado de Cap se fija en 950 millones de pesos.
Hasta fines de 1955, por artículo 8º. De la ley 14379, a cargo de CAP se encontraba la
Comisión Administradora de Empresas Frigoríficos y afines.
Por separado, constan las disponibilidades y cuentas a pagar de las empresas que le
pertenecen a CAP. En Sansinena, son 32 millones de pesos las Disponibilidades,
mientras que las Cuentas a Pagar son 31,648 millones de pesos. En Smithfield, 7
millones son disponibilidades y 30,5 millones, cuentas a pagar.
Por decreto 7913 del 27 de mayo de 1955 se había establecido un régimen especial de
compensación de quebrantos a las empresas frigoríficas. Por Decreto 330/55 del 5 de
octubre de 1955 se dispuso hacer extensiva a las empresas frigoríficas de la Comisión
de Empresas Frigoríficas y afines para el conjunto de sus empresas el régimen instituido
con anterioridad por Decreto 7913. Así, por Decreto 330/55 se otorgaron los siguientes
subsidios: CAP, 41,9 millones de pesos; Sansinena, 36,11 millones de pesos;
Smithfield, 36,11 millones de pesos; Frigorífico Nacional, 14,3 millones de pesos. Esto,
en total, significaba para la CAP, el reconocimiento de una deuda a su favor por 153
millones de pesos aproximadamente.
CAP, en febrero, exportó 7 mil toneladas –en total- a Reino Unido y 5.500 tons. –carnes
congeladas- a otros destinos de Europa, Israel y Perú.
Rosario 2,7
CAP: Yuquerí (Concordia, Entre Ríos), Puerto Deseado (Santa Cruz), Río Grande
(Tierra del Fuego) y Rosario (Santa Fe).
Sansinena: Avellaneda (Pcia. Buenos Aires); Cuatreros (Bahía Blanca, Buenos Aires);
Venado Tuerto (Buenos Aires) y San Rafael (Mendoza).
Como sucursales internacionales se consigna CAP Londres, Reino Unido, donde existen
depósitos y cámaras frigoríficas.
Por Resolución 1679/56 del INAC, se otorgan 50 Millones de $ por aumento de capital,
conforme el Decreto Ley 7223 del 28 Dic. 1955 que estableció capitalización de CAP.
Las ventas de conservas en marzo son 55.000 cajones de distintos tipos. Las existencias
son altas, 550 mil cajones, básicamente distribuidas entre Yuquerí, Smithfield y La
Negra.
Las faenas que se realizaron en los distintos establecimientos durante el mes de mayo,
son las siguientes:
Sansinena, Cuatreros: 10,1 mil vacunos; 9,4 mil lanares, 1,4 mil porcinos.
La faena de CAP para la primera parte de 1956 -5 meses- llega a 562.716 cabezas; en
1955, fue de 490.302 y en 1954, 385.904 cabezas. La proyección anual pasó de 800 mil
cabezas en 1954 a 1,2 millones de cabezas en 1956.
Las exportaciones al Continente Europeo suben a 10 mil toneladas en este mes en razón
de la mayor demanda de Alemania, Italia, Suiza. El Reino unido tiene un promedio de 5
mil toneladas mensuales.
Las pérdidas acumuladas de éste en esa fecha eran de 459 mil libras esterlinas. En 1956,
ellas ascienden a 1 millón 740 mil libras y la deuda en libras es de 600 mil. El
patrimonio de esta empresa se podría considerar, en consecuencia, nulo y, por tanto,
también el de sus acciones.
469
Se hace constar que las ventas de exportación predominantes en CAP son: conservas –
corned beef-, “tripería”, cueros vacunos y grasas.
Las ventas semanales informadas hacen constar que se han exportado 2.935 toneladas
con destino a Alemania, Holanda y Bélgica.
Se hace constar que las empresas de CAP adquirieron 44.991 cabezas de vacunos en
Liniers, un 24% del total negociado (187.456 cabezas), durante el mes de agosto?.
Las ventas totalizan 600 toneladas entre todas las especies. Esto muestra una mayor
irregularidad en la salida del producto.
470
Nota del Redactor, (N.R.): El total mensual de faena, sobre estas bases estaría
alcanzando las 100 mil cabezas de vacunos y los 65 mil de lanares. Las compras en
Liniers promedian 10 mil cabezas semanales, por lo cual las restantes compras
semanales son directas a estancias.
También se informa que 120 mil toneladas anuales es la importación de carnes por
Alemania, de lo cual un 60% corresponde a carnes enfriadas o chilled, por lo cual
Argentina podría ser un importante proveedor de este producto.
Si las obras van más allá de la reparación de lo destruido e implicasen una ampliación,
finalmente, esto se justificaría por la importancia de la zona de actuación. En ella hay
7,2 millones de vacunos, 10,3 millones de ovinos y 300 mil porcinos. Del total de las
existencias de animales de Buenos Aires y la Pampa, estas cantidades significan un
37,4%, un 65% y un 22%, respectivamente.
Se podría hacer una planta de 1200 cabezas diarias, 350 para consumo, -100 para Bahía
Blanca, 100 para Río Negro, 100 para Comodoro Rivadavia, 50 para Base Naval- 300
cabezas para carne enfriada de exportación y 300 para conserva. En ovino, se podría
llegar a 5000 cabezas diarias con destino exportación.
Se reitera una venta considerable de carne vacuna congelada, de 2.000 toneladas, con lo
cual este mes las ventas de este producto se aproximarían a 3.000 toneladas,
nuevamente.
Se informa de una caída sustancial en las compras en Liniers, a tan solo 3.000 cabezas
semanales.
El aumento del precio del ovino y de las lanas determinó una retracción en la demanda y
en la faena que pasó de 1,174 millón de cabezas en 1955 a 1,035 millón en 1956.
Las compras de vacunos por CAP, que habían llegado a 224.526 cabezas en 1955
llegaron a 312.679 cabezas en 1956. De esta forma se pasó de un 14,5% del total del
mercado a un 18,4% del total en 1956.
Alemania 76 15.168
Francia 60 853
El Decreto 8111 que otorgó anticipos para acumular stocks de conservas dejó a CAP
endeudada en 40 millones de pesos, mientras que Swift, en similar situación, logró
pagar las deudas rápidamente que el exceso de stocks le generó. Swift coloca corned
beef en todo el mundo, además de proveer al ejército americano. CAP solo vende latas
en el mercado americano, mientras que los “packers” ofrecen toda una gama de
productos al consumidor, lo cual implica una ventaja adicional para empresas como
Swift. En el país, por su parte, se venden ya 200 millones de pesos en 1956 de latas de
CAP, resultando la mayor vendedora del país.
Por otro lado, la información proveniente de Alemania reporta que la carne congelada
importada llega a 120 mil toneladas, de lo cual un 60% proviene de Argentina. El resto
de la carne de importación con destino al consumo interno se obtiene mediante la
introducción de 250 mil cabezas en pie, remitidas desde Dinamarca, Yugoslavia y
Polonia.
A fin de sostener stocks y precios de los ganados del Norte del país – “acción
ganadera”-, la CAP contrata al frigorífico Santa Elena de Bovril, durante dos meses,
febrero y marzo, por 30 mil cabezas para conserva. La faena mínima es de 3.750
cabezas por semana.
Tanto con Perú como con Chile es necesario aumentar la exportación de carnes
congeladas y, secundariamente, ganado en pie, ya que es importante acrecentar la
exportación de productos con valor agregado.
Se deben comprar compresores para las cámaras de frío de Yuquerí, Cuatreros, Zarate y
La Negra. Estos bienes importados precisan del acuerdo del Banco Central para permitir
una importación de 200 mil dólares, aproximadamente, aunque deben reemplazar
perentoriamente equipos antiguos y deteriorados.
Además, se compra un edificio en Rosario, Santa Fe, por 650.000 pesos; un campo de
600 hectáreas, lindero al Frigorífico de Río Grande, y una lancha de 3 millones de
pesos.
1957
Ante la intención, hecha pública por la Sociedad Rural Argentina, de que la CAP se
haga cargo del Frigorífico de la Ciudad de Buenos Aires, el Consejo rechaza la
iniciativa al declarar “no estar al servicio de las grandes estancias”.
Las compras de CAP, próximas a 40 mil cabezas, alcanzaron el 14% del total de
Liniers.
Las compras directas en estancia, por parte de CAP, se realizaron con 2500 remitentes
en 1955 y pasaron a 3850 en 1956.
474
“El régimen de compensación de quebrantos establecido por los Decretos 7913 del 27
de mayo de 1955; 331 de fecha 5 de octubre de 1955; 2617 de fecha 16 febrero de 1956
y 7813 de 27 de abril de 1956, se aplicará en las empresas incluidas en los referidos
decretos exclusivamente para los novillos cualquiera sea el destino final de sus carnes”.
Por Decreto 1733/57 en su artículo 1º.”… por el presente decreto quedan derogados los
precios máximos para venta de carnes bovinas en todas sus etapas de comercialización
mayorista y minorista en la Capital Federal y partidos del Gran Buenos Aires.”
Un agravante de la situación es la deuda con pago atrasado por parte de la JNC, debida a
exportaciones de ganado en pie por 50 millones de pesos, más de 2,5 millones de
dólares.
NR: Dado que el total de cabezas a faenarse por Santa Elena es de 30 mil y el costo de
faena y elaboración para conserva es de 653$, esta inversión total alcanza los 19,6
millones de pesos, algo más de 1 millón de dólares.
Dado que la CAP en 1937, por medio del Decreto 105718, fue asimilada como sociedad
anónima por la Inspección General de Personas Jurídicas y retorna actualmente a este
régimen resulta necesario deslindar su responsabilidad impositiva respecto de los
períodos en que estuvo intervenida.
476
Sus estatutos fueron aprobados por el Decreto 50.844 del 20 de octubre de 1934 y por
Decreto 22 de febrero de 1935 se fijó un Capital por 30 Millones de pesos.
Por decreto 4153 del 17 de febrero de 1944 –estando intervenida- el capital aumentó a
72 millones de pesos.
Por decreto 12742, el 11 de junio de 1945, el capital pasó a 100 millones de pesos.
Por decreto 27078 del 10 de setiembre de 1948, el capital llegó a 250 millones de pesos.
Por decreto 9019 del 22 de mayo de 1953, el capital llegó a 300 millones de pesos.
Por decreto 8659 del 24 de mayo de 1954 el capital llegó a 400 millones de pesos.
Las estadísticas de exportaciones de carnes de CAP revelan evolución para los meses
iniciales de 1957 y datos de otros mercados, diferentes al tradicional de carnes vacunas
y ovinas al Reino Unido.
En Toneladas
Alemania, 3.000;
Italia, 2.266;
Perú, 1.981;
Respecto de las existencias de conservas, todavía suman una cantidad excesiva de 800
mil cajones.
La opinión del directorio de CAP respecto del Decreto 5429/57 es que se derogaron
todas las disposiciones que estipulaban el pago de subsidios por parte del Estado. Luego
de que en este sentido, se liberó el ovino, el porcino y otras carnes vacunas, el novillo
quedó subsidiado. Lo que se eliminó fue el régimen de quebrantos, instituyendo en su
reemplazo un sistema semejante al que rigió entre 1941 y 1946, cuando se estableció el
precio garantido al productor en base a clasificación y tipificación oficial y también un
Fondo de Compensación que era el factor de respaldo financiero de dichos precios.
El artículo 4to. dice: “a los efectos de absorber las diferencias que pudieran producirse
entre los valores mínimos fijados para los novillos y los que hubiese correspondido
abonar en base a la comercialización efectiva se constituirá un fondo con los siguientes
recursos: a) el Saldo disponible del fondo de compensación establecido por el Decreto
103.181 de fecha 16 de octubre de 1941. b) la suma de 200 millones de pesos que
aportará el Estado nacional mediante el decreto que corresponda… “
El Activo registra:
Total del Activo (Incl. Bienes inmateriales y cargos diferidos) por 506,893 millones de
pesos.
Pasivo
Capital 481.027.369
Reservas 10.197.503
Pérdidas 83.895.876
Materiales 47,294
Productos 93,864
Pasivo
Comerciales 70.653.568
Bancarias 27,779.211
Capital 731.027.369
Reservas 13.316.860
En materia comercial se informa que Alemania reabrió las importaciones a todos los
países proveedores –Argentina, Uruguay y Brasil-.
Por otro lado, las existencias de cajones de reservas se reducen a 650 mil.
Dado que en 1956 las ventas se dirigieron a reducir estos stocks y la rentabilidad es
menor en el enlatado, esto determinó entrar en las significativas pérdidas operadas. Las
ventas de este rubro pasaron de un 5,36% del total a un 18,16%. La venta de carne para
consumo en la ciudad de Concordia, con precios máximos, tampoco fue un factor de
ganancia.
CAP Nueva York registró pérdidas por 107 mil dólares o 1,5 millones de pesos en 1956.
Las carnicerías también alcanzaron fuertes pérdidas que llegaron a 3,7 millones de
pesos en este año.
En base a esta serie de factores la pérdida del establecimiento llegó a los 18 millones de
pesos en 1956.
Las ganancias del Frigorífico de Río Grande y de las operaciones de ganado en pie –de
4,5 millones de pesos, en total- compensaron en algo las pérdidas anteriores.
1º. Que se modifiquen los aforos para exportación del ganado en pie como también el
cambio oficial para nuestras carnes, a fin de que sea posible contrarrestar las probables
482
bajas de precios en los mercados exteriores, medidas que han de coadyuvar de manera
eficaz en la obtención de nuevos mercados.
2º. Que el gobierno de la nación propicie ante los gobiernos provinciales la eliminación
de los precios topes de la carne, en el convencimiento de que con esta medida se ha de
intensificar la producción, provocando una mayor oferta y competencia, el
abaratamiento de las carnes para el pueblo consumidor.
La opinión del directorio es que ante los mayores precios de la agricultura –dado que
cuentan con un tipo de cambio superior al ganadero-, se observa un proceso de
disminución del stock ganadero, ya que en la faena las vacas del 19% han pasado al 22
% y en vaquillonas se ha pasado del 12% al 15%, lo cual lleva a pérdidas en los medios
de procreación del ganado y caída de sus existencias.
Las razones que sostienen este mayor costo de producción de CAP son las siguientes:
Mayores costos por el mayor número de compradores y más gastos de corrales, cámaras
de frío, etcétera.
483
Debe realizar faenas por encima de sus necesidades y sin mercado inmediato de
colocación, originando la saturación de cámaras, mayor necesidad de frío y mano de
obra, etcétera.
NR: La CAP no solicita los mayores valores a que podrían dar lugar sus mayores costos
empresariales. La razón es que si estos terminan siendo referencia para el resto de los
frigoríficos –con menores costos- estos se verán beneficiados al percibir subsidios por
costos más altos a los que estos realmente tienen. Inclusive, en una aclaración posterior,
se solicita que los “valores promedio de mercado” respondan únicamente a los de los
restantes Frigoríficos y excluyan a los propios de la CAP.
Por otro lado, las conservas se vendieron por 200.000 cajones, pero las compras
norteamericanas se restringen por el “cierre sanitario” del enlatado con el cual no
producen Yuquerí ni Santa Elena de Bovril y por tanto hacen las latas comunes de
menor rentabilidad. Los restantes establecimientos sí producen latas con cierre sanitario.
Las compras de vacunos en Liniers llegaron a 328 mil en 1957, versus 241 mil en 1956,
lo cual indica que el volumen total de mercado ha seguido creciendo. Las compras de
porcinos por parte de CAP se han duplicado, pasando de 89 mil a 160 mil cabezas.
Ante la resolución de la JNC de incluir los elevados costos de CAP dentro del promedio
de la industria, a fin de la aplicación del Decreto 5429/57 del Fondo de Compensación,
se sostiene el hecho de que al “estar nuestra entidad, integrando el promedio de la
industria… se volcaría mejorar los resultados comerciales de las empresas ajenas a su
grupo. Ello, en razón de que al elevar sus costos los mismos se reflejarían en la
determinación del promedio de esas otras empresas que no teniendo los mismos fines
que la CAP se hallará así, realmente, por debajo de dichos costos. Estaríamos
provocando además un quebranto al fondo ganadero en beneficio de otras empresas, ya
que contribuiríamos a que ellas tuvieran un costo promedio más elevado al real y un
mayor beneficio comercial. Es decir que ganadería pagaría dos veces el gasto para su
propia defensa. Nos permitimos solicitar se revea la resolución dictada y se nos excluya
del cómputo general de los valores comerciales.” (En respuesta a resoluciones 1219 y
1484 de la JNC).
484
Por nota a Junta Nacional de Carnes para reclamar lo establecido por el Decreto
9096/57, referido a las ganancias razonables durante 99 meses entre el 1º. De octubre de
1946 y el 31 de diciembre de 1954.
Integración de Capital por Decreto 8509/56 por 130 millones de pesos durante todo el
año 1957.
Año 1958
La Junta Nacional de Carnes había dispuesto prohibir que los novillos – en más de un
30% del total de su faena- pasasen a ser destinados a conserva, cosa que finalmente
sucedió en el frigorífico Yuquerí, en razón de saturación de cámaras de frío y otros
inconvenientes.
Se piden también 100 millones de anticipo en razón de una crítica situación financiera
originada en una falta de cancelación total de las sumas adeudadas en función de los
Decretos 7913/55, 1733/57, 5429/57, 9096/57 que aun significan “sumas de dinero de
extraordinaria importancia”.
Por otra parte, se hace presente el problema de los quebrantos en las carnicerías de CAP
en estos y otros lugares, por lo cual se está haciendo un proceso de racionalización de
las mismas.
Desde el 1ro. Agosto de 1958, las exportaciones de carne se liquidan al 65% por el tipo
de cambio oficial y en un 35% por el cambio libre. Las conservas se liquidan en un 50 y
50 por ambos mercados.
Por Resolución 737/58 de la JNC, a partir de 1958 las diferencias entre precios mínimos
de los ganados y los precios de mercado deben ser absorbidas por los frigoríficos. De
esta forma se reglamenta el Decreto 2006 de 1958 que limita los subsidios otorgados
anteriormente al sector.
486
Justamente en virtud del Decreto 5755/58 que arbitraba estos subsidios para sostener
precios de las haciendas se cobraron 51,33 Millones de pesos.
A junio de este año, las ventas al exterior se han reducido respecto de la campaña
exterior del año anterior:
Reino Unido 43 mil toneladas de vacuno, 3 mil ton. De ovino y 2500 toneladas de
menudencias.
Embarques de conservas:
Igualmente, las existencias de conservas son muy elevadas, superando los 600.000
cajones.
Las sumas contabilizadas a favor de CAP Londres acumulan 780.188 libras esterlinas,
distribuidas entre las empresas controladas –Smithfield y Sansinena- y CAP Londres.
Sobre esta base se solicitó retirar, al Banco con que se opera en Inglaterra, un total de
300 mil libras, pero este autorizó 140 mil libras.
487
Constan allí, nuevamente, los acuerdos de precios con los Intendentes de distintas
ciudades, Concordia y Comodoro Rivadavia, en este caso, sobre precios al público y
precios de hacienda.
Se prevé, entre octubre y febrero del siguiente año, que solo se venderán 1.500
toneladas de carnes congeladas.
Con la Junta Nacional de Carnes se discute en torno de los sobreprecios que se pagan
actualmente por las haciendas respecto de los valores de tipificación y clasificación
oficial.
Se hace constar que las pérdidas de IMASA habían llegado a los 9 millones de pesos, lo
que justifica el cierre de este establecimiento.
Por carta dirigida al Presidente Frondizi: “El directorio que me honro en presidir,
reunido en sesión extraordinaria en el día de la fecha ha resuelto hacer llegar a V.E. una
sugestión que a su juicio ofrece las mayores perspectivas de bien común. La CAP,
entidad representativa por excelencia de todos los productores de la ganadería de
nuestro país….ofrece al Poder Ejecutivo Nacional hacerse cargo de la explotación y
administración del frigorífico Nacional Lisandro de la Torre, en las condiciones que
oportunamente sean pactadas.”
1959
Se prevén exportar 24 mil toneladas de carne enfriada –chilled- a Gran Bretaña durante
el 2do. y 3er. Período de comercialización –febrero a abril de 1959-, lo cual permitiría
acceder a los elevados precios de ese mercado -480 dólares, la tonelada.
Por el Decreto Ley 14802 del 14 de enero de 1959 se dispone también un gravamen del
3% sobre las exportaciones de ganado en pie, carnes vacunas y subproductos.
La faena de 700 a 800 cabezas diarias se reduce a 200 o 300 cabezas y se suspende al
50% del personal.
Esto se plantea en el marco de la Ley 14801 del 14 de enero de 1959 que anula la
posibilidad de que CAP cuente con aumentos de capital en su Capital Circulante,
restringiéndolos exclusivamente a la necesidad de incrementar el Capital Fijo.
La producción está compuesta por 1000 toneladas de carne congelada exportadas por
mes, 11 mil cajones de 12 latas de Corned Beef y 13.380 cajones de 24 latas, también
por mes.
Las carnes congeladas cotizan 410 dólares la tonelada y los cajones de corned beef
cotizaban 13 dólares en el primer caso y 23,50, en el segundo caso.
NR: los ingresos posibles con base en estos datos rondan los 700 mil dólares por mes.
490
El otro caso revisado es el del Frigorífico Smithfield. La mayor pérdida, en este caso,
corresponde a la producción de conservas, que se propone suprimir transitoriamente.
Producción
En este frigorífico hay 3.653 personas ocupadas que debieran reducirse a 2.975 con una
disminución de 678 personas.
NR: Por Ley 14.801/59, artículo 4to, se ha restringido la utilización de fondos por parte
de la CAP, ya que allí se establece que los aumentos de capital sólo podrán destinarse a
inversiones físicas y no podrán implicar la administración de subsidios. Con esto se
limita la asignación de aumentos de capital solo a capital fijo, mientras que el capital
circulante debe resultar de la generación de fondos de la propia empresa.
Resultado del Balance de la CAP es de Pérdida para el año 1958, por 11,878 millones
de pesos de pérdida, de lo cual se desafectan 2,238 millones de pesos por seguros de
cambio aceptados por el Banco Central. La pérdida neta es de 9,6 millones de pesos.
Por otro lado, el despido de operarios está planteado para el Sansinena-La Negra en 404
personas.
Las compras de ganado en Liniers suman 24.000 cabezas en marzo, verificándose que
en los últimos 6 meses se ha bajado a una máxima compra mensual de 30 mil cabezas,
en este mercado.
Perú contrajo sus importaciones en el último mes y se prevé una disminución de un 10%
en el tonelaje total al Reino Unido.
NR: Hasta aquí no hay constancia sobre la razón que determinó la actitud favorable a la
compra de este frigorífico que presentaba muchas dificultades por su voluminoso
personal sindicalizado y la antigüedad de su equipamiento.
NR: Dada la progresiva finalización de los precios de subsidio generalizados, que sólo
ha quedado para los novillos de exportación, así como la supresión de los “valores de
comercialización” -por la derogación de los decretos respectivos-, los precios que se
aplican ahora son independientes de los acuerdos de precios que anteriormente se
realizaban con Junta Nacional de Carnes.
Para absorber los excesos de hacienda en Liniers y mantener los precios, se determina
abrir una línea de producción de conservas en La Negra y Smithfield, lo que implica la
asignación de 50 o 60 trabajadores a tal fin.
Se ofrecen 339,7 millones de pesos por el Frigorífico Nacional, con un 10% en efectivo
y el resto financiado a 11 años, afectándose el Fondo de Defensa Ganadera.
La salida a la venta del Lisandro de Latorre se inició con el Decreto 8439 del 14 de julio
de 1959 y conforme la ley 14.801.
N.R: el aumento de capital de 3.500 millones de pesos, solicitado, está justificado por
las obras de Puerto Vilelas, L. de Latorre y modernización de todas las fábricas.
El Informe Enero Noviembre 1959 sobre la evolución del mercado, en general, sostiene
que
Por otro lado, la prohibición de meses atrás de ingresar ovinos de Patagonia a los
Estados Unidos, por razones sanitarias, parece resultar irreversible.
1960
Una suba de precios en Londres que logre compensar el mayor costo de producción
resulta de un acuerdo de menores envíos a este mercado que, normalmente, significa
aumentar los precios allí. Esta medida la llevan a cabo CAP y restantes empresas.
494
Con Chile se acuerda la venta de entre 5000 a 10000 toneladas de carne vacuna, a razón
de 430 dls. La tonelada. INACO es la contraparte chilena, Instituto Nacional de
Comercio de Chile.
La planta de Yuquerí que se encuentra cerrada desde fines de 1959 genera 8 millones de
pesos de pérdida al mes, pero su reapertura con 10 mil cabezas faenadas al mes
generaría 10 millones de pesos al mes de pérdida.
Inversiones previstas por CAP por 800 Millones entre 1960 y 1963.
Pagos de 270 millones a la posesión y 209 millones al año siguiente, con un total de 479
millones de pesos.
495
Entre 800 millones previstos y 479 millones de pagos, resulta en 321 millones de
inversiones netas.
Hasta la fecha, respecto del capital anterior de 950 millones sumado a aportes por 343,2
millones de pesos se llega a casi 1.300 millones integrados, con lo cual restan 203,8
millones de pesos para integrarse al capital total de 1.500 millones.
El plan actual de Inversiones entre 1960 y 1963 totaliza 1.786 millones de pesos,
desagregado de esta forma:
800 millones para cubrir la compra del Frigorífico de La Torre -480 por su compra más
320 por mejoras-.
Con precios elevados del ganado y estos impuestos, la exportación se debía realizar a
pérdida. La medida de reducción de exportaciones a Londres, determinó el aumento de
precios allí, aumentando la rentabilidad, pero un traslado parcial de estos mayores
precios al mercado interno, determinó la caída del consumo interno.
Las compras en Liniers alcanzan los 30 mil vacunos, lo cual significa una caída sobre la
media de 40.000 mensuales que se registraban normalmente, entre 1957 y 1958. En
ovinos, las compras son de 20.000.
NR: este es un primer indicador de una tendencia bajista en las compras de vacunos por
la CAP. Dado que 1960 resultó un buen año para la compra de ovinos es posible que
esta tendencia no se repitiese en este otro caso.
Por el Decreto 1786 del 16 de febrero de 1960 se aprueba el aumento de capital a 5000
millones de pesos. Se integran 2000 millones de pesos para el plan de inversiones.
Respecto de la situación económica financiera, los precios de Londres alcanzan los 500
dls. La tonelada y mejora la rentabilidad de las exportaciones.
Esto significa 6750 toneladas de animales vivos de los cuales 4000 toneladas quedarían
para exportación.
Faena de congelados Reino Unido se llevaría a 1000 cabezas mensuales, a razón de 500
por cada frigorífico. Esto significa 450 toneladas de animales vivos, de las cuales 250
serían dedicadas a exportación.
497
El congelado alemán con 4000 cabezas entre los dos establecimientos, determina 1760
toneladas de animales vivos y 525 para exportación.
La faena de estos frigoríficos se reduciría a 41.000 cabezas en lugar de las 52.000 que
anteriormente se realizaban.
Por su parte, el Yuquerí debería faenar 10.000 cabezas mensuales. El Cuatreros 4800
vacunos, en total.
Se cuenta, actualmente, con tan solo 190 millones de pesos, equivalente a la diferencia
entre los fondos entregados por la Junta Nacional de Carnes, desde la sanción de la ley
14801, en enero de 1959, y los fondos realmente invertidos por CAP en los destinos
previstos. Esta escasez de financiamiento ha sido, en parte, determinante de la pérdida
del ejercicio de 120 millones de pesos.
Se depositaron 270 millones de pesos a plazo fijo, en un total de transferencia por Junta
de Carnes desde principios de año hasta esta fecha.
Con base en las obras en ejecución, 366 millones de pesos fueron transferidos por la
Junta Nacional de Carnes. Desde junio 1959 se entregaron 1.020 millones, de lo que
debieron aplicarse 390 millones de pesos para pagar obras realizadas y los restantes 600
millones de pesos se colocaron en depósitos a plazo fijo. Con la garantía de este
depósito se obtuvieron préstamos equivalentes para generar capital circulante.
Este caso se produciría al fijar valores de compra superiores a los que se pueden realizar
en mercado abierto. Dado que Liniers fija los precios en mercado abierto y ésta es la
referencia para los precios de exportación y estancias, tal situación no se verificaría en
estos casos.
No obstante, tanto en este sentido como en el de restringir la libre asignación del capital
de CAP, cuando se lo destina exclusivamente a capital fijo, también se solicita la
derogación de esta norma.
Por su parte, las faenas y las compras de ganado muestran una recuperación.
La faena total del mes de junio fue de 70.000 vacunos y las compras de 40.000
La Negra faena más de 25000 cabezas, mientras Smithfield y Yuquerí lo hacen por 18
mil cabezas. Por L. de la Torre ya se faenan 5000 cabezas.
Las compras de ovinos se mantienen –por un total de 22 mil cabezas-, mientras la faena
alcanza las 28.000 cabezas, ya que a los 16 mil de La Negra y 4 mil de Cuatreros, se
suman 8 mil de L. de la Torre.
La gerencia financiera –Del Río- informa que debido a la “zafra” de los frigoríficos del
sur se ha debido invertir 580 millones de pesos en existencias, hasta tanto esta
producción se comercialice. De los 900 millones de pesos recibidos este año, entonces,
este monto se debió deducir para aplicarlo a estas mayores existencias. El resto ha sido
499
Si se cuenta que con estos fondos se deben financiar las pérdidas por 230 millones de
pesos, los fondos disponibles finales son notablemente reducidos.
Respecto de la difícil situación, el director Jorge Campion, expresa que ni con la visita
del presidente Frondizi a Alemania ha sido posible reabrir la importación de carnes
congeladas por parte de este país. Tampoco parece que las retenciones del 10% vayan a
ser suprimidas.
Otro director, Firpo, manifiesta que son los frigoríficos extranjeros los que impulsaron
esta reforma que deja a CAP, sin liquidez y obliga a que cierre parcialmente el
funcionamiento de sus frigoríficos, como el Yuquerí que desborda de stocks
acumulados y debe dejar de producir hasta que liquide estos stocks.
Campion agrega que las políticas del mercado común europeo hacen que, en la práctica,
el único mercado subsistente sea el inglés. El cierre de un frigorífico no va a generar un
problema social de tal dimensión que conmueva al gobierno, tampoco. La industria
frigorífica central ya ha despedido 7 mil obreros y frente al problema reciente del
establecimiento La Blanca, la Junta de Carnes ha sido clara: “el que no pueda funcionar,
que cierre”.
Campion agrega que a mediados del año pasado –junio de 1959- CAP había generado
800 millones de pesos de ganancia y esto se destinó a elevar los precios ganaderos, pero
esto fue un error porque si hubiésemos sido previsores, no hubiésemos llegado a esta
situación.
500
Pasando al caso del Yuquerí, según el Gerente Financiero, Del Río, la producción de
carnes congeladas se puede abandonar allí y encargársela al L. de la Torre. Este
frigorífico puede paralizarse temporalmente y reiniciar su faena con la mayor afluencia
de ganado, a fin de hacer corned beef de 6 libras. Estados Unidos adquiere normalmente
esta producción y es un destino que justifica la producción del Yuquerí.
A diferencia del Smithfield, donde hay escasez de hacienda en la zona, este otro tiene
relativa abundancia pero la carne congelada que produce no tiene suficiente demanda.
Habría que paralizarlo hasta diciembre. La “zafra” comienza en enero y se reactiva
totalmente.
Según la gerencia industrial, hay 200 supervisores, 150 empleados y 217 obreros. En la
“zafra” participan 1.300 personas que hacen su trabajo y se van cuando lo terminan. En
una paralización por los meses que no son de zafra se puede pagar un sueldo restringido
y una suspensión total o parcial en las tareas.
En la industria, hay una garantía horaria de trabajo que lleva el sueldo a un mínimo
cuando la faena se reduce, pero esto comenzará cuando el personal firme el convenio de
trabajadores de la industria frigorífica. Mientras tanto, seguirá el anterior régimen
salarial que puede originar pérdidas de producción.
Respecto del Frigorífico Cuatreros de Bahía Blanca, la gerencia comercial sostiene que
tiene la posibilidad de abastecer a buena parte de la Patagonia. Aunque tiene problemas
de abastecimiento en su propia zona, ya que hay matarifes que compiten por los ovinos,
tanto Comodoro Rivadavia con población creciente aparte de Bahía Blanca y otras
ciudades patagónica pueden ser destino de su producción. También puede producir
vacunos sin mayores inconvenientes para abastecer estos mercados.
Las pérdidas que acumulan los frigoríficos hasta mediados de año son de 75 millones de
pesos entre La Negra y Cuatreros, pero La Negra compensa sus pérdidas con las
ganancias de CAP Londres, su principal destino de producción, resultado no
contabilizado totalmente.
Ésta última llegaría a contar con un beneficio neto de 4,5 millones de pesos, se estima.
NR: esta sesión del directorio se realizó a través de distintas reuniones y se cerró en la
última, del 28 de julio de 1960. Intervinieron también Gabriel Perren, Alvarez Fourcade
y Carlos Guerrero.
Yuquerí abrió el registro de retiro voluntario y se plantea pagar el 70% del sueldo a
personal suspendido.
La CAP realiza un acuerdo con “Vinos Sergi” por el cual ésta pasa a representar, vender
y distribuir este producto.
Los precios de ovejas en distintas categorías van de 22 pesos a 30 pesos por kilogramo
limpio.
El precio será el fijado por CAP, al que se le agregará 1,50$/ kg., que será destinado a la
Municipalidad.
Los volúmenes de exportación para el 2do. período comercial en Londres -14 de enero
al 13 marzo de 1961- consiste en 28 mil toneladas de carne vacuna enfriada y 1000
toneladas de congeladas, 3500 toneladas de cordero y 1500 de menudencias.
Compras
Faena
Smithfield, 7.404 vacunos; La Negra, 26.984 vacunos; Ovinos, 26.850; Porcinos, 9.296.
Restricciones de carnes argentinas a Bélgica por fiebre aftosa afectan las exportaciones.
En los preparativos de una misión comercial a Estados Unidos con participación de los
frigoríficos exportadores, se plantean una serie de problemas en el comercio de carnes
con este país. Uno de ellos es la introducción de ovinos de la Patagonia, prohibida por
los organismos de sanidad animal de ese país. Otro es la tentativa de instalación de un
frigorífico regional de capital americano, en lo cual se encuentra interesado
International Packers Limited, cuyo presidente Thomas Taylor resulta ser interlocutor
ya contactado por dirigentes del sector ganadero.
Esta persona estaría haciendo lobby a favor de Argentina tanto en el problema de los
ovinos como también en la introducción de carnes “curadas”. Eso se facilitaría por la
creación de un puerto libre en Nueva Orleans. En este contexto, el Secretario de
Agricultura y Ganadería es el titular del estudio contable de la CAP, desde su creación,
Ernesto Malacortto. El rechazo a la radicación del frigorífico americano divide a los
directores de CAP, generando un fuerte enfrentamiento entre los consejeros Martín y
504
1961
En opinión del director Campion, entre 1958 y 1959 las cosas cambiaron terriblemente
por la notable devaluación y la espiral inflacionaria. En 1958 CAP adquirió 1,1 millones
de cabezas vacunas y una inversión de 1700 millones de pesos. El proceso inflacionario
le obligó en el año 1959 a adquirir 740 mil cabezas vacunas, prácticamente un 40% de
reducción pero hubo que abonar 4200 millones de pesos, o sea dos veces y media más
que en el año 1958. Esta diferencia extraordinaria en el capital circulante es lo que ha
llevado a la grave situación financiera que está sufriendo CAP.
“Es sintomático que la aprobación de la ley 14801 que nos privó de tener suficiente
capital circulante se produjo cuando el presidente Frondizi se encontraba con el
presidente de International Packers, Thomas Taylor, con el cual se hicieron distintas
tratativas relativas al sector de las carnes.”
Luego apareció el proyecto Malacortto, dirigido a aliviar las carencias financieras que
originó la ley 14801, mediante una transferencia de 500 millones de pesos.
Recientemente, cuando del Presidente de CAP, Busquet Serra, se reunió con el
presidente Frondizi para entregarle un documento referido a la situación de la CAP y a
la necesidad de modificar la ley 14801, él lo acusó de que el directorio de la CAP
presionaba a los senadores en contra de la aprobación del proyecto Malacortto. Así,
expresó que se iba a “necesitar una comisión investigadora de la CAP” para saber cuál
es el monto de capital circulante que realmente se necesita. Correctamente, nuestro
presidente respondió que el Directorio de la CAP, formalmente, - ya que esto no obsta
que algunos directores, a título personal, se hayan encontrado con senadores- no tomó
ninguna posición frente a este proyecto y el Senado.
que la ley 14801 ha venido a limitar el uso de estos fondos y solo ha aliviado su
desfinanciamiento con este proyecto Malacortto.
“Hide puller”: una sola persona realiza la operación de “matadero” a una velocidad de
hasta 140 animales hora. Este método economiza alrededor de 6 a 8 personas.
Las exportaciones de chilled –carne enfriada- al Reino Unido en el 4to. Período –de
mediados de abril al 2 de junio de 1961- asciende a 22.000 toneladas, con 500 toneladas
de congeladas y 1.500 de ovinos.
NR: Si bien no se informa del estado financiero corriente, las restricciones en el capital
circulante hacen que se informe de la solución costosa a que se debe apelar para
superarlas.
Se realiza la adquisición de una IBM 1410 cuyo valor es de 612.465 dolares ó 50,7
millones de pesos.
Se entregó 250 millones de pesos desde la Junta de Carnes para aumento de capital.
La liberación –por disposición del gobierno- de los precios de los alquileres determina
una aceleración del cierre de carnicerías.
Se hace una previsión de la pérdida a que se llegaría en este año en alrededor de 400
millones de pesos. En 1960, la industria grande había perdido 600 millones de pesos. Se
calcula que por retenciones se pagaron 155 millones de pesos y por impuesto a las
ventas 55 millones de pesos, con lo que esto explica 210 millones de pesos del total de
esa pérdida.
En CAP, la mitad de la pérdida total actual -60 millones de pesos- la está generando
Smithfield, por 32 millones de pesos.
La Negra -13,995 “ “
Cuatreros +0,934 “ “
Yuquerí +1,200 “ “
L. de la Torre +0,815 “ “
Carnicerías -0,320 “ “
Transportes -0,760 “ “
Las pérdidas totalizan – 21,784 millones de pesos en el mes de junio, incluyendo otros
sectores con menores ganancias y pérdidas. Las mayores pérdidas se deben a los
resultados negativos derivados de la caída a 350 dólares la tonelada de chilled.
Luego de una exhaustiva auditoría realizada por la Junta Nacional de Carnes en la CAP
de Londres, donde se le explica a los auditores que las compañías europeas controladas
por CAP, Sansinena y Smithfield son las que operan comercial y financieramente en el
mercado inglés y francés –la primera es francesa- por su mayor tradición local, en este
sentido. Una fusión de ambas con CAP Londres es el objetivo a que se tiende sobre esta
base tripartita, pero para llegar a esto hay distintas cuestiones legales que lentamente se
van resolviendo.
La Incidencia de las retenciones, impuestos del INTA y a las actividades lucrativas son
de: 70,71 dólares sobre las carnes enfriadas; de 65,96 dólares y de 131,23 dólares sobre
la tonelada de corned beef.
Dada la escasez de hacienda se reduce el total del 7mo. Período desde 18.000 toneladas
a 12.000 toneladas.
49.000 cueros
En setiembre y octubre se hará posible la salida de stocks, llevando la faena a tan solo
900 cabezas mensuales, contra el mínimo de 10.000 del pasado. También entre octubre
y diciembre se suspenden 390 personas y se despiden 60 personas.
El matadero municipal de Rosario requiere una modernización para reducir sus elevados
costos actuales -197 pesos por res-. Las condiciones de su adquisición están descriptas
por 4,5 hectáreas de terreno, 20 años de exención de impuestos y se encuentra
totalmente libre de personal. En Rosario, el consumo es de 20 mil cabezas por mes o
1.000 diarias que se distribuyen actualmente:
Swift: 220
Otros: 80
CAP: 100.
Obras necesarias: Cámaras frías; 2 calderas; corrales para mayores faenas; edificios para
depósito. Estas obras insumirían 192 millones de pesos.
La suma de 7 primeros meses de los resultados de CAP registra 140 millones de pesos
de pérdida.
Se informa también que el séptimo y octavo período significarán 15 mil y 10,5 mil
toneladas respectivamente, debido a la escasez de haciendas. También se exporta 5.000
toneladas a Alemania, 2.000 a Portugal y 1.000 a Checoslovaquia.
Este planteo alternativo genera una economía de 149 millones de pesos, llegando el total
a 376 millones de pesos, en lugar de 480 millones planteados originalmente.
1962
Los impuestos a las actividades lucrativas afectan las exportaciones y desde 1953 es
pagado bajo protesto. Sobre la base de un fallo judicial favorable al reclamo de un
exportador en el mismo sentido, se inicia reclamo judicial.
CAP se hizo cargo del 2 y medio por ciento que dejó vacante el frigorífico Wilson, en la
cuota de importación británica, al resultar paralizadas sus actividades.
Por su parte, dado que el IPL –International Packers Limited- de Chicago compró Swift
de Río de la Plata, Swift Londres compra carne a frigoríficos Monte Grande, San Pedro
y Vivoratá.
Swift Londres no tiene vínculo actual con la fábrica vendida a IPL y debe proveer las 78
sucursales con que cuenta en Inglaterra.
IPL reduciría sus exportaciones al Reino Unido, pero en las negociaciones con
Alemania se le otorgaría un 40% del total de la cuota, cuando históricamente le
correspondía un 33% a la CAP y ahora se le suman las cuotas que correspondían a sus
asociadas Sansinena y Smithfield, con lo cual llegaría su participación al 46%.
En Chile, Debido a un impuesto a las importaciones del 30% sobre carnes enfriadas o
chilled, a 430 u$s la tonelada será imposible continuar con las exportaciones.
Excepto Frigorífico Río Grande y Capmar, el resto de los sectores principales de CAP
generó pérdidas en noviembre de 1961 por 34 millones de pesos, mientras que en
diciembre se redujo a 13 millones.
Las pérdidas por exportaciones se redujeron hacia final de año, resultando las del chilled
Reino Unido de 1,3 millones de pesos. Los congelados fueron de 600 mil pesos y el
ovino se mantuvo igual, en 3,8 millones de pesos de pérdida.
Las deudas en dólares suman 3,3 millones sobre la plaza bancaria de Londres y en libras
esterlinas, por 500 mil, contra la casa Brandt.
512
Las compras en Liniers de 1961 por parte de CAP alcanzaron un valor menor al de 1960
y la participación en el total del mercado pasó de un 12% al 9%.
La reducción en las compras de Ovinos en Avellaneda fue mayor al pasarse de casi 170
mil cabezas a 144 mil cabezas, con solo un 5% de este total del mercado.
Yuquerí inaugura un período de “zafra ganadera” en esta fecha de enero y eleva la faena
diaria a 500 cabezas. El destino es conservas y cortes tipo exportación a Perú.
Pero también incluye reducción en las obras de los frigoríficos de Puerto Deseado, Río
Grande y CAPMAR que ya, originalmente, eran de montos inferiores.
Smithfield generó 80 millones de pérdidas en 1961 y el total de ese año sumó más de
200 millones de pesos, con lo que se plantea el cierre definitivo de esta planta.
Por otro lado, frente a la serie de dificultades que observa CAP, particularmente en los
últimos dos años, el director Humberto Volando, plantea un plan de transformación de
CAP.
Dentro de la CAP se debe encarar un plan de austeridad que debe incluir el cierre del
frigorífico Smithfield y la racionalización de “chanchería”, puestos de venta de carne al
público y transporte fluvial.
Como medio para alcanzar resultados en este sentido, parece necesario entregar por
contrato a terceros, todos aquellos servicios donde esto sea factible: transporte, envases,
construcción de obras, faenamiento de haciendas, etc.
La JNC transfirió 261 millones de pesos en contrapartida de las obras civiles de la CAP.
Los tipos de cambio diferenciales entre carnes enfriadas –por retenciones a las
exportaciones- vacunas – a 82,5 pesos por dólar- y ovinos congelados y conservas a un
tipo de cambio superior –a 95 pesos por dólar- determinan pérdidas en el primer caso y
ganancias en este último.
CAP Perú registra una ganancia de 209.986 de soles peruanos, aunque lleva acumuladas
pérdidas por 4,2 millones de soles desde su creación.
Dado que los problemas financieros han venido multiplicándose, se insiste ante la Junta
de Carnes en la liquidación de 310 millones de pesos.
La Junta Nacional de Carnes liquida 261 millones de pesos a favor de CAP, advirtiendo
que se transfiere el saldo total disponible por el Fondo de Defensa de la Ganadería.
Esto determina un depósito a plazo fijo de 100 millones de pesos por 180 días, lo cual
facilita el otorgamiento de créditos en cuenta corriente que suman 180 millones de
pesos de parte de los Bancos Galicia e Internacional, con un costo financiero similar al
obtenido por el plazo fijo.
514
Informa también de las ventas realizadas por los locales de Zona Norte –Newcastle- y
Zona Sud –Portsmouth- de Londres. Entre los dos locales se venden 70 toneladas de
carne semanales, cantidad que aun siendo relativamente menor –aunque comparable a
las exportaciones a Chile y Perú, de menores precios- permite acceder a los buenos
precios de Londres.
Por Decreto 4660/62 se adjudican 157,6 millones de pesos a CAP para la construcción
del frigorífico de Rosario.
La integración de capital asciende a 3400 millones de pesos, por lo que restan 1600
millones para alcanzar el capital autorizado.
El convenio laboral que hace cesar los conflictos deriva en un aumento salarial del 80%.
Por el Decreto 6169/62 se establece que las operaciones externas que se negocien a un
tipo de cambio superior a 110$ por dólar deberán girar las diferencias a la Tesorería
General. Esto, en la práctica, significa una reimplantación de las retenciones de las
exportaciones, según el presidente de la CAP.
En junio de 1962, en general, los resultados son positivos y las ganancias totales llegan
a 85,2 millones de pesos. Esto está impulsado por las ganancias de La Negra -48,9
millones de pesos-, Yuquerí -17,8 millones de pesos- y Lisandro de la Torre -12,965
millones de pesos-. Ya en mayo, las ganancias informadas eran de 70,7 millones de
pesos.
Por otra parte, las deudas bancarias sumaban 1.606,1 millones de pesos. Las
Disponibilidades, en tanto, suman, 519 millones de pesos.
Compras CAP 1962: 171.425 cabezas (7,7%) Compras CAP 1961: 193.396
(10,3%)
Ene-jun Ene-Jun
'62 '61
Total
Frig.Extr. 820.877 917.956 806.300 716.230
de la mitad de los mismos. “Los fundamentos que justifican el aumento del capital
autorizado son la ejecución de obras y ampliación y modernización de plantas
industriales y el ajuste de los montos originales, por razones inflacionarias”.
Las entregas de fondos serán parcializadas y solo en tanto el 90% de una etapa de obra
haya finalizado, se podrá acceder a fondos de una nueva etapa.
El gobierno no grave con retenciones o cualquier otro tipo de medida cambiaria las
exportaciones.
Los precios de los novillos oscilen en un precio de entre 20 y 26$ según categorías.
Se informa de una reunión con otras empresas frigoríficas para acordar las
exportaciones del 1er. y 2do. período. Se fija un piso de 25.000 toneladas con opción a
30.000, en el primero, y de 21.000 con opción a 28 mil, en el segundo.
Con todo, ante la mínima oferta de ovinos para faenar en Puerto Deseado no se abre la
zafra allí.
518
NR: por primera vez se explicitan los acuerdos de CAP con los otros frigoríficos
exportadores, cosa que seguramente facilitó sus exportaciones desde años atrás, luego
de que reiniciase sus actividades, nuevamente en manos de los productores ganaderos.
1963
FAENA TOTAL CAP, Vacunos, 1962: 724.066 Cabezas. FAENA CAP, 1961:
654.169 vacunos.
FAENA
TOTAL 1962 1961
Total
Frig.Extr. 1.401.965 1.582.746 1.371.303 1.408.238
En 1963 se prevé una exportación total de 170.00 toneladas y en 1964, de 200 mil
toneladas.
Se reclaman 110 millones de pesos para Rosario y 200 millones de pesos para CAP
Villa Mercedes, que ya se habían solicitado inicialmente en julio de 1962.
Se hace constar que los contratos y avances de estas obras suman para 1963, 295,8
millones de pesos para Villa Mercedes y 120,5 para Rosario.
La Junta Nacional de Carnes saldó el costo de obra de las actuales plantas por 231
millones de pesos y de Puerto Vilellas por 67,75 millones de pesos. Los 97,5 millones
de pesos de la obra de Rosario no se saldaron.
en el 4to. Período se han exportado ¾ partes del total anual, cuando han salido 127.000
toneladas, restando 53 mil toneladas.
Entre enero y abril de 1963, la producción origina pérdidas de 200 millones de pesos.
Hay un aumento de stocks por la producción de las fábricas zafreras que operan,
invirtiendo en la compra de ganado y en la generación de stocks de carnes procesadas.
Estas compras e inversiones disminuyen la liquidez de la empresa.
Están establecidos los cupos de exportación, que rondan el 22,5% para CAP
Por decreto del Poder Ejecutivo se estableció cupo total de exportaciones estimado anual
180.000 toneladas, período 1963/64.
GRUPO I %
GUALEGUAYCHÚ 6,2439
WILSON 5,7111
ANGLO 19,66
GRUPO II
VIVORATÁ 2,12%
1963
1963 1962
VACUN PORCIN
ENE JUN VACUNOS OVINOS PORCINO OS OVINOS O
SWIFT LA
PLA 169900 139110
TOTAL
EXTRANJ. 980800 718400 36000 820600 918000 62300
WILSON 87000
81528
GUALEGUAY
522
CHÚ
VIVORATÁ 27432
TOTAL
ARGENT. 195960
TOTAL
GENERAL 1696568 931862 48000 1297100 62500
OVINOS
CONG. 11050 948 809 3,327
MENUDENCI
AS 9660 683 631 2,342
Como esto redundará en fondos frescos para CAP, se sostiene que CAP Londres realice
adelantos financieros a CAP central para evitar el aumento de las necesidades de capital
circulante y la discusión de las autorizaciones necesarias para que estas necesidades
resulten finalmente cubiertas.
Por Resolución 277 del 18 de julio de la Junta Nacional de Carnes transfiere 371,250
millones. Este saldo responde a la suma total de planes de obra y sumas anteriormente
transferidas por la Junta, todo de acuerdo al régimen establecido por el artículo 4to., Ley
14801.
523
Un estudio sobre las carnicerías de la CAP La Negra sostiene que sobre 135 carnicerías
se deben cerrar 50. Esto significa economías de 600 mil pesos mensuales.
Por Decreto Ley 6397 del 31 de julio. “Visto que la modificación introducida al
régimen legal de carnes establecido del Decreto Ley 8509/56, en virtud del artículo 4to.
De la ley 14801 del 16 de enero de 1959, ha perpetuado una evidente contradicción a la
realidad económica; que ello resulta de la imposibilidad de constituir o incrementar el
capital circulante de las entidades creadas o a crearse a que se refiere el inciso k del
artículo 5to. Del Decreto Ley 8509/56 con fondos de la contribución establecida en el
inciso a) del artículo 6to. Del mismo Decreto Ley, ya que la modificación señalada se
limita exclusivamente a su inversión en bienes de activo fijo.
Art.1ero. Sustituyese el inciso b del artículo 4to. De la Ley 14.801 por el siguiente
inciso b: el 60% de la contribución del inciso a) del artículo 6to. En las entidades o a
crearse a que se refiere el inciso k del artículo quinto para ser utilizado por ellas como
capital circulante y/o en la adquisición de inmuebles, equipos, maquinarias herramientas
y todo otro rubro del activo fijo en la medida que lo requiere el cumplimiento del objeto
y fines contemplados en su creación. Las entidades interesadas deberán someter los
correspondientes planes de inversión de dichos recursos provenientes de este origen.
Pueden ser destinados por las entidades a que se refiere el inciso k del artículo 5to. A
capital circulante será determinado por la Junta Nacional de Carnes, teniendo en cuenta
los siguientes elementos de Juicio:
La disposición de los fondos con el destino que se apruebe en cada caso será resultado
de la Junta Nacional de Carnes con el voto favorable de dos tercios de sus miembros y
la aprobación del Poder Ejecutivo. En tanto no se le diera destino a dichos fondos, la
JNC podrá invertirlos en títulos de la deuda pública o en depósitos bancarios a plazo
fijo. Queda absolutamente prohibido destinarlos al otorgamiento de subsidio o para
compensar enjugar o consolidar perdidas resultantes del desenvolvimiento comercial de
dichas empresas.
1964
En razón de esta tesitura, el saldo a favor hasta llegar a la integración del capital
autorizado, de 720 millones de pesos resultaría insuficiente para cubrir el total de capital
circulante necesario.
Aquí se aclara que los préstamos que se le otorgan a CAP no son automáticamente
renovables sino que dependen de los depósitos en plazo fijo que ésta realice. Una vez
que se verifica el depósito, el banco amplía su crédito, pero de lo contrario presionará
por una cancelación parcial del préstamo anterior.
525
Atento lo dispuesto en el artículo 5to. del Decreto 8509/56, ratificado por la ley 14.467,
la Junta Nacional de Carnes resuelve:
Artículo 1º. En general, los siguientes porcentajes de elaboración de carne vacuna para
ser exportada al Reino Unido:
Cap, 22,719%; Frig. Wilson, 5,41%; Anglo, 18,522%; Armour, La Plata, 16,968 %;
Gualeguaychú, 8,7715 %; Swift, La Plata, 20,824%; Vivoratá, 2,7 %; Monte Grande,
1,8 %; Montana, 1,38 %; Pedró, 0,3 %; Vizental y Cía, 0,3 %; SUBPGA, 0,3 %.
Los resultados de diciembre son desfavorables debido al aumento de 1,5 pesos el kilo
vivo. La pérdida es de 45 millones de pesos. Un tipo de cambio más bajo, al bajar de
137$/u$s a 132$/u$s, es determinante de 20 millones de pérdida. El resto de costos
financieros y administrativos son determinantes de alcanzar una pérdida total de 115
millones de pesos.
FAENA TOTAL CAP, Vacunos, 1963: 993. 480 FAENA TOTAL CAP, Vacunos,
1962: 724.066 Cabezas.
526
FAENA
TOTAL 1963 1962
Total
Frig.Extr. 1.401.965 1.582.746
Exportaciones de vacunos carnes enfriadas: Total 185.610 tons.; CAP.: 45.000 ton.
Luego de más de un año, la Junta Nacional de Carnes aprobó una transferencia de 720
millones de pesos con destino a capital circulante.
527
Por disposición del gobierno nacional, un 15% de las faenas deberá ser entregado a un
Banco de Carnes creado por éste, a fin de atender necesidades del consumo interno. A
efectos del control de este aprovisionamiento se encuentra en vigencia la Ley de
Abastecimiento, de reciente sanción.
Luego de que la pérdida de CAP de 1963 alcanzase los 320 millones de pesos, en este
primer cuatrimestre ya se alcanzan los 500 millones de pesos de pérdida. En millones de
dólares, las pérdidas respectivas fueron de 2,3 millones de Dolares en 1963 y hasta este
momento se suman 3,6 millones En 1964.
A abril de 1964 se registran como vendidos a Alemania y otros países, 8.500 toneladas,
y 20.000 al Reino Unido.
Con todo, el director H. Volando, sostiene que “se mantiene retrasado el tipo de cambio
-140 pesos por dólar, similar valor al de 1963- y las faenas caen en un 25% en CAP y en
un 50% en los frigoríficos Anglo, Armour y Swift.
CAP compró en Liniers, en abril, 37.220 cabezas, frente a un total operado de 335 mil
cabezas, por lo que participó en un 11% del mercado. En ovinos, solo alcanzó al 4,4%
del total del mercado.
528
La faena de la CAP, en abril, alcanzó las 64.381 cabezas –equivalente a 16 mil por
semana-, lo que ciertamente significa una reducción.
Frente al plan del gobierno de abaratamiento del consumo de carnes, se responde con un
plan de CAP:
En otro orden, se informa que los altos precios internacionales han determinado la
aparición de Australia y Nueva Zelandia, a 70 dólares/tonelada por debajo de la
Argentina y Estados Unidos ha aplicado un subsidio de 100 dólares la tonelada para
venderle 30 mil toneladas a Bélgica.
En Alemania se colocan 600 toneladas por mes y en Italia, se colocan carnes enfriadas a
razón de 1.000 toneladas por mes.
En Liniers, el kilo vivo está a un precio de 47 pesos, pero solo es factible pagar a 41
pesos, si se pretende rentabilidad.
Para la reducción del consumo lo más eficaz es la limitación de faena con ese destino en
los establecimientos autorizados, según Decreto 3289 del 8 de mayo de 1964, bajando la
faena de consumo interno en un 50%. La inquietud e incertidumbre que despertaron los
5 decretos aplicados determinó retención de ganado en los campos y escasa afluencia a
los mercados, determinando un alza de precios. Si CAP aceptó pagar solo 41,50 pesos el
kilo vivo, el resto está pagando 48 pesos y los frigoríficos están casi paralizados.
Hay suspensiones de treinta días para afrontar esta situación y despidos. En CAP, hubo
2.111 suspensiones en junio, distribuidas entre La Negra, Lisandro de la Torre y
Smithfield.
Smith field cuenta con 860 hectáreas, de las cuales se puede reservar una parte para
realizar explotación avícola y de granja. Con las cámaras existentes se puede hacer
acopio de la producción de granjas de Entre Ríos, absorbiéndose así los 1.200
desocupados que dejaría el frigorífico al cerrar.
Las economías que se podrían lograr en otro orden, serían por paralización de obras o
disminución de su ritmo y demora en los pagos, lo cual podría significar una
disminución de 350 millones de pesos en los gastos.
Las compras en Liniers solo llegaron a 10 mil cabezas en junio, solo un 5% de un total
de mercado de 209.200. Las faenas de CAP en este mes totalizaron 40.887 cabezas, un
nivel muy bajo.
A junio de este año, la pérdida de CAP sumó 1.000 millones de pesos, 50% atribuible a
Smithfield y al Lisandro de la Torre. En el primer caso, el problema se soluciona con el
cierre, pero en el segundo, esto resulta imposible.
Este último contaba en marzo de 1960 con 5.022 trabajadores y en la actualidad suma
2516.
530
Desde el 31 de agosto de 1962 que se pidió el aumento de capital, por primera vez, éste
no se verificó durante dos años. La última entrega de capital con fines de capital fijo se
remonta al 25 de julio de 1963. Ésta fue de 371, 250 millones de pesos. Con
anterioridad a esa fecha se habían totalizado 2.829 millones de pesos con igual finalidad
pero quedan pendientes contratos de obras por 2.500 millones de pesos.
La integración del capital autorizado se cumplió con los últimos 720 millones de pesos,
pero hay un déficit de 500 millones de pesos de capital circulante.
El Smithfield tenía costos más altos de aproximadamente el doble de los que tenían
frigoríficos como el Swift Rosario y La Plata o el Anglo, cuando de la Torre determinó
los costos de los frigoríficos extranjeros en la década del ’30. Mientras que estos
últimos estaban en torno de 12 pesos de costo por cabeza, Smithfield tenía 29,80 pesos
por cabeza. El Smithfield pasó a manos de la CAP, dentro del proceso de
nacionalizaciones de propiedades británicas en 1948.
El Smithfield fue principal causante de que la CAP debiera excluirse de base de cálculo
de los “valores de comercialización” para los novillos subsidiados de 1957. Los
mayores costos de CAP resultante de las costosas faenas del Smithfield, llevaron a que
se plantease que los valores promedio de mercado fuesen la referencia válida, con
exclusión de los costos de CAP. Si se hubiese optado por los propios costos,
normalmente hubiese sido necesario un subsidio para la CAP y las restantes industrias
recibirían subsidios notablemente elevados, al inflarse los valores promedio de mercado
al contabilizar los costos propios de CAP.
Actualmente, Smithfield produce 300 reses diarias con un personal de 1.500 personas.
La zona de Zárate, debido a la industrialización en zonas próximas a Buenos Aires, ha
quedado lejos de la producción ganadera y de allí han desaparecido los frigoríficos
River Plate, Las Palmas y Anglo Campana. En esta zona, en tanto, se ha desarrollado la
agricultura intensiva. El frigorífico cuenta con 800 hectáreas de terreno propio, por lo
que CAP ofrece 250 hectáreas a quienes quedarían desempleados. Se podrían instalar
allí granjas de finalidad principal en la avicultura.
Esto debido a que aumentó el tipo de cambio, aumentó la afluencia de ganado en Liniers
y bajaron los precios, con lo cual disminuyeron las pérdidas de producción frigorífica.
Los precios de los novillos se ubican entre 38 y 43 pesos el kilo vivo, luego de haber
alcanzado los 65 pesos en marzo previo. Luego de haber alcanzado los casi 50 centavos
de dólar el kilo vivo, se bajó el precio a menos de 30 centravos.
Por iniciativas que no partieron de CAP, en 1959 se hizo cargo de construir Puerto
Vilelas y en 1961 del Frigorífico de Villa Mercedes. En 1960 del frigorífico Lisandro de
la Torre y la adquisición del Matadero Municipal de Rosario en 1962, para convertirlo
en una moderna planta frigorífica.
La última remesa del Fondo de Defensa Ganadera fue transferida a CAP el 25 de julio
de 1963.
Quebranto económico:
b) El déficit que ocasiona el frigorífico Smith field por ser una planta antieconómica.
En esa fecha, por Decreto Ley se reforma la ley 14.801, autorizándose, en ciertos y
determinados casos, el aumento del capital circulante pero esto recién se hace efectivo
en abril de 1964, cuando la empresa había adquirido un extraordinario endeudamiento
532
que la obligó a pagar grandes sumas de dinero, en concepto de intereses, todo lo cual
trabó su desarrollo económico.
Las últimas reformas de la Ley de Carnes establecen que la Junta Nacional de Carnes no
puede transferir a CAP fondos para conjugar déficits. El déficit ganadero, según la Junta
Nacional de Carnes, en 1963 fue similar al de 1958, época calificada de liquidación
ganadera. El aumento del precio internacional ha determinado la retención de vientres y
con ello la recuperación. La insuficiencia de oferta de ganado es determinante de
ausencia o escasez de materia prima para los frigoríficos.
El Plan de Obras se detalla y resulta en 2.020 millones de pesos y se insiste en los 8.000
millones de pesos de capital autorizado. El déficit de capital circulante es de 1260
millones de pesos. Dado los 8.000 millones de pesos solicitados, 5.000 resultaron
entregados, 2000 se solicitan por obras y 1000 por circulante.
Las compras en Liniers fueron de 10.000 cabezas en setiembre. Las faenas del mes
alcanzaron a 44 mil cabezas, en total, de lo cual 24 mil correspondieron a La Negra.
Bajaron los precios internacionales a 460 dólares la tonelada de chilled. Esto se enfrenta
con la suba de precios en Liniers
Con 150 reses diarias, se trabaja con 115 obreros. Con 300 reses diarias, 160 obreros.
Con 1000 reses, 400 obreros.
Italia comprará en diciembre 2.500 toneladas a 920 dólares la tonelada, muy por encima
de los 640 dólares promedio de mercado y de los precios del Reino Unido de alrededor
de 500 dólares.
Francia compra 8.800 toneladas en el último trimestre de 1964 y planea 6.000 toneladas
para el primero de 1965.
Puerto Deseado, frigorífico paralizado hace varios años, ha pasado a ser básicamente un
matadero local con destino al consumo interno.
1965
En Río Grande se inicia la zafra con 150.000 cabezas ovinos, con precios de pesos 75
para el kilo limpio de primera calidad y de 50$ para la inferior.
La zafra del Yuquerí se inicia en febrero con precios de novillos de entre 37 y 47 pesos
el kilo vivo.
Por otro lado, se cancela el arrendamiento del establecimiento avícola de Venado Tuerto
por su baja rentabilidad.
Las compras aumentan a 18.000 cabezas en Liniers y la faena llega a 45.000 cabezas, en
febrero.
Las compras siguen en torno de 20.000 cabezas mensuales, aunque los ingresos en
Liniers llegan a 292 mil cabezas mensuales. Igualmente, la faena sube a 55.000 cabezas
y la de ovinos a 120.000 cabezas por haberse producido la zafra en los frigoríficos de
Patagonia. Las compras de ovinos en Avellaneda son de solo 13.000 cabezas.
Queda aprobado el aumento de Capital de 5.000 a 8000 millones de pesos, “resuelto por
la Asamblea General de Accionistas de agosto de 1962”.
Igualmente, para 1965, se estima una pérdida de 832 millones de pesos si se mantienen
las condiciones generales de precios y costos.
En Estados Unidos se reducen depósitos y personal, ya que las ventas de conservas son
escasas. En el Reino Unido de las 30 sucursales se cierran 7. Habría una economía de
65.000 libras anuales.
El régimen cambiario mejora mediante una devaluación que lleva el tipo de cambio a
171 pesos por dólar, pero las retenciones alcanzan al 9,5% de los ingresos por
exportación.
España compra entre mayo y junio 5.000 toneladas de carnes congeladas y 3.000
cuartos traseros enfriados. Alemania se encuentra paralizado e Italia con un bajo
volumen, ya que importa 2.500 toneladas a distribuir entre distintos frigoríficos.
Se dispone una devaluación de 150 pesos a 171 pesos, pero se establece una retención a
las exportaciones de un 9,5%.
Se informa aprobación del Aumento de Capital –a 8000 millones de pesos-, por Decreto
3888/65. Llegan, por transferencia de JNC, 2.212 millones de pesos, con los cuales es
posible cancelar crédito extraordinario del Banco Nación Argentina.
En Reino Unido los precios de la carne vuelven a subir hasta 620/640 dólares la
tonelada de carnes enfriadas. En España, el acuerdo de importación alcanza mayor
volumen ya que se plantea 8.000 toneladas de carnes congeladas, 3.000 de enfriadas,
1000 toneladas de cuartos delanteros congelados y 2.400 de compensados congelados.
El precio aquí alcanza los 800 dólares para carnes enfriadas.
El ciclo de retención ganadera no cede, ya que el kilo vivo en Liniers alcanza los 57
pesos la tonelada y el valor representativo de exportación es de 49,50 pesos. El novillo
llegó a 75,80 pesos el kilo vivo y a pesar de la suba del precio internacional, se deben
reducir de 2.000 a 1.400 toneladas las exportaciones semanales al Reino Unido. En
Italia, se debe reducir de 2.000 a 1700 toneladas las exportaciones mensuales. El otro
mercado, Francia, se reduce de 600 a 400 ton mensuales.
Las compras totales en Liniers suman 216 mil cabezas en el último mes y CAP, con un
4% del total, solo compra 9.360 cabezas de vacunos. La faena baja a 35.200 cabezas en
CAP.
Según Volando, el vicepresidente, este proceso de retención viene desde fines de 1963 y
ha generado una grave crisis con la industria frigorífica quebrada, con desocupación y
con los ganaderos con la angustia de un futuro incierto.
La veda de consumo de carne rige para dos o tres días por semana. Se pide la
eliminación de las retenciones y el aumento del tipo de cambio.
Se debe ordenar el consumo, luego de que se logre reducir el consumo será posible
aumentar la exportación y cumplir los compromisos internacionales. (Volando resume
la carta de la Federación Agraria Argentina al presidente de la Nación, Dr. Arturo Illia).
536
Las pérdidas estarían en alrededor de 1.200 millones de pesos en 1965, solo algo
inferiores a las de 1964.
“La Comisión Especial de Problemas de las Carnes afirma que “la crisis de la carne”
solamente se soluciona cuando el stock ganadero se haya recuperado ampliamente.
Mientras tanto es necesario adoptar medidas de emergencia que permitan satisfacer el
consumo y la exportación durante un tiempo prudencial, posibilitando el trabajo
ordenado de las fábricas, una ocupación razonable de la mano de obra y no pueden dejar
de atenderse los mercados exteriores.”
La tan esperada modificación del tipo de cambio no ha variado la situación porque las
retenciones que se impusieron anularon los beneficios. En conclusión, el gobierno
nacional, al menos, debe eliminar las retenciones y dar tratamiento especial de producto
no tradicional a la exportación de productos elaborados, las conservas, en general.”
537
Respecto del cierre del frigorífico Smithfield, se informa que dado que se iba a crear
empresa mixta, pero esto no ha sucedido, se han dado instrucciones de cancelar los
contratos de trabajo del personal.
Se informa que por las obras previstas para setiembre-diciembre se han solicitado 395
millones de pesos –equivalente a 2,8 millones de dólares-.
Las pérdidas a setiembre suman 882 millones de pesos, dentro de los cuales se destacan
las pérdidas de exportación, por 337 millones; gastos financieros y fiscales, por 232
millones; Lisandro de La Torre, 189 millones de pesos; paralización Smithfield, 86
millones de pesos.
Vuelve a caer el precio de las carnes del Reino Unido, a 520 dólares la tonelada.
La Contraloría General que auditará este proceso está a cargo del Sr. Otaduy.
Se constituyen consejos consultivos zonales en las distintas regiones del país, a fin de
que representantes locales de la ganadería participen de las acciones que a este nivel
realiza CAP.
Maquinarias e instalaciones son garantía del crédito y serán liquidadas en caso de que
no se efectúen los pagos.
Por otra parte, se inicia la zafra de ovinos en Río Grande, con una perspectiva de 120
mil cabezas.
La JNC transfiere 600 millones de pesos que se depositan en plazo fijo bancario.
1966
Convenio con España por un mínimo de 12 mil toneladas anuales. Cuartos traseros
enfriados a un precio de 775 dls./ton y de 555 dls./ton, en congelados.
Aparte de España, otro destino importante para CAP es Israel que importa entre 600 y
1000 toneladas mensuales.
Baja la cantidad de empleados y depósitos en Estados Unidos, ya que las ventas están
en el orden de 2,5 millones de dólares anuales. Se calcula una disminución de 100 mil
dólares anuales en los gastos.
En el nuevo frigorífico de Villa Mercedes también se plantea similar plan para su final
habilitación, llevando las obras a un 65% de los previsto en 1966 y el restante 35% en
1967.
NR: la disminución notable de las compras de carnes por parte de Europa y los
problemas que se van sucediendo con Inglaterra hacen caer notablemente las
perspectivas futuras de la exportación y de sus principales actores, entre ellos, la CAP.
1967
El aumento de Capital por Decreto 187/67 del Poder Ejecutivo Nacional, lleva el capital
autorizado a 15.000 millones de pesos y esto libera el Plan de Obras de la necesidad de
paralizar obras por limitaciones financieras.
A cuenta del capital autorizado se recibieron 1886 millones de pesos y con parte de esto
se cancelan 2 millones de dólares de deuda con Suiza –firma SOCSA- equivalentes a
500 millones de pesos.
Las exportaciones a Reino Unido se desarrollan a razón de más de 2.000 toneladas por
semana de carne enfriada y 1500 de toneladas de vacuno congelado. En ovino
congelado se llega a 2.200 toneladas y 1300 toneladas de menudencias.
La JNC, a cuenta de reciente aumento del Capital, entregó a CAP 2.836 millones de
pesos, que se destinaron a:
Pago deuda SOCSA Suiza, por 496 millones de pesos o 2 millones de dólares.
Pago de cobranza de embarques anticipada por CAP Londres, por 395 millones de
pesos.
Exportaciones.
Los envíos al Reino Unido fueron de 2.100 toneladas por semana, a un precio medio de
480 dólares por tonelada.
A España se exportaron por mes, por un mínimo 2.500 toneladas de carnes congeladas a
520 dólares por tonelada y 1500 toneladas de carnes enfriadas a 677 dólares.
La respuesta del directorio de CAP sostiene que “al Estado no le cuesta 1 peso la CAP,
porque el capital de la CAP lo aportan los propios ganaderos”.
542
España, entre marzo y julio de este año, importa 4.600 toneladas de carnes enfriadas y
10.000 toneladas de carnes congeladas.
El liquidador del ex Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre exige el pago del “precio
definitivo” de la operación original de años atrás -1959/60-, sobre la base de lo ofertado
por CAP oportunamente, por 485 millones de pesos. Esto lo cobrará la Secretaría de
Agricultura con base en los fondos que administra la Junta Nacional de Carnes.
CAP Perú acumula importantes quebrantos económicos que se han sucedido por 1957
hasta 1960 y nuevamente entre 1964 y 1965 y a fin de cumplir con las disposiciones
establecidas en la Ley de Sociedades Mercantiles del Perú. Se resuelve resarcir 7
millones de soles por pérdidas, a favor de CAP Perú.
Los excedentes de personal del Lisandro de la Torre son 660 operarios y 160
empleados. Aun con esta reducción se puede atender una faena hasta un 40% superior a
la faena actual, por lo que se procede al despido de este personal.
Una auditoría sanitaria de Gran Bretaña de los establecimientos de CAP, señaló graves
deficiencias sanitarias en La Negra.
Con base en esta situación y otras similares se realiza un viaje del Presidente de la Junta
Nacional de Carnes, Peralta Ramos, Demaría, Director CAP y Kolungia, Gerente
General de CAP a Londres para averiguar sobre las perspectivas futuras del mercado
inglés.
Sin embargo, luego de varios días de pocos arribos de carnes, debido a la aftosa, la
escasez lleva a los precios a 500 dls/ton. Varios países a su vez, Irlanda, Nueva Zelandia
y Uruguay devalúan sus monedas, pudiendo negociar sus carnes a precios en dólares
más bajos.
Prioridades (Mill.$) A B C
Total
Este frigorífico está básicamente trabajado como matadero con industrialización de:
Prioridades (Mill.$) A B C
Total
Planta faenadora para consumo de 50/60 cabezas diarias de vacuno. Cerdos: faena 200 a
300 cabezas diaria. Venta local de subproductos. Régimen de zafra: 200 vacunos al día
para exportación.
Prioridades (Mill.$) A B C
Total
Faena de vacunos de 600 cabezas por turno. Faena de ovinos de 3000 cabezas por turno.
Prioridades (Mill.$) A B C
Total
Faena para Consumo: 300 cabezas/día. Faena exportaciones: 350 cabezas/día. Faena
de terceros (usuarios): 400 cabezas.
Prioridades (Mill.$) A B C
En el Reino Unido una epidemia de aftosa impide el ingreso de embarques del exterior
y hace que tampoco se venda carne argentina en Londres. Los embarques quedan
suspendidos. La sucursal de Londres solo puede vender carne inglesa, internamente.
1968
546
Plantea que se realizan negociaciones con Italia, Francia, Portugal, España, Bélgica,
Holanda, Alemania, Chile, Perú e Israel, a fin de reactivar las exportaciones.
Durante 1967, Rosario perdió 251 millones de pesos, cuando a fines de 1966 su estado
era equilibrado. La “recuperación” de la planta se realizará exclusivamente en términos
de arreglos imprescindibles (A).
CAP Sales recibe 1,5 millones de dólares de J. Henry Schroder Banking Corp., lo que
permite a CAP Perú pedirle a esa filial una “garantía” de 1,2 millones para obtener una
renovación de un préstamo previo de 1 millón de dólares.
Las condiciones de competencia de Brasil y Uruguay son más ventajosas ya que las
retenciones en Argentina alcanzan al 18%, mientras que en estos otros son del 6%.
Por el cambio en las condiciones del comercio con Italia se disuelve la sociedad que
CAP había constituido allí.
Se plantea la adquisición del 50% del Frigorífico Nacional de Montevideo con destino a
las exportaciones a Londres.
También hay un replanteo de las obras de Cuatreros por 6 meses adicionales, en razón
de una readecuación a las nuevas exigencias sanitarias internacionales.
Comienzan los embarques al Reino Unido pero no hay acuerdo sobre la distribución de
las cuotas de embarque entre los frigoríficos exportadores. CAP, en un 50%, exporta a
través del Frigorífico Nacional de Uruguay, mientras que su exportación desde
Argentina se encuentra trabada por la falta de bodegas en los barcos, disputadas por los
frigoríficos extranjeros.
Los embarques iniciales se reducen a solo 300 o 500 toneladas por semana.
1969
Esta es la fecha de la inauguración oficial del frigorífico Villa Mercedes, San Luis. No
obstante, este frigorífico no se pondrá a trabajar porque los niveles de comercialización
de la producción serían muy bajos y resultaría deficitario su funcionamiento. Este
frigorífico fue construido por razones de “promoción de la zona ganadera” y la decisión
correspondió a 7 años antes.