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InterSedes: Revista de las Sedes Regionales

ISSN: 2215-2458
intersed@cariari.ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

Sánchez Albarracín, Enrique


Tradiciones y neologismos: los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España
InterSedes: Revista de las Sedes Regionales, vol. IV, núm. 6, 2003, pp. 35-55
Universidad de Costa Rica
Ciudad Universitaria Carlos Monge Alfaro, Costa Rica

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Inter Sedes. Vol. IV. (6-2003) 35-55.

TRADICIONES Y NEOLOGISMOS:
LOS ENCUENTROS DE RICARDO PALMA
Y RUBÉN DARÍO CON ESPAÑA
Enrique Sánchez Albarracín

RESUMEN

El artículo trata del encuentro de dos figuras de las le-


tras latinoamericanas, Ricardo Palma (1833-1919) y
Rubén Darío (1867-1916), en una encrucijada genera-
cional propiciada por el Cuarto Centenario del Descu-
brimiento de América celebrado en España en 1892.
En las tribunas de los numerosos discursos, exposicio-
nes, tertulias, conferencias y congresos españoles, tan-
to el joven poeta modernista de 25 años como el aca-
démico y bibliotecario peruano se sumaron a las “voces
latinoamericanas” que trataron de reivindicar enton-
ces la necesidad no sólo de una reconciliación política
y económica sino de un auténtico reconocimiento his-
tórico e intelectual de las repúblicas americanas. Con-
formando acaso una bisagra temporal y arbitraria en la
historia de las relaciones culturales entre España y
América Latina, el encuentro centenario significó tam-
bién un último cruce de generaciones que nunca an-
tes se había logrado y nunca después se repetiría.

Palabras clave: Rubén Darío, Ricardo Palma, cente-


nario, literatura hispanoamericana, hispanoamerica-
nismo, siglo XIX.

ABSTRACT

The article deals with the meeting of two figures of


the Latinamerican letters, Ricardo Palma (1833-
1919) and Rubén Darío (1867-1916), in a genera-
tional crossroads propitiated by the Fourth
Centenary of the discovery of America in Spain
1892. On the tribunes of the numerous spanish
speeches, expositions, literary circles, lectures and
congresses, the 25 years old modern modernist poet
as well as the Peruvian academician and librarian
joined to the “Latinamerican voices” that tried then
to vindicate the necessity not only of a political and
economic reconciliation but also of an authentic his-
torical and intellectual recognition of the American
republics. Conforming perhaps a temporary and
arbitrary hinge in the history of the cultural rela-
tionships between Spain and Latin America, the
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centenarian meeting meant also a last crossing of «Lo que nos inclina hacia Europa y al mismo
generations that never before had happened and tiempo se resiste a ser Europa, es lo propiamente
never again would repeat nuestro, lo americano.»

Key words: Rubén Darío, Ricardo Palma, cente- Leopoldo Zea, Cuadernos Americanos, 1942
nary, Hispanoamerican, Hispanoamericanism,
XXth Century.
Según José Ortega y Gasset, el hom-
bre hasta los 25 años, no hace más que
aprender. Descubre el mundo legado
por sus mayores pero éste le sugiere me-
ditaciones distintas, naturalmente, de las
que tuvieron durante su propia juventud
los hombres ahora maduros de su tiem-
po.1 Y es que las generaciones se siguen
sin repetirse, acompañando el curso del
tiempo, desde la germinación de las
ideas y del asentamiento de las convic-
ciones a su posterior olvido, rechazo o
conservación. Y el mundo por su parte,
cambia, producto también de dichas
generaciones, e inductor a su vez de di-
vergentes filiaciones donde el espacio
imprime asimismo sus motivos y circuns-
tancias y donde la experiencia directa y
personal, al fin y al cabo, constituye ade-
más un criterio fundamental.
Al encarar desde la perspectiva del
encuentro, el viaje de los escritores Ri-
cardo Palma y Rubén Darío a España,
realizado en 1892 con motivo de la con-
memoración del Cuarto Centenario del
Descubrimiento de América, lógicamen-
te nos vienen a la mente las polémicas
más recientes que a lo largo de las dos úl-
timas décadas se propagaron en torno a
las celebraciones del llamado Quinto
Centenario del Encuentro entre Dos
Mundos. Es verdad que la propia duali-
dad semántica de la palabra induce la
polémica, puesto que tanto puede en-
tenderse reunión o confluencia en el tér-
mino encuentro como choque, rivalidad
o enfrentamiento. Más allá de la cues-
tión dialéctica, sin embargo y de los dis-
gustos o querellas suscitados por unas
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apoteósicas celebraciones que censura- motor de la composición o recomposi-


ron muchos observadores pasados y ac- ción de la historia ajena y personal. Por
tuales, lo que nos interesa rescatar aquí, esta caprichosa razón no es tan conocido
no es tanto en realidad el encuentro de finalmente el primer viaje de Rubén Da-
dos mundos opuestos o aledaños como el río a España y también porque no dejan
de diversas generaciones. de ser a menudo anecdóticas las referen-
Cualquier reunión de artistas o inte- cias de los críticos3 a aquella expedición
lectuales, coincidente en el tiempo y en primeriza que constituye, sin embargo,
el espacio, merece considerarse acaso un momento determinante en la forma-
como un encuentro de generaciones. ción del artista y del intelectual. A partir
De acuerdo con los planteamientos cita- de entonces se iniciaría quizás esa toma
dos de Ortega y Gasset, dichas genera- de conciencia de Rubén Darío de no ser
ciones pueden ser coetáneas aunque no sino “español de América y americano de
necesariamente contemporáneas. Al no España” o sea, como advierte muy acerta-
vivir todos del mismo pasado, existen damente Blas Matamoro4, de ser en defi-
hombres que viven en un mismo momen- nitiva extranjero o emigrante tanto de la
to, pero que pertenecen a generaciones vida real como de la literatura.
distintas.2 Tal fue el caso de Ricardo Pal- Los viajes constituyen, por tanto, una
ma, Rubén Darío y de los demás intelec- de las posibles claves para interpretar la
tuales españoles y latinoamericanos que personalidad histórica y literaria de Da-
en las circunstancias de 1892 se encontra- río y si es verdad que, como dictaminaba
ron en España. Montaigne en sus Ensayos, “les voyages
forment la jeunesse”, el poeta nicara-
güense, que viajó desde su infancia y has-
Rubén Darío, el parnasiano de fantasía ta su muerte incesantemente, se estuvo
deslumbradora formando, por consiguiente, durante to-
da su existencia. Siendo adolescente
Poco y mucho es conocido el primer había recorrido primero, reiterada-
viaje trasatlántico que emprendió Rubén mente, los pueblos y ciudades de la
Darío en 1892 como Secretario Oficial de América Central. “¿Ha comenzado a
la Delegación que enviaba entonces Nica- golpearme el mundo?, pues bien, ¡ade-
ragua a España con motivo de las celebra- lante!”, se exclamaba en una carta de
ciones del Cuarto Centenario del Descu- 18825. Poco después partía de Nicaragua
brimiento de América. El hecho es muy rumbo a El Salvador y desde entonces
conocido porque son abundantes las refe- no dejaría de viajar. En 1886 se había
rencias a aquel viaje en la hoy valiosísima embarcado para Chile emprendiendo su
y abrumadora colección existente de bio- primera gran aventura literaria de la
grafías, antologías, ensayos y críticas de la cual regresaría tres años más tarde, con-
obra del gran poeta nicaragüense. El pro- sagrado, tras la publicación de Azul, co-
pio escritor reseñó dicho viaje al menos mo poeta continental:
en su Autobiografía de 1912, en algunos
Si el libro, impreso en Valparaíso este año de
párrafos alusivos de su España Contemporá- 1888, no estuviese en muy buen castellano, [le es-
nea y en varios artículos, cartas y semblan- cribía Juan Valera en su primera Carta Americana]
zas donde la memoria es el mecanismo lo mismo podría ser de un autor francés, que de

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un italiano, que de un turco o de un griego. El libro Por el lado del Norte está el peligro. Por el lado del
está impregnado de espíritu cosmopolita. Hasta el Norte es por donde anida el águila hostil. Desconfie-
nombre y apellido del autor, verdaderos o contrahe- mos, hermanos de América, desconfiemos de esos
chos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resal- hombres de ojos azules que no nos hablan sino
te más. Rubén es judaico, y persa es Darío; de suer- cuando tienen la trampa puesta. El país monstruoso
te que por los nombres no parece sino que usted y babilónico no nos quiere bien. Si es que un día, en
quiere ser o es de todos los países, castas y tribus 6 fiestas y pompas, nos panamericaniza y nos banque-
tea, ello tiene por causa un estupendo humbug.8
Pero el cosmopolitismo de Rubén Da-
río en Santiago o Valparaíso era todavía li- Si estas palabras no dejan de evocar-
terario. Hacía tiempo sin embargo que nos futuras composiciones literarias co-
anhelaba un viaje real, trasatlántico, pro- mo el poema “A Roosvelt“ de 1904 o el
longación de su quehacer imaginario, un ensayo de 1898 titulado El triunfo de Cali-
viaje que le había sido denegado a los bán, descubriendo ya el germen de pos-
quince años cuando leyó ante el Congre- teriores actitudes intelectuales, también
so de Managua su poema “El libro” con el revelaban el entusiasmo de unas jóvenes
fin de obtener una beca de estudios para generaciones de artistas y escritores ame-
Europa. Sus jóvenes ardores liberales ha- ricanos a las que pertenecía plenamente
bían frenado entonces la benevolencia el poeta y en las que soñaba José Martí
del presidente del congreso, quien había como la “semilla de la América Nueva”.
rechazado su solicitud con estas palabras: Sus maestros, sin embargo, no eran auto-
res americanos ni españoles, sino france-
Hijo mío, si así escribes ahora contra la religión de ses. Por eso, en sus comentarios de Azul,
tus padres y de tu patria, ¿qué será si te vas a Euro- Juan Valera había señalado que lo prime-
pa a aprender cosas peores?7. ro que se notaba al leer el libro del joven
nicaragüense, es que estaba saturado de
En 1892, llegó finalmente el momen- toda la más flamante literatura francesa.
to. Rubén Darío, contaba con 25 años y un En 1892, sin embargo, entre sus male-
prestigio literario internacional certificado tas y pertenencias reales o ficticias no traía
por las dos Cartas Americanas de Juan Vale- solamente Darío a España emociones de-
ra que habían sellado la entrada del mo- cadentistas y parnasianas sino una mesco-
dernismo americano en España. Todavía lanza de proyectos y sentimientos poéticos
no había perdido nada, empero, de sus y existenciales, a veces encontrados, en los
exaltaciones juveniles, que desparrama- que Verlaine, Hugo y Whitman se codea-
das en numerosas crónicas periodísti- ban con Espronceda, Bécquer o Campoa-
cas, abogaban también en el terreno mor. Y aunque Nuestra América, según el
político a favor de la Unión Centroame- juicio emitido en 1891 por el apóstol de la
ricana y advertían en América Latina del independencia cubana, era apenas en-
inquietante desarrollo del pauperismo tonces “una máscara con los calzones de
en las sociedades industriales o de los pe- Inglaterra, el chaleco parisiense, el cha-
ligros del naciente imperialismo estadou- quetón de Norteamérica y la montera de
nidense. Poco después de la Conferencia España”9, la indumentaria y los antifaces
Panamericana de Washington de 1889, ya no lograban esconder en el caso del
por ejemplo, había descrito en estos tér- joven poeta de Nicaragua, los rasgos tan
minos, desde un diario de Costa Rica, al determinantes de su propia personali-
imponente vecino anglosajón: dad original y fecunda.

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Y usted no imita a ninguno [había reconocido Va- Oh, señor! el mundo anda muy mal. La sociedad se
lera] ni es usted romántico, ni naturalista, ni neu- desquicia. El siglo que viene verá la mayor de las re-
rótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. voluciones que han ensangrentado la tierra.12
Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en
el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello Con todo, y aunque la inoperante ra-
una rara quintaesencia.10 zón iba dejando paso a paso en el am-
biente artístico e intelectual de la época
El entusiasmo juvenil, mezclando abrumadores espacios a la angustia, Ru-
también ideales estéticos y sociales, rei- bén Darío, joven de 26 años no cumpli-
vindicaba en 1892 la renovación inte- dos, se definía el 30 de noviembre de
lectual como una alternativa a la angus- 1892 en la revista La Ilustración Española y
tia, al pesimismo imperante. Porque no Americana como un verdadero optimista,
sólo América y España sino el mundo un escritor que tenía fe en el porvenir,
entero se encontraban en pésimo esta- mucha constancia en el estudio y laborio-
do en aquel último trecho del siglo sidad incansable, un artista que procla-
XIX. Sólo bastaba, como ahora, echar maba audazmente:
una rápida ojeada a la prensa, para des-
cubrir cómo lo estragos del hambre y Entiéndase que nadie ama con más entusiasmo
las desigualdades acarreaban tragedias que yo nuestra lengua, y que soy enemigo de los
humanas y despertaban reacciones vio- que corrompen el idioma; pero desearía para
nuestra literatura un renacimiento que tuviera por
lentas y desesperadas. En un artículo titu- base el clasicismo puro y marmóreo, en la forma,
lado “Hambre y Hartura”, por ejemplo, y con pensamientos nuevos; lo de Chenier, llevado
en el que refería un atentado anarquista a mayor altura: arte, arte y arte.13
ocurrido en Barcelona, el periodista
franco-venezolano Luis Bonafoux se Éste era el “parnasiano de fantasía
preguntaba desde las páginas de la revis- deslumbradora” que evocaría algunos
ta España y América: años más tarde en sus Recuerdos de Es-
paña el escritor Ricardo Palma.
Quién será capaz de resolver un problema … pa-
voroso, (y tanto) que está «en estudio » hace ya si-
glos, como si fuera el eterno proyecto ultramari- Ricardo Palma, el primer limeño de Lima
no? ¿Quién podrá dar solución a la antinomia en-
tre el mundo de los anarquistas, es decir los ham- España no fue el escenario de la pri-
brientos, y el mundo de los burgueses, o sea los
hartos? […] Lo que más irrita a los anarquistas es
mera entrevista de Darío con Palma. En
el contraste entre el hambre que padecen y la har- una de sus crónicas literarias, el poeta
tura de que gozan las clases privilegiadas»11 nicaragüense describió cómo se cono-
cieron en febrero de 1888 en Lima.14
Ese mismo contraste también lo ha- Rubén había efectuado expresamente
bía recalcado Darío en Azul, en la “Can- el viaje desde Chile para conocerlo. El
ción del Oro” donde el protagonista, autor de las Tradiciones era por aquellos
“aquella especie de harapiento, por las tiempos, sin duda, la mayor figura lite-
trazas un mendigo”, no era una figura raria de su patria. Nacido en 1833,
estética ocasional sino un verdadero contaba entonces apenas con 55 años
personaje dariano que con el nombre pero Darío lo retrataba como un “vie-
de Juan Lanas proclamaría en otro tex- jecito amable” aunque celebrara su
to de 1892: gran vitalidad:

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Deleita oír a Palma tratar de asuntos filosóficos El pensamiento se hizo más riguroso y su prosa se
y artísticos, porque se advierte que en aquel volvió más segura y menos retórica. Su espíritu ad-
cuerpo que se halla a las puertas de la eternidad, quirió solidez de criterio y amplitud de visión, lo
corre una sangre viva y joven, y que en aquella cual sería un valioso aporte para aprovechar mejor
alma arde un fuego sagrado que se derrama en el viaje europeo que le esperaba.19
claridades de nobilísimo entusiasmo.15
Al igual que Darío, Palma también
Ricardo Palma pertenecía a una gene- había hallado en Chile, donde se vinculó
ración intermedia de escritores latinoa- con intelectuales y artistas de su genera-
mericanos que se situaban en la transición ción, un decisivo estímulo creador, que
literaria del período colonial al período se plasmó con la publicación de sus Ana-
nacional o cosmopolita. Eran liberales o les de la Inquisición de Lima en 1863, traba-
conservadores en el terreno político y rea- jo histórico de sello netamente anticleri-
listas o románticos en el de la literatura. El calista y sobretodo con la aparición en la
historiador español Salvador Bernabeu prensa nacional y extranjera de aquellos
Albert, acogiéndose a los juicios de José relatos que retrataban con gracia e ironía
de la Riva Agüero16, resaltó lo contradic- las costumbres de la Lima colonial, bajo
torio del romanticismo literario de Palma el título de “Tradiciones”.
con su liberalismo político17. El primero Conservando la misma vena satírica y
exaltaba lo que el segundo condenaba y picaresca que latía ya en sus composicio-
destruía. Pero ésta no era sino una de las nes poéticas anteriores, pero entregán-
tantas facetas de la personalidad comple- dose a un nuevo estilo narrativo que te-
ja del escritor peruano, que no hacía sino nía, con todo, diversos antecedentes en
reconstruir en el arte lo que procuraba Europa y en América, las Tradiciones aca-
destruir en la vida.18 barían constituyendo un verdadero géne-
Lo mismo que Rubén Darío, había si- ro literario creado por el propio Ricardo
do precoz por otra parte, tanto en el arte Palma y situado a medio camino entre la
de la literatura como en el de la política historia y la anécdota, entre la leyenda y
o en los viajes. Con sólo quince años, era el artículo de costumbres. Su amplia difu-
ya director de un periódico político y sa- sión continental a partir de 1872 le val-
tírico llamado “El Diablo”, mientras otro drían rápidamente un renombre interna-
diario de Lima, “El comercio”, publicaba cional, siendo alabadas, según palabras de
sus primeros poemas. Entre los 18 y los Darío, hasta en El Fígaro de París.
25 años había viajado ya por casi toda la Desparramadas en más de una dece-
costa pacífica de la América del Sur, ofi- na de volúmenes, publicados a lo largo
ciando como contador de barcos de gue- de su vida, estas mismas Tradiciones, que
rra, ocupación que le había deparado convertirían a Palma en uno de los fun-
además una gran libertad de tiempo pa- dadores de la literatura nacional perua-
ra dedicarse a la lectura de los clásicos y na, también originarían, no obstante,
a la poesía. Sus actividades políticas co- una de las primeras grandes polémicas
mo conspirador liberal, le habían valido literarias del país. Iniciada con la diver-
posteriormente una experiencia de exi- gencia personal existente entre Ricardo
lio de tres años en Chile, periodo que se- Palma y Manuel González Prada, quien
gún el académico peruano Estuardo Nú- encabezaba una joven generación de es-
ñez fue singularmente productivo para critores nacionales que fustigaban el co-
su evolución espiritual y literaria: lonialismo y promovían la ruptura de

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todo vínculo con España, fue propagán- oficial, tampoco era éste su primer viaje a
dose la polémica entre “palmistas” y Europa. En 1864, aprovechando un car-
“pradistas”, confinando estos últimos, la go diplomático de consul en Brasil, ya ha-
figura y la obra de Palma, entre la litera- bía navegado rumbo al viejo mundo, visi-
tura colonialista, evocadora y nostálgica tando Londres, Italia, Bruselas y París
del virreinato. donde había frecuentado durante algu-
Sólo con el paso del tiempo volverían nos meses a Lecomte de Lisle, Sully Prud-
los críticos literarios, en el siglo XX, a su- homme, Catulle Mendès, Gautier, Baude-
perar las dicotomías simplificadoras para laire, Banville y hasta a los viejos maestros
recuperar el valor histórico y artístico de Hugo, Dumas o Lamartine. El primer via-
las Tradiciones. Según Haya de la Torre, je a Europa había desembocado a la pos-
Palma era tradicionista pero no tradicionalis- tre en una mezcla de fascinación y desen-
ta. José Carlos Mariátegui explicaría por canto, quizás de desmitifiación. Habiendo
su parte en 1928 que si bien el escritor li- recibido el escritor durante su estancia in-
meño retrataba la colonia, lo hacía con un fluencias también de otras literaturas eu-
realismo burlón y una fantasía irreverente y sa- ropeas, se le había depurado su percep-
tírica. Mientras González Prada marcaba ción del mundo, alimentándose de un
en la historia literaria del Perú, según él, cosmopolitismo menos sentimentalista y
la transición del españolismo puro a un más práctico, que le había llevado, final-
europeismo incipiente, Ricardo Palma en mente, a renunciar a la poesía.
cambio traducía el criollismo, el mestizaje, la El estilo de Ricardo Palma [observaba
mesocracia de una Lima republicana.20 Miguel Cané] es su propiedad exclusiva e
Le había tocado vivir, en realidad, al inimitable; pero aquel que, engañado por su
escritor peruano, el periodo histórico de pureza castiza, le supusiera una filiación
una independencia todavía embrionaria únicamente española, sufriría un grave
e insegura, marcado por el intento de error. No se alcanza esta perfección sin cono-
España de recuperar su antigua colonia cer a fondo los humoristas ingleses, especial-
en los años 1865-66 o por la guerra del mente Swift y Henry Bayle; sin haber vivido
Pacífico entre 1879 y 1881, durante la en íntimo comercio con Moliére, y entre los
cual las tropas chilenas, al ocupar Lima, alemanes con Heine y Jean Paul. Indudable-
habían quemado incluso su casa y su bi- mente que sobre todos ellos está Cervantes;
blioteca, aniquilando el manuscrito de pero es precisamente el carácter de nuestra li-
una novela y numerosos apuntes de me- teratura americana la base ecléctica en que
morias. La inestabilidad política por un se apoya.21
lado, las guerras desastrosas luego y fi- Al asomarse el año 1892, por tanto,
nalmente las tribulaciones de una eco- el que definía Rubén Darío como el lime-
nomía maltrecha; todas estas circunstan- ño más limeño de Lima, había llegado a la
cias habían contribuido a alimentar el parte culminante de su órbita22, se acercaba
desengaño del hombre y a afinar la sáti- a los sesenta años y era periodista, cuen-
ra y la agudez del literato. tista, traductor, académico correspon-
Ricardo Palma, que le llevaba más de diente de la Lengua y también de la His-
treinta años a Darío, había superado toria, y quizás sobretodo, director de la
también el número de los que le tocaría pobre Biblioteca Nacional del Perú, sa-
vivir al poeta modernista. Si el peruano queada durante la guerra del Pacífico y
no cumplía en 1892 con su primer cargo cuya reconstrucción bibliográfica se le
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había encomendado oficialmente desde realizar una demostración de fuerza y


1883. Por eso, cuando aceptó la invita- prosperidad, ensanchando sus relacio-
ción de representar al Perú durante las nes comerciales continentales, y conme-
celebraciones del IV Centenario del Des- morando el glorioso suceso del descu-
cubrimiento de América en España, en brimiento, del cual tenían, según ellos,
diversos congresos y actos conmemorati- idea más acabada en América del Norte
vos, no le motivaban solamente intereses que en Europa.26 En medio de una co-
académicos y literarios, sino también yuntura europea desmoralizante, por
proyectos culturales tan prácticos como otro lado, y a pesar de la todavía aparen-
el de obtener de algunos autores e insti- te estabilidad política de España, las ce-
tuciones europeas unas cantidades sus- lebraciones centenarias aspiraban también
tanciales de libros para su biblioteca. a levantar el ánimo de un país severamen-
te amagado en realidad por sus dificulta-
des económicas y sus divisones internas, y
Españoles y americanos en el centenario donde las desigualdades sociales, los repe-
de Colón tidos fracasos comerciales y los infortunios
industriales, engendraban a su vez penu-
Habían transcurrido apenas setenta rias, epidemias, emigraciones masivas, re-
años desde la independencia de sus co- vueltas y atentados anarquistas.
lonias americanas cuando la vieja me-
trópoli española se propuso celebrar a Se nos viene encima el año de 1892 [escribía Juan
Valera en la revista El Centenario] en la peor oca-
bombo y platillo el llamado Centenario sión que pudiera imaginarse y temerse, con un
de Colón o Centenario del Descubrimiento pueblo tan pobre y tan castigado por todo género
del Nuevo Mundo23. No les faltaban moti- de calamidades, pero que no se puede desintere-
vos a las sucesivas autoridades liberales sar de un acontecimiento como no hay otro acaso
y conservadoras ni a la intelectualidad mayor … y cuya conmemoración debe servir, no
como simple ocasión de recreo, diversiones y
krausista y regeneracionista de la toda-
pompa, sino para que se reanuden o afirmen los
vía llamada Restauración, para animar y lazos fraternales entre España y las Repúblicas que
patrocinar un aniversario cuya magni- fueron sus colonias.27
tud, si bien no tuvo el alcance interna-
cional anhelado, generó no obstante El viejo literato andaluz que había fa-
una larga lista de ceremonias oficiales, vorecido en 1888 la entrada de Rubén
fiestas, inauguraciones, conferencias, Darío en el parnaso español, era también
discursos, congresos y exposiciones 24, en 1892 uno de los principales artífices
amén de una vastísima producción bi- del Centenario del Descubrimiento de
bliográfica y hemerográfica25. Era nece- América. Secretario de la Comisión orga-
sario, por un lado, moderar los afanes nizadora de 1888, así como fundador y
de protagonismo de otras naciones ex- co-director de la revista oficial El Centena-
tranjeras, como Italia, que preparaba rio, participaba en la organización de las
una gran exposición en Génova, o Esta- conmemoraciones oficiales estimulando
dos Unidos, país que tras la Conferencia el desarrollo de debates históricos y cultu-
Panamericana de Washington, planeaba rales en torno a ellas, junto con otros inte-
para el año 1893, la gran Exposición lectuales españoles de la época, hombres
Universal de Chicago, con la que preten- políticos y escritores tales como Emilio
día a juicio de los periodistas españoles, Castelar, Antonio Cánovas del Castillo,

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Francisco Pi y Margall, Antonio Sán- Expresaba un notable deseo de acerca-


chez Moguel, Luis Vidart, Marcelino miento por parte de la mayoría de los go-
Menéndez y Pelayo, Gaspar Núñez de bernantes de aquellos países. El presi-
Arce o Emilia Pardo Bazán. Todos estos dente mejicano Porfirio Díaz, declaraba,
pensadores invocaban desde sus obras y por ejemplo, en una carta dirigida al
tribunas, definiéndola como el primer Congreso Literario de Madrid:
objetivo de las celebraciones de 1892, la
imperiosa necesidad de estrechar nue- En ningún caso negaría mi cooperación para todo
vos lazos constructivos con las repúbli- aquello que afecte la unión y grandeza de países
que se confunden y estrechan por muchos víncu-
cas hispanoamericanas.
los, especialmente por el poderoso de la lengua; y
Se trataba para unos de defender an- negarla en el presente sería olvidar la importancia
te todo la unidad de la lengua española y del acontecimiento que trata de conmemorarse y
a la vez un espíritu y una cultura origina- que, después de cuatro siglos, ha venido a ser, con
les, acosados por un contexto internacio- la sanción del tiempo y de la historia, gloriosa he-
nal considerado como enajenante tanto rencia que comparten fraternalmente el pueblo
que lo llevó a cabo sobreponiéndose al nivel inte-
en Europa como en América. Así rezaba, lectual de su época y los pueblos que por ese mis-
por ejemplo, la convocatoria del Congre- mo acontecimiento entraron a la vida de la civili-
so Literario Hispano-Americano que se zación moderna30.
celebraba en Madrid, en noviembre de
1892 y cuyo objeto exclusivo sería: A pesar de la buena voluntad de estos
gobiernos republicanos, apenas unos 300
el de sentar las bases de una gran confederación li-
latinoamericanos, según Ricardo Palma,
teraria, formada por todos los pueblos que aquen-
de y allende los mares hablan castellano, para cruzaron en 1892 el Atlántico para asistir
mantener uno e incólume, como elemento de a las fiestas de España, la mayoría de ellos
progreso y vínculo de fraternidad, su patrimonial enviados por sus respectivos gobiernos
idioma […].28 como delegados oficiales en los distintos
eventos. Este número le parecía muy in-
En realidad, la lengua funcionaba so-
suficiente al literato peruano que lamen-
bretodo como el instrumento predilecto
taba en sus Recuerdos de España, la frial-
de una utópica vuelta hacia el pasado y
dad de sus conciudadanos americanos
que expresaría claramente unos años
para con «la nación a la que tantos vínculos
más tarde, el mismo Juan Valera, sinteti-
debieran ligarlos »31.
zando tajantemente este propósito para
Igualmente se quejaba el historiador
el Congreso Social y Económico Hispa-
español Antonio Sánchez Moguel, orga-
no-Americano de 1900: «Por el habla, por
nizador de un ciclo de conferencias ame-
las creencias y por las costumbres, la gente de
ricanistas en el Ateneo de Madrid, en el
allí seguirá siendo española antes de ser
que sólo pudo contar con la participa-
americana».29
ción de tres ponentes latinoamericanos
Numerosos representantes, políticos,
después de haber enviado invitaciones a
comerciantes, artistas e intelectuales lati-
intelectuales de todas las repúblicas del
noamericanos habían sido invitados a las
continente:
celebraciones españolas del centenario
americano. La repuesta oficial de las re- De estos escritores, unos, respondieron rehusan-
públicas de Ultramar a la iniciativa de Es- do, con razones más o menos valederas, la parti-
paña fue muy favorable por lo general. cipación ofrecida, y otros, a quienes como a los

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anteriores, les fueron dirigidas las invitaciones por el jefe de gobierno español, Antonio Cá-
los conductos más seguros, no han acusado siquie- novas del Castillo, en un discurso inaugu-
ra recibo de dichas invitaciones. Omito los nom-
ral33 pronunciado en El Ateneo de Ma-
bres de unos y otros. Baste saber simplemente lo
ocurrido32. drid, el 11 de febrero de 1891. Tanto los
actos conmemorativos organizados en
Si Palma atribuía esta situación, en Huelva, la Rábida, Sevilla, Valladolid o
parte, a la errada política peninsular, que Madrid como los diversos congresos, dis-
había tardado muchos años en convencerse cursos y ciclos de conferencias seguían
de que América estaba definitivamente perdi- una misma línea argumental, tendente a
da para España, también reconocía que ensalzar además de Colón a cuantos ex-
las jóvenes generaciones no abrigaban ploradores, conquistadores, frailes y co-
ni odio ni amor por la vieja metrópoli, lonos españoles hubieran dejado huellas
sino que ésta les era indiferente y que su en la historia y geografía americanas. Se
nutrición intelectual era ahora primero pretendía aprovechar las celebraciones
francesa y alemana. A pesar de todo, y centenarias, para desmentir las esper-
además de Ricardo Palma y de Rubén pénticas visiones difundidas por la nefas-
Darío, otros notables políticos e intelec- ta leyenda negra y recuperar una imagen
tuales latinoamericanos estuvieron pre- zalamera que encareciera sobretodo el
sentes en los diversos congresos y actos carácter cristiano y humanitario de la co-
conmemorativos organizados en Espa- lonización española.
ña. Cabe citar, por ejemplo, a los acadé- Pocas voces discordantes se atrevie-
micos mexicanos Vicente Riva Palacio o ron a desafiar este discurso dominante
Francisco Sosa, a los costarricenses Juan en las circunstancias españolas de 1892.
Ferraz y Manuel María de Peralta, a los Vale la pena señalar, por ejemplo, la del
colombianos Ernesto Restrepo Tirado o catalán Luis Rouviere, quien afirmaba en
Soledad Acosta de Samper, a los argenti- el Ateneo de Barcelona que los conquista-
nos Calixto Oyuela o Vicente G. Quesa- dores españoles no fueron en realidad los fer-
da o al uruguayo Juan Zorrilla de San vientes misioneros de la civilización puesto
Martín. Eran voces latinoamericanas que únicamente a la usurpación y al despojo
que intentaban sumirse, cada cual se- se encaminaban y concluía que no era misti-
gún sus méritos y cualidades personales ficando la historia como aprendían a ser gran-
y a través de sus artículos, discursos, po- des y a prosperar las naciones.34
nencias y conversaciones, en el concier- Entre los participantes latinoameri-
to general suscitado por el reencuentro canos no faltaron los que se adscribie-
conmemorativo con el pasado peninsu- ron sin embargo a la versión oficial espa-
lar y americano. ñola, como el elocuente poeta y orador
uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, el
estudioso Ernesto Restrepo Tirado, quien
Percepciones histórico-literarias no vaciló en calificar la conquista de obra
americanas humanitaria ante el Congreso America-
nista de La Rábida, o su compatriota la es-
Uno de los objetivos declarados del critora Soledad Acosta de Samper, que
Centenario de 1892 era la reivindicación llegó a justificar en unos artículos la nece-
y defensa de la obra histórica de España saria eliminación de los aborígenes de América
en América, como bien había resaltado a la llegada del hombre civilizado35. Otros, en

Inter Sedes
Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 45

cambio, manifestaron su diferencia o dis- Poseían los indios lenguas armoniosas y rítmicas,
crepancia como el escritor Vicente G. lenguas misteriosas y onomatopéyicas. No desco-
nocían el divino valor de la Poesía. Gustaban del
Quesada36 o el embajador e historiador
símbolo y del verso38.
mexicano Vicente Riva Palacio, el cual re-
calcó en una conferencia pronunciada el En el legado de sus primitivas pobla-
18 de enero de 1892 en el Ateneo de Ma- ciones, las nuevas repúblicas latinoameri-
drid la excesiva violencia con la que se ha- canas podían hallar según Darío, además
bía producido la evangelización de la de ricos patrimonios artísticos y cultura-
Nueva España.37 les, nuevos modelos identitarios y estéti-
En lo tocante al joven Rubén Darío, cos. El arte latinoamericano rejuveneci-
mucho más poeta que científico, su visión, do de esta forma podría tener entonces
por tanto, de la historia se moldeaba con un estremecimiento nuevo39.
fuertes ingredientes líricos y estéticos. Completaban su visión poética pre-
Prueba de ello fue la publicación en la colombina, los demás textos escritos
prensa española del poema titulado A Co- por delegados latinoamericanos para
lón, sin duda la mayor contribución histó- los catálogos de la gran exposición ma-
rico-literaria del poeta a las conmemora- drileña histórico-americana o para los
ciones del centenario de 1892. Se trataba diferentes congresos del Centenario. El
de una desgarrada plegaria en la cual la- venezolano Tulio Febres Cordero ha-
mentaba ni más ni menos el descubrimien- bía contribuido, por ejemplo, con una
to de una América, que siendo inicialmen- memoria de Estudios sobre etnografía
te una india virgen y hermosa de sangre cálida, americana40 mientras Ricardo Palma se
se había convertido a finales del siglo XIX interesaba también en la revista El Cen-
en una histérica de convulsivos nervios y frente tenario por el Sistema decimal entre los an-
pálida, un continente deshecho por los tiguos peruanos41. El historiador mexica-
duelos, los espantos y las guerras: no Alfredo Chavero, refiriéndose a las
primeras escrituras del Nuevo Mundo,
¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas no refle-
jaran nunca las blancas velas; ni vieran las estrellas
revelaba por su parte el gran desarrollo
estupefactas arribar a la orilla tus carabelas! intelectual de los antiguos americanos y
el inmenso valor de los documen-
Integrado posteriormente en el libro tos transmitidos por ellos a las nuevas
El canto Errante (1907) cuyo título tan signi- generaciones42:
ficativo resalta nuevamente el carácter mi- Frente al unilateralismo castizo de los
gratorio del quehacer artístico y vital del defensores de la lengua española, tam-
poeta, este texto fue como la primera y pa- bién expresaban algunos delegados lati-
radójica salutación de Darío a España, una noamericanos de 1892, la imperiosa nece-
proclamación de las cenizas bajo las cuales sidad de recuperar y de estudiar en cada
brillaban todavía junto a los ojos de Ata- país las lenguas indígenas tan ricas y varia-
hualpas y Moctezumas los destellos de las das, y de las que daban fe estudios como el
cruces y los verbos de Cervantes y Caldero- que presentó entonces la comisión de
nes. En la revista El Centenario escribió, Costa Rica, con el título de Lenguas indíge-
también, un artículo titulado Estética de los nas de Centro-América en el siglo XVIII43, y
primitivos nicaragüenses en donde su recep- que recogía un ejemplar del Vocabulario
ción de la herencia precolombina, era pri- de no menos de 21 lenguas americanas
mero sensorial, artística y mística a la vez: editado bajo el reinado de Carlos III.
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46 Enrique Sánchez Albarracín

Neologismos y tradiciones académicas uso de voces nuestras, aceptadas en nuestro idio-


ma. […] Somos 33 millones de hombres; y ¿por
qué se nos ha de desconocer el derecho de usar,
En cuanto a la lengua castellana, el como legítimas y castizas, voces que nosotros no
problema era mucho más enrevesado. Ri- hemos inventado, sino que fueron de España?45
cardo Palma, que llegaba a España en
1892 como académico correspondiente Pese a su gran exaltación o acaso por
de la lengua, traía con él muchas expec- ello mismo, las reivindicaciones del escri-
taciones. Nombrado por su gobierno mi- tor peruano se fueron convirtiendo rápi-
nistro residente y delegado del Perú en los Con- damente en amarga desilusión, especial-
gresos Americanista, Literario y Geográfico, mente después de su participación en las
pretendía participar también activamen- reuniones de la Real Academia donde in-
te durante su estancia en las sesiones de tentó vanamente que se reconocieran en
la Real Academia de la Lengua, la cual el diccionario algunas voces americanas
no parecía mal dispuesta para con las re- de uso corriente en América Latina aun
públicas latinoamericanas ya que había entre los más doctos, vocablos tales como
resuelto, amén de sus tradicionales edi- ‘presupuestar’, ‘panegirizar’, ‘plebiscitar’,
ciones, imprimir inclusive una antología ‘clausurar’ o ‘exculpar’ y que acabarían
americana y española con las composiciones siendo reconocidos años más tarde. En la
más escogidas de los mejores poetas, y una his- sesión del 15 de diciembre de 1892 la de-
toria compendiada del movimiento literario de cepción llegó a ser tan fuerte que:
cada nación en que se hablaba la lengua espa-
ñola, encargando este trabajo a las academias El Sr. Palma, creyó deber manifestar que la Acade-
correspondientes…44 mia del Perú no volvería a reunirse y que en aquel
país se crearía una lengua que fuese instrumento
Palma, que especulaba que las fies-
eficaz para la manifestación de todas sus ideas y de
tas peninsulares propiciarían un en- todas sus necesidades. Contestóle el Sr. Castelar
cuentro fructífero entre españoles y que el Perú, mientras existiera, seguiría usando la
americanos, por lo menos en cuanto a lengua castellana y ufanándose con la gloriosa lite-
cuestiones lingüísticas, se mostró bas- ratura que es patrimonio común de cuantos pue-
tante reivindicativo en España. El 5 de blos tienen la dicha de hablar como hablan Cer-
vantes y Calderón […]46.
noviembre de 1892 tomó la palabra en
el Congreso Literario para expresar de
En el libro Neologismos y Americanis-
este modo sus sentimientos:
mos, que publicaría en 1897, los anhelos
Mucho debe esperarse, como resultado práctico,
iniciales del viajero latinoamericano aca-
de las resoluciones de este Congreso; pero para barían finalmente en estas resignadas
que estas resoluciones se lleven a la práctica y ten- conclusiones:
gan resonancia en América, es indispensable que
en España haya más espíritu de tolerancia para las Las fiestas del Centenario Colombino han dado el
innovaciones que los americanos propagamos en tristísimo fruto de entibiar relaciones. Los ameri-
el lenguaje. […] Los pueblos americanos, pueblos canos hicimos todo lo posible, en la esfera de la
jóvenes, con ideales distintos, con aspiraciones di- cordialidad, porque España, si no se unificaba con
versas, con manera de ser política, y quizás hasta nosotros en lenguaje, por lo menos nos considera-
social, apartada en mucho de la manera de ser po- ra como los habitantes de Badajoz o de Teruel, cu-
lítica y social de España, reclaman, hasta en su len- yos neologismos hallaron cabida en el Léxico. Ya
guaje especial, que España no considere como he- que otros vínculos no nos unen, robustezcamos los
resiarcas de la lengua a los que proclamamos el del lenguaje. A eso y nada más aspirábamos los

Inter Sedes
Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 47

hispanófilos del nuevo mundo; pero el rechazo para que inscribiera en su poema Leta-
sistemático de las palabras que, doctos e indoctos, nías de Nuestro Señor Don Quijote, su fa-
usamos en América, palabras que, en su mayor
moso lema: De las academias, líbranos se-
parte, se encuentran en nuestro cuerpo de leyes,
implicaba desairoso reproche47. ñor. Si se definía a los veinticinco años
como enemigo de los que corrompen el idio-
Y la situación, según Palma era toda- ma, su propósito era más bien una reno-
vía más grave, cuanto que, si los de su vación de estilo, de forma, una revolu-
generación tachados a veces de tradicio- ción que tuviera por base el clasicismo puro
nalistas y colonialistas, y hasta de más pa- y marmóreo. Muchos críticos de Darío
pistas que el Papa, todavía seguían ena- consideraron su primer viaje a España
morados de la lengua de Cervantes, los como el inicio de la españolización progre-
jóvenes escritores latinoamericanos se siva del poeta, que desde Azul en 1888 a
cuidaban poco o nada de hojear el dic- Cantos vida y Esperanza en 1905, recorre-
cionario, creían que a los nuevos ideales ría este tramo de identidad que le faltaba
correspondían también novedad en la aún para convertirse en el poeta americano
expresión y en la forma, y encontraban de España o en el poeta español de América.
fósil la autoridad de la Academia siempre En ello seguramente pudo influir el
aferrada a un tradicionalismo conserva- asombro y la fascinación que produjeron
dor y a un pasado que agoniza. en el joven escritor, no tanto los fastos de
las celebraciones del cuarto centenario,
Hablemos y escribamos en americano, concluía como el encuentro directo con un grupo
Palma; es decir en lenguaje para el que creamos de intelectuales y artistas españoles que
las voces que estimemos apropiadas a nuestra ma-
gozaban todavía en América Latina de
nera de ser social, a nuestras instituciones demo-
cráticas. […] Nuestro vocabulario no será para la una indiscutible notoriedad como Zorri-
exportación, pero sí para el consumo de cincuen- lla, Cánovas, Castelar, Valera, Campoa-
ta millones de seres, en la América Latina. Cree- mor, Clarín o Menéndez y Pelayo. El jo-
mos los vocablos que necesitemos crear, sin pedir ven poeta, a los 25 años, no hacía sino
a nadie permiso y sin escrúpulos de impropiedad aprender, a su vez, como lo había hecho
en el término. Como tenemos pabellón propio y
moneda propia, seamos también propietarios de
Ricardo Palma en su primer viaje euro-
nuestro criollo lenguaje48. peo de 1864, en contacto con los maes-
tros de la literatura romántica y simbóli-
Las divergencias y desilusiones de ca francesa.
Ricardo Palma en torno a la cuestión Darío, en Madrid, descubría el mun-
del idioma español conformaban unos do legado por sus mayores, españoles y
de los primeros eslabones de una discu- americanos, y este mundo le sugería me-
sión que se prolongaría a lo largo del si- ditaciones distintas, naturalmente, de las
glo XX y hasta el mismo congreso de que habían tenido durante su propia ju-
Zacatecas, hasta donde el ininterrumpi- ventud los hombres ahora maduros de su
do diálogo de voces españolas y america- tiempo. Ricardo Palma, cuyo viejo libera-
nas no lograría eludir nunca, empero, es- lismo se mostraba reacio todavía a las
tas sonadas disonancias. pompas monárquicas vigentes en los actos
Volviendo a 1892, la postura del oficiales del centenario español, evitaba
poeta Rubén Darío, en cambio, no era por su parte ocasiones de hacer gimnasia con
todavía reivindicativa en cuestiones la cintura49, prefiriendo definitivamente
académicas y habría que esperar 1905 los pequeños salones y las tertulias a las
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48 Enrique Sánchez Albarracín

grandes ceremonias que le desoían o Juan Valera, prosiguió con su papel de in-
arrinconaban. troductor de Darío en España, dedican-
do incluso una noche especial en su casa
a la lectura de las composiciones del vate
Generaciones de aquende y allende nicaragüense. Núñez de Arce, entonces
los mares presidente de la Asociación de Escritores
organizadora del Congreso Literario, se
Unos de los lugares de encuentro quejaba ante el joven poeta del carácter
favoritos de Palma y Darío con la inte- enfermizo de la literatura francesa des-
lectualidad española y latinoamericana pués de la muerte de Hugo. Encomiásti-
presente en el Centenario de Colón, co para con la poesía americana, le decla-
fueron precisamente los salones madri- raba que el futuro, a su juicio, se encon-
leños o tertulias privadas, organizadas traba en América:
periódicamente, como la de los lunes
Nosotros los peninsulares, no tenemos aquí sino
en casa de la escritora Emilia Pardo Ba-
los gloriosos recuerdos del pasado, los monumentos
zán y la de los viernes o los sábados en de piedra, la historia. Vosotros sois el porvenir51
la de Juan Valera, o las visitas ocasiona-
les y cenas en casa de hombres públicos Con Marcelino Menéndez y Pelayo,
e intelectuales como Cánovas, Castelar Darío inició en 1892, lo que recordaría en
o incluso José Zorrilla. Eran concurri- sus memorias como una larga y cordial
das además las tertulias organizadas en amistad. De Emilio Castelar, escribió que
librerías, como la de Campoamor en la al llegar a la casa del prestigioso político
Carrera de San Jerónimo, o la de la li- cuya figura tenía entonces para los latinoa-
brería de Murillo en la calle de Alcalá mericanos proporciones gigantescas, tuvo la
adonde solían acudir historiadores y sensación de entrar en la morada de un
académicos. También algunos latinoa- semidiós. Además de los fabulosos almuerzos
mericanos, como Vicente Riva Palacio, que ofrecía a sus convites le fascinaba su voz y
ministro plenipotenciario de México en su prodigiosa oratoria.52
Madrid desde 1886, organizaban reu- Ricardo Palma confesaba por su
niones de artistas y ‘hombres de letras’ parte que si aplaudía y admiraba en
en sus casas. La Unión Iberoamericana, Castelar al orador, no acataba en él al
creada en Madrid en 1885, era asimis- hombre de doctrina y como político lo
mo otro punto de reunión privilegiado. consideraba, ni más ni menos, una ilus-
Para nosotros [comentaba el costa- tre calamidad. Le agradecía, no obstante,
rricense Manuel María de Peralta, en la su actitud en las sesiones de la Acade-
Sociedad Unión Iberoamericana] ésta mia en donde no se había mostrado tan
es una verdadera fiesta de familia. Estamos intransigente como otros académicos
entre hermanos, venimos aquí a respirar el españoles, defendiendo incluso la admi-
patrio ambiente, a celebrar comunes glorias y sión de algunos neologismos propuestos
a fortalecernos con la noble esperanza de un por el limeño53.
porvenir no menos grandioso y más feliz que El escritor peruano se hizo también
nuestro pasado.50 íntimo amigo de José Zorrilla, el cual en
El trato siempre más directo y menos sus últimos meses de vida, le ofrecía, en-
protocolario de estas veladas favorecía tre otros versos, estas palabras embebidas
mayormente el intercambio verdadero. de optimismo: Ni lo que fue (el tiempo) me

Inter Sedes
Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 49

angustia, ni el porvenir me espanta. Al evo- Darío encabezaba a las nuevas generacio-


car su desaparición, ocurrida unos días nes modernistas, mientras Juan Zorrilla
después, Palma afirmaría a su vez que: de San Martín, Ricardo Palma, Vicente
Con Zorrilla no había desaparecido un hom- Riva Palacio, Soledad Acosta de Samper o
bre, sino una generación a la que sirvió de Vicente G. Quesada encarnaban todavía
símbolo en los ideales del arte y de lo bello.54 la vieja guardia romántica liberal o con-
De estos encuentros y además de co- servadora. Muchos intelectuales latinoa-
mentarios e impresiones personales más mericanos habían renunciado al viaje,
o menos profundas que nos permiten por supuesto. Muy lejos de España se ha-
adentrarnos un poco en la percepción llaban, por ejemplo, las voces poéticas y
que de las circunstancias y debates inte- espirituales de José Martí, Julián del Casal
lectuales tenían nuestros escritores lati- o Manuel Gutiérrez Nájera, así como las
noamericanos, cabría rescatar toda una eruditas reflexiones históricas o lingüísti-
serie de anécdotas cuyo valor documen- cas del mexicano Joaquín García Icazbal-
tal estriba sobretodo en cuanto contribu- ceta, del chileno Diego Barros Arana o
ye a la recreación del ambiente social y del Colombiano Rufino José Cuervo. El
cotidiano de la época. encuentro peninsular de 1892, no obs-
El de Madrid era bullicioso en el año tante, marcaba un punto de enlace signi-
de 1892 que servía de bisagra, no sólo ficativo entre diversas generaciones de
temporal y arbitraria, en la historia de las aquende y allende los mares, cuyas res-
relaciones culturales entre España y pectivas fronteras eran, en realidad, tan-
América Latina, sino que significaba un to atlánticas como temporales.
último cruce de generaciones que nunca El joven Rubén Darío que empezaba
antes se había logrado y nunca después a convertirse en el guía estético de la
se repetiría. Siete años más tarde Rubén nueva generación de poetas latinoameri-
Darío regresaría a España, como corres- canos, influidos por el cosmopolitismo y
ponsal del diario La Nación, para escribir el esteticismo francés, se encontraba en
sobre la situación del país después del España con la voz lírica y elocuente de
desastre colonial de 1898. Buscaría en- Juan Zorrilla de San Martín, celebrado
tonces a los prominentes hombres de le- poeta uruguayo, situado a pesar de su ju-
tras y políticos que había conocido en su ventud, en la tradicional línea románti-
primer viaje y descubriría aterrado el pa- ca española, de corte becqueranio y fiel
so del tiempo: Cánovas muerto, Ruiz Zorri- a los valores morales y filosóficos de la
lla muerto, Castelar desilusionado y enfermo, historia peninsular. Ricardo Palma, a la
Valera ciego, Campoamor mudo…55 par que navegaba entre los sonetos de
En 1892 se cruzaban en el Centenario, Campoamor y de Zorrilla, escuchaba la
tras varias décadas de hostilidad o aleja- innovadora poética de Darío o del poeta
miento, las últimas generaciones de la Es- andaluz Salvador Rueda, los cuales acla-
paña metropolitana con las primeras ge- maba en España, a la vez que muchos de
neraciones de las repúblicas americanas. sus seguidores americanos se le hacían
Entre los españoles eran coetáneos Cam- insoportables56.
poamor, Zorrilla, Valera, Clarín, Castelar, De acuerdo con Ortega y Gasset, una
Menéndez y Pelayo, Pérez Galdós, Ganivet generación es algo así como un conjunto
o Costa por citar sólo algunas grandes figu- de individuos que no sólo son coetáneos si-
ras. Entre los latinoamericanos, Rubén no también contemporáneos y comparten
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50 Enrique Sánchez Albarracín

entre sí una serie de valores y experien- El incipiente pesimismo de Darío en


cias, de forma que sus afinidades son 1899 recordaría también las desilusiones
superiores a sus posibles disensiones. expresadas por Ricardo Palma unos años
Apenas se atisbaba, sin embargo, en el antes. De las fiestas hispanoamericanas de
horizonte de la España de Cánovas y Sa- 1892 apenas había quedado según el poe-
gasta, el concepto mismo de generación ta errante, un poco de dulzor en la boca y
artística y literaria. Cuanto más, cabía otro poco de retórica en el aire. Después
hablar de géneros y de épocas. Se ten- de las conmemoraciones centenarias, tan-
dría que esperar todavía el “Manifiesto to americanos como españoles, habían
de los intelectuales” de 1898 por ejem- vuelto a permanecer de nuevo en sus des-
plo, para que nacieran realmente en confiadas soledades, recelosos cada cual a un
Francia, seis años más tarde, en torno à lado del gran abismo de la historia.58
l’Affaire Dreyffus, las nociones modernas Menos mal que unos cuantos escri-
de “generación” y de “intelectual”. tores, a ambos lados del mar, dejaron
En España, el desastre colonial cu- también cada cual por su cuenta, algu-
bano acarrearía el mismo año una toma nas huellas de aquellos encuentros de
de conciencia nacional, social y cultural 1892. Si muchos de los planteamientos
que impulsaría la llamada generación hoy criticables de las celebraciones cen-
del 98, coetánea y contemporánea tam- tenarias no merecieron el interés ni el
bién de la modernista. Pero en la época aprecio de la historia, siempre vale la
de las conmemoraciones del Cuarto pena, no obstante, el camino de vuelta
Centenario del Descubrimento de Amé- hacia atrás. Se trata, en nuestro caso, de
rica, Unamuno apenas ingresaba en la indagar precisamente en el recurso de
Universidad de Salamanca, Machado las palabras, el porqué de los tropiezos
acababa de cumplir diecisiete años y el y de los fallos.
autor de Tirano Banderas ni siquiera ha- El historiador mejicano José Ortiz
bía empezado a publicar. Monasterio recuerda oportunamente
Rubén Darío fue precisamente entre en uno de sus estudios que las palabras
1892 y 1899, fecha de su segundo viaje a no significan hoy lo mismo que hace cien
España, el punto de enlace entre ambas años59. Lo que para la ciencia histórica
generaciones. ¡Cuánta distancia se había resulta una verdad sencilla e insoslaya-
salvado desde el viejo Centenario de Co- ble también lo es en parte para la litera-
lón! Tras la pérdida de Cuba, que marcaba tura, la cual aun cuando perdura, no
el final definitivo de la historia colonial puede entenderse atinadamente sin
americana, llegaba entonces la era del co- echar mano al menos de algunos refe-
mercio, menos ambigua quizás para el fu- rentes sociales y temporales. Hoy nos ha
turo de las relaciones bilaterales entre Es- tocado precisamente inquirir en el cam-
paña y sus antiguas colonias ultramarinas: po de las palabras y de las ideas, escar-
bando entre ambos quehaceres, el de la
Tales formas de relación entre España y América, historia y el de la literatura, e intentado
[observaría Darío en España Contemporánea], serán reconstruir algunas distancias ineludi-
seguramente más provechosas, duraderas y funda-
mentales que las mutuas zalemas pasadas de un
bles para tratar de entender y valorar es-
iberoamericanismo de miembros correspondien- tos viajes ficticios y reales de Rubén Da-
tes de la Academia, de ministros que taquinan la río y Ricardo Palma en el cíclico vaivén
musa, de poetas que ‘piden’ la lira57 de las relaciones hispanoamericanas.

Inter Sedes
Tradiciones y neologísmos. Los encuentros de Ricardo Palma y Rubén Darío con España 51

Notas 14. Darío, Rubén, Crónica Literaria, Obras Comple-


tas, Vol. IX, Imp. G. Hernández y G. Sáez, Ma-
1. Ortega y Gasset, José, El tema de nuestro tiempo, Es- drid, 1924
pasa Calpe, Madrid 2003.
15. Op. cit. p.29
2. Chamizo Dominguez, Pedro José, José Ortega y
Gasset, Universidad de Málaga Málaga, junio de 16. Riva Agüero, José de la, Carácter de la literatura
1998, versión electrónica en Repertorio Ibero e del Perú independiente, Lima, 1905.
Iberoamericano de Ensayistas y Filósofos (http:
//ensayo.rom.uga.edu/) 17. Bernabeu Albert, Salvador, Ricardo Palma, Ayun-
tamiento de Madrid, 1987, p.8
3. Exceptuando el caso de Luis Sáinz de Medrano,
a quien se debe un interesantísimo artículo en el 18. Porras Barrenechea Raúl, Tres ensayos sobre Ricar-
que empezó a rastrear el tema explorando espe- do Palma, Librería Mejía baca, Lima, 1954.
cialmente los datos y comentarios ofrecidos por
la revista La Ilustración Española y Americana de 19. Núñez, Estuardo, Ricardo Palma y los viajes, Biblio-
1892 y la escritora Emila Pardo Bazán en su Nue- teca nacional, Revista Mapocho, Tomo V, N°4,
vo Teatro Crítico(Año II). SÁINZ de Medrano, Lima, 1966.
Luis, “Un episodio de la “autobiografía” de Ru-
bén Darío: la conmemoración del IV Centenario 20. Mariátegui, José Carlos, 7 Ensayos de Interpretación
del Descubrimiento de América”, Anales de Litera- de la Realidad Peruana, Ediciones Era, 1998, pp.
tura Hispanoamericana, N°4, Madrid 1975. 218-238

4. Matamoro, Blas, Rubén Darío, Espasa Biografías, 21. Cané, Miguel, Juicios Litearios, en Tradiciones de Ri-
2002. cardo Palma, Primera Serie, Edición digital basada
en la edición de Barcelona, Montaner y Simón,
5. Darío, Rubén, “Carta a Francisco Castro (en 1893. Tomo I, pp. 1-116, http:
León), 3 de julio de 1882”, en Cartas descono- //cervantesvirtual.com
cidas de Rubén Darío 1882-1916, Academia Ni-
caragüense de la Lengua, Managua, marzo 22. Berisso, Luis, El pensamiento de América, Buenos
2000. Aires, 1889, p.226

6. Valera, Juan, Cartas Americanas, Madrid, 22 de oc- 23. Bernabeu Albert, Salvador, 1892 : El IV Centenario
tubre de 1888. del Descubrimiento de América en España. » 1987.

7. Darío, Rubén, Autobiografía, Editorial Porrúa, 24. Exposición Histórica-Americana de Madrid, IX


México 1999, p.13 Congreso Internacional de Americanistas de
La Rábida, Congreso Literario Hispano-Ameri-
8. Darío, Rubén, Por el lado del Norte, Uno de los pri- cano, Congreso Mercantil Hispano-Americano-
meros artículos de Rubén Darío que fue localiza- Portugués, Congreso Geográfico hispano-Ame-
do en un periódico costarricense por Gunther ricano-Portugués, Congreso jurídico Iberoame-
Schimalle. Bolsa Cultural N°79, Grupo Ese, Ma- ricano, Congreso Pedagógico Hispano-Ameri-
nagua, 1999. cano, Congreso Católico de Sevilla, Ciclos de
conferencias de los Ateneos de Madrid y Barce-
9. Martí, José, Nuestra América, Ariel, Barcelona, lona, reuniones de la Sociedad Unión Iberoa-
1973. mericana etc...

10. Valera, Juan, op. cit. 25. Revistas El Centenario, España y América, La Ilustra-
ción Española y Americana, Revista Contemporánea,
11. Bonafoux, Luis, Hambre y hartura , España y Amé- La España Moderna, El Imparcial etc…
rica , 21 de febrero 1892.
26. Reparaz, G., La Exposición Universal de Chicago,
12. Darío, Rubén, Por qué, 1892. ESPAÑA Y AMÉRICA, 21 de febrero de 1892.

13. La Ilustración Española y Americana, Presentación 27. Valera, Juan, Revista el Centenario, Tomo I, Intro-
de Rubén Darío, 30 de noviembre de 1892 - Año ducción, Madrid, 1892, Tipografía de «El progre-
1892, 2° semestre, pp. 366-367 so Editorial», p. 17.

Inter Sedes
52 Enrique Sánchez Albarracín

28. Congreso Literario Hispano-Americano - Convo- Congreso Internacional de Americanistas y al


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