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TEMA:
“Enfermedades Autoinmunes”
CURSO:
Inmunología
DOCENTE:
Jesús Mercedes Jave Márquez
ESTUDIANTE:
- Solange Grace Barrios Gutierrez
- Yamilé Fabiola Cervantes Huayta
SEMESTRE: VII
AREQUIPA-2018
ENFERMEDADES AUTOINMUNES
Las enfermedades autoinmunes son un grupo de enfermedades diferentes que tienen como
origen el hecho del que sistema inmune pasa a producir anticuerpos contra los componentes
de nuestro propio organismo. Por diversas razones y no siempre claras, nuestro cuerpo
comienza a confundir sus propias proteínas con agentes invasores para atacarlas.
Por lo tanto, una enfermedad autoinmune es una enfermedad causada por nuestro sistema
inmune, que pasa a trabajar de forma inapropiada.
Estas son causadas por el sistema inmunitario, que ataca las células del propio organismo.
En este caso, el sistema inmunitario se convierte en el agresor y ataca y destruye a los propios
órganos y tejidos corporales sanos, en vez de protegerlos. Existe una respuesta inmunitaria
exagerada contra sustancias y tejidos que normalmente están presentes en el cuerpo.1
Se han identificado más de 80 enfermedades autoinmunes. Las más comunes son la
enfermedad celíaca, la diabetes tipo 1, la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico
y la esclerosis múltiple.
Artritis reumatoide
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria sistémica autoinmune,
caracterizada por una inflamación persistente de las articulaciones, que típicamente afecta a
las pequeñas articulaciones de manos y pies, produciendo su destrucción progresiva y
generando distintos grados de deformidad e incapacidad funcional. Aunque el trastorno es de
causa desconocida, la autoinmunidad juega un papel primordial en su origen, en su cronicidad
y en la progresión de la enfermedad. La enfermedad se asocia con la presencia de
autoanticuerpos (particularmente el factor reumatoide y los anticuerpos antipéptidos cíclicos
citrulinados). En ocasiones, se manifiesta también con manifestaciones extraarticulares,
pudiendo afectar a diversos órganos y sistemas, como los ojos, pulmones, corazón, piel o
vasos sanguíneos.
La artritis reumatoide se diagnostica fundamentalmente por los síntomas clínicos y la
exploración física, con la ayuda ciertos análisis clínicos y las radiografías. Tanto el
diagnóstico como el manejo de la artritis reumatoide corresponde a los especialistas en
reumatología.
La artritis reumatoide sin tratamiento, habitualmente sigue un curso progresivo, deformante
e invalidante. Sin embargo, aunque no existe propiamente una cura de la enfermedad, los
tratamientos existentes en la actualidad logran controlar la enfermedad en la mayoría de los
pacientes, consiguiéndose un buen control del dolor y la rigidez articular, frenando el daño
estructural articular y la aparición de deformidades, evitando el deterioro funcional y
mejorando la calidad de vida de los pacientes.
Síndrome antifosfolípido
El síndrome antifosfolípido (SAF) se caracteriza por la aparición de trombosis, tanto venosas
como arteriales, complicaciones durante el embarazo (fundamentalmente abortos de
repetición y partos prematuros), junto con la presencia de anticuerpos que van dirigidos frente
a fosfolípidos aniónicos denominados anticuerpos antifosfolípidos (AAF). Los AAF más
importantes son el anticoagulante lúpico (AL), los anticuerpos anticardiolipina (ACA) y anti-
beta-2-glucoproteína I (anti-β2-GPI), porque son los que se utilizan, junto a las
manifestaciones clínicas, para hacer el diagnóstico de SAF. Raramente pueden aparecer
varias manifestaciones trombóticas simultáneamente. Cuando esto ocurre se denomina SAF
catastrófico (SAFC), que se caracteriza por su alta mortalidad. En la mitad de los casos se
asocia a otras enfermedades autoinmunes, sobre todo al lupus eritematoso sistémico (LES),
y no hay diferencias en cuanto a las manifestaciones clínicas y el pronóstico cuando se
compara con el SAF sin enfermedad asociada.
Diagnostico
Los resultados de estos autoanticuerpos pueden variar dependiendo del test utilizado y de la
experiencia del laboratorio en el que se determine. Se están realizando continuas
actualizaciones sobre las técnicas para homogeneizar tanto la determinación como la
cuantificación de los resultados. Este punto es muy importante dada la trascendencia que
tiene el considerarlos positivos e incluirlos como un criterio diagnóstico del SAF. El AL se
identifica en plasma mediante pruebas coagulométricas. Para su determinación se requiere
utilizar las recomendaciones específicas de la International Society on Thrombosis and
Haemostasis (ISTH). Tanto los ACA como los anticuerpos anti-β2-GPI se determinan
mediante técnicas de enzimoinmunoanálisis (ELISA), tanto en plasma como en suero,
debiendo utilizarse siempre como cofactor la β2-GPI.
Para ser aceptados como criterios diagnósticos se requiere que el AL sea positivo (utilizando
las normas de la ISTH), los ACA, isotipos IgG e IgM, tengan títulos medios o altos,
normalmente más de 40 GPL o MPL (lo que supone estar por encima del percentil 99 de la
población general), y los anticuerpos anti-β2-GPI, isotipos IgG e IgM, superen el percentil
99 de la población general.
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