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TERCERA DÉCADA

S E R I E

TERCERA DÉCADA
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Dr. en D. Jorge Olvera García


Rector

Dr. Alfredo Barrera Baca


Srio. de Docencia

Dra. Ángeles Ma. del Rosario Pérez Bernal


Sria. de Investigación y Estudios Avanzados

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Srio. de Rectoría

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Sria. de Difusión Cultural

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Srio. de Extensión y Vinculación

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Sria. de Cooperación Internacional

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Srio. de Administración

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Abogado General

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

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Directora

M. en E. P. D. Laura Elizabeth Benhumea González


Subdirectora Académica

Lic. Aurea Carmen Estrada de Jesús


Subdirectora Administrativa

Dra. Martha Elisa Nateras González


Coordinadora de Estudios de Posgrado

Prof. Martín Olivares Orozco


Coordinador de Difusión Cultural

Alberto Reyes Araujo


Coordinador de Extensión
MÉXICO 2014
Esta investigación, arbitrada por pares académicos,
se privilegia con el aval de la institución coeditora.

Primera edición, octubre del año 2014

© 2014
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

© 2014
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

Derechos reservados conforme a la ley


ISBN 978-607-401-882-0

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa


o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar
previamente con la autorización expresa y por escrito de
GEMAPorrúa, en términos de lo así previsto por la Ley Federal
del Derecho de Autor y, en su caso, por los tratados interna-
cionales aplicables.

IMPRESO EN MÉXICO PRINTED IN MEXICO

LIBRO IMPRESO SOBRE PA P E L DE FA B R I C A C I Ó N ECOLÓGICA CON BULK A 80 G RA M O S

w w w. m a p o r r u a . c o m . m x
Amargura 4, San Ángel, Álvaro Obregón, 01000 México, D.F.
No se puede administrar
lo que no se ha medido.
(Citado por Terry Vavra,
atribuido a Peter Drucker)
Prólogo
José María Tortosa Blasco*

Escribo estas líneas recomendando vivamente el libro que el lector tiene la


suerte de tener ante sus ojos y que incluye los trabajos de mis colegas y, a
pesar de ello, amigos, Jorge Arzate y Francisco Jiménez, acompañados por
Dídimo Fernández. Mientras lo hago, está circulando en los medios de
varios países, de The Guardian a Les Echos pasando por el Wall Street Jour-
nal o The Economist y, claro está, en internet, las redes sociales y la “blo-
gosfera” una polémica en torno a la nota de investigación “Growth in a time
of debt” de los conocidos economistas Carmen M. Reinhart y Kenneth S.
Rogoff, autores, a su vez, del best seller Esta vez es diferente. Ocho siglos de
locura financiera. La nota, se dice, habría legitimado (hay quien, exagerada-
mente, afirma que habría fomentado o incluso provocado) las políticas de
austeridad hoy puestas en práctica por diferentes gobiernos (más de un
centenar, según describen Isabel Ortiz y Matthew Cummins en su trabajo
para la Initiative for Policy Dialogue and South Centre). Dichas políticas
empiezan a ser puestas en discusión, vista su ineficacia para lo que dicen
proponer aunque sean útiles para mantener una determinada jerarquía
social. Pero el caso es que el trabajo en cuestión se basa en errores ¡tipo-
gráficos! (lo cual es perdonable), pero también en excluir de su modelo los
casos que no encajan en su teoría sobre la relación (¿correlación? ¿causa-
lidad?) entre deuda pública y crecimiento económico.
Mala cosa es, pues, fiarse de los economistas como si fuesen deposita-
rios de una verdad absoluta y revelada a ellos, envuelta en el ropaje de
modelos econométricos. Al margen de sus conocidos desacuerdos entre
escuelas —más ideológicas que teóricas o empíricas—, no parece una exa-

*Universidad de Alicante, España.

7
geración decir que hay demasiadas versiones economicistas de la llamada
“crisis”. Es, entonces, necesario revisarlas (eso es ciencia: descartar erro-
res, como se ha hecho con Rogoff y Reinhart) y, sobre todo, completarlas
desde otras perspectivas académicas. El asunto de la “crisis” está generan-
do tantos males y desgracias, que hace falta verlo desde ámbitos interdis-
ciplinares, sin renunciar a sus múltiples facetas y sin caer en la “cuantofre-
nia”, la fe mística en la econometría y el data crunching que tan
acertadamente criticaba Keynes. La interdisciplinariedad es una de las
aportaciones del presente libro.
Además de lo dicho, no se trataría de una sola crisis. Ante todo, la me-
táfora tiene origen en la práctica médica: una enfermedad hace crisis cuan-
do “ya no” es lo que era, pero “todavía no” se sabe en qué irá a parar, si en
curación, muerte o transformación en otra enfermedad más o menos iatro-
génica. Es cierto que esa situación de “ya no” pero “todavía no” que define
las crisis es perceptible en el terreno financiero, donde la enfermedad vino
precedida por un crecimiento desmesurado (maldesarrollo, otra metáfora
médica) de los productos financieros estructurados (CDS, swaps, derivados)
respecto a la economía real, productos que hay motivos para sospechar
que están altamente manipulados por los financieros internacionales,
como muestran el escándalo del Líbor (se dan cifras de 500 billones —tri-
llions— de dólares) y las pesquisas sobre el ISDAfix usado para calcular los
precios de los interest-rate swaps relacionados con las deudas públicas (un
mercado de 379 billones —trillions— de dólares, más de 10 veces el Pro-
ducto Interno Bruto [PIB], de la mayor economía del mundo).
Cierto también que dicho maldesarrollo ha tenido efectos económicos
y sociales y que sigue presente sin que se hayan dado suficientes casos de
“deshinchar” su burbuja mediante suficientes quitas y pérdidas generaliza-
das entre tenedores de bonos, acciones y fondos. Se ha hecho a pequeña
escala, sea con “corralitos”, impuestos para los pequeños impositores o
propuestas de “tasa Tobin” más retóricas que prácticas. Al fin y al cabo, no
hay dinero apolítico y no hay política sin desigualdad social.
No es descabellado pensar que, en realidad, la burbuja financiera y su
esquema Ponzi “todavía no” ha reventado y que, de suceder tal cosa, esta-
ríamos a las puertas de una Depresión Mundial (no sólo local) sin antece-
dentes conocidos. El crecimiento del hambre, el desempleo y la violencia a
escala mundial sería todavía mayor que el actual. Los “bitcoins” (como ha

8 • José María Tortosa Blasco


expuesto Yanis Varaoufakis en su blog) no parecen ser una solución, aun-
que tampoco agravan el carácter de estas predicciones, que no pronósti-
cos. Una “Abenomics” mundial generalizando la impresión de moneda
(quantitative easing, QE) como la japonesa (o la estadounidense o la previs-
ta por el Banco Central Europeo) a todo el sistema financiero mundial
empeoraría la burbuja. De momento, al margen de los procesos hacia una
mayor burbuja financiera como los indicados, los damnificados por los tí-
midos intentos de deshincharla son “los de abajo”, cosa comprensible, por
otro lado, dada la estructura de poder en el sistema mundial.
Dicha estructura, se describe por lo menos desde Adam Smith, se
basa en la desigualdad, sobre todo en la capacidad de defender y conse-
guir los propios intereses que, siendo así, resulta más fácil para “los de
arriba” en lo que Warren Buffett reconocía: hay lucha de clases (class
warfare, en inglés), y es su clase, la de los ricos, la que la va ganando
(cita textual). Precisamente por esta desigualdad como variable central del
sistema (efecto y causa de su funcionamiento) hace que los datos sobre
el PIB, con independencia de sus fallos en su definición (dificultad en in-
cluir la economía sumergida, exclusión del trabajo doméstico, indiferen-
cia a las “externalidades”), sean datos insuficientes para entender qué
sucede aunque los políticos se encandilen cuando hay un aumento de
dicha variable. Ahora bien, como ha indicado Johan Galtung, el que pro-
porciona el Producto Interno Bruto (PIB) sin añadir el nivel de desigualdad
es como el geógrafo que, para localizar una ciudad, proporciona la longi-
tud en que se encuentra y no da su latitud. Crecimientos observados del
PIB, en condiciones de desigualdad igualmente creciente, indican que “los
de arriba” se están enriqueciendo por encima de lo que lo hacían ante-
riormente, mientras que las condiciones de los vulnerables, “los de abajo”,
se ven manifiestamente deterioradas, que es, precisamente, lo que está
sucediendo a escala mundial: aumenta (lo dice el reportaje anual de la
revista Forbes y también el World Wealth Report y el World Ultra Wealth
Report) el número de los muy ricos (mil-millonarios, billionaires, ultra-ricos,
hiper-ricos) y aumenta su riqueza media (en especial entre los muy-
muy-hiper-ricos, es decir, el llamado “1 por ciento”) mientras se incremen-
tan el hambre (dice la Organización para la Alimentación y la Agricultura
[FAO]), el desempleo y el empleo precario (dice la Organización Internacio-
nal del Trabajo [OIT]).

Prólogo • 9
Esa inclusión de la variable de la desigualdad es útil para entender ta-
sas de crecimiento del PIB relativamente elevadas como las africanas mien-
tras se da en paralelo un aumento de la pobreza, “medida”, como lo hace
el Banco Mundial (BM), de no alcanzar un dólar (o 1.25 dólares) por persona
y día a paridad de poder adquisitivo y peor sería si se pudiese medir la
insatisfacción severa de necesidades básicas en zonas rurales alejadas y
desasistidas. También es útil para entender algunos problemas asociados
con el hambre. Por un lado, el dicho de Galeano: “Quien no tiene miedo al
hambre, tiene miedo a la comida”, con la particularidad de que el sobrepeso
y la obesidad son igualmente clasistas. El mundo, efectivamente, está divi-
dido en países con hambre y países preocupados por su dieta, pero a su vez,
los países están divididos, internamente, por las mismas categorías. Por
otro lado, la desigualdad permite entender el precio que se puede pagar en
las cruzadas contra el hambre en un expedito “llénenlos, no aliméntenlos”
como diría Carlos Fernández-Vega en La Jornada.
La situación sería grave si no se le añadieran otras burbujas que la em-
peoran. Primero, la burbuja alimentaria que está detrás del incremento
constante de los precios de los alimentos a escala mundial. No hay que ex-
cluir los efectos que producen en la oferta factores medioambientales (se-
quías, inundaciones, temperaturas extremas) o, en la demanda, la aparición
de sectores altamente consumistas en los países “emergentes” (otra cosa es
el hambre que puedan pasar “los de abajo” en dichos países). Pero tampoco
se puede excluir la presencia de una burbuja también en ese campo agrava-
da cuando determinadas cruzadas contra el hambre lo que hacen es favore-
cer a determinadas multinacionales del sector alimentario. Al fin y al cabo,
el sistema mundial contemporáneo funciona mediante burbujas.
Todavía hay más: la burbuja energética frente a lo inexorable que es el
“pico del petróleo”; es decir, el momento en el que el consumo (creciente
sobre todo en los países “emergentes”) se comienza a hacer a partir de
reservas y ya no a partir de nuevos descubrimientos, nuevas técnicas ex-
tractivas o el auge del gas licuado y no licuado. Es posible que algunos
países ya hayan llegado a tal “pico” (se habla de Noruega o de Arabia Sau-
dita). Difícil saberlo, ya que la política habitual es maquillar los datos en
función de los objetivos que se pretendan (afirmar escasez si se quieren pre-
cios altos, e informar de nuevos hallazgos si se quieren precios bajos o,
mejor, menos altos). Pero lo que es inexorable es su existencia en el futuro,

10 • José María Tortosa Blasco


razón por la que, a pesar de las fluctuaciones aparentemente caóticas, la
tendencia general es al alza de los precios que es fomentada por la burbuja:
se compra pensando que los precios subirán, con lo que los precios suben
al aumentar la demanda. Todo ello con independencia de la manipulación
que se lleva a cabo sobre tal proceso, pero añadiendo la burbuja que se
está dando en torno al carbón, con los efectos medioambientales fácil-
mente previsibles, y parece estarse dando en torno al gas, asunto sin el
cual es difícil entender, por ejemplo, lo sucedido en Chipre, como bien han
mostrado Leonel Carranco y Óscar Ugarteche.
Por debajo de los tres procesos late, efectivamente, la amenaza de una
crisis medioambiental severa (si el incremento de temperatura media del
planeta aumenta por encima de los 2ºC), agravada por la crisis económica
y, como se ha dicho, incidiendo en la crisis alimentaria y en la energética... y
en la supervivencia de la especie. Haya o no haya cambio climático, el hecho
es que el calentamiento observable es nuevo en la historia del planeta:
los últimos 10 años han sido más cálidos, a escala mundial, que 1,400 años
anteriores en los que los problemas fueron más regionales y menos mun-
diales. Ahora el problema de ese calentamiento es mundial y hace pensar
en una “transición crítica” (“crítica”, en este caso, viene de “crisis” en el
sentido señalado, no en la de “discernimiento”, que parece ausente).
Las relaciones entre los cuatro problemas son complejas. Por ejemplo,
la crisis energética, al demandar alternativas como el biodiesel, incide en el
alza de los precios de determinados alimentos y, por tanto, en el hambre. O
la urgencia por extraer combustible de manera rápida y rentable —o con
técnicas discutibles, como el fracking— puede volver a repetir catástrofes
como las de British Petroleum en el golfo de México. Quiero decir con esto
que no nos encontramos ante un problema sencillo, con ecuaciones con
muy pocas incógnitas, sino todo lo contrario y eso sin preguntarse, como
hacía Noam Chomsky recientemente, lo cerca que pueda estar el mundo de
una confrontación nuclear que, como se calculaba en tiempos de la Guerra
Fría, podría producir un “invierno nuclear” que se añadiría a los demás pro-
blemas medioambientales producidos por la actividad humana. Nicholas
Stern ha sido muy claro en un reciente informe: “La crisis financiera mues-
tra qué sucede cuando los riesgos se acumulan sin que nos demos cuenta”.
Por otro lado, las “políticas de ajuste” y “terapias de choque” aplicadas
ahora en los países periféricos de la Eurozona (y en un centenar de países

Prólogo • 11
más, según lo dicho), además de recordar lo ya sucedido en América Lati-
na con su particular y pasada “crisis de la deuda”, muestran algunos as-
pectos que vale la pena destacar: primero, que se trata de políticas impues-
tas por funcionarios no electos y que, por tanto, no pueden ser relevados
de sus cargos de manera democrática; es decir, mediante el voto; y, segundo,
que los argumentos que utilizan para justificarlas (además del artículo
citado de la American Economic Review, donde también Rogoff y Reinhart
han publicado una respuesta a sus críticos) son más políticos que técnicos
y, por tanto, no pueden ser sometidos al “método científico” con que han
sido replicados y, eventualmente, falsados, o, en otras palabras, que lo que
está en discusión va más allá de las ciencias económicas, ciencias tan hu-
manas o sociales como la sociología o la antropología.
Un asunto así, con efectos tan dolorosos en la vulnerabilidad de capas
sociales importantes y en el aumento del hambre y la precarización, no
puede dejarse en manos de una sola disciplina. Incluso cuando se trata de
la financiarización recurrente en el sistema mundial, no se está hablando
de un fenómeno que puede (o tiene que) ser visto como parte de los fenó-
menos naturales. A mayor abundamiento, muchos de estos últimos, como
algunas catástrofes “naturales”, también tienen origen humano. Puede ser
el caso de la relación entre terremotos y fracking, esa técnica para extraer
combustible fósil que está detrás del nuevo boom (el del gas de esquisto) y,
sobre todo, en el auge de Estados Unidos como potencia exportadora de
combustible, pudiendo sustituir a Arabia Saudita en un futuro próximo
(mala noticia, por cierto, para planteamientos extractivistas mexicanos).
Hasta la finaciarización es el resultado de decisiones concretas tomadas por
grupos sociales concretos con mentalidades concretas en los que el poder,
y no sólo el beneficio, puede ser la motivación central de tales decisiones y
en la que se producen efectos perversos impensables en las ciencias natu-
rales, y todavía más impensables los fenómenos de “reflexividad”, como la
llama George Soros. Siendo así, un análisis economicista de la misma difí-
cilmente llevará a hacerse una idea cabal de lo que significa, de lo que la
ha producido y de lo que, una vez más, podría llevarla a su fin.
El presente libro tiene un valor añadido: el de hacer un estudio compa-
rativo de dos casos en pleno proceso de cambio, aunque en direcciones
opuestas, a saber, México y España que, por otro lado, las agencias de cali-
ficación (rating) como Standard & Poor’s, Moody’s o Fitch situaban su cré-

12 • José María Tortosa Blasco


dito o su deuda soberana, en marzo de 2013, en escalones parecidos (BBB
para S&P, BAA para Moody’s) aunque con perspectivas de futuro ligeramen-
te divergentes. Al parecer, para 2013 la economía de México crecería un 3.5
por ciento, mientras que la contracción (el decrecimiento, aunque quizá no
en el sentido de Serge Latouche) de España alcanzaría el 1.5 por ciento.
Cierto que tomar esas unidades de análisis tiene sus problemas. El pri-
mero, no percibir las diferencias internas en el Estado español y sus diferen-
tes Comunidades Autónomas: no es lo mismo el País Vasco que Extremadura,
aunque ambas poco afectadas por la burbuja inmobiliaria, que ha estado
más extendida en la zona “mediterránea”. Y lo mismo puede decirse de los
Estados Unidos Mexicanos: las diferencias entre sus estados son también
notables (en lo que se refiere al desempleo, no es lo mismo Tamaulipas o
Aguascalientes que Michoacán o Yucatán). Pero es inevitable simplificar, so
pena de pretender un mapa a escala 1:1, sobre el que ironizaba Borges.
El segundo problema es el de no compartir su inserción en el sistema
mundial por más que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) para México y la Unión Europea (UE) y la Eurozona para España
puedan tener elementos en común. Pero no es lo mismo que la contracción
del consumo estadounidense afecte a las exportaciones mexicanas que el
hecho, igualmente contrastado, de que la contracción del consumo en Es-
paña (y otros países de la periferia de la Eurozona) está afectando a las
exportaciones alemanas, donde, por cierto, se encuentran los principales
bancos acreedores de los endeudados bancos españoles que mantienen
sus beneficios gracias a su presencia en otros países, en concreto latino-
americanos. Las relaciones México-Estados Unidos no son las mismas que
las de España y la UE en general y con Alemania en particular.
La comparación España-México es interesante, de todas maneras, por
las respectivas situaciones de dichos países. España está, ya se ha recor-
dado, en la UE y en la Eurozona. La UE forma parte de la tríada, el club de
países centrales en torno al país hegemónico, Estados Unidos de América.
España sería, a tenor de tal membresía, un país central. Sin embargo, para
muchos analistas se encuentra, como efecto de la “crisis” y de la mala ges-
tión de la misma, en un proceso que hace tildar al país de “país en vías de
subdesarrollo”, una nueva categoría que habría que añadir a las utilizadas
por el BM para clasificar países. Los futuros de tal proceso son inciertos y
van desde la salida del euro e incluso de la UE a la pérdida de los escasos

Prólogo • 13
(relativamente hablando, tomando como término de comparación los paí-
ses centrales de la Eurozona) derechos propios del Estado de Bienestar (EB)
que fueron creciendo desde los años sesenta para ahora estar disminuyen-
do a marchas forzadas y como fruto, como se ha dicho, de decisiones to-
madas fuera del país y aceptadas por sus gobernantes por lo menos desde
mayo de 2010 aceleradas a partir de 2012.
México, en cambio, es un “país emergente”, que es mucho más que
“país en vías de desarrollo”. No está, por definición, en el grupo de los BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que se reúnen periódicamente in-
tentando rediseñar la estructura centro-periferia previa y cuyos problemas
de crecimiento futuro comienzan a salir a la luz, mostrando que lo funda-
mental no son los planteamientos económicos sino las intenciones políti-
cas. Pero México sí está en el N-11 (Next Eleven), la etiqueta con la que,
desde Goldman Sachs, el mismo autor que acuñó la de BRIC —antes de que
se incluyera Sudáfrica—, ha señalado como grupo emergente dentro de los
“emergentes”. Efectivamente, mucho más que “país en vías de desarrollo”,
porque esta vez sí parece ir en serio con independencia de su temprana
inclusión en la OCDE (a la que, por cierto, no pertenecen los BRICS).
Ambos países han tenido que pagar precios constatables por decisiones
tomadas por sus respectivas élites. En el pasado, por la entrada del euro y,
antes, en la UE por un lado y, por otro, en el TLCAN. Recientemente, por
decisiones políticas (bajo capa economicista) tomadas por sus respectivos
gobiernos. Ambos, por tanto, han sufrido los efectos de la actual crisis eco-
nómica mundial, pero con efectos diferentes cualitativa y cuantitativamente.
No sé si se trata de una crisis del capitalismo (es la enésima vez que se
anuncia, aunque, como en la fábula de “que viene el lobo”, esta vez el anun-
cio podría ser acertado). Pero sí sé que no es una crisis global ya que, de
momento, no se aprecia de la misma forma (si es que se aprecia) en Argelia,
Ecuador o Brunei, petroleras las tres, pero sólo las dos primeras como “re-
públicas petroleras”. Razón de más para leer el presente libro y percatarse
de las diferencias entre dos países situados en posiciones diferentes en el
sistema mundial, de diferente trayectoria y de diferentes futuros posibles.
Por ponerlo en términos más concretos: no es lo mismo Petromex (pública
o privada o mixta) que Repsol (antes pública, hoy privada).
Aunque no encaje con inercias intelectuales y políticas previas, en el
sistema mundial los países ya funcionan por lo menos a tres velocidades,

14 • José María Tortosa Blasco


y es el propio Fondo Monetario Internacional el que lo reconoce, aunque
no incluya el reconocimiento del papel que el cambio en la estructura del
poder mundial está desempeñando en este cambio en el sistema. Con ello,
a lo que se llega es a considerar como obsoletas las viejas etiquetas “Norte”
y “Sur” y eso que el Informe sobre el Desarrollo Humano 2013, del Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo, lo usa ya en el título: “El ascenso del
Sur”. Sin embargo, dichas etiquetas son engañosas y el mismo Informe
del PNUD lo muestra (no asciende “todo” el Sur), como engañoso es que el
Banco Mundial considere, por ejemplo, la relación entre China y Ecuador
como “cooperación Sur-Sur”. China que, por cierto, primera tenedora de
bonos del tesoro estadounidense, está teniendo su propia burbuja inmobi-
liaria como la tuvo en su momento España, a la vez que Estados Unidos.
Las conclusiones son relevantes también. Provisionales, como es pre-
ciso que sean, pero que harán releer capítulos anteriores. En todo caso,
más relevantes que el data crunching del que ha partido este prólogo.
Introducción

La crisis del capitalismo avanzado tuvo como epicentro la economía nor-


teamericana y en septiembre de 2008 mostró su verdadero rostro después
de la quiebra de Lehman Brothers; de esta forma, lo que parecía algo “con-
trolable” tuvo importantes consecuencias en casi todas las economías del
mundo. Ha sido una crisis producto de una descontrolada e imprudente
política crediticia del sector financiero a escala global, la cual alimentó una
burbuja de vivienda que terminó por estallar. Por lo que fue una crisis con
un desplome global simultáneo. En Estados Unidos, millones de familias
perdieron hipotecas y en 2008 se perdieron 1.8 millones de empleos y 6.1
millones de personas que trabajaban a tiempo parcial en ese país (Stiglitz,
2010).
En el mundo la crisis hizo que el número de personas en situación de
hambre aumentara debido al incremento en el precio de los alimentos.
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a princi-
pios de 2010 su número llegó a 1,017 millones de personas; es decir, una
de cada seis personas de las cuales 53 millones se encuentran en América
Latina, lo que significa un retroceso al número existente en 1990-1992.
Los efectos han sido diferenciados para las diversas regiones económi-
cas del planeta, por lo que si bien América Latina ha salido “bien librada”,
sólo sumó 9 millones de pobres en 2009 y la mayoría de las economías
tuvieron una ralentización moderada del crecimiento de su Producto Inter-
no Bruto (PIB). Para las economías de la zona europea han tenido importan-
tes consecuencias (como es el caso de Grecia, Irlanda y Portugal, España
y Chipre, sin olvidarnos del Reino Unido, Alemania y Francia). En ambas
zonas destacan los casos de México y España, en donde la crisis, por

17
diversas razones, produjo un importante número de personas en paro,
pobreza y vulnerabilidad social.
En el caso español la crisis tuvo su origen en el fin de un modelo eco-
nómico centrado, en buena medida, en la especulación financiera en torno
a un sector inmobiliario sobresaturado. Mientras que en México se explica
por la existencia de un modelo económico dependiente de la economía
estadounidense, el cual se ha fincado en los principios del libre mercado
(liberalización comercial y financiera, desregulación de la actividad econó-
mica, abandono de la política industrial como estrategia de desarrollo,
privatización de la empresa pública y Tratado de Libre Comercio de Amé-
rica del Norte (TLCAN). Modelo económico que, además, no ha logrado sus
expectativas de crecimiento, dando lugar a lo que se ha comenzado a llamar
como un periodo de estancamiento estabilizador, o sea, estabilidad macro-
económica (sobre todo en el caso de los índices de inflación) con bajo
crecimiento del PIB (Perrotini, 2010).
En el caso de España, la crisis ha dejado un paro del 20.09 por ciento
de la población activa a fines de junio de 2010, la mayoría de los parados
son jóvenes maduros con poca cualificación. De tal forma que “[…] al final
del segundo trimestre del año [2010], en España había un total de 4’645,500
parados, 32,800 más que en el trimestre anterior y 508 mil más que un año
antes, según la Encuesta de Población Activa (EPA), [del] Instituto Nacional
de Estadística” (INE, 2010).
En el caso de México, la menor actividad económica de Estados Unidos
tuvo una importante repercusión en la economía del país, de tal forma que
desde finales de 2008 y sobre todo en 2009 se dio una contracción de las
exportaciones manufactureras, menores ingresos derivados del turismo
(cuestión agravada por la epidemia de influenza AH1N1), menor demanda de
energéticos (a unos menores precios internacionales), una caída de las re-
mesas, declive de la inversión extranjera directa; por lo que sumadas las
causas la crisis tuvo un impacto del –6.5 por ciento del PIB para 2009, con
lo cual se perdieron más de 500 mil empleos formales (Cordera, 2010).
Además, según los datos de pobreza oficial, entre el cuarto trimestre
de 2008 y el cuarto trimestre de 2009, se dio un incremento de casi 6.8 por
ciento en la proporción de personas que no pueden comprar una canasta
alimentaria con su ingreso laboral; es decir, casi 7 millones de personas
cayeron en situaciones de hambre. A finales de 2008, el Consejo Nacional

18 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reportó que el
47.4 por ciento de la población se encontraba en pobreza, la mayoría de
ellos son población infantil y juvenil, esta última con bajísimos niveles
de escolaridad.1
Dentro del capitalismo avanzado, el modelo de bienestar más eficaz en
términos de inclusión social y construido bajo el principio de derechos
ciudadanos sociales, es el modelo de Estado de Bienestar (EB), el cual exis-
te de manera bien desarrollada en los países de la Unión Europea (UE),
aunque no hay un solo modelo de EB.2 Si bien el EB atraviesa por una crisis,3
es difícil pensar en su eliminación a mediano plazo, hay ajustes y presiones
en casi todos los países, algunos derivados de la actual crisis económica.
De esta forma es posible encontrar algunos principios fundamentales en
todos los regímenes de bienestar europeos, como lo son: los derechos
sociales adquiridos por los ciudadanos son innegociables para los Esta-
dos (sobre todo en materia de educación, sanidad y pensiones), el sistema
se encuentra basado en un principio de solidaridad social, existe un alto
porcentaje del PIB dedicado a sostener el modelo de bienestar, los servicios
sociales tienden a la universalidad y funcionan bajo un principio de des-
mercantilización, el sistema de bienestar cuenta con un apoyo importante
de la sociedad civil. Todas estas características definen al EB y le van dando
una configuración característica en cada país.
El EB europeo se puede definir, entonces, como una situación jurídica
y social (económica, política y cultural) en donde el Estado utiliza el poder

1
Dato proporcionado por el Coneval; obtenido de http://www.coneval.gob.mx, consulta-
do el 19 de septiembre de 2010].
2
Para el caso de las tipologías de EB europeo véase los trabajos de Gøsta Esping-Andersen.
Si bien hay países con un EB restrictivo, como es el caso de Inglaterra, hay otros con un mode-
lo generoso como lo es el llamado modelo nórdico. Sobra decir que los países nórdicos, además
de contar con sofisticadas economías capitalistas que giran en torno a la innovación y aplica-
ción del conocimiento científico, cuentan con los mejores sistemas educativos y de salud del
mundo, los cuales son enteramente públicos o desmercantilizados. En el caso de España se
trata de un modelo de EB centrado en la institución familiar como estructura social solidaria.
3
Si bien el EB europeo tiene ante sí una serie de problemáticas, tales como el envejeci-
miento de la población, el desempleo estructural, las transformaciones económicas que sig-
nifican la transición de una sociedad industrial a una postindustrial (Esping-Andersen, 2000),
o bien la inclusión de millones de trabajadores inmigrantes, las instituciones del bienestar,
como lo son la seguridad social y los sistemas de salud solidarios y nacionales, continúan
siendo el pilar de dicho y, en buena medida, las finanzas públicas de los Estados miembros
están planeadas en función de su sustentabilidad. En términos políticos, el EB ha significado
la construcción de una democracia plena.

Introducción • 19
organizado de forma deliberada, sobre todo mediante la administración y
la política, para modificar el juego de las fuerzas del mercado capitalista,
y de esta forma garantizar y ampliar los derechos sociales ciudadanos.
En contraposición a la concepción de EB está el proyecto que podemos
denominar como Estado social neoliberal. El neoliberalismo tiene como
principio la idea de que el Estado debe dejar a las fuerzas del mercado el
asunto del bienestar y debe intervenir sólo en los casos más graves de
desventaja o pobreza extrema, de ahí que el núcleo duro de las políticas
sociales sea el combate a la pobreza en sus diversas acepciones y dimen-
siones (Arzate Salgado, 2005).
En América Latina las reformas estructurales neoliberales han impul-
sado una transformación radical de los sistemas de bienestar; dicha trans-
formación ha sido impulsada por organismos internacionales como el
Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Fondo
Monetario Internacional (FMI), entre otros organismos financieros interna-
cionales, pero aceptadas y hechas suyas por una buena parte de los gobier-
nos nacionales de los países del subcontinente, con ciertos grados de
profundización en las reformas.
Como antecedente a las reformas de las instituciones de bienestar
por parte del neoliberalismo se puede decir que entre las décadas de los
cuarenta y ochenta se construyeron importantes sistemas instituciona-
les del bienestar en casi todos los países; si bien nunca se planteó la
constitución de un EB en estricto sentido, se pensó en la construcción de
sistemas de bienestar solidarios y universales que soportaran la implan-
tación de un sistema industrial en la región, este proceso se realizó en
un entorno de políticas económicas keynesianas. El resultado de estos
esfuerzos fue la construcción de sistemas institucionales de educación,
salud y de pensiones fuertemente anclados al empleo formal, teniendo
como resultado la construcción de formidables sistemas corporativos y,
por eso mismo, excluyentes de ciertas clases sociales (Barba Solano,
2006).
En el caso mexicano, las políticas neoliberales en materia de bienestar,
implementadas, con diversas intensidades y matices, a partir de mediados
de la década de los ochenta hasta nuestros días, han significado la mercan-
tilización parcial de los sistemas de educación y salud, así como la privati-
zación total del sistema de pensiones solidario. Todo lo cual ha reforzado,

20 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


de manera estructural, una sociedad excluyente y polarizada según clases
sociales, en donde las oportunidades son cada día menores para los grupos
pobres y vulnerables.
Después de varias décadas de profundos cambios, la arquitectura ins-
titucional del bienestar en México se caracteriza por ser segmentada; es
decir, organizada institucionalmente según ideologías del bienestar, racio-
nalidades políticas y clientelas sociales diferenciadas, característica que le
genera importantes procesos de exclusión social. Es heterogénea, ya que
dentro de la diversidad institucional tanto del sector público como social y
privado hay una gran diversidad de instituciones, cada una con distinto
nivel de desarrollo institucional y con niveles diferentes de eficiencia y
calidad en el servicio. Finalmente, el sistema está dualizado, o sea, existe
una división entre sistemas públicos y privados.
Este libro realiza una discusión sobre la crisis entre 1988 y 2012 desde
las siguientes preguntas de trabajo:

a) Cómo se construyó la crisis de manera global, cuáles son las condicio-


nes específicas económicas estructurales y sociales que le dieron sen-
tido y profundidad.
b) De qué manera la crisis generó precarización dentro del tejido social
en España y México, y cuál es la magnitud cuantitativa de dicha preca-
rización expresada en indicadores de pobreza, desempleo y precariza-
ción laboral.

La perspectiva de la investigación se encuentra enmarcada en la socio-


logía como disciplina, específicamente en una sociología del bienestar; es
decir, de las formas sociales como se construye en bienestar desde las ac-
ciones de intervención del Estado en una situación de crisis económica y por
lo tanto de exacerbación de las desigualdades sociales y sus formas de vio-
lencia asociadas. Dado que la investigación se plantea como una de tipo
exploratorio y de naturaleza teórica o analítica, se parte entonces de una
serie de supuestos conceptuales que funcionarán como marco constructivo,
tanto de los datos estadísticos que se trabajarán, como en el proceso de in-
terpretación de los mismos. Son dos los ejes teóricos analíticos de la inves-
tigación: el concepto de desigualdades sociales y el de formas de violencia(s)
asociadas a ellas.

Introducción • 21
Por lo que, desde una perspectiva sociológica, las desigualdades son
entendidas como procesos histórico-sociales en donde las formas econó-
micas de dotación de bienes, las formas sociales de dotación de oportuni-
dades y los mecanismos de producción de estigma funcionan como reglas
de acción social; es decir, como reglas de estructuración de lo social en un
sentido amplio del término: son reglas que determinan la naturaleza del
poder y la dominación en una sociedad a nivel de las reglas de estructura-
ción mismas, a la vez que funcionan como reglas de acción social que
vertebran la vida cotidiana. Pero el fondo del asunto no debe quedar en una
teoría de las relaciones de desigualdad-poder, sino que debe derivar en
una teoría teórico-normativa que nos permita visibilizar, esto significa al
mismo tiempo pensar el efecto último de las desigualdades sociales (eco-
nómicas, políticas y culturales): las formas de violencia (directa, estructural,
cultural y/o simbólica) (Jiménez Bautista, 2012), y cómo trabajar para que
dichas formas de violencia, desde la acción del Estado —políticas públicas—,
el mercado y la sociedad civil sean sublimadas por formas de negociación
pacífica del conflicto social.
La construcción de una perspectiva crítica en torno a una teoría de las
desigualdades implica repensar las desigualdades como teoría social, mul-
tidisciplinaria y normativa. Lo cual representa un esfuerzo para pensar las
desigualdades más allá de un sentido topológico y situarlas dentro de un
sentido de construcción orgánica, sustantiva de lo social.
Las desigualdades sociales entendidas como sistema de conflicto en-
tramado en lo económico y social implican el pensar la cuestión de la pau-
perización de la condición humana arraigada y determinada por contextos
histórico-sociales específicos, encajados en tiempo y espacio; es decir, co-
herentes con el tiempo real, a la vez que como procesos de historicidad o
con capacidad reflexiva por parte de los sujetos sociales que la producen
en la esfera de la vida cotidiana. Quizá esto mismo sea convergente con
una noción de condición humana: acción social en el tiempo histórico y el
espacio geográfico.
El supuesto es que las desigualdades tienen implicaciones profundas en
la construcción de la triada individuo-sujeto-actor social. En donde las
formas de desigualdad funcionan como marco estructural que determina
lo económico y lo social en un sentido amplio, pero también funcionan
como reglas de acción en el ámbito de la sociabilidad; es decir, en la estruc-

22 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


turación de las formas de subjetividad que dan forma y sustento a la vida
cotidiana. Por ello otro supuesto, en este caso de naturaleza normativa, es
que la teoría de la desigualdad debe ser y partir de un sentido humanista de
su quehacer: debe dar explicaciones de la construcción social de las des-
igualdades más allá de un sentido técnico, utilitario y pragmático.
En este sentido una teoría de las desigualdades está ligada, de manera
metodológica, a una teoría sociológica y antropológica de la construcción
de las formas de violencia, en la medida en que las desigualdades se con-
vierten en un contexto estructural y de socialización que puede explicar,
por lo menos los componentes sociológicos, algunos de los procesos de
construcción social de la vulnerabilización de la condición humana.
Otro supuesto es que los sistemas estatales de bienestar son instru-
mentos con capacidades diferenciadas de intervención en lo social, modi-
fican la estructura social y el reparto de la riqueza, así como intervienen en
las formas de socialidad entre individuos, por lo que funcionan como ins-
trumentos de intervención que pueden combatir la desigualdad-violencia,
reproducirla e incluso recrear nuevas versiones de éstas. Es decir, los
sistemas del bienestar intervienen en la estructura social.
En términos metodológicos, el estudio hace un análisis de las causas
estructurales de la crisis en ambas economías, pues si bien la crisis se
produjo en Estados Unidos, en ambos casos su magnificación fue el resul-
tado de un tipo específico de modelo económico; es decir, los efectos en
cantidad y cualidad de la crisis tienen que ver con las formas que tienen los
modelos económicos que modelan las diversas formas que la desigualdad
social (económica, política y cultural) asume en cada caso. Para luego iden-
tificar los efectos en términos de desempleo y subempleo, pobreza, margi-
nación y exclusión social, para desde los indicadores cuantitativos pensar
el papel que desempeñaron los sistemas de bienestar como mecanismos
de intervención y de regulación de las formas de precariedad social; los prin-
cipios que teórica y metodológicamente se usaron para la valoración son
los de: ciudadanía social, solidaridad social y universalismo.
Hemos considerado oportuno desarrollar dicha investigación a través
de los siguientes capítulos:

• El primer capítulo, como se ha mencionado, se trata de una investiga-


ción de naturaleza exploratoria y analítica, o sea, donde se utilizarán

Introducción • 23
datos histórico-sociales y de estadística descriptiva con los cuales se
reconstruirá el proceso estructural de la crisis económica para los ca-
sos de España y México, para luego pensar sus implicaciones en tér-
minos de desigualdades sociales y económicas, así como en términos
de formas de violencia(s).
Tenemos que pensar que la elaboración de un marco teórico-analítico
es fundamental, pues constituye la herramienta sociológica y antropo-
lógica que permitirá comprender el alcance de este proceso en térmi-
nos de: procesos sociales de cambio, modificación de las relaciones
sociales dentro de una estructura social específica, así como para
construir una serie de principios que permitan comprender la acción del
Estado a través de sus formas institucionalizadas de intervención en lo
social; es decir, pensar la capacidad del Estado para salvaguardar a las
personas de caer en la vulnerabilidad social, así como para hacerlo
dentro de marcos de derecho o ciudadanía.
• El capítulo segundo se enfrenta al caso de España. Nos obliga a pensar
en clave de ciencias sociales, sobre la relación entre antropología y
sociología. Es un esfuerzo por pretender destacar por evitar el desco-
nocimiento mutuo y la desconfianza que ha provocado que muchos
antropólogos y sociólogos no comprendan la importancia de enfrentar
los conflictos del siglo XXI mediante el diálogo. En este capítulo preten-
demos discutir las implicaciones antropológicas de dos paradigmas
sociológicos: el que sintetiza el concepto de homoeconomicus y el que
se expresa como homosociologicus.
Es este capítulo proponemos trabajar en la relación que deben tener
distintas ciencias sociales por entender la globalización; en el caso que
proponemos señalamos el comportamiento micro de la economía en
España para que nos pueda ayudar a entender cómo ha funcionado la
crisis del capitalismo. La tesis que defendemos en este capítulo es que
son los antropólogos y no los ingenieros, técnicos o economistas, etcé-
tera, los que pueden observar e interpretar las pautas culturales emer-
gentes que, además de crear mercados, tienen sentido para la gente, de
forma que el sistema de producción se adapte no sólo a la demanda,
sino al deseo individual o colectivo de los seres humanos.
• El capítulo tercero analiza el caso mexicano donde este tipo de análisis
es importante en la medida que permitirá valorar las ventajas de contar

24 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


con un sistema de bienestar social más sólido en una situación de cri-
sis del sistema capitalista mundial; es decir, pensar la importancia re-
lativa de contar con una institucionalización del bienestar basada en los
principios de ciudadanía social, solidaridad social y universalismo. La
comparación con el caso de España tiene un efecto metodológico en
este sentido, pero también el mismo análisis ayudará a pensar las pe-
culiaridades del caso español, quizá sus virtudes y limitaciones ante tal
evento en donde aparecen nuevas formas de precariedad social.

Con lo anterior queremos decir que recurrir al EB como concepto, a la


vez que como medida de comparación analítica, tiene un uso metodológico
pero también normativo: nos ayuda a comprender los enormes vacíos en
términos de bienestar y de derechos sociales ciudadanos existentes en el
caso mexicano, así como a valorar la efectividad del modelo para el caso
español, pero además representa una herramienta de contenido ideológico
y ético importante para valorar las situaciones de cambio social frente al
problema de la construcción del bienestar desde los Estados nacionales.
Por último, el planteamiento teórico-metodológico de investigación nos
lleva a preguntarnos, en última instancia, sobre cuáles son las prioridades
de los modelos sociales y económicos para ambos casos. Todo lo cual nos
implica un análisis sociológico y antropológico de naturaleza crítica del
proceso, en donde lo importante no sólo es mostrar los datos crudos, que
sin duda son relevantes en sí mismos, sino plantear una teoría social del
cambio y el bienestar que les den un sentido normativo: con un tono ideo-
lógico a favor del bienestar y otro político a favor de construir modelos de
bienestar que funcionen como antidispositivos de poder.
Capítulo 1

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social


Jorge Arzate Salgado
Francisco Jiménez Bautista

El presente capítulo realiza una narrativa crítica del proceso de crisis con
el fin de identificar una serie de dimensiones analíticas y metodológicas
que ayuden a comprender la producción social de vulnerabilidad que ésta
ha producido en la crisis del capitalismo avanzado en el periodo de 2008 a
2012. Es decir, propone la idea de que es necesario situar en el terreno de
lo social la problemática económica. En este sentido, el trabajo es un dis-
curso normativo de los hechos y las consecuencias de la crisis. De esta
forma, el texto realiza un descentramiento del argumento económico, con
lo cual se asume una lectura compleja del proceso histórico, por lo que la
comprensión de la crisis que se propone es de naturaleza transdisciplina-
ria y relacional; es decir, realizada desde las ciencias sociales, en particular
desde la antropología y la sociología.

LA CRISIS Y SU CONTEXTUALIZACIÓN

La globalización como geopolítica


de la producción y el desarrollo

Entre 2007 y 2012 la economía mundial ha sufrido una de las peores crisis
económicas desde la Gran Depresión de 1929. Ésta surgió en Estados Uni-
dos, en forma específica en su sector financiero e inmobiliario, de ahí migró
hacia la economía real y terminó por contagiar al resto de las economías
del mundo, tanto del capitalismo avanzado,1 como a los así llamados países

1
La tríada Estados Unidos, Unión Europea (UE) y Japón.

27
emergentes y menos desarrollados. La crisis ha arrastrado a su paso a
millones de personas, las cuales se han empobrecido al perder una parte
de su ingreso y patrimonio (clases medias, sobre todo, en los países del
capitalismo avanzado, pero de igual forma en los países emergentes). Tam-
bién produjo un aumento de la población en situación de hambre (en forma
importante en los países menos desarrollados) y trajo consigo un proceso
de precarización del trabajo (como resultado de las reformas estructurales
implantadas en los países rescatados o como resultado de la pérdida de
dinamismo de las economías de los países emergentes).
La crisis se ha desarrollado en varias fases. La primera se originó y
tuvo un impacto importante en Estados Unidos, una segunda etapa golpeó
a las economías desarrolladas de la Unión Europea (UE), en forma particu-
lar Irlanda, Portugal y Grecia, países que fueron rescatados. La crisis en
Europa ha presentado un segundo capítulo, aún inconcluso, para los casos
de España e Italia. En estos casos los duros ajustes estructurales supondrán
un estancamiento del crecimiento económico, así como una pérdida de
bienestar para la población en general para los próximos años.
En lo que sigue se entiende por vulnerabilidad a todos aquellos procesos
de desigualdad-violencia(s), económicos, políticos y culturales que acotan la
condición humana de los individuos y colectivos sociales. La condición de
vulnerabilidad es, por lo tanto, un resultado histórico-social que se encuen-
tra enmarcado en contextos geográfico-regionales, así como es producto
de diversas relaciones conflictivas entre clases sociales, estamentos, sujetos
individuales y colectivos, por lo que se produce y reproduce dentro de
las instituciones sociales, así como se encuentra tejida a las múltiples formas
que adquiere la acción social y la sociabilidad (Arzate Salgado, 2006).
Las ciencias sociales han acuñado muchas formas analítico-conceptua-
les para dar cuenta de la vulnerabilidad social (económica, política y cultural),
tales como los conceptos de pobreza, exclusión social, marginación, discri-
minación, entre otras. En este sentido hay que tener presente que cada una
de ellas no es más que un recorte teórico y metodológico de la realidad,
pero que al tocar el asunto de la condición humana suponen un compo-
nente normativo e ideológico de lo que debe ser el bienestar, el desarrollo
y la no-violencia.
El mapa de la división del trabajo a escala global se ha modificado en las
últimas décadas de forma radical; de esta forma, la tendencia a la deslocali-

28 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


zación industrial ha hecho de los países emergentes potencias industriales;
los cuales son, hoy en día, actores fundamentales del modelo capitalista.
Teniendo a China como su mejor exponente, pero también está el caso de
India, los países asiáticos; así como Brasil y México en Latinoamérica. El
cambio ha sido tan espectacular, que los países emergentes han comenzado
un acelerado ciclo de crecimiento económico, que requiere para su sosteni-
miento enormes volúmenes de materias primas y energía, con los cuales
necesitan alimentar su expansión industrial y su mercado interno.
Esta nueva geoeconomía pone a un conjunto de países emergentes en
una posición estratégica como productores de materias primas, sobre todo
de alimentos e hidrocarburos, como son los casos de Brasil, Argentina, Ve-
nezuela y Rusia, pero también los países productores de petróleo del golfo
Pérsico, e incluso, algunos países de África. Dentro de esta nueva estructura
productiva a escala mundial los países del capitalismo avanzados quedan
como consumidores netos de alimentos, materias primas y productos indus-
triales, a la vez que como centros hegemónicos en la producción de ciencia-
tecnología, y como centros financieros privilegiados anclados en monedas
fuertes (dólar y euro): Estados Unidos, UE, Inglaterra y Japón.
Para el caso de América Latina, hay una clara división entre países
anclados al modelo de economías industrializadas para la exportación al
mercado de Estados Unidos (México, Centro América, las Antillas, Colom-
bia y Perú), y los países que han centrado su estrategia de crecimiento en
la producción de materias primas para la exportación (energéticos, mine-
rales y alimentos) y en el crecimiento de su mercado interno (países del
Mercado Común del Sur [Mercosur], en forma particular el caso de Brasil).
Dentro de esta reconfiguración del mundo hay dos casos paradigmá-
ticos: China y Estados Unidos. Este último es una república democrática,
superpotencia militar, que basa la expansión de su economía en el mercado
interno, por lo que mantiene un elevado déficit comercial que es finan-
ciado gracias a los flujos de capital y financieros provenientes de todo el
mundo, todo lo cual se encuentra fincado en la hegemonía del dólar como
moneda mundial.2 El arquetipo anverso, pero al mismo tiempo comple-
mentario en términos sistémicos, es China, el país más poblado del mundo,
con un régimen político autoritario, que basa su economía en su capacidad

2
Sobre el papel del dólar como mecanismo para mantener la hegemonía económica de
Estados Unidos, véase Husson (2009: 28-31).

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 29


exportadora industrial, la cual, a su vez, se encuentra fundada en un nivel
de competitividad que descansa en un modelo depredador del trabajo y
el medio ambiente, así como en una moneda subvalorada de manera arti-
ficial (el yuan o rambimbi), pero que gracias a las altísimas tasas de cre-
cimiento económico ha comenzado a tener un importante mercado interno
y, con todo ello, a demandar ingentes volúmenes de alimentos y materias
primas.
La nueva división mundial de la producción y el comercio implica que
dentro de cada país se ha venido gestando un reacomodo de las estructu-
ras sociales (económicas, políticas y culturales). El cambio ha configurado,
por una parte, en términos de la economía política, una nueva relación
entre las clases, por lo que hay nuevas formaciones sociales-económicas,
con lo cual las expresiones de lucha y de violencia entre las clases se han
hecho polimorfas, o sea, no asistimos a una simple lucha por el cambio
revolucionario hacia el socialismo real, sino a una multiplicidad de movi-
mientos sociales que luchan por espacios económicos-sociales, territoria-
les y por el acceso a las oportunidades de manera diferenciada (algunas
veces llamados “nuevos movimientos sociales”).3
En América Latina, el ciclo expansivo de la economía, sobre todo en el
Cono Sur, ha dado por resultado el aumento de una clase media baja, se
trata de un nutrido grupo de nuevos consumidores que viene incrementa-
do el mercado interno de los países.4 Este cambio en la estructura social es
relevante en la medida en que supone una nueva clase social, en algunos
países esta clase ya es mayoritaria5 y comienza a reclamar derechos políti-
cos y sociales. En este contexto se pueden situar los múltiples movimientos
juveniles en la región. Al que podemos sumar el movimiento 15-M, duran-
te los meses de mayo y junio de 2011 en España.
3
James Petras, no obstante, identifica un aumento de las luchas de clase, sobre todo en los
países del capitalismo avanzado (con un protagonismo de las clases trabajadoras), los cuales
tuvieron y tienen una mayor exposición a la crisis; sin olvidar el caso de los países árabes, en
donde las revueltas tienen un componente de clase media importante. Se puede consultar
en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=127419, consultado el 12 de mayo de 2011.
4
Un conjunto de trabajos en este sentido puede verse en Rolando Franco et al. (2010), Las
clases medias en América Latina. Una visión, por lo menos polémica, del crecimiento de las
clases medias en América Latina, obtenido de http://www.revistahumanum.org/blog/ni-po-
bres-ni-clase-media-la-vida-en-el-limite/, consultado el 21 de septiembre de 2012.
5
Según Arturo León (en Rolando Franco et al. [2010]), los hogares de estratos medios en
Argentina para 2006 representaban el 74 por ciento, para Brasil en 2007 el 53 por ciento y
para Chile en 2006 el 70 por ciento.

30 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


NUEVO CICLO DE EXTRACCIÓN DE EXCEDENTES ECONÓMICOS

Una lectura de la economía global desde la economía política indica que las
últimas décadas se han caracterizado por el aumento de las tasas de explo-
tación, las cuales tienen dos expresiones: descenso del componente sala-
rial a escala global y financiarización de la sociedad a escala masiva, tanto
en los países del capitalismo avanzado como en los países emergentes.6

El descenso del componente salarial

Para Husson (2009: 26-27), una de las principales características del capi-
talismo mundial desde la década de los ochenta es la baja en el Producto
Interno Bruto (PIB) de la parte correspondiente a los salarios, lo cual equi-
vale a una elevación de la tasas de explotación, con la consecuente pérdida
de poder adquisitivo del salario. La parte salarial disminuyó 8.2 por ciento
en Europa entre 1982 y 2005, mientras que en México y China disminuyó
17.4 y 12.2 por ciento respectivamente; durante este periodo lo que ha
sucedido a escala global es que los salarios crecen a un ritmo menor que la
productividad. El resultado del proceso es una concentración mayor de
la riqueza entre clases sociales, en este sentido el mejor ejemplo es Esta-
dos Unidos, en donde los más ricos han aumentado su participación en el
Producto Interno Bruto (PIB), por lo que en 2006 el 50 por ciento de la
renta iba al 10 por ciento más rico de la población y el 1 por ciento más
rico recibía el 23 por ciento de la renta nacional.7
En contra de lo que suponen los principios económicos neoliberales
(en donde se cree que una concentración de la riqueza es necesaria para
producir inversión), los beneficios restados a los salarios (mayor acumula-
ción) no se invirtieron en economía real; es decir, en la generación de
nuevos puestos de trabajo, por el contrario, tal acumulación de riqueza se
invirtió en beneficios financieros, con lo cual el aumento del paro y la fi-
nanciarización de manera extensiva de la sociedad son fenómenos conco-
mitantes (Husson, 2009).

6
Es decir, aumento de la explotación en su forma clásica más expropiación financiera,
véanse Husson (2009), Lapavistas (2009), Amin et al. (2010), y Navarro et al. (2011).
7
Esta situación antecedente de la crisis ha sido exacerbada por el proceso, con lo cual en
2010 existe una mayor concentración de la riqueza en el mundo desarrollado, véase OECD 2011,
Growing income Inequality in OCDE Countries, obtenido de www.oecd.or/els/social/inequality.

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 31


Es posible pensar, entonces, que este tipo de explotación contribuyó a
reforzar el sistema especulativo no bancario, a la vez que los procesos de
financiarización de la sociedad se extendieron a nuevos nichos de mercado,
como por ejemplo a la vivienda. El acceso a los bienes y servicios en una
economía financiarizada supone condiciones desventajosas para la pobla-
ción, ya que los bancos y sus instituciones financieras cuentan con la infor-
mación y tecnología financiera necesaria para hacer rentables sus servicios.8
De igual manera, la baja en los salarios está conectada con el fenómeno
de mundialización de la economía, en donde las empresas tienen que buscar
nuevos mercados, para ello recurren al endeudamiento externo, al tiempo
que buscan invertir en mercados con bajos salarios y vender en mercados
con mejores salarios (Husson, 2009). Este fenómeno explica, en parte, los pro-
cesos de deslocalización industrial y el ascenso mundial de los llamados
países emergentes, los cuales basan su productividad en los bajos salarios de
sus clases trabajadoras, en este sentido, tal vez, el caso más dramático sea
el de China. Además los productos baratos, al entrar a un mercado con mayor
capacidad de compra, presionan los salarios a la baja y destruyen a la micro
y a la mediana industria local.

La financiarización de la sociedad

Desde la economía política, la crisis del capitalismo avanzado no se explica


por problemas en la producción, sino como el resultado de la financiariza-
ción de la renta personal durante las últimas dos décadas; es decir, por una
“importante penetración del sector financiero privado en las transacciones
de la vida cotidiana, como la vivienda, las pensiones, los seguros y el con-
sumo”. Lo cual generó un nuevo rentista y una cultura del rentista, a la vez
que las difíciles condiciones impuestas por los bancos e instituciones finan-
cieras vulnerabilizan en forma económica a una parte de la población
(Lapavistas, 2009: 7); de esta forma, “gracias a la transformación de la vi-
8
Costas Lapavistas (2009), en su libro El capitalismo financiarizado. Expansión y crisis,
menciona que un ejemplo de una tecnología financiera de este tipo es la titularización, que es
“un montaje financiero que consiste en emitir títulos ligados a una cesta de activos, en su
mayoría créditos. Los activos subyacentes son, por así decirlo, ‘transformados’ en títulos […].
Los ingresos pagados al poseedor del título salen de los productos de los activos subyacentes”:
Samir Amin (2010), en su libro Crisis financiera, económica, sistémica, p. 42, señala a la titula-
rización como una de las principales causas de la crisis en los Estados Unidos. Veáse, igual-
mente para el caso de España, Navarro et al. (2011).

32 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


vienda y las pensiones en ‘inversiones’, se han levantado auténticas olas
de codicia que arrastraron a los particulares a las burbujas financieras”
(Lapavistas, 2009: 10). La financiarización produjo un auge de los merca-
dos de productos derivados, que representan el mejor ejemplo de especu-
lación financiera, este proceso permitió a los bancos tener enormes bene-
ficios, que terminaron con la crisis financiera de Estados Unidos de 2008
entre 2009 (Navarro et al., 2011).
El problema de las burbujas producidas por los procesos de financiari-
zación en Estados Unidos y el resto del mundo capitalista (en España está el
caso de la burbuja inmobiliaria), tienen como antecedente estructural la libe-
ralización de los mercados monetarios y financieros en los años ochenta, así
como su consecuente globalización (Navarro et al., 2011: 21-27). Esta libera-
lización de los tipos de cambio y de las tasas de interés significó la entrada
en un periodo de incertidumbre de la económica global, ante la cual los actores
económicos reales quedaron desprotegidos (empresas productoras de ma-
nufacturas, productores de alimentos y estados nacionales).
La financiarización significa una forma de explotación que se caracteriza
por la apropiación de un excedente económico en la esfera de la circulación,
en donde se explota la renta personal a través de la intermediación en el
mercado financiero.9 La financiarización ha implicado la transformación de
los bancos en instituciones intermediarias financieras no bancarias (fondos
de pensiones, fondos monetarios, entre otros), las cuales, mediante sus di-
versas actividades, se apropian de excedente económico a través de las co-
misiones, obteniendo con ello enormes ganancias. Idea significativa para el
caso norteamericano y español, en donde la financiarización de la vivienda
llegó a extremos espectaculares, lo cual significó el sobreendeudamiento de
las familias. En el caso español, además, la especulación inmobiliaria generó
una burbuja de enormes proporciones que al pincharse lastró el resto de la
economía, sobre todo porque el sector de la construcción era el puntal de
la economía española referido al crecimiento económico.
En Estados Unidos la crisis fue el resultado directo de la venta de un
volumen considerable de hipotecas basura, la mayoría de ellas a grupos
sociales pobres, y su posterior titularización, o sea, su troceamiento para
su posterior venta como nuevos activos financieros, una tecnología finan-

9
La financiarización no produce riqueza en sí misma, pues ésta se genera en los sectores
de la economía real. Véase Lapavistas (2009).

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 33


ciera irresponsable y arriesgada que se utilizó para maximizar la ganancia.
El pinchazo hipotecario derivó en una crisis de liquidez y de solvencia de
los bancos, que desató una crisis crediticia, la cual a su vez produjo una
caída de las bolsas; con todo ello la crisis hipotecaria se trasladó a la eco-
nomía real. La cuestión relevante es que los bancos centrales movilizaron
enormes sumas económicas para rescatar a los bancos y a sus institucio-
nes intermediarias financieras, con el argumento de generar liquidez y
evitar el colapso del sistema económico en su conjunto, pero no se movili-
zaron recursos similares para ayudar a las familias que sufrieron la pérdida
de sus bienes inmuebles.
Por la magnitud del rescate el hecho constituye algo sin precedentes
en la historia económica y social de la humanidad, en donde el dinero del
Estado es usado para salvar banqueros irresponsables y sin escrúpulos,
causando, luego, una crisis en las finanzas públicas de los países del
capitalismo avanzado. De hecho, los desequilibrios fiscales de los Esta-
dos lastrarán por muchos años las finanzas públicas en todo el mundo.
Con los rescates de la banca se construyó una nueva fase de la crisis: la
del déficit público y de la deuda de los Estados, lo cual supone todo un
proceso de rudos ajustes estructurales.

Materias primas, alimentos y pobreza

En el mundo existe una enorme precariedad económica, y si bien los por-


centajes de pobreza han disminuido en la última década, para 2005 las
personas que vivían con menos de 1.25 dólares de Estados Unidos al día
eran 1,400 millones, es decir, el 27 por ciento de la población mundial,
pero la pobreza en las regiones en vías de desarrollo era del 46 por ciento
(Naciones Unidas, 2010a). El Banco Mundial (BM) suponía que para finales
de 2010 la crisis habría generado 64 millones de pobres en el mundo.10
Otro componente de la crisis económica es el aumento de los precios
de las materias primas y los alimentos. La crisis alimentaria, expresada en
el alza en los precios internacionales de los alimentos, comenzó en 2002, se
aceleró en 2006 y en junio de 2008 llegó a una de sus cotas más altas.
Teniendo un efecto en el aumento de la inflación y con ello en el aumento

10
Obtenido de http://siteresources.worldbank.org/INTGEP2010/Resources/chapter-1.pdf,
consultado el 12 de mayo de 2011.

34 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


de la pobreza en amplias zonas del mundo; así, entre 2007 y 2009 el nú-
mero de personas que padecen hambre y subnutrición en el mundo llegó a
la cifra récord de 1,000 millones (FAO, 2011b: 71).11 Por ejemplo, en América
Latina se pasó de 47 a 53 millones de personas en situación de hambre, el
grueso de los cuales eran población rural y la pobreza pasó de un 33
por ciento en pobreza moderada y un 12.9 por ciento en indigencia en 2008
a un 33.1 por ciento en pobreza moderada y un 13.3 por ciento en indigencia
en 2009, lo que representó en números absolutos 183 millones de perso-
nas en pobreza moderada, y dentro de ésta 74 millones en indigencia.
El aumento de tres millones en indigencia se explica por el traslado del
precio de los alimentos a la línea de indigencia (CEPAL, 2010). Como dato
cualitativamente relevante es necesario mencionar que para 2007 un 45
por ciento de la población en pobreza eran niños, y que en algunos países
como Perú, Bolivia, Nicaragua, Guatemala y El Salvador la proporción de
pobreza infantil era superior al 70 por ciento (Naciones Unidas, 2010b).
El petróleo es una de las principales materias primas para una econo-
mía, por lo tanto su precio resulta determinante para el crecimiento del PIB.
En 2008 los precios del petróleo alcanzaron máximos históricos; mientras en
2000 el precio fue de 30 dólares por barril en promedio en 2008 llegó al
máximo histórico de 95 dólares por barril (OPEC, 2009). Tanto los precios
de los alimentos como de los combustibles fósiles han entrado en una era de
incertidumbre, con lo cual representan un contexto que tiende a ralentizar
el crecimiento, así como a empeorar las situaciones de pobreza y hambre
de los menos favorecidos a nivel mundial.12

La precarización de los sistemas de bienestar

Anterior a la crisis ya se había asistido a una reducción de los regímenes


de bienestar. En Europa el Estado de Bienestar (EB) había sufrido recortes
importantes en Francia y Alemania y en otros países del capitalismo avan-
zado (Esping-Andersen, 2000). En América Latina las reformas estructura-

11
Los países más afectados fueron los más pobres e importadores de alimentos situados
en África. Para una mayor explicación sobre las causas y efectos de esta crisis alimentaria,
véase FAO (2011a).
12
“Las dos crisis [de los alimentos y financiera] han llamado nuestra atención sobre la
extrema vulnerabilidad de los países y poblaciones pobres a las crisis mundiales”, véase FAO
(2011b: 74).

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 35


les neoliberales, iniciadas desde los años ochenta, han impulsado una trans-
formación radical de los regímenes de bienestar.13 Hoy en día en casi todos
los países de la región se han realizado reformas a los sistemas de pen-
siones, pasando con ello de sistemas de reparto solidario a sistemas de
cuentas individuales, financiarizando con ello el sistema; asimismo, los
procesos de privatización han sido muy importantes en el sector educativo,
sobre todo en la educación superior. Es decir, en el contexto en que aparece
la crisis, tanto en América como en Europa, ya se venía gestando un pro-
ceso de vulnerabilización de la sociedad, como resultado del deterioro de los
soportes institucionales del bienestar.

EVOLUCIÓN DE LA CRISIS Y ALTERNATIVAS

La crisis y su escalamiento

En Estados Unidos los antecedentes de la crisis fueron las políticas econó-


micas del presidente George Bush, las cuales fueron detonadas por los
acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, que consistieron en un
aumento de los gastos militares, una disminución de los impuestos para
los más ricos (lo cual permitió un mayor consumo suntuario por parte de
esta clase social) y la baja de las tasas de interés (con el fin de generar un
ciclo expansivo del consumo en el mercado interno, sobre todo en el sector
inmobiliario). Como resultado de tales políticas se obtuvo un importante
déficit de las finanzas públicas, endeudamiento de las familias, burbuja
hipotecaria, profundización de las desigualdades en el ingreso y ampliación
del déficit comercial del país (Husson, 2009).
La crisis se originó en el sector financiero, lo cual fue posible en la
medida en que este sector creció como resultado de un doble proceso de
extracción de ganancia: mediante la explotación del salario por parte de las
empresas que utilizaron la estrategia de deslocalización industrial en todo
el mundo (para con ello aumentar sus márgenes de ganancia al producir
bienes y servicios más baratos), así como mediante la expropiación de la
riqueza excedente de las familias norteamericanas y europeas mediante

13
Sobre el proceso histórico de cambio y las características de los nuevos regímenes de
bienestar en América Latina, véase Barba et al. (2009).

36 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


una extensión de la financiarización en la vida económica sin precedentes
en la historia de la humanidad. Estas reformas neoliberales produjeron
un ciclo expansivo de la economía y el consumo, a tal grado llegó el pro-
ceso, que las familias norteamericanas tenían en 2006, un año antes de
la crisis, un porcentaje de ahorro del 0 por ciento. Es decir, la burbuja
inmobiliaria se ubica en el centro de un proyecto neoliberal a escala glo-
bal que comenzó a mediados de la década de los noventa, que tuvo como
antecedente la burbuja de los punto com en 1995, la cual fue resuelta por
una serie de políticas del gobierno norteamericano de corte ultraliberales,
que incluyeron una liberalización y relajación de las actividades financie-
ras (Stiglitz, 2010).
La crisis inmobiliaria tuvo su origen en las hipotecas basura o subprime;
es decir, hipotecas a plazo fijo que fueron concedidas sin garantías y con
elevados riesgos; el problema surgió cuando las sociedades financieras
vendieron estos créditos, transfiriendo el riesgo de impago al sistema ban-
cario, mientras ellas obtenían comisiones como generadoras de crédito. La
banca se deshizo de estos activos mediante productos denominados Credit
Default Swaps (CDS), emitidos con cierta calificación de riesgo por parte de
agencias calificadoras (Cárcamo Solís y Arrollo López et al., 2009); luego,
diversas instituciones financieras adquirieron estos instrumentos para
continuar una cadena de especulación con ellos.
Esta tecnología financiera, o titularización, representó una tecnología
mediante la cual se limpiaron los balances de los bancos, a la vez que re-
presentó enormes ganancias por comisiones para el sistema financiero,
por lo que mediante esta técnica financiera “los bancos pueden desemba-
razarse de sus créditos dudosos colocándolos con otros en una especie de
paquete que puede luego ser vendido bajo forma de título. El riesgo vincu-
lado a los diferentes créditos se pone a circular y no forma ya parte del
balance, escapando así a las reglas de prudencia que imponen una cierta
proporción de fondos propios” (Husson, 2009: 49).
El aumento de la cartera vencida generó una crisis de liquidez y de
confianza, la cual se acompañó con la quiebra de enormes instituciones
financieras y bancarias en Estados Unidos, todo lo cual fue paliado con la
inyección de recursos públicos por parte de la Fed (Cárcamo Solís y Arro-
llo López, 2009). Con el fin de detener la quiebras en cascada, las inyec-
ciones de capital realizadas por los Estados a las entidades bancarias del

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 37


capitalismo avanzado fueron importantes a lo largo de 2008 y 2009; así,
“en Estados Unidos, sin incluir las aportaciones de capital a las entidades
públicas, las inyecciones de capital oscilarían entre 275 y 375 mil millones de
dólares, en la zona euro entre 375 y 725 mil millones de dólares, en Reino
Unido entre 125 y 250 mil millones de dólares, y en Dinamarca-Islandia-
Noruega-Suecia-Suiza entre 100 y 225 mil millones de dólares” (Béjar y
Ferreiro Aparicio, 2009: 99). Según datos del Fondo Monetario Internacio-
nal (FMI) las ayudas públicas a la banca internacional a mediados de 2011,
en millones de euros, en tres de las principales economías occidentales
eran: Estados Unidos 574,086; Reino Unido 118,122 y Alemania 313,638
(Béjar y Ferreiro Aparicio, 2009: 99).
Si bien la crisis se originó en el sector financiero de la economía de
Estados Unidos, en forma rápida pasó a la economía real y de ahí a todo el
mundo. Los canales de transmisión fueron seis:

• Contracción del crédito para hogares y empresas.


• Baja en las cotizaciones bursátiles de las familias, lo cual representó
una devaluación del patrimonio financiero e inmobiliario, que les obligó,
a su vez, a reducir su consumo.
• Incertidumbre o pérdida de confianza que influye sobre la inversión y
el consumo.
• Crisis inmobiliaria que ralentiza el crecimiento económico en general.
• El uso de enormes sumas de dinero para el salvamento de los bancos
y entidades financieras tuvo un efecto negativo sobre los gastos públi-
cos, así como un aumento de los impuestos.
• La ralentización de la economía de Estados Unidos se transmitió a la eco-
nomía mundial a través del comercio y las inversiones (Husson, 2009).

Los efectos de la crisis, sobre todo entre 2008 y 2010, fueron diferen-
ciados para las distintas regiones del planeta. Dentro del capitalismo avan-
zado, la zona de la UE e Inglaterra fue la más afectada, y en forma particu-
lar los países denominados como periféricos dentro de la zona euro
(Portugal, Irlanda, Grecia y España); en estos países la crisis tuvo efectos
devastadores en el empleo y las finanzas públicas, además en la reducción
de Estado de Bienestar (EB). En casi todos ellos los planes de ajuste estruc-
tural tocaron los beneficios del EB, pero sobre todo, dañaron los sistemas

38 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


de pensiones, pues se terminaron modificando los años cotizados y los
montos de la jubilación, en detrimento de los trabajadores.
En esta región la crisis económica significó una baja en el crecimiento
del PIB, a lo que le siguió una crisis de las finanzas públicas, expresada en
importantes déficit y endeudamiento externo, lo cual ha puesto en peligro
la estabilidad monetaria de la zona euro. Países como Irlanda, Grecia y
Portugal tuvieron que ser rescatados por el FMI y la propia UE, por lo que
sus gobiernos se vieron obligados a asumir durísimos planes de ajuste
estructural.
España pudo sortear durante 2010 el colapso de sus finanzas públicas,
evitando de esta manera un rescate de su economía, gracias a un, también,
duro ajuste estructural, el cual incluyó la reducción del gasto público, el
aumento de impuestos, la reducción de salarios a los servidores públicos,
así como la rebaja de beneficios del EB, lo cual incluyó una reforma profun-
da del sistema de pensiones; de hecho, el ajuste estructural en España
continúa hasta finales de 2012, poniendo énfasis en la reestructuración del
sistema financiero en su conjunto (en donde habrá nacionalizaciones par-
ciales de algunas entidades financieras) y con el ordenamiento de las cuen-
tas públicas de los gobiernos autonómicos. Finalmente, el sistema bancario
deberá ser rescatado con fondos de la UE que se convertirán en deuda
pública del Estado español.
Para los países emergentes, incluidos todos los países de América
Latina, la crisis ralentizó su crecimiento, con lo cual hubo un incremento
del desempleo, la pobreza y el hambre, sobre todo en 2009; pero la de-
manda de materias primas, en particular por parte de China, impulsó sus
economías durante 2010 y generó un crecimiento positivo del PIB; de esta
manera, por ejemplo, la economía brasileña y la argentina crecieron un 7.5
por ciento durante ese año. Para 2011 y 2012 la recuperación del creci-
miento económico ha sido desigual, pero positivo en toda la región, llama
la atención la disminución del crecimiento de la economía brasileña en
estos años.

Narrativa “normal” de la crisis: otra alternativa

Existe una amplia literatura tanto académica como en diarios sobre la


crisis económica del capitalismo avanzado, también los medios de comu-

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 39


nicación, sobre todo la televisión e internet han tenido una importante
presencia en su crónica. Hay un consenso, más o menos aceptado, en
términos de las causas de la crisis y de sus efectos inmediatos, así como
queda claro el papel que desempeñaron las instituciones financieras y
sus ejecutivos, sobre todo por su falta de ética y su irresponsable voraci-
dad para generar ganancias, esto ha dado como resultado una narrativa
que ha reducido el problema a un hiato de los mercados, a la cual se le
agrega, como colofón, una moraleja de naturaleza moral: los malos ejecu-
tivos de la banca y las instituciones financieras mundiales deben contener su
lascivia por la ganancia, para que el libre mercado pueda funcionar según las
reglas del mercado.
Esta narrativa normal de la crisis y sus procesos se estructura en torno
a los hechos económicos, tienen como sujetos privilegiados a los bancos
e instituciones financieras, así como a las organizaciones para el desarrollo
internacional y los diversos gobiernos nacionales. Si bien se trata de acto-
res fundamentales del proceso, se deja de lado a los consumidores y per-
sonas que sufrieron los efectos de la crisis.
El resultado de toda la experiencia derivó en el diseño de una serie de
reglas o procedimientos técnico-financieros (Basilea III) que buscan una
mejor regulación de los sistemas bancarios y financieros a escala mundial
para que éste continúe funcionando según las leyes del mercado;14 es de-
cir, la crisis no ha generado hasta el momento ningún cambio de fondo del
sector financiero del sistema capitalista contemporáneo. Creemos que una
narrativa normal de la crisis, en términos ideológicos, termina legitimando
discursivamente al sistema financiero mundial, en tanto que modelo social
(económico, político y cultural). En términos semánticos, esta legitimación
ideológica no es más que una legitimación del neoliberalismo como teoría
económica y social; se trata de una narrativa políticamente correcta en
términos normativos, en la medida que los culpables de la crisis no son los
principios estructurales del modelo, sino un elemento corrupto del sistema:
los ejecutivos que llevaron hasta sus últimas consecuencias la ingeniería
financiera, o sea, la causa de la crisis es vista como un elemento desviado
o afuncional del sistema económico.

14
Lo más importante de Basilea III, consensuada a finales de 2010 por el G-20, es que los
bancos e instituciones financieras deben aumentar el porcentaje de capital de calidad para
poder soportar sacudidas financieras sin ayuda estatal.

40 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


Esta visión funcionalista de la crisis, en donde los actores que la origina-
ron se entienden como elementos disfuncionales, evita una lectura crítica de
las formas en que el modelo económico generó riqueza y la distribuyó, ob-
viando que tal proceso implica una relación entre clases, o sea, es un juego de
poder entre clases sociales por la distribución de los excedentes económicos,
y en consecuencia por la lucha en torno a las oportunidades escasas. Es una
lectura despolitizada de la crisis, de sus actores y consecuencias sociales
como tal, resulta en un correctivo de naturaleza técnica del sistema, sin pensar
en los correctivos a favor de una distribución más justa de la riqueza y las
oportunidades que equilibren el modelo capitalista de manera democrática.
En este sentido el discurso es más bien tautológico, ya que obvia los
antecedentes y efectos que la crisis ha tenido tanto en términos macroeco-
nómicos, así como en términos de la modificación de la vida cotidiana de
la población, así como en la naturaleza del Estado como principal actor
económico-político y su relación con la sociedad civil como generador de
bienestar; es decir, el discurso de la crisis normal aparece como dispositivo
ideológico de control a un nivel comunicativo. Se trata de una narración en
donde el meollo de la crisis, la producción de vulnerabilidad económica y
social a escala global, no aparece, cuando mucho como mera referencia
técnico-estadística en la referencia a los “nuevos pobres” o a los “nuevos
desempleados”.
La narrativa puede presentarse siguiendo el esquema siguiente:

• Crisis de las hipotecas subprime.


• Quiebra de las instituciones financieras.
• Rescate por parte del Estado.
• Crisis fiscal y de deuda del Estado.
• Rescate de los Estados por parte de organizaciones internacionales.

A estos cinco apartados podríamos añadir los siguientes:

• Endeudamiento de los Estados receptores del rescate.


• Acatamiento de las órdenes de la comunidad internacional sin que se les
ocurra protestar (Grecia, Irlanda y Portugal; es decir, dinero por soberanía).
• Recortes sociales, paro, pobreza, hambre, etcétera, para la población en
general.

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 41


Cadena de hechos reales, sin duda alguna, pero ubicados en zonas de lo
económico, las instituciones financieras internacionales, inaccesibles e in-
comprensibles para el común, por lo que su existencia recuerda el concepto
de hiperrealidad de Baudrillard (1993) (“donde lo real y lo virtual son insepa-
rables”), y en donde los receptores de esta “realidad” desempeñan un papel
pasivo, por lo demás, no pueden hacer nada frente a los efectos de los
ajustes estructurales, o la pérdida de poder adquisitivo, por ejemplo. Los even-
tos económicos, de esta forma, se convierten en simulacros virtuales que
adquieren autonomía propia, son una “realidad”, más real que la cotidiana.
Como hiperrealidad los eventos económicos que se desarrollan en la vir-
tualidad nada tienen que ver con los procesos de vulnerabilización de las
personas y los colectivos, los cuales son eventos contundentes que modi-
fican su condición humana, a veces, de manera permanente e irreversible.
La vulnerabilidad significa estar acotado por diversas formas de desigualdad,
las cuales, de forma normal, se convierten en la vida cotidiana en diversas
formas de violencia. La vulnerabilidad es una condición sustantiva que
determina la vida de los sujetos y colectivos sociales.
Dicha espiral narrativa coloca a la crisis, utilizando la metáfora de Augé
(2000), en un “no-lugar”, es decir, la crisis misma, la idea imaginaria que
sobre ella se tiene, es un producto discursivo que pasa a la esfera de la
comunicación como un producto de consumo despolitizado, en donde no
es posible descifrar relaciones sociales; por lo tanto, no hay una historia
compartida, ni signos de permanencia colectiva, ni acción política inmediata;
por lo que no es posible identificar actores políticamente actuando en un
sentido amplio, como clase. Este “no-lugar” paraliza a la sociedad y la coloca
en una zona de bruma, de “no-sentido”, con lo cual la información que los
mass media van sumando en forma cotidiana se convierte en ruido, en inca-
pacidad reflexiva. El discurso de la crisis se transforma en un discurso
ético y moral vacío que asume la imposibilidad del receptor para consti-
tuirse como sujeto histórico.
El “no-lugar” de la crisis, como vacío reflexivo, impide pensar la econo-
mía ligada a lo social; es decir, como impacto en las zonas sensibles que
reproducen a las instituciones, los individuos, colectivos, instituciones de
bienestar, así como el impacto o recorte de las oportunidades vitales.
De esta forma, hay un golpe inmediato en la vida cotidiana. Ésta se en-
cuentra asentada en un sistema de necesidades, las cuales son, en términos

42 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


sustantivos, un sistema de relaciones sociales, en donde hay acción social y
momentos de socialidad.15 El efecto de la crisis económica en la socialidad
implica la anulación de espacios para el goce, en donde es posible que éste
se sustituya por espacios donde hay tristeza, frustración, engaño y poca
esperanza; es decir, se sustituye el tiempo social del bienestar real, sustan-
tivo, por un tiempo de la desdicha como horizonte vital.
Desde una perspectiva estructural, lo que la crisis hace es recortar el EB
(en sus diversas versiones o equivalentes), lo cual significa restar oportuni-
dades, así como modificar, de igual forma, las expectativas de las personas,
y, por lo tanto, quita posibilidades a la reproducción de la vida de una forma
objetiva al restringir los derechos sociales.
Otra manera de pensar este doble efecto social de disminución de los
sujetos sociales e individuales está en el concepto de Foucault de biopolítica
(Foucault, 2000), en donde la economía en tanto que discurso mediático y
sus instituciones hiperreales determinan de forma objetiva el quién vive
y el quién no puede hacerlo. Entonces la crisis, más allá de su discurso
mediático como hiperrealidad y no-lugar, es una forma de biopolítica a
escala global, que tiene la capacidad de trascender a las posibilidades de
acción de los Estados nacionales, los derechos humanos y ciudadanos a
favor de un equilibrio macroeconómico que se mueve en el terreno de una
cierta hiperrealidad técnico-económica. Los programas de ajuste estructu-
ral que acompañan a los rescates financieros son una biopolítica con capa-
cidad de intervención profunda, a escala estructural, en lo social; por lo
que las acciones de intervención, salvamento y reequilibrio de los sistemas
bancarios y financieros se instauran como dispositivos de intervención de
lo social. Lo importante de tales capacidades de cambio social es que deri-
van en forma vertical, por tanto, no adquieren consenso social alguno.
Nacen como discursos o recomendaciones de los organismos internacio-
nales y terminan por convertirse en políticas monetarias y cambiarias que
estructuran la vida de las sociedades de manera total.
Una perspectiva crítica de la crisis demuestra la necesidad de conectar,
re-religar, los ámbitos económicos con los sociológicos y culturales, en
donde la producción de valor se conecte, de forma vital o sustantiva, a la

15
Siguiendo a Georg Simmel, la socialidad es ese tiempo común, democrático y destinado
al goce, horizontal por naturaleza; tiempo fundamental para la reflexión colectiva y el bienes-
tar cotidiano, véase Simmel (2002).

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 43


necesidad del mundo de la labor, esfera relacional en donde la racionalidad
sustantiva está guiada por la reproducción de la vida como fin último. En
el momento de esta conexión de sentido de lo económico con la sustanti-
vidad de la vida el discurso macroeconómico no es más que una referencia,
por así decirlo, superestructural. Lo cual supone politizar el discurso de la
crisis, o sea, hacerlo reflexivo, pedagógico si se quiere.
La vacuidad sociológica y cultural del discurso económico de la crisis
impide una lectura descentrada que permita comprender su contexto his-
tórico-social y geográfico; esto es, sus efectos específicos para cada grupo
social en relación con su dimensión regional y microrregional. Dicha espe-
cificidad se expresa en las trayectorias biográficas de los individuos y co-
munidades, en las formas que asumen las desigualdades, así como el
conflicto que suponen en términos de formas de violencia.
El “no-lugar” que el discurso macroeconómico plantea de la crisis, su-
pone, en sí mismo, un dispositivo discursivo, cuyo componente ideológico
lleva a restaurar el statu quo del modelo económico y anula la posibilidad
de emergencia de otros actores, así como elimina la capacidad reflexiva de
éstos también elimina su posibilidad de politicidad. Este “no-lugar” discur-
sivo da paso a un discurso biopolítico que instaura peores condiciones
objetivas de sobrevivencia para las clases y grupos sociales menos favore-
cidos, y con ello trastoca las formas sociales y culturales del bienestar,
vulnera los derechos humanos y los derechos ciudadanos. Esto último
supone un contenido ideológico que evade todo discurso en términos de
justicia social.
Hay una última implicación, y es que los Estados nacionales, al ser
rebasados por los mecanismos técnicos de reequilibrio macroeconómico,
pierden capacidad de acción; por lo que su posición como generadores de
bienestar es desdibujada, cuando no anulada de forma radical. De esta
manera los Estados democráticos terminan por subordinarse a poderes
extraterritoriales (Fed, Troika, BM y FMI), poniendo en tela de juicio su legi-
timidad como garantes de los derechos sociales ciudadanos para los cuales
fueron electos. Aquí aparece una de las principales contradicciones de
esta crisis, se trata de una condición de fondo; es decir, no sólo técnica,
que revierte el sistema de principios democráticos y el sentido del Estado
moderno. La biopolítica ya no es dictada por el Estado nacional sino por
instituciones extraterritoriales a él.

44 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


HACIA UNA NARRATIVA CRÍTICA DE LA CRISIS

En el discurso normal de la crisis y su conclusión, en torno a la idea de


mayor regulación del sistema financiero como solución (en contra del pen-
samiento neoliberal duro que piensa que los mercados se ajustan solos y
que la solución es regular menos), lo que hace falta es un desdoblamiento
analítico que parta del contexto que le dio origen. Por lo que, derivado de
los argumentos y datos presentados a lo largo del capítulo, podemos con-
cluir que es necesario comenzar a construir, desde las ciencias sociales,
un discurso diferente de la crisis, que tenga como argumento sus efectos
en términos económicos, pero también sociales y culturales. En este sen-
tido proponemos un conjunto de cuatro dimensiones analíticas y metodo-
lógicas gruesas para pensar los efectos de la crisis del capitalismo mundial
en cada país y región:

1. Características del programa neoliberal implementado por un país. Lo cual


supone una reconstrucción histórica de la manera en que el proyecto
neoliberal se ha instaurado en cada país y región. El neoliberalismo es,
además de una teoría económica, un proyecto político e ideológico, el
cual se instrumentaliza mediante un proyecto económico basado en
el libre mercado. Su expresión es diferenciada en cada región del pla-
neta, así en Estados Unidos ha tomado su forma más radical; en la UE,
a pesar del principio de EB, ha ido ganando terreno, sobre todo al intentar
liberalizar los mercados de trabajo; mientras que en América Latina,
casi todos los países han tenido profundas reforma neoliberales, comen-
zando con Chile en las décadas de los setenta y ochenta, hasta las ra-
dicales reformas del sistema de pensiones mexicano en los últimos
años. El pensamiento económico neoliberal al hacerse gobierno, ha
podido reorientar el papel del Estado en la economía, con resultados
diversos según el país y sus circunstancias.
2. Características del contexto regional. Como se ha dicho en este trabajo,
los efectos económicos y sociales de la crisis son diferentes en cada
país y región, por lo que es importante comprender las características en
relación con los procesos de globalización económica, en la medida
en que la posición del país o región en la división mundial del trabajo
y la producción determinarán los efectos de la crisis.

Crisis del capitalismo y vulnerabilidad social • 45


3. Formas de gestión de la cuestión social por parte del Estado. Lo cual impli-
ca pensar la manera en que los diversos Estados nacionales gestiona-
ron la precariedad social derivada de la crisis. La acción del Estado
frente a una crisis, en donde su éxito, fracaso u omisión supone una
ideología y una forma de relación entre Estado y sociedad. Las acciones
de política pública no sólo implican un cambio en la redistribución de
riqueza, sino cambios en el bienestar en general, así como en las for-
mas de desigualdad y formas de violencia existentes en una sociedad.
4. Efectos económicos y sociales a mediano y largo plazo en términos de pro-
ducción de nuevas formas de desigualdad y violencia, o de reproducción y
ampliación de las ya existentes. Lo cual es el asunto fundamental de una
crisis económica, pues las crisis al ser un tiempo de ruptura pueden
ser el punto de partida de mayores desigualdades, así como el punto
de irrupciones de mayores dosis de violencia en una sociedad.

Una lectura alternativa a la narrativa convencional, normal, de la crisis


supone la construcción de un discurso de naturaleza relacional que ayude
a comprender los efectos sociales de la crisis; es decir, ayuda a pensar su
ubicación como proceso de cambio en las esferas económicas y sociales.
Económicas en términos de impacto de los fenómenos económicos (el
poco crecimiento económico y la consecuente destrucción de empleo, las
peores condiciones laborales o los recortes de EB en la ampliación/repro-
ducción de las formas de explotación). Sociales, primero, en términos de
cómo los procesos económicos producen cambios en las instituciones
sociales, sobre todo en la familia, en las organizaciones de la sociedad civil
y en el Estado como forma de organización; pero también en la manera en
que los procesos económicos generan cambios en las formas de desigual-
dad sociales, como lo son el acceso a las oportunidades (trabajo, recursos,
servicios públicos y ayudas estatales) y las diversas formas que adquiere
la discriminación en colectivos sociales específicos, sobre todo en el caso
del género, los niños y los jóvenes.
Pensar bajo estas coordenadas; es decir, cambiar la mirada metodoló-
gica, nos lleva a replantear los costos de una crisis económica de grandes
magnitudes, así como a pensar en el sentido político que tiene la acción de
ciertos actores sociales, como es el Estado y las empresas, los bancos y las
instituciones financieras. Ese sentido político, a la vez, no es más que una

46 • Jorge Arzate Salgado, Francisco Jiménez Bautista


orientación ideológica de tipo normativo, o sea, se plantea la pregunta: ¿qué
hacer y a quién ayudar en momentos de pérdida material? Una pérdida mate-
rial que cambia el sentido de la vida, pues coloca a las personas, a las fa-
milias y toda su constelación de necesidades en la incertidumbre. Esta úl-
tima adquiere múltiples nombres, o formas de articular la vulnerabilidad
humana y social: pobreza, hambre, desempleo, exclusión y violencia.
Siguiendo la metáfora de Augé del “no-lugar”, ante la bastedad de la
pérdida y la incertidumbre de la última crisis del capitalismo avanzado, es
necesario subvertir el pensamiento causal de los hechos económicos y su
deriva ideológica normal, lo cual supone un ejercicio ético para las ciencias
sociales y los economistas. La subversión implica pensar la crisis y sus
efectos como un “lugar” determinado, un lugar ocupado por sujetos socia-
les y políticos que han sido violentados en su condición humana, y que han
tenido que comenzar a caminar nuevos derroteros de sobrevivencia para
saltar, de momento, los efectos de los eventos estructurales.
Identificar ese lugar de la vulnerabilidad y la crisis (Tortosa, 2010), que
no es más que violencia estructural (Jiménez Bautista, 2012a), implica iden-
tificar a los sujetos como actores; supone pensar esos sujetos ubicados en
un tiempo histórico relacional, sociológica y culturalmente; para lo cual es
necesario ubicarlos en el espacio del territorio y sus articulaciones con lo
local y lo global. Este lugar supone repensar al Estado como sujeto político
fundamental, o sea, como aquel que actúa en forma responsable, en térmi-
nos éticos, a favor del bienestar común como fin último.
Capítulo I1

La crisis económica en España


y su relación con la burbuja inmobiliaria
Francisco Jiménez Bautista

En este capítulo planteamos un debate interdisciplinar para pensar en la


crisis económica desde otros puntos de vista de las ciencias sociales. En
este sentido señalamos algunos ejemplos de comportamientos micro de
la economía en España que nos pueden ayudar a entender cómo se ha
construido la crisis en la sociedad española. La tesis que defendemos en
este capítulo es que son los antropólogos y no los ingenieros, técnicos o
economistas, etcétera, los que pueden observar e interpretar las pautas
culturales emergentes que, además de crear nuevos mercados, tengan
sentido para las personas-la población-los ciudadanos. La forma en que
el sistema de producción se adapte al deseo individual o colectivo de los
seres humanos, y no sólo a la demanda, determinará la forma de salir de
la crisis.

INTRODUCCIÓN

Decía Manuel Castells hace unos años “¿qué tiene que ver la balanza de
pagos de España […] con la antropología? […] Los datos indican un déficit
creciente de nuestro intercambio con el mundo que ha pasado del 2.8
por ciento del PIB en 2003 a un 5 por ciento en 2004. En términos contables,
consumimos más (importando buena parte de ese consumo) y exportamos
mucho menos: el comercio exterior pasó de un saldo negativo de 18,840
millones de euros en 1998 a un saldo negativo de 51,884 millones en 2004”
(Castells, 2005).
Los datos anteriores nos anticipan la crisis financiera que comenzó
en 2007 y que conoció un notable agravamiento en el otoño de 2008 con

49
la quiebra de Lehman Brothers. El gobierno español y la no respuesta
a la burbuja inmobiliaria tenían que fragilizar los balances de la banca
española.
La solución empieza por identificar la magnitud del problema, como nos
recuerda Carmen Alcaide antes del inicio de la crisis en 2007, el conjunto de
las administraciones públicas alcanzó un superávit del 1.92 por ciento del PIB
y el nivel de deuda española estaba en el 36.3 por ciento del Producto Interno
Bruto (PIB), uno de los más bajos de la zona euro. El deterioro actual de las
finanzas públicas con un déficit de 8.5 por ciento del PIB en 2011 se debe, en
gran medida, a la caída de los impuestos, aunque también al aumento de
algunos gastos extraordinarios realizados por falta de previsión de la crisis.
Es decir, el porcentaje del PIB, los recursos (ingresos) y empleos (gastos) en
términos de contabilidad nacional se han deteriorado, disminuyendo los in-
gresos y aumentando los gastos. En 2007, los ingresos eran de 41.13 por
ciento y los gastos del 39.21 por ciento, mientras que los datos en 2011 son
del 35.13 por ciento en los ingresos y del 43.65 por ciento en los gastos (Al-
caide, 2012).
La lección que podemos extraer de la crisis en España es que nos he-
mos dedicado a importar en vez de fabricar y a pedir demasiado dinero
prestado. Por ello, podemos ubicarnos en una situación de competencia y
de una nueva división del trabajo, cuando no, la falta de éste (Rilkin, 1997),
en la que los países desarrollados se concentran en las líneas de producción
de la gama alta del valor, a merced de un mayor nivel de conocimiento, una
mejor tecnología y una mejor calidad de los procesos de producción.
Ante esto, ¿dónde competir? Quizás en las líneas de investigación de los
países emergentes que son perfectamente competitivos. Sin embargo, “[…]
no lo son en cambio en las ramas de las ciencias sociales (cuando merecen
el nombre de ciencias, en contraste con las peroratas ideológicas de uno u
otro signo), tales como la antropología, la psicología, la sociología, la comu-
nicación, la salud pública, la educación, la arquitectura (un arte social), el
diseño o las ciencias de la administración. Y se constata, desde las empre-
sas, que conforme se globaliza el mercado y se diversifica la demanda, es
esencial el diseño cultural, psicológico y social de procesos y productos”
(Castells, 2005).
Más recientemente, Linda Gratton, experta en analizar tendencias del
mercado laboral y profesora de la London School of Economics, ha llegado

50 • Francisco Jiménez Bautista


a la conclusión de que los jóvenes deberán reinventar este mundo en sus
aspectos laborales para realizarse con sus trabajos. Ella señala: “El mundo
que hemos conocido no regresará” o, mejor aún, “Quien quiera un trabajo
deberá inventarlo a su medida” (Gratton, 2012: 24). Esto es lo que hay…
Este capítulo propone trabajar desde las ciencias sociales por la elabo-
ración de discursos y narrativas que no sólo tengan en cuenta los efectos
económicos sino también los sociales, con el objetivo de romper con la idea
de la deslocalización de la crisis (retomando la metáfora de Marc Augé del
“no-lugar” para situarla consecuentemente en un “lugar” determinado). A
esto hay que añadir las ideas de Sen (1992: 13-43), quien propone tratar la
idea de la igualdad con un enfoque multidireccional, siendo consciente
de las especificaciones necesarias que hay que hacer de dicho concepto
para analizarlo con exactitud, para poder elaborar soluciones sosteni-
bles para todos y desde todos. Dicho término se analiza desde dos pers-
pectivas y la interrelación entre ellas son las siguientes:

• La heterogeneidad humana.
• La diversidad de variables desde las que se puede juzgar la igualdad.

Sen (1992) argumenta que más importante que el logro de las metas
personales, es el proceso mediante el cual dichas metas son alcanzadas. Por
eso, no basta con paliar los efectos más urgentes de la pobreza y de la crisis,
sino que es necesario romper con la lógica de la pobreza y de la crisis, de
modo que se genere la libertad suficiente como para que los individuos pue-
dan por sí mismos salir de dicha situación. Para que esto suceda, los medios
políticos más eficaces son la educación y el sistema sanitario.
No olvidamos, como decía Marx, que las “ideas de la clase dominante
son las ideas dominantes en cada época” (Marx y Engels, 1974: 15). Donde
la causa de las desigualdades subyace en la misma estructura de las socie-
dades, se refleja parcialmente en la forma en que éstas organizan el espacio.
Por ello la solución de las desigualdades debe plantearse en términos de
reestructuración de las mismas sociedades, ya que sus grupos dirigentes
tienden, de manera legítima (Weber, 1969), a autoperpetuarse. Así, la reten-
ción del poder viene a constituir su mayor meta política. En esta razón,
puede ser reconocible que muchos políticos, si no todos, sólo tienen hori-
zontes en el corto plazo, enfocados hacia los procesos electorales.

La crisis económica en España • 51


De esta forma, es poco probable que se conceda importancia a una
política en el largo plazo tendente a la reestructuración del sistema. Por
ello, la acción sólo se centrará en la mejora de las desigualdades en fun-
ción de la captación de electores. Sin olvidar que la política se ha hecho
economía y ha desaparecido la democracia, es especial en la Unión Euro-
pea (UE) donde hemos convertido la economía en una ideología, vemos
los números, pero no miramos a los seres humanos, y si no vemos a las
personas, esto es el fin.
Con la economización de la política ya no podemos hablar de política.
¿Quiénes son los mercados? Un abstracto virtual o real. Nosotros somos
partidarios del concepto de incrustamiento de Karl Polanyi que dice que
somos homo economicus y homo sociologicus, que la economía y la sociedad
se encuentran inevitablemente en relación, de manera simultánea, con los
valores sociales y las relaciones y limitaciones que varían de ellos condi-
cionan la actividad económica, así como las necesidades económicas y
materiales afectan al modo en que una sociedad se estructura y se organiza.
Por lo tanto, sociedad y economía son indisociables, se encuentran en con-
tinuo contacto e interdependencia, pues no existe el uno sin el otro, ambas
se sostienen mutuamente. Tal y como Polanyi lo define:

La economía humana, pues, está incrustada y enredada en instituciones


económicas y no económicas. La inclusión de lo no económico es vital.
Pues la religión o el gobierno pueden ser tan importantes para la estructu-
ra y el funcionamiento de la economía como las instituciones monetarias
o la disponibilidad de herramientas y máquinas que aligeren el trabajo de
la mano de obra (Polanyi, 1976: 155-179).

Esta idea que creó Polanyi y que denominó “incrustamiento” es muy


útil para estos tiempos de crisis ya que planteaba que no se podía separar
lo económico de lo social,

[…] se puede afirmar que la producción y distribución de bienes materiales


estaba incrustada en las relaciones sociales de tipo no económico de tal
forma que ni existía un sistema económico institucionalmente separado ni
una red de instituciones económicas. Ni el trabajo, ni la disponibilidad de
objetos ni su distribución, se lleva a cabo por motivos económicos, es decir,
ni por su deseo de ganancia ni por temor a pasar hambre individual (Polanyi,
1997: 126).

52 • Francisco Jiménez Bautista


A esto hay que añadir que el mercado tiene cada día una naturaleza
cada vez más virtual. Es decir, en una sociedad postindustrial, donde el
marketing es el grueso de lo que hacemos y vivimos los seres humanos,
por ejemplo, la manera en que nos vestimos implica complejos códigos
culturales, que incluso de forma inversa puede conducir a aceptar como
motivo de orgullo y distinción no tener nada que ver con la moda. A todo
esto hay que añadir que las nuevas tecnologías han sido los impulsos cen-
trales del cambio cultural humano. Pareciera ser que nuestras ideologías
hoy son reacciones a nuestras tecnologías.
La pregunta es obligada: ¿Qué nos puede aportar la antropología y
cómo puede incidir en la economía para señalar algún orden? Como seña-
la Alexander Wendt:

No deberíamos elegir nuestras antropologías sociales o nuestras teorías


sociales de forma prematura. Al afirmar que no podemos inferir una es-
tructura de identidad y de intereses de autoayuda únicamente partiendo
del principio de anarquía —argumentando que la anarquía es lo que los
estados hacen de ella— […] Y por ello, ayuda a crear el escenario para la
investigación de los temas empíricos señalados, así como para el debate
sobre si son las suposiciones comunitarias o individuales las que crean un
mejor fundamento para la teoría sistémica (Wendt, 2005: 33).

EVOLUCIÓN HISTÓRICA
DEL PORQUÉ ESPAÑA ESTÁ EN CRISIS

Lo que ha sucedido en los últimos tiempos ha indignado a muchos ciuda-


danos, gente de todo tipo, de ideologías variadas y condiciones sociales y
culturales diferentes. Estas cuestiones pueden ser, básicamente, una a ni-
vel global y otras a nivel nacional o local, los siguientes acontecimientos:

a) Crisis económica (desde 2008 a 2012) y sus efectos en los ciudadanos: el


desempleo, las hipotecas y los desalojos que se están realizando en los
últimos tiempos dentro de la sociedad española la necesidad de una
vivienda digna, la indignación por los rescates a la banca con el dinero
público, en última instancia el ciudadano paga la crisis y los grandes
empresarios y banqueros se les resuelven sus problemas, entre otras
cosas.

La crisis económica en España • 53


Pero esto es el resultado de una serie de hechos que debemos narrar
sistematizando los problemas del mundo. El punto de partida de esta
crisis lo podemos encontrar en las elecciones entre el presidente Bush
y Al Gore. ¿Qué sucede en las elecciones presidenciales del 7 de noviembre
de 2000? Ese día, George Bush resultó elegido presidente en las eleccio-
nes presidenciales más disputadas en la historia de Estados Unidos.
Bush y el candidato demócrata, el vicepresidente Al Gore, lograron un
similar porcentaje de votos (48 por ciento), aunque el sistema indirecto
de elección permitió a Bush ser elegido presidente, tras producirse una
serie de curiosidades, que llevaron a demorar 36 días el nombre del
nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Al Gore consiguió mayor número de votos populares (50’158,094 sufra-
gios) en el total nacional. Y Bush, que había recibido menos votos popu-
lares en el ámbito federal (49’820,518 sufragios), se hizo con más votos
electorales —271 sobre 266 de su oponente—, que son los que deciden
el nombre del nuevo presidente, al ser proclamado vencedor en más
estados (30 sobre los 21 de Gore). Bush ganó a Gore estado a estado y
Gore a Bush en toda la nación. En el recuento oficial final, Bush ganó en
Florida por 573 votos (2’912,790 para Bush y 2’912,253 para Al Gore),
siéndole asignados los 25 votos electorales del Estado y la presidencia del
país. Bush fue investido el 20 de enero de 2001 (Jiménez Bautista, 2012b).
A su llegada al gobierno, Bush propuso a Alan Greenspan presidente de la
Fed saliente y a continuación a Ben Bernanke, para reemplazarlo (2000-
2011), con la orientación de poner en circulación todo el dinero posible
para que la gente pueda consumir, si consumes no te planteas que, de al-
guna manera, se ha dado un golpe de Estado en el país más poderoso del
mundo. La frase que utilizaba del expresidente José Luis Rodríguez Zapa-
tero para terminar muchos mítines del año 2007: “Ahora, a consumir”.

b) El ciclo de la crisis. Es posible resumir el fenómeno de la crisis a través


de una secuencia que nos puede ayudar a entender y comprender
mejor dicho fenómeno. En un corto número de frases todo el ciclo que
esta crisis ha representado:

• Crisis de las hipotecas subprime.


• Quiebra de las instituciones financieras.

54 • Francisco Jiménez Bautista


• Rescate por parte del Estado.
• Rescate de los Estados por parte de las organizaciones internacionales.

Aunque también podríamos añadir, otros componentes que influyen en


los Estados y en la sociedad española:

• Endeudamiento de los Estados receptores del rescate.


• Acatamiento de las órdenes de la comunidad internacional sin que se
le ocurra protestar a (Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre, España, Italia,
Francia, etcétera).
• Recortes sociales, paro, pobreza, hambre, entre otros, para la pobla-
ción en general.

El ciclo anterior, como ciclo vicioso, nos señala que el problema prin-
cipal no es la crisis, que deteriora la imagen de España y con ello la de
la UE, sino la calidad democrática de la propia UE que deja mucho que
desear entre el Norte y el Sur. Existe una serie de males que aparecen
en situaciones de crisis y que son muy peligrosas: la corrupción, el
populismo, la xenofobia (antiinmigración en el Oeste, antiminorías en
el Este), la caída del pluralismo informativo por parte de sus profesio-
nales y la erosión por la separación de poderes, creemos están soca-
vando la democracia.

c) Parar el caso de España, rechazo de las últimas reformas legales en materia


social y laboral que han supuesto un retroceso en los derechos como
ciudadanos, en especial las modificaciones en la Ley de Pensiones o el
“Pensionazo”, la Reforma Laboral, la conocida como Ley Sinde, la inefi-
cacia de la Ley de Dependencia, las limitaciones y desventajas de la Ley
de Extranjería y el Plan de Bolonia.
En los últimos 38 años la sociedad española se ha visto confrontada
con tres momentos económicos recesivos, que se expresaron en una
importante pérdida de puestos de trabajo y el consiguiente incremento
del desempleo:

• El primer momento de ellos se desarrolló en un periodo prolongado


(1976-1985), supuso la pérdida de 1.8 millones de empleos y el incre-

La crisis económica en España • 55


mento de la tasa de desempleo desde el 4.6 por ciento hasta un 21.6
por ciento. Se puede pensar que en los años posteriores se produce
un incremento de la ocupación y una disminución del paro, pero éste
se instaló en unas magnitudes siempre superiores al 15 por ciento de
la población activa.
• El segundo momento de crisis se desarrolló en un tiempo mucho más
reducido (1991-1994), periodo en el que se perdieron 850 mil puestos
de trabajo y la tasa de paro volvió a ascender, desde el 16.3 por cien-
to hasta un histórico 24.1 por ciento.
• El tercer momento, estamos inmersos en la crisis y cuya duración no
es posible prever. Desde 2008 hasta 2012. La pérdida de empleo se
sitúa en 1.9 millones, cifra similar a la registrada en la primera crisis
aunque en un periodo mucho más breve; en sólo tres años, la tasa
de desempleo ha escalado especialmente, desde el 8.3 por ciento
hasta un 20 por ciento (aún por debajo del récord alcanzado en 1994).
La tasa de paro en España en el cuarto trimestre de 2012 ha sido del
26.2 por ciento, con un número de parados de 5’965,400, para ser
más exactos (COLECTIVO IOE, 2011; INE, 2013).

La gravedad del momento no radica sólo, ni especialmente, en la mag-


nitud de la tasa de desempleo, sino en el carácter global de la crisis y de
las políticas que se vienen adoptando en el ámbito de la UE, que muestran
la verdadera gravedad de la situación: caída significativa de la población
activa, emigración entre jóvenes y extranjeros o aumento del paro de larga
duración (3.5 millones).
Pensando en dos colectivos que van a ser los más perjudicados dife-
renciamos por un lado, los inmigrantes, son el 14 por ciento de la población
del país para 2012; es decir, unos 5.5 millones de personas que desde
septiembre de 2009 han comenzado a marcharse de España, afectando a
un 36.5 por ciento; y por otro lado, el grupo de jóvenes de 16 a 24 años, el
paro juvenil es elevado y afecta de manera similar a ambos grupos; en 2010
el desempleo afectaba al 40.7 por ciento de los jóvenes autóctonos, el 18.5
por ciento del grupo de 25 a 39 años y sólo al 13.6 por ciento de los mayo-
res de 40 años, que para cerrar el año 2012 ha llevado a este colectivo al
55 por ciento del paro (según datos del Instituto Nacional de Estadística de
España en enero de 2013).

56 • Francisco Jiménez Bautista


Podemos concluir que lo importante es el crecimiento. Está claro que
lo que garantiza que no haya crecimiento es la austeridad. Es necesario un
equilibrio. Lo que es bueno para el corto plazo puede que sea lo opuesto a
lo que se necesita para el largo plazo. A corto plazo hay que equilibrar la
economía, dar más confianza a los mercados. Por todo ello, pensamos que
el periodo de penurias en España está previsto hasta 2018 (lo que se deno-
mina las décadas perdidas del capitalismo en América Latina) para otros
autores como Hans-Werner Sinn el final del túnel será en 2023. Analizando
los datos, no nos movemos en la vertiente de Stiglitz, Krugman, Blanchard
y tantos economistas de izquierdas, pensamos mejor aún con el economis-
ta Hans-Werner Sinn, presidente del influyente think tank alemán Ifo, quien
ha señalado recientemente:

El efecto tango que provocó el euro durante años requiere ahora de un


fuerte reequilibrio. No hay soluciones fáciles: va a ser doloroso. Hay tres
alternativas: una, devaluación interna en el Sur. Dos, devaluación interna
en el Sur a través de una expansión en el Norte. Y tres, salida del euro de
algunos países. Lo más probable es una combinación de esas tres opcio-
nes: España, Portugal y Grecia necesitan una devaluación interna del 30
por ciento; Francia, del 20 por ciento; Italia, un recorte de precios del
10 por ciento. A la vez, Alemania debe encarecerse un 20 por ciento. Es
cierto que desde el arranque de la crisis hubo ajuste en la periferia, pero
escasos en general (Sinn, 2013: 23).

EL CASO DE ESPAÑA: LA BURBUJA INMOBILIARIA

Al analizar la burbuja inmobiliaria, debemos hacerlo dentro de una narra-


tiva tautológica, donde el meollo de la crisis, la producción de la vulnerabi-
lidad social (económica, política y cultural) no debe aparecer como mera
referencia estadística en la crónica de los nuevos pobres o los nuevos
desempleados, sino más bien se trata de una tautología ideologizante que
pretende encubrir los mecanismos técnicos que produjeron la crisis, nue-
vas tipologías de clases sociales, tipo “precariado” (modelo inglés) o tipo
“vulnerables” (modelo latino).
Los discursos macroeconómicos plantean en los “no-lugares” (Augé,
2000) una situación de crisis, lo que supone un dispositivo discursivo para

La crisis económica en España • 57


restaurar el estado que presenta el modelo económico y anula la posibili-
dad de emergencia de los actores. Este “no lugar” discursivo plantea una
situación de mala calidad de vida y pésimas condiciones de supervivencia
en la actual sociedad.

Antecedentes a la crisis

Hagamos una breve secuencia de la crisis en España que explique la situa-


ción en la que nos encontramos en pleno 2013, haciendo recortes a todas
las políticas sociales, e intentando desmontar el EB para cuadrar las cuen-
tas del Estado.

a) Ley del Suelo (Real Decreto Ley 6/1998). El origen de la crisis en España
hay que buscarlo en el año 1998 como consecuencia de las políticas
neoliberales del gobierno de José María Aznar y en concreto con la
aprobación de la Ley del Suelo (Real Decreto Ley 6/1998), cuya conse-
cuencia principal es la privatización del mercado del suelo (Jiménez,
2004).
El Real Decreto Ley 6/1998 autorizaba la privatización del suelo; es
decir, convertir el suelo rústico en urbanizable con el fin de convertir
el mercado del suelo en un negocio rentable para los empresarios.
Propuesta por parte del gobierno para multiplicar las inversiones, me-
diante el aumento de la construcción, generando más oferta y como
consecuencia, la disminución en los precios de las viviendas, permi-
tiendo el acceso de compra a un mercado hasta ahora nulo como era
el de los jóvenes. Desde su aprobación en 1998 hasta el año 2000,
aproximadamente, esta nueva política parecía fructífera y rentable.
En el caso de los bienes patrimoniales, los aumentos de precios au-
mentan el deseo de acumularlos, lo que estimula la demanda y desen-
cadena comportamientos especulativos. Además, la renta de situación
resulta decisiva en el caso del precio del suelo, donde cada parcela
disfruta de un monopolio de ubicación. Existe una tendencia a sobredi-
mensionar el suelo que se califica como urbanizable. Dicho suelo se
valora en función de unas expectativas y no tanto como una materia
prima precisa para construir (Montiel y Naredo, 2011). Los costes de
suelo y precio de la vivienda están profundamente interrelacionados,

58 • Francisco Jiménez Bautista


explicando más los segundos a los primeros que lo contrario. Los mer-
cados de suelo y vivienda no son mercados eficientes y su comporta-
miento real dista mucho del simplismo con el que lo describen los
políticos.
Un potentísimo boom inmobiliario ha venido sacudiendo al país durante
todo un decenio, sin que su investigación haya estado a la altura de las
circunstancias. “¿Cómo es posible que el ‘urbanismo salvaje’ que re-
corrió nuestra geografía durante el franquismo, volviera a actuar impu-
nemente y con fuerzas renovadas, durante la democracia? ¿Cuál es la
naturaleza de nuestro peculiar modelo inmobiliario? ¿Cuál es la rela-
ción entre modelo inmobiliario y burbuja especulativa? ¿Cuál es la co-
nexión de ambos con la crisis económica actual?” (Montiel y Naredo,
2011). Los políticos no suelen responder este tipo de preguntas.
Las consecuencias de este modelo del sector inmobiliario pasan desde
importantes constructoras con renombre nacional hasta el ámbito in-
dividual. Todos han querido sacar “tajada” del negocio del ladrillo.
¿Cuál es el resultado?

• Efectos devastadores en el empleo, las finanzas públicas y en el EB.


• Daños en el sistema de pensiones y reforma profunda de dicho
sistema.
• Disminución del crecimiento del PIB.
• Reducción del gasto público.
• Burbujas inmobiliarias.
• Aumento de impuestos.
• Disminución de salarios de los servicios públicos.
• Rebajada de beneficios del EB.
• Camino directo a la pobreza, marginación y exclusión social.

Sin embargo, los españoles pueden pensar que el gobierno alemán es


el responsable de la crisis que sufre España con declaraciones y deci-
siones malintencionadas sobre España y los países del sur de Europa.
No obstante, pensamos que,

La crisis se generó por el excesivo flujo de capitales de Alemania hacia el


Sur, eso sobrecalentó las economías de la periferia y las hizo dependientes

La crisis económica en España • 59


del crédito externo. Los mercados han entendido ese error, lo están corri-
giendo. Pero no te puedes lavar la cara sin mojarte (Sinn, 2013: 24).

b) La entrada de España en la moneda única europea: el euro. En junio de


2001, la aprobación de la entrada en el euro. Las consecuencias de la
nueva moneda, al igual que la Ley del Suelo y otras reformas posteriores,
no actúan de forma inmediata en la economía del país, es un proceso
evolutivo en el que intervienen nuevos factores, que se van gestando
progresivamente para manifestarse en 2007 con el inicio de la crisis, sin
olvidar que durante todo este periodo España era muy optimista en sus
datos de crecimiento y negaba la “crisis” sin ningún pudor.
La entrada de la moneda única europea generó grandes cambios socia-
les (económicos, políticos y culturales), cambios reales y psicológicos.
La pretensión del gobierno era simplemente hacer el cambio de la pe-
seta al euro por su cambio real; sin embargo, los precios de los produc-
tos se incrementaron en un 50 por ciento aproximadamente, aunque
desde el punto de vista del consumidor no se percibiera claramente
este aumento (un café que costaba 80 pesetas pasó a costar un euro,
el equivalente a 168 pesetas).
Por otra parte, otra de las pretensiones políticas gubernamentales era
blanquear el dinero negro existente en el país al convertirlo de pesetas
a euros. El dinero fluía hacia España y otros países que se consideraban
inversores seguros; esta afluencia de capital alimentó una gran burbuja
inmobiliaria y unos enormes déficits comerciales. Todos estos factores
generaron que a partir del año 2002 la construcción de viviendas aumen-
tara en progresión geométrica. Se olvidaron de que, como señala el ar-
tículo 47 de la Constitución española: “Todos los españoles tienen derecho
a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”, que es papel mojado; los
ciudadanos españoles han entendido en dicho artículo el derecho a la
propiedad de una vivienda. La gravedad está en confundir el “derecho
a la vivienda” con el “derecho a la propiedad de la vivienda”, no com-
prender esta diferencia nos ha sometido al espectáculo dantesco de los
desahucios que se realizan todos los días en la sociedad española.
A todo esto hay que añadir los aspectos psicológicos y de percepción
(y por tanto de comportamiento de la sociedad española). El día más
terrible del mundo para España fue el día que convirtieron la peseta en

60 • Francisco Jiménez Bautista


euros. El español con un euro en la mano miró a su lado y observó que
a su lado había un alemán con otro euro. El español pensó que era igual
que un alemán. Nadie le explicó que un marco alemán correspondía a
unas 85 pesetas. El efecto del “mito del igualitarismo” que produce
esta situación hace que el español, al parecer, se crea igual que un
alemán, sin el desfase económico entre las dos economías. Esto se
refleja en la conducta errónea de los nuevos ricos en España que dejan
ver mucho de las nuevas maneras de ser y con unos comportamientos
de consumo compulsivo.
A esto hay que añadir que, con la llegada de la crisis financiera de 2008,
el dinero dejó de llegar, lo que provocó recesiones graves en los mismos
países que antes habían conocido una enorme expansión. Por último, la
respuesta de Europa hacia España ha sido la austeridad: recortes drás-
ticos del gasto en un intento por tranquilizar a los mercados de bonos.

c) Reforma laboral de 2002. El presidente Aznar puso en marcha una refor-


ma laboral que básicamente consistía en la reducción de las condicio-
nes de contratación de los trabajadores, con el fin de incentivar el
empleo, haciendo de esta manera más atractiva la contratación por
parte de los empresarios, invirtiendo más en recurso humano y de
esta manera reducir el índice del paro.
A partir de esta reforma laboral, la demanda de puestos de trabajo se
dispara, sobre todo, en el sector de la construcción. Miles de jóvenes
ante la situación de bonanza del dinero fácil abandonaron su formación
para dedicarse al ladrillo. Como consecuencia, y debido al incremento
progresivo de puestos de trabajo en el sector de la construcción, mu-
chos inmigrantes llegaron a España en busca del becerro de oro; fue-
ron unos años de un auge económico sin precedentes en el periodo de
la democracia en España.
Lo grave no son las distintas reformas laborales que han realizado los
distintos gobiernos de José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero
y ahora Mariano Rajoy, sino todo lo que implica para el desmantela-
miento de la Función Pública. Como señala el Boletín Oficial del Estado
(24 de septiembre de 2012), en Orden ESS/2004/2012, del 20 de sep-
tiembre, por la que “se declara la insuficiencia de medios de la Inter-
vención General de la Seguridad Social, que justifica la contratación

La crisis económica en España • 61


con empresas privadas de auditoría”. Esto se señala de la siguiente
forma: “ La Intervención General de la Seguridad Social, como en
años anteriores, carece de efectivos suficientes para hacer frente, […]
por lo que razones de eficiencia técnica y organizativa, […] determi-
nan la necesidad de establecer un proceso de colaboración con empre-
sas privadas de auditoría”. Como señala la Plataforma de Empleados
Públicos, de forma muy clara lo que esconde esta estrategia, es lo
siguiente:

• Se critica a los funcionarios públicos, para que la opinión pública


esté en contra de este colectivo (a través de los mass media).
• No se convocan ni ofertas de empleo público ni promoción interna
para cubrir las vacantes (tasa de reposición igual a cero).
• Alegamos que tenemos “falta de efectivos —Orden Ministerial—”, que
hace que la Administración Pública no pueda realizar sus funciones
(“porque no hay dinero”).
• Por fin, se llega al hecho del cambio de la Función Pública a la Priva-
tización de servicios públicos. De esta forma se puede contratar a una
empresa privada (—donde el nepotismo esté presente, en especial
familiares y amigos, en su mayoría de políticos—) para que realicen
el trabajo de los funcionarios públicos.

Estos pasos nos suelen llevar a un círculo vicioso que funciona de la


siguiente manera: la necesidad de reducir el déficit público lleva a ajus-
tar los gastos de las administraciones públicas; generando un menor
crecimiento en la economía y como la mayoría de las recetas aplicadas
a los recortes de gasto inciden en una reducción del empleo público,
todo ello nos lleva a un aumento del paro.

d) Ventajas y beneficios fiscales para comprar una vivienda. Por otra parte,
como contrapartida y debido a la gran cantidad de viviendas que se
ofertaban, se aprobó una serie de ventajas y beneficios fiscales, como
las desgravaciones en los impuestos por la compra de una vivienda.
Sin embargo, esta serie de medidas no produjo las expectativas previs-
tas, puesto que, al dispararse la demanda de vivienda, el precio de los
pisos aumentó, generando a su vez un incremento desmedido del

62 • Francisco Jiménez Bautista


precio del suelo y trajo como consecuencia la atención de los especu-
ladores y los blanqueadores de dinero. Es importante, como señalamos
anteriormente, recordar que el periodo de cambio de peseta a euro fue
desde 2001 hasta 2003, y que el gobierno no puso ninguna medida al
blanqueo de dinero sino más bien lo fomentó.
El resultado fue un gran incremento del precio de la vivienda en sólo
cuatro años. En el año 2005 la burbuja inmobiliaria estaba ya desenca-
denada y en España se construían en un año más viviendas que en
Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia juntas. La economía española
estaba creciendo, el PIB crecía a ritmo exponencial y se hablaba del
milagro español. El precio de la vivienda se duplicó en tan sólo tres
años, de 2002 a 2005, el paro había bajado en una cifra récord, en 1995
la tasa de paro era del 22.9 por ciento, en 2000 del 13.9 por ciento y en
2005 del 9.2 por ciento (INE, 2010).
En este escenario, mientras que el paro bajaba, la vivienda había dupli-
cado su precio y los sueldos se habían quedado congelados o más bien
no iban creciendo al nuevo esquema de los precios. Según datos de la
Agencia Europea Eurostat, en 2005 en Alemania los salarios eran de
41,691 euros; en Gran Bretaña de 40,015 euros; en Bélgica de 36,672
euros; en Francia de 29,047 euros y en España de 20,438 euros. En
España nadie había señalado que el euro no nos había beneficiado ni
nos había equiparado a nivel salarial ni al nivel del poder adquisitivo
del resto de los países desarrollados de la UE (Eurostat, 2005).

Últimos responsables: los bancos y las cajas de ahorro

Con el precio de la vivienda infravalorado y los salarios congelados, los es-


pañoles seguían accediendo a la compra de viviendas. Esto se debe a otra
variable significativa que entraba en juego en este momento: los bancos y las
cajas de ahorro. Los bancos que, aprovechando la burbuja en la que está in-
merso el país, rebajaban sus requerimientos para conceder créditos, sin te-
ner en cuenta el poder adquisitivo de la media de los españoles, aumentando
los años de las hipotecas, con la consiguiente subida de intereses y bene-
ficios; además, no sólo concedían créditos a la vivienda sino que también
se concedían para vacaciones, comprar un coche o para cualquier cosa a
crédito que se solicitaba. En España nunca se vivió una época de bonanza

La crisis económica en España • 63


similar, creándose una gran burbuja económica sin precedentes. La clase
media se incrementó durante estos años de una manera ficticia.
En 2007, la deuda de las familias era cuantiosa y también la de muchas
pequeñas y medianas empresas y como consecuencia, las de las cajas de
ahorro y los bancos. Es decir, la creación de riqueza no tenía como conse-
cuencia el crecimiento económico y éste, de acuerdo con el modelo econó-
mico, es la mejor alternativa para generar riqueza, pero en España eso se
dio gracias a la deuda y en especial al déficit fiscal.
El factor clave o más bien el que desestabilizó definitivamente la crisis
actual se produce en el año 2008, cuando estalla la crisis en Estados Uni-
dos con las hipotecas basura subprime. Este fenómeno se expande rápida-
mente por todo el mundo y pone de manifiesto la crisis en España. Las
graves consecuencias se dejaron notar de forma inmediata: los bancos
dejan de prestar dinero, los inversores de comprar deuda y como conse-
cuencia, se produce un efecto dominó: el consumo se desploma, la econo-
mía se contrae, las empresas despiden en masa a sus trabajadores y las
familias dejan de pagar sus hipotecas y pierden sus casas.
La economía y su relación con las empresas de la construcción ha
creado un entramado de nuevos empresarios y todo tipo de personas uni-
dos al ladrillo; es decir, construir, comprar, vender un proceso que se
plantea dentro de la cultura española como “si no lo haces eres tonto, ya
que genera dinero fácil”. Esta especulación inmobiliaria produce varios
efectos importantes, como que:

a) La vivienda se encarece a una velocidad impresionante a precios real-


mente desorbitados, ya que en España todos tienen una cultura y
mentalidad compradora de viviendas impulsiva y enfermiza, si no la
compras no tienes casa, vivir de alquiler es tirar el dinero; es decir,
mucha demanda y poca oferta.
b) Los precios de cualquier sector relacionado con la vivienda se encare-
cieron contagiados por la buena marcha del sector y sus previsiones
de crecimiento.
c) El paro disminuyó por el aumento del trabajo en el sector, esto atrajo a
miles de inmigrantes, legales e ilegales, a trabajar en aquellos sectores
donde los españoles no querían ya trabajar, porque por nuestras posi-
bilidades ya podíamos elegir otros puestos de trabajo.

64 • Francisco Jiménez Bautista


Tras este escenario, lógicamente como en cualquier proceso químico y
natural y según las leyes de la física y la naturaleza, todo proceso inestable
tiende a quedar en un estado de equilibrio estable, en este caso se puede
entender que llegó un momento en que había más viviendas que demanda
y empiezaron a quedarse los pisos vacíos. Esto hace que comiencen a dis-
minuir las previsiones de crecimiento y baje la construcción, ya que no se
venden las que ya están construidas.
En teoría, según los expertos y el gobierno, aquí es donde debería ha-
ber finalizado la corrección, un poco de aumento del paro, bajada del poder
adquisitivo, un poco de subida de inflación y de la deuda y listo. Pero la
economía es muy caprichosa y las cosas ocurren de forma aleatoria y caó-
tica ya que todo está relacionado, es como un complejo ecosistema natural.
Esta recesión le ocurre a España en un momento en que los mercados
económicos internacionales están muy negativos, gran número de bancos y
empresas han perdido mucho dinero en operaciones especulativas y el
petróleo aumenta su precio rápidamente sin razón aparente. Es muy impor-
tante unir economía y cultura y plantear la responsabilidad de todo un país,
donde la “picaresca española” ha influido mucho en el modo en el que es-
tán viviendo la crisis.
¿Cómo? Pues con la recalificación de suelos, la especulación y la excesiva
facilidad en la concesión de créditos, además de la inmigración y el turismo,
hizo que el precio de la vivienda subiera a un ritmo anormal, cerca del 10 por
ciento anual. Todo esto desembocó en un aumento de la oferta de viviendas
y en una disminución de la demanda por parte de los ciudadanos cuando se
hizo patente la falta de liquidez del sistema financiero. En el ámbito interna-
cional, la salida a la luz de las llamadas subprime en 2007 y la caída de Leh-
man Brothers en 2008, que había estado colocando pasivos financieros por
todo el mundo, hizo que España entrara en una recesión (Rojo, 2009), de la
cual parece que no tiene salida (estamos en 2013 y los recortes por parte del
gobierno español se hacen insoportables para la sociedad española). Las
manifestaciones, llamadas “mareas” blancas, verdes, no cesan de protestar,
y los “escraches” en la puerta de los políticos es la nota más normal.
Sin olvidar, como señala Husson,

[…] la gran fuerza del capital financiero es, en efecto, ignorar las fronteras
geográficas o sectoriales, porque se han dado los medios para pasar muy
rápidamente de una zona económica a otra, de un sector a otro: los movi-

La crisis económica en España • 65


mientos de capitales pueden en adelante desplegarse a una escala consi-
derablemente ampliada. […] La característica principal del capitalismo
contemporáneo no reside pues en la oposición entre un capital financiero
y un capital industrial, sino en la hipercompetencia entre capitales a la que
conduce la financiarización (Husson, 2009: 16-17).

Por último, es muy importante señalar que en España no fueron los


déficits públicos los que generaron la crisis, sino que fue la crisis la que
generó el déficit al reducir drásticamente la recaudación de impuestos.
Estos datos se observan, ya que en el año 2007 España contaba con un
superávit público, que se ha convertido en déficit (11.1 por ciento del PIB en
2009) al avanzar la crisis y explotar la burbuja financiera. Ahora toca ajustar
y equilibrar los gastos públicos con los ingresos, esperando que cuando
haya recuperación económica los ingresos públicos aumenten y esto per-
mita reducir la deuda pública actual.

DISTINTOS FACTORES QUE INCIDEN


EN LA BURBUJA INMOBILIARIA

Para enfrentarnos a un conflicto de esta envergadura que ha creado una


crisis tan grave, el paso que tenemos que dar es buscar los motivos que
han llevado a dicha situación y no quedarnos en lo obvio, sino plantearlo
desde un estudio a profundidad de todos los factores que han podido
afectar, de forma más o menos directa, a la crisis actual. Si nos remonta-
mos a los años anteriores a 2007 podemos intentar extraer los factores
decisivos que dieron lugar a la ya mencionada crisis:

a) Factor económico. Dada la tremenda financiarización que tenía el sector


de la vivienda en España durante los años previos a la crisis, el ladrillo
convertía en oro cualquier cosa que tocaba. Esto se traduce en una
subida irreal y exacerbada de los precios de la vivienda que, a su vez,
se mantenía por el apoyo pleno de los bancos, mediante la concesión
de hipotecas no ya del 100 por ciento, sino en muchos casos hasta del
120 por ciento del precio total de la vivienda, aderezadas con la falta,
en numerosas ocasiones, de las garantías adecuadas por parte del
comprador.

66 • Francisco Jiménez Bautista


b) Factor político. Este factor ha sido muy importante en el desarrollo de la
crisis, puesto que sin la actual irresponsabilidad y, en algunas ocasiones,
la corrupción no se hubiera llegado a esta situación. La crisis es un fra-
caso político, no económico. Después de 14 años de Felipe González
(1982-1996), y del gobierno de Rodríguez Zapatero (2004-2011), existe un
hecho irrefutable: los socialistas no saben crear empleo, suelen ignorar
la naturaleza humana de los españoles, desconocen el sistema de incen-
tivos, no tienen respeto y consideración por el dinero público y por eso
provocan sistemáticamente paro y déficit dentro de la economía española.
En unos años cuandco el suelo era puro oro, la clase política irrespon-
sable, en vez de frenar el fenómeno de especulación, contribuyó acti-
vamente a un desarrollo recalificando terrenos no urbanizables que, en
un momento, pasaron a ser urbanizables; donde no se respetaba nun-
ca la distancia mínima de la línea de costa en las construcciones, por
ejemplo, cerca del mar; donde encima de los terrenos verdes se cons-
truían más viviendas con la complicidad de alcaldes y sin importar el
partido político al que pertenecían (Jiménez Bautista, 2004). En todo
proceso de especulación no hay diferencia entre los tres partidos ma-
yoritarios de España: PSOE, PP e IU.
c) Factor cultural. Llegó el momento en España en que, como el ladrillo
generaba unos beneficios tan brutales (se daba muchas veces el caso
que, con la sola venta de una vivienda de cualquier promoción se había
cubierto la totalidad del coste del promotor, por lo que el resto de vi-
viendas se convertían en beneficio neto), se dispararon de manera
exorbitante la compra del suelo urbanizable disponible, en razón a que,
antes de empezar la obra, ya la obra estaba vendida ante el crecimien-
to de la demanda de vivienda. Como consecuencia, el precio del suelo
subió igualmente de forma irreal y, de cada promoción que se termi-
naba, antes incluso de venderla, se compraba un nuevo suelo para
poder construir posteriormente. Había un afán de hacerse rico con el
mínimo esfuerzo que se acuñó un término que ha hecho historia en
España y se definió como “la cultura del pelotazo”, puesto que cual-
quier terreno que una persona pudiese tener, si lo vendía en el mo-
mento de la recalificación, le podía dejar la vida resuelta.
Estas circunstancias dispararon la demanda de dinero y fue precisa-
mente este afán de hacerse rico a cualquier precio en poco tiempo, lo

La crisis económica en España • 67


que llevó a la mayoría de los promotores, constructores e incluso a
albañiles y profesionales de la construcción a la más completa ruina.
Esto se comprueba con los salarios de albañil que en 2007 se pagaban
a 130.00 euros, en 2012 esos mismos albañiles cobraron unos 60.00
euros, quizás unos salarios más reales al contexto de la economía
española.
d) Factor industrial. La economía española, en estos años, se sostenía casi
exclusivamente de la construcción. Ni siquiera el antaño pilar del país,
como era el turismo, generaba el beneficio del sector de la construc-
ción. Por eso se desatendió por completo este sector así como se obvió,
por completo, el crecimiento o desarrollo de cualquier otro sector, ne-
cesario, por otra parte, para el crecimiento equilibrado y sostenible de
un país.
e) Factor especulativo. Sin la cultura de la especulación no es posible en-
tender la crisis que existe en España. Llegó un momento que en Espa-
ña no se compraban las viviendas para habitarlas, sino para aguantar-
las un tiempo vacías y venderlas por el doble del precio de coste de
adquisición, esto es, para especular con ellas a costa de una juventud
que cada vez tenía más difícil el acceso a una vivienda y el poder aban-
donar la casa familiar.

Todos estos factores constituyen un sobreendeudamiento que viene a


violentar a la sociedad española. La pregunta es obligada: ¿Existen muchos
españoles sobreendeudados? ¿Es posible que los españoles sumen créditos de
la banca, tarjetas de crédito y/o Biess y un largo etcétera de formas de endeuda-
miento? Algunas consideraciones sobre esta nueva cultura especulativa.
Como señalan las propuestas del colectivo de economistas para poder
salir de la crisis: “el crédito de las entidades de crédito al sector público, que
durante la anterior década tiene una media de unos 35 millardos de euros,
se ha incrementado notablemente durante la presente crisis hasta casi 80
millardos, que es aproximadamente el 8 por ciento del PIB español […]”.
Los datos de préstamos al sector público están disponibles mensualmente,
mientras que los datos de la Organización Social de Responsabilidad (OSR)
son trimestrales. Además, abarca el periodo que va de diciembre de 1992
a junio de 2010. Las entidades de crédito incluyen bancos, cajas, coopera-
tivas de crédito (y también en lo que se refiere al sector público). Por lo

68 • Francisco Jiménez Bautista


tanto, desde el punto de vista macroeconómico la cifra es clara. El total no
es excesivo, el aumento sí. Esto implica, a nivel microeconómico, que efec-
tivamente muchos hogares pueden haberse excedido, pero no lo notaban
ya que los pagos más fuertes suelen venir en el futuro… ¿Las causas? Son
tres esencialmente:

1. Hubo mucha liquidez en la economía por el elevado gasto público finan-


ciado con recursos externos: préstamos de reservas internacionales. La
importante liquidez genera crédito, pero además percepciones y actua-
ciones de los agentes económicos (bancarios, incluyendo el Biess y
hogares/empresas) de que todo va bien, el riesgo es menor y vale la
pena endeudarse más.
2. La regulación estatal. Si se bajan artificialmente las tasas de interés y se
eliminan otros costos (incluyendo recientemente los cobros para emitir
y renovar tarjetas de crédito), ¿qué otro resultado se puede esperar
sino mayor demanda de crédito? Es economía básica, a menor costo
mayor demanda.
3. Falta de prudencia del sistema financiero, porque muchas instituciones
quieren ganar parte del mercado, basándose en el volumen de las ope-
raciones y no en la rentabilidad presente y futura (incluyendo el riesgo
si se revierte el ciclo económico). No se hace el esfuerzo debido para
consolidar las deudas de cada cliente y mirar la secuencia completa.

¿Qué hacer con estos tres elementos: clientes, gobierno y sistema financiero?
El gobierno en España, como siempre, culpará a los demás (sistema finan-
ciero y clientes) y no aceptará que gran parte del problema deriva de sus
propias acciones. Si hubiera tomado conciencia de: a) con más disciplina en
el gasto público y enfoque macroeconómico de equilibrio fiscal; b) regula-
ción que no tendiera a abaratar el crédito, y c) mayor exigencia para mirar
la situación financiera global de los clientes. Pareciera que el ejemplo de
España muestra cómo es más importante un crecimiento modesto pero
sostenido que uno de grandes titulares susceptible de transformarse en
burbuja inflacionaria. Por ello, la economía española tendrá que purgar
sus excesos. En cualquier caso, las variables y los factores son muchos y
las certezas casi ninguna porque en todo caso solemos hablar de previsio-
nes y éstas en economía han demostrado no cumplirse.

La crisis económica en España • 69


Podemos seguir con otros factores, pero estos cinco —grosso modo— nos
dan una idea de la situación en la que se encuentra la sociedad española.
Todo esto provocó una burbuja inmobiliaria de enormes proporciones que
al “pincharse” lastró al resto de la economía, sobre todo porque el sector de
la construcción era el sector líder durante la primera década del siglo XXI.
Igualmente, todo esto hizo inevitable y era fácilmente previsible que se
llegara a un fin no deseado. No había que ser extremadamente inteligente
para saber que esta situación ficticia e irreal de precios se parecía muchí-
simo a la situación que se dio inmediatamente antes al Jueves Negro (24 de
octubre de 1929), cuando después del crac, Irving Fisher, quien proclamó
una frase que perfectamente se podría aplicar a los meses anteriores al
estallido de la burbuja inmobiliaria: “Los precios de las acciones (en este
caso podría ser suelo y/o vivienda) han alcanzado lo que parece ser una
meseta alta permanente”.
No se trata de hacer una lista de causas, sino de comprender qué nos
ha pasado. La lista podría ampliarse hasta detallar las comunidades autó-
nomas, las provincias, los sectores económicos o las edades, aunque todos
los datos confirman la gravedad de una situación que afecta a más de 5
millones de personas que están en el paro y que acaba con las esperanzas
de muchos jóvenes.
Se pueden seguir haciendo tantas narrativas de la crisis como ideolo-
gías y formas de pensar que se tengan. Uno de los problemas principales de
estas narrativas “normales” que se hacen de la crisis, es el poner el foco
de atención en los hechos económicos y financieros, viendo como actores
principales de la crisis los bancos. ¿Cuál es el problema de esta narrativa?
Esta lectura o narrativa alternativa de la crisis sería necesario explicitarla
a toda la población, y además, necesitamos introducirla dentro de los me-
dios de comunicación de masas presionados por el discurso oficial y del
poder.
De no ser posible acceder a los medios oficiales y masivos de comu-
nicación habrá que hacernos un hueco en medios alternativos, y en este
caso internet desempeña un papel fundamental. La democratización de in-
ternet y el incremento de su uso, sobre todo por la población joven, hace
que éste sea un elemento esencial, ejemplo de ello es la narrativa alterna-
tiva de la crisis que se llevó a cabo en el Estado español en la que jóvenes
de todo el país, sin adscripción a partido político, sindicato u organización

70 • Francisco Jiménez Bautista


utilizaron internet para convocar para el 15 de mayo de 2011 (el llamado
Movimiento 15M) una manifestación general, en la que los jóvenes fueron
los principales protagonistas en razón de ser uno de los colectivos más
afectados.
Muchos de estos movimientos sociales acaban diluyéndose entre la
ingente cantidad de informaciones y acciones diferentes y no siempre acer-
tadas o debidamente fundamentadas. Además, la capacidad de cambio de
estas faenas parciales es limitada, ya que suelen llegar únicamente a sec-
tores muy concretos de la sociedad y su actuación se ve limitada por la
interdependencia de otros factores sobre los que no tienen poder.
La disyuntiva que se presenta ante estas situaciones es, por una parte,
la complejidad de que las relaciones sociales (económicas, políticas y cul-
turales) imposibiliten las narraciones completas de la crisis, y de otra, que
esa misma complejidad y superabundancia de las relaciones y los canales
informativos acaben saturando la capacidad informativa de las narracio-
nes parciales y haciéndolas poco efectivas. Como señala Marc Augé:

La “aceleración” de la historia corresponde de hecho a una multiplicación


de acontecimientos generalmente no previstos por los economistas, los
historiadores ni los sociólogos. Es la superabundancia de acontecimientos
lo que resulta un problema […] no puede ser plenamente apreciada más
que teniendo en cuenta por una parte la superabundancia de la informa-
ción que disponemos y por otra las interdependencias inéditas de lo que
algunos llaman hoy el “sistema planetario” (Augé, 2000: 34-35).

Más allá de la narrativa normal de la crisis, lo que es posible observar


es una escalada en la precarización de la vida de las diversas sociedades
afectadas. Dicho proceso asume diversas expresiones dependiendo de la
escala: micro, meso, macro o megarregional. Mientras que en los países
europeos se ha venido recortando el EB por diversas vías, pero sobre todo
mediante el ajuste de salarios (de funcionarios o despidos a través de los
Expedientes de Regularización de Empleo [ERE]), desmantelamiento de la
sanidad, educación y, de forma especial, del sistema de pensiones.
Para el caso de España, la crisis ha dejado un paro de más del 20 por
ciento (Encuesta de la Población Activa, EPA) para fines de 2010, lo que
equivalía a 4’000,696 personas, de las cuales 2’000,406 buscaban su primer
empleo o habían dejado su último empleo hacía más de un año; las perso-

La crisis económica en España • 71


nas en paro durante el primer trimestre de 2008 eran 2’000,174, lo cual
deja ver el importante efecto que la crisis tuvo en la destrucción del em-
pleo. Como señala el periódico la Expansión (del 5 de abril de 2011), “la
cifra oficial de parados se sitúa en los 4.3 millones, un 4.01 por ciento más
que hace un año”.
Igualmente, otra tendencia fruto del recorrido de esta crisis que dura
ya cuatro años tiene que ver con el desgaste de las prestaciones sociales:
1.8 millones de parados ya no reciben ningún tipo de cobertura (el 40 por
ciento del total). La tasa de paro en España en el primer trimestre de 2012
era de 5’273,600 parados. Mientras que el paro juvenil entre los menores
de 25 años era del 52.01 por ciento (INE, 2012). Hay que pensar en la gente
que va a pasar del subsidio a la pobreza.
La evolución histórica que va desde 2008 hasta 2012 en la UE suman
su cuarto año de crisis económica, y en el Estado español la doctrina neo-
liberal de la austeridad ha dejado a un 24 por ciento de la población en la
pobreza, los derechos sociales y laborales en mínimos históricos; y, por si
fuera poco, ahora el ataque se centra en los servicios estatales más básicos
como la sanidad y la educación, los cuales ha sufrido fuertes recortes.
Marc Augé plantea algunas ideas como la teoría del pobre perpetuo: “Los
pobres tienen que acostumbrarse a ser pobres a medio plazo”, idea que ha
impuesto la utopía liberal; es decir, un sistema que sí se está haciendo
realidad, ya que aboga por un estado mínimo o inexistente y por derechos
de propiedad absolutos. Señala que “la economía y la tecnología son globa-
les y la sociedad y la política, todavía no lo son” (Augé, 2013). Por ello, si no
sustituimos las utopías que se pierden por otras, no hay esperanza.
En el discurso normal de la crisis y su conclusión en torno a la idea de
mayor regulación del sistema financiero como solución, lo que hace falta
es un desdoblamiento analítico que parta del contexto que le dio origen.
Por lo cual, derivado de los argumentos y datos presentados a lo largo del
capítulo, podemos concluir que es necesario comenzar a construir, desde
las ciencias sociales, un discurso diferente de la crisis, que tenga como
argumento sus efectos en términos económicos, pero también sociales.
Sin olvidar que todo desarrollo social debe ser planteado desde la glo-
balidad perfecta a lo local imperfecto (Jiménez, 2009). Es decir, todo plan-
teamiento de desarrollo debe estar enmarcado en una visión global que
nos pueda ayudar a entender la importancia de lo local en nuestras vidas

72 • Francisco Jiménez Bautista


como seres humanos que buscamos la felicidad. La globalización como
estrategia homogeneizadora del capitalismo es un instrumento que nos
debe ayudar a entender mejor nuestra propia realidad. Esta realidad es
concretar cómo las instituciones, organismos, Estados, dentro de nuestra
sociedad construyen o destruyen la paz. Estas ideas, cuando son referidas
a unos lugares concretos, sea por ejemplo, México, Colombia, Ecuador o
España, pueden ayudar a comprender mejor nuevas formas de enfrentar-
nos a nuestros futuros conflictos.
La pregunta lógica es: ¿Cómo insertar un lugar en la globalización? Las
sociedades contemporáneas que conocen de las transformaciones vertigino-
sas, centradas esencialmente sobre datos estadísticos y dominados por lo
económico, saben que el mito por excelencia del ser humano es el territorio.
Plantear el territorio es plantear una nueva forma de pensar que tenga voca-
ción territorial. Leer el territorio, escuchar a la gente, sintetizar la compleji-
dad en un escenario que evoluciona, apoyar aquí y ahora lo pequeño es
hermoso, esto nos puede llevar en una dirección de mayor justicia social.
Por último, creemos que sin este ejercicio analítico y normativo en
torno a los efectos económicos de escala estructural, será imposible pensar
en una acción del Estado diferente al mero rescate, con dinero público, de
los bancos y banqueros. Visibilizar a los afectados supone reconocer suje-
tos políticos, con lo cual se logra un efecto ético fundamental que surge
como una necesidad normativa que, a su vez, legitimaría un rescate de la
sociedad antes que un rescate de los banqueros.
¿Por qué esto es importante? Lo es en la medida en que el rescate a los
banqueros y sus instituciones, además de inmoral, resulta en un proceso de
mayor incertidumbre a mediano y largo plazo, pues las reglas del juego que
rigen la producción de riqueza en el sistema financiero no han sufrido
cambios sustantivos, mientras que el rescate de la sociedad implica la elimi-
nación a mediano y largo plazo de la violencia sobre la condición humana
de las personas y de las familias; es decir, se disipa la incertidumbre del
abismo relacional que implica el no comer, el no trabajar, el no estudiar, en
última instancia, el no vivir. Sobre todo en un mundo donde la escasez
otorga al ser humano el poder de la alquimia.
Capítulo II1

Crisis económica, pobreza


y política social en México

Dídimo Castillo Fernández


Jorge Arzate Salgado

En este capítulo se presenta una reflexión sobre la manera en que la crisis


del capitalismo mundial afectó a la economía y a la sociedad mexicana,
sobre todo en términos de crecimiento de la pobreza y la precarización del
mercado laboral. También se realiza una reflexión sobre la política social
del Estado mexicano implementada en esta coyuntura. Esta última, princi-
palmente, centrada en los programas de transferencias focalizados dirigi-
dos a la lucha contra la pobreza.

VITRINA METODOLÓGICA

La pobreza en México es esencialmente de carácter estructural. Las caren-


cias socioeconómicas y de acceso a las oportunidades de bienestar de la
población se encuentran ancladas a múltiples situaciones de explotación,
exclusión y discriminación social, así como a la falta de políticas públicas
adecuadas que garanticen los derechos sociales y promuevan un régimen
pleno de bienestar de los mexicanos. La falta de políticas públicas coheren-
tes configura un escenario complejo de pobreza, desempleo, informalidad,
precariedad laboral y vulnerabilidad social.
La pobreza depende de factores sociales (económicos, políticos y cul-
turales) y demográficos. El crecimiento económico es un elemento nece-
sario, pero insuficiente en el abatimiento de la pobreza. La problemática de
la política social es compleja, debido a que se encuentra conectada a diver-
sos factores. La falta de comprensión de que la pobreza es multidimensio-
nal ha determinado la deficiente coordinación entre las instituciones que
operan en lo social, y explica los insuficientes avances a pesar del relativo

75
aumento experimentado en los gastos públicos en servicios sociales bási-
cos de algunos países. La pobreza no sólo se refiere a una condición eco-
nómica circunscrita a la insuficiencia de ingresos experimentada por las
familias y los individuos, sino que tiene un componente multidimensional,
incluso ético, que afecta diversos aspectos de la persona.
La política social no se define por la política misma, sino en relación
con el modelo económico y las diversas estructuras de demandas de la
población. No sólo la política social incide sobre el bienestar de población,
también otros factores de corte político, económico y público que normal-
mente no son definidos como sociales, pueden tener un impacto igual o
superior en el bienestar social. La política pública debe entenderse como
una totalidad en la que las políticas sociales se interrelacionan con el
resto de las políticas toda vez que diversas políticas sociales, como la
educación, pueden tener un efecto directo en las economías locales y
nacionales. La heterogeneidad, las desigualdades territoriales y sociales,
la estructura y dinámica demográficas y la diversidad cultural, son ele-
mentos fundamentales en el análisis y en los procesos de gestión de las
políticas sociales.
El modelo económico actual y las políticas sociales derivadas del mismo,
han promovido una situación compleja de indefensión, pobreza y creciente
vulnerabilidad social. La política anticrisis desarrollada por el Estado mexi-
cano, fincada en las líneas generales de política económica del gobierno
federal y del Banco de México, responde al canon neoliberal vigente y centra
sus acciones en la búsqueda del equilibrio macroeconómico. No se ha lo-
grado contrarrestar el aumento de la pobreza alimentaria y el deterioro en
la calidad del trabajo; no habiendo, en este sentido, ninguna política social
innovadora que buscará atenuar los efectos coyunturales de la crisis.
En este capítulo, se analiza el impacto de la crisis económica de los
años 2008 y 2010 en México, especialmente en lo que toca al aumento de
la pobreza, la informalidad, la precariedad, el desempleo y la vulnerabilidad
social, así como las políticas públicas que se siguen y mantienen para mi-
tigar sus efectos.
En términos metodológicos se parte de la idea de que es necesario si-
tuar la crisis económica y sus efectos sociales en contextos nacionales y
regionales. En este sentido se trabajan dos dimensiones analíticas y meto-
dológicas:

76 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


• La primera, consistente en la descripción de las características y efectos
sociales y económicos estructurales del programa neoliberal imple-
mentado en el país. La cual supone una breve reconstrucción histórico-
social de la instauración del proyecto neoliberal en México, para dar
cuenta del deterioro de las condiciones del empleo y la pobreza gene-
rados por dicho modelo económico y la manera en que se ha gestiona-
do la crisis a través de dicha política macroeconómica.
• La segunda, centrada en el análisis de las formas de gestión de la cues-
tión social por parte del Estado, considerando las particularidades del
sistema de bienestar público mexicano y las políticas sociales adopta-
das durante el periodo neoliberal. En este marco, el programa Oportu-
nidades ha sido el de mayor importancia en el combate a la pobreza
extrema en el ámbito nacional, como política pública social asistencia-
lista y focalizada.

Estos dos niveles de análisis nos permiten comprender los efectos de


la crisis en dos aspectos sensibles del bienestar, el deterioro del empleo, la
informalidad y los ingresos y, desde una perspectiva multidimensional, las
condiciones de pobreza.
La medición de la pobreza es un tema polémico. En América Latina se
han privilegiado por lo menos tres criterios para medirla: por un lado, el
referido al concepto de la “línea de la pobreza”, que califica como pobres a
las personas pertenecientes a hogares con ingreso per cápita inferior al
monto mínimo necesario para satisfacer sus necesidades esenciales; otro
enfoque es el de las “necesidades básicas insatisfechas”, que considera
las carencias propias del entorno, entre ellas las habitacionales, así como las
de alimentación, salud y educación, al margen de los niveles de ingresos;
y finalmente, el llamado “método integrado” que combina los otros dos
criterios. La coexistencia de los primeros dos procedimientos determina
las situaciones de pobreza estructural o crónica. De igual manera, existen
tres diferentes tipos de pobreza, según línea de pobreza y umbrales de
referencia:

• Pobreza alimentaria: Indica la incapacidad de los hogares para obtener


una canasta alimentaria básica, aun destinando todo el ingreso dispo-
nible para su compra.

Crisis económica, pobreza y política social en México • 77


• Pobreza de capacidades: Incluye todos los hogares con insuficiencia de
ingreso para adquirir una canasta alimentaria y además cubrir los gas-
tos necesarios en salud y educación.
• Pobreza de patrimonio: Contempla los hogares que no cubren el umbral
de la canasta básica alimentaria así como los gastos no alimentarios
considerados como necesarios en los patrones de consumo de la po-
blación, tales como salud, educación, vestido, vivienda y transporte,
aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado sólo para la
adquisición de dichos bienes y servicios (Ornelas Delgado, 2006).

La persistencia de la pobreza económica es, en parte, el resultado de


la rápida urbanización y los consecuentes impactos de la falta de cobertura
en infraestructura y servicios básicos. No obstante, el estancamiento de la
reducción de la pobreza monetaria no ha afectado la evolución favorable
de otros indicadores de desarrollo humano y social, entre ellos la esperan-
za de vida al nacer, las tasas de mortalidad infantil y adulta, y la mitigación
del analfabetismo. En este sentido, las transformaciones demográficas re-
cientes han introducido nuevas exigencias a las políticas sociales. En par-
ticular los cambios en la estructura de edades y el consecuente incremen-
to de la población económicamente activa y el envejecimiento demográfico
plantean importantes retos para los gobiernos, las familias y las propias
personas.
En noviembre de 2010, mediante la publicación de la Metodología para
la medición multidimensional de la pobreza en México, y en concordancia a
lo dispuesto por el artículo 36 de la Ley General de Desarrollo Social, el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Cone-
val) estableció los lineamientos para identificar y medir la pobreza en
México, siguiendo un enfoque multidimensional, que toma en considera-
ción diversos elementos, como el ingreso corriente per cápita, el rezago
educativo promedio en el hogar, el acceso a los servicios de salud, la cali-
dad y espacios de la vivienda, el acceso a los servicios básicos en la vivienda,
el acceso a la alimentación y el grado de cohesión social, con la finalidad
de “enriquecer el estudio de la pobreza, al complementar el conocido mé-
todo de pobreza por ingresos con la óptica de los derechos sociales y el
análisis del contexto territorial” llegando a la determinación de que “una
persona es pobre si es carente tanto en el espacio del bienestar como en

78 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


el espacio de los derechos”, por lo que el nuevo método de medición de
pobreza permite identificar un triple enfoque en su análisis: el primero,
enfocado al bienestar, “en términos de los satisfactores que pueden ser
adquiridos mediante los recursos monetarios de la población”; el segundo,
vinculado a los “derechos fundamentales de las personas en materia de
desarrollo social”, y el tercero, determinado “por aspectos relacionales y
comunitarios que se expresan territorialmente” (Coneval, 2011). Este
nuevo método, si bien en términos formales, representa un avance signifi-
cativo, adolece de diversas limitaciones metodológicas, conceptuales y
operativas, por lo que ha sido objeto de diversas críticas (Boltvinik, 2009a
y 2009b; Damián, 2010).

LA REESTRUCTURACIÓN NEOLIBERAL, LA CRISIS ECONÓMICA


Y EL INCREMENTO DE LA POBREZA

La crisis económica de 1982, conocida como crisis del petróleo y de la deu-


da externa, supuso la implementación de duros ajustes estructurales para
la economía del país. Con lo que se conoció como el “Pacto” se dio inicio a
un ciclo económico caracterizado por la contención del salario mínimo. El
ajuste estructural de la década de los ochenta tuvo enormes repercusiones
sociales, ya que la pobreza creció de manera importante tanto en las ciuda-
des como en el campo, así como fue la antesala para el cambio de paradig-
ma económico que se dio en el sexenio del presidente Salinas de Gortari
(1988-1994), cuando se colocaron los pilares de una economía neoliberal
cuyo eje de crecimiento es el libre mercado y la integración estructural
económica con Estados Unidos, a través del Tratado de Libre Comercio.
Otras políticas relevantes que se instrumentaron en esos años y que
configuran la economía mexicana de hoy, fueron el asentamiento de las
bases para la construcción de un sistema financiero; la concesión de auto-
nomía al Banco de México con el fin de evitar la manipulación del gobierno
central en el tipo de cambio, por lo que se estableció una política de libre
flotación del peso, a la vez que se fijó la política de incremento de reservas
con el objetivo de dotar de certidumbre al sistema financiero y al tipo de
cambio; se modificó de manera radical la política hacia el sector agropecua-
rio, sustituyendo la política de seguridad alimentaria, centrada en el apoyo

Crisis económica, pobreza y política social en México • 79


al sector campesino, por una política que buscaba la construcción de un
sector agropecuario exportador centrado en los medianos y grandes pro-
ductores; y, entre otros cambios en la orientación de la política macroeco-
nómica, se dio pie a una política fiscal regresiva, dirigida a beneficiar a las
gran empresa mediante los denominados créditos fiscales.
Uno de los principales objetivos de la política macroeconómica a partir
de 1988 ha sido la contención de la inflación, así como mantener una polí-
tica de acotamiento de la deuda externa del gobierno federal. En el primer
caso la política antepuso la estabilidad inflacionaria al crecimiento, por lo
que la política monetaria tendió a ser recesiva, lo cual explica los bajos
niveles de inflación a la vez que los relativamente bajos niveles de creci-
miento del Producto Interno Bruto (PIB). Este bajo crecimiento del producto
(alrededor de una tasa de 2 y 3 por ciento anual), aunado al constante de-
terioro del poder adquisitivo del salario mínimo (hoy en día minisalarios),
se convierten en una explicación estructural, aunque parcial, del porqué la
pobreza no cede a pesar de la constante inversión en gasto social por par-
te del gobierno federal.
El tema del aumento de reservas monetarias internacional del Banco
de México es de igual manera controvertido, ya que éstas vienen aumen-
tando de manera sistemática hasta alcanzar la histórica cifra de 150,811
millones de dólares. El argumento a favor de esta política es que da estabi-
lidad económica al país y confianza a los inversionistas, a la vez que esta-
bilizan el tipo de cambio, pero existen argumentos en contra en la medida
en que su mantenimiento significa un costo financiero ya que estos recur-
sos podrían utilizarse para incentivar el crecimiento del PIB.
En el caso de la política de deuda externa, lo que sucedió fue que el
gobierno central optó por una política de disminución de riesgo, con lo cual
se tiende a contratar menor deuda externa (en dólares o euros) y el grueso
de la financiarización del Estado se realiza mediante la emisión de deuda
interna en pesos mexicanos. Uno de los mecanismos privilegiados para
financiarse ha sido el recurrir a los recursos del fondo de ahorros para el
retiro de los trabajadores (Afores), el cual en un 80 por ciento se encuentra
invertido en bonos gubernamentales. Según la Comisión Nacional del Sis-
tema de Ahorro para el Retiro (Consar) para el primer trimestre de 2012,
los recursos que administraron las Afores ascendieron a un billón 654 mil
millones de pesos, cifra que representa 11.5 por ciento del PIB (lo que sig-

80 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


nifica un monto de más de 110 mil millones de dólares, el monto más im-
portante de fondos de retiro en América Latina). Esta política de financia-
miento del Estado con dinero de los trabajadores resulta polémica siempre
que los cuantiosos recursos no son invertidos en fondos de inversión que
generen crecimiento económico.
La política fiscal a favor de las empresas significa que el Estado ha
dejado de recibir millones de pesos en impuestos que podrían ser usados
para fortalecer la política social o generar infraestructuras productivas; así
por ejemplo, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), entre
enero y septiembre de 2011 los créditos fiscales ascendieron a 730,759.4
millones de pesos; y entre 2001 y 2005, según la Auditoría Superior de la
Federación (ASF), dejaron de ingresar a las arcas públicas 495,807.9 millo-
nes de pesos (La Jornada, 18 de diciembre de 2011). Esta política ha signi-
ficado un importante apoyo, indirecto, para la expansión de las principales
empresas mexicanas y no nacionales que operan en el país, así como ha
sido útil para su transnacionalización; en este sentido, en un contexto la
crisis ha favorecido en lo general los procesos de compra y fusión de em-
presas mexicanas a nivel global. Según dicha fuente, en 2011 al menos la
mitad de las 25 empresas latinas transnacionales más importantes en el
mundo eran mexicanas.
La crisis financiera que se propagó a la economía real desde Estados
Unidos tuvo en la economía mexicana especial efecto en 2009, año en que
el PIB presentó una disminución de 6.5 por ciento, a partir de 2010 el pro-
ducto tuvo un comportamiento positivo de 5.5 por ciento y en 2011 de
3.9 por ciento; no obstante este crecimiento, los efectos en el aumento de la
pobreza, sobre todo en lo que toca a la pobreza alimentaria, fueron signifi-
cativos. En este caso se pasó de un índice nacional de 21.7 a 24.9 por
ciento. Hubo en estos años un deterioro en la calidad del trabajo, expre-
sado en el aumento del trabajo informal.
Como es posible apreciar, antes y durante los años de la crisis, la
política macroeconómica del gobierno federal mexicano ha privilegiado
el control inflacionario sobre cualquier otro objetivo, e incluso durante el
año 2009, cuando el impacto de la crisis fue muy importante en la econo-
mía, los objetivos de la política macroeconómica fueron inamovibles y no
hubo, en la práctica, ninguna política económica coyuntural anticíclica. La
política macroeconómica se maneja de manera dogmática y busca man-

Crisis económica, pobreza y política social en México • 81


tener los indicadores macroeconómicos estables, sin importar el creci-
miento del PIB ; es decir, busca la estabilidad del sistema financiero y
bancario antes que el crecimiento de la economía real. Dentro de esta
estrategia el Estado mexicano se ha colocado en una zona de confort al
utilizar los recursos de las Afores para financiarse de manera segura y
con poco riesgo.
Esto último es más polémico cuando se sabe que la otra fuente de fi-
nanciamiento del Estado mexicano está representada por los ingresos de
la paraestatal Pemex. Es decir, lo que hay es una estructura de financia-
miento de las finanzas públicas parasitaria y regresiva que por su lógica no
es sostenible en el tiempo y que resulta, a todas luces, insuficiente para
mantener las necesidades de gasto del gobierno federal. En el año 2011 el
total de la recaudación del gobierno federal fue del orden del 18 por ciento
del PIB, o sea, un monto insuficiente para generar crecimiento económico
sostenido e importante en magnitud, así como para satisfacer las enormes
demandas sociales del país.
En lo que refiere al crecimiento económico, éste ha tenido efectos li-
mitados sobre la creación de empleo. El agotamiento del modelo de sus-
titución de importaciones y la adopción del modelo de economía de libre
mercado marcó un punto de inflexión en la composición sectorial y en las
estructuras de empleo urbano del país. Durante el largo periodo de creci-
miento económico iniciado en la década de los cincuenta hasta casi finales
de la década de los setenta, dos características sobresalientes de la diná-
mica del mercado de trabajo fueron: por un lado, la pérdida de importan-
cia relativa de las actividades agrícolas y el incremento de las ocupaciones
industriales; y por el otro, el aumento constante del empleo asalariado.
En contraste, a partir de la década de los ochenta, pero especialmente
desde mediados de la década de los noventa, el mercado de trabajo mos-
tró cambios importantes en cuanto a estructura, composición y calidad de
las ocupaciones.
La reestructuración económica, contrario a lo planteado por sus pro-
motores, acentuó las tendencias de segmentación del mercado de trabajo
al promoverse los diferenciales de ingresos entre sectores y la especiali-
zación de las ocupaciones. La década de los ochenta marcó así un cambio
profundo e integral, acentuado en años recientes. Particularmente durante
la década de los noventa, la política de ajuste adoptada tuvo consecuencias

82 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


directas sobre el mercado de trabajo, por lo menos en dos sentidos: el
incremento del desempleo y el fomento de la desregulación laboral y
el deterioro de la calidad de las ocupaciones, las cuales han ido desplazán-
dose desde los sectores productores de bienes hacia los generadores de
servicios, en sentido amplio.
Las nuevas disposiciones fueron particularmente acogidas por las
grandes empresas, las cuales pasaron a sustituir contratos indefinidos por
otras modalidades de incorporación al trabajo más flexibles y menos cos-
tosas. En términos generales, ha habido un deslizamiento del empleo asa-
lariado industrial hacia actividades terciarias, con considerable incremento
del trabajo independiente o por cuenta propia. El desempleo, la creciente
informalidad y la precarización del trabajo, son en gran parte resultado de la
forma de inserción y articulación de las economías al mercado mundial y, en
este sentido, expresan el nivel de contradicción de las transformaciones
productivas recientes en el ámbito internacional.
En México los efectos en el mediano plazo de la crisis se han reflejado
en la precarización del trabajo. A partir de la década de los noventa, el
mercado de trabajo se caracterizó por la escasa generación de empleos
productivos, el deterioro de la calidad del trabajo, el incremento de la infor-
malidad y la creciente desigualdad de ingresos entre trabajadores califica-
dos y no calificados, además de las desigualdades de género en las ocu-
paciones asalariadas y no asalariadas. El crecimiento del trabajo autónomo
ha presentado un notable crecimiento en las últimas tres décadas, resul-
tado del proceso intenso de privatizaciones y achicamiento del sector pú-
blico emprendido por el gobierno a comienzos de la década de los ochenta,
como parte del proceso de reestructuración económica.
La evolución de la tasa de desempleo, que había descendido de 6.7 en
1995 a 2.5 por ciento a finales de dicha década, creció a partir de entonces
de manera sistemática alcanzando niveles elevados en 2010, con una tasa de
6.2 por ciento, resultado directo de la crisis (véase gráfica 1). En este mismo
sentido, la evolución del salario mínimo —indicador indirecto de la pobla-
ción ocupada que no alcanza el mínimo indispensable para cubrir la canasta
básica— descendió de 20.7 en 1995 a 11.7 por ciento en 2009, y volvió a
ascender un año después, manteniendo una tasa por encima de 13 por
ciento de los trabajadores ocupados.1
1
Datos de la ENE y ENOE (2011).

Crisis económica, pobreza y política social en México • 83


Gráfica 1
México. Evolución del desempleo y de las ocupaciones
con hasta un salario mínimo, 1995-2011

8.0 25.0

7.0
20.0
6.0

5.0
15.0
Porcentaje

Porcentaje
4.0

10.0
3.0

2.0
5.0
1.0

0.0 0.0
1995 1998 2001 2004 2007 2010
Años

Tasa de desempleo ( I ) Hasta un SM ( D )

Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo (ENE) y Encuesta Nacional de Ocupación y Em-
pleo, varios años.

Según las cifras de las Encuestas Nacional de Empleo (ENE) y Nacional


de Ocupación y Empleo (ENOE), el trabajo asalariado en las zonas más ur-
banizadas mostró un lento desempeño, al pasar de 65.5 a 68.2 y a 67.2 por
ciento, en 1995, 2000 y 2010, respectivamente, mientras que el trabajo
por cuenta propia lo hizo de 17.4 a 16.8 y a 18.9 por ciento en dicho periodo.
En una década, la población ocupada en la informalidad pasó de 9.1 millones
a 12 millones, lo que significó un incremento de 32 por ciento. El llamado
trabajo informal, representado por actividades laborales que se encuentra
fuera del sistema laboral, fiscal y de seguridad social, ha tenido particular-
mente un importante y sostenido aumento de 2008 a 2012. Si bien las tasas
de desempleo formal bajaron ligeramente durante dicho periodo, el número
del trabajo informal ha crecido notablemente, lo que coloca en una situa-
ción de vulnerabilidad económica y social absoluta a dichos trabajadores y
sus familias. Todo esto, paradójicamente, aún en un contexto de relativa
estabilidad y crecimiento económico.

84 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


Según datos del XV Informe Anual sobre los Derechos Humanos La-
borales en México durante 2011, elaborado por el Centro de Reflexión y
Acción Laboral (Cereal), en los últimos cinco años se crearon tres empleos
en el sector informal por cada uno creado en el formal. Cada día, alrededor
de 645 mexicanos se sumaron a las filas de la desocupación abierta y unos
1,400 a las del sector informal de la economía; es decir, 77 de cada 100
mexicanos se quedaron sin poder acceder a una fuente de trabajo formal
(El Economista, 26 de abril de 2012). Según datos presentados por el Insti-
tuto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM), en el país existen cerca de 14 millones de personas en
el sector informal de la economía, debido a que durante los últimos 16 años
se han creado 316 mil empleos anuales, cuando la población en edad de
entrar al sector laboral es de 1’200,000 personas en el mismo periodo. La
cifra de trabajadores informales es histórica y casi alcanza a los que cotizan
en instituciones de seguridad, es decir, 18 millones de personas (Más por
más, 2 de mayo de 2012).
Además de la precarización laboral y el crecimiento del sector informal,
el poder adquisitivo del salario se ha erosionado a casi una tercera parte del
valor que presentaba en 1970. Datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y
Gastos de los Hogares (ENIGH), muestran que entre 1983 y 2008, 30 por
ciento de la población más pobre del país (deciles I al III) mejoró en términos
de acumulación del ingreso, al avanzar 0.7 puntos porcentuales en su parti-
cipación dentro del ingreso nacional y pasar de 7.8 a 8.5 por ciento. Sin
embargo, la leve mejoría en esos deciles se debe a remesas y transferencias.
En contraste, el 10 por ciento de la población más rica —el decil más alto
o X— ganó 2.6 puntos en el mismo lapso, al tener 36.3 del ingreso total nacio-
nal, contra 33.6 por ciento de 1983. Pero el ingreso acumulado por los deciles
intermedios (IV al IX) cayó. Para 60 por ciento de la población, el ingreso
retrocedió 3.3 por ciento en el periodo (El Universal, 9 de mayo de 2011). En
este mismo sentido, de acuerdo con el Informe Mundial Sobre Salarios 2010-
2011, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los sala-
rios promedios reales en México bajaron 2.6 en 2008 y 5 por ciento en 2009,
en contraste, por ejemplo, con Brasil y Argentina, en donde los salarios
reales subieron a tasa anual 3.2 y 12.4 por ciento, respectivamente, en 2009.
México se caracteriza por los grandes contrastes sociales y regionales,
dados por las disparidades económicas, la alta concentración de actividades

Crisis económica, pobreza y política social en México • 85


productivas y un desigual proceso de urbanización. La coexistencia de
zonas con niveles de desarrollo relativo altos y otras atrasadas, marginali-
zadas, constata la situación secular de heterogeneidad estructural y las
limitaciones de los modelos económicos y políticos adoptados para enfren-
tarlas. Derivado de ello, el fenómeno de la pobreza se ha hecho más com-
plejo y persistente en determinados grupos o segmentos específicos de la
sociedad.
La pobreza extrema sigue siendo fundamentalmente rural. La pobreza
urbana, aunque tiende a ser más concentrada, parece ser más creciente y
suele afectar de manera desigual a regiones y grupos, según edades, ocu-
paciones, condición étnica y género. En este sentido, es oportuna la crítica
de Boltvinik y Damián (2001: 21) referente a la evolución de la pobreza y la
orientación de la política social que subestima el sensible incremento de
la pobreza y la extrema pobreza urbana en México y asume que la pobreza
es predominantemente rural, con las implicaciones que ello tiene en la
gestión de dichas políticas. Al respecto, Boltvinik y Damián, cuestionaron
particularmente la prioridad que el gobierno de Zedillo otorgó “a la lucha con-
tra la pobreza extrema en el medio rural en detrimento de la lucha contra
ésta en el medio urbano y del combate a la pobreza no extrema o moderada
en todo el país”. Las observaciones de dichos autores son de enorme con-
secuencias académicas y políticas, si se tiene en cuenta el rápido proceso
de urbanización experimentado por el país, las condiciones de pobreza
persistente que enfrenta un amplio sector de la población y el creciente
aumento del financiamiento de los programas sociales, con lentos y fallidos
resultados. En este orden de ideas, Gordon señala que:

En México, la pobreza y los fenómenos de exclusión social relacionados


con ella constituyen un problema antiguo. A pesar de que el bienestar es
un compromiso constitucional y programático del régimen emanado de la
Revolución de 1917, y de que todas las fuerzas políticas del país han coin-
cidido en la necesidad de un sistema económico productivo capaz de pro-
porcionar empleo, educación y salud a toda la población, no se ha podido
construir un modelo económico estable capaz de atenuar la pobreza, ex-
tender la igualdad de oportunidades y generar un mínimo de bienestar
para todos los habitantes. Las políticas asistencialistas y distributivas apli-
cadas por el Estado y por algunos actores sociales han tenido un éxito muy
relativo en aliviar la pobreza, en tanto que las desigualdades generadoras
de exclusión se han agravado (Gordon, 1997).

86 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


En particular, con posterioridad a la crisis económica de 1994-1995, en
la que se perdieron alrededor de un millón de empleos en un año, la po-
breza ha mostrado cierta persistencia, a pesar del crecimiento moderado
de la economía posterior, así como de los múltiples programas sociales
impulsados para abatirla. Existe un componente estructural en la pobreza
que estas familias padecen, que conjuga diversas dimensiones y factores
de la problemática. Según el Coneval (2010), la situación de pobreza medi-
da mediante el método multivariado adoptado, muestra que en ese año 20.6
por ciento de la población presentaba rezago educativo; 31.8 por ciento no
tenía acceso a los servicios de salud; 60.7 por ciento carecía de acceso a la
seguridad social; 15.2 por ciento presentaba carencias por calidad de espa-
cios de la vivienda y 16.5 por ciento carecía de servicios básicos en la
vivienda.
En particular, las carencias educativas, de acceso a los servicios de
salud y de acceso a la seguridad social configuran un cuadro de marcada
exclusión social que coloca a una parte importante de las familias en un
entorno de carencia extrema desprovista de los soportes institucionales
adecuados para superar de manera “autónoma” su condición de pobreza.
Esta “desafiliación” ampliada, que supone la falta de acceso a requerimien-
tos sociales básicos de la población, representa un déficit del Estado en el
cumplimiento de derechos sociales elementales a los que está moral y le-
galmente comprometido.
México no es la excepción en términos del carácter limitado y errático
de las políticas sociales impulsadas a lo largo de más de tres décadas, pero
en el contexto de América Latina presenta una situación de rezago relativo y
persistencia de niveles altos de pobreza, agravados recientemente por la
crisis económica. Durante la primera etapa de la crisis 2008-2010, los datos
del Coneval muestran que la pobreza aumentó en promedio en el país pa-
sando de 44.5 a 46.2 por ciento, lo que representaba en términos absolutos
el paso de 48.8 a 56.0 millones de personas.2 De esta población, en pobreza
2
Cabe indicar que con el nuevo método multidimensional de medición de la pobreza, que
toma en cuenta variables antes no consideradas, el Coneval (2011) presentó resultados para
2008 que anunciaban la reducción de la pobreza, al pasar de 47.4 (50.6 millones de personas)
a 44.2 por ciento (47.2 millones), disminuyéndola en más de tres millones de personas, con
un simple “ajuste” derivado del cambio en la metodología y criterios de medición aplicados
(Boltvinik, 2009a y 2009b y Damián, 2010). Con dicho dato, los “pobres multidimensionales”
resultaron ser mores que los “pobres de ingresos” (Boltvinik, 2009b). La crítica de Damián
(2010), en relación con los criterios contemplados y los resultados presentados, fue en el

Crisis económica, pobreza y política social en México • 87


extrema tuvo una baja relativamente marginal al pasar de 10.6 a 10.4 por
ciento, pero en números absolutos aumentó de 11,674.7 a 11,713.0 millo-
nes de personas.
Según datos de la CEPAL (2009: 59; Castillo, 2011), en términos gene-
rales, la desigualdad en la distribución del ingreso en todos los países de
la región mostró relativos avances en la última década, incluso en el
entorno de la crisis entre 2007 y 2008, con esta doble excepción, por un
lado, “México fue el único país que presentó una clara tendencia al dete-
rioro distributivo” y, por el otro, en éste, la pobreza creció más que en
los demás países de la región. Coincidentemente con el deterioro distri-
butivo del ingreso, “el único país en que se registró un empeoramiento de la
situación de pobreza fue México, cuyo incremento de 3.1 puntos porcen-
tuales entre 2006 y 2008 refleja los primeros efectos de la crisis econó-
mica que se empezó a manifestar hacia fines de ese último año” (CEPAL,
2009: 10).
La gráfica 2 ilustra la tendencia de los tres tipos y niveles de pobreza
considerados: la alimentaria, de capacidades y de patrimonio, durante las
dos últimas décadas. Como puede observarse, la pobreza alimentaria, re-
ferida a la incapacidad de los hogares para obtener una canasta básica
alimentaria aún destinando todo el ingreso disponible para su adquisición,
y en ese sentido la más grave por sus implicaciones en la satisfacción mí-
nima de las personas, fue la que más creció en el periodo de la crisis, al
pasar de 37.4 por ciento en 1996 a 13.8 en 2006 y a 18.8 por ciento en 2010.
La pobreza de capacidades, que contempla a los hogares con limitaciones
de ingreso para alcanzar una canasta alimentaria y cubrir gastos básicos
necesarios en salud y educación, decreció de 46.9 a 20.7 y a 26.7 entre
1996, 2006, y 2010, respectivamente.
La pobreza de patrimonio, la más alta y estructural, que incluye a los
hogares que no alcanzan el umbral de la canasta básica alimentaria ni
los gastos no alimentarios considerados como necesarios en los esquemas

sentido de que se debieron “al establecimiento de umbrales de satisfacción (normas) muy


bajas, por ejemplo, tener sólo educación primaria para la población de 26 años y más”, argu-
mento al que agrega otros, como el hecho de que los montos supuestos para los diver-
sos rubros de gastos de la población se calcularon una vez que se habían definido los montos
necesarios para no ser considerado como pobre, y no antes, obteniendo cálculos cuestiona-
bles que abaratan el precio de la canasta básica, a pesar de la crisis económica y alimentaria
y el aumento en el costo de vida.

88 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


de consumo de la población, tales como salud, educación, vestido, vivienda
y transporte, aun destinando la totalidad del ingreso del hogar a la adqui-
sición de dichos bienes y servicios, descendió de 63.9 por ciento en 1996
a 44.6 en 2006 y volvió a crecer alcanzando 51.3 por ciento de la población
en 2010. En las tres modalidades de pobreza revertieron las tendencias a
partir de 2006, en correspondencia con la profundización de las políticas
económicas neoliberales que siguió el gobierno entrante, los efectos de la
crisis económica sobre el empleo, la calidad de los mismos y el deterioro
de los ingresos, y el desacierto de las políticas sociales, financieramente
costosas, pero erráticas en su orientación y resultados.

Gráfica 2
México. Evolución de la pobreza, 1992-2010
70

60

50

40
Porcentaje

30

20

10

0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2005 2006 2008 2010

Años

Pobreza alimentaria Pobreza de capacidades Pobreza de patrimonio

Fuente: Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, con base en la


Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, 1992-2010.

A pesar de este incremento promedio de la pobreza hubo, de forma


paradójica, un aumento de la población no pobre y no vulnerable, por arri-
ba de la media de ingreso y sin carencias sociales, que podríamos conside-
rar como de clase media consolidada, que pasó de 18.0 a 19.3 por ciento, la
cual en números absolutos representó un aumento de 19.7 a 21.8 millones

Crisis económica, pobreza y política social en México • 89


de personas. Los estados federados que contribuyeron a este incremento
fueron el Distrito Federal con 30.5 por ciento, Jalisco con 21.1, Estado de
México con 18.6 y Nuevo León con 37.8 por ciento. Cabe decir que estos
estados son los que tienen un mayor desarrollo industrial y de servicios, y
que son los que más aportan al PIB nacional. Ello deja ver un patrón de
desarrollo inequitativo que en tiempos de crisis se muestra en forma clara.
Este crecimiento marginal de la clase media es consistente con la tendencia
general observada en muchos otros países de América Latina, respecto al
crecimiento de esta clase social. Quedan a debate los criterios o umbrales
de medición utilizados por los estudios de estructura y movilidad social,
donde una parte de la clase media o clase media baja se etiqueta en situa-
ción de pobreza relativa.
Los datos de la pobreza promedio presentados por el Coneval (2011)
tienen importantes matices a nivel regional o de los estados federados. De
esta forma, para 2010 13 estados de la federación presentan índices de
pobreza en 50 por ciento o más de la población: Campeche 50.0, Chiapas
78.4, Durango 51.3, Guerrero 67.4, Hidalgo 54.8, Michoacán 54.7, Oaxaca
67.2, Puebla 61.0, San Luis Potosí 52.3, Tabasco 57.2, Tlaxcala 60.4, Vera-
cruz 58.3, Zacatecas 60.2. La mayoría de estas entidades (salvo Guerrero,
Hidalgo, Michoacán y Puebla) aumentó su índice de pobreza entre 2008 y
2010. Todos estos estados tienen una estructura productiva poco industria-
lizada y cuentan con un sector agrícola campesino importante. En los casos
de Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz, se
trata de estados con un componente étnico indígena muy importante. Aquí
también es posible observar cómo la pobreza tiene un acento rural (cam-
pesino) e indígena importante.
El estado de la federación con mayor número de personas en pobreza
era para 2010 el Estado de México con un total de 6.5 millones de personas
en esta situación. En este caso se trata del estado más poblado del país,
con una aportación de más de 10 puntos porcentuales al PIB nacional. Esta
entidad tiene una economía diversificada, con un fuerte componente in-
dustrial y de servicios, pero también cuenta con un sector rural campe-
sino e indígena importante. Comparte una de las zonas metropolitanas
más grandes del mundo con la Ciudad de México, en la cual existen muni-
cipios urbanos de enorme magnitud poblacional y que representan la
mayor concentración de pobreza urbana a nivel nacional.

90 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


La pobreza en las zonas rurales, entre 2008 y 2010, aumentó de 62.4 a
64.9 por ciento, dato que contrasta con el de las zonas urbanas, que fue de
39.1 a 40.5 por ciento en el mismo periodo. Pero el núcleo duro de la po-
breza rural se encuentra entre la población indígena, en donde la pobreza
pasó de 75.9 a 79.3 por ciento. La pobreza extrema tiene especial presencia
en cuatro estados federados: Chiapas con 32.8 por ciento o 1’652,500 per-
sonas, Guerrero con 28.8 por ciento o 1’046,000 personas, Oaxaca con 26.6
por ciento o 1’035,600 personas y Veracruz con 18.1 por ciento o 1’203,300
personas. En estos cuatro casos, salvo Oaxaca, la pobreza extrema aumen-
tó en los últimos años.

EL RÉGIMEN PÚBLICO DE BIENESTAR


Y LA POLÍTICA DE COMBATE A LA POBREZA

En México la asistencia al bienestar social se lleva a cabo a través del gas-


to público social y de programas que son parte de un conjunto de institu-
ciones públicas, los cuales son integrantes de la administración pública
federal, entre las que destacan por su responsabilidad en la promoción del
bienestar social: la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Educa-
ción Pública, la Secretaría de Salud y la Secretaría del Trabajo y Previsión
Social. No obstante el carácter institucional que reviste la política pública
promovida por dichas instituciones, cuya característica sobresaliente de la
política social mexicana es la de estar fuertemente marcada por prácticas
clientelares y burocráticas que restringen la participación efectiva de los
beneficiarios, desvirtúan la orientación de los programas y son altamente
onerosas y erráticas en cuanto a sus resultados. Las experiencias pasadas
de gestiónes administrativas y, esencialmente, las prácticas políticas parti-
distas, han contribuido a debilitar la capacidad de la sociedad y sus actores
en la participación y decisiones responsables sobre las iniciativas de su
propio desarrollo. La valoración de estos antecedentes permite identificar
las limitaciones que han enfrentado los procesos de gestión, el diseño y la
aplicación de políticas públicas y sociales coherentes, con impactos sustan-
tivos en el abatimiento de la pobreza en el país.
La política social mexicana tiene sus fundamentos en los principios que
durante las primeras décadas del siglo pasado dieron lugar al proceso de

Crisis económica, pobreza y política social en México • 91


institucionalización de las formas de convivencia en el país. La política
social, en este marco, fue de índole fortuito y puramente asistencial. En el
país, para entonces:

La política social no tiene un carácter voluntario sino obligatorio, porque


es un elemento fundamental para alcanzar la justicia social en la distribu-
ción de los recursos, responsabilidades y oportunidades. Desde la admi-
nistración del presidente Lázaro Cárdenas a fines de los años treinta e
inicio de la siguiente década del pasado siglo, el gobierno mexicano ha
reconocido explícitamente su responsabilidad de asistir a los grupos más
pobres de nuestra sociedad y se ha entendido a la política social como un
elemento central del proceso de distribución social de los recursos públi-
cos (Sobrino y Garrocho, 1995, citado en Massé, 2002).

No obstante, concretamente a partir de la década de los setenta, el


Estado mexicano instrumentó una serie de acciones orientadas a la aten-
ción directa y focalizada de la población en condiciones de pobreza. A
partir de entonces, pero particularmente a mediados de la década de los
ochenta, se empezaron a generar planes que incluían programas de política
social de abatimiento de la pobreza en México (Massé, 2002). En cierto
modo, aunque resulte un tanto paradójico, hasta antes de 1982 la política
social no tuvo el sustento de un programa de carácter nacional, universal
y ampliamente incluyente de las poblaciones desfavorecidas. Algunas de
las experiencias de política social fueron el Programa Integral de Desarrollo
Rural (Pider) iniciado en 1973 y el Programa para la Atención de Zonas
Deprimidas y Marginadas (Coplamar), el Programa del Sistema Alimentario
Mexicano (SAM), la creación del Ramo 26, el Pronasol, el Programa Solida-
ridad y el Progresa, actualmente transformado en Programa Desarrollo
Humano Oportunidades. El primero fue un programa de apoyo productivo
que se implementó en la región sur del país; el segundo se dirigió a mejo-
rar las condiciones de vida poblacional, principalmente en salud y nutri-
ción. El SAM, pretendió solventar la pobreza en áreas rurales mediante el
apoyo a la elaboración de productos agrícolas. El Progresa es el antecedente
inmediato de Oportunidades, o es el mismo, con ciertos ajustes en la mo-
dalidad de apoyos, cobertura y estructura de gestión.
Normalmente, tanto las políticas sociales, como todas las demás políti-
cas públicas, son planeadas y ejecutadas por instituciones estatales. Debido

92 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


a ello, se reconoce como responsabilidad del Estado la provisión de nece-
sidades básicas a la población, particularmente en cuanto a los servicios de
salud, alimentación, educación y vivienda, que contribuyan al bienestar y al
desarrollo de los individuos. No obstante, el actual escenario plantea nue-
vos desafíos en la gestión de políticas sociales. Generalmente, se supone
que una política social “sólo puede darse como una decisión del sector
público”; sin embargo, una visión más acorde con las exigencias de la so-
ciedad actual plantearía que las políticas sociales no deben entenderse
como meras determinaciones estatales. Lo público debería verse en otro
sentido, como espacio de los intereses colectivos más que como lo estatal,
e involucrar a múltiples instancias de la sociedad civil. En todos los casos,
la política social queda subordinada al modelo económico, a su dinámica y
contradicciones.
La Constitución Política define y consagra distintos aspectos de los
derechos sociales. En particular, destaca el “derecho al trabajo” en el sen-
tido expreso de que “toda persona tiene derecho al trabajo digno y social-
mente útil”, por lo que “al efecto, se promoverá la creación de empleos y la
organización social para el trabajo”, y establece además, que “los salarios
mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades
normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural y
para proveer a la educación obligatoria de los hijos” (Boltvinik y Damián,
2003: 103). En otro orden, reconoce las necesidades básicas y específicas,
en lo que refiere a la educación, la salud y la vivienda, a las que debería
tener acceso todo mexicano. La Constitución Política y su legislación regla-
mentaria comprenden importantes apartados referentes a los derechos
sociales.
En cuanto a la educación, contempla el derecho a la educación prima-
ria, secundaria y preescolar, esta última recientemente incluida, y declara
obligatoriedad, gratuidad e impartición por parte del Estado y, respecto a
la salud, establece el derecho a su protección, aunque operativamente
queda reducido el derecho a los servicios básicos de salud en la Ley Gene-
ral de Salud, reglamentaria de la norma constitucional. La Constitución
también reconoce el derecho a la vivienda digna y decorosa, la Ley Federal
de Vivienda reglamenta esta indicación constitucional. No obstante, como
señalan Boltvinik y Damián (2003: 105-106), “ni la Ley Federal de Vivienda,
ni la Ley General de Salud, aseguran la satisfacción de las necesidades de

Crisis económica, pobreza y política social en México • 93


vivienda y salud, puesto que no imponen la obligación del Estado como
contrapartida de estos derechos”. En este sentido, “de entrada, ambas leyes
hacen que los derechos se desvanezcan”, o como dichos autores recono-
cen, más allá de las limitaciones de los derechos sociales explícitamente
reconocidos en la legislación, “muchos de ellos son letras muertas”.
Desde finales de la década de los ochenta el combate a la pobreza se
ha planteado como uno de los objetivos prioritarios en la agenda de políti-
cas sociales impulsadas por los gobiernos. La década de los setenta se
caracterizó por una fuerte intervención del Estado en la economía y la
política social. Las administraciones de los sexenios 1970-1976 y 1976-
1982 asumieron el incremento del empleo y la redistribución relativa del
ingreso como aspectos fundamentales de la agenda orientada al mejora-
miento del bienestar de la población. No obstante los intentos reiterados,
durante este periodo los esfuerzos por materializar una política social bajo
los principios de la solidaridad social y el universalismo, los niveles de
bienestar de la población no fueron satisfactorios y durante la década
de los ochenta el bienestar de la población tuvo un deterioro importante.
Como se ha dicho, el cambio tanto de paradigma económico como de
régimen de bienestar por parte del Estado mexicano desde finales de la
década de los ochenta y durante la década de los noventa, supuso la resi-
dualización del sistema de bienestar basado en los principios de solidaridad
social y universalismo. Es en este sentido que, según Massé:

la compatibilidad de la política económica neoliberal con el abandono del


financiamiento de la asistencia social, devino en la adopción de programas
selectivos de pobreza, en vez de políticas integrales, abarcadoras y univer-
sales. Esto significó asimismo, el abandono de la noción de los derechos
sociales a favor de programas selectivos y discrecionales (Massé, 2002).

La crisis de 1995 condujo al aumento de la pobreza rural y urbana del


país. En cierto modo, a partir de entonces, el gobierno modificó la estrate-
gia de acción frente al creciente deterioro de las condiciones de vida de la
población. La política social fue reencausada con criterios de mayor alcance.
El gobierno, entre otras acciones, optó por eliminar “los subsidios univer-
sales a la tortilla” y en su lugar, a través de Progresa, impulsó el financia-
miento de “una nueva inversión en capital humano” (Wodon et al., 2003).
El Progresa se planteó como objetivo el apoyo a las familias que vivían en

94 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


condiciones de pobreza extrema, con base en un esquema que intentaba
potenciar las capacidades y crear condiciones de oportunidades para al-
canzar mejores niveles de bienestar en el corto, mediano y largo plazo de
sus miembros (Campos Alanís, 2003).
En este sentido, el programa tuvo un enfoque “innovador”, que operó
haciendo “transferencias en efectivo a los hogares pobres rurales con la con-
dición de que sus hijos asistan a la escuela y su familia acuda con regularidad
a los centros de salud locales” (Wodon et al., 2003). En concreto, el programa
intentaba promover mejoras en las condiciones de vida, ofreciendo cobertu-
ras básicas de salud y alimentación y oportunidades de educación de los
menores. En términos de su orientación, tuvo un perfil de cobertura focali-
zada, dirigido al combate de la pobreza extrema. El programa, a pesar de sus
limitaciones naturales, adoptó un concepto que lo distinguió de otras moda-
lidades de atención anteriores, puramente asistencialistas e inmediatistas.
Durante los últimos tres sexenios, la novedad en el régimen de seguri-
dad social ha sido la proliferación de programas asistenciales focalizados
de lucha contra las diversas formas que asume la pobreza. Estos progra-
mas han sido institucionalizados mediante la creación de la Secretaría de
Desarrollo Social (Sedesol), que es la encargada de su gestión, así como
han sido regulados a través de la Ley General de Desarrollo Social promul-
gada en 2004, la cual en su artículo 1, inciso I, dice:

Garantizar el pleno ejercicio de los derechos sociales consagrados en la


Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, asegurando el ac-
ceso de toda la población al desarrollo social (http://www.diputados.gob.
mx/LeyesBiblio/pdf/264.pdf).

A pesar de lo dicho, la Ley lo que regula son los programas focalizados


y compensatorios de lucha contra las diversas formas de pobreza. Como
parte de la institucionalización de este tipo de políticas y derivado de la
misma Ley General se creó en 2006 el Consejo Nacional para la Evaluación
de la Política Social (Coneval) (http://web.coneval.gob.mx/Paginas/princi-
pal.aspx). Éste es un órgano desconcentrado de la administración pública
federal encargado de evaluar los programas sociales, a la vez que realiza
la medición oficial de la pobreza.
A lo largo del Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
en México 2011, se deja ver el carácter fragmentario de las políticas enca-

Crisis económica, pobreza y política social en México • 95


minadas a la mejora en las condiciones de vida y el combate a la pobreza.
De un total de 89 programas y acciones, con un presupuesto de 72,122.23
pesos en el año 2004, se pasa a un monto de 692,003.81 pesos repartido
entre 272 programas para 2011. Si bien podría argumentarse que la tripli-
cación de estrategias debería traducirse en una fuerte reducción en los
índices de pobreza, parece que éstos no están necesariamente bien dirigi-
dos, si atendemos a la proliferación de programas precisamente al finalizar
el actual sexenio y los limitados resultados alcanzados (véase gráfica 3).

Gráfica 3
México. Total de programas de desarrollo social
y combate a la pobreza y presupuesto destinado, 2004-2011
300 800

700
250

600

Presupuesto (mmdp)
200
Total de programas

500

150 400

300
100

200

50
100

0 0
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011

Total de programas ( I ) Presupuesto original (mmdp) ( D )

Fuente: Elaboración del Coneval con base en el Inventario Coneval.

Los 273 programas identificados en el Inventario Coneval tienen perfi-


les diversos, supuestamente orientados a combatir los distintos tipos de
pobreza; sin embargo, la distribución de recursos es muy desigual entre
los diversos tópicos tomados en cuenta. Así, para 2010 se tenía un total de
94 programas y acciones referentes a educación, 56 respecto a BE, 40 en el
ámbito de la salud, 27 sobre medio ambiente, 19 para combatir la discrimi-
nación, 19 relativos a trabajo, nueve para la vivienda y tan sólo cinco en lo

96 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


que corresponde a alimentación, no obstante “la incidencia de la población
con carencia por acceso a la alimentación fue de 24.9 por ciento en 2010,
3.2 puntos porcentuales más que en 2008. Ésta fue la única carencia que
aumentó su nivel en 2010, 4.2 millones de personas más que en 2008”
(Coneval, 2011: 26). Según el análisis realizado por el Coneval en el citado
Informe:

En general es adecuado que haya diversos programas y acciones presu-


puestarios para enfrentar los múltiples retos del desarrollo social, pero no
siempre es claro que tener muchos programas se traduzca en mejor política
pública […] el análisis del Inventario Coneval apunta a que hay y se han
generado recientemente muchos programas de desarrollo social y que se
muestra una gran dispersión y una potencial falta de coordinación entre
instancias federales por esta razón, si se incluyeran los programas de go-
biernos locales, el problema sería aún mayor (Coneval, 2011: 87, C.N.).

El tipo de ayuda que, además, proveen la mayoría de los programas y


acciones es de capacitación (59 programas), asesoría técnica (37 progra-
mas), servicios de salud (32 programas) y campañas o promoción (23 pro-
gramas). No obstante la multiplicación de acciones, es clara la duplicidad
y sobreposición de objetivos y metas. Asistimos a una proliferación de
“microprogramas” cuyos resultados no son permanentes, ya que:

[…] los programas de desarrollo social son más efectivos para proteger a
la población ante adversidades coyunturales que para la generación de
empleos permanentes. La política de desarrollo social cuenta con algunos
programas de protección social, éstos son insuficientes para fortalecer el
ingreso de la población ante reducciones coyunturales como las vividas en
el país en 2008-2010. En ausencia de estos mecanismos y ante las crisis
recientes (financiera, en precios de alimentos y energéticos), se han favore-
cido instrumentos como Oportunidades o subsidios energéticos generali-
zados que no están focalizados en los pobres (Coneval, 2011: 43).

El programa Oportunidades es el programa federal más importante de


combate a la pobreza extrema en México. Formalmente creado en el año
2000, sustituyó con pocas modificaciones al Programa de Educación, Salud
y Alimentación (Progresa), iniciado en 1997. Es un programa de cobertura
nacional que actualmente incluye a áreas rurales, urbanas y zonas metro-

Crisis económica, pobreza y política social en México • 97


politanas, y tiene presencia en 97,437 localidades. Oportunidades opera
bajo un esquema interinstitucional, con la participación de la Secretaría de
Educación Pública (SEP), la Secretaría de Salud (SSA), el Instituto Mexicano
del Seguro Social (IMSS), la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y los
gobiernos estatales y municipales. El programa brinda apoyo en educa-
ción, salud, nutrición e ingresos. En este sentido tiene una estructura am-
plia de atención que pone especial énfasis en los grupos más vulnerables
demográfica, social y territorialmente diferenciados, con énfasis de género
(Sedesol, 2011).
Operativamente, Oportunidades dispone de una estructura organizativa
multisectorial con niveles escalonados de funciones, que integra la Coordi-
nación Nacional del Programa, un Consejo Nacional conformado por SEP,
SSA, SHCP y Sedesol, y un Consejo Técnico integrado por los subsecretarios
de dichas dependencias, además del IMSS y la Secretaría de Contraloría y
Desarrollo Administrativo (Secodam). La coordinación intersectorial e inter-
institucional es quizá una de las características innovadoras del programa y
probablemente una de sus fortalezas. A nivel estatal, el programa dispone
de una Coordinación Estatal y una Coordinación Técnica que involucran a
los representantes federales y estatales. A nivel local cuenta con los Comités
de Promoción Comunitaria, formados por lo menos por tres vocales benefi-
ciarias, con funciones de apoyo a los programas de salud, educación, control
y vigilancia, respectivamente. A nivel municipal, el programa cuenta con la
figura del “Enlace” municipal, que tiene como función central servir de “apo-
yo y enlace para dar seguimiento a la operación del programa a nivel local y,
en general, para facilitar la logística operativa”.
Oportunidades es el programa de mayor impacto sobre la pobreza en
México, con efecto directo sobre las condiciones inmediatas de la pobla-
ción adulta, juvenil e infantil, particularmente en educación sobre estas
últimas, y expectativas de largo plazo en el mejoramiento de las condicio-
nes sociales de las siguientes generaciones. No obstante, el programa tiene
alcances limitados en cuanto a la ampliación de capacidades en relación
con la inserción futura en el mercado de trabajo. El programa, por una
parte, está enfocado fundamentalmente a los grupos de menor edad incor-
porados al sistema de educación básica, aún no incorporable al mercado
de trabajo y, por otra parte, debido a las exigencias de dicho mercado, el
nivel de capacitación ofrecido resulta considerablemente insuficiente en

98 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


el logro de empleos bien remunerados dadas las exigencias del modelo
económico y la consiguiente devaluación del capital humano.
El programa tiene como objetivo central el desarrollo de capacidades,
o por lo menos así se plantea. El esquema de operación es muy complejo.
La corresponsabilidad es un factor central del programa, que implica el
involucramiento y la participación activa de la comunidad y las familias en
el desarrollo comunitario. Actualmente opera en 32 entidades y tiene una
cobertura de 5.8 millones de familias a las que brinda atención gratuita de
salud, alimentación y apoyos educativos. Si bien se supone que a 15 años
de creación de Progresa, Oportunidades ha avanzado en los objetivos de
combate a la pobreza extrema, potenciando las capacidades de la población y
propiciando oportunidades básicas de desarrollo en los contextos con
mayores rezagos sociales, lo cierto es que, como señala Boltvinik (2008),
“para que el PO (Programa Oportunidades) tuviera los efectos previstos por
sus diseñadores en la disminución de la pobreza de la siguiente generación
tendrían que darse dos condiciones necesarias:

1) Elevar sustancialmente la matrícula escolar de la población beneficiaria


sin disminuir la de la no beneficiaria.
2) Que el mayor nivel absoluto de educación alcanzado se tradujese en em-
pleos bien pagados. Así, el fracaso del programa se hará evidente, co-
mo cuando se apunta “en términos de mejora de hijos respecto de los
padres no se encuentra que haya algún efecto importante de Oportunida-
des en términos de mejora salarial, estar en trabajos formales o de
ocupaciones mejor calificadas” (Sedesol, cfr. Boltvinik, 2010).

El alcance del programa Oportunidades, en este sentido, “es erróneo”.


El desarrollo de capacidades básicas que otorga resulta insuficiente para la
“integración plena en las actividades productivas y, por tanto, para la supe-
ración de la pobreza. Esta limitación del programa se intenta subsanar con la
estrategia “Vivir Mejor”, la cual promueve la capacitación en los niveles
medio superior y superiores y fomenta la capacitación para el empleo,
en mejores condiciones de competencia laboral. Esta estrategia, implemen-
tada en abril de 2008, pretende avanzar en el desarrollo de capacidades
básicas, entre otros de sus objetivos orientados a la generación de “condi-
ciones de igualdad de oportunidades” y el abatimiento de la pobreza y la

Crisis económica, pobreza y política social en México • 99


marginación en el entorno rural y urbano privilegiando a los grupos más
vulnerables: mujeres, indígenas, adultos mayores, discapacitados y perso-
nas en condiciones de pobreza extrema.

PAUPERIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICAS SOCIALES COMPENSATORIAS

En México, la política social adolece de grandes escollos en la atención a la


población. Además de estar condicionada por factores estructurales del
modelo económico seguido y enfrentar las limitaciones derivadas de las
disparidades territoriales, la heterogeneidad demográfica y social, la diver-
sidad étnica y cultural, es particularmente afectada por la persistencia de
ciertas prácticas políticas de control social, corporativismo y clientelismo
político, que en contextos de atraso distorsionan y dificultan la operatividad
de los programas sociales. Los cambios políticos vinculados con los proce-
sos de democratización y la consiguiente mayor participación ciudadana
plantean la necesidad de instrumentar políticas públicas idóneas para en-
frentar las demandas y rezagos sociales acumulados.
El modelo económico neoliberal adoptado a comienzos de la década de
los ochenta promovió una situación compleja de indefensión y creciente
vulnerabilidad social. El desempleo, la informalidad y el deterioro de la
calidad de las ocupaciones, la pobreza y la desigualdad social pasaron a
representar grandes desafíos de la agenda de las políticas públicas y socia-
les. Las limitaciones de dicho modelo económico, en lo que refiere al desarro-
llo y promoción de políticas sociales coherentes y oportunas para enfrentar
la situación de pobreza y desigualdad social, son inherentes a la lógica y
contradicciones del modelo económico. La evolución favorable en algunos
de los indicadores de bienestar ha resultado dispar entre las diferentes
regiones, sectores sociales y segmentos de la población. En este marco, el
escenario de bienestar social plantea un problema de orden estratégico en
las dimensiones sociales (económicas, políticas y culturales) y demográfi-
cas, teniendo en cuenta que “bajo la modalidad neoliberal del capitalismo
mexicano difícilmente se podrá erradicar la pobreza, por lo que se debe
reorientar la política económica con el fin de lograr un crecimiento soste-
nido y, al mismo tiempo, generar empleo y mejorar la distribución del in-
greso” (Ornelas Delgado, 2006: 109).

100 • Dídimo Castillo Fernández, Jorge Arzate Salgado


La dinámica reciente de la economía ha mostrado una debilidad es-
tructural creciente en la generación de empleos, determinada por las
nuevas formas de organización del trabajo y la adopción de tecnologías
que limitan la generación de puestos de trabajo y promueven el deterioro
de las ocupaciones entre los trabajadores menos calificados. En las cir-
cunstancias económicas vigentes, esta deuda social es casi irresoluble
debido, por un lado, al incremento de la población en edades activas, y por
otro, dadas las limitaciones del modelo económico en la creación de em-
pleos “formales”, el consiguiente incremento de la informalidad y la pre-
carización laboral, y el deterioro de los ingresos. Los desafíos no sólo
corresponden a la cantidad de empleos demandados, sino también a la cali-
dad de los mismos. En este sentido, la tarea prioritaria de las políticas
sociales es integrar productivamente a la población activa, antes que la
población adulta mayor crezca de manera acelerada y profundice las con-
diciones de dependencia sobre la población ocupada. Pero el reto es doble:
implica absorber los rezagos acumulados e incorporar a la nueva pobla-
ción trabajadora (Castillo, 2011).
Normalmente, los problemas de pobreza están íntimamente relaciona-
dos con las posibilidades de impulsar políticas de desarrollo nacional y
regional oportunas y eficaces. La coexistencia de zonas con niveles de
desarrollo relativo altos y otras atrasadas, marginalizadas, constata la situa-
ción de heterogeneidad estructural y las limitaciones de los modelos eco-
nómicos y políticos adoptados para enfrentarlas. Otros elementos a tener
en cuenta en las estrategias de las políticas sociales en México, son, por un
lado, la normatividad y el ámbito de los derechos sociales y ciudadanos y,
por el otro, el referido a las prácticas burocráticas, tecnocráticas, clientela-
res y de discrecionalidad que en muchos casos las condicionan, desvirtúan
su orientación y objetivos, y obstaculizan e impiden su operatividad.
La política de combate a la pobreza, particularmente enfocada a dismi-
nuir las brechas entre regiones y a mitigar los rezagos y desigualdades de
cobertura de servicios básicos en la población más vulnerable, en condi-
ciones de pobreza y extrema pobreza, no ha alcanzado los resultados pro-
puestos o, por lo menos, no los ha logrado en los tiempos deseados. Dicha
política, lejos de fundamentarse en esquemas integradores con cobertura
universal, dado su carácter focalizado, además de requerir mejoras en
cuanto a calidad y alcances de los programas (por ejemplo, la reducción

Crisis económica, pobreza y política social en México • 101


en las brechas de desigualdad en infraestructura social básica, igualar opor-
tunidades de acceso a la educación y salud, la canalización suficiente y
oportuna de recursos descentralizados, etcétera), debería promover un pa-
drón de aplicación con mayor control sobre la distribución de los recursos,
que evite el dispendio y asegure el adecuado manejo administrativo por las
instancias responsables. La marginación y la pobreza observan sus estados
más críticos en la población indígena, de ahí de la necesidad de poner mayor
énfasis en las políticas enfocadas en este sector, buscando reducir la brecha
demográfica, económica y social que la relega de las condiciones de vida del
resto de la población.
La estructura económica y la distribución demográfica futura son as-
pectos fundamentales para la orientación de las políticas y las acciones que
habrán de formularse en el corto y mediano plazo. El más elemental de
los retos sigue estando en relación directa con la correcta aplicación de los
programas desarrollados por el gobierno, dado que, en todos los ámbitos,
persisten irregularidades en cuanto a su aplicación. Sigue siendo necesario
promover la consideración de criterios demográficos en los programas de
desarrollo económico y social, evitar la duplicidad de programas y promo-
ver una mejor coordinación entre los órdenes de gobierno y entre los
diversos sectores que inciden en el desarrollo nacional (por ejemplo, gobier-
nos estatales, locales y organizaciones de la sociedad civil). En todos los
ámbitos persiste un número elevado de programas con coberturas frag-
mentadas, discontinuos, altamente onerosos y erráticos en cuanto a sus
resultados, con alcances temporales limitados y focalización inadecuada.
Es necesario reevaluar y redefinir su relevancia, efectividad e incidencia
sobre las condiciones de bienestar de la población de destino.
Conclusiones

Desde el inicio de 2008-2009 hasta la primera mitad de 2013 la crisis ha


demostrado la debilidad de los Estados nacionales para hacer frente a los
efectos estructurales que produjo. La crisis que comenzó su ola expansiva
dentro del sistema financiero de Estados Unidos impactó de forma rápida
en los sistemas financieros y en la economía real de los países europeos y,
finalmente, tuvo repercusiones en las economías de los países emergentes.
En estos últimos, si bien se verificó una desaceleración de las economías, en
algunos de ellos el parón fue momentáneo y hubo un crecimiento relativo
en los consecuentes años. Sin duda las economías europeas fueron las
afectadas, sobre todo las de países como Grecia, Portugal, Irlanda y España,
los cuales todavía en 2013 muestran saldos negativos en sus economías y
en sus respectivos Estados de Bienestar.
Las consecuencias sociales en todo el mundo fueron, en su conjunto,
devastadoras: un tsunami económico golpeó a las familias de clase media
europea, haciendo que sus patrimonios decrecieran o, incluso, desapare-
cieran, mientras que en América Latina, sobre todo en México, la pobreza
y el hambre aumentaron. En Europa, con el aumento del desempleo una
importante franja de población joven, en general bastante educada, quedó
expuesta a la desafiliación, la pobreza y a la exclusión social. En América
Latina la juventud tiene cada vez menos oportunidades de movilidad social,
a pesar de los reportes, de tono ensordecedor y chocante, de la CEPAL que
indican movilidad social ascendente en la región.
Por otra parte, la indignación surgió como acción colectiva ciudadana;
de esta forma, los movimientos ciudadanos de los indignados tomaron la
escena cotidiana, efectuando su aparición en las calles y en los medios;

103
escenificación con la cual se reafirmaron como sujetos políticos frente a la
poca capacidad de respuesta de los gobiernos democráticos de turno. La voz
de los indignados fue una flecha que abrió el camino de la conciencia
colectiva frente a un sistema capitalista mundial incapaz de otorgar certi-
dumbre alguna sobre el futuro y el bienestar de las mayorías, y en confron-
tación a gobiernos preocupados en rescatar las finanzas de las empresas
del sector financiero y bancario antes que salvar a las familias que habían
perdido trabajo y patrimonio.
Los indignados fueron y siguen siendo otro tsunami colectivo. Encar-
naron mediante su protesta pacífica, dialógica y, por tanto, reflexiva, la
conciencia de que el modelo económico capitalista contemporáneo carece
de los mecanismos institucionales necesarios para autocorregir sus defi-
ciencias. No sólo de mecanismos económicos, por ejemplo para organizar
el caos de la libre circulación de capitales entre los diversos núcleos finan-
cieros del sistema o para regular la eficacia de las relaciones entre econo-
mía financiera y economía real, sino políticos, es decir, cómo asegurar que
el descontento ciudadano pueda generar reglas de intervención en lo eco-
nómico acordes a los principios liberales básicos (libertad y derechos hu-
manos) así como en línea con los principios democráticos esenciales (ase-
guramiento del bienestar de las mayorías).
El “no-lugar” de la crisis que nos presentan los mass media, como tiem-
po de la incertidumbre, en el que se mueven y genera el puzzle sistema
financiero-económico real, significa un hecho que tiene su contraparte,
ésta perfectamente ubicada en la multiplicidad de los lugares con nombre
y apellido, situados en el espacio geográfico de lo social: la precariedad
realmente existente trascurriendo en el tiempo real de los sujetos sociales.
Frente a las zonas de ambigüedad que producen los movimientos financie-
ros, como especie de poderosas olas destructoras los movimientos de ca-
pitales entre sistema financiero y economía real, se antepone la realidad de
la precarización como el espacio geográfico y social del dolor, la desdicha, la
incertidumbre, la desafiliación y la impotencia política. Este complejo tejido
de relaciones o espacio de la precarización no ha podido ser descubierto
del todo por los analistas de la crisis, pues lo que hay, como saldo de ella
es la reconstitución de la condición humana y ciudadana de los afectados, lo
que significa la reconfiguración antropológico-política de los sujetos, me-
diados por fuerzas de precarización social.

104 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


La no idealización del sistema económico capitalista como el proyecto
perfecto de civilización única representa el núcleo ideológico y la significa-
ción imaginaria de la reconfiguración antropológico-política de los sujetos
vulnerabilizados por la crisis. Son esos indignados con voz, con acción
tumultuaria e imprecisa, e incluso, aquellos silenciosos e invisibles pero
con capacidad creativa frente a la adversidad, los que con su descreimien-
to del modelo global de economía han marcado esta crisis para dar otra
lectura de la misma, una lectura signada por la socialidad indignada-alegre-
festiva pero a la vez triste característica de la derrota momentánea frente a
lo estructural; es decir, frente a la imposibilidad de acceso al mercado de
trabajo formal y, por tanto, a la deseada movilidad social; lectura al fin
compleja y contradictoria, como compleja y contradictoria es su acción
ante posibles victorias y estrategias para salir adelante.
Todo esto amerita una antropología de la crisis y una sociología de la
derrota ideológica, por lo menos, del sistema económico y social liberal o
neoliberal contemporáneo, entendido como proyecto histórico pretendida-
mente único de economía y sociedad. Con lo cual se plantea una serie de
incógnitas sobre lo que realmente significa hoy en día el crecimiento eco-
nómico, el bienestar, los derechos ciudadanos, así como coloca en la pales-
tra la interrogante sobre el sentido de los Estados nacionales para con el
bien común, inclusive, aparece una crítica a los fundamentos éticos de la
ciencia social y económica.
Tal vez esta nueva conciencia, que forma parte ya de un imaginario de
la incertidumbre, de la duda y, por lo tanto, hay un imaginario que significa la
renovación de la capacidad crítica de las clases vulnerabilizadas, sobre
todo de las clases medias urbanas; imaginario que nos permita vislumbrar
que el modelo económico y social de libre mercado se encuentra signado
por esa falla geológica, estructural, la cual coloca a toda comunidad en una
espera temporal signada por la incertidumbre. La fractura entraña la impo-
sibilidad de aterrizar los procesos económicos en modelos racionales, por
tanto, manejables técnica y políticamente hablando, con lo cual el capitalis-
mo contemporáneo se asume como una zona de ambigüedad.
A la narrativa tejida desde el dato macroeconómico o técnica, habrá
que tejer la narrativa desde el dato circunstancial propio de lo que Simmel
llama socialidad, aquella que descubre las formas de vida de la sobreviven-
cia cotidiana de manera horizontal y entre iguales, socialidad como tiempo

Conclusiones • 105
de la reflexividad sustantiva de la copresencia y que se sostiene gracias a
las múltiples racionalidades coexistentes en el mundo-de la vida o esfera
de la labor: que implica el tiempo de la reproducción de la vida, por tanto de
los sentimientos, el gozo, el gasto, el amor, la sexualidad. Narrativa de la
vitalidad imprescindible a la hora de hablar de bienestar: del estar bien: de
producir el bien colectivo, más allá del tiempo, o no-lugar, del dato de las
capacidades para la productividad.
La narrativa macroeconómica queda, entonces, como la ideología ofi-
cial de un sistema empeñado en sustituir o encubrir la capacidad humana
múltiple y oblicua por el tecnicismo de la productividad, queda como una
especie de dispositivo discursivo, o sea, como mecanismo técnico e ideo-
lógico que justifica el estado de cosas al identificar la deriva de los hechos
como algo inevitable por su rudeza técnica. Por el contrario, la narrativa de
los indignados queda como el festín de una forma de racionalidad política
polimorfa, cuya deriva abona para el futuro, cual semilla política de algo
que no logra todavía vislumbrarse: la esperanza.
A las ciencias sociales les resta toda una ruta por recorrer, comenzando
por revalorar la crítica como capacidad ética de pensamiento de la realidad
histórico-social, algo que Habermas ya había anunciado en Ciencia y técnica
como ideología, pero que hoy, después de esta crisis, que fue y sigue siendo
una poderosa fuerza de violencia económica, nos aparece como una premisa
necesaria. A la sociología, la antropología y la geografía le incumbe una tarea
pendiente para pensar, de forma deslocalizada del no-lugar, la crisis y sus
efectos en el cuerpo humano, en el cuerpo comunitario típico de lo social y
en las coordenadas socioecológicas del espacio geográfico. Como señala
Jiménez Bautista (2004) el espacio se olvida muchas veces, es un todo único,
sistémico y dialécticamente interactivo y mutante que requiere planificación
holística e integradora (transdisciplinar).
Señalamos algunas conclusiones:

1. Las crisis económicas no son un hecho aislado. Dependen de múltiples


factores y determinan numerosos cambios en las relaciones socia-
les afectando a la mayoría de los seres humanos que viven dentro de
una sociedad.
2. La crisis que ha sufrido España ha sido el resultado de una gestación
de toda una década (desde 1998 a 2008). Se podría decir que le hemos

106 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


robado dinero al futuro y éste había llegado de golpe, sin avisar, po-
niendo de manifiesto la pobreza y no sólo eso, sino que nunca había-
mos dejado de ser pobres. Sin embargo, la pobreza generada en torno
a la crisis no es falta de riqueza o de ingresos, sino de “capacidades
básicas insuficientes”. Para Amartya Sen el ser humano no es mero
receptor de prestaciones, sino que es creador de su propio destino y res-
ponsable éticamente de que se creen las condiciones necesarias para
que todos —y no sólo algunos— puedan ser “agentes” y no meros re-
ceptores. Así, aquellos que tienen poder o que son potencialmente
poderosos no deben considerar ese poder como un privilegio, sino
como una responsabilidad.
3. El problema de España en particular, no ha sido el aumento de gastos
(derroches y la desmesurada corrupción); el problema fundamental ha
sido la caída de los ingresos, que como señala Manuel Castells, la crisis
en España tiene que ver con la balanza de pagos. Hemos consumido
más de lo que hemos importado. Destacamos que lo que más ha cre-
cido han sido las grandes empresas (en especial los bancos y cajas; es
decir, el sistema financiero), los particulares e incluso la deuda pública,
pero lo que ha sucedido es que hemos convertido la deuda privada en
deuda pública.
4. La crisis en España está relacionada con una crisis internacional, pero
dicha crisis está agravada por una caída en picada del sector de la
construcción y el brutal endeudamiento que las familias han ido acumu-
lando durante los últimos años. Este endeudamiento fue agravado aún
más con la subida del Euribor, que ha hecho estragos en la economía
familiar. Sin embargo, decir esto y no hablar de los abusos de la gente
a la hora de pedir préstamos, en muchos casos innecesarios, es no ser
demasiado fiel a la realidad; es decir, el regreso y la vivencia de la cul-
tura potlach.
5. Hay un problema cultural de la sociedad española que no tiene que ver
con la economía. Es el problema de la picaresca española. La forma de
reaccionar de los españoles, intentando evadir impuestos, no trabajan-
do de manera legal, etcétera, va a hacer que la salida de la crisis se
haga de manera más lenta que en otros países como puede ser el caso
de Alemania, si se toma, por ejemplo, el problema de la economía su-
mergida que se calcula sobre el 10 por ciento, o la muy importante

Conclusiones • 107
fuga de cerebros procedentes principalmente de la educación pública
hacia otros países de la zona europea.
6. Los malos ejecutivos de la banca y las instituciones financieras mundia-
les deben contener su lascivia por la ganancia. Como señala el ministro
de Educación José Ignacio Wert, “Mientras los directivos piden flexibi-
lidad a sus plantillas, ellos están blindados hasta las cejas”. Por ello, la
cuestión no está en asentir con la cabeza las narrativas tautológicas
que parece que los bancos están creando, donde lo único que parece
es que prometen que serán más buenos en un futuro para que el libre
mercado siga prosperando, sino en realizar narrativas sobre cómo este
capitalismo desbocado nos ha llevado a una situación en la que sólo
se puede ir a peor, y cómo debemos de evitar este continuo camino fi-
nanciero si de verdad queremos evitar un colapso inimaginable.
7. Es muy importante señalar cómo los sistemas de seguridad social en
ambos casos (España y México) han reaccionado de forma distinta sobre
la precarización social. La idea de España de la austeridad y los recortes
está abocando a muchos ciudadanos a ingresar en el club de la pobreza.
Mientras que en México, en un contexto de economía neoliberal en don-
de la política social sufre un proceso de residualización, el Estado no
tuvo ninguna acción innovadora de calado en materia de política social
para atajar las consecuencias del declive económico de 2009, en térmi-
nos reales sólo mantuvo operando los programas sociales focalizados de
transferencias, en particular el programa Oportunidades.
8. Para México la crisis significó el inicio de un ciclo económico y social
caracterizado por el incremento de la economía informal, la precariza-
ción del trabajo, el aumento de la pobreza y el hambre, así como la
profundización de una espiral de violencia producida por la irrupción
del crimen organizado. Un escenario difícil para una democracia na-
ciente en donde los problemas estructurales de la economía y las finan-
zas públicas se convierten en enormes obstáculos para poder construir
un sistema de bienestar universal y de calidad.
9. Para México la crisis, si bien no produjo una contracción sistemática
del PIB, significó un momento de inflexión gracias al cual es posible
observar las enormes brechas a cubrir por parte del sistema de bien-
estar, así como la debilidad del mismo estado para dotar de bienestar a
las mayorías.

108 • Jiménez Bautista, Arzate Salgado, Castillo Fernández


10. La crisis ha descubierto una de las realidades más crudas e invisibili-
zadas por muchos años: la existencia de situaciones de hambre en
muchas regiones del país, sobre todo en zonas indígenas y campesinas
para el caso de México, y pasar de forma alarmante de unos seis millo-
nes de pobres a más de 12 millones en tan sólo cuatro años en el caso
de España.

Por último, estas conclusiones nos han llevado a señalar las diferencias
que hemos encontrado en los dos casos y que constituyen unos aprendi-
zajes de esta crisis, sobre todo, en relación con las formas de intervención
del Estado para atender la precarización social en sus diversas formas.
Una vez más las posturas comparativas nos enseñan que sólo mediante
esta confrontación de realidades es posible visualizar con mayor detalle
una realidad singular. La comparación se realiza entonces como acto me-
todológico en la medida en que la postura de observación colabora para
pensar más allá de los límites pulcros de un objeto de estudio. La compa-
ración es un acto reflexivo sólo en la medida en que es un sistema de re-
laciones histórico sociales contradictorias: resonantes.
Michel Foucault hablaba del neoliberalismo como la estrategia social y
económica que tiene como objetivo producir una sociedad que reproduce
a escala geométrica a las empresas, una idea terrible por su trasfondo ho-
mogeneizador, cuasi totalitario. Como vemos, el neoliberalismo norteame-
ricano de la era de los Bush tuvo esta utopía y la cristalizó en los deseos
infinitos de producción de riqueza de la nada a través de la financiarización
geométrica de la economía, pero tal destello de la riqueza se descalabró
con facilidad una vez que el sistema se vio desbordado por los deseos
humanos, no tan racionales, signados por la codicia, la ambición y el poder
desmedido entorno de eso, también oblicuo, que llamamos “mercado”;
entonces ¿cuál es la apuesta por el futuro? ¿Por qué ir por la producción
geométrica de empresas como religión social (económica, política y cultu-
ral)? ¿Cuál es el sentido de ver al sistema económico financiero colapsarse
y verlo en harapos, desnudo, y tristemente endeble?
Vale la pena entonces parar en el camino y repensar el rumbo; tal vez,
las ideas utópicamente libertarias de otra época puedan ser una tabla de
salvación, siempre y cuando no pierdan de vista la necesidad de preservar
la condición humana, siguiendo a Hannah Arent, como vita activa: como

Conclusiones • 109
movimiento antropológico por, para y hacia el bienestar social. Fundar una
nueva crítica basada en una mirada socioantropológica del estar aquí re-
flexivo. Transitar de una zona de ambigüedad económica a una zona hu-
manamente plausible, por tanto, telúrica, según el ideal antropológico de
los poetas románticos que inauguraron nuestra modernidad cultural y lidiar
en forma constante con este ideal bajo el principio de diálogo constructivo.
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Sobre los autores

DÍDIMO CASTILLO FERNÁNDEZ. Sociólogo, con doctorado en Estudios de


Población por El Colegio de México. Profesor-investigador de la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de
México. Algunas de sus publicaciones recientes son: Capital, trabajo y
nueva organización obrera, México, Miguel Ángel Porrúa-UANL, 2012 (coor-
dinación con Esthela Gutiérrez Garza y Adrián Sotelo Valencia); Estados
Unidos: más allá de la crisis, México, CLACSO-Siglo XXI Editores-Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Autónoma del Estado de
México, 2012 (coordinación con Marco A. Gandásegui, hijo) y “The United
States: Economic Crisis, Productive Restructuring and The New Preca-
rious Labor Conditions”, Sociology Study, vol. 2, núm. 10, David Publishing
Company, C.A., U.S, octubre de 2012. Es miembro del Sistema Nacional
de Investigadores, SNI-Conacyt.

FRANCISCO JIMÉNEZ BAUTISTA. Doctor en Humanidades por la Universidad


de Almería, España. Profesor titular de Antropología Social e investigador del
Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Gra-
nada, España. Sus últimas publicaciones son: Saber pacífico: la paz neutra
(2009); Racionalidad pacífica (2011); Una introducción a los Estudios para la
paz (2013); Colombia. Un mosaico de conflictos y violencias para transformar.

JORGE ARZATE SALGADO. Doctor en Sociología por la Universidad de Sala-


manca y maestro en Investigación y Desarrollo de la Educación por la
Universidad Iberoamericana. Docente e investigador de la Facultad de Cien-
cias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México.

117
Investigador del Sistema Nacional de Investigadores de México, nivel II.
Especialista en desigualdades sociales y políticas públicas para México e
Iberoamérica. Publicaciones recientes: “Políticas compensatorias de Esta-
do y control social en América Latina” (Ruris, 2013); con Carlos Veiga
“Mexican and Portuguese Students when Confronted with Disability. Social
Representations Systems” (Convergencia, Revista de Ciencias Sociales, 2013);
así como los libros coordinados: Políticas sociales en Iberoamérica. Entre la
precariedad social y el cambio político (Red Iberoamericana para el Estudio
de Políticas Sociales-UAEMex-U. de Colima, 2013); Debates para una recons-
trucción de lo público en educación, del universalismo liberal a “los particula-
rismos” neoliberales (Red Iberoamericana para el Estudio de Políticas Socia-
les-UNGS-UAEMex, 2013).

JOSÉ MARÍA TORTOSA BLASCO. Nacido en Albaida, Valencia, España, en 1943.


Doctor en Ciencias Sociales (Roma, 1973) y en Sociología (Madrid, 1982).
En la Universidad de Alicante, España, catedrático del Departamento de
Sociología II desde 1991 a 2009 y, desde 2009, investigador del Instituto
Universitario (hoy Interuniversitario) de Desarrollo Social y Paz. Autor de
una veintena de libros publicados en España, Polonia, México, Colombia y
Ecuador.
Índice

PRÓLOGO
José María Tortosa Blasco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Capítulo I
CRISIS DEL CAPITALISMO Y VULNERABILIDAD SOCIAL
Jorge Arzate Salgado
Francisco Jiménez Bautista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
La crisis y su contextualización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Nuevo ciclo de extracción de excedentes económicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Evolución de la crisis y alternativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Hacia una narrativa crítica de la crisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Capítulo II
LA CRISIS ECONÓMICA EN ESPAÑA
Y SU RELACIÓN CON LA BURBUJA INMOBILIARIA
Francisco Jiménez Bautista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Evolución histórica
del porqué España está en crisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
El caso de España: la burbuja inmobiliaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Distintos factores que inciden
en la burbuja inmobiliaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
Capítulo III
CRISIS ECONÓMICA, POBREZA
Y POLÍTICA SOCIAL EN MÉXICO
Dídimo Castillo Fernández
Jorge Arzate Salgado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Vitrina metodológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
La reestructuración neoliberal, la crisis económica
y el incremento de la pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
El régimen público de bienestar
y la política de combate a la pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Pauperización social y políticas sociales compensatorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100

CONCLUSIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

FUENTES CONSULTADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

SOBRE LOS AUTORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117


Crisis capitalista, pauperización social y sistemas de bienestar
en España y México, se terminó en la Ciudad de México
durante el mes de octubre del año 2014. La edición
impresa sobre papel de fabricación ecológica
con bulk a 80 gramos, estuvo al cuidado
de la oficina litotipográfica de la
casa editora.
ISBN 978-607-401-882-0
La crisis del capitalismo avanzado tuvo como epicentro la Crisis capitalista, pauperización social
economía norteamericana y, en septiembre de 2008, mos-
tró su verdadero rostro después de la quiebra de Lehman
Brothers. Ha sido una crisis producto de una descontro-
lada e imprudente política crediticia del sector financiero
a escala global, la cual alimentó una burbuja de vivienda
que terminó por estallar en varios países.
Crisis capitalista, pauperización social y sistemas de
bienestar en España y México, es un libro que realiza una ECONOMÍA
Y SOCIOLOGÍA
reflexión de esta crisis en ambos países. El análisis que
hace el texto es un aprendizaje de este hecho histórico
del capitalismo contemporáneo, sobre todo, en relación
al conocimiento de su naturaleza, sobre el cómo se
produjeron procesos de pauperización social, así como
en relación a las formas de intervención de los estados
nacionales para atajar la crisis y atender la precarización
social en sus diversas formas. Una vez más, las posturas
comparativas nos enseñan que sólo mediante esta con-
frontación es posible visualizar con mayor detalle una
realidad singular. La comparación se realiza entonces
como acto metodológico en la medida en que la postura
de observación colabora para pensar más allá de los límites
pulcros de un objeto de estudio. La comparación es un
acto reflexivo sólo en la medida en que es un sistema de
relaciones histórico-sociales contradictorias: resonantes.

TERCERA DÉCADA

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