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UNA MIRADA AMPLIA A LAS CULTURAS JUVENILES.

José Eduardo Monterrubio Narváez


Universidad Autónoma de Querétaro
Facultad de psicología.
Tercer semestre.
Cultura y Sociedad en México
24 de marzo de 2011.
Si el ser humano llega a ser programables sin límites, entonces, son los técnicos, los hombres y
las mujeres quienes pueden diseñar el uso más eficiente de la maquinaria disponible y
“personal” para gobernar la tierra. Redunda el eufemismo: los estudiantes se convierten en
educandos, los trabajadores en la fuerza laboral, la vida humana corta por lo sano con la
guerra. El amor se reduce al sexo; éste, a su vez, no pasa de ser un desahogo físico, y el hombre
mismo acaba por no ser sino una masa eléctrica y elementos químicos metidos en un saco de
cuero y abandonados al azar. Un zombie.

Y no se olvide que el aparato técnico tiene al menos un buzón en cada hogar norteamericano,
tranquilamente hipnotizante, que lava el cerebro: “mientras más cosas tengas, más feliz
serás… mientras más cosas tengas, más feliz serás…”. (Skinner, 1984)

Si la palabra “joven” llega a nuestros oídos, seguramente seremos atravesados


por un sinfín de imágenes, todas ellas muy distintas entre sí e incluso
contradictorias: podríamos estar hablando de un rebelde, un anarquista, un
punk, un emo, un esquinjed, un criminal, un sicario, o también de un activista,
un hippie, un ecologista, un soñador o un deportista, incluso podríamos
referirnos a un estudiante, un “nini”, un trabajador, un mantenido, un obrero o
un empresario, en fin, una gran gama de imágenes nos asaltaría.

A pesar de que los jóvenes son tan diferentes entre sí y que son una mezcla
muy heterogénea de culturas, clases sociales, modos de proceder, de
expresarse y pensar, es posible encontrar puntos en común que caracterizan a
esta generación globalizada. Dichos puntos son los que trataré de desarrollar a
continuación.
Panorama de la juventud.

Existe una gran diversidad de culturas juveniles. Hoy en día nos encontramos
con “tribus urbanas” sustentadas en verdaderas ideologías que, a primera vista
se distinguen por sus modos de vestir y los lugares en donde frecuentemente
se reúnen. A pesar de esta diversidad cultural, es posible encontrar puntos en
común.
Globalización e Internet.

Gracias a la globalización, los jóvenes cada vez tienen un mayor acceso a la


tecnología e información proveniente de diversos puntos del planeta. Esto ha
ocasionado diversas problemáticas.

El acceso a Internet, la masificación de la televisión, y el auge de la industria


del entretenimiento, hacen de esta generación, una generación muy estimulada
por el mundo y la gran variedad de ofertas que éste propone. (Beytía, 2008)

En Internet, los jóvenes están acostumbrados a manejar hipertextos. Es decir,


al navegar por Internet van leyendo textos y mirando distintas imágenes sin
necesidad de terminar de leerlos. En el camino se encuentra con enlaces que
los conducen a otras páginas y éstas, los conducirán a otras. Generando así
una nueva forma de pensamiento, pues fácilmente se pierden en el mundo
no-lineal de la Web. Por eso, es común que los jóvenes divaguen con
naturalidad, y no sienten la necesidad de cerrar sus discursos o llegar a alguna
conclusión.

El hecho de que estén constantemente excitados por un mundo audiovisual, ha


disminuido el tiempo de concentración y atención en clases, reduciendo así el
rendimiento escolar de los estudiantes, lo que ha obligado a los profesores a ir
modificando los estímulos frecuentes dentro de una clase.
Imagen e identidad.

Este mundo audiovisual en el que está inmerso el joven, ha hecho que sus
interacciones estén regidas por la imagen. Se comunican con imágenes a
través de computadoras o celulares, creando así un nuevo lenguaje simbólico
muy particular en cada “tribu”. Marcan sus diferencias con símbolos, modos de
vestir, tatuajes, colores, modos de caminar y palabras clave.

La relación entre jóvenes, música, estéticas y comportamientos extraños no es


una novedad, como tampoco es nueva su relación con las drogas y el sexo.
(Urteaga,2004). Sin embargo, se han integrado nuevos atributos a estas
relaciones, como el uso exagerado de aparatos tecnológicos y acceso fácil a
mucha información, que han alterado la concepción de joven de manera
apresurada.

La importancia de la imagen ha generado diversas problemáticas, ya que la


presencia de imágenes que vienen definidas por el exterior, les dificulta la
capacidad de fantasear con imágenes propias. Ocasionando así problemas de
identidad entre los jóvenes.

En la elaboración y difusión de estas imágenes no sólo participan los jóvenes,


también los adultos involucrados en los mundos juveniles. (Urteaga,2004)

La sobrevaloración de la imagen, ha convertido a los jóvenes en clientes


perfectos para el consumo de las industrias culturales. El vestuario, la música,
y ciertos artículos emblemáticos constituyen hoy una de las más importantes
mediaciones para la construcción de la identidad juvenil; esos elementos se
ofrecen con un sinfín de marcas y distintos precios en el mercado que le darán
“prestigio” a quien los porta. (Reguillo, 2003)

Los conflictos de identidad que surgen en la juventud, han generado personas


fragmentadas internamente. A ellos no les ocasiona ningún problema aparecer
como personas diferentes según los contextos en los cuales se encuentran.
Esto tiene su lado bueno, pues genera personas más flexibles para
desempeñarse en grupos variados, pero les plantea con frecuencia la pregunta
respecto de quiénes son realmente. La confirmación de la identidad es más
difícil hoy en día. (Beytía, 2008)

Los jóvenes encuentran paradójicamente en la homogenización la posibilidad


de diferenciarse. (Reguillo, 2003) Es por eso que entre las tribus urbanas o
culturas juveniles, los jóvenes que pertenecen a ellas son muy parecidos entre
sí en su forma de vestir, hablar, actuar y pensar, pero muy distintos a los
jóvenes de otras tribus.

El joven encuentra su identidad en compañía, es por eso que evita la soledad y


busca siempre estar rodeado de un grupo de personas con las cuales se siente
identificado. Generalmente en estos grupos, buscan sentirse diferenciados de
los adultos.
Autopercepción juvenil.

Ellos notan en sí mismo y sus pares una falta de interés por los demás y por lo
que sucede en la sociedad, se sienten frágiles e inseguros al ahora de asumir
desafíos o enfrentar situaciones de incertidumbre que les exigen tomar
decisiones. Las evasiones están a la orden del día: crece el consumo de
alcohol y de novedades. Se reconocen adictos a el chat, a la computadora, al
televisor y al teléfono celular. (Beytía, 2008)

La sociedad de consumo promueve el individualismo y los resultados


instantáneos. Es por eso que se ha creado una generación de pasiones rápidas
y superficiales. Ellos mismos se definieron como generación del “orgasmo
inconcluso”, que buscan satisfacción, pero nunca llegan ella porque van
saltando de una fuente a otra.

Los jóvenes presentan un alto temor al fracaso, temen no poder estudiar una
carrera universitaria, no encontrar un trabajo en el futuro o a fallar en
momentos importantes de su vida.
También tienen temor al compromiso, pues piensan que este les privará su
“libertad”. Por eso mismo, son más frecuentes las madres solteras y las
parejas que viven en unión libre.

Esta generación sospecha de las utopías y los proyectos globales. (Beytía,


2008)

Características definitorias de las culturas juveniles.

Por último, quisiera citar a Rossana Reguillo, quien en un artículo sobre las
culturas juveniles, destaca cinco puntos en los cuales los jóvenes comparten
varias características que pueden considerarse definitorias de las culturas
juveniles en este fin de siglo.

Me parece importante citar estos cinco puntos de forma textual:

1. Poseen una conciencia planetaria, globalizada, que puede


caracterizarse como una vocación internacionalista. Nada de lo que
pasa en el mundo les es ajeno, se mantienen conectados a través de
complejas redes de interacción y consumo.
2. Priorizan los pequeños espacios de la vida cotidiana como trincheras
para impulsar la transformación global.
3. Existe un respeto casi religioso por el individuo que se convierte en el
centro de las prácticas. Puede decirse que la escala es individuo-mundo
y que el grupo de pares no es ya un fin en sí mismo, sino una mediación
que debe respetar la heterogeneidad.
4. Selección cuidadosa de las causas sociales en las que se involucran.
5. El barrio o el territorio han dejado de ser el epicentro del mundo.
(Reguillo, 2003)
Conclusiones.

Al iniciar mi trabajo, pensé que abordar el tema de las culturas juveniles


resultaría una tarea sencilla. No tardé en descubrir la complejidad de las redes
juveniles y las diferencias en las opiniones de distintos autores.

Me hubiera gustado profundizar más en este tema. Sin embargo tuve que elegir
sólo una pequeña porción de la mucha información que tenía para poder hacer
un ensayo coherente.

No cabe duda que es de vital importancia tener conocimiento de cómo se está


desarrollando la juventud en estos momentos. Ya que en un futuro próximo son
los jóvenes los que decidirán el rumbo del país.

Este trabajo me dejó con ánimos para seguir investigando sobre el tema, y para
seguir trabajando con la juventud para que ésta no caiga en el juego que el
capitalismo nos ha impuesto.

La sociedad de consumo ha convertido a muchos jóvenes en zombies.


Incapaces de soñar, de sentirse movidos por las utopías o por algún Gran
Relato. Les vendieron la idea de que el máximo ideal en esta vida es tener un
gran poder adquisitivo, y tener más cosas para ser más felices.

Esto me alarma y me invita a abrir los ojos a esta realidad, para así poder abrir
los ojos de los jóvenes consumidos por el consumismo.

Bibliografía:

 REGUILLO, Rossana,(2003), “Las culturas juveniles: un campo de estudio;


breve agenda para la discusión”. Guadalajara: ITESO
 URTEAGA, Maritza, (2004). “El Cuerpo Juvenil como Territorio Cultural”.
Colegio de Antropología Social.
 BEYTÍA, Juan (2008). “La cultura juvenil y sus desafíos”. Chile: revista de
espiritualidad Ignaciana. Numero 117. Pag.11-25.

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