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LITERATURA, NACIÓN E
IDENTIDAD. FORMACIÓN DEL CAMPO INTELECTUAL EN EL RÍO DE LA PLATA.
PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
Validar el poder de la palabra frente al poder de las armas. El poder de una palabra
que se hacía “principio, erección, establecimiento y origen de una cosa” al ser utilizada
para el acto mismo de la fundación.
No es casual que en este fin de siglo la reflexión sobre la nación se haya vuelto central y
que se proceda a una revisión minuciosa de los orígenes; en particular, del pasado y de
los orígenes del estado-nación. Más aún, buena parte de la reflexión teórica
contemporánea parace otorgar un lugar fundamental al pasado.
La reflexión sobre el pasado surge de muchas situaciones y más que buscar una única
explicación mecánica o causal quizás el modo más adecuado sería la multiplicidad y
diversidad de raíces como ocurre con el rizoma.
Ocurre, sin embargo, que esta revisión del pasado, se da en medio de un proceso
económico, político y cultural que ha sido llamado de globalización económico-financiera.
Los procesos de mundialización y los de revisión del pasado que caracterizan el
escenario del presente fin de siglo, han colocado a la memoria en un lugar privilegiado.
Pierre Nora: “hablamos tanto de memoria porque queda muy poco de ella”. Se podría
decir que el fantasma de un Alzaheimer colectivo recorre el mundo.
memoria o las memorias – individuales o colectivas – heredadas para poder dar cuenta de
aquello que no deseamos sea olvidado.
El presente debate sobre el pasado entonces supone cuestionar la nación. La nación tal
como había sido pensada durante el siglo XIX y parte del siglo XX pero también la nación
entendida como lo hacía Ernst Renan en su más que conocido ensayo de 1882 y que
todavía hoy marca mucha reflexión sobre el tema: “La esencia de una nación es que
todos los individuos tienen muchas cosas en común y también que han olvidado muchas
cosas”. Olvido consensuado que supuestamente implica un relato o una memoria también
consensuada o negociada.
Supone, más que la polémica idea de un sujeto histórico de la nación colectivo y único, la
de la nación como un espacio de negociación de varios sujetos y/o de los varios
nacionalismos en juego.
No otra cosa está detrás de la discusión sobre el canon literario o artístico, a no otra cosa
se aspira sino a reubicar la autoridad.
La revisión del pasado está asociada con la necesidad de conocer los orígenes, de
averiguar filiaciones y pertenencias, de precisar el momento inicial de individuos y
colectividades; y de un modo particular con la necesidad de revisar el origen del estado-
nación, precisamente en momentos en que este está amenazado. Sin embargo, la
revisión del pasado del estado-nación desde el presente plantea otros problemas; entre
muchos el que surge cuando se parte de la nación como sujeto de la historia.
Al respecto “la nación como sujeto de la historia nunca puede solucionar el abismo de la
aporía existente entre el pasado y el presente”.
PROBLEMAS QUE PLANTEA LA LITERATURA URUGUAYA. LITERATURA, NACIÓN E
IDENTIDAD. FORMACIÓN DEL CAMPO INTELECTUAL EN EL RÍO DE LA PLATA.
PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
El actual debate sobre nación y nacionalismo que ha llevado a revisar las relaciones entre
historia y nación (Duara), memoria y nación (Gillis), nación y narración (Bhabha), etnia y
nación, identidad sexual y nación (Epps, Piedra), género y nación, identidad y cultura
(entre muchos otros, García Clanclini) y ha adquirido formas especiales según la agenda
intelectual y política del “lugar desde donde se habla” y desde donde se piensa o se
reflexiona en relación con estas problemáticas.
Creo que todo esto se vincula, además, con la fuerte sensación de estar viviendo tiempos
de inicio y de clausura, lo que es decir, tiempos de balance y cambio, de mutación
civilizatoria.
José Joaquín Brunner señala que: los índices más penetrantes del futuro y de sus
posibilidades deberían estar contenidos en las mutaciones que acontecen en el mundo
del empleo, evoluciones de la comunicación y en las respuestas que proporcionan, los
núcleos formativos de la sociedad: la familia y la escuela.
No es casual que Brunner mencione a la familia y a la escuela como uno de los ámbitos
donde las épocas de cambio producen mayores efectos pues estos lugares representan,
a nivel público y privado, los ámbitos donde se procesa y se construye la memoria; sea
esta, respectivamente, la memoria personal o la institucional o estatal. La memoria es uno
de los campos en que se procesan estos múltiples cambios. Un campo de batalla donde
el presente debate el pasado como un modo de construir el futuro. De ahí que tanto los
movimientos de restauración del pasado como normalización del pasado tengan peculiar
atracción para quienes no desean una revisión de dicho pasado.
Habermas – la “futuridad” del pasado (“al igual que como ya lo hicimos antes”).
Todo lo anterior nos introduce en el tema de la memoria nacional y en los del lugar de
enunciación y del sujeto de enunciación. Gillis:
La memoria nacional es compartida por gente que, aun cuando nunca se ha visto o nunca
ha oído hablar del otro, se consideran como teniendo una historia común. Gente unida
tanto por el olvido como por el recuerdo.
PROBLEMAS QUE PLANTEA LA LITERATURA URUGUAYA. LITERATURA, NACIÓN E
IDENTIDAD. FORMACIÓN DEL CAMPO INTELECTUAL EN EL RÍO DE LA PLATA.
PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
Se debe distinguir entre memoria popular y memoria oficial pues “la memoria pública es el
campo de batalla en el que los dos tipos de memoria (oficial y popular) compiten por la
hegemonía”. Obligaría a preguntarse si hay un único lugar de la memoria o si las distintas
memorias establecen distintos espacios.
La memoria oficial puede operar sin tener una materialidad o una localización física sino
ser un espacio intelectual o el ámbito del debate académico.
¿Quién enuncia el discurso nacional y/o nacionalista? ¿se puede identificar discurso
nacional con discurso nacionalista? ¿qué tipo de memoria supone el o los esfuerzos
fundacionales de los estados-nación durante el siglo XIX en América Latina? ¿quiénes
son los sujetos del discurso nacional: el pueblo, los letrados, los caudillos cívicos, los
militares, los artistas?
El sujeto enunciador del discurso fundante del estado-nación en América Latina durante el
siglo XIX tuvo un proyecto patriarcal y elitista que exluyó no solo a la mujer sino a indios,
negros, esclavos, analfabetos y en muchos casos, a quienes no tenían propiedades.
Este perfil del sujeto enunciador contribuyó a construir el perfil de un sujeto de la nación
(ciudadano) que se identificó con el discurso de cierto nacionalismo.
Los nacionalismos con que se entendieron y con que se construyeron las identidades
nacionales y/o culturales en nuestros países podrían se considerados como
“comunidades interpretativas” (Fish) o “formaciones discursivas” (Foucault) desde donde
se producía un discurso fundante que actuaba como un elemento religante e interpelante
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PANORAMA HISTÓRICO GENERAL DE LA LITERATURA DEL SIGLO XIX.
(Althusser).
Orden ritual – supuso la obliteración de todo aquello que, aún cuando presente en la
memoria popular, no contribuyera a la consolidación de la memoria oficial.
Creación de poemas, imágenes, himnos, formaron parte de la labor por construir la serie
de símbolos necesarios a ese orden ritual, que operaría como uno de los elementos
centrlaes del esfuerzo fundacional para la constitución de un imaginario nacional que
terminaría por se objeto de recordación y se objetivaría en la memoria nacional oficial.