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TERAPIA SOOO ODOEEOSS Familiar GOOSOSOSOOOOES EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS a TERAPIA Hoy es naituat oirhabiara tos terapeutas de experiencia de race so y deomoralizacon, de agobio yfatiga. A estos estados de Animo pueden contibuirlos desajutes entre la concepetn dea profesiony Tis erpetencas dlaras, que requeren siempre nuevos recursos, & tecestlejados del ideal: dea diciplina aprendida.Mantenerse ela Princpioee Idea firmes aceren de si mismo pide alos terapentas Rhrirse a nucras experienciasterapeuticas eIntegralas como parte triquecedora en la historia personal, De este modo, los terapentas conn el sieago de pecbir su supuestaidentdad oniginariay como nis y méo vaca y lo nuevo somprendente como aigo que lo les ie gaa Tn esta obra, Michael White se dedi por primera vez exclusiramente a tos terapeuta, ous probimas y las posibilidades de superrios, Wallndoe desu larga experiencia en aytdar als personas a 0 «con riqueza». Sos- tengo que la participacién en estas ceremonias de definicién re- sulta reconfortante e inspiradora para los terapeutas. Al comenzar la tarea de volcar en el papel estas ideas acerca de las précticas de re-integracién y las ceremionias de definicion, empezaron a surgir recuerdos. Algunos, de mi historia personal. Decidf ineluir aqui una de las historias que recordé. Lo hago en aras de la transparencia y por otras razones, que se irén aclaran- do a medida que avancemos en el libro. Las historias de la ratoncita’ ‘Tengo una hija de diecinueve afios que se Hama Penny. Un dia, cuando Penny todavia era una nifia, al volver de visitar a mi her- mana menor -su tia Julie~ entré como una tromba en nuestra casa. «Nunca me contaste nada sobre las historias de Ja Ratonci- ta», me recrimin6, brazos en jarra, como si yo le hubiera ocultado una de las claves mas importantes de la vida, informaci6n de cri- tica importancia para todo el curso de su vida presente y quizé también de la préxima. «Historias de la Ratoncita. Historias de la + Este relato aparecié también en el libro The Personal is the Professional (Whi- te y Hales, 1997). Lo reproduzco aqui porque creo que contribuye a introducir Jo que quiero decir en este libro acerca de las conversaciones de re-integraciGn. La idea de que ulteriores refleziones sobre este relato podrian ayudar a acla- rar importantes distinciones relativas a algunas de las concepciones y précti- cas de la terapia narrativa constituy6 otro estimulo més para incluirlo aqui. 20 Ratoncita. jAh; esas historias!», exclamé, cuando recordé las his- torias que le habia contado a Julie, a quien le llevo cuatro af cuando era una nifia. Si bien jamas habia tomado la deci ciente de ocultarle este episodio de mi historia a Penny, tampoco me vefa como un narrador especialmente dotado y nunca habia pensado que alguna ver. volveria sobre este episodio. Pero ahora que Julie habia, como quien dice, destapado la olla y revelado el secreto, yo veia claramente que le debia una explicacién. No sé c6mo o exactamente cudindo empez6 todo, pero cuando Julie era chica yo le contaba historias sobre una ratoncita que era ‘muy competente, inteligente, habil para rgsolver problemas, fuer- te y equitativa, amante de la diversion y bastante osada. Era res- petada por su gran sentido de comunidad y, al mismo tiempo, por su pensamiento independiente. Deberiel agregar que esta peque- fia ratoncita era también algo testaruda y, en ocasiones, segin su capricho, una picara. Si bien no recuerdo cémo 0 cudndo empecé a contarle estas historias, recuerdo bien algunas de las razones por las cuales continué con la préctica durante un periodo de la nifiez de mi hermana. Ante todo, recuerdo que Julie me perseguia, re- clamando que le contara mas cuentos de la Ratoncita. Hay que reconocer que era muy buena en esto y como yo la queria tanto, su insistencia era dificil, si no imposible, de resistir. Segundo, Julie era una nifia realmente «intrépida», en un mundo que descalifica- ba por completo cualidades como esa en una mujer, Hasta los hé- oes de Jas historietas eran todos varones; recuerdo que yo pensa- a que eso era muy injusto. Tercero, aunque a veces mi hermano yyotratébamos a Julie de «sanguijuela», yo realmente disfrutaba més del mundo cuando ella estaba con nosotros: Jos ojos brillan- tes, la vivacidad, la resolucién, la honestidad. En fin, que cuando Penny descubrié este episodio de mi histo- ria tuve una crisis de confianza. {Bstaria yo a Ja altura de las cit- cunstancias? ¢Podria recrear las aventuras de la pequefia raton- cita? {Seria capaz de rearmar los argumentos y los personajes de las narraciones que habfa creado en un pasado tan remoto? Fui prontamente reseatado de la crisis. Penny dejé muy en claro que yo, por ser su padre, ten‘a el deber de compartir aquellas histo- rias con ella. Por otra parte, mostré una insistencia admirable. Cheryl, mi compafiera y mama de Penny, me alenté diciéndome: «Si que puedes. Por supuesto que puedes hacerlo. Y Jo sabes». 21 Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba recreando las diversas series de las Historias de la Ratoncita: «La Ratoncita de- tective>, «La Ratoncita en la casa de los diez. gatos», «La Ratoncita callejera» y «La Ratoncita de las colinas». Los personajes princi- pales de cada una de estas series son ratoncitas que expresan las mismas cualidades y compromisos personales de las ratoncitas de una generacién anterior. Las respuestas de Penny a mis esfuer- 20s iniciales fueron absolutamente alentadoras. Estas historias se convirtieron en sus habituales cuentos de antes de dormir (si bien funcionaban pésimamente para hacer que se durmiera) y en poco tiempo descubri que yo también esperaba con ilusién los ca- pitulos siguientes. Al poco tiempo, Penny decidié grabarlas en casetes. Asi, pronto armé una coleccién, que guardaba como un tesoro. {Qué pasd con esta coleccién? Muchas cosas; algunas, desafortunadas. Por ejem- plo, una vez un frasco de cola de pegar se derramé sobre una de las cintas, y nadie se dio cuenta. Para Penny, fue una tragedia y no hubo modo de consolarla. {Se recobraria alguna vez? A la lar- ga, si. Otras cintas se perdieron con el paso del tiempo y con el de- sorden de una vida activa y aventurera. Pero algunas todavia so- breviven. Mientras preparaba este escrito, al volver sobre este perfodo de mi relacién con Penny, me di cuenta de que estas historias han sido importantes para mi en diferentes sentidos. Por ejemplo, me proporcionaron un poderoso medio para conectar con Penny cuan- do ella era pequefia y yo me ausentaba de casa. Cuando comencé a viajar lejos para dar clases, grababa Historias de la Ratoncita que tenfan lugar en las ciudades que yo habria de visitar. Penny Jas escuchaba durante mi ausencia y yo pensaba que de este modo ella podfa estar al tanto de mi vida y tener al menos alguna ex- periencia de estar conmigo. Y sabiendo esto, pensaba que asi yo también podria al menos tener una experiencia de estar con ella. Ademés, en estos viajes Hevaba conmigo una grabadora, para asi poder grabar més historias. Sabia que a mi regreso Penny estaria esperéndolas ansiosamente. Pero més que esto (mucho més), gra- bar esas historias durante aquellos viajes me ayudaba superar aquella persistente y aparentemente incurable sensacién de te- ner el coraz6n destrozado por estar tan lejos de Penny, en ocasio- nes lejos de Cheryl y lejos de otros a quienes también amo, Gra- 22 bar estas historias en mi cuarto de hotel, por la noche, fue el ini- co antidoto que encontré. Ninguna otra cosa funeionaba. Hace poco hallé por casualidad algunos de los pocos casetes que sobrevivieron a los embates del tiempo. Voy a incluir aqui gna breve transcripcién de uno de ellos, Mi intencién al hacerlo es prindarles a ustedes alguna percepcién de como estas historias han sido coproducidas. La narracién de toda historia es podero- samente moldeada por la respuesta del oyente. Y esto es especial- mente as{ cuando el oyente es también el protagonista dela his- toria (en este caso, Penny). La transcripcién pertencce a vit introduccién estandar a las historias dela serie de la Ratoncita detective. Si bien la Ratoncita detective no est exenta de defec- tos (por ejemplo, a veces es un tanto pedante), es una ratoncita extraordinaria que incluso logré resolvér muchos de los misterios que a Sherlock Holmes Je resultaron demasiado dificiles. En la serie de la Ratoncita detective, cada episodio comienza ‘en medio de la noche, cuando la Ratoncita detective se encuentra profundamente dormida en su maravillosamente acogedora casi- ta, que est emplazada en un arbol. Por alguna perversa razon, la Ratoncita detective jamas es convocada a una hora razonable, si- no siempre en plena noche. La Ratoncita detective tiene el suefio mas bien pesado, de manera que nunca oye los golpes en su puer- ta. Por lo tanto, quienquiera que la esté convocando a una hora tan inoportuna debe golpear & Ja puerta con firmeza, Iuego mas fir- memente, luego mas firmemente aun, hasta terminar aporrean- do la puerta con todas sus fuerzas. Finalmente, la puerta cede. “Arrancada de las bisagras, se desploma sobre el piso, Jevantando ‘una nube de polvo y astillas. Lo que suele cumplir la funcion de avisar ala Ratoncita detective de que su presencia esta siendo re- querida. No hace falta decir que un despertar violento como este ‘ho hace maravillas en el humor de la Ratoncita detective al prin- cipio de cada episodio. De hecho, en esta parte de la historia esta invariablemente malhumorada. En la transcripcin que sigue, la contribucién de Penny aparece en bastardilla: ‘Tuc, tue, tuc. [golpes suaves} Ala Ratoncita detective, profundamente dormida, no se le mueve un misculo. 23 Toe, toe, toe. [golpes més fuertes} La Ratoncita detective todavia ni se mueve. Tum, tum, tum. [més fuerte atin] La Ratoncita detective se da la vuelta, dormida, y arruga la nariz por un segundo, Luego se queda otra vez inmévil. Penny contiene la risa. ‘Tam, tam, tam. [poniéndose un poco violento} Penny se rie a carcajadas. La Ratoncita detective se tapa la cabeza con la almohada. Por lo demas, permanece comatosa. Pam, pam, pam, {extremadamente violento). iCraaaaaaaaaaaash! La puerta es arrancada de las bisagras y se hace aiticos contra el suelo. La Ratoncita detective abre un ojo (apenas una rendija di- minuta) y escudrifia la penumbra, a través de la nube de polvo y de la pila de astillas que alguna vez fuera una puerta. jOh, no! jOtra vez, no! Por qué siempre tiene que pasar esto en medio de la noche? jAaaaaaaagghh! [exclama Penny, continuan- do la historia en su voz de cuatro afios} 4Por qué nadie puede venir a una hora més razonable? (continéa Penny] Lentamente y de muy mal talante, la Ratoncita detective se in- corpora de lado, sale de su suave y abrigada cama, y camina hacia la puerta, arrastrando pesadamente los pies. Parado ahi afuera, ve a un nifio pequefio, completamente solo. 24 jOhhhh! (exclama Penny amorosamente] «gQuién eres? {Qué haces aqui? ;Por qué tiraste mi puerta aba- jo», lo increpa la Ratoncita detective, furiosa. Esta vez, Penny suelta una carcajada mds larga.

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