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SUSANA MURILLO

PRÁCTICAS CIENTíFICAS
Y PROCESOS SOCIALES
Una genealogía de las relaciones
entre ciencias naturales, ciencias
sociales y tecnología

Editorial BUllos / ESTU DIOS


Murillo, Susana
Prácticas científicas y procesos sociales. - la. ed. -
Buenos Aires: Biblos, 2012.
149 pp.; 23 x 16 cm.

ISBN 978-950-786-971-6

1. Estudios Sociales. I. Título.


CDD 306

Dedico este libro a mi abuela


Remedios y a mi abuelo Manuel

Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U.


Armado: Hernán Díaz

© Susana Murillo, 2012


© Editorial Biblos, 2012
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Y 25.446.

Esta primera edición


fue impresa en Primera Clase,
California 1231, Buenos Aires,
República Argentina,
en febrero de 2012.
Índice

Introducción
El conocimiento científico como práctica social 11

Capítulo 1
El problema del conocimiento científico
en tiempos del nacimiento de las ciencias naturales
en la época clásica 17
o' • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • _ • • • • • • • •

1. La transición del feudalismo al capitalismo 17


2. La revolución científica 32
3. El problema del método A23,
4. El problema del progreso científico .47

Capítulo 2
Las ciencias naturales y la tecnología
a partir de la Revolución Industrial 59
1. Introducción 59
2. La primera Revolución Industrial 60
3. Técnica y tecnología. Paradigma tecnológico y
Revolución Industrial 65
4. Las ciencias, la Revolución Industrial y los Estados nacionales "' 71
5. Los problemas planteados a las ciencias fisicas
por la Revolución Industrial 74
6. La segunda revolución industrial: algunos desarrollos
en las ciencias fisicas y en la química 80
7. Las ciencias de la vida 84
8. Un lugar para la reflexión: el nacimiento de la epistemología 93
9. Una epistemología con historia: el nacimiento del positivismo 95
9.1. El positivismo lógico, o la higiene del pensamiento 99
9.2. El falsacionismo 106

Capítulo 3
La cuestión social y la emergencia de las ciencias sociales 113
1. La cuestión social 113
2. Nuevas funciones del Estado moderno:
biopolítica y anatomopolítica 115
3. Las ciencias sociales y la cuestión social:
alienismo e higienismo 118
4. La ciencia de la eugenesia y la cuestión social 123
5. La emergencia de las ciencias sociales :126 INTRODUCCIÓN
6. Las ciencias sociales: algunos problemas en la
producción de sus saberes 128
El conocimiento científico como práctica social
7. Las escisiones epistemológicas y ontológicas 133
8. El período de entreguerras : 136
9. El mundo de la posmodernidad y la tercera
revolución industrial 140

Bibliografía 145

Una manera de comprender el problema del conocimiento en gene-


ral y el del conocimiento científico en particular consiste en pensarlos
como una práctica social, o mejor dicho como emergentes de un con-
junto de prácticas sociales.
A menudo se los ha concebido como si fuesen el producto de la
acción individual de un sujeto que refleja como en un espejo elmun-
do exterior. Esta manera de acercarnos al conocimiento científico
supone que los seres humanos somos fundamentahnente individuos
aislados y que, además, podemos reflejar el "afuera" de modo más o
menos adecuado.
Ésta es tal vez la manera cotidiana en que pensamos acerca de
nosotros mismos, así como solemos estar convencidos de que cada
individuo puede elegir de modo absolutamente libre qué ver, leer,
pensar, escuchar. Esta creencia se expresa en la alocución cotidiana
que dice que el oyente o el televidente "es libre de cambiar el dial o el
canal". Las investigaciones contemporáneas no avalan esa creencia
y si bien los científicos sociales (sociólogos, psicólogos, economistas,
historiadores), así como los filósofos, no tienen una posición uniforme
sobre estas cuestiones, hay algunas afirmaciones que podemos hacer
con cierto grado de plausibilidad.
En primer lugar, no parece cierto que los seres humanos seamos
ante todo individuos aislados, átomos que más tarden se unen para
constituir eso que solemos llamar "sociedad". Antes bien, lo fundante
es la relación social y sólo en ella el sujeto individual se constituye
como tal. Quiero decir, todo ser humano viene a este mundo en una
familia que está inserta en un complejo plexo de relaciones con
otros familiares y no familiares. Ese entramado relacional supone
una historia y unos códigos culturales, que contemporáneamente
suelen ser caracterizados como "orden simbólico". El orden simbólico
implica normas, modos de hacer y no hacer, códigos, costumbres,
[11 ]
12 Susana Murillo El conocimiento científico como práctica social 13

mitos, creencias, tipos de instituciones, entre otros aspectos de la podemos afirmar con buena parte de la sociología y el psicoanálisis
cultura humana. Cultura que se transforma históricamente y que contemporáneo que la idea de "individuo" es una abstracción. Pensar
es variada, diversa aun en un mismo momento cronológico; Así un al individuo aislado es un modo de separarlo de ese plexo de vinculos
hombre del Amazonas, una mujer musulmana o una joven habitante sin el cual no sería nada.
de Buenos Aires tienen, en un mismo tiempo cronológico, visiones Un ejemplo sencillo podría ilumínar la idea. Está probado que un
y códigos diversos respecto de las relaciones amorosas. Todas esas bebé humano criado entre lobos puede sobrevivir, pero jamás podrá
concepciones son producto de historias diferentes; cada una de ellas caminar y mucho menos hablar. ¿Por qué? Sencillamente porque no ha
sólo puede ser entendida en el interior de su cultura, ninguna puede tenido un semejante humano con quien identificarse. Somos a partir
ser juzgada con los parámetros de otra. Esto contraría la idea de de identificarnos con nuestros semejantes y nos convertimos en seres
que habría países "civilizados" o "pueblos adelantados" en tanto humanos cuando, introducidos en nuestra cultura, incorporamos sus
otros serían "retrasados" o "bárbaros". La única barbarie consiste códigos fundamentales a partir de los cuales los otros se convierten
en imponer al otro nuestras propias normas culturales. en prójimos para nosotros.
Este tipo de análisisque pone énfasis en el valor de cada cultura Ahora bien, ¿qué se quiere decir cuando se afirma que los seres
y que desecha cualquier visión lineal y progresiva de la historia, si humanos emergemos de relaciones sociales? ¿Qué significa "relación
bien tiene antecedentes, cobró importancia a partir de mediados del social"? Se trata de relaciones entre seres humanos y relaciones de los
siglo xx, cuando una serie de pueblos se levantaban contra viejas seres humanos con las cosas, considerando que las relaciones de los
opresiones coloniales y en el campo de la historia del pensamiento hombres con las cosas están presentes, median en las relaciones entre
cobraba relevancia una corriente denominada "estructuralismo". los hombres. Quiero decir con esto que una relación social es siempre
Los representantes más conocidos de tal postura han sido Claude una articulación entre seres humanos, pero los humanos para vivir
Lévi-Strauss en antropología, Michel Foucault en filosofía, historia requerimos satisfacer una serie de necesidades (beber, comer, dormir,
y sociología, Jacques Lacan en psicoanálisis y Louis Althusser en el abrigarnos). Para satisfacer estas necesidades necesitamos de las co-
marxismo. También han sostenido y sostienen importantes posiciones sas (agua, arena, trigo, leche, algodón), de la naturaleza y del trabajo
intelectuales sociólogos y filósofos latinoamericanos actuales, como el humano que las transforma y permite, a través de su actividad colec-
venezolano Edgardo Lander, el argentino Enrique Dussel y el peruano tiva, construir bienes (dispositivos de riego, computadoras, alimentos
Aníbal Quijano, entre otros. procesados, ropa) y todo aquello que sirve a las necesidades generadas
Decimos esto para tratar de introducir la idea sencillamente a lo largo de la historia. No hay humanidad sin cosas que obtenidas de
expresada por J oan Manuel Serrat en una hermosa canción, en la la naturaleza hayan sido procesadas por el trabajo humano colectivo
c';lal se reconoce que venimos al mundo con una carga de lenguaje, en complejos y diversos modos de relacionarse para obtener aquello
dioses y creencias que no hemos elegido, sino que directamente nos que se precisa para vivir. También debemos reflexionar acerca de si
encontramos con ella. En otras palabras: que somos a partir del acaso toda relación social no es una relación política, en el sentido de
conjunto de relaciones sociales en las que estamos insertos y que que siempre implica una relación de fuerzas que no es necesariamente
el mito de Robinson Crusoa- esconde, entre otras cosas, el hecho de equilibrada sino desparej a, asimétrica.
que el tal Robinson pudo sobrevivir en la isla pues llevaba tras de Así entonces, tenemos hasta aquí que somos seres en relación con
sí el bagaje de su propia cultura que había íncorporado, se le ha- otros y que esa relación con otros está mediada por nuestro trato
bía hecho carne, en prácticas sociales. En ese sentido, claramente con las cosas; que esas relaciones tienen una historia y una comple-
jidad de la cual no podemos tener jamás un conocimiento acabado
y que sin embargo pesa en nosotros. Somos entonces seres sociales
que incorporamos nuestra cultura en prácticas que no son necesa-
1. Robinson Crusoe es una novela del escritor inglés Daniel Defoe, publicada en 1719.
Se trata de una autobiografía ficticia del protagonista, un náufrago inglés, que pasa
riamente armoniosas sino que suponen relaciones de poder, pero de
veintiocho años en una remota isla tropical y logra sobrevivir. Robinson es un mito las cuales y de cuya historia jamás tenemos plena conciencia. En
de la modernidad liberal: se trata de la ficción de que la fortuna o los reveses de un esa historia y en esas relaciones nos constituimos como individuos
individuo dependen s610de Su inteligencia y esfuerzos personales. responsables, pero es necesario no perder de vista que esa individua-
14
Susana Muríllo El conocimiento científico como práctica social 15

ción S? p.roduce siempre desde ese complejo de relaciones sociales. El ciencias modernas, algo que ha sido denominado "historia interna de la
emerge en esas condiciones. El conocimiento humano ciencia", luego trataremos de delinear su relación con la denominada
supone asi una enorme carga de desconocimiento que pesa en cada "historia externa" y por último esbozaremos algunas construcciones
acto de conocer. metodológicas y epistemológicas' emergentes de tal situación.
. Ahora bien, si el conocimiento es un emergente de prácticas so- Para comenzar sólo diremos que eso que se llama "ciencia" es en la
ciales tienen además una carga histórica en la que está presente modernidad una forma de conocimiento que tiene siempre un método,
un profundo proceso de desconocimiento, de ahí podemos es decir un conjunto de reglas cuya misión es fundamentar aquello
q,:e mU;ho de lo que hoy damos como conocimiento "verdadero" que se dice. En la vida cotidiana -especiahnente en los ámbitos tele-
o md.ubltable no lo haya sido siempre. Además, permite pensar que visivos- existe el hábito de sostener o afirmar opiniones diversas sin
haY,dIversas formas de conocimiento y que el conocimiento científico necesidad de fundamentarlas o dando argumentaciones que suelen ser
es solo una forma más; él tiene una larga historia, pero lo que actual- psicológicamente convincentes, pero que a poco que se las analice no
mente entendemos por tal tiene menos de quinientos años. se sostienen. Así es frecuente, en economía o en política, escuchar que
Es so?re algunos aspectos de la constitución histórica de esta forma un sujeto individual es caracterizado como la causa de algunos o de
de sobre lo que vamos a transitar en este texto. todos los problemas que nos afligen. "La corrupción" (cual si ésta fuese
,SlpartImos del de que todo conocimiento es emergente de un ser que camina entre nosotros) también suele ser invocada como
p:-actIcas y SIesas prácticas varían históricamente, deberemos causa de problemas sociales. Muy frecuentemente lo es "la pobreza".
situarnos históricamenta para comprender cómo se han constituido y sin embargo estas afirmaciones son engañosas ficciones, a veces
algunas de las disciplinas que hoy llamamos "ciencias". Evitaremos inconscientes a veces no, que congelan la compleja de red de procesos
ha?lar de "la ciencia" pues ello nos instalaría de entrada en una visión sociales; ficciones que obturan la posibilidad de leer esos procesos y
del problema. Y esa visión es engañosa, ajuicio de diversos los cosifican. "Cosificar" significa precisamente eso: transformar un
historiadoras de la ciencia y epistemólogos. Complejos Son los mean- entramado complejo de relaciones que está en constante cambio en una
dros de la cultura humana. De modo análogo, diversas son las formas cosa, o también decimos en una "sustancia". Cosificar o sustancializar
d? abordar eso que se llama "ciencia" o "conocimiento científico". Ahora los procesos es no apreciar las relaciones y congelarlas atribuyéndolas
bien, el problema es entonces cómo caracterizarlos. a un individuo, a un ser fantasmal como la corrupción, o a un efecto
supuesto habitual considerar que es necesario partir de la de algo más complejo como la pobreza, etcétera.
de algo, para luego desplegar sus partes a través de un El conocimiento científico en principio es una forma de conocer,
análisis, Este .modo de exposición parece engañoso dado que Supone entre otras, que deberia fundamentar sus afirmaciones y que debería
que las Cosas tienen un modo de ser estático: ignora que los fenómenos evitar sustancializar los procesos (esto no significa que siempre lo
ellos el conocimiento cientifico, se constituyen en la logre, pues las condiciones de posibilidad del conocimiento humano
hIst?rIa. tal modo d? exponer un problema hace que quien son limitadas). Para ello debe utilizar un método. No obstante, aun
escribe brinde, sm aVISO previo, su propia visión del problema y la cuando esto es objeto de debates, en estos capítulos nos guiará la idea
Imponga al lector: El pensamiento social y filosófico contemporáneo sustentada por pensadores quienes a partir de una seria lectura de
ha no SIn fundamento, que es imposible escribir sin tomar
pOSIClOn alguna. Todo ser humano es alguien que está situado en el
mundo y cuya razón tiene límites, de modo que es inevitable escribir
desde una posición tomada. 2. Suele entenderse por "método" un conjunto de reglas que conforman el modo de
En este caso trataremos de desplegar las características del llama- acercarse al conocimiento de los objetos que cada ciencia desea abordar (el cuerpo
do "conocimiento científico" en la modernidad abordándolo en varios humano, los fenómenos, químicos o físicos, las relaciones sociales en un momento
histórico, etc.). La palabra "epistemología" alude a una disciplina filosófica que estudia
niveles en cada capitulo: en primer lugar exponiendo algunas de sus
el conocimiento científico y sus métodos. Sobre estos términos volveremos, tratando
de a nwel histórico, algo que algunos episte- de mostrar cómo ellos van surgiendo en la llamada "modernidad", pues entendemos
mologos llaman historia externa de la ciencia". En segundo lugar que es imposible comprender un concepto si no se ve su construcción paulatina a través
expondremos algunos momentos fundantes en la constitución de las de la historia.
16
Susana Murillo

la historia de las ciencias parecen demostrar que no hay un único CAPÍTULO 1


método.
Tampoco el conocimiento científico, en el sentido moderno del tér- El problema del conocimiento científico en
mino, es un conocimiento verdadero o indubitable, es sólo una forma tiempos del nacimiento de las ciencias naturales
de conocer que aspira a ser fundada a través de un método que puede
ser compartido por otros seres humanos que conozcan tanto el método
en la época clásica
utilizado como el significado del lenguaje empleado. En ese sentido,
suele afirmarse que el conocimiento científico es público (Bunge, 1960)
aunque, .como veremos, esta última característica tiene sus limita-
El científico es una forma de conocer que sabe
que tiene límites y que debe autocriticarse siempre, en ese sentido
es un saber crítico (o debiera serlo). ¿Pero por qué esa necesidad de
fundamentación? ¿Por qué ese afán de autocrítica? Para responder a 1. La transición del feudalismo al eapítalísmo
estas preguntas debemos internarnos en algunas de las condiciones
históricas que hicieron que esta práctica social surgiera.
Las ciencias naturales, tal como hoy las conocemos, dan sus pri-
meros pasos entre los siglos XVI y XVII Y sus exponentes más impor-
tantes son en ese momento la astronomía y la física, que alcanzarán
su madurez con la mecánica clásica de Isaac Newton durante el siglo
XVIII. El periodo histórico en el cual surgen las ciencias modernas
está caracterizado por la profunda modificación que, en las relaciones
sociales, produjo la lenta transición del modo de producción feudal al
modo de producción capitalista. Éste fue un proceso lento y contradic-
torio, pero subvirtió la totalidad de las relaciones sociales.
El proceso en que la astronomía, la óptica y la física modernas
alcanzan su madurez se da entonces en la etapa durante la cual el
sístema feudal se está desíntegrando y, al mismo tíempo, está emer-
giendo y consolidándose el capital mercantil y manufacturero. Este
proceso desembocará, a fines de siglo XVIII, a partir de la Revolución
Francesa y la Industrial, en el capitalismo industrial. Éste dio naci-
miento a la industria en gran escala, a la aplicación de las fuerzas
naturales a propósitos de la producción industrial, a la mecanización
y a una más pormenorizada división del trabajo.
El proceso no fue lineal, no se dio de una vez y para siempre, tampo-
co se desarrolló en todos los países al mismo tiempo, ni con las mismas
características. Suele mencionarse o nombrarse a este proceso como la
"entrada en la modernidad" o "la época clásica" moderna y se lo suele
caracterizar como un tiempo signado por un profundo fenómeno de
secularización. Suele también afirmarse que ella señala el momento en
que el hombre se libera de cadenas de opresión y entra en el sendero
de la luz de la razón. N o sin fundamento, también con frecuencia se
sostiene que la modernidad significó un profundo conocimiento del
[ 17 ]
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Para Julián y Andrés, hijos y artistas

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

AMBIENTE, SOCIEDAD, RECURSOS NATURALES: CONCEPTOS,


RELACIONES Y CONFLICTOS

Prefacio

1. La sociedad y su ambiente.

2. Las escalas y las medidas

3. El ambiente como recurso.

4. El ambiente como escenario.

5. Breve historia de la sociedad y su ambiente.

6. Sociedad y ambiente: las miradas clásicas.

7. Los profetas de la catástrofe y los optimistas.

8. El ambientalismo: ¿Un nuevo paradigma?

9. El desarrollo sostenible: una nueva utopía.

10. Ambiente y sociedad: balance y perspectivas

11. Bibliografía

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

INTRODUCCION

El hombre, agrupado en sociedad, vive en un planeta, la Tierra, único y de un


tamaño limitado y del cual extrae todo lo que necesita para sobrevivir. Sería un ejercicio
seguramente imposible tratar de imaginarnos algo de lo que diariamente utilizamos que no
haya sido provisto, directa o indirectamente, por la Tierra o, si queremos llamarlo de otra
forma, por la naturaleza. Desde el simple aire que respiramos hasta la luz solar, y desde el
petróleo refinado que utiliza nuestro automóvil hasta el alimento que comemos, todo se
basa en lo que la naturaleza nos provee en forma directa o mediante transformaciones que
realizamos sobre lo que nos brinda.

La mayor parte de las veces no le damos a ese hecho mayor importancia y esa
naturaleza se nos aparece como algo ilimitado y que podemos utilizar sin mayor cuidado,
simplemente porque siempre estuvo allí y siempre lo estará. Pero si miramos con atención
a nuestro alrededor, de inmediato podemos ver que esa idea no es necesariamente correcta:
encontramos que los ríos muchas veces parecen cloacas, que los automóviles despiden
nubes de humo nauseabundo, que los parques y plazas son cada vez más raros, que las
playas donde antes nos bañábamos tranquilamente tienen carteles advirtiendo sobre el
peligro de las aguas contaminadas, que es difícil sentarse en algún lugar sin que nos
lleguen todo tipo de ruidos. Y si ampliamos nuestro panorama haciendo uso de los medios
masivos de comunicación, vamos a constatar que la situación no es mejor ni en el resto del
país ni el resto del mundo, y que en muchos lugares la situación es aún peor. El ambiente,
esa misma naturaleza concretizada y referenciada directamente con la sociedad, parece no
ser tan ilimitado ni tan indestructible.

La situación del ambiente, o mejor dicho la situación que se plantea por la


complicada relación que la sociedad tiene con el ambiente (ya sea utilizando ese nombre o
algún otro), ha sido objeto de la atención del hombre desde hace mucho tiempo, si bien

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

solo en los últimos 30 años ha tomado ese nombre y ha adquirido una relevancia publica y
notoria. Como sucede con cualquier tema que se instala dentro de la sociedad humana, el
propio crecimiento del mismo va generando nuevos conceptos y nuevas perspectivas que,
en el caso de lo ambiental y su relación con la sociedad, han conformado un panorama
notablemente complejo. El objeto principal de este libro, dirigido a un publico interesado
en el tema si bien no necesariamente especializado en él, es profundizar en esos conceptos,
analizar las relaciones y evaluar los conflictos emergentes de las mismas. Para eso
trataremos de aclarar algunas ideas (algunas comunes y otras no tanto), plantear la
configuración de la dinámica de las relaciones sociedad/ambiente, revisar su historia y
analizar como se han visto a estas relaciones a lo largo del tiempo. Finalmente,
intentaremos hacer conocer las características de un particular movimientos social que esta
dinámica ha impulsado, tal cual es el ambientalismo y discutir un concepto que ha tomado
mucho impulso, tal cual es desarrollo sostenible. Cada grupo de temas esta tratado en un
capitulo separado y, si bien el libro conforma una unidad y cada capitulo se refiere a los
temas anteriores, aquellos que ya tengan alguna experiencia en el tema se pueden
circunscribir sin mayores problemas a aquellos capítulos que mas les interesen.

Si bien el libro parte de la posición personal del autor al respecto de todos estos
temas, trata de ser mas inquisitivo que dogmático y despertar en el lector preguntas mas
que afianzar certezas. En el tema del ambiente y la sociedad, tal vez tenemos demasiadas
apreciaciones que se toman como verdades reveladas y pocas posiciones que reflejen una
saludable duda y una posición crítica. Tampoco es un libro que brinde al lector una
catarata de información, la cual sin mucho trabajo se puede encontrar en la gran cantidad
de publicaciones que se encuentran disponibles y que tienden a hacerse obsoletas muy
rápidamente. Nuestra intención es brindar conceptos antes que datos y plantear
interrogantes antes que dogmas.

Un objetivo secundario de este libro es servir como puente entre el lector y la


enorme bibliografía que sobre le tema socio-ambiental se produce en el idioma inglés. Al
5
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

final de libro se encuentra una bibliografía comentada en ese idioma, para que los que
tengan acceso a la misma (la cibernética permite ahora comprar estos textos con mucha
facilidad) puedan elegir según su propio interés. Al final de cada capitulo hay una
bibliografía recomendada en español para aquellos que quieran profundizar en cada tema y
hemos tratado de elegir aquellas publicaciones que pueden encontrarse con alguna
facilidad en América Latina. Para facilitar ese acceso, hemos restringido al máximo la
bibliografía que se puede encontrar en revistas especializadas, que por lo general son
difíciles de encontrar para el publico en general.

La mayor parte de este libro se escribió en Los Altos, California, mientras gozaba de
los beneficios de una beca Renne Thalmann que me otorgara la Universidad de Buenos
Aires y que realicé como Investigador Visitante en el Departamento de Geografía de la
Universidad de California en Berkeley. Pero la idea de escribirlo nació de un ofrecimiento
que me hicieran Raquel Gurevich y Silvia Gojman para colaborar en un ambicioso
proyecto editorial y ambas actuaron con pericia como promotoras y comentadoras del
libro. La mayor parte de los temas los había desarrollado a lo largo de una cantidad de
cursos de grado y posgrado que sobre el tema de la sociedad y el ambiente dictara en los
últimos años en las Universidades de Buenos Aires, Rosario, Salta, del Sur y del Litoral en
Argentina, Católica del Uruguay en ese país y de Los Andes en Mérida, Venezuela. En
estos cursos puede discutir estos temas contando con la complicidad y paciencia de mis
alumnos. La misma actitud encontré entre mis colegas del Instituto de Geografía de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y a todos les debo un
agradecimiento. Que es necesario que haga extensivo a mi esposa y mis hijos y a los
ocasionales visitantes que soportaron a un malhumorado escritor en su casa durante la
estadia en California.

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

CAPITULO 1

LA SOCIEDAD Y SU AMBIENTE

La sociedad y su escenario ambiental

El hombre, tanto individualmente como organizado en un grupo social de cualquier


escala y nivel de complejidad (familia, grupo local, nación, etc.), desarrolla sus múltiples
actividades en un escenario concreto, formado por muchos elementos: luz solar, suelo,
aire, agua en diversas formas (ríos, lluvia, humedad ambiental), plantas y animales grandes
y pequeños, construcciones de todo tipo y tamaño, luz artificial, caminos, aire
acondicionado, máquinas para diversos fines, la lista es necesariamente muy larga. Este
complejo escenario es lo que podemos llamar el ambiente1. Si queremos darle una
connotación antropocéntrica (vale decir, centrada en nosotros mismos), podríamos
llamarlo “el ambiente humano”. Pero esto sería partir del supuesto de que el ambiente se
puede separar en diferentes “ambientes” específicos (el ambiente del hombre, del perro, de
la hormiga...).

Este supuesto parece estar lejos de ser verdad. En realidad el hombre es un actor
recién llegado al escenario ambiental del que se quiere apropiar: los mamíferos, género al
cual pertenece, existen en la Tierra desde mucho antes, los animales en general desde
todavía antes y la vida, como manifestación biológica, desde todavía más atrás en el
tiempo. Y todas estas formas de vida se desarrollaban también en “su” ambiente. Está bien
que podemos decir que el hombre tiene una particular capacidad para modificar algunos de
los factores que forman el ambiente y también de agregarle nuevos elementos. Pero esto
no le da necesariamente derecho de propiedad exclusiva sobre ese ambiente del cual forma
parte.

1
Existe una confusión con respecto al uso de este término. Aunque es común que nos refiramos a él como “medio ambiente”,
esto no deja de ser una reiteración innecesaria, dado que “medio” y “ambiente” son términos que significan lo mismo. En otros
idiomas, se usa una sola palabra para este término, por ejemplo milieu o environment en francés o environment en inglés.
7
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Sobre la posibilidad de que existan diferentes “ambientes”, digamos que en realidad


esto es solamente una simple treta metodológica destinada a entender mejor un sistema
complejo y muchas veces oscuro. Para alcanzar esto se separa y aísla una parte del
sistema, como hace un cirujano cuando cubre el cuerpo del enfermo dejando solamente
expuesta el área sobre la que va a intervenir. Desde ese punto de vista, es válido hablar del
ambiente de un cierto animal o recortar el ambiente desde un punto de vista territorial (por
ejemplo, el ambiente urbano o del ambiente de tal lugar). Es decir, es válido siempre y
cuando hagamos explícita esa maniobra metodológica y no la transformemos en una
verdad revelada.

También hay que tener en cuenta que la posibilidad de diferenciar ambientes tiene
que ver con la escala de análisis que hayamos adoptado y con el nivel de detalle que
busquemos. Pero en la realidad concreta, el ambiente es uno solo, un complejo y dinámico
sistema de elementos e interrelaciones que coincide con los que algunos llaman la
ecosfera o también biosfera, aquella relativamente delgada porción que incluye la
superficie del globo, las capas inferiores de la atmósfera y las superiores de la litosfera,
todas caracterizadas por una particular combinación físico-química que permite el
desarrollo de la vida, organizada a su vez en ecosistemás de diverso tamaño y
complejidad, esto es, combinaciones particulares de elementos del ambiente que tienen
una dimensión territorial concreta.

Para partir de un acuerdo básico, digamos que para nosotros el concepto de


ambiente engloba a todos los elementos y relaciones que se encuentran dentro de la
biosfera, tanto los que son estrictamente naturales como los que han sido producto, en
mayor o menor grado, de la intervención humana. Vale la pena hacer esta aclaración
porque es común creer que el término “ambiental” se refiere solamente a lo estrictamente
natural, dejando de lado lo hecho por el hombre (lo que comúnmente se conoce como
“artificial”). Lo que en el fondo es una separación forzada y artificial (aquí el término está
mejor empleado!!) de un conjunto de elementos que en la realidad concreta se encuentran
8
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

agrupados y que son, muchas veces, indistinguibles en su origen o de difícil clasificación


en sus características (una planta de maíz híbrido, cuya semilla ha sido tratada
genéticamente, que el hombre ha plantado, regado y cuidado hasta que crezca, es un
producto natural o artificial??). Como veremos más adelante, por detrás de la idea de la
separación del ambiente “natural” del “artificial” hay un posición ideológica con respecto
a la preferencia o supuestas virtudes del uno sobre el otro.

Naturaleza y ambiente

La idea de “ambiente” proviene de la ecología, una ciencia desarrollada en este


siglo como un desprendimiento de la biología y que estudia las relaciones entre los seres
vivos y su entorno, conjunto al que le da el nombre justamente de “ambiente”. Por
extensión de la particular “mirada” de esa disciplina, interesada más en las relaciones entre
los elementos que en los elementos mismos, también se comenzó a usar el termino
“ecología” para definir las relaciones de una especie con su ambiente (por ejemplo, la
ecología del oso hormiguero). Pero, y por causas no muy claras, también poco a poco se
estableció una confusión en el común de la gente entre ese concepto y la disciplina que le
dio origen y ambos términos se volvieron en la práctica diaria intercambiables De esa
manera, es común escuchar que alguien diga “Yo estoy a favor de la ecología”, cuando lo
que quiere decir es que esta a favor de cuidar el ambiente y no de la disciplina en
particular. Esta confusión de términos se ha hecho tan común que es muy difícil que se la
vuelva hacia atrás y posiblemente tengamos que convivir con ella.

Pero antes que la palabra ambiente comenzara a utilizarse en forma muchas veces
demásiado amplia, era común utilizar otro término que aparenta ser similar o por lo menos
que se refiere, algo vagamente, a lo mismo: naturaleza…Pero significan realmente lo
mismo? Para algunos autores, ambos términos se refieren a “..todos los elementos y

9
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

procesos de la Tierra fuera de la especie humana..”2 y la diferencia entre uno y otro es que
el ambiente incluye los elementos que fueron alterados por el hombre, mientras que los
que conforman la naturaleza no lo han sido, “..la naturaleza es lo que precede a la
actividad humana” (ibid). En esta idea, el ambiente se piensa como una especie de
“colchón” entre la naturaleza intocada y el mundo artificial del hombre. La definición
anterior, por su claridad, es muy útil como “definición de trabajo”. Pero tiene una
particularidad que hay que tener en cuenta: es una definición “en contra de” el hombre, lo
convierte en un personaje fuera de escena, diferencia al hombre por un lado y la naturaleza
y el ambiente por otro, como si fueran elementos distintos. Esta es la separación que
comúnmente existe en la mirada de los hombres hacia lo que ellos no han construído, y no
es nueva, como veremos más adelante. Pero esta división del mundo en tres sectores (la
naturaleza, el hombre y sus artefactos y el ambiente entre medio de ambos), que en la
práctica cotidiana se resume en un mundo polarizado entre la naturaleza y el hombre,
despierta muchas preguntas, por ejemplo: el hombre esta dentro de la naturaleza, fuera o
algo entremedio ? si la respuesta es que esta fuera, eso siempre fue así o en algun
momento el hombre “salió” de la naturaleza?

Como se puede ver, en cuanto nos ponemos a escarbar un poco detrás del tema,
surgen una serie de dudas sobre el alcance de cada termino, lo que se complica aún más si
nos referimos por un lado al mundo de lo cotidiano y por otro al ámbito científico.
Tratemos de responder estas preguntas básicas, para que a lo largo de este libro
compartamos un mismo lenguaje.

Desde un punto de vista biológico, el hombre es una especie como cualquier otra,
dado que su aparato de mantenimiento, producción, reproducción y movilidad no es
demasiado diferente al del resto de los animales, dado que comparte los mismos principios
físicos, químicos y mecánicos. Desde el punto de vista estrictamente biológico, entonces,

2
Simmons, I.G. Humanity and Environment. A cultural Ecology, Longman, , Harlow, 1997, pag. xi.
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el hombre es parte integrante del gran ecosistema que conforma la ecosfera en su totalidad.
Pero vimos que para la mayor parte de la gente, cuando se habla de naturaleza el hombre
no está incluido en la misma, aunque aprovecha alguno de sus productos. Esto significa o
bien que el hombre en algún momento “salió” de la Naturaleza o bien que nunca estuvo
integrado en ella. Esta segunda posibilidad parece algo fantasiosa cuando se la relaciona a
un supuesto origen extraterrestre de la raza humana (seremos marcianos en realidad?).
Pero la primer opción tiene una larga tradición en relación a la creencia religiosa que
acepta, como un acto de fe, la idea de la creación divina de un mundo inicialmente
“natural” y paradisíaco, del cual el hombre es expulsado, generando así una división entre
lo humano y lo natural, creencia que tiene la innegable virtud de la simplicidad. Pero aún
sin seguir al pie de la letra esta tradición religiosa y si seguimos pensando al hombre como
separado de la naturaleza, habría que considerar que la raza humana en un momento dejo
de pertenecer al reino animal y se transformó en “otra cosa”.

Es allí donde nos tendríamos que poner de acuerdo en qué fue lo que produjo esa
separación: tal vez la invención de herramientas, tales como el hacha de piedra? El control
del fuego? El comienzo de la escritura, es decir, de sistemas de comunicación diferentes a
los de la simple voz? Las primeras representaciones de tipo artístico, como las pinturas
rupestres? La agricultura? La vida urbana? Todos estas cosas diferencian fuertemente al
hombre de otros animales, pero cuál de ellas (o alguna otra) lo diferencia de lo “natural”?

Para salir del paso podemos cambiar totalmente nuestra perspectiva y pensar (como
lo hacen los pensadores enrolados en la posición posmoderna) que la propia idea de
naturaleza es “exterior” al hombre en tanto y en cuanto es una simple construcción social,
y por lo tanto no existe la posibilidad de darle una definición estricta, sino que ésta va ir
cambiando con diferentes contextos históricos y culturales. Por ejemplo, mucho se ha
hablado sobre la diferencia entre la visión que sobre la naturaleza tiene las tradiciones
judeo cristianas y budistas, la una de tipo antropocéntrico, la otra adaptando una
perspectiva biocéntrica y holística. Esta visión cultural de la naturaleza es evidentemente
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atractiva, pero tiene la dificultad que es excesivamente abstracta y deja de lado el


problema de la existencia real y concreta de una serie de elementos (llamémoslos naturales
o de cualquier otra forma) que hacen a la vida cotidiana del hombre – la temperatura, el
viento, la lluvia, los árboles - y que deben ser conceptualizados de alguna manera.

Otra forma de acercarnos al difícil tema de la separación o no del hombre con la


naturaleza es reflexionar sobre su papel con respecto a ésta. Durante mucho tiempo, en la
práctica se pensaba que el hombre era el dueño de la naturaleza y que estaba llamado a
dominarla y apropiarse de ella para su beneficio. Y cuando no se lo pensaba
explícitamente, se actuaba como si se lo hiciera. En el otro extremo de una posible línea de
posibilidades, podemos pensar al hombre en cambio como un simple componente más de
la naturaleza, igualándolo con otros animales, plantas y objetos inanimados. Si aceptamos
esta postura (característica, como veremos más adelante, de algunos movimientos
ambientalistas) se produce a continuación toda una discusión sobre los limites y los
derechos entre estos diferentes componentes. Por ejemplo, tienen los animales derechos
similares a las personas? Y las plantas?

Para evitar esa enojosa discusión, podemos pensar al hombre como ubicado en una
posición intermedia entre la de dueño absoluto y la de vulgar componente: el hombre
como cuidador de la naturaleza, que no tiene el derecho absoluto sobre ella sino el deber
de preservarla al mismo tiempo que la utiliza para sobrevivir.

Pero en toda esta discusión hemos dejado de lado la idea de “ambiente” y su


diferenciación con la naturaleza. Una posibilidad es adoptar una diferencia de perspectiva:
así naturaleza sería el conjunto de los elementos y relaciones terrestres en general, sin una
limitación territorial ni temática específicas (por eso diríamos la naturaleza en el Chaco),
mientras que ambiente se referiría al conjunto de elementos y relaciones biológicos y no
biológicos que caracterizan una porción de la Tierra o que rodean y permiten la existencia

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de un elemento (por ejemplo, el ambiente del oso pardo o el ambiente del Chaco).
Naturaleza y ambiente se refieren al mismo conjunto o sistema, sólo que en distinto nivel
de materialidad. El primero es un termino teórico y abstracto, el segundo es concreto y
específico. La primer definición es solo conceptual, mientras que la segunda obedece a un
recorte territorial. En el primer caso, la diferenciación o integración del hombre a la
naturaleza depende estrictamente de la mirada del observador y es una consecuencia de la
posición culturalmente determinada de este último (ideológica, religiosa o política) y por
lo tanto no puede ser objeto de una definición objetiva. En el caso del ambiente,
objetivamente el hombre puede o no estar integrado al mismo (hay muchos casos de
ambientes – los preferidos por los ecólogos más tradicionales- donde el hombre no
interviene ni directa ni indirectamente). Y sobre las consecuencias de esta relación es de lo
que vamos a hablar en este libro.

Natural, salvaje y artificial

La muy generalizada idea de la separación hombre-naturaleza debería llevarnos a


discutir (o por lo menos tratar de aclarar) algunos conceptos que estan muy cercanos a ella
y que se relacionan con al grado de acción del hombre sobre las cosas. El primer término
problemático es el de “salvaje” o “silvestre”, que aparentemente se refiere a algo vivo que
no ha sido influenciado por el hombre, no ha sido “domesticado”. Pero cuál es el limite de
esa influencia? Por ejemplo, cualquiera de nosotros definiría al cardo que crece en las
pampas como “salvaje”. Sin embargo, esta planta fue traída de Escocia en el siglo XIX,
por lo tanto a que “reino” pertenece, al de la Naturaleza o al del hombre??.

La idea de salvaje implica comúnmente la no adhesión de algo o de alguien a los


usos y costumbres del mundo “civilizado”. Durante mucho tiempo, y cuando el adjetivo
era dirigido a determinadas personas, se superponía una concepción racista a otra de
carácter naturalista. De esta manera, un hombre “salvaje” era aquel que no se comportaba

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como nosotros y que, además, vivía “en la naturaleza”. De allí faltaba solo un paso para
decidir que esa condición era suficiente para que se lo considerara inferior y por lo tanto
digno de ser esclavizado, educado o, si no había tiempo ni necesidad de eso, directamente
eliminado. La historia de nuestros países de América Latina esta en buena medida escrita
sobre esa concepción de lo salvaje, condición que muchas veces directamente sacaba al
hombre “salvaje” de su condición humana. Así aparecía la idea de desierto como un
territorio “vacío”, eventualmente poblado por animales y hombres salvajes…

Relacionada con el ambiente, la noción de salvaje tiene un paralelo con la de


“naturaleza virgen”, aquellos trozos de la superficie terrestre que no habían visto la
intervención del hombre. Esta noción, típica de romanticismo del siglo XIX, permeó
fuertemente en la sociedad y la naturaleza virgen pasó a tener una condición casi sagrada,
se transformó en un territorio sublime, al cual se le atribuían todas una serie de virtudes y
que solo aceptaba una visión estética del paisaje. De esta manera, nos acostumbramos a
pensar como sinónimos naturaleza virgen y belleza. Esto no dejó de tener consecuencias
concretas. Por ejemplo, la gran mayoría de los Parques Nacionales se crearon en
ambientes donde se conjugaban ambos criterios, el de virginidad y el de hermosura.
Recién hace pocos años el criterio esteticista fue poco a poco abandonado por otro más
solidó desde el punto de vista científico (en capítulos posteriores hablaremos más sobre el
tema del conservacionismo).

Pero la idea de la naturaleza virgen, del ambiente primigenio, no tiene mucho


asidero desde el punto de vista de la historia ambiental y se relaciona con la idea anterior
de lo “salvaje”. En términos estrictos, después de millones de años de vida humana sobre
el planeta y sobre todo desde que este se extendió, al fin de la última Época Glacial, por
casi todo el mundo, no hay prácticamente ningún lugar “virgen” desde el punto de vista de
la presencia temporaria o permanente del hombre. Tal vez si buscáramos algún rincón
apartado de la Antartida podríamos encontrar un lugar que nunca haya sido pisado por el
hombre, pero prácticamente todos los lugares que la gente considera “salvajes” han sido
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modificados - a veces muy fuertemente - por la actividad humana. Ese hecho no debió
haber pasado desapercibido por los que primero reverenciaron la idea de la naturaleza
salvaje, pero si se consideraba a los nativos como salvajes y por lo tanto parte de la
naturaleza, si influencia sobre esta era parte de la misma… Tal vez, como dice un autor, en
realidad la idea de naturaleza salvaje es más un estado de la mente que un hecho de la
naturaleza.

Relacionado con lo anterior, deberíamos ir un poco más allá y preguntarnos que


diferencia lo natural de lo artificial, una separación muy usual en nuestra vida cotidiana.
Por ejemplo, para mucha gente ir a un parque público es entrar en contacto con “lo
natural”. Sin embargo y más allá de las apariencias, un parque es totalmente artificial: los
árboles son traídos de diferentes lugares - algunos muy alejados -, las plantas son
cuidadosamente cuidadas y podadas, el pasto recortado y todo es regado cuando hay un
período seco. En realidad, tenemos muchas veces una idea muy artificial de lo natural,
dado que si dejáramos ese parque sin tocar durante 50 años (lo que sin duda lo acercaría
más a lo “natural”), a la mayor parte de la gente le parecería francamente horrible y
descuidado. Volviendo a un ejemplo anterior, una planta cultivada por el hombre, es
natural o artificial? Y el hombre mismo, que es desde el punto de vista biológico?

Sociedad y ambiente

En su historia sobre la superficie de la Tierra, el hombre se ha servido de lo que el


ambiente donde vive (o la naturaleza si queremos ser más amplios) le ha ofrecido para
obtener todo lo que necesita para su supervivencia: agua, comida, vivienda, vestido, ocio,
comunicación, seguridad, etc. Para esto utiliza, con mayor o menor grado de
transformación posterior, mucho de lo que lo rodea, tanto objetos animados como
inanimados, minerales, vegetales y animales. Estos conforman lo que normalmente se
conoce como un recurso natural, esto es, lo que la naturaleza ofrece al hombre sin que

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este haga nada por producirlo. A estos recursos naturales éste le agrega otro tipo de
recursos para obtener finalmente el producto deseado: así aparecen, por ejemplo, los
recursos humanos, tecnológicos o financieros. Por ejemplo, si el hombre quiere producir
pan, recurre primero al conjunto de recursos naturales (suelo, luz, agua) que le permiten
hacer crecer una planta de trigo. Este cultivo lo hace mediante la aplicación de recursos
tecnológicos (arado, plaguicidas, herbicidas, fertilizantes), humanos (el trabajo que
utiliza), económicos (los salarios que paga por ese trabajo y el precio que paga por los
recursos tecnológicos) y financieros (el capital que tiene o que pide prestado para hacer
esos pagos). Todos esos recursos los vuelve a utilizar bajo distinta forma a lo largo del
proceso de producción del pan: molinos harineros, panaderías, transportes entre uno y
otro, sistemas de distribución del producto final. Pero hay que tener en cuenta que nada se
hubiera podido hacer si en el extremo de esta cadena productiva no estuvieran los recursos
naturales. Podríamos decir, no hay pan si no hay luz, aire y suelo...

Pero el hombre, o mejor dicho la sociedad (esto es, el conjunto de la población


humana más las relaciones que se establecen dentro de ella), no es un productor
perfectamente eficiente, que aprovecha absolutamente todo de lo que toma de la
naturaleza, sino que al usar esos recursos naturales y a lo largo de la cadena productiva y
en su vida cotidiana genera una gama de desechos que indefectiblemente retornan al
ambiente. Allí van a parar entonces todos los residuos que resultan de sus distintas
actividades, tales como la basura generada en cada hogar, los líquidos cloacales, los
deshechos industriales o los gases producidos por los motores. Todo esto conforma lo que
en general se llama contaminación ambiental, refiriéndose por una parte a los elementos
no naturales que producimos y por otra al escenario donde nos relacionamos con la
naturaleza, esto es, el ambiente.

Si sumamos por una parte el uso de los recursos naturales y por otra la
contaminación que ese uso y todas las otras actividades del hombre generan, llegaremos al
concepto de lo que generalmente se conoce como degradación del ambiente, o sea la
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suma de acciones humanas que de una u otra manera afectan el ambiente en que el hombre
vive. Porque el ambiente es, para el hombre organizado en sociedad, al mismo tiempo una
fuente de recursos y un depósito de residuos.

Volviendo al ejemplo del pan, el hombre cuando produce trigo introduce en el


ambiente una serie de productos ajenos al mismo (fertilizantes químicos, tóxicos para
destruir las plagas) para obligar a que se produzca un solo tipo de especie (en este caso el
trigo), lo que nunca sucede en la naturaleza, dado que el ambiente es, naturalmente,
biodiverso. En ese proceso remueve la tierra innecesariamente, alterando sus
características físicas y químicas, elimina todas las plantas que no le interesan (a las que
llama despectivamente “malezas”) y también introduce en la atmósfera gases producto de
la combustión del motor del tractor que utiliza y, al final del ciclo, no devuelve al suelo
sino una pequeña parte de lo que produjo en el (la paja del trigo). El resto es trasladado a
un lugar lejano (con más aporte de gases a la atmósfera), donde en parte se convierte en
harina y en parte se devuelve al ambiente como residuo (la cáscara de los granos de trigo)
y así por el estilo a lo largo del proceso. Se podría hacer un interesante cálculo de cuanto
se ha degradado el ambiente para que comamos un pedazo de pan, y seguramente el
resultado nos quitaría en parte ese placer!!

Población y recursos

Una sociedad está formada por un grupo humano, medible en su cantidad y sus
características (sexo, edad, origen, distribución, rasgos físicos, actividad económica,
religión, cultura, etc.) tanto puntualmente como a lo largo del tiempo; y una serie de
relaciones que los integrantes mantienen entre sí y con su ambiente. Al grupo humano se
lo conoce como población, y cuando se suman sus relaciones, se lo denomina sociedad.
La población crece en tamaño a lo largo del tiempo, dado que sus integrantes se
reproducen respondiendo a un imperativo biológico y la sociedad se vuelve cada vez más
compleja, en parte porque sus integrantes son cada vez más (y por lo tanto sus relaciones
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son más numerosas) y en parte porque realizan actividades cada vez más complejas y
porque se relacionan cada vez más entre sí.

Por ejemplo, si comparamos casi cualquier lugar del mundo de hoy en día con lo
que era hace trescientos años, podemos constatar que la sociedad es mucho más compleja
y que además los individuos que la componen están mucho más relacionados entre sí y
con el exterior. Las antiguas sociedades tendían a dividirse en tres o cuatro grupos
diferentes (la nobleza, el clero, los burgueses y los campesinos, por ejemplo), pero los
campesinos eran por lejos la mayoría. Ellos llevaban una vida que hoy consideraríamos
muy aburrida: se levantaban cuando salía el sol y se acostaban cuando se ponía, no leían,
no miraban televisión, no escuchaban la radio, comían siempre lo mismo, participaban de
una fiesta (casi siempre ce carácter religioso) pocas veces al año y casi nunca salían de los
límites del lugar donde habían nacido. Además comenzaban a trabajar cuando eran muy
pequeños y lo hacían toda su vida, se casaban jóvenes, la mayor parte de los hijos que
tenían morían en la infancia y por lo general ellos mismo morían antes de alcanzar los 40
años. Durante toda su corta y miserable vida sufrían frío en invierno y calor en verano y
hambre, sed y miedo casi todo el tiempo.

Compárese esta vida con una persona que vive en una ciudad, en una casa que lo
aísla eficientemente del calor y del frío, que no trabaja hasta que tiene 18 o 20 años de
edad, que nunca tuvo un hermano que muriera cuando pequeño y que conoció a sus padres
y sus abuelos, dado que todos llegaron a viejos. Que sabe leer y escribir, que recibe el
periódico, mira la televisión y escucha la radio donde se entera de cosas que le suceden a
otras personas a miles de kilómetros de donde vive. Que habla por teléfono con personas
ubicadas en cualquier lugar del mundo, aún sin conocerlas personalmente. Que protesta si
come dos veces seguidas la misma comida, que viaja todos los días a decenas de
kilómetros de donde vive, y que deja de trabajar a los 65 años, pero vive diez años más. Y
que pertenece a varios estamentos de la sociedad: clases sociales, grupos de intereses,
partidos políticos, asociaciones gremiales, clubes deportivos, etc.

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Este proceso de complejización se apoya en buena medida en una ampliación de la


base productiva, sin la cual simplemente esa complejidad no podría existir. Y esa
ampliación pone a la sociedad en conflicto con su ambiente, dado que este no
necesariamente responde a los mismos intereses, observa los mismos tiempos o tiene el
mismo tipo de comportamientos. Uno de los principales problemas que enfrenta la
sociedad cuando hace uso de los recursos naturales y contamina el ambiente, es que en
realidad está utilizando para su desarrollo una serie de elementos que no son infinitos, sino
que existen en una cantidad limitada o se reproducen a una velocidad determinada. Pero,
por otra parte, el hombre se reproduce muy rápidamente, cada vez vive mayor tiempo y,
como vimos, a lo largo de su historia ha aumentado la cantidad de las cosas que
individualmente consume. Esto significa que cada vez somos más y cada vez utilizamos
más cosas, lo que implica que cada vez exigimos más de la naturaleza, ya sea
consumiendo sus elementos o contaminándola con nuestros residuos. Lo que podría
llevarnos a reflexionar sobre si esto se puede mantener por mucho tiempo o, si damos
vuelta la idea, preguntarnos: ¿cuánta gente cabe en el mundo sin destruirlo? Tratar de
responder a esa pregunta ha llevado mucho tiempo y mucho trabajo y todavía no nos
hemos puesto de acuerdo.

Un simple problema de conocimiento

La sociedad ha vivido toda su existencia en un ambiente determinado, pero hace


relativamente poco que trata realmente de conocerlo. Durante la mayor parte de su historia
lo que conocía del mundo que lo rodeaba estaba determinado por su propio conocimiento
empírico o por lo que distintos “medios” le referían: la tradición familiar, la Iglesia, el
Rey, el Señor Feudal, todos le daba su versión sobre el ambiente y sus diferentes
manifestaciones. La Iglesia lo refería a un poder supremo que diseñaba todo lo que lo
rodeaba, el rey y sobre todo el señor feudal le indicaban que nada de eso era suyo. En
realidad, y durante la mayor parte de la historia de la Humanidad, fue el conocimiento
empírico (directo o indirecto) lo que marcó la relación del hombre con su ambiente.

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Este conocimiento directo tiene algunas particularidades. Tal vez la más


característica es su corto alcance temporal. Tenemos un ejemplo muy claro de esto en la
percepción que cada uno de nosotros tiene de los cambios que se producen en el ambiente
que lo rodea. Por ejemplo, es inevitable que, si hablamos con un productor agropecuario,
el va a tener una apreciación sobre cómo cambio el régimen de lluvias a lo largo del
tiempo y va a determinar con digna certeza que “ahora llueve mucho menos que antes”. El
problema comienza a surgir cuando entrevistamos a su vecino y éste, con certeza no
menos digna, nos dice “ahora llueve mucho más que antes”. Y la confusión es total cuando
obtenemos un registro de lluvias y este indica que en realidad siempre ha llovido más o
menos lo mismo. Para agregar un problema más, casi siempre la persona que opina nos va
a indicar cual es la causa de que llueva más o menos, que puede ser la deforestación, la
instalación de un dique (estas son dos de las causas predilectas) o una prueba nuclear.

En Argentina tenemos un excelente ejemplo de esto: es de “conocimiento público”


(esto es, que la mayor parte de la gente cree en eso) que el clima de Santiago del Estero
cambió porque allí se produjo un proceso de deforestación y no hay santiagueño que no
jure que ahora llueve menos que antes. Sin embargo, la estadística de precipitaciones (ver
Grafico 1) indica que, en los 78 años que van de 1908 a 1986, en 36 años llovió más que
el promedio de ese lapso y en 38 años menos y que a lo largo del tiempo se alternaron
períodos secos y húmedos y que, para colmo de males, a partir de 1975 hubo un notable
período húmedo.

Sucede que un individuo, o un grupo de individuos, no posee una memoria de


capacidad tal como para permitirle reconocer “promedios” de los sucesos ambientales.
Como todos sabemos la memoria funciona mediante una serie de recuerdos selectivos, que
a medida que pasa el tiempo se borran parcialmente y se “apilan” en la memoria temporal.
De allí que el recuerdo de, por ejemplo, la sequía, perdura mucho más que el de los años
buenos.

Lo anterior no quiere significar que el conocimiento empírico sobre el ambiente sea


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despreciable. En realidad, la producción agrícola del mundo (y por ende su alimentación)


se basó durante la mayor parte de la historia del hombre en ese conocimiento empírico,
acumulado durante generaciones y que pasaba de padres a hijos. De esta forma un
agricultor podía interpretar los signos que le proveía el ambiente sobre la marcha de la
temperatura y las lluvias y este conocimiento podía tener un sorprendente capacidad de
predicción a corto y mediano plazo. Claro que esto lo hacía en relación a un recorte
territorial pequeño, ya que se refería al área que conocía que, generalmente, no era mucha.

No siempre el descubrimiento de causalidades por la vía empírica es correcto,


simplemente porque nos parece “lógico”. Por ejemplo nos parece lógico que si se
construye un lago artificial tengan que aumentar las lluvias en ese lugar, porque es
“lógico” que si hay más evaporación hay más lluvias. Lo que es una particular forma de
aplicar el famoso ciclo del agua a la realidad local, con el pequeño detalle que no tiene en
cuenta todo el complejo sistema de circulación atmosférica que hace que las
precipitaciones en un determinado lugar en realidad sean parte de un proceso que puede
tener su origen a miles de kilómetros de distancia.

Cuando el conocimiento empírico no puede llegar a establecer causalidades y no


encuentra explicación para los fenómenos de la naturaleza, es común que el hombre haya
echado mano a la creación de mitos y leyendas para explicar lo hasta el momento
inexplicable. Como veremos más adelante, es interesante constatar que también entre los
defensores del ambiente han surgido más modernamente este tipo de mitos, claro que
apoyados en un análisis algo parcial de la información.

El conocimiento científico del ambiente, o sea la recolección y análisis objetivo de


la información proveniente del mismo es algo relativamente nuevo. Si bien la curiosidad
por observar las “cosas de la Naturaleza” siempre estuvo presente entre los hombres, fue
recién a partir del Siglo XVIII que se comenzaron a hacer observaciones continuadas y
objetivas, como las mediciones climáticas, las colecciones botánicas y zoológicas y las

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

diferentes observaciones agronómicas y geológicas. Las personas que se dedicaban a esto


tenían un nombre de hermosa resonancia: eran los llamados “naturalistas” y curiosamente
se acercaban mucho en la apreciación de lo que los rodeaba a lo que hoy llamaríamos el
ambiente, dado que eran personas que hacían observaciones sobre todo tipo de cosas, no
sólo las estrictamente naturales sino también las relacionadas a la producción, las formas
de asentamiento, las costumbres y los sistemas de gobierno.

Los naturalistas de principios del Siglo XIX dieron lugar más adelante a los
científicos especializados, que “partieron” el ambiente en innumerables fragmentos que se
estudiaban en profundidad pero que no se relacionaban entre sí. Recién con la aparición de
la ecología, ya avanzado este siglo, reapareció una ciencia que se interesaba más por las
relaciones entre las cosas que por las cosas mismas (como de alguna manera lo hacía
también la geografía). Pero todavía el peso de la ciencias compartimentadas es muy grande
y son pocas las disciplinas que se atreven a salir de los estrechos límites que se
autoimponen.

Sin embargo, es mucho lo que se ha adelantado en el conocimiento del ambiente y


la acumulación de información la ha permitido a la sociedad elevar su mirada y poder
captar no solo los problemas locales sino también llevarlos a una escala planetaria y
correlativamente poder comenzar a tener una idea de la dinámica de los temas
ambientales. Tal vez el costo que se ha pagado es el de haber puesto al hombre fuera de su
ambiente, situándolo como un enemigo y no como una parte integrante del mismo.

Riesgo, incertidumbre y catástrofe

El desconocimiento de las características de la naturaleza y el ambiente tiene


además consecuencias sobre la vida, las instalaciones y las actividades humanas cuando
tienen lugar sucesos no previstos, de impacto negativo y que están originados en la
dinámica ambiental. Estos sucesos, que algunos ven como una especie de “respuesta” de la
naturaleza (y que en la antigüedad se consideraba como un castigo divino), reciben en
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

general el nombre de “desastres”, y adquieren la categoría de “catástrofe” cuando su


impacto es mayor y su efecto más duradero. El peligro que corre la sociedad de ser
afectada por estos sucesos se conoce como “riesgo” cuando es una probabilidad medible e
“incertidumbre” cuando es, desde el punto de vista humano, totalmente aleatoria.

No todos los riesgos que corre la sociedad están directamente relacionados con los
procesos ambientales, de allí que clásicamente a los desastres o catástrofes se los divida en
dos categorías: los de origen natural y los de origen humano, aunque a veces la existencia
de uno desencadena la del otro (por ejemplo, una sequía, que es un desastre “natural”, da
lugar a una hambruna, que es un desastre “humano”). Dado el objetivo de este libro,
vamos a centrarnos más en los que se originan en los factores naturales.

Los desastres de origen natural son tan antiguos como la misma vida del hombre en
la Tierra, sin embargo desde hace relativamente poco tiempo son estudiados y analizados
en su conjunto. Y este conjunto no deja de tener importancia. Por ejemplo, las catástrofes
de origen natural (como ya dijimos, los desastres de gran magnitud) fueron más de 1.000
en todo el mundo entre 1947 y 1981. Anualmente producen perdidas por valor de 40.000
millones de dólares y alrededor de 250.000 víctimas. Las más impactantes en términos
tanto humanos como económicos son las inundaciones (40%), los ciclones tropicales
(20%), los terremotos (15%) y las sequías (15%). Más del 90% de las victimas ocurren en
los países no desarrollados, mientras que alrededor del 75% de las perdidas económicas se
da en los desarrollados (ya veremos por que).3

Las catástrofes de origen natural suelen clasificarse según el elemento de origen.


Así encontramos las de origen geológico (terremotos, erupciones volcánicas, avalanchas),
las que se originan en la dinámica hídrica (inundaciones, maremotos), las que tienen un
origen climático (huracanes, ciclones, sequías, tormentas de nieve), las que se originan en

3
Burton, I at al The Environment as Hazard, Oxford University Press, New York, 1978. y Mather, A.S. y Chapman, K.
Environmental Resources, Longman, London, 1995.

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la vegetación (incendios) y en la fauna (plaga de langostas). Estas catástrofes se pueden


medir utilizando varios parámetros: magnitud (fuerza del terremoto, cantidad de
milímetros caídos, etc.), frecuencia (la cantidad de veces que ocurre en determinado
lapso), duración (tiempo en que ocurre), extensión (área que cubre), velocidad (tiempo que
tarda en desplazarse). La combinación de estos parámetros nos permite determinar la
existencia de algunas catástrofes súbitas y de gran magnitud (un terremoto), otras lentas y
de gran extensión (sequías), otras de poca extensión pero gran velocidad (ciclones) y así
por el estilo.

Muchas veces las catástrofes generan un encadenamiento de sucesos, como por


ejemplo el terremoto de Perú de 1970, que desencadenó una avalancha y una inundación, o
el terremoto de San Francisco de 1904, que desencadenó una enorme incendio.

Durante mucho tiempo e implícitamente tomando una actitud ambiental


rabiosamente antropocéntrica, a estos sucesos de “contacto no amistoso” entre la sociedad
y la naturaleza se los conocía como “catástrofes naturales”. Con esto se decían varias
cosas al mismo tiempo: en primer lugar, que las catástrofes eran causadas por la
naturaleza; en segundo lugar que eso las transformaba en inevitables. Esto exige una
pequeña discusión aclaratoria.

Las catástrofes llamadas “naturales” son el resultado del contacto entre


determinados procesos naturales y la instalación y actividad del hombre y que resultan
negativos para el mismo. Son, como dijimos, procesos naturales, que ocurren en la mayor
parte de las veces en forma totalmente independiente al hombre. Este solamente está en un
lugar inadecuado y en un momento inoportuno cuando
ocurre un sismo, un maremoto o una inundación. Estas no
son catástrofes naturales sino en relación a lo que pasa en
nuestra propia sociedad, ya que no hay tal cosa como
“catástrofes” en el mundo natural, solo sucesos más o
menos súbitos y más o menos generalizados. Siempre
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

hubo terremotos, siempre hubo maremotos y siempre hubo inundaciones, así como
siempre hubo sedimentación y siempre hubo monzones.

----------------------------------------------------------------------------------
“Aunque el riesgo resulta de la interacción de sistemas naturales y sociales, ambos no pueden ser
considerados como causas equivalentes. Los sistemas naturales no son ni malos ni buenos: son neutros,
en el sentido que ni evitan ni promueven limitaciones en lo que se puede hacer con ellos. Es la gente la
que transforma esos elementos en recursos y riesgos, al usar los factores naturales con propósitos
económicos, sociales o estéticos” (I. Burton The Environment as Hazard, pag.20/21)

---------------------------------------------------------------------------------

Si bien es verdad que el hombre no es el responsable de estos procesos, muchas


veces ayuda a que estos ocurran o que tengan efectos catastróficos. Entre otros ejemplos,
modifica la dinámica hidrográfica mediante la construcción de obras de infraestructura,
altera las características físicas de los suelos aumentando el peligro de grandes
movimientos en masa, reemplaza ecosistemas biodiversos por agroecosistemás
monoespecíficos, etc. A medida que el tiempo pasa y el hombre adquiere una mayor
capacidad tecnológica, también aumenta su capacidad para modificar el ambiente y esto,
por lo general, significa una mayor ocurrencia de catástrofes ambientales.

Una catástrofe ocurre, como dijimos antes, cuando el hombre se ubica en un


momento dado en un lugar adonde ocurre un proceso ambiental que puede tener resultados
adversos. Esto ocurre por varios motivos (no consideramos aquí que la sociedad tenga una
tendencia suicida o masoquista): en primer lugar, porque cada vez somos más y
necesitamos más lugar para instalarnos y producir los bienes que acompañan a nuestro
crecimiento y esto significa que vamos ocupando territorios cada vez más marginales y
cada vez más peligrosos para la existencia humana. Por ejemplo, en numerosos casos de
expansión urbana la población ocupa el lecho de inundación de los ríos, o sea el espacio
que naturalmente este ocupa en los momentos de crecida. Cuando esta crecida ocurre,
enseguida le echamos la culpa a la naturaleza. Pero esto esta relacionado con el segundo

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

motivo, que es la persistente actitud del hombre a desconocer la dinámica de los elementos
naturales y tomar una actitud acorde con la misma.

La posición del hombre como integrante de la naturaleza lo expone a una serie de


riesgos y lo obliga a vivir en una constante incertidumbre. Conocer estos riesgos significa
que se pueden medir, tratar de controlar, evitar o por lo menos amortiguar en sus efectos;
pronosticar su ocurrencia y prepararse para la misma, ya sea a traves de la acción directa
(por ejemplo, preparar los sistemas de evacuación) o indirecta, como es la planificación
del uso de la tierra teniendo en cuenta la dimensión del riesgo natural. Por ejemplo, si una
persona vive en una zona de riesgo sísmico, en primer lugar debe conocer una serie de
reglas sobre como comportarse en ocasión de un terremoto y en segundo tiene que tomar
las medidas para que cuando este ocurra el daño sea el menor posible. También deberá
construir su casa utilizando la tecnología preventiva adecuada. De la misma manera, si
vive en una zona inundadle, construirá su casa sobre pilotes o hará una defensa costera.
Este tipo de actitudes de prevención de riesgos seguramente amortiguará las
consecuencias. Aquí, el conocimiento es fundamental y lo es también el sentido de la
percepción del riesgo.

No todas las personas, aun con un mismo nivel de conocimiento, perciben los
riesgos de la misma manera y esa percepción los lleva a adoptar actitudes diferentes hacia
ese riesgo. Por ejemplo, para mucha gente que vive en zonas sin riesgo sísmico, vivir en
áreas como Cuyo o los Andes Peruanos les parece totalmente inaceptable. Sin embargo,
para un habitante de esa zona, el riesgo le parece un factor totalmente aceptable, dado que
los contrapesa con otra serie de valores y necesidades (afectivas, económicas, morales,
etc.).

Pero el tema del riesgo tiene una dimensión social que es necesario remarcar: si bien
todos los habitantes de un lugar corren con el mismo riesgo, la capacidad para enfrentarlo
esta marcada por la diferenciación económica y social. Tomemos el ejemplo de los
huracanes del Caribe, que suelen ocurrir al fin del verano del hemisferio norte. Este
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

proceso natural ha sido objeto de muchas investigaciones y hoy en día su desplazamiento


se puede predecir con varios días de anticipación. Pero su impacto es totalmente diferente
en el sur de los EEUU que en los países de Centro América. En EEUU hay una extensa
red de alerta y los habitantes son avisados con mucha anticipación sobre el huracán, por lo
que pueden tomar las medidas precautorias respectivas. En Honduras o Nicaragua, en
cambio, si la noticia llega hay poco que se pueda hacer excepto rogar para que el huracán
pase, ya que no hay un sistema de evacuación, ni refugios para protegerse. El resultado
final es que la catástrofe, medida en términos de las víctimas que provoca, tiene mucho
más impacto en los países pobres que en los ricos. Si en cambio, lo medimos en términos
estrictamente económicos, la situación es a la inversa.

Bibliografía recomendada
Benito, A. and Loppacher, O. 1994 Diccionario del medio ambiente, EINIA, Barcelona.
Frangi, J.L. “Ecología y ambiente”, en Goin, F. and Goñi, R. (comp.) Elementos de política
ambiental, Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, La Plata,
1993.
Gallopín, G. “El medio ambiente humano”, en Gligo, Nicolo y Sunkel, O. (comp.) Estilos de
Desarrollo y Medio Ambiente en América Latina, Tomo I, FCE, México, 1980.
Vernier, Jaques El medio ambiente, Colección Que sé?, PUF/Publicaciones Cruz,
México, 1992.

27
de Sousa Santos, Boaventura. Capítulo I. La Sociología de las Ausencias y la Sociología de las
Emergencias: para una ecología de saberes. En publicación: Renovar la teoría crítica y reinventar la
emancipación social (encuentros en Buenos Aires). Agosto. 2006. ISBN 987-1183-57-7
Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/edicion/santos/Capitulo%20I.pdf

www.clacso.org RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED
DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO
http://www.clacso.org.ar/biblioteca

biblioteca@clacso.edu.ar
Capítulo I

La Sociología de las Ausencias


y la Sociología de las Emergencias:
para una ecología de saberes

ESTOS TRES SEMINARIOS son para mí un intento de dar cuenta


de un trabajo que está en curso y tiene el título general de “Rein-
ventar la emancipación social”. Esto significa, por un lado, que hay
emancipación social, y en segundo lugar, que hay que reinventarla.
Probablemente vamos a tener que discutir lo que es la emancipación
social, y por qué necesitamos reinventarla. Pienso que esta cuestión
tiene tres grandes dimensiones: una epistemológica, que vamos a
discutir aquí; otra más teórica, que discutiremos más adelante; y
otra más política, que veremos luego.
Por consiguiente aquí me concentro en la dimensión epis-
temológica, y en señalar por qué he decidido trabajar este tema.
El problema es que la emancipación social es un concepto absolu-
tamente central en la modernidad occidental, sobre todo porque
esta ha sido organizada a través de una tensión entre regulación
y emancipación social, entre orden y progreso, entre una socie-
dad con muchos problemas y la posibilidad de resolverlos en otra
mejor, que son las expectativas. Entonces, es una sociedad que
por primera vez crea esta tensión entre experiencias corrientes de

13
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

la gente, que a veces son malas, infelices, desiguales, opresoras,


y la expectativa de una vida mejor, de una sociedad mejor. Esto
es nuevo, puesto que en las sociedades antiguas las experiencias
coincidían con las expectativas: quien nacía pobre, moría pobre;
quien nacía iletrado, moría iletrado. Ahora no: quien nace pobre
puede morir rico, y quien nace en una familia de iletrados puede
morir como médico o doctor.
Esta discrepancia entre experiencias y expectativas es fun-
damental para entender lo que pensamos, y cómo pensamos la
emancipación social en la sociedad moderna. El problema es que
–y esto lo veremos mejor luego– esta discrepancia entre experien-
cias y expectativas, entre regulación y emancipación, hoy está
rota. De alguna manera vivimos en sociedades con una doble cri-
sis: crisis de regulación y crisis de emancipación. La discrepancia
entre experiencias y expectativas también está rota, porque está
invertida: las expectativas para la gran mayoría de la población
mundial no son más positivas que las experiencias corrientes; por
el contrario, resultan más negativas. Veinte años atrás, cuando
nosotros mirábamos la primera página de los periódicos y esta
decía “reforma de la salud” o “reforma de la educación”, era para
mejor. Hoy día, cuando abrimos el periódico y vemos una noticia
sobre reforma de la salud, la educación o la seguridad social, es
ciertamente para peor.
En efecto, hay una inversión en esta discrepancia de expe-
riencias y expectativas, y por ello algunos piensan que no tiene
sentido hablar de emancipación social: llegamos al “fin de la His-
toria”, y lo que queda es celebrarlo. Nosotros, por el contrario,
pensamos que hay que continuar con la idea de la emancipación
social; no obstante, el problema es que no podemos seguir pen-
sándola en términos modernos, pues los instrumentos que regula-
ron la discrepancia entre reforma y revolución, entre experiencias
y expectativas, entre regulación y emancipación, esas formas mo-
dernas, están hoy en crisis. Sin embargo, no está en crisis la idea
de que necesitamos una sociedad mejor, de que necesitamos una
sociedad más justa. Las promesas de la modernidad –la libertad,
la igualdad y la solidaridad– siguen siendo una aspiración para la
población mundial.

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Boaventura de Sousa Santos

Nuestra situación es algo compleja: podemos afirmar que te-


nemos problemas modernos para los cuales no tenemos soluciones
modernas. Y esto le da a nuestro tiempo el carácter de transición: te-
nemos que hacer un esfuerzo muy exigente por reinventar la eman-
cipación social.
Más adelante intentaré hablar más de la parte teórica. Yo,
que tengo como destino trabajar en un país semi-periférico como
Portugal, hacer mi trabajo de campo en América Latina y África, y
al mismo tiempo pasar parte de mi tiempo en un país hegemónico
como Estados Unidos, puedo decir que no hay actualmente una
sola idea nueva producida por las ciencias sociales hegemónicas.
Las ciencias sociales están pasando una crisis, porque a mi juicio
están constituidas por la modernidad occidental, por este marco
de tensión entre regulación y emancipación que dejó afuera a las
sociedades coloniales, donde esa tensión fue reemplazada por la
“alternativa” entre la violencia de la coerción y la violencia de la
asimilación. Algunas corrientes de las ciencias sociales miraron,
sobre todo, la regulación –los estructural-funcionalistas. Los otros,
los marxistas, los críticos, se centraron más en la emancipación,
pero la idea fue siempre una visión eurocéntrica de esta tensión,
y por lo tanto colonialista. La crisis de este paradigma es general
y por eso cubre, con ámbitos distintos, todas las corrientes hasta
ahora en vigor. Por tanto me parece correcto que se hable de una
crisis general de las ciencias sociales.
Además, nuestras grandes teorías de las ciencias sociales
fueron producidas en tres o cuatro países del Norte. Entonces,
nuestro primer problema para la gente que vive en el Sur es que
las teorías están fuera de lugar: no se adecuan realmente a nues-
tras realidades sociales. Siempre ha sido necesario para nosotros
indagar una manera en que la teoría se adecúe a nuestra reali-
dad. Pero hoy el problema es todavía mayor, porque nuestras
sociedades están viviendo en un marco de globalización y vemos
más claramente la debilidad de las teorías sociales con las cuales
nosotros podemos trabajar. Por ejemplo, el Foro Social Mundial
ocurrió a pesar de las teorías críticas, y no debido a ellas; no
estaba en las previsiones de las políticas de izquierda la expe-
riencia del FSM.

15
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

Hoy vivimos un problema complicado, una discrepancia


entre teoría y práctica social que es dañina para la teoría y tam-
bién para la práctica. Para una teoría ciega, la práctica social es
invisible; para una práctica ciega, la teoría social es irrelevan-
te. Y esta es una situación por la que atravesamos si intenta-
mos entrar en el marco de la articulación entre los movimientos
sociales. Ayer mismo estaba en un programa con dirigentes de
movimientos sociales, de asambleas barriales, de piqueteros, de
empresas recuperadas, y discutíamos exactamente esto: no es
simplemente un conocimiento nuevo lo que necesitamos; nece-
sitamos un nuevo modo de producción de conocimiento. No ne-
cesitamos alternativas, necesitamos un pensamiento alternativo
de las alternativas.
Esto es todavía más exigente, y por eso necesitamos hacer
una reflexión epistemológica, ya que en nuestros países se ve cada
vez más claro que la comprensión del mundo es mucho más amplia
que la comprensión occidental del mundo. Y por eso nos falta un
conocimiento tan global como la globalización. Este es el contexto
donde nos encontramos hoy: es un desafío enorme para las nuevas
generaciones de científicos sociales.
Fue en este contexto que llevé a cabo un ejercicio: juntar cien-
tíficos sociales del Sur e intentar realizar un proyecto que se llamó
“Reinventar la emancipación social a partir del Sur” (es decir, de
los países periféricos y semi-periféricos del sistema mundial), para
procurar que las ciencias sociales se pudieran juntar y organizar in-
ternacionalmente fuera de los centros hegemónicos.
Ustedes conocen la división del trabajo: si van a Estados
Unidos o a Europa, ven a los estudiantes (por ejemplo, en la Uni-
versidad de Wisconsin, donde trabajo) haciendo investigaciones
sobre Argentina, Bolivia, Ecuador o Mozambique. En nuestros
países, ¿cuántos estudiantes trabajan sobre la realidad de otros
países? Nosotros trabajamos sobre nuestra realidad; ellos hacen
el trabajo global, y nosotros estamos de alguna manera locali-
zados. Es una división de trabajo eficaz en las ciencias sociales,
porque después las grandes organizaciones internacionales mi-
ran al mundo a través de los ojos de los científicos sociales del
centro, del Norte. Por ende, las teorías sociales reproducen las

16
Boaventura de Sousa Santos

desigualdades entre Norte y Sur. Por lo tanto, organicé un pro-


yecto que juntó a seis países –Portugal, Colombia, Brasil, África
del Sur, India y Mozambique– con cerca de sesenta investigado-
res sociales. Los libros están saliendo, en español también. Hay
cinco ya en portugués, en italiano, en inglés. El primero se llama
Democratizar la democracia1 y el segundo se llama Producir para
vivir2. El tercero, Reconocer para liberar3. El cuarto, Sembrar otras
soluciones4 y el quinto, Trabajar el mundo5. A pesar de ser el coor-
dinador, yo no desarrollé un marco teórico fuerte; intenté juntar
a científicos sociales de otros países para, conjuntamente, charlar
y pensar un proyecto.
Y surgió un proyecto en el cual intentamos ver cuáles son las
contradicciones entre Norte y Sur más persistentes. El primer tema
fue la democracia, porque hay mucha innovación democrática que
está emergiendo del Sur y no del Norte; sin embargo, la teoría de la
democracia sigue siendo producida en el Norte. El segundo tema fue
la producción no capitalista, las formas de economía solidaria, de
economía social, de economía popular, que son tan importantes hoy
en el Sur. El tercer tema, que a mi juicio va a constituir un enfren-
tamiento entre Norte y Sur, es el del multiculturalismo: la diversi-
dad cultural, la ciudadanía cultural, los derechos indígenas, etc. Y el
cuarto es la cuestión de los conocimientos rivales, o sea, la capacidad
que tiene el Norte para negar la validez o la existencia misma de los
conocimientos alternativos al conocimiento científico –conocimien-
tos populares, indígenas, campesinos, etc.– para transformarlos en
materia prima para el desarollo del conocimiento científico. Esto se

1 Santos, Boaventura de Sousa (org.) 2002 Democratizar a democracia. Os camin-


hos da democracia participativa (Rio de Janeiro: Civilização brasileira).
2 Santos, Boaventura de Sousa (org.) 2002 Produzir para viver. Os caminhos da
produção não capitalista (Rio de Janeiro: Civilização brasileira).
3 Santos, Boaventura de Sousa (org.) 2003 Reconhecer para libertar. Os caminhos
do cosmopolitismo multicultural (Rio de Janeiro: Civilização brasileira).
4 Santos, Boaventura de Sousa (org.) 2004 Semear outras soluções. Os caminhos da
biodiversidade a dos conhecimentos rivais (Rio de Janeiro: Civilização brasileira).
5 Santos, Boaventura de Sousa (org.) 2004 Trabalhar o mundo. Os caminhos do
novo internacionalismo operário (Rio de Janeiro: Civilização brasileira).

17
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

nota mucho en la biodiversidad, y surge, entonces, la necesidad de


repensarlo. Finalmente, otro tema de enfrentamiento es, a mi juicio,
el del nuevo internacionalismo obrero; al terminar el antiguo (que
de hecho no lo era, puesto que internacional ha sido el capital, no el
movimiento obrero), están emergiendo muchas iniciativas Sur/Sur
de articulación entre los sindicatos o comisiones obreras de trabaja-
dores de la misma multinacional.
Estos temas me llevaron a una reflexión epistemológica. Pri-
mero, no es fácil desarrollar un proyecto internacional fuera de los
centros hegemónicos, pues vivimos mucho dependiendo de sus au-
tores. En segundo lugar, cuando trabajas en el Sur, lo que vemos
es que las ciencias en general, y las ciencias sociales en particular,
conviven con diferentes culturas. Si vamos a India, por ejemplo, la
sociología convive con el hinduismo, como aquí convivimos con los
presupuestos de la cultura occidental, y en África con tantas culturas
africanas. No hay ciencia pura, hay un contacto cultural de produc-
ción de ciencia.
Eso es muy importante, ya que nosotros aprendemos con
nuestra epistemología positivista que la ciencia es independiente de
la cultura; sin embargo, los presupuestos culturales de la ciencia son
muy claros. Por tanto, vamos a discutir cómo podemos, en lo que
respecta a la ciencia, ser objetivos pero no neutros; cómo debemos
distinguir entre objetividad y neutralidad. Objetividad, porque po-
seemos metodologías propias de las ciencias sociales para tener un
conocimiento que queremos que sea riguroso y que nos defienda de
dogmatismos; y al mismo tiempo, vivimos en sociedades muy injus-
tas en relación a las cuales no podemos ser neutrales. Debemos ser
capaces de efectuar esta distinción, que es muy importante.
La tercera idea resultante fue que, aún si nos quedamos en
las ciencias sociales, la comprensión del mundo es mucho más am-
plia que la occidental. Los colegas de África del Sur, de India, de
Mozambique, tienen una manera de ver la sociología, la sociedad,
el mundo, muy distinta de la que existe en el Norte. Entonces me
pareció que, probablemente, lo más preocupante en el mundo de
hoy es que tanta experiencia social queda desperdiciada, debido a
que ocurre en lugares remotos. Experiencias muy locales, no muy
conocidas ni legitimadas por las ciencias sociales hegemónicas, son

18
Boaventura de Sousa Santos

hostilizadas por los medios de comunicación social, y por eso han


permanecido invisibles, “descredibilizadas”. A mi juicio, el primer
desafío es enfrentar este desperdicio de experiencias sociales, esta
riqueza inagotable de experiencias sociales que es el mundo: tene-
mos unas teorías que nos dicen que no hay alternativa, cuando en
realidad hay muchas alternativas. La gente sigue luchando por co-
sas nuevas, y ellos sí piensan que hay alternativas nuevas. Entonces
debemos ver cómo vamos a enfrentar este problema.
La otra cuestión importante de este trabajo con los sesenta
investigadores fue que durante mucho tiempo en las ciencias socia-
les realmente nos quedamos –todavía hoy– en una discusión que nos
parecía absolutamente central, la discusión entre estructura y ac-
ción. ¿Cuál es la importancia de esto? Nosotros nos preocupamos
mucho por estas distinciones, pero casi nos olvidamos de que una
preocupación exclusiva por las condiciones objetivas nos condujo
a una trampa: desmoralizamos la voluntad de transformación so-
cial. Si las condiciones objetivas son tan poderosas, ¿cómo podemos
transformar la sociedad?
Se nos plantea un gran problema: cómo intensificar la volun-
tad. En otras culturas es más fácil. Probablemente ustedes recuer-
den películas de China o India donde, con una concentración yoga,
los personajes pueden, a través de una intensificación enorme de la
voluntad, destruir un pedazo de madera con una mano. Es decir:
no hay condiciones objetivas si la voluntad es fuerte. En nuestra
cultura, por el contrario, no tenemos posibilidad de esto; nuestra
voluntad está muy relacionada con las condiciones objetivas, lo que
no me parecería mal si se complementara con otra reflexión que las
ciencias sociales han dejado afuera: la distinción entre acción rebel-
de y acción conformista. Estoy más interesado en esta distinción y
en cómo crear subjetividades rebeldes que en seguir discutiendo los
conceptos de estructura y acción toda la vida.
Este también es un reto que me ha llevado a mirar el aspecto
epistemológico del que les quiero hablar hoy. Después de lo ante-
rior, queda claro que no podemos buscar la solución para algunos
de estos problemas en las ciencias sociales, porque si las usamos
de manera convencional ellas son parte del problema y no de la
solución. Tenemos que reinventar las ciencias sociales, porque son

19
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

un instrumento precioso; después de trabajarlas epistemológica-


mente, debemos hacer que ellas sean parte de la solución y no del
problema. Es decir: no se trata de un problema de las ciencias so-
ciales, sino del tipo de racionalidad que subyace a ellas. En efecto,
la racionalidad que domina en el Norte ha tenido una influencia
enorme en todas nuestras maneras de pensar, en nuestras ciencias,
en nuestras concepciones de la vida y el mundo.
A esa racionalidad –siguiendo a Gottfried Leibniz– la llamo
indolente, perezosa. Es una racionalidad que no se ejerce mucho, no
tiene necesidad de ejercitarse bastante, y de ahí que hice este libro
publicado en España, llamado La crítica de la razón indolente. Contra
el desperdicio de la experiencia6. Entonces, lo que estoy intentando
hacer aquí hoy es una crítica a la razón indolente, perezosa, que se
considera única, exclusiva, y que no se ejercita lo suficiente como
para poder mirar la riqueza inagotable del mundo. Pienso que el
mundo tiene una diversidad epistemológica inagotable, y nuestras
categorías son muy reduccionistas.
La razón indolente se manifiesta de diferentes formas. Dos
me parecen particularmente importantes: la razón metonímica y la
razon proléptica.
La razón metonímica. Metonimia es una figura de la teoría li-
teraria y de la retórica que significa tomar la parte por el todo. Y esta
es una racionalidad que fácilmente toma la parte por el todo, porque
tiene un concepto de totalidad hecho de partes homogéneas, y nada
interesa de lo que queda por fuera de esa totalidad. Entonces, tiene
un concepto restringido de totalidad construido por partes homogé-
neas. Este modo de la razón indolente, que llamo razón metonímica,
hace algo que, a mi juicio, es uno de los dos aspectos del desperdicio
de la experiencia: contrae, disminuye, sustrae el presente. O sea, te-
nemos una concepción del presente que es contraída, precisamente
porque la concepción de racionalidad que poseemos no nos permite
tener una visión amplia de nuestro presente. Un gran filósofo ale-
mán, Ernst Bloch, decía: si vivimos siempre en el presente, ¿por qué

6 Santos, Boaventura de Sousa 2003 Crítica a la razón indolente. Contra el desper-


dicio de la experiencia (Bilbao: Desclee de Brouwer).

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Boaventura de Sousa Santos

es tan pasajero, tan fugaz? En nuestro concepto, el presente es un


momento, pero es un momento, entre el pasado y el futuro, en el
cual vivimos siempre, nunca lo hacemos en el pasado ni en el futuro.
Entonces, este concepto de razón metonímica contrae el presente
porque deja por fuera mucha realidad, mucha experiencia, y al de-
jarlas afuera, al tornarlas invisibles, desperdicia la experiencia.
La razón proléptica es la segunda forma. Prolepsis es una fi-
gura literaria, muy vista en las novelas, donde el narrador sugiere
claramente la idea de que conoce bien el fin de la novela pero no va
a decirlo. Es conocer en el presente la historia futura. Nuestra razón
occidental es muy proléptica, en el sentido de que ya sabemos cuál
es el futuro: el progreso, el desarrollo de lo que tenemos. Es más cre-
cimiento económico, es un tiempo lineal que de alguna manera per-
mite una cosa espantosa: el futuro es infinito. A mi juicio, expande
demasiado el futuro. La razón indolente, entonces, tiene esta doble
característica: en cuanto razón metonímica, contrae, disminuye el
presente; en cuanto razón proléptica, expande infinitamente el futu-
ro. Y lo que les voy a proponer es una estrategia opuesta: expandir el
presente y contraer el futuro. Ampliar el presente para incluir en él
muchas más experiencias, y contraer el futuro para cuidarlo.
Ustedes vieron esta cosa espantosa que es la discrepancia
entre nuestro futuro individual y el futuro de nuestra sociedad. No-
sotros sabemos que nuestro futuro es limitado porque nuestra vida
es limitada; por eso, los que podemos, cuidamos nuestra salud,
nuestra dieta; cuidamos nuestro futuro porque es limitado. Con la
sociedad no pasa lo mismo: no es necesario cuidar del futuro de la
sociedad porque es infinito. Lo que estoy proponiendo es que mi-
remos el futuro de nuestras sociedades casi como si fuera nuestro
futuro personal. Hay que contraer el futuro, y al mismo tiempo,
ampliar el presente. Es un procedimiento epistemológico que espe-
ro podamos ver juntos cómo hacer.
Vamos a empezar por la razón metonímica, o sea, por esta idea
de totalidad que es muy reduccionista porque contrae el presente al
dejar afuera mucha realidad que no es considerada relevante y que se
desperdicia. Se basa en dos ideas: una de ellas es la simetría dicotómi-
ca, que oculta siempre una jerarquía. Nosotros vivimos en un conoci-
miento perezoso que es, por naturaleza, un conocimiento dicotómico:

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Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

hombre/mujer, norte/sur, cultura/naturaleza, blanco/negro. Son dico-


tomías que parecen simétricas, pero sabemos que ocultan diferencias
y jerarquías. Podemos interrogarnos acerca de si en China o en India
hay una racionalidad más amplia. Yo respondo que sí, pues no tienen
el mismo tipo de racionalidad. La cuestión es a dónde nos conduce
una racionalidad tan restringida como la nuestra.
Una cosa es clara: nuestras formas de racionalidad emergen
de la periferia del mundo. Ustedes tienen que ver que hay una angus-
tia, una inquietud en Occidente: ser la periferia del Oriente. El cono-
cimiento oriental es mucho más global, más holístico, es totalidad,
no es dicotómico. Todas estas dicotomías son vistas de otra manera
en Oriente, porque no existen como dicotomías, existen como partes
que son articuladas en totalidades cósmicas, mucho más amplias, en
multiplicidades de mundos (donde los hay de este mundo y de mun-
dos eternos), multiplicidades de tiempos –tiempos circulares, tiem-
pos lineales, tiempos de metempsicosis, o sea de la reencarnación.
Es una racionalidad más compleja, que nosotros vemos totalmente
limitada por nuestra forma de racionalidad. Nuestra racionalidad se
basa en la idea de la transformación de lo real, pero no en la com-
prensión de lo real.
Y este es nuestro problema hoy: la transformación sin com-
prensión nos está llevando a situaciones de desastre. Un gran filósofo
alemán, Franz Wieacker, decía: la ciencia occidental hace preguntas,
pero no puede preguntarse por el fundamento de sus preguntas. Esto
me parece muy verdadero para las ciencias sociales. Entonces, la
razón metonímica tiene esta doble idea de las dicotomías y de las
jerarquías, por lo que no es posible pensar por afuera de las totali-
dades: no puedo pensar el sur sin el norte; a la mujer sin el hombre;
no puedo pensar al esclavo sin el amo. Pero lo que debemos buscar
es si en estas realidades no hay cosas que están por fuera de esta
totalidad: qué hay en la mujer que no depende de la relación con el
hombre; qué hay en el sur que no depende de la relación con el norte;
qué hay en el esclavo que no depende de la relación con el amo. Es
decir, pensar por afuera de la totalidad. No es fácil, pero es lo que
propongo, porque estas totalidades de reducción nos han conducido
a esta contracción del presente.

22
Boaventura de Sousa Santos

¿Cómo se hace, en qué consiste, la contracción del presen-


te? Se hace a través de la reducción de la diversidad de la realidad
a algunos tipos –concretos, muy limitados, reducidos– de reali-
dad. ¿Cómo se puede demostrar que realmente por fuera de esta
realidad queda mucha otra realidad? Propongo, para combatir
a la razón metonímica, utilizar una Sociología de las Ausencias.
¿Qué quiere decir esto? Que mucho de lo que no existe en nuestra
sociedad es producido activamente como no existente, y por eso
la trampa mayor para nosotros es reducir la realidad a lo que
existe. Así, de inmediato compartimos esta racionalidad perezosa,
que realmente produce como ausente mucha realidad que podría
estar presente.
La Sociología de las Ausencias es un procedimiento transgre-
sivo, una sociología insurgente para intentar mostrar que lo que no
existe es producido activamente como no existente, como una alter-
nativa no creíble, como una alternativa descartable, invisible a la
realidad hegemónica del mundo. Y es esto lo que produce la contrac-
ción del presente, lo que disminuye la riqueza del presente. ¿Cómo
se producen las ausencias? No existe una única manera, sino cinco
modos de producción de ausencias en nuestra racionalidad occiden-
tal que nuestras ciencias sociales comparten.
La primera es la monocultura del saber y del rigor: la idea de
que el único saber riguroso es el saber científico, y por lo tanto, otros
conocimientos no tienen la validez ni el rigor del conocimiento cien-
tífico. Esta monocultura reduce de inmediato, contrae el presente,
porque elimina mucha realidad que queda afuera de las concepcio-
nes científicas de la sociedad, porque hay prácticas sociales que es-
tán basadas en conocimientos populares, conocimientos indígenas,
conocimientos campesinos, conocimientos urbanos, pero que no
son evaluados como importantes o rigurosos. Y como tal, todas las
prácticas sociales que se organizan según este tipo de conocimientos
no son creíbles, no existen, no son visibles. Esta monocultura del
rigor se basa, desde la expansión europea, en una realidad: la de la
ciencia occidental.
Al constituirse como monocultura (como la soja), destruye
otros conocimientos, produce lo que llamo “epistemicidio”: la muer-
te de conocimientos alternativos. Reduce realidad porque “descredi-

23
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

biliza” no solamente a los conocimientos alternativos sino también


a los pueblos, los grupos sociales cuyas prácticas son construidas
en esos conocimientos alternativos. ¿Cuál es el modo en que crea
inexistencia esta monocultura? La primera forma de producción de
inexistencia, de ausencia, es la ignorancia.
La segunda monocultura es la del tiempo lineal, la idea de
que la historia tiene un sentido, una dirección, y de que los países
desarrollados van adelante. Y como van adelante, todo lo que existe
en los países desarrollados es, por definición, más progresista que
lo que existe en los países subdesarrollados: sus instituciones, sus
formas de sociabilidad, sus maneras de estar en el mundo. Este
concepto de monocultura del tiempo lineal incluye el concepto de
progreso, modernización, desarrollo, y, ahora, globalización. Son
términos que dan idea de un tiempo lineal, donde los más avanza-
dos siempre van adelante, y todos los países que son asimétricos
con la realidad de los países más desarrollados son considerados
retrasados o residuales. Entonces, la segunda forma de producción
de ausencias es la residual, lo que ha sido llamado pre-moderno,
simple, primitivo, salvaje, etc. Ya puede observarse cuál es la im-
plicación de esta monocultura: en este modelo, es imposible pensar
que los países menos desarrollados puedan ser más desarrollados
que los desarrollados en algún aspecto. Se pueden pensar algunos
aspectos que son totalmente funcionales para los países del Norte;
los países menos desarrollados por ejemplo pueden tener paisajes
mejores para el turismo, pero nada más.
La tercera monocultura es la de la naturalización de las dife-
rencias que ocultan jerarquías, de las cuales la clasificación racial, la
étnica, la sexual y la de castas en India son hoy las más persistentes. Al
contrario de la relación capital-trabajo, aquí la jerarquía no es la causa
de las diferencias sino su consecuencia, porque los que son inferiores
en estas clasificaciones naturales lo son “por naturaleza”, y por eso la
jerarquía es una consecuencia de su inferioridad; de este modo se na-
turalizan las diferencias. Esta es otra característica de la racionalidad
perezosa occidental: no sabe pensar diferencias con igualdad; las di-
ferencias son siempre desiguales. Por consiguiente, el tercer modo de
producir ausencia es “inferiorizar”, que es una manera descalificada
de alternativa a lo hegemónico, precisamente por ser inferior.

24
Boaventura de Sousa Santos

La cuarta monocultura de producción de ausencia es la


monocultura de la escala dominante. La racionalidad metonímica
tiene la idea de que hay una escala dominante en las cosas. En la
tradición occidental, esta escala dominante ha tenido, histórica-
mente dos nombres: universalismo y, ahora, globalización. ¿Qué
es el universalismo? Sencillamente, es toda idea o entidad que es
válida independientemente del contexto en el que ocurre. Por su
parte la globalización es una identidad que se expande en el mundo
y, al expandirse, adquiere la prerrogativa de nombrar como locales
a las entidades o realidades rivales. Es decir, no hay globalización
sin localización. Cuando globalizas el McDonald’s, localizas tus co-
midas: las tornas étnicas, locales. Y no hay universalismo sin par-
ticularismo. Y aquí, en estas dos formas, hay una manera de crear
ausencias que es lo particular y lo local. La realidad particular y
local no tiene dignidad como alternativa creíble a una realidad glo-
bal, universal. Lo global y universal es hegemónico; lo particular y
local no cuenta, es invisible, descartable, desechable.
La última monocultura es la monocultura del productivismo
capitalista, que se aplica tanto al trabajo como a la naturaleza. Es
la idea de que el crecimiento económico y la productividad men-
surada en un ciclo de producción determinan la productividad
del trabajo humano o de la naturaleza, y todo lo demás no cuenta.
Esta es una manera contraria a toda otra forma de organizar la
productividad. Por ejemplo, para los indígenas o los campesinos,
la productividad de la tierra no es definida en un ciclo de produc-
ción sino en varios, porque la tierra está productiva este año, al
año siguiente no se la cultiva para que descanse, y luego volvemos
a empezar. Toda la selva está organizada de esta manera. Enton-
ces, hay otra lógica productiva que no cuenta. La lógica producti-
va es una novedad de la racionalidad occidental que existe desde
hace casi cien años, cuando nacieron los productos químicos en la
agricultura y la tierra pasó a ser productiva en un ciclo de produc-
ción, porque los fertilizantes cambiaron el concepto de producti-
vidad de la naturaleza, que apareció al mismo tiempo que el con-
cepto de productividad en el trabajo. Todo lo que no es productivo
en este contexto es considerado improductivo o estéril. Aquí, la
manera de producir ausencia es con la “improductividad”.

25
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

Hay cinco formas de ausencia que crea esta razón meto-


nímica, perezosa, indolente: el ignorante, el residual, el inferior,
el local o particular, y el improductivo. Todo lo que tiene esta de-
signación no es una alternativa creíble a las prácticas científicas,
avanzadas, superiores, globales, universales, productivas. Esta
idea de que no son creíbles genera lo que llamo la sustracción del
presente, porque deja afuera como no existente, invisible, “descre-
dibilizada”, mucha experiencia social. Si queremos invertir esta
situación –a través de la Sociología de las Ausencias– hay que ha-
cer que lo que está ausente esté presente, que las experiencias que
ya existen pero son invisibles o no creíbles estén disponibles; o
sea, transformar los objetos ausentes en objetos presentes. Nues-
tra sociología no está preparada para esto, nosotros no sabemos
trabajar con objetos ausentes, trabajamos con objetos presentes;
esa es la herencia del positivismo. Estoy proponiendo, pues, una
sociología insurgente.
Si es así, esta falta, esta ausencia, es un desperdicio de expe-
riencia. La manera en que procede la Sociología de las Ausencias es
sustituir las monoculturas por las ecologías, y lo que les propongo
son cinco ecologías, donde podemos invertir esta situación y crear la
posibilidad de que estas experiencias ausentes se vuelvan presentes.
Las cinco ecologías son las siguientes.
La ecología de los saberes. No se trata de “descredibilizar”
las ciencias ni de un fundamentalismo esencialista “anti-ciencia”;
nosotros, como científicos sociales, no podemos hacer eso. Lo que
vamos a intentar hacer es un uso contrahegemónico de la ciencia
hegemónica. O sea, la posibilidad de que la ciencia entre no como
monocultura sino como parte de una ecología más amplia de sabe-
res, donde el saber científico pueda dialogar con el saber laico, con
el saber popular, con el saber de los indígenas, con el saber de las
poblaciones urbanas marginales, con el saber campesino. Esto no
significa que todo vale lo mismo. Lo discutiremos con el tiempo.
Estamos en contra de las jerarquías abstractas de conocimientos,
de las monoculturas que dicen, por principio, “la ciencia es la úni-
ca, no hay otros saberes”. Vamos a partir, en esta ecología, de afir-
mar que lo importante no es ver cómo el conocimiento representa
lo real, sino conocer lo que un determinado conocimiento produce

26
Boaventura de Sousa Santos

en la realidad; la intervención en lo real. Estamos intentando una


concepción pragmática del saber. ¿Por qué? Porque es importante
saber cuál es el tipo de intervención que el saber produce. No hay
duda de que para llevar al hombre o a la mujer a la luna no hay
conocimiento mejor que el científico; el problema es que también
sabemos hoy que para preservar la biodiversidad, de nada sirve la
ciencia moderna. Al contrario, la destruye. Porque lo que ha con-
servado y mantenido la biodiversidad son los conocimientos indí-
genas y campesinos. ¿Es acaso una coincidencia que el 80% de la
biodiversidad se encuentre en territorios indígenas? No. Es porque
la naturaleza allí es la Pachamama, no es un recurso natural: “es
parte de nuestra sociabilidad, es parte de nuestra vida”; es un pen-
samiento anti-dicotómico. Entonces lo que tengo que evaluar es
si se va la luna, pero también si se preserva la biodiversidad. Si
queremos las dos cosas, tenemos que entender que necesitamos de
dos tipos de conocimiento y no simplemente de uno de ellos. Es
realmente un saber ecológico el que estoy proponiendo.
La segunda es la ecología de las temporalidades. Lo impor-
tante es saber que aunque el tiempo lineal es uno, también existen
otros tiempos. Los campesinos, por ejemplo, tienen tiempos esta-
cionales muy importantes. En comunidades de África, el tiempo
de los antepasados es fundamental. He vivido la experiencia con
las autoridades tradicionales en África: si estamos en una reunión,
los antepasados forman parte de esa reunión; no están “antes”, es-
tán presentes. Y lo he vivido también en la selva, con los Ticunas
en Colombia y Brasil. Es otra concepción del tiempo, porque los
que están “antes” están con nosotros; es una concepción mucho
más rica. Debemos entender esta ecología de temporalidades para
ampliar la contemporaneidad, porque lo que hicimos con la racio-
nalidad metonímica es pensar que encuentros simultáneos no son
contemporáneos. El campesino africano o latinoamericano puede
encontrarse con el ejecutivo del Banco Mundial: es un encuentro
simultáneo, pero no contemporáneo, porque el campesino latino-
americano o africano es “residual” y el ejecutivo es “avanzado”.
Lo importante, entonces, es reconocer que el campesino es a su
manera tan contemporáneo como el ejecutivo, y eliminar el con-
cepto de residualidad. Para esto hay que dejar que cada forma de

27
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

sociabilidad tenga su propia temporalidad, porque si voy a reducir


todo a la temporalidad lineal, estoy obviando todas las otras cosas
que tienen una lógica distinta de la mía. Cuando el subcomandan-
te Marcos dice “pudimos estar callados durante 500 años”, para
nosotros es incomprensible. También les puedo contar historias
maravillosas de diferentes tipos de temporalidad que muestran
cómo es realmente necesario tener esta ecología. En un proyecto
en el que estábamos trabajando en Colombia, había una lucha
muy grande por la explotación de petróleo en la Sierra Nevada
de Santa Marta, donde viven los U’was, un pueblo indígena que
amenazó con suicidarse colectivamente si se explotaba el petróleo
en sus tierras por una razón sencilla: el petróleo es sangre de la
tierra, y la sangre de la tierra es su propia sangre; sin sangre no se
vive. En el siglo XVII, cuando los españoles intentaron colonizar
esta región, las familias de los U’was realmente se mataron: caye-
ron de un acantilado al lago, y quedó sólo un grupo de familias
para mantener la tradición. Esta era una amenaza muy grande, y
en cierto momento el ministro de Medio Ambiente de Colombia
decidió hablar con los “taitas”, los jefes indígenas. En helicóptero
llegó a la Sierra Nevada para reunirse con ellos y averiguar por
qué no aceptaban la explotación de petróleo diciendo que eran
territorios sagrados. En la reunión, el ministro habló y los taitas
calladitos. El ministro preguntó por qué no hablaban, si era que
no querían hablar con él. Hasta que un taita dijo: “no, nosotros
queremos, el problema es que tenemos que consultar con los ante-
pasados”. El ministro preguntó qué tiempo llevaría esto, y el taita
contestó: “mira, depende de la luna, eso lo consultamos a la no-
che”. Y quienes conocen su etnología saben que esto es cierto, que
no era una farsa, era lo que pensaban. El ministro dijo que él no se
podía quedar de noche, que el helicóptero no tenía luces suficien-
tes, y que ya había perdido dos horas de su tiempo conversando.
Se fue y los taitas siguieron sin hablar. Y claro, al día siguiente
los diarios de Bogotá decían: “Los taitas no quieren hablar con el
ministro”. Sí querían hablar, pero en su tiempo… La ecología de
las temporalidades es, a mi juicio, imprescindible.
La tercera es la ecología del reconocimiento. El procedimiento
que propongo es descolonizar nuestras mentes para poder producir

28
Boaventura de Sousa Santos

algo que distinga, en una diferencia, lo que es producto de la jerar-


quía y lo que no lo es. Solamente debemos aceptar las diferencias
que queden después de que las jerarquías sean desechadas. O sea:
mujer y hombre son distintos después de que nosotros utilicemos
una sociología ecológica para ver lo que no está conectado con la
jerarquía. Las diferencias que permanezcan después de eliminar las
jerarquías son las que valen. Más adelante vamos a hablar del prin-
cipio de igualdad y el principio de la diferencia.
La cuarta es la ecología de la “trans-escala”, muy importante
hoy para el FSM y para nuestro trabajo, y que constituye la posibi-
lidad de articular en nuestros proyectos las escalas locales, naciona-
les y globales. Nosotros, como científicos sociales, fuimos criados
en la escala nacional, como la política, como todo. Los antropólogos
trataban un poco lo local; los sociólogos y los científicos políticos,
lo nacional. En este marco, todo lo que es local será embrionario
si puede conducir a lo nacional: los movimientos locales son im-
portantes si pueden tornarse nacionales. Pero hoy tenemos que ser
capaces de trabajar entre las escalas, y de articular análisis de es-
calas locales, globales y nacionales. Es muy difícil, porque nunca
observamos fenómenos en las ciencias sociales. Observamos escalas
de fenómenos, y por eso muchos de los discursos de los ejecutivos,
o de las agencias transnacionales, tienen una escala para ver los
fenómenos que no es la nuestra, o que no es la de los obreros o los
campesinos. Por lo tanto, hay que analizar cómo es posible ver a
través de las escalas.
Y finalmente está la ecología de las productividades. En el do-
minio de la quinta lógica, la lógica productivista, la sociología de las
ausencias consiste en la recuperación y valorización de los sistemas
alternativos de producción, de las organizaciones económicas popu-
lares, de las cooperativas obreras, de las empresas autogestionadas,
de la economía solidaria, etc., que la ortodoxia productivista capita-
lista ocultó o desacreditó.
Los movimientos de campesinos por el acceso a la tierra y
a la propiedad de esta, o contra mega-proyectos de desarrollo (por
ejemplo, las grandes represas que obligan a la deslocalización de
muchos miles de personas); movimientos urbanos por el derecho a
la vivienda; movimientos económicos populares; movimientos in-

29
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

dígenas para defender o recuperar sus territorios históricos y los


recursos naturales que en ellos fueron descubiertos; movimientos
de las castas inferiores en la India con el objetivo de proteger sus
tierras y sus bosques; movimientos por la sustentabilidad ecológi-
ca; movimientos contra la privatización del agua o contra la priva-
tización de los servicios de bienestar social: todos ellos basan sus
pretensiones y luchas en la ecología de las productividades.
Quiero dedicarme ahora a analizar la crítica de la razón pro-
léptica. Las ecologías nos van a permitir dilatar el presente con
muchas más experiencias que son relevantes para nosotros. Aho-
ra vamos a intentar contraer el futuro: sustituir un infinito que es
homogéneo, que es vacío –como decía Walter Benjamin– por un
futuro concreto, de utopías realistas, suficientemente utópicas para
desafiar a la realidad que existe, pero realistas para no ser descar-
tadas fácilmente. La crítica de la razón proléptica es hecha por otra
sociología insurgente, la Sociología de las Emergencias. Mientras
que la razón metonímica es confrontada con la Sociología de las
Ausencias, la razón proléptica es enfrentada por la Sociología de
las Emergencias.
Intentaremos ver cuáles son las señales, pistas, latencias,
posibilidades que existen en el presente que son señales del futu-
ro, que son posibilidades emergentes y que son “descredibilizadas”
porque son embriones, porque son cosas no muy visibles. A noso-
tros, en las ciencias sociales, por ejemplo, no nos gustan las pistas,
las señales. Trabajamos con indicadores. Pero los médicos, en la sa-
lud, trabajan con pistas, señales; los detectives también. Nosotros
somos muy escépticos acerca de las posibilidades de la emergencia.
Entre la nada y el todo –que es una manera muy estática de pensar
la realidad– les propongo el “todavía no”. O sea, un concepto inter-
medio que proviene de un filósofo alemán, Ernst Bloch: lo que no
existe pero está emergiendo, una señal de futuro.
Así, en esta Sociología de las Emergencias tenemos que ha-
cer una ampliación simbólica, por ejemplo, de un pequeño movi-
miento social, una pequeña acción colectiva. A veces somos culpa-
bles de “descredibilizar”: “esto no es una democracia local, no tiene
sustentabilidad”. Por el contrario, sin romanticismos, debemos
buscar credibilizar, ampliar simbólicamente las posibilidades de

30
Boaventura de Sousa Santos

ver el futuro a partir de aquí. Y esta Sociología de las Emergencias


no tiene mucho tiempo para abordar esta nave; de alguna manera,
la razón metonímica debe ir un poco en paralelo con la distinción.
La razón que es enfrentada por la Sociología de las Ausencias tor-
na presentes experiencias disponibles, pero que están producidas
como ausentes y es necesario hacer presentes. La Sociología de
las Emergencias produce experiencias posibles, que no están da-
das porque no existen alternativas para ello, pero son posibles y ya
existen como emergencia.
No se trata de un futuro abstracto, es un futuro del cual tene-
mos pistas y señales; tenemos gente involucrada, dedicando su vida
–muriendo muchas veces– por esas iniciativas. La Sociología de las
Emergencias es la que nos permite abandonar esa idea de un futuro
sin límites y reemplazarla por la de un futuro concreto, basado en
estas emergencias: por ahí vamos construyendo el futuro. Lo que
estoy proponiendo es un doble procedimiento: ampliar el presente
y contraer el futuro, a través de procedimientos y herramientas que
estamos discutiendo.
El último problema es que la Sociología de las Ausencias y la
Sociología de las Emergencias van a producir una enorme cantidad
de realidad que no existía antes. Vamos a confrontar con una rea-
lidad mucho más rica, todavía mucho más fragmentada, más caó-
tica. ¿Cómo encontrar sentido en todo esto? Si nosotros mismos
estamos rechazando el concepto de progreso como tiempo lineal,
como idea de que hay un sentido único de la Historia, ¿es posible
pensar un mundo nuevo sin estar seguros de que surgirá? No tene-
mos recetas para ese mundo. Por eso, ya no se trata del concepto
del socialismo científico: es otra idea mucho más abierta. Tampoco
es la idea de Rosa Luxemburgo, “socialismo o barbarie”. Rosa abrió
la propuesta de Marx, al decir: la del socialismo no es la única posi-
bilidad, está la posibilidad de la barbarie, y hay que luchar para que
una de ellas sea la que se realice. Nosotros estamos todavía más
abiertos: hoy decimos que otro mundo es posible, un mundo lleno
de alternativas y posibilidades.
Esta fragmentación nos va a llevar a otra cuestión: ¿cómo ge-
nerar sentido a partir de esto? ¿Cuál sería la receta de la razón indo-
lente que nosotros hemos compartido en la ciencia occidental? Una

31
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

respuesta sencilla sería: vamos a crear la teoría general de estas co-


sas, de todas estas experiencias. Yo les digo que no. No es posible hoy
una epistemología general, no es posible hoy una teoría general. La
diversidad del mundo es inagotable, no hay teoría general que pueda
organizar toda esta realidad. Estamos en un proceso de transición,
y probablemente lo posible sea aquello que llamo un universalismo
negativo: en este momento, en este tránsito, no necesitamos de una
teoría general. No es posible, y tampoco es deseable, pero necesita-
mos de una teoría sobre la imposibilidad de una teoría general. Esta-
mos de acuerdo en que nadie tiene la receta, nadie tiene la teoría.
Esto va a crear otra manera de entender, otra manera de arti-
cular conocimientos, prácticas, acciones colectivas, de articular suje-
tos colectivos. Pero no nos podemos quedar con una fragmentación
total, porque entonces ¿cómo se produce sentido? ¿Cómo es posible
articular, por ejemplo, el movimiento feminista con el indígena, el
campesino, o los urbanos? No puedo reducir toda la heterogeneidad
del mundo a una homogeneidad que sería de nuevo una totalidad
y que dejaría afuera a muchas otras cosas. Entonces no es posible
la teoría general. Pero ¿cómo producir sentido? Mi propuesta es un
procedimiento de traducción.
La traducción es un proceso intercultural, intersocial. Utiliza-
mos una metáfora transgresora de la traducción linguística: es tra-
ducir saberes en otros saberes, traducir prácticas y sujetos de unos
a otros, es buscar inteligibilidad sin “canibalización”, sin homoge-
neización. En ese sentido, se trata de una traducción al revés de la
traducción lingüística. Intentar saber lo que hay de común entre un
movimiento de mujeres y un movimiento indígena, entre un movi-
miento indígena y otro de afrodescendientes, entre este último y un
movimiento urbano o campesino, entre un movimiento campesino
de África con uno de Asia, dónde están las distinciones y las seme-
janzas. ¿Por qué? Porque hay que crear inteligibilidad sin destruir la
diversidad. Un ejemplo sencillo: los movimientos indígenas de este
continente nunca hablan de emancipación social sino de dignidad y
respeto, que son dos conceptos básicos. El movimiento obrero habla
todavía de emancipación y de lucha de clases. Las feministas usan
mucho el concepto de liberación, también los afrodescendientes. Es
necesario no preferir una palabra a otra, sino traducir dignidad y

32
Boaventura de Sousa Santos

respeto en emancipación o en luchas de clases, ver cuáles son las


diferencias y cuáles las semejanzas. ¿Por qué? Porque hay muchos
lenguajes para hablar de la dignidad humana, para hablar de un fu-
turo mejor, de una sociedad más justa. Creemos que ese es el princi-
pio fundamental de la epistemología que les propongo y que llamo la
Epistemología del Sur, que se basa en esta idea central: no hay justi-
cia social global sin justicia cognitiva global; o sea, sin justicia entre
los conocimientos. Por tanto hay que intentar una manera nueva de
relacionar conocimientos; es por ello que les propongo el procedi-
miento de la traducción. Por ejemplo, con el concepto de “derechos
humanos” hago una traducción intercultural entre este concepto
–que es de hecho un concepto occidental–, el concepto de umma7 del
Islam y el concepto de dharma8 en el hinduísmo: son tres conceptos
distintos para hablar de la dignidad humana. Todos tienen proble-
mas, todos están incompletos, pero hay que hacer la traducción en-
tre ellos, mirar su relatividad, su incompletud.
En nuestra concepción, por ejemplo, hay una simetría trampo-
sa entre derechos y deberes, porque en nuestra cultura generalmente
hablamos de derechos humanos pero no de deberes humanos. La si-
metría es que no podemos conceder derechos a quienes no podemos
exigir deberes, sólo podemos otorgar derechos a quienes tienen de-
beres. Por eso en nuestra cultura de derechos humanos la naturaleza
no tiene derechos: porque tampoco tiene deberes. Las generaciones
futuras no tienen derechos, porque tampoco tienen deberes. Esto no
es así en el concepto de umma ni en el de dharma, pero estos concep-
tos tienen otros problemas: miran la dignidad en términos colectivos
y también hay que mirarla en términos individuales. Nunca he visto
sufrir a una sociedad físicamente; sufren hombres y mujeres, hay un

7 Proviene de la cultura musulmana y significa unirse a una nueva comunidad, la


umma o comunidad de creencias. También significa la aceptación de un conjunto
de rangos de derechos y deberes que supera la solidaridad tribal o étnica.
8 Dharma significa “protección”. Por medio de la práctica, las enseñanzas del
Buda nos protegen de sufrimientos y problemas. En esta filosofía, todos los pro-
blemas que experimentamos durante nuestra vida diaria se originan en la igno-
rancia, y el método para eliminar la ignorancia es la práctica del dharma. Ver
<www.aboutdharma.com>.

33
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

elemento individual en el sufrimiento humano que es innegable, y eso


debe ser visto por los derechos humanos.
No hay ninguna cultura que sea completa, y entonces hay que
hacer traducción para mirar la diversidad sin relativismo, porque los
que estamos comprometidos con cambios sociales no podemos ser re-
lativistas. Pero hay que captar toda la riqueza para no desperdiciar la
experiencia, ya que sólo sobre la base de una experiencia rica no des-
perdiciada podemos realmente pensar en una sociedad más justa. Este
procedimiento de traducción es un proceso por el cual vamos creando
y dando sentido a un mundo que no tiene realmente un sentido único,
porque es un sentido de todos nosotros; no puede ser un sentido que
sea impartido, creado, diseñado, concebido en el Norte e impuesto al
resto del mundo, donde están las tres cuartas partes de las personas. Es
un proceso distinto, y por eso lo llamo la Epistemología del Sur. Tiene
consecuencias políticas –y naturalmente teóricas– para crear una nueva
concepción de dignidad humana y de conciencia humana.

DEBATE
PREGUNTA DEL PÚBLICO
Por lo que tengo entendido, la metonimia se ha definido desde la
lingüística, y ha sido retomada por el estructuralismo y el psicoa-
nálisis. Tiene que ver con plantear las relaciones por contigüidad,
donde lo que se deja afuera es lo que no es contiguo; supongo que
por eso usted lo plantea como reduccionista. Si es así, todo el plan-
teo que hizo sobre tener en cuenta la ausencia, ampliar el universo
simbólico del presente y traer el futuro tiene mucho que ver, para mí,
con la metáfora, incluso con la idea de traducción, donde no hay una
equivalencia unívoca entre un discurso y otro, sino que se trata de
encontrar semejanzas y diferencias. Me preguntaba, entonces, si se
podía hablar en ese sentido de una racionalidad metafórica.

RESPUESTA DEL AUTOR


Tengo alguna dificultad con la idea de que podamos hablar de
una racionalidad metafórica, sobre todo porque, normalmente,

34
Boaventura de Sousa Santos

en nuestro tiempo de transición esa es una manera de descalificar


a la racionalidad: es metafórica, no es real, no es literal. Pienso de
una manera distinta, por otro camino, porque me parece que esos
son demasiado occidentales, dentro de una pluralidad epistemo-
lógica, de un saber que es el científico; y yo estoy buscando una
ecología más amplia del saber. Todo el conocimiento empieza por
ser metafórico. Cuando hablamos de corriente eléctrica, ¿alguno
de nosotros se da cuenta de que esto es una metáfora? Pero origi-
nalmente lo es: cuando inventaron la electricidad, no sabían cómo
llamarla; lo que conocían eran las corrientes del río, que les pa-
recieron semejantes. Empezó metafóricamente a llamársela así, y
hoy está “literalizada”. La ciencia no se produce sin metáforas; mi
debate con los positivistas, muy fuerte, es precisamente porque
pienso que la propia ciencia de la vida –la biología, por ejemplo–
no funciona sin metáforas. No hay que desperdiciar experiencias;
si hay traducción de un origen lingüístico, si es un concepto que
además se utilizó de una manera hegemónica, es otra reproduc-
ción de la razón perezosa. Traducir así es “canibalizar”, y lo que
estoy proponiendo es una traducción recíproca: yo traduzco y tú
traduces, y nos traducimos recíprocamente. Es una manera de
buscar los conceptos que existen y transformarlos. Pertenece a la
teoría general del lenguaje. Nosotros no podemos pensar lo nuevo
si no es con conceptos de lo viejo, del lenguaje, de lo que tenemos,
y aún cuando queremos nombrar cosas nuevas debemos hacerlo a
partir de cosas que son viejas. Hay que reconocer eso sin limitar
nuestra capacidad de imaginación epistemológica. Lo que estoy
proponiendo es un ejercicio de imaginación epistemológica y de
imaginación democrática: las dos son formas de la imaginación
sociológica del siglo XXI.

PREGUNTA DEL PÚBLICO


Si nosotros tenemos que trabajar para que dialoguen dos formas de
conocimiento y, a veces, queremos las dos cosas, la biodiversidad y
llegar a la luna, ¿qué ocurre si una cosa destruye a la otra? ¿Cómo es
posible el diálogo?

35
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

RESPUESTA DEL AUTOR


Esta es una cuestión importante. Cuando hay incompatibilidad, hay
formas de incompatibilidad que son falsas y otras que son reales. Un
ejemplo de incompatibilidad falsa: en los años sesenta hubo en India
y otros países una “revolución verde”, un intento de incrementar la
producción agrícola a través de la sustitución de los granos que produ-
cían (maíz y arroz) por otros que consideraban más productivos, y así
también buscar otra forma de estructura agraria y usar agroquímicos.
En Bali –una isla de Indonesia– había un sistema de irrigación del
arroz ancestral, milenario, organizado y administrado por los sacer-
dotes de la diosa Dewi Danu, que es la diosa de las aguas del hinduís-
mo en esa región. Cuando llegaron los agentes de la revolución verde,
ayudados por los directivos del Banco Mundial, dijeron que esa forma
de irrigación era ilógica, irracional, parte de lo que los antropólogos
llamaban “el culto o magia del arroz”, o sea, que era mágica. Decían:
“¿cómo vamos a tener una agricultura capitalista fuerte con sacerdo-
tes administrando el sistema de irrigación?” Lo desmantelaron todo
y lo sustituyeron por un sistema tecnológico con ingeniería de irriga-
ción nueva: fue un desastre total, porque en las montañas de Bali es
muy difícil organizar otro sistema diferente al tradicional. La pérdida
de la producción fue tan desastrosa que las autoridades de Indonesia
decidieron eliminar el nuevo sistema de irrigación y volver al anterior.
Mientras tanto, unos científicos de las nuevas ciencias –es parte de la
disputa epistemológica que tenemos, que son las ciencias de la com-
plejidad, las teorías del caos, los sistemas autoorganizados, los nuevos
modelos de la acción computacional– hicieron un estudio sobre los
sistemas de irrigación de Bali a través de modelación computacional,
y llegaron a la conclusión de que el sistema tradicional era el mejor
para esa realidad. O sea, se trataba de una falsa incompatibilidad: fue
un conocimiento científico deficiente y errado lo que declaró la incom-
patibilidad. Pero hay otras incompatibilidades reales, y pienso que no
existe otra posibilidad que tratar de conocer las diferencias de poder
entre cada grupo que está por detrás de cada práctica. La epistemolo-
gía que propongo hace una distinción muy clara entre juicios cogniti-
vos y juicios ético-políticos, pero los dos están siempre presentes. Los
juicios cognitivos son los que administran cierta forma de saber, pero

36
Boaventura de Sousa Santos

decidir sobre el tipo de intervención en lo real no es cognitivo, ésa es


la trampa de los ingenieros, los técnicos, que dicen, “esta es la única
solución técnica”. No, es producto de un juicio ético y político. Es una
disputa política, y si realmente hubiera una incompatibilidad entre
ir a la luna y preservar la biodiversidad deberíamos tener un debate
global en la tierra para decir si necesitamos esto o aquello, a dónde va
el dinero, cuál es el reconocimiento que vamos a dar a cada una; son
disputas políticas más globales que necesitamos traer a la epistemolo-
gía. No hay otra posibilidad; a través de la argumentación no podemos
tener argumentos automáticos que digan “este es el que vale porque
está sustentado por conocimientos científicos”, porque ya sabemos en
demasía que esto no es así. Pienso que es otra conversación de la hu-
manidad –como diría John Dewey– la que necesitamos.

PREGUNTA DEL PÚBLICO


Nosotros trabajamos con organizaciones campesinas y nos vemos
muy seducidos por su propuesta de la traducción, pero encontra-
mos que, de alguna manera, seguimos viendo y produciendo en
nuestro contexto de producción, y aunque apuntamos a hacer
visibles esas experiencias silenciadas, esos saberes callados, a
pesar de eso, seguimos escribiendo en contextos donde somos
siempre sociólogos, politólogos. Escribimos para otros cientistas
sociales. A veces, cuando nos encontramos con los campesinos,
tenemos justamente que traducirnos a nosotros mismos. Enton-
ces, en esta apuesta de una teoría de la traducción, ¿no habría
también que traducir o resignificar nuestros propios espacios de
producción de esa teoría de la traducción? ¿Tenemos que seguir
estando en las universidades? ¿Cuál es el espacio académico pero
también social (porque si no, en sus términos, no sería viable) de
la teoría de la traducción?

RESPUESTA DEL AUTOR


Agradezco mucho la pregunta porque estoy trabajando bastante
en esta cuestión, que es muy seria: cómo hacer la traducción de
una manera que no traicione los objetivos de la traducción, hacer

37
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

una Epistemología del Sur que no termine siendo otra forma de


la Epistemología del Norte. Debemos estar totalmente vigilantes.
Pienso que este nuevo conocimiento tiene que ser producido de
otra forma, mucho más horizontal, mucho más autónoma, mucho
más compartida, y probablemente las universidades tengan que pa-
sar por una refundación muy fuerte. Y no sé si lograrán hacerlo.
Por eso he propuesto en el FSM una Universidad Popular de los
Movimientos Sociales9, que es el intento de organizar en ese ámbito
un encuentro sistemático entre científicos sociales y líderes de los
movimientos, para que nosotros podamos realmente pensar con los
movimientos, los dirigentes, los activistas, en otros contextos que
los eruditos. Pero no se cambia el mundo de una vez, es importante
hacer las dos cosas: trabajar dentro de la universidad convencional
y crear instituciones paralelas. Durante mucho tiempo vamos a te-
ner que trabajar así. Esto es lo característico de un tiempo de tran-
sición: trabajas lo viejo para renovarlo hasta el límite. La universi-
dad tiene un máximo de conciencia posible, hay que explorarlo. Y
se puede hacer Ecología de Saberes dentro de la universidad. Para
mí, es la extensión universitaria al revés: la extensión convencional
es llevar la universidad hacia afuera; la Ecología de Saberes es traer
otros conocimientos hacia adentro de la universidad, una nueva
forma de investigación-acción, donde la sociología latinoamerica-
na tiene tradiciones muy fuertes que infelizmente han sido bastan-
te descartadas por las nuevas generaciones de científicos sociales
de este continente. Entonces usted tiene razón: debemos encontrar
otros espacios, espacios públicos no estatales donde compartir co-
nocimientos, hacer trueque de conocimientos y análisis. Ayer es-
taba en una reunión con movimientos sociales de aquí, donde en
15 minutos cada uno de los líderes presentó su trabajo, y no quise
hablar más de 15 minutos para no quitar tiempo al debate, por-
que habitualmente el conocimiento teórico erudito tiene prioridad
sobre el conocimiento práctico local. El debate posterior fue ma-
ravilloso. Pienso que hay que encontrar formas que incluyan más
debate. Los nuevos modos de producción de conocimiento exigen

9 Ver <www.ces.uc.pt>.

38
Boaventura de Sousa Santos

otros espacios. Hablaba también con estudiantes de derecho que


decían que hay profesores muy progresistas que tienen relación
con movimientos sociales y demás, pero que en las clases son muy
conservadores. ¿Por qué esta esquizofrenia? Hay que traer al aula
el derecho como un fenómeno político de alta intensidad y contra-
dictorio, como un campo de disputa.

PREGUNTA DEL PÚBLICO


Por varios de sus conceptos, me pareció que se acercaba al concepto
de complejidad de Morin. ¿Es así?

RESPUESTA DEL AUTOR


Claro que el pensamiento de Edgard Morin ha sido muy importante
para todos nosotros; pienso que en América Latina también. Busca-
mos partir de ahí con otros insumos, con otras preocupaciones, por-
que, probablemente, lo que estoy indagando ahora no es lo mismo
que buscaba Morin cuando empezó. Todos tenemos los problemas
de nuestro tiempo. Yo estoy buscando una epistemología adecua-
da para entender al FSM, una globalización alternativa, los conoci-
mientos que se juntan, y no estoy pensando solamente en traducción
entre diferentes culturas, sino por ejemplo entre poesía y ciencia.
Porque cuando estuvimos en Mumbai para el IV Foro Social Mun-
dial, ¿cuál es la gran forma de comunicar la lucha cuando no com-
partes la lengua? Hay miles de lenguas en India, los 33.000 dalits
–las castas más inferiores– cantaban, danzaban, la música era una
expresión de emancipación social. Nuestra cultura es totalmente “lo-
gocéntrica”. Por eso, el ministro de Colombia tuvo que irse, porque
el silencio no nos va bien, nosotros somos una cultura de palabras.
Hay otras culturas que cultivan el silencio u otras formas: la poesía,
la espiritualidad. ¿Cómo vamos a mirar la cuestión de la espirituali-
dad, por ejemplo, con tantos movimientos que son progresistas, que
luchan contra la indignidad del capitalismo, que quieren una socie-
dad no capitalista pero formulan sus reivindicaciones en términos
que parecen religiosos? Tú que vienes de una cultura donde hubo
laicización y secularización, donde ser religioso puede ser reacciona-

39
Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social

rio, a menos que se trate de la Teología de la Liberación (que ahora


con este Papa será aún más difícil). En nuestras ciencias sociales no
somos capaces de mirar la espiritualidad porque no hay indicadores
para eso, como no hay indicadores para la felicidad… pero necesi-
tamos una epistemología que dé cuenta de eso. Lo que es nuevo, al
contrario de la movilización moderna –sobre todo la sindical o de los
partidos– es que hoy la movilización exige razones para movilizarse,
no puede ser un comité o dirección central quien lo decide; no, la
gente quiere discutir razones, y buscar razones para la movilización,
y exige otra epistemología. El autoritarismo de la ciencia positivista
estaba conectado en cierta manera con el autoritarismo en política,
incluso en la izquierda. Entonces, todo esto tiene que ser construido
al mismo tiempo, lentamente, y realmente a partir del riesgo. No te-
nemos otra opción, son nuestros cuerpos que están incorporados en
una historia. Es la materialidad de nuestro cuerpo, a partir de la cual
intentamos pensar lo que está fuera del cuerpo. Sólo ese es el límite
de lo que podemos pensar.

PREGUNTA DEL PÚBLICO


¿Cómo solucionar el gran problema de nominar, de ser fieles a la
novedad, con los viejos términos con que nos movemos?

RESPUESTA DEL AUTOR


Esa es la pregunta más dilemática. No hay posibilidad, hay que tener
una vigilancia epistemológica muy grande, hay que discutir, hay que
ver dónde necesitamos crear conceptos nuevos, conceptos nóma-
das, hay que luchar siempre contra el reduccionismo. Existen tres
grandes errores de esta razón indolente que domina la epistemolo-
gía positivista: el reduccionismo, el determinismo y el dualismo. Sus
tres grandes ejes. Hay que luchar contra cada uno de ellos, y tienes
necesidad de hacer transgresiones. Muchas veces buscas lo nuevo en
los intersticios, lo que está entre las realidades, porque la realidad
lingüística, como la realidad social, como la de nuestras subjetivida-
des, es un palimpsesto. O sea: es un conjunto de estratos geológicos
de nuestra sociabilidad, que están articulados de una manera muy

40
Boaventura de Sousa Santos

compleja. Muchas veces tienes que migrar de un campo a otro, de


un estrato a otro, de un lenguaje a otro, de una ciencia a otra; la
transdisciplinariedad es, en parte, eso. Además tenemos que buscar
conceptos que vengan de otros conocimientos. Por ejemplo, si yo
quiero traducir “desarrollo” en una discusión con gente de la India,
tengo que empezar con el concepto de swadeshi, que era el concepto
de Gandhi para esa idea, y que es mucho más amplio, porque es un
concepto religioso también; no es sólo económico como el nuestro,
tiene que ver con que si tus dioses no te agradan, inventa otros, pero
tuyos. El hinduismo es la religión más democrática, no es necesario
un Papa para beatificar o santificar, ellos pueden como comunidad
tener sus propios santos y sus propias divinidades. Hablan de una
lógica de proximidad, pero también espiritual, y entonces no es fácil
traducirlo. Si uso el concepto de swadeshi, me dirán “tú eres gand-
hiano”. Nosotros tenemos siempre una gran ansiedad de pertenen-
cia, y eso también hace difícil pensar lo nuevo.

41
INTERDISCIPLINARIEDAD Y SISTEMAS COMPLEJOS*

Rolando García

Introducción
Las situaciones a las cuales se suele aplicar la expresión "problemas ambientales" cubren un amplio
espectro: en un extremo, aparecen problemas locales y circunscriptos, como puede ser el caso de un
río contaminado por los desechos de una fábrica próxima que torna tóxica el agua que se bebe en
una ciudad situada a sus orillas. En el otro, se incluyen situaciones tales como las condiciones
insalubres de vida en grandes centros urbanos, o el deterioro del medio físico y de las condiciones
de vida en extensas regiones.
Este capítulo no se ocupará del tipo de situaciones correspondientes al primer grupo. Para
resolverlos puede ser necesario recurrir a conocimientos que provengan de diversas disciplinas
(química, física, biología, tecnologías específicas de la producción). Sin embargo, en la concepción
que expondremos en este capítulo, esa pluri (o multi) disciplina no le otorga al estudio
características de una investigación interdisciplinaria.
Las otras situaciones arriba mencionadas corresponden a problemáticas complejas, donde están
involucrados el medio fisico-biológico, la producción, la tecnología, la organización social, la
economía. Tales situaciones se caracterizan por la confluencia de múltiples procesos cuyas
interrelaciones constituyen la estructura de un sistema que funciona como una totalidad organizada,
a la cual hemos denominado sistema complejo.1
La complejidad de un sistema no está solamente determinada por la heterogeneidad de los
elementos (o subsistemas) que lo componen y cuya naturaleza los sitúa normalmente dentro del
dominio de diversas ramas de la ciencia y la tecnología. Además de la heterogeneidad la
característica determinante de un sistema complejo es la interdefinibilidad y mutua dependencia de
las funciones que cumplen dichos elementos dentro del sistema total. Esta característica excluye la
posibilidad de obtener un análisis de un sistema complejo por la simple adición de estudios
sectoriales correspondientes a cada uno de los elementos.
La no aditividad de los estudios sectoriales se torna aún más evidente cuando se trata de evaluar las
implicaciones de la introducción de modificaciones en un sistema, o de proponer, por ejemplo,
políticas alternativas para el desarrollo sustentable de una determinada región. En efecto, un
principio básico de la teoría de sistemas complejos que aquí expondremos afirma que toda
alteración en un sector se propaga de diversas maneras a través del conjunto de relaciones que
definen la estructura del sistema y, en situaciones críticas (baja resiliencia), genera una
reorganización total. Las nuevas relaciones -y la nueva estructura que de allí emerge- implican tanto
modificaciones de los elementos, como del funcionamiento del sistema total. El juego dialéctico
involucrado en la doble direccionalidad de los procesos que van de la modificación de los
elementos a los cambios del funcionamiento de la totalidad, y de los cambios de funcionamiento a
la reorganización de los elementos, constituye uno de los problemas que ofrece mayor dificultad en
el estudio de la dinámica de los sistemas complejos. Estas interacciones entre la totalidad y las
partes no pueden ser analizadas fraccionando el sistema en un conjunto de áreas parciales que
correspondan al dominio disciplinario de cada uno de los elementos. Desde nuestro enfoque, allí
situamos la diferencia entre multi o pluridisciplina e interdisciplina.
Del planteo precedente surge una redefinición de la interdisciplinariedad. En este trabajo,
llamaremos “investigación interdisciplinaria” al tipo de estudio que requiere un sistema complejo.
En otros términos, no partimos de una definición de "interdisciplina" in-abstracto, que luego
aplicamos a ese objeto de estudio particular que es un sistema complejo. Por el contrario, definimos
primero el objeto de estudio, y luego nos planteamos la manera de estudiarlo. Este cambio del
"punto de partida" tiene implicaciones importantes: las características de los sistemas complejos no
sólo establecen la necesidad de estudiarlos con una metodología adecuada, de carácter
interdisciplinario, sino que determinan en buena medida, cuáles son las condiciones que debe reunir
dicha metodología. En este contexto, metodología "adecuada" significa que debe servir como
instrumento de análisis de los procesos que tienen lugar en un sisterna complejo y que explican su
comportamiento y evolución como totalidad organizada.
Algunas reflexiones adicionales sobre los alcances y limitaciones de nuestra propuesta pueden ser
necesarias (aunque parezcan obvias) para disipar frecuentes incomprensiones.
• No toda investigación es interdisciplinaria: un químico que está estudiando la composición de
una substancia puede tener que recurrir a conocimientos y técnicas provenientes de varias
disciplinas. Sin embargo, la utilización de esos conocimientos multi-disciplinarios no significa que
su trabajo sea inter-disciplinario.
• La palabra “complejo”, asociada a “sistema”, como nombre y apellido de una única entidad,
tiene un significado que difiere de aquel que podemos asignarle en expresiones como “substancia
compleja” u otras de una gran variedad. Ser "complicado" o estar "compuesto de elementos
heterogéneos" no determinan el concepto de complejidad que interviene en la definición de "sistema
complejo" que hemos enunciado mas arriba.
• Cuando afirmamos que la investigación interdisciplinaria es el tipo de estudio requerido por un
sistema complejo, esto no excluye en modo alguno estudios parciales de alguno de sus elementos o
de alguna de sus funciones. Ningún análisis de tales sistemas puede prescindir de estudios
especializados. Sin embargo, tan ricos y necesarios como pueden llegar a ser dichos estudios, la
simple suma de ellos rara vez podría, por si sola, conducir a una interpretación de los procesos que
determinan el funcionamiento del sistema como tal, es decir, como totalidad organizada.
• Un estudio integrado de un sistema complejo, donde esté en juego el funcionamiento de la
totalidad del sistema sólo puede ser obra de un equipo con marcos epistémicos, conceptuales y
metodológicos compartidos. Esta aserción es un principio básico de la metodología desarrollada en
este capítulo.
Los estudios sobre la problemática ambiental han puesto de manifiesto, de manera reiterada, la
insuficiencia de las metodologías tradicionales (o, más exactamente, de lo que tradicionalmente se
entiende por metodología) para realizarlos. De allí a elaborar propuestas concretas que constituyan
verdaderas alternativas para realizar dichos estudios, y que reunan, además, la indispensable
condición de ser operativas, es decir, de traducirse en procedimientos más o menos precisos que
orienten las investigaciones, hay un largo camino erizado de dificultades. Como ocurre en todos los
campos, es más fácil ponerse de acuerdo sobre lo que debemos abandonar y superar en las viejas
prácticas de investigación, que concordar en una propuesta superadora.
Hay, sin duda consenso en considerar que para abordar los problemas ambientales es necesario
lograr una verdadera articulación de las diversas disciplinas involucradas, a fin de obtener un
estudio "integrado" de esa compleja problemática. Sin embargo, el acuerdo sobre la necesidad de
realizar un estudio integrado del medio ambiente puede ser sólo superficial si no se aclara sobre qué
bases conceptuales y metodológicas se puede orientar una investigación que llegue a ese objetivo, y
en que consiste una investigación interdisciplinaria para lograrlo.
Por otra parte, la consideración de marcos conceptuales y de las metodologías adecuadas para
abordar el estudio de la problemática ambiental, en toda su complejidad, no pasaría de ser un
ejercicio puramente académico, de alcances limitados, si no se planteara su necesaria proyección
hacia la formación de investigadores. Las instituciones de enseñanza superior, todavía con resabios
indelebles de las estructuras universitarias surgidas en el medioevo, presentan a los estudiantes, con
raras excepciones, un saber fragmentario y una práctica anacrónica de la ciencia y de la tecnología.
Las deficiencias de esta formación básica de los egresados constituyen el más serio obstáculo para
integrar los equipos de investigadores que requiere el estudio de los problemas arriba enunciados.
No se trata de aprender “más cosas”, sino de “pensar de otra manera” los problemas que se
presentan en la investigación, es decir, de reformular la concepción de la práctica de la ciencia.
Desde esta perspectiva, uno de los propósitos de este capítulo, concordante con el objetivo general
de la obra, es exponer algunas reflexiones y sugerir acciones concretas que contribuyan a estimular
un cambio en la concepción de la investigación interdisciplinaria y en la formación de
investigadores capaces de realizarla. Si bien el tema de esta obra se circunscribe a la problemática
ambiental, el objetivo del capítulo tiene mayores alcances por cuanto atañe a una amplia gama de
problemas sobre los cuales hay creciente conciencia de que requieren ser estudiados con un enfoque
sistémico.
La conceptualización de la investigación interdisciplinaria que aquí se expondrá no sólo tiene
implicaciones metodológicas para el trabajo concreto e implicaciones para la formación de
investigadores. Ambas realizaciones requieren también una reconceptualización del interior de cada
disciplina. Cada uno de los capítulos de la obra aborda este problema desde un enfoque particular.
El tema será retomado aquí desde la perspectiva del estudio de un sistema complejo.

1. Interdisciplinariedad

1.1. Los enfoques tradicionales


La realización de estudios interdisciplinarios constituye una preocupación dominante en muchas
universidades e institutos de investigación. La búsqueda de formas de organización que hagan
posible el trabajo interdisciplinano surge, sin duda, como reacción contra la excesiva
especialización que prevalece en el desarrollo de la ciencia contemporánea pero no consideramos
que sea ese un punto de partida adecuado. Tal especialización -se arguye- conduce a una
fragmentación de los problemas de la realidad. Al aumentar progresivamente dicha fragmentación -
continúa el argumento- no sólo se parcializa el estudio hasta perder contacto con el problema
original, sino que el propio investigador, adquiere una perspectiva de los problemas que torna
imposible realizar el trabajo de síntesis necesario para interpretar una realidad compleja. El ejemplo
más frecuentemente mencionado es la ultraespecialización en medicina, que ha conducido a
estudiar manifestaciones aisladas, en un órgano particular, de fenómenos que afectan a un
organismo que, sin embargo, reacciona como una totalidad. El “médico general”, el “clínico” con
una visión integrada del funcionamiento del organismo humano -se ha repetido con alarma una y
otra vez-, es una “especie” que tiende a desaparecer.
Todo eso es correcto. Sin embargo, ni la condena a la “especialización excesiva” conduce, por
oposición, a la interdisciplina, ni es posible prescindir de los especialistas aún en la investigación
interdisciplinaria. Se trata de un problema mal formulado. No toda la investigación es
interdisciplinaria, ni todo profesional necesita ocuparse de interdisciplina.
Un argumento que va en la misma dirección consiste en mostrar que las distintas disciplinas (o
ramas de la ciencia) se han ido definiendo históricamente y han establecido fronteras arbitrarias,
dejando de lado problemas que cubren dominios de dos o más disciplinas sin pertenecer
íntegramente a ninguna de ellas. Esto ha conducido a establecer “puentes” entre las diversas
disciplinas. En ellos no se hace más que seguir una tendencia de larga data que surgió del interior
mismo de las ciencias: la fisicoquímica, la bioquímica, la biofísica, o la psicolingüística no han
conocido otro origen. Hoy es práctica frecuente juntar el nombre de dos disciplinas -con guión
intermedio o sin él- para establecer un dominio de estudio que exige el aporte de ambas. Este
camino por sí mismo, tampoco conduce necesariamente a la interdisciplinariedad. Las nuevas
disciplinas -por muy compuestos que sean sus nombres- terminan también por definir temas de
estudio tan superespecializados como las disciplinas originarias que aparecen ahora “unidas” por un
guión o integradas en una sola palabra.
Otra forma de abordar la interdisciplina, que también se basa en la idea de que el enemigo es el
“especialismo”, ha consistido en un intento de formar “generalistas”. Se supone que el generalista
tiene una cultura muy amplia, sin ser estrictamente especialista en ninguna disciplina. Se piensa que
está, por consiguiente, especialmente dotado para abordar problemas complejos y efectuar síntesis
superadoras del especialismo estrecho. Este enfoque de la interdisciplinariedad presenta serias
dificultades que es necesario señalar.
En primer término surge el problema de cómo formar tales generalistas. No son raras las veces en
que se somete al alumno a “cursos interdisciplinarios” que consisten simplemente en un conjunto de
temas “puestos juntos”, cada uno de los cuales es desarrollado por Un... especialista! En tales casos
se deja al alumno la tarea más difícil: efectuar por sí mismo la síntesis integradora.
Pero hay una objeción más de fondo que puede formularse a la formación de generalistas:
difícilmente surgen de allí buenos investigadores. Porque no hay otro camino, para llegar a ser
investigador, que comenzar a formarse aprendiendo a explorar en profundidad -junto a un
investigador ya formado- algún problema específico, o parte de un tal problema.
Finalmente, la vía alternativa, vía que suele proponerse para abordar el problema de la
interdisciplinariedad, es la formación de equipos pluri-disciplinarios. No hay -se afirma- personas
interdisciplinarias. Nadie puede abarcar el amplio espectro de conocimientos que requieren los
estudios interdisciplinarios. Por consiguiente, la única forma de abordar tales estudios es a través de
grupos de trabajo integrados por representantes de diversas disciplinas. La interdisciplinariedad -se
insiste- sólo se da en un equipo, y un trabajo interdisciplinario es siempre el resultado de un equipo
pluridiscipimario. Esta formulación resulta muy atractiva a primera vista, y hasta tiene ribetes de
solución obvia. Sin embargo, a poco que se analice en detalle se advierte su insuficiencia. Un
conjunto de especialistas puede ser denominado multidisciplinario o pluridisciplinario, pero no por
el mero hecho de estar juntos se torna inter-disciplinario. La yuxtaposición de especialistas (multi- o
pluri-) no produce la interdisciplinariedad, que es una forma de trabajo, un cierto tipo de actividad.
La experiencia histórica es, en este sentido, concluyente. Con muy raras excepciones, los grupos
multi-disciplinarios no han producido nada más que conjuntos de trabajos... especializados. El
hecho de que alguien escriba luego un prólogo que procura descubrir “conexiones” entre ellos, y
que se los publique en un mismo volumen con una tapa común, no los convierte en estudios
interdisciplinarios.
No negamos con esto que el trabajo interdisciplinario requiera un equipo de trabajo constituido por
especialistas de diverso origen. Esta es una condición necesaria, pero está lejos de ser una
condición suficiente. La inter-disciplinariedad no emerge espontáneamente poniendo juntos a varios
especialistas. Con esta "solución" el problema queda intacto.

1.2.Necesidad de una reformulación


Las observaciones precedentes tienden simplemente a mostrar que la investigación interdisciplinaria
-no obstante la frondosa bibliografía a ella referida- es un tema que permanece en un nivel de
análisis altamente insatisfactorio. No se trata de que no se hayan propuesto soluciones adecuadas a
problemas bien planteados. La situación es aún más grave: la formulación misma del problema
sigue siendo vaga y confusa. Éste no es un diagnóstico personal, ni apresurado. La lectura de una de
las obras más conocidas sobre ese tema lo confirma de manera categórica. Se ha escrito mucho
luego del encuentro internacional que dio lugar a la obra citada pero no se ha logrado avanzar
mucho más.
En el planteo de los problemas que presenta la investigación interdisciplinaria hay una primera
dificultad que reside en el significado mismo de la palabra. ¿A qué se refiere el “inter” cuando se
habla de interdisciplina? Al responder a esta pregunta se suele caer frecuentemente en confusiones
que provienen de establecer analogías con casos que sólo en apariencia son similares.
Derecho internacional no es el derecho que rige en ninguna nación en particular. Es el derecho que
rige las relaciones entre naciones. De la misma manera, un viaje interplanetario no es un viaje en
ninguno de los planetas. Si transferimos directamente el sentido que tiene el “inter” en esos dos
ejemplos, tendríamos que concluir que los problemas de la investigación interdisciplinaria no
estarían en las disciplinas, sino entre ellas. Esta extensión del sentido sería altamente equívoca.
¿Qué estudio sería ese que no perteneciera a ninguna disciplina sino que estuviera “entre” ellas?
La razón del equívoco estriba en haber caído en una trampa del lenguaje: como ya sabemos lo que
es “disciplina”, sólo necesitaríamos agregarle el sentido que pueda tener el “inter”. Así planteado el
problema entra en un callejón sin salida.
Los ejemplos precedentes muestran que no se trata de encontrar respuestas más adecuadas a
preguntas ya bien formuladas, sino que debemos poner en tela de juicio las preguntas mismas que
han servido para definir los alcances del problema. Ellas suelen restringirse a considerar algunos
aspectos de la problemática involucrada y resultan insuficientes para llegar a una solución integral.
Como lo hemos señalado en la introducción, la reformulación de las preguntas, en la propuesta que
aquí se presentará, no tomará como punto de partida las interrelaciones entre disciplinas, sino el
análisis de las interrelaciones que se dan en un sistema complejo entre los procesos que determinan
su funcionamiento. La inter-disciplinariedad surgirá como un subproducto de dicho análisis.

2.Características del estudio de un sistema complejo


La metodología de trabajo interdisciplinario que se expone en este capítulo responde a la necesidad
de lograr una síntesis integradora de los elementos de análisis provenientes de tres fuentes:
a) El objeto de estudio, es decir, el sistema complejo (que en nuestro caso es un “sistema
ambiental”) fuente de una problemática no reducible a la simple yuxtaposición de situaciones o
fenómenos que pertenezcan al dominio exclusivo de una disciplina.
b) El marco conceptual desde el cual se aborda el objeto de estudio; es decir, el bagaje teórico
desde cuya perspectiva los investigadores identifican, seleccionan y organizan los datos de la
realidad que se proponen estudiar.
c) Los estudios disciplinarios que corresponden a aquellos aspectos o “recortes” de esa realidad
compleja, visualizados desde una disciplina específica.
El objetivo es llegar a una interpretación sistémica de la problemática original que presenta el
objeto de estudio. A partir de allí, será posible lograr un diagnóstico integrado, que provea las bases
para proponer acciones concretas y políticas generales alternativas que permitan influir sobre la
evolución del sistema.

2.1. El objeto de estudio


El punto de partida es el reconocimiento de que hay problemáticas complejas (o situaciones
complejas) determinadas por la confluencia de múltiples factores que interactúan de tal manera que
no son aislables y que, por consiguiente, no pueden ser descriptos y explicados “sumando”
simplemente enfoques parciales de distintos especialistas que los estudien de forma independiente.
De aquí ha surgido la afirmación de que la realidad misma es interdisciplinaria. Sería más correcto
decir que “la realidad no es disciplinaria” entendiendo por tal que la realidad no presenta sus
problemas cuidadosamente clasificados en correspondencia con las disciplinas que han ido
surgiendo en la historia de la ciencia.
Dijimos más arriba que no toda investigación es interdisciplinaria. Cabe señalar, asimismo, que la
diferencia entre la multi-disciplina y la inter-disciplina no es tajante. Y a nadie se le puede negar el
derecho de llamar “inter-disciplinaria” una investigación en la cual intervengan especialistas de
diversas disciplinas, cualquiera que sea su modalidad de trabajo. Por esa razón, no comenzamos
nuestra propuesta preguntándonos “¿Qué es la interdisciplinariedad?” sino “¿Cómo establecer una
estrategia de trabajo para un equipo de investigación que aborda como objeto de estudio un sistema
complejo?”. En otros términos: ¿cómo se puede lograr un esquema explicativo del funcionamiento
de un sistema caracterizado por fenómenos que están determinados por procesos donde entran en
interacción elementos que pertenecen al dominio de diversas disciplinas?
Desde esta perspectiva, la cuestión central se desplaza de las disciplinas hacia los fenómenos que
son objeto de estudio. Por consiguiente, la pregunta clave será: ¿Cómo se estudia un sistema
complejo?
Los sistemas ambientales, son sistemas complejos. Para dar mayor precisión a nuestro análisis,
tomaremos como ejemplo estudios ya realizados sobre sistemas agrarios.
Un sistema ambiental tiene una localización geográfica y es el asiento de un conjunto de fenómenos
que pueden agruparse, en principio, en un cierto número de componentes, que llamaremos
subsistemas, y que varían según la naturaleza del sistema. En el caso de un sistema rural asentado
en una región ecológica, por ejemplo, tendríamos un sustento físico, una flora y fauna
características, un cierto tipo de producción, una población con determinada conformación social,
un comportamiento económico, construcciones y obras de infraestructura, conjuntos de políticas
que rigen diversos aspectos de la actividad dentro de la región.
A riesgo de ser repetitivos, insistimos en que la heterogeneidad de los fenómenos y de los
componentes de ese sistema, no son suficientes para definirlo como “sistema complejo”. El carácter
de “complejo” está dado por las interrelaciones entre los componentes, cuyas funciones dentro del
sistema no son independientes. El conjunto de sus relaciones constituye la estructura, que da al
sistema la forma de organización que le hace funcionar como una totalidad. De aquí el nombre de
“sistema”.
Los sistemas, en tanto totalidades organizadas, tienen dos características fundamentales:
• Las propiedades del sistema, en un momento dado, no resultan de la simple adición de las
propiedades de los componentes. La vulnerabilidad o resiliencia, así como las condiciones de
estabilidad, son propiedades estructurales del sistema en su conjunto.
• La evolución del sistema responde a una dinámica que difiere de las dinámicas propias de sus
componentes. Así, por ejemplo, el sistema total integra, en su evolución, procesos de escalas
temporales que varían considerablemente entre los subsistemas, e induce cambios en estos últimos.
Está claro que, aún cuando hablemos de esos sistemas como “totalidades”, ello no indica que tengan
límites precisos, puesto que están inmersos en una variedad de contextos que se van insertando en
dominios cada vez más amplios. Este problema ha sido planteado con mucha fuerza desde el
materialismo dialéctico y posiciones afines. La llamada “categoría de totalidad” ocupa un lugar
central en la teoría marxista, pero su utilización por los seguidores de Marx ha introducido
frecuentemente no poca confusión.
Debe hacerse notar, empero, que aunque Marx hizo amplio uso de este concepto, no Ilegó a teorizar
sobre él. No hay, dentro del materialismo dialéctico, una “teoría de la totalidad” que explique
satisfactoriamente la relación entre la totalidad y las partes, y que pueda servir como instrumento de
análisis para interpretar la evolución de dichas totalidades.
Con frecuencia se hace una utilización abusiva del concepto de totalidad, sin un análisis profundo
de sus implicaciones para la práctica concreta de la investigación. Suele afirmarse, por ejemplo, que
si se recorta la realidad para estudiar un fragmento de ella se están desnaturalizando los problemas.
Se aduce como razón, que al proceder así se están dejando de lado, irremisiblemente, las
interacciones de ese fragmento de la realidad con la totalidad dentro de la cual está inmerso. Dichas
interacciones -continúa el argumento- son indispensables para comprender la naturaleza (a veces se
dice “la esencia”) del objeto de estudio. Esto conduce a un callejón sin salida.
Porque en el universo todo interactúa con todo y, si se toma al pie de la letra la propuesta
“interaccionista” así formulada, ¡no sería válido ningún estudio que incluyera menos de la totalidad
del universo! Es obvio que ninguna teoría del conocimiento puede servir de base a tal posición.
Todo conocimiento supone abstraer algunos elementos de la realidad. El problema no reside en que
se fragmente la realidad, sino en la manera de hacerlo.
En otros trabajos hemos propuesto una forma de análisis sistémicos que a nuestro juicio provee una
respuesta adecuada a esos problemas y que retomaremos aquí como parte de nuestro marco
conceptual.

2.2.Marco conceptual
Las consideraciones precedentes conducen a dos preguntas básicas que deberán orientar la
elaboración de un marco conceptual y metodológico para el estudio de un sistema complejo:
I) Puesto que todo estudio supone necesariamente un recorte de la realidad, ¿es posible realizar el
recorte en forma tal que no desnaturalice el fragmento de la realidad que así se haya abstraído del
resto? Más aún: ¿es posible tomar en cuenta las interacciones que relacionan a dicho fragmento con
la totalidad en la cual está inmerso sin que ello exija ampliar ad-infinitum los límites del estudio?
II) ¿Pueden formularse bases conceptuales suficientemente generales como para servir de marco a
programas de investigación interdisciplinaria, es decir, que hagan posible un estudio que rebase los
límites de disciplinas específicas, permitiendo un conocimiento integrado de problemas complejos
de la realidad?
La primer pregunta tiene hoy su respuesta en una “teoría general de sistemas”, esbozada ya por
Bertalanffy a mediados del siglo, que ha logrado importantes desarrollos en las últimas décadas, en
particular con los aportes de la escuela de Bruselas de Ilya Prigogine. En forma paralela, aunque
con raíces más antiguas, Jean Piaget y su escuela ginebrina desarrollaron una epistemología
constructivista que plantea una evolución del sistema cognoscitivo, tanto al nivel individual como
en la historia de la ciencia, con notables puntos de coincidencia con la escuela de Bruselas. Sobre
esas bases hemos propuesto en otras publicaciones (y aplicado en diversos proyectos de
investigación empírica), un tipo de análisis sistémico alejado de los modelos econométricos y de la
ingeniería de sistemas, que permite reformular la manera en que se plantea la necesidad de estudiar
“totalidades”, superando el aparente escollo de la inevitabilidad de los “recortes” de la realidad para
poder analizarlas. Los aspectos teóricos están resumidos en nuestros trabajos [2] y [3]; las
aplicaciones están referidas en “estudios de caso” [5] y [6].
La segunda pregunta concierne a la metodología de la investigación interdisciplinaria de esas
totalidades. Ya hemos señalado que ella no se logra por el hecho de “poner juntos” a los
especialistas diversas disciplinas y pidiéndoles que articulen sus resultados (aunque esto sea,
obviamente, parte esencial del proceso de la investigación). La interdisciplinariedad comienza
desde la formulación misma de los problemas, antes de los estudios disciplinarios, se prolonga un
largo proceso (que no es lineal, que pasa por diversas fases, cada una con sus propias “reglas de
juego”) y acompaña a los propios estudios disciplinarios hasta el término mismo de la
investigación. Esta forma de abordar el objeto de estudio plantea, como se verá más adelante, una
problemática que no es sólo metodológica, sino fundamentalmente epistemológica.
2.3.Los estudios disciplinarios
Todo equipo de investigadores que aborde el estudio interdisciplinario de un sistema complejo,
tiene como integrantes a científicos formados en diversas disciplinas. En el inicio del estudio, cada
investigador tendrá una visión de los problemas planteados por el objeto de estudio desde la
perspectiva que le ofrece su propia disciplina y su propia concepción de esa disciplina. Surge, por
consiguiente, una pregunta ineludible:
¿El sistema actual de las ciencias constituye un instrumento idóneo para realizar el tipo de estudios
que surgirían de planteamientos como los referidos en las preguntas anteriores (2.2), o está todo
conocimiento irremisiblemente condenado a ser parcial y fragmentario?
Esta pregunta nos remite al problema clásico de la clasificación de las ciencias y de las
interrelaciones entre las disciplinas. Este tema se torna imperativo en toda formulación de la
interdisciplinariedad puesto que es obvio que ésta no puede existir si no hay posibilidad de una
articulación entre las ciencias. A este respecto es necesario poner claramente de manifiesto la
inadecuación de las dos posiciones extremas que han prevalecido en las múltiples propuestas de
clasificación de las ciencias, a través de la historia. Por una parte, la posición reduccionista, que
borra la especificidad de los fenómenos que pertenecen al dominio de cada disciplina. Por la otra, la
posición que erige barreras infranqueables entre las disciplinas, sobre la base de la especificidad de
los fenómenos. Sólo un análisis epistemológico puede superar ambas posiciones y mostrar la
posibilidad de integrar los estudios disciplinarios en la práctica concreta de la investigación
interdisciplinaria, respetando la especificidad del dominio de cada disciplina.
En el Anexo se exponen brevemente las razones históricas que condujeron a las diversas
concepciones sobre la clasificación de las ciencias. La posición que adoptaremos y que allí
fundamentamos -con fuerte influencia de los trabajos de Jean Piaget sobre el tema- conduce a una
concepción unificada, no reduccionista, de la investigación científica compatible con la pluralidad
de las ciencias, que torna legítima la pretensión de proponer una metodología de trabajo
interdisciplinario como la que presentamos en este capítulo.
La tesis central en que se basa dicha concepción es que desde el punto de vista de la generación y
adquisición del conocimiento (epistemología general) no existen diferencias que permitan
fundamentar la persistente idea de una dicotomía entre ciencias de la naturaleza y ciencias sociales
(o "ciencias del espíritu"). No hay, por consiguiente, maneras específicas de generar el
conocimiento científico para cada uno de los objetos, fenómenos y situaciones que corresponden a
lo diversos dominios de la realidad. Hay diferencias obvias, sin embargo, cuando se trata de las
conceptualizaciones de tales dominios al interior de cada disciplina, pero esas diferencias no son
reducibles a la oposición "ciencias de la naturaleza" y "ciencias sociales".
Para comprender las razones que tuvieron en su momento quienes introdujeron dicha dicotomia, y
para poder explicar el surgimiento de las tesis reduccionistas mostrando finalmente, las falacias que
ellas encierran es necesario realizar un analisis histórico, del cual presentamos un esbozo en el
Anexo.
Una concepción unificada, no reduccionista, de las diversas ciencias hace posible plantearse el
problema de su articulación en el trabajo interdisciplinano. En la metodología que expondremos,
esa articulación plantea dos problemas diferentes, aunque complementarios:
• Cómo articular la participación de los investigadores de las diversas disciplinas en la práctica
concreta de la investigación interdisciplinaria. Este será el tema de la Sección 3.
• Cómo articular las diversas disciplinas, para hacer posible la coordinación de los aportes de
cada una de ellas. Algunos de los problemas que aquí se presentan serán analizados en la Sección 4.
3. Conceptualizaciones y metodologías en el estudio de sistemas complejos
Hasta aquí hemos analizado las características que debe tener un estudio integrado de un sistema
complejo, desde el punto de vista de los instrumentos necesarios para abordar la investigación. Es
necesario ahora referirse al contenido y a los objetivos de los estudios.
El primer objetivo de un estudio integral es obtener un diagnóstico del funcionamiento del sistema.
Aquí, como en un diagnóstico médico, es necesario analizar la anatomía y la fisiología de cada uno
de los componentes (órganos o subsistemas), así como su armonización o desarmonía en el
comportamiento general del individuo (sistema).
El segundo objetivo -y, en realidad, la principal motivación de los estudios- es poder actuar sobre el
sistema: detener la enfermedad y, en lo posible, curar al paciente, en el caso de la medicina; detener
y, en lo posible, revertir los procesos deteriorantes en el caso de los estudios ambientales. Los
criterios y prioridades aplicables en esta etapa no surgen sólo del interior de la ciencia: están
basados en sistemas de valores cuya justificación proviene de una ética social (cf. Sección 4).
El segundo de los objetivos en el caso de los estudios ambientales suele plantearse como la
formulación de políticas alternativas no deteriorantes o políticas de desarrollo sustentable de tales
sistemas.

3.1.El diagnóstico
Los sistemas complejos se comportan como “totalidades” compuestas de subsistemas. Siguiendo
una terminología que hemos utilizado en otros trabajos, llamaremos funcionamiento del sistema al
conjunto de actividades del sistema como un todo, y función a la contribución de cada elemento o
subsistema al funcionamiento del sistema. Debe notarse, sin embargo, que ambas expresiones son
relativas: lo que llamamos “sistema total”, en un contexto dado del análisis, es también un
subsistema de sistemas más amplios, dentro de los cuales puede desempeñar una o más funciones.
La decisión de emprender el estudio de un cierto sistema ambiental proviene, en general, del
reconocimiento de situaciones o fenómenos que tienen lugar en esa localización geográfica y que
han generado (o están generados por) procesos de deterioro en el medio físico, y en el medio social.
Estas situaciones, fenómenos, procesos, constituyen la “realidad” que es objeto de estudio.
Cuando un investigador o un equipo de investigadores enfrenta la necesidad de llevar a cabo ese
estudio, en ningún caso se ve en presencia de un “sistema” ya dado que no hay más que observar y
analizar. Una parte fundamental del esfuerzo de investigación es la “construcción”
(conceptualización) del sistema, como recorte más o menos arbitrario de una realidad que no se
presenta con límites ni definiciones precisas.
Esta “construcción” del sistema no es otra cosa que la construcción de sucesivos modelos que
representen la realidad que se quiere estudiar. Es un proceso laborioso de aproximaciones sucesivas.
El test de haber arribado a una meta satisfactoria en la definición de sistema (como “modelo” de la
realidad que se está estudiando) sólo puede basarse en su capacidad de explicar un funcionamiento
que dé cuenta de los hechos observados.
Para ello no es suficiente tener un modelo que represente una clara descripción del sistema en el
momento o período que se estudia. Los estudios históricos son una herramienta indispensable en el
análisis sistémico. No se trata de reconstruir la historia total de la región que se estudia, sino de
reconstruir la evolución de los principales procesos que determinan el funcionamiento del sistema.
La relación entre función y estructura (o entre procesos y estados) es la clave para la comprensión
de los fenómenos.
Ningún proyecto de investigación comienza de cero. En general, se dispone de suficiente
conocimiento de dichos fenómenos o situaciones, que definen, en primera aproximación, la
problemática a estudiar, como para formular preguntas generales que constituyan el punto de
partida de la investigación. A partir de allí, comienza el proceso que conducirá a la definición del
sistema objeto de estudio.
Hemos dicho que un sistema no es simplemente un conjunto de elementos sino que, en tanto
sistema, está caracterizado por su estructura. Por consiguiente, un sistema estará definido solamente
cuando se haya identificado un número suficiente de relaciones entre cierto conjunto de elementos,
que permitan vincularlos con referencia al funcionamiento del conjunto como totalidad. Debe
tenerse en cuenta, sin embargo, que con los mismos elementos pueden definirse sistemas diferentes,
es decir, sistemas cuyas estructuras difieren en tanto se hayan tomado en consideración distintos
conjuntos de relaciones entre los elementos.
Las observaciones precedentes no introducen, sin embargo, completa arbitrariedad en la definición
del sistema de estudio. La selección dependerá de los objetivos de la investigación, y estará
determinada, como ya lo hemos señalado, por las preguntas específicas que se hayan formulado con
respecto al tipo de situaciones que se desea estudiar (que, en nuestro caso, son situaciones
características del medio físico, del sistema productivo y del sistema socioeconómico, considerados
como “elementos” o subsistemas de un sistema único).
Por otra parte, los fenómenos que caracterizan dichas situaciones pueden corresponder a escalas o
niveles diferentes. Es importante señalar, a este respecto, que las “interacciones” entre elementos o
subsistemas no son análogas, en modo alguno, al principio de “acción y reacción” en Física. La
“acción” de un cultivo sobre el medio físico, y la “reacción”" de este último sobre el primero,
corresponden en general a escalas temporales que pueden llegar a diferir en órdenes de magnitud.
La hipótesis de trabajo con la cual se inicia una investigación sistémica puede resumirse por
consiguiente en la suposición sigujente: dado un conjunto de preguntas referentes a situaciones
complejas del sector de la realidad que es objeto de estudio, puede definirse un sistema, en
términos de ciertos elementos e interacciones entre ellos, cuya estructura sea la que corresponda al
tipo de funcionamiento que se desea explicar y que responda a las preguntas iniciales.
El esquema explicativo corresponde siempre a un cierto nivel de análisis para un período dado del
funcionamiento del sistema. Pero un esquema explicativo coherente y suficientemente
comprehensivo como para abarcar la amplia gama de hechos significativos de los cuales debe dar
cuenta la investigación no se logra en un primer intento. Suele ser el fruto de un largo proceso cuya
dinámica es parte esencial de los estudios sobre interdisciplinariedad.
Las relaciones que determinan la estructura del sistema no se descubren a posteriori de los estudios
disciplinarios parciales, sino que deben plantearse desde el inicio y se continúan elaborando y
replanteando a través de toda la investigación. Por eso insistimos en concebir la investigación
interdisciplinaria como un proceso y no como un “acto” de coordinación de resultados.
En forma esquemática, dicho proceso debería incluir “fases” del tipo siguiente:
1. Reconocimiento general -por parte del equipo de investigación en su conjunto- de los problemas
que se procura interpretar y para los cuales se intenta encontrar solución. Formulación de las
preguntas de base.
2. Análisis de estudios anteriores realizados sobre aspectos diversos de dicha problemática. En
estos análisis debe ponerse especial atención en aquella información que permita preparar el
camino para reconstruir la historia de las situaciones y fenómenos que constituyen la
motivación del estudio.
3. Identificación de elementos y relaciones para caracterizar, en primera aproximación, un sistema
que involucre la problemática referida en (1) y (2), con sus condiciones de contorno.
4. Planteo de hipótesis de trabajo que permitirían explicar el comportamiento del sistema. Esto
supone reformular las preguntas de base en términos de las funciones que cumplen los
subsistemas y del funcionamiento del sistema.
5. Identificación de la problemática a investigar en cada subsistema para verificar o refutar las
hipótesis sobre sus funciones dentro del Sistema. Planificación de trabajos sobre temas
especializados que requieren estudios en profundidad.
6. Investigaciones disciplinarias de los problemas referidos en (5), en el contexto de las relaciones
entre los dominios, de los subsistemas establecidas en el punto 3.
7. Primera integración de los resultados obtenidos en (6), lo cual conduce, generalmente a
redefinir el sistema formulado en (3), e incluso a reformular las preguntas iniciales.
8. Repetición de las fases (5) y (6) en relación con la nueva definición del sistema.
9. Segunda integración de resultados y nueva redefinición del sistema,
10. Repetición sucesiva de las fases (8) y (9) tantas veces como sea necesario hasta llegar a una
explicación coherente que dé cuenta de todos los hechos observados y responda a las preguntas
que han ido surgiendo en el proceso descripto.
Las fases (6), (8) y las sucesivas fases pares serán denominadas fases de diferenciación. En ellas,
predomina la investigación disciplinaria. Allí puede ser necesario el concurso de muy buenos
especialistas, en dominios muy restringidos, ajenos al equipo, y sin preocupación por la
problemática general.
Las fases (7), (9), y las sucesivas fases impares serán denominadas fases de integración. Allí es
necesario que los miembros del equipo tengan la capacidad de descentración necesaria para: a)
comprender y apreciar los problemas planteados a su propio dominio desde los otros dominios; b)
percibir aquellos problemas de su dominio que se prolongan en los otros, y formularlos
adecuadamente a quienes se especializan en estos últimos.
La tesis central de nuestro trabajo puede ahora enunciarse de la siguiente manera:
Los objetivos de una investigación interdisciplinaria se logran a través del juego dialéctico en las
fases de diferenciación e integración que tienen lugar en el proceso que conduce a la definición y
estudio de un sistema complejo.
El esquema precedente es sólo indicativo de la forma de coordinar un equipo interdisciplinario. Su
objetivo es mostrar la necesidad de distinguir las fases características desde el punto de vista de la
interdisciplinariedad. Un aspecto importante de este esquema es la ubicación de la tarea
disciplinaria dentro de la actividad interdisciplinaria en su conjunto.

3.2. Acciones concretas y políticas alternativas


Nuevamente tomaremos el ejemplo de un sistema agrario. Sin embargo, las consideraciones que
hagamos son aplicables mutatis-mutandis a todos los sistemas ambientales a los cuales hemos
hecho referencia.
La elaboración de propuestas alternativas para un desarrollo regional sustentable en el mediano y
largo plazo, que contemple la problemática ambiental planteada en el presente libro, debe satisfacer
dos criterios que son condición indispensable de su aceptabilidad:
• debe de estar dirigida, en primer término, a detener y, en lo posible, revertir los procesos que
han significado un progresivo deterioro del sistema socioambiental, o que tiendan a producirlo.
• debe poder reorientar el sistema productivo, conduciendo a un desarrollo sustentable, definido
no solamente en términos de productividad y de conservación del medio ambiente biofísico,
sino también -como condición sine-qua-non- con el requerimiento de que los beneficios
generados en la región permitan directa o indirectamente, elevar el nivel de vida de las
poblaciones involucradas en los procesos productivos que ella abarque.
Con esto no pretendemos dar una definición precisa del concepto de desarrollo sustentable, que
involucra muchos otros factores tales como escalas temporales y capacidad de reacción ante los
cambios de situaciones internas o externas. El análisis del concepto escapa a los alcances de este
capítulo.
Una propuesta de desarrollo regional que satisfaga tales condiciones de aceptabilidad debe basarse
necesariamente en el diagnóstico surgido de estudios precedentes. Sin embargo, el estudio de
propuestas de políticas alternativas requiere una investigación específica que tiene analogías y
diferencias con los estudios de diagnóstico y cuyas características diferenciales podemos resumir en
los siguientes puntos:
• Los estudios de diagnóstico están centrados en la identificación de procesos y mecanismos que
son, por definición, concatenación de eventos que han sucedido en un intervalo de tiempo. El
diagnóstico requiere reconstruir la historia, porque lo que ocurre hoy en el sistema es el
resultado de esa historia. En otros téminos: el diagnóstico del funcionamiento de una estructura
requiere conocer los procesos que condujeron a su estructuración.
• Los estudios de propuestas alternativas son por el contrario de carácter prospectivo. Están
centrados en la predictibilidad de la evolución de un nuevo sistema -modificación del actual-
que resultaría luego de implementar las medidas que se propongan. Esto requiere identificar
(prever) los nuevos procesos que se pondrían en marcha cuando se introdujeran los cambios.
• La teoría de sistemas complejos señala -y la investigación empírica lo confirma- que una
modificación de un sector en un sistema introduce cambios en mayor o menor grado, con
distintas escalas temporales- en toda la estructura del sistema. La “sustentabilidad” será el
resultado de las propiedades estructurales (vulnerabilidad, resiliencia, etc.,) del sistema
resultante.
• El pasaje de una investigación de diagnóstico a un estudio de políticas alternativas no es lineal.
Nuevas estrategias productivas, por ejemplo, pueden tener incidencia en partes del sistema que
no fueron (o no fueron suficientemente) analizadas para el diagnóstico por no tener un papel
importante en los procesos que estaban en acción con el sistema productivo vigente. De aquí
surge la necesidad de volver repetidamente al diagnóstico en el análisis de cada propuesta de
cambio, para investigar aspectos no considerados anteriormente.
• Finalmente, la elaboración de una propuesta no puede restringirse a concebir un nuevo estado
de la región (obviamente, que sea mejor que el actual). Para llegar a un tal estado ideal deben
considerarse el tipo de transformaciones que deben ponerse en marcha para que sea posible
llegar a ese estado del sistema, lo cual requiere analizar cómo pueden modificarse aquellos
procesos que rigen en el presente el funcionamiento del sistema.
Así planteado, el objetivo del proyecto es resolver lo que en Física se llama “problema con
condiciones iniciales” las cuales imponen restricciones severas a la viabilidad de las soluciones que
se conciban. Por ejemplo, en una investigación realizada en México, en una región Ilamada “La
Comarca Lagunera” se verificó que el sistema hidrológico había llegado a un grado de deterioro
posible de detener, difícil de revertir, y seguramente no restaurable en el corto plazo. En la misma
región, el subsistema socioeconómico aparece como susceptible de transformaciones con menos
condiciones restrictivas, aún cuando el deterioro del sector campesino ha conducido a desarrollar
estrategias de sobrevivencia familiar cuya reversión, con miras a elevar el nivel de vida y las
condiciones de trabajo, requerirá profundos cambios en la economía regional.
Es en ese contexto que deben concebirse las políticas alternativas. Ninguna propuesta que no
contemple la posibilidad efectiva de poner en marcha transformaciones que conduzcan al sistema,
desde las condiciones iniciales (estado actual del sistema), hasta el estado de desarrollo sostenido
que se haya concebido hipotéticamente como meta, podrá considerarse como aceptable.
El estudio específico de cada propuesta se desarrolla en dos etapas. La primera etapa esta dirigida
a:
• comprender la naturaleza y el alcance de los objetivos declarados, es decir, las modificaciones
que explícitamente se propone introducir;
• poner de relieve los objetivos implícitos, es decir, las políticas regionales o nacionales a las
cuales responderá su implementación;
• evaluar los recursos que requerirá su puesta en marcha y su sostenimiento.
La segunda etapa -la más difícil y la que requiere más tiempo de estudio- consiste en un análisis
sistémico de cada propuesta, que debe comprender:
a) La forma en que los cambios propuestos en un sector o subsistema se proyectarían sobre los otros
sectores o subsistemas.
b) Las nuevas interacciones entre los subsistemas, como consecuencia de las modificaciones de los
mismos.
c) Las características de la nueva estructura que adoptaría el sistema (propiedades estructurales).
d) Las modificaciones necesarias en las condiciones de contorno para permitir el funcionamiento
del nuevo sistema.
Como resultado de ese análisis, el sistema inicial (surgido del diagnóstico) puede requerir una
reformulación debido a la posibilidad de que el análisis haga entrar en juego factores que no se
tuvieron anteriormente en cuenta. Habrá por consiguiente un “sistema reconstruido”
correspondiente a cada propuesta. Es obvio, por otra parte, que el resultado no puede ser unívoco,
dado el grado de indeterminación que tendrán los elementos a considerar en cada uno de los análisis
parciales de las etapas señaladas en a y d.
A partir de allí, el problema consiste en prever cuál sería la evolución de cada sistema reconstruido.
La proyección hacia el futuro de un sistema bio-socio-ambiental no es un problema de fácil
solución. La dificultad reside en el juego de interacciones entre procesos con dinámicas diversas y
con diferentes escalas temporales de desarrollo.
Esto requiere evaluar para cada uno de ellos la velocidad de desarrollo de los procesos generados en
sus subsistemas, el periodo de tiempo en el cual un proceso dado llegue a valores críticos que
introducen inestabilidad potencial en el sistema y, finalmente, las posibilidades de fluctuaciones que
lo desestabilicen.
El estudio de las proyecciones en el tiempo de los procesos significativos de cada “sistema
reconstruido”, y de sus interrelaciones que es -obviamente- un estudio diacrónico, debe
complementarse con el análisis sincrónico del comportamiento que tendría el sistema global en
diversos momentos futuros, si las proyecciones son correctas. Esto significa realizar “cortes” en el
tiempo, con intervalos que estarán sugeridos por la dinámica de los procesos. Cada corte conduce a
recomponer el sistema, mostrar cómo estaría funcionando en ese momento y proceder al tipo de
análisis sistémico ya enunciado. El sistema recompuesto, para cada corte en el tiempo, lo
denominamos “escenario” adoptando una terminología ya usual en la literatura aunque con
variantes que corresponden a otros contextos.
Al término de la etapa anterior será posible completar la clasificación y evaluación del valor
relativo de las diversas propuestas. Sobre esa base se elabora finalmente el “proyecto de cambio
recomendado”.

4. Las bases de la articulación disciplinaria


Toda teoría científica, cualquiera sea su grado de formalización o su nivel de explicitación, se ha
desarrollado históricamente como un intento de explicación de cierto dominio de fenómenos y
como respuesta a preguntas específicas sobre dichos fenómenos. En Piaget y García [1] hemos
mostrado cómo las revoluciones científicas y las nuevas teorías que emergen de ellas no fueron
producidas tanto por quienes encontraron nuevas respuestas para las viejas preguntas, sino por
quienes fueron capaces de formular nuevas preguntas para los viejos problemas (y obviamente,
también para los nuevos). En esa obra, denominamos “marco epistémico” al conjunto de preguntas
(o cuestionamientos, no siempre formulados como preguntas precisas) que se plantea el
investigador frente a un dominio de la realidad que se propone estudiar.
El marco epistémico representa una cierta concepción del mundo, y en muchas ocasiones expresa,
aunque de manera vaga e implícita, la “tabla de valores” del propio investigador. En este sentido, la
separación tajante entre el “contenido cognoscitivo” y el “contenido normativo” de la ciencia que
realizan algunos autores no puede sostenerse. Y es precisamente a partir de un análisis
epistemológico (sociogenético) que es posible poner al descubierto las raíces ideológicas de teorías
científicas que se presentan como “conocimiento objetivo” de la realidad.
En trabajos anteriores hemos adoptado la feliz expresión de Russell Hanson “todo observable esta
cargado de teoría” y hemos fundamentado desde la epistemología la aserción de que no hay
observables puros.
Los “datos” que un investigador registra, y que toma como valores de las variables que va a
manejar, son seleccionados a partir de sus conceptualizaciones previas sobre los fenómenos que va
a estudiar. Qué es lo que selecciona y con qué interpretación los registra como observables está en
gran medida determinado por el marco epistémico de las teorías desde las cuales organizará su
material empírico. Los valores, explícitos o implícitos en el marco epistémico, están allí en acción
desde los primeros registros del dato empírico.
Un caso concreto permitirá aclarar el sentido de esta afirmación. Un plan de investigación
concebido para responder a la pregunta “¿cómo proceder para aumentar la productividad de
alimentos básicos, con el objetivo de llegar a la autosuficiencia alimentaria?”, será muy diferente de
aquel elaborado para responder a la pregunta “¿por qué aumenta, en ciertos países, la desnutrición
de los sectores populares?”. En ambos casos se plantearán problemas relacionados con la
productividad y la autosuficiencia alimentaria, pero desde distintas perspectivas. En el segundo caso
también caben diferencias de marco epistémico, un investigador, convencido de que la malnutrición
es una consecuencia del desequilibrio entre la producción y crecimiento demográfico buscará (y sin
duda encontrará) información muy diferente de la que buscan quienes conciben dicha situación con
el resultado de problemas estructurales que engloban un conjunto complejo de relaciones sociales,
económicas y políticas.
Aquí se corrobora lo que la epistemología ha demostrado, a nuestro juicio de manera fehaciente: los
hechos que recoge la experiencia no son identificables y observables sino dentro del marco de una
concepción general de los fenómenos que son objeto de investigación. Dicho de otra manera: los
“hechos” que el investigador se esfuerza por explicar corresponden a sus propios esquemas
conceptuales. Éste es el contenido de la aserción hecha más arriba: no hay “observables puros”.
Por eso podemos afirmar que en el estudio interdisciplinario de los sistemas ambientales, la
articulación entre las disciplinas comienza en el mismo punto de partida de la investigación, a
través de un marco epistémico común. Sin ello no es posible lograr un estudio sistémico que
conduzca a un diagnóstico integrado y a una formulación compartida de políticas alternativas.
El marco epistémico está orientado por una normatividad extradisciplinaria de contenido social.
“¿Qué es lo que debería hacerse?” está involucrado allí y sirve de base a la investigación posterior
(desde la elección inicial de “observables”). Esta consideración borró todo límite preciso que
permita establecer una diferencia neta entre una explicación de lo que sucede y una apelación a lo
que debe suceder. Desde esta perspectiva, conceptos tales como la “racionalidad ambiental”
(Enrique Leff) o “uso correcto de los recursos” (Víctor Toledo) adquieren sentido preciso a partir de
un marco epistémico que fija normas, basadas en sistemas de valores que orientan el tipo de
preguntas que cada investigador va a traducir en términos de su propia disciplina. Si el edafólogo, el
hidrólogo, el agrónomo, el tecnólogo, el sociólogo, el economista, no concuerdan en esto desde el
comienzo, la investigación en equipo de un sistema ambiental, en el sentido amplio definido en este
libro, se torna imposible o, por lo menos, conflictiva.
Sin embargo, el marco epistémico y la normatividad implícita que encierra, no son elementos
“exógenos” que hay que aceptar o rechazar por decisiones puramente subjetivas. La insistencia en
buscar una diferencia neta entre explicación y normatividad proviene de haber extrapolado de
manera ilegítima la diferencia entre hechos y normas. Se olvida aquí que la aplicación de la norma
tiene implicaciones prácticas, las cuales son susceptibles de estudio empírico. El pasaje del hecho a
la norma es ilegítimo. Sin embargo, la aplicación de una norma es un hecho. Y este tipo de hechos
que suelen designarse como “hechos normativos” son un objeto legítimo de análisis como cualquier
otro hecho económico o social.
Quizás sea la Economía la disciplina donde más claramente se pone de manifiesto el papel
fundamental que juega el marco epistémico, y el capítulo de Pablo Gutman lo demuestra
claramente. Las implicaciones para la vida de la sociedad son enormes. Los economistas suelen
defenderse diciendo que: “suponer que la sociedad se comporta como se comporta porque los
economistas (u otros científicos) lo recomiendan es una interpretación errónea (o ingenua) de la
relación entre ciencia y sociedad”.
Sin embargo, en muchos países -particularmente en Latinoamérica- son los Ministerios de
Economía (erigidos en verdaderos superministerios) quienes establecen y aplican las normas que
afectan profundamente a la sociedad. Si no son ellos quienes las generan, son ellos quienes proveen
la “racionalidad económica” de las medidas que aplican. ¿Quiénes sino ellos justifican el
comportamiento del país en su conjunto frente a los problemas de la deuda, a las privatizaciones, a
las políticas de inversiones, a la utitización de los recursos, a las políticas de precios y salarios? Las
justificaciones que ofrecen obedecen a cierta concepción de la economía. Allí la normatividad juega
a dos puntas: por un extremo, está implícita en el marco epistémico a partir del cual se genera la
teoría; pero luego la teoría se utiliza para fundamentar la “legitimidad” o “racionalidad” de las
normas que se aplican.
Los meteorólogos no son culpables de las trayectorias que siguen los ciclones tropicales, ni de las
devastaciones que producen, por lo menos hasta que no tengan éxito los ensayos para desviarlos de
su curso natural. Por el contrario hay ejemplos claros de “trayectorias” que sigue la economía de los
países, que son el resultado de políticas impuestas, y luego justificadas “científicamente”.
Las consideraciones precedentes nos conducen a una clara conclusión: para establecer una real
articulación entre las disciplinas, en un estudio integrado de sistemas ambientales, es necesario que
los especialistas de cada dominio disciplinario reformulen la problemática de su propio campo a
partir del marco epistémico que se haya acordado dentro del equipo de investigadores.
Así como el “inter” del trabajo interdisciplinario lo hemos situado en los procesos del sistema a
estudiar, el “inter” de la articulación interdisciplinaria lo situamos en el marco epistémico que guía
la formulación inicial de los problemas.
En la Sección 3 hemos propuesto una metodología para lograr un diagnóstico integrado de un
sistema ambiental, y para abordar el Estudio de políticas alternativas. Las fases que allí hemos
indicado responden a una de las preguntas formuladas al final de la Sección 2.3: “¿cómo articular
la participación de los investigadores en un estudio integrado?” La propuesta es de carácter
operativo, y constituye una metodología de trabajo.
El siguiente problema ha sido “¿cómo articular las contribuciones que puede ofrecer cada
disciplina?” Aquí el problema no es metodológico sino conceptual y epistemológico. Las
consideraciones precedentes sobre la necesidad de un marco epistémico común constituyen, desde
nuestra perspectiva epistemológica, las bases para una propuesta coherente con la anterior.
En efecto, en la propuesta para la elaboración del diagnóstico, por ejemplo, las cinco primeras fases
señaladas en la Sección 3.1 tienden a establecer tanto una problemática común, como los objetivos
comunes de todas las investigaciones disciplinarias del sistema. Es allí donde el equipo multi- (o
pluri-) disciplinario se transforma en equipo intedisciplinario. Es allí donde, frente a cada caso
concreto, se plantean los problemas de “racionalidad ambiental”.
Solamente después de profundas discusiones sobre esas fases preliminares de la investigación se
puede acometer la fase 6, sin que la distribución de los problemas por disciplina implique una
fragmentación de la problemática inicial en trozos que, luego de procesos de elaboración
independiente, resulten imposibles de integrar.
Aquí es necesario hacer una pausa para despejar algunas confusiones persistentes aún entre
investigadores que comparten los conceptos de una “racionalidad ambiental”. Compartir un marco
epistémico y concordar en el análisis de una problemática común no significa poseer una teoría
común omniabarcante de toda esa problemática. Sí significa compartir una posición crítica frente a
conceptos basados en “verdades científicas” a medias, erigidas en mitos: las ventajas comparativas,
la productividad, el eficientismo, la modernización, la sobrepoblación.
Quienes han sostenido que la destrucción de esos mitos se hace desde una teoría general suelen
afirmiar también que la aplicación de esos mitos en la explotación abusiva de recursos no es sino un
corolario de los modelos de acumulación capitalista. Esta afirmación es equívoca, y requiere dos
tipos de aclaración.
En primer lugar, si bien es cierto que la acumulación capitalista, generalmente orientada hacia la
obtención de máximas ganancias en el mínimo de tiempo, conduce a formas de explotación que se
justifican con argumentos donde entran en juego dichos mitos, no puede negarse que también varios
de ellos encontraron aplicación en el mundo socialista.
Por otra parte, la cuestión no se resuelve señalando al culpable. El desafío que el estudio integrado
de sistemas ambientales plantea a los científicos es la detección y el análisis de los mecanismos de
deterioro físico y social. Sin ese conocimiento no es posible orientar la búsqueda de políticas
alternativas. Y no existe una teoría de todos los mecanismos, porque los procesos que tienen lugar
en distintos sectores de la realidad son específicos de cada dominio, aunque su génesis última
responda a causas comunes. La búsqueda de una teoría general es utópica. Ni aún en el dominio
más restringido de la Física existe una teoría que explique todos los fenómenos.
Esto plantea nuevamente la necesidad de estudios disciplinarios y su articulación. Pero no una
articulación de resultados, a posteriori de los estudios parciales, sino una articulación desde el
inicio, que se va perfeccionando a través de las sucesivas fases de diferenciación e integración
descriptas en 3.1.
La concepción de la investigación interdisciplinaria de sistemas complejos, esbozada en este
capítulo constituye un instrumento poderoso para lograr dos tipos de integración:
• La articulación de los estudios que realicen los integrantes de un equipo, en la práctica concreta
de la investigación.
• La interpretación de la evolución de un sistema, como totalidad organizada en la cual los
diversos elementos (subsistemas) están en constante interacción y donde se interconectan
procesos con distintas escalas espaciales y temporales.

5. Algunas reflexiones sobre la formación de cientificos sociales


Los diversos capítulos de este libro, presentados desde la perspectiva que ofrece la disciplina de los
respectivos autores, convergen en muchos aspectos fundamentales. Hay consenso en la crítica a la
situación imperante en cada una de las disciplinas, en lo que se refiere a la insuficiencia de los
enfoques “tradicionales” para el tratamiento de lo que hemos llamado “la problemática ambiental”.
Hay también coincidencia en que los problemas allí involucrados tienen raíces profundas en la
sociedad.
La pregunta última hacia la cual se encamina toda la argumentación -que estuvo en el origen de esta
obra- es ¿cómo se forman profesionales e investigadores capaces de abordar esa problemática con
una visión que abarque la diversidad de aspectos que han quedado planteados en la obra?
En este capítulo hemos presentado un marco conceptual que creemos puede ser útil para intentar
una respuesta a esa pregunta en sus múltiples dimensiones. Para ello, debemos analizarla desde una
perspectiva diferente, replanteando el problema desde el contenido mismo del concepto de
problemática ambiental.¿Cuál sería un punto de partida adecuado?
Es posible concordar -racional o emocionalmente- con Hebe Vessuri cuando declara que “el
ambiente es una categoría existencial”, aunque es dificil tomarlo como premisa de un argumento,
porque interpretado al pie de la letra colocaría el estudio del ambiente más alla del alcance de la
ciencia empírica.
Por otra parte, Pablo Gutrnann, en una lúcida sección titulada “La cuestión de las racionalidades”,
señala que el interés en un desarrollo alternativo dentro del cual se inscribe la temática ambiental
replantea el problema de la racionalidad económica con una nueva urgencia”. Y, a renglón seguido,
declara que “frente a la insatisfacción de las declaraciones ambientales corrientes, las ciencias
sociales deberían mejorar nuestros conocimientos sobre el proceso de constitución de valores,
racionalidades y conductas, y el conflicto y coexistencia entre diferentes racionalidades”.
Sin embargo, el camino que va de una comprensión de “el proceso de constitución de valores,
racionalidades y conductas”, o de una vivencia sanreana del ambiente, hasta poder establecer las
bases para formar investigadores y profesionales imbuidos de esas concepciones, para la solución
de los problemas ambientales concretos que afectan a la humanidad, es largo, sinuoso y cortado por
abismos. Esto no significa que propongamos renunciar a esas formulaciones, sino que es necesario
ubicarlas en el contexto apropiado.
El punto de partida que sugerimos es más terre-a-terre; nos ha surgido en los numerosos estudios
de caso que hemos desarrollado en países de varios continentes, y está implícito en los análisis y
propuestas de los autores de los capítulos precedentes. Se trata de tres situaciones cuyo
reconocimiento es insoslayable.
En primer término, debemos tener clara conciencia de que estamos frente a problemas de un alcance
mucho mayor que el correspondiente a la temática central de este libro. Las cuestiones que plantea
la problemática ambiental para la economía, la antropología o la ecología no están en modo alguno
restringidas al medio ambiente ni son generadas por él. No intentamos con esto desechar lo que
afirman los respectivos autores sino, por el contrario, realzarlo.
En segundo lugar, parecería que la problemática ambiental actúa muchas veces como detonante que
dispara el mecanismo de apertura de un telón que deja al descubierto el escenario dramático del
mundo contemporáneo.
Hay mil millones de desnutridos, según cifras de la OMS. Uno de cada cinco niños que nacen en el
Tercer Mundo muere antes del primer año de vida, por factores derivados de la miseria. La pobreza
de un gran sector de la humanidad aumenta en proporciones crecientes. La lista de calamidades
sociales podríamos continuarla, pero no es necesario para nuestro propósito. Muchas de esas
situaciones -pero no todas- tienen una vinculación causal con el deterioro ambiental (aunque hay
una concomitancia progresiva entre la extensión de la miseria y la devastación de vastas regiones
del planeta). Los cambios de enfoque que preconizan los autores de esta obra para sus propias
disciplinas son tan necesarios, cuando se trata del medio ambiente, como cuando se desea investigar
la desnutrición o la pobreza.
Hay un tercer punto que es pertinente considerar en este contexto. Los problemas señalados no son
nuevos excepto en las dimensiones que han adquirido las catástrofes. Lo que sí es nuevo es el hecho
de que los problemas del medio ambiente hayan pasado a primer plano en la atención de los
gobiernos y de los organismos internacionales. No es muy aventurado pensar que esa prioridad
mundial que adquirió la problemática ambiental se debe, en buena medida, a que también los
“grandes” están ahora entre las víctimas. La mitad de la Selva Negra esta aniquilada: ni Schubert, ni
Strauss podrían hoy inspirarse frente al Rhin o al Danubio: y en las grandes ciudades, el “smog”
ignora insolentemente las diferencias de clase. Tampoco es aventurado inferir que esas son las
razones por las cuales la lucha contra la contaminación recibe el mayor apoyo frente a otros
problemas de deterioro ambiental, como aquellos que han generado hambrunas en extensas regiones
del Tercer Mundo.
Los tres puntos precedentes conducen a algunas conclusiones que no creemos que puedan ignorarse
si se pretende formular una propuesta global sobre las preguntas formuladas al inicio de esta
Sección. En forma condensada señalaremos prioritariamente las siguientes:
• Para los científicos sociales, y en particular aquellos que pertenecen a lo que fue considerado
como Tercer Mundo (aunque hoy todas esas designaciones han quedado obsoletas), aquella
parte de la problemática ambiental que les concierne directamente, está indisolublemente unida
a la problemática general, social y política.
• Preparar científicos sociales capaces de enfrentar esa problemática requiere un cambio profundo
en la formación de los científicos –“sociales” o “naturales”- que signifique una toma de
conciencia de la dimensión social de la ciencia y de la responsabilidad social del científico.
Parecería una extraña redundancia, o aún una ridícula paradoja hablar de la responsabilidad
social del científico social, pero no lo es. La problemática ambiental puede servir aquí también
de detonante, dado el reconocimiento universal de la gravedad de la situación en ese dominio,
siempre que no se restrinja la temática al solo campo de la contaminación.
• La toma de conciencia de estos problemas no se puede dejar para un postgrado o para un
“invisible college”. ¿O es que se piensa que sólo quienes hagan un postgrado en economía
ambiental o en antropología ambiental deben tomar contacto con la problemática analizada por
Pablo Gutman o Hebe Vessuri? No cabe duda de que lo que ellos plantean queda bien
ejemplificado con el medio ambiente. ¿No es eso, sin embargo, sólo una parte de la
problemática general del Tercer Mundo?

6. Conclusiones
A manera de conclusión, y a riesgo de ser reiterativos, nos parece necesario sintetizar las principales
implicaciones de los análisis que hemos presentado en las secciones precedentes:
1. La gravedad de los problemas planteados por la problemática ambiental, así como sus
proyecciones sociales, económicas y políticas, han puesto de manifiesto serias limitaciones en
los estudios realizados para diagnosticar la raíz de los problemas, para prevenirlos, o para
generar políticas que detengan y reviertan el deterioro.
2. Una de las limitaciones tiene como fuente la fragmentación ilegítima de los problemas. La
mayoría de los estudios son de carácter sectorial, circunscriptos al dominio de una disciplina.
Los casos, menos frecuentes, de estudios multi-sectoriales se realizan por simple adición de
estudios parciales, ignorando las características sistémicas de los procesos fundamentales
involucrados en la problemática ambiental. El presente capítulo contiene una propuesta de
análisis sistémico capaz de superar esa limitación.
3. La segunda limitación es correlativa con la anterior y tiene que ver con la estrechez de los
marcos conceptuales dentro de los cuales se mueven las disciplinas. Los diversos autores de
esta obra han insistido en la necesidad de reformular los enfoques tradicionales en cada una de
sus respectivas disciplinas, con el doble objetivo de extender su dominio de aplicación y de
incorporar temáticas comunes con otras disciplinas para permitir la articulación de sus análisis.
4. La ampliación del dominio de problemas que abarca cada disciplina no es sólo un requerimiento
de la problemática ambiental. Como ya hemos puesto de manifiesto, esta última está actuando
como detonante de una situación de crisis en las ciencias sociales, en lo que concierne a su
capacidad para tratar los problemas estructurales que afectan particularmente a los países del
llamado Tercer Mundo.
5. Los capítulos precedentes contienen los elementos necesarios para poner de relieve la
orientación que deben tener los estudios sobre problemas ambientales vistos desde cada una de
las disciplinas involucradas. Pero muestran, además, ámbitos de convergencia,
complementación y articulación de los diversos dominios disciplinarios. Sin embargo, en este
capítulo hemos sostenido que cuando se trata de un sistema ambiental complejo, no basta con
visualizar desde cada disciplina los problemas allí involucrados para luego “poner juntos” los
resultados de los respectivos análisis. Un sistema complejo funciona como una totalidad. Los
procesos que allí tienen lugar están determinados por la interacción de elementos o subsistemas
que pertenecen a dominios disciplinarios diversos y cuya contribución a cada proceso no es
enteramente separable de las otras contribuciones. Esta consideración adquiere fundamental
importancia cuando se estudia la evolución del sistema como tal, por cuanto la dinámica de la
totalidad no es deducible de la dinámica de los elementos considerados aisladamente.
Si se aceptan los cinco puntos precedentes parece necesario considerar varios niveles de acción en
la formación de profesionales e investigadores en el campo de la problemática ambiental:
• Hay un nivel epistémico, que condiciona el marco ideológico dentro del cual se inscribe la
“racionalidad ambiental” varias veces referida en esta obra. En la Sección 4 hemos analizado la
signifcación y alcances de los marcos epistémicos. La discusión de esta temática creemos que
debe formar parte de la formación de profesionales e investigadores, en todos los niveles y todas
las disciplinas involucradas en las temáticas que hemos considerado.
• Viene, luego, un nivel disciplinario donde se inscriben los análisis y recomendaciones hechos
por los autores de los diversos capítulos precedentes. Creemos absolutamente necesario que la
enseñanza universitaria de las respectivas disciplinas se modifique en ese sentido. Lograr ese
objetivo debería ser parte esencial de los esfuerzos que se realizan actualmente, tanto en el
orden nacional como internacional, con referencia a las grandes temáticas de la problemática
ambiental y el desarrollo sostenido.
• Finalmente, el estudio y la práctica de la investigación de sistemas complejos -que llamaremos
el nivel sistémico- debería formar parte de programas de postgrado desarrollados sobre la base
de proyectos concretos de investigación interdisciplinaria.
Anexo

Unidad y multiplicidad en las ciencias


El problema que hemos planteado en este trabajo es la posibilidad misma de estudios
interdisciplinarios que no sean la simple adición de estudios parciales realizados en forma
independiente por especialistas de diversas disciplinas. La respuesta a este problema es imperativa
por cuanto desde la concepción del estudio integrado de un sistema complejo que incluya procesos
que resultan de la interacción entre la sociedad y el sistema productivo, conjuntamente con el medio
ecológico que lo sustenta, expuesta en este trabajo es utópica, o bien debe demostrarse la
factibilidad misma de lograr una articulación entre aquellas disciplinas que estudian aspectos
específicos del sistema y concurren a un estudio integrado. Afirmar que esa articulación es factible
implica negar las frecuentes barreras conceptuales que suelen establecerse entre las diversas
ciencias.
En efecto, la metodología propuesta en este trabajo sería inaplicable si se pudieran establecer
demarcaciones estrictas entre las disciplinas, y la concepción de un estudio integrado de sistemas
ambientales que hemos considerado en este libro quedaría desvirtuada. En particular, si se
mantuviera una separación tajante entre las llamadas “ciencias de la naturaleza” y “ciencias del
hombre” -como es aún corriente entre buen número de científicos sociales- sería cuestionable
plantearse una investigación sobre los procesos determinados por las interacciones entre el medio
físico y la sociedad.
No sería lícito, sin embargo, declarar borrada dicha dicotomía sólo porque es impuesta por la
necesidad de un estudio sociedad/naturaleza. El problema lo planteamos de manera inversa: el
rechazo de las dicotomías, por razones epistemológicas e históricas, abre la vía a los estudios
“integrados”, sin hacer violencia a las disciplinas en juego. La fundamentación de esta afirmación
nos obliga a incursionar, aunque sea brevemente, en cuestiones concernientes a la historia de la
ciencia y a las clasificaciones de las ciencias.
Es bien sabido que una de las principales causas de interés en clasificación de las ciencias, quizás
desde la biblioteca de Alejandría en adelante, ha sido la preocupación de los bibliotecarios por el
ordenamiento de los libros. Con mucha frecuencia, la base para distinguir una disciplina como una
“ciencia separada de las otras” fue simplemente el uso de un término, como lo señaló Kotarbinski
agudamente: “Se suele considerar que “filosofía” es una ciencia específica; quienes así lo hacen,
clasifican como “filosofia” todo aquello, sólo aquello, que alguna vez fue designado así”.
La antigüedad clásica no establecía diferencias entre el estudio de los problemas de la naturaleza y
los del hombre. En la Física de Aristóteles, el movimiento se refiere tanto al desplazamiento de los
cuerpos, como al pasaje de la enfermedad a la salud, o de la ignorancia a conocimiento.
Las clasificaciones posteriores al trivium y quadrivium fluctúan en la elección de los criterios. Es
asombroso observar, sin embargo, la persistencia de viejas ideas a través de los siglos. En la famosa
clasificación de Francis Bacon, la “historia natural” se presenta dividida según los cuatro elementos
de la tradición griega (tierra, agua, aire, fuego). Esta distinción más que anacrónica para su época,
se encuentra aún en el siglo XVIII, como lo atestigua la Enciclopedia de Diderot D'Alembert.
No es este el lugar para revisar las numerosas clasificaciones propuestas en cada época. Aquí sólo
haremos referencia a dos períodos de la historia del pensamiento que se plasmaron en dos
posiciones antagónicas con respecto a la ubicación de las ciencias dentro del campo del
conocimiento. El propósito de esta elección es poner de manifiesto el origen de una polémica que
sigue siendo actual. Creemos que la historia muestra claramente la raison d'être de cada posición,
así como sus limitaciones y la vía para superarlas.
Quizás sean el economista y jurista inglés Jeremy Bentham, y el físico francés Andre Ampere
quienes introdujeron de manera neta 1a dicotomía entre ciencias de la naturaleza y ciencias del
hombre. Ambos desarrollan sendas clasificaciones, muy profusas, con abundantes neologismos en
un esfuerzo por organizar “todos” los campos de conocimiento.
Ampere introduce una primera dicotomía entre lo que él llama ciencias cosmológicas y ciencias
neológicas (derivando esta palabra del “nous” griego). Luego, por dicotomías sucesivas, agrupa lo
que él considera como formas posibles de conocimiento de la realidad, en tres niveles, el tercero de
los cuales contiene 128 ciencias especiales, muchas de ellas fruto de su inventiva.
Las ciencias cosmológicas y las ciencias neológicas corresponden, con excepción de las
matemáticas, a lo que Wundt llamará luego “ciencias de la naturaleza” y “ciencias del espíritu”,
distinción a la que este último autor atribuye “extraordinania importancia”. Una dicotomía similar
será vigorosamente defendida por Windelband, centrando su análisis en la diferencia entre ciencias
nomotéticas e ideográficas. Con ciertas variantes, Rickert y Duthey se convertirán en los máximos
exponentes de esta posición.
Los argumentos entonces utilizados no pueden aceptarse hoy como válidos, aunque siguen siendo
sostenidos por no pocos científicos sociales. En su época, sin embargo, tuvieron plena justificación.
Para entender por qué surgieron con tanta fuerza es necesario recordar su contexto histórico.
En la segunda mitad del siglo XIX la concepción newtoniana de la ciencia estaba en su apogeo. Las
ideas de Newton, contenidas en la obra cumbre de la Revolución Científica del siglo XVIII:
Mathematical Principles of Natural Philosophy, habían sido rechazados por los cartesianos como
meras descripciones geométricas, sin contenido explicativo. Fueron los propios franceses, sin
embargo, quienes más contribuyeron a completar y ofrecer pruebas empíricas de la teoría en el
transcurso del siglo XVIII. En el siglo siguiente dos eminentes pensadores, William Thomson (Lord
Kelvin) y Helmholtz, afirmarán, con expresiones similares, que ninguna teoría científica sería
aceptable como tal si no pudiera ser expresada en términos de la física “newtoniana”. Las “meras
desripciones” de la mecánica de Newton, que ni siquiera eran admitidas como “Física”, habían
pasado a ser, en poco más de un siglo, el paradigma dominante de toda la ciencia.
La reacción contra esta posición es explicable y ampliamente justificada. No se cuestionó que la
“explicación científica” de los fenómenos de la naturaleza consistiera en reducir todos los cambios
del mundo físico al movimiento de masas materiales bajo la acción de “fuerzas centrales”
independientes del tiempo; no se cuestionó que todo lo que ocurre en el mundo físico se reduzca a la
mecánica de los átomos; lo que no podía aceptarse era que los hechos pertenecientes a lo que
Rickert llamó la “ciencia histórica” o “ciencia cultural” fueran susceptibles de tal reducción.
Quienes se negaban a aplicar el paradigma newtoniano a las humanidades tenían razón, lo que no
sospechaban era que dicho paradigma tampoco era aplicable a los fenómenos de las “ciencias de la
naturaleza”, excepto en un dominio muy restringido, y que la concepción Newtoniana de la Física
había caducado.
Con la revolución científica que tiene lugar a comienzos del siglo XX, entran en crisis los conceptos
más básicos de la ciencia: espacio-tiempo, causalidad, materia. La crisis obliga a una
reconsideración de los fundamentos mismos de toda ciencia, lo cual conduce indudablemente a un
análisis en profundidad de problemas epistemológicos. Esta tarea es emprendida por las poderosas
escuelas neopositivistas (Viena, Berlin), quienes intentarán una reformulación rigurosa de
posiciones empiristas que culminará en el Empirismo Lógico. A partir de allí se iniciará el más
ambicioso intento de unificación de todas las ciencias desde una perspectiva estrictamente
reduccionista.
No podemos entrar aquí en detalles sobre la enorme tarea de “construcción racional de la ciencia”
que emprendió el empirismo lógico, seguido por otras escuelas empiristas afines. Baste señalar que
estas posiciones dominaron la filosofía de la ciencia durante la primera mitad del siglo, y que su
influencia ha sido tan extraordinaria que sus concepciones perduran aún explícita o implícitamente,
en la concepción de la ciencia de muchos científicos, particularmente del mundo anglosajón.
La principal reacción se produjo a mediados del siglo desde la teoría de la ciencia. Kuhn, Russell
Hanson, Toulmin, entre otros, dieron a mostrar que la evolución histórica de las teorías científicas
respondía a la imagen de la ciencia que emergía de dichas posiciones empiristas. Fue necesaria, sin
embargo, la crítica proveniente de las corrientes epistemológicas para poner en tela de juicio las
premisas que les servían de fundamento. Aquí nos circunscribiremos a considerar las tesis
referentes a la “unidad de la ciencia” y a la solución reduccionista. Uno de los más conspicuos
representantes de la escuela, Rud Carnap, resume la posición en los siguientes términos:
“No hay, en el presente, unidad de las leyes. La construcción de un sistema homogéneo para la
totalidad de la ciencia es un objetivo para el futuro desarrollo de la ciencia. No puede demostrarse
que el objetivo sea inalcanzable, pero está claro que no sabemos si podrá ser logrado. Por otra parte,
hay una unidad de lenguaje en la ciencia, es decir, una base común de reducción para los términos
de todas las ramas de la ciencia, y esta base consiste en un estrecho y homogéneo conjunto de
términos del lenguaje de objetos fisicos (the physical thing-language). Podemos proponernos
desarrollar la ciencia cada vez más en la dirección de un sistema unificado de leyes sólo en virtud
de contar ya en el presente con un lenguaje unificado”.10
El problema que se plantea Carnap es similar al que nos planteamos nosotros. En efecto, él sostiene,
en la misma página, que “el uso práctico de las leyes consiste en hacer predicciones con su auxilio”,
y que en situaciones complejas “una predicción no puede estar basada en nuestro conocimiento de
una sola rama de la ciencia”.
Carnap encuentra la solución de este problema en la unidad de lenguaje de todas las ciencias:
“Si los términos de diferentes ramas no tuvieran conexión entre sí, tal como lo permite la base
homogénea de reducción, sino que fueran de carácter completamente diferente, como lo suponen
algunos filósofos, luego no sería posible relacionar enunciados particulares y leyes de diferentes
dominios, de manera de poder deducir predicciones a partir de ellos”.11
El planteo del problema es correcto, pero la solución no resiste a la crítica. Además de las
dificultades epistemológicas que encontramos en ésta formulación, las objeciones que tenemos
contra las posiciones reduccionistas pueden englobarse en una sola que es también aplicable a las
diversas clasificaciones de la ciencia a las cuales hemos hecho referencia: la ambiguedad en el uso
del término “ciencia” y la arbitrariedad, tanto en los criterios de comparabilidad, como en la
identificación de las interrelaciones entre las disciplinas.
Quien ha formulado, a nuestro juicio, con mas lucidez y profundidad cuáles son los problemas
involucrados en las interrelaciones entre las grandes disciplinas científicas fue Jean Piaget, tanto en
su estudio “El sistema y la clasificación de las ciencias”, como en su análisis sobre “La situación de
las ciencias del hombre en el sistema de las ciencias”.
La propuesta piagetiana, apoyada en una concepción constructivista de la teoría del conocimiento,
presenta una concepción de lo que él llama “el sistema de las ciencias” como “una estructura de
orden cíclico e irreductible a toda forma lineal”. Aceptando una agrupación de las ciencias en cuatro
grandes conjuntos (ciencias lógico-matemáticas; ciencias-fisicas; ciencias biológicas y ciencias
psico-sociológicas), Piaget comienza por establecer que el término “ciencia” recubre cuatro grandes
dominios o niveles, en cada uno de los cuales las disciplinas se relacionan entre sí de manera
diferente:
a) Dominio material, definido como el conjunto de objetos a los cuales se refiere cada disciplina
(números, funciones, objetos fisicos, biológicos, energía, operaciones mentales, clases sociales).
b) Dominio conceptual, definido como el conjunto de teorías o conocimientos sistematizados
elaborados por cada ciencia acerca del dominio material.
c) Dominio epistemológico interno, que corresponde al análisis de los fundamentos de cada
disciplina, es decir, a la crítica de su aparato conceptual y de las teorías de su dominio
conceptual.
d) Dominio epistemológico derivado, que analiza las relaciones entre el sujeto y el objeto en la
ciencia considerada, es decir, el marco epistemológico más general de los resultados obtenidos
por dicha ciencia, comparándolo con el de las otras ciencias.
El análisis piagetiano muestra el carácter cíclico de las relaciones entre las disciplinas en los
dominios a y d, así como la complejidad de las interrelaciones entre los cuatro grandes grupos de
ciencias mencionados, dentro de cada dominio. Se puede aceptar o rechazar este análisis en sus
detalles, pero es indudable que echa por tierra tanto la ingenuidad de las propuestas reduccionistas
como las posiciones irreductibles de quienes ven en la “especificidad” de cada dominio material un
obstáculo para el estudio interdisciplinario con una metodología general e integrativa. La propuesta
piagetiana responde, así, a la preocupación de Carnap, pero con una solución de gran riqueza que no
arrastra con la especificidad de las distintas disciplinas, sino que muestra los fundamentos
epistemológicos de sus múltiples articulaciones.
Los sistemas ambientales cuyo estudio es el tema central de los trabajos contenidos en el presente
volumen, son sistemas complejos, que están constituídos, y de allí su denominación de complejos,
por elementos heterogéneos en interacción, lo cual significa que sus subsistemas pertenecen a los
“dominios materiales” de muy diversas disciplinas. La concepción piagetiana del “sistema de
ciencias”, con sus dominios circulares y su red de interrelaciones, remueve todo obstáculo teórico
para articular los estudios que se realicen en los diversos dominios materiales. Esto no significa, sin
embargo, que sea fácil superar las dificultades prácticas de articulación de tales estudios, como lo
hemos señalado en el texto.
El camino queda, pues, abierto para el trabajo de equipos interdisciplinarios, entendido como un
esfuerzo de cooperación entre diversos especialistas que buscan integrar sus estudios, cada uno de
los cuales cubre aspectos parciales de una realidad compleja. Este resultado es importante y
constituye una condición necesaria para que sea posible hablar de investigación interdisciplinaria.
No creemos, empero, que el problema quede resuelto de esta manera. Más aún, no creemos que éste
sea el punto de partida para su solución. La experiencia muestra que la integración de resultados
difícilmente supera la etapa de simple acumulación aditiva de conclusiones aisladas. De allí la
necesidad de un marco conceptual y metodológico como el que hemos propuesto en este capítulo.
La propuesta debe de interpretarse como el señalamiento de una vía posible para responder al
desafío que plantea el estudio interdisciplinario de un sistema complejo.

* Este artículo está publicado en : Leff, Enrique (comp.), “Ciencias Sociales y Formación
Ambiental”, Ed. Gedisa, UNAM, 1994, Barcelona, España.
** Rolando García: Ph. D. de la Universidad de Califormia. Doctor Honoris Causa de la Univ. de
Buenos Aires. Miembro de la Academia Mexicana de Investigación Científica. Investigador de
CINVESTAV y del SIN. Autor de artículos y libros en el campo de la epistemología y los sistemas
complejos.
Bibliografía
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las Universidades. ANUIES, Mexico, 1975.
• Bertalanfy, Ludwig von, Teoría general de sistemas. FCE, Madrid. El planteamiento general del
problema está en el capítulo 5, que reproduce un trabajo publicado en 1940.
• Carnap, Rudolph, Logical Foundations of the Unity of Science. International Encyclopedia of
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• Garcia, Rolando et al.. Namre Pleads not Gz~tUy (Volumen I de Ia serie ~Drought and Man",
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1984). La primera versión circuló como publicación interna de UNRISD en 1978.
• ~Conceptos Básicos para el Estudio de Sistemas Complejos, en E. Leff (Coord.), Los Problemas
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• et al.,Modernización en el Agro: e) Ventajas comparativas para quien? El Caso de los Cultivos
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• “The Structure of Knowledge and the Knowledge of Structure”, en Piage, Jean, Past and
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• Glansdorff, P. y Prigogine, I. Thermodynamic Theory of Structure, Stability and Flactuations,
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• Tadeusz Kotarbinsky, Gnosiology: The scientific approach to the theory of knowledge,
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• Nicolis, G. y Prigogine, I., Self Organization in Non~quihbrium Systen Wiley, New York, 1977
• Piaget J. y Garcia R., Psicogénesis e Historia de la Ciencia, Siglo XXI, 1982.
• Hacia una Lógica de Significaciones, Centro Editor de América Latina Buenos Aires, 1988.

Notas
1.Cf. Garcia [3].
2.Cf. Leo Apostel (1975).
3.Vease Garcia [3].
4.Cf. Bertalanff~ (1%8).
5.Cf. Garcia [7].
6.Cf. [3].
7.Un análisis histórico referido a un caso concreto lo hemos presentado
8.Cf. [1], [51, (6].
9.Kotarbinsky (1966).
10.Ibidem p.62.
11.Camap (1955), p.61.
12.Piaget (1967) p.1172.
13.Piaget (1970) cap. 1.
EPISTEMOLOGÍA DE LA COMPLEJIDAD1.
Edgar Morín
I. Cuando decimos: "Es complejo, es muy complejo!", con la palabra "complejo" no estamos
dando una explicación sino que señalamos una dificultad para explicar. Designamos algo que, no
pudiendo realmente explicar, vamos a llamar "complejo". Por eso es que, si existe un pensamiento
complejo, éste no será un pensamiento capaz de abrir todas las puertas (como esas llaves que abren
cajas fuertes o automóviles) sino un pensamiento donde estará siempre presente la dificultad. En el
fondo, quisiéramos evitar la complejidad, nos gustaría tener ideas simples, leyes simples, fórmulas
simples, para comprender y explicar lo que ocurre alrededor nuestro y en nosotros. Pero como estas
fórmulas simples y esas leyes simples son cada vez más insuficientes, estamos confrontados al
desafío de la complejidad. Un desafío al que hay que responder en primer lugar tratando de señalar
qué quiere decir "complejidad". Y esto ya nos plantea un problema: ¿existe una
complejidad?,¿complejidades?
Se puede decir que hay complejidad dondequiera se produzcan enmarañamiento de acciones, de
interacciones, de retroacciones. Y ese enmarañamiento es tal que ni siquiera una computadora
podría captar todos los procesos en curso. Pero hay también otra complejidad que proviene de la
existencia de fenómenos aleatorios (que no se pueden determinar y que, empíricamente, agregan
incertidumbre al pensamiento). Se puede decir, en lo que concierne a la complejidad, que hay un
polo empírico y un polo lógico y que la complejidad aparece cuando hay a la vez dificultades
empíricas y dificultades lógicas. Dificultades empíricas: el ejemplo más hermoso proviene de la
meteorología y se lo conoce con el nombre de "efecto mariposa": una mariposa que bate sus alas en
Australia puede, por una serie de causas y efectos puestos en movimiento, provocar un tornado en
Buenos Aires, por ejemplo. Esta complejidad, tiene que ver con lo que Pascal había visto muy bien.
Pascal dijo hace ya tres siglos: "Todas las cosas son ayudadas y ayudantes, todas las cosas son
mediatas e inmediatas, y todas están ligadas entre si por un lazo que conecta unas a otras, aun las
más alejadas. En esas condiciones --agregaba Pascal-- considero imposible conocer las partes si no
conozco el todo, pero considero imposible
conocer el todo si no conozco las partes". Esta es la primera complejidad; nada está realmente
aislado en el Universo y todo está en relación. Vamos a encontrar esta complejidad en el mundo de
la física, pero también, de una manera diferente, en el mundo de la política puesto que, como lo
veremos, estamos en la era planetaria y todo lo que ocurre en un punto del globo puede repercutir
en todos los otros puntos del globo.
El problema lógico aparece cuando la lógica deductiva se muestra insuficiente para dar una
prueba en un sistema de pensamiento y surgen contradicciones que devienen insuperables. Es lo que
ha ocurrido, por ejemplo, en el campo de la microfísica. Hubo un momento histórico, a comienzos
del siglo, cuando se enfrentaron dos concepciones de la materia elemental, es decir de la partícula:
una concepci6n ondulatoria donde efectivamente la partícula era una onda, y una concepción
corpuscular. Ahora bien, el momento histórico fue cuando Niels Bohr dijo que esas dos
proposiciones contradictorias eran de hecho complementarias, puesto que empíricamente los dos
fenómenos aparecían en condiciones diferentes y lógicamente se debían asociar dos términos que se
excluyen mutuamente. Estas son las complejidades que no podernos soslayar y que hay que
enfrentar.
Retomo la frase de Pascal para resumirla con una fórmula caricaturesca: "Todo está en todo y
recíprocamente". Lo que significa: "iDesanímense, porque van a hundirse en la confusión más
completa!". Y sin embargo esa frase, "todo está en todo y
recíprocamente", puede ser dilucidada, a condición de que se acepte la siguiente proposición: no
sólo una parte está en el todo, sino que también el todo está en la parte. ¿Cómo es eso? Veamos

1
Morín, Edgar: Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad Cap. VIII- Edit.. Paidós Bs. As.,1995
algunos ejemplos: cada célula de nuestro cuerpo es una parte que está en el todo de nuestro
organismo, pero cada célula contiene la totalidad del patrimonio genético del conjunto del cuerpo,
lo que significa que el todo está también en la parte. Cada individuo en una sociedad es una parte de
un todo, que es la sociedad, pero ésta interviene, desde el nacimiento del individuo, con su lenguaje,
sus normas, sus prohibiciones, su cultura, su saber; otra vez, el todo está en la parte. En efecto,
"todo está en todo y recíprocamente" Nosotros mismos, desde el punto de vista cósmico, somos una
parte en el todo cósmico: las partículas que nacieron en los primeros instantes del Universo se
encuentran en nuestros átomos. El
átomo de carbono necesario para nuestra vida se ha formado en unsol anterior al nuestro. O sea que
la totalidad de la historia del cosmos est8 en nosotros, que somos, no obstante, una parte pequeña,
ínfima, perdida en el cosmos. Y sin embargo somos singulares, puesto que el principio "el todo está
en la parte" no significa que la parte sea un reflejo puro y simple del todo. Cada parte conserva su
singularidad y su individualidad pero, de algún modo, contiene el todo.

II. Esta es una problemática sumamente vasta, y la dificultad que tenemos para entrar en ella
supone un fenómeno histórico y cultural en el cual nos encontramos. En la escuela hemos aprendido
a pensar separando. Aprendimos a separar las materias: la historia, la geografía, la física, etc. ¡Muy
bien! Pero si miramos mejor, vemos que la química, en un nivel experimental, está en el campo de
la microfísica. Y sabemos que la historia siempre ocurre en un territorio, en una geografía. Y
también sabemos que la
geografía es toda una historia cósmica a través del paisaje, a través de las montañas y llanuras...
Está bien distinguir estas materias pero no hay que establecer separaciones absolutas. Aprendimos
muy bien a separar. Apartamos un objeto de su entorno, aislamos un objeto con respecto al
observador que lo observa. Nuestro pensamiento es disyuntivo y, además, reductor: buscamos la
explicación de un todo a través de la constitución de sus partes. Queremos eliminar el problema de
la complejidad. Este es un obstáculo profundo, pues obedece al arraigamiento de una forma de
pensamiento que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la
universidad y se incrusta en la especialización; y el mundo de los expertos y de los especialistas
maneja cada vez más nuestras sociedades.
Ahora bien, hay un problema grave porque sabemos que los especialistas son excelentes para
resolver los problemas que se plantean en su especialidad, con la condición de que no surjan
interferencias con factores pertenecientes a especialidades vecinas y con la condición de que no se
presente nada nuevo en los problemas planteados. El problema es que, en cuanto aparece una
novedad o una interferencia, el experto se equivoca un poco más a menudo que el no experto. De
ahí que hayamos llegado a menospreciar las ideas generales porque, como se dice, están "en el
aire", son huecas, no han sido probadas. Pero los expertos no pueden prescindir de ellas; tienen
ideas generales sobre la vida, sobre el mundo, sobre el amor, sobre las mujeres, sobre la política...
Sólo que estas ideas generales son las más pobres de las ideas generales, ya que nunca intentan
repensarlas y controlarlas. No se puede vivir sin ideas generales, me refiero a las que conciernen a
la naturaleza del hombre, de la vida, de la sociedad.
Hasta hace unos 20 o 30 años, la ciencia clásica había desintegrado el cosmos, había
desintegrado la vida diciendo que la vida no existía, que hay moléculas, comportamientos, genes,
pero ¿la vida? ¿Qué es eso? ¡No la conozco! La ciencia clásica ha desintegrado la sociedad; los
estudios parcelarios, demográficos, económicos, etc., han desintegrado el problema global e incluso
al hombre, puesto que, en definitiva, podía considerarse al hombre come un objeto indigno del
conocimiento especializado, casi una ilusión. Ahora bien, no podemos renunciar a las preguntas
básicas que los seres humanos se han planteado desde que trataron de pensar, desde que miraron el
cielo estrellado, desde que, ya ciudadanos, se interrogaron sobre cuál podía ser la mejor sociedad o
por lo menos la menos mala; desde que se preguntaron, por fin, "¿de dónde venimos? ¿cuál es el
sentido de la vida?"
No podemos vivir escamoteando esas cuestiones como si fueran tontas o insanas; se las puede
eliminar, sin duda, pero entonces la única función del conocimiento será la manipulación. Como
bien lo vio Husserl, a partir del momento en que dejó de plantearse interrogantes sobre si misma,
sobre su marcha, sus fundamentos, su alcance, la ciencia, o mejor dicho la tecnociencia, se convirtió
en una máquina ciega. Lo paradójico es que esa ciencia moderna, que tanto contribuyó a elucidar el
cosmos, las estrellas, la bacteria y, en fin, tantas cosas, es completamente ciega con respecto a si
misma y a sus poderes; ya no sabemos adónde nos conduce.

III. Si tenemos grabadas en nosotros esas formas de pensamiento que nos Ilevan a reducir, a
separar, a simplificar, a ocultar los grandes problemas, esto se debe a que reina en nosotros un
paradigma profundo, oculto, que gobierna nuestras ideas sin que nos demos cuenta. Creemos ver la
realidad; en realidad vemos lo que el paradigma nos pide ver y ocultamos lo que el paradigma nos
impone no ver. Hoy, en nuestro siglo, se plantea el problema siguiente: podemos preguntarnos si ha
comenzado una revolución paradigmática. Una revolución orientada evidentemente en dirección a
la complejidad. Creo que se puede plantear el problema en tres planos: el de las ciencias físicas, el
de las ciencias del hombre (o, más extensamente del conocimiento del hombre) y el de la política.
¿Por qué pensamos que ha comenzado una revolución paradigmática en el plano de las ciencias
físicas? Porque en nuestra época hemos presenciado el derrumbe de lo que fue el dogma central de
la física clásica. En Descartes, en Newton, el mundo era un mundo perfecto. ¿Por qué? Porque
emanaba de la perfección divina. Inclusive cuando Laplace ech6ó a Dios del mundo conservó para
el mundo la perfección o, mas bien, introdujo el atributo divino en el mundo. Para Laplace, el
mundo era una máquina determinista perfecta, y si tuviéramos el genio de un demonio
todopoderoso podríamos conocer todos los eventos del pasado y todos los eventos del futuro. Era
una máquina mecánica absolutamente ordenada. El desorden no podía ser más que una ilusión o una
apariencia. Ese mundo estaba constituido por pequeños ladrillos elementales indivisibles, los
átomos. ¡Ese es el mundo que se ha derrumbado! Se derrumbó por los dos lados, por la base, a nivel
del Átomo, cuando se vio que este no era un ladrillo
Sino un sistema sumamente complejo constituido por partículas, y que las partículas mismas eran
entidades altamente complejas, en el limite entre lo material y lo no-material, dotadas de la extraña
cualidad de poder ser tanto onda, tanto corpúsculo, sin ser ni lo uno ni lo otro. Y en cuanto al
mundo microfísico, vemos un bullir de indeterminaciones que no nos permite registrar más que un
orden estadístico.
En el plano del cosmos, un universo mecánico, eterno, se desplomó hace treinta años con el
descubrimiento de la dispersión de las galaxias y de esa irradiación fósil a tres grados Kelvin; con la
hipótesis de que ese mundo nace de una deflagraci6n original o de una pequeña fluctuación original
en un no-ser absoluto, y también de que ese nacimiento se produce en una combinación de orden y
de desorden. Nace en el desorden, en el sentido que nace de una manera declarativa y en medio de
un calor intenso. Y calor significa agitación desordenada de las partículas o de los átomos. Pero hay
también un principio de orden, ya que ciertas partículas pueden asociarse cuando se encuentran en
el desorden, dando lugar a ese memento en el que se constituyen algunos grandes principios que
permiten tanto la formación de los núcleos como la formación de las galaxias y los astros.
Nuestro universo es, pues, el fruto de lo que llamaré una dialógica de orden y desorden. Dialógica
en el sentido de que se trata de dos nociones totalmente heterogéneas que se rechazan mutuamente--
y que da un lugar irreductible a lo que parecía oscuro para los deterministas: “¿Cómo el desorden?
¡El desorden no existe, es una ilusión!". Pues bien, el desorden no sólo existe sino que de hecho
desempeña un papel productor en el Universo. Y eso es el fenómeno más sorprendente. Es esa
dialógica de orden y desorden lo que produce todas las organizaciones existentes en el Universo.
Ahora vemos que lo que es cierto para el mundo físico también lo es para el nacimiento de la vida,
que apareciera en condiciones turbulentas, eruptivas, tormentosas, hace cuatro mil millones de años.
Todo se ha hecho, todo ha nacido a través de encuentros aleatorios. Debemos, pues, trabajar con el
desorden y con la incertidumbre y nos damos cuenta de que trabajar con el desorden y la
incertidumbre no significa dejarse sumergir per ellos; es, en fin, poner a prueba un pensamiento
enérgico que los mire de frente. Hegel decía que el verdadero pensamiento es el pensamiento que
enfrenta la muerte, que mira de frente la muerte. El verdadero pensamiento es el que mira de frente,
enfrenta el desorden y la incertidumbre.
De hecho, vemos nacer ciencias de otro tipo, diferentes de las disciplines clásicas. Daré tres
ejemplos. El primero es la cosmología, que exige reunir datos provenientes de la astronomía de
observación, de los radiotelescopios y datos que provienen de los aceleradores de partículas de la
microfísica para tratar de imaginar en que condiciones se formaron los primeros elementos físicos
en los principios del Universo, per ejemplo. La cosmología es una ciencia de reflexión a partir de
elementos diferentes. El segundo ejemplo son las ciencias de la tierra: la geología, la meteorología,
la vulcanología, la sismología que eran, hace treinta años, disciplinas sin comunicación alguna.
Hasta que, gracias a la tectónica de las placas, se concibió a la tierra como un sistema vivo (no vivo
en el sentido biológico, que es el nuestro, pero con vida propia, con sus regulaciones, su
autorreproducción, sus transformaciones, su historial y a todas esas diferentes disciplinas como
conectadas en torno de la idea de ese sistema Tierra. La ciencia ecológica es también una ciencia
nueva, ya que su concepto central es el de ecosistema. Un ecosistema es el conjunto organizador
que se efectúa a partir de las interacciones entre los seres vivos, unicelulares, vegetales, animales y
las condiciones geofísicas de un lugar dado, de un biotopo, de un nicho ecológico. Los ecosistemas,
a su vez, se reúnen en el vasto sistema que llamamos biosfera y que tiene su vida y sus regulaciones
propias. Es decir, son ciencias cuyo objeto es un sistema. Esto nos sugiere que habría que
generalizar esta idea y reemplazar la idea de objeto, que es cerrada, monótona, uniforme, per la
noción de sistema. Todos los objetos que conocemos son sistemas, es decir, están dotados de algún
tipo de organización,

IV. Debemos ahora encarar una problemática que durante mucho tiempo se ignoró, porque se creía
que la organización dependía pura y simplemente del orden. En realidad, la organización es lo que
liga un sistema, que es un todo constituido de elementos diferentes ensamblados y articulados. Y la
idea que destruye todo intento reduccionista de explicación es que el todo tiene una cantidad de
propiedades y cualidades que no tienen las partes cuando están separadas. Una bacteria posee
cualidades y propiedades de autorreproducción, de movimiento, de alimentación, de
autorreparación que de ningún modo tienen, aisladamente, las macromoléculas que la constituyen.
Podemos llamar emergencias a esas cualidades que nacen a nivel del todo, dado que emergen, que
llegan a ser cualidades a partir del momento en que hay un todo. Esas cualidades emergentes
pueden retroactuar sobre las partes. Decía antes que la sociedad es un todo cuyas cualidades
retroactúan sobre los individuos dándoles un lenguaje, cultura y educación. El todo, por lo tanto. es
más que la suma de las partes. Pero al mismo tiempo es menos que la suma de las partes porque la
organización de un todo impone constricciones e inhibiciones a las partes que lo forman, que ya no
tienen entera libertad. Una organización social impone sus leyes, tabúes y prohibiciones a los
individuos, quienes no pueden hacer todo lo que quisieran. O sea que el todo es a la vez mas y
menos que la suma de las partes. Con sólo una pequeña palabra, "organización", nos vemos
enfrentados a una complejidad conceptual y debemos observar cuáles son las ventajas y las
constricciones, puesto que esa mirada evitará glorificar a las organizaciones más amplias. En efecto,
si una organización muy amplia impone constricciones demasiado duras, entonces es preferible
contar con organizaciones más pequeñas (Small is beautiful!), organizaciones donde hay menores
constricciones sobre las partes o los individuos. Todo esto conduce a ver las diferentes
organizaciones y a juzgarlas en función de las libertades o de las constricciones que establecen.
En nuestra anterior conferencia hemos hablado de la auto-ecoorganización, que concierne, de
modo general, a la organización viva. Aquí podemos notar una diferencia fundamental entre las
máquinas vivientes y las máquinas artificiales que producimos en las fábricas. Esta diferencia fue
señalada por von Neumann en los años 50. Von Neumann partía de la siguiente paradoja: una
máquina artificial está hecha de constituyentes sumamente confiables; las piezas han sido fabricadas
y controladas. Se eligen las piezas más resistentes, las mejor adaptadas para el trabajo que deben
hacer, las más duraderas. Una máquina viva, en cambio, una bacteria, está hecha de componentes
muy poco fiables, las moléculas se degradan muy fácilmente. La máquina artificial, sin embargo,
desde que empieza a funcionar empieza a degradarse. La máquina viva, a partir del momento en que
comienza a funcionar, puede eventualmente desarrollarse; también se degradará finalmente, pero no
por el mismo tipo de desgaste que la máquina artificial. ¿Por qué? La explicación de este problema
fue dada per Hrráclito, hace ya 2700 años, mediante una fórmula considerablemente densa: "Vivir
de muerte, morir de vida". Vivir de muerte ¿qué significa esto? Significa que, en un organismo,
nuestras moléculas se degradan, pero que somos capaces de producir moléculas totalmente nuevas
que rejuvenecen a las células. De igual modo, nuestras células se degradan pero el organismo es
capaz de producir células totalmente nuevas que lo rejuvenecen. Rejuvenecemos sin cesar. Cada
latido de nuestro corazón irriga nuestro organismo con sangre desintoxicada por los pulmones.
Rejuvenecemos 60 veces por minuto, yo rejuvenezco, ustedes rejuvenecen. nuestras moléculas lo
hacen vanas veces por año. Nos pasamos el tiempo rejuveneciendo, es decir que vivimos de la
muerte de esas células para rejuvenecernos. Pero entonces, ¿por qué nos morimos? Porque, a la
larga, rejuvenecer es sumamente cansador. iRejuvenecer es matador! Por eso, desgraciadamente,
nos morimos. nos morimos de vida.
Hay otra característica en la máquina vive, ya señalada por von Foerster, y es que se trata de una
máquina no trivial. "Una máquina trivial --decía von Foerster-- es una máquina de la cual se pueden
conocer los outputs una vez que conocemos los inputs. Aun sin saber lo que ocurre en el interior de
la máquina, podemos predecir su comportamiento". Podemos conocer todos los comportamientos
de la máquina trivial. Una máquina viva se conduce a menudo como una máquina trivial y podemos
predecir nuestros comportamientos; a la mañana uno va a su trabajo, más o menos puntualmente, y
tiene un comportamiento previsible. Pero, a veces, realizamos actos totalmente inesperados.
Recuerdo el caso de un gran amigo en la ceremonia de su casamiento, en París. El juez del distrito
pregunta a la novia si quiere casarse con este hombre y ella responde que si. Luego le pregunta a él
si desea casarse con ella, y él vacila; tiene una flor en la mano, una margarita, y comienza a
deshojarla, diciendo: "si, no, si, no..." y, al final, "no". Y entonces dice: "Lo lamento". Por supuesto,
es un comportamiento raro o inesperado. Pero muchos acontecimientos históricos son el resultado
de un funcionamiento no trivial de la máquina humana. Cuando alguien dice que, ante una ofensa,
no hay que castigar sino poner la otra mejilla (es decir: perdonar), esta es una reacción no trivial a la
lógica de la vendetta, de la venganza y el castigo.
Asi es que hay diferencias enormes entre la máquina viva y la artificial. La máquina artificial no
tolera el desorden; apenas aparece un elemento en desorden, se detiene. La máquina viva puede
tolerar una cantidad considerable de desorden. En nuestros organismos, por ejemplo, se producen
continuamente proliferaciones incontroladas de células; pero no se transforman en cáncer. porque
en determinado momento interviene la gendarmería inmunológica y las obliga a dejar de
reproducirse. Las sociedades humanas toleran una gran parte de desorden; un aspecto de ese
desorden es lo que llamamos libertad. Podemos entonces utilizar el desorden como un elemento
necesario en los procesos de creación invención, pues toda invención v toda creación se presentan
inevitablemente como una desviación y un error con respecto alsistema previamente establecido. He
aquí como es necesario pensar la complejidad de base de toda realidad viviente.
Por otro lado, cuando digo que no hay que considerar objetos sino sistemas, esto significa que el
sistema mismo puede ser considerado como parte de un polisistema y como rodeado por un
ecosistema, ofreciéndonos así la posibilidad de reconsiderarlo en su entorno. Insisto con lo que ya
he dicho: lo que nos circunda está inscripto en nosotros. Aquí volvemos a encontrar el principio del
holograma: no sólo la partes está en el todo, sino que el todo está en la parte. Hay otro aspecto: se
creía tener un conocimiento cierto, objetivo, porque se había eliminado al observador, porque el
observador era un elemento contingente.
Sin embargo, sabemos que la realidad --lo que llamamos la realidad que percibimos- la percibimos
solamente gracias a nuestras estructuras mentales, a nuestros patterns que nos permiten organizar
nuestra experiencia en el tiempo y en el espacio. Hacíamos como si el mundo exterior fuera un
mundo que existiera en sí, cuyo reconocimiento fuera el reflejo fotográfico correcto. Ahora bien,
ésa es precisamente la idea que hay que superar, desde el momento que sabemos que todo
conocimiento es una traducción y una reconstrucción. Todo conocimiento es una traducción en el
sentido en que los estímulos que llegan a nuestros ojos van hacia millones de células diferentes,
provocando y suscitando mensajes que transmitirán al cerebro mediante el nervio óptico, según un
código binario. Dicho de otra manera, la naturaleza del estimulo visual será traducida en un código.
Y todos los códigos que llegan a diferentes regiones del cerebro son mezclados y transformados
para darnos una percepción, una representación. De este modo, traducimos v reconstruimos.

V. Y ahora entramos en el debate sobre el constructivismo. Debo decir que yo, personalmente,
soy un co-constructivista, es decir que pienso que construimos la percepción del mundo pero con
una considerable ayuda de su parte. Lo que no significa que se pueda eludir el status del
conocimiento como "traducción" y "reconstrucción". Lo sorprendente es que nuestro cerebro está
totalmente encerrado en nuestra caja craneana, que no comunica directamente con el mundo
exterior, y el mundo exterior envía estímulos que son transformados en mensajes, los que a su vez
son transformados en informaciones, las que a su vez son transformadas en percepciones. Esto es
muy importante y es válido para todo tipo de conocimiento. Cuando el desarrollo de las ciencias
físicas parecía indicar que el observador quedaba eliminado para siempre, son justamente esas
ciencias las que lo reintroducen. Son las relaciones de incertidumbre de Heisenberg que
demuestran, y por una razón puramente material, por así decir, que si a nivel microfísico queremos
aclarar nuestra observación, hacemos intervenir fotones que van a perturbar a las partículas
observadas. Es decir, hay un limite en el cual el observador se convierte en una intervención
perturbadora. Pero, de manera más amplia, Niels Bohr y los partidarios de la Escuela de
Copenhague pensaban que lo que conocemos no es el mundo en si, es el mundo con nuestro
conocimiento. No podemos separar el mundo que conocemos de las estructuras de nuestro
conocimiento. Hay una adherencia inseparable entre nuestro espíritu y el mundo.
Todo esto es aun más cierto para el mundo humano. No podemos hacer sociología o antropología
diciéndonos: "iSomos científicos! Vamos a investigar, a analizar cuestionarios,..". Es evidente que
el observador debe observarse a si mismo observando a los otros. Tomemos el caso de la
antropología. ¿Por qué la
antropología ha sido tan aberrante a principios del siglo? Porque los antropólogos estaban
convencidos de ser los dueños de la sabiduría y de la racionalidad, por el hecho de su perspectiva
occidental, y consideraban lo que veían como un mundo arcaico de niños grandes que vivían de
manera puramente animista, mística o neurótica. Lévi-Bruhl decía que los "primitivos", como los
llamaba en sus publicaciones, vivían en un estado de participación mística. No se planteaba en
absoluto la pregunta que se hizo Wittgenstein al leer los escritos de James Frazer: "¿Cómo es
posible que estos salvajes que pasan el tiempo ejecutando danzas, cantos, hechizos rituales y actos
de magia sepan tan bien cazar con flechas verdaderas, con una estrategia verdadera y con un
conocimiento verdadero del mundo exterior?". No se había comprendido que coexistían tanto
racionalidad como magia en esas sociedades. Así como no se había visto que había magia en
nuestra sociedad al mismo tiempo que racionalidad, e incluso en el interior de nuestra racionalidad.
Así, el antropólogo debe ubicarse a si mismo en el mundo en que está, para tratar de comprender el
mundo totalmente ajeno que va a estudiar.
¿Acaso las cosas son más fáciles para el sociólogo que estudia su propia sociedad?
De ningún modo. Porque él mismo es una parte del todo; tiene un punto de vista parcial y a la vez
incluye en si al todo, está poseído per la sociedad. Debe, por lo tanto, hacer un esfuerzo mental
extraordinario para tratar de encontrar un meta-punto de vista. ¿Y cómo encontrar un meta-punto de
vista cuando uno se encuentra dentro de una sociedad? Evidentemente, conociendo otras
sociedades: estudiando las sociedades del pasado, imaginando las posibles sociedades del futuro,
tratando de establecer confrontaciones de manera de lograr descentrarse. El punto de vista de la
complejidad nos dice justamente que es una locura creer que se pueda conocer desde el punto de
vista de la omnisciencia, desde un trono supremo a partir del cual se contemplara el universo. No
hay un lugar posible de omnisciencia. Pero lo que se puede hacer para evitar el relativismo o el
etnocentrismo total es edificar meta-puntos de vista. Podemos construir miradores y desde le alto de
esos miradores podemos contemplar lo que ocurre. Podemos establecer meta-puntos de vista
limitados y frágiles. Pues el conocimiento, ya sea el sociológico, el antropológico o cualquier otro,
debe buscar un meta-punto de vista. Es el requisito absoluto que diferencia el modo de pensamiento
simple, que cree alcanzar lo verdadero, que piensa que el conocimiento es reflejo, que no considera
necesario conocerse a si para conocer al objeto, y el conocimiento complejo, que necesita la vuelta
autoobservable (y agregaría autocrítica) del observador-conceptor sobre si mismo. Estas son
algunas de las adquisiciones, de las modificaciones necesarias para un pensamiento complejo.

VI. Vuelvo ahora al problema humano. Cuando hablamos del hombre sentimos que nos referimos
a algo genérico y abstracto. El hombre es un objeto extraño, algo a la vez biológico y no biológico.
Con la mayor comodidad, estudiamos al hombre biológico en el departamento de biología y al
hombre cultural y psicológico en los departamentos de ciencias humanas v de psicología. El hombre
tiene un cerebro, que es un órgano biológico, y un espíritu, que es un órgano psíquico. ¿Acaso
alguna vez se encuentran ambos? El espíritu y el cerebro no se encuentran jamás. La gente que
estudia el cerebro no se da cuenta de que estudia el cerebro con su espíritu. Vivimos en esa
disyunción que nos impone siempre una visión mutilada.
Pero, además, el hombre no es solamente biolgico-cultural. Es también especie-individuo, sociedad-
individuo; el ser humano es de naturaleza multidimensional. Por otra parte, ese hombre que nuestros
manuales llamaban home sapiens es al mismo tiempo home demens. Castoriadis dice: "El hombre
es ese animal loco cuya locura ha inventado la razón". El hecho es que no se puede establecer una
frontera entre lo que es sensatez y lo que es loco. ¿Qué es, per ejemplo, una vida sensata? ¿Es una
vida en la que se presta mucha atención a no tomar vino, a no comer salsas, a no salir, a no viajar en
avión, a no correr ningún riesgo para conservarla el mayor tiempo posible? ¿O es una vida de
consume, de goce, de embriaguez, en la que se arriesga perder la vida? Evidentemente, nadie puede
dar respuesta a esta pregunta. En ese hombre que es sapiens y demens hay una mezcla inextricable,
un pensamiento doble: un pensamiento que yo llamanría racional, empírico, técnico, que existe
desde la prehistoria y es anterior a la humanidad (puesto que los animales ejecutan actos empíricos,
racionales y técnicos), pero que, evidentemente, el hombre ha desarrollado. También tenemos un
pensamiento simbólico, mitológico, mágico. Vivimos permanentemente en ambos registros. No se
puede suprimir la parte de los mitos, las aspiraciones, los sueños, la fantasía. Todos los que se
interesan por la psique, por la psicología humana, saben que los sueños, los fantasmas, las locuras
son parte integrante del ser humano. No son vahos, superestructuras que se desvanecen, sino su
tejido. Como decía Shakespeare: "Estamos hechos de la materia de los sueños". ¿Por qué olvidarlo?
¿Por qué tener siempre opiniones compartimentadas? ¿Por qué considerar a los seres humanos
según su categoría socioprofesional, su nivel de vida, su edad, su sexo, de acuerdo con cuestionarios
de opinión o documentos de identidad? Cada ser, aun el más vulgar o anónimo, es un verdadero
cosmos. No sólo porque la profusión de interacciones en su cerebro es mayor que todas las
interacciones en el cosmos, sino también porque lleva en si un mundo fabuloso y desconocido.
Durante largo tiempo, la superioridad de la literatura con respecto a las ciencias humanas residió
precisamente en dar cuenta de este aspecto, en un momento en que las ciencias humanas habían
anulado per complete la el existencia del individuo. Mientras que hoy la biología nos muestra la
extraordinaria diversidad de los individuos, no sólo anatómica, sino también psicológica. Neel, en
un hermoso texto, Lessons from a Primitive People, estudió una tribu indígena de la Amazonia que
durante 500 años vivió aislada de las demás. Ahí encontró individuos tan diferentes unos de otros
como los que se pueden ver en el subte de París o en el de Buenos Aires. Los individuos existen,
están ahí. Y la singularidad, lo concreto, la carne, el sufrimiento, son lo que hace la fuerza de la
novela. Cuando Balzac ha intentado comprender a las personas a través del análisis de su rostro, de
su comportamiento, de su manera de presentarse, de los muebles con que se rodean, de su entorno,
en fin, hace algo que es evidentemente complejo. Cuando Stendhal muestra la importancia de
pequeños detalles, en apariencia insignificantes, pero que juegan un papel tan importante en la vida,
hace una obra de complejidad. Cuando Tolstoi muestra la imbricación del destino de los individuos
y de la gran historia, como en el príncipe Andrés en La guerra y la paz, enlaza el alma individual v
el destino histórico global. Y Dostoievski, cuando descubre las intermitencias, los bruscos cambios
que hacemos de una parte de nosotros mismos a otra parte de nosotros, muestra que es imposible
racionalizar en una fórmula a un ser humano. Los grandes novelistas han enseñado el camino de la
complejidad, pero aunque no le han hecho en forma conceptual, en el plano del
pensamiento filosófico v científico, su aporte es necesario para todo pensamiento filosófico y
científico.

VII. Quisiera tratar ahora el problema de la complejidad política. Primer punto: durante mucho
tiempo la política fue el arte de gobernar, luego hubo un memento, en particular durante la
Revolución Francesa, en la que se convirtió en algo más que el arte de gobernar. Porque la política
puede proporcionar algo importante a los ciudadanos, puede darles libertad, igualdad, fraternidad,
es decir, algo que mejore la sociedad. En este sentido Saint-Just había dicho: "Todas las artes han
producido maravillas, sólo el arte de gobernar no ha producido más que monstruos". Pero a partir de
la Revolución Francesa hemos visto entrar en la política muchos aspectos humanos que antes
estaban fuera de ese terreno. Así ocurre con la demografía, con los problemas de población: hay que
legislar contra la disminución de la natalidad?, ¿hay que alentar el aborto?, ¿hay que controlar los
nacimientos?, Etcétera. El problema demográfico, que era un problema biológico, ha entrado en la
política. El problema de la ecología, que parecía una cuestión totalmente exterior, se ha convertido
en un problema político desde que comprendimos que la degradación que ocasionamos en la
biosfera presenta consecuencias sociales y políticas, ya se trate de la contaminación local de un
riacho o de un lago, que plantea un problema concreto para una ciudad o una región, o de los
problemas globales de la biosfera.
Y así también está comenzando una invasión aun mayor de la esfera política. Hoy existe la
posibilidad de crear vida en una probeta, de usar el esperma de un desconocido o de alguien que ha
muerto para hacer un niño, la posibilidad de que una mujer sea portadora del embrión de otra. Todo
esto plantea interrogantes fundamentales que modifican lo que considerábamos más inamovible en
la vida. Antes, se sabia que era un padre, una madre. Pero ahora... Hace poco se publicó el caso de
una mujer que se convirtió en madre y abuela a la vez porque era portadora de un embrión de su
hija. Y éste es un caso bastante simple, porque se puede ser madre y abuela a la vez.
Pero hay otros casos absolutamente trastornantes, que se convierten en problema político. Todas
las ciencias, en su desarrollo, crean problemas políticos. Es evidente que la física nuclear ha
producido los problemas políticos derivados de la energía nuclear, de la vida; la muerte, y del
armamento termonuclear. Por otra parte, vivimos en Estados que tienden a ser estados asistenciales,
que toman a su cargo individuos que corrigen los desastres naturales dando compensaciones a los
que han tenido malas cosechas o han sufrido inundaciones. La política cubre, pues, un espacio de
protección social muy amplio.
Esto significa que, en la práctica, la política se ha complejizado enormemente. Ahora concierne a
todos los aspectos humanos. ¿Qué ocurre entonces? O bien, por un lado, surgen políticas
totalitarias, que imponen el dominio de la ideología del partido
inicio y buscan someter todos los aspectos de la vida humana a sus concepciones; o bien, per el otro
lado, aparece la tendencia dominante en nuestra sociedad, en que la política se hace cada vez más
tecnocrática y econocrática, en la que se intenta resolver los múltiples problemas de manera técnica
y económica. En las condiciones actuales de la competición económica internacional, problemas
que hasta ahora eran secundarios se han tornado capitales: la estabilidad de la moneda, el equilibrio
de los intercambios de importación y exportación. Todo esto hace que la política está invadida por
cuestiones económicas, y que el pensamiento económico y técnico ocupe un primer piano. Es
absolutamente necesario elaborar un pensamiento complejo capaz de comprender que la política se
ha vuelto multidimensional.
Y esto ocurre justamente, cuando más y más nos adentramos en la era planetaria; es decir, en el
memento en que se producen innumerables interconexiones entre 1os diferentes segmentos del
planeta. Has solidaridad, inclusive, y sobre todo, en medio de la conflictividad. Porque, ¿qué es lo
que dio origen a la era planetaria? Dos guerras mundiales. Y aquí también podemos ver que no
só1ola parte está en el todo, sine también el todo está en la parte. Cuando me levanto por la mañana,
en Francia, tome un café que viene del Brasil o de Etiopía, o un t~ que viene de la India, enciendo
mi radio japonesa, que me da noticias del mundo entero, me pongo mi camisa de algodón
confeccionada en Hong-Kong, y así todo el día; sin saberlo, soy un ciudad ano planetario. Me dirán:
"iPero, y toda esa gente pobre que vive en los barrios de emergencia? ¡Esos no viven de manera
planetaria!". Pues bien, si, de un modo terrible ellos también viven de manera planetaria. Porque es
el desarrollo industrial el que ha dado lugar al desarraigo de los campos. Es la rentabilidad lo que ha
provocado la desaparición de los pequeños propietarios v su avalancha hacia los barrios de
emergencia: Cayampas, favelas, etc. Y todo eso hace que esa gente, en la indigencia, viva la
tragedia planetaria. Entonces, ¿cómo hacer hoy una política exclusivamente nacional sin pensar en
el entorno continental, ya sea América latina para ustedes o Europa para nosotros? Y sin pensar que
el continente mismo no es más que una provincia en la era planetaria. ¿Cómo concebir una política
económica ecológica, sino desde un punto de vista meta-nacional? La política debe hoy enfrentar
esta complejidad planetaria.
Y agregaré, también, que ha perdido lo que le proporcionaba una falsa certeza; ha perdido el futuro
garantizado. No era solamente el sistema totalitario de la U.R.S.S. el que prometía un futuro
radiante (que se ha desmoronado, como ya sabemos). Es que
nuestra sociedad occidental vivía con la idea, no de las leyes de la historia a la manera simplista del
marxismo dogmático, sino con la idea de un progreso inevitable, necesario y garantizado. Se creía
que podía haber algunos zigzagueos, algunas detenciones, pero que el futuro estaba garantizado.
¿Por qué? Pues porque la ciencia se desarrollaba y, por lo tanto, no podía sino fomentar la
racionalidad y sus beneficios. Porque la democracia no podía sino extenderse. Pero hoy, después de
Hiroshima, después de las manipulaciones genéticas, nos damos cuenta de que la ciencia es
ambivalente, que puede tanto ser beneficiosa para la humanidad como destruirla. Sabemos que la
racionalidad no se incrementa por si misma, que puede retroceder, que puede adquirir formas
delirantes de racionalización, es decir, de un sistema lógico cerrado, aislado, incapaz de ver lo real.
Esta es la gran crisis y es el duelo del futuro. ¿Por qué el despertar de los nacionalismos aparece
combinado con fundamentalismos? Es porque cuando se ha perdido el futuro uno se aferra al
pasado. Estamos en una época en que las viejas fórmulas, como "el futuro nos pertenece" o "hay
que seguir este camino", se han desmoronado y la política está destinada a la complejidad. Diría
inclusive que ya no hay una política soberana; ahora se hace necesario hablar de una ecología de la
política. La política se encuentra en un océano de interacciones en medio de las cuales intenta
navegar.

VIII. Aquí hay un principio fundamental de complejidad que es el principio ecológico de la


acción. Este principio nos dice: "la acción escapa a la voluntad del actor político para entrar en el
juego de las inter-retroacciones, retroacciones reciprocas del conjunto de la sociedad". Así, por
ejemplo, en la Francia de 17á9 la aristocracia quiso aprovechar el debilitamiento dei poder real y
desencadenó la convocatoria a los Estados Generales, que representaban a los tres estamentos: la
nobleza, el clero y el Estado llano. Hasta entonces, la nobleza y el clero tenían la mayoría, pero una
vez efectuada la convocatoria, el Estado llano, el más numeroso, decidió que se votara por persona
y no por clase. Se constituyó una Asamblea Nacional y el movimiento aristocrático se transformó
en su opuesto: una revolución democrática. Más recientemente, hemos visto cómo el golpe de
agosto de 1991 en Moscú desencadenó acontecimientos contrarios a los deseados; es decir, la
liquidación del poder del aparato del Partido Comunista y de la KGB. Así es como la acción escapa
a la voluntad del actor.
Dos consecuencias: la primera es que el nivel de eficacia máxima de la acción se sitúa siempre al
comienzo de su desarrollo. Por eso, cuando se quieren hacer reformas hay que hacerlas muy rápido.
La segunda es que las consecuencias últimas de una acción no son predecibles. En esas condiciones
es que uno puede entender, entonces, el cambio epistemológico. La política no gobierna sino que
navega al timón, en el sentido cibernético, en el sentido en que la palabra "cibernética" significa
"navegar al timón". Pero esto no quiere decir que sólo deba navegar el rumbo de día en día; debe
tener una idea-faro que la ilumine. No puede hacer programas para el futuro, puesto que los
programas son proyecciones abstractas y mecanicistas que los acontecimientos desbaratan. Sin
embargo, es necesario proyectar valores, ideas-fuerza, ideas motoras. Y la acción es siempre una
estrategia.
Es necesario establecer la diferencia entre programa y estrategia; pienso que allí está la diferencia
entre pensamiento simplificante y pensamiento complejo. Un programa es una secuencia de actos
decididos a priori y que deben empezar a funcionar uno tras otro sin variar. Por supuesto, un
programa funciona muy bien cuando las condiciones circundantes no se modifican y, sobre todo,
cuando no son perturbadas. La estrategia es un escenario de acción que puede modificarse en
función de las informaciones, de los acontecimientos, de los azares que sobrevengan en el curso de
la acción. Dicho de otro modo: la estrategia es el arte de trabajar con la incertidumbre. La estrategia
de pensamiento es el arte de pensar con la incertidumbre. La estrategia de acción es el arte de actuar
en la incertidumbre. Por supuesto, hay una diferencia entre la acción y el pensamiento, porque hay
muchos modos de acción que son complejos en la práctica pero no en la teoría.
Quisiera proponer, por ejemplo, un juego popular que me gusta mucho: el fútbol. La estrategia de
un equipo de fútbol no consiste en elaborar un programa para marcar goles, puesto que es evidente
que el equipo contrario tiene las mismas intenciones. No se trata de construir un juego, sino de
construir un juego que va a deconstruir el juego adverso, mientras que el adversario va a buscar
deconstruir el juego de uno. Entonces, lo que va a desempeñar un papel importante son los errores
del adversario. Así como el buen judoka utiliza la energía de su enemigo para voltearlo, el buen
jugador de fútbol va a usar en su beneficio toda debilidad o error del adversario para tratar, en ese
momento, de marcar el gol. Y siempre hay alternativas. En otras palabras, el fútbol que vemos todas
las semanas en los estadios es una demostración de complejidad. Y de la misma manera como
nuestra visión es algo muy complejo,
nuestra percepción también lo es. Porque al mirar lo que tenemos ante los ojos somos capaces de
concentrar la mirada en un elemento, de ver el conjunto, de hacer una panorámica, de establecer la
conexión entre diferentes cosas. Con nuestros ojos somos capaces de ver de manera compleja. Pero
no somos capaces de pensar de manera compleja. Creo que es a ese nivel, el del pensamiento
pensante, donde es necesario dirigirse en el sentido de complejidad.

IX. Concluyo diciendo que el pensamiento complejo no es el pensamiento omnisciente. Por el


contrario, es el pensamiento que sabe que siempre es local, ubicado en un tiempo y en un momento.
El pensamiento complejo no es el pensamiento completo; por el contrario, sabe de antemano que
siempre hay incertidumbre. Por eso mismo escapa al dogmatismo; arrogante que reina en los
pensamientos no complejos. Pero el pensamiento complejo no cae en un escepticismo resignado
porque, operando una ruptura total con el dogmatismo de la certeza, se lanza valerosamente a la
aventura incierta del pensamiento, se une así a la aventura incierta de la humanidad desde su
nacimiento. Debemos aprender a vivir con la incertidumbre y no, como nos lo han querido enseñar
desde hace milenios, a hacer cualquier cosa para evitar la incertidumbre. Por supuesto que es bueno
tener certeza, pero si es una falsa certeza eso es muy malo. Porque el problema verdadero sigue
consistiendo en privilegiar la estrategia y no el programa.
Estamos viviendo quizás una gran revolución paradigmática. quizá, pero hay algo allí muy difícil de
discernir, porque una gran revolución en las premisas del pensamiento necesita mucho tiempo. Es
una revolución muy difícil, lenta y múltiple. quizá ya haya comenzado, un poco al estilo de esa
batalla de las islas Midway, durante la Segunda Guerra Mundial; una batalla sumamente interesante
en la que combatieron las flotas japonesa y norteamericana cubriendo centenares de kilómetros,
pero con los barcos muy distantes unos de otros. Había aviones japoneses que atacaban a las barcos
norteamericanas, aviones norteamericanos que atacaban a los barcos japoneses, submarinos
japoneses, submarinos norteamericanos... era un poco la lucha de cada uno contra todos, una lucha
indescriptible en la que era imposible que cada uno de los almirantes tuviera el panorama global de
la batalla. En un momento dado, el almirante japonés se dice que ha sufrido muchas pérdidas y que
es mejor retirarse; y el almirante norteamericano ve que la flota japonesa comienza a batirse en
retirada y se dice: "hemos ganado". Esa es la batalla de los Midway, una batalla que no ha
terminado. Tenemos sin duda una gran lucha entre las antiguas formas de pensamiento, duras y
resistentes a fuerza de resecas y esclerosadas, y las nuevas formas de pensamiento que son aún
embrionarias (lo que es embrionario es, por lo tanto, frágil y arriesga la muerte). Estamos en ese
punto y creo que en este dominio hemos entrado en un nuevo comienzo. No estamos al fin de la
historia de las realizaciones del pensamiento; no hemos alcanzado los limites del genio humano;
más bien estamos en la prehistoria del espíritu humano. No estamos en la batalla final sino que
estamos en la lucha inicial: estamos en un periodo inicial en el que hay que repensar las
perspectivas de un conocimiento y de una política dignos de la humanidad en la era planetaria, para
que la humanidad pueda nacer como tal. Y debemos trabajar en el azar y la incertidumbre.
Quiero terminar con dos metáforas. La primera proviene de Jules Michelet, quien en un hermoso
libro sobre el mar imaginaba el apareamiento de las ballenas. Michelet nunca había visto aparearse
a las ballenas y suponía que, para que hubiera fecundación, el macho y la hembra debían elevarse
verticalmente al mismo tiempo y acoplarse en un instante. Por supuesto que habría muchos fiascos
y las ballenas deberían recomenzar una y otra vez, hasta que al fin lo lograban y se producía la
fecundación. Y así es como las ballenas tendrían hijos. En fin, la realidad es más prosaica porque
las ballenas se aparean horizontalmente. Lo que quiere decir esta metáfora es que el mundo de la
acción política carece de la eficacia física que puede tener un martillo golpeando un clavo. Cuantos
más golpes de martillo, más se hunde el clavo, que es lo que deseábamos. Pero en el mundo político
estamos como la ballena, tratando de fecundar. Y debemos estar contentos si encontramos nuestro
camino.
La segunda metáfora proviene de la crisálida. Para que la oruga se concreta en mariposa debe
encerrarse en una crisálida. Lo que ocurre en el interior de la oruga es muy interesante; su sistema
inmunitario comienza a destruir todo lo que corresponde a la oruga, incluido el sistema digestivo,
ya que la mariposa no comerá los mismos alimentos que la oruga. Lo único que se mantiene es el
sistema nervioso. Así es que la oruga se destruye como tal para poder construirse como mariposa. Y
cuando ésta consigue romper la crisálida, la vemos aparecer, casi inmóvil, con las alas pegadas,
incapaz de desplegarlas. Y cuando uno empieza a inquietarse por ella, a preguntarse si podrá abrir
las alas, de pronto la mariposa alza el vuelo.
Revista trimestral publicada
por la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
con la colaboración de la Comisión Española
de Cooperación con la U N E S C O
y del Centre U N E S C O de Catalunya.
Vol. X L I V , núm. 4, 1992
Condiciones de abono
en contraportada interior.
Director: AN Kazancigil
Redactor jefe: David Makinson
Maquetista: Jacques Carrasco.
Ilustraciones: Florence Bonjean
Realización: Jaume Huch •
Corresponsales
Bangkok: Yogesh Atal
Beijing: Li Xuekun
Belgrado: Balsa Spadijer
Berlín: Oscar Vogel
Budapest: György Enyedi -
Buenos Aires: Norberto Rodríguez
Bustamante
Canberra: Geoffroy Caldwell
Caracas: Gonzalo Abad-Ortiz
Colonia: Alphons Silbermann
Dakar: T . Ngakoutou
Delhi: André Béteille
Estados Unidos de América: Gene M . Lyons
Florencia: Francesco Margiotta Broglio
Harare: Chen Chimutengwende
H o n g Kong: Peter Chen
Londres: Chris Caswill
Madrid: José E. Rodríguez-Ibáñez
México: Pablo González Casanova
M o s c ú : Marien Gapotchka
Nigeria: Akinsola Akiwowo
Ottawa: Paul Lamy
Seúl: Chang Dal-joong
Singapur: S. H . Alatas
Tokyo: Hiroshi Ohta
Túnez: A . Bouhdiba

T e m a s de los próximos números,.


L a innovación
Políticas comparadas

Ilustraciones:
Portada:
Representación del dios precolombino
Quctzalcoatl (Códice Magliabechiano, f. 61). D e la
obra L'Amérique de la conquête pinte par les
Indiens du Mexique, de Serge Gruzinski,
Éditions Flammarion, 1991.
A la derecha:
«Los primeros habitantes de America», de un
grabado sobre madera de 1497, Museo de
La Plata, México, Rogcr-víoiict.
2 2 DEC. 1992

REVISTA INTERNACIONAL DE CIENCIAS SOCIALES

Diciembre 1992

América: 1492-1992 134


Ignacy Sachs Introducción: ¿el fin de la era de Colón?
El desarrollo en tela de juicio 483

Trayectorias históricas
Aldo Ferrer El desarrollo económico de Argentina:
una perspectiva histórica 491
Luiz Vasconcelos Brasil: quinientos años de historia 501
y Vania Cury
Osear M u ñ o z Economía y sociedad en Chile: frustación y
cambio en el desarrollo histórico 517
Serge Gruzinski Colonización y guerra de imágenes en el México
colonial y moderno 533
R . T . Naylor Canadá en la era poscolombina 549
Stuart Bruchey Las bases del desarrollo económico de los
Estados Unidos 563

Elementos del desarrollo


Aníbal Quijano La americanidad c o m o concepto, o América en
e Immanuel Wallerstein el moderno sistema mundial 583
Ruggiero R o m a n o El peso de las instituciones metropolitanas 593
Juan C . Garavaglia El hombre y el medio en América: acerca del
«determinismo» y el «posibilismo» 605
Francisco R . Sagasti Conocimiento y desarrollo en América Latina:
ciencia, tecnología y producción quinientos años
después del encuentro con Europa 615
S. N . Eisenstadt Cultura, religión y desarrollo de las
civilizaciones de América del Norte y América
Latina 629

El ámbito de las ciencias sociales


Else 0yen Algunas cuestiones básicas de la investigación
comparada sobre la pobreza 647
482

Servicios profesionales y documentales


Calendario de reuniones internacionales 661
Libros recibidos 663
Publicaciones recientes de la U N E S C O 665
Números aparecidos 667
índice de materias y autores 1992 669

© UNESCO 1992 ISSN 0379-0762


ELEMENTOS DEL DESARROLLO
La americanidad como concepto,
o América en el moderno
sistema mundial

Anibal Quijano e Immanuel Wallerstein

El moderno sistema mundial nació a lo largo la cual hablamos de americanidad c o m o con-


del siglo xvi. América - c o m o entidad geoso- cepto. E n estas zonas periféricas de la nueva
cial- nació a lo largo del siglo xvi. La creación economía-mundo capitalista que se hallaban
de esta entidad geosocial, América, fue el acto localizadas en el continente europeo (por
constitutivo del moderno sistema mundial. ejemplo, en Polonia o Sicilia), el vigor de las
América no se incorporó en una ya existente comunidades agrícolas y de sus noblezas indí-
economía-mundo capitalista. U n a economía- genas era considerable. Por eso, enfrentados a
m u n d o capitalista no hubiera tenido lugar sin la reconstrucción de sus instituciones econó-
América. micas y políticas, lo que ocurría en el proceso
En el primer volumen de El Moderno Siste- de periferización, estaban en condiciones de
ma Mundial (Wallerstein, fundar en su historicidad
Siglo XXI Editores, 1976, su resistencia cultural a la
Anibal Quijano es profesor en la Uni-
Madrid), se señala que: versidad de San Marcos y director del explotación, y esa base les
«El argumento de este Centro de Investigaciones Sociales, ha sido útil incluso hasta el
libro será que para el esta- Apartado Postal 140277, Lima 14, siglo x x .
Perú. Imparte clases en diversas uni-
blecimiento de tal econo- versidades americanas y europeas. Sus En América, sin embar-
mía-mundo capitalista fue- trabajos y publicaciones se basan en los go, hubo una destrucción
ron esenciales tres cosas: cambios de poder, sociales y culturales. tan vasta de las poblacio-
Immanuel Wallcrstein es profesor de
una expansión del volu- sociología y director del Centro Fer- nes indígenas y una impor-
men greográfíco del m u n - nand Braudel en la Universidad de tación tan abundante de
do en cuestión, el desarro- Binghamton ( S U N Y ) , en Estados Uni- m a n o de obra, que el pro-
dos. Es autor de trabajos como El siste-
llo de variados métodos de ma mundial moderno (1974) y Unthin- ceso de periferización ge-
control del trabajo para di- king Social Science (1991), entre otros. neró menos una recons-
ferentes productos y zonas trucción de instituciones
de economía-mundo, y la políticas y económicas,
creación de aparatos de Es- que su construcción, vir-
tado relativamente fuertes en lo que posterior- tualmente ex-nihilo toda-parte (salvo tal vez
mente se convertirían en Estados del centro de en las zonas mejicanas y andinas). Incluso,
esta economía-mundo capitalista» (pp. 53-54). desde el principio, la forma de resistencia cul-
América fue esencial para las primeras dos tural a las condiciones opresivas fue menos en
de estas tres necesidades. Ofrecieron espacio y términos de historicidad que en términos de
constituyeron el locus y el primer terreno expe- un salto hacia la «modernidad». La americani-
rimental de los «variados métodos de control dad ha sido siempre, permanece c o m o tal has-
del trabajo». ta hoy, un elemento esencial en lo que enten-
Se podría decir, quizás, lo m i s m o acerca de demos c o m o «modernidad». América fue el
la Europa Central y del Este y partes de Euro- «Nuevo M u n d o » , un estandarte y una carga
pa del Sur. H u b o , sin embargo, una diferencia asumida desde la partida. Pero a medida que
crucial entre estas áreas y América, que es por pasaban los siglos, el N u e v o M u n d o se convir-

RICS 134/Dicicmbrc 1992


584 Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein

tió en el patrón, en el modelo del entero siste- sistema de ranking mismo. Las fronteras ad-
m a mundial. ministrativas establecidas por las autoridades
¿En qué consistía esta «novedad»? Las no- coloniales requerían tener cierta fluidez, de
vedades fueron cuatro, una pegada a la otra: m o d o tal que desde la perspectiva de la metró-
colonialidad, etnicidad, racismo y el concepto poli, la línea fronteriza esencial fuera la del
de la novedad misma. imperio frente a los otros imperios metropoli-
La colonialidad se inició con la creación de tanos. Fue la descolonización la que fijó la
un conjunto de estados reunidos en un sistema situación estatal de los estados descoloniza-
interestatal de niveles jerárquicos. Los situa- dos. Los virreinatos españoles fueron compar-
dos en la parte m á s baja eran formalmente las tidos en el proceso de las guerras de indepen-
colonias. Pero eso era sólo una de sus dimen- dencia hasta erigir, m á s o menos, los estados
siones, ya que incluso una vez acabado el sta- que hoy conocemos. Trece de las más de trein-
tus formal de colonia, la colonialidad no ter- ta colonias de la corona británica pelearon
minó, ha persistido en las jerarquías sociales y juntas en una guerra de independencia y se
culturales entre lo europeo y lo no europeo. Es convirtieron en un nuevo estado, los Estados
importante entender que todos los estados de Unidos de Norteamérica. Las independencias
este sistema interestatal eran creaciones nove- cristalizaron la situación de estos estados
dosas -desde aquellos situados en la cúspide c o m o el medio por el cual el sentimiento co-
hasta aquellos situados en la parte m á s baja. m ú n de nacionalismo podía cultivarse y flore-
Las fronteras de estos estados han cambiado cer. Reafirmaron a los estados en su jerarquía.
constantemente a lo largo de los siglos, a veces La independencia no deshizo la colonialidad;
en mayor medida, casi siempre en menor m e - sencillamente transformó su contorno.
dida. A veces las fronteras mostraban algún Fue la estadidad de los estados, y ante todo
tipo de continuidad histórica con los sistemas la de los estados de las Américas, producida en
políticos premodernos; pero por lo general no las condiciones de la colonialidad, la que hizo
lo hacían. En América todas las fronteras eran posible que la etnicidad emergiera c o m o un
nuevas. Y durante los tres primeros siglos del elemento constitutivo del moderno sistema
moderno sistema mundial, todos los estados mundial. L a etnicidad es el conjunto de lími-
de América fueron colonias formales, subordi- tes comunales que en parte nos colocan los
nadas políticamente a un puñado de estados otros y en parte nos los imponemos nosotros
europeos. mismos, c o m o forma de definir nuestra identi-
La jerarquía de la colonialidad se manifes- dad y nuestro rango con el estado. Los grupos
taba en todos los dominios -político, econó- étnicos reivindican su historia. Pero ellos
mico, y no menos en lo cultural. La jerarquía crean su historia, en primer término. Las etni-
se reprodujo a través de los años, aunque cidades son siempre construcciones contempo-
siempre fue posible para algunos estados esca- ráneas, de manera que son siempre cambian-
lar de rango en la jerarquía. Pero un cambio en tes. Pero todas las grandes categorías por
el orden jeráquico no alteraba la continua exis- medio de las cuales dividimos hoy en día a
tencia de lo jerárquico. América se convertiría América y el m u n d o (americanos nativos o
también en el primer c a m p o experimental «indios», «negros», «blancos» o «criollos»/
para que algunos, nunca sino unos pocos, pu- europeos, «mestizos» u otro nombre otorgado
dieran alterar su lugar en el ranking. La instan- a las supuestas categorías «mixtas»), eran ine-
cia ejemplar fue la bifurcación de los caminos xistentes antes del moderno sistema mundial.
de Norteamérica y de América Latina, desde Son parte de lo que conformó la americani-
el siglo xviii. dad. Se han convertido en la matriz cultural
La colonialidad fue un elemento esencial del entero sistema mundial.
en la integración del sistema interestatal, Q u e ninguna de estas categorías está ancla-
creando no sólo un escalafón sino conjuntos da ni en lo genético, ni en una antigua historia
de reglas para la interacción de los estados cultrural, es evidente con sólo mirar las modi-
entre ellos mismos. Fue así c o m o el denotado ficaciones de sus usos en las Américas, estado
esfuerzo de aquellos situados en la parte m á s por estado y siglo por siglo. La categorización
baja del escalafón por ascender en el ranking, entre cada estado en un determinado m o m e n -
sirvió de diversas maneras para consolidar al to fue compleja o simple según la situación
La americanidad como concepto, o América en el moderno sistema mundial 585

local requerida. En situaciones y momentos de to, el racismo estuvo siempre implícito en la


agudo conflicto social, las categorías étnicas etnicidad, y las actitudes racistas fueron parte
fueron a m e n u d o reducidas en su cantidad. En y propiedad de la americanidad y la moderni-
situaciones y momentos de expansión econó- dad desde sus inicios. Pero el racismo hecho y
mica, las categorías se expandían para calzar derecho, teorizado y explícito, fue en gran m e -
diferentes grupos en una m á s elaborada divi- dida una creación del siglo XIX, c o m o u n a
sión del trabajo. manera de apuntalar culturalmente una jerar-
La etnicidad fue la consecuencia cultural quía económica cuyas garantías políticas se
inevitable de la colonialidad. Delineó las fron- estaban debilitando eh la era de la «soberanía
teras sociales correspondientes a la división popular» después de 1789.
del trabajo. Y justificó las múltiples formas de La realidad subyacente al racismo no siem-
control del trabajo inventadas c o m o parte de pre requiere la acción verbal o incluso la exte-
la americanidad: esclavitud para los «negros» riorizada postura social que hay en la conduc-
africanos; diversas formas de trabajo forzado ta racista. E n las zonas m á s periféricas de la
(repartimiento, mita, peonaje) para los indíge- economía-mundo capitalista, por ejemplo en
nas americanos; enganches, para la clase traba- la América Latina de los siglos XIX y X X , el
jadora europea. Desde luego éstas fueron las racismo podía disimularse detrás de los plie-
formas iniciales de distribución étnica para gues de la jerarquía étnica. La segregación for-
participar en la jerarquía laboral. A medida mal o incluso la discriminación menos formal
que avanzamos hacía el período posindepen- no necesariamente fueron practicadas. Así, la
dendencia, las formas de control del trabajo y existencia de racismo en países c o m o Brasil o
los nombres de las catagorías étnicas fueron Perú suele ser negada firmemente.
puestas al día. Pero siempre se mantuvo una Los Estados Unidos del siglo XIX, por otro
jerarquía étnica. lado, tras la abolición formal de la esclavitud,
La etnicidad sirvió no sólo c o m o una cate- fue el primer estado en el sistema moderno en
gorización impuesta desde arriba, sino c o m o aplicar la segregación formal, así c o m o el pri-
una reforzada desde abajo. Las familias socia- mero en estacionar a los indígenas americanos
lizaron a sus hijos en las formas culturales en reserva. Aparentemente, fue precisamente a
asociadas con las identidades étnicas. Esto fue causa de su fuerte posición en la economía-
un calmante político (aprender c ó m o adaptar- m u n d o que Estados Unidos requirió semejan-
se y así sostenerse); pero a la vez radicalizante te legislación. Es un país en el cual el tamaño
(aprender la naturaleza y el origen de las opre- del estrato social m á s elevado crecía c o m o el
siones). La insurrección política asumió una mayor porcentaje de la población nacional; y
coloración étnica en las múltiples revueltas de en el cual, consecuentemente, había tanta m o -
esclavos africanos y de indígenas americanos. vilidad individual ascencional, las restriccio-
La etnicidad coloreó también el conjunto de nes étnicas m á s informales parecían ser insufi-
movimientos independentistas definesdel si- cientes para mantener el control del trabajo y
glo XVIII y de principios del xix, en la medida las jerarquías sociales. Así, el racismo formal
en que varios de ellos se hicieron cada vez m á s devino una contribución m á s de la americani-
claramente movimientos de los colonos blan- dad al sistema mundial.
cos, horrorizados por los espectros de repúbli- La ascensión de Estados Unidos, después
cas de ex-esclavos negros c o m o en Haití o por de 1945, a la hegemonía del sistema mundial,
los reclamos de indígenas americanos rurales hizo ideológicamente insostenible el manteni-
de echar por tierra la jerarquía étnica, c o m o en miento de la segregación formal en este país.
la rebelión de Túpac A m a r u . Por otro lado, la m i s m a hegemonía hizo nece-
En consecuencia, la etnicidad no bastó sario para los Estados Unidos permitir una
para mantener las nuevas estructuras. En tanto vasta inmigración legal e ilegal desde los países
que la evolución histórica del moderno siste- no-europeos, tanta que dio origen al concepto
m a mundial, trajo elfinaldel dominio colonial de «tercer m u n d o interno». U n a contribución
formal (primero en las Américas) y la aboli- más de la americanidad al sistema mundial.
ción de la esclavitud (ante todo un fenómeno La etnicidad necesitaba aún ser mantenida
de América), la etnicidad fue reforzada por un a flote por el racismo, pero el racismo necesi-
consciente y sistemático racismo. Por supues- taba ahora una carta m á s sutil. El racismo se
586 Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein

refugió en su aparente opuesto, el universalis- americanidad constituyó su propia contradic-


m o y, su derviado, el concepto de meritocra- ción. Porque la americanidad ha existido de-
cia. Es en los debates de los últimos veinte masiado tiempo en América; porque sus con-
años que encontramos esta última contribu- secuencias indirectas han llevado a tanto albo-
ción de la americanidad. D a d a una jerarquiza- roto político-intelectual durante cuatro siglos,
ción étnica, un sistema de exámenes favorece, la americanidad se ha expuesto a la mirada
inevitablemente, de manera desproporcionada crítica, y primero que todo en América. N o fue
a los estratos étnicos dominantes. Esa ventaja casualidad el hecho de que el análisis centro-
adicional es lo que en el sistema meritocrático periferia se propagara en la escena intelectual
justifica las actitudes racistas sin necesidad de del m u n d o desde la C E P A L (Comisión Econó-
verbalizarias: aquellos estratos étnicos que se mica para América Latina). N o fue casualidad
desempeñan más pobremente lo hacen así por- que la movilización política antirracista reci-
que son racialmente inferiores. La evidencia biera su primer y más grande impulso en Nor-
parece ser estadística; de allí, «científica». te América.
Esto nos lleva a la cuarta contribución de la
americanidad, la deificación y la reificación de
la novedad, ella m i s m a un derivado de la fe en II
la ciencia, la cual es un pilar de la moderni-
dad. El Nuevo M u n d o era nuevo, esto es, no Separadas en el período colonial, las Américas
viejo, no atado a la tradición feudal del pasa- se han articulado entre sí directamente, desde
do, al privilegio, a las maneras anticuadas de el siglo xix, hasta llegar a constituir juntas una
hacer las cosas. Cualquier cosa que fuera «nue- parte específica del sistema-mundo, en una
va» y m á s «moderna» era mejor. M á s aún, estructura de poder cuya hegemonía es deten-
todo era presentado siempre c o m o nuevo. tada por Estados Unidos.
Puesto que el valor de la profundidad histórica Desdefinesdel siglo x v hasta el siglo x v m ,
fue moralmente denigrado, su uso c o m o herra- fue en las colonias ibéricas donde la produc-
mienta analítica fue igualmente desechado. ción era más variada y más rica y la sociedad y
Fueron las independencias de América las la cultura más enraizadas y más densas. Sin
que representaron la realización política de esa embargo, esa situación es revertida desde m e -
novedad que se reputaba de mejor. A partir de diados de siglo x v m . Alfinaldel siglo, el Sur
ahí, a medida que Norte América se separaba es periferalizado y es derrotado el primer pro-
de Latinoamérica, su ventaja fue adscrita por yecto de independencia con real potencial des-
m u c h a gente al hecho de que encarnaba mejor colonizador (Túpac A m a r u , en el Virreinato
lo «nuevo», de que era m á s «moderna». La del Perú. El Norte, Estados Unidos, conquista
modernidad se convirtió en la justificación del su independencia. Y desde el siglo xix, su
éxito económico; pero también en su prueba. poder ha sido continuamente dilatado hasta
Se trataba de un argumento circular perfecto constituir la sede del primer poder realmente
que desviaba la atención del desarrollo del mundial de la historia.
subdesarrollo. El concepto de la «novedad» ¿Qué condujo por tan distintos cursos la
fue así la cuarta y quizás la más eficaz contri- historia de América? La explicación funda-
bución de la americanidad al desarrollo y la mental debe encontrarse en las diferencias en
estabilización de la economía-mundo capita- la constitución del poder y en sus procesos, en
lista. Bajo la apariencia de ofrecer una salida a cada m o m e n t o y en cada contexto históricos.
las desigualdades del presente, al concepto de Para partir, la colonialidad en el área ibe-
lo «nuevo» empujaba e insertaba su inevitabli- roamericana, no consistió solamente en la su-
dad en el superego colectivo del sistema m u n - bordinación política a la Corona metropolita-
dial. na, sino, sobre todo, en la dominación de los
D e ese m o d o , la americanidad fue la erec- europeos sobre los aborígenes. En cambio, en
ción de un gigantesco escudo ideológico al m o - el área britano-americana, consistió de manera
derno sistema mundial. Estableció una serie virtualmente exclusiva en la subordinación
de instituciones y maneras de ver el m u n d o política a la Corona inglesa. Eso quiere decir
que sostenían el sistema, e inventó todo esto a que las colonias británicas se constituyeron,
partir del crisol americano. Sin embargo, la inicialmente, c o m o sociedades-de-europeos-
La americanidad como concepto, o América en el moderno sistema mundial 587

Grabado de Chapuis, 1886, representando una estatua de Cristóbal Colón, en Colón (Panamá). Rogcr-víoiiet.
588 Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein

fuera-de-Europa. Las ibéricas, c o m o socieda- bajo el señorío de la nobleza cortesana. La


des de europeos y aborígenes. Sus procesos Iglesia encarna la Contrarreforma y es domi-
históricos serían, pues, m u y diferentes. nada por la Inquisición. La ideología religiosa
Eso responde a las conocidas diferencias legitima la expulsión de los agricultores y arte-
entre las sociedades aborígenes de cada una de sanos mozárabes y mudejares, así c o m o de los
las áreas. Pero que eso no fue lo único impor- comerciantes yfinancistasjudíos. Eso no evita
tante salta a la vista si se recuerda que los que las riquezas coloniales estimulen la difu-
británicos llamaron naciones a las sociedades sión de las prácticas materiales y subjectivas
aborígenes del Norte y durante el período co- del mercantilismo. Pero queda estancado el
lonial la trataron c o m o a tales naciones, cierta- tránsito entre el capital mercantil y el indus-
mente subordinadas, pero desde fuera de sus trial en la Península, lo que además se agrava
respectivas sociedades, c o m o proveedoras de durante la crisis europea del siglo xvii.
pieles y otros materiales y aliadas en las gue- La simultaneidad y el desencuentro entre
rras, entre los europeos. Después de la Inde- las prácticas sociales mercantilistas y los pa-
pendencia, los norteamericanos prefirieron ex- trones y valores formales de origen señorial en
terminarlos en lugar de colonizarlos. la sociedad ibérica, es el producto característi-
Los ibéricos, en cambio, discutían ardoro- co de ese proceso. Son la sociedad y el m o m e n -
samente si los «indios» era realmente h u m a - tofijadospara siempre en la m á s grande ima-
nos y tenían «alma», mientras conquistaban y gen histórica de la literatura europea: D o n
destruían, precisamente, sociedades aboríge- Quijote aún ve gigantes y contra ellos arremete
nes de alto nivel de desarrollo. Esclavizaron y, lanza en ristre; pero, no por casualidad, son
en las primeras décadas, casi exterminaron a molinos de viento que lo reciben y dan en
sus poblaciones, sobre todo empleándolas tierras con él.
c o m o mano-de-obra-desechable. Y a los super- T o d o ello no habría sido, quizás, posible
vivientes, en los escombros de sus sociedades, sin la súbita adquisición de las inmensas meta-
los sometieron a relaciones de explotación y líferas y del trabajo gratuito virtualmente ina-
dominación, sobre las cuales fueron organiza- gotable de la América colonial, que permitían
das las sociedades coloniales. el reemplazo de la producción local y de las
Es necesario, en consecuencia, volver la clases y grupos productores. D e otro lado, la
vista hacia las sociedades colonizadoras para Corona se lanza a expandir su poderío euro-
encontrar otros factores en la historia colonial. peo, por motivaciones dinásticas de prestigio,
H a y que recordar, primero, que con la con- no de beneficios mercantilistas. Los ingentes
quista, colonización y bautismo de América, al gastos respectivos son sostenidos por las rique-
terminar el siglo xv, comienza la historia del zas coloniales; pero con la producción local
mercado mundial, del capitalismo y de la m o - estancada, ellas son transferidas en beneficio
dernidad. La llegada de los británicos a la otra de los banqueros centroeuropeos y de los in-
América, poco m á s de un siglo después, ocurre dustriales y comerciantes británicos, franceses,
ya cuando esa nueva historia está en pleno holandeses o flamencos. C o m o consecuencia,
proceso. E n consecuencia, las sociedades colo- durante el siglo xvn España pierde la lucha
nizadoras eran radicalmente diferentes y lo europea frente a Inglaterra, y las sociedades
serán también las modalidades de coloniza- ibéricas ingresan en un largo período de peri-
ción y sus implicaciones sobre cada metrópoli feralización.
y sobre cada sociedad colonial. Las implicaciones de todo ello en la confor-
E n el m o m e n t o del primer encuentro con mación de la sociedad colonial fueron decisi-
América, España está terminando la Recon- vas. El conquistador ibérico es mentalmente
quista e iniciando la formación del estado cen- portador de modelos de poder y de valores
tral. El establecimiento de la dominación colo- sociales de carácter señorial, a pesar de que sus
nial en esas condiciones, tuvo implicaciones actos y motivaciones en la conquista corres-
peculiares en la sociedad ibérica. Durante el ponden a las tendencias del mercantilismo.
siglo xvi, la Corona combina la centralización Por ello, en el primer m o m e n t o de la organiza-
del estado con un modelo señorial de poder, ción del poder colonial, detrás de la «enco-
ya que destruye la autonomía, la democracia y mienda indiana» y del «encomendero» es dis-
la producción de los burgos, para ponerlos cernible la sombra del patrón feudal. Pero en
La amerkanidad como concepto, o América en el moderno sistema mundial 589

el desmantelamiento del regimen encomende- nizó c o m o una sociedad de europeos en tierra


ro, no m u c h o después, y en la imposición de laamericana. Pero, por encima de todo, fue el
centralización político-burocrática de las colo- caso excepcional de una sociedad que se confi-
nias bajo el poder de la Corona, actúan ya las gura directamente, desde sus inicios, c o m o so-
necesidades del mercantilismo. ciedad capitalista, sin los agrupamientos e in-
Aquel orden político fue centralizado y bu- tereses sociales, instituciones, normas y sím-
rocrático, y en ese sentido no feudal. Pero fue bolos que en Inglaterra correspondían aún a la
también señorial, arbitrario, patrimonialista y historia señorial. Y con recursos naturales lar-
formalista. La estructura productiva fue m o n - gamente superiores. La producción se organiza
tada ante todo para el mercado externo y fue primero para el mercado interno y no al revés.
desmedrado el mercado interno (lo que no Y se articula a la economía metropolitana n o
equivale al consumo interno, que ciertamente solamente c o m o proveedora de materias pri-
fue m u y grande, especialmente el señorial y el mas, sino c o m o parte del proceso de produc-
eclesiástico, pero cuyos elementos no pasaban, ción se organiza primero para el mercado in-
en su mayor parte, por el mercado). El señorío terno y no al revés. Y se articula a la economía
se exacerbó en las relaciones con los «indios» y metropolitana no solamente c o m o proveedora
los «negros», con todas sus implicaciones psi- de materias primas, sino c o m o parte del proce-
cosociales (el desprecio al trabajo, sobre todo so de producción industrial. El estado regula y
el manual; el cuidado del prestigio social, la dicta las normas, pero no controla, ni es pro-
«honra», y sus correlatos: la obsesión con las pietario de los recursos, ni de la producción,
apariencias, la intriga, el chisme, la discrimi- c o m o en el caso ibérico. Y ninguna iglesia es
nación). todopoderosa, ninguna Inquisición se opone al
El cambio dinástico por los Borbones en el desarrollo de la modernidad y de la racionali-
siglo xviii, no fue ventajoso para las colonias. dad, c o m o en el área iberoamericana antes de
La nueva geografía de la administración colo- los Borbones.
nial española, benefició en la práctica los inte- Inclusive el régimen esclavista se establece
reses del comercio inglés por el Atlántico. D e - ya formando parte del engranaje del capitalis-
sarticuló la estructura productiva y comercial m o . Es verdad que produce y permite al seño-
producida; desangró financieramente las áreas río en las relaciones sociales; pero modulado
más ricas en servicio de las guerras de la Coro- por el hecho de operar con mercancías (incluí-
na y estancó su producción manufacturera en do el esclavo), para producir mercancías, por
favor de las importaciones de la producción de motivaciones y necesidades de beneficio. N o
las hasta entonces productivas regiones. Y se opone, sino impulsa la innovación tecnoló-
poca duda cabe de que fundó las bases de la gica que hace parte de la revolución industrial,
«balcanización» de las ex-colonias en el siglo al revés del señorío ibérico sobre m a n o de
XIX. obra «india» gratuita, cuya fuerza de trabajo
Por contraste, cuando los primeros coloni- no es mercantilmente producida.
zadores britránicos desembarcan en la otra Los procesos de independencia tienen, por
América, ya a comienzos del siglo xvn, Ingla- todo ello, lógicas e implicaciones m u y distin-
terra procesa todas las tendencias sociales e tas en cada lado. Las colonias iberoamericanas
intersubjetivas de la transición capitalista que, llegan al final del siglo x v m con economías
inclusive, llevarán pronto a la primera revolu- estancadas, con patrones de poder social y
ción política específicamente burguesa de Eu- político en crisis. Derrotados el movimiento
ropa (Cromwell) y al primer debate político- de Túpac A m a r u en 1780, las revueltas inde-
filosófico propiamente moderno de la historia pendentistas sólo corresponden m u y parcial-
europea, aunque producido y moldeado en el mente a la revuelta anticolonial «india» o a las
matrimonio del poder con la inteligencia. Y necesidades de la expansión capitalista y de su
desde fines del siglo XVI, logra el dominio control nacional. D e hecho, en los centros co-
marítimo y la dominación del mercado m u n - loniales principales, la emancipación sólo cul-
dial en plena expansión. mina exitosamente cuando los señores domi-
La sociedad colonial britano-americana no nantes deciden autonomizarse respecto del
fue el resultado de ninguna conquista y des- régimen liberal en la España de comienzos del
trucción de las sociedades aborígenes. Se orga- siglo XIX. Se está lejos de una revolución. Al
590 Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein

terminar el colonialismo ibérico, en las ex- talista de Estados Unidos, que ya a fines del
colonias no están presentes fuerzas sociales s. xix le permite competir con Europa y con
hegemónicas o capaces de articular y dirigir Inglaterra en particular. D o s , su asociación
coaliciones hegemónicas para preservar la uni- hegemónica con Inglaterra después de la Pri-
dad política del área iberoamericana, y ni si- mera Guerra Mundial frente a Europa y A m é -
quiera para erigir y sostener establemente un rica Latina, lo que finalmente llevará al apoyo
estado local. El caso de Brasil fue diferente. británico a la hegemonía mundial de los Esta-
Pero no se independizó sino m u c h o m á s dos Unidos.
tarde. Durante el m i s m o período, América Latina
En cambio, las ex-colonias britanoamerica- se «balcaniza»; se desangra en guerras de fron-
nas se organizan inmediatamente c o m o los tera y en guerras civiles en cada país; el poder
Estados Unidos de América, con un orden se organiza sobre bases señorial-mercantiles;
político bajo una hegemonía social m u y clara, se estanca el desarrollo del capital y de sus
con un estado fuerte, pero con una sociedad respectivas relaciones sociales. El pensamiento
civil provista de mecanismos para regular sus moderno, en esas condiciones, sufre la kafkia-
relaciones con las instituciones estatales. La na tortura del exilio interior o de la fuga utópi-
independencia combina las exigencias del de- ca. Las clases dominantes, eurocentristas,
sarrollo capitalista nacional y las del debate adoptan el mistificado modelo europeo de es-
político ordenado sobre las nuevas bases de tado-nación, para sociedades cuyo rasgo fun-
modernidad/racionalidad. N a d a sorprendente, dante es aún la colonialidad entre lo europeo y
en consecuencia, que en la perspectiva nortea- lo no-europeo; y el modelo liberal de orden
mericana la independencia tenga el lugar de político, para sociedades dominadas mercan-
toda una revolución: la Revolución Ameri- til-señorialmente. T o d o ello permite la perdu-
cana. ración del carácter dependiente del patrón de
Las dos Américas ingresaron en el s. xix desarrollo histórico y la subordinación al im-
son m u y desiguales condiciones y por caminos perialismo europeo, primero, y estadouniden-
m u y distintos. se después.
Estados Unidos siguió un patrón de desa- Durante el siglo xx, América Latina ha
rrollo, de nuevo, excepcional: se fue constitu- permanecido en gran medida apresionada en
yendo c o m o nación al m i s m o tiempo que el nudo histórico formado por el entrelaza-
c o m o centro hegemónico imperial. D e ello, el miento entre las cuestiones de nación, identi-
«destino manifiesto» es una ceñida expresión dad y democracia; cuestiones y problemas que
ideológica. en otros contextos, c o m o los europeos, se suce-
Ese patrón ha tenido varias etapas y m o d a - dieron en etapas. El desenlace o corte de tal
lidades históricas. Primera, la expansión terri- nudo histórico pareció comenzar con la revo-
torial violenta que permitió a Estados Unidos lución mexicana; pero la derrota de la revolu-
duplicar en menos de 80 años el territorio ción democrático-nacional en los demás paí-
continental heredado, a costa del territorio de ses, no solamente no resolvió el problema,
los «indios» del Oeste y de la mitad del mexi- sino que abrió una crisis de poder no resuelta,
cano. Segunda, la imposición de un cuasi- cuya más ajustada expresión es, seguramente,
protectorado sobre los países del Caribe y la perduración de ese peculiar animal político,
Centroamérica, incluyendo el «rapto» de Pa- específicamente latinoamericano: nacionalis-
n a m á y la construcción y control del Canal de ta-populista-desarrollista-socialista, cuyos
P a n a m á , así c o m o sobre Filipinas y G u a m . componentes se combinan de muchos m o d o s
Tercera, la imposición de una hegemonía eco- en cada país y en cada situación.
nómica y política sobre el resto de América
Latina, desde el fin de la Primera Guerra
Mundial. Cuarta, desde la Segunda Guerra Ill
Mundial, la imposición de su hegemonía sobre
todo el m u n d o , conduciéndolo a integrarse en Las Américas se preparan a ingresar en el siglo
un orden global de poder. XXI casi con las mismas desigualdades que en
D o s factores decisivos deben ser anotados el siglo xix. Pero a diferencia de entonces, no
a ese respecto. U n o , el rápido desarrollo capi- lo harán ni separadas, ni por caminos diferen-
La americanidad como concepto, o América en el moderno sistema mundial 591

tes, sino c o m o partes de un m i s m o orden m u n - los, a las utopías americanas, es lícito admitir
dial en el cual Estados Unidos ocupa, aún, el el tiempo de maduración de ese patrón autó-
lugar primado, y América Latina, un lugar n o m o , la presencia de u n proceso de re-
subordinado y está afectada por la crisis m á s originalización de la cultura en las Américas.
grave de su historia postcolonial. Eso es lo que podemos llamar la americaniza-
En la perspectiva americana del futuro, ción de las Américas. El proceso es apoyado
ciertos procesos merecen ser puestos de relie- por la crisis del patrón europeo.
ve. U n o , la tendencia a una m á s sistemática La formación de Estados Unidos directa-
articulación entre las Américas, bajo la hege- mente c o m o sociedad directamente capitalis-
monía de América del Norte (lo que incluye ta, fundó allí la utopía de la igualdad social y
tan secundaria c o m o tardíamente a Canadá). de la libertad individual. Esas imágenes velan,
Eso incluye el creciente flujo migratorio desde por supuesto, las m u y reales jerarquías socia-
todas las Américas hacia el Norte y en particu- les y su articulación en el poder; pero también
lar hacia Estados Unidos. D o s , la mayor arti- impiden su sacralización y mantienen el espa-
culación interna de América Latina, a pesar de cio del debate y legitiman la capacidad de
las presiones en contra desde el capital global, regular desde la sociedad la acción del estado.
Europa, Japón, Estados Unidos. Tres, el desa- E n América Latina, la persistencia del imagi-
rrollo de la descolonización en la producción nario aborigen bajo las condiciones de la do-
de la cultura, del imaginario, del conocimien- minación, ha fundado la utopía de la recipro-
to. En breve, la maduración de la americaniza- cidad, de la solidaridad social y de la democra-
ción de las Américas. cia directa. Y bajo la crisis presente, una parte
Las Américas son el producto histórico de de los dominados se organiza en torno de esas
la dominación colonial europea. Pero no fue- relaciones, dentro del marco general del mer-
ron nunca sólo una prolongación de Europa, cado capitalista.
ni siquiera en el área britanoamericana. Son Tarde o tempano, esas utopías americanas
un producto original, cuyo propio y sui generis se encontrarán para formar y ofrecer al m u n d o
patrón de desarrollo histórico, ha tardado en la específica utopía americana: La migración
madurar y abandonar su condición dependien- de pueblos y de culturas entre las Américas y
te de su relación con Europa, sobre todo en la gradual integración de todas ellas en un
América Latina. Pero actualmente, si se atien- único marco de poder, es o puede ser uno de
de a los sonidos, a las imágenes, a los símbo- sus vehículos m á s eficaces.
UN CONCEPTO DE DESARROLLO PARA EL SIGLO XXI

ALFONSO DUBOIS*

RESUMEN

No es posible pretender ser organizaciones o personas que se definen como agentes


de desarrollo sin participar activamente en la discusión de cuáles son las prioridades o
los instrumentos más adecuados en la construcción de desarrollo. Hoy, de manera
especial, se requiere preguntarse cuál es nuestra percepción del desarrollo en una
coyuntura de profundo cambio. Si no se hace este ejercicio, se corre el riesgo de
promover acciones dependientes de otras concepciones del desarrollo y que
favorecen a los intereses de determinados sectores que no nos garantizan ser los
prioritarios.

El desarrollo es un concepto histórico, lo que quiere decir que no tiene una definición
única, sino que éste ha evolucionado de acuerdo al pensamiento y los valores
dominantes de la sociedad.
El concepto de desarrollo se relaciona con la idea de futuro que cada sociedad se
propone como meta para el colectivo humano. El desarrollo hay que entenderlo como
una categoría futuro. Cuando establecemos las prioridades de lo que entendemos por
desarrollo, en última instancia, no estamos sino afirmando cuál es nuestra visión de lo
que queremos en el futuro.

El cambio más significativo en el concepto de desarrollo se debe a las propuestas del


desarrollo humano. En el marco de las Naciones Unidas, el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzó a finales de los años ochenta el enfoque del
desarrollo humano. Aunque no se puede decir que el PNUD fue el inventor del
desarrollo humano, no deja de ser menos cierto que sus informes anuales han servido
de plataforma de divulgación y han conseguido convertirlo en un referente obligado del
debate actual sobre el desarrollo.

Palabras Claves: Desarrollo, coyuntura, PNUD

*
Doctor en Economía, Universidad de Deusto, País Vasco, España. Docente-Investigador, Universidad
Deusto.

1
A CONCEPT OF DEVELOPMENT FOR THE XXI CENTURY

ABSTRACT
It is not possible seek to be organizations or people that are defined as development
agents without participating actively in the discussion of which the priorities or the most
appropriate instruments in the development construction. Today in a special way it
requires to wonder which is our perception of the development is in a joint of deep
change. If one doesn't exercise this, one runs the risk of promoting dependent actions
of other conceptions of the development and that they favor to the interests of certain
sectors that don't guarantee us to be the high-priority ones.

The development is a historical concept, what means that it doesn't have a unique
definition, but rather this has evolved according to the thought and the dominant values
of the society.
The development concept is related with the future idea that each society intends like
goal for the human community. The development has to understand it like a category
future. When we establish the priorities ultimately of what we understand for
development, we are not but affirming which our vision is of what we want in the future.

The most significant change in the development concept is due to the proposals of the
human development. In the mark of the United Nations, the Program of United Nations
for the Development (UNDP) it rushed at the end of the years eighty the focus of the
human development. Although one cannot say that the UNDP was the inventor of the
human development, it doesn't stop to be less certain than its annual reports have
served as popularization platform of disclosure and they have been able to transform it
into a relating obligated of the current debate on the development.

Key Words: Development, joint, UNDP.

2
La preocupación por conocer el debate actual sobre el desarrollo, tanto en lo que se refiere al
concepto como a las políticas, es una cuestión fundamental tanto para quienes se dedican al
estudio como a la práctica del desarrollo en cualquiera de sus diversas manifestaciones. No es
posible pretender ser organizaciones o personas que se definen como agentes de desarrollo, sin
participar activamente en la discusión de cuáles son las prioridades o los instrumentos más
adecuados en la construcción de ese desarrollo.

Si bien, siempre se ha planteado la necesidad de tener visión propia del desarrollo, salvo que se
renuncie a tener opción real de cambio, hoy de manera especial se requiere preguntarse cuál es
nuestra percepción del desarrollo en una coyuntura de profundo cambio. Si no se hace este
ejercicio, se corre el riesgo de promover acciones dependientes de otras concepciones del
desarrollo y que favorecen a los intereses de determinados sectores que no nos garantizan ser los
prioritarios.

Antes de exponer cómo se plantea hoy ese debate, conviene precisar algunas cuestiones en torno
al concepto mismo de desarrollo. En primer lugar, el desarrollo es un concepto histórico, lo que
quiere decir que no tiene una definición única, sino que ésta ha evolucionado de acuerdo al
pensamiento y los valores dominantes en la sociedad. Así, el desarrollo tal como se entiende
actualmente es muy diferente de cómo se planteaba hace cuarenta años. El contenido del
concepto de desarrollo ha ido cambiando a lo largo del tiempo, por lo que para conocer su
significado hay que seguir la trayectoria experimentada. Cada sociedad y cada época tienen su
propia formulación de qué es el desarrollo, que responde a las convicciones, expectativas y
posibilidades que predominan en ellas. En definitiva, el concepto de desarrollo se relaciona con
la idea de futuro que cada sociedad se propone como meta para el colectivo humano.

En segundo lugar, siguiendo con la reflexión anterior, el desarrollo hay que entenderlo como
una categoría de futuro. Cuando establecemos las prioridades de lo que entendemos por
desarrollo, en última instancia, no estamos sino afirmando cuál es nuestra visión de lo que
queremos que sea nuestro futuro. A veces se esconde esta dimensión, dando a entender que el
desarrollo viene de alguna manera determinado por leyes externas. Pero la defensa de esta
posición suele identificarse con la de quienes resultan favorecidos por el actual estado de cosas
y no tienen interés especial en que cambien. Es evidente que cualquier cambio que se pretenda
sustentarse en la realidad y que las propuestas no pueden ser producto simplemente de aquello
que nos gusta o que deseamos. No hay nada peor que engañarse desde planteamientos
populistas que con discursos fáciles ofrecen la solución a todos los males. Pero, al mismo
tiempo, hay que plantear con toda la fuerza que los objetivos que debe perseguir el desarrollo
deben ser producto de un gran consenso en el que participan todas las partes, porque la
determinación del futuro no puede ser exclusiva de unos pocos. Pensar en el desarrollo es
pensar en el futuro que queremos construir.

Las dos consideraciones anteriores tienen una especial aplicación en nuestra sociedad, en la que
cuando se habla del desarrollo se da por supuesto que implica algo deseable y algo legítimo. De
manera inconciente se identifican la palabra desarrollo con una percepción positiva. Sin
embargo, tras muchas propuestas que se proponen con el término de desarrollo se esconden
objetivos muy cuestionables. Hay que tener una preocupación crítica por descubrir qué
propuestas conducen realmente a un desarrollo justo y cuáles responden a las pretensiones
particulares de determinados poderes o minorías.

Por ello, en una situación de profundos cambios como la presente, quienes se dedican al
desarrollo desde una preocupación por el cambio y la justicia, no pueden eludir plantearse
preguntas como: ¿Cuáles son las visiones de futuro existentes? ¿Cuál es la que se defiende?
¿Qué legitimidad tienen esas visiones? Ello implica saber diferenciar la propuesta dominante y
las alternativas, conocer las diferentes fuerzas en juego, entender los procesos históricos que
desembocan en el presente, etc. Supone tomar conciencia del momento que vivimos y asumir un

3
papel activo y protagonista en la construcción del futuro, no como agentes únicos, pero sí
cooperando en aquel futuro que consideremos más humano y viable.

El nacimiento y evolución del concepto de desarrollo.

Aunque la distinción entre países ricos y pobres siempre ha sido patente a lo largo de la
historia, el interés por el desarrollo es relativamente reciente, naciendo prácticamente con el
proceso de descolonización, a partir de los años cincuenta del siglo pasado. Así, puede decirse
que el concepto de desarrollo, tal como hoy se entiende, surge después de la Segunda Guerra
Mundial y desde entonces ha sido objeto de un amplio debate, y no resulta fácil resumir en
pocas palabras su evolución.

El contexto en que surge el concepto del desarrollo ha marcado decisivamente sus contenidos
hasta nuestros días. La idea que se identifica con el desarrollo no nace de hacerse la pregunta:
¿Qué debemos hacer?, sino que partió de una doble consideración. La primera, dar por sentado
que la experiencia de los países desarrollados era el punto de referencia obligado para el resto de
los países: el desarrollo no era objeto de discusión, simplemente se identificaba con los
resultados conseguidos por dichos países. La segunda, que la emergencia de los nuevos países
independientes puso de manifiesto las débiles estructuras económicas creadas durante la época
colonial y las dificultades que enfrentaban para conseguir que sus economías prosperasen: era
necesario hacer algo para que estos países encontraran la senda del desarrollo. El desarrollo se
convirtió en un pilar de la reconstrucción del orden internacional, pero tuvieron más importancia
las consideraciones estratégicas y los intereses de las potencias que los de los países que más
necesitaban el desarrollo.

Para entender el alcance de esta idea de desarrollo, es necesario colocarse en la situación que
vivieron los países desarrollados en los años cincuenta y sesenta. Estos experimentaron en esas
décadas una época de prosperidad económica como nunca antes en la historia. Hasta tal punto
que se conoce ese período como la “edad de oro”. El espectacular crecimiento de la renta per
cápita y de la producción hizo que las sociedades de los países industrializados entraran en lo
que se llamó el consumo de masas. Los sectores mayoritarios de la población conseguían por
primera vez ser consumidores de algo más que los productos más elementales e
imprescindibles. La sensación de que la escasez había sido vencida y que se abría una nueva era
de expectativas ilimitadas hizo que el optimismo dominara tanto en los dirigentes como en la
ciudadanía de base.

Desde la experiencia del aumento de las capacidades de producción de bienes que los hacía
asequibles a las grandes mayorías, se alimenta una idea de desarrollo que se caracteriza por los
siguientes elementos: a) el objetivo deseable es el crecimiento, en él radica la clave; por eso se
insistirá en el impulso de la industrialización y de las infraestructuras como las políticas idóneas
para conseguir el desarrollo; b) ese crecimiento se ha conseguido en unos niveles elevados que
han permitido el consumo masivo en los países capitalistas desarrollados, luego esa es la
referencia a imitar: el desarrollo se identifica con la modernidad, es decir, con el estilo de vida
occidental ; c) en la euforia de la época, se estima que todos los países pueden alcanzar los
niveles de vida de los países desarrollados: El desarrollo no es sino una carrera que unos países
la iniciaron antes, pero en la que los retrasados pueden seguir el mismo camino y alcanzar
progresivamente las situaciones por las que ya pasaron los primeros.

En resumen, la corriente dominante de la economía del desarrollo consideró que el objetivo era
aumentar el volumen de bienes y servicios producidos. Ese era el desarrollo deseable y, además,
se pensaba que era posible que todos los países pudieran acceder a él. El desarrollo se entendía
como un proceso lineal que unos países habían empezado hacía tiempo y otros mas tarde, pero
aunque éstos tuvieran problemas para seguir la misma senda, en modo alguno existían
impedimentos decisivos para que no consiguieran resultados positivos. El resultado final sería,

4
dentro de desigualdades en los niveles de bienestar, que todas las economías serían capaces de
experimentar un crecimiento económico suficiente.

Desde esta percepción, gran parte de la cooperación al desarrollo se limitó a cumplir tareas
asistenciales con la esperanza de que el mismo crecimiento conseguiría por sí mismo el
desarrollo social de las sociedades. Pero a pesar de los logros en materia de crecimiento y de las
mejoras en ciertos indicadores sociales como la esperanza de vida, el alfabetismo, salud,
saneamiento y agua potable, las estrategias de desarrollo económico mostraban sus carencias en
dos grandes temas que no eran capaces de resolver: la pobreza y la desigualdad. Ya en 1969, un
gran economista del desarrollo, Seers, cuestionaba la visión oficial al proponer que las
referencias para saber si un país había avanzado en su desarrollo eran la pobreza, el empleo y la
desigualdad, cuestionando si podía hablarse de un mejor desarrollo simplemente porque hubiera
un crecimiento en la renta per cápita, sin que se dieran mejoras sensibles en las otras
dimensiones.

En la década de los setenta, se produce una revisión crítica de los planteamientos ortodoxos y se
abrió un espacio de acercamiento entre los diferentes enfoques. Los resultados esperados de
desarrollo que se anunciaban desde las propuestas oficiales no se producían, presentándose, por
el contrario, un incremento de la pobreza en muchos países, lo que cuestionaba los
planteamientos de los organismos internacionales basados exclusivamente en el crecimiento
económico. Desde los países con problemas para mejorar, se planteó la reivindicación de un
nuevo orden económico internacional que los posibilitara acceder a los mercados
internacionales y consiguieron abrir un debate Norte-Sur donde se estudiaban conjuntamente las
grandes cuestiones del desarrollo.

Desde las instituciones internacionales se promovieron estrategias donde la preocupación por la


redistribución surgía como un aspecto olvidado del crecimiento y que se hacía necesario
plantear como objetivo para conseguir un verdadero desarrollo social. Donde se dio un consenso
mayor fue en considerar la satisfacción de las necesidades básicas de las personas una de las
prioridades del desarrollo, de manera que si los indicadores de las mismas no mejoraban, no
podían afirmarse que se había avanzado en la consecución del desarrollo. Este enfoque fue
incluso aceptado por el Banco Mundial.

Si bien, estas preocupaciones marcaron los años setenta, en la década siguiente se produce un
brusco cambio de enfoque y se vuelven a situar los objetivos económicos de crecimiento y
equilibrio macroeconómico como la prioridad de la estrategia de desarrollo. La década de los
ochenta supuso un retorno a las posiciones anteriores, ahora bajo el denominado Consenso de
Washington, que recoge el pensamiento común de las organizaciones internacionales, sobre
todo el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y de los países desarrollados, que
preconiza un cambio radical en los objetivos e instrumentos del desarrollo, enfatizando la
dimensión económica del mismo.

Esta nueva percepción dominante se concretó en los Programas de Ajuste Estructural,


impulsados por los organismos financieros internacionales, que se implantaron progresivamente
en la mayoría de los países en desarrollo. La fórmula que se propone y que se exige a los países
desarrollados implica colocar al mercado como el instrumento clave para asignar los recursos;
abrir las economías hacia el exterior, eliminando las barreras a la entrada de productos externos
y fomentando las exportaciones; otorga el protagonismo máximo al sector privado, con la
consiguiente reducción del papel del Estado y unas políticas macroeconómicas estrictas. Los
costos humanos de estos programas fueron extremadamente graves desde la perspectiva social y
sus consecuencias fueron rápidamente sentidas y denunciadas por las organizaciones que
trabajaban con los sectores menos favorecidos.

5
Como puede verse, durante los años 1950 a 1990, las propuestas sobre el desarrollo
experimentaron una evolución, caracterizada por un cierto vaivén entre el énfasis en situar el
crecimiento como el objetivo central para alcanzar el desarrollo y la necesidad de establecer
con la misma intensidad metas de distribución que aseguren la satisfacción de las necesidades
de las personas, si bien dominando las primeras. Por otra parte, las estrategias diseñadas para
alcanzar esas metas tuvieron interpretaciones muy diversas; la consideración de quiénes eran los
agentes principales de las políticas (el Estado o el sector privado) y el papel del mercado. Así
mismo, las diferencias han sido notables a la hora de establecer los factores que condicionan la
situación de los países en su camino hacia el desarrollo, entre quienes destacaban los factores
externos, especialmente las posiciones de privilegio y dominación de los países ricos, como la
causa de los obstáculos hacia el desarrollo y quienes señalaban a los factores locales, sobre todo
a las estructuras sociales y políticas anquilosadas e ineficaces de cada país.

El cambio en el concepto de desarrollo.

Pero en la década de los noventa el debate sobre el desarrollo experimenta un punto de


inflexión. Hasta entonces, las diferentes posiciones por muy encontradas que fueran en las
políticas que defendían, coincidían básicamente en cuáles eran los objetivos del desarrollo. La
idea de la modernización como escenario a conseguir marcó la visión del desarrollo, lo que en
última instancia respondía a los niveles de industrialización y a los estándares de vida
alcanzados por los países más ricos, como ya se ha dicho. De alguna manera, el desarrollo
consistía básicamente en conseguir que los países más pobres se acercaran a las pautas de los
países más ricos. La identificación del desarrollo con el crecimiento económico fue la gran
propuesta, pensando que una vez que se diera éste, de manera automática se producirían efectos
beneficiosos para los sectores más pobres.

Pero esos presupuestos comienzan a resquebrajarse. En primer lugar, porque empieza a


percibirse que la naturaleza no permite cualquier modalidad de desarrollo y que es necesario
tener en cuenta esa referencia fundamental a la hora de marcar los objetivos y las políticas para
alcanzarlos. Aunque la primera llamada de atención la hizo el Club de Roma, en 1972, con su
informe los límites del crecimiento, no se toma conciencia de la existencia de estos límites hasta
bien entrada la década de los ochenta, con el informe Nuestro futuro común (1989), que sirvió
de base para la Conferencia de Desarrollo y Medio ambiente, celebrada en Rio de Janeiro en
1992. La definición que se hace en la misma del desarrollo sostenible, plantea no sólo la
necesidad de ser solidarios entre las diferentes poblaciones para hacer un uso de los recursos
naturales que permita a todos alcanzar niveles satisfactorios de bienestar, sino que esa
solidaridad debe entenderse también con las generaciones venideras, de manera que el uso que
se haga actualmente de los recursos no hipoteque las posibilidades de vida del futuro. A partir
de entonces ya no cabe hablar sólo de desarrollo, sino que es necesario añadir la calificación de
sostenible o sustentable. Ello no quita para que surja un nuevo debate en torno al contenido y las
exigencias de la sostenibilidad o sustentabilidad; pero, en cualquier caso, esta es una novedad
importante con respecto al debate anterior.

La segunda, cuestiona el concepto mismo de desarrollo que la sociedad viene considerando


como deseable. Dicho de forma muy elemental, las sociedades de los países industrializados no
ponían en duda que cuanto más bienes y servicios, cuanto mayor fuera la actividad económica,
el bienestar de las personas aumentará igualmente. Se presuponía que todo instrumento del
producto reduciría la pobreza y elevaría el nivel general de bienestar. Era tan fuerte la relación
que se establecía entre aumento de la producción y reducción de la pobreza que se pensaba que
era suficiente con buscar el crecimiento para conseguir el desarrollo económico y social. Por
eso, la medida del desarrollo por antonomasia, y por ende del bienestar, es el ingreso o renta por
habitante. Los países se clasifican por el Banco Mundial en función de sus niveles de renta por
habitante.

6
A finales de los años ochenta, resultaba cada vez más evidente que se daban las condiciones
para contrarrestar la propuesta del desarrollo economicista. Una primera respuesta fue la que se
presentó con la denominación del “ajuste con rostro humano” que planteaba la necesidad de
incluir medidas de políticas sociales en los programas de ajuste, y que más tarde aceptó por los
organismos internacionales como la dimensión social del ajuste. Por otra parte, las reformas
democráticas se fueron extendiendo por la mayoría de los países en desarrollo y crecía la
conciencia del protagonismo que deben jugar las personas en las estrategias de desarrollo.

Las lecciones del pasado.

No sólo se ponía en cuestión el concepto de desarrollo con base a las consideraciones anteriores,
sino que se agudizaron las críticas al Consenso de Washington, que constituía, como se ha
señalado, la versión oficial del modelo de desarrollo. Desde sus inicios se le plantearon
problemas, de hecho el proceso de su implantación en América Latina fue trabajoso y encontró
serias dificultades para generalizarse. Por otro lado, las consecuencias sociales tan negativas
que comportaba para los sectores populares fueron denunciadas ya a mediados de los ochenta.
Sin embargo, a pesar de las críticas el Consenso fue avanzando y a comienzos de los noventa
alcanza su punto máximo de imposición como estrategia única de desarrollo a seguir por todos
los países que pasaban inexorablemente por la integración en la actividad económica
internacional.

Pero en los últimos años, se ha producido un fuerte cuestionamiento de esta visión. Hay tres
motivos de crítica que empiezan a debilitar la hegemonía del Consenso.

a) Su falta de eficacia para conseguir tasas suficientemente elevadas y estables de crecimiento,


especialmente para los países de América Latina que, a pesar de aplicar fielmente las reformas
propuestas por el FMI y el Banco Mundial, permanecen en una situación de casi estancamiento.
En términos generales, la insatisfacción con los resultados de las reformas es cada vez mayor. El
comercio y la inversión extranjera directa han crecido notablemente, pero la “Tierra prometida”
de altas tasas de crecimiento se percibe cada vez más como un espejismo. Incluso, los países
que han conseguido mayores éxitos en resultados económicos no han seguido fielmente las
reformes del Consenso, sino que emprendieron procesos peculiares.

b) En la primera mitad de los noventa, la estabilización y el ajuste eran todavía los objetivos
dominantes, pero la experiencia de África SubSahariana y de los países en transición hacía cada
vez más patente la necesidad de cambios institucionales más profundos y fundamentales para
conseguir el funcionamiento de la economía.

c) La incapacidad para resolver las crisis financieras internacionales que se han mostrado con
consecuencias devastadoras para los países en desarrollo. Es probable que la crisis asiática haya
sido su peor revés, al hacer patente que la liberalización financiera puede ser fuente de una
profunda inestabilidad macroeconómica cuando no está acompañada de un marco institucional
apropiado.

Y, por último, pero no sólo no menos importante, sino destacando su trascendencia para la
viabilidad de la economía y la sociedad en general: El fracaso en resolver la reducción de la
pobreza. Un fenómeno que para algunos empieza a convertirse en una amenaza para el sistema
para algunos, como es el caso del último director del FMI, Camdessus, a quien se le debe la
acuñación de esa frase; para otros supone el impedimento principal para el desarrollo. Pero sobre
todo, se convierte en un escándalo ético para la comunidad internacional que pretende legitimar
su orden en la democracia y la convivencia pacífica. En los últimos diez años, los índices de
pobreza no han mostrado signos de mejora en algunas de las regiones más pobladas, como
América Latina y África al Sur del Sahara, y en la India y Pakistán, con más de mil millones de
personas entre ambas, ha seguido aumentando el número de pobres. Iniciamos el siglo XXI con
una cuarta parte de la población percibiendo ingresos por debajo del umbral mínimo para poder

7
alimentarse adecuadamente. Y lo que es peor, no se adivinan cambios sustanciales en esta
tendencia. La pobreza se presenta como el gran desafío del desarrollo en un mundo que posee
recursos más que suficientes para satisfacer las necesidades básicas.

Por eso, los economistas han tenido que hacer una revisión de la experiencia de las últimas
décadas y sacar una serie de lecciones que tienen que ver con los planteamientos generales de la
economía del desarrollo. Una característica de estas visiones críticas es el reconocimiento de que
ha habido una lectura demasiado marcada por los intereses y percepciones de los países
desarrollados y que se impone hacer una lectura histórica y concreta desde la realidad, donde
domine el desprejuicio en el enfoque de las cuestiones del desarrollo. Se defiende la necesidad
de tener más en cuenta los planteamientos que provienen desde los países del Sur. Parten de la
preocupación de revisar qué ha ocurrido en los intentos de transformación para entender mejor
cómo se producen éstos, qué obstáculos y que potencialidades se han puesto de manifiesto.

Las conclusiones de esta revisión se pueden resumir en las siguientes lecciones aprendidas:

a) El desarrollo económico de los países en desarrollo es posible, pero no es inevitable. La


historia muestra cómo el despegue hacia nuevas cotas de desarrollo se hace posible después
de la II Guerra Mundial y la experiencia posterior confirma esa posibilidad. Pero, al mismo
tiempo, se hace la advertencia que los procesos de desarrollo pueden quebrarse e, incluso,
revertirse. No puede establecer que todos los países están llamados tarde o temprano a
desarrollarse. Se critica el optimismo exagerado que ha dominado las versiones del
desarrollo. Para conseguir los resultados hay que saber poner en práctica las políticas
adecuadas.
b) El proceso del desarrollo económico es a la vez multidimensional y altamente no lineal.
Frente a las concepciones simplistas y lineales de los primeros tiempos, La experiencia del
desarrollo se muestra sobre todo como un proceso de cambio dinámico, que afecta no sólo a
los modelos de producción y a la tecnología, sino también a las instituciones sociales,
políticas y económicas, además de los modelos de desarrollo humano. Se produce una
recuperación de la concepción del proceso de desarrollo como un proceso de
transformación de la sociedad, que se mueve desde viejas formas de pensamiento y de
organización y social hacia otras nuevas.
c) Las reformas impulsadas por el Consenso de Washington orientadas al mercado dedicaron
escasa atención a las instituciones y a la complementariedad entre las esferas pública y
privada de la economía. El desarrollo institucional generalmente se ha quedado por detrás
de los esfuerzos de industrialización en la inmensa mayoría de los países en desarrollo. En
consecuencia, el desarrollo político ha quedado por detrás de la industrialización. Se
comenzó a tener una visión más equilibrada al fin del siglo XX, cuando se hizo más claro
que el consenso no era capaz de cumplir sus promesas. Así se empezó a hablar de reformas
de segunda generación, gobernanza y reforzamiento de las capacidades de los estados. Las
instituciones multilaterales empezaron a ser más humildes y a reconocer la necesidad de
nuevas reformas.
d) Lo que es verdad hoy para los países avanzados es también verdad para los países en
desarrollo. En última instancia, el desarrollo económico se deriva de una estrategia surgida
dentro de casa y no del mercado mundial. En consecuencia, los países deben ser
protagonistas de su propio cambio y el desarrollo no tendrá éxito si no se da la participación
efectiva de los agentes sociales en la formulación de las políticas y de los objetivos que
marquen su camino al desarrollo. Los países en desarrollo deben evitar las modas, situar a
la globalización en perspectiva y centrarse en la construcción de las instituciones locales.
Deberían tener más confianza en ellos mismos y en la creación de instituciones locales; su
desafío principal, en las primeras décadas de este siglo, es encontrar sus propias
modalidades de camino al desarrollo.
e) La importancia de las dimensiones globales del desarrollo como resultado de la creciente
interdependencia. Durante los años noventa se han celebrado una serie de conferencias

8
internacionales que han abarcado los temas centrales del desarrollo y han establecido
nuevas prioridades ante el escenario de interdependencia que caracteriza nuestro mundo.
Desde la conferencia de Río de Janeiro sobre medio ambiente y desarrollo en 1992, temas
como los derechos humanos, la mujer, la población, los asentamientos urbanos y el
desarrollo social han sido objeto de otras tantas citas internacionales. De alguna manera, han
modificado la visión del desarrollo hegemónica, resumida en el citado Consenso de
Washington, al resaltar precisamente dimensiones que éste dejó a un lado. La preocupación
por la erradicación de la pobreza o, en un sentido más amplio, el desarrollo social, y la
especial atención a las personas como destinatarios principales características y novedades
que comparten las conclusiones de estas conferencias.

La propuesta del desarrollo humano

Pero el cambio más significado en el concepto de desarrollo se debe a las propuestas del
desarrollo humano. En el marco del sistema de las Naciones Unidas, el Programa de Naciones
Unidas para el desarrollo (PNUD) lanzó a finales de los ochenta el enfoque del desarrollo
humano. La formulación del enfoque o paradigma del desarrollo humano surge en el contexto
antes expuesto del proceso de crítica a la economía del desarrollo dominante, que se caracteriza
por proponer el crecimiento económico como objetivo. Por el contrario, el desarrollo humano
afirma que éste no debe ser el objeto central del desarrollo sino únicamente uno de sus
referentes. Su propuesta supone un cambio radical de los planteamientos anteriores en dos
sentidos: Uno, porque coloca el centro de la concepción del desarrollo en el proceso de
expansión de las capacidades de las personas de manera que puedan elegir su modo de vida.
Dos, porque cuestiona que el desarrollo dependa fundamentalmente de la expansión del capital
físico y se resalta la importancia del capital humano. En definitiva, se sustituye una visión del
desarrollo centrado en la producción de bienes por otra centrada en la ampliación de las
capacidades de las personas.

Aunque no se puede decir que el PNUD haya sido el inventor del desarrollo humano, no deja de
ser menos cierto que sus informes anuales han servido de plataforma de divulgación y han
conseguido convertirlo en un referente obligado del debate actual sobre desarrollo. Su principal
contribución ha sido la de presentar una propuesta alternativa a la ortodoxia de las instituciones
de Bretón Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, rompiendo el
monopolio que éstas ostentaban en la definición de las estrategias de desarrollo. Pero el
paradigma del desarrollo humano no se limita a las propuestas específicas que el PNUD realiza,
por muy significativas que sean éstas. De hecho otras agencias de desarrollo internacionales y
nacionales, así como en el seno de muchas organizaciones no gubernamentales y en el
pensamiento académico, se trabaja en la elaboración de propuestas inspiradas en los
fundamentos del desarrollo humano.

En la elaboración de este nuevo enfoque de desarrollo, hay que destacar la figura del premio
Nóbel de Economía, 1998, Sen, cuyas críticas al concepto de bienestar basado en la
acumulación, o en la opulencia, como expresa muy certeramente, y su propuesta de un
bienestar centrado en la persona humana, han tenido un amplio eco. De hecho el enfoque de
desarrollo humano impulsado por el PNUD, se inspira, y así lo reconoce expresamente, en sus
aportaciones teóricas.

Durante mucho tiempo la pregunta central en torno al desarrollo había sido: ¿Cuánto produce
una nación?; ahora la pregunta central pasa a ser: ¿cómo está la gente? Las formulaciones del
desarrollo humano han encontrado, como se ha dicho, su expresión más conocida en los
Informes del PNUD. Recogemos la siguiente cita del Informe correspondiente al año 2000,
como ejemplo de la nueva formulación del desarrollo: “El desarrollo humano es el proceso de
ampliación de las opciones de la gente, aumentando las funciones y las capacidades humanas…
Representa un proceso a la vez que un fin. En todos los niveles de desarrollo las tres
capacidades esenciales consisten en que la gente viva una vida larga y saludable, tenga

9
conocimientos y acceso a recursos necesarios para un nivel de vida decente. Pero el ámbito del
desarrollo humano va más allá: otras esferas de opciones que la gente considera en alta medida
incluyen la participación , la seguridad, la sostenibilidad, las garantías de los derechos humanos,
todas necesarias para ser creativo y productivo y para gozar de respeto por sí mismo,
potenciación y una sensación de pertenecer a una comunidad. En definitiva, el desarrollo
humano es el desarrollo de la gente, para la gente y por la gente.”

El desarrollo, desde esta concepción, ha dejado de ser una mera técnica para conseguir
determinados resultados. Es algo mucho más ambicioso, que, por supuesto necesita de esas
técnicas. El desarrollo recupera toda la dimensión de futuro y de creatividad humana: Es una
aventura no escrita, llena de tensiones, en la que hay que decidir qué bienes y servicios se
desean porque son los más importantes, quiénes deben ser los destinatarios de los mismos, qué
instrumentos son los más adecuados, etc. Pero responder a estas preguntas exige tener una
concepción ética de cuál es la vida que se quiere construir, cuáles son las relaciones entre las
personas que se consideran más apreciadas, en definitiva, supone tener la preocupación por la
justicia. El desarrollo que se pretende es un desarrollo que contenga la justicia, porque si no,
difícilmente se le podrá considerar humano.

El enfoque del desarrollo humano cuestiona el que exista una relación directa entre el aumento
del ingreso y la ampliación de las operaciones que se ofrecen a las personas. No basta con
analizar la cantidad, sino que más importante es tener en cuenta la calidad de ese crecimiento.
Por eso, no es que muestre desinterés por el crecimiento económico, sino que enfatiza la
necesidad de que ese crecimiento debe evaluarse en función de que consiga o no que las
personas humanas puedan realizarse cada vez mejor. Así, le preocupa que se establezcan
relaciones positivas entre el crecimiento económico y las opciones de las personas.

10
BIBLIOGRAFÍA.

BANCO MUNDIAL. Informe sobre el Desarrollo Mundial, Banco Mundial,


Washington. (Varios años.)

CEPAL. Globalización y Desarrollo, 2002. WWW.cepal.org.

PÉREZ DE ARMIÑO, Carlos. Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al


Desarrollo, Icaria / Hegoa, Barcelona. 2000.

PNUD. Informe sobre desarrollo humano, PNUD, Nueva Cork, (Varios años).

STIGLITZ, Joseph. El malestar en la globalización, Taurus, 2002.

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Para Julián y Andrés, hijos y artistas

2
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

AMBIENTE, SOCIEDAD, RECURSOS NATURALES: CONCEPTOS,


RELACIONES Y CONFLICTOS

Prefacio

1. La sociedad y su ambiente.

2. Las escalas y las medidas

3. El ambiente como recurso.

4. El ambiente como escenario.

5. Breve historia de la sociedad y su ambiente.

6. Sociedad y ambiente: las miradas clásicas.

7. Los profetas de la catástrofe y los optimistas.

8. El ambientalismo: ¿Un nuevo paradigma?

9. El desarrollo sostenible: una nueva utopía.

10. Ambiente y sociedad: balance y perspectivas

11. Bibliografía

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Capitulo 7
Los profetas de la catástrofe y los optimistas

Que pasó con las predicciones de los clásicos?

Las tenebrosas predicciones maltusianas no fueron confirmadas por la historia


posterior. Esto puede tomarse como una falencia de los “clásicos”, pero antes de
condenarlos tan drásticamente vale la pena analizar porque fallaron. El problema no esta
en los razonamientos lógicos que realizaban – por lo general impecables – sino en que no
consideraban que los supuestos en los que basaban sus trabajos pudieran modificarse. Para
valorar esta actitud hay que tener en cuenta que Malthus y todos los pensadores que
compartían sus ideas, eran, como somos todos, hombres de su época, sus circunstancias y
contextos. Ellos consideraban – lógicamente teniendo en cuenta la lentitud del cambio
hasta el momento - que lo que ocurría en ese instante no debería necesariamente
modificarse en el futuro. Para su desgracia, justamente se encontraban en el umbral de una
época de grandes cambios técnicos y económicos en la sociedad, tan grandes que para
muchos, la Revolución Industrial/Urbana produjo mejoras tecnológicas mucho mayores,
en términos relativos a su efecto material, que las que se han producido en los últimos
años (a pesar de su impactante imagen mediática).

Entre los principales supuesto que manejaban los clásicos, estaba la idea de que los
recursos naturales eran los mas importantes para la economía, que la tierra era un recurso
fijo en cuanto a su capacidad de producción y que, por ende, la ley de rendimientos
decrecientes se cumplía en la realidad. Era un momento donde la única tracción que se
conocía era la impulsada por los animales o por el mismo hombre (lo que en general se
conoce como “tracción a sangre”, utilizando una metáfora algo macabra), donde la energía
calórica se obtenía mayormente de la leña proveniente de los bosques naturales y, en
menor medida, del carbón mineral. Donde no existía prácticamente ningún neutralizador
para los riesgos ambientales propios de la producción agropecuaria, que quedaba a merced
de sequías, inundaciones, heladas, tormentas y plagas de todo tipo y donde buena parte de
172
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

los alimentos tenían que consumiese casi sin ningún tipo de procesamiento y
temporalmente muy cerca del momento de producción .

Pero la Revolución Industrial y sus adelantos técnicos cambiaron totalmente ese


mundo. El peso de la economía pasó de los recursos naturales renovables a los no
renovables y esto se debió a la aparición de la maquina a vapor, que se alimentaba a
carbón, el que pasó de generar energía calórica a mecánica (lo que paralelamente produjo
un notable aumento en la producción de este mineral). La producción industrial masiva
comenzó a competir ventajosamente en el mercado con los productos naturales y
artesanales, por sobre los cuales tenía la ventaja de poder generar lo que se conoce como
“economías de escala”, donde el aumento en el volumen de producción da como resultado
una disminución progresiva en el costo individual del producto. Paralelamente, la
aplicación de la tracción mecánica a la agricultura y el uso de insumos industriales en esa
actividad aumentó los rendimientos por superficie y por trabajador (produjo un “salto”
hacia arriba en la curva de rendimientos decrecientes) y también liberó para el consumo
del mercado los alimentos que antes se dedicaban a los animales de tiro.

Finalmente, se produjo un efecto demográfico totalmente inesperado. Como


habíamos visto, para Malthus una mejora en las condiciones de vida iba a producir un
aumento en la natalidad y una disminución en la mortalidad, o sea un gran impulso al
crecimiento demográfico. Cuando la población comenzó a concentrarse en las ciudades,
primero la mortalidad creció, por efecto de las malas condiciones de vida urbana
(hacinamiento, largas jornadas y malas condiciones de trabajo, trabajo infantil, falta de
servicios, etc.). Al cambiar estas condiciones, la mortalidad comenzó a bajar, mientras se
mantenía constante la natalidad. Pero luego de un período de gran crecimiento
poblacional, que se conoce como la “transición demográfica” (una parcial confirmación de
las teorías maltusianas), inesperadamente la natalidad comenzó a bajar y llegó a niveles
solo un poco superiores a la mortalidad. Contradiciendo al clérigo inglés, la población no
solo reducía su ritmo de crecimiento, sino que también aumentaba su capacidad de
producción de alimentos.
173
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Los primeros pesimistas

Hasta mediados de este siglo la discusión sobre la relación entre la sociedad y su


ambiente se había mantenido en el nivel de los ámbitos académicos y casi nada de ella
había llegado al gran público. Pero a partir de la Segunda Guerra Mundial, la discusión se
extendió y se hizo pública, dando lugar a la formación de un movimiento ambientalista
que discutiremos en detalle en el próximo capítulo. Pero este movimiento, si bien tiene
raíces históricas, sólo se hizo masivo a partir de la aparición de una serie de trabajos que,
partiendo del medio científico, se popularizaron rápidamente. Por que? Tal vez porque
salieron en el momento adecuado del desarrollo de una sociedad que estaba buscando
nuevas utopías. Estos trabajos se pueden englobar en general en lo que podríamos llamar
el neo-maltusianismo, porque muchas de sus conclusiones recordaban las teorías que ya
hemos visto de Thomas Malthus, aunque tal vez sería mejor (atendiendo al tono general de
su prédica) llamarlos “Profetas de la catástrofe”.

Como es común en los temas ambientales, la enorme mayoría de estos trabajos se


originaron en los países más desarrollados, si bien tenían constantes referencias al resto del
mundo, y solo tiempo después comenzaron a aparecer trabajos originados en otros ámbitos y
con otras perspectivas.

Inmediatamente después de la 2a. Guerra Mundial, en los países anglosajones


aparecieron varios libros que advertían sobre algunos problemas en la relación
sociedad/ambiente. En 1948 aparecieron dos de ellos, uno por William Vogt, llamado “El
camino de la supervivencia” y otro por Fairfield Osborne, “Nuestro planeta esquilmado”.
Ambos tenían similares tonos sombríos sobre el problema del crecimiento demográfico, la
producción de alimentos y, lo que era más novedoso, sobre la utilización desenfrenada de los
recursos naturales. Pero no tuvieron mucho eco en un mundo que acababa de salir de una
tremenda guerra, estaba en medio de un fuerte proceso de crecimiento económico y parecía
dispuesto a escuchar mas las voces del optimismo que los sombríos presagios que
proporcionaban estos escritores.
174
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Pero para principios de la década del ´60 ese optimismo estaba en declinación y la
gente estaba dispuesta a escuchar otras opiniones. El primero de los trabajos pesimistas que
tuvo gran difusión fue “La primavera silenciosa”, publicado por Raquel Carson en 1962.
Raquel Cason era un bióloga de prestigio en los EEUU que había escrito varios libros muy
leídos sobre temas de biología marina y costera. Ya en esos trabajos introducía una visión
cada vez mas pesimista de los efectos negativos que sobre el ambiente tenia el crecimiento
económico. Pero en la “Primavera silenciosa” esa crítica se hizo explícita, ya que Carson
concentraba su análisis en el uso de pesticidas (herbicidas e insecticidas), que si bien
permitían un mejor rendimiento económico en los cultivos y combatían todo tipo de plagas,
por ser no específicos tenían un efecto muy negativo en el resto de la flora y la fauna. Por eso
Crason proponía que se los llamar “biocidas”, palabra que comenzó a utilizarse con
asiduidad. Téngase en cuenta que en ese momento todavía el pesticida más utilizado era el
DDT, que al haber resultado muy eficaz en la lucha contra los mosquitos portadores de la
malaria, se transformó en una especie de pesticida para todo uso. Mas tarde, en buena medida
por la aparición de un fuerte movimiento que utilizara el libro de Carson como base y
habiéndose probado su notable capacidad de mantenerse en el ambiente, fue totalmente
prohibido en todo el mundo por sus efectos en la flora y la fauna y, eventualmente, en la
salud humana.

Carson preveía la llegada de un mundo donde la mayor parte de los animales y los
vegetales habrían casi desaparecido, y el mismo titulo del libro era una buena metáfora de
esa posición, ya que advertía sobre la llegada de una primavera sin el canto de los pájaros.
Además de tener un excelente estilo, con una fuerte apelación sentimental y basada en la
larga tradición anglosajona de aprecio por lo “salvaje”, el libro tambien dejaba traslucir en
su tono nostálgico el hecho que la autora estaba en la fase terminal de una enfermedad
incurable. De hecho, Carson murió al poco tiempo de aparecer su libro, que vendió cientos
de miles de ejemplares en todo el mundo.

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

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“La rapidez de los cambios y la velocidad de creación de nuevas situaciones siguen el

ritmo impetuoso y loco del hombre antes que el lento y deliberado de la naturaleza…Se le

pide a la vida que se adapte a productos químicos que ya no son el calcio, sílice, cobre o

cualquiera de los simples minerales, lavados de las rocas y transportados en los ríos

hacia el mar: son ahora las creaciones sintéticas de la ingeniosa mente del hombre,

salidas de los laboratorios y sin una contraparte en la naturaleza. Adaptarse a esos

productos químicos requeriría un tiempo que corresponde a la escala de la naturaleza,

un tiempo medible en generaciones y no en los años de la vida de una persona. Pero aún

eso, si por un milagro fuera posible, seria inútil, porque los nuevos productos químicos

salen de nuestros laboratorios en lo que pareciera ser una corriente interminable…Esos

gases, polvos y aerosoles se aplican casi universalmente en granjas, jardines, bosques y

hogares, productos químicos no selectivos que tienen el poder de matar todos los insectos,

tanto “buenos” como “malos”, de acallar el canto de los pájaros y el salto de los peces

en los ríos, de cubrir las hojas de los árboles con una película mortífera y de mantenerse

latentes en el suelo, aún cuando el objetivo original puede ser la destrucción de unas

pocas malezas o insectos..”

Rachel Carson, La primavera silenciosa, pag. 25

Los catastrofistas

Sin el “appeal” sentimental de Carson, y basado en una furiosa posición


tremendista, en 1968 apareció lo que fue el primer libro de venta masiva que anticipaba un
futuro de desolación para el mundo y que ya desde el título anticipaba el responsable: “La
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

bomba demográfica”, de Pau Ehrlich. Este era un entomólogo conocido hasta el momento
por sus trabajos relativos a las mariposas, pero en el nuevo libro trataba un tema mucho
menos bonito y para nada inofensivo: el peligro que el acelerado crecimiento demográfico
significaba para la preservación de la humanidad. Volviendo sobre las posiciones que
había mantenido Thomas Matlhus (curiosamente sin nombrarlo ni una sola vez), con
mucha menos amabilidad, mucho más dramatismo, y utilizando una serie de datos de
dudoso origen y difícil comprobación, Ehrlich vaticinaba que en un futuro cercano (que
ubicaba en la década del 70), la población mundial iba a pasar por una serie de catástrofes
sociales (principalmente hambre), debido al desbalance entre el crecimiento de la
población, la producción de alimentos y el desequilibrio ecológico.

A ese respecto, a la posición maltusiana Ehrlich le agregaba la preocupación


ambiental, ausente como hemos visto en el otro autor. Esta se basaba en el mal uso de los
recursos naturales, la generación de contaminación (con un visible oportunismo y
aprovechando el éxito de Carson al respecto, Ehrlich dedica varias páginas al tema del
DDT) y en una preocupación por el llamado “invierno nuclear”. Esta última preocupación
en posteriores trabajos sería reemplazada por su opuesta, la del “efecto invernadero”,
inadvertidamente indicando de que forma en el tema ambiental podemos pasar del frío al
calor en pocos años. Pero mientras Malthus consideraba como prácticamente impensable
el control activo de la natalidad, era justamente en esto que Ehrlich basaba su plan de
acción para evitar la catástrofe. Refiriéndose a las relación conflictiva entre población,
alimentos y contaminación, Ehrlich ponía toda la responsabilidad en el crecimiento
demográfico y especialmente en los países del Tercer Mundo. Para solucionar el problema
(aunque consideraba que ya era muy tarde para salvar a los millones que indefectiblemente
morirían a la brevedad), proponía, en primer lugar, programas sumamente estrictos de
control de la población si fallaba la posibilidad de introducir un cambio de valores en la
población que llevara a un control individual de los nacimientos. Ehrlich, aunque
consideraba esa posibilidad, tenía poca fe en ella, sobre todo por la presencia de la Iglesia
Católica, explícitamente su principal enemigo en este aspecto. Por lo tanto proponía

177
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

programas de control de la natalidad que incluyera el aborto, la esterilización y el uso


masivo de anticonceptivos.

Previniendo una resistencia por parte de los países mas pobres, proponía que la
ayuda alimentaria y tecnológica para estos países se condicionara a la aplicación de
programas de control de la natalidad. Sumido en una especie de frenesí salvacionista,
proponía incluso que se cambiaran las fronteras de los países subdesarrollados para separar
a aquellas poblaciones que se avinieran a los programas propuestos, dejando aislados y
abandonados a su suerte a los demás.

Su obsesión demográfica lo llevaba a tratar de establecer el óptimo de población del


mundo, que establecía curiosamente como “..aquel que permita a cualquier individuo
estar tan acompañando o tan solo como quisiera”. Este tipo de conceptualizaciones, por lo
ingenuas que parezcan, son características de muchos de los primeros catastrofistas que,
provenientes de las ciencias naturales, desconocían (y despreciaban) la larga tradición de
las Ciencias Sociales y las Humanidades. Esto quitaba todo límite moral o ético a sus
trabajos, en los cuales podían impunemente proponer acciones autoritarias, coercitivas o
simplemente genocidas.

Una curiosa característica de los trabajos de Ehrlich es la utilización acrítica y


desordenada de todo tipo de información y conceptos, mezcla de la cual pocas veces salen
conclusiones relativamente bien fundadas. Por ejemplo, hace una correcta estimación de
los problemas que en los países subdesarrollados han traído las fronteras marcadas por los
imperios coloniales, pero a continuación desprecia olímpica y racistamente la opinión de
los habitantes de estos países, a los que debe obligarse a comportarse de acuerdo a lo que
Ehrlich considera “racional” (esto es, ignorando su voluntad y su cultura). Escudándose en
una posición teóricamente objetiva y científica, Ehrlich promovía la aplicación de medidas
que hubieran hecho avergonzar a Adolfo Hitler…De la misma manera, proponía una
estricta planificación en el uso de los recursos naturales y los efectos de la degradación
ambiental y la creación de instituciones supraestatales para llevar a cabo el control de esto
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

(lideradas por los EEUU, ciertamente). Pero paralelamente, instaba a la determinación de


parámetros de uso de los recursos y comportamiento demográfico por parte de una especie
de “elite ilustrada”, que nunca terminaba por definirse pero que se podría sospechar como
la formada por los que compartían sus ideas. De hecho, inmediatamente a la edición de su
libro Ehrlich se lanzó a la formación de un grupo de opinión algo ingenuamente llamado
“Crecimiento Poblacional Cero”

“La batalla para alimentar a la humanidad ya terminó. En las décadas de los ´70 y ´80
cientos de millones de personas morirán de hambre, a pesar de los programas urgentes
que están siendo desarrollados. En este momento ya es muy tarde para prevenir un
sustancial aumento en la tasa mundial de mortalidad, aunque muchas vidas pueden ser
salvadas aplicando drásticos programas para aumentar la capacidad de carga del
planeta , mediante el aumento de la producción de alimentos y la búsqueda de una forma
mas equitativa de distribución de los mismos. Pero esos programas pueden ser exitosos
solamente si son acompañados por firmes y eficientes esfuerzos para controlar el tamaño
de la población… Debemos controlar nuestra población, a través de cambios en los
sistemas de valores si eso es posible, pero mediante métodos compulsivos si fallan los
voluntarios… Debemos establecer y apoyar programas en los países subdesarrollados que
combinen el desarrollo agrícola ambientalmente adecuado con el control de la
población…Es necesario remarcar que ningún cambio de valores o tecnología puede
salvarnos a menos que se logre un control sobre el tamaño de la población humana. Las
tasas de natalidad deben balancearse con las de mortalidad o la humanidad de
autodestruirá. No podemos darnos el lujo de tratar simplemente los síntomas del cáncer
del crecimiento demográfico, es el cáncer mismo el que debe ser extirpado”
Paul Ehrlich La bomba demográfica, Pags. 1 y 2
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
Los trabajos de Ehrlich tuvieron una enorme repercusión en el mundo desarrollado
(y en algunos sectores de la sociedad en los subdesarrollados) y fueron responsables por la

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

creación de una especie de “sentido común” con respecto a la relación


sociedad/ambiente/recursos que todavía subsiste.

En este sentido tuvo la ayuda de Garret Harding, un zoólogo y biólogo


norteamericano que en 1968 publicó en la prestigiosa revista Nature un artículo llamado
“La tragedia de lo común”, que si bien no tuvo la repercusión masiva del libro de Ehrlich,
fue reeditado en numerosas oportunidades. En este trabajo Hardin se refería al problema
del uso de los recursos comunes (que en este caso ejemplificaba con un campo fiscal
utilizado por varios ganaderos para pastorear sus animales). Según Hardin,
indefectiblemente cada uno de los usuarios de esos recursos comunes iba a intentar
maximizar los beneficios que obtenía de los mismo. Esto, multiplicado por el número de
usuarios, daba como resultado la degradación del recurso (en este caso, de las pasturas).
Este problema solamente podía ser evitado, según este autor, mediante la privatización del
recurso, ya que era la racionalidad privada la que podía dar como resultado un uso racional
del mismo.

Hardin extendía la idea de “lo común” no solo a los recursos territorialmente


definidos, sino también a otros ámbitos como los lugares públicos y, mediante un curioso
pase de magia, a la población. Así como veía que la solución para los recursos comunes
era la privatización, la solución para el incontrolable y desastroso crecimiento poblacional
era el control de este crecimiento fuera de la voluntad individual. Según Hardin “..la única
posibilidad de preservar y alimentar otras libertades mas valiosas es abandonado la
libertad para procrearse”. En trabajos posteriores, y llevado por un ímpetu salvacionista
similar al de Ehrlich, Hardin propondría para el control de la población medidas cada vez
más extremas, que incluían el aislamiento de las poblaciones que no aceptaran ser
controladas e incluso la guerra. Debido a estas posiciones tan extremas (en el
ambientalismo es muy común este afán por epater le burgeois), el aporte de Hardin tuvo
mucha mas repercusión en su faz ambientalista que en la poblacional, demostrando tal vez
la capacidad de discriminación de su publico.

180
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Si bien las ideas de Ehrlich y Hardin se propagaron muy rápidamente, no dejaron de


aparecer críticos a las mismas. Tal vez la más importante en su momento fue la de Barry
Commoner, que publicara en 1971 un libro llamado “El circulo que se cierra”, donde si
bien admitía el peligro latente de la degradación ambiental (para muchos fue el “fundador”
del ambientalismo) no se refería al crecimiento de la población como el responsable ni
parecía especialmente preocupado por la capacidad humana de producción de alimentos.
Para Commoner el problema radicaba esencialmente en la sociedad y no en la naturaleza,
y dentro de aquella en dos problemas: la desigual distribución de los beneficios y la
incapacidad (o desinterés) para crear tecnologías ambientalmente no agresivas. Cuando
Commoner, un biólogo por formación, se embarca en reflexiones económicas, lo hace con
mucho respeto por esa disciplina, lo que es notable teniendo en cuenta la actitud que a ese
respecto tomaban tanto Ehrlich como Hardin. La posición humanitaria de Commoner
sobre la necesidad de globalizar los conocimientos y compartir sus beneficios y su abierta
oposición a tomar al crecimiento demográfico como responsable trajo como consecuencia
un largo e inconcluso debate con Ehrlich, el primero de los muchos que existirían en el
futuro.

Los límites del crecimiento

Si bien los trabajos de Ehrlich y Hardin tuvieron mucha repercusión, aun cuando
con el tiempo sus predicciones probaron ser totalmente erróneas (las hambrunas no
tuvieron ni remotamente lugar, la capacidad de producción de alimentos aumentó y
finalmente la velocidad de crecimiento demográfico comenzó a disminuir), las posiciones
catastrofistas recibieron un fuerte espaldarazo con la aparición, en 1972, del libro “Los
limites del crecimiento”, escrito por Donella Meadows y varios otros autores
pertenecientes al influyente Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). A estos
científicos el Club de Roma, una institución no gubernamental internacional que manejaba
fondos provenientes de los grandes capitales industriales europeos y que estaba interesada
en el futuro del desarrollo, le habia encargado la construcción de un modelo del futuro del
Mundo. Este pedido se realizaba, diríamos, en el momento justo y en el lugar adecuado,
181
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

dado que la metodología de construcción de modelos estaba en ese momento en pleno


auge y su contraparte tecnológica, los sistemas de computación que permitían la enorme
cantidad de cálculos que esos modelos requerían, estaba creciendo tambien rápidamente en
los países desarrollados.

La idea del uso de un modelo para explicar el comportamiento de prácticamente


cualquier fenómeno proviene del reconocimiento de la incapacidad del hombre para
comprender y medir todos los elementos de ese fenómeno (o de la realidad, si queremos
ser amplios). Para evitar ese problema, lo que se hace es elegir los elementos que se
consideran más importantes para explicar ese funcionamiento, desestimando los otros, que
no se toman en cuenta. Un modelo es, entonces, una abstracción de la realidad que parte
del supuesto que esa realidad se puede explicar eligiendo solo algunos de sus elementos
componentes. Todo modelo tiene dos debilidades básicas: una que podemos considerar
subjetiva a la persona o personas que arman el modelo, y que es su capacidad para elegir
aquellas variables que realmente explican el funcionamiento del fenómeno. Si esa
capacidad falla o no existe, se pueden tanto introducir en el modelo elementos irrelevantes
como dejar fuera de el aquellos que si lo son. La segunda debilidad esta en la posibilidad
de que, una vez que el modelo se ha puesto en funcionamiento, sea posible traerlo de
vuelta a la realidad o, dicho de otra manera, aplicarlo.

Cuando los modelos son muy complejos, porque incluyen muchos elementos
(llamados “variables”), estos se analizan en su comportamiento temporal y además se
considera que el funcionamiento de una variable afecta a todas las demás (lo que
multiplica las posibilidades de variación), es necesario utilizar computadoras para efectuar
todos los cálculos necesarios. Justamente este tipo de modelos, llamados “de simulación”
por constituirse en una especie de ensayo de la realidad, fue el utilizado por el MIT.

El objetivo del modelo era definir “los límites y obstáculos físicos del planeta para
la multiplicación de la humanidad y la actividad humana”, tal cual se explicitaba en el
principio del libro. La preocupación por definir estos obstáculos y límites se metaforizaban
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

con la imagen de una laguna que comenzaba a ser invadida por plantas acuáticas. Los
autores se preguntaban: cual es el momento adecuado para iniciar el control del
crecimiento de esas plantas? Si consideramos que, tal como la población humana, las
plantas acuáticas crecen a un ritmo exponencial y suponiendo que la laguna tiene 100
hectáreas, si en el primer día que nos dimos cuenta de la presencia de las plantas estas
cubrían 1 ha, la día siguiente cubrirán 2, al otro 4, al siguiente 8 y asi sucesivamente. Pero
si recién nos preocupamos el día que vemos cubierta la mitad de la laguna, será demasiado
tarde para tomar medidas, porque al día siguiente la laguna ya estará totalmente cubierta.
Volviendo de la metáfora al mundo real, Meadows y sus coautores decían que habia que
tomar medidas lo antes posible, porque nos estabamos acercando al penúltimo día. Y esa
fecha solamente podía ser científicamente determinada aplicando un modelo de simulación
de todo el sistema mundial.

El modelo consistía en relacionar cinco diferentes variables que se pensaban


fundamentales y que funcionaban en forma interrelacionadas, proyectándolas hacia el
futuro teniendo en cuenta su tendencia desde principios de siglo hasta 1970, fecha en la
que construyera el modelo. Esto es, el modelo en principio no preveía cambios en esas
tendencias fuera de la propia interrelación de variables. La lógica predictiva del modelo
era la siguiente: como se pensaba que esas variables estaban relacionadas, después de
realizar una “corrida” (eso es, hacer funcionar el modelo en una computadora) que no
previera sino la evolución “normal” de los factores (sin que estos se modificaran
voluntariamente), se iban a ir introduciendo modificaciones en las diferentes variables para
ver como las otras “respondían” a esos cambios.

El modelo, como se puede ver, era esencialmente inductivo, esto es, no se proponía
una “meta” (cosa que fue luego muy criticada) sino que preveía el comportamiento del
sistema sin pensar que este necesariamente llegara a algún fin especifico.

Los factores que se tenían en cuenta eran cinco: crecimiento de población,


producción industrial, producción de alimentos, contaminación ambiental y uso de los
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recursos naturales no renovables. Cada uno de esto factores tenía una dinámica que se
caracterizaba por el accionar de circuitos positivos y negativos (por ejemplo, la población
crecía por los nacimientos y decrecía por las muertes, o la industria crecía por la aplicación
de inversión pero decrecía por el desgaste o la depreciación del equipamiento) y a su vez
tenía limites inferiores y superiores, algunos de tipo físico (por ejemplo, la explotación de
recursos naturales no renovables tenía como limite su propia existencia) y otros de tipo
económico (el limite del crecimiento industrial se ubicaba en el momento cuando los
bienes producidos eran tan caros que no podían ser consumidos).

Las conclusiones a que llegaba el trabajo era que si se mantenía la tendencia de los
cinco factores, se alcanzaría el límite del crecimiento dentro de los 100 años siguientes,
debido a un súbito e incontrolable descenso de la población y la producción industrial.
Pero advertía que era posible alterar esas tendencias y establecer una condición de
estabilidad demográfica, económica y ambiental. De donde salían estas conclusiones? del
análisis de las diferentes corridas del modelo (Gráficos).

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

La primer corrida presuponía que todos los factores crecían al mismo ritmo que
habían tenido desde principios de siglo. Si esto sucedía, en primer lugar el crecimiento
industrial llevaría a la extinción de los recursos naturales no renovables. La consiguiente
declinación industrial llevaría a la reducción de la producción de insumos para la
agricultura y los servicios de salud, lo que a su vez desembocaría en una declinación de la
población. Para el siglo XXII, todos los factores habrían dejado de crecer.

Como el factor “responsable” del inicio del colapso era la declinación de los
recursos naturales, en la segunda corrida se presuponía que este reducción de recursos se
solucionaba mediante el avance tecnológico. Pero entonces, el crecimiento industrial tenia
como consecuencia una fuerte contaminación ambiental para el año 2050, lo que unido a
la declinación de la producción agrícola llevaba a la declinación demográfica.

La tercer corrida solucionaba el problema de los recursos naturales mediante el


avance tecnológico dirigido al uso más eficiente de combustibles y la invención de
energías no contaminantes, lo que prácticamente hacía inacabable la reserva de recursos
naturales no renovables. Esto solucionaba el problema solo momentáneamente, dado que a
la larga otra vez la contaminación desataba una crisis alimentaria y luego demográfica.
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Por lo tanto la cuarta corrida controlaba la contaminación mediante la aplicación de


técnicas tales como el reciclado y el uso de energías alternativas, lo que permitía una
continuación del crecimiento industrial. Pero esta vez la crisis llegaba desde otro factor,
dado que la superficie agraria de la tierra era totalmente utilizada debido al crecimiento
económico y demográfico y finalmente la población declinaba por la falta de alimentos.

Controlando en la próxima corrida el problema de la producción de alimentos


mediante la presunción de que la productividad agrícola se multiplicaría, a la larga se
producía un aumento incontrolable de la contaminación y por ende la declinación de la
población.

La sexta corrida presuponía que la población tomaba medidas para autocontrolar su


crecimiento, pero esto solamente posponía por un tiempo la crisis alimentaria. Finalmente,
la última corrida proponía la adopción conjunta de todas las medidas de control sobre
todos los factores. Curiosamente, esto no prevenía la crisis, que se producía
inevitablemente.

Ante la segura posibilidad de la catástrofe, los autores de los “Limites del


crecimiento” proponían un mundo que ellos llamaban de “crecimiento 0”, esto es, que se
pusiera como objetivo no solo una población estabilizada en su tamaño, sino también una
economía que cesara de crecer en su producto y en su inversión. Solamente esto podía
alejar el problema de la extinción de recursos, el hambre y la degradación ambiental.

El modelo del MIT atrajo una lluvia de criticas y alabanzas, se tradujo a más de 20
idiomas y fue un verdadero éxito editorial, ya que vendió en todo el mundo más de 10
millones de ejemplares. Fue continuado con una serie de replicas, tanto desde el campo
científico (por ejemplo, la Universidad de Sussex en Inglaterra y la Fundación Bariloche
en Argentina desarrollaron modelos alternativos) como del político, pero ninguna alcanzó

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el éxito y la difusión del trabajo de Meadows, tal vez por cumplirse el viejo dicho que toda
noticia, para ser creíble, debe ser necesariamente mala...

Como lo señalaron muchos de sus críticos, el modelo del MIT partía de algunos
supuesto demasiado fuertes, que ponían en tela de juicio su capacidad predictiva. Entre
estos supuestos estaba la idea de la búsqueda de un equilibrio como estado ideal del
sistema, la inmovilidad política de todo el modelo (esencialmente conservador), la idea
subyacente de un mercado eficiente en su capacidad de asignación de recursos y la
apreciación de la existencia de recursos renovables que realmente se renovaban. Por otra
parte, era un modelo global que consideraba a todo el mundo como un solo sistema, lo que
si bien podía ser correcto en el muy largo plazo, en la realidad no se compatibilizaba con
un mundo fuertemente fragmentado en países y regiones de mayor o menor poder
adquisitivo, diferentes culturas, diferentes dotaciones de recursos naturales y diferentes
sistemas políticos.

Explícita o implícitamente, el modelo del MIT, con todo su pesimismo, le daba a los
Profetas de la Catástrofe la pátina de seriedad académica que tanto necesitaba el
tremendismo de Ehrlich o la crudeza social de Hardin. Fue también el primer documento
académico en el que se basara el ambientalismo (o por lo menos para parte de él) y de allí
que hoy, a casi treinta años de su publicación y cuando los propios hechos han demostrado
la escasa capacidad predictiva del modelo, todavía sigue siendo considerado como una
piedra fundamental en el proceso de concientización ambiental.

Un continuador, tal vez más moderado que Ehrlich y Hardin en sus expresiones y
con mayor énfasis en los problemas estrictamente ambientales es Lester Brown, uno de los
autores más citados en los últimos veinte años. Desde el WorldWatch Institute publica
anualmente un “Estado del planeta”, que se traduce a varios idiomas. Este es en realidad
no una acumulación de información objetiva, sino una serie de artículos que año a año van
tocando temas tan dispersos como la energía eólica, el estado de las pasturas del mundo, la

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deforestación o la contaminación ambiental, siempre con un gran énfasis en la protección


ambiental.

A partir de los catastrofistas “clásicos” como los que hemos visto, la catarata de
literatura sobre el tema ambiental ha sido realmente gigantesca y se ha ampliado a
prácticamente todos los países del mundo. Resulta una tarea imposible tratar de evaluar
esta gran masa de trabajos, pues ninguno ha llegado a tener la relevancia o el impacto que
en su momento tuvieron Carson o Ehrlich, que todavía pueden nombrarse como los
precursores. Pero si vale la pena detenernos un poco en la otra vertiente de los
investigadores preocupados por la relación entre la sociedad y el ambiente, aquellos que
podemos calificar como los “optimistas”.

Los optimistas

No siempre el avizorar los problemas que implica la difícil relación entre la


sociedad y el ambiente tiene que dar como resultado una predicción catastrófica. Esto se
demuestra por la apreciable cantidad de trabajos que los últimos años han mantenido una
visión más optimista de las cosas. Pero, vale la pena decirlo, estos trabajos han tenido una
repercusión mucho menor que la que tuvieron y tienen los catastrofistas y, en buena
medida, los ambientalistas. El porque de esto lo analizaremos en detalle en el próximo
capitulo, pero para dar una idea del pensamiento positivo en el tema, es suficiente con que
analicemos tres de sus exponentes mas conocidos.

Hacia fines de la década del ´70, y en medio de la euforia catastrofista, se publicó un


libro que intentaba ir por otros senderos. Respondía al extraño nombre de “Gaia, una
nueva visión de la vida sobre la Tierra”, siendo Gaia el nombre que los griegos daban a la
diosa que representaba la Tierra. Su autor, James Lovelock, un biólogo de conocida
trayectoria, desarrollaba en ese libro una hipótesis cautivante por lo novedosa. Para
Lovelock, todo el mundo funcionaba como un solo ecosistema, integrado, interrelacionado
y autoregulado. Nada de lo conocido estaba fuera de ese sistema y no existían cosas tales
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

como lo artificial separado de lo natural y hasta la contaminación se tomaba como parte de


ese ecosistema. Para reforzar su teoría, y partiendo de un detallado análisis de la
composición gaseosa de la atmósfera, Lovelock sostenía que no solo toda la biosfera
formaba un solo sistema, sino que este sistema de autoalimentaba, ya que la presencia de
oxigeno en la atmósfera estaba relacionada con la actividad fotosintética de los vegetales.
La hipótesis era atrayente: un solo mundo, autosuficiente e integrado y el hombre como
parte de ese mundo.

Lovelock no utilizaba ninguno de los fosforescentes carteles del catastrofismo ni


preveía ninguna catástrofe en particular. Simplemente, abogaba por un uso integrado del
ambiente y para eso traía teorías desde la física y la química, hablaba de termodinámica y
no de hambre, de entropía y no de catástrofes. Sus obras no eran fáciles de leer y estaban
teñidas por una suerte de mirada nostálgica y pacifica. Tal vez por esto, la teoría GAIA fue
y es muy utilizada por los movimientos “hippies”, por los pacifistas y los que veían una
salida en la vuelta a la naturaleza. Pero también sirvió para abonar las teorías mas
radicalizadas del ambientalismo “profundo”, como veremos en el próximo capítulo.

El problema fundamental es que la teoría GAIA, por su propia escala planetaria, es


en la practica imposible de probar (o, de hecho, de probar lo contrario!!), por lo que ha
quedado como una idea que debe aceptarse como un acto de fe, y esa perspectiva es la que
parecen tomar sus seguidores, produciendo una serie de trabajos repletos de buenas
intenciones, de dudosa practicidad. Comparándolos con los catastrofistas, que justamente
no parecían tener buenas intenciones, es un paso adelante….

Totalmente diferente es el caso de las teorías que hacia fines de la década del 60
produjo, con menos alharaca pero mayor rigor científico, la antropóloga danesa Ester
Boserup. Esta se dirige no ya al problema ambiental, sino a la relación entre la sociedad y
su capacidad de producir alimentos. Es, en realidad, uno de los intentos mas serios de
contradecir las hipótesis maltusianas. Sin embargo, y por haberse mantenido en un nivel

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estrictamente académico, no entro en contradicción publica con las posiciones


neomalthusianas de Ehrlich o Hardin.

Para Boserup, el crecimiento de la población era una condición necesaria para que la
sociedad avanzara tecnológicamente. Desde su punto de vista, el cambio tecnológico era
un respuesta que daba la sociedad al crecimiento de sus necesidades y sobre todo las
nacidas de su creciente número. Por ende, el crecimiento de la población se tomaba como
beneficioso y necesario, antes que como negativo o prescindible.

Para probar esto, Boserup tomaba como ejemplo la respuesta agrícola al crecimiento
de la población, basándose tanto en fuentes históricas como en observaciones etnográficas
del momento. Según esta autora, a cada avance del tamaño de la población, y por ende
ante una mayor necesidad de producción de alimentos, las sociedades agrarias respondían
con un cambio tecnológico, que se resepresentaba en una modificación del sistema de
barbecho (se conoce como barbecho al período que los agricultores dan a la tierra que
trabajan para que esta recupere sus nutrientes). El barbecho habia comenzado por ser un
periodo muy largo, donde después de deforestar y utilizar un terreno por algunos años, el
agricultor se movía a otro y dejaba que en el anterior se restableciera la vegetación original
completa, la cual se encargaba de recuperar la capacidad productiva del suelo. Recien
después de muchos años volvía el agricultor a ese mismo terreno, para reiniciar el ciclo.

Pero cuando la población empezaba a crecer, las tierras se hacían mas escasas y ya
no se las podía dejar tantos años en descanso. Esto significaba que el barbecho era mas
corto, y solamente se dejaban crecer los arbustos antes de volver a cultivar la tierra. Ante
un nuevo aumento de población, otra vez el barbecho se acortaba, pero esta vez se
acompañaba con la utilización de abonos animales y vegetales. Los ciclos se iban
acortando hasta que el barbecho se transformaba en un corto periodo de descanso entre
cosecha y cosecha y las nutrientes del suelo eran aportadas fundamentalmente por los
abonos. A lo largo de todo ese largo ciclo, la población habia podido ser alimentada y la
tierra no había perdido totalmente su capacidad productiva.
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

La hipótesis de Boserup era una respuesta a las que sustentaba Malthus y permitían,
si el ejemplo agrícola se extendía a otros ámbitos, cifrar esperanzas en la capacidad
tecnológica de la sociedad para solucionar sus problemas alimenticios. Es verdad que la
hipótesis de Boserup se aplicaba solamente a las sociedades agrarias y tenia el problema
de considerar al mundo como fragmentado en unidades cerradas. En la práctica, lo que
sucedía muchas veces cuando comenzaban a suceder problemas en el campo, la opción
tomada era la emigración (lo que en términos maltusianos era una forma de descompresión
demográfica).

Un autor sumamente prolífico y que se opuso públicamente a los planteos de


Ehrlich y Hardin fue Julián Simon, conocido sobre todo a través de su libro “El último
recurso”, aparecido en 1981. Aquí encontramos un conflicto muy demostrativo de las
diferentes visiones que pueden tener disciplinas de campos distintos. Julián Simon es un
economista, mientras que los catastrofistas son originalmente científicos naturales. La
agudeza de Simon consiste en no caer en la trampa de lo que se conoce como
“reduccionismo”, esto es, reducir a los términos de una disciplina o de una idea los
elementos de le realidad (que es lo que en la práctica hacia Ehrlich). Simon discute la idea
de la inevitable catástrofe alimentaria y ambiental invirtiendo los términos de la discusión
y llevándola al terreno económico. Para este autor el crecimiento de la población – tal
como era para Boserup – no solo es necesario sino que también es esperable para mejorar
la situación social. Descree totalmente de los límites que se imponían Meadows y sus
colegas al crecimiento industrial y tecnológico y avizora un mundo futuro donde el
crecimiento de la población se reduzca naturalmente, cuando esta haya alcanzado el nivel
de consumo adecuado.

La polémica entre Ehrlich y Simon tuvo un vuelco inesperado cuando en 1980


Simon públicamente le hizo una apuesta a Ehrlich. Esta apuesta consistía en constatar si
diez años más tarde el precio en el mercado internacional de ciertos minerales (cobre,
cromo, níquel, estaño y tungsteno) había subido (como sostenía Ehrlich, dado que la
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

tecnología no había sido capaz de balancear las escasez natural del recurso) o bajado, que
era la posición de Simon, totalmente contraria en su razonamiento. Cuando llegó el
momento, se pudo constatar que el precio de esos metales había descendido en un 50%.
Ehrlich no tuvo más remedio que pagar la apuesta, aunque esto para nada significó que
modificara sus ideas.

La latente polémica entre catastrofistas y optimistas continuó y continúa, pero tiene


una debilidad de fondo: ambos contendientes usan con toda libertad cifras que abonan sus
respectivas posiciones, aun cuando son contradictorias entre sí. Para el espectador, esto
genera una fuerte confusión, dado que no tiene elementos para controlar el uso de esos
datos. El resultado es que la mayor parte de las veces unos y otros terminan convenciendo
a la gente más por la fuerza de sus palabras que por sus datos. De esa forma, los adeptos a
una y otra causa parecen más conversos religiosos que individuos racionales, adoptando
las diferentes posiciones por un acto de fe antes que por un proceso de raciocinio.

Los informes internacionales

En paralelo a la creciente influencia y popularidad de los trabajos que tomaban una


veta pesimista sobre los temas socio-ambientales, fueron apareciendo otros originados en
lo que podríamos llamar la “comunidad internacionalista”. La mayor parte estaban
relacionados con la creciente injerencia de las Naciones Unidas en el tema ambiental
(como analizaremos con más detalle en el capítulo siguiente). El primer trabajo de este
tipo fue el preparado por Barbara Ward y Rene Dubos para la Conferencia del Medio
Ambiente de Estocolmo y tenía un título sugerente: "Una sola Tierra". Tomaba una
posición pesimista y hacia una detallada descripción de los problemas ambientales, tanto
en los países desarrollados como en los subdesarrollados. A pesar de su relativo éxito,
tenía un problema similar al que encontrarían otros textos como este: por provenir de una
institución internacional, su estilo tenia que necesariamente ser muy cuidadoso,
impersonal, no podía ubicar claramente responsables (el mismo titulo del libro
implícitamente disolvía los problemas en una suerte de “globalización”) y no podía
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

recomendar medidas a tomar que no fueran aceptables para todos los países. El resultado
es un catálogo fundamentado de buenas intenciones, que por no proponer soluciones
concretas mas allá de la retórica general, se convierte de hecho en otro título catastrofista.

El segundo texto importante fue lo que se conoce como el “Informe Brandt”, por
haber sido el ex canciller alemán Willy Brandt el director de la investigación. Su
verdadero titulo es “Norte/Sur: un programa por la supervivencia” y tiene la virtud de, por
primera vez, realizar un vínculo explícito entre los problemas ambientales y los del
desarrollo. Eso lo llevaba a ser mucho mas enfático en su diagnóstico y en la
determinación de una cadena de responsabilidades que relacionaba la pobreza, la
contaminación y el mal uso de los recursos naturales. Tal vez por eso, su impacto fue muy
relativo y de hecho las Naciones Unidas jamas lo adoptaron como un “libro sagrado”, tal
cual hicieran con el anterior.

El paso posterior fue la aparición en 1987 del resultado del trabajo de una comisión
encabezada por Go Harlen Bruntland, ex Primer Ministro de Noruega, que produjo el libro
“Nuestro futuro común” (mas conocido como “Informe Bruntland”), destinado a servir
como plataforma para la reunión de Río de Janeiro de 1992. Es un informe de similares
características al de Ward y Dubos en cuanto adopta una visión global. En este caso se
hace menos hincapié en la información y más en el tema de las relaciones entre ambiente y
sociedad, mediatizadas por los problemas sociales (sobre todo la pobreza). Pero mantiene
la debilidad estructural de una excesiva cautela, la definición de problemas sin una
corporización geográfica clara y, sobre todo, de la formulación de soluciones mas retóricas
que practicas. Su mayor importancia es la de haber definido el termino "desarrollo
sostenible" y abrir a partir de allí una larga polémica sobre este tema, el cual tocaremos en
el capitulo 9.

Ninguno de los vaticinios de los pesimistas se ha cumplido: por ejemplo, no ha


habido grandes hambrunas sino las que resultan de los problemas políticos y las guerras, la
India, aquella gran enemiga de Ehrlich, paso de tener un gran déficit alimentario a ser un
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

país exportador de alimentos. A un cuarto de siglo del Informe Meadows, ninguna de sus
apocalípticas curvas se ha comportado como se habia pronosticado (un nuevo libro de los
mismos autores aparecido a principios de lo ´90 oscilaba entre tratar de confirmar esas
predicciones y justificar su fracaso). Nada de eso ha tenido como consecuencia una
disminución en el interés por el tema - muy por el contrario -. Errados o no, los
catastrofistas abrieron la caja de pandora del ambientalismo.

Bibliografía recomendada

Boserup, E. Las condiciones del desarrollo en la agricultura. La economía del cambio


agrario bajo la presión demográfica, Tecnos, Madrid, 1967.
Brown, L. et al La salvación del planeta, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1992.
CMMAD Nuestro Futuro Común, Alianza Editorial, Madrid, 1988.
Ehrlich, P. y Ehrlich, A. Población, recursos y medio ambiente, Omega, Barcelona, 1975.
Le Bras, H. Los límites del planeta. Mitos de la naturaleza y de la población, Ariel
Geografía, Ariel, Barcelona, 1997.
Lovelock, J. GAIA: una nueva visión de la vida sobre la Tierra, Ed. Orbis, Madrid, 1986.
Maldonado, T. Ambiente humano e ideología. Notas para una ecología crítica, Nueva
Visión, Buenos Aires, 1972.
Meadows, D. et al Los límites del crecimiento FCE, México, 1972.
Schumacher, E. Lo pequeño es hermoso, Ed. Blume, Madrid, 1987.
Ward, B. y Dubos, R. Una sola Tierra, FCE, México, 1972.

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Capítulo 8

El ambientalismo: un nuevo paradigma?

Las condiciones iniciales

A partir de mediados de la década de lo ´60 y muy fuertemente en las dos décadas


posteriores, el mundo vio desarrollarse un amplio y confuso conjunto de ideas alrededor
del tema del ambiente y de su relación con las actividades y actitudes de la sociedad. Estas
ideas se corporizaron en un no menos confuso movimiento social y político, que vamos a
llamar provisoriamente “ambientalismo” (es la más común, aunque no la única, de sus
denominaciones), que fue creciendo y expandiéndose tanto en ideas como en lugares.
Comenzó con ciertas características en los países anglosajones, se extendió después en el
resto de los países desarrollados y se volcó, siempre en transformación, posteriormente a
los subdesarrollados. En ese trayecto se fue enriqueciendo con nuevas ideas y conceptos,
pero también se fue fragmentando en diferentes corrientes, dando como resultado final una
gran cantidad de movimientos que casi lo único que tienen en común es la preocupación
por su objetivo final: las relaciones socio-ambientales.

Como ya dijimos, también en algún momento el objetivo de los movimientos y las


características de los mismos se fueron confundiendo, hasta que ecología, ambiente y
problemas ecológicos se volvieron casi términos intercambiables y disciplina y objeto de
estudio se mezclaron en el lenguaje cotidiano. Justamente una de las características más
particulares del fenómeno ambientalista (y tal vez su mayor triunfo) es que ha pasado a
ocupar un lugar en el sentido común de la gente, es parte de lo cotidiano (por lo menos
como retórica), infaltable en las proclamas políticas y referencia obligada en el discurso
público de los empresarios. Todos parecemos o queremos ser ambientalistas o ecologistas,
tanto es asi que le hemos asignado un color a esa idea y así como el socialismo es rojo, el
fascismo pardo y el anarquismo negro, el ambientalismo es verde. Pero ante tanta

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confusión, puede tener alguna utilidad tratar de ordenar y clasificar sus características y
para eso lo mejor es partir de las circunstancias originales que dieron lugar a su aparición.

Qué particularidades históricas y que contexto social dieron lugar a que, por
ejemplo, en abril de 1970 300.000 personas participaran en EEUU en el primer “Día de la
Tierra?”. Podemos tratar de enumerar y desarrollar algunos de estos factores.

En primer lugar tenemos la popularización de los textos que ya analizáramos en el


capitulo anterior, manejados como objetos de consumo por agencias de relaciones públicas
y publicitados por todos los medios masivos de comunicación que ya poblaban el planeta.
Las sombrías predicciones de Ehrlich o Meadows, por encima de su seriedad o
verosimilitud, tuvieron la capacidad de crear un sentido común alrededor de la pretendida
catástrofe maltusiana.

Los países desarrollados veían crecer a su población empujada por el famoso “baby
boom” de la posguerra y los subdesarrollados adquirían velocidades de crecimiento
demográfico inusitadas a partir de aplicación de unas pocas medidas sanitarias básicas, tal
como la eliminación de las enfermedades endémicas (malaria, viruela, tuberculosis) por la
aplicación masiva de los nuevos remedios y los nuevos pesticidas. La interpretación
catastrofista parecía plausible y digna de ser apoyada. Al mismo tiempo, junto con la
popularidad de Raquel Carson, esos mismos autores dirigieron la atención del público a
los temas que podemos llamar muy ampliamente ambientales. Pero para que eso pasara,
también tuvieron lugar otro tipo de factores, que podemos agrupar en varios conjuntos: los
sociales, los económicos, los desastres ambientales y el contexto internacional y político.

Desde el punto de vista social, es en ese momento donde comienzan a crecer los
problemas urbanos, relacionados a la gran migración del campo a la ciudad y la expansión
acelerada de las grandes ciudades. Aparecen (o se hacen mas visibles) los problemas de
hacinamiento, transporte, fragmentación social y territorial (la palabra “ghetto” pasa a
tener un significado mas amplio), inseguridad y tambien de contaminación. La metáfora
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urbana del momento no es la alegre París, sino las sórdidas calles de Nueva York o la
atmósfera contaminada de Los Angeles. En contra de esto, el ambientalismo ofrece la
vuelta a una naturaleza limpia, segura y sabia. No parece tener importancia si esta vuelta
es factible o no, lo que importa es tener una nueva ilusión.

Es el momento también de la primer guerra en la historia de los EEUU que no tiene


apoyo popular masivo y la imagen de un avión esparciendo defoliantes en la selva de
Vietnam se graba en la imagen de todo el mundo. Es la primer guerra que ataca
directamente el ambiente…Y como contracara aparece el movimiento hippie, con su ideas
pacifistas, de vuelta a la naturaleza, vida comunitaria y no consumista. El Mayo del 68 en
Francia dispara una serie de revueltas estudiantiles en Europa y América del Norte, que,
entre otras cosas, reclaman por un mundo en paz entre los hombres y con el ambiente. La
Guerra Fría presenta como escenario la multiplicación de pruebas atómicas: primero el
horror de Hiroshima, pero luego la bomba H en el Pacífico y las pruebas de Inglaterra,
Francia y la USSR. El movimiento antinuclear toma fuerza y produce, en el mediano
plazo, la erradicación de las plantas nucleares en casi toda Europa y detiene su crecimiento
en los EEUU, tal vez hasta ahora el mayor triunfo del ambientalismo.

En África se produce una rápida independencia de la mayor parte de las colonias


que deja al descubierto la magra herencia del colonialismo europeo, y dentro de esta la
feroz expoliación que ha realizado de sus recursos naturales. En América Latina se
multiplica la oposición a la política norteamericana, una de cuyas caras mas conocidas son
las empresas petroleras y bananeras, usualmente poco cuidadosas en su manejo ambiental.

Y finalmente los medios masivos de comunicación bombardean a la población con


mensajes que llevan al creciente consumo de los productos de la “new age”: comidas
sanas, vida al aire libre, deportes…el ambientalismo también puede llegar a ser una
mercancía y las grandes empresas industriales y comerciales se apresuran a declararse
rabiosamente “verdes”.

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Para reforzar las previsiones catastróficas, a lo largo de estas décadas se suceden


graves conflictos, largamente publicitados, que afectan el ambiente y la sociedad: las fallas
atómicas de Windscale en Inglaterra, Three Miles Island en EEUU y Chernobyl en la
URRS; los desastrosos derrames de los barcos petroleros Amoco Cádiz en el golfo de
Vizcaya, Exxon Valdez en Alaska o Torrey Canyon en Escocia; los derrames de las
plataformas petroleras de Santa Bárbara en la costa de California y la del pozo Ixtoc I en el
Golfo de Campeche en México; la atroz contaminación de la bahía de Minamata en Japón
por residuos industriales altamente peligrosos; los desastre industriales de Bhopal en la
India y Seveso en Italia… Todos estos desastres acentúan en la población la idea de la
imperiosa necesidad de proteger el ambiente y tambien protegernos de los efectos
indeseables del crecimiento industrial.

Las profecías catastrofistas tuvieron un inesperado aliado en los países petroleros,


cuando la OPEC declara en 1973 un aumento generalizado en los precios del petróleo, que
desata en todo el mundo una histeria conservacionista por los combustibles. Los recursos
naturales ahora no solo tienen limites físicos, sino tambien económicos y políticos…A
pesar de que las restricciones al consumo de petróleo no duran muchos (los precios
actuales son menores que los de la década del ´60), la sola idea de la posibilidad de sufrir
una crisis en los recursos naturales se hace carne en el sentimiento generalizado.

Un poco más adelante en el tiempo, ya no se encuentra una potencial solución en la


búsqueda de nuevos horizontes ideológicos. La caía del Muro de Berlín y el derrumbe del
“socialismo real” dejan aparentemente sin opciones políticas al mundo y, para colmo de
males, sale a la luz la desastrosa situación ambiental de los que fueran países socialistas.
Quién, si no el ambientalismo, va a salvar al mundo?

La globalización de la economía neoliberal, la paralela debilitación de los aparatos


estatales y la privatización generalizada de los sectores de la economía llevan a la
eliminación de las barreras que limitaban la explotación desenfrenada de los recursos
naturales. Son ahora las multinacionales petroleras, madereras y de agrobusiness las que
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en la práctica dictan las políticas de explotación de los recursos naturales y la regulación


de la degradación ambiental. Los países no desarrollados, relativamente cada vez más
pobres, poco pueden hacer en contra de los conglomerados financieros internacionales.
Todo el mundo habla de la deforestación de Amazonia o de Borneo, pero nadie parece
poder hacer algo para pararla…

En el contexto internacional, a partir de la reunión de Estocolmo de 1972 las


Naciones Unidas lanzan un programa de protección ambiental y se unen al concierto de las
preocupaciones ambientales retóricas, que desemboca veinte años mas tarde en el gran
show internacional de Río, donde las buenas intenciones sobrepasan por mucho a los
programas concretos de acción, que son a partir de allí meticulosamente saboteados por los
países desarrollados.

Y es en este contexto general, sombrío y desencantado donde crece el


ambientalismo, en sus diferentes concepciones. Vamos a encontrar movimientos
ambientalistas que van desde los fuertemente antropocéntricos, basados en la superioridad
“natural” del hombre con respecto a la naturaleza y su necesario destino de organizador y
usuario de la misma; hasta los que buscan una posición ecocéntrica, negándole al hombre
ningún derecho sobre la naturaleza y poniéndolo al mismo nivel que otros seres vivos.
Estas dos posiciones extremas dan como resultado por una parte el ambientalismo llamado
“superficial”, preocupado por los temas ambientales pero adoptando un política de
regulación del uso de los recursos y conservación de la naturaleza desde el punto de vista
de su utilidad para el hombre. En el otro extremo aparece el ambientalismo “profundo”,
que utiliza la hipótesis de GAIA para proponer un hombre totalmente integrado a la
naturaleza, alejado del uso de productos materiales innecesarios, viviendo en comunidades
pequeñas, que no mata animales para comer y respeta todos los integrantes del ecosistema.
Entre la extrema practicidad y la extrema utopía se desarrolla toda una serie de
movimientos que confía en mayor o menor medida en la sabiduría natural para solucionar
la supervivencia humana o en la capacidad del hombre para desarrollar cada vez mas
sofisticadas tecnologías.
199
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Aparecen movimientos llamados “bioregionalistas” que promueven a un mundo


basado en una fragmentación territorial cuyo objetivo sea atenerse estrictamente a la
capacidad de carga natural de los diferentes lugares del planeta, dividiéndolo en unidades
aisladas con un diferente “optimo” de población, renegando del comercio y el intercambio.
Y también crecen los requerimientos del ecofeminismo, que relaciona la predica feminista
con la del cuidado ambiental, otorgándole a las mujeres la suprema sabiduría en el manejo
ambiental (recordemos la imagen femenina de la naturaleza, desde los clásicos hasta
ahora).

Todo este complejo movimiento tiene varias facetas, que trataremos de analizar
separadamente (aunque existe entre ellas una fuerte interrelación). De esta forma veremos
el conservacionismo, los movimientos sociales no gubernamentales, el ambientalismo
gubernamental y burocrático, el político y el ambientalismo en los países no desarrollados.
En el capítulo final haremos una reflexión y un balance de los pros y contras de este
movimiento tan generalizado.

El conservacionismo

Tal vez el antecedente más evidente de las preocupaciones ambientales sea la del
conservacionismo. Este responde a un proceso que comenzó en el siglo pasado en Europa
y los EEUU, ligado a las ideas del romanticismo, la visión estética de la naturaleza y el
encandilamiento por lo “salvaje”. Este proceso tendía a la preservación de lo natural con
fines estéticos y didácticos y buscaba proteger las llamadas “bellezas naturales” (término
que se emplea hasta el presente) y dio como resultado la creación de los primeros parques
nacionales en EEUU hacia la década de 1880. En paralelo comenzó a construirse toda una
institucionalidad alrededor del tema de la preservación, primero con la aparición de las
Sociedades Protectoras de Animales en Europa y EEUU y más tarde con la fundación de
las primeras instituciones ambientalistas no gubernamentales, tales como el Sierra Club de

200
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

California, llamado a tener gran importancia en el movimiento ambientalista


norteamericano.

Por otro lado se desarrollo un movimiento convergente, el llamado


“conservacionismo utilitario” y que surgía tanto de los primeros pasos de la ciencia
forestal, que tenía como objetivo la posibilidad de una explotación sostenible de los
bosques naturales, como de las preocupaciones de los cazadores por la disminución de las
especies que eran el objetivo del así llamado “deporte”. Esta última vertiente, la que
algunos llaman la del “carnicero arrepentido”, tiene una historia que vale la pena
desarrollar brevemente, por sus ramificaciones sociales, económicas y políticas.

La actividad cinegética, ya no como modo de subsistencia sino como actividad


recreativa, acompañó la expansión territorial del colonialismo desde muy temprano.
Cuando los imperios coloniales comenzaron a apoderarse de grandes trozos de Africa,
Asia y América Latina, se encontraron con un fauna rica y variada, mucho más que la muy
agotada fauna europea. La caza, practicada primero por los propios empleados coloniales,
y luego por cazadores visitantes, cumplía con varios fines: era una actividad de alta estima
social tanto en las colonias como en las metrópolis, aumentaba el control social mediante
la separación tajante entre colonizadores que cazaban y nativos a los cuales les estaba
prohibido hacerlo (el blanco era un cazador deportivo, el nativo un cazador furtivo),
complementaba ocasionalmente la aburrida dieta local (y, en el caso africano, se utilizaba
como sistema de patronazgo con las etnias locales, a las cuales se les proveía con carne
proveniente de la caza), reforzaba la figura paternalista del hombre blanco cuando se
trataba de matar animales que afectaban a las poblaciones locales (animales cebados con
carne humana, elefantes y búfalos que pisoteaban los sembrados) y, mas tarde, era un
lucrativo método de aumentar los ingresos, ya sea por la venta de marfil, cueros y trofeos o
por la organización de excursiones cinegéticas.

La imagen de estas excursiones (conocidas por su nombre proveniente de África


Oriental, safari) se hizo muy popular en Europa y los EEUU, desplegando la conocida (y
201
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

no por eso menos racista y colonialista) figura del cazador blanco ayudado por una gran
cantidad de nativos cuya función principal era el de portadores y, en todo caso,
rastreadores. La caza colonial diezmó la fauna de África, la India, Malasia e Indonesia y
muchas veces ese famoso “cazador blanco” era en realidad un desorbitado asesino de
animales, a los cuales mataba por cientos en una sola excursión, sin respetar especie,
tamaño, edad o sexo. América Latina quedo relativamente a salvo de este tipo de
expoliación, por haber adquirido la independencia en tiempos anteriores y por estar, por el
momento, fuera del “circuito” de la caza deportiva (los cazadores de ese tiempo exigían
una serie de comodidades que no existían en este continente).

La sobrecaza colonial produjo una creciente preocupación entre los mismos


cazadores, que veían reducirse su principal recurso y los llevó a imaginar territorios en los
cuales se prohibiera cazar en forma indiscriminada y donde esta actividad estuviera
regulada por las propias oficinas coloniales. Las primeras reservas se crearon en las
colonias inglesas del África del Sur y Oriental hacia fines del siglo XIX, pero enseguida se
expandieron hacia las colonias alemanas y francesas en el mismo continente. En la India
también hubo un movimiento similar, y se crearon reservas de caza en las antiguas tierras
de cacería de los maharajáes (sucedidos por los empleados y soldados coloniales). En un
primer momento éstas eran exclusivamente reservas de caza y solamente para algunas
especies, lo que dio lugar a una refinada clasificación de los animales entre especies
“nobles” que debían protegerse (y cazarse “deportivamente”) y otras especies que se
denominaban “plagas” y que se podían matar libremente. El resultado fue un ecosistema
seriamente desequilibrado, con cadenas tróficas alteradas y pirámides de especies
invertidas, lo que llevaba a la desaparición de las especies nobles por falta de alimento (lo
que justificaba su matanza!!). Algunas especies, como por ejemplo el tigre, a medida que
se acercaba su extinción, pasaban de la categoría de plaga a la de noble. Recién bien
avanzado este siglo las reservas se transformaron en santuarios más completos y la mayor
parte de los safaris se transformaron en excursiones fotográficas. Estas reservas fueron la
base para la posterior formación de los Parques Nacionales.

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Conservacionismo y proteccionismo convergieron para apoyar la formación de la


figura del Parque Nacional, que fue cambiando con el tiempo. Sus orígenes son
fuertemente etnocéntricos y racistas en el caso africano (se pensaban para los blancos y se
prohibía a los nativos que entraran en ellos) y exclusivista en el caso norteamericano,
refiriéndolos a las necesidades de las clases sociales mas altas y a algunos “iluminados”.
Como dijimos, la función principal era la de preservar las llamas bellezas naturales y la
naturaleza prístina (como ya vimos, este concepto incluía la acción de los nativos, a los
cuales se los consideraba parte de esa naturaleza). También deberían cumplir una función
didáctica, mostrando la sabiduría de la naturaleza cuando no era contaminada por el
hombre. Ese concepto excluyente y elitista de la función de los Parques Nacionales fue
cambiando con el tiempo, ante la acción combinada de la presión demográfica y social
(cual es la utilidad de un Parque Nacional que no se puede visitar??) y la aparición de un
interés científico y económico por estas reservas. Va creciendo un turismo asociado a la
contemplación de las bellezas naturales y esos recursos paisajísticos pasan a transformarse
en una mercancía: millones de personas llegan todos los años a los Parques Nacionales
dispuesto a “disfrutar de la naturaleza” pero también a consumir y gastar dinero. Con el
tiempo, la noción de reserva dejó a limitarse a la de Parques Nacionales y aparecieron
otros conceptos más amplios, como los de reserva estricta, monumento natural y área
protegida y el numero de estos fragmentos territoriales protegidos aumentó
considerablemente.

Los primeros Parques Nacionales fueron los norteamericanos, creados en la década


de 1880 (Yellowstone y Yosemite), con un modelo fuertemente proteccionista que se
utilizó luego en todo el mundo. En Canadá se creó el Parque Nacional Banff en 1885 y en
Nueva Zelandia el Tongarino en 1887. En el resto del mundo el proceso fue más lento: por
ejemplo recién en 1925 se creó el Parque Nacional Virunga en el Congo Belga (destinado
a proteger a los gorilas), y el Kruger en Sudáfrica en 1926 (originalmente una reserva de
caza, como la mayor parte de los Parques Nacionales africanos). Recien después de la 2a.
Guerra Mundial se comenzaron a crear los grandes parques africanos de sabana, hoy tan
populares a través de los programas televisivos “ambientalistas”: el Tsavo en Kenya en
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

1948, el Kafue en Zambia y el Serengueti en Tanzania en 1950. La visión


preservacionista tambien influyó para la creación de los Parques Nacionales en América
Latina, comenzando con la creación en 1929 del Parque Nacional Nahuel Huapi en la
Argentina.

Un problema que crecientemente tuvieron los Parques Nacionales en prácticamente


todo el mundo es el difícil equilibrio entre los intereses locales y los nacionales,
expresados por un Parque Nacional, por lo general ubicado dentro de la órbita del
gobierno federal, y un territorio localizado en la órbita de un gobierno provincial o
municipal. Son innumerables los casos de conflictos entre diferentes administraciones,
luchando por determinar no solo los objetivos del Parque, sino tambien el receptor de sus
beneficios. Asimismo, la situación de mantenerse como reserva de recursos que van
adquiriendo cada vez mejores precios por su escasez relativa ha puesto a los Parques
Nacionales a la defensiva ante el empuje de los obrajes madereros, las compañías
petroleras y mineras y los cazadores ilegales.

El conservacionismo y el preservacionismo confluyeron en sus intereses hacia


mediados de este siglo con la fundación en 1948 de la Unión Internacional para la
Protección de la Naturaleza (UIPN), transformada años mas tarde, en 1956, en Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN).
Esta ultima institución cumple un papel internacional muy importante, dado que determina
la categoría de las especies animales con respecto a las posibilidades de extinción o
supervivencia, lo que por lo general genera una legislación conservacionista específica en
cada país. Los problemas financieros de la UICN llevaron cuatro años más tarde a fundar
una institución paralela, el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (mas conocido por sus
siglas inglesas WWF), la más poderosa organización preservacionista de la actualidad.
Esta cuenta con abundantes fondos provenientes de los aportes de cientos de miles de
miembros en todo el mundo y financia proyectos en prácticamente todos los países; siendo
muy conocidas sus campañas para evitar la extinción de distintos animales, como fue la de
“salven al tigre” de la década del 70.
204
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

El objetivo especifico de estas instituciones primero se concentraba en este tipo de


acciones muy específicas, pero luego su interés se fue ampliando al uso de los recursos
naturales (de allí su cambio de nombre) y finalmente a todo el espectro ambiental, si bien
vale la pena decir que el núcleo de su proyectos sigue centrándose en la vida de los
animales salvajes. Como expresión práctica de esa ampliación , en 1980 la UICN, el WWF
y el Programa de la Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA) diseñaron la Estrategia
Mundial para la Conservación, cuyos núcleos eran los proceso ecológicos, la diversidad
genética y el desarrollo sostenible. Todo un largo camino recorrido por el
conservacionismo desde Teodoro Rooselvet, aquel presidente norteamericano de
principios de siglo que proclamaba su amor por la naturaleza mientras posaba junto al
ultimo oso cazado en las Montañas Rocallosas. Y que recordaba con ternura los 500
animales que eliminara durante un safari en el África Oriental en 1909, matanza de tales
proporciones que llegó a alterar nada menos que al solemne gobernador británico.

Ambientalismo, ONGs y partidos verdes en el Norte

La conjunción de los factores que ya analizáramos, junto a la prédica que ya habia


tenido el conservacionismo, hicieron que para fines de los ´60 comenzaran a brotar en todo
los EEUU y en Europa una serie de movimientos ambientalistas. Estos tenían características
muy disímiles, pero en su origen por lo general compartían la particularidad de estar
dirigidos hacia un problema específico, tal como la instalación de una central nuclear, la
construcción de una represa o un bosque amenazado. Esta singularidad acompañó durante
mucho tiempo al ambientalismo de los países más desarrollados.

Desde un principio estos movimientos fueron muy bien manejados tanto en lo que
hace a su imagen pública como a su capacidad para obtener financiamiento. Para algunos lo
que hacían eran aprovechar la característica moral protestante, basada en la idea de lo
correcto, el bien común, la virtud, la individualidad y el aprecio por el aporte económico
modesto pero multitudinario. Los ambientalistas comenzaron a actuar en tres tipos de
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

organizaciones diferentes. Los que abogaban por un ecologismo “profundo” por lo general
despreciaron toda forma organizativa institucional y prefirieron las pequeñas organizaciones
locales, muchas veces formadas a partir de estudiantes universitarios. Estas organizaciones a
veces optaban por retirarse a lugares aislados, donde intentaban reconstruir lo que para ellos
era el modo de vida original de hombre (pequeños grupos aislados, autosostenidos). En otros
casos, optaban por una postura más radicalizada y promovían un rechazo agresivo de la
civilización, a veces llegando a constituirse en grupos terroristas que dieron muy mala fama
al ambientalismo profundo.

Los otros grupos ambientalistas se institucionalizaron bajo lo que luego pasó a


llamarse en todo el mundo “organizaciones no gubernamentales” (ONG). Algunos se
mantuvieron como grupos pequeños y medianos, muy focalizados en intereses locales y muy
específicos. Estos grupos han llegado a tener una gran importancia en EEUU, Canadá y
Europa y se han hecho un importante lugar en la opinión pública, adonde aparecen como la
voz popular que representa los intereses del hombre común. Si bien en su mayoría han sido
grupos de personas pertenecientes a la clase media, en los últimos años ha crecido el numero
de organizaciones ubicadas en áreas de menores ingresos, sobre todo en los barrios urbanos
más pobres, con intereses que están casi siempre ligados a las condiciones ambientales
urbanas.

Algunos grupos de ambientalistas, por diferentes circunstancias, comenzaron a crecer


y tomaron una dimensión primero nacional y luego internacional. Entre estos grupos
podemos nombrar a Greenpeace, Earth First, Amigos de la Tierra o Conservation
International. Tal vez la historia del primero es un buen ejemplo.

Greenpeace nació a principios de los´70 a partir de un grupo de canadienses y


norteamericanos muy activos en los movimientos anti guerra de Vietnam (varios de ellos
vivían en Canadá como forma de evitar en enrolamiento). Todos estaban unidos por la
preocupación por las anunciadas pruebas atómicas que los EEUU iban a realizar en las islas
Aleutianas. A partir de una rápida campaña para obtener fondos, compraron un barco con la
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

idea de dirigirse al lugar de las pruebas y, al ubicarse en el área de radiación, evitar la


explosión. Si bien la prueba finalmente se realizó, la publicidad obtenida fue muy grande y
demostró la eficiencia de la metodología, que Greenpeace volvió a utilizar sucesivamente
para tratar de evitar las pruebas atómicas francesas en el atolón de Muroroa en el Pacifico
sur, la caza de ballenas por barcos rusos en las costas norteamericanas y la matanza de focas
por los peleteros canadienses (en algún momento comenzaron a utilizar tambien botes de
goma, cuya imagen se popularizó rápidamente). No siempre las campañas se desarrollaron
pacíficamente: los peleteros golpearon muchas veces a los ambientalistas y un barco de
Greenpeace fondeado en Nueva Zelandia y que se aprestaba a interrumpir las pruebas
atómicas francesas del Pacifico fue minado en 1985 por buzos militares franceses, con el
resultado de un ambientalista muerto.

La actitud agresiva de Greenpeace y su gran habilidad para las relaciones públicas y el


manejo de los medios de comunicación hizo que adquiriera un gran prestigio en el mundo y
fuera creciendo. A medida que lo hacía, iba fundando nuevas filiales en diferentes países y su
acción se iba pareciendo mas al lobby político que a la “acción directa”. Para 1994 la
institución tenía mas de 1.000 empleados permanentes, miles de trabajadores voluntarios, 6
millones de miembros que aportaban fondos y un presupuesto global de más de 100 millones
de dólares. Su actitud siempre ha sido mas ambiental que social y sus preocupaciones no se
han apartado de las originales, de corte naturalista. Esto no ha dejado de traerle algunos
problemas con los habitantes del Tercer Mundo. Por ejemplo, en un caso reciente en
Argentina intentó parar la construcción de un gasoducto que en su opinión amenazaba el
hábitat del yaguareté o jaguar, sin reparar que en la zona se desarrollaba una antigua disputa
por la tierra entre indígenas y plantaciones azucareras y que los verdaderos enemigos del
animal eran precisamente los indígenas.

En Europa el ambientalismo tuvo una historia similar a la de USA, con la diferencia de


que en esa región se pudieron formar partidos políticos ambientalistas (los llamados
“partidos verdes”). Los movimientos conservacionistas habían tenido mucho auge en Europa
en la segunda mitad del siglo 19, con la formación de numerosos grupos de presión para
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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

controlar la caza de animales. Por ejemplo, fue notablemente efectiva la campaña de los
conservacionistas que se centraban en la protección de los pájaros para parar la matanza que
se realizaba para adornar con plumas los sombreros femeninos. Este no era un problema
menor, dado que se calculaba que anualmente se mataban 2 millones de pájaros con ese fin.
Tambien comenzaron a crecer los movimientos para la conservación de los llamados
“monumentos naturales y culturales” que intentaba proteger tanto los lugares especialmente
bonitos como los edificios importantes. Estos grupos conservacionistas se mantuvieron con
altibajos durante toda la mitad del siglo 20 y todavia son una buena parte del ambientalismo
europeo (en realidad la mayor afiliación ambientalista se ubica en este tipo de movimientos).

En paralelo a este tipo de conservacionismo se desarrolló otro, fuertemente ligado al


que analizáramos con respecto a la caza en las colonias africanas. Este era un movimiento
conservacionista con fines utilitarios y abogaba por la definición de reservas faunisticas. Esta
tradición era ya antigua en Europa, donde los cotos de caza de las familias reales y la nobleza
fueron siempre comunes. Una sola anécdota marca la característica hipocresía de este
conservacionismo: a fines del siglo XIX, la asociación francesa protectora de la fauna
silvestre celebraba cenas para recaudar fondos, donde como plato principal se servían
animales salvajes…

El ambientalismo europeo creció considerablemente a partir de la década del ´60,


cuando se dieron todas las circunstancias que ya mencionáramos al principio de este capítulo
(literatura catastrofista, movimientos estudiantiles, desastres ambientales) ayudados en este
continente por una creciente preocupación por la proliferación nuclear, fruto del desarrollo de
la Guerra Fría. Tambien fue ayudado por la aparición en Europa de movimientos
ambientalistas originados en los EEUU, tales como Amigos de la Tierra, que fundo filiales
en Londres y París en 1970 y Greenpeace, que hizo lo propio en 1977. Junto a estos
aparecieron numerosos grupos locales y nacionales, que tuvieron un notable éxito. Para 1985
los movimientos ambientalistas tenían en Europa 10 millones de miembros, manejaban un
presupuesto de 50 millones de dólares y prácticamente cubrían toda Europa Occidental. Para

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Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

tener idea de su alcance, basta decir que en Holanda el 17% de las personas adultas pertenece
a un movimiento ambientalista.

Las tácticas del ambientalismo europeo son las usuales de este tipo de movimientos:
resistencia civil, mucha exposición en los medios de comunicación masiva, afiliación de gran
cantidad de miembros sin exigirles grandes contribuciones, integración a redes
internacionales de activismo, formación de lobbys muy activos y, en este caso, búsqueda de
poder político directo.

Una característica particular del ambientalismo europeo es su tendencia a la


participación en la lucha política. El Partido Verde inglés se creó en 1973, el alemán en 1980
y luego aparecieron movimientos similares en Francia, Bélgica y España, Italia y casi todo el
resto de Europa. En un primer momento estos partidos tuvieron un éxito considerable, sobre
todo en el nivel regional y local, donde los verdes ocuparon numerosos cargos en las
legislaturas. Más complejo fue el tema a nivel nacional, ya que solamente en Alemania el
partido verde alcanzo a ganar algunos escaños. Pero la participación de los movimientos
amnbientalistas en la política se enfrentó con un problema de difícil solución: el
ambientalismo, como discutiremos enseguida, no es una ideología global y no tiene
respuestas coherentes a los problemas sociales, económicos y políticos que no están
directamente ligados al ambiente. De esta manera los partidos verdes se encontraban que sus
respuestas políticas oscilaban en la práctica entre la izquierda y la derecha. De esa manera
fueron perdiendo credibilidad y hacia la década de los 90 prácticamente habían desaparecido
de las legislaturas. Esto en realidad sucedió por la conjunción de dos problemas: la ya
nombrada ambigüedad ideológica del ambientalismo y la utilización de los temas
ambientales por los partidos tradicionales.

Desde su orígenes, el tema de la ubicación del ambientalismo en el espectro ideológico


ha sido objeto de mucha controversia. Existen al menos tres alternativas para esa ubicación:
la izquierda, la derecha y una tercera posición que no es ni una ni la otra. Comenzando por
este última posibilidad, una respuesta común de los ambientalistas cuando se les pregunta en
209
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

que lugar político se ubican es “ ni izquierda ni derecha, sino al frente”. Esta respuesta, no
por pedante deja de mostrar una de las debilidades del ambientalismo como movimiento
político, tal cual es la imposibilidad práctica de reemplazar una ideología por el simple
voluntarismo. Si bien los movimientos ambientalistas nunca han querido se etiquetados
como de uno u otro sector, encuestas realizadas entre sus miembros en Europa han indicado
que la ubicación personal de sus miembros esta más hacia la izquierda que a la derecha. Esto
de alguna manera justificaría el famosos mote de “melones” (verdes por fuera pero rojos por
dentro) o “tomates” (nacen verdes pero se vuelven rojos con el tiempo) que frecuentemente
les han asignado los políticos de centro y de derecha (sobre todo cuando los militantes verdes
actúan en desacuerdo con sus intereses). Pero curiosamente la propia izquierda se ha
mostrado muy remisa a aceptar a los “verdes”, acusándolos frecuentemente de reaccionarios
o utópicos.

Por otra parte, a partir de los años ´80 la mayor parte de los partidos políticos de
occidente han introducido en sus plataformas algún contenido ambientalista (con más
oportunismo que buena voluntad), si bien la mayor parte de esas intenciones políticas no
paso más allá de las plataformas electorales. Incluso ha habido muy resonantes casos de
“conversiones” de conocidos políticos, por ejemplo “La transformación de Margaret
Thatcher de Dama de Hierro a Diosa Verde se atribuye a su concientización sobre la
creciente potencialidad electoral de los temas ambientales” (Dalton, pag. 217). Todo esto le
quitó una buena parte del discurso a los políticos ambientalistas.

El futuro del movimiento político ambientalista, en Europa al menos, parece estar


mucho más atado a su posición de minoría política con suficientes votos como para integrar
alianzas que a la posibilidad de ser un partido independiente y autónomo. La asunción al
gobierno de Alemania en 1998 de una coalición donde los “verdes” tienen un importante
lugar pareciera marcar un camino posible.
“Casi todos están de acuerdo en que el ambientalismo representa una nueva fuerza política
importante en las democracias industriales avanzadas, el desacuerdo está en la naturaleza
de esa fuerza política. Los escritos de algunos activistas “verdes” y la actividad política de
210
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

otros ha proyectado fuertes y contrastantes imágenes sobre que piensan los ambientalistas
sobre los temas y procesos políticos de las democracias occidentales…Una caracterización
usual es la de izquierdistas subrepticios, que meramente están utilizando la ropa de la
política ambiental para cubrir su verdadero color…Coexistiendo con estas imágenes de los
ambientalistas como de izquierda, esta la imagen contraria de los activistas como ingenuos
idealistas atiborrándose de brotes de soja, escuchando el canto de las ballenas y sosteniendo
ideas políticas alternativas…Resumiendo, las hipótesis sobre las raíces políticas del
movimiento ambientalista parecen no tener limites” R. Dalton The green rainbow, Yale
University Press, New Haven, 1994, pag. 121.
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Ambientalismo en el Sur

Si bien los movimientos ambientalistas se expandieron por todo el mundo, en este


caso nos vamos a referir solamente a lo que sucedió en América Latina. En este continente
el ambientalismo tiene varias facetas distintas, si bien por lo general son movimientos
sociales muy diferentes a los que analizáramos en los países desarrollados. Esa
diferenciación proviene del hecho que en América Latina el contexto social, político e
histórico es totalmente diferente y el ambientalismo (salvo algunas excepciones) refleja
esa diferenciación. Siguiendo a Bryant y Bailey, podríamos clasificar los movimientos
ambientalistas latinoamericanos en tres categorías: los movimientos de base, los técnicos
de apoyo profesional y los de escala nacional e internacional.

Entre los ubicados en la segunda y tercera categoría existen algunos movimientos


ambientalistas similares a los de los países del norte, sobre todo en las áreas mas
desarrolladas, como el sur de Brasil, la ciudad de México o la de Buenos Aires. Pero por lo
general los movimientos ambientalistas (y sobre todo los mas nuevos) caen dentro de la
primer categoría y han sido siempre más pobres, más pequeños, menos profesionales, más
desorganizados, menos duraderos y no tan claramente ambientalistas pero seguramente
mas auténticos que sus similares del mundo desarrollado. Son en su mayoría movimientos
que podríamos llamar antropocéntricos antes que ecocéntricos. En un continente donde las
211
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

urgencias económicas y las deficiencias sociales son muchas y urgentes, parece obvio que
eso suceda y por ende las preocupaciones ambientales son parte de un conjunto de
reivindicaciones más amplio, donde lo ambiental raramente es lo fundamental.

Es por eso que en América Latina muchos de los movimientos sociales que
podríamos considerar ambientalistas son parte de grupos que promueven los intereses de
sectores sociales muy diferentes, tales como los aborígenes, los campesinos o los sectores
urbanos mas carenciados. La reivindicación ambiental más activa (y posiblemente más
autentica) es parte de un reclamo social más extenso, que no termina ni comienza en las
preocupaciones ecológicas.

El conservacionismo, por su parte, es un movimiento de larga data en este


continente y ya desde el siglo pasado existían en muchos países las llamadas “Sociedades
protectoras de Animales”, que raramente iban mas allá de una campaña contra la crueldad
sobre los animales (especialmente activas cuando estos eran utilizados como usual
elemento de tracción) y que estaban formadas por damas de la alta sociedad y la burguesía.
En algunos pocos casos ese conservacionismo se extendía hacia la presión para la creación
de parques nacionales, siempre al estilo de los que había creado los EEUU y mezclaba
muchas veces sociedades de naturalistas, sobre todo de ornitólogos con las infaltables
organizaciones de conservacionistas/cazadores. Ese conservacionismo fue el origen de
algunas instituciones de protección de la fauna muy fuertes en la actualidad (que
podríamos ubicar dentro de la tercer categoría antes descripta), tal como es el caso de la
Fundación Vida Silvestre en Argentina y es el responsable de la popularidad que en las
clases medias locales han alcanzado algunas campañas estrictamente dirigidas a la
protección de la fauna (tal es el caso de los pingüinos empetrolados o las tortugas de
Galápagos), infaltablemente centradas en especies “simpáticas”.

Fue recién en la década del 70 cuando se comenzaron a formar algunos


movimientos de tipo ambientalista. Estos grupos muchas veces tuvieron una existencia
efímera, dado que estaban relacionados con alguna preocupación especifica que, una vez
212
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

desaparecida, dejaba sin base de sustentación al movimiento. Eso no significa que estos no
hayan sido a veces exitosos y varios grandes proyectos de potencial impacto ambiental
fueron parados por la acción de esto movimientos, tal como la planeada central nuclear en
la Lago de Patzcuaro en México y la construcción de un nuevo aeropuerto para San Pablo
en los bosques de Caucaia do Alto.

Por lo general, los primeros grupos claramente ambientalistas se formaban con


miembros provenientes de las clases medias urbanas, al estilo de lo que pasaba en los
países mas desarrollados. Pero a medida que los movimientos crecieron en número,
también se hicieron más complejos en sus reivindicaciones y en algunos casos comenzaron
a integrar sectores de menores ingresos, tanto urbanos como rurales, terminando en un
panorama muy caótico pero al mismo tiempo dinámico. La inclusión del tema ambiental
dentro de las reivindicaciones populares se puede leer tanto como una necesidad autentica
o como parte de la expansión de la retórica ambientalista en prácticamente todos los
sectores de la sociedad. Desde ese punto de vista, las reivindicaciones ambientales le dan
una patina de “seriedad” a los movimientos sociales, no solo ante los ojos de las
autoridades gubernamentales, sino también ante la comunidad internacional. Una visión
más cínica requeriría agregar que es también una estrategia para acceder a los fondos
internacionales disponibles para la actividad de los movimientos ambientalistas (fondos la
más de las veces mas virtuales que reales).

La década del 80 vio crecer a los grupos ambientalistas, sobre todo cuando poco a
poco las dictaduras militares dieron paso a regímenes democráticos, siempre más abiertos
(si bien no necesariamente receptivos) a los movimientos sociales y sus reclamos. Para
mediados de esa década se podían contar unos 1.500 movimientos ambientalistas
(definidos necesariamente en forma muy flexible) en toda América Latina, número que
podría llegar a los 6.000 a mediados de los ´90. Algunos estudios indican que de éstos el
30% son claramente ambientalistas, el 25% conservacionistas y el resto de características
más difusas. Este enorme salto cuantitativo en buena medida se debió al fuerte impacto

213
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

que tuvo en este continente la organización de un foro paralelo de ONGs a la Conferencia


de Río, que atrajo a miles de participantes de la región.

En paralelo a la aparición de grupos de base con características aproximadamente


ambientalistas, en la región han comenzado a aparecer un tipo de instituciones (que
clasificáramos en la segunda categoría) que actúan como un puente entre las de primer y
tercer tipo. Son organizaciones pequeñas, originadas en la clase media urbana, con un
equipo profesional bien formado y cuyo rol es apoyar técnicamente a las organizaciones
de base para formular sus reclamos ambientales. Esta organizaciones son relativamente
nuevas en la región y su papel todavía no esta claramente definido.

En muchos países las organizaciones ambientalistas se han organizado en redes


institucionales relativamente flexibles y dirigidas al intercambio de información y la
organización de campañas para influir en la opinión pública, tales como el Pacto de
Grupos Ecologistas de México o la Red de Acción Ecologista de Argentina.

El crecimiento de los movimientos ambientalistas en América Latina fue tambien


empujado por la presencia de otros que se formaron en los países desarrollados y fundaron
filiales en la región, tales como Greenpeace (con sedes en Brasil, Argentina y Chile) y
Amigos de la Tierra. La presencia de estos grupos en parte obedece a que pueden llegar a
encontrar un campo fértil para su reivindicaciones en la población, pero tambien se debe a
la existencia de algunos temas en el ambiente latinoamericano que han alcanzado una
cierta “globalizacion”, sobre todo el problema de la deforestación amazónica y en menor
medida el agujero de ozono.

“ La incorporación de problemas ambientales del Tercer Mundo en [las campañas de las


ONGs del Primer Mundo] ha sido un proceso muy selectivo que refleja la decisión de dar
prioridad a aquellos problemas que tienen buena repercusión en el público del Primer
Mundo. En verdad, la desproporcionada atención que se le ha dado a los problemas de
extinción faunística y deforestación en las campañas de muchas ONGs del Primer Mundo
214
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

refleja la antigua fascinación que este tiene por los bosques tropicales y la fauna exótica”
R. Bryant y S. Bailey Third World Political Ecology, pag. 138.
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Si bien la actividad de estas ONGs internacionales (muchas veces trabajando en


común con otras de escala nacional) ha sido muchas veces muy beneficiosa, tal como en el
caso de la campaña en contra del corte de caoba en Brasil por parte de la filial inglesa de
Amigos de la Tierra, en otras ocasiones sus políticas han entrado en colisión con los intereses
de las organizaciones de bases. Entre los ejemplos podemos encontrar el dudoso papel que
las ONGs internacionales han tenido en el tema de los llamados “canjes de deuda por
naturaleza” que habían comenzado a tener importancia a fines de los 80 (un ejemplo es la
intervención de Conservation International en un canje de este tipo llevado a cabo en Bolivia
en 1987). En esos casos una ONG internacional actuaba como mediadora entre las ONGs
locales y los bancos internacionales, a los cuales compraba papeles de la gigantesca deuda
externa de los países latinoamericanos, a cambio de lo cual exigía que los países definieran
reservas naturales en lugares específicos. Pero muchas veces esos lugares eran el hábitat de
grupos locales que no necesariamente estaban dispuestos a que se limitara su acceso a la
tierra y los recursos naturales. Los canjes de deuda resultaron ser muy complejos en su
definición practica, contribuían en forma insignificante a reducir la deuda externa,
comprometían muchos recursos financieros y humanos y además eran muy criticados por los
grupos nacionalistas, que los veían como una cesión de la soberanía territorial de los estados.
La conjunción de todos estos factores hizo que prácticamente desaparecieran para mediados
de los ´90.

Tal vez tratando de repetir la experiencia europea, en algunos países de América


Latina se formaron también partidos “verdes”, que entre 1985 y 1995 surgieron en
Argentina, Chile, México y Brasil. En ningún caso estos partidos políticos tuvieron una
repercusión importante en el electorado y en la mayor parte de las veces no pasaron de ser
una anécdota política que hizo muy poco para darle al ambientalismo una patente de
seriedad ante la sociedad y los movimientos ambientalistas generalmente repudiaron este
215
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

posición. Paralelamente, muchos partidos políticos latinoamericanos adoptaron lemas


ambientalistas en su plataformas políticas, la más de las veces como una formalidad antes
que por un cambio profundo de actitud. Si los partidos políticos de la región representan
de alguna manera el pensamiento de las mayorías, se podría decir que en América Latina
no existe la preocupación ambiental o esta se ubica muy abajo en las prioridades de la
población. Esto se ha medido repetidas veces en todo el continente y siempre la
preocupación ambiental esta por debajo de los temas económicos o sociales, mucho más
urgentes a los ojos de la población.

Los siete chanchitos (himno oficial del movimiento ecológico)

1. Industrial y poeta capitalista


Naturalmente chancho con chaleco
2. Agricultor sin inquietud ecológica
Que duda cabe: chancho con chaleco
3. Ingeniero
Se ríe de la ecología
Prototipo del chancho con chaleco
4. Comunista, marxista-leninista, maoísta, castrista
Jochiminista, pinochetista,
Refractario a la información ecológica
Lo siento mucho: chancho con chaleco
5. Sacerdote que fuma como murciélago
Sin la menor consideración por el prójimo
Que me perdone su santidad:
Imperdonable chancho con chaleco
6. Profesor y conferenciante, escritor
Ex-critor para mal de sus pecados
Autoexcluído del Frente Ecológico
No tiene vuelta: chancho con chaleco
7. Autoridad civil o militar
Indiferente a la realidad ecológica
Debe ser desenmascarada públicamente
Mono de nieve:
Chancho con chaleco
Nauseabundo chancho con chaleco

Nicanor Parra, en Mendoza, M. Todos queríamos ser verdes. Chile en la crisis


ambiental, Planeta, Santiago de Chile, 1994.

216
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

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El ambientalismo burocrático: gobiernos y oficinas internacionales

La gran expansión mundial del ambientalismo a partir de principios de los ´70 tuvo su
correlato (es difícil decir si antecedente o consecuente) en la formación de una
institucionalización estatal, que tiene tres dimensiones: la introducción formal del tema
ambiental en los sistemas legales, la aparición de oficinas publicas destinadas a llevar a cabo
políticas ambientales y finalmente la creciente aparición del tema ambiental en las oficinas
internacionales.

La presión de los grupos ambientalistas, la introducción en las plataformas


electorales de los partidos políticos del tema ambiental y sobre todo la creciente inclusión
del tema en la opinión pública hizo que en la mayor parte de los países del mundo el tema
ambiental fuera introducido – de diferentes maneras – en al aparto legal. En muchos casos
esto comenzó con la introducción del tema en las propias constituciones (América Latina
es un buen ejemplo de esto), a lo que siguió la construcción de un complejo sistema legal
de protección ambiental, discutido en las legislaturas y puesto en práctica en los diferentes
códigos legales. En este sentido los países más desarrollados llevaron la delantera y en
algunos casos (Alemania, por ejemplo) se creó un sistema de protección ambiental muy
eficiente. En los países menos desarrollados la situación suele ser diferente y existe un
gigantesco desbalance entre el sistema legal formal y la aplicación del mismo. La presión
de los grupos económicos locales, nacionales e internacionales muchas veces han llevado
a que la legislación sea una letra muerta y para remediar esto ha sido fundamental la
actividad de las ONGs, muchas veces las únicas fuerzas capaces de resistir lo que para
algunos es el avance inevitable de una economía de mercado, por naturaleza y por lógica
ciega a los problemas del ambiente.

La formación de oficinas públicas ligadas al tema ambiental tiene su antecedente en


los numerosos organismos que en los diferentes Ministerios y Secretarías se dedicaban a
217
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

recortes de ese tema. Por ejemplo, en muchos países existían oficinas dedicadas al estudio
de los suelos, la meteorología, los diferentes recursos minerales, etc. En la mayor parte de
los países resultó imposible (y posiblemente no fue buscado) desarmar este antiguo
sistema fragmentado y lo que se hizo es crear una oficina encargada de velar por los
intereses ambientales, con mayor o menor amplitud temática y con mayor o menor
capacidad de acción. En algunos casos se crearon Ministerios del Ambiente que en parte
reunían a las viejas oficinas fragmentadas y en parte creaban otras y en otros (como fue el
caso de los EEUU) oficinas descentralizadas dedicadas al control ambiental más que al
análisis de los problemas.

En América Latina este impulso de formalización de oficinas ambientales fue muy


importante. Casi todos los países de la región, entre fines del ´70 y mediados de los ´90
crearon Ministerios o Secretarias de tipo ambiental. Si bien ya Colombia y Perú habían
creado oficinas para analizar el tema de los recursos naturales en la década de los ´60
(INDERENA en Colombia y la ONERN en Perú) estas eran instituciones más dedicadas a
la investigación que a la acción. Venezuela fue el primer país latinoamericano en crear una
oficina ambiental con rasgo ministerial en 1977, y los demás países siguieron su ejemplo
no mucho después (Brasil llegó a nombrar a un conocido ecologista, José Lutzenberger, a
cargo de dicho ministerio). El problema fundamental que encuentran hoy en día estos
organismos es que su existencia es muchas veces más formal que efectiva y las decisiones
que afectan al ambiente son tomadas por otros organismo (casi siempre los de Economía)
o directamente por las grandes compañías multinacionales. En nada ayudó la decadencia
en toda la región de los sistemas de planificación territorial que se notó a partir de fines de
los ´70; sin un plan para seguir, las decisiones son casi siempre de tipo coyuntural. Y no
hay peor enemigo para el ambiente que la coyuntura, una inflexión en el tiempo que por lo
general no tiene lugar ni paciencia para analizar los impactos ambientales que pueda tener
cada decisión.

En parte el problema de la falta de planificación territorial fue salvada por la presión


(o directamente la exigencia) de los organismos internacionales de financiación para que
218
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

los países realizaran estudios de impacto ambiental en el caso de las grandes obras de
infraestructura, estudios que en muchos casos fueron organizados y controlados por los
organismos ambientales oficiales. Sin embargo, su poder es muy relativo y muchas veces
esta más relacionado a la retórica que a la práctica del control ambiental.

Un antecedente importante para la conformación de la conciencia ambiental en el


mundo fue la temprana aparición del tema en los organismo internacionales. Casi desde su
formación las Naciones Unidas habían demostrado interés en la perspectiva ambiental y en
un principio fue la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la que
desarrolló los primeros intentos en ese sentido. Pero la organización de una reunión en
Estocolmo en 1972 para tratar los temas ambientales (formalmente llamada Reunión de las
Naciones Unidas sobre el medio ambiente humano) fue el paso inicial para la
formalización de ese interés. Esta reunión, a la que asistieron mas de 100 países,
deliberaba alrededor de los temas que fueran expuestos por Barbara Ward y Rene Dubos
en su libro “Una sola tierra”: desertización, erosión, contaminación, todos con un fuerte
enfoque conservacionista antes que ambientalista. Las recomendaciones emanadas de esta
reunión fueron muchas, pero más específicamente, las Naciones Unidas lanzaron la
creación de un programa especial, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), cuya cabecera se localizó en Nairobi. Es importante destacar que
este programa nunca paso a la categoría de Oficina (la diferencia entre una y otra categoría
es su estabilidad, ya que un programa puede eliminarse una vez que se considera que su
función ya se ha cumplido), demostrando tal vez la reticencia de la comunidad
internacional a tratar seriamente el tema o darle una trascendencia mayor.

El PNUMA se encontró desde un principio con dos limitantes, que luego se hicieron
crónicas: la escasez de fondos y la necesidad de financiar proyectos que no hirieran la
susceptibilidad de los diferentes gobiernos. Como en casi todos los análisis que hacen las
Naciones Unidas, en sus conclusiones nunca aparecen responsables concretos sino etéreos
actores sin nombre y apellido (algunos gobiernos, algunas empresas, algunos lugares…),
pero esto no le quita el valor de haber hecho públicos muchos problemas ambientales en el
219
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

mundo. En 1979 se estableció la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo


(CMMAD), que produjo tiempo después el Informe Bruntland y sentó las bases para la
segunda gran reunión internacional sobre el tema, la llamada Río 92 o, mas formalmente,
la Reunión de Naciones Unidas sobre el ambiente y el desarrollo.

Río 92 fue unos de los eventos internacionales más importantes que se hayan visto:
concurrieron 178 países, 100 presidentes, 1400 representantes de ONGs, a los que se
sumaron otros 20.000 para el Foro Global de ONGs y Movimientos Sociales. Por primera
vez los representantes de los países se juntaban para discutir no temas de ambiente, sino de
su relación con la sociedad y específicamente sobre su desarrollo. La publicidad anterior y
durante la reunión fue notable y tal vez exagerada, ya que creó expectativas demasiado
grandes si se las compara con los logros obtenidos. Durante su transcurso (y en realidad ya
en las reuniones técnicas previas) se pudo ver una fuerte división entre los intereses,
reivindicaciones y reclamos de los países desarrollados, los no desarrollados y las ONGs,
que llevo a que la mayor parte de los acuerdos (logrados a través de largas negociaciones)
terminaran siendo pálidos reclamos, débiles protestas y más que nada buenas intenciones
para un nebuloso futuro. Los países más desarrollados y sobre todo los EEUU se
opusieron descarnadamente a las propuestas más progresistas, amparándose en la
necesidad de apoyar el crecimiento económico de sus propios países antes que la
protección ambiental. El resultado concreto fueron cinco documentos:
1. la convención sobre el cambio climático
2. la convención sobre la diversidad biológica
3. la declaración sobre los bosques
4. la declaración sobre el medio ambiente
5. la Agenda 21 para el desarrollo sostenible

Estos documentos trataban de delinear los cursos de acción para los diferentes
temas, pero eran muy débiles en el tema del financiamiento para esas acciones y mucho
mas débiles en la previsión de las medidas a tomar si los países no seguían esas iniciativas.

220
Carlos Reboratti______________________________________AMBIENTE Y SOCIEDAD: CONCEPTOS Y RELACIONES

Río 92 terminó con discursos ampulosos, buenas intenciones, una serie de nuevas palabras
para la retórica ambientalista y poco más.

En América Latina el ambientalismo burocrático internacional tuvo su efecto en la


aparición de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del PNUMA, creada en
1976 en la ciudad de México. Esta oficina no pudo en general salir de las limitaciones que
tiene su propia institución madre: pocos fondos y poca efectividad, aunque ha sido
eficiente en el apoyo a los programas de educación ambiental de la región.

Bibliografía recomendada

Dobson, A. Pensamiento político verde. Una nueva ideología para el siglo XXI, Paidós,
Barcelona, 1997.
Dumont, R. Un mundo intolerable. Cuestionamiento del liberalismo, Siglo XXI, México,
1991.
Ferry, L. El nuevo orden ecológico, Tusquets, Barcelona, 1994.
García Gaudilla, M. (comp.) Ambiente, Estado y Sociedad, U. Simón Bolívar, Caracas,
1991.
García Gaudilla, M. y Blauert, J. Retos para el desarrollo y la democracia: movimientos
ambientales en América Latina y Europa, Editorial Nueva Sociedad, México, 1994.
Grohmann, P. Los movimientos sociales y el medio ambiente urbano, en Nueva Sociedad,
149, 1997.
Nueva Sociedad, 122, Caracas, 1992. (número dedicado a los movimientos ambientalistas)
ICD/FESUR/NOVIB Medio ambiente en Uruguay: estrategias y recursos, Montevideo,
1993.
Maldonado, T. Ambiente humano e ideología. Notas para una ecología crítica, Nueva
Visión, Buenos Aires, 1972.
Martínez Alier, Juan De la economía ecológica al ecologismo popular, Icaria, Barcelona,
1992, (hay edición Nordan/Comunidad, Montevideo, 1995).
Mendoza, M. Todos queríamos ser verdes. Chile en la crisis ambiental, Planeta, Santiago
de Chile, 1994.
Olivier, Santiago La crisis eco-social y el desarrollo sostenible, Asoc. Ecológica Foro
Verde, Buenos Aires, 1995.
Simonnete, D. El ecologismo, GEDISA, Barcelona, 1980.
Toledo, V., 1993 Ecología, ecologismos y ecología política, en Goin, F. Y Goñi, R.
(comp.) Elementos de política ambiental, Honorable Cámara de Diputados de la Pcia. de
Buenos Aires, La Plata, 1993.
Varea. A. et al Ecologismo ecuatorial, CEDEP/Abya Yala, Quito, 1997.

221
APROXIMACIONES AL ANÁLISIS DE LOS CONFLICTOS
AMBIENT ALES EN LA PA
AMBIENTALES PATTAGONIA. REFLEXIONES DE
HISTORIA RECIENTE 1980-2005.
DANIEL NORBERTO BLANCO*
JOSÉ MARÍA MENDES**

Venga m’ hijo hoy le he de hablar de


un tema tan cotidiano, que ni usted ni sus hermanos
se han detenido a pensar y es por
costumbre nomás, por haber nacido aquí, por venir de una raíz
marginada de hace tiempo y
contemplando en silencio lo que pasa en el país

Tal vez nunca meditó que usted con


esas dos manos asiste a pagos lejanos,
dándole luz y calor, que también
mueve el motor, que anda el cielo y anda el mar o autopistas de ciudad
y las comunicaciones, sin saber por
qué razones nada viene y todo va

*
Profesor de Historia (UBA).Licenciado en Historia. (U.N. Comahue). Editor y co-director de la revista Pueblos
y Fronteras de la Patagonia andina. Miembro investigador del CEHIR, Centro de estudios en Historia
Regional, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Comahue. Profesor del programa UBA XXI.
Supervisor de escuelas de Nivel Medio (Chubut). Coordinador por CTERA del grupo Patagonia Sur del
Programa Argentina Sustentable. Presidente del Centro de Formación, Investigación y Documentación (
CeFIDoc) Chubut.
**
Profesor de Historia (INSP J.V. González). Licenciado en Historia (U.N. Comahue). Especialista en Ciencias
Sociales (FLACSO). Profesor Titular en el Instituto de Formación Docente de El Bolsón (Río Negro). Editor
y co-director de la revista Pueblos y Fronteras de la Patagonia andina. Miembro investigador del CEHIR,
Centro de estudios en Historia Regional, Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Comahue.
Recebido em 26/06/2006 – Aceito em 18/08/2006.
Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

Fíjese en el caño aquel, es el famoso


oleoducto por donde se van los frutos, como quien dice a granel
Le costará comprender por qué este
petróleo nuestro lo industrializan tan lejos
y el subproducto después vuelve a su
tierra otra vez, sabe Dios por que manejos

Nuestro gas es entubado en caños


de alta presión que llevan calefacción para entibiar otros pagos
No se me quede asombrado si le
digo que en el gas van muchas cositas más, con
variadas propiedades, que
enriquecen otros lares y empobrecen los de acá

Y los parques nacionales parecieran


extranjeros porque ahí somos forasteros los nativos
y locales y en sus bosques colosales,
sucede que en ocasiones se convierten en tizones
los leños que nadie saca y andan con
bosta de vaca, en los ranchos los fogones

Y aquellas torres en fila, sujetando el


cablerío, se llevan de nuestros ríos lo mejor de la
energía, no es una ocurrencia mía,
ni lo quiero avergonzar, pero póngase a pensar que pasaría
si nos dieran, por todo lo que se
llevan, lo justito y nada más

Seguimos siendo colonia de la gallina


de arriba, federalismo mentira, desde que tengo memoria
Allá se inventa la historia, aquí se
escribe con sangre, mas vienen de tarde en tarde,
en vísperas de elecciones a prometer
soluciones que ya no engrupen a nadie

No hablemos de agua pesada,


regalías minerales, nada viene, todo sale, estrujando
la ordeñada. La cuestión está
estudiada para dejarnos de luto, usando cualquier
conducto se llevan hasta la tierra, si
nuestro sudor sirviera ya habría algún sudoructo

Marcelo Berbel, El Embudo.

48
Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

Este texto reúne los primeros bosquejos de la ambiciosa tarea de escribir


una historia social del ambiente en la Patagonia. Cómo bosquejos que son, se advierte
al lector de lo inacabado y provisorio del ensayo. Lo que justifica su publicación es la
necesidad de los autores de echar a rodar los aportes de la historia en la arena de las
discusiones sobre el presente y el futuro de la región. En el trabajo confluyen - con
mayor o menor suerte en lo que respecta a su integración al conjunto- tres líneas de
reflexión. La primera consiste en el análisis de los conflictos ambientales de la historia
reciente de la Patagonia. Es una decisión en cierto modo metodológica (pero con un
fuerte componente de compromiso con lo que está pasando) la de iniciar el estudio
por los episodios conflictivos que se vivieron en los últimos tiempos. La segunda línea
de reflexión resulta de una mirada a la protesta social ante emprendimientos que
pusieron en riesgo el ambiente con el objetivo de encontrar elementos comunes en la
articulación de las prácticas de los actores sociales que enfrentaron con algún grado
de logro a grandes corporaciones o al Estado para detener la implementación de aquellos
proyectos. Finalmente, la tercera línea de reflexión, reúne algunos pensamientos acerca
del cambio de representaciones sobre la Patagonia, sobre el ambiente y el territorio
que se produjo en las sociedades que habitan en ella. Considerando que se trata de
un territorio sometido al despojo y a la extracción desde su conquista militar se tratará
de explicar por qué en las últimas décadas se verifica un ejercicio activo de la
ciudadanía en defensa del ambiente.

LOS CONFLICTOS AMBIENTALES DE LA HISTORIA


RECIENTE DE LA PATAGONIA

En trabajos anteriores hemos analizado ocho episodios de protesta social


ante emprendimientos que ponían en riesgo el ambiente patagónico sucedidos entre
1983 y 2004. Estos emprendimientos encontraron justificación en las políticas
económicas hegemónicas en cada uno de los contextos en los que se intentó su
implementación. Con la finalidad de ordenar su presentación consideraremos en primer
lugar a los que se produjeron en un contexto de políticas desarrollistas; luego a las
protestas que se produjeron en el marco de políticas neoliberales ortodoxas y finalmente
a los conflictos que estallaron aún pretendiendo una justificación, dentro del patrón
de “desarrollo sustentable”.1
Inscriptos en proyectos que respondían al modelo de desarrollo planificado
(desarrollismo) que cobró especial vigencia a partir de mediados de la década de 1950
encontramos: la explotación petrolera, la planta de aluminio de Puerto Madryn
(Provincia de Chubut) y las grandes represas hidroeléctricas.
Con el descubrimiento de petróleo en 1907 en Comodoro Rivadavia,
Chubut, se inició la explotación de hidrocarburos en la Argentina. La misma ha sido
desarrollada tanto por empresas privadas como estatales durante casi un siglo, ganando
impulso a partir de 1958 con el advenimiento del gobierno desarrollista de Arturo
Frondizi. La explotación fue generando un impacto ambiental negativo que, aunque
sin poder mensurarse con certeza, se sabe muy importante. Durante la presidencia de

49
Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

Carlos Menem, en la década del ´90, se privatizó la empresa nacional más grande de
la Argentina, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.). Desde entonces la maximización
de beneficios de las empresas extranjeras ha acentuado la depredación del ecosistema
y el incumplimiento del pago de los cánones que la ley exige ante el cierre de cada
pozo que ya no se explotará.
El método más difundido de extracción genera la apertura de picadas y
líneas de prospección sísmica que potencian procesos de erosión, a la par que posibilita
procesos de ocupación ilegal de tierras, explotaciones clandestinas de productos
vegetales y de la fauna nativa. La falta de un adecuado control respecto al uso de
insumos químicos utilizados en la extracción de hidrocarburos, conlleva una larga
lista de riesgos para los distintos componentes del ambiente.
La calidad del suelo y las aguas se ve alterada por la introducción de
metales pesados y otros elementos tóxicos, a través de las aguas utilizadas en el proceso
de extracción de hidrocarburos y con el aumento de la probabilidad de salinización de
los suelos que reciben esas aguas no tratadas. En los sitios de producción, pozos,
instalaciones de almacenamiento, compresores, plantas separadoras y equipos conexos,
se emiten gases de efecto invernadero, partículas y desechos de perforación en estado
de lodos o líquidos densos. Los hidrocarburos crudos que accidentalmente se derraman
contienen componentes de alta toxicidad para suelos, cuerpos y cursos de agua, donde
se depositan por escurrimiento o infiltración. Los residuos de perforación contienen
sales inhibitorias del crecimiento vegetal, como dicromato de sodio, cloruro de potasio
e hidróxido de sodio.
El petróleo crudo que se extrae está asociado con agua y sólidos
suspendidos, por lo que es necesaria la construcción de sistemas para la separación de
dichos componentes. Es en estas instalaciones donde frecuentemente se presentan
situaciones de descargas y fugas, y el deterioro del suelo resulta irreversible. La
infraestructura de transporte, además de los impactos que puede ocasionar durante la
etapa de construcción y tendido, suele estar sujeta a accidentes o imprevistos, tales
como fugas, derrames o explosiones. Las aguas saladas, separadas del crudo y
conteniendo bajo contenido de hidrocarburos asociados como impurezas, son vertidas
en cuerpos de agua.
Los daños más significativos alrededor de los pozos son los siguientes:
Modificación de las propiedades de los suelos afectados disminuyendo o
eliminando su capacidad de soporte de la biota (fauna y flora)
Daño directo por contacto, tanto a la vegetación como a los animales
Intoxicación de animales terrestres en las piletas (trampas de petróleo)
Afectación de avifauna
Contaminación de aguas subterráneas con aguas hipersalinas alojadas en
las piletas y provenientes de la recuperación secundaria de los pozos.2
La lectura de la conflictividad en este caso puede hacerse desde dos ejes:
el de demanda social y el del conflicto ambiental.
En relación con el primer eje, la explotación petrolera ha generado
históricamente una constante demanda de sus trabajadores de una más digna calidad

50
Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

de vida, en viviendas, esparcimientos, etc. A partir del proceso de privatizaciones de


la década del ´90 la reestructuración empresaria, los despidos y el abandono de
proyectos de procesamiento industrial del petróleo en refinerías y plantas petroquímicas
locales, desechadas por el manejo en función de priorizar la exportación del petróleo
crudo, generaron los primeros “piquetes”3 en Cutral- Co, Neuquén, los que dieron
inicio a la acción de los “piqueteros”, que se extendió a lo largo de todo el país. En
este sentido podríamos decir que los “piqueteros”, ex trabajadores del petróleo, en su
mayoría inmigrantes de otras regiones de Argentina, se transformaron en los primeros
refugiados ambientales del país.
La política activa y pasiva del Estado, primero como dueño de los
yacimientos y luego como contralor ausente dejó a la actividad libre de toda vigilancia
y los derrames se multiplicaron, tanto en el interior de la Patagonia, como en las zonas
costeras. Se presenta entonces lo que denominamos el segundo eje: el conflicto
ambiental. El más resonante: la contaminación del acuífero en el yacimiento de Loma
de La Lata, en el departamento Añelo, provincia de Neuquén, afectando a la
Comunidad Mapuche Painemil. Esto llevó a una investigación que obligó a la empresa
a resarcir parte de los costos ambientales. No menos importante por el hecho de hacerse
visibles ante la comunidad a través del impacto mediático, han sido los episodios
permanentes de empetrolamiento de pingüinos en la costa atlántica.4
Otro caso importante es el de la planta de producción de aluminio y la
contaminación del Golfo Nuevo se remonta a principios de la década de 1970. Se
inician las tareas de construcción simultánea de la represa de Futaleufú en la cordillera
chubutense a unos 30 km. de la ciudad de Esquel y la Planta de Aluminios Argentinos
(ALUAR) en la ciudad de Puerto Madryn, que a partir del mineral importado de
Australia y con la energía provista desde Futaleufú, distante a 650 km. de Puerto
Madryn, iniciaría la producción de aluminio.5 Durante casi 25 años la empresa trabajó
y envió desechos al Golfo Nuevo y al ambiente casi sin restricciones, existiendo a la
fecha estudios de una alta contaminación que ha traído aparejado el fuerte crecimiento
de diagnósticos de enfermedades cancerígenas en la ciudad, muy por encima de la
media provincial. El accionar de organizaciones no gubernamentales y del mismo
gobierno provincial forzó a ALUAR a mejorar sus instalaciones para evitar gran parte
de sus emisiones contaminantes.6
En esta tendencia a producir energía barata para su consumo en
emprendimientos extraregionales se planeó la construcción de un Dique en un valle
cordillerano. En el año 1981, casi de manera fortuita, se toma conciencia del proyecto
de construcción de la represa sobre el Río Epuyén en el Noroeste de la Provincia del
Chubut. Este dique inundaría entero el Valle de Epuyén, sobre la cordillera patagónica,
la mejor zona productiva del lugar, obligando a desalojar a 50 familias en aquel entonces
y cubriendo el cementerio local y la escuela más antigua. La fuerte resistencia de los
pobladores impidió su realización. Esto dio lugar al movimiento de resistencia al dique
de Epuyén cuyo análisis quedará pendiente para otro trabajo.
Durante los años 90, los proyectos con fuerte intervención y compromiso
de los ecosistemas tienen su justificación en la matriz neoliberal. La ejecución se

51
Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

fundamenta en la necesidad del crecimiento económico que incorpore a una determinada


región al primer mundo utilizando el concepto de “sustentable” o “sostenible” para
proyectos económicamente rentables en el largo plazo, produciendo beneficios económicos:
el turismo, la integración regional, o el manejo de los bosques nativos.7
Un primer ejemplo de este tipo de emprendimiento es el llamado Proyecto
Paso Puelo. Con la construcción de las bases de un puente sobre el río Azul, y la
apertura de 5 kilómetros de masa boscosa de los cuales 2,5 km ingresan al Parque
Nacional Lago Puelo, hacia comienzos de la década de 1990 toma impulso el proyecto
de unir a través de un paso fluvio-lacustre la Argentina con Chile.
Posteriormente, en el año 1992, se da a publicidad uno de los proyectos
más polémicos y menos ambientalistas que fuera presentado por el Centro de Extensión
Forestal Andino Patagónico (CIEFAP). Este se denominó “Uso múltiple de los recursos
naturales de la Cuenca Binacional del Puelo (Río Negro y Chubut, en Argentina-
X° Región de los Lagos, en Chile). Bases para una efectiva integración Argentino-
Chilena”. El proyecto pretendía “desarrollar” toda la cuenca del lago Puelo, que abarca
880.000 hectáreas aproximadamente. Varias actividades se realizarían allí, entre ellas,
un puerto de aguas profundas sobre el Lago Puelo, puerto que, por un sistema de
esclusas, iría inundando varios miles de hectáreas de bosques y algunas poblaciones
del lado chileno. Los buques entrarían 60 kilómetros en el continente desde el océano
Pacífico. En este caso se repitió la experiencia de la vecina localidad de Epuyén y el
proyecto quedó paralizado. (SÁNCHEZ REICHE- NEBBIA, 2004: 15)
A partir del año 1996 se inició en la zona de Corcovado, departamento de
Futaleufú, en Chubut, la explotación del bosque de lenga, en el paraje denominado
“Rincón del Aceite”. El Aceite es un río que atraviesa un valle cordillerano que está
sobre los 700 m de altitud sobre el nivel del mar. La lenga es un árbol característico de
la cordillera patagónica, presente desde Neuquén hasta Tierra del Fuego. La
explotación fue concedida a un amigo del poder provincial del momento, quien realizó
una tala indiscriminada durante dos años, hasta que, por acción de los movimientos
ecologistas locales, se consiguió un amparo que impidió continuar con su corte. No
obstante las ONGs ecologistas señalan que entre árboles volteados o anillados, se han
sacrificado 40.000 ejemplares que, al producirse el amparo, quedaron sin poder
industrializarse. La empresa, que por otros motivos había recibido además de concesiones
forestales, créditos blandos provinciales para explotaciones varias, quebró y su dueño
se ausentó del Chubut.
La nueva justificación a los proyectos de “aprovechamiento de los recursos
naturales” se inscribe en la lógica de “compensar” los deterioros ambientales en el
hemisferio norte, sin renunciar a su generación, por inversiones en el hemisferio sur
que los “compensen”. Así el cumplimiento de los acuerdos adoptados en la Convención
de Cambio Climático llevó a algunos gobiernos a plantear la utilización del criterio del
costo-efectividad, para cumplir los compromisos asumidos en ella. Esta posibilidad,
que está mencionada en el Tratado, se estableció bajo el supuesto de que resultaría de
menor costo financiar la reducción de las emisiones, o el incremento de la capacidad
de sumidero en los países en desarrollo, que realizar los cambios tecnológicos en los
países desarrollados.

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Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

Un proyecto anterior pero inscripto en esta lógica sale a luz en 1986, con
la posibilidad de la instalación de un repositorio nuclear o “basurero nuclear” en la
meseta chubutense, en un lugar cercano a la localidad de Gastre. Este emprendimiento
prevé el depósito de desechos nucleares propios, de las centrales de Atucha y Río
Tercero, pero se justificaba en la posibilidad de cobrar por “guardar” residuos nucleares
producidos en otros países, que pagarían por depositar allí los combustibles agotados,
que deben ser almacenados o eliminados de alguna forma.
Una protesta generalizada organizada por vecinos y ONGs movilizó gente
de toda la Patagonia y culminó con una marcha que, saliendo desde puntos muy
distantes (Trelew, Chubut, en la zona Atlántica, El Bolsón, Río Negro, y Esquel en la
zona cordillerana, a través de la meseta por caminos y huellas de ripio), marchó a
Gastre para oponerse al proyecto. El proyecto está(ría) detenido, no obstante cabe
destacar que la Argentina deberá decidir en algún momento qué hacer con sus propios
desechos, la mayoría de los cuales están depositados en dependencias de la Comisión
Nacional de Energía Atómica, en piletas refrigeradas en la localidad de Ezeiza, provincia
de Buenos Aires, a menos de 3 kilómetros del Aeropuerto Internacional y en medio de
una zona poblada por 15.000.000 millones de habitantes.
Pero el listado no termina allí. El proyecto Prima Klima se conoce en
1999 y fue un plan de manejo sustentable de los bosques de lenga del Alto Río Senguerr,
en los lagos Fontana y La Plata, en la provincia del Chubut. Dicho proyecto prevé la
tala de los árboles viejos, el cierre de entrada de animales al lugar y nuevas plantaciones
que puedan absorber carbono de la atmósfera.8 Pareciera ser que los ambientes
patagónicos no pueden permanecer como son. La “última generación” de proyectos
incluye los que, a instancias del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo
a inicios de la década de 1990, apuntan a la explotación de los recursos naturales para
abastecer las crecientes demandas del mercado mundial de productos minerales. A
mediados de 1998 se anuncia la adjudicación y entra en etapa de explotación el
proyecto minero sobre el Cordón Esquel denominado “Mina el Desquite”. Se trata de
la explotación de una mina de oro por la empresa “Meridian Gold”. Esta empresa, de
capitales canadienses había adquirido la mina a la firma británica Brancote. La
explotación se planificó a cielo abierto y tenía como objetivo la obtención de “Barra
Doré”, una aleación de oro y plata, buscada y bien cotizada en el mercado. En el 2003
una impresionante movilización popular, que culminó en un plebiscito forzado por las
organizaciones no gubernamentales chubutenses, impidió la continuación del proyecto
hasta la fecha. No obstante, ni la Meridian ni los gobiernos – tanto provincial como
nacional – han desistido definitivamente de su explotación. La intención de llevar
adelante otra explotación de similares características en Ingeniero Jacobacci, en la
zona de meseta de la provincia de Río Negro, ha hecho cobrar repentinamente fuerte
actualidad a cada uno de los casos reseñados.
Cada día se inscribe una nueva mina en las Direcciones de Minas y
Geología de las provincias. Es un problema de final abierto.
La región patagónica fue una de las zonas que fueron más impactadas por
las políticas desarrollistas, y se genera así una historia de fuerte crecimiento poblacional

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Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

a través de los enclaves petroleros y de industrias sustitutivas, todas en el litoral


atlántico. En casi todos los casos estas propuestas de desarrollo se han estructurado
bajo las formas de enclaves económicos que generan una nueva configuración regional.
La máxima expansión de la economía de escala a todos los sectores fue uno de los
efectos de las políticas desarrollistas y dio lugar a un significativo proceso de
transformación de la heterogeneidad estructural de la naturaleza. Esto es bien visible
en los proyectos que – bajo regímenes autoritarios – se impusieron en el espacio
patagónico. Los recursos explotados en esta región satisficieron la imperiosa necesidad
de incorporación de significativas cantidades de subsidios energéticos requerida por
la simplificación excesiva de los ecosistemas9. Tal el ejemplo de la presa de Futaleufú
en las cercanías de Esquel y la Planta de Aluar (Aluminios Argentinos) en Puerto
Madryn, a la que la presa provee de energía. O la explotación de las riquezas de gas y
petróleo, que como parte del complejo minero extrae riqueza no renovable.
En este sentido, la historia patagónica reitera los sucesivos
reordenamientos territoriales que desde el descubrimiento de América han venido
sucediéndose. Puede aplicarse aquí lo que señala Héctor Alimonda para la época de
la conquista de América. Estos reordenamientos significan reterritorializaciones del
espacio continental. “Cada punto del continente fue redimensionado según una red
multifacética de poder que respondía a la lógica y a las capacidades concretas de acción y de
presencia efectiva de la potencia imperial. Lo local latinoamericano se constituyó según una
relación con un global hegemónico” (ALIMONDA).

UNA MIRADA A LA PROTESTA SOCIAL ANTE LAS


AMENAZAS AL AMBIENTE

El mensaje común de los proyectos de inversión en la región se referencia


en la imagen dorada de los años 1960-1980, señalando que permitirán una
transformación de las condiciones generales de la población, con una mejora palpable
en el “progreso” de los sitios elegidos por medio de obras de infraestructura y servicios
y por extensión, a través de un supuesto derrame de dicho progreso, sobre la región, la
provincia y el país en general. Así, a modo de ejemplo, tenemos el imaginario
propagandístico que se les presentaba a los pobladores de Gastre10 en 1990. Se hablaba
de una futura gran ciudad en lo que hasta ese momento era un pequeño pueblito en
medio de la meseta.11 Al detenerse los proyectos enumerados precedentemente por
acción de la resistencia de estos sectores, se generó un conflicto al interior de las
sociedades locales: una parte de la población lugareña, fuertemente impregnada del
mensaje del pensamiento único, quedó con la sensación de haber perdido el tren del
desarrollo y la posibilidad de obtener beneficios regionales o puestos de trabajo por no
haberse llevado a cabo los proyectos, generando contradicciones al seno de la
comunidad12. En otros sectores – los efectos de las políticas neoliberales sobre la
sociedad argentina en su conjunto y, particularmente, en el espacio patagónico, donde
el Estado era omnipresente – se generó una sensibilidad negativa sobre amplios sectores
ante las propuestas de esos proyectos de desarrollo que, sostienen, “transformarán” el

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Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

espacio a través de un crecimiento económico general, con fuerte utilización de mano


de obra local.
Lo distintivo de estos conflictos es que se originan ante la amenaza a un
ambiente determinado y lo que llama la atención es que la mayoría de los proyectos
fueron resistidos con resultados positivos. Para comprender la acción de los grupos que
se relacionan en estos episodios será importante referenciarlos en un conjunto amplio
y diverso de redes y tipos de procesos para intentar advertir cómo las representaciones
sociales de ideas de desarrollo, medioambiente, sustentabilidad y otras significativas
son producidas y comunicadas en el plano de conexiones transnacionales. Estos
conflictos han generado formas de organización social que han perdurado en el tiempo
y una aproximación a su estudio, tanto desde la mirada de los que empujan su
concreción como de los resistentes, es necesaria para comprender los nuevos encuadres
y alineamientos sociales.
Desde esta línea de reflexión es oportuno formular algunas preguntas
orientadoras para el estudio de los casos: ¿Qué estrategias se plantean los tomadores
político-económicos de decisión para imponer sus proyectos? ¿Cómo se origina la protesta
social ante emprendimientos que ponen en riesgo el medioambiente? ¿Qué formas de
organización adquieren los movimientos de protesta? ¿A qué sectores de las
comunidades locales articulan? ¿Quiénes y por qué asumieron el liderazgo? ¿Qué lectura
de la realidad social y política realizan? ¿Qué elementos comunes tienen los episodios
estudiados? ¿Qué factores pesaron en el alcance de los logros de estos movimientos?
¿Qué fue lo que generó un cambio en la actitud de los actores sociales ante la
explotación del ambiente?
La irrupción de emprendimientos como los que se mencionaron es siempre
precedida por una silenciosa oscuridad que domina el período de incubación de los
proyectos y sus estudios de factibilidad. Así en el caso del basurero nuclear de Gastre,
la gente se enteró a través de una pequeña gacetilla de prensa publicada en el Diario
Chubut por la Secretaría de la Gobernación. Al ocultamiento se suma la tarea de
generar confusión: “Hay una gran desinformación por parte del gobierno e intentan
desparramar noticias paralelas que no eran tan certeras, se habla de la construcción
de una ruta, se habla de la construcción de una fábrica, nadie termina de entender lo
que está pasando.” Finalmente, cuando la resistencia empieza a amenazar seriamente
los proyectos, empiezan las acciones de criminalización de la protesta, señalando como
hippies, marxistas, ecologistas, con intereses políticos oscuros, etc., a los líderes del
movimiento. En síntesis, el Estado impulsa los proyectos bajo la consigna del crecimiento
y el desarrollo, toma decidido partido por convencer a la población sobre la importancia
de los mismos y busca a su vez desacreditar a los opositores en lo que Javier Auyero
llama invocación a “los sospechosos de siempre”. Este autor señala que el Estado busca
varios caminos para diluir la protesta: el primero la negociación, el segundo la
cooptación, el tercero la violencia o represión, el cuarto el descrédito (AUYERO,
2002:26).
Estos sectores de la sociedad civil se ocupan de señalar el daño que esos
emprendimientos podrían ocasionar al ecosistema: quizás su originalidad radica en

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Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

que están compuestos por un tipo de actor colectivo que se moviliza con la finalidad
de lograr cambios no estrictamente ligados a su propia condición social, política o
económica. La perspectiva de las personas y/o grupos que resisten el avance de estos
proyectos es que no existe en ellos un beneficio tan trascendente para la gente que
justifique su puesta en marcha, por eso han buscado caminos para frenar su avance.
La primera tarea que se proponen los movimientos de resistencia es la información.
Dar a conocer que las promesas de empleo, la posible indemnización por sus tierras,
etc, eran en gran parte mentira, se transformó en una premisa esencial. Estas
organizaciones asumieron así el trabajo de fundamentar la oposición a estos proyectos
y clarificar las dudas de los pobladores.13 Se buscó así desmitificar las promesas de
progreso hechas, o como en el caso de Gastre, demostrar que se los cooptaba con
mejoras del pueblo y mentiras por el estilo que jamás serían realizadas.
La segunda táctica (que advertimos como) común a estos procesos es
generar formas de participación de democracia directa. Los líderes de las acciones
señalan asimismo la necesidad de avanzar desde una democracia fuertemente
delegativa a otra más directa. Como una forma de evitar con movilización los manejos
que conllevan las formas de la seudo democracia delegativa actual.
Son conscientes de la resistencia que esto generaba y genera en la mayoría
de las estructuras políticas tradicionales, ya que esta movilización y participación
impugna la idea de delegación inserta en nuestra actual forma democrática.14 Nuevos
actores asumen petición a las autoridades, el cuestionamiento de las políticas y la
discusión de decisiones tomadas desde una capital provincial ubicada a 800 kilómetros
o de una Capital de la Nación situada a más de 2000.
El tercer objetivo de los movimientos de resistencia es involucrar a otros
grupos organizados dentro de la sociedad civil, como sindicatos, escuelas públicas y
comunidades de pueblos originarios. Al momento del conflicto emerge en todos estos
casos la capacidad que han tenido los actores sociales de gestar un fuerte apoyo de
diversos sectores sociales.15
En este punto del proceso aparece la necesidad de generar un núcleo de
organización regional. Se pueden distinguir dos claros momentos organizativos: el del
conflicto propiamente dicho, y simultáneamente, con una visión a más largo plazo, la
búsqueda de generar organizaciones que establezcan redes de contacto e interactúen
a nivel local, regional, nacional e internacional; organizaciones más amplias, en el
estricto ámbito no gubernamental.16
En la marcha la resistencia advierte que no se trata de un problema local
y que es necesario involucrar a actores extraregionales. Enmarcados en un gran
movimiento mundial de ideas que los sustenta y que los identifica con la
antiglobalización, son conscientes de lo largo de la lucha17. Se manifiesta la necesidad
de aumentar su nivel de organización y articulación en grupos o redes de mayor
envergadura. La Web aparece en esta región, a nivel nacional e internacional, como
un espacio de comunicación, como un instrumento clave para estos grupos, un medio
que les permite una ecuación favorable para presentar, en la búsqueda de mayor apoyo,
la problemática local, a nivel regional, nacional y mundial. Es a través de ella que se

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Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

mantienen en contacto permanente, se lanzan alertas y organizan sus encuentros. Es


también el sustento del trabajo en red que se proponen con fuerza en los últimos
tiempos, a nivel nacional y con vinculaciones internacionales tal el caso de la Red
Nacional de Acción Ecologista (RENACE) o la vinculación con ONGs internacionales
como Greenpeace. Finalmente, avanzan asimismo en la estructuración de agendas
ambientales y propuestas de alcance planetario como el proyecto Gondwana: Santuario
Internacional de Bosques Nativos al Sur del paralelo 40º (en Argentina, Chile, Australia
y Nueva Zelanda).
Los ejemplos elegidos nos muestran gente militante, hombres sencillos,
que utiliza sus propios vehículos, sus teléfonos, sus papeles, su dinero para llevar adelante
lo que piensa. Se vislumbran dos obstáculos a superar: el primero es que algunos sectores
que sostienen una vieja concepción de desarrollo, consideran que se ha frenado una
buena oportunidad para la gente. El segundo, el riesgo de la desmovilización una vez
obtenidos algunos objetivos prioritarios, por el esfuerzo militante que estas luchas
conllevan y el desgaste personal que presuponen.
Estas debilidades son, cada vez más, objeto de trabajo y reflexión tanto de
los militantes ambientales como de aquellos que procuran darle un contenido teórico
a estas resistencias al modelo. En esta línea se encuentra este humilde aporte, al
intentar presentar diferentes momentos en la historia ambiental de la Patagonia y
encontrar rasgos y políticas de acción común.

LOS CAMBIOS EN LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DE LA


PATAGONIA, DE SU AMBIENTE Y DE SU TERRITORIO COMO
FUNDAMENTO DE LA RESISTENCIA.

Para una mejor comprensión de nuestra búsqueda es importante señalar


que conflictos ambientales18 son aquellos que envuelven o involucran a grupos sociales
con modos diferentes de apropiación, uso y significado del territorio, teniendo origen
cuando uno de los grupos ve la continuidad de sus formas de apropiación del medio
amenazada por impactos indeseables de las prácticas de otros grupos. El conflicto
puede derivar de una disputa por la apropiación de una misma base de recursos o de
bases diferentes relacionadas por interacciones ecosistémicas mediadas por la atmósfera,
el suelo, las aguas, etc. (ACSELRAD, 2004: 7)
Este conflicto se desenvuelve en unidades territoriales compartidas por
un conjunto de actividades, cuyo “acuerdo simbiótico” es roto en función de la
denuncia de los efectos indeseables de las actividades de uno de los actores sobre las
condiciones materiales del ejercicio de las actividades de los otros actores.
En suma, los conflictos ambientales deben ser trabajados conceptualmente
desde una perspectiva que los considere como un campo de fuerzas y de lucha simbólica
donde están en disputa significados y representaciones que se configuran como formas
culturales de apropiación del mundo material y que definen un determinado proyecto
de construcción de la Sociedad. La reconstrucción simbólica que la población ha
hecho de la Patagonia en los últimos 30 años es uno de los procesos que explican la

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Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

fuerte resistencia a proyectos que tan solo en la décadas del 60 y 70 se consideraban


como naturales, tal es el caso de las represas.
Desde esta perspectiva “Las protestas no son meras reacciones ante procesos
de injusticia y expoliación, sino que las mismas se determinan a través de múltiples mediaciones
a partir de lo dado, en combinación de lo imaginario existente y lo soñado posible”. (Bonifacio
y Taranda 2003:2). La noción de “calidad de vida” no puede definirse sin la activa
participación de la población en la resolución de sus problemas ambientales. Es un
concepto histórico y cambiante, integrado a la cultura y a las aspiraciones específicas
de cada grupo social. En la región patagónica en especial una conjunción de visiones
del mundo fue constituyendo una construcción simbólica sobre el ambiente de la
Patagonia, sobre su territorio y sobre el propio término “Patagonia”. Ello se transformó,
en el nivel cultural, en un conflicto entre la diversidad cultural de los Pueblos
Patagónicos y la homogeneización dominante de la cultura mundial.
Debe destacarse entre ellos un aspecto esencial, que tiene que ver con
concepciones religiosas y creencias sobre el medio originarias de las cosmovisiones de
los pueblos Mapuche y Tehuelche, para las cuales el mantenimiento de la biodiversidad
adquiere un valor fundamental en el momento de su utilización. El origen de los
conflictos que sumó a estas comunidades puede buscarse en el desconocimiento por
parte de los gobiernos de la creciente importancia que reviste su participación en la
valorización de los ecosistemas. Es decir, desconocen que la población humana puede
disponer sólo de una cantidad limitada de recursos para su consumo y que, por lo
tanto, deben ser valorizados, y que también existen sitios o lugares que son significativos
por razones históricas, étnicas, religiosas o de valor paisajístico. Estos elementos deben
ser considerados en sus respectivas funciones. (GALLO MENDOZA ,GUILLERMO
Y SEJENOVICH, 1995:18)

MEDIOAMBIENTE Y PROTESTA

Los episodios mencionados muestran una creciente percepción, por parte


de sectores de la sociedad cada vez más numerosos, de que la explotación capitalista
no sólo se da en las relaciones laborales, sino también en los diversos campos de la vida
humana. Esto condujo a una diversificación de los territorios en los que se producen
los enfrentamientos. Uno de ellos es el medioambiente. En este panorama interesa
rescatar la capacidad que han demostrado algunos actores sociales para presentar
como conflicto social la amenaza de deterioro o destrucción ambiental. Estos sectores
de la sociedad civil se ocupan de señalar el daño que esos emprendimientos podrían
ocasionar al ecosistema, “...quizás su originalidad radica en que están compuestos por un
tipo de actor colectivo que se moviliza con la finalidad de lograr cambios no estrictamente
ligados a su propia condición social, política o económica sino en función de la sociedad
global” (DALLA CORTE Y FERNÁNDEZ, 2001: 216).
Estos movimientos procuran presentar modelos alternativos o resolver
problemas muy específicos de sectores sociales crecientemente marginados. Buscan
actuar sobre aquellas cosas concretas que los unen, evitando o procurando evitar ser

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Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

utilizados por los partidos políticos hegemónicos. No se proponen la lucha por el poder
político a nivel nacional o provincial. En este marco nuevos sujetos sociales se organizan
de diferentes formas para resistir a un discurso del desarrollo – presentado como único
y excluyente de las formas periféricas y tradicionales de vida en la búsqueda de uno
que responda a las necesidades reales expresadas por las comunidades y al respeto al
medioambiente. Para analizar las características del enfrentamiento en este campo se
deben tener en cuenta los cambios de perspectivas en relación con la escala de
percepción del mundo y las características de las sociedades en las que se producen
los conflictos.
Si hoy hablamos de ecologismo, de movimientos relacionados a la
sexualidad – feministas, homosexuales –, de nuevas realidades étnicas, entonces no
estamos haciendo referencia a la toma de poder político, ni el recorte es estrictamente
nacional. Las representaciones trascienden el marco nacional, sea en el nivel de una
identidad local (“a mí me interesa desarrollar mi identidad aquí, en esta pequeña localidad,
o mi grupo específico, el resto poco me interesa”) o de un grupo que tiene proyectos que
solo son viables a nivel trasnacional como el movimiento ecologista. “No hay un verdadero
proyecto ecológico que se sustente si no es a través de la identidad trasnacional, porque los
problemas ecológicos son de nivel mundial, no nacional” (Dalla Corte y Fernández,
2001: 230.).

DE LA ACEPTACIÓN A LA RESISTENCIA:
NUEVAS PRÁCTICAS ANTE VIEJOS ATROPELLOS

Los casos enunciados (que son solo algunos de los que se produjeron en
la Patagonia argentina entre 1980 y 2005) muestran la diversidad de intereses que
subyacen en la explotación económica de bienes ambientales medioambiente y, como
contraparte, las reacciones que generaron nos llevan a interrogarnos acerca de ciertos
cambios en las representaciones de los actores sociales. En un espacio que durante un
siglo – desde la ocupación militar y el desplazamiento de los grupos mapuche-tehuelche
en 1880 hasta la década de 1970 en la que comenzó la construcción de las represas
sobre los ríos Limay y Negro – fue territorio de explotación colonial por la metrópoli de
Buenos Aires, se despiertan iniciativas de resistencia a la expoliación y al deterioro de
los ecosistemas.
El caso de la protesta social ante emprendimientos como los señalados
nos sitúa ante un cambio de representaciones sobre las ideas de ambiente y desarrollo,
como también sobre los costos ambientales de este. Es importante analizar cómo se
configuran estas representaciones, cómo se van modificando en el proceso y cómo
influyen unas sobre otras (MATO, 2001: 132). Las diversas ideas puestas en circulación
durante este proceso, desarrollo, ambiente, territorio y la propia idea de Patagonia se
construyen transnacionalmente, a partir de múltiples y complejas interconexiones que
establecen actores sociales.

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Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

En el marco de los procesos de globalización actuales, los actores sociales


se mueven en escenarios de interacción mundial en los cuales
(re)construyen órdenes simbólicos anclados tanto en lo global como en
lo local[...] En este juego de relaciones de poder, ocupan un papel
importante la posición de los actores sociales en la estructura social, los
recursos que movilizan, su legitimidad como interlocutores, y las
condiciones de las instituciones en que se desenvuelven, entre otros
aspectos. (GUTIÉRREZ, 2005)

Los cambios de representaciones que se advierten en la sociedad patagónica


y sobre los cuales nos interrogamos son:
1) La Patagonia deja de ser aceptada como territorio sujeto a explotación a favor del
área metropolitana (pampa húmeda).
2) Se cuestiona la relación entre el ambiente y un modelo de desarrollo que acumula
los beneficios en espacios extrarregionales.
3) Los recursos naturales dejan de ser considerados estrictamente como recursos
económicos cuya explotación no tiene en cuenta el deterioro ambiental (lo que
más abajo se desarrolla como costo ambiental “cero”) y comienzan a ser valorados
como bienes ambientales.
4) La acción política de la sociedad civil deja de limitarse a la ciudadanía pasiva y
adopta formas de control de las políticas del Estado y de las empresas privadas
sobre el medioambiente.
Estos cambios se producen a través de interrelaciones múltiples que los
actores sociales construyen a través de sus prácticas sociales. Siguiendo a Daniel Mato:

Podemos pensar las representaciones sociales como las palabras o imágenes


“clave” dentro de los discursos de los actores sociales. De este modo
orientan y otorgan sentido a las prácticas sociales que esos actores
desarrollan en relación con ellos y son modificadas a través de tales
prácticas.[Lo que llamamos globalización] ... es el resultado de procesos
sociales en los cuales los actores se forman, transforman, colaboran, entran
en conflictos, negocian, etc.

Con estas premisas cabe preguntarse con qué componentes simbólicos e


ideológicos se construyen las nuevas representaciones del territorio patagónico
sostenidas por los actores que encabezan la resistencia.

Estas representaciones se originan y a la vez inciden en las formas de


“ver el mundo”, o de interpretar la experiencia. De este modo, las
representaciones sociales orientan las maneras de actuar, es decir, las
prácticas sociales de los actores. Pero, además, estas prácticas sociales a
su vez inciden en las maneras de interpretar la experiencia, es decir,
inciden en las representaciones (MATO, 2001:133 y ss).

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Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

¿QUÉ PASÓ EN LAS SOCIEDADES PATAGÓNICAS QUE


PASARON DE LA PASIVIDAD A LA RESISTENCIA?

El poblamiento patagónico durante el siglo XX se caracterizó por estar


organizado por las actividades económicas predominantes entre las cuales la ganadería
ovina ocupaba la mayor extensión. Islas negras del petróleo y del carbón disciplinaban
a sus sociedades bajo los parámetros de Y.P.F. e Y.C.F. (Yacimientos Carboníferos
Fiscales). Luego, durante los ‘60 y ’70, habitantes trasplantados fueron ocupados en la
construcción de las represas por empresas contratistas del Estado. Paralelamente dentro
de este proceso de estructura desarrollista se impulsaron enclaves industriales de
transformación de materia prima predominantemente no patagónica: ALUAR,
Complejo electrónica y electrodomésticos, industria textil sintética, ALPAT (Álcalis
de Patagonia). Los proyectos económicos en la Patagonia parten de la falsa premisa de
un costo ambiental “cero”, es así porque “en todas las escuelas económicas, la naturaleza
era considerada, explícita o implícitamente, infinita y autorreproducible”.19 Fue así
como desde la introducción del ovino en un ecosistema que no lo resistiría, se han ido
tomando decisiones sobre el ambiente patagónico que no han valorizado la
biodiversidad.
Los patagónicos – o por lo menos ciertos grupos que empiezan a actuar en
este proceso – comienzan a admitir que existen por lo menos dos maneras de concebir
su proyecto de crecimiento. Uno de ellos tiene que ver con la inserción e integración
al mundo capitalista a partir de la explotación de sus recursos mineros y de la
“explotación minera” de sus recursos. Esta última expresión entendida como la
mercantilización de la naturaleza hasta su agotamiento. Otras representaciones del
ambiente, del desarrollo y de la sustentabilidad en la Patagonia son las que se
manifiestan especialmente a partir del comienzo de la década de los ‘80. Sucede que
nuevos actores locales con vinculaciones nacionales y transnacionales (ONGs,
Sindicatos, vecinalísimos, organizaciones ambientalistas) se organizan con el renacer
institucional posterior a la dictadura. Podemos apreciar la influencia de los movimientos
de protesta política juvenil de los años 60 y 70 y los movimientos verdes europeos en
las corrientes migratorias que se asentaron en la región buscando modos de vida
alternativos.20 Se forman un conjunto de organizaciones ecologistas o ambientalistas,
surgen a partir de 1983 y gradualmente van tejiendo conexiones y relaciones con
organismos nacionales e internacionales. 21 Varios de los líderes de las protestas
entrevistados hacen referencia a la influencia de sus viajes o vinculaciones con el
exterior en la construcción de sus concepciones sobre el ambiente.22
Otro factor influyente en las representaciones del desarrollo y del ambiente
fue la (re)construcción de las identidades indígenas. Desde 1982, se produce un
fortalecimiento de las identidades Mapuche y Tehuelche que genera formas de
organización comunitaria y nucleamientos de distintos tipos. Junto con la reivindicación
de sus tierras y la denuncia de los atropellos cometidos contra ellos, los grupos mapuche
difunden su filosofía con respecto a su etnoterritorio, la tierra y la naturaleza. Estas
concepciones se interiorizan en buena parte de la población que se asentó en los

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Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

últimos treinta años. Un indicador significativo se aprecia en la profusión de los nombres


de persona y los topónimos que refieren a la naturaleza en lengua mapuche.
La concepción mapuche del territorio y la naturaleza aparece como
complejo de representaciones que se oponen a la economía de mercado y son asumidas
por los sectores que resisten a los proyectos mencionados. Se presenta aquí la
contradicción de las visiones del desarrollo cuyas bases culturales se asientan en
profundas rupturas con la base del pensamiento económico y político de Occidente.
Estas representan rupturas sustanciales en los conceptos de dinero, del tiempo, de la
vida y de la muerte del espacio y de la propiedad. (GRUESO, 2005)
Pero un proceso de más larga data opera en la circulación de ideas y en el
fortalecimiento de la sociedad civil de las provincias patagónicas. Hasta 1952 la
Patagonia estuvo divida políticamente en los Territorios Nacionales sin autonomía23.
Desde esa fecha los territorios se transformaron en Provincias. Fueron tiempos de
construcción de nuevas ciudadanías. Los veinte años que siguieron a su
provincialización estuvieron sesgados por los proyectos del modelo desarrollista, con la
impronta de tierra de reservas estratégicas. Esta es la época de los proyectos de enclaves
de promoción industrial en Tierra del Fuego, industria textil sintética en Trelew (en
el corazón de la Patagonia lanera), aluminio en Puerto Madryn (el mineral de aluminio
es importado de Sudáfrica ya que no existe en la región), una planta de Soda Solvay
en el Puerto de San Antonio, explotación maderera intensa y reforestaciones con
especies exóticas (pino oregón, radiata, etc.) en los valles cordilleranos. La Patagonia
era un espacio a desarrollar planificadamente, donde el impacto ambiental tenía
costo “cero”.
En este contexto, un factor importante en el cambio de representaciones
sobre la Patagonia y sus ambientes y sobre los costos del desarrollo es la tardía pero
influyente presencia de organismos estatales de control: I.FO.NA. (Instituto Forestal
Nacional), Servicio Forestal Andino (Río Negro), COR.FO. (Corporación de Fomento
Chubut). Si bien en los profesionales, técnicos e ingenieros se advierte un abanico de
posiciones con respecto a la explotación y conservación de los recursos naturales, con
su presencia y sus voces se introduce la necesidad de fundamentar y argumentar antes
de concretar los emprendimientos. En la misma línea, la instalación de carreras
universitarias de ingeniería forestal y biología en la región fue una importante puerta
de ingreso de ideas y un espacio de reflexión sobre la sociedad y la naturaleza. Estos
espacios permiten la circulación pensamiento ambiental proveniente de centros
académicos y técnicos nacionales e internacionales.
No obstante ello, el impacto que el desmantelamiento estatal encarado a
partir de la década del 90, y su correlato de cooptación de los técnicos a través de la
obligación de autosustentar sus investigaciones, que empezaron a estar cada vez más
ligadas a las agendas extranjeras, llevó a muchas de estas agencias a ser activas
colaboradoras en interpretaciones interesadas de soluciones ambientales (por ejemplo,
proyectos de manejos forestales ligados a los bonos de carbono, reconversiones
productivas que conducen a nuevas formas de monocultivo o inclusiones al subsistema
de producción exportable de frutas finas, etc.)

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Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

En la formación de la idea sobre lo que es “Patagonia” el observador


extranjero opera como un modelador de representaciones. En la producción de ideas
sobre la Patagonia pesaron mucho los imaginarios producidos en Europa. Desde Darwin
y Musters entre otros, estos discursos contribuyeron a moldear la identidad de la región.
Los llegados en los ‘80 contribuyeron a dar nuevos significados a los términos desarrollo,
ambiente, naturaleza. Los portadores de estas ideas fueron y son fundamentalmente
los inmigrantes extranjeros y los turistas. Afincados, unos de viaje, los otros establecieron
una demanda por oposición a la artificialización del paisaje y la vida social en sus
centros de origen. Podría expresarse así: Patagonia es (y si no lo es debería convertirse en)
aquello que buscan en ella estos nuevos visitantes que tienen la capacidad de aportar divisas
y que por sobre todo vienen de Europa, que es donde la tradición cultural argentina ha
encontrado su piedra de toque.
Cabe citar que las representaciones de los distintos actores involucrados
en el conflicto ambiental suelen ser bien distintas y enunciarse en lenguajes diferentes
con referencias a cosmovisiones diversas. A este punto se refiere Daniel Mato (2001:
134). Sin embargo

... en el campo de la ética ambiental confluyen diferentes códigos morales


de conducta que no siempre pueden disolver sus diferencias en un
consenso de principios generales básicos; los diferentes ethos de los pueblos
no son fácilmente homologables e integrables en un ethos planetario,
que acaba siendo planteado como una ética de mínimos para la
supervivencia, y no una ética para la diversidad de la vida. (LEFF,
2002: 301.)

En esta reflexión merece un párrafo aparte la fase actual de las


representaciones de la Patagonia en el pensamiento del Imperio. En un libro de muy
reciente aparición la Dra. Susana Bandieri señala una incipiente reconstrucción desde
el hemisferio norte de la idea de una Patagonia vacía, desértica y desaprovechada,
tierra de promisión a ser redescubierta por el mundo de los emprendedores. La autora
cree ver en esta supuesta visión casi ingenua de la Patagonia un fuerte interés por el
recurso “agua” ya que explica:

Debe saberse que los recursos hídricos continentales de la Patagonia


rondan los 230.000 km² de cuencas de vertiente atlántica. De 300 lagos
existentes, 99 (33%) vierten sus aguas en el Atlántico, en tanto que 111
(37%) lo hacen en el Pacifico. Otros 90 (30%) son cuencas cerradas de
la meseta patagónica. Y esto sin contar las reservas subterráneas. A ello
deberían agregarse los 4.000 km² de superficie del área de hielos
continentales y glaciares. En síntesis, la región cuenta con una de las
reservas de agua dulce más importantes del planeta (BANDIERI,
2005:368-69).

En este mismo sentido puede inscribirse el importante acaparamiento de


enormes extensiones de tierras por parte de empresas o magnates extranjeros. También
en nuestro país hay nuevos “colonos”, esta vez por el procedimiento de compra a los

63
Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

valores venales de tierras que muchos terratenientes y productores medios de Argentina


están dispuestos a vender en el contexto de la crisis a que nos han conducido las
políticas económicas y sociales diseñadas en los centros hegemónicos imperiales.24

ALGUNAS ENSEÑANZAS DE UN PROCESO INCONCLUSO

La Argentina carece de una política ambiental construida sobre la base


de haber pensado la relación entre la sociedad y la naturaleza como un campo que
merece su especificidad. El estado y sus agencias han operado desde la lógica de la
política económica.25 Esto es un rasgo identificable desde las políticas desarrollistas
hasta las liberales. Pero mientras parecía que no existía otra cosa que el supuesto
pensamiento único que postula que no hay límites para el crecimiento, por debajo,
fuera de los cenáculos políticos y mucho más silenciosamente se fortalecen las redes
sociales que se oponen a la depredación del ambiente. Vistos en una perspectiva de 25
años se aprecia paulatinamente y por la acción de los múltiples grupos y especialistas,
el efecto debilitador de la noción de costo ambiental “cero” y la potencialidad
constructora de una nueva visión de la relación con el ambiente que no lo considere
como una mercancía.

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LEFF, E. (Coordinador) Ética, vida, sustentabilidad, PNUMA-CEPAL. México 2002.

64
Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

ESCOBAR, A. “El desarrollo y la antropología de la modernidad” (capítulo 2);


“Planificación” (capítulo 3); y “El desarrollo sostenible: diálogo de discursos”
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ENTREVISTAS

Entrevista a Javier Rodríguez Pardo, Movimiento Antinuclear Chubutense, Trelew,


abril del 2001.

Entrevista a Jorge Leitviker, autor teatral, El Bolsón, julio de 2001.

65
Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

Entrevista a Oscar Silberman, arquitecto, miembro de la Sociedad Ecológica Regional


de El Bolsón, mayo de 2002.

Entrevista a Alejandro Nebbia, Guardaparque Nacional, maestro, miembro del Centro


de Formación, Investigación y Documentación, Lago Puelo, mayo de 2002.

Entrevista a Lucas Chiappe, fotógrafo, Proyecto Lemú, Epuyén, mayo de 2002.

NOTAS

1. Según ANTONIO ELIZALDE (2003), La historia del concepto de desarrollo sustentable muestra que es este un
concepto equívoco y polisémico e incluso casi vacío. Se lo entiende como crecimiento sustentable, hasta quienes
lo han convertido en la versión actualizada del ya no tan nuevo rito desarrollista. Cada cual usa el concepto de
sustentabilidad según mejor conviene a su particular interés y visión de mundo. La tan conocida versión de
“aquel desarrollo que atiende las necesidades de las generaciones presentes sin menoscabar las necesidades de
las futuras generaciones” (BRUNDTLAND, 1986), encubre un acuerdo tácito de no profundizar en dicha
definición, ya que de haber sido así gran parte de los acuerdos de la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente de
Río 1992 no habrían podido adoptarse.
2. Confrontar: GALLO MENDOZA, GUILLERMO Y GALLO MENDOZA, LUCAS 2003:111
3. Se denomina piquete a la forma de protesta consistente en bloquear las rutas y caminos importantes para
manifestar un reclamo.
4. Para el análisis de resultados de estudios específicos sobre la contaminación por hidrocarburos en áreas de la
costa patagónica véase GALLO MENDOZA, GUILLERMO Y GALLO MENDOZA, LUCAS 2003:110
5. La bauxita es la materia prima del aluminio, se encuentra en la naturaleza compuesta por óxido de aluminio y
otros elementos. La bauxita que se utiliza en ALUAR se importa de Australia ya que Argentina no tiene este
mineral. La razón de la instalación de la planta es la energía barata que produce la represa de Futaleufú ubicada
aproximadamente a 800 km. hacia el suroeste sobre la cordillera de Los Andes.
6. Un ejemplo reciente del impacto que genera una actividad portuaria como la que se desarrolla en ALUAR es la
aparición de un alga “undaria”, original de los mares del sudeste asiático, en el Golfo Nuevo. Este alga genera
un proceso de eutrofización.
7. La noción de sustentabilidad merecería un análisis particular. En los límites de este trabajo solo mencionaremos
que puede considerar que tiene distintos planos de aplicación de sutentabilidad económica, social, ecológica,
política, etc...
8. No se podría aceptar que una alta proporción de los compromisos se implementen a través de los “Joint
Implementation”. La disponibilidad de tierras, y su real costo pueden ser factores que en el futuro se presenten
como reales restricciones. Debe notarse que en buena parte los bajos costos de nuestras plantaciones está basado
en las externalidades no pagas en nuestros países y en los salarios bajos, situaciones que de acuerdo a los
objetivos del desarrollo sostenible no pueden ser permanentes. (GALLO MENDOZA ,GUILLERMO Y
SEJENOVICH, HÉCTOR, 1995:42)
9. Esto implicó sustanciales incrementos en los costos de producción, además de un significativo aumento en la
contaminación de las aguas y los suelos y un sensible desmejoramiento de las condiciones sanitarias de la
población.” (GALLO MENDOZA Y SEJENOVICH, 1995)
10. Gastre era en ese tiempo una pequeña comuna rural con menos de 1000 habitantes en el centro norte de la
meseta chubutense, con luz por generadores a gas-oil diez horas por la noche y calles sin asfaltar, unida por una
pésima ruta de tierra a Puerto Madryn.
11. :“La gente creía que nosotros le íbamos a sacar el pan de la boca, que Gastre iba a ser una ciudad progresista, poco
menos, yo te digo que había cosas que eran inauditas,[pensar] un Gastre todo asfaltado, una ciudad con
comercios, negocios”. (Entrevista a Javier Rodríguez Pardo, miembro del Movimiento Antinuclear Chubutense).
12. Esta situación es constantemente trabajada por los comunicadores del poder económico a la espera de capitalizarlos
en un futuro.

66
Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

13. “Hubo dudas, pero eran las menos y las fuimos como trabajando, explicándole a la gente de alguna manera que no era cierto
que le iban a indemnizar tan fácil, que esto del trabajo era entre comillas porque después estas empresas traen a toda su
gente.”(Entrevista a Jorge Leibiker).
14. “Hoy mismo, tenemos un problema y acuden a los locos de la ONG a decir ´che, vos sabés que se me están
muriendo los pescados en aquel canal´, vienen a vos a hacerte el reclamo porque no tienen confianza en los
estamentos del Estado, por ejemplo, unos estamentos que deberían cuidar, no sé, una Dirección de Pesca,
directamente vienen a tu casa, te plantean ´che, está pasando esto, ¿cómo podemos hacer?´. Uno también va
teniendo más armas de trabajo, va teniendo más experiencia, va teniendo un abogado conocido que te puede
asesorar en el aspecto legal siempre ad honorem, esto se va haciendo a través de los años, se va creciendo, pero
yo creo que el reclamo social de este nivel, de la problemática ambiental está asociado a las ONG’s, a nadie se
le ocurriría ir a hablar de una problemática ambiental a un estamento del Estado porque no tiene confianza, es
la realidad.”(Alejandro Nebbia)
15. [En Trelew] “ ´La Ley Seca´, un cafetín pequeño, los paisanos se reunían ahí y nosotros, bueno, había un nivel ¿no?,
abogados, profesionales, y después de comer nos reuníamos todos allí. Al lado había una librería y le digo al muchacho de
la librería, mirá, sacá fotocopias porque te va a venir a pedir fulano, mengano, sutano, y yo ya me cansé de sacar
fotocopias, al rato me viene a buscar y me dice, Javier, hemos tirado más de cien fotocopias, así que le digo, bueno, anota
quiénes son, adónde van las fotocopias, iban a Comodoro, a la Cordillera, las fotocopias de esas seis páginas. Así que se
nos había escapado de las manos de golpe y porrazo la cosa”. ( Entrevista a Javier Rodríguez Pardo)
[En Epuyén]: “... los Mapuches tuvieron mucha importancia en esta lucha porque ellos tenían el cementerio
local que quedaba bajo las aguas, entonces ellos se empezaron a sentir muy mal porque sus muertos iban a
quedar sepultados bajo las aguas y ellos nos los iban a poder visitar, entonces empezó a pesar en la parte religiosa
del pueblo Mapuche y entonces el pueblo Mapuche se organizó bastante bien y se unió a nosotros, digamos, y
se logró una unidad. Lo más interesante que sucedió fue el fenómeno de unidad, muy poderoso, que fue lo que
llevó a la victoria a esta lucha, que ya no importaba si vos habías venido, estabas, habías nacido, si eras mapuche,
si eras gringo, era como que bueno, vos estabas en la defensa del lugar y eso ya te daba como un status de amante
del lugar.”(Entrevista a Jorge Leibiker)..
16. En lo local, en el Chubut y Río Negro: “Lo que se genera es como una coalición de ONG’s cordilleranas con
problemáticas que son particulares y con problemáticas que son comunes. Nosotros a partir de esa fecha empezamos a
tener reuniones, esto no quiere decir que no haya habido una historia anterior ¿no?, existe una historia anterior pero bueno,
a partir quizás de Prima Klima empezamos a tener reuniones rutinarias, con mucho esfuerzo personal, todos laburamos en
otras cosas, esto lo hacemos muchos ad honorem, pagándonos viajes, juntándonos en Esquel, en Lago Puelo, en [ El]
Bolsón, hemos viajado a varios lugares, tuvimos también una movida linda en Senguer para este tema, y juntarnos y diseñar
estrategias, por [ ejemplo] ... ¿quién saca la nota en tal diario?, o las hago yo, bueno yo saco otra o pasáme esta y la
publicamos en este otro diario también. Esto se armó y esto continua.”(Entrevista a Alejandro Nebbia)
En esta búsqueda, no faltaron en los primeros años, a fines de la década de 1980, intentos de transformar sus
esfuerzos en actuaciones político-partidarias. Lucas Chiappe y Leibiker nos cuentan la experiencia de la
comuna de Epuyén en 1987: “También lo que hace es que nos involucra social, políticamente, más allá de ecológicamente,
que fue digamos el motivo principal de esta lucha en un principio. Fijáte que las consecuencias de esta lucha nos lleva a
nosotros y a la Comisión de Defensa del Valle de Epuyén a realizar trabajos sociales que no tenían que ver mucho con la
historia ecológica pero que tenían que ver, en cambio, con las injusticias claras de la diferencia de poderes, así como te decía
que no habíamos podido elegir nuestro candidato a Intendente en la localidad en el año ´85.”
17. “No, no se cerró, esta historia nos va a llevar de por vida, esto va a ser eterno, porque con la globalización la cosa
es peor, mucho peor, la globalización indica que los países del tercer mundo, si se beneficiaron con las
tecnologías que ellos llaman de punta también tienen que participar de los problemas de esa tecnología, y uno
de los problemas es la gestión final de los residuos. Entonces, parte del continente de África, Asia y de
Sudamérica tienen que dar cabida a lo que eventualmente serían tres basureros de deshechos radioactivos de
alta actividad, y esto lo dice el Banco Mundial, los Organismos Internacionales, el Poder Globalizador”.
(Entevista a Javier Rodríguez Pardo)
18. Los conflictos ambientales se suscitan en torno al impacto ambiental o externalidades de una determinada
actividad o proyecto. Los principales impactos los producen grandes proyectos productivos, inmobiliarios o de
infraestructura. El aumento de la conciencia ambiental estimula la acción organizada de la comunidad local
para resistir las externalidades y los impactos asociados. Es entonces cuando se generan los conflictos. (SABATINI,
1997).

67
Ambiente & Sociedade – Vol. IX nº. 2 jul./dez. 2006

19. (GALLO MENDOZA Y SEJENOVICH, 1995: 9)


20. Las influencias ideológicas de estos sujetos (que llegan a la región en los últimos 30 años) son materia de
indagación, a los efectos de analizar su compleja composición que va desde la izquierda militante hasta las
distintas versiones de New Age.
21. A modo de ejemplo, el Proyecto Lemú (para la defensa de los bosques andinopatagónicos) estableció vinculaciones
de asistencia financiera con WWF, UNESCO, UNICEF, Ministerio de Educación de la Nación, ASHOKA,
entre otras, y su coordinador, Lucas Chiappe, participa desde el 1987 en reuniones internacionales. Otro
ejemplo es la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (C.T.E.R.A), que ha
desarrollado un completo programa de formación ambiental con fuerte inserción en la región patagónica, que
comprende un postgrado, cursos, investigaciones e informes regionales22. Estas acciones son generadas en
relación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (P.N.U.M.A.), la Fundación Federick
Böll y un importante número de intelectuales latinoamericanos dedicados al saber ambiental (Enrique Leff,
Felipe Ángel, Guillermo Castro Herrera, Sara Larrain, etc.).
23. El líder del Proyecto Lemú, refiere: “Mi mujer y yo luego de haber viajado durante varios años por América del
Sur , Europa y Asia , conocimos este valle y quedamos fascinados por los bosques ...” . Carlos “Tato” Álvarez,
fotógrafo, militante político y ambientalista cuenta: “... y ahí en Londres me quedé sólo en un departamento de
una argentina [¼] yo me quedé solo. Empezó a nevar en Londres, hubo una huelga, mirá cómo son las cosas,
hubo una huelga de los carboneros ... todo [se calefaccionaba a] carbón en Inglaterra y nos moríamos todos de
frío. Yo vivía en un departamento donde el baño estaba alfombrado, así que mirá el departamento... y digo cómo
puede ser esto, y ahí entré a tomar real conciencia de que el petróleo lo estaban manejando, había países
parados, Holanda estaba parada por la energía. Y ahí entré a pensar por este lado, ¿no?, esto se acaba, se acaba
esta sociedad de consumo, el capitalismo se acaba, se va todo al demonio y viene por este lado, quién iba a
pensar, todos se creían que venía por el enfrentamiento Moscú-Washington, pero no era por ese lado, ... y ahí
lo veía, la crisis del petróleo, a ese departamento llegaba el Times ...”.
24. Los territorios eran Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur. A
partir de 1952 se inició su proceso institucional de transformación en Provincias con excepción de Tierra del
Fuego que tuvo que esperar hasta 1994.
25. Algunos datos presentados por GERARDO DE JONG (2003) dan cuenta de la situación:
Tierras vendidas o en venta, excepto región Patagonia (ha) * 12.766.097 6,41 %
Tierras vendidas o en venta en la región Patagonia (ha) 3.798.702 4,83 %
Tierras vendidas o en venta en el total del país (ha) 16.566.799 5,93 %
Tierras enajenables con privatización del Banco Nación (ha) 14.500.000 5,19 %
Total de tierras en riesgo de recibir “colonos” (ha) 31.066.799 11,13 %
(*) Al sur del río Colorado
De Jong agrega: “La concreción de la estrategia que aquí se denuncia es especialmente alarmante para la
Patagonia, ya que del total de tierras disponibles para la venta en este momento, que suman un 4,83% de la
región y que obviamente pueden aumentar, se ha concretado la venta efectiva de aproximadamente el 3,2% de
la superficie de la región. Significa que la compra de tierras es mucho más activa y tiene como prioridad a esa
región para el proyecto imperial. Ello surge de confrontar esas cifras con el resto del país, donde el proceso es
más lento habida cuenta que sólo se ha vendido hasta ahora el 0,46% del territorio nacional, aun cuando las
tierras disponibles para venta hasta el momento constituyen el 6,4% del territorio del resto del país, sin contar
también en este caso con las enajenables en una eventual privatización del Banco de la Nación.” (DE JONG,
2003: 17)
26. Cabe citar la reflexión de Carlos Reboratti
“Aquí es donde tenemos un problema: hace mucho que la Argentina carece de política ambiental. En todos los conflictos de
raíz ambiental por los que hemos transitado en los últimos años (la construcción de gasoductos en el noroeste, la instalación
de una mina de oro en Esquel, la venta de una reserva forestal en Salta) lo más notable ha sido el absoluto silencio de
nuestras autoridades ambientales. Silencio que hace creer que no tenemos una oficina que se ocupe del tema.
En realidad, nuestro país tiene ya una larga historia al respecto, que comenzó con la creación en 1973 de una Secretaría de
Medio Ambiente, oficina que fue teniendo distinta suerte, hasta caer actualmente en el Ministerio de Salud. Su pico máximo
de popularidad la tuvo durante la presidencia de Menem, cuando la Secretaría estuvo a cargo de la mediática María Julia
Alsogaray. Su desempeño hizo caer en desgracia al propio tema ambiental, y la Secretaría se transformó en un refugio para
funcionarios políticos en tránsito hacia otros destinos más luminosos. A lo largo del camino se fue desarmando (por ejemplo,

68
Aproximaciones al análisis de los conflictos ambientales en la Pagonia – DANIEL NORBERTO BLANCO E JOSÉ MARÍA MENDES

no dependen de ella los Parques Nacionales, que se encargan justamente de la conservación del ambiente). La cuestión
ambiental ha perdido vigencia en nuestro país, en gran medida por la anomia oficial al respecto, seguramente ocupado en
temas más urgentes (casi nunca los ambientales lo son).”(REBORATI, 2005)

69
1

La disputa por el desarrollo: territorio, movimientos de carácter


socio-ambiental y discursos dominantes,1
Maristella Svampa2

“No se si hay un ecologismo infantil, pero sí creo que hay un


desarrollismo senil”, J.Martinez Allier (2008)

En el presenta artículo nos proponemos abordar algunos aspectos de la compleja


trama en la cual se inserta la disputa por el desarrollo en América Latina, a través de
diferentes vías analíticas. En primer lugar, haremos una introducción en la temática, con el
objeto de situar desde una perspectiva histórica el debate acerca del “desarrollo”. En
segundo lugar, daremos cuenta de la asociación entre ecología popular, nuevo lenguaje de
valoración y movimientos de carácter socio-ambiental. Asimismo, proponemos una
revisión de las diferentes concepciones que implícitamente recorren el discurso dominante
acerca del territorio. En tercer lugar, realizaremos una reflexión acerca de las dimensiones
generales (compartidas con otros movimientos sociales), y específicas (las consecuencias de
la territorializacion y la multiescalaridad de los conflictos) de los movimientos de carácter
socio-ambiental. En cuarto lugar, proponemos una revisión de algunos de los conceptos
que atraviesan explícitamente el discurso hegemónico en el proceso de reconfiguración de
los territorios, sobre todo a través de los conceptos de “desarrollo sustentable”,
“responsabilidad social empresarial” y “gobernanza”. Por último, abordaremos uno de los
dilemas que hoy recorre el espacio político latinoamericano y repercute sobre las
posibilidades de acción de los movimientos de carácter socio-ambiental, de cara a la
reactivación y acoplamiento entre tradición nacional-popular e imaginario desarrollista.

El retorno de la idea de desarrollo

La cuestión del desarrollo ha sido una temática recurrente y fundadora del


pensamiento social latinoamericano. Desde la CEPAL en adelante, intelectuales como Raúl

1 El presente artículo es una versión ampliada y actualizada del texto presentado en el seminario
“Interrogating the Civil Society Agenda” en la Universidad de Massachussets, Amhers, abril de
2008, publicado en el libro M. Svampa, Cambio de época. Movimientos sociales y poder político, Buenos
Aires, Siglo XXI, agosto de 2008, bajo el título, “La disputa por el desarrollo. Territorios y lenguajes
de valoración”. La autora agradece los comentarios y sugerencias de Sonia Alvarez y Millie Thayer.
2 Investigadora Independiente del Conicet, Argentina
2

Prebisch o Celso Furtado, 3 entre tantos otros, realizaron valiosas contribuciones acerca del
carácter estructural del subdesarrollo latinoamericano, así como apuntaron a diseñar
estrategias de desarrollo “hacia adentro”. Sin embargo, el paradigma del desarrollo
postulado en los años 50 por la CEPAL, e ilustrado por las experiencias nacional-
desarrollistas entre los años 50 y 70, que colocaban al Estado como un actor central (en
términos de productor y regulador de las relaciones sociales), fue ampliamente criticado,
desde diferentes vertientes y posicionamientos político-ideológicos: desde el marxismo,
tanto la corriente de la dependencia como los teóricos de la marginalidad, no sólo
cuestionaron el carácter reformista de dichos modelos sino los límites de su capacidad de
integración, al tiempo que señalaban como horizonte o como “concepto límite”4 la
alternativa revolucionaria. Así, por encima de las diferencias político-ideológicas, se tratase
de la perspectiva desarrollista o de la izquierda revolucionaria, al volver sobre aquellos
tiempos es posible rescatar la disposición a pensar modelos de desarrollo, concebidos en
términos de proyectos alternativos de sociedad.

En las últimas décadas el escenario regional y global cambió ostensiblemente. En


nuevos contextos y debates internacionales, se fue ampliando el arco temático y se fueron
incorporando otras dimensiones ligadas al desarrollo, como el tema ambiental, la cultura, la
dimensión humana y social, entre otras. Por un lado, la crisis de la idea de modernización (y
por ende, del desarrollo como progreso industrial), en su versión hegemónica, abrió un
nuevo espacio en el cual se fue cristalizando el rechazo y la revisión del paradigma del
progreso y la sociedad industrial de consumo. En esta óptica, y pese a la fuerte
desconfianza de las izquierdas clásicas, los movimientos ecologistas que se desarrollaron a
partir de los años ´60, especialmente en Europa y Estados Unidos, lograron alcanzar un
carácter altamente precursor y ejemplar, desarrollando una respetable influencia en sus
sociedades. Las críticas de estos movimientos no sólo ponían en entredicho algunos de los
pilares del pensamiento de Marx, claro heredero de la Modernidad, sino que para gran parte
de las izquierdas latinoamericanas, salvo excepciones, la problemática ambiental era

3 Para una presentación véase Prébisch (: 1964), Furtado (: 1964). Para una crítica más general de la

teoría del desarrollo, véase Bustelo: 1999 y Nahon et all: 2004.

4 Retomamos la idea de “concepto límite” desarrollado por M.A.Garretón, y que hace alusión a las
problemáticas centrales que ha unificado el pensamiento (como la idea de desarrollo, revolución y
democracia, entre otros). En la actualidad, Garretón señala la ausencia de una problemática central
(esto es, de un concepto límite) en las ciencias sociales actuales. Véase “Las ciencias sociales en
América Latina en una mirada comparativa” G. de Sierra, Garretón, M., Miguel Murmis y H.
Trindade.
3

considerada también como una preocupación importada de la agenda de los países ricos,
vinculada directamente con el grado de desarrollo alcanzado. Paralelamente, en América
Latina, las críticas indigenistas respecto del carácter lineal, monocultural de las teorías
dominantes del desarrollo (y la Modernidad) fueron horadando su solidez simbólica,
haciendo lugar al disenso y al reconocimiento de su dimensión excluyente.

Recordemos que hasta bien entrado el siglo XX, no existía lugar político e
ideológico desde el cual oponerse al irresistible credo del progreso, ya que se desconocían –
o bien, se desestimaban- las consecuencias destructivas que podía generar una
modernización sin freno. En rigor, había un único paradigma de la modernización, al cual
adherían incluso las diferentes corrientes del marxismo, cuya visión productivista y
homogeneizadora del progreso fue puesta a prueba en varias oportunidades y contextos
históricos. En este sentido, América Latina no fue una excepción, pues esta visión fue
sostenida tanto por los Estados desarrollistas como por las diferentes experiencias
nacional-popular. Quizá mucho más que en otras latitudes, las izquierdas –ya sea en su
matriz anticapitalista como nacional-popular- se mostraron sumamente refractarias a las
corrientes indigenistas y ecologistas que se iban pergeñando a la luz de las diferentes críticas
del paradigma productivista.

Por otro lado, la crisis del ideario emancipatorio (fracasos de las izquierdas y
dictaduras militares mediante) y el posterior desmantelamiento del Estado nacional-
desarrollista, produjeron un eclipse de esta línea del pensamiento social latinoamericano.
Ciertamente, entre los años ‘80 y ´90 estas temáticas desaparecieron por completo de la
agenda política, tanto en nuestras sociedades latinoamericanas, como en otras latitudes.
Para el caso del desarrollo, en las últimas décadas hemos asistido al ocaso de una visión
macrosocial, que enfatizaba enfoques y planificaciones más centralizadas, hacia una
concepción más micro-social, que sitúan la cuestión del desarrollo en una escala local,
territorial y regional. Asimismo, en América Latina comenzaron a forjarse otros conceptos,
de inspiración post-estructuralista, como el de “post-desarrollo”, una vertiente que propone
la deconstrucción del desarrollo hegemónico, así como la revaloración de las culturas
vernáculas y el conocimiento local no experto y destaca, además, la importancia de los
movimientos sociales y movilizaciones de base como modo de acercarse a una era del
“post-desarrollo” (Escobar, 2005)

En los últimos años, la emergencia de un nuevo escenario económico, político y


social en América Latina parece haber impulsado una vuelta hacia las “grandes preguntas”,
particularmente visible en el retorno de aquellos “conceptos límites” que alguna vez
4

trazaron las líneas directrices del pensamiento crítico latinoamericano. Parecería ser que
tanto la idea de “Desarrollo” como aquella de “Emancipación” –sucesora, en gran medida,
de la idea de “Revolución”– han vuelto a integrar el vocabulario político, y paulatinamente
inician un nuevo periplo en la política y las ciencias sociales latinoamericanas. Ninguno de
estos conceptos límites ha retornado intacto o simplemente como fantasma del pasado;
antes bien, sobre ellos se van operando trastocamientos y resignificaciones mayores, ligadas
tanto a la nueva dinámica del poder como a la acción contestataria de los movimientos
sociales contemporáneos. En realidad, en América Latina, el escenario en el cual retorna la
cuestión acerca del “desarrollo” y se perfilan los debates acerca de la “emancipación”, va
diseñando una trama muy compleja y conflictiva, atravesada por no pocos dilemas y
posicionamientos irreconciliables.

No hay que olvidar que en nuestros países el impulso del capitalismo neoliberal
posdictaduras conoce diferentes etapas: un primer momento, en los 90, marcado por la
desregulación económica, el ajuste fiscal, la política de privatizaciones (de los servicios
públicos y de los hidrocarburos), como por la introducción generalizada de los
agronegocios (los cultivos de transgénicos a través de la siembra directa). Como afirma
Boaventura de Sousa Santos (2007:37) estas transformaciones confirmaron el carácter
metarregulador del Estado, esto es un Estado que emerge como “entidad responsable de
crear el espacio para la legitimidad de los reguladores no estatales”. Esto implicó la
generación de nuevas normas jurídicas, que favorecieron no sólo la implantación de
capitales extranjeros, sino que garantizaron la institucionalización de los derechos de las
grandes corporaciones así como la aceptación de la normativa creada en los espacios
transnacionales.5 Asimismo, el proceso de mercantilización de los bienes públicos tuvo
como consecuencia la profundización de un Estado patrimonialista, frente a la fuerte
imbricación entre los Gobiernos, en sus diferentes niveles, con los grupos económicos
privados.

En la actualidad, gran parte de los países de América Latina atraviesan un segundo


momento, caracterizado por la generalización de un modelo extractivo-exportador, que
apunta a consolidar y ampliar aún más las brechas sociales entre los países del norte y del
sur, basado en la extracción de recursos naturales no renovables, la extensión del
monocultivo, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. El modelo de agronegocios,

5El ejemplo más claro fue la creación del Centro Internacional para el Arreglo de Diferendos
Relativos a Inversiones (CIADI), dependiente del Banco Mundial.
5

la megaminería a cielo abierto, la construcción de grandes represas, los proyectos previstos


por el IIRSA6 y prontamente los agrocombustibles (etanol), ilustran a cabalidad esta nueva
división territorial y global del trabajo en el contexto del capitalismo actual.

En términos de D. Harvey (2004), la actual etapa de expansión del capital puede ser
caracterizada como de “acumulación por desposesión”,7 proceso que ha producido nuevos
giros y desplazamientos, colocando en el centro de disputa la cuestión acerca del territorio
y el medio-ambiente. La nueva etapa también aparece asociada a nuevos mecanismos de
desposesión, como la biopiratería o la apropiación de formas culturales y cultivos
tradicionales pertenecientes a los pueblos indígenas y campesinos.
No es casualidad, entonces, que en este escenario de reprimarización de la
economía,8 caracterizado por la presencia desmesurada de grandes empresas
transnacionales, se hayan potenciado las luchas ancestrales por la tierra, de la mano de los
movimientos indígenas y campesinos, al tiempo que han surgido nuevas formas de
movilización y participación ciudadana, centradas en la defensa de los recursos naturales
(definidos como “bienes comunes”), la biodiversidad y el medio ambiente; todo lo cual va
diseñando una nueva cartografía de las resistencias, al tiempo que coloca en el centro de la
agenda política la disputa por lo que se entiende como “desarrollo sustentable”.

Ecología, lenguajes de valoración y territorialidades en pugna

En su libro “El ecologismo de los pobres”, el reconocido ecologista catalán, Joan


Martínez Allier (2004), propone distinguir entre tres corrientes del ecologismo: el culto de
la vida silvestre, el credo ecoeficientista y el movimiento de justicia ambiental. La primera
corriente se preocupa por la preservación de la naturaleza silvestre; es indiferente u opuesta
al crecimiento económico, valora negativamente el crecimiento poblacional y busca
respaldo científico en la biología de la conservación. De ahí que su accionar se encamine a

6 Cartera de proyectos de infraestructura de transporte, energía y comunicaciones consensuada por


varios gobiernos latinoamericanos en el marco de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura
Regional Suramericana (IIRSA). Para el tema, véase Aguilar, Ceceña y Motto, (2007).
7Para Harvey, el actual modelo de acumulación implica cada vez más la mercantilización y la

depredación, entre otras cosas, de los bienes ambientales. La acumulación por desposesión (lo que
Marx denominaba la “acumulación originaria”) ha desplazado en centralidad a la dinámica ligada a
la “reproducción ampliada del capital”. “El nuevo imperialismo: Acumulación por desposesión”,
Socialist Register, 2004: bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/social/harvey.pdf
8 La reprimarización de la economía va de la mano con la coexistencia de otros modelos de

desarrollo. Así, por ejemplo, nadie podría negar la importancia del modelo industrial, junto con el
de agronegocios, en un país como Brasil. En menor escala, algo similar sucede en Argentina, con la
reactivación de la industria, posterior a 2004 (y anterior a la crisis económica internacional).
6

crear reservas y parques naturales en aquellos lugares donde existen especies amenazadas o
sitios caracterizados por la biodiversidad. Grandes internacionales conservacionistas,
muchas veces poco respetuosas de las poblaciones nativas, se instalan en este registro
biocéntrico. Su expresión más extrema es la “ecología profunda”, ilustrada por el millonario
Douglas Tompkins, quien compró enormes extensiones de tierra en la Patagonia chilena y
argentina, así como en los Esteros del Iberá (debajo del cual se encuentra el acuífero
guaraní), y sueña con crear un paraíso, despojado de fronteras nacionales y de seres
humanos.
La segunda corriente y quizá la dominante dentro del universo de las ONG y
ciertos gobiernos del Primer Mundo, es el ecoeficientismo, que postula el eficiente uso de
los recursos naturales y el control de la contaminación. Sus conceptos clave son
“modernización ecológica”, “desarrollo sustentable” y, de manera más reciente, “industrias
limpias”, entre otras. El “desarrollo sustentable”, acuñado en los 80, fue una noción
introducida en la agenda global a partir de la publicación del documento “Nuestro futuro
en común” en (1987) y luego de la Cumbre de Río, en 1992. La misma subraya la
preocupación por el cuidado del medio ambiente y la búsqueda de un estilo de desarrollo
que no comprometa el porvenir de las futuras generaciones. Dicho concepto trajo consigo
otros que luego fueron puestos en discusión, como el de “responsabilidad compartida, pero
diferenciada; el principio “el que contamina, paga” y el principio precautorio” (Guimaraes,
2006), que fueron tratados en la Cumbre de Johannesburgo, en 2002. Sin embargo, pese a
la puesta en agenda de la problemática ambiental y las diferentes discusiones acerca de lo
que se entiende por desarrollo sostenible o “durable”, los veinte años que pasaron entre
una cumbre y otra pusieron de manifiesto el fracaso de aquellas visiones que consideran la
posibilidad de un estilo de desarrollo sustentable a partir del solo avance de la tecnología.
En la base de esta concepción, subyace la idea de que “las nuevas tecnologías y la
internalización de las externalidades son instrumentos decisivos de la modernización
ecológica. Esta tendría dos piernas; una económica, ecoimpuestos y mercados de permisos
de emisiones; otra, tecnológica, apoyo a los cambios que lleven al ahorro de energía y
materiales. /”…Desde esta perspectiva, la ecología deviene así la ciencia que sirve para
remediar la degradación causada por la industrialización.” (M.Allier, ibidem, 21-31). Así las
cosas, los males producidos por la tecnología se resolverían tanto a partir de la aplicación
de mayor tecnología, al tiempo que implicarían la promoción de una “acción socialmente
responsable” tanto de los Estados como de las empresas.
7

Esta posición hoy aparece reflejada en diferentes gobiernos de países desarrollados


y en el discurso de los funcionarios de no pocos ministerios y/o secretarías
medioambientales de nuestras latitudes. Como lo muestra de manera extrema la minería a
cielo abierto, por lo general, en función del “desarrollo sustentable”, el ecoeficientismo
gubernamental dice plantear debates que luego elude hábilmente, y en nombre de una
visión democratizante, actúa con pragmatismo o se funde con los poderosos intereses
económicos en juego.
La tercera posición es la que representa el movimiento de justicia ambiental, o lo
que Martínez Allier bautizó como “ecología popular”. Con esto nos referimos a una
corriente que crece en importancia y coloca el acento en los conflictos ambientales, que en
diversos niveles (local, nacional, global), son causados por la reproducción globalizada del
capital, la nueva división internacional y territorial del trabajo y la desigualdad social. Dicha
corriente subraya también el desplazamiento geográfico de las fuentes de recursos y de los
desechos. En este sentido, queda claro que la demanda cada vez mayor de los países
desarrollados hacia los países dependientes, en términos de materias primas o de bienes de
consumo, ha conllevado una peligrosa expansión de las fronteras: del petróleo, del gas, de
la minería, de las plantaciones celulósicas, de la soja transgénica; expansión que genera
transformaciones mayores, reorientando completamente la economía de pueblos enteros y
amenazando en el mediano plazo, la sustentabilidad ecológica. Esta desigual división del
trabajo, que repercute en la distribución de los conflictos ambientales, perjudica sobre todo
a las poblaciones pobres y que presentan mayor vulnerabilidad. Un ejemplo de ello es la
situación de los pueblos indígenas y campesinos, que pujan por la defensa de sus derechos
territoriales, reconocidos por tantas constituciones latinoamericanas, ante el avance de la
frontera forestal, las grandes represas, la privatización de las tierras o el boom de la soja
transgénica.
Uno de los núcleos centrales de la ecología popular es la activación de un lenguaje
de valoración divergente, en oposición a la concepción binaria que desarrollan las grandes
empresas, en alianza con los diferentes Gobiernos (nacional y provincial), respecto de la
territorialidad. En este sentido, el desarrollo de la minería metalífera a gran escala, puede
pensarse como un ejemplo paradigmático en el cual una visión de la territorialidad se
presenta como excluyente de las existentes (o potencialmente existentes), generando una
“tensión de territorialidades” (C. Porto Gonçalvez, 2001). En efecto, el discurso (no
siempre explícito) de las empresas transnacionales y los gobiernos, suele desplegar una
concepción binaria del territorio, sobre la base de la división viable/inviable, que
8

desemboca en dos ideas mayores: por un lado, la de “territorio eficiente”; por otro, la de
“territorio vaciable” o en última instancia, “sacrificable”.
Estos conceptos conocen una temporalidad diferente. En primer lugar, en el marco
de la transformación neoliberal llevada a cabo durante los 90, los Gobiernos
instrumentaron la idea de “territorio eficiente” para traducir una manera diferente de
concebir el espacio geográfico nacional, desplazando así la idea de un modelo global de
territorio subsidiado desde el Estado. Esto significó, en muchos casos, el desmantelamiento
de la red de regulaciones que garantizaban un lugar a las economías regionales en las
economías nacionales. Como consecuencia de ello, la viabilidad o inviabilidad de las
economías regionales pasó a medirse en función de la tasa de rentabilidad. Así, por ejemplo,
en Argentina, la política de apertura económica de los 90 mantuvo las asimetrías regionales
preexistentes, al tiempo que conllevó la crisis y la desaparición de actores asociados al
anterior modelo (economías regionales ligadas a empresas estatales, pymes, minifundios) y
en muchos casos condujo a la reprimarización de la economía, a través de la expansión de
enclaves de exportación. Esto se vio reflejado de manera paradigmática en el caso de YPF
(Yacimientos Petrolíferos Fiscales), que desde su creación en 1922 hasta su privatización y
reestructuración setenta años más tarde, fue el motor de desarrollo de varias economías
regionales. No por casualidad, los enclaves petroleros, luego de las desastrosas
consecuencias de la privatización, fueron la cuna de los movimientos de desocupados
(Svampa y Pereyra, 2003).
En segundo lugar, de manera más reciente, la expansión de nuevos
emprendimientos productivos fue instalando la idea de que existen territorios vacíos o
“socialmente vaciables”, con el fin de poner bajo el control de las grandes empresas una
porción de los bienes naturales presentes en dichos territorios. En términos de R. Sack
(1986), esto se produce cuando el territorio carece de artefactos u objetos valiosos desde el
punto de vista social o económico, con los cual estos aparecen como “sacrificables” dentro
de la lógica del capital. La eficacia política de estas visiones aparece asociada al carácter de
los territorios en los cuales, por lo general, tienden a implantarse la industria extractiva:
zonas relativamente aisladas, empobrecidas o caracterizadas por una escasa densidad
poblacional, todo lo cual construye escenarios de fuerte asimetría social entre los actores en
pugna. Así, las comunidades allí asentadas son negadas e impulsadas al desplazamiento o
desaparición, en nombre de la expansión de las “fronteras”.
En un país como la Argentina, el concepto de “territorio vacío” aparece también
asociado a la idea de “desierto”, imagen de fuerte carga histórica y simbólica que fue
9

empleada para justificar la expansión de la frontera en la Patagonia, eliminando a las


poblaciones indígenas e imponiendo un modelo de Estado-nación, bajo el discurso de un
progreso homogeneizador y la integración socioeconómica al mercado internacional. En la
actualidad, parecería ser que hay un retorno de dicha estrategia en la medida en que la
resignificación del concepto de “desierto” y la valorización de esos territorios
caracterizados por sus paisajes primarios y sus grandes extensiones, permitiría justificar la
construcción de una territorialidad que excluye a las otras existentes. Funcionarios del
Gobierno nacional y provincial utilizan esta “metáfora” tan arraigada en el imaginario
político y cultural argentino para plantear, incluso, la minería a gran escala como única
alternativa productiva, en regiones donde impera el “desierto de piedra” (la expresión
corresponde a Jorge Mayoral, Secretarío de Minería de la Nación). Esta misma estrategia
también es utilizada hoy para justificar la venta de extensos territorios en la Patagonia
argentina a empresas y propietarios extranjeros, que incluyen, en algunos casos, pueblos
enteros así como el acceso exclusivo a ríos y lagos.
De modo más reciente, otra de las estrategias encaradas por gobiernos y empresas
ha sido el reordenamiento territorial. Así, en Argentina, la llamada propuesta de
“zonificación” de los territorios, esto es, la definición de patrones de uso de suelo,
apuntaría a definir qué territorios serían eximidos de la actividad extractiva, mientras que
otros estarían disponibles para su recepción, todo lo cual remite claramente a la idea de
“territorio sacrificables” o “áreas de sacrificio”.
En resumen, de diversas maneras, la afirmación de que existen regiones marcadas
históricamente por la pobreza y la vulnerabilidad social, con una densidad poblacional baja,
que cuentan con grandes extensiones de territorios “improductivos” y/o “vacíos”, facilita
la instalación de un discurso productivista y excluyente, al tiempo que constituye el punto
de partida de la conformación de otros “lenguajes de valoración” en torno al territorio, por
parte de las comunidades afectadas. La definición de lo que es el territorio, más que nunca,
se convierte así en el locus del conflicto.

Las vías de la ecología popular: dimensiones comunes y específicas

Las diferentes movilizaciones que se multiplican hoy en América Latina, al compás


de la explosión de los conflictos socioambientales, van configurando progresivamente
movimientos sociales, que poseen una dinámica organizacional y confrontacional propia,
10

con capacidad para sostener sus demandas en el tiempo, más allá de una innegable
vulnerabilidad vinculada, entre otras, a una situación de gran asimetría social.
En este sentido, uno de los hechos más notorios del período ha sido el surgimiento
y expansión de movimientos en contra de la minería a gran escala y a cielo abierto.9 Desde
1999, sobre todo en la larga franja que ocupa la cordillera de los Andes, desde Guatemala y
Ecuador, pasando por Perú, hasta Chile y Argentina,10 se han originado una multiplicidad
de resistencias, movilizaciones campesinas y asambleas de autoconvocados que ponen de
relieve las nuevas fronteras de la exclusión, frente a grandes proyectos mineros que
amenazan con afectar severamente las condiciones y calidad de vida de las poblaciones.

En realidad, dichos movimientos se nutren de otros preexistentes, al tiempo que


comparten aquellos rasgos y dimensiones que hoy atraviesan a la mayor parte de los
movimientos sociales latinoamericanos, entre ellos, la territorialidad, la combinación de la
acción directa con la acción institucional, la democracia asamblearia y una tendencia a la
autonomía. Sin embargo, las actuales movilizaciones indígenas y los movimientos
socioambientales urbanos dan cuenta de manera paradigmática de la multiescalaridad del
conflicto. Veamos, brevemente, cada uno de estos rasgos o dimensiones, a fin de señalar
tanto el carácter general como específico de los actuales movimientos socio-ambientales.
En primer lugar y en un sentido amplio, tanto en los movimientos urbanos como
rurales, el territorio ha sido un espacio de resistencia y también, progresivamente, un lugar
de resignificación y creación de nuevas relaciones sociales. Así, desde fines de los 80, el

9Resulta importante aclarar a qué tipo de minería hacemos referencia cuando hablamos de
nueva minería o minería a gran escala. Aún si las consecuencias económicas pueden ser
homologadas, lejos estamos de aquella minería de socavón, propia de épocas anteriores, cuando los
metales afluían en grandes vetas, desde el fondo de las galerías subterráneas. En la actualidad, los
metales, cada vez más escasos, se encuentran en estado de diseminación, y sólo pueden ser
extraídos a través de nuevas tecnologías, luego de producir grandes voladuras de montañas por
dinamitación, a partir de la utilización de sustancias químicas (cianuro, ácido sulfúrico, mercurio,
entre otros) para disolver (lixiviar) los metales del mineral que los contiene. En suma, lo particular
de este tipo de minería (a cielo abierto), diferente de la tradicional, es que implica niveles aún
mayores de afectación del medio ambiente, generando cuantiosos pasivos ambientales, al tiempo
que requiere tanto un uso desmesurado de recursos, entre ellos el agua y la energía, ambos
imprescindibles para sus operaciones, como asimismo, intervenir de manera violenta la geografía de
los territorios para la explotación.
10 Como señala Bebbington (2007), ya en el período 1990-1997, mientras la inversión en

exploración minera a nivel mundial creció un 90%, en América Latina, creció 400%. En
consonancia con ello, durante los ´90, la mayor parte de los países latinoamericanos involucrados,
llevó a cabo una profunda reforma del marco regulatorio, para conceder amplios beneficios a las
grandes empresas transnacionales, que ya vienen operando a escala global. Dicha reforma fue
respaldada por diferentes organismos internacionales (Banco Mundial, BID, entre otros), a fin de
facilitar, promover y garantizar el auge regional de la nueva minería.
11

territorio se fue erigiendo en el lugar privilegiado de disputa, a partir de la implementación de


las nuevas políticas sociales, de carácter focalizado, diseñadas desde el poder con vistas al
control y la contención de la pobreza.11 Sin embargo, de manera más reciente, a partir de las
nuevas modalidades que ha adoptado la lógica de acumulación del capital, asistimos a una
nueva inflexión a partir de la cual el territorio, en un sentido más amplio, esto es, concebido
doblemente como habitat y comunidad de vida, aparece en el centro de los reclamos de las
movilizaciones y movimientos campesinos, indígenas y socioambientales. Las acciones de
dichos movimientos, orientadas tanto contra el Estado como contra sectores privados
(grandes empresas transnacionales), generalmente se inician con reclamos puntuales,
aunque en la misma dinámica de lucha tienden a ampliar y radicalizar su plataforma
representativa y discursiva, incorporando otros temas, tales como el cuestionamiento a un
modelo de desarrollo monocultural y destructivo, y la exigencia de desmercantilización de
los llamados “bienes comunes”. Estos procesos de movilización conducen a una
concepción de la territorialidad, que se oponen radicalmente al discurso ecoeficientista y la
visión desarrollista, propia de la narrativa dominante.
12
Sin ánimo de ontologización alguna, la potenciación de un lenguaje de valoración
divergente sobre la territorialidad pareciera ser más inmediata para el caso de las
organizaciones indígenas y campesinas, debido tanto a la estrecha relación que éstas
plantean entre tierra y territorio, en términos de comunidad de vida, como a la notoria
reactivación de la matriz comunitaria indígena acaecida en las últimas décadas. Este parece
ser el caso de Perú, en donde en 1999 surgió la Coordinadora Nacional de las
Comunidades del Perú Afectados por la Minería (Conacami), que articula comunidades y
organizaciones de nueve regiones del país. En los últimos años, en un contexto de
endurecimiento de la represión y judicialización del conflicto, la Conacami ha ido
realizando el pasaje de un lenguaje “ambientalista”, crítico del modelo de desarrollo, a la
reafirmación de una identidad indígena y la defensa de los derechos culturales y
territoriales. Como afirman R.Hoetmer et all(: 2008).

“Los contactos transnacionales y los intercambios de experiencias con la


CONAIE-Ecuarunari del Ecuador, el Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Qullasuyu

11Esta dimensión material y simbólica, muchas veces comprendida como autoorganización comunitaria,
aparece como uno de los rasgos constitutivos de los movimientos sociales en América Latina, tanto
de los movimientos campesinos, muchos de ellos de corte étnico, como de los movimientos
urbanos, que asocian su lucha a la defensa de la tierra y/o a la satisfacción de las necesidades
básicas.

12 Tomamos la expresión de J. Martínez Allier (2004).


12

(CONAMAQ), y otras organizaciones indígenas de América Latina, jugaron un papel


importante en el desarrollo y la consolidación de una identidad y un discurso indígena en
Conacami. El proceso de “caminar juntos” de estas organizaciones, culminó en 2006 en la
fundación de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), que asume la
afirmación de la identidad como pueblos y nacionalidades originarios, como fundamento
de la lucha por un mundo mejor. Aparte de Conacami, la Confederación Campesina del
Perú y la Confederación Nacional Agraria, también integran al CAOI en el Perú, lo cual
indica una re-elaboración de la identidad clasista del campesino, que primó durante décadas
en estas organizaciones”.

Otro parece ser el caso de las organizaciones urbanas. Así, por ejemplo en
Argentina, las más de setenta asambleas de autoconvocados en contra de la megaminería a
cielo abierto que se desarrollan en pequeñas y medianas localidades del país y hoy
convergen en la UAC (Unión de Asambleas Ciudadanas), poseen otro registro a partir del
cual (re)construir mediaciones que conduzcan a la idea de “comunidad de vida y territorio”,
en función de la defensa de un estilo de vida (más elegido que heredado) que subraya un
vínculo estrecho entre paisaje, historia larga de la región, defensa del medio ambiente y
oportunidades de vida. Sin embargo, vale la pena agregar que, para el caso argentino, este
proceso de construcción de la territorialidad (o de reterritorialización), en clave de
comunidad de vida y de defensa de los bienes comunes, exhibe de manera progresiva una
afinidad electiva con la cosmovisión de los movimientos campesinos e indígenas,
históricamente invisibilizados y relegados al margen de la sociedad.

La segunda dimensión fundamental de este tipo de movimientos ligados a la


ecología popular, es que adoptan la acción directa no convencional y disruptiva, como
herramienta de lucha, acompañada de la acción institucional. Así, los movimientos que se
oponen a la megaminería a cielo abierto, utilizan como recurso de acción los bloqueos o
cortes de rutas y de acceso a los campamentos mineros. Las demandas institucionales van
desde la presentación de peticiones para la derogación y anulación de las leyes nacionales de
minería, la prohibición de la minería realizada a cielo abierto con sustancias tóxicas, hasta la
activación de otros mecanismos y figuras institucionales, ligados a la democracia directa,
entre ellos, la realización de consultas o plebiscitos a nivel local y provincial, que
funcionarían así a la manera de “licencia social”.
La lucha contra la megaminería a cielo abierto se inició en 1997, en Cotacachi, en
Ecuador, lo cual hizo que éste se convirtiera en el primer “cantón ecológico”, por
ordenanza municipal. Luego, le siguieron mediante la vía de la consulta popular, Tambo
13

Grande, en Perú, (2002, el primer plebiscito por este tema en América Latina) y Esquel, en
Argentina (2003). En años recientes, se han realizado dos consultas más en Perú, Piura y
Cajamarca (ambos en 2007); y tres en Guatemala, Sipacapa, (2005), Huehuetenango (2006);
Ixtahuacan (2007).
Por su parte, en Argentina, el “efecto Esquel”13 tuvo un arrastre multiplicador,
despertando a otras regiones del país donde se organizaron asambleas de autoconvocados.
Frente a la resistencia de la población, siete provincias argentinas sancionaron en los
últimos tiempos leyes que prohíben la minería con uso de sustancias tóxicas, aunque
ninguna de ellas habilitó la posibilidad de realizar una consulta popular, prevista por la
Constitución, reformada en 1994. Sin embargo, en muchos casos estas leyes no han
detenido los proyectos de exploración ni el avance de las inversiones mineras. En otras
provincias argentinas, la situación es muy inquietante, dado el avance de los proyectos de
megaminería, así como al conjunto de medidas desarrolladas por los Gobiernos y las
empresas, que apuntan a acallar a la población (sobre todo, a través del hostigamiento y
judicialización de la protesta ambiental).14
La tercera dimensión presente en estos movimientos de carácter socio-ambiental es
el desarrollo de formas y espacios de deliberación vinculadas a la democracia directa. En líneas
generales, la emergencia de nuevas estructuras de participación que tienen un fuerte
carácter asambleario, se refleja en la tendencia a crear estructuras flexibles, no jerárquicas,
proclives al horizontalismo y la profundización de la democracia interna. En el marco de
esas movilizaciones cobró centralidad la forma asamblea, como nuevo paradigma de la
política desde abajo.
Pero la forma asamblea está lejos de ser simple: en realidad es muy compleja,
supone un lento aprendizaje y está lejos de ser unívoca. Es compleja: en tanto espacio de
democracia deliberativa, suele conjugar democracia directa, acción directa y desobediencia
civil. Como señala acertadamente Ariel Colombo (:2006, 101-102), “la Asamblea implica
una ruptura del orden existente, en la medida en que es disruptiva, es autónoma (no se
inscribe en un espacio político preexistente) y es recursiva (en la deliberación directa, no

13La consulta popular realizada en 2003 obtuvo el 81% de los votos en contra de la instalación del
emprendimiento minero, y desembocó en la primera ley provincial de prohibición de este tipo de
minería en Argentina.
14 Para el tema, véase Svampa, Sola Alvarez y Bottaro, “Los movimientos contra la minería

a cielo abierto en Argentina. Entre el “efecto Esquel” y el “efecto La Alumbrera”, en Svampa, M y


Antonelli, M. (eds.), Minería Transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales, Buenos Aires,
Biblos-UNGS, 2009
.
14

alcanza con que esté moralmente motivada; tiene que vincularse con el mismo tipo de
reglas que le exige al sistema)”.
Precisamente es el carácter recursivo el que requiere un aprendizaje mayor, y va
signando avances y retrocesos en las dinámicas: en el medio de ella, los ciudadanos
involucrados en una construcción política novedosa se preguntan sobre los alcances de la
horizontalidad, sobre la democracia por consenso o la votación, sobre la fiabilidad de la
democracia (participativa, representativa, directa), sobre la posibilidad de construir
articulaciones políticas, en fin, sobre la manera encarar el vínculos con el Estado y la lucha
política más amplia, de cara a la necesidad de permanecer fieles a un mandato basista y
asambleario.
Por otro lado, la forma asamblea, tal como la entendemos, no es unívoca. Hay toda
una tipología de las asambleas realmente existentes que hoy atraviesan los movimientos
sociales y las acciones colectivas en América Latina. Así, hay expresiones ordinarias (en el
sentido de la cotidianeidad, esto es, asociadas a los diferentes niveles y espacios de decisión
de una organización o movimiento; se trate de una fábrica, un movimiento territorial
consolidado o socio-ambiental); hay expresiones extraordinarias (la insurrección, la
pueblada), en las cuales la Asamblea deviene una institución en sí misma, esto es, esto es,
autosuficiente y soberana, una totalidad procedimental y a la vez identitaria.
A su vez, la dinámica política –y por ende, sus limitaciones- no es la misma si éstas
se insertan en un espacio multiorganizacional (como es el caso de las más de setenta
asambleas contra la minería a cielo abierto en Argentina, o el de la Asamblea Popular de
los Pueblos de Oaxaca, que reúne a un conglomerado de organizaciones de base); o tienden
a desarrollar una estrategia que enfatiza el carácter único y específico de la asamblea (como
es el caso de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, en Argentina).

Por otra parte, la expansión de la forma asamblea no está vinculada necesariamente con
una definición “sustancial” de la democracia, o para decirlo en términos más
contemporáneos, con un proyecto de corte emancipatorio. La idea de que la “forma” hace
al “contenido” debe entenderse como una condición necesaria, aunque no suficiente.
Desde esta perspectiva, en algunos casos estamos lejos de aquellas experiencias ligadas al
ideario revolucionario (la Comuna, el consejismo obrero), cuya discusión pueblan
bibliotecas enteras del pensamiento de las izquierdas. Así, podría afirmarse que las
potencialidades contrahegemónicas de una Asamblea aparecen cuando ésta está asociada
un horizonte político radical e instituyente. Para el caso de ciertos movimientos campesino-
indígenas, esta dimensión instituyente suele asociarse a las demandas de autonomía, de los
15

derechos colectivos y de creación de un Estado Plurinacional (como en México, para el


primer caso, y Bolivia para ambos). Para el caso de los movimientos socio-ambientales
urbanos, aparece ligado al cuestionamiento del modelo de desarrollo y la apropiación de un
lenguaje de valoración contrahegemónico que apunta a la defensa de los derechos
humanos, en nombre de la “soberanía alimentaria” y los “bienes comunes”.
Una cuarta dimensión que recorre a los movimientos sociales se refiere a la
tendencia a la autonomía, también presente en los movimientos de carácter socio-ambiental.
En términos generales, la autonomía aparece no sólo como un eje organizativo, sino
también como un planteo estratégico, que remite a la “autodeterminación” (como diría
Castoriadis, “dotarse de su propia ley”). Dicha demanda da cuenta de una transformación
importante en el proceso global de construcción de las subjetividades políticas, como
resultado de los cambios que ha habido en la sociedad contemporánea en las últimas
décadas. Este ethos común (ya presente en los nuevos movimientos sociales de los años
´60), afirma como imperativo la desburocratización y democratización de las
organizaciones y se alimenta, por ende, de una gran desconfianza respecto de las
estructuras partidarias y sindicales, así como de toda instancia articulatoria superior. En este
sentido, la demanda de autonomía tiende a desplegarse en la tensión inscripta entre la
afirmación de un ethos colectivo libertario (la autonomía como horizonte utópico) y el
repliegue diferencialista-identitario (la autonomía como valor refugio) (Svampa, 2008b).

La importancia de narrativa autonomista en el lenguaje de los actores nos instala de


lleno en la dinámica propia de los movimientos sociales actuales, que oscilan entre lo
destituyente y lo instituyente. Así, por ejemplo, las asambleas socioambientales contra la
minería de la Argentina, la autonomía aparece asociada al rechazo tanto de los partidos
políticos como de los sindicatos, más allá de que en algunas oportunidades estos actores
(sobre todo los legisladores provinciales de la oposición) se constituyan en “correas de
transmisión” de las demandas. Sin embargo, hay que agregar que en muchos casos la
demanda de autonomía aparece más como un valor refugio, antes que como una dimensión
positiva estratégica (a saber, un horizonte utópico que apunta a la necesidad de crear las
propias leyes y por ende, a construir otros mundos).

En rigor, la demanda de autonomía se construye sobre tres ejes, que a menudo se


superponen: uno, el de la memoria larga, que para el caso de los movimientos campesinos-
indígenas, supone una vinculación con la cosmovisión de sus pueblos, en donde se
articulan la idea de resistencia, derechos colectivos y poder comunal; dos, el de la memoria
mediana, marcada por la crisis de representación política e ilustrada a cabalidad por la
16

desconfianza hacia los representantes políticos locales y nacionales y el recuerdo reiterado


de sus “traiciones”; tres, el de la memoria corta, asociada a la experiencia de los movimientos
de carácter antineoliberal, que marcan el ciclo reciente de las luchas sociales en América
Latina, iniciado en el año 2000 con la Guerra del Agua, en Cochabamba. Sobre esta triple
base, sobrevuela el temor ante los intentos de cooptación, que hoy provienen tanto de las
empresas transnacionales como de Gobiernos –en sus diferentes niveles y jurisdicciones-, e
incluso ciertas poderosas ONG y fundaciones ecologistas.
Una quinta dimensión que caracteriza a los movimientos socioambientales es la
multiescalaridad 15 del conflicto que tiene lugar en el marco de un entramado complejo, en el
cual se encuentran involucrados actores sociales, económicos y políticos (actores locales,
regionales y/o provinciales, estatales y globales). En la dinámica multiescalar “lo global” y
“lo local” se presentan como un proceso en el que se cristalizan, por un lado, alianzas entre
empresas transnacionales y Estados que promueven un determinado modelo de desarrollo
y, por otro lado, resistencias de las comunidades locales que no comparten tal modelo, ni
los estilos de vida que este impone.

Cabe señalar que la multiescalaridad de los conflictos suele combinarse con la


tipología del enclave, muy presente en la historia de América Latina, e inextricablemente
ligadas al modelo extractivista. En este sentido, y más allá de las diferentes fases y
situaciones que presenta el enclave en tanto forma, un tema no menor es que la industria
extractiva suelen encontrar un terreno favorable en aquellas regiones marcadas por una
matriz social muy jerárquica y poco diversificada desde el punto de vista económico, en
donde imperan gobiernos provinciales y municipales de bajísima calidad institucional. En
este contexto, las asimetrías propias de la dinámica entre lo local (movimientos campesinos,
organizaciones indígenas y asambleas de autoconvocados) y lo global (empresas
multinacionales) se exacerban: las grandes empresas tienden concentrar un número
importante de actividades, reorientando la economía del lugar y conformando enclaves de
exportación. Su peso económico es tal que no resulta extraño que los intereses mineros
atraviesen y hasta sustituyan al Estado, menospreciando y violentando procesos de decisión
ciudadana.

Por otro lado, la relación entre tipología de enclave y deterioro de los derechos
civiles expresa la tendencia a la territorialización de los conflictos, a partir de los cuales
estos quedan librados a la intervención de la justicia y los entes municipales y/o

15Sassen (2007) propone el concepto de “multiescalaridad” para hacer referencia a la reformulación


de escalas en los diversos procesos de globalización.
17

provinciales, cuyo grado de vulnerabilidad es mayor que el de sus homólogos nacionales.


La implementación del modelo tiende, por ende, a ser acompañada por políticas represivas
y autoritarias que criminalizan la pobreza y la protesta social. En este sentido, la
megaminería a cielo abierto termina configurándose como una figura extrema, un suerte de
modelo descarnado, en el cual las más crudas lógicas de la expropiación económica y la
depredación ambiental se combinan con escenarios grotescos, caracterizados por una gran
asimetría de poderes, que parecen evocar la lucha desigual entre David y Goliat. El caso
más dramático en América Latina lo constituye el Perú, donde las protestas de los
comuneros contra los megaproyectos de minería, ya ha dejado un saldo de varios muertos,
heridos y centenares de comuneros judicializados.

En suma, más allá de las ambivalencias, limitaciones y matices, los nuevos


movimientos socioambientales se instalan en un campo de difícil disputa. Por un lado,
deben enfrentar directamente la acción global de las grandes empresas transnacionales,
provenientes del Norte desarrollado, quienes en esta nueva etapa de acumulación del
capital se han constituido en los actores claramente hegemónicos del modelo extractivo-
exportador. Por otro lado, en el plano local, deben confrontarse con las políticas y
orientaciones generales de los Gobiernos –tanto a nivel provincial como nacional–, quienes
consideran que en la actual coyuntura internacional las actividades extractivas constituyen la
vía más rápida –sino la única en esas regiones hacia un progreso y desarrollo, siempre
trunco y tantas veces postergado en estas latitudes.

Responsabilidad social empresarial y gobernanza

El proceso de reconfiguración de los territorios, se apoya también en otros


conceptos que explícitamente forman parte del discurso global. Entre estos conceptos se
destacan el de “desarrollo sustentable”, “responsabilidad social empresarial” y
“gobernanza”. Como ya hemos aludido al primero, en lo siguiente veremos brevemente el
uso de los dos últimos.

La noción de responsabilidad social empresarial (RSE) es un concepto reciente, de


resonancias globales, que apunta a combinar la filantropía empresarial con una idea más
general acerca de la responsabilidad de las empresas respecto del impacto social y ambiental
que generan sus actividades. La importancia de tal concepto debe ser entendida en el marco
de la nueva matriz neoliberal, en la cual se consolida el rol metarregulador del Estado y las
18

empresas pasan a ser consideradas como el actor central y dinámico por excelencia. Este
nuevo modelo de acción empresarial, que surgió del Foro Económico de Davos, en 1999,
ha sido propuesto por y para las grandes empresas, que operan en contextos de gran
diversidad, de fuerte competencia internacional y, sobre todo, de creciente exposición ante
la opinión pública. No es casual que muchas de las grandes empresas que lideran
internacionalmente el movimiento de Responsabilidad Social Empresarial, con fuertes
campañas mediáticas y enormes presupuestos, sean responsables de daños ambientales, de
explotación de trabajo infantil y subcontratación de trabajo esclavo, sobre todo en las
regiones periféricas, donde los marcos regulatorios son siempre más permisivos que en los
países industrializados del centro. La RSE adquirió rango institucional a través del Pacto
Global, en el año 2000, el cual es definido como “un Programa Interagencial, liderado por
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), tendiente a aumentar la responsabilidad social empresarial en los campos de los
derechos humanos, los estándares laborales y el medio ambiente” (www. rseonline.com.ar).
En Argentina, el mismo se instaló en la agenda luego de la crisis de 2001 y encontró
un gran dinamismo en el campo de la actividad minera. Como ha analizado M. Antonelli
(2007) es en 2002 que en este país se presenta el informe final del programa Mining
Minerals & Sustainable Development (MMSD) y que tendría por objetivo “cargar de
contenidos la responsabilidad empresarial”. Así, dicho concepto aparecía como una de las
claves tendientes a producir “un cambio cultural respecto de la minería a gran escala, para
ser concebida como factor de desarrollo sustentable”. Por otro lado, en la medida en que la
Argentina no proviene de una economía minera a gran escala, el modelo minero presenta
una particular producción socio-discursiva y cultural a nivel de todos los actores
involucrados. Por ello mismo, a diferencia de otros “modelos de desarrollo” que, más allá
de sus transformaciones, se sitúan en la “continuidad imaginaria” (un país agrario), o en el
“retorno de la normalidad” (la Argentina industrial), el modelo ligado a la mega minería a
cielo abierto requiere no sólo inscribirse en las significaciones del presente modelando
visiones de futuro, sino fundar un linaje, una genealogía honorable y mitos de origen, para
volver deseable y razonable la “Argentina minera”. En función de ello, adquieren especial
importancia “las estrategias narrativas, argumentativas, retóricas y dramatológicas (o de
puestas en escena), mediante las cuales se construye, enuncia y visibiliza la legitimidad
dominante del modelo minero y su autorización estatal en discursos público-mediáticos de
actores hegemónico” (Antonelli en Svampa y Antonelli: 2009). Así, el discurso en torno a la
19

responsabilidad social empresarial forma parte de un dispositivo más amplio, que apunta a
instalar y legitimar el nuevo modelo extractivista.
Si hacia afuera, las empresas se orientan a desarrollar vínculos estrechos con
instituciones, Universidades privadas y públicas, a partir de convenios y subsidios, al
tiempo que desarrollan una intensa publicidad en los más diversos medios de
comunicación, en el marco de un discurso que subraya la opción por una “minería
responsable”, hacia adentro, en relación con las comunidades en las cuales se desarrolla la
actividad extractiva, sus efectos son aún mayores, en la medida en que sus intervenciones
focalizadas y el entramado que generan, introducen cambios sustantivos en el plano de la
ciudadanía. Así, puede establecerse que en aquellos contextos en los que se implanta
habitualmente la actividad minera (matrices sociopolíticas jerárquicas, pequeñas localidades,
escasa diversificación económica; debilidad institucional), las grandes empresas tienden a
convertirse en un actor social total.
En efecto, en primer lugar, tienden a reconfigurar bruscamente las economías
locales preexistentes, reorientando la actividad económica de la comunidad en función de la
minería, y creando nuevos enclaves de exportación; en segundo lugar, producen un
impacto negativo en términos ambientales y sanitarios, que repercute sobre las condiciones
de vida de la población. En tercer y último lugar, a través de la llamada RSE, las empresas
tienden a ampliar su esfera de acción, mediante una batería múltiple de acciones sociales,
educativas y comunitarias, que apuntan tanto a la compra de voluntades como a influir en
los procesos de socialización más básicos. Para el caso de la Argentina, un informe especial
del Foco sobre las Empresas Transnacionales en ese país, firmado por Ricardo Ortiz (2007)
consigna: “Las organizaciones sociales han constatado que las grandes mineras en
Catamarca, Tucumán, San Juan y Chubut efectúan donaciones a escuelas y hospitales de
esas provincias tratando de provocar la captación indirecta de voluntades y la limitación del
ejercicio de la opinión de las comunidades. Esto ha sido corroborado por el defensor del
pueblo de la Nación, quien manifestó su preocupación porque estas donaciones están
acompañadas por una contrapartida publicitaria a favor del trabajo desarrollado por las
empresas mineras, pudiendo este simple hecho llegar a inhibir toda posible crítica y, aun
más, restringir la participación y el ejercicio de la población en la defensa de los derechos
ambientales que consideren afectados”.
En fin, otro de los conceptos clave de esta reformulación y aggiornamento del
paradigma neoliberal, que hoy recorre el lenguaje de organizaciones internacionales y de las
ciencias sociales, es el de “gobernanza”, que puede ser definido como “una forma de
20

gobierno que no pasa por la acción aislada de una élite político-administrativa relativamente
homogénea y centralizada, sino por la adopción de formas de coordinación a distintos
niveles, y multiactoral, en cuanto incluye al sector público y al sector privado, a los actores
de la sociedad civil y al mercado”.16 ). Como sostiene Boaventura de Sousa Santos (2007:
36), la gobernanza opera como una síntesis entre legitimidad y gobernabilidad. “La
gobernanza busca, de hecho, armonizar las reivindicaciones a favor de de la participación y
la inclusión, resultado de la interpretación de las crisis social que parte del concepto de
legitimidad, con las exigencias de una mayor autonomía y autorregulación producto de la
interpretación guiada por la idea de gobernabilidad. Sin embargo, es una falsa síntesis,
puesto que opera totalmente dentro del marco de la gobernabilidad”.

De manera paradigmática, en la actualidad el modelo de la gobernanza está siendo


aplicado hoy en América Latina en el marco de la extensión de un modelo extractivo-
exportador. La concepción que subyace a este modelo es que, más allá de la opacidad de los
sistemas de representación y de las nuevas incertidumbres, los antagonismos y las
contradicciones pueden resolverse en una esfera de mediación y de entendimientos
recíprocos, en las cuales el objetivo es tanto la consolidación de la gobernabilidad como la
materialización del llamado “capital social” en términos de redes sociales y políticas. En
este sentido, dicha visión apunta a diluir la idea de que los antagonismos pueden ser, en un
punto, irreconciliables, de que éstos están insertos en relaciones de poder asimétricas y que
en definitiva enfrentan –o pueden enfrentar- proyectos de sociedad diferentes y, en mucho,
antagónicos (Rodríguez Garavito 2005, Svampa, 2007).

Así, dado el actual escenario latinoamericano y la cartografías de resistencias


existentes, el modelo de la gobernanza representa un intento una recomposición de la
dinámica del capitalismo neoliberal, a través de ciertos dispositivos de intervención
públicos y privados, que colocan el acento, por un lado, en la responsabilidad social
empresarial y, por el otro, en la necesaria autolimitación de las demandas y reclamos de las
poblaciones afectadas, frente a una realidad de “hechos consumados”, esto es, la expansión
“inevitable” del capitalismo transnacional en nuestras latitudes.

Hace unos años, de manera muy lúcida, nuestra colega brasileña Evelina Dagnino17
señalaba los peligros de lo que ella denominaba “la confluencia perversa”, denunciando la

16Ruano de la Fuente (2002). Asimismo, ver De Sousa Santos (2007) y Antonelli (2007)
17 E.Dagnino, “Confluencia perversa, deslocamentos de sentido, crise discursiva”, en A.Grimson
(comp.), La cultura en las crisis latinoamericanas, Buenos Aires, Clacso. 2007
21

convergencia entre proyecto neoliberal y el proyecto democratizante- participativo. Así,


daba cuenta de la utilización de varias nociones (entre ellas las de sociedad civil,
participación, ciudadanía y democracia), que formaban parte del proyecto democratizador,
pero que en los noventa también pasarían a formar parte del lenguaje de las élites y los
funcionarios neoliberales. Dicha confluencia perversa tendía a establecer una homología del
vocabulario que oscurecía las diferencias, diluía los matices, y por ende reducía los
antagonismos existentes; en fin, una “reapropiación” que fue construyendo de manera más
grosera o más sutil, según los contextos nacionales, los canales por donde avanzaron las
concepciones neoliberales. A partir de esta reapropiación conservadora, E. Dagnino ponía
de manifiesto la crisis discursiva de los proyectos democráticos-participativos de corte
emancipatorio, señalando la peligrosa emergencia de un campo minado, donde cualquier
paso en falso nos podía llevar al campo del adversario.

En este sentido, el modelo de la gobernanza nos instala nuevamente en un espacio


de confluencia perversa. Cierto es que la realidad nunca discurre por canales únicos o
unidimensionales, pues si bien existe convergencia perversa, necesario es decir también que
hay –o puede haber- disputa, reapropiaciones, resignificaciones. Volviendo a los 90, hay
que reconocer que lo que aparecía como “imperativo desde arriba”, con claros objetivos de
control social y de recomposición de la gobernabilidad, era también objeto de lucha y
resistencia desde abajo. Así, en países como Argentina y Bolivia, esas redes territoriales que
se constituyeron en el locus del conflicto, que aparecían como el espacio de control y
dominación neoliberal, supieron convertirse también en el lugar de emergencia de
movimientos socioterritoriales innovadores, con carácter autogestivo, con pretensiones
autonómicas, que pusieron de manifiesto las relaciones de antagonismo y de poder
existente, contribuyendo de manera decisiva en la generación de resistencias a la hegemonía
neoliberal. En otros términos, el trabajo de resignificación que realizaron ciertos
movimientos sociales en América Latina a partir y desde estos condicionamientos sociales y
estructurales, nos muestra que la historia, con sus oscilaciones y dinámicas recursivas, está
lejos de ser lineal. Si muchos fueron los sujetos y las organizaciones que sucumbieron
frente a esos riesgos propios del campo minado, otros supieron abrir brechas,
resignificando y potenciando las luchas en el marco de una disputa asimétrica.

Sin embargo, la nueva inflexión, en un contexto de transición y de giros políticos,


pareciera acrecentar la complejidad de los dilemas que afrontan los movimientos sociales,
carácter socio-ambiental. Veamos, para cerrar, cuáles son esos algunos de ellos.
22

Entre la ilusión desarrollista y la reactivación de la tradición nacional-


popular

El cambio de época registrado en los últimos años en la región, a partir de la


desnaturalización de la relación entre globalización y neoliberalismo, ha configurado un
escenario transicional en el cual dos de las notas mayores son, por un lado, la reactivación
de la matriz nacional-popular, por otro, la vuelta a un modelo “desarrollista”.Así, un primer
elemento a considerar es el retorno de la tradición nacional-popular, ligada a la temática de
la (re) construcción del Estado, en un contexto de crítica a las políticas neo-liberales, cuyo
resultado fuera tanto el vaciamiento de la capacidad reguladora del Estado, como la
adopción de un carácter metaregulador. Cierto es, las situaciones nacionales no son
homologables, antes bien, para cada escenario nacional la relación entre liderazgos
políticos, sistema político-partidario, proceso de reformas y formas de auto-organización
social presentan líneas de continuidad y de ruptura respecto de los moldes de dominación
de la década anterior. Sin embargo, con sus diferentes matices e inflexiones nacionales, son
varios los gobiernos que dan cuenta de una reactivación de la matriz nacional-popular, una
tradición que se inserta en la “memoria mediana” (las experiencias populistas de los años
30 40 y 50), y tiende a sostenerse sobre el triple eje de la afirmación de la nación mediante
un estado redistributivo y conciliador, el liderazgo carismático y, por último, las masas
organizadas –el pueblo-.
En este contexto, lo novedoso no son las formas que adquieren las luchas anti-
neoliberales, sino más bien la articulación que presenta la tradición nacional-popular con el
modelo neodesarrollista, asentado en la reprimarización de la economía. En rigor, sería más
preciso afirmar que la expansión vertiginosa del modelo extractivo-exportador y los
grandes proyectos de infraestructura de la cartera del IIRSA, parecen haber traído consigo
una cierta “ilusión desarrollista”, habida cuenta que, a diferencia de los años ´90, las
economías latinoamericanas se vieron enormemente favorecidas por los altos precios
internacionales de los productos primarios (commodities), reflejado durante los últimos
años en las balanzas comerciales y el superávit fiscal. El hecho no puede ser desestimado,
muy especialmente luego del largo período de estancamiento y regresión económica de las
últimas décadas. En esta coyuntura favorable (al menos, hasta antes de la actual crisis
financiera mundial), no son pocos los gobiernos latinoamericanos que buscan relegado en
un segundo plano o sencillamente escamotear las discusiones de fondo acerca de los
23

modelos de desarrollo posible, habilitando el retorno en fuerza de una visión productivista


del desarrollo.
Por otro lado, no olvidemos que el nuevo despertar político de los pueblos
indígenas y la relegitimación de la matriz comunitaria está vinculado al avance de la
globalización neoliberal, expresado en la actualidad a través de la expansión de las fronteras
del capital hacia los territorios antes considerados como improductivos. Ya hemos dado
cuenta de cómo estas nuevas modalidades de dominación colisionan de lleno con los
modos de vida de las poblaciones originarias y campesinas, y amenazan en su conjunto la
preservación de los recursos básicos para la vida (tierra y territorio). Asimismo, también
hemos afirmado que la explosión de los conflictos ambientales está en el origen de
numerosos movimientos socioambientales urbanos, que hoy cuestionan la visión
productivista del desarrollo, desarrollan un lenguaje en clave de “ecología popular”
enfatizando no sólo la noción de “saqueo” o expropiación económica (en manos de las
transnacionales), sino también las consecuencias en términos de contaminación. En otros
términos, los movimientos campesinos-indígenas y socio-ambientales impugnan aquellas
políticas que en clave del “desarrollo nacional”, minimizan los efectos de la contaminación,
las externalidades, los pasivos ambientales, y/o el agotamiento de recursos hoy escasos.
No es casual la unidad continental que se percibe en el modo en que se nombra la temática:
defensa de la tierra y el territorio, de los bienes comunes.

Uno de los pocos países en los cuales se ha intentado llevar a cabo una discusión
sobre el modelo extractivista exportador (respecto del petróleo y de la minería a gran
escala) es Ecuador, lo cual se vio reflejado inicialmente a través de la composición del
gabinete, dividido entre “extractivistas” y “ecologistas”18. Sin embargo, el resultado no ha
sido muy alentador. Ciertamente, luego de su asunción, el Gobierno de Correa elaboró y
difundió un Plan Nacional de Desarrollo, que involucraba una concepción integral del
mismo, esto es, no sólo en términos de lógica productiva y social, sino también el
desarrollo entendido como “la consecución del buen vivir en armonía con la naturaleza y la
prolongación indefinida de las culturas humanas” (Plan Nacional de Desarrollo 2007-
2010:55). La elaboración del Plan incluyó mesas de discusión en las que participaron
diferentes sectores de la sociedad ecuatoriana, así como un proceso arduo de
sistematización y consensos sobre sus componentes.

18 F. Ramírez y A. Minteguiaga, “El nuevo tiempo del Estado. La política posneoliberal del
correísmo”, en Revista OSAL 22, CLACSO, Buenos Aires, 2007.
24

Asimismo, en mayo de 2007, Correa realizó una propuesta sin precedentes, que
sacudió la comunidad ambientalista internacional: propuso no explotar el petróleo del
parque nacional Yasuni (bloque 43), esto es, mantener el crudo en tierra, a cambio de una
compensación de la comunidad internacional, “en nombre del principio de la
responsabilidad ambiental diferenciada”. Vale aclarar que el Yasuni, situado en la
Amazonía, al Este del Ecuador, es el bosque más biodiverso del planeta: “en una sola
hectárea del bosque hay tantas especies de árboles como en todo EEUU y Canadá juntos.”
El parque Nacional Yasuní es, además, hogar de los Huaorani y de algunos de los últimos
pueblos indígenas que aún viven en aislamiento, sin contacto con otras culturas. En estas
tierras se encuentran las reservas más grandes de petróleo ecuatoriano, en el bloque
Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT) con 900 millones de barriles. Sin embargo, a fines de
2007, el Gobierno ecuatoriano concedió la licencia ambiental a Petrobrás, para la
explotación de las reservas de petróleo que se encuentran en bloque 31, de Yasuni. Esta
medida fue ampliamente rechazada por los sectores ambientalistas, que vieron en la misma
el primer paso para la entrega del bloque Ishpingo Tambococha Tiputini (ITT) a Petrobrás.

Dentro del Gobierno de Correa, las posiciones ecologistas eran reflejadas por el
influyente Alberto Acosta, quien fuera primero ministro de Energía y luego presidente del
la Asamblea Constituyente.19 La propia Asamblea planteó, en un momento determinado,
declarar el Ecuador “libre de minería contaminante”. Los resultados, sin embargo, fueron
otros: efectivamente la Asamblea Constituyente declaró en abril de 2008 la caducidad de
miles de concesiones mineras presuntamente ilegales y puso en vilo millonarios proyectos
extractivos, mientras se aprobaba un nuevo marco legal para ampliar el control estatal en la
industria. En este sentido, como plantea Mario Unda (2008) “la reversión de las
concesiones mineras debe entenderse como un mecanismo para obligar a las empresas
mineras a renegociar bajo nuevas condiciones, dejando más recursos en el país, acogiendo
reglamentaciones más claras y posiblemente una asociación con el Estado (para lo cual se
plantea la creación de la Empresa Nacional de Minería)”. Finalmente, la nueva ley minera,
aprobada en enero de 2009, perpetúa el modelo extractivista, desconociendo el derecho a la
oposición y consulta de las poblaciones afectadas por la extracción de recursos naturales.
Así, contrariando la expectativa de numerosas organizaciones sociales, el gobierno de

19Acosta presentó su renuncia a mediados de 2008, en razón de sus desacuerdos con el presidente
Correa.
25

Correa optó por un modelo neodesarrollista, minimizando el debate acerca de los gravosos
efectos sociales y ambientales de las actividades extractivas.20
Para el caso de Bolivia, la cuestión involucra explícitamente otros registros
políticos, en un contexto de marcada polarización regional y social. A su arribo, en 2006, el
MAS (Movimiento al Socialismo) presentó un Proyecto Nacional de Desarrollo (aunque
nunca fuera publicado), que incluye una crítica del concepto clásico o tradicional. Así, se
afirma la visión monocultural del Estado, en sus diferentes momentos (sea que hablemos
de la etapa oligárquica, desarrollista, como neoliberal), al tiempo que se apunta a incorporar
una visión multidimensional del desarrollo, que involucra directamente la temática de los
recursos naturales, la biodiversidad y el medioambiente.
Sin embargo, las tensiones y ambivalencias son claramente visibles, pues si resulta
claro que la política de Evo Morales apunta al quiebre de una visión monocultural del
Estado, por el otro, no es menos cierto que se ha reactivado un imaginario desarrollista, en
clave nacionalista, alentado por la apertura de nuevas oportunidades económicas (en un
país donde la contracara es precisamente un imaginario del despojo reiterado –de tierras y
riquezas–). Como afirma Stefanoni (:2007), el Gobierno “promueve la utilización de las
reservas de hidrocarburos y minerales para “industrializar el país” y emanciparlo de la
condena histórica del capitalismo mundial a ser un mero exportador de materias primas, y,
al mismo tiempo, deja entrever cierta nostalgia hacia un Estado de bienestar que para el
caso boliviano fue extremadamente limitado.21
Finalmente, para el caso argentino, las propuestas del matrimonio presidencial, los
Kirchner, han sido de corte claramente continuista. En realidad, el gobierno argentino ha
reactivado la retórica nacional-popular tardíamente (sobre todo luego del conflicto con los
productores agrarios), al tiempo que ha venido promoviendo la continuidad del paradigma
de los agronegocios, tanto como la del modelo extractivista, en todas sus modalidades.
Pero la referencia a ambos modelos de desarrollo merece empero dos comentarios
adicionales. El primero se refiere a que la expansión del modelo agroexportador se halla
marcado por el auge de la producción de cultivos transgénicos (a través de la siembra
directa), cuyo resultado ha sido la agriculturización y sojización del campo, la cual continúa

20 En un caso inédito de censura, en marzo de 2009, el presidente Rafael Correa retiró la personería
jurídica de Acción Ecológica, una ONGs de larga trayectoria y sólidos trabajos en la defensa de los
recursos naturales, con múltiples vínculos con movimientos campesinos-indígenas. Véase
www.accionecologica.org
21 “Las tres fronteras del gobierno de Evo Morales”, en Bolivia: Memoria, Insurgencia y Movimientos

Sociales. compilación realizada por M. Svampa y P.Stefanoni, Editorial El Colectivo-Osal (Clacso),


2007.
26

expandiéndose en detrimento de otros cultivos, ocupando hoy una superficie de 18


millones de hectáreas. En este sentido, el modelo minero posee un rol “subordinado”, aun
si su proceso de implementación presenta características vertiginosas y muy similares a las
de otros países latinoamericanos. Sin embargo, pocos argentinos conocen que la actividad
minera involucra directa e indirectamente nada menos que quince de las veinticuatro
provincias, y que dichos proyectos cuentan con la resistencia explícita de una parte de las
poblaciones afectadas, unas setenta asambleas de autoconvocados, reunidos en la Unión de
Asambleas Ciudadanas (UAC). En realidad, la renuencia sistemática a abrir un debate
público sobre el modelo minero, por parte de sectores políticos y empresariales, y
garantizar así un acceso a la información y la consulta a las comunidades afectadas, nos
plantea interrogantes inquietantes sobre la cuestión de la democracia en Argentina
Con respecto al modelo de agronegocios, solo en el último año, a raíz del conflicto
que enfrentó al Gobierno con los diferentes actores del sector agrario, se abrió por primera
vez la posibilidad de una discusión, al menos, acerca de las consecuencias de la expansión
del modelo sojero, cuestión hasta ahora reservada a unos pocos especialistas, ecologistas
marginales y movimientos campesinos.22 Para comprender el carácter de este conflicto que
sacudió al país, es necesario tener en cuenta que la introducción del nuevo paradigma
agrario, a mediados de los 90, no sólo benefició a los grandes propietarios y fue generando
una poderosa cadena de actores intermediarios, sino también a los pequeños y medianos
productores, quienes en medio de la aguda crisis del agro, se aferraron a éste como a una
tabla de salvación en medio del naufragio. Así, los pequeños productores, muchos de ellos
mini-rentistas, están lejos de cuestionar el paradigma productivo; antes bien, sus demandas
se vinculan con una mejor inclusión dentro del mismo.
Quizá la mentada puja entre el “campo” y el “Gobierno” que se entabló en 2008,
contribuya a generar un verdadero debate social sobre las implicaciones de un paradigma
productivo y sus puntos ciegos (tendencia al monocultivo, a la concentración económica,
desplazamiento de poblaciones campesinas, contaminación por el uso de agrotóxicos,

22 En un contexto de rentabilidad extraordinaria para el sector agrario, a fines de 2007, con un


objetivo recaudatorio y fiscalista, la nueva presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-)
aumentó las retenciones de las exportaciones de las mineras, hidrocarburos y productos agrícolas.
En marzo de 2008, anunció un nuevo aumento de las retenciones al agro, elevándolo al 44%. Estas
medidas generaron un enfrentamiento entre el Gobierno y los diferentes sectores organizados del
campo, que agrupó de manera inédita tanto a las grandes organizaciones rurales como a aquellas
representantes de los pequeños productores. Dicho conflicto –que reactualizó peligrosamente los
viejos antagonismos binarios de orden clasista y racistas, implicó el bloqueo de numerosas rutas del
país que paralizaron al país durante casi cuatro meses, dejando a las grandes ciudades al borde del
desabastecimiento.
27

riesgo de pérdida de soberanía alimentaria, entre otros), pues los problemas aludidos
engloban mucho más que a los productores agrícolas, superan la discusión acerca del
tamaño de la unidad productiva o el porcentaje de retenciones que debe cobrar el Estado, y
ponen en tela de juicio la actual visión productivista del desarrollo, que predomina tanto en
el Gobierno como en el conjunto de los actores involucrados en el nuevo modelo.
Por otro lado, en Argentina, la experiencia que tuvo el mérito de colocar en la
agenda pública la nueva cuestión socio-ambiental, a nivel nacional, fue Gualeguaychú, entre
2005 y 2006, a raíz del conflicto por la instalación de las pasteras, sobre el río Uruguay, que
trajo como correlato un enfrentamiento entre el gobierno argentino y el de la república del
Uruguay. Recordemos que este conflicto fue considerado por el entonces presidente
Néstor Kirchner, en 2006, como una “causa nacional”; pese a que luego, el propio
gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, impulsaría activamente el cuestionamiento y
hasta la demonización de la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú, a inicios de 2009,
con el objeto de que éstos levantaran el corte al puente internacional que une la Argentina
con el Uruguay, luego de casi dos años de bloqueo.23 Pero, por paradójico que pueda
parecer, la instalación de la agenda socio-ambiental, capitalizada políticamente por los
Kirchner, lejos estuvo de servir a la apertura de la discusión de otras causas socio-
ambientales; antes bien, sirvió para el ocultamiento y la denegación de otros conflictos que
ya comenzaban a recorrer a diferentes provincias argentinas, a raíz de la introducción del
modelo minero. Por último, la intervención del ex presidente N. Kirchner, en apoyo a los
asambleístas de Gualeguaychú, y la respuesta no menos virulenta de su par uruguayo,
Tabaré Vásquez, sirvieron para reactivar la vieja oposición entre “país grande” y “país
pequeño”, que recorre la relación entre ambos países, instalando el conflicto en un registro
de difícil solución: el de la exacerbación de las lógicas nacionalistas, antes que el de la
discusión de los diferentes modelos de desarrollo.

***

Curiosa paradoja la que atraviesa gran parte de la región latinoamericana: la crisis


del consenso neoliberal, la relegitimación de los discursos críticos, la emergencia y
potenciación de diferentes movimientos sociales, en fin, la reactivación de la tradición
nacional-popular, se insertan en una nueva fase de acumulación del capital, en la cual uno

23Para el tema, véase R.Gargarella y M.Svampa, “Disparen sobre Gualeguaychú”, Página 12,
22/01/2009, disponible en www.maristellasvampa.net/blog
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de sus núcleos centrales es la apropiación y expropiación de los recursos naturales, cada vez
más escasos, en el marco de una lógica de depredación ambiental. En este escenario,
movimientos campesinos e indígenas, movimientos socio-ambientales urbanos, son
arrojados a un campo de doble clivaje y asimetría, en el cual se observa no sólo un
continuado acoplamiento entre neodesarrollismo y neoliberalismo, sino también, una vez
más, entre neodesarrollismo y tradición nacional-popular.

En suma, si bien es cierto que en la actualidad asistimos al retorno de dos ideas, de


dos “conceptos límites” del pensamiento social latinoamericano, Emancipación y Desarrollo,
tal como están planteadas, o su debate en cierto modo escamoteado, las vías del desarrollo
y las vías de la emancipación amenazan con ser claramente antagónicas.
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