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X CONGRESO NACIONAL DE PSICODIAGNÓSTICO

XVII JORNADAS NACIONALES DE ADEIP

ETICA EN LOS INFORMES COMPUTARIZADOS

SILVIA VIVIANA PUGLIESE

Buenos Aires, 5 al 7 de Octubre de 2006

Tucumán 11 –Sur- (5400) SAN JUAN


TEL-FAX: (0264)-4251960
EMAIL: silvia.pugliese@interredes.net.ar
Una psicóloga recibe un pedido urgente de consulta, hecho ya
poco usual, pero que se concede atento al modo en que la solicita.
La paciente de 35 años, llega muy confundida y angustiada porque,
pese a no entender mucho, presume que padece una enfermedad mental
grave. Al preguntársele en qué basa su presunción, desenrolla un informe
firmado por un psiquiatra y una psicóloga, que le fuera entregado el día
anterior y a quienes habría concurrido por sentirse deprimida. El informe
entre otros datos dice: “El perfil clínico muestra una elevación
generalizada que describe un cuadro con severos desajustes psicológicos
de larga data, con signos de cronicidad. Al parecer M. padece crisis
aguda de desborde cognoscitivo, emocional y experiencias sensoriales
bizarras, que la inhiben para desarrollar sus capacidades intelectuales,
laborales y sociales ... Respecto de los síntomas indicadores de malestar
se destacan: ansiedad, fobia y depresión, así como también una
tendencia a los desbordes emocionales y cognoscitivos, la clínica hace
pensar que se trata de un Trastorno esquizoafectivo. Es una paciente que
se resiste a aceptar que tiene problemas psicológicos con concomitantes
fisiológicos... por lo que no accederá fácilmente a una psicoterapia sin
comenzar por medicación ... Es imprescindible complementar con
tratamiento psicofarmacológico.”
Se trataba de un informe computarizado de la versión computarizada
del MMPI-2, baremado en 1992 en USA. La paciente relata que
presentado el motivo de consulta, la colocan frente a la computadora , le
dan la consigna y finalizada la tarea le fue entregado el informe sin más
explicaciones y con un turno para que el psiquiatra le prescribiera la
medicación correspondiente.
Casos como este comienzan a multiplicarse, en distintos consultorios. Y
más allá de los sentimientos que pudieran surgir a partir de una consulta
de estas características y para no caer en la tecnofobia; en la era de la
informática, vale la pena que hagamos algunas reflexiones ético-
profesionales acerca de este tipo de evaluaciones e informes.
La historia del psicodiagnóstico asistido por computadora comienza en
los años 60, incluyendo el surgimiento de los servicios de interpretación
de una batería, por correo.
Sabemos que un informe es “un conjunto integrado y coherente de
datos contrastados acerca del funcionamiento psíquico de un individuo,
que se realiza para su propio beneficio” y cuya entrega constituye junto
con la devolución, el cierre de un proceso psicodiagnóstico. Ya desde el
comienzo nos encontramos con el primer error: se presenta el informe de
una técnica como si fuera del de un psicodiagnóstico, puesto que un
psicodiagnóstico “no puede basarse en una sola técnica” ( Código de
Etica: punto 1.c) . En segundo lugar, firman como examinadores un
psiquiatra y una psicóloga. Vale recordar que el punto 1.2 de las Pautas
Internacionales para el uso de los test dice claramente que “la utilización
de los tests o escalas psicológicas e de entera competencia y
responsabilidad del Psicólogo” . Se plantea aquí un problema de
incumbencias de títulos y fundamentalmente, un problema de
competencias.
En una mirada más amplia de nuestro análisis, vemos que actualmente
los tests computarizados se han presentado como una solución a los
problemas generados por los tests convencionales. En base a la
estadística, se han construido programas de interpretación, diagnóstico e
informes psicológicos, con el objetivo de reducir el tiempo y las energías
que demanda un proceso psicodiagnóstico. Sin reparar que tampoco dará
cuenta de la singularidad de la persona evaluada.
La computadora ofrece rapidez y eficacia, aportando además otras
ventajas: ítems mucho más complejos que los tests de lápiz y papel;
medición automática del tiempo de respuesta; interacción de la persona
examinada con el propio test, etc.. Aunque cuenta con la desventaja que
requiere que el examinado esté familiarizado con la computadora. En el
caso que nos ocupa, se trata de una ama de casa de 35 años, con
escasos conocimientos informáticos.
Las investigaciones continúan y sus resultados proponen repensar te
esta nueva forma de psicodiagnosticar. Un trabajo de Feigelson y Dwight
(2000) concluye que se ha comprobado que hay más sinceridad en las
respuestas a los cuestionarios autoadministrados por computadora que
los que se administran personalmente. Estos autores sostienen que la
computadora sería percibida como un detector de mentiras.
Veamos la características del instrumento que nos ocupa. El MMPI-2 es
un test clínico destinado a la evaluación psicométrica de la personalidad;
es un inventario autodescriptivo, para ser aplicado a personas mayores de
18 años; siendo una de sus versiones la computarizada. Basado en el
principio que “ la enfermedad mental se manifiesta en los síntomas de
conductas y éstos son evidentes al propio sujeto” (9). El instrumento
brinda una descripción de los síntomas y características de personalidad
considerando las categorías diagnósticas del Manual Diagnóstico de
Trastornos Mentales (DSM-III). Y dicho sea de paso, sus cuadros están
más ajustados a la Psicofarmacología que a una taxonomía neutral. Sus
“puntuaciones permiten predecir conductas futuras y respuestas a
diferentes acercamientos de tratamiento psicoterapéutico” (Ferrante,
1999). La Argentina intervino en el proyecto ”cross-cultural” que culminó
con la edición de un manual internacional con baremos nacionales de
cada país publicado por Butcher en 1996. Nótese que en el informe que
analizamos, especifica que se usó un baremo de USA de 1992., aunque
se administró en San Juan en el 2006. En este sentido el punto 8 del
Código de Etica dice: “Deberá basar sus evaluaciones, decisiones sobre
intervención o recomendaciones, en datos o resultados de tests con
baremos actualizados en los últimos diez años y adaptados a la región”.
Hecho que ya Lockshin y Harrison (1992) habían alertado como una
fuente importante de error, acerca de los programas basados en normas
no actualizadas o que no incluyen la población a la que pertenece el
evaluado.
Si bien se destaca su validez y utilidad del MMPI, el comité de
reestandarización (1989) considera que “el sistema provee hipótesis útiles
que deben complementarse con mayor información y recomienda que se
lo utilice con precaución para la toma de decisiones” (Ferrante, 1999).
En la era de la facilitación de las tareas mediante la tecnología, está
claro que los informes generados por computadora, han ido ganando
adeptos, en tanto han sido vistos como una solución ante la difícil tarea de
poner en palabras la elaboración en base a los resultados obtenidos y en
la creyendo ingenuamente que les ahorraría el trabajo que implica un
proceso psicodiagnóstico.
Los informes computarizados se elaboran integrando los datos de la
población a la que pertenece el evaluado con los procedentes del test,
siguiendo una progresión lógica mediante árboles de decisiones. Se
obtiene así una serie de frases descriptivas de los estilos de respuesta
del evaluado y emite un conjunto de hipótesis interpretativas, como las
ejemplificadas más arriba. Es más, como se señaló en relación al MMPI-2,
sus resultados deben ser integrados y contextualizados con otros datos
del evaluado, en coherencia con las normas éticas. El Código de Etica en
el punto 5.b dice: “Deberá constatar fehacientemente sus conclusiones
contrastándolas con otros medios, tomando en consideración la posible
relatividad que pesa sobre las conclusiones a las que llega”.
Sus seguidores parecen tener la convicción que la ciencia pasa por la
estadística y que la computadora no se equivoca; desconociendo que por
la complejidad y singularidad del psiquismo humano, habrá aspectos que
escaparán en algún grado, al promedio de su población. “Todo es media,
sin desvíos”, dice Matarazzo (1986) al referirse a los informes
computarizados. Por su parte, Andronikof (2005), destaca que la
discrepancia entre un informe computarizado y uno confeccionado por un
psicólogo, acerca de un evaluado en particular, reside en que: “Una
correlación estadística no es una explicación causal, ni la conducta
humana obedece a leyes deterministas”.
Sencillamente podemos agregar que tomar un informe computarizado
como “informe final”, éste resulta:
a) Incompetente por cuanto no incorpora la singularidad del evaluado;
b) Confuso: por cuanto está expresado en términos técnicos,
incomprensible para el beneficiario del mismo y
c) Inconsistente: por cuanto no se basa en la convergencia y
recurrencia de datos analizados, interpretados y jerarquizados.
Anastasi (1992) expresa sobre estos informes: “El error estaría en creer
que el informe computarizado es necesariamente certero, cuando en
realidad sólo es un elemento auxiliar”
Un profesional competente está abierto a los nuevos avances, a
aprovechar lo que la tecnología pone a su disposición; pero primero debe
garantizar la cientificidad de su práctica. La posibilidad de contar con
estos instrumentos en el mercado, puede conducir a una práctica anti-
científica y anti-ética, y terminar con el descrédito acerca de los tests. En
especial, cuando los informes generados por computadora, son
entregados al paciente; en lugar de ser tomado como una herramienta útil
para la formulación de su informe final .
Un psicodiagnóstico incompleto y un informe producido por la
computadora, en términos técnicos, en manos del paciente no es ético y
seguramente será altamente iatrogénico.Y
BIBLIOGRAFIA

1. ADEIP, (2000), Código de Etica del Psicodiagnosticador.


2. ADEIP- ITC (2001), "Pautas internacionales para el uso de los tests-
versión argentina"
3. AMERICAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION, (2002), Ethical Code
4. AMERICAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION (1999), "Test Security:
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Nº 12
5. ANASTASI, A. (1992) What counselors shold know about the use and
interpretation of psychological tests. En “Nuevos temas de evaluación
psicológica” (1999)
6. ANDRONIKOF, Anne,(2005) Rorschachiana, Vol. 27, Hogrefe, ,
Alemania
7. CANADIAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION (1992), "Companion
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8. CELENER, Graciela,(Coord) (2004) Técnicas Proyectivas, T. I y II,
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9. COLEGIO O. DE PSICOLOGOS DE ESPAÑA, (2004), Etica y
Deontología para Psicólogos, Madrid
10. FERRANTE, Victoria (1999)” La evaluación en el área
forense:aportaciones del MMPI/MMPI-2” en “Nuenos temas en
Evaluación Psicológica”, Lugar Editorial, Buenos Aires
11. LOCKSHIN, S. Y HARRISON, K. (1992) Computer assessment of
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12. MATARAZZO J. (1986) Computarizad clinical psychological testing.
American Psychologist, 41.
13. MUÑIZ, José (1997). “Aspectos éticos y deontológicos de la
evaluación psicológica” en “La Evaluación psicológica en el año 2000”,
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14. SENDIN, Concepción, (2000), Diagnóstico psicológico, Psimática,
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