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Primera clase:
A modo de introducción:
1. El camino que va de la psiquiatría al psicoanálisis
[1][1] Philippe Pinel (1745-1826) fue un médico francés que dedicó su vida al estudio y tratamiento de las
enfermedades mentales. Observaba y analizaba sistemáticamente los fenómenos perceptibles de las
enfermedades, y pensaba que un alto porcentaje de los que en ese entonces eran llamados “alienados” podía
recuperarse a partir de un “tratamiento moral”.
sindrómica de la patología. La enfermedad mental, tomada como un género unitario, puede
presentar diferentes tipos de síndromes[2][2].
Pinel ha sido entonces el primero que se ocupó en el siglo XIX del diagnóstico,
del tratamiento y de la atención de los por entonces llamados alienados. A partir de este
momento, la locura comienza a ser entendida como enfermedad en el campo de la
medicina. Al decir de Bercherie “al no querer conocer la clínica o al no hacer su análisis
histórico o epistemológico, se corre el riesgo de retomar, sin querer o sin darse cuenta, los
mismo impasses que determinaron su relativa declinación”[3][3]. Pinel reconoce que tanto
las causas físicas como las causas morales pueden ser causantes de la locura. No nos
extenderemos en su obra, pero es preciso señalar la importancia de sus observaciones
empíricas y clínicas: Pinel abre la exploración sistemática de un campo y ordena los
fenómenos vastísimos que lo constituyen. Es necesario destacar que ya en esa época Pinel
nos habla de un tratamiento moral para el alienado.
[2][2] Roberto Mazzuca et al, Psicoanálisis y psiquiatría: encuentros y desencuentros. Buenos Aires,
Bregase 19, 2003, pp. 31-34.
[3][3] Paul Bercherie, Los fundamentos de la clínica. Buenos Aires: Manantial, 1993, p. 7-11. Cuando el
autor se refiere a la clínica psiquiátrica está haciendo alusión, desde luego, a la clínica psiquiátrica clásica.
[4][4] Antoine Laurent Bayle (1799-1859), médico y alienista francés, célebre por descubrir en 1840 que el
origen de lo que luego se llamará parálisis general progresiva, es la meningitis, producto de la sífilis.
Con relación a esta segunda clínica psiquiátrica vamos a ocuparnos de trabajar en
la segunda clase con los aportes de Jules Séglas[5][5] y los trabajos de Gaëtan Gatian De
Clérambault[6][6], a quien Lacan reconoce como su maestro en psiquiatría y Bercherie
califica como el último y más brillante de los clásicos.
Ahora bien, ¿qué implicancias tiene esto para el campo de las psicosis, donde no
se trata del mecanismo de la represión sino del de la forclusión de un significante
primordial? El hecho es que la presencia del delirio o las alucinaciones no bastan para
ubicar a eso dentro del campo de las psicosis. El síntoma en sí mismo, en el nivel del
[5][5] Jules Séglas (1856-1939), prolífero clínico y psiquiatra francés, asistente del neurólogo Jean-Martin
Charcot.
[6][6] Gaëtan Gatian De Clérambault (1872-1974), reconocido psiquiatra francés, discutido y destacado por
múltiples autores –entre ellos Lacan. Sus conceptos más importantes son los de “erotomanía” y “automatismo
mental”
[7][7] Michel Foucault (1926-1984), en su Historia de la locura en la época clásica (1967). México: FCE,
2003.
fenómeno, no nos indica con su presencia o ausencia que nos hallemos frente a una
estructura. Se necesita interrogar el síntoma y ubicarlo en relación con la posición del
sujeto en el nivel del goce, de su relación con el Otro, de todo el campo del deseo, la
ausencia o presencia del Nombre del Padre. Todo eso nos va a permitir entonces un
diagnóstico que es estructural, en el sentido de que lo que prevalece no será lo que se
encuentra a nivel fenoménico.
Ubicamos como punto de partida la frase de Lacan “no se vuelve loco quien
quiere”. En este primer momento –ya que se trata de dos clases- partiremos de los
siguientes interrogantes. ¿Qué realidad psíquica en las psicosis? ¿Existe una realidad
psíquica propia, característica de la estructura? ¿Es algo que se puede deducir a partir del
diagnóstico diferencial? Para intentar encontrar respuestas a esta serie de preguntas acerca
de la realidad psíquica, comenzaremos hablando de uno de los fenómenos que ya la
psiquiatría clásica señalaba como característico y patognomónico de la locura: la
alucinación verbal.[9][9]
[8][8] Cfr. Hervé Castanet, “Ne deviene pas fou qui veut”, Clinique psychanalytique des psychoses, Nantes,
Plein Feux, 2007, pp.11 a 15.
[9][9] Cf. Freud, Sigmund, “La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis” (1924), en Obras
completas, v. XIX (Buenos Aires: Amorrortu, 1986, pp. 189-198); Lacan Jacques, “Acerca de la causalidad
psíquica” (1946), en Escritos I (Buenos Aires: Siglo XXI, 1986, pp. 142-183).
causalidad psíquica, que él advierte en la discordancia primordial entre el yo y el
ser.[10][10] La locura encuentra aquí su estructura fundamental.
En los Escritos I, Lacan sostiene con relación a Freud que “preferiría renunciar al
equilibrio entero de su teoría antes que desconocer las más pequeñas particularidades de un
caso que la pusiera en tela de juicio”[12][12]. Esta cita nos lleva al campo de estudio de los
fenómenos elementales. ¿De qué se trata esto? Pues bien, a partir de lo expuesto por Lacan
podemos sostener que se trata de reconocer la estructura en los elementos más pequeños,
[13][13] Lacan Jacques, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible en la psicosis” (1956) en
Escritos II p. 572
[14][14] Lacan, Jacques, Seminario III, Las Psicosis (1955-1956), 1993, p. 11.
psicóticos. A diferencia de lo que se ha hecho durante mucho tiempo, de no escuchar al
psicótico, Lacan insiste en seguir al síntoma en las psicosis -es decir escuchar su discurso-
y tenerle confianza. Igual que en el resto de las estructuras, el síntoma debe pensarse como
una brújula del trabajo analítico y, en primera instancia, como brújula en relación con la
clínica de la estructura.
[15][15] Cf. con el texto “Ustedes están al corriente, hay transferencia en la psicosis”, publicado en revista
Litoral N° 7-8, La torre Abolida, Córdoba, 1989., pp. 39 y ss.
Es a partir de los últimos años de la década de 1950 que se produce un
desplazamiento, en el enfoque de Lacan, sobre la psicosis. Este desplazamiento implica
pensar una nueva relación entre los registros de lo imaginario y lo simbólico. Los hechos
imaginarios, los fenómenos elementales, el delirio, son deducidos ahora por Lacan como
fenómenos de lenguaje. Se deduce de ese agujero en el Otro simbólico donde falta el
significante del Otro de la Ley -lo que Lacan llama el Nombre del Padre. Es aquí donde, en
un nuevo y más profundo nivel de análisis, reiteramos la fórmula “no se vuelve loco quien
quiere”. Ni la psicosis, ni la neurosis, ni la perversión se deben a una decisión o a un querer
conscientes.
[16][16] Cfr. Lacan, Jacques, Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964),
Buenos Aires, Paidós, 1995, pp 9 a 21.