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Primera clase:

De la psiquiatría al psicoanálisis: un estudio de la psicosis

Palabras Clave: psiquiatría clásica, clínica sincrónica, clínica diacrónica, simbólico,


imaginario, real, estructura.

A modo de introducción:
1. El camino que va de la psiquiatría al psicoanálisis

Comenzaremos nuestra clase presentando una serie de cuestiones que hacen al


camino que llevará a Jacques Lacan desde la psiquiatría al psicoanálisis. La psiquiatría
clásica estableció las grandes descripciones de síntomas, y ofreció un conjunto de
clasificaciones de las enfermedades mentales. Será hacia fines del siglo XVIII, y
fundamentalmente con el advenimiento de la Revolución Francesa, donde se consolidan
los ideales humanistas, que comienza a tomar forma la distinción entre el loco y el no loco.

Paul Bercherie hará una distinción de la historia de la psiquiatría. El primer


período es iniciado por Phillippe Pinel[1][1], quien da comienzo a la llamada clínica
sincrónica, y en el segundo período, Jean Pierre Falret da un punto inicial a la clínica
diacrónica. La clínica sincrónica se caracteriza por tomar a la enfermedad mental en el
preciso momento en que se la está abordando. Es una clínica fundada en la descripción

[1][1] Philippe Pinel (1745-1826) fue un médico francés que dedicó su vida al estudio y tratamiento de las
enfermedades mentales. Observaba y analizaba sistemáticamente los fenómenos perceptibles de las
enfermedades, y pensaba que un alto porcentaje de los que en ese entonces eran llamados “alienados” podía
recuperarse a partir de un “tratamiento moral”.
sindrómica de la patología. La enfermedad mental, tomada como un género unitario, puede
presentar diferentes tipos de síndromes[2][2].

Pinel ha sido entonces el primero que se ocupó en el siglo XIX del diagnóstico,
del tratamiento y de la atención de los por entonces llamados alienados. A partir de este
momento, la locura comienza a ser entendida como enfermedad en el campo de la
medicina. Al decir de Bercherie “al no querer conocer la clínica o al no hacer su análisis
histórico o epistemológico, se corre el riesgo de retomar, sin querer o sin darse cuenta, los
mismo impasses que determinaron su relativa declinación”[3][3]. Pinel reconoce que tanto
las causas físicas como las causas morales pueden ser causantes de la locura. No nos
extenderemos en su obra, pero es preciso señalar la importancia de sus observaciones
empíricas y clínicas: Pinel abre la exploración sistemática de un campo y ordena los
fenómenos vastísimos que lo constituyen. Es necesario destacar que ya en esa época Pinel
nos habla de un tratamiento moral para el alienado.

Luego tenemos un período intermedio, demarcado a partir de que Antoine


Bayle[4][4] publica su tesis La parálisis general, donde intenta encontrar la patogenia de
la alienación mental. Y lo que encuentra es que la patogenia provocada por la meningitis
crónica desencadena una alienación mental acompañada por una parálisis general. Bayle
identifica diferentes etapas de evolución de la enfermedad, con lo cual pueden estudiarse
diversos antecedentes e intentarse pronósticos para la locura. Esto da comienzo a una etapa
distinta a la de la clínica sincrónica, en la cual se analizaba la locura a través de sus cuadros
y mediante un corte transversal. A partir de la clínica diacrónica, se considerará a las
enfermedades mentales como unidades clínico-evolutivas, que se presentan de manera
yuxtapuesta y no según un patrón homogeneizante bajo el nombre de “la locura”.

[2][2] Roberto Mazzuca et al, Psicoanálisis y psiquiatría: encuentros y desencuentros. Buenos Aires,
Bregase 19, 2003, pp. 31-34.
[3][3] Paul Bercherie, Los fundamentos de la clínica. Buenos Aires: Manantial, 1993, p. 7-11. Cuando el
autor se refiere a la clínica psiquiátrica está haciendo alusión, desde luego, a la clínica psiquiátrica clásica.
[4][4] Antoine Laurent Bayle (1799-1859), médico y alienista francés, célebre por descubrir en 1840 que el
origen de lo que luego se llamará parálisis general progresiva, es la meningitis, producto de la sífilis.
Con relación a esta segunda clínica psiquiátrica vamos a ocuparnos de trabajar en
la segunda clase con los aportes de Jules Séglas[5][5] y los trabajos de Gaëtan Gatian De
Clérambault[6][6], a quien Lacan reconoce como su maestro en psiquiatría y Bercherie
califica como el último y más brillante de los clásicos.

Ahora bien, resulta interesante destacar los cruces entre la psiquiatría, la


psicopatología y el psicoanálisis. Lacan sostenía que hay clínica desde el momento en que
hay tipos clínicos, y esa clínica, que construyeron los clásicos de la psiquiatría, es desde
luego anterior al psicoanálisis. Tanto Freud como Lacan han usado una tipología que
incluía los términos demencia precoz, histeria y paranoia, los cuales provenían de la
psiquiatría. Estos términos hallan una nueva elucidación cuando son retomados por la
clínica psicoanalítica. La clínica de los clásicos es, al decir de Michel Foucault[7][7], una
clínica en la cual prevalece la mirada, en oposición a lo que podríamos llamar una clínica
de la escucha, o una clínica de la palabra, característica del dispositivo freudiano.

Hay que indicar que no es lo mismo hablar de síntoma psiquiátrico que de


síntoma psicoanalítico. El síntoma en psicoanálisis es consecuencia del dispositivo
freudiano: no es lo mismo el síntoma después de Freud que antes de él. El síntoma, en la
perspectiva psicoanalítica, se caracteriza fundamentalmente por ser considerado un retorno
de lo reprimido. Hay un sentido, en principio, que está en juego en el nivel del síntoma, y
que la interpretación psicoanalítica revelaría. Hasta acá el campo de la neurosis.

Ahora bien, ¿qué implicancias tiene esto para el campo de las psicosis, donde no
se trata del mecanismo de la represión sino del de la forclusión de un significante
primordial? El hecho es que la presencia del delirio o las alucinaciones no bastan para
ubicar a eso dentro del campo de las psicosis. El síntoma en sí mismo, en el nivel del

[5][5] Jules Séglas (1856-1939), prolífero clínico y psiquiatra francés, asistente del neurólogo Jean-Martin
Charcot.
[6][6] Gaëtan Gatian De Clérambault (1872-1974), reconocido psiquiatra francés, discutido y destacado por
múltiples autores –entre ellos Lacan. Sus conceptos más importantes son los de “erotomanía” y “automatismo
mental”
[7][7] Michel Foucault (1926-1984), en su Historia de la locura en la época clásica (1967). México: FCE,
2003.
fenómeno, no nos indica con su presencia o ausencia que nos hallemos frente a una
estructura. Se necesita interrogar el síntoma y ubicarlo en relación con la posición del
sujeto en el nivel del goce, de su relación con el Otro, de todo el campo del deseo, la
ausencia o presencia del Nombre del Padre. Todo eso nos va a permitir entonces un
diagnóstico que es estructural, en el sentido de que lo que prevalece no será lo que se
encuentra a nivel fenoménico.

2. Consecuencia de una estructura: “No se vuelve loco quien quiere”[8][8]

Ubicamos como punto de partida la frase de Lacan “no se vuelve loco quien
quiere”. En este primer momento –ya que se trata de dos clases- partiremos de los
siguientes interrogantes. ¿Qué realidad psíquica en las psicosis? ¿Existe una realidad
psíquica propia, característica de la estructura? ¿Es algo que se puede deducir a partir del
diagnóstico diferencial? Para intentar encontrar respuestas a esta serie de preguntas acerca
de la realidad psíquica, comenzaremos hablando de uno de los fenómenos que ya la
psiquiatría clásica señalaba como característico y patognomónico de la locura: la
alucinación verbal.[9][9]

Cuando se presenta un cuadro de locura, nos enfrentamos indefectiblemente a un


momento en el cual la realidad se pone a hablar por sí misma. Resulta importante destacar,
aquí, el lugar y la función que ocupa la alucinación verbal en tanto fenómeno elemental.
Para clarificar esto, nos remitiremos a uno de los textos fundacionales del psicoanálisis en
lo que respecta al campo de la psicosis. Es un texto de 1946, leído por Lacan en el contexto
de unas jornadas de psicogénesis organizadas por Henri Ey. Lacan se inscribe en contra de
la teoría organogenetista característica de una larga tradición del siglo XIX, y más aún, en
contra del organodinamismo del mismo Ey. Lacan sostiene que es posible postular una

[8][8] Cfr. Hervé Castanet, “Ne deviene pas fou qui veut”, Clinique psychanalytique des psychoses, Nantes,
Plein Feux, 2007, pp.11 a 15.
[9][9] Cf. Freud, Sigmund, “La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis” (1924), en Obras
completas, v. XIX (Buenos Aires: Amorrortu, 1986, pp. 189-198); Lacan Jacques, “Acerca de la causalidad
psíquica” (1946), en Escritos I (Buenos Aires: Siglo XXI, 1986, pp. 142-183).
causalidad psíquica, que él advierte en la discordancia primordial entre el yo y el
ser.[10][10] La locura encuentra aquí su estructura fundamental.

Y es en este lugar, precisamente, donde podemos justificar aquella máxima que


Lacan había escrito, no sin humor, en la sala de guardia del hospital Sainte Anne en París,
que presta su título a nuestra clase: “No se vuelve loco quien quiere”. La locura no depende
de la voluntad, no es un acto interno volitivo de la psiquis: muy por el contrario, cuando
hablamos de locura, de psicosis, hablamos de estructura. Justamente Lacan se vinculó con
el movimiento estructuralista que haría eclosión en la década de 1960. No vamos a entrar
aquí en detalle sobre este ámbito apasionante, que podría abarcar por sí mismo un curso
completo. Sin embargo, no vamos a dejar de indicar que la estructura en el psicoanálisis de
orientación lacaniana es diferente a la que proponían los estructuralistas en lingüística y en
ciencias sociales.

En su texto de 1928 “Acerca de la causalidad psíquica”,[11][11] Lacan ordena la


estructura de la locura, de la psicosis, a partir de una teoría de la instancia imaginaria que
permite deducirla. Lacan postula que no existen efectos psíquicos del modo imaginario. El
alienado -como se llamaba por entonces, con una expresión tomada del discurso jurídico, al
paciente de las guardias psiquiátricas- resultaba capturado en una serie de identificaciones.
El primer efecto que en el ser humano aparece es el de la imago, que es un efecto de
alienación del sujeto, porque es con el otro con quien el sujeto se identifica.

En los Escritos I, Lacan sostiene con relación a Freud que “preferiría renunciar al
equilibrio entero de su teoría antes que desconocer las más pequeñas particularidades de un
caso que la pusiera en tela de juicio”[12][12]. Esta cita nos lleva al campo de estudio de los
fenómenos elementales. ¿De qué se trata esto? Pues bien, a partir de lo expuesto por Lacan
podemos sostener que se trata de reconocer la estructura en los elementos más pequeños,

[10][10] Lacan , Jacques, op. cit, p. 168.


[11][11] Lacan, Jacques, “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos I, Buenos Aires, Siglo XXI, 1928, p.
142.
[12][12] Lacan, Jacques, “Respuesta al comentario de Jean Hypolitte”, en Escritos I, Buenos Aires: Siglo
XXI, 1988, p. 370.
en los detalles. El tesoro clínico psiquiátrico, una vez articulado a partir de esta orientación
de la clínica lacaniana, ofrece enfoques más precisos para la psicosis. La presencia de
fenómenos elementales, los trastornos de lenguaje, la tentativa de cura a través de la
predominancia imaginaria y sus diversas identificaciones, el delirio, las alucinaciones
verbales, son consecuencias clínicas de la forclusión que permiten repensar una psicosis ya
desencadenada.

Es de esta manera que desde el psicoanálisis pensamos la psicosis, como un orden


del sujeto, excluyendo toda posibilidad de considerarla como un fenómeno de causalidad
orgánica, tal como la sostenía la corriente organogenetista. Dice Lacan: “la única
organicidad implicada es la que motiva la estructura de la significación”.[13][13]

3. ¿Qué tratamiento para la psicosis?

En la primera sección del Seminario 3, Lacan afirma que comenzará a introducir


la cuestión de las psicosis. ¿A qué se refiere con “la cuestión de las psicosis”? Para
responder a esto, debemos atender a la siguiente orientación del mismo Lacan: “Problemas
de tratamiento también, sobre los que deberá desembocar nuestro trabajo de este año: es
nuestro punto de mira”.[14][14] Desde el comienzo Lacan nos está orientando en relación
con el posible tratamiento en sujetos psicóticos. Lacan se ubica a la vez,
interrelacionándolas, en la perspectiva de la teoría psiquiátrica y psicoanalítica, y además
en la perspectiva de la clínica. Y de la lectura del seminario completo resultará que Lacan
apuesta a que existe una posibilidad de tratamiento para los psicóticos.

Como es sabido, Lacan nos empuja a no retroceder ante la psicosis, diferenciando


que el síntoma en la psicosis difiere del síntoma neurótico. Retomando esto, en las psicosis
no se representa nada oculto, en el sentido de la represión freudiana, ya que lo forcluido
arroja al significante en lo real, desde donde retorna abiertamente en los fenómenos

[13][13] Lacan Jacques, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible en la psicosis” (1956) en
Escritos II p. 572
[14][14] Lacan, Jacques, Seminario III, Las Psicosis (1955-1956), 1993, p. 11.
psicóticos. A diferencia de lo que se ha hecho durante mucho tiempo, de no escuchar al
psicótico, Lacan insiste en seguir al síntoma en las psicosis -es decir escuchar su discurso-
y tenerle confianza. Igual que en el resto de las estructuras, el síntoma debe pensarse como
una brújula del trabajo analítico y, en primera instancia, como brújula en relación con la
clínica de la estructura.

En el campo estructural de la clínica psicoanalítica el psicótico es un sujeto, y la


psicosis resulta, como estructura, de una forma particular de decir “no” a la castración, de
una modalidad que articula el sujeto al orden simbólico de donde él procede como sujeto
parlante. La verdad del sujeto es el horror de la castración. Lacan, entre los años de 1950 a
1965, como Freud, ha tenido en cuenta ese peso de nuestra cultura donde se expresaba y
gravitaba esa mitología del padre.

En el Seminario 3, Las Psicosis, Lacan se ocupará específicamente de este tema,


con el Nombre del Padre, formalizado vía la lingüística estructural de Ferdinand de
Saussure. Entonces no debe buscarse la desaparición del síntoma, sino más bien, debe ser
pensado como causa del trabajo restitutivo que el sujeto psicótico realiza frente a la
irrupción de lo real. No quiere decir que haya que alentar al sujeto a delirar, sino que el
sujeto psicótico necesita encontrar a alguien que lo escuche, a quien dar testimonio.

La dirección de la cura en las psicosis tiene como objetivo alcanzar la


estabilización, acotar el exceso de goce que invade a cada sujeto. A partir de lo expuesto,
resulta clave ver “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”,
texto de Lacan que se constituye en la piedra angular de la forclusión del Nombre del
Padre. Así como el otro texto que venimos trabajando -“Acerca de la causalidad psíquica”-
ha sido también clave en el conjunto de textos lacanianos introductorios sobre la cuestión
de la psicosis. Para que se pueda plantear un tratamiento posible será necesario que se
establezca un diálogo analítico, el cual será diferente de ciertas corrientes
psicoterapéuticas. Un diálogo analítico donde la cuestión del diagnóstico tiene un lugar
especial, en el sentido en que es subsidiario del modo en que se hace lugar a un planteo
transferencial.[15][15]

4. Los tres registros orientadores

La distribución tripartita realizada por Lacan en relación a los registros está


introducida en el comienzo de su enseñanza: imaginario, simbólico y real. Gran parte de
la primera enseñanza de Lacan tiene que ver con un cuidadoso estudio del registro de lo
imaginario. Es la época en la cual “El estadio del espejo” da fundamentalmente la
estructura del imaginario humano. ¿Qué es lo que ocurre en 1953, que produce un corte tan
grande en la enseñanza de Lacan? Es el momento en que comienza la fase del Lacan
estructuralista, donde él mismo introduce el estructuralismo en el psicoanálisis.

¿Qué es introducir el estructuralismo en el psicoanálisis? y ¿qué es la lectura


estructuralista de Freud? Es entender las nociones freudianas a la luz de los conceptos
saussurianos de la lingüística estructural, es decir la noción de lenguaje saussuriana, que
enseñaba que el lenguaje era un sistema de signos: es decir que un signo era una
determinada articulación entre significante y significado. Lacan va a comenzar a
diferenciar las nociones que toma de Saussure, sobre todo porque para Saussure el signo
era como una moneda de dos caras, en cuanto a lo indisoluble de la unión entre su cara de
significante y su cara de significado.

A diferencia de esto, Lacan produce una cierta independencia, los significantes


pueden existir solos y existe una sucesión, una secuencia de significantes. El significado se
produce en algún momento, y es a partir de una secuencia de significantes. Entonces, lo
que tenemos es lo que Lacan llama una cadena de significantes, es decir una sucesión.
Lacan empieza a alejarse de a poco de la noción de Saussure, rompe la solidaridad entre
significante y significado, y además, en tanto que el significante pasa a ser la causa del
significado, el significado queda como el efecto, el resultado del significante.

[15][15] Cf. con el texto “Ustedes están al corriente, hay transferencia en la psicosis”, publicado en revista
Litoral N° 7-8, La torre Abolida, Córdoba, 1989., pp. 39 y ss.
Es a partir de los últimos años de la década de 1950 que se produce un
desplazamiento, en el enfoque de Lacan, sobre la psicosis. Este desplazamiento implica
pensar una nueva relación entre los registros de lo imaginario y lo simbólico. Los hechos
imaginarios, los fenómenos elementales, el delirio, son deducidos ahora por Lacan como
fenómenos de lenguaje. Se deduce de ese agujero en el Otro simbólico donde falta el
significante del Otro de la Ley -lo que Lacan llama el Nombre del Padre. Es aquí donde, en
un nuevo y más profundo nivel de análisis, reiteramos la fórmula “no se vuelve loco quien
quiere”. Ni la psicosis, ni la neurosis, ni la perversión se deben a una decisión o a un querer
conscientes.

Es preciso postular a la psicosis como estructura clínica, con independencia de un


catálogo de síntomas y comportamientos observables. De este último modo, a diferencia de
lo que hace el psicoanálisis, lo entiende la escuela cognitivista, que toma el tema de la
percepción, y, más en general, el del conocimiento, y arma una especie de cortocircuito
con relación al sujeto. Entonces, lo que postula Lacan es entender a las diferentes
posiciones subjetivas como modalidades inconscientes de decir no a la castración. El
psicótico la forcluye, el perverso la desmiente, y el neurótico la reprime. Los términos
alemanes que utiliza Freud para cada una de estas modalidades inconscientes son:
Verwerfung (que Lacan reelaborará como forclusión), Verleugnung (desmentida) y
Verdrangung (represión). Cada estructura presenta su propia lógica en cuanto a sus efectos
clínicos: síntomas en la neurosis, fetiche en la perversión, retorno en lo real de eso que fue
forcluido en la psicosis.

En la clínica, es crucial reparar en el diagnóstico diferencial, que debe ser


efectuado en el nivel de la estructura. Con relación a esto, hay que destacar que la psicosis,
como estructura, es a-temporal. Hay que ubicar ciertas coordenadas que establecen una
divisoria de aguas entre el antes y el después del desencadenamiento. La certeza, ya sea del
delirio o del fenómeno elemental, es un dato que debemos ubicar luego del
desencadenamiento de la psicosis.
No podemos concluir nuestra primera clase sin destacar que será justamente este
Lacan estructuralista el que introduce los tres registros: el de imaginario, simbólico y real.
La pregunta es por qué introduce Lacan esta tríada conceptual. Y bien, tenemos que tomar
los tres registros como un ordenador de lectura. Como el dispositivo, el aparato, el
instrumento clave, la herramienta de lectura con la cual Lacan va a procesar los conceptos y
textos de Freud. Y lo hará para distinguir niveles, problemas, órdenes diferentes. Lacan los
introduce en el año 1953, en una conferencia que se llama “Lo simbólico, lo imaginario y lo
real”. Será este año uno de los momentos cruciales en la enseñanza de Lacan. Es un
momento clave tanto en lo que hace a los movimientos institucionales del psicoanálisis en
Francia como respecto a la enseñanza de Lacan.

Se produce en ese momento una escisión entre Lacan y la Sociedad Psicoanalítica


de París, que culminará diez años después con lo que él mismo ha dado en llamar su
“excomunión”[16][16] por parte de la IPA. Es decir que Lacan ha sido expulsado. Dejamos
acá y retomaremos la próxima clase con el tema de la psiquiatría clásica que hemos
introducido al comienzo de ésta.

[16][16] Cfr. Lacan, Jacques, Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964),
Buenos Aires, Paidós, 1995, pp 9 a 21.

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