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La solución del Código civil peruano al problema de la divisibilidad e indivisibilidad de la
obligación de la cláusula penal, a que se refieren los artículos 1347 y 1348, constituye,
simplemente, una aplicación de las normas del propio Código relativas a las obligaciones
divisibles e indivisibles (arts. 1172 y siguientes).
Por tanto, es indiferente que la obligación principal sea divisible o indivisible; lo que interesa es
determinar la divisibilidad o indivisibilidad de la obligación de la cláusula penal, si la obligación
de la cláusula penal es divisible, cada uno de los codeudores o de los herederos del deudor, no
incurrirá en la pena sino en proporción a su parte (art. 1347 del Código Civil). El principio es el
mismo que inspira los arts. 1172 y 1173 del Código Civil, relativos a las obligaciones divisibles.
Si la obligación de la cláusula penal es indivisible, cada uno de los codeudores y de sus
herederos quedará obligado a satisfacer la pena entera (art. 1348 del Código Civil). Este
principio también está consagrado por el art. 1176 del mismo código, referente a las obligaciones
indivisibles. En estos casos, sin embargo, los codeudores que no sean culpables tiene expedito su
derecho para reclamar de aquel que dio lugar a la aplicación de la pena (art. 1350 del Código
Civil).
2. CONSIDERACIONES GENERALES
Muchas veces la probanza de la cuantía de los daños y perjuicios no es labor sencilla. No
obstante que, en principio, esas dificultades son solucionadas con la posibilidad que otorga la ley
de que el juez realice una valoración equitativa de los daños, ésa no es la única solución que
brinda el Derecho. Nuestro Código Civil ofrece la posibilidad de que los sujetos de la relación
obligacional, en ejercicio de su autonomía privada, establezcan una cláusula penal en el contrato
que celebran. La cláusula penal es la estipulación en un contrato que se refiere a la pena o
penalidad convenida para el caso de incumplimiento. Es obvio, por lo demás, que toda vez que
las partes pacten una penalidad, lo harán a través de una cláusula en la que se refieran a ella,
independientemente de si dicha cláusula sólo aluda a tal penalidad o si incluye, además,
disposiciones de otra naturaleza. Por otra parte, al tener la cláusula penal carácter accesorio (pues
no podría existir sin una obligación cuyo cumplimiento resguarde o garantice), hablar de
«obligación con cláusula penal» no resulta errado, en la medida en que se estará haciendo
referencia a aquellas relaciones obligatorias que incluyen una penalidad convenida por las partes.
Más allá de esas consideraciones, la cláusula penal, a grandes rasgos, puede definirse como un
pacto anticipado de indemnización. En ella se dispone que si el deudor incumple, tendrá que
pagar una indemnización de daños y perjuicios, cuyo monto también se especifica en el pacto.
Debemos subrayar que la cláusula penal, al igual que los daños y perjuicios, puede tener
naturaleza moratoria o compensatoria, dependiendo de si con ella se busca indemnizar la mora
en el pago o si lo que se pretende indemnizar es el cumplimiento parcial o defectuoso o el
incumplimiento definitivo de la obligación. No hay duda de que la importancia práctica,
relevancia teórica y normatividad legal de la cláusula penal determinar que desde antes y después
de la promulgación del Código Civil Peruano, en julio de 1984, haya merecido el mayor debate
académico. Como podremos apreciar en el análisis que iniciamos, el principal cuestionamiento
que se formula es el relativo a la primera parte del artículo 1346 del Código Civil, la misma que
establece que el juez, a solicitud del deudor, puede reducir equitativamente la pena cuando sea
manifiestamente excesiva. Resulta evidente, además, que el tema suscita apasionados debates,
pues sea cual fuere la opción que se elija, habrá razones académicas, prácticas y éticas para
defender la tesis escogida. En esta materia, ciertamente, la solución no es pacífica. Parece que lo
único concreto es que no existe una solución que quede exenta de crítica. Tratando de conservar
el menor apasionamiento y la mayor sindéresis, hemos decidido iniciar el tema de la cláusula
penal desde la perspectiva de su funcionalidad, puesto que, en esencia, la definición de la
cláusula penal pone de relieve, de alguna manera, las distintas funciones que cumple esa
modalidad obligacional.
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CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. «Reflexiones sobre la mutabilidad e inmutabilidad de la pena contractual». En
Tendencias actuales y perspectivas del Derecho Privado y el Sistema Jurídico latinoamericano. Lima: Cultural Cuzco
Editores, 1990, pp. 348-351.
inclusive por aquellos que no hubiesen sido previsibles al momento de la celebración del
contrato.
Dentro de tal orden de ideas, debemos remitirnos a lo establecido por el artículo 1321 del Código
Civil Peruano. De la lectura de la norma citada podemos deducir que sería posible señalar —
como lo hace Bustamante Alsina—6 que «la regla según la cual el acreedor no puede pretender
otra indemnización aunque el daño sufrido por él sea mayor, sufre excepción cuando el
incumplimiento del deudor es doloso, pues no es admisible que invoque la cláusula penal para
disminuir la responsabilidad del daño que él ha ocasionado con su inejecución a designio».
Según refiere Enneccerus,7 esta es la teoría propugnada por el Código Civil Alemán, pues si
como ocurre casi siempre, corresponde al acreedor una pretensión de indemnización por
incumplimiento, puede exigir la pena como importe mínimo del daño y, si el interés de
cumplimiento es superior a la pena, puede exigir este plus, puesto que la pretensión dirigida a la
pena tiende a ser una facilidad, pero no una limitación de la pretensión de indemnización. En
efecto, como anota Estela Ferreirós,8 «el dolo agrava la responsabilidad del deudor, y sería
inmoral aceptar que por medio de una actitud dolosa se limite el resarcimiento de los daños y
perjuicios sufridos por el acreedor; aceptarlo sería permitir que se enarbole la ilicitud». A estas
consideraciones debe añadirse el supuesto en que, si se hubiese pactado una pena ínfima, ésta
tendría claramente la función de limitar la responsabilidad del deudor. De acuerdo con el artículo
1328 del Código Civil Peruano, este pacto sería nulo, siempre que el incumplimiento se hubiere
producido por dolo o culpa inexcusable. Al analizar la referida norma se debe tener presente que
la cláusula penal cumple una función resarcitoria, esto es, la de servir como liquidación
convencional anticipada de los daños. En este sentido, cabría preguntarse si es posible pactar que
la cláusula penal prevea el incumplimiento doloso y, de ser así, si ella debe ser inmutable. Sobre
el particular, creemos que si bien es factible pactar una cláusula penal que contemple el
incumplimiento doloso, dentro del ordenamiento jurídico peruano vigente, ella será inmutable en
tanto y en cuanto no sea inferior a la indemnización que correspondería, de haber sido fijada
judicial o legalmente. Como anota Aída Kemelmajer de Carlucci, 9 la solución contraria resultaría
atentatoria al orden público, habida cuenta de que si bien se puede permitir que el
6
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge. Teoría General de la Responsabilidad Civil. Buenos Aires: Editorial Abeledo Perrot,
Sexta Edición Actualizada, p. 203.
7
ENNECCERUS, Ludwig, Theodor KIPP y Martín WOLFF. Derecho de Obligaciones, Op. cit., vol. I, tomo II, p. 188.
8
2.
9
incumplimiento del contrato debido a fuerzas exteriores (o incluso a culpa leve del deudor) no
produzca responsabilidad o la genere disminuida, suprimirla o disminuirla por dolo, equivaldría a
eliminar el contrato, que es uno de los pilares básicos de la sociedad moderna.
Sin embargo, no se trata de un tema pacífico, pues podrían existir elementos para considerar que
el artículo 1328 del Código Civil Peruano no resultaría aplicable a la cláusula penal. Así, a
criterio de García Amigo,10 cuando el daño es superior al monto de la pena, la cláusula penal
puede asumir la función de cláusula limitativa de responsabilidad. No obstante, la diferencia
entre estas dos instituciones radicaría en lo siguiente: - La cláusula limitativa de responsabilidad
nace para proteger al deudor; mientras que la penalidad generalmente se pacta a favor del
acreedor. - Asimismo, mientras la cláusula limitativa de responsabilidad se refiere al daño, la
cláusula penal presupone el incumplimiento, independientemente del daño. No obstante los
argumentos expuestos por García Amigo, consideramos que si bien pueden existir diferencias
conceptuales entre la cláusula penal y las cláusulas limitativas de responsabilidad, la función que
cumplen las penalidades diminutas es idéntica: limitar la responsabilidad del deudor en caso de
incumplimiento. De ahí que, a criterio nuestro, la norma bajo análisis (el artículo 1328 del
Código Civil Peruano de 1984) resultaría plenamente aplicable para los supuestos de cláusulas
penales irrisorias en las que no se hubiese pactado la posibilidad de resarcir el daño ulterior.
Ahora bien, la consecuencia que se derivaría de la aplicación del referido principio, sería la
nulidad de la cláusula penal, cuando ésta tuviera por finalidad la limitación de la responsabilidad
del deudor que incumple por dolo o culpa inexcusable. Bajo este criterio, el órgano jurisdiccional
debería ordenar a quien incumpla, el pago de la indemnización de los daños efectivamente
irrogados y por el monto que el acreedor consiga demostrar. Por otra parte, debemos referirnos a
los principios aplicables en el Derecho Peruano para reducir el monto de la penalidad. En lo que
respecta a los criterios que, de acuerdo al artículo 1346 del Código Civil Peruano de 1984,
pueden adoptarse a efectos de reducir el monto de la penalidad, la norma citada admite el empleo
tanto de criterios objetivos como de criterios subjetivos, a saber:
(a) En el primer supuesto, estimamos que el órgano jurisdiccional no podría negarse a reducir el
monto de la penalidad cuando el deudor demuestre —de manera objetiva— que el monto de los
daños derivados de su incumplimiento se encuentra por debajo de lo pactado en la cláusula
penal.
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(b) No obstante la lógica de este argumento, cabría preguntarse si además de la prueba de los
daños y perjuicios es preciso que el juez verifique que la penalidad es «manifiestamente
excesiva». Dicho en otros términos, ¿sería posible la reducción de una penalidad que no fuera
«manifiestamente excesiva» cuando el deudor hubiese demostrado que los daños efectivamente
irrogados por el incumplimiento son menores? El cuestionamiento resulta perfectamente válido,
pues podría darse el caso en que se haya pactado una penalidad razonable —inclusive diminuta,
si nos ubicamos en un supuesto extremo—, pero que, sin embargo, los daños irrogados por el
incumplimiento estén por debajo del monto pactado y así lo demuestre la parte que ha
incumplido.
Si nos atenemos al texto del dispositivo citado, en el ejemplo referido no se habría verificado el
spuesto de hecho que establece la norma, por lo cual no sería procedente la reducción de la
penalidad. La segunda solución posible al problema sería la de obviar la interpretación literal de
la norma e indemnizar por los daños efectivamente irrogados, reduciendo de manera
proporcional el monto de la pena. Sin perjuicio de las opciones propuestas, consideramos que,
siempre dentro del sistema acogido por el Código Civil Peruano, la solución podría encontrarse
en adoptar un criterio subjetivo para determinar la reducción de la penalidad. El fundamento de
esta posición se encuentra en el requisito que establece la norma bajo análisis para la reducción
de la penalidad. A nuestro parecer, la referencia a la reducción equitativa de la pena
«manifiestamente excesiva» denota la necesaria apreciación subjetiva del juez, pues no sólo se
exige que la pena sea excesiva, esto es, que supere con creces el monto de los daños y perjuicios
efectivamente irrogados, sino que, además, se requiere que esta desproporción sea manifiesta, es
decir, abiertamente abusiva y hasta grosera. Una primera forma de ver el problema nos indica
que la verificación de este supuesto no le correspondería al deudor incumpliente, que solicite la
reducción de la penalidad, sino al juez. Asimismo, tampoco sería susceptible de ingresar al
terreno probatorio, pues no es mediante criterios objetivos, sino subjetivos, que se tendría que
evaluar cuando el monto de la pena pactada fuese «manifiestamente excesivo». A la luz de estas
consideraciones, pareciera que la probanza de los daños que corre por cuenta de las partes del
contrato, sólo podría tener lugar una vez que el órgano jurisdiccional haya determinado que nos
encontramos ante una cláusula penal «manifiestamente excesiva», que cumple con el requisito
previsto por la norma y, por ende, que debe ser reducida. No obstante ello, la objeción que se
puede formular a tal planteamiento consiste en que no podría haber apreciación meramente
subjetiva, en la medida de que para considerar a una penalidad como «manifiestamente
excesiva» tendría que haberse acreditado el monto de los daños y perjuicios verdaderamente
sufridos por el acreedor, pues en caso contrario no habría forma de comparar, y luego de llegar a
la referida conclusión. Cabe señalar que el artículo 1346 del Código Civil Peruano no es el único
precepto de dicho cuerpo normativo que otorga al juez la facultad de emplear su leal saber y
entender para la evaluación del monto de los daños y perjuicios. Así, por ejemplo, el artículo
1332 del acotado Código establece el deber del juez de fijar, con valoración equitativa, el
resarcimiento del daño que no pudiera ser probado en su monto preciso. Frente a estos
argumentos, siempre podrá objetarse que la determinación de si una cláusula penal es
«manifiestamente excesiva» sólo podrá hacerse una vez efectuada la probanza de los daños, esto
es, mediante criterios objetivos y no subjetivos. Sin embargo, ello no excluye la necesidad de
efectuar una apreciación subjetiva, pues el hecho de que el monto de la penalidad supere a los
daños y perjuicios efectivamente irrogados, aun cuando se pueda comprobar la desproporción, no
necesariamente significa que la pena sea «excesiva» y, mucho menos, «manifiestamente
excesiva». En este sentido, la necesidad de la apreciación subjetiva del juez parece ser
imprescindible.
(c) La presencia del criterio subjetivo del juez podría ser llevada a sus extremos, en el supuesto
en que la parte que haya incumplido solicite la reducción de la penalidad que, de acuerdo al
sentido común, es sin lugar a dudas «manifiestamente excesiva», pero que, sin embargo, omita
aportar pruebas conducentes a demostrar la inferioridad del monto del daño. En este supuesto, no
parece ser lo más sensato declarar infundado el pedido del deudor por falta de pruebas. Por el
contrario, parece razonable que el juez emplee su leal saber y entender a efectos de reducir
prudencialmente, y de manera equitativa, el monto de la penalidad. La jurisprudencia nacional
parecería haber adoptado este criterio, asumiendo como válida la subjetividad del juez al
respecto. En efecto, lejos de abocarse al análisis de los medios probatorios presentados por los
litigantes, los tribunales peruanos han resuelto con criterio de conciencia, de acuerdo a aquéllas
que —a su leal saber y entender— constituyen penas «manifiestamente excesivas». No obstante
haber hecho referencia tangencial al tema, queremos profundizar en el análisis de los criterios de
orden económico que atentan contra el principio de mutabilidad relativa de la cláusula penal,
contemplado en el Código Civil de 1984. Cabe advertir que el sistema de regulación que
propugna la inmutabilidad relativa no necesariamente cumple con proteger al deudor que se
encuentra en desventaja, pues, lo reiteramos, como expresa Aída Kemelmajer de Carlucci, 11 «al
11
debilitar la fuerza de la pena, indirectamente se crean dificultades para el deudor, porque el
acreedor, al verse privado de la garantía que representa la cláusula penal, será más exigente en
otros puntos del convenio». En este sentido, resulta claro que la posibilidad de reducir la cláusula
penal no puede brindar una protección completa al deudor frente a los abusos que pudiera
cometer el acreedor mediante la estipulación de pactos draconianos. Por el contrario, la
inseguridad que representa para el acreedor tener que desenvolverse en un sistema legislativo en
que las penalidades no cumplen las funciones compulsiva y resarcitoria, que les son inherentes,
podría generarle la necesidad de proteger sus intereses valiéndose del empleo de otros
mecanismos. Así, la desnaturalización de la cláusula penal puede originar el aumento de los
costos de transacción y el encarecimiento del crédito, lo que, de manera indirecta, puede
contribuir al aumento de dificultades para hacer empresa en el Perú, con la consecuente
disminución de oportunidades de empleo y desarrollo económico. Desde esta perspectiva, las
buenas intenciones del legislador para proteger a los deudores en desventaja en la contratación,
podrían terminar repercutiendo en su propio perjuicio, al ser ellos quienes tengan que asumir los
pasivos de la falta de seguridad jurídica y de confianza en el cumplimiento de los contratos, que
el sistema de inmutabilidad relativa (o mutabilidad relativa) de la penalidad adoptado por la
legislación nacional, contribuye a configurar en el Perú.
La Cláusula Penal
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Definiciones
También puede ser definida esta acción, según Ossorio (ob. cit) como la
situación que “se refiere al supuesto en que una persona, para asegurar el
cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena o multa, en caso de
retardar o no ejecutar la obligación” (p. 179).
Efectos
BIBLIOGRAFIA
Maduro L., E. (1987). Curso de obligaciones, Derecho Civil III. Caracas, Venezuela:
Fondo Editorial Luis Sanojo.