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FACTORES DE RIESGO EN LA SOCIEDAD Y

EN LA FAMILIA
Hoy sabemos bastantes cosas sobre los factores
de riesgo que inciden en el uso y abuso de
sustancias. Fruto de minuciosas investigaciones
científicas son las conclusiones que en este
apartado ofrecemos al navegante para que su
conocimiento le sirva en la práctica, tanto en la
vertiente parental como docente o sanitaria.

Fundamentalmente, los factores de riesgo pueden


dividirse en dos grandes categorías: la primera
contempla los factores sociales y culturales, es
decir, el contexto en que se mueve el ado-
lescente; la segunda incluye los factores que
dependen de la propia persona y de sus relaciones
interpersonales (familia, escuela, compañeros).

Los factores de! contexto social y cultural tienen


su razón de ser en las leyes y normas que dicta la
sociedad y que pueden, en algunos casos,
favorecer el uso y abuso de drogas (como las de
los gobiernos que toleran el libre comercio de
sustancias), o en medidas restrictivas que tienen
un efecto contrario (recordemos la famosa "ley
seca" de Estados Unidos). También la
disponibilidad de drogas en las calles, las escuelas,
etc., depende de la legislación que se establezca, y
del cumplimiento que se haga de ella. La extrema
pobreza, la marginación suburbial, la degradación
de vida, etc., son factores que incrementan el
riesgo de la drogadicción, asociada a otros
problemas como la delincuencia. Sin embargo, la
estrecha relación que existe entre un bajo estatus
socioeconómico y la delincuencia no se ha
encontrado para el uso de drogas en la
adolescencia (sólo cuando la pobreza es extrema y
se asocia con trastornos de conducta del joven, se
incrementa el riesgo de futuro alcoholismo y otras
adicciones).

Los factores familiares son de extraordinaria


importancia en la génesis del abuso de sustancias.
En el hábito del tabaquismo, por ejemplo, con sólo
un miembro del hogar que fume se dobla la
probabilidad de que el adolescente empiece a
fumar. Asimismo, cuando hay un padre o un
hermano alcohólico se incrementa el riesgo de
alcoholismo y abuso de otras drogas en el
adolescente (pero también puede compensar el
buen ejemplo del hermano mayor, neutralizando el
modelo parental de drogadicción: los hermanos
mayores y los amigos tienen mayor influencia que
los padres, tanto en el uso como en el no uso de
sustancias). La pérdida o la inconsistencia de las
normas educativas familiares, la falta de
disciplina, o bien la excesiva implicación
educacional de un padre conjuntamente con el
distanciamiento y permisividad del otro, son todos
ellos factores de riesgo para el consumo de
drogas.

Es interesante constatar aquí que las técnicas


maternales de control son más importantes que las
técnicas que utiliza el padre en la vigilancia del uso
de marihuana por parte del hijo adolescente.
Específicamente, las formas de control materno
que incluyen sentar claro la conducta responsable
que se espera de los hijos, conducen a un menor
uso de marihuana, mientras que la actitud de las
madres que utilizan el sentimiento de culpa o de
delito en sus formas de control de los hijos, se
corresponde con un mayor consumo de drogas.

En general, está demostrado que la actitud


parental de no dirigir a los hijos o de ser
extremadamente permisivos, contribuye a más
altos niveles de consumo de drogas. Hay unas
características comunes de las familias con
adolescentes drogadictos, como son las formas
negativas de comunicación (críticas continuas,
culpabilización, pérdida de confianza), la aplicación
de límites de conducta inconsistentes o poco
claros y unas expectativas parentales poco
realistas del hijo. Obviamente, hay una estrecha
relación entre los niveles de uso de drogas de los
padres y los de los hijos.

Cuando los lazos afectivos familiares son débiles


también se incrementa el riesgo de consumo de
drogas. Esto es evidente en los casos de ruptura
familiar (broken homes) con discordia marital,
donde se presenta el más alto riesgo de
delincuencia y de uso de drogas; sin embargo, no
parece existir una directa e independiente
contribución de las rupturas familiares a la
conducta delincuente: la conflictividad entre los
miembros de la familia parece ser más importante
en la predicción de la delincuencia que la
estructura familiar por sí misma. Estudios de
psiquiatría han puesto en evidencia que una
situación parental conflictiva se asocia con
conductas antisociales en los hijos aun cuando no
haya ruptura familiar.

En conclusión: los niños que crecen en familias con


un alto grado de conflicto corren un mayor riesgo
de caer en la delincuencia y en el consumo de
drogas.

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