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1 y 2). La República Argentina, como integrante de las Provincias Unidas del Río de La
Plata, inició su tendencia constitucionalista en 1815, cuando la Junta de Observación
aprobó durante el gobierno directoral de Ignacio Álvarez Thomas, un Estatuto Provisional,
que contenía las características mencionadas de reconocimiento de derechos y fijación de
los poderes estatales, propio de las constituciones, pero no tuvo la aceptación de las
provincias, por emanar de un gobierno provisional.
En el año 1826, se dictó una nueva Constitución unitaria, durante el gobierno de Rivadavia,
que había asumido de acuerdo a la ley de Presidencia, y no gozaba de la aceptación
popular, por el carácter autoritario y centralista de su gestión, cuyo máximo error fue firmar
una paz con Brasil, por la cual renunciaba a la Banda Oriental que pasaría a depender de
Brasil. Luego de su renuncia, el nuevo presidente provisional, Vicente López convocó a
elecciones que llevaron a ocupar el cargo de gobernador a un miembro del partido federal:
Manuel Dorrego, disolviéndose el Congreso y derogándose la Constitución de 1826, que
establecía que los gobernadores provinciales serían elegidos por el Poder ejecutivo
Nacional.
Con la llegada al poder de Juan Manuel de Rosas quien ocupó la gobernación de Buenos
aires en 1829 y luego fue reelecto en 1835, se postergó el tratamiento de la cuestión de la
organización constitucional del país ya que Rosas era partidario de una organización de
hecho, y no de establecer una Constitución.
Luego de que Urquiza venciera a Rosas en la batalla de Caseros, se vio la ocasión propicia
para la reunión de un Congreso Constituyente. Como paso previo, se firmó el Acuerdo de
San Nicolás el 20 de mayo de 1852, donde concurrieron todos los representantes
provinciales, con excepción de la provincia de Buenos Aires, que se había desvinculado de
la Confederación luego de la revolución del 11 de septiembre de 1852 debido a que no
estaba dispuesta a perder el control de su puerto y aduana, y tampoco aceptaban la libre
navegación de los ríos Paraná y Uruguay. Por el acuerdo de San Nicolás se convino la
convocatoria a un Congreso Constituyente.
Tomando como antecedente el libro de Juan Bautista Alberdi y los textos constitucionales
que la precedieron (constituciones de 1819 y 1826) tanto a nivel nacional como
internacional (Constitución de Estados Unidos) y el Pacto Federal de 1831, se redactó el
Anteproyecto de Constitución. Finalmente fue aprobado y la Constitución fue sancionada el
1 de mayo de 1853, y promulgada por Urquiza el 25 de mayo de ese mismo año. Está
precedida de un Preámbulo, donde se establecen los antecedentes y los fines de su creación.
El texto se divide en dos partes. La primera fija la forma de organización del país bajo el
sistema representativo, republicano y federal, la religión católica como religión oficial del
estado y la relación entre el gobierno federal y las provincias. Éstas tienen garantizadas la
subsistencia de sus instituciones y la elección de sus gobernantes, con la única condición de
que respeten el sistema republicano, asegurando el régimen municipal y la educación
primaria gratuita. Entre los derechos reconoce los civiles de los habitantes y los políticos de
los ciudadanos. La libertad de trabajo, de reunión, de prensa, de propiedad, de reunión, de
asociación, de igualdad ante la ley, la libre navegación de los ríos, etc.
En la segunda parte establece cuales son las autoridades de la nación dando preeminencia al
ejecutivo, por sobre el legislativo y el judicial. El Poder Ejecutivo está a cargo de un
Presidente y de un Vicepresidente, que ocupará el lugar del primero, en caso de ausencia o
enfermedad. El período de ejercicio del cargo era de seis años, sin posibilidad de reelección
para el período inmediato posterior. El sistema Legislativo es bicameral, formado por una
Cámara de Diputados que representa a la nación, en función del número de habitantes y una
Cámara de Senadores que representa a las provincias. El Poder Judicial está representado
por una Corte Suprema de Justicia y demás tribunales inferiores. El dictado de los Códigos
Civil, Comercial, Penal y de Minería quedaron reservados al gobierno nacional. El
gobierno federal se reservaba el derecho de intervenir a las provincias, por su exclusiva
decisión, en casos de graves crisis.
Las reformas incorporadas en esa fecha (1860) se refieren a que la norma que declaraba a
Buenos Aires, como Capital federal, quedaría sin efecto. La designación de la capital
resultaría de una ley del Congreso y tuvo que residir provisoriamente en Paraná como hasta
entonces, el gobierno nacional.
2.
1. Montesquieu argumentaba que "Todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del
mismo; él va hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar del poder hace falta
que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder". La separación evita que el
poder político del Estado se acumule en una persona o grupo de personas. De este modo, se
confía la vigilancia de los tres poderes entre ellos mismos ya que cada uno vigila y controla
los excesos de los otros para impedir, por propia ambición, que alguno de ellos predomine
sobre los demás. Puede contrastarse con la fusión de poderes y separación de funciones en
los sistemas parlamentarios, donde el ejecutivo y la legislatura están unificados, debido a
que el Legislativo nombra al Ejecutivo. Esta doctrina no se refiere solamente a la
separación y al equilibrio de los tres clásicos poderes del Estado, sino a la necesidad de
dividir el poder político donde se encuentre, sea en la esfera municipal, regional o nacional,
para garantizar la libertad política y evitar los abusos de poder, mediante la vigilancia y
control recíproco de los poderes separados.