Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
7
CAPITULO I: Descripción del valor
No se pueden identificar sin más, bien y valor. Hay Cosas que son
buenas y no tienen valor. El valor dice relación al hombre. La alfalfa, por
ejemplo, es buena para las vacas y tiene valor sólo para el dueño de las vacas.
Entonces, por qué el valor mira a lo interesante, a lo importante, a lo que rompe
la indiferencia del sujeto. Por tanto el bien es el ente en cuanto tiene ser; el valor
es el ente en cuanto dice relación de conveniencia al hombre. Por ejemplo, una
serpiente es buena -onto1ógicamente- en sí y para sí; cuando pica al hombre éste
no la considera como un valor. En otras palabras: el bien es el ente en sí; el valor
es el ente objeto de tendencia o deseo. La persona conviene al bien en valor.
1 Cfr. Foulqui C-Saint-Jean. Diccionario drl lcngitojc filodlico. Labor, Madrid. 1967, Pág. 1053-1056.
8
1.2.Definiciones de valor
9
1.3. Dimensiones en la conceptualización del valor
10
1.3.2. Dimensión objetivista axiológica
11
objeto, en cuanto éste posee la capacidad de suministrar una base efectiva a un
sentimiento de valor”.
Desde esta corriente, se va a considerar el valor ante todo como una idea.
Para los partidarios de esta teoría, las ideas tienen un papel más de las cosas y
actos humanos. En este sentido, son cualidades valiosas que no varían con las
cosas; el valor de la amistad no resulta afectado porque mi amigo demuestre
falsía y me traicione. Aunque nunca se hubiera juzgado que el asesinato es malo,
el asesinato hubiera continuado siendo malo y aunque el bien nunca hubiera
valido como bueno sería, no obstante, bueno. Con este ejemplo, el autor
pretende defender la inmutabilidad, absolutismo e independencia de los valores
delegando, a su vez, lo relativo del valor al conocimiento humano.
12
Los valores son absolutos, al no estar condicionados por ningún hecho
independiente de su naturaleza histórica, social, biológica o puramente
individual. El conocimiento de las personas de los valores es lo relativo, no
los valores en sí.
Así pues, esta dimensión hace referencia a la concepción del valor como
algo concreto, real, sustantivo, o como un estado ideal que conseguir, como algo
13
que puede ser aunque aún no sea, es decir, como algo deseable. La cuestión se
puede plantear en los siguientes términos: si el valor tiene relación solamente
con lo concreto y lo real, es decir, aquello que nos agrada, deseamos o nos
interesa en un momento dado, o si se puede a su vez relacionar con algo que,
aunque no tenga existencia en un momento dado, puede llegar a interesarnos, a
agradarnos, a hacer que lo deseemos. Sería el valor entendido como una
concepción abstracta que supera los límites de la existencia concreta o real.
El ejemplo más claro para entender los elementos del mundo tres el de
los números y las matemáticas. La serie de números naturales es infinita, pero
éste es un concepto totalmente abstracto que no puede expresarse en términos
concretos del mundo uno o del dos. La serie infinita de números naturales es
algo puramente ideacional.
14
Lo mismo ocurre con propiedades numéricas como par, impar, divisible,
etc. Muchos de los problemas sobre números han sido descubiertos por el ser
humano a lo largo de su existencia, y lo han sido porque «estaban ahí», porque
sin existir en el mundo uno, ni constituir un proceso de experiencia del mundo
dos, han sido descubiertos.
15
prácticas políticas y sociales que han tenido enorme incidencia en nuestro
mundo.
16
apriorismo emocional. Scheler (1942) puso un especial énfasis en el aspecto
emocional, al señalar que la esencia de los valores se nos revela en la intuición
emocional, y no en la intuición intelectual, por cuanto el percibir sentimental es
irreductible al intelecto o a cualquier otra forma anímica, y tiene, al mismo
tiempo, carácter intencional. Los planteamientos actuales sobre el tema
entienden que el valor posee un componente intelectual y otro emocional. El
conocimiento es previo y necesario, pero no es suficiente, pues si no hay
sentimiento no se da la valoración. En la valoración se produce una fusión del
conocimiento y del sentir, de los planos intelectivo y afectivo, que hace entrar en
juego toda nuestra personalidad. Por ello cada uno valora según lo que es, pero
del mismo modo, las valoraciones que realizamos van configurando nuestra
forma de ser (Llopis y Ballester, 2001). Gervilla (1993, 80) señala que «ni el
emotivismo radical ni el racionalismo absoluto son buenos conocedores de los
valores, pues en su captación, los sentimientos no son totalmente ciegos ante la
razón, ni el conocimiento intelectual es ajeno a la afectividad». Así, por ejemplo,
en el enamoramiento aunque predomine lo emocional, no es algo completamente
afectivo, pues nadie ama lo que no conoce, pero tampoco por conocer a algo o a
alguien se le ama. El conocimiento precede al afecto y éste, cuando se da,
impulsa el interés por el conocimiento.
17
1.3.5. Dimensión universal/relativa
18
normativos de acción universalmente válidos, sino que éstos son relativos al
grupo social de pertenencia. Sin llegar a defender la existencia de unos valores
absolutos existiendo como realidades objetivas al margen de las invenciones
humanas, estos autores (ibídem 1998, 146) adoptan una postura clara y rotunda
al considerar que «el relativismo es uno de los delitos que pueden cometer los
intelectuales contra la razón y contra la humanidad». Pero también entienden
que la defensa de unos valores absolutos propios de la naturaleza humana
debería ser revisada desde el punto de vista moral al objeto de evitar el
menosprecio y la intolerancia hacia los valores de otras culturas y hacia otras
concepciones del hombre. El pluralismo axiológico de la variedad de culturas
existentes en nuestro planeta es un elemento tremendamente enriquecedor y
válido para la construcción de unos ideales compartidos de humanidad.
Pero, ¿se puede decir lo mismo de los derechos humanos? Sin duda
fueron necesarios siglos para descubrirlos y, de hecho, fueron cuestionados en
muchos contextos, pero fueron descubiertos como universales, es decir, como lo
que cada cual debe admitir, incluso si de hecho muchas personas no los admitan.
De este modo, vemos que lo particular, lo que es propio de un entorno y de una
19
época es arbitrario y, por tanto, coactivo. Lo universal es, al contrario, lo que
cada cual puede encontrar en uno mismo, y que, por tanto, lo hace libre.
20
lo posible y deseable y, en este sentido, no es identificable con acontecimientos,
objetos o individuos concretos. Pero el valor, a su vez, exige unas pautas de
conducta, una orientación de la acción social específica que se convierte en
acciones y sucesos concretos.
21
CAPITULO II: Características y clasificación del valor
22
2.2. Clasificación de los valores
23
En su clasificación, Méndez (2001) identifica unos valores
fundamentales o absolutos y unos valores relativos. Hay valores que son
relativos a nuestra condición y otros absolutos a los que se les reconocen
un rango, independientemente de lo que puedan llegar a producir.
RELIGIOSO
Santo ↔ Profano
ESPIRITUALES
Lógicos Estéticos Éticos
Verdad ↔ Falsedad Bello ↔ Feo
Justo ↔ Injusto
VIRTUALES
Fuerte ↔ Débil
ÚTILES
Agradable ↔ Desagradable
Adecuado ↔ inadecuado
Conveniente ↔ inconveniente
24
Cuadro 1: Categorización de valores según Cortina (2000)
Categorías Valores
Capaz↔Incapaz
Caro↔Barato
Útiles Abundante↔Escaso
Sano↔Enfermo
Selecto↔Vulgar
Vitales Enérgico↔Inerte
Fuerte↔Débil
Intelectuales
Conocimiento↔Error
Exacto↔Aproximado
Evidente↔Probable
Bueno↔Malo
Espirituales Bondadoso↔Malvado
Morales
Justo↔Injusto
Escrupuloso↔Relajado
Leal↔Desleal
Estéticos Bello↔Feo
Elegante↔Inelegante
Gracioso↔Tosco
Armonioso↔Inarmonioso
Santo, Sagrado↔Profano
Divino↔Demoníaco
Supremo↔Derivado
Religiosos Milagroso↔Mecánico
Fuente: Cortina (2000)
25
subcategorías como respuesta a las distintas dimensiones del ser humano
(biológica, afectiva, intelectual, social e individual).
Valores Caro↔Barato
Económicos Abundante↔Escaso Goce de Posesión
Mundanos Rico↔Pobre
Útil↔Inútil Sentimientos
Capaz↔Incapaz Periféricos
Sano↔Enfermo Placer Placer↔Dolor
Vitales Fuerte↔Débil Emociones
Enérgico↔Inerte Orgánicas
Sentimientos
Centrales
Valores Verdadero↔Falso Satisfacción de la
Intelectuales Lógico↔Ilógico evidencia y la
Espirituales Probable↔Improbable certeza
Posible↔Imposible
Consecuente Inquietud por la
Inconsecuente duda y la ignorancia
Bueno↔Malo Sentimiento de
Morales Justicia↔Injusticia Obligación y
Leal↔Desleal respeto a la Ley
Heroico↔Cobarde
Altruismo↔Egoísmo
Bello↔Feo Goce desinteresado
Estéticos Sublime↔Ridículo de contemplación
Armonioso
Desproporcionado
Valores Religiosos, Santo↔Pecaminoso Sentimiento de
Transcendentales filosóficos, Divino↔Demónico dependencia
Cosmovisión Sagrado↔Profano y de adoración
Absoluto↔Relativo felicidad y
desesperación,
Seguridad en las
convicciones
últimas
26
Dentro de la dimensión del ser humano que lo caracteriza como
animal de inteligencia emocional:
27
física al representar la carencia, la negación o la oposición así como el
exceso que atentan contra la naturaleza corporal de las personas: hambre,
enfermedad, cansancio, sufrimiento, obesidad, embriaguez.
28
honestidad, la justicia, la honradez. Los antivalores morales son
rechazados por aludir a la negación, constituyen la oposición de los
valores morales: mentira, injusticia, violencia, opacidad.
29
d) Valores y antivalores trascendentales o religiosos: Los valores
trascendentales o religiosos son aquellos relacionados con el
sentido religioso de la vida, manifestado en la fe en un ser supremo
así como las personas, las instituciones y acciones que la
representan: sacramentos, ministros, mensaje. Los antivalores
trascendentales o religiosos, en oposición, son la negación u
oposición a la estima y valoración de la trascendencia religiosa:
ateísmo, materialismo.
30
CAPITULO III: El valor en la filosofía de Meinong
31
Esta posición tal y como la define Meinong resulta similar a ciertas
concepciones emotivistas desarrolladas durante el pasado siglo XX según las
cuales los valores son proyecciones de nuestros estados anímicos en el mundo.
(Meinong 1968b: 30, 27) y en relación con un objeto (Ibid: 67, 71) que
tiene determinadas propiedades las cuales pueden evocar una emoción en el
sujeto. Así, los valores “cambian, surgen y se desvanecen del mismo modo en
que las “disposiciones en cuestión” en el sujeto cambian, surgen y se
desvanecen” (Ibid.). Tampoco el absolutismo de los valores representa para
Meinong –en el período en el que formula su primera teoría- una alternativa
viable pues los valores son relativos a los objetos en los que nos son dados y a
los sujetos que están dispuestos a captarlos.
32
“el valor no está vinculado con la actitud de valor
actual, sino con la actitud de valor posible, y
también se deben considerar para ésta aún
circunstancias favorables, la orientación específica
suficiente así como un estado espiritual y anímico
normal. El valor consiste con ello no en el ser tenido
por valioso, sino el poder ser tenido por valioso bajo
la condición de circunstancias favorables necesarias.
Un objeto tiene valor en tanto que tiene la
capacidad, para el orientado suficientemente, en el
caso de que sea normal, de dar el fundamento
efectivo para un sentimiento de valor” (Meinong
1968b: 25).6
33
(“Gefühle”) (Meinong 1968b: 15). Con esta posición se distancia de
Ehrenfels, pues para este autor el valor consiste en un ser deseado (“Begehrt-
werden”). En contra de la posición sostenida por Ehrenfels proporciona Meinong
los siguientes argumentos: primero, ocurre a menudo que podemos considerar
algo como valioso y, en consecuencia, lo podemos desear. En este caso, después
de considerar algo como valioso surge el deseo y no a la inversa. Aquí estamos
ante un caso en el que se sigue el orden exactamente inverso al que Ehrenfels
propone, ya que para este autor primero deseamos algo y luego le otorgamos
valor.
34
3.2. El valor como deseo
35
La tercera modificación concierne a que para poder comprender los
valores precisamos necesariamente de juicios. Meinong se ve impulsado a
realizar estas tres modificaciones a raíz de las tensiones que lleva consigo la tesis
inicial de 1894 según la cual los valores son actitudes de valor posibles. Con
estas tres modificaciones se apunta a una progresiva desvinculación del concepto
de valor con los sentimientos del sujeto.
36
la dirección de los primeros escritos de Meinong y en contra la tesis
“voluntarista de los sentimientos”, es decir, en contra de aquellas posiciones que
intentan explicar los valores mediante los conceptos de deseo y de volición
como, por ejemplo, Ehrenfels y Schwarz. La crítica de Liel a Ehrenfels sigue las
líneas de la crítica realizada por Meinong a Ehrenfels en 1894. Más interesante,
resulta en este texto la confrontación entre Liel y Schwarz. Este autor había
desarrollado una teoría similar a la de Ehrenfels, la cual intentaba explicar los
valores como hechos de la volición (“Wollungstatsachen”). Estos últimos deben
ser entendidos como una especie de deseo o volición y Schwarz los calificaba
como un “agrado” (“Gefallen”) (Liel 1904: 528). Después de un análisis
detallado de la naturaleza de este „agrado“ de Schwarz llega Liel a la conclusión
de que el agrado apenas puede diferenciarse de los sentimientos (Ibid.: 573). En
este analogía ve Liel un argumente a favor de las tesis desarrolladas por
Meinong en 1894 según la cual los valores están vinculados a sentimientos de
valor y se experimentan como vivencias de placer o desplacer. Así, esta autora,
en consonancia con Meinong, afirma que los sentimientos de valor consisten en
un conocimiento (“Wissen”) acerca de los valores, el cual proporciona placer o
desplacer.
37
temporal y lógicamente anteriores a los deseos (Meinong 1923: 135). En contra
de Brentano, quien había defendido la tesis de que entre emociones y deseos
sólo existía una diferencia gradual (Brentano 1959), sostiene Meinong que la
diferencia entre emoción y deseo no es sólo una diferencia de grado, sino de
esencia, a pesar de que pueda existir un vínculo muy estrecho entre ambos
fenómenos. Este distanciamiento de Ehrenfels y de Brentano resulta importante
para aclarar la propia teoría de Meinong en relación con el papel de los
sentimientos y los deseos. Para Meinong las emociones preceden a los deseos y
los motivan.
Esto significa que un valor concreto que está dado en un objeto, se nos
“presenta” por medio de la emoción correspondiente. Así, por ejemplo, la
propiedad axiológica de lo asqueroso, se presenta por medio de la emoción del
asco; del mismo modo en que la propiedad axiológica de lo peligroso nos es
dada en la emoción del miedo. Aquí las emociones se comprenden como un
sentir el valor y su función cognitiva consiste precisamente en presentar los
valores.
38
captaban los valores (E. Stein 1917: 109- 110; A. Kolnai 1974: 128). Otros
autores como Scheler, Geiger y Ortega y Gasset afirman que las emociones son
respuestas a los valores, pero que los valores son captados en actos del sentir (M.
Geiger 1974: 8; M. Scheler 1954: 271; J. Ortega y Gasset 1966: 325). Es decir,
que el sentir es un acto cognitivo que capta los valores, pero que en sí no es una
emoción.
39
justificación de una emoción también depende de los actos intelectuales
básicamente juicios y percepciones- que tiene por base. Para que el miedo pueda
considerarse una emoción justificada debe, por lo tanto, dirigirse a lo peligroso y
además debe basarse o en un juicio como por ejemplo el juicio de que la jaula en
la que está encerrado el animal salvaje no es segura y estoy en peligro; o en la
percepción de una tormenta que se avecina, etc. Sólo cuando se cumplen ambas
condiciones puede hablarse de emociones justificadas. Esta tesis encuentra su
parangón en la filosofía de las emociones contemporánea y ha sido ampliamente
defendida por autores analíticos de corte cognitivista (Kenny 1963: 194, de
Sousa 1987: 159 entre otros).
Son nuestras emociones las que nos muestran lo que tiene un valor y lo
que no. Las emociones funcionan como base para la voluntad. Es por ello que la
psicología de las emociones debe anteceder a la ética de los valores. Muchos de
los jóvenes estudiantes de Brentano se sumaron a este proyecto ético, entre ellos
estaba Meinong. Las tesis de Meinong acerca de los sentimientos como motivos
de la voluntad y la tesis sobre los sentimientos como percepciones de valores
deben considerarse en este contexto. Meinong afirma que en el campo de la ética
no se debería desarrollar preceptos acerca del obrar y del querer (Meinong
40
1968b: 224), pues su tarea principal consiste más bien en tematizar la naturaleza
de los valores y el modo en cómo éstos son captados por las emociones.
41
we should desire and do. By “the authority of
affect” I mean not to refer to its sheer
effectiveness as a source of desire or action, but
rather to the fact that the presence of the affect
can make the desire or action especially
intelligible to the agent himself. It can make the
desire or act seem apt or fitting in a way that
silences any demand for justification (…). In
this way affect is akin to perceptual experience
considered more generally.» (Johnston 2001:
189).
42
estar vinculado a diferentes emociones de modo que no podemos hablar de una
correlación uno a uno entre emociones y valores (Mulligan 2004). La tesis
alternativa propuesta por este autor consiste en separar entre “sentir” y
“sentimiento”. El sentir tendría la función de revelarnos los valores mientras que
los sentimientos serían una reacción posible a este sentir del valor.
43
CONCLUSIONES
Los valores no son más que principios éticos con respecto a los cuales las
personas sienten un fuerte compromiso emocional, por lo tanto sirven de
referencia para juzgar conductas. Además se pueden interpretar como
aquellos que dan sentido y significado a los acontecimientos de la vida, el
encuentro preferencial para orientar al hombre en el mundo y fundamentar en
ellos su proyecto de vida. Son inspiraciones de juicios, perspectivas, visiones,
objeto de intuición, plasmados a través de las actitudes.
A este respecto los valores dicen lo que es ético, bueno, valido, competitivo,
adecuado o deseable y se van generando y reforzando a lo largo de la vida.
Esto permite que jueguen un papel esencial en la formación de normas o
reglas de juego, fortaleciéndolos como criterios para evaluar, aceptar o
rechazar normas.
Podemos decir que existen tantas definiciones del concepto de valor como
concepciones o teorías sobre el mismo. Algunas de las definiciones
integradoras que tratan de definir el valor superando las dicotomías
establecidas en las dimensiones.
44
APENDICCE
45
BIBLIOGRAFIA
Frondizi, R. (2001). ¿Qué son los valores? México D.F.: Breviarios del Fondo
de Cultura Económica.
Frondizi, R. (2001). ¿Qué son los valores? México D.F.: Breviarios del Fondo
de Cultura Económica.
García, M. (1998). “Del balance social al balance ético.” En: Cortina, Adela;
Castiñeira, Angel; Conill, Jesús, Domingo, Agustín, García, Domingo.
46
Gervilla, E. (1998). Educación y valores, Filosofía de la Educación hoy. Madrid:
Dykinson.
Kenny, A. (1963): Action, Emotion and Will, London: Routledge & Paul
47
Marín, R. (1993). Los valores, objetivos y actitudes en educación. Valladolid:
Miñon.
Ortega y Gasset, J. (1991). Introducción a una estimativa. ¿Qué son los valores?,
O.C. VI, Revista de Occidente. Madrid.
Ortega, F. (1999). “Una identidad sin sujeto”. Cultura y Educación, 14/15, pp.
129-45.
48
Paya, M. (2003). Educación en valores para una sociedad abierta y plural.
Bilbao: Desclée de Brouwer.
Scheler, M. (1954): Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik,
en: ders, Gesammelte Werke, Tomo 2, Berna: Francke Verlag.
49