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Èmí
Èmí está íntimamente asociado con el aliento y con todo el mecanismo de la respiración
que es su manifestación más expresiva. Pero a pesar del hecho de que el hombre respire
demuestra que èmí está en él, el aliento no es èmí. Èmí es causante del aliento así como
de la respiración, él que respira es el hombre. Así decimos de una persona que acaba de
morir, Èémí rè ti bó – ‘Su èmí se ha desvanecido’, o Èmí rè ti lo – ‘Su èmí ha partido’,
esto es que el espíritu ha dejado, el cuerpo; decimos bajo las mismas circunstancias
Èémí ti tán nínú rè – ‘No hay más aliento en él’. Èmí es también usado para ‘vida’ como
prueba de la existencia animada.
Okan
Okàn es debidamente traducido como ‘el corazón’. Esto, de acuerdo con los Yorùbá, es
el centro de las emociones y de la energía psíquica. Describimos a una persona valiente
como Ó ní okàn – ‘El tiene un corazón’; y a la persona tímida como Kò ní okàn – ‘Él no
tiene corazón’. Para alentar a una persona Ki í lókàn o Mú un lókàn le – ‘Fortalece su
corazón’ o ‘Fortalecelo en el corazón’. Dentro de este contexto, prácticamente todos los
órganos internos del cuerpo reunidos o por separado se les atribuyen funciones
psíquicas o emocionales. Cuando decimos de una persona, Inú u rè le, o Inúu rè dí – ‘Su
“interior” es duro’, o ‘Su interior es inescrutable’, refiriéndonos a que ‘Él es obtuso’ o
‘Él no tiene el corazón abierto’. Los intestinos de una persona son considerados como
fuente de fuerza y de búsqueda. Así cuando una persona es descrita como Kò n’ ífun
nínú – ‘Él no tiene intestinos’, esto significa que no tiene fuerza, él no tiene resistencia.
Un onífun kan – ‘una persona con un solo intestino’ – es una persona que no indaga o
que no tiene iniciativa.
Ori
Pero todos los órganos del hombre o todas las funciones son solamente el asentamiento
de las acciones y reacciones psíquicas o físicas. Ninguno de ellos ni siquiera en
conjunto, constituyen el alma.
El alma, para los Yorùbá, es la ‘persona interior’, el nombre para ello es Orí. Es el alma
de la personalidad.
Orí es la palabra para la ‘cabeza’ de manera física. Para los Yorùbá, sin embargo, el Orí
físico y visible es un símbolo de Orí-inú – ‘la cabeza interna’, o ‘la persona interior’. Y
esta es la misma esencia de la personalidad. En la creencia de los Yorùbá, es Orí quien
gobierna, controla y guía la ‘vida’ y actividades de la persona.
Aquí necesitamos re-enfatizar la conexión entre Orí, la esencia del ser y Oríşè, la
‘Cabeza-Fuente’ del ser. Oríşè es el mismo Òlódùmarè.
Ohun Orí wá şe
Kò mà ní’ ş’ aláì se é o
Lo que hace la individualidad para cada uno es su calidad. Generalmente, una persona
próspera es llamada Olórí-‘re (Olórí rere) – ‘Alguien que posee buen Orí’, mientras que
alguien que es desafortunado en la vida es descrito como Olórí burúkú – ‘Alguien que
posee mal Orí’. Esto es más que decir que una persona es ‘afortunada’ o
‘desafortunada’. Esto es algo que esta ampliamente relacionado con el destino de una
persona. Esto se debe a que desde su origen puro ningún Orí es en esencia mala, el
destino de una persona es un factor que puede afectarlo para mal ya que es
responsabilidad propia del Orí.
El destino de una persona es conocido como ìpín orí – (Ìpònrí) – ‘El Orí es una porción
o lot’. Es comúnmente abreviado como Ìpín – ‘Porción’. Pero algunas veces, a
consecuencia de la conexión entre Orí e Ìpín, el destino es vagamente designado como
Orí, lo que hace a ìpín y a Orí sinónimos en el habla cotidiana. Así, decimos Orí burúkú
kò gbó oşe – ‘Un mal Orí no puede rectificarse con jabón (lavándolo)’. Lo que significa,
estrictamente, una mala porción que ya ha sido aceptado por el Orí no puede ser
rectificada con medicina. De una persona que no ha tenido éxito se dice, Orí inú rè l’ ó
ba t’ òde jé – ‘es su Orí interna lo que arruina la externa’; esto es, la mala calidad de su
Orí se refleja en sus actividades externas. Aún, estrictamente, esto significa que es una
porción de su Orí la que determina las condiciones de la vida de una persona.
Orí en su totalidad es un objeto de alabanza. Hay dos razones para esto. Primero, ya que
es la esencia de la personalidad, debe de mantenerse en buenas condiciones para que así
pueda estar bien con la persona. Segundo, uno debe de estar en buenos términos con el,
para que así lo favorezca. El Odù, Òşé-Tùrá, habla en rebuke de Olóyòó ti ó forí ara rè
sílè ti ó ń’ bo ìdí àdó: şùgbón Orí ní í gbe ni, àdó ò gbe ni: ń jé Orí l’ à bá f’ òrìşà sílè –
‘Olóyo quien niega su propio Orí hace una ofrenda a àdó, pero es Orí quien favorece a
uno, àdó no lo hace; es más bien a Orí a quien debe de alabarse y a los Òrìşà dejarlos
aparte’. Esto se refiere a darle prioridad a Ori antes que nada.
Una persona hace una ofrenda no solo para su propia Orí sino también para el Orí de sus
padres. Aquí, aún más, se enfatiza la concepción de un ‘ángel guardián’ . el emblema
para el Orí del padre es, generalmente, el dedo gordo del pie derecho, mientras que para
el Orí de la madre es el dedo gordo del pie izquierdo. A una mujer joven en dificultades
comúnmente se le pide que haga una ofrenda para oko òrun – ‘el esposo que está en el
cielo (el enìkejì de su esposo). Así, no es solamente el Orí o el enìkejì de una persona,
sino también el de otra, el que puede ser su guardián y protector.
Una persona obtiene su destino en una de tres maneras. Se arrodilla y elige su destino;
para el destino que viene a una persona de esta manera tenemos el nombre de À-kúnlè-
yàn – ‘Aquel-que-es-elegido-estando-arrodillado’; o se puede arrodillar y recibir su
destino; para esto tenemos el nombre de À-kúnlè-gbà – ‘Aquel-que-es-recibido-estando-
arrodillado’, o el destino le es fijado; para esto tenemos el nombre de À-yàn-mó –
‘Aquel que les es fijado a uno’. Así tenemos una trimorfa concepción del destino el
motivo sustentante de este es que la persona que va a venir al mundo debe de
arrodillarse delante de la Alta Autoridad Quien es Òlódùmarè. Cualquier cosa que sea
conferida es inalterable y se va fijando por porciones durante el transcurso de la vida.
Esto es lo que viene a cumplir la persona al mundo.
Y así la persona pasa al mundo con su destino doblemente acordado. Mientras pasa
hacia el mundo, olvida lo que le ha sucedido en el cielo, incluyendo el contenido de su
destino.
Dáké o,
Deja de llorar,
Un bebé (humano)
Si el bebé deja de llorar, tradicionalmente se cree que crecerá con las virtudes de la
persona.
Dáké o,
Deja de llorar
Si el bebé deja de llorar, se cree que dentro lleva las normas de un animal y que crecerá
y se comportará como tal. Si el bebé continúa llorando después de que el niño bailó
delante de él, se hace bailar a una muñeca de madera delante de él con la canción,
Dáké o,
Deja de llorar,
Si el bebé deja de llorar, se cree que el bebé crecerá con las ‘virtudes’ de la madera
muerta!
a) Con la ayuda de Òrúnmìlà. Hemos observado que la mayor razón del porque una
persona se convierte en adepta a Òrúnmìlà es para preservar un destino feliz o para
rectificar un destino infeliz.
b) El destino de una persona puede alterarse para mal por Omo Aráyé – ‘Hijos del
Mundo’. Los Yorùbá usan esta frase para describir a las personas en las cuales residen
los poderes malignos del mundo, justo en le mismo sentido como en el que operan en
los hombres del mundo quienes ‘prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran
malas’, o ‘el poder de las tinieblas’. Omo Aráyé incluye a las brujas, a los cultos
secretos con un bias de practicas malignas, y a cualquiera que se dedique a las practicas
o a las maquinaciones malignas. Los Yorùbá creen que omo aráyé es una realidad
espantosa. Así, ellos dicen Omo Aráyé ogun – ‘Los hijos del mundo son un ejercito de
fuerzas malignas’; esto es, ellos están en constante pelea en contra de aquellos, o de
cualquier cosa que, no esté de acuerdo a sus estándares. Se cree que ellos tienen el poder
para arruinar la suerte de cualquier persona, sin importar que tan bueno pueda ser.
c) El destino de una persona puede ser afectado para mal por su propio carácter. Los
Yorùbá creen que un buen destino que no esté apoyado por el carácter es inútil. El
destino también puede arruinarse por las acciones de uno, especialmente por actos de
codicia e impaciencia. Dentro de los Odù, en Òbàrà-Òyèkú se cuenta la historia de
alguien que quería llegar a la cima de una palmera. Se le dijo que estaba establecido que
no podía hacerlo; pero que tenía que ser muy cuidadoso en y no corromperse por el
orgullo de su logro e intentar saltar de árbol en árbol. Él no escuchó esa advertencia, e
intentó saltar de un árbol a otro se cayó y murió. Así podemos ver que a la gente se le
advierte en contra de la impaciencia, ya que así una persona puede arruinar la buena
fortuna que se ha guardado para él. Otro Odù cuenta la historia de A-lu-kósó-Ayé quien
tenía una vida de desgracia hasta la edad de cuarenta, cuando se cansó de eso, decidió
suicidarse. En su intento, solamente se desvaneció y así pudo estar delante de Oníbodè
quien demando saber que tenía que hacer en el ‘puente’. Él entonces se quejó, en
respuesta a lo cual Oníbodè lo encerró en una habitación y le dijo que solo escuchara.
Después de un tiempo, se escucharon unas pisadas y supo que aquellos que iban a viajar
hacia el mundo habían llegado. Escuchó a cada uno de ellos recitando cual sería su
destino, y como era sellado al final por Oníbodè. Cuando ya todos se habían ido,
Oníbodè cantó:
Alukósó-ayé
Şé ò ń gbó o?
B’ áyé şe ń ye’ ni mà ré o.
Alukósó-Ayé,
¿Estabas escuchando?
Así Alukósó-Ayé aprendió que, a pesar de todo, las cosas en la tierra sucedían de
acuerdo a su destino. Después, Oníbodé lo sacó y le mostró un cuarto en donde se
contenía la riqueza que un ganado le daría, y un cuarto lleno de bienes terrenales. Todo
eso, le dijo, iban a ser suyos después de los cuarenta, de acuerdo a su destino. Ahora, sin
embargo, había arruinado los beneficios de su futuro por su impaciencia. La historia
concluye en que cuando vio toda esa riqueza, rompió en llanto, suplicándole a
Òlódùmarè que le diera otra oportunidad de 10 años para disfrutar de su riqueza
predestinada!
d) Un destino infeliz puede rectificarse si puede aseverarse que es lo que sucede. Ya nos
hemos referido a la conexión del trabajo de Òrúnmìlà. Solo necesitamos añadir lo
siguiente. El tercer día después del nacimiento de un niño, se consulta el oráculo para él.
Este rito es llamado Ìkosè-wáyé o Esè ń táyé – ‘El primer paso en el mundo’. El
objetivo principal es averiguar que clase de niño es, cuales son sus tabúes, que se debe
de hacer para preservar su buen destino o para rectificar un destino infeliz. El tercer día
no es el único momento en el que el oráculo puede consultarse con este propósito;
puede hacerse durante cualquier crisis en la vida de una persona. Continuamente,
cuando durante una enfermedad el oráculo declara que la vida de una persona va a
terminar en cumplimiento a su destino, un sacrificio sustituto se prescribe como
remedio en contra del destino. Aparentemente, hay muchas otras maneras de asegurarse
cual será el destino y hacer algo para remediar su infortunado cumplimiento.
e) El destino de una persona puede verse afectado para mal debido a las malignas
maquinaciones de Enìkejì. Esto, como hemos observado, es una de las razones por las
que Enìkejì debe de mantenerse en un estado pacífico y complaciéndolo con ofrendas
regulares. Un recital, Ogbè-Ògúndá, dentro de los Odù establece que alguien que nace
bajo ese Odù en particular, debe de ofrecer sacrificios constantes a enìkejì; para que así
él no le quite la mitad de cada una de sus posesiones terrenales, lo que significaría que
el realmente nunca podría prosperar. Incidentalmente, cualquiera nacido bajo este Odù
no debe de confiar en ninguna mujer!
Todo esto puede resumirse de la siguiente manera. Creemos que en general todos los
que vienen al mundo están predestinados por Òlódùmarè. El destino es doblemente
sellado y por lo tanto inalterable. Cualquier cosa que la persona logre, o cualquier cosa
que le suceda, es debido a su destino.
Bajo ciertas condiciones el destino de una persona puede ser alterado. Asegurando que
un destino feliz no se vea arruinado y de que aquel que sea infeliz sea rectificado.
No hay necesidad de actuar precipitadamente; una persona puede perder las buenas
cosas que vienen con el ‘atardecer de la vida’ si lo hace. Es por eso que, tenemos la
advertencia tal como se contiene en Ejiogbè:
Ohun à bá fi ş’àgbà,
K’á sinmi-sinmi;
Los Odù están llenos de mensajes de esperanza para la gente que está insatisfecha con la
vida: esa gente debe de esperar esperanzada y pacientemente mientras las cosas
seguramente prosperan. Por ejemplo , tenemos en Ìrètè-Ìwòrì que:
Ó dá fùn Òtèwòrì t’ ó so wí pé
Que debe de hacer si solo tiene las hojas envolventes para raspar?
Eso declara el oráculo para Òtèwòrì
T’ Awòpé lé kan.
O jó ‘lé!
Kò rí èhìnkùlé tà á !
Ara á d’eni!
Y aún así, eventualmente, Awòpé se volvió muy rico con cuentas grandes de coral!
Es probable que esta esperanza dure hasta el final de la vida lo cual hace que los Yorùbá
valúen mucho la ancianidad. A pesar de la fuerte creencia de lo predestinado, se
considera una grave tragedia el morir joven. Así que rezamos, Kí á gbó fún ikú je –
‘Permitenos ser lo suficientemente maduros antes de que la muerte nos coma’, y buscan
por todos los medios el tener una larga vida, lo cual es su eterno deseo. Es por eso que
en Ìdí-méjì tenemos que,
Nń bá r’ ógbó, n ń bá gbó;
Nń bá r’ átó, n ń bá tó;
Nń bá d’ àgbà bí Eléjù
Maa yò şèşè
Me regocijaré en exceso.
Y con el deseo de la ancianidad va la plegaria de que esa edad esté llena de bendiciones
y prosperidad, y no de frustraciones:
K’éni lè kú pèlépèlé
Lé ‘ni sin
Ó da fun Alàpàmùrù
Mo d’ de-Aró
T’ómo-owú jejeje
T’ómo-owú d’ okinni
En nuestro funeral