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El vicio redhibitorio como incumplimiento de la

obligación de entrega
12 de Marzo del 2013
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Jorge Oviedo Albán
Doctor en Derecho. Director de la Maestría en Derecho
de la Empresa y de los Negocios. Universidad de La
Sabana

Los vicios ocultos en la compraventa generan, entre otros interrogantes, si el


comprador puede demandar el incumplimiento del contrato o la nulidad por error,
como alternativas que le permitan superar los tiempos cortos de caducidad de las
acciones redhibitoria y de rebaja de precio, además de poder obtener la reparación
o sustitución del bien.

Las fórmulas de la doctrina y la jurisprudencia extranjeras no son uniformes.


Algunos, pese a asumir que se trata de un incumplimiento, mantienen la dualidad
de supuestos y acciones. Otros predican la compatibilidad de acciones, postura en
la que cabe la teoría del aliud pro alio, cuando por la magnitud del vicio se entiende
que si la cosa resulta absolutamente inhábil para satisfacer los intereses del
comprador, no es la pactada y, por tanto, hay incumplimiento, por lo que los vicios
redhibitorios quedarían para defectos menos graves. Una postura adicional asume
que el incumplimiento subsume a los vicios ocultos y el comprador puede acudir a
las acciones por inejecución.

En la jurisprudencia colombiana se advierte, desde hace varios años, la tendencia a


asumir que la entrega de cosas con vicios ocultos constituye incumplimiento.

Los ejemplos
En un caso referido a la venta de un horno industrial, se demandó a la vendedora,
para obtener la resolución del contrato más la indemnización de perjuicios por
incumplimiento, pues el horno no cumplía con las especificaciones para el uso
pactado, al tener un defecto de funcionamiento. En primera instancia, se decretó la
resolución del contrato, lo que se confirmó en apelación. La Corte Suprema, en
casación, consideró que el defecto alegado era un vicio redhibitorio, dado que el
bien no sirvió para el fin pactado por tener una falla, e interpretó que la acción que
se había intentado era la redhibitoria del artículo 934 del Código de Comercio.
Señaló que los vicios redhibitorios son los de “mayor entidad”, situación que se da
cuando “… hace impropia la cosa para su natural destinación o no permite utilizarla
en el fin previsto al adquirirla…”, por oposición a otros defectos de funcionamiento
que podrían dar lugar a otras acciones, como la garantía de buen funcionamiento
del artículo 932[1].

En otro caso se demandó la resolución e indemnización por incumplimiento del


contrato de venta de una máquina empacadora de bolsas de harina, la que no
funcionó satisfactoriamente[2]. En primera instancia y apelación, se acogió la
excepción de falta de fundamentos de la acción. El fallo de apelación señaló que la
cuestión correspondía a vicios ocultos y podía entenderse que la acción interpuesta
fue la redhibitoria que, no obstante, no procedía pues había prescrito.

La Corte Suprema, sin casar la sentencia, consideró que los vicios ocultos pueden
dar lugar a la acción redhibitoria y, en algunos casos, a la resolutoria por
incumplimiento, estableciendo la diferencia en su gravedad, por lo que la
resolución del contrato cabe cuando se inutiliza el bien, por asimilarse a una falta
total de entrega, mientras que los que dificulten su uso constituyen vicio
redhibitorio. La Corte concluyó que el defecto de la máquina no era de tal magnitud
que la inutilizara, de forma que no era suficiente para asimilarlo a una falta total de
entrega.

Adicionalmente, en fallo del 19 de octubre del 2009, a partir de la demanda de


indemnización de perjuicios instaurada por el comprador de un inmueble a causa
de la pérdida total del mismo por inestabilidad del suelo y los defectos en la
construcción que se manifestaron con posterioridad a la entrega del bien, se
planteó el dilema de si los vicios ocultos concurren con los vicios del
consentimiento y el incumplimiento. Sobre la primera posibilidad, expresó que la
diferencia radica en que las acciones edilicias suponen un contrato válido. La Corte
no casó la sentencia del tribunal de apelación que reconoció la indemnización de
perjuicios y la resolución del contrato[3].

Cabe preguntarse si el argumento con el que la jurisprudencia ha demarcado el


campo de las mencionadas acciones tiene sustento legal, puesto que las normas
sobre vicios redhibitorios establecen como requisito el de la gravedad, de forma que
la cosa no sirva o sirva imperfectamente para el uso natural o pactado.

Estimo que esta conclusión está construida sobre bases poco sólidas, ignorando el
tenor de las normas sobre vicios redhibitorios en las que se establece que estos
deben ser de tal magnitud que la cosa no sirva o sirva imperfectamente para su uso.
Además, esta decisión entra en contradicción con otros fallos de la misma Corte,
que han considerado que la gravedad de los vicios redhibitorios está determinada
por la ineptitud para el uso normal o convenido entre las partes, que se genera a
causa del defecto[4].

Por lo anterior, considero que no existe claridad en la jurisprudencia colombiana


en torno a la gravedad del vicio, o al menos se ha venido abriendo paso una nueva
interpretación que permite encontrar dos líneas diferentes: una que asume que se
trata de un vicio grave cuando este es de tal magnitud que inutiliza el bien o reduce
su utilización y otra según la cual la inutilidad total significa incumplimiento del
contrato que da lugar a las acciones generales. La primera de las líneas
jurisprudenciales mencionadas es la correcta, pues el tenor literal del artículo 1915
del Código Civil es el que la respalda.

En consecuencia, lo que le correspondería hacer a la jurisprudencia, mientras el


legislador no resuelva el problema mediante un sistema unificado de supuestos y
acciones por inejecución contractual, es establecer si cabe predicar una
concurrencia de las acciones redhibitoria y de rebaja de precio con las de
incumplimiento y nulidad. Esto permitiría, antes que generar discusiones teóricas,
facilitar la solución de los casos.

[1] CSJ, S. Civil, sep. 11/91, M. P. Alberto Ospina Botero, G.J., t. CCXIII, núm. 2451,
pág. 120
[2] CSJ, S. Civil, ene. 14/05, M. P. Edgardo Villamil Portilla, exp. 7524.
[3] CSJ, S. Civil, Sent. 05001-2103-009-2001-00263-01, oct. 19/09, M. P. William
Namén Vargas.
[4] CSJ, S. Civil, oct. 15/68, M. P. Guillermo Ospina Fernández (sin publicar en la
Gaceta Judicial) y CSJ, S. Civil, mar. 25/69, M. P. Enrique López de la Pava, G.J., t.
CXXIX, núm. 2306, 2307 y 2308, pág. 10.
COMENTARISTAS INVITADOS

Sergio Muñoz Laverde


Director del Departamento de Derecho Privado de la
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad
Javeriana

El interesante tema al que invita a reflexionar el texto del doctor Jorge Oviedo es de
aquellos que han tenido diversas posiciones. En particular, el asunto de la
concurrencia o exclusión recíproca de las acciones redhibitorias con las generales
por incumplimiento no es algo que goce de claridad. Sintetizo así mi opinión al
respecto:

De acuerdo con la ley colombiana (artículos 1917 del Código Civil y 934 del Código
de Comercio), los vicios ocultos graves dan al comprador la posibilidad de intentar
a su arbitrio una de dos acciones: (i) la llamada acción redhibitoria propiamente
dicha, y (ii) la acción estimatoria o quanti minoris. Ambas, de manera genérica, se
conocen como acciones redhibitorias.

La primera tiene naturaleza resolutoria del contrato de compraventa (retroacción


de efectos); la segunda pretende la rebaja del precio a justa tasación. En uno y otro
caso, es posible, en determinadas circunstancias, que haya consecuencia
indemnizatoria. Pero para que pueda intentarse con éxito cualquiera de ellas, es
indispensable que el vicio sea grave, como se desprende de la disposición contenida
en el ordinal segundo del artículo 1915 del Código Civil.

Nada en la legislación colombiana permite aseverar, frente a la existencia de vicios


graves, que la acción redhibitoria propiamente dicha (resolutoria) sea exclusiva
para los eventos de imposibilidad absoluta en el uso de la cosa, y que la estimatoria
deba emplearse necesariamente en caso de funcionalidad parcial.

Por eso, considero desacertado sostener la improcedencia de la resolución de la


compraventa si la cosa vendida, no obstante el vicio grave, conserva la posibilidad
de ser usada.

Para finalizar, vale decir que los vicios ocultos, en mi opinión, constituyen una
forma de incumplimiento contractual que tiene regulación especial y completa
sobre la procedencia y alcance de las acciones correspondientes, requisitos,
consecuencias resarcitorias y término de prescripción.

Fabricio Mantilla Espinosa


Profesor de la Universidad del Rosario

El profesor Oviedo evidencia un interesante dilema: ¿una cosa que no funciona


bien no es la cosa que debían entregarme, o sí lo es, pero está dañada? ¿El
comprador que recibe una cosa que, luego, deja de funcionar bien dispone de las
acciones generales por el incumplimiento contractual (C. Co., art. 870 y C. C., art.
1546) o de las acciones edicilias del contrato de compraventa (C. C., arts. 1915 ss. y
C. Co. arts. 934 ss.)?

El dilema lo creó el legislador mismo: consagró acciones con un plazo de


prescripción de varios años junto a otras con un término de unos cuantos meses,
sin tener en cuenta que todas abordaban el mismo problema y sin delimitar
claramente el campo de aplicación de cada una. Problema que se agrava por las
otras acciones que, eventualmente, estarían en juego: garantías del derecho del
consumo, de buen funcionamiento, nulidad por error en las calidades sustanciales
de la cosa.

Pero, mientras el legislador no resuelva, mediante la delimitación y unificación de


las acciones, la decisión le compete a la jurisprudencia.
La solución adoptada en los fallos del 2005 y el 2009 parece inapropiada. Si solo se
acepta un incumplimiento de la obligación de entrega cuando la cosa presente una
“completa inutilidad”, se excluye totalmente la aplicación del régimen general de la
resolución: si, al tiempo de la entrega, la cosa es completamente inútil, el
comprador deberá negarse a recibirla (C. Co., art. 939) o solo dispondrá de cuatro
días para reclamar (C. Co., arts. 931 y 940); si el problema de funcionamiento solo
se presenta después, no podremos sostener que la cosa haya sido “completamente
inútil”.

El autor tiene una interesante propuesta: acumular todas las acciones, lo cual
protegería mejor los intereses del deudor y desplazaría el problema principalmente
al ámbito procesal: debida acumulación de pretensiones en la demanda y
congruencia de la sentencia.

Teoría General Del Acto y


del Hecho Jurídico
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 »Unidad III»Vicios redhibitorios

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Vicios redhibitorios
Publicado por HildaLopezB el 19 noviembre, 2013 en Unidad III
En la actualidad es muy común que personas compren artículos usados como autos, casas,
terrenos, en fin, son muchas las cosas que se pueden comprar y vender nuevas o usadas.

El problema se presenta cuando una persona compra un bien y ésta trae consigo un daño que
a simple vista no se ve, se dice entonces que tiene un vicio oculto o que presenta un vicio
redhibitorio.

Es importante saber en qué consiste un vicio redhibitorio, sus consecuencias y sobre todo los
requisitos que se deben presentar para considerarse como un vicio oculto.

Los vicios ocultos o redhibitorios son los defectos ocultos de la cosa, cuyo dominio, uso o
goce se transmitió onerosamente, que existían al tiempo de la tradición o entrega y que la
hacen impropia para su destino, de tal manera que si el que recibió la cosa lo hubiera
conocido, no la habría adquirido o habría dado menos por ella.

La garantía de los vicios ocultos procura cubrir al adquirente a título oneroso de sorpresas
desagradables y brinda, además, una mayor seguridad en los actos jurídicos.

El vicio oculto es un elemento natural de los contratos; por lo tanto, las partes contratantes
pueden convenir en aumentar o en restriñir sus efectos propios. Incluso es admisible que
pacten excluir los vicios redhibitorios.
El defecto, para ser considerado vicio redhibitorio, requiere ser oculto, es decir, si es visible o
aparente no hay responsabilidad del enajenante. Sin embargo, algunos mencionan que el
defecto será oculto si ha escapado al análisis hecho por un experto, mientras que para otros
el defecto lo será si no ha podido ser advertido por el adquirente luego de hacer un cuidadoso
examen.

Esta última posición se ajusta más a la realidad negocial y es la que ha recibido mayor
adhesión de la doctrina y esto es porque en la mayoría de los casos, de acuerdo a la agilidad
propia de los negocios y con el afán de disminuir los costos contractuales, el comprador no es
acompañado por un experto para analizar si hay o no vicios ocultos.

Por ejemplo, la humedad en un departamento puede ser un defecto oculto (si ha sido
disimulada con capas de pintura, por más que un experto revise no hubiera podido detectarla)
o aparente (si la humedad es visible a simple vista). En el primer caso, el vendedor será
responsable por el vicio oculto; en el segundo caso no habrá responsabilidad pues el
comprador pudo advertirla fácilmente.

Sin embargo, hay casos donde resulta difícil admitir la existencia de vicios ocultos si no se
cuenta con el asesoramiento de un experto. Por ejemplo, la compraventa de automóviles
usados. Estos vehículos sufren el desgaste propio de su funcionamiento, lo que impide alegar
la existencia de vicios ocultos aunque escapen al criterio de un profano, si hubiera podido ser
advertidos por un experto.

También se advierten dificultades si los contratantes convienen en comprar la cosa “en el


estado en que se encuentran”. En principio, esta cláusula libera al vendedor de los vicios
redhibitorios, pero su validez dependerá además de otras circunstancias. Una compraventa
que contenga la cláusula mencionada, debe ser considerada como un contrato aleatorio, pues
el riesgo que asume el comprador es grande y debe ser compensado con una reducción del
precio. En cambio, si el precio convenido es el que corresponde a la misma cosa en perfecto
estado, o el defecto era conocido por el enajenante, quien a su vez lo ocultó al comprador,
aquella cláusula no puede ser considerada como liberatoria de los vicios ocultos.

El segundo requisito, es que el defecto sea importante, es decir, que haga la cosa impropia
para su destino. En este caso, el comprador tendrá dos acciones para ejercer la acción
redhibitoria que acarrea la nulidad del contrato y la acción que permite una disminución del
precio convenido.

Y como tercer requisito está que el defecto exista al tiempo de consumarse la venta, es decir,
cuando el vendedor entrega la cosa al comprador, cuando se hace la tradición. Importa por lo
tanto, ese momento y no la fecha en que se celebró el contrato.

Finalmente, podemos concluir que los vicios ocultos o redhibitorios en un contrato pueden
traer consecuencias al vendedor, una es la nulidad del contrato y la segunda una disminución
del precio de la cosa. También es importante hacer referencia a la cláusula que protege de
cierta forma al vendedor, este tipo de contrato es aleatorio y la parte compradora tiene un gran
riesgo a que tenga algún vicio oculto el bien que compró.

Fuente: BORDA, Alejandro. [En línea]. Las garantías de evicción y de vicios


redhibitorios. Breves apuntes a los elementos naturales de los contratos. [Fecha de consulta:
12 octubre 2013].
Disponible en: http://www.reigadaborda.com.ar/EN/publications/alejandro_borda/Eviccion-y-
vicios-redhibitorios.pdf
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