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organizaron en una columna en la que iban niños, mujeres, hombres
provenientes de Los Helechos, en su mayoría de origen eslavo, y dedicados
al cultivo de tabaco. Cuando llegan a lo que en ese momento era el
“Cementerio Viejo”, que es ahora donde está la plaza Islas Malvinas, son
reprimidos por la policía encabezada por el comisario Berón y un grupo de
vecinos. Hubo disparos, los colonos se dispersan intentando volver a sus
chacras, algunos mueren,, otros son heridos y muchos de ellos son
detenidos, otros son perseguidos a pie y a caballo por la policía y los
vecinos de la ciudad. Según algunas versiones un grupo de colonos se
escondió en el monte, el monte fue incendiado y muchos, al parecer,
murieron en este incendio. Como resultado de esta represión tenemos más
o menos entre 100, 150 detenidos, unos sesenta heridos aproximadamente,
y un número impreciso de muertos. Los muertos reconocidos oficialmente
son tres. Uno de ellos no participaba en la manifestación sino que pasaba
con un carro justo cuando ésta ocurría. La represión tiene lugar entre la
mañana y el mediodía. Posteriormente a este primer momento, la comisaría
de Oberá se comunica por telégrafo con Posadas, Santa Ana, Bonpland y
Alem, y de estos lugares parten policías para colaborar en la persecución
de los colonos. Las autoridades de Oberá consideraron la protesta de los
colonos como si fuera un “asalto comunista” al pueblo. Ese mismo día, a las
siete de la tarde se trasladan desde Posadas hacia Oberá el Secretario de
la Gobernación y el Juez Letrado para hacer el sumario del caso. A lo largo
del todo el día continúan las persecuciones y la búsqueda de los
manifestantes. No todos podían volver a sus chacras y así se fueron
escondiendo y refugiando en el monte. La policía era una amenaza
permanente porque iba a buscarlos a sus chacras por lo que muchos de
ellos permanecieron escondidos y no podían regresar a ellas.
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primeras versiones oficiales y las versiones de los diarios que tomaron esto
como un “asalto” al pueblo, hablan de entre 200 y 600 personas
aproximadamente. En tanto, la mayoría de los informantes te hablan de
200, 300, 400 o 500 personas. En general, los diarios de la época, los
documentos y la mayoría de los informantes coinciden con estas últimas
cifras.
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colonos ya era difícil y se ve agravada aún más porque no tenían cómo
sobrevivir.
- Si bien podemos decir que la protesta llevada a cabo por estos colonos
tiene cierto carácter político porque es eso mismo: un reclamo, sin embargo,
estos no tenían una tradición política, no tenían experiencia política, aunque
está probado que participaron de la organización personas que sí la tenían.
Por ejemplo, se identifica a dos militantes de origen anarquista o comunista,
muy difícil de establecer con certeza porque son denominaciones que
suelen criminalizar el accionar de estos militantes, que habían organizado a
los colonos para la protesta.
- HJ _ Esto del lado de los que protestaron, pero ¿qué tenemos del
lado de los que reprimieron?
GC _ Oberá era un pueblo rodeado de chacras. Allí se encontraban los
almacenes donde los colonos de los parajes vecinos vendían sus productos. La
organización de al protesta por parte de los colonos no representaba un riesgo
directo a los dueños de los almacenes. Sin embargo, es percibida por éstos y
las autoridades policiales como la amenaza del “caos” y el “desorden”. A cargo
de la comisaría de Oberá estaba el comisario Berón, quien hasta hacía unos
seis meses atrás había sido el jefe interino de la policía del Territorio Nacional
de Misiones, y había tenido bajo su mando todo el aparato represivo que
implicaba también el control de la policía rural, integrada por colonos de
distintos parajes de Misiones. Estos habían sido seleccionados con el fin de
cumplir así funciones policiales que iban desde funciones represivas hasta
levantar censos, etc. Cuando asume la gobernación Vanasco reemplazando a
Acuña, disuelve la policía rural y resuelve enviar a Berón a la jurisdicción de
Oberá. Digamos que Berón era un comisario que estaba acostumbrado a
reprimir el movimiento obrero, a perseguirlo, a controlarlo, a vigilarlo de cerca.
El movimiento obrero, en ese entonces, funcionaba en lo que es Posadas y en
la zona sur de Misiones sobre el Paraná; incluso la policía local tenía de alguna
manera un funcionamiento conjunto con la policía paraguaya para reprimir el
movimiento obrero que había en las dos orillas.
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- HJ _ Berón, había participado incluso reprimiendo al levantamiento
radical, ¿no?
- GC _ Claro!!.., Berón llega a jefe interino justamente porque se mete en
las filas de los radicales que intentan armar un golpe contra Uriburu y los
delata; después viene la represión. No es casual que cuando sucede lo del
15 de marzo de 1936, acuda personal policial rápidamente al llamado de
Berón desde diversas localidades e, incluso, desde Posadas, para ayudarlo
a reprimir este supuesto asalto. Es decir, más allá del cargo que ocupaba
entonces, ya no era Jefe de Policía, igualmente acuden a su auxilio muchos
policías del Territorio. Ahora bien, yo creo que por un lado, existen versiones
bastantes confiables, de que se habría formado una especie de grupo
parapolicial con algunos vecinos obereños pertenecientes a la pequeña
burguesía local, ligada a los almacenes y a los centros de acopio de tabaco,
y que participan de la represión. Digamos, entre estos vecinos había un
grupo parapolicial que estuvo practicando días antes...
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objetivamente un amenaza real, pero al ser percibidos como una posible
amenaza futura, por ejemplo, que todos los colonos que abastecían los
comercios y centros de acopio pudieran llegar a ponerse de acuerdo en
algún momento y causar algún tipo de conflicto, la policía procedió como lo
hacía habitualmente: donde el movimiento obrero u de otro tipo se
organizaba para protestar, representando una amenaza o un desafío al
orden imperante, eran violentamente reprimidos. Berón, su gente y al
menos algunos vecinos, al percibir la organización de estos colonos como
un desafío al pueblo, al sector de la pequeña burguesía que se iba
estableciendo como aquel entre quienes se encontraban los “verdaderos”
miembros de la comunidad, les bastó, de alguna manera, concebir a estos
colonos como posibles enemigos para deshumanizarlos y reprimirlos.
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padeciendo una situación de hambre y de injusticias a cargo de los
acopiadores y de los almaceneros de la zona.
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habrían podido concentrar poder político y aglutinarse como grupo; en tanto,
los criollos contaban con poder político pero no podían imponerse por no
tener poder económico. Por el contrario, yo creo que esta es una visión que
pone la mira muy sobre lo que ocurre en Oberá, sin tener en cuenta el
contexto regional y nacional cuando se piensan las relaciones de poder que
atraviesan el pueblo. Así, trato de identificar momentos que no se reducen
sólo al de la masacre, como por ejemplo la disputa que tiene lugar en 1928
acerca de dónde se funda el pueblo, o el conflicto que tiene lugar entre
funcionarios de la Oficina de Tierras y colonos de origen sueco, y a través
de ellos establecer que en Oberá y en el territorio misionero todo, existía
una tendencia impuesta desde el Estado, sus representantes, y algunos
sectores de la población, para que la única opción posible, con el tiempo,
fuera la de convertirse en argentino...
- HJ _ Argentinizarse...
- GC _ Argentinizarse. Si bien se respetaban ciertas costumbres y había
coyunturas donde no era necesario definirse, existieron momentos donde
había que definirse y ser “argentino”. No había entonces un vacío de poder
y sí una identidad hegemónica, la argentina, y por momentos se hacía
imperioso que los colonos tuvieran que definirse como argentinos. Y si bien
creo que ese no es un factor determinante, sí tiene peso y juega a la hora
de crear esa idea de que es necesario “defender” a la comunidad. Los
gringos que están en este grupo deben demostrar que están argentinizados
o que pretenden hacerlo, a través de manifestaciones públicas que lo
afirmen, y qué mejor que hacerlo asociados a los representantes del Estado
Argentino, una de cuya principales instituciones en ese momento es la
policía.
- A los ojos de los victimarios, el grupo de los manifestantes es visualizado
como un grupo homogéneo sin distinciones étnicas algunas: “Son
campesinos, son pobres, no son igual que nosotros, y encima se están
organizando para irrumpir en el orden que nosotros logramos construir”. Y
que se altere ese orden que las instituciones del Estado argentino
representan, es lo que debe ser impedido a cualquier precio.
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HJ _ Si miramos el título de tu tesis: “Análisis de un acontecimiento en el
marco del proceso de colonización de la región dorsal central, Territorio
Nacional de Misiones, 1936”; esto es, si yo relaciono el título de tu trabajo
y de cómo se instala en el espacio público el conocimiento sobre este
acontecimiento, fuertemente aparece la idea de una masacre y yo, si no
me equivoco, vos evitás todo el tiempo denominar o calificar como
masacre este episodio, ¿Por qué?, ¿no es una masacre?, ¿no fue para
vos una masacre?
- GC _ Sí, por supuesto que lo fue y no tanto por el número de víctimas sino
por la violencia que implicó el acontecimiento. Fue algo verdaderamente
terrible y repudiable. Sin embargo, en un principio tomé el término
“masacre” como una categoría nativa. Lo que me propuse fue no convertir
esta categoría en un a priori de esta investigación que pudiera sesgar
dimensiones de lo ocurrido. La denominación de lo sucedido como una
masacre ya era una calificación cargada de sentido, enunciada desde un
determinado sector social y político. Por ejemplo, la primera mención del
suceso como masacre la realizan el periódico local “El Imparcial” y el
periódico socialista “La Vanguardia”, quienes sostenían una postura crítica
ante muchas de las políticas del gobierno nacional. Pero, por ejemplo, la
forma en que emplean el término “masacre” estos y otros periódicos poco y
nada dice de la heterogeneidad, las condiciones y las características del
grupo de los reprimidos (¿eran todos de origen eslavo y campesinos?, ¿los
había con experiencia política) y del grupo de los victimarios (¿eran
yerbateros que veían afectados sus intereses? ¿acopiadores de tabaco?
¿comerciantes? ¿cuál era su relación con los funcionarios locales?)
¿Entendés?
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tiempo y por qué en los últimos 15 o 10 años, empieza a haber todo
este intento de recuperación del suceso que estaba como silenciado?
- GC _ Bueno mira, yo creo que esto empieza a circular nuevamente en
Misiones a fines de los ´80 con una publicación realizada en Oberá. Luego
el semanario “Pregón misionero” de esta localidad, los diarios “El Territorio”,
“Primera Edición” y otras publicaciones comienzan a reflotar el hecho,
usando como fuentes los periódicos locales y nacionales de la época e
incluso testimonios de familiares de aquellos que se vieron involucrados en
el acontecimiento. Yo creo que una de las cuestiones que permiten que
estas historias empiecen a circular es la distancia en años: los que
protagonizaron este acontecimiento en su gran mayoría ya no están, sobre
todo los obereños. Pero lo que me parece más importante es lo que ocurre
en ciertos sectores de nuestra sociedad, desde los que se comienza a
pensar y repensar lo ocurrido en la década de los ´70. Creo que el rescate
de este acontecimiento tiene que ver con eso, porque me parece que desde
el Movimiento Agrario Misionero (MAM) o desde la gente que protagonizó lo
ocurrido en los ´70, se empezó a recordar un poco más atrás, ¿qué había
pasado en Oberá? Sabemos que la zona centro tiene un gran protagonismo
en el MAM. Yo creo que el intento por hacer justicia, por el ejercicio de la
memoria y por tratar de explicar lo que ocurrió en los años ´70 con el
movimiento agrario en la provincia, hizo aparecer a la protesta y luego a la
masacre de 1936 como un antecedente de las luchas sociales agrarias en
Misiones. Me tocó entrevistar y escuchar versiones de personas ligadas al
movimiento, gente que está en la historia de este movimiento y que pone
este acontecimiento como un antecedente casi inmediato, casi natural, que
lo precede. De alguna manera queda como antecedente para poder explicar
lo que ocurre en los ´70. Es el caso de Balero Torres en el libro “Cosechas
de Injusticas” y de los testimonios que dieron las personas ligadas al MAM
que yo analizo en mi tesis.
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esto, qué aspecto le interesa de un fenómeno histórico y de un
episodio trágico como éste?
- GC _ Si, yo creo que acá, fundamentalmente, tiene que ver con mi
trayectoria. Yo me formé en La Plata, esto es importante decirlo porque no
me formé exclusivamente como antropólogo social. La carrera de
antropología en La Plata se encuentra dentro de la “Facultad de Ciencias
Naturales y Museo” y contempla una formación en antropología social pero
también en antropología biológica y arqueología. Pero, digamos, esto
sucede en forma desproporcionada, siendo mayor el número de materias de
antropología biológica y de arqueología. A partir del 3º año de la carrera,
para definir mi orientación hacia lo social y complementar mi formación,
podía cursar materias optativas en otras facultades. En ese momento decidí
cursar materias de las carreras de historia y sociología de la facultad de
humanidades. Cursé entonces historia social contemporánea, historia social
latinoamericana e historia social argentina. Digamos, siempre estuve muy
interesado por la historia y dentro de mi formación ocupa un lugar bastante
importante. Tenía entonces una noción bastante amplia de antropología
pero sentía que tenía muchas deficiencias en lo que era antropología social
es decir, no tenía formación de tipo etnográfico. Al mismo tiempo, mi interés
por la historia estuvo y está muy presente desde siempre. Por otra parte,
por una cuestión, que podemos llamar ideológica y de interés propio, este
tipo de acontecimiento se vincula con mi experiencia social. Parte de mi
infancia transcurrió durante el proceso militar y en los ´80, empecé la
carrera universitaria cuando justamente empiezan a circular todos estos
relatos acerca de lo que ocurrió en los ´70 y donde empiezan organizarse
ciertos movimientos ligados a la reivindicación de la memoria, en busca de
justicia sobre lo ocurrido a las víctimas de la represión en todos estos años.
Cuando me radico aquí en Misiones, a fines de los ´90, tomo contacto con
la historia regional y dentro de ella me entero del suceso de la masacre del
´36, gracias a la obra teatral “Misiones, tierra prometida”, a cargo de los
vecinos de la “Murga de la Estación”. La escena de la masacre me impactó
de tal manera que me llevó a preguntarme más profundamente sobre esta
cuestión. Así, me pareció interesante tomar un acontecimiento que
planteaba un conflicto en la sociedad y que además producía cierta
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incomodidad en una historia que muchas veces se cuenta como una historia
mítica de la colonización. En este tipo de historias los conflictos son
evadidos porque se piensa que obstaculizan el relato. Me pareció
interesante incluir la dimensión del conflicto para enriquecer la historia y
complejizarla. Entonces mi entrada al tema no es desde una mirada
antropológica sino más bien personal. Para mí la historia no es solamente
una herramienta complementaria de la antropología sino que es algo que se
impone. No puedo analizar un acontecimiento como éste sin meterme con
la cuestión histórica. No me interesaba si era un tema antropológico o
histórico. Somos personas que estamos involucradas en las disciplinas
sociales, que son disciplinas que muchas veces están en conflicto, pero que
también están dialogando, son solidarias y este tipo de tema me parece que
es fundamental abordarlo desde un marco conceptual lo más amplio posible
para poder captarlo en toda su complejidad o por lo menos hacer el intento.
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- GC _ Yo quería saber cuál era la relación de estas versiones con la
realidad histórica, no quería quedarme solamente en el plano de “las
versiones” y por ese motivo intenté reconstruir el contexto del
acontecimiento sobre el que se hace referencia. En esto se imponía la
propia versión de lo ocurrido, la mía, producto de la reconstrucción que
estaba haciendo de todas las versiones.
- HJ _ Eso te iba a preguntar. Finalmente vos en la conclusión de la
tesis decís que de lo que se trata tu trabajo es de una versión propia,
lo que vos, en el entramado de versiones, finalmente también como
antropólogo construís una versión.
- GC _ Es una versión que surge a partir del trabajo de reconstrucción. Lo
que yo hago es explicitarla porque considero que si permanecía de forma
tácita, esta versión propia iba a estar jugando de todas maneras, pudiendo
convertirse en un obstáculo, al momento de analizar las distintas versiones
de lo sucedido. Me pareció que la mejor manera de tomar distancia era
explicitarla. Esta versión propia entonces se me impone como consecuencia
de la reconstrucción del contexto de lo ocurrido. Además, me interesaba
intentar saber qué fue lo que ocurrió, más allá de suponer que uno nunca
llega a la verdad absoluta ni que es la versión definitiva, pero como una
cuestión metodológica, me pareció importante sincerarme y hacer explícito
que toda mi tesis es en sí misma otra versión sobre lo ocurrido que
empezaría a jugar en el campo de las versiones.
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haciendo una versión de esos hechos que no es la versión absoluta, y
digo esto porque no siempre se tiene claro esto y sobre todo en el terreno
de los historiadores, es decir, los historiadores tenemos una tendencia a
creer que el documento habla por nosotros, no?
- GC_ Se piensa que el documento es auto evidente pero por el contrario
abre todo el campo de subjetividades. No se llega ni mecánica ni
naturalmente de un documento a conclusiones.
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no así con la policía que los reprimió. Pero, reitero, esto no es suficiente.
Ahí no termina, ahí empieza el análisis. Este empieza a partir de los
documentos, no termina con ellos.
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desde las políticas oficiales de los sucesivos gobiernos, en no pocas
ocasiones se ha promovido el olvido, especialmente de todo aquello que
tiene que ver los conflictos de nuestra historia.
- Por otra parte, aquellos sectores en lucha, e incluso publicaciones
académicas, que han tratado de reivindicar la lucha de los ´70 y, a su
manera, rescatar lo sucedido en el ´36, han colocado este acontecimiento
como un antecedente inmediato y casi natural de lo ocurrido luego, durante
la última dictadura. Se puede entender esto: en este afán de hacer memoria
y a través de la memoria, hacer justicia, yo creo que esto es válido. No trato
de restarle validez a este ejercicio de la memoria, porque están las víctimas
que son siempre las olvidadas. Pero, como dijimos hoy: nosotros,
trabajadores de las disciplinas sociales, debemos construir los datos y los
hechos con los que trabajamos. Insisto: los documentos y las versiones que
circulan no son autoevidentes, tenemos entonces que someterlos a prueba,,
incluso a aquellas versiones que hacen o tratan de hacer, a través de la
memoria, justicia. Yo entiendo lo importante que puede ser para el MAM,
poner este acontecimiento como un antecedente inmediato del proceso que
le tocó atravesar. Pero en nuestro caso, la manera de hacer justicia es ser
lo más riguroso posible y…
- HJ _ No mitificar
- GC _ No mitificar la historia y devolverle así la humanidad a esas víctimas,
porque si no aparecen como seres míticos. Esta perspectiva quizá no
agregue demasiada gloria a los movimientos, pero intentar idealizar a las
víctimas es quitarles su humanidad, cosa que el olvido, sabemos, lleva a
cabo también aunque de manera brutal. Ahora bien, ser rigurosos y
objetivos no implica ser neutrales sino explicitar desde dónde estamos
hablando, desde qué marco conceptual, y cuál es nuestra postura, cómo
nos plantamos ante los acontecimientos que estamos analizando. Esto
tampoco evita las equivocaciones o los errores, pero permite que el trabajo
pueda ser corregido, cuestionado, superado.
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versiones? Metodológicamente… ¿Cómo se arma un objeto de esta
naturaleza?, es decir, ¿qué fuentes utilizas?, ¿dónde buscás la
información?, ¿qué obstáculos encuentrás en la búsqueda?, ¿cómo se
ponés en juego fuentes de distinta naturaleza para construir tu versión
propia?
- GC _ Desde un comienzo traté de no excluir ningún tipo de fuente. Por
otra parte, tampoco sabía qué tipo de fuentes se hallaban disponibles, es
decir, sinceramente, no sabía con qué tipo de fuentes iba a terminar
trabajando. Fui tratando entonces de establecer en qué tipo de documentos
pudo haber sido registrado el suceso en su momento y cuáles los
testimonios que podrían resultar significativos para la investigación. Las
fuentes que finalmente utilicé en el trabajo fueron, en primer lugar, los
diarios y periódicos de la época. Entre los locales puedo mencionar “La
Tarde”, “El Territorio”, el semanario “Oberá” (publicado en Oberá a partir de
1938); en cuanto a los nacionales; algunos de los cuales contaban con
corresponsales locales, el hecho fue publicado en “La Vanguardia”, “La
Prensa”, “La República”, “La Nación” (uno de los diarios que más cubrió el
evento), los periódicos anarquistas como “La Obra” y “Acción Libertaria”, y
“Critica”.
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dilucidar a qué público se dirigen y cómo se posicionan respecto al
acontecimiento.
- Volviendo al tema de las fuentes, los documentos oficiales (notas,
telegramas, fojas de servicio, expedientes), fueron otro de los tipos de
fuentes que utilicé. Allí realizo un análisis del acontecimiento similar al
realizado en diarios y periódicos, tomando también como hitos, como
referentes, el momento en que el juez dicta el sumario y la detención de los
“activistas”.
- En tercer lugar, utilicé como fuentes los testimonios de informantes, a los
cuales accedí a través de entrevistas en campo. El principal criterio para la
selección de los mismos fue que tuvieran una relación estrecha con lo
ocurrido, ya fuera por haber participado directamente, por estar
relacionados con los involucrados en el suceso, o por ser reconocidos en su
comunidad como voces autorizadas para hablar de estos hechos. Luego, en
el análisis de estos testimonios, además de este criterio, tuve en cuenta el
posicionamiento de cada uno respecto a lo ocurrido y a todas sus
implicancias (cómo lo caracterizan, a quién o quiénes atribuyen
responsabilidades de lo sucedido, etc.).
Y a la hora de reconstruir el contexto socioeconómico, político e ideológico del
proceso de colonización, que tiene como protagonista a la zona centro y dentro
del cual ubico el acontecimiento, además de acudir a la bibliografía
especializada sobre el tema, apelo y utilizo información que se desprende de
los testimonios de los informantes, como así también de los documentos
oficiales de los archivos locales (el archivo de la Gobernación de la Provincia,
el archivo Municipal de Oberá). Esto último me permitió aproximarme mejor a
cuestiones como, por ejemplo, los detalles del proceso de colonización en la
zona, o a los intereses de tipo económico que pudieron tener los colonos a la
hora de organizar la protesta, y los represores a la hora de “defender” el
pueblo. Pero en este análisis yo no me centro ni me detengo en el año ´36.
Tomo documentos de toda la década del ´30 (incluso algunos de la del ´20) y
de buena parte de la década del ´40. Porque el acontecimiento se inserta en
un proceso que implica la ocupación de la zona centro, la incorporación o no de
los colonos al ciclo yerbatero, la crisis yerbatera de entonces y sus
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consecuencias, y la consolidación de Oberá como un centro social, comercial y
político.
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- Otra cosa que me impactó mucho fue ver de cerca que las condiciones
que padecen muchos colonos de la zona actualmente, son similares a las
de aquel entonces. Por supuesto que no son idénticas, pero esta cuestión
de seguir peleando por los precios de los productos y la situación que
padece el agro hoy día, evidencia que ciertos procesos tienen continuidad a
través del tiempo. Esto, sumado a lo que las personas revivían de aquella
época en general, me devolvió la imagen de la complejidad de todo lo
ocurrido… de un acontecimiento que quizás, para la historia argentina, para
la antropología o para las ciencias sociales en general, puede ser
insignificante, porque este país está plagado de acontecimientos terribles
que tienen lugar año a año, en toda su extensión; pero el haberme acercado
tanto a este suceso, me devolvió la magnitud y la complejidad que tuvo. Y
no es casual que, a pesar de los años, la gente siga recordando lo ocurrido.
30 de marzo de 2007
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