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El aprendizaje de francés (en este caso) u otro idioma como lengua extranjera a edades tempranas mejora la competencia comunicativa

en dicho idioma, pero también en la lengua materna, al entender el niño a través de este proceso, el lenguaje como un fenómeno,
enseñándosele a emplear las partes que conforman este de una forma práctica. Además, esta instrucción incidirá sobre el desarrollo de
funciones cognitivas y socio personales que le ayudaran tanto en su formación académica como en la personal.
Los niños adquieren una herramienta útil para entender nuevos retos en su futuro, teniendo la oportunidad de ampliar su pensamiento
cognitivo y adquirir una conciencia y conocimiento más global, incluyendo considerables ventajas en el mundo globalizado de hoy.
Instruirse en nuevas lenguas extranjeras, da como efecto también el conocimiento de otras culturas, abriendo puertas para entender la
información que llega de distintas partes del mundo. Esto resulta de una forma más efectiva si se adquiere a una temprana edad, cuando
en la mente del niño es característico, de manera natural y muy rápida, la capacidad de absorción de conocimientos.
El aprendizaje del mismo no afecta ni interfiere en su lengua madre, por el contrario, abre la mente del niño y lo hace más despierto,
comprensivo, tolerante y respetuoso dentro de su propio contexto cultural así como fuera del mismo.
Este aprendizaje se lo debe realizar a través de juegos, canciones y demás actividades motivadoras que le permitan al infante sentirse
en un ambiente cómodo, seguro y divertido, más no monótono.
Por ello es sumamente favorable el aprendizaje de una lengua extranjera en los niños, obteniendo de esa manera ventajas personales,
cognitivas y sociales que le beneficiarán durante todo su desarrollo y posteriormente en su futuro laboral y personal.

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