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RAÚL VÁSQUEZ:
“EL MONSTRUO DE LA CANCIÓN”
Es muy probable que el haber obtenido tanto éxito a los veinte años de
edad, haya significado una de las muchas barreras con la que luego se encontraría
el joven músico, en un medio social, político, económico y cultural en donde
muchas veces ser joven también puede ser sinónimo de ser víctima de
manipuleos ideológicos, religiosos y políticos, amén de hacerlo participar de
algunas estafas por parte de la industria de la alegría y del disco durante esa
época. La obra musical de Raúl Vásquez refleja también un período de
transformaciones que se daban en el mundo liderado por los jóvenes quienes
precisamente protestaban contra esos y otros abusos, por ejemplo lo que ocurría
en Francia durante mayo de 1968.
Raúl Vázquez, aparece en América mucho antes que Serrat, José Luis
Perales, Manolo Galván, Alejandro Jaén y otros cantautores, pero de manera
paralela a Leonardo Favio, Leo Dan y Piero. Por lo cual será considerado como “el
primer gran cantautor peruano”, es cierto que en la generación de nuevaoleros
hubo varios de ellos que escribían sus propias canciones. Pero la verdad es que no
llegaron a conformar una propuesta musical y social, como la que consiguió con el
tiempo Raúl Vásquez. Hay quienes podrían disputarle ese título en el Perú, por
ejemplo, Dino de América (Félix Cevallos Robles) el cantautor de “Mil años”,
“Luciérnaga” y otros tantos temas. Ocurre simplemente que Dino de América
empezó grabando boleros. Lo mismo se podría decir de José Escajadillo otro
extraordinario cantautor que inicia su vida pública en 1970. En realidad Raúl
Vásquez constituye un hito en la canción popular sin precedentes.
Posteriormente, se conocerá a otros cantautores peruanos: Rulli Rendo
(Chiclayo), Edwin Alvarado (Saposoa), Fernando Arias (Chimbote), David Dali
(Cerrro de Pasco), Iván Cruz (Callao), Mitchell (Talara), Lucy Villa (Chimbote),
Antonio Laguna (Mollendo), Luigi Montagne (Lima), Homero (Lima), Jorge
Baglietto (Callao) que lograrán importante aceptación nacional e internacional.
Raúl Vásquez que supo desde muy joven lo que era una ruptura sentimental, que
conoció en carne propia el universo de las parejas, el dolor humano y los golpes
de la vida, se casa joven en medio de la efervescencia de la fama y la popularidad
que le da el inesperado oficio de escritor de canciones, de cantautor profesional y
de artista popular. Solo tuvo un hijo Cristhopper Vásquez, que estuvo ligado de
manera fugaz con los autores que aparecieron en los noventa. A quien también le
ha cantado entre sus innumerables composiciones; pero hay una canción, una
vieja canción en el que anuncia su advenimiento: Cariño, cariño. Otra verdadera
fotografía del barrio El Porvenir de la Victoria, y del mundo autobiográfico del
autor de tantas páginas memorables. No deja de ser curioso, coincidente y
sospechoso, que luego que se lanzó con éxito Cariño, cariño de Raúl Vásquez;
Augusto Polo Campos escribiera de manera continua una saga de valses: Cariño
malo, Cariño bonito, Cariño bueno.
LA PLAÑIDERA
Estas manos son las mismas/ que escribieron una vez algún poema/ Estas
manos son las mismas/ que se unieron una vez en oración/ Y con ellas marchité, yo
marchité una flor/ Con mis manos las que un día escribieron al amor… /Con mis
manos yo adoraba/ la frescura y fragilidad de tu piel/ Yo no quise levantarla y
causarte con mis celos un dolor/ Yo marchité una flor, yo apagué un calor/ Con mis
manos las que dieron mil caricias al amor./ Hoy postrado de rodillas pido al cielo
que jamás me de perdón,/ que destruya ésta diestra con la que un capullo en flor
hice morir…
(Yo marchité una flor-Raúl Vásquez)
En los años finales de los 60 la televisión peruana vivía una bonanza, pues
se había logrado la realización de la telenovela Simplemente María cuyo éxito en
América Latina significó un gran acontecimiento, y prácticamente se inició la
producción de estos culebrones en todo el continente. Los hermanos Delgado
Parker, Genaro y Héctor, se fueron a México a vendérsela al viejo Emilio
Azcárraga, dueño de la radio y televisión mexicana, que les dijo: “¡Los mexicanos
no compramos: vendemos!”. Pero Héctor Delgado Parker que era un magnífico
negociador insistió y lo convenció; Azcárraga al ver los primeros capítulos de
Simplemente María le gustó tanto que decidió comprarla. Al emitirse los primeros
capítulos tuvo un impacto en la audiencia que no se había registrado nunca antes.
A mediados del año 70 México era la sede del mundial de fútbol; sin embargo la
telenovela Simplemente María tuvo más rating que el Mundial de México 70. El
viejo Emilio Azcárraga, luego de ese fenómeno televisivo, decidió contratar a los
libretistas, guionistas y actores peruanos para hacer otras similares producciones.
De tal manera, que empezaron a realizarse las telenovelas por allá y se quedaron
por años y décadas Ricardo Blume, Saby Kamalich, Fernando Larrañaga, Ofelia
Lazo, Gloria María Ureta, Elvira Travesí y otros más. Simplemente María está
considerada como la primera gran telenovela de Latinoamérica; luego del éxito de
ésta producción vinieron otras telenovelas peruanas: El profesor Aldao, Natacha,
Los hermanos coraje, las dos primeras realizaciones televisivas tendrán como
autor y compositor de la canción central a Raúl Vásquez, Natacha tuvo mucho
éxito y el autor también.
Desojada florecita/tu inocencia es blanca nube/ que al cielo irá/la enramada
de la vida/ puso espinas al camino/más pasará… quien te juzga/no ha vivido lo que
tu viviste/ para ser al fin una mujer/oh Natacha, oh Natacha…/Pasarán los magros
días/para dar paso a los nuevos/ y sonreirás…quien te juzga/ no ha vivido lo que tu
viviste/
para ser al fin una mujer/oh Natacha ,oh Natacha/lalalala…Natacha…
(Natacha-Raúl Vásquez)
¿Qué ocurrió con ésta relevante figura de la canción popular que irrumpió
de manera fulgurante, pero que se fue apagando en el camino? Hay quienes dicen
que su personalidad era vulnerable y que a menudo fue presa fácil de las
depresiones; pero la verdad es que el éxito prematuro le prodigó de muchos
triunfos en su dilatada carrera artística. Tal vez la aparición de nuevos
cantautores en el medio lo desplazó en el gusto popular masivo y del consumo
artístico.
Si uno escucha las canciones de Raúl Vásquez grabadas en el final de los
años sesenta, o a inicios de los años setenta puede percibir algunas limitaciones
en el acompañamiento musical. Destacando, por fortuna, sus bellas historias
sociales y vivenciales; algunas de las cuales conformarán, sin ninguna duda, la
selección de las mejores canciones de todos los tiempos en el país. Sin embargo,
cuando empieza a grabar baladas románticas la tecnología de grabación mejora
en composiciones como “Vas a ser mi compañera”, “Por los caminos de San Juan”,
“Pon tu corazón en mi lugar”, “Canto a la amada compañera”, “Mi corazón es como
un tren”. También hay que tener en cuenta que la industria del entretenimiento
solo tiene artistas desechables y son importantes los que “produzcan”, “vendan” y
se mantengan en “el negocio” porque las leyes del mercado son así de exigentes.
Sin embargo, cuánto le debemos a este gran trovador, narrador y cronista que
bajo la influencia musical de Charles Aznavour, Gilbert Becaut, Nicola Di bari,
Domenico Moduño, Eduardo Franco y otros grandes autores escribiera: La
Plañidera, Te necesito, Recuerdas flaca, Para lo muerto una rosa para el amor una
rosa, Ponle corazón, Muchacha, Bienvenidos a Iquitos.
“Te has ido tras el viento, te has ido lejos/ Como los barcos parten a extraños
puertos/ Y sin entender tu adiós ni por qué... / Camino del silencio regresé/
Quedaron en el aire palabras viejas/ Pasaste como pasan los buenos tiempos.../ Y no
sé por qué me niego a poner tu nombre entre otros nombres de mujer. Si fuiste sólo
flor de un día y te marchaste sin mi alegría/ ya nada queda de aquel instante en que
más te amé...He andado nuevamente lo caminado, brillaron en mis ojos lo antes
mirado y no sé por qué me niego a poner tu rostro entre otros rostros de mujer”