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Ansaldi: Tierra en llamas.

Una introducción a América Latina en los años treinta


El año 30 es la expresión simbólica de crisis en América Latina. La crisis económica del centro del
sistema capitalista, se suelda en la región con su propia crisis económica (agotamiento del
modelo primario exportador) y con las que se producen en el plano político (crisis de
dominación) y de cultura, la de los valores del liberalismo. Se observan vientos de renovación,
por los que los análisis tradicionales a menudo consideran a la década, cuando no al mero año
1930, como un tiempo de profundas transformaciones, como un hiato ¿Pero es, realmente, así?
Esta introducción persigue ofrecer a líneas generales las líneas de ruptura cuando las de
continuidad y otras apreciables por doquier. Es decir, matizar la idea de grandes cambios, pero
al mismo tiempo no desconocer la envergadura de los mismos, claves para entender el
desarrollo del proceso histórico de la región durante las décadas siguientes (hasta 1970 incluida)
Se buscar contribuir a aventar el estereotipo, casi devenida en sentido común, según la cual
1930 marca, sin más, una fecha de corte entre el modelo primario exportador y la
industrialización por sustitución de importaciones, en lo económico, y la dominación oligárquica
y el populismo, en lo político. Como se verá es necesario tener en cuenta más de un matiz,
cuando no diferencias de grado.
Para ello primero es necesario retomar una observación de Jorge Graciarena, respecto del
concepto de crisis y el problema de su definición o sobreentendimiento. Las crisis son momentos
o estados transitorios, parte de un proceso en desarrollo y que tienen un desenlace, sin un
patrón de duración previsible. Se expresan rupturas, contradicciones, tensiones y desacuerdos,
tal que los actores (individuales o colectivos) vacilan respecto de las decisiones a tomar, el
camino a seguir y las acciones, al tiempo que las normas, reglas y las instituciones hasta entonces
existentes dejan de ser observadas y reconocidas, pudiendo ser consideradas incluso como un
obstáculo para el desarrollo de la sociedad, al tiempo que las nuevas propuestas no terminan
de ser elaboradas. Así según Gramsci, lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de
nacer, esta ambigüedad pone de relieve el componente fundamental de toda crisis que es el
tiempo.
Las crisis son fenómenos históricos usuales, la conjunción de crisis económica, social y política
no lo es tanto. Menos frecuentes aún son las crisis de mayor intensidad, las que Gramsci llamo
crisis orgánicas, que se define como la crisis de hegemonía. Es una crisis de autoridad de la clase
dirigente, que deviene solo dominante, y de su ideología, de la cual las clases subalternas se
escinden. Existe una ruptura entre los representantes y los representados, los partidos
tradicionales se vuelven “anacrónicos”. En esta se puede ver el rápido reacomodamiento de la
clase dirigente sobre las clases subalternas, lo que le permite mantener el poder, reforzarlo y
emplearlo para “destruir al adversario”. Aunque también se puede resolver por iniciativa de las
clases subalternas, en donde la multiplicidad de fuerzas y partidos políticos confluye en una
única organización política, la cual es quien mejor representa y resume las necesidades de toda
la clase. Si se produce esta segunda salida, la solución es “orgánica”. Pero también se puede
generar una tercera solución, la del jefe carismático, donde existe un “equilibrio estático” donde
ningún grupo tiene la fuerza para la victoria.

El Huracán del Jueves Negro


La crisis de Wall Street arrasa con todo el sistema capitalista a escala mundial. En América latina
el impacto se ve agravado por la crisis política, es “el derrumbe, entre 1930 y 1933, de la mayor
parte de las situaciones políticas” consolidadas en el precedente periodo (Halperin Donghi), el
del modelo primario exportador con dominación político-social oligárquica. Acceden al poder
grupos o individuos que no lo detentaban cuando se desata la crisis, Venezuela y México son la
excepción.
El contexto de la crisis es Primera Guerra Mundial; la declinación del predominio de Gran
Bretaña y el patrón oro; el imperialismo norteamericano en América latina.
Se pueden observar algunas señales previas a la crisis, como el vertical aumento de los precios
de las mercancías (con una oferta superior a la demanda), como el trigo argentino y el azúcar
cubano (marzo 1928) y el café brasileño (Marzo 1929); exceso de demanda del crédito y el alza
de los tipos de interés; la fuga de capitales, con disminución de nuevos flujos. Así la correa de
transmisión de la crisis del centro capitalista a americalatina es mediante el deterioro de los
términos de intercambio, la mayor caída de los precios, en dólares de las exportaciones de
materias primas, respecto de los precios de importaciones industriales desde los países
centrales.
Entre 1928 y 1932 los términos netos del intercambio caen el 44% para el conjunto de la región,
excepto el petróleo venezolano y el banano que caen en menor medida. Las economías más
afectadas son Bolivia, Chile y México, productores de minerales1 y Cuba. Un segundo grupo
afectado más modestamente2 son Argentina, Brasil, Ecuador, Perú y toda América Central,
mientras que Colombia (Café), Venezuela (petróleo), y república dominicana (azúcar)
constituyen casos excepcionales de economías pocos afectadas3. Esto es resultado del alto nivel
de apertura, descenso del precio de las exportaciones y disminución abrupta de las mismas. Los
valores se comienzan a recuperar hacia 1936-1937, para caer nuevamente dos años después.

1
El poder de compra de sus exportaciones cae el 83%
2
Caída del 25% en el volumen de sus exportaciones
3
Inferior al 10%
Siguiendo el análisis de Bulmer Thomas, en razón de la crisis, los países latinoamericanos se
enfrentan a dos desequilibrios 1) el desajuste externo generado por la caídas de los ingresos de
las exportación y el flujo de capital; 2) el desajuste interno provocado por la contracción de los
ingresos fiscales, en consecuencia, el déficit presupuestario, no factible de ser saldado mediante
recursos externos. Cuestión que se complejiza con la salida del patrón oro por USA y Gran
Bretaña. Esto obliga a los países a manipular el tipo de cambio, los países del área Centroamérica
y caribe, por su vinculación con el norte, vinculan sus monedas nacionales al dólar. En cambio
costa rica, el salvador y Nicaragua deben devaluar su moneda después de fracasar en el
procedimiento anteriormente mencionado. En el sur, argentina se vincula a la libra esterlina,
Bolivia fracasa en este intento, entre 1934 y 1935, en tanto Ecuador, Colombia, chile y Brasil
hacia mediados de la década se vinculan al dólar, al igual que México (1933). Paraguay se ligara
al peso argentino y Venezuela mantendrá flotante su moneda, revalorizándose por encima del
dólar entre 1932 y 1937. Además con el incremento de los aranceles, que incide en la subida de
los precios de los bienes importados, alienta al reorientamiento del gasto hacia los sustitutos
internos.
La necesidad de la reducción del déficit lleva a los gobiernos a subordinar a este objetivo el pago
de las deudas interna y externa, si bien ningún de ellos llega al extremo de desconocerlas. Se
van a producir moratorias o la suspensión por lapsos del pago del servicio de la deuda, en México
(1928), mas a partir de 1931, la acción se generaliza en la región. En Venezuela el dictador
Vicente Gómez cancela la deuda generada en 1915; argentina paga ambas deudas (interna y
externa) puntualmente por una ortodoxia financiera, para obtener más préstamos. Pero tales
concesiones no implican mejoras en la relación de dependencia, un ejemplo es el tratado Roca-
Runciman.
En términos del PBI real, la recuperación de las economías comienza después de 1931-1932,
excepto en los casos de Honduras y Nicaragua, y antecede a la de los Estados Unidos. Durante
el periodo 1929-1939, se puede ver tasas de crecimiento de las manufacturas varían desde el
3% anual, en argentina, hasta el 8% anual en Colombia.
Los estados en su mayoría impulsan políticas intervencionistas, reguladoras de los precios y la
comercialización de los productos rurales y las tarifas de los servicios públicos. Se crean o
fortalecen organismos estatales dedicados al otorgamiento de créditos que favorecen a la
construcción, obras públicas, la agricultura y la industria. Se promueve el transporte automotor,
lo que potencia la construcción de carreteras pavimentadas, con un efecto multiplicador en las
industrias relacionadas. Se observa una diversificación y ampliación de los medios de transporte
y rebaja de sus costos. También se expande el transporte aéreo. El pasaje del ferrocarril al
automotor es inseparable de la lucha entre el imperialismo británico y el norteamericano.
En argentina, Bolivia, chile, Colombia, México, Perú y Venezuela se asiste a una importante
intervención del Estado, expresada en la creación de organismos para la regulación de la
comercialización de productos primarios y/o promoción de producción industriales a gran escala
con maquinaria moderna (Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, en Chile con Ángel
Cerca del Frente Popular y la Nacional Financiera de México por Cárdenas). En algunos casos el
Estado se convierte en propietario de medios de producción, en sectores de infraestructura o
en el área para la defensa militar. Por ejemplo Fabricaciones militares en Argentina, la
siderúrgica Cía. Vale do Rio Doce, en Brasil, o PEMEX en México y YPFB en Bolivia creado en 1936
por David Toro.
Sin embargo, no puede dejar de señalarse la tan mentada ISI y la menos conocida agricultura
por sustitución de importaciones (ASI)
La ISI se la asocia frecuentemente a un proceso generado por la crisis de 1929 y sus secuelas. Sin
embargo la misma se ha iniciado antes de 1930, en sus investigaciones THORP señala que esta
es más intensiva en fuerza de trabajo que en capital y que forman parte de ellas muchas
pequeñas y medianas empresas, de capitales nacionales e inversión directa por parte de
empresas extranjeras, continuando una tendencia ya observada en los años 20 en la producción
de automotores, llantas, cemento, aparatos eléctricos, etc.
Según Thorp, si bien en Argentina el crecimiento de la actividad manufacturera es mayor que el
del PBI, no es espectacular ni alto en la mayoría de los rubros, y además es desparejo. Se produce
en los años que van de 1910 a 1930, una consolidación fabril sin cambio tecnológico ni progreso
productivo y social.
Para Díaz Alejandro, la que llama notable industrialización de los países cafetaleros, Brasil y
Colombia, es explicable, en parte, por el hecho de contar desde antes de la crisis, con sectores
manufactureros con escasas conexiones con las exportaciones. El ISI comienza en los 20 con el
hierro en lingotes, cementos, instrumentos y motores eléctricos, instrumentos agrícolas,
maquinaria textil, etc. Se puede apreciar como grandes corporaciones de capital extranjero,
especialmente norteamericano, levantan plantas fabriles durante la década precia a la crisis,
tales como General Electric, Ericsson, Philips (entre otras) y las automotrices Ford Motors,
General Motors. En Argentina también se instalan Standar Oíl, IBM, Ford, General Electric y
otras.
En Colombia el ISI es resultado de un proceso de décadas anteriores, como la del 20. Se observa
en los textiles, cervezas, azúcar y el cemento.
En Chile se remonta a los años de la Primera Guerra Mundial y se afirma desde 1919. La crisis no
representa un rompimiento con el pasado inmediato, como una aceleración de un proceso de
transición del crecimiento impulsado por la ISI que ya se había iniciado antes.
México, convulsionado por la Revolución, ya contaba con una industria siderúrgica desde 1904,
la Fundidadora. Los años 30 son propicios para acelerar el proceso del ISI iniciado antes.
Los países centroamericanos seguirán aferrados al modelo primero exportador, ante la
pequeñez de los mercados nacionales para la producción industrial, esto a largo plazo reconoce
la necesidad del intervencionismo estatal.
Los nuevos sectores industriales comienzan a pesar en las economías nacionales: bienes de
consumo duradero, productos químicos y farmacéuticos, metales, papel… el mercado de bienes
industriales se diversifica. Sin embargo estos cambios no deben exagerarse, ya que la
participación en el PBI de la producción manufacturera, como de argentina, como el país más
industrializado era solo del 22,7%, sigue chile 18%, México 16%, Uruguay 15,9%, Brasil 14,5…
Los límites de la expansión se puede explicar en la actitud de la burguesía en la ganancia
inmediata, sin proyectar acciones para superar la insuficiencias e ineficiencias para proyectarse
competitivamente en el mercado externo.
Según Bulmer-Thomas, la década del 30 es la sustitución de las políticas económicas
autorreguladoras por instrumentos de políticas activados por el Estado. Lo que se produce es
una intensificación de la industrialización en aquellos países que ya habían pasado por una
primera fase con los bienes de consumo.
Este proceso de ISI no son procesos de alcance nacional, sino en espacios restringidos, Bs AS,
Monterrey, Sao Paulo, Medellín, Concepción. En términos de distribución de ingresos se trata
de un proceso de acumulación sin distribución de ingresos en favor de los trabajadores, se puede
apreciar como los grupos empresariales de la ISI Y ASI acumulan los beneficios y los sectores
exportadores tradicionales declinan.
El otro motor de crecimiento es la ASI, cuya expansión es en el área del CARIBE, estas pequeñas
republicas carentes de base industrial encuentran en esta la manera de suplantar al ISI. Esta se
realiza a expensas del comercio intralatinoamericano, como argentina con la yerba perjudicando
a Paraguay, cuya producción sustituye. A su vez, los bienes y servicios no comercializables en
el mercado externo también crecen, con una orientación de recursos hacia el sector industrial y
el crecimiento de la urbanización y el efecto multiplicador en la demanda de energía.
Según Bulmer-Thomas el crecimiento económico de los años 30 no implica un cambio
estructural significativo, lo cual nos dice que no hay una ruptura con el pasado. En un contexto
hostil los países logran reconstruir su sector externo, casi todos expanden la producción de
mercancías exportables donde es factible y acrecientan la oferta de bienes y servicios. Según
Luiz Carlos Bresser Pereira, un economista brasileño, se puede caracterizar este proceso
económico como un “subdesarrollo industrializado”. Según Rouquie la ISI produce bienes de
acuerdo con un modelo de consumo exógeno, con la producción de mercancías poco adecuadas
a las necesidades fundamentales de la mayoría de la población y destinadas a grupos sociales
relativamente estrechos y privilegiados.
En otras palabras el ISI genera un proceso de crecimiento, mas no de desarrollo industrial, un
crecimiento cuantitativo y no un desarrollo con cambios cualitativos.
Víctor Testa, mediante el caso argentino, ha enunciado analíticamente, los rasgos típicos
observables y extensivos al resto de América latina:
 No aumenta la compasión técnica del capital
 No se desarrollan plenamente las industrias básicas, con costos altos y baja eficiencia.
 El crecimiento de la producción de artículos de consumo sobrepasa continuamente el
incremento en la producción de medios de producción
 La agricultura permanece estancada y no se tecnifica.
Denomina este proceso como de “pseudoindustrializacion o también industrialización sin
revolución industrial”, UN PROCESO DE CAMBIO “EN”, Y NO DE CAMBIO “DE”, LA MATRIZ SOCIAL

Cambios en las sociedades y nuevos sujetos


En 1930, america latina cuenta con una población de 107 millones, la esperanza de vida es baja,
alrededor de los 35 años, con excepciones de Argentina y Uruguay con los valores de Europa
meridional y Cuba y Costa Rica, arriba de los 40. En los países centroamericanos la esperanza de
vida es inferior a los 30 años.
La América latina de los 30 es una región estructuralmente agraria lo cual no obsta de la
existencia de grados de urbanización importantes, como argentina, Uruguay y chile (mayor al
30%). Para el conjunto de la región el promedio es del 17%.
Estos valores indican la presencia demográfica de campesinos, que en muchos casos son
indígenas y/o mestizos. Estos números tampoco implican la presencia mayoritaria de proletarios
industriales. Se trata de una composición heterogénea, con procesos de migración interna,
generando situaciones no exentas de conflictividades. Según José Luis Romero, se produce una
“explosión social” consiste “sobre todo en una ofensiva del campo sobre la ciudad”, ya que se
produce una sustitución de “una sociedad congregada y compacta por otra escindida” en la que
confrontan dos mundos, se observan “ciudades de campesinos”
Sin embargo existe en estas ciudades una estructura de clase diversa, las ciudades más grandes
está constituida por burgueses (terratenientes, comerciantes e industriales), clero, amplia clase
media (profesionales liberales, pequeños burgueses, empleados de oficina públicos y privados),
trabajadores varios (personal doméstico, vendedores ambulantes, jornaleros) y proletarios (de
fábricas si las hubiere). Siguiendo a Romero, la fusión entre los grupos migrantes, sectores
populares y de pequeña clase media, van a constituir la masa de las ciudades latinoamericanas,
ya desde los años de la Gran Guerra.
Hacia los 40 la estructura de los principales países4 se dividirá en estratos superiores no
manuales, estratos inferiores o manuales, pequeños empresarios de comercio, autónomos, y el
grupo más amplio que son los trabajadores asalariados (con mayoría industriales), sobre una
base de empleados domésticos. La población urbana activa alcanza casi al 40% de la población
de esos países, contra el 60% de la rural.
La industria manufacturera hace un uso intensivo de la fuerza de trabajo y de tecnología
importada con escasa velocidad de renovación. Proletarios sin altos niveles de calificación, pero
que llegan a constituir algo aproximado a una aristocracia del trabajo. El trabajo femenino tiene
una baja participación en el mercado laboral urbano, pero es mayor en las áreas rurales y
domésticos.
Durante los años 30, en la historia del movimiento obrero se despliega, lo que Francisco Zapata
llamo, la Fase Institucional del mismo. Esta se inicia en los 20 y se prolonga hasta los 70 e inicios
de los 80. Se sitúa entre la Fase Heroica, en la cual comienza a constituirse el sindicalismo
latinoamericano y la actual Fase Excluida. La fase heroica es propia del modelo primario
exportador, la institucional del ISI y la excluida, de la etapa de transnacionalización del proceso
de desarrollo capitalista.
En la fase institucional se constituyen hasta los 40 organizaciones sindicales nacionales, de
profesionales, de empresas, por ramas de actividad. Es una consolidación del sindicalismo como
representante de los trabajadores en el sistema de relaciones industriales como en el sistema
político.
Las luchas obreras de los 30 se relacionan con la cuestión de la ciudadanía, pero no se centra en
los derechos-electorales que ya fueron reconocidos en varios países, sino con su extensión a las
mujeres, el apoyo a la democracia contra las dictaduras, legislación laboral favorable, derecho a
la actividad sindical y no ser ciudadano de segunda clase.
El estado apelara a una legislación laboral favorable a las demandas de los trabajadores que
subordinan la lucha a la negociación o bien son parte de sindicatos creados “desde arriba”, es
decir, por el propio Estado, como con Vargas en Brasil y la democracia ficta argentina. Con ello
aumenta la mediación corporativa en detrimento de la mediación partidaria, además la
intervención del estado implica una pérdida de autonomía organizativa (y hasta ideológica) y
una subordinación a las políticas estatales.

4
Análisis de Oliveira y Roberts, los países son: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú
En el agro, los trabajadores rurales y campesinos se suman a la movilización social y política. En
algún caso, como en El Salvador, se da un intento insurreccional que concluye en una matanza.
En Bolivia, después de la Guerra del Chaco se da un movimiento reformista por jóvenes oficiales
del Ejército, el trienio del “socialismo militar”. En México Cárdenas logra subordinar la
Confederación Campesina de México, creada en 1931 y luego convertida en Confederación
Nacional Campesina, a la estructura burocrática del Partido de la Revolución Nacional (PRM)
También surge el protagonismo de los militares, actuando en soledad o en alianza con grupos
de civiles. Son golpes de Estado triunfantes en varios países, como Argentina, Bolivia, Brasil,
Dominicana, Chile y Ecuador en el 31. También se dan presidentes militares electos en México
con Cárdenas, Venezuela con López Contreras (1935-1940), Paraguay con Estigarrabia (1939-
1948), y en Uruguay con Baldomir (1938-1942).
Son experiencias disimiles que van desde el reformismo de los tenentes brasileños, los julianos
ecuatorianos, los revoltosos oficiales chilenos de los 20 y los “socialistas” bolivianos, hasta el
conservadurismo de los militares argentinos, Guatemala, honduras, el salvador. En 1932 se da
un caso excepcional con los oficiales chilenos, que proclaman la Republica Socialista, fundando
mas tarde el nuevo Partido Socialista.
Según Rouquie y Sufrren, el nacionalismo es el “común denominador”, identificable con las
orientaciones políticas de los diversos países. Estos movimientos ambiguos o distintos
experimentos, se explican por la preocupación en la búsqueda de la justicia social, reforzar el
potencial económico y, por ende, militar de sus naciones respectivas. Es un desarrollo
autárquico, encerrado en si mismo, por medio de la ISI, sin un preocupación a la mejora de las
condiciones de las clases trabajadoras. Se da también esta decisión de los militares de liberar al
Estado de la sociedad civil, se constata en el interior de las fuerzas armadas el descredito del
liberalismo político y de los países centrales que lo practican. Un factor que contribuye es la
división existente en las clases gobernantes acerca de cómo afrontar la crisis y las
transformaciones estructurales en curso, además que se aíslan del resto de la sociedad y pierden
la capacidad de organizar el consenso en torno a sus propuestas y valores. Según Gramsci,
totalmente fragmentadas, no encuentran el modo de ser dirigentes. Es el momento propicio
para el nacional militarismo, han de definir lo que es mejor para la nación, en nombre de la
seguridad de la misma y, por ende, la defensa de los elementos esenciales del Statu quo.

La búsqueda de un nuevo orden político


Es necesario un tratamiento cuidado de la(s) crisis política de los 30, según Graciarena, es
necesario distinguir entre crisis básica del Estado y crisis de la forma de Estado, la primera solo
existe cuando lo que está en cuestión es la matriz fundamental de la dominación social que le
es inherente y sobre la que se constituye, en la segunda lo que cambia es la figura de éste,
manteniéndose como invariante la relación fundamental de dominación.
En los 30 se dan, crisis de distinta índole. La conjunción de crisis económica y crisis política marca
una fuerte posibilidad de ruptura y lo que no implica condiciones de realización. Por eso después
de los 30, se constata líneas de continuidad notables, tanto en el patrón de acumulación, cuanto
en el modo de ejercer la dominación político-social bajo la dominación oligárquica. Hay, pues,
en términos de Graciarena “crisis de la forma de Estado”. En argentina se interrumpe el proceso
de transición del régimen oligárquico al democrático, en Perú la dominación oligárquica se
reacomoda y persiste, otros la salida a la crisis adopta la forma de la dictadura despótico-
personal (dominicana, el salvador, honduras, Guatemala, Nicaragua) y también se dan algunos
intentos reformistas, limitados, en Chile con la república socialista (1932) y los gobiernos del
frente popular (1938-1947), colombio, con su liberal revolución en marcha, frenada por “la
pausa, en 1936, e insuficiente para desplazar efectivamente a la dominación oligárquica, y cuba,
tras la insurrección popular de 1933.
Ecuador representa un caso exacerbado de crisis e inestabilidad política, experimentando en
1925 la revolución juliana puso fin al ciclo político liberal iniciado en 1895. Esta revolución
encabezada por jóvenes oficiales antioligarquico proclamaba luchar por “la igualdad de todos y
la protección del hombre proletario”, quedando solo en la indefinición de un proyecto a apenas
merece el calificativo de “populista”. Con la crisis de 1929, se exacerban las contradicciones
sociales, generando una crisis de hegemonía de bastar proporciones, con la proliferación de 17
presidentes en toda la década y una cruenta guerra civil
Entonces la nota distintiva es la crisis de dominación política, aunque ella no es siempre crisis de
dominación oligárquica. Si lo es en Brasil, Bolivia, Chile, Colombia y Perú, pero es solo en el
primero de estos, donde se pasa por un corto plazo a un nuevo tipo de dominación. En argentina
es la crisis de transición, en México es la coronación dl proceso revolucionario bajo la triple
forma de profundización de la reforma agraria, institucionalización de la política y populismo.
Se debe entender que la oligarquía no es una clase social, sino una categoría que designa una
forma de organización y ejercicio de dominación política de clase. Sus características son:
1. Base social angosta
2. Reclutamiento cerrado, criterios de apellido, tradición, parentesco, amistad
3. Exclusión de los disidentes y cooptación de los individuos
4. Centralización y descentralización en el ejercicio del poder, mediante el clientelismo,
burocracia y mecanismos de control intraoligarquico
5. Mecanismo de mediaciones y de lealtades familiares o grupales
6. Autoritarismo, paternalismo, clientelismo, verticalismo
7. Autopercepción de ser elegidos para el ejercicio del gobierno
8. Limitación a los derechos políticos del sufragio
9. Predominio de la coacción sobre la dirección}}
10. Estado “capturado”, es decir, Estado Central mas que Nacional.
11. Pacto oligárquico en las relaciones interregionales
Esa forma de ejercer la dominación política de clase entra en crisis en buena parte de América
latina, no en México que fue barrida por la revolución de 1910, ni en argentina, ni Uruguay. Las
crisis políticas nacionales toman salidas diferentes, pero ello no implica que el populismo, como
forma política de dominación de clase, aparece en América latina, como una obligada o lineal
secuencia cronológica que sucede a la oligarquía.
Entenderé populismo5, según los planteos de Weffort6, como el surgimiento político de las
masas en las condiciones creadas por la crisis de la dominación (sentido gramsciano) oligárquica
y de la democracia liberal (o idea de democracia liberal), siendo una expresión de la debilidad
de los nuevos grupos dominantes, en una coyuntura de desarrollo autónomo relatico y de las
peculiaridades de la urbanización e industrialización en países agrarios y dependientes.
Entiendo que el populismo latinoamericano es una experiencia observable, en México
cardenista, El Brasil varguista, y la argentina peronista7.

Campo de Marte
Es una década de notable ejercicio de la violencia, con la insurrección aprista en Trujillo, 1932
es para Perú, el año de la barbarie por la represión a de los apristas y comunistas que son
encarcelados y fusilados. También sucede la guerra del chaco y la insurrección campesina en El
Salvador, fusilamiento de anarquistas en la argentina de Uriburu y las crueldades de los
dictadores en varios de los países.
También se da el conflicto entre Perú y Colombia en 1932, aunque con una pronta salida
diplomática, es la llamada guerra de Leticia, un territorio amazónico que es objeto de reclamos
por su soberanía.
Sin embargo las distintas experiencias, con sus contradicciones sociales y políticas no logran
buenos resultados. La inestabilidad política y la crecien participación de sectores de clase media

5
Señala las ventajas analíticas luego, en distinguir populismo, movimientos (y políticas) nacional-
populares y movimientos (y políticas) nacional-desarrollista, experiencias posteriores a 1930. También
siguiendo a Touraine, propone diferenciar entre partidos populistas, Estados populistas y movimientos
populistas, y añade el propio Ansaldi una cuarta, formas populistas de hacer política.
6
Weffort lo define concretamente como una estructura institucional de tipo autoritario y
semicorporativista, orientación política de tendencia nacionalista, antiliberal y antioligarquico,
orientación económica de tendencia nacionalista e industrialista, composición social policlasista mas con
apoyo mayoritario de las clases populares
7
Para ampliar esto, el último párrafo de la pagina 40.
y de trabajadores y campesinos en el conflicto han de definir el cuadro general de América latina
de ahí en más. La tierra en llamas de los años 30 reavivara el fuego a partir de los años 1950
(revolución nacional boliviana, triunfante; revolución guatemalteca, derrotada) y sobre todo,
1960, a partir de la experiencia social y políticamente mas radical en América latina, la revolución
cubana

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