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DEDICATORIA

Este trabajo va dedicado a mis queridos padres, por


brindarme su apoyo incondicional día a día y a mi docente
por educarme con esfuerzo y entusiasmo, para lograr mis
objetivos y metas en el futuro.

Muchas Gracias!

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PROYECTO DE INVESTIGACION

I. DATOS

1.1 Título: La agresividad.

1.2 Área de Investigación:

General: Ciencias de la salud.

Específica: Psicología.

1.3 Autor: Annie Manrrique Narvaez

II. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

2.1 Descripción de la realidad problemática:

La agresividad es una palabra común en las instituciones educativas, se presenta


y afecta al niño en el ambiente escolar, social y en el entorno que lo rodea,
causando en un futuro desordenes para la personalidad; por el contrario, los
masajes, las caricias y la adecuada cercanía física propiciaran un desarrollo socio
afectivo sano, preparándolos para ser mejores seres humanos, siendo la familia el
primer contexto para la socialización del niño.

Se ve que a los niños en cuanto al comportamiento muestran agresividad, insultan,


muerden, gritan, pegan a sus compañeros, no se pueden estar en un solo lugar, no
permanecen tranquilos, corren sin parar constantemente de un lado a otro, siempre
están causando molestias a sus compañeros, responden mal a los llamados de
atención de la docente, no obedecen, no prestan atención a las clases, no prestan
los útiles de trabajo, crean la indisciplina en el salón, estos factores son los que
influyen a fortalecer la problemática observada en la institución, este problema es
consecuencia de los conflictos familiares en que vive el niño y el entorno social al
que pertenece.

Esta temática no solo se ve en el colegio Simón Bolívar sino también en diferentes


escuelas de la ciudad de Moquegua.

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2.2 Definición Del Problema:

¿Cómo la familia y la escuela logran reducir el comportamiento agresivo en


los estudiantes

2.3 Objetivo de la investigación


Objetivo general:

 Conocer y reflexionar acerca de la agresividad.

Objetivos específicos:

 Identificar las manifestaciones de la agresividad.


 Factores influyentes de la agresividad que presentan los
jóvenes.

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2.4 Justificación e importancia de la investigación:

Hay factores que influyen negativamente en el comportamiento de los niños, como


lo es la agresividad, la cual puede ser adquirida desde pequeños inicialmente en el
hogar reflejando malestar, disgusto, intranquilidad, con situaciones presentadas,
llevándolas a la escuela haciendo de este una prioridad para ser solucionado.

Se observó la necesidad de encontrar soluciones a las conductas agresivas que


presentan los niños de la institución de práctica, diseñando y aplicando alternativas
para la intervención pedagógica en la problemática planteada, desde el instante en
que se detectó que existen niños y niñas que presentan agresividad, mal
comportamiento, como la rebeldía, el egoísmo, bajo rendimiento en las actividades
del aula, esto es el resultado de diferentes factores que influyen en estos infantes
como lo son los la familia, la escuela y el entorno que lo rodea, teniendo en cuenta
que los niños aprenden por observación e imitación, es decir los padres y docentes
debe tener muy en cuenta los sus actos y comportamientos frente a los niños para
que ellos no repitan lo que ven, por esta razón hay que ofrecer ambientes de afecto,
amor, enseñar valores a los niños y propiciar ambientes que favorezcan la
integración de niños y niñas como grupo y seres sociables, es indispensable que
los padres de familia y docentes tengan participación en las estrategias planteadas
ayudando a identificar modelos de conducta.

Es necesario e importante ayudar a los niños y niñas de hoy a que logren cambiar
o eliminar los comportamientos que están optando, ya que afecta en el desarrollo
social, emocional y afectivo, así mismo en el desempeño académico, por lo tanto,
se establecen estrategias para que los niños confronten la realidad y puedan llevar
a la práctica principios, valores y deberes.

La educación preescolar es el primer nivel del sistema educativo, va dirigido a los


niños y niñas de edades comprendidas entre 0 a 7 años. Su objetivo primordial es
estimular el desarrollo de todas las capacidades del niño, tanto físicas, afectivas,
intelectuales, y sociales. Los niños que se están educando en este nivel necesitan
sentirse motivados, amados y esto se logra únicamente si los padres y los docentes
prestan atención a estos niños, pues ellos deben ayudarlos y orientarlos en los
procesos de formación, especialmente en sus principios y hábitos logrando una
buena socioafectividad hacia él y hacia los demás.

Con este trabajo de investigación pretendo estimular, sensibilizar, dar a conocer la


importancia que tiene tanto la participación de los padres de familia como la del
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docente en eliminar los comportamientos agresivos de los niños y niñas del
preescolar, también para que ayuden a reforzar sus dimensiones especialmente la
socioafectiva, importante en el desarrollo armónico e integran durante los primeros
cinco años de vida, porque afianza la personalidad del niño, las relaciones con sus
semejantes, al igual que la manera de tomar sus propias decisiones, también el
manejo de sus emociones ya que el niño le pone emoción a todo lo que hace, como
puede ser ira, llanto, miedo, gozo, amor, entusiasmo, alegría o tristeza, como se ve
es tan importante la estimulación de esta dimensión en el niño para su socialización
y su afecto.

III. MARCO TEÓRICO

3.1 Antecedentes de la investigación

Esta parte de la investigación muestra que en la etapa de preescolar, los niños


comienzan a imitar las diferentes acciones de los padres, hermanos, docentes,
compañeros de escuela, junto con otros factores que conllevan a tener diferentes
tipos de comportamientos agresivos, esto depende del ejemplo que se les dé o de
los ambientes que se les brinda a los niños, estos comportamientos son el resultado
de las problemáticas vivenciadas desde los diferentes contextos o agentes como
son la familia, la escuela y la sociedad, que se presentan en la vida cotidiana del
infante.

A partir de las consultas, revisiones e investigaciones realizadas por diferentes


autores, se han encontrado pertinentes informaciones, ejemplos y casos, donde el
tema principal son los niños, pero, aún más coincidente es que la familia, los
docentes y la sociedad, son los factores que existen para los diferentes
comportamientos de los niños y niñas.

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Bases teóricas:

La agresividad es un estado emocional que consiste en sentimientos de odio y


deseos de dañar a otra persona, animal u objeto. La agresión es cualquier forma de
conducta que pretende herir física y o psicológicamente a alguien.

La Agresividad es un factor del comportamiento normal puesto en acción ante


determinados estados para responder a necesidades vitales, que protegen la
supervivencia de la persona y de la especie, sin que sea necesaria la destrucción
del adversario.

La agresión es una dimensión de una conducta dirigida a procurar dolor o dañar de


algún modo a otra persona u objeto, así como también se presenta como rasgo y
está relacionada con la incapacidad de las personas para manejar sus emociones,
específicamente con una baja tolerancia a la frustración y poco autocontrol.

La agresividad ¿se hereda o se aprende?

Entendemos como agresión la acción dirigida a causar daño a otra persona,


agresión que puede ser psicológica o física (en este último caso se utiliza el término
de violencia).

Se ha comprobado que la conducta agresiva del niño mostrada antes de los 3 años
de edad tiene poca continuidad con la conducta agresiva que pueda mostrar
posteriormente; mientras que, a partir de los 3 años, es considerable la continuidad
en la agresividad hacia los demás. Así, resulta que los niños que luchan más con
los otros a esta edad son también los que se pelean a los 14 años y al comienzo de
la vida adulta. Son, pues, adolescentes problemáticos.

Consideremos los factores constitucionales. La mayor prevalencia de la conducta


agresiva en los machos, tanto de la especie humana como de otras especies,
sugiere la existencia de un determinante constitucional de la agresión. Los hombres
han resultado ser más agresivos que las mujeres en manifestaciones de violencia
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física, juegos duros, contra agresión en respuesta a la agresión de otros, etc.
Clínicamente, los niños muestran aproximadamente cuatro veces más conductas
antisociales que las niñas; conductas que suelen presentar un elemento agresivo, y
entre las cuales podemos incluir los suicidios consumados y los delitos violentos.
Estas diferencias sexuales se aprecian ya en las conductas agresivas de los niños
pequeños y se mantienen a lo largo de la infancia y la adolescencia en todas las
culturas.

En su momento se pensó que el predominio masculino en la conducta agresiva


debía radicar en el material genético del cromosoma Y, y que las personas con
exceso de material Y deberían mostrar una mayor agresividad. Se intentaron buscar
responsabilidades violentas en los portadores de una fórmula genética XY, sin llegar
a conclusiones categóricas. Algunos estudios han hallado que la mayor longitud del
cromosoma Y se encuentra con mayor frecuencia en las poblaciones criminales o
psiquiátricas adultas. Otros estudios no han confirmado estos hallazgos.

En otro orden de cosas, está bien demostrado que las hormonas sexuales
masculinas constituyen un importante factor en la agresividad animal y se han
implicado también en la agresividad humana. Por ejemplo, se han encontrado
mayores niveles de testosterona en el organismo de delincuentes violentos que en
no violentos.

Hay teorías "instintivas", derivadas en gran parte de la concepción psicoanalítica de


Sigmund Freud, que interpretaban la agresividad como una expresión hacia fuera
de un instinto de muerte, es decir, un instinto al daño o perjuicio hacía uno mismo.
La teoría "impulsiva" de la agresión postula que la conducta agresiva deriva de la
obstrucción de actividades dirigidas a fines, como por ejemplo sucede con la
frustración.

Tanto las teorías instintivas como la del impulso afirman que las conductas
agresivas están determinadas por factores o fuerzas que derivan del individuo, pero
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son insuficientes para explicar la gran variabilidad de la mayoría de las conductas
agresivas.

Una última teoría, la del "aprendizaje social" adopta la tesis de que el hombre no
está ni impulsado por fuerzas internas ni guiado desamparadamente por las
influencias ambientales». Más bien la conducta se entiende en términos de una
interacción recíproca continua entre la conducta y sus condiciones de control. La
conducta crea parcialmente el entorno y el entorno resultante a su vez influye en la
conducta.

¿PORQUÉ SOMOS AGRESIVOS?

Seguramente alguna vez nos hemos preguntado por qué ante una misma situación,
algunas personas reaccionan agresivamente y otras no. La manera de sentir,
pensar y actuar de los seres humanos está determinada por factores genéticos y
por las experiencias por las que haya atravesado a lo largo de su vida.

Históricamente ha existido una polémica acerca de si es cierto que los seres


humanos somos genética e instintivamente agresivos. En la actualidad diversos
estudios han demostrado que la herencia sólo suministra la potencialidad o
capacidad de comportarse agresivamente, la cual podrá expresarse o no. Por otra
parte, una agresividad innata y sin límites hubiera condenado a la especie humana
a la destrucción. El factor principal en la evolución es la cooperación más que el
conflicto.

La capacidad para la agresión está modelada por el entorno sociocultural y por las
experiencias de aprendizaje propias de cada persona (Bandura, A. y Ribes-Iñesta,
E.; 1976). En este sentido los padres, maestros y otras figuras significativas para el
niño, juegan un rol fundamental.

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Para que un niño no sea agresivo debe tener la oportunidad de observar en otros,
modelos alternativos a la ira y a la agresión. Para que sea considerado y afectuoso,
debe ser tratado con afecto y consideración. Esto que parece obvio, no siempre
sucede. Si le gritamos a un niño para que se calle o nos obedezca, le estamos
enseñando que la mejor forma de conseguir lo que desea es gritando. Si le
prestamos atención solo cuando nos molesta, le enseñamos que esa es una buena
manera de obtener afecto. Los niños aprenden observando la forma de comportarse
de los adultos y sus consecuencias. Por eso el refrán "haz lo que yo digo, pero no
lo que yo hago", funciona exactamente a la inversa.

Presenciar imágenes violentas tanto mediante la propia experiencia como a través


de los medios de comunicación hace que niños y jóvenes se vayan desensibilizando
ante estas situaciones y las incorporen a su vida como patrones de comportamiento
habituales, perdiendo progresivamente la capacidad crítica ante estos sucesos.

No podemos desconocer la presencia de estresores sociales que favorecen los


comportamientos agresivos. La frustración que genera el desempleo y la dificultad
de reinsertarse en el mercado laboral, el sedentarismo y la existencia de
necesidades básicas insatisfechas, son algunos de los estresores más importantes
en nuestro país. No obstante, cabe destacar que no todas las personas que
atraviesan estas situaciones adversas reaccionan con agresividad. Junto al hecho
en sí mismo, incide el significado o interpretación que cada persona haga del mismo,
sus experiencias anteriores, los recursos psico-sociales con que cuente.

Otro factor de incidencia es la educación diferencial que reciben hombres y mujeres,


basada en la creencia de que la agresividad es parte de la identidad masculina. Esta
creencia lleva al fomento y aprobación de estas conductas, incluso en los niños.

Otro mito bastante difundido presupone que siempre es bueno descargar las
emociones, incluyendo la ira. Sin embargo, la mera descarga emocional, no siempre
apunta a una resolución positiva. Por ejemplo, un despliegue de violencia de una
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barra brava en el estadio, no modificará en modo alguno el resultado del partido.
Si bien es saludable expresar nuestras emociones y sentimientos, es necesario
hacerlo en forma adecuada, con calma, sin agresión y respetando las ideas y
sentimientos de los demás. Es lo que se denomina conducta asertiva

CUANDO LA AGRESIVIDAD SE VUELVE UN PROBLEMA

Sentirse enojado o molesto cuando las cosas no salen como uno espera es algo
"normal" y beneficioso, en la medida en que nos lleve a planificar cambios en
nuestro entorno. El problema surge cuando la ira y la agresión se vuelven frecuentes
y/o desmedidas en relación a la situación que las provoca.
En otras palabras, , si bien el comportamiento agresivo como defensa puede
justificarse ante una amenaza real (un ataque físico por ejemplo), se generaliza a
situaciones que naturalmente nada tienen de peligrosas o amenazantes para la
vida.

Quienes se enojan y ofenden con facilidad poseen un estilo de comunicación


agresivo. Son muy exigentes consigo mismos y con los demás, hipercríticos, y se
manejan con normas muy rígidas sobre cómo deben ser las cosas y las personas:
cómo deben comportarse las parejas, los amigos, los hijos. A menudo gritan,
amenazan y pierden el control.

En algunas ocasiones la persona agresiva obtiene lo que desea, ya que los demás
ceden para evitar problemas. Pero a largo plazo se sienten solos, rechazados por
los demás y a menudo culpables.

Por otra parte, diversas investigaciones han demostrado que la ira y la agresividad
crónicas, incrementan el riesgo de padecer hipertensión y enfermedades
cardiovasculares.

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¿QUÉ PODEMOS HACER?

Como hemos visto, existen una pluralidad de factores que inciden en la aparición y
el mantenimiento de la agresividad y la violencia. Por ello, las acciones a llevar a
cabo son complejas e involucran a los distintos actores sociales: familia, centros
educativos, organismos gubernamentales, medios de comunicación, etc.
No obstante, las relaciones interpersonales son una de las principales áreas en las
que podemos actuar en forma concreta y efectiva con el fin de comenzar a lograr
cambios sensibles en nosotros mismos y en nuestro entorno.

Para aprender a manejar la agresividad y la ira es necesario identificar las


situaciones o personas ante las cuales surgen, la manera en que las interpretamos,
así como las cosas que decimos o hacemos que pueden herir a los demás o a
nosotros mismos. Luego se deben aprender y practicar habilidades de
comunicación adecuadas, que nos permitan relacionarnos de manera más
saludable. Cuando observamos que existen determinadas circunstancias ante las
cuales reaccionamos agresivamente de manera crónica, puede ser necesario
efectuar otro tipo de acciones, cuya descripción va más allá de las posibilidades de
este artículo.
Teniendo en cuenta la complejidad de estos procesos, daremos algunas
sugerencias para mejorar el modo en que nos comunicamos, las cuales no
sustituyen un abordaje específico y personalizado.

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 NO ETIQUETAR:

Cuando nos enojamos con alguien, a menudo usamos adjetivos que califican a la
persona en su totalidad y que no describen qué es exactamente lo que nos molesta
o enoja. Sin embargo, nadie es "irresponsable", "egoísta", o "desordenado", todo el
tiempo y en todas las situaciones. Lo que decimos no es totalmente cierto y, lo que
es peor, pone a la otra persona a la defensiva, evitando la búsqueda de soluciones.
Por ello es conveniente describir lo que la persona hace "no me ayudas con los
chicos", "dejaste nuevamente la ropa tirada", no lo que la persona es

 SER FLEXIBLE:

Solemos esperar que los demás actúen de la misma manera en que nosotros lo
haríamos. En algunas personas esta modalidad se torna rígida y constante: adoptan
el rol de juez y encuentran faltas y errores en los demás. Sin embargo, las personas
no hacen lo que "deberían", sino lo que les resulta gratificante y conveniente en
cada situación. Por otra parte, más allá de las normas legales, no existen reglas
específicas sobre cómo deben relacionarse las personas o sobre qué es justo o
injusto. Regirse por reglas muy rígidas y pretender imponerlas a los demás, sólo
nos llevará a la frustración y a la agresión. Si en alguna oportunidad nos
encontramos juzgando a la otra persona en términos de: lo justo es..., tendría...,
debería, sería bueno cuestionarnos si estamos imponiendo nuestro estilo de
pensamiento sobre el de los demás. Es más conveniente aceptar que los demás
tienen valores y necesidades propias e intentar llegar a acuerdos.

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 APRENDER A NEGOCIAR:

La convivencia en sociedad implica una negociación constante, aunque no siempre


nos demos cuenta de ello. Negociamos con nuestro jefe, compañeros de trabajo,
familiares y amigos. Negociar implica no interpretar las discusiones en términos de
"ganar o perder", sino estar dispuestos a ceder en algo para llegar a acuerdos.
Ejemplos de ello son decidir junto con nuestra pareja a qué escuela enviaremos a
nuestros hijos o cómo hacer para disminuir los gastos. Para negociar es necesario
dedicar tiempo a escuchar y entender la postura de la otra persona, sin estar
pensando en cómo contraatacar o convencerla. También implica reconocer que las
necesidades de la otra persona son tan importantes para ella como lo son las
nuestras para nosotros y, sobre todo, que es posible llegar a acuerdos que
beneficien a ambos.

“Estas recomendaciones no garantizan el logro de acuerdos en todos los casos,


pero contribuyen a tal fin. No olvidemos que la comunicación es algo de a dos y que
el logro de una comunicación satisfactoria, es algo que depende de ambas partes”.

Podemos educar para no ser violentos.


Toda conducta tiene un sentido, sino se extinguiría. El violento y autoritario tiene
mucho refuerzo con su forma de comportarse: enseguida obtiene poder y autoridad.
Las personas le obedecen, los niños se comportan... pero el daño colateral es
tremendo.

¿Se puede prevenir la violencia?

Medios de comunicación:
Bandura demostró que la observación de conductas violentas te lleva a
comportamientos violentos.

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Colegios:
Fomentar el altruismo, la convivencia, los valores como la bondad, la generosidad
y el compañerismo. Hay que trabajar la comunicación asertiva y la inteligencia
emocional. Hay que enseñar a controlar la agresión.
Familia y los métodos de disciplina y orden:
La violencia y la agresividad tienen un claro componente en el aprendizaje. Los
adultos somos modelos de conducta. Si el niño ve que gritas, pegas, eres autoritario
para conseguir que te obedezca, él también querrá hacer lo mismo, porque es lo
que le estamos enseñando.
Consumo de alcohol y drogas: Estas sustancias afectan a procesos
cerebrales, relajan las normas y te convierten en alguien desinhibido e impulsivo
mientas estás bajo sus efectos.
Cultivar la persona para prevenir este tipo de conductas:
Tener formación, nivel socioeconómico, educación, autoestima. Cuanto más segura
se siente una persona de sí misma y más en paz está con su entorno, menos
necesidad tiene de someter a otros.
Una buena persona es aquella que no solo no hace el mal, sino que se esfuerza por
hacer el bien.

A las personas violentas podemos dividirlas en dos bloques:

1. Las que sufren un trastorno psicológico:

Como el trastorno de la personalidad antisocial, las personas con ideas paranoides


que piensan que los demás les van a hacer daño y otros trastornos de la
personalidad como el límite o el narcisista que suelen ser muy dañinos para las
personas que conviven con ellos.
Muchas de estas personas con trastorno de la personalidad disfrutan con el
sufrimiento ajeno y les estimula cruzar los límites. Los antisociales carecen de
empatía y no tienen sentimiento de culpa ni remordimiento cuando infringen dolor.

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Otros tienen rasgos sádicos, son fríos e insensibles con el dolor ajeno, abusan y no
se sienten mal por ello.

La conducta impulsiva es otro de sus rasgos. No saber esperar, planificar. Lo


quieren todo y todo ya. Da igual el coste emocional que tenga para otras personas.

A los que tienen un pensamiento paranoide, anticipan que otros tienen intención de
hacerles daño, esperan cosas negativas de las personas y son muy suspicaces.

Muchas de estas personas que estarían clasificadas en el manual de los trastornos


mentales, muestran una agresividad planificada o predatoria, se preparan para
hacer daño. El daño es intencionado, no es el fruto de una reacción impulsiva a un
estresor. Este tipo de agresividad no responde a una percepción de amenaza. Tiene
otras motivaciones detrás: conquistar poder, tener algo que no es tuyo, poseer a
una mujer que deseas y que no responde a tus expectativas, etc. Responden a la
violencia predatoria los dictadores, abusadores sexuales, los maltratadores, los
líderes religiosos extremistas, un jefe autoritario, dogmático y cruel... hasta los
psicópatas que encuentran placer cuando infringen dolor. Hacer daño les excita y
les atrae.

2. Los que aprendieron a comportarse de forma violenta.

Estas personas utilizan esta conducta para obtener poder. Son personas irritables
que explotan fácilmente, que rumian y en lugar de trivializar lo que acontece
alrededor convierten sus vivencias en algo catastrófico. Tienden también a ser
susceptibles. A pesar de que muchos de ellos se arrepientan de sus gritos y sus
malas formas, sufran por su falta de control, les cuesta un mundo controlarse.
Su tipo de conducta agresiva es espontánea, relacionada con estados emocionales,
como los ataques de cólera. No tener intención de hacer daño no es disculpa, pero
sí un punto de inflexión para poder cambiar. Tienen un problema con la impulsividad,
con su capacidad para relacionarse y comunicarse y sus arranques pueden ir

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acompañados de frustración y arrepentimiento. No les gusta comportarse así, pero
no saben hacerlo de otra manera.

Las emociones que pueden llevarles a dispararse son la ira, la agresividad, la


ansiedad, la frustración, los celos, la envidia, en definitiva, los malos sentimientos y
todas esas emociones que interpretan como un sufrimiento

La influencia de la familia en la conducta del niño:

La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural
del niño. La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud,
de disciplina, de conducta y de comportamiento. Es uno de los factores que más
influyen en la construcción de la conducta agresiva.
Está demostrado que el tipo de disciplina que una familia aplica al niño, será el
responsable por su conducta agresiva. Un padre poco exigente, por ejemplo, y que
tenga actitudes hostiles, y que está siempre desaprobando y castigando con
agresión física o amenazante constantemente a su hijo, estará fomentando la
agresividad en el niño.

Otro factor que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus
padres es tensa y continuada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo
de barrio donde se viva como la presencia de expresiones que fomenten la
agresividad, como 'no seas un cobarde'.
Los factores orgánicos de tipo hormonal, los problemas cerebrales, los estados de
mala nutrición y los problemas de salud, entre otros, también influyen en
el comportamiento agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no tiene
estrategias verbales para afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente
conducido a la agresión

¿Golpear a los hijos genera conductas agresivas?


El maltrato contra los niños puede generar comportamientos antisociales, agresivos
y desafiantes, así como problemas de salud mental como ansiedad, depresión o

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generar un bloqueo cognitivo (mental). Por lo general los adultos que maltratan
fueron golpeados en su infancia. Ante los recientes casos de maltrato físico infantil,
especialistas del Instituto Guestalt de Lima (IGL) hacen un llamado a los padres de
familia a no maltratar a sus hijos, ya que los efectos del castigo físico en los niños
son devastadores para su desarrollo psíquico, sobre todo cuando el maltrato ocurre
en el hogar.
El castigo físico no es una forma de educar a los hijos, ya que el maltrato contra los
niños genera comportamientos antisociales, agresivos y desafiantes, así como
problemas de salud mental como ansiedad, depresión o generar un bloqueo
cognitivo (mental)

"Todo acto de violencia por parte de un adulto contra un niño, sin tener en cuenta lo
breve o leve que sea, deja una cicatriz emocional que dura para toda la vida. Los
padres que golpean a sus hijos les enseñan con esta conducta que la interacción
humana se basa en la fuerza, es decir que el que tiene más fuerza está en lo
correcto. Cuanto más se golpee a un niño, será más probable que como adulto él
se relacione con otros mediante la fuerza y no por la razón", advierte. Por eso,
exhortó a jamás humillar o insultar a un niño porque eso genera baja autoestima
que puede convertirse en depresión, por lo que los padres deben estar muy atentos,
ya que los niños no manifiestan su tristeza como los adultos. "Un pequeño con
depresión puede ser irritable, inquieto o cambiar su actitud, pero de ninguna manera
evidencia pena".

Niños maltratados serán maltratados en el futuro

"La violencia es aprendida en el hogar. Los modelos de los niños son sus padres, y
estos tienden a aprender sus conductas. Es así que la violencia puede ser repetida
de una generación a otra. Es muy probable que un adulto que maltrata a un niño
haya sido maltratado en su infancia. Es así como el ciclo de la violencia se repite
una y otra vez", indica el especialista.

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Cuando los niños, cuyas personalidades se han formado en hogares violentos,
crezcan y tengan sus propios hijos, les será muy difícil deshacerse de los
comportamientos que han visto y padecido. Las aptitudes que se aplican a la vida
familiar serán las aptitudes pobres que aprendieron de sus padres y es muy
probable que continúen con el ciclo de la violencia con sus propios hijos inocentes.

Saravia señala que todo tipo de castigo físico es un ataque violento contra la
integridad de los niños. Sus efectos permanecen en la víctima para siempre y se
convierten en una parte imperdonable de su personalidad, una enorme frustración
que resulta en hostilidad que se expresará más adelante en la vida con actos
violentos en contra de otros. Cuanto antes comprendamos que el amor y la dulzura
son las únicas maneras requeridas para tratar a los niños, mejor será. El niño, en
especial, aprende a convertirse en el ser humano que ha vivido. Las personas a
cargo de los niños deberían entender esto completamente.

Efectos y riesgos de los castigos físicos a niños

 Paraliza la iniciativa del niño, bloqueando su comportamiento y limitando su


capacidad para resolver problemas.
 No fomenta la autonomía de los niños.
 Ofrece la actitud violenta como un modo válido para resolver conflictos.
Daña su autoestima.
 Genera sensación de minusvalía y promueve expectativas negativas
respecto a sí mismo.
 Interfiere en sus procesos de aprendizaje, y por lo tanto en el desarrollo de
su inteligencia, sus sentidos y su emotividad.
 Les hace sentir soledad, tristeza, y abandono,
 Pueden presentar dificultades para integrarse socialmente, es decir, para
hacer amigos y jugar con los demás niños.

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 No se aprende a cooperar con las figuras de autoridad, se aprende a
someterse a las normas o a transgredirlas.

FACTORES QUE PREDISPONEN A LA AGRESIVIDAD

Hay varios factores que propician este tipo de conductas.


Nos situaremos en el entorno de un niño para explicar más fácilmente la evolución
de la conducta agresiva entre ellos:

LA FRUSTRACIÓN

El niño pequeño, por el hecho de serlo, es dependiente de los padres o cuidadores.


Todo lo que obtiene cuando es pequeño proviene de lo que los adultos le ofrecen,
pero poco a poco deberá aprender a conquistarlo solo hasta hacerse adulto. A veces
los padres no le dan lo que quiere porque no es bueno para él o porque no pueden,
y entonces el niño se frustra y se enoja con ellos. Los padres lo son "todo" para el
niño, y todo depende de ellos. Para crecer como persona independiente, el niño
tendrá que ir entendiendo que no siempre puede tener lo que quiere, y que no todo
depende de sus padres, ya que ellos también tienen sus límites y que aparte de eso
a veces no considerarán oportuno darle todo lo que pide para educarlo con la idea
de que tenga recursos propios ante la vida. Por ello tendrá que aprender a esperar,
a no tener siempre lo que quiere, y por tanto, a tolerar la frustración.

Cuando los padres saben que es muy importante para que un niño madure que
aprenda a tolerar la frustración y a gestionarla, y los patrones de educativos que le
ofrecen tienen en cuenta ese aspecto, es muy probable que los niños crezcan
interiorizando cada vez más sus recursos y sacando provecho de ellos, lo que les
predispondrá a una evolución positiva de su madurez emocional y sabrán
defenderse ante la vida.

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Pero cuando no es así y los padres no ponen límites, el niño tolerará mal su
frustración y no confiará en sus recursos porque no habrá aprendido a tenerlos, ya
que todo le ha sido dado. Entonces se sentirá vulnerable e impotente, y esto
despertará su agresividad que explotará convertida en rabia porque sin esos
recursos que no ha podido desarrollar y que no le han enseñado, dependerá
totalmente de sus padres a los que dirigirá toda su hostilidad. En este contexto y
según sus esquemas, el niño cree que los padres tienen obligación de satisfacerlo,
ya que siempre ha sido así.

 FALTA DE LÍMITES

Cuando los padres o educadores no ponen límites y por los motivos que
sean sobreprotegen a los niños, los pequeños crecen pensando que " todo el monte
es orégano ", que todo vale y que además tienen derecho a tener lo que quieren sin
habérselo ganado; también piensan que los demás se lo tienen que dar hecho, ya
que éste es el modelo educativo que han recibido. Evidentemente, a medida que
crecen, la vida se impone con sus exigencias y frustraciones para las que no están
preparados y comienzan a recibir tortazos que creen injustos porque no han
aprendido a tolerar las decepciones y a gestionarlas y esto los hace vulnerables.

Cuando además de no poner límites, los padres exigen a los niños cosas para las
que no están preparados porque lo han tenido siempre fácil, se produce una
combinación explosiva de despropósitos que enciende la chispa que puede
provocar una crisis agresiva.

Saber poner límites es uno de los factores que propicia la autoconfianza en los niños
y ello les proporciona seguridad.

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AUTORITARISMO

Si los modelos educativos que reciben los niños son muy autoritarios y los padres
muestran actitudes agresivas verbales o físicas, el miedo que ello genera en las
criaturas bloquea a veces su capacidad de reacción y adaptación a este entorno
porque se sienten indefensos ante situaciones de las que son víctimas. Esta
indefensión infantil va tejiendo una sensación de rabia legítima que no puede ser
expresada porque tienen las de perder, y esta rabia va creciendo hasta que al llegar
a la pubertad o a la adolescencia explota en forma de agresividad manifiesta. Esta
emoción reprimida durante largo tiempo junto con el modelo de conducta agresiva
de los padres conformará esta predisposición a la agresividad

La actitud de tolerancia y el respeto en la labor educativa, lejos de modelos


autoritarios e impositivos, favorece la seguridad en los niños y les da un lugar para
ser escuchados y comprendidos.

CONFIGURACIÓN DE LA PERSONALIDAD AGRESIVA

Así, poco a poco, se va configurando una personalidad que carente de límites, y sin
poder tolerar la frustración, se va sintiendo cada vez más vulnerable y con más
dificultad para gestionar los cambios, ya que privada de los recursos que no ha
podido construir de pequeño para protegerse y para luchar ante la vida,
queda confuso, y dominado cada vez más por un sentimiento de miedo que no
puede aceptar como propio porque entraría en pánico. Ante el sufrimiento y la
desconfianza que le genera su falta de recursos, necesitará herramientas para
defenderse de situaciones y personas que supuestamente podrían hacerle daño, y
al no tener facilidad para pactar, consensuar o negociar situaciones de conflicto,
situará su actitud en una posición extrema, en blanco o en negro, donde no hay
cabida para los matices, ni siquiera para tolerar un cierto grado de incertidumbre.
Las posiciones intermedias próximas al pacto y a la negociación hacen sentir
inseguras y angustiadas a estas personas, que necesitan una certeza y una
seguridad que no se les ha dado de niños, y que ahora, sin saber cómo hacerlo
Universidad José Carlos Mariátegui Pág. 21
intentarán obtener imponiendo su criterio, su razón o su poder sobre los demás, con
agresividad y con actitudes de dominación.

El sentimiento de fracaso y la inseguridad provoca un alto grado de sufrimiento en


estas personas, que dan por supuesto, más allá de la lógica, que los demás tienen
una vida mejor que la de ellos, y que también ellos tienen derecho a tenerla. Esta
creencia despierta un sentimiento de envidia, que se expresa a través de las cosas
materiales que tienen los demás, bienes, ganancias, pareja, salud, trabajo, etc. Pero
en realidad esta envidia sólo está relacionada con ello en la medida en que creen
que estas cosas proporcionan a los demás una vida mejor. Por lo tanto, no son las
cosas lo que envidian, sino lo que representan para ellos. La envidia no es nunca el
deseo de tener exactamente lo que tiene otro, sino la certeza de que lo que tiene el
otro lo hace feliz. Lo que realmente se envidia es una supuesta felicidad, basada
ingenuamente en las cosas de tipo material, y lo que la genera no es el hecho de
que los demás la tengan, sino una supuesta certeza de que ellos no la podrán
conquistar.

Causas de la agresividad, aspectos a tener en cuenta.

La agresividad puede aparecer por causas muy variadas:

-Poca tolerancia a la frustración si los deseos no están cubiertos, derivada en


muchos casos de sobreprotección

-Temperamento innato e hereditario

-Disciplina exagerada y severa con castigos no justificados coherentemente

-Existencia insegura: Separación de los padres, cambios de domicilio, cambios de


colegio…

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-Afectividad poco desarrollada: Celos, separaciones familiares, poca dedicación a
los niños…

-Falta de límites: Rabietas, aprendizajes inadecuados…

Es importante tener en cuenta que la agresividad puede aprenderse en el ámbito


familiar. Si reñimos al niño porque pega y lo hacemos dándole un azote se quedará
confuso y hará lo mismo. Los niños interiorizan este tipo de comportamientos y los
reproducen; si los padres son menos cariñosos y tolerantes, pero se comportan con
más agresividad, ellos tenderán a hacer lo mismo. Socialmente tampoco existen
muchas referencias positivas, dado que las prisas, la tensión, el estrés, la ansiedad,
la educación basada en la competitividad…, favorecen las conductas agresivas. La
televisión, los videojuegos… desempeñan un papel importantísimo en la sociedad
actual, por lo que es necesaria una educación correcta para utilizar los medios
audiovisuales de manera adecuada y que no se conviertan en “los canguros” de los
niños ni obtengan con comportamientos violentos atenciones que, de otra forma, no
reciben.

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IV. MÉTODO

4.1 Tipo de investigación:

Analítica

Población

Alumnos que cursan el 6°grado “A” de primaria de la institución educativa

Simón bolívar (30 alumnos)

Universidad José Carlos Mariátegui Pág. 24


V. Resultados

1-.¿Sientes que tu padre o


apoderado te controla?

12, 40%

18, 60%

Si No

2-.¿Te has alejado de alguien


solo para evitar enfurecer a tus
padres?
5, 17%

25, 83%

Si No

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3-.¿Te sientes presionado por tus
padres?
6, 20%

24, 80%

Si No

4-. ¿Te han golpeado o lanzado algún


objeto tus padres o maestros?
4, 13%

26, 87%

Si No

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5-. ¿Has notado comportamientos
inadecuados en tus maestros?

12, 40%
18, 60%

Si No

6-. ¿Alguno de tus padres te a


golpeado para “corregirte”?
3, 10%

27, 90%

Si No

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7-. ¿Has recibido insultos por
parte de maestros?
2, 7%

28, 93%

Si No

8-. ¿Tu apoderado te grita con


frecuencia?
4, 13%

26, 87%

Si No

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VI. Conclusiones

 La agresión puede ser aprendida mediante la imitación de modelos y con


refuerzo social.
 Los niños y adolescentes agresivos suelen haber sido criados por padres
fríos o distantes, por padres que utilizan excesivos castigos físicos y por
padres que discrepan entre sí.
 Para prevenir el comportamiento agresivo la mejor estrategia consiste en
disponer el ambiente de modo que el niño no aprenda a comportarse
agresivamente, y por el contrario, si lo dispongamos de modo que le resulte
asequible el aprendizaje de conductas alternativas a la agresión.
 Los niños deben ser apoyados con buenas ideas y materiales de trabajo esto
retroalimenta el aprendizaje infantil y se obtiene un mayor logro cognitivo,
aún más si se trabaja en grupo para que haya más integridad entre ellos
mismos y así puedan convertirse en niños observadores, curiosos, e
investigadores y de esta forma dejar la agresividad entre ellos mismos.

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VII. Fuentes bibliográficas

 http://www.proyectopv.org/2-verdad/agresividadseher.htm

 http://www.monografias.com/trabajos65/agresividad/agresividad2.shtml#xco
ncl
 https://www.psicoactiva.com/blog/la-agresividad/
 https://definicion.de/agresividad/
 http://www.monografias.com/trabajos65/agresividad/agresividad.shtml
 http://www.proyectopv.org/2-verdad/agresividadseher.htm
 http://serbal.pntic.mec.es/pcan0012/documentos/conducta_3-
agresividad.pdf
 http://vital.rpp.pe/salud/golpear-a-los-hijos-genera-conductas-agresivas-
noticia-213966

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