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A través del paralelismo establecido por el psicoanálisis entre el crimen y la neurosis, pudo
aquel construir un entramado teórico capaz de explicar el comportamiento antisocial, por
más que el crimen propiamente dicho no ocupara la atención de Freud.
Las concepciones psicoanalíticas han ejercido una poderosa influencia en
la Criminología, probablemente muy superior a la del resto de teorías psicológicas y
psiquiátricas. La criminología contempló y sigue contemplando con interés las sugestivas
hipótesis del psicoanálisis, tanto en el plano etiológico – explicativo como en el terapéutico.
El psicoanálisis, desde luego, no es una teoría de la criminalidad. Pero, sus elevadas cotas de
abstracción y generalización, el propio discurso psicoanalítico, metafórico y enigmático, o la
apelación a las fuerzas ocultas del inconciente y al pasado remoto del hombre en el
momento de explicar la aparente irracionalidad del crimen, tal vez contribuyen a la
fascinación que sus proposiciones despiertan.
*Concede un significado capital al instinto sexual, sustrato, motor y referencia obligada del
comportamiento de todo individuo (pansexualismo). Su teoría psicosexual distingue cinco
etapas en el desarrollo de la líbido que corresponden a otras zonas erógenas del cuerpo
(oral, anal, fálica, de latencia, genital); desarrollo que determinará el del psiquismo y la
personalidad del individuo. El marco psicopatológico queda encuadrado en los conflictos
infantiles que, situados en alguna de las etapas del desarrollo de la líbido, se manifiestan
durante la edad adulta a partir de procesos inconscientes. Los traumas acaecidos durante
ésta última son meros catalizadores de los conflictos en bases tempranas de la vida.
*La división topográfica del psiquismo en tres partes (conciente, preconsciente e
inconciente) acentúa la trascendencia etiológica e interpretativa de ésta última. La conducta
humana “consciente” tiene un significado “simbólico” y profundo, como reflejo del
inconsciente.
El único método que permite captar el significado real de la acción humana es el método
introspectivo.
El conflicto mental que se produce entre la estructura primaria del individuo (líbido) y los
requerimientos a la conformidad (moralidad convencional) de la comunidad – o entre los tres
niveles del psiquismo de aquel: el yo, el ello, y el súper – yo – Reprime en el inconsciente
impulsos y complejos del individuo. Estos tratan de aflorar al mundo consiente, venciendo el
obstáculo del censor que les retenía allí, de modo que todos los actos, incluidos los
delictivos, son respuestas sustitutivas o comportamientos simbólicos que directa o
indirectamente expresan la realidad del inconsciente, las ideas, tendencias y sentimientos
reprimidos.
El pensamiento de Freud
Mediante el psicoanálisis de Freud, se explica que ciertos comportamientos delictivos son
derivados de sentimientos de culpa y autocastigo y/o el complejo de Edipo. Esto se da a
través de un estudio realizado a un delincuente reincidente, quien solamente después de
delinquir, en el castigo, lograba sentirse absuelto de culpa. Descubrió en este individuo
factores como neurosis infantil, sentimiento de culpabilidad, angustia y auto castigo.
Neurólogo y psiquiatra nacido en Freiburg (Moravia), pero vivió casi toda su vida en Viena.
FREUD apenas se ocupó del crimen. Relaciona ciertos comportamientos delictivos con un
poderoso sentimiento de culpa ( sense of guilt); sentimiento inconsciente derivado
del complejo de Edipo, que precedería y explicaría la propia comisión del hecho criminal
(causa del delito y no como resultado del delito). El pensamiento de FREUD tiene gran
interés parala Criminología porque aborda aspectos y dimensiones del hecho delictivo con
nuevas dimensiones
Para FREUD como todo acto humano el delictivo también tiene un sustrato y connotación
sexual profunda. La libido constituye la energía vital primaria del hombre, motor y
referencia obligada de su comportamiento. Pugnan en el individuo dos instintos
contrapuestos que polarizan su existencia: una fuerza positiva, básicamente sexual (el
eros).y una fuerza negativa, de destrucción (tánatos o instinto de muerte). La teoría
freudiana de la destructividad o agresividad innata del individuo instinto de agresión),
ofrece una sugestiva hipótesis explicativa de determinadas manifestaciones
delictivas violentas
La fijación a esta fase puede dar como resultado pasividad, credulidad, inmadurez y una
personalidad fácil de manipular. Los individuos cuya evolución sexual se detuvo en la etapa
oral, sería propensos a delitos de expresión verbal (injurias, difamación, etc.) y a conductas
como el alcoholismo (la boca es el centro del placer en este fase inicial del desarrollo de la
libido).
2. LA ANAL HASTA LOS 3 AÑOS.
En la etapa anal del desarrollo psicosexual, mueve desde el tracto digestivo superior al final
inferior y el ano. Durante la misma la formación del Yo continúa. La experiencia más
importante durante esta etapa es el entrenamiento en la higiene personal. Da como
resultado un conflicto entre el Ello, que demanda satisfacción inmediata de las pulsiones que
involucran la evacuación y las actividades relacionadas con ella (como el manipular las heces)
y las demandas de los padres. La resolución de este conflicto puede ser gradual y
no traumático, o intenso y tormentoso, dependiendo de los métodos que los padres usen
para manejar la situación. La solución ideal vendría si el niño trata de regularse y los padres
son moderados, para que el niño pueda aprender la importancia de la limpieza y el orden
gradualmente, los cuales dan lugar a una persona adulta controlada. Si los padres ponen
demasiado énfasis en la higiene personal mientras el niño decide acomodarse a ésta, se
puede dar lugar al desarrollo de un comportamiento compulsivo, extendiéndose a lo
concerniente con el orden y la pulcritud. Por otra parte, si el niño decide prestar atención a
las demandas de su Ello y los padres acceden a esto, el niño probablemente desarrolle una
personalidad tendiente al desorden e indulgente para consigo mismo. Si los padres
reaccionan, el infante debe cumplir, pero desarrollará un débil sentimiento de sí, ya que los
padres son los que controlan la situación, no su propio Yo.
Retención anal: Obsesión con la organización y pulcritud excesiva. Expulsividad anal:
Imprudencia, negligencia, rebeldía, desorganización, coprofilia Los que se fijaron en el
estadio anal, lo serían a delitos contra el patrimonio (la facilidad con que el ladrón gasta lo
que consiguió fácilmente se equipara al placer que obtiene el niño al defecar).
3. LA FÁLICA HASTA LOS 6 AÑOS.
El conflicto más importante de esta etapa es el llamado complejo de Edipo, nombre derivado
de Edipo, quien asesinó a su padre e involuntariamente durmió con su madre. Freud usa el
término Edipo para ambos sexos pero otros analistas propusieron un variante femenina
denominada “Complejo de Electra“. En un comienzo, para ambos sexos la primera fuente de
cuidados (al menos en la mayoría de las sociedades) y satisfacciones es la madre. A medida
de que los niños se desarrollan, sin embargo, comienza a formarse una identidad sexual y la
dinámica para varones y niñas se altera. Para ambos sexos, los padres devienen el foco de su
energía pulsional
Si el conflicto no es resuelto, una fijación a esta fase dará lugar a mujeres adultas que se
esfuerzan por superar a los hombres, si tiene sentimientos insoportables de devastación
debido a la falta de pene, lo harán siendo seductoras y coqueteando, o sino serán sumisas y
con baja autoestima. Por otro lado, los hombres pueden presentar excesiva ambición y
vanidad. En general, el Complejo de Edipo es muy importante para el desarrollo del Superyó
ya que a través de la identificación con uno de los padres, la moralidad es internalizada y la
conformidad a las reglas ya no es producto del miedo al castigo. Una pobre identificación
con el sexo opuesto puede desembocar en imprudencia y aún inmoralidad.
Los sujetos fálicos tienden a la comisión de delitos sexuales (incesto, violación, etc.) porque
no son capaces de orientar su capacidad sexual a la reproducción (etapa genital), sino al
placer propio.
4. LA DE LATENCIA HASTA LOS 12 AÑOS.
La pubertad y supone una atenuación del impulso sexual correlativo al desarrollo de las
normas morales llamadas a neutralizar los instintos primarios. El período de latencia está
caracterizado por una solidificación de los hábitos que el niño desarrolló en sus anteriores
etapas. A pesar de que el Conflicto de Edipo se resuelva (o no), las pulsiones del Ello no son
accesibles para el Yo durante esta etapa, ya que han sido reprimidas durante la etapa fálica.
A raíz de esto las pulsiones son vistas como inactivas y escondidas (latentes), y la
satisfacción que el niño recibe no es tan inmediata como lo era en las tres etapas previas.
Ahora el placer está más relacionado con el proceso secundario. La energía pulsional es re
direccionada a nuevas actividades, principalmente en relación a la escuela, hobbies y
amigos. De todos modos, pueden presentarse algunos problemas durante esta fase y
ocurren si se lleva a cabo una inadecuada represión del Conflicto de Edipo o si al Yo le
cuesta re direccionar las pulsiones hacia actividades aceptadas por el entorno social
5. LA GENITAL EN LA PUBERTAD.
Significa la plenitud sexual del individuo. Éste encuentra en la pareja su realización máxima,
así como la posibilidad de superar todos los complejos anteriores. La quinta y última etapa
del desarrollo psicosexual es la fase genital, la cual se prolonga desde la pubertad (doce
años aproximadamente) en adelante. En realidad continúa hasta que el desarrollo culmina,
que idealmente es a los dieciocho años cuando comienza la edad adulta. Esta fase
representa la mayor parte de la vida, y la tarea básica para que se constituya la
individualidad es el desapego a los padres. También es el momento en que se producen los
intentos individuales para resolver cuestiones de la temprana niñez. En esta fase el foco está
puesto nuevamente en los genitales, como en la fálica, pero esta vez la energía es expresada
desde la sexualidad adulta. Otra diferencia crucial entre estas dos etapas es que, mientras
en la fálica la gratificación está relacionada con la satisfacción de las pulsiones primarias, en
ésta, el Yo está ya bien desarrollado y utiliza el proceso secundario, que le permite una
satisfacción simbólica. Ésta última incluye el establecimiento de relaciones amorosas y la
posibilidad de formar una familia. También se aceptan las responsabilidades asociadas con
la adultez.
Muchos delincuentes jóvenes lo son, según FREUD, porque no han resuelto su problema
edípico. El individuo que no fue capaz de superar éste, experimenta una necesidad de
castigo con la que persigue también inconscientemente un alivio psíquico de su complejo de
Edipo por el odio a la figura paterna. El sentimiento de culpa induce al individuo a buscar la
pena, porque la necesita. No tiene que “matar” al padre, ya que muchos comportamientos
delictivos, por su contenido simbólico, expresan dicho odio a aquél y deben interpretarse
como “sustitutivos” del mismo. Porque el culpable busca el castigo inconscientemente
también comete errores en la ejecución del crimen, deja pistas a la autoridad para que
puedan descubrirle, siente la necesidad incontenible de regresar al lugar donde llevó a cabo
aquél, y por último, confiesa su culpa.
Junto al consciente había que concebir dos tipos de inconsciente, ambos inconscientes en el
sentido descriptivo, pero muy distintos en cuanto a su dinámica y al devenir de sus
contenidos: los del inconsciente propiamente dicho no podían llegar nunca a la conciencia,
mientras que los contenidos del otro, denominado por tal razón preconsciente, alcanzaban
la conciencia en ciertas condiciones, sobre todo después de pasar el control de una forma de
censura. Al preconsciente pertenece lo que, aun siendo todavía no consciente, puede traerse
al mundo de lo consciente) el inconsciente
La vida diaria, según FREUD, ofrece un caudal inagotable de síntomas de cuanto acontece en
el inconsciente. Los actos fallidos o los sueños abren pasos así a una sutil red de
simbolizaciones de alto valor interpretativo y terapéutico. El comportamiento criminal es
también un comportamiento pleno de sentido, de significado. Falsificar la firma del padre,
para FREUD por ejemplo representa la exteriorización de un deseo parricida inconsciente;
cometer un robo en casa habitada, la de un acto incestuoso con la propia madre, etc.
El súper yo: es una formación que se desprende del yo (durante la represión del Edipo)
introyectando la figura paterna. Capitaliza los valores morales inducidos socialmente a
través de la identificación con los padres. Sede de las fuerzas represivas que generan auto
crítica y culpabilidad (censor), actúa sobre el yo para que este inhiba los deseos más
intolerables. El súper yo se rige por el principio del deber. Normas morales y sociales.
El equilibrio de estas tres instancias asegura la estabilidad psíquica del individuo, sus
disfunciones, desajustes o faltas de sincronización y armonía, los diversos procesos
patológicos. Es lógico, por ello, que la doctrina psicoanalítica utilice como hipótesis
explicativa del delito la ausencia de súper- yo o bien de una mala estructuración del “yo”,
incapaz de controlar las fuerzas instintivas del “ello” y las exigencias sociales del “super-
yo”(neurosis).
La estructura dinámica del psiquismo conduce al concepto de neurosis, fundamental en la
teoría psicoanalítica; esto es, la afección psicógena cuyos síntomas son la expresión
simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto y
constituyen compromisos entre el deseo y la defensa.
Si buscarnos aspectos comunes en las variables que aparecen relacionadas con el delito,
encontraríamos que los sujetos con alta extraversión y/o con alto psicoticismo serian unas
personas impulsivas, arriesgadas y con una fuerte necesidad de estimulación necesaria para
conseguir una ejecución óptima en su vida cotidiana. Pensamos que los citados fenómenos
pudieron ser el centro, la parte fundamental que explicara la relación de las variables E y .P.
con la delincuencia.
Según esto, las personas con gran necesidad de estimulación para conseguir un rendimiento
óptimo debido a un bajo nivel de activación cortical, probablemente serían las más
propensas a las conductas antisociales que impliquen estimulación. Por ello —siempre a
juicio de PEREZ SANCHEZ— se ha podido detectar en todo tipo de personalidades
antisociales (tanto en psicópatas como en drogadictos o en individuos considerados
normales) una significativa necesidad de estimulación (hambre de estímulos). Necesidad, por
otra parte, más acusada en el varón, que en la mujer (en esta, las puntuaciones de las otras
variables relacionadas con la necesidad de estimulación y la conducta antisocial P y E, son
también menores que las del varón, como sus índices de criminalidad.
El modelo socio – biológico de Jeffery.
JEFFERY parte de la hipótesis de que el comportamiento delictivo, como cualquier otro
comportamiento, se aprende. De hecho, el autor asume un modelo
conductista skinneriano que rechaza la introspección como método de examinar la conducta
y llevar a cabo las oportunas inferencias. Pero el modelo de aprendizaje de JEFFERY tiene un
importante componente biológico- genético: es un modelo bio social. A su juicio, el código
biológico traza importantes diferencias entre unos individuos y otros en orden a la
capacidad de aprender en un ambiente dado.
El modelo de aprendizaje de JEFFERY descansa en el principio del aprendizaje operante
(desarrollado por skinner). La conducta operante es toda aquella conducta aprendida que
opera sobre el medio externo, que lo cambia o afecta.
El condicionamiento operante es un proceso de ejercer control sobre la conducta de un
organismo por medio de la aplicación de refuerzo, diferenciándose del condicionamiento
respondiente llamado clásico.
Un refuerzo puede ser positivo como una variedad de estímulo gratificante y agradable y el
deseo de repetir esa conducta. El refuerzo negativo se define como un estímulo
desagradable, cuya supresión o retiro después de la conducta emitida, intensifica o aumenta
dicha conducta.
El comportamiento criminal constituye una conducta “reforzada” (tanto por un refuerzo
positivo como negativo, una respuesta operante, mantenida por sus consecuencias, de
acuerdo con una compleja fórmula (código genético del individuo, experiencia personal del
mismo, condiciones biológicas y ambientales, anticipación por aquél de las consecuencias
futuras presumiblemente derivadas de sus actos, etc.).
La teoría del aprendizaje social señala tres requisitos para que las personas aprendan y
modelen su comportamiento: retención (recordar lo que uno ha observado), reproducción
(habilidad de reproducir la conducta) y motivación (una buena razón) para querer adoptar
esa conducta.
Sostiene que las personas no nacen con repertorios pre fabricados de conducta agresiva,
deben aprenderlos de una u otra manera. Las personas pueden adquirir estilos agresivos por
observación o por experiencia directa. Los factores biológicos y los psicológicos pueden
predisponer al individuo, pero la activación definitiva de las tendencias criminales, violentas,
se debe al entorno social, ambiental