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INTRODUCCION A LA BIBLIOTECOLOGIA Y A LAS CIENCIAS DE LA INFORMACION

Orígenes y evolución del documento

La evolución del documento se halla íntimamente ligada al soporte y al contenido.


El documento se originó con la aparición de las primeras criaturas que presentaron
vestigios de inteligencia y percepción de ideas. Por esto, se afirma que la historia del
documento es paralela a la historia de la propia humanidad.

Se constató que los primeros autores de documentos fueron los hombres del
período cuaternario quienes, mucho antes de la aparición de la escritura, dejaron sus
huellas grabadas en las cavernas.

Los asirios y los babilonios (2900 a..C) fueron los primeros en utilizar el
documento como medida de escritura. Estos pueblos emplearon tablillas de arcilla
cocida como soporte de la escritura cuneiforme. Dispusieron de importantes imperios
que defendieron la cultura del libro. Asurbanipal, un rey asirio aficionado a las letras y a
los libros, creó y reunió una importante colección de libros en su palacio de Nínive.

A partir del siglo VIII a.C., los arameos trajeron de oriente hasta Asiria el
pergamino y el papiro. De ésta manera, las tablillas de barro dejaron paso al papiro y al
pergamino, hasta llegar a desaparecer por completo dos siglos después del dominio
macedónico.

El papiro, fabricado con la médula del tallo de la planta acuática del mismo
nombre que se cultiva en el Delta del Nilo, se convirtió en el soporte por excelencia
para albergar la escritura. El libro egipcio tenía forma de rollo, se escribía por una sola
cara y se empleaban las columnas formando un rollo que se desenvolvía al leerlo. El
título se solía poner al final del texto. Para escribir se empleaba el cálamo, una especie
de caña afilada. La tinta se fabricaba de carbón vegetal, agua y goma. Era de gran
calidad. El papiro egipcio es considerado el primer libro ilustrado.

Pérgamo fue una ciudad que cultivó y trató las pieles de animales dedicadas a la
escritura, de ahí el nombre de pergamino o vitela, cuando la calidad de la piel es de un
animal mas joven. El pergamino se podía borrar, raspar y modificar para luego
reescribir; hoy en día se conservan algunos rollos de pergaminos cuya escritura original
fue borrada para utilizarlos nuevamente, lo que se conoce con el nombre de
palimpsesto. El pergamino se utilizó como rollo, pero su flexibilidad era menor que la
del papiro y fue sustituido por el códex.

En Grecia, la materia prima para los libros fueron las pieles curtidas de ovejas y
vacas, que resultaban más fáciles de obtener que el papiro, pues éste había que
importarlo. Otro soporte que emplearon los griegos fue la óstraca, es decir, pequeños
pedazos de cerámica que reutilizaron en textos cortos. Los griegos empleaban el
documento fundamentalmente como un símbolo de constatación de hechos e imágenes.

El punto culminante de la evolución del documento se halla con la invención del


papel, que los árabes trajeron desde China a Persia y lo introdujeron en Europa, donde
su uso se extendió. La invención del papel se atribuye al chino T´sai Lung, quien lo
fabricó con cortezas vegetales y restos de tejidos de algodón. Recién siete siglos
después fue conocido en Occidente.

Durante la Edad Media, se empleó el códex. El códex o manuscrito hace


referencia al libro copiado directamente a mano, compuesto por un conjunto de láminas
de cualquier material, unidas entre sí por el margen interno mediante anillas metálicas o
tiras de cuero y, generalmente, protegidas por unas tapas cubiertas.

Una vez que el códice se impuso como modelo librarlo, fue adoptando poco a
poco la forma rectangular, respetándose una relación de proporciones entre las dos
dimensiones (altura y anchura). La búsqueda de una superficie externa armónica y
equilibrada denota una preocupación de índole estética. Esta misma inquietud se refleja
en el interior del códice a través del modo de disponer la escritura (en dos columnas).

A fines del siglo XV, gracias a la invención de la imprenta, atribuida a Johann


Gutenberg, el libro ganó difusión. Los siglos XVI y XVII aportaron importantes
impresores como Manuncio, Estienne o Cristóbal Plantino, quiénes hicieron de la
composición del libro un arte. También se incluyeron mejoras en el papel y en las tintas.
El siglo XVIII ofreció la creación de las Bibliotecas Nacionales como centros de saber,
si bien tienen su origen en Bibliotecas Reales que ya disponían de importantes fondos.
Apareció también el papel continuo en el siglo XIX y una serie de inventos en el siglo
XX como la linotipia o el fotograbado.

Con el avance de las nuevas tecnologías y de las diversas formas de


exteriorizar los pensamientos y el conocimiento, el documento va tomando otras
formas.

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