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LENGUAJE Y CATEGORÍAS
EN LA HERMENÉUTICA
FILOSÓFICA
BIBLIOTECA NUEVA
grupo editorial
siglo veintiuno
siglo xxi editores, s. a. de c. v. siglo xxi editores, s. a.
CERRO DEL AGUA, 248, ROMERO DE TERREROS, GUATEMALA, 4824,
04310, MÉXICO, DF C 1425 BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.mx www.sigloxxieditores.com.ar
ISBN: 978-84-9940-397-7
Edición digital
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu-
ción, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los
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tutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El Centro Es-
pañol de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.
ÍNDICE
Presentación, Ramón Rodríguez .................................................. 13
Primera parte
EL PLANTEAMIENTO FENOMENOLÓGICO
Segunda parte
LA HERMENÉUTICA DE LA FACTICIDAD
Y SU CONTEXTO
Ramón Rodríguez
Primera parte
EL PLANTEAMIENTO FENOMENOLÓGICO
Fenomenología o hermenéutica.
Un intento para comprender un afán común
dentro del movimiento fenomenológico
desde su práctica hermenéutica
Jean Grondin
Universidad de Montreal
FENOMENOLOGÍA O HERMENÉUTICA
1
J. Benoist, «Heidegger, les sens du sens et l’illusion herméneutique», en M.
Caron (ed.), Heidegger, París, Cerf, 2006, págs. 329-360.
2
J.-F. Courtine, La cause de la phénoménologie, París, PUF, 2007.
3
J.-F. Courtine, «Présentation. La question de l’être aujourd’hui», en Revue de
métaphysique et de morale, 2006/4, núm. 52, pág. 429.
Fenomenología o hermenéutica. Un intento para comprender... 23
TEORÍA Y PRÁCTICA
4
H. Spiegelberg, The Phenomenological Movement. A Historical Introduction,
3.ª ed., The Hague, Boston y Londres, Nijhoff, 1982. En Alemania la obra funda-
mental sobre este asunto es la de F.-W. von Herrmann, Hermeneutik und Reflexion.
Der Begriff der Phänomenologie bei Heidegger und Husserl, Fráncfort del Meno,
Klostermann, 2000.
5
P. Ricoeur, À l’école de la phénoménologie, París, Vrin, 1986, pág. 9.
24 Jean Grondin
6
Hua III, 51, § 24 («El principio de todos los principios»): «Pero basta de
teorías absurdas. No hay teoría concebible capaz de hacernos errar en punto al
principio de todos los principios: que toda intuición en que se da algo originariamente
es un fundamento de derecho del conocimiento; que todo lo que se nos brinda origina-
riamente (por decirlo así, en su realidad corpórea) en la «intuición», hay que tomarlo
simplemente como se da, pero también solo dentro de los límites en que se da. Vemos
con evidencia, en efecto, que ninguna teoría podría sacar su propia verdad sino de
los datos originarios».
26 Jean Grondin
7
Veáse mi trabajo sobre «La phénoménologie raturée», en mi libro Le tournant
herméneutique de la phénoménologie, París, PUF, 2003, págs. 119-128.
8
H.-G. Gadamer, «Vom Anfang des Denkens», en sus Gesammelte Werke, Band
3, Tubinga, Mohr Siebeck, 1987, pág. 389; trad. esp. Los caminos de Heidegger,
Barcelona, Herder, 2002, págs. 246-247: «En aquel tiempo en Marburgo estuvi-
mos tan impresionados por Heidegger que nos parecía como un Aristóteles redivi-
vus que estaba conduciendo la metafísica a nuevos caminos ya que partía de la Re-
tórica y de la Ética a Nicómaco para formular sus propias experiencias y para con-
cretizar a partir de estas a Aristóteles. Fue un acceso nuevo a Aristóteles y sin duda
el único que se ofrecía si se tomaba realmente en serio el «significado de ejecución»
(Vollzugssinn)».
Fenomenología o hermenéutica. Un intento para comprender... 27
EL GIRO HERMENÉUTICO
DE LA FENOMENOLOGÍA
Se ha escrito mucho sobre este giro. Todavía algunas personas lo
rechazan, especialmente en Francia, como hemos visto. Quizás se deba
a una concepción excesivamente teorética de la fenomenología y de la
hermenéutica, ¡olvidando que en ambos casos se trata de una práctica!
Olvidan que este viraje ya se realiza en Husserl y Heidegger. En el
fondo se trata de una cosa sencilla: el cuidado de la interpretación o de
la intención en relación con los fenómenos y nuestro acceso a ellos.
Digo que ya se encuentra en Husserl por varias razones.
1) La primera es que, cuando Husserl habla de un «vuelta a las
cosas mismas», lo hace siempre —apenas ha sido subrayado— en un
contexto hermenéutico, superhermenéutico. En las Logische Untersu-
chungen, de hecho, presenta su sentencia «Zu den Sachen selbst» como
una vuelta desde las palabras hasta las cosas que las animan:
No queremos de ninguna manera darnos por satisfechos con
«meras palabras», esto es, con una comprensión verbal meramen-
te simbólica, como la que tenemos por de pronto en nuestras
reflexiones acerca del sentido de las leyes establecidas en la lógica
pura sobre «conceptos», «juicios», «verdades», etc., con sus múlti-
ples particularizaciones. No pueden satisfacernos significaciones
que toman vida —cuando la toman— de intuiciones remotas,
confusas, impropias. Queremos retroceder a las «cosas mismas»9.
9
Logische Untersuchungen, Zweiter Band: Untersuchungen zur Phänomenologie
und Theorie der Erkenntnis, Hua XIX/1, La Haye, M. Nijhoff, pág. 10. Voir mon
28 Jean Grondin
13
R. Rodríguez, La transformación hermenéutica de la fenomenología, Madrid,
Tecnos, 1997.
30 Jean Grondin
14
Esta es la misma crítica que Derrida hará más tarde de Heidegger.
Fenomenología o hermenéutica. Un intento para comprender... 33
15
Aludo al capítulo de Verdad y método (Salamanca, Sígueme, 2003, pági-
nas 305-330): «Superación del planteamiento epistemológico en la investigación
fenomenológica».
34 Jean Grondin
16
Véase mi trabajo «Heideggers und Gadamers Konzeption der hermeneutischen
Wende der Philosophie – Ein Vergleich mit Blick auf Dilthey», en G. Kühne-Bertram
y F. Rodi (ed.), Dilthey und die hermeneutische Wende, Gotinga, Vandenhoeck &
Ruprecht, 2008, págs. 109-118.
17
H.-G. Gadamer, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, décima edición,
2003, pág. 20 (Gesammelte Werke, Bd. 2, 447: «Bedarf es einer Begründung dessen,
was uns immer schon trägt»).
Fenomenología o hermenéutica. Un intento para comprender... 35
18
Especialmente en su ensayo «Pour une phénoménologie herméneutique», en
su libro Du texte à l’action. Essais d’herméneutique II, París, Seuil, 1986, págs. 55-74.
36 Jean Grondin
nología del Yo. Los caminos directos no son los que necesariamente
nos conducen más lejos. Ahora bien, ¿en qué consiste la fidelidad de
su hermenéutica a la fenomenología? Podríamos responder que, al
igual que Heidegger, critica duramente las construcciones de la feno-
menología eidética e idealista de Husserl con el fin de (re)descubrir
el fenómeno de los fenómenos, el de la interpretación o el de las
interpretaciones. De este modo se desvela la interpretación como la
fundadora de nuestra identidad narrativa.
CONCLUSIÓN
¿Fenomenología o hermenéutica? Por lo dicho, se entiende que
no concibo una alternativa entre ellas y, si uno entiende bien la tarea
y, por supuesto, la historia del «método fenomenológico», no creo
que esta pregunta pueda ni deba resolverse en una oposición.
La fenomenología de Husserl ya es hermenéutica, a pesar de que
apenas use dicha palabra, a la que Heidegger otorgará una nueva
relevancia: para Husserl hay que volver desde las meras palabras has-
ta las cosas mismas, dadas en una intuición viva; por ello, hay que
destruir las construcciones teoréticas (tanto del psicologismo como
del naturalismo) a fin de explorar la intención «proto-hermenéutica»
de la conciencia, ubicándola —si uno quiere fundamentar las cien-
cias— en continuidad con nuestro mundo de la vida.
Aunque Heidegger critique duramente a Husserl por no ser su-
ficientemente fenomenólogo, retoma la palabra fenomenología. Lo
critica con sus propias armas: hay que volver a las cosas sin dejarse
dominar por una conceptualidad (Begrifflichkeit) heredada de la tra-
dición ontológica, y posiblemente ocultadora. Este último es un
motivo husserliano. Ciertamente, Heidegger defiende —colindan-
do con una praxis hermenéutica— una concepción más destructiva
de la fenomenología que su obra Ser y tiempo se encargará de radica-
lizar: para acudir a los fenómenos ocultados y a sus raíces hay que
destruir los ocultamientos. También en este caso se trata de llegar a
los fenómenos a partir de las palabras que han dejado de hablar y
que esconden el fenómeno decisivo, el del Ser.
Gadamer y Ricoeur se convierten así en los herederos del pro-
grama de una fenomenológica hermeneutizada. Sus motivos no son
los mismos, como tampoco son exactamente los de Husserl y Hei-
degger, pero permanecen fieles a la práctica de la fenomenología:
Gadamer propone un giro fenomenológico de la hermenéutica
cuando la exhorta a desprenderse de su pronunciado metodologis-
Fenomenología o hermenéutica. Un intento para comprender... 37
1
Al respecto, véase el estudio del Profesor Ramón Rodríguez, «La idea de una
interpretación fenomenológica», en Félix Duque (ed.), Heidegger. Sendas que vie-
nen, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 2008, págs. 173-204.
40 François Jaran
2
Véase Karl Schuhmann (ed.), Husserl-Chronik. Denk- und Lebensweg Ed-
mund Husserls, La Haya, Martinus Nijhoff, 1977, pág. 89.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 41
3
Erste Philosophie. Erster Teil: Kritische Ideeengeschichte, Hua VII, pág. 7.
4
Briefwechsel zwischen Wilhelm Dilthey und dem Grafen Paul Yorck von War-
tenburg 1877-1897, Halle a. d. S., Niemeyer, 1923, pág. 251; (reprise) Hildesheim,
Georg Olms Verlag, 1974.
5
Sein und Zeit (SZ), Tubinga, Niemeyer, 182001, pág. 22.
42 François Jaran
6
Ibíd., pág. 39.
7
GA 24, pág. 32.
8
Briefwechsel, VI: Philosophenbriefe, La Haya, Martinus Nijhoff, 1994, pá-
ginas 283-284.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 43
LA REPETICIÓN EN HEIDEGGER
El destino del proyecto que Heidegger presentó en 1927 bajo el
título de ontología fundamental está intrínsecamente ligado al de una
destrucción fenomenológica. Escribe Heidegger que la pregunta por
el ser no puede encontrar su «respuesta concreta» sin que sea «con-
quistada la transparencia de su historia»10. Aunque emplee el térmi-
no «destrucción» para evocar esta tarea de la filosofía, no se trata en
absoluto de un rechazo o de una devastación del pasado filosófico.
Tiene más bien que ver con una «apropiación positiva del pasado»,
9
Briefwechsel, III: Die Göttinger Schule, pág. 309.
10
SZ, págs. 19 y 22.
44 François Jaran
11
Ibíd., pág. 22.
12
Ibíd.
13
Einführung in die phänomenologische Forschung, GA 17, pág. 118.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 45
14
Metaphysische Anfangsgründe der Logik im Ausgang von Leibniz, GA 26,
pág. 197.
15
Lo mismo sostiene Heidegger en cuanto a la renovación del pensamiento de
Hegel en su conferencia Hegel und das Problem der Metaphysik de 1930: «Nuestra
explicación con Hegel va en contra de toda suerte de hegelianismo; no podría ser de
otra forma, ya que todo filósofo se ahoga y se vacía de su fuerza cuando —de una
forma u otra— se le renueva», en H. France-Lanord y F. Midal (eds), La fête de la
pensée. Hommage à François Fédier, París, Lettrage Distribution, 2001, pág. 18.
46 François Jaran
LA REPETICIÓN EN HUSSERL
Esto es, grosso modo, cómo caracteriza Heidegger, en los años
1920, su diálogo con la tradición que, a su vez, constituye una parte
fundamental de su comprensión de la tarea filosófica como tal. Si se
suele considerar que su relación con la historia es lo que distingue
precisamente su fenomenología de la husserliana, se olvida a menu-
do que en el año del Kantbuch (1929), Husserl publicó las Cartesia-
nische Meditationen, es decir, una introducción a la fenomenología
que establece un diálogo muy fecundo con el pasado de la filosofía.
Este texto se presenta, de hecho, como una repetición explícita de
una filosofía perteneciente al pasado, la de las Meditaciones de prima
philosophia de Descartes. Aquí Husserl reconoce, como ya lo había
hecho, la aportación de Descartes a su fenomenología, pero además,
instaura una relación con el pensamiento cartesiano que va más allá
del homenaje. Husserl escribe en la introducción:
Los nuevos impulsos que la fenomenología recibió, los debe
a René Descartes, el mayor pensador de Francia. Gracias al estu-
dio de las Meditaciones, la fenomenología naciente se ha transfor-
mado en un nuevo tipo de filosofía trascendental. Casi podría-
mos llamarla un neo-cartesianismo, aunque estuvo obligada a
16
Kant und das Problem der Metaphysik, GA 3, pág. 204.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 47
17
Cartesianische Meditationen und Pariser Vorträge, Hua I, pág. 43.
18
Ibíd., pág. 47.
19
Ibíd., pág. 48.
20
Ibíd.
48 François Jaran
21
Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale Phänome-
nologie. Eine Einleitung in die phänomenologische Philosophie, Hua VI, págs. 12-13.
22
Ibíd., pág. 16.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 49
23
Ibíd., pág. 510.
24
SZ, pág. 22.
25
Ibíd.
50 François Jaran
26
Hua VI, pág. 73.
27
En un texto de 1937, Husserl incluso llegó a decir que «la introducción a las
Ideen conserva su derecho, pero considero ahora el camino histórico como más
fundamental y más sistemático», Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die
transzendentale Phänomenologie. Ergänzungsband. Texte aus dem Nachlass (1934-
1937), Hua XXIX, pág. 426.
28
SZ, pág. 1.
29
Ibíd.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 51
30
Lo mismo dice Kant en la Crítica de la razón pura a propósito de una «crisis
de la metafísica». No solo se trata de que la metafísica haya caído en la desolación,
sino sobre todo de que dicha desolación no esté preocupando a nadie.
31
Hua VI, pág. 379.
32
Ibíd.
52 François Jaran
33
Apareció por primera vez en la Revue internationale de Philosophie (1939/1,
págs. 203-225). La versión definitiva fue editada por Walter Biemel como Beilage
III del tomo VI de la Husserliana.
34
Hua VI, pág. 498.
35
El término Abbau desapareció en Sein und Zeit, pero Heidegger lo seguía
utilizando en sus lecciones (véanse, por ejemplo, GA 24, pág. 31 y GA 26, pág. 27).
En su artículo «Phenomenological Deconstruction: Husserl’s Method of Abbau», J.
Claude Evans hace coincidir la emergencia del vocabulario del «desmantelamiento»
en Husserl y en Heidegger (hacia 1921), pero sostiene que los dos lo emplean de
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 53
HISTORICISMO E HISTORICIDAD
TRASCENDENTAL
Si Heidegger fundamenta su concepto de historicidad sobre la
facticidad del Dasein, Husserl prefiere apoyar el suyo sobre algo más
sólido. Así, Husserl sigue de algún modo el camino de los neokan-
tianos en la medida en que se protegían contra la amenaza del rela-
tivismo histórico invocando una entidad situada en un nivel supra-
histórico. Pero Husserl no sentará su reflexión sobre valores trascen-
dentales. Hablará en un sentido algo hegeliano de una historicidad
trascendental y universal. La filosofía no tiene solamente una histo-
ria factual que podamos escribir empíricamente. Tiene también una
historia trascendental que acontece en el nivel de las idealidades ló-
gicas.
La verdadera historia, considera Husserl, no tiene lugar en la
actividad efectiva de los filósofos, sino más bien al nivel del sentido
o de la formación del sentido. Una «auténtica historia de la filoso-
fía», escribe Husserl, no puede ser una Tatsachengeschichte —una
historia de hechos— que intentaría compilar acontecimientos.
La historia verdadera, escribe, «trata más bien de «reconducir» las
formaciones históricas de sentido dadas en el presente [...] hacia la
dimensión disimulada de las evidencias originarias que las
fundamentan»36. La historia de la filosofía husserliana consiste en
un trabajo sobre la formación de los conceptos, un trabajo llevado a
cabo al nivel conceptual. Y esto se hace a partir de las formaciones
forma independiente. Un nuevo estudio sobre el uso husserliano del término Abbau
se hace necesario hoy con la publicación de nuevos tomos de la Husserliana en los
cuales Husserl lo utiliza a menudo, especialmente Die Lebenswelt. Auslegungen der
vorgegeben Welt und ihrer Konstitution. Texte aus dem Nachlaß (1916-1937) (Hua
XXXIX, 2008), Einleitung in die Ethik. Vorlesungen Sommersemester 1920 und 1924
(Hua XXXVII, 2004) y Späte Texte über Zeitkonstitution (1929-1934) (Hua Mate-
rialienband VIII, 2006).
36
Hua VI, pág. 381.
54 François Jaran
37
Ibíd., pág. 382.
38
Ibíd.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 55
CONCLUSIÓN
No quiero concluir intentando mostrar cómo Husserl habría
cedido, al final de su obra y quizás bajo la presión de algunos de sus
asistentes (Ludwig Landgrebe, Eugen Fink, etc.), a la comprensión
heideggeriana del trabajo filosófico. No quiero hacerlo porque,
como es bien sabido, a Husserl no le interesaba toda esa «profundi-
dad» heideggeriana y porque Heidegger no era en absoluto el único
en considerar que la filosofía se debía hacer de forma sistemático-
histórica. Obviamente, el parecido con la destrucción fenomenoló-
gica heideggeriana es importante. Pero pudo haber otras fuentes: el
neokantismo de Windelband y de Rickert, algunos textos de Max
Scheler y, más allá de todos ellos, la obra de Wilhelm Dilthey. Pero
sorprendentemente, cuando Husserl expone su método histórico en
los textos de la Krisis, no se reconoce ningún enlace con estos pensa-
dores y, además, afirma ser el primero en concebir la filosofía como
una tarea histórica. Husserl sostiene que nadie antes que él pensó en
esta «retrorreferencia histórica»39.
Cada uno por su cuenta, Husserl y Heidegger han convertido la
fenomenología en una filosofía histórica. Los dos coinciden en que
la fenomenología no puede entender su propia tarea si no repara en
39
Hua VI, pág. 379.
Reactivación y repetición. La fenomenología frente a la historia... 57
INTRODUCCIÓN
En este texto pretendo reflexionar acerca del concepto de «tipo»
y «apercepción típica» en el contexto de la fenomenología husserlia-
na. En primer lugar, dedicaré un parágrafo al esquematismo trascen-
dental kantiano para poner de manifiesto cómo la imaginación jue-
ga en la obra de Kant un papel decisivo a la hora de pensar la rela-
ción entre sensibilidad y entendimiento. Recorriendo brevemente
algunos de los textos dedicados a la doctrina del esquematismo,
emergerán algunas de las dificultades que Kant encontró para dilu-
cidar satisfactoriamente el lugar de la imaginación en el conoci-
miento.
En el segundo punto afrontaremos directamente el concepto de
«apercepción típica». Aunque este se remonta de algún modo a la
problemática kantiana, sin embargo, intenta superar su formalismo
en un terreno propiamente fenomenológico. En este mismo pará-
grafo, esclareceremos la relación entre la tipicidad de la experiencia
y la constitución de diferentes generalidades.
Teniendo en cuenta que Husserl pretende pensar de un modo
congruente el problema clásico de la relación entre sensibilidad y
entendimiento, en el tercer punto nos preguntaremos acerca del ori-
gen de la experiencia: ¿Requiere la apercepción típica algún tipo de
60 Ignacio de los Reyes Melero
1
Véase, D. Lohmar, Phänomenologie der schwachen Phantasie, Dordrecht,
Springer, 2008, págs. 103-119.
2
«O bien es la experiencia la que hace posibles estos conceptos [los conceptos
puros del entendimiento], o bien son estos conceptos los que hacen posible la ex-
periencia. Lo primero no ocurre, por lo que hace a las categorías (ni por lo que hace
a la intuición pura sensible), ya que ellas son conceptos a priori y, por ello mismo,
independientes de la experiencia (sostener que tienen un origen empírico sería una
especie de generatio aequivoca). Consiguientemente, nos queda solo la otra alterna-
tiva (un sistema, por así decirlo, de epigénesis de la razón pura), a saber, que las ca-
tegorías contengan, desde el entendimiento, las bases que posibiliten toda la expe-
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 61
riencia en general» (I. Kant, Kritik der reinen Vernunft (KrV), B166-167). Los textos
en español de la Crítica de la razón pura que aquí utilizaremos han sido tomados de
la traducción de P. Ribas, Crítica de la razón pura, Madrid, Santillana, 2003.
3
KrV, A 138/B 177.
4
Ibíd., A 141/B 180.
5
I. Kant, Kritik der Urteilskraft, 254 (ed. española: Crítica del juicio, Madrid,
Espasa-Calpe, 1977, pág. 260; trad. de M. García Morente).
62 Ignacio de los Reyes Melero
6
«Los esquemas no son, pues, más que determinaciones del tiempo realizadas a
priori según reglas que, según el orden de las categorías, se refieren a los siguientes
aspectos del tiempo: serie, contenido, orden y, finalmente, conjunto, en relación todos
ellos con la totalidad de los objetos posibles» (KrV, A 145/B 184-185).
7
Ya en la Crítica de la razón pura Kant reconoce la tensión difícil de anular
entre el ejemplo (en este caso, la imagen particular de un triángulo) y lo universal:
«Ninguna imagen de un triángulo se adecuaría jamás al concepto de triángulo en
general. En efecto, la imagen no alcanzaría la universalidad conceptual que hace
que el concepto sea válido en relación con todos los triángulos (...). El esquema del
triángulo no puede existir más que en el pensamiento» (KrV, A 141/B 180).
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 63
8
D. Cairns, Conversations with Husserl and Fink, The Hague, Martinus Ni-
jhoff, 1976, pág. 22: «Kant, particularly where he is dealing with the Einbildungs-
kraft («imaginative faculty») is working at problems of phenomenological signifi-
cance, although he is involved in a «falsche Logifizierung» «false logicizing» and is
not quite clear».
9
KrV, A 141/B 181.
10
E. Husserl, Erfahrung und Urteil, Hamburgo, Felix Meiner Verlag, 1999,
página 398: «Zuvor sind noch wichtige Unterscheidungen im Bereich der empiris-
64 Ignacio de los Reyes Melero
chen Allgemeinheiten zu machen; vor allem ist der Weg noch genauer ins Auge zu
fassen, der von den passiv vorkonstituierten Typisierungen zu den empirischen
Begriffen führt, und zwar zu empirischen Begriffen nicht nur im Sinne von Begri-
ffen des Alltags, sondern auf höherer Stufe zu den Begriffen der empirischen Wis-
senschaften».
11
Ibíd., pág. 386: «Assoziative Gleichheitsbeziehungen bestehen ja auch zwis-
chen dem in einer gegenwärtigen Wahrnehmung Selbstgegebenen und mehr oder
minder dunkel Erinnertem, und sie begründen die typischen Bekanntheitscha-
raktere, durch die die empirischen Typen vorkonstituiert sind».
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 65
12
R. Sokolowski, Husserlian Meditations: How Words Present Things, Evaston,
Northwestern University Press, 1974, § 23 (Concept and essence), pág. 70: «Gran-
ted this distinction between essence and concept in regard to focus, what sort of
affinity is there between the two? It is the same affinity that exists between the on-
tological domain and the apophantic domain generally. The concept is the essence
as supposed, and intentions which involve concepts aim, teleologically, at the regis-
tration of essences as their fulfillment. A regards terminology, we might say the
concept “reflects” the essence, or that it “mirrors” or “pictures” the essence, or that the
two are correlated».
13
Ibíd., pág. 399: «sehen wir einen Hund, so sehen wir sofort sein weiteres
Gehaben voraus, seine typische Art zu fressen, zu spielen, zu laufen, zu springen
usw.».
66 Ignacio de los Reyes Melero
14
Véase E. Husserl, Erfahrung und Urteil, ob. cit., pág. 402: «Wie z. B. die
Zugehörigkeit des “Walfisch” genannten Tieres zur Klasse der Säugetiere durch die
äußere Analogie, die es in seiner Lebensweise mit den Fischen hat, verdeckt wird,
was sich schon in der sprachlichen Bezeichnung ankündigt. Wir sprechen in sol-
chen Fällen von außerwesentlichen Typen».
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 67
15
M. Heidegger, GA 56/57, Zur Bestimmung der Philosophie. (KSN 1919),
pág. 13: «In der vorphilosophischen Verwendung des Wortes kann es soviel bedeu-
ten wie: dunkle Vorstellung, nebelhafte Ahnung, ein noch nicht zur Klarheit ge-
kommener Gedanke; bezüglich der in der Idee gemeinten Gegenstände herrscht
keine Gewißheit, kein begründetes, eindeutiges Wissen von dem inhaltlichen
Was».
68 Ignacio de los Reyes Melero
16
E. Husserl, Hua III, Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenolo-
gischen Philosophie. Erstes Buch: Allgemeine Einführung in die reine Phänomenologie,
§ 74.
17
Ibíd., pág. 138: «[Der Geometer interessiert sich nicht für die faktischen
sinnlich-anschaulichen Gestalten, wie es der deskriptive Naturforscher tut. Er bil-
det nicht wie dieser morphologische Begriffe von vagen Gestalt-Typen, die auf
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 69
Grund der sinnlichen Anschauung direkt erfaßt und vage, wie sie sind, begrifflich,
bzw. terminologisch fixiert werden]. Die Vagheit der Begriffe, der Umstand, daß
sie fließende Spharen der Anwendung haben, ist kein ihnen anzuheftender Makel;
denn für die Erkenntnissphare, der sie dienen, sind sie schlechthin unentbehrlich,
bzw. in ihr sind sie die einzig berechtigten».
18
E. Husserl, Erfahrung und Urteil, ob. cit., pág. 426: «Gemäß ihrem metho-
dischen Ursprung aus freier Variation und konsequenter Ausschaltung aller Set-
zungen wirklichen Seins kann die reine Allgemeinheit natürlich keinen Umfang
von Tatsachen, von empirischen Wirklichkeiten haben, die sie binden, sondern nur
einen Umfang von reinen Möglichkeiten».
19
Ibíd., pág. 432: «wie wir schon bei der empirischen Allgemeinheit einen
Stufenbau feststellen konnten, von niederen Allgemeinheiten aufsteigend zu im-
mer höheren, so gilt das natürlich auch für die reinen Allgemeinheiten».
70 Ignacio de los Reyes Melero
EREIGNISTYPEN. EL PROBLEMA
DEL INICIO DE LA EXPERIENCIA
Según Lohmar, a la teoría de los tipos de Husserl se le presenta
la misma dificultad a la que se había enfrentado la filosofía kantiana:
si el juicio posibilita la experiencia y esta no es nada sin el juicio, ¿de
dónde extrae este sus conceptos y sobre qué se asienta? Frente a la
solución kantiana de contar con conceptos puros del entendimien-
to, Husserl tiende a pensar que el juicio propiamente dicho (el juicio
de la experiencia predicativa) no es el origen de la experiencia, sino
20
Véase Hua XIX/1, § 17.
21
Véase Hua III, pág. 19: «El tener conciencia de una necesidad, o, más exac-
tamente, el juzgar como fenómeno de conciencia en que una relación se presenta
como caso especial de una universalidad eidética, se llama apodíctico; el juicio mis-
mo, o la proposición, consecuencia apodíctica (o, también, apodícticamente «nece-
saria») del juicio universal a que se refiere». [«Das Bewußtsein einer Notwendigkeit,
näher, ein Urteilsbewußtsein, in dem ein Sachverhalt als Besonderung einer eide-
tischen Allgemeinheit bewußt ist, heißt ein apodiktisches, das Urteil selbst, der
Satz, apodiktische (auch apodiktisch-“notwendige”) Folge des allgemeinen, auf den
er bezogen ist»].
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 71
22
D. Lohmar, Phänomenologie der schwachen Phantasie, ob. cit., pág. 134:
«Die Erfahrungsgeschichte fast jedes Menschen beginnt mit verbundenen Empfin-
dungen, wie dem charakteristischen Geschmack der Muttermilch und der damit
regelmäßig verbundenen Wärme dieser Milch».
23
En una ocasión Husserl se refiere a la Ur-intentionalität en términos de
«Phänomenologie der Instinkte» (Fenomenología de los instintos) que según el plan
que ofrece abarcaría cuestiones relativas a la a las cinestesias, a la fenomenología de la
asociación originaria, etc. Véase E. Husserl, Hua XV, Zur Phänomenologie der Inter-
subjektivität. Texte aus dem Nachlaß. Dritter Teil (1929-1935), pág. XXXIX.
72 Ignacio de los Reyes Melero
24
E. Husserl, Hua XXXIX, Die Lebenswelt, Nr. 43. pág. 466: «[Das Problem
des Anfangs der (primordialen) Subjektivität. Anfangende Affektion als instinkti-
ve.] Methode der Rekonstruktion (zur Methode transzendentalästhetischer Ausle-
gung)».
25
Ibíd., pág. 480: «Diese Klärung in der Leitung von außen, im Ausgang von
den außenweltlich erscheinenden Tieren und Säuglingen, ist natürlich nur durch
intentionale Innenanalyse in der Einfühlung und in der intentionalen Befragung
meines Ego nach seiner ersten Ursprungskonstitution seiner Menschlichkeit zu
gewinnen. Beiderseits bedarf man einer Rekonstruktion von solchem (aber eine
evident wesensmäßige), was nicht direkt erfahren und erfahrbar ist; und die origi-
nale Form der fraglichen Wesensstücke, der zu rekonstruierenden, ist natürlich die
primordiale. Hier ist die große Frage die nach der Methode der indirekten Kons-
truktion, aber doch Rekonstruktion eines Reiches unerfahrbarer Konstitution».
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 73
26
Ibíd., págs. 476-477: «Aber es ist sehr schwer, diesem Problem der richtun-
ggebenden Voraussetzungen der Konstitution, gewissermaßen dem der Urmateria-
lien, mit denen sie immer schon operiert und die genetisch-ursprünglich schon
vorangehen, methodisch beizukommen, also zu wirklicher auf- und nachweisender
Analyse zu kommen. Natürlich kann hier die äußere Beobachtung an anderen, an
Erwachsenen, dann an Kindern, Säuglingen etc. Andeutungen geben; wir waren ja
selbst, erinnerungsmäßig, Kinder und haben uns entwickelt. [...] Das Ego im
Uranfang (der Urgeburt) ist schon Ich gerichteter Instinkte».
74 Ignacio de los Reyes Melero
LA TENDENCIA A LA CONCORDANCIA
27
Ibíd., págs. 474-475: «Das Ich des konstitutiven Anfangs ist kein leerer Ich-
Pol und der Anfang der Affektion ist nicht völlig unbestimmt, es ist schon Instinkt-
Affektion. Das Erste der „Ich«-Intention (Zuwendung) und Erfüllung ist die in der
mütterlichen Lebensgeborgenheit, und nicht etwa ein Knall schlechthin etc. Und
so ist damit auch die Konstitution der ersten Umwelt von da aus geregelt».
28
Ibíd., pág. 483: «Das Affizierende ist noch nicht in der Form eines Etwas,
eines bekannt werdenden Seienden, oder ein Ziel der Kenntnisnahme, etwas Ken-
nenzulernendes, obschon damit der ursprüngliche Weg beginnt zum Etwas und
zum Ursprung einer Kenntnisnahme und erworbenen Kenntnis».
29
Véase D. Welton, The other Husserl: The Horizons of transcendental Phenome-
nology, Bloomington, Indiana University Press, 2000.
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 75
30
D. Lohmar, Phänomenologie der schwachen Phantasie, ob. cit., págs. 146-156.
31
Véase p. ej.: E. Husserl, Hua XXXIX, Die Lebenswelt, pág. 340: «Innerhalb
unserer Lebenswelt haben wir in doxischer Hinsicht (in Hinsicht auf Sein und
Nichtsein) Einstimmigkeit und Streit; aber der Streit ist jeweils auszugleichen
durch eine auf dem immer schon hergestellten Boden der Einstimmigkeit durch
zusammenstimmende Erfahrung und Induktion sich gemeinsam ergebende Wahr-
heit».
76 Ignacio de los Reyes Melero
32
D. Cairns, Conversations, ob. cit., pág. 35: «The whole of life and the activi-
ty of self-constitution and the constitution of objects, is guided by a telos, is direc-
ted toward the achievement of consistency or harmony».
33
Ibíd., págs. 35-36: «In the individual, Ehrlichkeit “honesty” is a characteris-
tic of this self-consistency. Acts of all sorts that I cannot affirm genuinely are une-
thical. This is applicable not merely to the individual but also to society. The har-
mony of monads is something to be striven towards. I must be able to affirm the
acts of others as well as my own acts. [...] There are various levels of Einstimmigkeit
(harmony). The ultimate goal may be called Seeligkeit (bliss, blessedness)».
La teoría de los tipos en Edmund Husserl 77
INTRODUCCIÓN
Si se buscan alusiones a una «teoría de las categorías» en los li-
bros de o sobre «hermenéutica filosófica» —elaborados la mayoría
de la veces a la sombra de Gadamer o Ricoeur— poco o nada en-
contraremos. En el ambiente «postmetafísico» de la segunda mitad
del siglo xx parece que este tema carece de sentido: no debe ser ni
abordado ni discutido. Cualquier «teoría de las categorías» parece o
superflua o descabellada. Sin embargo si no se explican bien y se
argumentan mejor las razones de tal omisión no hay por qué darla
por buena sin más. A nuestro juicio si la hermenéutica filosófica
pretende cumplir su inicial «vocación ontológica» está obligada a
afrontar y enfrentar la tradicional cuestión de las categorías y lo ca-
tegorial. Tiene, pues, que responder expresamente a una pregunta
como la siguiente: ¿resulta innecesaria o es imprescindible una «teo-
ría de las categorías» como parte de una «ontología hermenéutica»?
Para empezar, desde luego, hay que tornar verosímil la mera
posibilidad de una «teoría hermenéutica de las categorías», y para ello
es menester acudir al «primer Heidegger». En él concurren dos cosas
que nos interesan: por un lado la hermenéutica filosófica se concibe
indisolublemente unida a la pregunta por el ser; por otro lado la
cuestión de las categorías no le era —como enseguida mostrare-
80 Alejandro Escudero Pérez
§ 1. Ser y tiempo
Nos fijaremos, en primer lugar en el § 3 titulado «La primacía
ontológica de la pregunta por el ser». Heidegger pretende sostener
que la pregunta por el ser es la pregunta principal de la filosofía. Nos
dice respecto a esta singular cuestión:
Hasta aquí se ha motivado la necesidad de una repetición de
la pregunta, en parte, en lo venerable de su origen, pero, sobre
todo, en la falta de una respuesta determinada e, incluso, en la
ausencia de un planteamiento suficiente de la pregunta misma.
Pero podría desearse también saber para qué ha de servir esta pre-
gunta. ¿Se queda ella en una pura especulación en el aire sobre las
más universales generalidades? ¿Es tan solo eso? ¿O es, por el con-
trario, la pregunta más fundamental y a la vez la más concreta?1
1
M. Heidegger, Ser y tiempo, Madrid, Trotta, 2003, pág. 32.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 81
2
Ibíd., pág. 32.
82 Alejandro Escudero Pérez
3
Ibíd., pág. 32.
4
Ibíd., pág. 33. La cursiva es nuestra.
5
Esta expresión no aparece en el parágrafo que estamos comentando. Heide-
gger prefiere hablar de una «lógica productiva».
6
Ibíd., pág. 33.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 83
7
Ibíd., págs. 33-34.
8
Ibíd., pág. 34.
9
Ibíd., pág. 34.
84 Alejandro Escudero Pérez
10
Ibíd., pág. 37. En este momento de su trayectoria Heidegger asegura que la
ontología tiene que tener un «fundamento óntico»: el Dasein. En un curso de 1927
decía a sus alumnos con rotundidad: «La ontología tiene como disciplina funda-
mental la analítica del Dasein. En ello se funda asimismo el hecho de que la onto-
logía no pueda fundamentarse de una forma puramente ontológica. Su posibilidad
misma remite a un ente, esto es, a lo óntico: el Dasein. La ontología tiene un fun-
damento óntico», Los problemas fundamentales de la fenomenología, Madrid, Trotta,
2000, pág. 45. Pero, ¿es esto cierto? Cabe dudarlo en la medida en que el pensar se
atenga con rigor a la diferencia ontológica.
11
Ser y tiempo, ob. cit., págs. 69-70. Ya en 1923-1924 decía Heidegger en un
curso universitario: «Los existenciarios son determinaciones totalmente específicas
del ser que nada tienen que ver con las demás categorías. Las categorías se refieren
siempre a ámbitos cósicos y mundanos del ser», Introducción a la investigación feno-
menológica, Madrid, Síntesis, 2008, pág. 119.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 85
ción de ser» de los entes distintos del Dasein (entes divididos y agru-
pados en «regiones», es decir: ordenadas según «géneros supremos»).
En definitiva: en la base misma de la ontología Heidegger sitúa una
dualidad óntica, una diferencia óntica. Esta es, precisamente, la
conclusión —o el punto de partida— del planteamiento de Heide-
gger en el que nos estamos fijando.
12
GA 25, pág. 18.
13
GA 25, pág. 21.
86 Alejandro Escudero Pérez
14
GA 25, pág. 23.
15
GA 25, págs. 28-29.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 87
seguida por o desde la propia ciencia del caso. Dos textos describen
esta compleja trama:
Todas estas observaciones muestran claramente que la auto-
fundación, en sí misma necesaria y justificada, que llevan a cabo
las propias ciencias conduce a cada una de ellas a la indetermina-
ción y a la inseguridad. De repente se vuelve visible la falta de un
método seguro de indagación de lo que es apuntado por los con-
ceptos fundamentales como tales y vacila el suelo sobre el cual
justificarlos, es decir se torna difícil fundar los propios conceptos
fundamentales. Diciéndolo positivamente: lo que es apuntado
por los conceptos fundamentales manifiesta posibilidades, a veces
amplias a veces estrechas, de nueva determinabilidad. O en otros
términos: la auto-fundación operada por la ciencia misma en el
proyecto de la constitución de ser necesita a su vez de una funda-
ción que manifiestamente la propia ciencia es incapaz de acome-
ter siguiendo su método. Esta necesaria fundamentación de la
auto-fundación de la ciencia es pues, en sentido estricto, la fun-
damentación (Grunglegung) de la propia ciencia16.
Hemos visto que las ciencias tropiezan en lo que respecta a la
meditación sobre sus conceptos fundamentales; las reflexiones
que pueden consagrar al «universal» con el que se topan son in-
ciertas y oscuras por mucho que se esfuercen a la hora de alcanzar
como tal lo que es apuntado por sus conceptos fundamentales.
Porque eso hacia lo que apuntan no es el ente en el propio con-
texto óntico en donde tiene su lugar sino más bien la constitu-
ción de ser del ente. Los métodos científicos han sido elaborados
precisamente para examinar a lo óntico, pero no tienen en modo
alguno por misión explorar el ser de ese ente. Para hacer esto es
precisa no una objetivación del ente sino una tematización de la
constitución del ser del ente. Así lo que constituye el límite de las
reflexiones de las ciencias es la meditación temática del ser tal
como es apuntada en el proyecto de la constitución de ser. La
fundamentación de la auto-fundación de las ciencias consiste en
la conversión de la comprensión del ser preontológica en la ex-
presa comprensión ontológica. Esta se pregunta temáticamente
por el concepto de ser y de la constitución de ser. Así la funda-
mentación de una ciencia no se añade desde el exterior a esta: es,
más bien, la elaboración de la compresión del ser preontológica
ya necesariamente implicada en ella, una elaboración que da pie
a una ontología. En tanto toda ciencia tiene en cada caso por
objeto un dominio, la región del ente de la que ella es ciencia, la
meditación ontológica correspondiente se refiere siempre a la
16
GA 25, págs. 34-35.
88 Alejandro Escudero Pérez
17
GA 25, págs. 35-36.
18
GA 25, págs. 36-37.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 89
19
GA 25, pág. 39.
20
GA 25, págs. 51-52.
90 Alejandro Escudero Pérez
alcanzado el punto que hay que alcanzar para que maduren las
revoluciones. La crisis actual que se da en todas las ciencias tiene
sus raíces, por lo tanto, en la tendencia a recuperar de modo ori-
ginario el respectivo dominio de objetos de cada ciencia, es decir,
a penetrar en el campo de cosas que vaya a ser asunto posible de
la investigación. ¿Qué cometido subyace en esta crisis fundamen-
tal? ¿Qué es lo que hay que hacer? ¿Cómo es posible algo así? La
crisis solo resultará fructífera para las ciencias y se podrá manejar
con seguridad cuando se logre aclarar su sentido metódico-cien-
tífico y se entienda que el poner al descubierto el campo de cosas
primario exige otro tipo de experiencia y de interpretación que
los que rigen en las propias ciencias particulares. En la crisis ad-
quiere la investigación científica cierta tendencia filosófica. Con
ello las ciencias quieren decir que les hace falta una interpretación
originaria que ellas mismas no están preparadas para realizar21.
21
M. Heidegger, Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo, Ma-
drid, Alianza, 2006, págs. 17-18.
22
Ibíd., pág. 17.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 91
23
Ibíd., págs. 16-17.
92 Alejandro Escudero Pérez
24
Ibíd., pág. 20. Este propósito inicial no fue llevado a cabo en ninguna
parte del curso impartido por Heidegger. Pero, tal y como estaba planteado
el asunto ¿podía hacerse? ¿Puede y debe la filosofía decir algo «positivo» sobre
la «realidad» prescindiendo enteramente de los saberes que la enseñan y la
exploran?
25
Refiriéndose a este último punto dice Alejandro G. Vigo en su libro Ar-
queología y aleteiología, Buenos Aires, Biblos, 2008, págs. 126 y 140 respectivamen-
te: «Esta intuición categorial ... abre, a juicio de Heidegger, una nueva dimensión
de fenómenos de naturaleza ideal-categorial y, al mismo tiempo, abre también la
posibilidad de investigar fenomenológicamente lo ideal-categorial como tal»;
«... Heidegger saluda en la doctrina husserliana de la intuición categorial nada
menos que el descubrimiento originario del único camino concreto para una ge-
nuina investigación categorial».
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 93
26
Los problemas fundamentales de la fenomenología, Madrid, Trotta, 2000,
pág. 38.
27
Ibíd., pág. 43.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 95
28
Ibíd., pág. 41. En la pregunta por la «unidad de sentido» del «ser en gene-
ral» (o sea: de la unidad de una multiplicidad) se pregunta —si seguimos los mean-
dros de la argumentación heideggeriana— por la «condición de posibilidad» de la
comprensión del ser por parte del Dasein (una condición de posibilidad situada en el
propio Dasein). Pero ¿es esta «argumentación» de verdad solvente y convincente o
esconde en su seno numerosos puntos oscuros o líneas confusas? ¿No estamos aquí
ante aquello que impidió concluir el primer programa filosófico de Heidegger? En el
artículo «Entre fenomenología y hermenéutica: ensayo de ontología» nos pronuncia-
mos al respecto (revista electrónica A parte rei, núm. 69, mayo de 2010).
29
Ibíd., pág. 45.
96 Alejandro Escudero Pérez
30
En el § 40 de Kant y el problema de la metafísica (GA 3) Heidegger expone
esto con cierto detalle.
31
M. Heidegger, Principios metafísicos de la lógica, Madrid, Síntesis, 2009.
32
GA 26, pág. 171.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 97
33
GA 26, págs. 191-192.
34
GA 26, pág. 192.
98 Alejandro Escudero Pérez
Hasta aquí hemos visto cómo plantea dos de los cuatro proble-
mas principales de la ontología. Veamos cómo los enumera todos:
«El título general “ser” encierra estos cuatro problemas fundamenta-
les: 1. La diferencia ontológica. 2. La articulación fundamental del
ser. 3. El carácter veritativo del ser. 4. La regionalidad del ser y la
unidad de la idea de ser»35. Es decir —y como conclusión básica de
este apartado—: la multiplicidad regional o categorial del ente y del
ser se acredita así como una dirección necesaria y legítima de la in-
dagación ontológica.
§ 6. Recapitulación
El amplio y bastante exhaustivo conjunto de textos aducidos
hasta aquí muestra que la elaboración de una «teoría de las catego-
rías» —concebida al modo de las «ontologías regionales»— era una
parte integrante del primer programa filosófico de Martin Heideg-
ger. ¿Por qué, sin embargo, esto no suele ser subrayado y es apenas
mencionado? En primer lugar porque Heidegger sostiene que la
pregunta por el sentido del ser en general debe abordarse antes de
desarrollar las ontologías regionales; además él entendía que la res-
puesta a esta pregunta solo podría encontrarse llevando a cabo una
«analítica del Dasein»: esto es, afirmaba que sacar a la luz los «exis-
tenciarios» era algo más primordial y más originario que cualquier
esclarecimiento de las «categorías» propias de los entes distintos del
Dasein36. Por supuesto la inconclusión del programa planteado ex-
plica la habitual omisión que estamos subsanando: el inacabamien-
to de su propuesta tuvo como consecuencia que las ontologías regio-
nales nunca fuesen desarrolladas sistemáticamente.
Esta vertiente tan poco resaltada del programa filosófico del pri-
mer Heidegger está circunscrita por una tesis y por dos tareas. Vea-
mos brevemente cómo se concretan.
La tesis principal dice: el ente comparece y es descubierto por
los comportamientos del Dasein siempre «categorizado». Por la ma-
nera en que Heidegger entiende la «categorización» inherente a la
comprensión esto significa: el ente es descubierto y comparece «re-
35
GA 26, págs. 193-194.
36
¿No es esta, por cierto, una de las características más destacadas del «idealis-
mo» que Heidegger decía combatir? (el idealismo filosófico se define por buscar las
categorías dentro de las «facultades del Sujeto humano» —en el vocabulario de
Heidegger: dentro de los existenciarios del Dasein).
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 99
37
A. G. Vigo, Arqueología y aleteiología, ob. cit., pág. 46.
100 Alejandro Escudero Pérez
38
F.-W. von Herrmann, La segunda mitad de Ser y tiempo, Madrid, Trotta,
1997, pág. 45.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 101
39
En los libros Lo abierto. El hombre y el animal, de G. Agamben, y El animal
que luego estoy si(gui)endo, de J. Derrida o Introduction à une phénomènologie de la
vie, de R. Barbaras encontraremos interesantes discusiones sobre el enfoque heide-
ggeriano del tema.
40
Desde luego encajar en este esquema de derivación desde lo originario a los
entes vivos es inviable.
102 Alejandro Escudero Pérez
41
A. G. Vigo, ob. cit., pág. 47.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 103
agotada por una —y solo una— «esencia». Así pues una región ca-
tegorial es una esfera a priori clausurada, de antemano cerrada y
autocontenida en unos límites inamovibles. El peculiar «conoci-
miento» que se nos brinda en una ontología regional es un cono-
cimiento «necesario y universal» pues saca a la luz la presencia plena
e íntegra de una esencia inconmovible. Esto es lo que deben poner
de relieve cada una de esas «disciplinas» pues así es el «contenido» de
la comprensión del ser del ente múltiplemente categorizado. Sucede
entonces que el ser del ente distinto del Dasein —su «constitución
de ser»— está regido y gobernado por la más férrea y estricta «nece-
sidad»: el ente diferente del Dasein —el ente determinado catego-
rialmente— es siempre todo lo que es y nada más que lo que es42.
Que esto es lo que en el fondo sostiene Heidegger se ve claramente
cuando alude al estricto carácter «en sí» del ente categorialmente
descubierto por el Dasein, por ejemplo cuando dice: «El estar a la
mano es la determinación ontológico-categorial del ente tal como es
“en sí”»43. Un ente que es «en sí» es algo atrapado, sostenido y atra-
vesado por la «necesidad»: por la fijeza e identidad que proporciona
una «esencia» permanente. Localizamos así uno de los rasgos que
distingue radicalmente al ente categorial del Dasein —ese ente
que soy yo o somos nosotros—: el Dasein es un ente «sin esencia» y,
por ello, es pura «posibilidad», tanto que incluso la «necesidad de la
muerte» es una eminente posibilidad suya.
Por otra parte, y prolongando lo que acabamos de exponer, ya
no puede sorprender la afirmación de Heidegger de que las ontolo-
gías regionales presentan un conocimiento estrictamente indepen-
diente respecto a los contenidos sacados a la luz por las distintas
ciencias del ente: por más que la indagación ontológico-categorial
las pueda tener —en el mejor de los casos— como hilo conductor
según esta óptica el conocimiento científico es siempre «contingen-
te». Es por eso que las ciencias puede sufrir y atravesar «crisis», algo
inconcebible para las ontologías regionales: estas —cuando se ha
conseguido desarrollarlas— exhiben un conocimiento definitivo,
incorregible, pleno e íntegro.
Por cierto, ¿qué iba a aportar a la «teoría de las categorías» la
tercera sección de la primera parte de Ser y tiempo (denominada
«Tiempo y ser»)? Por lo que podemos saber acerca de esta sección
nunca redactada en ella se sostenía que el núcleo de las categorías
42
En el libro Heidegger. Sein und Wissen de Rudolf Brandner, Passagen Verlag,
1993, encontramos una interesante exposición de este punto.
43
Ser y tiempo, ob. cit., § 15, pág. 99.
104 Alejandro Escudero Pérez
44
Véanse § 10 y § 16 de E. Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y
una filosofía fenomenológica (en adelante «Ideas I»), México, FCE, 2005.
45
E. Husserl, Ideas I, ob. cit., § 17, pág. 45.
46
E. Husserl, Ideas I, ob. cit., § 2, pág. 20.
47
E. Husserl, Ideas I, ob. cit., § 17, pág. 45.
48
Dice Husserl: «El conjunto de las verdades sintéticas fundadas en la esencia
regional constituye el contenido de la ontología regional», Ideas I, ob. cit., § 16,
pág. 44.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 105
49
En el § 42 de Ideas I escribe Husserl: «En esto se delata justamente la diver-
sidad que hay por principio entre los modos del ser, la más cardinal que hay en gene-
ral, la que hay entre la conciencia y la realidad en sentido estricto», págs. 95-96.
106 Alejandro Escudero Pérez
50
Cabe mencionar: el darse del «ser» en la comprensión; la diferencia ontoló-
gica; una acepción de «espacio» que no lo reduce a la «extensión» y otra del «tiem-
po» que no lo limita a la «sucesión»; la idea de que la verdad no es solo «adecuación»
sino también desocultamiento y apertura, el ser-en-el-mundo como más originario
que la separación de sujeto y objeto, etc.
51
En el libro El tiempo del sujeto, Madrid, Arena, 2010, he expuesto esto con
detalle.
52
Si tenemos razón no es cierto que el «sentido» sea más originario que el
«ser». A nuestro entender la ontología debe conceder y reconocer la prioridad del
«ser» respecto al «sentido»: en ningún caso aquel se subordina a este (es más: solo
sería legítimo referirse a un «sentido del ente», nunca a un «sentido del ser»).
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 107
53
M. Heidegger, Los problemas fundamentales de la fenomenología, ob. cit.,
pág. 220.
54
Respecto a esta grave inconsecuencia léase el lúcido diagnóstico hecho por
Ramón Rodríguez en las págs. 220-221 de su libro La transformación hermenéutica
de la fenomenología, Madrid, Tecnos, 1997. También Miguel García-Baró —en su
introducción al libro de M. Henry Fenomenología material, Madrid, Encuentro,
2009— ha visto dónde se sitúa la dificultad que señalamos: «En tal caso, con esas
parejas de conceptos filosóficos no estamos captando más que contrastes intramun-
danos, contrastes ónticos; y si suponemos de continuo que cualquiera de tales con-
trastes, o todos en conjunto, son la Diferencia ontológica, entonces la estamos su-
primiendo, o, por lo menos, ocultando con toda eficacia», pág. 20.
108 Alejandro Escudero Pérez
55
En el segundo volumen de sus Ideas relativas a una fenomenología pura y una
filosofía fenomenológica Husserl esboza tres ontologías regionales —siguiendo el hilo
conductor de las ciencias—: una de la realidad natural inanimada, otra de la reali-
dad natural animada y una tercera sobre las realidades espirituales. Todo ello en un
marco estrictamente idealista: sería el «espíritu» el que, desde sí mismo, ha consti-
tuido la «naturaleza».
56
La idea misma de una aprehensión «directa e inmediata» de algo es segura-
mente fantasiosa: toda comprensión de algo como algo implica la puesta en juego
de una compleja red de mediaciones (sin que esto implique negar que lo que se
ofrezca en cada caso sea «la cosa misma»).
110 Alejandro Escudero Pérez
de este hilo resulta poco verosímil creer que se puede probar sin
dejar lugar a duda la existencia de un reino ideal de esencias apre-
hensible por un entendimiento intuitivo ante el que se despliegan
sin más objetos universales y necesarios. La filosofía —nos parece—
nunca formula juicios de esencia o de existencia, más bien hace
«epojé» de ellos —es decir: los pone fuera de juego en la medida en
que son admisibles solo, y en ciertos límites, en los saberes ónticos.
¿Qué lleva a cabo la filosofía, entonces? La filosofía —al menos en
sus primeros pasos— está volcada a ofrecer una «descripción analí-
tica» en la que se explicitan «conceptualmente» las condiciones de
posibilidad de la comprensión óntica57. ¿Por qué este cometido da
pie a algo así como una «ontología»? Porque las intrincadas y enma-
rañadas condiciones de posibilidad de la comprensión (inherentes a
la experiencia científica o artística del ente) residen y se asientan en
una comprensión del (acontecer del) ser. Nada menos.
La propuesta de Heidegger se lo juega todo —en lo que respec-
ta a la teoría de las categorías— a la carta de una presunta «presencia
de la esencia» en el seno del conocimiento ontológico regional. Pero
con ello elimina de raíz el inextirpable «ocultamiento» que late en
todo desocultamiento, nutriéndolo de una riqueza inagotable. Es
decir —contraviniendo eso a lo que el segundo Heidegger ha dedi-
cado tan densas y jugosas páginas— impide entender y asumir que
el desocultamiento de los entes en la comprensión —en los ámbitos
del saber regidos por un presupuesto— es intrínsecamente finito:
atravesado y sostenido por un límite ineliminable, insuprimible. Las
ontologías regionales atisbadas por Heidegger —y en tanto condu-
cidas por la búsqueda de una íntegra y exhaustiva «presencia de la
esencia»— no eran sino versiones peculiares de la «metafísica de la
Presencia»: de la creencia desmesurada en un saber absoluto de algo
que a su vez se da absolutamente —sin resto de opacidad alguna—:
la completa y traslúcida «esencia del mundo». Pero si en todo desve-
larse lo ente late su mismo y simultáneo velarse entonces el supuesto
que guía las ontologías regionales es inadmisible.
Cuando Heidegger presentaba la idea de una ontología regional
—es decir, su teoría de las categorías— insistía —poniendo de relie-
ve algo interesantísimo— en que las ciencias podían y solían atrave-
57
Que los conceptos filosóficos sean «indicaciones formales» es una interesan-
te propuesta que formuló Heidegger en la primera etapa de su filosofía. Lamenta-
blemente no podemos abordar aquí esta relevante cuestión. Véase al respecto el
capítulo sexto del libro de R. Rodríguez La transformación hermenéutica de la feno-
menología, ob. cit.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 111
58
El presupuesto de la comprensión seguramente contiene también porciones
suyas que no son «históricas», pero este es un asunto que no podemos abordar
aquí.
59
«Histórico» significa aquí: sometido al ciclo instauración y sedimentación,
crecimiento y desarrollo, extinción y virtual recuperación. La historia del saber está,
pues, forjada por ciclos y bifurcaciones en los que se exploran recurrentemente, una
y otra vez, «mundos posibles».
60
La expresión «dominio clausurado» la emplea el propio Heidegger —dán-
dole un acento favorable, positivo— en la pág. 31 de GA 25.
61
Solo esto permite entender que referirse a la «ciencia griega» o a la «ciencia
moderna» o al «arte medieval» y el «arte contemporáneo», etc. es mucho más que
un modo de hablar: obedece a profundas razones conectadas con lo que estamos
exponiendo.
112 Alejandro Escudero Pérez
62
A. G. Vigo, ob. cit., pág. 182.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 113
piel antes de cazar el oso. Por lo demás que se acepte como prue-
ba de la primacía de la filosofía sobre las ciencias la sola mención
de Platón y Aristóteles es un mero anacronismo. Para Heidegger
sus trabajos «prueban» que la investigación filosófica sobre los
fundamentos conceptuales «puede y debe preceder a las ciencias
positivas». Para el materialismo filosófico en cambio, son las cien-
cias las que pueden y deben preceder a la reflexión filosófica de
segundo grado, pues Platón presupone la existencia de la mate-
mática y Tales la de la astronomía científica. Solo en el momento
en que una cultura humana ha asumido la ciencia, la filosofía se
hace posible63.
63
A. Hidalgo Tuñón, «Crítica al pensar de Heidegger desde el materialismo
gnoseológico», en Revista Eikasía, núm. 3, marzo de 2006.
114 Alejandro Escudero Pérez
64
En 1927 escribía Heidegger: «Porque el Dasein, de acuerdo con su propia
existencia, es histórico, son variables las posibilidades de acceso a los entes y son
diversos los modos de interpretación de esos entes en diversos momentos históri-
cos» (Los problemas fundamentales de la fenomenología, ob. cit., pág. 48). Sin embar-
go esta afirmación solo nos parece propiamente inteligible desde una filosofía
orientada a entender el acontecer recurrente del ser (en el que son enviados y retira-
dos o retenidos distintos repertorios de posibilidades).
65
Véanse por ejemplo los § 20 y § 21 de Los problemas fundamentales de la
fenomenología.
66
Sobre este tema es nítido y ponderado el capítulo cinco del libro de R.
Rodríguez Heidegger y la crisis de la época moderna, Madrid, Síntesis, 2006.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 115
Sean lo que sean las categorías del ente —una vez que la fiebre
idealista va poco a poco remitiendo— nunca son algo constituido
desde y por los existenciarios del Dasein. Ni los entes ni su sen-
tido o su verdad son «puestos» —creados, construidos, producidos,
etcétera— por y para la existencia humana. Pero es esto algo que,
desde luego, tiene que ser ampliamente discutido pues la inercia de
las convicciones modernas nos hacen creer, ilusoriamente, que so-
mos el Sujeto del mundo, su sólido y exclusivo fundamento.
67
P. Peñalver, Del espíritu al tiempo, Barcelona, Anthropos, 1989.
68
Eso que se muestra lo hace o lo consigue, cada vez, respecto a un compor-
tamiento dirigido, a su vez, en reciprocidad, al fenómeno: a lo que en cada caso
comparece. La condición de posibilidad más directa de todo ello es la correlación a
priori entre un comportamiento y un fenómeno —eso que se nos manifiesta, que
nos brinda un «sentido».
116 Alejandro Escudero Pérez
69
A. G. Vigo, Arqueología y aleteiología, ob. cit., pág. 103.
70
Bernhard Waldenfels, «La extrañeza del cuerpo», en J. V. Arregui (ed.),
Significados corporales, Málaga, Universidad de Málaga, 2006.
71
R. Brandom, «Las categorías de Heidegger en Ser y tiempo», en E. Sabrovs-
ky (ed.), La técnica en Heidegger vol. I, Santiago de Chile, Univ. Diego Portales,
2006, págs. 109 y 113 respectivamente.
72
Lamentablemente en Ser y tiempo Heidegger en vez de afirmar que la es-
tructura mentada en el «en cuanto qué hermenéutico» es inherente a toda forma de
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 117
76
M. Heidegger, Aristoteles, Metaphysik Theta 1-3. Von Wesen und Wirklichkeit
der Kraft, pág. 7 (GA 33).
77
Esta alianza es crucial, por ejemplo, en la fenomenología husserliana. Hei-
degger lo subraya en los siguientes textos: «La investigación que designamos como
fenomenología aparece por primera vez con el expreso título de Investigaciones lógi-
cas. Estas investigaciones se llevan a cabo dentro del marco de una disciplina tradi-
cional llamada Lógica»; «Por una parte lo que se emprende en las Investigaciones
lógicas es enteramente tradicional, por otra, en ellas se oculta algo originario y muy
notable... En aquella época en la filosofía habían tomado fuerza las tendencias que
otorgaban a la Lógica y a la Teoría del conocimiento un fundamento científico in-
sertándolas en la Psicología. Por esto, la primera obra fenomenológica se lleva a
cabo en parte en asociación con estas tendencias, en parte en la crítica de ellas, y
presenta una determinada orientación tradicional». M. Heidegger, Introducción a la
investigación fenomenológica, Madrid, Síntesis, págs. 65-66 y 68 respectivamente.
78
GA 33, pág. 39.
79
Así, por ejemplo, se intenta plantear la cuestión de la verdad sin tomar
como principal hilo conductor el «juicio». Sobre este tema se consultarán con pro-
vecho el «estudio cuarto» del libro A. G. Vigo, Arqueología y aleteiología, ob. cit., y
la segunda parte de R. Rodríguez, Del sujeto y la verdad, Madrid, Síntesis, 2004.
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 119
80
Pensadas a fondo Sensibilidad y Lingüisticidad no son «facultades del suje-
to humano» sino dos irreductibles formas de acceso a los fenómenos, dos superficies
de su inscripción. Es cierto que la «hermenéutica filosófica» se ha adherido precipi-
tadamente al «giro lingüístico». Esto le ha impedido —hasta el momento, pero el
asunto es enmendable— reconocer la intrínseca especificidad de la comprensión
sensible (perceptiva y emotiva) del sentido y su verdad. En este punto tiene mucho
que aprender, por ejemplo, de la tradición fenomenológica. El artículo de M.ª del
Carmen López, «La percepción como fenómeno hermenéutico» —en M.ª Luz Pin-
tos (ed.), Fenomenología y ciencias humanas, Santiago de Compostela, Univ. de San-
tiago de Compostela, 1998— ofrece interesantes pistas en esta dirección.
120 Alejandro Escudero Pérez
81
Uno de los objetivos de una teoría filosófica de la comprensión —en la que
se expliciten sus condiciones de posibilidad, etc.—, es que esta no se malentienda
—precisamente porque una de las características de la comprensión ordinaria es
«malentenderse», desfigurarse.
82
La tesis metafísica de que tras (o sobre, o bajo) el «mundo fenoménico» hay
un y solo un reino ideal de esencias fijas e inmutables es estrictamente incompatible
con toda ontología, también con una que pretenda desarrollarse por cauces «her-
menéuticos».
83
A nuestro juicio la «síntesis del sentido» es: a) pasiva; b) esquemática. Esto
es, al menos, lo que sería menester explicar y probar.
84
Negativamente —pues falta aún una indagación positiva— la síntesis es-
quemática del fenómeno (operativa en la comprensión de algo como algo, o de algo
con sus rasgos propios) significa poner fuera de juego el dualismo jerárquico de lo
sensible y lo inteligible y de lo particular y lo universal, por ejemplo. Una pista so-
bre este asunto —formulada, eso sí, en un marco idealista según el cual originaria-
mente el sujeto es el «Sujeto del Concepto»— la encontramos en el siguiente texto
de Jacinto Rivera de Rosales (Kant: la ‘crítica del juicio teleológico’ y la corporalidad
del sujeto, Madrid, UNED, 1998, pág. 42): «¿No podríamos ensayar una subjetivi-
dad, una conciencia, que no llegara al concepto, que se quedara en la síntesis ima-
ginativa, una conciencia prerreflexiva? En ella la regla de síntesis no precedería al
acto, sino que ambos serían a la vez. Por tanto, esa regla no estaría abstraída, no se
encontraría tematizada en su carácter lógico, como concepto, sino que seguiría
siendo un esquema imaginativo. Algo parecido lo encontramos en la acción del
artista»; según esta vía de indagación el «acto de la síntesis del fenómeno» por ser de
índole «esquemático» no estaría presidido ni por un concepto ni por una esencia, la
«presencia de algo siendo algo» tendría lugar sin la necesaria concurrencia de una
«esencia conceptual», además la «regla» de la síntesis (el esquema) aún no siendo
Hermenéutica filosófica y teoría de las categorías 121
BIBLIOGRAFÍA
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Trotta, 2000.
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2006.
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Pöggeler, O., El camino del pensar de M. Heidegger, Madrid, Alianza, 1986.
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Ruiz, J., Sobre el sentido de la fenomenología, Madrid, Síntesis, 2008.
Segura, C., Hermenéutica de la vida humana, Madrid, Trotta, 2002.
Vigo, A. G., Arqueología y aleteiología, Buenos Aires, Biblos, 2008.
INTRODUCCIÓN
Al hablar de «la fenomenología» referimos en primer término una
pretensión de desplegar un discurso que dé cuenta de los fenómenos
sometiéndose enteramente a ellos, esto es, la pretensión de dar cuenta
de la vida concreta guardando la originaria legitimidad que, sobre toda
teoría, ella tiene. Lo que se acaba de decir no da por sentado que esa
pretensión pueda cumplirse y cómo pueda cumplirse. Eso constituye,
más bien, un problema. Es decir, no está claro de qué manera un logos
podría hacerse cargo de la vida concreta guardándola en su originaria
realidad; no está claro cómo pueda y tenga que realizarse originaria-
mente una fenomenología. Lo que en todo caso sí va dado con lo que
se acaba de decir es que lo fenomenológico es aquello a lo que nos ve-
remos llevados en último término cuando haya un problema de legiti-
midad racional. Efectivamente, si la posible legitimidad de todo dis-
curso descansa en lo concretamente patente, en los fenómenos, un
discurso que diera cuenta de los fenómenos sometiéndose enteramente
a ellos tendrá, en el juego discursivo racional, jurisdicción última.
En lo que hace a nuestro tema puede decirse, a modo de intro-
ducción, lo siguiente. Husserl entendió que lo fenomenológico de-
126 José Ruiz Fernández
EL PROGRAMA HUSSERLIANO
DE UNA FENOMENOLOGÍA DESCRIPTIVA
Y LA CRÍTICA DE NATORP
1
E. Husserl, Cartesianische Meditationen, Hua I, págs. 72-73.
2
P. Natorp, Einleitung in die Psychologie nach kritischer Methode, Friburgo,
J. C. B. Mohr, 1888, pág. 15.
128 José Ruiz Fernández
3
P. Natorp, Allgemeine Psychologie in Leitsätzen zu akademischen Vorlesungen,
Marburgo, N. G. Elwert’sche Verlagsbuchhandlung, 1910, pág. 8.
4
E. Husserl, Logische Untersuchungen. Zweiter Band, I Teil, Tubinga, Max Nie-
meyer, 1968, págs. 394-395.
5
E. Husserl, ibíd., págs. 400-401.
6
Cfr. P. Natorp, Einleitung in die Psychologie nach kritischer Methode, Friburgo,
J. C. B. Mohr, 1888, págs. 108 y sigs.
7
P. Natorp, Allgemeine Psychologie nach kritischer Methode, ob. cit., 211.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 129
8
Cfr. P. Natorp, «Husserls Ideen zu einer reinen Phänomenologie», en Logos VII,
1917/18, págs. 236-238.
9
P. Natorp, ibíd., pág. 242.
130 José Ruiz Fernández
sin más una ganancia, sino, en cierta manera, una pérdida. Toda
distinción discursiva abstrae, generaliza. Hay distinción atenida a lo
vivido pero toda distinción es un desgajar «algo» de su originaria
inmediatez vivencial. Leamos a Natorp:
La descripción es abstracción: eso nos acerca un paso a lo que
sucede. La descripción es mediación: eso toca quizá de la manera
más precisa el núcleo del problema. Entonces la descripción es un
alejamiento de la inmediatez de la vivencia. Y con esto se sigue,
además: es una parálisis de la corriente del vivir, por tanto un
asesinato de la conciencia, que en su inmediatez y concreción es
más bien vida siempre fluyente, nunca en reposo. En cuanto uno
se da cuenta de esto ya no le abandona una impresión, al leer casi
todos los libros de psicología, como de estar paseando en salas de
disección: uno ve cadáver tras cadáver, y cien manos ocupadas en
seguir desposeyendo al que ya está muerto de la última sombra de
la vitalidad que todavía quedaba en los miembros que permanecían
todavía en su complexión natural. Con conceptos completamente
muertos, rígidos, inmóviles, uno ni siquiera subsume el organismo
vivo de la psique sino los miembros que de ella se habían arranca-
do. ¿No es este un comienzo de lo más extraño? P. Natorp, Allgemei-
ne Psychologie nach kritischer Methode, págs. 190-191.
10
P. Natorp, Allgemeine Psychologie nach kritischer Methode, ob. cit., pág. 243.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 131
11
P. Natorp, Allgemeine Psychologie nach kritischer Methode, ob. cit., pág. 259.
12
P. Natorp, ibíd., pág. 259.
132 José Ruiz Fernández
13
Cfr. P. Natorp, «Husserls Ideen zu einer reinen Phänomenologie», ob. cit.,
pág. 240.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 133
LA PROPUESTA DE NATORP
DE UNA PSICOLOGÍA RECONSTRUCTIVA
Para Natorp todo contenido propiamente dado, todo lo que com-
parece, ha tenido que ser conceptualmente elaborado. Aún la experien-
cia más común y habitual la piensa a manera de «unidades de pensa-
miento esencialmente del mismo tipo, aunque de contornos menos
seguros y estrictos, que los objetos científicos en sentido propio»14. En
la experiencia se va desarrollando, en todo caso, un proceso de objeti-
vación progresivo: una construcción conceptual que tiende a una de-
terminación objetiva completa. Ahora bien, sobre la base de esa cons-
trucción puede realizarse, en un segundo momento, una elaboración
conceptual orientada a dar cuenta de lo inmediatamente vivido, de lo
indeterminado o, como también dice Natorp, de la concreta subjetivi-
dad que subyace a la objetividad. Esta es la tarea de su psicología. Esa
tarea ha de hacerse cargo de la siguiente paradoja: por un lado, es nece-
sario un acceso mediato, por conceptos, a lo inmediatamente vivido
pues «lo inmediato de la conciencia no se deja aprehender y contem-
plar de manera inmediata»15. Por otro lado, en toda distinción concep-
tual mediata la concreción vivencial se pierde desgajándose de manera
abstracta. ¿Cómo cumplir entonces una tal «psicología»?
Hace distinciones sigue siendo, para Natorp, «el camino im-
prescindible para llevar al concepto o al menos acercar al concepto,
de alguna manera, lo concreto de la vida de conciencia»16. Ahora
bien, un ejercicio conceptual que solo hiciera distinciones discretas
en lo vivido sería insuficiente por relación al propósito de una psico-
logía. Al ejercicio de distinciones que, según Natorp, realiza la feno-
menología de Husserl17, debe seguir una nueva elaboración concep-
tual orientada a restituir la vivencia inmediata en su pureza. La psi-
cología que él propone es esa reconstrucción que, partiendo de
distinciones discretas, busca «determinar de una manera más o me-
nos adecuada» lo vivido «según era dado antes del análisis»18. Esa
psicología, por moverse en un medio conceptual, nunca podrá al-
canzar la concreción primigenia. No del todo. En todo caso, dice
Natorp, a esa concreción sí podemos acercarnos: después de que el
14
P. Natorp, Allgemeine Psychologie nach kritischer Methode, ob. cit., pág. 196.
15
P. Natorp, ibíd., pág. 191.
16
P. Natorp, ibíd., pág. 192.
17
Cfr. P. Natorp, ibíd., págs. 241-243.
18
P. Natorp, ibíd., pág. 192.
134 José Ruiz Fernández
19
P. Natorp, ibíd., pág. 192.
20
Cfr. P. Natorp, ibíd., pág. 193.
21
P. Natorp, Allgemeine Psychologie nach kritischer Methode, ob. cit., pág. 192.
22
P. Natorp, ibíd., pág. 232.
23
P. Natorp, ibíd., pág. 233.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 135
EL PENSAMIENTO DE HEIDEGGER
DE QUE LO INDICATIVO-FORMAL
ES EL MODO ORIGINARIO
DE CONCEPTUACIÓN FENOMENOLÓGICO
El primer curso de Heidegger en Friburgo testimonia cuán rápi-
damente advirtió las insuficiencias del programa psicológico que
Natorp proponía25 pero, también, la importancia que concedía a las
críticas que había realizado a Husserl. Natorp, dice Heidegger, es «el
24
E. Husserl, Hua, Briefwechsel V, pág. 111.
25
Cfr. M. Heidegger, Zur Bestimmung der Philosophie, GA 56/57, pág. 107.
136 José Ruiz Fernández
único que hasta la fecha ha sido capaz de lanzar una serie de objecio-
nes científicamente relevantes contra la fenomenología»26. Que las ob-
jeciones de Natorp fueran «científicamente relevantes» quería decir,
en el contexto del curso, que eran fenomenológicamente pertinentes,
esto es, que planteaban un problema real en relación al modo como
una pretensión fenomenológica puede y tiene que realizarse. Apunte-
mos, brevemente, cómo se sitúa Heidegger, ya en ese primer curso,
frente a la crítica de Natorp. En consonancia con Natorp, Heidegger
piensa que una «descripción eidética» de un «ámbito de vivencias» no
pasa de ser un ejercicio de naturaleza teórica que objetiva lo vivido.
Ahora bien, advierte Heidegger, está por ver si, como Natorp cree,
«todo lenguaje es ya en sí mismo objetivante, es decir, que vivir en un
significado implique eo ipso una concepción teórica de lo que es
significado»27. Y está por ver, también, si una «descripción» de «las vi-
vencias» es aquello a lo que ha de apuntar el ejercicio fenomenológico.
En efecto, el principio al que ha de atenerse el ejercicio fenomenoló-
gico no prescribe la «descripción» de ningún «ámbito» sino la prima-
cía de lo originariamente dado sobre toda teoría. El principio de todos
los principios apunta a la «absoluta simpatía con la vida que es idénti-
ca con el vivir mismo»28. Pudiera ser, por tanto:
26
M. Heidegger, ibíd., pág. 101.
27
M. Heidegger, ibíd., pág. 111.
28
M. Heidegger, ibíd., págs. 109-110.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 137
29
Cfr. M. Heidegger, Phänomenologie des religiösen Lebens, GA 60, §§ 11-13.
138 José Ruiz Fernández
30
Caer en la cuenta de que este es el modo en que una distinción tiene que
realizarse implica además que prolongar hasta el infinito un análisis significativo de
los fenómenos no puede identificarse ya sin más con hacerse cargo fenomenológi-
camente de los fenómenos. Un ejercicio de distinciones mantenido por mor de sí
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 139
mismo, como un fin en sí, tiende, más bien, a sepultar en un medio lógico la vida
concreta y, así, a perderla.
31
M. Heidegger, Die Grundbegriffe der Metaphysik, GA 29/30, pág. 425.
32
M. Heidegger, ibíd., pág. 427.
33
M. Heidegger, ibíd., pág. 429.
34
M. Heidegger, ibíd., pág. 429.
35
M. Heidegger, ibíd., pág. 429.
140 José Ruiz Fernández
ces como «una tesis» que, desde fuera, estableciera la preferencia por
una «actitud particular». Luego, a esa tesis se la puede criticar como
tesis, contraponiéndole una serie de «reparos» razonables. Quien
procede de esta manera, viene a decir Heidegger, quien se hace cargo
así de un texto y quien despliega así su discurso, ni siquiera entra en
el plano de lo filosóficamente problemático. En el uso filosófico «el
contenido de significado de los conceptos no mienta ni dice directa-
mente aquello a lo que se refiere, sino que solo da una indicación,
una remisión, que exige a quien los comprende llevar a cabo una
transformación de sí mismo en la existencia»36. En otras palabras: el
decir es originario cuando se asume como mero índice de aquello
que en concreto se trata de hacer valer. Los primeros cursos de Hei-
degger atestiguan igualmente, de muy diversas maneras, el afán por
traer a un primer plano, como cosa constitutiva del logos fenome-
nológico, la supeditación a la vida pre-reflexiva. Por ejemplo, si se
habla de algo así como «yo» o «yo soy», originariamente esto no
puede ser entendido como una distinción conceptual de «algo», esto
es, como una referencia primariamente lógica. No se trata de man-
tenernos en la distinción de algo genérico, sino que «lo decisivo es la
propia experiencia fáctica de vida, vivida hic et nunc y llevada a su
cumplimiento activo»37. Es decir, la expresión lógico-significativa
«yo» funciona originariamente cuando remite a la vida concreta.
Una filosofía «que se entienda a sí misma y que entienda su cometi-
do ha de verse obligada a tomar distancia [de lo general] y volver la
atención sobre el existir fáctico del momento»38. Es constitutivo de la
filosofía esforzarse por mantener vivo el carácter indicativo del discur-
so. «Indicativo», quiere decir: «lo concreto tiene que ser aquello para
lo cual un principio es principio: ¡aquello a lo que hay que ir!»39. La
filosofía, por tanto, no puede tener como objetivo desplegar un dis-
curso que, desde sí mismo, resuelva aquello que la vida concreta es.
Las referencias que acabo de hacer a algunos textos del joven
Heidegger no han pretendido dar a entender que la asunción indi-
cativa del discurso que distingue algo concreto sea lo único o inclu-
so lo decisivo en la comprensión del proceder indicativo-formal.
Esas referencias parciales y sacadas de contexto las he hecho tan solo
para poner de relieve que ese motivo está vivo, en cierta manera, en
36
M. Heidegger, Ibíd., pág. 430.
37
M. Heidegger, Wegmarken, GA 9, pág. 38.
38
M. Heidegger, Ontologie (Hermeneutik der Faktizität), GA 63, pág. 18.
39
M. Heidegger, Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles, GA 61,
pág. 31.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 141
40
Cfr. M. Heidegger, Phänomenologie des religiösen Lebens, GA 60, pág. 63.
41
Una exposición sucinta y clara, a la vez que hecha con verdadero temple fe-
nomenológico, de la posición básica del primer Heidegger puede encontrarse en R.
Rodríguez, La Transformación Hermenéutica de la Fenomenología.
42
M. Heidegger, Phänomenologie des religiösen Lebens, GA 60, pág. 63.
144 José Ruiz Fernández
43
Cfr. M. Heidegger, Wegmarken, GA 9, pág. 59.
44
M. Heidegger, cfr., pág. 64.
45
Cfr. M. Heidegger, ibíd., pág. 64.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 145
46
M. Heidegger, Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles, GA 61,
pág. 33.
47
Cfr. M. Heidegger, Phänomenologie des religiösen Lebens, GA 60, pág. 63.
48
M. Heidegger, Phänomenologie des religiösen Lebens, GA 60, pág. 64.
49
M. Heidegger, Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles, GA 61,
pág. 33.
146 José Ruiz Fernández
50
M. Heidegger, Wegmarken, GA 9, pág. 9.
51
Cfr. M. Heidegger, Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles, GA 61,
pág. 34.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 147
52
M. Heidegger, Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles, GA 61,
pág. 35.
53
M. Heidegger, Ontologie (Hermeneutik der Faktizität), GA 63, pág. 9.
54
M. Heidegger, ibíd., pág. 20.
148 José Ruiz Fernández
55
M. Heidegger, Wegmarken, GA 9, pág. 29.
56
M. Heidegger, ibíd., pág. 29.
57
M. Heidegger, ibíd., pág. 29.
58
M. Heidegger, Wegmarken, GA 9, pág. 29.
59
M. Heidegger, ibíd., pág. 29.
60
M. Heidegger, ibíd., pág. 30.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 149
61
M. Heidegger, ibíd., pág. 30.
62
M. Heidegger, ibíd., pág. 30.
63
M. Heidegger, ibíd., pág. 31.
64
M. Heidegger, ibíd., pág. 32.
65
M. Heidegger, ibíd., pág. 32.
150 José Ruiz Fernández
APUNTES CRÍTICOS
66
M. Heidegger, ibíd., págs. 32-33.
La búsqueda de un logos originario para la vida concreta... 151
BIBLIOGRAFÍA
Heidegger, M., Die Grundbegriffe der Metaphysik, GA 29-30, Fráncfort
del Meno, Klostermann, 1983.
— Ontologie (Hermeneutik der Faktizität), GA 63, Fráncfort del Meno,
Klostermann, F1995.
67
El autor de este texto ha ensayado una dilucidación de cómo tiene que reali-
zarse el ejercicio fenomenológico: J. Ruiz, Sobre el Sentido de la Fenomenología.
156 José Ruiz Fernández
la que nos ha tocado existir. Esta apelación, por mucho que pueda
derivarse del tenor general de la hermenéutica de la facticidad (o de
la analítica existencial posterior), no es lo que la hace surgir como
filosofía. La tarea de hacerse cargo de la propia vida es algo que va de
soi, que es absolutamente anterior a todo planteamiento filosófico y
que no surge de las incitaciones de la filosofía: la vida de cada cual
no necesita de filosofías ni de fenomenologías para su realización
concreta. El problema filosófico no es la vida fáctica que cada uno
ejerce, sino la fenomenología de la vida fáctica, es decir, la labor re-
flexiva que muestra el carácter principial de la vida fáctica y que
comprende el arduo problema metódico de sacarlo a la luz.
La vida fáctica se torna problema para la filosofía cuando se
acude a ella, no a partir de la nuda contraposición a la conciencia
trascendental, sino justamente al revés, a partir de aquel plantea-
miento, propio del pensar trascendental, que se pregunta por las
condiciones del aparecer del sentido, es decir, de que las cosas que
nos rodean, el mundo social objetivo y el mismo yo aparezcan como
tales. La problemática trascendental de la constitución y de la for-
mación de los conceptos con los que comprendemos el mundo que
aparece es lo que está latiendo en el trasfondo de la hermenéutica de
la facticidad y lo que la hace entrar en un diálogo intenso con las
diversas formas del neokantismo de la época1. Ella cobra vida pro-
pia cuando se abre paso la idea de que la vida fáctica es, paradójica-
mente, el origen del sentido, el lugar de lo trascendental. O dicho de
otra manera, que la problemática tradicional de la constitución no
1
Las discusiones con Rickert, Natorp, Windelband, Cohen, Lask, etc., cons-
tantes en los cursos iniciales de la experiencia docente de Heidegger, en los que
comienza a dibujarse la hermenéutica de la facticidad, son sistemáticamente mal-
entendidas cuando se las contempla desde una óptica meramente crítica, como el
comienzo de un enfrentamiento que culminaría en la disputa de Davos con Cassi-
rer. Lo que Heidegger critica en el trascendentalismo neokantiano, que él extiende
a la fenomenología husserliana, es la concepción puramente teorético-cognoscitiva
(con su correspondiente ampliación al reino del «valor») del campo en el que opera
y el entender como «sujeto» (al que se contrapone estructuralmente una «objetivi-
dad») el terreno al que se llega en el retroceso hacia las condiciones de posibilidad.
Con esa forma de reflexión, señala Heidegger, «se llega hasta un cierto ámbito, pero
no se llega hasta el centro de la ciencia originaria. Si prescindimos de esta ‘concep-
ción trascendental’, si dejamos que los problemas teorético-cognoscitivos vayan por
sí mismos, surge entonces otra vez de manera radical la problemática del ámbito
originario» (GA 58, pág. 230). La hermenéutica de la facticidad, como «ciencia
originaria de la vida en y por sí» se acoge a la noción trascendental de origen y a la
forma de argumentar trascendental que conduce a él, pero desvinculándola, cierta-
mente, de esa concepción de lo trascendental que impera en el neokantismo.
160 Ramón Rodríguez
2
Es una experiencia habitual comprobar que la comprensión que cualquier
persona tiene de su propio estar en el mundo está asentada en representaciones,
generalmente transmitidas por las diversas facetas de su implantación social. Pero el
contenido concreto, históricamente determinable, que esas representaciones po-
seen no es lo mismo que la forma de la apertura que en ellas se da. Hay que distin-
guir entonces entre las representaciones en que se está y el estar en representaciones.
Solo esto segundo interesa al análisis ontológico-trascendental de la facticidad.
3
Es este un momento esencial del razonamiento heideggeriano, muchas veces
implícito, para entender el por qué es necesaria una analítica fenomenológica de la
vida fáctica. No hay, ante todo, que olvidar que esta encierra un momento funda-
mental de autorreferencia, de transparencia de sí misma. Su importancia es tal que
el curso de 1919-1920 Problemas fundamentales de la fenomenología, en el que se
establece por primera vez la triple dimensión del mundo como mundo circundan-
te (Umwelt), mundo compartido (Mitwelt) y mundo propio (Selbstwelt), afirma
con claridad que la vida, tal como es fácticamente vivida, se centra en el mundo del
sí mismo (Selbst), en el que se «aguza» toda la problemática de la facticidad. Esa
acentuación o agudización del sí mismo no consiste en que este se destaque espe-
cialmente en una autocontemplación, sino más bien al revés, en que el sí mismo
«vive las más de las veces inadvertido, de forma que la vida puede darse como si el
mundo del sí mismo estuviera gobernado y determinado por el mundo entorno»
(GA 58, pág. 60). Pues bien, desde las primeras lecciones, especialmente desde el
curso de 1921-1922, Heidegger se ha esforzado en mostrar que el modo como la
vida fáctica transparece a sí misma en las diversas formas concretas de absorberse en
la significatividad del mundo, ocupándose de esto o lo otro, ofrece una clara ambi-
valencia: de un lado, hace presente una idea determinada de la vida como un afa-
narse con las cosas y asuntos de la circunstancia; el sí mismo que se afana aparece
como llenado por el contenido del mundo: es lo que este pone en él. Pero, de otro
lado, ese sí mismo aparece transido de una paradójica negatividad: lo que manifies-
ta obstruye al mismo tiempo lo que quiere presentar, hay en él un movimiento de ir
contra sí mismo, de auto-ocultación. La exclusión de una posibilidad de sí mismo,
cuya sombra está presente en él, le es por así decir, constitutiva. Este carácter feno-
ménico de que la positividad del «absorberse ocupándose en su mundo» refleja, al
mismo tiempo y en el mismo movimiento, una huida de sí, es una estructura cate-
162 Ramón Rodríguez
ello es que la vida fáctica pueda tomar otra posición ante sí misma,
que pueda tomarse de una o de otra manera: la naturalidad aparen-
te de la visión queda entonces rota por esa posibilidad latente. Esta
es la situación fenomenológica que Heidegger ha querido subrayar
desde el inicio mismo de su pensamiento, primero con los concep-
tos de Reluzenz y Ruinanz, luego con los de Erschlossenheit y Verfa-
llen: que la vida fáctica es a la vez transparente y opaca, o, para ser
más exacto, que la transparencia disimula, esconde su propia capa-
cidad de hacer ver.
gorial de la vida fáctica, que Heidegger empezó a tratar como tal en el curso de
1921-1922 bajo el nombre de ruina (Ruinanz) y que ya en 1923, en el Informe
Natorp, denominó con el término de Ser y tiempo, caída (Verfallen). La tendencia a
la caída, en cuanto constitutiva del sí mismo, puede hacerse expresa en determina-
dos fenómenos de acceso, «reflexivos», como sentimientos o sensaciones más o
menos difusos (la angustia analizada en Ser y tiempo es un ejemplo), pero no son
necesarios para que la interpretación pueda leer esa caída estructural del sí mismo
reflejado por el ocuparse del mundo. En La transformación hermenéutica de la feno-
menología (Madrid, Tecnos, 1997, págs. 189-195) he tratado la problemática feno-
menológica que esta estructura plantea.
La indicación formal y su uso en SER Y TIEMPO 163
4
Cfr. C. F. Gethmann, Dasein, Erkennen und Hamdeln im phänomenologischen
Kontext, Berlín/Nueva York, W. de Gruyter, 1993, pág. 258.
164 Ramón Rodríguez
muestra que hay algo especial en la relación con el objeto «filosofía» que
expresa «filosofar», algo que no tiene equivalente en biologizar o filolo-
gizar. Hacer filosofía o hacer biología nivela una diferencia esencial. El
prestamo del nombre que el objeto da al comportamiento muestra la
peculiaridad exigida a este: «estudiar filosofía tiene que ser un real filo-
sofar, lo que quiere decir: con lo que me relaciono, dicho de manera
puramente formal, el objeto hacia el que... es tal que, desde su propio
carácter, determina el comportarse con él» (GA 61, pág. 51). Lo decisivo
no es el comportamiento con, sino ser en tal comportamiento (ibíd.).
Este ser marca la no-distancia del comportamiento, el que no pueda
tratarse de un comportarse que mantiene a distancia el objeto.
La definición de filosofía contiene, sí, una referencia a lo concreto,
referencia que es malinterpretada en lo que Heidegger llama la minus-
valoración (Unterschätzung) de la filosofía, en la que se ensalza el tra-
bajo concreto frente a la vaciedad general de lo lógico-formal. «Lo
concreto» depende de la representación previa en que se sitúa y que, en
ese caso, no es otra que lo determinado y empírico del objeto frente a
su carácter abstracto y genérico, es decir, la representación de algo
objetivo, vorhanden, con más o menos deteminaciones (como el sujeto
vivo y real frente al lógico-epistémico). Pero lo concreto exigido por la
definición principial es la concreción que consiste en la forma especí-
fica en que es ejercido el comportamiento que ha de apropiarse de la
filosofía; «Anzeigend: lo concreto ha de ser apropiado como aquello
para lo que ‘es’ el principio; ahí hay que ir» (GA 61, pág. 31).
La definición de filosofía, «y con ella la de todos los objetos filo-
sóficos» (GA 61, pág. 31), es entonces «existenziell formal anzeigende
prinzipielle Definition» (GA 61, pág. 32). Esta expresión resume
todo lo esencial: la definición es principial porque apunta a través de
su carácter formal a su concreción existencial en un modo determi-
nado de hacer propio lo definido (la filosofía).
Como vemos, rige en ella, en primer lugar, la oposición formal-
concreto, formal-material. Pero a diferencia de la manera habitual de
entenderla, como la oposición abstracta entre lo universal formal y
vacío, al modo de las leyes lógicas, y los objetos (la materia) que cae
bajo ellos, Heidegger realiza una doble operación con lo formal:
1. Prosigue el movimiento de formalización en el sentido de
acentuar la desvinculación de la forma respecto del contenido mate-
rial y sus grados (generalización)5: si los conceptos formales, como el
5
Como es bien sabido, Heidegger toma como marco para explicar el carácter
propio de la indicación formal la distinción husserliana entre formalización y gene-
ralización (cfr. GA 60, págs. 57-62). Su adecuada comprensión exige un tratamien-
La indicación formal y su uso en SER Y TIEMPO 165
to mucho más largo del que puede permitirse este artículo. Me remito por ello a la
ya mencionada R. Rodríguez, Transformación hermenéutica de la fenomenología,
ob. cit., págs. 162-159.
166 Ramón Rodríguez
LA INDICACIÓN FORMAL
Y EL PROBLEMA METÓDICO
DE LA CONCEPTUACIÓN PREVIA (VORGRIFF)
Pero si queremos entender más de cerca lo que la indicación
formal supone hay que centrarse en lo que esta proporciona, el An-
satz, el arranque o inicio de la explicación fenomenológica. Desde el
comienzo de la reflexión heideggeriana en las Anotaciones a la Psico-
logía de las concepciones del mundo de Karl Jaspers (1919), la indica-
ción formal se vincula al problema metódico que plantea el Vorgriff,
el concepto previo del que parte toda investigación. Vorgriff no tiene
todavía el sentido técnico del § 32 de Ser y tiempo y se refiere más
bien a la idea, y a la actitud respectiva, en que el objeto de la inves-
tigación es tomado de antemano. La inevitabilidad de un pre-
concepto responde al principio fenomenológico elemental de que el
método, el acceso a algo, no puede ser resultado de una metodología
universal, válida a priori para cualquier objeto, sino que es prescrito
por la cosa misma: es esta quien marca la forma de acceso adecuada
a ella y pertinente. Lo que implica que la investigación tiene que
partir de una pre-donación de la cosa, de un trato previo a la expli-
cación fenomenológica de su estructura. Esa pre-donación es lo que
168 Ramón Rodríguez
6
Esa indeterminación es lo que lleva, probablemente, a que Heidegger, en
algún contexto, la considere «inauténtica», alejada de la concreción del comporta-
miento a que apunta, en el que se realiza auténticamente (cfr. GA 61, pág. 33).
170 Ramón Rodríguez
7
Aparece, en concreto, para precisar el valor metódico de las caracterizaciones
ontológicas iniciales (Existencia y ser-en cada-caso-mío, Jemeinigkeit) del § 9 (SZ,
pág. 114), repetidas luego en el § 12 (SZ, pág. 117), y se emplea otra vez para la idea
general de existencia (SZ, pág. 313), que las resume. Una sola vez se utiliza indicación
formal para definir el estatuto inicial de un carácter del Dasein, el yo (SZ, pág. 116).
8
Que Ser y tiempo se mantiene constantemente fiel a la anticipación de senti-
do de la indicación formal de la existencia como forma de ser del Dasein, ya logra-
da desde 1919, lo atestigua que en todas las ocasiones en que se inicia el análisis de
172 Ramón Rodríguez
una estructura nueva se repite la idea de que los fenómenos han de ser interpretados
existencialmente (por ejemplo, el yo, el ser-respecto-a-la muerte, el Selbst, etc.).
La indicación formal y su uso en SER Y TIEMPO 173
INTRODUCCIÓN
La investigación que se desarrolla a lo largo de estas páginas
tiene una orientación específica. Su horizonte último lo constituye
una cuestión básica: ¿ha desarrollado la hermenéutica contemporá-
nea un teoría de las categorías? A mi parecer, esta pregunta tiene una
justificación tan clara que la hace necesaria. Por una parte, no cabe
duda de que si la hermenéutica se postula como «lo otro» del pensa-
miento «presencialista» y «representacionista», parece pertinente
preguntarse por su estatuto epistemológico. A la vez, si esto es así,
cobra todo el sentido formular la pregunta por la posibilidad de
unas categorías propiamente hermenéuticas. Ahora bien, ¿le es posi-
ble a una «hermenéutica ontológica» elaborar un sistema categorial
o, por el contrario, tal proyecto contradice su propia índole?
Sabemos que ha habido intentos (también anteriores a Heidegger)
de elaborar una lógica hermenéutica. Sabemos, además, que en el
trabajo que Heidegger desplegó en los principales años 20, hay de-
sarrollos que parecen orientarse en esta dirección. No en balde,
nuestro autor quiso elaborar una hermenéutica de la facticidad;
aquella que en Sein und Zeit desembocó en la ontología fundamen-
tal y, más allá de esta, en la pregunta por el ser. Pues bien, la misma
178 Carmen Segura Peraita
1
En adelante me referiré a la tesis de habilitación de Heidegger con la abre-
viatura «HS». Además, por la frecuencia con que voy a citar la HS lo haré en el
cuerpo del capítulo.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 179
2
No me va a ser posible estudiar todas las aportaciones que destacan el sabor
hermenéutico de este trabajo de Heidegger. En algunas ocasiones una breve nota a
pie de página habrá de bastar para consignar, al menos, las líneas interpretativas que
van en la dirección señalada.
180 Carmen Segura Peraita
3
M. Heidegger, Die Kategorien- und Bedeutungslehre des Duns Escotus, GA 1,
Fráncfort del Meno, Klostermann, 1972.
4
Aunque sepamos que la Grammatica speculativa no es de Escoto, el hilo de
la argumentación de Heidegger nos llevará a referirnos a este pensador como si, en
verdad, fuera su autor. También porque Heidegger no se limita a estudiar la Gram-
matica speculativa sino, además, muchas otras obras del doctor Sutil.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 181
5
Cfr. J.-F. Courtine, «Heidegger vor Heidegger? Die Kategorien und die Be-
deutung», en Ch. Bermes, J. Jonas y K.-H. Lembeck (Hrsg.), Die Stellung des Mens-
chen in der Kultur, Festschrift für Ernst Wolfgang Orth zum 65. Geburtstag, Würz-
burg, Königshausen & Neumann, 2002, Band 7, págs. 59-81, pág. 61, nota 7.
182 Carmen Segura Peraita
6
Para lo relativo a la crítica heideggeriana de las categorías aristotélicas cfr. F.
Volpi, Heidegger e Brentano. L’aristotelismo e il problema dell’univocitá dell’essere nella
formazione filosofica del giovane Martin Heidegger, Padova, Cedam, 1976, pág. 115.
7
Cfr. F. Volpi, ibíd., pág. 129.
8
Cfr. Th. Kisiel, «Why Students of Heidegger will have to read Emil Lask»,
cap. 5, en A. Denker y M. Heinz (eds.), Heidegger’s Way of Thougt. Critical and Interpre-
tative Signposts, Londres y Nueva York, Continuum, 2002, págs. 101-136, pág. 107.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 183
9
Cfr. F. Volpi, Heidegger e Brentano, ob. cit., pág. 129.
184 Carmen Segura Peraita
10
Kisiel recuerda que el ser no es un género, de manera que no es accesible por
generalización sino por formalización y que este encuentra ya su motivación direc-
tamente en el «algo originario» (Ur-etwas) comprensivo de la vida y por sí. Cfr. Th.
Kisiel, «L’ indication fórmele de la facticité. Sa genèse et sa transformation» (trad.
F. Dastur), en J.-F. Courtine (ed.), Heidegger. 1919-1929. De l’herméneutique de la
facticité à la métaphysique du Dasein. Actes du colloque organisé par Jean-François
Marquet (Université de Paris-Sorbonne, noviembre de 1994), París, Vrin, 1996,
págs. 205-219, pág. 209. Todos los textos en los que Kisiel se refiere a la HS indican
la misma línea interpretativa de este excelente estudioso de Heidegger. Kisiel en-
cuentra en la HS muchos motivos que aparecerán después claramente en el Heide-
gger de la hermenéutica de la facticidad y en Ser y tiempo. De algunos de ellos daré
cuenta aquí. Así, por ejemplo, vale también la pena estudiar la vinculación que es-
tablece Kisiel entre el Ur-etwas y la facticidad. A este respecto, cfr. Th. Kisiel, The
Genesis of Heidegger’s Being and Time, Berkeley, Los Ángeles y California, CA Uni-
versity Press, 1993, págs. 23-27. A mi parecer, al menos en algunas ocasiones, Kisiel
lee la HS desde la óptica del Heidegger de los años 20 y, así, logra encontrar en ella
lo que espera. De cualquier manera, por su altísima calidad y conocimientos, sus
textos siguen siendo de referencia.
11
Courtine advierte que hay que tener en cuenta que la categoría no es una
determinación ontológica; que es, más bien, la determinación general del objeto.
Ahora bien, objeto y objetividad solo tienen sentido para un sujeto. Por tanto, lo
ente en cuanto tal ya tiene el carácter de objeto. Así pues, la Ur-Kategorie ha de ser
determinada más exactamente como «objetividad». Por esta misma razón el ente es
la condición de posibilidad del conocimiento de objetos en general. Cfr. J.-F. Cour-
tine, «Heidegger vor Heidegger? Die Kategorien und die Bedeutung», ob. cit.,
págs. 67-68.
186 Carmen Segura Peraita
12
Heidegger advierte que también lo matemático es homogéneo. Sin embar-
go, se diferencia de lo lógico porque la homogeneidad del ámbito matemático tiene
su fundamento en la cantidad, mientras que la del lógico descansa en la intencio-
nalidad, cfr. HS, pág. 225.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 187
13
Cfr. F. Volpi, Heidegger e Brentano, ob. cit., pág. 112. Franco Volpi realizó
una nueva exposición de la lectura heideggeriana de Brentano, con especial aten-
ción a la compresión brentaniana de las categorías, en el texto que se cita a conti-
nuación. F. Volpi, «Le fonti del problema dell’essere nel giovane Heidegger: Franz
Brentano e Carl Braig», en Heidegger e i medievali, Quaestio 1/2001, Atti del Co-
lloquio Internazionale Cassino 10/13 maggio 2000, a cura di C. Esposito e P. Po-
rro, Brepols Publischers n.v., Turnhout, Bélgica, 2001.
14
Cfr. F. Volpi, Heidegger e Brentano, ob. cit., pág. 114-115.
15
Para analizar los puntos de encuentro entre la filosofía de Escoto y la feno-
menología de Husserl, Cfr. S. J. McGrath, «Die scotistische Phänomenologie des
jungen Heidegger», en Heidegger-Jahrbuch, 1 (2004), págs. 243-258, pág. 251.
188 Carmen Segura Peraita
16
Cfr. F. Volpi, Heidegger e Brentano, ob. cit., pág. 116 y también pág. 124
donde, además, Volpi subraya que esa univocidad del ámbito de lo lógico es busca-
da y destaca tanto por Escoto como por Husserl.
17
Cfr. A. G. Vigo, «Sentido, verdad y validez» en Arqueología y aleteiología,
Buenos Aires, Biblos, 2008, pág. 191.
18
J.-F. Courtine, «Heidegger vor Heidegger? Die Kategorien und die Bedeu-
tung», ob. cit., pág. 68.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 189
19
Tubinga, Nachwort, F. Kaulbach, 1993, págs. 75-79.
190 Carmen Segura Peraita
la que diferencia las formas, también es cierto que son las formas las
que, en el conocimiento de objetos, aportan verdad y validez. Pero,
a su vez, la verdad o validez lo son de la materia. Además, este pen-
sador entiende que no es en el juicio donde se constituye el sentido,
que este es anterior, que ya en el nivel de la simple aprehensión (por
decirlo con la terminología medieval) hay acceso al ente.
Heidegger adopta la comprensión hilemórfica y la hace operati-
va a lo largo de todo su trabajo. Lo que en él resulta determinante de
manera especial es el Principio de la determinación material de toda
forma (Prinzip der Materialbestimmenheit jeglicher Form) (HS 253).
Fue Lask quien desarrolló cabalmente la doctrina que permitió a
Heidegger la formulación del principio en los términos en que se
acaba de enunciar20. Así pues, al menos por lo que a esta cuestión
central respecta, el mérito del hallazgo es también de Lask, aunque
Heidegger supo extraerle un notable rendimiento.
Este principio es especialmente operativo en la doctrina de las
formas del significado, a la que Heidegger dedica la segunda parte
de su trabajo. A la hora de abordarla no se puede olvidar, como ha
señalado Kisiel, que la investigación de la esfera del significado se
identifica en Heidegger con la de un sistema de categorías21. En el
penúltimo epígrafe de esta investigación me ocuparé de esta doctri-
na; específicamente del tratamiento que realiza Heidegger del modus
essendi. Sin embargo, ahora conviene adelantar algunas ideas que
nos permitan entender cómo opera en Heidegger la comprensión
hilemórfica de las categorías y, así, el PDMF.
Ya en el capítulo dedicado al unum trascendental, Heidegger
afirma que la doctrina de las formas del significado tiene que referir-
se a la realidad empírica. La razón que allí da es que esta es transfor-
mada a través de los significados contenidos en las palabras del len-
guaje, pero que, a su vez, también los significados y sus formas son
determinados, de algún modo, por la realidad entendida como ma-
terial (HS, 206).
Por lo que respecta a la doctrina de las formas del significado, el
autor de Sein und Zeit recuerda que cada significado lo es solo en
una forma determinada a través de un determinado modus signifi-
candi. Ahora bien, ¿dónde se encuentra el principio de la diferencia-
ción de las formas categoriales de la significación? La respuesta, for-
mulada sintéticamente, es que hay una ley esencial que rige para
20
Cfr. A. G. Vigo, «Sentido, verdad y validez», ob. cit., págs. 117-143, pág. 192.
21
Cfr. Th. Kisiel, «Why Students of Heidegger will have to read Emil Lask»,
ob. cit., pág. 115.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 191
todos los actos de la conciencia: los actos son determinados por algo
que no es forma; así se expresa, a su juicio, la necesaria correlación
entre la cualidad y la materia del acto, entre noesis y noema, entre
forma y contenido. Así pues, a cada modus significandi corresponde
un determinado modus essendi. Heidegger subraya que con esta doc-
trina se ha ganado un nuevo e indispensable concepto para la teoría
de las categorías del significado (HS, 253).
Volviendo a Lask y su influencia en Heidegger. Este pensador
malogrado estableció el carácter esencialmente relacional de la for-
ma (doctrina en la que tiene su raíz el PDMF). Esta no sería otra
cosa que la claridad, el momento de verdad (ajlhvθeia) o el momen-
to de claridad del mismo material. En consecuencia, la diferencia
entre la forma y el material es siempre relativa y reflexiva, puesto que
los objetos solo tienen sentido como combinación o unión de forma
y materia. Para caracterizar la participación de la forma en el mate-
rial, Lask utiliza el término «condición respectiva» (Bewandtnis). Con
él quiere indicar que la forma lógica es una cierta versión o giro del
material mismo, es el modo en que el material representa esa versión
que él mismo adopta. Por tanto, Bewandtnis es la categoría misma
en su material; a partir de la misma categoría brilla la claridad, de
manera que «estar en una categoría» es lo mismo que «estar en la
claridad»22.
En su escrito de habilitación (y de acuerdo con Lask), Heideg-
ger expresa también con rotundidad que la forma tiene un carácter
relacional. Así, en el capítulo dedicado al unum trascendental afir-
ma: «Forma es un concepto correlativo; la forma es forma de un
material, cada material se encuentra en una forma. Además, el material
se encuentra siempre en una forma adecuada a él. Formulado de otro
modo: la forma recibe su significado desde el material» (HS, 193).
También, en el capítulo dedicado al verum23, se refiere Heidegger a
la forma en su relación con la materia: «Lo que crea orden es algo
dotado de forma. Las formas son determinadas en su significado a
través del material del mundo de los objetos, y así [son] aplicables de
22
Cfr. J.-F. Courtine, «Heidegger vor Heidegger? Die Kategorien und die Be-
deutung», ob. cit., pág. 75. Cfr. también, A. G. Vigo, «Sentido, verdad y validez»,
ob. cit., págs. 192-193. Cfr. también, Th. Kisiel, «Why Students of Heidegger will
have to read Emil Lask», ob. cit., págs. 119 y sigs.
23
Kisiel entiende que la primera referencia a la facticidad se encuentra en la discu-
sión del verum trascendental. Allí Heidegger habría tomado en cuenta el descubri-
miento del PDMF, específicamente incluyendo las categorías constitutivas. Kisiel
encontrará una concordancia terminológica entre facticidad, verum y materia consti-
tutiva. Cfr. Th. Kisiel, The Genesis of Heidegger’s Being and Time, ob. cit., pág. 26.
192 Carmen Segura Peraita
nuevo a él» (HS, 222). Ahora bien, Heidegger afirma sin solución
de continuidad que, «la forma de orden de lo lógico en absoluto es
el juicio» (HS, 222).
Se puede apreciar que, en las palabras citadas, gobierna el
PDMF, pero también que el juicio continúa siendo determinante
para Heidegger. Es necesario subrayar esto último. Si bien es cierto
que nuestro pensador asume el PDMF, también lo es que no com-
parte con Lask la idea de que el juicio llega tarde. Igualmente es
cierto que Lask habla de un momento de claridad o ajlhvθeia, pero
esto no es suficiente para concluir que Heidegger ya concibe la ver-
dad como desvelamiento. Son muy numerosos e inconfundibles los
textos de la HS en los que queda constancia de que, al parecer de su
autor, el lugar de la verdad es el juicio. Sobre esto tendremos opor-
tunidad de volver en el último epígrafe de esta investigación.
Por el momento, lo que importa es subrayar que Heidegger re-
conoce la presencia de «lo alógico» —como también denominaba
Lask al material— en lo lógico. No pocos estudiosos han visto en
esta presencia, en las posibilidades abiertas por el PDMF y en la
concepción según la cual la forma constituye un momento de clari-
dad, el camino real que condujo a Heidegger hacia la facticidad. A esto
hay que añadir, además, que (como se ha recordado ya) Lask reco-
noce un momento preteórico. Momento, que, a mi parecer (y como
seguiré mostrando), no es todavía reconocido por Heidegger. Sin
embargo, algunos investigadores piensan que sí y, basándose en todo
lo subrayado en este mismo párrafo, sostienen que ya en la HS hay
un descubrimiento de la facticidad. McGrath, por ejemplo, da la
explicación que sintetizo a continuación.
Lask destaca el momento de la comprensión preteórica de lo
dado. Puesto que la forma constituye un momento de claridad
(Klarheitsmoment), la comprensibilidad no depende de la subjetivi-
dad. La forma ilumina algo que ya está ahí. Cada forma está dentro
de una comprensible estructura preteórica que surge de la vida
concreta histórica. Como tal, la materia pertenece a la forma, que
no puede ser pensada sin ella. Eso que Lask llama el algo antepredi-
cativo (das vorprädikative Etwas), es una estructura originariamen-
te preteórica que es captada en el primer acto del intelecto, un acto
que tanto Lask como Husserl llaman «intuición categorial». Así
pues, la facticidad posee una comprensibilidad que es preteórica,
tiene una estructura que no puede ser aprehendida teoréticamente.
La verdad originaria —a la que se tienen que adecuar los juicios
teóricos— se abriría primero en las intuiciones categoriales. Por
tanto, nosotros pensamos ya siempre en la esfera de la compren-
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 193
EL ÁMBITO DE LO REAL:
ABSOLUTA HETEROGENEIDAD Y ANALOGÍA
24
Cfr. S. J. McGrath, «Die Scotistische Phänomenologie des jungen Heideg-
ger», ob. cit., págs. 245-246; también, págs. 252-256.
194 Carmen Segura Peraita
25
Cfr. A. G. Vigo, «La recuperación crítica de la pregunta por el ser en Heideg-
ger», en Signos filosóficos, vol. VIII, núm. 15, enero-junio de 2006), págs. 65-104.
26
Cfr. Th. Kisiel, The Genesis of Heidegger’s Being and Time, ob. cit., pág. 30.
Aquí Kisiel vincula el Solches-Jetzt-Hier con el Dasein: «Yet Scotus’s hæcceitas, the
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 195
very form of individuality, shows promise, since it invests each individual with its
own Wthis-here-now» (Dasein!). En la misma línea se mueve Jethro Masis, cuando
afirma: «(...) el rasgo distintivo de cada una de las cosas de ser ‘esto que ahora está
aquí’; idea reformulada por Heidegger en su disertación —valga decir que como
barrunto de lo que en Sein und Zeit se llamará la Jemeinigkeit, el carácter de ser-ca-
da-vez-mío del Dasein (Cfr. SZ: § 9, 42)— de la siguiente forma: ‘Lo que existe
realmente es algo individual... Todo lo que existe realmente es un tal-ahora-aquí. La
forma de la particularidad (hæcceitas) está llamada a sacar a la luz una determina-
ción originaria de la realidad existente’ (GA 1: 195)», Jethro Masis, «La irrupción
onto-hermenéutica del joven Heidegger: de las tesis universitarias hasta la primera
lección friburguesa», artículo online, pág. 9.
27
Cfr. M. Heidegger, Sein und Zeit, Tubinga, Max Niemeyer, 1993, & 9,
pág. 42.
28
SZ, § 9, pág. 42 (trad. esp. de J. E. Rivera).
196 Carmen Segura Peraita
29
Ibíd.
30
En opinión de Kisiel (que, modestamente, no comparto) en el capítulo
dedicado al unum trascendental se puede detectar la primera referencia a la indica-
ción formal. Este estudioso sostiene que aunque la aproximación a la indicación
formal de la facticidad solo llegaría en 1919, la idea real de esta indicación ya en-
cuentra sus primeros indicios en la versión escotista de la doctrina aristotélico-esco-
lástica de la analogía del ser. Cfr. Th. Kisiel, The Genesis of Heidegger’s Being and
Time, ob. cit., pág. 20.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 197
31
Kisiel habla del «preponderante sentido de la facticidad que emana de este
pasaje», en consonancia con su convicción de que ya en la HS se encuentra el ger-
men de la hermenéutica de la facticidad. Cfr. Th. Kisiel, «Why Students of Heide-
gger will have to read Emil Lask», ob. cit., pág. 116.
32
Cfr. ibíd.
200 Carmen Segura Peraita
Textos como este son los que invitan, de nuevo, a evocar ese
fino sentido para la realidad empírica; ese que habría llegado al
descubrimiento hermenéutico de la facticidad. Ahora bien, lo que
hay que preguntarse, antes de precipitar esta conclusión, es si el
trabajo planteado y realizado por Heidegger implica ya la emanci-
pación de lo que podríamos denominar una concepción original-
mente «subjetivista» o «trascendentalista»; de un planteamiento en
que la centralidad corresponde a la conciencia y a su vinculación
con el objeto y no al «mundo». Dicho de otro modo, se trataría de
averiguar si «lo otro» de la conciencia son sus objetos o si, por el
contrario, hay mundo (cosas, «realidad tangible» o «fáctica») con
independencia de la subjetividad. Todo esto tiene que ver con la
pregunta acerca de si ya para el Heidegger de 1915 el mundo apa-
rece como significativo por sí mismo, más allá de las objetivaciones
o formalizaciones de la conciencia. Sin duda, la enseñanza laskiana
según la cual la forma es determinada por la materia, apunta en
esta dirección.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 201
33
Kisiel lo explica con claridad y acierto. El significado es el fruto de la unión
de forma y materia. El significado es la verdadera unión. Lo que constituye la res-
puesta última a la cuestión ¿de donde el sentido? no puede ser en realidad «la ma-
teria» sino, en lugar de eso, «por el camino de la materia» o «en relación con la
materia». Así, el momento del significado es la relación de la validez con lo de fuera.
Cfr. ibíd., págs. 112-113.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 203
34
Cfr. J. García Gainza, Heidegger y la cuestión del valor, Pamplona, Newbook,
1997, pág. 77.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 205
35
La cursiva es de Heidegger.
36
No hay duda que en la tesis de habilitación, Heidegger mantiene vigente la
distinción entre el ámbito del ser y el de la validez. Cfr. a este respecto, A. G. Vigo,
«La recuperación crítica de la pregunta por el ser en Heidegger», ob. cit.
37
La cursiva es de Heidegger.
206 Carmen Segura Peraita
38
La cursiva es de Heidegger.
39
Cfr. J.-F. Courtine, «Heidegger vor Heidegger? Die Kategorien und die
Bedeutung», ob. cit., págs. 64-65. Cfr. también, págs. 77-78.
¿Hay hermenéutica categorial en la tesis de habilitación... 207
40
M. Heidegger, GA 1, IX, las cursivas son del original.
Verdad y validez en Emil Lask*
Alejandro G. Vigo
Universidad de Navarra
1
Ya G. Gurvitch, en su lúcida y todavía útil presentación general del pensa-
miento de Lask, situaba a su concepción, junto con la de N. Hartmann, en la zona
de intersección de criticismo neokantiano y fenomenología. Véase Gurvitch (1930)
págs. 153-186, esp. págs. 153-158. Para un resumen de la biografía y la carrera
académica de Lask, véase ahora Glatz (2001) págs. 12-19.
2
Rickert, que había sido corrector de la tesis doctoral de Heidegger, anota en su
Gutachten, fechado el 19 de julio de 1915, sobre el escrito de habilitación de Heidegger,
dedicado al tema de la doctrina de las categorías y la significación en el (Pseudo)-Duns
Scoto (véase Heidegger, Duns Scotus), lo siguiente: (en el escrito) «findet Dr. Heidegger
Beziehungen zu modernen Autoren, besonders zu der bedeutsamen ‘metagrammatischen
Subjekts-Prädikats-Theorie’ von Lask, dessen Schriften der Verfasser für seine philoso-
phische Orientierung und auch für seine Terminologie ganz besonders viel verdankt,
Verdad y validez en Emil Lask 211
vielleicht mehr als ihm selbst zum Bewußtsein gekommen ist» (cfr. Heidegger –
Rickert, Briefe, pág. 96). En los escritos y las lecciones de la primera época de Friburgo
las referencias expresas de Heidegger a Lask son más bien escasas y, a pesar del recono-
cimiento de la importancia de sus aportes, no dejan percibir claramente la decisiva in-
fluencia de su concepción (véase, p. ej., las menciones en el «Vorwort» a Duns Scotus,
pág. 191; véase también las observaciones más extensas en las primeras recensiones so-
bre lógica: NFL esp. págs. 24 y sigs., 32 y sigs.). Es, sobre todo, en el intercambio epis-
tolar con Rickert donde las referencias a Lask se hacen recurrentes y más expresivas,
tanto desde el punto de vista filosófico como también personal (véase Briefe, págs. 18
y sigs., 21 y sigs., 23, 25, 28, 32, 34, 37, 43, 48, 54, 57). En su carta a Rickert del 28 de
noviembre de 1916 Heidegger habla incluso de su propósito de escribir sobre Lask
(pág. 32). Previamente, en una carta del 31 de octubre de 1915, Heidegger había men-
cionado, no sin una dosis de autoironía, su Laskschwärmerei, cuya motivación los círcu-
los de legos y no iniciados de Friburgo no alcanzaban a comprender (pág. 23). Para la
importancia de la influencia de Lask sobre el joven Heidegger, véase la discusión en
Kisiel (1993) págs. 33-38. Véase también Kisiel (1995) y (2000); Crowell (1992) y
(1994) esp. págs. 98 y sigs. Para las manifestaciones de deuda y gratitud para con Lask
en los escritos de Heidegger, véase Kisiel (2000) págs. 240-245.
3
Para este punto, véase las sugerencias en Kisiel (1993) pág. 35.
4
En el Vorwort de 1972 a la primera edición de FS Heidegger remite expresa-
mente al papel mediador de Lask, en su tránsito desde la concepción de Rickert a
la de Husserl: «Seit 1909 versuchte ich, freilich ohne die rechte Anleitung, in Hus-
serls, ‘Logische Untersuchungen’ einzudringen. Durch die Seminarübungen bei
Rickert lernte ich die Schriften von Emil Lask kennen, der, zwischen beiden ver-
mittelnd, auch auf die griechischen Denker zu hören versuchte. (Cfr. FS, pág. 56).
En la lección sobre lógica del semestre de invierno 1925-1926, Heidegger había
remitido de modo expreso a la fuerte influencia que habría ejercido sobre Lask la
concepción de Husserl en las Logische Untersuchungen, sobre todo, en lo concer-
niente al problema de la investigación de las categorías y la intuición categorial
(kategoriale Anschauung) (véase Heidegger, Logik § 5, págs. 28 y sigs.). Como es sa-
bido, la doctrina de la intuición categorial, que Husserl desarrolla en la sexta de sus
Logische Untersuchungen, jugó un papel decisivo en la recepción de la fenomenolo-
212 Alejandro G. Vigo
7
Cfr. Crowell (1989), pág. 34 nota, citado por Glatz (2001), pág. 183; veáse
también Crowell (1988), pág. 58.
8
Véase Heidegger, NFL pág. 33: «Lask versucht mit seiner Prädikations-
theorie Aristoteles und Kant einander so nah als möglich zu bringen». La recepción
de Aristóteles por parte de Lask no ha sido aún objeto del estudio detallado que
merecería. En general, los estudiosos no han ido aún más allá de constataciones más
bien generales referidas a la orientación general de la posición de ambos autores,
aun cuando la importancia de la conexión con la concepción aristotélica para un
adecuado entendimiento de la posición de Lask va siendo reconocida con claridad
creciente. Para unas algunas observaciones generales sobre la presencia de Aristóte-
les, véase Hobe (1968), págs. 180-186. Véase también Glatz (2001), págs. 182-184.
También los trabajos de S. G. Crowell antes citados (véase arriba nota 7) proveen
importantes indicaciones sobre el modo en que Lask se apropia de algunos motivos
básicos de la concepción de Aristóteles.
214 Alejandro G. Vigo
9
Para la distinción entre aletheiología y gnoseología y sus consecuencias sis-
temáticas, véase las buenas observaciones en Glatz, 2001, págs. 173-188.
216 Alejandro G. Vigo
10
Para el alcance de la tesis laskiana de la panarquía del lógos, véase las buenas
indicaciones en Nachtsheim (1992), págs. 28-30 y esp. págs. 57-65. Como acerta-
damente enfatiza Nachtsheim, la tesis de Lask debe distinguirse nítidamente de
Verdad y validez en Emil Lask 217
en que pasaría por alto, sin más, la pregunta acerca de cómo la categoría —de
modo análogo al material perceptivo— puede, en general, ser dada. Véase Crowell
(1994), págs. 103 y sigs. En el mismo sentido habla ya una observación introduci-
da por Heidegger en el capítulo conclusivo de la versión publicada su Habilita-
tionsschrift, donde señala que a pesar de la notable sofisticación de su concepción de
lo lógico, con su decisivo énfasis en la función de diferenciación del significado
propia del material, Lask no atiende suficientemente a la diferencia entre el material
sensible y el no-sensible. Véase Heidegger, Duns Scotus, pág. 405. A juicio de Hei-
degger, el punto de partida laskiano en una esfera aislada de trascendencia resulta
inadecuado, ya por el simple hecho de que la oposición entre inmanencia y trascen-
dencia solo hace sentido por referencia a algo respecto de lo cual lo demás ha de ser
pensado como inmanente o trascendente: la objetividad —explica Heidegger, bajo
remisión al propio Rickert y a la concepción de la intencionalidad de Husserl—
solo tiene sentido para un sujeto que juzga (cfr. págs. 404 y sigs. y nota 4). Como
quiera que fuere, el propio Lask se esfuerza por mostrar que su interpretación obje-
tivista-aletheiológica del giro copernicano hace más justicia a las intuiciones básicas
del propio Kant, incluso ocasionalmente a pesar de Kant mismo, que las interpre-
taciones más habituales en la línea del subjetivismo: lo esencial de la posición de
Kant residiría, según Lask, en el modo de pensar la relación que vincula a la forma
lógico-trascendental del conocimiento con el objeto, vale decir, en la tesis de la lo-
goinmanencia de toda objetividad, y no tanto, en cambio, en la posición que afir-
ma el carácter puramente fenoménico del objeto de conocimiento, ni en la corres-
pondiente referencia a la función constitutiva de la subjetividad trascendental, así
como tampoco en la tesis crítico-limitativa que restringe el alcance de aplicación de
lo lógico-categorial al ámbito de lo sensible. Véase la detallada y penetrante discu-
sión de la posición kantiana por parte de Lask en LPh, págs. 243-263.
17
Hay que tener en cuenta en este punto que la reformulación lotziana de la
Zweiweltenlehre tradicional, en la medida en que se orienta a partir de la oposición
entre «ser» (sein) y «validez» (gelten, Geltung), trae necesariamente consigo un estre-
chamiento del ámbito de aplicación de la noción de ser, que se convierte así en una
categoría regional (Gebietskategorie), como la denomina luego Lask, quien extrae de
modo expreso una serie de consecuencias sistemáticas implicadas en la posición de
Lotze. Según Lask, «ser» se dice propiamente tan solo de aquello que es compuesto
de forma categorial y el correspondiente material, más precisamente, de aquello
que posee también material sensible, y justamente en cuanto posee dicho material.
En el caso de lo metafísico-suprasensible, Lask —quien no admite la restricción
kantiana del ámbito de validez de lo lógico-categorial a lo sensible— considera que
se trata de un ámbito especial de objetividad material, que debe ser distinguido,
como tal, del ámbito correspondiente a lo lógico-categorial mismo. En tal sentido,
Lask introduce tres categorías regionales fundamentales, cuya relación recíproca
resulta bastante compleja en los puntos de detalle, a saber: la de validez, que corres-
ponde al ámbito de lo lógico-categorial, la de ser, que corresponde al ámbito de lo
220 Alejandro G. Vigo
físico-sensible, y la de «supra-ser» (Übersein; véase LPh, págs. 10, 176 y sigs.), que
corresponde al ámbito de lo metafísico-suprasensible. Para la concepción laskiana de
las categorías regionales fundamentales, véase Nachtsheim (1992), págs. 155 y sigs.
18
Una cuestión completamente diferente, por cierto, es la de si con esta inter-
pretación Lask hace realmente justicia al núcleo de la posición de Aristóteles. En
efecto, no faltan intérpretes que, oponiéndose a la interpretación metafísica tradi-
cional, han afirmado que Aristóteles se sitúa desde el comienzo en una perspectiva
que corresponde de modo bastente preciso a la que Lask mismo tiene en vista con
su tesis de la logoinmanencia y la panarquía del lógos. Así, en particular, Hobe, en
cuya interpretación de Aristóteles se hace sentir fuertemente la influencia de Hei-
degger. Véase Hobe (1968), pág. 182. El ejemplo más notable y consistente de los
frutos que puede proveer una interpretación del pensamiento de Aristóteles que
busca orientación a partir de una dimensión originaria de convergencia de ser y
conocer, de realidad y lenguaje, de un tipo comparable a la que tiene en vista Lask
con su tesis de la logoinmanencia, se encuentra en el polémico y ya clásico libro de
W. Wieland sobre la Física. Cfr. Wieland (1962); véase esp. el capítulo segundo,
titulado «Die Sprache als Leitfaden», págs. 141-230, y, sobre todo, la argumenta-
ción de Wieland en torno al carácter fenomenológicamente derivativo de la distin-
ción entre cosa y lenguaje, ser y lógos en págs. 144-149.
Verdad y validez en Emil Lask 221
19
Para la caracterización de la doctrina husserliana de la intuición categorial en
términos de un modelo de constitución «desde abajo», me permito remitir a la
discusión en Vigo (2002a).
20
Aunque en este contexto Lask no remite expresamente a Husserl, la intro-
ducción del concepto de satisfacción o repleción (Erfüllung) muestra hasta qué
punto la reinterpretación laskiana del concepto de validez tiene lugar sobre la base
de una apropiación de la concepción fenomenológica de la intencionalidad. Tal
como Husserl en Logische Untersuchungen, Lask se orienta aquí a partir del esquema
222 Alejandro G. Vigo
esto, la forma categorial es, como tal, una estructura de validez que
remite más allá de sí misma, y que solo puede ser comprendida en
su función específica por referencia a la correspondiente materia: en
tanto conceptos correlativos, forma (categorial) y materia (sensible)
solo resultan comprensibles como los dos miembros de la proto-re-
lación señalizada por el «hacia» contenido en la noción de «validez
hacia...» (cfr. pág. 173). En tal sentido, explica Lask, la expresión
«forma» debe entenderse, en definitiva, como una mera abreviación
de la relación de «validez hacia...» (cfr. pág. 174).
A través de esta reinterpretación del alcance de la noción de va-
lidez, cuya orientación básica deja sentir claramente la influencia de
la concepción fenomenológica de la intencionalidad, Lask evita, de
un modo elegante y eficaz, los peligros de recaída en una hipostasia-
ción ingenua de lo lógico que amenazaban a la concepción de Lotze.
El resultado inmediato es una peculiar concepción de la proto-rela-
ción entre forma (categorial) y materia (sensible), que apunta clara-
mente en dirección de un modelo de constitución «desde abajo», de
colorido más aristotélico que kantiano. Dicho modelo de constitu-
ción adquiere expresión, ante todo, en el principio laskiano que afir-
ma la determinación material de toda forma categorial. Se trata
aquí, explica Lask, de una suerte de estrechamiento y agudización
de la forma, en general, en dirección de un material determinado21.
Lo formal no-sensible debe ser, pues, pensado siempre como dotado
de validez «hacia» un cierto material sensible (cfr. LvU, pág. 368). El
material provee así el principio que explica la diferenciación catego-
rial, es decir, la escisión de lo lógico-categorial en una multiplicidad
de formas particulares (cfr. págs. 368 y sig.).
A diferencia de lo que, al menos, a primera vista, parecería ocu-
rrir en Kant, la forma no determina, pues, el correspondiente mate-
rial sensible «desde arriba», como si le fuera simplemente impuesta
por la actividad subjetiva del pensar, sino que es, más bien, el mate-
rial mismo el que «desde abajo» determina la diferenciación de la
forma, en la medida en que provee la condición de aplicación y
realización no para cualquier forma posible, sino para una forma
22
Para este importante aspecto en la caracterización laskiana de la función
constitutiva de la forma lógico-categorial, véase las excelentes observaciones en
Crowell (1996), págs. 46 y sigs.
23
La formulación de Lask en este pasaje puede resultar sorprendente, en la
medida en que señala que la irradiación clarificadora de la forma categorial no solo
alcanza al material sensible, sino, más bien, al sentido como un todo. Pero el con-
224 Alejandro G. Vigo
texto muestra claramente que Lask tiene en vista aquí la función autoclarificadora
de la forma misma: el predicado categorial, esto es, el contenido lógico-formal es lo
claro mismo (das Klare selbst), es decir, aquello que se ilumina a sí mismo, sin recibir
su claridad de ninguna otra cosa, mientras que el material solo puede ser iluminado
desde el entorno por la forma que lo circunda. En tal sentido, hay que distinguir
netamente la claridad (Klarheit) propia del contenido categorial mismo de la mera
susceptibilidad de ser aclarado desde el entorno (Umklärbarkeit), propia del mate-
rial (cfr. LPh, pág. 76). Por cierto, la forma categorial solo se muestra en conexión
con el correspondiente material sensible, pero posee un carácter automanifestativo
que ningún material sensible tiene como tal. Esto explica que cualquier contenido
de sentido, compuesto de forma categorial y material sensible, pueda valer siempre,
al mismo tiempo, también como un ejemplo de la correspondiente forma catego-
rial.
24
Cfr. Glatz (2001), pág. 185.
25
Para la caracterización laskiana del conocimiento (Erkennen) como la «entre-
ga a...» (Hingabe) el objeto mismo y la verdad, véase Glatz (2001), págs. 205 y sigs.
Lask explica que, en el caso del hombre, ya en el nivel del mero conocimiento
sensible hay una experiencia concomitante (miterleben) de la forma categorial. Véa-
se LPh, pág. 82. Lo conocido en el conocer no es, en principio, la forma categorial
misma, sino el material determinado por ella, y se lo conoce precisamente en cuan-
to categorialmente determinado o, dicho de otro modo, se lo conoce a través de la
Verdad y validez en Emil Lask 225
26
Lask cita los lugares más importantes de Aristóteles tales como De anima III
6, 430 a 26-28; III 8, 432 a 11; De interpretatione 1, 16 a 12 y sigs.; Met. VI 4,
1027b 18 y sigs.; y remite también a los antecedentes en Platón, Sofista 259a y sigs.
Véase LvU, pág. 309 nota 2.
27
Es interesante notar aquí que Lask remite de modo expreso a la presencia
de dos sentidos diferentes de composición (sýnthesis) y división (diaíresis) en Aristó-
teles mismo, a saber: uno de carácter objetivo-metafísico y otro de carácter subjeti-
vo (véase LvU, pág. 317, nota 3). La presencia de ambos sentidos sería una de las
razones principales de las dificultades que los intérpretes encuentran a la hora de
explicar el alcance de la tesis que restringe toda composición al ámbito del pensa-
miento. Con todo, Lask cree poder hacer sentido de la posición de Aristóteles, in-
terpretándola por referencia a los diferentes niveles de constitución que comprende
su propia teoría: el sentido objetivo-metafísico de composición y división corres-
pondería, según esto, al nivel de constitución de los objetos primarios del juicio,
228 Alejandro G. Vigo
mientras que el sentido subjetivo daría cuenta de la estructura del juicio como tal.
Lo que Aristóteles no habría logrado advertir con la necesaria claridad es que el
nivel correspondiente a los objetos primarios del juicio no constituye un ámbito de
trascendencia metafísica, sino que debe ser concebido en los términos propios que
indica la tesis de la logoinmanencia de toda objetividad (véase LvU, págs. 317 y
sigs.). Ahora bien, si en la constitución de dichos objetos primarios del juicio tene-
mos ya la presencia de composición y división, es obvio, a juicio de Lask, que ya en
este nivel estamos también en presencia de la actividad de la subjetividad, aunque
se trate todavía de una actividad previa a toda articulación predicativo-judicativa.
Verdad y validez en Emil Lask 229
28
Evidentemente, tal como lo hacen no pocos intérpretes contemporáneos,
Lask asume que la posición de Aristóteles implica la adopción de algún tipo de es-
trategia de paráfrasis reductiva de aquellos enunciados que, en el plano de superficie
correspondiente a la estructura gramatical, presentan en el lugar del sujeto un tér-
mino que no remite a un objeto sustancial, ya que no todo sustantivo gramatical se
corresponde con lo que sería un sustantivo genuino, desde el punto de vista lógico-
categorial. Para la distinción entre sustantivos genuinos y no-genuinos en Aristóte-
les, véase Wieland (1962), págs. 131, nota 20 y 149 y sigs. Justamente una posición
sustancialista como la de Aristóteles, que se orienta a partir de la distinción catego-
230 Alejandro G. Vigo
rial básica entre los objetos sustanciales y las determinaciones accidentales, debe ser
especialmente cuidadosa, a la hora de evitar sustancializar indebidamente entidades
que no poseen existencia autónoma y, por ende, no pueden aspirar a ser considera-
das genuinas sustancias. Para la importancia de las estrategias de desustancializa-
ción de entidades pseudo-sustanciales en Aristóteles, remito a las observaciones en
Vigo (2000), esp. págs. 92 y sigs., 112 y sigs.
29
Lask tiene aquí expresamente en vista el hecho de que el propio Aristóteles
considera la posibilidad de tratar la forma como predicado de la materia (cfr. por
ejemplo, la compleja y debatida argumentación de Metafísica VII 3, 1029 a 21 y sigs.).
Véase LvU, pág. 336, nota 3.
Verdad y validez en Emil Lask 231
30
Para una reconstrucción más detallada de la teoría laskiana del juicio, con
especial atención al modo en que Lask distingue los niveles arriba mencionados,
véase la excelente contribución de Mohanty (1999).
31
En este punto, Lask distingue nítidamente su concepción, basada en la
distinción de los tres niveles, de aquellas que apuntan exclusivamente a tematizar la
estructura del contenido judicativo como tal, pero que no considerarían adecuada-
mente el nivel de constitución correspondiente a los objetos primarios de la deci-
sión judicativa. Lask menciona aquí a Gerlach, Bolzano, Herbart, Bergmann, Mei-
nong, Brentano, Husserl y Rickert, entre otros (véase LvU, págs. 304 y sigs.). El
caso de Bergmann podría constituir, en cierto sentido, una excepción, aunque este
autor tampoco sacaría el debido partido de la distinción de niveles que avista oca-
sionalmente (cfr. págs. 305 y sigs.).
Verdad y validez en Emil Lask 235
32
Con el enfático rechazo de la concepción tradicional que restringe el alcan-
ce del juicio negativo a la función de rechazar el error, y con el énfasis en la especi-
ficidad de la estructura objetiva subyacente al juicio negativo verdadero, Lask adop-
ta una posición comparable a la que por la misma época, en la cercanía inmediata
de Husserl, desarrolló A. Reinach, en su altamente diferenciada teoría del juicio
negativo. Véase A. Reinach, ThNU.
236 Alejandro G. Vigo
33
Posteriormente, en su tratamiento de la noción de verdad en el § 44 de SZ,
Heidegger parte expresamente de la remisión a la presencia de dicha noción onto-
lógica de verdad en textos aristotélicos como Met. I 3 y IV 1. Véase Heidegger, SZ
§ 44, págs. 212 y sigs. Justamente uno de los aspectos básicos de la reconstrucción
crítica del concepto tradicional de verdad llevada a cabo por Heidegger reside en el
rechazo de la tesis según la cual Aristóteles habría restringido el alcance de la noción
de verdad al ámbito del juicio (cfr. págs. 214 y sigs.). Véase la discusión más amplia
del punto en Heidegger, Logik § 11, págs. 127-135 y también § 13 b), págs. 170-
182, donde Heidegger discute la posición aristotélica en torno a la conexión entre
verdad y ser, tal como esta aparece reflejada en el difícil texto de Met. IX 10.
34
En conexión con la noción ontológica de composición, y con la correspon-
diente caracterización de la verdad y la falsedad ontológicas en términos de la opo-
sición compatibilidad-incompatibilidad o bien copertenencia-falta de copertenen-
cia, Lask remite a la concepción platónica en torno a la armonía o falta de armonía
de los términos elementales (stoicheîa) en Teeteto 201a y sigs. (cfr. LvU, pág. 308,
nota 1). Lask menciona aquí el empleo lógico-ontológico de la noción de armonía
en Platón y Aristóteles (cfr. pág. 309, nota 1). Un aspecto sistemático importante,
vinculado inmediatamente con la introducción de la oposición verdad-falsedad en
el nivel correspondiente a los objetos primarios del juicio, reside en la necesidad de
reinterpretar el alcance funcional de la cópula «es» en la estructura del juicio de la
forma S-P. Como indica expresamente Lask, al abandonar la suposición de que los
elementos últimos de la composición o división —esto es, los términos (horoi)—
son neutrales respecto de la diferenciación veritativa, se modifica también necesa-
riamente la manera de concebir la función de la cópula. Considerada en abstracto,
la cópula aparece ahora como un mero producto (Geschöpf ) de la subjetividad: si se
deja de lado el carácter armónico o inarmónico de los correspondientes elementos,
la cópula no constituye más que un descolorido residuo (farbloses Residuum) de
naturaleza puramente formal, que remite, como tal, a una previa imbricación
(Verklammerung) de carácter objetivo-material, dada en el nivel de los elementos
que la cópula misma ya no contiene (cfr. pág. 315). Por lo mismo, Lask insiste en
la necesidad de no introducir ninguna complejidad en la cópula misma, que, toma-
da por sí sola, debe verse más bien como el producto de una depotenciación artifi-
cial de la articulación ontológica dada originariamente en el nivel de los elementos
constitutivos de los objetos primarios del juicio (cfr. págs. 315 y sigs.).
Verdad y validez en Emil Lask 237
35
En Met. VI 7, 1011b 25-27 Aristóteles provee una caracterización alterna-
tiva de las nociones de verdad y falsedad, que no apela a la oposición entre compo-
sición y división, a saber: verdadero es el enunciado que afirma que lo que es es o
bien lo que no es no es; falso es el enunciado que afirma que lo que es no es o bien
lo que no es es. Hay intérpretes modernos que, orientándose a partir de concepcio-
nes formalistas en la línea de Tarski, consideran preferible esta segunda caracteriza-
ción, por no introducir una referencia expresa a nociones no formales como las de
composición y división. Pero hay buenas razones sistemáticas para afirmar que en
el caso de Aristóteles mismo la situación es precisamente la contraria: es la defini-
ción más compleja de Met. IV 4 y IX 10 la que debe verse como la caracterización
que Aristóteles considera más precisa y preferible. Para este punto, véase la discu-
sión en Vigo (1997), esp. págs. 7 y sigs.
238 Alejandro G. Vigo
36
Para los aspectos centrales vinculados con los dos sentidos de las nociones de
composición y división en la concepción aristotélica, véase Vigo (1997), págs. 10-18.
Respecto de la noción de falsedad ontológica, Lask mismo enfatiza el hecho de que
provee el correlato específico del juicio negativo verdadero. De este modo, Aristó-
teles habría logrado distinguir nítidamente entre el carácter eventualmente erróneo
del juicio negativo y el carácter de falsedad propio del correlato objetivo específico del
juicio negativo verdadero (véase LvU, pág. 319, nota 2).
Verdad y validez en Emil Lask 239
37
Como observa acertadamente Glatz, el punto menos claro en la posición de
Lask se refiere al modo en que tiene lugar la constitución originaria de aquellas
configuraciones objetivas que corresponden a casos de la contra-verdad. Véase
Glatz (2001), pág. 195. En efecto, ¿cómo surge a partir de la estructuras objetivas
pre-oposicionales dadas de modo puramente pasivo, por medio de la acción sepa-
radora de la subjetividad, una multiplicidad de elementos materialmente incompa-
tibles, cuando todas las estructuras dadas han de ser necesariamente casos de com-
patibilidad material, es decir, ejemplos de la verdad sustraída a toda oposición? Lask
no desarrolla una explicación específica en este punto. Pero no es difícil ver a qué
tipo de estrategias debería apelar dicha explicación. Evidentemente, Lask debería
presentar las estructuras objetivas que en el nivel de los objetos primarios del juicio
corresponden a casos de la contra-verdad como derivadas, en algún sentido, de las
estructuras que corresponden a casos de la verdad, en el sentido ontológico-mate-
rial: las estructuras que ejemplifican la incompatibilidad de determinados elemen-
tos no pueden ser dadas del mismo modo que las que ejemplifican combinaciones
efectivas de elementos compatibles. En todo caso, como señala Glatz, es claro que
Lask distingue diferentes niveles de acceso a lo dado por parte de la subjetividad, a
saber: un nivel en el cual la subjeividad se comporta de modo puramente pasivo y
provee el escenario o lugar de realización de las vivencias sensibles, y un nivel activo,
en el cual la subjetividad introduce la escisión que da origen a todas las posibles
formas de oposicionalidad, tanto en el plano de la experiencia antepredicativa
como en el correspondiente a la experiencia predicativa y la actividad del juicio.
Cfr. Glatz (2001), págs. 194 y sigs. Por cierto, nada impide distinguir, dentro del
nivel correspondiente al comportamiento activo de la subjetividad, toda una grada-
ción de diferentes subniveles de constitución, que hagan posible dar cuenta de las
diferentes estructuras objetivas que subyacen a los diferentes tipos de juicio. La-
mentablemente, Lask no estuvo en condiciones de llevar a cabo la tarea de recons-
truir en detalle dicha complejidad de niveles y subniveles de constitución. Para al-
gunos aspectos de detalle de la relación que vincula los objetos primarios del juicio
con la estructura pre-oposicional de los objetos trascendentes mismos, véase las
buenas observaciones en Mohanty (1999), págs. 143 y sigs.
240 Alejandro G. Vigo
CONSIDERACIONES FINALES
Como espero que surja con alguna claridad a partir de la exposición
ofrecida, la concepción laskiana de las categorías y del juicio debe verse
como una totalidad articulada y, en lo esencial, altamente coherente.
Dicha concepción puede ser leída como el esbozo de un modelo siste-
mático original, que abre, dentro del contexto de la filosofía trascenden-
tal, una interesante vía para la mediación entre concepciones que, prima
facie, parecerían apuntar en direcciones diametralmente opuestas, a sa-
ber: por un lado, concepciones de carácter formalista surgidas en co-
nexión con la Geltungslogik lotziana y su recepción dentro del pensa-
miento neokantiano; por el otro, concepciones de orientación más bien
antiformalista, que, como las más representativas dentro del ámbito del
pensamiento fenomenológico, se caracterizan, fundamentalmente, por
el intento de revincular el ámbito de lo lógico-categorial a una dimen-
sión más originaria de constitución del sentido, tal como esta se abre ya
en el plano de la experiencia antepredicativa. El modo en que Lask se
apropia de la Geltungslogik y la pone al servicio de una concepción que
recalca la esencial complementariedad del material sensible y la forma
categorial en la constitución del sentido y la verdad, enfatizando al mis-
mo tiempo la irreductible función de diferenciación que desempeña lo
sensible, como tal, respecto de lo lógico-categorial mismo, constituye,
sin lugar a dudas, un notable ejemplo de un tipo de apropiación trans-
formadora, que logra extraer consecuencias, en principio, insospecha-
das a partir de un esquema explicativo que, a primera vista, parecería
haber ya dado todos los réditos que de él podrían esperarse.
A la vista de la notable creatividad y penetración filosófica que
Lask pone de manifiesto en esta reinterpretación transformadora y su-
peradora del paradigma neokantiano más habitual, y teniendo en
cuenta el enorme esfuerzo que significa remontar la pertinaz tendencia
al formalismo, partiendo de aquellos productos últimos en los que di-
cha tendencia se objetiva del modo más paradigmático, no resulta sino
natural que el propio Lask no estuviera ya en condiciones de dar cuen-
ta del modo en que se vincula el ámbito de la experiencia predicativa y
del juicio con la dimensión básica de constitución del sentido, y con la
experiencia antepredicativa en la que ella se abre originariamente, más
que de un modo parcial y provisorio, que no alcanza a comprender en
sí la multiplicidad de niveles y estructuras que entran aquí necesaria-
mente en juego. Ni siquiera pensadores como Husserl y Heidegger,
que en cierto modo partieron del punto al que Lask tuvo que llegar
primero trabajosamente, pudieron concluir más que fragmentos de lo
242 Alejandro G. Vigo
que sería una tarea tan ciclópea como la así esbozada, que en su forma
más amplia no es otra, en definitiva, que la tarea de una reconducción
total del sentido y la verdad, en todas sus formas, al ámbito originario
del mundo de la vida, tal como este se ofrece ya en el acceso antepredi-
cativo y la experiencia inmediata.
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La determinación de lo originario
en el pensamiento de Emil Lask
Stefano Cazzanelli
Universidad Complutense de Madrid
1
H. Rickert, «Vom Begriff der Philosophie», en Logos, núm. 1 (1910), págs. 1-34.
246 Stefano Cazzanelli
Fiel a Kant, Lask sitúa, por un lado, el valor y, por otro, la reali-
dad empírica. En virtud de esta dicotomía comparte con Husserl la
crítica al psicologismo, rechazando radicalmente la reducción del
contenido lógico-significativo de los actos de conciencia a su com-
ponente psíquico, siendo este último un simple soporte empírico.
A pesar de que el psicologismo nunca llega a ser objeto de un
análisis minucioso en las obras y artículos de Lask, sin embargo, pue-
de ser considerado como uno de los resortes fundamentales de su
pensamiento. Incluso, es posible interpretarlo como una de las razo-
nes que llevan Lask a alejarse parcialmente de Kant rumbo a su lógica
de la lógica. Intentaré aclarar el porqué. Un problema considerable
que Kant tiene que afrontar es el de la fundación de las formas a prio-
ri de la sensibilidad y del intelecto prescindiendo de la esfera empíri-
ca, dado que esta está constituida por ellas. Cree poder encontrar una
La determinación de lo originario en el pensamiento de Emil Lask 247
2
«Noi vediamo l’atto formale per cui il soggetto si riferisce al predicato, il
fatto vivo dello spirito. Vediamo anche, se si vuole, la legislazione discorsiva della
natura nel suo normale sviluppo, ma non l’elemento formale dello sviluppo. In una
parola, vediamo l’azione della forma logica, non la forma logica dell’azione». (A.
Pastore, Sulla logica della logica secondo Emilio Lask en Sophia, núm. 11 (1933),
Palermo, pág. 269).
3
Es interesante subrayar aquí la analogía entre esta apertura laskiana que va
más allá de lo sensible y la extensión de la intuición husserliana al ámbito categorial
en la sexta de las Logische Untersuchungen. Se trata de dos intentos similares de su-
peración de la filosofía kantiana que Heidegger apreció explícitamente.
4
E. Lask, Die Logik der Philosophie und die Kategorienlehre (Abrev. LdP) en
Gesammelte Schriften (Abrev. GS) II, Tubinga, Mohr, 1923-1924, pág. 210. En
estas palabras resuena el eco del idealismo de Fichte, pensador muy influyente para
el neokantismo del Baden y sobre todo para el pensamiento de Lask.
5
La lógica de la filosofía, interpretada como una auto-reflexión de la filosofía
orientada a captar el fundamento del hacer teorético, fascinó a Heidegger. Ya en sus
primeros cursos en Friburgo, desdobló la investigación filosófica y dirigió a la filo-
sofía misma la pregunta acerca del origen. La actitud lógico-teorética necesitaba a
su entender una fundamentación más originaria: pre-teorética o, incluso podría-
mos decir, meta-filosófica. Sin embargo, a diferencia de Lask, Heidegger interpretó
248 Stefano Cazzanelli
8
Cfr. A. G. Vigo, Hylemorfismo trascendental y aletheiología. La presencia de
Aristóteles en la teoría de las categorías y el juicio de Emil Lask en Seminarios de filoso-
fía, núms. 17/18 (2004-2005), págs. 221-256.
9
«Tanto para Heidegger como para Lask, «trascendental» no significa «condi-
ción subjetiva», sino «condición ontológica» (lo que refleja el uso medieval del tér-
mino, más que el kantiano)». (S. G. Crowell, Truth and reflection: the development
of transcendental logic in Lask, Husserl and Heidegger, Yale University, University
Microfilms International, Ph. D. 1981, pág. 34, nota 7).
10
E. Lask, LvU, GS II, pág. 426.
11
Esta es una de las fórmulas laskianas a las que Heidegger da mucha impor-
tancia y que aparece tanto en su primer curso («en la verdad en cuanto verdad vivo
yo», GA 56/57, pág. 49) como en Sein und Zeit (El Dasein es «en la verdad», GA 2,
pág. 221).
250 Stefano Cazzanelli
12
Se trata de otro término muy significativo en la obra temprana de Heideg-
ger que indica la estructura originaria de la inmediatez de la vida. Además de Lask,
también Meister Eckhart, Schleiermacher y San Agustín son autores que Heidegger
utilizará para enriquecer de contenido este concepto.
13
E. Lask, Zum System der Logik (Abrev. SdL), GS III, pág. 144.
14
E. Lask, SdL, GS III, pág. 71.
La determinación de lo originario en el pensamiento de Emil Lask 251
15
La terminología de zuhanden y vorhanden es de Heidegger.
16
«Esta distinción funcional, o «relación» [entre forma y materia], impregna
nuestra experiencia de objetos con sentido en la vida de todos los días y en la vida
científica, pero permanece lógicamente desnuda, no reconocida como tal, hasta
que sea agarrada categorialmente en una reflexión lógico-trascendental acerca del
sentido que aclare la naturaleza (ontológica) de la misma forma lógica», S. G.
Crowell, Husserl, Heidegger, and the Space of Meaning, Illinois, Northwestern Uni-
versity Press, 2001, pág. 47.
17
E. Lask, LdP, GS II, pág. 82.
18
«Nosotros somos sin duda capaces de representarnos en la fantasía una vi-
vencia puramente sensible de este tipo, un simple dejar-llegar-a-sí las impresiones
252 Stefano Cazzanelli
§ 4. Lask y la fenomenología
21
Esta asociación, a pesar de que no sea explicitada en los textos heideggeria-
nos, se hace sin embargo evidente si se tienen en cuenta las siguientes consideracio-
nes. 1) Heidegger retoma la fórmula das vortheoretische Etwas de Lask, quien fue el
primero en utilizarla, E. Lask, LdP, GS II, pág. 191 en la nota. 2) En su curso de
1919, Heidegger divide el ámbito pre-teorético en dos vertientes: por un lado el
254 Stefano Cazzanelli
mundo de la vida y por el otro el algo originario. Este último es el fundamento (la
motivación) del primero. 3) La gran influencia sobre el pensamiento heideggeriano
de la fenomenología husserliana, según la cual la relación originaria entre yo y
mundo es de carácter intencional. En términos heideggerianos esto significa que la
intencionalidad motiva nuestro estar-en-el-mundo. Dados estos tres puntos tendría
que ser comprensible cómo la operación de Heidegger consistió en una interpreta-
ción del ámbito pre-teorético de Lask (Ur-etwas) según los parámetros de la inten-
cionalidad fenomenológica.
22
E. Lask, SdL, GS III, pág. 96.
23
«Tanto Lask como el Husserl de Ideas I se adhieren al giro copernicano in-
troducido por Kant. Ambos ven el mundo qua significativo como siendo en un
cierto sentido dependiente del sujeto. Sin embargo, para Husserl el sujeto adquiere
una primacía ontológica en la medida en que su propio ser está comprendido como
algo absoluto. Para Lask, al contrario, el copernicanismo significa solo una priori-
dad del sujeto desde un punto de vista epistemológico», K. Schuhmann y B. Smith,
Two Idealisms: Lask and Husserl en Kant-Studien, núms. 84/4 (1993), pág. 458.
24
A pesar de que Husserl nombre por primera vez la reducción fenomenológi-
ca en su curso de 1906-1907, Hua XXIV, págs. 211 y sigs. —es decir, antes de la
publicación de los principales textos de Lask— y que remonte su origen incluso al
año 1905 (Cfr. Seefelder Manuskripte über Individuation en Hua X, pág. 237), Lask
no pudo conocer esta herramienta fenomenológica fundamental hasta el año 1913,
cuando recibió directamente de Husserl el texto de Ideen I. Antes de esta fecha, los
únicos escritos husserlianos que Lask pudo estudiar fueron las Logische Untersu-
chungen y el artículo de 1911 «Philosophie als strenge Wissenschaft». Para un aná-
lisis pormenorizado de la relación entre Husserl y Lask véase K. Schuhmann, B.
Smith, Two Idealisms: Lask and Husserl en Kant-Studien, ob. cit., págs. 448-466.
La determinación de lo originario en el pensamiento de Emil Lask 255
§ 5. Forma y materia
25
Para una interesante investigación acerca de la Bewandtnis en Lask y Heidegger,
véase T. Kisiel, Why students of Heidegger will have to read Emil Lask en Man and
World, núm. 28 (1995), págs. 197-240.
256 Stefano Cazzanelli
26
«El carácter del ser de lo “a la mano” es la “conformidad”» [Der Seinscharakter
des Zuhanden ist die Bewandtnis], M. Heidegger, Sein und Zeit, en GA 2, pág. 84.
27
«El modus essendi es la realidad empírica inmediatamente data sub ratione
existentiae. Aquí es preciso observar, en cuanto dato importante, que Duns Escoto
caracteriza también la realidad empírica como situada bajo una ratio, es decir, bajo
un punto de vista, una forma, una condición [Bewandtnis]; con eso no se expresa
sino lo que se ha formulado en este sentido: también la donación representaría ya
una determinación categorial [auch die «Gegebenheit» stelle bereits eine kategoriale
Bestimmung dar]», M. Heidegger, Die Kategorien- und Bedeutungslehre des Duns
Scotus, en GA 1, pág. 260, la cursiva es nuestra.
La determinación de lo originario en el pensamiento de Emil Lask 257
28
Este alejamiento progresivo del conocimiento de la esfera pura de lo origi-
nario asubjetivo fue señalado y aclarado ya por Gurvitch, uno de los primeros crí-
ticos no alemanes de la filosofía de Lask: «El factor de la subjetividad, aún en su
expresión más objetiva, en tanto que conocimiento y juicio, desempeña para Lask
no solo un papel subordinado, sino también un papel destructor, que descompone
el abrazo armonioso del Logos y de la materia primaria, basado en el Hingelten di-
recto», G. Gurvitch, Les Tendances actuelles de la Philosophie allemande. E. Husserl,
M. Scheler, E. Lask, M. Heidegger, París, Vrin, 1930, pág. 172.
29
A este respecto resultan muy interesantes los análisis de Claudio Tuozzolo
acerca de la lectura que Lask hizo del binomio filosofía y vida fichteano: Cfr. C.
Tuozzolo, Emil Lask e la logica della storia, Milán, Franco Angeli, 2004, págs. 145-
153. A pesar de que efectivamente Fichte articuló una antítesis entre el conocer y el
vivir, su intento no fue el de impedir a priori el conocimiento de la vida —afirman-
do como Jacobi (y en cierta medida Lask) un principio irracionalista— sino solo
el de evitar la identificación entre ellos. Por lo tanto, si por un lado «en cuanto
nos elevamos a la pura especulación, esta realidad desaparece necesariamente», por
otro hay que afirmar que la especulación «solo es el medio para conocer la vida»,
J. G. Fichte, Leben und literarischer Briefwechsel, vol. II, Leipzig, Brokhaus, 1862,
pág. 174.
258 Stefano Cazzanelli
30
Para la realización de esta segunda parte nos ha sido muy útil el texto de C.
Tuozzolo, Emil Lask e la logica della storia, Milán, Franco Angeli, 2004.
31
«Los dos métodos de evaluación, aunque diferentes, son sin embargo tam-
bién co-predicables, es decir, aplicables paralelamente a los mismos objetos e insusti-
tuibles el uno al otro, por causa del significado autónomo que compete a cada uno»,
E. Lask, Fichtes Idealismus und die Geschichte (Abrev. FIG), en GS I, pág. 17).
La determinación de lo originario en el pensamiento de Emil Lask 259
32
E. Lask, Rechtsphilosophie, GS I, pág. 308.
260 Stefano Cazzanelli
33
Para una investigación acerca de las formas metodológicas y las formas cons-
titutivas en el pensamiento de Windelband, Rickert y Lask, véase el interesante
artículo de G. Gigliotti, «Forme costitutive e forme metodologiche nella teoria della
elaborazione concettuale», en M. Signore (ed.), Rickert tra storicismo e ontologia,
Milán, Franco Angeli, 1989, págs. 201-221.
34
E. Lask, Rechtsphilosophie, GS I, págs. 308-309.
La determinación de lo originario en el pensamiento de Emil Lask 261
CONCLUSIÓN
35
E. Lask, Rechtsphilosophie, GS I, pág. 309 (la cursiva es nuestra).
36
E. Lask, Rechtsphilosophie, GS I, pág. 308.
37
E. Lask, FIG, GS I, pág. 162.
262 Stefano Cazzanelli
1
H. Lipps, «Die Aufgaben der Logik» (Deutsche Allgemeine Zeitung, 3 de julio
de 1927), en Werke, IV: Die Verbindlichkeit der Sprache, Fráncfort del Meno, Vitto-
rio Klostermann, 1977, 3. Aufl., págs. 193-195.
264 Rogelio Rovira
2
Ibíd., pág. 195: «Statt also analytisch die Logik als ein System zu entwickeln, ist
ihr Einsatz selber reflektiv zu begreifen. Damit meine ich, daß die Selbstverständlich-
keiten, die man in den sogenannten Grundsätzem fixieren zu können glaubte,
tatsächlich in dem lebendigen Vollzug verhaftet bleiben, der nur eben nachträglich
—nämlich in der philosophischen Logik— expliziert, d. i., auf die fürs erste ver-
deckten Motive zurückverfolgt und aus dem in der logischen Kopula mitgesetzten
Horizont einer bestimmten “Lage” begriffen werden kann».
3
Cfr. O. F. Bollnow, «Zum Begriff der hermeneutischen Logik bei Hans
Lipps», en Studien zur Hermeneutik, II: Zur hermeneutischen Logik von Georg
Misch und Hans Lipss, Friburgo/Múnich, Karl Alber, 1983, págs. 268-286, esp.
pág. 269.
4
H. Lipps, Werke, II: Untersuchungen zu einer hermeneutischen Logik (1938),
Fráncfort del Meno, Vittorio Klostermann, 1976, 4. Aufl.
5
Los referidos escritos se recogen en H. Lipps, Werke, IV: Die Verbindlichkeit
der Sprache, Fráncfort del Meno, Vittorio Klostermann, 1977, 3. Aufl. y son: «Die
Paradoxien der Mengenlehre», 1923, págs. 158-170, «Bemerkungen zu der Para-
doxie des Lügners», 1923, págs. 171-176, «Bemerkungen zur Theorie der Prädika-
tion», 1925, págs. 177-192, «Das Urteil», 1929, págs. 9-25, «Wortbedeutung und
Begriff», 1930, págs. 26-38.
6
H. Lipps, Werke, I: Untersuchungen zur Phänomenologie der Erkenntnis, 1827-
1928, Fráncfort del Meno, Vittorio Klostermann, 1976: 1. Teil: «Das Ding und
seine Eigenschaften», 2. Teil: «Aussage und Urteil».
Idea de la lógica hermenéutica de Hans Lipps 265
* * *
¿Cómo concibe Hans Lipps lo que denomina «lógica filosófica»
o «lógica hermenéutica»? ¿Qué figura tiene esta novedosa lógica?
¿Cuáles son y en qué consisten las tareas que le asigna el filósofo
formado en Gotinga?
Lipps construye su lógica hermenéutica como contrafigura de la
lógica formal, a la que llama también «lógica tradicional» (überkom-
mene Logik, traditionelle Logik), «lógica usual» (übliche Logik) o «ló-
gica escolar» (Schullogik)8. No pretende con ello en modo alguno,
según advierte expresamente, «refutar la lógica formal, sino solo dis-
ponerla en el sentido de que se muestre su limitada exactitud»9.
Cabe por ello decir que el objeto principal de la lógica hermenéutica
es referir los resultados que expone la lógica formal, tan abstractos,
tan «descarnados» —dürr es, en efecto, la palabra alemana que a este
respecto usa Lipps en el artículo periodístico citado10— a la vida de
la que han nacido. Se trata, por tanto, de remitir las formaciones
lógicas a su origen en la vida humana para comprenderlas en su
posibilidad interna y apropiarse originariamente de ellas. Con ello,
como afirma el propio Lipps, «el estudio se desplaza inmediatamen-
te en la dirección de lo que ha bosquejado la analítica existencial de
7
Entre esos autores destaca Georg Misch, que pretendió erigir una lógica
hermenéutica sobre la base de la filosofía de la vida de Wilhelm Dilthey. Cfr. G.
Misch, Der Aufbau der Logik auf dem Boden der Philosophie des Lebens: Göttinger
Vorlesungen über Logik und Einleitung in die Theorie des Wissens. Hrsg. von Gudrun
Kühne-Bertram und Frithjof Rodi, Friburgo/Múnich, Karl Alber, 1994. Sobre la
historia y el concepto de la lógica hermenéutica puede verse: G. Kühne-Bertram,
«Logik als Philosophie des Logos. Zur Geschichte und Begriff der hermeneutischen
Logik», Archiv für Begriffgeschichte, 1993, págs. 260-293.
8
La primera expresión aparece, por ejemplo, en las páginas 17 y 19 de la
edición citada de las Untersuchungen zu einer hermeneutischen Logik; la segunda, en
la página 73, entre otras; y la tercera en las páginas 20, 52, 53, etc. Por lo demás, la
expresión «lógica formal» forma parte del título de la primera sección de esta obra:
«Formale und hermeneutische Logik».
9
Ibíd., pág. 19 nota: «Es kann nicht darauf ankommen, die formale Logik zu
widerlegen, sondern nur sie in dem Sinn zurechtzustellen, daß man ihre beschränkte
Richtigkeit aufzeigt».
10
«Die Aufgaben der Logik», ibíd., pág. 193.
266 Rogelio Rovira
11
Ibíd., pág. 13: «Im Begreifen ihrer [scl. der Schlüssen, Bestimmungen usw.]
inneren Möglichkeit, in der Bloßlegung ihres Ursprungs verschiebt sich sofort die
Betrachtung in die Richtung dessen, was Heideggers Existenzial-Analytik umrissen
hat».
12
Ibíd., pág. 21: «Hermeneutische Logik setzt aber gerade an der Situation,
so wie sie zu Wort kommt, ein».
13
Ibíd., págs. 23-30.
Idea de la lógica hermenéutica de Hans Lipps 267
14
Ibíd., pág. 53: «Philosophische Logik untersucht in der Erkenntnis, d.i. in
der Sichtung und Auseinanderlegung von Situationen, etwas, was nicht als Wissen
zu hinterlegen ist. Die Dinge erkennen —etwa Wege herausfinden, irgendwo Bäu-
me erkennen, seinen Schirm wiederentdecken— heißt etwas anderes als begrei-
fen».
15
Ibíd., pág. 56: «Die Dinge werden erkannt als..., d. i., festgestellt in ihrem
Was, sofern ich mir die Wirklichkeit erschließe. Nämlich in der Wendung, die ich
in der Situation gebe».
16
Ibíd., pág. 56: «Es sind gekonnte Griffe, mit denen man etwas zu fassen,
worin man selbst Halt bekommt».
17
Cfr. M. Heidegger, Sein und Zeit, Tubinga, Niemeyer, 1993, 17. Aufl., un-
veränd. Nachdruck, § 33, pág. 158. El propio Lipps, al tratar, en la segunda parte
de sus Investigaciones sobre la fenomenología del conocimiento, de la distinción entre
el «como» de la determinación predicativa (das „als“ der prädikativen Bestimmung)
y el «como» bajo el cual algo se «descubre» (das „als“, unter dem etwas „entdeckt“
wurde) alude también a la mencionada distinción de Heidegger: cfr. H. Lipps,
Untersuchungen zur Phänomenologie der Erkenntnis, 2. Teil, ed. cit., pág. 43, nota 2.
268 Rogelio Rovira
18
Ibíd., pág. 12: «Es gilt eine Morphologie des Urteils aufzulösen, die im Urteil
etwas „als seiend gesetzt“ sein ließ. Sie ist durch eine Typik der Schritte zu ersetzen,
in denen Existenz sich vollzieht, d. i. bestimmend und urteilend, schließend und
beweisend sich aufnimmt in der Artikulation ihrer Lage, sich auseinandersetzt mit
ihresgleichen. Statt Spuren solcher Auslegung auf Schemata zu idealisieren, gilt es,
ihre Bündigkeit zu begreifen».
19
Ibíd., pág. 134: «Statt einer Morphologie des Urteils hat die Logik eine
Typik der Rede zu entwickeln».
20
Ibíd., pág. 135: «Auch Sprichwörter sind Thema einer Logik, die Typik des
légein sein will».
21
Cfr. ibíd., págs. 18-19.
Idea de la lógica hermenéutica de Hans Lipps 269
* * *
¿Por qué llama Lipps precisamente así: «lógica hermenéutica», a
esta empresa filosófica suya que se acaba de describir en sus trazos
básicos? ¿Es correcto otorgar esa denominación a una investigación
en la que, como reconoce su propio promotor, «por lo que se pre-
gunta en todas partes es por el hombre» (überall ist hier nach dem
Menschen gefragt)? 25 ¿No es equívoco llamar «lógica hermenéutica»
22
Ibíd., pág. 38: «Man schließt, wenn die Dinge nicht deutlich für sich schon
sprechen können, wenn es nicht genügt, festzustellen, was man vor Augen hat.
Wenn man sich bei Selbstverständlichkeiten und Voraussetzungen betrifft, die
offenbar gerade nicht zutreffen. Dann wird es nötig, sich neu zu begründen. Im
Hin- und Herwenden der Situation Umstände, Möglichkeiten ausfindig zu ma-
chen, rückblickend neue Ansätze des Verstehens zu finden, umsichtig herauszukrie-
gen, was übersehen war. Man will zu einem Schluß kommen, sofern die Situation
im Gefolge von dessen Vorstoß sich neu darstellt».
23
Cfr. ibíd., pág. 40: «Überdies: aus Umständen, Tatsachen usw. schließt man,
aber nicht aus Prämissen».
24
Cfr. ibíd., pág. 10: «Schließen heißt: sich die Situation, d. i. sich in der
überkommenen Situation erschließen».
25
Ibíd., pág. 12.
270 Rogelio Rovira
26
Cfr. G. Rogler, Die hermeneutische Logik von Hans Lipps und die Begründ-
barkeit wissenschaftlicher Erkenntnis, Würzburg, Ergon, 1998, págs. 132-133.
27
Cfr. H.-P. Göbbeler y H.-U. Lessing (Hrsg.), Otto Friedrich Bollnow im Ges-
präch, Friburgo/Múnich, Karl Alber, 1983, pág. 68.
28
Cfr. G. Rogler, Die hermeneutische Logik von Hans Lipps und die Begründ-
barkeit wissenschaftlicher Erkenntnis, ed. cit.
29
Cfr. M. Heidegger, Sein und Zeit, ed. cit., § 7 C, págs. 37-38. Cfr. O. F.
Bollnow, «Hans Lipps. Gedenkrede», en Studien zur Hermeneutik, II: Zur herme-
neutischen Logik von Georg Misch und Hans Lipss, ed. cit., págs. 223.
Idea de la lógica hermenéutica de Hans Lipps 271
* * *
Al menos en un pasaje de sus Investigaciones para una lógica her-
menéutica hace equivalentes Hans Lipps las locuciones «lógica filo-
sófica» y «lógica hermenéutica» a una tercera: «lógica trascendental»30.
¿Por qué utiliza Lipps esta expresión de cuño kantiano para designar
también a su lógica hermenéutica? ¿En qué sentido es la lógica her-
menéutica una «investigación de las condiciones de posibilidad» del
lógos?
La lógica hermenéutica es, en efecto, tal como la concibe
Lipps, una peculiar investigación trascendental tanto por lo que en
ella se descubre cuanto por el modo en que se descubre. Lo que en
ella se descubre es, en fórmula de Lipps, «aquello que, entendido
subrepticiamente (unter der Hand), está natural y habitualmente
oculto y superado por una práctica efímera»31 o, en otro giro, «lo
en sí mismo inconsciente»32. Esto oculto e inconsciente es lo que
Hans Lipps llama «concepciones» (Konzeptionen), «preconceptos»
(Vorgriffe), «decisiones previas» (Vorentscheidungen), etc., en defini-
tiva, las formas originarias, las condiciones de posibilidad, si se
quiere, de nuestra precomprensión (Vorverständnis) del mundo y
de la vida.
La lógica hermenéutica no descubre esto oculto e inconsciente
mediante «la exhibición analítica de presupuestos»33. Los presu-
puestos, en efecto, a diferencia de los preconceptos o de las deci-
siones previas, no son algo inconsciente por principio, sino solo
algo que está oculto relativamente, justo hasta que el análisis lo
vuelve explícito y le hace adquirir con ello el mismo estatuto de lo
que desde siempre era explícito. En cambio, lo que de suyo está
oculto y no es de la misma naturaleza que lo explícito, porque es
30
H. Lipps, Untersuchungen zu einer hermeneutischen Logik, ed. cit., pág. 42:
«Transzendentale bzw. hermeneutische bzw. philosophische Logik».
31
Ibíd., pág. 21: «[...] was als unter der Hand verstanden natürlich und
gewöhnlich durch flüchtige Praxis überholt und verdeckt ist».
32
Ibíd., pág. 60: «Was [...] an ihm selber [...] unbewußt».
33
Ibíd., pág. 59: «[...] das analysierende Herausstellen von Vorausset-
zungen».
272 Rogelio Rovira
34
Ibíd., pág. 60: «Was aber hermeneutisch gefunden wird, ist an ihm selber in
seiner Vorgängigkeit unbewußt [...]. Bei dem, was in dieser Weise unter der Hand
leitend ist, kann man sich nur nachträglich betreffen. Man stockt dann bei dem,
wozu man unterwegs ist. Das a priori im Sinne des Vorgängigen bestimmt sich an
der prinzipiellen Nachträglichkeit seiner Bewußtwerdung, aber nicht an dem a
posteriori der Erfahrung. In dem Vorgriff stellt sich ein Vorverständnis des Seien-
den her —so wie etwa Kant von der „Anmaßung“ der reinen Verstandesbegriffen
spricht, das Seiende zu erkennen».
35
Citado en F. Rodi y K. Schuhmann, «Hans Lipps im Spiegel seiner Korres-
pondez», Dilthey-Jahrbuch, 6 (1989), pág. 71, nota 37.
Idea de la lógica hermenéutica de Hans Lipps 273
(die Sache leuchte von selbst ein)»36. Sus condiscípulos Fritz Kauf-
mann, Oskar Becker y Roman Ingarden, y aun su propio maestro
Edmund Husserl, reconocieron que encontraron «bastante descon-
certante» (ziemlich ratlos) la primera parte de las Investigaciones sobre
la fenomenología del conocimiento de Lipps y que la lectura del libro
les resultó fatigosa en extremo37. Y, en fin, por no multiplicar los
testimonios, su discípulo Otto Friedrich Bollnow reconoció que
«Lipps pasaba por ser apenas comprensible y en Gotinga solo tuvo
pocos oyentes, aunque muy interesados»38.
Las Investigaciones para una lógica hermenéutica no escapan a
este sino que caracteriza los escritos de Lipps. Es, en verdad, una
obra densa, breve, ceñida, casi aforística y, por ello, nada fácil de
entender. Por si fuera poco, a la complejidad achacable al estilo
de pensar y escribir de su autor, hay que añadir en este caso una
doble dificultad: la de su tema mismo y la de la perspectiva con
la que Lipps lo trata. El tema no es otro, como se ha dicho, que
sorprender el origen de lo lógico en la vida misma, en lo prelógi-
co; por tanto, en aquello que no se puede subsumir en categorías
ni enunciar en juicios, porque es justamente el fundamento de
todo categorizar y de todo entender. El modo en que Lipps trata
de cumplir esta tarea consiste, en muchos casos, bien en servirse
de metáforas o expresiones no siempre fáciles de captar en su
sentido preciso, como la mencionada de «situación» o la de «ho-
rizonte»; bien en retrotraer el significado de los términos lógicos
a una etimología alemana donde brille este oculto origen suyo en
ciertas actitudes y situaciones vitales: así, «concepto» (Begriff ) lo
hace derivar de «asidero» (Griff ) y de «asir» (greifen); de toda
«conclusión» (Schluß), por ejemplo, dice que es un «decidirse»
(sich ent-schließen), etc.
La dificultad de este libro de Lipps no ha impedido, sin embar-
go, que se reconocieran los méritos que contiene. Hans-Georg Ga-
damer ha tenido el acierto de destacar dos principales. Ante todo, las
Investigaciones para una lógica hermenéutica de Lipps «han roto la
36
E. Stein, Aus dem Leben einer jüdischen Familie, en Edith Stein Gesamtaus-
gabe I. Hrsg. im Auftrag des Internationalen Edith-Stein-Instituts Würzburg von
Klauss Mass; neu bearb. und. eingel. von Maria Amata Neyer; Fussnoten und
Stammbaum unter Mitarb. von Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz. Friburgo/Basilea/
Viena, Herder, 2002, pág. 205. Cfr. Herbstrith, Waltraud, «Hans Lipps im Blick
Edith Steins», Dilthey-Jahrbuch, 6 (1989), págs. 33.
37
Cfr. F. Rodi y K. Schuhmann, «Hans Lipps im Spiegel seiner Korrespon-
dez», ob. cit., pág. 73.
38
Testimonio en ibíd., pág. 72, nota 37.
274 Rogelio Rovira
* * *
* * *
Traduzco a continuación el parágrafo primero de la «Primera
Sección» de las Investigaciones para una lógica hermenéutica de Hans
Lipps. El parágrafo en cuestión constituye una original y personal
reflexión sobre la concepción aristotélica del lógos semantikós, que le
sirve a su autor de punto de partida para sus investigaciones sobre la
lógica hermenéutica. El original alemán se ha tomado de: Hans
Lipps, Werke, II: Untersuchungen zu einer hermeneutischen Logik
(1938), Fráncfort del Meno, Vittorio Klostermann, 1976, 4. Aufl.,
páginas 7-13. Al margen de la traducción se indican las páginas de
esta edición.
39
H.-G. Gadamer, Hermeneutik I. Wahrheit und Methode. Grundzüge einer
philosophischen Hermeneutik, III, 3, b), en H.-G. G., Gesammelte Werke I, Tubinga,
J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1990, 6. Aufl., pág. 462, Anm. Cfr. H.-G. Gadamer,
Hermeneutik II. Wahrheit und Methode: Ergänzungen, II, 4: «Was ist Wahrheit?»
(1957), en H.-G. Gadamer, Gesammelte Werke I, Tubinga, J. C. B. Mohr (Paul
Siebeck), 1992, 2. Aufl., pág. 54.
40
H.-G. Gadamer, «Vorwort», en H. Lipps, Werke, Fráncfort del Meno, Vitto-
rio Klostermann, 1976, I, pág. X. Cfr. H.-G. Gadamer, Hermeneutik II. Wahrheit
und Methode: Ergänzungen, II, 8: «Klassische und philosophische Hermeneutik»,
1968, y III, 14: «Sprache und Verstehen», 1970, en H.-G. G., Gesammelte Werke II,
Tubinga, J.C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1992, 2. Aufl., págs. 110 y 195.
41
H.-G. Gadamer, «Vorwort», ed. cit., pág. X.
Idea de la lógica hermenéutica de Hans Lipps 275
HANS LIPPS
§ 1. LOGOS SHMANTIKOS
1.º
2.º
3.º
ser que, inmerso en las cosas, busca tomar distancia de ellas, que,
en el punto de vista que en ello defiende, muestra su poder de li-
berarse de sí mismo. Esto no significa una relativización si al lovgoı
se le da su lugar. Es menester disolver una morfología del juicio
que hace que en el juicio algo esté «puesto en tanto que siendo».
Hay que reemplazarla por una típica de los pasos en los que se
cumple la existencia, es decir, en los que se recibe en la articula-
ción de su condición, en los que se confronta con sus semejantes
determinando y juzgando, concluyendo y probando. En vez de
13 idealizar | en esquemas los rastros de esta interpretación, es me-
nester comprender su carácter vinculante (Bündigkeit). Pero en-
tonces las conclusiones, las definiciones, etc. no pueden preten-
der ser más que un campo de inserción. En la comprensión de su
posibilidad interna, en el descubrimiento de su origen, el estudio
se desplaza inmediatamente en la dirección de lo que ha bosque-
jado la analítica existencial de Heidegger. No tienen una sistemá-
tica propia. Y ello precisamente en el sentido en que en ellos,
como modalidades del conocimiento, se toma en consideración
la trascendencia en conjunto.
Notas
7 a)
Aristóteles 17a 1.
8 b)
Cfr. por ejemplo Husserl, Formale und transzendentale Lo-
gik, 1919, págs. 20 y sigs.
c)
9 El miedo se toma la mayoría de las veces como un simple
«sentimiento». Sin embargo, nuestro miedo es, la mayoría de las
veces, un miedo fundado objetivamente. Se teme por, ante y con
ocasión de algo, lo que significa tanto como contar con posibili-
dades que se oponen a nuestra empresa. Se cuida uno en este caso
de que (no)... Se piensa cuidadosamente en este caso en eventua-
lidades, se busca anticiparse a ellas. El miedo le viene a uno fren-
te a... Se puede escapar al miedo mostrando que es infundado. El
otro lo entiende en la medida en que lo encuentra concebible en
mi situación. El miedo pasa por ser un comportamiento que es
objetivamente razonable, que está en su lugar, que es explicable.
En una situación, el miedo puede consistir precisamente en que...
Por otra parte, este miedo es siempre miedo de alguien, así como
una conjetura es siempre conjetura de alguien, en la medida en
que hay que justificarla y responder de ella. El miedo de uno y el
miedo de otro pueden divergir, como divergen las opiniones so-
280 Rogelio Rovira
BIBLIOGRAFÍA
§ 1. Obras de Hans Lipps
1
J. Habermas. La lógica de las ciencias sociales, Madrid, Tecnos, 1990, pág. 211.
2
Ibíd., pág. 212.
3
L. Wittgenstein, Investigaciones Filosóficas, México, Unam/Crítica, 1988, § 98,
pág. 117.
4
J. Habermas, La lógica de las ciencias sociales, ob. cit., pág. 223.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 287
5
Cfr. ibíd., pág. 233.
288 Carlos B. Gutiérrez
6
Ibíd., págs. 233-234.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 289
7
L. Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, ob. cit., § 202, pág. 203.
8
Ibíd., pág. 211.
9
Ibíd., pág. 211.
10
Ibíd., § 224, pág. 213.
11
Ibíd., § 241, pág. 217.
290 Carlos B. Gutiérrez
12
Ibíd., § 198, págs. 199-201.
13
Ibíd., § 201, pág. 203.
14
Ibíd., pág. 487.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 291
15
Cfr. L. Wittgenstein, Observaciones sobre la filosofía de la psicología, vol. I,
trad. de Luis F. Segura, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
1997, págs. 2e y sigs.
16
Cfr. F. Castañeda. «Ver un pato y ver un pato como liebre: Wittgenstein y la
interpretación», en J. J. Botero (ed.), El pensamiento de L. Wittgenstein, Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia, 2001, págs. 151-152.
17
L. Wittgenstein, Investigaciones Filosóficas, ob. cit., § 199, pág. 201.
292 Carlos B. Gutiérrez
§ 3. Discontinuidad o historicidad
Los acuerdos atesorados en el lenguaje, por su parte, se tratan
también básicamente como autónomos. Y si bien los hablantes pue-
den participar en varios juegos aislados de lenguaje tenemos que
preguntarnos si ¿no están ellos confinados de alguna manera al pre-
sente, a los juegos existentes?; y ¿qué terreno común haría posible
alcanzar desde el presente juegos de lenguaje guardados como reli-
quias en textos de pasados distantes? o, de manera más general, ¿cuál
sea en general la relación del lenguaje con su propio pasado? Más
problemática aún es la cuestión de la traducción ya que una traduc-
ción adecuada entre culturas y lenguajes naturales diversos resulta
por definición imposible18. Wittgenstein dice muy poco en cuanto
a juegos de lenguaje pasados y a la posibilidad de traducirlos al pre-
sente. «...el juego de lenguaje cambia con el tiempo»19 es una admi-
sión suya de poca ayuda, ya que él no quiere especular acerca de los
factores culturales e históricos que generan cambios sociales y, por
tanto, lenguájicos. Tratar de homogenizar juegos de lenguaje me-
diante una teoría sintetizadora o meta-narrativa, ya sea sincrónica o
diacrónicamente, es para él embarcarse en un juego imaginario que
desborda los límites del lenguaje ordinario y entra en el terreno del
sinsentido, es decir, de la metafísica. A pesar de su admiración por
Spengler, Wittgenstein sospecha de todo acercamiento al lenguaje
desde la teoría de la historia20. El silencio escéptico frente a las gran-
des narrativas de la historia no conlleva, claro está, desconocer la
cuestión de la historicidad del lenguaje. En el fondo la fuerte alter-
nativa que nos plantea el filósofo, de quedarse uno dentro de los lí-
mites del bien regulado lenguaje ordinario o perderse en las trampas
de la metafísica, es artificiosa. Sin caer en semejantes trampas de la
metafísica se puede muy bien indagar acerca de por qué cambian, se
agotan y se ven sustituidos los juegos. Como también de por qué, a
pesar de que los juegos de lenguaje inevitablemente cambian, el sen-
tido en principio es siempre posible y así, en algún sentido, conti-
nuo; de no articularse teóricamente esta conservación del sentido
18
Cfr. C. Lawn, «Wittgenstein, History and Hermeneutics», en Philosophy &
Social criticism, vol. 29, núm.3, Londres, 2003, pág. 286.
19
L. Wittgenstein, Sobre la certeza, Barcelona, Gedisa, 2000, núm. 256, pági-
na 34c.
20
Cfr. C. Lawn, «Wittgenstein, History and Hermeneutics», ob. cit., pági-
na 287.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 293
21
Ibíd., núm. 65, pág. 10c.
22
L. Wittgenstein, Investigaciones Lógicas, ob. cit., § 199, pág. 201.
23
Ibíd., 198, pág. 201.
294 Carlos B. Gutiérrez
24
Cfr. C. Lawn, «Wittgenstein, History and Hermeneutics», ob. cit.,
pág. 292.
25
Citado en ibíd., pág. 287.
26
R. Rorty, Contingency, Irony and Solidarity, Cambridge, Cambridge Univ.
Press, 1984, págs. 3-22.
27
Ibíd., pág. 16.
28
H. Putnam, Pragmatism, Oxford, Blackwell, 1995, págs. 27-56.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 295
29
L. Wittgenstein, Investigaciones Filosóficas, ob. cit., pág. 519.
30
Ibíd., § 23, pág. 39.
31
L. Wittgenstein, Sobre la certeza, ob. cit., núm. 559, pág. 73e.
296 Carlos B. Gutiérrez
cambian sus conceptos, los truecan por otros cuando aprenden he-
chos nuevos»32.
Los atisbos de la praxeología de Wittgenstein, demasiado auto-
centrada como para tematizar el fenómeno lenguájico central del
diálogo, son con todo demasiado esquemáticos y están lejos de ofre-
cer la orientación que requiere la comprensión lenguájica en el
mundo globalizado e intercultural en que vivimos. Es aquí donde
nos volvemos a la filosofía hermenéutica de Gadamer, que en su
descripción de lo que es la comprensión despliega los elementos en
que se articula la historicidad, la movilidad y la lenguajidad de la
experiencia humana, descripción que bien puede ser vista como una
ampliación de la discusión de formas de vida y juegos de lenguaje en
Wittgenstein hacia el reconocimiento de la importancia medular
del diálogo y del otro en la experiencia humana33.
EL HORIZONTE DE LA COMPRENSIÓN
Para la filosofía hermenéutica comprensión es la movilidad de la
existencia humana que discurre en la historia efectual o efectiva, tér-
mino que alude a la trabazón y a la inseparabilidad de presente y
pasado, trabazón cuyos efectos inciden en todo comprender así no
haya conciencia de ello. La historia se da en el hecho de que siempre
nos encontramos en una situación a la que jamás podremos objeti-
var exhaustivamente. Así como la significación histórica de un acon-
tecimiento rebasa siempre la intencionalidad de sus agentes así tam-
bién la historia rebasa la suma de interpretaciones que de ella se
tenga; lo poco o mucho que sepamos de la historia lo sabemos por-
que somos parte de ella y porque ella nos determina ininterrumpi-
damente. De ahí que todo intento de comprenderla esté ya bajo sus
efectos pues solo comprendemos lo que nos interpela y nos alcanza
efectivamente a partir de ella. Los juegos de lenguaje, logros cultu-
rales por antonomasia, se insertan en ese entretejimiento activo de
presente y pasado.
Tal como la existencia humana se da siempre en una situación
determinada que condiciona las posibilidades de lo que podemos
32
L. Wittgenstein, Zettel, G. E. M. Anscombe y G. H. von Wright (eds.),
Oxford, Blackwell, 1967, núm. 352, págs. 64-65.
33
Cfr. U. Answald, «On the certainty of uncertainty», en Gadamer’s Century.
Essays in honor of Hans-Georg Gadamer, J. Malpass, U. Answald y J. Kertscher
(eds.), Cambridge Mass, MIT Press, 2002, pág. 34.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 297
34
H.-G. Gadamer, Verdad y Método I, Salamanca, Sígueme, 1977, pág. 375.
35
Ibíd., págs. 374-375.
298 Carlos B. Gutiérrez
36
Ibíd., pág. 375.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 299
37
Ibíd., pág. 432.
300 Carlos B. Gutiérrez
38
Ibíd., pág. 458.
39
H.-G. Gadamer, La herencia de Europa, Barcelona, Península, 1990,
pág. 37.
De Wittgenstein a Gadamer. La movilidad dialógica... 301
40
C. Taylor, «Understanding and Ethnocentricity», en Philosophy and the Hu-
man Sciences, Cambidge, Cambridge University Press, 1985, pág. 129.
302 Carlos B. Gutiérrez
§ 3. ¿Y qué es interpretar?
ciones y por ellas a la tradición desde la que habla ese algo. El pro-
yecto y los conceptos previos se van revisando conforme se avanza
en la profundización del sentido y pueden verse sustituidos por pro-
yectos más adecuados, siendo siempre posible la rivalidad de múlti-
ples proyectos. En este incesante reproyectar consiste justamente el
movimiento de la interpretación comprensiva; en él no se da objeti-
vidad distinta de la convalidación temporal de opiniones o juicios
previos a lo largo de su continua revisión41.
En contraposición al ideologema moderno de que para com-
prender algo o a alguien haya que dejar enteramente de lado los
propios prejuicios y opiniones, la apertura a lo que dice el otro o un
texto consiste en relacionarlo con el conjunto de nuestras propias
opiniones y de lo que previamente hemos juzgado, ya que compren-
der lo otro en su alteridad solo es posible contrastándolo con lo
propio y haciendo conscientes para ello los prejuicios que incons-
cientemente no nos dejan oír al otro e impiden la confrontación con
él. Sin olvidar que lo otro, lo diferente, en su básica inaccesibilidad
es aquello a lo que respondemos y tenemos inevitablemente que
responder de tal manera que lo propio y lo extraño solo se definen
en el acto mismo de responder42. El que intenta comprender inter-
pretando no puede por lo tanto darse el lujo de abandonarse al azar
de sus opiniones y juicios previos para desoír empecinadamente lo
que dice un texto, por ejemplo, hasta que este finalmente ya no
pueda seguir siendo ignorado y dé al traste con la supuesta com-
prensión43; ¡no!; el que quiere interpretar comprensivamente un tex-
to tiene que estar dispuesto a dejarse decir algo por él y para ello
tiene que arriesgar lo que él ya ha comprendido y juzgado; solo asu-
miendo este riesgo podremos evadir la cárcel de lo propio para am-
pliar un poco el horizonte de comprensión.
Hasta hace relativamente poco se pensó que la interpretación
era una ayuda en casos en los que la comprensión se dificultaba; hoy
se sabe que «comprender e interpretar son la misma cosa»44. Si bien
la interpretación parece una creación nueva frente al texto dado,
jamás afirma ella existencia propia al lado de la comprensión45. La
forma de realización de la comprensión es la interpretación que se
41
Cfr. H.-G. Gadamer, Verdad y Método I, ob. cit., pág. 65.
42
Cfr. B. Waldenfels, Topographie des Fremden, Fráncfort del Meno, Suhrkamp,
1997, pág. 52.
43
Cfr. H.-G. Gadamer, Verdad y Método I, ob. cit., pág. 66.
44
Ibíd., pág. 467.
45
Cfr. ibíd., pág. 566.
304 Carlos B. Gutiérrez
46
Cfr. ibíd., pág. 479.
47
Ibíd., pág. 478.
Cuando termina el diálogo, comienza
la hermenéutica. La posibilidad de la lógica
hermenéutica, según Paul Ricoeur
Juan José García Norro
Universidad Complutense de Madrid
1
G. Fløistad (ed.), Contemporary philosophy. A new survey, vol. 1, The Hague,
Boston y Londres, Martines Nijhoff Publishers, 1981, págs. 179-223.
2
La edición original es de 1938 en Fráncfort, reeditado varias veces, la última
dentro de sus obras completas (Werke. Untersuchungen zu einer hermeneutischen
Logik: BD 2, Fráncfort del Meno, Klostermann, 1976). De este libro existe una
reciente traducción al francés: Recherches pour une logique herméneutique, París,
Vrin, 2004.
306 Juan José García Norro
LA ONTOLOGIZACIÓN HEIDEGGERIANA
DE LA HERMENÉUTICA
¿Dónde ve Ricoeur que la propuesta hermenéutica heideggeria-
na se aleja de la idea de lógica hermenéutica de Lipps para acercarse
a la filosofía de la vida, la Lebensphilosophie? Sin duda, en la profun-
da ontologización de la hermenéutica que lleva a cabo Heidegger. En
sus comienzos, en la exégesis bíblica, la hermenéutica es, ante todo,
una técnica de interpretación de textos y, en consecuencia, se en-
cuadra fácilmente dentro de las técnicas epistemológicas. Su eclo-
sión en el pensamiento de Dilthey mantiene todavía la hermenéu-
tica en el ámbito cognoscitivo, si bien es verdad que comienza ya a
desbordarlo. A Dilthey le interesa salvaguardar la posibilidad de
unas ciencias del espíritu. Para ello, tendrá que diferenciarlas con
nitidez de las ciencias de la naturaleza, cuyo impresionante desarro-
llo y apabullante éxito las ha convertido en paradigma indiscutible
de la cientificidad.
3
Véase, por ejemplo, el reciente libro Jean-Claude Gens (dir.), La logique
herméneutique du XVIIe siècle. J.-C. Dannhauer et J. Clauberg, París, Vrin, 2006.
4
Georg Misch, Der Aufbau der Logik auf dem Boden der Philosophie des Lebens,
Friburgo, Alber, 1994.
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 307
5
Metafísica, VII, 1, 1028 b 4.
6
I. Kant, Logik. Akademie Textausgabe, vol. IX, Berlín, Walter de Gruyter,
1968, pág. 25.
7
M. Heidegger, Einführung in die phänomenologische Forschung, GA 17,
pág. 18.
8
SuZ, § 32.
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 309
9
Cfr. Einführung in die phänomenologische Forschung, GA 17, pág. 92.
310 Juan José García Norro
modos de ser (el Dasein que existe, frente al ente que subsiste —das
Vorhandene—, o el ente a la mano —das Zuhandene—). No obstan-
te, las diferencias entre los distintos modo de ser se trasladan al len-
guaje y surge, así, la necesidad de preguntarse, después, por las con-
diciones de posibilidad del discurso. A un tratado sobre la verdad y
otros sobre las categorías-existenciarios, a lo que podría unirse el
análisis de la inautenticidad, paralelo, en cierto modo, a los Tópicos,
habría que añadir una Analítica, o lo que viene a ser lo mismo, una
lógica hermenéutica.
El tercer aspecto de Ser y tiempo que invita a la faena de ponerse
a elaborar una lógica hermenéutica es el vínculo, nunca roto del todo,
entre Heidegger y Dilthey. El planteamiento de este último, como se
dijo hace un momento, es justificar la dicotomía entre ciencias del
espíritu y ciencias de la naturaleza. Heidegger no es del todo ajeno a
este objetivo. De especial relevancia para este punto son los análisis
del final de la obra de Ser y tiempo que describen cómo la historicidad,
orientada en principio hacia el futuro, vuelve hacia el pasado, me-
diante la repetición y cómo se pasa de la temporalización a estar en el
tiempo. Sin embargo, no se llega a construir el entramado conceptual
que permita concretar cómo la historicidad del Dasein posibilita la
historia. De esta manera queda en la oscuridad por qué razón la ana-
lítica del Dasein es condición de posibilidad del conocimiento histó-
rico. En este punto Ricoeur se sirve de un símil platónico: Heidegger
se remonta hasta el fundamento de la historia, que es la historicidad
del Dasein, pero fracasar en la segunda navegación, que nos llevaría
hasta la epistemología de las ciencias humanas. Tampoco en este pun-
to la lógica hermenéutica llega a brotar propiamente.
La cuarta contribución importante de Ser y tiempo a una lógica
hermenéutica es, de acuerdo siempre con Ricoeur, su discusión del
círculo hermenéutico. Desde la antigüedad, se era consciente de que
toda interpretación de un texto se apoya en anticipaciones de su
lector, que debían ser, a su vez, asimismo objeto de interpretación.
No se puede comprender un texto, sin haberlo precomprendido.
Ahora bien, cabe pensar que esas anticipaciones del sentido introdu-
cen un factor subjetivista, un prejuicio, escasamente casable con la
objetividad que se exige a la ciencia. Si la comprensión se apoya
siempre necesariamente en prejuicios, en tomas de postura previas,
en la idiosincrasia del sujeto cognoscente inserto en una época his-
tórica (esta es en esencia la crítica de Husserl al historicismo dilthe-
yano), difícilmente se podrá considerar la comprensión un procedi-
miento científico. La explicación se erige, entonces, en el único pro-
cedimiento legítimo de conocimiento. Heidegger salva esta objeción
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 311
LA UNIVERSALIDAD DE LA HERMENÉUTICA
GADAMERIANA
La situación de la lógica hermenéutica en Gadamer, de nuevo a
juicio de Ricoeur, es en parte similar a la heideggeriana y en parte
distinta. El mismo título de la obra capital de Gadamer muestra la
ambivalencia de su posición: ¿Expresa «Verdad y método» una con-
junción o, más bien, una disyunción? Como su autor declara, el li-
bro surge de la experiencia desazonante de que la ciencia moderna
ha triunfado al precio de separarse del objeto de su estudio. La obje-
tividad parece presuponer precisamente este extrañamiento. Esta
distancia aleja y vuelve ajeno lo que se estudia, y, por consiguiente,
lo hace inaprehendible en su más propio ser, ya que comprender
algo es una forma, la más destacada, de apropiarse de ello.
10
Ob. cit., pág. 110.
11
Ibíd.
312 Juan José García Norro
12
M. Heidegger, Einführung in die Phänomenologische Forschung, GA 17,
pág. 2.
13
Ibíd.
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 313
14
Cfr. Einführung in die phänomenologische Forschung, GA 17, pág. 110. La
frase heideggeriana es ambigua si nos limitamos a la cita e incluso parece apuntar a
la tesis opuesta a la de Gadamer, o sea, a la posibilidad de una transparencia abso-
luta de los efectos de la tradición en el hermeneuta. Lo que de verdad quiere decir
Heidegger es precisamente lo contrario: la hermenéutica es una interpretación que
se mantiene transparente para sí misma respecto de los elementos constitutivos
que se dan en toda interpretación, entre los que sin duda se encuentra la historia
efectual.
314 Juan José García Norro
15
Cfr. L. Hjelmslev, «Langue et parole», Cahiers Ferdinand de Saussure, 1942,
2, págs. 29-44.
16
E. Durkheim, Les règles de la méthode sociologique, París, Presses Universitai-
res de France, 1956, pág. 5.
316 Juan José García Norro
17
P. Ricoeur, Interpretation Theory: Discourse and the Surplus of Meaning, Fort
Worth. Texas Christian University Press, 1976, pág. 3. En este apartado seguiremos
muy de cerca este libro que recoge, ampliadas y modificadas, cuatro extensas con-
ferencias pronunciadas por autor en Tejas en 1973. En esta obra Ricoeur hace ba-
lance de sus publicaciones hasta esa fecha sobre hermenéutica (Philosophie de la
volonté 2 Finitude et culpabilité 2, La symbolique du mal, Aubier, 1960, De
l’interprétation, essai sur Freud, Seuil, 1966 y Le conflit des interprétations, Seuil,
1969, La métaphore vive, Seuil, 1975) y propone lo esencial de lo que después será
desarrollado sobre todo en Du texte à l’action, París, Seuil, 1986.
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 317
18
Ob. cit., pág. 5.
19
Ob. cit., pág. 7.
318 Juan José García Norro
20
«Utterer’s Meaning, Sentence Meaning, and Word-Meaning», Foundations
of Language, 4 de agosto de 1968, 225-245. Reimpreso en Paul Grice, Studies in the
Way of Words, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1989.
21
Interpretation Theory, pág. 13. Para Ricoeur los pronombres personales, dado
que no poseen un significado objetivo, ni son conceptos, no pueden ser reemplaza-
dos por expresiones universales. Si se creyera que el término «yo» pudiera sustituir-
se por algo así como «quien ahora está hablando» y, por tanto, por una expresión
universal, nos habríamos equivocado porque en esa perífrasis de yo se ha introduci-
do otra expresión ocasional, «ahora».
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 319
22
Cfr. P. F. Strawson, «On referring», Mind, 59, 1950, págs. 320-44.
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 321
23
Cfr. Interpretation Theory, pág. 25.
24
Ob. cit., pág. 26.
322 Juan José García Norro
25
Wimsatt, William K. y Monroe C. Beardsley, «The Intentional Fallacy»,
Sewanee Review, vol. 54 (1946), págs. 468-488. Revisado y reeditado en The Verbal
Icon: Studies in the Meaning of Poetry, University of Kentucky, 1954, págs. 3-18.
Contra esta falacia, surge el grito de guerra de Roland Barthes, «el autor ha muer-
to».
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 323
26
P. Ricoeur, Interpretation Theory, pág. 32.
324 Juan José García Norro
27
Ob. cit., pág. 36.
28
P. Ricoeur, Du texte à l’action, ed. cit., pág. 114.
326 Juan José García Norro
29
«Yo pienso hoy sin embargo que el lenguaje metafórico y simbólico no es
paradigmático para una teoría general de la hermenéutica» (Interpretation Theory,
pág. 78).
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 327
30
Aristóteles, Retórica, III, 11, 1411 b 27.
31
«La metafora es un trabajo sobre el lenguaje que consiste en atribuir a sujetos
lógicos predicados incompatibles con aquellos», Du texte à l’action, París, Seuil,
1986, pág. 19.
32
«Hay, pues, metáfora porque percibimos (...) la resitencia de las palabras (...)
su incompatibilidad a nivel de una interpretación literal de la oración», Du texte à
l’action, pág. 20.
328 Juan José García Norro
33
Acerca de los procedimientos para validar una interpretación, Ricoeur suele
citar el libro Validity in Interpretation, New Haven, Yale University Press, 1967, de
E. D. Hirsch.
Cuando termina el diálogo, comienza la hermenéutica... 331
34
Le conflit des interprétations, París, Seuil, 1969, pág. 68.
35
P. Ricouer, Interpretation Theory, ed. cit., 88.
332 Juan José García Norro
36
M. Heidegger, Einführung in die phänomenologische Forschung, GA 17, pág. 16.
COLECCIÓN RAZÓN Y SOCIEDAD
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