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El pedagogo Julián De Zubiría sostiene que es la educación que reciben los niños en sus
hogares y colegios la que explica el ejemplar comportamiento de los japoneses al enfrentar
una catástrofe natural o al asumir sus responsabilidades, tal como lo demostraron en la
Copa Mundo de fútbol de Rusia.
El largo tiempo que le dedican a la formación de sus hijos, lo recogerá con creces la
sociedad a mediano plazo. De manera contraria, la irresponsabilidad de los padres en
Colombia y América Latina, la terminan pagando los compañeros que reciben los golpes de
los niños sobrevalorados y excesivamente centrados en sí mismos, producto de padres
permisivos, muy frecuentes entre los estratos medios y altos de las familias occidentales
actuales. Por el contrario, los niños y jóvenes en Japón, saben convivir, son más tolerantes,
juegan en equipo y son más empáticos con los demás.
Como sociedad, tienen muy claro lo costoso que termina siendo que sus hijos reciban una
mala educación. Por esta razón, se esfuerzan por tener docentes muy bien formados, bien
remunerados y con alto prestigio social.
En los colegios tienen claro que una verdadera formación debe involucrar la cabeza, el
corazón y los músculos. De allí que, desde temprana edad, enfatizan en la formación
valorativa, hasta tal punto que eliminaron las evaluaciones durante los tres primeros grados
de primaria. Son años en los cuales se trabaja la comprensión de sí mismo y de los otros,
el respeto, la paciencia, la generosidad, las disciplina, el control y el cuidado de la
naturaleza.
Además de las asignaturas básicas que se estudian en cada nivel educativo, los alumnos
japoneses cuentan con materias en las que aprenden a cocinar, coser y a practicar las artes
tradicionales, entre otras. En los colegios se organizan diversas actividades
extracurriculares, como torneos deportivos, excursiones, salidas culturales y clubes
vinculados al deporte, la música, las artes y las ciencias.
En América Latina pasa exactamente lo contrario: Los padres piensan, hablan, toman
fotografías y preguntan casi exclusivamente por sus propios hijos. Al hacerlo, los grupos
prácticamente desaparecen. El problema se ha agravado en las últimas décadas, ya que
tienden a ser dominantes las familias con un solo hijo. En el colegio se reproduce el mismo
patrón: las tareas, las evaluaciones y las responsabilidades son casi siempre individuales.
Se diluyen los grupos. Debido a ello, los niños aprehenden a pensar excesivamente en sí
mismos y muy poco en los otros.
Pese a las debilidades resaltadas, es indudable que nosotros tendríamos mucho que
aprehender de ellos. En Colombia, tristemente no nos ha podido unir ni la paz ni la lucha
por la vida. En estas condiciones, el riesgo es inmenso de que, estando cerca de alcanzar
la paz, comencemos un nuevo ciclo de violencia en el país. Están matando a los líderes
regionales que han organizado a sus comunidades para garantizar la restitución de tierras,
para enfrentarse la minería ilegal que arruina sus aguas y para intentar oponerse al
narcotráfico que destruye la vida de sus jóvenes. Sin embargo, tampoco la lucha contra
ésta masacre anunciada nos ha podido unir. En redes comenté a la ex directora de
Colciencias y actual senadora del Centro Democrático el desafortunado trino que subió a
Twitter ante las marchas nacionales para defender la vida. Con las mismas palabras, quiero
terminar estas notas. Allí le decía: “Hay que aclararle a María del Rosario Guerra que el
viernes pasado el país no marchó contra Iván Duque, sino para evitar que sigan matando
a sus defensores de Derechos Humanos. En una verdadera democracia, los ex directores
de Colciencias encabezarían las marchas por la vida y no estarían quejándose de ellas en
las redes sociales”.
Me quedo con las grandes virtudes de la educación japonesa: Una educación que privilegia
lo colectivo sobre lo individual, que enseña a trabajar en grupo, que fortalece la empatía y
la tolerancia y que forma jóvenes resilientes para enfrentar las dificultades. Al fin y al cabo,
el trabajo en equipo es la condición necesaria para reconstruir el tejido social. No por
casualidad cuando les preguntan a sus jóvenes en las pruebas mundiales de cívica, que en
cuántas personas confían de todas las que conocen, ellos responden que en setenta de
cada cien. Nuestros jóvenes dicen que sólo confían en cuatro de cada cien. La explicación
es sencilla: Ellos tienen una educación que fortalece la cultura grupal. Nosotros, le
enseñamos a nuestros niños que “el mundo es de los vivos”.
Recuperado de: https://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-y-cultura-en-japon-por-
julian-de-zubiria/574734
ACTIVIDADES
En grupo de tres estudiantes y una vez leído el artículo, responda las siguientes preguntas:
1. Señale dos ejemplos de comportamientos «ejemplares» de los japoneses.
2. ¿Cuál es la relación que se da entre la manera como enfrentan los desastres y la
cultura ciudadana en los japoneses?
3. Elabore un cuadro comparativo sobre las diferencias dadas en lo relativo al trabajo
en equipo entre los japoneses y los colombianos.
4. Señale las características más importantes de la enseñanza que se da, en el hogar
y el colegio, en el Japón.
5. Señale las características más importantes de la enseñanza que se da, en el hogar
y el colegio, en Colombia.
6. Explique el significado de la frase: «el clavo que sale de la tabla debe ser martillado».
7. Según el autor, ¿cuáles son los problemas que presenta el modelo educativo
japonés?
8. Analice los problemas que se presentan en la actualidad en Colombia.
9. ¿Por qué son fundamentales para la educación ciudadana, la empatía y la
confianza?
10. ¿Qué estrategias y actividades propone tendientes a mejorar nuestra cultura
ciudadana en el hogar, el colegio, el barrio?
11. Haga un comentario sobre el artículo.