IRRACIONALIDAD HUMANA Y MEDIO AMBIENTE

Teodoro Yupa Mamani

Teo_mat_9@hotmail.com

“La Naturaleza no tiene celos como el Hombre, no tiene odio, ni miedos como los hombres, no
cierra el paso a nadie”
José Martí

El desarrollo de la ciencia y la tecnología, además de la globalización, lejos de favorecer el

desarrollo serio de la humanidad, por el contrario han ido transformando al ser humano en una
suerte esclavo de sus propias contribuciones. Su dependencia ha distraído y alejado la atención del
hombre a cuestiones fundamentales como su propio sentido de existencia, su relación con el
entorno que la rodea. Sumando a esto el consumismo aberrante y las tendencias a lo meramente
material, es evidente que el hombre no tenga objetivos más arquetípicos que la satisfacción de sus
propios deseos e intereses personales o de grupo.

En consecuencia, poco o nada puede interesar el medio natural y prueba de ello tenemos la
matanza de cientos de miles de focas cada año en la Península del Labrador, Canadá; la matanza
anual de delfines en las islas Feroe, Dinamarca; la caza sangrienta de miles de ballenas en Japón;
la tala indiscriminada de árboles que resulta un serio daño al hábitat; el derrame de petróleo,
que perjudica catastróficamente la fauna y la pesca en las costas; la contaminación por basura ; la
experimentación con animales; la contaminación del agua por la liberación de residuos y
contaminantes; la contaminación atmosférica a través de la liberación de sustancias químicas y
partículas en la atmósfera alterando su composición; El cautiverio de los animales que se
convierte en un negocio sucio, donde la gente disfruta viendo animales haciendo trucos, como en
los acuarios, zoológicos, circos; el calentamiento global que produce la elevación de la
temperatura media del planeta.

No estamos ante una crisis del medio ambiente, estamos ante la crisis de la razón humana, una
crisis de conciencia humana, una crisis de cosmovisión del mundo, una crisis de valores y de
respeto a la naturaleza, una crisis de vacío existencial, donde cada quien lucha egoístamente por
salvar su pellejo.