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Antecedentes:
Si bien la primera Guerra Mundial afectó en algunas regiones europeas que estuvieron
directa e indirectamente en el conflicto, para los Estados unidos no fue así, resultó el
mayor beneficiado por esta conflagración bélica por no encontrarse sus territorios
destruidos por las cicatrices de los enfrentamientos. El crecimiento industrial fue
extraordinario, el cual había adquirido las teorías de Taylor y Ford en producción,
organización del trabajo y producción en serie. Por el contrario la agricultura no tuvo
un crecimiento paralelo, los precios agrícolas eran muy inferiores a los industriales, por
lo que muchos campesinos vendieron sus tierras a bajo precio y se fueron a las ciudades.
Eran tiempos felices de alto consumismo y se cumplía aquello tan trillado de llevar a
cabo “el sueño americano”. Era una sociedad rica y opulenta y este clima de confianza
fue lo que hizo que gran parte de la población comprara acciones de las empresas
industriales, siendo Wall Street el centro de la economía mundial, donde llegaban
capitales de todas las partes del mundo.
Siendo así las cosas, Estados Unidos de América después de la primera guerra
mundial era el principal productor y exportador mundial de materia prima, productos
industriales y alimenticios, por lo que el gran endeudamiento que alcanzaron los
principales estados europeos con la nación americana, lo convirtieron en el gran
acreedor y proveedor de Europa. Sin embargo las cosas cambiarían al final de los años
veinte cuando el jueves 24 de octubre de 1929 se produjo un fenómeno de tipo
financiero que fue denominado El Crack de la Bolsa de Nueva York y mundialmente
conocido como el “Black Thursday”. Como consecuencia inmediata de la caída de la
Bolsa, se inauguró un periodo de contracción económica mundial; que se extendió a lo
largo de la década de los Treinta y que tuvo fuertes repercusiones en lo económico,
social y político, conocido como “La Gran Depresión”. Dadas las grandes relaciones
financieras que existían entre su economía y la europea, así como las grandes deudas
que los países aliados habían conseguido con este país, y la política proteccionista y de
repatriación de capitales que se impuso al comenzar la crisis, se extendió a las
economías capitalistas europeas. La crisis acabó por hacerse internacional y afectar a
toda la economía mundial, lo que supuso un gran bache en la producción global,
problemas en el mercado laboral y al mismo tiempo contribuyó a ser un buen caldo de
cultivo de movimientos exitosos de ultranacionalismos y autoritarismos fascistas, que
se fortalecieron con sus militantes al cuestionar con justa razón la situación que se había
presentado gracias a la aplicación del sistema económico capitalista, que en la mayoría
de sus planteamientos hasta ese entonces eran de corte liberal.
La excepción:
En este orden de ideas, la única excepción parecía ser la URSS, que permanecía aislada
del mercado internacional y se hallaba inmersa en un proceso de industrialización
acelerado, los soviéticos presentaban a Occidente un modelo de sociedad y de
desarrollo económico que contrastaba con el capitalismo en crisis. Muchos trabajadores
e intelectuales occidentales se fijaron en la URSS, lo que suponía una amenaza para las
clases dirigentes europeas y estadounidenses. En los años treinta, muchos gobiernos
fueron conscientes de la ineficacia del liberalismo para combatir la crisis, por ello
comenzaron a ensayar nuevas políticas económicas inspiradas en medidas como las
siguientes: un aumento de la demanda interior, una mayor planificación, un sistema de
seguridad social que aliviase los efectos del desempleo.
Múltiples razones fueron las que impusieron la realización de los planes quinquenales,
única solución que se presenta al gobierno soviético. La NEP se había mostrado
ineficiente para impulsar la economía. La solución a esto se encontrará en las grandes
explotaciones agrícolas del Estado, un nuevo y moderno equipamiento tanto agrícola
como industrial y el desarrollo de una poderosa industria metalúrgica y siderúrgica,
indispensables para la industrialización e independencia del país. Sus objetivos
fundamentales fueron el pleno empleo, un gran aumento del nivel de vida y que el
hombre se convirtiera en el auténtico dueño de la producción, en vez de depender de
las leyes del mercado. Este primer plan desarrollado entre 1928 y 1933 no fue como
podía parecer, una idea nacida de la simple improvisación, pues este fue fruto de
minuciosos estudios que se fueron gestando a lo largo de siete años. El plan preveía en
rasgos generales fortalecer la economía nacional, fundamentalmente sobre la base de la
industrialización del país y al desarrollo masivo de la industria pesada, mientras que
por el contrario, no fue el caso en la agricultura.