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Revista Gerencia y Políticas de Salud

ISSN: 1657-7027
revistascientificasjaveriana@gmail.com
Pontificia Universidad Javeriana
Colombia

Cortina, Adela
La ética de las organizaciones sanitarias
Revista Gerencia y Políticas de Salud, vol. 1, núm. 3, septiembre, 2002, pp. 6-14
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=54510302

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ADELA CORTINA

La ética
DE LAS ORGANIZACIONES SANITARIAS

Adela Cortina

Resumen
En el contexto de la actual ética sanitaria, se plantean las ventajas de revitalizar la ética profesio-
nal, de las organizaciones y de las instituciones sanitarias. Se hace énfasis en que la ética de las
organizaciones comporta una responsabilidad para las decisiones, una conciencia corporativa y
una identidad. Se defiende la importancia que tiene la reflexión sobre las metas de la empresa
sanitaria por cuanto les otorga sentido y legitimidad social.

Palabras clave: ética, rentabilidad, empresa, moralidad, inmoralidad, responsabilidad, decisio-


nes, identidad, conciencia.

Abstract
In the context of the actual sanitary ethic, this article considers the advantages of revitalizing the
ethics of the professional, of the organizations and of the sanitary institutions. It also emphasizes
that the ethics of the organizations bear a responsibility over the decisions, the corporative
conscience and an identity. The importance the reflection over the goals of the sanitary company
is defended because it grants them meaning and social legitimacy.

Key Words: ethics, yield, company, morality, immorality, responsibility, decisions, identity,
conscience.

1. Contexto de la ética i) El asombroso incremento de la tecnologías,


que aumenta de forma inaudita el poder sa-
sanitaria actual
nitario, tanto de curar como de cuidar e in-
En los años setenta del siglo XX se produ- vestigar. Obviamente, el aumento de poder
cen un conjunto de transformaciones sociales reclama un aumento de responsabilidad por
que afectan profundamente a la configura- parte de quienes están legitimados para ejer-
ción del mundo sanitario y propician, entre cerlo, y ésta es una de las razones por las
otras cosas, el nacimiento de una ética sani- que va experimentando un fuerte impulso
taria, ligada de algún modo a la tradicional en la ética de los profesionales de la sanidad.
ética nacida del Juramento de Hipócrates, Un profesional -se recuerda- no es solo una
6 pero sustancialmente nueva. Entre ellas, dos
serán fundamentales para nuestra reflexión:
persona que domina un conjunto de técni-
cas, sino el que, dominándolas, sabe hacer

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uso de ellas desde los valores propios de la profesional, no es solo la de las personas
profesión. El buen profesional es conscien- como profesionales, sino también la ética de
te de las metas, principios y valores por los las organizaciones y de las instituciones sanita-
que cobra sentido su profesión y desde ellos rias. Porque bien puede suceder que un con-
utiliza las técnicas más depuradas posible1. junto de profesionales desee trabajar según
las exigencias de la profesión y lo imposibili-
ii) Pero, curiosamente, en el último cuarto te la estructura de la organización hospita-
del siglo XX el buen uso del poder sanitario laria en que trabaja y de la institución
no solo exige aumentar la conciencia profe- político-sanitaria de la que depende. La ló-
sional de médicos, enfermeras e investigado- gica de la acción individual es diferente de la
res, sino también la de los gerentes y los lógica de la acción colectiva, y las organiza-
economistas, porque una esencial dimensión ciones e instituciones, como tales, deben
del mundo sanitario, que es la de la justa estar configuradas de forma tal que quienes
distribución de los recursos y su optimiza- en ellas trabajan puedan llevar a cabo la ta-
ción, queda desatendida si los gerentes y los rea que la sociedad les ha encomendado
economistas no son también buenos profe- (Cortina, 1998).
sionales: expertos en técnicas, que las utili-
zan desde los valores de su profesión. Lo cual no significa que, al tratarse de “or-
ganizaciones sanitarias” y, por tanto, con una
En efecto, en las facultades de Ciencias Eco- forma de gestión empresarial (pública o pri-
nómicas sigue vigente aquel obsoleto princi- vada), ya “todo esté permitido”. En modo
pio weberiano de la Wertfreiheit, de la alguno, las empresas son inevitablemente
“neutralidad” de la ciencia, según el cual, la éticas, más o menos éticas, pero siempre
ciencia, para ser objetiva, debe prescindir inmersas en el ámbito de la moralidad. Como
de los valores, que no introducen -se dice- todo lo humano.
sino subjetividad. Pero, afortunadamente,
tiempo ha nos dimos cuenta de que la neu-
tralidad en la ciencia es imposible e indesea- 2. Ética de las organizaciones
ble: ningún saber es neutral y, en concreto,
empresariales
no lo es la economía, que debe satisfacer
con calidad las necesidades de los seres En los años setenta del siglo XX surge con
humanos. De suerte que si la economía, fuerza en Estados Unidos la ética de la em-
como ciencia, no consigue satisfacer las ne- presa –la “Business Ethics” y una década más
cesidades básicas es, como ciencia, un ro- tarde inicia su expansión por Europa. Tenía
tundo fracaso. sin duda una larga historia, que se remonta
al menos a los orígenes del capitalismo, pero
Ahora bien, la ética que urge revitalizar, dado también es verdad que a lo largo de esa his-
el aumento de poder sanitario, no es solo la toria la convivencia entre la ética y la empre-
sa se había visto dañada por algunos
1 Para la ética de las profesiones ver, entre otros,
Fernández, J.L.; y Hortal, A. (comps.), Ética de las
divorcios (Conill, 1996). El último cuarto del
profesiones, Madrid, Universidad Comillas, 1994; siglo XX, por contra, parecía dar comienzo
Gracia, D. “El recto ejercicio profesional. ¿Cues- a una nueva luna de miel.
tión personal o institucional?”, en Quaderns CAPS,
23 (1995), pp. 95 ss.; Cortina, A., Ciudadanos del
mundo, Madrid, Alianza, 1997, cap. 5.; Cortina, A.;
En lo que hace a España, no parece que
Conill, J., (eds.), Diez palabras claves en ética de las nuestro país haya sido especialmente pro- 7
profesiones, Estella, VD, 2000. clive a cultivar la ética empresarial, tampoco

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la económica, tal vez porque nos falte –por que sus costes aumentan, mientras que los
decirlo con Maeztu– ese “sentido reverencial de las competidoras disminuyen. Con lo cual
del dinero” del que hacen gala Estados Uni- las empresas éticas perderían competitividad
dos y algunos países europeos (Maeztu, y, por tanto, viabilidad. El apotegma “la ética
1957). Es cierto que durante el franquismo es rentable” pretendía comunicar, en princi-
la Doctrina Social de la Iglesia, asumida por pio, que ésta extendida convicción es falsa.
núcleos de empresarios, dio pie al surgi- Que las empresas éticas, por contra, tienen
miento de grupos como Acción Social Em- mejores reservas para sobrevivir al medio y
presarial o Fomento Social y al nacimiento de largo plazo, mientras que las inmorales pier-
un amplio y potente movimiento cooperativo, den energías en la lucha por la vida (Cortina,
con tan brillantes realizaciones como la Coo- et al., 1994). Las empresas excelentes –dirían
perativa de Mondragón. Sin embargo, la éti- Peters y Waterman– son de algún modo em-
ca de la empresa, entendida como la presas virtuosas (Peters y Waterman, 1990).
asunción por parte del mundo empresarial
de una ética cívica y, por tanto, laica, no en- De afirmaciones como éstas periodistas
tra con fuerza en España hasta la década de perspicaces y empresarios escépticos ex-
los noventa, en el seno de una sociedad que traían preguntas como la siguiente: “¿Quie-
paulatinamente va reconociéndose, no ya re usted decir que las empresas que quiebran
como “nacional católica”, pero tampoco son inmorales y que El Corte Inglés, por
como “moralmente politeísta”, sino como ejemplo, es la empresa más ética de este
moralmente pluralista. Lo cual significa que país?”. La sonrisa irónica del periodista al
en ella distintos grupos sociales plantean formular semejante cuestión daba bien a
como aceptables distintos modelos de vida, entender que tenía por una filfa la historia
pero comparten unas ciertas nociones mí- de la rentabilidad de la ética empresarial, y
nimas de justicia (Cortina, 1994). solo se esfumaba la sonrisa al recordar que
en ocasiones la estafa, el fraude o el robo se
Sin embargo, el desembarco de la nueva éti- descubren, dando al traste con carreras tan
ca en los distintos países se hizo utilizando prometedoras como la de Mario Conde. Tal
un eslogan que, siendo verdadero, podía vez no hubiera que medir la ética de una
resultar confuso. Ciertamente, el modo de empresa por su cuenta de resultados, pero
interesar al mundo empresarial por la ética sí parecía que la estafa, el fraude y el robo se
no podía ser sino el de anunciarle que “la pagan en moneda de condena judicial.
ética es rentable” para la empresa, porque a
buen seguro es ése un valor que atrae la Y, sin embargo, no es éste el mensaje que
atención de cualquier empresario, pero lo quiere transmitir una ponderada ética de la
que no es tan seguro es que se entienda ade- empresa. En principio, porque las acciones
cuadamente a qué tipo de ética nos referi- mencionadas son, no solo inmorales, sino
mos al afirmar que es rentable ni tampoco también ilegales, y son tribunales y jueces
qué significa “rentabilidad”. quienes deben ocuparse de ellas, que para
eso –entre otras cosas– están. La ética, más
En principio, con la afirmación de que la que del miedo a la condena judicial, se ocu-
ética es rentable se quería, con buen acuer- pa de los hábitos y las convicciones de las
do, contrarrestar la extendida convicción de gentes, las organizaciones y las institucio-
que las empresas que actúan de forma nes, deseosas de actuar de acuerdo con la
éticamente correcta se debilitan frente a las actividad que les es propia. Por otra parte,
8 que se comportan de forma inmoral, por- cabe decir que ni siempre las trampas se

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descubren, ni el “peso de la ley” pasa de ser habría auténtico engaño, como tampoco lo
peso pluma sobre determinadas espaldas, hay en el póquer. Entendemos aquí la pala-
ni siempre la probidad se reconoce ni basta bra “práctica” –con John Rawls– como:
con ser honrado para ser un buen trabaja-
una especie de tecnicismo que significa cual-
dor, un buen directivo. El sentido de la ética quier forma de actividad especificada por
de la empresa camina por otros derroteros un sistema de reglas, que define oficios,
y la afirmación de que la ética es rentable incumbencias, jugadas, castigos, defensas,
para el negocio sigue siendo verdad, pero etc. y que da su estructura a la actividad.
con una verdad que precisa ser desmenuza- Como ejemplos piénsese en los juegos y en
da para interpretarse correctamente. los rituales, en los juicios y en los parla-
mentos (Rawls, 1994).

Porque la empresa puede conducirse de for- Sin embargo, la empresa tiene una estructu-
ma moralmente correcta o incorrecta, pero ra moral.
no puede comportarse de forma amoral. To-
mar conciencia de esta realidad es indispen-
sable para caer en la cuenta de que no puede 4. La empresa es inevitablemente
obviarse la pregunta por la ética de la em-
moral o inmoral
presa.
Es evidente que los agentes morales son, en
primera instancia, las personas. Ellas son las
3. La presunta amoralidad que, salvo casos excepcionales, satisfacen las
de las empresas condiciones que debe reunir un ser para que
se le considere sujeto de moralidad. Sin em-
Ciertamente ha proliferado la afirmación de bargo, también resulta difícil negar que las
que la empresa se sitúa más allá del bien y el organizaciones –y, entre ellas, las empresas–
mal morales, que es ése un terreno “axioló- gozan de una complejidad estructural suficiente
gicamente neutral”. Las razones que para como para ser también tratadas como agen-
ello se aducen son de diverso género. La tes morales, a los que tiene sentido pedir
primera de ellas consiste en considerar la cuentas de sus acciones y de las consecuen-
actividad empresarial como un peculiar jue- cias de éstas (Kitson y Campbell, 1996).
go, que persigue un determinado fin
–obtener el máximo beneficio– y que para De ahí que resulte muy conveniente inten-
ello debe adoptar las reglas que en ese jue- tar detectar los rasgos de la estructura de
go permiten alcanzar la meta, aunque no las personas, en virtud de la cual decimos
sea el tipo de reglas que en otras esferas que se comportan inevitablemente como
sociales admitiría la moral vigente. De la seres morales, y tratar de comprobar si tam-
misma forma que en un juego, como el bién las organizaciones exhiben esos rasgos,
póquer, están permitidas acciones como aunque sea de forma analógica. En esta ta-
engañar u olvidar la amistad, también en el rea nos ayudará una tradición “estructuris-
juego del negocio estarían permitidas actua- ta” de raigambre hispana, iniciada por
ciones que no admitiría la moral comúnmen- Xavier Zubiri, pero también por José Luis
te aceptada en una sociedad (Carr, 1994). Aranguren y Pedro Laín Entralgo, y que
Como, a fin de cuentas, este juego, igual que cuenta hoy –además de Pedro Laín– con re-
el del póquer, no sería sino una “práctica” presentantes como Diego Gracia, Antonio
que cuenta con reglas conocidas y acepta- Pintor, Antonio González, Antonio Ferraz,
Germán Marquínez o Jesús Conill.
9
das por todos los que participan en él, no

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La persona está –por definición– organiza- “moderadas”, porque han de reducirse a


da; es decir, no es un grupo o una masa hacer dinero y atenerse a la ley, lo cual no
informe de gente, sino que tiene una estruc- puede considerarse una responsabilidad
tura que le permite tomar decisiones colecti- moral (Friedman, 1993). Sin embargo, ante
vas, no reductibles ni a las de los individuos una consideración semejante conviene re-
ni tampoco a las de agregados de individuos. plicar que cualquier organismo obligado por
Lo cual significa, en primer lugar, que debe su estructura a asumir responsabilidades es
tomar conciencia de qué valores y metas de- ya estructuralmente moral. Sea cual sea el
ben orientar sus decisiones, porque son los contenido de esa moralidad (exclusivamente
que le ayudarán a ir conformando una iden- hacer dinero, satisfacer necesidades huma-
tidad, un carácter, propio de la organización. nas con calidad a través de la obtención de
Y significa, en segundo lugar, que la organi- un beneficio tangible e intangible) es, en efec-
zación, como tal, debe hacerse responsable to, un problema de contenido, no de estruc-
de sus decisiones y de las consecuencias pre- tura, pero una cuestión que inevitablemente
visibles que de ellas se sigan. la empresa debe debatir con los afectados
por ella, porque el quehacer empresarial tie-
ne repercusiones sociales y, por tanto, ha de
4.1 Responsabilidad por las decisiones verse también socialmente legitimado.
Es indudable que, en último término, las
En efecto, la idea de que las empresas per-
organizaciones se componen de personas,
tenecen al sector privado de la sociedad y
pero también lo es que en ellas existe un
que, por tanto, solo responden frente a
procedimiento aceptado, más o menos explí-
sus accionistas, es una idea trasnochada.
cito, a través del cual se toman las decisio-
Cualquier entidad cuyas decisiones tengan
nes, de suerte que el responsable de éstas
consecuencias sociales debe asumir su res-
no es cada uno de los miembros de la orga-
ponsabilidad social y pública por ellas, lo que
nización, sino de ella en su conjunto. Y si un
ocurre en el caso de las empresas, cuyas
cuerpo puede captar el entorno como una
decisiones tienen inevitablemente repercu-
realidad a la que puede responder desde
siones sociales y, por ello son responsables
distintas posibilidades, es decir, emprendien-
de ellas ante la sociedad a la que afectan.
do diversos cursos de acción, y debe res-
ponder justificando la decisión que toma
desde sus proyectos y desde sus metas, en- 4.2 Conciencia corporativa
tonces debe ser responsable de sus decisio-
nes y de sus consecuencias; no como pueden Por otra parte, las organizaciones muestran
responder las personas, pero sí como lo también un segundo rasgo, propio de agen-
pueden hacer las organizaciones. tes morales, que es la conciencia (Goodpas-
ter, 1996). La conciencia es el modo en que
La estructura de la organización, pues, su los seres humanos introducen la pondera-
forma, le dota de diversos rasgos, esencia- ción en sus acciones, regulando la prosecu-
les para considerarla como un agente mo- ción de un objetivo, y permitiendo a la
ral. En primer lugar, la necesidad de asumir la reflexión moral tener una voz en la acción.
responsabilidad por sus decisiones y por las Ponderar la prosecución de un objetivo sig-
consecuencias de éstas. nifica ilustrar la voluntad de una persona o
de un grupo, de modo que, en el caso de la
10 Cierto que algunos autores consideran que empresa, no se deje llevar solo por la mano
del mercado o de la ley, sino que actúe ella
las empresas tienen responsabilidades, pero

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misma “por sus objetivos”, que se comporte iv) Auditar operaciones prestando atención
con cierta dosis de autonomía. Esto requie- a los conflictos entre la filosofía corpora-
re hacer un alto en el camino, reflexionar tiva y otros incentivos organizativos que
sobre los propósitos y los valores, y tomar la minan. Porque en ocasiones sucede
decisiones a la luz de los valores que se con- que existe una contradicción entre los va-
sideren superiores, para no dejarse llevar lores que se proponen en el marco de la
por el azar. Tanto la salud de una organiza- filosofía de la empresa y otros incentivos
ción como la de una economía de mercado que se introducen por otros conductos
requieren que las empresas contrapesen la
v) Informar de los casos difíciles a la direc-
coacción del azar con una conciencia escla-
ción corporativa, de modo que puedan
recida, capaz de liderar, al menos hasta cier-
restaurarse finalmente la reintegración y
to punto, los acontecimientos, sin dejarse
la comunicación.
arrastrar por ellos.
El proceso institucional de la conciencia se
La conciencia corporativa es, como señala prolonga, pues, en cinco operaciones al
Goodpaster, un proceso institucional para menos: articular, educar, escuchar, reflexio-
“hacer balance” de la prosecución de un nar y revisar los valores adoptados con vis-
objetivo económico, proceso a lo largo del cual tas a la toma de decisiones. Por otra parte,
es importante que se escuche la voz de los importa prestar atención a dos factores que
stakeholders. Se trata de un proceso de la orga- pueden minar fundamentalmente la con-
nización que es análogo a la disciplina y al ciencia corporativa, uno interno, ya mencio-
aprendizaje en la persona. Es una secuencia nado, que sería la contradicción entre los
de actividades que se extiende en el tiempo e incentivos que se ofrecen en la empresa y
incluye los siguientes pasos (Goodpaster, los valores que dicen defenderse, y otro ex-
1996): terno, la presión de otras empresas que no
actúan según la conciencia de valores. La
i) Articular una filosofía corporativa desde queja de quienes trabajan en empresas ha-
la que se pueden tomar las decisiones. bitualmente se refiere a este último factor,
Solo de este modo –podríamos añadir– a una situación de corrupción generaliza-
la organización no responde mecánica- da que hace imposible comportarse de
mente al medio, sino libremente, desde acuerdo con los valores éticos deseados sin
su propia filosofía perder competitividad en un entorno in-
ii) Asignar responsabilidades especiales moral.
para transformar esa filosofía en acción,
de modo que exista una adecuación en- 4.3 Identidad
tre la filosofía de la empresa y su práctica
Estas afirmaciones sobre la conciencia y la
iii)Educar a los miembros de la empresa en responsabilidad de las organizaciones se com-
el significado de esa filosofía, ya que, en plementan con uno de los temas que desde
caso contrario, los códigos y los credos los años setenta es clave en la teoría y la
son solo papel mojado. Precisamente el práctica de la gestión organizativa: el análi-
modo más adecuado de elaborar un có- sis de la cultura organizativa. Se entiende la
digo consiste en esbozar un borrador y cultura como una variable independiente o
discutirlo en los distintos niveles de la como metáfora de la organización en su con-
empresa para que pueda ser asumido por
todos como propio
junto, lo cierto es que las organizaciones
cuentan con una cultura expresiva de los
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valores, creencias e ideales compartidos, sean de símbolos, significado o esquemas in-


los de lograr el máximo beneficio por cual- terpretativos (Morgan, 1990). Contar
quier medio, o los de mantener la viabilidad y con una cultura de empresa es esencial
competitividad con medios bien ponderados. para el éxito, y de ella deben formar par-
te valores morales
La incorporación de esta cultura en la vida ii) La auto comprensión de la empresa como
cotidiana va generando ese ethos de la em- una máquina para obtener el máximo be-
presa, esa identidad, que se distiende en los neficio cambia por la de la empresa como
tres niveles a los que nos hemos referido: la un grupo humano, que trata de llevar a
identidad moral, que define el horizonte cabo un proyecto, normalmente tras la
moral en el que la empresa toma decisiones iniciativa de un líder. El modelo taylorista
al conceder un mayor valor a unas actuacio- es sustituido por el postaylorista, y la cul-
nes que a otras, al priorizar unos objetivos tura de la cooperación intenta sustituir a
sobre otros; la identidad empresarial, por la la del conflicto. El juego empresarial no
que muestra su originalidad, su carácter es- debe ser de suma-cero, sino de no-suma
pecífico frente a otras empresas; y su identi- cero; en él deben salir ganando todos los
dad social, ya que la empresa precisa el stakeholders, y no solo los accionistas. La
reconocimiento del público para identificar- cooperación es más beneficiosa que el
se a sí misma. Las “luchas por el reconoci- conflicto, siendo una cooperación justa la
miento” de la propia identidad, que tal más beneficiosa. De donde se sigue que
importancia cobran en el campo general de justicia y conveniencia no son adversarias,
las identidades sociales, tienen una especial sino, al contrario, que la auténtica inteli-
aplicación al campo de la empresa: la lucha gencia es la inteligencia ética
por el reconocimiento en la vida económica
le es vital también a ella (Fukuyama, 1995). iii) La ética en la gestión empresarial se pre-
senta como necesaria para responder a
un conjunto de retos como los siguientes:
5. Ventajas * La mayor madurez del mercado exige
de las organizaciones éticas a las empresas planteamientos largo-
placistas, orientados por valores y no
Si las organizaciones tienen inevitablemente por reglas o normas miopes (Izquier-
una estructura moral, optar por orientacio- do, 2000). Ciertamente, el capitalismo
nes éticas además de debilitar su capacidad no ha desembocado en aquel socialis-
de permanencia en el mercado generando mo que pretendía reducir la incertidum-
nuevos clientes, la refuerza. Y más en tiem- bre mediante la planificación, sino que
pos de globalización, cuando la inseguridad es un capitalismo transformado el que
de la “sociedad de riesgo” aconseja optar por ha sobrevivido por saber adaptarse
valores fuertes, como los éticos. Esto se ob- mejor a las situaciones de incertidum-
serva en razones como las siguientes: bre y de libertad. La incertidumbre no
es una fuente de ineficiencia, sino el
i) La concepción de la empresa ha ido cam- resultado de evaluar las posibilidades
biando y cada vez más las empresas apre- de producción y las oportunidades de
cian su dimensión cultural, atienden al mercado en un ambiente económico
significado simbólico de muchos aspec- dinámico. Sin embargo, hacer frente a
12 tos de su vida, y no hablan solo de resul- las situaciones de incertidumbre sin
dejarse desbordar por ellas exige
tados, eficacia, eficiencia, sino también

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orientarse por valores morales cons- ¿Cuál sería, desde todo lo ganado, el conte-
cientemente asumidos nido específico que una empresa sanitaria
* El crecimiento de la competencia en- debería incluir en la “misión” de la empresa?
tre las empresas, debido a la globaliza-
ción de la economía, exige a las En ningún caso podría consistir en perse-
empresas “fidelizar” la clientela a tra- guir el mayor beneficio económico posible,
vés de actuaciones que generan credi- sino en perseguir las metas de la sanidad.
bilidad y confianza. No cabe ya confiar
en el proteccionismo
* Cuanto más complejas son las socieda-
6. Las metas
des y más cambiantes los entornos de de la empresa sanitaria
las empresas, más insuficientes e inefi-
caces resultan las soluciones jurídicas y La bioética invirtió las primeras décadas de
más rentables los mecanismos éticos su historia en analizar las posibilidades de
para resolver los conflictos con justicia respuesta de los principios y en hacer frente
a los conflictos derivados de la colisión en-
* El aumento de la complejidad en el seno tre ellos, prolongando con ello una tradi-
de la empresa aconseja integrar a cuan- ción “principialista” de raigambre liberal. Sin
tos en ella trabajan, de modo que se embargo, en el año 1996 el prestigioso
sepan identificados con su proyecto Hastings Center, del que es director el pro-
* La rentabilidad de la empresa está en fesor Daniel Callahan, publicó un excelente
relación con sulegitimación social y, en suplemento sobre “Las metas de la medici-
último término, con su credibilidad na”, en el que se produce un tránsito desde
* La sociedad civil y la opinión pública los principios que deben orientar la toma de
exigen a las empresas cada vez más que decisiones a reflexionar sobre las metas que
asuman su responsabilidad social, y no persigue la actividad sanitaria, que le den
satisfacer esas exigencias resulta, a me- pleno sentido y legitimidad social (The
dio y largo plazos, perjudicial para la Hastings Center Report, 1996).
empresa. Generar capital-simpatía
resulta imprescindible (Cortina, 1997) La primera de tales metas es la prevención de
la enfermedad y las lesiones y la promoción y el
* En este contexto se entiende que la
mantenimiento de la salud. No se trata, pues,
ética es “rentable” para las empresas
solo de potenciar las técnicas curativas, sino
porque es una necesidad en los siste-
de fomentar los programas de prevención
mas abiertos, aumenta la eficiencia en
de la enfermedad y fortalecimiento de la
la configuración de los sistemas direc-
salud, que abarcan desde la “educación para
tivos, reduce costes de coordinación
la salud”, que debería tomarse en serio en
internos y externos a la empresa, es
los centros escolares, los programas de va-
un factor de innovación y un elemen-
cunación, y la adopción de formas de vida
to diferenciador, que permite proyec-
prudentes y moderadas, que hacen más por
tar a largo plazo desde los valores
la salud que los tratamientos drásticos. Todo
(García Echevarría y Lattmann, 1992)
ello está en estrecha relación con el deseo
* El cumplimiento de la responsabilidad humano de una vida buena, pero también
social de la empresa puede cuantifi- con el de una vida justa, porque menos gas-
carse y convertirse en un instrumento
de gestión de más calidad.
to genera una forma de vida moderada que 13
una inmoderada, más recursos cabe distri-

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buir en el primer caso que en el segundo. La Pero para alcanzar estas metas una socie-
segunda meta de la sanidad es aliviar el dolor dad necesita no solo transformar parcial-
y el sufrimiento causados por la enfermedad. mente sus formas de vida, sino contar con
Sin duda el sufrimiento es no eliminable de organizaciones sanitarias dispuestas a in-
la vida humana y puede ser fuente de soli- cluirlas en la misión y, sobre todo, en la prác-
daridad, pero con igual certeza puede afir- tica de personal sanitario y gerentes.
marse que no es un compañero deseable
para la vida de las personas.
Referencias bibliográficas
La tercera meta es la asistencia y curación de
los enfermos y el cuidado de los que no pueden Carr, A., 1994. “Is Business Bluffing Ethical?”. En: J.
ser curados. La ya clásica distinción entre cu- Drummond and B. Bain, eds. Managing Business
Ethics. Oxford. Butterworth Heinemann. Pp. 28-38.
rar y cuidar aparece aquí de nuevo, recor-
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miembros para los que no encuentra cura- Cortina, A.; Conill, J.; Domingo, A.; García Marzá,
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se vislumbra curación es un deber supremo Cortina, A., 1997. Ciudadanos del mundo. Madrid.
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Cortina, A., 1998. Hasta un pueblo de demonios. Ética
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La última de las metas consistiría, según el
Conill, J., 1996. “De Adam Smith al imperialismo
Hastings Center, en evitar la muerte prematu- económico”. En: Claves de razón práctica 66. Pp. 52-
ra y velar por una muerte en paz. No se trata, 56.
pues, de evitar la muerte a toda costa, como De Maeztu, R., 1957. El sentido reverencial del dinero.
si no fuera verdad que, a fin de cuentas, Friedman, M., 1993. “The Social Responsability of
cuanto nace, muere. La muerte de un pa- Business is to Increase its Profits”. En: Chryssides,
G.D. and Kahler, J.H. 249-254.
ciente no es un fracaso de la sanidad más
Fukuyama, F., 1995. Trust. The social virtues and the
que si se debe a actuaciones negligentes o
creation of prosperity. New York. The Free Press.
ignorantes. Por eso conviene fomentar esa
García Echevarría, S.; Lattmann, Ch., 1992. Management
cultura de que la muerte es inevitable, de de los recursos humanos en la empresa. Madrid. Díaz
que solo hay que aplazar la que puede ser de Santos.
aplazada. Y, cuando llega, todavía el mundo Goodpaster, K.E., 1996. “Can a Corporation have a
sanitario puede hacer algo por el ser vulne- Conscience?”. Manuscrito. Madrid: Euroforum/
Tenor.
rable: ayudar a morir en paz, ayudar a lo-
Izquierdo, G., 2000. Entre el fragor y el desconcierto.
grar una muerte serena.
Madrid, Biblioteca Nueva.
Kitson, A.; Campbell, R., 1996. The Ethical
Recordar estas cuatro metas supone revolu- Organisation. Ethical Theory and Corporate Behaviour.
cionar las actuales formas de vida: supone London. Macmillan Business.
apostar por la prevención responsable, más Morgan, G., 1990. Imágenes de la organización. Madrid.
que por la curación, optar por la calidad de RA-MA.
vida, en lugar de la cantidad, reconocer la Peters, T.J.; Waterman, R.H., 1990. En busca de la
excelencia. Barcelona, Folio.
naturalidad de la enfermedad y la naturali-
Rawls, J., 1974. “Dos conceptos de reglas”. En: Foot,
dad de la muerte, apostar por la prevención,
Ph. (ed.), Teoría sobre la ética. Madrid, FCE. P. 210.
más que por la curación, y esforzarse por
The Hastings Center Report, 1996. “The Goals of
14 procurar la paz al final de la vida. Medicine: Setting New Priorities”. Nov-dic.

Nº 3 DICIEMBRE DE 2002

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