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ABUSOS SEXUALES EN LA INFANCIA Y TOXICOMANÍA

1. INTRODUCCIÓN

El reconocimiento profesional de una problemática específica asociada al abuso infantil es algo


relativamente reciente. No han pasado apenas cuatro décadas desde la descripción de Kempe del
“Síndrome del niño maltratado” (recordemos que el Síndrome de Münchausen es una forma de
maltrato). Desde entonces ha existido un interés creciente por el tema debido, por un lado, a los
estudios de prevalencia que alertan sobre la magnitud y extensión del problema, y a los estudios de
búsqueda de factores etiológicos en diferentes patologías psiquiátricas, en las que la asociación entre
el abuso sexual y diversos trastornos ha sido ampliamente demostrada. Así, estudios con muestras
amplias, demuestran que mujeres que sufrieron abusos sexuales en la infancia presentan mayores
tasas de abuso y dependencia de sustancias, de trastornos del ánimo, trastornos de la alimentación,
trastornos de pánico, trastorno por estrés post-traumático, trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos
de personalidad (sobre todo Trastorno límite), intentos de suicidio y mayores tasas de consumo de
psicofármacos. Se ha encontrado también una correlación entre la severidad de los síntomas y el tipo
de abusos. Como línea de investigación se propuso la del modelo médico de Fiebre Reumática, cuyo
padecimiento en la infancia puede dar lugar a multitud de patologías en un amplio rango de gravedad
en la edad adulta, pero en la que los patrones de las enfermedades producidas son siempre similares
y por tanto, predecibles. Así, la condición sufrida en la infancia crea cambios que ocasionalmente
conducen a un número de diagnósticos distintos, y debe tenerse en cuenta como un posible
mecanismo subyacente cuando alguna de estas patologías aparece.

También es necesario considerar que factores de desventaja psicosocial que suelen propiciar que se
produzcan abusos pueden también ejercer cierto efecto sobre la aparición a largo plazo de
psicopatología en el adulto. En repetidos estudios como los de seguimiento de víctimas se ha hecho un
esfuerzo por separar si la relación demostrada es causal o no, o si es un elemento más en la
problemática familiar y social que suele rodear a estos casos. Han concluido asegurando que el abuso
sexual en la infancia contribuye de modo directo a la psicopatología adulta.

Algunos autores alertan acerca de las diversas consecuencias derivadas de los diferentes tipos de
abusos, especificando como “tipo I” el resultado de un suceso brusco, inesperado y único, y como
“tipo II” abusos repetidos y de larga duración. En ambos casos se trata de experiencias que dejan al
niño temporalmente sin ayuda, con una ruptura de las defensas con las que funcionaba
habitualmente. De los rasgos comunes que es posible encontrar en niños abusados destacan:
recuerdos repetidamente visualizados o percibidos de alguna otra forma, conductas repetidas, miedos
específicos relacionados con los traumas y cambios de actitudes acerca de la gente, la vida y el futuro;
en relación a este último punto, señalar que las niñas que han sido traumatizadas sexualmente, como
adultas pueden llegar a huir de los hombres o por el contrario llevar una vida sexual muy promiscua;
ello refleja, por un lado, una reconstrucción de lo vivido, pero también un cambio actitudinal. En
cuanto a la estructuración de la personalidad a largo plazo, se han detectado como rasgos imperantes
el sentido de anticipación al horror y los intentos masivos de proteger la psique y preservar el Yo, lo
que conduce al funcionamiento de mecanismos como la negación masiva, represión, disociación,
anestesia afectiva, identificación con el agresor y autoagresión. Todos estos rasgos pueden contribuir
posteriormente a una estructuración psicológica de elevada vulnerabilidad, apareciendo síntomas de
fracaso en la estructuración de la personalidad. En cuanto al manejo de la agresividad y la rabia, oscila
entre el descontrol y la extrema pasividad, fluctuación que en el adulto puede conducir a un
diagnóstico de Trastorno Límite de personalidad. En general, tanto agresividad como insensibilidad
pueden figurar posteriormente como parte clave en los diagnósticos de personalidad antisocial, límite
y narcisista, al igual que la culpa, los sentimientos de vergüenza, de impotencia y tristeza y los
intentos de suicidio pueden configurarse en un trastorno depresivo.

Dentro de toda la heterogeneidad que puede encontrarse en pacientes adictos a opiáceos, algunos
estudios lo documentan la firme relación entre abusos sexuales en la infancia y adicción, señalándose
dos puertas de entrada a la misma. El haber sufrido abusos puede condicionar actitudes
disfuncionales, rasgos de personalidad que incluyen depresión, baja autoestima, rebeldía y pobres
aspiraciones de futuro, lo que ha sido asociado con el uso temprano de marihuana u otras drogas. Por
otro lado, el abuso puede provocar la presentación posterior de síntomas psiquiátricos en los que la
adicción a opioides es el resultado de factores como el efecto directo de intoxicación y abstinencia, en
lo que puede considerarse un intento de “tratamiento”. Según cuál sea la puerta de la adicción se
condicionan las características de la misma y sus complicaciones. Así, diferentes estudios describen
cómo la existencia de un trauma infantil en la población adicta implica niveles más altos de
psicopatología y un menor número de apoyos sociales, así como severas deficiencias en el
funcionamiento del Yo, que les deja vulnerables a la impulsividad, descontrol afectivo y conductual con
sentimientos disfóricos de culpa y ansiedad.

Por todo lo explicado, en el abordaje de este tipo de patología ha de haber implicaciones importantes
para el tratamiento en el modo en que se recoge información acerca de la secuencia del abuso de
drogas y su asociación con características clínicas significativas. En general, el tipo de adultos
caracterizado posiblemente sea el de peor pronóstico en los programas de tratamiento estándar, ya
que tendrá la psicopatología más severa y los más bajos índices de apoyo social por lo que debería
hacerse una orientación psiquiátrica global que no fuera únicamente encaminada al control del uso del
tóxico.
Se describe un caso de toxicomanía en el que destaca desde el inicio la importancia del antecedente
de abusos sexuales en la infancia, que va a condicionar el curso tórpido y la dificultad de adaptación
aun programa de tratamiento estándar.
2. CASO CLÍNICO

Se trata de una mujer de 22 años que acude a un Centro de Tratamiento Ambulatorio de


Drogodependencias acompañada de su pareja, ambos heroinómanos, solicitando tratamiento de
deshabituación.

En las primeras entrevistas se recogen como datos de interés el inicio temprano de una
politoxicomanía (inicialmente alcohol y cannabis a los 16 años y en unos meses, heroína y cocaína
consumidas endovenosamente). Realizó también consumos durante meses, en escalada, de
alucinógenos, benzodiacepinas y anfetaminas, que la paciente ponía en relación con períodos en que
presentaba un ánimo muy bajo, y en los que solía realizar conductas de riesgo, con un alto
componente autodestructivo. El consumo de tóxicos empezó después de una huida del domicilio
familiar por mala relación con los padres (abuso sexual por el padre desde los cinco años, y actitud
pasiva de la madre). Tras la fuga se traslada a otra ciudad, donde comienza a relacionarse con
individuos consumidores y empieza una relación de pareja con un toxicómano. Tres años después
decide volver a vivir con los padres, hasta que después de un nuevo intento de abuso por el padre
realizó una tentativa autolítica mediante inyección de salfumán endovenoso. Precisó ingreso
hospitalario, y tras el alta se fue a vivir con el heroinómano con quien decide iniciar tratamiento.

A los dos se les propone el inicio de un programa de mantenimiento con un antagonista opiáceo
(naltrexona), visitas periódicas de control médico y seguimiento psicológico. Éste se plantea
inicialmente desde una orientación cognitivo-conductual, atendiendo a los mecanismos y estrategias
que refuerzan el control del uso de la sustancia, la prevención de posibles recaídas y manteniendo
como objetivo principal la abstinencia. Desde las primeras semanas de tratamiento psicológico la
paciente habla de los abusos de los que fue objeto por parte de su padre desde los cinco años. Ella es
la menor de cinco hermanos; otra de sus hermanas sufría también este tipo de abusos. La paciente
define la actitud de la madre como “pasiva” y conocedora de lo que ocurría y aunque a veces
recriminaba al padre y había numerosas discusiones en la casa “todo seguía igual”. Ella describe un
sentimiento de tristeza permanente: “me sentía infeliz... diferente de las demás... he crecido triste,
con falta de confianza...”. Como rasgos fundamentales de su personalidad destacan la inseguridad, el
temor y la ansiedad ante la posibilidad de afrontar dificultades o decisiones. Ha establecido una
relación masivamente dependiente de su pareja, y en el curso del tratamiento se queda embarazada,
a pesar de la contraindicación médica y social. Sufre un aborto espontáneo a los cuatro meses de
gestación que provoca en ella un nuevo estado de crisis.

La relación con los padres es muy ambivalente: no puede contar con ellos para el tratamiento de su
problemática toxicológica, pero los sentimientos hacia ellos aparecen continuamente en las sesiones
terapéuticas. Una evaluación psicopatológica detallada, que hubiera podido probablemente aportar
una visión de la paciente desde una perspectiva más global, así como la búsqueda de trastornos
psiquiátricos asociados, no pudo ser realizada debido a la separación existente en la actualidad entre
los Centros de esta red de Tratamiento de Drogodependencias y la Red de Salud Mental.

Dentro del programa del Centro, se intenta un abordaje que incluye a la familia en la medida en que
esto sea posible en un intento de recuperar en lo posible la red de apoyo familiar. Las tentativas que
se hicieron de organizar sesiones familiares (incluyendo al padre de la paciente) provocaron que
durante diferentes períodos la paciente dejara de asistir al Centro; en dos ocasiones sus ausencias
fueron seguidas de recaídas en su proceso adictivo. Las propuestas de recibir a su familia fueron
también realizadas desde un enfoque sistémico, centrando el posible abordaje en la problemática del
abuso; esto también fue rechazado por la paciente, argumentando que sus padres eran ya muy
mayores y que su relación con ellos había mejorado algo.

3. CONCLUSIONES

Ante la detección de dos elementos como los expuestos, por un lado la evidencia de haber sufrido
abusos sexuales repetidos en la infancia y por otro, la aparición de un cuadro psiquiátrico en la edad
adulta, es necesario tanto aclarar la posible (y probable) relación causal, como el diseño de una
intervención específica que pueda abarcar ambos problemas. Si existe una separación muy marcada
entre los dispositivos de tratamiento de Toxicomanías y la Red de Salud Mental se puede favorecer
que se centre el abordaje en la problemática adictiva, descuidando elementos concretos de la
intervención psiquiátrica necesarios en la problemática de abusos.

Algunos autores demuestran que la existencia de este antecedente condiciona la existencia de un peor
pronóstico, una evolución más tórpida de la enfermedad adictiva y una respuesta más pobre al
tratamiento. Proponen el uso de elementos diagnósticos específicos para detección en mujeres
toxicómanas como entrevistas diagnósticas específicas, elementos de despistaje, así como una
recogida detallada y secuencial de la historia clínica, que analice factores previos al inicio del consumo,
ya que el abuso en la infancia puede ser un hecho escondido entre los pacientes clasificados como los
más difíciles de diagnosticar y tratar, y debería preguntarse sobre ello a pacientes que presenten
múltiples síntomas psiquiátricos y médicos.

En cuanto a las implicaciones psicoterapéuticas de la asociación descrita, se ha sugerido que el


tratamiento correcto de la clínica venidera debe incluir necesariamente el conocimiento y abordaje de
lo que ocurrió. Interesa un abordaje global, no estándar. Técnicamente, es adecuado preguntar en las
primeras entrevistas acerca de esta posibilidad, habiendo creado un clima receptivo y de
conocimiento. La excesiva focalización psicoterapéutica en el abuso puede traducirse en ocasiones en
un fracaso terapéutico, ya que las defensas empleadas por el paciente pueden ser mayoritariamente
negación y represión de lo ocurrido.
Existen también implicaciones de salud importantes, dado que entre los efectos deletéreos profundos
en el funcionamiento psicológico que puede producir el abuso se han descrito conductas autolesivas,
baja autoestima y escaso autocuidado, por lo que pueden producirse conductas de riesgo para el
padecimiento y/o contagio de enfermedades como VIH, Hepatitis C, etc. El elevado riesgo de
comorbilidad psiquiátrica descrito hace necesario incluir en el tratamiento elementos de prevención
para otras patologías.

Por último, considerando que las madres toxicómanas que han sufrido abusos pueden, en elevada
proporción descuidar a sus hijos o reproducir en ellos su propia historia infantil, es necesario introducir
en la terapia elementos de prevención y “ayudar a ayudar a los hijos”.
Clínica y Salud, 2003, vol. 14 n°. 1 - Págs. 101-113

ESTUDIO DE CASOS
Síndrome de Munchausen por poderes
con sintomotología psíquica.
Ilustración de un caso clínico
Munchausen syndrome by proxy with a
psiquic presentation. Case report

M.ª VICTORIA ZUBELDIA DEL CASTILLO 1

PRUDENCIO RODRÍGUEZ RAMOS 2

ANTONIO PELAZ ANTOLÍN 3

RESUMEN

El Síndrome de Munchausen por poderes es un trastorno caracterizado por


la simulación o producción intencionada de síntomas de alguna enfermedad
orgánica o psíquica, siendo el sujeto de la enfermedad el niño y el agente pro -
ductor de los síntomas uno de sus padres (con mayor frecuencia la madre).
Tanto en el Síndrome de Munchausen como en el Síndrome de Munchausen
por poderes se encuentra con más frecuencia la sintomatología orgánica; este
trabajo aporta un ejemplo de presentación con sintomatología psíquica. Se
abordan asimismo algunos problemas de clasificación diagnóstica de este
Síndrome.

1 Psicóloga. Servicios de Salud Mental de Tetuán. Madrid.


2 Psiquiatra. Servicios de Salud Mental de Tetuán. Madrid.
3 Psiquiatra.

CLÍNICA Y SALUD 101


Síndrome de Munchausen por poderes con sintomatología psíquica. Ilustración de un caso clínico

ABSTRACT

Munchausen syndrome by proxy consists of an intended simulation or pro -


duction of symptoms of any organic or psiquic illness, the child being the
subject of the illness and one of the parents (usually the mother) the genera -
ting agent. Organic symptoms are more frequent in Munchausen Syndrome
than in Munchausen Syndrome by Proxy. This paper provides an example of
psychiatric presentation. Some diagnostic clasification problems are also dis-
cussed.

PALABRAS CLAVE

Síndrome de Munchausen por poderes, Maltrato infantil, Abuso, Presenta -


ción psíquica, trastorno facticio.

KEY WORDS

Munchausen Syndrome by proxy, Child abuse, Psychiatric presentation,


Factitious illness.

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M.ª V. Zubeldia, P. Rodríguez y A. Pelaz

INTRODUCCIÓN cio por delegación. En este cuadro


se imbrican unos componentes de
La simulación de enfermedades fabulación y creación de síntomas
sin aparente ganancia implícita y la con otros de maltrato activo del
creación artificial de síntomas por menor afectado, quien a su vez
los propios pacientes, son un tema puede ser sujeto meramente pasivo
recurrente desde los inicios de la o colaborador activo en la creación
medicina. Ya Galeno, en el siglo III, y el mantenimiento de los síntomas.
dedicó una de sus obras a "Cómo Estas variaciones en los papeles de
desenmascarar a los simuladores"; los actores complican la valoración
y en el siglo pasado, H. Gavin y el diagnóstico, contribuyendo a
(1863) encontró "pacientes que explicar por qué los trastornos fac-
adoptan la apariencia de enfermos ticios o ficticios de los que son pro-
por alguna causa inexplicable". tagonistas los menores presentan
importantes dificultades de delimi-
M o d e r namente fue R. Asher tación conceptual, tal y como
(1951) quien habló por primera vez ponen de manifiesto diversos estu-
del Síndrome de Munchausen, dios. Dificultades que se reflejan de
recalcando la similitud existente forma llamativa en las diferencias
entre las increíbles historias narra- con que lo describen y clasifican
das por Raspe (1936) en su novela. las últimas versiones de los dos
La denominación S í n d r om e de sistemas nosológicos más extendi-
Polle utiliza el nombre del supuesto dos en la psiquiatría actual:
hijo del barón Munchausen, que
muere en misteriosas circunstan- C I E - 1 0: El Síndrome de Mun -
cias. Varios trabajos discuten estas ch a u s en e s tá i n cl ui do e n el
denominaciones, siendo Meadow F68.1: Producción intencionada o
(1977) quien primero habla del Sín- fingimiento de síntomas o incapa-
drome de Munchausen por Pode- cidades somáticas o psicológi-
res para describir un grave tipo de cas (trastorno ficticio). El Síndro -
maltrato infantil que puede llevar me de Munchausen por podere s
incluso a la muerte del niño y que a o por delegación no se incluye
menudo pasa desapercibido duran- aquí, queda dentro de los malos
te largos periodos de tiempo. tratos en la infancia. Hace re f e-
rencia a T74.8 (Malos tratos en la
Este tipo de síndrome en el que infancia) pero el código T no apa-
se produce una mezcla de enfer- rece en la versión española del
medad ficticia y malos tratos, tam- Manual. Sí aparece alguna re f e-
bién ha sido denominado Síndrome rencia parcial en el código Z, el
de Polle, y Trastorno facticio o ficti - abuso físico.

CLÍNICA Y SALUD 103


Síndrome de Munchausen por poderes con sintomatología psíquica. Ilustración de un caso clínico

C I E - 1 0 - M I A: Cita el F68.1 sin tomatología p resentada por el


especificar más. No cita el Síndro - paciente no es orgánica sino psí-
me de Munchausen en el Eje I ni en quica, no siendo posible en este
el Eje V. En éste último podría caso objetivar emp íricamente
incluirse de forma inespecífica en dichos síntomas. Así lo demuestra
algunos de los nueve apart a d o s , el hecho de que la mayor parte de
p e ro no está recogido explícita- la literatura sobre este tema refleja
mente. distintas formas de pre s e n t a c i ó n
del Síndrome de Munchausen con
D S M - I V: El S í n d rome de Mun - sintomatología orgánica, siendo
chausen se incluye en el Trastorno escasos los trabajos que desarro-
Facticio, p re f e rentemente en el llan la presentación con sintomato-
grupo segundo (con predominio de logía psíquica.
signos y síntomas físicos) pero el
S í n d rome de Munchausen por
p o d e res o por delegación no se SÍNDROME DE MUNCHAUSEN
incluye aquí, queda dentro del Tras - CON SINTOMATOLOGÍA
t o rno facticio no especificado. PSÍQUICA
Especifica que el padre / madre
sería diagnosticado así y el hijo no Aunque la existencia de literatura
tendría diagnóstico si su colabora- sobre el Síndrome de Munchausen
ción es pasiva. Si el hijo colabora, con síntomas orgánicos es abun-
él sería Trastorno facticio con pre - dante (Jiménez Hernández, J.L. y
dominio de los síntomas que pre - Figueirido Poulain, J.L., 1996 ; Reig
sente, pero los padres serían Tras - del Moral, C. et al., 1986; Fernández
torno facticio no especificado (en Jaén, A., Martínez Bermejo, A.,
nuestro caso la diferencia sería si López Martín, V., Pascual Castrovie-
desaparecen los síntomas al alejar- jo, I., 1998; Gómez de Terreros, I., et
se el progenitor). al.,1996 ; Sierra San Miguel, P. ,
Bueno Lledó, J. y Livianos Aldana,
En ninguno de los dos sistemas L., 2002), no lo es tanto cuando se
existe una codificación o una cate- trata del síndrome con presentación
goría específica para el Síndrome psiquiátrica. Gelenberg (1977) des-
de Munchausen por delegación. cribe el caso de un paciente de 24
años de edad con síntomas emo-
Las dificultades de delimitación cionales, y lo interpreta como la
conceptual a la hora de realizar un e x p resión de una necesidad de
diagnóstico correcto de Síndrome mantener un papel de víctima que le
de Munchausen por poderes s o n permita conseguir una sensación de
aún más importantes cuando la sin- control sobre su entorno. Cheng y

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M.ª V. Zubeldia, P. Rodríguez y A. Pelaz

Hummel (1978) sugieren que fenomenología privada y, por defini-


muchos pacientes con Síndrome de ción, son causados por aconteci-
Munchausen p resentan síntomas mientos ya pasados, por lo que es
psiquiátricos que deben ser diferen- difícil determinar si las posibles dis-
ciados de otros cuadros clínicos por torsiones en el relato de los pacien-
sus características específicas, que tes son sutiles malas percepciones
ellos resumen en: adicción al hospi- o rotundas mentiras. Estos autores
tal, simulación de enferm e d a d e s , insisten en que el diagnóstico de
histeria, adicción a drogas (como trastorno facticio debe hacerse tras
consecuencia secundaria de su una cuidadosa evaluación clínica
deseo a ser hospitalizados), cirugías que incluya la verificación de la
múltiples y crisis psicosociales agu- información proporcionada por el
das. Rogers, Bagby y Rector (1989 ) paciente.
discuten que los trastornos facticios
con síntomas psicológicos puedan Cuando se trata del S í n d ro m e
ser considerados como trastornos de Munchausen por poderes algu-
mentales. Sin embargo Popli, Pra- nos autores señalan la sintomatolo-
kash, Masand y Mantosh (1992) gía emocional como punto a tener
consideran que este tipo de trastor- en cuenta a la hora de hacer el
nos tiene diversas presentaciones diagnóstico. Así, Souid, Keith y
clínicas, y hacen hincapié en la Cunningham (1998) incluyen entre
necesidad de refinar los criterios las características básicas del sín-
diagnósticos para conocer la preva- drome, además de la existencia de
lencia real de este trastorno. Desta- enfermedades repetitivas en la víc-
can como puntos com unes en tima y en sus hermanos, la pasivi-
estos pacientes la exageración e dad e intenso miedo hacia el abu-
inconsistencia en sus relatos, pre- sador, alegaciones falsas de abu-
sencia de síntomas psicológicos no sos físicos y sexuales, trastornos
encuadrable en ninguna categoría psicológicos en el abusador y alte-
diagnóstica conocida, falta de res- raciones en el funcionamiento mari-
puesta a la medicación y exacerba- tal y familiar.
ción de síntomas cuando el pacien-
te se sabe observado. Moszkowicz y Bjornholm (1998)
describen un caso de un niño de
Sparr y Pankratz (1983) descri- dos años de edad con Síndrome de
ben cinco casos de trastorno por Munchausen por poderes presenta-
estrés postraumático facticio e n do en forma de anorexia y polidip-
varones adultos. Este tipo de tras- sia, patologías que presentaba con
t o rno es fácil de simular, puesto anterioridad la madre del paciente y
que los síntomas descritos reflejan que son desplazadas a éste.

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Síndrome de Munchausen por poderes con sintomatología psíquica. Ilustración de un caso clínico

Amirali, Bezonsky y McDonough drome se caracteriza por el uso de


(1998) describen el caso de un un lenguaje inapropiado para la
chico de 11 años con Síndrome de edad del niño, ausencia de senti-
Munchausen por poderes de sinto- mientos asociados al abuso, e
matología hiperactiva, pero hacen insistencia de la madre en la repeti-
hincapié en la necesidad de tener ción de la historia del abuso y en la
en cuenta aspectos culturales en petición de nuevas evaluaciones
familias inmigrantes, puesto que lo (aunque con falta de empatía hacia
que en algunas culturas puede ser el niño). Meadow afirma que estas
entendido como abuso, en otras falsas alegaciones de abuso produ-
puede ser entendido como expre- cen en los niños más impacto emo-
sión de una preocupación genuina cional que las falsas alegaciones de
hacia las necesidades del niño. enfermedad, y, aunque en algunas
ocasiones los niños víctimas de
El Síndrome de Munchausen por S í n d rome de Munchausen por
p o d e res se presenta también en poderes han podido sufrir realmen-
f o rma de falsas alegaciones de te un abuso sexual, ésto pare c e
abuso sexual y/o físico que no se poco frecuente, lo que se explicaría
dan dentro de un contexto de dis- por el hecho de que en el trastorno
puta por la custodia de los hijos o facticio el abusador suele ser la
de separación parental (Meadow, madre, mientras que en el abuso
1993), sino normalmente asociado sexual suele ser un varón.
con presencia de enferm e d a d e s
facticias. La edad de los niños La relación entre estos niños y
implicados en esta forma de pre- sus madres tiene características
sentación del Síndrome parece ser simbióticas destructivas (G ün-
mayor (entre 3 y 9 años) que la t e r,1998), puesto que el niño no
media de edad en la presentación sólo no es capaz de traicionar a la
habitual. Las alegaciones normal- madre sino que llega a colaborar
mente son hechas por la madre de con ella en la elaboración del relato,
la víctima a uno o más serv i c i o s con el riesgo de que llegue a desa-
sociales, policía, médicos, profeso- rrollar él mismo un S í n d rome de
res, etc. Los niños pueden ser Munchausen.
entrenados para desvelar con rea-
lismo historias de abuso sexual y, En cuanto al contenido del dis-
después de haber repetido sus curso, cuando hay predominio de
relatos en las distintas evaluacio- signos y síntomas psíquicos las
nes, pueden llegar a tener dificulta- historias son trágicas, gráficas y de
des para distinguir la realidad de la a u t o e n g r a n d e c i m i e n t o . A p a re c e n
ficción. Esta presentación del Sín- detalladas historias verbales con

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M.ª V. Zubeldia, P. Rodríguez y A. Pelaz

p é rdida de documentos pro b a t o- lación a la madre, dificultades seve-


rios, y una relación prolongada con ras de socialización con iguales,
el sistema asistencial en la que el temor a la severidad paterna y pro-
niño visita múltiples consultas blemas de escolarización y rendi-
(Jones, 1995). miento académico.

Existen factores que podrían pre- Además de por él, el grupo fami-
disponer a padecer el síndro m e liar estaba compuesto por el padre
(Morales-Franco y de la More n a - (36 años de edad, empleado del
Fernández, 1995), unos a) depen- Estado en mantenimiento, con una
dientes del niño (edad inferior a actitud pasiva en la dinámica fami-
seis años, separación prolongada liar), la madre (29 años de edad,
de la madre a causa de nacimien- vigilante jurado de pro f e s i ó n ,
tos pre m a t u ros o a bajo peso al seguía tratamiento por Tr a s t o rn o
nacer, dificultades en el estableci- Histriónico de la personalidad con
miento temprano de la re l a c i ó n sintomatología ansioso-depresiva)
afectiva entre madre e hijo, niños y un hermano (5 años de edad,
no deseados, etc.); otros b) depen- sociable e inquieto, al que se le
dientes de la madre (veintinueve habían realizado con anterioridad
años de edad media, presencia de t re s lavados de estómago por
enfermedades con sintomatología ingestión de medicamentos o sua-
similar a la que fabrica en el niño, vizante y en ocasiones re a l i z a b a
personalidades histéricas o depre- conductas peligrosas, como colum-
sivas con gran necesidad de apoyo piarse en la barandilla de la terraza
por parte del medio y en ocasiones de un tercer piso).
ellas mismas sufrieron Síndrome de
Munchause n de sus pro p i a s El paciente siguió tratamiento
m a d res); y otros c) dependientes con entrevistas de apoyo, técnicas
del padre ( suelen ser colaborado- para el manejo de la ansiedad,
res pero indiferentes hacia el niño). fomento de actividades sociales
e s t ructuradas y orientación a los
padres. En esa época, se quejaba
CASO CLÍNICO de haber recibido palizas de otros
chicos en el colegio, acudiendo a
Se trata de un varón atendido U rgencias en alguna ocasión, y
por primera vez en 1998 a los 7 habiendo quejas por parte de los
años de edad en nuestros Servicios p a d res en cuanto a la falta de
de Salud Mental, obteniend o capacidad del colegio para aten-
entonces un diagnóstico de ansie- derle y protegerle, lo que motivó el
dad generalizada, con fuerte vincu- cambio de centro escolar en dos

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Síndrome de Munchausen por poderes con sintomatología psíquica. Ilustración de un caso clínico

ocasiones tras haber interpuesto que tomar sustancias diversas por-


varias denuncias. En dos ocasio- que depende de ellas. Los análisis
nes, la madre acudió con el niño a de orina para detectar sustancias
consulta para informar de desave- psicotropas han sido negativos, y
nencias conyugales y de la autori- no hay evidencia sintomática de tal
dad paterna amenazante, no uso.
habiendo reconocido malos tratos
físicos ni abusos. Finalmente aban- Tanto el niño como la madre, con
d o n a ron el tratamiento a los seis la participación pasiva del padre,
meses de haberlo comenzado. hacen el relato con orden, detalles
y una intensa contención y distan-
Siete meses después de este pri- ciamiento emocionales; el mayor
mer abandono, vuelven a consulta énfasis y la expresión de cólera y
solicitando valoración psiquiátrica, miedo se aprecian al recriminar la
simultánea al tratamiento que falta de control por parte del cole-
seguían en ese momento en el gio, la falta de apoyo socio-sanita-
Centro de Atención a la Infancia de rio y judicial para proteger al menor,
su distrito, y tras haber pasado así como la desconfianza general,
también por el Servicio de Atención sintiéndose víctimas desasistidas y
a Víctimas de Abuso Sexual. Madre decidiendo autoprotegerse re c l u-
e hijo relatan una extensa, prolija y yéndose con los niños en casa e,
minuciosa historia, abundante en incluso, cambiando de domicilio si
detalles de ambientación y porme- fuera preciso. Las contradicciones
nores de intenso peligro físico, con del relato suelen difuminarse en
un argumento complejo, según el nuevos detalles o afirm a c i o n e s
cual el niño es obligado a consumir vehementes aportadas p or la
y traficar con drogas, y es raptado madre y posteriormente corrobora-
a diario del colegio para ser llevado das por el niño, concluyendo final-
a una zona de la sierra donde es mente que nadie les cree.
objeto de crueles persecuciones,
así como de agresiones físicas Durante las entrevistas el niño se
intensas y variadas, y de abusos muestra inquieto, expre s á n d o s e
sexuales. Todo ello es realizado por con un lenguaje afectado y escasa-
diversas personas que el niño iden- mente empático, re s e rvado y sin
tifica con múltiples detalles; al final c o h e rencia entre sus narr a c i o n e s
de cada jornada es devuelto al terroríficas y la tranquilidad con que
colegio, sin que aquí hayan percibi- las cuenta; sus preocupaciones son
do su ausencia, y sin apare n t e s de temor a ser agredido, sin altera-
lesiones. Desde entonces, con fre- ciones del curso ni del contenido
cuencia dice a los padres que tiene del pensamiento. La atención es

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M.ª V. Zubeldia, P. Rodríguez y A. Pelaz

buena, bien orientado. Muestra escolar, los dos primeros dentro del
curiosidad y diálogo más espontá- Eje I y los otros dos del Eje V.
neo al hablar de cuestiones no rela-
cionadas con su tema; el contacto Si realizamos una valoración psi-
con otros chicos (menores que él) copatológica de los miembros de la
es bueno. familia, podemos distinguir los
siguientes diagnósticos personales:
Los síntomas referidos son:
ansiedad con inquietud psicomo- En el niño: Según la C.I.E. 10 Mul-
triz, y momentos de angustia des- tiaxial de la Infancia y la Adolescencia.
b o rdada relacionados con los Eje I: Reacción de adaptación
recuerdos de daño o con anticipa- con alteración mixta de las
ciones ansiosas por amenazas que emociones y la conducta.
dice haber recib ido; entonces F43.25.
acude a la madre, pues sólo confía Eje II: Ausencia de patología.
en ella. Por la noche tiene pesadi- Eje III: Nivel intelectual normal.
llas con despertar angustiado. En el Eje IV: Ausencia de enfermedades
colegio no tiene amigos y se siente físicas relevantes.
perseguido y maltratado por Eje V: Anom alías biográficas y
muchos compañeros, incluso por actuales en la relación intra-
chicos de fuera que entran sin per- familiar (1.8).
miso en el centro escolar. El rendi- Tr a s t o rnos mentales en el
miento académico es muy inesta- grupo primario (2.0).
ble, y son frecuentes las faltas de Anomalías en el ambiente
asistencia a clase debido a que últi- inmediato: Familia aislada
mamente la actividad de toda la (5.2).
familia se centra en un peregrinaje Factores de estrés interper-
por las distintas instituciones y ser- sonal asociado al colegio:
vicios donde relatan siempre rígida- Relaciones discord a n t e s
mente la misma historia. con los compañeros (8.0) y
En el caso aquí descrito, se pue- Distorsiones en la situación
den formular los siguientes diag- escolar (8.2).
nósticos ficticios: Eje VI: Discapacidad social mode-
rada (3).
1) Abuso y dependencia de sus-
En la madre: Trastorno de persona -
tancias,
lidad de tipo histriónico con síntomas
2) Estrés postraumático, conse-
ansioso-depresivos (F60.4 y F34.1).
cuente a las experiencias de abuso.
3) Abuso físico, y En el padre: Trastorno de la per -
4 ) Negligencias en el ámbito sonalidad no especificado (F60.9).

CLÍNICA Y SALUD 109


Síndrome de Munchausen por poderes con sintomatología psíquica. Ilustración de un caso clínico

Como conclusión, y atendiendo poder verificar la existencia del


a las características exageradas e síndrome.
inconsistentes del relato (cuya
veracidad no ha podido ser consta- 2 . Sintomatología pro f u n d a ,
tada en ningún momento), el dis- a p reciada en los padres y en el
tanciamiento emocional en su niño durante las entrevistas pero no
narración, la patología de la madre, manifestada voluntariamente sino
la dinámica familiar con tendencia pormenorizada en el transcurso del
al aislamiento social, así como el proceso diagnóstico.
vínculo establecido entre madre e
hijo, consideramos que estamos El desenmascaramiento de algu-
ante un caso de Síndrome de Mun - nos de los síntomas, y fundamen-
chausen por poderes con sintoma - talmente del proceso etiopatogéni-
tología psíquica. co of recido por e l niñ o y los
padres, daría lugar al diagnóstico
formal de Síndrome de Munchau -
CONSIDERACIONES FINALES sen, mientras que la apreciación de
los síntomas verd a d e ros que se
La clasificación estadística que manifiesten en el niño constituirían
se puede realizar en los casos de el diagnóstico personal, lo mismo
Síndrome de Munchausen median- que ocurre con los padres. Ade-
te los sistemas arriba citados, es más, con los diagnósticos perso-
puramente formal y descriptiva, no nales y las observaciones de las
requiere un análisis psicopatológico relaciones pater no-filiale s, se
del niño ni de sus padres, ni permi- podrán establecer los fundamentos
te la profundización en la actuación de un diagnóstico etiopatogénico
clínica. Sin embargo, la práctica clí- clínicamente acertado. Éste último
nica con objetivos terapéuticos, sí es imprescindible para elaborar un
exige el pertinente análisis psicopa- plan terapéutico con posibilidades
tológico para establecer un verda- de éxito, dada la tendencia de la
d e ro diagnóstico operativo en el familia actora del Síndrome a boi-
plano terapéutico. Consideramos cotear los tratamientos que no se
que sería conveniente distinguir: ajusten a sus expectativas. Entre
los puntos básicos que debe con-
1 . "Diagnósticos y síntomas" templar dicho plan se encontrarían
p resentados como ciertos por el (Morales-Franco et al, 1995) el tra-
paciente y/o por sus padres, que tamiento del agresor (enseñanza
serían lo artificial (facticio) o fingi- de habilidades sociales y de cuida-
do (ficticio), y que han de ser con- do del niño), la intervención familiar
trast ados y desc art ados pa ra y el apoyo social (educación com-

110 CLÍNICA Y SALUD


M.ª V. Zubeldia, P. Rodríguez y A. Pelaz

pensatoria, búsqueda de empleo, mente inferior a la real, y dada la


etc). i m p o rtancia del diagnóstico tem-
prano de este Síndrome, conside-
En resumen, en nuestra opinión ramos necesario desarrollar el estu-
la psicopatología de la infancia y la dio y la definición de los indicado-
adolescencia tiene pendiente con- res de riesgo, así como los méto-
seguir la denominación unitaria y la dos de detección de los sujetos
delimitación descriptiva de un cua- afectados por este trastorno.
dro esquivo y complicado como es
el S í n d rome de Munchausen por Como paso posterior, pero no
poderes, así como su inclusión en por ello menos importante, cabría
clasificaciones tan import a n t e s la profundización en la discusión y
como son la CIE-10 y su versión valoración de los proyectos de tra-
multiaxial para la infancia y la ado- tamiento para los menores que
lescencia. s u f ren enfermedades imaginarias
de sí mismos, o son sujeto desig-
Asimismo, las org a n i z a c i o n e s nado para la expresión del trastor-
diagnósticas deberían incluir tanto no de sus padres.
el diagnóstico formal (Síndrome de
Munchausen), como el diagnóstico Por último, una vez realizado un
real, que es diferente en cada caso diagnóstico acertado y culminado
pero imprescindible para el éxito de el proyecto terapéutico corespon-
las estrategias terapéuticas que diente, estaríamos en condiciones
cada uno requiere. de obtener datos sobre la evolución
de los niños afectados por este
Puesto que las estadísticas Sindrome y de sus familias, tanto a
muestran una casuística sensible- medio como a largo plazo.

CLÍNICA Y SALUD 111


Síndrome de Munchausen por poderes con sintomatología psíquica. Ilustración de un caso clínico

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