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AUSENCIA DE PENSAMIENTO CRITICO EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Sobre el pensamiento crítico y la sociedad actual:

Jaime Cabrera Publicado: 20 mayo, 2014


Salgo de la casa que mis padres arriendan, cuento las monedas del pasaje rebajado gracias
a la tarifa especial subsidiado por el Estado, tomo la locomoción colectiva sin hablar con
nadie y me bajo en silencio en mi parada. Caminó a mi casa de estudios en donde pasaré
mis horas sentado escuchando a mi profesor hablar, mientras yo tomo notas de las calles,
de la gente, y en pocas ocasiones, de la clase. Quizás lo más terrible de saber es que pago
por eso un auto 0 kilómetros cada año, por una educación mediocre.

Vuelvo a mi casa y duermo, pero sin ánimos, por qué sé que mañana será un día similar.

¿Desde cuándo hemos aceptado esta terrible realidad, esta falsa ilusión de vida, sin sueños
ni ambiciones, donde nos ponen un billete en el bolsillo y seguimos guardando silencio?,
¿En qué momento nos volvimos tan egoístas que sólo nos preocupa nuestro propio futuro
y felicidad?

Ahora mismo (no en un rincón del mundo, si no que al frente tuyo), un ser humano sufre
hambre, tiene alguna pena, están abusando de él, lo están humillando, golpeando,
insultando. Frente a ti hay guerras y niños desnutridos, parejas infelices próximas a inscribir
su nombre en el listado de femicidios nacionales.

¿Cuándo nos volvimos tan indolentes? ¿Es acaso este sistema tan bueno como nos muestra
la T.V?.

Hace siglos las sociedades, cada una en su estilo y en su forma comenzaban a discutir, a la
buena o a la mala, sobre la forma en la cual debía ser administrado el poder y las reglas de
convivencias bajo el mismo territorio. Hoy sólo nos preocupamos de que no le suban el IVA
al alcohol y al cigarro.

Hace siglos los oprimidos en diferentes niveles hicieron revoluciones: Rusa, francesa,
Mexicana. Hoy la revolución la hacemos en twitter, opinando sin coordinación, sin cambio
real, sin ir a votar, sin levantarnos de nuestros cómodos asientos, hoy reina el “Alguien lo
hará”, un conformismo puro y destructor de la naturaleza humana.

Hace siglos nuestros pueblos, con diferentes motivaciones comenzaron procesos


independentistas para convertirnos en país libre, toda América latina prácticamente logró
eficazmente el proceso con variaciones en los grados de éxito. Nuestros antepasados se
vieron humillados e indignados, levantaron sus voces, sus manos, marcharon en contra del
sistema impuesto, de la dictadura del rey, de las injusticias, de la desigualdad social; y
lucharon por un país mejor, una América mejor. Hoy nadie se atreve a levantar un dedo en
contra del sistema impuesto, de la nueva dictadura del dinero, del lucro, del: nacer, vivir y
morir en completo silencio. Pocos realizan una autocrítica nacional sobre la dictadura de
siglos al pueblo mapuche, a la violación y lento homicidio a sus principios, a su religión, a
su vida, a sus mujeres y niños, a sus tierras.

Estudiamos pagando por una educación regular que hace endeudarnos, a nosotros mismos
o a nuestras familias, una educación clasista en donde los más ricos estudian con los más
ricos y los pobres con los más pobres. Una educación donde los que tienen más aprenden
más y los que tienen menos aprenden menos. Una educación que varía dependiendo de la
comuna donde perteneces y de cuánto puedes pagar o dejar de comer.

Cuando niños nos prohíben explorar los rincones de nuestro cerebro en donde habita el
arte. Nos enseñan de cultura estructurada, de artistas estructurados, de pinturas, poemas,
obras plásticas, música estructurada. Nos prohíben crear, hacer, imaginar, soñar, vivir,
disfrutar. Nos oprimen con evaluaciones periódicas, intentan ponerle nota a nuestra
memoria hasta salir de la Universidad. Nos enseñan de historia estructurada, de versiones
oficiales, de versiones censuradas.

Nos enseñan de viejas teorías, de viejas estructuras. Aprendemos a callar, a obedecer, a


tener miedo, a mentir, a ocultar, a reprimirnos entre nosotros mismos, a odiar al profesor,
a ordenarnos en una fila, a tomar distancia, a ordenar nuestro uniforme militar, a lustrar
nuestros zapatos, a memorizar y a castrar nuestro sentido más profundo y humano: el de
crear, investigar, descubrir, aprehender, entender, experimentar. Si no superamos el
promedio formal de notas estructurado por viejos paradigmas, como ganado, nos hacen a
un lado y nos juntan con compañeros de tortura igual de “mediocres” para el sistema
educacional impuesto, no para ayudarnos a superarnos, si no para compartir el barro que
no nos dejará salir nunca más. Separan a los más aptos de los menos aptos e ilusionan a
estos últimos de tener un buen futuro (ni los colegios católicos se salvan).

El trabajo en grupo es lo ideal, saber dialogar o imponer posturas con los demás, el equipo
no existe, ni mucho menos el trabajo individual, el pensamiento único, la innovación, nuestro
propio sello.

Egresamos para trabajar en trabajos mediocres, con sueldos mediocres y trato mediocre,
en donde los jefes son quienes estudiaron en mejores liceos y universidades.

Vivimos presionados, sin una real libertad y con total desgano vamos a nuestros trabajos o
estudios, el calendario se cambia año a año mientras nuestro pensamiento crítico continúa
estancado y prisionero. Nunca seremos libres en un mundo como este, nunca
encontraremos la felicidad en nuestra vida, si vivimos como marionetas, cada uno
interpretando su papel en la vida sin ningún tipo de discusión ni reflexión al respecto. Hemos
sido educados arbitrariamente en ciertos aspectos del saber y hasta ciertos límites del saber.
No hay espacio para el pensamiento libre, no hay espacios de creación, no se promueve el
pensar.

Se nos ha anestesiado, se nos ha pulido a imagen y semejanza de nuestro creador: el


imperialismo, el neocapitalismo, el cristianismo de los cristianos, el neoliberalismo.

Cada grito de vergüenza, de desahogo, de protesta, es entendido como antisistémico por el


mismo sistema impuesto y se les castiga de diferentes maneras. Son muchos quienes han
alzado su voz contra el mundo, pero ese mismo número es el de los asesinados por las
dictaduras.

Hoy no se puede pensar más allá de lo que nos han dicho, hoy el filósofo calla entre burlas
de compañeros que sueñan con un mercedes Benz, es callado por profesores que sólo
quieren llegar a ver televisión a sus casas, los pensadores no existen ni se les deja existir,
porque cada vez que un pensamiento crítico sale a la luz, es ahogado por el mismo
pensamiento estructurado y dictatorial.

Nos han obligado a dormir, a callar, a no pensar. Hoy incluso nos da flojera presionar un
botón para compartir material informativo crítico y preferimos presionarlo para cerrar la
ventana de nuestro navegador. Desde hace bastante tiempo que hemos sentenciado al
humano a una muerte lenta e imperceptible, la muerte de nuestra razón, de nuestro
pensamiento, de nuestra capacidad de duda. Ya nadie se pregunta de dónde viene ni hacia
dónde va, sólo nos preocupamos de qué haremos mañana y que programa de televisión
llegaremos a ver en nuestro hogar. Vivimos en una prisión, en donde nos vemos tan
cómodos que ni siquiera nos alimentamos bien, ni con comida real para el cuerpo, ni con
comida real para nuestra mente. Temo, poco a poco, que nos gusta sentirnos así, hemos
sido cobardes aceptando la voz de mando de nuestros amos sin reclamar. Hoy nadie hace
nada por las injusticias sociales, hemos cambiado la lucha por estar calientes frente a la
chimenea, comiendo grasas saturadas frente al computador.

De no levantar la voz, de no comenzar el murmullo revolucionario mundial, estamos


condenando, con nuestra indiferencia (al propio dolor, como al ajeno), a la pena de muerte
del Ser Humano.

La lucha por la libertad comenzó hace siglos y es mi deber decirles a todos, que la estamos
perdiendo.

CARENCIA DE PENSAMIENTO
CRÍTICO
No es un hecho de esta época que pensadores, investigadores, científicos, periodistas y toda
clase de estudiosos dieran notaciones de una ausencia imperdonable de los elementos que se
consideran fundamentales para abordar los temas desde un pensamiento crítico.

Lo que más abunda en estos tiempos son los pensamientos negativos, con predisposición a
encontrar fallas o defectos en lo que se estudia u observa, actitud que no ayuda a comprender
los fenómenos desde una perspectiva crítica.

El prejuicio, pues, no encaja con el pensamiento crítico. ¿Cómo se define el pensamiento


crítico? Para las personas que nos formamos bajo el método de memorización para nuestro
aprendizaje, utilizado en todo el sistema, como ocurre aún en República Dominicana, hablar
del pensamiento crítico resulta cuesta arriba.

El concepto de pensamiento crítico que aparece en los libros sobre la materia, se define como
"una actitud intelectual que se propone analizar o evaluar la estructura y consistencia de los
razonamientos, particularmente la opiniones o afirmaciones que la gente acepta como
verdaderas en el contexto de la vida cotidiana. Tal criterio puede basarse en la observación,
en la experiencia, en el razonamiento o en el método científico".

Las conclusiones provenientes de un pensamiento crítico, normalmente tienen fundamentos


razonables. Para llegar a tener un pensamiento crítico no hay que cambiar la personalidad,
este tampoco reemplaza o minimiza los pensamientos o emociones ni se pretende hacer que
las personas piensen de la misma manera. Cuando se escuchan los argumentos desde un
pensamiento crítico, tampoco ello garantiza del todo la persuasión.

Quienes tienen un pensamiento crítico, poseen una mente abierta a todas las ideas y, al
propio tiempo, están en condiciones de reconocer cuándo dudar de los méritos de las
investigaciones propias.
Los que trabajan con determinada interpretación de la realidad, como los científicos,
investigadores de la historia, académicos y periodistas, están conscientes de que el
pensamiento crítico parte de cinco factores: claridad, exactitud, precisión, evidencia y
equidad.

Si ciertamente la realidad pudiera tener interpretaciones diversas, lo que hace que una
hipótesis se acerque a la verdad es cuando quien la sustenta se asegura de que los
argumentos estén apegados a la validez de los datos, que los hechos estén ceñidos a fuentes
de información irrefutables y los testimonios se sustenten visualmente o apoyados por
expertos. En fin, quien busque ganar buena reputación con sus investigaciones, debe valerse
de fuentes creíbles, precisas y sin sesgo.

Quiero detenerme en este último aspecto: El sesgo. Entiendo que es lo más deshonroso, tanto
para un periodista de investigación como para cualquier otro estudioso. El diccionario
Enciclopédico de la Real Academia de la Lengua define el sesgo de la siguiente manera:
"Oblicuidad o torcimiento en la dirección o posición de una cosa. Distorsión en la
representatividad de un resultado, bien en el proceso de una estimación, bien en la selección
o examen de la muestra".

¿Cuántas personas vemos a diario, en los medios de comunicación, en la política, o en las


demás ramas profesionales haciendo afirmaciones irresponsables, ausentes de veracidad y
de investigación, de prejuicio, de intereses, de erradas percepciones y emociones torcidas?

En el caso del periodismo, se ha dicho, debe servir al bien común y a la verdad. Esta es una
actividad que requiere colectar información, sintetizarla y jerarquizarla para publicarla en
cualquier medio de comunicación. La información requiere ser verificable, para lo cual debe
auxiliarse de los métodos de investigación de que disponemos. Las fuentes de que nos
valemos deben ser íntegras y gozar de reputación.

Hay elementos de los que no debemos prescindir para asegurarnos de la calidad de nuestras
fuentes, por ejemplo:

¿Tiene la adecuada capacitación, actitudes o niveles de entendimiento? ¿Tiene reputación por


exactitud y veracidad? ¿Hay motivos para que la fuente sea inexacta o altamente sesgada?
¿Hay alguna razón para cuestionarse la honestidad de la fuente? ¿Tiene la fuente algún
interés particular en el tema? Estas preguntas valen para un periodista, médico, científico,
historiador, no importa.

Normalmente, estas interrogantes son obviadas por quienes tienen la responsabilidad de


hacer un trabajo de investigación apegado a la verdad. El rigor profesional brilla por su
ausencia porque quienes están obligados a ir más allá, se limitan a la superficialidad. El
periodismo sensacionalista suele estar plagado de inexactitudes y su origen se remonta al
siglo XlV cuando las gacetas alemanas y francesas se hacían eco de los chismes y sucesos
intrascendentes, como los dramas familiares de la realeza. Es a mediados del siglo XlX que se
asume el escándalo y la trivialidad como anzuelo para vender portadas.

Desde esa época, el periodismo ha estado matizado por este elemento trivial, contradictorio
con el buen hacer de esta profesión. En una etapa donde la comunicación ha alcanzado una
mayor importancia por el desarrollo experimentado a partir de las Tecnologías de la
Información y la Comunicación, el fenómeno del sensacionalismo en la prensa (para el
entretenimiento o la diversión) está más arraigado. Existe, por suerte, la corriente tradicional,
apegada a la buena argumentación, a la utilización de métodos de investigación precisos, y la
búsqueda de datos válidos. Pero no es la tendencia más preponderante.

Por eso podemos ver a cualquier zoquete que enciende una cámara de televisión y comienza
a especular, a leer titulares sensacionalistas con el fin de atrapar al público, no importa que a
la hora de ofrecer los detalles la noticia sea todo lo contrario.

Las especulaciones, sin embargo, no son exclusivas de los periodistas; también hay políticos
que son extremistas, exagerados y carentes de seriedad en sus conclusiones porque sus
premisas son erróneas o los intereses de otro tipo son los que priman. Para llegar a la verdad,
que debe ser el fin de un profesional, los argumentos en relación a un tema deben ser
evaluados, evitar las omisiones y las especulaciones.

Hoy día, que la comunicación es horizontal, ha tomado más fuerza el periodismo frívolo,
incendiario y especulador. Cualquiera se aventurara con hipótesis sin pruebas o ningún tipo de
datos. Eso puede evidenciar prejuicio, mala fe, falta de rigor, manipulación y una cierta
tendencia a la desconsideración personal.

En el fondo pudiera carecer de pensamiento crítico, pues a la hora de plantear una hipótesis,
los elementos que se imponen son otros, alejados de la realidad, al margen de nuestras
propias y personales experiencias y responden a intereses económicos y políticos.

El pensamiento crítico requiere claridad, exactitud, precisión, evidencia y equidad

Sin pensamiento crítico


Mario Vargas Llosa afirma que los escritores de hoy consideran pretencioso
involucrarse en la vida cívica y política. ¿Cambio de época o problema
generacional? Filósofos, novelistas, músicos y científicos responden a una
encuesta de 'Babelia' sobre el papel de los intelectuales
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AMELIA CASTILLA

25 FEB 2012 - 15:49 CET

Imagen tomada e la Puerta del Sol de Madrid en mayo de 2011 CARLOS


SPOTTORNO

1. ¿Qué papel ocupan en la sociedad actual los intelectuales?

2. ¿Por qué cree que se ha llegado a una situación de crisis de valores


universales y qué remedios pondría para repararlo?

3. La crisis económica parece habernos dejado sin un relato coherente del


fenómeno. ¿Cómo lo interpreta?
Fernando Savater (Filósofo)

1. Los intelectuales son escritores, profesores y artistas que quieren hacerse oír fuera
de sus áreas de trabajo sobre cuestiones políticas y sociales. Deberían aportar al
debate público argumentos o propuestas que trascendiesen las cautelas del
pragmatismo político habitual, para así enriquecer la comprensión y no la confusión
o la simplificación de esos temas.

2. Los valores se fraguan en situaciones críticas, en la pugna entre lo que es y lo que


creemos que debería ser. Se definen y redefinen permanentemente de acuerdo con el
decurso histórico y el pensamiento crítico. Me encantaría conocer alguna época del
pasado en la que no hubiera habido crisis de valores, para mudarme a ella…

3. No tenemos un relato coherente de la crisis económica (aunque cada día se


publican tres o cuatro libros sobre el tema), ni sobre la ciencia moderna, ni sobre el
papel de las religiones, ni sobre la ciudadanía democrática, ni sobre el arte o la
literatura, ni sobre el erotismo, ni sobre los méritos respectivos de Pelé, Ronaldo y
Messi. Los dogmas nos fascinan pero enseguida nos aburren. Vamos, que estamos
como siempre, pero ahora con blogs, Twitter y demás adminículos de portavocía.

Cees Nooteboom (Escritor)

1. A lo largo de la historia, los intelectuales han cometido errores notables. Admiro a


Foucault, pero creo que se equivocó al apoyar el retorno de Jomeini a Irán. Como
recordarán promovió una gran manifestación en París. Knut Hamsun admiraba a
Hitler. Neruda escribió una oda para Stalin. Solo me manifesté públicamente contra
el bombardeo estadounidense de Camboya y el resultado de aquello fue el cese de
los bombardeos y el comienzo del régimen sangriento de Pol Pot. Los intelectuales
son ciudadanos como cualquier otro, lo que significa que nadie es infalible, pero
deberían ser cuidadosos. No digo que tengan que callar. La libertad de expresión es
un gran bien, pero uno debe estar informado lo mejor que pueda.
2. La crisis de valores universales ha existido siempre. Probablemente, ahora mismo,
alguien en su casa esté teniendo una idea que cambiará la historia. A lo largo de mi
vida, conocí la Segunda Guerra Mundial, la guerra fría, las guerras coloniales, el
fascismo, el Holocausto y el comunismo. Estuve en Budapest en 1956, en Bolivia en
1968 y en Berlín en 1989. Ahora está el islamismo y la crisis del capitalismo.
Spinoza dijo que había que mirar los acontecimientos de nuestra vida sub specie
aeternitatis y me encantaría, pero no es siempre posible. Algunas veces es mejor
leer poesía que mirar los periódicos.

3. No soy un experto en finanzas. He visto cómo gran parte de la costa española era
destruida por un codicioso y sin sentido boom de la construcción. Si los políticos
que iniciaron la UE hubieran optado por una unión fiscal, no estaríamos inmersos
ahora en este contagioso desastre, pero era demasiado pronto para crear una
federación que nadie deseaba realmente. El nacionalismo y el mantra de la soberanía
todavía son muy poderosos. Se habla mucho acerca de los mercados, pero
deberíamos darnos cuenta de que nosotros mismos, nuestros Estados, nuestros
bancos y nuestro fondo de pensiones, son el mercado. Vivimos en democracias,
votamos, somos los amos y las víctimas. Solamente el inocente absoluto está exento
de culpa.

Elena Poniatowska (Escritora)

1. Lo primero que debe hacer un escritor es escribir bien. Un mal escritor no puede
ayudarle a causa alguna. En México es difícil separarse de lo que le sucede al país.
Supongo que lo mismo pasa en otros países de América Latina. La realidad se mete
a la casa y la invade, la gente está siempre pendiente de lo que hace un escritor y lo
convierte en figura pública. Lo incluye en encuestas, le pregunta qué come y con
qué duerme. Tanto a Octavio Paz como a Carlos Fuentes, como a Rosario
Castellanos, les pidieron que fueran embajadores de México en el exterior. Muchos
intelectuales solo se preocupan por sí mismos. Para no tener problemas no participan
en la vida del país. Solo hablan de su obra y su lucha, es ante todo por su propio
bienestar y sus prebendas. Estar en la oposición es un error que el poder castiga. No
hay reconocimiento para el opositor.

2. En México hay un abismo entre una clase social y otra y seguimos siendo racistas
en contra de nosotros mismos. Solo hubo en el pasado, en los 31 Estados de la
República y en el Distrito Federal, un gobernador indio, moreno después de Benito
Juárez y ese fue el gobernador de Oaxaca, Heladio Ramírez. México se ha vaciado
de campesinos y trabajadores. Los mexicanos más pobres se van a California, a
Texas y hasta a la frontera con Canadá. Buscan el respeto, el amor y sus alimentos
terrestres (y espirituales) en otra tierra que no es la suya porque su país les ha
fallado. Dejar el propio país es una desgracia. El éxodo es ahora un rasgo definitorio
de nuestro siglo, los países se van destejiendo como lo hacen las mujeres que tejen,
se equivocan y vuelven a usar la misma lana. Nuestro problema es que no sabemos
si habrá lana ni borregos.

3. Compro, luego existo y si ya no tengo para comprar ya no existo y si nunca tuve


nada tampoco existí. Jesusa Palancares, la protagonista de la novela Hasta no verte
Jesús mío, decía: “Soy basura a la que el perro le echa una miada y sigue
caminando”. Esa respuesta de una mexicana que participó en la Revolución de 1910
es significativa. ¿Qué le dio la Revolución? ¿Qué nos dio a nosotros el capitalismo?
¿Qué el comunismo? Creo en el amor, no en los ismos, creo que el otro merece el
trato que nosotros nos damos a nosotros mismos.

Jorge Volpi (Escritor)

1. Su papel ha disminuido considerablemente, comparado con el que detentaron en


el siglo XX. El triunfo de las democracias liberales ha provocado que los
“intelectuales” ya no sean las únicas voces críticas que expresen públicamente su
opinión, y que en nuestros días sean expertos en ciencias sociales (politólogos,
sociólogos, historiadores, etcétera) quienes ocupen el foro público, al lado de los
llamados “opinadores profesionales”, los tertulianos que aparecen en los medios sin
poseer una obra artística o científica relevante. El papel actual de los intelectuales
debería ser contribuir al debate público con opiniones informadas sobre asuntos de
interés general, pero sin asumir ya el papel de “vanguardia de la sociedad”.

2. No sé si estamos en una situación de crisis de valores universales, sí que estamos


frente a una crisis general de las democracias liberales, tanto en términos políticos
como económicos. No es fácil ofrecer una receta, aunque por lo menos debemos ser
capaces de reconocer cuáles han sido las causas que nos han llevado hasta aquí, en
especial el triunfo del modelo neoliberal con el consecuente predominio del
individualismo a ultranza y el olvido de los valores de solidaridad que Occidente
defendió frente al modelo comunista.

3. Creo que el relato de lo que ocurre está aún en formación, estamos quizás todavía
demasiado cerca de la crisis (cuyo inicio podemos situar en 1989, con la caída del
muro de Berlín, y su clímax en 2008, con la caída de Lehman Brothers). Pero justo
corresponde a los novelistas —y en otro sentido, a los historiadores— elaborarlo en
los años que vienen.

Jonathan Franzen (Escritor)

1. Me siento un poco como alguien que trabaja en una fábrica y vienen a preguntarle
cuál debe ser la función de los trabajadores hoy en día. Supongo que debe ser un rol
parecido. En cada caso la respuesta debe ser la misma: ser un buen ciudadano,
prestar atención a lo que sucede y votar. Hay algo que diferencia mi situación del
que hace muebles y es que como ciudadano siento cierta responsabilidad para hablar
de las formas de injusticia que son importantes para mí. No creo que los
norteamericanos busquen consejos políticos de los escritores. Para los americanos
esa es una idea ridícula, así como pedirle a un fabricante de muebles que arregle el
mundo. Su respuesta sería: “Así es como yo ayudo, haciendo los muebles lo mejor
que puedo”.
Victoria Camps (Filósofa)

1. Los intelectuales de hoy son los periodistas que escriben artículos de opinión,
participan en tertulias y en debates. Siguen contribuyendo, como siempre, a formar
opinión, pero a través de los medios de comunicación y, por lo tanto, subordinados a
las exigencias de cada medio.

2. Supongo que al hablar de valores nos referimos a valores morales. No creo que
esos valores estén ahora más en crisis. Lo que sí ocurre es que cada vez son valores
más abstractos (por eso pueden ser universales) y requiere más esfuerzo vincularlos
a prácticas concretas. ¿Remedio? Un cambio de paradigma radical que conduzca a
admirar más al responsable, honrado y decente, que al corrupto y codicioso.

3. Tenemos un diagnóstico de lo que ha ocurrido y por qué. Quizá falta el relato del
tratamiento más adecuado para salir de la crisis y, lo que es más importante, no
volver a poner las condiciones para caer en algo parecido otra vez.

Milagros del Corral (Delegada de la Unesco para el libro digital)

1. La sociedad española no destaca por su aprecio a los intelectuales —de los que
tampoco andamos sobrados— y que más bien inspiran recelo. Quizás por esta razón,
estos vienen manteniendo un perfil bajo, sobre todo desde el principio de la crisis
dejando el territorio del pensamiento en manos de los economistas. Actualmente, su
misión ha sido okupada de alguna manera por los “indignados” que no plantean su
rebeldía desde un riguroso análisis intelectual sino desde lo visceral de sus
experiencias.

2. La crisis de valores es ante todo la crisis del pensamiento europeo y la


estruendosa abdicación de la defensa de estos valores por parte de unas Naciones
Unidas envejecidas. Europa es hoy “l’Europe des épiciers”, más preocupada por la
pérdida de valor adquisitivo de sus ciudadanos y de su peso político a nivel global.
El sueño europeo, porque se quedó en los cimientos mercantiles que ahora se
tambalean peligrosamente, se está desmoronando ante nuestros ojos sin haber
alcanzado sus ideales fundadores porque hemos perdido el relato y la fe en la fuerza
de nuestro pensamiento y en el poder de las ideas cuando más falta nos hacían.

3. Echamos en falta ese relato coherente precisamente por haber decidido que solo
se trata de un fenómeno pasajero puramente económico, cuando el verdadero
problema tiene tanto o más que ver con modos de vida insostenibles y modelos
sociales importados, que los españoles no supimos asimilar inteligentemente,
abandonándonos de forma acrítica al disfrute materialista y a un individualismo
exacerbado. No se trata de flagelarnos sino de hacer un “examen de conciencia”
sobre los errores pasados, y un “propósito de la enmienda” que parta del
reconocimiento de quiénes somos y de dónde venimos, sin cainismos ni derrotismos,
con un mínimo de perspectiva histórica, para construir sobre bases sólidas la visión
de quiénes podemos ser. No importa tanto de quién sea la culpa de lo que pasó
porque, en buena medida, la culpa es de todos. En efecto, el relato de la España del
siglo XXI está por escribir.

Daniel Divinsky (Editor)

1. Rancière escribió: “Actuar con el pensamiento es propio de todos, por ende, de


nadie en particular (…). En este sentido, nadie tiene derecho a hablar como
intelectual, lo que equivale a decir que todo el mundo lo es”. Esta afirmación es
indiscutible, por lo cual ese papel es el de cualquier ciudadano, con el agregado
como “misión”, de que, al manejar mejor —se supone— la palabra, deberían poner
en letras los pensamientos de la comunidad.

2. “De las tres causas de la Revolución Francesa, enumeraré 99”, habría dicho un
estudiante en un examen provocando una crisis terminal a su profesor (según
Chamico, humorista argentino). Como no tengo espacio para describir las 99, me
remito a lo que expresan Hobsbawm, Chomsky, Krugman y Stiglitz, con cuyas
visiones coincido también en cuanto a posibles remedios.
3. Dejó sin relato coherente a los voceros de los países y sectores sociales
dominantes, que habían comprado antes, sin reticencias, la fábula del progreso y el
crecimiento infinitos. Hay otros relatos, muy coherentes, que vienen de
orientaciones ideológicas diferentes.

Ariel Dorfman(Escritor)

1. Cuidado con los preceptos y el deber ser, pero si tengo que elegir una sugerencia:
no aburrir a muerte a nuestros lectores y congéneres mientras balbuceamos entre
todos una salida veraz y compleja y plural a la crisis.2. No hay medios ni reparación
mientras la pregunta se formule en forma tan abstracta, sin tomar en cuenta a la
gente y su sufrimiento, no hay salida si no volvemos a colocar a la ética en el centro
de nuestra búsqueda.3. Relatos hay. Lo que falta son las agallas y la generosidad
intelectual para combatir la colectiva enfermedad del miedo.

José Manuel Sánchez Ron (Historiador de la ciencia)

1. En un mundo en el que la información nos inunda, y en el que esta se confunde


con la opinión crítica e informada, una opinión atenta siempre a la situación actual y
al futuro que se aproxima, pero que no ignora las lecciones que se extraen de la
historia, el intelectual debería esforzarse por ser un faro que estimule el pensamiento
crítico relativo al mundo presente y próximo, planteando cuestiones y presentando
sus propias respuestas.

2. Un factor que ha contribuido a tal situación es una deformación de uno de los


grandes logros de la historia de la humanidad, que se vio reforzado,
afortunadamente, durante el siglo XX: la igualdad de derechos. Muchos han
entendido esto en el sentido de que cualquier argumento es defendible sin más, por
el mero hecho de tener el derecho de expresarla. Y esto, en mi opinión, no es así:
todos tenemos el derecho de expresar opiniones y sustentar valores, pero sin
argumentarlos cuidadosamente, no todos esos valores son equiparables. No veo otra
forma de remediar esta situación —que favorece la dispersión y el desconcierto—
que a través de una educación que no confunda derechos con valores, y que enseñe
toda la historia y esfuerzos argumentativos que existen detrás de los valores que se
han considerado o consideran “universales”, aunque por supuesto estos sean
revisables, sujetos algunos, o muchos de ellos al momento histórico.

3. No disponemos aún de un relato coherente de lo que está sucediendo, y ello


porque no sabemos bien quiénes son los protagonistas de esta crisis, o al menos
algunos de ellos. Ni siquiera sus centros neurálgicos. Y tampoco somos capaces de
identificar las relaciones de causa-efecto, algo imprescindible a la hora de establecer
cualquier relato coherente. Todo esto es en buena medida consecuencia de la
tecnología de las comunicaciones que se han desarrollado. La globalización que esas
tecnologías han producido ha hecho posible un desplazamiento e indeterminación de
muchos y nuevos centros de poder, haciendo que el poder político tradicional ocupe
un lugar menos central, y que no sepamos bien dónde se halla el poder económico,
el que, parece, mueve hoy realmente los “hilos” del mundo.

José Manuel Blecua (Director de la Real Academia Española)

1. Habría que saber qué se entiende hoy por intelectuales porque esa referencia, tal
como la hemos conocido, se ha desdibujado por completo. Es probable que para
muchos ciudadanos lo más parecido a un intelectual sea, no sé, el autor de una de
esas guías de autoayuda, tan de moda, o el tertuliano que dicta sentencias desde un
canal de televisión. La misión del intelectual, al margen de todos los cambios
sociales y tecnológicos, debería ser la clásica: una voz crítica, con autoridad moral,
capaz de reflexionar y hacer propuestas originales y solventes sobre la sociedad y
sus circunstancias.

2. No habría que demonizar la palabra crisis. No tiene por qué ser sinónimo de
hundimiento ni de fatalidad. La segunda acepción de nuestro diccionario puede
resultar útil para darle un sentido más positivo al término porque no es catastrofista.
Dice el DRAE sobre crisis: “Mutación importante en el desarrollo de procesos, ya de
orden físico, ya históricos o espirituales”. Y esto es lo que ocurre: estamos viviendo
una época de profundos cambios, de transformaciones sociales y económicas que se
producen a una velocidad de vértigo y que afectan a millones de personas. Esa es la
gran diferencia frente a otros momentos: todo sucede muy deprisa, sin tiempo de
asimilación, y afecta a muchísimos seres humanos, es global. Ya me gustaría a mí
conocer posibles remedios. Solo se me ocurre decir que saldremos adelante, de eso
estoy seguro, con esfuerzo y con innovación. Será imprescindible mejorar los
sistemas educativos, la enseñanza, y no olvidar principios tan básicos como la
honestidad, la solidaridad y la justicia.

3. No estoy tan de acuerdo en esto último. El “fenómeno”, si por tal entendemos lo


que está sucediendo con la denominada crisis, sí que se está contando, hay mucho
relato, incluso excesivo. Se escribe y se habla, se opina a todas horas y en todas
partes. A lo mejor hemos de ir más despacio, pararnos a pensar, separar las voces de
los ecos, según el consejo machadiano. Decía don Camilo José Cela que España, al
menos en su época, era un país de arbitristas, de gente aficionada a discurrir planes
disparatados para arreglar el mundo. Sin compartir del todo la exageración de don
Camilo, algo de razón sí que tenía. Hemos de dar menos consejos, menos soluciones
mágicas, y trabajar mejor, cada uno en nuestro campo y de acuerdo con nuestras
responsabilidades.

Bernardo Atxaga (Escritor)

1. No hay espacio para intelectuales como los de antaño. No vivimos en el desierto,


en una sociedad en la que una mayoría carece de expresión (como en los días de
Zola); vivimos en una selva con infinidad de voces, y lo que abunda es el
“microintelectual”, persona que escribe artículos o libros y hace lo que puede en
favor de tal o cual causa, generalmente poco.

2. Siempre ha sido así. Cuando Hesíodo escribió el Mito de las edades juzgó que su
época pertenecía a la edad de hierro; las otras edades, sobre todo la de oro, solo
habían tenido realidad en un pasado muy remoto. En cuanto a los remedios, lo mejor
es empezar por uno mismo.
3. El relato existe, y basta leer a los socialistas (como los de antaño, se entiende) o a
los seguidores de la escuela de Keynes (James K. Galbraith, por ejemplo) para
conocerlo. Esquemáticamente, la causa principal de la crisis hay que buscarla en el
modelo económico de la Escuela de Chicago (“el mercado es capaz de
autorregularse”, etcétera) y en la ideología política concomitante (derecha y extrema
derecha).

Santiago Auserón (Músico)

1. El intelectual ha quedado fuera de juego a finales del siglo XX. En otro tiempo
era el letrado que aconsejaba a los tiranos, el clérigo que intervenía en el control de
la moral pública, el pensador de la revolución. Ahora apenas puede ejercer como
maestro de escuela o como estrella mediática de quinto orden.

2. El modelo económico americano, reforzado tras la Segunda Guerra Mundial, se


independiza de esa tradición. La ciencia depende de los tecnócratas y de los grandes
especuladores, bajo el supuesto de que la inercia del dinero guía a la humanidad
mejor que los saberes tradicionales. La única solución es que la ciencia vuelva a
aliarse con las artes y las letras, convirtiendo el conocimiento en bien público.

3. La especulación con valores numéricos no necesita relato. La gente necesita, sin


embargo, además de dinero, una puesta al día de la fantasía, de la capacidad de
representar el mundo. Todos manejamos programas de imagen y sonido para hacer
cosas banales. Quizá llegue un momento en que los chavales puedan aplicar lo que
aprenden con los aparatos al discurso político y a las relaciones sociales.

Yuri Herrera (Escritor)

1. “Los intelectuales” no son ya esos profetas encerrados en claustros: entre los


intelectuales profesionales hay, sí, escritores de libros pero también de blogs, autores
de cómics, diseñadores de sitios de Internet y activistas en favor de la libertad de
información.
2. No sé si se puede seguir hablando de una “misión”, como si hubiera una
obligación religiosa, pero sí creo que una de las labores es articular discursos que no
solo ayuden a conjurar el caos sino a pensar otro tipo de orden social. A veces
pareciera que vivimos la utopía de Cándido y sí es este el mejor de los mundos,
porque no hay manera de desentrañar sus mecanismos y lo que queda es acomodarse
a ellos. Ante eso, hacer preguntas incómodas y no permitir que sus opiniones estén
maniatadas por el cheque quincenal.

3. Tal vez la crisis se derive de la contemplación del lugar al que nos llevaron esos
valores: la opresión religiosa, la pesadilla de la razón en el siglo XX, por ejemplo. Si
por remedio se entiende construir otro conjunto de valores que todos deben
compartir, creo que esa solución ya no es factible. Los Grandes Relatos,
incontestables y solemnes, están sometidos a la crítica más feroz. Y entre ellos
incluyo a la Tecnología, que para muchos es la nueva panacea o la nueva ficción
religiosa. Y esa crítica debe implicar ponerle nombre a las atrocidades cotidianas
con las que convivimos como si fueran ineludibles (la súper explotación laboral no
como un accidente sino como la norma entre las compañías más “respetables”, los
genocidios, la devastación ambiental) y confrontar a sus responsables. Es a partir de
esta clase de acciones como van produciéndose esos valores, no al contrario.

La importancia del pensamiento crítico


FEB 17

Publicado por J. Antonio M. Martell

El ser humano, a lo largo de su vida, se encuentra constantemente


bombardeado por todo tipo de información, tanto buena como mala, desde lo que nos dice la
abuelita, el amigo, la tía, la comadre hasta lo que nos llega por radio, televisión y ahora
internet. Tenemos tanta información en nuestra cabeza de dudosa procedencia, que para
poder discernir cual es real y cual no, con frecuencia y erróneamente apelamos al carácter
autoridad, es decir, normalmente nos creemos lo que nos dicen no por el contenido si no por
quien nos los dice, solemos creer en el remedio de la abuelita no por que sepamos lo que nos
está dando o qué efecto tiene sobre nuestra salud si no porque por su edad y experiencia
debería de saber o que está haciendo, creemos en la cura milagrosa que nos anuncian en
televisión no por que sepamos cómo, si no porque lo dice un señor con bata blanca dando la
impresión de autoridad médica o científica y pensamos que si gobierno deja pasar dicho
comercial por tv es porque deben de ser reales y saber lo que dicen y la verdad es que esto
nunca es así, en lugar de realizar un análisis crítico de una situación y tomar una decisión
nos vamos por el lado de las opiniones de los que se dicen saber. La cuestión aquí no es el
creer o no creer la información por quien lo dice o lo refuta, si no por las evidencias
palpables que existan a favor y en contra sobre el tema del que se trate.

Es indispensable ejercer el pensamiento crítico, es una parte fundamental del progreso, a


través de la historia los individuos que han realizado aportaciones al progreso de la sociedad
son aquellos que no siguen los pasos de los demás, que no se mueven junto con las masas, si
no que piensan por sí mismos y sobretodo validan y respaldan sus ideas, si Einstein no
hubiese pensado diferente y atrevido a desafiar la manera en la que la mayoría de la
comunidad científica pensaba, no hubiéramos podido comprender de una manera más
fundamental la estructura del universo y tal vez aún pensaríamos al estilo newtoniano.

Las personas que siguen a las masas son fácilmente manejables, se les puede hacer adoptar
ideas que no son propias y que las defiendan como si lo fueran, así es como nace el
fanatismo, desde aquel nacido en un estadio de futbol en donde los fanáticos son fácilmente
atraídos hacia una mala afición insultante hacia el equipo contrario hasta aquellos nacidos
en un seno religioso que creen tener el derecho de realizar actos terroristas. Cuando Hitler
empezó a tramar sus ideales y tomar fuerza lo primero que hizo fue deshacerse de
científicos y demás personas de pensamiento crítico, es decir de aquellas personas que sabia
se opondrían a el por qué a diferencia de la masa de gente que lo seguía, estos eran capaces
de pensar por sí mismos y darse cuenta de la verdadera situación.

El ser humano desde que nace aprende a desarrollarse por medio de la imitación de sus
padres, hermanos y amigos, esto es un proceso normal y natural, el problema es cuando a
pesar del paso de los años y la edad este proceso no encuentra su fin en la madurez, se
transforma en una manera cómoda de vivir, en donde en lugar de esforzarse en pensar por
uno mismo, dejan que otros piensen por ellos para posteriormente adoptar sus ideas.

Este concepto del hombre que se mueve con las masas no es algo nuevo que nazca en la
actualidad siguiendo al artista de moda o comprando los productos que auguran curas
milagrosas, desde inicios de la humanidad la historia está llena de estos ejemplos, casos en
donde se aseguraba que la tierra era plana o el centro del universo y la gente lo creía y lo
seguía sin realmente cuestionar la veracidad de dichas afirmaciones, hasta que personas con
un pensamiento crítico y diferente como Copérnico o Galileo se atrevieron a desafiar la
ideología de la época y pensar diferente.

El pensamiento crítico es el impulsor más importante del avance de la raza humana, sin
embargo es algo que no se nos enseña en la escuela, el ejemplo ideal está en cómo dentro
de la educación que recibe un de un niño se le enseña que 2 + 2= 4 o que el cielo es azul,
pero nunca se les enseña a cuestionarse a ellos mismos sobre el origen de estos fenómenos ni
a dudar de su veracidad, y mucho menos de los maestros. Creo que es necesario enseñarle a
los niños que si el maestro le enseña que los continentes se mueven a causa del movimiento
de las placas tectónicas, entienda que esa no es la verdad absoluta y que realmente solo es
lo que hasta el día de hoy con nuestro conocimiento e investigaciones deficientes como
sociedad creemos que pasa y enseñarle que el mismo en el futuro podría ser quien
profundice aún más sobre el tema y que tal vez podría ser él quien encuentre otras causas
complementarias o diferentes. La cuestión no está en enseñar a dudar por dudar de lo que se
nos enseña, si no comprender que todo aquello que nos enseñan en la escuela es lo que
creemos que pasa y bien en su mayoría realmente no es absoluto. El conocimiento gira paso
a paso, antes de Einstein se enseñaba que el tiempo era absoluto y ahora sabemos que no es
así, antes de la mecánica cuántica se pensaba que el espacio vacío es la nada, la ausencia de
todo, sin embargo ahora sabemos que el espacio vacío está lleno de propiedades y cosas
extrañas que con los más grandes avances al día de hoy aún no logramos comprender.

A pesar de que los principios morales sobre los cuales descansan la mayoría de las religiones
como predicar el amor y respeto al prójimo son buenos y totalmente deseables dentro de
una sociedad, a través de la historia se ha constatado que la mayoría de las veces las
religiones han sido un obstáculo al progreso de la razón y la ciencia al invitar a sus adeptos
abandonar el pensamiento crítico al proporcionar respuestas sencillas a los enigmas de la
naturaleza y así evita el alimentar la curiosidad e iniciativa, al implantar dogmas de fe sobre
lo desconocido truncan la curiosidad y deseo del ser humano por conocer la verdad y
encontrar respuestas q seguramente será mucho más complejas, fascinantes y significativas
para la sociedad q la simple explicación de milagro o designio divino.

Hace poco un amigo me confesó que su madre falleció debido a que de niña sufrió de un
problema hepático y desde entonces había vivido con una serie de operaciones y tratamiento
médico, pero después de tantos años de dolencias decidió abandonarlo para enfrascarse en
la búsqueda de una cura definitiva con un médico naturista. ¿El resultado? Totalmente
contradictorio, derivó en complicaciones y finalmente la muerte. Este es solo uno de los
tantos y tantos casos por lo que es necesario incluir como valor dentro de la sociedad el
pensamiento crítico, ya que el no hacerlo logra hacernos más fácilmente victimas de
charlatanes, regresar así a realizar prácticas de la edad media.
La población de la Alemania Nazi era gente con una cultura promedio mayor a la actual de
México, sin embargo situaciones económicas y sociales derivadas de la primera guerra
mundial hizo qu

e Alemania cayera en la penosa situación que ya conocemos, ¿Cómo es que una cultura que
se encontraba medianamente más avanzada que nosotros culturalmente dejó que el partido
Nazi se transformara en el portador de la muerte misma? , ¿México podría caer en alguna
situación similar?, yo espero que no, y la herramienta más poderosa que tenemos para
evitarlo es precisamente la formación de pensamiento crítico en todos y cada uno de
nosotros, por que aprender conocimiento es muy importante pero mucho más importante es
crearlo.
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Reiteración al pensamiento crítico


FEB 29

Publicado por J. Antonio M. Martell

En el post anterior hablé de “La importancia del pensamiento crítico”, tema que es básico
para la tendencia que pretendo seguir en este blog, y por ello me pareció adecuado usarlo
como primer tema a manera de introducción, sin embargo opiniones de diversos lectores me
han hecho ver que careció de mayor profundidad y una conclusión más formal, por lo tanto
no me gustaría pasar a otro tema sin antes dejar claramente sentado cual es el objetivo que
pretendo alcanzar al platicarles de este tema.

El pensamiento crítico es una actitud intelectual ampliamente difundida en el ámbito


científico, pero no es exclusiva de este, aunque podemos encontrar de una

manera formal su estructura (Wikipedía: Pensamiento crítico) realmente no es este aspecto


el que estoy buscando transmitirles el día de hoy, sino mas bien es el de aplicarlo de manera
regular en nuestras vidas cotidianas. No es necesario ser un gran científico para ejercerlo
durante nuestra vida, es suficiente con ser alguien que se preocupe por saber la verdad de lo
que día a día transcurre a nuestro alrededor y ese es precisamente el mensaje que pretendo
transmitir.
El pensamiento crítico no consiste en pensar de forma negativa o con predisposición a
encontrar fallos o defectos, su esencia está en desprendernos de los prejuicios y opiniones
subjetivas ya sean a favor o en contra de un fenómeno, aceptar nueva información por mas
descabellada que pueda escucharse y darle la misma oportunidad a todos los puntos de vista.
El pensamiento crítico no favorece ni representa específicamente a las actividades
científicas, sus argumentos pueden usarse para apoyar opiniones contrarias a las
comúnmente aceptadas en el mundo de la ciencia. Una idea por loca que se escuche,
mientras se sustente con suficiente evidencia puede echar abajo con relativa facilidad ideas
previas que la misma ciencia proclama, no debemos creernos a la primera todo lo que nos
dicen, sea un científico o un charlatán, la idea radica en analizar todos los puntos de vista
por igual, las evidencias a favor y en contra y en base a ello tomar una decisión
documentada y soportable. Tal vez de verdad en alguna medicina alternativa existe una cura
milagrosa a todas las enfermedades o en algún lugar existe alguien capaz de comunicarse
con los muertos, el problema está en que no hay pruebas, los casos que se han presentado
no se han podido evidenciar, sostener y repetir, sin embargo la ciencia no lo sabe todo, aun
estamos muy lejos de saber todas las verdades de nuestro universo, falta mucho camino por
recorrer y si en ese inter alguien llega con una demostración real, sustentada y a prueba de
errores de que la comunicación con difuntos es real, la ciencia lejos de desacreditarlo
arrojará a la basura sus conocimientos previos, aceptará la nueva idea y hasta en una de esas
le podrían dar un premio nobel, porque lo que en realidad importa son las pruebas que
sustentan las ideas y no cuanta gente lo crea o quienes sean, vale más la evidencia que la
persona a favor o en contra sin importar el tema del que se trate.

Un pensador crítico debe aprender a reconocer cuándo las palabras no están encaminadas a
comunicar ideas o sentimientos sino, más bien, a controlar los pensamientos, los
sentimientos, las intenciones, las elecciones y a fin de cuentas, todo el comportamiento. Por
desgracia los mexicanos somos personas que nos enamoramos fácilmente de una idea, nos
dejamos apapachar por quien nos habla bonito, por quien nos dice lo que queremos oír, por
quien nos ofrece lo que estamos buscando de una manera fácil y cómoda, ya sea en temas de
espiritualidad, salud, dinero, política, o felicidad en general y es ahí cuando nos dejamos
engañar, cuando nos auto colocamos en una posición vulnerable y puede llegar gente hábil y
mañosa que se aprovecha más fácilmente de nosotros, ya que nos dejamos guiar por las
emociones, sentimientos y deseos y es que estamos acostumbrados a creer en lo que nos
dicen, no hemos aprendido a pensar críticamente, a exigir pruebas sustentables de que lo q
nos ofrecen es real y no solo palabras sin fundamentos.
Me gustaría citar un ejemplo de cómo nace la información falsa: Existen
casos documentados de pacientes invadidos de Cáncer a punto de fallecer que al otro día se
paran como si nada curados y siguen su vida normal, ¿Cómo es que pasa esto?, la remisión
espontanea es la cura inesperada de la enfermedad, hay diversos factores que pueden
derivar en ella, la gran mayoría son diagnósticos equivocados lo cual ya de por si le mete
mayor confusión al asunto de curas alternativas, sin embargo existe un muy pequeño
porcentaje de casos de cáncer que cuentan con toda la documentación y diagnostico
adecuado y se ha comprobado que son curas espontaneas reales. Aquí lo que pasa es que
muy raras veces en la agonía completa de pronto el sistema inmunológico reacciona, se da
cuenta de que está invadido por la enfermedad, se pone a trabajar y mata a todas las células
cancerígenas. La ciencia aún no sabe bien cómo es que pasa esto y se están haciendo
investigaciones a cerca de ello, el día que sepamos como sucede y como controlarlo el
cáncer será tan curable con pastillitas no mas difícilmente de cómo lo es una gripe, aún no
sabemos cómo es que pasa pero de qué pasa pasa, de eso si estamos seguros, se cree que
hasta el 5% de los casos confirmados de cáncer pueden llegar a curarse espontáneamente por
este fenómeno. Ahora bien, aproximadamente cada año se reportan 12 millones de nuevos
casos de cáncer en el mundo, y aplicando lo que ahora ya sabemos que pasa, hasta el 5% de
esos 12 millones de personas pueden llegar a presentar una remisión espontanea, es decir
aproximadamente unas 600,000 personas se curan solas de cáncer anualmente. Súmele a ese
número de personas el número de casos mal diagnosticados y que nunca se supo que así era,
ahora cumule esta cantidad año tras año, ahora considere que muchas de esas personas
habrán estado tratando alguna cura alternativa para su enfermedad, llámese comer
Guanaba, tomar sábila, comer Espárragos, sesiones de acupuntura, danzando en Chalma,
implorando al unicornio volador, etc, cualesquiera de las supuestas, curaciones milagrosas
que existen y considere que algunas son más famosas que otras y muchas de esas personas
habrán estado intentando la misma, gran cantidad de testimonios afirmarán año tras año que
fue una determinada cura milagrosa la que lo sanó y año tras año habrá más y más
testimonios a favor de dicha cura falsa, todo debido a errores de interpretación y de simples
estadísticas. Ya que somos millones de personas en el mundo es que inclusive un pequeño
porcentaje de curas espontaneas se traduce en un gran número de testimonios de curas
falsas. Si al hacer estudios reales, serios, con cientos de pacientes y aplicarles un
tratamiento nuevo apreciamos q solo el 5% de la gente se cura, es evidente que no fue el
tratamiento si no otra cosa lo que los curo y son estos estudios los que año tras año
demuestran que las supuestas curaciones mágicas son falsas pero la gente se niega en
creerlo. El problema viene después cuando basados en estos testimonios honestos pero
incorrectos es que vienen charlatanes o simplemente gente que ve un negocio fácil ante la
necesidad y se ponen a vendernos un determinado producto milagroso, enamorándonos de
sus propiedades, apelando a nuestra necesidad, prometiendo la luna y las estrellas y les
creemos creyendo en la enorme cantidad de gente honesta que desde nuestro chiquito punto
de vista da su testimonio asegurando que la cura milagrosa sirve, y la inmensa mayoría
prefiere creer en este camino fácil en lugar del difícil que representa la quimioterapia y
demás tratamiento médico, como consecuencia un cáncer que probablemente se hubiera
podido curar con el médico termina matando a la persona gracias a su inocente pero pésima
ignorancia, inconsciencia, credulidad y falta de pensamiento crítico.

Para colmo de las circunstancias, después


una persona que cree se curó gracias a una de esas curas milagrosas, digamos la Guanábana
por ejemplo, al estar sorprendido y ver el numero de cáncer que hay en el mundo y sintiendo
un deber moral y preocupación honesta comienza a buscar a otras personas que también
hayan logrado curarse con la Guanábana, buscando encuentra uno, y luego otro y otro y uno
más y así sucesivamente, seguramente encontrará cientos de casos falsos. Tras encontrar
muchos testimonios y convencido de q es un gran hallazgo, comienza una campaña
informativa sobre la cura milagrosa, comienza a respaldarse con los testimonios de los
pacientes que encontró, a mostrar sus casos con sus diagnósticos reales como prueba de que
estaban enfermos y se curaron gracias a la Guanábana, con forme pasa el tiempo y promueve
sus ideas mas y mas personas se le unen, mas casos de remisión espontanea se añaden a su
lista, toma más y más fuerza, trata de convencer a los laboratorios de que hagan análisis
sobre estas personas y la Guanábana para saber cómo se curaron, los laboratorios no
aceptan, insisten en que ya se han hecho pruebas y no se ha encontrado nada, o tal vez si
aún no hay estudios, en la buena voluntad algunos laboratorios hacen pruebas y no
encuentran evidencia a favor, al hacer pruebas con 1000 enfermos de cáncer y darles
Guanábana observan que aproximadamente solo 50 personas se curaron (5%) y concluyen que
no hay evidencia sustancial de que sea una nueva cura por las obvias razones que ya
explique, el “Grupo de la Guanábana milagrosa”, se sienten ofendidos, piensan que si 50
personas se curaron vale la pena seguir investigando y al seguir intentando en otros
laboratorios les cierran las puertas, comienzan a pensar que hay una conspiración de todos
los laboratorios y farmacéuticas por ocultar la verdad al público, comienzan a decir que la
industria farmacéutica nos quiere mantener enfermos para que ellos sigan ganando dinero,
etc. y ahora terminamos con otro conocimiento falso, difundido por el grupo de la
Guanábana milagrosa en medios masivos que convence a miles de personas en el mundo, lo
cual solo sirve para desinformar, y se vuelve una batalla campal, el grupo defiende sus ideas
con cada vez mas y mas testimonios reales, y la ciencia con los resultados de sus pruebas, el
grupo de la Guanábana mágica no se da cuenta que aunque llegara a ser cierto que alguno
de sus casos fuera cierto, la farmacéutica no puede hacer nada con eso, imaginemos que de
ese 5%, el 1% de verdad por algún fenómeno extraño desconocido se haya curado por la
Guanábana, en primera no lo podríamos saber por qué la ciencia hace experimentos de doble
ciego con cientos de pacientes y no podría gastar sus recursos en hacer análisis uno por uno
persiguiendo un fantasma que no lo va a llevar a ningún lado, y por otro lado no pueden
andar ofreciendo medicinas diciendo que tendrás el 99% de morirte y 1% de salvarte, mejor
invierten su dinero en aquellos estudios que hayan arrojado algo más prometedor que cure a
la mayoría de la gente.

Para colmo de los colmos gente que ve un negocio empieza apoyar al grupo de la Guanábana
milagrosa y usándolos de apoyo comienza la venta de la Guanábana o de la cura que se
trate, con la pura intensión de ganar dinero sin preocuparse si es cierto o no, para eso ya
tienen al grupo de la Guanábana milagrosa que se encarga de la promoción.

Si yo le dijera q hay una enfermedad psiquiátrica real, comprobada en laboratorio, con


pacientes identificados que bajo ciertas circunstancias de estrés y miedo comienzan a
escuchar voces o ver alucinaciones con mensajes del fin del mundo y q se cree esa
enfermedad afecta al 1% del 1% de la población mundial, es decir 0.01%, considerando q
somos casi 7 mil millones de habitantes en nuestro planeta, terminaremos con
aproximadamente 700,000 personas por todo el mundo difundiendo mensajes apocalípticos
falsos y un gran número de crédulos detrás de ellos.

Ejemplos como estos hay muchos, los cuales contribuyen a la formación de información
falsa, todo a causa de malas interpretaciones e información sesgada, entonces al final de
cuentas y en pocas palabras lo mejor será dejar de creernos todo aquello que se dice y que
estudios serios ya han desacreditado o irnos con sumo cuidado con lo nuevo que vaya
saliendo que aún no tenga pruebas que los sostengan.

Alejándonos un poco ya de los ejemplos y resumiendo, ¿Para qué queremos el pensamiento


crítico los mexicanos?, muy sencillo, simple y sencillamente porque los países son avanzados
o subdesarrollados en la medida que sus pobladores saben pensar y criticar, si queremos que
México salga de de la categoría tercermundista es necesario que todos y cada uno de
nosotros cambiemos nuestros paradigmas comenzando con todos aquellos aspectos
cotidianos donde podemos aplicarlo.

Enseñemos a los niños a pensar por ellos mismos, cuando tengan curiosidad sobre algo y
hagan una pregunta al respecto, en lugar de contestárselas inmediatamente mejor hagamos
que piensen, propongámosles encontrar la respuesta a través de algún juego, dándoles pistas
que los vayan guiando para que ellos mismos encuentren la respuesta, la idea es que se den
cuenta de las cosas por sí mismos y lleguen a sus propias conclusiones, no les demos la
banana ya pelada, dejemos que ellos mismos aprendan como pelarla.

Tal y como ya lo comenté en el post anterior, el ser humano desde que nace hasta su
madurez imita lo que le gusta de la sociedad que lo rodea tratando de encontrar una
identidad propia, es un proceso natural, pero si desde niños les enseñamos a pensar
críticamente, cuando se encuentren en una adolescencia siguiendo al artista o ropa de moda
podrán ser capaz de analizar las distintas opciones y tomar una decisión consciente. El
problema actual de la adolescencia es que la mayoría siguen las tendencias solo por
seguirlas, por q es lo de moda , lo que todo mundo sigue, lo que los amigos hacen, etc,
nunca se ponen a realizar un análisis para de esta forma escoger lo que según su
personalidad más se les apegue, y los adultos no les enseñan cómo hacerlo, lo importante es
tomar de la moda lo que se nos acomoda y no dejar que nosotros seamos los que nos
acomodemos a ella.

Al ir tomando decisiones críticas a lo largo de nuestra vida iremos mejorando en cada uno de
los aspectos de esta, por ejemplo si durante el trabajo tomamos decisiones en base a un
pensamiento crítico, seguramente nuestro trabajo se distinguirá de entre los demás al ser
autentico y no un refrito, así probablemente será más fácil escalar de nivel, recordemos que
la innovación y el avance están ligados a las personas de pensamiento crítico y no a las
masas.

En la medida en que dejemos de irnos con el pensamiento popular, que dejemos de creernos
a la primera lo que nos dicen, en la medida en que adoptemos el pensamiento crítico en
nuestra vida cotidiana iremos cambiando como individuos, dará mejor formación a jóvenes y
niños, impulsará todas las actividades en el país y finalmente acercará un poco más a México
y su desarrollo hacia un nivel del primer mundo.

Conforme crezca el número de personas capaces de criticar constructivamente el día a día


que acontece, se incrementara el nivel educativo al exigir a las escuelas a cumplir con las
expectativas así como exigir a nuestros propios niños, los ámbitos laborales se llevaran a
cabo con mucho mas calidad al entregar proyectos con un análisis crítico dotándolo de cierta
superioridad a los demás, aprenderemos a exigir mejores contenidos televisivos, al no ver la
programación basura estos dejaran de tener rating y tendrán q cambiar hacia una mejor
manera de mantener la audiencia, al analizar críticamente el funcionamiento de nuestras
autoridades aprenderemos a exigir lo mínimo q deberían cumplir y a saber qué acciones
tomar como individuos y como sociedad en caso de no cumplir como debieran.

Aprendamos a ejercer el pensamiento crítico y así exigir pruebas que sostengan lo dicho,
solo en medida que lo hagamos será como podremos hacer salir a México adelante.
Lo que las creencias nos hacen perder.
OCT 10
Publicado por J. Antonio M. Martell

La humanidad está llena de creencias y todos tenemos alguna, difícilmente alguien se libra de ellas.
Algunos creen en extraterrestres visitando la tierra, otros creen en Angeles y santos, algunos más creen
en hadas y demonios o en el mal de ojo. También están los que creenque el hombre nunca llegó a la
Luna, que existe toda una conspiración detrás del atentado a las torres gemelas, que la telefonía celulares
causa cáncer y es ocultado por las grandes empresas o que el proyecto HAARP es un intento de Estados
Unidos por el control mundial del clima.

Pero las creencias no terminan ahí, en ese cierto punto que sentimos lejano a nosotros, por el contrario,
hay algunas más cercanas a la vida diaria como por ejemplo creer al grado de estar seguros que un
partido político hizo trampa en las elecciones, que la homosexualidad es una enfermedad que se pega o
que un

vecino con dinero debe andar en malos pasos.

Algunas otras a menudo pueden tener consecuencias sobre nuestra propia persona como encomendarnos
a medicinas naturistas o alternativas, buscar nuestra salud en manos de brujos y curanderos, negarnos a
una transfusión sanguínea por alguna ideología religiosa o tantas y tanas más que pueden relacionarse
con nuestra salud.

En cualquier dirección que miremos nos encontraremos con creencias políticas, económicas, religiosas,
sociales, en salud, en belleza, tecnológicas y en general sobre casi cualquier aspecto de la vida, pero en
si ¿Qué es una creencia?
Una creencia es una convicción personal que consideramos verdadera sobre algún tema guiados a
menudo por nuestra “intuición” o por información sesgada y de la cual no tenemos mayores datos de
respaldo. La mayoría de las veces aceptamos una nueva creencia como verdadera porque se adapta a
nuestras creencias previas y prejuicios (a lo que nos enseñaron desde niños), porque nos suena “bonito”
o inclusive a veces porque nos suenan lógicas pero finalmente nunca por que tengamos datos fehacientes
que lo respalden (de lo contrario ya no serían llamadas creencias sino hechos o conocimiento).

Algunas de ellas las tenemos en mente de manera consciente, mas sin embargo muchas más se entre
dejan ver en las acciones de nuestra vida diaria sin percatarnos, la mayoría aplicamos prejuicios sobre
cada tema a lo largo de nuestra vida que afectan directa o indirectamente cada acción que tomamos y
difícilmente nos damos cuenta de ello.

Independientemente de si al final dichas creencias


resultan ser ciertas o no, siempre en conjunto terminan quitándonos algo muy preciado y valioso, “LA
VERDAD” simple y sencillamente porque basarnos en creencias es como jugar lotería, puede que algún
día acertemos pero la mayoría de las veces no será así.

Cuando nacemos lo hacemos sin ninguna información en nuestra mente. Todo lo que sabemos o creemos
saber lo vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, de nuestros padres, hermanos, abuelos, amigos, en
la escuela, en la televisión, en internet, en los libros y por cualquier otro medio que transmita
información. Cada persona en el planeta va adquiriendo creencias diferentes entre sí conforme va
creciendo. El mundo está lleno de cientos de creencias diferentes y contradictorias entre sí, mas sin
embargo el universo es solo uno y por lo tanto solo una es la verdad, no todas las creencias pueden estar
en lo correcto, ¿Cómo saber cuáles lo son y cuáles no? ¿Cómo saber que no estamos guiando nuestra
vida en base a ideas que en realidad son falsas?

Todas y cada una de las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida lo hacemos en base a la
información previa que tenemos en mente al respecto, evaluamos las distintas opciones que tengamos y
sobre pesamos los pros y contras de manera consciente o inconsciente basados en nuestras ideas previas
para podernos decidir. ¿Qué pasa si dicha información esta errada?, Información equivocada
inevitablemente nos llevará a tomar decisiones equivocadas, y a nadie le gusta tomar malas decisiones
en la vida.
Quien piense que una creencia es solo algo indefenso y sin importancia debería considerarlo dos veces,
pues en una sociedad como la nuestra, cada decisión que tomamos afecta en mayor o menor medida a los
demás. Todos estamos conectados y las decisiones equivocadas en conjunto terminan afectando el
progreso de una sociedad en donde cada uno de nosotros y nuestra familia se ven involucrados. ¿Salir
dañado por las malas decisiones que tomó mi vecino a causa de sus creencias equivocadas? ¿Suena
bastante injusto o no?

Creer en algo solo por creer es comprar un boleto de lotería, independientemente de si la ganamos o no,
basar nuestra vida en un procedimiento de este estilo solo nos traerá más desaciertos que
victorias. Todos nosotros quisiéramos saber la absoluta verdad sobre todo lo que nos rodea, pero pocos
son los que verdaderamente la están buscando, la mayoría decide aceptar lo que le parece correcto
simplemente por comodidad y decidir arriesgarse a basar parte de su vida en algo que pudiera estar
equivocado. Creo que la mayoría de nosotros apostaríamos por la verdad sobre cualquier costo. La
verdad es el bien más preciado que tenemos tanto como individuos como sociedad, es conocer los
hechos de todo aquello que nos rodea tal y como son, es una búsqueda constante por conocer como son
las cosas en realidad y conocer las cosas tal y como son no puede más que traernos solamente cosas
positivas en la vida pues nos permitirá tomar las decisiones adecuadas.

¿Y cómo saber que es verdad y que no lo es?, Muchísimas personas han y siguen aseverando conocer la
verdad sobre algún tema, “verdad” que se contradice con la “verdad” proclamada por otros.
Subjetivamente, cada ser humano llega a su propia conclusión pero la verdad en realidad es algo que está
más allá de los sueños, ilusiones y deseos del ser humano. La verdad un hecho que está ahí afuera y que
es presumible de conocer pero que no es moldeable al capricho de los demás.

Conocer la verdad va más allá de simplemente hacer caso a lo que creemos es correcto o a lo que nos
suena por nuestra “intuición” más bello o mejor. Conocer la verdad es un ejercicio intelectual activo que
se conoce comúnmente como escepticismo.

El escepticismo es una postura en la que se suspende el juicio temporalmente a favor o en contra de una
idea hasta tener mayores elementos para determinarlo. El escepticismo es no tener miedo a decir “no se”
y reconocer que necesitamos de mayor evidencia para no solamente “creer” si no para “saber” la
veracidad o falsedad de una afirmación. El mundo está lleno de información falsa e información
verdadera, y el escepticismo es un filtro para intentar reconocer que idea pertenece a que grupo. Adoptar
creencias es simplemente saltarnos ese filtro y aceptar como verdaderas ideas no por sus evidencias si no
por nuestra “intuición” aun sabiendo que bajo el mismo ejercicio cada ser humano en la tierra escogería
ideas diferentes y transformándonos en un boleto más de una gran lotería con grandes posibilidades de
perder.

¿Y si hay una idea que si es real pero para la cual no hay evidencias aún y por ello el escepticismo hace
que me pierda de ella?, Bueno, ¿Cómo saber cuál si es real y cual no si no aplicamos este filtro?. El
escepticismo no es perfecto pues solamente nos protege de caer en ideas falsas pero no nos acerca por sí
mismo a las ideas verdaderas, sin embargo es una de las mejores herramientas que tenemos. El
escepticismo no es negar por negar, el escepticismo es adoptar una postura

de incertidumbre, de dudar, de cuestionar, de decir “no sé, pero


debo averiguarlo”, una postura abierta al cambio de ideas, abierta a dejarse guiar y cambiar de opinión
por las evidencias a donde estas nos lleven.

No importa lo cotidianas/aburridas o lo extravagante/fantásticas que puedan parecer algunas ideas, lo


realmente importante es la evidencia que se tiene para asegurar que dicha idea es parte de la realidad.
Ideas tan comunes o aburridas y que suenan lógicas como que alguna sustancia sea dañina para la salud
han sido descartadas por no tener pruebas que la validen y en cambio otras totalmente de locura como la
teoría de la relatividad o la mecánica cuántica han sido aceptadas sin importar lo fantasiosas que se
escuchen simplemente porque hay evidencia que las soportan y ante eso no nos queda más que aceptar
que nuestro juicio no es más que un ridículo intento de nuestro cerebro por querer entender la realidad.

No importa si una idea la dice Einstein, el Dalia Lama o el barrendero de la esquina, no importa si una
idea es pronunciada por un premio Nobel, por una ancestral cultura extinguida o por un completo
desconocido, lo realmente importante son los hechos que la validan, las pruebas que demuestren su
veracidad. Creer en una idea por autoridad (porque alguien que queremos mucho, que nos parece
importante, sabio o es muy famoso dijo) es una forma fácil de perdernos.

La verdad es como un gran rompecabezas de miles de piezas revueltas con otras de uno muchísimo más
grande y tener creencias es parecido a tomar una de ellas con los ojos cerrados y tratar de ponerla donde
una vocecita mágica nos diga y esperar que encaje. Muy de vez en cuando podremos atinarle pero no
hay ningún mérito en ello ni relevancia para intentos posteriores.

Las creencias son peligrosas simplemente porque nos alejan de la verdad, es decir de la realidad y
conocer la realidad es la clave para sobrevivir y progresar. Buscar la verdad sobre cualquier tema es la
clave para tomar mejores decisiones y por consiguiente vivir mejor.

Las creencias hacen que dejemos de buscar respuestas. El único que deja de buscar una respuesta es
aquel que cree ya haberla encontrado y esto solo nos hace tener una visión sesgada del mundo
Al quitarnos las creencias “acceso a la realidad” ello conlleva a que sirvan como distractor y nos hagan
perder la atención de lo que verdaderamente importa. ¿Qué tal que por aferrarnos a una creencia
determinada en realidad nos estuviéramos perdiendo de algo más sorprendente y mucho mejor?

Por muy seductora o inofensiva que parezca una


creencia siempre terminarán en mayor o menor grado quitándonos recursos como tiempo, dinero y
esfuerzo. Inclusive muchas otras veces nos pueden llegar a quitar tranquilidad o servir como excusa para
interferir en la vida de terceros. Nos quitan recursos que en lugar de ser invertidos en cultivar una
creencia que bien podría ser real o no, mejor podrían ser invertidos en buscar la verdad sobre ella y así
promover un pensamiento que nos ayude a descubrir la verdad y utilizar dichos descubrimientos para el
bien de los demás.

Cada persona tiene todo el derecho a creer en lo que quiera creer y a tomar sus propias decisiones. La
libertad es un derecho sobre todos los demás. Pero si alguien quisiera ser verdaderamente honesto
consigo mismo, le convendría preguntarse a sí mismo la próxima vez que decida aceptar una creencia
como verdadera en su vida, ¿Qué evidencias tengo de que esto es cierto y que podría estar perdiendo si
resultara que estuviese equivocado?
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Evidencias. El peligro de creer sin ellas…


Parte 1 de 2: Sentido común, la puerta a
la falsedad.
MAY 22
Publicado por J. Antonio M. Martell
El mundo está lleno de cientos de creencias distintas y contradictorias entre sí. Así mismo de un sinfín
de verdades que aún desconocemos y otras miles que creemos saber pero que en realidad están
equivocadas. Muchas de ellas son mentiras directas y otras simplemente malas interpretaciones. Cada
decisión que tomamos a lo largo de la vida
lo hacemos en base a la
información que creemos saber respecto al tema. A nadie le gustaría vivir creyendo y tomando
decisiones en el día a día en base a ideas que son falsas. Decisiones que pueden influir directa o
indirectamente en nuestra salud, economía, familia, felicidad, etc. Información equivocada
inevitablemente nos llevará a tomar decisiones equivocadas.

¿Cómo saber cuál de todas estas ideas son verdad y cuáles no?, ¿Cómo podemos conocer cuál es la
verdad del mundo que nos rodea?

La historia de la humanidad está plagada de afirmaciones que en su época se escuchaban lógicas y


coherentes pero que al final resultaron estar equivocadas. Afirmaciones que surgieron de lo que
llamamos “sentido común” como que la tierra era plana y el sol giraba a su alrededor, que la luna poseía
luz propia, que todo estaba hecho de tierra, aire, agua y fuego, que las enfermedades eran ocasionadas
por vapores venenosos o que la vida surgía espontáneamente. Ideas que no resultaron ser más que
grandes errores de nuestra percepción.

Comúnmente vamos por el mundo confiando en lo que nuestros ojos y oídos nos dicen. Solemos pensar
que todo aquello que percibimos con nuestros sentidos es real y que somos capaces de discernir la
verdad de lo que nos rodea a través de ellos y nuestro sentido común. Tenemos tanta seguridad en ello y
creemos tan fuertemente que es un modelo fiel del mundo, que a menudo nos ofendemos cuando alguien
presenta una percepción distinta a la que nosotros mismos hemos llegado.

Pero antes de estar tan seguros que podemos conocer la verdad por nuestros sentidos, debemos conocer
algunos detalles que comúnmente no tenemos en cuenta y que son capaces de hacernos llegar a
conclusiones totalmente equivocadas. En esta primera parte tomará forma una reflexión de como nuestro
sentido común en realidad es la peor forma para conocer la verdad y la mejor para zambullirnos en una
visión de falsedades y mentiras.

Existen muchos fenómenos en nuestra conducta de los que habitualmente somos víctimas y de los que
escasamente nos percatamos. Fenómenos que terminan afectando nuestro juicio y apreciación del
mundo. Para comenzar podemos mencionar que “la vista”, nuestro sentido por excelencia es
decepcionantemente incompleto. Comúnmente solemos creer que conocemos el mundo por lo que
vemos, sin embargo tomemos en cuenta que nuestros ojos transforman los fotones que rebotan de los
objetos para transformarlos en señales eléctricas que a su vez son interpretadas por el cerebro para
construir un modelo del exterior. Es decir en realidad no vemos el mundo como es si no como nuestro
cerebro lo interpreta y si existe algún pequeño error en ese complejo proceso terminaremos viendo cosas
que en realidad no están ahí aunque juremos que las vimos. También a esto agreguemos que solo
podemos ver lo que llamamos luz visible de todos los tipos de luz que existen, es decir vemos menos del
3% de la luz que emiten los objetos. ¿Cómo podríamos si quiera imaginar la figura completa que forma
un rompecabezas de 100 piezas si solo podemos ver 3 de ellas? Este es el primer detalle para comenzar a
reflexionar como cualquier cosa que vemos e intentamos comprender con nuestro sentido común
siempre es un cuadro mayoritariamente incompleto.

No conforme con esto debemos saber que aunque nunca nos damos cuenta y solemos creer que lo que
vemos es la realidad, la verdad es que el cerebro acompleta la información que le falta para poder tener
una imagen coherente del mundo. Por ejemplo, todos tenemos en el centro de cada ojo un punto ciego.
Un área donde no tenemos células fotosensibles y de donde nace el nervio óptico que se conecta al
cerebro. Sin embargo nadie se percata que tiene un punto negro en medio de su visión porque
normalmente la información faltante de un ojo es sustituida con la del otro, pero, ¿Por qué seguimos sin
notarlo aun cuando nos cubramos uno y solo veamos con el otro? Bueno, porque el cerebro sustituye la
información que falta con lo más probable que cree debería existir ahí, es decir la inventa. Si así es, una
parte de lo que en este momento estamos viendo es inventada por el cerebro.
Ahora sumémosle a esta lista la
gran gama de ilusiones ópticas que existen. Imágenes que parecen moverse cuando en realidad están
quietas, figuras que parecen ser más grandes o chicas dependiendo de la perspectiva, líneas o cuadros
que parecen cambiar de color en un entramado, puntos separados que aparentan estar unidos formando
alguna figura conocida, etc. Toda esta gama de imágenes deberían ser conocidas no como ilusiones
ópticas si no como “errores del cerebro” pues son lo que en realidad son. Malas interpretaciones que
hace nuestra mente de la realidad y que estamos muy equivocados si creemos solo suceden en una
imagen que alguien diseñó específicamente para nuestro regocijo. En realidad son fenómenos que bien
pueden pasar en todo momento en nuestra vida diaria al observar las cosas que comúnmente vemos en
un día rutinario y de lo cual normalmente nunca nos damos cuenta.

En lo personal tengo dos pequeñas anécdotas que me hacen recordar esto constantemente. La primera
fue mientras estacionaba un automóvil. Recuerdo que en aquella ocasión di un giro de 45° para entrar en
un cajón de estacionamiento y en el preciso momento de ingresar eché un vistazo rápido por retrovisor el
cual apuntaba en ese momento a un automóvil que ya estaba estacionado tras de mí. El ángulo y
momento (justo cuando estaba girando) fue tan exacto que a través del espejo no vi este auto estacionado
si no que me pareció verlo en marcha tras de mí. Lo curioso fue que claramente vi las llantas girando aun
cuando este estaba estacionado y sin piloto. El vistazo por el retrovisor fue tan rápido que no pude
apreciar la escena en su totalidad y mi cerebro acompletó la información faltante con lo más común que
esperaría ver en ese escenario. Unas llantas girando.

La segunda anécdota sucedió fuera de la casa de unos familiares. Me encontraba frente a la vivienda
volteando hacia la calle cuando de lejos vi llegar el automóvil de mi concuño. El conducía mientras mi
cuñada con su cabello largo chino y su cara redonda iba de copiloto. No le di mayor importancia hasta
ya transcurridos 1 o 2 minutos cuando bajaron del vehículo y se acercaron a la casa. En ese momento me
percaté que efectivamente se trataba de mi concuño, pero su acompañante no era quien yo creía. Se
trataba de un plomero que había contratado para reparar una fuga de agua y cuya descripción física era
totalmente contraria a la fisionomía de mi cuñada. Una vez más, tras un vistazo rápido no logré apreciar
la escena completa y mi cerebro se encargó de completar la información faltante colocando de copiloto
la imagen de a quien más probablemente esperaba ver.

Estos son solo dos pequeños ejemplos en los que tuve la oportunidad de darme cuenta que en realidad lo
que había visto era un error. Me pregunto, ¿Cuántos casos más no sucederán a diario sin que tengamos la
oportunidad de percatarnos?

Muy comunes son los casos de quienes creen ver algo o a alguien en el lugar que lo esperaría ver cuando
en realidad no está ahí. Personas que tras años de matrimonio rutinario y después de haber perdido a su
pareja, llegan a verla en un vistazo rápido haciendo lo que normalmente acostumbraba hacer originando
así historias de fantasmas.

Estos son solo algunos ejemplos de fenómenos que nos engañan relacionados con la vista. La realidad es

que todos los demás sentidos


cuentan con problemas similares. Debemos entender que el camino transcurrido desde que sucede algo
hasta que nos damos cuenta conscientemente de ello es muy largo y complejo. La estimulación del
órgano sensitivo a través del impulso externo y el correcto funcionamiento celular, la transformación y
viaje de impulsos electroquímicos, la recepción e interpretación cerebral a través del funcionamiento
neuronal, etc. Cualquier error en el “alambrado” o en el grupo de procesos que involucran todo este
camino como alguna enfermedad, problema genético o un problema neuronal menor o temporal puede
hacernos “percibir” (ver, escuchar, oler, saborear o sentir) cosas que no están ahí o que son diferentes a
lo que percibimos como bien podría ser el caso de la sinestesia, una condición en la que los sujetos que
la padecen sufren mezclas de sensaciones provenientes de órganos distintos, por ejemplo pueden “ver
sonidos”, “escuchar colores”, “percibir sabores al tocar ciertas texturas con la mano”, etc. Fenómenos
que ocurre cuando las áreas del cerebro encargada de procesar por ejemplo los sonidos termina
estimulando el área visual lo que provoca la aparente visualización de colores o formas al escuchar
ciertas notas musicales.

Existen muchas otras condiciones como estas conocidas y desconocidas que nos podrían en cualquier
momento a cualquiera de nosotros hacernos sentir “cosas” que no están ahí.
Con esto podemos empezarnos a imaginar, a qué clase de conocimiento del mundo podemos llegar
aspirar con semejantes limitaciones. Sin embargo la historia no termina aquí. Existen otros tantos más
fenómenos psicológicos que nos hacen creer que las cosas son distintas de lo que en realidad son.

¿Qué me diría usted si supiera que muchos de los recuerdos que tiene de su vida probablemente están
equivocados? Comúnmente solemos creer que tenemos recuerdos fieles de lo que ha sido nuestra
historia, pero no hay nada más distante a la realidad que eso. La verdad es que existe lo que se conoce
como “falsas memorias”. Un fenómeno que nos sucede a todos y que altera muchos de los recuerdos que
tenemos. La memoria solo es confiable hasta cierto punto, después de ello el recuerdo es alterado con el
tiempo. Se han hecho experimentos en los cuales tras grabar en video una serie de acontecimientos con
algunos sujetos de prueba y hacerles un par de entrevistas, la primera inmediatamente y la segunda
meses después, han mostrado como al transcurrir el tiempo el recuerdo suele ser modificado o exagerado
con respecto a lo que en realidad pasó y a lo que se contestó en la primera encuesta.

Se sabe que ciertas terapias de hipnosis pueden inducir falsos recuerdos que los pacientes recuerdan tan
vívidamente como cualquier otro recuerdo como abusos sexuales en la infancia, secuestros
extraterrestres o incluso cuestiones extraordinarias como recuerdos de poder volar o fenómenos
parecidos. Experiencias que por su naturaleza o por pruebas se ha podido verificar su falsedad. Así
también es sabido que un evento traumático puede inducir el mismo tipo de memorias, por ejemplo una
tortura o interrogatorio a un inocente quien al final puede terminar confesando y fielmente creyendo con
detalles algo que nunca sucedió.

Sin caer en eventos extraordinarios, lo cierto es que en nuestra cotidianidad muchos de los recuerdos que
tenemos en realidad no sucedieron como los recordamos.

Otra situación de la que igualmente no nos percatamos pero que ocurre más comúnmente de lo que
esperamos y que puede hacernos alterar la visión que tenemos del mundo son las enfermedades
mentales. La mayoría de nosotros al escuchar este término lo primero que dirá es “No estoy loco, esto no
aplica para mí”, pero la verdad es que aunque no sea de manera directa sí que puede afectarnos de
manera indirecta. Por ejemplo la esquizofrenia es una enfermedad en la que en distintos grados un sujeto
pierde sentido con la realidad viendo o escuchando cosas que en realidad no existen. Se estima que
alrededor del 1% de la población mundial sufre de algún grado de esquizofrenia. Al ser 7 mil millones
de habitantes, esto se traduce en 70 millones de personas alrededor del mundo que en
cierta medida no pueden
distinguir lo real de lo irreal y quienes pueden fácilmente desarrollar vivencias fantasiosas de encuentros
con fenómenos sobrenaturales como fantasmas, duendes, extraterrestres, etc. Siendo esta una fuente
clara y amplia de muchas de este tipo de historias que suelen contarse y que tarde o temprano llegan a
nosotros y que muchas veces consideramos como reales. Historias que alteran en cierta medida la
percepción del mundo en el que vivimos.

Incluso las alucinaciones pueden ser consecuencia de distintos tipos de problemas que cualquiera puede
llegar a sufrir en algún momento de su vida por ejemplo provocadas por algún problema leve o
moderado de epilepsia del cual nunca sepamos, insuficiencia hepática, insuficiencia renal, etc.
Circunstancias que pueden ayudar a que nosotros o personas cercanas terminen apoyando afirmaciones
del mundo que no son reales y que altera nuestro juicio y percepción de este.

Aun cuando se tratase el caso de personas perfectamente sanas sin problema alguno para distinguir lo
real de lo imaginario, existen otros tipos de problemas en los que la vasta mayoría de nosotros caemos
múltiples veces a lo largo de nuestra vida. Se trata de vicios y defectos al momento de pensar. Lo que se
conoce como “falacias” o “sesgos cognitivos”. Por ejemplo uno de ellos muy común es el llamado
“Cherry picking” o “sesgo de confirmación”. Una tendencia al momento de reflexionar sobre algún tema
que nos hace solamente tomar en cuenta o resaltar aquellas afirmaciones que concuerdan con nuestros
prejuicios y creencias y a menospreciar o desestimar aquellas en contra. De esta manera una persona que
crea en la vida después de la muerte tenderá a solamente leer información sobre teorías y casos que
confirmen dicha creencia y por el contrario nunca invierte tiempo o solera desestimar sin siquiera
conocerla toda información que demuestre lo contrario. Es decir, este vicio nos hace caer en la trampa de
solo querer confirmar nuestras creencias sin interesarnos realmente en aquello que nos pueda hacernos
dar cuenta si estamos equivocados. Como consecuencia terminamos como individuos incapaces de
reconocer y apreciar la realidad que nos rodea y no por que no queramos hacerlo si no porque no
podemos percatarnos de nuestro error. La manera correcta de proceder debería ser conocer ambas
posturas, entender la información a favor y en contra y en base a ello tomar una decisión después de
conocer la información completa y no antes (formando un prejuicio) como normalmente sucede.

Existen decenas más de sesgos y falacias como estas que a menudo cometemos sin notarlo. Errores en
nuestra manera de pensar como:
 Argumento ad populum: Creer que una afirmación debe ser cierta solo porque
muchas personas lo creen (Una afirmación es cierta o falsa independientemente de
cuantas personas lo crean).
 Apelación a la autoridad: Creer que algo es cierto solo porque alguien con
autoridad lo dice (Una afirmación es cierta o falsa por si misma independientemente
de quien la diga).
 Argumentum ad antiquitatem: Pensar que algo es cierto solo porque durante
mucho tiempo se ha creído que es cierto (Las ideas equivocadas siguen siendo
equivocadas a pesar de haber sido consideradas como verdaderas durante mucho
tiempo).
 Argumento desde la ignorancia: Pasar de no saber a una conclusión sin un camino
lógico que los una (Por ejemplo “como no sé cómo surgió el universo debe existir un
dios creador” donde la premisa no tiene nada que ver con la conclusión).
 Falso dilema: Implica una situación en la cual solo dos puntos de vista son
considerados como las únicas opciones, cuando, en realidad, existen otras más que no
han sido consideradas.
 Argumento desde el precio: Cuando se presupone que un objeto es mejor que otro
solo por su precio o que una persona es mejor que otra solo por la cantidad de dinero
que ha logrado generar.
 Eludir la carga de la prueba: Creer que algo debe ser cierto solamente porque no
existen pruebas que lo nieguen (Por ejemplo creer que quien afirma que la
homeopatía es una farsa debe aportar las pruebas que así lo demuestren. En realidad
es el que afirma que la homeopatía funciona el que debe proporcionar las pruebas que
lo comprueben)

En fin, en Wikipedia podemos encontrar listados más de 50 errores como estos. Problemas en los que la
mayoría caemos constante e inconscientemente al intentar discernir si una información es correcta o no.

Dentro de todos estos sesgos cognitivos, hay otro que me gustaría resaltar especialmente. Pero antes
valdría la pena hacer una observación. Nuestro cerebro está “diseñado” para encontrar patrones en la
naturaleza. Algo sumamente necesario para sobrevivir. A través de patrones podemos distinguir de entre
una roca y un ave, a reconocer entre un animal al que podemos cazar para alimentarnos y uno del que
hay que huir pues puede devorarnos. Así también distinguir plantas con frutos comestibles entre plantas
venenosas. Distinguir el rostro de nuestra familia o amigos de entre el de nuestros enemigos. Sin
embargo reconocer patrones también nos hace equivocarnos y ver cosas donde no las hay cuando estas
aparentan ser algo conocido. Por ejemplo si escuchamos un ruido entre la hierba puede que se trate de un
tigre a punto de devorarnos o de solo el viento. Quien crea que es solo el viento cuando en realidad se
trate de un depredador terminará siendo su alimento. Quien crea que es un depredador cuando solo sea el
viento terminará corriendo y sobrevivirá para heredar sus genes y tener hijos con el mismo
comportamiento. Bajo muchas situaciones ver patrones donde no los hay es una ventaja de sobrevivencia
y eso ha hecho que esta habilidad permanezca intrínsecamente ligada a nosotros a pesar de que nos haga
equivocarnos. Gracias a esta habilidad podemos ver figuras en las nubes, en las rocas, en los azulejos de
un baño o en las manchas del pan tostado. Lo que se conoce como pareidolia. Este factor está muy
relacionado con las ilusiones ópticas y con la habilidad del cerebro de completar información cuando
esta le hace falta. Gracias al reconocimiento de patrones es que puede completar el cuadro. El problema
está en que esta habilidad al permitirnos identificar los elementos conocidos también nos permite ver
formas o intensión donde no la hay. Nos permite encontrar patrones en elementos que solo están
distribuidos al azar y esta habilidad no se limita solamente a lo óptico. Es una manera en general como
trabaja la mente en todos sus sentidos. Por ejemplo las famosas psicofonías o voces de fantasmas
grabadas en casas embrujadas se basan en este fenómeno. Si escuchamos con atención una grabación la
cual nos han dicho fue tomada en una antigua casona donde se han reportado visiones fantasmagóricas y
donde nos dicen que se escuchan algunas voces, tarde o temprano terminaremos escuchándolas aunque
en realidad sean otros ruidos y la grabación en realidad haya sido tomada en otro lado. Cuando tenemos
puntos (o en este caso ruidos) al azar y esperamos encontrar algo en ello, nuestro cerebro terminará
inventando un patrón.

Una vez echa esta observación me


gustaría resaltar especialmente un sesgo cognitivo llamado
“El efecto Forer” el cual es una consecuencia de la habilidad que tenemos de encontrar sentido donde no
lo hay, un efecto utilizado por todas las supuestas técnicas de clarividencia como la astrología, el tarot,
las cartas, etc. Cuando el médium aporta palabras al azar como una descripción de nuestra personalidad,
gustos o vivencias, nosotros aportamos el significado. Nuestro cerebro inmediatamente comienza a
buscar dentro de nuestros recuerdos cualquier tipo de información de manera selectiva que encaje con lo
que el médium nos dice. Por ejemplo, cuando aparecen textos descriptivos ambiguos y contradictorios
como “Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico
contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de
compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Tiendes a ser
disciplinado y controlado por el exterior pero preocupado e inseguro por dentro.,
etc…” Descripciones que encajan con la personalidad de cualquiera y que sin embargo nos apropiamos
como nuestras. El efecto Forer es explotado por lo que se conoce como la lectura en frio, una técnica
usada por los clarividentes que explota este fenómeno y hace creer a la persona que se ha podido obtener
conocimientos de ella de manera sobrenatural.

Al escuchar de esta técnica utilizada por “clarividentes” probablemente lo primero que pensemos sea en
“charlatanes” más sin embargo no hay que apresurarnos tanto. La palabra “charlatán” implica un fraude,
una mentira diseñada para estafar. Aunque muchos clarividentes claramente lo son, hay muchos otros
que no puesto que no están conscientes de esto. Lo curioso del efecto Forer es que no es necesario saber
de el para que funcione. Muchos clarividentes de verdad creen que tienen genuinos poderes
sobrenaturales. Siguen las reglas que su oficio les haya enseñado según su supuesta técnica de
clarividencia y simplemente ven como sus clientes afirman que tienen razón. Dos ciegos danzando
donde ninguno de los dos sabe que lo es.

El psicólogo y profesor de la universidad de oregon Ray Hayman cuenta una anécdota de su


adolescencia. En aquel tiempo para ayudarse en sus gastos escolares leyó varios libros sobre
quiromancia y aprendió a leer la palma de la mano con lo cual comenzó a dar consultas. Al principio
creyó que no funcionaría pero cuando inició y simplemente siguió las instrucciones de los libros se
asombró de como daban resultado. Sus clientes simplemente afirmaban que tenía toda la razón y
quedaban sorprendidos por la aparente precisión de sus adivinaciones tras lo cual le sobrevino un gran
éxito como adivino profesional y fiel creyente del destino.

Fue hasta que un compañero suyo de la universidad que era escéptico le apostó que seguiría teniendo el
mismo éxito si le decía a la gente que lo consultaba justo lo contrario de lo que veía en sus manos a lo
cual decidió aceptar. Pronto Ray Hayman se dio cuenta que sin importar lo que dijera, sus clientes
siempre terminaban felices y convencidos de la veracidad de la lectura. Sin importar lo que fuera
comprobó que si las personas están convencidas de que la lectura es específicamente para ellas, que
quien la hace es un experto y en ella abundan los elogios positivos al final terminarán convencidas.

Sin duda el efecto Forer es consecuencia de nuestra habilidad para buscar y encontrar patrones incluso
cuando estos no existan y este fenómeno no solo se limita a cuando asistimos a un acto de adivinación,
por el contrario, sucede incluso en el día a día, cuando intentamos encontrar sentido a lo que sucede en
nuestra vida como la muerte de un familiar, haber conocido a una persona en el momento justo,
encontrar dinero exactamente cuando más se necesitaba, una frase o un libro que brinde ayuda en un
punto específico de necesidad en nuestra vida, etc. Un fenómeno que nos hará llegar a conclusiones
equivocadas al intentar encontrar sentido donde muchas veces no lo hay.

Un fenómeno más que podemos analizar como causante de “ideas equivocadas” y que estadísticamente
no es tan raro de suceder es la “remisión espontanea de las enfermedades” es decir la curación
inesperada de una enfermedad que normalmente sigue otro curso. En todas las enfermedades podemos
encontrar casos de remisión espontanea en mayor o menor grado dependiendo de cuál se trate. Por
ejemplo se cree que 1 de cada 100,000 casos de cáncer comprobados se curan solo. La cifra puede ser
mayor si consideramos los malos diagnósticos. Se trata de un fenómeno ocasionado por mecanismos aún
desconocidos del sistema inmunológico en el que de pronto este se da cuenta de la infestación de células
cancerosas y las destruye. Un fenómeno que aún no se sabe cómo funciona pero que se ha comprobado
que existe y que se investiga activamente en varios laboratorios del mundo.

Si consideramos solo los casos comprobados y tenemos en cuenta que cada año se reportan
aproximadamente 14 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo tendremos que al final más de 140
personas al año reportarán una genuina remisión espontanea. Personas que de haber estado intentando
una cura alternativa inmediatamente creerán que ella fue la responsable y la anunciarán al mundo como
la gran cura de esta temible enfermedad. Ahora si tomamos en cuenta los diagnósticos erróneos que
nunca se comprobaron como tal, esta cifra podría crecer dramáticamente. Imaginemos todas las
supuestas curas milagrosas que han surgido durante décadas para miles de enfermedades distintas que
realmente son solo malas interpretaciones y que se anuncian como el gran secreto dando solo falsas
esperanzas a quienes de verdad sufren por ello.

Finalmente un caso más que me gustaría examinar como causa de información equivocada es tanto

el efecto placebo, como el nocebo. Por un


lado el efecto placebo puede hacernos sentir mejor con respecto a los síntomas de una enfermedad y
hacernos creer que estamos progresando o curados cuando en realidad solo es un efecto psicológico y no
fisiológico, por ejemplo es la manera en cómo se cree funcionan la gran mayoría de medicinas
alternativas como homeopatía, acupuntura, magnetoterapia, Reiki, etc. El sujeto al creer que está
haciendo algo por su bien se relaja y se llena de una aparente sensación de bienestar con respecto a sus
estados previos (El efecto placebo y la remisión espontanea puede coincidir dándole un fuerte peso a una
cura milagrosa). Por otro lado el efecto nocebo puede generar un efecto psicológico de malestar ante
ciertos estímulos, por ejemplo sentir alguna serie de síntomas extraños tras creer haber sido embrujado.
Ambos efectos son fuertes ingredientes por excelencia que ocasionan una distorsión de la verdad en la
sociedad tanto en salud como en otros ámbitos.

Muchos más pueden ser los motivos por los que nuestro sentido común falla al intentar juzgar la
veracidad de la realidad. Esto es solo la pequeña punta del iceberg. Fenómenos que todos deberíamos de
alguna manera tener presentes a lo largo de nuestra vida y que nos podrían ayudar a evitar tomar malas
decisiones basadas en información incorrecta.
Nuestro sentido común no es para nada suficiente para intentar conocer la verdad de lo que nos rodea.
Muy por el contrario, es una gran ventana para entrar a un mundo de falsedades y mentiras. Sin duda
hacer caso solo de nuestro sentido común para intentar vislumbrar la verdad de lo que nos rodea es una
gran trampa.

Cada persona en el mundo es distinta y cada una tiene sus propios prejuicios. Gracias a todos estos
fenómenos y otros más cada una de ellas terminará escogiendo e incluso inventando una versión
diferente de cada afirmación que le toque conocer en la vida. Un perfecto coctel para generar toda la
información falsa que hoy en día llena nuestra sociedad.

Seleccionar una de ellas solo por nuestro sentido común, porque nos suena bien o porque coincide con
nuestros prejuicios es jugar con nuestra vida a la lotería con todas las de perder.

Combinemos todos estos puntos y veremos por qué surgen historias de todo tipo por todos lados de
gente sincera, historias que realmente no son verdad y mayoritariamente se tratan de malas
interpretaciones que generan una falsa visión de la realidad que terminan afectando negativamente
múltiples aspectos de nuestras vidas.

En la segunda parte de esta publicación abordaremos la alternativa al sentido común que verdaderamente
nos puede dar un mayor acceso a conocer la verdad. Las evidencias…

TEMAS PARA PENSAR CRITICAMENTE

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o El problema con la Medicina Alternativa.
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o ¿Existe Dios?
o ¿La trivialidad de las pseudociencias?
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