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Marxismo

Introducción a
la Filosofía

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Marxismo
 Introducción

Una de las corrientes de praxis y de pensamiento ineludibles que no pueden


ser soslayadas, es sin duda el marxismo. Con orígenes en el siglo XIX, tiene
profundas repercusiones aún hoy. No es sólo una teoría “económica”. Es un
modo de mirar el mundo, la vida y la historia. Esto convierte al marxismo en
una vertiente filosófica de máxima importancia. Es imposible en pocas pági-
nas reflejar su importancia. Hay temas que por esto deben dejarse de lado,
como por ejemplo la crítica marxista a la religión, o su visión antropológica.
No obstante, esto, me permitiré unas líneas al respecto.

 Karl Marx. Vida y obra

Marx nació en Tréveris, en la Renania alemana, el 5 de mayo de 1818 en el


seno de una familia de ascendencia judía. Su padre que, había abandonado
sus creencias y costumbres judías y se convirtió al protestantismo, ejercía de
abogado y era leal a la autoridad del rey de Prusia, Federico Guillermo III,
quien había planteado una abierta hostilidad hacia la comunidad judía y
todo aquello que no fuera “alemán” tras la derrota de Napoleón. En este
ambiente de censura y presión sobre las creencias de la familia, creció Marx
que terminó por rechazar cualquier forma de vida o institución religiosa, tal
como lo expresó en el libro “Sobre la cuestión judía” de 1844.

En su adolescencia ya destacaba por su inteligencia y su curiosidad intelec-


tual. Su padre quiso que siguiera la carrera de derecho al igual que él, así que
lo envió a Bonn, ciudad en la que tan sólo estuvo un año. Se trasladó a Berlín
en cuya universidad se encontró con la nueva filosofía alemana que domi-
naba la casi totalidad de la vida universitaria: el hegelianismo. Se sintió
tan fuertemente atraído por ese pensamiento que abandonó las clases de
derecho. Junto a otros pensadores como L. Feuerbach, Max Stirner y Moses
Hess interpretó el método dialéctico de Hegel, pero aplicándolo a condicio-
nes materiales de la vida real dela humanidad. Tras las críticas al hegelia-
nismo oficial, que era un movimiento reaccionario, algunos miembros de la
universidad se dedicaron a desarrollar otra interpretación de la realidad
a partir de la dialéctica de Hegel. Éstos eran llamados los “jóvenes hegelia-
nos”.

Ya por aquella época expresaba lo que ya sería su preocupación intelectual


y vital a lo largo de su vida: las condiciones legales, laborales, sociales y eco-
nómicas en las que vivían los campesinos del Mosela, los pobres que roba-
ban madera podrida de los bosques circundantes y todos aquellos grupos
marginados de la sociedad.

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En París conoció a Frederich Engels, un inglés hijo de un industrial que sería
su amigo y compañero de luchas para el resto de su vida. Ambos pensadores
colaboraron y se apoyaron en la construcción de todo una teoría económica,
política y social que siglos después sigue despertando interés. Las obras de
aquella época revelan ya el sentido crítico de su obra pues de ellas se aprecia
la crítica a todas las fuentes filosóficas anteriores. Parte de la crítica a la Fi-
losofía del Derecho y de la Historia y del Estado de Hegel y se adentra en la
crítica a la Economía Política inglesa con sus Manuscritos Filosóficos (1844).

 El Manifiesto Comunista

En 1845, por el insistente pedido del gobierno prusiano, Marx fue expulsado
de París como revolucionario peligroso. Se trasladó a Bruselas. En la prima-
vera de 1847, Marx y Engels se incorporaron a una sociedad secreta de pro-
paganda, llamada la Liga de los Comunistas, en la cual, durante su II Con-
greso (noviembre de 1847, en Londres), tuvieron destacada participación y
por encargo del cual escribieron el famoso Manifiesto del Partido Comu-
nista, que apareció en febrero de 1848.

El Manifiesto comunista ha sido el libro más leído por todos los revoluciona-
rios del siglo XIX y XX. En ese libro se hallan escritas de forma sencilla las
ideas fundamentales que han alimentado las esperanzas de millones de se-
res humanos hasta hoy. Marx vio en las revoluciones de 1848, que se exten-
dieron por toda Europa, el signo de una victoria final sobre el capitalismo
que llevarían a la implantación de sus ideales sociales en todo el mundo. Sin
embargo, la realidad fue otra y tras el fracaso de las revoluciones de París y
Alemania Marx experimenta cambios importantes en su visión de cómo
se va a realizar el cambio del capitalismo a una sociedad igualitaria.

 Crítica de Marx a la idea de democracia

La crítica de Marx es simple: el hablar de democracia era, para la clase bur-


guesa, hablar de la forma en que podían acceder al poder político, ocupado
por entonces por completo por la clase terrateniente aristócrata. Los intere-
ses económicos de estas dos clases eran contrapuestos. Otro ejemplo de
que los ideales democráticos de la burguesía eran una farsa encaminada a
conseguir el poder, eran las limitaciones que se hacían al derecho a voto: va-
rones, con un mínimo de propiedades, con ciertos años de antigüedad habi-
tando el mismo domicilio. La burguesía había movilizado a la clase obrera
contra los terratenientes, pero una vez que consiguió sus objetivos tuvo que
poner freno a los avances políticos del proletariado, su enemigo de clase na-
tural.

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 Concepción materialista de la historia

Según su amigo Friedrich Engels, los dos principales descubrimientos que le


debemos a Karl Marx son la Concepción Materialista de la Historia y la reve-
lación del secreto de la producción capitalista mediante la plusvalía. Según
Engels la concepción materialista de la historia parte de la tesis de que la
producción y tras ella el cambio de sus productos, es la base de todo orden
social; de que en todas las sociedades que desfilan por la historia, la distri-
bución de los productos, y junto a ella la división social en clases o estamen-
tos, es determinada por lo que la sociedad produce y cómo lo produce y por
el modo de cambiar sus productos. Según esto, las últimas causas de todos
los cambios sociales y de todas las revoluciones políticas no deben buscarse
en las cabezas de los hombres ni en la idea que ellos se forjan de la verdad,
sino en las transformaciones operadas en el modo de producción y de cam-
bio, no se deben buscar en la filosofía, sino de la economía de la época en
que se trata.

Marx no definió en ningún lugar lo que consideraba la concepción materia-


lista de la historia (lo hizo Engels por él), simplemente la aplicó. Era una
nueva forma de estudiar Historia, pasada y contemporánea, con lo que se
trataba de una nueva forma de ver el mundo. O mejor, una nueva forma de
“mirar” el mundo, más penetrante, sin quedarse en la superficie de los acon-
tecimientos, profundizando en ellos para descubrir sus causas. Marx demos-
tró la eficiencia de esta nueva mirada, de esta nueva concepción de la histo-
ria, en su trabajo sobre los acontecimientos revolucionarios ocurridos
en Francia durante los años 1848-51. El “18 de Brumario de Luis Bonaparte”
fue escrito entre los meses de diciembre de 1851 y marzo del año siguiente,
es decir casi a la vez que estaban sucediendo estos acontecimientos. En el
escrito se daban las claves de una situación que nadie entendía, ni siquiera
los principales implicados, porque no eran conscientes de las fuerzas entre
las que actuaban. Sólo Marx distinguió y atendió a estas fuerzas: las diferen-
tes clases sociales y sus respectivos intereses económicos, el poder del ejér-
cito y el de la propaganda. La clave era identificar cada clase social y su inte-
rés económico particular, y así pudo entenderse que las capas trabajadoras
de la sociedad se aliasen con la burguesía que los explotaba en contra de
la privilegiada clase alta, o que la burguesía traicionase al proletariado
una vez conseguido el poder político, etc.

También era importante descubrir las luchas internas dentro de cada clase,
para saber cómo podían reaccionar ante los acontecimientos. Por ejemplo,
era difícil que el campesinado más pobre, se aliase con el proletariado
hasta el final del camino. La razón era que poseían alguna tierra y que teme-
rían perderla con los cambios políticos, lo que les convertía en ideológica-

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mente reaccionarios. La lucha de clases y la atención a los factores económi-
cos se revelaron como la clave para comprender e interpretar la gran mayo-
ría de los cambios históricos. Pero hay más, esta clave de interpretación de
los acontecimientos históricos o sociales podía convertirse, fácilmente, en
una clave de predicción de los futuros acontecimientos. Por ejemplo, obser-
vando la Inglaterra de 1852 se podía predecir que en Francia, menos desa-
rrollada industrialmente, sucederían las mismas cosas que en Inglaterra al-
gunos años después: despoblamiento del campo, enormes suburbios ro-
deando las grandes ciudades, revueltas por la mejora de las condiciones de
vida. Se podía predecir, además, con un altísimo nivel de acierto, lo que ha-
rían determinados sectores sociales cuando se encontrasen en tal o cual si-
tuación, porque los intereses de los terratenientes, burgueses o proletarios
eran los mismos ya sean alemanes, ingleses, franceses, rusos o españoles.

 La lucha de clases como motor de la historia

Según la concepción materialista, la historia de todas las sociedades hasta


nuestros días es la historia de la lucha de clases. En el Manifiesto Comunista
se afirma que toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es
una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos,
maestros y oficiales. En una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente
siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y
otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la trans-
formación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas
clases beligerantes. Lo que ha sucedido es que no se han abolido los antago-
nismos de clase. Aparecieron nuevas clases, nuevas condiciones de opre-
sión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas.
Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos
grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burgue-
sía y el proletariado. En última instancia, la lucha de clases no es más que
la lucha contra la explotación. Una lucha entre los/as explotados/as contra
los opresores.

Más allá de algunas simplificaciones en los planteos, en razón del espacio de


los módulos, es importante constatar la importancia que Marx ha tenido y
aún tiene en la interpretación de la historia y de los hechos económicos. El
capitalismo sigue siendo el alimento para que el marxismo, al menos en sus
grandes líneas, aún se sostenga. Mientras haya explotación, habrá lucha de
clases, diría Marx. Además de ser inspirador de planteos fuera del ámbito
filosófico, como el religioso por ejemplo, el artístico, el literario y, evidente-
mente, el económico.

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Referencias
Ferrater Mora, J. (1994). Diccionario de filosofía. Barcelona: Editorial Ariel.

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