Sunteți pe pagina 1din 74
CONSTRUYENDO LA MEMORIA Construyendo la memoria: la figura del inca y el reino del Perti, de la conquista a Tupac Amaru II Juan Carlos Estenssoro Fuchs ensar las imagenes coloniales peruanas fue, por décadas, debatir sobre su auto- hhomia © dependencia respecto de sus modelos hasta que la importancia del corpus de temas y motivos indigenas reunido por Teresa Gisbert,, puso punto final a esa situacién. Entretanto, en las clencias sociales, la figura del Inca servia para detectar resistencias y sobrevivencias religiosas, 0 era interpretada como manifesta- lon de identidades, proyectos politicos populares, formas alternativas de la historia y Uutopias, todos valorados siempre en términos endégenos. En los iiltimos aftos, esa visién esta cambiando. Al restitulr toda su complejidad —técnica, formal, religiosa, social y politica a la pléstica la literatura, la musica y las formas festivas, se ha puesto ‘en evidencia las tensiones ideoldgicas que las atraviesan y su impronta eminentemente colonial. La iconografia de tema incaico tiene antecedentes que se suelen olvidar, pero recuperarlos no significa volver a la pregunta de la originalidad sino tomar consciencla de qué significados vehiculan esos motivos y cules vinieron a sumarse 0 a modularlos en su recepcion loca. Este ensayo busca contribuir a repensar en su contexto histo= % rico y sus circunstancias coloniales de produccién las diferentes representaciones en. ‘que aparecen incas, incluyendo las de las artes efimeras que sélo han dejado referen- cas escritas. He optado por un enfoque cronolégico para poder estudiar el momento, cen que surge cada motivo 0, por lo menos, en que aparece por primera vez documen- tado y, con menor exhaustividad, cada obra especifica. Estas paginas privilegian la dimensién politica de las imagenes en un empefio por restituir su pleno valor de fuentes histéricas, tratando no solo de explicarlas sino de entender gracias 2 ellas algunas dinamicas claves de nuestra sociedad colonial Descubrimientos y conquistas: la imagen de América entre la toma de posesion, la translacion imperial y la guerra justa (1493-1567) El rey y las Indias Para comprender la carga politica de la traduccién de América en imégenes, partamos de la primera, por mas modesta que sea desde el punto de vista estético. E primer viaje de Colén conocié una veloz fama con la publicacién,el mismo afto de su etorno, de trece ediciones distintas de la carta en que narra los resultados de st expedicion a Luis de Santingel,al servicio de os reyes catolicos y uno de fos principales financiadores de su expedicién, Esta relacién, pese a su entusiasmo y descripciones saturadas de superlativos destinados a convencer de las enormes ganancias que podia aportar su descubrimiento, muestra que Colén no logra identificar las islas encontradas con el prometido extremo oriente cuyo interés comer cial habla decidido el apoyo a su empresa. La @ desilusion que se deja sentir es no haber en- contrado “grandes ciudades o villas” ni “cosa de regimiento”, es decir; ninguin tipo de organiza- ign estatal, Esta ausencia, sumada a la insularidad as islas, segiin la préctica medieval, eran, a dife- rencia de las tierras continentales, juridicamente atribulbles a sus descubridores-, hacia que los espaclos encontrados fueran percibidos como po- liticamente vacios. Por ese motivo, sobre la mar cha, Col6n tomé posesion en nombre de los re- yes de Castila y Aragén de cada uno de ellos. rei sg Page bd La xilografia que acompafia la primera edicién florentina de la carta, (fig. 2 sintetiza la aventura poniendo en primer plano, y a una escala jerérqui- 2 que le confiere dimensiones titénicas,al rey Fer- nando sentado en su trono con cetro y corona sefialando,no sélo indicativa sino imperativamente {el acto corresponde a una orden suya},en la otra riba, la carabela conducida por Colén a punto de cdesembarcar en una isla poblada de mujeres des- ‘nudas (en eco a una alusién implicita del almirante al mito de las amazonas en la.descripcién de una de las islas} La imagen, con todas las simplifcacio- ici Brae 94 ‘Clalertera dllifolecheha trouato nuouamenteil Re difpagna. d_ Fig. 2. Grabado en madera que usta Lalettera delisole che ha trouato ‘auovamente il Re dispagna ..| Florencia, Lorenzo Margianiy Johannes Pot, 1499, En sta carta Crisidbal Colon narra resultado de su primer vile. A Fig 9. Xiogratia que representa indigenas tupinambas en una edicén de! Mundus Nows de Américo Vespuccio. Amberes, e122? SONSTRUYENDO LA MEMORA hes que impone, tiene un carécter fundacional. Los reyes catélicos han que- dado significativamente reducidos a la f- gura singular del rey de Espafia (como reza el titulo del pliego) y su vinculo con las nuevas tierras encontradas es de pose- sion y soberania; para ello Colén es sim- ple ejecutor, el intermediario que salva la distancia fisica que separa al rey de sus ‘nuevos territorios. La traduccién latina pu- blicada habia tenido por destinatario al Pontifice Alejandro VI que,entretanto, ha- bia concedido las cinco bulas que confir- maban la posesién sobre las tierras des- cubiertas y otorgaban autoridad sobre las por descubrir:Si esta primera imagen muestra bien al rey como figura sintética y Unica de Espafia en tanto reino, y del dominio que é@jerce; las islas no tienen en cambio un equivalente tan emblemitico. Esta ausencia se debe a que los nuevos suibditos son incorporados por el simple hecho de ser habitantes de las islas, sin la intermediacién de ningtin jefe politico. La sintesis mostr6 ser eficaz. La misma escena,€ incluso el mismo grabado, servira para ilystrar también las publicaciones de la relacién del tercer viaje de Américo Vespucio, transformando simplemente al rey espafiol en rey de Portugal , El vinculo politico con los nuevos territorios permanecia idéntico; sin embargo, estas exploraciones portugue- sas transformaron decisivamente las imagenes sobre América y los americanos. Una contribucién que podriamos tildar mas bien de etnogrifica se va a convertir en una perdurable convencién exética. Al menos desde 1504, se agrega, 0 se reemplaza, los desnudos por tupinambas del recién descubierto Brasil (fig.3).Coon tocado y faldellin de plumas; sus elementos distintivos, aparecen simulténeamente en la cartografia para ca- racterizar la apariencia de los habitantes del subcontinente sudamericano. Salvo excep- Fig. 14 Retrato de Carlos V vencodor el tuco, Jan C lia Verrayen, cca 1500-1559, alias Juan ce Mayo, 1538, Worcester Art Museum, Worcester, Massachuseets sometiendo a otros reinos, son indispensables para poder entender en qué contexto ideolégico se construye en el Perit la imagen politics y visual del inca y de la cconquista. Se buscaba retomar los modelos de la antigledad como marca el ctlebre retrato escultérico de Leén y Pompeyo Leoni, Carlos V venciendo al furor 4 0 los arcos triunfales de sus entradas en diversas cludades europeas. Caracter clisico (rehabilitacién de triunfos antiguos, uso retérico de los érdenes arquitectonicos y de modelos grecolatinos}, carga moderna (erasmismo) pero, en la misma media, continuidad con la tradici6n medieval. La imagen de Carlos V como vencedor est’ intimamente ligada a la idea del triunfo sobre et mal. En ese sentido, el retrato de los Leoni aunque iconografica y estilisticamente derive de modelos grecorromenos y tenga la moderna carga introspectiva de evocar el autocontrol indispensable para 106 “Fig. 15. Cartos V verciendo alturco, al berberisco y al idolatra americano, arco truntalp el ecibiiento de Carlos V en Min 1541, Angnimo (sobre un modo {de Giulio Romano). Xioarafia que iustra ct Tretato dot inrar in Milano a Carlo ¥ Cesare sempre Augusto con fe proprie figure de Wi archce Giovanni Alberto Albicante. Mian, 1541. 16.Estandarte de Caros V anterior 121550. Acuarela sobre papel. Armeria eal, Machi. LOS INCAS REYES DEL PERU STRATEN LA MEMORIA ser justo, es también una apropiacién de las figuras de San Jorge y San Miguel arcingel, su traduccion secular ,., De estas imagenes de triunfo y victoria, una de las de mayor interés, por sus analogias y vinculos con el caso peruano, es la del vencedor de los infleles. Entre los pintores més allegados al emperador se encuentra el flamenco Jan Cornelia ‘Vermeyen (ca. 1500-1559), conocido como Juan de Mayo. Formé parte del séquito imperial durante la campafia de Tiinez, encargindose de documentar sus batalas, Juego transpuestas en una serie de tapices. Tras la victoria, el artista efectuard. un retrato en el cual alia ef modelo clisico ecuestre Imperial con la imagen medieval del apéstol Santiago (ig. 14). Este se habia convertido en ef defensor de la fe catélica frente a fos musulmanes desde Ili, cuando se inventé literalmente el milagro de su intervencién providencial en la batalla de Clavijo tres siglos anterior A partir de alll se fueron estableclendo las convenciones plisticas de Santiago Matamoros como un caballero en actitud beligerante sobre un corcel blanco pisando al enemigo. Asi retra- 16 Vermeyen en [538 a Carlos V, aunque con armadura a la romana y no en pleno combate sino, ya defintivamente vencedor, empufando todavia la espada y presto a volver a desenvainarla, yaclendo a los pies de su corcel el rey infiel derrotado. La identificacion con el patrén militar de Espafia, integrada a la construccién de una universalidad catdlica, tiene otras derivaciones figurativas. Los estandartes imperiales (fig.16) proponen la relectura del mote y emblema de Carlos (Plus Ultra con un dguila entre dos columnas, adoptado antes de su llegada ala Peninsula). al transformar una frase que, en principio (1516), slo aluia a la superacién del modelo por antonomasia de la heroicidad legendatia de un Hercules .y en expansién de las fronteras religiosas del cristianismo. AI sustituir ef éguila por el apdstol entre fas columnas, se inscrbia la mmisién imperial en fa continuidad de la reconquista y se ls justficaba como una obra providencial. Esta reinterpretacién geogréfico-espiritual cobrard su sentido pletérico con la conquista de América que dard, ademds,a la palabra imperio su sentido moderno. Luego de la doble identiicacion con el apéstol, asumiendo su figura y cediéndole el lugar de su Sguila imperial, los artista al servicio del monarca podran fécilmente seguir el trabajo de puesta al dia de las tradiciones clisicas y cristianas y para inctuir su presencia en América, proseguir la simblosis transfigurando a Santiago Matamoros en Santiago Mataindios. Esa realizaci6n no se haré esperar y es cronologicamente més de dos décadas anterior a la construccién historiografica de la aparicién del apéstol en la conquista peruana, Por obra del célebre pintor y humanista Giulio Romano (antes de 1499-1546) se renovarin una vez més de forma efimera los fastos arquitectonicos y festivos dela antigtiedad actualizandotos para consolidar fa imagen del emperador como monarca universal y catélico. En 154, con ocasién de su entrada en Milin, Romano 07 preparard cuatro arcos triunfales. Para el iltimo (fig. 15} culminacion del proyecto, eligi el orden jénico que,a decir de Seriio, habiendo servido en fa antigtiedad a Jupiter, Marte 1 Hercules, debia emplearse, después de la venida de Cristo, para erigir templos a figuras ‘como el apdstol Santiago y,en generalya todos aquellos santos “cuya profession, no s6lo aya sido de hombres de guerra [..sino también] fuerte y robusto, en poner la vida por la fee de Christo [J yen quanto a los hombres, si algun cavallero muy esforcado 0 persona muy valerosa, como seria si fuesse general o capitan de un exercito”.Insplrado en un modelo del propio Sertio,. el arco disefiado por Romano estard rematado con la efigie de Carlos V sobre un caballo encabritado con la espada dlesenvainada derribendo los enemigos de la fe: un berberisco,un turco y un indio americano. Se significaba asi aque habia “descubierto y vencido” al Nuevo Mundo... Pese al marco clisico, se erige al monarca en un doble del apéstol que comparte y prolonga su misién en una dimensi6n universal que ya no es tnicamente Ibérica o mediterranea. La alteridad religosa politica- mente significativa ya no se reduce a los musulmanes., Atahualpa o el vencido triunfante: la cabeza del inca, de fas Leyes nuevas a la pacificacién del Peri La entrada en Milin, que transformaba a Carlos en guerrero victoriaso de los indios Idélatras, coincide significativamente (debe tratarse de una compensacion simbél ca 0 de un gesto de apologia polémica) con la culminacién del cuestionamiento que en su propio terreno se hacia de la legitimidad de sus titulos sobre América. Francisco de Vitoria habia minado las bases det requerimiento y de la dacion papal y Bartolomé de fas Casas habia denunciado su falta de autoridad para ceder la soberania conseguida sobre los habitantes del Nuevo Mundo, que como tales debian ser tenidos por stibditos libres suyos, convirtiéndolos en siervos de los encomenderos en quienes habia, ademas, delegado sus responsabilidades politicas de proteccién y religiosas de conversién. Al no haber cumplido con su mision y permitido las violencias y alienaciones injustficadas de la conquista, estaba en la obligacién moral de restituir fos bienes y posesiones mal habidos. El proyecto de reforma establecido por las Leyes nuevas en 1542 en respuesta a esos reclamos era sin embargo mucho menos radical. No contemplaba la posibilidad cde una restituci6n politica, lo frenar los abusos cometidos contra los indios cuestio- nando exclusivamente la autoridad concedida a los encomenderos. La corona, recupe- rando ésta para si, aprovechaba la autocritica parcial para intentar asumir directamente el papel que Ie correspondia en el gobierno y la administracién, lo que le permitiria disfrutar con mayor provecho del excedente indigena.Se creaba asi el virreinato del Pert que constitula el territorio en una verdadera unidad politico-administrativa. Pero la conquista habia sido una empresa privada y los privilegios de que gozaban los conquis- tadores eran entendidos como la contraparte que les correspondia por su contribucién a ls expansién de los dominios de Castilla, se rebelaron pues contra la supresié ‘encomiendas que [os habian izado al rango de sefiores otorgéndoles honor y riqueza. Las guerras clviles rozaron la ruptura con la presentida coronacién de Gonzalo Pizarro como rey del Pert. Luego, la desercién de sus tropas, que dio la victoria al pacificador La Gasca en Xaquixahuana, marcé el punto de inflexién en favor del poder regio. El deseo de autonomia que animaba las agitaciones, contribuyé a ver el Peri como un estado posible. Fueron necesarias distintas acciones simbélicas para restituir el orden, apaciguar los énimos y reintegrar el reino a la corona de Castilla restaurando publicamente las fidelidades que habian claudicado. Asi, entre 1549 y 1SSI, comenzara en muchos dmbitos (econémico, politico, administrativo,religioso) un proceso de refundacién. 108 Los INCAS, eves De ren A. Fg. 17, Escudo de la ciudad de Potos Felipe Guaman Poma de Ayala. Nueva ‘corénica y buen gobierno. 1618. Foo [1068] del manuserto on la oboteca Real de Copentague, Dinamarca CCONSTRLYENDO LA MEMORIA La festa que abre esta nueva etapa,reanudando piblicamente el reconocimiento de la autoridad metropolitana y asegurando la delicada reconeiliacién con aquellos que habian colaborado con el rebelde, es la que celebra la entrada de La Gasca en Lima el 17 de septiembre de 1548, luego de su victoria en Xaquixahuana y de haberle cortado la cabeza a Gonzalo Pizarro, para fundar la real audiencia En ella ef sello real, que representaba la persona misma del rey y su justicia,recibiria el homenaje y acatamiento de rigor antes de ser entregado a los oidores que cumplirian gracias a él sus funciones en su nombre. Cada ciudad del reino estaba simbolizada or un arco decorado con imagenes, versos flores y acompafiado por danzantes espafioles, uno de fos cuales cantaba la letra corres- Pondiente ratificando la fidelidad de la poblacién que personifica- ba. En uno de estos arcos [Testava pintada en él la gran clbdad del Cuzco, como cabeca y Seflora que fue de aquel antiguo ymperio,y estava en é pintado Guascar Inga y gran sefior de todas aquellas provinclas, de mo estava descabecado, que dos capitanes del gran Atapualipa, Sefior de Quitoyle cortavan la cabeca Luly En el correspondiente a Quito aparecia en cambio triunfante “el potente Rey Atagualipa,quie en la mano derecha tenia tna caxa srande llena de muchos y grandes thesoros, que parescia que los enseffava a sus capitanes y vasallos” ,, Esta primera representa- cin documentada de tema incaico en el ambito de las fiestas politicas coloniales es altamente significativa,Primeramente, por Ja rapidez con que los espafioles se apropian y se identifican con Jos personajes incaicos, Segundo, porque los incas comienzan a muttiplicarse. La guerra civil que dividia el imperio a la legada de los conquistadores podia evocar la de éstos contra la corona, Los incas hermanos despertaban una serie de analogias entre Carlos V triunfante (cuya fuente de legitimidad era Atahualpa) y Gonzalo Pizarro (su antagonista recientemente decapitado en el Cuzco}. Asi, el vencido Atahualpa pasaba a ser el vencedor. En vez de ofrecer su rescate (como en el escudo de Pizarro}, recibia el trofeo de su hermano. Lograba concentrar asi la representatividad de ambos, lo que era dil pero peligroso. Un detalle neutralizaba el riesgo de su triunfo: se lo separaba del Cuzco. No es s6lo que la vision local de las cosas hiciera inverosimil un Atshualpa rey cuzquefio, su cuerpo invicto y su corona coincidian con la cabeza det imperio politica pero ya no fisicamente. Se instituia el desplazamiento definitivo del centro geopolitico del reino. Con la instalacin de la audiencia en Lima, el Cuzco —“cabera de estos reinos" como indican sistemiticamente fos documentos por més de un siglo todavia— quedaba definitivamente degollado al perder su condicién de capital. El men- saje era también para los encomendleros de esa ciudad cuya pacificacién era atin fragil Finalmente, convertir a Atahualpa en vencedor (la légica y la imagen que el propio Carlos V habia aplicado reiteradamente a si mismo) se habia vuelto indispensable para transformarfo en el detentor legitimo y efectivo de la hegemonia peruana que el emperador catélico (de quien se celebraba el reconocimienta y la restauracién de la soberania) debia tomar para si Bajo la modalidad deel poderoso Atahualpa” volver a aparecer en las flestas de Potosi en ISSI,,.Su mascapaycha indicaba ahora claramente 109 el seflorio universal del Tahuantinsuyo y no una corona individual. Este nuevo sentido debid ser lo suficientemente importante para que se inventara, como si fuese una verdad historica, que la boria roja era el simbolo reservado exclusivamente para el monarca de la totalidad del imperio peruano. Asi lo hizo Gémara quien, reconociendo a "“Guaxcar sefior soberano de todos los reinos del Peri”, pretende que Atahualpa “nunca se puso la borla {roja] hasta que fo tuvo preso” ,, cuando se sabe que en realidad la usaba ya antes de su prision en Cajamarca La lectura de fos arcos supone una identificacién tal que los incas son plenamente la imagen de los espaffoles. Es cierto que la decapitacién apunta también a un ‘cuestionamiento de la legitimidad indigena pero este es ambivalente. Con ella [x suce- sién cuzquefia y la de Vilcabamba quedaban descartadas pero ese vacio hacia emerger las lites étnicas regionales. Esta primera representacién de un inca con la cabeza cortada es también el inicio de una perdurable leyenda. Para estudiarla no hay que perder de vista en ningtin caso quiénes inventaron esa imagen y, mis ain, que lo hicieron en defensa de los intereses metropolitanos. Si una tendencia da cohesion a las imagenes que se fiian en torno a la autoridad imperial de Carlos, desde el descubrimiento hasta la pacificacién final en 1557,es que todo el peso politico del Tahuantinsuyo se va concentrando en la figura de Atehualpa ¥ que, implicita 0 explicitamente, es el requerimiento, cristalizado en su capzura, el punto de flexion que transmite la soberania simbolizada en su mascapaycha-corona a la cabeza del emperador. Frente a ello, se fue descartando el reconocimiento de cual- quier otra autoridad: tanto de una posible sucesién incaica, simbélicamente decapita- dda, como de los encomenderos rebeldes cuyas cabezas sangrantes decoraron a orla del escudo de Potosi {fig.I7).A los conquistadores como tales, la mayor visibilidad que se les habia concedido en reconocimiento a su labor era cederles, en sus escudos, la sujecién de los atributos det poder incaico. Por todo ello la imagen del inca sera central en fos contflictos simbélicos en el Peri entre indios, caciques, encomenderos, funcionarios de la corona e Iglesia. Esa centralidad no tiene en ningun caso su origen cn la cristalizacién de una identidad indigena, muy por el contrario, es el poder metropolitano y sus representantes quienes eligen los elementos més importantes del repertorio vistal que entrard en disputa, Dos milagros de conquista o la construccién por fa imagen Terminada la pacificacin, Carlos V cedié a su hijo sus posesiones americans. El Virreinato juré fidelidad a Felipe 11 en 1557 pero, hasta 1568, este no definié las politicas que darian un perfil definitivo a la nueva sociedad. Durante esa larga década de transicin , fue posible influir sobre ese destino final. Los encomenderos vuelven a la carga, esta vez por la via de la negociacién, tratando de obtener el mantenimiento de sus antiguos privilegios. Mientras tanto, el cuestionamiento del poder incaico habia acrecentado el protagonismo y la legitimidad de las élites de Jos antiguos sefiorios prehispanicos. Con la ayuda de los frailes del partido de los indios, pudieron contraofertar en pro de la abolicién total de las encomiendas , Pero, a fin de cuentas, fueron los funcionarios reales quienes construyeron lenta- tnente fo que serd el proyecto colonial definitivo. Mientras Felipe Il perpetiia el prestigio de autoridad de la imagen de su padre, en el Pert son tiempos de didlogo. La ampliaci6n del repertorio visual se hard ahora en un terreno religioso, con la anuencia obligads de los indigenas y, en buena parte, en detrimento de los conquistadores. 110 a ig. 18, Milagro de Santa Maria, fen el Cuzco. Feline Gusman Poms 1 Ayala, Nueva cordnica y oven gobiemo, 1615, Folio (404) del manusceta fa Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarea, Fig. 19, Dascensién de fa Vigen sobre el Sunturbuasl. Cuzco, fines dal siglo XVI leo sobre lanza, 282.8 x 251.2 om. Complejo Muscogratico “Enrique Udaondo* ce Lujan, Argentina, Los INCAS REYES DEL PERL ERSTLVENDO LA MEMORIA Toda imagen debe partir de una apariencia consensual para poder ser politicamente cficaz y ejercer una real presién ideoldgica, mas aun para imponer una hegemonia La construccién de la nueva sociedad necesitaba de una representacion en que se pudieran reconocer conquistadores, vencidos y la corona. Al cuestionar el requeri- _miento, s6lo una voluntad divina, ausente de los hechos de Cajamarca pese a que se tuviera por extraordinaria [a captura del inca, podia generar ese elemento de con- fluencia, El afio 1535, Manco Inca sitiando el Cuzco puso en jaque a los espatoles al punto que parecié posible revertir la conquista. EI desenlace final fue, sin embargo, favorable a los Invasores. Los relatos estrictamente contemporéneos a los hechos son sin duda entuslastas sin que haya en ellos vestigio de aparicion ni de milagro .y aunque pueden ver la victoria obtenida in extremis como un signo providencial. Pero ello era un tépico de autojustificacién perfectamente establecido, Toda victoria Tograba asf su plena legitimidad: Dios como juez supremo no hubiese tolersdo una injusticia, su intervenci6n por lo tanto, presentida en lo imprevisible, estaba sefialan- do que la causa del vencedor era justa. De otro lado, el triunfo atribuido a Dios, aun cuando diluyera el heroismo del vencedor, permitia encontrar un terreno de enten- dimiento para establecer, y hacer aceptar con la menor resistencia posible, terminos durables de paz futura al vencido, como si éstos viniesen ofrecides por unz volun- tad exterior al conflicto y no por su enemigo. Y, efectivamente, el milagio lego cuando llegé la paz, veintitrés affos despues de Ia batalla EI milagro se fue modelando con la memoria indigena. La prueba de una victoria justa 1no podia imponerse como un gesto més del poder del vencedor: La diferencla funda- ‘mental con la reconquista, cuyos ficticios milagros sirvieron de modelo, es que, aqui, el milagro no podia agotarse en confirmar la militancia de una guerra santa para la cexpulsién de los infiles. Ese discurso icentitario era una construccién de enfrentamiento ¥ polémica pero, ante todo, era unilateral. El milagro colonial por el contrario, para ser aceptable y eficaz, debia ser enunclado y reconocido por el vencido. Los milagros fundadores de la conquista del Perti aparecen ante la dificultad de resolver definitivamente un principio Unico para la transmisién de la legitimidad politica, cues- tion que tardard todavia en estabilizarse. La necesidad de construir un consenso permi- tird desligartos de los hechos de Cajamarca y dirigitlos més bien a cuestionar la resisten- cia. Son un pronunciamiento a favor de una sociedad cristiana indigena bajo la corona castellana, El milagro fundacional, que confirma que esta sociedad no sdlo es posible sino ineluctable, lo constituye la doble aparicién de Santiago Apéstol y la Virgen com- batiendo contra los indios rebeldes. E1 momento en que el milagro se enuncia por primera vez y cristaliza, entre 1558 y 1560, es mis que elocuente. Tras la muerte de ‘Manco Inca en 1545, la resistencia militar de Vilcabamba estaba temporalmente extingui- dda y; por la via diplomatica, se habia Intentado llegar a un acuerdo, Sayri Tupac; hijo del antiguo inca rebelde, saldré de su reducto, llegard a Lima en enero de 1558 para entrevis- tarse con el virrey Hurtado de Mendoza y, renunciando a sus derechos, se instalars finalmente en la antigua capital det Tahuantinsuyo.Con esta nueva paz,el sitio del Cuzco cera un recuerclo que ponia en una posicién doblemente incomoda a las élites indigenas: politicamente, evidenciaba un antecedente de ruptura del pacto monarquico ardlogo al que se acababa de concluir,y, desde el punto de vista religioso, parecia dificil cisimular que en esa ocasién se habia atacado simbolos cristianos y espacios sagrados. Este episo- dio, de connotaciones apéstatas y sacrilegas, podria series recordado. Antes que tratar de eludirlo, debian resignificarto y lo hardin al punto de poder redefinir el acto fundador de la conquista, excentrado hasta entonces de la esfera de poder cuzqueria, poniendo de lado a Atahualpa, Cajamarca y el requerimiento. 14 LOS INCAS eyes De PER & Fig. 21. Sans glo XVI Pintura sobre tabla. C 1! Cuzco. > Pagina siguiente: Fig. 22. Aparicién de Santiag (O40 sobre lanza, Lia, coleccién prvade asm YENDO LA MEMORA El cronista Juan de Betanzos, casado con una noble inca, fue el intermeciario entre Sayri Tapac y el virrey or cuyo encargo redacté su Suma y narracién de los ‘ncas, compatibilizando ambos intereses. Alli se men- ciona por primera ver que “decian los indios” cémo, ‘cuando habian intentado incendiar la capilla instalada cen ef antiguo Suntur Huasi apenas “se encendla est pala que una sefiora de Castilla vestida toda de blanco la veian estar sentada sobre la iglesia y que esta mataba este fuego [...] y que todo el tiempo que [duré] el cerco [que] tuvieron puesto sobre ef Cuzco, siempre la vieron a esta seffora encima desta iglesia asentada”. ‘Ademés, habrian identificado a“un hombre en un a- ballo blanco todo armado y una barba blanca y larga y ‘que tenia en los pechos una cruz colorad3 como el habito de Santiago que tenia el Marqués en los pechos y aeste decian que era el espiritu del Marqués [Fran- cisco Pizarro] que andaba delante de los suyos [.J y ‘que ani fos desbarataban los cristianos'” Si bien las dos apariciones estin establecidas, la primera no ha sido reconocids como la Virgen aunque sus atributos estén muy proximos .. La aparicién prodigiosa del ca- ballero espafiol no es atribuida a un ser celestial sino al spectro de Francisco Pizarro. Ausente de la escena de los hechos y muerto desde hacia mas de tres lustros To parecia causar problema y, por fo visto, las elites locales estaban dispuestas a ceder el triunfo del cerco como una colosal hazafia de los conquistadores para palear su pasada rebeldia y encontrar un espacio de centendimiento. Con la complicidad del autot, que es- ccribe a cuenta del virrey pareciera que ls elites indige- nas estin ofreciendo como un obsequio la posibilidad de transformar la victoria del cerco en un milagro. Pero, sila idea del milagro resultaba atractiva; ni la autoridad civil, ni menos auin fa Iglesia, ban a desperdiciar la posibilidad de sellar simbélicamente el nuevo pacto cediéndoselo a los encomenderos (el argumento esencial para defender sus privi- legios era haber ganado la tierra para el rey y Pizarro era el conquistador por antonomasia) cuyo estatus definitive habia quedado en suspenso y contra los cuales los eclesiésticos seguian luchando, por la via de la presién moral tratando de obligarlos a la restitucién. El desafio, asumido por el clero secular, era, partien do de la narrativa indigena, inducir a una nueva interpretacion. Pasar de la dama de blanco a la Virgen era sencillo. El aspecto del viejo caballero (barba, caballo blanco, cruz roja) permitia dar un vuelco a su identificacién, Para reelaborar la vision y convertirla en milagro, sometiéndose al imperativo del testimonio indigena, se utiliz6 la imagen, El Inca Garcilaso cuenta cémo los espafioles,“en el hastial de aquel templo [catedral del Cuzco] que sale a la plaza pintaron al sefior Santiago encima de un caballo con su adarga embrazada y la espada en la mano, y la espada era culebreada; tenia muchos indios derribados a sus pies, muertos y heridos”. Ast 1S. surgi6 en el Pert el célebre motivo de Santiago Mataindios, retomando ef Matamoros de la reconquista y, probablemente también, los retratos y celebraciones triunfales de Carlos V. Lo mas importante es el valor heuristico asignado a la imagen. Como Indica claramente el cronista, “los indios viendo esta pintura” -posterior a 1558 (fecha limite para la Suma de Betanzos} y anterior a 1560 (partida del cronista mestizo}-rectificaron la lectura de su recuerdo exclamando:“Un viracocha como este era el que nos destruia en esta plaza” ,,.Si la interpretacién permanecia en manos indigenas, la invencién iconogréfica conducia del fantasma de Pizarro a la presencia del apéstol. La pintura histérica, produciendo la ilusién de tener como referente la verdad de lo vivido, hace su aparicién en el Pert para ayuda’ a trans- figurar el recuerdo y Ajar su sentido. La identificacion tardara todavia en cuajar definitivamente; slo la publicacién de las ‘crénicas de José de Acosta (1590) y del propio Garcilaso (1617) proporcionard la version canénica de ambos milagros. Sin embargo, en 1567 cuando entre algunos indios el reconocimiento de Santiago era todavia objeto de duda, el licenciado Matienzo se servia ya abiertamente de ellos para ilustrar “cémo entraron los espa- oles en este reino, y como fue justamente ganado y tiene st Magestad justo titulo a €l". Por esta via, uno de los constructores del nuevo proyecto colonial, usa el milagro, antes incluso de que haya terminado de cristalizar, para devolver a la domi- nacién espafiola bases histéricas, providenciales y juridicas de una legitimidad que estaba en entredicho. Impone asi st voz por encima de la de los indios afirmando que el desconocido “debié de ser el Apéstol Santiago, abogado de nuestra Espafia, inviado por Dios para que los indios fuesen vencidos, y para que no fuesen para se hacer mal a si mismos, recebiendo el bien que Nuestro Sefior les tenia aparexado, y ue ellos mesmos agora reconocen'” Pero si el milagro prospera es porque todos pueden encontrar gracias a él su lugar. El conquistador ve su labor guerrera, tan ‘cuestionada, transformarse en una tarea secundada por la Virgen y su santo patrono; los indios pueden alegar que la conquista no ha tenido lugar y que se rindieron a la divinidad ,, la Iglesia se convierte en gatante del pacto colonial que el milagro hace irreversible, y [a corona encuentra una legitimidad perdida agregando a la raz6n dlivina la tarea paternalista de proteccién del indo. La Virgen del Suntur Huasi se convirtié en una advocacién independiente bajo el nombre de I Virgen de la Descensién; el emplazamiento de su aparicién, catedral hasta 1664, en un espacio privilegiado que le devolvi6 clerta centralidad religioss a la antigua capital del impe- rio; Santiago Mataindios, en un motivo iconogréfico per se. Ciertas imagenes son probablemente el eco de las que sirvieron para fijar la leyenda, El dibujo de Guaman Poma muestra ya diferencias con la descripcién de Garcilaso de la pintura del hastial pero también mas de una afinidad con el retrato de Carlos V por Vermeyen, entre ellas, la victima tinica empufiando el cetro a sus pies (figs. 13, 14) Los dos milagros de conquista tienen algunas caracteristicas nuevas respecto de las Imagenes fijadas anteriormente. No estén focalizadas en un Unico individuo historicamente Identificable sino en una colectividad homogénea que permite mas facilmente una identificacion del indigena con la escena. Es un primer desvio frente a la imagen central de Atahualpa pero la ausencia de un monarca diluye la Visibilidad de los indigenas (como las mujeres desnudas de la carta de Colén) puesto que ya no representan ni un reino, ni una soberania, sino una indianidad. Desaparece el inca y aparecen los indios, un cambio politico importante cuyo proyecto se est gestando en esa década de 1560. A cambio de ello, mas que celebrar una victoria y una transferencia politica, estas imagenes conmemoran una 6 LOS INCAS eves ut reRO rendiclon. Si los indios aparecen dispersos en el primer plano, los espafioles en cambio estin totalmente fuera del campo visual ,, (figs. 13, 18 19, 20, 21 y 23), extremadamente distantes (lo que los reduce a testigos de la escena en vez que verdaderos actuantes) , 0, en el caso de las representaciones de la Descension, restringidos a un espacio circunscrito y opaco ,, y, casi nunca, en actitud abierta- mente beligerante (una excepcién es el relieve de Santa Clara del Cuzco en el cual apuntan desde el interior del templo ., (fig. 24). Estas representaciones, por més violencia que puedan expresar, muestran en ello otra clave de su éxito: el mifagro se construye en una relacién exclusiva y directa, sin intermediarios, entre los indios y las entidades religiosas catolicas. De hecho, uno de fos dibujos de Guaman Poma representa el intento de quema de la capilla de! Suntur Huasi (fig. 25), repleta supuestamente de espafioles, como un espacio totalmente vacio, ocupado exclusivamente por la cruz ,, En otro lienzo (fig. 22), Santiago Matamoros descar- ga toda su violencia exclusivamente contra los moros, al igual que el elército de fos cristlanos que en el plano siguiente persigue a un musulmdn; s6lo el paisaje del fondo permite reconocer que la escena sucede en el Cuzco ante la presencia del inca en su litera, El unico vinculo entre ambos grupos es el oro que ofrecen unos 118 > Fig. 24, nhlagro de Sunt Silo XVIl. tie ‘con pasta polcromaca. Convento de Santa Ciara, Cuzco. Fig, 25, Mango inga pega fuego al Cus Mango, aia santa cruz, Hizo milggro Dies yo se quem. Felipe Guaman oma 4 covonica y buen gobiere 1615, Fao [402] de! manu cena Bibloteca Real de Cop 28, Santiago Matainaios. Cuzco, siglo XVI, Oleo sobre lienzo.Paradero LOS INCAS REYES DEL FERU (CONSTRUYENDO LA MEERA Indios como alimento al caballo de un Conquistador delante de la fortaleza de Sacsahuaman, En contraste, en la Unica version peninsular de Santiago Mataindios, los espafoles aparecen en el primer plano y combatiendo direc- tamente contra los indios para ilus- trar las Décadas de Antonio de He- rrera, contribucién historlografica y vi- sual para la construccién nacional del Imperio hispanico de! cronista oficial de las Indias. Las imagenes del milagro poseen igual- ‘mente un caracter de representacion his Orica, de tiempo pasado y preciso, al que contribuye la vestimenta de los vencidos ue, atin cuando no guarda fidelidad ar- queoldgica.,, podria marcar que son pa- ganos prehispanicos y no Indios catdli- i cos; el cerco puede tal vez diluir ast su carla de apostasia poniendo en valor la conversin, Pero el mensaje del milagro que consagra el pleno ingreso en la era de la salvacin es claro; el orden cristiano es irreversible. La Virgen (2 menudo representada con corona real) y Santiago impiden Fegresar al tiempo anterior de la gentilidad, son los garantes de la pertenencia al catolicismo como Io es el rey en lo politico. Los indios no cuestionaron estas image- nes sino, por el contrario, se identificaron con elas, lo que explica la sobrevivencia de elemplares de factura popular de Santiago Mataindlios, Frailes “versus” encomenderos o el milagro imposible Para los miembros del partido de los indios, seguidores de Bartolomé de las Casas, incluso para aquellos que no ponian en duda los derechos del rey, el requerimien- f0 de Cajamarca era inaceptable como base capaz de garantizar una legitimidad. Los dominicos, representantes mayores de esa cortiente, podian estar orgullosos de ser Ia primera orden presente en el territorio pero se sentian especialmente contrariados por sus vinculos con ese acontecimiento, No era facil aceptar que tno de sus correligionarios, fray Vicente de Valverde, fuera el responsable de pronunciarlo y de haber lanzado el grito de guerra. Perdida sti validez juridico Politica, los hechos de Cajamarca quedaban reducidos a una accién militar, aunque demasiado importante para ignorarla. Se intenté también resignificarlos cambidn- dolos hasta negar lo que habian sido. Cajamarca, al no cristalizar como tercer milagro de conquista, confirma, en su fracaso, que los milagros del cerco fueron luna forma de remplazar el requerimiento como fundamento para la nueva legiti- midad politica La imagen sera nuevamente la herramienta de base para la reinterpretacién, El srabado de las crénicas de 1534 era un modelo ineludible, Habia que aprovechar el carécter de punto cero de fa transmisién del mensaje cristiano de la escena sin ceder nia la justificacion de fa violencia ni a ensalzar la gesta de los encomenderos. El virrey Toledo habia utilizado probablemente una copia del grabado de Mena- 19 Xerer para cerrar la secuencla dinastica incaica que envi6 a Espafia, recuperzndo ef requerimiento como prueba de la hostilidad de Atahualpa a la difusion de la fe, 10 que confirmaba su condicién de tirano. La leyenda aclaraba que habla “procedido antes cierto requerimiento” .. Esta misma imagen serd retrabajada y transformada por los dominicos © bien poco después de la presentacion de las imagenes del cerco (1558-60) 0 para refutar la de Toledo (1572)... Un lienzo de grandes dimen- siones (fig. 26) ya desde el siglo XVII, posiblemente como respuesta y comple- mento a los de la catedtal, decora la iglesla de Santo Domingo en el Cuzco, en el ‘emplazamiento del antiguo Coricancha El inca, con su séquito, esta ahora ubicado en el centro de la composicién y ha ganado, gracias a las vestimentas convencio- nales del incalsmo, verosimilitud para el pliblico local pero no asi la vista de Cajamarca, siempre con aspecto feudal. Enmarcando al monarce aparecen en el primer plano dos grupos claramente separados: los dominicos blandiendo la cruz y los conquistadores con sus pices y lanzas. El lbro que tenia Atahualpa en fa mano izquierda se ha transformado en escudo. Salvo la flagrante omisién det libro, los cambios significativos son menores yy ‘como sucede frecuentemente cuando la imagen narrativa es de por st instficiente para fijar un mensaje univoco, un texto viene en ayuda det espectador. La leyenda relee completamente la historia tratando de mostrar que en Cajamarca los indios se habrian simplemente convertido y rendido a la cruz con s6lo verla. El rechazo del evangelio ha desaparecido tambien transformando la conquista, militer y vio- fenta, en una prodigiosa y pacifica conquista espiritual y, ef fracaso comunicativo de Valverde, en una retérica persuasiva digna de un San Vicente Ferrer. De hecho, para muchos indios, Cajamarca, o eventualmente el desembarco de Tumbes, gracias ‘2 una puesta entre paréntesis de Atahualpa, cobré el sentido no de la negacion a la difusion de la fe sino de inicio moderno e indiscutible de la era cristiena en el Perl. Poseer una verdadera genealogia de cristiano ejemplar servidor de su ma- jestad era poder remontar la cronolo- gia de la conversion de su linaje al ins tante mismo de la revelacion catélica. Guaman Poma hard que su padre reci- ba como embajador de paz de Huascar a los espafioles en “el puerto de Tunbes en [a ciudad de Caxamarca” (fig. 29) ¥ Joan de Santa Cruz Pachacutl diré que sus tatarabuelos “fueron los primeros caciques que acudieron en el tambo de Caxamarca a hazerse xplanos” Esta pintura, expuesta en. un lugar tan ppiiblico y prominente como el crucero del templo dominico, tuvo sus detracto- res.El tinico otro cuadro virreinal conser- vado que abords el tema es visualmente tuna copia bastante fiel aunque de dimen- siones més modestas (fig. 27). Eso si, se ha agregado por encima de la escena, en el cielo, las apariciones de San Mi- guel, fa Virgen de la Descension y San- 120 v > Fig, 26. Mi Anénimo curqueno. Of Corwento de Santo jagro de fa toma de Cajamarca, de Cajamarca, Cuzco, sigio XVIl_Covecoion Envico Pol, Lima. Fg. 27, La viet Los INCAS Reyes DeL PERL tiago. Los otros milagros de conquista que estos personajes representan confliyen para marcar que la escena principal no es plenamente un milagro més sino, por el contrario, el justo triunfo militar ratiicado por la posterior intervencién providen- cial del bien sobre el mal, de los cristianos sobre los indios. Las inscripciones que permiten identificar a los personajes celestes aclaran bien que,asi como “Satanas fue bensido” por el arcéngel Miguel, por obra del apéstol fueron “Ios infieles bensidos”. La larga leyenda, que desborda la cartela para invadir la escena, esta bastante mis cerca de la verdad historice que la version dominics pero pone en boca de Atahaalpa no sélo un no categérico al requerimiento —cuyo contenido esta detallado en su totalidad sin olvidar la dacién papal~ y lo convierte as! (la presencia de San Miguel, vencedor det angel rebelde induce a esa lectura), por su soberbia, en una suerte de insolente Satands politico capaz de afirmar: no “creo q[ue] haya otro mayor Sfefio} {que yo en el mundo”. La unién de motivos semejantes se encuentra en el friso de una de las portadas del pueblo de Maras con el inca y San Miguel af flanc> del monograma de Jesus (fig. 28). Esta defensa del papel de los conquistadores frente a una tradicién que los excluia de todo protagonismo es testimonio de una de las tantas guerras Iconograficas 4 en las que se traducen los contflictos y los debates politicos coloniales. Pero, mis que con proyectos radicalmente distintos desde el punto de vista visual, esta guerra se juega, con la ambigledad de imagenes intencionalmente polivalentes, en el terreno de la exégesis. En estos tiempos de negociacién, los criollos para crearse un espacio, al establecer sus propios ritos de fundacién del pacto colonial con la metrépoli eligieron ele- mentos que les dieran la mayor autonomla simbélica posible. Para el mis impor- tante, el paseo del pendén, se serviran directamente del estandarte de Pizarro conservado por el cabildo de Lima como reliquia para efectuar el reconocimiento ‘mutuo entre las autoridades urbanas y los representantes de la corona. Pero esta es mas una excepcidn que una regla: las autorepresentaciones de los criollos y descendientes de los conquistadores utilizarén las sefias de aquellos a quienes hhabian sometido y, cuando les sea necesario dar una imagen del reino de cuya tierra eran fruto, la figura del Perti serd necesariamente local y compartida a algdn nivel con los indios. A diferencia de Cortés en México, Pizarro practicamente no aparecerd en la plistica colonial, la presencia de Atahualpa era la tinica que podia otorgarle, més que un protagonismo, una figuracién. 122 5 INCAS REYES DEL PERU

S-ar putea să vă placă și