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Pentecostés

Se celebra cincuenta días después del Domingo de Pascua de Resurrección. Pone término
al tiempo pascual y configura la culminación solemne de la misma Pascua.
A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas, que en sus
orígenes tenía carácter agrícola. Se trataba de la festividad de la recolección, día de regocijo
y de acción de gracias.
Durante Pentecostés se celebra la venida del Espíritu Santo y el inicio de las actividades de
la Iglesia. Por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia
católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad.
En el cristianismo, Pentecostés es el fruto de la obra realizada por Cristo, el resultado de sus
merecimientos. En el Nuevo Testamento se dice a veces que fue el mismo Cristo
simplemente quien envió al Paráclito, también traducido como Consolador, en referencia
al Espíritu Santo.

En la Iglesia, Pentecostés es la confirmación de la promesa de Jesús: “Dentro de pocos días


seréis bautizados en el Espíritu Santo”.
Esto pone de manifiesto varios aspectos, entre los que se destacan:

 La unidad espiritual de todos los que recibieron el Espíritu de Jesús. Un solo


Cuerpo y un solo Espíritu [...]. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un
solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
(Efesios 4: 4-6)

 La constitución de una comunidad abierta a todos los pueblos. Esto se ve


simbolizado por el llamado milagro de Pentecostés: todos oían hablar a los
apóstoles en su propio idioma (Hch 2:1-11). Mientras que en la soberbia de la
construcción de la torre de Babel terminaron por confundirse todas las lenguas,
de forma que nadie podía comprender al otro a punto tal de quedar esa
construcción inconclusa (Gn 11:1-9), Pentecostés se visualiza como la
restauración de la unidad perdida en Babel.
Ven Espíritu Santo ¡Ven, Espíritu Divino!
(El himno más antiguo al Espíritu Santo)

Ven, Espíritu Santo, Ven, Espíritu Divino


manda tu luz desde el cielo.
Llena los corazones de tus fieles Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
luz que penetra las almas;
Envía, Señor, tu Espíritu. fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
Que renueve la faz de la Tierra. descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
Oh Dios, que llenaste los corazones de gozo que enjuga las lágrimas
tus fieles con la luz del Espíritu Santo; y reconforta en los duelos.
concédenos que, guiados por el mismo Entra hasta el fondo del alma,
Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos divina luz y enriquécenos.
siempre de tu consuelo. Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
Por Jesucristo Nuestro Señor. mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Amén.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
¿Qué es el Espíritu Santo?

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