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Love Books
2
STAFF
Moderadoras de Traducción
Encarni C. Mimi
Ilenna ∞Jul∞
Mich Fraser
Traductoras
∞Jul∞ Camila Cullen
Ivic15 Juliee
Dahi cjuli2516zc
Zara1789 Erinea 3
Kari hdiliwi 3
Pagan Moore
Moderadora de corrección
Jessibel
Correctoras
Jessibel
Nuwa Loss
Juliee
Ivettelaflaca
Caile
Lectura final
Jessibel
diseño
R♥bsten
indice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 4
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Sobre la autora
Sobre el Foro
5
SINOPSIS
El mayor placer viene de perder el control...
Noah Caldwell ha pasado diez años esperando el momento oportuno para
decirle a su mejor amiga Raven Crowne la verdad. Él la quiere. Con la amenaza que
lo llevó a ella en primer lugar, finalmente, detrás de él, comienzan un asunto caliente
que sólo él ha soñado. Y la realidad es mucho mejor que la fantasía. Sin embargo, la
hermosa Raven tiene su propia historia oscura, una que está tratando
desesperadamente de liberar. Pero a medida que su pasión se profundiza y se
convierte en más, su pasado se eleva desde las sombras para reclamar una última
víctima... y Noah podría perder la única persona con la que no puede vivir.
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Traducido por ∞Jul∞, Camila Cullen y Jessibel
Corregido por Nuwa Loss
Desear
14 de febrero:
Aprendí rápidamente que si quería algo tenía que trabajar para ello. Mientras mi
madre soñó infructuosamente, yo prefería la realidad. Eso no quiere decir que mi madre no
me quiere. Lo hace, con cada fibra de su ser frívola y alegre. Nuestra dinámica familia me dejó
más la figura paternal que ella, pero nunca me faltó nada y mi necesidad de control no
importaba.
Partí mi culo para obtener una beca para la universidad y obtuve un título de Bellas
Artes, así podía pasar de la nada a alguna parte. Y lo hice. En un hermoso lugar metido entre
Anchorage y Prince William Sound, compré mi propia galería en un sello de correos de una
ciudad llamada Tartok Crest. No para mi propio arte. No tengo ningún talento artístico,
aparte de ser capaz de reconocerlo. Exhibo brillantes fotografías de Alaska y una vez al año
publico esas imágenes en una colección de libros. A los turistas les encanta. Fue un paso
adelante respecto a la pequeña que era recogida constantemente por sus compañeros o
ignorada en la secundaria, como nada más que la pelusa del diente de león atrapada en una
brisa.
Desde la apertura de la galería hace seis años, mi clientela se ha disparado de artistas
locales a algunos internacionales mientras todavía mantiene el encanto íntimo. Las
proyecciones en Galería Elements están en alta demanda. Y a pesar de que todo esto parece
muy bien—un aumento de deficiencia de educación—sigo siendo una persona de poca
consecuencia. Me consumo en las sombras, dejando brillar a los artistas. Ese es su lugar, no
el mío. Simplemente les doy los medios. Me gusta mucho más esta manera, por razones que
no me atrevo a recordar o me hundo de nuevo en la oscuridad.
Así que cuando mi asistente entró en mi oficina en el segundo piso de Elements y puso
sus palmas de las manos sobre el escritorio libre el martes por la mañana, no tenía forma de
saber que éste sería el momento donde todo cambió. Una serie de fichas de dominó volcándose
con un clac, todo llevando a un final inesperado y loco. Uno del que me temo, nunca me
recuperaré.
Debido a que Nicole era una de las más cercanas a Raven como una
amiga, nunca le importaba sus interrupciones durante la jornada laboral, con
frecuencia y sin sentido como lo eran a veces. Además, Nicole era un caballo de
trabajo y Raven podía apreciar eso. Una sonrisa tiró de su boca. —¿Sí?
—No vas a creer quien está abajo. —Las palabras de Nicole salieron de prisa,
como si mantenerlas dentro provocaría una ruptura.
—Dice que es el agente de Hoan Dwell —chilló Nicole y golpeó una mano
sobre su boca.
Ella era dueña de una de sus fotografías desde muy temprano en su carrera,
de una rubia en una sábana blanca, yaciendo sobre una roca cerca de una cascada
en Argentina. ¿Qué estaba haciendo en Alaska?
Sus ojos eran de un gris frío, pero su sonrisa era ciertamente divertida. —Mi
cliente le gustaría discutir la posibilidad de una exposición en su galería.
Ella lo niveló con una mirada, levantando las cejas. —Sin ánimo de ofender,
señor Hawthorn, pero ¿por qué el señor Dwell está interesado en una pequeña
galería en Tartok Crest?
Le había costado cinco años, pero les había pagado a los inversores. La galería
era suya ahora, y estaba tan malditamente orgullosa. Parecía satisfecho con lo que
vio, inclinando su cabeza.
—¿Tan reservado que no puede establecer una conversación con alguien con
quien quiere hacer negocios?
Su tono sugería que sabía sobre sus miedos a los extraños, hombres
específicamente. Y por qué. Una gota de sudor se arrastró por su espalda. Aunque
esto podía ser enorme para la galería. Presentar a Hoan Dwell no solamente
aseguraría a Elements financieramente por algún tiempo, también aumentaría su
prestigio.
Su mirada fue a la deriva por sus hombros mientras corría a través de las
opciones en su mente. Tendría que ser una ubicación cerca de Anchorage, con un
estacionamiento bien iluminado. Italiano era muy problemático, pero Salvatore
tenía cabinas bastante apartadas para que tuvieran una apariencia de privacidad.
Gino la dejaría aparcar justo en el frente y la vería subirse a su carro si fuera
necesario. Lo había usado antes para catering y aperturas.
Miro hacia arriba y le dio la dirección al Sr. Hawthorn. —No puedo hacerlo
esta semana, no hasta el viernes.
Asintió una vez. —El viernes a las siete. Le transmitiré esto al Sr. Dwell. —
Metió la mano en su bolsillo del interior de su chaqueta de nuevo—. He sido
instruido de darle esto si aceptaba ir a la cena.
Estuvo de pie por varios momentos después de que se fue, miró en blanco al
sobre. Había recibido otros como estos por un cargador, sin dirección para regresarlo
y sin firma. Una cada año en su cumpleaños por los pasados cinco años. En una
ocasión, sin una razón aparente había recibido otras tres. Ocho en total, y todas las
ocho golpeando sus pensamientos directo en una órbita sin gravedad para anclar. 12
Habían sido anónimas, cartas escritas a mano. Hasta ahora. ¿Significaba que
habían sido de Hoan Dwell todo el tiempo? Presionó su palma fría en su frente. ¿Qué
estaba haciendo alguien como ella en su radar? Miró el sobre, quería rasgarlo para
abrirlo y leer las sensuales palabras que sabía que habría dentro.
—Sí. —El sobre pesaba en sus manos. Necesitaba salir de ahí. La carta no
podía ser leída donde nadie pudiera ver sus reacciones. Además, Noah iba a venir
para cenar y aún necesitaba detenerse en el supermercado—. Iré temprano a casa.
¿Por qué no cierras y terminas el día?
Una sonrisa curvó sus labios—. Te veré mañana. Gracias otra vez por el
brazalete.
Noah había encontrado las cartas divertidas, declarando que debería estar
halagada. Raven no estaba tan segura. Pero el tiempo pasó y nada más que cartas
habían venido. Excepto que ahora sabía quién las mandaba y él quería reunirse con
ella.
Incapaz de soportar más el suspenso, levantó la tapa del sobre rosa pálido y
sacó la tarjeta adornada. El móvil siempre era el mismo, una tarjeta crema estampada
en relieve con un lazo cubriéndola. Simple y elegante. Femenino.
Señorita Crowne,
El momento ha llegado. Te he visto desde lejos por muchos años. Eres la belleza
personificada y el deseo sexual exaltado. He mantenido mi distancia, imaginando el día que
podría reclamar esa boca inteligente en un beso y asolarte de la manera que te mereces. Creo
que ambos estamos listos. Te conozco, y ahora me conocerás.
Él siempre las firmaba de esa forma. Siempre tuyo. Nunca hubo nada
amenazante sobre las cartas, aparte de que él descaradamente declarara que la
vigilaba. La calidad sensual de sus palabras se apoderaban de ella, dejándola
caliente y adolorida. Y avergonzada. Solo eran palabras en papel, pero para alguien
como ella, quien odiaba la atención, fue un raro obsequio saber que estaba siendo 14
deseada por un hombre a este grado.
Fue verdaderamente una pena que ellos nunca durmieron juntos cuando se
conocieron por primera vez. Solo para probar las aguas. Después de todo este
tiempo, creo, hubiera sido embarazoso. Nunca pareció interesado en ella de esa
manera y la curiosidad de ella había sido breve en ese entonces. Noah fue el único
hombre en el que confió en la actualidad. Hubiera sido poco inteligente enfocarse en
cualquier otra cosa que en lo que ellos tenían. Almas gemelas en forma de buenos
amigos. Ella se preguntaba qué la hizo pensar en viejos recuerdos ahora. Tal vez la
manifestación de otra carta. Siempre la desquiciaba.
Ella no era fácil de complacer y ese era parte del problema, del por qué había
estado estancada en esta rutina por los pasados meses. O años. Jamás se sentía...
satisfecha—. No estamos saliendo. Si lo estuviéramos, me podías comprar rosas y
diamantes. Soy feliz con estas. Puedes vaciar tu cuenta de banco en la puerta
giratoria de la mujer con la que duermes —Sonriendo ampliamente en sentido 15
figurado, alcanzó un jarrón y lo llenó de agua, poniendo las flores en ella—. En serio,
me encantan.
La conversación que ella quería tener con él sobre el asunto necesitaba ser
tratado ligeramente. Por mucho que amara a Noah, no había manera que ella fuese
a su cuarto metafórico con él. Ella quería, necesitaba su consejo, pensó.
Lentamente, su mirada se alzó hacia la de ella. Sin decir nada, levantó la carta
y la examinó antes de tirarla. —¿Qué quieres hacer?
—¿Pero qué?
Noah cruzó sus manos. —Ha tomando seis años para iniciar un encuentro.
Un comportamiento extraño de un asesino en serie, si fuese uno. —Dio un paso al
frente, como si la fuera a tocar, pero se retractó rápidamente y apoyó sus manos
detrás de él en el mostrador. 16
Por lo que sea, ellos nunca se habían tocado. Ellos no se habían abrazado o
besado en la mejilla o tan siquiera se habían dado una palmadita uno al otro en el
brazo, en todos estos años que fueron amigos. Por si fuera extraño, ella apreciaba la
rareza en ello. Raven tuvo la clara impresión de que ellos tenían una regla no
hablada para su beneficio, aunque nunca fue algo que hubiesen discutido.
Él la estudió en esa forma intencionada que ella había cultivado para estar
cómoda. De todas sus bromas, había tenido un lado serio desde que sus padres
murieron, poco después de su segundo año. —¿Lo vas a hacer? ¿Conocerlo?
Ella se volvió y sacó las papas asadas del horno. —Dije que lo haría. Le dije a
su agente, por lo tanto cuando él regrese a la oficina hoy.
Con movimientos tensos puso la mesa. —Como mi amigo, ¿no deberías estar
temeroso de que me vaya a picar en pequeños pedazos y alimentar a los osos?
Él suspiró. —No.
—Mi equipo de seguridad te llevará desde y hacia donde quiera que vayas.
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Su equipo de seguridad. Bueno, eso era nuevo. Realmente, ella nunca había
visto por si misma a ningún hombre, aparte de Max, quien había sido guardia de
Noah desde... Ella se rascó la cabeza. Desde nunca.
Noah fue hijo único de un pasado senador del estado de New Jersey quien
había golpeado el extremo equivocado de un parche de hielo, a ochenta millas, con
su esposa en el asiento del pasajero. La familia le había dejado dinero, pero Noah
acumuló más de lo que supo hacer después de la universidad, cuando su aventura
comenzó a tomarlo por sorpresa. Su tiempo y recursos fueron valorados. Algunas
personas tomaron ventaja de eso. Además, tanta riqueza trajo a todos los locos. Dos
años atrás, Noah había recibido un disparo por el reloj que llevaba puesto. Tan
hermoso y escénico como fue Anchorage, la tasa de abuso de drogas estaba cerca de
ser el más alto de la ciudad, como fue la taza de suicidio. La gente estaba
desesperada.
—No tengo. Tengo una sirvienta que ocasionalmente cocina para mí. Y ella
no es tan buena como tú.
Ella ríe mientras él trata de encoger los hombros. Él podía hacer eso por ella
todo el tiempo. Dejarla de enloquecida a eso está mejor en tres segundos fijos. —Siete
días a la semana es difícilmente ocasional.
—Lo que me recuerda que tengo que aplazar nuestra típica cena de esta
semana. Voy a conocerlo.... esa noche. —Arremolinó el vino en su copa—. Me gusta
cocinar, especialmente para ti porque tú lo valoras. —Además, ella estaba mucho
más cómoda en casa con él, en sus pijamas. Estaba comenzando a arrepentirse de su
decisión de conocer al señor Dwell. Otra vez. ¿Por qué aventurar fuera de lo normal
cuando ha tenido la perfección en su mejor amigo aquí? —Me preocupo por ti
también. 18
Acabando con el resto del vino, él llenó rápidamente la copa. ¿Qué ha pasado
con él ésta noche? Estaba melancólico y si no lo conociera mejor, juraría que estaba
nervioso también. Quizás solo tuvo un mal día en el trabajo. Ser el dueño de
Gallivanting Adventure, sin haber salido por los senderos o botes o en los aviones,
tanto como quisiera. Odiaba estar varado detrás de un escritorio.
Ella sacudió su cabeza. Tenía que haber algo realmente mal con él si le llevó
tanto tiempo para comenzar. Todo esto preguntando si era discutible. Todo lo que
pasaría llegada la noche del viernes era una cena, una discusión de negocios sobre
una demostración de su trabajo y entonces, ella se iría a casa.
Sola.
Puso las cartas de vuelta en el interior de la caja, sus nudillos rozaron algo 19
frio. Sus dedos se cerraron alrededor de la piedra pulida y la removió. No más largo
que un dedal, cabía en la palma de su mano. Tenía que caber en su mano cuando
solo era una niña también. La única cosa que tuvo de su vida antes de que su madre
la adoptara, era esto. Solo una piedra y algunos vagos recuerdos.
Dejó escapar un soplo de aliento. Raven iba a enojarse. Ella odiaba las
sorpresas, odiaba cualquier cosa que no encajara en su perfecto orden. ¿Y no era ésta
la mayor mentira de todas? Sí, mi mejor amiga. Soy el famoso fotógrafo que has admirado
por años y el hombre que te admira. Durante los diez años de mierda. Seis de los cuales
había estado escribiéndole a ella, secretamente.
Había tenido sus razones para no dar un paso adelante. Maldita buenas
razones. Aún no estaba seguro de si esta era una buena movida. Había más que el
peligro de perder su implicada amistad, tal como Raven perdería su vida si las
personas equivocadas se enteraran. Estaba seguro por las personas correctas que las
cosas estaban finalmente establecidas en ese aspecto. Nunca la arriesgaría, por nada,
pero maldición, si pudiera hacer esto más seguido. Semana tras semana. Cenas,
películas y risas. Pretendiendo no desearla. Observándola pelear en la oscuridad y
actuando como si ella no deseara más. Había querido ser más que un tercio de su
vida.
—Ella está aquí —Max Gerard levantó la mirada del teléfono, cerca de la
entrada al salón privado—. El auto se detuvo.
Noah se apartó de su guardaespaldas y cerró sus ojos. Ácido corroía por sus
entrañas mientras su corazón empujó contra sus costillas. Diez años se reducían a lo
que sucedería en los próximos diez segundos.
Su mirada recorrió la penumbra de la sala doce por doce. La única mesa era
la de ellos, pequeña e íntima, decorada con un mantel blanco y una vela. En la crema
pared estucada habían impresos de Italia que los padres de Gino trajeron cuando
adquirieron la ciudadanía. Noah lo supo porque una vez le preguntó durante una
cena para celebrar la graduación de Raven y él. El olor del pollo a la cacerola entró
desde la cocina, volcando su estómago. ¿Cómo se suponía que comiera? Luego, otra
vez, lo que requeriría que ella esperara el tiempo suficiente para que la cena fuera
servida.
Ella vestía un vestido rojo que había visto usar para las inauguraciones, uno 21
que se ajustaba a sus delgadas curvas y se detenía justo sobre la rodilla. Su cabello
negro estaba suelto, le encantaba suelto, y arrastrado solo hasta donde sus
omoplatos se recortaron. No era la primera vez, el contraste de su piel de alabastro
a su cabello de ébano, robaba su aliento.
Blanca Nieves, podía parecer, pero lo que vivía en su interior es el Gran Lobo
Malvado.
Sus labios rojos, abiertos en conmoción. Sus ojos pardos como gatos, los
cuales tenían motas color miel que él no podía ver en la distancia, pero sabía que
estaban allí, redondeados como si estuviera congelada dentro de la puerta. Miró
alrededor de la sala y rápidamente de nuevo a él, apretando su bolsa negra.
Dejó sus manos en los bolsillos cuando lo que quería era sumergirlas en su
cabello, mantuvo una postura y expresión neutral para no asustarla. El asintió con
la cabeza a Max. Su guardaespaldas se marchó de la sala en silencio.
La miró de vuelta y tragó forzado. —Creo que sabes por qué. Toma solo un
momento para pensarlo.
El arco de sus cejas se unieron al pensar. La esperó desde el otro lado de la
sala. Él supo el momento en que las piezas encajaron en su mente por la caída súbita
de su mandíbula. Ella descubrió el algoritmo de cambiar las cartas a su nombre en
todo. Noah Cadwell. Hoan Dwell. Había alentado conversar sobre su alter ego
cuando sacó su nombre una y otra vez, su mente inteligente lo descubrió pronto.
Hábilmente había evitado el tema hasta que llegó el momento de decirle la verdad.
¿Era eso un no consternado o un vaya mierda no? Con cautela, dio un paso al
frente.
—Sí.
Presionó una mano sobre su frente y miró hacia el cielo. —Soy una idiota.
Él apretó sus dientes. —No eres una idiota. Tuve cuidado de no...
Bastante tiempo pasó antes de que ella caminara hacia la mesa y se sentara.
Rodeando su silla, escogió la que estaba cerca de ella en lugar de la del otro lado.
Bajó su bolso y evitó su mirada.
Por primera vez en su amistad, él la tocó. Más que un abrazo casual para una
foto o palmadita en el hombro. Solo fue el roce de sus nudillos sobre la palma de su
mano, pero el impacto fue abrumador. Su piel era tan suave como se veía. Puso su
mano en el regazo, viendo su reacción. Los dedos de ella se flexionaron en la mesa,
pero no ofreció nada más. Se quedó mirando al espacio entre ellos.
Levantó su mirada hacia él, las motas doradas nadando en chocolate caliente.
—¿Eres tú?
Sirvió dos copas de vino, se inclinó hacia atrás en su silla, tratando de
encontrar las palabras. —Hay cosas sobre mis tempranos años que me impiden ser
el centro de la atención. Demasiada atención podría traer a personas del pasado. Es
por eso que tengo un seudónimo.
Jugueteando con el tallo de la copa, suspiró. —Del tipo que podría herir a
aquellos que amo para llegar a mí. —O llegar a alguien en específico, pero mejor se
dedica a si mismo por el momento. Teniendo su total atención, levantó la comisura
de sus labios en una sonrisa—. Ha tomado muchos años, pero esa parte de mi pasado
ha sido reconciliada. No puedo más que decirte la verdad ahora que puedo apagar
mi chispa creativa y parar de tomar fotos.
—Confío en ti. Son ellos, no yo. Por tu propia seguridad, tenía que ser de ésta
manera.
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Ella le ofreció una sacudida ligera de cabeza, mirando temerosa por primera
vez en su presencia. —¿En qué te metiste? ¿Qué es todo esto?
Tomó la púa y simuló que no rasgó sus órganos. —Mi omisión de éste
incidente en particular provocó la necesidad de mentir sobre Hoan Dwell. Todo lo
demás fue cierto —la mayor parte.
A solas de nuevo, él la estudió. No podía tener una idea de cómo iba. ¿Cómo
estuvo eso del poder?. —Mírame.
Brevemente, cerró sus ojos antes de darle un vistazo. —Algún día te diré todo.
Por ahora solo confía en que no te haré daño. Mentí, así que no podías ser herida.
—Debería haber mantenido la parte sobre su pasado fuera de la ecuación, pero
dejarle saber después solo la haría enfurecer. Razonablemente así. La perdería para
bien. Y luego volvería. No podía ocultarse a sí mismo, a partir de esto, nunca más.
Necesitaba ver a dónde lo condujo.
Más que eso, lo necesitaba. Ella vivió tras el control y la razón, nunca sintió la
magnitud de lo que podía ser. Él esperaba que estuviera lo suficientemente sólido
en su zona de confort para que ella lo soltara. Tenía sus propios problemas de
control, pero al menos sabía por qué estaban en su lugar.
¿A dónde iba con esto? —He sido un millonario por más de la mitad de
nuestra amistad. —Nunca le había molestado antes.
Estaba estirando las cosas a un margen, pero estaba bastante cerca. No tiene
sentido que lo diga. No le gustaba la forma en que ella estaba usando la tercera
persona para distanciarse de él tampoco. —¿Qué tiene que ver el dinero con nada?
Noah atrapó su mano antes de que ella retrocediera, el pánico hizo que sus
dedos se apretaran. —No te vayas. No hemos... terminado. —Ni siquiera habían
abordado lo que realmente la había traído aquí.
Ella se detuvo y tragó fuertemente, con la mirada fija en el suelo. Esta no era
ella. Raven podía tener basura en su mirada pero siempre salía a flote. Presionada a
través de los problemas como si ella luchara su depresión porque era lo menos
parecido a una persona débil.
Agachó su cabeza para mirarla a los ojos. —Sigo siendo el mismo chico. —
Esta era la tercera vez que decía eso, pero no la estaba tranquilizando—. Por favor,
vuelve a sentarte. 25
Después de lo que debió haber sido una batalla interna severa, finalmente
asintió y reclamó su asiento. Llevó aire a sus pulmones, ignorando que había estado
reteniendo su aliento. Excepto ahora, que no tenía idea de cómo tratar brevemente
el tema de... Ellos. Había tenido diez años para dragar un trillón de variaciones de
esta conversación, pero nada parecía adecuado cuando se enfrentó al momento.
Noah miró a Raven por una respuesta, pero estaba petrificada en su asiento.
Miró a Gino. —Por supuesto. Tráelo.
Raven pellizcó su frente. Noah no tuvo tiempo de decir más porque Gino
regresó y dos humeantes platos de comida fueron puestos al frente de cada uno de
ellos.
Solos otra vez, empujó el pollo por el plato y se rindió. Su estómago no podía
soportar la comida, no con ella sentada ahí, como si le hubiera dado una bofetada.
Sacó un sobre del bolsillo de su pecho y lo deslizó a través de la mesa.
Ella miró el familiar papel. Sus labios boquiabiertos, igual a sus ojos.
Él había estado en una sesión de fotos en Paris cuando había sido diseñado.
Femenino, duradero y único, le recordaba a ella. Así que, compro dos cajas y se
convirtió en su admirador secreto. Al mismo tiempo, era la única manera que podía
tenerla. Escribió sobre las cosas que él quería hacer, como le dolía tocar y dejarlo, al
enviar una cada año en su cumpleaños.
—Ábrela —dijo.
¿Qué fue esa desilusión en su tono de voz? Se preguntaba cómo las cartas la
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habían afectado. Ella había, por supuesto, hablado de ellas cuando llegaban, pero
nunca había dado ninguna indicación de cómo se sentía. ¿La había encendido,
deseando tocarse a sí misma? ¿Se había sonrojado cuando leía sus palabras y
deseos?
Se inclinó hacia adelante. —Ahora sabes todo. Lo que quiero, lo que siempre
he querido y quien soy. Cualquier cosa que deseo retransmitir... o hacer... será
directamente a ti. No más cartas.
Pero lo hizo. Ah, el quería mucho más. Lo que comenzó como respeto hacia
ella, como amigos, creció en admiración como mujer, luego se redujo en la más feroz
necesidad de tenerla. —¿Alguna vez has pensado sobre eso? Tú y yo. Más.
—No —dijo ella rápidamente. Demasiado rápido para ser cierto—. Bueno,
quizás cuando nos conocimos por vez primera hubo atracción. Pero la cosa de
amigos… —sacudió su cabeza—. Supongo que solo lo puse fuera de mi mente.
Nunca creí que me vieras como eso.
—Te deseo. —Como si ella no se hubiese dado cuenta de eso por ahora, él lo
recalcó. Tal vez, escucharlo de sus labios conseguiría tenerla en el juego. Cuajar la
verdad.
—Nunca has entrado en una relación tampoco. —Aún no veía a Raven con
un hombre. Él supo que los tuvo, muchos, basado en el cálculo de sus
conversaciones, pero estuvieron por corto tiempo y ella siempre se alejaba. Era
solamente para liberarse. Ella también había estado muy insatisfecha con su vida
sexual. Había dicho ella misma.
Ahora estaban llegando a algún lugar. Noah apenas tuvo tiempo de registrar
el alivio. Cuando todo fue dicho y hecho, no quería perder lo que tuvieron antes de
que ella conociera la verdad. Tomó un sorbo de vino, sosteniendo su mirada—. Lo
que soy después es visceral. Básico. Tu y yo, dándonos placer el uno al otro.
Si él pensaba, por un segundo, que ese era el caso, no debería estar aquí. Podía
contar con una mano el número de personas en la que él confiaba y ella era una de
ellas. —Somos una raza diferente de personas, Raven. Tu y yo no somos como los
demás. Podemos mantener los sentimientos lejos del sexo. —Se perdió en sus bellos
rasgos y sintió su sexo ponerse semiduro—. Un mes. Eso es lo que soy después, lo
que estoy proponiendo.
Se echó hacia atrás, con los ojos completamente abiertos una vez más. —¿Es
esta la parte cuando dejas escapar un contrato? ¿Poniendo limites difíciles y
dándome un mundo seguro? —Sus ojos se redujeron—. No soy sumisa, Noah.
Él se detuvo.
Oh, por supuesto que no. De ninguna manera. ¿Se había equivocado con ella?
Eso seguramente cambiaba las cosas. Aún cuando él no fuera sumiso, nunca lo sería,
no se arriesgó a responder, sintiendo que crecía el deseo contra su entrepierna. —
No estoy dentro del sadomasoquismo. Maniatar tal vez. Definitivamente juguetes.
¿Pero latigazos, flagelaciones y collares? Ni tan siquiera un poco. —No es que
hubiese algo malo con esa palabra, solo que no era lo suyo.
Retornando su mirada hacia él, dejó escapar el aliento aliviada, relajando sus
rasgos. ¿Por qué ella no había denegado la sugerencia si ella no era una dominatriz?
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Su mirada buscó la de él. —¿Entonces qué? ¿Por qué un mes?
—Si. No quiero insultar a Gino después que se metió en todo este lio. Por otro
lado, conociéndote, no has comido o dormido mucho desde que mi agente entró en
tu oficina el martes. ¿Estoy en lo correcto?
Sin más, ella regresó a la vieja Raven. Un toque de sus labios y levantó su
tenedor. —Lo admito.
Levantó sus cejas. —¿Lo ha sido alguna vez antes? ¿Para ti? ¿Habías querido
casarte y tener niños perfectos de cabello oscuro, después de tener sexo con alguna
de tus parejas?
Sabía que la respuesta era no. Cualquier otra posibilidad y ella estaría
descalza y embarazada. Cada chico en el que puso sus ojos, capturaría la luna en
una caja si ella deseara tal cosa. Si ella no era la otra mitad de la totalidad de alguien,
fue porque no quiso ser.
Raven suspiró. —Sabes que no lo tengo. Pero nos conocemos el uno al otro. 29
¿No piensas que eso hace la diferencia?
Arrastrando su silla hacia atrás, él tomó las manos de ella y las dibujó,
atrapando sus rodillas con las de él. Cuando atrapó su aliento, se inclinó más de
cerca e inhaló la esencia en la curva de su cuello, en donde su pulso se agitó
salvajemente.
Lluvia. Ella olía como la lluvia. A través de los años, se preguntaba como ella
había logrado dominar eso y aún no había visto una tormenta en donde no pensara
en ella.
Era la mitad del lunes, y sin ningún progreso en cuanto al trabajo. Raven no
podía sacar a Noah de su cabeza.
Por diez años habían sido amigos y nunca lo sospecho. Nunca sospechó de su
otra personalidad o la atracción por ella. Peor aún, no podía decidir qué hacer con
respecto al viernes. ¿Debería ir a su departamento?
Dios. Él era Hoan Dwell. Rico, misterioso, el sexy Hoan Dwell. El hombre
quien capturaba a las mujeres a través de su lente con una habilidad innata. A Noah
le había gustado la fotografía en la universidad. Solía llevar la cámara a donde quiera
que iba. Habían pasado años desde que lo había visto con una. ¿Entonces así podía
ocultar mejor lo que estaba haciendo? ¿Quién era él?
Era como dos personas diferentes. El cómodo amigo, al cual podía decirle
todo y el intenso artista. Las cosas que dijo, la forma en que las dijo… ¡Las cartas!
Probablemente sus nervios sólo eran por Noah. El viernes pasado había
lanzado su mundo fuera de su eje.
—¿Alguna vez me dirás cómo fue el encuentro con Hoan Dwell? ¿Haremos
alguna de sus exhibiciones?
Dios. Ahora sentiría que le tenía que mentir a Nicole para protegerlo. Esto era
una espiral fuera de control. —Es… no es lo que esperaba. —Casi se río de la
subestimación.
Fue el momento de Raven para reír. —No loco o solitario. Sólo muy privado.
Riéndose de nuevo, cogió la botella de agua. —Sí, muy atractivo. —De nuevo
eufemismo. Nicole moriría si alguna vez descubría que Hoan era Noah. Ellos corrían
en los mismos círculos, a menudo salían juntos, pero Nicole albergaba un
enamoramiento secreto por Noah.
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—Bien —dijo y se echó su cabello largo por encima del hombro. —Espero
poder encontrarme con él.
Raven se mordió el labio inferior. Nicole era la chica típica para Noah. Bonita,
con curvas y rubia. Noah no le presentaba todas sus citas, pero sí hablaba de ellas y
del tipo exactamente que le atraían. No como ella. ¿Entonces, por qué su interés? Por
otra parte, Hoan no tenía gustos definidos con sus modelos. Delgadas, voluptuosas,
altas, bajas, con piel oscura, blancas… no discriminaba. Se preguntó si se llevaba a
todas a la cama.
Después del almuerzo, empezó a jugar con los volantes promocionales para
su próxima exposición en una semana, hasta que se hicieron las dos de la tarde.
Nicole lo envió derecho, para que ella pudiera cerrar el programa y justo a tiempo
para saludarlo.
Vincent Soreno medía 1.80 metros de altura, con una cabeza afeitada y
músculos fuertes. Era más joven de lo que esperaba. ¿Treinta y algo de años, tal vez?
Una manga de tatuajes corría por todo su brazo. En una mano llevaba una chaqueta
de cuero, en la otra un casco. Una playera blanca moldeaba su enorme pecho como
una segunda piel y sus vaqueros estaban rotos. Desde luego no se vistió para esta
reunión. ¿Este hombre tomaba fotos de boda?
Una duda surgió, pero ella le hizo un gesto hacia la silla. Una rápida mirada
le dijo que Nicole estaba ayudando a unos clientes en el salón, por lo que Raven
estaba sola. Su guardia de seguridad, Duane, estaba cerca de la mesa de Nicole,
mirando tanto a Nicole como al segundo piso.
Raven se sentó y forzó una sonrisa. —Así que, usted es de la costa este. ¿De
dónde exactamente?
Cuando habló, juró que la tierra tembló por su profunda voz. —Queens,
Nueva York. Mi familia es propietaria de una pizzería. Hago fotos de boda en
segundo lugar.
Él asintió.
Esto era como hablar con una pared. —Vamos a ver lo que tomaste y tienes
de allí.
—No.
Ella dejó escapar una respiración tranquila. Talentoso o no, esto era para ser
discutido, no quería trabajar con el tipo. Pero entró en este negocio para ayudar a los
artistas que luchaban, así que, ¿por qué no dejar los sentimientos tontos?
Tratando de aceptar sus palabras como lo que eran y no como una amenaza,
se levantó y le tendió la mano. —Fue un placer conocerlo. Hablaremos pronto. —La
próxima vez, con seguridad en el lugar. 35
Insegura, sin saber si era la intranquilidad de la entrevista con Vincent Soreno
o la bomba que Noah le lanzó a sus pies, Raven estuvo nerviosa el resto de la semana.
Tenía esa urgente necesidad de mirar sobre sus hombros a dondequiera que iba y se
encontró a si misma verificando triplemente las cerraduras del apartamento en la
noche. Tan descabellado como sonaba, sentía como si estuviese siendo vigilada.
Se puso sus vaqueros ajustados con unas botas negras de cuero a la rodilla y
un jersey color zafiro que se ajustaba a su pecho y se cruzaba en la baja espalda. Sexy
pero no estridente. Casual, no demasiado ávido. ¿Desde cuándo vestirse para ver a
Noah requería cinco cambios de vestuarios?
Empuñando su cabello, el cual había dejado suelto, se volvió al espejo y
caminó de un lado a otro. ¿No había estado atrapada en la rutina? ¿Sexualmente
frustrada y trepando paredes? Habían pasado dos meses desde que puso un pie
dentro del club para estudiar a otra pareja de contacto. Dos meses, sin sexo. Sin
liberarse de tensiones y sin ejercer control.
Noah podría curar eso. Se lo había ofrecido. Ellos tenían que hablar sobre
logística, ¿pero cuál sería el daño? Tenía la razón. La manera en que veían el sexo
era recíproco. La amistad, siempre y cuando mantuviera su parte del trato,
permanecería intacta.
—Bien, señorita Crowne. Mucho tiempo sin verla. —Las arrugas alrededor
de sus ojos se intensificaron cuando sonrió. Lyle, un viejo hombre negro y flaco como
el demonio, no podía ofrecer mucho como seguridad, asumió, pero los visitantes
necesitaban una llave para entrar al edificio, si mencionar el uso de los elevadores.
Probablemente, el estaba ahí por apariencias.
En vez de usar su llave, tocó a la puerta. La suave nota de jazz pulsó detrás
del sólido roble. Prefería el rock a todo volumen para ella. Justo cuando estaba por
tocar otra vez, la puerta se abrió desde el interior y la silueta de Noah llenó el
espacio.
Una esquina de su boca se arqueó. —Pensé que te dije que usaras el traje rojo.
—¿Cuándo has sabido de alguna vez que haya seguido ordenes? Además,
puede que no esté aquí por tu... oferta. Tal vez vine para discutir la demostración de
Hoan para Elements. —O quizás podría mentir, añadiendo entre dientes, su
resumen del día.
Por diez años había desconectado la parte de su mente que le permitía pensar
en cualquiera que no fuese solo Noah. Ahora lo estaba ingiriendo, considerándolo. 38
Tenía razón sobre unas cuantas cosas. Podría ser muy bueno entre ellos. Había
pasado mucho tiempo desde que sintió ese golpe de lujuria.
Vertiginosa.
Tomó un gran sorbo, aún no había saboreado el vino cuando rastreó el cálido
sendero de su vientre. —¿Qué vamos a cenar?
—Eso aún está por verse. Seguí la receta, así que ya veremos. —Sacó una silla,
esperando que se sentara.
—No le veo el punto. Te dije lo que quería. Finalmente puedo ser honesto con
mi deseo de tenerte. No creo que entiendas simplemente cuán frustrante han sido
los últimos diez años.
Dejando su vaso, empujó el bol vacío. —Estoy más que deseoso de hacer una
exhibición con Elements en cualquier momento que quieras, con el entendimiento
que mi agente me represente en el espectáculo. Hoan no hace apariciones.
Todavía no entendía qué era tan importante acerca del secretismo, pero
asintió, confiando en él. —Bien. Le diré a Nicole que mire nuestro horario y que
arregle cuando nos va bien a los dos. ¿Tienes algunas piezas nuevas?
Cruzó sus brazos sobre su pecho y se reclinó. —Varias. —La pausa fue larga 40
y pudo ver que quería decir más. Mirando al techo, suspiró y después volvió su
mirada azul a la suya. —Quiero que poses para mí.
—¿Qué?
Cerró su boca. —No soy modelo. —Era atractiva, seguro. ¿Pero sexy en la
manera que quería a sus chicas? Para nada.
—No, Noah. Yo no… Odio la idea. —Ser el foco de todos esos ojos cuando las
fotografías se hicieran públicas, ser el centro de toda esa atención indeseada hacía
que un temblor violento cortara a través de su cuerpo.
Y eso era la otra cosa. Pero primero… —¿Duermes con todas tus modelos?
—No, para nada. Las mujeres con las que he estado, las de por aquí, fueron
solo un trato de una noche. No podría arriesgar largas relaciones para que hubiera
sospechas sobre ellas. Tu eres una amiga y estabas alrededor antes… —Sacude su
cabeza. —El arreglo de Hoan es diferente. Las sesiones de fotos toman entre una
semana y dos, y está bajo una identidad desconocida. Podría ser un poco más laxo
con él.
Las modales hicieron que quisiera discutir y ayudarle a limpiar la mesa, pero
no estaba segura de qué hacer con su conversación y necesitaba un momento. 41
Cogiendo su vaso, fue hacia las puertas del balcón al lado de la chimenea de piedra.
Las llamas crepitaban y siseaban, creando una calidez que contrastaba con las
corrientes de los suelos de madera.
¿Qué demonios estaba haciendo allí? ¿Con Noah, entre todo el mundo? El
sólido, estable y perfecto para la paz de su mente, Noah. ¿De verdad le había
conocido alguna vez? ¿Fue todo lo que compartieron todos estos años, sólo un medio
para el sexo? El tipo de sexo que no podía darle.
Pero la había llamado bebé. Un apodo o término de cariño que nunca había
usado.
Sus manos fueron por sus costillas y alrededor de su cuerpo, atrayéndola más
cerca de él. La dura cresta de su erección presionada en su espalda y la realización
de la semana pasada le llegó. Aturdida, todo lo que pasó parecía como una historia
en un libro, no su vida. Realidad, su realidad, nunca hubiera sido así. Artistas
hermosos billonarios no la hacían perder la cabeza, escribirle ardientes cartas de un
admirador secreto, y clamar que querían asolar su cuerpo de arriba a abajo.
Nunca apartando su mirada de la suya, fue a matar. Dejó que sus párpados
se cerraran, esperando que la besara, su corazón palpitando con anticipación. Sus
dedos agarrados al suave algodón de su camiseta, cogiendo el material en sus puños
atrapados entre sus cuerpos. Inclinó su cabeza, ofreciéndose a él de una manera que
no había hecho por nadie más.
Los segundos pasaron. Cuando rozó su nariz con la de ella, abrió los ojos y
supo que estaba esperando pacientemente por… algo. ¿Qué?
—Di que sí, Raven. Date cuenta de que soy yo y di que sí.
—Sí
4
Traducido por Juliee & Jessibel
Corregido por Juliee
El sí de sus labios lo llevó casi hasta sus rodillas, pero Noah forzó a su cuerpo
a bajar despacio y tomar su boca con el tiempo que quería darle al resto de su cuerpo.
Rozó sus labios con los de ella y sonrió cuando su suspiro se mezcló con el
suyo. Aplicando más presión, lamió la esquina de su boca y la engatusó para entrar.
Vacilante al principio, como si nunca hubiera besado antes, se estremeció contra él.
Después de un breve momento, se suavizó y se abrió. En el segundo en el que se
unieron sus lenguas, la cordura fue un recuerdo.
¿Miedo? ¿Qué podría haber hecho que posiblemente pusiera el pánico en sus
ojos?
—¿Raven?
Cerrando sus ojos, sopló hacia fuera un suspiro. —Espera aquí un minuto.
Estaré de regreso.
Sí, todo parecía igual, así que ¿por qué sintió como si hubiera caminado en
una versión alternativa de la realidad? Tenía que ser el hecho de que finalmente
había tenido sus manos sobre ella sólo para ser cortos estiramientos. O simplemente
verla en su espacio íntimo, donde ninguna otra mujer había estado alguna vez,
podría ser el culpable.
—Preguntaste si era una dominatriz. No lo soy, pero tengo que tener...
control. No puedo tener sexo sin eso. Lo que acaba de suceder es el resultado si lo
intento.
No estaba...
Si era posible, sus mejillas se enrojecieron aún más. Su mirada saltó al suelo
en respuesta.
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Sacudiendo su cabeza, consideró esto. Sus estilo de muebles era un diseño de
trineo. No había nada para restringirlo, incluso si pensó que podría cumplirlo. Y
sinceramente, no pensaba que fuera capaz. Tenía sus propios problemas de control.
Sin duda, jugó con los juguetes, a veces esposas, pero nunca fue uno de ellos.
Frente a frente una vez más, levantó sus cejas en cuestión. —¿Qué quieres
decir? Nadie me hizo nada.
Tragó duro y apenas frenó su temperamento. —Algo tuvo que hacerte que
necesitaras esto. Estamos hablando aquí tú y yo, Raven. No puedes confiar incluso
en mi para no lastimarte. Quiero saberlo. Ahora.
Mordió su labio y miró sobre su hombro, sin ver el balcón o la vista, estaba
seguro, pero eso que había sucedido hace tanto tiempo hizo que su rostro se torciera
por el malestar.
Agitó su mano cuando se estaba parando. —No era el estilo de vida lo que
me estaba mostrando. Quería que supiera que no estaba sola en mis necesidades.
Era más fácil encontrar parejas que estaban dispuestos a ser esposados que en el 46
mundo real.
Maldición otra vez. ¿Todavía va? La miró, entre las emociones que no podía
comenzar a poner un nombre. —Algo tuvo que desencadenar el primer episodio.
La quería. Siempre lo había hecho. Si fuera posible, la quería más que nunca.
Comprender ahora por qué había estado insatisfecha con sus parejas, aumentó la
necesidad de reclamarla y probar que era mejor de lo que se imaginaba. Una feroz
bestia dentro de él. Más que eso, la quería para experimentar todos los placeres
posibles, que no podía hacer si estaba inmóvil.
Un paso a la vez. Eso era todo. Le haría falta ir por etapas para llegar a su
meta hasta que confiara en sí misma, confiara en él. Y para hacer eso, tenía que ceder
el control.
Sus hombros se apretaron cuando miró las esposas. Sólo por ella, lo intentaría.
Porque por encima de todo, tenía su confianza. Sólo esperaba que no tuviera un
ataque de pánico en el proceso.
Nunca quitó los ojos de ella, poniendo las esposas alrededor de sus muñecas,
dejando poco espacio de maniobra. —Te estoy dando lo que necesitas.
Raven trató de tragar y no pudo. Una cosa era ser presionada contra todos
esos duros músculos y otra visualizarlos ante sus ojos.
Bebé. ¿Era una locura que le encantara escucharlo hablar con cariño en su
áspero timbre de voz? —¿Qué necesitas? —Justamente ahora, le daría cualquier
cosa. La humedad se potenció entre sus piernas. El deseo cortó su respiración,
calentando su vientre y extendiéndose.
—¿Ahora qué? —Le gustaban ese tipo de juegos, le gustaba el efecto que
estaba teniendo en él. Estaba aún inmovilizado pero manejando las cosas. Un poco
de ganar-ganar para ambos.
—Ven aquí . —Su voz era gruesa. Su cuerpo se contrajo en respuesta. Como
si supiera lo que necesitaba, se escabulló hacia abajo de tal manera que se reclinó en
un ángulo en vez de sentarse.
Llevando su pierna sobre él, se puso a horcajadas y enjauló sus caderas con
sus muslos. Inclinándose hacia adelante, fijó las manos en su pecho, su pelo era solo
una cortina para ellos. Canela y especias golpearon su nariz, la esencia de él la hacía
querer lamer cada pulgada de su cuerpo. —¿Ahora qué te gustaría que hiciera?
Una sonrisa amenazó su débil boca cuando cerró la distancia y llevó sus labios
a los de él. La carga fue potente. Sus labios firmes encontraron los de ella y los
separó, invadiendo con la lengua el interior de su boca en reclamo. Deslizando las
manos por su pecho, moldeó su mentón.
—¿La píldora?
—¿Qué?
—¿Puedo mover mis manos? —Su voz había perdido toda la tensión pero,
hasta un áspero respiro era tan sexy.
Se encogió de hombros bajo su mejilla. —Se irán. Valió la pena. —Sus manos
se posaron en su espalda baja, indeciso en primer lugar. Cuando no protestó,
extendió sus dedos y subió sus manos para enredarlos en su cabello, forzándola a
levantar su cabeza y mirarlo.
—Hay tantas cosas que quiero hacer contigo. Tu levantaste esta pared para
protegerte a ti misma de mí. —Su mirada saltó a su boca, sobre su cabello y de
regreso a los ojos. —¿Cuándo nos alejemos de esto después de un mes, no quisieras
estar aquí con todo lo que te puedo dar?
—¿Confías en mi?
Se estremeció, deseando eso más que nada. Si lo que ellos compartieron fue
un indicador de lo que tenían guardado, estaría de acuerdo con todo. Además,
prometió ir despacio. Con alguien más, no había oportunidad tan siquiera de tratar.
Con él, las posibilidades estaban abiertas. Dios, solo quería ser normal.
Su garganta se cerró, pero forzó las palabras pasada la opresión. —Está bien.
Sacudió la cabeza.— Eso va más allá del acuerdo. No compartes bien con
otros. Nos mataríamos el uno al otro.
Algo más sucedía en esa bonita cabeza suya. —Lo mismo para ti. Pero ¿qué
no me estás diciendo? —Ella evadió. Él presionó. —Honestamente, Raven. Necesito
que me hables o no vamos a ningún lado.
Esto no estaba ayudando. Se estaba poniendo duro otra vez. Ya. Necesitaban
una ducha, pero la quería otra vez desesperadamente. Una idea floreció.
Su mirada se encontró con la suya, más moca que chocolate en la media luz
de su habitación. Lentamente, asintió.
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Peleando contra una sonrisa, falló. —Vamos. Tengo un… ejercicio para
nosotros.
Realmente era algo, parada ahí desnuda en toda su gloria y sin una onza de
vergüenza o inseguridad. Odiaba cuando una mujer escondía su belleza. Estaba
absorbiendo la habitación con ojos curiosos y, por primera vez, se preguntó sobre el
diseño. No era como si alguien alguna vez viera la habitación.
Lo miró, rosa pintando sus mejillas. —Sí. Es como un spa. Amo el color.
Viendo que la bañera estaba casi llena, le hizo gestos para que entrara.
Asintió, preguntándose cómo llegó a odiar tanto el tacto. Amaba usar sus
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manos, por lo que la restricción era inmensurablemente difícil. Su mano se arrastró
sobre su asta, queriendo estar dentro de ella otra vez. Miró el movimiento, sus
dientes hundiéndose en su labio inferior.
—Morder tu labio. Quiero seguir el mismo patrón y lamer lejos el dolor. —La
estudió. —Lo haces mucho, pero nunca tanto como lo hiciste la semana pasada.
Su asta creció solo de imaginarlo. —Tócate a ti misma. Hazte venir por mí.
Quiero ver cómo te gusta ser tocada y donde, quiero ver que hace que pierdas tu
mente.
Gimiendo, sus pestañas cayeron a media asta y su mirada se ancló con la suya,
oscura de excitación. Una mano se deslizó más lentamente, sobre su estómago
llegando al pequeño parche de cabello oscuro. Se aceitaba o enceraba, lo había
notado antes, dejando solamente un pequeño triángulo.
—No. Tus ojos sobre mí. —Empuñó su asta, golpeando más fuerte, más
rápido.— ¿Eso se siente bien bebé?
—Sí.
—¿Cuán bien?
Apretó sus bolas.— Imagina que son mis dedos tocándote. Mete un dedo
adentro, bebé. ¿Estás caliente y apretada?
Gritó, dejando caer su cabeza hacia atrás, tensándose, torciéndose contra sus
dedos. Sus labios se separaron y él se despegó. Gimió, una sensación se esparció por
su pecho a borbotones y su cuerpo se tensó con un espasmo. Se acarició dos veces
más a través de las réplicas y la observó desfallecer.
Sus ojos aún estaban cerrados cuando una esquina de su boca se curvó. —No
estuviste nada mal, Noah. Verte acariciar tu pene es una fantasía materializada.
La muerte para él. No cabe duda que era la muerte para él.
—Acércate un poco.
Deslizó sus manos sobre su cuello, frotó la barra haciendo espuma. Acarició
sus hombros, bajando por el pecho. Su mirada siguió los movimientos, con
apreciación en sus ojos.
Evitó su mirada, levantando las manos. —No lo sé. —Usó la jarra para
enjugar la espuma y vertió agua sobre su cabeza. Lavó su cabeza en silencio. Tenía
unas malditas hermosa y maravillosas manos también. La punta de sus dedos
masajearon su cuero cabelludo, explorando ligeramente con las uñas.
Una vez hubo enjugado su cabello, él posó las manos en su antebrazos. —Me
dejaste tocarte en la sala de estar. Vas a dejar que lo haga ahora.
Sin quitar la mirada de ella, alcanzó el jabón y enjabonó sus manos. Las
levantó antes de ir hacia adelante. —Solo dime si es demasiado.
Asintió y tragó.
Comenzando por sus hombros, deslizó sus manos bajo los brazos, con
cuidado para evitar cualquier área íntima. Sus labios se abrieron en un suspiro.
Estimulado, trazó su garganta y clavícula, moviéndose al sur y de modo penetrante,
observando si entraba en pánico. Para su sorpresa, sus ojos se pusieron brumosos
de lujuria, su respiración poco profunda. ¿Cómo podía ser tan receptiva un
momento y al siguiente asustarse? Lo estaba volviendo loco, no solo la necesidad de
tenerla, sino la necesidad de liberarla del miedo. Acarició alrededor de sus pezones.
Ella se arqueó hacia él.
—¿Te gusta eso?
Cerró los ojos, amoldando sus pechos con las manos. Ella no era nada como
imaginó. Era suave, sensible y no había manera de que pudiese haber calculado
cuánto lo afectaba. Parte de eso fue su profunda amistad, la manera que se
preocupaba por ella, pero tenerla así... No se comparaba con nada. Su propio
corazón comenzó a latir con fuerza.
Abrió los ojos para encontrarla mirándolo fijamente. Algo iluminó su mirada,
parte alarma, parte... esperanza. Sacudió su cabeza tomando una bocanada de aire.
Lo miró por un momento y luego asintió. Dejó la toalla fuera antes de salir y
secarse. Tenerla yéndose a la cama excitada, solo podía ayudar a romper el hielo,
por lo tanto, quedarse insatisfechos después de la segunda ronda en el baño parecía
un buen plan. A ella le dolía, quería, tal vez, hacer su propio avance hacia más.
Deslizándose entre las sabanas, se tumbó en su lado de cara a ella. Las llamas
parpadeaban sobre su perfil, sus ojos se estrecharon cuando miró fijamente el techo.
Si fuera la ultima cosa que hiciera, si tomara cada hora de sus treinta días juntos, el
iba a limpiar el titubeo de sus funciones. Una criatura sexual por naturaleza, era la
fantasía envuelta en ensoñación. Era el tiempo de abrirse a si misma para todo lo
que era capaz de ser.
Él suspiró, inseguro de la etiqueta propia de compartir la cama. No era del
tipo de acurrucarse. Contenerse de cualquier forma le robaba el aliento. Pero esto
era diferente. Esto era... Raven.
—Ven aquí.
Raven abrió los ojos y parpadeó a la luz oscura que fluía a través de las
puertas del balcón. Se detuvo y forzó el aire hacia el interior de sus pulmones. Estaba
con Noah y todo iba bien. Y... guao. Durmió durante la noche. Mientras compartían
una cama. Con Noah.
Saltó de la cama, caminó hacia el cuarto de baño para hacer sus necesidades
y mirarse al espejo. Bueno, alguien luce adecuadamente estropeada. Mejillas rojas,
labios hinchados, quemadura de barba en su cuello. Sonreía. Encontró alguna pasta
de dientes, los cepilló con sus dedos y salpicó agua en su rostro antes de ir en busca
de su bolso. Cepilló los nudos de su cabello y los recogió en una cola de caballo
suelta, con una banda.
Entonces, preguntándose qué vestir, agarró una camiseta del suelo y se la
puso. Presionó la tela en su nariz, inhalando el aroma picante de él, antes de darse
cuenta que era tonto e… infantil. Le encantaba su olor, pensó. Como a Navidades o
dulces calientes horneados.
Y... demonios. Prometió quedarse el fin de semana, tal vez, incluso, el mes
completo…
Ella colocó una palma de la mano en su frente. Por supuesto que sí. Nunca
dijeron nada acerca de la exclusividad y ninguno de ellos hicieron compromisos.
Esta cosa temporal entre ellos no fue diferente. Entonces, ¿por qué se le encogía el
estómago al pensar en él haciendo estas cosas con otra persona? No era celosa.
Él agarró su mano cuando pasó por su lado. —No estoy viendo a nadie más.
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Esa llamada fue... con respecto a otra cosa.
—No estoy viendo a nadie más y no comparto. Quizás no sea el chico para
siempre, pero nunca he tenido que engañar cuando estoy con una mujer. No hasta
que siga su curso y haya terminado para seguir adelante. ¿Entiendes? No hay nadie
más.
Agarró los lazos de los pantalones del pijama y tiró de él de regreso. —Eso
fue caliente. ¿Vas todo alfa y enojado? Realmente caliente, Noah.
Sus manos cayeron a sus caderas, los dedos flexionados. —Raven, bebé...
Nunca, ni una sola vez, tuvo un hombre que haya descendido en ella. Nunca
se había concedido ese tipo de control y la vulnerabilidad la hizo detenerse. Pero
esta posición, con él en sus rodillas y por encima de él, no infundió miedo en el
pecho. En cambio, le dolía.
Sin vacilar, llevó su lengua entre sus pliegues y lamió su apertura. Trazos
húmedos y calientes, que hicieron sus ojos retroceder en su cráneo. La punta de la
lengua sacudió su clítoris y su cabeza golpeó contra la pared.
Ella gimió, sus caderas moviéndose hacia él. Su lengua se arremolinó, lamió,
penetró y se volvió loca. Sus manos empuñaron su pelo, tirando, guiando, pero sabía
exactamente lo que estaba haciendo. Dentro y fuera su lengua la recorrió,
inclinándose hacia atrás para poder pellizcar el clítoris y luego repetir el proceso de
nuevo terriblemente delicioso.
—Vamos, Raven.
Nunca permitió que chupara y mordiera, hasta que el último de sus temblores
cesó y no podía respirar. Cuando sus piernas cedieron, él la tomó.
6
Traducido por Juliee & ∞Jul∞
Corregido por Ivettelaflaca
Noah estaba parado y abrazó a Raven por la cintura antes de que pudiera
caerse. Mitad sosteniéndola, mitad arrastrándola, retrocedió tropezando en la sala
de estar hasta que sus pantorrillas golpearon una silla y se desplomó en ella
cargándola. Enterró el rostro en su cuello y recordó, casi demasiado tarde, mantener
las manos en la silla.
Corrió las ásperas yemas de sus pulgares sobre sus pezones y dejo salir un
suspiro, calmándose, con los ojos cerrados con fuerza. Se congeló, esperando una
señal.
Abriendo los ojos, sus manos dejaron su pene para moverse a la mandíbula.
Bajó la vista, buscando su mirada, pero maldita sea si la podía leer. Se levantó,
manteniendo la vista fija en ella y alineado sus cuerpos para entrar. Sostuvo su
aliento mientras hizo una pausa, suspendiéndolos entre el dolor y la felicidad. Y
entonces ella bajó sus caderas, tomándolo hasta el fondo.
Si fuera el tipo de hombre que llora, podría haberlo hecho justo en ese
momento. Era la primera amante con la que no usaba condón, y no habían sido
inventadas las palabras para describir con exactitud la sensación de sus apretadas
paredes a lo largo de su eje. No existían.
Con una mano en su espalda la sostuvo, mientras llevó la otra a donde sus
cuerpos se unían y acarició su clítoris con movimientos circulares.
Se derrumbó sobre su pecho, aplastando sus senos. Sin nada más que hacer
que recostarse, acarición con la mano la delicada curva de su columna vertebral.
Se levantó, para tomar la sábana doblada sobre el brazo del sofá más cercano
y les cubrió. Su último pensamiento consciente fue cómo jodidamente se sentía de
bien tener encima su ligero peso.
Raven tragó el bocado de pizza que estaba masticando y miró a Noah al otro
lado de la mesa en la pequeña cocina. No tenía ganas de cocinar, y no tenía ropa
limpia, por lo que salir no era una opción viable. Había estado tranquila desde su…
siesta en la silla.
—¿Estás seguro de que deseas que me quede todo el mes? —Todavía estaba
avergonzada como el infierno de haber caído dormida sobre él, acurrucada como un
gato contento.
Inclinándose hacia atrás en la silla, miró las pocas raciones de pizza sobrantes.
Olvidó cuánto podía comer. Por otra parte, habían trabajado para abrir su apetito.
Sonriendo, se levantó para tirar las sobras y luego tomó la botella de agua en la sala
de estar.
—Nada. Solo negocios. —Su mirada parecía notarla por primera vez desde
antes de su siesta—. Yo… sé que quieres los detalles de mi pasado, quieres entender
por qué insisto en la seguridad. Pero ahora no, bebé. Sólo sé… —Brevemente, cerró
los ojos y apretó su mandíbula—. Han matado gente, Raven.
—¿Qué?
—Tal vez debería ir a casa esta noche. Obviamente tienes algo en que trabajar.
Nunca lo había visto de esa manera. Noah a veces era intenso, pero durante
los últimos días como pareja comenzaba a darse cuenta que cuando estaba así, era
el artista en su interior impactando su mente con imágenes. Evaluando la
iluminación. Alineando una toma. Era su pasión, y ahora entendía lo que 69
anteriormente había sido una duda molesta.
Pero esto no era una de esas veces. La severidad fue chocante. No quería
hablar, así que no tenía ningún sentido presionarlo. Tenía que haber otros medios
para sonsacarlo.
Parecía más allá del gimnasio este momento, y no creía que saltar a un avión
sería lo suficientemente rápido como vía de escape. Su corazón comenzó a latir con
fuerza. Sabía que no debía temerle. Nunca arremetería con ira, pero vaya si su piel
no estaba ruborizada. Rabia embotellada, tensión y sensualidad alfa. Sin otra salida
que no sea...
—¿O qué?
Su mirada se deslizó lentamente a la de ella, y demonios si no se veía como a
cinco segundos de romperse.
—¿Qué?
—Sabio.
Tomó sus pechos, resbaladizos por el agua, con las manos callosas. No hubo
finura o persuasión, sólo necesidad. Se separó para presionar besos en su hombro.
Ella inclinó la cabeza para un mejor acceso, temblando ante la sensación. La
electricidad derribando su cuerpo otra vez. Su propio deseo amplificado hizo que lo
necesitara en su interior.
Apartó las manos y ella gimió por la pérdida. Girándola, apoyó su rostro
contra los azulejos y amoldó el pecho a su espalda. Sus senos aplastados en la pared,
su erección entre sus nalgas. Arqueó la espalda, pidiendo más.
Y luego la penetró con un empuje firme, llenándola como nunca había hecho
antes. El alivio aflojó el nudo en su pecho. Gritó su nombre y pidió más.
—¿Sí?
Se alejó frunciendo el ceño, haciéndolo lucir incluso más tierno, si eso era
posible.
—No entiendo la pregunta. —Sus manos apretaron las suyas con fuerza
cuando bajó la mirada hacia ellas—. Eres mi Lilly. Siempre has sido mi Lilly.
7
Traducido por Juliee, Dahi & Mich Fraser
Corregido por Ivettelaflaca
Después que llegaba del trabajo, lo primero que hacía era ir a verla, con una
sonrisa en los labios. Ella hacía la cena, limpiaba y después se bañaban juntos. Era
una rutina, justo como les gustaba, a excepción del sexo. Allí siempre encontraba
nuevas formas para proporcionarle placer, buscando su liberación sólo cuando ella
se corría. La tocó y le dio su consentimiento. No sabía si era porque era él o porque
había estado equivocada en sus necesidades por un largo tiempo.
Max era el guardaespaldas de Noah y hace unos días, había sido asignado a
Raven, independientemente de su opinión.
Pegado a su humanidad, la conducía al trabajo o cualquier otro lugar, como
a la cafetería para el almuerzo. No tenía idea del por qué. Noah no le dijo,
simplemente comentó que era necesario. El temor revolvió su estómago cuando se
dio cuenta que probablemente sólo estaba tomando precauciones debido a su
misterioso pasado. Otra cosa de la que se negó hablar.
—No puedo hacer nada respecto a Max. —Era su sombra hasta que Noah
dijera lo contrario. Odiaba admitirlo, pero tenerlo alrededor le daba una sensación
de seguridad. Todavía no se libraba de la loca sensación de ser vigilada. Lo que
probablemente era el contagio de la paranoia de Noah.
Raven sonrió.
Para el final del día, estaba deseando llegar a casa. El hecho que pensara en el
condominio de Noah como en casa le preocuparía más tarde. Recordando su día,
miró por la ventana mientras Max conducía por las calles nevadas.
El señor Soreno podría llegar a ser un problema. El intimidante gran hombre
se había molestado cuando le dijo que las capturas no eran lo suficiente para
ofrecerle una exhibición. Por supuesto contestó que volvería.
Aparte de ese bache, su tarde fue productiva. Dio los toques finales a la
apertura del sábado y consiguió una ventaja alineando las fechas de Noah, o Hoan,
o lo que sea. Tenían que hablarlo. Echando un vistazo a Max en el asiento delantero,
se preguntó si asistiría como su seguridad. Sólo podía recordar que Max siempre
estaba a su alrededor, flotando en las sombras.
Suspiró. ¿Qué no le estaba diciendo? Si era lo suficiente buena para estar con
él, tenía derecho de saber.
Se estremeció.
Excepto que Noah no le diría nada. Por otra parte no había insistido. Por lo
que sabía, eran los viejos fantasmas de sus padres, alguien que amenazó al ex
senador y ahora Noah estaba jugando. ¿Cuál sería el daño en decirle? Tenía que
saber que jamás lo pondría en riesgo.
—Se preocupa mucho por usted, señora.
—Sí, señora.
—Me dijiste que la condena era segura. —Noah lanzó sus llaves sobre la mesa
y se movió dentro de su condominio. Dos excursiones de pesca después de que tres
chicos se reportaran enfermos con gripe no estaban en la agenda de hoy. Tampoco
lo estaba la conversación telefónica improvisada con su contacto del FBI, quien lo
76
molestaba hasta la mierda—. Hace tres semanas, me aseguraste que finalmente
estaba hecho.
—Mierda. Pero, ¿por qué es importante? Dijiste que había otros testigos y que
tenías sus grabaciones hablando sobre los fondos electorales. —Debió haber sido
una maldita gran anotación.
Colgó y lanzó el teléfono junto a las llaves. Sus últimos años de adolescencia
y principios de sus veinte fueron enterrados profundamente en este lío, un lío que
ni siquiera era suyo y maldita sea si no quería empezar a vivir la vida sin mirar sobre
su hombro o poner a quienes amaba en peligro. Bajó la mirada para encontrar sus
manos temblando. Las apretó en puños y tomó una respiración profunda.
Un vistazo a su reloj le dijo que Raven estaría en casa pronto. ¿Cuánto tiempo
podría evadir su curiosidad? Una parte de él quería decirle todo, pero mientras
menos supiera más segura estaría. Le confiaría su vida, la de Aubrey también si todo
se viniera abajo, pero tenía un mal presentimiento de que no confiaba en él. No en
un cien por ciento. Sin importar el cambio en su relación, estaba reteniendo algo. Le
enojaba no poder averiguar qué.
Una cosa divertida sucedió en su pecho cuando dijo casa. Sonrió, caminando
hacia ella y tomando su abrigo. Se movía lento y lucía distraída.
—Pareces cansada.
Antes de que pensara demasiado, acunó sus mejillas y besó su frente. No era
un gesto que pudiera recordar hacer siempre. Habló con una ternura que nunca
había conocido.
Se encogió de hombros.
78
—Suena bien. —Mirando brevemente a Max, sonrió y se dirigió a la
habitación—. Buenas noches, Max.
—No le gusta ser llamada señora. —Se encogió de hombros y el gigante con
rostro de hombre enrojeció de vergüenza.
Correcto.
Max parecía como si quisiera decir algo más, pero asintió y se volteó para irse.
Noah cruzó sus brazos y miró a Max. Había estado mucho tiempo con Noah
y, en ese tiempo, nunca había ofrecido consejos o hablado a menos que le
preguntaran directamente o si había una amenaza potencial. Parecía como si Raven
también se hubiera metido debajo de la piel de Max.
—Anotado.
79
Después de que su guardaespaldas se fuera, Noah ordenó la comida a
domicilio y conectó la chimenea mientras esperaba la entrega. Sirvió dos copas de
vino, se movió para ponerlos sobre la mesa y firmó por la comida cuando esta llegó.
Justo en el momento en que iba a buscarla, Raven salió del dormitorio usando
una bata de seda rosa que apenas cubría sus partes buenas. Largos mechones de
cabello color medianoche salían libres del clip en su cabeza, enmarcándole el rostro.
Para contrastar con el aspecto jodidamente sexy, llevaba las grandes y mullidas
pantuflas de conejito que le había dado un año en Navidad.
—No te muevas. —Fue al cuarto oscuro del pasillo y tomó la cámara. Cuando
regresó, frunció las cejas por la frustración.
—Baja la cámara.
Rodó sus ojos y cruzó la habitación para sentarse en el suelo junto al fuego.
Con ella de perfil, se creaban sombras proyectadas por la luz del fuego a través de
su forma. Antes de que pudiera llegar a la comida, activó la cámara nuevamente.
Cuando lo miró por encima del hombro, casi le robó la eyaculación, sus labios se
separaron, una ligera elevación de las cejas, la calidez en sus ojos y la luz detrás.
Traviesa y sexi.
Se encogió de hombros.
—Un poco aquí y allá. Sobre todo pequeños destellos. No se cuán exactos son.
Hablar sobre eso la molestaba, a juzgar por su rigidez y sus ojos evasivos. No
oponía paredes en su contra, no a menudo.
—¿Qué recuerdas?
—Raven.
Preguntándome qué demonios esto tenía que ver con nada, su mirada se
perdió en las llamas mientras pensaba. Desde luego, había oído de ellos. Fueron uno
de los grupos de culto del sur de Cali.
—Un poco. ¿No fueron los líderes arrestados por cargos de armas?
—Entre otras cosas. Creo que la mayoría de los miembros, al igual que mis
padres biológicos, entraron pensando que vivirían en una pequeña comunidad
Cristiana para educar a su hija. Para el momento en que estaba empezando a
balbucear, ya era demasiado tarde para salir. —Su voz se fue convirtiendo en
reflexiva—. De acuerdo con mi madre, algunos trataron de abandonar el grupo y
nunca fueron vistos nuevamente.
Si trataba de moverse, estaría imposibilitado. Era como tensión, como frío, se
le escaparon las palabras.
Dudaba que se hubiese dado cuenta. No iba a dejar de tocarla, cuando por fin
habían empezado a ir uno sobre el otro. Ahora, lo hacía libremente, pero tenía que
comenzar poco a poco. No le gustaban los espacios cerrados y odiaba las sorpresas
de cualquier tipo.
1
El Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos es una agencia
federal de seguridad de los Estados Unidos
—No me dejas hacerte el amor conmigo sobre ti. ¿Te has dado cuenta? —
Contra la pared, montándolo, él por detrás… no importaba. Estaba bien. Con tal de
que estuvieran verticales.
De rodillas entre sus piernas, pasó las manos hasta sus pantorrillas.
—Será un placer.
8
Traducido por Cjuli2516zc & ∞Jul∞
Cuando hubo una pausa, Raven apuntó—: Pensé que estabas viendo a
alguien llamado Daniel. 84
Su mamá esnifó.
—Oh no. Daniel fue hace semanas. Pensé que las cosas con Richard iban tan
bien.
—Lo siento.
A su madre le gustaba Noah, pero la cosa entre los dos era algo temporal, por
lo que no tenía sentido decirle, sólo conseguiría elevar sus esperanzas. Estuvieron
de acuerdo en un mes, y quedaba sólo una semana de ese tiempo. Su estómago se
revolvió y lo ignoró.
—Solo comprobando. Tengo una muestra dentro de unos pocos minutos.
Pero, ya que estamos en el teléfono, tengo que preguntarle algo.
El cansancio pesaba sobre sus hombros. Entre Noah agotándola después del
trabajo y una erupción repentina de nuevas pesadillas, dormir era un lujo. Puesto
que le había recordado su infancia, comenzó a evocar pequeñas cosas. La búsqueda
en Google sólo traía datos que ya conocía.
—¿Qué, mamá?
Esnifó.
Percibió pies arrastrándose detrás de ella. Noah. En sus pocas semanas juntos
se había acostumbrado a sus sonidos, su olor, su tacto. Podía encontrarlo entre miles
de otros con los ojos vendados. Quería ir a casa, donde podía enterrarlo
profundamente dentro de su cuerpo dispuesto y empujar este nuevo conocimiento
de su mente. Con él, ella olvidaba tener miedo.
No podía hacer esto ahora. Tenía una exhibición. Forzando una sonrisa, se
encontró con su mirada preocupada.
Asintió. 86
—Te diré el resto más tarde. Estoy bien.
—Quiero cogerte en este escritorio un día. Pienso eso cada vez que te visito
en el trabajo. Sin embargo, tendrá que esperar. Tus invitados están llegando.
Sus ojos se volvieron a ella y estrechó la mirada. Le rozó el muslo con el suyo,
enviando chispas de necesidad a su centro.
—¿Qué llevas puesto bajo ese vestido, bebé? —preguntó en tono áspero y
tenso que se deslizó a lo largo de sus terminaciones nerviosas.
Llevó la cabeza hacia atrás y rió. Dios. De cero a feliz en diez segundos. Sólo
Noah podría hacerle eso.
—Prometo no decir la palabra comando una vez más esta noche, o recordarte
que estoy de comando bajo de mi vestido.
Cerró sus ojos y metió las manos en los bolsillos de su caro traje color carbón, 87
hecho a medida. Se veía atractivo y como el hombre rico que era mientras lo usaba.
Quería quitárselo lentamente, lamiendo la carne expuesta en el camino.
Se detuvo en la puerta.
—¿Vienes?
Aflojó la mandíbula.
—Aquí esta una exposición exitosa. ¿Dónde quieres ir después para celebrar?
—¿Por qué? Es decir, han sido mejores amigos desde la universidad. Después
de todo este tiempo, parece algo... romántico. Me he preguntado por qué ustedes
dos no se conectaron antes.
—Es sólo sexo —masculló con voz áspera, con la mirada fija en su vaso. ¿Por
qué se sintió como una mentira?
Nicole tenía un enamoramiento con Noah, pero sabía que era atracción más
que sentimientos reales. No por primera vez, pensó en Nicole y Noah juntos. Era su
típica chica de coqueteo, tanto en personalidad como en apariencia.
Reflexionando, se quedó mirando sus zapatos. No era una mujer para llevar
a casa a conocer a los padres. La idea de para siempre nunca había cuajado en su
mente o su corazón. Estar con un solo hombre todas las noches, exponerse a sí misma
y ciegamente ofrecer el tipo de confianza que implicaba, nunca fue un camino que
quería comenzar a recorrer. Sin esfuerzo consciente, su mirada encontró la de Noah
a través del cuarto. Su pulso latió, la sangre circuló por sus venas a una velocidad
vertiginosa. El calor y la ternura en sus ojos la dejaron mareada.
Pero primero...
—¿Qué es esto?
—Ábrela.
Levantó la tapa y se quedó sin aliento al ver el reloj. Plata y oro, la esfera era
pequeña y la correa ajustable. También tenía un dispositivo de rastreo en el interior, 90
por si acaso.
—Hazme un favor y úsalo cada vez que estás lejos del condominio.
—¿Por qué?
Se frotó la mandíbula. Era sexo, pero no era sólo sexo. En algún momento en
las últimas semanas, le había llegado esa realización. El comentario temporal, le
provocó una fuerte punzada en el estómago. Y si eso no era lo más retorcido de
mierda, no sabía lo que era.
—Le pregunté sobre el día del ataque a los Coderos de Cristo. He estado
teniendo sueños, pero nada tiene mucho sentido.
Despertó varias noches esta semana con el corazón latiendo contra su pecho
y un grito atrapado en la garganta. La había acercado a él, sin saber qué más hacer,
y pasado suavemente las manos por su cabello hasta que se tranquilizaba. Asintió
91
para que continuara.
Tragó.
—No es de extrañar que no puede soportar ningún peso sobre ti. Aunque es
posible que no recuerdes, parte de ese día está contigo. —Quería borrar ese maldito
miedo tan mal que daría todo lo que poseía para que así fuera. Y nunca, nunca más
volvería a intentar probar la posición del misionero. No hasta que le diera la señal
de que estaba bien.
—Esto va a sonar loco, pero me alegro de que me lo dijera. Al principio, me
sacudió, pero es como si un peso ha sido levantado. —Levantó la cabeza para
mirarlo—. Creo que sólo necesitaba una explicación o algo así. Me hace sentir como
menos monstruo.
Con mucho espacio entre ellos, se mordió el labio y llevó mano detrás de la
espalda para desabrochar su vestido. El sonido de los dientes abriéndose era casi tan
fuerte como la sangre rugiendo a través de sus venas. Ahuecando el material en sus
pechos, separó los brazos y dejó el vestido rojo acumularse en el suelo.
Olvidó cómo respirar. Estaba, de hecho, desnuda bajo la ropa. Admiró con
avidez su pálida piel lechosa, sus pequeños pechos turgentes y el triángulo de vello
oscuro en la unión de sus muslos. La luz del fuego bañó su piel, y tuvo que tragarse
un gemido. Su pene se tensó contra los pantalones.
Asintió. 93
Sentado en el borde de la cama, pasó los dedos desde su clavícula hasta el
ombligo, ganando un escalofrío.
—Puede que sí —apuntó, con la voz más áspera que su respiración—. Todo
lo que siempre tienes que hacer es usar la palabra de seguridad, y pararé. Siempre.
No importa lo que pase. Sabré que has alcanzado tu límite. —Pasó los dedos de su
vientre tenso hasta trazar ligeramente sus pezones—. Todos tenemos límites, nena.
Con gran cuidado, se deslizó bajo la sábana y se acostó sobre ella, apoyándose
en los codos para no aplastarla. Esperó, pero su expresión no cambió. Aun así, le dio
tiempo para ajustarse, rozó nariz con nariz y la besó suavemente.
Los ojos oscuros se encontraron con los suyos, sin rastro de miedo en ellos.
—Te quiero…
Empujó dentro de un solo golpe fluido. Una vez más, se detuvo, los brazos
sacudiéndose con moderación. Lo abrazó y puso las piernas alrededor de sus
caderas, llevándolo más profundamente dentro de su suave y elástico cuerpo.
—Maldición, nena...
—Noah.
94
Eso fue todo lo que necesitó. Su nombre en sus labios, hablaban de pasión y
no de miedo. El motivo de darle lo que necesitaba. Maldición si no podía hacer nada
más que dar.
Un brazo trabajó entre su culo y el colchón, inclinando sus caderas para que
tomara más de él. La otra mano acunó su cabeza y la sostuvo contra su brutal beso.
Se retiró y empujó hacia el interior, su canal resbaladizo, apretado y caliente. Apartó
la boca para tomar una respiración entrecortada, dejando caer su frente en la de ella.
—Ah, Noah. Sí, sí, sí. —Sus uñas arañaron su cuero cabelludo. Sus piernas se
apretaron con más fuerza, los talones clavándose en su culo e instándolo a más.
Inclinó la cabeza hacia atrás, y el olor de la lluvia mezclado con almizcle les rodeaba.
Agarró la cabecera con una mano para evitar golpearse con sus arremetidas.
Una y otra vez. Con cada empuje, se hizo más exigente, hasta que sus paredes se
apretaron alrededor de su eje y gritó, con la cabeza en su clavícula mientras se corría.
95
9
Traducido por ∞Jul∞ & Dahi
Cuan propio que el último día que ella y Noah pasen juntos sea Valentín —
un día de fiesta que ambos desprecian y era la personificación de todo lo que
rechazaron sobre el amor romántico. En el pasado, sin importar quiénes habían
estado saliendo, ella y Noah pasaban el Día de San Valentín juntos, por lo general
viendo una película de acción en su apartamento. A excepción de este año, él exigió
hacer algo diferente.
Ella miró el vestido expuesto en su cama. Esta mañana, empacó sus cosas y 96
le dijo a Noah que iba a volver a su apartamento después del trabajo. Su tiempo se
había terminado. Con excepción de tensar su mandíbula y un movimiento de cabeza
tenso, no respondió. Había llegado a casa de la galería para encontrar el vestido y
una nota. Había tratado de romper el aspecto físico de su relación limpiamente, al
igual que él había querido... como había deseado, a pesar de que una pequeña parte
de ella esperaba...
Llévalo esta noche. Te voy a llevar a salir.
¿Cómo siquiera supo el tamaño correcto? Y los zapatos, también. Una hoja
delgada de un vestido, que llegaba hasta los tobillos y de color rojo oscuro, con el
escote de una V entre sus pechos y una ranura subiendo por un muslo. Se sentía
como la seda entre sus dedos. Los zapatos eran tacones negros y tres mil dólares.
Tanto Nicole y Raven habían suspirado por encima del par en su último viaje de
compras.
¿Desde cuando le compraba sus regalos caros?
Sentada en el borde de la cama, metió la mano en su mesita de noche por la
llave de su caja de joyería y envolvió sus manos alrededor de un pequeño libro
encuadernado en cuero en su lugar. Sacándolo, lo puso en su regazo. Hace años, un
psiquiatra se lo había dado y le dijo que escribiera sus pensamientos en su interior.
Como un diario o una revista, se suponía que era para ayudarla a llegar a un acuerdo
con sus recuerdos. Nunca había escrito en él, las páginas estaban en blanco.
Miró el vestido y luego el libro. ¿Qué mejor momento para empezar que
ahora, cuando sus sentimientos eran un caleidoscopio de locura? Cogiendo una
pluma del cajón, se aclaró la mente y solo escribió lo primero que se le vino en su
cabeza. Había escrito dos páginas, casi sin darse cuenta de lo que había encerrado,
cuando sonó el timbre.
Ella giró la mirada al despertador. Eran casi las siete.
—Mierda. —Corriendo a la puerta, ella descuidadamente arrojó el libro sobre
la mesa de café antes de girar la perilla—. ¿Max?
Él sonrió. —No estés demasiado decepcionada. He recibido instrucciones
para que se entregue a la cena con el señor Caldwell.
—Oh. Estoy atrasada. Dame unos minutos para cambiarme. Adelante.
—Voy a esperar aquí por ti.
—No lo harás. Hace mucho frío. —Ella agarró las solapas de su chaqueta y
tiró de él hacia el interior, aunque sospechaba que él la dejó. Nunca había movió un
hombre de su tamaño. 97
Ella cerró la puerta y se dirigió por el pasillo. —Vuelvo enseguida.
Se aclaró la garganta. —No hay prisa, señora.
—Max —dijo en un tono de advertencia, quitándose el traje de trabajo.
—Lo siento, señorita Crowne. —Su voz era profunda y fuerte, mientras viajó
a ella.
Acomodando la ropa en su cama, ella abrió la cremallera del vestido. —Puedo
escucharte sonreír. —Se metió en el vestido y giró para subirse el zíper en la parte
posterior.
—No puedo evitarlo, señorita Crowne. Usted es una persona muy agradable.
Aw. Demonios. —Gracias.
—De nada.
Ella se precipitó en el cuarto de baño, cepilló su pelo, decidió que no tenía
tiempo para ridiculeces, y roció con perfume su cuello. Su maquillaje había
sobrevivido a la jornada laboral, por lo que retocó su lápiz labial y se dirigió a la sala
de estar.Max hizo un gesto apreciativo, sosteniendo hacia ella su chaquetón largo y
negro. —Muy bonita, señorita Crowne.
—Gracias, Max. Estás lleno de dulzura hoy. —Ella puso sus brazos en el
abrigo que él sostenía y se giró para abotonarlo. Su cara estaba roja, pero ella no le
dijo nada. Lo más probable era que, él no conversaba con muchas personas. Si
permanecía con su detalle, le gustaría al menos ser capaz de hablar con él. —
¿Todavía eres mi guardaespaldas?
—Sí, señora... Señorita Crowne.
—Me debes llamar a Raven, entonces.
Nervioso, abrió la puerta. —Después de usted.
Tejieron a través de las calles oscuras y heladas de Tartok Crest en la dirección
opuesta de Anchorage con la aurora boreal como telón de fondo contra una noche
estrellada. La luna estaba llena y clara, iluminando la nieve y escaparates. No había
mucho por este camino, excepto el sonido, y no hay restaurantes tan al sur.
—¿A dónde vamos?
—Recibí instrucciones de no decir. —Él la miró por el retrovisor y luego de
vuelta a la carretera.
—¿Siempre sigues las instrucciones?
—La mayoría del tiempo.
98
Ja. Humor. —Doy instrucciones de que me diga a dónde vamos.
No se rió como ella esperaba, o incluso esbozó una sonrisa. Su mandíbula se
endureció y su mirada seguía cambiando desde el retrovisor a la carretera. Toda su
actitud cambió de jovialmente reservada a alerta y tensa. Con mucha calma, dijo: —
Señorita Crowne, por favor túmbese en el asiento y asegúrese de que el cinturón de
seguridad está abrochado.
Su corazón se detuvo. —¿Qué pasa?
De repente, agitada, se acostó a través del asiento y apretó el cinturón, sudor
frío golpeaba su piel.
Apretó un botón en la consola para activar el Bluetooth y, un segundo
después, alguien con el nombre de Hintz respondió. Max empujó un auricular en su
oído. —Tenemos un seguimiento. —Él dio algunas respuestas y desconectó.
El coche cambió de carril y Raven trató de tragar a través de su miedo. ¿Qué
diablos estaba pasando? ¿Y por qué alguien los seguía? Por tres semanas Max había
sido su sombra, nada ni siquiera cerca de preocupante había ocurrido. El coche se
desvió de nuevo y cogió velocidad. Contuvo un grito y se clavó las uñas en las
palmas de las manos. Cerrando los ojos, se concentró en su respiración para evitar
un ataque de pánico. Dentro y fuera. Dentro y fuera.
—Puede sentarse ahora, señorita Crowne.
Exhalando un suspiro, se enderezó en el asiento y se alisó el pelo. Se movió
para mirar por la ventana de atrás, pero no hubo faros. —Max…
Se tocó el auricular y dijo: —Se ha ido. Sí, estoy seguro. No, señor. Nos
dirigimos hacia usted ahora. Tuvimos que dar la vuelta alrededor de la ruta. —Hubo
una larga pausa en la que Max la observó por el retrovisor antes de contestar—. Esta
muy tranquila, señor.
Ella empuñó sus temblorosas manos en el regazo. Calmada, su culo.
Conteniendo las lágrimas, miró por la ventana hacia el Prince William Sound. Barcos
atracados en el puerto, se balanceaba en el viento helado. Algunos barcos de
cangrejo salpicaban el horizonte. Las luces del norte se reflejaban en las aguas
agitadas. Verdaderamente hermoso, un espectáculo del que nunca se había cansado
de... si su corazón no estuviera atrapado en su garganta y sus extremidades fueran
bloques de hielo
No había engaño para sí misma nunca más. Aunque nada hubiera surgido de
ser seguidos esta noche, la reacción de Max fue una bofetada de la realidad. Él no la 99
habría hecho acostarse si no hubiera pensado que las balas eran una posibilidad. Él
no habría llamado refuerzos por un simple seguimiento. La seguridad de Noah no
era una medida de precaución o debido a viejos fantasmas de sus padres. Él vivía
con una amenaza muy real y había sido desde antes de que se conocieran.
El coche se detuvo y levantó la vista. Habían aparcado en un muelle privado
en el borde del Sound donde un gran yate se balanceaba en el agua. Las luces
iluminaban el interior. Max dio la vuelta y barrió su mirada dura a través del área
antes de abrir la puerta. Con las piernas temblorosas, se levantó y se encorvó contra
el viento. Él la tomó del brazo y la acompañó hasta el borde del muelle.
Una puerta se estrelló y Noah surgió por la barandilla del barco. Con un
movimiento suave y fluido, saltó de la rama en el muelle y se dirigió hacia ella, su
cabello rubio capturando el viento. Ella se detuvo para mirarlo acortar la distancia,
por lo que liberó sus lágrimas pesadas haciendo borrosos sus ojos. Se dirigió derecho
a ella, palmeó sus mejillas frescas en sus manos calientes, y la besó profundamente.
—¿Estás bien? —Su mirada barrió sobre ella antes de que él la apretara contra
él. La tensión irradiaba de él. Se sacudió de ella. Ahuecando la parte posterior de la
cabeza, él la abrazó y le habló al oído—. Estaba jodidamente tan preocupado. —Ella
lo manejó bien. Noah habló con Max sobre su cabeza, su abrazo implacable. —
Detalles.
—Camioneta Ford azul o negro oscuro. El modelo más nuevo. Nos siguió a
mitad de camino en ruta. —Hubo una pausa—. Fue el mismo vehículo de hace dos
semanas. Esta vez él quería que yo supiera que estaba allí. Después de una milla, se
fue antes de que Hintz pudiera llegar para refuerzo.
¿Esto había ocurrido antes? ¿Y ella no había sabido?
—Maldición. Tenemos que volver a los apartamentos. Estamos demasiado
abiertos aquí.
—De acuerdo. Hintz se está reuniendo con nosotros aquí. Voy a reorientarlo.
—Los zapatos de Max crujieron mientras se alejaba.
Noah la apartó de él, sus duros y glaciales ojos azules, escaneando su rostro.
Las lágrimas llenaron sus ojos de nuevo, cayendo y enfriándose en su cara. —Lo
siento. No sé por qué estoy tan descompuesta. Nada sucedió… —Sus piernas
amenazaban con colapsar.
—Ah, nena. —La aplastó contra él de nuevo, como si fuera incapaz de dejarla
ir—. Eso asustaría a cualquiera. Demonios, todavía no puedo... Juro por Dios, Creo
que morí cuando Max llamó. —Flexionándose, extendió un brazo debajo de sus
piernas y la llevó a la camioneta con pasos largos y determinados.
100
Sus piernas se congelaron bajo su vestido para el momento en que estaban
conduciendo otra vez. O tal vez era el shock, porque todo su cuerpo estaba
congelado. Manteniéndose de costado en el regazo de él, Noah pasó distraídamente
las manos arriba y abajo de la longitud de ellos, la mejilla apoyada en la parte
superior de su cabeza. Ordenó a Max subir la temperatura.
—Te quiero de vuelta en el condominio. Cuenta con más seguridad y pueden
protegerte mejor. —Se detuvo cuando ella no respondió—. Si deseas, puedes
permanecer en la habitación. Si no quiere... duerme a mi lado. —Su voz era tensa y
baja, en la cúspide de romperse al igual que había hecho ese día en la ducha.
Mientras la mirada de ella estaba paralizada fuera de la ventana, su pecho se
hinchó. Él quería que se quedara. Excepto que era sólo para mantenerla a salvo, no
porque quisiera retraer el acuerdo. Al menos, esa fue la impresión que ella recibió
de él. Pero entonces ¿por qué traer a colocación dormir juntos? ¿Él... quiere
continuar?
¿Cuando ella había comenzado a esperar más? Entre la cena un mes antes, cuando
él había esfumado su amistad, y justo en este momento, había encontrado una
apariencia de normalidad con otra persona. No sólo alguien, sino Noah. Su mejor
amigo, su ancla.
Estúpida. La gente como ellos no eran capaces de vallas y felices para
siempre. Aunque los cuentos de hadas estaban llenos de basura. El matrimonio, los
niños, la monogamia estaban bien para aquellos que buscaba el estilo de vida, que
creen en ella. Ella y Noah no eran esas personas. Al menos, no habían sido. ¿Estaba
leyendo demasiado en su solicitud?
—¿Raven? —Dijo su nombre como una oración.
—Está bien —dijo ella, con voz opaca incluso para sus propios oídos—. Voy
a... quedarme. Tengo que pasar por mi apartamento y conseguir algunas cosas. —Y
una vez que estuvieran solos otra vez, él iba a decirle qué demonios estaba pasando.
No más mantenerla en la oscuridad.
Él la acunó más fuerte en respuesta.
Noah siguió a Raven a su apartamento y cerró la puerta con Max del otro lado
de pie vigilando. Sin decir palabra, se dirigió por el pasillo hacia su dormitorio, por
lo que se dejó caer en el sofá con la cabeza entre las manos. Sus manos temblorosas.
Diez años y había tomado todas las precauciones para evitar este preciso 101
momento. Parecía que su contacto en el FBI estaba en lo correcto. Hubo una agresión
contra él. Pero ¿Por qué burlarse de Raven siguiéndola en vez de solo tomar una
foto? No es que no estuviese agradecido.
Y él no había estado con ella. Max Gerard era el mejor, Noah no lo hubiese
contratado si no lo fuera, pero mierda… no había estado con ella. Ese pequeño
incidente podría haber sido mucho más que un seguimiento. Esta noche había sido
solo una advertencia. Algo podría haberle pasado a ella, y maldición él no había estado
allí.
Se había quedado en su condominio esa mañana como un jodido estúpido y
no había dicho nada mientras ella empacaba, a pesar que todo en el interior de su
cabeza gritaba que no dejara que se fuera. Pensó que estaba siendo irracional,
nublando la línea de amistad con sexo, por lo que no había dicho nada. Pero, maldita
sea…
Se pasó una mano por la cara, su mirada aterrizó en un pequeño libro sobre
la mesa de café. Recogiéndolo como distracción, le echó un vistazo a la primera
página, reconociendo su escritura.
Y a pesar que todo esto parece bien y en aumento de la pobre crianza, sigo siendo una
persona de poca importancia. Me consumo en las sombras, dejando que brillen los artistas.
Esos son sus lugares, no los míos. Simplemente les doy los medios. Me gusta mucho más de
esta manera, por razones que no me atrevo a empujar en mis recuerdos o me hundirían de
nuevo en la oscuridad.
Cuanto más leía, más grande era el agujero en el pecho.
Así que cuando su asistente entró en la oficina en el segundo piso de Elements
y puso sus palmas de las manos sobre el escritorio el ocioso martes por la mañana,
no tenía forma de saber que este sería el momento en que todo cambiaría. Una serie
de fichas de dominó se inclinaron con un clac, lo cual llevó a un final inesperado y
loco. Uno de los que me temo nunca podrá recuperarse.
Estaba con la fecha de hoy. Nada antes de eso, nada después.
Raven camino dentro de la habitación y dejó la maleta.
Lentamente, él se levantó y se volvió hacia ella. — ¿Soy algo de lo que nunca
podrás recuperarte?
Miró el libro, y después a él, genuinamente confundida por su pregunta. Ella
agitó sus dedos para que él se lo pasara. Lo hizo, y observó la página y se echó hacia
atrás. — Escribí esto el día de hoy. Honestamente, nunca he escrito un diario antes.
Dejé que mi mente se quedase en blanco y acabara escribiendo —elevó la mirada—
Max llegó antes de que pudiera leerlo.
102
Por primera vez en esta noche, su mirada fue hacia el vestido que había
elegido para ella. Era tan impresionante como lo había imaginado, tirantes finos
sobre sus hombros delgados, el material se pegaba a sus pechos y fluía como el agua.
Raven vestida de rojo reanimaba instantáneamente a su pene. Cada vez.
Pero era más que eso, más que el golpe físico que invocaba la lujuria. Raven
era inteligente, fuerte y compasiva. Elegante y muy trabajadora. La única persona
que podría arrastrar una risa de él casi todos los días. Ella le hizo desear ser algo
mejor. Algo que tal vez podría ser duradero. Para conciliar el sueño y despertar
juntos todas las mañanas. A quien protegería a cada paso y pondría encima de todo.
En cierto modo, lo había estado haciendo durante años. Solo que ahora, era
consiente.
En el diario, había dicho que ella había tenido poca importancia. Eso no
podría estar más lejos de la verdad. Ni siquiera le hizo temblar descubrir que ella
era la persona más importante en este mundo para él, igualada y solo comparada
con Aubrey. Le dolía pensar que se sentía de esa manera. Tenía la esperanza de que
todo eso no se lo pusiera él en la cabeza. ¿Ella lo entendió así? ¿Después de todo el
mes pasado, los últimos diez años, ella no veía que su sol salía y se ponía con ella?
Ella lo hacía… sentir. Después de una vida de forzar la emoción y dar la
bienvenida al adormecimiento que los separaba, unirse habían abierto una puerta.
Y era algo de lo que quería recuperarse.
Dio un paso adelante —Respóndeme. Por favor.
Dejando el libro, ella niveló su mirada que casi lo hizo caer de rodillas. La
desesperación, el anhelo, el deseo, el optimismo. Se fusionaron en el lapso de un
segundo. Por último, tragó, su voz ronca y cruda al hablar.
—No sé si es posible recuperarme de ti.
Y solo así, la sala se inclinó. El piso se cayó por debajo de sus pies. El aire se
evaporó. Sin embargo, ninguno de los dos se movió. El reloj de la pared se mantenía
haciendo tictac.
—Sensatez. —Fue lo único que se le ocurrió decir, lo único que parecía tener
algún maldito sentido. Al fin de cuentas, se sorprendió que pudiera forzar la voz.
La confusión arrugó su ceño antes de que lo levantara con sorpresa. Sus labios
se separaron en un jadeo.
—¿Noah?
Sí. Él estaba invocando la palabra de seguridad. —Al parecer, el que te
103
marches es mi difícil limite. —Cuando ella no dijo nada, se acercó un paso más. —
No sé qué demonios pasó, pero renunciar a nosotros porque el tiempo del reloj
golpeó no se siente bien. ¿Qué daño podría hacer intentarlo? —Tragó saliva—
Quédate, Raven. Quédate y veamos hacia dónde va esto.
Ella dejó escapar un suspiro, la mano en un puño en su pecho. —Te dije que
el sexo cambiaría todo —susurró ella, las lágrimas aferrándose a sus largar y oscuras
pestañas.
—Tu continuas siendo mi mejor amiga. Todavía haría cualquier cosa por ti,
cualquier cosa en mi poder para protegerte. El sexo no cambió eso. Lo mejoró. —
Cerró la distancia hasta que se puso cara a cara y tuvo que estirar el cuello para mirar
hacia él. Le rozó el dorso de la mano por su brazo, uniendo sus dedos. —Sensatez,
bebé.
Ella sacudió la cabeza, una emoción en conflicto con esperanza en sus ojos.
—Dios, Noah. ¿Realmente quieres hacer esto? ¿Qué sabemos acerca de las
relaciones? Maldición, las personas no consiguen más daño que nosotros.
En su opinión, las cicatrices no eran una cosa para esconder. Tenerlas
significaba que una persona había pasado por el infierno y todavía se encontraba allí
para contarlo. Dejó caer su frente hacia la de ella. —Si tú puedes decir honestamente
que no has pensado en ello, que no te ves tentada a probar, entonces me iré. ¿Puedes
decirlo, Raven?
Sus ojos se cerraron, el pulso de su cuello latía erráticamente. —No puedo
decirlo porque estás en lo correcto. He pensado en ello, sobre… nosotros.
Él tomó su mejilla, obligándola a mirarlo. Apoyándose, llevó su boca a la de
ella, besándola largo y minuciosamente profundo. Se acercó lo suficiente para
mirarla a los ojos. —Creo que es hora que tu conozcas a mi familia. Nada que no
pueda manejar. Por favor, haz lo que dije.
104
10
Traducido por ∞Jul∞ & Lvic15
Corregido por Jessibel
Tener
Raven agarró los brazos de su asiento y apretó los ojos cerrados. Había estado
en el hidroavión de Noah antes, pero esto era diferente. El helicóptero no ofrece el
mismo viaje suave o tranquilo. Claro, ella estaba siendo tonta, pero con su estómago
en la garganta era difícil pensar racionalmente.
Después de su críptico anuncio de vuelta en su apartamento, Noah le había
dicho que se pusiera ropa cómoda y luego la hizo pasar por la puerta. Dios. Él tenía
un helicóptero. Su propio helicóptero. A su disposición. Ellos habían despegado de 105
Anchorage y se dirigían a destinos desconocidos de algún lugar al norte. Se negó a
decirle dónde.
Ella se preguntó qué quería decir con conocer a su familia. Después de haber
sido presentada a sus padres un par de veces en la universidad antes de su fatal
accidente automovilístico, ella había sabido que él no tenía otros parientes que
viven, además de algunos primos lejanos por parte de su madre. ¿Qué podía haber
querido decir con esa afirmación?
Desde el asiento al lado de ella, Noah le acarició la mano. —¿Estás bien, nena?
—Su voz llegó a través de sus auriculares mientras gritaba por encima del ruido.
Adelante, Max volvió a ofrecerle una sonrisa tranquilizadora. —Falta poco, señorita
Crown.
Ella asintió con la cabeza y se enfrentó a la ventana. Varias cadenas de
montañas, lagos y aldeas pasan mientras el helicóptero se aventuraba por encima.
Iban lo suficientemente bajo como para distinguir un poco de vegetación y las luces
de las casas en su elevación.
—No sabía que podías volar, Max.
Se dio la vuelta y volvió a sonreír. —Sí, señora. Tengo una licencia y todo.
—Ja —ella ladró—. Chico divertido.
Sus hombros se sacudieron con una sonrisa, pero no dijo nada más.
Noah frotó el dorso de la mano de ella con el pulgar, la aspereza de su piel la hizo
estremecerse. El toque logró calmarla un poco.
—Max me lleva en avión hasta la finca una vez al mes. Era un piloto de la
Fuerza Aérea antes de terminar su última gira y venir a trabajar para mí. Estás en
buenas manos.
Max lanzó un pulgar hacia arriba por encima de su hombro.
Los siguientes veinte minutos pasaron sin nada más que la amplia extensión de
terreno de Alaska rugosa. Él realmente la llevaba a la mitad de la nada. Ella ni
siquiera podía distinguir las carreteras. Preguntas llenaron su mente, demasiadas
para expresar. Noah no respondería hasta que él estuviera muy bien y listo, así que
las contuvo y se centró en la vista.
El helicóptero cayó izquierda y la voz de Max llenó su auricular. —Estamos
aquí.
No vio nada más que montañas. —¿Dónde estamos?
—Las montañas del norte de Kuskokwim, en la cresta hacia el oeste—. Noah
se inclinó hacia delante—. Da círculos desde el otro lado para que pueda ver.
106
—Sí señor.
Estaban camino al oeste de Fairbanks, a continuación. Aunque ella nunca se
había aventurado tan lejos, sabía que la tierra era demasiado resistente para los
caminos y no hay comunidades importantes dentro del rango. ¿Era esto por qué
eligió la ubicación? ¿Para que sea casi imposible para los demás llegar a él?¿ O... su
familia? La familia de la que ella no sabía nada.
El helicóptero aterrizó bien, y Noah tocó su mano, señalando a su ventana. —
Bienvenida al Castillo Aubrey.
El aliento se atoró en su garganta. Aunque la estructura no se parecía en nada
a un castillo, era tan masiva. Con el fondo apretado contra la base de la montaña,
parecía ser una extensión de la tierra. Asemejándose a una cabaña de troncos en el
diseño y en el color de la parte exterior de madera roja. Casi toda la parte frontal era
de cristal. Tres pisos de altura, ella pudo distinguir una plataforma de lanzamiento
en un lado de la cubierta, balcones en el extremo sur, y un porche cubierto en la base.
Espeso bosque con picea y abedul estaba directamente hacia el norte, y un pequeño
lago con un muelle hacia el suroeste. Era... impresionante.
No dijeron nada cuando Max los bajó sobre el techo, cambió algunos
engranajes, y dio un paso hacia fuera para conseguir la puerta de Noah. Un viento
quebradizo entró en el helicóptero, provocando caos con el cabello rubio de Noah.
El torbellino de las hélices desaceleró y se detuvo.
En lugar de salir, Noah se volvió hacia ella. —Nadie más que mi equipo de
seguridad sabe acerca de este lugar. Es necesario comprender eso. Una vez que
estamos dentro y nos acomodamos, voy a contarte todo. Sólo... se paciente.
Sus claros ojos azules sostuvieron los de ella, más expuesto de lo que nunca
podía recordar haberlos visto. Él nunca había llevado a nadie aquí antes, nunca
confió suficiente. La emoción obstruyó su garganta. Ella había pasado alguna prueba
en su mente si él estaba tomando este salto.
Él tomó su mejilla y la besó en la boca. —Vamos, nena. Hay alguien que me
gustaría que conozcas.
Ella asintió con la cabeza, luchando contra las lágrimas, y salió tras él.
Tomando su mano, cruzaron un asfalto con mucho viento y entraron en una puerta.
El calor los envolvió inmediatamente. Pino y pulida madera llenó la nariz de ella
mientras miraba alrededor. Telescopios se alineaban en la pared con ventanas, todas
ellos dirigidos hacia el techo en cúpula de cristal. Un escritorio y una mesa de dibujo
se posaron en la esquina opuesta. Globos y modelos del sistema solar llenaban los
estantes y mesas. 107
Antes de que pudiera orientarse, la puerta interior se abrió y una chica se
precipitó a través. Raven alcanzó a ver la fresa ondulado en el cabello rubio antes de
que la niña corrió justo por delante de ella y se lanzara a los brazos de Noah.
Noah soltó la mano de Raven para envolver sus brazos alrededor del bulto
aferrándose a su cuello con los brazos flacos y su cintura con sus piernas. —Con
calma, mi amor.
Raven se quedó inmóvil, la mano en la garganta. Mi Amor tenía diez, tal vez
once años de edad, y tenía la cara enterrada en el hombro de Noah. Llevaba un
camisón largo como si hubiera estado preparada para ir a la cama antes de que ellos
hubieran importunado.
El corazón de Raven comenzó a latir con fuerza, el temor arremolinándose en
su intestino. ¿Qué diablos estaba pasando?
—Te extrañé —la chica arrastró las palabras.
Noah cerró los ojos y la besó en la cabeza. —Te extrañé, también. Mucho. —
Pasó la mano arriba y abajo de su espalda—. Te traje un visitante.
Ella levantó la cabeza, todavía sin ver a Raven, y saludó a Max. —¿Me has
traído algo?
Max metió la mano en el bolsillo y le tendió la palma de la mano. En su mano
extendida estaba un centavo. —1956. No piense que tiene ese mismo año, señorita
Aubrey.
Aubrey. ¿Al igual que el castillo de Aubrey? Quién era esta chica y por qué
Noah había llamado a toda una mansión por ella? No sólo eso, sino que tan lejos de
la civilización que les obligaba a volar a su destino.
Como si sintiera su confusión, Noah la miró y puso cuidadosamente a la niña
en sus pies. De espaldas a Raven, Aubrey tomó el centavo de Max y la sostuvo en
alto, examinándolo.
Con su mirada todavía sobre Raven, Noah se aclaró la garganta. —¿Qué
dices, Aubrey?
—Gracias, Maxie. Es impresionante.
Maxie parecía que estaba mordiéndose el interior de la mejilla. —De nada,
señorita Aubrey.
En ese momento, Aubrey volvió hacia Raven. La chica se congeló en su lugar.
Su cara estaba pálida con pecas salpicadas sobre la nariz y las mejillas. Sus ojos eran
de un brillante azul turquesa, tonos más claros que la de Noah, y ella era muy 108
delgada para su estatura. Cuando se volvió a Noah, la mirada de Raven bajó a su
cuello, donde el rojo, cicatrices retorcidas corrieron de la oreja hacia abajo hasta
desaparecer bajo el camisón. Su mano tenía la misma forma de cicatrices, lo que
indica que cubría todo el brazo.
Cicatrices de quemadura.
Noah sonrió y envolvió su brazo alrededor de los hombros de la chica,
atrayéndola a su lado—. Aubrey, quiero que conozcas a Raven. Raven, ésta es mi
sobrina, Aubrey.
Sobrina. Pero Noah no tenía hermanos.
Se miraron por un momento antes de que Raven se diera cuenta de que quizás
la estaba asustando—. ¡Hola, ahí! Es tan agradable conocerte por fin.
Aubrey miró a Noah. —Pero tú nunca traes a extraños. —Las palabras de
nuevo eran arrastradas, y sus maneras indicaban alguien mucho más joven de lo que
parecía.
La expresión de Noah era de dolor, pero besó su pelo. —No es una extraña,
amor. Es alguien muy especial, justo como tú, y querría que fueran amigas.
Aubrey la miró antes de salir de debajo del brazo de Noah y aplastar a Raven
en un afuera. —Me gustan los amigos.
—A mi también. —Envolvió sus brazos alrededor de la chica, con cuidado de
no apretar muy fuerte por miedo a romperla. Olía a polvos de bebé, inocencia.
Típicamente, Raven no era fácil de tocar, pero algo de esta chica la llamaba.
Raven se encontró con la mirada de Noah sobre el hombro de Audrey.
Ternura y aprensión llenaban sus ojos. Este momento significaba mucho para él
obviamente.
Se rascó su cuello y asintió hacia Max. El guardaespaldas salió de detrás y
llevó dentro sus maletas, Audrey mantuvo a Raven en un abrazo muy fuerte todo el
tiempo. Max se movió a su lado y hacia el pasillo, sus bolsas en las manos.
Noah suspiró. —Vamos, mi amor. Se está haciendo tarde. Qué tal si hacemos
que Frances te preparé algo de comer y luego a la cama.
Dejó ir a Raven y se volvió hacia él. —Pero acabamos de llegar.
Pasó una mano por sus suaves ondas. —Estaremos aquí todo el fin de
semana. Nos divertiremos mucho.
—¿En serio?
—Lo juro sobre mi corazón. —Tragó, mirando a Raven y rápidamente lejos—
. Ve. Estaremos abajo en unos minutos. —Cuando estuvieron a solas en la habitación, 109
mantuvo su mirada agachada—. Está excitada. Vamos a calmarla y podremos
hablar.
Después del tour de los cinco dólares, Raven pudo hacer más que abrir la
boca. La casa tenía biblioteca, solárium, piscina interior, gimnasio, y una sala
multimedia, además del observatorio por el que llegaron. Los criados internos,
Frances y Jeff Brisbin, tenían alrededor de sesenta años y la miraban con amistosa
reserva. Había más seguridad alrededor de la casa, que no la reconocían más allá de
un asentimiento.
El comedor, el estudio y la cocina daban a la parte de delante, con suelos y
techos con espectaculares vistas al lago, manantial y bosque. Masivas vigas de
madera en el techo inclinado, suelos de madera con alfombras decorativas,
chimeneas de piedra con una repisa cortada… era el sueño de cualquier decorador.
Incluso las velas y los cojines eran elegantes, la cocina una mezcla de pizarra y acero
inoxidable. La segunda y tercera planta no eran sólo habitaciones, sino suites, cada
una completa con su propio baño, cocinita y comedor. ¡La casa era más grande que
un maldito hotel!
Frances le dio un aperitivo a Aubrey e hizo algo de sopa para ella y Noah, ya
que nunca cenaban. A pesar de que Raven no tenía estómago para comida, comió
por educación. Mientras lo hacía, vio a Noah y Aubrey juntos en el otro lado de la
larga mesa de comedor, lo suficientemente grande como para una conferencia de
prensa en la Casa Blanca. Aubrey era encantadora, a pesar de ser una niña solitaria,
quien obviamente amaba mucho a su tío. En deferencia, Noah era pícaro y divertido
con ella, sin aparentar nada de su usual intensidad.
Más preguntas que respuestas presionaban alrededor de su cabeza, buscando
espacio y atención. Tenía una niña —una sobrina supuestamente— escondida en el
medio de la nada, que tenía cicatrices de quemaduras en su brazo. A pesar de que la
niña parecía educada, socialmente era torpe. Había guardaespaldas en todos los
lados, dando vueltas por ahí. La casa tenía un sistema de seguridad que podría
superar a la NASA. ¡Había una habitación de pánico, por Dios!
Después de una hora, Noah sintió su creciente malestar y se despidió dando
las buenas noches a todo el mundo, diciendo que meterían a Aubrey en la cama.
Raven no sabía si estar aliviada o preocupada de que finalmente conseguiría sus
respuestas.
¿Quién demonios era Noah Caldwell?
Con Raven apoyada contra el marco de la puerta, Noah subió la manta hasta 110
la barbilla de Aubrey y se inclinó sobre la cama para besarle la frente, asegurándole
que estaría allí por la mañana. Su pelo rubio estaba desparramado por todo el cojín,
sus ojos azules soñolientos, tuvo que resistir no frotarse el dolor en su pecho. Toda
su vida adulta la había dedicado a proteger a esta preciosa niña pequeña, cuando él
ni siquiera había llegado a la edad adulta.
Y ella necesitaba su sueño. —Te quiero. —Se levantó y fue hacia la puerta.
—Te quiero más. ¿Le gusta colorear? —preguntó Aubrey mientras bostezaba.
Noah elevó sus cejas, complacido por que Aubrey estuviera enviando buenas
vibraciones hacia Raven. En poco tiempo, pasarían de la fase rara y Aubrey la amaría
a morir. Así es como ella funcionaba. Su confianza era absoluta—. Raven es un as
coloreadora.
Aubrey se rio. —Esa no es una palabra real.
Raven sonrió mostrando el cansancio en su cara. —No se sobre un as, pero
puedo hacerlo. ¿Qué tal si lo hacemos justo después del desayuno de mañana?
Dejando que Aubrey se durmiera, él y Raven pasaron por las suites de la
segunda planta donde las cuidadoras de Aubrey dormían, así como el equipo de
seguridad. Subieron por las escaleras a la tercera planta a su suite en el lado más
alejado de la casa.
Justo como había hecho desde que llegó, Raven miró los alrededores
calladamente. Él había diseñado y construido esta casa desde el principio,
seleccionando cuidadosamente todo desde la región hasta las luces. Se preguntó si
le gustaría a ella. De alguna manera, era importante para él. No se esperaba que
tenerla aquí le afectara de esa manera. Tan bien, tan… perfecto.
Cruzó los pulidos suelos de madera del comedor, decorado con lujosos
muebles de cuero marrón y mesas rusticas, para llegar a la pared de cristal que daba
al lago. La luz del sol bañaba su cara de forma maravillosamente etérea. En la
distancia, la aurora boreal brillaba y danzaba a través del cielo. Sus dedos picaban
por su cámara, pero no pensó que ella lo apreciaría en ese momento.
Metió la mano en su bolsillo y saco una pequeña caja. Caminado para pararse
detrás de ella, se lo alcanzó. —Tu regalo de San Valentín.
Giró su cuello para mirarle, sus bonitos ojos marrones abiertos de par en par.
—No tenías que hacerlo. Yo… nosotros…
—Se supone que hemos terminado. Lo sé, pero parece que yo no puedo
dejarte. —Rozó sus nudillos contra su mejilla. Ella cerró sus ojos y se inclinó contra
su toque. La necesidad de desnudarla y meterse dentro de ella era fiera, pero tendría
que explicar demasiadas cosas y no estaba seguro de que ella no lo dejara igualmente 111
después—. Ábrelo. Te advierto, nunca he comprado un regalo de San Valentín antes.
Ella sonrió. —Nunca he recibido uno antes, así que mis expectativas son bajas.
—Abrió la tapa de la caja de terciopelo y se quedó boquiabierta—. Oh, es hermoso.
Alcanzando alrededor de ella, sacó el pequeño corazón de rubí de la caja y
pasó la cadena a través de sus dedos. Raven era sofisticación simple y no un brillo,
así que tuvo que frenarse para no comprar la roca más grande que pudiera
encontrar. —Hay algo acerca de ti y del color rojo que hace que mi sangre ruja. —
Desabrochó la cadena, la puso en su cuello y la cerró por detrás. Descansaba
perfectamente por encima de la cima de sus pechos.
Ella toqueteó el colgante. —Me encanta. Gracias.
Envolvió un brazo a su alrededor por detrás de ella, apretándola fuerte contra
él. Sumergiendo su cabeza, usó su otra mano para sacar el pelo de su hombro y besar
su cuello. —De nada. Siéntete libre de de llevar eso, y sólo eso, a la cama después.
Riéndose, se volvió en sus brazos. —Hecho. —Apretó su pecho a través de su
camisa blanca, su sonrisa falló—. Noah…
Él exhaló y bajó su frente contra la de ella. —Ven a sentarte. Responderé todas
tus preguntas.
Ella asintió y se sentó en el sofá, dejando sus brazos insoportablemente
vacios. Ella esperaba que se sentara a su lado a juzgar por su expresión, pero no
podía sentarse para hacer esto. Francamente, no era una historia que hubiera
contado en años, durante tanto tiempo hubiera parecido como si fuera la vida de
otra persona si no fuera por Aubrey.
Rascándose el cuello, se imaginó que empezar por el principio era lo mejor.
Sólo podía desear que no estuviera tirando por la ventana diez años de amistad y
un mes de dulce éxtasis.
112
11
Traducido por Mich Fraser, Lvic15
Corregido por Caile
—Mi madre tuvo una hija antes de su matrimonio anterior, cuando conoció a
mi padre. Recién entrado en la política, se casaron con rapidez y después me tuvo.
Melissa era ocho años mayor que yo y pasó mucho tiempo con su padre, así que no
éramos exactamente cercanos. Ninguno de los dos albergábamos ningún 113
resentimiento, sólo una gran brecha de edad.
—Ella se casó con Mario Francesco cuando yo tenía diez años y ninguno de
nosotros tenía la menor idea que él fue de ayuda legal para Rizzoli. Mi papá era
parte del Partido Demócrata y se enfrentó contra Rizzoli en unas elecciones. Mario
se enteró sobre unos fondos de campaña mal utilizados, pero eso sólo era la punta
del iceberg. Cuando los federales investigaron más, se encontraron con lavado de
dinero y un circuito de drogas saliendo de New Jersey. No llegamos a ver a Melissa
por esos años, ya sea porque la familia no la dejó o porque de alguna manera
equivocada nos alejó para mantenernos seguros. Ellos habían tenido un hijo,
Jonathon, pero apenas nos reconoció.
—¿Necesitas un minuto?
Ella abrió la boca, apretando los dedos sobre los suyos. Sus ojos se llenaron
de lágrimas.
—Noah.
—Dos días después del funeral, recibí una llamada del FBI preguntándome si
podían verme. Resultó que el vecino de Melissa vio el incendió y llamó a los
bomberos antes de todo. Él no fue capaz de salvar a los demás, pero sí pudo sacar a
Aubrey.
Raven se acercó a él, con los ojos húmedos. Pasó su mano por su costado,
vinculando sus dedos. Se puso frente a él, sin quitar las lágrimas u ofreciéndole
condolencias. Ninguna de esas cosas ayudaba ni un poco. Sin embargo él estaba
agradecido, tan jodidamente agradecido que ella estuviera aquí.
Se secó la cara con el dorso de la mano y la miró por encima de su hombro,
en su cabeza todavía podía escuchar los gritos de dolor de Aubrey.
—Contraté a Brisbins para que la cuidará, quien no tuvo suerte y nunca pudo
tener hijos. Ella tuvo tutores cuatro días a la semana, un equipo de seguridad que
nunca se va. —Negó con la cabeza—. Y empecé la universidad como si nada hubiera
ocurrido, visitándola una vez al mes con el pretexto de ir a escalar montañas o de
pesca. —Tragó—. Desde hace diez años.
Ella acunó su mandíbula con ambas manos, calmando algunos dolores sólo
con su tacto.
Aquello parecía tan lejano, pero sólo había sucedido la pasada noche. Él
odiaba estos días festivos, no es que tuviera algo que ver con su pasado.
—Una semana después de que tú y yo… —Hizo un gesto con la mano,
incapaz de decir las palabras de lo que había entre ellos. Sexo, no era una etiqueta
que quisiera darle más—. McCannon, mi contacto del FBI, llamó para decirme que
había un golpe hacia mí. Los fondos de Rizzoli son inaccesibles, pero consiguió algo
de alguna manera, había dinero escondido en otra parte.
—Sí. —La había impresionado aquel día, tomando sus empujes de castigo y
recibiendo la interminable rabia. Había algo completamente curativo al estar con
ella, hundiéndose en su carne suave, flexible y dejando que el mundo se apartara. A
pesar que él no creía que el sexo arreglaría sus emociones desenfrenadas en esa
noche, su erección creció, necesitándola. Siempre la necesitaba.
Él suspiró.
116
—Rizzoli nunca tuvo algún interés en mí. Mudarme a Alaska fue más
precaución que otra cosa, pero después ocurrió lo de Aubrey… —Negó con la
cabeza—. Quería justicia, así que presioné. Conseguí las pruebas. Rizzoli se enteró
de mi participación la misma noche que te dije la verdad. —El la agarró por los
hombros—. No dejaré que te haga daño. El juicio va a terminar pronto. El contrato
contra mí es el último intento desesperado de venganza. Soy todo lo que queda de
mi familia. Él no sabe que existe Aubrey.
Sospechaba que ella sabía una o dos cosas acerca de la culpabilidad irracional.
No, no era responsable de esta mierda como no lo era por la muerte de sus padres.
Aun así, la idea de ese bastardo tomándola le dio un nombre completamente nuevo
al recelo.
Demonios, estaba entre apartarla para mantenerla a salvo o atraerla por las
mismas razones. Esta noche la habían encontrado. Y a él lo asustaron tanto que
no pudo ser capaz de respirar hasta entonces. Había dos personas por las cuales
moriría, y está noche, ambas estaban bajo el mismo techo.
Al sentir el cambio de él, o tal vez sólo conociendo lo que necesitaba, llevó su
boca a la suya y lo besó sacando todo de su cabeza. Su lengua bailó con la de él, sus
brazos lo recorrieron como si estuviera buscándolo.
La ropa voló por la habitación. Pero como siempre, su boca regresó para
besarla. Regresó al cielo. Desnudos, temblando y con sus dedos entrelazados, los
sujetó encima de su cabeza en la pared de cristal. Ella levantó una pierna, para
después levantar la otra alrededor de sus caderas, arqueándose y elevando sus
pezones para rozarlos contra su pecho.
—¿Esto está bien? Tus manos… —Las restricciones y ella no eran amigos, sin
embargo estaban en vertical y él estaba necesitado hasta el punto de dolor. Está
noche, necesitaba dominar. Para sentirse como si tuviera algún control de nuevo.
Pero no sería a costa de su bienestar emocional.
—Sí —jadeó, rodando sus caderas para frotarse entre sus pliegues—. Ahora,
Noah.
Dios lo ayude. Ella estaba tan húmeda. Lista. Con un ligero cambio, alineó los 117
cuerpos y con sus manos aún envueltas en las de él, la miró y empujó
profundamente. Carne suave, húmeda lo envolvió, aceptándolo y su cuerpo lo
recibió. No había nada como aquello, nada como estar en su interior.
Absolutamente nada.
Perfecta.
—Noah…
Sus dedos apretaron los de ella, mientras que sus paredes se apretaron. Sus
gritos se mezclaron con sus gruñidos. Sus músculos se tensaron para mantenerlos
de pie, para mantenerse con el ritmo brutal. Enterrando la cara en su cuello, abrió su
boca para amortiguar los sonidos frenéticos. Sus pieles estaban tan resbaladizas por
el sudor. Envistió más rápido, sintiendo el tirón del final.
Cuando sus bolas se sentían pesadas, sabía que no podía soportar más, ella se
sacudió en un orgasmo, los músculos internos lo apretaron y un desgarrador grito
118
lo dejó. Se vino tan jodidamente fuerte, cayendo de rodillas, aún enterrado en su
interior. Se obligó a dar algunos empujes superficiales, deslizándose lentamente
para sobrellevar los últimos temblores.
Tuvo miedo de abrir los ojos, de moverse, luchó por aire y soltó sus manos.
Inmediatamente ella los envolvió a su alrededor, con su aliento cálido en su oído. Le
dolía el pecho, la garganta estaba más allá del dolor.
¿Qué demonios estaba pasando con él? Para tomarla de esa manera.... tan
indigna.
Las lágrimas amenazaban cuando ella pensó en todo lo que él había pasado,
forzado a soportar sin que fuera su culpa. Un hombre inferior habría dejado que sus
padres se llevaran a la niña o habría hecho que el FBI la pusiera en protección de
testigos.
119
El amor que tenía por Aubrey era indudable. A los dieciocho, había dejado su
libertad para criarla, sin ningún soporte del sistema más que una cuenta en el banco.
Si hubiera sido ella, Raven no sabía lo que habría hecho. Él siempre había sido
amable, considerado. ¿Pero quién era él? ¿En el fondo? Ella ni siquiera había
hurgado en la superficie hasta esta noche.
Suspiró, como si disfrutara que ella le cuidara por una vez. Pasando sus
manos por sus piernas, cogió sus tobillos y cruzó sus piernas, encerrándose entre
ellas. Siguió su guía y envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Él puso ambas
manos en sus brazos, como si le preocupara que le dejara ir.
Ella sonrió.
—¿No te hice daño, no? Por favor dime que no tienes moretones de…
—Oye. —Besó su sien, dejando que sus labios se demorasen—. Estoy bien.
No hay nada malo en un poco de sexo duro. Por si no te habías dado cuenta, lo
disfruté. —Paró, intentado conjurar una manera de alegrar su humor—. Pese a todo,
estaba un poco preocupada de que cayéramos por la ventana.
Se secó sus lágrimas con enfado, odiándolas. Ni velas ni llanto, como si sólo
tuviera control, se levantó y se tragó la peor parte de ello.
—Te arrepientes. —Estúpida y débil voz. ¿Cómo podía ser eso suyo?
—No soy sorda, Noah. Un error es una observación bastante obvia. —Había
sido muchas cosas en su vida. Invisible, controladora, acobardada. Pero nunca un
error. El afilado cuchillo en su estómago se giró.
Presionando sus dedos contra sus labios, comenzó a temblar. No había más
imágenes en su habitación. Sólo… ella. Su apartamento en Anchorage tenía fotos
que había tomado de Gallivanting Adventures, pero aquí… aquí era personal.
Se fue a la sala de estar. Más imágenes. De Aubrey, de sus padres, una pareja
que asumió eran su hermana y su marido. Ella. La única de él y Raven juntos era una
selfie que ella había tomado el último año con su nuevo teléfono. Él sonreía por
encima de su hombro a la cámara, un brazo por debajo del suyo y la mano por
encima de su clavícula.
Su corazón tropezó en su pecho. La duda salió, aunque era obvio que estaba 122
mirándola a la cara. La atracción era una cosa. La amistad otra. Esto parecía… más.
El suelo crujió detrás de ella. Se volvió para encontrar a Noah apoyado contra
el marco de la puerta de la habitación con un par de pantalones de franela y nada
más, sus brazos cruzados por encima de su pecho.
—No podía tener ninguna foto personal en Anchorage, en caso de que viniera
a por mí. —Se encogió y se empujó del marco de la puerta, cerrando la distancia—.
Pero eso no es lo que enloquece tu pulso. —Pasó sus dedos por su garganta, su
mirada contemplando el camino. Su voz se hizo más baja cuando volvió a hablar—.
¿Qué estás pensando? Me está costando averiguarlo.
Liberó el aliento que no se había dado cuenta que estaba sosteniendo—. Hay
muchas de mí. —Señaló la pared.
Una esquina de su boca se elevó, sus ojos suavizándose. Su pulgar pasó por
su labio inferior, liberándolo de sus dientes.
—Eres una parte importante de mi vida. ¿Por qué no tendría imágenes de ti?
—Eres una parte importante de mis fantasías, también. —Su mirada pasó por
su cara, pasando al modo fotógrafo—. Posa para mí. —Cuando intentó decir que no
y alejarse, la volvió a coger—. Posa para mí, no para Hoan.
—Sólo tú y yo. —Se acercó más de manera que sus cuerpos se rozaban y
compartían el calor—. Eres jodidamente demasiado hermosa como para compartirte
con el mundo de todos modos.
—Diablos, eres bueno. No me extraña que las mujeres vayan pegándose a ti.
Inclinándose, posó su boca por encima de la suya y habló contra sus labios.
—Soy honesto. Y sólo hay una mujer en esta habitación. Posa para mí.
—Está bien.
12
Traducido por ∞Jul∞ & Lvic15
Corregido por Caile
Había estado ansioso por tener a Raven a solas para unos tragos, pero la luz
de la tarde sería mejor para lo que tenía en mente. Se echó hacia atrás en la silla en
la habitación de Aubrey, escuchando a sus dos chicas preferidas charlar sobre cosas
y sonriendo en cómo estaba de lleno su corazón. Raro era esto.
—Llévatelo a casa.
—¿Para mí? ¿En serio? —Sonrió y apartó un mechón de cabello rubio fresa
fuera de la mejilla de Aubrey, en un gesto maternal—. Conozco el lugar perfecto
para esto.
—Guíanos.
Guardaron sus cosas y caminaron por el patio frontal hacia el bosque. Jeff
decidió unirse a ellos y se puso a caminar junto a Noah, con Aubrey y Raven varios
pasos por delante.
—Se lo dije anoche. Ella sabía algo de ello de antemano. —Se detuvo y se
volvió hacia Jeff—. Confío en ella con mi vida, con Aubrey, o de lo contrario no
estaría aquí.
—No se hable más. Lo entiendo. —Miró a las chicas y luego al suelo—. ¿Cuál
es tu plan para cuando termine el juicio?
Empezó a caminar de nuevo, inquieto de que las chicas estuvieran yendo tan
por delante. La ubicación estaba lejos de la civilización y las carreteras, pero la vida
silvestre era todavía un factor. Osos, linces. Justo cuando lo pensaba, un águila voló
por encima.
—Aubrey necesitará un período de adaptación —dijo Jeff, cabeza abajo contra
el viento.
Gracias a Dios por los Brisbins. Él no era un hombre de oración, pero no sabía
que habría hecho todos estos años sin ellos para ayudar a criar a Aubrey.
—Hice todo lo posible, Jeff —dijo en voz baja. Su pobre sobrina nunca había
conocido amigos, nunca supo de normalidad—. No parece suficiente.
—Te hago saber que, esto no es una casa del árbol. Se trata de un tablero de
Pinterest.
Raven sonrió.
—Es curioso. No soy aficionada a las alturas, pero puedo manejar esto.
Cuando dio el primer paso, Noah se apartó a un lado, cámara lista. Esperando
hasta que llegó a la primera curva donde podría conseguir una toma tanto de ella
como de Aubrey, se mantuvo firme. Había esperado horas a veces por una toma
perfecta, a menudo contra los peores elementos. Ésta era importante.
Y allí estaba. Raven mirando hacia arriba, su pequeña mano cubierta por un
guante azul agarrando la barandilla, el color zafiro de su abrigo contrastando con la
nieve, y Aubrey mirándola con una chaqueta de color rosa pálido, con una sonrisa
del tamaño del Pacífico. La oscuridad de Raven contra la luz de Aubrey. Un estallido
de color. Jodidamente perfecto.
—Raven, Noah. Vengan aquí abajo. Apuesto a que no tienes muchas fotos de 127
nosotros juntos. Noah generalmente está detrás de la cámara.
Noah pensó en una que estaba en su sala de estar, una autofoto de su móvil,
y se encogió.
Noah tomó la cámara, ni idea de qué tipo de fotos fueron tomadas mientras
que había estado perdido. Las subiría en su habitación más tarde.
—Por supuesto que se nos ocurrió —Aubrey rodó los ojos, sonriendo
mientras caminaban por delante.
Raven golpeó el hombro de Aubrey con el de ella. Aubrey se tiró hacia atrás.
Sin incluso pensarlo, llevó la cámara a su cara y apretó el botón varias veces.
Bajándola, se detuvo a mirarlas. Con un nudo en la garganta, uno que no podía
tragar más allá. 128
Jeff asintió y fue tras ellos.
Por último, dejó escapar un suspiro y... La casa estaba a oscuras. Rápidamente
echó una mirada al reloj y se sorprendió al darse cuenta que eran casi las ocho.
Demonios, había perdido todo el día. Aubrey generalmente se iba a la cama a esta
hora.
Al subir las escaleras hasta las habitaciones del segundo piso, foto en mano,
captó la suave voz de Raven procedente de la habitación de Aubrey. Se detuvo en el
pasillo con la mano suspendida sobre el pomo. A través de la puerta parcialmente
abierta, podía apenas ver a Aubrey en la cama, con Raven sentada a la altura de su
cadera.
—Él siempre es así. Toma muchas fotografías y luego sube las escaleras para
enmarcarlas de inmediato. Es tan impaciente.
Raven resopló una risa que flotaba como humo.
—Los hombres pueden ser muy impacientes. Pero me alegro de que estuviera
ocupado, así pudimos pasar un rato.
—Si pero…
—¿Pero qué?
Noah presionó sus ojos cerrados e inclinó la cabeza hacia atrás. Ella nunca
había mencionado nada de eso a él antes, y lo mató que se preocupara por eso. La
mayoría de las cicatrices podrían estar ocultas por la ropa, pero era otro factor a tener 130
en cuenta a la hora...
—Creo que eres muy valiente. Y no creo que haya nada feo en ti.
Todo dentro de él se congeló. Se balanceó, con la garganta cerrada, los dedos
apretando el marco de la foto que de alguna manera todavía estaba en su mano. Las
lágrimas ardían detrás de sus párpados.
Dejando a Noah para que tuviera unos minutos de tiempo a solas con Aubrey,
Raven subió las escaleras hasta el tercer piso y se detuvo en la sala de estar. Aubrey
no estaba bromeando. Había impreso y enmarcado las fotos ya. La disposición
también era diferente. Tres tomas de ella y Noah estaban juntas en un marco flotante, 131
con retratos de la familia alrededor de él.
El pánico amenazaba estrechando su pecho cada vez, con muy poco aire.
Luchó contra él. El verlos juntos no debería asustarla. Este era Noah. El protector y
leal Noah. Era la misma persona y ella también. La única diferencia era su relación
física.
Ella volvió a mirar las fotos y sabía que se estaba mintiendo a sí misma. Un
hombre no miraría a una mujer así si quisiera sólo sexo, si tuviera alguna intención
de volver a la seguridad de una amistad. Él estaba cayendo en el amor, y juró que
no lo haría. Se había pasado la mayor parte de su vida asustada, manteniendo a los
demás a distancia porque la idea de enamorarse, de confiar en alguien tan
profundamente, era una debilidad. No fue hasta hace poco que ella entendió por
qué.
No era más responsable de su pasado que Noah. Tragó saliva con fuerza y
empujó lejos los últimos restos del pánico. Noah había confiado en ella. Ella había
hecho cosas con él que nunca se había permitido con otros amantes. Si incluso
intentara una relación de compromiso de esa magnitud, debería de ser con alguien
como él. Nadie estaba empujándolos a casarse o decir nada acerca del para siempre.
Ese había sido su asunto todo el tiempo, porque ¿qué hombre querría una
mujer que sólo lo acepte en su cuerpo bajo sus términos? Así no se podía construir
un matrimonio, una vida, o relaciones. En algún lugar a lo largo del camino,
renunció a la esperanza de ser normal y aceptó su solitario destino. Ni siquiera se le
había pasado por la cabeza lo suficiente como para alterarla, como para pensarlo dos
veces.
Hasta ahora. Noah no era ellos, y tenía la sospecha de que en silencio le estaba
suplicando por todo lo que tenía, incluso si él no era consciente de ello. Su toque,
sus amables palabras, la forma entrañable en que la miraba, todo hecho a medida de
lo que quería. Y él la quería a ella.
En este punto, ¿qué daño podía hacer intentarlo? Los límites habían sido
cruzados. Los sentimientos estaban involucrados. Excepto que no sabía cómo 132
expresar sus emociones. Se enderezó. Pero, debido a Noah, sabía cómo expresarlos.
Cuando hacían el amor, podía decir que él estaba presionándola cada vez un poco
más. Le daría más que eso.
—¿Raven?
—No te muevas.
El gruñó juguetonamente.
Jurando, se quitó su ropa mientras ella se giraba para mirar. Su dura erección
salió de su pantalón, hinchándose bajo su mirada, y se dio cuenta de cuántas ganas
tenía de tomarle en su boca. Sólo había intentado el sexo oral con una par de sus
otros compañeros, y siempre mientras estaban atados. ¿Cómo se sentiría tener sus
manos agarrando su pelo mientras ella le daba placer?
Sus ojos miraron su movimiento. Abrió su boca para hablar, pero la cerro de
nuevo, aclarando su garganta —En todos estos años, eres la única mujer que me ha
hecho desear coger mi cámara y tirarla a un lado a la vez.
—Pon tu pelo sobre tu hombro, bebé. Sí. —La cámara sonó—. Échate. —Click,
click—. Pon un brazo sobre tu cabeza. Bien. El otro, ponlo bajo el edredón.
—Imagínate mis dedos allí. Eso es, bebé. ¿Se siente bien?
—Muy bien. —La tensión crecía en su cuerpo, casi al límite. Sus dedos
acariciaban más rápido, más duro—. Me voy a venir, Noah.
—Vente para mí, bebé. —Sus pies se acercaron, se movió a su derecha. Click,
click, click—. Tengo que ver tu cara cuando te vengas. Es una vista hermosa.
Después, crash.
135
13
Traducido por ∞Jul∞ & Zara1789
Corregido por Caile
Noah dejó caer la cámara y estaba entre sus muslos antes de que sus
temblores cesaran. Estrellando su boca con la de ella, empujó para entrar y acarició
su lengua dentro, haciendo con su boca lo que quería hacer con su pene. Él no tenía
idea de si ella estaba en serio acerca de dar el mando, no sabía si eso era un
disparador para ella, así que él la besó como si su vida dependiera de ello, debido a
que su cordura lo hacía.
—Santa mierda.
Ella sonrió contra su carne, lamiendo su camino hacia abajo más allá de su
estomago a...
Cuando su otra mano trabajó entre sus mejillas, él se calmó. Ella deslizó su
dedo a lo largo de su raja, aplicó presión a su agujero. Ella masajeó el músculo
apretado, pero no penetró. Su corazón latía con fuerza mientras trataba de decidir si
le gustaba o no.
Él la miró, suspendida sobre su pene, sus labios húmedos, con las manos
sobre su cuerpo y allí.
—¿Honestamente? No lo sé.
Él estaba empezando a pensar en que todo lo que ella hizo sería su propia
forma de éxtasis. —Lo he hecho a mis compañeras. —No muy a menudo, sin
embargo—. Nunca me lo habían hecho a mí.
—Igual aquí. —Se sentó en cuclillas, con las manos sobre los muslos—.
¿Confías en mí?
—Por supuesto. —Nunca hubo duda. Él buscó con su mirada, extrañando
sus manos sobre su cuerpo—. Adelante, bebé. Tócame.
Ella hizo una pausa, y luego sumergió sus dedos entre sus propias piernas,
cubriendo su dedo medio en su humedad. Lentamente, lo deslizó entre su pliegue
de nuevo. Antes de darse cuenta de qué lo golpeó, su otra mano se empuñó
alrededor de su base y su boca estaba tragando la mitad de su pene. Su dedo frotó
su culo, trabajando el músculo apretado en un ritmo imitando la lengua.
Apenas tuvo tiempo para registrar la presión leve en su agujero, el ardor leve,
sin embargo placentero, antes de que su espalda se tensara con un orgasmo próximo.
Ella torció el dedo, y los nervios en un área tan sensible encendió una mecha
de necesidad, construyendo el placer. Su otra mano lo empuñó más duro. Su cabeza
se balanceaba más rápido. Él golpeó la parte posterior de la garganta de ella y se
quedó ciego. 138
—Me vengo —gruñó—. Me vengo, nena. —Esta vez, él gritó.
Esperó hasta que empezó a derramarse antes de que ella deslizara su dedo
fuera, ella levantó la cabeza y se sentó a horcajadas, mientras el puño que bombeaba
su semilla que se disparó en chorros calientes sobre el pecho de él. Todavía
viniéndose, temblando, él arremetió en las hábiles manos de ella, el deslizamiento
inimaginable. Finalmente capaz de tocarla, él apretó los puños en su cabello y
arrastró su cara hacia la de él. La boca abierta en el placer mientras lo último de él se
derramó fuera, gritó más fuerte a través de la liberación de mierda que alguna vez
tuvo.
Sí, eso es exactamente lo que era con Raven Crowne. Ella superaba todas las
fantasías que tenía cuando estaba preocupada. Enamorado, perdido y embelesado.
No podía quejarse. Incluso lo vio venir.
Raven levantó las cejas a Nicole y reprimió una sonrisa. Nicole, al igual que
le hizo gracia, ensanchando los ojos, suplicando a Raven parar.
Michael Hawthorn, el agente de Hoan, era más que una pequeña sorpresa
para su asistente estando en la reunión para montar la exposición. Y por el vestido
melocotón escotado de Nicole, que moldeaba sus curvas. La mirada de él se
mantuvo a la deriva, incluso mientras jugueteaba en su teléfono para comprobar su
calendario de eventos.
—Nicole supervisará esta presentación, así que puedes tratar con ella
directamente. Voy a intervenir si es necesario.
—Pero... —Ella miró a Raven, metiendo su largo cabello rubio rojizo detrás
de la oreja.
Raven asintió.
—Soy consciente de la aversión del señor Dwell a la vista del público. Estoy
de acuerdo con sus términos. El señor Hawthorn actuará en su nombre.
—Está bien —dijo Nicole lentamente—. En ese caso, creo que treinta piezas
lo harían, pero podemos ajustar ese número a lo que tiene preparado.
Raven terminó el menú del catering para la demostración del próximo viernes 140
y lo llamó un día antes. Noah tenía una recaudación de fondos esta noche que su
compañía patrocinaba y tenía que llegar a casa para prepararse. Ella se estremeció.
Los asuntos formales no eran lo suyo. Demasiada gente, demasiados ojos. Pero Noah
le había pedido asistir como su cita, y se encontró con que podía negarle muy poco.
Ella sonrió ante el apodo de Aubrey y un rubor subió por el cuello de él.
Se aclaró la garganta.
Ah.
Presionando sus dedos contra los labios, se quedó mirando por la ventana.
Esto era lo máximo que ella sacaría de Max, y le dolía escucharlo mientras
que la asustaba hasta la mierda. Ella sacudió la cabeza, enojada y enferma de que
esto le sucediera a él.
—¿Por qué Noah, sin embargo? No tenía nada que ver con nada de esto.
—El FBI sólo tenía suficiente para llevar a juicio Rizzoli debido a la evidencia
que el investigador del señor Caldwell averiguó. Rizzoli lo descubrió —Su agarre se
apretó en el volante, la primera señal de hostilidad que había visto en él—. Es una
venganza.
—¿Va a dejarlo?
—No esta vez. Fue descuidado. Cometió demasiados errores. Tampoco tiene 142
ninguna influencia para manipular testigos o comprar a un juez. —La miró por el
retrovisor—. Una vez que encontremos a ese matón que contrató, usted estará
mucho más segura. Nadie le hará daño.
Sus muebles estaban volcados, las fotos destrozadas y los cajones vaciados.
El suelo no era ya visible a través de todo ese desorden. Incluso habían roto sus
platos en la cocina. Ella tembló de ira, de temor, por la violación, que dejó una gruesa
y sucia capa sobre su piel.
Él no es quien parece.
—Casi te disparo.
Él apretó su agarre, pasando las manos arriba y abajo por su espalda como si
intentara hacerla entrar en calor.
Ella abrió la boca para hablar, pero dos agentes varones jóvenes se acercaron
y observaron el desastre.
Todo en lo que podía pensar todo el tiempo era, ¿que si no hubiera acordado
ampliar su tiempo con Noah cuando él había estado de pie aquí en su sala de estar
y ella utilizó la palabra de seguridad? Había estado tan nerviosa que casi había dicho
que no. Podía haber estado en casa cuando el tipo que había hecho esto había
llegado. Podría haber sido mucho más que simplemente su apartamento lo que él
hubiera destrozado.
Ella se estremeció.
—Vamos a casa.
145
14
Traducido por Erinea & ∞Jul∞
—Tu no, pero yo sí. —Le besó la sien y cerró los ojos, imaginando todas las
jodidas cosas que podían pasarle a ella—. Igualmente de verdad quiero que vengas.
Tal vez te despeje de todo.
—Tengo tanto dinero que no sé qué hacer con él. Me gusta gastarlo en ti.
—Vestirte. —Él buscó por detrás para desabrochar su sujetador, viendo cómo
se deslizaba por sus brazos y caía al suelo.
Él sonrió.
Sacando las joyas de la caja, le abrochó el collar a la nuca, después le puso los
pendientes antes de peinarle el pelo sobre sus hombros, permitiendo que sus dedos
se entretuvieran en las puntas. Por su tono de piel y el gran contraste con su pelo
negro, el fotógrafo en él la podía estudiar por horas. Una musa que eclipsaba a todas
las otras. Ciertos matices hacían a su ojo artístico sumamente feliz.
Cogió los zapatos y buscó su pie. Una vez que tuvo los dos puestos, la cogió
del labio y la besó.
—Cuando esta noche lleguemos a casa, quiero que lleves esto, y sólo esto. —
Sólo la joyería y los zapatos. Su pene se hinchó mientras la observaba—. Muy
hermosa.
Hmm. Ella no tenía ni idea. Ofreciéndoselos, esperó hasta que ella se los
148
pusiera. Después apretó el pequeño control remoto que iba con el tanga.
Él apagó el botón.
—Me gusta ponerte a prueba. Nada que te haga sentir incomoda o te haga
daño.
—Sí. —Tragó ella mirándolo fijamente—. Voy a hacer que nos avergoncemos
enormemente. Algo me dice que va a ser bastante terrible tener un orgasmo en
medio de la comida y el postre, rodeada de extraños.
Apretando su cuerpo contra el suyo, ella sonrió y le cogió del culo. Fuerte.
—Caray, Noah. Realmente vas por todo lo alto. —Le gustó que no fuera
pretencioso. Con clase, no pomposo. Los hombros de él se relajaron. Ella tomó una
copa de champán de un camarero que pasaba—. Así que, ¿que sucede en esta fiesta?
—Al no haber asistido al evento de él, antes, no sabía qué esperar. En el pasado,
había donado dinero en nombre de la galería y esperaba a que él le dijera sobre ello
al día siguiente.
—Hay una mesa en la parte trasera con donaciones de subasta silenciosa. 150
Después de la cena, la gente baila, digo algunas palabras, y esper llegar a casa antes
de que la sonrisa se congela en mi cara. —Él deslizó un brazo alrededor de su cintura
y la atrajo hacia él, su otra mano sumergiéndose en el bolsillo—. Me das un incentivo
aún mayor para llegar a casa.
—No me puedo quejar. —Como caballero de unos sesenta años, tenía una
bonita sonrisa y una mata de cabello blanco—. ¿Y quién es esta hermosa criatura?
—Lo siento —Noah carraspeó—. ¿Dónde están mis modales? Esta es Raven
Crowne. Ella es propietaria de Galería Elements en Tartok Crest. Tengo la suerte de
tenerla como mi cita para esta noche.
—Encantada de conocerlo.
—Gracias. —Ella sonrió y dio un paso atrás de forma disimulada contra tensa
erección de Noah para burlarse de él de nuevo. La mano de él agarró su hombro con
151
fuerza. —¿Usted es dueño de un almacén de madera? —Cuando su invitado
comenzó a cotorrear, ella se inclinó ligeramente, pretendiendo ajustar la correa de
su zapato, empujando su culo aún más firmemente a la entrepierna de Noah. Y vaya,
que se hizo más firme mientras inhalaba aire con fuerza.
Después de que Jack se alejó, Noah se inclinó por encima del hombro, el
aliento caliente contra su oído.
—En caso de que te preguntes, estoy empapada en este momento. Todo para
ti. No puedo esperar para conseguirte entre mis piernas para que puedas sentir cuan
mojada estoy.
Él maldijo en voz baja, apretando los dedos sobre sus hombros.
—De la misma manera. —Ella sonrió, decidiendo tener piedad de él, y tomó
un pequeño paso hacia adelante para romper el contacto. La mirada de ella recorrió
la estancia y vio a una mujer en el bar viéndolos con curiosidad—. ¿Quién es esa
mujer en el vestido negro?
Él siguió su mirada.
¿Esa era Verónica Fields? ¿Piernas que subían a la luna y un par de tetas
apenas contenidas en su vestido? Raven la había conocido antes, hace años, mucho
antes de que ella se convirtiera en la mano derecha de Noah en los negocios. No la
recordaba ser... sensual. Su cabello rubio estaba suelto, un nudo atractivo en la parte
superior de su cabeza, las uñas rojas como ella los tocaba en la barra. Incluso su
maquillaje fue aplicado para realzar su misterioso señuelo, ahumado.
—¿Qué pasa?
152
Raven apartó la vista de la mujer, no le gustaba la oleada de envidia.
Ella se sorprendió al descubrir que lo hacía. Día tras día, trabajaba al lado de
esa mujer que era todo lo que Raven no era. No mejor, sólo diferente. Veronica lo
llamaba a todas horas, también.
—¿Has dormido con ella? —Rápidamente cerrando los ojos, se frotó la frente.
Sus mejillas se calentaron en la mortificación. Querido Dios. Ella sólo se había
convertido en una de esas mujeres, demasiado inseguras para liberar sus garras de
su hombre—. No respondas a eso. Estaba fuera de línea.
Una sonrisa suavizó los ojos de él. —Los celos significa que está dedicada.
En nosotros, en esto. Y aunque no tienes absolutamente nada de qué preocuparte,
me gusta saber que no me quieres con nadie más. Invierte los papeles y yo podría ir
un poco hombre de las cavernas si otro se fijara en ti. —La besó en la frente—.
Relájate, nena. Eres la única mujer en mi radar.
Ellos se separaron más tarde cuando fue a recargar su bebida y ella se detuvo
en una conversación con las esposas de algunos pescadores de cangrejos. Justo antes
de la cena, mientras estaba entre los del grupo de hombres que trabajaban para 153
Noah, él estableció la vibración de sus bragas. Absorta en la historia que uno de los
chicos estaba diciendo, ella estaba demasiado conmocionada para ocultar su jadeo.
—¿Estás bien? —El más joven, un atractivo joven de unos veinte años que
hizo excursiones de pesca, tocó su espalda.
Ella cerró los ojos y contuvo el aliento. En el último minuto, ella agarró el
tobillo.
—Estoy bien. Sólo se torció el tobillo. Malditos tacones. —Ella se rió para
disimular, y la conversación continuó.
En cierto modo se hacía difícil no gustarle la zorra bonita si ella era agradable.
Centrándose en Noah, pidió a la orquesta empezar, ella buscó que decir.
—¿Qué tan tarde hacer suelen ir estas cosas? —Debido a que Noah se acercó
más cerca, todo lo que quería era despojarlo de ese esmoquin. De altura, con
ondulación muscular magra y la confianza, acortó el espacio hacia ella.
154
—Por lo general corta después del primer baile. La caridad significa mucho
para él, pero él odia estas funciones.
Eso rastrilla sus nervios Veronica sabía, pero no era exactamente un secreto
de Estado y ella trabajaba de cerca con él. Como cuestión de hecho, de acuerdo a
Noah, Veronica casi manejó la mayoría de las cosas acerca Gallivanting Adventures
para que él pudiera ser libre para hacer otras cosas. Eso la hizo caer en cuenta cuan
exitoso era Hoan Dwell, y eso significaba que viaja mucho. En el pasado, siempre
había asumido que estaba haciendo algo por la compañía o de vacaciones cuando él
se había ido para esos cortos instantes. En su lugar, había acumulado una fortuna de
tomar fotografías brillantes.
—¿Bailas conmigo?
Descansando sus manos sobre sus hombros, ella le sonrió. Hubo un seductor
magnetismo en como él dijo mía que causó un escalofrío por todo el cuerpo.
—Podemos salir después de esta canción. —Se movían unas cuantas vueltas
lentas, mientras que su mirada recorrió su cara, su pelo—. Nunca hemos bailamos
juntos.
Pensando, ella asintió, muy consciente del cuerpo de infarto contra ella y el
olor picante de él.
—No hay mucha oportunidad. Nuestra amistad no era realmente así de todos
modos, ¿verdad? —Ella prefería cómo las cosas habían evolucionado.
—No demores demasiado. Me has tenido con dolor la mitad de la noche con
tus payasadas.
Apoyándose en sus dedos del pie, ella dio un beso en la boca. —Y tú me has
tenido al borde del orgasmo durante toda la noche. Dame cinco minutos.
Contenta. Eso era, exactamente. Después de toda una vida luchando con la depresión
de una manera u otra, o de conformarse con lo seguro y contenido, casi no reconoció la alegría
cuando vio que le devolvía la mirada.
Todo lo que tenía que hacer era aferrarse a él. Una tarea que aún había que
manejar.
—Justo ahora mientras nos estábamos yendo. —Su voz bajó una octava—.
Pero no te preocupes. Todavía estoy mojada. ¿Sabes qué más?
—¿Qué? —Cerró sus ojos y luchó para mantener sus manos para él hasta que
llegaran a casa. Sólo eran quince minutos en coche.
—¿Qué, bebé?
—Te lo dije…
Raven hacía varias cosas cuando estaba excitada que lo llevaban de duro a
doloroso. Decir su nombre con su voz gutural y entrecortada era una de ella. Paró la
urgencia de frotar su pene y acariciarla en su lugar. Una rápida mirada por la
ventana y confirmó que estaban a un bloque de casa. Incrementó el ritmo, haciendo
que se retorciera y moviera sobre su regazo, haciendo que su necesidad se
incrementara. Justo cuando estaba cerca del clímax, sacó su dedo y besó su boca.
—Estamos en casa y los dos nos vamos a correr conmigo dentro de ti. —
Cuando se levantó en el asiento, aturdida y con la cara de estar preparada para
morder, sonrió—. La espera valdrá la pena.
A través del vestíbulo, en el ascensor, en la habitación. Ese era su único foco
mientras la arrastraba detrás de él. Dentro del apartamento, se sacó su abrigo y el de
ella, tirándolos al suelo. Él la acompañó varios pasos hacia la cocina mientras se
sacaba la chaqueta del traje y se desataba su corbata.
¿Restricciones? Ninguna.
El jodido cielo.
—¿Bien?
Él retrocedió, golpeando contra ella con otra estocada. Conectó con su culo,
haciendo círculos con sus caderas para darle más de él. Ella rogó, gritó su nombre.
No había manera de que pudiera durar. No después de la provocación en el evento
y no con cuán lejos le había llevado. Su suave y generosa carne le abrazaba fuerte, y
si hicieran este baile mil veces, no se cansaría de ello. De ella.
Puso su brazo entre su pelvis y la mesa para que no se hiciera daño y curvó
su cuerpo sobre su espalda. Su boca abierta encontró su garganta expuesta y se
enganchó. Mía.
—Agárrate a algo, bebé.
Ella estiró los brazos hacia atrás, cerrando sus dedos alrededor del borde de
la mesa mientras el bombeaba.
Se lo dio más fuerte. Más rápido. La mesa pegaba contra la pared. El bol de la
fruta se cayó. Sus gruñidos fueron acallados por su piel. Mientras se metía en ella
con una gran velocidad, ella gritó con cada estocada brutal y cegadora.
Ella presionó su frente contra la mesa, sus palmas plantadas a cada lado
mientras luchaba por respirar. Su propia respiración no se había estabilizado
160
todavía. Mientras la tenía de esta manera, le desató su vestido y lo sacó por su
cabeza, después se sacudió sus pantalones de sus tobillos.
¿No se daba cuenta de que ella era el mejor maldito regalo? El único que había
necesitado. Inclinándose sobre ella, la besó lento y completamente.
Tirados encima de la cama uno al lado del otro, él sobre su estómago y ella
sobre su espalda, se cogieron de las manos y se miraron el uno al otro en la
oscuridad. Nunca había compartido una intimidad así con nadie más, dentro o fuera
de la cama.
Mirando sus gruesas pestañas, ojos inquietantes y boca carnosa, sabía que no
era sólo su belleza física lo que le atrajo. Era ella. Era tonto pensar que podían volver
atrás, tonto pensar que nunca sucumbiría una vez que estuviera debajo de él.
Siempre se había imaginado que era incapaz de enamorarse. Su pasado trémulo y la
constante huida hacían que el intentarlo fuera imposiblemente estúpido.
Pero se había enamorado años atrás. Su mente lo había sabido antes de que
su corazón se diera cuenta. Simplemente estaba esperándola, por el día en que la
pudiera tener.
Aun así sus dedos se apretaron alrededor de los suyos en vez de liberarla.
—No. —Le habría dicho si hubiera sido. Era honesta sobre sus necesidades y
demandas. Otra razón por la que estaba profundamente hundido. No había nada
más sexy que una mujer abierta a su cuerpo, su placer y que no estuviera asustada 161
de probarse a sí misma. Había tomado algún tiempo, pero había hecho eso.
Empujado a sí misma más allá del miedo, buscando las respuestas, y se había
agarrado a él durante el viaje. Como si fuera el único al que ansiaba entretanto, el
largo recorrido.
Giró su cara hacia ella, levantando su mano para quitar un mechón de cabello
de su mejilla. No sería sabio decirle como se sentía por ella hasta que toda esta
mierda hubiera pasado. En primer lugar, no tenía derecho a amarla. Ella necesitaba
sacar sus propias conclusiones sobre lo que quería antes de que le dijera algo que sin
duda la haría sentir atrapada. Había vivido su vida en una caja, de una forma u otra.
No sería un limitante más. De todas maneras, sospechaba que no estaba lista aún.
Él no había hecho mucho de comida erótica. Una fresa aquí o allá, algo de
sirope de chocolate una vez.
—No me importa, bebé. —Esta era su fantasía. Él solo estaba feliz de ayudar.
Tiró de su cabeza hacia arriba para poder mirar en sus ojos, con párpados
gruesos por la lujuria. Su vara se espesó. —Tu boca es una preciosidad, bebé.
—Sí. —Y luego su lengua estaba sobre él, lamiendo con golpes firmes de la
base al tope. Rodeo la corona y, antes de que pudiera rogar por más, lamió su
hendidura y lo llevó dentro de su boca mojada.
Con un pop, lo liberó de su boca, tomó sus manos, y las recolocó en su cabello.
Empuñando su base, lo miró por debajo de sus pestañas.
Y con eso, regresó a trabajar, causando que sus ojos rodaran hacia atrás en su
cabeza con placer. Ahuecando sus mejillas, su presión subió, y no pudo detenerse
de golpear dentro de ella. Sus manos trabajaron en su base, su lengua hizo algún
giro insanamente asombroso hacia el lado de debajo de su asta, y su punta golpeo
su garganta.
163
Después de unos momentos, se dio cuenta de que no lo estaba dejando ir más
profundo de lo que podía manejar con su mano sosteniendo su pelvis, así que probó
las cosas siendo más rudo. Empujó hacia arriba y llevó su cabeza hacia abajo,
penetrando su boca como había estado soñando en hacerlo. Ella gimió alrededor de
su pene, vibrándo hasta sus bolas.
Trayendo sus rodillas hacia arriba, separó sus piernas más amplias,
sosteniendo su cabeza y doblando la parte superior de su cuerpo para ver mejor
cuando empujaba. Su espalda tembló, sus bolas tirando hacia arriba. Manejo dos
empujones más antes de advertirle que estaba cerca. Ella no lo dejó ir, y sus ojos se
aguaron aguantando. La tensión acordonó sus brazos, sus hombros y cuello.
Sosteniéndola contra él, peleó por aire. —Dos minutos. Dame dos minutos y,
juro por Dios, que te haré ver las estrellas.
Control. No tenía nada con ella. Ella no parecía tenerlo tampoco. El constante
juego de poder, el dar y tomar entre ellos, traía placer de ambos lados. A ninguno le
importaba tomar las riendas o dejarlas caer.
Su mente giró con las posibilidades. Ella no se había tensado durante el sexo
164
desde que hicieron el amor la primera vez en la posición del misionero. Nada de lo
que habían hecho desencadenó su pánico.
Corriendo sus manos por sus hombros, tomó ligeramente sus muñecas y las
sostuvo con una mano detrás de ella. Ella se quedó quieta, pero no objetó.
Cuidadosamente, los rodó para que estuviera sobre su espalda y sus manos
atrapadas entre ella y el colchón. Él sostuvo sus muñecas en su lugar. Se apoyó hacia
arriba en su otro codo, se levantó sobre ella y la miró a los ojos.
Con sus brazos atrapados detrás de ella, los pechos de Raven empujaron hacia
delante, su espalda se arqueó, y sus pezones duros rozaron contra el amplio pecho
de Noah. Su pulso zumbó, su corazón golpeando. Había una traza de aprehensión
debajo de la superficie pero, principalmente, estaba excitada. Curiosa.
Aun cogiendo sus muñecas, Noah alcanzó la nata y puso una generosa
cantidad en cada pecho. Ella contuvo su aliento cuando él hundió su cabeza para
lamerlo, boca caliente contra piel fría. Sus nervios se encendieron, creando un calor
sensual sobre su cuerpo y palpitando entre sus piernas. Cuando acabó de dedicarle
su tiempo a un pecho, se movió al otro, justo como ella había hecho con él.
Sin mirar a otro lado que no fuera su tarea, dijo—. En caso de que hubiera
alguna duda de en qué dirección iba.
Ella sonrió y rápidamente jadeó cuando su boca estuvo sobre ella de nuevo,
usando sus dientes, lengua y labios para comerse la nata—. Noah…
Ella se retorció debajo de él, su cuerpo tenso de necesidad. Una fría sensación
le golpeó entre las piernas y sobre sus pliegues cuando él añadió nata, pero no hizo
nada para reducir el fuego. Ella le miró, la cabeza entre sus piernas y mirando a su
sexo como si se estuviera muriendo de hambre.
Cuando lo hizo, su boca se cerró sobre su sexo y ella gritó. Él lamió la nata de
sus pliegues, así como su húmeda abertura, y por encima de su clítoris. Ella se
destrozó en su abrazo, usando como palanca su posición para presionar contra su
boca. Su lengua la penetró, enviando escalofríos de placer a lo largo de su espalda.
—Vuelvo a estar duro de nuevo, bebé. Mira lo que me haces. No puedo tener
suficiente de ti. —Se levantó sobre sus caderas, las rodillas apartadas, elevando sus
caderas de la cama, sus tobillos sobre sus hombros y sus manos todavía cogiendo
sus muñecas firmemente. Su caliente mirada era intensa, pasó sobre su cuerpo, su
duro pene posicionado en su entrada.
—Mírame —pidió.
No sabía qué estaba mal, cómo poner en palabras estas emociones que nunca
había experimentado. ¿Así que, cómo iba a decírselo a él? Impotente, sacudió su
cabeza, el llanto amenazando en su garganta. Dios. Estaba llorando mientras tenían
sexo. ¿Qué era lo siguiente?
Sacando el pelo de su cara, él la miró a los ojos y secó las lágrimas con su
pulgar—. Yo, también, bebé. —La besó con tiernas caricias de sus labios y gentiles
pasadas de su lengua, diciendo tanto sin decir ni una palabra.
—No es tan aterrador como pensaba que sería —susurró. Después la besó de 167
nuevo, abrazándola más cerca mientras llevaba sus caderas hacia arriba para
moverse dentro de ella.
El calor se elevó en ella de nuevo, pero diferente esta vez. Más fuerte. Más
suave. Más aterrador. Ella conectó con él, sin saber si entrar en pánico o llorar de
nuevo. Era todo tan abrumador, vertiginoso.
Y mientras sus ojos se abrían a la mañana siguiente, ella estaba tirada sobre
su estómago, su cabeza en sus manos y los dedos de él pasando por su espalda, la
pregunta estaba todavía en su mente. Él la estaba mirando de cerca, evaluando su
humor.
Ella suspiró.
Raven no había movido un músculo. Se tumbó boca abajo en su cama, con los
ojos muy abiertos y los labios abiertos en incredulidad. Había pensado en guardarlo
hasta que estuviera lista para oír las palabras, pero él le había mentido durante
demasiado tiempo. Mentido a sí mismo.
No más.
Poco a poco, sin apartar la mirada de él, se sentó y abrazó la sabana contra
su pecho. No se movió, porque algo le decía a él que necesitaba la posición por
encima para sentirse segura. Así que se quedó a su lado, con la cabeza en la mano,
observándola con calma mientras su corazón taladraba fuera de su caja torácica y
los músculos estaban rígidos por el miedo de ella marchándose.
¿Una cosa sobre Raven? No confiaba en la gente. Ya sea que tenía que ver con
una infancia que casi no recordaba o si ella no confiaba en sí misma era discutible.
El punto era, que él había traspasado, cuando todos los demás habían fracasado, y
eso significaba algo.
Porque ella tenía que preguntar, es por eso. —¿Sabes el momento en que sabía
que estaba enamorado de ti? —Él se le quedó mirando a los ojos para subrayar el 170
punto de diferencia—. Cuando Max llamó para decirte que estaban siendo seguidos.
Lo primero que pensé mientras caminabas hacia mí en el muelle era que no podía
vivir sin ti. —Él prefería que ese bastardo lo mate a que dañara un pelo de la cabeza
de ella—. Si algo me pasara, tú eres la que me gustaría que criara a Aubrey. —Esa
noche que él abordó la conversación de Raven y Aubrey, sobre sus quemaduras le
hizo doler el pecho.
—¿Crees que yo lo hacía a los dieciocho años? No. Te las arreglas para lo
mejor de los niños. Es aterrador y difícil y, a veces la única recompensa es un te amo
al final del día. —Se incorporó, su mirada siguió el movimiento—. No confías en que
puedes hacer el trabajo. Ser padre y madre. Se trata de Aubrey o tú propio tú algún
día. —Deslizó sus manos en la cintura de ella y la atrajo hacia sí—. No creo que
puedas. Sé que puedes. Esa es la confianza. Eso es amor.
Sus lindos ojos de color marrón se llenaron nuevo, las lágrimas aferrándose
a sus pestañas y derramándose por sus mejillas. —¿Confiarías en mí con Aubrey? —
habló en voz tan baja que apenas la oyó por encima de su corazón palpitante.
—Ya lo hago.
Sacudió la cabeza como para negar sus palabras, pero luego cerró los ojos.
Él tiró por sus lados en su regazo, abrazándola con fuerza. Quitó el sentido
que estaba tratando de apartarse de él, a pesar de que ella no se movió, se mantuvo
firme. Raven no se ajustaba bien a los cambios y odiaba ser empujada, pero
necesitaba que supiera cómo se sentía. —No estoy pidiendo nada, bebé. Quédate
conmigo. El resto vendrá.
—¿Noah?
—¿Hmm?
Su cabeza estaba mareada con todo lo que él había dicho, pero, curiosamente,
no se sentía atrapada o presionada. Estar con Noah era fácil. Tal vez demasiado fácil.
A veces, ella seguía esperando que el otro zapato cayera y él dijera que había
golpeado a su límite emocional. Después de todo, durante toda su vida adulta, no
había tenido a nadie cerca de él para agarrarse. Había gente de seguridad y
cuidadores. Y ella. Pero estaba acostumbrado a estar solo, dependiendo sólo de sí
mismo.
Lógicamente, debería ser más cuidadoso que ella. En su lugar, era todo lo
contrario. Sabía lo que quería y fue por ello, con el valor que ella deseaba tener. Ella
ni siquiera sabía por qué estaba así. Su madre era una persona dulce, compasiva que
había dado a Raven todo lo que una niña necesitaba. No tenían mucho dinero, pero
nunca se habían ido.
Una hora y dos tazas de café más tarde, Raven se extendía, cerrando de los
navegadores. La fiscalía había descansado su caso el viernes y la defensa comenzaría
el lunes. La prensa se inclinaba por una convicción y no vio cómo un jurado podría
dejar que el hombre se fuera con todas las pruebas.
Ella rió. —Sólo haciendo un poco de navegación por Internet. ¿Cómo estás?
Me lo pasé genial en la visita. ¿Tal vez pueda volver a ir en un par de semanas?
Su sonrisa era tan contagiosa como la de Noah. —¡Genial! Hay toneladas que
no conseguimos hacer la última vez, como natación y esas cosas.
—Estas emocionada. Voy a hablar con tu tío para ver lo que podemos
arreglar. —Ella se levantó para volver a llenar su taza de café, llevando el portátil
con ella—. Mira esto. —Raven giró la pantalla para mostrar la imagen que Aubrey
habían coloreado en el refrigerador de Noah. —El mejor lugar en la casa.
Después de decir adiós, Raven dejó caer sus codos sobre el mostrador y
sonrió. No había conocido a la sobrina de Noah por mucho tiempo, pero ella era una
gran niña a la que se le hizo fácil gustarle. Al igual que su tío. Por un momento, se
preguntó cómo sería ser normal. Los tres sentados alrededor de la mesa, hablando
de su día. Planificando qué hacer el fin de semana. Arropando a Aubrey en la noche
o verificando una nota en su examen de matemáticas.
Antes de Noah, el sexo era una rápida liberación y nada más. A menudo, era
más problemas de lo que valía. Dirigiéndose al club, observando a los miembros
desde las sombras, recogiendo al hombre adecuado, que tenía tendencias sumisas. 173
Agotador. Su día había sido programado por hora, incluso las cenas de los viernes
con Noah. Ella iba a trabajar y volvía a casa. No había habido ninguna emoción,
ninguna chispa para romper la monotonía.
¿Cómo no había sabido que algo más estaba por ahí, lo bueno que podría
ser?
Raven había conocido a Mildred meses atrás, pero el ama de llaves nunca
preguntó directamente por órdenes. No estaba segura del protocolo, prestándole
atención al pelo gris de la vieja mujer envuelto en un pañuelo y su forma rechoncha,
con uniforme de criada. Sin duda, Noah, no le importaría si algunas cosas se
174
postergaban por un par de días.
—Señor.
Noah se frotó el cuello. —¿Algo está mal? —Su voz era más gruesa de lo
habitual y sus ojos azules eran nebulosos.
—No señor.
Se las tragó y arrastró los pies a la sala de estar, donde apiló dos mantas sobre
sí mismo y se acostó de lado.
Su celular sonó por mensaje mientras se movía para bajar el fuego de los
fideos. Ella buscó a tientas para desbloquear la pantalla mientras agitaba el bote con
la otra mano. Una foto apareció.
Noah se puso de pie moviéndose hacia ella cuando Max corrió rodeando la
esquina y se detuvo en seco. Los dos hombre miraron el lio y luego a ella.
Noah ojeó el mensaje con la mandíbula apretada y los ojos glaciares. —Hijo
de puta. —Arrojó el celular en el mostrador y la atrajo hacia él de nuevo. Una mano
le cubrió su cabeza—. No va a llegar a ti. Él no te tocará. Juro por Dios que no lo
hará, bebé.
Ella asintió con la cabeza, porque pensó que era lo correcto para hacer. Pero
Noah estaba mal. Ellos consiguieron su número. Solo sería cuestión de tiempo antes
de que la atrapen. ¿Verdad?
Pero en lugar de que las noticias calmaran a Noah, los brazos la apretaban
con más fuerza. —Ella no sale de tu vista ni durante dos segundos. —Él contuvo la
respiración áspera y se balanceaba sobre sus pies.
—Entendido.
Por ahora.
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Traducido por Mich Fraser & Livic15
Corregido por Jessibel
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Traducido por ∞Jul∞ & SOS Mich Fraser
Corregido por Jessibel
—Por otra serie de éxito. —Nicole hizo chocar su copa de champán con la de
Raven—. Vendimos.
Raven sonrió y escaneó la multitud. Otros treinta minutos y concluye. —
Tiene mucho talento. Sabía que su trabajo se iba , vender.
Su mirada escaneó la pared del fondo, donde veinte exquisitas piezas
colgaban en simetría. Su artista, Gloria, tenía un ojo para una arquitectura única,
pero su programa de los Inuits nativos fue espectacular. El único problema de esta 185
noche había sido cuando un turista les había llamado por error esquimales —un
insulto despectivo en estas partes. El pobre hombre no supo mejor, y Nicole lo había
desviado a una escena llevándose al chico fuera de la mesa de comida y coqueteando
hasta que el artista había parado de echar humo.
—Asumo, por la forma en que Noah te desnuda con los ojos, que no vamos a
tomar algo. Nicole ladeó la cabeza.
La culpa se estrelló contra ella. Esto fue tres espectáculos ahora donde había
abandonado a Nicole. —Lo siento. ¿Me pueden culpar? —Ella lamentablemente
apartó la mirada de donde Noah estaba hablando con un grupo pequeño.
Nicole suspiró. —No, no te puedo culpar. Es tan lamible. —Tomó un
abundante sorbo de champán. —Necesito un hombre.
—Has tenido muchos amantes, tan recientemente como hace dos noches, si
la memoria de nuestra conversación sirve. —Nicole no era fácil por cualquier medio,
pero ella disfrutaba del sexo opuesto.
—Ninguno de ellos me mira de esa manera. —Nicole frunció los labios,
señalando a donde Noah seguía mirando desde el otro lado de la habitación—. Y el
sexo es aburrido. Es decir, olvida Cincuentas Sombras. Tomaría veinticinco sombras.
En cualquier color. No tiene que ser de color gris.
Raven se echó a reír. —¿Qué tal el próximo viernes? Sólo tú y yo, donde
quieras ir. Vamos a ver si podemos encontrar a alguien un poco travieso. Ese es tu
problema. Escoges los chicos buenos.
—Seguro. ¿Por qué no?
Raven hizo su camino a través del cuarto, tratando de no llamar la atención,
y pegó una sonrisa en su rostro. Sus pasos vacilaron. Algo no estaba bien. La
intuición la detuvo. No segura de lo que estaba mal, miró a su alrededor tratando
de encontrar el detonante de su inquietud.
Sus ojos se fijaron en un fino rayo láser rojo que brilló en la ventana,
deteniéndose en su pecho. Como uno de esos juguetes para que los gatos persigan.
Noah gritó su nombre.
Con el corazón acelerado, se volvió hacia él, confundida.
Noah gritó a Max, su cuerpo listo para correr. Levantó el brazo, como si en
una petición se detuviera, mientras dos de sus guardias se movieron sobre él.
Luchando contra ellos, trató de empujarlos a un lado, agitando los brazos. —Nooo.
Su voz rebotó en las paredes.
Protegiéndolo, sus guardias lo arrastraron abajo. 186
Espera. ¿Protegiéndolo? ¿De qué?
Oh Dios. ¿Qué estaba pasando? El aliento atrapado en la garganta de ella. El
terror la congeló en su lugar, sus extremidades como inútiles bloques de hielo.
El vidrio se rompió. Sobrevino el caos.
Los huéspedes gritaron y corrieron. La puerta principal se abrió. Dos
hombres con armas planteadas entraron en el vestíbulo. Una grieta hizo eco, en auge
por la habitación, rompiendo sus tímpanos.
El aire de sus pulmones salió cuando alguien lanzó su lado. Golpearon el
suelo duro, su boca abajo y un hombre cubriéndola. Un dolor agudo arde en su
cadera por el impacto. Sus músculos estaban tensos, duros contra su espalda. Tenía
la mano en la frente como un amortiguador entre éste y el suelo de bambú. Su peso
era aplastante.
Aliento caliente y tembloroso abanicó la mejilla de ella. —Quédate abajo,
señorita Crowne —rechinó él—.Te tengo.
—Oh Dios. ¿Max?
Él gimió como adolorido. Una respiración áspera. —Sí, señora. —Su cuerpo
se movió ligeramente, como si estuviera mirando por encima del hombro—. Sólo un
minuto más. Los federales lo persiguen en la calle.
¿Persiguiendo a quién?
—¿Que está pasando? —Un sollozo se levantó en su pecho.
Oh Dios. ¿Noah estaba bien? ¿Dónde estaba Nicole?
—Está bien, señorita Crowne. Yo te tengo.
Un estremecimiento violento rasgó a través de su cuerpo. Max la abrazó con
más fuerza, sujetándola al suelo.
—¡Estamos libres! —Alguien gritó desde detrás de ellos, haciéndola
estremecerse.
Max se relajó lo suficiente para poder darse la vuelta. Su mirada de dolor se
extendió sobre ella antes de que sus brazos cedieran y que momentáneamente se
derrumbara encima de ella. Con un gemido, se incorporó de nuevo y murmuró—:
Estás bien, estás bien —como si necesitara asegurarse por sí mismo. Se dio la vuelta
en su espalda a su lado, jadeando.
—¡Raven!
187
¡Oh, Noah! Gracias a Dios.
Ella se sentó, temblando de pies a cabeza. Desorientada, se llevó la mano a la
frente cuando la habitación dio vueltas. ¿Dónde estaba él?
Los hombres que habían Cobrado en la puerta principal estaban caminando,
llevando a los clientes fuera de la galería. ¿Los policías? ¿Federales? ¿Qué demonios
había sucedido?
¿Por qué no podía dejar de temblar?
—¡Raven! —Noah se precipitó a través del cuarto, cayendo de rodillas a su
lado. Parecía que no sabía si la besaba o mataba a alguien. La ira y la preocupación
brillaban en los ojos, en el giro de su boca. Entonces, dejó de respirar.
—Te dispararon. —Él se inclinó—. ¡Consíganme una ambulancia! —Cuando
se dio la vuelta, sus respiraciones eran baja y sus manos frenéticamente pasaron por
encima de su cuerpo. Las lágrimas brotaron de sus ojos grandes, azules—. ¿Dónde,
nena? ¿A dónde te golpeó? —Sus manos apretadas, buscaban.
Miró hacia abajo para encontrar sangre en la parte delantera de su vestido
verde menta. El pánico arañó la garganta. Pero…
No hay agujeros. No hay dolor. El entumecimiento frío del choque comenzó
a retroceder. —No es mía —susurró—. No es mía.
Ella empujó a Noah a un lado y se arrastró hacia Max, todavía en su espalda.
Sus manos temblorosas, rojo de sangre, agarró las mejillas de él. —¿Max?
—Estoy bien... señorita Crowne, —él apretó los dientes—. Una de principio a
fin. No creo que la bala le dio a algo de vital importancia.
Miró hacia abajo, donde su gran mano cubrió su lado. La sangre fluía de
debajo de sus dedos. —Oh Dios, no. Te dispararon.
—Raven. —Noah le tocó el hombro, pero ella lo ignoró. Max estaba herido y
era su culpa. Él la había protegido, empujándola al suelo y cubriendo su cuerpo.
Como…
Al igual que su padre había hecho años atrás en ese bunker.
La culpa se estrelló contra ella, batiendo su estómago. —Déjame ver, Max. —
Ella bajó la mano. La sangre brotaba de un pequeño agujero. Tanta sangre. Su camisa
de vestir blanca estaba pegada a su piel, empapada. La ira y el pánico se elevaron
hasta asfixiarla. Apretó la palma de la mano a la herida. —¡Idiota! Te dispararon.
¿Por mí? 188
Max deslizó su mirada a la de ella, su mano cubriendo la de ella sobre su
herida. —Merece la pena. Sólo hago mi trabajo. Estaré... bien como nuevo mañana.
Los últimos minutos la alcanzaron y ella se rompió. Las lágrimas nublaron
sus ojos.
Dos de sus guardias se arrodillaron junto a Max. Uno tomó suavemente la
muñeca y apartó la mano de un lado de Max. Presionó una toalla a la zona con
suficiente presión para Max a gruñera. —El médico está en camino.
—Raven, nena. Deja que te mire. ¿Estás herida?
Ella se dio la vuelta y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Noah,
enterrando la cara en su hombro. —No, no estoy... herida. —Aterrorizada y enferma
de culpa y confundida, pero no herida. Absorbiendo su calor, su abrazo seguro, ella
lo aspiró y agarró.
Él la acunó en su cuerpo duro, levantándose y retrocediendo lejos de su
equipo. Tirando de ella a él, ahuecó sus mejillas. La mirada de él cayó como para
verificar que ella estaba bien.
—¿Estás segura? —La preocupación frenética redondeaba los ojos de él,
frunció el ceño. Parecía a punto de homicidio y más que un poco perdido cuando su
mandíbula se apretó. Le temblaban las manos contra las mejillas. La tensión
irradiaba de él en pulsos débiles.
Ella asintió con rapidez, queriendo asegurarlo y preocupada por su modo de
pensar. Él era el constante, la roca. Si él se derrumbaba, no había esperanza para
ellos esta noche. Más lágrimas se derramaron, descendiendo por sus mejillas. Miró
a su alrededor, viendo a Nicole con un grupo de personas de pie afuera hablando
con un oficial. El alivio la inundó.
—Ah, mierda. —Noah la arrastró con él, los brazos sujetos a su espalda. —
Pensé que te tenía —susurró sólo para los oídos de ella—. Pensé que te tenía.
Ella cerró los ojos al tono desesperado en su voz y le devolvió el abrazo,
todavía aturdida por los acontecimientos. Respirando su aroma a canela, trató de
desenrollar los músculos tensos del cuello y los hombros. Noah le tenía en sus brazos
fuertes. Ella estaba bien. Él estaba bien.
—Estoy bien, Noah.
—Seguro que saben cómo organizar una fiesta. —Un hombre se acercó a ellos,
sorteando fragmentos de vidrio. Su andar era esbelto, como el de un practicante de
artes marciales. Traje marrón arrugado, la corbata torcida, él negó con la cabeza. Su
cabello rubio oscuro estaba canoso en las sienes y su boca tenía arrugas finas en las 189
esquinas. Ojos de color marrón oscuro examinaron la habitación y se replegaron en
ellos—. ¿Todo el mundo está bien?
Noah se tensó y giró. —¿Qué carajo, McCannon? ¿Pensé que tenías hombres
afuera? ¿Cómo consiguió un tiro?
McCannon puso un cigarrillo apagado entre los labios y lo dejó allí mientras
hablaba. —Lo hicimos, y tus hombres estaban por ahí, también. Él estaba metido en
un callejón trasero.
Raven observó al hombre que Noah hace referencia como su contacto del FBI.
Él estaba en mediados de los años cuarenta y, a pesar de que tenía un tornillo, todo
comportamiento, sus ojos decían que llevaba un pedazo de cada caso con él.
Dos paramédicos llevaron una camilla y se pusieron a trabajar ayudando a
Max. Las lágrimas amenazaban de nuevo. Se había puesto entre ella y una bala. La
comprensión de su trabajo, como él la había puesto, se estrelló contra ella. Max podría
haber muerto. Protegiéndola. Se llevó la palma de la mano a la frente.
Noah deslizó su brazo alrededor de su cintura y la miró.
McCannon sacó su teléfono, deslizó la pantalla, y se volvió hacia ella,
sosteniéndola. —¿Has visto a este chico dando vueltas?
El artista aspirante quien tenía los pelos de punta.
Ella asintió. —Él ha estado aquí un par de veces. Él... quería una
demostración. —Miró entre los dos hombres—. Dijo que su nombre era Vincent
Soreno. ¿Quién es?
—Vincent Soreno es correcto. Estamos bastante seguros de que él es el asesino
a sueldo. —McCannon suspiró—. Estúpido de mierda que ni siquiera se molestó en
cambiar su nombre.
Noah se tensó. —Ese estúpido de mierda acaba de disparar a través de una
ventana con cinco guardaespaldas dentro, y afuera tres agentes del FBI. Él estuvo
cerca de hacer agujeros a ella. Y a mí. Disparó a uno de mis hombres.
McCannon guardó el teléfono. —Vamos a llegar a él. Escapó por los pelos.
—Perdóname si no contengo la respiración. —Noah los puso fuera del
camino cuando los paramédicos llevaron a Max en una camilla. Él puso su mano
sobre el hombro de Max y apretó, en sus ojos mostraba un aprecio silencioso.
Raven salió de debajo del brazo de Noé y se inclinó sobre la camilla. Al no
tener idea de qué decir a Max, sonrió. Estaba pálido, pero no parecía tener mucho
dolor. —Gracias. Lo siento por llamarte idiota. Me asustaste. 190
Él restó importancia a su comentario. —Hasta mañana, señorita Crowne.
—No lo harás.
Él sonrió e hizo una mueca. —El día después, entonces.
Ella se levantó y observó a su guardaespaldas irse en la camilla, todo tan
surrealista. Las luces rojas y azules. Vidrio por todas partes. Sangre en el suelo. En
sus manos.
—Vamos, nena. Vamos a llevarte a casa.
Quedarse
Raven dejó escapar una respiración irregular contra los labios de Noah, sus
palabras resonando en sus oídos. Para él, ella era hermosa. No un dolor de cabeza o
demasiado esfuerzo. A pesar de que ella conocía sus atributos, él fue el primer
hombre en hacerla sentir hermosa. Y, al parecer, ella era suficiente para él.
Ya sea empujando sus límites o simplemente haciéndole el amor, siempre
existía una fiebre, una necesidad. Él fue muy paciente y comprensivo. La historia le 194
dijo que su calor se enfriaría con el tiempo. Excepto que el deseo no menguaba o se
agotaba, como ella había esperado. Él todavía la quería tanto como en su primera
noche juntos.
La esperanza floreció en su pecho. Ella siempre confió en él y la atracción
estaba obviamente allí. Gracias a él, experimentó un placer inimaginable. Lo normal
era posible ahora. Cada vez que la tocaba, ella se enamoraba más y más de él. No
sólo de la idea de una relación, sino de ellos. Ellos, juntos.
Era emocionante y aterrador. Hermoso y lleno de cicatrices.
Ella probó las ataduras alrededor de sus muñecas, ceñida por encima de su
cabeza, todavía lo suficientemente floja como para que escapara. Pero no quería
escapar de él. La venda en los ojos le quitó la capacidad de ver lo que iba a hacer,
pero no tenía miedo. No de él. Su corazón late fuerte y rápido con anticipación,
sabiendo que iba a traerla al borde y se sumirían juntos.
La situación obligó a sus otros sentidos a alertarse. Su aroma a canela y la
excitación era fuerte. El calor de su cuerpo la envolvía. Su respiración era lenta,
medida, como si se forzara a estar en control. Él todavía estaba a horcajadas sobre
sus caderas, pero su peso no cayó sobre ella mientras se mantenía por encima de su
cuerpo. Sufría por su tacto, el vértice de sus muslos palpitaba.
Sus labios rozaron los de ella, ligero como una pluma y cálido. —Te amo,
Raven.
Ella se calmó, tratando de procesar lo que sentía al escuchar esas palabras. Él
las había dicho antes, pero no usando esa expresión en realidad. En ese momento,
una oleada de felicidad y temor se arremolinó en su pecho. Le había dicho que no lo
dijera de nuevo a menos que lo sintiera de verdad, que él esperaría. Las palabras se
hallaban en la punta de su lengua. Ella lo amaba, estaba enamorándose rápidamente
de él, sin embargo, algo la mantuvo justo en el borde, no dispuesta a caer en picada.
Suspendida en el aire.
Te amo.
El susurro de sus cálidas palabras la acariciaba. Se estremeció, le gustaba la
forma en que su empática voz sonó verdadera. Noah lanzaba palabras al azar, no
decía cosas que no pretendía. Su corazón latía más rápido.
Ella abrió la boca para hablar, pero él cerró sus labios sobre los de ella. La
besó con determinación y propósito, como si necesitara que ella le creyera.
Acariciando su lengua con la de ella, demandó su sumisión, no la de su cuerpo, sino
la de su corazón. Ella le dio todo lo que pudo.
Él se separó para hablar en contra de su boca. —Te amo tan malditamente 195
tanto que no puedo pensar, no puedo respirar a menos que estés cerca de mí. Tienes
todo de mí. No te rindas con nosotros. —La tensión se enroscó en sus músculos
cuando él descendió su cuerpo contra el de ella.
Todo a la vez, como un golpe en el pecho, ella justo se dio cuenta de lo
asustado que debe haberse sentido al estar de nuevo en la galería esta noche. Temía
que ella se perdiera a sí misma y al hombre sin sentido después de ellas. Había sido
entumecida por el shock hasta que él le había puesto las restricciones en las muñecas
y la venda sobre los ojos. Había tenido que llevarla a distancia para que ella lo viera.
Con ganas de tocarlo, para calmar su preocupación, intentó deshacerse de las
ataduras, pero su mano se presionaba sobre la de ella, deteniendo su intento.
—Por favor, Raven. —Su tono era tranquilo, desesperado. Él apoyó su frente
contra la de ella y suspiró.
Ella se forzó a tragar. —No voy a renunciar a nosotros. Estoy aquí.
Él se quedó quieto por un momento, como si absorbiera sus palabras.
Cuando se movió, la ligera capa de vello de su pecho raspó sus pezones. El
calor se encendió sobre su piel. Ella respiró, mordiéndose el labio. Con las manos a
los costados, le besó las mejillas, la boca, luego su cuello. Su lengua trazó un camino
desde el hombro hacia la clavícula. Se estremeció. Gimió.
—¿Te gusta esto, bebé? —Cuando ella asintió, incapaz de hablar, dijo—: ¿Y
ahora? —Sus dedos bajaron unos centímetros para trazar círculos en sus pechos, la
aspereza de su piel contrastando deliciosamente con la suya.
Ella nunca se sintió tan agradecida por un amante abierto que trabajara con
sus manos. El lado artístico de él parecía saber dónde trazar para tener la mayor
respuesta.
—A mi bebé le gusta eso. —Sus dedos hicieron círculos más cerca de sus
pezones, pero nunca llegaron a donde ella más lo necesitaba—. ¿Te gustaría que los
tocara?
—Sí —gimió ella.
Las yemas de sus pulgares rozaron sus picos erectos. Su respiración se volvió
tan desigual como la de ella. Sin poder moverse, ver, cada toque se acentuó,
poniéndola en llamas. Ella se arqueó, el aire atrapado en su pecho.
Se movió, deslizándose por su cuerpo para ponerse de rodillas entre sus
muslos. Tan frustrantemente bueno. Sus dedos se movieron más abajo, sobre su
vagina y agarraron sus caderas. Luego hizo una pausa, y ella se imaginó que la
estaba mirando con esa expresión de hambre intensa. Ella se puso más húmeda, el
ligero frío en la sala flotando sobre sus pliegues empapados. 196
Sin previo aviso, pasó el dedo sobre su clítoris. Ella gritó, pero él se movía
hacia abajo, sobre su sexo, no alojándose en donde sufría por él. Lento, sin embargo,
su dedo se movió al anillo apretado de su agujero fruncido. Haciendo girar el dedo,
masajeando, pero no penetrando. Un sentimiento de nerviosismo inacostumbrada a
cargar, envío un temblor de necesidad directamente a su núcleo. Ella abrió la boca,
presionando abajo contra él. El calor se encendió.
—Pronto, te tomaré por aquí. ¿Quieres eso? —Su voz era ronca, apretada. Lo
amaba de esta forma, cuando se consumía todo con ella, con necesidad.
Ella pensó en su pregunta y decidió que no lo quería allí, donde nadie la había
tomado. Él era grande, por lo que tendrían que ir lento, pero Noah sabría eso. La
conocía. Mordiéndose el labio, asintió.
Él gimió, sus palmas abriendo más sus muslos. —No esta noche, bebé. Pronto.
Cambiando, se recostó a su lado en la cama y la animó a voltearse al lado
alejado de él. Se puso de espaldas enfrente de él y la atadura alrededor de sus
muñecas se apretó. Haciendo un balance, se dio cuenta de que no era dolorosa y
relajado.
Acariciando su cabello, le pasó la mano por su cintura, su brazo, sus muñecas
atadas. Su erección presionada entre sus nalgas, meciéndose contra ella. Ella se
apretó, por el deseo tan fuerte que la frustración apareció. Como si sintiera su
necesidad, él extendió su mano sobre su vientre y se trasladó al sur.
—Sí. —Ella abrió las piernas.
Él colocó su muslo entre los de ella y abrió sus pliegues con los dedos. —¿Esto
es lo que te gusta, bebé?
Ella asintió. Él quitó los dedos. Pero el gemido murió en su garganta. Se alineó
con su apertura, mojando la corona suave, antes de entrar hasta el fondo. Sus
paredes apretándose a su alrededor, tratando de llegar más profundo.
Él empujó desde atrás, golpeando su pelvis contra su culo. Ahogó un jadeo,
arqueando la espalda. Cargándola con él, bombeó a un ritmo constante que la volvió
loca. Sin prisas, de modo que cada deslizamiento de su eje la llenaba más y más. No
era el ritmo frenético de antes. Era una acumulación lenta. La tensión anudándose
en sus músculos, en busca de la liberación.
Justo cuando estaba a punto de suplicar, llorar por misericordia, presionó un
dedo en su clítoris y ella explotó. Luces estallaron detrás de sus párpados. Las
ataduras en sus muñecas tiraron mientras se estremecía. El aire atrapado en sus
pulmones. Metiendo la barbilla, ella gritó su nombre mientras una oleada tras otra
se desplegó a través de ella. Pronto él la siguió, bombeando un par de veces más 197
antes de llegar. Su boca en el hombro, rugió a través de su orgasmo.
Ella todavía estaba temblando cuando sus empujes superficiales cesaron. Se
movió detrás de ella, extendiéndose. Una mano cayó sobre sus muñecas y desató el
nudo, liberándola. Levantó la otra de sus ojos.
Luego, sin una palabra, puso sus brazos alrededor de ella y la arrastró más
cerca, como queriendo meterse dentro de ella. La envolvió con su pierna alrededor
de la suya, enjaulándola. No pareció respirar durante varios minutos, hasta que,
finalmente, se relajó su abrazo y acarició su cabello con su cara.
Para el momento en que llegó el lunes, Noah parecía tener sus emociones
revueltas sujetas de forma tangible y al menos podía mirar a Raven sin recordar a
Max empujándola al suelo. La mayoría del tiempo. Se quedaron el fin de semana y
salieron con Aubrey, descomprimiendo. La galería de Raven se encontraba todavía
cerrada hasta que el equipo forense pasara, por lo que Noah hizo un poco de trabajo
desde su ordenador portátil en casa para hacerle compañía. Ellos llamaron al
hospital para chequear a Max al menos cincuenta veces por petición de Raven y su
guardia personal se estaba recuperando muy bien. McCannon pensó que sería
imprudente visitar el hospital hasta que pudieran conseguir más en Soreno. Max
será dado de alta hoy de todos modos.
En la alcoba de la cocina, Noah vio a Raven empujando su cena alrededor de
su plato, después de haber comido casi cualquiera de los pollos al horno que ella
hizo. Se había sentido tranquila la mayor parte del día, también, sólo hablaba cuando
se dirigían a ella directamente.
Después de que hicieron el amor en el castillo, ella apareció para relajarse,
pero ahora él estaba preocupado por su depresión. Durante años, ella luchó en
contra, ganándole. Era la persona más fuerte que malditamente conocía. Pero eso no
significaba que no podía estar preocupado. Era como si se hubiera arrastrado dentro
de él, donde cada acción, pensamiento o estado de ánimo resonaba a través de él, de
modo que estaba allí con ella. Estúpido como sonaba, se sentían como una maldita
persona. Como su mejor amiga, había sabido cómo llegar a ella cuando se volvía
oscura, pero como amante, no tenía idea de si se aferraba demasiado fuerte.
Dejó su tenedor, perdiendo su apetito. —¿Qué tienes en mente, Raven?
Sus labios se torcieron al pensar. Ella cogió su vino y tomó un sorbo antes de
contestar. —¿Quieres casarte? 198
Forzando el vino más allá de su garganta, dejó el vaso antes de que él lo dejara
caer. —¿Era eso una propuesta?
Sonriendo, cerró los ojos y sacudió la cabeza. —Me refiero en el sentido
general. Nunca me pareciste un chico para siempre. —Su mirada se encontró con la
suya—. No hemos discutido… el futuro. Dijiste que querías que nos ciñéramos,
pero…
—Pero tú no sabes lo que eso conlleva. —Él asintió, la pinza alrededor de su
pecho se flexionó. Raven era una planificadora por naturaleza, siempre necesitando
saber lo que vendría después. La parte organizativa de ella, la que necesita un
control en todas las cosas, debía estar enloqueciendo dentro de su cráneo. Ninguno
de ellos estuvo en una relación a largo plazo. No sabía qué hacer, y era obvio que
estaba volviéndola loca.
Se inclinó hacia adelante, le tomó la mano, enlazando sus dedos. —No estoy
en contra de la idea. Te amo, y no puedo soportar la idea de esto finalizando, por lo
que el matrimonio parece ser el siguiente paso lógico. Pero no necesito apresurar las
cosas. —Diablos, ni siquiera le había dicho que también lo amaba todavía.
Mirando a sus dedos enlazados, ella suspiró. —¿Qué pasa con tener hijos?
¿Tú… los quieres? —Esta pregunta en particular la tenía muy preocupada, porque
ella no lo miró a los ojos y no parecía estar respirando.
Pensó mucho sobre su respuesta, porque esto no era una conversación para
tener de prisa. Aubrey había sido todo su mundo. La amaba como lo haría un padre,
poniendo sus necesidades antes de las suyas propias. La situación puede haberle
sido impuesta, sin embargo, no cambiaría su decisión.
¿Pero tener hijos propios? Nunca había contemplado la idea. A la vez, una
imagen de Raven le vino a la cabeza, su vientre hinchado con su hijo. El deseo
fraterno le dio una patada en las costillas mientras se imaginaba a un niño o niña,
con el cabello y ojos de chocolate negro de ella.
Se pasó una mano por la cara. —Sí —rechinó—. Creo que los quiero. —Él
encontró su mirada—. Una vez más, no es algo que tenemos que decidir ahora.
Después del juicio, tendremos que conseguir instalar a Aubrey y podemos hablar
más. —No podía leer su reacción, pero cuando abrió la boca para hablar,
instintivamente la cortó—. Aquí está la cosa, Raven. Todo lo que quiero, todo lo que
realmente quiero, eres tú. Si eso es como mi esposa, la madre de mi hijo, o
simplemente mi compañera de vida, no me importa.
199
Sus ojos se abrieron una fracción. —Noah, no puedes renunciar a lo que
quieres, incluso si estos planes no me incluyen…
—No hago planes que no te incluyan a ti.
Ella parecía estresada sobre su observación mientras alejaba su mano, con el
ceño fruncido y la mirada esquiva.
—Déjame preguntarte esto. ¿Deseas casarte y tener hijos? —Porque algo te
hizo pensar en ello lo suficiente como para tocar el tema.
—No lo sé. —Ella se llevó la mano a la frente—. Hace tres meses, habría dicho
que no. Es sólo que…
—¿Sólo qué, bebé?
—Creo que… —Ella golpeó una mano sobre la mesa y resopló—. Esto va a
sonar tan estúpido, pero no siento como si tuviera algo que sea mío. —Su mirada se
encontró con la suya, brillando con lágrimas contenidas—. Todo está en el aire. Mi
apartamento se ha ido y esta es tu casa. Hay personas que te quieren muerto. Que
me quieren muerta. No puedo ir a la galería.
Diablos. Esto podía manejarlo. El alivio lo tenía expulsándolo una
respiración. Su susto no tenía nada que ver con ellos. Las circunstancias alrededor
de ellos no le daban a ella ningún poder.
Él bajó la cabeza, obligándola a mirarlo. —El cierre de alegatos en el juicio
Rizzoli son esta semana. Está casi terminado. McCannon encontrará a Soreno y no
vamos a necesitar tantos guardias. La policía debería terminar con los elementos de
mañana. Y… —A medida que se fue apagando, llevó su mano en la suya de nuevo—
. Vamos a ir a buscar casa esta semana. Encontraremos algo que es nuestro.
La necesitaban de todos modos después del juicio, por Aubrey. Todavía
tendrían el castillo, pero su condominio no era sitio para ella. Ella necesitaba un
hogar. Al igual que Raven. Un lugar para empezar de nuevo.
Raven se le quedó mirando mientras su corazón dejó de latir por la
preocupación. Su cara era una máscara ilegible, hasta que, finalmente, algo hizo clic
y sus ojos se abrieron. Una miríada de emociones que oscilaban golpeó su expresión,
y se fueron demasiado rápido para que pudiera mantenerse al día. Dolor. Alegría.
Miedo. Nervios. Preocupación. Felicidad. Resolución.
Él involuntariamente apretó sus dedos y se obligó a relajarse. —¿Qué, Raven?
Sólo dime y vamos a tratar…
—Yo no diría que no si me lo preguntas. —Su tono era confidente, si no que
un poco distante, como si ella todavía tratara de envolver su mente alrededor de
algo. 200
Él negó con la cabeza, no conectando los puntos.
Con la mirada fija, ella tragó. —En el futuro, si me preguntas si me casaría
contigo, yo no diría que no.
Se congeló. De hecho, todo pareció congelarse. El tiempo. Su pulso.
Mirándola fijamente a los ojos para buscar el resquicio, no encontró ninguno.
Ella estaba seria. Suya. Diablos, ni siquiera le había dicho que lo amaba todavía, pero
ella lo haría. Pronto. Estaba casi allí. Finalmente, después de diez años y demasiadas
mentiras, la tenía.
—No quiero una McMansion. —Ella inclinó la cabeza, estudiando la mesa.
Evitando claramente el momento anterior de mierda, ella balbuceó sobre qué tipo
de casa debe decirle a un agente de bienes raíces para buscar—. No más de tres o
cuatro dormitorios. Tendría que haber una habitación que se pueda convertir en una
oficina para ti. Un patio para Aubrey. Además, un…
—Raven.
Ella lo miró. —¿Qué?
—Cállate. —El la arrastro fuera de su silla, la besó con fuerza, cortando
cualquier argumento. Ella se suavizó contra él, gimiendo en su boca.
Luego se la llevó a la cama, donde hicieron el amor con ella en la parte
superior. Debido a que no se diga que no podía dejar a su mujer mandar a su
alrededor. Él disfrutó de cada segundo.
201
20
Traducido por ∞Jul∞ & Lvic15
Corregido por Jessibel
Sus pies crujieron sobre la nieve y las hojas de los pinos , mientras caminaban
en silencio por la isla. Se dirigían a la profundidad del grupo de árboles que creaban
algo parecido a un bosque, donde Noah se paraba de vez en cuando para coger
ramas caídas. Ella miró por encima de su hombro una vez para comprobarle, pero
mirar a su hermosa cara simplemente hizo que el pánico se acercara más, así que no
lo volvió a hacer.
Le había quitado cualquier semejanza al control de ella. Él, de todas las
personas, sabía cuánto necesitaba eso. Le había dado mucho desde que estaban 217
juntos, y ahora ella ni siquiera tenía un apartamento al que volver. No es que ella
quisiera vivir en cualquier lugar que Soreno hubiera tocado, pero aún así.
Todo se había movido tan rápido. Su relación, sus sentimientos. Él tuvo años
para coger esto aparte, examinar los ángulos, aceptar cómo se sentía. Ella tuvo dos
meses, y eso fue después de que él aterrizara sobre ella con la verdad.
Las cosas no estaban mal entre ellos. Para nada. Finalmente se había
comenzado a sentir una mujer y no una cáscara. Noah la había abierto sexualmente
y emocionalmente. Se habían comprometido, hablaban y respetaban el uno al otro.
Incluso había empezado a pensar que podía tener una relación larga sin
aterrorizarse. ¿Pero hoy? ¿Esta sorpresa? Parecía que iban hacia atrás. Una retirada.
Respirando el fresco y frío aire, empujó a sus piernas para caminar más
rápido, disfrutando del calor en sus músculos. Por suerte no mucha nieve cubría la
pequeña isla porque Raven sólo había llevado zapatillas, teniendo planeado sólo
visitar la estación de policía, no caminar alrededor de la isla. Eso lo había comprado
su nombre. Donde quería construir una casa y tener hijos. Quizás incluso un lugar
para su madre, porque sabía que a Raven le preocupaba la seguridad económica de
su madre y sus malas decisiones, así que tenerla cerca le daría a Raven paz mental.
Dios. Simplemente… Dios. ¿Qué demonios estaba pasando?
Dos meses antes, había estado sentada sola en su apartamento, dejando pasar
el tiempo, delirando aburrida con su vida sexual y su única satisfacción siendo la
galería. Ahora su mejor amigo le estaba declarando amor, un sicario estaba detrás
de ellos y… Noah le había comprado una isla.
Ella se detuvo—. ¿Cuando la compraste?
Sus pasos detrás de ella se detuvieron, también, pero ella no se volvió. No se
habían dicho ni una sílaba desde su tangente y ella se había alejado aturdida. Su
ropa crujió mientras se movía, pero no respondió.
—¿Cuánto hace, Noah? —Su voz elevada hizo eco en el agua y la roca saliente
donde ella les había llevado sin saberlo.
—La compré hace seis años.
Seis años. Cuando había comenzado a escribir cartas. Él le había puesto su
nombre a la maldita isla. Nunca había tenido intención de que su relación fuera
temporal. Toda esto era una treta de su última jugada. Cada movimiento una pieza
de ajedrez que manipular.
Ella dejó caer la nevera que había estado llevando y se abrazó el pecho. Una
prensa cogió sus pulmones y apretó. Sus vías de aire colapsaron. Sus ojos se llenaron 218
de lágrimas mientras intentaba respirar. Su respiración se nubló, manchas negras
saliendo en su periferia. Se tambaleó sobre sus pies.
Y después Noah estaba delante de ella, bajándola sobre sus rodillas y
presionando su cabeza entre ellas—. Respira, bebé. Simplemente respira. —Trazó
círculos en su espalda. La mano en su pelo masajeando su cabeza.
Cerrando sus ojos, tomó todo el aire que pudo. Las lágrimas se apretaban
contra sus párpados, pero luchó contra ellas y se enfocó en lentas y profundas
respiraciones.
—Eso es, bebé. —Él levantó su cabeza y apartó el pelo de su cara para cogerle
las mejillas. Sus ojos azules escanearon su cara, preocupación y remordimiento
grabados en sus heladas profundidades. Después de un momento, sus párpados se
cerraron y sacudió su cabeza, acercándola a él—. Venderemos la isla. Lo que quieras.
Simplemente… no te enfades. —Sus brazos se apretaron contra su espalda, una
cualidad desesperada emanando del gesto.
Ella se quedó en su abrazo, aunque sus emociones estaban revueltas.
Respirando su esencia de canela, cogió las solapas de su abrigo y descansó su mejilla
contra su pecho—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué compraste este lugar? —¿Y le pusiste
mi nombre? ¿Ponerle mi nombre? En el fondo, sabía la respuesta. Era obvio, realmente.
Pero necesitaba que lo dijera.
Su suspiro despeinó su pelo—. Supongo, inconscientemente, sabía que
acabaríamos aquí. Que te amaba a un nivel mucho más profundo de lo que creía. —
Pasó sus dedos por su pelo—. En ese momento, me dije que ponía tu nombre por si
acaso, como una protección adicional de Rizzoli. La verdad es, Raven, todo sobre
este lugar me recordaba a ti.
Estaba comenzando a sentirse como una perra ingrata, pero ¿por qué
simplemente no podía haberlo hablado con ella, en vez de sacar esto de golpe? No
necesitaba diamante e islas. Sólo le necesitaba a él… y un poco de tiempo—. ¿Cómo
esto te recuerda a mí?
Descansó la barbilla sobre su cabeza—. La fuerza silenciosa. Después de todos
los elementos, la isla todavía está aquí. El paisaje me recuerda a tu galería y cómo la
diseñaste con la naturaleza en mente. Está aislada de todo el mundo, pero lo
suficientemente cerca de tierra como para observar el alboroto.
¿Así era realmente como la veía a ella? ¿Silenciosa y fuerte? ¿Aislada? Cerró
sus ojos, repentinamente sin fuerzas.
—Hay un lugar justo en el otro lado de esta pared de roca. La primera vez
que lo vi, Hoan quería capturarte allí en una película. —Tragó—. Todavía quiero, si
me dejas. Es una imagen que me persigue, nunca se aplaca. —Su voz se profundizó, 219
su pecho vibrando contra su mejilla—. No me importa si alguien más la ve, o si no
quieres que la venda. Necesito esa foto para mí, bebé. Déjame ver cómo te veo.
Ella le había alentado a que hiciera fotos del Castillo de Aubrey, y le había
dado sus pensamientos sobre la necesidad sexual que tenía. Pero esto era diferente.
Hoan Dwell capturaba mujeres, en varios estados de desnudez, en emplazamientos
naturales. Él miraba directamente a sus almas y las exponía al mundo. Aunque los
demás la vieran o no, no pensaba que pudiera manejar lo que él descubriría.
Aún así sus palabras, y el timbre profundo y emocional con el que las dijo, la
llamó. Algo dentro de él estaba siempre buscándola, todo lo que pudiese dar. Un
día, le iba a decepcionar de una manera que nunca se recuperarían. Un hombre como
Noah, que tenía tanto honor, fuerza y amor que ofrecer, nunca debería quedarse con
alguien que era incapaz de devolver ni siquiera la mitad. Ella lo estaba intentando.
Maldita sea, lo estaba intentado muy fuertemente.
Inclinándose como su musa lo podía hacer. Levantó su cabeza y le miró, la
emoción cruda en sus ojos—. Sí.
Su mandíbula se desencajó mientras la cogía de la nuca—. ¿Sí? —rechinó,
incrédulo.
—Muéstrame esa localización misteriosa. —Ella sonrió, su corazón
martilleando ante su felicidad—. No estoy exactamente vestida para esto. Ni
siquiera llevo maquillaje.
—Te quiero desnuda, natural. Te hubiera pedido que te quitaras el maquillaje
de todas formas. —Besó su frente y se apartó para mirarla—. ¿Estás segura?
Levantándose, se quitó la nieve de sus rodillas—. Mucho. He estado
muriendo por conocer a Hoan durante años. —En el Castillo de Aubrey, había sido
Noah, su amante y mejor amigo, quien le había tomado aquellas fotos. Pero
sospechaba que Hoan era una persona totalmente diferente.
Se levantó lentamente, sus manos flexionándose como si quisieran la cámara
que colgaba de su hombro en la mochila. Después de un latido, cogió las sábanas y
el saco de dormir, y se fue hacía la pared de roca. Ella cogió la nevera y le siguió.
Dieron la vuelta a la pared de dos metros y medios, donde una pequeña
cueva, no más profunda de tres metros o más grande de dos, incidía en la roca. Justo
en el otro lado había una pendiente que descendía hacía el valle en sombras. Rocas
y nieve cubrían la colina. Abedules crecían en la pequeña área. En la distancia una
niebla borrosa desde las montañas creaba un contexto de cuento de hadas.
—Noah, es precioso. 220
Él dejó sus cosas en el suelo justo dentro de la boca de la cueva—. Espera aquí
un momento. Tengo que encender un fuego primero para mantenerte caliente
después.
Ella asintió, más hipnotizada por la vista. Se preguntó dónde le haría posar
o… lo que llevaría. Mirando a sus pantalones, frunció el ceño. Debajo de su abrigo
había un jersey negro. Al menos llevaba su ropa interior de seda roja y sexy, que se
parecía más al estilo de Hoan.
Noah volvió e hizo un rápido trabajo con el fuego justo afuera de la abertura
de la cueva. Arrodillándose, desenrolló el saco de dormir dentro de la cueva y sacó
la cámara de su mochila. Con la tarea hecha, murmuró por encima de su hombro—
. Tendremos que hacer esto rápido, o en pausas. Hace demasiado frío para dejarte
expuesta demasiado rato. —Se movió con la cámara—. Cuando estés en posición,
simplemente haz lo que te digo al momento. Te diré cuando empezaré. Tendrás que
sostener tu respiración por unos pocos segundos, para que no te coja respirando en
la foto.
Ella caminó hacia él, sacándolo de su foco—. Eres tan mandón.
Su mirada la evaluó como si no la hubiera escuchado—. Quítate la ropa.
Excepto tus zapatos y la ropa interior.
Ella se detuvo—. ¿Por qué no los zapatos?
—Para caminar por la nieve. Te los puedes sacar cuando estés en la posición.
—De acuerdo. —Dado que era todo negocios, no bromeó. Se quitó la ropa y
las dejó en una pila cerca del fuego para mantenerlas calientes. Cruzando sus brazos,
se estremeció—. Preparada.
Él cogió una manta de lana roja y se volvió para dársela. Se congeló, su mirada
sobre ella una vez más, esta vez con calor e interés, no con ojo artístico—. Llevas
seda roja. Mierda. Perfecto.
Casi no necesitaba el fuego con la manera en que la miraba. Tomó la manta y
la envolvió alrededor de sus hombros. —¿A dónde, máster?
Una esquina de su boca se curvó. —Sígueme.
Él la instruyó para que se sentara en el borde de una roca a medio camino de
la inclinación, con su espalda hacia él y la cabeza vuelta hacia la cámara. Se apresuró
en la posición, sus dientes castañeando, y se quitó sus zapatillas.
—Sostén la respiración. —Click, click, click—. Deja que la manta caiga por un
hombro. Bien. —Click, click—. Dame esa mirada de cuando no tienes nada bueno en
mente. 221
Ella levantó sus cejas como preguntando.
El tiro la cámara de su cara. —Dime que fue lo que dijiste en el carro en el
camino de regreso de la estación.
Ella sonrió, sabiendo que se miraba un poco traviesa. —Quieres decir la parte
cuando dije que me curvaste sobre la superficie más cercana?
Él había estado conteniendo la respiración, la cámara en su cara. —Sí— él
gruñó —Dilo todo otra vez.
— Me gustó que tú me curvaras sobre la superficie más cercana, Noah, y me
cogieras sin sentido. Voy a rogarte por que lo hagas más rudo.
Click, click, click.
—Más rápido. Voy a gritar tu nombre hasta que sientas…
—La vibración hasta tu pene.— Ella contuvo la respiración, sus dos mejillas
pasaron del frio al calor.
Click, click, click, click, click, click.
Ella debió haber tenido la perfecta expresión no tan buena, porque el tiró la
cámara de su cara y ajustó su erección a través de sus vaqueros.
—Hasta aquí ahora.— El señaló a su derecha. —Esto necesita ser rápido.
Ponte sobre tu estómago, manteniendo las mantas debajo de ti. Voy a dirigir desde
allí.
Sus dientes castañearon otra vez, ella se estremeció e hizo como le indicó. El
viento frío se arrastró por su espalda desnuda, causándole piel de gallina.
—Dobla tus brazos en frente de ti. Descansa tu barbilla en ellas. Click. —No
esta bien —el murmuró—. Mete una mano en tu cabello.— Click, click. Él gruñó, en
realidad gruñó, y le miró sobre la lente como si estuviera tratando de descifrar un
problema.
Congelándose, se incorporó y envolvió la sábana alrededor de sus bajos
brazos y torso, luego descansó de lado con su espalda a una roca para bloquear el
viento. Ella probablemente parecía una ninfa traviesa dormitando en la nieve desde
su ángulo.
Click, click, click, click, click, click.
—Maldición. Eso es perfecto.— Click, click. —Quédate justo como estás, pero
mírame.
Click, click, click. —Luce saciada, bebe. Yo acabo de coger tus sesos y ahora 222
tu quieres dormir.
Recordando esa sensación, ella sonrió débilmente en memoria e hizo su mejor
esfuerzo por hacer lo que el quería. Conteniendo la respiración, ella miro a la lente.
Click, click, click… —Jodidamente perfecto. —Click, click.
El se acercò mas y se puso de cuclillas enfrente de ella. —Dos minutos más.
Perdóname por esto.
El tomò un puñado de nieve y la esparció sobre la sàbana y su hombro
expuesto. —Cierra los ojos.
Ella titiritó y los cerró. Fríos, húmedos copos cayeron en su cara, adhiriéndose
a sus pestañas.
La nieve crujió mientras el daba pasos para atrás. —Mantenlos cerrados, bebe.
Un minuto más. Mírate adormecida. Estás soñando dulces palabras, sexis retozos.
Divertidos.
Conteniendo la respiración. Ella se imaginó su expresión cuando ellos vieron
la aleta de la ballena desde su barco, cuan feliz el se veía. Imaginándo que le gustaría
a ella hacerle a el en el interior del saco de dormir junto al fuego, se estuvo lo más
quieta posible.
Click, click, click, click, click, click, click…
—Deja salir un suspiro suave, bebe.— Click, click, click, click. —Lo tienes,
sostenlo. —El puso la cámara en su vientre y la tomó en sus brazos. Caminó con
dificultad por la colina, el la apretó contra su cuerpo para mantenerla caliente. —Lo
hiciste excelente.
La puso abajo en el saco de dormir dentro de la cueva, alcanzó sus calcetines
descartados y los puso en los pies de ella. Demasiado frío para hacer algo más que
ver, ella se estremeció violentamente cuando se quitó toda su ropa y se tendió sobre
ella, encerrándolos dentro del capullo.
Rozando su nariz con la de ella, el susurró a través de su boca. —Eso estuvo
mejor que mi fantasía, bebe. Esa posición, fingiendo como un estado nocturno,
estuvo malditamente brillante. Si me dejas, la gente mirará a esa foto y se preguntará
que te hizo estar tan soñolienta, se preguntará que estabas soñando. O con quien.
Entre el fuego, la bolsa de dormir, y el cuerpo caliente de Noah, ella se estaba
calentando muy bien. Se relajó mientras el deseo la tomaba. Pero primero, ella
necesitaba limpiar el aire.
Ella envolvió sus brazos alrededor de su espalda, manteniendo su mirada. —
223
Puedes mostrar las fotografías que tomaste hoy al publico, si tu quieres. Tal vez
cuando inaugures en un par de semanas.— Ella cedió porque las fotos obviamente
significaban mucho para el. El estaba orgulloso, porque negárselo? —Y…
El besó la esquina de su boca. —Y, que, bebe
—Lamento haberme alterado. No vendas la isla. Vamos a través de la prueba
y luego nosotros podemos construir una casa.— Nuestro hogar. Ella espero que su
corazón latiera con fuerza o el aire se contraiga, pero eso nunca vino.
Dios. El le había comprado una isla. En una cuña y una oración, el consiguió
un sueño para un futuro juntos.
El tragó, mirando abajo a ella con ojos tiernos y con asombro. —Te amo.—
Apoyándose él la beso antes que ella pudiera responder, coaccionándola a que se
abriera a él.
No estaba frenético ni rudo con su beso, solo dulce, tormento deliberado. Le
hizo el amor a su boca, despacio. Deslizando sus brazos por su espalda, entrelazó
sus brazos para acercarla más, una mano ahuecando la parte posterior de su cabeza,
la otra entre sus omoplatos. Sus duros, sensibles pezones rozando su pecho antes
que se estrellaran sus cuerpos. El instó a sus piernas a apartarse y hacerle lugar a sus
caderas y se situó entre sus muslos.
Rompiendo el beso, la miró, su aliento abanicando su mejilla. —Te amo.
Sin romper su mirada, adelantó sus caderas y las alineó en su entrada.
Cuando ella cerro sus ojos al contacto de la felicidad, el demandó que ella los
abriera.
Balanceó sus caderas hacia adelante, el entró en ella con lentitud, con
deliberada intensidad, que a ella se le hizo un nudo en la garganta.
—Siénteme.— Cuando la penetró hasta la empuñadura, se estremeció con
una respiración superficial, las pupilas fueron tragadas por su iris. —Te amo con
todo lo que hay en mi, Raven. Mírame, siénteme, déjame entrar.
Su aliento quedo atrapado en su garganta mientras él rodaba sus caderas. No
había una pulgada donde ellos no se tocaran, donde ellos no estuvieran conectados.
El la sostuvo apretadamente, meciéndose entre sus caderas con gentiles golpes, y la
miró como si estuviera buscando todos los rincones oscuros donde su miedo estaba
atrapado. Dentro y fuera, el empujó. Sin prisas.
—Te amo —dijo con voz áspera otra vez, como si ella no lo supiera, como si
ella no le creyera. —No voy a irme a ningún lugar. No voy a decepcionarte. Te amo.
Incapaz de hacer nada mas que sentir, ella se hundió más profundo. Su pecho 224
se hinchó. Sus ojos se nublaron. Fue como si el tuviera la intención de unirlos para
ser una contradicción y una negociación. No una batalla de voluntades o carrera al
final de la meta, pero… un apareamiento. Un asalto a sus sentidos.
El grosor de su eje deslizándose dentro y fuera le sacó un temblor muy
profundo. La manera que sus caderas la clavaban fue de una manera posesiva y
certera. Su rugosa, callosa mano a través de la suave piel de su espalda fue un
delicioso contraste. El sostuvo la parte trasera de su cabeza en su lugar, no dejando
que ella mirara ningún lado sino a él, forzándola a que ella mirara la emoción en
estado puro que parecía rasgar fuera de el.
—Ven fuera de la oscuridad, bebe. Te amo.
El dolor pinchó detrás de sus costillas. ¿Era la depresión sostenida en su
espalda todo este tiempo? Por años, por muchos años, ella luchó. Solo con Noah
tuvo esperanza que era posible. La felicidad no es tan difícil de alcanzar. ¿Podría ella
sentir eso? ¿Sabía el que tal vez ella nunca llegaría allí?
La tensión se enroscó dentro de ella, colgando en el borde de su orgasmo,
pero el empujó de ella para tranquilizarla. Justo cuando ella estaba por quebrarse,
por rogarle que la dejara sumergirse, el se movió dentro de ella otra vez,
reconstruyendo. Un lento ascenso la condujo más allá de la razón.
Cuando sus paredes lo apretaron una segunda vez, su cuerpo y mente
necesitaron la liberación que solo el podía darle, el se calmó otra vez. Ella gritó en
frustración, luchando a través de su adoración, sosteniéndolo. Esto era tortura.
Supuso.
Con paciencia, el apretó sus dientes y manteniéndolo enloquecedor, una
mirada afectuosa bloqueada en ella. —Te amo.
¿Por qué se mantenía diciendo eso? Ella supo que lo hacía. Era evidente en
cada toque, abrazo y mirada. Y ella podría tratar de darlo hasta que no le quedara
aliento, pero ella no estaba allí. El era el hombre perfecto-alfa con una profunda
naturaleza fraternal desinteresado en todo lo que hacía, protector, devoto,
bondadoso y confiable pero ella estaba rota. En un tiempo, lo quebraría a él también.
—Shh.— el arrulló, como si ella hubiera dicho algo en voz alta o el pudiera
leer sus pensamientos.
—Tu solo no vayas allá, bebé. Jodidamente te amo.
—¡Lo sé!— Ella no lo podía aguantar más. Su pecho estaba restringido. Trató
de rodar fuera y levantarse, pero el apretó su abrazo, manteniéndola debajo de él.
—Déjame ir.—
225
—No está pasando.
Ella empujó sus hombros. El no iba a ceder. —Noah, estoy tratando. Deja de
empujarme. Estoy tratando.
El dejó caer su frente en la de ella, cesando su frenesí. —Sé que lo estás, y
seguiré esperando el tiempo que tome.— El levantó su cabeza, estudiándola. —No
estoy diciéndote que te amo para molestarte. Te lo estoy diciendo porque tu no lo
sabes. Pienso que estas oyéndome, pero no estás prestando atención.— Mientras su
mirada se estrechaba, su boca se abrió como si algo hubiera hecho clic en su sitio.
En vez de expresar cualquier cosa que estaba en su mente, se movió dentro
de ella y la besó del mismo modo deliberado, febril como antes. —Ultima vez por
ahora, bebé. —El puntuó cada palabra con deliberadas estocadas—. Te amo.
Su cuerpo respondió, avanzando a la explosión que solo el podía darle. Ella
trató de levantar sus caderas y encontrarse con sus estocadas, pero el la mantenía
clavada debajo de el cuando dijo todas las palabras. Dándole toda la atención por la
que usualmente peleaba. Con una cosa en mente, el empujó dentro de su cuerpo, su
cabeza, su corazón.
Y en este momento, el no la dejó colgada al borde. El la empujó. Después, el
la siguió.
226
23
Traducido por Lvic15, Cjuli2516zc,
SOS Mich Fraser & SOS Pagán Moore
Corregido por Jessibel
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24
Traducido por Mich Fraser
Corregido por Jessibel
244
25
Traducido por Cjuli2516zc & Jul
Corregido por Jessibel
Afectado por el desfase del horario, Noah se plegó a sí mismo en la silla detrás
de su escritorio y miró todos los mensajes. Cuando había empezado su negocio,
había sido por el amor al aire libre y estar en los elementos. La naturaleza lo calmaba.
No tomaba prisioneros. Nunca pretendió que era algo que no era. Desde todo el
éxito, había pasado más tiempo detrás de un escritorio que fuera haciendo lo que él
quería. Ser Hoan en ocasiones permitía un aplazamiento, pero no era lo mismo. Tal
vez era el momento de vender.
Frotó sus manos sobre su cara e inclinó su cabeza hacia atrás. Diez días lejos
245
de Raven en su reciente sesión de fotos no habían hecho nada para aliviar su
necesidad de ella. Pensó que cierta distancia despejaría su cabeza u ofrecería un poco
de dirección. No lo había hecho. Todavía no sabía qué diablos hacer.
Durante una década, había vivido en el miedo, su vida se había reducido a
un esqueleto y hacia poco más que pasar por los movimientos de la existencia. Las
mujeres, las cámaras, su compañía, nada llenaron el vacío.
Y entonces él había tenido a Raven. En su cama, su casa, su corazón. El dolor
con su ausencia casi le hizo pensar que sólo podían seguir como estaban. Teniéndola,
en cualquier capacidad, era mejor que no tenerla en absoluto. Pero, mierda. No
quería ser un esqueleto nunca más.
Los últimos diez días se habían sentido como los recurrentes diez años de
celebración atrás. Playas calientes, mujeres calientes, y todo lo que él quería era
Raven y su hogar. Sacudió su cabeza. Su bebé era su hogar.
Había sido un cobarde por marcharse de la manera que lo hizo, no llamando
o diciéndole lo mucho que la había echado de menos. Al igual que en todo el rodaje
fue un fracaso, la había echado de menos tan jodidamente. Se preguntó lo que la
ausencia le había hecho a ella. ¿Lo había extrañado aunque sea la mitad de la
cantidad que él lo había hecho? ¿Estaba tan destrozada como él?
Probablemente no. En el fondo de su mente, esto había sido su último intento
de empujarla sobre el borde. Egoísta y tal vez confabulador, pero era lo que tenía
que hacer. Si no vio algo en sus ojos para notar un cambio, tenían que poner fin a la
relación. Él nunca podría respirar con normalidad otra vez, pero no podía seguir
haciendo esto.
Dejando caer su frente sobre el escritorio, apretó sus puños. Cuando Verónica
llamó a la puerta de la oficina, despidió a su asistente a la distancia lo más
cortésmente posible sin moverse. Fuera lo que fuese, se ocuparía de ello más tarde.
—Soy… yo.
Su cabeza se irguió, aterrizando su mirada codiciosa sobre Raven.
Si es posible, su piel parecía aún más pálida. O tal vez era las sombras bajo
los ojos jugándole una mala pasada. ¿Había perdido peso? Conocía cada curva y la
inmersión de su cuerpo, reconocería que era ella bajo sus manos aunque tuviera los
ojos vendados. Ella había disminuido unas cuantas libras. Demonios, había sido
delgada, para empezar. Ella tenía su pelo de medianoche en una coleta alta, no
llevaba una pizca de maquillaje, y se mordía ese labio inferior carnoso. Ella no estaba
vestida para el trabajo —no en sus jeans ajustados, suéter púrpura y chaquetón.
No es que él se hubiera movido, pero su cuerpo se congeló de la misma 246
manera. Se veía como el demonio, lo que significaba que había estado en el infierno.
Del mismo modo que él lo había hecho. Cristo. ¿Estaba esa esperanza chispeando
después de todo?
Su pene se hinchó y, maldijo al puto infierno, también lo hizo su corazón.
Ella dio un paso vacilante hacia adelante y destelló la pregunta cautelosa en
sus ojos a la distancia, hábilmente haciendo su expresión en blanco. —¿Cómo fue tu
viaje? ¿El rodaje va bien?
Diez días y le preguntó sobre sus viajes. La esperanza se marchitó y murió.
Se enderezó en su silla. —Deseché el rodaje. No tengo nada útil.
—¿Por qué?
Porque no podía dejar de pensar en ti. —No lo estaba sintiendo.
Ella hizo su camino alrededor del escritorio y se apoyó contra para estar
delante de él. —Quería hablar contigo sobre algunas cosas.
Sus manos picaban por tocar, para detener el anhelo. De alguna manera, se
resistió. —Tengo un montón por recuperar antes del espectáculo de esta noche.
Su boca tembló abierta. El dolor brillo en sus ojos. —Es importante.
Cerrando sus ojos a lo suave, un atormentado tono de voz, él hizo una señal
por lo alto. —Entonces voy a tratar de estar en casa con tiempo suficiente antes de
que tengamos que irnos.
Ella inclinó la cabeza. Asintió. —¿Recuerdas ese día que me llevaste fuera de
la isla?
Como si pudiera olvidar. —¿Qué pasa con ella?
—Paramos aquí para recoger las llaves del barco y se me ocurrió una idea. —
Ella lo miró a los ojos, y juró que le tomó mucho esfuerzo para hacerlo. Su mirada,
por primera vez en la historia, estaba abierta. Inquietante y conflictiva. Buscando—
. Me imaginé que deslizarías los elementos de tu escritorio, al igual que hiciste en la
mía, y me tomarías aquí.
Sus palabras contradecían su expresión. Ella había recurrido al sexo en lugar
de cualquier conclusión que había llegado en su ausencia. Ella podía haberlo pasado
por alto, pero se estaba desviando. Como siempre.
Cuando él no dijo nada, miró por encima de su hombro. —¿Cómo supiste? —
Su voz suave le golpeó justo en el pecho. Retorcido—. ¿Cómo supiste que estabas
enamorado de mí?
247
Raven tenía esta extraña manera de diseccionar la información. Si no tenía
todos los datos, ella no investigaría. Si estaba preguntando, entonces algo había
provocado la necesidad de saber. Su corazón se volcó y expuso su punto débil. —Es
sólo algo que sé. No puedo explicarlo.
Poco a poco, su mirada se deslizó a la suya. —Intenta.
Sus manos apretaron los brazos del sillón. —Te miro y mi corazón late,
cuando por años, no creo que golpeara en absoluto. Tu llenas las grietas y
hendiduras que estaban vacías. Cuando pienso en el futuro, cinco años, veinticinco
años en el futuro, estás ahí. Y cuando no estás a mi lado, la pérdida es inimaginable.
Mierda. Tragó saliva y desvió la mirada. No tenía idea de dónde había
venido, pero ahí estaba. Su verdad.
—Noah--
Sacudió su cabeza. Y debido a que ella estaba tratando con su propia
desordenada manera, él se levantó y puso sus manos en las caderas de ella.
Inclinándose, la besó en la frente. —Nosotros tenemos que hablar. Tienes razón.
Déjame sacar algunas cosas fuera del camino y luego estaré en casa.
Sus cejas se apretaron juntas. Ella lo miró fijamente durante un largo rato,
oscilando en un acantilado en algún lugar que él no pensaba que llegaría, y luego
apartó su mirada. Finalmente, ella asintió y se dirigió a la puerta.
—Te extrañé —dijo sobre su hombro antes de que se hubiera ido.
Se dejó caer en su silla. —Yo también, bebé.
Pellizcando el puente de su nariz, se sumergió en el trabajo para mantener su
mente fuera. Devolvió algunas llamadas, lidió con el presupuesto publicitario, y
programó un equipo de mantenimiento para salir a inspeccionar el equipo antes de
delegar el resto a Verónica. En el momento en que él se echó hacia atrás en su silla,
tenía una hora antes de tener que estar en Elements para la exhibición de Hoan.
Lo que le dejaba muy poco tiempo para la conversación con Raven. No es que
él supiera qué diablos decir.
El apartamento estaba en silencio cuando regresó. Demasiado tranquilo.
Entró en el dormitorio y encontró su traje en la cama, una nota situada en lo alto.
Me dijiste que no me diera por vencida. No lo hare, así que no te atrevas. Nos vemos
pronto. Voy a ser la de rojo. Raven, xoxo
No estaba seguro de qué hacer con la nota, el remordimiento se estableció 248
como una piedra en su estómago. Debería haber sacado más tiempo para llegar aquí
antes de la exhibición. Ahora se vería obligado a ser agradable hasta que pudiera
tenerla sola otra vez. Juraría con su vida que ella había querido decir esto como una
rama de olivo.
La esperanza resucitó y se mantuvo con toda la fuerza.
Se duchó, afeitó y se vistió para llegar a Elements en el margen de tiempo.
Hintz abrió la puerta para dejarlo salir del asiento trasero, y Noah captó el coche
camuflado de McCannon justo fuera. Su equipo de seguridad manejaba la puerta
principal y se propagó por toda la galería manteniendo vigilancia. Soreno no llegaría
a ella esta noche.
Le entregó su abrigo a una acomodadora y examinó la habitación por Raven.
Aunque era temprano, varios clientes ya estaban alrededor, bebiendo champán y
comprobando las fotos de Hoan a lo largo de la pared de exhibición a su izquierda.
Ella había usado las que él había tomado de ella durante la exposición.
Aunque había dicho que lo haría, todavía tenía un atisbo de duda. Raven odiaba ser
el centro de atención. Para ella incluso permitirle fotografiarla, nunca pensó
mostrarlas, significaba que le importaba muchísimo. Ella confiaba en él.
Acercándose más, pasó por alto sus otras tomas y se centró en la de ella
reclinada en la nieve, mirando a la cámara. Bebió de su conmovedora expresión, sus
ojos suplicantes, la huella de su sonrisa, y se tragó uno de los suyas.
Esa era su bebé allí mismo. La mujer que se abrió paso a través de la depresión
con tranquila fuerza, que se enfrentó a sus miedos con los hombros cuadrados, y que
le dio todo de sí misma, pieza por pieza.
Si él no lo había visto antes, lo hacía ahora. Ella no estaba mirando a una lente,
ella lo estaba mirando a él. Con adoración, honestidad. Raven no se había
enamorado de él en un duro golpe como lo había hecho él con ella. Como todo lo
demás, había caído a medida, haciendo malditamente casi imposible saber con
certeza hasta que lo golpeó en la cara.
Y pensar que casi la dejó ir.
En el acto, se le ocurrió vender Gallivanting Adventures. Llevaría a Raven y
Aubrey por todo el mundo. Ese sería su siguiente emoción. Familia. No más
escritorios, no más horarios. Amaba al aire libre, había comenzado algo sólido con
su compañía, pero era el momento de pasar la antorcha. Si quería pescar o ir de
excursión o escalar, lo haría condenadamente bien. De cualquier manera Raven
vendría con él, o se daría prisa para regresar a casa para encontrarla esperando. 249
Se dio la vuelta, en busca de ella, y la encontró en una conversación con un
cliente. Desde el otro lado de la habitación, su mirada se levantó a la suya y la
mantuvo. La respiración se filtró de sus pulmones. El vestido rojo era nuevo. Se
pegaba a sus suaves curvas, acentuando la curva de sus pechos y se detenía en sus
rodillas. Su pelo estaba recogido encima de su nuca, unos zarcillos sueltos cepillando
sus hombros.
Levantando su mano, ella acarició su pecho, y luego presionó su palma allí y
le asintió con la cabeza. Ella había estado tratando de decirle antes, pero no la
escuchó.
Ella lo amaba.
A la mierda todo al infierno. Al diablo la exhibición de Hoan o los
admiradores o cualquier otra cosa. Iba a llevarla a su casa y hacer el amor con ella.
Durante horas. Días. Y entonces tendrían que planificar su vida juntos, lo único que
nunca pensó que tendría. ¿La oscuridad? Desapareció.
Mientras daba un paso hacia ella, un anciano se acercó a su lado y empezó a
parlotear sobre la exhibición. Con gran pesar, recordó la cantidad de tiempo y
esfuerzo que le tomó a Raven para poner uno de estos programas juntos, y lo que el
prestigio de Hoan que podría significar para Elements.
Reprimiendo un suspiro, se volvió hacia el caballero. ¿Qué era unas cuantas
horas más en comparación con los próximos cincuenta años?
Raven finalmente se había liberado de algunos clientes y estaba decidida a
rescatar a Noah de su conversación cuando Nicole dio un paso en su camino. Raven
empuñó su teléfono en la mano, restringiendo la irritación.
—Dos cosas. —Nicole se echó el cabello sobre su hombro—. En primer lugar,
la empresa de catering está pidiendo platos más pequeños para servir. Los cuales
buscaré en el almacenamiento en un momento.
Cuando se detuvo, Raven levantó las cejas, incapaz de ocultar su diversión.
Las mejillas de Nicole estaban rojas y tenía un brillo extraño en los ojos. El cual no
tenía nada que ver con servicios de restauración o platos. —¿Y segundo?
—Me parece interesante que Hoan es Noah deletreado al revés. O casi. Un
buen anagrama. Sus ojos se estrecharon en broma.
Brevemente cerrando los ojos, Raven peleó con una sonrisa y no pudo. —Iré
por los platos al almacenamiento. Necesito un descanso de la multitud de todos
modos. —Una hora después de la proyección, y estaban espalda con espalda con la
gente—. En cuanto a lo otro, mantén el secreto. Él tiene un seudónimo por una razón.
250
—Lo sabía —Nicole dijo entre dientes, los ojos encendidos—. Así que, ¿fue tu
mejor amigo todo el tiempo? Qué romántico.
—Por Dios. Suenas como mi madre. —Raven buscó a Max, pero no lo pudo
encontrar en la multitud. Sólo había desaparecido un segundo de todos modos—.
Hazme un favor y encuentra a uno de los miembros de seguridad. Que sepan que
estaré en la sala de almacenamiento para que no se asusten.
Dejando a Nicole con ella, Raven se abrió paso entre la multitud, por el pasillo
privado. Marcando el código, se detuvo en la puerta para descubrir que las luces ya
estaban encendidas. Ya que tenían un temporizador, se encogió de hombros y pensó
Nicole acababa de estar de nuevo aquí. Su asistente debe de haber disparado el
sensor.
Divisando los platos, se trasladó a la plataforma a lo largo de la pared. Nicole
ya había lavado los platos y puestos fuera de su contenedor. Raven fue a bajar su
teléfono y se detuvo, formando una idea. Desbloqueando la pantalla, se detuvo en
el contacto de Noah y empezó a hojear un texto.
Cuando él se había ido, lo había echado de menos terriblemente. El dolor, el
vacío, era inmenso. Como si ella no hubiera sospechado, su conversación con él hoy
en su oficina lo confirmó. Ella estaba enamorada de él. Locamente,
desesperadamente enamorada. El talentoso artista, el tío dedicado, el hombre de
negocios inteligente, y su mejor amigo. Ella lo amaba. Era una locura el vértigo en el
interior, sobre todo porque, durante tantos años, no creía lo que tenía en ella.
Después de que la realización había golpeado, quiso gritar a las vigas del
techo, pero no era algo que podía decirle en una nota, con una habitación llena de
gente, o en un texto. Así que por ahora, ella sólo le enviaría una pista. Esta noche,
cuando estuvieran solos, finalmente le daría las palabras que necesitaba escuchar.
Algo frío y duro presionó contra su sien, seguido de un lento... rotundo…
clic.
Ella se congeló. Oh Dios. Un arma.
—Tomaré eso. —Una ronca y tensa voz llenó su oreja izquierda. El mal olor
a tabaco rancio se desprendió de él. Una mano cubierta con un guante negro toma
su teléfono y lo puso sobre la mesa—. Muévete y te mueres.
—E...está bien —ella respiró. Comenzó a temblar y no podía parar, temblores
violentos que sacudieron todo su cuerpo.
Él apretó el cañón en su sien con más fuerza y entró en su línea de visión. Ella
reconocería ese cuerpo masivo, ojos fríos y cabeza calva en cualquier lugar.
Soreno. Él la había encontrado. Lo que es peor, estaba sola, sin ayuda a la 251
vista. Si él la sacaba del edificio, estaría prácticamente muerta. Se sorprendió que no
había apretado el gatillo para acabar con ello ya.
Apretó los ojos y trató de mantener sus contenidos estomacales abajo.
Un rápido golpe hizo que abriera sus ojos. En la mesa de esteras, él había
depositado una foto de ella en la superficie. Con un cuchillo. Justo entre los ojos.
Oh Dios, oh Dios, oh Dios. Piensa, maldición.
Correr no era una opción. Ni tampoco gritar. Tendría una bala en su cerebro
antes de que alguien pasara el código de acceso. También pondría a todos en el
edificio en peligro.
Él la agarró del brazo y la empujó hacia la salida de emergencia. —Camina.
Sin otra alternativa, se dirigió a la puerta con las piernas que apenas las
sostenían en posición vertical. Ir con SorenoU mantendría a Noah, Nicole, y todos
los demás seguros. Si era capaz de ganar suficiente tiempo después de que ella se
había ido, tal vez McCannon o los guardaespaldas podría encontrarla antes de que...
Él apretó la pistola a la parte posterior de su cabeza. —Abre la puerta y entra
en el camión. Haz un sonido y pintaré la nieve de color rojo con tu sangre.
La alarma del edificio estaba apagada o bien una sirena anunciaría su salida.
Había planeado hacerlo bien en una noche de la presentación. El FBI y la seguridad
de Noah estaban por todo el lugar. Alguien tenía que verla salir. ¿Verdad?
Ella abrió la puerta recibiendo una ráfaga helada de viento. Sus brazos
desnudos picaban por el frío como golpes que inmediatamente elevaban la piel. A
las afueras, en el callejón, estaba una camioneta negra. La misma que había seguido
a ella y Max hace semanas. Uno de los guardaespaldas de Noah estaba inconsciente
y sangrando en la nieve. Un hombre que nunca había estado en sus datos, pero ella
lo reconoció. Había estado observando la parte posterior del edificio cuando ella
llegó.
—Detrás del volante. —Él abrió la puerta del acompañante y la empujó,
obligándola a deslizarse a través del asiento. El camión estaba en ralentí con la
calefacción fuerte, pero hizo poco para calentarla—. Maneja.
Colocó la mano temblorosa en la palanca de cambios, se deslizó en su
posición y facilitó el camión hacia adelante a través del callejón. Cuando llegó a la
carretera detrás del edificio, ella lo miró con recelo por la dirección.
—Izquierda. Hacia The Sound.
Mientras conducía, su mente cayó en cuenta a mil por hora. Había leído en 252
alguna parte una vez que hablar con tu captor y llegarlos a conocer podría hacer
que conecten, por tanto, menos probabilidades de daño. Echando un vistazo al
hombre en el asiento del pasajero, con la mandíbula apretada y el rostro endurecido
de acero, no creía que la teoría tuviera más probabilidades que una bola de nieve
bajo el sol. Rizzoli había matado a toda la familia de Noah. Había tratado de quemar
a Aubrey viva cuando ella era un bebé. Aún así, merecía la pena intentarlo.
Un disparo. Dios.
En una luz roja, ella se arriesgó. —¿De dónde eres? Capté un acento de costa
este. Soy originaria de California.
Su puño rompió su mejilla, golpeando la cabeza contra la ventana con un
golpe adicional. El dolor y el calor se extendió por encima de su cara donde aterrizó
el golpe, y en el lado de la cabeza donde conectó con la ventana. La sangre llenó su
boca, metálica y cálida. Los puntos negros revoloteaban en su periferia.
—La luz esta verde, perra. Cállate y maneja.
Ahogando un sollozo, colocó con cuidado su pie sobre el pedal. La galería no
estaba lejos de Prince William Sound. Ella tenía sólo unos minutos para llegar a un
plan.
Soreno no llevaba puesto el cinturón de seguridad. Si ella pisaba el gas y
podría acelerar lo suficientemente rápido, podría viajar a través del parabrisas si
corría el camión contra un poste de luz. Pero eso era un juego de azar. Podría
conseguir un tiro antes de llegar a una velocidad decente. Además, ella no podía
correr muy lejos o rápido en estos tacones y sin abrigo.
—Gira a la izquierda. Sigue todo el camino hasta el final.
Estaban en el puerto pesquero. No había nada por este camino. Su corazón se
disparó en el pecho, preguntando si planeaba llevarla a algún barco. Su cabeza
estaba palpitando y su mejilla escociendo con un hematoma inminente. Mareos
amenazaba con inundarla. Los temblores que sacudieron su cuerpo se
transformaron en convulsiones. Sus manos se deslizaron del volante dos veces antes
de que de alguna manera las enderezara.
—Estaciona aquí.
Su mirada se precipitó alrededor, pero estaban a millas más allá de los
muelles y en un rincón aislado del acantilado. La única cosa a la vista era una vieja
choza que había sido cerrada por una década. Ni siquiera una luz de la calle. En los
dos lados del edificio estaba el océano, y en el otro una interminable extensión de
bosques inhabitables y roca. Solo… nada. 253
Él agarró un puñado de su pelo y tiró de ella hacia fuera de la camioneta,
sacando mechones de la raíz. Se mordió la lengua para evitar gritar. Con su cabello
envuelto alrededor de su puño, él se inclinó hacia el lado del conductor, apagó el
camión, y lo vio rodar por el terraplén en el océano. Se estancó durante varios
minutos antes de hundirse en el agua negra como la tinta.
Él apretó la pistola en su oído. —A dentro.
Caminaron hasta una cabaña en la colina, sus tacones quedaron atrapados en
la nieve varias veces antes de que llegaran a la puerta. Sus pies estaban congelados,
agujas de agonía excavaron en su carne. Su rostro estaba herido y su ojo debía estar
cerrado debido a la hinchazón, pues sólo podía ver por uno.
Con un empujón entre los omóplatos, ella tropezó dentro de la cabaña. El
suelo era de tablones de madera podrida, y las paredes no estaban mucho mejor. A
través de los listones de madera, el viento de las montañas se deslizaba, ofreciendo
poca protección contra los elementos. A lo largo de la pared del fondo estaba un
colchón sucio y, en el centro de la sala, una mesa de pino. Una sola silla estaba
clavada en el suelo junto a ella. Unos cuchillos de filete estaban alineados en la mesa
con precisión.
El lugar olía a tripas de pescado podrido y a viejos residuos de años. Una
espantosa arcada apretó su vientre. Debido a que todo se había visto agitado con
Noah, no tenía el estómago para comer antes de la exposición. Agradecida por eso
ahora, respiró profundamente para calmarse mientras Soreno se acercó a la mesa y
encendió una linterna de pilas.
—La silla. Ahora.
Su alivio leve de la silla sobre el colchón manchado fue de corta duración
cuando echó un vistazo a los cuchillos de nuevo. Violada o torturada. ¿Había un
menor de dos males allí? Le castañeteaban los dientes con la suficiente voluntad para
hacer un sonido crujiente sobre las olas del océano.
La silla estaba congelando, enviando incluso más escalofríos por todo su
cuerpo. Él usó bandas de sujeción para asegurar sus muñecas a los brazos de la silla
y los tobillos a las patas. Luego, se incorporó a la máxima altura y pasó una mirada
sobre ella, haciéndola estremecerse. La violación de su mirada solo dejó una capa de
limo sobre su piel.
Utilizando el cañón de la pistola, él trazó un camino desde la clavícula hasta
la garganta. Deslizó la pistola debajo de su collar y lo arrancó. El corazón de rubíes
que Noah le había dado para el Día de San Valentín e hizo un sonido metálico en el 254
suelo. La mano libre de Soreno cayó a su muñeca y desabrochó su reloj.
El ritmo cardíaco se aceleró y ella se tragó un jadeo. Se había olvidado por
completo sobre el reloj. Noah tenía un dispositivo de seguimiento plantado en su
interior. Tenía una manera de encontrarla, si pudiera resistir lo suficiente.
Luchando por controlar su reacción para así no avisar a Soreno, se quedó
mirando el cuello de la camiseta por encima de su abrigo negro, mientras le quitaba
el reloj, miró a este, y lo metió en el bolsillo.
Así es, capullo. Guárdalo , así Noah puede encontrar tu culo lamentable.
Él se dirigió a la espalda de ella, sus botas haciendo un ruido apagado a lo
largo de las tablas del suelo.
Ella cerró los ojos y apretó los dientes para soportar el miedo. Eso es
exactamente lo que quería, y vaya si ella le daría mucho.
Sin previo aviso, él garró uno de sus aros colgantes y tiró.
Ella gritó por el abrasador rasgón de su lóbulo derecho. Las lágrimas ardían
en los ojos mientras la sangre goteaba sobre sus hombros, tan caliente en
comparación con su piel. Ella apretó los ojos cerrados y contuvo el aliento. Cuando
desgarró otro de sus oídos, sus dientes se hundieron en la lengua para no gritar.
Con respiraciones ásperas, abrió los ojos y tiró de la cara de Noah de su
memoria, lo imaginó a él y ella jugando con Aubrey en su isla una vez que su casa
fue construida. La foto de su boda. Algo pequeño, tal vez en el castillo, y poco
después, su propio vientre hinchado con el bebé de Noah. La expresión que habría
tenido cuando sostuviera a su hijo por primera vez.
Los pasos de Soreno rodearon la silla hasta que se paró frente a ella una vez
más. Cada golpe seco en los tablones hacía juego con su corazón palpitante.
Alcanzando un cuchillo de filete en la mesa, él lo empuñó en su mano enguantada.
Lo llevó a la garganta de ella, la punta de metal pellizcaba la piel. La sangre caliente
corrió por entre sus pechos.
Ella tomó una estridente respiración por la nariz, tomando más hedor de él y
la habitación. Los peces muertos, la nicotina rancia, madera húmeda. El océano rugía
a su alrededor, pero no se podía comparar con el rugido en sus oídos.
Luchando para no moverse, tembló, ella apretó la lengua entre los dientes
para guardar silencio. Pero el frío le estaba convirtiendo en hielo, y el miedo no
sedería la sujeción alrededor de su garganta. Las lágrimas se deslizaron de sus ojos
y gimió.
—No vas a ser capaz de llorar para el momento que termine contigo. Me 255
pagaron extra para hacer algo más que disparar, o de lo contrario estarías muerta
ya.
Oh Dios. Su estómago se revolvió.
Cuando llevó el cuchillo se sumergió entre sus pechos y cortó su vestido en
una rebanada larga, ella no se molestó en ocultar su reacción. Un sollozo salió de su
pecho. Y cuando él separó el material con la cuchilla, exponiendo su cuerpo a él,
renunció a toda esperanza de sobrevivir.
Lo peor que lamentaba era no poder decirle a Noah lo mucho que lo amaba
antes de morir.
26
Traducido por Mich Fraser
Corregido por Jessibel
—Así es como supe que eras tú. —Nicole sonrió y tomó un sorbo de su
champán—. Raven nunca dejaría que nadie viera su vulnerabilidad a excepción de
ti—. Ella señaló la fotografía delante de ellos—. No le diré a nadie.
Noah metió las manos en los bolsillos. —Aprecio eso. —No era adverso a salir
como Hoan, ahora que el juicio había terminado, pero prefería que las cosas se
calmaran primero y permitieran darles tiempo a los federales para atrapar a Soreno.
Ella suspiró con tristeza. —Es una pena, sin embargo. Tuve un 256
enamoramiento secreto por ti. Hubiéramos tenido hermosos bebés.
Él no podía dejar de reír. Por si acaso su mirada se deslizó sobre ella para
evitar el insulto o herir los sentimientos. —Eres bastante bonita, Nicole. Pero estoy
tomado. —Completamente y sin límites.
—Sólo estaba bromeando… —Interrumpió, con sus ojos abriéndose más.
Él siguió su mirada. Dos agentes del FBI siguieron a McCannon a través de la
puerta. Uno se quedó allí mientras McCannin y el otro cruzó la habitación hacia Max
en la puerta trasera de la galería.
El corazón de Noah se detuvo en seco. Escaneó la habitación por Raven, pero
no pudo encontrarla. El pánico inundó su pecho. —¿Dónde está Raven?
—Entró al almacenamiento hace unos minutos para más…
Abriéndose paso entre la multitud ahora tranquila, fue hacia el pasillo del
almacenamiento. Algo andaba mal. Muy mal. Uno de los guardias mantenía la
puerta abierta, con el rostro sombrío. Max y McCannon estaban en la mesa del centro
de la habitación, Hintz y otro guardia al otro lado.
—¿En dónde está Raven? —Sin embargo él lo sabía. La garra fría del miedo
se apoderó de su corazón y lo supo.
Todas las cabezas se volvieron a él.
McCannon habló primero. —Se ha ido. Su equipo buscó en el edificio. Ella…
se ha ido.
No. No, no, no.
Soreno. El maldito enfermo tenía a su Raven, haciendo sabrá Dios qué.
—Señor, CaldWell, tiene que ver esto. —Max hizo un gesto con la barbilla a
la mesa—. La señorita Crowne me dijo que regresaría aquí. No pudo haber sido más
de quince minutos.
Cerrando la distancia, miró la foto de Raven, con un cuchillo en ella. Se pasó
una mano temblorosa sobre la boca, demasiadas emociones atravesaron su cabeza.
Max le entregó un móvil. El de Raven. Se deslizó en la pantalla para ver un
mensaje. ¿Trató de mandarle un mensaje?
Para Noah: tengo algo importante que decirte esta noc….
Eso fue todo. Debió ser interrumpida mientras escribía. Y sabía lo que ella
planeó decir. Pero ahora nunca tendría la oportunidad. Nunca podría escuchar su
voz de nuevo.
257
Gruñó, lanzando el móvil contra la pared para poner sus dedos en su cabello.
Queriendo arrancarlos de su piel. El pánico embistió sus sienes, cogió el aire de sus
pulmones.
—La policía local está en camino. Tan pronto como tengamos una idea de
su…
Noah agarró las solapas de la chaqueta de McCannon y envió al agente sobre
un estante. Las cosas volaron alrededor. —¿Dónde diablos está? ¿Cómo fue que ese
bastardo entró aquí?
—¿Señor? —Hintz estaba en la salida de emergencia—. Downer está muerto.
Estaba protegiendo esta puerta.
Noah se giró. Empujo a McCannon y caminaba por la habitación. —¿A dónde
se la han llevado? ¿Recibiste alguna pista?
McCannin rodó los hombros. —Ni una maldita cosa.
No podían estar así mientras ella estaba siendo torturada, violada,
asesinada… Noah se giró hacia Hintz. —Prepara el helicóptero. Iremos por el aire.
Hintz ya estaba a medio camino de la puerta.
—No pueden hacer ido muy lejos. Mira… —Se interrumpió a sí mismo, Noah
se enderezó—. Mira. Mírala. —Sacó su móvil de su bolsillo con una mano
temblorosa y busco en la pantalla para encontrar una aplicación—. Tenía un
dispositivo de localización plantado en su reloj.
Hintz asintió. —Tendré listo el helicóptero para buscar en el aire. Te mandaré
por mensaje las coordenadas.
McCannin ladró órdenes a sus agentes. Max ordenó a sus guardias hacer lo
mismo, diciéndole a un hombre que se quedará atrás en la galería y gestionar los
patrones.
Las malditas coordenadas todavía se estaban cargando. —Vamos, mierda —
rugió mientras el mapa se detuvo. Un pequeño punto rojo apareció cerca… ¿The
Sound? La zona estaba desierta. ¿Por qué demonios Soreno la llevaría allí? Con rocas
y costa ni siquiera podría atracar un bote. Noah sostuvo la pantalla para mostrarle a
McCannon—. Vamos.
Mientras pasaron por la salida de emergencia, Noah envió un mensaje con la
dirección a Hintz y corrió a la suburban. Subió al asiento de pasajero.
Se quedó mirando el pequeño punto en la pantalla, aferrándose a la
esperanza de que seguía viva. Intentó recordar que había en el camino, no había 258
estado cerca de esa zona en años.
Cerrando los ojos, empujó la ubicación de su mente, luchando por recordar.
La costa. Árboles. Rocas. El camino sinuoso más allá del puerto. ¿Qué no
dejaban ver…?
—Hay una vieja choza. —Su rodilla rebotó—. Abandonada. Sólo un acceso
por coche. Esta rodeada de agua, demasiada.
Max apretó el botón para activar el Bluetooth. Cuando McCannon lo cogió,
Max y Noah repitieron lo que dijeron.
—Sabrá que estamos llegando. —El agente del FBI maldijo entre dientes—.
Está bien. Vamos a estacionar más abajo y fuera de la vista como sea posible. Iremos
a pie. —Hizo una pausa—. Si avisamos la matará antes que tengamos la oportunidad
de acabar con él. Nadie hace nada sin mi orden.
Noah envió un mensaje a Hintz con la actualización y fue de nuevo a la
aplicación. El punto rojo no se había movido. ¿Por qué demonios Soreno no la había
sacado de la ciudad? ¿Por qué en una cabaña…?
A menos que ya estuviera muerta.
—Soreno nunca planeó salir. —Dio un puñetazo en la consola, la frustración
golpeando, su cabeza estaba a punto de estallar por la presión—. Planeó hacerle
daño para devolvérmela, luego atraerme —maldiciendo, negó con la cabeza. Apretó
la mandíbula. Empuñó su cabello. La espera lo estaba matando, comiendo su
intestino—. Cristo, Max. Él… jodido Cristo.
Los dedos de Max se apretaron en el volante. —La recuperaremos, señor
Caldwell.
La tensión anudó sus hombros. Miró por la ventana sin ver nada, más que la
cara perfecta de ella. Él no pidió nada de esto. Raven seguro que tampoco.
—Mantente viva, amor.
Max cortó a través de la franja del sur de la ciudad y hacia el puerto. La
suburban paró en seco a varias yardas antes de la curva donde terminaba la
carretera. Noah se bajó y se reunió con McCannon. El resto del equipo los siguió.
La mirada de McCannon recorrió el perímetro. —¿Esa es la colina?
Noah asintió. —Si sigues la curva, la cabaña será visible.
Se quedaron en silencio hasta llegar al callejón sin salida y se agacharon en la
base de la colina. Un poco de luz se asomaba entre las tablillas de la cabaña, pero no 259
pudo distinguir ningún sonido o movimiento.
McCannon miró a su agente. —Tú ve a ese extremo —dijo, señalando con la
barbilla hacia el espacio abierto justo a la izquierda de la ubicación. Los árboles y las
rocas daban algo de protección. Él señaló a uno de los guardias de Noah. —Llévalo.
Mantengan la calma. Sin disparos, sin movimientos bruscos a menos que yo lo
comande.
Los dos hombres fueron hacia la izquierda de la colina en cuclillas y corrieron
hacia una roca.
McCannon sacó su móvil. —Los policías y los médicos están en camino. —
Metió el móvil en su bolsillo—. ¿Qué tan empinado está del otro lado?
Noah trató de recordar. —¿El otro extremo? Tal vez unos cuatro pies. No
mucho. Las otras pendientes van hacia el agua. —La caída no era el problema. La
temperatura del agua y la corriente, sí.
—Muy bien. —Suspiró McCannon—. Quédate aquí. Nosotros subiremos.
—A la mierda con eso. No. —Le tendió la mano a Max—. Dame una pistola.
Ignorando a McCannon, Max sacó una 9 milímetros desde la funda de su
tobillo y se la dio a Noah, entonces sacó una 22 debajo de su abrigo. Su
guardaespaldas miró a su agente. —No se quedará aquí. Y estamos perdiendo
tiempo.
McCannon apretó la mandíbula y se levantó para comprobar el edificio. —
Ustedes dos tomen la delantera. Nosotros llegaremos desde la derecha. A las tres.
Dos..
El grito de Raven atravesó el aire, el corazón de Noah se detuvo por tercera
vez en la noche.
No tuvo que esperar para recibir las órdenes. Subió la colina, levantando
nieve a su paso. La puerta de la cabaña se abrió ampliamente.
Soreno apareció con… Raven.
El alivio de Noah fue corto. El bastardo tenía su cabello alrededor de su puño
y una pistola con la otra. Pero demonios, ella estaba viva. Noah se detuvo en seco,
apenas resistiendo el impulso de correr hacia ella.
—FBI. —McCannon dio un paso adelante.
Los dos hombres que había enviado surgieron con sus armas listas desde la
izquierda.
Soreno empujó a Raven delante de él y apretó el cañón en su sien. —Ella
260
muere si se acercan más.
Noah agarró la empuñadura de su arma. Las sirenas sonaron en la distancia.
—Estás rodeado —gritó McCannon—. Déjala ir.
Avanzaron hacia el frente, con Noah siguiéndolos, hasta que Soreno jaló hacia
atrás la cabeza de Raven y ella gimió.
—Repito, entrégala. No puedes escapar.
Desde veinte pies de distancia, Noah consiguió una buena mirada de ella.
Todo el lado derecho de su cara estaba hinchado hasta el punto en que su ojo no se
podía abrir. Sus muñecas y tobillos estaban rojos, como si Soreno la tuviera
restringida. Un rastro de sangre resbalaba por su garganta y se detenía en sus
pechos. Se sostenía su costado izquierdo, como si le doliera las costillas. Su vestido
estaba… corto por la mitad, batiéndose con el viento y exponiendo su palidez y
cuerpo temblando.
La sangre de Noah hirvió, la rabia se sintió incontrolable en su pecho. Levantó
su arma. —¡Maldito hijo de puta! ¿Qué le has hecho?
Max se puso atrás de él y envolvió un brazo alrededor de Noah, encerrándolo.
—Espera. Piensa. Hacemos un mal movimiento y su arma se disparará.
Respirando de nuevo, Noah asintió. Max lo soltó y se movió de regreso a su
posición.
Las sirenas estaban justo detrás de ellos, en la base de la colina. Las luces rojas
y azules se arremolinaron contra la nieve. Pasos crujían y en su periferia, Noah vio
destellos de policías en sus uniformes negros.
—Nadie se mueve a menos que yo lo diga —espetó McCannon, sin apartar
los ojos de Soreno. Noah levantó la mirada hacia Raven. Detrás del miedo, la
determinación llenó sus ojos. Una lágrima se escapó de sus ojos y manchó la piel con
el rímel.
Su garganta se movió. Te amo, articuló.
Lágrimas obstruyeron su garganta. La pistola en su mano vaciló. Contuvo el
aliento y pronuncio las palabras de nuevo.
El zumbido del helicóptero rasgó el aire, levantando la nieve.
—Ríndete —grito McCannon por encima del ruido de las hélices.
Soreno… sonrió. —Ambos sabemos cómo termina esto, Caldwell. —Se
encogió de hombros—. ¿Cómo quieres que muera? ¿Una bala en el cerebro? O… —
El jodido bastardo apuntó contra su pecho—. ¿En el corazón? Cuán poético sería, 261
¿no?
Noah no podía respirar. —Ella no tiene nada que ver contigo. Ven por mí.
Soy lo que en verdad quieres. Soy el que les dio la evidencias a los federales, no ella.
—¿Crees que me importa una mierda? Esto es un trabajo. —Soreno la
arrastró. Apretó el cañón contra su pecho, sus ojos sin alma se estrecharon hacia
Noah—. Siempre he preferido la poesía.
No. Cristo, no.
En el último segundo, Raven gritó y retorció su cuerpo.
Noah se lanzó hacia adelante mientras el arma se disparó. La descarga quebró
el aire. Se congeló a medio paso. El viento le dio un puñetazo a su pecho.
Los ojos de Raven se abrieron y miraron a Noah. Con la boca abierta ella se
tambaleó hacia atrás. Se llevó la mano a la parte derecha de su pecho y miró hacia
abajo. La sangre fluía de sus dedos. Y entonces… tropezó hacia el borde.
—Noooo…
Los disparos resonaron.
Soreno se sacudió, cayó de rodillas y después de bruces contra la nieve. Noah
dejo caer su arma y corrió hacia delante. Las lágrimas quemaban sus ojos, dejándolo
ciego. Perdiendo el equilibrio se arrastró hacia el borde y miró por encima.Raven
estaba a su alcance. Su cuerpo estaba inmóvil en las rocas, tenía los ojos cerrados.
Max llegó a su lado. —Traigan a los médicos —gritó por encima de su
hombro.
Noah no esperaría. Cada segundo que pasaba ella era tomada, más y más
cerca de la muerte. Jodido infierno, no se movía.
Saltando se metió en el agua hasta que le llegó hasta la cintura. La piel le dolió
como si agujas pinchando su piel por el agua congelada. Se estiró por Raven,
agarrándola de la cintura.
—Arrástrala más cerca —gritó Max—. Voy a levantarla.
Deslizó sus brazos por debajo de ella y la levantó con la espalda contra su
pecho. Max levantó a Raven, desapareció de la vista y volvió a ofrecer los brazos.
Noah no se podía mover. Apenas podía respirar. El hielo pesaba, lo congeló. Manos
agarraron sus hombros. Y después estaba de vuelta en tierra firme.
Los médicos se la habían llevado.
Se levantó sobre sus manos y rodillas, no importaba que sus extremidades
estaban pesadas. No podía apartar los ojos de la dirección de donde Raven se había 262
ido. Intentaron meterlo en la camilla, pero los alejó. La necesitaba.
—Señor Caldwell. —Max puso una mano contra su hombro—. Déjelos cuidar
de usted. Estaremos detrás de la ambulancia donde va la señorita Crowne.
Estremeciéndose, con los ojos llenos de lágrimas miró a su guardaespaldas.
—¿Ella estaba… viva? —Su voz se rompió.
Los labios de Max se apretaron, sus ojos estaban llenos de pesar. —No lo sé.
27
Traducido por Mich Fraser
Raven cerró los ojos y levantó la cara hacia el sol, tomando el resplandor del
verano que era muy corto para Alaska. El mar y la hierba cortada se mezclaron en el
olor persistente de la lluvia para recordarle lo mucho de la vida que la rodeaba.
Dejando que el calor la consumiera, acercó a Aubrey más cerca de su lado.
Habían pasado cuatro meses desde que estuvo a punto de morir, pero había
recorrido un largo camino. Las pesadillas de su secuestro fueron menos frecuentes.
Noah siempre estaba ahí cuando se despertaba con sus brazos sólidos y voz suave,
envolviéndola y aplastando el miedo. El miedo no tenía cabida en el feliz para
siempre.
La ceremonia había sido corta, con ella y Noah recitando sus votos. Sólo
alrededor de veinte personas habían sido invitados.
—Me encanta la casa. —Aubrey apoyó la cabeza en el hombro de Raven.
Ella abrió los ojos y miró la moderna casa de madera de dos pisos frente a
ellas. Piedra, madera y ventanas, con un porche y un balcón en la habitación
principal. No enorme bajo cualquier estándar, pero amplia, con un piso abierto.
Bastante perfecta. Noah estuvo determinado a terminar la casa de la isla hoy. En
realidad fue la semana pasada, pero no se mudarían hasta hoy. Como una familia.
Junto a su nuevo hogar, una modesta cabaña de un dormitorio de su mamá,
estaba al final del camino y dentro de dos minutos a pie, la cabina del cuidador.
Todavía necesitaban un barco para subir y bajar de la isla, pero el puente se
terminaría para el invierno.
—También me encanta. —Besó la frente de Aubrey y habló contra su
cabello—. Pero te amo más a ti, sobrina mía.
Los brazos de Aubrey se congelaron alrededor de la cintura de Raven. A lo
lejos, por encima del zumbido de la música y la charla de los huéspedes, el click de
una cámara sonó.
Raven sacudió la cabeza y sonrió. —Tu tío regresó. Juré que le escondí la
cámara hoy. —No le importaba estar a solas un minuto con él, así que miró hacia
abajo a Aubrey—. ¿Por qué no vas por otra pedazo de tarta?
—No me tienes que decir dos veces. 269
La chica salió corriendo, sus rizos rubios rebotaron y Raven tragó con fuerza
por la repentina emoción en su garganta. Todo era tan maravilloso, tan feliz, no sabía
qué hacer con todo. Incluso Hoan había recortado sus viajes y Noah pasaba más
tiempo en la casa como una familia.
Noah salió al lado de ella, con aroma a canela y la besó en el cuello. Se veía
tan sexy en su esmoquin, que sus rodillas casi cedieron.
—Creo que me gustas más de blanco que de rojo. —Su mirada se deslizó hacia
el sencillo vestido de novia. Pasó un brazo alrededor de su cintura y tiro de ella hacia
su pecho—. Aunque me gustas más sin nada.
Ella apartó mechones de cabello rubio de su frente y acunó su mandíbula. El
deleite y adoración se iluminaron en sus ojos azules. Sin saber que el amor podía ser
de está manera, su pecho se hinchó por centésima vez. —Me comprometo a no vestir
nada en la noche, pero por ahora tenemos invitados.
Sus ojos se estrecharon. —No es lo suficientemente pronto.
Ella miró a la cámara en su mano libre. —Pensé que acordamos que yo
tomaría las fotos hoy. ¿Cuál es el punto de contratar un fotógrafo si lo haces tú de
todos modos? —A pesar que lo reprendió su sonrisa se mantuvo, Dios, lo amaba
tanto.
Ni siquiera trató de buscar culpables. —Nadie toma fotos como yo. Además
sólo estarás en vestido de novia una vez.
—Cierto. —Se puso de puntitas para darle un beso.
Él dejó caer su frente contra la de ella. —Así que dime, esposa. ¿Por qué estás
aquí sola?
Necesitaba un minuto para sí misma, para pensar en todo, pero no quería
decirle para que no se preocupara. Además, no era nada malo. —Bueno, marido,
estaba mirando mi increíble nueva casa y encontré dos cosas malas con ella.
Sus cejas se levantaron y miró por encima de su hombro. —¿Qué? —Miro de
nuevo—. Dime.
—En primer lugar, me temo que no todas las habitaciones han sido…
bautizadas.
Una lenta sonrisa se extendió por la cara de él y su corazón se aceleró. Sus
manos se deslizaron de su espalda baja a su culo. —Eso no es un problema, lo
podemos arreglar por la mañana.
Se mordió el labio y le sostuvo la mirada, incluso con los nervios. —El
dormitorio adicional junto a Aubrey necesita una renovación. —Hizo una pausa—. 270
Para una cuna. —Ante sus ojos amplios, ella continuó—: Una mecedora, también,
para las noches acurrucando.
La expresión en su cara… oh, piedad. Su expresión no tenía precio y borró
cualquier duda fugaz. Una pequeña arruga se formó entre sus ojos. Sus labios se
abrieron con asombro mientras buscaba los de ella.
Sacudió su cabeza para aclararla. —¿Estas… —Se aclaró la garganta—. Oh,
Dios, nena, ¿en verdad? ¿Estás embarazada?
Asintió. Entre la estancia en el hospital y la recuperación, parecía que olvidó
tomar su control de natalidad. Y una vez que su cuerpo se curó y Noah recuperó el
tiempo perdido. Cada hora.
Un sonido estrangulado se escapó de él y la acercó para un beso. El
arrepentimiento mutuo y el dolor fueron olvidados cuando él profundizo el beso.
El pasado siempre estará allí, rondando y siendo trágico, pero habían
trabajado demasiado duro para superarlo. Dulce y no un poco desesperado, se
separó y cayó de rodillas. Agarrando su cintura y dándole un beso a su vientre y
apoyando la frente allí. —Ah, bebé…. —Cuando alzó los ojos, sus ojos estaban
húmedos—. No parece que sea realidad.
Para un hombre que había perdido a su familia, todos a excepción de una
niña que proteger, la idea de construir una nueva familia era algo irreal. Ella pasaría
su vida mostrándole que no era un sueño.
Una brisa cálida y húmeda patinó a través de su piel, había dientes de león
en el aire, recordándole la persona que era antes.
Gracias a Noah ya no era esa persona. Pasó de ser nadie a ser el todo de
alguien.
—Te amo. —Acunó la parte posterior a su cabeza.
—Nunca me cansaré de escuchar eso. Te amo. —Dejó caer la frente a su
vientre de nuevo, sus manos extendidas en el—. Y a ti también —susurró.
271
SOBRE EL AUTOR
Kelly Moran es una exitosa y ganadora de
premios como autora de temas románticos de finales
por siempre felices. Ganó el Premio Catherine en 2013,
Finalista de Reader's Choice y Finalista del Premio por
Excelencia en 2014, a través de RWA. En adición,
obtuvo una de las diez posiciones en las Mejores
Lecturas por el USA TODAY'S HEA. Kelly ha sido
conocida por decir que obtiene sus ideas de todos y
cada una de las personas que la rodean y siempre hay
un libro teniendo su lugar en su cabeza. Nadie que
conoce su movimiento de pestañas cuando habla de ella
misma. Sus intereses incluyen: películas jugosas, MLB,
NFL, volver a otros locos y dormir cuando puede. Es adicta a la cafeína y al 272
chocolate, pero no le digas a nadie. Reside en Wisconsin con su esposo, tres hijos y
su labrador negro. La mayor parte de su familia vive en las Carolinas, por lo tanto
pasa mucho tiempo allí también.
Ama conectarse con sus lectores.
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