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TEMA 1
Las condiciones en las que los textos se daba a conocer, no permitía que fuera
legible, por lo tanto, no solo se escribía para que fuese leído, se escribía para dejar
constancia de los hechos con independencia de quien fuese el lector, pero también
porque la escritura adquiere un valor cultural importante. El último elemento que
configura los usos de la escritura en cualquier sociedad, es el que tiene que ver con el
uso literario. La literatura no desencadena la escritura, aparece en un segundo
momento dentro de la historia de la escritura. La primera literatura de Egipto y
Mesopotamia, tenía un efecto propagandístico, donde los reyes y faraones hacían que
los escribas dejasen constancia de sus gestas, no para ser leído y disfrutado por la
gente. Propaganda que se daba a conocer exclusivamente en la corte, y de forma
escasa en el resto de la sociedad. Para dar a conocer al resto de la sociedad una
información, era la lectura en alta voz. La cultura Mesopotámica y la Egipcia,
muestran una serie de cambios en la forma de escribir, consolidándose en Egipto un
triple sistema de escritura, la jeroglífica, la hierática y la demótica. Como es muy
laboriosa la escritura jeroglífica y estaba destinada a la figura de los dioses, se
desarrolla la hierática, utilizada por sacerdotes, y la demótica que fue la escritura que
sirvió para las actividades cotidianas. Este hecho de que se desarrollaran esos tres
niveles de escritura, significa que había un grupo de personas implicada en la
escritura. Similar fue en Mesopotamia, donde algunos de los textos que no podían ser
copiados en una tablilla por su extensión, se utilizaron varias series de tablillas,
introduciendo una numeración para las tablillas. Se trata de un principio de
estructuración del texto escrito, buscando un público más amplio del que originalmente
iba destinado. A la vez se fue creando una cultura literaria, que hace necesaria la
creación de archivos, depósitos donde se recogían los textos administrativos, y
bibliotecas donde se guardarían los textos literarios.
ESCRITURA Y ESTADO
ESCRITURA Y ARTE
La palabra griega jeroglífico significa grabados sagrados, y se utiliza para
referirse a los extraños signos que llevaban las paredes de los templos. La relación
entre escritura y arte está justificado en los jeroglíficos, porque cada signo fue
concebido como una obra de arte. En las escrituras pictográficas, es esencial el
naturalismo de los signos para poder reconocer lo representado, y posibilitar el
significado y el mensaje, haciéndose más patente en Egipto, y desapareciendo en
Mesopotamia. Los jeroglíficos dan vida a conceptos e ideas imprescindibles tanto
para el mantenimiento del orden establecido por los dioses, como para dar vida a lo
que representan. Las creencias religiosas hicieron pensar que una parte de la
persona, permanecía viviendo en la tumba. Una vez que no perduró la práctica de
realizar ofrendas al ka del difunto, comienzan a representarse escenas de la vida
cotidiana y agrícola junto a textos que les daban vida, garantizando la alimentación del
ka.
ESCRIBAS
Desde el siglo V están documentadas en Atenas las escuelas, por lo que en los
primeros decenios del siglo V, escribir y leer debía formar parte del programa
educativo de los adolescentes atenienses. En la Grecia de finales del siglo V y del VI
a.C., aparecen claramente las diferentes situaciones en el seno de las diversas
comunidades, considerando los casos de Esparta y Atenas. En Esparta, parece que el
dominio de la capacidad de leer y escribir, continuó siendo un privilegio de las clases
dirigentes, y sin llegar a la imagen de una Esparta casi analfabeta, el ciudadano medio
alfabetizado, no llegaba más allá del conocimiento rudimentario de las letras. En
Atenas era distinto, sobre todo al final del siglo V, donde se refleja que la mayoría de
los atenienses estaba en condiciones de leer y escribir a cierto nivel. Parece que
algunos soldados no solo sabían leer y escribir, sino que eran capaces de enseñar a
los demás. El hecho encuentra explicación en la realidad de la polis ateniense,
entendida como espacio urbano político y mental y no solo físico, y en su sistema
democrático de gestión, que requería una amplia participación en la vida pública, y
para ello, un uso generalizado de la cultura escrita, dado el funcionamiento de los
mismos mecanismos políticos e institucionales.
TEMA 3
Hay un uso más extenso de la escritura entre los siglos V y III a.C. La primera
noticia de una escuela elemental en Roma, se remonta al siglo III a.C. Hasta los
tiempos de Catón, había sido sobre todo la familia el ámbito de la primera enseñanza
del leer, y del escribir. En el teatro de Plauto, hay referencias no solo a la escuela,
sino también al uso de la escritura con grafio y similares. Plauto parece escribir una
condición de semi-analfabetismo. A partir de finales de la república, la introducción del
voto secreto demuestra indirectamente una presencia más amplia de individuos
alfabetizados. Es en la última etapa de la república, cuando comienza a definirse
sobre modelos griegos el libro latino de contenido literario. En esta época se
documentan por primera vez las librerías y cierta categoría de lectores, que leían por
el placer de leer, que era la finalidad del lector de instrucción elevada. Debido al
mayor alfabetismo, en los últimos años de la república, la producción y la circulación
de libros se hicieron más amplias, abarcando también a un sector de lectores de
extracción media.
La primera fase de la era imperial fue una época de amplio uso de la escritura,
con modelos de participación diferenciados. Las razones deben buscarse en la
extensión de las prácticas de lectura y escritura, en la creación de una red de oficinas
centrales y periféricas con la formación de personal especializado en el crecimiento
económico, y en la práctica de registros y escrituras contables. En esta época, la
capacidad de leer y escribir estuvo extendida en todos los estratos sociales, incluso en
los inferiores a pesar de que existían grandes bolsas de individuos analfabetos o semi-
analfabetos. En la edad imperial, al menos en los niveles sociales más elevados, la
educación elemental sigue recibiéndose principalmente en el seno de la familia. Para
la mayoría que eran los menos afortunados, podía haber diversas oportunidades extra-
escolares, o la escuela pública. El estado y los gobiernos de las ciudades dedicaron
algunas actuaciones en la enseñanza superior, la retórica, y en la Antigüedad tardía,
también en la jurídica, que formaba a las clases dirigentes, aunque no existiera política
escolar a favor de la enseñanza elemental. La escuela pública estaba confiada a
maestros de primaria que daban sus clases en la calle, en las esquinas del foro, bajo
soportales, o al resguardo de una pared o de una pergula, teniendo en algún caso
noticias de locales destinados a servir de escuela. No se trataba de maestros
institucionales, sino de individuos capaces de enseñar a leer, escribir y hacer cuentas,
y que abrían una escuela en ciudades y aldeas.
Los honorarios que recibían los maestros de primaria, eran bastante bajos
cuando se recibían o consistían en regalos modestos. En el mundo romano esta
figura jugó un papel importante en la alfabetización de primer grado, y en el paso de
algunos individuos, al nivel de semi-analfabetismo. Alguna vez, la primera enseñanza
de las letras se podía recibir en la escuela, con quien se seguían los estudios de nivel
secundario, lo que afectaba a los jóvenes de las clases sociales altas. La
escolarización se muestra flexible no sólo en los modos de aprendizaje de la escritura,
sino también en la edad de acceso, que iba de 7 a 14 años. Si bien es verdad que a la
mayor parte de los esclavos se les enseñaba a preparar las comidas, alguno de ellos
serían necesarios para la enseñanza de los propios hijos, para trabajos de escritura,
para la lectura de entretenimiento o para algunas operaciones de economía
doméstica. En los primeros siglos del imperio hubo un número altísimo de individuos
que ejercitaban la escritura como oficio o en la administración civil y militar para la
masiva producción de documentos propia de este período, o incluso para la
transcripción de libros. Este grupo de escribanos pudo contribuir a una más amplia
difusión de la escritura, al dispensar una enseñanza gráfica a través de las relaciones
familiares, profesionales o sociales.
En cualquier lugar, las fuentes literarias muestran sobre todo en el siglo VI,
amplias capas de analfabetos. Puesto que los fieles tenían la obligación de conocer
las Sagradas Escrituras, Cesáreo de Arlés invitaba a los analfabetos a seguir el
ejemplo de los comerciantes, que tomaban a su servicio alfabetizados a sueldo para
sus registros contables. Los fieles podían hacerse leer las Sagradas Escrituras por
individuos capaces de hacerlo, dando a estos una compensación. Pero como los
alfabetizados a sueldo fueron desapareciendo, la lectura es delegada en el
conservador del edificio. En los primeros siglos del Imperio, la lectura y la escritura
habían sido prácticas abiertas. En la Antigüedad tardía, tienden a convertirse en
prácticas cada vez más cerradas, reservadas a determinadas categorías sociales que
eran dos: la que desempeñaba funciones judiciales y administrativas, y por otro las
jerarquías eclesiásticas. La decadencia de las estructuras urbanas determina la
desaparición de cualquier escuela que no sea la de educación dispensada en el seno
de los círculos burocráticos o profesionales, o de las instituciones religiosas,
episcopales y monacales. La escritura para el clérigo o para el monje se convierte en
una fatiga. Los libros fueron producidos en cantidad cada vez menor por el
artesonado librario, pasando a ser escritos en su mayor parte en el ámbito de las
iglesias y los monasterios. El códice que era la forma de libro imperante, constituye el
instrumento de paso de una lectura de muchos textos por parte de un público variado y
estratificado, a una lectura de pocos textos, los libros de la Sagrada Escritura y los
comentarios a esta.
TEMA 4
EL VERBO Y LA ESCRITURA
REYES Y MONJES
LEYES Y COSTUMBRES
En otros países, los reyes bárbaros llevan la imitación del modelo romano a
disponer la puesta por escrito del derecho consuetudinario de sus pueblos. De esto
surgen unas leyes nacionales: la Lex Salica y la Ripuaria entre los francos, la Lex
Burgundiorum, Lex Alamannorum y Lex Baivariorum. Estas leyes varían en la
proporción en que dan cabida a contenidos jurídicos del derecho romano vulgar junto a
prácticas germánicas. La actitud de algunos de estos derechos frente a la escritura,
tiende a desfigurar su función, primando el formalismo del procedimiento, la ritualidad
de las fórmulas, y los gestos realizados al celebrar transacciones, al denunciar los
delitos, iniciar los procedimientos o renunciar a seguirlas. En Irlanda, los
conocimientos jurídicos estaban confiados a especialistas, y el procedimiento judicial
descansaba en la memoria, la declaración de testigos y el juramento. Entre los
anglosajones persiste también el derecho consuetudinario. Entre los siglos VI y VIII, la
Iglesia se tuvo que conformar con la aceptación del derecho canónico y el uso interno
del título escrito. Durante los siglos X y XI, la ley canónica experimentó una notable
expansión y adquirió un creciente prestigio. En la Inglaterra anglosajona, comienzan a
aparecer códigos que representan muestras de un estadio de transición, que todavía
no es un derecho escrito. Son fijaciones escritas del derecho consuetudinario. La
acción de gobierno Carolingia, apuesta por el escrito como recurso para extender los
medios de control y comunicación. A pesar del impulso oficial, el estatuto de la ley
escrita plante problemas, como la relación existente entre las leyes. Los códigos
legales presentan el problema del carácter oficial o privado de su edición. La habitual
agrupación de diferentes textos jurídicos, formando colección dentro de un códice, es
un indicio de plurifuncionalidad. Con frecuencia, las colecciones legislativas pueden
dar cabida a obras de derecho romano, o textos jurídicos isidorianos. La enseñanza
del derecho, ligada desde el siglo VI a la retórica, sobrevive asociada a esta en los
monasterios, tras la desaparición de la escuela antigua. El Regnum Italiae aparece
como un caso de desarrollo de un aparato público d administración de justicia que
integra la participación de técnicos en derecho letrados y laicos. El desarrollo de los
jueces palatinos parece estar relacionado con la figura del notarius regis o notarius
imperatoris. En Italia, permanecerá con arraigo el estudio y la práctica del derecho,
estando en el resto de Europa el saber jurídico ligado a los estudios literarios, con su
mayor cauce en la legislación canónica. Entre los siglos VIII al XI, apenas hay
técnicos en derecho laicos fuera de Italia, con excepciones en el reino franco. Según
aumenta la documentación, aumenta la coexistencia de tradiciones autónomas,
entendido como la manifestación de un desorden o indefinición jurídica. La aplicación
de los códigos escritos, se ve condicionada por el contexto social en el que deben
actuar. El vigor del derecho consuetudinario se encuentra en la práctica del derecho
oral, o en fijaciones escritas. En el derecho consuetudinario, los precedentes jurídicos
adquieren importancia decisiva como fuente del derecho. Son invocados en el curso
del juicio y examinado por jueces y parte. La compilación por escrito del derecho
escrito y las tradiciones, sugiere un intento de legitimar el fuero de albedrío.
Comienzan a reunirse compilaciones del derecho local: fueros, costumbres, etc.
TRATOS Y CONTRATOS
Hacia una nueva sociedad del escrito (ss. XII-XV).1. Bases para una nueva
sociedad del escrito.2. Aprender a escribir, leer y contar.3. La escritura en el
ámbito privado. 4. La escritura y el poder. 5. El retorno de las escrituras
expuestas. 6. De la Universidad al obrador: libros, lectores y lecturas.
DE LO ORAL A LO ESCRITO
Aunque el conocimiento del latín en la Inglaterra del siglo XIV llegaba a altos
magistrados, administradores de los feudos y de las villas, e incluso a ciertos
campesinos que podían haberlo aprendido escuchando, la escritura en la Baja Edad
Media no se puede desligar de la consolidación escrita del vulgar, y de su empleo
como lengua de alfabetización. El ingreso del vulgar en el dominio de la escritura y su
implantación como lengua de uso, administrativa y literaria, fue un proceso lento.
Primero implicó la producción de textos donde convivía con el latín o estaba escrito en
otros alfabetos, y más adelante, la adquisición de una plena conciencia lingüística y
literaria. Los testimonios más antiguos de escritura en vulgar, se encuentran en
diferentes textos, en muchos casos aprovechando los espacios en blanco dejados en
algunos folios de pergamino, o en el verso de los mismos, lo que indica la función
subsidiaria de muchos ejercicios. Entre los siglos XI y XIII, los testimonios crecieron
en número, a la vez que se hizo más notorio el arraigo escrito del vulgar, en buena
parte debido a la vulgarización de los textos bíblicos, en Inglaterra desde comienzos
del siglo XII. Hasta que dicha lengua no adquirió regularidad escrita, lo más habitual
eran los cruces entre el habla vulgar de los amanuenses y un latín mal asimilado. La
expansión del vulgar, caminaba en paralelo a la progresiva constitución como lengua
literaria. El hecho de que algunos testimonios se escribieran en espacios marginales o
en la cara posterior de un pergamino, indica el alcance limitado de parte de las
primeras muestras de literatura en vulgar. La formación efectiva de los distintos
sistemas literarios románicos, no es anterior a los siglos XIII y XIV. Los últimos siglos
de la Edad Media, son la confirmación del vulgar como lengua escrita,
independientemente de que el latín perviviera en los ámbitos eclesiásticos y
académicos, y fue también la difusión de literatura en lengua vernácula, orientada a la
producción de nuevas temáticas y a la captación de nuevos lectores. Entre el final de
la Edad Media y la primera mitad del siglo XVI, el vulgar escrito tendría su máximo
reconocimiento lingüístico con la publicación de las primeras gramáticas y
vocabularios. El latín seguía utilizándose, aunque cada vez demostraba más distancia
entre la minoría letrada y el resto de la población, que hablaba en vulgar y comenzaba
a alfabetizarse en esa lengua. El vulgar se fue convirtiendo en la lengua de uso,
empleándose en las cancillerías y oficinas administrativas, en las prácticas cotidianas
y en los libros destinados a los nuevos lectores, mientras que el latín se preservaba
entre la cultura erudita, mundo universitario y actividades de la Iglesia.
Si algo define el panorama educativo de la Baja Edad Media es el caos didáctico, con
amalgama de lugares y espacios donde era posible aprender, de manera que al final,
el aprendizaje podía ser muy distinto según los casos.
LA ESCRITURA Y EL PODER
La escritura se fue afianzando como un instrumento adecuado para responder
a las exigencias de precisión, orden y gobierno. Fue en esa coyuntura en la que
distintas monarquías feudales alumbraron catastros escritos de sus dominios con un
objetivo fiscal. Estos inventarios se deben poner en relación con el avance de las
monarquías feudales y con las necesidades de conocer y establecer la memoria
escrita de sus bienes y derechos. Dichos documentos son la parte más visible de una
progresiva afirmación de la escritura en los usos políticos y administrativos de las
monarquías, prueba de ello fue el aumento de la producción escrita a partir del siglo
XIII. También, los contratos agrarios en la Inglaterra de los siglos XII y XIII se fueron
formalizando progresivamente por escrito, así como ciertas fórmulas de los
documentos castellano-leoneses de la misma época que también consagraban la
autoridad de la escritura. La escrituración de las leyes que ordenan y regulan el
funcionamiento de una sociedad, es una de las primeras medidas que se toman al
tratar de constituir un sistema político. A medida que este se fue organizando a lo
largo de la Baja Edad Media como el resultado de la coexistencia de jurisdicciones
distintas, la norma se hizo escrita. Aparte de las leyes de alcance municipal, lo más
relevante de la nueva cultura del derecho escrito fue la promulgación de códigos
aplicados al conjunto del reino.
La confección de un código escrito está unido a un sistema de administración
de justicia ejercido en aulas cerradas, y sujeto también a una normalización del
lenguaje en los documentos, con el fin de educar al litigante en la forma que debía
dirigirse a la autoridad. El texto legal, representa a la nueva sociedad del escrito como
exponente de un conjunto de transformaciones más amplias, que forman parte del
valor político reconocido de los documentos, de ahí la solemnidad que se puso en la
confección de algunos de los diplomas de reyes, papas y emperadores, pero también
de otras autoridades de menor rango. La combinación de distintos tipos de escrituras,
la disposición y forma de los elementos gráficos, la función anunciadora y
propagandística de los mismos, el formato y las proporciones, demuestran que este
era el resultado de una labor planificada que recaía en manos de personal
especializado. Inicialmente, los señores laicos se sirvieron de los eclesiásticos para
atender las necesidades documentales, pero a medida que se impuso un sistema cada
vez más burocrático, lo hicieron las cancillerías, es decir, las oficinas competentes en
la preparación y confección de las actas escritas requerida por aquellos. Hubo dos
tipos de modos de producción documental: la creación de una estructura orgánica
encabezada por el canciller, los notarios y los escribanos, y la división de
competencias entre ellos, siendo el canciller quien ejercía la máxima responsabilidad
escrituraria por designación del rey, el notario quien se encargaba de preparar los
borradores y minutas de los documentos, y el escribano quien asumía la tarea de
ponerlos por escrito. Aparte de la cancillería, la afirmación de la monarquía llevó
aparejada la creación de otros organismos administrativos, fiscales y judiciales que
contribuyeron al desarrollo de la cultura escrita.
Paralela a esta profesionalización de la producción documental, el interés de
los distintos poderes por el valor fedetario del escrito, se consumó en la diversificación
de sus tipologías, así como en la aparición de los registros de cancillería desde finales
del siglo XII bajo el pontífice Inocencio III, aunque su verdadera implantación se hizo
efectiva en los siglos posteriores, con un ritmo diferente según los distintos reinos. La
creación sucesiva de una serie de archivos reales y municipales, administrativos,
fiscales y judiciales, representa la voluntad de hacer de la escritura el sustento del
gobierno político, el nuevo papel del registro y de la memoria escrita. Esto mismo se
puede decir de los cartularios pertenecientes a monasterios y catedrales, pero también
a algunos señores laicos, que tuvieron su época dorada en los siglos XII y XIII. Se
trataba de códices-archivo, ya que en ellos se copiaban íntegros o extractados, los
documentos más significativos, los que garantizaban los derechos y los bienes
patrimoniales de sus titulares, ordenados por áreas geográficas o en función de la
procedencia. En el ámbito notarial, citar la formación de los primeros protocolos en los
siglos XIII y XIV, señal de la estrecha vinculación entre el registro escrito y la
administración de la fides pública, depositada en los notarios. La consolidación de
esta institución, fue otro de los pilares de la creciente extensión de la lógica de la
escritura, después de que en la decretal Scripta autentica de Alejandro III, se
reconociera a los documentos notariales la misma validez que a los que habían sido
sellados en las cancillerías real o curial. Conservada en registros, cartularios,
protocolos y archivos, la escritura estaba ganando el terreno a la palabra hablada
como instrumento de información, registro del conocimiento, garantía del orden social
y memoria del poder.
TEMA 6
El primer aspecto a tener en cuenta son los espacios donde la gente puede
aprender. Por un lado se produce la necesidad de la escritura, que hace que los
ayuntamientos abran escuelas, y por otro lado aparecen órdenes religiosas
directamente implicadas en la enseñanza. La diferencia entre los Escolapios y los
Calasancios se dedicaron siempre a la enseñanza primaria y secundaria, y de la
doctrina, mientras que los Jesuítas a la enseñanza universitaria. Ellos querían formar
élite y por eso controlaron las universidades de la Edad Moderna, o crear sus propios
colegios. Por eso, un elemento muy claro de este período es la unificación que se
produce entre la enseñanza religiosa, y la enseñanza de las primeras letras. Lo más
significativo de la Edad Moderna para establecer una diferencia con la Baja Edad
Media, es la unificación de los dos contenidos, enseñar a leer y enseñar a escribir, se
produce a finales del siglo XIX en la escuela Ilustrada, donde se entiende que los
niños tienen que aprender las dos cosas de manera simultánea. Eso sería una
novedad que iría asociada a cambios que se dan en la enseñanza. Para enseñar a
escribir y a leer, en el caso de la escritura se seguirán utilizando muestras que se
repiten, no existen las cartillas porque en la Edad Moderna estaban destinadas a
aprender a leer.
Fruto de esto se producirá el aumento notable del alfabetismo. En los años 60-
70, los historiadores pensaron para la Edad Moderna como manera de cuantificar el
número de personas que sabían leer y escribir, al no existir el censo, fue buscar y
contar las firmas, porque podía ser un indicio de cierto alfabetismo. Se buscaron
documentos representativos donde aparecieran firmas, como los testamentos porque
firman los notarios y las personas que lo otorgan, así como los impuestos generales.
Las dos fuentes plantean problemas. En el caso del testamento, el problema que se
plantea discrimina a los sectores medios y bajos de la sociedad, porque quien tiene
capacidad económica para otorgar testamento, normalmente sabe escribir, además de
discriminar a las mujeres, porque el testamento solo lo otorga el marido. En el caso de
los impuestos, el problema es que los impuestos excluían a la nobleza y al clero.
Los vecindarios, también llamados censos o padrones, que empiezan a mediados del
siglo XV, lo que indica que es en ese período cuando se despierta la mentalidad de
conocer por los ayuntamientos la gente que vive en las ciudades, y por otra parte la
monarquía, porque algunos censos los manda realizar la propia corona. A través de
ese censo se conocía el número de habitantes de la casa, la capacidad económica y la
cantidad de dinero que tienen que pagar por los impuestos. Por lo tanto, es un tipo
documental con una finalidad fiscalizadora para conocer las riquezas.
Como reflejo de esa capacidad de control de la población, Felipe II manda realizar las
relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España, que se podría entender
como una encuesta. En la época de Felipe II cuando España tiene frentes abiertos por
todo el mundo, y tiene una gran necesidad económica para atender sus guerras,
necesitaba conocer el país de su reinado que era España. En función de eso, se
confecciona un cuestionario que se envía a todos los pueblos de España, que
preguntaba desde la antigüedad del pueblo para saber el momento de su fundación, la
extensión, la base agrícola con la que vivían, el número de iglesias, que son
significativas de la extensión de un pueblo, si poseían escuelas, quien gobernaba y la
estructura de ese gobierno. De la misma manera, los reyes recurrieron con frecuencia
al impuesto del donativo, siendo importante porque suponía un control de la población,
porque las personas que se encargaban de realizarlo, se presentaban en cada casa,
solicitando al cabeza de familia el número de habitantes de cada casa y el patrimonio
de los mismos.
Otros signos que también cumplían esa función, eran los que se colocaban
sobre las personas, siendo el más famoso el sambenito. Cuando una persona iba a
ser juzgado por la Inquisición, eso se convertía en una fiesta pública, colocando un
escenario en la plaza principal del lugar, y para llegar hasta allí se organizaba un
cortejo procesional donde iban los acusados vestidos con el sambenito, en el que
algunas veces llevaban el nombre o algunas otras indicaciones según el delito que
hubiesen cometido. Esa persona era expuesta y ridiculizada públicamente, porque
tenía que pasear por las calles, ser visto por sus vecinos, y finalmente subir al
escenario donde era juzgado. Si tras ser juzgado se comprobaba que había cometido
ese delito, y que debía pagar por ello, el sambenito se colgaba después en la iglesia
donde aquedaba allí de manera permanente, y de forma bien visible para que todo el
mundo viera quien estaba condenado y el delito cometido. El sambenito de la iglesia
no era solamente la vestimenta, era la cruz de San Andrés, y en la parte superior se
ponía su nombre, Reconciliado por judeo-converso y el año, y de esa manera la
comunidad conocía quien había incumplido las normas.
La escritura privada.
Otro de los prototipos de la Edad Moderna fueron las autobiografías, que eran
las narraciones de la vida de un sujeto o las propias. El género de la autobiografía
como tal, va a tener su desarrollo en esta época, porque ahora se está en una
sociedad que tuvo un mayor conocimiento de la escritura, pero también, la época
Moderna supuso el desarrollo del individuo, ya que en la Edad Media los individuos
como tal no existían, estando integrados en distintas corporaciones, pero no se daba
valor a la persona en sí misma. La persona como tal adquiere peso después del
Renacimiento. Esto explica el desarrollo de esta escritura, que puede ser egocéntrica
porque se habla de uno mismo. Dentro de la Edad Moderna se distinguen dos tipos
de personas que escribieron autobiografías:
Los soldados, porque la escritura de su autobiografía podía ser presentada como una
hoja de servicios con el fin de promocionarse.
La escritura expuesta.
Por un lado estarían las escrituras informativas. Las que tenían la finalidad de
comunicar algo a las personas, muy utilizadas por las instituciones oficiales. Desde
finales del siglo XV era habitual que en las puertas de las iglesias, se colocaran
papeles con los contenidos de la doctrina o informando de algunas decisiones de la
Iglesia. Desde finales del siglo XV y principios del XVI, era habitual que en los
ayuntamientos hubiera una especie de tablón de anuncios donde se colocaban las
ordenanzas del municipio, o las ordenanzas de algunos oficios, o las listas de los
precios. En los ámbitos oficiales, hubo desde la Baja Edad Media, un uso habitual de
espacios donde colocar la información, que indica un cambio de mentalidad que se
produce con la llegada del Renacimiento, que implica que aunque la persona siga
siendo súbdito y tenga pocos derechos, el poder político y religioso, empieza a
entender como necesaria la difusión de sus decisiones, porque es una manera de que
la gente se sienta obligada a cumplir lo escrito.
Junto a estas formas oficiales, fueron apareciendo durante la Edad Moderna como
forma de publicidad, distintos tipos de carteles que anunciaban oficios, actos públicos
o fiestas.
La escritura funeraria. El motivo de estas escrituras era dejar la memoria del difunto.
Desde el punto de vista de la escritura, lo que caracteriza esta producción es la
diferencia entre las inscripciones renacentistas y las del barroco. En el arte clásico, la
letra está dispuesta de una manera regular y plana, mientras que en el barroco la letra
está sometida a movimiento porque es una de las características del barroco, romper
con las superficies planas, e introduce el efectismo y el movimiento como
característica. Para asegurar el movimiento en la letra, se introducen las superficies
que no parezcan lisas, que no parezcan piedras e imiten a banderas, donde la letra se
tiene que adaptar a los pliegues del monumento. Por un lado, la epigrafía barroca
introduce materiales que no eran habituales para la inscripción, tratando los materiales
para que parezcan otros. También se rompe el formato clásico que era de líneas
rectas. Los escritos no están enmarcados, sino aparece dislocado, es decir, en
distintos lugares del monumento. Utilizan las superficies policromadas que
habitualmente había sido piedra blanca, pero ahora se introducen los mármoles de
colores. Ese sería el mayor cambio experimentado en la Edad Moderna, en el ámbito
de la epigrafía funeraria, hasta que al finalizar el siglo XVII se vuelve al clasicismo y se
rompe con los cambios introducidos con el barroco.
Dentro de las cuestiones a tratar en la Edad Moderna hay que distinguir entre
dos modelos de lectores, el lector erudito y el popular. El lector erudito era aquel lector
que entendía la lectura como parte de su actividad profesional. La lectura erudita va a
dar lugar a dos objetos muy representativos, el cuaderno de lugares comunes y la
máquina de leer o rueda de los libros. El cuaderno de lugares comunes sería un
cuaderno de citas que servía para anotaciones. La rueda de los libros o máquina de
leer fue el prototipo de la lectura erudita. Acudiendo a los textos de la época, se
encuentra que los autores del siglo XVI y XVII dicen que leer de una manera culta no
consiste en leer muchos libros, sino en leer los libros fundamentales para tener
conocimientos sobre una materia. Era una lectura selectiva en función de los autores
y de las materias. Con esa máquina se simbolizaba la lectura indispensable para estar
formados, resumido en una máquina de cantidad limitada, que está en permanente
movimiento porque la operación de lectura para un erudito era releer continuamente lo
leído para tomar nuevas ideas, y una vez que se entendía que esos libros eran
importantes, había que releerlos permanentemente. Era un objeto utilizado como
símbolo de una cultura basado en el conocimiento de quien había aportado algo a la
sociedad.
TEMA 7
La democratización de lo escrito.
Uno de los elementos que propiciaron el auge de la escritura a partir del siglo
XIX fue el incremento de la alfabetización. Ese progreso se vincula al desarrollo de la
escuela pública, que según los lugares serían graduadas o unitarias. Las escuelas
unitarias eran las que los niños o niñas de distintas edades iban juntos a la misma
clase, y la escuela graduada era la que separaba a los niños por grados o cursos.
Con la ley de 1857 se impulsa de manera clara la educación. Cuando se habla de
escolarización se refiere a la gente que está en edad de escolarización, no al conjunto
de la población, mientras que la alfabetización se refiere a la gente mayor de 10 años
que saben leer y escribir, porque se supone que con 10 años se ha completado el
aprendizaje de la escritura y la lectura.
Son escrituras que no respetan el pautado mental. Cuando una persona tiene hábito
con la escritura, aunque el papel esté en blanco es capaz de reproducir el pautado.
Escribe respetando una cierta separación entre líneas, que están interiorizadas en la
cabeza.
Ruptura de las palabras, que tienden a separar por letras o por sílabas.
Por estos motivos se habla de unas escrituras inexpertas, porque hay una falta del
dominio necesario a la hora de escribir. También es muy característico de las
escrituras populares, la mezcla de expresiones escritas y expresiones del lenguaje oral
(indicios de oralidad). Esto sucede porque la persona todavía no separa los códigos.
No entiende que la escritura tiene unas reglas y la escritura tiene otras, y mezcla una
con otras. También es frecuente en estas escrituras, el apoyo de las imágenes; la
combinación del lenguaje visual con el lenguaje escrito.
Escrituras de lo cotidiano.
Escrituras de la emigración.
Cuando el emigrante empieza a trabajar, todas las escrituras van a tener como
tema principal el trabajo, condiciones laborales, condiciones de vida. Y es entonces
cuando van a aparecer las cartas con un papel con membrete tipográfico, que en el
fondo van a hablar a los que se encuentran en España de los negocios que poseen,
de las relaciones comerciales que establecen, su calidad de vida. La información que
se obtiene de los membretes del papel, que se ponen de moda a finales del siglo XIX
como símbolo de estatus social. Según fuera el membrete era la importancia del
negocio, y la desaparición de los membretes implicó, o bien la desaparición del
emigrante, o la desaparición del negocio. En general, la mayoría de los inmigrantes no
hicieron mucha fortuna en América, ni llegaron a ser más que simples asalariados.
Independientemente de cómo les fuese, todos los inmigrantes tuvieron una
inmigración clave que era la de enviar dinero a casa. La familia seguía
subvencionando el viaje, por lo tanto, cuando la persona encontraba un empleo fijo,
enviar dinero no era solo una forma de pagar lo que habían hecho por esa persona,
sino que era una forma de diferenciación social, ya que con el dinero que enviaban los
emigrantes se reformaban las casas, se construían viviendas, compraban ropa
diferente, usaban productos alimenticios diferentes. Daba una imagen de bienestar y
de bonanza del emigrante. Hubo una necesidad de controlar los giros monetarios, y
por ello entran en función los libros de cuentas. Las personas que regentaban la
autoridad familiar en España, llevaban libros de cuentas donde apuntaban el dinero
que enviaban los emigrantes junto con las cartas, ya que carta y dinero iban unidos.
Los servicios de Correos eran servicios lentos y como había una temporalidad
que creaba problemas tanto para los negocios, como para mantener la tranquilidad de
la familia, por lo que aparece la figura del intermediario, que serviría para salir de los
cauces oficiales del correo y entregar en mano no solo las cartas, sino también el
dinero o regalos. Esa figura de los intermediarios, evidencia la existencia de unas
redes de solidaridad y compañerismo dentro del mundo del emigrante. El emigrante
cuando llegaba a América, se relacionaba con otros emigrantes, con una vida social
que giraba en torno a asociaciones que permitían darle el apoyo necesario a los
emigrantes que llegaban a un mundo nuevo. Las cartas de los emigrantes son el
encuentro entre las dos culturas, la cultura de procedencia y la de origen.
Escrituras de guerra.
Las guerras modernas que han sido llamadas guerras totales, porque no solo
afectan a la población militar, sino también a la civil, hará que se intensifique la
necesidad de escritura, y a esa necesidad constante de escribir desde el punto de
vista escenográfico se le ha denominado bulimia escrituraria. Todas las escrituras van
a estar ligadas al acontecimiento bélico, y como la guerra es un episodio de
movilización masiva, va a ser un gran productor de escritos. Se elige como formato de
escritura para comunicarse la carta, porque es el medio más fácil para las personas
que no están acostumbradas a escribir, porque las cartas tienen una estructura fija.
Una función principal sería la superación de los momentos difíciles como práctica
terapéutica, otra función sería la de mantener la unión, otra función sería la de crear
memoria y la de salvaguardar la identidad propia. Las cartas se convierten pequeñas
historias de vida, construyendo por escrito la autobiografía. No solo constatan lo que
se vive, sino que aportan información que no se encuentra en documentos oficiales,
porque hablan de la vida privada, de la vida íntima, de los sentimientos de los
soldados.
En la España de los años 30, los índices de alfabetización son muy reducidos,
y eso conlleva a que en el momento en el que empieza la guerra, la mayor parte de los
soldados eran analfabetos. La lucha contra el analfabetismo de los soldados se hizo a
través de los recursos a los delegados gráficos, y a través de las clases impartidas en
las trincheras. Las personas que no sabían escribir tenían que recurrir a los delegados
gráficos. Algunas veces en un batallón había solo una persona que sabía leer y
escribir, lo que hará que tenga que escribir muchas cartas, dejando unas huellas en la
correspondencia, como que las cartas tengan el mismo estilo por estar escritas por la
misma persona, los temas serán los mismos, la grafía también. Contra el
analfabetismo se crearán escuelas en las trincheras, en la retaguardia, en las casas-
hogares de los soldados, en los hospitales de campaña, con el fin de que los soldados
pudieran aprender a leer y escribir. De hecho había un reglamento en el bando
republicano, que un soldado debía aprender a leer y escribir en tres meses. Las
escuelas del frente estuvieron regentadas por el bando republicano por las Milicias de
la Cultura que crearon muchas escuelas, mientras que en el bando franquista fueron
los Servicios de escritura y de lectura para el soldado.
Las cartas del frente son cartas incompletas porque solo van a dar a conocer
una parte limitada de lo que está ocurriendo. Son cartas fruto de la monotonía de la
guerra. Son incompletas porque la censura controlaba toda la correspondencia, con el
fin de no dar información al enemigo. Los servicios de espionaje en el bando
franquista S.R.D. (Servicio de Recuperación de Documentos), y el S.I.M. en el bando
republicano (Servicio de Información Militar), tenía como consignas la de robar cartas
a los soldados estuvieran muertos o no. Otra función de la censura era garantizar un
buen clima en la lucha. No solo interviene la censura militar en las cartas, sino que
cada soldado se aplica la autocensura. Si se escribe para aliviar la separación de las
familias, se ocultaba información, además de que aunque quisieran escribir, en época
de guerra había escasez de material de oficina. También la deficiencia gráfica porque
la mayoría eran analfabetos, y los que aprendían a leer y escribir rápidamente,
escribirán con dificultad, trasmitiendo mensajes poco claros.
Las cartas del frente son testimonios poliédricos porque no hay entre las cartas
una historia igual a otra. Esta correspondencia presenta muchos problemas de
conservación, porque las cartas de los soldados estarán guardadas en las casas
familiares. Otras serían interceptadas por los servicios de espionaje, y posteriormente
llevadas a los Archivos de la represión y buscar información sobre la gente que
aparece en las cartas, y de las cosas que hacen para reprimirlos. Las cartas son
instrumentos ideológicos y propagandísticos, porque aunque las cartas de los
soldados son testimonios íntimos, y dado a que están escritas en un momento
complicado, lo que ocurre es que muchas de ellas se van a publicar, convirtiendo a las
cartas en monumentos ideológicos y de propaganda.
Escrituras carcelarias.
La prisión no solo era un lugar para castigar a los presos, sino también un lugar
para doblegar y transformar. La función del sistema represivo, no era solo el castigo,
sino la de crear una nueva persona acorde a las ideas establecidas. Eso va a
provocar que el sistema penitenciario vaya a intentar la desposesión moral y material
de los presos, que el preso rompa con su pasado incluyendo que rompa la relación a
través de la escritura. En la prisión, la escritura va a estar muy controlada, con una
censura muy rígida, donde muchas veces no se podrá escribir, y cuando se pueda va
a haber unas normas que se tendrán que seguir escrupulosamente si se quiere seguir
manteniendo la comunicación. El objetivo común a todas las cárceles va a ser el
control y estudio de las escrituras de los presos, haciendo que existan dentro de las
estructuras carcelarias unas limitaciones muy fuertes impuestas por la censura, que
van a condicionar la vida. Las cartas tenían que ser depositadas abiertas en el buzón
del director, que las daba lectura antes de enviarlas, de igual manera que los
familiares no pudieran enviar ciertas informaciones. La censura va a hacer que haya
muchos temas recurrentes como el clima, la salud, la alimentación. No solo se
regulaba el contenido, sino también la extensión y el soporte. Los presos y los
familiares para intentar burlar la censura, crearon estrategias para comunicarse, desde
mensajes cifrados, sobornando a los funcionarios, los trabajadores de la prisión, o
escondiéndolos.
Las cartas de súplica eran cartas en las que los presos pedían algún tipo de
favor, algún tipo de gracia como los indultos, asistencia médica, alimentos, visitas
extraordinarias. Estas cartas también permitían al preso defenderse, hablando de las
injusticias cometidas o intentar quitarse los cargos que le imputan.
La práctica que más habla de la vida interior de las prisiones, son los diarios y
las memorias de prisión, y es en ellas donde se conjuga la experiencia de resistir y a la
vez transmitir una memoria de lo que está ocurriendo. Hay una verdadera voluntad de
que esos escritos traspasen los muros de la cárcel, para dar a conocer lo que está
pasando, o se escriben una vez terminada la reclusión para contar lo acontecido.
Frente a estos diarios se encuentran las memorias impuestas, que son las que el
sistema represivo obligaba a escribir a los presos, para clasificarlos, y esa clasificación
se hacía a partir de las memorias que tenían que escribir los presos sobre ellos. Se
escribían en un papel con membrete y la imagen de Franco.