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Identidad de la catequesis, sus definiciones y

conceptos en los documentos del magisterio de


la iglesia
Contenido
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 1
a) La Catequesis como instrucción, enseñanza, educación, iniciación a la vida cristiana. ................. 1
b) La Catequesis, acción pluridimensional y multiforme .................................................................... 5
INTRODUCCIÓN

Sin pretender agotar el gran abanico de posibilidades descriptivas que se han dado al término
“catequesis”, analizaremos algunas definiciones que la Iglesia nos propone para entender esta labor
evangelizadora:

a) La Catequesis como instrucción, enseñanza, educación, iniciación a la


vida cristiana.

Haciendo un pequeño recuento histórico, hasta la primera mitad del siglo XX, la catequesis se entendió
principalmente así.

En la época apostólica (siglo I). En su sentido profano original, el verbo ( = katechein) significa
“hablar desde arriba”; así los poetas “catequizan” a sus oyentes desde el escenario. Más exactamente,
significa “hacer eco”, “resonar”, por el efecto de voz producido mediante las máscaras que los actores
se ponían en el teatro, para hacer eco, para hacer resonar la voz, de manera que las palabras llegaran
nítidas a los espectadores.

En la Biblia, el sustantivo “catequesis” no aparece en el Nuevo Testamento. Se encuentra, en cambio,


seis veces el verbo “katecheo”. Es una palabra tardía y raramente usada en el griego profano. La versión
de los LXX (que fue la traducción bíblica “oficial” de los judíos de la diáspora y la que probablemente
conocieron y usaron los autores del Nuevo Testamento), simplemente no la usa.

En sentido derivado, el verbo “katecheo”, en el griego bíblico, quiere decir “informar”, “contar”,
“comunicar una noticia” (por ejemplo He 21, 21 - 24; Lc 1, 4). En sentido estricto significa “dar una
instrucción cristiana” (He 18, 25; Rom 2, 18; Gal 6, 6).

Las primeras comunidades desarrollaron el ministerio de la Palabra de forma muy creativa y adaptada a
las circunstancias de los oyentes y empleando otros términos que señalaban esos matices:
“evangelización”, para suscitar la fe; “instrucción o doctrina”, para profundizar en ella; “exhortación”,
para corregir y alentar; y “testimonio”, para iluminar y convencer.

No obstante, en medio de esta multiplicidad terminológica del Nuevo Testamento cabe destacar una
cierta distinción de base entre un primer momento de lanzamiento (el anuncio) del mensaje, a través de
verbos como gritar (“krasein”), anunciar (“keryssein”), evangelizar (“euanguelizein”), testimoniar
(“martyrein”), y un segundo momento de explicitación y profundización expresado por los verbos
enseñar (“didaskein”), catequizar (“katechein”), predicar (“homilein”), o transmitir (“paradidonai”).

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Así, el verbo “catequizar” es uno más de este mismo momento en que se explicita el mensaje. En la
Iglesia primitiva, la expresión catequizar no ha adquirido todavía la importancia central que adquirirá
más tarde con los santos Padres…

En la época patrística (siglos II - V). A partir del siglo II se perfila el contenido del término “catequesis”.
Este es empleado por primera vez por san Clemente de Roma (siglo II) preferentemente para designar la
“instrucción fundamental dada a los candidatos al bautismo”. Y para san Hipólito (siglo III) el vocablo
tiene ya ese significado como específico y exclusivo.

En efecto, el contenido preciso de “catequesis” brota en una época en que la Iglesia está ya extendida y
bien organizada en sus instituciones, entre las cuales sobresale el catecumenado.

En su interior, el nombre de “catequesis” se aplica a una acción concreta, cuyos rasgos van a ser de
alguna manera paradigmáticos en el futuro eclesial. Es la edad de oro del catecumenado para la
iniciación cristiana, y la catequesis, juntamente con los sacramentos de la iniciación es, como dice
Casiano Floristán, “un elemento central de la iniciación cristiana”.

Efectivamente, “catequesis” designa la enseñanza cristiana dentro de la institución catecumenal, con la


finalidad de preparar al bautismo. Esta catequesis catecumenal se lleva a cabo de forma gradual,
estructurando el contenido en tres grandes etapas (Ver DGC 88 – 89. 107. 129):

- En la primera, como preparación lejana al bautismo, se presentan las grandes gestas de Dios
(Magnalia Dei), en la historia de la salvación; es la catequesis bíblica.
- En la segunda, como preparación bautismal inmediata, se comenta de palabra un texto
doctrinal bastante fijo y pragmático, llamado “símbolo”, y también la “oración dominical”,
ambos con sus implicaciones morales; es la catequesis doctrinal.
- En la tercera, la iniciación cristiana sellada con los sacramentos de la iniciación conduce a los
neófitos a culminarla penetrando y gustando el misterio vivificante de los sacramentos
acontecidos en la comunidad cristiana; es la catequesis mistagógica.

En la época medieval (siglos VI - XV). Tras el reconocimiento del cristianismo como religión oficial y las
conversiones y bautismos multitudinarios, el catecumenado, como matriz de la Iglesia y desarrollo de la
conversión, desaparece, y con él desaparece hasta el mismo término de catequesis...

Se mantiene, no obstante, el término catequizar y aparece un término nuevo: “catechismus” =


catecismo, para designar la “institución catequizadora”, pero todavía no el libro con el que se catequiza,
cosa que no ocurrirá hasta la época moderna.

En esta época, “catechizare” y “catechismus” (catequizar y catecismo) señalan, en general, la enseñanza


anterior al bautismo, normalmente de niños. Y por estas expresiones se entendía las preguntas que el
sacerdote formulaba a los padrinos antes del bautismo, para pulsar su situación de fe y las respuestas
que estos daban como garantía de la enseñanza que los niños iban a recibir una vez bautizados.

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Santo Tomás de Aquino (Sum. Theol., III q 71 a 4; q 71 a 1 ad 2) distingue cuatro formas de instrucción
cristiana:

- Instrucción para convertirse a la fe.


- Instrucción sobre los fundamentos de la fe para recibir los primeros sacramentos.
- Instrucción para alimentar la vida cristiana.
- Instrucción sobre los misterios profundos de la fe y de la perfección de la vida cristiana.

Traduciendo estas categorías de santo Tomás a nuestro lenguaje, hoy a la primera instrucción la
llamaríamos primer anuncio, kerigma; la segunda coincide con la catequesis de la iniciación cristiana; la
tercera es nuestra educación permanente en la fe; y la cuarta, la enseñanza teológica (Ver DGC 51 - 52;
61 - 72).

En la época moderna (XVI - XVIII). En el siglo XVI, dentro del binomio “catechizare – catechismus”,
adquiere un relieve especial el término y el contenido de “catechismus” —catecismo—. Catequizar y dar
el catecismo son, en principio, expresiones equivalentes.

En el campo protestante, “el catecismo es una enseñanza para instruir a los paganos que quieren ser
cristianos” (Martín Lutero así lo definió en 1526). Sin embargo, los protestantes implantaron pronto la
práctica de dar el catecismo a los niños bautizados para que, “tengan por verdadero el bautismo
recibido con serio temor de Dios y sepan a tiempo lo acontecido con ellos en presencia de la Iglesia”.

Según Zezshwitz, los protestantes no entendieron por catecismo simplemente un libro doctrinal (que
también lo era), sino una forma actual aunque literariamente fijada de enseñanza o de preguntas y
respuestas al servicio del examen sobre la fe que los catequizandos tenían que rendir a los visitadores
de las comunidades.

Con ello los protestantes tomaron nuevamente en serio la relación mutua entre bautismo y fe, pero
transformando el catecumenado pre bautismal en catecumenado post bautismal para preparar a
celebrar la cena del Señor. Por tanto, el catecismo (como institución) pasó a ser una preparación para
una buena comunión. La aportación original de la Reforma fue trasladar la enseñanza pre bautismal al
tiempo posterior al bautismo, pero sigue siendo una enseñanza iniciatoria, pues se hace en función de
un rito de la iniciación cristiana.

Si miramos ahora expresamente la catequesis y el catecismo en la Iglesia católica, en este tiempo,


observamos que, ante la crisis renacentista y la necesidad de una honda transformación cristiana en
todos sus miembros, sobre todo en las masas creyentes, se descubre de nuevo la necesidad de una
institución destinada exclusivamente a la enseñanza fundamental de la fe. Pero sus destinatarios no son
ya adultos convertidos, sino personas bautizadas en su infancia. El término mismo de catequesis estuvo
a punto de adquirir una gran relevancia, pero su contenido no podía tener la densa carga educativo -
cristiana de la época catecumenal.

A la nueva institución se la llamó “catecismo”, recuperando la denominación medieval arriba aludida y


abarcó en principio todos los ritos que preparaban al bautismo de niños y, en particular, como antaño,
las preguntas formuladas a los padrinos y sus respuestas, con las aclaraciones correspondientes. De aquí
que el término “catecismo” fuera recibiendo el sentido de enseñanza cristiana elemental en forma de
preguntas y respuestas. Pronto se aplicó esta palabra al libro doctrinal (“pequeño” o “grande”) utilizado

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después ampliamente en la instrucción cristiana para adolescentes y jóvenes, pero sobre todo para los
niños, en la institución del catecismo.

Junto a este sentido de la catequesis dirigida a niños, esta empezó a adquirir también un sentido de
formación generalizada para todo el pueblo cristiano. En efecto, en el tiempo de la Reforma, la
preocupación catequética de católicos y protestantes no era fundamentalmente la infancia y la
adolescencia, sino, más en general, la formación cristiana del hombre corriente.

Se puede, pues, dar por supuesto que unos y otros entendían por “catequesis” la instrucción a todo el
pueblo cristiano. En este caso la catequesis habría extendido su carga iniciatoria a la instrucción general
de todos los fieles, para dar una fundamentación a su fe, es decir, una catequesis o educación
generalizada y básica de la fe.

La instrucción religiosa del pueblo cristiano tenía su legislación ya desde la Edad media. Pero el concilio
de Trento la vigoriza y la extiende a toda la Iglesia. Trento determina elaborar el Catecismo romano para
ayudar a los párrocos a cumplir su deber de instruir al pueblo fiel. Para ello prescribe que, además de la
predicación dominical y festiva, instruyan al pueblo cristiano (adulto) en el catecismo festivo
(institución) durante todo el año, y todos los días o tres veces por semana en adviento y cuaresma
(Trento, Ses. 24, de ref. C 4; ib 337). Así, se fue organizando este “catecismo” para el pueblo fiel, en
general, en sínodos diocesanos y mediante prescripciones episcopales, hasta el siglo XX.

Como puede verse, en esta época moderna la catequesis, manteniendo su carácter iniciatorio para las
edades más jóvenes, extiende su acción al conjunto del pueblo de Dios mediante una enseñanza
generalizada que quiere establecer una buena fundamentación de la fe del conjunto de los fieles
cristianos.

En la época contemporánea (finales del siglo XIX y siglo XX). San Pío X, en su célebre encíclica Acerbo
nimis (1905), tratará de forma muy completa la urgencia de mejorar el catecismo. Ante la gran difusión
de la ignorancia religiosa y la corrupción moral, señala como primer remedio el catecismo para niños,
adolescentes y jóvenes, y restablece la práctica de la instrucción religiosa dominical para adultos,
separada y distinta de la homilía. Hablaremos más de él posteriormente.

El Primer Código de Derecho Canónico (CIC 1917) sigue en la misma dirección que san Pío X: sus
disposiciones principales (Cánones 1329 - 1336) se refieren a la “instrucción catequística”, es decir, al
catecismo parroquial dominical y a la preparación a los sacramentos. Reitera las preocupaciones de san
Pío X sobre la penitencia, la confirmación y la comunión (c. 1330). Incluso insiste sobre la continuidad de
este catecismo (c. 1331). Y pone especial énfasis en el destinatario adulto: Los domingos y demás días
de precepto (a la hora más oportuna) el párroco debe explicar el catecismo a los fieles adultos,
empleando un lenguaje que esté al alcance de los mismos (c. 1332).

Considerados estos tres momentos catequéticos (Trento, Acerbo nimis y CIC), observamos que el
término “catecismo” y su contenido se aplican a la instrucción cristiana dada después del bautismo a
todo el pueblo cristiano para todas las edades, en una especie de enseñanza generalizada, a causa de la
necesidad de una fundamentación sólida de la fe y de la moral.

Así se explica que el término “catechismus”, catecismo, haya adquirido durante siglos el sentido de
catequesis generalizada para todas las edades de la vida, en orden a una fundamentación básica de todo

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el pueblo fiel. Y el catecismo, con este significado amplio, ha llegado hasta los aledaños del Vaticano II
en toda la Iglesia.

b) La Catequesis, acción pluridimensional y multiforme

En los cinco últimos siglos, la catequesis fue tomando cada vez más conciencia de que la educación
cristiana no puede dirigirse sólo a la niñez, sino, de manera generalizada, a todo cristiano que necesite
fundamentar su fe.

A su vez, dentro ya del siglo XX, también se ha clarificado que la catequesis no puede reducirse a una
mera enseñanza, sino que ha de prestar atención a todo el sujeto mediante tareas que son, a la vez, de
iniciación, de educación y de instrucción.

Persiste, pues, una doble inquietud:

- La mirada a los primeros siglos, a las fuentes de la vida cristiana: Sagrada Escritura y Tradición, y
especialmente a la catequesis primitiva, en un intento por volver a la riqueza de los orígenes
apostólicos y patrísticos.
- La mirada al sujeto y al clima sociocultural en que él está inmerso, para incorporar, por fidelidad
al hombre, todas las aportaciones científicas propicias al servicio de la fe.

Con esta doble fidelidad al mensaje y al hombre, el término “catequesis” se carga de un sentido nuevo y
se recupera el catecumenado.

Son, sobre todo, Alemania (José Andrés Jungmann 1936) y Francia (José Colomb 1946) las que, con sus
movimientos bíblico, litúrgico, teológico, catequético, pastoral, pedagógico, fueron acuñando, en
aproximaciones sucesivas, el concepto de catequesis, contrastándolo con una praxis catequética muy
creativa.

A esta clarificación de la identidad de la catequesis contribuyeron notablemente:

- El Concilio Vaticano II (1965).


- El Documento de Medellín (1968).
- El Directorio Catequístico General (DCG 1971).
- El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA 1972).
- La tercera y cuarta Asamblea General del Sínodo de los Obispos (sobre la Evangelización, 1974; y
sobre la Catequesis, 1977), así como sus respectivos Documentos y Exhortaciones Apostólicas:
Evangelii nuntiandi (EN 1975), Mensaje al pueblo de Dios (MPD 1977) y Catechesi Tradendae (CT
1979).
- El Documento de Puebla (1979).
- El Directorio General para la Catequesis (DGC 1997).
- La Iglesia en América (1999).
- Y muchos otros.

De algunos de ellos, y de otros más, hablaremos particularmente en los siguientes capítulos.

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Por lo pronto, enumeremos algunas definiciones–descripciones que se han dado de la Catequesis:

Christus Dominus
“El fin (de la instrucción catequética) es que la fe, ilustrada por la doctrina, se torne viva, explícita y
activa tanto a los niños y adolescentes como a los jóvenes y también a los adultos” (ChD 14).
Gravissimum Educationis
“La instrucción catequética, que ilumina y robustece la fe, nutre la vida con el espíritu de Cristo, conduce
a una consciente y activa participación del misterio litúrgico y mueve a la acción apostólica” (GE 4).

Directorio Catequístico General


“En el ámbito de la actividad pastoral, la catequesis debe ser considerada como la forma de acción
eclesial que conduce a la madurez de la fe tanto a las comunidades como a cada fiel” (DCG 21)

Evangelii Nuntiandi
“(La catequesis) es enseñanza religiosa sistemática de los datos fundamentales de la fe” (EN 44).

Sínodo de los Obispos de 1977


“La catequesis consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe y que está ligada estrechamente
al permanente proceso de maduración de la misma fe” (MPD 1).

Documento de Puebla
“En América Latina hay una mayor toma de conciencia de que la catequesis es un proceso dinámico,
gradual y permanente de educación en la fe” (DP 984).

Catechesi Tradendae
“Globalmente, se puede considerar la catequesis en cuanto educación de la fe de los niños, de los
jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana dada
generalmente de modo orgánico y sistemático, con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana”
(CT 18).

Catecismo de la Iglesia Católica


“La catequesis es educación en la fe e iniciación integral de la vida cristiana” (Ver CEC 5).

Directorio General para la Catequesis


“La catequesis tiene un carácter iniciático, fundante y estructurante, ya que lo específico de ella es
iniciar a la fe, fundamentar la conversión, estructurar la adhesión inicial a Jesucristo, y poner los
cimientos del edificio de la vida cristiana del creyente” (Ver DGC 57. 62 – 64).

Ecclesia in America
“La catequesis es un proceso de formación en la fe, la esperanza y la caridad que informa la mente y
toca el corazón, llevando a la persona a abrazar a Cristo de modo pleno y completo. Introduce más
plenamente al creyente en la experiencia de la vida cristiana que incluye la celebración litúrgica del
misterio de la redención y el servicio cristiano a los otros” (EA 69).

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