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Metodología

Dentro de la metodología utilizada en el presente trabajo en visión de lograr un


contenido adecuado para el trabajo fue de investigación cualitativa, nosotras
decidimos realizar un Focus Group a una muestra de 8 adolescentes entre 15 a 18
años, en el cuál se propuso recolectar información sobre lo que los chicos pensaban
acerca de la relación depresión y alcoholismo.
Los métodos cualitativos de investigación apuntan a la comprensión de fenómenos en
términos de sus significados, hacen referencia tanto a formas de aproximación al
conocimiento como a las modalidades de análisis del mismo (Santiago & Roussos,
2010).
Dentro del modelo de trabajos y técnicas para la obtención y análisis de datos, se
destaca una metodología por su gran uso y múltiples áreas de aplicación: Los
denominados “focus group1 ”, también llamados “grupos de discusión” o “entrevistas
de grupo”. La modalidad focus group constituye una técnica de investigación
cualitativa ampliamente difundida en diversos ámbitos de la investigación en
psicología, y otras disciplinas científicas (por ejemplo, la sociología) y ámbitos no
científicos (por ejemplo, estrategias de mercadotecnia) (Santiago & Roussos, 2010).

El segundo método de investigación que utilizamos fue una entrevista a un psicólogo


clínico, fue una entrevista semiestructurada de 5 preguntas con el fin de obtener
información basada un poco más en la experiencia de este psicológo tratabdo a
pacientes con depresion y acerca de la relación entre la depresión y el alcoholismo.
La entrevista cualitativa se refiere a la conversación mantenida entre
investigador/investigados para comprender, a través de las propias palabras de los
sujetos entrevistados, las perspectivas, situaciones, problemas, soluciones,
experiencias que ellos tienen respecto a sus vidas. La entrevista semi-estructurada,
generalmente, se utiliza cuando, a partir de la observación, nos queden lagunas que
requieran una mayor profundización para comprender cierto tipo de acciones, o en la
última fase del estudio para clarificar ciertas contradicciones entre lo observado y la
información recogida por otras fuentes (entrevistas anteriores, documentos, etc.), que
pudieran crear problemas de relación si los intentáramos esclarecer durante el estudio.
Así pues, se utiliza para recoger la información más delicada, pero que nos es
necesaria en la investigación. De la misma manera, al final del estudio nos podemos
plantear una serie de interrogantes a los cuales pueden dar respuesta los participantes
a través de la entrevista semiestructurada (Munarriz, 2002, pp. 112-113).
Descripción breve
En el presente trabajo abordaremos a lo que refiere la relación que existe entre la
depresión y el alcoholismo, si es que existe un sesgo en el cual los rasgos depresivos
conlleven al alcoholismo. Para esto hemos realizado una investigación cualitativa para
la recolección de los datos. Y nos basaremos en fundamentos teóricos en cuanto a lo
que refiere la concepción de depresión y alcoholismo. Además abarcaremos los
factores sociales que más prevalecen en la incidencia de la depresión.

Enfoque psicológico de la depresión

Enfoque Psicoanálitico

En “Duelo y melancolía,” Freud (1914) plantea la relación de la melancolía (depresión)


con una etapa oral-incorporativa de desarrollo libidinal que precede a la elección de
objeto, así como a una más avanzada y compleja fase de desarrollo psicológico que
deriva de la formación del súperyo y el comienzo de la disolución del complejo de
Edipo, y que involucra experiencias de culpa, autoreproche y autocastigo. A través de
esta párrafo de apertura Freud cuidadosamente indica que la definición de la
melancolía varia ampliamente y que uno no puede estar seguro si varias formas
somáticas y psicogenéticas de la melancolía pueden ser agrupadas en una entidad
única. El se esforzó en su artículo para desarrollar una conceptualización unificada de
melancolía que integrara estos dos mecanismos desde muy diferentes fases del
desarrollo psíquico (Blatt, 2009).

Bowlby (1980, 1988), desde una perspectiva etológica y de relaciones objetales,


planteó brevemente la predisposición a la depresión en individuos con apego ansioso
y con autodependencia compulsiva. Los individuos con apego ansioso buscan
contacto interpersonal y son excesivamente dependientes de otros. Los individuos con
autoconfianza compulsiva son excesivamente autónomos y evitan las relaciones
interpersonales cercanas. Ambas preocupaciones generan una vulnerabilidad a la
depresión (Blatt, 2009).
Melanie Klein definió la posición depresiva como la fase del desarrollo en que el bebe
reconoce un objeto total y se relaciona con dicho objeto. Este cambio en la percepción
del objeto se acompaña de un cambio fundamental en el yo, pues a medida que la
madre se convierte en objeto total, el yo del bebe se convierte en un yo total,
escindiéndose cada vez menos en sus componentes buenos y malos. La integración
del yo y del objeto prosiguen simultáneamente. Al disminuir los procesos proyectivos e
integrarse más el yo se distorsiona menos la percepción de los objetos, de modo que
el objeto malo y el objeto ideal se aproximan el uno al otro. Al mismo tiempo, la
introyección de un objeto cada vez más total estimula la integración del yo. En la
posición depresiva se intensifican los procesos de introyección. Esto se debe en
descubre parte a la disminución de los mecanismos proyectivos, y en parte a que el
bebe cuánto depende de su objeto, a quien ve ahora como persona independiente
que puede alejarse de él. Esto aumenta su necesidad de poseer este objeto, de
guardarlo dentro de sí, y si és posible, de protegerlo de su propia destructividad. La
posición depresiva comienza en la fase oral del desarrollo, en que el amor y la
necesidad provocan el deseo de devorar. La omnipotencia de los mecanismos de
introyección oral hace surgir ansiedad ante la perspectiva de que los poderosos
impulsos destructivos destruyan no sólo al objeto bueno externo, sino también al
objeto bueno introyectado. Como este objeto interno bueno forma el núcleo del yo y
del mundo interno del bebe, surge en el bebe la ansiedad de poder ser él mismo el
autor de la completa destrucción de su mundo interno (Segal, 1994).

Enfoque conductual

En relación a las conductas depresivas, el conductismo ha esbozado diferentes


hipótesis explicativas, la primera fue enunciada en la década de los sesenta por
Ferster (1965), quien puso el acento sobre la conducta depresiva y depresión como
una reducción de la frecuencia de las conductas adaptativas que podrían ser
reforzadas positivamente, es decir la reducción de reforzamientos positivos de las
conductas adaptativas que acabarían por extinguirse , pero el modelo conductual de la
depresión más conocido fue propuesto por Lewinsohn, Weinstein y Shaw (1969),
quienes atribuyen el desarrollo y el mantenimiento de la depresión a una reducción
prolongada de los reforzadores sociales positivos. En un principio una baja tasa de
reforzamientos positivos produce un descenso de la frecuencia de las conductas
motoras y verbales, seguido de la instalación de conductas depresivas y de
sentimientos disfóricos. Después la atención, el interés y la simpatía, es decir las
reacciones del medio social dirigidas a las personas deprimidas consolidan y
mantienen estas conductas depresivas (Beato, 1993, p. 386). Dentro del modelo
conductual se puede decir que la depresión puede explicarse por la disminución de los
reforzamientos positivos que llevan a la extinción de las conductas adaptativas y que
se acompañan del aprendizaje de conductas depresivas (Beato, 1993, p. 387).

Enfoque sistémico

Cabe señalar que, el modelo sistémico explica que la depresión es considerada como
un trastorno emocional que tiene su base en las danzas familiares y la forma cómo se
conecta el sistema familiar, las cuales se originan a partir de inadecuadas relaciones
como por ejemplo las triangulaciones. De esta manera, autores como Micucci (2005)
afirman que para que se genere la depresión por lo general hay un detonante como
por ejemplo una pérdida o un duelo. Otro de los factores que puede contribuir a que se
desencadene la depresión son los conflictos familiares y la etapa más común es la
adolescencia. Es así que, la depresión puede verse desencadenada por el hecho de
que muchos jóvenes asumen roles para los cuales no se encuentran preparados, lo
cual genera una gran frustración (Romero, 2013, pp. 35-36).

Enfoques psicológicos del alcoholismo

Enfoque psicoanálitico

Sobre la patología de la adicción Lacan establece una diferencia entre objeto de la


necesidad y el deseo, y considera que la relación del objeto ligada a la experiencia
intersubjetiva, no se satura en el registro de la satisfacción de las necesidades. En
relación a este concepto, la observación de los mecanismos del yo que intervienen en
la adicción permite establecer una reconstrucción de la fantasía inconsciente que
interviene en esta patología, mediante la cual se intenta prescindir del vínculo amoroso
por el objeto. Mediante esa fantasía se sostiene la creencia que el desarrollo libidinal,
ha podido establecerse de toda otra condición de que el objeto que no fuera la
satisfacción de las necesidades primarias. Por otra parte se niega también que la
satisfacción como la gratificación libidinal proviene de la madre en tu totalidad y son
atribuidas solamente al pecho, estableciendo así otro nivel de incisión, que consiste
en la separación del objeto parcial, pecho, y el objeto total que lo contiene. De este
modo, la madre resulta sustituible por el pecho como entidad independiente: el biberón
aislado de quien lo suministra o el recipiente que contiene las bebidas alcohólicas. El
objeto es reconocido tan solo en lo que respeta sus funciones nutricias, en tanto es
adecuado para satisfacer una necesidad primaria. Pero la satisfacción es aislada de
los aspectos de ternura, amor y sensualidad que constituyen la experiencia amorosa
con la madre en el acto de amamantamiento y a su vez es vivenciada como
intoxicante (Aguirre, 2014).

Fenichel (1945) ha señalado en los adictos que “Los objetos no son para ellos otra
cosa que proveedores de suministros”. Un rasgo llamativo y característico de los
alcohólicos es la pasividad y el carácter oral de la misma. Sin embargo, dicha
pasividad es sólo aparente, en tanto el paciente alcohólico se encuentra en estado de
actuación permanente y utiliza el beber con distintos significados inconscientes que
están, de alguna manera, destinados a producir determinados efectos emocionales en
las relaciones con los objetos. De este modo, el uso de la ingesta alcohólica en la
interrelación con los objetos con una finalidad proyectiva es uno de los factores que
determinan la fijación a la adicción. En realidad, en ciertos casos, la adicción persiste
como tal porque es el instrumento privilegiado para incidir sobre el objeto con el cual
ha sido establecida la verdadera fijación (Aguirre, 2014).

Enfoque conductual

Según este modelo un individuo que tiene una dependencia del alcohol se caracteriza
por un consumo frecuente y repetido de la sustancia que le evita o permite escapar de
situaciones de tensión o malestar. Tal experiencia de aprendizaje implica así la
asociación a estímulos discriminativos y refuerzos que , después de miles de
repeticiones, se tenderá a experimentar como una compulsión a beber en cuanto se
exponga a señales cognitivas, fisiológicas y ambientales asociadas con el parar de
beber. El modelo conductual surge en un intento de explicar el alcoholismo como
resultado de una historia de aprendizaje del sujeto en la que beber alcohol se ha
incrementado en frecuencia, duración e intensidad por los beneficios que proporciona.
Se supone que, cuando una persona bebe de forma repetida, adquiere un repertorio
muy amplio de estímulos condicionados internos y externos que evocan una pauta de
bebida alcohólica consistente (Calvo, 1983).

Enfoque sistémico

El problema del consumo de substancias se ve, desde la perspectiva sistémica


relacional, como un síntoma, una señal de que existen situaciones y conflictos en la
familia, en el sistema y macrosistema del individuo y son, estos conflictos, los que
deberán explorarse para que el síntoma deje de ser útil. El problema no es la
substancia en sí, sino el tipo de relación que se establece con ella y el significado que
este consumo adquiere en la vida del consultante y el sistema al que pertenece. El
trastorno se constituye a partir del patrón interactivo del sistema familiar; el trastorno
se dice del sistema y no exactamente del individuo. El individuo que porta el síntoma
es tomado como manifestación de un funcionamiento deficiente del sistema. El
síntoma es una conducta más de ete patrón al que sostiene y por el que es sostenido
(Góngora, 1992).

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