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Dones espirituales de la

edad apostólica y dones de


la actualidad
octubre 29, 2012Elías Eduardo Schwartz G.Carismáticos, Dones espirituales

INTRODUCCIÓN
Los dones de manifestación, como los dones de revelación, desaparecieron
para fines de la edad apostólica, con la muerte del apóstol Juan cerca del año
96. Aquellos dones fueron dados a los apóstoles con el propósito de
capacitarles para establecer la iglesia, para dar a la iglesia su doctrina y para
autenticar su ministerio.

Hay otros dones espirituales que existen en el día de hoy dados a los creyentes
con el propósito de capacitarles para la predicación del evangelio en el mundo
y para las varias fases de la administración de la iglesia. Fue mayormente el
apóstol Pablo quien fue escogido por Cristo para revelar a los creyentes las
verdades acerca de la iglesia y acerca de los dones dados a ellos para la
administración.

El apóstol Pablo escribió: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los
dones espirituales” (I Corintios 12:1). Por esto, el apóstol dio a la iglesia
algunos principios y reglas para el ejercicio de ambas clases de dones, los
dones de la edad apostólica y los dones de la actualidad.

PRINCIPIOS Y REGLAS PARA LOS DONES DE LA


EDAD APOSTÓLICA Y DONES DE LA
ACTUALIDAD
1. No son iguales todos los dones. Hay diversidad de dones, y hay diferencia
entre ellos – I Corintios 12:4 y Romanos 12:6.

2. A cada creyente le es dada la manifestación del Espíritu, es decir, cada


creyente tiene, por lo menos, un don espiritual – I Corintios 12:7-10; Romanos
12:3b, 6-8. Es la responsabilidad de cada creyente, en oración y en el estudio
de la Biblia, averiguar cual es el don (dones) que Dios le ha dado.

3. El Espíritu Santo reparte los dones espirituales a cada creyente en particular


como él quiere – I Corintios 12:11.
4. Algunos dones parecen tener más valor que otros. Es normal que el creyente
desearía poseer los mejores. Pero, debe procurar una actitud buena en cuanto
a esto.

(a) Lee Romanos 12:3. El creyente no debe tener más alto concepto de sí que
el que deber tener. Debe en humildad reconocer que el don que tiene le fue
dado por Dios quien, además, le capacita para su administración.

(b) Lee I Corintios 12:22-25. Para que “no haya desavenencia en el cuerpo”,
que los creyentes investidos de los dones menores no deben ser celosos de
aquellos que tienen dones más importantes, y que los con dones mayores no
deben menospreciar a los con los dones menores. Todos los miembros de la
iglesia deben preocuparse los unos por los otros.

5. I Corintios 12:7 explica que la manifestación del Espíritu, o sea, el uso de los
dones, a cada uno le es dada para provecho. ¿Provecho de qué?

(a) Lee I Corintios 14:3. Los dones son dados por el Espíritu para edificación,
exhortación y consolación.

(b) Lee Efesios 4:12. Los pastores, los maestros administran sus dones con
doble propósito:

(1) Para que los miembros de la iglesia sean perfeccionados para la obra del
ministerio de la iglesia local, y (2) para la edificación del Cuerpo de Cristo que
es la Iglesia.

La obra del ministerio de la iglesia local es también doble: los miembros deben
ser “perfeccionados” (1) para enseñar y exhortar los unos a los otros “en toda
sabiduría” – Colosenses 3:16 y (2) para evangelizar al mundo (Hechos 1:8).

6. Algunos creyentes tienen una pluralidad de dones, pero cada creyente tiene,
por los menos, uno. La Palabra de Dios lo dice; debemos creerlo, aceptarlo por
fe, y pedir a Dios que el suyo le sea conocido.

En Romanos 12:6 se encuentra el verbo “úsese” que denota obediencia al


mandamiento de Dios. Este texto no habla de “calidad” ni de “cantidad” en el
ministerio del don. Cada uno está obligado a usar su don “conforme a la
medida de fe”, a la medida que le está dado el don por la gracia de Dios. Así
que, sobre toda otra cosa, se requiere al creyente que sea fiel en el uso de su
don (I Corintios 4:2).

Ahora, vamos a analizar los dones que existen en la iglesia en el día de hoy.
Para este estudio, nombramos quince dones. Algunos maestros cuentan con
dos o tres más, pero éstos son más bien habilidades aprendidas por estudiar y
practicar. Los dones que nombramos en este estudio son espirituales, es decir,
obsequiados por Dios, el Espíritu Santo. De éstos, hay dos clases:
(1) Ocho dones que se relacionan con hablar, y

(2) siete dones que se relacionan con servir.

OCHO DONES QUE SE RELACIONAN CON


HABLAR Y SIETE DONES QUE SE RELACIONAN
CON SERVIR
A. Dones que se relacionan con hablar.

1. Lee Efesios 4:11. El primer don es del apóstol.

Este don no existe hoy como fue ejercido por los apóstoles del primer siglo. Sin
embargo, una parte del oficio del apóstol continúa hoy día en el ministerio de
los misioneros. El nombre “apóstol” en el griego significa “uno enviado”, pues,
los misioneros son los apóstoles modernos, “enviados” por las iglesias a otras
naciones para ganar almas para el Señor y establecer nuevas iglesias. Por
supuesto, como ya sabes, éstos no tienen las credenciales de los apóstoles
originales, las cuales eran “…señales y prodigios y diversos milagros y
repartimientos del Espíritu Santo” (Hebreos 2:3, 4).

2. El segundo don nombrado es el don de profecía.

Como en el caso del apóstol, no hay profetas hoy en el sentido preciso de la


palabra. Como aprendiste ya, el ministerio del profeta era doble:

(1) predecir eventos futuros, y (2) anunciar (predicar) el evangelio.

Así que, es fácil ver la diferencia entre los profetas modernos y los del tiempo
apostólico. Recordamos que el apóstol fue un hombre escogido por Cristo y
dotado de autoridad para hablar por Dios.

El segundo aspecto del don de profeta todavía existe; es la habilidad de


predicar y enseñar la Palabra, resultando en que los oyentes queden
convencidos de la verdad y motivados para obedecerla.

3. El tercer don nombrado es el don del evangelista.

(1) El ministerio de este don, en contraste con el don del misionero, no requiere
necesariamente que el obrero sea enviado a diferentes naciones para ganar
almas para el Señor.

(2) En contraste con el don de profecía, no imparte juicio de condenación; más


bien concentra su predicación en la gracia de Dios. Es el don de predicar “las
buenas nuevas de salvación” eficazmente para que los oyentes respondan a la
oferta de Dios de arrepentirse, convertirse a Cristo y hacerse discípulos. Pablo
amonestó a Timoteo para que éste cumpliera su ministerio, que hiciera la obra
de evangelista (II Timoteo 4:5).

4. El cuarto don nombrado es el don del pastor.

La palabra quiere decir “uno que cuida las ovejas”. Se refiere a la habilidad
dotada por Dios de apacentar la congregación de creyentes, puesto en este
oficio por el “Príncipe de los pastores” (Lee I Pedro 5:2-4).

Según este texto, el pastor tiene varias responsabilidades para con su rebaño.
Son:

(1) “Apacentar la grey”, – dar de comer a las ovejas. Hablando espiritualmente,


esto quiere decir enseñar la Palabra de Dios (I Timoteo 3:2b; II Timoteo 2:2b).

(2) El pastor las cuida.

(3) El pastor es, sobre todo, ejemplo a la grey.

La preocupación principal del pastor es el cuidado de sus ovejas. Se debe


notar que el don de apacentar no es limitado a los pastores; cualquier persona
con un oficio de aconsejar a otros ha de tener este don. Ejemplos: decanos de
varones o mujeres en las escuelas y universidades, consejeros, asesores,
etcétera.

5. El quinto don nombrado en Efesios es el del maestro.

Lee I Corintios 12:29b y Romanos 12:7b.

Es la habilidad sobrenatural (don de Dios) para (1) explicar con claridad las
verdades de la Palabra de Dios y (2) aplicarlas de manera práctica a la vida de
los oyentes.

Hemos notado la posibilidad que un maestro puede tener la habilidad de hacer


la primera parte, es decir, poner en orden sistemático todas las doctrinas de la
Biblia y enseñarlas a sus estudiantes sin tener también la segunda habilidad de
aplicarlas de manera práctica en la vida diaria. Si el maestro no tiene la
habilidad de enseñar a los oyentes a cómo poner por obra esa enseñanza en
sus vidas, es decir, hacer ellos mismos una aplicación práctica de la doctrina,
en realidad vale muy poco su habilidad de enseñar.

6. Lee Romanos 12:8a.


El don nombrado aquí es el de exhortación. Es la habilidad de acercarse a una
persona para consolarla, animarla, reprenderla y motivarla a tomar la acción
apropiada.

Lee Colosenses 3:16.

De acuerdo con este versículo, es la responsabilidad personal de los miembros


de una iglesia “exhortar unos a otros en toda sabiduría”. Esta ayuda mutua
resulta del amor con el cual nos vestimos según Colosenses 3:14 y Gálatas
6:2.

Este don de exhortación impartido por el Espíritu Santo consagra y capacita al


creyente como especialista en esta obra la cual es sumamente importante y
necesaria tanto para el bien espiritual de los creyentes como para la iglesia
local.

7. Lee I Corintios 12:8b. Es el don de ciencia.

Es la habilidad de estudiar y aprender las verdades de las Escrituras y poner


sus principios en sus varias categorías para que sean entendidas con más
claridad por los oyentes, en la predicación de la Palabra o en estudios más
formales de la Biblia. Lee I Timoteo 1:5 y 3:14-17.

Timoteo había de tener este don desde muy temprana edad porque el texto
dice: “…desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras…”.

8. Lee I Corintios 12:8a. Es el don de sabiduría.

Es la habilidad de usar la ciencia (lo aprendido) que se tiene; tener la


inteligencia de tomar los principios de la Palabra de Dios, hacer comparaciones
entre ellos y luego aplicarlos, especialmente en situaciones nuevas.

Lee Hechos 15:1-20.

Es esta porción hallamos un ejemplo del ejercicio de este don. Nota en especial
el versículo 13. Jacobo tuvo, por lo menos, dos dones, el don de ciencia y el
don de sabiduría. El pastor que tiene los dones espirituales ya nombrados hará
su obra con más facilidad y, por supuesto, con el éxito esperado.

B. Dones Que Se Relacionan Con Servir.

1. Lee I Corintios 12:28.

De los ocho dones relacionados con el servir nombrados en este versículo, hay
dos que existen todavía.
El primero es el don de ayudas. Es la habilidad dada por Dios de percibir las
obras que deben ser hechas en la iglesia local y luego hacerlas solo o con otro
creyente, ayudando a llevar acabo algunas de las responsabilidades comunes.

En asuntos temporales, hallamos ejemplo en Gálatas 6:2 y 10.

En asuntos espirituales, hallamos ejemplo en Gálatas 6:1 y 6.

De todos modos, el deseo de ser ayuda resulta de la obediencia a la “ley de


Cristo”, la cual es la ley de amor.

2. Lee I Corintios 12:28. Es el don de administración.

Este es el segundo don dado por Dios para capacitar al creyente para servir en
su iglesia. Según Romanos 12:8, este don se relaciona con el gobierno de la
iglesia local; es el don de presidir, o sea, dirigir.

En este don dado al creyente por Dios se incluye la habilidad legislativa. Esta
es la habilidad de tomar parte activa en reuniones de negocios, formular
proposiciones, dirigir en establecer reglas y planes de acción, etcétera, todo
hecho en humildad y con mucho cuidado.

Tendrá también la habilidad ejecutiva. Es la habilidad de cumplir con las


responsabilidades de líder, puesto otorgado a él por los miembros, e inspirar a
los demás miembros para trabajar y cumplir con los planes y objetivos de la
iglesia.

3. Lee I Pedro 4:9-11. Aquí está nombrado el don de la hospitalidad.

Esta es la habilidad sobrenatural de tener la casa de “par en par” y una


bienvenida calurosa a todos los que tienen hambre o que necesitan
alojamiento. Según el versículo 9, parece que todos los creyentes han de
practicar la hospitalidad, pero ya ves que la frase “los unos a los otros” se
refiera a hermanos de la fe. En casos de emergencia, los hermanos deben
estar dispuestos a recibir en casa a sus hermanos, por lo menos, por algunos
días. Versículo 11 dice: “ministre conforme al poder que Dios le da”. Lee
también Romanos 12:13b.

Pero, el creyente que tiene el “don de hospitalidad”, otorgado por Dios, tendrá
los recursos necesarios, y de igual manera tendrá el corazón preparado por
Dios para recibir en casa a todos, a los hermanos de la fe y también a los
incrédulos.

Al recibir al incrédulo en casa, le presenta al huésped creyente una oportunidad


especial, al no convertido le da la oportunidad de predicarle el evangelio y, con
la ayuda del Espíritu Santo, ganarle para Cristo. Hemos conocido a algunos
hermanos que, negándose las conveniencias normales de vida, se han
dedicado a esta clase de ministerio.

4. Lee Romanos 12:8 y I Corintios 13:3.

Este es el don de repartir los bienes, la habilidad dada por Dios para dar,
donar, ofrendar, contribuir, compartir y sacrificar más allá de lo que se espera
para el bien de otros y para la obra del Señor. Pero, el que reparte, debe
hacerlo con liberalidad, y según II Corintios 9:7, el don será ejercido con
alegría, no con tristeza, ni por necesidad.

5. Lee Romanos 12:8b. Este es el don de misericordia.

Es la habilidad dada por Dios de sentir compasión por aquellos que están en
aflicción, hacerse compañero en esa aflicción y, con alegría, “sobrellevar la
carga”.

Al expresar simpatía a la persona dolorida como en un duelo, por ejemplo, a


veces se oye responder entre llantos: “Tú no sabes cómo me siento; todavía tú
tienes esposo”. De verdad, es difícil compadecerse cuando jamás se ha
experimentado la misma clase de aflicción. Sin embargo, el creyente que tiene
este don tiene la habilidad de ayudar al afligido a hallar consolación y
restaurarle el gozo de su salvación. Lee II Corintios 1:3-7.

Según este texto, cualquier creyente puede consolara su hermano afligido. Es


posible porque nuestro Padre celestial es el “Dios de toda consolación”, y,
siendo que nosotros somos consolados por Dios, podemos consolar a otros.

6. Lee I Corintios 12:9; 13:2. Es el don de fe.

Es la habilidad dada por Dios de mirar más allá de los grandes problemas y ver
la solución. Además, el creyente con este don puede convencer a los demás a
tener confianza en Dios quien quiere ayudarlos a resolver el problema y a
adelantar la obra. Para tu propio bien, debes aprender de memoria Filipenses
4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

7. Lee I Corintios 12:10, segunda frase, y I Juan 4:1-6.

Es el don de discernimiento de espíritus.

Este don fue especialmente necesario cuando la iglesia todavía no tenía toda la
revelación de Dios en forma escrita. Acuérdate de Apocalipsis 2:2. Ahora, cada
creyente debe tener un conocimiento de la Biblia suficiente para poder discernir
entre “el espíritu de verdad y el espíritu de error” (I Juan 4:6b), para descubrir
los maestros falsos, y para no ser engañado por estos promotores de sus
“herejías destructoras” (II Pedro 2:1).
Los pastores, con los dones modernos de ciencia y de sabiduría que
supuestamente tienen, protegen sus ovejas contra aquellos lobos. Sin
embargo, los engañadores vienen a la puerta de la casa del creyente con tanta
astucia que éste necesita de un “presentimiento santificado”, una voz que le
dice: “ten cuidado”.

Pero, hermano mío, debes saber que esta voz, si se oye, viene porque tú has
puesto tu parte en el asunto, tú has obedecido la amonestación de Colosenses
3:16, y has dejado “la palabra de Cristo…en abundancia” morar en tu corazón.
El Espíritu Santo, quien mora en ti, te hará recordar la verdad que has
aprendido (Juan 14:26; I Juan 2:27). Además, estarás preparado con la Espada
del Espíritu para tomar la ofensa en la lucha contra la mentira que hoy día está
propagada con tanta fuerza (I Pedro 3:15).

El Escudo de la Fe

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