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Resumen Psicología Social

Freud y Breuer: Estudios sobre la histeria

La histeria surge como fenómeno asilar (de aislamiento) que viene a demostrar otra forma de enfermedad
que no se corresponde con lo físico, ya que los síntomas anatómicos no se correspondían con lesiones
anatómicas.

Freud y Breuer van a estudiar la causación de la histeria, que suele tratarse de vivencias que al enfermo le
resulta desagradable comentar, pero, principalmente a que en realidad no las recuerda, por lo que es preciso
hipnotizar a los enfermos para hacerlos recordar.

En el caso de la histeria “traumática” es evidente que fue el accidente el que provocó el síndrome. Los
síntomas de la histeria mantienen con el trauma un nexo muy estricto, que suelen ser sucesos de la infancia.
Los ocasionantes de la enfermedad pueden ser tanto un gran trauma como varios traumas parciales. El
trauma psíquico o el recuerdo de el obra al modo de un cuerpo extraño que aun mucho tiempo después de
su intrusión tiene que ser considerado como de eficacia presente. Los síntomas histéricos desaparecían
enseguida y sin retornar cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso
ocasionador.

Lo que origina al trauma es si frente al suceso afectante se reaccionó o no. Por reacción se entiende toda la
serie de reflejos voluntarios e involuntarios en que se descargan los afectos (llanto, venganza, palabra). Si la
reacción es sofocada, el afecto permanece conectado con el recuerdo (abreacción), y por el contrario, la
reacción frente al trauma solo tiene en verdad un efecto plenamente catártico si la reacción es adecuada.

Los recuerdos/vivencias de los enfermos están totalmente ausentes de su memoria en su estado psíquico
habitual, ya que corresponden a traumas que no han sido lo suficientemente abreaccionados. Únicamente si
se indaga a los enfermos en estado de hipnosis, esos recuerdos acuden con la vividez intacta de unos
acontecimientos frescos.

Condiciones bajo las cuales es interceptada la reacción frente al trauma:

1) Casos de los enfermos que no han reaccionado frente a traumas psíquicos por el contenido de los
recuerdos, puede ser que las circunstancias sociales lo imposibilitaron o porque el enfermo las quería olvidar
y por ende las reprimió.
2) Casos de los enfermos que no reaccionan por los estados psíquicos, estados anormales, en que
sobrevinieron las vivencias en cuestión como el terror o el soñar despierto.

El recuerdo del trauma psíquico eficiente no se halla en la memoria normal del enfermo, sino en la memoria
del hipnotizado, es decir, en aquella escisión de la conciencia, la conciencia segunda (inconsciente), que
Freud llamará estados hipnoides. En la histeria están presentes grupos de representaciones generadas en
estados hipnoides, excluidas del comercio asociativo con los restantes grupos pero asociables entre sí, y que
de ese modo constituyen, con una organización mas o menos alta, el rudimento de una conciencia segunda.

Secuencia de un ataque histérico:

1) Epileptoide (epilepsia)
2) Grandes movimientos
3) Fase alucinatoria
4) Delirio terminal

Toda vez que aparece de manera marcada contiene meramente la reproducción alucinatoria del recuerdo
del gran trauma o de la serie de traumas que originaron la histeria.
El método de la psicoterapia produce efectos curativos porque cancela la acción eficiente de la
representación originariamente abreaccionada, porque permite a su afecto estrangulado el decuso a través
del decir, y la lleva hasta su rectificación asociativa al introducirla en la conciencia normal o al cancelarla por
sugestión médica.

Freud: Conferencias

Pasajes:

1) De hipnosis a asociación libre/psicoanálisis + interpretación de los sueños y apreciación de sus


acciones fallidas y casuales (métodos para conocer lo inconsciente).
2) De trauma real a realidad psíquica (trauma pasa a ser parte de la fantasía, no necesariamente tiene
que haber realmente ocurrido para ser de realidad psíquica).
3) De conciencia segunda a inconsciente.
4) De olvido a represión (esfuerzo de desalojo).

El objetivo de Freud en este texto es proponer un panorama sintetizado de la historia, la génesis y el


desarrollo del novedoso método psicoanalítico, reconociendo, en una primera instancia, que el mérito de
haber dado nacimiento al psicoanálisis no le corresponde a él sino a Bauer, quien lo aplicó por primera vez a
una muchacha que sufría de histeria: sufrimiento reflejado en la parálisis corporal, estados de ausencia,
confusión, delirio y alteración de toda su personalidad. Así mismo, al no evidenciarse, luego de la realización
de una indagación objetiva, anormalidades en los órganos internos vitales, la medicina cataloga el
enigmático estado bajo el término de “histeria”. Freud plantea a raíz de ello, una limitación del saber médico,
argumentando que su previa formación patológica y anátomo-fisiológica lo desasiste al enfrentar las
singularidades de los fenómenos históricos.

Frente a tal limitación, a través del psicoanálisis, se descubre que todos los síntomas que la paciente padecía
habían nacido como restos de vivencias plenas de afecto -luego denominadas, por tal motivo, “traumas
psíquicos”-, y su particularidad se esclarecía por la referencia a la escena traumática que los causó. El hecho
de que la determinación de los síntomas dependiese de tales traumas era el fundamento de base para negar
la descripción de los mismos como unas operaciones arbitrarias o enigmáticas de la neurosis.

Freud, en su primera conferencia, habla de “conversión histérica” haciendo referencia a la manifestación de


los síntomas corporales que subyacen de la inhibición del afecto frente a aquello que causó el trauma. Y,
menciona la escisión de la personalidad que se da, a partir de la diferenciación entre el estado anímico
consciente y el inconsciente, a la vez que comenta la incompletud de la teoría de Bauer acerca de los estados
hipnoides.

Como salida a la hipnosis, Freud, en su segunda conferencia, nos cuenta que, limitándose al estado normal
de sus pacientes, comienza a indagar el saber que poseen acerca de su padecimiento; proceso que
acompañaba colocando su mano en la frente de los mismos haciéndoles creer la garantía de tal saber y
esforzándolos a manifestarlo. Sin embargo, afirma que era un procedimiento trabajoso que no podía ser
apropiado para una técnica definitiva. Aunque no deja de lado que lo llevó a una conclusión decisiva: había
corroborado que los recuerdos olvidados no estaban perdidos, pero alguna fuerza les impedía devenir
conscientes y los constreñía a permanecer inconscientes. Ello lo lleva a fundar su concepción de los procesos
psíquicos de la histeria, a partir de la idea fundamental de la resistencia (que era la forma en que dicha
fuerza que, en su momento produjo el olvido, se presentaba hoy ante el enfermo e impedía volver
consciente el olvido). Dicho proceso por él supuesto lo denominó represión: la inconciliabilidad de esa
representación (formada a partir de la irrupción de un deseo inconciliable) con el yo del enfermo era el
motivo de la represión; y las fuerzas represoras eran los reclamos éticos, y otros, del individuo. Manifiesta
que sólo al ser desechada la hipnosis pueden notarse las resistencias y las represiones, formándose así una
representación certera del proceso patógeno efectivo.
A través de la indagación de los histéricos y otros neuróticos, se puede ver el fracaso de la represión ya que la
moción de deseo reprimida perdura en el inconsciente, exteriorizándose en forma de síntoma. Dicho deseo
reprimido, desplazado al inconsciente, deviene en la conciencia bajo una forma sustitutiva (síntoma). Freud
afirma, en este sentido, que los caminos por los cuales el consumó la formación sustitutiva pueden ser
descubiertos en el curso del tratamiento psicoanalítico.

Comenzando su tercera conferencia, Freud anuncia las fallas obtenidas por el método a través del cual logró
renunciar a la hipnosis, diciendo que no era universalmente cierto que la ocurrencia inmediata que
estipulaban sus pacientes respecto al problema que se había tratado, a partir de esforzarlos a hablar,
aportaba lo pertinente y probaba ser la continuación olvidada del recuerdo. Se abre paso a la incorporación
de una nueva premisa y a la utilización de un nuevo método: se le permite al paciente entretejer un conjunto
de ocurrencias de forma liberada partiendo del supuesto de que no puede ocurrírsele otra cosa que lo que
de manera indirecta dependa del complejo buscado. Agrega, además, que este recurso técnico, propio de la
regla psicoanalítica fundamental, no es el único, considerándose también la interpretación de los sueños y la
apreciación de las acciones fallidas y casuales. La interpretación del sueño aparece aquí como el fundamento
más seguro del psicoanálisis y la tarea que se requiere es poder ser capaces de distinguir el contenido
manifiesto del sueño de los pensamientos oníricos latentes cuya presencia en lo inconsciente han de
suponer.

El proceso que ha producido tal desfiguración, se llama “trabajo del sueño” y en él se deben destacar la
condensación y el desplazamiento.

Freud describe el sueño manifiesto de los adultos como el cumplimiento disfrazado de deseos reprimidos.
Dos cuestiones de gran relevancia permite vislumbrar el análisis de los sueños:
1) Permiten apreciar la influencias que las vivencias desarrolladas en la temprana infancia tienen en el
desarrollo del ser humano.
2) Muestran cómo, a nivel del inconsciente, interviene cierto simbolismo que en gran parte coincide con
aquel cultivado en nuestra tradición.

En su cuarta conferencia, Freud habla de las vivencias traumáticas y establece un lazo importante entre ellas
y las vivencias de la infancia, argumentando que únicamente las vivencias de la infancia explican la
susceptibilidad para posteriores traumas. Y agrega que se está autorizado de calificar de sexuales a todas las
poderosas mociones de deseo de la infancia.

Según Freud, el niño tiene sus pulsiones sexuales desde el comienzo mismo y, a partir de etapas posteriores,
se va a ir desarrollando lo que aquí se llama la sexualidad normal del adulto. De este modo, se imponen bajo
el influjo de la educación, representaciones enérgicas de ciertas pulsiones y se establecen poderes anímicos,
como la vergüenza, el asco, la moral, que las mantienen en estado reprimidas. Por su parte, la exteriorización
de las pulsiones ahora reprimidas, en las etapas tempranas del individuo, determina cierta fijación infantil
que funciona como contrarrestante de dicha moral inculcada. La neurosis aparece como derivado de cierto
deterioro en el desarrollo sexual.

En la conferencia tratada, se nos brida, además, una tentativa de explicación primaria del complejo de Edipo:
el niño toma a ambos miembros de la pareja parental, y sobre todo a uno de ellos, como objeto de sus
deseos eróticos; estando esta elección enmarcada, en cierta manera, por las motivaciones de sus
progenitores, por regla general, así, el padre prefiere a la hija y la madre al hijo varón, mientras que el hijo
reacciona a ello deseando.

En su quinta conferencia, Freud dice que la tendencia a mantenerse alejados de la realidad es el principal
perjuicio de la condición de enfermo, uno se enajena de la realidad cimentando un proceso de regresión
infantil que deviene en síntoma.
Cerrando su conferencia Freud enuncia dos obstáculos apreciados en cuanto al reconocimiento del
psicoanálisis: la falta de hábito de contar con el determinismo estricto y sin excepciones de la vida anímica y
el desconocimiento de las peculiaridades por las cuales unos procesos anímicos inconscientes se diferencian
de los consientes con los que se está familiarizados.

Postula, al mismo tiempo, tres desenlaces de gran relevancia que impulsarían el trabajo psicoanalítico:
1) Aparece como mejor sustituto de la represión poniéndose al servicio directo de las aspiraciones
culturales supremas.
2) Aporta a las pulsiones inconscientes descubiertas aquella aplicación acorde a fines que ya habrían
debido hallar antes si el desarrollo no estuviera perpetuado (dándose aquí el fenómeno de sublimación).
3) Parte de la creencia de que cierta parte de las mociones libidinosas reprimidas tienen derecho a una
satisfacción directa y deben hallarla en la vida ya que no es lo debido aspirar a la enajenación de la pulsión
sexual de sus metas genuinas en toda la amplitud de su energía.

Freud: El malestar de la cultura

Freud establece una relación entre dos pulsiones: Eros (de vida), que se manifiesta como el amor o la
construcción, y Tanatos (de muerte), que se manifiesta como agresiva y destructiva. En la realidad están
mezcladas, y cuanto mas mezcladas mejor.

Al comienzo del texto relata la historia de un conocido que obtuvo un sentimiento oceánico a partir de la
religión, una sensación de eternidad sin limites ni barreras, de copertenencia con el todo el mundo exterior,
de estar integrado con el universo, como el sentimiento del yo infantil, que entiende que todo forma parte
del mismo yo (sentimiento yoico). En esta etapa de la vida no percibimos los limites entre el yo y el objeto, lo
cual termina con las frustraciones de darse cuenta que somos yo en relación con otros. El enamoramiento es
una de las formas a través de las cuales establecemos o damos cuenta de los limites entre un yo y otro, como
también lo es la sustracción del pecho materno que contrapone al yo un objeto como algo que se encuentra
afuera y solo mediante una acción particular (llorar) es esforzado a aparecer.

Distinguir lo externo (lo que proviene de un mundo exterior) y lo interno (lo perteneciente al yo) es el primer
paso para instaurar el principio de realidad, destinado a gobernar nuestro desarrollo.

Freud establece una relación entre el psiquismo humano y la ciudad de Roma, que conservo muchos edificios
e instalaciones antiguas a la par de las nuevas construcciones, pero que el desarrollo de toda ciudad incluye
demoliciones y sustituciones de edificios. Similarmente, el psiquismo humano no conserva todos los estadios
anteriores junto a la forma ultima, sino que lo pasado puede persistir conservado en la vida anímica que no
necesariamente se destruirá. Mucho de lo antiguo será eliminado o consumido a punto tal que ningún
proceso sea capaz de restablecerlo o reanimarlo.

Los seres humanos tenemos a la felicidad como meta, luchamos por ella, por el principio de placer que
gobierna la operación del aparato anímico desde el comienzo. La vida, como nos es impuesta, resulta
gravosa, y para soportarla necesitamos calmantes. Por ello vamos a intentar volver a encontrar o sentir ese
sentimiento oceánico, sentimiento yoico de la infancia que nos trae placer. Pero eso no es suficiente para
calmar los malestares de la vida, por lo que recurrimos a calmantes: poderosas distracciones que nos hagan
valuar la miseria, satisfacciones sustitutivas (arte) que la reduzcan y sustancias embriagadoras (alcohol) que
nos vuelven insensibles a ellas. El sufrimiento amenaza desde el cuerpo propio, desde el mundo exterior y
desde los vínculos con otros seres humanos.

Otra técnica para la defensa contra el sufrimiento se vale de los desplazamientos libidinales, pero ellas son
frenadas por el mundo exterior. Las tres fuentes de las que proviene nuestro penar son: la hiperpotencia de
la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo, y la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos
recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad (la mas importante).
El progreso cultural debe pagarse con el déficit de la dicha. Reconocemos como culturales todas las
actividades y valores que son útiles para el ser humano en tanto ponen la tierra a su servicio, lo protegen
contra la violencia de las fuerzas naturales, etc. La cultura refiere generalmente al orden, pero el hombre
posee mas bien una inclinación natural al descuido, por ende, la convivencia humana solo se vuelve posible
cuando se sustituye el poder del individuo por el de la comunidad (paso cultural decisivo). El resultado ultimo
de la cultura debe ser un derecho al que todos hayan contribuido con el sacrificio de sus pulsiones y en el
cual nadie pueda resultar victima de la violencia bruta. La cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional,
se basa en la no satisfacción de poderosas pulsiones por lo que la sublimación de las pulsiones es un rasgo
particularmente destacado del desarrollo cultural.

La existencia de la inclinación agresiva, que es una disposición pulsional autónoma y originaria del ser
humano, que podemos registrar en nosotros y los demás, es el factor que perturba nuestros vínculos con el
prójimo y compele a la cultura a realizar su gasto de energía, ya que debe movilizarlo todo para poner limites
a los seres humanos mediante formaciones psíquicas reactivas.

¿De que medios se vale la cultura para inhibir o erradicar la agresión? El superyó.

La agresión es interiorizada, vuelta hacia el propio yo. El superyó se manifiesta como conciencia moral al
interiorizar la autoridad, que ejerce contra el sujeto la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho
en otros individuos ya que tiene como función vigilar y enjuiciar las acciones y los propósitos del yo,
ejerciendo una actividad censora. De este proceso deviene el sentimiento de culpa del sujeto, que surge
cuando ha hecho algo que discierne como “malo”. Lo malo es aquello por lo cual uno es amenazado con la
perdida de amor y es preciso evitarlo por la angustia que dicha perdida genera. La renuncia a lo pulsional es
la consecuencia de la angustia frente a la autoridad externa, se renuncia a satisfacciones para no perder su
amor (ej. mama o papa).

Entonces, existen dos orígenes para el sentimiento de culpa (derivado de la conciencia moral, ejerce la
misma función): la angustia frente a la autoridad, que compele a la renuncia de satisfacciones pulsionales, y
la angustia frente al superyó, ya que no se puede ocultar del superyó los deseos prohibidos.

Sin embargo, la renuncia de lo pulsional no es suficiente para acabar con el sentimiento de culpa, ya que la
desdicha externa (perdida de amor y castigo de la autoridad), se ve trastocada a una desdicha interior
permanente. Se puede establecer una relación entre la génesis del sentimiento de culpa y el complejo de
Edipo, ya que allí se expresa la misma agresión cuya sofocación en el hijo esta destinada a ser la fuente del
sentimiento de culpa. La culpa surge como un sentimiento anterior al acto, si uno infringe algo y posterior al
acto surge la culpa, debería llamarlo mas bien arrepentimiento.

Conclusión: El sentimiento de culpa es el problema mas importante del desarrollo cultural, y por ello el
precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de la dicha provocado por la elevación del
sentimiento de culpa.

Marcuse: Eros y Civilización

Marcuse va a rastrear los puntos de conexión entre cultura, sociedad y psique humana. Se preocupa por
conjugar las principales teorías de las pulsiones de Freud en un análisis de la cultura moderna, ya que
considera que la lectura de Freud y anacrónica y por ello propone historizar. Manifiesta que la teoría de
Freud sobre el sujeto humano se debe repensar a la luz de los desarrollos sociales contemporáneos, ya que el
insidioso ascenso de los sistemas tecnológicos y burocráticos ha producido una quiebra de los rasgos
estables de la identidad propia. Esta ruptura ha generado la progresiva subsunción y manipulación de los
sujetos humanos bajo las tecnologías modernas de la sociedad administrada. Por ello, el sujeto tradicional
del psicoanálisis (el yo, superyó y ello), se ha vuelto obsoleto en la época moderna.
Retoma de Freud los principios de realidad y de placer, citándolos como fundamento de la personalidad y la
cultura. El individuo se socializa en la intersección de esos procesos, se forma como un sujeto dotado de
pensar consciente. En la explicación de Freud, hay un abandono del principio de placer a favor del principio
de realidad, que se produce para alcanzar una satisfacción mas duradera, a través de la transformación
represiva de los impulsos libidinales. Pero Marcuse disiente en este punto, y sostiene que los desarrollos
sociales contemporáneos indican la ocurrencia de una transustanciación en la noción de placer como tal, ya
que la dominación y coerción a la que esta expuesta la identidad del sujeto son cada vez mayores. La
creciente complejidad de la organización social exige que la represión psicológica se refuerce y aumente de
continuo (historia de la represión). Disiente con Freud porque este generaliza la estructura de la represión
psicológica a todos los tipos de organización social. En cambio, para Marcuse, el contenido del principio de
realidad se estructura según ejes ideológicos, políticos y económicos. Introduce entonces dos conceptos que
redefinen el principio de realidad de Freud, que denotan el componente socio histórico especifico:

1) Represión excedente: denota aquellas formas de dominación política e ideológica que inducen a
renuncias libidinales extra. Las sustancias transformaciones sociales e industriales (sXX), los cambios en el
sistema económico y tecnológico y en la producción cultural, han traído consigo un aumento radical de la
represión psicológica.
2) Principio del rendimiento: denota la forma cultural especifica de realidad constituida por el orden
económico del capitalismo. Los rasgos esenciales de esta dominación son: restricciones impuestas a la
sexualidad por la familia nuclear patriarcal monógama, la división jerárquica del trabajo establecida en la
sociedad capitalista tardía, y las patologías de la cultura mercantil de masas.

El entrelazamiento entre estas dos nociones ha producido la creciente perdida de autonomía individual en la
sociedad moderna.

La desexualización de los sujetos se realiza para llevar a cabo un trabajo displacentero, que se organiza a
través de la rutinizacion y regimentación de la vida cotidiana y deja muy poco lugar al ocio (placer). Además,
no solo se restringe el sexo que no sirva a la procreación, para liberar así la energía libidinal a favor del
trabajo alienado, sino que también se produce una centralización represiva de la libido que espeja la
racionalidad dominadora de la moralidad liberal. Por esta represión de las zonas erógenas privilegiadas por
los impulsos libidinales, el cuerpo queda “disponible” para usarlo como fuerza de trabajo.

Voloshinov: El marxismo y la filosofía del lenguaje

Cualquier producto ideológico (signo) es parte de una realidad natural o social no solo como un cuerpo físico,
un instrumento de producción o un producto de consumo, sino que además refleja y refracta otra realidad
que esta mas allá de su materialidad. Todo signo posee una significación, y donde no hay signo, no hay
ideología.

Signos pueden ser cosas materiales y singulares, cualquier objeto de la naturaleza, de la técnica o del
consumo, a los cuales se le aplican criterios de valoración ideológica (verdad, justicia, mentira).

Entre signos se produce una cadena de creatividad ideológica, ya que de un eslabón signico, y por tanto,
material, pasamos ininterrumpidamente a otro eslabón también signico. Esta cadena ideológica se tiende
entre las conciencias individuales y las une. Los signos surgen, pues, tan solo en el proceso de interacción
entre conciencias individuales. La conciencia (vida interior) solo deviene tal al llenarse de un contenido
ideológico en la interacción social, por lo que la conciencia individual es un hecho ideológico y social.

La realidad del signo se define completamente por la comunicación social. La existencia del signo no es sino
materialización de esta comunicación. El carácter signico no se expresa en ninguna forma mejor que en el
lenguaje, por ende la palabra es el fenómeno ideológico por excelencia. La palabra no solo representa un
signo puro y ejemplar, sino que aparece además como un signo neutral. Se produce mediante los recursos de
un organismo individual sin intervención alguna de cualesquiera instrumentos o materiales extra corporales.
En la palabra se ponen en funcionamiento los innumerables hilos ideológicos que traspasan todas las zonas
de la comunicación social, y por eso es el indicador mas sensible de las transformaciones sociales.

La ideología social no se origina en alguna región interior de los individuos (aunque luego se encuentre allí),
sino que se manifiesta globalmente en el exterior, en la palabra, en el gesto, en la acción.

Las formas del signo están determinadas ante todo por la organización social de los hombres y las
condiciones más inmediatas de su interacción. Todo signo ideológico, incluyendo el verbal, al plasmarse en el
proceso de la comunicación social está determinado por el horizonte social de una época dada y de un grupo
social dado (hegemónico).

¿Qué es lo que determina la refracción del ser un signo ideológico? Es la intersección de los intereses sociales
de orientación mas diversa, dentro de los limites de la lucha de clases. El signo llega a ser la arena de las
luchas de clases, ya que todas usan una misma lengua. El carácter multiacentuado del signo ideológico
permite que este sea vivo, móvil y capaz de evolucionar. Además, el signo tiene dos caras: la refractante, que
intenta mantener el statu quo, y la distorsionadora de la existencia, que es reaccionaria para con ese statu
quo. Mientras la clase hegemónica intenta demostrar que el signo es natural y ahistórico, la lucha de clases
intenta demostrar que no. El signo, entonces, esta socialmente puesto en disputa (su significado).

Voloshinov va a poner en disputa la realidad material de la psiquis, que imponía el psicoanálisis, y va a


establecer que la psiquis es de realidad semiótica por que no hay materialidad que la demuestre, ya que la
llenamos con palabras. La psique interior no debe analizarse como una cosa sino que debe entenderse e
interpretarse como signo, ya que una vivencia psíquica es la expresión semiótica del contacto entre el
organismo y el ambiente externo. El material semiótico de la psique es por excelencia la palabra: el discurso
interno.

La noción de psiquismo individual e ideología social es falso, ya que en el contexto de la conciencia los
pensamientos se realizan con arreglo al sistema ideológico y de por si lo generan los signos ideológicos
asumidos previamente. Todo signo externo esta sumergido en los signos internos de la conciencia. El
pensamiento propio, en este sentido, pertenece al sistema ideológico y se rige por sus leyes. Pero al mismo
tiempo pertenece a otro sistema que es asimismo singular y posee sus propias leyes: el sistema de mi
psiquismo, que se determina por el conjunto de las condiciones vitales y sociales en las que dicho organismo
aparece inserto. Sin embargo, no existe signo externo sin el signo interno.

El psiquismo debe derivarse de la ideología, y la psicología debe apoyarse en el estudio de la ideología ya que
el signo ideológico abarca las dos instancias. Entre la psique y la ideología existe entonces una interacción
dialécta indisoluble.

La psique hace al yo, el cual es un resultado dentro de un organismo físico, contexto, palabras, signos. El yo
es resultado de una psiquis semiótica, las condiciones materiales de existencia, un organismo o cuerpo vivo,
y la relación con el entorno. Es por esto que todos los yoes son distintos, son intersubjetivos e individuales y
a la vez sociales por que se constituyen con palabras/signos sociales. Se deriva de esto que la conciencia es
subjetiva.

Saussure: Curso de lingüística general

Saussure pretende convertir a la lingüística en un campo formal de estudio, y por ello la define. Dice que su
objeto es la lengua, un sistema de signos que permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender, y que
necesita de la masa hablante para existir. Es un fenómeno social a diferencia del habla que es un fenómeno
individual.
El signo lingüístico une un concepto (contenido conceptual) y una imagen acústica (huella psíquica que deja
el sonido), el significado y el significante, dos elementos que están íntimamente unidos y se reclaman
recíprocamente.

Signo lingüístico:

 La relación entre significado y significante es arbitraria, lo que hace posible la diversidad de las
lenguas. Para que una cosa entre en cuestión es necesario que se base en una norma razonable.
 Carácter lineal del significante. Los significantes se presentan uno tras otro formando una cadena.
 Hay multitud de signos necesarios para constituir una lengua, que son innumerables.
 El carácter demasiado complejo del sistema lingüístico manifiesta la incompetencia de la masa para
transformarla.
 Cada cual participa en la lengua todo el tiempo, y por eso sufre sin cesar la influencia de todos.
 Cada signo posee un valor lingüístico que es la propiedad que tiene una palabra de representar una
idea. En la lengua, cada término o elemento tiene un valor correspondiente por su oposición con los
otros términos, ya que lo que define un signo es lo que no es, y esas diferencias son los valores.

La inmutabilidad de la lengua:

La lengua no es libre, sino impuesta a la comunidad lingüística. A la masa social no se le consulta el


significante elegido por la lengua, ni este podría ser reemplazado por otro. El signo lingüístico entonces esta
fuera de nuestra voluntad, ninguna sociedad conoce la lengua de otro modo que como un producto
heredado de las generaciones precedentes y que hay que tomar tal cual es.

Un estado de lengua dado siempre es producto de factores históricos que explican por que el signo es
inmutable. La lengua es como una institución social, lo que imposibilita un cambio general en ella.

Si la lengua tiene carácter de fijeza, no es solo porque este ligada a la gravitación de la colectividad, sino
también porque esta situada en el tiempo.

La mutabilidad de la lengua:

El tiempo tiene el efecto de alterar mas o menos rápidamente los signos lingüísticos, que están en
condiciones de alterarse por que se continúan. Sean cuales fueren los factores de alteración, ya obren
aisladamente o combinados, siempre conducen a un desplazamiento de la relación entre el significado y el
significante.

La lengua no es libre, porque el tiempo permitirá a las fuerzas sociales que actúan en ella desarrollar sus
efectos, y se llega al principio de continuidad que anula la libertad, e implica necesariamente la alteración, el
desplazamiento mas o menos considerable de las relaciones.

Las relaciones se dan en dos esferas distintas:

1) El discurso: Las palabras contienen relaciones lineales para evitar que se pronuncien dos elementos a la
vez, así siempre hay un elemento detrás de otro en la cadena hablada. Estas relaciones se llaman
sintagmas, que se componen de dos o mas elementos consecutivos que adquieren valor cuando se le
oponen al siguiente, al anterior o ambos.
2) La memoria: Fuera del discurso, hay términos que se asocian en la memoria cuando tienen algo en
común formando grupos de relaciones muy diversas. A estas relaciones se las llama asociativas.

Bourdieu: ¿Qué significa hablar?

1) Tesis: Los discursos no son únicamente signos destinados a ser comprendidos (Saussure), sino también
signos de riqueza destinados a ser valorados, apreciados y signos de autoridad destinados a ser creídos y
obedecidos. La lengua no funciona solamente como instrumento de comunicación, sino que comunica
inevitablemente una información sobre la manera de comunicar, es decir, sobre el estilo expresivo que sobra
valor social y eficacia simbólica.

2) Los discursos solo cobran su valor en relación un mercado ya que es toda la estructura social la que esta
presente en cada interacción, en las cuales se establece una relación objetiva entre las lenguas o los
correspondientes usos, es decir, la relación objetiva entre los grupos que hablan esas lenguas.

La estrategia de condescendencia consiste en beneficiarse de esa relación de fuerzas objetiva entre las
lenguas que en la practica se enfrentan (patrona-doméstica) en el acto mismo de negar simbólicamente esa
relación, es decir, la jerarquía entre esas lenguas y quienes las hablan.

Las relaciones de fuerza que aparecen en el mercado establecen criterios de apreciación para productos que
aparecen como mas o menos favorables dependiendo de las condiciones que los agentes que los quieran
imponer tengan. Este efecto de imposición de legitimidad es tanto mayor cuanto con mas fuerza se imponga
el uso de la lengua legítima.

3) La eficacia de un discurso, el poder de convicción que se le reconoce, depende de la pronunciación de


quien la pronuncia, es decir, depende de la autoridad del locutor, a través del índice particularmente seguro
de la competencia estatutaria (capacidad para establecer normas). La competencia lingüística dominante
tiene mas posibilidades de funcionar en un mercado particular como capital lingüístico, cuanto mas capaz sea
de imponer por si misma el reconocimiento de la legitimidad del modo de expresión dominante, y cuanto
mas dispuestos se muestren los destinatarios de sus producciones lingüísticas a conocer y reconocer la
legitimidad de ese modo de expresión.

El peso de los diferentes agentes en cuanto a la imposición de sus productos depende de su capital
simbólico, es decir, del reconocimiento institucionalizado o no. La eficacia simbólica del lenguaje, que
depende de competencia lingüística, se ve amenazada en el momento en que dejan de funcionar el conjunto
de los mecanismos capaces de asegurar la reproducción de la relación de reconocimiento que funda su
autoridad. De la eficacia simbólica depende la performatividad de los enunciados, ya que al faltar la
autoridad requerida las palabras no pueden ser acto y se reducen a nada mas que palabras.

La coerción que el mercado ejerce a la producción simbólica mediante la anticipación de las posibilidades de
beneficio reviste la forma de censura anticipada, que no solo determina la manera de hablar, la elección del
lenguaje y lo que podrá o no decirse.

3) La ciencia de un discurso existe en la medida en que es gramaticalmente correcto y socialmente aceptable,


y deberá tener en cuenta las leyes de formación de precios y características del mercado considerado o las
leyes que definen las condiciones sociales de aceptabilidad. Como los signos lingüísticos son también bienes
condenados a recibir un precio, la producción lingüística se ve inevitablemente afectada por la anticipación
de las sanciones del mercado: todas las expresiones verbales, trátese de las frases intercambiadas entre dos
amigos, del discurso de un portavoz autorizado o de un informe científico, llevan la marca de sus condiciones
de recepción.
La coerción que el mercado ejerce a la producción simbólica mediante la anticipación de las posibilidades de
beneficio reviste la forma de censura anticipada, que no solo determina la manera de hablar, la elección del
lenguaje y lo que podrá o no decirse.

5) La forma y contenido del discurso dependen de la relación entre un habitus y un mercado definido por un
nivel de tensión mas o menos elevado. La aceptabilidad del discurso hay que buscarla en esta relación, que
es también el producto de toda la historia de la relación con mercados. Hay una subordinación de la forma
del discurso a la forma de relación social en la que ese discurso se emplea, lo que estalla en las situaciones de
colisión estilística, es decir, cuando el locutor se enfrenta con un auditorio socialmente muy heterogéneo, o
en el caso de dos interlocutores muy alejados social y culturalmente.

Cada cual siente el valor de sus propios productos lingüísticos, lo cual es una dimensión fundamental del
sentido del lugar ocupado en el espacio social, el sentido personal del propio valor social, que regula la
relación practica con los diferentes mercados y toda la manera de comportarse en el mundo social.

Lo que se expresa a través del habitus lingüístico es todo el habitus de clase al que se pertenece, es decir, la
posición que se ocupa sincrónica y diacrónicamente en la estructura social.

El sentido de la aceptabilidad que orienta las practicas lingüísticas se inscribe en lo mas profundo de las
disposiciones corporales: es todo el cuerpo lo que responde con su postura pero también por sus reacciones
internas o articulatorias, a la tensión del trato. El lenguaje es una técnica corporal y la competencia
lingüística es una dimensión de la hexis corporal donde se expresan toda la relación de mundo social y toda
la relación socialmente instruida con el mundo. Va a variar entonces la relación con el cuerpo y el discurso
entre las clases populares y las clases burguesas, ya que esto depende del habitus.

Lacan: Teórico

1) ¿En qué consiste “el retorno a Freud” de Lacan?

Propone volver a Freud por que en la época de Lacan se había perdido la palabra, que era lo principal de la
práctica psicoanalítica. Sin embargo, Lacan va a realizar una mirada de Freud actualizada al contexto
contemporáneo.

El sujeto es introducido en un mundo simbólico, donde empieza, a partir de su primera experiencia de


satisfacción, a articular su demanda en función a su deseo, a través del lenguaje. Para Lacan, este deseo se
realiza en función del objeto perdido, que refiere a la primer experiencia de satisfacción, y el cual, a pesar de
que intentemos, jamás vamos a poder alcanzar o volver a experimentar. Esta idea surge en contraposición de
la tesis de Freud que supone que la satisfacción de la pulsión es llegar a su fin. Por el contrario, para Lacan la
satisfacción nunca va a llegar a su fin ya que el sujeto tiene imposibilitado el alcance del objeto de deseo, que
esta perdido.

Para Lacan, las leyes que rigen el lenguaje son las mismas que rigen el inconsciente, siendo estas la metáfora
y la metonimia, que son análogas a las nociones de Freud condensación y desplazamiento, pero estas eran
referidas únicamente al inconsciente y el sueño. La metáfora refiere al corte en la cadena de significantes, y
la metonimia refiere al desplazamiento que el sujeto realiza respecto al objeto perdido, es decir, que se
pretende reemplazar a este con un nuevo deseo.

Lacan también va a re versionar el “Complejo de Edipo” de Freud. En lugar de hablar de la figura del padre o
de la madre, va a hablar del rol de padre y rol de madre. El rol de padre no refiere necesariamente a la figura
tradicional de este, sino que tiene que ver con algo que viene a irrumpir en la relación entre madre e hijo.

2) ¿Qué diferencias introduce Lacan al signo lingüístico de Saussure?


Para Saussure el signo lingüístico esta compuesto por la relación entre el significante, es decir la imagen
acústica, y el significado, es decir el contenido conceptual (que hace referencia al significante). El signo
lingüista es, pues, una entidad psíquica de dos caras que se representa por estos dos elementos que están
íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente. La relación entre significado y significante es arbitraria,
lo que permite la diversidad de las lenguas. Lacan va a realizar una serie de modificaciones en cuanto a estas
nociones que refieren principalmente a que dicha articulación arbitraria no funciona de ese modo. En
cambio, para Lacan, el significado no esta necesariamente adherido de por si al significante, sino que este
puede ser utilizado para referir a distintos conceptos. A partir de esto se puede observar que Lacan, a
diferencia de Saussure, le da primacía al significante por sobre el significado.

3) Describa la noción de puntada y su relación con las perspectivas de Lacan sobre la relación entre
significado/significante

Lacan impone una ruptura con el método terapéutico del psicoanálisis freudiano, estableciendo cortes en el
desarrollo de la terapia que dan por finalizada la sesión, a veces antes del tiempo estipulado. De esta forma
desarticula el discurso pre-formado por el sujeto antes de realizar la consulta, rompiendo a su vez la cadena
lógica de significado/significante.

4) Describa la experiencia de satisfacción y su importancia para la constitución del aparato psíquico.

La experiencia de satisfacción refiere a un mito que es condición de posibilidad de la existencia del


psicoanálisis, ya que da cuenta de la conformación del aparato psíquico.

El bebe no puede existir sin la dependencia de otro, que va a ser encarnado por el rol de madre. En su
nacimiento hay una carga de tensión, que la función materna le atribuye a una necesidad alimentaria, por lo
que prosigue a su lactancia. A través de ella, se calma el estado de tensión por que satisface la necesidad
atribuida.

A partir de esta primera experiencia de satisfacción, se instala en el infante una huella mnésica que va a
resurgir cada vez que el bebe sienta la misma carga de tensión. Al principio, tendera a confundir la huella
mnésica con la excitación pulsional presente (llanto) y tendera a satisfacerse por medio de la alucinación
satisfactoria. Solo una cierta repetición de sucesivas experiencias de satisfacción permitirá al niño distinguir
la imagen mnésica de la satisfacción real.

Esta imagen mnésica se constituye como modelo de lo que se va a buscar en la realidad para satisfacer la
pulsión, y se convertirá en el objeto perdido, que intentamos satisfacer con objetos sustitutivos,
conformándose una búsqueda infinita de un eterno deseo insaciable.

5) Defina las características de la noción de deseo de Lacan.

Lacan realiza una importante distinción entre deseo y necesidad. Mientras que la necesidad constituye una
función biológica ordenada, como por ejemplo la necesidad alimentaria, el deseo refiere mas bien a el placer
de la boca. Introduce así un elemento relevante en su teoría, como lo es la idea del objeto de deseo,
relacionado con el objeto perdido.

A partir de la experiencia de satisfacción el deseo es construido a partir de Otro. El deseo solo parece deber
inscribirse en el registro de una relación simbólica con el Otro y a través del deseo del Otro, ya que es este el
que lo introduce en el universo del discurso que es suyo, imponiéndole un objeto (leche materna) para saciar
lo que la madre entiende como necesidad del niño. De esta forma, se le instala al niño el deseo por ese
objeto que satisfizo la experiencia de satisfacción primaria, que va a ser imposible de alcanzar y por ello se lo
denomina objeto perdido.
En el Complejo de Edipo, que es la operación de producir sujetos, el hijo aparece como el objeto de deseo de
la madre, que viene a reemplazar el objeto perdido, ya que el hijo es el falo (imaginario y simbólico). La
función de padre viene a romper con esta relación al conmoverla ya que la madre lo desea porque tiene el
falo, y el hijo se siente amenazado por el por el miedo a la castración. El complejo finaliza cuando el hijo
entiende que el no es el falo que la madre desea, y que el va a encontrar mas adelante alguien que desee su
falo. Para la madre, entonces, hay una perdida del objeto de deseo (falo) para siempre.

Lacan: Práctico

“Estadio del espejo”

El estadio del espejo explica la formación del yo, que aparece entre los 6 y 18 meses de vida del niño/a,
momento en el cual no tiene autonomía y depende de otros para todo. Según Lacan, en un momento dado,
el bebé se reconoce en el espejo y muestra una expresión de jubilo ante la imagen que ve que consiste en: su
imagen completa, la función materna que lo sostiene ortopédicamente y los objetos de su alrededor (gestalt
o totalidad). El bebé pasa entonces de tener una experiencia fragmentada de su cuerpo, a tener una imagen
completa (con todos sus componentes).

En la imagen de la gestalt, o totalidad, aparece el yo ideal. Este es nuestra identificación primaria, que
obtenemos a partir de la función materna (significante) que nos dice “ese sos vos”, por lo que nuestro yo
ideal surge a partir de lo que nos dice Otro que somos, nuestro yo ideal es Otro. Esto implica que somos
hablados por otros, llámese función materna o paterna o familiares, en nuestra primer etapa de vida.

Es en esta etapa que el sujeto se va a alienar, se pierde en ese yo ideal que es la identificación primaria en la
que se basan todas las identificaciones secundarias.

Al introducir al sujeto en el plano del registro simbólico, es escindido entre el yo ideal y el yo. Sin embargo, el
sujeto forma su yo en un yo ideal al cual no puede acceder, que fue conformado a partir de significantes, y se
encuentra entonces en nuestro inconsciente, que es una cadena de significantes.

A partir nuestra identificación primaria del significante que nos nombró, podemos establecer una relación
entre inconsciente y lenguaje, y establecer que es el significante nos trae al mundo de lo simbólico y del
lenguaje. El inconsciente esta estructurado como el lenguaje, cuando el significante nombra lo que somos (yo
ideal), se pierde/desaparece ya que ya paso.

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