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Japón

La experiencia que sufrió Japón relacionada con la industrialización excesiva en el siglo XX


resultó en ganancias económicas impresionantes para este país, que terminó por convertirse
en potencia mundial, pero el costo fue demasiado grande.

La revolución industrial fue increíble, así como el desarrollo tecnológico, que terminó por
cambiar al mundo de muchas maneras y muchas de ellas inimaginables.
Japón empezó por centralizar las industrias para que la concentración del producto facilitara su
distribución, y además favoreció la inversión extranjera pero haciendo que los productos que se
hicieran en Japón se consumieran ahí. Haciendo que la mano de obra se pagará muy poco,
llegó a ser muy atractivo para empresas (especialmente norteamericanas) llevar su producción
allá.
Los problemas ambientales no se hicieron esperar, fueron sumamente notorios desde un
principio y provocó que tuvieran que aplicar medidas para su control.
Las industrias consumían más de lo que podían, ocasionando que las materias primas fueran
mucho más escasas, y por llevando a incrementar los costos de los productos, haciéndolos
inconsumibles por el poco capital que circulaba en los trabajadores, por lo tanto se empobreció
el
país.

Después llegaron los desastres ecológicos, que fueron sumamente notorios. Primero, la
contaminación del aire: había empresas que no tenían las prevenciones suficientes para
purificar los desechos que aventaban al aire, provocando que este se ensuciara de una manera
descomunal, haciendo prácticamente imposible la visibilidad y afectando a las personas que lo
respiraban.
Después llegaron los problemas de contaminación de las aguas. Las empresas soltaban sus
desechos a los ríos, y estos contenían metales y ácidos pesados que provocaron que la flora y
fauna alrededor de estos ríos se viera afectada en muchos sentidos como la muerte de peces,
o la mutación de estos mismos, la desertificación de tierras que antes eran sumamente fértiles,
etc.
Esto provocó casi inmediatamente que las personas que ocupaban estos ríos como riego para
sus cosechas, y posterior consumo y venta.

Sin imprevistos, provocó problemas de salud muy graves a las comunidades consumidoras de
los productos contaminados con las aguas tóxicas. Se presentaban enfermedades nuevas e
inexplicables, el cáncer se volvió una enfermedad común, pues los reactivos presentados en el
agua, aire y alimentos promueven la inestabilidad de células provocando su excesiva
reproducción, el cáncer en sí.
Los niños en un rango corto de edad, así como recién nacidos, presentaban problemas de
salud en esas tempranas etapas de su vida, así como metales pesados en su sangre, que
provocan en un lapso no muy largo, graves problemas de salud.
En cuanto el gobierno Japonés se dió cuenta de que no podrían mantener la revolución como
estaba, decidieron intervenir, tal vez demasiado tarde como para arreglar el problema, pero sí
para prevenir un futuro desastroso para la ecología.
Tardaron un poco de tiempo, pero finalmente llegaron a acordar protocolos para manejar las
empresas de una manera sustentable, como plantas de tratamiento de agua, y filtros para
evitar ensuciar el ambiente. Las empresas ahora podían reutilizar lo que antes pensaban que
eran desechos y así favorecer a los habitantes cercanos a estas empresas.
De esto surgió el famoso protocolo de Kyoto, que se volvió una regulación internacional para
evitar la contaminación excesiva y hacer que las empresas tuvieran una razón social.

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