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“La crisis política de 1891 no fue (…) un estallido ‘vertical’ entre ese Estado y su ilegitimidad social, sino

uno ‘horizontal’ entre fracciones oligárquicas que luchaban por homogeneizar el control del Estado (…) para
ello había que eliminar el poder autocrático enquistado en ‘los hombres del Presidente’ (…)”. La crisis dio
lugar al ajuste en que consistió el “parlamentarismo”, esto es, una agonía para un régimen autoritario, en el
sentido de su carencia de legitimidad, por la que no pudo prolongarse por más de 30 años. Para los autores se
trató de una mímica de parlamentarismo en la medida en que la agitación pública y su política callejera
fueron rápida y sangrientamente ‘pacificadas’ por el Ejército; no se dialogó ni hubo argumentación. SALAZAR
y PINTO, op. cit., (1999), pp. 38 y 39.
Se ha sustentado que José Manuel BALMACEDA, desde su cargo de Presidente de la República, atentó contra la
Constitución, usurpando el poder. Frente a ello el Congreso se limitó a defender la Carta y restablecer su vigencia,
ajustándose al gobierno de gabinete que venía fraguándose desde mediados del siglo XIX. Se aduce, en tales términos,
que fue BALMACEDA quien rompió con la tradición política negando valor a los votos de censura del Congreso a sus
ministros, a la correlativa formación de un gabinete que gozara de la confianza de la mayoría parlamentaria, y negando
también las interpelaciones que promovió el Congreso respecto de los ministros del interior y de hacienda. Frente a
tales usurpaciones, el Congreso reaccionó declinando dar su aprobación a las normas sobre recaudación fiscal, con
miras a imponer la supremacía que le granjeaba la Carta. HEISE GONZÁLEZ, Julio. El período parlamentario, T. I,
p. 91 a 96. Los partidos mayoritarios en el Congreso se negaron en 1890 a aprobar la ley de presupuesto para el año
siguiente, a fin de obligar al presidente a cambiar su gabinete. BRAVO LIRA, Bernardino. La Constitución de 1833.
Revista chilena de Derecho, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica, Santiago, v.10, n° 2 mayo-
agosto 1983, (317-329), p. 328.
La disputa entre el Ejecutivo y el parlamento alcanzó su paroxismo con la negativa de BALMACEDA, sin expresión
de causa, a convocar a este último a legislatura extraordinaria para aprobar las leyes periódicas de presupuesto y
aquella que autoriza el ejército y las fuerzas de mar permanentes, en circunstancia que se sostiene que la práctica,
autorizada por los reglamentos de ambas cámaras, lo obligaban a proceder de ese modo. Se indica que sin esas
aprobaciones el régimen constitucional no podía sostenerse, que para suplir la falta de ley presupuestaria el
gobierno recurrió a partir de enero de 1891, a resoluciones administrativas que fueron rechazadas por
inconstitucionales e ilegales por el Tribunal de Cuentas y la Dirección General del Tesoro, desde que sólo al
congreso corresponde fijar el presupuesto de la nación. Frente a ello, Balmaceda libró decretos de insistencia,
oficializando de este modo la dictadura. HEISE, op. cit. (El período…), pp. 97 ss., 100 y 101. El uno de enero
de 1891 Balmaceda declaró prorrogadas las leyes de presupuesto y de autorización de las fuerzas de mar y tierra,
dando lugar a que el Congreso determinase deponerlo por haber violado la Carta. EYZAGUIRRE. Historia
Constitucional p. 161 y ss.
Se ha asociado la tensión entre BALMACEDA y el Congreso a una suerte de megalomanía política del primero: su
obstinada sed de poder dictatorial. En contraste, se ensalza la incansable búsqueda de la mesura y respeto
constitucional por parte del Congreso, en defensa del ideal democrático y el gobierno de gabinete. HEISE, op. cit. (El
período…), p. 97. Para otros es considerado, también bajo una perspectiva psicológica, como de inteligencia
brillante, romántico, orgulloso, susceptible, amante de la gloria e incandescente al extremo de identificar la
patria con él mismo. EYZAGUIRRE, op. cit., p. 154.
Por otro lado, se aduce llanamente que se habrían enfrentado dos facciones de la oligarquía gobernante por
una cuestión de principios. La disputa se traduciría, en concreto, en la pugna entre el parlamentarismo y el
autoritarismo presidencial. El primero, defensor de la libertad y de una creciente democratización, en tanto que el
segundo, proclive al autoritarismo y la concentración del poder. GÓNGORA, op. cit. p. 25; HEISE, op. cit. (El
período…), p. 97. p. 108 y 109. HEISE, op. cit. (1977), p. 42.
Una vez desatadas las hostilidades, se apunta que las persecuciones, los azotes, y la represión impulsada por
BALMACEDA, unida al desabastecimiento, impresiono profundamente a las clases populares, quienes terminaron por
considerar a este último como un simple tirano. HEISE, op. cit. (El período…), p. 97. pp. 119 y 120
Por otro lado, se ha sostenido la inexactitud de que BALMACEDA contó con el respaldo de las clases
populares. Muy por el contrario, la posición que las masas desposeídas y los grupos medios en relación con el
conflicto, fue de una indiferencia absoluta. La causa de esta postura de los referidos grupos habría estado en la falta de
conciencia del problema de la aguda desigualdad entre estratos sociales, unida a la carencia de toda organización
política de los sectores populares, incluso de líderes o caudillos. Se rematan tales afirmaciones declarando que las
políticas impulsadas por BALMACEDA no tenían un carácter social, que este buscó alianzas con diversos grupos,
incluso los más tradicionalistas, sólo con miras a triunfar en el conflicto y que finalmente todos los estratos sociales
abrazaron mayoritariamente la causa del Congreso. HEISE, op. cit. (El período…), pp. 108, 110, 120 ss. y 128.
Luego del triunfo de los Congresistas, se aduce que para los sectores cultos, para la juventud y para los
hombres públicos, el parlamentarismo representó la forma de convivencia más avanzada y la única posibilidad de
desarrollo de las instituciones democráticas. Hasta 1925 este régimen se desenvuelve en Chile sin ningún obstáculo. El
puntal que sostuvo esta forma de gobierno, fue el reconocimiento del poder político exclusivamente a favor de un
pequeño grupo acomodado y culto. El parlamentarismo incompleto así conquistado, aseguraba a la oligarquía
dominante un más efectivo predominio en parangón con un parlamentarismo bien reglamentado, apto para ofrecer la
seguridad de un mayor equilibrio de poderes. HEISE, op. cit. (El período…), pp. 133 a 136.

Un gobierno que, dados los recursos con los que contaba fruto del impuesto al salitre, estaba en
situación de emprender su gestión e inversión, e incluso aumentar el tamaño del Estado, dando lugar a una
nueva capa de poder. Eyzaguirre, Jaime. Historia Constitucional de Chile, p. 154. BALMACEDA impulsó la
creación del Ministerio de Obras públicas, y la ejecución de diversas de tales obras, algunas asociadas al
crecimiento del Estado, tales como la edificación escolar, de las vías férreas, la creación del Tribunal de
cuentas, y del Instituto pedagógico. Íd. p. 155.

Según explica DONOSO, las causas de la “revolución” de 1891 pueden agruparse en diversos rubros.
Las causas psicológicas, a la egolatría de BALMACEDA. Las causas políticas, corresponden el anhelo de
quebrantar el absolutismo presidencial. Las económicas se vinculan con las primeras manifestaciones del
influjo del capitalismo internacional en la política gubernativa chilena; y las causas sociales, con las ansias de
predominio de la plutocracia agrícola y bancaria, que no tenía el contrapeso de la clase media, ajena al
quehacer político. DONOSO NOVOA, Ricardo. Las ideas políticas en Chile. México, Ed. Fondo de Cultura
Económica, 1ª ed. 1946, p. 377. RUIZ-TAGLE reduce el problema a que BALMACEDA se hizo del poder a
partir del respaldo de los grupos parlamentarios, pero luego pretendió deshacerse de ellos. Op. cit. (2006), p.
108.

El punto central correspondería a que BALMACEDA pretendió gobernar con prescindencia de


los grupos políticos dominantes de la élite chilena. 1 En efecto, la conflagración de 1891 marco la
culminación del derrotero que siguió el grupo socialmente dominante para hacerse del poder
político bajo una suerte de fórmula asamblearia; una mancomunada cooptación de todo el espacio
público, en que ya no se dependía de ninguna autoridad fuerte o dictatorial, cuasi marcial, para
asegurar el control. Dicha fórmula resultaba la más adecuada para preservar sus intereses y afanes.
Al equilibrio alcanzado, se oponía el ímpetu de BALMACEDA en situarse por sobre el referido grupo
y arrogarse la jefatura de todos los chilenos. Algo así como una figura monárquica arbitral, con la
nobleza en un costado, en el otro el estado llano y en sus manos la solución de los conflictos que
involucrasen a ambos. En suma, el riesgo estaba representado por un poder presidencial con aptitud
y posibilidades de erigirse por sobre los intereses de la minoritaria clase dominante, ahora
organizada políticamente de modo eficiente.

ARRIBA______

Con posterioridad a 1891 el régimen parlamentario parcial o incompleto, pudo


definir a su gusto el gabinete presidencial, con el importante refuerzo que le proveía la
compatibilidad entre parlamentarios y ministros de Estado y las mencionadas leyes
periódicas. Por otro lado, pero convergente con el amplio predominio del Parlamento,

1
HEISE, op. cit. (1977), p. 42.
concluye definitivamente la intervención electoral del presidente, quedando el manejo de
las elecciones, al igual que el del gobierno, en manos de los partidos y sus dirigentes. 2 En
suma, el Congreso terminará por reemplazar al Presidente en todos los aspectos de la vida
pública, disciplinados o no por la Carta y las leyes. El Presidente no será más una amenaza
para los intereses de la oligarquía encausados a través de la política partidista y su sede por
excelencia radicada en el Congreso.3 (BRAVO, op. cit. (1983), pp. 328 y 329.

2
Bravo. La Constitución de 1833, p. 329.
3
Con la reforma de 1874 el Consejo de Estado deviene en instrumento de los partidos, para presionar
al Presidente en el ejercicio de sus facultades (Bravo. La Constitución de 1833, p. 328). A partir de esta
modificación tres de sus miembros serían elegidos por el Senado y tres por la Cámara de Diputados. Los
elegibles son ex Ministros, Intendentes, Diplomáticos, Gobernadores o Municipales. La competencia del
Presidente para designar a todos sus miembros se reduce sólo a uno: un miembro de los tribunales superiores
con asiento en Santiago. Por otro lado, se establece la incompatibilidad entre miembro del Consejo y Ministro
de Estado.
En 1882 se modifica el procedimiento de reforma constitucional ampliando las atribuciones
parlamentarias en desmedro de las presidenciales. Se amplió a los habilitados para proponer reformas a la
Carta a cualquier parlamentario y a la sede para impetrarlo, se añadió la Cámara de Diputados. Su discusión y
ratificación posterior pueden tener lugar sin necesidad de convocatoria especial del Presidente. Se restringe el
derecho a veto de este último sólo a propuestas modificatorias o correctivas, cuya aprobación en el Congreso
demanda un quórum reforzado. El proyecto puede ser promulgado en lo no observado por el Presidente en
caso de no alcanzarse los quórums de aprobación o insistencia. El Congreso puede insistir con dos tercios de
los miembros presente de cada Cámara, dando lugar a la promulgación sin las observaciones del Presidente, la
que debe tener lugar en los plazos que la propia constitución establece.
En 1891, se establece como facultad de la Comisión conservadora la de convocar al Congreso a
sesiones extraordinarias cuando lo estimare conveniente o cuando la mayoría de ambas Cámaras lo pidiere
por escrito y se exige que los Ministros Diplomáticos nombrados por el Presidente de la República sean
aprobados por el Senado o durante su receso por la Comisión Conservadora.
En 1892, se añaden inhabilidades e incompatibilidades para los cargos de Diputado y Senador. Se
agrega como inhabilidad la de los magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia y los funcionarios que
ejercen el ministerio público. Se establece que el cargo de Diputado o Senador es gratuito y se agrega su
incompatibilidad con todo empleo público retribuido, y con toda función o comisión de la misma naturaleza.
Sin embrago, se establece la compatibilidad del cargo de Ministro de Despacho con el de Diputado o Senador.
En 1893 se limita la facultad de veto presidencial a los proyectos de ley. Al efecto, se suprime la
facultad presidencial de rechazar totalmente un proyecto; se establece que si las dos Cámaras aprobaren las
observaciones del Presidente, el proyecto tendrá “fuerza de ley” devolviéndose al Presidente para su
promulgación, y que las Cámaras podrán insistir en el proyecto originalmente aprobado mediante el quórum
de los dos tercios de los miembros presentes en cada una.
Finalmente, en 1924, mediante la ley 4.004, se reforma la Constitución, agregando como atribución
exclusiva de la Cámara de Diputados la de “manifestar si los ministros merecen o no confianza”, y la del
Presidente, la de “disolver por una vez durante los cuatro primeros años de su período, a la Cámara de
Diputados. En el acto mismo de la disolución se llamaba a elecciones durando la Cámara de Diputados
elegida el tiempo que faltare a la disuelta. Se establece, además, que el Senador o Diputado designado
Ministro de Despacho debe ser ratificado en la provincia o departamento que represente en su cargo
parlamentario, en una elección realizada dentro de los treinta días siguientes a la aceptación del cargo de
Ministro.
Fue la política impulsada por este sistema asambleario oligárquico, la que debió
enfrentar el problema social que afectaba al amplio sector popular denominado
genéricamente como la “cuestión social”. Para tal efecto se promulgaron diversas leyes a
partir de 1906.4 Tales previsiones normativas de corte social, fueron el reflejo de una
sentida preocupación de un sector de la élite política, especialmente de liberales y
radicales.5 Sin embargo, más que tratarse de un problema de suficiencia de tales
prestaciones para hacer frente a la problemática social contingente, lo cierto es que la
tensión no resuelta es el sentido anhelo de autogobierno por el que pugnaba el amplio
sector tradicionalmente excluido, frente al cual se sitúa la persistente aristocracia urbana
radicada en Santiago.

4
Ley 1838 del año 1906, sobre Habitaciones obreras, modificada en 1909, 19011, 1912 y 1916, y su
Ordenanza de 1916; Ley 1990 del año 1907 sobre Descanso Dominical modificada en 1917; Ley 2.675 del año
1912, sobre Protección de la Infancia Desvalida; Ley 2.798 del año 1913, sobre inembargabilidad de las
cuotas mortuorias; Ley 2.951 de 1915, sobre Sillas para Empleados y Obreros; Ley 2.977 de 1915, sobre
Feriados; Ley 3.170 de 1916, sobre Accidentes del Trabajo; Ley 3.185 de 1916, sobre Salas Cunas en los
establecimientos industriales que ocupen mujeres; Ley 3.321 de 1917, sobre Descanso Dominical que deroga
la anterior; Ley 3.321 de 1917, que Modifica el Descanso Dominical; Decreto 4.353, del Ministerio del
Interior, de 1917, sobre solución de las huelga; Ley 3.607 de 1920, sobre Caja de Crédito Popular; Ley 3.654
de 1920, sobre Obligación de la Educación Primaria y Ley 3.915 de 1923, sobre Peso de los sacos a cargar. La
ley N° 4.053 conocida como "Contrato de Trabajo", aprobada el 8 de septiembre de 1924, reguló entre
diversas materias referidas a la reglamentación del trabajo y limitaciones que afectaban a mujeres y niños, la
jornada de trabajo diaria de 8 horas y la semanal de 48.
5
Góngora. Noción de Estado p. 98 y 105 (revisar que lo cita PRT).

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