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MÓDULO 7
DOLOR ONCOLÓGICO
María García, María Rivas, Dolors Zamora
con la colaboración de Carmen Vena y Mª de la Concepción Reñones
“…es lo que cualquier persona que lo experimenta dice que es, y existe siempre que la persona que lo
sufre dice que existe.”
Mc. Caffery
1.CONCEPTOS
El dolor es uno de los síntomas más frecuente que aparece en el paciente oncológico, qué más autolimita y
angustia tanto al paciente como a la familia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al dolor oncológico como un dolor crónico con
características propias que no se limita únicamente al tiempo de duración, sino que incluye la presencia de
sufrimiento,impotencia , desesperanza, factores que condicionan la conducta dolorosa debido al compromiso
afectivo. Puede ser tan extremo o insoportable como para inducir al paciente al suicidio. Aquí el dolor no es un
síntoma sino la enfermedad misma.
El dolor relacionado con la enfermedad oncológica afecta a múltiples dimensiones del ser humano, tanto
somáticas como afectivas y sociales, por lo que se hace preciso un abordaje multidisciplinar, no sólo de las
especialidades médicas sino también de enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, fisioterapeutas, auxiliares,
voluntariado, etc.
Esta visión multidimensional del dolor la expresó C. Saunders cuando hablaba del dolor total refiriéndose a que
el dolor experimentado y expresado por el paciente, viene modulado desde diferentes fuentes tanto físicas, como
emocionales, sociales y espirituales.
El dolor en el paciente oncológico tiene un “significado especial” ya que, la mayoría de los pacientes, relacionan
la intensidad y persistencia del dolor con el progreso de la enfermedad, de ahí la importancia de evaluar el dolor
de manera individual, seriada y analizando los factores psicosociales que alteran la percepción dolorosa, así
como la presencia de enfermedades concurrentes y del grado de apoyo social.
Cuando tratamos a un enfermo oncológico con dolor, debemos de ser conscientes que se trata de un dolor con
connotaciones propias:
• No se puede aislar de la enfermedad que lo genera, ni de las circunstancias y entorno cultural del que lo
padece.
• Su significado es demasiado aparente para el enfermo y está casi siempre asociado a un grado de
sufrimiento.
• Si no es tratado adecuadamente, ocupa cada vez más la atención del paciente y de su familia y lo aísla del
entorno.
• Es de difícil manejo y con efectos indeseables.
• Los fármacos por sí solo no van a ser suficientes.
Este dolor es una enfermedad por sí misma.
Aunque actualmente existe un importante arsenal terapéutico para la lucha contra el dolor, muchas veces sigue
sin ser controlado ya que se dan ciertas barreras que dificultan su manejo y control basadas, principalmente, en
la falta de formación y actualización del personal sanitario en dolor, en la baja prioridad a los tratamientos del
dolor por cáncer por parte de las estructuras sanitarias y en las falsas creencias de la propia familia y sociedad
frente al dolor y el uso de analgésicos.
El dolor oncológico sigue siendo, hoy en día, un problema sin resolver cuyo camino de solución tiene que
proceder de la Administración sanitaria pasando por un aumento del gasto sanitario destinado a su estudio y
tratamiento, por la creación de Comités de dolor en los centros sanitarios, con una documentación adecuada y
consensuada y una mayor formación sobre dolor a nivel universitario.
EVALUACIÓN
Dolor oncológico
FACTORES ENFERMEDADES
INDIVIDUAL SERIADA APOYO SOCIAL
PSICOSOCIALES CONCURRENTES
2. EPIDEMIOLOGÍA
Hay tumores que producen más dolor que otros: los tumores óseos y de páncreas cursan con dolor en el 80%
de los casos, los linfomas en el 20% y la leucemia el 5%.
En términos generales la frecuencia del dolor oncológico se halla asociada al estadio evolutivo de la
enfermedad, así: en el momento del diagnóstico de una neoplasia éste está presente en el 37% de los
pacientes, en fases iniciales sobre un 48% y en fases más avanzadas en el 74%.
También se ha observado que la prevalencia del dolor se halla asociada a la supervivencia: el 28% para
supervivencias de 6 meses, el 46% para 3 meses, el 67% para 1 mes, el 75% 1 semana y el 79% para 1 día.
(estudio de Peng y cols.2006).
El estudio publicado en la literatura (Caraceni A, Portenoy R, 1999) sobre las
características del dolor oncológico, liderado por el grupo de interés en dolor por cáncer
dentro de la Asociación Internacional para el estudio del dolor (IASP), evaluó 1095 pacientes por 58 especialistas
en dolor en 24 países diferentes. Los resultados fueron:
• 25% de los pacientes experimentaron dos o más dolores
• 92.5% tuvo uno o más dolores causados directamente por el cáncer
• 20.8% tuvo uno o mas dolores causados por la terapia antineoplásica
• El promedio de duración del dolor fue de 5.9 meses
• 66.7% registró como el peor dolor el día antes del estudio con puntuaciones por encima de 7 en la escala
numérica del 0 al 10
• La presencia de dolor irruptivo, dolor somático o neuropático, edad por debajo de 60 años y Karnofsky por
debajo de 70 fueron los factores predictivos más importantes para el dolor intenso.
• El dolor somático fue el más prevalente (71.6%), el visceral en un 34.7% y el neuropático en un 39.7%.
Estos datos, absolutamente extrapolables vienen a resumir que el dolor en el cáncer es plurietiologico, mixto, e
intenso.
En una revisión sistemática de la epidemiología del dolor oncológico en Med-line hasta el 2007:
• La prevalencia del dolor en cáncer depende de su estadio evolutivo: en estadios iniciales es de un 50%,
mientras que en las fases avanzadas puede llegar hasta el 80%
• No todos los tumores se relacionan por igual con la presencia de dolor, los que afectan al hueso se asocian
con más dolor.
• La intensidad se afecta por factores tales como el significado que el paciente le otorga, siendo mayor si el
paciente lo atribuye a la progresión del cáncer
• El síndrome doloroso y sus características son independientes del origen de la neoplasia
• El dolor habitualmente se relaciona con la progresión tumoral pero se considera que un 20% de los dolores
son secundarios al tratamiento oncológico, en la población pediátrica es del 66%
• Los pacientes ancianos con déficits funcionales y cognitivos son el grupo con mayor riesgo de obtener mal
control del dolor.
3.1.ETIOPATOGENIA
Aunque la causa principal del dolor en cáncer es por progresión del proceso tumoral, alrededor de una quinta
parte de los dolores pueden asociarse al tratamiento oncoespecífico ya sea quimioterapia, cirugía o radioterapia.
(Tabla 1, Figura 1)
Leptomeninges
Directas
S.N. Periférico (masas paravertebrales, pared torácica,
Nervios metástasis retroperitoneales)
(neurítico)
Plexopatías (braquial, lumbar, sacra)
Compresión medular
Base cráneo
Cuerpo vertebral
Aplastamiento vertebral
Hueso (óseo)
Síndrome sacro
Generalizado
Mieloma
Víscera (visceral)
Indirectas
Infección
Tratamientos
Mucositis
Mixto
Noceptivo Neuropático (noceptivo y Irruptivo
neuropático)
Óseo Espontáneo
Al igual que otros dolores el dolor oncológico se puede clasificar según el mecansimo de producción y la
localización, ya que condicionan el tratamiento. (Figura 2)
El dolor oncológico se puede manifestar de la misma manera que se ha reseñado en la clasificación general del
dolor en otro módulo anterior pero en el cáncer avanzado el dolor es a menudo crónico y progresivo, tiende a
persistir por meses o años, alternando periodos de cronicidad relativamente estables con otros de exacerbación
aguda. (Figura 3)
Particularmente los tipos de dolor que más aqueja el paciente oncológico son:
• Dolor basal: dolor continuo que precisa una medicación pautada, no a demanda, quizás progresiva y siempre
con la posibilidad de poder administrar medicación de rescate para su control o fármacos coadyuvantes ante
su reactivación.
Puede tener ascenso o descenso de su intensidad pero sin llegar a desaparecer.
• Dolor irruptivo: exacerbaciones, transitorias rápidas sobre el dolor basal.
Dolor
oncológico
Alterna periodos
Persiste meses
Crónico Progresivo de cronicidad con
o años
periodos agudos
Hemos comentado anteriormente que en el dolor basal pueden aparecer episodios o crisis de dolor, lo que se
denomina dolor episódico o irruptivo (breakthrough pain). Este tipo de dolor es frecuente en los pacientes
oncológicos, tiene unas características especiales y merece una especial reseña.
El dolor irruptivo se define como “exacerbación transitoria del dolor experimentado por un paciente que sufre
un dolor basal relativamente estable y adecuadamente controlado” (Portenoy et al. 2004).
Puede ser:
- espontáneo o idiopático cuando aparece de forma inesperada
- incidental, denominado también dolor provocado o cuando se relaciona con el movimiento, está relacionado
con hechos específicos y puede subclasificarse en tres categorías:
• Volitivo: el dolor aparece en relación con actos efectuados voluntariamente por el paciente (caminar)
• No volitivo: el dolor es desencadenado por actos efectuados de manera involuntaria por el paciente (tos)
• Inducido por procedimientos: está relacionado con las intervenciones terapéuticas (cura de herida)
- por fallo de dosis de los analgésicos, este tipo de dolor está relacionado con la disminución en los niveles
sanguíneos de dosis analgésica. (Figura 4)
El dolor irruptivo oncológico se caracteriza por tener una intensidad de moderada a intensa, un inicio rápido (3-5
minutos), una duración corta (15-30 minutos) y una frecuencia de 1-4 episodios al día. (Figura 5)
En la valoración del dolor irruptivo oncológico se debe determinar:
- Tipo de dolor irruptivo
- Número de episodios
- Forma de inicio
- Intensidad y duración de los episodios
- Localización e irradiación
- Presencia de factores precipitantes/aliviadores
- Respuesta al tratamiento
- Interferencia en la vida diaria
Dolor
IRRUPTIVO
oncológico
Volitivo
No volitivo
Inducido procedimientos
Rápido inicio
Corta
duración Frecuencia
Dolor
irruptivo
oncológico
Dolor de base
En cuanto al manejo farmacológico, las características de los fármacos para el dolor irruptivo es que tienen que
tener un inicio de acción rápido, una eficacia potente, duración corta, comodidad de uso y un buen perfil de
seguridad.
1. Modificación del régimen analgésico básico (frente al dolor basal):
- Incremento de las dosis de los analgésicos
- Aumento del número de analgésicos utilizados
- Uso de fármacos complementarios a los analgésicos
2. Uso de analgésicos de manera episódica (“analgésicos de rescate”):
- Analgésicos no opiáceos
- Analgésicos opiáceos
- Otros medicamentos (midazolam, óxido nitroso…)
Tratamiento no farmacológico:
- Técnicas de afrontamiento y masajes
- Aplicación de calor
- Aplicación de frío
- TENS (Estimulación Eléctrica Nerviosa Transcutánea)
- Técnicas de distracción
- Técnicas de relajación
El dolor irruptivo no es una entidad única, sino un espectro de entidades muy diferentes. Sus características
clínicas varían en cada persona y también lo pueden hacer en un mismo paciente a lo largo del tiempo (Portenoy,
1997). Sin embargo las características del dolor irruptivo a menudo están relacionadas con las correspondientes
al dolor basal.
Parece existir una asociación entre la presencia de dolor irruptivo y la intensidad o la frecuencia del dolor basal,
es decir, los pacientes con dolor irruptivo muestran más a menudo un dolor basal más intenso o más frecuente
(Caraceni et al. 2004), por ello resulta difícil el control global del dolor irruptivo.
Este tipo de dolor, tiene efectos sobre la actividad física del paciente, el estado de ánimo, las relaciones sociales
y la satisfacción con el tratamiento, por lo que puede dar lugar a diversos problemas físicos, psicológicos y
sociales e influye de manera negativa sobre la calidad de vida de los pacientes. Asociándose a un mayor uso de
los servicios sanitarios, aumento de los costes directos (medicamentos) e indirectos (traslados) tanto para los
servicios sanitarios como para el paciente y sus cuidadores.
La mayoría de las metástasis óseas son causadas por el mieloma múltiple y el cáncer de próstata, mama y
pulmón. Los huesos más afectados son las vértebras, pelvis, fémur y cráneo.
El síntoma que con mayor frecuencia aparece es el dolor, causado por invasión directa del hueso por el tumor
con activación de nociceptores locales o compresión de nervios adyacentes, estructuras vasculares y tejidos
blandos. Son frecuentes varias áreas de dolor ya que muchos pacientes tienen metástasis múltiples.
El dolor es descrito como sordo y continuo y localizado generalmente en el área de la metástasis y de mayor
intensidad con el movimiento. Las metástasis vertebrales pueden improntar en una raíz nerviosa con el resultado
de dolor radicular.
Los pacientes con metástasis craneales pueden presentar cefalea, dolor al movimiento de la cabeza y dolor en
cara, cuello y hombro.
Las metástasis óseas además del dolor pueden originar complicaciones como fracturas patológicas,
hipercalcemia y compresión de la médula espinal
El diagnóstico de las metástasis óseas se establece por radiografía simple, gammagrafía ósea y RNM.
Entre las opciones de tratamiento la radioterapia paliativa es la de elección. Los opioides mayores tienen efecto
analgésico parcial en el dolor óseo por lo que se emplearán combinados con AINES. El tratamiento hormonal,
la calcitonina, los bifosfonatos y/o radioisótopos, el empleo de corticoides parenterales pueden ser también un
tratamiento adecuado para el control del dolor óseo.
4.2. Fracturas costales
Son la causa del dolor torácico más o menos incidental, se exacerba con los cambios de posición, pero también
con la tos, las respiraciones profundas y la torsión del tronco. El dolor puede ser constante o puede desaparecer
o cambiar de características si el crecimiento del tumor fija la fractura.
A parte de la analgesia, la manera más rápida y satisfactoria suele obtenerse con el bloqueo anestésico con
corticoides y si es adecuado la neurolisis con fenol o radiofrecuencia.
La compresión medular es la complicación más grave de las lesiones tumorales primarias o metastásicas de la
columna vertebral, constituyendo una urgencia médica.
El dolor es generalmente en la línea media, pero los pacientes cuyo tumor compromete la raíz nerviosa presentan
dolor penetrante o punzante de distribución radicular. Más del 70% de pacientes con compresión medular tienen
anormalidades en el sitio del dolor en la radiografía simple (fracturas, lesiones líticas, lesiones blásticas).
Sin tratamiento el dolor se intensifica lentamente hasta la aparición de síntomas neurológicos debido a la
compresión de la médula espinal. Los signos de compresión medular incluyen alteraciones motoras, sensitivas y
autónomas (vejiga, intestino).
Ya que el dolor es un síntoma tan precoz y seguro, las metástasis epidurales pueden ser muchas veces
diagnosticadas y tratadas antes que aparezcan los déficits neurológicos. Los pacientes con dolor crónico de
espalda con anormalidad radiológica en la zona deben ser sometidos a evaluación de RM. Los que presentan
dolor progresivo de espalda o región cervical con estudio radiográfico normal también deberían ser sometidos a
estudio por imagen del espacio epidural, incluso aquellos en los que la exploración neurológica sea normal.
El principal apoyo del tratamiento farmacológico habitual lo constituyen los corticoides. La radioterapia o la
cirugía seguida de radioterapia son los tratamientos de elección. (Figura 6)
MTX
espinales
Sintomáticas Asintomáticas
Observación,
Compresión neural RT profilactica,
estabilización
Sí No
Esteroides Inestabilidad / Fx
Tto QX? Sí No
RT post QX +/- RT
Las metástasis cerebrales de carcinomas sistémicos son causa común de cefalea difusa (más intensa por
la mañana, disminuyendo en intensidad a última hora de la tarde, a menudo asociada a nauseas y vómitos,
hemiparesia y otros signos de afectación del SNC que viene dada por la elevación de la presión intracraneal,
epilepsia, apoplejía y signos focales, como resultado de la compresión/infiltración tumoral. El cáncer de pulmón,
los melanomas de pared torácica y las neoplasias del tracto digestivo dan origen a metástasis cerebrales.
Los tumores abdominales se caracterizan por dolor tipo cólico, más intensos después de las comidas, asociado
a náuseas. El dolor puede abarcar todo el abdomen o referirse a dermatomas cutáneos alejados (hombros,
espalda, región cervical). Pacientes con tumores en intestino delgado o grueso tienen en ocasiones una
combinación de dolor, obstrucción y hematemesis o melenas.
Hay que tener también en cuenta que estos pacientes pueden padecer enfermedades médicas no malignas,
como los sujetos normales, que producen dolor abdominal como pancreatitis, apendicitis colecistitis.
El estreñimiento es un problema frecuente, ya sea asociado a la inactividad o a la toma de analgésicos opioides
que puede ser causa de dolor abdominal, es un dolor difuso, con mayor o menor distensión y asociado a dolor
cólico, aunque no siempre.
4.6. Plexopatías
Los plexos cervical, braquial y lumbosacro pueden ser origen de dolor crónico en pacientes con cáncer.
El dolor puede ser producido por infiltración directa de tumor o por compresión causada por fibrosis
posradioterapia de las estructuras adyacentes, siendo el dolor de menor intensidad que en las relacionadas
solamente con el tumor.
Las posiciones forzadas en el transcurso de intervenciones quirúrgicas prolongadas pueden también producir
plexopatía braquial (C5-C8,D1).
La plexopatía braquial es una complicación frecuente del cáncer de mama, pulmón y linfomas.
El dolor aparece en el 85% de pacientes con afectación del plexo braquial, pudiendo ir precedido de debilidad o
alteración sensorial durante meses.
Cuando está afectada la parte superior del plexo, el dolor comienza en el hombro, asociándose con sensaciones
punzantes y parestesias en los dedos pulgar e índice. Cuando la afectación es en la parte inferior del plexo, que
es lo más frecuente, el dolor comienza también en el hombro, irradiándose hacia el codo, brazo, antebrazo y 4º y
5º dedos de la mano.
El dolor originado en el plexo cervical (C1-C4) se manifiesta a menudo como un malestar doloroso que puede
irradiarse a las regiones cervical y occipital. Generalmente está causado por ganglios linfáticos metastáticos o
bien por lesión primaria o extensión local de tumores de cabeza y cuello.
El plexo lumbosacro, empotrado en el músculo psoas, puede ser invadido por tumores del abdomen y de la
pelvis. Las neoplasias colorrectales, de endometrio y renales, además de sarcomas y linfomas pueden invadir el
plexo por extensión directa. El 25% de plexopatías lumbosacras son metástasis.
El dolor en la infiltración del plexo lumbar (D12,L1-L5) es frecuente referido a hipogastrio, glúteos y extremidad
inferior.
La infiltración del plexo sacro (L5,S1-S4) produce dolor perineal y perirrectal, exacerbándose con la posición
sentada y decúbito supino.
Las lesiones de la cola de caballo (L4-S5) se caracterizan por dolores radiculares ciáticos, hipoestesia o
anestesia en silla de montar e incontinencia fecal y urinaria.
Los tumores frecuentemente implicados son tumores genito-urinarios, mama, sarcomas y linfomas.
Los nervios periféricos pueden ser comprimidos o infiltrados por tumores o por fibrosis postadioterapia, por
quimioterapia neurotóxica o por incisiones cutáneas y retracción de tejidos durante la cirugía.
La neuropatía sensitivo motora se caracteriza por parestesia distal, alteración sensitiva, debilidad y agotamiento
muscular.
Las neuropatías periféricas relacionadas con las dosis de quimioterapia (Vincristina, Cisplatino, Tazol) se
manifiestan por disestesias en el pie y posteriormente en la mano. El tratamiento de la neuropatía implica la
disminución o retiradas de la medicación.
En ausencia de recurrencia tumoral, el dolor persiste después de la cirugía es el resultado de lesión
intraoperatoria de nervios cutáneos o profundos. Los síndromes de dolor quirúrgico persistente después de una
operación quirúrgica o dolor recurrente después de que el dolor postquirúrgico inicial se ha resuelto.
Las características clínicas se relacionan con la localización y extensión de la lesión nerviosa.
4.8. Mucositis
La mucositis es una complicación que puede aparecer en algunos pacientes que reciben quimioterapia citotóxica
o radioterapia en la cabeza o región cervical.
En pacientes que reciben quimioterapia la incidencia e intensidad de la alteración de la mucosa está influenciada
por los fármacos, su dosificación y el programa de administración. La presencia de una higiene oral deficiente
puede contribuir y agravar la aparición de mucosistis. El dolor es con frecuencia intenso, interfiriendo con la
ingesta.
La radioterapia de la mucosa orofaríngea y esofágica produce efectos inflamatorios predecibles que normalmente
aparecen al final de la segunda semana de tratamiento, permaneciendo en meseta hasta la cuarta semana y
persistiendo en ocasiones durante dos o tres semanas después de la terminación del mismo.
Inicialmente la mucosa aparece enrojecida y edematosa, pudiendo, a medida que avanza el proceso, cubrirse con
un exudado de fibrina.
En ambos casos la intensidad del dolor está relacionada con la extensión del tejido lesionado y con el grado de
inflamación local. El enfermo describe sensación de quemazón acompañada de eritema.
Enfermería tiene un papel fundamental en el manejo del paciente con dolor oncológico, como profesional desarrolla
los tratamientos enfermeros con la independencia necesaria dentro de los equipos multidisciplinarios.
La intervención de enfermería, respecto al paciente con dolor oncológico, tanto desde las consultas de Atención
Primaria, como desde el domicilio o ingreso hospitalario, va a estar relacionada con la propia enfermedad,
con los tratamientos, algunos procedimientos y situación del paciente, como la movilidad, debilidad, nutrición/
eliminación, etc.
Dentro del equipo multidisciplinar, trabaja como cuidadora y facilitadora de recursos contribuyendo a que el
paciente tenga confort y una mayor calidad de vida. Debemos ser apoyo tanto para el paciente como para la
familia y nexo de unión con los demás componentes del equipo que estén tratando el dolor del paciente.
Frente al dolor oncológico la enfermera sabrá:
- Valorar adecuadamente el dolor
- Utilizar instrumentos para medir su intensidad: métodos unidimensionales. (escalas), multidimensionales
(cuestionarios), observacionales (sobretodo en niños, personas con trastornos del lenguaje, deterioro
cognitivo…).
- Conocer los tipos de dolor.
- Saber los factores moduladores del dolor.
- Asegurar los cuidados analgésicos correspondientes.
- Administrar el tratamiento.
- Tener conocimiento de los fármacos utilizados en dolor: escalera analgésica (OMS), farmacodinámica, efectos
adversos.
- Prevenir efectos secundarios.
- Utilizar dosis de rescate: anticiparse al dolor, titular dosis.
- Conocer diferentes vías de administración: oral de elección, transdérmica, subcutánea, intranasal, rectal,
endovenosa, epidural.
- Conocer sistemas y técnicas de administración.
- Mejorar el sueño.
- Atender a la familia.
- Facilitar y contar con sistemas de apoyo.
- Apoyar y reforzar las indicaciones del resto de profesionales.
Para llevar a cabo los cuidados del dolor en el paciente oncológico de una forma reglada, hay que realizar una
valoración global del paciente y una valoración focalizada de su dolor, partiendo del diagnóstico enfermero
del dolor, marcaremos unos objetivos que serán consensuados con el enfermo y la familia, estableceremos las
intervenciones enfermeras y evaluaremos para medir el grado de consecución de los objetivos.
Con la entrevista al paciente recogeremos los datos necesarios para identificar el diagnóstico enfermero y
poder planificar los cuidados.
Es importante recoger los datos sin olvidar ninguno y de manera ordenada. Si solo recogemos datos fisiológicos,
no podremos llegar a identificar las necesidades y la situación del paciente.
Hay que tener en presente que cuando tratamos al enfermo oncológico se plantean una serie de circunstancias
que tienen especial interés a la hora de comprender su situación:
• El significado social del término cáncer, que suele ir unido al dolor, desfiguración y muerte
• La aversividad de los tratamientos, como las mutilaciones de la cirugía o los efectos de la quimioterapia y
radioterapia
• La impredecibilidad que implica el conocimiento aún limitado de la enfermedad y la respuesta a los
tratamientos, la cual disminuye la percepción de control
• Las dificultades de manejo que supone para los cuidadores y para el personal sanitario
• El contacto con una enfermedad en la que es frecuente la provisión de malas noticias, el sufrimiento y otros
aspectos estresantes
En estos pacientes tiene una especial relevancia la observación y la comunicación, a través de la escucha
activa y la empatía, prestaremos especial atención a la comunicación no verbal.
“En cualquier situación, lo importante no es lo que les digamos a los enfermos sino lo que les dejamos decir”
(C.M. Saunders, Scientific Foundation of Oncology, 1976)
La enfermera será capaz de detectar, si un paciente no comenta su dolor al médico por encontrarse con alguna
de estas barreras:
- El dolor como secuela de un cáncer.
- Negarlo porque le recuerda al cáncer.
- Dolor como posible recidiva al cáncer.
En cuanto a la valoración focalizada del dolor que aqueja al paciente, realizaremos una amnanesis del dolor,
utilizando métodos unidimensionales (escalas de medida de dolor. EVA) y multidimensionales (cuestionarios o
test) que nos informen sobre la intensidad del dolor y características del mismo, su duración (agudo o crónico),
su mecanismo fisiopatológico: nociceptivo (somático o visceral), neuropático (central, periférico, simpático) y su
curso: contínuo o episòdico (incidental, intermitente, fallo final de dosis) .
Cuando realizamos la valoración del dolor, debemos tener en cuenta aquellos factores que influyen en la
cuantificación del dolor: subjetividad, signos externos y los factores que aumentan o disminuyen el umbral
doloroso.
Es importante conocer la propia percepción que tiene el paciente de su enfermedad, cómo interfiere el dolor en
su vida y su probable significado. Las expectativas del paciente con dolor oncológico pueden modificar su umbral
de dolor y su adaptación al mismo.
Con la valoración global del paciente oncológico y una buena valoración focalizada de su dolor sabremos qué
tipo o diferentes tipos de dolor tiene el paciente, cual es su estado emocional y su situación social, laboral y
familiar, y a partir de aquí podremos planificar nuestros cuidados.
En estos pacientes es necesaria una atenta evaluación a la familia para detectar necesidades de
intervenciones específicas a nivel grupal familiar o para alguno de sus miembros en especial, tanto a nivel
psicológico, sanitario, económico-social o en otras áreas .Realizar el genograma es importante para conocer la
estructura y función familiar.
Con su comportamiento la familia puede ser facilitadora del afrontamiento y la respuesta del paciente al dolor, y
de la labor del personal sanitario según sea su colaboración y comunicación.
Se puede formar por lo menos a algún familiar en el manejo de las crisis de dolor, del afrontamiento y técnicas
analgésicas. La familia debe ser para el paciente un sistema de apoyo y nosotros facilitadores de los mismos.
Una vez recogida toda la información, comentar los problemas identificados, valorar la opinión del paciente y/o
familia, si es oportuno tomar decisiones y derivar a otro profesional si precisa.
Debe registrarse toda la información en la historia clínica (características del dolor, intensidad, valoraciones,
etc.…) para no perder ningún dato de importancia y así en próximas citas poder valorar la evolución del
paciente. Registrar el dolor cómo el 5º signo vital.
Los diagnósticos enfermeros son la base para la selección de las intervenciones de enfermería para poder
lograr los resultados de los que los enfermeros somos responsables.
El dolor agudo (00132) y el dolor crónico (00133) son diagnósticos enfermeros, cuyas características definitorias
están descritas en el Dominio 12, correspondiente al del Confort (NANDA INTERNACIONAL 2009-2011).
Debido a la complejidad del dolor en el paciente oncológico, no sólo tenemos que intervenir en el diagnóstico del
dolor, sino en aquéllos con los que principalmente se relaciona, como por ejemplo:
- Desequilibrio nutricional
- Retención urinaria
- Estreñimiento
- Diarrea
- Riesgo de motilidad gastrointestinal disfuncional
- Trastorno del patrón del sueño
- Insomnio
- Déficit de actividades recreativas
- Deterioro de movilidad
- Deterioro de ambulación
- Sedentarismo
- Intolerancia a la actividad
- Fatiga
- Déficit de autocuidados
- Patrón respiratorio ineficaz
- Riesgo de confusión aguda
- Patrón sexual ineficaz
- Ansiedad
- Estrés
- Riesgo de sufrimiento espiritual
- Deterioro de la integridad cutánea
Tras plantear los objetivos, que serán consensuados con el enfermo y la familia, estableceremos las
intervenciones enfermeras que van a estar relacionadas principalmente con los problemas derivados de los
tratamientos oncológicos y los tratamientos contra el dolor.
Mediremos el grado de consecución de los objetivos, que puede realizarse a través de la respuesta del paciente.
En el caso del dolor, si éste aumenta, se estabiliza o disminuye, así como, si cambian sus características
(localización, irradiación, extensión, etc.) y como los objetivos evolucionan respecto a la situación anterior.
En cuanto al tratamiento, la enfermera actuará ejecutando las indicaciones médicas del tratamiento
farmacológico y aplicando el tratamiento propio de su profesión que son las medidas no farmacológicas. En
el tratamiento del dolor, los tratamientos multimodales y multiprofesionales (Figura 7) son más eficaces que los
tratamientos farmacológicos solos.
El principio básico en la analgesia es la sintomática y de soporte. El objetivo del tratamiento va a ser el alivio y
control del dolor. (Figura 8)
TRATAMIENTO
Dolor
oncológico
PLAN
ANTIÁLGICO
Alivio del dolor Aumentar las horas de sueño, Mejora del dolor ante
en reposo logrando un descanso reparador la movilización
+ comunicación
emocional
+ soporte
a la familia
Atención
OPIOIDES
POTENTES
OPIOIDES
± no opioides
DÉBILES
± coanalgésicos
NO OPIOIDES ± no opioides
± coanalgésicos ± coanalgésicos
A continuación adjuntamos una guía breve que puede ayudar en el manejo y control del dolor en los pacientes
oncológicos y una serie de consejos para los principales efectos secundarios derivados del tratamiento
analgésico.
Cómo guía breve que puede ayudar en el manejo y control del dolor en los pacientes oncológicos, la enfermera
debe seguir los siguientes pasos:
1. Creer al enfermo
2. Valoración del dolor: Tipo de dolor (sordo, punzante, quemazón, opresivo, etc…)
- Localización
- Intensidad (escala numérica, EVA)
- Frecuencia
3. Valorar la eficacia de la analgesia administrada
4. Enseñar y respetar posturas antiálgicas
5. Asegurar que tiene pautados laxantes, el enfermo que toma opioides
6. Informar, educar y responsabilizar a enfermo y familia del plan terapéutico:
- Tratamiento, vías de administración, horarios
- Adaptar horarios de visita y actividades a las necesidades del enfermo
7. Aplicar técnicas incruentas del tratamiento del dolor que se pueden utilizar solas o cómo coadyuvantes:
- Estimulación cutánea (calor, frío, masajes)
- Distracción, relajación, etc…
8. No usar placebos
El objetivo es que el paciente tenga el dolor controlado
• Determinar los momentos y las comidas en que se observan alteraciones de los sabores y olores para intentar
evitarlos en un futuro.
• Intentar escoger comidas con buena apariencia y olor.
• Si el olor de la comida molesta mucho, comprar comida preparada o pedir a alguien que la prepare.
• No entrar en la cocina cuando se prepara la comida.
• Comer las comidas que se toleren mejor, aunque sea la misma durante un tiempo.
• Elegir preferentemente pescados y carnes blancas. Macerar con zumos de frutas, vino, salsas agridulces,
especias.
• La carne y el pescado hervidos desprenden menos olor que cocinados a la plancha, parrilla, horno.
• Enmascarar alimentos poco apetecibles, como la carne o pescado, en purés o cremas.
• Cocinar con condimentos suaves, como la albahaca, la menta, el orégano, el romero, el tomillo, el laurel, el
hinojo, la mejorana, zumo de naranja o de limón.
• Evitar alimentos fuertes en aroma o sabor: café, coliflor, cebolla, carnes rojas, vinagretas, ajo.
• Comer los alimentos fríos o templados para evitar que desprendan olor y disminuir su sabor.
• Cocinar con gelatina permite mezclar alimentos, tomarlos fríos y enmascarar su sabor.
• Poner más azúcar o sal a las comidas si no están limitados por el médico.
• Beber de 2 a 3 litros de agua al día. Puede añadirse un zumo de limón para mejorar el sabor.
• Es aconsejable empezar el día tomando alimentos secos, como tostadas o galletas poco aceitosas.
• Evitar los alimentos lácteos enteros, productos ácidos y zumos de frutas ácidas.
• Distribuir la alimentación en pequeñas comidas frecuentes a lo largo del día.
• Tomar bebidas y alimentos de fácil digestión y más bien fríos.
• No mezclar en la misma comida platos calientes y fríos.
• A veces los alimentos salados se toleran mejor que los dulces.
• Evitar fritos, salsas y aderezos con vinagre.
• Cocinar preferiblemente al vapor; las carnes y pescados, a la plancha.
• Consumir alimentos de bajo contenido en grasa para vaciar el estómago más rápidamente y tener una fácil digestión.
Se aconsejan carnes como el pavo y el pollo, pescados blancos, atún enlatado en agua, leche y quesos desnatados.
• Cocinar con condimentos como la canela, la menta, el hinojo, el tomillo, la albahaca, el laurel y el jengibre.
• Las infusiones de manzanilla, menta, anís, azahar o hierba luisa después de las comidas ayudan a
encontrarse mejor.
• Es preferible no beber durante las comidas.
• Ofrecer líquidos 2 horas después del vómito.
• Algunos sorbos de Coca-Cola ayudan a calmar las molestias digestivas.
• Tener aire fresco en la casa. Respirar más oxígeno ayuda a calmar el estómago y puede disminuir la
sensación de náuseas.
• Fomentar el reposo y la relajación. Descansar incorporado 1 hora después de comer. No acostarse
inmediatamente.
• Se sugiere el uso de ropas holgadas.
• Evitar los olores fuertes y desagradables, como olores de cocina, tabaco o perfumes.
• Masticar bien la comida y comer despacio.
• Respirar profunda y lentamente cuando se sientan las náuseas.
• Realizar enjuagues de boca para eliminar sabores desagradables.
• No olvidar tomar la medicación antiemética prescrita.
• Preguntar al médico o enfermera por suplementos dietéticos si la ingestión no es suficiente.
• Realizar dieta absoluta (no comer ni beber) durante unas 2 horas para dejar descansar el intestino, según la
gravedad de los síntomas. Iniciar dieta líquida cuando el intestino esté más tranquilo.
• La dieta se introducirá de forma progresiva, según tolerancia.
• Empezar con dieta líquida repartida en pequeñas dosis durante el día: caldos, agua, infusiones suaves
(manzanilla, tila, poleo, etc.), soluciones de rehidratación oral.
• Los caldos serán desgrasados y ligeros: arroz, zanahoria, etc.
• Preparar zumos sin pulpa y poco azucarados (manzana, zanahoria), que deben tomarse sin mezclar y diluidos
en agua.
• Empezar con alimentos fáciles de digerir si se ha tolerado la dieta líquida: puré de manzana, puré de patata y
zanahoria, manzana rallada algo oxidada, arroz hervido, pescado blanco o pollo hervido.
• Añadir otros alimentos, según tolerancia: membrillo, fruta cocida, galletas «María», tortilla francesa con poco
aceite o huevo duro.
• Sustituir la leche de vaca por leche sin lactosa o leche de arroz.
• Si se toleran los alimentos anteriores, iniciar la ingestión de productos lácteos:
yogur, queso fresco.
• Cocinar al vapor o hervido, al horno, a la parrilla o brasa, a la «papillote» o a la plancha.
• Consumir de forma moderada sal y azúcar.
• Cocinar y aliñar los alimentos con aceite de oliva virgen y limón.
• Evitar condimentos irritantes para la mucosa intestinal, como la pimienta, pimentón, nuez moscada, etc.
• Evitar consumir alimentos que producen flatulencias como la col, coliflor, rábanos, nabos, pepinos, pimientos,
cebolla cruda y otros.
• Evitar el café, el té, el chocolate y las bebidas alcohólicas.
• Preferir los cereales refinados a los integrales, como el pan blanco o el arroz blanco.
• Consumir alimentos ricos en potasio: plátano, melón, zanahoria.
• Evitar consumir alimentos grasos: aguacates, aceitunas, carne y pescado graso y productos de pastelería.
• Evitar comer las verduras y las hortalizas crudas.
• Purés de verduras y legumbres pasados por el chino.
• Evitar comer fruta fresca, excepto plátano y manzana.
• La temperatura de la comida o bebidas debería ser preferiblemente templada.
Beber de 2 a 3 litros de agua al día.
• Tomar bebidas isotónicas ricas en sales minerales.
• Avisar al médico o enfermera para que valoren si se trata de una diarrea importante, si hay deshidratación o
si se han perdido sustancias importantes para el organismo.
• Consultar con el médico cualquier nueva medicación; ciertos laxantes, antiácidos, antigotosos y antibióticos
pueden agravar los problemas de absorción y diarrea.
• Para aumentar el peristaltismo o movimiento de los intestinos, se puede tomar en ayunas un vaso de agua
tibia, café, zumo de naranja, 2 o 3 ciruelas y su jugo.
• Tomar alimentos con alto contenido en fibra: pan y cereales integrales, salvado, muesli, frutos secos, y todo
tipo de verduras y frutas.
• Cocinar preferentemente al vapor, al horno, a la plancha, a la parrilla, a la brasa, hervidos y a la «papillote».
• Utilizar el aceite de oliva virgen para cocinar y aliñar.
• Utilizar hierbas aromáticas: comino, hinojo o anís verde.
• Evitar los condimentos fuertes y picantes como la pimienta y las guindillas.
• Se puede tomar sal si su consumo no está contraindicado por su médico. No abusar del azúcar.
• Utilizar los caldos después de haber cocido las verduras.
• Tomar los purés de verduras, legumbres y frutas sin colar.
• Preparar las verduras y las hortalizas crudas o al dente siempre que se pueda.
• Tomar la fruta fresca y con piel preferentemente, también se puede preparar en compota, macedonia o al
horno.
• Comer preferentemente carnes magras: pollo, pavo, conejo, ternera magra y caballo.
• Comer pescado azul y blanco.
• En embutidos, preferir el jamón de york, del país, fiambre de pavo y pollo.
• Evitar los alimentos ricos en taninos, como membrillo, té, vino tinto y manzana.
• Beber abundante agua siempre que sea posible (1,5-2 litros), 6-8 vasos de agua al día.
• Hacer ejercicio regular ayuda a la evacuación. Caminar, simplemente, puede ayudarle.
• Crear un hábito intestinal disponiendo de un horario fijo para ir al baño.
• No utilizar enemas o supositorios. Consultar con el médico o la enfermera.
• Intentar ir al baño antes del tratamiento de quimioterapia (el mismo día o el día anterior) para sobrellevar
mejor los otros efectos secundarios, como náuseas, molestias gástricas, alteración del gusto, etc.
• No menospreciar la necesidad de ir al baño.
• Consultar con el médico si no ha tenido ninguna deposición en 2 o 3 días; puede necesitar un laxante o usar
un enema, pero no deben usarse estos remedios sin consultar, ya que estos tratamientos pueden causar
complicaciones.
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