Sunteți pe pagina 1din 16

ACUERDO

En la ciudad de La Plata, a los treinta días del mes de junio del año dos mil tres, habiéndose
establecido, conforme lo dispuesto en el Acuerdo 2078 que deberá observarse el siguiente orden de
votación: doctores Cafferatta, Cappello, Servini, Montone, Muguerza, Pérez Catella y Tedesco, se
reúnen los señores conjueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar
sentencia definitiva en la causa B 63.442 “Larroque, Oscar A. c/ Fisco Pcia. Bs. As. s/ Amparo
Ley 12727”.

ANTECEDENTES
I.- El señor Oscar Aníbal Larroque, beneficiario del Instituto de Previsión Social,
por su propio derecho y con patrocinio letrado, interpone ante el Juzgado Civil y Comercial nº 16 del
Departamento Judicial La Plata, acción de amparo contra la normativa de la ley 12.727. Se
disconforma con la quita practicada al monto del haber previsional que percibe y con el pago de parte
del mismo en Letras de Tesorería –patacones-, denunciando la aplicación retroactiva de la ley 12.727
respecto de la liquidación del beneficio correspondiente al mes de julio de 2001. Afirma que las
disposiciones de la ley que ataca padecen los vicios de ilegalidad manifiesta y falta de razonabilidad;
afectan principios, derechos y garantías protegidos constitucionalmente; expresa que las
motivaciones, límites y alcances de dicha ley exceden el marco –que en situaciones como la
presente- prevén los antecedentes legales y jurisprudenciales de la Nación. En suma, señala que la
normativa contenida en la ley 12.727 en la que se sustentan la quita salarial, el cambio en la
modalidad de pago y cuestiones conexas, conculca las garantías contenidas en los arts. 14 bis, 16,
17, 18, 28 y 33 de la Constitución Nacional; 10, 11, 31, 36 inc. 3 y 40 de la Constitución de la
Provincia de Buenos Aires; arts. 3 y 740 del Código Civil.
Peticiona se declare la inconstitucionalidad de la ley 12.727, le sean restituidos los
descuentos que oportunamente se efectuaran al monto de su haber previsional y se abstenga la
Administración de abonar los mismos en Letras de Tesorería –patacones-.
Funda su derecho en los artículos 43 de la Constitución Nacional; 20 inc. 2 y 57 de
la Constitución Provincial; leyes 7166 y 16.986 (fs. 15/22).
II.- De acuerdo a lo dispuesto por esta Suprema Corte de Justicia integrada por
Conjueces, con fecha 14 de agosto de 2001, el señor Juez del trámite eleva la presente causa.
Recibidos los autos, se notifica al accionante de la integración del Tribunal y determinación de su
competencia, cuestiones todas que han quedado firmes (fs. 23/26).
III.- En este estado de las actuaciones se requiere el informe circunstanciado
previsto en el art. 10 de la ley 7166.
a) A fs. 61/73, el señor Asesor General de Gobierno, se remite a la presentación
efectuada en la causa B 62.937, cuya copia aduna.
En lo sustancial apoya la constitucionalidad de la ley 12.727; sostiene que se
encuentra dentro de las facultades del Poder Legislativo, órgano que en situaciones de crisis o de
necesidad pública tiene facultades de adoptar medidas tendientes a salvaguardar intereses
generales; afirma que no se configura violación al derecho de propiedad ya que se trata de una
limitación impuesta por la necesidad de atenuar o superar la crisis, prerrogativa constitucional que ha
sido ejercida de modo razonable; con un exhaustivo análisis de la jurisprudencia aplicable, abona su
postura.
En torno a las Letras de Tesorería denominadas “patacón”, resalta que su emisión
no ha pretendido asumir, por parte de la Provincia, facultades del Congreso de la Nación toda vez
que no se trata de moneda de curso legal forzoso; que el Estado provincial se encuentra habilitado
para su emisión en el Decreto-Ley 7764/71.
b) A fs. 75/89 se presenta el señor Fiscal de Estado. Sostiene la irrevisibilidad
judicial de la declaración de emergencia ya que el análisis de las causas políticas, económicas,
administrativas, financieras, internacionales, etc., que pudieron conducir a la misma es ajeno a los
estrechos límites de un proceso judicial. Sin perjuicio de ello, afirma que en el sub-lite no se reúnen
los requisitos necesarios- determinados por el constituyente y por el legislador- para la procedencia
de la acción de amparo impetrada, ello en los términos de los arts. 20 de la Constitución Provincial, 1
y 2 de la ley 7166. No se ha acreditado en autos la existencia de un hecho, acto u omisión
manifiestamente arbitrario o ilegal por parte de la Administración, extremos que tienen que aparecer –
en su caso- indudables, inequívocos, notorios y ostensibles. El obrar del Estado Provincial consistió
en la aplicación de una ley vigente que no ha generado una lesión grave
-actual o inminente- a algún derecho constitucional; con relación a ello el demandado entiende que el
2 B-63.442

actor debió haber intentado otra vía procesal para la defensa de los derechos que estima
conculcados.
Si bien sostiene que la acción de amparo no procede contra leyes –de acuerdo a
la normativa del art. 20 de la Constitución provincial- advierte que la ley 12.727 atacada, es de
carácter intrafederal, sustentada en el art. 31 de la Constitución nacional, dictada en el ámbito de la
competencia provincial, que declara en estado de emergencia administrativa, económica, financiera al
estado provincial ante la necesidad de salvaguardar los derechos fundamentales de la comunidad,
por encima del interés individual. Por lo demás, puntualiza que la declaración de emergencia
provincial efectuada por los poderes políticos es una decisión irrevisable judicialmente y que el
análisis de las causas políticas, económicas, administrativas, financieras, internacionales, etc., que
pudieron conducir a la misma es manifiestamente ajeno a los estrechos límites de un proceso judicial.
Señala que la normativa de la ley 12.727 encuadra en la legislación de emergencia cuya legitimidad y
constitucionalidad ha sido reconocida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y Suprema Corte
provincial en numerosos fallos que trae a consideración y analiza. Entiende que su normativa no
vulnera el derecho de propiedad, ni la igualdad ante la ley, no es confiscatoria, ni lesiona ningún
derecho adquirido, es de vigencia inmediata y transitoria y no tiene efectos retroactivos. Se trata de
una ley nacida ante un estado de emergencia que –entre otros objetivos-, pretende contemplar como
un claro e innegable interés público ordenar el déficit que la situación referida genera, sin dejar de
cumplir las deudas que debe afrontar el Estado Provincial, otorgando un título de pago con efectos
cancelatorios e igual paridad al peso y realizando una reducción de las retribuciones progresiva y
temporaria.
Concluye que la ley 12.727 no es inconstitucional y el obrar de la Administración
en su consecuencia, no es manifiestamente ilegal o arbitrario. Plantea la cuestión federal que prevé el
art. 14 de la ley nacional 48 y peticiona el rechazo de la acción de amparo impetrada contra la
Provincia.
IV.- Al no advertirse la existencia de hechos controvertidos, se considera
innecesaria la apertura y producción de prueba.
V.- Habiendo tomado intervención el señor Procurador General y encontrándose la
causa en estado de ser resuelta, corresponde plantear la siguiente

CUESTION
¿Es fundada la demanda?

VOTACION
A la cuestión planteada el señor Conjuez Doctor Cafferatta dijo:

I.- Como quedara expuesto en los antecedentes, el accionante pretende se deje


sin efecto la reducción de los haberes previsionales y el pago de parte de los mismos en Letras de
Tesorería
–patacones-, ambos extremos previstos en la normativa de la ley 12.727; peticiona, asimismo, el
reintegro de los montos descontados y denuncia la aplicación retroactiva de dicho cuerpo legal con
relación al haber correspondiente al mes de julio de 2001.
II.- Como cuestión preliminar cabe dejar sentado que la argumentación del señor
Fiscal de Estado concerniente a la existencia de “cuestiones políticas” que serían irrevisables
judicialmente, fue ya considerada y desestimada por este Tribunal en los autos B 62.986
“Quintana...”, sent. del 5-XII-01; y B 62.974 “Asociación de Maestros...”, sent. 10-IV-02, entre otras.
En dichos casos se puntualizó que: “La doctrina de las ‘cuestiones políticas no
justiciables’ es una elaboración de la jurisprudencia tendiente a restringir el control judicial de
constitucionalidad respecto al ejercicio de facultades privativas y exclusivas de un órgano de poder.
Sin perjuicio de la valoración realizada por la Legislatura al sancionar la ley en crisis y el Poder
Ejecutivo al promulgar la misma con los efectos impugnados en autos, tal tipo de prerrogativas son
susceptibles de examen y revisión judicial cuando infringen las normas que reglan sus límites o se
incurre en irrazonabilidad, arbitrariedad o desviación de poder (B 57.216, “Donnarumma”, publicado
en D.J.B.A., T. 158, pág. 142; B 57.761, “Striebeck”, sent. del 7-XI-01). El control judicial de
constitucionalidad reclamado merece una resolución final de mérito del asunto controvertido (art. 57
de la Const. Prov.). Es el derecho al recurso judicial también previsto en el art. 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (ADLA, XLIV-B, 1250) que ni siquiera la implantación de
emergencias pueden suprimir o privar de efectividad, ya que los Estados partes están obligados a
establecerlo para la protección de los ciudadanos y para el control de legalidad de las medidas
adoptadas por el órgano ejecutivo con motivo de tales situaciones de excepción (Informe 30/97 de la
B-63.442 3

Comisión Interamericana de Derechos Humanos; La Ley T. 1998-E-260/271, con comentario de


Tomás Ojea Quintana)”.
Por dichas razones, debe desestimarse el referido reparo de la demandada, y
cabe entrar a considerar el contenido de la impugnación.
III.- Cabe señalar liminarmente que la controversia que subyace en este proceso
se ha visto reiterada en cientos de causas, muchas de ellas colectivas, que tramitan ante este
Tribunal. De allí que la conclusión a que se arriba en este caso, parte de una cabal comprensión de
las responsabilidades derivadas del rol institucional que es de la esencia de esta Suprema Corte en
tanto titular de uno de los poderes constituidos del Gobierno Provincial.
IV.- Sin perjuicio de lo resuelto previamente en causas análogas sobre la cuestión
a decidir en autos, considero que deben ser tenidos en cuenta los hechos modificativos de la relación
procesal ocurridos durante la sustanciación del proceso. Esta posibilidad está explícitamente
determinada en el art. 163 inc. 6º del C.P.C.C. y ha sido validada por reiterada jurisprudencia de este
Tribunal (B 51.357 “Benítez”, sent. del 03-12-91; B 51.723 “Leguizamón” sent. del 26-11-91 “Acuerdos
y Sentencias” 1991-IV-309; Ac. 45.659 “Dumrauf” sent. 16-06-92 “Acuerdos y Sentencias” 1992-II-
383; B 51.141 “Garbarini Islas” sent. del 30-03-1993; B 50.026 “Pueyrredón”, sent. del 11-05-1993; B
54.587 “Silva” sent. del 24-10-1995; B 52.503 “Luqui” sent. del 13-05-97 “Acuerdos y Sentencias”
1997-II-795; B 51.902 “Alconada” sent. del 08-07-97; B 60.912 “González Elicabe” sent. del 27-12-
00).
La discusión sobre cual es la situación que debe tomar en cuenta el sentenciante: si
la vigente al trabarse la litiscontestatio o al momento de resolver se ha planteado desde el derecho
romano, generando una discusión entre proculeyanos y sabinianos, con el triunfo de estos últimos
que propiciaban que la sentencia debía hacer mérito de los hechos como se hallaban al momento de
dictarse la misma (Scialoja, Proceso Civil, p. 256).
También se ha establecido que no es necesario que las modificaciones de las
circunstancias de hecho hayan sido planteadas por las partes, sino que estas deben ser tomadas por
el Juez de oficio, aun ante la inacción de quien pueda ser interesado (esta S.C.B.A., causa B 60.912,
sent. del 27-12-00). Por lo demás, tiene decidido este Tribunal que el juzgador puede hacer mérito de
una causa sobreviniente, cuando ésta sea el mismo hecho afirmado existente (esta S.C.B.A., Ac.
3403 “Martín”, sent. del 08-11-60 “Acuerdos y Sentencias” 1960-V-280; Ac. 3735 “De Oleza” sent. del
08-11-60 “Acuerdos y Sentencias” 1960-V-342; Ac. 6004 “Solis” sent. del 04-12-62 “Acuerdos y
Sentencias” 1862-III-816; L -3682 “Curuchet” sent. 05-11-63 “Acuerdos y Sentencias” 1963-III-541; Ac.
9015 “Soria” sent. del 07-12-65 “Acuerdos y Sentencias” 1965-III-453; Ac. 15.730 “Jachini” sent. 11-
11-69).
Es reiterada la tesis de la Corte Suprema (Fallos, 247:466; 253:346; 292:140) en el
sentido de que en las acciones de amparo cabe sentenciar según la situación existente al momento
de dictarse la sentencia definitiva y que, como principio, las sentencias de la Corte han de ceñirse a
las circunstancias dadas cuando se dictan, aunque ellas sean sobrevinientes al recurso
extraordinario. Tal criterio ha provocado, a menudo, el rechazo de amparos que, aunque habiendo
sido procedentes cuando se pronunciaron los fallos de primera o segunda instancia, dejaban de serlo
al sentenciar la Corte Suprema, por haber variado la situación de hecho o de derecho y desembocar
la litis en una cuestión abstracta; ello vgr. si desapareció la amenaza del acto lesivo; si el actor
manifiesta no tener interés en proseguir los autos; si el acto lesivo quedó convalidado
normativamente; si el Banco Central devolvió los depósitos en moneda extranjera antes inmovilizados
(Sagües, Néstor Pedro, “Derecho Procesal Constitucional. Acción de amparo”, T. 3, p. 456, 4º edición
ampliada, 1995, Astrea).
V.- La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho, en forma reiterada,
remitiendo a la doctrina de reconocidos filósofos del derecho, como Ihering, “que no son los hechos
los que deben seguir al derecho, sino que es el derecho el que debe seguir a los hechos” – (“Avico c.
de la Pesa”, Fallos: 172:21; “Provincia de San Luis c/ Estado Nacional”, sent. del 05-03-03, publicada
en Suplemento Especial del diario La Ley, del 06/03/03).
Ha señalado también que “La legitimidad o ilegitimidad de las medidas que se
adopten para afrontarla, es una frontera borrosa, porque depende de las circunstancias del caso en
particular, al momento de resolver la cuestión (C.S.J.N., in re “Bustos Núñez, Manuel”, sent. 28-03-
58: “el juicio de legitimidad o ilegitimidad de una restricción depende de las circunstancias del caso,
en condiciones especiales o extraordinarias, de orden público. Es que la diferencia se centra en
grados de compromiso o afectación de los derechos en juego, en función de la necesidad de conjurar
la emergencia económica. Los hechos tienen entonces una enorme gravitación en la solución del
problema. No se deben construir sentencias sobre bases carentes de sustento real”.
4 B-63.442

La Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho, (J.A, 1986-IV-584),


siguiendo la jurisprudencia de los Estados Unidos de América, que el “control judicial de
constitucionalidad no puede desentenderse de las transformaciones históricas y sociales. La realidad
viviente de cada época perfecciona el espíritu de las instituciones de cada país o descubre nuevos
aspectos no contemplados antes, sin que pueda oponerse el concepto medio de una época en que la
sociedad actuaba de manera distinta”.
Reitero, las restricciones a los derechos constitucionales se justifican por los
hechos, la necesidad, los que se levantan contra los principios puros del derecho. Para poder
interpretar y aplicar las leyes salidas, se ha dicho con acierto, es necesario primero como siempre los
hechos. A cuyo efecto, no hay más remedio que hacer números, sumar, restar, multiplicar, dividir. Sin
números la discusión no es racional”, Gordillo, Agustín: “El Estado de Derecho en Estado de
Emergencia”, L.L., (2001-F-1050).
Por lo demás, “es inherente a los complejos fenómenos sociales y económicos
que caracterizan la emergencia, la movilidad y alteración de su configuración, que podrá conducir a
su agravamiento -quizás temporario- o a sentar las bases para su solución” (C.S.J.N. “Provincia de
San Luis c/ Estado Nacional”, sent. del 05-03-03, publicada en Suplemento Especial del diario La Ley,
del 06-03-03).
En el caso “Kot, Samuel” (Fallos: 241:291 – La Ley, T. 92 p. 632) el Superior
Tribunal de la Nación reafirmó su doctrina en el sentido de que “las leyes no pueden ser interpretadas
sin consideración a las nuevas condiciones y necesidades de la comunidad, en tanto la Constitución,
que es la ley de leyes y se halla en el cimiento de todo el orden jurídico positivo, tiene la virtualidad
necesaria para poder gobernar las relaciones jurídicas nacidas en circunstancias sociales diferentes a
las que existían en tiempos de su sanción”.
Partiendo de este principio es que considero que se debe tener en cuenta en esta
oportunidad la modificación de la situación de hecho operada respecto de la que se presentaba tanto
al promoverse la demanda como al dictarse los fallos previos.
VI.- ¿Cuál es el estado económico de la Provincia de Buenos Aires al momento de
dictar esta sentencia? Es un hecho publico y notorio, que la Dirección Provincial de Rentas ha
mejorado sensiblemente su recaudación, a través de una política de masivos reclamos de pago a
contribuyentes en mora, detección de evasores, ajustes de montos imponibles por revalúo
inmobiliario, moratorias impositivas, etc. Este accionar del Fisco Provincial, ha dado sus frutos, en la
obtención de un monto significativamente mayor de recursos ordinarios para la administración pública
provincial. Ello conlleva una mejora en la situación económica-financiera del erario público de la
Provincia de Buenos Aires -respecto de la situación existente al momento de dictar la ley de
emergencia económica 12.727- y un evidente alivio en el manejo de las cuentas públicas.
El año 2002 resultó para la Provincia de Buenos Aires el de mejor recaudación
fiscal, pues consiguió reducir el déficit, controlar el gasto y subir los ingresos. Así, por ejemplo, en
diciembre de 2001, el déficit de la Provincia alcanzaba 3.100 millones de pesos. Durante el año
pasado, la administración logró que el monto se redujera a 1.200 millones de pesos. Se estima que
dentro de una política austera, la Provincia de Buenos Aires va camino a lograr el equilibrio fiscal.
La Dirección Provincial de Rentas del Ministerio de Economía del Gobierno de la
Provincia de Buenos aires, a través de un comunicado de junio de 2003, firmado por el Subsecretario
de Ingresos Públicos a cargo de la Dirección, hace saber a los contribuyentes: "Desde el Gobierno
Provincial, y en particular desde el Ministerio de Economía, valoramos el gran esfuerzo de millones de
bonaerenses que -pese a los tiempos tan difíciles que vivimos- mantuvieron su cumplimiento o
regularización de su situación impositiva, impulsando importantísimos aumentos logrados en la
recaudación propia". Más adelante dice que "En tal sentido queremos transmitirle lo que estamos
haciendo para continuar incrementando nuestros ingresos en 2003...". Para destacar entre otros
aspectos que un millón de contribuyentes se pusieron al día y que se iniciaron más de 3.000 juicios
este año, para llegar a 12.000 en el primer semestre y a un total de 25.000 en todo el año.
Asimismo, en forma objetiva y por medio de la comprobación de hechos que son
de público y notorio conocimiento publicados por el Estado Nacional, a través de la Secretaría de
Hacienda dependiente el Ministerio de Economía (ver sitio en Internet: www.mecon.gov.ar), se
advierte que la recaudación impositiva de esta Provincia ha crecido en forma constante desde el
momento de la sanción de la Ley de Emergencia Económica 12.727 ($ 3.601.799.000 durante el año
2001 y $ 4.247.825.000 en el 2002).
Existen reiteradas declaraciones públicas de los funcionarios de gobierno al igual
que de los de las entidades acreedoras (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco
Interamericano de Desarrollo), que reconocen que la crisis económica se halla en vías de superación,
que existe aumento de la recaudación fiscal, que se ha controlado la inflación, etc. De todo ello, se
B-63.442 5

puede colegir que la situación que autorizó a declarar el estado de emergencia económica a
mediados del año 2001, no es la misma en la actualidad, sino que al menos se ha amortiguado.
VII.- En atención a los hechos sobrevinientes, se impone entonces la necesidad
de efectuar un nuevo análisis de la situación, a partir de la sanción de la ley de emergencia
económica 12.727 (B.O. 23 y 24 de julio de 2001).
En primer término se ha operado una modificación del plazo estipulado en la
misma. Conforme la ley 12.774 (B.O. 2 de noviembre de 2001) y el Decreto 1465/02 (B.O. 18 de julio
de 2002) se extendió la vigencia del estado de emergencia económico-financiera declarado por el
artículo 1º de la ley 12.727, por un año, a partir del 23 de julio de 2002. Por lo demás, la ley 13.002
extendió hasta el 31 de diciembre de 2003 el mentado estado de emergencia (art. 51).
Por otra parte, se resolvió una nueva y cuantitativamente más importante emisión
de Letras de Tesorería para la Cancelación de Obligaciones (Patacones serie “B”), a rescatarse en
noviembre de 2006, cuando las Letras cuya emisión previera la ley 12.727 (Patacones Serie “A”),
debían ser rescatadas al año de su giro.
Además, debe tenerse presente que han variado las condiciones económicas que
llevaron al Estado Provincial, ante la necesidad de atenuar o superar la situación de crisis, en
salvaguarda de su existencia y del orden público en grave riesgo (principio de conservación del
Estado y de la sociedad en su conjunto; deber del Estado de amparar los intereses vitales de la
comunidad), a establecer una serie de medidas o remedios extraordinarios, drásticos, restricciones o
limitaciones de derechos, que se resumen, principalmente, en el pago parcial de haberes en
“Patacones” y en la reducción de salarios, para remuneraciones superiores a $ 1.200, en forma
progresiva según la escala retributiva, a partir del mes de julio de 2001 y por el período de
emergencia. Este Tribunal consideró, por el voto de su mayoría, que éstas resultaban razonables o
adecuadas, proporcionadas a las circunstancias y a los fines que procuraban alcanzar, acordes con la
situación de extrema gravedad económica-social, propia de la emergencia económica que la signa y
que el Estado debía conjurar.
Pero es del caso reiterar aquí que las leyes de emergencia económica constituyen
un remedio excepcional, que responden a una situación extraordinaria, de peligro colectivo, a las que
se puede recurrir (como el mal menor) en tiempos anormales, de graves angustias económicas, de
escasez, penuria o indigencia, frente a un estado de necesidad al que hay que ponerle fin. Por ello se
dice que la emergencia lleva implícita la sustitución de un derecho “normal” por uno “excepcional”, ello
como exigencia del propio Estado de Derecho, pues el ordenamiento jurídico debe prever ante
situaciones de grave riesgo social, respuestas urgentes no susceptibles de generarse por los
procedimientos ordinarios. En síntesis, parafraseando a la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
cabe recordar que “acontecimientos extraordinarios, demandan remedios extraordinarios”.
En tanto excepcional, la validez de la emergencia económica en el Estado de Derecho
exige la acreditación de una situación de grave riesgo social, como así también la observancia de
diversos límites en las medidas adoptadas para superarlas: que estén enderezadas al bien común;
que no importen alterar la sustancia o esencia del derecho objeto de limitación, que sean razonables
y temporarias. No cabe -por el contrario-, que se conviertan en un recurso normal, ordinario de la
administración pública, porque impactan sensiblemente, con restricciones o limitaciones, en las
relaciones jurídicas, y dicho sea de paso, por acostumbramiento, a la larga, desgastan y llevan,
paradójicamente, a que no se produzcan los reformas estructurales
–y sí coyunturales de emergencia– que la situación reclama, para equilibrar las finanzas públicas, en
beneficio de la salud económico-social de la comunidad.
Es conocido el concepto que surge de las sentencias de nuestro máximo Tribunal
acerca de que la emergencia económica dura mientras existe la crisis, sin importar por qué plazo se
ha establecido la misma, ni lo que diga la Ley que la impuso. Recordando lo dicho por el juez Orgaz,
en la causa "Nadur, Amar c/ Francisco Borelli” (Fallos 243:449), cabe destacar que:
1.- Las leyes de emergencia son leyes excepcionales dictadas en ejercicio del poder
de policía del Estado e impuestas por la necesidad derivada de una crisis y pueden restringir y regular
derechos en la medida en que sea indispensable para salvaguardar el orden público o el bienestar
general y salvando la sustancia de esos derechos;
2. - La crisis de la que deriva el ejercicio del Poder de Policía en situaciones de
emergencia, está relacionada con un desequilibrio cuya existencia y gravedad debe evaluarse para
que la legislación excepcional temporaria sea legítima, aunque ella signifique restricciones a los
derechos individuales que, en circunstancias normales, no habrían sido admisibles;
3.- La temporariedad no puede ser fijada de antemano. La emergencia dura todo el
tiempo que duran las causas que la han originado.
6 B-63.442

4.- No corresponde a los jueces apreciar si son o no eficaces los medios


empleados por el legislador. Para juzgar sobre la constitucionalidad sólo corresponde examinar si la
medida es razonable para evitar temporariamente los efectos de la crisis.
(Vid. Álvarez Magliano, M. Cristina y Fera, Mario S. "Reseña de fallos dictados por la C.S.J.N. durante
los últimos años en materia de emergencia y derecho del trabajo". La Ley, octubre 2002, Suplemento
emergencia laboral 2002 (octubre) 7).
Aunque la ley 12.727 cumple con el requisito de temporalidad, el dictado de la ley
12.774 y de sucesivas normas concordantes, impone una reflexión respecto de este tema. Es verdad
que, como decía Orgaz, en su referido voto en Fallos 243:449, “la temporalidad que caracteriza a la
emergencia, como que resulta de las circunstancias mismas, no puede ser fijada de antemano en un
número preciso de años o meses. Todo lo que cabe afirmar razonablemente es que la emergencia
dura todo el tiempo que duran las causas que la han originado”. Consecuentemente serán las
circunstancias fácticas, las que dirán si se han excedido o no las pautas temporales (Bidart Campos,
Germán, ED-139-771).
VIII.- Se ha dicho que no se trata de que el Poder Judicial indique al poder político
en qué debe gastar el dinero; tampoco revisar si está bien o mal gastado; éstas no son cuestiones
revisables por el Tribunal; simplemente se verifica, al momento de dictar sentencia, si el Estado
Provincial afronta o no una situación económica de necesidad (propio de la emergencia económica),
pues sólo de este modo se justifica la adopción (o extensión) de medidas drásticas de limitación o
restricción de derechos individuales.
No obstante, si con evidencias el juez advierte que la lesión a un derecho proviene
de una política concreta que podría reemplazarse por otra, debe decir: la política elegida es
inconstitucional porque hay otra u otras que, de haberse elegido, no irrogarían la lesión que origina la
que está en vigor. Es nada más ni nada menos que aplicar el patrón de razonabilidad: una medida
que es conducente a un fin legítimo deja de ser razonable cuando, habiendo otras medidas
igualmente conducentes, se ha optado por la más gravosa para tal o cual derecho.
Es que recurrir a la emergencia no es novedad en la Argentina; desde comienzo
de siglo, el Estado comenzó a hacer uso más enérgico del poder de policía. Frente a esa amplitud y
diversidad se ha dicho que, sin lugar a dudas, una de las nociones más devaluadas y desgastadas
entre nosotros es la emergencia. El uso recurrente de este instituto, ha generado una suerte de
erosión conceptual. A punto tal de convertir la emergencia en una de las principales categorías
jurídicas indeterminadas de nuestro ordenamiento, en una idea en sí misma en crisis.
Esto ha llevado a decir que estamos “enfermos de emergencias” (de la abundante
doctrinal sobre el tema véase, Carnota, Walter, E.D 141-369; Bidart Campos, Germán, E.D 140-154;
Lorenzetti, Ricardo L. “Nunca más: emergencia económica y derechos humanos”, LL, boletín del 30-
12-2002; Ferreyra, Raúl, quien se pregunta si existe una ¿involución hacia la emergencia infinita?,
J.A, 2002-III, fascículo n. 5; Pérez Hualde, Alejandro: “Smith”, o el final del “sistema” jurídico de la
emergencia”, LL, Número Especial Emergencia Económica- pesificación).
Sobre este punto, Germán J. Bidart Campos, en su artículo “La emergencia actual:
entre el dolor, la rabia y la ironía”, Número Especial de La Ley, sobre la Emergencia Económica –
Pesificación, del año 2002, reflexiona que: “Cuando enfrentamos leyes, normas y situaciones de
emergencia en forma sucesiva, continuada, endémica y crónica, quienes deambulamos por el mundo
jurídico constitucional nos preguntamos: ¿y esto, qué es? ¿Es emergencia, o es un hábito malsano
que, como las parálisis definitivas, nos postran en un estado de malestar?”. Para afirmar que
“estamos cansados de renovarla continuamente, y ya no sabemos cómo ni quién podrá darle fin”.
En suma, vivimos bajo un estado de sitio económico, conocemos su acta de
nacimiento, desconocemos sus límites (Bianchi, Alberto, LL, 1991-C-171). En materia de emergencia
“se nos ha vuelto crónico el recurso estatal a la doctrina de la emergencia económica” y “de invocarla
en desmedro de los particulares”. “Aunque si la emergencia deriva de lo que ha hecho mal el Estado
o de lo que no ha hecho, no nos resulta fácil digerir que, a causa de su culpa, la gente deba soportar
y sobrellevar una emergencia que incide –y mucho o demasiado– en sus derechos”. Así “la
continuidad y la prolongación de tales medidas de emergencia sobrepasan, en la mayor parte de los
casos, la frontera de lo que el sentido común tolera” (Bidart Campos, Germán, “Las emergencias y la
teoría del acto propio”, ED, T. 139, p. 771).
IX.- La emergencia ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos
173:65) “se trata de una situación extraordinaria que gravita sobre el orden económico – social, con
su carga de perturbación acumulada, en variables de escasez, pobreza, penuria e indigencia, origina
un estado de necesidad al que habrá que poner fin”. La emergencia es entonces, un hecho externo,
temporalmente limitado, que afecta aspectos esenciales de la organización del Estado, creando una
B-63.442 7

situación de peligro colectivo que autoriza la adopción de medidas que afectan las garantías
individuales (Lorenzetti, Ricardo, LL, Boletín del 22-06-01).
Está claro que la emergencia debe ser grave, pues no cualquier crisis es una
emergencia (Segovia, Juan F., E.D. 150-918). Dicho en otras palabras: la emergencia que puede
legítimamente ser oída y atenderse es aquella que lo es de la sociedad (Spota, Alberto, L.L., 1992-A-
689). Es que cuando se recurre a la emergencia se lo hace con el objeto de amparar el orden
constitucional: la emergencia no suprime la legitimidad constitucional, sino que la garantiza con
medios extraordinarios. Así se ha dicho que si descartamos la posibilidad de que un estado de sitio
económico pueda ser decretado, dejaríamos inerme la Constitución. Se trata de casos -o situaciones-
que en el marco de la ley de emergencia económica constituyen un problema gravísimo y que no
tiene salida o solución que nos satisfaga (Gordillo, Agustín, L.L., 2001-F-1050).
También se ha dicho que bien puede reputarse que hay un derecho constitucional
consuetudinario a la validez constitucional del derecho de emergencia, ello satisfechas ciertas
condiciones: realidad de la emergencia, legitimidad intrínseca de la norma de emergencia,
transitoriedad de ella (Sagües, Néstor P., L.L., 1990-D-1056). La Corte Federal ha admitido, desde
hace muchos años, la posibilidad de que el Estado, en situación de emergencia económica, ejercite
un poder de policía de cuya aplicación se siga una restricción de derechos constitucionales, que no
sería admisible en circunstancias ordinarias.
“Cuando se configura una situación de grave perturbación económica social o
política, que representa máximo peligro para el país (en el caso la Provincia), el Estado democrático
tiene la potestad y aún el imperioso deber de poner en vigencia un derecho excepcional (Fallos
246:237) o sea un conjunto de remedios extraordinarios (Fallos 238:76) destinados a asegurar la
autodefensa de la comunidad y el restablecimiento de la normalidad social que el sistema político de
la Constitución requiere (C.S.J.N., 27-12-90, “Videla Cuello, Marcelo Sucesión de c/ Gobierno de La
Rioja s/ daños y perjuicios”, J.A., 1991-I-534).
X.- La regla de constitucionalidad, sin embargo, sólo rige si aparecen satisfechas
ciertas condiciones. Conforme a la jurisprudencia reiterada en nuestros tribunales, la validez
constitucional está sujeta al cumplimiento de varios requisitos que deben ser celosamente vigilados
por los jueces, pues la utilización de la “policía de emergencia” no aleja sino que acentúa el control de
constitucionalidad (C.S.J.N., 15-05-52, Fallos 243: 467).
Tales recaudos fueron formulados por el Procurador General, Dr. Horacio Larreta,
en su dictamen del 6 de septiembre de 1934, en el recurso extraordinario deducido por Oscar Avico
contra Saúl De La Pesa sobre consignación de alquileres (Fallos: 172: 21), y que ya habían sido
mencionados por el Juez Hughes, en el célebre caso “Home Building c/ Blaisdell”, y aparecen citados
en gran número de sentencias de la Corte Suprema de Justicia Nacional.
1) Que exista una situación de emergencia que imponga al Estado el deber de amparar los
intereses vitales de la comunidad;
2) Que la ley tenga por finalidad legítima la de proteger los intereses generales de la sociedad y
no a determinados individuos;
3) Que la moratoria sea razonable, acordando un alivio justificado por las circunstancias;
4) Que su duración sea temporal y limitada al plazo indispensable para que desaparezcan las
causas que hicieron necesaria la moratoria.
En relación con el fundamento de las normas de emergencia la Corte Suprema de
Justicia Nacional, ha tenido oportunidad de expedirse en las causas “Peralta” (Fallos: 313: 1513),
“Smith” (Fallos 325:28), “Tobar” (T. 348 XXXVIII) y recientemente, en “Provincia de San Luis c. Estado
Nacional”, antes citado.
“Sin perjuicio de ello, no es ocioso recordar, como lo ha
puntualizado desde antaño este Tribunal, que la restricción que impone el Estado al ejercicio normal
de los derechos patrimoniales debe ser razonable, limitada en el tiempo, un remedio y no una
mutación en la sustancia o esencia del derecho adquirido por sentencia o contrato (Fallos: 243:467;
323:1566, entre muchos otros). De ahí que los mecanismos ideados para superar la emergencia
están sujetos a un límite y éste es su razonabilidad, con la consiguiente imposibilidad de alterar o
desvirtuar en su significación económica el derecho de los particulares (cfr. Causa “Smith”); y no es
dudoso que condicionar o limitar ese derecho afecta a la intangibilidad del patrimonio y obsta el
propósito de afianzar la justicia” (Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Provincia de San Luis”,
citada).
XI.- Para que la emergencia se justifique constitucionalmente una medida debe
ser razonable, en el sentido de guardar proporcionalidad con sus fines, adecuada a las
particularidades de la materia económica y el derecho que las rige, aunque debe aclararse que no es
misión del Tribunal pronunciarse por cuál debió ser tal remedio (Bezzi, Osvaldo, L.L., 1993-B-1002).
8 B-63.442

La ciencia constitucional y las normas constitucionales han tenido siempre cuidado de enmarcar a las
emergencias y a los institutos de emergencia destinados a superarlas, como situaciones de
excepción, o sea, no habituales y de duración transitoria, todo encapsulado en el requisito de
razonabilidad (Bidart Campos, Germán: “La emergencia actual: entre el dolor, la rabia y la ironía”,
L.L. 2002, Número Especial Emergencia Económica- Pesificación).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el leading case “Russo, Daniel y otra c/
Delle Donne” (Fallos 243:470) dijo que el control judicial puede referirse a cualquiera de los requisitos
de la declaración de la emergencia económica. Esta doctrina se reiteró en el caso “Videla Cuello”
antes citado, L.L., 1991-D-518 cuando afirmó que los poderes de la emergencia no son ilimitados y
han de ser utilizados siempre dentro del marco del artículo 28 de la Constitución Nacional y bajo
control de los jueces. Los poderes de revisibilidad judicial contienen el atributo de constatar la
necesidad del acto en cuestión y razonabilidad de las medidas dispuestas. Por ello la doctrina
sostiene que no hay otra alternativa que reconocer al Poder Judicial aptitud para merituar la
existencia de los presupuestos fácticos de la emergencia (Sagües, Néstor P., L.L., 1990-D-1058).
Las emergencias tienen su ámbito, espacio y límites (Carnota, Walter F. “La
remuneración del sector como propiedad constitucionalmente protegida”, L.L., Boletín del 27-10-02);
los institutos de emergencia tienen una naturaleza de excepción y como condición relevante su
temporalidad (transitoriedad). En cuanto a la invocación en la emergencia del carácter transitorio de la
situación que la motiva, se afirma “que un país que viva en estado o situación de emergencia es un
país institucionalmente en quiebra. La “emergencia” sólo se concibe para lapsos breves, que
trasuntan una anormal situación aguda” (Marienhoff, Miguel S., “Tratado de Derecho Administrativo “,
T. IV, ps. 518/519, citado por Bezzi, Osvaldo M., Bezzi, Ana y Bezzi, Osvaldo H., “La ejecución de
sentencias condenatorias al Estado y la emergencia económica”, L.L., 1993-B-1001).
XII.- En la legislación de emergencia la restricción al ejercicio normal de derechos
patrimoniales tutelados por la Constitución debe ser razonable, limitada en el tiempo y también debe
consistir en un remedio a la grave situación excepcional sin provocar la mutación en la sustancia o
esencia del derecho reconocido (Fallos 320:2999).
El principio de razonabilidad “es para nosotros el más caro y orientador. Es el
talón de Aquiles del edificio del derecho. El punto determinante de las proporciones; el que establece
los límites, que, como enseñaba Ihering, es el punto crucial para llegar “hasta ahí”, en las
circunstancias del caso o problema que se trate” (Morello, Augusto Mario, “El Proceso Civil Moderno”,
p. 129, Editora Platense, 2001).
Lo opuesto a la razonabilidad es la arbitrariedad. La regla de razonabilidad está
condensada en nuestra Constitución Nacional en el artículo 28, donde dice que los principios,
derechos y garantías no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio. La
“alteración” supone arbitrariedad. La irrazonabilidad es, entonces, una regla sustancial, a la que
también se la ha denominado el “principio o garantía del debido proceso sustantivo”. El principio de
razonabilidad tiene como finalidad preservar el valor justicia en el contenido del acto de poder (Bidart
Campos, Germán J., “Manual de la Constitución Reformada”, Tomo 1, p. 516, Ediar, 1998).
XIII.- En tarea de ejecución del consabido test de razonabilidad, que conlleva el
control de constitucionalidad de las normas impugnadas, seguidamente examinaré los aspectos
fundamentales que deben ser considerados respecto de las medidas cuestionadas en el caso de
autos, derivadas de la aplicación de la ley 12.727, a saber:
a) La reducción del haber previsional, extremo que, a la luz de la situación actual y a pesar de lo
dicho en fallos previos por este Tribunal, me adelanto a señalar que aparece como irrazonable.
b) El pago parcial de las retribuciones con Letras de Tesorería denominadas “Patacones”.
Finalmente abordaré la cuestión relativa a la aplicación retroactiva de la ley
12.727, con relación al salario del mes de julio de 2001.
XIV.- La Corte Suprema de Justicia de la Nación desde antiguo ha admitido
restricciones al ejercicio del derecho de propiedad -no a su sustancia– en situaciones de emergencia,
reconociendo la validez de la fijación de plazos o la concesión de esperas como una forma de hacer
posible el cumplimiento de las obligaciones a la vez que atenuar su gravitación negativa sobre el
orden económico e institucional y la sociedad en su conjunto (Fallos: 136:161).
Aun en situaciones de normalidad institucional ha aceptado la validez de los
límites en la afectación del patrimonio más allá de los cuales se encontraría comprometida la garantía
del artículo 17 de la Constitución Nacional (Fallos: 210:172; 220:699: 234:157) y ha sentado pautas
por las que en situaciones de grave crisis, el perjuicio debe ser soportado, en alguna medida, por
todos los integrantes de la sociedad (Fallos: 313:1513, considerandos 58 y 59).
Así, resulta que es evidente que quienes se encuentran involucrados en las
relaciones jurídicas alcanzadas por los efectos de la grave emergencia del Estado provincial, deberán
B-63.442 9

contribuir con un aporte parcial a la superación de la crisis, sin que pueda considerarse a sector
alguno inmune a las alteraciones que en el ritmo de vida de la población y en la magnitud de sus
recursos económicos produce la crisis, pero sin olvidar, a la vez, que todos merecen igual protección
constitucional.
Que en virtud de las reglas que gobiernan las situaciones de emergencia, cabe
reputar legítimo que, ante situaciones de extrema gravedad, pueda recurrirse al empleo de medios
que, en alguna medida, importen un sacrificio para los miembros de la sociedad, en virtud del
principio de solidaridad social.
En el caso, aun admitiéndose que la adopción de medidas indispensables para
evitar males mayores podían acarrear ciertos perjuicios, que resultan justificados por el virtual estado
de necesidad en que se hallaba sumergida la Provincia de Buenos Aires, lo irrazonable es mantener
esa política de restricción de los salarios de los agentes de la administración pública, cuando la
situación económica ha variado para alivio de las arcas del Estado Provincial.
Es indiscutible que la emergencia económica provincial y nacional, se prolonga en
dosis de crisis continua. Pero también es cierto que el quebranto de las cuentas públicas no tiene la
misma magnitud ni la urgencia que en el origen de la cuestión llevaron al Gobierno Provincial a tomar
decisiones muy duras en términos de política económica – social, expresadas en limitaciones,
reducciones remuneratorias, emisión de un bono de deuda, etc.
XV.- Así, el personal de la administración pública provincial, empleados y agentes
de la Provincia de Buenos Aires, como consecuencia de la ley de emergencia ha sufrido una
reducción de salarios -por encima de los $ 1.200-, en proporciones variables, según una escala
progresiva. A su vez, a todos por igual, se les impuso el pago de una parte de sus retribuciones en
Letras de Tesorería (“Patacones”).
Agotado el plazo de la ley 12.727, fue prorrogado por ley 12.774 y Decreto nº
1465/02 y nuevamente extendido por Ley 13.002 -de Presupuesto Ejercicio 2003-. La fijación de un
nuevo plazo, que prolonga una situación de emergencia económica con vocación de permanencia u
ordinarización, adquiere especial relevancia, diferente a la que tuvo con su primera moratoria cuando
todavía no se registraban cambios positivos en la economía provincial.
La Ley de emergencia económica ha cumplido, a nuestro juicio, un rol de
estabilidad de las cuentas públicas, por lo que llevó a una mejora de los “números” de las finanzas y
economía de la Provincia de Buenos Aires, descomprimiendo una situación que de no actuarse de la
forma en que se hizo, podría haber resultado desastrosa para el Estado Provincial y la comunidad
toda. Es hora de regresar a la normalidad de las instituciones, de restituir el status quo ex ante, en
especial en los niveles remuneratorios de los agentes provinciales, para planificar en el futuro una
política económica del Estado Provincial que contemple de mínima la urgente recomposición del
salario de los trabajadores públicos. En esta línea de ideas, es imprescindible establecer una
prioridad de situaciones. Así se debe privilegiar la pronta recomposición del salario de los empleados
públicos, más aún de aquellos que revistan calidad de retiro o pasividad (jubilados y pensionados).
Partiendo del análisis efectuado considero que se halla demostrado que la
Provincia de Buenos Aires ha mejorado su situación económica, por vía de una mayor recaudación
tributaria. Por lo que deviene irrazonable, mantener la normativa impugnada en su totalidad, en
cuanto contiene una serie de limitaciones de derechos de carácter transitoria.
XVI.- El Estado está facultado para desplegar sus poderes de emergencia sobre
las remuneraciones que perciben los empleados públicos, mas existe un núcleo irreductible que no
podrá ser alterado en tanto garantiza sus necesidades básicas y las de su familia. La extensión,
prolongación o continuidad de esta política salarial de reducciones, se convierte en contraria a la
Constitución Nacional (artículos 14 bis, 17 y 28 de la Carta Magna), si no se prevén mecanismos de
compensación, que representen al menos, una razonable recomposición de las bases remuneratorias
anteriores. Más aún cuando la recaudación impositiva ha subido y se advierte una incipiente política
de reactivación de la obra pública.
“Esta Corte ha justificado la adopción de remedios extraordinarios cuyo rasgo
fundamental es la limitación temporal y razonable del ejercicio de los derechos (Fallos: 172: 21;
238:76 –L.L. Tº 87-113-; 243: 449 y 467; 264:344 y 269:416). Y aún cuando se admitan restricciones
como respuesta a la crisis que se intenta paliar, aquellas deben necesariamente reconocer el vallado
de la justicia y la equidad por lo que los medios elegidos no pueden desvirtuar la esencia de las
relaciones jurídicas establecidas bajo el régimen anterior” (C.S.J.N. “Provincia de San Luis”, citada).
En ese sentido, Walter F. Carnota, op. cit., en su nota al fallo de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, recaído en la causa “Tobar, Leónidas c. Contaduría General del Ejército”, del
22-08-02, bajo el título de “La remuneración pública como propiedad constitucionalmente protegida”,
señalaba que “son elocuentes por lo demás las palabras de la pluralidad del Tribunal en el sentido de
10 B-63.442

que el agente estatal no puede ser convertido en la variable de ajuste de la política económica del
gobierno de turno”. Para ampliar acerca de los alcances de este fallo, véase Bianchi, Alberto: “De
Guida a Tobar. La sinuosa ruta de los salarios de los agentes públicos”, J.A., 2002 – III - Suplemento
del fascículo Nº 11. En ese contexto, es deber de la judicatura, en su labor de verificación de la
razonabilidad de las medidas adoptadas, recordar que tanto el salario como el haber previsional, en
virtud de su naturaleza alimentaria, deben ser objeto de tutela, predominando axiológica, sociológica
y normativamente.
En este contexto es evidente que lo aquí se descalifica no es la preexistencia de la
emergencia económica -y su prolongación en el tiempo-, sino la constitucionalidad de las medidas
adoptadas por el poder público a la luz de las circunstancias sobrevinientes: una clara mejora de la
recaudación fiscal no sólo del Estado Provincial, sino también (pensando en los recursos
provenientes de fondos coparticipados) del Estado Nacional.
XVII.- Como criterio complementario que refuerza la convicción de la necesidad de
cambiar la jurisprudencia sentada hasta el presente, sensible a las modificaciones de la base real de
sustento de las resoluciones de los múltiples casos a decidir, también se valora como concurrente,
aunque con fundamentos distintos, la postura asumida por el Procurador General, doctor
Compagnucci de Caso, a fs. 101/107.
En sus dictámenes, a partir del pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia
Nacional en la causa “Tobar, Leónidas”, del 22-08-02 (La Ley, 2002-E-428), interpreta que la pérdida
del poder adquisitivo de las remuneraciones, como consecuencia de la devaluación e inflación
consecuente, es un hecho sobreviniente de suficiente importancia para considerar inconstitucionales
las reducciones salariales que se aplican.
De conformidad con lo expuesto, la reducción o disminución salarial no se justifica
en este contexto, en tanto la inflación desatada en el país en el último año, llevó a un deterioro
salarial del 42% aproximadamente. En este cuadro, a juicio del Procurador General “a la luz de las
circunstancias económicas en las que se hacen más notorias la depreciación del valor real de la
moneda, exceden el marco de razonabilidad que exige esa misma doctrina, al afectar garantías
constitucionales esenciales que mutan la sustancia de la propia relación jurídica (C.S.Nac. “in re”
“Tobar, cit., en Rev. L.L. 27-VIII-02; Id. “in re” “Guida”, en Fallos 323:1566).
XVIII.- La Corte Suprema de Justicia de la Nación, recientemente (causa “Müller,
Miguel A. c/ Poder Ejecutivo Nacional, sent. del 10-04-03, D.J. 2003-1-1068), desestimó una acción
de amparo tendiente a impugnar el decreto de necesidad y urgencia Nº 430/00, que consagró un
recorte salarial para el sector público nacional, “pues dicha medida, de carácter excepcional y no
confiscatorio, efectos generales y vigencia para el futuro, no altera el derecho a la remuneración de
los empleados públicos, máxime si se tiene en cuenta que tales remuneraciones no sufrieron el
envilecimiento de la moneda operado a partir del año 2002”. En tal caso se recordó, a través del voto
del doctor Fayt, según doctrina sentada por dicho magistrado en la causa “Guida”, a la cual remite
(L.L. 2000-D-367), que los empleados públicos carecen de un derecho subjetivo al mantenimiento del
monto de su retribución, debiendo tolerar reducciones que, ante situaciones excepcionales de crisis,
no alteren la sustancia de su derecho a la retribución, pues la Constitución Nacional no asegura la
intangibilidad de las remuneraciones de los agentes de la Administración. Concordantemente, en su
dictamen, el Procurador General de la Nación reafirmó que el Estado está facultado para reducir las
remuneraciones de sus agentes, siempre que tal decisión se adopte ante situaciones excepcionales
de emergencia, tenga efectos generales, vigencia para el futuro en forma transitoria y carácter no
confiscatorio, es decir que no desnaturalice el derecho a la retribución.
Mas al expedirse en punto a la incidencia del deterioro salarial en la resolución de
la causa sometida a juicio, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho en “Tobar” que el
acelerado envilecimiento de los sueldos, jubilaciones y pensiones, explica y justifica apartarse de la
doctrina consagrada en el precedente “Guida”, antes citado.
XIX.- El notable jurista, Jorge Reinaldo Vanossi (“El mar no perdona”, p. 20, en
“Tutela Constitucional de los Depósitos Bancarios. Estudios sobre el fallo “Provincia de San Luis”, La
Ley, abril 2003) ha dicho con razón que “los jueces deben ser cuidadosos y sutiles en la percepción y
encuadramiento de situaciones que son disímiles en la intensidad o en la extensión de las notas
constitutivas del estado de emergencia”.
Ante casos resultantes de crisis extremas que han dado paso a la sanción de
medidas extraordinarias con base en una declaración de emergencia o frente a una hipótesis de
estado de necesidad resultante de tal estado de cosas, se requiere un tratamiento muy cuidadoso.
“Es inherente a los complejos fenómenos sociales y económicos que caracterizan a la
emergencia, la movilidad y alteración de su configuración, que podrá concurrir a su agravamiento -
B-63.442 11

quizás temporario– o a sentar las bases para su solución” (Corte Suprema de Justicia de la Nación,
sentencia del 5 de marzo de 2003, “Provincia de San Luis c/ Estado Nacional”).
Esta Suprema Corte de la Provincia, integrada por conjueces, ha tenido
oportunidad de expedirse respecto de la validez constitucional originaria de la Ley 12.727, de
emergencia económica de la Provincia de Buenos Aires, en numerosos precedentes, que arrancan
con la causa B-62.986 “Quintana”, sentencia del 5 de diciembre de 2001 -en la que se resuelve la
cuestión de la legitimación de obrar en los amparos colectivos- publicada en L.L.B.A., 2002-141, bajo
anotación de Agustín Gordillo: “Un leading case provincial en que el derecho no cae en la vorágine” y
más adelante, en “Asociación de Maestros”, causa B- 62.974, sentencia del 10 de abril del 2002,
J.A., 2002- II, fascículo Nº 6, fallo anotado por Augusto Mario Morello, “Tensiones entre la
Constitución y la emergencia”. Vid. Ortiz, Ricardo: “Amparo, emergencia y Patacones en la Provincia
de Buenos Aires”, obra en homenaje a Osvaldo Bezzi y del mismo autor “Los Abogados en la
Emergencia: la Corte de Conjueces”, en obra colectiva, “El derecho Administrativo de la Emergencia”,
Fundación de Derecho Administrativo, 2002; Villafañe, Homero: “La Emergencia Económica-
Financiera en la Provincia de Buenos Aires. Período 2001- 2002. Incidencia sobre las remuneraciones
del sector público”, L.L.B.A., año 9, número 11, diciembre 2002.
XX.- Las emergencias tienen, reitero, su ámbito, espacio y límites. Son pautas
mínimas de convalidación de las medidas de restricción o reducción que se adopten a la luz de la
emergencia económica: la razonabilidad, proporcionalidad, márgenes cuantitativos, límites
temporales.
En ese sentido se ha dicho que “tal como la Corte lo hizo en Smith (sentencia del 1
de febrero de 2002, DJ, 2002-1-297) se subraya la necesidad de preservar los contratos, y de no
alterar su sustancia, o sea, no destruirlos de cuajo. El empleo público es por sobre todo un contrato,
con derechos y obligaciones recíprocas, entre ellas las de índole patrimonial” (Carnota, Walter F. “La
remuneración del sector público como propiedad constitucionalmente protegida”, L.L., 2002-E, 425).
Es hora que se dejen sin efecto las rebajas salariales: el Estado a través de una
política de recaudación tributaria más activa, supo procurarse recursos, en otros sectores, de mayor o
de gran capacidad económica, “antes que buscarlos en el salario de los trabajadores” (parafraseando
Bidart Campos, Germán J., comentario a un fallo en análoga cuestión: “Las reducciones salariales por
emergencia económica”, LL, 1998-A, 62), que a lo largo de dos años, ha contribuido con su carga de
sacrificio ocasionado por la poda remuneratoria, a superar la crisis de extrema gravedad que
padeciera la Provincia de Buenos Aires.
XXI.- Ello no obstante, se juzga que la emergencia aun no ha sido totalmente
conjurada: aún persisten problemas de endeudamiento, de pago de obligaciones de deuda provincial,
de escasez de recursos pecuniarios, etc. Pero está claro que la situación no es la misma que la
preexistente al momento de fallar las anteriores causas. Hoy se avizora al menos, una situación más
favorable para el manejo económico financiero de la Provincia de Buenos Aires.
En otras palabras, recogiendo un párrafo del dictamen del Señor Procurador
Compagnucci de Caso: “No se advierte –a la luz de los hechos señalados- que hoy exista
proporcionalidad entre la rebaja, la supresión de beneficios y el fin perseguido. La reducción aparece
a la vera de los acontecimientos como irrazonada y alterando la vinculación jurídica (C.S.Nac. en
Fallos 243:467) que de ese modo afecta gravemente derechos constitucionales”. Aunque el
fundamento final sea diferente, principalmente la mejora en la situación económica de la Provincia, se
torna irrazonable el mantenimiento de las reducciones salariales dispuestas por la Ley de Emergencia
Económica.
XXII.- Reitero lo dicho por Bidart Campos, Germán J. “Estamos enfermos de
emergencias”, E.D., T. 140-155: “No es difícil proponer que un derecho del grupo de los sociales, que
es tan vital como el salario, sea por eso mismo de los menos afectables en circunstancias de crisis
económica”. Es sabido que “los derechos propios de la relación laboral –sea empleo público o
privado– integran el plexo de los “derechos sociales”. Nuestra Constitución los enfoca y garantiza en
el artículo 14 bis. En concurrencia con tratados internacionales como el Pacto de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto de San José de Costa Rica”. Y que “el derecho a la
remuneración justa reviste alta jerarquía constitucional e internacional”.
Aplicando un test para verificar la razonabilidad de este tipo de afectación nos
preguntamos: ¿por qué se mantienen las quitas salariales, cuando se observa que se ha dado
prioridad a otros gastos públicos fácilmente dispensables?
“Los jueces no juzgan ni revisan los criterios políticos de oportunidad,
conveniencia, mérito, etc., con que se adoptan las medidas restrictivas de derechos personales. Pero
en el estricto juicio de constitucionalidad y razonabilidad de esas medidas, hay que valorar y prever
los efectos que ellas producen y que producirán” (Bidart Campos, Germán J., op. cit.). Estos actos
12 B-63.442

emanados de una de las partes importan dentro de la teoría de los actos propios, reconocimiento de
hechos que hacen al litigio, como lo es la demostración de que la solvencia de la accionada se halla
reconstituida al permitirle realizar gastos que tienen menor importancia que la que posee el pago de
los salarios.
“Entonces, sin salirse del estricto examen de razonabilidad y constitucionalidad,
los jueces no pueden dejar de ponderar el impacto negativo que para la vida humana, para la
dignidad personal, para la subsistencia propia, tienen las medidas que afectan el salario y no sólo en
un sentido puramente individual para cada trabajador que sufre y soporta esa repercusión, sino para
su familia y para toda una sociedad que está agobiada de pobreza estructural, de desempleo y
subempleo, de marginalidad, de recesión”.
XXIII.- En suma, si como se cree “el derecho al salario es uno de los últimos que,
en tiempos de emergencia económica, debe ser afectado por medidas restrictivas” (Bidart Campos,
Germán J., op. cit.), a la inversa, de resultar como fuera del caso histórico, necesario imponer
recortes en la escala remuneratoria de los empleados estatales, con el alivio de las cuentas fiscales y
la consecuente mejora de la situación económica del Estado empleador, es decir con el cambio de los
hechos, debe tratarse de recomponer la situación remuneratoria de los agentes de la administración
pública, tendiendo a normalizar la relación de trabajo público alterada, para volver las cosas al estado
anterior a la grave crisis que golpeara la administración pública.
Esta Suprema Corte de Justicia integrada por conjueces, ha seguido un camino
prudente, conforme con una postura de mesurado activismo judicial, por oposición a la pasividad
convalidatoria de los actos consumados y la sobreexcitación del pretendido “Gobierno” judicial, como
deformación patológica; debiendo resolver una permanente, pero cambiante controversia entre los
intereses alineados con la seguridad general (el bien común) y los intereses individualistas. Por ello
se rechaza la idea de sustituir al poder político en las decisiones que son de eminente orientación o
de encuadramiento político. Por ejemplo: la política económica y social de un país. Esto lo tienen que
decidir los representantes del pueblo.
Pero en circunstancias como las actuales, en que se advierte una clara mejora de
la situación económica financiera de la Provincia de Buenos Aires, lograda por una mayor
recaudación tributaria, una administración austera -a la que contribuyó como salvataje de urgencia, la
aceptación, circulación y emisión del patacón (título de crédito provincial)-, se impone revisar las
reducciones de los salarios de los trabajadores públicos. La persistencia en el tiempo de dichas
rebajas, aun cuando sujetas a la discrecionalidad del poder político, para el futuro se tornan
inconstitucionales, contrarias a parámetros de razonabilidad al que se halla condicionado el control
legalidad de las medidas restrictivas, proporcionalidad de las afectaciones, justa distribución de la
carga comunitaria frente a una situación de crisis económica y por lo tanto, vulneran los artículos 14
bis (condiciones dignas de labor y equitativas, retribución justa), 16 (igualdad de las cargas públicas),
17 (derecho de propiedad), 19 (principio de legalidad), 28 (razonabilidad), de la Constitución Nacional,
asimismo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (artículo 6, 7) y
normas concordantes.
Desde una visión ajustada al realismo jurídico -y de interpretación dinámica del
derecho-, conteste con un rol comprometido socialmente, en el que en situaciones de extrema
gravedad económica social, deben primar los intereses sociales por encima de los intereses
individuales, me veo forzado a propiciar la declaración para el futuro de la inconstitucionalidad de la
norma, en cuanto dispone reducciones salariales para las escalas remuneratorias superiores a los $
1.200, en proporciones progresivas, las que deberán dejarse sin efecto.
Se adopta en el caso una interpretación dinámica del texto constitucional, que por
oposición a la hermenéutica estática, sostiene que “no cabe invocar la Constitución lo que significó en
el momento de su adopción, sino lo que significa en el momento de su aplicación” (Quiroga Lavié,
Humberto, Benedetti, Miguel Ángel, Cenicacelaya, María de las Nieves, “Derecho Constitucional
Argentino”, T. I, p. 833 y ss. Rubinzal-Culzoni, 2001) conforme la tendencia más moderna en la
materia, seguida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
XXIV.- Según la doctrina de autores clásicos del derecho administrativo
(Marienhoff, Miguel S., “Tratado de Derecho Administrativo”, Editorial Abeledo-Perrot, 1970. Tomo III-
B, p. 271/272; Diez, Manuel M., “Derecho Administrativo”, Biblioteca Omeba, 1967, T. III, p. 493 y
496; Bielsa, Rafael, Derecho Administrativo, 6ta edición, La Ley, T. III, p. 175), el sueldo de los
agentes públicos, puede ser aumentado o disminuido con excepción de los que la Constitución
prohibe aumentar o disminuir.
Concordantemente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha reconocido desde
antiguo las particularidades de la relación de empleo público y su incidencia en las modalidades que
ésta asume (Fallos: 166:264, 187:116; 191:263; 210:85; 220:383, entre otros). La intangibilidad del
B-63.442 13

sueldo del empleado público no está asegurada por ninguna disposición constitucional, ya que la Ley
Fundamental sólo la contempla respecto del Presidente y Vicepresidente de la Nación, los Ministros
del Poder Ejecutivo, los Jueces de la Nación y los miembros del Ministerio Público (arts. 92, 107, 110
y 120 de la Constitución Nacional). No existe por ende, un derecho adquirido a mantener el nivel de la
remuneración futura sin variantes y en todas las circunstancias.
He sostenido, además, que la doctrina expuesta es de estricta aplicación al caso,
pues la decisión de reducir los salarios en forma generalizada para las categorías que perciben
mayores ingresos, no resulta un ejercicio irrazonable de las facultades del Estado frente a una
situación de grave crisis económica como la que dio lugar al dictado de la ley.
Pero si bien en la relación de empleo público el Estado goza de prerrogativas que
resultarían exorbitantes para el derecho privado, esas prerrogativas no son absolutas ni irrestrictas,
sino que encuentran su límite en la imposibilidad de alterar la sustancia del contrato celebrado. La
reducción salarial, producto de la emergencia, no puede modificar la relación de empleo público
originariamente establecida hasta desvirtuarla en su significación económica, ya sea porque deja de
expresar un valor retributivo razonable en función del cargo que desempeña el agente, o porque la
disminución salarial importa la pérdida de la posición jerárquica o escalafonaria (Fallos 323: 1609 -
1610, del voto del Juez Bossert, Gustavo).
Mas, en momentos de crisis de las políticas públicas, no se puede omitir el
pensamiento de Gordillo, Agustín (“El Estado de Derecho en Estado de Emergencia, L.L. 2001-F-
1050): “En Estado de Derecho hace cirugía la Justicia” y su mensaje a los Altos Tribunales de Justicia
con la pretensión de que resuelva la racionalidad del modo en que se hace el recorte.
XXV.- En otro orden, es obvio que “No es difícil proponer que un derecho -del
grupo de los sociales- que es tan vital como el salario, sea por eso mismo de los menos afectables en
circunstancias de crisis económica. Crisis, por otra parte, en la que la responsabilidad de origen y
subsistencia es imputable al Estado y, eventualmente, a grupos del poder económico y financiero que
trafican con el lucro y la especulación improductivos”. “En suma, el derecho al salario es uno de los
últimos que, en tiempos de emergencia económica, debe ser afectado por medidas restrictivas. Tal
vez diríamos que entre los derechos sociales es, no “uno” de los últimos que toleran la aplicación de
esas medidas, sino el “último” que debe afectarse cuando se haya agotado todo otro intento serio y
razonable de paliar la crisis” (Bidart Campos, Germán, “Estamos enfermos de Emergencias”, E.D., T.
155, p. 154, 155). “Si, una emergencia económica real –y no ficticia-, obliga al Estado a procurarse
recursos, antes que buscarlos en el salario de los trabajadores debe buscarlos en los sectores de
mayor o de gran capacidad económica. Digamos, del capital, que es menos digno que el trabajo
humano” (Bidart Campos, Germán J., “Las reducciones salariales por emergencia económica”, L.L.,
1998-A-62).
No se debe olvidar que una retribución justa hace a las condiciones dignas de
labor, y que ambos derechos, merecen protección de las leyes, en la máxima jerarquía de nuestro
ordenamiento jurídico (artículo 14 bis Constitución Nacional) y en Pactos Internacionales, que
constituyen el bloque de constitucionalidad, de la primera parte de la Ley Suprema Nacional. Por lo
que la prerrogativa del Estado de reducir salarios, aún en tiempos de emergencia económica, deberá
limitarse severamente, a proporciones de cuantía baja, sin menoscabo de la garantía del artículo 17
de la Constitución Nacional, cuando razones de orden público o de interés general lo justifiquen,
siempre que la reducción no resulte confiscatoria o arbitrariamente desproporcionada (Fallos: 170:12;
300:616; 303:1155; 323:4215).
Soy el primero en adherir a la interpretación dinámica y actualizada de la
Constitución. El Poder Judicial, desde su sitio independiente e imparcial, ha de manejar el juicio de
previsibilidad para cooperar a sacar a flote la emergencia, pero no al costo de distorsiones o
deterioros institucionales. La previsibilidad debida sobre sus efectos posibles –a veces casi ciertos–
no tiene que llegar al punto de colocar en retaguardia las declaraciones de inconstitucionalidad en
casos y cuestiones en los que, esquivarlas u omitirlas, equivale a interpretar la Constitución con un
laxitud que, en verdad, le hace perder su tipología rígida y suprema para convertirla en elástica o
flexible (Bidart Campos).
Además, si bien el goce o disfrute del beneficio, que normalmente consiste en el
cobro periódico de una suma de dinero (monto, cuota o haber) no es intangible y conforme a la
jurisprudencia de la Corte puede ser disminuido para el futuro mediando causa razonable, siempre
que esa rebaja no sea confiscatoria, debe ser conjugada con el principio de movilidad en el ajuste de
las jubilaciones y pensiones – artículo 14 bis - por cuya razón su aplicación parece tornarse
excepcional (Bidart Campos, Germán J., T. II, p. 123, “Manual de la Constitución Reformada”, 1998).
XXVI.- Por lo expuesto considero que están probados los extremos para justificar
el establecimiento de un estado de emergencia, pero en su continuidad se torna desproporcionado
14 B-63.442

mantener la medidas dispuestas en el orden de las limitaciones impuestas en materia salarios, lo que
vulnera el requisito de razonabilidad de las mismas para superarla. Volvemos al remanido “orden
socioeconómico” de la Constitución, tópico sobre el que Bidart Campos tanto viene insistiendo en
sus últimas producciones jurídicas. ¿Hay prioridades en las finanzas públicas? Sí, las que se derivan
del programa constitucional, no las de cualquier elucubración de la conducción política o económica
del momento.
Superado el pico de la crisis, retomado el funcionamiento de la economía,
incrementada la recaudación y en vías de solucionarse definitivamente el problema financiero, no se
encuentra motivo para mantener la reducción de los salarios de los agentes del Estado. Se debe
tener presente que estamos frente a una obligación alimentaria, que debe ser atendida con prelación
a cualquier otra ya que hace a la subsistencia de la persona y de la vida. Los montos de reducción del
gasto público por este concepto son limitados y solo alcanzan a una porción mínima del presupuesto,
o, inclusive, del monto de incremento de la recaudación pública (conforme el informe producido por el
Ministerio de Economía a partir del requerimiento formulado por el Tribunal en la causa B-63.279
“Flores”, el ahorro mensual derivado de la aplicación de las leyes 12.727 modificada por la ley 12.775
asciende a la suma de dieciséis millones ochocientos setenta mil ochocientos cincuenta y siete pesos
-$ 16.870.857).
La emergencia económica no puede ser dictada sine die, debe perdurar solamente
mientras subsistan las causas que la produjeron, es un remedio legal que debe caducar
inexorablemente, ya que no puede el Estado mantenerse en esta situación permanentemente. Por
esto en cuanto desaparecen las causas que la motivaron, concluye la emergencia económica y las
consecuencias de ella. También esta puede cesar en forma parcial, en cuanto por el cambio de la
situación económica, el estado de las cosas haga que ciertas medidas tomadas en razón de la
situación inicial no resulten justificadas y consecuentemente irrazonables, lo que obliga a ordenar su
cese.
En consecuencia, considero que en punto a esta cuestión -la reducción de salarios
-, carece a la fecha de uno de los requisitos esenciales para que proceda la validez de las
alteraciones en el cumplimiento de las obligaciones del Estado fundadas en la llamada "emergencia
económica", cual es la razonabilidad.
Por esto y con efectos a partir del dictado de esta sentencia, se condena al
demandado a abonar el haber previsional sin reducción alguna.
XXVII.- El pago parcial del haber previsional con Letras de Tesorería denominadas
“Patacones”, presenta otra situación.
El monto del gasto público financiado por este medio alcanza a una porción
elevada del presupuesto (aproximadamente $2.700 millones) y no puede ser suplantado por la
Provincia en forma independiente por otros. Estas letras de tesorería han sido aceptadas por la
sociedad como un medio cancelatorio a su valor nominal, sin pérdida alguna para los tenedores y ha
permitido a quienes las recibieron su utilización en forma amplia.
Esto elimina la existencia de perjuicio o menoscabo de la remuneración, lo que no
justifica por el momento considerar su invalidez como medio de pago de salarios. Para evitar que el
esfuerzo realizado en este período sea en vano, conscientes de la demanda de mayores recursos
para solventar esta recomposición salarial, es que se entiende que el retiro del “Patacón” del
mercado, podrá tener un diferimiento en función del grado de aceptación que goza el mismo,
conservando la Provincia este instrumento de crédito o forma de cancelación de obligaciones,
siempre con la prudencia, y dentro de los límites razonables de emisión que se ha mantenido hasta el
presente. Aunque deberá proveerse a su eliminación, mediante la forma de reemplazo, sin poner en
riesgo los actuales equilibrios macroeconómicos.
En tal sentido cabe puntualizar que se ha implementado un Programa de
Unificación Monetaria destinado al rescate de títulos que hubiesen sido emitidos como sustitutos de la
moneda, que circulan en distintas jurisdicciones provinciales argentinas, Lecop, Lecor, Letras de
Tesorería –patacones-, entre otros. Se advierte, entonces, un direccionamiento normativo enderezado
hacia la implementación del referido rescate de las Letras de Tesorería en un plazo relativamente
breve y en una paridad uno a uno con el peso (conf. Res. del Ministerio de Economía Nacional nº
266/03, publicada en el B.O.N. del 11-IV-2003; Ley 25.736, B.O.N. del 15-V-2003; Decreto Poder
Ejecutivo Nacional nº 743/03, B.O.N. 1º-IV-2003; Resoluciones del Ministerio de Economía Nº. 302/03
y 339/03, B.O.N. 2-V-03 y 16-V-03, respectivamente.)
En consecuencia, estando previsto por el Gobierno Nacional rescatar los bonos
provinciales -entre ellos el patacón-, que ha funcionado correctamente en el mercado, despertando
confianza en sus tenedores, sin que se observen modificaciones en su valor, que acrediten perjuicio,
menoscabo sustantivo, equiparable a un aniquilamiento, lesión, daño, privación, denegación, de
B-63.442 15

derechos y garantías constitucionales, se torna estéril e inútil la controversia alrededor de los mismos,
convirtiéndose en abstracta toda cuestión al respecto, por lo que no se comprende en la declaración
de inconstitucionalidad de este acto, la medida crediticia antes referida.
Por lo demás, responde a la necesidad de afrontar la crisis que aún persiste
aunque en menor intensidad, envergadura, y gravedad, que la que diera origen a la emergencia
económica de Ley 12.727 y concordantes, en toda su extensión.
XXVIII.- El actor plantea la “aplicación retroactiva” de la ley 12.727”, en tanto la
normativa afecta los salarios del mes de julio de 2001 vulnerándose así, a su entender, derechos
amparados por garantías constitucionales.
Corresponde aquí, reiterar lo que sostuviera este Tribunal en la causa B 62.986
“Quintana, Teodoro...”, sent. del 5-XII-2001 en el sentido de que no se trata de un supuesto de
aplicación retroactiva de la ley, sino de un caso de vigencia inmediata a una relación jurídica en curso
de ejecución.
El Boletín Oficial del 23 y 24 de julio de 2001 publica la ley 12.727 y el decreto
1970 con lo cual el día 25 comienza su vigencia (art. 49) y comprende los haberes del mes de julio
que no se encuentran totalmente devengados. El art. 3º del Código Civil consagra la aplicación de los
hechos que están “in fieri” o en curso de desarrollo al tiempo de su sanción (D.J.B.A., 118-318 Ac.
37.392, sent. del 27-X-87); que no están consumados o que no han agotado su iter formativo (Borda,
Guillermo, “La reforma de 1968 al Código Civil”, Pág. 34 y ssg.).
Esta Corte ha destacado que el art. 3º del Código Civil establece que las leyes se
aplican a partir de su entrada en vigencia aún a las consecuencias de las relaciones jurídicas y
situaciones existentes, es decir que consagra la aplicación inmediata de la ley nueva, que rige para
los hechos que están “in fieri” o en curso de desarrollo al tiempo de su sanción y que lo que no puede
juzgarse de acuerdo con ella son las consecuencias ya consumadas de los hechos pasados, que
quedan sujetas a la ley anterior, pues juega la noción de consumo jurídico (Ac. 51.335 sent. del 3-V-
1995 entre otros).
En consecuencia, concluyo que la ley 12.727 no se aplica sobre situaciones o
relaciones jurídicas ya agotadas, supuesto en que la afectación incurre en retroactividad, sino que las
toma en el estado en que se encuentren al momento de la sanción y pasa a regir los tramos de su
desarrollo aún no cumplidos.
Tal como se señalara precedentemente, los haberes correspondientes al mes de
julio de 2001, como prestación periódica y regular no estaban completamente devengados al 25-VII-
01, momento que comienza la vigencia de la ley impugnada (art. 2º y 3º del Código Civil; art. 49, ley
12.727; B.O. 23 y 24/VII/01), por lo que resultan legítimamente comprendidos en su ámbito de
aplicación. Se desestiman, por ende, los argumentos expuestos por el actor en este punto.
XXIX.- Se ejercen de esta forma las facultades moldeadoras de la Justicia, en la
búsqueda de encontrar solución justa, conforme a las pautas Constitucionales y legales, de una
situación compleja, de incidencia colectiva e interés público, y extrema gravedad económica social,
política institucional, que aqueja (preocupa, afecta, interesa) no sólo al Estado Provincial –y consigo a
los agentes de la administración pública provincial- sino también a la comunidad en general.
Por esto propongo se haga lugar a la demanda en forma parcial, declarando la
inconstitucionalidad sobreviniente e inaplicabilidad al accionante de los artículos 15 y 20 y planilla
anexa de la ley 12.727, a partir del día de la fecha, condenando a la demandada a liquidar y abonar
los haberes previsionales tal como lo hacía con anterioridad a su entrada en vigencia. Por último
sostengo debe rechazarse la demanda en cuanto al reintegro de las sumas descontadas por
aplicación de la citada ley y en punto a su aplicación retroactiva respecto del salario del mes de julio
de 2001.
Con costas en el orden causado.
Con tal alcance, voto por la afirmativa.
A la cuestión planteada los señores conjueces doctores Cappello, Servini,
Montone, Muguerza, Pérez Catella y Tedesco, dijeron: adherimos a los fundamentos y
conclusiones expuestos por el distinguido colega preopinante, Dr. Cafferatta, y con el alcance
indicado damos nuestro voto por la afirmativa.
Con lo que concluyó el Acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA
Por las razones expuestas en el Acuerdo que antecede, oído el señor Procurador
General, corresponde hacer lugar parcialmente a la demanda, declarando, a partir del día de la fecha,
la inconstitucionalidad sobreviniente e inaplicabilidad al accionante de los artículos 15 y 20 de la ley
12.727 –al igual que su planilla anexa- en tanto establecen la reducción de las retribuciones brutas
totales, mensuales, normales, habituales, regulares y permanentes y el sueldo anual complementario,
16 B-63.442

por lo que en lo sucesivo la demandada deberá liquidar y abonar los haberes previsionales tal como
lo hacía con anterioridad a la entrada en vigencia de las normas referidas. Por último se rechaza la
demanda en cuanto al pretendido pago total de haberes en moneda de curso legal, reintegro de las
sumas descontadas por aplicación de la citada ley y su aplicación retroactiva respecto del salario del
mes de julio de 2001.
En atención a la forma en que se resuelve el caso y la medida en que es
reconocido el objeto de la pretensión actora, las costas se imponen en el orden causado (art. 25 ley
7166; 68 2º párrafo del C.P.C.C.).
Por su actuación profesional en autos, regúlanse los honorarios profesionales del
letrado patrocinante de la parte actora, Dra. Susana Mariel Cisneros, en la suma de pesos setecientos
sesenta ($ 760) (arts. 10, 15, 16, 28 inc. “b”, 49, 51 y 54 del Decreto Ley 8904/77). A los honorarios
regulados precedentemente se deberá adicionar el 10% (art. 12 inc. a) de la Ley 6716 texto según
Leyes 10.268 y 11.625).
Regístrese y notifíquese.

Néstor Alfredo Cafferatta. Clara Cristina Servini. Marcos Mariano Cappello.


Héctor Horacio Tedesco. Héctor Pérez Catella. Oscar A. Montone. Pedro Ángel Muguerza

S-ar putea să vă placă și