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El agua es esencia de vida, recurso limitado y un derecho natural para todo ser
humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el agua
potable no debe implicar riesgos significativos a la salud del consumidor durante
toda su vida. A su vez, debe disponer de características microbianas, químicas y
físicas mínimas, fundamentadas con estudios de calidad y pruebas a nivel de
laboratorio que garanticen la calidad de la misma. Mediante controles de
purificación adecuados, el agua potable debe ser inodora, incolora e insípida.
Con la invención de la pila eléctrica en 1800 por el físico Italiano Alessandro Volta,
se impulsó inmediatamente el estudio de los efectos químicos de la corriente
eléctrica en diferentes ámbitos. Por ejemplo, los ingleses William Nicholson y
Anthony Carlisle descubrieron el fenómeno de descomponer el agua en Hidrogeno
y Oxígeno, mientras estudiaban el funcionamiento de la pila de Volta. Entre 1806 y
1808 el científico británico Humphry Davy interesado por el estudio de la pila
eléctrica, logró descubrir el proceso de la electrolisis y separó elementos como el
Magnesio, Bario, Estroncio, Calcio, Sodio, Potasio y Boro. Sus descubrimientos lo
llevaron a estudiar las fuerzas envueltas en la separación de los elementos, dando
paso al desarrollo de un nuevo campo de estudio conocido como electroquímica.
En 1833, Michael Faraday logra demostrar matemáticamente las leyes de la
electrólisis que llevan su nombre.
Historia de la desinfección del agua
La relación existente entre la calidad del agua y la salud se conoce desde siempre.
Las aguas claras se consideraban aguas limpias mientras los pantanos eran
considerados zonas sucias y aguas no salubres.
La desinfección de las aguas se ha utilizado durante mucho tiempo. Dos reglas
básicas se pueden ya encontrar en la antigüedad (desde el 2000 a. C.)[cita
requerida] que decía que las aguas debían ser expuestas a la luz del sol y filtrada
con carbón. El agua impura se debía de hervir e introducir un trozo de cobre siete
veces, antes de filtrar el agua. Existen descripciones de civilizaciones antiguas en
referencia al agua hervida y el almacenamiento del agua en recipientes de plata.
Para llevar a cabo la purificación del agua se utilizaban cobre, plata y técnicas de
electrólisis.
La desinfección se ha utilizado durante muchos siglos. Sin embargo los
mecanismos de desinfección no son conocidos hasta hace unos pocos cientos de
años.
En el año 1680 Anton van Leeuwenhoek desarrolla el microscopio. El
descubrimiento de los microorganismos se consideró una curiosidad. Pasarían
otros doscientos años hasta que los científicos utilizaran este invento, el
microscopio, para la identificación y comparación de microorganismos y otros
patógenos.
El primer filtro múltiple se desarrolló en 1685 por el físico italiano Lu Antonio
Porzo.2 El filtro consistía en una unidad de sedimentación y filtro de arena. En
1746, el científico francés Joseph Amy recibe la primera patente por el diseño de
un filtro, que es utilizado en casas por primera vez en el año 1750. Los filtros
estaban hechos de algodón, fibras de esponja y carbón.
En siglos pasados el hombre ha sufrido enfermedades como el cólera. Se decía
que estas enfermedades eran causadas por castigos de Dios o debido a la
impureza del aire que era consecuencia de cambio en la alineación de los
planetas.
En 1854 la epidemia de cólera causó gran cantidad de muertos en Londres. El
doctor inglés John Snow descubrió que la epidemia del cólera era causada por el
bombeo de agua contaminada. La expansión del cólera se evitó mediante el cierre
de todos los sistemas de bombeo. Después de este hecho los científicos han
realizado estudios e investigación de la presencia de microorganismos en el agua
y modo de eliminación para el suministro de agua apta para el consumo.
En el siglo XIX se descubrieron los efectos de los desinfectantes en el agua para
el tratamiento y desinfección de la misma. Desde 1900 los desinfectantes se
utilizan extensamente por las compañías del agua para evitar la expansión de
enfermedades y mejor la calidad del agua.
Desinfección del agua potable
La desinfección del agua para uso humano tiene por finalidad la eliminación de los
microorganismos patógenos contenidos en el agua que no han sido eliminados en
las fases iniciales del tratamiento del agua.
La desinfección del agua es necesaria como uno de los últimos pasos en la planta
de tratamiento de agua potable, para prevenir que esta sea dañina para nuestra
salud. Muchas veces, tratándose de agua de manantiales naturales o de pozo, la
desinfección es el único tratamiento que se le da al agua para obtener agua
potable.
La desinfección puede hacerse por medios químicos o físicos.
Al combinar agua y sal común se produce una reacción física donde los cristales
de la sal se rompen para formar iones de Sodio (Na+) y Cloro (Cl-) acuosos por
separados.
NaCl→Na++Cl- (1)
3) ¿Por qué ?
El tratamiento del agua por cloración permite eliminar de forma sencilla y poco
costosa la mayor parte de los microbios, las bacterias, los virus y los gérmenes
responsables de enfermedades como la disentería, las fiebres tifoideas y el cólera.
No obstante, es incapaz de destruir ciertos microorganismos parásitos patógenos.
La cloración, por tanto, desinfecta el agua, pero no la purifica por completo.
4) ¿Quiénes son los principales interesados ? Lugares o contextos en los que este
medio parece el más adecuado
La cloración es adecuada siempre que las fuentes de agua carezcan de la calidad
suficiente y se disponga de productos clorados adaptados.
Existen diversos procesos de cloración, que se utilizan según la calidad del agua a
tratar.
La filtración
El agua puede filtrarse con ayuda de un filtro de arena (consultar ficha n.º E21, «
El tratamiento del agua por filtración lenta en arena para uso familiar »), o, si se
carece de él, con un tejido adecuado.
La decantación
La decantación permite eliminar muchos materiales en suspensión. Consiste en
dejar reposar el agua durante varias horas, tiempo en el que las impurezas se
acumulan en el fondo del recipiente. A continuación se recupera el agua clara,
vertiéndola con suavidad en el recipiente destinado a la cloración o filtrándola.
El agua decantada no es salubre, ya que solo se eliminan las partículas de gran
tamaño, mientras que los gérmenes y microorganismos nocivos continúan estando
presentes.
La decantación puede favorecerse añadiendo ciertos productos químicos como
cloruro férrico o sulfato de aluminio, que provocan la formación de aglomerados de
impurezas, los cuales se depositan con mayor rapidez en el fondo. Es la
denominada floculación. El alumbre (sulfato doble de aluminio y potasio) y las
semillas de Moringa oleifera (árbol que crece en las regiones tropicales) cumplen
esta función (consultar ficha n.º ..., « Floculación-decantación mediante el uso de
semillas de Moringa oleifera »).
Para conocer el volumen de lejía que hay que añadir para alcanzar la
concentración deseada hay que conocer su grado clorométrico, que debe figurar
en la botella (no obstante, en ciertos países hay que prestar atención a la fiabilidad
de la información y a las falsificaciones).
Un grado clorométrico corresponde a 3,17 gramos de cloro activo por litro de lejía.
Así, si la lejía disponible está a x °C y se desea obtener una concentración c de
cloro activo en el agua a tratar (entre 5 y 20 mg/l, según el caso), el volumen de
lejía que hay que añadir puede calcularse con facilidad a través de la siguiente
fórmula :
Vlejía = c * Vagua a tratar / (x * 3,17)
Si la concentración se ha expresado en mg/l, el resultado obtenido viene en ml.
A modo indicativo o de recordatorio, el volumen de una gota es de unos 0,2 ml, y 1
ml equivale a 0,001 l.
Este producto, muy adecuado para situaciones de emergencia, sobre todo durante
los primeros días, mientras se espera la reparación o la llegada de material de
tratamiento pesado, está siendo investigado y transformado para adaptarlo a las
necesidades familiares.
Los productos clorados pueden ser dañinos en caso de contacto con los ojos.
Deben almacenarse fuera del alcance de los niños y los animales, en un entorno
seco y protegido del sol.
El cloro puede conferir al agua un sabor ligeramente desagradable. Esto se puede
solucionar parcialmente agitando con vigor el agua tratada en una botella, con el
fin de disolver un poco de aire en ella y darle un sabor más natural. También se
puede poner en una nevera durante unas horas.
Los recipientes utilizados en cada etapa del tratamiento deben estar limpios.
Sin embargo, lo ideal no es clorar o desinfectar el agua, sino tomar todas las
medidas de prevención necesarias para evitar la contaminación del agua. La gente
no debe considerar la cloración como una especie de medicamento ni que el agua
clorada carece del riesgo de volver a contaminarse.
Es importante sensibilizar previamente a la población sobre los problemas de
higiene y de salud, para que comprenda bien las razones y los métodos de
intervención y cambie su comportamiento si es necesario. Sea cual sea el método
utilizado, la cloración no debe preceder a estas campañas de educación sanitaria,
sino ser una continuación de ellas.
b) Desventajas
- La fiabilidad de estos tratamientos es buena, pero puede fallar.
- Los productos no están disponibles en todas partes, y en ocasiones las
indicaciones sobre concentraciones no son seguras.
- Tratar cantidades grandes de agua resulta difícil.
- La dosis de cloro no es siempre fácil de determinar.
- La cloración del agua puede crear subproductos (compuestos organoclorados)
considerados nocivos desde el punto de vista sanitario.
9) Alternativas a la cloración
Algunos países, como Canadá, desean reducir las cantidades de estos
subproductos. Es posible hacerlo combinando la cloración con otros métodos,
entre los que destacan :
- La ozonización, producida por una corriente eléctrica de alta intensidad que
atraviesa el agua y muy eficaz contra los microbios, pero sin un efecto protector
remanente como el del cloro utilizado en las canalizaciones. Por ello hay que
añadir una pequeña cantidad de este.
- El tratamiento por rayos ultravioletas (ver ficha E20), aunque es más costoso, su
implantación resulta más difícil y carece de efecto protector remanente.
- El uso de cloraminas, que originan menos subproductos ; no son eficaces contra
todos los microbios, aunque pueden serlo para la desinfección secundaria de la
red.
Conclusiones
a OMS establece que los niveles de cloro deben oscilar entre 0.5 y 0.2 mg/L de
Cloro, a una distancia comprendida entre el punto de cloración y el sitio de entrega
más cercano. Basados en este criterio, el proyecto logró obtener concentraciones
próximas a 0.38 mg/L de Cloro aproximadamente. Estos resultados deben validarse
con mediciones posteriores para asegurar que la cloración se mantenga dentro de
los límites permisibles.
a) Páginas Web
b) Vídeos